mundo actual la guerra fría

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TEMA 1.: LA GUERRA FRIA [tener en cuenta que su desarrollo se produce paralelamente al proceso de descolonización y que ambos fenómenos interactúan a lo largo de todo el proceso] 1.: Planteamiento de la Guerra Fría (1945-1962). 1.1. Los orígenes (1945-1947): del intento de entendimiento al enfrentamiento (ver tratados de paz). La doctrina Truman. El Plan Marshall. La respuesta soviética. 1.2. Las grandes tensiones (1948-1955): Crisis de Berlín. La OTAN. La OCDE. Alianzas Mundiales. Pacto de Varsovia. Principales conflictos: Israel y los países árabes. La guerra de Corea. La Indochina francesa. 1.3. La coexistencia pacífica (1955-1962): Kruschev. La doctrina de las represalias masivas. La crisis de Suez. La crisis de los misiles. 2.: La época de la distensión (1962/63 – 1974/75). 2.1. Las consecuencias de la crisis de los misiles 2.2. La carrera armamentística. La amenaza nuclear. 2.3. El fin de la bipolaridad. China. El Tercer Mundo y los Países no Alineados. 2.4. Principales conflictos: Próximo Oriente. Vietnam. Latinoamérica. 3.: De la crisis de la distensión a la crisis del sistema soviético (1974 – 1985/89) 3.1. El recrudecimiento de la Guerra Fría. Brezhnev/Reagan. La expansión soviética. La guerra de Afganistán. Estados Unidos y América Latina. 1

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TEMA 1.: LA GUERRA FRIA

[tener en cuenta que su desarrollo se produce paralelamente al proceso de descolonización y que ambos fenómenos interactúan a lo largo de todo el proceso]

1.: Planteamiento de la Guerra Fría (1945-1962).

1.1. Los orígenes (1945-1947): del intento de entendimiento al enfrentamiento (ver tratados de paz). La doctrina Truman. El Plan Marshall. La respuesta soviética.

1.2. Las grandes tensiones (1948-1955): Crisis de Berlín. La OTAN. La OCDE. Alianzas Mundiales. Pacto de Varsovia. Principales conflictos: Israel y los países árabes. La guerra de Corea. La Indochina francesa.

1.3. La coexistencia pacífica (1955-1962): Kruschev. La doctrina de las represalias masivas. La crisis de Suez. La crisis de los misiles.

2.: La época de la distensión (1962/63 – 1974/75).

2.1. Las consecuencias de la crisis de los misiles

2.2. La carrera armamentística. La amenaza nuclear.

2.3. El fin de la bipolaridad. China. El Tercer Mundo y los Países no Alineados.

2.4. Principales conflictos: Próximo Oriente. Vietnam. Latinoamérica.

3.: De la crisis de la distensión a la crisis del sistema soviético (1974 – 1985/89)

3.1. El recrudecimiento de la Guerra Fría. Brezhnev/Reagan. La expansión soviética. La guerra de Afganistán. Estados Unidos y América Latina.

3.2. El incremento de la carrera armamentística y el colapso de la URSS. Gorbachov y la Perestroika. La desmembración del mundo socialista. La caída del muro de Berlín y el fin de una época.

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Apenas terminaba la guerra contra los fascismos cuando ya se resquebrajaba la alianza que había hecho posible esta victoria. Desde nuestra perspectiva actual es fácil predecir esta ruptura: la incompatibilidad entre el totalitarismo de la Unión Soviética y las democracias occidentales nos resulta evidente. Solo un enemigo común, cuyo paradigma era Hitler, hacía posible una alianza de conveniencia que, adivinándose próxima la victoria, forzosamente habría de romperse y dar paso a un enfrentamiento que se prolongaría durante cuatro décadas, hasta el colapso de una de las partes a mediados de los años ochenta del pasado siglo.

A esta larga fase de enfrentamiento, que nunca se materializaría en un choque militar directo, lo bautizaremos con el nombre de “guerra fría”, eufemismo que inicia el uso de términos edulcorados para referirse a la realidad brutal que caracteriza las relaciones internacionales en la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI, plagada de “guerras de baja intensidad”, “guerras asimétricas”, “guerras marginales”… En definitiva, más de un centenar de guerras que han causado más muertes que la II Guerra Mundial, sin contar con los millones de inválidos y desplazados, presumiblemente “daños colaterales” de esa interminable guerra fría que presidió las relaciones internacionales durante décadas.

1.: Planteamiento de la Guerra Fría (1945-1962).

Según los diferentes autores podemos hablar de que en los cuarenta años siguientes a la terminación de la II Guerra Mundial se produjeron en el mundo entre 85 y 120 guerras con diversas motivaciones, que han provocado millones de muertes y que, en su práctica totalidad, han tenido como escenario los países del Tercer Mundo.

De la misma forma, el enfrentamiento continuado se constituye en la justificación ideal para desarrollar una demencial carrera armamentista que ha consumido ingentes capitales humanos y económicos, convirtiéndose la venta de armamento en uno de los negocios más lucrativos de nuestro tiempo, a la vez que en el principal motivo de endeudamiento de los países, especialmente del Tercer Mundo, pero también de los componentes de cada uno de los dos grandes bloques.

Tras los primeros incidentes en la segunda mitad de los cuarenta, el nacimiento de la Organización del Atlántico Norte en 1949, seguida poco después por la formación del Pacto de Varsovia, significan la confirmación de la división del mundo en dos bloques de influencia. La guerra de Corea a comienzos de los años cincuenta constituiría el episodio más sobresaliente de estos primeros momentos de la guerra fría, claramente representativo de lo que son los conflictos localizados en esta nueva fase de las relaciones internaciona-les. En los años siguientes, tras la muerte de Stalin y la elección del general Eisenhower como Presidente de los Estado Unidos entramos en una fase de estabilización protagonizada por la política denominada al borde del abismo desarrollada por el secretario de Estado norteamericano, Foster Dulles, en la que la disuasión nuclear se convierte en elemento clave para prevenir un posible ataque de la Unión Soviética, al tiempo que justifica las grandes inversiones en el campo de la investigación y fabricación de armas atómicas,

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entrando de lleno en la carrera armamentista que absorbe cada vez recursos más importantes de las dos superpotencias, comprometiendo su desarrollo integral, especialmente en el caso de la Unión Soviética. El estallido del conflicto de Suez en 1956 y la invasión de Hungría por las tropas del Pacto de Varsovia en ese mismo año señalan una escalada en la tensión que alcanzará su punto máximo con la crisis de Berlín de 1958 y la crisis de los misiles de 1961.

1.1. Los orígenes (1945-1947).

Las negociaciones realizadas en torno a los momentos finales de la II Guerra Mundial quizá puedan hacer pensar en que existió una posibilidad de entendimiento entre las fuerzas que habían luchado aliadas contra el Reich y sus colaboradores. No obstante, las diferencias ideológicas, económicas o políticas, y los intereses propios –que no tardarían en ponerse de manifiesto- demostrarían bien pronto que cualquier intento de entendimiento estaba condenado al fracaso.

Es lógico que en los primeros momentos intentara llegarse a acuerdos comunes en torno a objetivos igualmente comunes, tales como los Juicios de Nuremberg o los acuerdos de paz de París en 1947. Incluso puede pensarse en que la pronta muerte de Roosvelt imposibilitara el establecimiento de una posible concordia con la Unión Soviética. Pero es dudoso. Los desencuentros a la hora de solucionar cuestiones concretas –como por ejemplo la presencia de tropas soviéticas en Irán-, no dejaban mucho lugar a las esperanzas.

El famoso telegrama de George Kennan1, experto en asuntos soviéticos del Departamento de Estado norteamericano, exponía a lo largo de 16 páginas los argumentos por los que el entendimiento con la Unión Soviética resultaba imposible, alertando sobre la hostilidad hacia el mundo occidental y la agresividad de la política expansionista preconizada por Stalin. En la misma línea, el embajador soviético en Washington, Novikov, cursaba un telegrama a Moscú donde acusaba a los EE.UU. de estar preparándose para una guerra que le permitiera dominar el mundo sin oposición.

Pocos días más tarde, Churchill consagraba la expresión “telón de acero” en una conferencia pronunciada en la universidad de Fulton, refiriéndose a la Europa que había quedado bajo el control del ejército soviético2.

1 El llamado “Telegrama Largo”, al que hay que sumar un artículo posterior, aludía al carácter expansionista del régimen soviético, y aconsejaba una política que contuviera esta expansión en aquellas áreas que se consideraran vitales para los EE.UU., de aquí el nombre de “política de contención”, que pasaría a ser la política oficial norteamericana. En este telegrama Kennan argumentaba que los soviéticos resultaban impermeables a la lógica de la razón, pero eran muy sensibles a la lógica de la fuerza.2 5 de marzo de 1946. (…) Desde Stettin, en el Báltico, a Trieste, en el Adriático, ha caído sobre el continente un telón de hierro. Tras él se encuentran todas las capitales de los antiguos Estados de Europa central y Oriental. Varsovia, Berlín, Praga, Viena, Budapest, Belgrado, Bucarest y Sofía, todas estas famosas ciudades y sus poblaciones y los países en torno a ellas se encuentran en lo que debo llamar la esfera soviética, y todos están sometidos, de una manera u otra, no sólo a la influencia soviética, sino a una altísima y, en muchos casos, creciente medida de control por parte de Moscú, muy fuertes, y en algunos casos, cada vez más estrictas (…)

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Y esta tensión no se vivía únicamente en el plano diplomático. Fuera de los despachos, los enfrentamientos violentos se estaban produciendo en China y en Grecia; y en algunos países europeos los acuerdos iniciales firmados en Yalta, que permitían la existencia de gobiernos democráticos en el área de influencia soviética, fueron incumplidos de forma manifiesta, como ocurrió en Polonia.

A comienzos de 1947 las posibilidades de concordia se alejan. El go-bierno británico informa al presidente Truman de su incapacidad para ayudar a las fuerrzas del gobierno conservador griego en su lucha contra las guerrillas comunistas, así como de mantener su ayuda financiera a Turquía. Es a partir de este momento cuando Truman llega a la conclusión de que resulta necesa-rio implicarse en el apoyo a la Europa que aún no se encontraba bajo domonio directo de la URSS. Recabó el apoyo del Congreso para auxiliar a Grecia y a Turquía y definió una línea de comportamiento en política exterior que pasará a conocerse como “doctrina Truman”:

Creo que la política de los EE.UU. debe ser apoyar a los pueblos libres que están resistiendo intentos de agresiónde minorías armadas o pre-sión exterior.

en una clara alusión a la situación interna de Grecia y a la presión sovié-tica sobre Turquía. Es el inicio de lo que se denominará “política de conten-ción” frente al comunismo. En su discurso Truman presentó a los americanos la imagen de un mundo dividido entre dos conceptos, uno defensor de la liber-tad, otro de la tiranía. La “guerra fría” había comenzado.

Y el primer objetivo de la doctrina Truman no podía ser otro que Europa occidental, sumida en una profunda crisis tras la guerra, buscando fórmulas que permitieran una rápida reconstrucción y alejaran el peligro de las revueltas sociales promovidas por la propaganda comunista. Los comunistas fueron ex-pulsados de los gobiernos de coalición en París, Roma y Bruselas pero, sobre todo, se puso en marcha el “Programa de recuperación Europeo”, conocido co-mo Plan Marshall3.

La oferta de ayuda, aceptada por los países de la Europa occidental, chocó con la oposición de Stalin en su zona de influencia. Europa quedó dividi-da en dos: la zona occidental, que experimentará una rápido crecimiento eco-nómico, y la oriental, bajo la influencia de la URSS, con grandes dificultades para desarrollarse adecuadamente.

Como alternativa al plan Marshall, la URSS creó la Oficina de Informa-ción de los Partidos Comunistas y Obreros o “Kominform”4, en cuya reunión constitutiva el representante soviético expuso la llamada “Doctrina Jdanov”, ( o Zhdánov) asumiendo la división del mundo en dos bloques, el capitalista y el antifascista y democrático, cuyo liderazgo asumía Moscú.

3 Secretario de Estado que defendió esta idea en un discurso en la universidad de Harvard en junio de 1947. La aplicación del plan supuso una aportación de trece mil millones de dólares a lo largo de cuatro años para los países que ingresaron en la OECE (Organización Europea de Organización Económica).4 La nómina de miembros del Kominform no se reducía solo al área de la Europa del telón de acero. Francia e Italia, países en los que el partido comunista tenía una gran fuerza también participaban a través de sus correspondientes partidos.

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1.2. Las grandes tensiones (1948-1955).

Tras las respectivas formulaciones de los planes Marshall y Jdanov, la guerra fría era una realidad. Las naciones dominadas por el Ejército Rojo pasa-ron a ser “democracias populares”, con partido único, colectivización de la tie-rra, planificación económica centralizada, prioridad a la industria de base y, por supuesto, persecución de cualquier tipo de disidencia. El único país en el que aún se mantenía un gobierno de coalición con los comunistas, Checoslovaquia –que había intentado sumarse al Plan Marshall-, fue objeto de un golpe de es-tado dirigido por el lider comunista Gottwald, con el respaldo de Stalin5. Tan so-lo la Yugoslavia del mariscal Tito, aunque dentro de la línea comunista, presen-tó resistencia a la política stalinista y se marcó una línea independiente en su política exterior a la que habremos de refrirnos en otro momento.

El “golpe de Praga” precipitó la crisis de Berlin al enfrentarse los repre-sentnates de EE.UU, Francia y Gran Bretaña con la cuarta potencia que había participado en el reparto de la capital alemana, la URSS. Los intentos democra-tizadores de las potencias occidentales y el esfuerzo por establecer una mone-da común (Deutschemark o marco alemán) encontraron una violenta respuesta por parte de Stalin, que ordenó poner en marcha el bloqueo de Berlín interrum-piendo las comunicaciones terrestres que unían a la ciudad con las zonas de ocupación occidentales.

La reacción norteamericana fue igualmente contundente. Durante casi un año mantuvieron una puente aéreo (más de 275.000 vuelos) para abastecer a la población berlinesa, advirtiendo al Kremlin de que no dudarían en emplear la fuerza si intetaba cerrar los corredores aéreos utilizados. En mayo de 1949 se levantaba el bloqueo y las tres zonas occidentales se constituyeron en la República Federal Alemana, mientras que en la parte soviética nacía la Re-pública Democrática de Alemania. Era el símbolo más evidente de la división bipolar del mundo reforzada por la firma del Tratado del Atlántico Norte (OTAN o NATO) bajo la dirección de los EE.UU. Lo firmaron doce países (Esta-dos Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Italia, Noruega, Dinamarca, Islan-dia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo y Portugal). En 1952 Turquía y Grecia accedieron al Pacto, la República Federal de Alemania en 1955.6

La política norteamericana en relación con Europa tendría otras conse-cuencias que analizaremos en otro momento, pero la necesidad de coordinar el proceso de reconstrucción económica daría lugar en 1948 al nacimiento de la Organización Europea de Coordinación Económica (OECE), de donde surgiría poco después la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), iniciándose el camino hacia la Unión Europea.

Pero el europeo no era el único escenario en el que se movían las su-perpotencias que lideraban este mundo bipolar, sino que ambas se embarcaron en la construcción de una red de alianzas internacionales con el objetivo de consolidar su poder.

5 El conocido como “golpe de Praga” supuso el acceso del partido comunista al poder. Benes, hasta entonces presidente de la República cedió a las presiones de Moscú, dejando el poder en manos de Gottwald, poniéndose fin al gobierno de coalición existente hasta el momento. Checoslovaquia había aceptado inicialmente el Plan Marshall, pero Moscú le obligó a renunciar6 En realidad es en1950, tras el desencadenamiento de Guerra de Corea, cuando se crea una estructura militar permanente, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Aunque no son exactamente lo mismo, Alianza Atlántica y OTAN se utilizan como términos sinónimos.

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Ya en 1947 el presidenete Truman suscribió el Tratado de Río, también conocido como TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) con veinte países latinoamericanos7, seguido al año siguiente por la fundación de la Organización de Estados Americanos (OEA), que intentaba garantizar la se-guridad en el continente americano, lejos de las posibles influencias del mundo soviético8. El intervencionismo estadounidense será constante a partir de este momento como tendremos ocasión de ver.

Poco después, el estallido de la Guerra de Corea, uno de los conflictos a los que habremos de referirnos, llevó en 1951 a la constitución de una alianza militar en el Pacífico Sur, el ANZUS (Australia, Nueva Zelanda, US) y a la firma del Tratado de San Francisco9 con Japón en condiciones sumamente ventajo-sas para los Estados Unidos, preocupados no solo por el conflicto coreano, sino por la victoria de los comunistas sobre los nacionalistas en China y la pos-terior alianza de este país con la URSS.

Esta política fue continuada por Eisenhower (enero de 1953 a enero de 1961) y su Secretario de Estado, Foster Dulles, con la organización de una am-plia red de defensas concretadas en la Organización del Tratado de Asia del Sureste (SEATO) en 1954, en la que participaban Gran Bretaña, Francia, Aus-tralia, Nueva Zelanda, Filipinas, Tailandia y Pakistán. Y al año siguiente se fir-maba el Pacto de Bagdad, alianza destinada a garantizar la seguridad en el Próximo Oriente, que agrupaba a Gran Bretaña, Turquía, Irak, Pakistán e Irán10.

Por supuesto que en el transcurso de estos años y de forma paralela a la construcción de redes de alianzas, las tensiones existentes en diversas partes del mundo –en gran parte derivadas del proceso de descolonización- darán lu-gar a diferentes conflictos, algunos de los cuales se mantienen en la actualidad.

7 Argentina, Bahamas (1982), Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador (1949), EE.UU. El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua (1948), Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Trinidad y Tobago (1967), Uruguay y Venezuela. Firmado en septiembre de 1947, este pacto de defensa mutua interamericana es el primero de su clase tras la II Guerra Mundial, ya que el del Atlántico Norte data de 1949. En caso de (...) un ataque armado por cualquier Estado contra un Estado Americano, será considerado como un ataque contra todos los Estados Americanos, y en consecuencia, cada una de las Partes Contratantes se compromete a ayudar a hacer frente al ataque en ejercicio del derecho inminente de legítima defensa individual o colectiva (…).8 Cuba sería excluida en 1962 al declararse incompatible el marxismo-leninismo con el sistema interamericano. La organización perseguía fortalecer la paz, consolidar la democracia, promover los derechos humanos y apoyar el desarrollo social y económico de los estados firmantes. Resulta evidente que para los EE.UU. estos objetivos quedaron supeditados a sus intereses políticos y económicos a tenor de la política que mantuvo en los años siguientes.9 El Tratado de San Francisco es, en realidad, el Tratado de Paz con Japón, que se había dejado en suspenso desde 1945 y que, tal y como evolucionaba la situación internacional en la segunda mitad de los cuarenta resultaba urgente para los EE.UU. En parte venía a ratificar lo que ya era una realidad, como la pérdida de los territorios que había ocupado en el continente asiático (Corea, Formosa, Kuriles…); no se imponían reparaciones de guerra y se permitía una rearme limitado. Desde este momento Japón pasó de enemigo a aliado a través del Pacto de Seguridad suscrito inmediatamente después de la firma del Tratado de Paz. EE.UU. aprovechó la situación para garantizarse el establecimiento de bases militares que le permitían vigilar de cerca al mundo comunista del Extremo Oriente.10 Irak se retiraría en 1959 de esta alianza, que pasó a llamarse CENTO = Organización del Tratado del Centro.

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Conflicto Palestina/Israel

El primero de estos conflictos, y el de más larga duración puesto que aún sigue abierto, se plantea en el momento en que el Gobierno británico deci-de transferir a las Naciones Unidas el problema de Palestina, en febrero de 1947. Una Comisión especial aconsejó la partición de Palestina en un Estado Judío, un Estado Palestino y un enclave internacional en torno a Jerusalén11

La resolución adoptada en este sentido por Naciones Unidas el noviem-bre de 1947 –resolución 181- contó con una fuerte oposición por parte de los países árabes. Inmediatamente después de terminar el mandato británico –el 15 de mayo de 1948- comenzó el conflicto, la Guerra de Independencia del Es-tado de Israel, constituído oficialmente el 14 de mayo de 1948, prolongándose este primer conflicto hasta julio de 1949.

La Liga Árabe12 se había preparado para la guerra santa contra los ju-díos, cuyo territorio era invadido en mayo de 1948. La base de estas fuerzas la constituían dos organizaciones paramilitares, la Níyada y la Fútuwa, además de otros elementos de apoyo como las fuerzas guerrilleras del Mufti13 de Jerusa-lén, el Ejército de salvación. Contaban estas fuerzas, al menos en teoría, con el apoyo del potencial militar de los países árabes, entre los que Transjordania era quien llevaba la iniciativa política, tanto por su situación geográfica como por su potencial militar. Abdullah de Jordania tenía el propósito de anexionarse Jerusalén y la zona occidental del Jordán, creando un reino jordano-palestino. Egipto, Irak, Siria y Líbano apoyaban y colaboraban en mayor o menor medida.

Frente a este potencial miitar, la Haganah14 fue el núcleo básico en torno al que se orgnizaron las Fuerzas de Defensa de Israel, con capacidad para mo-vilizar hasta 50.000 hombres y mujeres, además de existir otras organizacio-nes, como el Irgún15, que en prinicpio no acpetaban el mando de la Haganah.

La situación de las fuerzas israelíes resultaba claramente desfavorable desde el punto de vista geografico, ya que se veían obligadas a luchar en diver-sos frentes, además de que inicialmente no contaban con armamento pesado ni aviación. La superioridad material de las fuerzas árabes era evidente, pero 11 En 1947, la ONU aprobó la RESOLUCIÓN 181 que recomendaba la participación del territorio de Palestina en (ver mapa):- Un Estado Judío que abarcaba el 55 % del territorio con una población aproximada de 498.000 judíos y 407.000 árabes.- Un Estado Palestino donde habitaban 725.000 árabes y 10.000 judíos- Jerusalén (incluyendo Belén) quedaría bajo control internacional. En esta zona vivían unos 100.000 judíos y 105.000 árabes

Esta resolución fue aprobada en la Asamblea General de la ONU (29-XI-1947) por 33 votos a favor, 13 en contra y 10 abstenciones. Rechazada por los árabes, esta resolución jamás sería aplicada.

(Las cifras referentes a la población pueden variar de unos autores a otros).12 La Liga Árabe había sido creada en marzo de 1945 por siete estados –Egipto, Irak, Transjordania, Líbano, Arabia Saudí, Siria y Yemen del Norte- aunque el primer proyecto fracasó por las diferencias entre los propios países árabes, una característica que marcará el futuro en el conflicto con Israel.13 Un muftí es un jurisconsulto islámico, capaz de interpretar la sharia o ley islámica y de emitir dictámenes legales o fetuas. La palabra muftí, etimológicamente, significa «emisor de una fetua».14 Era una organización paramilitar creada en 1920, en la época del mandato británico, como instrumento de protección de la población judía en sus conflictos con la árabe. Sería el núcleo principal del futuro ejército de Israel. 15 El Irgún tuvo un carácter marcadamente terrorista y actuó desde 1931.

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no tenían el nivel de organización de las fuerzas judías y carecían de un mando unificado, algo dificil de alcanzar dadas las rivalidades existentes entre ellos.

El conflicto se inició como una guerra civil palestina en la que la disper-sión de algunos asentamientos judíos facilitó la iniciativa árabe. Los combates resultaron especialmente sangrientos en Jerusalén, mientras que paralelamen-te los judíos se esforzaban por mantener abierta la carretera que unía la ciudad con Tel Aviv. Cuando en mayo de 1948 el mandato británico llegó a su fin y fue proclamado el Estado de Israel, los países árabes pasaron a la acción. La gue-rra, que se prolongó hasta enero de 1949, se desarrolló en varios frentes: en el norte contra los ejércitos sirio y libanés; en el centro contra Transjordania e Irak; y en el sur contra los egipcios.

A partir de enero de 1949, primero Egipto y luego otros países árabes aceptaron entablar negociaciones que dieron lugar a una serie de armisticios con los que oficialmente se ponía fin a la guerra. Entre febrero y julio se llegó a acuerdos con Egipto, Líbano, Transjordania y Siria. Se establecieron líneas de demarcación y Jerusalén quedó dividida en dos zonas, una israelí y otra jorda-na. Pero los tratados de paz definitivos no llegaron a firmarse, con lo que se creaba una situación sumamente inestable agravada por los problemas que planteaban los refugiados: los árabes palestinos que serían acogidos en diver-sos campos en países árabes, y los judíos procedentes de territorios árabes, que serían acogidos en Israel.

Guerra de Corea

Otro conflicto estallaría pocos después de la firma de los armisticios en-tre Israel y los países árabes cuando, en junio de 1950, las tropas de Corea del Norte atraviesen la frontera delparalelo 38 pretendiendo la reunificación del país bajo mandato comunista. La contraofensiva norteamericana, bajo el man-do del general MacArthur fue fulminante, llegando hasta la frontera con China. Fuerzas de este país atacaron a su vez, haciendo retroceder a los norteameri-canos y provocaron la petición de MacArthur de que se utilizara armamento atómico para hacerlas retroceder. Truman destituyó al general americano y la guerra entró en una fase de desgaste que terminaría en julio de 1953, con el armisticio de Panmujon que devolvió la frontera al paralelo acordado tras la II Guerra Mundial.

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Guerra en la Indochina Francesa

El tercer conflicto destacable se produjo en los territorios que habían for-mado parte del imperio colonial francés en las regiones de Indochina francesa (Cochinchina, Tonkin y Annam como colonias y Laos y Camboya como protec-torados). La zona ya había sido escenario de luchas con la ocupación japonesa durante la guerra mundial y, posteriormente, con la expulsión de estos por las guerrillas de Ho Chi Minh con el apoyo norteamericano.

El lider guerrillero proclamaba la independencia de Vietnam en septiem-bre de 1945. Las tropas francesas del general Lecrerc contraatacaron. Pero la victoria de Mao en China supuso para los independentistas de Ho Chi Minh la posibilidad de contar con un apoyo que permitió al Viet-Minh (Liga para la inde-pendencia de Vietnam) no solo resisitir, sino hacer fracasar la ofensiva france-sa en Dien Bien Phu. Estados Unidos, tras la experiencia de la guerra en Corea no consideró oportuno embarcarse en una nueva aventura bélica. Los france-ses se rendieron en mayo de 1954, mientras se celebraba la Conferencia de Ginebra, en la que las potencias occidentales intentaban llegar a un acuerdo con la URSS y China. En julio de 1954 se firmaba un armisticio que, a semejan-za del caso coreano, dividía a Vietnam en dos por el paralelo 17.

1.3. La coexistencia pacífica (1955-1962).

El 5 de marzo de 1953 moría Stalin, siendo sucedido por Kruschev tras una dura lucha interna que supuso la eliminación de algunos de los protegonis-tas más siniestros del aparato represivo stalinista, como fue el caso de Beria. Una vez estabilizado en el poder, el nuevo lider puso en marcha un proceso de desestalinización que, en lo referente a la política exterior, supuso un replantea-miento que sería conocido con el nombre de “coexistencia pacífica”, frente a la doctrina de “represalias masivas” defendida por la diplomacia norteamericana (Einsenhower y Foster Dulles, también denominada “al borde del abismo”).

Kruschev sabía, lo mismo que Truman o Einsenhower, que una guerra en la que utilizara armamento atómico resultaba suicida. El desarrollo arma-mentístico de ambas superpotencias resultaba argumento suficiente para man-tener la certeza de que no se llegaría a un conflicto directo entre ellas. La rivali -dad, por consiguiente, se alejaba del escenario bélico y, suponía Kruschev, se trasladaba al terreno de la competencia pacífica. En este escenario el líder so-viético daba por seguro que la URSS podría alcanzar un desarrollo económico que permitiera al mundo socialista alcanzar un nivel de vida semejante al de los países del mundo capitalista.

La iniciativa se planteaba en un momento en el que el mundo occidental se enfrentaba al arduo proceso descolonizador, en el que la URSS contaba con la posibilidad de expandir su área de influencia, a la vez que se producían disi-dencias internas que podían contribuir a debilitarlo (la política “autónoma” del general De Gaulle). Por supuesto que también la URSS se enfrentaba a conflic-tos en el seno del bloque socialista, ya que su condena del stalinismo fue tilda-do de revionista por China, con la consiguiente fractura en las relaciones.

Paralelamente a la muerte de Stalin y la llegada al poder de Kruschev, Estados Unidos vivía la época presidencial del general Eisenhower (1952-1960), quien durante su campaña electoral había propuesto la política del “roll

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back”, esto es, hacer retroceder a los soviéticos a sus posiciones de partida16. Llegado al poder, la respuesta a la propuesta de coexistencia pacífica fue la doctrina de las represalias masivas17, aunque la realidad es que la práctica en política exterior fue mucho más continuista con la mantenida por Truman, en la línea de la “contención”.

Al margen de las declaraciones programáticas, la muerte de Stalin supu-so un descenso en el nivel de tensión. El Armisticio de Panmujong en 1953, que ponía fin a la guerra de Corea, y los acuerdos de Ginebra en julio de 1954 que cerraban –al menos por el momento- el conflicto en la Indochina francesa contribuyeron a ello.

Pero paralelamente, ambas superpotencias no escatimaron esfuerzos para consolidarse en sus áreas de influencia y, en la medida de lo posible, in-crementarlas. Las intervenciones en la Alemania Oriental en 195318 o en Hun-gria en 195619 por parte de la URSS, o las de la CIA en Irán en 195320 o en Guatemala en 195421, son prueba de ello. Como lo es el hecho de que la repú-blica Federal de Alemania ingresara en la OTAN, naciendo como respuesta el “Pacto de Varsovia” en 195522.

16 En tecnología de base de datos un rollback es una operación que devuelve a la base de datos a algún estado previo.17 En caso de un ataque soviético, los EE.UU. no dudarían en lanzar represalias masivas utilizando el arma nuclear. Respuesta inmediata que no tendría que darse necesariamente en el lugar donde se hubiera producido la agresión. No existencia de "santuarios" libres de ataque. Cualquier lugar del bloque comunista, incluida la URSS, sería susceptible de ser atacado.18 En junio de 1953 se produjeron manifestaciones en el Berlín Oriental en contra de las cuotas de producción establecidas por el Partido Socialista Unificado (SED), siguiendo las instrucciones de la planificación económica dictada desde Moscú. Las manifestaciones se extendieron a otras ciudades y fueron acalladas por los tanques del Ejército Rojo que permanecían en territorio alemán.19 La llamada revolución húngara de 1956 fue un movimiento popular contra el gobierno húngaro y la supeditación a las medidas impuestas desde Moscú. Se desarrolló entre el 23 de octubre y el 10 de noviembre de 1956, y fue aplastada por el ejército soviético. Hablamos de ella en el tema correspondiente a las democracias populares.20 En agosto de 1953 se produjo un golpe de estado (el golpe del 28 de Mordad), orquestado por la C.I.A. en colaboración con el Reino Unido. El primer ministro iraní, Mohammad mosaddegh había nacionalizado –con el apoyo del parlamento iraní- la británica Anglo-Iranian Oil Company, pretendiendo poner fin a la explotación de los recursos propios y a los restos del imperialismo británico. A partir de este momento el Sha Mohammad-Reza Shah Pahlevi mantuvo un régimen dictatorial que tuvo su final en febrero de 1979. Habría que ver en esta intervención el origen de los sentimientos antiestadounidenses en Irán y en el conjunto del Oriente Medio.21 La intervención en Guatemala se produjo cuando el presidente Arbenz puso en marcha una política de expropiaciones que afectaban a la United Fruit Company, que buscó el apoyo del presidente Eisenhower, acusando a Arbenz de comunista. La C.I.A. puso en marcha una operación a través de fuerzas paramilitares (Movimiento de Liberación) que derrocaron a Arbenz, sustituyéndolo por el coronel Carlos Castillo Armas.

Haremos referencia a estos conflictos cuando tratemos la situación de ambas superpotencias en sus respectivos temas.22 Este tratado de "amistad, cooperación y asistencia mutua" fue establecido el 14 de mayo de 1955 en réplica al rearme alemán y a la integración de la RFA en la OTAN. A imitación de la Alianza Atlántica reunió bajo el comando militar soviético a todas las fuerzas armadas de los países de las "democracias populares", con la excepción de Yugoslavia (Albania, Bulgaria, Checoslovaquia, Alemania Oriental, Hungría, Polonia y Rumanía). Posteriormente Albania abandonó de hecho el Pacto en 1962, tras la ruptura chino-soviética, y formalmente en 1968.

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El estallido del conflicto de Suez en 1956 y la invasión de Hungría por las tropas del Pacto de Varsovia en ese mismo año señalan una escalada en la tensión que alcanzará su punto máximo con la crisis de Berlín de 195823 y la crisis de los misiles de 1961.

El Conflicto de Suez.

El conflicto de Suez tuvo una excepcional importancia, ya que en él confluyeron diferentes líneas de tensión: la del conflicto árabe israelí, la del proceso de descolonización y la de la confrontación entre bloques en un área estratégica de primera importancia.

Así, por un lado debemos tener presente que tras el fin de las hostilidades de la primera guerra árabe israelí, Israel y Egipto seguían técnicamente en guerra sin que se hubiera llegado a un acuerdo de paz definitivo. Los conflictos fronterizos a lo largo sobre todo de 1955 y 1956 amenazaban con una nueva guerra, particularmente desde el momento en que el líder nacionalista egipcio, Gamal Abdel Nasser, adquirió armamento soviético, lo que llevó a Israel a plantearse un ataque preventivo para desmantelar la capacidad militar egipcia antes de que se convirtiera en un enemigo imposible de vencer.

Un segundo elemento era el planteado por la política de Nasser enfrentándose a los intereses que Francia y Gran Bretaña mantenían en la zona, sobre todo los relacionados con la compañía del Canal de Suez. Especialmente Gran Bretaña, que se había visto obligada a retirar sus fuerzas de Egipto en 1954, sentía amenazada su influencia en el Mediterráneo por la política panarabista de Nasser, cuya influjo sobre Jordania, Siria e Irak iba en aumento. Francia, por su parte, tenía pruebas de que el líder egipcio prestaba apoyo a los independentistas argelinos. Cuando en julio de 1956 Nasser nacionalizó la Compañía del Canal de Suez, de propiedad franco-británica, las potencias afectadas comenzaron a maniobrar, a espaldas de Estados Unidos, para derribar al mandatario egipcio.

Einsehower no estaba interesado en un conflicto en una zona que podía resultar extremadamente conflictiva, ya que ello favorecería la política de la URSS. Pero sus intentos por imponer una salida negociada no prosperaron. Al contrario, franceses e ingleses acordaron con Israel un plan de actuación que desembocaría en una guerra abierta. Israel debía invadir la península del Sinaí en lo que, en apariencia, no sería sino un episodio más en el conflicto local que mantenía con Egipto. Francia y gran Bretaña emitirían un ultimátum para que las tropas de ambos contendientes se retiraran de la zona del Canal de Suez y, cuando los egipcios no aceptaran –como era de preveer- sus fuerzas atacarían, ocuparían la zona del Canal y derrocarían a Nasser.

La guerra estalló el 29 de octubre. La administración americana puso en marcha una serie de medidas para detener el conflicto y conseguir que una fuerza de emergencia de Naciones Unidas se estableciera en la región, pero el 5

23 La crisis de Berlín arranca de las reivindicaciones efectuadas en 1958 por Kruschev, en el sentido de modificar el estatuto de la antigua capital alemana, preocupado por las continuas pérdidas demográficas causadas por la emigración de los berlineses del sector soviético hacia los sectores occidentales.. En los años siguientes las posiciones fueron endureciéndose, hasta culminar con el levantamiento del muro en agosto de 1961.

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de noviembre los paracaidistas de Francia y Gran Bretaña se desplegaban en la zona del Canal.

La situación era explosiva, hasta el punto de que se contempló la posibilidad de que desembocara en un conflicto a nivel mundial. La URSS amenazó con intervenir, incluso atacando Londres y París con armas atómicas en un claro intento por desviar la atención mundial de los sucesos de Hungría y, paralelamente, acrecentar su influencia en la zona de los países árabes. Estados Unidos comenzó a prepararse para una posible guerra cuando supo que las tropas soviéticas se estaban concentrando en Siria. Los esfuerzos de Einsehower obligaron a franceses e ingleses a aceptar un alto el fuego, y a finales de año sus tropas se retiraron de Suez, lo mismo que harían las israelíes del Sinaí en marzo de 1957.

Como consecuencia de la crisis, la influencia francesa e inglesa en la zona se vio arruinada, en tanto que Estados Unidos hubo de hacer frente a responsabilidades en un escenario internacional no habitual para su diplomacia. Einsenhower consiguió la aprobación del Congreso para un plan de ayuda a los países árabes en un desesperado esfuerzo por conseguir cerrar el camino a la influencia soviética en el Oriente Medio. A partir de aquí el intervencionismo norteamericano en la zona del Próximo y Medio Oriente iría en aumento hasta nuestros días esforzándose por mantener gobiernos conservadores que garantizaran la estabilidad necesaria para sus intereses en una zona estratégicamente prioritaria. Por su parte, Nasser, derrotado militarmente, salió de la crisis reforzado políticamente, pasando a convertirse en el líder del panarabismo y en uno de los representantes más relevantes del conjunto de los países no alineados24.

La crisis de los misiles

24 Aunque trataremos en otro tema la cuestión de los países no alineados, conviene recordar que su precedente más inmediato es la conferencia de Bandung, en Indonesia, en 1955. En ella se reunieron 29 mandatarios de la primera generación postcolonial de África y Asia, sentando las bases de una política de neutralidad que sería definida de manera más precisa pocos años más tarde, en la conferencia e Belgrado de 1961.

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Por lo que se refiere a la "crisis de los misiles" sobreviene a raíz de la intensificación experimentada por la colaboración militar soviética con el régimen castrista a partir de septiembre de 1962, con la consiguiente alarma norteamericana, que llega al máximo cuando se tienen noticias de la instalación de armamento nuclear en Cuba25. El nuevo Presidente norteamericano, Kennedy, mantuvo una postura firme frente a lo que consideraba una amenaza inaceptable contra los Estados Unidos, y entre otras medidas, decretó un bloqueo total de la isla que impidió a los navíos soviéticos seguir desembarcando material, aunque ello hizo que la tensión entre ambas superpotencias llegara a niveles extremadamente peligrosos. Tras negociaciones secretas, Kruschev lanza una propuesta aceptada por Kennedy: la URSS retiraría sus misiles de Cuba a cambio del compromiso norteamericano de no invadir la isla y de la retirada de los misiles de medio alcance que EE.UU. tenía desplegados en Turquía.

2.: La época de la distensión (1962/63 – 1974/75).

2.1. Las consecuencias de la crisis de los misiles.

Tras superar la crisis de los misiles las relaciones entre EE.UU. y la UR-SS se adentraron e un período de relativa distensión. Evidentemente, los ma-datarios de ambas potencias habían tomado conciencia de la gravedad de la si-tuación y las medidas adoptadas en el sentido de garantizar una mejor comuni-cación, el célebre “teléfono rojo”, entre ellos fue un signo evidente del deseo de lograr un mejor entendimiento que evitara situaciones límites como la que aca-baba de vivirse.

Pero resulta evidente que por parte de ambas superpotencias existían elementos suficientes como para que se replantearan sus políticas internacio-nales tanto como su situación en el seno de sus respectivos bloques.

Efectivamente, la URSS había visto su liderazgo cuestionado por China a raiz del proceso de desestalinización iniciado por Kruschev, esto al margen de los posibles conflictos fronterizos que se plantearon entre ambas potencias. Pero en la misma Europa del telón de acero se producían hechos que resulta-ban preocupantes. A la autonomía de la Yugoslavia del mariscal Tito habría que sumar la decisión de Albania de sumarse a la condena china al revisionis-mo soviético. Y el descontento en los países sometidos, aunque contenido por el temor a las represalias tras el ejemplo de lo ocurrido en Hungría, volvería a manifestarse años más tarde en la llamada “primavera de Praga” y en los dis-turbios en Polonia.

Por su parte, los EE.UU., que a partir de ahora tendrán que reformularse su política en el mundo árabe, sentían la preocupación de que el proceso revo-lucionario cubano se extendiera a otros países latinoamericanos, incrementan-do una política intervencionista que para muchos de estos países tendrá unos resultados catastróficos. Y en Europa, en el mismo seno de la Alianza Atlántica,

25 Cuba había sido un país estrechamente ligado a los intereses norteamericanos desde su independencia de España en 1898. La revolución de Fidel Castro en 1959, que en un principio no se definía como comunista pero que tenía una clara orientación nacionalista, comenzó a tomar medidas que lesionaban los intereses estadounidenses. La reacción de Washington fue inmediata: ruptura de relaciones en 1961, imposición de un bloqueo económico, excluyó a Cuba de la OEA (Organización de Estados Americanos) y organizó, mediante operaciones secretas de la CIA, una fallida invasión de emigrados anticastristas en Bahía de Cochinos o Playa Girón en abril de 1961.

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la actitud de la Francia del general De Gaulle que apartará a su país de la orga-nización militar, mostraba claramente que la autoridad estadounidense comen-zaba a ser puesta en cuestión.

De alguna forma podemos hablar de una pérdida de cohesión interna en ambos bloques, algo que nos anuncia que el sistema bipolar está evolucionan-do en una dirección que, en cuanto cuestionaba el liderazgo absoluto de ambas superpotencias, no resultaba atractivo para ninguna de ellas.

En gran parte este liderazgo se basaba en la posesión de un arsenal nu-clear disuasorio que ambas superpotencias pretenderán monopolizar inutilmen-te. Durante los años siguientes a la crisis de los misiles se buscará llegar a acuerdos que establecieran límites a la ampliación de este armamento y, sobre todo, al acceso de otros países a él, todo ello sin mucho éxito. En 1964 China probaba su primera arma atómica, otros países seguirán este camino, y el mo-nopolio nuclear quedará roto.

Otro factor a tener en cuenta es el de la formación entre ambos bloques de un Tercer Mundo integrado fundamentalmente por los nuevos Estados Inde-pendientes surgidos tras la descolonización. Tercer Mundo que había iniciado su expresión internacional tras la Conferencia de Bandung de 1955, con una política de neutralismo activo configuradora de la política de no alineación.

La no alineación significaba mucho más que la neutralidad pasiva, pues-to que implicaba una postura activa en pro de la coexistencia pacífica. El con-cepto, excesivamente difuso, surge tanto en países del Tercer Mundo como en algunos Estados europeos (Yugoslavia) como una expresión de la negativa a aceptar la división del mundo en bloques, con la necesidad de alinearse con al-guno de ellos.

La I Conferencia de países no alineados, a la que le sucederían muchas más, tuvo lugar en Belgrado, en septiembre de 1961, con la asistencia de vein-ticuatro países, por iniciativa de Tito, Sukarno, Nasser y Nehru. Desde este mo-mento, el no alineamiento vino a significar una política de coexistencia y una condena real al uso de la fuerza, un apoyo para los movimientos de liberación, la repulsa de cualquier alianza militar o acuerdo bilateral de ayuda militar con una gran potencia y la no admisión de bases militares extranjeras en el propio territorio.

El movimiento de no alineación implica teóricamente mucho más, pues debe traducirse en una lucha contra el imperialismo, el colonialismo, el racismo y cualquier forma de dominación extranjera.

2.2. La carrera armamentística. La amenaza nuclear.

Esta nueva forma de relación no supuso en absoluto el fin de la carrera armamentística. EE.UU. había quedado conmocionado a fines de los cincuenta por el liderazgo soviético en la "carrera del espacio": el lanzamiento del Sputnik fue un verdadero aldabonazo en la conciencia de seguridad norteamericana.

Kennedy, a través del programa “Apollo” se propuso recuperar la iniciati-va. La carrera espacial no era tanto el objetivo –o lo era principalmente a nive-les de prestigio, de imagen- como el desarrollo de un arsenal de misiles balísti-cos intercontinentales con la función de convertirse en el instrumento de disua-sión más eficaz. En 1963 los EE.UU. multiplicaban por cinco el arsenal soviéti-co de 100 misiles intercontinentales. En 1969 conseguían poner el primer hom-

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bre en la luna. Pese a todo, al terminar la década de los setenta podía hablarse de la existencia de una paridad nuclear entre ambos páises.

Aunque los sucesores de Kennedy (Johnson y Nixon) y de Kruschev (Breznev) no abandonaron la línea de la distensión, tampoco se abandonó la carrera de armamentos que, por supuesto, no se limitaba únicamente al campo nuclear.

Sin embargo, lo que si se intentó limitar como hemos señalado, fue el acceso a este tipo de armamento por parte de otros países. Es lo que quedaba puesto de manifiesto en el Tratado de Moscú de 5 de agosto de 1963, firmado por EE.UU., URSS y Gran Bretaña, con el compromiso de "prohibir, impedir y no realizar ningún ensayo nuclear... en tierra, mar o en la atmósfera", y al que se adhirieron cerca de un centenar de países. Sin embargo, hubo algunos co-mo Francia, potencia nuclear desde 1959, o China, que realizaría su primer ex-perimento en 1964, que no suscribieron el tratado.

A lo largo de la década de los sesenta se firmarían nuevos acuerdos:1.- Resoluciones de la Asamblea General de la ONU en 1961 y 1963,

sobre desnuclearización de Africa y de América Latina. En febrero de 1967 ca-torce Estados firmaban en México un Tratado que prohibía la posesión, utiliza-ción y fabricación de armas nucleares en América Latina.

2.- El Tratado de exploración y utilización del espacio, firmado el 27 de enero de 1967, que establecía la prohibición de poner en órbita objetos porta-dores de armas nucleares o cualquier tipo de armas de destrucción masiva.

3.- Tratado de 12 de junio de 1968 de no proliferación de armas nuclea-res, firmado por las dos superpotencias y cerca de un centenar de países.

4.- Tratado sobre la desnuclearización de los fondos marinos, recomen-dado por la Asamblea General de la ONU en diciembre de 1970 y puesto en práctica desde marzo de 1972, prohibiendo la colocación de armas nucleares o de destrucción masiva en el fondo de los mares y océanos, o en su subsuelo. No fue firmado por Francia y China y resultaba inoperante desde el momento en que no incluía el control de los submarinos portadores de armas atómicas.

Pero posiblemente el ejemplo más claro de la política de distensión nos lo den los acuerdos de limitación de armas estratégicas (SALT). Las SALT I supusieron al menos la prohibición permanente de los sistemas antimisiles ABM, para evitar que su desarrollo llevara a que una de las potencias, segura de su escudo, utilizase su espada. Se limitaron estos sistemas a solo 100 rampas que no podrían instalarse fuera de su territorio, ni en el mar ni en el espacio. Además durante cinco años se limitaría el crecimiento de los misiles intercontinentales (ICBM) o alojados en submarinos (SLBM). La continuación de esta política se produciría desde 1972 con las SALT II, que concluirán en 1979, pero cuya aplicación no se hará efectiva por el cambio en la situación internacional.

2.3. El fin de la bipolaridad. China. El Tercer Mundo y los Países no Alineados.

Como ya hemos apuntado, conforme pasaron los años inmediatamente posteriores a la guerra mundial el sistema bipolar fue sufriendo modificaciones, de un lado porque fue definiéndose el amplio sector de los países no alineados, de otro porque en el seno de los dos bloques se produjeron modificaciones im-portantes.

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En el mundo occidental el desarrollo económico de Japón, cuyos produc-tos pronto inundaron los mercados americano y europeo, convirtieron a este país asiático en la segunda potencia de la economía mundial. Pero también, aunque en menor medida, la Comunidad Económica Europea nacida por el Tratado de Roma de 1957, experimentó un notable desarrollo económico. En conjunto, los países desarrollados del mundo occidental entraron en una época de crecimiento que nos llevaría a la instauración del denominado “estado del bienestar”, hoy en crisis.

Si económicamente se producía una diversificación –lo que suponía que la abrumadora superioridad norteamericana se veía reducida-, la política chau-vinista del general De Gaulle, de nuevo en el poder tras la crisis de Argelia, re-presentó la inflexión más notable en la unidad del bloque occidental. No solo abandonó la organización militar de la Alianza Atlántica, sino que se opuso a la admisión de Gran Bretaña en la Comunidad Económica Europea, alegando que las especiales relaciones del Reino Unido con los EE.UU. perjudicaría la cons-trucción europea. Quizá la muestra más patente de su disposición a marcar las distancias con la superpotencia fuera la continuación de una política nuclear, rechazando los acuerdos de limitación anteriormente reseñados.

La propia República Federal de Alemania, bajo el gobierno del sociode-mócrata Willy Brandt, puso en marcha una particular línea de política exterior, la Ospolitik, buscando una apertura hacia el Este no siempre bien entendida por la diplomacia norteamericana. Una de las consecuencias más importantes de esta política fue la aceptación de la partición de Alemania y, en 1973, el in-greso de ambas en la ONU.

De la misma manera que el liderazgo de los EE.UU. dejaba de ser tan incuestionable en el mundo occidental, ocurría con el de la URSS en el bloque oriental. Aquí, ya lo hemos señalado, el elemento principal fue la ruptura chino-soviética que, trascendiendo el ámbito puramente ideológico, pasó al militar en 1969 con motivo de las disputas fronterizas en la frontera del río Ussuri que, curiosamente, tuvo como una de sus consecuencias una aproximación diplo-mática entre China y los EE.UU, simbolizado en el viaje que en 1972 realizó al país asiático el presidente Nixon.

Pero también en Europa se encontraba la URSS con problemas. Tras los sangrientos sucesos de Hungria en 1956 Janos Kadar, dirigente impuesto por los soviéticos, buscaba la fórmula para, sin enfrentarse a Moscú, introducir reformas de tipo liberal en un sistema económico que no permitía desarrollarse al país ni mejorar las condiciones de vida de su población, sujetas como esta-ban las economías de estos países a las directrices de Moscú. Algo similar es-taba ocurriendo en Rumanía con Ceaucesco, en Polonia con Gomulka y, sobre todo, en Checoslovaquia, donde el lider comunista Alejandro Dubcek empren-dió un amplio programa de reformas de corte liberal en un intento de establecer lo que llamó el “socialismo de rostro humano”. El espejismo que supuso la lla-mada “primavera de Praga” quedó roto cuando las tropas del Pacto de Varso-via penetraron en el país en agosto de 1968. En una semana se impuso de ma-nera férrea la doctrina Breznev: en virtud de la "solidaridad socialista internacio-nal", reinvindicó el derecho de intervenir en los asuntos internos de cualquier país socialista si optaba por reformas que pusieran en peligro el régimen comu-nista.

Pero al margen de lo que ocurría en los dos bloques –relaciones Este-Oeste-, es a lo largo de la década de los sesenta cuando se manifiesta de

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manera clara la conciencia de un nivel de relaciones Norte-Sur o, dicho de otra forma, un norte desarrollado y un sur en vías de desarrollo o Tercer Mundo, cuya política estaba ligada al movimiento de países no alineados26.

En conjunto puede apreciarse un importante fenómeno en el terreno de las relaciones internacionales que, en términos generales, podemos definir como el paso de un orden bipolar (USA/URSS) a una diplomacia triangular (Washington/Moscú/Pekín) debido a la desvinculación de China de la URSS y su aproximación hacia los EE.UU. (China ingresa en la ONU en 1971) y el paulatino establecimiento de un policentrismo en las relaciones internacionales (mayor protagonismo de Europa Comunitaria, y en especial de Francia), siempre bajo la supervisión de las superpotencias.

2.4. Principales conflictos: Próximo Oriente. Vietnam. Latinoamérica.

Evidentemente, esta serie de factores que introducen variaciones sustanciales en el terreno de las relaciones internacionales no significa que la nueva época, que a niveles referenciales podemos considerar abierta tras la "crisis de los misiles", esté exenta de tensiones y conflictos. La guerra de Vietnam en el Sureste asiático y el conflicto árabe-israelí en el Próximo Oriente son buena muestra de ello.

El primero de los conflictos citados, al margen de su personalidad y desarrollo, se constituyó en el ejemplo más palpable de que la superioridad tecnológica y de efectivos humanos fracasan cuando se enfrentan a la voluntad de un pueblo. Nunca quizá pudiera afirmarse con más razón que los ejércitos pueden ganar las batallas, pero las guerras las ganan los pueblos. Esto al margen del trauma moral que Vietnam supuso para la sociedad norteamericana. Además, la política intervencionista norteamericana implicó a Laos y Camboya en el conflicto, contribuyendo a desestabilizar aún más la zona. Cuando en enero de 1973 se firme el acuerdo de Paz en París el largo conflicto en la antigua colonia francesa se habrá cobrado más de dos millones de muertos, aparte los daños morales y materiales.

Sobre el conflicto árabe-israelí no es necesario extenderse mucho. Posiblemente represente, en sus orígenes, la muestra más palpable de lo que la ceguera y falta de comprensión y respeto de las potencias coloniales ha significado a la hora de configurar nuestro mundo. En la actualidad constituye uno de los mejores ejemplos de la aplicación del doble rasero en el planteamiento de los conflictos internacionales por parte de las potencias occidentales.

En los años sesenta este conflicto se concretó en la llamada "Guerra de los Seis Días", en mayo de 1967, como consecuencia de la cual los judíos ocuparon Cisjordania, el Golán, la zona árabe de Jerusalén, y la península del Sinaí, territorios que retuvo a pesar de las demandas de la ONU.

Por lo demás, esta fase de principios de los años setenta va a estar presidida por la liquidación de dos graves conflictos. En enero de 1973 se firman los acuerdos de París que pondrán oficialmente fin al conflicto de Vietnam, y en octubre del mismo año termina la "guerra del Kippur", la cuarta entre árabes e israelíes, con graves consecuencias para el mundo occidental.

26 Los aspectos señalados en este epígrafe se tratan de manera más minuciosa en los temas correspondientes.

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En octubre de 1973 los ministros de los países árabes de la OPEP decidieron aumentar el precio del petróleo en un 70% y reducir sus entregas hasta que los israelíes se retiraran de los territorios ocupados.

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La guerra de Vietnam

La guerra de Vietnam casi podría considerarse una secuela de la guerra de Indochina pocos años antes. La proyectada reunificación entre un Vietnam del Norte comunista, dirigido por Ho Chi Min, y un Vietnam del Sur –Dinh Diem- controlado por Estados Unidos, no se hizo efectiva al negarse el Sur a la cele-bración de unas elecciones que, previsiblemente le hubieran dado la victoria a los comunistas.

Dos años después de la firma de los acuerdos de Ginebra, en 1956, na-cía el Vietcong –Frente Nacional de Liberación-, organización guerrillera que inició las hostilidades contra el gobierno de Saigón, contando con el apoyo del Vietnam del Norte. En contrapartida, y como parte de su política de contención de la expansión del comunismo, el presidente norteamericano Kennedy decidió iniciar una política de ayuda a través del envío de “consejeros militares” y apo-yo material que, tras su asesinato en 1963, se convertiría e una intervención abierta bajo la presdiencia de Johnson.

En marzo de 1965 el ejército norteamericano ponía en marcha la opera-ción “Trueno arrollador”, una importante campaña aérea pensada para frenar el apoyo que el Vietnam del Norte prestaba a la guerrilla del Vietcong, aunque no será hasta el mes de julio cuando Johnson anuncie que EE.UU. estaba formal-mente en guerra. Paralelamente a las acciones de guerra se intentó desarrollar un plan de “aldeas estratégicas” –que ya años atrás los ingleses habían experi-mentado en Malasia para frenar la influencia de la guerrilla comunista en el ám-bito rural-. El objetivo era conseguir mejorar las condiciones de vida de la masa campesina, expoliada por el gobierno de Diem y sus sucesores, y ganarse “sus corazones y sus mentes” para contrarrestar de esta manera la creciente in-fluencia de la guerrilla del Vietcong.

Pero los americanos necesitaban una victoria rápida y el plan de aldeas estartégicas requería un tiempo del que no disponían, con el agravante de que gran parte de la ayuda económica se despilfarró sin remdio en el caos de la co-rrupción que caracterizaba la política del Vietnam del Sur.

En 1967 eran 500.000 hombres los que Estados Unidos mantenía en Vietnam, en una guerra en la que no dudó en utilizar armamento químico (el “agente naranja” y el “napalm”), y que se deshumanizó cada vez más. La inca-pacidad para identificar al enemigo tuvo como efecto que para el soldado nor-teamericano cualquier vietnamita se convirtiera en un potencial guerrillero y ello ocasionó incidentes como el de My Lai en 1968 que contribuyeron a despresti-giar cada vez más ante la opinión nacional e internacional a un ejército cada vez más desmoralizado.

La idea de que derrotando militarmente a Vietnam del Norte se minaría la capacidad de la guerrilla del Vietcong condujo a una escalada en los atques aéreos, evitando una posible invasión por tierra para evitar una respuesta china similar a la que años antes había ocurrido en la guerra de Corea. Vietnam, con la ayuda material de URSS y China, resistió los ataques de la aviación nortea-mericana

La guerra fue un desastre para los Estados Unidos. No solo la victoria fue imposible, sino que en la propia sociedad norteamericana generó un amplio movimiento social codenando la que, sin duda, fue la cara más violenta del im-perialismo norteamericano. Pese al podería tecnológico de que los americanos

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hicieron gala, las fuerzas del Vietcong lograron éxitos que, como la ofensiva del Tet en 196827, influyeron en la decisión del nuevo presidente, Nixon, para acep-tar en noviembre de 1968 el inicio de conversaciones de paz en París y em-prender desde 1969 una drástica reducción de la presencia norteamericana, in-tentando organizar paralelamente un ejército survietnamita –casi dos millones de hombres- a la vez que el conflicto se extendía a las vecinas Camboya –gue-rrilla de los Khmers Rojos-28 y Laos. Nixon puso en práctica una política de aproximación a Moscú y Pekin con la intención de que ambas potencias pre-sionaran a Hanoi para que aceptara unas condiciones razonables que causa-ran el menor daño posible a la ya deteriorada imagen de EE.UU.29

Hanoi resistió a las presiones de Moscú y Pekín y mantuvo sus exigen-cias de retirada de las tropas norteamericanas, el fin de la ayuda a Vietnam del Sur, y unas elecciones limpias en Vietnam del Sur que dieran paso a las nego-ciaciones para la reunificación. Las negociaicones llegaron a un punto muerto y la administración Nixon cometió un error más al decidir extender los bombar-deos a la vecina Camboya para cortar cualquier suministro que desde este te-rritorio pudiera llegar al Vietcong. Los resultados para Camboya fueron catas-tróficos, el campo fue arrasado y masas de refugiados tuvieron que abandonar sus tierras. El país quedaría en manos de los jemeres rojos.

Fue en tonces cuando se produjo la gran ofensiva norvietnamita de 1972 que condujo a la firma de la Paz de París el 23 de enero de 1973. La retirada norteamericana supuso el derrumbe definitivo del régimen de Vietnam del Sur. En abril de 1975 Phnom Penh, capital camboyana, caía en manos de los Kh-mers Rojos, y en noviembre el Vietkong tomaba Saigón y Vietnam queda unifi-cado bajo el régimen comunista.

El conflicto árabe/israelí.

27 En enero de 1968 el Vietcong lanzó una ofensiva generalizada en todas las ciudades de

Vietnam del Sur. Aunque fue una derrota militar para las fuerzas de Vietnam del Norte y del Vietcong con pérdidas de miles de combatientes, la ofensiva tuvo un coste muy alto para los EE.UU., que perdieron al menos un millar de soldados, pero sobre todo conmocionó a la sociedad norteamericana y tuvo una gran influencia en la política de reducción de tropas de la época de Nixon. 28 Constituido como el brazo armado del Partido Comunista de Kampuchea (Camboya) en 1967 inició muy pronto la guerra de guerrillas contra el régimen del Príncipe Norodom Sihanouk. Tras ser este derrocado por un golpe de militares de extrema derecha, los Khmer Rojos se aliaron con el depuesto príncipe y con la ayuda de Vietnam del Norte iniciaron su crecimiento en los primeros años de la década de los setenta.El paulatino control de mayores áreas del país llevó a los Khmer rojos a lanzar la ofensiva final contra la capital del país, Phnom Penh, conquistada finalmente el 17 de abril de 1975. El régimen de los Khmer Rojos, bajo la dictadura de su líder Pol Pot, constituyó uno de los más crueles ejemplos de dictadura comunista en el siglo XX. Se calcula que más de millón y medio de camboyanos perdieron la vida durante los escasos cuatro años que estuvieron en el gobierno. La clase media profesional y técnica fue prácticamente exterminada.29 En este contexto sería cuando EE.UU. reconocería plenamente a la República Popular China y accedería a que ocupara el lugar de Taiwan en el Consejo de Seguridad.

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El Próximo Oriente mantuvo su categoría de zona caliente tras las crisis de los años cuarenta y cincuenta. El conflicto de Suez había establecido fuertes lazos diplomáticos y estratégicos entre Israel y los Estados Unidos, en tanto que los estados árabes de la zona tendían a la alianza con la URSS. En estos años se producirán dos nuevos conflictos con importantes consecuencias a nivel mundial.

El primero de estos conflictos, la llamada Guerra de los Seis Días, se desencadena a partir de la política de Nasser, bloqueando el golfo de Akaba a todos los navíos que se dirigieran al puerto israelí de Eilath30. Los israelíes respondieron con un ataque fulminante el 5 de junio de 1967, ocupando en Siria los altos del Golán, en el sur la franja de Gaza y la península del Sinaí, y en el centro Cisjordania y la ciudad vieja de Jerusalén.

A partir de este momento la presión judía obliga a salir de sus tierras a una gran masa de palestinos que deben buscar refugio en los países árabes limítrofes. Es entonces cuando alcanza protagonismo la OLP –Organización para la Liberación de Palestina- a cuyo frente se sitúa el líder de Al-Fatah, Yasser Arafat31.

A partir de este momento la OLP adquiría un protagonismo creciente, aunque sus actuaciones desde territorios jordanos o líbanos pondría a estos países en el punto de mira de las fuerzas israelíes. En 1973 la OLP sería reconocida por los países no alineados representante del pueblo palestino, y al año siguiente por la ONU.

La negativa israelí de abandonar los territorios ocupados en la Guerra de los Seis Días empujaron a Annuar el Sadat, nuevo presidente de Egipto, a una nueva guerra. En octubre de 1973 tropas egipcias y sirias atacarían por sorpresa a Israel en la que sería llamada guerra del Yom Kippur32. Aunque el factor sorpresa les permitió recuperar gran parte de los territorios perdidos en 1967, la reacción israelí fue contundente y efectiva, recuperando nuevamente ambos territorios. Hubo de ser la acción concertada de las diplomacias norteamericana y soviética la que pusiera fin a este conflicto, forzando una

30 El golfo de Aqaba, también conocido como el golfo de Eilat, es un golfo situado en Asia, en la zona del Oriente Próximo, que separa la península del Sinaí de la península arábiga, y cuyas aguas comunican con el mar Rojo a través de los estrechos de Tirán. Su profundidad máxima es de 1.829 metros. Sus costas pertenecen políticamente a Israel, Egipto, Arabia Saudita y Jordania, y los puertos principales son Taba (Egipto), Eilat (Israel) y Aqaba (Jordania); estas dos últimas ciudades son las que habitualmente dan nombre a este golfo según cada caso.

31 Nacida en 1964, la OLP planteó en sus primeros momentos la destrucción del estado de Israel y el derecho de autodeterminación del pueblo palestino en el que incluía los centenares de miles de refugiados en los países limítrofes. En 1969, el líder de  Al-Fatah, la facción predominante entre las agrupadas en la OLP, Yasser Arafat fue nombrado presidente de la OLP.Los ataques guerrilleros lanzados desde Jordania provocaron la respuesta militar israelí lo que creó graves problemas al rey Hussein de Jordania. En 1971, el ejército jordano expulsó tras sangrientos combates a los guerrilleros de la OLP de su país, lo que se conoció como el "Septiembre Negro".Los milicianos de la OLP marcharon al Líbano desde donde continuaron sus ataques contra Israel. Su llegada al Líbano fue uno de los factores que desencadenó la guerra civil en aquel país, guerra en la que la OLP se implicó plenamente. Israel invadiría el Líbano en 1982, rodeando Beirut y forzando tras duros combates a los guerrilleros de la OLP al exilio hacia otros países árabes amigos.32 Yom Kippur es el día de la Expiación o del Arrepentimiento, el día más santo y solemne del año judío. Es un día de ayuno –la comida, la bebida, el baño y las relaciones conyugales están prohibidas-

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resolución de la ONU que pondría fin a las hostilidades el 25 de octubre de 1973.

Si el primer conflicto había tenido como principal consecuencia la potenciación del papel de la OLP, este segundo estará estrechamente relacionado con la crisis del petróleo, provocada por el incremento de los precios propiciado por los países de la OPEP como represalia por el apoyo del mundo occidental a Israel. Entre octubre y diciembre de 1973 el precio del crudo se cuadruplicó, con consecuencias catastróficas para la economías de los países del mundo occidental que, salvo EE.UU. eran no productores.

América Latina

Un tercer escenario, mucho menos llamativo pero no por eso menos trascendente, es el de América Latina, espacio sobre el que los EE.UU ejercen una continua vigilancia –en contubernio con las oligarquías de estos países- para garantizar sus intereses políticos y económicos.

La diplomacia norteamericana, así como sus servicios de inteligencia, apoyan dictaduras militares de carácter marcadamente conservador y represi-vo, entendiendo que las desigualdades sociales no eran la única, ni posible-mente la más importante, causa de los movimientos reformistas, sino que tras ellos se encontraban Moscú y, por supuesto La Habana.

De algunas de estas intervenciones y de sus motivos económicos y polí-ticos, hablaremos al analizar la trayectoria de los EE.UU durante la Guerra Fría33. Sin embargo, y aún cuando en otro momento podamos analizar más a fondo el suceso, sí resaltaremos como ejemplo de este intervencionismo, lo ocurrido en Chile donde, en 1970, gana las elecciones una coalición de izquier-das, Unidad Popular, liderada por el socialista Salvador Allende. El temor a que se produjera una evolución en la línea castrista fue motivo suficiente para que el Departamento de Estado, a través de la CIA, apoyara a la oposición antide-mocrática de las clases burguesas, temerosas de un estado socialista. Esta in-tervención culmina con el apoyo al golpe de estado producido el 12 de septiem-bre de 1973 bajo el mando del general Pinochet y en el que moriría Salvador Allende. Al triunfo de los golpistas siguió una durísima represión (¿20 o 30.000 muertos?), característica común en las diversas dictaduras militares que en es-tos años se establecen en latinoamérica.

33 Los dictadores militares habían sido formados en la “Escuela de las Américas” en EE.UU. Especialmente después de la experiencia cubana, la amenaza comunista fue el pretexto utilizado para justificar las intervenciones que llevaron al poder a los dictadores militares que garantizaban la “estabilidad” de la zona a los EE.UU. Pinochet en Chile; Videla en Argentina; Hugo Banzer en Bolivia; Alfredo Stroessner en Paraguay; Velasco Alvarado en Perú; Anastasio Somoza en Nicaragua… son, con sus diferencias, ejemplo de está política auspiciada por EE.UU. desde los años sesenta en adelante. El tema del militarismo en Latinoamérica puede encontrarse analizado en profundidad en el libro de Prudencio García, El drama de la autonomía militar (Alianza 1995) que se puede encontrar en formato PDF en la red. (Google = “el drama de la autonomía militar”)

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3.: De la crisis de la distensión a la crisis del sistema soviético (1974 – 1985/89)

3.1.- Recesión económica e intensificación generalizada de conflictos. (Hasta la llega de Reagan a la Presidencia de los EE.UU.)

La culminación de esta etapa de distensión vendría marcada por la celebración de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación Europea, que tiene lugar en Helsinki, entre 1973 y 1975. A su terminación se firmó un Acta Final en la que se abordaban diversas cuestiones relativas a la seguridad europea, a la cooperación en materia económica, ciencia y tecnología y medio ambiente, y a la seguridad y cooperación en la región del Mediterráneo.

En definitiva, una Conferencia cuya importancia habrá de buscarse más en sus buenas intenciones y en lo que de positivo tiene el propio hecho de la celebración, que en los resultados concretos, puesto que a la vaguedad de la redacción del Acta habremos de sumar el hecho de que no se habilite ningún sistema que implique el obligado cumplimiento de cualquier tipo de acuerdo.

La realidad es que, hacia mediados de la década de los 70 el mundo occidental se vio sacudido por una doble crisis: la política y la provocada por la recesión económica, la llamada "crisis del petróleo". De esta forma, 1975 se convertirá en un año de especial significado por cuanto a partir de él, cuando aparentemente la situación internacional parecía entrar en una fase de logros en el camino hacia la distensión, una serie de elementos distorsionarán estas expectativas, abocándonos a un retroceso hacia posturas más propias de la guerra fría.

Si la crisis de la economía capitalista conlleva una serie de tensiones que van a poner fin a la época de la distensión, por su parte, la situación política internacional sufre un empeoramiento que queda suficientemente plasmado en la serie de conflictos que cabría enumerar en los finales de los setenta y primeros años ochenta.

Toda esta serie de conflictos que ensombrecen las relaciones interna-cionales se ven, de alguna forma, potenciadas por el triunfo electoral de Reagan en EE.UU., con unos planteamientos teóricos sobre política internacional que, por su evidente tendencia a la simplificación y al maniqueísmo, hacen temer un serio deterioro de las relaciones entre las superpotencias y un importante incremento en la escalada armamentista a través del programa de la "guerra de las galaxias" que pretende trasladar al espacio el enfrentamiento armado.

No podemos olvidar que la diplomacia norteamericana tiene, a partir de 1975, motivos para preocuparse. Ese es el año del triunfo definitivo de Hanoi en el conflicto de Vietnam, acompañado por el triunfo comunista en Laos y Camboya. Pero es también, a mediados de la década cuando, primero en Portugal y luego en España, los regímenes dictatoriales del salazarismo y el franquismo van a ser sustituidos por sistemas democráticos de futuro aún incierto. Los partidos comunistas en Francia e Italia parecían vivir un renacimiento que, según algunos observadores, podía traducirse en un posible acceso al poder. Todo ello en un contexto de recesión económica que golpeaba duramente al mundo occidental y que, desde el punto de vista de los observadores, podía facilitar el acceso de los comunistas al poder.

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En otro ámbito geográfico, la revolución triunfa en Etiopía en 197434, dejando paso a una República socialista cuyo líder Mengitsu se proclama aliado de la URSS, al tiempo que las antiguas colonias portuguesas, Angola y Mozambique, se independizan, convirtiéndose en un motivo más de subversión al proclamarse en ellas gobiernos republicanos de corte marxista. Los acuerdos de Madrid entre España, Marruecos y Mauritania añaden a esta conflictiva situación el tema del Sahara español y la posibilidad de que la república socialista de Argelia alcance una salida al Atlántico a la altura de un enclave estratégico tan fundamental para los intereses occidentales como puedan ser las Islas Canarias.

Toda esta situación de incremento de la conflictividad en el terreno político es potenciada por la recesión generalizada de 1974-75 que para muchos autores no es sino una crisis clásica de superproducción que afecta a todos los países capitalistas con una amplitud que se hace extensiva a todas las actividades y sectores, con unos alarmantes costes sociales. Posiblemente las dificultades del sector energético ("crisis del petróleo") estén en buena medida en la base de la crisis general. La crisis del petróleo tendría múltiples consecuencias económicas, incrementando la inflación y provocando una sensible reducción de la producción industrial en los países capitalistas, aparte los problemas monetarios y financieros. Como consecuencia, se producirían una serie de repercusiones sociales, especialmente con el problema del paro y las secuelas que arrastra consigo.

Este conjunto de factores motivaron un incremento de la oposición a la política de distensión por parte de importantes sectores de la administración y de la opinión pública norteamericana; oposición incentivada por la presencia de tropas cubanas en Angola, hecho que constituyó el justificante para que la administración Ford decidiera en 1976 abandonar la línea de la distensión. Ello pese al mantenimiento de un cierto nivel de negociaciones (firma de los SALT II en Viena en 1978) cuyo logro más significativo sería la firma de los acuerdos de Camp David entre Egipto e Israel bajo el patrocinio de los EE.UU. (Carter).

La época de Ford y Carter (1974-1981)

En este contexto internacional la herencia de Nixon suponía un lastre añadido para el nuevo Presidente, Gerald Ford (1974-1977), hombre extremadamente conservador y una de cuyas primeras decisiones fue indultar a Nixon por cualquier delito federal (Watergate) que hubiera cometido durante su mandato. Durante su mandato se completó la retirada norteamericana de Vietnam, con todo lo que suponía para los EE.UU. Evidentemente un hombre de perfil tan gris como Ford no era la persona adecuada para revitalizar a la desmoralizada sociedad norteamericana.

34 En Etiopía, desde la retirada de los italianos, se restaura el régimen feudal representado por el emperador Halle Selassie, supuestamente último representante de una dinastía que se remontaba a Salomón y la Reina de Saba. Conocido también como Ras (gobernador) Tafari (su nombre), o como el Negus (rey), Halle Selassie fue derrocado por un golpe militar de inspiración socialista en 1974 derivado de una profunda crisis política, social y económica en uno de los países más pobres del mundo en el que la mayor parte de la población eran campesinos que trabajaban las tierras del emperador, de los nobles o de la iglesia, sometidos al pago de fuertes impuestos y amenazados por la guerra civil que enfrentaba a la provincia de Eritrea contra el gobierno de Selassie.

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No irían mucho mejor las cosas durante el mandato de su sucesor Jimmy Carter (1977-1981), una de cuyas primeras decisiones fue la firma del Tratado del Canal de Panamá (septiembre de 1977), muy criticada por gran parte de la clase política y de la opinión pública norteamericana, que veían con preocupación que un enclave estratégico tan importante quedara bajo la soberanía de un estado inestable y corrupto, entonces presidido por el general Omar Torrijos.

Fue Carter quien hubo de lidiar con el conflicto de Irán, donde el Sha de Persia, Reza Phalevi, era derrocado por los levantamientos sociales que acabarían dando el poder al ayatolá Jomeini (enero de 1979), sin que la administración norteamericana se mostrara capaz de poner en práctica una política coherente. Por añadidura, el secuestro de un grupo de norteamericanos en la embajada de EE.UU., el fallido intento de rescate, y la humillante negativa del régimen de Jomeini a liberar a los secuestrados hasta que Carter hubiera abandonado la Casa Blanca, desacreditó aún más al nuevo Presidente, cuyo éxito más notable fueron los acuerdos de Camp David (marzo de 1979), ensombrecidos por la crítica situación en Centroamérica, donde el sandinismo derrocaría al dictador Somoza en julio de 1979, en tanto que se incrementaba la actividad guerrillera en El Salvador, aparte de la generalización de conflictos en Guatemala y Honduras.

Pero sería la invasión de Afganistán por la URSS35, en diciembre de 1979, el hecho que provocaría un importante cambio en la política exterior norteamericana y una modificación en la evolución de su presupuesto de defensa. En dólares reales, los Estados Unidos habían tenido una disminución del 35% en sus gastos militares en los últimos tiempos, mientras que en la URSS había crecido a un ritmo del 4% anual.

Hasta aquí, la política exterior norteamericana había estado condicionada por lo que se denominó el “síndrome de Vietnam”. Pero los contratiempos sufridos a lo largo de la segunda mitad de los setenta, culminando con la presencia soviética en Afganistán, provocarían una reacción representada por un nuevo Presidente, Ronald Reagan (1981-1989), con consecuencias imprevistas. Es conveniente recordar que en las elecciones de 1980, un 40% de los que votaron por Reagan no eran conservadores, sino personas que pensaban que había llegado un momento de cambio para los Estados Unidos. El resultado de la votación fue un abrumador pronunciamiento en contra de una Administración incompetente tanto en política exterior como en la interior.

La Unión Soviética bajo el mandato de Brezhnev (1964-1982).

Apartado Kruschev del poder en 1964, la figura de Brezhnev se consolidaría en los años siguientes como líder indiscutible de la Unión Soviética hasta su muerte en 1982.

35 En 1973 había sido derrocado el rey Zaher Shah, abriéndose un período de inestabilidad en el que facciones comunistas se enfrentaban con guerrillas islámicas. Fue la ocasión aprovechada por Breznev para conseguir que Afganistán quedara dentro de la órbita de influencia soviética. La decisión del líder soviético fue interpretada por el mundo occidental como un paso que excedía la política de no intervención mantenida entre los bloques, y conllevó el apoyo a la guerrilla islámica y, en definitiva, el fin de la distensión y el recrudecimiento de la Guerra Fría.

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Aunque el mundo comunista seguía teniendo serios problemas en su política económica, el nuevo mandatario realizó grandes esfuerzos para mejorar las condiciones de vida del campesinado, si bien la agricultura seguirá siendo el talón de Aquiles de un sistema que, tras la apariencia de una progresiva recuperación a lo largo de la década de los setenta, acabará siendo uno de los factores claves para comprender la crisis de mediados de los ochenta.

También en el campo de la producción industrial se realizaron esfuerzos, pero sin renunciar a la economía planificada cuyas previsiones cada vez se alejaban más de la capacidad real del sector secundario en el que la URSS y sus países satélites hubieron de acudir a la importación del mundo occidental –desde maquinaria a patentes-, lo que a su vez provocaba problemas de financiación. Los productos del COMECON (Consejo de Ayuda Mutua Económica, que podría equipararse a la Comunidad Económica Europea) eran poco competitivos en el mundo occidental, y por ello se acudió principalmente a la exportación de materias primas, aunque esto no evitó que hubiera que acudir a los créditos y se entrara en una dinámica de endeudamiento progresivo que también habrá que tener en cuenta a la hora de comprender el colapso del sistema.

Por añadidura, la intensificación de las relaciones económicas con Occidente tuvo otras consecuencias, en el terreno ideológico y político, que quedaron plasmadas en los sucesos de Praga en la primavera de 1968. El peligro que para los ortodoxos suponía esta influencia está en la base del endureci-miento de la política interior de la URSS durante la época Brezhnev. "Patriotismo, disciplina, intransigencia ideológica" es la línea definida por el XXIII Congreso, y cuya plasmación en la práctica quedó pronto puesta de manifiesto en la aplicación de una política de represión dirigida hacia los sectores intelectuales críticos con el sistema y diferentes minorías. 36

A lo largo de la década de los setenta, coincidiendo con los mandatos de los presidentes Ford y Carter, Brezhnev se ha ido convirtiendo en el líder único. La concentración de poder que personaliza tiene su correlato institucional en la Constitución aprobada el 27 de mayo de 1977. Ratificado el principio del "centralismo democrático", el Partido es reforzado en su control del Estado.

Pero el aspecto más interesante de la nueva Constitución, que resulta necesario tener en cuenta para comprender los sucesos posteriores, reside en la victoria de la línea unitaria frente a la federal, en el seno de una polémica interna que desde hacía años se mantenía en la URSS.

Se refuerza el concepto del "pueblo soviético" en el que quedan comprendidas todas las etnias y naciones; se deja abierta la vía a la intervención del poder central; y se mantiene la consideración del Partido como eje central de todo el funcionamiento del Estado. La libertad de cada República queda supeditada a los intereses del Partido y a las directrices del Plan.

36 Siniavski y Daniel condenados a trabajos forzados; Soljenitsyn expulsado de la Unión de escritores y posteriormente desterrado, secuestro de "Novo Myr", la revista de los liberales, internamiento en un hospital siquiátrico del biólogo Medvedev...

Las minorías judías volvieron a estar en el punto de mira de las autoridades soviéticas. En 1973 más de 30.000 judíos reciben autorización para marchar fuera del país.

Poco sabemos de la represión sobre las minorías religiosas o étnicas, aunque sí sabemos que existe un plan de rusificación de la URSS sobre el cual comentaremos algunos datos al hablar de los nacionalismos. (Cfr. CARRERE D'ENCAUSE,H.- El triunfo de las nacionalidades. pp. 303 y ss.).

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Con una economía que, pese a sus esfuerzos, no alcanza el nivel de desarrollo del mundo capitalista, ni repercute de la misma manera en el bienestar de la población, el tremendo esfuerzo armamentista a que obliga la política exterior -a la que indirectamente nos hemos referido anteriormente y que culmina con la guerra de Afganistán-, con una línea expansionista a lo largo de los setenta, acapara cada vez más recursos económicos, en detrimento de las industrias dedicadas a los bienes de consumo y, en definitiva, en detrimento del nivel de vida del ciudadano. El recurso a la tecnología occidental, salvando los sectores considerados estratégicos, es continuo. El ejemplo más claro lo tenemos en las relaciones de la URSS -rica en materias primas, entre ellas el petróleo-, con Japón, carente de estas materias primas pero poseedor de una avanzadísima tecnología.

Desde otra perspectiva, hay que pensar en que en buena medida esa necesidad de reforzar el poder central respondía, al menos en parte, a la existencia de una serie de fuerzas centrífugas que amenazan permanentemente al Imperio Soviético, especialmente dos.

En primer lugar, la URSS es una federación multinacional, multiétnica y multilingüística, lo que plantea una problemática extremadamente.

Y en segundo lugar, en un contexto geográfico más amplio, las fuerzas centrífugas vienen manifestándose desde antiguo a nivel de las democracias populares, política y económicamente controladas por Moscú, dependientes de la URSS en gran medida para el abastecimiento de materias primas fundamentales, y en las que se ha practicado una política de rusificación -especialmente en algunas de ellas, como Checoslovaquia y la RDA-, que intenta implantar el ruso como la segunda lengua materna. Esta política suscita cada vez más resistencias, y en diversos países del bloque se han manifestado divergencias más o menos abiertamente y más o menos importantes hacia la política soviética (Polonia, Rumania, Hungría... sin contar con Yugoslavia y sin mencionar, por supuesto a Albania).

La década de los ochenta.

El 10 de noviembre de 1982 moría L. Breshnev. Su sucesor, Yuri Andropov, Secretario General del PCUS, Presidente del Presidium del Soviet Supremo (Jefe de Estado), Presidente del Comité de Defensa (que equivale a ser jefe del ejército), es un hombre viejo y enfermo que apenas aparece en público. Sin embargo controla el aparato del poder y, en el breve plazo de tiempo que transcurre hasta su muerte, deja entrever una voluntad reformista que no tiene tiempo de concretar. La vieja guardia breshneviana volverá al poder tras su muerte con otro representante de la "gerontocracia", C. Chernenko que también fallecerá en un plazo breve, dejando el camino expedito para M. Gorbachov.

Para cuando ocurre la muerte de Brezhnev la opinión pública norte-americana, especialmente sensibilizada ante el incremento de la influencia soviética, había apostado por el cambio que significaba la llegada al poder del conservador Reagan.

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En esos momentos, otra serie de conflictos ensombrecían el panorama internacional, desde la guerra Irán-Irak37 a la de las Malvinas (abril/junio de 1982), pasando por la ocupación israelí del sur del Líbano (junio de 1982), de forma que parecía imposible, al menos por el momento, remontar la situación.

La llegada de Reagan al poder a comienzos de los ochenta supuso, por lo que a Estado Unidos se refiere, un retroceso a los planteamientos teóricos de la época de Eisenhower (1953-1960). Como manifestará públicamente el nuevo Presidente, la Unión Soviética era el "Imperio del Mal", volviéndose a la política de confrontación para detener lo que se interpretaba como expansionis-mo soviético, rechazándose cualquier negociación política directa con la URSS que pudiera interpretarse como una aceptación por EE.UU. de un condominio soviético-americano: Doctrina Reagan o voluntad de rechazo para intentar obligar a la Unión Soviética a replegarse. Pero en la práctica, la política de Reagan fue esencialmente inmovilista y estuvo presidida por la incapacidad al abordar temas como el del conflicto iraní, del Oriente Próximo, de Centroaméri-ca... incrementando, eso sí, escandalosamente los gastos de defensa y convir-tiendo a EE.UU. en el país más endeudado del mundo.

Dos tercios de los electores pensaron que Reagan era más apropiado para mantener una postura dura contra los soviéticos, aunque también es cierto que la abstención –un 47%- alcanzó cotas desconocidas y puso en evidencia la incertidumbre que afectaba al pueblo norteamericano. Al mismo tiempo, el cambio en el clima cultural y espiritual que produjo la guerra del Vietnam y su “síndrome” trajo como consecuencia la preferencia por un candidato que representara unos valores que se identificaban con la esencia de la patria norteamericana.

Con escasa formación para la política, pocas ideas y muy elementales, Reagan estaba, no obstante, muy dotado para las relaciones públicas. Se ironizó mucho sobre él: con setenta años, medio sordo, con escasa dedicación –se retiraba del trabajo a media tarde y se tomaba los fines de semana y las vacaciones-y con una ignorancia en algunos asuntos verdaderamente asombrosa, era el personaje idóneo para la caricatura. Y sin embargo, fue tan extremadamente convincente y respondía tan ajustadamente a lo que el americano medio quería encontrar en él, que consiguió ser reelegido y gobernó a lo largo de toda la década de los ochenta.

Reagan coincidió con la actitud de Nueva Derecha en materias morales, como la prohibición de difundir información sobre control de natalidad o aborto sin el permiso de los padres. También redujo los programas sociales en 25.000

37 Este largo conflicto -1980/1988- viene precedido por la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países como consecuencia de disputas territoriales provocados por la delimitación de fronteras que se había establecido en 1975, en los Acuerdos de Argel. Irán se había convertido en una República Islámica tras la revolución que derroca al Sha y la llegada al poder del ayatolá Jomeini, en tanto que Irak era un estado laico. Sadam Hussein, presidente de Irak, inició la guerra en lo que pretendió ser una “guerra relámpago”, pero el conflicto derivó hacia una guerra de desgaste en la que, aunque oficialmente el mundo occidental anhelaba una victoria iraquí frente al peligro del radicalismo islámico, no existieron reparos en vender –de manera directa o encubiertamente- armas a ambos contendientes. El ejemplo más escandaloso fue el de EE.UU, cuando se descubrió que se estaban vendiendo armas a Irán pese al bloqueo que la administración Reagan había decretado y que, con los beneficios de estas ventas se estaba financiado a la Contra nicaragüense que luchaba contra el Frente Sandinista que había logrado la caída del poder del dictador Somoza. La guerra entre Irán e Irak terminó en septiembre de 1988 sin que se produjeran cambios en la situación territorial de ambos países y con un saldo de más de un millón de muertos.

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millones de dólares, testimoniando su voluntad de cortar el cordón umbilical de dependencia de las ayudas sociales, mientras que aumentó el presupuesto militar en un 41%. Sus recetas económicas no funcionaron en ese primer período. En economía para Reagan era posible reducir los impuestos, hacer crecer el presupuesto militar y conseguir un presupuesto equilibrado, propuestas simplemente incompatibles entre sí.

En política exterior, Reagan dio un nuevo sentido de orgullo a los norteamericanos. La verdad es que tenía un cierto sentido de lo que debía ser la dirección a imprimir a la política norteamericana, pero carecía propiamente de un programa. De cualquier forma, partiendo de una visión monolítica y simplicísima, que identificaba el Bien con los valores propios y el Mal con los relacionados con la URSS, transmitió al electorado su creencia firme en la superioridad moral de los norteamericanos. En consecuencia, proporcionó armas en el Tercer Mundo a quienes consideraba como "luchadores por la libertad" y no tuvo inconveniente en describir a Estados Unidos como un "arsenal de la democracia".

3.2. El colapso de la URSS.

Por su parte, la URSS estaba viviendo, tras la muerte de Brezhnev, (noviembre de1982) su propia crisis interna. La gerontocracia, representada en estos años por Andropov y Chernenko, no podía tener la flexibilidad necesaria para romper el estancamiento de la política de distensión, como tampoco era capaz de encontrar solución a los problemas estructurales de la economía soviética que amenazaban con colapsar todo el sistema.

Es en esta situación alarmante cuando, en 1985, un nuevo dirigente político accede al poder en la URSS, marcando una inflexión tan asombrosa como inesperada en las relaciones internacionales.

La llegada al poder de Gorbachov y la puesta en marcha de su política reformista provocaría una revolución que marcaría el fin de la Guerra Fría.

Mijail Gorbachov es el político realista que recoge el fruto de muchos años de planificación fracasada, de propaganda montada sobre datos falsos, abocado a una grave crisis económica y social de la que no es posible salir aplicando el modelo socialista tal y como hasta entonces se había venido haciendo. En consecuencia, Gorbachov inicia una serie de reformas obligado por las exigencias de la política interna con el objetivo de sanear y racionalizar el gigantesco y anquilosado aparato de la economía planificada, y dar respuesta a las demandas de una población cuyo nivel de vida, tanto en la URSS como en las democracias populares, se encuentra seriamente comprometido.

Inevitablemente sus reformas condicionan la política exterior de la URSS, campo en el que el nuevo líder cosechará los mayores éxitos; como condiciona las relaciones con las democracias populares que, lanzadas hacia el campo de las reformas, sufrirán en un breve período de tiempo convulsiones tan violentas como las de la propia URSS.

Pero resulta muy discutible que Gorbachov haya querido firmar el acta de defunción del sistema socialista. De hecho, a partir de un determinado momento su postura se torna cada vez más conservadora, intentando cerrar la caja de los truenos que él mismo abrió. Y, sobrepasado por los sectores más reformistas de la revolución, terminará abandonando el poder para dejar paso a un proceso de

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cambio que conducirá inevitablemente al mundo comunista hacia una economía de mercado que, pasados los primeros momentos de euforia, enfrentará crudamente a todos estos países con una inequívoca realidad material: la pobreza.

El proceso de liberalización iniciado desde 1985, supondrá no solo la disgregación del imperio, sino la de sus mismos componentes que, en muchos casos, se han visto enfrentados a cruentos conflictos provocados por la multinacionalidad, la multietnia o la pluralidad religiosa de sus miembros, que en algunas ocasiones desembocaron en guerras civiles de una crueldad que en Europa parecía olvidada.

Los primeros días del nuevo mandatario aportan las novedades típicas. A lo largo del mes de abril Gorbachov va situando a sus hombres en puestos claves. Posiblemente de una forma inadvertida, al menos para el observador occidental, la reforma ha empezado dentro del sistema mediante la sustitución de un sector de los viejos burócratas por cuadros más jóvenes y con cierta formación profesional en el seno del aparato comunista38.

Gorbachov es consciente de que la política reformista, la que se denominará perestroika, solo será posible si se facilita la entrada en el juego político de nuevas fuerzas existentes en la sociedad, pero silenciadas por el monopolio del PCUS. Para ello se pone en marcha la glasnot, a través de la cual es posible ejercitar un debate crítico sobre el sistema.

En octubre, el Pleno del Comité Central analiza los proyectos del nuevo programa del PCUS propuesto por Gorbachov, con los objetivos del nuevo Plan Quinquenal (1986-1900) y las previsiones de 1986 al año 2000, que conjugan la aceleración del desarrollo económico y el mantenimiento de la potencia defensiva de la URSS al nivel necesario. Al mes siguiente se celebra en Ginebra una cumbre entre Reagan y Gorbachov, reanudando unos contactos que habían quedado interrumpidos desde que, en 1979, se reunieran en Viena Carter y Brezhnev.

Es a principios de 1986 cuando comienzan a conocerse algunas de las líneas maestras de lo que va a ser la política reformista de Gorbachov. La presentación de un plan de desnuclearización global para el año 2000 avanza el planteamiento en política exterior para los próximos años, y cuando, entre el 25 de febrero y el 6 de marzo, se celebre el XXVII Congreso del PCUS, Gorbachov pronunciará un discurso inaugural en el que realizará una severa crítica de los fallos de la era Brezhnev, señalando los lastres del sistema, al tiempo que bosqueja las líneas maestras de su política interior y exterior. Por primera vez se utilizan las palabras perestroika (reconstrucción o reestructuración) y glasnot (transparencia). El grave accidente sufrido en abril por la central nuclear de Chernobil, con todas las reticencias que se quiera, pone de manifiesto que una nueva política informativa está empezando a plantearse en la URSS.

38 El primer síntoma de que algo puede cambiar se produce cuando el 2 de julio el eterno ministro de Asuntos Exteriores, Gromiko, es ascendido a la Presidencia del Presidium Supremo, esto es, a la Jefatura del Estado, sustituyéndole en el cargo por uno de los más íntimos colaboradores de Gorbachov en los primeros años, el georgiano Edward Shevardnadze. Un mes más tarde Gorbachov es nombrado Presidente del Consejo de Defensa, lo que le convierte en la máxima autoridad militar. Al mes siguiente Rizhkov sustituye a Tijonov como primer ministro. Aunque de momento nada ha cambiado, en el transcurso de estos meses Gorbachov ha renovado el equipo de Gobierno y se ha rodeado de colaboradores absolutamente fiables.

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En las semanas siguientes Gorbachov irá visitando distintas zonas de la URSS hablando de la nueva política, anunciando la adopción de medidas tales como la retirada de parte de las tropas soviéticas en Afganistán, o nuevas propuestas para llegar a un acuerdo de desnuclearización. Las primeras medidas liberalizadoras se llevan a efecto, liberándose numerosos presos políticos (en diciembre Sajarov abandonará su exilio en Gorki), al tiempo que una nueva cumbre, en Reykjavik, reúne a los líderes de las superpotencias en el mes de octubre.

Indudablemente, las resistencias internas no dejarían de producirse conforme fuera dibujándose la política reformista de Gorbachov. Su procedencia resulta obvia. El ejército, o determinados sectores dentro de él, por una parte; por otra, el conjunto del aparato burocrático. Es decir, los dos sectores que más directamente podían considerarse perjudicados en su situación privilegiada si la política reformista seguía adelante. El Pleno del Comité Central se opone, por ejemplo, a los intentos de reforma del sistema electoral, con propuestas que incluyen el voto secreto y la presentación de candidaturas múltiples. El ejército se inquieta ante las nuevas directrices de la política exterior que suponen el riesgo de que la URSS pierda parte de las "conquistas" logradas en la época de Breshnev y la renuncia a una política expansionista reflejada en Afganistán.

Pero Gorbachov cuenta dentro del aparato con los suficientes apoyos para ir imponiendo sus reformas, de forma que, por ejemplo, en junio las elecciones en los soviets locales se realizan ya mediante el sistema de candidaturas múltiples. Y, por otra parte, el incidente provocado por el aterrizaje de una avioneta pilotada por un joven alemán en la Plaza Roja de Moscú le permite destituir al ministro de Defensa, mariscal Sokolov, privando a los militares de un importante elemento conservador.

Sin embargo, también es cierto que la liberalización comienza a tener consecuencias no deseables para el Kremlin. En agosto, con motivo del cuadragésimo octavo aniversario del pacto germano-soviético, se producen importantes manifestaciones nacionalistas en las capitales de los tres países bálticos. En otra línea, que también acabará constituyendo un serio problema para Gorbachov, en octubre se producen importantes manifestaciones en Armenia, sacando a la luz un conflicto étnico y religioso que permanecía silenciado. Y el 31 de octubre, el jefe de organización del PCUS en Moscú, Boris Yeltsin, dimite por considerar que la perestroika ha fracasado, tras un violento enfrentamiento con el que se considera número dos del sistema, Ligachov, un hombre que ha comenzado colaborando con Gorbachov, pero que a estas alturas da muestras de considerar que las reformas están yendo demasiado lejos, maniobrando para imprimir un ritmo más conservador a la política del Secretario General.

De esta forma, se pone de manifiesto que en torno a la perestroika se han formado dos corrientes, una conservadora que intenta, cuando menos, ralentizar el proceso de liberalización, y otra reformista, a la que las medidas adoptadas y su ritmo de aplicación no le parecen lo suficientemente radicales y rápidas. Se pone así en evidencia que la imagen de Gorbachov en el interior del país dista bastante de levantar los entusiasmos que suscita en el exterior, donde precisamente a finales de este año 1987 (7-10 de diciembre) se producía la firma, en Washington, de un acuerdo por el que deben eliminarse los misiles de alcance intermedio en Europa (FNI).

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En el verano de este año Gorbachov ha escrito Perestroika, libro que define su política. En el "nuevo pensamiento" destacan dos rupturas decisivas con la ideología anterior: se reconoce la existencia de "intereses comunes de toda la humanidad que están por encima de los objetivos derivados de la lucha de clases" y se señala la necesidad de aceptar la democracia, la voluntad del pueblo, como base del Estado. Se descarta, por consiguiente, la idea de una verdad poseída exclusivamente por el PCUS, aceptando la pluralidad de opiniones, la tolerancia y la existencia de diversos partidos.

Por consiguiente, lo que la perestroika pone en evidencia es la falsa legitimidad dimanada de la revolución de 1917 y la necesidad de sustituirla por la legitimidad emanada de la voluntad popular.

Pero hay que entender que la perestroika suscite oposición en sectores muy diversos. Los burócratas y cuadros del partido no pueden ver con simpatía una reforma que amenaza con poner fin a su poder. Desde el punto de vista social, el anuncio de la necesidad de despidos masivos, en un sistema que oficialmente no conocía el paro, el aumento de los precios, las bajadas salariales para los incompetentes... son fuentes de incertidumbre. Para Manuel Azcárate (La URSS de Gorbachov, "El País" 25-10-1990. p.3) La perestroika provoca la aparición de tres tendencias en el seno del PCUS: los conservadores, aferrados al pasado; el sector radical, representado por un núcleo de intelectuales y por Yeltsin a partir de su ruptura en 1987, y el centrismo de Gorbachov, que se aliará a los radicales para poder llevar adelante la reforma constitucional de 1988.

En defensa de su política, Gorbachov critica ante los medios de comunicación a la "izquierda" que pide reformas más rápidas, y a la "derecha", que acusa al poder de minar los fundamentos del socialismo.

Como prueba de que la reforma sigue adelante, el 1 de enero de 1988 se daba la señal de salida a la reforma económica, con la entrada en vigor de la Ley de Empresa, elemento esencial para la revitalización económica.

La reforma económica empieza de una forma efectiva a partir de la aplicación de la Ley de Empresa el 1 de enero de 1988. En un primer momento afectó aproximadamente al 60% de la producción. A través de ella se pretendía aumentar el margen de maniobra empresarial, concediéndole una autonomía financiera, liberándola de la pesada tutela de las burocracias centrales, y disminuyendo radicalmente las órdenes estatales. Para hacerla más efectiva, estaba previsto completarla con una revisión del sistema de fijación de los precios -destinada en particular a reflejar los costes de producción-, crear un comercio al por mayor de medios de producción y transformar el sistema de educación y formación.

La reestructuración se emprende como respuesta a la aceptación de una situación real: la decadencia económica de la URSS, imposible de reconducir sin proceder a una cierta democratización, incluyendo una liberalización informativa, para vencer la apatía de la población.

Precisamente, para vencer esta situación y motivar a la población, se ha permitido una libertad de expresión hasta ahora impensable, que queda plasmada en la proliferación de periódicos y revistas, en los cuales se aborda, a veces de forma muy crítica, la situación económica y social de la URSS.

Pero los primeros meses de 1988 ponen de manifiesto que existen motivos serios de preocupación39. Si en la política exterior se sigue la marcha

39 En medio de esta situación, Gorbachov procura reforzar sus poderes para poder mantener su política reformista en los límites precisos. En la XIX Conferencia extraordinaria del PCUS (28 de

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hacia el final de la guerra fría (4ª cumbre de Moscú entre EE.UU. y la URSS a partir del 29 de mayo) y hacia la terminación del conflicto de Afganistán (14 de abril, firma de los acuerdos de Ginebra sobre Afganistán entre EE.UU., la URSS, Afganistán y Pakistán. 15 de mayo inicio de la retirada de las tropas soviéticas), en el interior los conflictos étnicos y religiosos se agravan, especialmente por lo que se refiere a la región de Nagorno-Karabaj. Armenia solicita un cambio de estatuto para esta región, dependiente de Azerbaiyán, y su unión a la República autónoma de Armenia. Petición que el Soviet Supremo de Azerbaiyán, primero, y el de la URSS después, desestiman.

Pero no es solo en las repúblicas de Armenia y Azerbaiyán donde los conflictos se extienden. En ese mismo año Estonia modificará su Constitución (16 de noviembre) de forma que en el futuro podrá oponerse a las leyes de la URSS, al proclamar la supremacía de las leyes propias. Dicha decisión es rechazada por el Soviet Supremo de la URSS, pero señala el comienzo de un pulso que terminará con la independencia de los países bálticos.

Por otra parte, la multiplicación de los conflictos nacionalistas en las diversas repúblicas autónomas supone un quebranto añadido a la capacidad de gobernar de Gorbachov. A los incidentes cada vez más frecuentes en los países bálticos, hay que añadir los enfrentamientos en Georgia, Uzbekistán, Kazajstán... en ocasiones reprimidos con excesiva dureza. En Ucrania se manifiestan los miembros de la iglesia católica uniata, y en algunas repúblicas se aprueba, caso de Georgia, el derecho a la secesión de la URSS.

junio a 1 de julio) propone concentrar los puestos de Jefe del Estado y Secretario General del partido en la misma persona. La propuesta es aprobada, estipulándose al mismo tiempo la permanencia de los dirigentes en sus cargos un máximo de 10 años. Entre septiembre y octubre el Comité Central y el Soviet Supremo respaldan el proyecto de reforma política derivada de la XIX Conferencia extraordinaria del PCUS. Gorbachov se convierte formalmente en Jefe del Estado, sustituyendo a Andrei Gromiko.El 1 de diciembre, por fin, después de un mes de discusiones, se llegaba a una reforma de la Constitución. El Soviet Supremo, cuyos componentes se restringieron a 542, fue transformado en un parlamento con amplios poderes legislativos y administrativos, y su elección se producía en el interior de una nueva asamblea, el Congreso de Diputados de la URSS, supremo órgano de poder del Estado, compuesto por 2.250 miembros, electos por un período de cinco años. Dos tercios de sus miembros (1.500) serían designados por sufragio universal. A la cabeza del Soviet Supremo se sitúa un Presidente, elegido por el Congreso. En la misma ley se prevén candidaturas múltiples y el voto por medio de papeletas secretas.Se pretendió también simplificar el inmenso aparato burocrático. Así, los 21 Departamento de que constaba el Comité Central del PCUS se reducen a 6.De toda esta reforma hay que destacar de manera especial por su significado la creación del Congreso de Diputados. La estructura tradicional "leninista" del poder soviético se apoyaba en la diarquía Estado-Partido y, especialmente en la supremacía práctica de esta última institución. La creación del Congreso supone una transferencia de poderes del Partido hacia el Estado que supone un paso importante en el proceso de reforma del aparato del poder.Reforzado en sus poderes gracias a la concentración de cargos, aunque también, en lo referente al ejército, por las dimisiones de altos mandos descontentos con la política exterior de Gorbachov, son convocadas elecciones para elegir los 1.500 diputados antes mencionados (26 de marzo de 1989), en ellas triunfan los nacionalistas y los candidatos no oficiales (Sajarov) tanto en Moscú como en Leningrado, lo que pone de manifiesto que la calle avanza más rápida en el camino de las reformas que el propio Gorbachov. De hecho, éste maniobra para mantener un equilibrio entre conservadores y radicales, pero el problema -y la causa de la continúa erosión de Gorbachov- está en el hecho de que los triunfos de los radicales en la calle no tienen una traducción en la política de gobierno. De alguna forma puede decirse que Gorbachov ha optado por sustituir con el sistema presidencialista el extinguido papel dirigente del PCUS, intentado garantizar, en la difícil transición, la existencia de un ejecutivo fuerte.

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Paralelamente, la crítica situación económica por la que atraviesa el país provoca la primera gran huelga entre los mineros de Siberia y de Ucrania, obligando a acelerar las reformas en la legislación reglamentando el derecho de huelga, con prohibición de ejercerla en los sectores considerados estratégicos de la economía.

Desde la calle, en la propia capital, Moscú, se pide cada vez con más insistencia el fin del monopolio comunista mediante la supresión del artículo 6º de la Constitución, lo que supondría un paso importante en la aceptación del pluripartidismo. Gorbachov apoya estas peticiones y consigue el visto bueno del Comité Central (febrero de 1990), pero ello no quiere decir que el pluripartidismo esté automáticamente legalizado, puesto que perviven en la Constitución artículos que pueden interpretarse como una clara oposición al sistema pluripartidista.

El proceso se acelera cada vez más. El 1 de marzo es aprobada la ley de la tierra, que permite la propiedad privada. El 4 de este mismo mes ucranianos, bielorrusos y rusos eligen sus parlamentos y municipios democráticos con una aplastante victoria de los reformistas radicales y nacionalistas en las grandes ciudades. Ya anteriormente los nacionalistas habían triunfado en las elecciones en Lituania, cuyo Parlamento aprueba el 12 de marzo la declaración de independencia, provocando la censura de Moscú que decide el bloqueo económico.

Un hecho especialmente representativo de la importancia de los cambios hasta ahora realizados en el aparato político de la URSS es su conversión, el 14 de marzo de 1990 en República Presidencialista, poniéndose fin al papel dirigente del PCUS. Gorbachov es elegido Presidente por un mandato de 5 años, al cabo de los cuales el nuevo Presidente habrá de ser elegido por sufragio universal. La creación del cargo de Presidente de la URSS obedecería a la misma lógica de separación de instituciones Estado-Partido a que nos referíamos anteriormente.

En ese mismo mes de marzo la crisis de las repúblicas bálticas progresa. El día 21 de marzo el Parlamento de Lituania decide fijar las fronteras nacionales con la URSS, y los independentistas ganan las elecciones en Estonia y Letonia. Estonia decide independizarse diez días más tarde. Letonia lo hará el 4 de mayo. Las conversaciones con Gorbachov, si bien no aclaran la solución del conflicto, se impiden al menos que se lleve a cabo una acción de fuerza.

En estas críticas condiciones, se presenta al Soviet Supremo el plan de reformas económicas a través del cual debe darse paso a la economía de mercado (24 de mayo). La inquietud provocada por sus posibles consecuencias sociales hace que el Soviet decida rechazar la propuesta (13 de junio). Supone un triunfo de los conservadores que es contestado desde la calle mediante la elección del reformista radical Boris Yeltsin como Presidente del Parlamento ruso que, el 11 de junio de 1990 proclama su "soberanía de Estado", en tanto que los Presidentes de las quince repúblicas autónomas, reunidos en Moscú, aceptan la propuesta de Gorbachov de negociar un nuevo tratado de unión.

A estas alturas la situación escapa del control de Gorbachov, desbordado por los conflictos nacionalistas y por los reformistas radicales. La precaria situación económica de la URSS hace cada vez más acuciante la concesión de ayuda por parte del mundo occidental si se quiere evitar que el descontento social condene al caos todo el proceso reformista. A finales de junio, el Consejo

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de Europa, reunido en Dublín, llega a un acuerdo sobre ayuda económica a la URSS, decisión confirmada a primeros de julio por los "7G".

Los Parlamentos de las diferentes repúblicas van formulando a lo largo del verano de 1990 sus declaraciones de soberanía (Ucrania, Bielorrusia, Armenia, Turkistán, Tajikistán). La debilidad de Gorbachov parece más evidente cuando la URSS se deja llevar a remolque por Estados Unidos en el conflicto Irak-Kuwait (3 de agosto, invasión iraquí)40. Esta debilidad intenta ser contrarrestada mediante la concesión, por acuerdo del Soviet Supremo el 24 de septiembre, de poderes excepcionales que posibilitan a Gorbachov a gobernar por decreto para introducir la economía de mercado. El aumento de los desórdenes internos y la pérdida de liderazgo en el contexto internacional han llevado a Gorbachov a apoyarse en las fuerzas conservadoras para conseguir retomar la iniciativa.

Es curioso como, a nivel internacional, sin embargo, su popularidad llega al máximo cuando recibe, el 15 de octubre, el Premio Nóbel de la Paz, noticia que, significativamente, es acogida con indiferencia en la URSS.

Desbordado por las tensiones internas, la política interna de Gorbachov deriva en estos últimos meses hacia posturas más conservadoras. La presencia de políticos conservadores en su equipo de gobierno acabará siendo denunciada por uno de sus más íntimos colaboradores, el ministro de Asuntos Exteriores, Edward Shevardnaze, que presentará su dimisión el 20 de diciembre, señalando el peligro de una involución o, incluso de un golpe de Estado que reconduzca la situación y restaure la deteriorada autoridad de Moscú. El día 17, el Presidente había manifestado la necesidad de acabar con la acción destructiva de las fuerzas separatistas y nacionalistas, y el 19 amenazaba con el establecimiento del estado de excepción allí donde fuera necesario.

"La perestroika, tal como se concibió en un principio, ha fracasado", dirá el mismo 19 de diciembre un colaborador tan íntimo de Gorbachov como Rizhkov, el artífice de los proyectos económicos, terreno en el que, a finales de este año, todos los indicadores daban la señal de alarma. La producción industrial, la agrícola, y la energética, descendían. Las exportaciones de petróleo, importante fuente de divisas , caían un 18%. El comerció exterior casi un 7%. La inflación se situaba en un 19%. La penuria y los racionamientos se agravaban, y el hambre comenzaba a constituir una amenaza seria.

40 Durante varios años, Irak había estado reclamando Kuwait, respaldándose en el hecho de que este territorio era parte de Irak en la época del Imperio Otomano, específicamente, parte de la provincia de Basora.Posiblemente, la invasión y anexión de Kuwait por parte de Irak, estuviesen relacionadas en un principio con el petróleo, pero en realidad hay más. En meses anteriores, ambos países habían tenido una serie de disputas; Irak alegaba que desde 1980, Kuwait había estado robándole petróleo desde su yacimiento de Rumaylak (situado bajo ambos territorios).Por otra parte, Irak, que dependía del valor del combustible para pagar su deuda externa contraída en la guerra contra Irán (casi 40.000 millones de dólares, con intereses de 3.000 millones por año), se sentía afectado por la superproducción de Kuwait y otros países del golfo, que mantenían un precio bajo.Además, otra posible causa era la necesidad iraquí de acceder al Golfo Pérsico desde su puerto de Umm Qasr, lo que implicaba ocupar las islas kuwaitíes de Bubiyan y Warbah.Finalmente, se ha dicho que es muy posible que el presidente Saddam Hussein, necesitara una rápida conquista para mejorar en algo su bajo prestigio, y perfilarse como un líder del mundo árabe.

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La presencia conservadora en el poder parece, efectivamente, haber ganado la baza a los reformistas. En enero de 1991 un conservador, Pavlov, es nombrado primer ministro, la censura vuelve a aplicarse, sobre todo en televisión, el KGB recibe permiso para efectuar registros sin previa autorización en las empresas, Gorbachov acusa en Bielorrusia a los liberales de llevar a la URSS hacia la guerra civil. Las fuerzas de orden público soviéticas intervienen en Vilna (Lituania), y en Riga (Letonia) en enero, lo miso que en abril-mayo lo harán en Armenia. La tensión internacional se acrecienta ante el eminente peligro de una intervención militar en las repúblicas bálticas que, ante esta situación, refuerzan sus posturas independentistas mediante una serie de referéndumes por la independencia (90% de los lituanios, 77% de los estonios y letonios, 99% de los georgianos). Paralelamente, la tensión social se incrementa también en la URSS, donde los mineros de Siberia y Ucrania se lanzan el 5 de marzo a una huelga que se mantendrá hasta el 10 de mayo.

En respuesta a los movimientos independentistas el 17 de marzo de celebra un referéndum sobre el mantenimiento de la Unión en el que se alcanza un 80% de participación, con un 76'4% de síes. Pero las tres repúblicas bálticas, Moldavia, Armenia y Georgia, se niegan a participar.

En junio, las nueve repúblicas que han participado en el referéndum de marzo llegan a un acuerdo para establecer una Unión de repúblicas soviéticas soberanas, fijándose la fecha del 20 de agosto para la firma del nuevo Tratado de la Unión. A partir de este momento la descentralización sería imparable.

Pocos días después el COMECON (28 de junio) y el Pacto de Varsovia (1 de julio) quedan disueltos. El mismo día 1 de julio una ley a favor de las privatizaciones abre la URSS a las inversiones extranjeras, y el 25 el Pleno del PCUS acepta la renuncia al marxismo-leninismo. El 29 se firma un tratado por el que se reconoce la independencia de Lituania. El proceso, indudablemente, ha alcanzado un punto de no retorno.

Sin embargo, los sectores más conservadores del sistema se niegan a aceptarlo. Entre el 18 y el 21 de agosto de 1991 fracasa una tentativa de golpe de Estado. Yeltsin que había sido elegido, el 12 de junio, Presidente de Rusia por sufragio universal, toma el poder en Moscú. Kravtchuk, presidente del Parlamento de Ucrania, hace lo mismo en Kiev. Gorbachov, una vez liberado, disuelve el Comité Central del PCUS.

Las consecuencias del golpe se manifiestan a corto plazo en dos direcciones. Por un lado, a lo largo de los diez últimos días de agosto, proclaman su independencia: Estonia (20); Letonia (21); Ucrania (24); Bielorrusia (25); Moldavia (27); Azarbaiyán (29); Kirguizistán y Uzbekistán (31). En los meses siguientes el proceso se irá ratificando a través de una serie de consultas populares en las que el sí a la independencia resultará abrumadoramente mayoritario (Armenia, 21 de septiembre, 99'4%; Ucrania, 1 de diciembre, 90'3%).

Paralelamente, los nuevos estados independientes entrarán en un proceso negociador que culminará, tras diversas vicisitudes en la formación de la Comunidad de Estados Independientes. El 8 de diciembre, Rusia, Ucrania y Bielorrusia, anuncian el fin de la URSS y la creación de la CEI en la que se integran 11 de las 15 antiguas repúblicas autónomas (quedan fuera las tres repúblicas bálticas y Georgia).

La segunda consecuencia inmediata del golpe es la toma del poder por Yeltsin en Rusia. El 1 de noviembre el Soviet Supremo ruso le concede poderes especiales para reformar la economía y las finanzas. El 25 de diciembre

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Gorbachov, cuyas explicaciones acerca del golpe no han convencido a la opinión pública, decide presentar su dimisión como Presidente de la extinta URSS. Las banderas rojas son retiradas del Kremlin, donde vuelve a ondear la bandera rusa.

3.3. La crisis de la Europa comunista: entre la democracia y la pobreza.

Durante los primeros años de la década de los ochenta los problemas políticos y económicos fueron agravándose, haciendo crecer la sensación de crisis. La muerte de Brezhnev en noviembre de 1982 y la situación de interregno en que se encontró la URSS durante casi tres años dejó, sin embargo, a los dirigentes del Este cierta libertad de acción. Las consecuencias fueron muy diversas. Algunos de ellos aprovecharon para iniciar o continuar una política reformista (Kadar en Hungría y Jaruzelski en Polonia). Otros, por el contrario, mantuvieron o endurecieron una política dura (Honecker en la RDA, Husak en Checoslovaquia, Jivkov en Bulgaria y Ceaucescu en Rumania). Yugoslavia se enfrentaba a sus propios problemas desde la muerte de Tito y Albania permanecía aislada.

La designación de Andropov animó a los reformistas. El nuevo dirigente, en su breve mandato (noviembre de 1982 a febrero de 1984) se esforzó por poner en marcha una política de reforma económica que pasaba por la descentralización y un incremento de la eficacia. Su sucesor, Chernenko, tampoco tuvo mucho tiempo para llevar a cabo una política personal (febrero 1984 a marzo de 1985). El verdadero giro se produciría con la llegada al poder de Gorbachov en marzo de 1985. Pero la política reformista del nuevo líder no fue bien vista por todos los dirigentes del Este (Honecker, Husak o Ceaucescu).

Con diferencias en cuanto a su magnitud, todos los países del Este presentaban los mismos signos de crisis: disminución más o menos marcada del ritmo de crecimiento, dificultades en el sector agrícola, persistencia de una escasa productividad en todos los sectores de la economía, incompetencia e ineficacia a nivel de la dirección de las empresas, pesada burocracia. La inflación no ha sido controlada. La deuda externa aumenta peligrosamente. La escasez de alimentos amenaza a muchos de estos países cuya población se empobrece paulatinamente. En algunos casos, como en Rumania, se daba la paradoja de que mientras se recomendaba a la población que disminuyera su ya pobre consumo de alimentos, se intentaba hacer frente al pago de la deuda externa mediante la exportación de esos mismos productos alimenticios que no estaban al alcance de los rumanos. Solo Bulgaria, Hungría y la RDA escapaban a esta situación.

Esta crisis económica se veía agravada por la dependencia que los países del este mantenían con respecto a la URSS: petróleo, gas, materias primas, con consecuencias a menudo poco justas. Por ejemplo, la URSS adecuó el precio de su petróleo a los nuevos precios vigentes en el mercado mundial tras la crisis de mediados de los setenta, pero cuando posteriormente los precios bajaron, la URSS los mantuvo igual, pese a que las democracias populares habían contribuido financieramente a la construcción de los oleoductos soviéticos. Cuando los suministros procedentes de la URSS comenzaron a escasear, los países del Este tuvieron que acudir a los mercados occidentales, pero en estos era necesario pagar con divisa convertible.

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La influencia de la "perestroika" ha obrado de diferente forma en estos países. Un sector ha reaccionado negativamente, es el bloque de los que podemos llamar "conservadores": Albania, Bulgaria, la RDA, Checoslovaquia y Rumania. Otros, los "aperturistas": Hungría y Polonia, han aprovechado los vientos reformistas para culminar una larga lucha por la liberalización.

El proceso resulta complejo dado que cada país tiene sus características propias. En las líneas siguientes solo intentaremos trazar las líneas generales del proceso, extendiéndonos más en aquéllos en los que la crisis tuvo un especial significado y un mayor seguimiento por parte de los medios de comunicación del mundo occidental.

ALBANIA

En el mismo año en que Gorbachov llegaba al poder, moría Enver Hoxha (abril), tras 41 años de poder, manteniendo a Albania dentro de la ortodoxia estalinista. Ramiz Alia, su sucesor, mantuvo en principio la misma orientación política, aunque empezaron a descongelarse las relaciones económicas con algunos países occidentales y mejoraron sensiblemente con Yugoslavia. Incluso, en febrero de 1988, Albania participó en la Conferencia Balcánica de Belgrado (Yugoslavia, Bulgaria, Rumania, Grecia y Turquía). Un nuevo estilo, más conciliador y abierto, se puso de manifiesto.

En un paso más hacia la apertura, Ramiz Alia dejó entrever en abril de 1990 la posibilidad de restablecer relaciones con los dos "grandes" y se mostró dispuesto a participar en la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa.

Pero en este mismo año miles de albaneses acudieron a las embajadas occidentales en Tirana, en un desesperado intento por salir del país. Esto se debía por una parte a las reformas realizadas por el Parlamento en temas concernientes a los derechos humanos, reconociendo entre otros el derecho a viajar al extranjero; pero de otro lado ponía de manifiesto la precaria situación económica en que se encontraba el país, especialmente en el sector agrícola (65% de población rural).

Así, el 6 de julio de 1990, 10.000 manifestantes recorren las calles de Tirana, en la primera manifestación en la historia del régimen comunista. Las autoridades facilitaron la salida al extranjero, en un intento de aliviar la presión social.

El proceso de democratización se muestra conflictivo desde el momento en que el PTA (Partido Albanés de los Trabajadores) gana las elecciones en marzo de 1991 con el apoyo de los sectores rurales, donde más arraigo tiene el régimen comunista, frente a la oposición representada por el Partido Democrático (PDA) en las ciudades, todo ello en medio de una catastrófica situación económica.

El 30 de abril la Asamblea eligió a Ramiz Alia como Jefe del Estado, pero en junio de este mismo año (1991) el primer ministro, Fatos Nano, tuvo que dimitir después de tres semanas de huelga general. Se formó un "gobierno de estabilización" en el que por primera vez los no comunistas llegan al poder.

El PTA, rebautizado como PSA, sería desalojado del poder por unas nuevas elecciones legislativas celebradas los días 22 y 29 de marzo de 1992. El PDA conseguiría casi los dos tercios de los votos.

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Esta ruptura con los representantes del sistema comunista se vería ratificada por la dimisión de Ramiz Alia el 4 de abril de 1992, sustituyéndole en la jefatura del Estado el líder del PDA, Sali Berisha, quien nombraba a Alejandro Meksi primer ministro con la tarea fundamental de poner fin a la anarquía económica del país.

El invierno 1991-92 resultó terrorífico para los albaneses, y en parte fue paliado por la ayuda recibida del exterior, especialmente de una Italia atemorizada por el flujo migratorio de los refugiados albaneses.

ALEMANIA

Desde un principio, los líderes de la RDA mostraron su escaso entusiasmo por la política reformista de otros países del bloque. Sin embargo, sectores cada vez más importantes de la población, especialmente los jóvenes, se mostraban progresivamente más descontentos con la situación, y los partidarios del cambio comenzaron a reunirse, utilizando sobre todo los lugares de culto de los protestantes.

Pero, en contra de lo que podía temerse, el proceso en Alemania fue relativamente rápido. Pese a las esperadas reticencias de Honecker y a la capacidad de resistencia que cabía suponerle al régimen, en poco más de cinco meses -de mayo a octubre de 1989-, el líder de la RFA habría tenido que abandonar el poder.

Las "elecciones" del 7 de mayo, ganadas con un 98'8% por los partidos del régimen bajo la tutela del Partido Socialista Unificado (SED) parecieron ser la señal para que los grupos de la oposición, organizados a la sombra de las Iglesias protestantes, adoptaran una actitud activa. A lo largo de ese verano centenares de alemanes escapaban, vía Budapest, hacia Occidente. Los manifestantes se enfrentaban abiertamente con las fuerzas de orden público, corriéndose el peligro de que la situación desembocara en un auténtico baño de sangre. Pero a mediados de octubre, tras una visita del líder soviético que condenó la rigidez del régimen, el buró político invitaba a Honecker a abandonar el poder, sustituyéndole Egon Krenz.

En los días siguientes el éxodo se mantenía, al tiempo que continuaban las manifestaciones. El 4 de noviembre cerca de un millón de personas se concentraban en Berlín Este para exigir reformas políticas en el país. Krenz decide formar un gobierno de reformadores. El 9 de noviembre, después de un anuncio oficial de que el muro será abierto, la muchedumbre comienza a cruzar esa noche de forma pacífica las barreras fronterizas y en el transcurso de la noche y en la mañana del 10, gentes de ambas Alemanias inician el derribo del muro utilizando todos los instrumentos que tienen a su alcance41. El 13 de noviembre Jünter Malodia, líder del Partido Campesino, es elegido Presidente del Parlamento de la RDA, mientras Hans Modrow es designado primer ministro y Krenz es ratificado como Jefe de Estado. El pueblo pide la reunificación y el Canciller de la Alemania Occidental, Helmut Kohl, mantiene las primeras conversaciones con las autoridades germano orientales. Modrow recibe pocos

41 La “caída” del muro se convierte en el símbolo del fin de la Guerra Fría, aunque realmente el momento culminante y definitivo habría que situarlo en agosto de 1991, tras el fallido golpe de las fuerzas conservadoras en la URSS que pondrá fin a la época de Gorbachov y supondrá las ascensión al poder de Boris Yeltsin.

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días después garantías de que la unificación no será cuestionada por Moscú, y el 1 de febrero de 1990 presenta en la Cámara un proyecto para la unidad bajo el título "Alemania, patria unida".

En marzo de 1990 se celebran las primeras elecciones libres. La Alianza por Alemania (que agrupa a la CDU -Unión Demócrata Cristiana- con otras pequeñas formaciones), creada en febrero, está a punto de alcanzar la mayoría absoluta (40'8%), el SPD (Partido Social Demócrata), que partía como favorito, se queda en el 21'8%. A ambos lados del muro el resultado se interpreta como la manifestación del deseo popular por una rápida unificación. Se encomienda al democristiano Lothar de Maiziere la formación de Gobierno.

Al tiempo que se discuten los problemas económicos que la unificación conlleva, los aspectos internacionales son abordados en la conferencia "2+4"42. En el curso de las mismas la URSS acaba cediendo, y da su consentimiento para que la Alemania unida sea miembro de la OTAN.

Las negociaciones para una unificación económica avanzan rápidamente. En mayo se acuerda que la unidad económica, monetaria y social se haga efectiva a partir del 1 de julio. Paralelamente se acuerda la celebración de elecciones conjuntas, bajo la misma ley, para el 2 de diciembre de 1990 y el 31 de agosto se firma en Berlín el tratado de unión entre la RFA y la RDA. La primera acepta hacerse cargo de los gastos que supone la retirada de las tropas soviéticas del territorio de la RDA, y concede a la URSS una ayuda de 800.000 millones de pesetas.

Finalmente, el 12 de septiembre de 1990, los representantes de la conferencia "2+4" firman en Moscú el "Tratado 2+4", por el que Alemania recobra la soberanía plena.

El 3 de octubre se produce la unificación por la adhesión de la RDA a la RFA. El 14 se celebran elecciones en Baviera y en los cinco nuevos Estados (Länder) creados en la antigua RDA [Mecklemburgo, Brandenburgo, Sajonia-Anhalt, Turingia y Sajonia]. H. Kohl triunfa en cuatro de ellos y los socialdemócratas se apuntan el triunfo en Brandenburgo.

En diciembre se celebran elecciones generales, con una participación del 77'8% de la población. CDU-CSU = 43'8%; SPD = 33'5%; FDP = 11'0%; Verdes = 3'9%; PDS = 2'4%.

BULGARIA

Bulgaria se incorpora al proceso reformista de la "perestroika" en 1987, cuando un pleno del Comité Central decide adoptar una serie de reformas tendentes a descentralizar el poder y favorecer la autogestión y autonomía de las empresas, entre otras medidas. En agosto de ese mismo año se procedió a una reforma administrativa y se decretó la lucha contra el culto a la personalidad.

La rapidez de los cambios produjo el desconcierto y la oposición de los burócratas locales, de forma que la conferencia nacional del Partido, celebrada en enero de 1988 hubo de intentar reconducir el proceso reformista, moderando las ambiciones iniciales.

42 Conferencia 2 + 4, o 4+2, en la que se reúnen los ministros de Exteriores de las cuatro potencias ocupantes -EE.UU., U.R.S.S., Francia y Gran Bretaña- con los de las dos Alemanias.

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Simultáneamente, se produjo una mejora en las relaciones con Turquía, país con el que se mantenía un contencioso en relación con la minoría turca (de 500.000 a 900.000) objeto en los años anteriores de una campaña de "bulgarización". Sería una mejora transitoria, porque cuando la presión popular comenzó a aumentar, el Gobierno reemprendió la campaña de "bulgarización", provocando un éxodo masivo, unas 300.000 personas, hacia Turquía.

Al margen del aparato oficial, encabezado por Todor Jivkov (77 años, decano de los dirigentes socialistas, instalado en el poder desde 1954), a lo largo de 1988 aparecieron varios movimientos independientes encabezados por intelectuales partidarios de la "glasnot" y la "perestroika", defensores de los derechos humanos o incorporados a los movimientos ecologistas y de defensa del medio ambiente. En términos generales estos movimientos fueron represaliados con bastante dureza, lo que significaba que los cambios en Bulgaria marchaban muy por detrás de lo que la propaganda oficial manifestaba.

Fue la presión popular la que, a través de una serie de manifestaciones en noviembre de 1989, consiguió arrojar del poder a Jivkov. Pero en términos generales puede considerarse que la revolución en Bulgaria resultó particularmente discreta en comparación con otros países de su entorno.

Para sustituirlo fue designado Petar Mladenov, antiguo Ministro de Asuntos Exteriores que nunca se había distinguido por su ideas reformistas. Sin embargo, en los últimos meses se había distanciado de la política de "bulgarización" de la población turca.

A diferencia de lo ocurrido en otros países, el partido comunista búlgaro supo reaccionar a tiempo, frente a una oposición débil y mal organizada. Desde diciembre de 1989 propuso el abandono de su papel dirigente (art. 1 de la Constitución que sería suprimido por la Asamblea Nacional el 15 de enero de 1990), proponiendo el multipartidismo y una economía de mercado. En este nuevo marco político el partido comunista se rebautizó como Partido Socialista Búlgaro (PSB).

La oposición, agrupada en la Unión de las Fuerzas Democráticas (UFD), consiguió forzar unas elecciones libres (10 y 17 de junio) para formar una Asamblea Constituyente, saliendo vencedor el PSB con el 47% de los votos.

En agosto, en un clima de tensión debido a la crisis económica, Mladenov se veía obligado a dimitir al descubrirse su implicación en anteriores movimientos represivos, siendo sustituido por Jelio Jelev.

Las nuevas elecciones de 2 de agosto de 1990 sirvieron para consolidar las instituciones democráticas, amenazadas por la grave crisis económica que atravesaba el país. El vencedor fue Jelio Jelev, de la UFD (Unión de las Fuerzas Democráticas), siendo designado primer ministro Dimitar Popov (sin partido).

Como en otros países de la zona, el invierno 1990-91 resultó especial-mente duro a consecuencia de la carencia de alimentos, los cortes eléctricos y el racionamiento de la gasolina debido a la reducción de las entregas de crudo ruso desde julio de 1990, al embargo económico de Irak al que se sumó Bulgaria y a la desorganización de la economía. La inflación se disparó y, en marzo de 1991, el FMI acordó un préstamo de 503 millones de dólares. No obstante, Bulgaria, con un fuerte endeudamiento externo (11.000 millones de dólares) hubo de decretar una moratoria de su deuda externa, lo que le imposibilitó la obtención de más créditos incrementando la recesión.

La reforma política siguió adelante, no obstante, de forma que en julio de 1991 una nueva Constitución convertía a Bulgaria en una República

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Parlamentaria. Las nuevas elecciones de octubre de 1991 confirmaron en el poder a la UFD (36% de los votos) con un fuerte partido opositor en el PSB (32%) y una minoría turcófona (7%) organizada en el movimiento de los Derechos y las Libertades (MDL), que se vería convertida en "arbitro" de la situación.

Las elecciones presidenciales por sufragio universal, de enero de 1992, confirmarían a Jelio Jelev como Jefe del Estado.

El Gobierno, presidido por Filip Dimitrov procuró acelerar las reformas, consiguiendo, además, el desbloqueo de los créditos y la intensificación de las negociaciones para firmar un tratado de asociación con la CEE.

Ello no quiere decir que la situación económica dejara de ser crítica, con una inflación en 1991 del 550% y un índice de paro a finales de este año del 10%.

CHECOSLOVAQUIA

De los tres países del área central (Alemania es considerada aparte por sus especiales circunstancias), Checoslovaquia pareció durante algún tiempo querer ignorar las reformas que se estaban produciendo en Hungría y Polonia. Hasta 1987 no comenzó a apreciarse una cierta ruptura en este inmovilismo.

Los efectos de la influencia de la "perestroika" por un lado, y el creciente descontento de la población ante una situación económica que se deterioraba con alarmante rapidez forzaron finalmente a los dirigentes checos a emprender una serie de reformas económicas a lo largo de 1987, tendentes a permitir una descentralización a través de una mayor autonomía de las empresas, limitando la gestión centralizada y permitiendo las negociaciones directas en los mercados extranjeros.

Pero el debate sobre la importancia y necesidad de estas reformas provocó divisiones en el seno del PCCh entre los reformistas y los partidarios de limitar la reestructuración. Estos últimos contaban a su favor, desde diciembre de 1987, con la presencia al frente de la secretaría general del partido de Milos Jakes, representante de la corriente conservadora y comprometido, en 1968, con la intervención soviética.

De esta forma, a lo largo de 1988 los conservadores frenaron cualquier intento de reforma. Milos Jakes, y su primer ministro, Ladislav Adamec, estaban dispuestos a seguir la política marcada durante la época de Brezhnev, siempre dentro de un status de buenas relaciones con los países vecinos, pero sin implicarse en sus reformas.

En consecuencia, la situación económica difícilmente podía mejorar. Pero al mismo tiempo, Checoslovaquia pretendía mantener su política de concesión de créditos a los países en vías de desarrollo -potenciales importadores de los productos de su industria mecánica-, comprometiendo aún más su precaria situación económica.

Inevitablemente, la marcha hacia el pluripartidismo de los países vecinos -Polonia, Hungría y Alemania- ejercía su influencia sobre la población y los grupos opositores fueron acrecentando sus fuerzas. 1988 fue un año de numerosas manifestaciones callejeras. La represión ejercida con dureza en las manifestaciones de enero de 1989 no consiguió, sin embargo, frenar las reivindicaciones por una democratización del país. La caída del muro de Berlín

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vino a constituir una especie de detonante, a partir del cual los cambios comenzaron a sucederse con rapidez: caída de Milos Jakes, desaparición de las milicias populares, nuevo gobierno presidido por Marian Calfa con mayoría no comunista, rehabilitación de los militantes del PCCh expulsados en 1968, condena de la invasión del país por las fuerzas del Pacto de Varsovia en aquel año, y planteamiento de unas elecciones libres.

Vaclav Havel, figura mítica de la oposición, fue liberado y, al frente del "Foro Cívico" -agrupación de antiguos disidentes, estudiantes y artistas-, encabezó el movimiento de protesta que acabaría con la caída del régimen comunista. A lo largo de los primeros días de noviembre las manifestaciones fueron continuas. Se reclamaba libertad, democracia y el cese de Jakes, ocurrido el día 24. Dos días más tarde 600.000 checoslovacos pedían en Praga que Dubcek fuera designado Presidente del Parlamento. En los días siguientes dimitían Adamec, primer ministro, y Gustav Husak, Jefe del Estado.

El 11 de diciembre de 1989 el Foro Cívico constituiría un gobierno de entendimiento nacional, con Marian Calfa como primer ministro. El 29 de diciembre de 1989, Havel sería elegido Jefe del Estado por el Parlamento, al frente del cual era designado Alexander Dubcek.

Las elecciones del 8 de junio de 1990 confirmarían al Foro Cívico -y su homólogo eslovaco, Público Contra la Violencia, PCV,- en el poder (46'6% de los votos y un total de 87 escaños sobre 150). El Partido Comunista (13'6% y 24 escaños) y la Unión democristiana (12% y 20 escaños) serían las principales fuerzas de oposición.

Simultáneamente, se fueron adoptando las medidas que permitieran el paso a la economía de mercado: restauración de la propiedad privada, privatización de una gran parte de la industria, participación del capital extranjero, reformas fiscales...

La "revolución de terciopelo" tiene, sin embargo, que enfrentarse a serios problemas, no solo en el ámbito económico, sino en el de las relaciones entre checos y eslovacos, además de la presencia de 600.000 húngaros en Eslovaquia, aparte otras minorías, como la ucraniana y la polaca.

En el terreno político el Foro Cívico y el PCV no tardarían en fragmentarse y, consiguientemente, debilitarse. Al mismo tiempo, se iba produciendo un fortalecimiento de las tendencias de extrema derecha, en tanto que los comunistas seguían constituyendo una fuerza importante.

El intento de elaborar una constitución poscomunista se saldaría con el enfrentamiento entre los representantes políticos checos y eslovacos. Las razones no serían únicamente históricas y políticas. Desde una perspectiva económica, Eslovaquia se siente especialmente maltratada, entre otras razones porque la crisis afectaba de forma muy especial a su industria armamentista. De forma que en los últimos meses en la república de Eslovaquia la inflación, el paro, el descenso en la producción, afectaban más duramente a la población que en la república Checa.

Las diferencias entre ambas repúblicas se pusieron de manifiesto con motivo de las elecciones a la Asamblea Federal y a los consejos nacionales, de 5 y 6 de junio de 1992. Cuarenta y un partidos concurrieron en una dura campaña que puso de manifiesto la fragilidad de la recién nacida democracia tanto como la de la misma federación.

Los grandes vencedores fueron la coalición de derecha (partido democrático-cívico y partido democratacristiano) en las regiones checas, frente a

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la victoria del centro-izquierda en Eslovaquia (Movimiento por Eslovaquia democrática). En ambas repúblicas el segundo lugar lo ocuparon las fuerzas surgidas del antiguo Partido Comunista.

El 17 de julio de 1992, ante la proclamación de la República de Eslovaquia por el triunfante Mecíar, dimitía el presidente federal, Vaclav Havel. El 1 de agosto se aprobaba una nueva Constitución para Eslovaquia, en tanto que en la República Checa el poder quedaba en manos del conservador Vaclav Klaus. De común acuerdo se señaló el 1 de enero de 1993 como fecha para la separación definitiva.

HUNGRIA

Dentro de la crítica situación económica con la que los países de la Europa del Este hubieron de afrontar su transición política hacia la democracia y económica hacia una economía de mercado, a Hungría le cabe el dudoso honor de ser el país que ostenta el record europeo de deuda externa por habitante. Sin embargo, la evolución de los acontecimientos, al igual que en los otros países centroeuropeos, se muestra bastante más esperanzadora que en los del área balcánica, donde a la natural crisis política y económica hay que añadir la crudeza de unos conflictos étnicos de difícil solución.

A comienzos de 1988, en un intento de aminorar el problema de la deuda, y tomando el modelo impositivo occidental, la población húngara tenía que hacer frente a dos nuevos impuestos: el impuesto progresivo sobre la renta y el impuesto sobre el valor añadido. Se venía así a continuar una política de reforma económica que se había iniciado en 1986 con la ley de quiebra de las empresas y la aceptación del paro que, sin embargo, no alcanzaba en 1988 unos índices alarmantes, al menos oficialmente.

Inevitablemente hicieron su aparición las tensiones sociales, ante las cuales el Gobierno puso a disposición de todos sus súbditos, desde enero de 1988, pasaportes válidos para todo el mundo, poniendo en práctica una liberalización sin precedentes en el bloque socialista en las salidas hacia Occidente.

Desde el punto de vista de las minorías étnicas, uno de los que más marca el proceso político y económico del mundo del Este, el principal problema que se le plantea a Hungría es el de las minoría húngara de Transilvania, estimada en unos dos millones de personas, que ante la difícil situación económica de Rumania y la discriminación de la que se sentían objeto, afluyeron cada vez en mayor número hacia Hungría.

Tras la caída de Janos Kadar, en mayo de 1988, las transformaciones se aceleran. Budapest, junto con Varsovia, se convierte en pionera de la perestroika en el este. En enero de 1989 se anunció el fin del partido único. En febrero el PSOH (Partido Socialista Obrero Húngaro) se pronunció en favor del paso progresivo hacia el multipartidismo después de que el Parlamento decidiera, el mes anterior, aprobar dos leyes por las cuales se autorizaba la creación de asociaciones -incluidos los partidos-, y se garantizaba el derecho de manifestación. El POSH resultó dividido tras su Congreso a finales de 1989, formándose el PSH (Partido Socialista Húngaro) con expresa renuncia a su vieja definición comunista.

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En esta crítica situación, una de las mayores preocupaciones de los dirigentes políticos es el escaso interés mostrado por los electores, que ya provocó la anulación de un referéndum sobre el modo de elección presidencial (julio de 1990) como consecuencia de la escasa participación (14%). En las elecciones de marzo y abril no se alcanzó el 25%.

Resultado de estas elecciones es el triunfo del centro derecha dominado por el Forum Democrático Húngaro (MDF) (43% de los votos), quedando en segundo lugar (24%) la Alianza de los Demócratas Libres. Posiblemente la victoria del MDF -inicialmente en situación de igualdad tras la primera vuelta-, pueda achacarse a los sucesos de Tirgu Mures (Transilvania) entre magiares y rumanos, como consecuencia de los cuales los electores decidieran apoyar a la formación que simbolizaba mejor los valores nacionales.

El Presidente del MDF, Josef Antall, sería el encargado de formar el primer gobierno no comunista desde 1947.

Por contra, los dos partidos que se consideran herederos del ex PSOH han resultado los perdedores de la transición. El PSH (Partido Socialista Húngaro) con 33 escaños sobre 386, y el PSOH reconstituido, que no alcanzó ninguno, son, sin duda, los grandes derrotados.

El progreso en las reformas políticas, con la incorporación al sistema parlamentario en 1990, no va acompañado de los mismos progresos en el terreno económico. La disolución del COMECON (28 de febrero de 1991) tiene sus consecuencias en la economía húngara, que se resiente de la reducción de las entregas petrolíferas de la URSS. Sin embargo, en el mismo mes de febrero el FMI aprobaba una ayuda de 1.600 millones de dólares, al tiempo que los inversores extranjeros, renuentes a invertir en otros países del Este (especialmente de la zona de los Balcanes) mostraban un claro interés por Hungría. No obstante, el número de parados aumenta rápidamente, igual que los precios, y las desigualdades sociales se ven acrecentadas por la diferente incidencia de la crisis económica sobre los diversos sectores de la población.

Los tres grandes problemas para superar la crisis económica son la persistencia de la inflación, la pesada deuda externa y el empobrecimiento de ciertas capas de la población con su secuela de movilizaciones sociales.

POLONIA

En POLONIA, Gomulka se mostró incapaz de resolver la crisis económica que el país arrastraba desde los levantamientos mineros de Poznam en 1956. Frente a una inflación creciente, el Gobierno había mantenido artificialmente bajos los precios de una serie de productos que, finalmente, hubieron de ser revisados en 1970. Las medidas, no por necesarias menos oportunas, fueron adoptadas en vísperas de la fiesta de Navidad, provocando una brusca reacción popular. Miles de obreros de los astilleros navales del Báltico se echaron a la calle. Gomulka hubo de llamar al ejército para sofocar los motines. Los obreros se organizaron, eligiendo representantes de entre los que, como presidente del Comité de huelga, fue elegido un joven montador eléctrico llamado Lech Walesa.

Superado el conflicto, Gomulka se retiró del poder. Su sustituto, Gierek, un ex minero, se comprometió a seguir una política liberalizadora, como en su momento había hecho Gomulka en 1956. Pero sus buenas intenciones no fueron suficientes para encontrar una salida a la acuciante crisis económica. La

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situación continuó agravándose a lo largo de la década, para producirse un nuevo estallido en el verano de 1980.

Frente al poder encarnado por Gierek se manifestaban otras dos fuerzas. Un sindicalismo clandestino, emanado de los conflictos de 1956 y 1970, disperso pero en vías de organización. Y la Iglesia católica, moderada y conciliadora durante mucho tiempo, bajo la dirección del cardenal Wyszinski. De algún modo, la elección el 16 de octubre de 1978, del cardenal Wojtyla como Papa, reforzó aún más la fuerza de la iglesia en Polonia, que adoptó una actitud más belicosa.

El brusco aumento de precios anunciado para fines de julio de 1980 volvió a encender la mecha. La huelga se generalizó. En Gdansk, en los astilleros navales Lenin, liderada por Lech Walesa y Anna Walentynowicz, alcanzó la máxima dureza. A finales de agosto en la región se contabilizaban más de 100.000 huelguistas. El Gobierno se vio obligado a negociar. Tropas soviéticas se acantonaron en la frontera.

La evolución de la crisis se manifiesta en tres planos diferentes. En el plano sindical, destaca la organización de un sindicalismo fuera del Partido, que el 10 de noviembre recibía la aprobación oficial. Había nacido "Solidaridad". Fue un hecho insólito en la Europa socialista. El ejemplo de los obreros fue seguido por los campesinos. El 12 de mayo de 1981 era registrado el sindicato "Solidaridad rural".

En el plano de la política interior la crisis motivó la caída de Gierek y su sustitución por Kania y un equipo reformista al frente del partido. Pero al frente del gobierno era situado el general Jaruzelski, lo que ponía de manifiesto que la reforma tenía unos límites que no era aconsejable sobrepasar.

En el plano de las relaciones de Polonia con el resto de los países del bloque, aunque hubo momentos de tensión en los que se temió una repetición de lo ocurrido en 1968 en Praga, no se llegó a la intervención, pero la presión de Moscú fue continua para que Kania controlara la situación. El IX Congreso del Partido se cerraba con el triunfo de las tesis centristas, distanciadas tanto de los ultraliberales como de los ultraconservadores.

Pero la crisis económica no se había resuelto. Las subidas de precios, la escasez de alimentos, la amenaza del hambre, produjeron nuevas oleadas de protesta. Esta vez eran las mujeres las que salían a las calles al grito de "¡tenemos hambre'". Los militantes de Solidaridad comenzaron a criticar a la dirección del Sindicato su postura excesivamente conciliadora. La postura de Walesa se hizo difícil. Diez millones de afiliados se mantenían en pie de guerra. Como consecuencia, en octubre de 1981 una crisis de poder alejaba a Kania de la dirección del Partido, siendo sustituido por el jefe de Gobierno, general Jaruzelski. La situación continuó agravándose hasta finales de 1981, la Iglesia se inclinó hacia Solidaridad. Frente a la intención de Jaruzelski de asumir poderes extraordinarios, se intentó organizar un referéndum que, indudablemente, hubiera ganado Solidaridad con sus diez millones de afiliados. Moscú dio un ultimátum a Jaruzelski para que pusiera fin a la situación. Finalmente, en la noche del 12 al 13 de diciembre el ejército salió a la calle, se decretó el estado de sitio y se promulgó la ley marcial. El país fue aislado del exterior. Las empresas claves fueron militarizadas y las conquistas obreras anuladas. Solidaridad fue declarado ilegal y, aunque los obreros intentaron organizar una resistencia pasiva, nada pudieron frente al ejército.

El desbloqueo de la situación se logró a partir de 1988, cuando ambas partes fueron capaces de establecer unas bases mínimas sobre las cuales, a

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través de una estrategia de cooperación, pudiera llevarse a cabo una transición que no desembocara en una catástrofe social y económica. Jaruzelski contaba con el apoyo oficial de Gorbachov, manifestado en la visita del líder soviético en julio de 1988, pero fueron también los soviéticos quienes abrieron a Lech Walesa las columnas de "Tiempos Nuevos" en febrero de 1989 y aconsejaron la celebración de conversaciones entre ambas partes.

La necesidad de esta negociación venía planteada por la difícil situación económica por la que atravesaba Polonia, acompañada en los últimos tiempos por oleadas de huelgas. En especial sobresalía la alta inflación y la cada vez más alarmante escasez de productos básicos. En realidad, la política económica polaca estaba, de alguna forma, siguiendo los pasos de Rumania, forzando la producción de las industrias exportadoras en detrimento de la producción de bienes de consumo, para de esta forma demostrar la capacidad polaca para hacer frente al pago de una deuda externa que se elevaba a los 38.900 millones de dólares a finales de 1988.

Las nuevas medidas económicas intentaron atraer al capital extranjero -privatización de empresas, medidas fiscales y aduaneras...-.

El deterioro del nivel de vida hacía temer un fuerte estallido de violencia social. Alrededor de 10 millones de personas vivían en el umbral de la pobreza, aproximadamente una cuarta parte de la población. Y efectivamente, en abril-mayo primero, después en agosto, los jóvenes obreros iniciaron una serie de huelgas cuyo objetivo primordial era conseguir la legalización de Solidaridad.

El 31 de agosto de 1988 tenía lugar el primer encuentro de alto nivel entre Solidaridad y el Gobierno. Comienzo de una serie de conversaciones que serían el inicio del cambio.

El pleno del POUP votaba, bajo la amenaza de dimisión de Jaruzelski, la vuelta a la legalidad de Solidaridad. Y el 6 de febrero de 1989 quedaba abierta una "mesa redonda" en la que deberían discutirse los elementos de una profunda reforma del sistema institucional: legalización de las asociaciones y los partidos, liberalización de la prensa y la censura, elecciones en las dos cámaras, creación de la función presidencial y disminución de la parte presupuestaria de los ministerios del Interior y de Defensa. Ambas partes se comprometían, durante la negociación, a controlar los posibles desbordamientos radicales.

En las elecciones parciales a las cámaras, en junio de 1989, el pueblo polaco, con una alta abstención (37%), castigó a los representantes oficiales del POUP, en tanto que Solidaridad conseguía un importante resultado. El Poder quedaba deslegitimado, en tanto que la oposición, alineada tras Lech Walesa, se veía reforzada de una forma importante de cara a las negociaciones. Un católico, Tadeusz Mazowiecki, asumía la presidencia de un gobierno de gran coalición entre Solidaridad, el Partido Campesino y los comunistas del POUP.

Hasta aquí, la buena marcha del proceso hay que atribuirla, entre otros factores, al peso específico de la Iglesia en Polonia. Su importancia en la estabilización de las relaciones sociales ha sido un factor importante, y en el proceso su peso institucional se ha visto reforzado. El episcopado está representado en las principales instituciones y su actitud en pro de un consenso nacional se combina con una actitud abiertamente conservadora que, al menos en parte, puede explicarnos el carácter no excesivamente reformista del proceso polaco.

Las elecciones municipales de mayo de 1990 confirmaron la supremacía de Solidaridad, si bien para estas fechas se estaba poniendo de manifiesto que

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la estrategia gradualista de la mesa redonda con los comunistas podía hacer que las bases, descontentas con la lentitud de las reformas, desbordaran a sus dirigentes. Es significativo que en junio, un importante grupo de intelectuales decidiera distanciarse de Solidaridad.

De esta forma, en agosto de 1990 Walesa comenzaba a dar muestras de querer romper con la "cohabitación", pese a las advertencias sobre los "riesgos de una desestabilización" realizadas desde Moscú.

Toda esta situación, quizá excesivamente pacífica, se verá convulsionada a partir del momento en que Lech Walesa sea elegido Presidente de la República en diciembre de 1990 -en pugna con el propio Mazowiecki-.

Las elecciones presidenciales, cuya primera vuelta tuvo lugar el 25 de noviembre de 1990, dieron lugar a tres tipos de electorado:

- El de Walesa, popular, muy apegado a la tradición del movimiento Solidaridad y muy influido por la Iglesia católica. En él predominan los habitantes de las zonas rurales y los obreros de los grandes centros industriales, mayores de cuarenta años en su mayoría.

- El de Mazoviecki, en su mayoría de origen urbano, sobre todo de grandes ciudades. Su nivel de instrucción es medio o superior, más acomodados que la media, moderadamente favorables a Solidaridad y conscientes de la necesidad de las reformas emprendidas.

- El de Tyminski, un rico emigrante polaco que realizó una campaña muy demagógica, lo componen más obreros que agricultores, habitantes de pequeñas ciudades que poseen un bajo nivel de instrucción. En conjunto constituyen un grupo poco integrado, antiSolidaridad, enemigos de la política de Mazowiecki.

Tras la primera vuelta quedaron en liza Walesa y Tyminski, venciendo este último con un 75% de los votos. Pero se constató la importancia del voto joven a favor de Tyminski, así como el apoyo de los nostálgicos del régimen comunista.

A partir de aquí los sondeos detectan un retroceso en la autoridad de Solidaridad, del Parlamento y, por primera vez desde 1945, de la Iglesia. La dispersión de los principales dirigentes de Solidaridad en la pléyade de partidos políticos aparecidos (más de 70 estaban legalizados a mediados de 1991, y otros 70 estaban a la espera de su legalización) tiene evidentes efectos negativos, sin que la escasa implantación de los partidos llene de forma efectiva el vacío dejado por el derrumbe del sistema comunista.

La postura de la Iglesia tiende a provocar una reacción de enfrentamiento entre la población joven. Asuntos como la derogación de la ley del aborto de 1956, la práctica obligatoriedad de la enseñanza del catecismo en las escuelas, o las maniobras de Walesa para suprimir de la Constitución el principio de separación entre la Iglesia y el Estado, no son bien recibidos entre los sectores jóvenes que, por otra parte, se ven especialmente afectados por la recesión económica. Para finales de 1991 se preveían casi dos millones de parados, lo que, unido al número de familias que cada vez se ven más cerca del umbral de la pobreza, podía tener como consecuencia una fuerte contestación social.

En las elecciones legislativas de 27 de octubre de 1991 la abstención aumentó hasta límites escandalosos, sobrepasando el listón del 66%, uniéndose a este factor una fuerte dispersión del voto. En torno a un 70% de los escaños estará ocupado por adversarios de la liberalización. No dejaba de ser alarmante que los socialistas (ex comunistas) alcanzaran un segundo lugar, con el 9'6% de

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los votos, el Partido Campesino, antiguo aliado de los comunistas, fuera el tercero con un 9%, en tanto que Solidaridad solo alcanzaba el 5'5%. El partido triunfador, dirigido por Mazowiecki alcanzó el 14'6%.

Ningún partido pudo conseguir más del 13% de los escaños en el Par-lamento o Dieta, de forma que el Jefe de Estado, Walesa, hubo de habilitar una coalición de centro-derecha, encabezada por Olszewski.

RUMANIA

En 1987, cuando los vientos de la reforma soplaban ya por todo el territorio del antiguo imperio soviético, Rumania era posiblemente el ejemplo más claro de resistencia al cambio. Con ocasión de la Conferencia del Partido Comunista Rumano, del 14 al 16 de diciembre de 1987, Ceaucescu anunció la continuación y el endurecimiento de una política que estaba totalmente desprestigiada, tanto en el interior como en el extranjero.

La crisis de la economía, pese a los esfuerzos de las autoridades por ocultarla, resultaba evidente: en 1987 los objetivos del Plan permanecieron en secreto; resultados de sectores importantes (petróleo, acero, etc.) fueron escamoteados del informe oficial, o falsificados. La producción energética experimentó un descenso con respecto al año anterior...

Desde 1981 el objetivo prioritario era la liquidación de la deuda externa (10.400 millones $ en 1981, 6.400 en 1987), y a ello supeditó el gobierno cualquier otro interés económico, y en base a ello se continuó pidiendo a la población un constante esfuerzo en el trabajo y en las privaciones. En esos mismo años el nivel de vida se estima que pierde entre un 15 y un 25%, los presupuestos de educación y cultura descendieron en un 75%, el de sanidad en un 25% y las reducciones en el consumo doméstico, especialmente en el sector energético aumentaban de año en año. Hambre, frío y oscuridad son la traducción del fracaso económico del régimen de Ceaucescu.

El descontento, que a lo largo de los años ochenta se ha manifestado en diversas ocasiones, resultará siempre duramente reprimido por la temida "securitate". 1987 es el año en el que estos movimientos, inconexos y débiles hasta el momento, comienzan a mostrar una mejor organización y una continuidad. Prueba de ello fueron los disturbios de Brasov, a mediados de noviembre de 1987, en que unos 15.000 obreros se manifestaron públicamente pidiendo la dimisión del dictador. La solidaridad mostrada con el movimiento permitió que, por primera vez, fuera del conocimiento general tanto en el propio país como en el extranjero. En diversas ciudades se produjeron movimientos solidarios con participación de miembros de las más diversas clases y profesiones que se prolongaron hasta principios de 1988. La solidaridad se extendió por otros países de la Europa del Este, de forma que la pérdida de credibilidad de Ceaucescu, tanto en Occidente como en el Este fue total.

Pero los cambios en el aparato del poder realizados a finales de 1987 parecían haber fortalecido al "Conducatur", que se sintió lo suficientemente respaldado como para anunciar en marzo de 1988 la aceleración de la campaña de "sistematización del territorio", según la cual, de 7 a 8.000 pueblos de Rumania deberían ser destruidos en tres etapas (1990-1995 y antes del 2000) y

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su población reagrupada en los 5 o 6.000 pueblos restantes, reconstruidos y, 558 de ellos, convertidos en centros agroindustriales. El proyecto afectaba de forma muy directa a las minorías étnicas, entre ellas la húngara y la alemana, provocando las protestas de los respectivos gobiernos.

El aislamiento cada vez mayor en el contexto internacional no pareció afectar a Ceaucescu quien, con motivo de la reunión en Viena de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) (enero 1989) anunció que Rumania no se sentía vinculada por las resoluciones sobre los derechos humanos incluidas en el documento final.

En abril de 1989 Ceaucescu anunció el fin del reembolso de la deuda externa, sin embargo, dada la necesidad de invertir para modernizar la industria, el racionamiento que desde 1980 venía padeciendo la población debería mantenerse. Consecuentemente, la protesta en el interior del país aumentó, como paralelamente lo hizo la represión. En junio el Gobierno anunciaba la construcción de una valla a lo largo de su frontera con Hungría para impedir la huída de sus conciudadanos ya que, desde principios del año se calculaban en unos 30.000 los rumanos que habían abandonado el país.

Finalmente, estalló la "revolución" y el régimen cayó violentamente. El 24 de noviembre Ceaucescu se había hecho reelegir por unanimidad como Secretario General del PCR. El 16 de diciembre la ciudad de Timisoara contemplaba una manifestación de 5.000 personas que se oponían a la deportación del pastor protestante Lazlo Tökes, defensor de los derechos de la minoría magiar. Al día siguiente la manifestación se convertía en una rebelión y los incidentes se propagaban a muchas otras ciudades. La respuesta de Ceaucescu, que en esos momentos giraba una visita oficial al Irán, fue convocar una contramanifestación en Bucarest donde la televisión, convocada para dar fe del apoyo popular al dictador, retransmitió el abucheo del que fue objeto. La rebelión fue incontenible, Ceaucescu detenido y, pocos días después, el 25 de diciembre de 1989, ejecutado con su mujer. El Consejo del Frente de Salvación Nacional (CFSN) intentó coordinar las acciones de una revolución que pronto sería puesta en entredicho por las dudas razonables que levantaron las manipulaciones en la información. Nadie ha explicado todavía por qué solo se retransmitieron fragmentos mal montados del juicio contra los Ceaucescu, ni puede justificarse la falsificación del "osario de Timisoara", intentando atribuir a la represión de la "Securitate" los cadáveres que, según posteriores informes médicos, respondían a muertes naturales y no tenían nada que ver con la represión de diciembre. Si en diciembre de 1989 se hablaba de 60.000 muertos en los sucesos de la agonía del régimen, en 1990 el fiscal general de Rumania certificaba 1.033 muertes y 2.000 heridos. Evidentemente, en el caso de la revolución rumana la televisión ha jugado un papel primordial, pero con una dosis muy elevada de manipulación que ha desacreditado el proceso.

Las sospechas se ven acentuadas por el hecho de que en los puestos claves aparecen una serie de personalidades muy ligadas al régimen anterior. Entre ellas, sobre todo, Ion Iliescu, antiguo secretario del comité central, que había caído en desgracia en 1984, y Petre Román, director del Instituto Politécnico de Bucarest y miembro del PCR.

Al día siguiente de la caída del régimen, el Frente de Salvación Nacional (FSN), que reunía a antiguos miembros del PCR, militares, intelectuales y algunos disidentes, tomaba la dirección del país y lanzaba un proceso de

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democratización dentro del cual se incluía la desaparición del proceso de "sistematización rural" y se ponía fin a las restricciones económicas.

El 1 de febrero de 1990, el FSN aceptaba compartir el poder en el seno de un Comité Provisional de la Unión Nacional (CPUN), una especie de Parlamento transitorio que reunía 54 organizaciones políticas y que tenía como misión conducir al país hasta las elecciones.

El 24 de mayo de este año los rumanos, convocados a un plebiscito, elegían a Iliescu Presidente de la República con un 85% de los votos. El Frente de Salvación Nacional (FSN) alcanzaba la mayoría absoluta en las dos Cámaras. El Partido Nacional Liberal y el Partido Nacional Campesino se veían sobrepasados por la Unión Democrática Húngara de Rumania, que se convertía en la primera fuerza opositora en el Parlamento.

Por lo demás, Rumania se enfrentaba a los obstáculos típicos en todos estos países: vacío político, grave crisis económica, riesgos de conflictos nacionalistas.

El 22 de octubre Rumania firmaba una cuerdo de cooperación con la CEE y resultaba integrada en el plan de ayuda PHARE (Polonia-Hungría Ayuda a la Reestructuración Económica). En febrero de 1991 ingresaba en el Consejo de Europa como invitada especial. Todo ello ponía de manifiesto el deseo de la Europa Occidental por sacar adelante al país, que se enfrentaba con la negativa de Estados Unidos a concederle el trato de nación más favorecida. En abril de 1991 el FMI aprobaba un crédito de 748 millones de dólares con una ayuda complementaria de 200 millones para el sector energético. A cambio, el gobierno de Petra Roman se comprometía a acelerar el proceso reformista económico. Pero las revueltas mineras de 1991 provocarían la caída de Roman, que dimitiría el 26 de septiembre, siendo sustituido por Teodor Stolojan, su antiguo ministro de Economía.

En noviembre sería aprobada la nueva Constitución, que garantizaba el pluralismo, los derechos humanos y la introducción de la economía de mercado. En el referéndum para su aprobación, celebrado el 8 de diciembre, la participación fue de un 66%, con un 77'3% de votos a favor.

A lo largo de 1992, diversas elecciones irían configurando un nuevo panorama político. Las municipales de febrero suponen una pérdida de poder del FSN en beneficio de la Convención Democrática (CD) que pasaría a dominar en las principales ciudades.

En septiembre se procedió a efectuar elecciones legislativas y presidenciales, con un FSN escindido en dos partes, una dirigida por Petre Roman (con el mismo nombre) y otra, Frente Democrático de Salvación Nacional (FDSN) liderado por el Presidente Ion Iliescu, que conseguiría una amplia mayoría, lo que de alguna forma podría interpretarse como un creciente rechazo por parte de amplios sectores de la población a la política de reforma económica. En tanto que en las legislativas vencería por estrecho margen el FDSN que él lidera (27%) seguido de la CD (19%), el FSN de Roman (10%) y la UDMR (8'3%).

YUGOSLAVIA

La muerte de Tito en 1980 abrió una interrogante en un momento en que Yugoslavia hacía frente a una comprometida situación económica, en parte

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reflejo de la crisis del mundo capitalista a mediados de los años setenta, y cuando los incidentes étnicos en Kosovo habían alcanzado un nivel peligroso, empeorando aún más las relaciones con Albania.

La sucesión de Tito intentó resolverse mediante un turno rotatorio entre los presidentes de las seis repúblicas, más las dos provincias de Kosovo y Voivodina. Pero era un sistema que, en función de las tensiones internas, resulta extremadamente complejo e ineficaz. Los riesgos, ya advertidos, de desmembramiento de la Federación facioitaron el acceso al poder de los partidarios de la línea dura.

Como en otros países del área, la transición yugoslava estuvo presidida por la crisis económica. Inflación del 170% en 1987, con un paro que afectaba al 14% de la población activa y una deuda externa de 21.000 millones de dólares. Pero en este caso concreto, los conflictos nacionalistas jugarían un papel que condicionaría de forma mucha más dramática todo el proceso.

Inicialmente fueron los conflictos sociales, propiciados por la crisis económica, los que condicionaron la transición, si bien la falta de organización de los distintos sectores sociales evitó que se alcanzaran situaciones más peligrosas.

Pero ya a lo largo de 1987 la provincia autónoma de Kosovo mostraba síntomas de la agitación nacionalista que acabaría conmoviendo a toda la federación. Los enfrentamientos de serbios y albaneses (75% de la población de Kosovo) preludiaban los acontecimientos posteriores. Los sucesos de Kosovo se intensificarían en los meses siguientes. En marzo de 1989 fue necesario adoptar medidas de excepción, enviando 15.000 soldados apoyados por vehículos blindados, decretándose el toque de queda. Como consecuencia, en el seno de la Liga de los comunistas de Serbia, presidida por Dlobodan Milosevic, se impuso la línea dura, al tiempo que el ministro federal de Defensa, general Branco Mikulic, manifestaba su preocupación por el incremento del "nacionalismo" dentro del ejército.

Lo que la Liga de los comunistas de Serbia planteaba era una reforma de la Constitución de 1974 con el fin de permitir a Serbia reforzar sus poderes sobre las dos provincias de Voivodina y Kosovo. Las propuestas de revisión constitucional levantaron movimientos similares en otras repúblicas, todas ellas con problemas de minorías, acentuando la sensación de caos que iba apoderándose del proceso yugoslavo de transición a la democracia.

Progresivamente y a lo largo de todo el año, fueron ahondándose las diferencias entre las repúblicas. Eslovenia, la más próspera y liberal, encabezó una protesta que paulatinamente se extendería por el resto de las repúblicas preocupadas por el incremento del populismo serbio.

Desde un punto de vista teórico, se enfrentaban dos concepciones diferentes. Milan Kucan, Presidente de la Liga de los comunistas de Eslovenia, se mostraba partidario de una mayor descentralización, frente a las tesis serbias de Milosevic, defensor de un reforzamiento del poder central.

No hay que olvidar que Eslovenia avanzó desde el primer momento por el camino de la democratización con mucha más rapidez que el resto de las repúblicas -el 27 de septiembre se había votado una enmienda a la Constitución que recogía el derecho a separarse de Yugoslavia- y, por eso mismo, se encontraba de alguna forma aislada de ellas, siendo acusada de antimilitarismo y egoísmo nacional. En segundo lugar, el ejemplo de Eslovenia, que ya en abril de

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1989 eligió por sufragio universal a su representante en el seno de la presidencia del Estado, fue seguido por Montenegro y posteriormente por Croacia.

La resistencia a las reformas políticas provocó, por primera vez en cuarenta años, una presión social lo suficientemente importante como para forzar, el 30 de diciembre de 1988, la dimisión del Primer ministro, Mikulic, sustituido por un ferviente partidario de las reformas, Ante Markovic.

Al iniciarse el año 1990 el estado de cosas se había agravado sensiblemente. La situación en Kosovo seguía deteriorándose, las relaciones entre Serbia y Eslovenia eran cada vez más conflictivas, y en Croacia las aspiraciones nacionalistas cobraban más fuerza. Los intentos efectuados en abril de este año por las autoridades federales para suavizar la situación en Kosovo no lograron los resultados esperados. Y al mismo tiempo las regiones de Eslovenia y Croacia se mostraban cada vez más enfrentadas a los esfuerzos centralistas de Serbia. En los primeros meses del año los comunistas eslovenos se retiraban de la Liga de Comunistas de Yugoslavia (LCY), convirtiéndose en Partido de la Renovación Democrática. Los mismos pasos seguían los comunistas croatas, constituidos en partido independiente con el nombre de Partido del Cambio Democrático.

En la primavera ambas repúblicas celebraron elecciones libres. Los eslovenos elegían en abril al comunista reformador Milan Kucan como Presidente de la República y los croatas, en mayo, daban el poder a los nacionalistas de la Unión Democrática croata.

El proceso continuó hasta que, en junio de 1991, Eslovenia y Croacia proclamaron su independencia. El Gobierno federal ordenó la intervención del ejército el 27 de junio que se saldó con un fracaso, aparte de que supusiera el inicio de una interminable guerra civil. Efectivamente, a medida que cesaban los combates en Eslovenia, se encendían los enfrentamientos entre serbios y croatas (conflictos en Eslavonia y Krajina, regiones croatas con minorías serbias) con el agravante de que la mayoría de los oficiales del ejército federal eran serbios, partidarios de defender los derechos de las minorías serbias en Croacia, como muy claramente manifestó el presidente serbio, Milosevic, quien anunció que si Yugoslavia se convertía en una confederación de repúblicas independientes, como pretendían Eslovenia y Croacia, Serbia plantearía el problema de las fronteras interiores con el fin de permitir que los serbios que vivían fuera de su república -fundamentalmente en Croacia y Bosnia Herzegovina- vivieran en un mismo estado.

Del 19 de agosto al 2 de septiembre de 1990, los serbios de Krajina habían votado en un 99% a favor de la autonomía de los territorios serbios de Croacia. Las autoridades croatas declararon ilegal ese referéndum, pero la región autónoma de Krajina hizo público su deseo de incorporarse a Serbia. Poco después el problema se manifestaba con las mismas características en Eslavonia.

La amenaza del resurgimiento panserbio, factor en gran parte condicio-nante del alejamiento de Eslovenia y Croacia, mantenía en tensión también a otras repúblicas, como Bosnia-Herzegovina y Macedonia que acabarían optando por la segregación (Macedonia en septiembre de 1991 y Bosnia-Herzegovina en marzo de 1992).

En agosto de 1991 el ejército federal ocupaba la mitad del territorio croata, amenazando Zagreb y dando inicio a un enfrentamiento que se prolongaría en el teimpo.

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A finales de 1992, sobre las ruinas de la Antigua RSFY se habían constituido cinco estados: Croacia, Eslovenia y Bosnia-Herzegovina reconocidos por la comunidad internacional; Macedonia, cuyo reconocimiento estaba bloqueado por Grecia, y la República Federal Yugoslava (RFY) formada por Serbia y Montenegro, autoproclamada sucesora de la antigua Yugoslavia, internacionalmente impugnada.

A los enfrentamiento serbocroatas se añadieron los de la fuerzas croata musulmanas en Bosnia Herzegovina intentando tomar los territorios ocupados por los serbios, que pretendían convertir a Bosnia en una república serbia y tenían prácticamente sitiada a Sarajevo.

El conflicto originó la mayor ola de refugiados en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, unos dos millones de personas, en su mayoría originarias de Bosnia Herzegovina, además de miles de muertos en lo que derivaría hacia una cruenta guerra que las presiones internacionales no consiguieron evitar.

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