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ISBN 987- 9225 - 01 – 5 1 Maestría en Gestión de Proyectos Educativos Tecnologías de la Información y la Comunicación Año 2015 Módulo 2 Método tecnológico y el campo de la tecnología Jorge E. Grau Ningún hecho social, humano, tiene tanta importancia en el mundo moderno como el hecho técnico. Sin embargo, ningún dominio es peor conocido. Jacques Ellul Como dijimos, el objetivo de la tecnología es la acción con éxito –la solución de problemas concretos y la optimización de recursos–, no el conocimiento puro. Por consiguiente, todas las actitudes de las personas vinculadas a la producción, promoción, comercialización y utilización de tecnología, son intencionales, por acción o por omisión, ya que son –somos– participantes directos, en distinto grado, en los acontecimientos que se desencadenan. En la primera parte del Módulo desarrollaremos los aspectos de lo que llamamos método tecnológico –modos de combinar necesidades, recursos, maneras de producir, relaciones económicas, conocimiento necesario– que caracteriza y diferencia al abordaje tecnológico del enfoque científico y de su método. En la segunda parte del Módulo veremos cuáles son las características del campo de la tecnología. Índice Temático: 1. El método tecnológico 1.1. Las explicaciones de tipo tecnológico 1.2. El método tecnológico 1.3. Algunas reflexiones 2. Caracterización del campo de la tecnología 2.1. Enfoque instrumental 2.2. Enfoque científico 2.3. Enfoque sistémico 2.3.1. Otros enfoques sistémicos 2.4. Determinismo tecnológico 3. Síntesis integradora 4. Bibliografía Objetivos: Caracterizar la secuencia del método tecnológico y verificar sus diferencias con el método científico. Percibir y diferenciar las diferentes prácticas tecnológicas. Estructurar conceptualmente el campo tecnológico. Es conveniente acceder al Glosario de Tecnología.

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ISBN 987- 9225 - 01 – 5 1

Maestría en Gestión de Proyectos Educativos Tecnologías de la Información y la Comunicación

Año 2015 Módulo 2

Método tecnológico y el campo de la tecnología

Jorge E. Grau

Ningún hecho social, humano, tiene tanta importancia en el mundo moderno como el hecho técnico. Sin embargo, ningún dominio es peor conocido.

Jacques Ellul

Como dijimos, el objetivo de la tecnología es la acción con éxito –la solución de problemas concretos y la optimización de recursos–, no el conocimiento puro. Por consiguiente, todas las actitudes de las personas vinculadas a la producción, promoción, comercialización y utilización de tecnología, son intencionales, por acción o por omisión, ya que son –somos– participantes directos, en distinto grado, en los acontecimientos que se desencadenan.

En la primera parte del Módulo desarrollaremos los aspectos de lo que llamamos método tecnológico –modos de combinar necesidades, recursos, maneras de producir, relaciones económicas, conocimiento necesario– que caracteriza y diferencia al abordaje tecnológico del enfoque científico y de su método. En la segunda parte del Módulo veremos cuáles son las características del campo de la tecnología. Índice Temático:

1. El método tecnológico

1.1. Las explicaciones de tipo tecnológico

1.2. El método tecnológico

1.3. Algunas reflexiones 2. Caracterización del campo de la tecnología

2.1. Enfoque instrumental 2.2. Enfoque científico 2.3. Enfoque sistémico

2.3.1. Otros enfoques sistémicos 2.4. Determinismo tecnológico

3. Síntesis integradora

4. Bibliografía

Objetivos: Caracterizar la secuencia del método tecnológico y verificar sus

diferencias con el método científico.

Percibir y diferenciar las diferentes prácticas tecnológicas.

Estructurar conceptualmente el campo tecnológico.

Es conveniente acceder al Glosario de Tecnología.

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1. El método tecnológico La gente ha sido torturada por el enigma

de aplicar conocimiento teórico a problemas prácticos

Jerome Bruner

En la antigüedad, toda acción humana era un proceso de decisiones orientadas hacia la supervivencia. Eso requería disponer de una estrategia clara y explícita que guiara las acciones diarias que llevaran a esa supervivencia. Ese conjunto de decisiones y criterios por los cuales ese homo sapiens se orientaba hacia el logro de sus objetivos se formulaba, casi siempre, en un contexto de gran incertidumbre, o de ignorancia parcial.

Hoy, con mayor o menor claridad, todo tipo de realización humana –técnica, económica, artística, individual o colectiva, privada o pública– se plantea en términos de intencionalidad –cumplir un conjunto de objetivos simultáneos, a lo largo de un período de tiempo, para satisfacer alguna necesidad–.

Esa persona, su intencionalidad y sus objetivos expresan, nuevamente con mayor o menor claridad, los aspectos que hacen a dicha concreción, y se definen primero en sus características cualitativas a cumplir, y solo después se cuantifican. Para cumplir cada uno de los objetivos propuestos, en ese plan, o proyecto, es necesario utilizar recursos que no sobran: materias primas, trabajo, máquinas, etc. Cada objetivo, al integrarse con los demás en una suma de proyectos y realizaciones, requiere ciertos esfuerzos y recursos por parte de la sociedad. Cada objetivo, al ser cumplido, produce efectos sobre las personas, la naturaleza, o la tecnología, que pueden disminuir –o aumentar– los esfuerzos y recursos necesarios para cumplir los mismos objetivos. De esta manera, cada propuesta, opción o alternativa para satisfacer una necesidad, debe ser lo suficientemente explícita y concreta como para estimar:

a) los recursos que se requieren, y

b) los efectos que pueden tener sobre el cumplimiento de las demás realizaciones.

Dado que los recursos disponibles son limitados, es necesario comprobar la viabilidad global, estudiando si hay alguna manera de satisfacer los objetivos de las realizaciones en los plazos dados. 1.1. Las explicaciones de tipo tecnológico

Ya estamos “acostumbrados” a que la tecnología influya sobre nuestras vidas cada vez más aceleradamente, ya sea por razones socio-económicas o académicas. Por eso, tiene sentido conocer y diferenciar los posibles comportamientos y las actitudes de:

a) los tecnólogos que producen tecnología, b) los empresarios que las promueven y comercializan, c) los dirigentes políticos y sociales que las aprovechan, y d) las personas que utilizamos tecnología,

A su vez, ya sea por posesión y/o utilización de tecnología, o de contenidos tecnológicos vía Internet o celular –smart phone–, como veremos luego, seremos “ubicados” –lo que implica comportamientos diferentes– como:

1) usuarios, 2) consumidores, y/o 3) clientes.

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De acuerdo con distintos autores, las explicaciones tecnológicas deberían contener, por lo menos, tres elementos:

1) el conocimiento de las intenciones de los actores sociales,

2) el conocimiento del contexto –las condiciones particulares bajo las cuales se producen las acciones humanas (que implican la creación y la utilización de técnicas y tecnología), los eventos y los procesos socio-económicos–, y

3) la existencia de interacciones sobre las sociedades, los procesos socio-económicos y los individuos.

Consecuentemente, una explicación más integral de los procesos tecnológicos en una sociedad debe incorporar también un análisis de su estructura social, en el que se incluyan tanto las acciones humanas como las condiciones sociales existentes. La elaboración de este tipo de formulaciones resulta mucho más compleja, más si tenemos en cuenta que toda organización social es un sistema abierto con gran número de variables factores –un sistema multicausal–, cuyas relaciones no siempre son conocidas ni están bajo control. Este enfoque permitiría elaborar hipótesis más realistas sobre los vínculos existentes entre las decisiones sobre los procesos tecnológicos, esos procesos y la sociedad.

1.2. El método tecnológico

Habitualmente se entiende por método al conjunto de criterios, reglas, procedimientos y técnicas, que conducen a algún resultado y permiten que sea verificado por otras personas. A su vez, la historia de la tecnología registra dos grandes fases de evolución en la aplicación del método:

1) la etapa empírica, y

2) la etapa metodológica.

Los primeros procedimientos eran esencialmente prácticas con un gran empirismo: los hombres desarrollaban el cómo desconociendo los por qué de los hechos. Se trataba de procedimientos basados en la evidencia y en lo concreto de las situaciones a resolver. Después –mucho tiempo después–, surgen las posibilidades de disponer de métodos más predictivos.

La tecnología, sin embargo, no se reduce a un hacer eficaz impregnado de ciencia. Comprende también un conjunto parcialmente ordenado de saberes propios –teorías tecnológicas– que suministran conocimientos sobre los objetos o procesos de la acción. Una definición simple, y aceptable por todos, de lo que llamamos método tecnológico puede caracterizarse por la siguiente secuencia:

1) Percibir la existencia de una necesidad a satisfacer.

2) Detectar el conjunto de recursos disponibles.

3) Determinar los cursos de acción para resolver el problema.

4) Organizar o diseñar el dispositivo, o proceso, que tal vez resuelva el problema con alguna aproximación –principio de solución–.

5) Implementar los cursos de acción que resuelven el problema y satisfacen la necesidad: construir el dispositivo, poner en marcha el proceso, u organizar el servicio a prestar.

6) Evaluar, ajustar y corregir el diseño, o reformular la necesidad a satisfacer.

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Como se percibe, el método tecnológico vincula intención y decisión humana con los productos, procesos y servicios que pueden generarse. Definida la necesidad a satisfacer, surge rápidamente tener en cuenta otros aspectos: recursos, personas, organización. El análisis de la situación, en ese entorno, nos lleva a realizar un inventario de recursos y limitaciones, tanto humanas como materiales.

Los recursos y las limitaciones deben incluirse en la búsqueda de la solución. Personas, dinero, equipos y tiempo son siempre recursos limitados. Consecuentemente, la selección de procedimientos y técnicas estará dada por:

a) el análisis de la situación en ese entorno,

b) la estrategia trazada en función de los objetivos, y

c) el análisis de los recursos en función de esa estrategia.

Los objetivos constituyen ahora el principio organizador de la solución, que incluye diversos criterios: los criterios habituales de optimización –costo, rapidez y aprovechamiento de diversos recursos, en distintas combinaciones posibles– llevan a definir el “mejor” producto, proceso o prestación, cuando se realiza lo más rápidamente posible y al menor costo posible, sin incorporar otros factores como la destrucción de recursos no renovables, o escasos, o el impacto ambiental que genera esa solución.

Como puede inferirse, una estrategia no se deduce sólo de los objetivos. Es una consecuencia de cómo se interpreta la relación objetivos-recursos-entorno. Si bien no hay objetivos que puedan calificarse como totalmente buenos o malos en sí mismos, una estrategia puede ser acertada o no, en función de los objetivos adoptados, si permite alcanzar o no, los resultados previstos. Tampoco se puede definir una estrategia sin tener en cuenta el contexto, con las características sociales, culturales y técnicas que condicionan a la solución.

Como vemos, todas las tecnologías tienen:

1) elementos en común con la Ciencia –conocimientos matemáticos, físicos, químicos y biológicos–, y

2) diferencias en el método: - determinación de cursos de acción, - criterios de diseño, - opciones de utilidad y beneficio, - criterios de optimización, - estrategias de organización, - criterios de funcionalidad, - toma de decisiones, - análisis de riesgos, - análisis de comercialización y distribución, - evaluación y control de la gestión y mejora, - posible reciclado del producto, - protección ambiental, etcétera.

El proyecto aeroespacial de la NASA (EE.UU.), o los proyectos hidráulicos de Itaipú (Brasil y Paraguay) o Tres Gargantas (China), verifican claramente el método tecnológico con sus criterios de diseño, optimización y utilidad–, más allá de lo que pueda decirnos cómo se supone que es en esos lugares la realidad que ofrece el método científico.

Según nuestro punto de vista, un análisis sistemático de la gestión del conocimiento

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tecnológico debe hacer explícitos todos los elementos que integran a la tecnología no sólo sus aspectos técnicos –conocimientos, destrezas, criterios de diseño, opciones de utilidad y optimización, estrategias, toma de decisiones, determinación de cursos de acción, análisis de riesgos, etcétera– y organizativos –las actividades económica, industrial, profesional, los usuarios y consumidores, etcétera–, sino también en sus aspectos socio-culturales –objetivos, valores y códigos éticos, códigos de comportamiento–, entre los que habrá –obviamente– interacciones, tensiones y contradicciones que producirán cambios y ajustes recíprocos en el tiempo, en una dimensión predominantemente evolutiva.

1.3. Una reflexión

Como puede apreciarse, el método tecnológico sólo brinda soluciones aproximadas a cierta realidad que deben ajustarse en cada experiencia concreta. Y lleva a tener en cuenta que para cada contexto –regional, social, o económico–, puede haber más de una solución posible, incluso con metodologías diferentes, que permitan satisfacer las mismas necesidades. En esa concreción, cada persona se enfrenta no sólo a los aspectos tecnológicos, y científicos, sino también a los aspectos económicos, de seguridad y de aceptación, y a las dificultades de materialización y producción de sus creaciones.

Como se percibe, las diversas miradas sobre la Tecnología son siempre, o casi siempre, interesadas: 1) requieren capacitación, 2) son predominantemente utilitaristas, y 3) son invasivas, y muchas veces, excluyentes.

Por eso es bueno preguntarse:

- ¿Qué van a exigir los diseños curriculares (el Ministerio, las universidades)?

- ¿Qué van a exigir las empresas?

- ¿Qué van a exigir las personas (empleados, técnicos, profesionales)?

- ¿Qué van a exigir los jóvenes que estudian en estos días?

- ¿Qué va a exigir, o necesitar, la sociedad?

(¿Se puede exigir, o hay que pedir…?)

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2. Caracterización del campo de la tecnología Conceder que hay más de una versión verdadera de la realidad

no es negar que algunas versiones sean falsas

H. Putnam ¿Qué conocimientos, habilidades y destrezas caracterizan a las tecnologías?

¿Cuál es su marco conceptual?

Una adecuada caracterización de la tecnología debería incluir:

1) los aparatos y dispositivos con los cuales se identifica habitualmente a la tecnología –herramientas, instrumentos, máquinas, artefactos, armas– y que sirven para diversas funciones;

2) el conjunto de actividades técnicas –procedimientos, habilidades, métodos y rutinas– empleadas por las personas para la realización de las tareas;

3) las distintas organizaciones sociales involucradas en la producción de bienes y servicios, y que tienen que ver tanto con lo social como con lo tecnológico, y

4) los aspectos antropológicos, culturales, sociales, económicos, políticos y éticos que involucran a la tecnología.

En lugar de elegir una definición nos parece más riguroso y sistemático, adoptar un esquema conceptual que caracterice lo tecnológico. Esto nos permite considerar a cada uno de sus componentes en un tiempo y espacio dado. M. Bunge (1982) caracteriza a un campo de conocimientos como “aquel sector de la actividad humana dirigido a obtener, difundir o utilizar conocimiento de alguna clase, sea verdadero o falso”, con los siguientes atributos:

1) Comunidad de personas que cultivan ese campo de conocimientos.

2) Sociedad en la que se desarrolla el mismo.

3) Los objetos de estudio de ese campo de conocimientos.

4) Concepción general inherente al mismo.

5) El conjunto de herramientas conceptuales utilizables en ese campo.

6) El conjunto de supuestos que ese campo toma de otros.

7) Conjunto de problemas abordables de ese campo.

8) El conjunto de conocimientos acumulados por ese campo.

9) Los objetivos o metas de ese campo de conocimientos.

10) El conjunto de métodos utilizables en ese campo.

Según este autor, las dos primeras –comunidad y sociedad– son sistemas concretos, y las restantes son colecciones de atributos. Los componentes no tienen por qué ser siempre los mismos, ni el campo de conocimientos ser necesariamente homogéneo. A su vez, como veremos, cada campo de conocimientos incluye uno o más enfoques o marcos conceptuales. Cada uno de esos marcos conceptuales está compuesto de un punto de vista general, un cuerpo de conocimientos admitidos o presupuestos, y un estilo aceptado de pensamiento, que incluye ciertos métodos para tratar problemas de determinado tipo.

Basándonos en el esquema de M. Bunge (1982) –pero con algunas diferencias significativas que se desarrollan a continuación–, decimos que una tecnología es un

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sistema de conocimientos que tiene no diez sino once componentes:

1) El medio ambiente y el planeta. 2) La sociedad en la que se desarrollan los distintos dispositivos

tecnológicos.

3) Las necesidades y objetivos de esas sociedades.

4) Las comunidades que inventan, desarrollan, producen y comercializan tecnología.

5) Los objetivos de los miembros de cada comunidad que inventa, desarrolla, produce y comercializa tecnología.

6) Los problemas tecnológicos a resolver.

7) Los conocimientos anteriores y las disciplinas auxiliares.

8) Los métodos de trabajo.

9) La evolución en el tiempo de cada tecnología.

10) Las disciplinas de fundamentación tecnológica.

11) El enfoque ético que sustenta al sistema de conocimientos tecnológicos.

Estos componente tienen la siguiente caracterización:

1) El planeta y el medio ambiente –la realidad natural y artificial–: está compuesto de las cosas reales presentes, muchas naturales –todo lo que nos ofrece el planeta– y otras artificiales –todos los dispositivos creados por el hombre– que nos circundan. A ello lo llamamos entorno medio-ambiental.

2) La sociedad en la que se desarrollan distintos dispositivos tecnológicos: es el grupo humano con su configuración y sociocultural y su economía, del que surge mayormente y convive la comunidad que inventa, desarrolla y produce tecnología.

3) Las necesidades y objetivos de la sociedad: incluye la invención de nuevos artefactos, productos, procedimientos, nuevas maneras de utilizar o adaptar procedimientos conocidos, y los planes para realizarlos y evaluarlos.

4) Las comunidades que inventan, desarrollan, producen y comercializan tecnología: son los subsistemas o grupos sociales compuestos por los empresarios, profesionales, técnicos, investigadores y docentes –personas que han recibido una capacitación especializada–, que inventan, producen, desarrollan, intercambian y comercializan bienes tecnológicos –productos o procesos– con diferentes intereses y metas varias.

5) Los objetivos de los miembros de las comunidades que inventan, desarrollan, producen y comercializan tecnología. Incluye: a) la invención de nuevos artefactos, productos y procedimientos, b) nuevas maneras de utilizar o adaptar los procedimientos conocidos, c) planes para realizarlos, manejarlos y evaluarlos, d) la solución de problemas de orden global referentes al medio ambiente, e) el intercambio y la comercialización de bienes tecnológicos –productos o

procesos– con diferentes intereses y metas, que surgen de la realidad socioeconómica y cultural de cada contexto y que se relacionan con los miembros de la sociedad, y

f) las posiciones socioeconómicas de los miembros de esa comunidad.

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6) Los problemas tecnológicos a resolver: es el conjunto de problemas prácticos, de operación y de conocimientos que surgen de la realidad concernientes a los miembros de la comunidad, así como problemas referentes a las otras componentes que definen a la tecnología.

7) Los conocimientos anteriores y las disciplinas complementarias:

a) la colección de teorías, hipótesis y datos, contrastables o no, así como métodos, diseños y planes compatibles con el cuerpo de conocimientos específicos, incluso los obtenidos en épocas anteriores –la historia de la tecnología–.

b) la colección de datos, conocimientos específicos, hipótesis y teorías al día –matemáticas, físicas, químicas, biológicas, etcétera– razonablemente confirmadas y actualizables,

c) los métodos razonablemente eficaces y diseños y planes elaborados en otros campos del conocimiento, particularmente en las tecnologías relacionadas, como el conocimiento de los materiales, los procesos de producción y las organizaciones humanas.

8) Los métodos de trabajo: son todos los procedimientos analizables, explicables, criticables, y justificables, que denominamos método y que se sustenta básicamente en:

a) el método tecnológico: percibir tanto la existencia de una necesidad a satisfacer como el conjunto de recursos disponibles, determinar los cursos de acción para resolver el problema, diseñar el dispositivo, o proceso, que tal vez resuelva el problema, implementar los cursos de acción que resuelven el problema tecnológico, evaluar, ajustar y corregir el diseño, o reformular la necesidad a satisfacer.

b) los procesos de diseño: la utilización, la aplicación y la transformación de conocimientos –que incluye a los aspectos estructurales, funcionales, estéticos, sociales, culturales y económicos– para resolver problemas concretos relacionados con la práctica y con la actividad humana en la mutación de su entorno

c) el método científico: resolver problemas con conocimientos ciertos, o probables, obtenidos sistemáticamente u organizados según algún criterio de racionalidad, con el objeto de comprender, explicar y/o predecir fenómenos o datos.

9) La evolución en el tiempo de esa tecnología: esto incluye dos aspectos complementarios:

a) los componentes anteriores que definen a la tecnología cambian, aunque sea muy lentamente, como resultado de la investigación, el desarrollo y su aplicación, así como por el aporte de las ciencias y tecnologías relacionadas con ella, y

a) la superposición con otras tecnologías: existe por lo menos otra tecnología próxima con la que se superpone parcialmente, o con otras disciplinas.

10) Las disciplinas de fundamentación tecnológica, que incluye:

a) un cuerpo de conocimientos sobre la naturaleza de las cosas,

b) una teoría del conocimiento: la reflexión sobre la posibilidad, origen, naturaleza, justificación y límites del conocimiento, y

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c) los instrumentos de formalización: incluye la colección de teorías tecnológicas y métodos, técnicas y procedimientos razonablemente confirmados y actualizables.

11) El enfoque ético que sustenta al sistema de conocimientos tecnológicos: consiste, básicamente, en una ética de la utilización de los recursos, naturales y humanos. Es una posición, con juicios de valor acerca de las cosas, los procesos naturales o artificiales, en particular sobre los procesos de trabajo, las acciones y lo vinculado a las organizaciones socio-tecnológicas y al medio ambiente. Ese marco ético-social de referencia para el desarrollo de la actividad tecnológica y su correspondiente toma de decisiones requiere: honestidad intelectual, capacidad científico-técnica, independencia de juicio, capacidad crítico-reflexiva, responsabilidad profesional y social.

Consideramos que éste es un esquema útil para desarrollar nuestra propuesta de trabajo, ya que tiene en cuenta todas las características del objeto de estudio de la tecnología: las personas y las actividades humanas en los procesos tecnológicos.

En base a la definición de campo de conocimientos tecnológicos, caracterizaremos a las grandes orientaciones de la tecnología. Llamamos enfoque o marco conceptual a la manera de concebir y tratar las cuestiones de un campo conceptual. En cada enfoque hay un “andamiaje” –un conjunto de indicios, presunciones e hipótesis muy generales– referentes al campo, así como al modo de conocerlo. Sintetizamos a estas orientaciones agrupándolas en tres enfoques: instrumental, cognitivo, y sistémico. 2.1. Enfoque instrumental

Es el habitual en nuestra vida cotidiana.

Dice L. Winner (1979): “La concepción instrumental de la tecnología es la visión más arraigada. Se considera que las tecnologías son simples herramientas o artefactos construidos para una diversidad de tareas”. Admitimos que la tecnología empieza y termina en el producto –la máquina o el proceso–. En esta idea privilegiamos, conscientemente o no, la utilidad como el principal valor tecnológico, incluso por encima de otros atributos también relevantes del dispositivo tecnológico: resistencia, durabilidad, fiabilidad, economía, rendimiento, seguridad, adaptación, comodidad, etcétera.

Al visualizar las tecnologías como simples artefactos, también aceptamos con naturalidad que puedan tener efectos negativos –contaminante, invasivo, destructivo, irreversible, etcétera–. Al priorizar la eficacia y el beneficio que nos genera, los otros aspectos –lo social, lo cultural, lo ambiental y lo ético– quedan fuera de la discusión. Consciente o inconscientemente, este enfoque separa a los objetos tecnológicos de su entorno social: las tecnologías son productos neutros que pueden ser utilizados para el bien, o para el mal, siendo la sociedad la única responsable de su uso, ya que la tecnología solo responde a los criterios de utilidad y eficacia y nada tiene que ver con los sistemas sociales en los que está inmersa.

Al privilegiar la utilidad y la eficacia como valores principales se descuidan otros valores que intervienen en el quehacer tecnológico: las alteraciones que pueden generar los productos o los procesos tecnológicos en la sociedad y en el medio ambiente en los que se aplican.

Como vemos, lo habitual en nuestra vida cotidiana es admitir que la tecnología empieza y termina en el producto –herramienta, máquina, producto, o proceso– y privilegiar la utilidad como su principal valor. Al visualizar a la tecnología como simples herramientas o productos, también aceptamos con naturalidad que puedan tener efectos negativos. En

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este caso también aceptamos que sean los tecnólogos, los ingenieros y los técnicos los que decidan qué es “tecnológicamente correcto”, ya sea el celular, la computadora, la multiprocesadora, el lavarropas, el automóvil, o el avión.

Dice L. Winner (1979): “El trazado de una avenida, la construcción de un tipo de vivienda, la elaboración de un coche de lujo, el diseño de una universidad, así como la reestructuración de una empresa, en fin, serían tecnologías, y como tales, se diseñan con presupuestos técnicos, políticos, económicos y sociales pero no son sólo productos que siguen la noción instrumental de la utilidad y la eficacia”. Lejos de ser neutrales, esas tecnologías y esos presupuestos técnicos, políticos, económicos y sociales dan un contenido real al espacio social en las que se aplican, generando ciertos beneficios y posibilidades pero negando e incluso destruyendo otros. La concentración urbana, el caos vehicular y la polución ambiental, entre otros problemas, no son “desastres naturales” sino efectos no previstos de distintas aplicaciones tecnológicas.

Por último, para este enfoque el desarrollo tecnológico y la innovación tecnológica son los factores fundamentales de la generación de progreso, que decide sobre la organización social. 2.2. Enfoque científico

Este enfoque –también llamado cognitivo, o intelectual– visualiza a la tecnología como ciencia aplicada, un conocimiento práctico que deriva directamente de la ciencia, entendida ésta como conocimiento teórico.

Es en Estados Unidos donde aparece el primer artículo que sostiene la noción de que la tecnología es ciencia aplicada. Se basa en las ideas expuestas por Vannevar Bush en su informe de 1945 al presidente de los EE. UU. –Science, the Endless Frontier–. En ese trabajo se configura la idea de que la tecnología no incluye conocimiento propio: “La investigación básica conduce a nuevo conocimiento. Provee capital científico. Crea el fondo del cual deben ser extraídas las aplicaciones prácticas (...). Hoy es más cierto que nunca que la investigación básica es el marcapasos del progreso tecnológico (...). Una nación que depende de otros para sus nuevos conocimientos científicos básicos será lenta en su progreso industrial y débil en su posición competitiva en el comercio mundial, independientemente de sus habilidades mecánicas”.

Estas ideas, que se ampliaron al año siguiente en su libro Endless Horizons, resultaron tan influyentes como para conformar la política científica de ese país durante varias décadas.

De este enfoque emerge una especie de inexorabilidad del desarrollo científico que, a su vez, genera una lógica de transformaciones tecnológicas también inexorable. Con este enfoque, cualquier consideración sobre las condiciones económicas, sociales y culturales del desarrollo tecnológico, y las correspondientes alternativas éticas, quedan fuera de discusión. Los factores del desarrollo tecnológico serían la invención y la investigación y desarrollo.

También en los Estados Unidos surge con más fuerza la polémica, y es la Society for the History of Technology –SHOT–, a partir de su fundación en 1959, la que desarrolla un intenso debate acerca de las ideas vigentes sobre ciencia y tecnología, tratando de distinguir una de otra y buscando argumentos para rectificar la noción de que la tecnología es ciencia aplicada. Esta posición fue mantenida por un grupo de científicos que, en ese momento, incluyó al físico y epistemólogo argentino M. Bunge (1966, 1972), que consideraba a la tecnología como ciencia aplicada y a la ciencia como una búsqueda por nuevas leyes de la naturaleza. Para este autor, la tecnología encontraba su fundamento

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riguroso en la formulación “científica”, tanto de reglas tecnológicas como de teorías tecnológicas.

Una de las consecuencias de este enfoque fue desalentar el estudio sistemático de la tecnología, ya que la clave de su comprensión está sólo en la ciencia. Al respecto, D. J. De Solla Price (1980) dice: “La imagen ingenua de la tecnología como ciencia aplicada sencillamente no se adecua a todos los hechos. Las invenciones no cuelgan como frutos del árbol de la ciencia”. Entre los autores que participaron más activamente en el análisis de los rasgos distintivos del conocimiento tecnológico, está Edwin Layton (1971, 1974 y 1976), que posteriormente desarrollará una clasificación de los modelos conceptuales subyacentes en la tecnología.

Pero el fenómeno que realmente subyace, generado en la segunda mitad del Siglo XX, es la industrialización de la ciencia. R. Petrella (1989) entiende que ese proceso de “industrialización de la ciencia” incluye los siguientes elementos:

1) La industria se convierte en productor de ciencia.

2) La industria orienta cada vez más la actividad de la universidad.

3) La ciencia se convierte en un sector industrial.

Obviamente, estos procesos introducen cambios considerables en la actividad científica y su relación con la producción industrial. Incluso la actitud del investigador científico cambia: ahora su trabajo tendrá un mayor sentido empresarial lo que afectará su actitud hacia sus colegas, la comunicación entre ellos, el sentido de propiedad hacia los resultados de su trabajo (S. Woolgar, 1991).

Por último, cabe recordar que en el estudio de los procesos tecnológicos es de gran importancia tener en cuenta el análisis crítico de estas concepciones, que normalmente se muestran como imágenes populares inculcadas en el público general, frecuentemente presentadas en el discurso de divulgadores científicos y implícitamente propuestas por un buen número de especialistas. Estas imágenes, presentes tradicionalmente en disciplinas como la historia, la economía y la administración de empresas, han hecho de la tecnologías un fenómeno digno de estudio. 2.3. Enfoque sistémico

Si bien el concepto de sistema (L. von Bertalanffy, 1975; W. Buckley, 1978) como un todo complejo, o como conjunto de elementos o partes interconectadas es bastante conocido, nos parece interesante asociarlo con el estudio de la complejidad de los procesos tecnológicos y, por extensión, de los procesos de gestión de proyectos educativos nos ayudará a aclarar y enriquecer nuestro análisis: los procesos tecnológicos y los procesos de gestión de proyectos educativos configuran sistemas complejos cuyos componentes interactúan entre sí.

Así entendido, el enfoque sistémico puede ser considerado como una forma de observar al mundo, una metodología, o una herramienta de indagación o investigación cuya finalidad es lograr una unidad conceptual en la vasta complejidad del tema elegido.

Si bien la diversidad cualitativa del mundo es enorme, los distintos elementos naturales, los productos y los procesos pueden agruparse, por ejemplo, en ciertas categorías o niveles: 1) físico, 2) químico, 3) biológico, 4) social, 5) tecnológico, 6) semiótico, etcétera. A su vez, el enfoque sistémico puede ayudarnos a configurar nuestro proceso de conocimiento de lo tecnológico.

Para ello, a ese objeto complejo al que llamamos sistema, lo podemos caracterizar por su composición, entorno, estructura (conjunto de relaciones entre sus componentes,

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y entre éstos y su entorno) y proceso (aquello que hace que el sistema funcione como tal). La enunciación de estos factores y sus relaciones nos permite obtener una imagen

dinámica de las organizaciones o empresas como: a) sistemas abiertos, en constante intercambio con el medio que los rodea, y b) sistemas sociales, con características también propias frente a otros tipos de

sistemas abiertos. En principio, en una posible clasificación a los efectos de nuestro curso, tendríamos

tres tipos de sistemas: 1) materiales, 2) conceptuales, y 3) semióticos.

Los sistemas materiales están compuestos exclusivamente por cosas materiales; ejemplos: átomos, células, empresas. Los sistemas conceptuales están compuestos exclusivamente por conceptos; ejemplos: proposiciones, clasificaciones, teorías. Los sistemas semióticos están compuestos por signos, que son cosas materiales artificiales y que, por convención, denotan otras cosas o aspectos; ejemplos: señales de caminos, lenguas, textos, diagramas. Una característica de todo sistema es que poseen propiedades de las que carecen sus componentes, propiedades sistémicas que se llaman emergentes:

I) Las características de cada elemento tienen efecto sobre las del sistema en conjunto. Ejemplo: las ruedas de una bicicleta.

II) Las características de cada elemento y la forma en que éste afecta al conjunto dependen, al menos, de las características de otro elemento: ningún elemento tiene un efecto independiente sobre el conjunto y cada uno está afectado por, al menos, otro elemento. Ejemplo: las ruedas de la bicicleta inciden sobre el diseño del cuadro.

III) Un sistema no puede dividirse en subsistemas independientes. Ejemplo: la bicicleta sin las ruedas no cumple el objetivo para la que fue diseñada.

También podemos definir a los sistemas como la representación de un conjunto de situaciones, fenómenos, procesos, que pueden ser modelizados como una totalidad organizada, con una forma característica de funcionamiento (R. García, 1997), que cubre dos categorías muy claras: los sistemas "descomponibles" y "no descomponibles", o complejos. Esta clasificación fue introducida por Herbert Simon (1977), que llama "subsistema" a cada uno de los niveles:

1) Sistemas descomponibles: sus partes pueden ser aisladas y modificadas independientemente unas de otras. Un ejemplo característico puede ser la bicicleta, visto más arriba, a la cual se le puede modificar su sistema de transmisión, el tamaño de sus ruedas, sus cubiertas, etc. sin que se modifiquen otros elementos (Figura 1).

Fig. Nº 1: Sistema “descomponible”

2) Sistemas complejos, o no descomponibles: los procesos que determinan su funcionamiento resultan de la confluencia de múltiples factores que interactúan de manera tal que no pueden ser aislados. Ejemplo: un organismo biológico (Figura 2).

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Fig. Nº 2: Sistema complejo, o “no descomponible”

La compleja realidad tecnológica –tantos subsistemas tecnológicos como el ser humano pueda estar utilizando– interactúa a su vez con el sistema socioeconómico y con el planeta y sus ecosistemas. Este proceso exige un enfoque interdisciplinar para el análisis de cada uno de sus acontecimientos. Mucho más si tenemos en cuenta las interacciones entre lo económico y lo tecnológico y sus efectos en el medio ambiente.

Por ello, para una mejor comprensión global consideraremos a la Tecnología como un sistema, es decir, una estructura compleja cuyas partes naturaleza-personas-procesos-sociedad son interdependientes –interactúan entre sí–: tendremos entonces un sistema intencionalmente organizado de conocimientos y acciones orientado a satisfacer alguna necesidad social (Figura 3)(en un sistema tecnológico, las palabras dispositivo, aparato, mecanismo, dispositivo, aparato, módulo, unidad, componente, conjunto, equipo, artefacto, artilugio, maquinaria, pueden convertirse en sinónimos…).

Fig. Nº 3: Enfoque sistémico de la Tecnología

Las referencias a la tecnología como sistema han sido definidas originariamente por

T. P. Hughes (1983), que indica que los sistemas tecnológicos tienen en cuenta a: 1) los componentes (físicos, de conocimientos, organizacionales), 2) los actores, y 3) la dinámica del propio sistema.

A su vez, están constituidos por diversos componentes: a) artefactos físicos (técnicos), organizaciones (empresas de

manufactura, compañías de servicios públicos y bancos), b) temas usualmente descritos como científicos (libros, artículos,

enseñanza universitaria y programas de investigación), c) asuntos legislativos (leyes, decretos, normas), y d) los recursos naturales.

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En todos los casos, un sistema tecnológico funciona en compleja interacción entre sus componentes. De este modo, un determinado componente contribuye directamente, o a través de otros, a las metas comunes del sistema. Si un componente es removido, o si sus características cambian, los otros dispositivos en el sistema se alteran.

En cambio –afirma T. P. Hughes–, las personas –inventores, científicos, industriales, ingenieros, gerentes, operadores financieros, técnicos y trabajadores–, son componentes del sistema, pero no deben ser considerados como artefactos del mismo. Ellos tienen grados de libertad que no tienen los artefactos. Las personas, en los sistemas tecnológicos, además de su papel en la invención, en el diseño y en el desarrollo de los sistemas, retroalimentan la ejecución de las metas del sistema y corrigen los errores, así como el forzar la unidad a partir de la diversidad, y buscar la centralización en la forma del pluralismo y la coherencia a partir del caos.

El grado de libertad ejercido por las personas, en contraste con la ejecución rutinaria, depende de la madurez, del tamaño y de la autonomía del sistema. Algunos rasgos importantes son los siguientes (T. P. Hughes, 1983):

1) Información, error y realimentación: los sistemas vivos tienen lazos de realimentación que producen información sobre las actividades del sistema. Esta información brinda en señales de "error" que dicen a un subsistema si su conducta es o no es conciliable con el diseño global de vida del sistema total.

2) Realimentación y crecimiento: si la información señala una diferencia respecto de una línea de base del diseño global, pueden ocurrir conductas amplificadoras de desviación. Estas inducen cambio y diversidad en el sistema, un estado fluctuante de existencia.

3) Realimentación y homeóstasis: en el caso de que la información señale una diferencia respecto de una línea de base del diseño global, pueden ocurrir conductas reductoras de desviación. Estas inducen lo que se conoce como constancia homeostática en el sistema, un estado constante de existencia que es indispensable para la vida.

4) Circularidad: causa y efecto se consideran circulares, no lineales.

A su vez, las características del enfoque sistémico requieren que: I) debamos conocer, o estimar, la interdependencia entre sus

componentes, II) la operación del sistema demande el conocimiento de las

interrelaciones entre sus diversos componentes, III) el desempeño de cada componente del sistema deba ser

analizado en términos de su contribución a los objetivos del sistema, y

IV) todas las actividades deban ser coordinadas para optimizar las acciones del sistema como un todo.

Esta visión sistémica permite introducir y desarrollar distintas categorías y niveles de actividad personal: directivos-organizadores, gerentes-profesionales, operarios-técnicos, usuarios-destinatarios –u otras–, así como el diseño y rediseño de los procesos y productos, ya que la información que se recibe permite realimentar las etapas de rediseño de los procesos. También debe considerarse la relación del sistema con el medio ambiente, que puede ser, según este autor, de dos tipos:

1) los sistemas son dependientes del medio ambiente, y

2) el medio ambiente depende del sistema.

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En ninguno de los dos casos, dice T. P. Hughes, la interacción entre el sistema y el medio ambiente es una simple vía de influencia. En este contexto emerge lo que este autor llamó momentum tecnológico: la propensión de las tecnologías por desarrollar trayectorias previamente definidas, a menos que se desvíen bajo alguna fuerza externa poderosa o por impedimento en alguna inconsistencia interna.

Teniendo en cuenta estos atributos –donde cada estado en el desarrollo de esos sistemas se caracteriza por aspectos que también se oponen al avance tecnológico–, este autor indica que cada fase de desarrollo produce una cultura específica de tecnología, compuesta de distintos valores, ideas, e instituciones. Algunos valores son de tipo general, como la eficiencia técnica, pero otros pertenecen a la cultura que envuelve a la organización, que se expresa tanto en la institución como en los compromisos profesionales de las personas que la componen.

Como se aprecia, este complejo modelo de cambio, o evolución, no implica autonomía tecnológica, como en el enfoque instrumental y su determinismo tecnológico, ya que incorpora la interacción de las propiedades de la tecnología con un amplio conjunto de contingencias geográficas, económicas, políticas e históricas, lo que permite caracterizar estilos tecnológicos específicos (O. Varsavsky, 1974; T. P. Hughes, 1988).

Tratemos ahora de distinguir el producto del sistema, por ejemplo:

1) un avión: –el dispositivo–, de

2) la tecnología aeronáutica –el diseño, los materiales, el proceso de producción y armado, la planta productora– con que se lo ha construido (recordar que cada avión de la serie 747-400 de Boeing tiene más de seis millones de piezas diferentes).

Producir y comercializar un artefacto con ese nivel de complejidad requiere un alto grado de organización tecnológica, con miles de personas interactuando y trabajando mancomunadamente. Como puede inferirse, en cada gran sistema tecnológico no pueden analizarse los componentes en forma aislada, ya que la comprensión del proceso se logra solamente si se consideran simultáneamente a los componentes y la totalidad de sus interacciones.

Como se infiere, si queremos analizar la eficacia de una determinada tecnología para alcanzar un logro específico, debemos tener en cuenta que no existe un efecto directo y lineal, sino que sus resultados dependen en gran medida de la interacción de factores y variables externas que afectan al proceso tecnológico. Hay que tener en cuenta que todo entorno tecnológico también está constituido por un sistema en el que intervienen muchos protagonistas directos e indirectos.

Alguno de estos protagonistas puede tener objetivos particulares que se contrapongan en algún momento con los objetivos generales de esa propuesta tecnológica, y no se debe olvidar que, muchas veces, es difícil anticipar cuáles serán sus comportamientos. 2.3.1. Otros enfoques sistémicos

La naturaleza sistémica de la tecnología puede visualizarse no sólo en la propuesta inicial de T. P. Hughes, sino también en los enfoques sistémicos posteriores, desarrollados por otros autores, a saber:

1) los sistemas socio-técnicos (E. L. Trist, 1976); 2) los socio-sistemas tecnológicos (L. Wynne, 1983) 3) el sistema técnico preindustrial (A. Leroi-Gourhan, 1988);

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4) los sistemas de acciones (M. A. Quintanilla 1988; 2001); 5) la tecnología como práctica social (A. Pacey, 1990); etcétera.

La caracterización como socio-sistema realizada por L. Wynne (1983) muestra claramente la dimensión social de la tecnología, ya que considera al sistema tecnológico desde una perspectiva que enfatiza los aspectos sociales sobre los técnicos: la tecnología es un complejo interactivo de formas de organización social que implica no sólo a la producción y el uso de artefactos sino también a la gestión de recursos.

Desde una óptica antropológica, A. Leroi-Gourhan (1988) propone una noción de sistema técnico basada en una tecnomorfología –que delimita a las técnicas preindustriales– basada en la descripción y comparación de las técnicas según las necesidades de los grupos étnicos, de sus condiciones materiales y culturales, a partir de las materias de transformación técnica, los medios de acción y las fuerzas utilizadas. Como se aprecia, este autor propone una clasificación más lógica que histórica, dadas las soluciones técnicas similares que encuentran culturas diferentes y muy separadas.

A su vez, M. A. Quintanilla (2001) caracteriza al sistema técnico, a partir de: a) componentes, b) estructuras, y c) objetivos. Los componentes del sistema, pueden ser materiales (materia prima, energía, artefactos, etc.), y pueden ser agentes, entendidos como individuos humanos caracterizados por unas habilidades, unos conocimientos y portadores de una cultura. La estructura del sistema estaría definida por las relaciones o interacciones, las cuales pueden ser de gestión, y de transformación de materiales, y se producen en los componentes del sistema. La determinación de objetivos lleva a la elaboración de un programa. En particular, en la gestión tiene lugar la organización, siendo importante su papel en función de los flujos de información que permiten el control y la gestión del sistema. Esta noción le ha servido al autor para definir a la tecnología como sistemas de acciones intencionalmente orientados a la transformación de objetos concretos, para conseguir de forma eficiente un resultado valioso (1988).

Otro autor –A. Pacey– a su vez, propone comprender a la tecnología sobre la base de las prácticas sociales. En su trabajo “Cultura de la Tecnología”, este autor sugiere que el fenómeno tecnológico sea estudiado y gestionado en su conjunto, como una práctica social, haciendo evidentes los valores culturales que le subyacen: las soluciones técnicas deben ser consideradas siempre en relación con los aspectos organizativos, funcionales y culturales, ya que las soluciones técnicas son sólo un aspecto del problema (Figura 4).

Fig. Nº 4: Práctica Tecnológica (A. Pacey, 1990)

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Una tercera propuesta sobre la tecnología como sistema y su relación con las personas, es la del sistema socio-tecnológico de L. Wynne (1983), que consideran al sistema tecnológico desde la perspectiva que enfatiza los aspectos sociales sobre los técnicos, al punto de caracterizar a las tecnologías como formas de organización social. La tecnología sería un complejo interactivo de formas de organización social, que implican a la producción y uso de artefactos y a la gestión de recursos.

Una extensión de esta última propuesta, es la del socio-eco-sistema tecnológico, desarrollado por M. González García; J. A. López Cerezo y J. Luján (1996), que propone un tratamiento unificado a los problemas de gestión tecnológica: “Las tecnologías, entendidas como prácticas sociales que involucran formas de organización social, empleo de artefactos, gestión de recursos, están integradas en sociosistemas dentro de los cuales establecen vínculos e interdependencias con diversos componentes de los mismos. En consecuencia, la transferencia de tecnologías, los procesos de difusión tecnológica pueden generar alteraciones en los sociosistemas semejantes a las que ocurren en los ecosistemas cuando alteramos el equilibrio que los caracteriza. No importa sólo el artefacto, hay que tomar en cuenta el sociosistema real donde deberá funcionar”.

En la misma línea conceptual, cabría incluir al ecosistema –la comunidad de seres vivos cuyos procesos vitales se encuentran interrelacionados–: todo el desarrollo de tecnología involucra al planeta proveedor de recursos. Tendríamos entonces una noción más “densa”, la de eco-tecno-socio-sistema, en una analogía fuerte con las anteriores pero que se caracteriza por incluir al planeta y sus regiones –proveedor por excelencia de casi todos los recursos usado por los seres humanos–.

Consideramos como hipótesis de partida que en el medio ambiente convergen todos los factores –esto obliga a un enfoque sistémico inevitable– ya que todas las zonas de la realidad están vinculadas con el hombre. La gestión tecnológica para la intervención en el medio ambiente tiene que desplegarse en todas las dimensiones. Este enfoque requiere, inevitablemente, de lo interdisciplinario y de las decisiones humanas.

Este eco-tecno-socio-sistema admite interacciones con los diversos subsistemas ecológicos, tecnológicos y sociales, en distintos niveles de organización autónomos ó semiautónomos. En cada nivel regirán dinámicas específicas de cada uno de ellos, pero que interactúan entre sí. Los diferentes niveles están "desacoplados" en el sentido de que las teorías desarrolladas en cada uno de los niveles tienen suficiente estabilidad como para no ser invalidadas por descubrimientos o desarrollos en otros niveles. Estas transformaciones en el transcurso del tiempo responden a leyes generales de evolución no-lineal, con discontinuidades estructurales, la cual procede por sucesivas reorganizaciones (R. García, 1997, 2006).

En estos sistemas, el conocimiento tecnológico es un medio a aplicar para alcanzar ciertos fines prácticos, para resolver problemas socio-económicos: el objetivo de la tecnología es la acción con éxito –la optimización de recursos y/o la obtención de utilidad física y económica–, no la validación o verificación de conocimiento.

Por consiguiente, como ya anticipáramos, todas las actitudes de: a) los tecnólogos que producen tecnología, b) los empresarios que las promueven y comercializan, c) los dirigentes políticos y sociales que las aprovechan, y d) las personas que utilizamos tecnología,

son intencionales –por acción o por omisión–, ya que somos participantes directos, en distinto grado, en los acontecimientos que se desencadenan.

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En Tecnología no sólo se estudia, como en las ciencias “duras”, a un ser artificial o natural –una piedra, una planta, un animal, que no son artífices de sí mismos–, sino que también se involucran personas y actividades humanas que tienen la posibilidad de incidir y decidir, beneficiarse o sufrir, en mayor o menor medida, con sus productos y servicios. Esto implica incluir las capacidades de:

1) tomar decisiones, en tanto que cada persona es un ser con intenciones;

2) interactuar e incidir en el sistema socioeconómico, en tanto que forma parte de un eco-socio-tecno-sistema en un determinado entorno físico;

3) interactuar e incidir en el entorno ecológico en el que se aplica la tecnología, y

4) beneficiarse o perjudicarse, directa o indirectamente, en mayor o menor medida, con los productos y servicios que ofrece o impone la tecnología.

2.4. Determinismo tecnológico

En la década de 1960 comenzaron a expresarse las primeras preocupaciones ambientales y los primeros planteos acerca de la necesidad de asegurar cierto desarrollo socio-económico. El rápido crecimiento poblacional mundial alertaba sobre posibles futuras crisis alimentarias y energéticas y los riesgos de la contaminación ambiental.

En esos años el matemático Hermann Kahn e investigadores del Instituto Hudson de EE. UU. vinculados a la Organización Rand, publicaron en la obra El año 2000, escrita en 1969 por H. Kahn y A. Wieners, las dos cuestiones que parecían ser el eje de nuestro futuro como especie, eran:

1) el papel preponderante de la tecnología, y

2) el impacto de la economía, en aquél momento (y el de la globalización económica, actualmente).

Actualmente, otros autores como R. Steiner, A. Toffler, H. Kahn, D. Pescovitz y otros, también coinciden en remarcar la preponderancia de la tecnología.

Más allá de la creencia, muy extendida pero no demostrada, de que la tecnología es la base de la civilización y el único fenómeno cultural relevante, diversos autores suponen que, a partir de la antropologización de las máquinas, por ejemplo, se podrían instalar fácilmente sensores en el cerebro y actividades psicológicas, como la memoria, el pensamiento y las emociones podrían ser detectadas electrónicamente”, o que “los biosensores permitirán la biocomunicación con las plantas” (Technology Review, 2002), como una posible clave tecnológica para resolver los problemas de alimentación y del medio ambiente en este siglo.

Por eso, muy regularmente, distintos medios de comunicación nos ofrecen las principales tendencias de investigación tecnológica en Japón, Alemania, y EE. UU., desarrollando reflexiones de largo alcance con las ventajas futuras que nos ofrecen tecnólogos “reconocidos”. Ya en esos años ciertas revistas resaltaban las “nuevas tecnologías de futuro”: redes que facilitan la comunicación entre aviones y la regulación del tráfico aéreo, nanotubos que permiten un mejor y más eficiente transporte de electricidad, dispositivos optoelectrónicos que incrementan la velocidad de transmisión de datos, etcétera. Otros autores predicen que tendremos automóviles y electrodomésticos inteligentes y que la respuesta a la superpoblación, especialmente el hambre, está en los alimentos genéticamente modificados: la tecnología satisfará nuestras necesidades y, por lo tanto, este mundo será mejor...

Este conjunto de predicciones:

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a) es llamativamente homogéneo –autores y soluciones– en los distintos medios de comunicación, y

b) pero no dicen con claridad, científica y/o tecnológica, cómo sucederá.

En realidad, estos pronósticos sociales son ejercicios de extrapolación, –que son extendidos al planeta– de lo que actualmente sucede en la sociedad norteamericana, en la europea, o en la japonesa. Por su carácter simplificador y reduccionista, este optimismo tecnológico no deja de resultar chocante, más si se tiene en cuenta que los problemas de la alimentación mundial y del medio ambiente no son abordables seriamente si no se incluyen los factores económicos, políticos y sociales, mucho más decisivos que los meramente científicos o tecnológicos. Precisamente en esos ámbitos se aprecian las mayores lagunas en las opiniones de los entrevistados: al considerar la tecnología lo hacen de una manera autorreferencial, no insertan el hecho tecnológico en el marco general del desarrollo social de los países y las regiones.

Uno de los puntos más interesantes de la historia de la tecnología es el enfrentamiento entre el libre albedrío y el determinismo, ya sea histórico o tecnológico.

¿Qué es el determinismo?

El sistema conceptual en el que el futuro es el resultado necesario de condiciones y estructuras preexistentes. Obviamente, se aplica a los sistemas tecnológicos.

¿Cómo surge?

Para muchas personas, la realidad tiene una existencia propia, que puede llegar a conocerse. Consecuentemente, esa realidad, como tal, debe ser la misma para cualquier observador; por lo que el conocimiento se creará según el principio de objetividad: la observación de las personas no modifica la naturaleza de los objetos. La aceptación del principio de objetividad supone asumir que la realidad está sometida a leyes invariables, que afectan al comportamiento de los actores sociales. Por lo tanto, éstos están sometidos al principio determinista: para unas determinadas condiciones iniciales –el entorno en que se desarrolla la acción– su comportamiento está totalmente determinado: es el determinismo propio de determinadas construcciones de las ciencias naturales –la mecánica newtoniana– que se extiende al mundo social.

¿Qué es el determinismo tecnológico?

Es el sistema conceptual que postula que todo problema es en esencia tecnológico y puede ser resuelto por medios técnicos exclusivamente. Este postulado subestima las variables socio-culturales. Para que el Enfoque Instrumental tenga sentido el desarrollo tecnológico y la innovación tecnológica se convierten en los factores fundamentales de la generación de progreso que, a su vez, decide sobre la organización social. A esta concepción, donde la tecnología determina la organización social, se la conoce como determinismo tecnológico (L. Heilbronner, 1996).

Con el paso de los años este determinismo original se fue suavizando con la incorporación de la teoría de sistemas, la teoría del caos y otras, que permiten tratar la complejidad y la incertidumbre de la realidad de forma menos rígida. Con todo, este determinismo tecnológico suavizado es un enfoque en el que priman los pronósticos lineales y tiene una visión continuista del futuro con respecto al presente. En esta configuración, los desarrollos tecnológicos sigue su propio curso, al margen de las intervenciones humanas o sociales, e influencian significativamente en el orden social (mientras que la tecnología sería impermeable a la influencia de esos factores sociales): el cambio social es determinado por el cambio tecnológico, que son la fuente más importante de los cambios sociales.

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Como explicación de los cambios, el determinismo tecnológico sólo ofrece una causa: la evolución de la tecnología, con una visión evolucionista lineal de los cambios sociales a través de una sucesión fija de aprendizajes tecnológicos que generan el cambio como un progreso de carácter inevitable. En sus propuestas, el determinismo tecnológico asume la forma de un esquema “evidente” y correcto, con referencias a impactos de revoluciones tecnológicas que llevan a consecuencias de largo alcance inevitable. Estas presentaciones tienen un tono animador, visionario y profético que puede tener un efecto inspirador y convincente ya que asegura que las personas tendrían más tiempo libre, las sociedades serían más justas y hasta bajarían los índices de criminalidad, todo gracias a la tecnología.

Por ejemplo, la imagen de la tecnología que deriva del enfoque instrumental se encuentra supeditada a la concepción de este determinismo. Así, las descripciones y argumentaciones no reflejan la complejidad de las relaciones entre ciencia, tecnología, economía y medio ambiente, presentando un modelo unidireccional y jerárquico –con tecnología subordinada a la ciencia, que va de la ciencia básica a la tecnología aplicada para producir progreso social–. Obviamente, no considera la repercusión y la influencia de los procesos sociales, económicos, culturales y políticos.

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3. Síntesis integradora Es más fácil ponerle nombre a un problema que indicar su solución,

y es más fácil indicar una receta que proponer un modelo

Hemos analizado un modelo conceptual de la tecnología que nos parece razonable: el que considera a la humanidad como un todo en un momento dado de su historia, donde las variaciones y posibilidades se dan no sólo en el tiempo sino también en lo económico, en lo social, en lo cultural, y en lo tecnológico.

Los artefactos difieren de los seres naturales en que son pensados, diseñados y hechos. Un hacha, una computadora, una escuela y un tribunal son objetos concretos pero no naturales, puesto que materializan ideas. Un artefacto constituye la última etapa de un proceso que comienza por el planteo de un problema, el imaginar algo para modificar ese aspecto de la realidad, y luego diseñar ese algo nuevo con el mejor conocimiento disponible.

Debemos tener muy en cuenta que la tecnología es no sólo un bien de uso sino también un bien de intercambio, y, por extensión, un bien de consumo, que se produce, se distribuye y se comercializa en un mercado mundial con múltiples protagonistas, diferentes intereses y metas.

Obviamente, los bienes se producen buscando rentabilidad. Para ello las empresas no siempre nos venden un producto, también nos “venden” esperanzas, alegrías, ilusiones. Pero cabe tener en cuenta que la comercialización también “regula” la información que ofrece, y un punto digno de análisis es la obsolescencia de los productos –la salida de servicio de un producto–. Si bien es aceptable que ocurra cuando supera su vida útil, aunque funcione razonablemente, llama la atención el “envejecimiento acelerado” de los productos y la obsolescencia forzada de los mismos, sólo por razones de comercialización.

Por ser creaciones humanas, los artefactos pueden ser buenos, o no tanto, como la aspirina y la escuela, malos como la bomba nuclear, la publicidad y la moda. En otras palabras, la tecnología, a diferencia de la ciencia, no es social ni moralmente neutral (F. Broncano, 2000). Es una actividad en la que debemos distinguir con claridad entre cuestiones que pueden ser resueltas por medios científicos y las que todavía no pueden serlo, ya sea por falta de conocimiento sistematizado, por su complejidad, o porque hasta ahora no se han convertido en temas de interés científico.

Obviamente, cada grupo económico:

1) desarrolla las tecnologías que más ventajas les brindan, y

2) neutraliza todo aquel desarrollo tecnológico que pueda perjudicarlo, o que pueda significar una ventaja para algún grupo competidor.

¿Hay en estas estrategias alguna búsqueda de verdad objetiva, o preocupación por los aspectos sociales o ecológicos que pueda deteriorar esa tecnología?

No.

Esas estrategias son simples objetivos de optimización de utilidades y beneficios, personales, y del grupo económico. Las excepciones a esta situación pueden darse cuando ciertas necesidades sociales –trabajo, vivienda, salud, educación, planeamiento urbano, u otras similares– son resueltas por el Estado u otras organizaciones sin fines de lucro.

Entre estos temas también deberían incluirse los referidos a la valoración y repercusión de lo tecnológico en relación a la mejora de la calidad de vida de la sociedad y al deterioro o la destrucción del medio ambiente:

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1) qué es bueno y eficaz para la sociedad,

2) qué se merecen los que contaminan o arruinan el planeta, y

3) cuál debería ser el estado razonable de estas situaciones, etcétera.

Como vemos, durante mucho tiempo la relevancia de la Tecnología se circunscribió a cómo podíamos transformar la realidad sin preguntarnos demasiado qué debíamos hacer. Pero ahora, con un desarrollo tecnológico invasivo que gravita peligrosamente sobre las sociedades del planeta, las cuestiones referentes a la tecnología tienen incidencia en todas las áreas:

1) la realidad del entorno es cada vez más artificial, con poblaciones crecientes y recursos cada vez más escasos,

2) los valores que guían nuestro quehacer son difícilmente distinguibles y separables de los que se vinculan al desarrollo tecnológico, y

3) cada vez emergen más problemas éticos derivados de las posibilidades y riesgos generados por la tecnología.

Este es el punto de partida para aproximarse la Tecnología, que incluye a personas, no sólo como fuerza de trabajo o recurso sino con todos sus atributos:

- tener enfoques, expectativas, intencionalidad e intereses;

- capacidad para tomar decisiones;

- estar sometido a presiones, comportamientos no voluntarios y procesos inconscientes;

- poder interactuar e incidir en el sistema sociocultural.

Según nuestro punto de vista, un análisis sistemático de la gestión del conocimiento tecnológico debe hacer explícitos todos los elementos que integran lo tecnológico no sólo sus aspectos:

1) técnicos –conocimientos, destrezas, criterios de diseño, opciones de utilidad y optimización, estrategias, toma de decisiones, determinación de cursos de acción, análisis de riesgos, etcétera– y

2) organizativos –las actividades económica, industrial, profesional, los usuarios y consumidores, etcétera–, sino también en los aspectos socio-culturales –objetivos, valores, códigos de comportamiento y ética–, entre los que habrá –obviamente– interacciones, tensiones y contradicciones que producirán cambios y ajustes recíprocos en el tiempo, en una dimensión predominantemente evolutiva.

Obviamente, será necesario tener en cuenta a sus distintos componentes:

1) Componentes técnicos:

Dispositivos, herramientas y máquinas

Materiales

2) Componentes metodológicos:

Resolución de problemas

Métodos y técnicas de producción

Métodos y técnicas de organización y gestión

3) Componente comunicativo:

Producción y comunicación de ideas y soluciones

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4) Componentes sociales:

Tecnología y Sociedad

Tecnología y Ambiente

Tecnología y Ética

Coincidamos en que la tarea es algo más compleja que la de resolver un problema matemático, o físico, y que en ninguna circunstancia podemos esperar un grado de precisión siquiera aproximado al que suele hallarse en las ciencias físico-naturales. Las tecnologías forman parte de la sociedad, por lo que la gestión de proyectos educativos debe apuntar al análisis y comprensión de las transformaciones experimentadas en nuestro tiempo, como consecuencia de los distintos procesos que estamos viviendo, uno de los cuales está representado por las tecnologías de la información y comunicación.

Retomando la idea de proyecto tecnológico, queremos destacar sus aspectos relevantes como marco conceptual para una propuesta de gestión de proyectos educativos con conocimientos tecnológicos.

Un Proyecto es:

1) una acción pensada en su conjunto: A la hora de diseñar un proyecto lo que hacemos es desarrollar un proceso que considera todas las partes de dicho proceso y la relación que existe entre ellas. Esta es la diferencia, por ejemplo, entre “hacerse una casa” como una simple acumulación de partes, sin una idea de conjunto, o hacerla con un proyecto, donde sabemos de antemano qué irá en cada parte y cuál será la relación entre ellas. En el ámbito de la educación la idea de proyecto supone esa visión de conjunto y la conexión entre las partes que lo constituyen.

2) una propuesta formalizada: La formalización –escrita, visual, maqueta– es necesaria para que el proyecto adquiera objetividad física: se puede ver, analizar y valorar. El proyecto se convierte en algo objetivo, visible, público. Los demás pueden verlo, analizarlo, discutirlo, etcétera

3) un compromiso de desarrollo: Lo que se ha formalizado, se ha hecho público y se ha planteado como propuesta se convierte en una opción que asumimos y nos comprometemos a concretar. Las personas que se integran a ese proyecto están en su derecho a verificar, revisar y reclamar que lo que se les ofrece sea acorde con la propuesta que ellos recibieron.

Estas apreciaciones son coincidentes con las que formulara E. Layton, que permite que la tecnología pueda ser vista como un espectro continuo con ideas en un extremo y artefactos en el otro.

Concretando, frente a la complejidad del análisis sobre la tecnología sólo queda recordar que se presentan, siempre, cuatro perspectivas entrecruzadas a tener en cuenta –política, económica, tecnológica y pedagógica–, y no dos (tecnológica y pedagógica) como habitualmente se indica.

Resulta difícil imaginar cómo serán los modelos tecnológicos de servicios y productos dentro de cincuenta años. Sin embargo, sólo una visión prospectiva a largo plazo evitará las actuales visiones pesimistas que genera el cambio tecnológico.

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