mueren dos personas al estrellarse su helicóptero en peña angulo

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Local 08/06/2011 Sucesos / Accidente aéreo mortal en las Merindades Mueren dos personas al estrellarse su helicóptero en Peña Angulo Las víctimas son el comandante de la nave, Salvador Sánchez Túnez, de 50 años de edad y natural de Murcia, y el técnico de REE, Rodolfo Cuesta Manso, de 38 años y residente en la localidad menesa de Vivanco. Los servicios de emergencia, Guardia Civl y bomberos rescatan el cadáver que apareció en lo alto de la ladera, entre restos del fuselaje. Alberto Rodrigo

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Page 1: Mueren dos personas al estrellarse su helicóptero en Peña Angulo

Local

08/06/2011

Sucesos / Accidente aéreo mortal en las Merindades

Mueren dos personas al estrellarse su helicóptero en Peña Angulo

Las víctimas son el comandante de la nave, Salvador Sánchez Túnez, de 50 años de edad y natural de Murcia, y el técnico de REE, Rodolfo Cuesta Manso, de 38 años y residente en la localidad menesa de Vivanco.

Los servicios de emergencia, Guardia Civl y bomberos rescatan el cadáver que apareció en lo alto de la ladera, entre restos del fuselaje.

Alberto Rodrigo

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El helicóptero de salvamento de Protección Civil desciende un cadáver.

Alberto Rodrigo

A. Castellanos / Encima-Angulo

Rodolfo Cuesta Manso, de 38 años de edad, técnico de líneas de Red Eléctrica de España y residente en la localidad menesa de Vivanco, y Salvador Sánchez Túnez, de 50 años, comandante de vuelo de la empresa alicantina Inaer residente en Murcia, perdieron ayer la vida poco antes de las nueve y media de la mañana, al estrellarse el helicóptero en el que viajaban contra una de las crestas de la Sierra de Carbonilla, en el puerto de Angulo, a la altura de la pedanía menesa de Encima-Angulo y a unos 10 kilómetros de Quincoces de Yuso. El choque del aparato contra un farallón rocoso muy cerca de su cima lo destruyó por completo y los restos de la nave y de sus dos únicos tripulantes se dispersaron por la ladera. Parte del asiento del aparato incluso llegó a caer a la carretera BU-550, que discurre junto a la sierra, y que está situada, al menos, a trescientos metros más abajo del lugar del impacto que quedó marcado sobre la roca con una gran mancha negra. Aunque se desconocen las causas del suceso, todo apunta a la niebla y a la falta de visibilidad como las más probables.

Las dos víctimas salieron de la subestación eléctrica de Güeñes (Vizcaya) a las nueve de la mañana y «poco antes de las nueve y media se perdió la comunicación con el helicóptero», según el relato del delegado de Red Eléctrica de España (REE) en la zona norte, Antonio González Urquijo. Les acompañaba para realizar tareas de apoyo una furgoneta en la que viajaban un técnico de REE y el mecánico de la nave, que lo acababa de supervisar.

Los fallecidos se disponían a sobrevolar y supervisar de forma visual parte de los 60 kilómetros de la línea de alta tensión (220 kilovoltios), que nace en la localidad vizcaína de Güeñes y acaba en Poza de la Sal, pero desgraciadamente no pudieron concluir una tarea a la que ambos estaban muy habituados, tal y como señalaron tanto desde REE como desde la compañía Inaer. El cometido de Rodolfo Cuesta era el de inspeccionar con unos prismáticos cada metro de línea y el del piloto, mantener la nave a una altura aproximada de 50 a 60 metros sobre el tendido eléctrico. En total, el helicóptero debía volar a unos 100 metros de altitud, «distancia suficiente de seguridad», según González Urquijo, quien destacó, al igual que el delegado del Gobierno en Castilla y León,

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Miguel Alejo, que aunque se desconocen las causas del accidente, la niebla pudo jugar un papel crucial. Igualmente, desde la compañía Inaer señalaron a «la meteorología adversa y a la baja visibilidad en la zona», como posibles causas del suceso.

Cinco horas

Lo cierto es que durante las más de cinco horas en las que se desarrolló el dispositivo de rescate de las víctimas, una densa niebla que se movía de forma intermitente movida por las masas de aire estuvo presente en todo momento. No obstante, la investigación abierta por la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil del Ministerio de Fomento, cuyos integrantes se desplazaron hasta el lugar del suceso, en Valle de Mena, será la que finalmente desvele las causas del siniestro.

Desde REE destacaron que la compañía «no tenía prisa» por afrontar los trabajos de revisión de la línea, que se hacen a pie o desde el aire, en unas ocasiones, con prismáticos como en ésta, y en otras, con cámaras termográficas que detectan los puntos de calor, en los que habitualmente se encuentran las averías. Asimismo, aseguraron que la decisión de volar había de tomarla el comandante de la nave y de hecho la víspera del accidente se había suspendido el vuelo debido a las malas condiciones del tiempo. Ayer «tenían la indicación de evitar las zonas más conflictivas, puesto que el día anterior no habían podido volar y hoy (por ayer) iban a condicionar el trabajo a que el tiempo lo permitiera», indicó el delegado de la zona norte de REE.

El accidente se produjo apenas media hora después del despegue, por lo que desde REE suponían que la primera zona a la que llegaron fue la de Peña Angulo «para comprobar si era o no visitable y probablemente el accidente se haya producido durante los momentos previos al inicio efectivo de la supervisión de la línea».

Los primeros en acudir al rescate de las víctimas fueron los agentes de las patrullas de Seguridad Ciudadana, Tráfico y el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil, que recibieron la llamada de alerta a las diez menos cuarto de la mañana. Tras ello se activó el Centro Coordinador de Emergencias de Protección Civil en coordinación con el Servicio de Búsqueda y Rescate del Ejército del Aire, aunque este último no actuó sobre el terreno.

Los helicópteros de la Guardia Civil y Protección Civil fueron los primeros que llevaron efectivos al terreno y confirmaron la existencia de víctimas. Tras ello se fue completando el dispositivo, en el que participaron los bomberos voluntarios de la Diputación Provincial con base en Medina de Pomar, los bomberos del parque de Miranda de Ebro, efectivos del equipo de rescate e intervención en montaña de la Guardia Civil llegados desde la base de Ezcaray y profesionales del equipo de Salvamento y Rescate de Protección Civil de la Junta de Castilla y León.

Todos ellos realizaron tareas de búsqueda de los restos de las víctimas por la ladera con la gran dificultad que añadía la lluvia y la fuerte pendiente del monte en esa zona desde la que se puede contemplar toda la belleza del Valle de Angulo. Uno de los cuerpos quedó ubicado junto a la malla que evita la caída de piedras y rocas a la carretera y el otro, a unos 50 ó 100 metros más arriba, pero muy lejos del lugar del impacto. Hasta una docena de personas llegaron a trabajar sobre la ladera para evacuar los cadáveres de las víctimas, cuyos cuerpos fueron izados por el helicóptero de Protección Civil de la

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Junta de Castilla y León, al considerarse la fórmula más adecuada. El descenso a pie con las camillas de palas era un tanto arriesgado, sobre todo, en el último tramo antes de bajar a la carretera, en el que era preciso utilizar una escalera sujeta sobre el techo del camión de los bomberos.

A las 14.45 horas se produjo el rescate del primer cuerpo que el helicóptero izó por el aire sujeto a un cable para aterrizar segundos después sobre la carretera. El segundo fue recogido a las 15.05 horas. Ambos fueron trasladados por Funeraria San José al Instituto de Medicina Legal en Burgos para la realización de sendas autopsias.