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Movimiento~ mesiánicos e identidad indígena: Estados Unidos y Nueva Zelanda FERNANDO MONGE Durante el siglo xix la colonización de los Estados Unidos y Nueva Zelanda llegó a su fin. Las tierras, en su mayor parte, estaban en ma- nos de los colonos, y el final de la ardua empresa se transformaba en los nuevos países en una pujanza y un optimismo sin límites. Quedaron, sin embargo, algunos problemas sin solucionar: una muy reducida población de aborígenes que necesitaba de la ayuda y la asistencia del estado para sobrevivir, su número descendía, y los procesos de aculturación Jes habían modificado profundamente. La acentuada crisis y la quiebra cultural de los aborígenes fue, en su día, conocida por la sociedad e interpretada apresuradamente por los organismos encargados de la administración de los asuntos indí- genas. Los ciudadanos y los funcionarios pensaban que había que asi- milar forzosamente a los aborígenes para «sacarles de su barbarie y sacudirles la pobreza de su falta de civilización» La política de asimilación forzosa y de máxima presión sobre las costumbres nativas se implaptó, al mismo tiempo que el sentimiento dc optimismo de los blancos hacia la expansión y el desarrollo econó- mico que provocó la colonización se encontró con un obstáculo inusi- tado: los aborígenes se unieron y resurgieron con una fuerte vitalidad y agrupados en torno a movimientos revitalizadores de carácter reli- Coa resepecto a este criterio de finales del xix se puede consultar para los Estados Unidos: McNickle, La Tribus Indias de los Estados Unidos, Eudeba, Buenos Aires> 1965; Dorris, La ley y los indios en los Estados Unidos de Améri- ca, Facetas, vol. 57.3: 20-23, Washington, 1982; Kehoe, Aboriginal NortE Amen- ca, Curreul Anthropcflogy> vol. 22> 5: 503-517> Chicago> 1981. Y para Nueva Ze- landa: Sinípson, Te Rin Pakeha, AlLster Tayíor, Waiura, Mueva Zelanda> ¡979; Scott, Ask thai Mountain, Heinemann-Southern Cross, Auckland, Nueva Zelanda, 1976; Hawthorn, T•l,e Maorí: A Study ir’ Aceulturation, American Anthropological Assoc!ation, Mernoir núm. 64, Menasha, Wiss, 1969. Revista Españolo de Antro polagía Americana, vol. XV, 1985. Edit. Univ. Complutensc

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Movimiento~mesiánicose identidadindígena:EstadosUnidos y NuevaZelanda

FERNANDO MONGE

Duranteel siglo xix la colonizaciónde los EstadosUnidos y NuevaZelandallegó a su fin. Las tierras, en su mayor parte,estabanen ma-nos de los colonos,y el final de la arduaempresase transformabaenlos nuevos paísesen una pujanzay un optimismo sin límites.

Quedaron, sin embargo, algunos problemas sin solucionar: unamuy reducida población de aborígenesque necesitabade la ayuda yla asistencia del estado para sobrevivir, su número descendía,y losprocesosde aculturación Jeshabíanmodificado profundamente.

La acentuadacrisis y la quiebra cultural de los aborígenesfue, ensu día, conocida por la sociedade interpretadaapresuradamenteporlos organismosencargadosde la administración de los asuntos indí-genas.Los ciudadanosy los funcionarios pensabanque había que asi-milar forzosamentea los aborígenespara «sacarlesde su barbarie ysacudirlesla pobrezade su falta de civilización»

La política de asimilación forzosa y de máxima presión sobre lascostumbresnativas se implaptó, al mismo tiempo que el sentimientodc optimismo de los blancoshacia la expansióny el desarrolloeconó-mico que provocó la colonizaciónse encontrócon un obstáculo inusi-tado: los aborígenesse unierony resurgieroncon una fuerte vitalidady agrupadosen torno a movimientos revitalizadoresde carácterreli-

Coa resepectoa este criterio de finales del xix se puede consultarparalos EstadosUnidos: McNickle, La Tribus Indias de los Estados Unidos, Eudeba,Buenos Aires> 1965; Dorris, La ley y los indios en los EstadosUnidos de Améri-ca, Facetas, vol. 57.3: 20-23, Washington,1982; Kehoe, Aboriginal NortE Amen-ca, Curreul Anthropcflogy> vol. 22> 5: 503-517> Chicago> 1981. Y para Nueva Ze-landa: Sinípson, Te Rin Pakeha, AlLster Tayíor, Waiura, Mueva Zelanda> ¡979;Scott, Ask thai Mountain, Heinemann-SouthernCross,Auckland, Nueva Zelanda,1976; Hawthorn, T•l,e Maorí: A Study ir’ Aceulturation, American AnthropologicalAssoc!ation, Mernoir núm. 64, Menasha,Wiss, 1969.

Revista Españolo de Antropolagía Americana, vol. XV, 1985. Edit. Univ. Complutensc

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gioso. ¿Cómo fue posible este «renacimiento»aborigen?,¿quécarac-terísticas diferencian estos movimientos de los de alianza políticay militar, y cuáles justifican el que los primeros se propaguenconmayor rapidez?,¿cuál fue el papel que ejercieron en la formación delos movimientos indígenascontemporáneosy en la identidad nativaactual?

Los movimientos revitalizadores, también llamados nativistas, sepuedendefinir como «cualquier intento organizado y conscientedeuna parte de los miembros de una sociedadpara revivir y perpetuaraspectosseleccionadosde su cu]tura» (Linton, 1943:230).

Anteriormente, tanto en Nueva Zelanda como en los EstadosUni-dos habíansurgido, en momentos de máxima presión colonizadora,movimientos nativistas revitalizadoresde carácter religioso como elde HandsomeLake entre los iroqueses,o de caráctermilitar y políti-co como los lideradospor Pontiac 2 o Tecumseh en la costaestenor-teamericana.

Sin embargo,nuestro interésse centraen los de carácterreligioso,en tanto en cuanto son, como pretendemosmostrar, catalizadoresycentrosde construcción de la nueva identidad indígena.Por otra par-te, cualquier posibilidad de surgimientode un movimiento revitaliza-dor de característicasmilitares estabasupeditado,a estasalturas dedestruccióncultural aborigen,a la aparición previa de un movimientomesiánico o religioso revitalizador que transmitiesea los indígenasun código moral y una concepción del mundo nueva y adecuadaalmomentoen el que vivían, así como a suspeculiaridadesétnicas,dán-doles,-ensuma;unaen-herenciaque habíanpevdídótdni&grupoy queles permitiría enfrentarseu oponerse,por el medio que Fuese,a laspretensionescoloniales de asimilación forzosa.

<‘En todos los lugareslas sociedadeshan producido adivinos y cla-rividentes que dirigen su comprensiónmísticapara calmar las ansie-dades de los solicitantes cercadospor dudas y dilemas que escapande la capacidadhumana de resolución. Más espectaculares,aunquerespondiendoa la misma necesidad,son los mesías o profetas que

2 Pontiac fue un jefe ottawa de mediadosdel siglo xviii, que, apoyadoen elmensajeunificador y fraternal lanzadopor el «ProfetaDelaware»>intentó cons-truir, sin éxito duradero, una unión militar interiribal con carácterpolítico pararesistir el avanceblanco.

3 Teeumseh,al igual quePontiac, seapoyóen un profeta: su hermanoTensk-wataya, el «Profeta Shawnee”, que predecía la vuelta de los viejos tiemposaborígenes,para fomentar la construcción por medios pacíficos de un granestadoindio en Ohio que conviviese con los blancos.Pensóque iba a ser tole-rado por los colonos, pero su sueñoacabócuando su hermano>en su ausencia,lanzó un ataquecontra las alertadastropasdel general.Harrison. La gran bata-lía que acabócon los planes de una confederacióny alianza del gran líder Te-cumsehse libró, segúnWissler (1970: 124), en 1811, cercadel río Tippecanoeenel WabashSuperior, Indiana.

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vociferan contra la desgraciade su pueblo y proclamanuna fórmulade inspiración divina para aliviar a las masasde su frustración y desu opresión»(Barnett, 1972:3).

El culto creado por HandsomeLake fue una de las primerasfor-mulaciones de característicasreligiosas «híbridas» que surgieron co-mo respuestaal grave estado de degradaciónmoral de los sénecaprovocadopor una larga seriede desastresocurridos tras la firma deltratadode Fort Harmar en 1789. Las pequeñasreservasque se les otor-garon, alegandosu participación en el bando inglés durantela guerrade la independencia,contribuyó aún más a empeorarla caótica situa-ción. En esta época de desastresllegaron a la reservaunos misione-ros cuáquerosque fueron muy bien acogidosy trabaron amistad conmuchos indígenas.Poco después,en 1799, HandsomeLake tuvo la pri-merade una seriede visionesen la que se le presentarontres ángelesvistiendo a la maneratradicional iroquesa; le enseñaroncómo debíanvivir él y su pueblo: tenían que abandonarel alcohol,condenarla bru-jería y las prácticasabortivas, los matrimonios debíanvivir en armo-nía, se debía acabar con la promiscuidad y la corrupción general,ycelebrar su festival tradicional: el Festival de Midwinter o mitad delinvierno.

Unas semanasmás tarde volvió a tener otra visión, durante lacual fue trasladadodel cielo al infierno duranteun día, vio a GeorgeWashington a medio camino,y a Jesucristodesilusionadoy abando-nado por sus seguidores.Además,se le mostraronlos castigosque sedebían imponer a los que transgredieranel código reveladoen la pri-meravisión, recordándoleotra vez que debíanadoptarde nuevo el ca-lendario tradicional y, sobre todo, el Festival de Midwinter. Esta se-gunda visión concluyó con una amenazade destrucción del mundomedianteel fuego si los indios no obedecían.

El mensajepredicadopor HandsomeLake, traducido al inglés porlos cuáqueros, comenzó a consolidarsecomo religión. Su caráctercada vez más social incidía en la estructurafamiliar, la política de lacomunidad hacia la asimilación con el blanco, y en la no convenien-cia de que la tribu vendiera más tierras, así como en otros aspectosrelacionadoscon el mantenimiento de su grupo. El sincretismopaci-fico difundido por la religión de la Casa Larga, surgido como conse-cuencia de un procesode aculturación de «fusión» revitalizó las de-caídastribus iroquesasinsuflando en ellas un nuevo orgullo frente alblanco, y supusouna alternativa al protestantismoque les ha ayuda-

Según Spicer (1969: 532).« lo esencialde la fusión es que se confundenlos elementosdc dos o más tradiciones distintas> para ser combinadasen unsistema único> y que los principios que se combinan no son los mismos quegobiernanlos sistemasculturalesde los que ellos proceden. El procesopuededar corno í-esultado una variedad de combinacionesde forma y significados».

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do a preservar,modificadas,algunasde las más señaladastradicionesantiguas de sucultura.

La fusión de ideasy rasgosdisparesprocedentesde distintos mun-dos de pensamientoque se producecomo consecuenciade la acultu-ración, no elimina, desdeel momento en que surgen los movimientosrevitalizadoresde carácterreligioso, por paradójico que parezca,lasdistanciasentre los blancos y los nativos, sino que al contrario lasaumenta. El grupo converso al nuevo credo ha levantado,apoyadoenpréstamosblancos provenientes del cambio cultural que ha sufrido,una fuerte barrera a la penetraciónde otras cosinovisiones.Todo loque les llegue de ahora en adelanteserá analizado bajo los cánonesy las normas éticas que han abrazadoal unirse al profeta o líder re-ligioso.

Pero los movimientos nativos y mesiánicosmás trascendentesparael surgimiento del nuevo indígena surgirían en los Estados Unidosdurante la crítica situación de finales del siglo xix y principiosdel xx. HandsomeLake fue sólo un ensayo,ya que su credo no supe-ró los límites tribales de la Confederaciónde las Seis Naciones.

No obstante, la aparición de mesías fue un fenómeno constantey perdurable que podía cuajar o no> dadas las circunstanciasespe-cíficas de la comunidadque va a recibir el mensajede salvación. Hoydía los mesíascontinúan apareciendoen cualquier parte del mundo(Barnett, ~972:3). Por ejemplo, en el caso del subártico canadiense:los últimos profetas dogrib surgieron en 1966-67 cuando se abrió lacarreteradel Mackenzie(Helm, 1981:303).

La aparición de los «elegidosde Dios» no es una característicaex-clusiva de los puebloscolonizados,ya que en el Viejo Mundo no hansido excepcionales,y los puritanos de la Nueva Inglaterra también seconsideraronel pueblo elegido que debíatriunfar frente a los aborí-genes.

El más difundido de los movimientos indígenas fue la Danza delos Espíritus (Ghost flanee)que surgió a finales de la décadade 1880y comienzosde 1890: «Como los tempranosmovimientospanindianis-tas, contenía>ademásde una ética individual, una ética colectiva. Losesfuerzosunidos de los indios residían en acelerar, a través de laDanzade los Espíritus, la vuelta a los tiemposaborígenesen los cua-les presumiblemente,las tribus serían supremasde nuevo, mezclan-do así puleramente,tribalismo y panindianismo»(Hertzberg,1981:10).Una vez más, se habíaproducido una fusión de rasgosdispares,pero,ahora, conteníaalgo diferente: la mentalidad paritribal.

Wovoka, también conocido por el nombre de JackWilson, fue suprofeta. Indio palute de Nevada, vivió entre el mundo blanco y elnativo, conoció algo de ]a Biblia y del idioma inglés, siendo respetadotanto por los aborígenescomo por los blancos. Cayó enfermo de gra-

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vedad, y duranteeste tiempo, estandocerca de la muerte recibió larevelacióndivjna.

Todos los antepasadosde su raza vivían junto a Dios en felicidady alegría,con caza abundante,jóvenesen perpetuidady sin enferme-dades.Si ellos queríancumplir con los preceptosque El les comunica-ba, tales como: amarselos unos a los otros, evitar las guerras,viviren paz con los blancos, y bailar durante cinco días consecutivoslaDanza que Wovoka recibió, aceleraríanla llegada del anhelado reen-cuentro>.

El paralelismo que esta revelación tiene con una escenabíblica,eso sí, aderezadacon algún toque nativo, es, ademásde evidente, ca-racterística de todos los movimientos de tipo mesiánico que fueronproducto del contacto con culturas cristianas. En el fenómeno «au-tóctono y puro» distinguimosya, sin lugar a dudas, la acción acultu-radora derivada del contacto. Todos los movimientos indígenasquea partir de entoncesse desarrollenentre ellos, tanto en los EstadosUnidos como en Nueva Zelanda, no careceránde un fortísimo com-ponenteforáneo. Semejantecomportamientoprodujo la inclusión decriterios blancos jamás aceptadosanteriormentepor los nativos, yque hoy les caracterizany definen como grupo. En Norteamérica,porejemplo, las tribus asimilaron el concepto de Indio del colonizadorincluido en mesianismostales como la Danza de los Espíritus.

El credo que revelaron los profetas pretendió, en gran medida,inculcar en el grupo nativo una fuerte cohesiónfrente al blanco queles permitiese superar sus dificultades y frustraciones, alcanzando,en un futuro cercano,el mundo ideal por ellos soñado.Semejantene-cesidadsurge cuando la religión, que les proporcionabauna imagenorganizadadel universo, cae o se muestra ineficaz en la nuevasitua-cion ‘~ue viven> careciendopor ello de la fuerza cohesivay legitima-dora necesariapara manteneruna sociedadviva y en funcionamien-to. Se hace entoncespreciso, si la banda o tribu afectadano quieredesaparecerasimilada por la cultura dominante, una reordenaciónque les permita conocer, interpretar, categorizar y actuar ante losnuevos sucesos,objetosy actitudes que ocurren en ellos mismos y asu alrededor.

Los movimientos revitalizadores de carácter religioso tomaron,durante las fases de máxima presión y desorganizaciónsocial, la vozcantante>e impulsaron a los nativos a redefinir su situación en elmundo y perpetuarsu especificidade idiosincrasia.

La versión en la que nos apoyamos es la del clásico estudio de JamesMoonev: The Ches/-flanee Religion and dic Sioux Outbreakof 1890. Publicadopor el Bureau of American Ethnology en 1896. Su contemporaneidady el cono-cimiento directo de los hechosle han convertido en una de las fuentesclavesutilizadas por todos los autores, incluyendo entre ellos a Hertzberg, McNickle,Barnett e, incluso, indios como Vine Deloria, Sr.

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SegúnWebster (1979:48-49),los movimientos mesiánicoso milena-ristas, inspirados por la fantasía de la salvación, debencontener lossiguienteselementos:

1. Deben ser colectivos,en el sentidoen que los fieles debenacep-tarlo como grupo.

2. Terrestres,puesto que tienen que producirse en la tierra.3. Inminentes, porque llegarán rápida y repentinamente.4. Totales, ya que cambiarán absolutamentela vida sobre la tie-

rra, no siendo una mejora del presentesino la «perfección»por sí misma.

5. Llevada a cabo por medios que son conscientementeconside-rados como sobrenaturales.

Característicasque ampliaría, y en las que coincidiría plenamen-te, María isaura Pereira de Quciroz (1978:20) cuandodescribeel ini-lenarismo como: ~<... la creenciaen una edadfutura, profana y, sinembargo> sagrada, terrestre y, sin embargo, celeste».Los entuertos,explica, serán corregidos,y todas las injusticias reparadas;no existi-rá la muerte,y unirán lo religioso y lo social encadenandoaquello quees sagradocon lo profano. El mundo profano seguiráentonces>siem-pre según Pereirade Quciroz, grandesy deseadasmodificacionesma-teriales gracias a los medios sobrenaturalesque el credo reveladopone a su disposición.

Semejantecombinación, unida a su situación desesperada,llevóa los adeptosdel culto emergentea enfrentarsetotal y desigualmenteal blanco, por aquel entoncesmuy superior en poderguerrero y can-tidad numérica.Era, o al menosalgunos gruposnativos así lo pensa-ron, su única salida a una desintegraciónque no sólo estabaacaban-do con ellos como grupo, sino que minaba su propia identidad indi-vidual tan ligada, lógicamente,a su sociedady a su cultura.

La mezcla de lo sagradoy lo profano en un sólo movimiento eranecesariapara la mayoríade los grupos indígenas>puestoque su es-tado de descomposiciónsocial y cultural no les permitió una unifica-ción política y social como la llevadaa cabopor las llamadas«CincoTribus Civilizadas» tras la ejecuciónen los EstadosUnidos de Ja leyde Relocalización o «Pemoral Acta de 1830 por la cual se las trasla-daba al oestedel río Mississippi (McNickle, 1965). Los intentos falli-dos, durante la décadade 1880, en Territorio Indio (hoy Oklahoma)cíe unificación tribal, inspirados por el ejemplo cíe las Cinco TribusCivil izadas,apoyan nuestro criterio,

Las razonesdel surgimiento dc los movimientos de revitalización

6 Choctaws, ehickasaws,cherokees,creeks y sernínolas.

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de índole religiosa llegan mucho más lejos si, apoyadosen las con-clusionesque Levy y Kunitz (1971> expusieronen un artículo referen-te a la anomia y a las patologías sociales en las reservasindias, de-sarrollamosun modelo hipotético.

Levy y Kunitz afirmaron que cuanto más grande es la discrepan-cia entre los medios institucionalizados que tiene un grupo nativopara alcanzar sus propias metas culturales, mayores han de ser lastensiones individualesde sus componentes;manifestándoseen los in-dígenasafectados un comportamientode dos clases: actitudes indi-viduales normales (como el conformismo) o patológicas(como el al-coholisrno, suicidio o asesinato),o actitudesgeneralizadasde conflic-to y anornía. El fenómenoobjeto de estearticulo puedeincluirse enesta hipótesis ampliando el haz de posibilidadesde los aborígenesenun momentodado de su historia, sin olvidar que estaalternativasola-mentepuedecuajar en circunstanciashistóricasmuy concretasde co-lonización especialmentedestructiva y cuando los dominados no seencuentranni absolutamentedesorganizadosni excesivamenteacul-turadose integrados(fig. 1).

Medios Insttuclonoll2cdos

1MAYOR DISCREPANCLA MAYORES TENSIONES INDIVIDUALES

.1.Metas Culturales

¡Corr9ortornento

Generalizado Individual

Conflicto Conflicto Fttolograsorrnales4,confortnsrrnmeses1~ asesiruto

«nom reforrn«ior alcoholismo4.

MOVMENm MEShANICOO

RE VE TALE ZA RDE CARACTER

RELI & ¡OSO

Frc. 1—Modelo basado e-a las tesis de Lcvy y Kunitz (1971), reformados por ela¡liar.

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A pesar del fracaso entre los choctaws, chickasaws,cherokees,creeksy semínolas,la propagacióndel movimiento de la Danza de losEspíritus fue rápida y muy amplia. Abarcó a todos aquellospueblosque,no habiendollegado a un nivel de desintegraciónsocial tan avan-zadocomo para impedir que pudiesecuajar,se encontraronbajo unafuerte presión blanca y tuvieron una mitología adecuadapara la pro-pagaciónde semejantescreencias.Por supuesto,la mezclaera eviden-te, la proclamaciónde una vuelta a la tradición carecíade fundamen-to. El movimiento había tomado elementosprovenientes del credoindígena,sin embargo>ya en ellos existía una gran cantidadde ideasy tesis bíblicas. Incluso las mujeres,hasta entoncesrelegadasde lasprácticasreligiosas,podían tomar parte en la danza.También,segúnPereira de Queiroz, los apóstoleshabían sido antes discípulos de es-cuelasblancasy conocíanel inglés, así como la lectura y la escritura.Para nosotros,ésta es una condición fundamental.Es necesarioqueel grado de aculturación y asimilación de nuevos planteamientosymodos de vida se introduzcan en lo que hastaentoncesera la vidatradicional nativa para que se produzcanestos milenarismoso mesia-nismos.

La Danza de los Espíritus tuvo diferentesversionesentre los dis-tintos pueblos conversos al nuevo credo. Dependíande las circuns-tanciasespecíficasde cada una dc las tribus en las que se desarrolló.Una de las versionesmás violentas de las enseñanzasde Wovoka fuela de los pueblossioux. El final de la expansióny crecimiento de estemesianismollegó propiciado•por los sucesosque entre ellos tuvieronlugar. Los sioux, hacía poco tiempo un pueblo fiero y numeroso,tam-bién desarrollaronsu particular versión de la Danzade los Espíritus.

Una gran cantidad de sioux que se habíanunido al movimientorevitalizador eran indios cuya animosidad contra los blancos estabaen un momento álgido, dado el indigno tratamiento que recibierontanto en la política de tierras y racionescomo en los tratados’. Mu-chos, como Toro Sentado,habíanparticipado en la guerracontra elgeneral Custer. No obstante, los sioux en vez de enfrentarseabierta-mentea los dominadoresse trasladarona las «Badlands»en Dakotadel Norte, dondeun agentede la reservacomenzóuna innecesariaes-caladade violencia cuando> equivocadamente,pidió la ayuda de tro-pas federalespara solucionar lo que para el agenteera incontrolable.La espiral culminó en la batalla.y matanzade WoundedKnee8(Hertz-berg, 1981:12; McNickle, 1965; Brown, 1982).

7 Los acuerdosa los que se llegaron despuésdc 1871 no tenían el valor ola consideraciónlegal de tratados, dado que en ese año el Congresode losEstadosUnidos rechazó la validez que tenían para la convivencia entre losdos pueblos, e> incluso, como instrumento de negociaciónfutura.

8 Wounded Knee está enclavadohoy en la reserva de Pine Ridge (Dakotadel SurI y la habitanlos sioux oglala.

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«Los hombres blancos estabanasustadosy llamaron a los solda-dos. Nosotros habíamos impetrado la vida, y los hombres blancospensaron que queríamosla suya. Supimosque llegabanlos soldados.No temimos. Esperábamospoderleshablar de nuestrascuitas y obte-ner ayuda. Un hombre blanco !lijo que los soldadosvenían a matar-nos. No le creíamos,pero los hubo muy asustadosque huyeron al de-sierto “Badlands”». De esta manera describió Nube Roja la batalla(Brown, 1982:469).

De los trescientoscincuenta indígenasallí presentes,incluyendomujeres y niños, murieron, segúnCrespo,trescientos(Crespo, 1980).Los soldados>muchos de ellos alcanzadospor sus propios disparos,sólo tuvieron veinticinco bajasy treinta heridos.Sobre los restosdelos nativos hoy se levanta una iglesia católica. La Danzade los Espí-ritus, debilitada por semejantefracaso, no tardaría en desaparecer.Tal y como la predicó su profeta Wovoka fue inicialmente pacífica.Su influencia declinó drásticamentey quedó,cuandono desapareció,relegadaa una costumbre cultural consideradapor Hertzberg «sinsignificado mesiánico».

El aspectomás importante y relevante,a nuestro juicio, se fun-damentaen la difusión del concepto blanco de indianidad que esta-blecería los principios de unificación tribal del panindianismo.

Ahora bien, los movimientosmilenaristas no fueron los únicos quese desarrollaron duranteeste período. En Nueva Zelanda,por ejem-~lO, se produjeron varios de distinta índole. En la Isla Norte se sin-tió, cada vez con mayor fuerza, una tendenciaunificadora de las dis-tintas tribus. La alianza, por supuesto,era más fácil entre tribus pro-venientesde una misma canoa~. El movimiento unificador que cuí-minó en la elección del rey maorí (en el áreacentral de la Isla Norte>en tierra Waikato), había de tener una base espiritual. Amparadosen la tendenciase convocaronen 1860 unasreunionesde maoris espe-cialistas en historia, ciencia y filosofía para unificar criterios en re-lación con la cosmologíae historia de su pueblo. Los dos líderes delas reunionesfueron Te Matorohangay Nepia Pohuhu.

De dichos encuentrossurgió una sorprendentee importante for-mulación: la doctrina lo. En ella seexplicabaqueel maori habíacaídoen desgraciaa causade haber roto las reglasdel tabú (o «Éapu» comose denominaen idioma aborigen)y corrompido su vida. Sin embargo:

«El resultado más asombrosode estasconferenciasresidió en ladoctrina por la que los maorí antiguos teníanun dios supremollama-

Cada una de las canoasque llevó a las islas a los miembros fundadoresde las distintas tribus o íwí que ocupabany ocupan Nueva Zelanda. Este su-ceso fundamentaun parentescosimbólico que es recordado todavía por elpueblo maori.

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do lo que era la última fuente de todo el mana del universo, que eraomnipotente,omniscientey no creado»(Schxvimmer, 1977:114).

Semejantedeclaraciónes aún hoy fuente de polémica continúa en-tre los antropólogosy especialistasen el tema. Lo cierto es que nadase sabíade estastradicioneshasta 1860. La explicación dadapor losmaoris divulgadores o promotores de esta doctrina anteriormentedesconocida,se funda en que antiguamentesólo la conocían los sacer-dotes o «tohunga»más importantes.Era, además,objeto del más es-tricto de los secretos.Incluso el mismo Te Matorohanga reconocíaque las tradicionespor él transmitidasno se ajustabanexactamentea su forma clásica,puesto que muchos de esosconocimientosse ha-bían perdido, y que él habíahecho cambiose innovaciones(Schwim-mer, 1977:114-115).SegúnTe Matorohangalos antiguos dioseshabíancaído convertidos en cocodrilos, piedrasy árboles

Seacual fuere la realidad,hemosde reconocercon Scliwimmer queTe Matorohangafue una de las personalidadesmás brillantes de Mue-va Zelanda duranteel siglo pasado.La mezclade elementoscristianosy aborígenes,muestrauna coherenciamuy sólida, evidenciándosehas-ta el presentesu pervivencia. La doctrina fue la primera y mejor ex-plicación de la naturaleza del Dios occidental hechaal modo de losindígenas,les brindó la oportunidad de entenderlo que era un diosomnipotente.

Pero los movimientos mesiánicosmaoris estabantodavíapor sur-gir. En 1860 en Nueva Zelanda no se había alcanzado la etapa demáxima presión y conflictividad con los blancos, necesariapara lacreación de un clima idóneo en el que se desarrollasenestasrevela-ciones. Mientras tanto> se extendíanpor el país los misioneros consus mensajes religiosos; y habían generado> involuntariamente porsuparte, toda una catervade predicadoresmaoris que difundían en sutribu de origen su propia y heterodoxavisión de lo que habíancono-cido más o menosfragmentariamente.

El interés y la hospitalidadque sentían por las religiones cristia-nas y por susmisioneros>se tomó poco a poco en recelo.La sed cons-tante de tierras por parte de los blancos, así como los enfrentamien-tos cada vez más frecuentes,fueron la causade este bloqueo de lalabor predicadora y aculturadorade los religiosos. Una de sus pri-meras manifestacionesfue el establecimientoo difusión de la doc-trina lo.

Es muy difícil saberqué hubieraocurrido con la doctrina lo si lasituación tensa de esos años no hubiese degeneradoen las guerrasterritoriales. Lo cierto es que Te Matorohanga,al brindar una expli-

Los diferentes elementos de la nainraleza, que habían sitio fuente tradi-cional de respetoy veneraciónpor parte de. los nativos continúan,corno nos-otros pudimos comprobar> manteniéndosevivos entre eiíos.

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cación sincréticade los últimos principios teológicoscristianos,abríala puertaa los maoris para el entendimientode la religión y los códi-gos de conducta blancos, y, por derivación lógica, a su transforma-ción en blancosde piel marrón.

¿Cómo es posible entoncesque anteriormentehayamosafirmadoque estasformulaciones religiosas sincréticasson levantadaspor losindígenascomo una barrera a la asimilación forzada que los blancospretendenimponer?. ¿No incurriríamos en una contradicción?.

No> si tenemosen cuenta la interpretación del procesonativo in-tegradoen un marco general.La separacióninicial que suponeel sur-gimiento de un movimiento mesiánico no conlíeva, necesariamente,un distanciamientocada vez mayorentre ambosgrupos. El derroteroque sigan los fieles estarámarcadopor el desarrollode las relacionesblanco-nativo. Si el blanco continúa con la presión desmesurada,elrechazo indígena se radicalizaráy conduciráal conflicto> pero si, porel contrario, las discrepanciasentre las dos razas se suavizanpuedeque el mesianismo,pasadoun tiempo> se institucionalice y conviertaen una iglesia, aunquediferente, cercanaa la mentalidad blanca o>incluso, que la antedichabarrera interpuestapor el mesías se trans-forme en un escalón, adecuadopor su elaboradosincretismo, paraabrazar el credo puramenteblanco que acelere en mayor medida suasimilación y aculturación total.

El mismo año en que estallaron las principales guerrasterritoria-les, 1863, Te fla Haumenetuvo una aparición del arcángelGabriel porla cual se le anunciabala expulsiónde los pakeha, o blancos,así comode los maori no conversosde las islas. El momento,en Nueva Zelan-da> era, como en la épocade la Danza de los Espíritus de los EstadosUnidos, de máxima presión colonizadora.

«En una situación colonial clásica no es sorprendenteque (a losrnaori) se les ocurrieseuna y otra vez la idea de expulsar(a los blan-cos y maoris no creyentes)al mar» (Webster, 1979:60).

Del mismo modo que los discípulos de la Danza de los Espíritusindia, los acólitos del «hauhaunismo» bailaban de un modo insis-tentehasta llegar a caeren tíance.Lo hacíanen torno a un poste «nin»que se elevabanunos4,5 metros sobreel suelo; era rígido y con unos«penoles»cruzadossobre los que se «sentaban»los dioses Ruro (elespíritu gualdián cíe Te Ua 1-laumene)y Riki (el dios de la guerra)(Schxvimmer, 1977:118).Su credo también mezclaba,como lo hacíanlos discípulos e-le Wovoka, tradicionesbíblicas y aspectosautóctonos.

Y icómo no! lés asegurabala invulnerabilidad ante las balas enemi-

O’ ig i navEarnente el «Hauhaunisino» se denomino Pai Marire, pero pronlose impuso el térnii no Hauhan debido> al parecer>a la repe1 ición continua dela palabrahan en sus frenéticoscantos.

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gas.En 1872, cumpliendoel patrón que más tardeseguiríanlos indios,seríanvencidospor el cadavez más pujante mundo blanco.

La derrota parecíaabsoluta. La decadenciamaori se hacía másevidentea los ojos de los propios nativos. Ni las guerrasni los cultostradicionales,ni siquiera las creenciascristianasdel invasor, servíanpara mantenersu estatusen su propia tierra. Todos los movimientosreligiosos, políticos o guerrerosde autodefensase mostrabanincapa-ces de solucionar la situación desesperadaen la que vivían. Desgra-ciadamente,los maori parecíanhaberseconvertido en una «nación desemi-esclavos»,de ciudadanosde segunda,cuandono de terceraclase.El clima reinantepropiciaría la aparición de nuevos mesianismos,delos cuales el más importante en cuanto a sus consecuenciassería eífundado por Te Kooti Rikirangi Te Turukí.

Te Kooti pertenecíaa la tribu de Rongo-Whakatu,cuya área deasentamientoera la bahía de Poverty al este de la Isla Norte. Habíasido educadoen una escueladirigida por misionerosy, al igual queWovoka, conocía y se manejababien en ambos mundos: el nativo yel blanco. Se dedicó al comercio con éxito, llegando a haceruna con-siderable competenciaa los comerciantesno maoris, tras la negativadel obispo a su petición de ser entrenadopara profesor-misionero.Pero su tranquila vida se fue enturbiandoparalelamentea los tiem-pos que corrían y en los que la tensión aumentóhastadesembocarenlas guerrasterritoriales. Te Kooti, que comenzó luchandoa Favor delos maoris leales y de los blancos, terminó siendo deportadopor es-pía a las islas Chathams,junto con un grupo de discípulosdel cultoPai Marire o Hauhau.

Como es común entre los profetas tuvo su primera revelacióndu-rante una grave enfermedadque le llevó a ser deshauciadopor losmedicos y abandonado>siguiendo la costumbremaori, en el bosquepara que allí expirase. Sin embargo,Te Kooti no murió, y cuandodías despuésreaparecióentre los indígenas>causóespantoy reveren-cia por eí milagro acaecido.El, que ya habíarecibido el mensajedivi-no> acrecentóel temor de sus compañerosen mayor medida al expli-car que el «Atua» o espíritu le había liberadode la muertey reveladoque era el elegido para fundar una nueva iglesia y religión, que seríala salvaciónde los maoris creyentesy su liberación (Webster,1979:109).

La capacidad de liderazgo y la inteligencia del mesíaspermitióque la revelación que había recibido se cumpliese>al menos parcial-mente: Te Kooti consiguió liberarse junto con 288 hombres,mujeresy niños de las islas Chathams,alcanzandoasí, ante los ojos de susse-guidores, el refrendodefinitivo de la veracidad de sus predicaciones;condujo a sus fieles a través de bosquesx’ montañas,atacandoy de-fendiéndosehasta que> transcurridos quince años desdesu fuga> fueperdonadoy fundó la iglesia Ringalu, cuyos principios básicosfueron

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establecidosdurantelos diez últimos añosde su vida. Murió entreelrespetoy la veneracióndc sus seguidoresen 1893 (Webster,1979:117).

La religión Rigatu, que tenía una considerablesemejanzacon elculto Pal Marire o Hauhau, suavizó las violentas creenciasy ritualesmagicos de sus antecesores.Desaparecieronen la nueva religión, se-gún los ojos dc los europeosde aquellos tiempos> todas las ceremo-nias hauhanque habíansido definidaspor el Ministro de AsuntosNa-tivos, William Fox, como «... un rito sangriento>sensual>repugnantey demoniaco»(Simpson, 1979:161).La Biblia, especialmenteel Anti-guo Testamento,era aceptada,y sus sacerdoteseran capacesde re-citar largos textos de las Antiguas Escrituras. Implantaron como díasagradoo de culto, el sábadojudaico,ya que se denominabana sí mis-mos hebreoso israelitas. Los maori eran la tribu escogida,e inclusoel mismo Te Kooti era identificado con Moisés. Su exilio en las islasChatham o «Egipto>’, y su tarea de dirección del pueblo escogidoomaorí hacía Canaño (o Rananasegúnsu lengua) contribuían a refor-zar esta creencia (Schwimmer, 1977:121).

Poco a poco el movimiento mesiánico se fue transformando,me-diante la suavizaciónde su credo, en una religión institucionalizada.Todos los movimientos de revitalización, seandel carácterque sean,siguen una sendadeterminadapor las relacionesimperantesentream-bos pueblos.Esta chalécticablanco/nativo,a la que hemosaludido enpaginas anteriores,marca la radicalizacióno disminución de las dis-tancias y de las barrerasmutuas. A un debilitamiento de la presiónblanca sobre el grupo indígena le sigueuna aperturay un enfriamien-to del fanatismode los creyentes.De estemodo, lo que empezósiendoun movimiento mesiánicoconsideradopeligroso por el grupo domi-nante,se conx’irtid en una marcade identidad nativa y en un elementoimporlante de la convivencia pacífica. Este destino será, como vere-mos, el que le espereal culto del Peyote en los Estados Unidos deA merlea.

Ringatu contribuyó también a que la derrota y el sentimiento deinferioridad fuera> afortunadamente,atajadoy aminoradopor el nue-vo credo religioso. Esta fue, y aún es, la función más importante dela doctrina de Te Kooti en la emergentesociedadneozelandesa.

«Ringatu mantuvo un fuerte elementonacionalistaque permitió asus seguidoresreteneralgo de su identidady respetopor sí mismos»(Webster, 1979:91-92).

Contrarrestóen gran medida el sentimiento psicológico de infe-rioridad que estabaminando el pueblo niaori. Los nativos no dudabanque sus profesoresaborígenesy que los seglaresque ayudabanen lasiglesias de culto europeoeran consideradoscorno unos seresinferio-res>.. Ahora, fundamentadosen su religión, podríanhacer frente a losblancos, orgullosamente,de igual a igual. Una nueva cultura estaba

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surgiendoentreellos, los maoris se adaptaban>unavez más>a las nue-vas circunstancias.A partir de entoncestodos los movimientos nati-vos que surgieronllevaron la impronta del nacionalismomaori de TeKooti.

También en los Estados Unidos surgieron movimientos indígenasque afirmabanuna nueva identidad nativa. Los precedentesde los quevamos a partir, del mismo modo que en Nueva Zelanda>son de índolereligiosa. La fortaleza que semejantessentimientospueden llegar atener es mayor a la que alcanzaríacualquier grupo humano políticoo social. Paraeí aborigen,encontrarun camino espiritual era una ta-rea fundamental y necesaria.El indio de los Estados Unidos contócon un obstáculo que no existía en las islas del Pacífico, allí habíanumerosos‘pueblos o tribus con tradiciones tan diferentes como ale-jadas. Los patronesde adaptacióncultural a un medio geográficotanvariable no podían ser más diversos. No obstante,la situación de losnativos era, a finales del siglo xix y principios del xx, muy parecidaa la que vivían los maori de Nueva Zelanda,y, por tanto, surgieronmovimientos religiosos con un fuerte componentepantribal. Como eslógico no sólo iban a surgir movimientos milenaristasde rechazomáso menos violento a los blancos en situaciones limite, también apare-cerían nuevasactitudes religiosas.

Ahora los indígenas,más aculturadosy sufriendo una presión me-nos violenta por parte del grupo dominante,no sentían la necesidadde un mesías que les prometieseel advenimientode los nuevos tiem-pos de un modo tan radicalizado.

Uno de los precursoresde más importanciae interés en el movi-miento nativo de unificación de los EstadosUnidos, fue el culto delPeyote<‘. El culto> surgido de las tierras del sur de las praderas>pre-tendía acomodarsea los nuevos tiempos.

«Abandonó las esperanzasmesiánicasde las religiones panindiastempranasy, en su lugar, desarrolló una ideología y procedimientosque estuviesenmas en armonía con la realidad del indio como inte-grante de la sociedadmoderna»(Hertzberg, 1981:239).

El culto del Peyote estabafirmemente anclado en las tradicionesstumbres indias> pero> en realidad>buscabauna reforma

y vieías coreligiosa acordecon el presente.

Complementabay daba una basemás firme y sólida a otros movi-mientos pantribalesque, por aquel entonces,iban a surgir o estabanva surgiendo.Sin embargo,todos ellos sc encontrabanalgo desconec-tados de las reservasen las que vivía la inmensamayoríade los indiosestadounidenses.Existía un panindianismo que pretendía reformar

<2 La mayor parte de los datos mencionadossobreel culto del Pevotey laIglesia de los ~NMvos A mericanos han si ¡1<, extraídos, dada la fi abi1 id ad con-trastadade la fuente, dc tlcrtzberg (1981).

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aspectospolíticos y sociales que afectaban al pueblo aborigen; unpanindianismode los indios en las ciudades,con característicasfra-ternales,y un panindianismoreligioso fundamentadoen la acultura-ción y cristianiazción,apoyadopor las iglesias cristianas. La actitudque el Burean Indio de los Estados Unidos mostró hacia ellos eracaprichosay variable con respectoal panindianismoreformista, y deabsoluta ignorancia con respectoal fraternal. Sin embargo,su olvidoo su caprichoera dejadode lado cuandose tratabadel panindianismofundamentadoen el Peyote.El Bureau creía que el Peyoteera el rna-yor obstáculo para la civilización y el origen de un gran peligro.

Lo cierto es que el culto del Peyote pronto ganó la hostilidad demuchos grupos e instituciones. La razón fundamentales sencilla: elculto era el movimiento más «desviado’> en relación con la normaaculturadoray más conectadocon la reserva (Hertzberg, 1981:239).Obviamente,los mayoresopositoresa él fueron las iglesias cristianasy las religiones tradicionales sustentadaspor los grupos indios con-servadoresde la reserva.

Los misionerosy los directoreslaicos dc escuelaveían con desespe-racion. como susalumnosmás aculturados,y muchos de ellos los másbrillantes, se alejabande la ruta deseada.Los indios estabancadavezmas cansadosdel ardorosocelo ir de la machaconeríacon la que lesbombardeabanlos misioneros. El lema del general I-Ienry Pratt, unode los precursoresde la educaciónindígena, refleja la mentalidad dela épocacuandodice: «mataral indio para salvar al hombre». El ge-neral Pratt, que fundó en 1879 la escuelade Carlisle tan importantepara la historia de los indígenas,pretendíaamericanizarlessiguiendoel modelo de los inmigrantesen la tierra de las oportunidades.La po-lítica seguidapor la escuelaseríauna de las basespara el surgimientodel sentimiento panindio, dado que al aculturar y homogeneizarindi-viduos de muy diferentes tribus y al enseñarlesun idioma común atodos ellos (el inglés), íes estabainsuflando el concepto de la perte-nenciaa tina identidad común.

El grupo dominante pretendíaque se convirtiesen al cristianismo.Con su conversió.n buscabaque el nativo renegasede su indianidad,de su «manta».Podemossuponerque esteinterésno escaparíade lacomnprensionde los propios indígenas.,quienes,en consecuencia>con-siderarian a la religión cristiana como otros sistemasde opresion.Fían, además,conscientescíe que la adopcióndel cristianismono ¡esliberaba dc la marninaciónni del mal trato que les deparabanotroscolonos, fuesen éslos cristianos o no.

Los movimientos revitalizadoresde característicasreligiosas cho-caron> al inI colar contrarre.slar la «auresiónevan“elizadora» con otrogrupo q oc, si bien el-a cae-la vez más rediteido, ¡leteíitaba un importan-te poder ¡no al legitimador: los líderes y jefes conservadoresde la

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tribu. Todos los mesíasy reformadorescontaron con la dolorosaopo-sición de los jefes conservadoresy los representantesdel culto tradi-cional> Por una vez los indios conservadoresy los blancos se encon-traron en el mismo bando enfrentadosa los «jóvenes heterodoxos».Sin embargo,ni unos ni otros pudieron parar un movimiento que seincrementabarápidamente.Los viejos jefes no podían resolver susnuevos problemas, y las comunidadesse volvieron hacia los mesíasque les ofrecíansoluciones.

La Chosí Dance o Danza de los Espíritus abrió un camino a lamentalidad pantribalista.El ideal que los movimientoso partidos ac-tuales tienen, la «pantribu>’, es el producto de la aculturacióny de laasimilación por parte del nativo del conceptode indígenacreadoporel blanco. El nativo, entonces,estaballegando o despertandoa estaconciencia, y comenzabaa clamar por sus derechosy reivindicaciones.Pero estos fenómenosno hubieran pasadode ser una organizaciónrelativamenteestableo una cáscaravacíade contenidoindio o nativo,de no haber sido por la política de separacióny luego de asimilaciónforzosa. De no haber sido, en suma,por el surgimientode una nuevaidentidad indígena, producto> en una considerablemedida,de los me-sianismos y los movimientos revitalizadoresde carácter religioso. Elorgullo de la razay la confianzaen sí mismos que fomentó en NuevaZelanda Te Kooti con la religión Ringatu, sería encarnadoen los Es-tados Unidos por el culto del Peyote.

La adaptabilidadque el culto mostró entre las diferentes tribusque lo aceptaron,fue uno de los elementosque más hizo por su man-tenimiento y extensión.La utilización del sistema de revelacionesin-dividualesapuntalófirmemente la nuevacreencia,tan arraigadaen lascostumbresy modosde vida de los indios de las praderas.Igualmente,aunquecon menor relevancia, habría de contribuir a su éxito la in-clusión de parafernaliasy ritos típicamenteautóctonos.El culto seextendíay mostraba diferentescarasa las tribus, el carácterabiertode estemovimiento indígenareligioso permitía que se añadiesenideascristianas. De hecho, todos los discípulos se encontrabanya acultu-rados.

Por ejemplo, QuanahParker,conocidocomo el último jefe coman-che, era hijo de madre blanca y amigo de los blancosy de su formade vida. Se convirtió al Peyotetras una grave enfermedadque sufrióen 1889 y fue siempre uno de sus máximos promotores. Poco antesde su muerteen 1911 declarabaante los blancosde una misión:

«Mi madre fue capturadapor los indios cuandoera casi una niña.Aprendió a ser india, también a amarles,nunca quiso volver al mun-do blanco (...). Fue una buenamujer. Yo amo a mi madre. Amo alpueblo blanco porque ella lo era. Quiero que mi gente aprenda elmodo de vida blanco, tenga educación,conozcael trabajo. Pronto el

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gobiernodejará de pagarnosdinero. Todos los indios, entonces,debe-rán construir su propia vida. Aprender el camino del blanco, el diosde los hombresblancos.Mi pueblomuerehoy, mañanao en diez años,quiero que cílos seanpronto como mi madre. Entonces todos nos-otros viviremos juntos de nuevo» (Hertzberg, 1981:243)~

Otro de los grandeslíderes y difusores del culto del Peyotefue elindio John Wilson (Moonhead)que era descendientede francés(1/4),caddo (1/4) y delaware (1/2). Su versión del culto conteníamás ele-mentos del catolicismo que la de Parker.Había sido educadoen esareligión y mezclabaen un mismo nivel a Cristo y al Peyote.Wilson ani-mabaa «buscareí conocimientodirecto por la comunión y evitar con-sultar la Biblia o los Evangelioscon la intención de instruirse moral-mente»> puesto que sostenía que «la Biblia se destinó al hombreblanco que había sido el culpable de la crucifixión de Cristo», y quelos indios, quienesno habían tenido parte en la acción,estabanexen-tos de culpapor su parte,y que,por consiguiente,recibirían la influen-cia religiosa directa y personalmentede Dios a travésdel espíritu delPeyote, cuando, por el contrario, Cristo fue enviado con esta mísional hombre blanco (Hertzberg, 1981:245)i4

A diferencia de Parker, se unió al movimiento de la Danzade losEspíritus y fue un líder reconocido en ambas organizaciones.Seme-jante actitud, refuerza la similitud del ideal nacionalista de losnativos.

Estuvo, también, en contra de la bebida, el juego y la permisivi-dad sexual (al parecerprohibía que incluso en las conversacionessetocase el tema), la infidelidad, la falsedad, la lucha y la brujería.Como se puedeobservar, todo un modelo del ideal puritano de fina-les del siglo que en Nueva Zelanda coincidía con la era victoriana.Su versión del culto estabamucho más cristianizadaque la de Parker,se extendió por Nuevo México y Oklahoma, aunquees especialmentellamativo que,de nuevo,apenastuviese incidencia entre las Cinco Tri-bus Civilizadas, cuyas circunstanciasparticulares hacían menos ne-cesario para su cultura un movimiento de revitalización dei orgulloy de la identidad indígena.

Pero lo que hasta finales del siglo pasadoera un movimiento re-ducido al áreadel sur de las praderas,pronto, durantelos veinteañossiguientes>se expanderíamucho.De 1900 a 1910 alcanzóArizona, Iowa,Nebraska, Wisconsin y Wyoming. Captó el interés de los indios máseducadosy cristianizados.

<3 Esta cita mencionada por Hertzberg (1981: 243) perteneceal libro deZ. A. Tilghrnan titulado Quanoh. The Eag/e of Ihe Comanches,y publicado en1938.

~ La cita reproducidaes un fragmento del trabajo: Notes on ti-za LUeJohn Wilsou. dic Revealer of Peyote, os Retallad by his Nephaw, Goerge An-derso,-,,queredactóen 1933 FrankSpeck.

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«Uno de los centrosmás significativos de conversiónestuvo entrelos winnebagoy los omahade Nebraska,dondealgunosde susmiem-bros líderes formarían parte más tardede la Sociedadde indios Ame-ricanos» (Hertzberg,1981:246).

Los indígenasque introdujeron el movimiento entre los winnebagoeran los individuos problemáticos; desorientadosy medio hundidosen el alcohol, pudieron salir adelante cuando, durante una graveenfermedad,obtuvieron el conocimiento del Peyote medianteuna re-velación. El patrón se repetíay adaptaba,una vez más, a las circuns-tanciasespecíficasde los winnebago.Este culto que incorporaríamu-chos elementosdel protestantismo>especialmentedel fundamentalista,no sería aceptadopor los clérigos blancos.

En 1911 cl efecto positivo que ejerció sobrelos indios se dejó sen-tir de un modo claro y definitivo para ellos. Los miembros de la tri-bu que pertenecían a la secta eran los más prósperosy mejorescomerciantes.

Los omaha, que fundaron la SociedadMescal, o Mescal Society,en 1906, adoptaronel culto del Peyotecon un enfoquenetamentecris-tiano y la clara intención de utilizarlo como una cura efectiva contrael alcoholismoque tantosestragosles estabacausando.En 1915 estasociedadse transformó en la SociedadOmahadel Peyote Indio, o TheOmaha ludian Payo/e Society.

La fuerte expansióndel culto del Peyote sólo sc vio limitada porlas barreras culturales y las circunstanciasen que vivían las dife-rentes tribus. Sin embargo> es de suma importancia indicar que elculto del Peyote tuvo más acólitos que cualquier otro movimientopanindianístade la época>y que gran partedel orgullo racial indio y dela autoestimadel nativo norteamericanotuvo su origen en él. Para suexpansión, los indios no dudaron en utilizar los medios de transportey comunicación blancos,adoptandomuchasde las costumbresorgani-zativas de los «otros americanos» para la consecución de sus ob-jetivos.

El éxito de los cultos que clamabanpor la identidad de los nati-vos estabaalarmandoal ludian Bit roca. Evidentementeparael Bureauera mucho más convenienteque los indios estuvierandivididos. Eramucho más fácil tratar con grupos reducidoscon un escasoimpactoy capacidadde movilización ante la opinión pública, que verse obliga-dos a negociarcon grandesy organizadasmasasde nativos. Sin embar-go> todas estasasociacionessurgidasde movimientoscada vez menosradicaleslanzaríane instauraríanun nuevo espíritu de identidad que,st bien más aculturado, les defenderíade los blancos. Las tribus quedespuésde la derrota se habíanhundido en la apatía comenzaronareaccionar,los gruposmoribundosrevi~ían. Estabacomenzandoa sur-gir el nuevo nativo en el níuíído de los blancos. La política de «des-

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aparición»que pretendíala asimilación forzosade aquellos«salvajes>’en peligro de extinción había, de algún modo, obligado a los indios avalerse del uso de su diferencia cultural como un escudopara defen-dersede la hostilidad a su pueblo, a pesarde ser ya casi unosblancosen muchasdc sus actividadesy costumbres.

La NaRre American Church, o Iglesia de los Nativos Americanos,surgió en 1918 corno consecuenciade la tremendacampañaque sedesatópor partedel ludian Burean, a la que se unieron la Liga Anti-Baresde América, la Unión Nacional de Mujeres CristianasTemperan-tes, el Congreso Nacional dc Asociacionesde Madres y PadresProfe-sores,el Consejode ComisionadosIndios, el Bureaude Misiones IndiasCatólicas y el Consejode Hogaresde Misiones (Hertzberg, 1981:264).Surgió como consecuenciade la fuerte presión blanca contra el cultodel PC\‘ote, para que conviniéndoseésta en iglesia fuese amparadabajo el principio que reconocíala Constitución Americanade libertadreí igiosa.Así sc ampararíany librarían dcl acosoal queestabacomen-zando a verse sometidos>Su lugar de nacimiento fue CheyenneenOhíaboma, los indios practicantesdel cubo del Peyote que formaronla iglesia fueron las tribus kiowa, oto y arapaho.

La era de los mesianismosse estabaterminando. El indígenava nonecesitabasalvacionesmilagrosaso salidasdesesperadasde un estadode derrota y desconcierto.Ahora, si bien aculturado>estabacomen-zando a buscar solucionesy plantear opcionesencaminadasa conse-guir el reconocimientor el respetopor partede los blancosde sus pe-culiaridades e independenciade actuación.

La campañaanti-peyoteempujó a los otros gruposdel culto a quesiguieran el ejemplo de Oklahoma, uniéndosemuchos de ellos a laIglesia d.c los Nativos Americanos,con> por supuesto>el mismo inte-res defensivoque la originó. La institucionalización vertebró un siste-ma defensivotan pode oso que debió sorprenderhasta~~ los mismosnativos. Es entoncescuandodebieroncomprenderla fuerzaque seme-jantes uniones tenían para defender sus derechosy sus costumbres.Aunque, es necesariomencionarlo de nuevo> el indígena se compor-taba como un individuo nuevo y diferente. Los sioux, kioxva, xvínne-bago,y otras tribus> empezabana sentirse,al menos incipientemente,como indios. Ya entonces,despojadosde una gran partede la ctiituratradicional, y sintiendo la necesidadde defenderseal modo blanco,abrían las puertasa su conversiónen una subeulturadel gran entra-mado del país.

Las creenciasy esenciasindígenasse apoyabanen la Biblia. Inclu-so su propia iglesia la convediría cii medí-a angular de sus dogmas.La iglesia de los Nativos Americanoscreadaen Nebraskapor los win-nebagocl 29 de junio de 1921 defendía los principios dc su religión

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(Hertzberg, 1981:276-77)con los versículosquinto y sexto del capítulocuarto de la Cartaa los Efesios:

«Sólo un Señor,una fe, un bautismo,un Dios y Padrede todos,queestásobre todos, por todos y en todos.»

No quieredecirse,por ello, que el nativo, despuésde estedolorosoproceso, se hubieseconvertido en un blanco de piel oscurao en unindividuo asimilado. La evidente transformacióna la que se ha vistosometido,el cambio cultural producidopor el cboquede culturas y laaculturación le han modificado. Pero los movimientos revitalizadoresde carácterreligioso que hemos tratadohan contribuido a la perma-nencia de una mentalidad diferenciadaque ya no es tan fácilmentereconociblecomo en el pasado.Si hoy viajamos a Nueva Zelanday alos EstadosUnidos de América, y nos encontramoscon los nativos,es muy posible que nos desilusionemosobservandosu gran similitudcon nuestrosconciudadanosmás pobres. En cuantoal atuendoy tra-bajo, si lo tienen, son idénticos; sin embargo, su aparienciageneralno nos debeengañar: son miembros dependientesde nuestromundo,sí, pero son distintos. Como subeulturaviven, o separadosen reservas,o en los barriosmás modestosy marginalesde las grandesurbes.Perolos valoresque atribuyen a muchosde susactoscotidianos tienen unaconsideraciónética peculiar, producto de una concepcióndel universoy de su personadiferente, fruto, en gran medida, de su historia, desuscircunstanciasactualesy de su propia identidad.

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