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MUJERES MIGRANTAS Y FEMINISMO: EL CAMINO AL EMPODERAMIENTO Andrea Souto García [email protected] Universidade da Coruña Resumen: Este trabajo es un intento de aproximación a la realidad de las mujeres de origen latinoamericano que participan en el movimiento feminista de Madrid y que se encuentran constituidas en grupos autónomos alrededor de un eje estructurador que es su identidad como mujeres del sur en un contexto migratorio; tratando de definir la relación que se produce entre feministas migrantas y autóctonas y la importancia del racismo y el clasismo en la delimitación de esa relación, en función de las prácticas ideológicas y discursivas en que se inscriben unas y otras, tanto dentro del activismo en los grupos como en su cotidianidad. Además esta investigación pretende adentrarse en los procesos de construcción, deconstrucción y modificación de la identidad que los agentes sociales, en este caso, las mujeres migrantes, llevan a cabo en pos de la prosecución de objetivos políticos vinculados a esas identidades múltiples y diversas que manejan. Palabras clave: feminismo, migranta, heterogeneidad, identidad, colonialidad.

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MUJERES MIGRANTAS Y FEMINISMO: EL

CAMINO AL EMPODERAMIENTO

Andrea Souto García

[email protected]

Universidade da Coruña

Resumen:

Este trabajo es un intento de aproximación a la realidad de las mujeres de origen

latinoamericano que participan en el movimiento feminista de Madrid y que se

encuentran constituidas en grupos autónomos alrededor de un eje estructurador que es

su identidad como mujeres del sur en un contexto migratorio; tratando de definir la

relación que se produce entre feministas migrantas y autóctonas y la importancia del

racismo y el clasismo en la delimitación de esa relación, en función de las prácticas

ideológicas y discursivas en que se inscriben unas y otras, tanto dentro del activismo en

los grupos como en su cotidianidad. Además esta investigación pretende adentrarse en

los procesos de construcción, deconstrucción y modificación de la identidad que los

agentes sociales, en este caso, las mujeres migrantes, llevan a cabo en pos de la

prosecución de objetivos políticos vinculados a esas identidades múltiples y diversas

que manejan.

Palabras clave: feminismo, migranta, heterogeneidad, identidad, colonialidad.

Introducción

El objetivo de este trabajo es conocer en qué medida y de qué modo afectan las

diferentes estructuras de dominación a las mujeres migrantas que habitan en el

Occidente. De qué manera las categorías género, raza, etnia, clase y sexualidad unidas a

la condición de migranta, confluyen en estas mujeres creando una forma muy concreta

de opresión que desborda el machismo, el racismo, el clasismo y el heterosexismo; y

que es distinta de la forma en que el patriarcado occidental subordina a las mujeres

occidentales. En función de esto, se analizarán las elecciones de acción que ponen en

marcha las migrantas1 para invertir esta relación de poder que las relega a espacios de

explotación severa en este nuevo sistema que son las sociedades occidentales para las

mujeres llegadas de otras geografías. Es decir, se analizará cómo las mismas

condiciones y procesos que subordinan a la migranta desencadenan en ella la toma de

consciencia de sí misma y la convierten en agente social2.

Se intentará responder a cuestiones tales como cuál es el impacto de las estrategias

discursivas asumidas por las migrantas en sus trayectorias de empoderamiento y de

ganancia de autonomía, dependiendo de cuáles sean sus referentes culturales,

experiencias personales y fundamentos ideológicos. Los manifiestos testimoniales de

las mujeres migrantas, sus relatos, sus narraciones, transgredirán las fronteras de la

academia ortodoxa porque son testigo en sí mismos de la multiplicidad y la

interseccionalidad de las estructuras de subordinación, de lo peligroso de considerar a

los individuos como tipos puros homogéneos, “de lo necesario de articular lo universal

y lo particular, porque ellas en su propia carne son todo a un tiempo” (Anzaldúa, 2008)

1Al igual que Adelina Miranda en su artìculo « Les mobilisations des migrantes: un processus d’émancipation invisible? » en

Cahiers du Genre, n°51, 2011/2, P. 5-24, utilizo el concepto migrantas para designar distintas categorías de mujeres: las migrantas

propiamente dichas, es decir, aquéllas mujeres que han dejado sus países de origen para instalarse en otro, las mujeres descendientes

de inmigrantes y aquéllas mujeres venidas del contexto excolonial; en estas dos últimas acepciones, el término migranta refiere a

aquéllas mujeres que sin ser migrantas, son percibidas como tales (Moujoud, 2012 en « Le genre au cœur des migrations ») Al

contrario, cuando utilice los términos, autóctona u originaria, estaré aludiendo a aquellas mujeres que no incluyo en la categoría

migranta.

Por otro lado, he escogido el término migranta en lugar del alternativo inmigranta, porque creo que, a diferencia de este último que

solo alude a un fragmento de la historia, a la entrada de ese “cuerpo extraño” al espacio social que se construye como “nuestro”

(Delgado, 2003), el concepto migranta, sin el in, recoge la experiencia vivencial completa de la persona que se desplaza, la

migranta, nos habla de todas las geografías que componen su ser individual, nos remonta al origen y nos narra su viaje sin plantear

un destino cerrado.

A lo largo de este trabajo utilizaré otras terminologías para referirme a estas dos categorías de mujeres. Iré explicándolas a medida

que vayan apareciendo en el texto cuando crea conveniente que la especificación es necesaria.

2 Paradoja de la subjetivización, concepto extraído de la obra de la lingüista y filósofa feminista Judith Butler, en su obra

« Mecanismos psíquicos del poder: teorías sobre sujeción » (2010), desarrollado también entre otros por el filósofo Michel Foucault.

Será en torno a esta pregunta que girará la investigación que a continuación se propone:

Se desea conocer qué nuevas posibilidades se abren para las mujeres migrantas que se

trasladan a sociedades del tercio rico del mundo desde sus comunidades de origen

situadas en países de la periferia mundial3, tradicionalmente interpretadas por la

perspectiva feminista europea como más opresivas para las mujeres que las sociedades

del norte. Conocer cómo las categorías género, raza, clase y extranjería se entremezclan

formando un todo indisoluble que encarna en los cuerpos de la migranta una nueva

situación en la que la estigmatización y el riesgo aumentan en un contexto hostil; en la

que los procesos de consecución de derechos y libertades, de emancipación, muchas

veces iniciados por las mujeres en los territorios de origen pueden verse paralizados. O

si, por el contrario, la nueva situación pueda reportar un nuevo impulso a las luchas

feministas de estas mujeres; en una historia de superación de lo que, debido a la

combinación de las cuatro variables anteriormente citadas junto a la sexualidad, la

religión y la etnia, puede construirse como una traba añadida para la consecución de la

igualdad en los inicios del proceso migratorio de las mujeres.

Situadas en la confluencia de las resistencias contra el racismo y el sexismo, contra la

explotación laboral y la exclusión sociopolítica, las mujeres migrantas desarrollarán

epistemologías propias escritas en las intersecciones y maneras particulares de hacer

agencia social, recreadas también en estos contextos transculturales y transfronterizos.

Porque si “el lugar desde el que hablamos determina nuestra experiencia vital y la

manera en que comprendemos las relaciones de dominación y, en consecuencia, nuestro

discurso” (Mohanty, 2008:79), la perspectiva de las migrantas y el discurso que

produzcan a partir de ésta por fuerza será distinto.

Porque si bien es cierto que no se puede tratar ni a unas ni a otras como si fuesen una

categoría homogénea, generalmente la posición que ocupan las migrantas en las

3 El término centro-periferia de este texto aúna dos conceptos complementarios; el concepto centro-periferia desarrollado por los

economistas latinoamericanos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el desarrollado paralelamente

por Immanuel Wallerstein en su obra “ El moderno Sistema Mundial: la agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo

europea en el siglo XVI”. Ambos conceptos hacen referencia a la noción de una dualidad centro-periferia para describir un orden

económico mundial integrado por un centro industrial y hegemónico que establece transacciones económicas desiguales con una

periferia agrícola y subordinada; dos espacios diferenciados entre los que las desigualdades económicas, sociales y políticas

establecen una frontera de poder entre aquéllos países centrales explotadores de aquéllos otros países periféricos subordinados.

Aparecerán a lo largo de este trabajo sinónimos que aludan a estos centros y periferias, y que como ellos pretendan visibilizar

la relación de desigualdad a la que hacen referencia Wallerstein, pero sobre todo los economistas de la CEPAL, tales serán por

ejemplo norte y occidente para centro, y sur y márgenes para periferia.

sociedades occidentales es menos privilegiada que la de aquéllas que podemos llamar

autóctonas. Sobre las mujeres migrantas recaerá todo el peso del patriarcado

materializado en el abanico de situaciones de injusticia, de abuso, de violencia; en todas

las formas de explotación, política, económica, social, sexual, que tendrán que enfrentar

en la sociedad de acogida. Ellas sufrirán de manera más brutal que sus compañeros

varones la experiencia de la migración. Y es que el patriarcado, en las formas que

adopta en este sistema sexo-género4 concreto satisfará en ellas, más vulnerables que las

mujeres autóctonas por encontrarse desamparadas en la legislación racista y sexista de

los estados-nación, sus necesidades más extremas. Porque, como afirma Audre Lorde

(2007) que podamos hablar de un sistema global opresor de las mujeres que no entienda

de fronteras raciales ni de clase no quiere decir que esa opresión sea idéntica dentro de

esas diferencias, ni dentro de esas fronteras.

Así, las migrantas comprobarán como por su condición racial y étnico-cultural son

deshumanizadas en esta nueva sociedad, “percibidas como bestias y como tal tratadas

en la esfera de producción económica, de producción epistémica, en la imposición

sexual...” (Lugones, 2012:5). Su deshumanización5 se producirá en beneficio de la

conservación de un modelo de mujer, la mujer occidental6, que funciona como espejo

sobre el cual los varones occidentales construyen su identidad, se admiran como sujetos,

se reafirman como grupo dominante y exhiben su poder. (De Beauvoir, 2005)

Es el carácter dialéctico de las relaciones coloniales, el sentimiento de superioridad del

4Formulado por Gayle Rubin. Concepto desarrollado por las feministas negras a partir de los años 60 (Patricia Hill Collins (2000)),

para desvincularse del término Patriarcado acuñado por las feministas blancas. En lugar de este, las teóricas negras proponen el

concepto Sistema Sexo-Género que hace hincapié en las diferencias que se manifiestan en los distintos sistemas de dominación

masculina; diferencias que acusan de obviar a las teóricas blancas; entendiendo como Patriarcado el sistema de dominación

masculina específico que describen las teóricas blancas desde su experiencia concreta.

Yo a lo largo de esta investigación utilizaré ambos conceptos, tratando de resignificarlos, en un intento de conciliar la

perspectiva occidental ilustrada y las distintas corrientes epistemológicas que podríamos aglutinar de manera poco ortodoxa bajo la

etiqueta de feminismo postcolonial. Entenderé el Patriarcado como la macroestructura idéologica, inmaterial de dominación

masculina ideal, atemporal y aespacial, que se manifiesta materialmente a través de estructuras y de relaciones sociales, económicas,

políticas, sexuales concretas de dominación, situadas en un tiempo y un espacio físicos concretos, en unas condiciones

circunstanciales sociohistóricas y culturales determinadas, que designaré con el término Sistema Sexo-Género.

5 María Lugones en “Subjetividad esclava, colonialidad de género, marginalidad y opresiones múltiples” (2012). Concepto que

alude a la amputación de la cualidad de humanidad que desde la lógica racista-colonial legitima la explotación de un grupo de

individuos sobre otros categorizados como no-humanos.

6 Mujer occidental, es la etiqueta con que las feministas postcoloniales hacen referencia a un tipo ideal de mujer que se propugna

desde Occidente. Esta mujer posee ciertos atributos que conforman su identidad distinguiéndola radicalmente del resto de mujeres.

Estos rasgos distintivos son: la tenencia de ascendentes en el noroeste europeo, es decir, ser de “raza blanca”, su pertenencia a la

clase media capitalista y su adscripción a una cultura cuyo referente fundamental es la Ilustración. Es el modelo de mujer sobre el

que relevantes pensadoras feministas también blancas y burguesas han centrado sus análisis. “El Segundo Sexo” de Simone de

Beauvoir quizás sea la obra donde mejor se refleje esta forma de “ser” mujer.

‘uno’ depende del sentimiento de inferioridad del ‘otro’ (Quijano, 2014). Cuando la

lógica cultural ilustrada que parte de una idea desacralizada de naturaleza del hombre

como ser racional construye a todos los hombres como libres e iguales no incluye en

esta concepción de hombre a aquellos varones de raza no blanca o cuyos orígenes se

remitan a cualquier otro territorio que no se circunscriba al noroeste europeo; y mucho

menos incluye a las mujeres. De esta manera, todas ellas compartirán con los sujetos

no-occidentales el destino de la subordinación en la estructura político-social y además

estarán naturalmente destinadas a la reproducción. Pero esta opresión a la que todas las

mujeres son sometidas por razón de su condición genérica variará en intensidad y modo

en función de otras categorías raciales, económicas y religiosas-culturales.

Es un rasgo distintivo, pero no exclusivo, del sistema sexo-género occidental,

dependiendo de la oferta disponible de mujeres en un espacio y un tiempo concretos, el

clasificarlas, estableciendo entre ellas una jerarquía a partir de la cual se las define para

servir a las distintas necesidades de este sistema social y en especial de la élite machista

y capitalista que lo dirige, los varones blancos. Siempre como objetos pero con

distinciones, siendo las europeas blancas de clase media comprendidas como propias a

su homólogo masculino mientras que otras son dejadas fuera del modelo ideal

hegemónico como sucede con las prostitutas o aquéllas mujeres pertenecientes a los

estratos más bajos de la escala social. (De Beauvoir, 2005) Esta clasificación operada en

el seno de todas las sociedades del norte responde al objetivo de legitimar la explotación

más explícita de tipo sexual y económica sobre ciertas mujeres a las que, a través de la

adjudicación de la etiqueta de ‘extrañas’, se destierra fuera del tipo normativo de mujer

útil al patriarcado occidental; y entre esas otras extrañas están las migrantas.

Y así, el mismo ejercicio de identificarlas como extrañas es, pues, una forma de

deshumanizar, de subhumanizar. Y como sub-humanas son comprendidas por esta élite

de varones blancos occidentales (que tiene el privilegio de determinar los valores

culturales y las normas que regirán y conformarán la vida de la sociedad occidental que

gobiernan) como propiedad, que no como propias, lo que legitima su

instrumentalización, su conversión en meras herramientas al servicio de la sociedad

blanca pero especialmente del varón blanco dominante7. En otras palabras, si bien todas

7Si es cierto, como afirma Colette Guillaumine en su obra « Sexe, race et pratique du pouvoir » (1995) que todas la mujeres son

comprendidas como propiedad por los varones, bien colectivamente, de toda la clase de los hombres, bien individualmente, de un

solo hombre, a través de la forma contractual de matrimonio, es aún necesario establecer diferencias y entender que unas mujeres

las mujeres sufrirán en no importa cuál entorno opresión, incluidas las mujeres blancas

de clase media en sus propias sociedades, las mujeres migrantas en Occidente sufrirán la

parte más exacerbada de esa opresión, precisamente por su identificación como mujeres

migrantas, ajenas. Construidas como racial y culturalmente distintas a partir de ciertas

características “naturales” o, más bien, naturalizadas, que les son externamente

atribuidas, son homogeneizadas, enjauladas en una categoría de representación que se

fundamentará como la base de su exclusión, acarreando consecuencias que serán

determinantes para ellas, condicionando las bases de su auto-consciencia y su capacidad

de agencia. (Suárez Navaz, 2008)

La tesis principal de esta investigación defiende que el patriarcado como estructura de

dominación global (hooks, 2008) se reproduce a lo largo y ancho del espacio y del

tiempo, esto es, cronotópicamente, adaptándose a los distintos contextos

socioeconómicos (Millett, 2010), mutando, en una metáfora del comportamiento de un

virus, para contrarrestar las resistencias que genera en los cuerpos que contagia a

medida que éstos se hacen conscientes de la infección que los aqueja y la resisten; en lo

que entiendo como los distintos sistema sexo-género de los que habla Gayle Rubin, en

una reinterpretación del concepto. Será en relación a esta lógica que, las mujeres

migrantas; trasladadas de un sistema sexo-género a otro, sin el tiempo, ni los recursos

necesarios para rediseñar sus sistemas defensivos de manera que respondan

eficientemente ante esta nueva forma mutada de patriarcado; se encuentran en la

sociedad de acogida en una situación compleja en que la efectividad de las estrategias

desarrolladas en la sociedad de origen frente a la forma patriarcal inherente a su cultura

se ve mermada en este nuevo contexto donde las cosas funcionan de manera diferente.

Así, la migración a este nuevo sistema sexo-género donde imperan distintas formas de

opresión, de violencia, implicarán la obsolescencia de los mecanismos de resistencia

específicos de que las mujeres disponían para enfrentar las manifestaciones concretas de

desigualdad en sus comunidades; o directamente la inaccesibilidad a los mismos, debido

a la ruptura de la migrante con las redes sociales y las condiciones socioeconómicas,

políticas, culturales, en las que se generaban dichas herramientas.

Y este nuevo marco situacional por fuerza conminará a las migrantas a re-evolucionar

son más propiedad que otras, más propias que otras. Dicho de otra forma, las consecuencias prácticas que para las mujeres se

derivan del hecho de ser “propiedad” de una u otra manera y en uno u otro grado son radicalmente distintas.

sus sistemas de defensa contra la opresión patriarcal. Del mismo modo en que el

patriarcado muta, ellas deberán mutar también; deberán reorganizarse, reinventar las

viejas estrategias de lucha y adaptarlas a su reciente condición cuando no crear desde

cero otros dispositivos, articulando en definitiva nuevas y viejas formas políticas y de

agencia social. Pero sobre todo deberán ser capaces de tejer nuevas redes, de imaginar

alianzas con otras mujeres, diversas, migrantas y no migrantas; porque los pactos

híbridos, mestizos, interclasistas, interraciales, transculturales y transfronterizos que,

salvaguardando las diferencias derivadas de las distintas que lo constituyen y que lo

nutren, son capaces de dejar esas diferencias a un lado para articularse como un único

cuerpo en pos de la consecución de objetivos políticos comunes, constituyen el arma

más poderosa cuando el objetivo a batir es un patriarcado global que las reduce a todas,

condición sine qua non de un capitalismo global que las explota a todas.

Metodología

La elección de este sujeto de estudio, ‘mujeres migrantas y feminismo’, nace de mi

curiosidad por conocer cómo es que funcionan y cómo afectan a los individuos los

procesos racistas y sexistas que tienen lugar al interior de las sociedades occidentales.

Porque la sombra de la colonialidad8 oscurece los lugares más recónditos, y si bien

nadie venido de afuera está libre de ser estigmatizado en función de los prejuicios que

construimos alrededor de condiciones raciales, étnicas o culturales (Guillaumine, 1995),

el hecho de ser mujer afecta al equilibrio de las relaciones de poder en que se mueven

los agentes sociales; porque cuando hablamos de mujeres estamos tratando con una

forma de discriminación muy específica; ésa que es edificada en torno al género, en el

cual la opresión adquirirá nuevas dimensiones cuando el ser mujer desempeña un rol

fundamental en el desarrollo de las demás formas de discriminación.

Preguntas iniciales

¿Cuáles son las razones que se encuentran tras el hecho de que la presencia de las

mujeres migrantas en el movimiento feminista que tiene lugar en la ciudad de Madrid,

aparezca casi siempre aislada de los activismos feministas de mujeres autóctonas?

¿Es una cuestión relativa a una divergencia ideológica, a una diferente manera de

comprender el feminismo y la emancipación de las mujeres?

Objetivos

Objectivos generales

Analizar la situación de las mujeres migrantas en el movimiento feminista en el

8 ‘Colonialidad del poder’, concepto acuñado y desarrollado por el sociólogo peruano Aníbal Quijano que alude a la colonización

como la principal causa productora de desigualdad tanto en las relaciones de poder internacionales como en las relaciones internas

de los países. Es durante el período colonial que se produce la "mundialización del patrón de poder capitalista", el período de tiempo

durante el que Occidente se autoinstituye como centro dominante de una periferia subordinada económica, política y culturalmente,

erigiéndose las poblaciones occidentales como élites humanas, a las que se subordinan todas las demás formas de ser humano. Es

pues durante el colonialismo, que comienzan a surgir todas éstas nuevas identidades geoculturales con la creación de nuevas

categorías sociales como la “raza” y más tarde la “etnia” que una vez naturalizadas, actúan como propiedades a través de las cuales

los individuos son clasificados en la estructura social. (Quijano, 2014)

centro de la ciudad de Madrid y conocer cuál es la relación que mantienen con

las feministas autóctonas.

Estudiar las diferencias que se abren entre la ideología de las migrantas y la de

las autóctonas, manifestada en los discursos que cada grupo produce y también

en aquéllo que omiten.

Objetivos específicos

Elaborar un perfil de las mujeres migrantes y autóctonas que participan en los

grupos feministas en Madrid, en función de su país de origen, edad, clase social,

raza, creencias religiosas y tiempo de estancia en el país (en caso de las

migrantas).

Estableces cuáles son los discursos mayoritarios y minoritarios que se pueden

encontrar dentro de los colectivos feministas, quién los produce y cómo es que

se relacionan las mujeres en función del discurso que cada una sostiene, es decir,

cuáles son las relaciones de poder creadas alrededor de los diferentes discursos y

entre las mujeres que se inscriben en cada uno.

Analizar, en relación al anterior objetivo, si el hecho de que las migrantas

constituyan sus propios grupos de feministas, independientes de los grupos d las

autóctonas, tiene relación con la discriminación que puedan haber sufrido

anteriormente.

Maqueta de la metodología.

Existe la necesidad de una metodología que nos permita descubrir cuáles son los

factores que explican la participación de las mujeres migrantas en ciertos grupos

feministas así como la manera en que lo hacen. Para ello, elegiremos una metodología

de carácter cualitativo porque el objeto de esta investigación se trata de conocer las

argumentaciones y diferentes puntos de vista sostenidos al interior de los grupos

feministas de las mujeres migrantas y autóctonas, a partir de los cuales podemos

vislumbrar las discriminaciones que se establecen.

El objeto de esta investigación tiene que ver con la significación subjetiva de la acción y

que ésta debe tener en cuenta todos los factores, los valores y las expectativas que

condicionan el comportamiento de los individuos; y la metodología cualitativa ha sido

precisamente diseñada para capturar los significados, para llegar desde el análisis del

discurso a una comprensión más rica y articulada de la realidad social que la que es

capaz de aportar la metodología cuantitativa.

Será a través de la realización de entrevistas personales a las mujeres que participan en

los grupos feministas de Madrid que intentaremos entonces rescatar esta información.

Los individuos a entrevistas serán las mujeres, migrantas y autóctonas, que pertenecen

a dos macro-colectivos feministas de la capital que serán integrados ellos mismo por

varios colectivos más pequeños. La principal característica que diferencia un grupo del

otro es el origen geográfico de las mujeres miembras de cada uno. Entonces, el primero

de estos grupos no está compuesto sino por asociaciones más pequeñas de las que sus

participantes son mujeres autóctonas mientras que el otro está compuesto por

organizaciones donde el criterio universal es la condición de migrantas de sus

componentes.

El primero de estos grupos, la Asamblea Feminista de Madrid, compuesta por veintidós

grupos, es una de las asociaciones feministas más fuertes de la ciudad, a razón de su

larga trayectoria histórica en las luchas por los derechos de las mujeres que se han

desarrollado en España desde los años ´80.

El segundo grupo es la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe, con un recorrido

mucho más corto que el de la Asamblea, (a tener en cuenta la breve historia inmigratoria

del país), la Red nació en el año 2009. En la actualidad está compuesta por nueve

asociaciones, todas ellas integradas su vez por mujeres migrantes de origen

latinoamericano.

Entonces, el modelo de entrevista más apropiado será el de la entrevista

semiestructurada, esto es, una entrevista que se realiza sobre un guión elaborado

previamente pero un guión abierto, con el fin de que ésta sea conducida con la mayor

flexibilidad posible, que rompa la rigidez y cree un ambiente cómodo en que las

entrevistadas se sientan a gusto, de manera que exista la posibilidad de plantear nuevas

preguntas a medida que se avanza en la entrevista, dejando la mayor libertad posible a

las respuestas de manera que se pueda aprovechar la riqueza de una conversación

espontánea.

Las partes en que se dividirá la entrevista serán las siguientes:

Descripción del perfil sociocultural del sujeto.

Discurso ideológico-filosófico-político de la entrevistada sobre la cuestión

feminista.

Posicionamiento del sujeto hacia el grupo al que pertenece.

Opinión del sujeto sobre la situación de las mujeres migrantas en el movimiento

feminista.

Opinión del sujeto sobre la situación de las mujeres migrantas en el conjunto general

de la sociedad española.

Análisis de las entrevistas

Este trabajo de investigación tiene como objetivo principal hacer una aproximación a la

teoría y práctica política feminista de otras mujeres procedentes de países no

occidentales, esto es, de lo que Mohanty (2008) llamaría ‘mujeres del tercer mundo’ y

Grosfoguel (2007) abreviaría como ‘sujetas coloniales’; refiriendo de manera más

explícita a la colonialidad del poder que conforma la raíz de la identidad geocultural que

determina la posición estructural de estas mujeres de las márgenes, en sus sociedades de

origen y en otras exógenas (Quijano, 2000).

Con la intención de cumplir este objetivo se diseñó una metodología fundamentada en

la realización de entrevistas semidirigidas a mujeres migrantes participantes en el

movimiento feminista en la ciudad de Madrid. Para lograr una perspectiva adecuada de

la problemática a estudiar, el feminismo de las mujeres migrantes en un contexto

migratorio occidental, fue determinante comprender cómo la sola condición de

“migranta” encierra en sí misma un potencial transformador de la identidad que se

desarrollará durante el proceso migratorio, cambiando radicalmente los puntos de vista

de quienes lo experimentan, afectando de diversas maneras al compromiso de las

mujeres con la lucha feminista, reinventándolo, reactivándolo y recreándolo.

Para comprender la situación de estas mujeres periféricas dentro del conjunto global del

feminismo autóctono en relación a las organizaciones feministas formadas por mujeres

occidentales, se realizaron también entrevistas a estas mujeres autóctonas con la

intención de establecer un marco comparativo que permita analizar los supuestos

filosófico-teóricos y políticos de que parten ambas categorías de mujer y los fines

últimos que persiguen, así como las acciones puestas en marcha por cada grupo, los

diferentes saberes, tácticas, retóricas, redes, desplegados por migrantas y autóctonas,

para la consecución de dichos objetivos.

Porque en esta investigación se le presupone a estas dos clases de mujeres, filosofías-

ideologías y praxis feministas diferentes derivadas de la distinta posición a la que, como

sujetos construidos a través del sistema de clasificación social mundial por sus

cualidades raciales, de clase y religioso-culturales (Quijano, 2014), son adscritas. Y es

que se comprende que, como consecuencia de su construcción individual y colectiva

como resultado de la intersección de los ejes estructuradores de identidad impuestos

desde la colonialidad, las migrantas coloniales viven con un déficit de poder en las

sociedades occidentales; y que esta distribución desigual de poder y recursos influirá de

manera significativa en su orientación teórica y su práctica, que será dirigida

precisamente a corregir esa desigualdad.

***

Se está trabajando con una selección de cinco entrevistas, realizadas todas ellas durante

el mes de mayo de 2015, a activistas feministas miembras de dos macrorganizaciones:

la Asamblea Feminista de Madrid y la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe.

Ambas macroorganizaciones engloban cada una a distintos colectivos feministas

asentados en la ciudad de Madrid que, siguiendo un criterio estratégico, se unen bajo los

nombres de Asamblea Feminista de Madrid y Red de Mujeres Latinoamericanas y del

Caribe respectivamente, con la idea de trabajar juntas para hacer más notoria su

presencia pública y sus reivindicaciones políticas y así alcanzar objetivos que les son

comunes.

Es fundamental entender cuál es el principal eje en torno al cual se articulan los

diferentes colectivos para construir uno y otro macrogrupo porque es en ese eje en

donde se encontrará precisamente la identidad central elegida por las mujeres para

representarse a sí mismas y las opresiones que en esa identidad singular, compuesta a su

vez de muchas otras, se inscriben.

En relación a esto, los veintidós colectivos que forman parte de la Asamblea Feminista

de Madrid están compuestos casi exclusivamente por mujeres españolas nacidas en

España. Estas mujeres, que se reconocen abiertamente como feministas, explican la

necesidad de su organización en los distintos grupos que componen la Asamblea

Feminista de Madrid, así como su coordinación común en la Asamblea, a partir de la

existencia de un sistema que las oprime en tanto que son mujeres.

Encierra pues este discurso una carga política muy fuerte, hay en él conciencia de

opresión, de la que se identifican de manera clara sus causas, existiendo además una

intención revolucionaria manifiesta que busca echar abajo las estructuras de dominación

que ellas mismas tildan de “patriarcales” y así subvertir el orden de poder dado que

subordina a las mujeres por el hecho de serlo. De acuerdo a esto, la aparición del

término “feminista” en el mismo nombre de la organización es una declaración de la

ideología y las pretensiones políticas del grupo, de la finalidad misma de su existencia.

Luego, pienso que normalmente, aquellos individuos que se acercan al grupo lo hacen a

sabiendas de su explicitado carácter feminista. Y esto determina, creo, el perfil de las

militantes9 de la Asamblea.

Entre tanto, las miembras de las nueve organizaciones que forman parte de la Red de

Mujeres Latinoamericanas y del Caribe así como también las participantes de la Red a

título individual, son esencialmente mujeres migrantas y como tal se reconocen a sí

mismas en la colectividad.

“Nos fuimos constituyendo como por una necesidad natural. Nos encontrábamos en

diferentes ámbitos, en asociaciones de migrantes […] nos fuimos encontrando y nos

fuimos reconociendo en ese camino, siempre convocadas por otros y por otras y

siempre como…la gente hablaba de las mujeres migrantes como si fuéramos

monolíticas, todas homogéneas y las pobrecitas migrantes que hay que

formarlas…siempre con una mirada… paternalista. Y algunas pues nos sentíamos

interpeladas, decíamos vale sólo somos eso, no, somos mucho más que eso. M. de la

RMLC

Creo que una la diferencia fundamental entre ambas organizaciones radica en que la

Red, a diferencia de la Asamblea Feminista de Madrid, no se limita ni tan siquiera al

comienzo, a la simple realización de los fines a los que circunscribe su razón de ser.

Alcanza una dimensión más honda de interrelación entre sus afiliadas, existe en ella un

principio solidario, de apoyo. Una conexión que es absolutamente personal porque es

política (Millett, 2010), que no establece la ruptura moderna entre lo público y lo

privado, que tiene un carácter más social, que implica un componente más comunitarista

mientras que la Asamblea permanece en una dimensión más pública/individualista.

Creo que esta correspondencia que yo asumo como cierta, asamblea/individuo y

red/comunidad, nos habla de la existencia de dos colectivos que aún presentes en un

mismo tiempo y espacio son pertenecientes a dos mundos bien distintos. Creo que es la

9 Aunque sé que hay autores que en sus investigaciones establecen diferencias entre los términos militante, activista o miembro, a lo

largo de este trabajo yo los utilizaré prácticamente como sinónimos pese a que soy consciente que un análisis verdaderamente

completo sobre el funcionamiento de estas organizaciones sí requeriría de esa distinción terminológica.

marca de inscripción de las mujeres en dos hechos culturales diferentes entre sí, uno que

favorece la empresa individual y el individualismo social y político, (una lógica tan

neoliberal por otra parte), en contraposición a otra que promueve el espíritu comunitario

(Balibar y Wallerstein, 1988).

Siguiendo esta lógica cabe pensar el porqué de la existencia (si bien no en su aspecto

formal, sí en el informal) de dos culturas organizacionales distintas para la Asamblea

Feminista de Madrid y la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe. Y es que creo

que las diferentes formas de organización se corresponden precisamente con la

existencia de condicionamientos tangibles diferentes para uno y otro grupo. El hecho de

la procedencia de las mujeres que conforman la “Red” y la “Asamblea” es significativo

en cuanto al desarrollo de formas específicas de resistencia, de culturas activistas muy

ligadas a ciertas geografías y también a la posición social que las mujeres ocupan aun

compartiendo todas la misma categoría de ‘mujeres’.

Las mujeres autóctonas tienen, como afirmaba bell hooks (2012) en referencia a los

hombres negros y las mujeres blancas, una posición dual de explotador y explotado: los

varones migrantes pueden ser víctimas de opresión racista pero también pueden ejercer

opresión sexista contra las mujeres, y a su vez las mujeres autóctonas que son víctimas

de opresión sexista pueden ellas mismas explotar desde el racismo a la población

migrante.

“Yo les pregunto a esas mujeres que participan en el movimiento feminista de aquí y en

casa tienen una trabajadora doméstica a la que le paga menos porque es migrante,

porque yo eso lo sé, dónde está su sensibilidad feminista ahora. Para mí es una muestra

clarísima del racismo por parte de las mujeres de acá. Y no estamos hablando de

mujeres normales. Estamos hablamos de mujeres que tienen una sensibilidad hacia los

problemas del género, y yo me pregunto ¿pero de cuál género hablan?” M. de la

RMLC.

Como consecuencia de esto, la posición de las mujeres migrantas es tan inusual como la

que hooks describe para las negras. Situadas en la mayoría de los casos en el fondo de la

pirámide ocupacional, sobre los cuerpos de las migrantas recae la opresión múltiple que

nace de la intersección de las estructuras de dominación de raza, género y clase. Y de

ahí la razón para la existencia de una red y de una asamblea.

Porque en la Red su necesidad de “solidaridad mecánica”10

se ve satisfecha. En esta

comunidad encuentran el refugio psico-emocional que su particular situación requiere

en la imposibilidad de servirse de los recursos socio-afectivos y económico-políticos

que la sociedad patriarcal y racista les niega por inscribirse en la raza y el sexo

equivocados. Jugando la exclusión social, a la que por su condición de migrantas se ven

abocadas, en la sustitución de la etiqueta raza por la de inmigrante en el marco teórico

que promueve el “nuevo” racismo cultural (Balibar & Wallerstein, 1988), un papel

importante.

Este colectivo de mujeres migrantas, con nacionalidades distintas, que son también ellas

mismas racialmente distintas entre sí, con orígenes sociales muy dispares, que

provienen de sistemas culturales diferentes, incluso cuando puedan compartir la

nacionalidad (los estados latinoamericanos no poseen la fuerza normalizadora de los

estados europeos); se reencontrarán en España. Y en función de cómo este cambio de

contexto afecta a su experiencia vivida estructurarán su identidad grupal como mujeres

latinoamericanas y del Caribe migrantas a partir de tres ejes de vindicación que se co-

instituyen (Lugones, M 2012) en la intersección que es el cuerpo de estas mujeres. Y

que son: el reconocimiento a su diversidad interna; la concesión del estatus de

ciudadanía que da acceso al ejercicio de los derechos que se supeditan a la misma y que

implica la regularización de su situación como trabajadoras y residentes; la exigencia

del fin de la discriminación sexual que soportan en tanto que mujeres. Y sobre estas

tres demandas, una redistribución justa del poder y la riqueza.

“Interseccionalidad de discriminaciones que se concretan en la práctica […] que

atraviesan mi identidad, porque yo no solo soy mujer, sino que soy una mujer que nació

en determinado país, en determinada clase social, en una historia y eso me marca mi

posición en el mundo. Y por mucho tiempo el movimiento feminista desconoció esa

realidad” M. de la RMLC

Porque la heterogeneidad es la norma en la composición interna de la Red. Las

biografías personales de sus miembras en cuanto a su origen social y experiencia vivida,

son muy dispares.

10

Solidaridad mecánica. Entiendo que este término acuñado por Durkheim alude, en contraposición a la solidaridad orgánica, más

especializada y por ende más individualista, a una relación más próxima entre los miembros que participan de la misma.

“Esta idea de que Latinoamérica es uniforme, es una igualdad y que es un paisito […]

yo soy de Guatemala, en Guatemala tenemos más de veinte idiomas, es una diversidad

que pocas veces se conoce al exterior ¿no?, tenemos una cultura mestiza muy fuerte y

tenemos muchas culturas indígenas distintas dentro del propio país, fíjate que hay más

cuatrocientos trajes tradicionales, fíjate que cada traje se corresponde con una

demarcación territorial en cada una las personas desarrollan una idea de cómo estar

en el mundo” M. de AMG (integrada en la RMLC)

Será este abanico de variables étnico-raciales, culturales, económicas, que atraviesan a

las mujeres lo que dará lugar a la rica complejidad y diversidad del colectivo de

migrantas que conforman la Red. Y será esa “multiversidad”11

, en sus propias palabras,

uno de los fundamentos centrales de la organización, y la admisión de la misma por

parte de la cultura hegemónica, uno de sus objetivos políticos más importantes.

“El reconocimiento social a nuestra multiversidad, a las distintas cualidades que nos

cruzan, es esencial, es uno de nuestros objetivos más prioritarios porque somos

multiversas, todas nosotras somos multiversas” M. de la RMLC

En función de lo anterior, las migrantas participantes de la Red de Mujeres

Latinoamericanas y del Caribe realizarán una compleja maniobra de reapropiación y

cruce de conceptos, que en un primer momento pudiera parecer contradictoria. Al

tiempo que reclaman el reconocimiento a su multiversidad, se articulan entorno a

aquellas etiquetas homogeneizadoras tal como es “latinoamericana(s)”12

, que desde la

sociedad receptora les son aplicadas, para hacer valer sus intereses como grupo

oprimido. Porque incluso la intención de obtener una respuesta positiva hacia etiquetas

identificativas más específicas pierde su sentido en un contexto en donde el grupo social

mayoritario, el que tiene el poder de definir, iguala a todas las mujeres bajo el paraguas

de la “latinoamericanidad”, al menos en un principio. Es por ello que las mujeres en la

11 Término citado por M. de la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe en la presentación de la organización durante la

primera entrevista que realizamos en mayo de 2015. 12 “Latinoamérica se inventó hace 500 años” (Grosfoguel, 2012)Su abreviatura latina(s) u otros nombres como sudamericana(s) o

su diminutivo más peyorativo sudaca(s), son algunos de los términos que adjudicados en un primer momento desde la sociedad

metropolitana receptora de la migración, las migrantas reapropiarán para sí. Si es cierto, por otra parte, que el término

Latinoamérica (y sus derivados latinoamericano(s)/latinoamericana(s)) y sus formas reducidas (latino(s)/latina(s)) lleva tiempo

asentado como un concepto que encierra cierto significado positivo en el imaginario social de las ciudadanías del conjunto de países

del continente americano que en algún momento de su historia sufrieron el colonialismo español; refiriendo a una fraternidad

simbólica alrededor de la historia colonial común y los rasgos culturales compartidos heredados del colonialismo, que sin embargo

no producen una reacción de rechazo hacia el ente colonizador, sino que paradójicamente muchas veces refuerza lazos con el mismo

a través de la reinvención de una relación de dominación que se presenta ahora como equilibrada, disfrazando la explotación con

alusiones folclóricas.

omisión de las diferencias internas, posibilitan la creación de una alianza estratégica que

les permita concentrarse en los elementos comunes de su opresión que no empiezan si

no en la definición que desde la cultura hegemónica se hace de ellas.

***

Porque las principales luchas políticas en que se embarcan las mujeres que forman parte

de la Red se vinculan precisamente a su estatus como mujeres trabajadoras migrantas en

un contexto poscolonial, porque ello determina la posición que ocupan en la estructura

laboral y social española.

“Nosotras creemos que el feminismo empieza en la inserción socio-laboral” M. de la

RMLC.

El aparato de la colonialidad del poder de Quijano entra en juego durante el proceso

migratorio y pone en marcha los dispositivos de discriminación, formales e informales,

con los que cuenta una sociedad para impedir el acceso a los derechos y libertades a

ciertas personas. Así, las mujeres migrantas, clasificadas como tales, no-seres

femeninos13

, son relegadas a los espacios de explotación más dura con la absoluta

complicidad y permisividad del estado que, lejos de protegerlas, les arrebata la

posibilidad de ser sujeto de derecho cuando diseña sus leyes en función de una

categoría, la de ciudadanía, que niega a estas mujeres migrantes, haciéndolas blanco

fácil de violencias y abusos.

Al margen del grado de instrucción y de la naturaleza de su currículum educativo, que

varía enormemente de unas a otras, desde mujeres con formación universitaria en los

más diversos ámbitos, licenciadas y doctoras en finanzas, en ciencias jurídicas o

sociales a mujeres que carecen del certificado educativo mínimo; el nivel formativo de

las migrantas casi nunca se adecúa a los trabajos que luego se ven forzadas a

desempeñar en el territorio receptor de la migración.

“Es que para nosotras el trabajo es un eje estructurante de nuestra reivindicación

porque es en el trabajo que empieza la discriminación” C. de RMLC.

13

Concepto de “no-ser” (de Sousa Santos, 2014).

En consecuencia, nos encontramos con que, la mayor parte de las mujeres de la Red se

encuentran subocupadas en empleos relacionados con los cuidados y el trabajo

doméstico o el sector servicios. Una situación en que además de no satisfacerse las

expectativas personales, el desarrollo de una carrera profesional se ve truncado en sus

inicios.

Por ello, en el discurso feminista de las migrantes dos temas centrales son: la concesión

del estatus de ciudadana y la ratificación del artículo 189 de la Organización

Internacional del Trabajo que regula el trabajo doméstico.

“Entendiendo que ejercemos la ciudadanía activa aquí, aquí tenemos nuestra

residencia […] porque cuándo un lugar de residencia se convierte en hogar. Nosotras

reivindicamos el derecho a la ciudadanía por el hecho de residir aquí, no por el lugar

de origen, porque muchas de nosotras ya llevamos más de diez años viviendo aquí” M.

de la RMLC.

El obtener la ciudadanía implicaría para las mujeres su regularización, es decir, ganar

dos derechos fundamentales: el derecho a la residencia y el derecho al trabajo. Y el

amparo legislativo amortiguaría las extorsiones y las injusticias que se cometen con las

migrantas en el marco de las economías sumergidas y en el conjunto del espacio social

debido precisamente a las posibilidades de explotación que ofrece su estatus de

irregulares, que paradójicamente depende en gran medida de la voluntad del empleador

que es generalmente el principal explotador.

“Para mí el derecho a unas condiciones de trabajo dignas es la principal

reivindicación feminista que nosotras hacemos […] Aquí pueda no parecer tan evidente

el nexo que hay entre la reivindicación laboral y el feminismo pero para nosotras es

claro transparente que, por nuestra posición particular como trabajadoras migrantas,

la opresión sexista para nosotras comienza en la explotación laboral y en los abusos

que se cometen contra las mujeres migrantas en el espacio de trabajo.” M. de la

RMLC.

Y es por ello, que la exigencia de la ratificación del artículo 189 de la OIT se establece

como uno de los ejes de reivindicación principales para las mujeres que hacen parte de

la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe. Porque es en la explotación laboral

legitimada en el sexismo, el racismo y el clasismo donde comienza su desvirtuación

como seres humanos.

“Nosotras somos personas como cualquier otro, con familia, con sentimientos…

Tenemos derecho a que se nos dé un trato digno, a que se nos respete” C. de RMLC

Es así que la identidad de género de las migrantas se inscribe, en el territorio de acogida,

en el hecho concreto de su condición de trabajadoras migrantas étnica y culturalmente.

Aunque el “ser mujer” es algo que las migrantas arrastran desde sus propias sociedades,

es decir, es una cualidad que comienza a ser desarrollado fuera del contexto migratorio.

Aunque no todas antes de su llegada a la Red comprendan el hecho de ser mujer de la

misma manera.

A diferencia de las mujeres que entran a formar parte de la Asamblea Feminista de

Madrid, en el caso de la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe, la conciencia

feminista no es una condición primordial para unirse a la organización. Así, muchas de

las mujeres que actualmente son activistas en la Red, o no eran feministas o no sabían lo

que era el feminismo o incluso tenían una concepción negativa del mismo.

Entonces nos encontramos en la Red con dos categorías de mujeres grosso modo: las

politizadas en materia feminista, que arrastran experiencias de militancia en diversos

colectivos de lucha feministas y no feministas, y, por otro lado, las mujeres que al

margen de haber o no participado en movimientos sociales, carecen de una ideología

feminista evidente o al menos declarada; mujeres, que generalmente se adscriben a la

clase trabajadora.

El peso porcentual que las dos categorías de mujeres tienen en el conjunto de la

organización ha ido variando desde que la Red se puso en funcionamiento en 2009. Si

en un principio, las mujeres vinculadas al feminismo con anterioridad a su entrada a la

Red eran mayoritarias; a medida que la Red se ha ido expandiendo y nuevas miembras

han entrado a formar parte, rescatadas de la última ola migratoria de mujeres

latinoamericanas solas; el porcentaje de mujeres que no habían desarrollado una

conciencia feminista antes de tomar contacto con la Red, fue aumentando hasta

constituirse en mayoría sobre las que sí habían tenido oportunidad de politizarse en

materia de feminismo.

“La mayor parte de nuestras activistas como G. están de trabajadoras domésticas y

están ganando un empoderamiento que chapó” M. de la RMLC.

Tratando de suplir el déficit de atención por parte de un estado y unas instituciones

públicas que parecen ciegas a las necesidades y demandas de las mujeres migrantes, la

Red se ha convertido en una organización de referencia en materia de asesoramiento

administrativo, jurídico y laboral pero sobre todo de apoyo psicológico y emocional

para las mujeres. Pero la Red, más allá de los servicios asistenciales específicos que

presta, cumple una función velada, si cabe más importante, y es que actúa como una

plataforma de politización feminista para las mujeres en el exilio. Un hecho que se

revelará como transcendental en la vida de estas mujeres, y cuyos efectos transformarán

la concepción que tienen de sí mismas y por tanto la manera en que se relacionan con

los demás agentes e instituciones sociales. Constituyéndose la toma de conciencia

feminista como un acontecimiento revolucionario en una esfera que excede lo

meramente personal para también afectar a la macroestructura de dominación patriarcal-

colonial-capitalista global, cuyo poder radica precisamente en su capacidad para

improntar en los esquemas mentales de los individuos, una orden simbólica a partir de

la asignación de identidades hegemónicas/subordinadas desde la invención de un

sistema de variables de discriminación como son el género, la clase y la raza.

Y en relación a esto, si establezco una comparación entre la Red y la Asamblea

Feminista de Madrid, creo que las migrantas han sabido allegar más y mejor el

feminismo a esos sectores de mujeres que tradicionalmente han estado excluidas del

mismo. Que de alguna manera, han logrado democratizar el movimiento; algo que desde

la misma Asamblea se sigue planteando como un reto por conseguir.

***

Pero al margen de todas las diferencias en el enfoque político, en las distintas posiciones

filosóficas y perspectivas metodológicas asumidas por ambos grupos, en los últimos

años, el vínculo entre las migrantas y autóctonas se está estrechando. Y ha sido

especialmente a partir del hecho de haber sido convocadas a trabajar juntas en la

realización del Informe Sombra de la CEDAW14

de 2013, que las miembras de ambos

colectivos feministas, Red y Asamblea, han acercado sus posiciones.

“Yo creo que se han ido mejorando mucho las relaciones entre nosotras, […] Recién

hemos comenzado a trabajar juntas y eso ha acercado las posturas, el vencer el

desconocimiento […] Siguen perviviendo ciertos prejuicios adentro del movimiento

autóctono, es cierto, por parte de algunas eh? no todas, no vayamos a cometer nosotras

el mismo error de juzgarlas a ellas como si fueran todas iguales, tampoco las feministas

de acá son un todo homogéneo; pero las cosas han ido mejorando significativamente”

C. de la RMLC

Porque durante la colaboración en la redacción del Informe Sombra, migrantas y

autóctonas, han tenido la oportunidad de descubrirse mutuamente y de romper la línea

divisoria que mantiene a uno y otro lado de la frontera la ilusión del estigma, porque el

desconocimiento es en realidad el principio en que se fundamenta todo prejuicio.

“Yo creo que cada una vemos el mundo desde nuestra mirilla y si tú en tu vida

cotidiana no te relacionas con negras, nunca te has relacionado con mujeres indígenas,

nunca te relacionas con mujeres migrantes porque yo le pregunto a las mujeres de aquí,

cuántas amigas, amigas, migrantes tienen, muchas me dirán ninguna. Y al revés sucede

lo mismo […] ¿qué puedes decir de ellas? si no existe una relación real. ¡Si no nos

tratamos! ¡no nos conocemos! ¡No sabemos nada las unas de las otras! Así es que

nacen los prejuicios, la intolerancia… del desconocimiento y de la falta de voluntad de

acercarse a conocer” M. de la RMLC.

Así, como cualquier relación entre dos entes, la mantenida entre las organizaciones, Red

de Mujeres Latinoamericanas y el Caribe y Asamblea Feminista de Madrid, no se

constituye como un acto estático, sino como una evolución. Desde la aparición de la

Red en 2009 hasta la actualidad esta relación ha nacido y se ha ido desarrollando, se han

ido cambiando los presupuestos en que se fundamentaba al tiempo que se ha producido

una profundización en el conocimiento mutuo. Se han salvado fases de mayor

14 La Convention on the Elimination of All Forms of Discrimination against Women (CEDAW), es un protocolo adoptado en 1979

por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el que se recogen en una treintena de artículos las definiciones de las distintas

discriminaciones que sufren las mujeres en el mundo y una agenda de acción nacional e internacional para poner fin a esas

discriminaciones.

desencuentro y se han ido tendiendo puentes, pese a que las diferencias de poder y

riqueza siempre entrañan un desafío para el reconocimiento mutuo y la sororidad.

Entrevistadas de ambos colectivos remarcan que lo más complicado en la instauración

de una relación de cooperación firme ha sido el acercamiento iniciático, el dar los

primeros pasos. Y a este respecto el racismo se ha configurado más como un problema

en el preciso momento de establecer la primera toma de contacto entre las diferentes

mujeres que a la hora de trabajar juntas una vez que este primer contacto ya se había

producido.

Pero en relación a esto hay que remarcar que, si bien los estigmas de raza y clase son

realidades todavía vigentes en el feminismo autóctono, éste está la zaga en la

erradicación de clasismo y racismo de su estructura ideológica y práctica política.

Porque los prejuicios xenófobos y racistas son una ficción que no se sostiene fácilmente

cuando son enfrentados al trato directo y cotidiano entre las mujeres. Sometidos a una

relación dialógica, los miedos y desconfianzas alimentados por la ideología racista-

liberal, y propiciados por la ignorancia sobre el otro, son conjurados, y surge entonces

la posibilidad de un feminismo incluyente y democrático.

“Lo de la CEDAW supuso un acercamiento sin precedentes porque mira, primero que

este tipo de cosas tienen mucha más experiencia en América Latina que aquí […]

porque esto es una cosa interesantísima que tienen las latinoamericanas que cuando

son mujeres que tienen contacto con organizaciones feministas en América Latina es

que son impresionantes, porque sus organizaciones, para cualquiera que defendemos

un feminismo político que cambie la sociedad pues es que son el modelo a seguir, son

las que mejor trabajan eso, son muy sociales” B. de la AFM.

De este modo, van superando los prejuicios radicados en la ideología racista y clasista

de las identidades culturales, se traspasan las líneas abismales15

de De Sousa Santos, a

medida que las circunstancias del contexto cambian con el curso de los acontecimientos

sociales y políticos, a medida que la presencia de las migrantas se consolida en España

y que el devenir de la historia vincula las vidas de unas y otras. Pero sobre todo, la

apertura recíproca de ambos grupos de mujeres se produce en el tiempo en que nuevas

15

Dos Santos y Meneses (2014). Este concepto desarrollado por el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, hace alusión

a las fronteras invisibles que dividen la zona del ser de la zona del no-ser, explicados estos conceptos en el marco teórico en la nota

al pie número 30, página 38.

formas de pensamiento acercan las diversas experiencias de la explotación y las

posturas reactivas que se articulan para enfrentarlas, dejando entrever que quizás no

haya sino una sola opresión que se manifiesta de muy distinta manera en los distintos

cuerpos pero que en sus últimas consecuencias destruye las vidas de todas las mujeres,

sin atender a más criterio que el de su género.

Conclusiones

Las mujeres participantes en la Red y Asamblea, todavía, con todas las divergencias que

puedan darse entre ellas, la lucidez de saberse todas perjudicadas, aunque en distinta

medida y forma, por el mismo régimen económico e ideológico, ha desembocado en la

instauración de una norma de solidaridad. Creo que, el hecho de haber trabajado juntas,

migrantas y autóctonas, en la elaboración del Informe Sombra de la CEDAW de 2013,

ha mejorado significativamente las relaciones entre las mujeres de la Red y la

Asamblea, al haber posibilitado el descubrimiento mutuo y en consecuencia, el

desmoronamiento de los prejuicios fundados en el discurso colonial/racista/clasista.

Además, la reacción contraliberal que siguió a la brutal Crisis de 2008 supuso un punto

de inflexión en el acercamiento de posiciones de las distintas mujeres. Sin bien no

directamente, creo que de alguna manera los efectos devastadores de pérdida de

derechos y bienestar social que la crisis económica acarreó para un sector muy

mayoritario de la ciudadanía, implicaron un ejercicio colectivo de reflexión en que hasta

cierto punto se equipararon las vidas de unas y otras mujeres cuando se descubren

presas del mismo sistema de dominación.

Así, y aunque no se muevan en términos de un equilibrio perfecto, las feministas

migrantas y autóctonas, se reconocen en la lucha común que comparten, se dan apoyo y

se complementan en las luchas específicas que mantienen contra un patriarcado

neoliberal que las discrimina y las explota a todas. Ambas remarcarán a lo largo de las

entrevistas realizadas la importancia de forjar pactos y unir fuerzas, combinando teoría

y práctica creadas en todos los sures metafóricos16

que existen en los centros y las

periferias, en todas las latitudes y longitudes.

Porque todas las mujeres son; pero sobre todo ésas que, como las migrantas

latinoamericanas de clase trabajadora, mujeres llegadas al tercio rico desde los dos

tercios pobres17

, aúnan en su carne las condiciones de marginalidad que las relegan

paradójicamente a una ubicación desde la cual obtienen una perspectiva privilegiada

desde la que desvelar las estructuras globales de opresión; los principales sujetos de

cambio social. En otra vuelta a la paradoja de la subjetividad que Butler (2010)

16 De Sousa Santos, B. (2014) 17 Conceptos un ‘tercio/dos tercios’, desarrollados por Chandra Talpade Mohanty (2008) en su texto De vuelta a “Bajo los ojos de

Occidente”: la solidaridad feminista a través de la lucha anticapitalista. Pueden comprenderse como equivalentes, aunque la autora

establece distinciones, a los binomios ‘norte/sur’ o primer/tercermundo’

rescatada de la afirmación de Foucault de que toda resistencia se inscribe forzosamente

en una relación de poder.

Porque si es principalmente en los cuerpos de las mujeres y las niñas donde el

capitalismo global escribe su guión de desigualdad e injusticia, será justo en ellos donde

debamos rastrear las estructuras de dominación que infligen el daño a esos cuerpos

(Mohanty, 2008). Serán entonces exactamente ellas y sus epistemologías sureñas18

, en

las que se enmarcan sus prácticas discursivas y acciones cotidianas de resistencia, el

punto de partida para una teorización fabricada a partir de deconstrucciones, de ‘antis’,

transformadora, a través de la cual imaginar una realidad global antipatriarcal,

anticolonial y anticapitalista.

18 De Sousa Santos, B. (2014)

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