Hace unos das fui a un par de libreras nacionales que tienen presencia en Quertaro, no fui a comprar libros precisamente, sino ms bien una agenda para el ao venidero. Estando en la librera Gandhi aproveche para revisar las posibles ofertas de libros de psicologa, filosofa o sociologa; pero al final descubr que no haba descuentos y que el libro que quera me sala igual que lo que vengo ganando en un mes de trabajo. Desilusionado no me quedo de otra ms que continuar mirando. De repente al terminar la parte destinada a sociologa descubr un montn de libros que ni idea tena que existieran, todos los libros que estaban ah, que ni s cuantos ttulos eran porque al nmero 15 me cans de contar; todos hablaban del narcotrfico. Haba desde el famoso Crtel de los Sapos de Andrs Lpez Lpez, quien de narcotraficante pas a ser escritor e icono de las narco-series colombianas. Tambin haba textos especializados, es decir, dedicados a tal o cual banda de crimen organizado: El Crtel de Sinaloa o La Guerra de los Zetas por el periodista mexicano Diego Enrique Osorno. Dentro del acervo de la narco-literatura existen visiones cualitativas y tambin cuantitativas. Hay quienes hablan de hechos, de vivencias, de las cualidades del fenmeno. Otros lo hacen desde los nmeros, desde las estadsticas: el nmero de muertos, el nmero de adictos o consumidores, o la cantidad de narcticos que se mueven en nuestro pas y ms all de la frontera. En la narco-literatura tambin existen temas especializados de la implicacin de la mujer en el fenmeno del narcotrfico y la violencia. Encontramos textos como La Reina del pacifico de Julio Scherer Garca, Miss Narco: Belleza poder y violencia de Javier Valdez Crdena, y entre otros, Las Jefas del Narco: El ascenso de las mujeres en el crimen organizado de Arturo Santamara Gmez.

Al ver tanto texto sobre el narcotrfico me dije: Creo que ahora todos queremos y nos sentimos expertos en el tema. Y s, cmo no sentirnos expertos o conocedores en el tema, si es un fenmeno social que nos atraviesa como sujetos y sociedad de alguna forma? Algunos de ustedes dirn: Lo que pasa es que el tema del narcotrfico se puso de moda por la narcoguerra emprendida en el 2006 por el Gobierno Federal. Y s, tienen razn, pero ms que una moda es una necesidad de enunciar, de poner en palabra escrita o verbal la realidad que ah est y que muchas veces nos es ajena porque creemos que eso slo pasa all y no donde vivo, o le pasa/pasar a otros, pero a mi no. Esa necesidad de expresarle algo a alguien, es lo que ha generado que exista en estos tiempos tanta produccin literaria de un fenmeno social que no es nuevo, de un fenmeno social que toma sentido en estos tiempos por el contexto en el cual nos encontramos. En otros tiempos hablar del narcotrfico en lo cotidiano, es decir, en nuestro da a da, no era algo que se hacia, y no precisamente porque estuviera prohibido, sino ms bien porque no nos era comn la problemtica. Ahora como el tema est y toma presencia en ese da a da, en nuestro cotidiano, es que esa realidad tienen la necesidad de pasar por la literatura, las investigaciones y dems producciones cientfico sociales, as como en expresiones artstico culturales como canciones, pelculas, obras de teatro o performance. DE QU HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE NARCOTRFICO A pesar que existen varias producciones literarias sobre el narcotrfico, no todos sus autores significan el narcotrfico igual. La significacin de la palabra cobra distintos sentidos, y esto se debe a la manera en como estamos parados en el mundo, como estamos parados en nuestra realidad social. Por eso, el narcotrfico para algunos ya no slo se trata del trasiego de drogas o sustancias ilcitas, para algunos el narcotrfico ya es sinnimo de extorsin, secuestro y violencia extrema, quiz nunca imaginada pero si vivida en otros tiempos. Lo anterior no es una invencin ma. Darme cuenta que cuando hablamos de narcotrfico no nos referimos a una misma situacin es algo que pude apreciar al realizar un proyecto de investigacin (Hurtado, 2012), en donde algunos jvenes del municipio de Quertaro me manifestaron que para ellos el narcotrfico es una forma de crimen organizado violento, en donde tiene lugar el secuestro, lavado de dinero, trata de personas, extorcin y dems actividades ilcitas que podamos imaginar, adems del trasiego de sustancias ilcitas, slo que stas actividades ilcitas tienen una caracterstica en comn: ahora son ms violentas. Por qu poner nfasis en el concepto de la palabra narcotrfico?, porque es importante saber desde donde vamos a abordar el fenmeno en el presente trabajo, vaya, para que estemos hablando sobre la misma situacin, ms all de lo que podemos interiorizar la palabra en el mbito personal. Por lo tanto, cuando haga referencia en este trabajo al narcotrfico, me referir a esa significacin colectiva que va ms all del trasiego de drogas, en donde incluir otras actividades ilcitas, para as pensar al narcotrfico como una forma de crimen organizado y violento. Una vez establecido que vamos a entender por narcotrfico, es momento de continuar. LAS MUJERES EN EL NARCO. El antroplogo colombiano Juan Cajas (s.f.) seala que el narcotrfico brinda un cobijo, quiz su aseveracin no esta tan alejada de la realidad, pues adems agrega que el cobijo es para los desamparados y los individuos sin arraigo social, es decir, para los sujetos que dentro de su grupo social quiz ya no tienen nada que perder. El narcotrfico para muchos se ha convertido no slo en una fuente de empleo, sino tambin en un estilo de vida (Hurtado, 2012). Si el narcotrfico, en el sentido amplio del concepto, tambin es una fuente de empleo y un estilo de vida, entonces el narcotrfico se convierte en un cobijo como bien seal Cajas de quienes no ven oportunidad de crecimiento en nuestro pas a causa del neoliberalismo, ya que el liberalismo slo busca el mximo beneficio econmico para unos cuantos al mnimo costo, en prejuicio de millones de personas (Coln, 2011), agregando aqu, al sujeto masificado que busca la felicidad a travs de la adquisicin de lo que el mercado le va presentado y que cuya intensin es llenar una vaco que jams lograr llenar. Para quienes se encuentran dentro de la actividad del narcotrfico, los oficios que realizan son considerados como normales, puesto que pasan por una significacin diferente, ya que ellos viven el fenmeno desde adentro, y no desde afuera como muchos lo hacemos, por lo cual, la forma de pararse ante la realidad es distinta: Los oficios se presentan como normales: cosechar amapola o marihuana, vigilar los cultivos, trasladar la droga, comprar insumos o precursores, eliminar enemigos, etctera. Los oficios son mltiples, y, tambin reproducen el sistema de sexo / gnero. Juan Cajas (s.f.) En efecto, el narcotrfico tiene un lugar para todos. No slo para pobres, ricos, nios, adultos, ancianos, profesionales, hombres o mujeres. Para todos brinda cobijo el narcotrfico, parece ser que es una actividad ilcita que no discrimina para poder ingresar a sus filas. La mujer siempre ha tenido cabida en el narcotrfico, no slo por ser la esposa, hermana, amiga, amante, madre o por tener algn parentesco familiar con algn narcotraficante varn. La mujer tambin ha tenido una presencia, en algunas ocasiones, quiz un tanto pasiva en algunas otras quiz un tanto activa. Hay quienes reportan la presencia de la mujer en el narcotrfico (dem) en actividades como la preparacin de alimentos para los secuestrados, como compaa o como cebo para tenderle trampas al enemigo. Actualmente el papel de la mujer en el narcotrfico ha ido ms all, son sicarias, son jefas de plaza, son quienes transportan la droga, las que hacen los negocios o las que dirigen algn cartel. A continuacin hablar de tres etiquetas, de tres formas de las muchas que hay, en que la mujer encuentra cabida en el mundo del narcotrfico: La mujer, la amante, la chacalosa y la sicaria. LA MUJER, LA AMANTE Supe que con una mano podra matarme. Me haba sujetado del cuello, su cuerpo me oprima en la oscuridad. Haba atravesado la casa sin encender ninguna luz ni hacer un solo ruido. No me asust porque siempre llegaba sin avisar: dueo y seor. Puso su mano sobre mi boca y dijo algo que no alcanc a entender. No pude preguntar. l comenz a morderme los senos y me sujet ambos brazos, como si yo fuera a resistirme. Orfa Alarcn (2010).De forma inmediata, quiz nos es fcil pensar a la mujer en el mundo del narcotrfico, pues los grandes capos del crimen organizados no por ser seres que estn evadiendo la justicia quiere decir que son seres ermitaos que viven en la soledad de un bosque alejado de la sociedad. Muchos, por no decir todos, tienen su familia o sus familias, por lo tanto tienen sus parejas sentimentales, su esposa, su amante. La esposa de un capo por lo regular es reducida a un objeto, pues la mera mera entra en la lista de esas cosas que todo narcotraficante no hara, como prestar el arma. As es, la esposa, la amante entra en ese mundo sacro en donde se encuentra el arma o el dinero, no se le confiar a nadie, ni siquiera al amigo ms cercano. El vivirse como pareja de un narcotraficante, a pesar de esa reduccin a objeto, se vive de manera distinta. Hay capos que ponen a disposicin de la esposa su dinero, escoltas y todos los recursos necesarios para que viva como una reina, como una duea y seora, como la duea y seora que es de tal o cual fulano de renombre en el gremio. Otros limitan los recursos humanos y econmicos a sus parejas, quiz se deba a las experiencias previas en donde no les fue nada bien. Hay quienes comparten el da al da con sus parejas, hay quienes solamente la ven ocasionalmente para no ponerla en riesgo. Hay esposas, amantes que tienen hijos, que crean y conforman una familia con el narcotraficante, lo cual las coloca en otro nivel de implicacin. Pero al final, el ser madre de los hijos de algn capo no le da ningn privilegio, en caso de traicin, sea cual sea la forma, quedan reducidas a la categora que de simples mortales, a quienes con el poder de un arma se les puede arrebatar la vida. Por lo regular, la esposa de un narcotraficante no es una mujer que haya buscado serlo, es la esposa porque el capo as lo solicit. LA CHACALOSA Corro el negocio completo, tengo cimbras en Jalisco, laboratorio en Sonora, distribuidoras al brinco. Mis manos no tocan nada m triunfo se mira limpio. En pura troca del ao es en lo que me paseo, me doy de todos los gustos segn como yo tanteo. Y trabajo muy derecho por eso a nadie transeo (sic). Jenny Rivera / La Chacalosa El termino Chacaloso, como cualquier otra palabra en el argot del narcotrfico, tiene varios significados. Por lo regular la palabra se comprime a Chaca y hace referencia a una persona que tiene peso, que tiene poder. Quizs para algunos es difcil creer que las mujeres en el mundo del narcotrfico tengan un posicionamiento en las altas esferas de poder. Creer esto tal vez se debe a que en el mundo de lo licito la mujer no tiene presencia, y que si tenemos representantes senadoras o diputadas federales slo es por la llamada cuota de gnero que el IFE solicit, y no por tener partidos polticos dadivosos y preocupados porque las mujeres de este pas gobiernen. Regresando al tema que nos interesa, en el narcotrfico el papel de la mujer ha ido ms all de la pareja del narcotraficante, incluso ms all de ser quienes preparen los alimentos o estn a cargo de los secuestrados. El rol de gnero que vena desempeando la mujer ha sido rebasado y ahora se encuentran mujeres que controlan ciertas plazas, ciertos territorios e incluso dirigen toda una red crtel de narcotrfico, ahora tenemos mujeres que son consideradas como Chacalosas. Se baja una bella dama con cuerno y camuflagiada, de inmediato el festejado supo de quien se trataba, era la famosa Reina del pacifico y sus playas, esa grande del negocio una dama muy pesada. Tucanes de Tijuana / Fiesta en la Sierra Tal vez el nombre ms comn de una de las mujeres posicionadas en las altas esferas del narcotrfico es el de Sandra vila Beltrn, mejor conocida como La Reina del Pacifico. Quien es acusa por enviar un milln 475 mil 950 dlares de procedencia ilcita, y del intento de transportar ms de nueve toneladas de cocana. Un caso que no es conocido por muchos es el de Enedina Arellano Flix, quien segn Ricardo Ravelo (2011), desde el 2003 la mujer es considerada por la DEA como la jefa del Crtel de Tijuana o el Crtel de los Arrellano Flix. La llegada de Enedina para dirigir el crtel no fue una decisin personal, al menos es la versin que se cuenta. Resulta que Enedina lleg a ser la jefa de sta red de narcotrfico despus de que todos sus hermanos varones fueron ejecutados o fueron detenidos. Benjamn Arellano Flix fue el ltimo hombre que control el crtel, pero despus de su detencin y extradicin a Estados Unidos no quedaba ningn otro hombre para tomar el puesto, por lo cual se comenta que Luis Fernando Snchez Arellano, hijo de Enedina, tom el control del crtel por un tiempo, pero termin cediendo el poder a su mam porque era un paquete demasiado grande para l. La MaBaker y sus hijas dominaban todava algunos puntos de venta en Ciudad Nezahualcyotl que les significaba ganancias de tres millones de pesos semanalmente. Pero la ambicin de la mujer no tena lmites y se quejaba de que con ese dinero slo le alcanzaba pa refrescos. Jos Antonio Caporal (2009) Delia Patricia Bustos Buenda alias La MaBaker es quiz la primer mujer narcotraficante en la historia de nuestro pas. Al menos los registros histricos sobre el fenmeno es lo que proyecta. La MaBaker le dio otro sentido al narcotrfico, ya que adems de ser una de las primeras lideresas de esta actividad ilcita, tambin se tiene registro que involucr a su familia para poder operar el famoso Crtel de Neza. En la agrupacin delictiva Delia Patricia contaba con el apoyo y colaboracin de sus hijas y sus yernos, quienes juntos controlaron en los primeros aos de este milenio uno de los crteles ms poderosos del Estado de Mxico. Actualmente son cada vez ms las mujeres que tienen control, y por lo tanto poder, dentro de los distintos grupos delictivos de nuestro pas. Lo curioso de la gran mayora de los casos es forma en cmo llegan a ser estas mujeres las lideresas, ya que no es algo que deseen, al menos, conscientemente. Las circunstancias las han llevado ah, en el caso de Enedina se trata de un oficio familiar. LA SICARIA Y se llamaba Rosario, del barrio era la manda ms, con su pistola en la mano siempre lista pamatar. En odios y desengaos Rosario era la number one. Juanes / Rosario Tijeras De la cabeza del escritor colombiano Jorge Franco surgi un personaje que vio la luz en 1999. El personaje es una mujer que responde al nombre de Rosario Tijeras, no es un personaje real, pero su vida est constituida por varios elementos violentos reales de los aos ochentas y noventas suscitados en Medelln, Colombia, hechos violentos causados por sicarios contratados por bandas de narcotraficantes. Rosario Tijeras es una mujer sicario, contratada por una narcotraficante para eliminar a sus enemigos. La Perrys es otra mujer sicario, slo que su funcin est ms inclinada a ser escolta de su patrn, Pedro Pablo Len Jaramillo. Las caractersticas de ambas mujeres, adems de ser personajes ficticios, es que son mujeres hermosas, sexis y con una capacidad letal contra el enemigo. Como siempre, la realidad no es superada por la ficcin y las autoridades de nuestro pas comenzaron a descubrir (Vega, s.f) a partir del 2009 la participacin activa de mujeres sicario con un grupo delictivo denominado como Las Panteras. Para finales del 2010 las investigaciones de la PGR dieron con otro grupo delictivo de puras mujeres, slo a que diferencia del anterior, el nuevo grupo de sicarias estaba conformado por mujeres menores de edad, quiz de ah su nombre Las Cachorras. Recientemente debido a la guerra contra el narcotrfico que se llevaba a cabo en nuestro pas, es cada da ms comn ver a mujeres con cuernos de chivo, ejecutando a los enemigos del grupo delictivo al que pertenecen y siendo testigos o participantes de torturas y decapitaciones. Algunas de las mujeres sicarios que han sido detenidas, sobre todo las menores de edad, declaran que el ser sicarias no fue algo que ellas decidieran, sino ms bien algo que el grupo delictivo en el cual ya estn implicadas les obligo a hacer. La historia ms contada es que han sido levantadas en alguna parte del pas y para perdonarles la muerte tienen que trabajas para sus secuestradores. LAS CIFRAS DE LA GUERRA CONTRA EL NARCO En base a las denuncias recibidas en la agencia del Ministerio Publico federal (Das, 2012), las cuales fueron enviadas al Sistema de Seguridad Nacional, registran del periodo del diciembre del 2006 a marzo de este ao un total de 88 mil 361 homicidios dolosos relacionados a la narcoguerra del presidente Caldern. Cifra en donde claramente no se encuentran las denominadas victimas invisibles. Dentro de las cifras, sea cual sea el nmero de victimas de la Guerra contra el narcotrfico, ah, ah se encuentran tambin mujeres. Algunas quizs fueron esposas de capos, otras fueron chacalosas y otras ms fueron sicarias. Pero tambin estn ah las que slo fueron victimas, las que les toc una bala prdida, las que no tenan ni relacin con el crimen organizado, las que no le deban nada al narcotrfico. Ah estn mujeres que tuvieron un nombre, que tuvieron una familia y son parte de nuestra realidad social. Ah estn mujeres que tienen un rostro, que no son slo una cifra. Esa mujeres, implicadas o no con el narcotrfico, no son las ejecutadas por el crimen organizado o las muertas de Caldern. Esas mujeres, son nuestras mujeres. Son nuestras madres, nuestras hermanas, nuestras amigas, nuestras parejas. Son nuestras ejecutadas y si no lo asumimos como tal no nos importar que las cifras vayan creciendo. No nos importarn, al menos que las personas que estn a nuestro alrededor o que las mujeres con las que compartimos da a da formen parte de ese ejecutometro. Las ejecuciones a mujeres, a nuestras mujeres, a causa de la guerra contra el narcotrfico cada da son ms vulgares y grotescas. El cuerpo de la mujer no se respeta, se busca la exhibicin a toda costa, y por ello no importa si la victima fue colgada en un puente peatonal o vehicular, o si fue ejecutada con un tiro de gracia, por lo regular buscan dejar una escena dantesca en donde colocan parte del cuerpo de la victima desnudo, o en algunas ocasiones completamente desnudo. Recuerdo como iniciaba el 2011, de hecho recuerdo que a partir de ese ao las mujeres victimas de la narcoguerra fueron cada da ms. El 31 de diciembre de 2010 iniciaba el da con la nota de la ejecucin de una mujer en Monterrey que denominaron como La pelirroja. Mujer que fue colgada en un puente vehicular y en donde sus agresores mostraron como es que la torturaron, no slo se mostraba el cuerpo agredido fsicamente, tambin se mostraron las marcas de orina en su ropa. El cuerpo fue colgado y abandonado ah con el torso desnudo y, como si fuera un simple pedazo de papel, le marcaron en el cuerpo el nombre de Yahir con la intensin de que sirviera como narco-mensaje. Si la guerra contra el narcotrfico nos es ajena, si las mujeres ejecutadas adems de sernos ajenas slo nos son una cifra, si las mujeres obligadas a formar parte del narcotrfico nos son indiferentes, Cmo pretendemos cambiar nuestro pas? Quiz por lo anterior enunciamos nada ms o escuchamos enunciar a las desaparecidas de Quertaro, y no, no son las desaparecidas de Quertaro son nuestras desaparecidas, porque enfatizo, son nuestras madres, nuestras hermanas, nuestras hijas, nuestras parejas: son nuestras mujeres. QUIZ HAY UNA ALTERNATIVA No quiero culminar el presente trabajo slo enunciado una problemtica social, como muchas veces lo hacemos. A todo esto creo que hay algo que podemos hacer. S que no bajaremos el clima de violencia de hoy para maana. S que tampoco vamos a reducir el nmero de desaparecidas de un da para otro, pero si no comenzamos a crear formas de trabajo colectivo, en lo personal veo difcilmente que podamos cambiar esta y muchas situaciones ms que nos atraviesan como sociedad: El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya est aqu, el infierno que habitamos todos los das, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fcil para mucho: aceptar el infierno y volverse parte de l hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es riesgosa y exige atencin y aprendizaje continuos: buscar y saber quin y qu, en medio del infierno, no es infierno, y hace que dure. Kubalia Kan en Juan Cajas 2009 Es hora de vernos a la cara, de vernos con nuestros semejantes y no vivirnos alejados de la realidad social de nuestro pas, de la realidad social de nuestro estado, de nuestro municipio, colonia, escuela o dems lugares en donde nos movilizamos en nuestro cotidiano, es hora de arriesgarnos y encontrar el aprendizaje continuo y colectivo, es hora de busca dentro de todo nuestro infierno, que es no es infierno, pero no slo hagamos que dure sino tambin se pondere.