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NADIE ES ILEGAL No.17 • noviembre 2013 • enero 2014 México Senegal España Marruecos Medio Oriente Bolivia Centroamérica África Subsahariana Italia Irán Túnez Rumanía Francia Cruzar la Frontera Estados Unidos Dreamers, “¡ven y arréstanos!” Grecia La crisis refuerza el racismo Brasil Desarrollo a costa del esclavismo indígena Canadá La permanente migración temporal

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Page 1: Nadie es-ilegal-revista-des informemonos

NADIE ES ILEGAL

No.1

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e 20

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ene

ro 2

014

México • Senegal • España • Marruecos • Medio Oriente • Bolivia • Centroamérica • África Subsahariana • Italia • Irán • Túnez • Rumanía • Francia

Cruzar la Frontera

Estados UnidosDreamers,“¡ven y arréstanos!”

GreciaLa crisis refuerza el racismo

BrasilDesarrollo a costa del esclavismo indígena

CanadáLa permanente migración temporal

Page 2: Nadie es-ilegal-revista-des informemonos

Nadie es

desinformemonos.org

ilegal

G L O C A LMIRADA

Desinformémonos Revista Barrial, es una publicación trimestral editada por Periodismo de Abajo AC, en siete

idiomas: español, inglés, francés, alemán, italiano, ruso y portugués. Puede descargarse libremente en internet y distribuirse en formato

revista, pegarse como periódico mural en espacios libres y/o repartirse como

hoja-volante.

Esta revista está bajo una licencia de Creative Commons (CC-BY-NC-SA 2.5 MX), los textos y fotos se distribuyen

bajo la misma. Algunos derechos reservados aluden al contenido de autor.

Foto de portadaSimela Pantzartzi

[email protected]

Dirección

Gloria Muñoz Ramírez

Coordinación Editorial

Adazahira Chávez

Coordinación Revista Barrial

Brisa Cristina Araujo

Diseño

atelier.mx

DIRECTORIO

El hecho de cruzar una frontera en busca de una esperanza los convierte en delincuentes. No lo son, nunca lo fueron, pero una política absurda los expulsa de sus países. A veces es la pobreza, otras las guerras y las persecuciones,

o su condición nómada y trashumante que no reconoce fronteras. Siempre es la búsqueda que no termina y los arroja a un mar de incertidumbres, a la nada.

Es ya “una tragedia de nuestro tiempo esta inmensa masa migrante que vaga por el mundo buscando casa”, dice el gran escritor uruguayo Eduardo Galeano. Y lo es. Las estadísticas los convierten en número, pero son vidas las que se mueven de un lado a otro cruzando líneas inventadas que dividen a los pueblos. Puentes que se abren para las mercancías y se cierran para los humanos, en un mundo que escupe personas y deglute dineros.

Para ellos y ellas no hay futuro. En sus lugares de origen la miseria o la violencia los obliga a buscar horizontes. Emprenden un trayecto en el que se juegan cada minuto la vida. Policías, intermediarios conocidos como coyotes, crimen organizado, transportes peligrosos (lo mismo una balsa en el estrecho de Gibraltar que un tren de carga de sur a norte en el México profundo), son sólo algunos de los peligros de un camino que termina donde empieza la discriminación, la explotación y el desprecio en el país que los recibe.

De Centroamérica y de México a Estados Unidos; de Marruecos a España; de Medio Oriente a Grecia; de Irán y de Asia a Estados Unidos; de Túnez a Francia; de África Subsahariana al sur de Italia; son algunas de las rutas de la ignominia que Desinformémonos presenta en este número. Son una pequeña muestra de lo absurdo de un mundo que criminaliza y mata al migrante y, al mismo tiempo, lo explota hasta la esclavitud.

“Vivir y morir entre extranjeros puede parecer menos absurdo que vivir perseguido y torturado por los propios compatriotas. Todo esto es cierto. Pero emigrar siempre será desmantelar el centro del mundo y, consecuentemente, trasladarse a otro perdido, desorientado, formado de fragmentos”, dice John Berger, otro gran escritor, él de origen inglés, migrante radicado en el sur de Francia.

Y en este mundo al revés, de debajo de abajo viene también la solidaridad, la mano que se extiende y hermana. Colectivos y organizaciones en todo el mundo que luchan para que las fronteras se abran no sólo para el capital, sino para las vidas que transitan. Migrantes que se juntan para no sentirse solos y alzan la cabeza para gritar por sus derechos, porque, dicen, nadie es ilegal. Los ilegales son ellos, los que han impuesto fronteras y reglas para cruzarlas.

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No.17 • noviembre 2013 • enero 2014

De Estados Unidos a Estados Unidos

Sin miedo ysin documentos

Jóvenes que llegaron a Estados Unidos siendo niños se enfrentan a la imposibilidad de regularizar su situación migratoria o realizar estudios superiores. Se llaman Dreamers, son activistas y no tienen miedo a ser arrestados.

Texto original: Eileen Truax • Foto: David Bacon

• 3 •

Phoenix, Estados Unidos. Seis jóvenes indocumentados sentados sobre una manta

bloquean la avenida principal del barrio latino de West Phoenix, y aseguran no tener miedo. Sus camisetas, con letras rojas en fondo negro, dicen “Ya no nos quedaremos en las sombras”. Son adolescentes dispuestos a ir a la cárcel, a enfrentarse con las autoridades, a ser deportados. Ellos son los Dreamers, o Soñadores.

Los jóvenes de este movimiento llegaron a Estados Unidos por una decisión de sus familias y no tienen documentos que les permitan permanecer en el país. No tienen acceso a educación superior por ser extranjeros, pero el gobierno ya invirtió en ellos 12 años de educación básica. Quieren ser parte del país porque es el único que conocen.

Los jóvenes soñadores actúan en estados como Alabama, Arizona o Georgia, azotados por leyes antiinmigrantes que permiten a las autoridades detener a un indocumentado sólo por parecerlo. Tal vez por eso, en medio de la protesta y con la voz cargada de ira, Viridiana Hernández, de 20 años, tomó un megáfono para gritar: “¡Dejen de buscarme! No me pienso esconder más, soy indocumentada y aquí estoy. ¡Ven y arréstame!”.

El limbo legislativo afecta a más de 700 mil jóvenes inmigrantes indocumentados mayores de 18 años, y otros 900 mil menores que se encontrarán en la misma situación cuando lleguen a la mayoría de edad. Eso es lo que busca solucionar el DREAM Act, iniciativa de ley que convirtió a todos en “Soñadores”.

Mohammad Abdollahi es el principal dirigente de la organización DreamActivist desde su fundación, en 2011. El grupo cree que mientras más visibles sean y mejor organizados estén, menor será el riesgo de que

los arresten y los deporten. “Si detienen a uno solo y nadie levanta la voz, en unas horas estará deportado; pero si somos varios y hay una alerta, movilizamos a los medios, la gente pregunta por nosotros. Cuando la gente tiene miedo, pierde el poder”, afirma.

Desobediencia civil

“No los dejaré solos; sé cómo prolongar lo más posible la salida de un indocumentado, pero sepan que eso les puede cambiar la vida porque van a vivir en zozobra”, alerta un abogado que los apoya. “Pero si así vivimos. Mañana pueden detener a cualquiera de nosotros mientras camina a la tienda”, responde la joven Viridiana, con una sonrisa sarcástica.

Una vez en la movilización, los chicos repasaron las consignas, se apuntaron el número de una hot line para llamar desde la cárcel, dieron un beso a la familia. Mohamed Abdollahi hizo un último recordatorio: su resistencia es pacífica, la actitud hacia los policías debe ser siempre amable.

Tras detener a los jóvenes y llevarlos a prisión, la policía local no logró involucrar a la autoridad de inmigración porque los detenidos no tenían antecedentes criminales. Con una fianza por el bloqueo de la calle, los liberaron. Un día y medio más tarde, los seis estaban afuera, sin cargos y sin más documento que la confianza en su gente. Y por ahora con eso les basta.

Eileen Truax es autora de un libro sobre los Dreamers. Para mayor información, visita:www.dreamersellibro.com

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No.17 • noviembre 2013 • enero 2014

De Senegal a España

Ya no vivimos con el miedo de antes: Barry

Barry viene de Senegal y vive en Zaragoza, donde participa en la Red de Apoyo a Sin Papeles de Aragón. “La primera de nuestras luchas fue por la despenalización de la venta de material audiovisual ‘pirata’ en las calles”, cuenta.

Testimonio recogido en Zaragoza, España, por Sergio de Castro Sánchez • Foto: Sergio de Castro Sánchez

• 4 •

No sabíamos que el permiso de residencia era por tres meses y creíamos que había posibilidades de obtener nuestros papeles. Con las malas condiciones de vida en Senegal, tres compañeros y yo decidimos quedarnos en España cuando la Exposición se acabó.

En Senegal vivía con cinco hermanos y era el único que trabajaba. Toda la familia tenía esperanzas en mí. En España, por el mismo trabajo que se hace en Senegal, se paga mucho más. Vine en avión, pero hay los que se juegan la vida en cayucos (pequeñas canoas con las que migrantes viajan desde países como Senegal o Mauritania hasta las Islas Canarias).

Yo tenía mucho miedo de salir a la calle, la policía siempre exigía los papeles. Ahora, con las luchas, ya no vivimos con el miedo de antes. Sabemos cuáles son nuestros derechos y que, aunque no tenemos papeles, somos personas. Estamos con gente que nos ayuda.

Aun así, me detuvieron. Venía de una reunión del grupo de autoempleo de la Red de Apoyo a Sin Papeles de Aragón e iba por la calle con un amigo que tiene papeles. Unos policías nos pararon y pidieron los papeles. A mí y a otros chicos nos llevaron a la comisaría.

No tengo un trabajo fijo, pero gracias al grupo de autoempleo de la Red, consigo pequeños trabajos como dar talleres de djembé, cocinar o comprar cosas para revender. Antes lo pasé muy mal aquí. No se lo decía a nadie porque yo lo elegí y debía asumir mis responsabilidades.

La Red está compuesta por 500 personas españolas y extranjeras. Somos un grupo de mestizaje - el mongol, el italiano, el francés, el senegalés… todos juntos hacemos cosas.

La primera de nuestras luchas fue por la despenalización de la venta de material audiovisual “pirata” en las calles, que en España está en manos de migrantes, en su mayoría sin papeles. Luchamos para que no fuera delito. Conseguimos al menos que ya no se vayan a la cárcel por esto. Ahora pagan una multa, pero también hay riesgo de expulsión.

¿Qué espero del futuro? Quiero vivir las cosas como vienen. Ahora tengo todo lo que quiero: mis amigos, mi familia en la Red. Sólo me falta apoyar a mi familia en Senegal, ese es mi deseo.

Mi nombre es Abdoulaye Barry y soy de Senegal. Llegué a Zaragoza en 2008 a trabajar en la Exposición Internacional con

un contrato del gobierno de mi país.

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No.17 • noviembre 2013 • enero 2014

De Marruecos a España

Un agujero oscuro en la frontera sur

El gobierno de España hizo de la deportación ilegal de migrantes africanos a Marruecos una práctica habitual. Después del maltrato en dependencias policiales son deportados a la frontera con Argelia y abandonados en el desierto.

Texto original: Manuel Lario • Foto: Oscar Llago

• 5 •

Murcia, España. Melilla y Ceuta, ciudades bajo soberanía española en el norte de Marruecos,

forman una de las fronteras europeas terrestres más singulares. Frontera entre antiguos colonizador y colonizado; entre el cristianismo y el islam; entre la Unión Europa y África; entre el rico norte y el sur empobrecido. La tensión entre los que buscan mejores oportunidades en Europa y los que los impiden es constante.

Desde 2005, cuando centenares de personas intentaron por primera vez saltar las vallas que protegen la frontera, la represión aumenta. En este episodio, al menos 16 inmigrantes murieron y decenas quedaron heridos. Las fuerzas de seguridad marroquíes detuvieron a más de cuatro mil subsaharianos en los alrededores de Ceuta y Melilla. Los detenidos fueron deportados hacia las fronteras del desierto saharaui y abandonados allí.

Una ley que no se cumple

Ocho años más tarde, después de varios enfrentamientos entre policía e inmigrantes, el Presidente de Melilla, Juan José Imbroda, reclama

la reforma de la ley de extranjería para devolver automáticamente a Marruecos a todos los que entren a la ciudad de forma “violenta”. De ser atendida la petición, las garantías legales existentes quedarán anuladas.

Según la ley española, los inmigrantes africanos o asiáticos que llegan a suelo español no pueden ser devueltos directamente a Marruecos. La ley obliga el ingreso en los Centros de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI ), mientras se espera la solución de las demandas de asilo - denegadas en su gran mayoría. Los inmigrantes entran en un limbo que puede durar varios años a la espera del traslado a la península.

La norma es militarizar

La militarización de la frontera y el refuerzo de las vallas y sistemas de seguridad son crecientes. Por 20 millones de euros instalaron aspersores de gas lacrimógeno, cámaras de vigilancia y sensores de sonido, de movimiento y térmicos. Un sistema de alarma temprana alerta a la Guardia Civil sobre la aproximación de personas a dos kilómetros de la

frontera. En el otro lado y con financiamiento de la Unión Europea (UE), el ejército marroquí estableció numerosos puestos de vigilancia y campamentos militares.

El blindaje funciona, pero también aumenta las muertes y el sufrimiento de los inmigrantes. Y no detiene los intentos de entrada, que siguen con grupos reducidos por tierra, a nado cerca de la costa, con la ayuda de motos acuáticas u ocultos en dobles fondos de vehículos.

Durante el cuarto encuentro por los derechos de los refugiados y solicitantes de asilo, celebrado en septiembre de 2013 en Rabat, se constituyó una red de organizaciones marroquíes en defensa de los derechos de los refugiados y de los inmigrantes subsaharianos. La red nace en un momento decisivo para la situación de las personas refugiadas y solicitantes de asilo en Marruecos. Una de sus primeras acciones fue convocar una marcha hacia la frontera de Ceuta en recuerdo del octavo aniversario de los acontecimientos ocurridos en las vallas en 2005. Ocho años después, su caza y persecución continúa.

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No.17 • noviembre 2013 • enero 2014

Entrar a Estados Unidos

Unos son la carnada y otros son los que pasan

Al llegar a la línea te encuentras con un terreno baldío, grande, parecido a un cementerio, lleno de cruces. Los que cruzan, clavan su cruz.

Testimonio recogido en la Ciudad de México por Sergio Adrián Castro BibriescaFoto: Murphy Woodhouse

Eran las nueve de la mañana, íbamos tres en un carro además del conductor, no conocía a los que

iban conmigo. En el camino desayunamos y el coyote me dijo que tenía que comprarme ropa de cholo, para vestirme como los del otro lado. Me disfracé para que no me deportaran. Compré una camisa, un pantalón y tenis. Me daba miedo, pero intentaba verme seguro.

Los que conoces te dicen que te encomiendes a la Virgen y te dan a su manera sus bendiciones. Al llegar a la línea te encuentras con un terreno baldío, grande, parecido a un cementerio, lleno de cruces. Los que cruzan, clavan su cruz. Pones tu nombre, la fecha, y atrás tus metas - trabajar y regresar con bien. Cuando regresas bien, quitas la cruz como un símbolo de agradecimiento, y cuando no lo logras o falleces en el intento, es el único medio para saber algo de ti, y de todos los que intentaron cruzar.

Cuando llegué a la línea vi que muchos esperaban el

momento justo para

entrar. Una gran fila, todos con gran actitud. Cuando pasas, la misma gente de ahí te anima, te apoya y te da la buena vibra.

Para entrar a los Estados Unidos hay algunas formas: la primera es por la línea, en auto, te consiguen papeles de gente que se parezca a ti; la otra es meterte a la cajuela, los autos vienen equipados con oxígeno; también puedes entrar nadando o caminando por el desierto. Yo brinqué el muro. Primero pasaría por la línea pero no se pudo; luego me meterían a la cajuela, pero yo no quise, porque yo veía como morían personas, ya que algunos te dejan en el auto, abandonado.

Ya era tarde, casi noche, llegué a Santa Ana, en California, una mujer me pasó hasta allá. Cuando cruzas del otro lado, antes de entrar a las ciudades hay otro retén para los inmigrantes que pasaron el primer filtro. Antes de pasar nos rebasó una camioneta con las luces apagadas, señalizó con las luces y se fue. Las tres unidades de policía que se acercaban siguieron a esa camioneta, lo que nos dejó el camino libre. Pasamos todos los que pudimos. Me dijeron que unos son la carnada y otros son los que pasan. Los nuevos normalmente son la carnada. Yo tuve la suerte de pasar rápido. Eran las cuatro de la mañana y yo llegaba a mi destino.

Me fui para los Estados Unidos en octubre de 2002. Dejé mi país porque me orillaron las necesidades económicas, las deudas, la desesperación de querer comprar algo y no poder. Cuando fui me emocionaba llegar a un país primermundista, porque cumpliría el sueño americano. Mi idea era quedarme por allá y ayudar a mis padres.

Encontré trabajo en la construcción, ahí trabajé tres años. El primer problema fue el idioma, no entendía mucho, tardé como seis meses en entender completamente las órdenes de mi jefe.

Uno piensa que de regreso encontrará todo igual, a tus padres igual de fuertes, a tus amigos en el mismo rollo, pero no, el tiempo pasa y adaptarse es lo más difícil al regreso.

Me llamo Rafael Martínez Ramos y tengo 31 años. Soy ingeniero petrolero y ya trabajo, no me va mal. Pienso regresar por mi cruz allá en la línea. La cruz la dejas con la virgen como agradecimiento por cuidarte en el camino y allá, en los Estados Unidos.

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Un reciente estudio de la Universidad de Arizona encontró que una de cada cuatro personas deportadas tenía un hijo menor de 18 años que era ciudadano estadounidense.

En 2012, la mayor parte de los cuerpos de migrantes fue identificada a través de las licencias de conducir o por sus pertenencias. Es un método inexacto, porque los objetos pasan de una mano a otra en el proceso de migración.

Sin la prueba de ADN, es imposible que las familias sepan con certeza lo que sucedió a sus seres queridos, como señala Marta Iraheta, cuyo sobrino desapareció en el desierto: “ellos encontraron un cadáver que estaba en los huesos. Necesitamos el ADN para saber que en realidad era él, pero en Texas no hay ADN. Sin eso no podemos hacer nada”.

Los familiares, los activistas locales y grupos humanitarios luchan no sólo para que los muertos sean identificados, sino para que los migrantes ya no mueran en su intento por cruzar la frontera. Esto implica alejarse de la aplicación de políticas de migración que militarizan e implementar otras que respeten los derechos humanos.

*Este artículo fue publicado originalmente en inglés en el Programa de las Américas

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De México a Estados Unidos

• 7 •

Texas, Estados Unidos. Las muertes de migrantes en la frontera se encuentran en su punto más

alto en Texas. En las últimas dos décadas, miles de hombres, mujeres y niños murieron en sus intentos por atravesar la frontera entre Estados Unidos y México. El Congreso de Estados Unidos presiona para que se incremente la “seguridad” en la frontera, que causa más muertes.

Los “obstáculos” en el camino de los migrantes sin papeles incluyen daños físicos, enfermedad y muerte. Para las familias, la muerte de sus seres queridos no siempre es el final del viaje, ya que muchos cuerpos encontrados en el desierto no son identificados, y los migrantes quedan como desaparecidos.

Las actuales “desapariciones” son producto de la letal mezcla entre las políticas de inmigración de Estados Unidos, su aplicación en la frontera y políticas económicas neoliberales en la región, como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y el Tratado de Libre Comercio de Centroamérica (TLCC), que desplazaron tanto a campesinos como a trabajadores urbanos.

La muerte de migrantes aumenta aun cuando el número de gente que intenta cruzar la frontera Estados Unidos-México disminuye. En 2012, la Universidad de Arizona reportó 463 migrantes muertos en el conjunto de los estados fronterizos. Es el número más alto desde 2005, cuando la patrulla detuvo tres veces más migrantes que en 2012.

El aumento de muertes en la frontera debe ser visto en el contexto de una creciente criminalización de la migración en Estados Unidos. El número de deportaciones alcanzó su ápice en 2012, cuando el Control de Aduanas y Migración (ICE, por sus siglas en inglés) reportó más de 400 mil deportaciones.

Estas políticas dividen familias, separan a miles de padres y madres de sus hijos, quienes tienen la ciudadanía. Entre 2010 y 2012, más de 200 mil deportaciones involucraron a padres y madres con hijos que contaban con la ciudadanía estadounidense.

De sin papeles a no identificado

La muerte de migrantes aumenta aun cuando el número de gente que intenta cruzar la frontera Estados Unidos-México disminuye. En 2012, la Universidad de Arizona reportó 463 migrantes muertos en el conjunto de los estados fronterizos.

Texto original: Christine Kovic • Traducción: Amaranta Cornejo HernándezFoto: Murphy Woodhouse

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• 8 •

Desinformémonos Revista Barrial es posible gracias al apoyo de:

CGT Valencia y CGT Murcia.

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Fortalecimiento de ideas

Page 9: Nadie es-ilegal-revista-des informemonos

Entre la crisis y la violencia fascista

En la Grecia en crisis, el fascismo gana fuerza con un discurso de “protección” a la nación y la violencia llega a la capa más vulnerable de la población: los migrantes.

Texto original: Gloria Muñoz Ramírez • Foto: Simela Pantzartzi

Los de debajo de abajo en una Grecia

sumida en la peor de sus crisis económicas

son los migrantes. Vienen de Afganistán,

Irak, Bangladesh, Albania, Pakistán y un

etcétera que abarca naciones en conflicto

de África del norte y Medio Oriente. La crisis, es

cierto, pega parejo, pero más a los que llegaron de

lejos y además de sobrevivir en el desempleo, ahora

son víctimas de la violencia feroz protagonizada por

grupos fascistas que se fortalecieron en este periodo

de austeridad. No son nuevos los ataques, pero ésta

es una embestida acompañada de un crecimiento

histórico de Alba Dorada, partido que los representa, y

que obtuvo un histórico siete por ciento en el proceso

electoral de junio del 2012.

Los integrantes de Alba Dorada salen en grupos a las

calles, siguen a algún migrante, lo muelen a golpes

y se van sin que intervenga la policía. En los barrios

de Neos Kosmos, Kalithea, Agios Panteleimonas y

Pérama, entre otros, casi todos los días se registran

No.17 • noviembre 2013 • enero 2014

agresiones en un ambiente de ultranacionalismo que

legitima su discurso y envalentona a los agresores en

las calles.

En Pérama, un barrio de astilleros en el que se

registró en el 2012 hasta 90 por ciento de desempleo

(no era momento de construir barcos), los fascistas

entraron a la casa de unos pescadores egipcios y

les dieron una paliza que los envió al hospital. En

otro caso, ingresaron a una tienda en Kipseli, barrio

céntrico de Atenas, y arrasaron con todo. A otro

migrante lo siguieron y lo atacaron en un pequeño

establecimiento de sublaki (comida popular griega)

en el barrio de Kalithea. A otros más dentro de los

vagones del Metro.

La crisis económica le infunde a la ultra derecha un

discurso que puede explicar su fortalecimiento: “Hay

muchos migrantes que ocupan las plazas de trabajo

de los griegos, además roban a la gente en las calles

y, por tanto, hay que acabar con ellos”. Los fascistas

ahora ofrecen también “protección” a la población.

Acompañan, por ejemplo, a una viejita al banco para

que “no sea agredida en el camino”. También hacen

algo más complejo: si el dueño de un departamento

no recibió la renta de parte de unos migrantes, llama

a Alba Dorada y una semana después la ultraderecha

le entrega las llaves de su departamento, el cuál ha

sido pintado y arreglado por ellos y, por supuesto, un

sobre con el dinero que se les debía. La forma con la

que lo consiguieron no importa.

Es alarmante y es verdad: un sector de la sociedad

griega se corre a la

ultraderecha como

una de las tantas

consecuencias de

la crisis.

De Medio Oriente a Grecia

Page 10: Nadie es-ilegal-revista-des informemonos

Africa a España

6.7 mil

Cuba al Mundo

35 mil

Centro America a EUA

400 mil

México

Estad

os Un

idos

Canad

á

Brasil

Espa

ña

Franc

ia

Grecia

Italia

México

Centro

Ameri

caCub

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ana

Ruman

ia

Medio

Oriente Ira

nPAISES DEORIGEN

PAISES DEDESTINO

(Cifras estimadas de cruces transfronterizos sin papeles al año)

México a EUA

390 mil

Page 11: Nadie es-ilegal-revista-des informemonos

https://www.facebook.com/pages/Red-de-apoyo-a-sin-papeles-Aragón/212009785503543http://www.movimientomigrantemesoamericano.org

http://www.antiracistfestival.grhttp://www.cdhic.org.br

http://brigatesolidarietaattiva.blogspot.mxhttp://www.justicia4migrantworkers.org

http://garmentworkercenter.orghttp://9emecollectif.net

http://www.kmii-koeln.dehttp://toronto.nooneisillegal.org

http://www.noii.org.ukhttp://www.amdh.org.ma/sphttp://ciesno.wordpress.com

http://www.ggua.de

Organizaciones de apoyo a migrantes en el mundo:Red de Apoyo a Sin Papeles.Movimiento Migrante MesoamericanoFestival AntirracistaCentro de Derechos Humanos y Ciudadanía del MigranteBrigada de Solidaridad ActivaJusticia para trabajadores migrantesCentro de Trabajadores de CosturaNoveno colectivo de los sin papelesNadie es ilegalNadie es ilegal Nadie es ilegalAsociación marroquí de derechos humanosCampaña por el Cierre de los Centros de Internamiento de Extranjeros, Cie’s NoAsociación Civil de Apoyo a Refugiados de Münster

Aragón, EspañaMesoamerica

GreciaBrasilItalia

CanadáEstados Unidos

FranciaColonia AlemanaToronto, Canadá

Reino UnidoMarruecos

EspañaAlemania

Africa a Italia

17 milAfrica a Europa

73 mil

Medio oriente a Grecia

22 mil

Asia a EUA

430 mil

VIDAS CRUZANDO FRONTERAS

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No.17 • noviembre 2013 • enero 2014

De Bolivia a ningún lado

“Yo me quedo aquí”,un taxista en Cochabamba

Raymundo tiene 35 años de edad y desde hace diez vive en Cochabamba. Renunció a emigrar a otro país porque tiene la esperanza de poder “cambiar las cosas para que estemos mejor”.

Testimonio recogido en Cochabamba, Bolivia, por Matteo Dean • Foto: Brisa Araujo

• 12 •

La difícil situación económica de Bolivia hace que la emigración hacia países vecinos, principalmente

Argentina y Brasil, sea grande. Aunque la situación es dramática, muchos todavía tienen la esperanza de mejorar su situación sin la necesidad de irse. Raymundo es uno de ellos.

Soy Raymundo, nací en Potosí, sur de Bolivia. Tengo 35 años y vivo desde hace diez en Cochabamba. Aquí la situación económica es desastrosa, obliga a que muchos migren al extranjero para buscar una vida mejor. Pero hay consecuencias: encuentran segundas familias, olvidan la familia boliviana y su propio origen. Olvidan dónde nacieron, de dónde salieron.

Yo me quedo aquí. Ahora tengo dos trabajos. Trabajo como enfermero en un hospital. Cuando estoy libre trabajo en el taxi, y aún así no alcanza para ahorrar, para tener un lugar digno dónde vivir aquí en Bolivia.Tengo tres hijos. La mayor tiene diez años y el más pequeño, cinco. Para darles una vida decente uno trabaja mucho, hasta el cansancio. Amo a mis hijos, no pienso ni un momento en no hacer todo lo que pueda por ellos.

Con Evo [Morales, presidente boliviano], el gobierno mejoró, pero aún así nuestro salario no alcanza para un plato digno en la casa. A veces la mujer trabaja

también para tener más dinero… Tuvimos malos gobiernos que se aprovecharon de la economía para llenar sus propios bolsillos.

En Potosí hay mucha riqueza. Están empresas privadas que sacan minerales del suelo y en todos estos años no dejaron nada. Las cosas siguen iguale, no se ve cambio. Allá viví mi infancia.

Hay que ser optimistas. El gobierno no es el mejor, pero la oposición es peor. Evo Morales dice ser indígena, pero no habla una lengua indígena. Habla bien cuando está en el exterior o cuando recibe visitas, pero aquí las cosas no son perfectas como él dice.

Hay demasiados pobres y muchas protestas también. En el sur protestan en contra de las minas. Aquí protestaron por el agua. Y el gobierno no siempre escucha.

Hace diez años vine a trabajar. Vine sólo, alcancé a mi hermana que vivía aquí e hice mi familia. No quise ir a otro país porque cuando la gente se va, se olvida de lo que tiene aquí. Construyen otra familia. Yo prefiero esforzarme aquí en Bolivia para mejorar la situación, en lugar de buscar en otros países.

Eso es mendigar, ¿no? Y todavía la gente te trata mal en el extranjero. No eres digno de que te traten bien.

Y de repente te quitan el trabajo. ¿Y si te quedas sin trabajo?, ¿qué haces? O te regresas, o haces cosas malas. Ahora trabajo aquí, aporto aquí. Quiero cambiar las cosas para mejorar, para que no haya pobres, ni la necesidad de salir del país, abandonar tu tierra y tu gente.

También aporto para mi pensión, porque cuando uno es grande necesita descansar. Los hijos se dedican a sus familias, tienen que hacer lo suyo. Muchos mendigan; o trabajan, pero se jubilan. Abuelitas venden lo que pueden porque no tienen con qué vivir.

Es una lástima, tantos países se aprovecharon de nuestra materia prima, y mira cómo estamos.

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No.17 • noviembre 2013 • enero 2014

manera, son excluidos de algunas previsiones de la legislación laboral por su estatus migratorio temporal y su ocupación laboral (jornalero).

La organización comunitaria Justicia para Trabajadores Migrantes, con sede en Canadá, se organiza con trabajadores agrícolas de diferentes países de Latinoamérica, Asia y el Caribe. Sus principales demandas son el derecho a la regularización y protección total en la legislación laboral provincial; y abolición de los programas de empleo temporal impulsados por el sector industrial, ya que crean un sistema de servidumbre impuesta y acceso igualitario a todos los servicios y prestaciones sociales.

Independientemente del número de años que un jornalero migrante haya trabajado en Canadá y de los lazos que desarrolló ahí, no tiene la opción de solicitar residencia permanente o ciudadanía. “Canadá sólo nos quiere por nuestro trabajo, cuando ya no servimos nos despiden con una patada en el trasero”, afirma Ricardo, un trabajador originario de Oaxaca que después de trabajar por ocho años consecutivos en un invernadero de jitomates, desarrolló cáncer de sangre, fue despedido y regresado a México.

De México a Canadá

Las ilusiones rotasy los bolsillos vacíos

Ricardo, un trabajador originario de Oaxaca, después de servir a su patrón por ocho años consecutivos en un invernadero de jitomates, desarrolló cáncer de sangre, fue despedido y regresado a México.

Adriana Paz Ramírez • Fotos: Justice for Migrant Workers (J4MW)

• 13 •

Además de trabajar jornadas de más de 14 horas por 24 dólares al día y de vivir en malas

condiciones - como en trailers sin calefacción, con baños portables completamente obstruidos, los trabajadores migrantes en los campos canadienses contratados a través del Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales (PTAT), enfrentan la amenaza de deportación si reclaman mejores condiciones.

“En México somos pobres pero vivimos con dignidad. No dormimos en el suelo como animales”, dijo Adán cuando supo que al día siguiente sería deportado a su país, después de organizar una huelga en la granja de arándanos en la que trabajaba. Su compañero Daniel añade: “Nos regresamos a México con las ilusiones rotas y los bolsillos vacíos, pero con la frente en alto. Nos rehusamos a vivir y trabajar como animales”.

El PTAT es parte de un tratado binacional entre Canadá, México y los países del Caribe. El tratado con México fue firmado en 1974. El programa fue instituido como respuesta a la aparente escasez de mano de obra laboral (barata) en la industria agrícola canadiense y fue implementado como una “solución temporal”. Actualmente existen más de 25 mil trabajadores en todo el país que llegan anualmente a trabajar en los cultivos de frutas, verduras y hortalizas.

Aunque el programa satisface la necesidad de mano

de obra de los granjeros canadienses, debilita los derechos y restringe severamente la movilidad laboral y las oportunidades de los trabajadores. Un jornalero agrícola migrante llega a Canadá con una visa de trabajo cerrada para trabajar por hasta ocho meses. Antes de dejar su país, el trabajador debe firmar un contrato individual con el patrón en el que renuncia a su derecho de buscar mejores condiciones de trabajo y vivienda.

Miedo y repatriación son las constantes que rigen en el PTAT. Cuando los trabajadores se enferman o se accidentan, son enviados a México antes de apelar la decisión o buscar atención médica apropiada. De igual

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De Centroamérica a México

El Estado mexicano, cómplice de los secuestros de migrantes centroamericanos

Un caso paradigmático de la violencia contra migrantes es la masacre de San Fernando, ocurrida en el norteño estado de Tamaulipas en 2010 –cuando 72 migrantes fueron asesinados por el crimen organizado.

Texto original: Adazahira Chávez • Fotos: Prometeo Lucero y Clayton Conn

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México, DF. El Estado no es cómplice sólo por omisión en las desapariciones forzadas de

migrantes en tránsito por México, ya sean nacionales o de otros países: “está en connivencia, hay participación”, afirma Camilo Pérez Bustillo, integrante del equipo de trabajo del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) y profesor-investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

Se trata, explica el investigador, de una complicidad estructural transnacional entre los países de origen, tránsito y destino implicados, en la que a México le toca “hacer el trabajo sucio y ampliar la política migratoria de Estados Unidos en su propio territorio”. La militarización de la frontera deja a las compañías estadounidenses privadas un negocio de cerca de 46 mil millones de dólares.

Los migrantes en tránsito por México son 95 por ciento centroamericanos de origen hondureño, nicaragüense, salvadoreño y guatemalteco, y la cifra oscila entre 400 mil -según cálculos independientes-,

y un mínimo de 171 mil por año, de acuerdo con datos difundidos por el Estado mexicano. México detuvo tan sólo en 2009 a 65 mil personas en tránsito, y casi la totalidad fueron deportados.

Complicidades oficiales

Pérez Bustillo explica que el informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) sobre los secuestros entre 2008 y 2009 señaló la participación de autoridades mexicanas en el secuestro de al menos 91 migrantes. En estos casos, los migrantes mencionaron que tenían conocimiento de que la policía estaba en contacto con los secuestradores.

Un caso paradigmático de la violencia contra migrantes es la masacre de San Fernando, ocurrida en el norteño estado de Tamaulipas en 2010 –cuando 72 migrantes fueron asesinados por el crimen organizado. “No es posible que el gobierno no sepa que grupos de decenas de personas son secuestradas ante sus narices. Hay una impunidad total del Estado:

al día de hoy no hay un sólo responsable indiciado por este hecho. Es negligente e irresponsable”, acusa Pérez Bustillo. Esta masacre solamente es comparable a la ocurrida en Acteal en 1997, considera el jurista.

Seres “desechables”

Para los Estados los seres humanos son mercancía desechable, define el investigador. Esto explica su comportamiento “criminal” ante el fenómeno. “Los migrantes son estructuralmente necesarios para generar riqueza, pero desechables porque siempre habrá más” señala Pérez Bustillo, que compara las masacres con los viajes de barcos de esclavos o “negreros”, donde las personas eran arrojadas al mar cuando se volvía “costoso” mantenerlas por enfermedad o escasez de comida.

No.17 • noviembre 2013 • enero 2014

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Lo soñé y fue una forma de comunicarnos

Soy de Nicaragua, me llamo Ana María Valdivia y vengo en busca de mi hijo Jorge Luis Cardoza, desaparecido hace seis años. El 8 de junio de 2006 partió de Nicaragua buscando una mejor vida y el 27 de ese mismo mes fue su última llamada desde Matamoros, Tamaulipas.

Cuando cruzaron el Río Bravo, caminaron toda la noche y antes de amanecer mi hijo se quedó. Me dijeron que lo dejaron por el camino porque iba la migra sobre ellos. Eran más de 30 migrantes y tres polleros. El pollero responsable dijo que mi hijo no está muerto, porque recorrió el camino de regreso y no encontró su cuerpo.

Creo que mi hijo está preso y que no murió, sin embargo no hay registro alguno de él.

Lo que me motiva a seguir buscando es saber que mi hijo vive. Lo soñé hace un tiempo, estaba tras las rejas, creo que fue una forma de comunicarnos.

No.17 • noviembre 2013 • enero 2014

De Centroamérica a Estados Unidos

“En México les perdimos el rastro, pero nuestros hijos están vivos”

Tres madres centroamericanas que recorrieron México con la esperanza de encontrar a sus hijos migrantes,cuentan la historia de cómo los perdieron, y su incansable lucha por recuperarlos.

Testimonios recogidos en la Ciudad de México por Amaranta Cornejo Hernández • Foto: Prometeo Lucero

México, DF. El largo camino de Centroamérica a Estados Unidos se hace casi imposible cuando

es recorrido en La Bestia- el tren al que se trepan los migrantes en la frontera sur de México, el país en medio del camino. El Movimiento Migrante Mesoamericano (MMM) estima que desde 2007 se registraron en este trayecto 140 mil desapariciones forzadas de migrantes. Del otro lado de la historia están sus madres, quienes no pierden la esperanza de encontrarlos. Aquí se presentan tres historias.

Sé que él está vivo

Mi hijo se llama Eugenio Marcelino Juárez Gómez, desapareció en el 2002. Hace tres años me marcó por última vez desde Tijuana, me pidió que le mandara su acta de nacimiento. Se la envié e intenté comunicarme con él, pero ya no respondió. Lo volví a intentar, pero no tuve respuesta.

Eugenio tenía 17 años cuando se fue a buscar mejor suerte a los Estados Unidos. Me dijo que me compraría una casa con lo que ganara. Tengo mucha

fe en que la vida de mi hijo esté intacta, todos los días rezo por él, y también por los demás hijos y las demás madres que andamos en esta lucha.

Me llamo Narcisa Socorro Gómez y soy de Nicaragua. Tal vez hoy no reciba noticias de él.

Me decía que tenía miedo de cruzar México

Vengo de Honduras y busco a mi hijo Óscar López Enamorado, quien se fue en 2008 con destino a los Estados Unidos. Óscar estudiaba, pero la situación en Honduras es muy difícil, porque casi no hay empleo.

Entre 2008 y 2010 perdimos la comunicación, hasta que él habló por teléfono desde Puerto Vallarta. Óscar tiene 22 años.

Las autoridades de Honduras no nos ayudaron en nada, ni tampoco las de México. Mi hijo ya no llegó a Estados Unidos y se quedó trabajando en una casa ayudando en lo que se necesitaba, pues me decía que tenía miedo de cruzar México.

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No.17 • noviembre 2013 • enero 2014

Roma, Italia. El sector agrícola es casi la única posibilidad de trabajo para quien llega a Italia sin

papeles, sobre todo en el sur. En Campania, Calabria, Puglia y el Lazio, zonas donde la economía y la política se relacionan con las mafias, hay lugares donde las condiciones del trabajo migrante son muy cercanas a la esclavitud.

Anna y María, integrantes de las Brigadas de Solidaridad Activa (BSA), explican en entrevista con Desinformémonos que las leyes italianas sobre migración crean muchas dificultades para que las personas se regularicen. Quienes sufren más esta situación son los africanos, sobre todo los que vienen de países del África Subsahariana: Ghana, Gambia, Senegal, Burkina Faso, Nigeria, Eritrea, entre otros.

Las Brigadas de Solidaridad Activa defienden que el sector agrícola no tiene por qué ser un laboratorio político y económico: “Mucho de lo que ensayaron ahí lo aplican a los trabajadores italianos. Se aprovechan

de la gente que abandonó el campo en otros países para ejercer presión sobre los salarios. Suena simple, pero es una dinámica compleja que crea una guerra entre los pobres”, acusan.

Los migrantes recién llegados duermen donde pueden hasta que los reclutan los caporales – mediadores entre los terratenientes y la mano de obra. A los migrantes se les obliga a permanecer en casas abandonadas o campamentos improvisados en medio de los sembradíos. Se les retiene el pasaporte hasta que termina la cosecha. Además de trabajar entre 12 y 15 horas al día, deben pagar el hospedaje y los alimentos; el transporte que los lleva a recolectar y, por si fuera poco, deben entregar al caporal un porcentaje de lo que ganan al día como pago por la “oportunidad” de trabajar.

“Ante esta situación, además de impulsar la auto organización al interior del campo”, explica María, “informamos a los trabajadores sobre sus derechos, porque la gran mayoría los desconoce. Nosotros

De África Subsahariana al sur de Italia

El recorrido semi esclavo en los campos agrícolas

“Es necesario conectarse con otras luchas. No son los migrantes a quienes tenemos que ayudar en una formamuy humanitaria: somos trabajadores todos. Italianos y migrantes juntos”.

Alejandro González Ledesma y Gloria Muñoz Ramírez • Foto: Simona Granati

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La película La-bàs, educación criminal, del director italiano Guido Lombardi, habla de uno de los muchos aspectos de la migración en su país. Un joven artista africano se muda a Italia en búsqueda de una mejor situación, pero se encuentra con la violencia y la discriminación impuesta a los inmigrantes en el país europeo.

fomentamos la organización autónoma de los trabajadores. Los acompañamos pero jamás los guiamos. Les damos los instrumentos informativos para que se organicen”, continúa.

Para la derecha, la migración es uno de los puntos más delicados en la agenda. Aprobaron leyes que vuelven todavía más difícil la situación de los sin papeles. “Si tú, como italiano, aceptas una ley que vuelve permanente la irregularidad, ejerces presión sobre tu trabajo regular, te bajan poco a poco tu nivel de vida y te ponen a competir con mayores desventajas”, señala Anna.

“Es necesario conectarse con otras luchas. No son los migrantes a quienes tenemos que ayudar en una forma muy humanitaria: somos trabajadores todos. Italianos y migrantes juntos”, defienden.

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Me llamo L. Tengo 36 años y vengo de Túnez. Llegué a Francia el 20 de junio de 1998 con una

visa de turista. Vine para ganar un poco de dinero para ayudar a mi familia en Túnez; somos muy pobres. Después mi mujer vino con una visa de estudiante y ahora tenemos un niño. Tuvimos muchas dificultades para casarnos porque no tenemos papeles. Finalmente encontramos un alcalde del Partido Comunista que aceptó hacerlo.

Tuve muchos problemas para trabajar. De 1998 al 2003 no estaba declarado y trabajaba en restaurantes o en mercados. Los patrones se aprovechaban de nuestra situación de sin papeles para explotarnos. Trabajaba 16 horas por día por 15 euros (260 pesos mexicanos). El restaurante cerró y los últimos meses no nos pagaron.

También somos explotados con la vivienda. Pagamos en efectivo y la renta aumenta sin cesar. No podemos protestar. Estamos sin papeles, de ilegales, no podemos denunciar para defender nuestros derechos.

Tuve muchos problemas con la policía. Varias veces me controlaron en los mercados. Di nombres falsos, decía que no traía mis papeles conmigo. Pero ya me arrestaron dos veces. Trabajaba para una empresa de limpieza cuando los policías me detuvieron en la calle. El Noveno Colectivo de los Sin Papeles, una asociación en defensa de los migrantes, presionó con reuniones frente a la Comisaría donde me tenían. Y me liberaron. La presión contra nosotros es cotidiana, cada mañana le digo a mi esposa que no sé si regresaré. Vivimos con este miedo permanente. Evito los lugares donde hay más policías pero hay controles donde sea.

Me uní al Noveno Colectivo de los Sin Papeles en el 2004 porque tenía un amigo ahí y porque es uno de los colectivos más activos. Uno se siente menos solo cuando actúa con otros. Luchamos para tener nuestros papeles. Multiplicamos las ocupaciones, las manifestaciones, pero cada vez es más difícil tener papeles y la política del gobierno es cada vez más represiva. Yo no quiero regresar a mi país después de 15 años, sin nada para mi familia. Hoy las mercancías circulan cada vez más fácilmente, nada más a los seres humanos los bloquean en las fronteras.

No.17 • noviembre 2013 • enero 2014

De Túnez a Francia

Uno se siente menos solo cuando lucha con otros

L. es uno de los cientos de miles de sin papeles que viven en Francia. Empujados por necesidades económicas, dejaron sus países para enfrentar un viaje muy arriesgado, llegar a Francia y buscar cómo sobrevivir y enviar dinero a la familia.

Testimonio recogido en París, Francia, por Francois Xavier Fournier • Fotos: Simona Granati

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No.17 • noviembre 2013 • enero 2014

De Irán a Estados Unidos

Pintando casas en Las Vegas, huyendo de la violencia de mi país

En Las Vegas muchos migrantes recogen botes de aluminio en los contenedores de basura para venderlos en una recicladora. Te pagan un dólar la libra. Aquí ya no hay trabajo, por eso muchos se están regresando a sus países.

Testimonio recogido en Las Vegas, Nevada, por Luis Fernando Muñoz Ramírez • Fotos: Alejandro Muñoz y Moisés Quintana Guerrero

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Desde hace 30 años vivo en Estados Unidos, llegué a los 12. Yo nací en Teherán, la capital de Irán. Me

llamo Rani Sarefi y vine con mi familia en busca de una mejor vida, huyendo de la violencia en mi país. Ahora vivo en Las Vegas, aquí trabajo como pintor, pero ya casi no hay trabajo, por la crisis.

Allá en Irán hay mucha discriminación entre musulmanes y cristianos. Y cuando llegué a Estados Unidos me di cuenta de que aquí también hay mucho racismo contra los negros y mexicanos.

El gobierno en Irán es muy corrupto, se queda con todo el dinero del pueblo. Ahí el pueblo es muy pobre y hay gente muy pero muy rica. Los cristianos en Irán, como mi familia, no tienen muchas oportunidades porque somos minoría. Hasta nuestra literatura es ilegal.

Mi familia emigró a Estados Unidos hace 30 años, cuando todavía era fácil venir a este país. Llegamos de manera legal. Un tío que ya vivía aquí tramitó los papeles de toda la familia: mamá, papá e hijos. En todos estos años viví en San Francisco, California; y en Las Vegas, Nevada. Aquí ya tengo diez años.

En Las Vegas también hay mucha discriminación, tan sólo por la apariencia y por nuestro lugar de origen. Aunque tengas los papeles en regla te discriminan.

Como soy legal y no tengo trabajo, me cubre el seguro de desempleo con 370 dólares a la semana. Me alcanza para la renta y para comer. Tengo tres hijos en California y les envío aunque sea un poco de dinero.

Hace poco estuve tres meses sin trabajo, sin absolutamente nada. Luego conseguí una semana pintando un “lugar para caballeros”, así les dicen en Las Vegas a los lugares donde hay mujeres bailando y sólo pueden entrar hombres. Pero ahora ya acabó el trabajo, y hasta que llegue otro.

En Las Vegas la mayoría trabaja en la hotelería, los restaurantes, los casinos y la construcción. También los migrantes somos los que hacemos el trabajo duro: jardinería, albañilería, pintura, pero ahora ni de eso hay.

Aquí también hay mucha prostitución y drogadicción. Son los gringos los que la consumen y para todos hay.Ahora con la crisis económica cada vez se ponen peor las cosas. Muchos migrantes recogen botes de aluminio en los contenedores de basura para luego venderlos en una recicladora. Ahí te pagan un dólar la libra.

La verdad es que ya muchos se están regresando a México y a los otros países. Aquí ya no hay mucho qué hacer. Muchos pasan horas de jornaleros afuera de los Home Depot, esperando que algún gringo los recoja para ir a hacer un trabajo a su casa. En todas las esquinas te los encuentras.

Yo aquí me quedo, como quiera tengo el seguro de desempleo…

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De Asia a Estados Unidos

El costo humano de la modaLa mayoría de los trabajadores de la costura en Los Ángeles trabajan de 60 a 80 horas semanales con sueldos

menores al salario mínimo, en condiciones dañinas a la salud y bajo muchas formas de hostigamiento.Texto original: Alejandro Reyes Arias • Fotos: David Bacon

Los Ángeles, Estados Unidos. Se les conoce como “los callejones”. Un área colorida y

caótica de 90 cuadras en el centro, con un sabor inconfundiblemente latino. Es el centro de la moda en Los Ángeles y el corazón de la industria de la costura en la costa oeste de los Estados Unidos. Detrás de los aparadores de las tiendas existe una realidad sombría: la explotación de la mano de obra de inmigrantes que trabajan en condiciones que llegan a la esclavitud.

El Centro de Trabajadoras y Trabajadores de la Costura (GWC, por sus siglas en inglés), es el espacio de resistencia a la explotación. Delia Herrera, activista voluntaria del centro, explica que la mayoría de los más de 80 mil trabajadores de la costura en Los Ángeles trabajan de 60 a 80 horas semanales con sueldos menores al salario mínimo, sin prestaciones, pago de horas extras, o descansos reglamentarios, en condiciones dañinas a la salud y bajo muchas formas de hostigamiento, como la amenaza de despidos y denuncias a las autoridades migratorias.

En 1995, la policía de California descubrió un taller de trabajo esclavo a 20 kilómetros de Los Ángeles. Por afuera, parecía un típico complejo residencial suburbano. Adentro, 72 mujeres y hombres tailandeses vivían presos. Los migrantes trabajaban más de 18 horas diarias, siete días a la semana, en cocheras mal iluminadas bajo la vigilancia de guardias armados y rodeados de alambre de púas y rejas de hierro. Los trabajadores cosían ropa para varias de las compañías más prestigiosas del país, vendidas en conocidas tiendas como May, Nordstrom, Sears y Target.

La “liberación” de los 72 trabajadores esclavos - en su mayoría mujeres, todos migrantes indocumentados - recibió amplia cobertura mediática. Mucho menos visible fue su destino. Después de años de esclavitud, los detuvieron las autoridades migratorias y los encarcelaron en una celda común, de donde sólo salían encadenados con grilletes para entrevistas.

El caso reveló los extremos a los que llega la explotación en la industria de la costura en los Estados Unidos. Julie Su, una de las fundadoras de la coalición Sweatshop Watch, observa que ante la amenaza de encarcelamiento y deportación, los trabajadores indocumentados no tienen estímulos para denunciar los abusos. El caso también demostró la necesidad de responsabilizar a los talleres, a las grandes empresas de moda y a las tiendas departamentales que controlan el proceso.

Además de la fragilidad creada por la criminalización de la migración, Delia Herrera explica que el propio sistema crea y promueve divisiones en la clase obrera. Existe la división de raza, particularmente entre latinos y asiáticos, así como la competencia entre trabajadores documentados e indocumentados.

El GWC intenta romper estas divisiones a través de pláticas, talleres y la convivencia comprometida. Los trabajadores se asesoran unos a los otros y participan en actividades conjuntas. “Juntos trabajamos nuestros traumas y compartimos nuestra experiencia con los demás”, cuenta Herrera.

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“La emigración no sólo implica dejar atrás, cruzar océanos, vivir entre extranjeros, sino también, destruir el significado propio del mundo y, en último

término, abandonarse a la irrealidad del absurdo”: John Berger.