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6g El Centre de Cooperaei6 per al Desenvoluparnenr Rural es una inieiariva promovida por diferenres agenres del desarrollo rural: universidades, grupos de estudio, centres de invesrigacion, adminisrraeiones publicas y ONGD. Fornenra el trabajo en red. ereando y forraleciendo las sinergias entre los disrinros agenres de la eooperaei6n al desarrollo. rrabaja en la formaei6n de profesionales y en eI apoyo y promoei6n de la invesrigaei6n para generar alrernarivas haeia un desarrollo rural resperuoso eon la soeiedad y el medio ambienre. La Colecci6n Desarrollo Rural recoge las aporraeiones de disrinros proyeeros de invesrigaei6n fundamenral y aplicada sobre rernas clave del desarrollo rural y la eooperaci6n internacional. Prerende ser una herramienra de difusi6n y rransferencia uril para invesrigadores y agenres de desarrollo. ViCTOR BRETON (ed.) SATURNO DEVORA A SUS HIJOS MlRADAS CRfTICAS SOBRE EL DESARROLLO Y SUS PROMESAS FLACSO . Icaria ± Desarrollo rural ...-.... Centre d" (ooperaci6 U per at Desenvolupament Rural

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6gEl Centre de Cooperaei6 per al Desenvoluparnenr Rural es una inieiarivapromovida por diferenres agenres del desarrollo rural: universidades, gruposde estudio, centres de invesrigacion, adminisrraeiones publicas y ONGD.Fornenra el trabajo en red. ereando y forraleciendo las sinergias entre losdisrinros agenres de la eooperaei6n al desarrollo. rrabaja en la formaei6nde profesionales y en eIapoyo y promoei6n de la invesrigaei6n para generaralrernarivas haeia un desarrollo rural resperuoso eon la soeiedad y el medioambienre.

La Colecci6n Desarrollo Rural recoge las aporraeiones de disrinros proyeeros deinvesrigaei6n fundamenral y aplicada sobre rernas clave del desarrollorural y la eooperaci6n internacional. Prerende ser una herramienra de difusi6ny rransferencia uril para invesrigadores y agenres de desarrollo.

ViCTOR BRETON (ed.)

SATURNO DEVORAA SUS HIJOS

MlRADAS CRfTICAS SOBRE ELDESARROLLO Y SUS PROMESAS

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Icaria ±Desarrollo rural...-....~ Centre d" (ooperaci6U per at Desenvolupament Rural

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Page 2: Narotzky, Susana_Reciprocidad y capital social modelos teoricos, politicas de desarrollo, economías alternativas

© Victor Breton, Arturo Escobar. Pierer de Vries, Susana Narotzkyy Gavin Smith

Este librahasido editado enpapell 00%Amigo delosbosques, proveniente debosques sosteni­bles ycan ur proceso deproducci6n deTn (Total Ctorin Free). para colaborar enuna gesti6n delosbosques respetuosa can elmedia ambiente yecon6micamente sostenible.

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2. Redimir la promesa utopica del desarrollo: haciaun mundo, una rnundializacion, una modernidadPieter de Vries .Introduccion .Primera parte: modernidades alrernativas y alternativas

para la modernidad .

1. America Latina en una encrucijada: ,modernizacionesalternativas, posliberalismo 0 posdesarrollo?Arturo Escobar ' .

Introducci6n: el «giro a la izquierda» y la coyuntura actualParte 1. Contexto y ciertas caracterfsticas de las actuales

transformaciones .Parte II. Argumento: ,Modernizaciones alternativas 0

proyectos decoloniales? .Parte III. Ecuador: entre elneodesarrollismo y el posdesarrolloParte IV Bolivia: ,Un proyecto posliberal y descolonizador?Parte V La forma cornunal y las ontologias relacionales .Conclusion .Referencias bibliograficas .

Inrroduccion: ,Saturno devora a sus hijos?De hegemonia(s), desarrollofsly posdesarrollo(s)Victor Breton .

Miradas poliedricas sobre los discursos y las pracricasdel desarrollo .

America Latina en la encrucijada: ,era de cambioso cambio de era? .

La dimensi6n ut6pica del desarrollo y la tozudezde la exclusi6n .

De las alternativas no tan alternativas 0 los limitesde la real politik .

Referencias bibliograficas .

,Indice

Grup Inlerdisciplinori d'Esludis deDesenvolupamenl i MuUiculturalital

GIEDEM

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BIBLIOTECr~';~·o . £CFech~~ ..9~ - C::"~ ~ '2-0J.~

ComEr~~ _~' ...PrOVeedfi,;- ..... - .. "'"

Cnnj~:_ ..Fotocornposicion: Text Grallc

Irnprcso en Rornanya/Valls, s. a. _ , .....Verdagucr, 1, Capellades (Barcelona) IDonae j6f\' J, 0 I.l' ....1.

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Printedill Spain - Impreso enEspana. Prohibida ia rep;;du-;:cirJ,;rorato par}ial.· ..- .. --

ISBN: 978-84-9888-278-0Deposito legal: B-36.563-2010

Prirnera cdicion: noviernbre de 2010

Traduccion del ingl6 del articulo de~~~.6?.1.~loPonziano__

© lcaria cdirorial I NE. ~!-'+i30Cl.r='Arc de Sant Crisrofol, 11-23 I .J .' .:J:J08003 Barcelona Na z.\ q;:2.. Bwww.icariacdirorial.com

mBLIOTECA •FLACSOCon cl apoyo de: -_ .~ ".,.>.. , _ ...~

Agcncia Catalana de Coopcracio al DesenvolupamentAjunrament de LleidaUniversitnr de Lleida

Discno de la cubierta: Adriana Fabtcgas

Colabora: Grup lntcrdisciplinard'Esrudis sobre Desenvolupamenti Multiculturalirar (GIEDEM).Univcrsitar de Lleida

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Page 3: Narotzky, Susana_Reciprocidad y capital social modelos teoricos, politicas de desarrollo, economías alternativas

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ZIZEK, S. (2003), Organs without Bodies: On Deleuze and Consequences,London, Roudedge.

- (s.F.), A Glance into the Archives of Islam, http://lacan.com/zizarchives.htm.

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3. Reciprocidad y capital social:modelos teoricos, politicas dedesarrollo, economfas alternativas.Una perspectiva antropol6gica*Susana Narotzky

Introducci6n

En esre articulo quiero explorar c6mo los conceptos de capital socialy de reciprocidad producen modelos teoricos que facilitan proyec­tos diversos de intervencion politica en el ambito econornico, Lacornparacion de estos disrintos modelos y sus expresiones practicasen la actualidad, asf como en su filiacion hisrorica, nos permitenplantear la cuesrion de su potencialidad politica, EI desarrollo de ladiscusi6n muestra la similitud de algunos argumentos ernpleados porlos defensores de politicas de desarrollo neoliberales y por aquellosque proponen politicas econornicas autodenominadas «alternativas».EI intenro de deslindar sus posibles diferencias, mas alla del discursoideologico que los sustenta, es 10 que guia esta reflexi6n.

La Harnante Nobel de econorrua (2009) Elinor Ostrom debe engran medida su galard6n a su enfasis en la posibilidad de generarestrucruras de gobernanza colecrivas para la gesrion de los recursosrnedioambienrales, que perrnitan esa finalidad ideal del «desarrollososrenible». La «ventaja. de esta perspecriva sobre otros analisis muycrfricos del objetivo del «desarrollo sostenible- como los de Naredo(2001), Escobar (1995) 0 Martinez Alier (1984) es que Ostrom nodenuncia direcrarnente la aporfa del concepto y su funci6n ideol6gi-

• Texro elaborado en el marco del Grupo de Estudios sobre Reciprocidad dela Universidad de Barcelona (GER-UB)que cuenta con financiaci6n del Ministeriode Innovaci6n y Ciencia (SEJ2007-66633).

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ca. En sulugar produce un modelo formal basado en la articulacionde instiruciones de proximidad (capital social, comunidad) e institu­ciones de ambito mas general (estados, organismos inrernacionales)que conjuntarnente producirfan un marco regulador adaptable yflexible con el fin de gestionar los recursos naturales (Ostrom, 1995;Ostrom et al., 1999; Dietz et a1., 2003; Pretty, 2003). Ostrom esposibilista allf donde otrcs niegan la posibilidad de conjugar desa­rrollo y sostenibiUdad. Su propuesta esta en la llnea de la economfainstitucionalista con el ariadido de que amplfa el ambito insritucionala esas rclaciones sociales definidas como «capital social» y centradasen relaciones de proximidad pero que tienen su expresion en reglaso norrnas cxphcicas y no ambiguas.

En otro extrerno de las ciencias sociales, teoricos como Caille(1996, 2003), Laville (2000), Santos (2004), Gibson-Graham(2006), recuperan el concepto de «reciprocidad» y de «don» parasubrayar la existencia de otras formas de relacion econornica noorientadas por la logica de mercado (logica de la acurnulacion) sinopor una logica de la vida (logica de la reproduccion). Gudeman(2001, 2008) por ejernplo distingue 10 que llama «la base» de 10que llama «el mercado». La base son los recursos de vida de unacomunidad, aquellos que susrentan las dependencias rnutuas nece­sarias para la reproduccion de esa comunidad. En la base no se dael intercambio, sino el reparto. La base extiende sus recursos haciaotras bases mediante la «reciprocidad» que serfa un intercambioorientado a la reproducci6n de la comunidad. El mercado paraGudeman son aquellas relaciones comerciales que tienen comoobjeto eI crecimiento de la riq ueza material de algunos, la logicade la acumulaci6n. Es explicito 10 que todas estas perspectivas, consus varianres y diferencias, deben a la obra de Mauss (1924) y a lade Polanyi (1957, 1971), sobre todo en el sentido de que separanel sistema de mercado capitalists de todas las formas anteriores enbase a su dcs-incrustacion 0 falta de «rnoralidad». En esta filiaci6n,el proyecto politico de estos cientfficos sociales (como 10 fue explfci­ramen tc elde sus predecesores, cf. Narotzky, 2007) es re-rnoralizar laeconornia, devolverle su clependencia respecto a objetivos humanosfundamental mente ligados ala reproduccion de vida. En cualquiercaso el don, la reciprocidad, la «base», son proyectos politico-mora­les antes que econornicos, que se defincn como economfas «otras»:

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alternativas (Santos), sociales y solidarias (Laville, Lipierz}, anti­utilitaristas (Caille), posdesarrollistas (Gibson-Graham, Escobar),del trabajo (Coraggio).

Muchos modelos actuales de desarrollo sostenible subrayan elcapital social, el conocimiento local y en generalla movilizacion derelaciones humanas de proximidad insertadas en pautas culturalesparticulates, como recursos ecoriomicos y polfticos basicos quedebicran tomarse en cuenta en el disefio de proyectos de desarrollo(Banco Mundial, 2001;1 Woolcock, 1998). Sin embargo, hay unacierta indefinicion de los conceptos y una falta de analisis detalladoy de cornparacion de los procesos empfricos que se clasifican bajoel paraguas de «capital social» 0 «ernpoderarnienro cornunirario»(Fine, 1999 y 2001). En una revision del concepto de capital socialAdler y Kwon (2002) subrayan:

La extension del concepto de capital social refleja una caracte­ristica primordial de la vida social: que los lazos sociales de untipo (i.e. amistad) a menudo pueden ser utilizados para finesdistintos (i.e. ayuda material y moral, consejos laborales y nolaborales). Coleman se refiere a esto como la «apropiabilidad»(1988: 108) de la estructura social. La apropiabilidad legitimala estrategia conceptual de junrar bajo una unica nocion rnu­cho de 10 que se ha venido estudiando bajo conceptos comoorganizacion informal, confianza, ayuda mutua, intercambiosocial, recursos sociales, incrusracion [embeddedness] , contratosrelacionales, redes sociales, y redes interempresariales.

Y esto les lleva a cuestionar a 10 largo del articulo la pertinencia,pros y contras de un tal «concepto paraguas». Tras una discusion delas diversas definiciones del concepto proponen una que pretenderesumirlas:

El capi tal social es la buena uoluntad accesible a los individuoso grupos. Su Fuente se encuenrra en la estructura y el contenido

1. Documento consulrado en http://webworldbank.org el 23 de octubre de2009.

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de las relaciones sociales del actor. Sus efectos Buyen de la infor­macion, influencia, y solidaridad que pone a disposicion delactor. (Enfasis afiadido)?

En tanto «capital» adernds, esos efectos tienen por objero pro­ducir beneficios, entendidos en general en rerrninos economicos dereoria marginalista estandar, Esta definicion nos sirve para rnostrarla cenrralidad de dos cuestiones que retomarernos seguidamente:1) eI aspecto moral inherenre al concepto y 2) su aspecto relacional.Ambos aspectos subrayan precisarnente aquello que de las relacionessociales es dificilmente cuantificable puesto que remite a la espe­cificidad particular de los conrextos hist6ricos sociales y culturalesy a la experiencia acumulada de las personas implicadas. Son estascualidades, sin embargo, las que se quieren convenir en «actives.capaces de ser conrabilizados en terminos de mercado. En realidadla pirueta conceptual rernite a 10 que es probablernenre la baseideo!6gica central del sistema capitalista y que ya sefialaron en surnornenro primero Marx (fetichismo de la mercanda que escondelas relaciones hurnanas) y luego Polanyi (mercanda ficticia de lavida del trabajador): la fetichizacion 0 reificaci6n necesaria de lasrelaciones humanas en las economias de rnercado.' EI capital socialse presenta como una nueva version de 10 mismo pero explicitadaahora directarnen te: son esas relaciones y ese contexro particularde la vida los que ahora, en lugar de ocultarse en la abstracci6n delmercado de trabajo, son sefialados como algo verdaderamente valiosopara generar beneficios econornicos y de paso politicos.

Casi como el opuesto cornplemenrario, los activistas y teoricosde las diversas prbpuestas de econorruas alternativas, sefialan esasrnisrnas relaciones humanas y particulares como la Fuente de orga-

2. Documenco sin paginacion. Adler, Paul S. y Kwon, Seok- Woo (2002),«Social capital: prospects for a new concept», Academy a/Management Review Vol.27 Issue 1, pp. 17-40.

3. No queremos decir que el «ferichismo de la mercancia» y la «rnercancia6ericia » trabajo se refieran a 10 misrno. De hecho el pro pia Polanyi clarifica queno es as], Sin embargo nos parece que son procesos analogos de oculrarnienro 0

rransrnuracion de las vinculaciones humanas necesarias para la produccion dernercanctas y para la produccion de vida humana.

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nizaciones con porencialidad de producir 10 necesario para vivir enlos rnargenes del sistema de mercado e incluso colonizar lugaresmas cenrrales de los procesos econornicos (Santos, 2004; Coraggio,2000,2004). En esre caso la reciprocidad 0 solidaridad se presentancomo una nueva version de 10 que Hart (1973) 0 Lornnirz (1975)describieron comb las relaciones «inforrnales» -tambien definidascomo economia popular- que permitian sobrevivir a los margina­dos, es decir a esas personas que Marx habia definido como super­poblaci6n relativa (Marx 1976) en cuya periferia se situaria la «rnasamarginal» (Nun, 1969; Quijano, 1980). Ahora se sefiala el poderrransformador de este tipo de relaciones sociales si se adoptan susprincipios como un modo de organizacion deseable en sf rnismo, enlugar 'de percibirlos como residuales (Coraggio, 2004, pero vease lacritica de Salvia, 2004 y Laurier, 2003). Me parece, pues; que estesdos movimientosa la vez intelectuales y polfrico-economicos estrinrelacionados entre sf y se iluminan mutuarnente a pesar de situarseen zonas muy diferenres del espectro politico.

Capital socialEn los ultimos veinte afios, pero sobre todo a partir de la publica­cion en EE UU de los articulos de Granovetter (1985) «EconomicAction and Social Structure: The Problem of Ernbeddedness», deColeman (1988) «Social Capital in the creation ofHuman Capital»,de Porres & Sensenbrenner (1993) «Ernbeddedness and Immigra­tion: Notes on the Social Determinants of Economic Action» y dellibra de Putnam (1993) Making Democracy Work, eI concepto decapital social ha adquirido una irnporrancia desmesurada y sobreto do se ha convertido en uno de los conceptos clave de las nuevaspolfricas de, desarrollo del Banco Mundial." Estas abogan por unades-esratalizacion del proceso de implemenraci6n de ayudas paraenfatizar la participacion local. Esta nueva polttica propone una

4. Epla acrualidad parece que el concepro que ha venido a susriruir al de «capi­tal social» en la jerga del Banco Mundial es el de «empoderamienro» [l'InjJOIverment],con un conrenido similar pero mas cenrrado en los acrores individuales y sus capa­cidades de gestjon de sus «actives » personales. Vease h[[p:llweb.worldbanlcorg/,consulrado el23 de ocrubre de 2009.

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dinamica de desarrollo «de abajo arriba», que de algun modo evitarialas indi.ciencias y corrupciones propias de las decisiones «de arribaabajo» del all terior modele, basado en el Estado centralizado, quehabla sus ten rado las polfricas de desarrollo delllamado Consensode Washington (Fine, 2001 j World Bank, 2001 j Crootaert y vanBastelaer, 2001). A la vet; esta nueva perspectiva se ha enmarcadoen un co nrexto de rerirada de la intervencion eco nornica estatal por10 mcnos hasra el «crash» econornico de 2008.

Por orra parte, el concepto de «capital social» se ha convertido,dentro del nuevo discurso econornico insritucional, no solo enun elernenro ligado al desarrollo econornico sino tambien en unelemento clave del desarrollo politico, entendido como el accesoa la democracia de regiones del rnundo en las que este sistema degobierno no esta establecido. En esta dimension mas «polltica» de­sarrollada por Putnam (1993 y 2002), las referencias a Tocqueville(1989 [1840)) Ya su insistencia en la importancia de las asociacionesvoluntarias como freno al peligro del «despotisrno administrative»en la democracia (1989, r.2: 368-387) son un elernento crucial.Esta dimension politica del concepto de capital social, propone unavision de 10 que debieran ser la estructura y funciones del Estadodernocnitico deseable que son sustancialmente distinras de las delEsrado del bienestar clasico. La idea de sustitucion, por parte de lasociedad civil, de responsabilidades antes asumidas por el Estado,cs un elcrnento central de csta propuesta que se apoya tarnbicn encl coriccpro de capital social.

Curiosamenre, la fuerza de este concepto deriva de una idea muyvaga y prosaica de 10que es la «reciprocidad» por un lado, y de la re­interpretacion de la propuesta de Polanyi respecto ala incrustacionde 10 econornico en 10 social. ~Pero que se entiende por «capitalsocial-i" EI primero en utilizar elconcepto de forma coherente en las

5. En el uso marxism cl.isico «capital» define la propiedad de los medics dep rociuc.cion pOl'parte de cicrras personas cuando esra propiedad cs excluycnte deotros que se veri asi forzacios pOl' necesidad a entrar en dererrninadas rclacionessocialcs can los propictarios de medics de produccion para sobrevivir. Es puesuna relacion social doblernente: 1) como exclusion de la propiedad de medios deproduccion de una parte de la poblacion y 2) como imposicion a una parte dela poblacion de una relaci6n de produccion determinada para poder sobrevivir.

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ciencias sociales es Bourdieu (1980), y 10presenta como un nuevoelemento en el analisis de los diversos campos de «capital» (economi­co, cultural, social y sirnbolico) que constituyen «la estructura de lasposibilidades diferenciales de benelicio» (Bourdieu, 1979: 3). Cadacampo tiene una logica especifica que va a deterrninar los recursos«incorporados» y «objetivados» de capital que se pondran en juegoen el «rnercado» de cada campo (1988 [1979]: 112-113). En estesentido el capital se entiende aqui como una relacion social, unaenergia social que se pone en juego en cada campo segun su propialogica y se articula con los dernas campos en la logica general de lareproduccion social del sistema.

En origen, el concepto de capital social es un intento de tornaren cuenta 10que «Iasociologia espontanea» define como «tener rela­ciones» en referencia ala posibilidad que poseen ciertos individuosde au mentar el rendimiento de otros campos de capital (econornico,cultural, simbolico). EI concepto esta relacionado ala vez con lasestrategias individuales y con el proceso de institucionalizacion de ungrupo, orientado hacia el incremento de los beneficios econornicosy del poder. Aparece por tanto plenamente insertado en la dialec­tica de la reproduccion social propia al enfoque de Bourdieu, en latension entre estructura y practica en el proceso de reproduccionde una sociedad de clases (1988):

Las diferencias primarias, aquellas que distinguen las grandesclases de condiciones de existencia, encuentran su principio enel volumengLobaL de capitalcomo conjunto de recursos y poderesefectivarnente utilizables, capital economico, capital cultural, ytarnbien capital social l. .J. (Bourdieu, 1988: 113)

Y afiade en un largo parrafo que nos parece fundamentalpara clarificar la idea que tiene Bourdieu del capital social ycomo se diferencia de los posteriores plantearnientos, que son,

Desde nuestro pun to de vista Bourdieu (1980 y 1988) conserva este significadode capital mientras que para Coleman (1988) y sus seguidores, el «capital" es me­ramence un «objeto", un .activo» 0 "bien" en el que se pueden «invertin' recursospara obtener beneficios (Adler y Kwon, 2002). Vease la crfrica de Fine (200I).

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sin embargo, los que se han converrido en hcgernonicos tantoen las ciencias sociales como, sobre tcdo, en el discurso de losanalisras politicos.

Las esuategias de reproduccion, conjunro de practicas fenome­nalmente muy diferenres, por medio de las cuales los individuoso las familias rienden, de rnanera consciente 0 inconscienre, aconservar 0 a aumenrar su patrirnonio, y correlativarnente, amantener 0 rnejorar su posicion en la estructura de las relacionesde clase, constiruyen un sistema que, al ser producto de un rnis­mo principio unificador y generador, funciona y se transformacomo tal sistema. Por medio de la disposici6n con respecro alporvenir, determinado a su vez por las oportunidades objerivasde reproduccion del grupo, estas estrategias dependen en primerlugar del volumen y de la estructura del capital que hay quereproducir, esto es del volumen actual y potencial del capitaleconornico, del capital cultural y del capital social que el grupoposee, y de su peso relativo en la estructura patrimonial, y, ensegundo lugar, del estado del sistema de los insrrumenros dereproduccion, insrituciorializados 0 no (esrado de la costurnbrey de la ley sucesoria, del mercado de trabajo, del sistema escolar,etc.), con arreglo a su vez, al esrado de la relacion de fuerzasentre las clases: con mayor precision, esras estrategias dependende la relacion que se esrablece en cada momenta entre el patri­monio de los diferentes grupos y los diferentes instrumentos dereproduccion, y que definen la uansmisibilidad del parrirnonio,fijando las condiciones de su transmision, es decir, dependendel rendirnienro diferencial que los distintos insrrurnenros dereproducci6n pueden ofrecer a las inversiones de cada clase 0

faccion de clase.

Debido a que las estrategias de reproduccion constituyenun sistema y a que dependen del estado del sistema de los ins­trumentos de reproduccion y del esrado (volurnen y esrrucrura)del capital a reproducir, to do cambio en relacion con cualquierade ellos lleva consigo una reestructuracion del sistema de lasesuategias de reproducci6n: la reconversion del capital poser­do bajo una particular especie en oua especie distinta, masaccesible, mas rentable 0 mas legitima en un estado dado del

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sistema de insrrurnentos de reproduccion, riende a dererminaruna rransforrnacion de la estructura patrimonial. (Bourdieu,1988: 122, 128)

Es decir que, en primer lugar, el capital social es un campoespecffico de capital" que junto al capital cultural y econornico for­ma un sistema que define para cada caso la estrucrura patrimonial.Adernas, al igual que ocurre con el capital cultural, se preseIHa bajoformas distintas: 1) incorporado, como conjunto de disposicionesduraderas, 2) objetivado, bajo forma de bienes y 3) insricucionalizado(Bourdieu, 1979). Los insrrurnenros de reproduccion de csre capitalson la sociabilidad y las instiruciones que favorecen dererrninados in­tercambios y delimitan grupos de pertenencia. Lo que es irnporranreresaltar es que, en esra definicion, el capital social es «un conjunro derecursos» movilizables a traves de «Ia sociabilidad» y «la instirucio­nalizacion», pero estes iilrirnos son claramente los «instrumentos dereproduccior;», no son «el capital». Por otra parte, el capital de estecampo forma parte de la estructura patrimonial, tiene como objerola rransrnision patrimonial y por tanto la reproduccion de una es­tructura de clases diferenciada y orientada a la acumulaci6n crecientede capital (en sus distinras forrnas). Los beneficios son econ6micos

6, Bourdieu define el capiral como una relacion especifica a cada campo,que se arricula en un sisrema: «Es la logica especifica del campo, de 10 que en tl seencuentra en juego y de la especie de capiral que se necesira para parricipnr, 10 queimpone las propiedades mediante las cuales se esrablece Ia relaciou entre la clasey la pracrica, [...J al ser el capital una relacion social, es decir, una energb socialque ni exisre ni produce sus efecros si no es en el campo en Ia que se produce yse reproduce, cad a una de las propiedades agregadas a la clase recibeSlI ualory SlI

efimcia de las leyes especiJicas de cada mmpo: en la pracrica, esro es, en un campoparticular, rodas las propiedades incorporadas (disposiciones) u objerivadas (bieneseconornicos 0 culrurales) vinculadas a los agenres no siempre son simuldneamenreeficienres: la logica especffica de cad a campo dererrnina aquellas que tienen ualoren ese mercado, que son pertinenres y eficienres en el juego considerado, que, enrelacion conese campo, funcionan como capiral especifico y,en consecuencia, comofaeror explicarivo de las pracricas. Esro significa, en concreto, que eI rango socialy el poder especlfico que los agenres reciben en un campo particular dependen enprimer lugar del capital cspeclfico que pueden movilizar, sea cual sea por orra parresu riqueza en cualquier orra especie de capiral (que, sin embargo, puede ejercer unefecro de conraminacion) .. (Bourdieu. 1988: 111).

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y politicos (recursos y poder) y la sociabilidad e insrirucionalizaciontienen una orientaei6n utilitaria y operan en «rnercados» bajo formade intercambios de val ores propios a cada campo.

El capital social es el co njunto de recursos actuales 0 poten­ciales que estan ligados a la posesi6n de una red durable derelaciories mas 0 menos institucionalizadas de inrer-corioci­miento y de inter-reconocimiento; 0 bien, en otros rerminos,a la pertenencia a un grupo, como conjunto de agentes queno s610 estan dorados de propiedades comunes (susceptiblesde ser percibidas por el observador, pOI' los dernas 0 pOI' ellosrnisrnos) sino que estan unidos ademas pOI'lazes permanentesy utiles. Estas conexiones estan fundadas pOI' intercambiosinseparablemente materiales y sirnbolicos, cuya instauracion yperpetuaci6n suponen el reconocirniento de esta proximidad.

(Bourdieu, 1980: 2)

Sin embargo, la propia definicion de Bourdieu presta a confusi6npuesto que es el propio intercambio (en el trabajo de sociabilidad)de bienes materiales y sirnbolicos el que estructura los lazes durablesde relaci6n que van a utilizarse para alcanzar y acumular recursosdentro de este campo (el de la sociabilidad relacional) y de otroscampos (econ6mico, cultural, sirnbolico). A pesar de que, paraBourdieu, el trabajo de sociabilidad no parece confundirse con elacceso a los recursos (el uso instrumental de la red social para ob­tener capital patrimonial, es decir ocupar una posici6n particularen las relaciones sociales), sf existe una relaci6n casi tautol6gica dereproduccion entre ambos: «los beneficios que pracura la pertenenciaa un grupo estan en el fundamento de la solidaridad que los haceposibles» (1980: 2). Estos rnatices van a perderse en las siguientes

definiciones, como verernos.Y <que papel juega en esta definicion la reciprocidad? Aunque

el concepto misrno de reciprocidad no aparece explfcirarnenteen el pequefio articulo en el que Bourdieu define inicialmente elcapital social, sf que aparecen tres elementos clave del concepto:1) la idea de obligaciones duraderas, 2) la idea de reconocimientomutuo y 3) la idea del intercambio como productor de los dos

anterJores:

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Dicho de otro modo, la red de relaciones es el producto de es­trategias de inversion social [...J orientadas hacia la instituciono reproducci6n de relaciones sociales directarnente utilizables[ J es decir bacia la transforrnacion de relaciones contingences[ J en relaciones ala ve.znecesarias y electivas, que impliquenobligaaones duraderas, subjetivarnenre sentidas (sentimientosde reconocimiento, de respeto, de amistad, etc.) 0 institucio­nalrnente garantizadas (derechos): esto gracias a la alquimiadel intercambio (de palabras, de dones, de mujeres, etc.) comocomunicacion que supone y produce el conocimiento y el recono­cimiento mutuo, (Enfasis anadido, Bourdieu, 1980: 2)

En definitiva, las estrategias de inversion social se orientan aproducir un campo de reciprocidad, un ambito en el que la fuerzade la obligacion se situa en el «reconocirniento rnutuo» y la generala «alquirnia del intercambio» de palabras, dories, mujeres. Es unintercarnbio no directarnente econornico: es, como en Mauss (2003[1923-4]), una mezcla de interes y moral, como en Mauss tambien,es parte de un sistema mas general de cohesion social. Yes este inter­cambio el que produce el grupo y determina sus lImites (Bourdieu,1980: 2-3). Enronces, a pesar de que los campos son entendidos pOI'Bourdieu como «rnercados» en los que operan distintos valores, elvalor que parece constituir la fuerza de moviiizacion de los recursoses en este caso la «pertenencia a un grupo», que es un hlbrido entre la«asociacion» voluntaria de individuos ligados pOI' intereses comunesy un objetivo cornun, y la «adscripcion» aurornatica pOI' nacimientoa ciertos grupos corporativos instituidos, En cualquier caso la obli­gacion no es en principio «formal», contractual y sancionada por laley, sino que es una obligacion de tipo moral cuya sancion es socialy sobre todo econ6mica (a corto 0 largo plaza).

La definicion de capital social que se ha convertido en dorni­nante, sin embargo, es algo distinta, aunque pueda parecer similar.Esta otra acepcion se basa en las premisas de la teoria de la accionracional, una teoria que fue explfcitarnente rechazada pOl' Bourdieu(en Wacquant, 1989: 42-43). Esta definici6n es la que aporta Co­leman (1988) basandose en la propuesta de Granovetter (1985) dereintroducir el impacto de las «relaciones sociales» y la «estructurasocial» en la acci6n econ6mica (Granovetter, 1985: 483). Estos au-

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tores enrienden esra «incrustacion» (embeddedness) como «el papelde relaciones personales concretas y estructuras (0 «redes») de esrasrelaciones en la generacion de confianza y en desanimar el mal com­portarnienro» (Cranovetter, 1985: 490). Evidenremenre, a pesar deque Cranoverter retorna el concepra de embeddedness de Polanyi,hace un uso muy disrinro de el (vease Narorzlcy, 2007). La idea deincrusracion de Gr:ll1ovetrer es una nocion puramente instrumentalde la produccion de «contianza» a traves de la inreraccion socialrecurrente entre individuos particulares. De hecho el aurar es muycritico con 10 que denomina la idea «sobre-socializada» de la accioneconornica en la que los individuos actuarfan guiados por una «rno­ralidad geueralizada». Utiliza el analisis de redes como una teo ria delas relaciones sociales en la que rransacciones concreras, econornicasy sociales, consrruyen relaciones de confianza entre los individuos.Desde este pumo de vista, la accion econornica esra engasrada enuna red de transacciones sociales individuales. Las relaciones socialesson enronces mera experiencia transaccional y la accion economicsimplicana la eleccion enrre socios alrernativos con el fin de maximi­zar el valor no expliciro de los conrraros: la «confianza». Pien so quepodrla definirse esta nocion de incrusracion como «forrnalista» (enel sentido clasico de la antropologfa econornica) yes completarnentedistinra de la vision «substantivisra» del embeddedness que proponiaPolanyi (1971, 1957), una en la que «Ia economfa humana estaincrusrada (embedded) y entrerejida en instiruciones econornicas yno econornicas» (1957: 250). Para Polanyi la incrustacion era unaspecra fundamental del modo en que los procesos econornicosesraban imegrados en la sociedad como un rodo, y dejo muy claroque no consistfa en la forma de las transacciones individuales. Lavision de Cranovetrer refina las ideas de Homans (1958) sobre elcornportarnienro social considerado como «intercarnbio de bienes,materiales e inrnateriales» 0958: 597)? y sigue Iirmemenre ligado

7. Homans define eI cornportamienro social del siguienre modo: «Esre meparece ser el paradigma elemental del comporramienro social. y el problema delsociologo elernenral es plantear proposiciones que relacionen las variaciones enlos valores y cosres de cada hombre con la frecuencia de disrribucion del com­porcamienro entre alrernarivas. donde los valores (en eI senrido maremarico) que

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no solo a un individualismo rnerodologico sino ram bien a un ceo­nomicismo rnetodologico en los que la accion racional se rnide enrerrninos de «cosres de rransaccion».

Coleman (1988) va a desarrollar esta nueva vision transacciona­lisra de la incrustacion (embeddedness) y va a proponer una definicionde «capital social. en el que este se ha converrido en «un recursopara fa accion» racional. El inrento radica en «introducir la esrructurasocial en el paradigma de la accion racional» (1988: 95) y para ellodesarrolla un «instrurnenro conceptual», el de «capital social». Elcapital social se define como una «funcion» de cierros aspectos dela estrucrura social, que riene como objeto la consecucion de unosfines (es decir la «produccion», de ahf que se considere «capital»).

EI capital social se define por su Iuncion [... J Como orras for­mas de capital, el capital social es producrivo, haciendo posiblela consecucion de cierros fines que en su ausencia no sedanposibles. (Coleman, 1988: 98)

A diferencia de orras formas de capital, el capital social es inhe­rente a la estructura de relaciones entre los acto res [... J No estaincorporado ni en los actores mismos ni en los implernentosfisicos de produccion, (Coleman, 1988: 98)

La funcion identificada pOI'elconcepto de «capital social» es elvalor, para los acrores, de esras aspecras de la estructura social entanto recursos que pueden utilizar para conseguir sus inrereses,

(Coleman, 1988: 101)

Los «aspectos» que sefiala Coleman son 1) las esrrucruras deobligaciones, expectativas y confianza, 2) los canales de informaciony 3) las normas y sanciones sociales. EI primer aspecto se define

roman esros valores para un hombre dererrninan en parre los valorcs para el orro.»Y ariade «El problema lIO es, como se hn dicho a menudc, cu.ilcs SOil los valorcsde lin hombre. 10 que ha aprendido en cl pasado que considera rcforzanre [delvalor], sino curinto de cad a valor su comporrnrnienro es capaz de conseguirle ahora.Cuanro mas consiguc, meuos valor cadu unidad adicional de esc valor riene para 61,y rnenos a rnenudo ernirira cornporraruienros reforzados por esrc» (Ho mans 1958:599). Es en esre ultimo aspecro de fa «urilidad marginal" de 105 valorcs obrenidospor eI comporramienro social en e1 que Granovcrrer se disrancia de Homans. yaque e1 valor "confianza" no parece responder a esra hiporcsis marginalisr:l.

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como una estructura diadica de obligaci6n mutua, concebida comocreditos y deudas, en la que la obligaci6n no se asienta en el De­rccho sino en la «couhanza», un elemento del «entorno social» (laconfiabilidad) pero tarnbien un recurso individual que se inviertemejor 0 peor (1988: 102). El propio autor sefiala que las relacionesclasicas de patronazgo describirian a los individuos con mas cantidadde «crcdiros» en el sistema de obligaciones. El segundo aspecto estapoco dcsarrollado y simplemente se define como una propiedad«inherenre» de las relaciones sociales en la medida en que estas soncornunicacion.

Por ultimo el tercer aspecto define la norma social que incitaa «renunciar al interes personal para actuar en inreres de la co­lectividad. Una norma de este tipo [... ] rnueve a las personas atrabajar para el bien publico» (Coleman, 1988: 104-105). Estanorma que para Coleman es una forma importante de «capitalsocial» es sorprendentemente similar a la norma moral producidapor la colectividad que Durkheim asociaba con la continuidadsocial (1975, 2008) Yque prescribia la «subordinaci6n de la utili­dad privada a la utilidad cornun» (Durkheim, 2008 [1893]: 20).Por otro lado, como el capital social tiene en varies aspectos lacaracrerfstica de ser un «bien publico», se considera que incurreen los mismos problemas que los comunales en la «tragedia de loscornunes» (Hardin, 19G8), por 10 tanto nadie riene interes personalen producir capital social pOl' 10 que este se «crea 0 destruye comosubproducto de otras actividades» (Coleman, 1988: 118, enfasisafiadido). Es decir que estos aspectos de la estructura social que«[uncionau» como capital social, y en particular la confianza, no se«producer» como capital sino que pertenecen a otros ambitos deinteraccion social adyacentes y pre-existentes, exteriores al ambitode la producci6n y del mercado.

En definitiva, a diferencia de Bourdieu este capital social serefiere directarnente a la funci6n movilizadora de una determinadaestructura social, el valor de la funci6n relacional para la producci6n.Toma al instrumento como objeto: el capital es aqui esa funci6nmovilizadora de la estructura en si rnisrna, y no como productorade unas dererrninadas relaciones sociales diferenciadas (la estructurapatrimonial, el capital). Lo cual tiene consecuencias: 1) la desvin­culacion del concepto de «capital social» de un sistema articulado

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de «capitales» que forman estructuras patrimoniales y reproducendiferenciaci6n social, 2) en consecuencia, la reificaci6n del concepto,3) y la des-historizacion tanto de las relaciones sociales que formanla «estructura social», como de su «funcion» instrumental de capitalsocial. La idea viene a ser que, como todo el mundo riene relacionessociales, todos pueden tener capital social si saben utilizarlo. Perotarnbien, la estrucrura social preexistente facilita en mayor 0 menormedida la posibilidad de convertir ciertos aspectos en recursos, porejernplo, un entorno de «desconfianza» destruye los aspectos iitiles(en terrninos de capital) de la estructura social.

Este ultimo terna es el que desarrollara Putnam (1993) en suestudio sobre «lastradiciones cfvicasen faItalia rnoderna», Basandoseen un recorrido absolutarnente tendencioso" de la historia del nortede Italia (prodigio de asociacionismo, cooperaci6n y participaci6ndvica en el gobierno y en la econornla) en comparaci6n con la del surde ltalia (ejernplo de dependencia extrema que inhibe la cooperaci6ny produce «familismo amoral» -de hecho cita a Banfield, 1958-),Putnam «explica» el fallido desarrollo del sur como consecuenciade la «falra» de capital social y convierte el «capital social» heredadodel pasado en la clave tanto del desarrollo politico (dernocracia)como econornico. En definitiva, Putnam propone un «modele» dedesarrollo para el Tercer Mundo y los paises poscomunistas en elque «la alternativa hobbesiana del Mezzogiorno italiano -fami­lismo amoral, clientelisrno, la ingobernabilidad, la ineficiencia delgobierno y la estagnacion econ6mica-» (1993: 183) solo puedesuperarse mediante un capital social importante:

Para la estabilidad polftica, la efectividad del gobierno, e in­cluso para el progreso econornico, el capital social puede quesea mas irnportante que el capital fisico y humano. (Putnam,1993: 183)

8. Tarrow (1996) rnuestra como habilrnente Putnam evita mencionar el he­cho de que fue precisarnente en esta zona «civica» del norte de Italia en donde sedesarrollo el fascismo. La pregunta seda cntonces ison pues las asociaciones dvicastan utiles para desarrollar practicas democr:l.ticas como practicas fascistas? Vcasetarnbien Putzel, 1997: 943.

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Es un retorno a las tcorias clasicas del contraro social, peroaqui eI pacto no instituye el Estado y unas norm as universales deDerecho, sino que represents las multiples asociaciones de interespropias de una comunidad compleja, cuyo orden de obligacionesy sanciones es sobre rodo moral: «el contrato social que sostieneesra colaboracion en la comunidad civica no es legal sino moral.La sancion por violarlo no es penal, sino la exclusion de la red desolidaridad y cooperacion. (1993: 183).

~Que es para Putnam el «capital social»? Hay que tener en cuentaque el sustenro teo rico fundamental de Putnam es la teorfa de juegosy el individualismo merodologico, De ahi su afirrnacion:

La cooperacion uoluntaria es mas facil en una comunidad que haheredado una cantidad sustancial de capital social bajo la formade normasde reciprocidad y redes departicipacion civica. / EI ca­pital social refiere aq ui a aspectos de la organizacion social, talescomo la confianza, las normas, y las redes, que pueden mejorarla eficiencia de la sociedad mediante la faciliracion de accionescoordinadas. [... J La cooperaci6n espontdnea se ve facilirada poreI capital social. (Enfasis afiadido. Putnam, 1993: 167)

Se esta hablando de cooperacion, algo propio de la sociedaden la medida en que existc division del trabajo social, como dedaDurkheim (2008 [1893]), Y se esra hablando de obligaciones cuyajim'Za no reside en el Derecho. De ahi la imporrancia de las «norrnasde reciprocidad» como fuerzas de obligacion que emanan directa­mente de la sociedad pero no estan instiruidas ni controladas por elEsrado, como la norma del Derecho; de ahi tambien la importanciade las redes como expresion practica del ejercicio individual de lasolidaridad que produce la norma de reciprocidad. Ycomo propie­dad emergente del sistema social: la confianza. Al final, la confianzaes la caracrerfstica fundamental del capital social, aquello que 10convierte en verdaderamente util, en un verdadero recurso cuyoobjetivo en definitiva es reducir los costes de transaccion (Putnam,1993: 170-71). Pero ~que es 10 que la confianza viene a sustiruir? Loque la confianza sustiruye es eI contrato garantizado por un tercero,el Estado, En definitiva.Ia propuesta del capital social de Putnam ysus seguidores (en los que se incluye el Banco Mundial y un nurne-

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ro irnporrante de instiruciones publicas y de agencias privadas dedesarrollo) es la de utilizar estas relaciones sociales especfficas queproducen obligacion moral y expresan una colaboracion orienradaaI bien cornun en arnbiros muy diversos. Urilizarlascomo una formade regulacion de los pactos alternativa a la del Estado (contraro) ymas eficienre y desarrollada (quiza por ser masfiexible). Es todo unprogramade desregulaci6n, departicularizacion y fragmentaci6n de lasinstanciasde control, basado en la potenciacion del capital social.

En tcdas las sociedades, para resumir nuestro argumenro, losdilemas de la accion colectiva obstaculizan los intenros de co­operar en beneficio mutua, ya sea en polirica 0 en economia.La imposicion por pane de terceros es una solucion inadecuadaa este problema. La cooperacion volunraria [... J depende delcapital social. Las norrnas de reciprocidad generalizada y las redesde participacion cfvica fornentan la confianza }' la cooperacionsocial porque reducen los incenrivos al abandcno, reducen laincertidumbre, y proveen modelos para la cooperacion futura. Laconfiania misma es una propiedad emergente del sistema social,tanto como un atributo personal. Los individuos son capaces deser confiados (y no tan solo credulos) gracias a las norrnas y a lasredes sociales en los que sus acciones se encuentran engastadas.

(Putnam, 1993: 177)

Las criticas a la vision de Putnam han sido numerosas tanto res­pecto a su primer libro (1993) como al siguiente en el que achacabalos problemas de la sociedad nortearnericana al declive de capitalsocial y proponia recrear capital social mediante la incitacion a laparticipacion cfvica en la solucion de problemas concretes. Su pro­puesta consistia en promover la toma de responsabilidad por partede la sociedad civil en sustitucion de la responsabilidad ineficiente­mente asumida por eI Esrado (Putnam, 2002). La mayor parte deestas criticas sefialan problemas de orden merodologico y teo ricoen la argumenracion de Putnam.

En primer lugar Putnam ignora el contexte social, politico yecon6mico en el que se situa el capital social, enfatizando la reih­caci6n del conceptO. Asl, se habla de «declive» del capital social sinconsiderar a fondo la relaci6n de este proceso con la reestructura-

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cion economica, el desmanrelamiento del Estado del bienestar yel traspaso de cornpetencias del gobierno central a los gobiernosregionales (Edwards y Fowley, 1997). Al mismo tiernpo, se justificaen terminos tocquevillianos (es el autor mas citado por Putnamen su obra de 2002) el retroceso de la responsabilidad esratal, conargumentos tautologicos sobre la mayor eficiencia que supondrialimiter la intervencion del Estado al mlnimo y generalizar la tornade responsabilidades por parte de la «sociedad civil»."

En segundo lugar, Putnam ignora los aspectos negatives delcapital social: 1) el cierre del grupo y la exclusion de los extrafios ala comunidad respecto de los beneficios del capital social, de esasrelaciones sociales densas e incrustadas en multiplicidad de arnbi­tos (Piore y Sabel, 1984; Portes y Sensenbrenner, 1993; Portes yLandolt, 1996); 2) las fuerzas que inhiben el despunre empresarialindividual propias de las responsabilidades morales asociadas ~ lapertenencia cornunitaria (Portes y Sensenbrenner, 1993; Porres yLandolt, 1996); 3) la diferenciaci6n en el uso de capital social, lacoucentracion de recursos en manos de deterrninados individuos(Portes y Landolt, 1996; basandose en Bourdieu, 1980 y 1988;Putzel, 1997; Breton, 2001); 4) los usos indvicos de capital social,en las mafias, en los sistemas de corrupcion, etc. (Rubio, 1997;Porres y Landolt, 1996).

En tercer lugar, Putnam ignora la im portancia de la cxisteuciade capital econornico para que el capital social pueda ser de algunautilidad en el desarrollo econornico (Portes y Landolt, 1996). Loscriticos tambien cnfatizan la necesidad de estructuras y polfticaspublicas gubernamentales para que las «iniciativas» de las asocia­ciones para la parricipacion dvica de los desfavorecidos sean viables(Newton, 1997; Fox, 1997).

En cuarro lugar, Putnam define el capital social como unconjunto de valores culturales y de practicas de sociabilidad queconstituirfan en sf misrnos la fuerza moral que predispondria a losciudadancs a la cooperacion econornica y politica (recordemos queDurkheirn (2008 [1893]) planteaba el desarrollo en la otra direc-

9. Es cvidcnte la sinronia de esros presupuesros con las propuestas desregu­ladoras del ncolibcrnlisrno.

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cion: division del trabajo > cooperacion > obligacion moral). Endefinitiva, Putnam asienta las bases de un orden social, econornicoy politico cooperativo y estable en la preexistencia de deterrninadosvalores culturales e instituciones informales (Newton, 1997; Putzel,1997) .

Por ultimo, una de las crlticas mas interesantes sefiala la incon­gruencia de la asimilaci6n entre desarrollo econornico (capitalista)y politico (democracia) que postula Putnam en su obra. «Las con­diciones que sustentan un desarrollo capitalista exitoso puedenno ser siempre congruentes con aquellas que favorecen pollticasdemocraticas. (Putzel, 1997: 939):

Su [de Putnam] enfoque sobre las pautas de confianza y lasinstituciones «inforrnales» (norrnas, convenciones, codigos noescritos de comportamienro) contribuye a los recientes estu­dios que intentan mirar mas alia de las instituciones formales(constituciones, codigos legales) y de las formas organizativas(parlamentos, partidos pollcicos) para explicar las potencialida­des para establecer 0 consolidar la democracia en el mundo endesarrollo. (Purzel, 1997: 940)

En este sentido la crltica apunta hacia el peligro de que, bajo elargumento del capital social, se refuercen y consoliden como alterna­tivas de gobernabilidad polltica espacios de relacion que precisamen­te no son dernocraticos, como la familia. Haciendo eco con ello a laadvertencia de Pirrou (2002) que describe el enfasis politico actual enlas «solidaridades farniliares» como fundamental mente conservador,y a los analisis de Supiot (2000) sobre neo-feudalismo y de Holmes(2000) sobre las implicaciones del concepto de «subsidiariedad»en las pollticas de la Union Europea, Putzel sefiala «la preocupantetendencia en laliteratura sobre capital social que idealiza a la familiacomo el ambito mas productivo de capital social y por ello pilar dela virtud civica y de la dernocracia» (1997: 945).

Lo que queda patente en esta crltica es, en efecto, la contradic­cion que existe entre 1) la consideracion de individuos abstractosque librernente pactan la constitucion de una comunidad polfticaa cuyo derecho universal se van a sorneter (en la definicion clasicadel contrato social y de la dernocracia liberal) y que va a definir sus

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derechos y deberes como ciudadanos iguales, y 2) la consideracionde relaciones especfficas entre las personas ligadas a arnbiros particu­lares como la familia, la cornunidad!" 0 la amistad, que se rigen pOl'formas de obligacion no igualitarias aunque puedan ser concebidasa vcces como mas equirables,

Esta conrradiccion es la que ya descubre Tocqueville entre lasreglas particulates (<<eI hOnOD}) propias de las sociedades arisrocraricasdonde las obligaciones quedaban definidas poria propia estructurade dependencia (1989, 1'.2 [1840]: 273-86), y la homogeneidad dela legislacion en epocas de igualdad que abomina de los privilegiosparriculares y confiere rodo eI poder al Esrado dernocratico (1989,r.2 [1840]: 337-44):

La unidad, la ubicuidad, la ornnipotencia del poder social y launiformidad de sus reglas forman los rasgos sobresalientes quecaracrerizan a rodos los sistemas politicos nacidos en nuestrosdias. (Tocqueville, 1989, r.2 [1840]: 339)

La uniformidad [legislariva] Ie ahorra [al gobierno central] eIexarnen de una infinidad de deralles de los que deberia ocuparsesi ruviera que hacer la regia para los hombres en lugar de hacerpasar indistintarnente a rodos los hombres bajo la misma regia.0989, r.2: 343-44)

Frenre a este peligro uniformizador que amenaza a la democracia-el desporisrno administrativo- basado en la igualdad, el indi­vidualismo y la delegacion de poder de los individuos en eI Estado(el sobre-dimensionamienro de los derechos de la «sociedad» Irentea los de los «individuos» [1989, r.2:338-9]), Tocqueville proponela creacion de asociaciones (ecuerpos secundarios» entre eI Esrado

10. En un rrabajo muy inreresanre, Victor Breton ha rnosrrado como las pollricasde desarrollo del Banco Mundial basadas en el capital social han producido en Ecuadororganizaciones indigenas alrarnenre diferenciadas que crean por un lado siruacionesverdaderarnenre clienrelarcs, ramo en eIinterior de las organizaciones indigenas comoen la relacion de las elires de esras y de las ONG que proveen los recursos para el desa­rrollo, y pOI' orro (ado comribuye a la «apolirizacion» de los dirigemes indigenas quese convierren en «meres gesrores de proyecros» (Breton, 200 1: 246-248).

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y los ciudadanos) que a la manera de "Ll11 ciudadano ilusrrudo ypoderoso» (en semejanza a una «persona arisrocratica») II serviranpara "defender sus derechos particulares contra las exigencias del

poder» (1989: 382) yafiade:

Es sobre rodo en los riernpos en que estamos cuando los ver­daderos amigos de la libertad y de la grandeza humana debenmantenerse consranrernente firmes y dispuesros a impedir queeI poder social sacrifique a la ligera los derechos particulatesde algunos individuos, a la ejecuci6n general de sus proyecros.

(Tocqueville, 1989, r.2 [1840]: 384)

Es esra idea del poder de los cuerpos secundarios, formado poriaasociacion uoluntaria de ciudadanos que cornparren intereses cornu­nes, y pOI'ello denenden derechos particulares a un grupo concreto,rompen eI a.islamienro individualista que produce la igualdad ycooperan, la .que reroma eI concepro de capital social."

Sin embargo, varios problemas surgen con esta «adaptaci6n» delas ideas de Tocqueville al contexte hisrorico actual ya las poliricas dedesarrollo en particular. En primer lugar, la hiporesis rocquevillianaestaba fundamentada 1) en los peligros de la igualdad, y de Iaconsi­guiente independencia total de los individuos los unos respecro delos orros (e1 «individualismo»] con eI corolario del crecienre poderdel Esrado dernocratico, y 2) en la fuerza de la liberrad polftica comoe1emento organizador de grupos de ciudadanos coordinados concapacidad de intermediaci6n polirica entre eI individuo y eI Esrado.Sin embargo, en la actualidad, la «igualdad» parece una realidadcuanto mucho nominal en la mayoria de paises aurodenominados«dernocraticos», pOl' 10 que dificilmente amenaza las dependencias yprivilegios esrablecidos. Adem-is, parte de los grupos «inrerrnedios»(0 aspectos de estrucruras sociales instirucionalizados) que se dcsig-

11. «Pienso que. asociandose, los simples ciudadauos pueden constituir scresmuy opulenros, muy influyenres, muy fuerres; en una palabra, personas urisrocr.i­

ricas» (Tocqaeville, 1989, [,2 [1840]: 381).12. Es rambien esra misma idea la que esr.i en la base de las reflexiones de

Durkheirn (2003 (1983)) y Mauss (2002 [1931]) sabre b necesidnd de insriru-

ciones imermedias.

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nan como Fuentes de capital social no son «voluntaries», asociativosy basados en la «libertad polftica», sino que son relaciones socialesque cstructuran sistemasparticulares de dependencia y equidad, deobligacion moral especffica, que son totalmente ajenos a La idea deLibertad y autonomia individual y tieneri mas que vel' can la ideade grupos corporativos, cl.isica en antropologfa, aunque aparezcanahara como efccto de la interaccion recurrente de los individuos.Del rnisruo modo, los valores que emergen del capital. social, enparticular la «conhanza», se situan en las antfpodas del escenariodernocrarico que imaginaba Tocqueville y parecen mas proxirnos ala idea de fidelidad que el asociaba can la «sociedad aristocratica».De hecho estes valores se susrentan en un concepto corporarivistay arrnonico, aunque jerarquico y diferenciado, de la comunidad yde las obligaciones rnorales que esta genera.

Si tornamos, par ejemplo, la especificacion que hace el BancoMundial':' de las «fuentes de capital social» tenemos en primer lugarLa familia: «En tanto Fuente principal de bienestar social y econornicopara sus rniernbros, la familia es la primera piedra en la generacionde capital social para la sociedad mas arnplia». En segundo lugar Lascomunidades: «La interaccion social entre vecinos, amigos y gruposgenera capital social y la habilidad de trabajar conjuntamente paraun bien com un. Esto es parricularrnente irnportante para los pobrespucsro que cl capital social puede utilizarse como substitute paracI capital humana y fisico». En tercer lugar Las empresas: «Construiry rnanrener organizaciones eficientes como las empresas requiereconfianza y un sentido de objetivo com uri, es decir, capital social.El capital social beneficia a las empresas mediante la reducci6n decastes de rransaccion, aunq ue puede tener tam bien efectos negativespara una ernpresa a sociedad».

En la definici6n estandar del Banco Mundial el capital social sedefine como «redcs de confianza Y reciprocidad», pero incluye dosIunciones diferenciadas que permiten extender su ambito concep­tual no solo a las relaciones de incrusracion y proximidad propiasde las pequefias comunidades sino a las relaciones que vinculandisrintos gmpos entre sf, a vinculan estas comunidades altamente

13. IHlp:l/web.woridbank.org/. COllsulrado el23 de Derubre de 2009.

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cohesionadas can instituciones «[ormales» como son los organismosdel Estado a el sector privado. EI desarrollo teorico del conceptodistingue ahara la complementariedad de dos aspectos del capitalsocial: «la incrustaci6n « (embeddedness) y «la autonornfa». Mientrasel primero describe la cohesi6n y multiplicidad de las relacionesentre individuos en una comunidad, la autonornia describe la cap a­cidad de ciertos individuos de la comunidad para forjar y mantenerrelaciones sociales can individuos e instituciones de «fuera» de lacomunidad. La autonomia permitiria a ciertos agentes econornicosde una comunidad superar las fuerzas centripetas y el cierre que seatribuyen generalmente ala proximidad social y cultural y a la sa­bre-determinacion de las relaciones entre los agentes. La autonomia,pues, seria tan necesaria como la incrustaci6n para que los lawssociales funcionaran can exit a como «capital social»:

Los grupos ernpresariales de las comunidades pobres debenpues crear y rnantener vinculos que trasciendan su comunidadpara 1) que las demandas econornicas y no-econornicas de losmiembros de la comunidad puedan ser resistidas cuando socavan(0 arnenazan can socavar) la viabilidad a expansion econornicadel grupo; 2) asegurar la entrada a mercados de facto res y pro­ductos mas sofisticados; y 3) que los individuos can habilidadesy ambiciones superiores dentro del grupo empresarial mismopuedan insertarse en redes sociales mas amplias y complejas. Enprogramas exitosos de desarrollo de abajo a arriba [... J el stockde capital social de una comunidad en forma de integracionpuede ser la base para lamar iniciativas de desarrollo pero, alalarga, debe ser complementado can la construccion de nuevasformas de capital social, es decir, los vinculos can miembros defuera de la comunidad. (Woolcock, 1998: 175)

Vemos asi como la insistencia tanto en la incrustaci6n como enla autonomia como aspectos basicos del capital social apuntan alanecesidad de incorporar formas de diferenciacion social y econ6mica<degitimas» dentro del modelo, para utilizarlo como herramienta enlos proyectos de desarrollo capitalista de los organismos internacio­nales. Esto muestra, a nuestro parecer de forma clara, la articulacionconstante entre la necesidad de recurrir a formas de obligacion moral

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espeoficas propias de ambitos no econornicos para gestionar deter­minadas relaciones entre los agentes econornicos, pero al tiernpo lavoluntad de no sornererse de lleno a esas formas de obligacion enla medida en que representen «obstaculos» al desarrollo capitalisra,cuando «arnenazan con socavar la expansion econornica». Y vicever­sa, rnuestra el dcseo de utilizar otros modos de obligacion con losagentes econornicos externos (presurniblemente el contrato), perovinculando el interes purarnenre individual 0 ernpresarial de losagentes «autonornos» de la comunidad al supuesto «bien comuri»

de la misma, a sus obligaciones morales especfficas como miembrosde una comunidad, As!, las funciones del capital social son 1) bin­ding 0 bonding (ligar) y 2) bridging (tender puentes), y se asocianrespectivarnente con 10 que Granovetter (1973) definio como «lazesdensos» (thick ties) y «laws finos» (thin ties), En definitiva, basin­dose en esta articulacion, el concepto ha sido exrremadarnente utilpara la produccion de unos paradigmas de desarrollo basados en eldesplazarniento de los costes a arnbiros no rnercantiles (las relacio­nes personales, los .saberes locales, las instituciones tradicionales) yen el desplazarnienro de la regulacion fuera del control del Estadode derecho garantista hacia el ambito de la obligacion moral y delcontrol social informal (vredes de participacion civica»),

Ellibro de Ben Fine Social Capital versus Social Theory (2001)constituye una critica devastadora del concepto de «capital social»y del uso que hacen las agencias inrernacionales de desarrollo en susacruales polfticas. Su critica fundamental desde un punto de vistade «economia politica» plantea que el concepto descansa sobre unaseparacion aprioristica entre el ambito «econornico» y el «social»,)' un rechazo de entender el capital como una serie de relacionessociales de produccion. En ese sentido, el concepto de capitalsocial se crea para recapturar unos componentes sociales y cultu­rales que previarnente se habian expulsado del analisis econornicomarginalista. Sin embargo, la idea de «capital social» no resuelveel problema de la reificacion del concepto'de capital, a diferenciade 10 que ocurre con la idea relacional y social de capital en Marx(yen Bourdieu). De hecho simplememe afiade una adjetivacion ala lista de «activos» posibles de utilizar; permite una desagregacioncreciente del concepto de capital objetivado (capital natural, capitalproductivo, capital humano, capital social 0 capital relacional), pero

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rnantiene oculto la cuestion fundamental que desvelo Marx, y esque el capital no es una cosa sino una relacicn social. Esce nuevotipo de capital se presenta como la «apropiaciori» de las relacionessociales por parte del capital y de heche perrnite asi, una vez mas,

convertir la vida en una cosa,

ReciprocidadEI concepto de capital social nos rcrnite sin embargo a una serie derealidades ernpfricamente observadas una y otra vez en inconrablessiruaciones tanto en contextos deillamado Norte como en los delllamado Sur: hay un sinrnimero de transferencias de recursos quese sustentan en relaciones personales co nstituidas por obligacionesmorales y que son fundarnenrales para llevar a cabo la producciondentro del sistema capitalista, yen general su reproduccion social.Esta evidencia de la experiencia econornica ha tardado en penetraren los modelos econornicos formales entre otras cuestiones por ladificultad que entrafia la cuantificacion de aspectos particulares ycualitarivos, pero los estudios sobre capital social (por ejemplo dela Social Capital Initiative) rienen como uno de sus objetivos lograrformas de mediresta forma de capital. De forma mas pragmatica, lospequefios emprendedores de casi cualquier sector han utilizado lasredes informales de conocidos, parientes y amigos y los sen timientos,afectos y responsabilidades que conllevan como un recurso irnpres­cindible para hacer negocios y en muchos casos mas «eficiente» yseguro que los acuerdos contractuales y las rransacciones mercanriles(Narotzky y Smith, 2006). Ahora bien, ,hasta que puntO hay unarelacion de «exterioridad» de este otro ripo de relaciones socialesrespecto de las relaciones definidas como «economicas»? <Hasta quepunto no es la construccion del saber social experto de los ultirnos150 afios la que nos empuja a esta vision dualista de las relacioriessociales: las economicas (guiadas par la racionalidad economica) ylas «otras» (guiadas por la inteligencia emocional)? Si, como sugeriaColeman (1988), la logica del mercado se «apropia» de relacionessociales que tienen otras funciones, estas aparecen entonces como«externas» y «anteriores» al sistema capitalista. Esta perspectivatiene ilustres antecesores que repasa Harvey (2004) al considerar la«acumulacion por desposesion», un concepto que subra)'a precisa-

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mente el aspecto depredador del sistema capiralista en tanto necesitasiemprc de un «afuera» que pueda ser apropiado como «activo» enla reproduccion de unas relaciones de producci6n capitalistas. Perosefiala tarnbien como esre «afuera- es permanentemente re-produ­cido por el sistema como tal: cs decir, no es «naturalmente externo»sino que tiene que ser producido como externo. La relacion dialecticaque emerge suena familiar a ofdos antropologicos porque nuestracieneia aparece como un instrumento politico de produccion de esacxterioridad en 10que refiere a los sujetos humanos (Trouillot, 1991;Guerrero, 2007). Tambien 10 es en 10 que respecta a la pro duccionde exterioridad de determinadas relaciones sociales econornicas ypollticas que se van a definir como de «reciprocidad».

Entonces, (como en tender la producci6n de esa dimension«otra» de las relaciones sociales que coincide precisamente en lahistoria europea con la construccion de unas formas de dependencianuevas, desvinculadas, contractualcs y objetivizadas que posibilitanlas relaciones sociales que llamamos capital? La emergencia del con­cepto de reciprocidad en antropolog£a surge a principios del sigloXX impulsada por proyectos politicos de «tercera via» (Narotzky,2007) y por el analisis de un corpus etnograhco creciente en el quese describen formas de intercarnbio que aparecen motivadas simul­taneamenre por el «interes» y la «moral» y que confunden diversosvalores, sujetos vivos, esplritus y objetos en procesos complejosque parecen fundamentales para la continuidad de esos gruposhumanos (Malinowski, 1922, 1926; Gauss, 2003 [1923-1924];Sahlins, 1965; Polanyi, 1977; Weiner, 1992; Godelier, 1996). Lareciprocidad emerge como concepto para posicionarse como ese«otro» del intercambio de mercado, como esa relacion «anterior» y«exrerna». Es un concepto que intenta explicar formas de trans fe­rcncia (de bienes y servicios tangibles e intangibles) que aparecencomo aspectos no diferenciables de procesos culturales y socialescuyo fin principal no ser ia organizar la circulacion material de losrecursos, En particular la reciprocidad 1) se desmarca del intercam­bio con tractual del mercado, 2) se sustenta en una obligacion moraly 3) produce relacion social, entendida como dependencia mutua,es decir produce cohesion social (Malinowski, 1926; Gauss, 1931).Por tanto, desde sus inicios como concepto antropologico la recipro­cidad surge como una forma sobresocializada y sobre-moralizada de

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vehicular transferencias materiales, una modalidad «otra», «externa»y «anterior» ql.le se produjo en seguida como «modele» politicoeconornico alternative que pudiera re-moralizar ese mundo desen­cantando exclusivamente guiado por la 16gica del interes material(Gauss, 2003 [1923-4]; capitulo IV; Gauss, 1997). No es de extrafiarque este proyecto originario haya persistido hasta nuestros dlas yen el recorrido antropologico y sociologico del concepto resurgeuna y otra vez la dicotornia entre «econornia del don» y «econornlade la mercancia» (Gregory, 1982), «econornfa moral» y «economiaa-moral» (por esta ultima se entiende «capitalisra») (Ze1izer, 1988 yBooth, 1994), «econornfa social» y «econornfa de mercado», etc. yse reproduce incansablemente esta posicion de «extcrioridad» queaclara la relacion de «apropiacion» predatoria de la acurnulacionprimitiva «penetrando» (como se deda en los afios 1970) «otras»relaciones de produccion.

Ahora bien, 10que aparece claro para el concepto de reciprocidad,parece rnenos obvio para un gran nurnero de situaciones descritasen algunas emograflas recientes. En ellas un tipo de relacion deintercambio que se sustenta en formas de rnoralidad distintas (co­rnunitaria, personalista, espiritual) a las expllcitarnenre postuladascomo marco (0 convencion) de la racionalidad econornica, se tornaubicuo y aparentemente necesario para el buen funcionamiento delmercado (Narotzky, 2004b). Proliferan entonces conceptos nece­sari os para en tender la accion humana cuya racionalidad optimaes imposible, los modelos clasicos han de agregar como variables la«culrura», 10 «social», las «emociones», la «irracionalidad», etc. Los«espfritus ani males» de los que hablaba Keynes (1936: 161-162)(Akerlof y Shiller, 2009). Lo que ello nos muestra, sin embargo, essintomdtico y es precisamente 10 que intuyerori Marx y Polanyi deforma clara: el modelo neoclasico es ideologico en el sentido massimple de ideologico, es decir, oculta el aspeeto ambiguo de las rela­ciones fundarnentales entre capital y trabajo. A saber, relaciones deobligacion moral que sepresentan como relaciones de obligacioncontractual. Relaciones de dependencia personal que se presentancomo relaciones pactadas libremente. Relaciones ambivalentes quese presentan como univocas. SUjetos vinculados que se presentancomo desvinculados. EI uso corrienre de vocablos como «amistad»,«favores», «1ealtad», «confianza» para describir relaciones supuesta-

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mente contractuales y en cualquier caso ineludiblemenre parte deprocesos de produccion capiralistas expresan esta realidad. A1goqueMarx y Polanyi pretendieron capturar con sus ideas de ferichismo,de mercancias ficticias, de subsuncion formal, de incrustacion, Nin­guno de los dos, me parece, llevo esta ambigi.iedad laterite hasra susulrimas consecuencias. Y acabaron por construir su obra en basea una dicorornla que postulaba como punto de anclaje teorico laaurentica racionalidad y desvinculacion del sistema de mercado ensu logica historica y su realizacion empirica final. EI «capiralisrnorealmente existence» en cualquier lugar del mundo, sin embargo, noparece ajustarse a su propio modele. La economia moral del capita­lismo se asienta en una doble moralidad: de un lado la «moral» delliberalismo que desvincula (Booth, 1994), de orro lado la «mora)"del esratus, del parentesco y de la comunidad.

En este sentido, el concepto de reciprocidad puede ayudarnosa analizar unas relaciones ubicuas en la realidad econornica y per­mire explorar la ambivalencia originaria entre «interes» y «moral»pero no como algo «exterior» y «anterior» al «rnercado» sino comoprecisarnente algo constitutive de este sistema. Es un concepto queintenta capturar la tension y la ambivalencia de la construccion, le­girimacion y practica de la obligaci6n mutua y de la responsabilidadtanto econornica como polfrica. Perrnire observar relaciones socialessituadas simultdneamente en circuitos de aprovisionarniento dentroy fuera del mercado, en marcos politicos universalistas y particula­risras, en procesos disrributivos tanto benefices como predatorios.En la asuncion de esa ambivalencia el concepto de reciprocidad seresiste a la reificacion que caracteriza al concepto de capital social:las relaciones sociales no pueden considerarse como cosas, no cons­tituyen agregados, no se pueden medir sin desvirtuar (y ocultar) 10que las hace eficientes.

Economias alternati".as y posdesarrollo

La situacion de crisis sostenida en el riernpo, al menos para unagran mayoria de personas en distintas partes del mundo, con susmomentos algidos como mediados de los setenta, de los ochenta,finales de los noventa y el periodo que arranca en 2007, mvo comoresultado en un primer momento la realizacion de que por «fuera»

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de la ecoriomfa llarnada «formal», es decir de las emprcsas reguladaspor la ley, con relaciones laborales conrractuales esrables, 0 bien masalii de los ernpleos de funcionarios y funcionarias del apararo esraral,existfa un mundo econornico de pequeria picaresca coridiana queperrnitfa vivir a rodos aquellos que no podian acceder a ese rnundoregulado del empleo asalariado. Esto se definio como «ecouomiainformal» (Hart, 1973) y como el mundo de los «rnarginados»(Lornnirz, 1975). Lo interesante del descubrimiemo cientltico deesta evidencia empirica, fue que de pronto esa picaresca se convirrioen un dare relevanre de la politica cconornica: los Esrados, las ins­rituciones supra-estarales (ILO/OlT, Wn/EM) empezaron a inrenrarvalorar el peso de «esc» en rerrninos de la economia nacional: querepresenraba para el PIB, que irnpuesros se dejaban de cobrar porla oculracion de las actividades productivas, que relacion exisriaentre estas actividades y actividades delictivas de orden fiscal 0 cri­minal, etc. En definitiva, el problema se siruaba en el ambito de lacontabilizacion 0 medida de algo que se percibia como «exterior»al funcionamie'mo del sistema econornico de mercado, y sin embar­go era fundamental para el simple mantenimiento de un numcroingente de.ciudadanos de disrinros lugares del mundo (tanto en elahora llamado Norte como en elllamado Sur). A1go parecido a 10que ocurrio con el trabajo dornesrico cuando las feminisras descu­brieron que aquellas actividades supuesrarnente «naturales» eran enrealidad un «trabajo. y deb ian considerarse como t31, y por tantovalorarse y conrabilizarse y en la medida de 10 posible «Iormalizarse.en el sentido de incluirse en el PIB. La visibilizacion y valorizacionparecia pasar por la contabilizacion en rerrninos de mercado de esaproduccion guiada hacia el simple rnanrenimiento y reproduccionde la vida de las personas.

Ahora bien, el gran cambio episternologico ocurre con la quiebmdel paradigma de la modernidad fundamentalmenre puesw en en tredicho por los intelectuales franceses de la posmodernidad (Lyorard,1987) y sobre redo del pos-estructuralismo (Foucault, 1969). Loque ocurre en esa ruptura es de heche la producci6n de un marcoepisremico que no deje «fuera» el modo de vida y de producci6n de«razon» 0 conocimienro, de una cantidad ingenre de personas. Eluniversalismo racionalista del marco de la modernidad necesitabaunas «afueras» que 10 jusrificasen y sostllvieran el movimiento de in-

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corporaci6n; el nuevo paradigma es pluralista: plantea la posibilidadde «modernidades alternativas» y «alternativas ala modernidad», endehnitiva plantea la coexistcncia de regimenes de verdad no exclu­yentes (Foucault, 197Ga y 197Gb). En la pd.ctica, y mas alia de lacritica del discurso, 10que nos parece interesante es la reivindicaci6nde esa «exterioridad» como valor inrrinseco y no como producto delpropio paradigma de la modernidad. Escobar dice:

Ya no puede pensarse la modernidad como la Gran Singulari­dad, el atractor gigante hacia el cual rodas las tendencias gra­vitan ineludiblememe, el camino a ser caminado por todas lastrayectorias que desembocarian en un est ado inevitablemenceestable. Por el contrario la «modernidad y sus exterioridades»,si se quiere (y la noci6n de posdesarrollo busca al menos visibi­lizar esas exterioridades) deberian tratarse como una verdaderamultiplicidad donde las trayectorias son multiples y pueden

desembocar en multiples estados. (Escobar, 2005: 30)

Es decir, 10 exterior tiene un valor de diferencia que debe va­lorarse en sl mismo y no en relaci6n a ese marco epistemico de lamodernidad expansiva. Es la «sociologia de las ausencias» de Boaven­tura de Sousa Santos (2001) que busca hacer emerger la diversidad ymultiplicidad de las practicas sociales en oposici6n ala exclusividadde credibilidad de las pracricas hegem6nicas, una diversidad que hasido «producida como invisible poria hegemonia» que ha producido

lin «rnonocultivo» de las categorfas de pensarniento.En el ambito de 10 eco noruico , los modelos alternatives hablan

de "pluralismo econ6mico» (Gibson-Graham, 2005, 200G; Lavilla,2000) que busca articular pd.cticas econ6micas diversas. Para Jean­Louis Laville (2000) por ejemplo, la propuesta de «economia soli­daria» se encuentra situada entre la economia rnorietaria (mercado,Estado) y no monetaria (proximidad, grupo domestico) y se basa enuna reciprocidad voluntaria, es decir no obligada a diferencia de larcciprocidad impulsada por la obligacion moral entre parientes. Estaeconomia solidaria ademas busca llenar un hueco entre los ambitosexistentes del actual pluralismo econ6mico (occidencal), a saber:1) Economia de mercado (monetaria + mercancil), 2) economiarcdistributiva estatal (monetaria + no mercancil), 3) economia de la

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obligaci6n redproca de proximidad (no rnonetaria + no mercantil).Es una economia no obligada de la reciprocidad, asociativa y nocornuniraria (en tanto la comunidad crea vinculaciones del ordende la obligaci6n), ann con el solidarisrno decimon6nico frances deLeon Bourgeois (1912) Ycon el asociacionismo tocquevilliano queaparece rarnbien en el concepto de «capital social». En dehniriva,una alternativa que no renuncia ni ala autonornia individual, ni alas formas de econornia ya existences.

En estes rnodelos alternatives, falta definir sin embargo con ma­yor claridad el tipo de articulacion que se propone entre modalidadestan diversas de economla en 10que respecta a su objetivos, sus 16gicasy al tipo de relaciones sociales que establecen, Este es rarnbien elproyecto y el problema de propuestas como las de Gibson-Graham(2005) que buscan pensar el "desarrollo de otro modo», fundamen­talmente como una polftica de la innovacion econ6mica, basada en«pensamientos y practicas generativas, experirnentales, inciertos yesperanzados ... »; practicas anti-deterrninistas (lease no-rnarxisras)que buscan reconfigurar y estirnular potencialidades a partir de las«contingencias» y de la «impredecibilidad» (2005: G).

Esta «econorrua social», «econornfa solidaria» 0 «econorrua socialy solidaria» (Moulaert y Alieni, 2b05; Lipietz, 2001) se confunde enalgunos casos con la llamada «economia popular» (Sarria y Tiribia,2004) 0 con la «econornia del trabajo» (Coraggio 2004) y tambiencon el Tercer Sector (Moulaert y Alieni, 2005; Lipietz, 2001). En suexhaustive estado de la cuestion sobre los matices, superposicicnesy diversidades de algunos de estes conceptos, Moulaert y Alieni(2005) sefialan (siguiendo a Lipietz) en relacion a la «economlasocial» y a la «econornia solidaria» que ambas expresan «la necesidadde una nueva aproximaci6n a un nuevo tipo de econornia que decuenca, de forma mas explicita, de los nuevos reros y reconozca elvalorgeneralde la cooperacion economica y de la reciprocldad» (2005:2.044, enfasis afiadido). Pero, ademas, enfatizan «la existencia deuna clara correspondencia entre las manifestaciones de las grandescrisis socioecon6micas y la emergencia de las varias form as de deeconomia social» (2005: 2.04G). Esta es tambien la perspectiva dealgun autor (Salvia, 2004; Lautier, 2003) que critica eloptimismo deaq uellos autores (Coraggio, Sancos, Escobar) que sefialan elpotencialque tienen estas formas de economia de revolucionar las estructuras

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econornicas y sociales. EI argumenro cenrral de los oprimisras es queesros procesos no siguen la logica de la acumulacion ampliada delcapital sino la logica de la reproduccion ampliada de la vida (Co­raggio. 2000, 2004; Sarria y Tiribia, 2004) y por ranro podriamosdecir que se susrenran en un «regimen de verdad» diferente. Estonos recuerda el debate de la segunda mirad del siglo pasado (1960s.1970s. 1980s) en torno al campesinado y a su arriculacion con eImercado. Tarnbien se propuso enrender esta articulacion desde elpunro de visra marxisra como una subsuncion formal (no real) enla que la logica de la acurnulacion de unos (por ejemplo los quevendian insumos a los campesinos) se arriculaba con la logica dela reproduccion de orros (las necesidades de la unidad dornesticacampesina y la viabilidad de su pequefia exploracion agricola) yendonde una «pequefia produccion de mercancias» (PPM) emergiapara los campesinos como la expresion incipienre de esra arricula­cion (una produccion que pasaba por el mercado pero que no seglliaba por su logica), Solo que. desde la perspecriva oprimisra dela economia alrernariva esra siruacion no se enriende como 1) unapervivencia de un modo anterior de organizacion producriva; 0 2)como el complemenro necesario para el aprovisionamienro basicode una «rnasa marginal» producida por el sistema capiralisra masalia del conringenre flexible de «superpoblacion relariva»; sino quese ve como 3) un [enomeno emergente. una forma de organ izacioneconomics propia (no subsidiaria) y no forzada a desaparecer conel empuje de la «rnodernidad». Esro sinia el fenorneno como un

proyecto nuevo y viable.Hay otras analogias con las reflexiones sobre el campesinado y

su peculiaridad denrro del sisrema capitalisra. La forma elemental deorganizacion econornica del campesinado era la «unidad dornesrica»(siguicndo a Chayanov 1986 y a una idea de «economia natural» 0

«economia familiar» que aparecia en Marx 1976) y se hablo inclusode un «modo de produccion dornestico» (Sahlins, 1977). Del mis­mo modo. Coraggio (2004) postula -hablando de la «economiadel rrabajo» que se define rarnbien como social y solidaria- que «launidad domestica (UD) es la forma elemental de organizacion microsocioeconornica propia del rrabajo.» (2004: 151) Y afiade que «lasunidades dornesricas pueden generar exrensiones de su logica de rc­produccion medianre asociaciones. comunidades organizadas, redes

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formales 0 informales de diverso ripe, consolidando organizacionessocioeconornicas dirigidas a mejorar las condiciones de reproduccionde la vida de sus miernbros.» (2004: 152), propuesra que recuerda laidea de Gudeman (2001 y 2008) sobre la «base» comparrida necesariaala reproduccion de la «comunidad» y la extension de la base median­re la «reciprocidad». Esra nueva perspecriva alrernativa subraya, sinembargo. que para superar la fase emergente de «econornla popular.(algo analogo a 10 que Lomnirz y Hart habian descriro como formade supervivencia propia a los grupos «rnarginados» de Ia economicformal) «se requiere una aproximacion sistemica para rransforrnar esetado caotico en un conjunro organicamenre vinculado de producciony reproduccion» (Coraggio, 2004: 154, enfasis afiadido). Se sefialaenronces la imporrancia de la arriculacion con el Esrado para lograreste porencial rransformador del sistema. Es decir la parre de cons­rruccion de una «alternatiua» sistemica para' los procesos econornicosparece vinculada claramenre aI Esrado como facilirador pero ram pocoparece descarrarse el mercado como forma de organizacion (coopera­rivas, microempresas, erc.) mienrras su logica sea la reproduccion dela vida 0 el bienesrar social (Coraggio, 2004; Singer, 2004; Lipietz,2001; Laville, 2000). Para esras empresas alrernarivas que parricipanen el mercado renemos de nuevo esa analogia con la PPM del cam­pesinado del modele marxisra. En definiriva, el punro diacritico dela diferenciacion entre empresas capitalisras y empresas alternativas, seencuentra en algo presenrado como una uoluntad propia de los acroresinserrada en la logica que guia sus acciones, el modo de razon en elque se enmarcan sus fines. Algo como una «filosofia de la praxis» queda senrido a los proyecros de la genre. En esre caso, dellado de esraseconomias alternativas, la reproduccion ampliada de la vida; delladode la economia capiralisra, la reproduccion ampliada del capital (esdecir del rrabajo muerro).

En el discurso que enmarca los proyecros de una economia alter­nariva, esra dicoromia que separaria las formas de accion economic.en base a su posicion en logicas anragonicas e irreconciliables esgeneralmenre susri ruida por posiciones posibilisras y em piricamenremas realisras, en la que se rrara de articular los «secrores» (privado,publico, social) y sobre rodo de mantener el espiritu de comunidadsin renunciar a la liberrad individual. Lipierz expone de forma claraesra opcion de 10 que va a Hamar «econornfa social y solidaria» y que

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situa en la filiacion de la economia social del siglo pasado articuladaen torno a las cooperativas y mutualidades (Gueslin, 1987).14 Esuna opcio n en donde el principia de «reciprocidad» (que a la vezproviene de y crea la comunidad) se va a reinventar en el modo"sociativo (de adscripcion voluntaria) ya resituar a caballo entre lademanda individual y la oferta publica propia del consumo colec­tivo de los servicios sociales a la comunidad. Es esta posicion dualde la economia social y solidaria la que para Lipietz la coloca entreel mercado y el Esrado no solo porque cubre un hueco de serviciosnecesarios que queda desprovisto (por ejemplo la necesidad crecientede cuidado a los ancianos), sino sobre todo porque debe articularaspectos de financiamiento publico (propone una ley queadjudicarfaunos recursos del Estado para estas formas asociativas y cooperativasde servicio a la comunidad) y aspectos de financiamiento privado demercado (por parte de los individuos interesados). La reciprocidadse convierte aqui en «[raterriidad», algo muy proximo al casi-con­trato del solidarismo de Leon Bourgeois (1912). En Lipietz (2002)

renernos un deslizamiento que va de:

1. la «reciprocidad» (tradicional, generalizada) definida como lasituacion en donde «cada uno ofreda a los demas 10 que podiaofrecer. Y cada uno esperaba que los dernas le ofrecieran aquelloque necesitara en d mornento en que 10 necesitara» (p. 2),

2. a un segundo momento en el que la «reciprocidad» como «sis­tema» como «principio» se define como siruada a la vez en el,ll11bito del Estado y en el del mercado, sin estar plenamente enninguno de los dos. «Porque en la mayorfa de los casos no esta­mos en el sistema general de redisrribucion en el que el Estadotorna mediante el irnpuesto y proporciona un servicio publico.Tampoco esrarnos en la redisrribucion del sistema de mercado

14. Dc heche csta politica cs la que se encuentra en el origen de la idea clasicade reciprucidad de Mauss (cf sus conclusiones de moral [Mauss (2003) [1923­4] y sus inrcrcscs politicos [Mauss, 1997]) que sin embargo adoptara un devenirpropio en su desarrollo etnografico (Weiner, 1992; Godelier, 1996). Pew vuelve ascr recuperada por las ciencias socialcs francMonas (Caillc, 1996, 2003; Godbout,1992; Laville, 2000; Lipietz, 2001, 2002) con fines similares en la acrualidad (para

una critica interesante cf. Laurent Bazin, 2001).

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en donde los emprendedores buscan al cliente. En la mayorfade los casos estamos en ambos a la vet» (p. 4);

3. para Iinalmente llegar (en respuesta a una pregunta del publico)a la siguiente afirrnacion: «Sabernos muy bien que la libertaddestruye la igualdad y que la igualdad cuando es impuesta im­pide la libertad. Y la respuesta es la fraternidad. La fraternidades esto, es la idea de reciprocidad. La fraternidad es no esperara haber tenido de antemano para dar. Dar diciendose «un dlade estos, el otro dara por mi». Y uno se siente ya responsable dedar. Esto es 10 que se llama reciprocidad. La econornia social ysolidaria responde exactamente a esto en una situacion totalmen­te degradada en provecho delliberalismo ... Por tanto la unicasolucion que nos queda para el siglo XXI, es la de construir unasociedad fraternal 0 comunitaria, como quieran, donde se creeuna libre asociacicn de gente que dan los unos para los otros.Dicho as! parece idealista, pero hay que recordar que la familiasolo puede funcionar asi, La comunidad solo puede funcionarasf» (p. 9).

De algun modo, entonces, parece que se vuelve al punto departida inicial, en donde la reciprocidad aparece a la vez como elresultado y como el cemento de la comunidad, con un aspectopolitico (la cohesion social) y un aspecto econornico (la circulacionde recursos). Pero tambien parece quedar claro (como era ya el casopara el solidarismo decirnononico) que el ambito ideologico es unoque no renuncia a una base asentada en elliberalismo individua­lista, sobre rode en 10 que refiere a la dimension politica, y situaentre el individuo y el Estado a estos cuerpos intermedios que sonlas asociaciones de adscripcion volunraria, ya no las comunidadesvinculadas del Antiguo Regimen. Aunque en filigrana siemprereaparecen referencias rornanticas y antimodernas (la familia, lacomunidad) que nos rerniten de forma inadvertida a la otra carade la reivindicacion cornunitarista (por ejemplo la que recogioLe Play, 2003 [1947]; Gueslin, 1987: 75-78, 0 la doctrina socialde la Iglesia [Leon XIII en Rodriguez (ed.) 1959]), que es, comoseii.alaba Putzel (1997) para el capital social, fundamentalmentean tidernocratica.

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Conclusion

Llegados a este punto 10 que nos sorprende es la sirnilirud de ambosmodelos: el modelo de capital social neoliberal, y el modelo de eco­norruas solidarias alternarivas. Por un lado, el modelo neoliberal decapital social produce e incorpora comoactiuos econdmicos las relacionesde «reciprocidad. propias de ambiros relacionales personalizados yde proximidad, inserras en formas de obligacion no contractual. Porotro lado el modelo solidario alternativo busca recuperar el principiode «reciprocidad» y la logica de la reproduccion ampliada de la vidacomo «base» de los procesos econornicos. Ambos expresan la necesidadde manrener la accion individual en un marco asociativo mas quecornunirario, voluntario antes que adscriptivo. EI modelo neoliberalde capital social esra claramenre orienrado al mercado, a desarrollarlas capacidades econornicas y el acceso a los recursos a rraves de lacconorrua de mercado esrandar, Pero el modelo alternative tarnbienasume su articulacion al mercado y subraya la necesidad de conseguirejiciencia en las formas producrivas orientadas a ampliar la base, cen­trandose inicialmente en los desposefdos pero aspirando a extenderese modelo econornico cuyo objetivo es la vida. En efecro, excepto enalgunos casos (poco exirosos) de colecrivizacion de la tierra (apoyadospor el MST de Brasil), la mayorfa de experiencias que se reclaman deesre modelo solidario son empresas cooperarivas, sociedades anoni­mas laborales, entidades sin animo de lucro, que necesiran cornpetir(e incluso aliarse) con empresas capitalisras en el mercado (Singer,2004; Rodriguez, 2004). Alii donde divergen decididamente los dosmodelos es en su arriculacion con el Estado, Si las economias alter­nativas tienden a ver en el Estado un facilirador para el desarrollo deestas nuevas formas econornicas (legislacion, subvenciones, soporteinstitucional), el modelo neoliberal de capital social ve en el Estado unobstaculo aldesarrollo. 15 Pero ambos modelos convergen de nuevo enel protagonisrno que otorgan a los grupos inrerrnedios de la sociedadcivil (sindicaros, movimientos sociales, ONG, iglesias).

15. Es cierro que algunos movimienros sociales se posicionan como exrerioresal Esrado, auronomos y ajenos a la organizacion social dominanre. Sin embargo, lamayoria parecen derivar hacia procesos de insrjrucionalizacion (rerminal a flexible)a hacia procesos de coopracion (Pruijr, 2003).

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Quiza la mayor diferencia entre los dos modelos es que unoopera dentro de una logica economics uniraria y roraliraria -ladel capitalismo-, y prerende incorporar a ella nuevos (viejos) re­cursos relacionales que antes se habian construido como exreriores.EI otro modelo opera des de una logica de la pluralidad de mundosposibles (Santos, 2001; Santos y Rodriguez, 2004; Escobar, 2005;Gibson-Graham, 2006; Caille, 1996, 2003) Y de hecho, comosefiala Caille (1996), opera dentro de una «socialidad secundaria»dernocrarica. Esro les perrnire pensar la coexisrencia de formas deorganizacion econornica diversas (para un ejemplo paradigmaticode esta perspecriva vease Gibson-Graham, 2006). Ahora bien, unavez mas es diflcil distinguir en las prdcticasconcretas esta diferenciaentre modelos que esta relarivarnenre clara en el discurso ideol6gico,y los deslizamientos entre uno y otro modelo son frecuenres hasrael puntoque el concepto de «capital social» 0 la pracrica del micro­credito se encuentran indisrinrarnente en proyectos enrnarcados enambos modelos (Gaiger, 2004; Santos (ed.), 2004; Gibson-Graham,2005; WE Social Capital Initiative).

En definiriva, quiza 10 mas irnporranre sea enrender el gradede autonornfa real de esras economias alrernarivas en conrexros depluralidad, su capacidad de mejorar la exisrencia de la gcnte, degenerar proyectos personales fuera de la logica del consumo arnplia­do de rnercancias, y de transformar la hegemonfa capiralisra. Estosobjetivos no tienen por que ser congruentes; sin embargo, y cierra­mente, el proyecro de economias alternativas es gradualista (Santosy Rodriguez, 2004; Gibson-Graham, 2006), una revolucion trau­quila. En los ejemplos que empezamos a tener de casos concretes, seobserva la capacidad que rienen estes proyecros (fundamentalmentecooperarivas de trabajo asociado) de conservar el rrabajo )' mejorarla existencia de las personas que se encuenrran en situacion de «lTS­to» 0 «redundancia. (para urilizar el expresivo adjerivo anglosaj6n)respecto a las necesidades del sistema econornico dominance. Pcro,sin embargo, el grado de auronorrua de estos proyecros en relacional sistema capiralista es casi inexisrente. Algunos aurores hablandel peligro de que estos proyectos cooperarivos sean cooptndos porlas logicas capiralisras en cuanto a sus objetivos y se desvirrue asf laesrructura solidaria de cooperativa de rrabajo asociado. Sin embargoesros mismos analistas subrayan la necesidad de capacitar a estas em-

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presas para que sean viabLes dentro de los parametres cornpetitivos delmercado estan dar. Serialan tambien, en muchos casos de empresasrecuperadas, los sacrificios que estan dispuestos a hacer los trabaja­dores-propietarios para salvar a la empresa y sus ernpleos: su nuevaposicion supone un estirnulo que aumenta la productividad. Paraa;gunos trabajadores, sin embargo, el nuevo estatus de trabajador­propierario no es deseable. Los sindicatos tarnbien parecen divididosentre la resitura de salvar crnpleos y la de convertir a los trabajadoresen propierarios en un contexte de racionalidad econornica capitalista(Singer, 2004; Santos (ed.), 2004).

Este debate es curiosarnente identico al que se dio en Espatia aprincipios del siglo XX cuando el movimiento cooperativo apareciocon fuerza como una solucion a la «cuestion social». Por ejemplo enCatalufia el cooperativismo fue amparado simultanearnente por unaideologia corporativista burguesa (cf. Unio Catalanista, 1993 [1904];Narotzky, 2004a [1997]: 248-65) y por algunos sectores obreros(Peir6, 1979 [1925]). En 1870 en el primer congreso obrero espafiol(Asociaci6n Inrernacional de Trabajadores) celebrado en Barcelona,se realiz6 un dictamen sobre cooperativismo que sefialaba:

Que la cooperacion en sus ramos de produccion y consumeno puedc ser conside'rada como medio directo y absolute paraalcanzar la ernancipacion de las clases trabajadoras: solo sfpuedeservir como medio indirecto para aliviar algun tanto la suerte deuna parte de nosotros y alentarnos a trabajar en la consecuciondel verdadero objeto ... [Pero mas adeiante se afiade] Adernas,la cooperaci6n de producciori con la universal federacion deasociaciones productoras es la gran formula del gobierno delporvenir, y de aqui rambien la utilidad de ir cultiuando esteramo para adquirir hdbitos prdcticos de manejo de negocios conAPLICACI6N A LA SOCIEDAD FUTURA, que no reconocera enlos hombres otra representaciori ni otro caracter que el de tra­b;ljadores. (en Peiro, 1979 [1925]: 85-86, enfasis y mayusculasen cl original)

Claramente se vela aglli en el cooperativismo de una sociedadde uab<ljadores la forma de organizacion economica fundamental,pero 110 se entendia como una via posible de transformacidn y solo

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como un modo de aliviar situaciones de precariedad en la sociedaddominada por el capital. Pocos afios despues, un sector irnportantedel proletariado juzgaba las cooperativas de produccion de un modototalrnente negativo. Veian en las cooperativas de produccion unerror y una «traicion» al movimiento obrero «solidario, federativoe internacional». La Revista Social sefialaba en 1873: «los traba­jadores creyeron que por los mismos medios que empleaban losburgueses podrian llegar al problema de su ernancipacion, podrianllegar a destruir su miseria y su ignorancia. / jFunesto error!» (enIzard, 1979: 186). Para Peiro y los defensores del cooperativismodentro de la Confederaci6n Nacional de Trabajadores (CNT), masque las cooperativas de producci6n industrial, la referencia eran lascooperativas agrarias de transformaci6n y de servicios integradas porcampesinos propietarios cuyo individualismo cediaa los benehciosde la solidaridad mediante su participacion en estas cooperativas,y sefialaban la pertinencia estrategica de aprovechar esta forma decooperativisrno para integrar en el rnovimiento revolucionario aimportantes sectores rurales donde prevaleda la pequefia explota­ci6n familiar. 16Aun asi, estos defensores del cooperativismo veian elpeligro del «conservadurisrno» que acechaba en este cooperativismotransicional.

Me he permitido esta digresicn para recalear la larga filiaci6n deestos modelos alternatives y por tanto la posibilidad de tener unaimporrante profundidad historica a la hora de estudiar y compararfenornenos parecidos en los aspectos 1) de reorganizaci6n econornicadentro del modelo dominante y 2) de ubicaci6n de determinadaspracticas en un proyecto emancipador. Pero lo que me parece centralexplorar con detenimiento es la pluralidad econornica tal como semanifiesta en la practica -como una «coexistencia tranquila»- ypensar que puede significar. Una primera observaci6n se hace evi­dente: ni en el pasado ni en sus manifestaciones presentes pareceque estas formas de economias «alternativas» sean percibidas comouna amenaza por el modelo dominante 0 por los que detentanposiciones de poder dentro de la estructura del sistema capitalista.

1G. Cf Un problema similar es observado pOI' Singer (2004) respecto a coo­perativas de producci6n agricola colectivil.ada en Brasil.

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Por tanto, no parece que cuesrionen la estructura hegernonica decreacion y acumulacion de riqueza. Una segunda observacion valetarnbien tanto para el pasado como para el presente: pareciera comosi, sabre todo en siruaciones de crisis agudas, los poderes insritui­dos -tanto economicos como politicos- tienden a apoyar estasformas alrernarivas aparemememe para paliar los efeccos sociales (yporencialrnente politicos) del sistema econornico hegernonico. Veaseen esre senrido el auge del Tercer Sector en los proyeccos politicoseuropeos 0 el apoyo legislative a la recuperacion de empresas enquiebra en America. En esre semido estarfamos freme a una insritu­cionalizacion 0 forrnalizacion de la «economia popular» propia de las«rnasas marginales», mas que frente a un proceso de transforrnacionradical (Salvia, 2004). Esta vision, sin embargo, rnanrendria estesprocesos en los «rnargenes» del sistema.

En rni opinion (vease tam bien Narotzky, 2004a [1997): 267­310). sin embargo, conviene considerar esros fenornenos como as­peeros centralesdel sistema capitalista. Para ello debemos percibir ladiversidad de forrnas de organizacion econornica que son producidasconjuntamente con la forma clasica (que separa capital y rrabajo) enel «centro» y en la «peri feria» desde el despegue de la modernidad ysabre todo durante el siglo XIX. Esta rnultiplicidad economics vienede heche a posibilitar el crecimientoy expansion del sistema capitalista,no solo porque produce desde dentro esos «exreriores» necesarios ala acumulacion por desposesion (Harvey, 2003), sino porque si­multaneameure perrnite frenar los peligros de la «cuestion social.(la crisis de la violencia estructural producida por el desarrollo delpropio sistema sabre la genre corrienre) mediante la particularizacionde las posiciones estructurales, al tiernpo que perrnite re-incrustarparte del proceso ecoriomico en form as de obligacion moral nocon tractuales (familia, comunidad) y opacas por ello ala concienciadel proceso econornico dorninado por la racionalidad econornica.La diversidad de formas y arriculaciones posibles que se dan en lahistoria y su manifestacion territorial perrniren precisameme ver laemergencia de pautas comunes la mas irnportante de las cuales esque «el mercado manda» sobre la rnultiplicidad economics y susexpresiones localizadas.

Tal como se han propuesco hasra el memento, las economiasalternativas no parecen haber producido ningun modelo econornico

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radicalmente nuevo. Y, si bien acierran en resalrar la centralidaddel pluralisrno econornico, se equivocan al desligarlo del procesode expansion capitalisra y de sus expresiones pollticas e ideologicas(es decir de la modernidad y posmodernidad capitalism). Parecedeseable que la logica de la reproduccion arnpliada de la vida seala orienracion adoprada para invenrar unos modelos cconornicosdistinros, pero nos parece que para ser aurenticarnenre alternarivosnecesiran ubicarse en una esrructura (a la vet. discursiva y prdctica)completamenre disrinra a la de un sistema hegemonico guiado parla eficiencia en la adjudicacion de recursos, calculada en terrninosde mercado.

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4. Hegemonfa y superpoblaci6n:Limites conceptuales en laantropologfa de los movimientospoliticosGavin Smith

Introducci6n

Confies~ que para una coleccion de ardculos de anrropologos, 10que ofrezco aqui es inusual. Es un ensayo muy tentativo basado enuna hiporesis y carece de conclusion e incluso de respuestas a laspreguncas que aquf surgen. La hipotesis es que los conceptos queahora se urilizan para intentar encender la politica reivindicativaactual 0 potencial de las personas subalternas son uriles p:lra muchasformas de expresion polirica, sin embargo son de poca ayuda a lahora de enrender a las personas que, creo yo, se constituyen como unexcedenre en la sociedad polfrica y econornica. Esto es por supuestoun rerna muy extenso, al cual me aproximo mediante la discusionde dos conceptos: hegemonia y superpoblacion relatiua.

En los ulrirnos 25 afios las luchas reivindicativas han sidoarnpliamente referidas como «nuevos rnovirnienros sociales» (newsocial movements) [NSM], argumencando que estos comparten nUL'vas caracterisricas (en contraste can previas formas de lucha) I encuanro a sus formas, rneras y esrraregias, pese a las diferencias queexisten entre ellos en cuanro a sus polfricas de iden tidad, polfricasdel ambience, politicas de la rnulritud, etc. En este articulo expongoque actualmente las caracrerfsricas de muchos esrados capiralistasconternporaneos nos obligan a disringuir entre los participantes de

I. Entre quienes se refieren a estas «anriguas» luchas desracan: E.P.Thompson,Eric Hobsbawm y Eric Wolf.

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