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Publicación periódica de los Laicos Publicación periódica de los Laicos Betharramitas de Argentina y Uruguay. Betharramitas de Argentina y Uruguay. ¡Se sostiene con su colaboración! ¡Gracias! n° 3 agosto 2000

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Publicación periódica de los Laicos Publicación periódica de los Laicos Betharramitas de Argentina y Uruguay.Betharramitas de Argentina y Uruguay.

¡Se sostiene con su colaboración! ¡Gracias!

n° 3 agosto

2000

EditorialEditorial La realidadLa realidad nos apremianos apremia

pag 3pag 3

DocumentoDocumento a los a los religiososreligiosos consagradosconsagrados y laicosy laicos

pag 4pag 4

Para unaPara una espiritualidadespiritualidad de de EncarnaciónEncarnación

pag 9pag 9

RetirosRetiros en la vidaen la vida diariadiaria

pag 10pag 10

TestimoniosTestimonios RetiroRetiro FaLaBeFaLaBe

pag 11pag 11

Sobre la Sobre la concienciaconciencia deldel ciudadanociudadano

pag 12pag 12

ContinuaciónContinuación ChristiChristi FidelesFideles LaiciLaici

pag 15pag 15

FaLaBe - Publicación de Laicos Betharramitas de Argentina y Uruguay Edición Alsina 824 (1087) Capital Federal - Buenos Aires Tel/fax 4 342 1315 E’mail [email protected]

FaLaBe en Internet www.geocities.com/betharram

Colaboraron en este número: Padre Daniel R. Martín scj, Eugenia Lascours (La Plata) Marta Gómez (Adrogué)

Los invitamos a colaborar en FaLaBe, con testimonios, reflexiones, cartas de lectores, propuestas para otras notas, y cualquier cosa que pueda in-teresar a la Familia de Laicos Betharramitas. Siempre en la línea de la vo-cación laical y su relación con la espiritualidad y la misión betharramitas. ¡Esperamos sus aportes, gracias!

Los delegados de FaLaBe en cada obra son: Adrogué - Mónica Ponce Catamarca - Gustavo y Roxana Barreiro Coronado - Viviana Gobello Barracas - Gabriela Vázquez La Plata - Eugenia Lascours Rosario - María y Otto Crippa San José - Meche Alonso Santiago - ¿QUIÉN SE OFRECE? Uruguay - Gabriela Núñez

11•12•13 agosto Convivencia Vocacional Ibarre (Coronado)

19 agosto Gran Jubileo de la JuBe (Barracas)

25 agosto Memoria de Beata María de Jesús Crucificado

26 agosto Memoria de Santa Isable Bichier des Ages

8•9•10 setiembre Encuentro Eucarístico Nacional (Córdoba)

14 setiembre Fiesta Exaltación de la Santa Cruz

23 setiembre Campamento de la Juventud Betharramita

Se pondrán a disposición de todos, laicos y religiosos, unos documentos de trabajo para la reflexión tanto personal como grupal. Clarificada la inteligencia, enardecido el corazón y la voluntad, es hora de decisión, hora de concretar lo tan largamente anhelado. Nos acompañe la luz y fuerza del Espíritu de Jesús, del Espíritu de los Hombres y Mujeres Nuevos, que quieren de nosotros San Miguel Garicoïts y la Iglesia, en este Año Santo Jubilar del 2000.

Se es muy conciente, de cierta verdad que existe de hecho, en varias “objeciones” si así pueden llamarse que circulan en el ambiente betharramita. La primera de identidad: ¿quién es quién? ¿quién es laico betharramita? La segunda de pertenencia: ¿quién forma parte del laicado betharramita?

No hubo ni hay aún claridad para responder tanto de la identidad como de la pertenen-cia. Más aún, con la mejor buena voluntad, al desear encauzar la vitalidad laical con la pues-ta en marcha de la “Familia Laical Betharramita” se dio la impresión de crear una “casta”, un “grupo de selectos”, un “grupo de acomodados de turno”... Así muchos se sintieron relegados, peor aún, heridos.

Se insiste, una y mil veces, nada más ajeno a la verdad de la intención de los hechos, pero se reconoce que así sucedió... No se gana nada en echarse unos a otros la culpa, menos aún en buscar “chivos expiatorios”.

Todos somos invitados a mirar la realidad con objetividad, no con subjetividad. Es de-cir, a escuchar, a dialogar, a comprender, a perdonar. Más aún, somos invitados a discernir con verdadero espíritu evangélico.

Se decía más arriba que no hubo ni hay aún suficiente claridad. En eso se quiere en-

trar de lleno. Se quiere dilucidar dudas. Se quiere poner las cosas más en claro, lo más claro posible. Y empezar a caminar tanto a nivel local o de obras, como a nivel general o “provincial”. Se tiene clara conciencia que no será nada fácil lograrlo de entrada. Será un pro-ceso, no cabe duda. Habrá, como es lógico, avances y retrocesos, logros y fallos.

Lo importantísimo será que todos, sin esquivar el bulto, sin ponerse en la platea para mirar y criticar, pongamos el hombro y las manos a la obra. Se necesitan —como buenos bet-harramitas— mentes lúcidas, voluntades decididas, corazones magnánimos.

Con el correr del tiempo y el paso de los acontecimientos, como por ejemplo: el Capítu-lo General de la Congregación, el cierre al cabo de un año del Capítulo Provincial, en concor-dancia con éste, se va lenta y progresivamente clarificando la situación. Por eso, en este pr i-mer número del año 2000, se pone a disposición de ustedes, laicos y religiosos, un primer do-cumento de trabajo.

1º Documento de Trabajo

Del Padre Francesco Radaelli, parte de la evaluación de su generalato y disposiciones del Capítulo 1999.

Al leerlo y analizarlo, téngase presente: 1 De dónde está extraído y cuál es su objetivo. 2 Primordialmente trata de motivar a los religiosos y comunidades al cambio y al desa-

fío que conlleva. 3 Que hay que también encontrar los desafíos explícitos e implícitos para el laicado.

Todo es novedad para unos y otros. Todos deben concretizar los nuevos desafíos. Una cosa es des-cubrirlos y aceptarlos, otra ponerlos pronto por obra.

Otras acciones inmediatas a realizar serán:

1. Concretizar la coordinación general. 2. La motivación en obras de las personas y comunidades de religiosos. 3. La motivación en obras de las personas y comunidades de laicos. 4. El encuentro en obras de ambos, cuando se juzgue razonable.

Acaba de establecerse la coordinación general del laicado betharramita, el 26 de julio. Se de-

cidió no dar a conocer todos los documentos de trabajo, preparados por el Padre Martín, para no precipitar los hechos. Ya hay suficientes malentendidos. Se volverán a reunir en agosto con la pre-sencia del Padre Provincial.

Padre Daniel R MARTÍN scj

CAPÍTULO GENERAL De la presentación del Superior General Francesco RADAELLI

RELIGIOSOS CONSAGRADOS Y LAICOS

UN ACONTECIMIENTO INTERPELANTE Los Superiores Generales enviaron al Sínodo un documento en el cual textualmente se lee: "Estamos de acuerdo que es necesario animar y formar a los laicos que participan de igual ma-nera al mismo carisma que el de los religiosos, buscando las diversas formas de asociación y de cola-boración, conservando la autonomía de encarnación y de desarrollo, conforme al estado laical". Es una prometedora perspectiva de futuro en la que comprometerse con una viva esperanza. En el Sínodo se habló de "la irrupción de los laicos" en la Iglesia como uno de los hechos que caracterizan nuestro tiempo. Esto nos interpela a nosotros también. Es verdad que en estos últimos años nuestra Familia religiosa se ha puesto en movimiento en esta línea. De diversas maneras y en varias Provincias se realizó un esfuerzo en este sentido. QUE PIDE RESPUESTA Pero tengo la impresión de que todos nuestros hermanos no han percibido esta urgen-cia... Decía, más arriba, la necesidad de una inculturación: antes de pedírsela hacer a los demás, es urgente que sea realizada entre nosotros y en nosotros. Es imposible seguir desconociendo el valor y el aporte de los carismas que los laicos tienen y que son llamados a dar para la evangelización. Esto también es un deber de Nuestra Misión. HACE YA 5 AÑOS El Consejo de Congregación de Belén (1995, Los Laicos) se expresaba así en el documen-to final

"El carisma es un don hecho a la Iglesia: no somos propietarios; no debemos tener miedo de compartirlo con los laicos. El contacto con los laicos es una suerte para crecer en humanidad; nos permiten comprender mejor lo concreto de la vida: familia, cultura, economía, política, social, trabajo, dinero... Su presencia puede también ayudarnos a tomar conciencia mejor de nuestra identidad de religiosos de Betharram. Por eso, aceptamos romper nuestros miedos. Por otra parte, nuestro carisma debe permitir a los laicos dar otra luz a su vida familiar, social, profesional, eclesial... si se unen a nosotros no es para seguir estructuras que no podemos mantener, sino para dar un nuevo dinamis-mo a su vida". Concretamente, el Proyecto de Congregación (1995) pide: 1. que nuestras comunidades estén abiertas sin miedo a los laicos, hombres o mujeres, jó-

venes o viejos... hasta en la oración; 2. respetando al mismo tiempo nuestras vocaciones propias, que sepamos acogerlos y es-

cucharlos; 3. cuando trabajamos juntos, no tener miedo de vivir una verdadera corresponsabilidad; 4. que podamos responder a su interrogantes con respecto al carisma, proponiéndoles una

formación si lo desean; 5. cuando sea el tiempo, que pueda haber una participación de los laicos en las reuniones

comunitarias, en las comisiones, en las asambleas y en los capítulos.

COMPLEMENTARIEDAD EN UNA ECLESIOLOGÍA DE COMUNIÓN En esta óptica, he querido, por primera vez, la presencia, como auditores, de algunos lai-

cos asociados, aquí, en el Capítulo. Me parece de importancia vital para todos nosotros recordar lo que se dijo más arriba por-

que hace parte de la eclesiología conciliar poniendo de relieve la complementariedad de las diferentes vocaciones en la Iglesia, llamadas a ser, juntas, testigos del Señor resucitado en toda situación y en todo lugar. El encuentro y la colaboración entre Religiosos y Laicos ma-nifiesta un ejemplo de comunión eclesial y, al mismo tiempo, aumenta las energías apostóli-cas para la evangelización del mundo.

La Exhortación Apostólica Vita Consecrata invita a "hacer más vigorosa la respuesta a los grandes desafíos de nuestro tiempo, gracias al aporte concreto de los diversos dones" (n. 54). Los Institutos Religiosos "han llegado a la convicción de que su carisma puede ser compartido con los laicos, los cuales, por consiguiente, están invitados a participar de manera más intensa en la espiri-tualidad y en la misión del Instituto mismo" (n. 54).

NO MERA ESTRATEGIA

Quiero subrayar que el motivo de esta apertura a los laicos no es y no debe ser una

"estrategia" causada por la disminución del personal religioso (vocaciones), sino un verdade-ro llamado de parte de los Laicos a un servicio pastoral fructífero que nace de la gracia bau-tismal y favorece una mayor y más completa participación armoniosa en la misión evangeli-zadora.

En efecto, la expansión y la variedad del servicio apostólico de los laicos, en nuestro tiempo y en todo el mundo, han tomado dimensiones importantes. Ellos mismos conciben "su ser don" como un ministerio cristiano, valorado por una espiritualidad carismática: por esta razón, desean ser formados, acogidos y enviados para este servicio. Los que estaban pre-sentes en Betharram durante la semana a ellos dedicada, seguramente comprendieron el va-lor, la riqueza que llevaban en ellos, el entusiasmo "de ser" y de "darse". Un deseo profundo de pertenencia, una voluntad concreta de ser y de servir por amor y con amor.

HA LLEGADO EL MOMENTO

Ha llegado el momento, muy queridos hermanos, de comprender que el compartir nuestra

espiritualidad con hermanos laicos, que 'beben' y 'se alimentan' en la misma fuente de espiri-tualidad, conduce a un enriquecimiento común y a hacer vivir en plenitud el Carisma de la Familia Religiosa.

"En efecto, podrá resultar, ante todo, la irradiación de una espiritualidad que lleve a la acción más allá de las fronteras del Instituto" y, "a menudo, profundizaciones inesperadas y fecundas de ciertos aspectos del Carisma". Al mismo tiempo, "los laicos asociados ofrecerán a las familias religiosas la preciosa contribución de su carácter secular y de su servicio específico" (Vita Consecrata, n. 55).

EXIGE SERIA CONVERSIÓN

¡Qué gracia y qué desafío para todos nosotros! Traducir estas afirmaciones de la Exhortación Apostólica en la vida cotidiana exige de

nuestra parte una espiritualidad fuerte, una conversión, un compromiso serio, lo que podría definir "cultura de la colaboración, cultura abierta" de la familia. Lo que implica que, en el conjunto de las motivaciones, debamos añadir un conjunto de valores, relaciones, actitudes y reglas de comportamiento que será necesario cambiar a menudo.

No me parece, pues, exagerado hablar de nuestra "conversión". En efecto, la colaboración con los laicos en la espiritualidad para la misión exige, creo, de nuestra parte, un cambio de mentalidad, una renovación interior y exterior, para saber acoger, servir unidos, aprender unos de otros, responder a las preocupaciones y a las iniciativas mutuas, dialogar sobre obje-tivos personales, comunitarios y apostólicos...

REDESCUBRIRNOS COMO FRATERNIDAD DE CONSAGRADOS

¡Qué importante es, pues, queridos hermanos, "volvernos a ver, redescubrirnos" en nuestra

identidad, en nuestro estilo de vida como personas consagradas, como personas viviendo en comunidad fraterna...

¿Cómo podemos colaborar, abrirnos a los laicos si, entre nosotros, religiosos, no madura el valor de la colaboración, de la acogida, del respeto recíproco?

TODA LA COMUNIDAD ACOGE

La gran labor que tenemos que hacer, lo habéis seguramente comprendido ya, es reforzar

la Comunión fraterna para hacernos capaces, aptos, para agrandar nuestra familia a la colabo-ración con los laicos. La comunidad toda es la que acoge, no solamente el religioso solo.

El laico, como el religioso, debe sentirse en familia 'hermano entre los hermanos', en nom-bre de un principio común: los dos están llamados a ser don de Amor, en el respeto de las vo-caciones propias, basándose en una común y única espiritualidad.

¿QUÉ NOS APORTAN LOS LAICOS?

Un contacto apropiado entre los 'valores específicos' de la vocación laical, como la percep-

ción más concreta de la vida del mundo, de la cultura, de la política, de la economía, etc.; y los 'valores específicos' de la vida religiosa, como la opción radical del 'seguimiento de Cristo', la dimensión escatológica de la existencia cristiana, el sentido de pertenencia, etc., puede lle-gar a ser un intercambio fecundo de dones, una riqueza incontestable para unos y otros. Así se hace la realización concreta de la colaboración entre religiosos y laicos asociados, en el respeto del estado propio, en el seno de la misma familia espiritual, en donde el Carisma y la misión se vuelven riqueza y responsabilidad comunes. Se instaurarán, pues, relaciones fructí-feras, basadas en lazos de madura corresponsabilidad y sostenidas por itinerarios de forma-ción en la espiritualidad de la 'gran familia'.

El encuentro de Betharram (julio de 1997) nos mostró, entre otras, una diversidad de pre-

sencias de laicos betharramitas con cara y 'estilo' heterogéneo. Esto nos invita a reconocer la importancia de un profundo respeto de las culturas y de las modalidades de interpretación y de autonomía de cada grupo particular.

La espiritualidad es única en su originalidad; su aplicación es múltiple: es el valor dinámi-co de un Carisma como don del Espíritu.

DARNOS MEDIOS PRECISOS

En conclusión, para alcanzar el objetivo de una sincera y profunda colaboración y corres-

ponsabilidad, estimo necesario darnos medios precisos. Me permito sugerir algunos: Ø favorecer el crecimiento de comunidades religiosas "ricas en humanidad" con una clara

identidad carismática, asimilada y vivida, disponibles para compartir; Ø favorecer el crecimiento de comunidades religiosas que sepan acoger a los laicos, propo-

nerles una animación y alentarlos a compartir el Carisma y la misión del Instituto, impli-cándolos en su descubrimiento y su actualización, según su vocación laical y según sus di-versos estilos de vida;

Ø favorecer el crecimiento de comunidades religiosas entusiastas y verdaderas y, a pesar de sus límites, dispuestas a comunicar un mismo espíritu, un mismo impulso evangelizador que los anima;

Ø favorecer la presencia de uno o de varios religiosos en cada una de nuestras realidades que asuman la responsabilidad de acompañar y de formar a los laicos;

Ø a este propósito, ¿no valdría la pena poner al día, en este Capítulo, la Regla de Vida? NOVEDOSO DESAFÍO

Creo que es así como nuestra Familia puede llegar a ser un centro de irradiación, de frater-nidad creadora a su vez de fraternidad, en donde los diferentes aportes contribuyan a la cons-trucción del Cuerpo de Cristo, de la Iglesia. Naturalmente, creo importante repetirlo, la más estrecha colaboración debe desarrollarse en el respeto a las vocaciones respectivas y a los es-tilos de vida propios de los religiosos y de los laicos. Al hacer mías las palabras de Juan Pablo II, recuerdo que "Toda la fecundidad de la Vida Religiosa depende de la calidad de la vida fraterna en común. Más aún, la renovación actual en la Iglesia y en la Vida Religiosa se caracteriza por una búsqueda cotidiana de comunión y de comunida-des" (Discurso del 20/11/1992).

FORMACIÓN DE LOS LAICOS

Se trata de realizar en la familia de Betharram el gran desafío del encuentro con el otro, en el es-píritu de S. Miguel: laicos-religiosos, inter-nacional, inter-cultural, para una misión común. Para ello las comunidades deben abrirse a una acogida fraterna, y sentirse, religiosos y laicos, compañe-ros de la Misión. • Los fundamentos de esta formación:

- el intercambio de competencias respectivas de religiosos y laicos - el diálogo así como la enseñanza acerca de la espiritualidad de S. Miguel - un testimonio recíproco de autenticidad - cuestiones vitales y no teóricas - respuestas a las expectativas expresadas - el respeto de los avances y sus necesidades progresivas.

• Los factores de esta formación: - un religioso referente en cada realidad: "verdadero" betharramita, desprendido para esto... - un acompañamiento espiritual de grupo - programación de encuentros de intercambios y profundización, primero local, pero tam-

bién a nivel regional e internacional - un acompañamiento personal - una información sistemática

El Capítulo General quisiera retomar lo que le decía el P. Sorge, en su conferencia: "Frente a todos los desafíos del mundo de hoy, una palabra resume la opción a hacer: for-mación, formación, formación".

LAICOS BETHARRAMITAS En 1993, en las Actas del Capítulo General, podíamos leer: "El Capítulo General subraya la importancia de continuar compartiendo el Carisma con los laicos en cada Provincia y en cada comunidad. Y afirma que este compartir es un enriqueci-miento para la vida de Betharram y para los hombres de hoy". En 1995, el consejo de congregación (Belén) añadía: "Si los laicos se unen a nosotros, no es sólo para seguir las estructuras que ya no podemos sostener, sino para dar un nuevo dinamismo a su vida." En 1999, al principio del Capítulo General, el Superior General escribe en su informe: "Ha venido el momento de comprender que el compartir nuestra espiritualidad con nues-tros hermanos laicos que beben y se alimentan en la misma fuente de espiritualidad, lleva a un enriquecimiento común y a hacer vivir en plenitud el carisma de la familia religiosa". Hablando de "laicos betharramitas", el Capítulo General subraya que hay diferentes formas de participación y de compromiso en nuestra familia religiosa (cf. Vida Consagrada, n", 54, 55, 56, 62). En este "camino betharramita", creemos que: • el carisma betharramita es fuente de unidad en la diversidad. Incluso si nuestras lenguas,

culturas, vocaciones y edades son diferentes, constituimos, sin embargo, una sola familia; • esta unidad se manifiesta en el afecto y apoyo mutuos entre laicos y religiosos; • esta unidad aparece igualmente de manera efectiva viviendo el carisma de San Miguel. un

amor sin límites, que manifiesta la ternura de Dios en la Iglesia como en el mundo; • la oración es esencial en nuestro camino.

La "oración de la disponibilidad" de San Miguel podría ser también la de todos los laicos bet-harramitas. Celebrar las fiestas betharramitas es igualmente una fuente de comunión. • La formación nos parece fundamental para un mejor descubrimiento del carisma y para su

actualización en un mundo frágil, roto... Esta formación debe ser recíproca, entre laicos y re-ligiosos. Tenemos que "aprender unos de otros" (informe del Superior General, abril de 1999). (Ver Actas del Capítulo de 1999, tema de la formación).

Sea cual fuere su forma, la formación debe siempre asociarse a un testimonio de vida. La participación de los laicos en las instancias provinciales e incluso en el Capítulo General responde a las aspiraciones en la formación.

• Sabemos que en ese camino, como familia betharramita, debemos avanzar con paciencia y diálogo para mirar el futuro con esperanza.

Orientación del Capítulo

El Capítulo General propone, en esta perspectiva , que de aquí al próximo Capítulo General, los laicos: - intensifiquen la comunicación entre sí y con los religiosos, utilizando diversos medios a su disposición: en particular la NEF, pero también los boletines provinciales, Internet...

- continuando sus esfuerzos de organización y desarrollo en su Provincia, - encontrándose a nivel regional, - para terminar, encontrándose a nivel internacional.

Los religiosos apoyan siempre estos esfuerzos y participan en los encuentros y favorecen la

presencia de laicos en sus comunidades. Actas del Capítulo General

Págs. 42 –47, 68 y 76

NUESTRO MODELO La razón de ser de nuestra familia es "reproducir y manifestar el impulso del Verbo en-carnado" (Regla de Vida, n° 2). Tenemos una conciencia aguda del hecho de que somos ante to-do religiosos: nuestra consagración dimana directamente del aquí estoy de Cristo. Por los votos, nos comprometemos a seguir a Cristo desde más cerca y unirnos más profundamente al miste-rio de su vida que es:

- amor por el Padre en la fidelidad absoluta a su voluntad de salvación (Jn. 5, 30); - amor por los hombres hasta el don total, "para que todos tengan la vida" (Jn. 10, 10)

(R de V artículo 4). Esta doble dinámica se conecta con nuestra vida espiritual en su fuente que es también su

secreto: "la contemplación del misterio de Cristo en el impulso mismo de su corazón hacia su Pa-dre a quien glorificar y hacia los hombres a quienes salvar" (R de V artículo 3). En el centro de la refriega, contemplamos al Verbo encarnado: Él también conoció las ten-siones, las objeciones, las contradicciones de la condición humana. Pero no había en Él ninguna tirantez entre la Encarnación y el servicio del Padre. La Encarnación implica la tensión; más aún, la asume para ponerla en movimiento. No una tensión que se detiene en sí sino una ten-sión relacional: no una tensión de crispación, sino una tensión de impulso. Una tensión que se expresa en una atención a los demás y al Otro, un proyecto, un don. "¡Oh! Si todo nuestro ser, nuestro cuerpo y nuestra alma sólo tuvieran un movimiento, un im-pulso generoso para ponerse bajo la conducción del Espíritu de amor diciendo sin cesar: Aquí es-toy, ecce venio" (DE 121).

HACIA EL PADRE

"Jesucristo es el camino principal de la Iglesia. Él es nuestro camino 'hacia la casa del Pa-dre' (Jn. 14, 1 ss.); es también el camino hacia todo hombre." (Redemptor Hominis, 13)

Cristo reza al Padre.

"Jesús hizo de su vida un gran acto de piedad filial: 'Estoy en el Padre y el Padre está en mí' (Jn- 14, 11). Reza al Padre 'que está presente en lo secreto' (Mt. 6, 6; Lc. 5, 10). Reza en me-dio de su comunidad y de los hombres (Lc. 10, 21-22); Jn. 11, 41-42); reza por la Redención del mundo y la unidad de su Iglesia" (Jn. 17). (Regla de Vida, n° 64). Totalmente vuelto hacia el Pa-dre, totalmente entregado a Él desde el primer momento de la Encarnación, Cristo se pone a su escucha, permanece en su intimidad, se vuelve más sensible a su Presencia para reaccionar y actuar según Él.

Busca Su voluntad.

"¿Cuál es el motivo más perfecto y que resume todos los demás? La adorable voluntad de Dios. Tal fue el motivo de todas las acciones de nuestro Señor Jesucristo. Mi alimento, decía, es cumplir la voluntad de Aquel que me envió..." (DE 73). El discernimiento de la voluntad de Dios se hace en un clima de confianza filial; la obediencia ya no es más una ascesis, un voluntarismo, sino un acto de amor. Estamos en tensión hacia Dios para descubrir su proyecto y cumplirlo, quedar abierto a Su novedad y a Su voluntad: que todo hombre sea salvado.

No hace nada por sí mismo.

"Permaneció siempre anonadado ante Dios, no haciendo nada por sí mismo, actuando siem-pre por el Espíritu de Dios, constantemente abandonado a las órdenes de Dios..." (Manifiesto). La amistad con el Padre se alimenta de la oración; ella precede y da sentido a la misión.

HACIA LOS HOMBRES

El Verbo no vino primero a predicar, a enseñar... se hizo hombre. Eligió la humanidad, tomó el partido del hombre herido, humillado, pecador. No optó sólo por los pobres, se hizo pobre. Pero, ¿cómo pudo vaciarse tan radicalmente de su poder, de su divinidad, para hacerse servidor, obe-diente?... Los hombres, entre sí, son implacables; Cristo se une a ellos en su terreno. Solidario de los excluidos, tropieza con los que está llenos de sí mismos. Toma posición contra el mal, y siempre a favor de la persona. tomó el lugar de todas las víctimas, hasta la muerte y muerte de cruz. "El hombre es el primer camino que debe recorrer la Iglesia para realizar su misión, es el camino primero y fundamental de la Iglesia, camino trazado por Cristo mismo, la vía que nos lleva infaltablemente a través del misterio de la Encarnación y de la Redención" (Redemptor Hominis, 14). "¿De dónde y a dónde va? Del corazón del Padre al seno de la Virgen Madre. ¿Qué camino se abre ante nosotros? (MS 142). En ese camino, que va de Nazaret al Gólgota, encontramos el Corazón de Jesús y los senti-mientos que lo habitan: "sentimientos de caridad, humildad, mansedumbre, obediencia, entrega, encerrados en ese primer acto del Sagrado Corazón: Ecce venio Aquí estoy" (MS 342). Estas cinco actitudes fundamentales llevan a la perfección del Amor. Por eso, pueden dibujar un verdadero arte de vivir cristiano en general, y betharramita en particular. En efecto, el programa que nos dio San Miguel es "el programa mismo del Corazón de Jesús" (DE 233).

ACTAS DEL CAPÍTULO (56-58)

¿Dónde? Casa Provincial: Alsina 824 ~ Tel/fax: 4342 1315 ¿Cuándo? 3 tandas a su elección

* Los viernes por la noche 11 - 18 y 25 de agosto de 19 a 21 hs. * Los sábados por la tarde 5 - 12 y 19 de agosto de 16 a 18 hs. * Los sábados por la mañana 19 - 2 y 9 de septiembre de 10 a 12 horas.

¿Qué? 1er. día: Jesucristo y yo - Yo soy otro Cristo 2do. día: Jesucristo hoy y nosotros – Pedro, un simpático luchador

3er. día: Ni tú ni yo – El Nosotros del Amor en Cristo. Lo ambiguo de la realidad.

CUANTO ANTES, PIENSE, DECIDA Y COMUNIQUE

Llegó el tan esperado Retiro para la Familia Laical Betharramita, desde la noche del 23 de ju-lio al mediodía del domingo 25.

Todo fue en un marco de orden, silencio y armonía, ¡tan propicios para enriquecernos! Los temas preparados y presentados por el Padre Martín nos introdujeron en horas verdade-

ramente de encuentro personal con el Señor y nuestra realidad interior. Todo se prestó prolijamente —como acostumbran los padres betharramitas— a que se viviera

en un calmo clima de oración, también compartimos la alegría de la amistad. Agradecemos el servicio de la Casa de Adrogué, nos sentimos muy cómodos, atendidos por la

supervisión vigilante del Hno. Roberto y las sabrosas comidas de Bombina. Si pudiera graficar una imagen de lo vivido, sería el de un hermoso cuadro mostrando a Je-

sús con su corazón y sus brazos abiertos, recibiéndonos y apretándonos con fuerza. ¡Adelante, siempre adelante, Yo hago camino con ustedes! ¡Qué gracia tener el respaldo de una Familia Bet-harramita que nos ayude a estar siempre dentro de la Iglesia Madre!

Nos separamos de los hermanos de Adrogué, Rosario, Montevideo, Catamarca, La Plata, Co-ronado, sintiéndonos unidos en algo muy profundo y sólido, a pesar de las distancias y realidades diversas, unidos en un solo denominador, Cristo y su llamado, nuestra respuesta desde el carisma betharramita.

MARTA GÓMEZ DIRECTORA CASA DEL NIÑO ~ ADROGUÉ

El fin de semana en el cual la Iglesia conmemora la fiesta de Corpus Christi estuvimos reunidos en familia en Villa Betharram, con el propósito de encontrarnos a solas un rato con Dios. El padre Martín nos había preparado un "retiro espiritual" muy especial, con lecturas seleccionadas de con-tenidos profundos, de esas que estimulan y acarician el alma, al mismo tiempo que "sacuden" al cristiano adormecido. Fuimos muchos, ansiosos algunos que experimentaban un retiro por 1ª vez, experimentados otros, pero en definitiva conformando esa "pequeña Iglesia" de hombres y mujeres reunidos en la libertad del espíritu, y con alma betharramita dispuesta a aprender, a adorar al Padre en intimidad, y salir con ganas renovadas de amar y servir a la gente. Compartimos bendiciones, comidas, tiempo y la gracia de asistir a la celebración de Corpus Chriti, todos unidos; guiados por el padre Martín quien nos acompaña como verdadero pastor en el camino de Jesús, con toda verdad, fortaleciendo y enriqueciendo nuestro espíritu cristiano. Cada uno se llevó un cúmulo de exámenes de conciencia, que no hacen otra cosa que acercar-nos más al Padre y quedarnos con ganas de buscarlo todos los días de nuestras vidas... Ese fin de semana fue un verdadero oasis para el espíritu que merece ser repetido; si no pudiste acompañar-nos esta vez no te lo pierdas la próxima, laico betharramita!

EUGENIA LASCOURS ~ LA PLATA

De la exposición de monseñor Giaquinta, arzobispo de Resistencia (Chaco), con ocasión del 1º Foro Nacional de Laicos, realizado en La Falda (Córdoba), del 29 de abril al 1º de mayo de 2000.

La situación político-social de la Argentina es difícil. ¿Se trata de una catástrofe? Si es así, ¿cómo se habría originado, cuáles son sus raíces? ¿Cómo enfrentarla? La Argentina está necesitada de solidaridad social. Esa actitud racional que sabe reconocer una situación grave en la perspectiva del bien común, relacionarla con el contexto geográfico-político, adoptar una actitud ética y prota-gónica frente a ella, asumir en forma proporcional los costos para su superación, y hacer de ella

una actitud permanente para embarcarse en la construcción de la sociedad.

Cada vez me convenzo más de que el principal ejercicio de la solidaridad social por parte del laico cristiano en la Argentina, y por tanto su principal servicio, reside en la formación de la concien-cia moral del ciudadano, comenzando por la propia. Sin esto, los demás ejercicios de solidaridad —por ejemplo, las denuncias contra la injusticia, las obras asistenciales, los proyectos de formación social, la colaboración de Cáritas con el Estado—, serán remiendos de un paño que se desgarra ca-da día más.

1 La pobreza ética o la antiética de la corrupción Como muchas sociedades modernas, la Argentina está repleta de pobrezas. Una es la pobre-

za natural o circunstancial, que no brota de ningún sistema económico, sino de los límites de la na-turaleza o de circunstancias desgraciadas. Puede remediarse con la solidaridad familiar, vecinal, de los entes de bien público, de la Iglesia o del Estado. Otra es la pobreza estructural, debida a estruc-turas sociales injustas. Puede superarse con planes de desarrollo auténtico, sostenidos por leyes justas y por la voluntad de un pueblo decidido a prodigarse. Pero hay una tercera forma de pobre-za: la pobreza ética, la peor de todas, que sólo puede resolverse mediante un profundo cambio mo-ral de todos los miembros y sectores de la sociedad.

2 Un movimiento universal Los argentinos tenemos los genes infectados de estatismo, que nos incapacita enten-

der cabalmente qué es la solidaridad social. Esta enfermedad remonta a muchas décadas atrás, incluso a movimientos de ideas y de políticas socialistas originadas en Europa después de la Pri-mera Guerra Mundial.

Tengo cierta conciencia de ello desde los ocho años. Primero, porque acompañaba a mi pa-dre al “Dopolavoro”, una institución social del fascismo donde los trabajadores italianos en el ex-tranjero recibían alguna asistencia (deportes, juegos de bochas y de mesa), y también un poco de cultura y de adoctrinamiento (biblioteca, diarios, charlas). Segundo, porque a fines del ’38, mi pa-dre, decidido a regresar a Italia por la muerte de mi madre, al advertir la inminencia de la segunda guerra, resolvió que nos quedaríamos en la Argentina. ¡Lo que le costó reincorporarse al trabajo en la Compañía Lacroze al que había renunciado para embarcarnos! Las leyes sociales eran pocas, y el trabajador estaba bastante desamparado. Con seis hijos a cuestas, antes de lograr la reincorpo-ración tuvo que penar durante un año barriendo las calles de Buenos Aires. Por ello, cuando a ini-cios de los ’40, se formó la Corporación de Transporte de la Ciudad de Buenos Aires, ¡qué alegría! Por fin papá podría estar más seguro en su trabajo; aunque el hecho se vivía no sin mezcla de du-das y preocupaciones por el futuro.

Poco después, la entrada de Italia en la guerra dejó en el puerto de Buenos Aires un montón de navíos italianos con los que se formó la Flota Mercante. Los chicos en el colegio nos poníamos anchos pensando en los dieciséis navíos que ahora tenían una bandera argentina gigante pintada a

babor y estribor para que no los torpedeasen los submarinos alemanes y pudiesen salir a vender trigo a todo el mundo.

Un año después de la revolución del ’43, los alumnos del Seminario Menor de Buenos Aires fuimos a visitar una exposición en la que el gobierno militar mostraba la transformación de la Re-pública, y como signo de ello presentaba el primer tanque de guerra construido en la Argentina. ¡Qué campeones! Los argentinos comenzábamos a tener un Estado fuerte como Alemania e Italia, que no tenían miedo de hacer la guerra a los ingleses, los mismos que nos habían robado las Malvi-nas.

Más tarde, la compra a los ingleses de los ferrocarriles provocó una borrachera de júbilo nacional. No puedo olvidar las locomotoras entrando en la estación Retiro engalanadas con los colores patrios. Ahora eran nuestros. La sexta red ferroviaria del mundo era nuestra. ¡Qué felicidad!... Estando en Roma primero, y después en Alemania y en Francia, me di cuenta de que la Argentina participaba de una corriente político-social casi universal: la primacía del Es-tado. Esto había degenerado en formas perversas, el nazismo y el fascismo, y de ellas se habían desprendido las democracias europeas de diferente signo. Sin embargo, éstas retenían la propiedad y la administración de las grandes empresas estatales. Por ejem-plo, los ferrocarriles, de una pulcritud y puntualidad inimaginables para los argentinos.

3 ...de subordinación del ciudadano al Estado Mágico No es de extrañar, entonces, que en la Argentina, y gracias al incremento del las empresas

del Estado, se estableciese en la conciencia de la gente una concepción cuasi mágica de él. El esta-do era dueño de todo: trenes, teléfonos, correo, aviones, barcos, petróleo... Además, hacía un mon-tón de gauchadas a hijos y entenados. No había favor que no le pidiese, y que él no hiciese. Era cuestión de encontrarle la vuelta, de tener una cuña. Desde los deportistas hasta la Iglesia, todos le pedían favores.

Comenzó así a diseñarse en la conciencia colectiva la filosofía del Estado Mágico. Si él es dueño de todo, si para todo hay que acudir a él, si puede hacer un favor hoy y otro mañana, signifi-ca que ese Estado lo puede todo. Es casi como Dios. Según la imaginación popular existe desde siempre. A nadie se le ocurre pensar que el Estado Mágico haya podido ser construido por alguien. Y menos que debe ser sostenido por los ciudadanos comunes. Nadie piensa que él también lo cons-truye personalmente con sus impuestos, con su voto, y con la denuncia en la prensa por sus atro-pellos. ¿Y para qué cuidarlo? El Estado no necesita cuidados. Si él lo puede todo, nunca le va a pa-sar nada. Por tanto, le puedo hacer lo que se me antoja y sacarme las ganas de hacer lo que no po-día con los malditos ingleses.

Del Estado Mágico se han aprovechado prácticamente todos los argentinos, incluso muchos que lo han combatido en teoría. Y proporcionalmente a partir de los más encumbrados. Cuanto más alta ha sido su jerarquía, mayor ha sido la expoliación del Estado que los argentinos han reali-zado en provecho propio. Si hubiese algún justo que no lo hizo, sería bueno que levantase la mano, porque ello podría darnos aliento. Aunque no sé si no lo silbaríamos “por haber sido tan gil”.

Del Estado Mágico se aprovechó al máximo el mundo militar, pues bajo su reinado, que co-menzó en 1930, se afianzó ese tipo de Estado. ¡Qué privilegios no obtuvieron de él! El máximo de todos fue el de dar golpes contra el Estado cuando se les ocurriese, sin que nadie los pudiera con-tradecir, e incluso a pedido de “fuerzas democráticas”.

Viajando de Buenos Aires a Pinamar en ómnibus, allá por los comienzos de los ’60, recuerdo a dos mujeres, una de las cuales era la esposa de un militar, que le comentaba avergonzada a su compañera los derechos de los cuales gozaban los militares a despecho del común de la gente. ¡Bendita mujer que conservaba un poco de vergüenza, de la que carecen hoy la mayoría de los que se aprovechan del Estado!

Del Estado Mágico se aprovechó el mundo empresarial. ¡Cuántas leyes y decretos en su fa-

vor, para edificar una industria nacional atrasada, incapaz de competir con nadie! O peor aún, fan-tasmal, pues muchas veces no fabricaron otra cosa que galpones vacíos dispersos por las provin-cias beneficiadas por algún régimen de promoción industrial. ¡Cuántos blanqueos de impuestos a

favor de los empresarios, que los dejaron más sucios! ¡Cuántos capitales, hechos prácticamente con créditos nacionales nunca amortizados, exportados al extranjero para ponerlos a buen seguro, y pagados todavía con el sudor del pueblo!

Hacia 1981, viajando en auto de La Rioja a Córdoba con un industrial del aceite, éste esta-ba indignado con el mundo de los empresarios. “Seremos unos cuatrocientos —me dijo— que en la República hemos recibido este tipo de créditos para renovar nuestra empresa. Yo le puedo demos-trar qué hice con el crédito, porque tengo cuatro fábricas. Pero le miento si le digo que no somos más de tres o cuatro los que podemos dar cuenta de en qué hemos invertido el dinero”.

Del Estado Mágico se aprovechó el mundo del deporte. Siempre nos va a quedar la gran du-

da del mundial del ’78, en plena dictadura militar. Muchos todavía se preguntan cuánto costó que la Argentina, a pesar de la terrible represión militar en curso, lograse ser sede del mundial. Y aquel partido con Perú, en el que ganamos por seis a cero: ¿cómo fue la cosa? ¿era tan malo el equipo peruano seleccionado para el mundial para padecer semejante goleada?

Del Estado Mágico se aprovechó el mundo del arte. ¡Cuántas obras de pésimo gusto finan-

ciadas con dineros del Estado! Es decir, con dineros que aporta el pueblo con sus impuestos. Pero el pueblo ha sido anestesiado por el Estado Mágico. Ni se da cuenta de que los dineros del Estado destinados a esas pésimas obras son dineros aportados con sudor.

Del Estado Mágico se aprovechó y se aprovecha el mundo político. Y aquí

entran los miembros y empleados de los tres poderes del Estado, de todas las jerarquías, reparticiones y niveles.

Cuando yo era chico en la escuela me enseñaban que el sueldo más alto era el de Presidente de la República, que ganaba $6000. Y que un ex vicepresidente era tan pobre que vivía vendiendo ballenitas en el subterráneo. Dos imágenes complementarias. Una, la del pueblo que sabe honrar a su máxima autoridad con un sueldo extraordinario proporcionado por su función. Otra, la del ex funcionario que regresa a su casa sin haberse enriquecido, e inclu-so empobrecido.

¿Cuál es la realidad de hoy? Después de diecisiete años de democracia, a duras penas los diarios comienzan a publicar los haberes mensuales de nuestros representantes. Llama la aten-ción su silencio ante las denuncias de la prensa por este tópico. “Legisladores con sueldos abusi-vos”, decía el editorial principal de La Nación de Buenos Aires (sábado 15 de abril). Uno hubiese esperado un desmentido solemne, o una explicación bien fundada de la legislatura nacional y de todas las provinciales, que nos explicase la cosa con claridad a los ciudadanos a quienes ellos re-presentan.

Además, ¿los representantes del pueblo no son los ciudadanos mejores y más inteligentes, y por eso los hemos elegido? ¿Por qué entonces necesitan esa cantidad enorme de asesores y em-pleados a su servicio? En mi provincia me dicen que cada uno dispone sólo de ocho asesores. Lo cual da un total de 256. ¿Y los otros 1300 empleados de la Cámara? “¡Ah! Eso tiene su historia, viene de antes”, replican. Pero, ¿los representantes del pueblo no son solidarios también con los errores del pasado? ¿No sería entonces una empresa digna de los legisladores de todas las Provin-cias y de la Nación dictar una ley por la cual de ahora en adelante se congele el número del perso-nal de las Cámaras de representantes y nadie más entre en planta permanente, salvo que, en caso de verdadera necesidad, se haga por una ley especialísima, y con carácter nominal para cada ca-so? La propuesta puede parecer ridícula; pero la situación se ha vuelto intolerable para la ciuda-danía.

Del Estado Mágico se aprovechó el mundo de los gremios. Los más poderosos han obtenido

privilegios similares a los de los militares y empresarios, que pagamos todos los ciudadanos. De allí la corrupción de muchos dirigentes sindicales, que con su cargo supieron hacer su negocio personal. Entró en la historia negra del sindicalismo aquel dirigente que en el momento del peligro proclamó: “¡Yo me borro!” Y se fue al Uruguay, mientras aquí los militares daban el nefasto golpe

del ’76. Y no hace mucho, en plena democracia, hemos escuchado a otro que pontificó: “Nadie en la Argentina se hizo rico trabajando”. Curiosamente siguió como alto asesor del Estado.

Del estado Mágico se aprovechan todos. Y es normal que sea así. “¿Voy a ser yo el único ton-

to que no lo hago?”, es la reflexión que brota con desesperanza incluso en labios de gente buena. “Si total todos lo hacen...”. “Y fíjese usted lo que gana ese... Ayer era un pelandrún, y hoy que llegó a ese cargo gana la plata que no vio en toda su vida”. Oigo decir que en una provincia (que no es la mía) el treinta y seis por ciento de los miembros de un gremio estatal figura bajo la licencia médica. De otra oigo que por cada uno que figura en planilla como efectivo hay otros dos más que también cobran. ¿Será así? Los gremios no pueden soportar estas conductas, incluso deben castigarlas. Si éstos fuesen sólo infundios que se hacen correr en la opinión pública para desprestigiar a su gente, conviene que hagan las denuncias judiciales pertinentes.

El aprovechamiento del Estado Mágico, que se da en el nivel de grupos corporativos, se da también en el nivel individual. Y tantos casos más que muestran que con el Estado es lícito hacer cualquier cosa. “¿No es cierto, padre, que robarle al Estado no es pecado?”, me dijo muy convencido hace añares el hijo de un dirigente. Y otra persona con total ingenuidad me mostraba su bolsa de compras repleta con los sachet de leche y paquetes de azúcar que sacaba del hospital. “¿Vio, pa-dre? Así me ayudo. ¡Es tan poquito lo que me pagan!...”.

Puede parecer cruel recordar estos pequeños hurtos cometidos por nuestro pueblo pobre ex-poliado por sus dirigentes, cuando en la Argentina hay “pescados gordísimos” que se han metido en el bolsillo sumas millonarias y siguen actuando como si fuesen próceres de la patria. Pero es preci-so apretar el pus que está en todos los tejidos, en los más epidérmicos y en los más profundos.

Lo que resulta claro en todo este proceso es que el Estado Mágico es una gran estafa al pue-blo argentino, y que la Argentina no tiene futuro sin una reforma profunda del Estado. Pero ¿qué reforma?

CONTINUARÁ...

¿Cómo está escrito el documento? ¿Cómo trata de lograr un objetivo pastoral basándose en la doctrina? Me parece que los términos de Exhortación apostólica son significativos, pues ayudan a captar fácilmente la índole del documento, a definir su estilo. Se trata de una exhortación; por consiguiente, de un llamamiento, una invitación, un estímulo, casi una movilización, dirigida a toda la Iglesia, y en particular a los laicos, para que se pueda buscar ese objetivo pastoral basado en la doctrina. Las palabras del Evangelio que se repiten en el documento: Vayan también ustedes a mi viña (Mt. 20, 3-4), están llenas de una extraordinaria riqueza desde un punto de vista rigurosamente teológico, pues de-muestran el aspecto vivo y personal del documento. En él resuena realmente la voz de Jesucristo quien se di-rige, a través del Sínodo de los Obispos, a toda la Iglesia. El documento precisa cómo la voz del Señor resue-na inseparablemente en lo más íntimo del ser mismo de cada cristiano y en las vicisitudes históricas de la Iglesia y de la humanidad (cf. nº 3) Estimamos que, para poder trazar las líneas estructurales del documento y descubrir su unidad inter-ior y profunda, es fundamental comprender su índole según estos términos vivos y personales. El fundamento bíblico de la Christifideles Laici —nuevo para este tipo de documento— da unidad a la exhortación alrededor de la imagen de la vid como expresión del misterio de Cristo y también del misterio de la Iglesia, considerándola como comunión y misión. La dimensión bíblica da al documento un carácter de meditación que contribuye a hacer descubrir la Palabra de Dios como don y responsabilidad encomendada a los laicos. El imperativo de los Evangelios sinópticos: vayan a mi viña, colocado al principio de la Christifideles Laici, no debe hacer olvidar aquél que contiene la imagen de la vid y los sarmientos en el Evangelio de Juan: el hecho de permanecer en Cristo es lo que permite que se dé fruto. Es una actitud que se contrapone críti-camente a la mentalidad corriente que considera que el laico está llamado a actuar. Fundamento de la misión es el don de la comunión con Cristo. La iniciativa del amor viene de Dios. El actuar cristiano es, por tanto, fecundidad que nace de la vida en Cristo, y no obra o producción.

Se puede afirmar que la acertada elección de la palabra Christifideles propone a los laicos una defi-nición y un programa de espiritualidad. En efecto, la referencia a Cristo indica el sentido evangélico de la vocación laical, con llamamientos precisos al discipulado y al seguimiento, a la confesión de la fe y a la misión apostólica; pero todo se apoya en inserción en Cristo mediante el bautismo y los otros sacramentos de la iniciación cristiana. Con esta doble referencia a la fidelidad a Cristo y a la comunión íntima con el Señor, la espirituali-dad laical adquiere nuevamente su riqueza de significados como vida en Cristo, sinónimo más expresivo que vida cristiana, y vida en el Espíritu variación significativa de la expresión: vida espiritual. Ambas di-mensiones, la cristológica y neumatológica, encuentran en la índole laical la característica vocacional pr o-pia en la Iglesia y en el mundo.

MEDULAR CATEQUESIS DE LA « VIDA EN CRISTO » La intención de esta presentación de CFL, como en lo anterior, es despertar la curiosidad, el apeti-to... señalar “pistas de lanzamiento”. Al lector queda lo demás... lectura, asimilación... vivencia... El Kerigma nos hizo conocer, aceptar y entregar la vida a Cristo. La Catequesis nos hace consolidar la vida en Cristo, profundizándola en todo sentido. Se vuelve a insistir: ⇒ como cristianos no seamos el eterno niño que se contenta con moneditas, y DESPRECIA el CAUDAL

de Jesucristo en la poco atrayente chequera en blanco, en los “signos pobres” de la vida cotidiana y de los sacramentos.

⇒ nadie ama lo que NO CONOCE. Nadie vive lo que NO AMA. Nadie se identifica con lo que NO VIVE. Aquí son muy clarificantes las palabras de Jesús en Juan 15, 5: sin mí nada pueden hacer que se pueden decir al revés: sin Tí yo no puedo hacer nada.

Permítasenos estos 2 esquemas catequísticos panorámicos :

A) DIGNIDAD del Cristiano, otro Cristo. • Encarnación Lucas I, 26 - 39

Dios Padre envía al Verbo por obra del Espíritu Santo sobre María NACE JESUS

• Pentecostés Hechos de Apóstoles II, 1 - 48 Dios Padre y Jesús Resucitado envían al Espíritu Santo sobre María y los doce Apóstoles NACE JESUS PRESENTE EN EL TIEMPO, la IGLESIA. • Bautismo - Confirmación Jn III, 3 - 20 ; Rom. VI ; Efesios (toda) Dios Padre y Jesús Resucitado envían al Espíritu Santo sobre un Varón o Mujer

NACE UN CRISTIANO, otro CRISTO, presencia liberadora y vivificadora de Jesús Salvador, en el Pueblo de Dios =

Iglesia, en el hoy de la historia B)RESPONSABILIDAD del Cristiano CFL (11 - 13)

• Vocación (11) - ser hijo en el Hijo = otro Jesús - sarmiento en la Vid (permanecer) c. I • Comunión (12) - un solo cuerpo en Cristo = IGLESIA

- sarmientos TODOS DE LA UNICA VID c. II • Misión (13)

- vivificados por una misma SAVIA = Espíritu Santo. (20) - sarmientos que esparcen VIDA NUEVA c. III

PADRE DANIEL R MARTÍN SCJ