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NARRATIVAS DE LA MEMORIA EN CENTROAMÉRICA: ENTRE POLÍTICA, HISTORIA Y FICCIÓN Werner Mackenbach [Ejs más importante entender que recordar, aunque para entender sea preciso, también, recordar. Beatriz Sarlo, Tiempo pasado ( (>\\l fin de los conflictos armados y el inicio de un proceso de transición t|( gobiernos autoritarios-mili tares a formas civiles de gobernar en Centroamé- iii .1, la lucha contra el olvido y por el derecho a la memoria, su articulación, publicación y divulgación se han transformado en un requisito fundamental | u u poder pensar y construir un futuro de convivencia de las sociedades i rniroamericanas basado en respeto mutuo, diversidad, justicia y demo- ii.ida (ver Mackenbach, "La revolución" s.p.). Ante esta situación, las |n.ícticas narrativas están ocupando un lugar estratégico, porque es obvio i|iif una memoria colectiva, pública es imposible sin un relato, una narración li|.ula que pueda ser transmitida y comunicada. lín este contexto, el término "narración" es un concepto amplio que i ni'Joba prácticas culturales como la escritura, el cine, las artes gráficas, rii . Sin embargo, son las prácticas escritúrales propiamente dichas que en In-, procesos de construcción de una memoria han asumido un papel pri- \, especialmente en el campo "oficial" de las comisiones déla verdad u esclarecimiento y en los discursos públicos, y las cuales han experimentado un ,iuge tremendo en las décadas pasadas en Centroamérica, también en nius prácticas narrativas-escriturales.' i i mi esto, no niego la importancia de otras producciones como las audiovisuales y gráficas, >|Mi igualmente se han dedicado ampliamente a la construcción de la memoria, juegan un rol IMI|Mirlante no solamente en el campo artístico, sino también en el político e igualmente lian l'ii.lilcrado en Centroamérica, especialmente después del fin de los conflictos armados. Di' (u i ln>, sus intersecciones con las prácticas escritúrales son múltiples y omnipresentes. U 231

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NARRATIVAS DE LAMEMORIA EN CENTROAMÉRICA:

ENTRE POLÍTICA, HISTORIA Y FICCIÓN

Werner Mackenbach

[Ejs más importante entender que recordar,aunque para entender sea preciso, también, recordar.

Beatriz Sarlo, Tiempo pasado

( (>\\l fin de los conflictos armados y el inicio de un proceso de transiciónt|( gobiernos autoritarios-mili tares a formas civiles de gobernar en Centroamé-i i i .1, la lucha contra el olvido y por el derecho a la memoria, su articulación,publicación y divulgación se han transformado en un requisito fundamental| u u poder pensar y construir un futuro de convivencia de las sociedadesi rniroamericanas basado en respeto mutuo, diversidad, justicia y demo-i i . i d a (ver Mackenbach, "La revolución" s.p.). Ante esta situación, las|n.ícticas narrativas están ocupando un lugar estratégico, porque es obvioi|i if una memoria colectiva, pública es imposible sin un relato, una narraciónli | .ula que pueda ser transmitida y comunicada.

lín este contexto, el término "narración" es un concepto amplio quei ni'Joba prácticas culturales como la escritura, el cine, las artes gráficas,r i i . Sin embargo, son las prácticas escritúrales propiamente dichas que enIn- , procesos de construcción de una memoria han asumido un papel pri-\, especialmente en el campo "oficial" de las comisiones déla verdadu esclarecimiento y en los discursos públicos, y las cuales han experimentadoun ,iuge tremendo en las décadas pasadas en Centroamérica, también ennius prácticas narrativas-escriturales.'

i i mi esto, no niego la importancia de otras producciones como las audiovisuales y gráficas,> | M i igualmente se han dedicado ampliamente a la construcción de la memoria, juegan un rolI M I | M i r l a n t e no solamente en el campo artístico, sino también en el político e igualmente l i anl ' i i . l i l c r a d o en Centroamérica, especialmente después del fin de los conflictos armados. Di'(u i l n > , sus intersecciones con las prácticas escritúrales son múltiples y omnipresentes. U

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Así, después de los acontecimientos traumáticos de la historia r e c n - n i .del istmo se ha constituido a partir de los años noventa del siglo XX MUvasto campo de narraciones que intentan fijar la memoria del pasado rccir 1 1 1 >contra el olvido —un "pasado [que] es siempre conflictivo" como e s c n l > <Beatriz Sarlo (9) al comienzo de su libro Tiempo pasado. Cultura de la mew/i/r.ijgiro subjetivo. Una discusión publicado en 2005.2 La autora continúa:

A él se refieren, en competencia, la memoria y la historia, porque la histoi 1.1no siempre puede creerle a la memoria, y la memoria desconfía de una reuni r ,trucción que no ponga en su centro los derechos del recuerdo (derechos d i -vida, de justicia, de subjetividad). Pensar que podría darse un entendiminih.fácil entre estas perspectivas sobre el pasado es un deseo o un lugar común(9)-

En estas citas la intelectual argentina alude a los elementos esencialesde lo que llama la conflictividad del pasado. No son las opiniones, los c r i t e -rios, los sentimientos con los que se articulan y en los que se expresan lo:,recuerdos, las reconstrucciones, los relatos de un tiempo pasado desde unpresente (aunque, por supuesto, influyen en esta conflictividad), sino hrelación no armónica, conflictiva e incluso contradictoria de tres instancias:la memoria, la historia y la literatura (imaginación, ficción).

En su estudio sobre las experiencias de las Comisiones de la Verdad < >Esclarecimiento en América Latina el psicólogo costarricense Ignacio Do-bles Oropeza señala con referencia a Paul Ricoeur la estrecha y conflictivavinculación entre la historia y la ficción, porque por un lado, "el dar cuentade lo que fue" se realiza con recursos narrativos adoptando modalidades deconstrucciones ficticias, y por el otro, "estas construcciones ficticias tienenque [...] hacer referencia a lo que 'ocurre en la vida'" (Dobles 169). Doblesllega a la conclusión de que la metáfora más apropiada para caracterizarlos esfuerzos de construir "memorias sociales del dolor" (así el título de

los primeros textos que compila posiciones relacionadas con esta temática en las artes es Tenia*centrales editado por Teor/éTica. Posteriormente se publicaron Pasos a desnivel. Mapa urbano de líicultura contemporánea en Guatemala de Rosina Cazali, "Arte Centroamericano: 1980-2003. Ultimastendencias" de Dolores Torres, así corno los trabajos de Pablo Hernández "Las relaciones entrelas palabras y las imágenes: Un campo de estudio para las culturas centroamericanas" y "Lafotografía de Luis González Palma. Historia, crítica e intercambio de miradas en las artes visualescentroamericanas contemporáneas". En el campo del audiovisual destacan el dossier de la revistaIstmo (número 13) coordinado por Beatriz Cortez y Alexandra Ortiz Wallner y La pantalla rotade María Lourdes Cortés. Agradezco a Alexandra Ortiz Wallner (Humboldt-Universitát zuBerlin) y Pablo Hernández (Universitát Potsdam) sus valiosos aportes a estas referencias.

2. Cito aquí y a continuación de la primera edición mexicana publicada en 2006, la edición del2005 fue publicada por Siglo XXI Editores en Argentina.

su es tudio) "no es la cíe una 'mesa de discusión' ni de las 'negociaciones',M I I O la de las 'batallas de la memoria'", particularmente por "los contextos1 1 in f l ic t ivos en que se han dirimido versiones del pasado como las tratadas"(^06-307; ver Mackenbach, "La revolución" s.p.). Más de una décadadespués de la formalización e institucionalización de los procesos depacificación en Centroamérica esta metáfora mantiene toda su vigencia,no solamente por los persistentes contextos conñictivos en los que seunprenden las políticas de la memoria, sino también por los textos a travésde los cuales se construyen las narrativas de la memoria: estos textos mismosson campos de batalla.

El presente ensayo se dedica a estudiar las relaciones entre las tres ins-tancias mencionadas que constituyen el terreno conflictivo en las narrativascontemporáneas de la memoria en Centroamérica.3

í. Desde hace varias décadas, se ha realizado un amplio trabajo de investigación -especialmenteen el campo de las ciencias sociales y los estudios historiográficos en Europa y Norteamérica—acerca de la memoria y sus relaciones con la historia/historiografía. Este debate —que en Cen-troamérica apenas ha comenzado— ha resultado en un sinnúmero de estudios y publicaciones(ver para una vista panorámica el ensayo de Menjívar Ochoa). El presente trabajo recurre a lailiferenciación entre historia y memoria propuesta por Maurice Halbwachs: "[Pjlameó, segúnapuntan Olick y Robbins, que 'la historia es memoria muerta, una forma de preservar el pasado,en el que no tenemos más una relación de experiencia 'orgánica''. Mediante la distinción entrehistoria y memoria, según Patrick Hutton, Halbwachs quiso 'subrayar las diferencias entre eltipo de pasado que cada uno restaura': la memoria confirmaría 'las similitudes entre pasado ypresente', en la medida en que 'transmite un sentido del pasado que revive una vez más', tocandolas emociones. 'La historia, en contraste, establece las diferencias entre pasado y presente. Estareconstruye el pasado desde una distancia critica y se esfuerza para transmitir el sentido de quesus conexiones con el presente están desprovistas de compromiso emocional" (Menjívar Ochoa19). Esta diferenciación es retomada por Pierre Nora que distingue entre "memoria histórica"y "memoria colectiva": "La mémoire collective est ce qui reste du passé dans le vécu des groupes,ou ce que ees groupes font du passé. [...] La mémoire historique est unitaire. Elle est le fruitd'une tradition savante et 'scientifique', elle est elle-méme la mémoire collective du groupe deshistoriens. [...] La mémoire historique filtre, accumule, capitalise et transmet; la mémoire collectiveconserve un moment le souvenir d'une experience intransmissible, efface et recompose á songré, en fonction des besoins du moment, des lois de l'imaginaire et du retour du refoulé. [...] lamémoire historique unit, et la mémoire collective divise" (Nora 398-399). Le agradezco a JulieMarchio (Université de Provence, Aix-Marseille I) sus valiosos comentarios y observaciones enel proceso de elaboración del presente ensayo y también a mis estudiantes en la Universitátl'otsdam por las discusiones enriquecedoras en el marco del seminario sobre el tema de estetrabajo realizado en el semestre de verano de 2009.

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1.BATALLAS DE LA MEMORIA

Corola firma de los Acuerdos de Paz entre el gobierno guatemalteco y I"1.representantes del movimiento guerrillero U R N G (Unidad Revolución.m.iNacional Guatemalteca) en diciembre de 1996, la era de los confl ictos l > < -lieos y de la insurrección armada en Centroamérica llegó a su fin y comen/c >una fase de transición caracterizada por intentos de pacificación y dimocratización de las sociedades centroamericanas que sin duda hasta l i < > ven día han resultado contradictorios e incipientes. Una de las tareas m.r,urgentes de los nuevos gobiernos, pero también de las sociedades de p < > \a en general, fue la de enfrentarse con el legado sangriento de la \> >

lación de los derechos humanos especialmente en las décadas de los s c t e nta y ochenta, cuyas víctimas principales han sido las poblaciones civi les . '

En ese contexto de transición, los nuevos gobiernos civiles, pero tambiénlas organizaciones de la sociedad civil, se confrontaron con la tarea de desarrollar políticas que permitieran superar las secuelas del pasado m.r,reciente. En las ciencias sociales se ha atribuido una doble función a c s i a - .políticas de la memoria, como memoria oficial, es decir, políticas que siocupan de confrontarse con el pasado en el proceso de transición hai uformas más democráticas de gobernar y como memoria social, es dei n ,formas de ocuparse del pasado y de su interpretación emprendidas poi l . isociedad civil (Ver Oettler; Mackenbach, "Zwischen" 280, 295; Barahon.i,Aguilar y González 69).

Al mismo tiempo se ha señalado que este proceso de creación de mumemoria social, que tiene un impacto importante en la construcción < l >identidades colectivas, es un proceso que se desarrolla por varias décad;r.y que no solamente se caracteriza por la investigación institucionalizada d<las violaciones de los derechos humanos y los actos de violencia en el pasadi >que en muchos de los países latino y centroamericanos resultó en la creaciónde comisiones de la verdad o esclarecimiento, sino también por los i n t e n t e i|de construir y guardar la memoria y de transmitir experiencias individualesy sociales desembocando en una siempre mayor importancia de otras narraciones de la memoria, como autobiografías, películas, otras formas de

documentación y también los relatos de ficción (ver Oettler; Mackenbach,"/.wisdien" 295, 296; Barahona, Aguilar y González 70).

Al igual que en América Latina, este debate sobre la política de la menior ia --sea en sus formas oficiales o no oficiales de enfrentarse a un legadode violaciones de los derechos humanos— en la lucha por la pacificación ydemocratización ha estado marcado también en Centroamérica por la con! rontación entre los que han optado por una política de tabula rasa, el olvido,el perdón y la impunidad y los que han defendido la necesidad de la inves-tigación jurídica y la condena de los responsables como condición de la( onvivencia pacífica (ver Oettler; Mackenbach, "Zwischen" 282). En el( , i s o centroamericano, sin embargo, este proceso ha sido agudizado por elhecho de que la transición estuvo marcada en Guatemala, El Salvador yI l i i n d u r a s por una prolongación e incluso un crecimiento de los actos deviolencia de los derechos humanos, así como por la persistencia inalteradade los organismos de represión y la particular relevancia de factores étnicosen algunos de los países (Guatemala, Nicaragua) para la construcción deuna memoria social, mientras que Panamá experimentó la invasión militarde Estados Unidos a finales de los ochenta (diciembre de 1989) con susvx ilaciones de los derechos humanos (ver Oettler; Mackenbach, "Zwischen";.8o-28i; Sieder 250). Es en este contexto en el que en Centroamérica selia librado una verdadera batalla de la memoria por la supremacía interpretativay categórica.

Al mismo tiempo, las políticas y las narrativas de la memoria en la Cen-troamérica contemporánea se inscriben en un contexto más amplio, con-imcnta l como global, que ha sido caracterizado como un "enamoramientopasional en la historia" (Osterkamp Zz). I^n su libro ya citado, Sarlo detectamía paradoja: mientras que en las últimas décadas las corrientes de pensa-miento posestructuralistas y posmodernistas —que han dominado los dis-rursos en las ciencias sociales en sentido amplio— han resultado en unpronunciado ahistoricismo y se dio la impresión "de que el imperio delpasado se debilitaba frente al 'instante'" (n), se ha vivido también el augede un "neohistoricismo" (i2).5En un artículo publicado bajo el título "Alies

4. Según cálculos cuidadosos se estima que durante los conflictos armados hubo al menos ¿unmil asesinados en Guatemala, 70 mil asesinados en El Salvador, miles de asesinados en Nicaraj.;u«y cientos de asesinados en Honduras y Panamá, además de miles de desaparecidos, torturad) 11y violadas en todos los países centroamericanos (con la excepción de Costa Rica y Belice) (vr iOcttler; Mackenbach, "Zwischen" 279-281; Sieder 250-258).

'' Si gún Sarlo éste se expresa en un proceso de "museificación, del hmtage, del pasado-espectáculo,1.11, aldeas potemkin y los theme-parks históricos; [...) el sorprendente renacer de la novela histórica,| | las historias de la vida privada, [..] el reciclado de estilos, (...) la historia de los anticuarios"( i i ) . Al mismo tiempo señala también un cambio en las fuentes de la historia: la historia oral11.1 vivido un auge tremendo y un reconocimiento en los mass media al igual que en la academia«|iu- incluso le han atribuido un lugar privilegiado en la (re)construcción histórica/historiográfka{ver 12-13).

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authentisch, alies fiktiv!" (Todo auténtico, todo ficticio), en el que a n . i h . - . ialgunas tendencias actuales en la literatura, el cine y la televisión (con i r l irencia a algunos bestsellers a nivel internacional), el estudioso literario a l e í n. u iErnst Osterkamp habla de la emergencia de una "conciencia neohistói i < ,i"(Zi) cuya relación con la historia se basa en la "reconciliación estética c-nn .la reivindicación de autenticidad y la conciencia de ficcionalidad" (/ i )Mientras que el presente pierde siempre más su fe en la autenticidad dr l . irepresentación medial de la realidad para dar lugar a una sensación de t ucionalidad—incluso de la representación más realista—, el pasado seconvici i ren una fuente inagotable de autenticidad e inmediatez vital:

El presente es el tiempo de la decadencia acelerada, la historia es el esp;u n >de la vitalidad eterna. Por eso, un tiempo que anhela la vitalidad permancni t ,se inclinará a desarrollar un enamoramiento pasional en la historia. [...]

Autenticidad y vitalidad se convierten —cuanto más se despidan del p i rsenté— en el privilegio de la historia. Quien ya no espera del presente lo soiprendentemente diferente, porque el mundo está muy bien estudiado y sol.imente ofrece pocas sorpresas, y mucho menos del futuro, porque la concicm 1.1utópica ha sufrido daños muy graves a partir de los años 1989 y 2001, tendn .1a desarrollar una conciencia neohistórica [...] (Zi).6

Junto a la pretensión de autenticidad y la conciencia de ficcionalidadOsterkamp ve como tercer componente del consumo de la historia bajo r lsigno de una conciencia neohistórica el hecho que la historia se presentecomo una alegoría del presente. He aquí la paradoja del neohistoricismo:es por ese pasado que puede ser interpretado como espejo alegórico tk Ipresente y como confirmación de la máxima de que todo ya ha sucedidoantes, que no hay novedad en el mundo.

Para el caso de Chile, la crítica Nelly Richard ha señalado un fenómenoque muy bien se ha observado hace unos años en América Latina y tambiénen Centroamérica: el auge y el "creciente éxito editorial" de "biografías,autobiografías y testimonios [...], entregando a la voracidad de su mercadode lectores múltiples retazos de las historias privadas de las figuras públicas"(41).7 Pese al ataque frontal al humanismo, el sujeto y sus representaciones

6. La traducción de las citas del artículo de Osterkamp es mía.

7. Cito aquí de un artículo publicado en 2004 en la revista Humboldt llamado "El mercado drlas confesiones y el auge de la literatura ego". Una versión más larga de su ensayo fue publicadaen 2003 bajo el título "El mercado de las confesiones (lo privado y lo público en los Testimoniosde MónicaMadariaga, Gladys Marín y Clara Szcaranski)". En este ensayo se dedica particularmentea revisar las relaciones entre género y poder y a las representaciones de la mujer como figurapúbl ica . lín especial, se refiere a las memorias de la ex ministra de Justicia del gobierno de

( h l r r a i ias) por pa r t e de los teóricos posestructuralistas, Nelly Richard veun r e t o r n o del individuo, del yo en el marco de un "neoindividualismo ca-p i t a l i s t a que comercializa la instantaneidad del fragmento mediante lasi r < n i c a s periodísticas de captación de lo humano 'en vivo y en directo'"(,| i ) y que se vale de un voyeurismo social. Ante esta situación, Beatr izS.ulo ha hablado de un "giro subjetivo" en la academia y en "el mercadoMinbó l i co del capitalismo tardío" en general (17, 12, ver 19-22).

II.NARRATIVAS DE LA MEMORIA

I :.l testimonio. En Centroamérica, en las últimas tres o cuatro décadas —aligual que en América Latina en general— ha sido especialmente una prácticaful tural-escritural la que ha ocupado un lugar privilegiado en la recuperaciónt l r la memoria y la reconstrucción de la historia contra el olvido y el silencio,la omisión y la supresión, la tergiversación y la mentira: el testimonio ensus más diversas formas. En los años ochenta y noventa se volvió un lugarcomún hacer énfasis en una vinculación muy estrecha entre el testimonioy la historiografía, porque el testimonio "soporta las pruebas de veredicción,se- refiere a acontecimientos que han ocurrido, en sentido estricto, en lav ida social, y por lo tanto, tienen existencia fuera del discurso" (Zavala250-251). Se habló de su función de "rescate de la memoria colectiva y lacomunicación de la historia oculta" (260) e incluso de "la oportunidad —re-pleta de privilegio y de responsabilidad— de escribir la verdadera historiade nuestro tiempo" (Randall 7). El historiador francés Paul Ricoeur en suobra La mémoire, l'histoire, l'oubli incluso otorgó un papel estratégico al testi-monio como puente entre memoria e historia: "[...] el testimonio constituyela estructura fundamental de transición entre memoria e historia" (26, ci-tado en Burgos, "Memoria" 23).

Como ha señalado Sarlo, el lugar estratégico del testimonio se basa enla "confianza en la inmediatez de la voz y el cuerpo" (23) del/de la tes^limoniante. En un comentario sobre el libro de Pilar Calveiro Poder y desa-parición; los campos de concentración en Argentina, sostiene:

Si una detenida-desaparecida habla de su experiencia carcelaria en primerapersona, el discurso se resiste a la discusión interpretativa (como lo señaló

l'inochet, Mónica Madariaga, y de la actual presidenta del Partido Comunista de Chile, GladysMarín .

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Kicceur), su carácter extremo es una especie de bl indaje que lo rodea c o t i v i t i u ndolo en algo que debe ser visto antes que analizado. L.U texto en primera peí NOna ofrece un conocimiento que, de algún modo, tiene un carácter i nd i s cu t i b l e ,tanto por la inmediatez de la experiencia como por los principios morales quefueron violados (119-120, ver también 47).

Esto es exactamente lo que ha caracterizado los testimonios cen t roamericanos, desde los textos fundacionales de Rigoberta Menchú y Om.nCabezas pasando por los diarios de cárcel escritos por militantes femenina ' ,salvadoreñas hasta los testimonios tardíos como La marca del Zorro, de Sctgio Ramírez. Con esto "se ha restaurado la razón del sujeto, que fue, h;u edécadas, mera 'ideología' o 'falsa conciencia'" como escribe Sarlo (22}.Pero el testimonio y la historia oral no han solamente "devuelto la confian/; ia esa primera persona que narra su vida (privada, pública, afectiva, política)"(22). Al mismo tiempo se ha construido este sujeto-por la ejemplaridadde su testimonio—como la sinécdoque arquetípica de un colectivo (la clase,la etnia, el género, el pueblo). La memoria testimonial se ha transformadoen una historia más verídica, es decir: la historia verdadera; la escr i turatestimonial se ha vuelto en un texto más auténtico que la literatura tradicional(incluso la más "realista").

Estudios críticos del testimonio han cuestionado exactamente esta caracterización como "posliteratura" (Beverley) y "poshistoria" y la dictadurade la memoria sobre la historia y la literatura.8 Han criticado la supuestainmediatez del testimonio e insistido en su carácter mediato, que se valede recursos narrativos al igual que la "literatura", y en su relatividad representativa, es decir, que privilegia una voz que puede y debe ser complementada,cuestionada, criticada por otras voces de otros sujetos/colectivos.

El apogeo del testimonio como práctica hegemónica en el campo lite-rario llega a su fin ya a finales de los años ochenta/inicios de los noventa.En la práctica escritural testimonial y de manera creciente también en eldiscurso teórico sobre el testimonio se puede constatar un cambio de paradigma, paralelamente a los cambios en el discurso político-militar. En este

8. Estas investigaciones presentadas por historiadores, antropólogos, estudiosos literarios \s han realizado una re- o nueva lectura de algunas obras "clásicas" de la literatura testimonial

caribeña y centroamericana, entre ellas las de Miguel Barnet, Rigoberta Menchú/ElizabethBurgos, Roque Dalton, Ornar Cabezas y Sergio Ramírez. Han cuestionado el supuesto caráctohisiórico-verídico, anti-canónico y and- respectivamente no literario/ficcional del testimonioy también han tomado en cuenta la literatura testimonial centroamericana más allá de la fijación.1 la guerrilla y la revolución o el "triángulo revolucionario" Guatemala, El Salvador, Nicaragua(ver Mackenbach, "Zwischen" 522, donde se encuentran amplias referencias bibliográficas).

( a m p o p< ) l i i u i > m i l i u r l . is I u c r z a s contrarrevolucionarias (la Contra) a par-t i r de la g u e r r a no declarada de Estados Unidos contra Nicaragua —quea p u n t a al derrocamiento del gobierno sandinista— usurpan y utilizan parasus fines las formas "genuinas" de lucha de la izquierda revolucionariacentroamericana, la guerra de guerrillas. Algo similar sucede en el campoliterario: el testimonio se convierte en un espacio textual que es ocupadopor los marginados, oprimidos o por lo menos, los afectados por el procesorevolucionario mismo, para dar a conocer su identidad e historia "olvidadas".9

Los grandes relatos "magistrales" del testimonio con su pretensióntotalizadora de la verdad se vuelven obsoletos, la relación simbiótica entreel testimonio y los proyectos revolucionarios se disuelve, la fragmentación,la individualización y la relativización se propagan. Sin embargo, el recursoa técnicas testimoniales mantiene relevancia, sea como elemento narrativo(re) ficcionalizado en una serie de novelas centroamericanas (ver más abajo),sea para documentar las experiencias en los acontecimientos más recientesde la historia centroamericana en el marco de las políticas de la memoria,pero ya no en forma de textos que pretenden construir una o la memoria,sino que relatan memorias colectivas y/o individuales, en plural.10

'). Así por ejemplo, en Nicaragua el ex funcionario sandinista Alejandro Bendaña publicó en elaño 1991 el libro Una tragedia campesina: testimonios de la resistencia que reúne entrevistas con cam-pesinos que militaron en las filas de la Contra. Le siguen otros textos que cuentan de las expe-riencias de las generaciones jóvenes en el proceso revolucionario, como por ejemplo, Testimonios<le aquella década de Danilo Guido y Algo más (¡He un recuerdo de Ernesto Castillo Guerrero—ambostextos un crítico ajuste de cuentas de lo experimentado en el Servicio Patriótico Militar establecidopor el gobierno sandinista—, así como Humo en la balanza... también de Danilo Guido—un relatocrítico de las experiencias en las brigadas de la cosecha del café organizadas por el Estado cuyasganancias terminaron en cuentas privadas de altos funcionarios sandinistas (ver Mackenbach,"/.wischen" 519-520 y "O testemunho").

10. Ver Mackenbach, "Zwischen" 522. Así por ejemplo, El libro de la invasión de los panameñosl'edro Rivera y Fernando Martínez publicado en 1998 reúne testimonios (basados en entrevistas)ilc afectados por la invasión estadounidense en Panamá en diciembre de 1989 y fotografías delos acontecimientos. En el epílogo del libro, "Palabras finales", los editores escriben: "Este esun material valioso, pero incompleto. Miles de panameños involucrados de la noche a la mañanaen sucesos que no provocaron son dueños absolutos, hoy, de razones, dolores, rabias e íntimos«ccretos. Lo que aquí se recoge const i tuye una muestra pesquisada durante los días más durosdel periodo de postinvasión [...]" (353). El libro Tejedoras depa-^ publicado en 2008 por tresorganizaciones de la sociedad civil guatemalteca, la Asociación Política de Mujeres Mayas, laCoordinadora Nacional de Viudas de Guatemala y el Instituto de Estudios Comparados en(Ciencias Penales, presenta los testimonios de más de treinta mujeres guatemaltecas recopiladospor un grupo de mujeres noruegas y guatemaltecas para contribuir al desarrollo de la democraciay el Estado de Derecho. En la "Introducción" se afirma: "En esta lucha por un país mejor, milesile mujeres hemos dado múltiples, grandes y valiosos aportes. Sin embargo, éstos no han sidoadecuadamente reconocidos y registrados por la historia [...] nos propusimos desde hace dos

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Memorias individuales. Parece que con el fin de los conflictos armados v l . ih egemonía de la escritura testimonial en el campo literario centroameru :i m •estamos viviendo otro cambio en las relaciones entre memoria, h i s t on . i vl i t e r a tu ra . A partir de los años noventa se puede constatar cierta p r o l i l c t . ición en Centroamérica —al igual que en América Latina en general- de l < -que se podrían llamar "memorias individuales". Para el caso chileno, N c l l vRichard sostiene que esta producción textual y editorial, que privilegia \.\-~figuras públicas que reafirman las versiones "oficiales" de su respec i i \campo político (con las diferencias del caso que señala Richard), d e s t r u \por completo los rasgos esenciales del testimonio, resultando esta n u c v . iproducción textual en verdaderos "anti-testimonios":

La emergencia del testimonio, como género confesional, suele estar l i } > . ida -sobre todo en contextos de violencia y trauma históricos- a la defur , . iética de una verdad en primera persona generalmente hablada por la v íc t im. iEl testimonio busca despertar una toma de conciencia solidaria en torno ;i l . inegatividad residual de un traumático índice de realidad que había sido previ . imente negado por la Historia (42).

Según su criterio "aquí nada de esto ocurre" (42). Más bien, con el"lanzar de estas pseudo-confesiones al relativista mercado del consumo"se contribuye "a disolver el peso ético de las contradicciones históricas drla memoria política en los flujos amorales del consumo de novedades quí-solo busca excitar la curiosidad en torno a los secretos femeninos de lopúblico y lo privado" (43).

Sin embargo, en el caso de Centroamérica, esta producción textual -como lo muestran ejemplarmente las memorias de los nicaragüenses VioletaBarrios de Chamorro, Sergio Ramírez, Gioconda Belli, Ernesto Cardenaly Humberto Ortega- ha llevado el llamado "giro subjetivo" a un extremo,resaltando la individualidad de esas memorias, como escribió Sergio Ramíre/en la introducción de Adiós muchachos. Una memoria de la revolución sandinista:quería escribir sobre la revolución sandinista "[c]omo yo la viví, y no comome contaron que fue" (13). Ya no es un Yo que pretende ser el suje torepresentativo de todo un colectivo, sino que insiste en su individualidad.Sin embargo, con eso lleva también a un extremo la supuesta inmediatezde la memoria, su pretendido carácter más auténtico que las versiones

años, recuperar estas historias, reunir nuestros aportes, tanto durante la guerra, como en i-lproceso de Paz, y ahora en la construcción de la democracia y el Estado de Derecho" (7).

c a n o n i z a d a s de la memoria testimonial u oficial de "como me contaronque (Lie" . No por casualidad en la polémica que se desarrolló en Nicaraguaen torno a su libro El país bajo mi piel Gioconda Belli insistió en el carácterno novelístico de sus memorias. He aquí siempre un afán de reclamar unamayor autenticidad que la que caracteriza a la ficción literaria (un eco delconcepto de "posliteratura" á la Beverley). Y el hecho de que estas memoriasya no pretenden dar voz a los sin voz, sino son abierta y declaradamenteii-xtos de ex líderes —además de las clases medias y altas— permite que enun contexto en que la pretensión de hablar en lugar de los subalternos haperdido su atractivo, el reclamo de representatividad colectiva de la memoriaindividual entre por la puerta trasera.11

En su libro La epopeya de la insurrección Humberto Ortega, ex jefe delEjército Popular Sandinista, quiere presentar un gran relato del movimien-to revolucionario, de sus inicios y raíces hasta el derrocamiento de la dic-tadura y el triunfo de la revolución. La revolución sandinista es construidacomo el resultado lógico de un proceso individual y colectivo. Radica enel origen humilde y proletario del protagonista y la tradición familiar de unactivismo político en el contexto de un proceso de radicalización social ypolítica en la Nicaragua de la dictadura somocista. Al mismo tiempo la re-volución es la consecuencia, el eslabón cuasi natural de un desarrollo his-tórico pensado en ciclos históricos que irresistiblemente llegan al puntoculminante de la revolución y la realización de la utopía político-social.Con esta concepción "progresista" y "desarrollista" de la historia, el autorreclama una autoridad, si no oficial, por lo menos oficiosa en la interpretaciónile la historia reciente no solamente de Nicaragua, como reivindican ya lasprimeras oraciones del libro:

Toda incomprensión del presente, surge de un desconocimiento del pasa-do. Mi libro La Epopeya de la Insurrección, al hurgar en el ayer procura dar ele-mentos para entenderlo mejor y así juzgarlo sabia y justamente. Al recorrerla vida de esta pequeña parte de la humanidad que todos nos hemos puestode acuerdo en llamar Nicaragua, mi historia tiene como objeto central mostrarsu evolución en el tiempo (23).

1 1 . "Al analizar estos textos -escribe Beatriz Cortez— tres asuntos se hacen evidentes: primero,que ninguna de las recientes revoluciones centroamericanas fue peleada en nombre de los in-dígenas ni para restaurar los derechos de las comunidades indígenas. Segundo, que para construiruna subjetividad heroica uno debe colocarse en el centro del espacio de la subjetividad y dis-tanciarse de todos los demás. De esta forma uno puede ocupar el espacio de la historiografía¿•pica; en otras palabras, el espacio de la diferencia del sujeto indígena. Tercero, que en estasnarrativas de varias décadas de violencia, hay una ausencia obvia, la de la práctica del duelo"(145-146).

J

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lis otra ve/ el intelectual y líder quien ahora reclama su predominan* uy soberanía en la interpretación del pasado en el conflictivo campo d< I IInegociaciones de la memoria, ya a secas y sin el bombo discursivo de NI ila lengua de la tribu.12 La memoria del escritor profesional y/o del ( c ' x ) l i < \< ipolítico —ambas figuras dominantes de la sociedad letrada— ejerce l a m i n e naquí su dominio sobre la historia y la literatura.

Los informes de la verdad. En este campo de las negociaciones de la mamdespués de los conflictos armados otra práctica escritura! ha ganado musiempre mayor relevancia y un reconocimiento general. Sin lugar a d m l . i - . .los informes de las comisiones de la verdad o esclarecimiento han j u i - a d "un papel fundamental en el intento de lograr procesos mínimamente con I ubles y estables de transición política de los gobiernos dictatoriales-militarcía formas de gobierno más civiles y democráticas.13 Ignacio Dobles s c n . i l . ique en más de un cuarto de siglo de existencia las comisiones de la v e r i l . n lo esclarecimiento y sus informes han experimentado muchos cambios cusu oficio y destaca que mientras las primeras comisiones se dedicaban .1describir escenarios de represión y horror, las más recientes apuntan a explicar la violación de los derechos humanos, la violencia y la represión vsus causas, sin que esto signifique que hayan sido más efectivos en relacn m

12. Ver Mackenbach ("La revolución"): "Ya el paratexto del título reclama en su evocación dila architextualidad literaria ('la epopeya') una autoridad de lo relatado que se pronuncia aún in.r.por la reclamada autoría del texto: No es el hombre, escritor o ciudadano Humberto Orte^Hque se presenta como autor, sino el 'General Humberto Ortega Saavedra'. Con eso, ya d i " , c l <la portada el texto pretende una autoridad máxima en la interpretación de la historia rec ienn-e incluso la más remota- de Nicaragua [...]" (s. p.).

13. En su estudio Dobles indica que se han formado 21 comisiones de este tipo en Amciu . iLatina desde 1974, con sus respectivos informes. En Centroaméricase establecieron comisione1,oficiales en El Salvador, Guatemala y Panamá que publicaron sus respectivos informes (Comisióndéla Verdad de El Salvador, 1993; Comisión para el Esclarecimiento Histórico, 1999; Comismnde la Verdad de Panamá, 2002). En Guatemala y en Honduras también se publicaron infornu-ino oficiales (Oficina de Derechos Humanos, Arzobispado de Guatemala, 1998; ComisionadaNacional de Derechos Humanos, 1994). En el caso de Nicaragua, las negociaciones sobre l.itransición política después de la derrota electoral del gobierno sandinista en febrero de 191111no resultaron en la formación de una tal comisión, más bien se aprobaron dos leyes de amnisi laen marzo y mayo del mismo año (ver Dobles 206; Oettler; Mackenbach, "Zwischen" 282-29») 'En el caso de Brasil, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva presentó en diciembre de 2009 unp l a n nacional de derechos humanos, que entre otros puntos propone crear una "Comisión dela Verdad" para esclarecer las violaciones de los derechos humanos ocurridas entre 1964 yperiodo en el que gobernó el último régimen militar (ver El País 21 de diciembre 2009).

n su impacto legal y/o social (222).14 Hace hincapié en la paradoja deue m i e n t r a s el tema de la "verdad" y sus posibilidades perdía siempre másl r v a i i c i a en el discurso académico (especialmente en un contexto llama

i i posmoderno), su importancia crecía en el campo legal y de cooperaciónrnacional "y se convertía en estímulo para las personas que sufrieron

u-presión y violaciones de sus derechos o los de sus familiares" (201).Paradigmáticamente, la Comisión para el Esclarecimiento Histórico

(i !•:! 1) de Guatemala formuló como su tarea:[Ejsclarecer con toda objetividad, equidad e imparcialidad las violaciones

a los derechos humanos y los hechos de violencia que han causado sufrimien-tos a la población guatemalteca, vinculados con el enfrentamiento armado.La Comisión [...] fue instituida [...] para esclarecer la historia de lo acontecidodurante más de tres décadas de guerra fratricida (CEH, Conclusiones 1-2).

Con su informe pretende haber presentado "un capítulo auténtico dela historia de Guatemala" (3). Aunque el informe contiene varias partesmuy diferentes —como la descripción del mandato y el procedimiento detrabajo , un análisis interpretativo de las causas y orígenes del conflicto ar-mado, conclusiones y recomendaciones— la pretensión de presentar laverdad de la historia reciente de Guatemala se basa en un trabajo minuciosoile recopilación del máximo número posible de testimonios y documentosreunidos en anexos donde "se incluyen una relación de los casos que ilustranlos fenómenos del pasado, una breve descripción de todos y cada uno delos casos presentados a la Comisión y otros elementos que han sido utilizadosen el cumplimiento del mandato" (li). Insiste en que el Informe "atiendetodas las versiones y recoge lo que hemos oído, visto y leído sobre tantasatrocidades y brutalidades", "miles de testimonios, [...] miles de páginas dedocumentos" (3).

Con esto, los informes de la verdad o esclarecimiento rompen con laspremisas fundamentales del testimonio al igual que con las de la memoriaindividual: la exaltación del sujeto (sea como sinécdoque de todo un colectivoo en su singularidad) sirve para construirla "verdad histórica" por acumulacióndel mayor número de testimonios/memorias sin importar su representativi-ilad o particularidad. Dejemos aparte la imposibilidad "técnica" de estapretensión totalizante, que de hecho ha sido objeto de crítica de personas

M. Mientras que en el caso de Guatemala y Honduras el trabajo de las comisiones tenía reper-eusiones en la sociedad civil y en parte fue caracterizado por la participación social, en El Sal-vador se limitó a negociaciones concertadas entre las élites de ambos campos políticos y laexclusión de la sociedad civil (ver Oettler; Mackenbach, "Zwischen" 282-294).

1

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que dieron sus testimonios ante la comisión pero no encontraron referencias a sus situaciones y denuncias en el informe, como lo señala Doblespara el caso de El Salvador (211). Para la relación entre memoria, historiay literatura que nos interesa en este ensayo son de suma importancia dosaspectos que también fueron analizados por Dobles: por un lado, los Informes son el resultado final de un proceso complejo y conflictivo de institucionalización de las Comisiones de la Verdad o Esclarecimiento, un procesode negociaciones políticas cuyo fin es la construcción del pasado, de un"recuerdo colectivo" en función de "proyectos en el presente" que apuntanhacia un "futuro compartido" (219, ver 202, 208, 217-218, 308-309), esdecir, son productos de verdaderas "batallas de la memoria" (307). Por elotro lado, cualquier memoria exige para poder ser transmitida y entendidauna "estructura de sentido" (306), un relato, una narración, lo que resultaen toda una "retórica de la verdad" (218).

La memoria construida con base en un sinnúmero de testimonios, quesin embargo son recopilados siguiendo criterios de inclusión/exclusiónnegociados, y oficializada por la institucionalidad de las Comisiones de laVerdad o Esclarecimiento le disputa el lugar a la Historia —sea en su versiónoficial-estatal, sea en su versión académica— valiéndose de la literatura, esdecir, construyendo una memoria colectiva verosímil con recursos narrati-vos del acervo de la creación ficcional.15

La novela. Esta creación ficcional, es decir, la literatura en sentido estrecho,también se ha ocupado en las décadas recién pasadas de las más diversasformas del pasado de las sociedades centroamericanas. La novela histórica-sea en su variante tradicional o "nueva"- ha privilegiado pasados remotos;sin embargo, muchas veces los ha contado con propósitos alegóricos parael presente (en concordancia con los procedimientos neohistoricistas men-cionados al inicio de este ensayo). Más recientemente, un número crecientede novelas se ha referido en sus construcciones de mundos ficcionales a la

15. Ignacio Dobles se refiere en este contexto a la polémica que se ha desarrollado alrededorde los estudios cíe l l a v d c n Whi ie sobre los recursos ficcionales —los "tropos"— de cualquierforma de narración his tór ica , incluso la historiográfica: "Hayden White ha postulado lo quellama 'Modes of emplotmem' ('modalidades de tramado') que serían sistemas de producciónde significado que le confieren forma narrativa a los acontecimientos [...]. Parte fundamentalde la narración, nos dirá este autor, que la distingue de las crónicas o, en mayor grado aún delos anales, es que brinda un cierre, una conclusión o resolución. En la narración existiría un'impulso moralizante' que no se encuentra en otro tipo de escritos [...]. Hay, además, como yahe mencionado, una noción de totalidad (Ricoeur, 1995), que brinda significado a los elementoscontenidos por referencia a este todo integrado" (173).

h i s t o r i a contemporánea de Centroamérica -entre estas destacan Sombras/AV/V del nicaragüense Sergio Ramírez, Con pasión absoluta de la guatemalte

ca Curol Zardetto y Limón Re¿gae de la costarricense Anacristina Rossi.16

(/.ibe resaltar la gran diversidad existente especialmente en cuanto a su re-lación con la Historia y la memoria. Mientras algunas han pretendido cons-i l u i r una verdad histórica "más auténtica" que la historiografía, recurriendo¡t la imaginación y contando la historia desde un nuevo sujeto central, otrashan renunciado a toda centralidad y se han limitado a cuestionar las versio-nes oficiales y semi-oficiales de la historia insistiendo en la imposibilidadde construir una verdad histórica.17

Un número significativo de novelas publicadas a partir de los años no-venta ha recurrido a técnicas testimoniales en forma paródica, irónica ycaricaturesca para dar voz a los excluidos por el mainstream del testimonioy de la memoria colectiva y negociada.18 Entre ellas destaca la novela

16. Ver también mi análisis de las novelas publicadas en Nicaragua después del triunfo de larevolución sandinista que hacen referencia al proceso revolucionario, en total unas cuarenta(Mackenbach, "La revolución"). También cabe mencionar en este contexto el libro del panameñoCirios Francisco Changmarín Nochebuena mala. Invasiónyanqui en Panamá, diciembre de 1999. CuentosífHH no son Cuentos, una especie de relatos que oscilan entre el testimonio y el cuento literario.Obviamente, estos textos se alejan de una definición estrecha de novela histórica, que ha insistidoen la distancia temporal entre la vida del autor y los acontecimientos históricos a los que hacereferencia. Sin embargo, también para estos textos las relaciones entre memoria, historia y fic-ción son constituyentes y requieren cuestionar las clasificaciones tradicionalistas y algo es-quemáticas. Para una crítica del concepto de novela histórica en el caso de las literaturas centro-americanas ver Mackenbach, Sierra y Zavala, especialmente la "Introducción" (5-12).

17. Ver Mackenbach, Die unbewohnte Utopie 341-347, "La historia", "Zwischen" 527-532.

18. Así por ejemplo, el cuarto capítulo de la novela del escritor guatemalteco-nicaragüense Franz(¡alich Huracán corazón del cielo consiste del diario ficticio de un miembro de las tropas especialesanti-guerrilleras guatemaltecas. Escrito desde la perspectiva del "otro lado", es decir, de losesbirros del gobierno militar, este testimonio sirve para denunciar la inhumanidad y el embru-tecimiento bajo la dictadura militar. El salvadoreño Horacio Castellanos Moya utiliza un recursosimilar: Su novela El arma en el hombre está escrita completamente al estilo de un testimonio, eneste caso desde la perspectiva de un ex miembro de las fuerzas anti-terroristas salvadoreñas (aquién sus camaradas le llaman Robocop). En su novela El asco. Thomas Bernhard en San Salvadoreste autor había ya recurrido a técnicas testimoniales, para denunciar y caricaturizar la situaciónpolítica en El Salvador desde la perspectiva de un emigrante que regresa a su país. También seencuentran elementos testimoniales en la novela política—escrita al estilo de una novela policíaca-¡II hombre de Montserrat del guatemalteco Dante Liano, utilizados para denunciar la estrategia dela tierra arrasada, es decir, el exterminio de comunidades indígenas enteras para supuestamenteluchar contra el terrorismo. La escritora nicaragüense-peruana María-Lourdes Palláis en sunovela La carta utiliza técnicas de los diarios de cárcel escritos por mujeres -una forma testimonialmuy importante en El Salvador y Nicaragua— para criticar las estructuras machistas y el actuarpolítico de la guerrilla latinoamericana. En su novela Cenizas en la Memoria el hondureno JorgeMedina García recurre a elementos testimoniales en forma de tragedia. Es la memoria de un

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fnsensate%de Horacio Castellanos Moya, un monólogo a través clcl c u a l dnarrador y protagonista, cuyo nombre permanece desconocido a los lectores,relata su experiencia como corrector de estilo de las mil cien cuartillas queconforman el documento arzobispal que testimonia el genocidio padecidopor los pueblos indígenas en Guatemala durante las fases más crudas derepresión de la guerra civil.19 A medida que el narrador lee los testimonie >•.que conforman el informe —"un pantanal de dolor" (81), copia en una l ibrota aparte aquellas frases que más le impactan—. Frases como "Yo no c\lu\ de la mente" (13) serán repetidas como un leitmotiv a lo largo de toda

su narración, configurando así una dinámica de apropiación y reescrituude dichas frases, ya que el narrador encuentra en ellas poesía, literatura quecompara con versos de Vallejo y Quevedo, y, por otro lado, (re)conoce cuellas la tragedia humana a través de las voces anónimas que han sobrevivid» >(y que son relatadas en los testimonios indígenas). Es el trabajo de lectura/escritura realizado por el protagonista que le da la posibilidad de acercarsea las experiencias de violencia y muerte vividas por otros, planteando asien la novela un desafío a la historia oficial y al olvido colectivo por mediode la ficcionalización de la memoria de los sobrevivientes del genocidio yla recuperación de lo que la violencia y la muerte han hecho desaparece!(ver Mackenbach y Ortiz Wallner 92-93).

En la novela Tirana memoria Castellanos Moya intercala el relato de unarebelión contra un gobierno dictatorial y un golpe de Estado -que hacereferencia a los acontecimientos históricos en El Salvador en 1944 y se

periodista y un albañil , ambos ex guerrilleros, uno de ellos ex locutor de la Radio Venceremosde la guerrilla salvadoreña que terminan asesinados en la cárcel, dos personajes marginales quedesperdician su vida en la búsqueda del ideal truncado, verdaderos perdedores de las revoluciones frustradas, hombres dejados "a su suerte trágica tras la caída de las burocracias seudo-marxistas. Ya no se lucha, no se espera ese futuro promisorio que nos salve. Ya no hay salvacióncolectiva, sólo condenación individual" (López Lazo 171). Así que también el recurso a elementoslestimoniales en la literatura ficcional centroamericana corta los lazos entre revolución y li teraturay abre nuevas posibilidades para su uso (ver Mackenbach, "Realidad", Die unbewoknte Utopici 18 150, "Zwischen" 518-522, "O testemunho").

19. El informe Guatemala: Nunca más. Informe Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la MemoriaI lis/órica (REM HI) publicado por la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala,que recopila testimonios de los sobrevivientes de las masacres sufridas por los pueblos indígenast-i i Guatemala, fue presentado oficialmente al público en Guatemala el 24 de abril de 1998 enuna ceremonia presidida por Monseñor Juan Gerardi. En la noche del 26 de abril de 1998,( ¡ e r a rd i , Obispo Auxiliar de Guatemala y coordinador de la Oficina de Derechos Humanos delArzobispado de Guatemala, fue brutalmente asesinado en su casa. El informe R E M H I puede•-(.•i lomado para el caso de la novela Insensate^ como un intertexto/hipotexto casi ineludible( v e r ( ¡ r inberg Pía, "[Unjmóglichkeiten" y "Memoria", Cortez).

s i r v e ilcl t e s t imon io de un militar y de libros de análisis sociológico e histó-rico con un diario ficticio de la esposa de un periodista encarcelado porsu crítica del régimen. En la "Nota del autor" que sirve de epílogo al libroescribe:

Éste es un libro de ficción. Los caracteres principies son, pues, ficticios.No obstante, la escenografía histórica de la primera parte [...] así como muchasde las situaciones y personajes a los que se alude en ella, tienen su base en lahistoria de El Salvador en 1944. Debo aclarar que en este caso la historia hasido puesta al servicio de la novela, es decir, la he distorsionado de acuerdocon los requerimientos de la ficción. No se busque aquí, pues, la "verdad his-tórica" (357).

El escritor guatemalteco Rodrigo Rey Rosa combina en su novela Elmaterial humano —que tiene como epígrafe: "Aunque no lo parezca, aunqueno quiera parecerlo, esta es una obra de ficción" (9) y como epílogo: "Nota:Algunos personajes pidieron ser rebautizados" (181)- la presentación defichas y expedientes del Archivo de la Policía Nacional de Guatemala, elasí llamado "Archivo de La Isla", con sus apuntes durante y sobre sus expe-riencias contradictorias y conflictivas en sus estadías de investigación eneste archivo, que le fueron concedidas y después denegadas por las autoridadespolicíacas y políticas.20 "Comencé a frecuentar el Archivo como una especiede entretenimiento", comenta Rey Rosa en la "Introducción" y sigue:

y según suelo hacer cuando no tengo nada que escribir, nada que deciren realidad, durante esos días llené una serie de cuadernos, libretas y hojassueltas con simples impresiones y observaciones. [...] Por mi parte, más alláde la información que esperaba obtener en ese laberinto de millones de lega-jos policíacos acumulados durante más de un siglo y conservados por azar,después de aquella visita inicial las circunstancias y el ambiente del Archivode La Isla habían comenzado a parecerme novelescos, y acaso aun novelables.Una especie de microcaos cuya relación podría servir de coda para la singulardanza macabra de nuestro último siglo (14).

20. En la "Introducción", el autor se refiere a la historia de este archivo: "Posiblemente para ladisolución de la Policía Nacional a partir de los acuerdos de paz firniados en 1996, alguien diola orden de trasladar a este sitio [ubicado en una zona marginal en el extremo norte de la ciudadde Guatemala; W.M.] el Archivo del antiguo Palacio de la Policía y de otras comisarías depar-tamentales, de modo que los ochenta y tantos millones de documentos que se calcula que con-tiene actualmente el Archivo-con libros de actas que datan de la década de i89O-estuvieronocultos desde entonces, hasta que, el 6 de julio de 2005, la prensa local dio la noticia del in-verosímil y afortunado hallazgo" (12).

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Con este texto que —como reza el paratexto en la contrapoftada « K Ilibro—"se desarrolla en las arenas movedizas entre lo ficticio y lo h i s to r io > " ,el autor logra una alegoría de la historia de la sociedad guatemalteca en i Isiglo XX, basada en la exclusión casi total de la población civil del proveen <de Estado-nación por las fuerzas represivas estatales: las ñchas consultadas(parcialmente reproducidas en la novela) en el departamento especial drntro del Archivo, el Gabinete de Identificación, registran metonímicamenuy sinecdóticamente a casi toda la población en los diferentes rubros de"delitos políticos", "delitos comunes", "fichas post mórtem" o en las profesiones registradas en las fichas (ver especialmente 17-35, 51, 59-60).

Mientras estos textos se caracterizan por su oscilación particular én t re -lo ficcional y lo diccional resultando en escrituras fricciónales,21 otras novelas se han liberado de los parámetros del testimonio y de la memoriaautobiográfica como es el caso de El corazón del silencio de Tatiana Lobo.'"''En la historia del reencuentro de dos mujeres, que crecen en el Chile de ladictadura militar en una familia de descendencia alemana y cuyas vidas sedistancian al llegar a ser adultas, y en el contexto del ocaso del régimen dePinochet, se retorna al recuerdo de las masacres cometidas por los militaresy se apela a un no olvidar la propia historia —por más terrible que estasea—. El poder expresar estas experiencias se vuelve requisito para poderpensar en una sociedad que pueda llegar a fundarse en los actos del recuerdo,del perdón y de la reconciliación. Una fosa común ocultada y silenciada estraída al presente por parte de la más joven de las protagonistas, una fosaque, ya vacía, se convierte en alegoría de la sociedad chilena a finales delsiglo XX e inicios del siglo XXI, en la que aún se encuentran desaparecidoslos muertos y donde cabe aniquilar cualquier posibilidad de recordar. Uncronotopo (en sentido bajtiniano) que es también posible leer como unaalegoría de las sociedades centroamericanas, después de las guerras y guerrasciviles, después de los desaparecidos y de las masacres.

Todas estas novelas utilizan la historia como pretexto/pre-texto parala literatura y se valen de la memoria como recurso ficcional estableciendouna nueva jerarquía en la que la literatura —como creación— ocupa el lugardominante sin pretender sustituir a la Historia y la memoria, pero resultando

en nar rac iones metafóricas que logran imágenes verosímiles del pasadoreciente.

III.MEMORIA Y BATALLAS DE LA NARRATIVA

I .as batallas de la memoria libradas en la Centroamérica de posguerra hanresultado en la producción de un gran número de textos de diversa índolet juc en sí mismos son campos de batalla por las relaciones conflictivas entrememoria, historia y ficción que les caracterizan. "Si tuviera que hablar pormí, diría que encontré en la literatura (tan hostil a que se establezcan sobreella límites de verdad) las imágenes más precisas del horror del pasado re-ciente y de su textura de ideas y experiencias", escribe Beatriz Sarlo en sulibro ya varias veces citado (163) y continúa:

La literatura, por supuesto, no disuelve todos los problemas planteados,ni puede explicarlos, pero en ella un narrador siempre piensa desde afuera dela experiencia, como si los humanos pudieran apoderarse de la pesadilla y nosólo padecerla (166).

Acertadamente insiste en la necesidad de renuncia a una inmediatez dela experiencia y la necesidad de una distancia critica frente a esta experiencia,un requisito fundamental para la generación de conocimiento sobre el pa-sado reciente, retomando así la diferenciación de Fierre Nora entre memoriacolectiva y memoria histórica/historiografía. Sin duda, las memorias"oficializadas" por las comisiones de la verdad o esclarecimiento institu-cionalizadas han podido contribuir a dar testimonio de las atrocidadescometidas, a revalorizar e incluir a los que estaban excluidos y a construirnuevas identidades en las sociedades centroamericanas (ver Sieder 283-284). Al mismo tiempo hay que insistir en que estos informes oficiales selian basado otra vez en la exclusión o marginación de otros relatos ymemorias (ver Barahona, Aguilar y González 66-67).23 De ahí la necesidadde una historiografía crítica que trascienda la inmediatez de la experienciaindividual y colectiva y supere las exclusiones y marginaciones, pero también

21. Acerca del concepto de literatura "friccional" ver Ette 312; Mackenbach, Die unbewobnleütapie 148.22. La novela tiene un trasfondo autobiográfico en la vida de la autora que, sin embargo, no seexplica en el texto (ver Grinberg Pía, "Recordar").

L

¿*>. Barahona de Brito, Aguilar Fernández y González Enríquez sostienen: "Los informes ofi-ciales pueden convertirse en relatos que oscurezcan y tornen marginales otras descripciones ynarraciones de pasadas violaciones de derechos. Muchas veces no se contempla la totalidad de\,\n ni de sus manifestaciones. Estas críücas son especialmente válidas en sociedadesfínicamente divididas" (57).

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la relevancia de una literatura (como ficción y práctica estética) que por IUcarácter no oficial y potencialmente subversivo pueda llenar los "vacíoi"de la memoria institucionalizada.

"El pasado es siempre conflictivo", insiste Beatriz Sarlo. También \e lo son sus relatos. Las narrativas de la memoria son un es

pació conflictivo, no solamente por las presiones exteriores que pesan s< > l > i «él, sino también y principalmente por los conflictos que rigen las relacione••,intratextuales entre memoria, historia y literatura. Pero al mismo tiempo,la literatura así entendida y que abarca las cuatro "modalidades" o práct ica 1 ,escritúrales visitadas en este ensayo es un medio experiencial y exper iment . i lineludible para la convivencia después de los acontecimientos traumátu < i|,que se resisten a opacar, marginar o excluir las memorias no oficiales. 1 ,a(j imemoria(s) son una fuente rica para la literatura y la literatura es una fuenuinagotable de la(s) memoria(s). Centroamérica está apenas comenzando unnecesario proceso de trabajo de memoria (Erinnerungsarbeit) y de dudo(Trauerarbeií)2^ que por el impacto del trauma de su historia reciente consus profundas raíces en la historia remota tendrá una larga duración y generara nuevas y abundantes narrativas.

24. Beatriz Cortez había solicitado acertadamente en el primer tomo del proyecto "Hacia muHistoria de las Literaturas Centroamericanas": "[L]a escritura de la historia de las literatura1 ,centroamericanas necesariamente debe enfrentarse a la desconstrucción de la identidad nacional .tal como la concibe el Estado moderno en Centroamérica, para poder dialogar, en sus término',,con los movimientos culturales e identitarios que forman también parte del panorama centroamericano, incluyendo los movimientos indígenas, los procesos culturales de la diáspora tentroamericana, los proyectos culturales africaribeños, entre muchos otros". Una de las pregunta 1 .que surge entonces es, si Centroamérica para hacerlo deberá superar su estado melancólico pai ,\r una labor del duelo que permita la visibilización del sujeto excluido. El duelo, p a i . i

Centroamérica, no podrá limitarse a ser un ritual por las pérdidas experimentadas durante la 1 ,recientes guerras civiles, sino también, un ritual por la pérdida del componente indígena dinuestras naciones, culturas e identidades y por la pérdida de los procesos culturales generado-,por nuestra población desplazada, ésa que ha sido etiquetada como 'hermanos lejanos'. [...] listeduelo [...] sigue sin ser inaugurado [...]" (144-146).

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