muestra omar mena

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gacetilla de la muestra de "Amigos y alumnos de Omar Mena" en SUTEBA LA MATANZA

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Page 1: Muestra Omar Mena

Abril Campos es una joven escritora de nuestras escuelas matanceras.

Cursa 3° año en la E.S. n° 67 “Atahualpa Yupanqui de Gonzalez Catan, y

nos trae estos dos relatos de tinte Sur-realistas

En medio y junto a la Lucha por

Nuestros Derechos como

Trabajadores y la Educación Pública,

en medio de la Solidaridad con

nuestros inundados, en medio de

tanta realidad, la necesidad del

ARTE es también una realidad para

NUESTRO SUTEBA MULTICOLOR.

Por eso, brindamos este espacio que

es de Todos para exponer tus

pinturas, presentar tus trabajos

literarios o realizar talleres.

Nuestro SUTEBA es de los

Trabajadores…

Sueño En Terciopelo Rojo

Vine a quedarme en la casa de mi querida abuela unos días como solía hacerlo en las vacaciones de invierno. Llegué hace tres días al pequeño pueblo de Sylow, hoy éste estaba preso de una helada. Bajo el gran ventanal, frente al fuego, con su tela de terciopelo y de color rojo. No tan grande, ni tan pequeño. Así era el sofá que se hallaba en la casa. Está terminantemente prohibido para mí sentarme en el. Mi abuela nunca me lo ha permitido, no sé porque pero siempre le he hecho caso. Mi querida anciana se acerca con sus manos detrás de la espalda. -Niña, perdón señorita ¿Qué desea para merendar?- Dice bromeando. -Mmm… chocolatada, con mucho chocolate por favor-. -Veré, si tengo chocolate- Me indica y se va. El silencio permaneció por unos segundos en la sala, hasta que ella volvió. -Malas noticias, no hay chocolate-. -Oh, bueno entonces…- No me dejo terminar. -Eres la invitada, por tanto te consentiré. Ya vengo- Toma su abrigo y su gorro desapareciendo al mismo tiempo. Supongo que tardará. Entonces comienzo a contemplar todo con lentitud, hasta poner la mirada sobre el gran librero. Sin pensarlo demasiado saco un libro al azar. Comienzo a leer de parada recorriendo toda la habitación. Inconscientemente me siento en el sillón, en cuanto lo hice comenzó a darme algo de sueño. El libro termina en el piso, producto de mi cansancio. Me acomodo y caigo en un profundo sueño. Siento como si cayera al vacío, pero no abro los ojos, no quiero. La sensación se detiene y todavía tengo temor a abrirlos. El coraje viene a mí de pronto, los abro y me encuentro con una especie de bosque. Un sendero, en el cual sigo acostada, muchas plantas y flores de distintos tipos me rodean. Tomo el sendero como toda ingenua, éste termina en una cabaña pequeña y bastante deteriorada. Golpeo la puerta y nada. Giro el picaporte y la puerta se abre. Por dentro todo está igual de arruinado, pero algo llama mi atención, el mismo sillón de terciopelo se encuentra en el lugar. Se escucha venir a alguien por el camino que tomé antes, al mirar por la ventana lo compruebo. Rápidamente voy a esconderme detrás del sillón. La mujer que venía por el sendero entra en la cabaña con una expresión de enojo, toma una silla y comienza a cocer un pedazo de tela cuadrada que estaba sobre la mesa. No muevo ningún músculo, trato de no respirar . Desearía no haberme metido aquí, -¿En qué estaba pensando? Un golpe de viento entra por la ventana haciendo que mis cabellos se descontrolen en el aire alertando así a la dueña de casa. -¿Quién está ahí?-. Saco tímidamente mi cabeza por uno de los lados del sofá. -¡Sal para que pueda verte!-. -No… no quería invadir- Le dije con temor y la cabeza baja acercándome a ella. -¡Pequeña metiche!-. Al son de sus palabras me abofeteó en la cara, ¡sí que dolió! Solo me agarre la cara y comencé a llorar mirando hacia abajo. Seguido de ésto escucho que alguien pronuncia mi nombre, cada vez con más desesperación. Mis ojos se abren trayéndome nuevamente a la realidad. -¿Qué… qué pasó?-. -¿Qué te dije del sofá? ¿Por qué me desobedeciste?-. -Perdón, perdón no me di cuenta- La miré. -¿Qué te ha pasado?- Dice tocándome la cara. -Nada, solo me he quedado dormida- Me mira disconforme y luego levanta el libro que antes leí. -¡Tu mejilla está tremendamente roja!, ¿esos son dedos marcados?-. -¡No me toques! me duele-. -¡Tantas veces te lo advertí niña!. Mira el libro, me mira, lo lee un poco y vuelve a mirarme. -¡Levántate inmediatamente de ahí y quémalo!-. –Abuela, estoy asustándome-. -¡Quema el maldito libro!-. Tomé el libro entre mis manos temblorosas, me paré frente al fuego y lo tiré. -Jamás vuelvas a desacatar mis órdenes ¿oíste?-. -Te lo prometo, pero ¿podrías decirme por qué…- Interrumpió con sus frías palabras. -No preguntes, porque no obtendrás respuestas- La miré extrañada- Ven a merendar y no quiero escuchar ni una sola palabra o pregunta de lo sucedido. Asentí y la seguí a la cocina .

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