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UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES
ESCUELA DE CIENCIAS DE LA INFORMACIÓN
SEMINARIO MEDIOS Y TRANSFORMACIONES POLÍTICAS EN AMÉRICA LATINA
Prof. Vera de Flachs Cristina
Prof. Marylin Alanis
TEMA:
Movimiento indígena, política y comunicación: la constitución de un
nuevo sujeto político en Ecuador.
GRUPO:
Almaraz, Candela
Lopez, Nerea
Paulos, Clara
Pizarro, Rodrigo
1
TEMA: Movimiento indígena, política y comunicación: la
constitución de un nuevo sujeto político en Ecuador.
Introducción
En el marco del seminario de “Medios y transformaciones políticas en América Latina” se
llevaron a cabo una serie de exposiciones con el fin de, caracterizar las transformaciones políticas
regionales en el siglo XXI, identificar las políticas regulatorias de medios de comunicación,
reconocer los vínculos entre éstos, las estructuras gubernamentales y de poder, y reflexionar
críticamente sobre el rol de los medios en la construcción de la agenda política en democracia. En
cada exhibición los grupos correspondientes se explayaron sobre un país en particular, en nuestro
caso la República del Ecuador. Del amplio recorrido efectuado, este trabajo de investigación se
enfocará en el Movimiento Indígena de Ecuador.
Ecuador forma parte de un proceso que abarca a toda Latinoamérica. Un proceso de
transformación y ebullición, como lo señala Dênis de Moraes, “resultado de movilizaciones de
sectores organizados de la sociedad civil y de las revueltas populares en contra del predominio del
modelo neoliberal y sus terribles consecuencias sociales en las últimas décadas” (Moraes: 2011;
25). Como resultado surgieron, desde 1999, presidentes comprometidos con programas inclusivos
de desarrollo, distribución del ingreso y combate de la pobreza, conformando lo que muchos autores
denominan gobiernos progresistas. Este ascenso, explica Moraes, fue impulsado, en el caso de
Ecuador y Bolivia, por la rearticulación de los movimientos indigenistas. (Moraes : 2011). Rafael
Correa, actual presidente de Ecuador, se proclama defensor y preconizador del socialismo del siglo
XXI, pregonado por Hugo Chávez (Venezuela), en uno de los países más inestables de América
Latina (desde 1996 ningún presidente elegido por sufragio universal ha podido llevar a buen
término su mandato). Al asumir se refirió a la necesidad de luchar por una “Revolución Ciudadana”,
consistente en el cambio radical, profundo y rápido del sistema político, económico y social
vigente. Su gobierno enfrenta actualmente múltiples críticas, varios sectores consideran como
contradictorias ciertas medidas de su gobierno; mientras que la relación con los medios de
comunicación goza de gran tensión, y su relación con el movimiento indígena es tirante.
De todos los movimientos sociales, Pablo Dávalos, considera que el movimiento indígena “es
probablemente el más representativo de las nuevas formas que asume la resistencia y la
movilización social en países como Ecuador” (Dávalos: 2008; 362). De allí parte nuestra
consideración. El movimiento indígena de Ecuador ha sabido transformarse en actor político para
hacer valer sus demandas ante una clase política que históricamente ha ignorado su presencia: “la
lucha del movimiento indígena es justamente por abrir ese sistema político, por democratizarlo y,
al tiempo, por provocar cambios en la estructura económica que impliquen justicia social y
equidad” (Dávalos: 2008; 362).
No solo trata de adquirir visibilidad, sino de incorporar nuevos temas al debate político, donde
obligar al Estado ecuatoriano a resignificar conceptos como “Estado”; “ciudadanía”, “diferencia”,
“pluralidad”, “autonomía”, etc. La lucha discursiva no puede plantearse únicamente mediática, dado
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que la concentración impide la pluralidad que forma parte de los reclamos indígenas. De ahí que el
movimiento indígena ecuatoriano utilizará los medios de comunicación como una herramienta más
entre otras estrategias políticas por la visibilidad y el reconocimiento de demandas.
Los reconocimientos a los pueblos indígenas se han dado, por momentos, a través de acuerdos
con los distintos gobiernos; en otros, a través de una franca oposición, siendo la protesta su
principal medio de presión: “la conformación de Pachakutik hacia mediados de los noventa dará a
los indígenas una presencia política constante y un mecanismo para la negociación de sus
demandas, el cual se potenciará, al actuar en medio del fraccionamiento partidario del Congreso
ecuatoriano. Un tipo de congreso que favorecía a las minorías políticas, al ser éstas objeto de
negociación para la constitución de mayorías” (León Trujillo: 2010; 15)
En las elecciones de 2006, el partido Pachakutik se suma al grupo “Alianza País” liderado
por Rafael Correa (apoyado además por movimientos campesinos, gremio de los transportadores,
intelectuales, disidentes de grupos de izquierda y progresistas, entre otros). Desde entonces,
situaciones diversas han hecho oscilar la relación del Pachakutik entre el acuerdo completo y la
franca oposición. Pero el Pachakutik tampoco es la representación directa del movimiendo indígena,
el cual es amplio y diverso, y con ello complejo. Según Jorge León Trujillo, sociólogo, director del
Centro para el Desarrollo e Investigación de los Movimientos Sociales en el Ecuador (CEDIME),
“es difícil encontrar otro gobierno o presidente que haya logrado tanta identificación pública y
puesta en valor de aspectos simbólicos y culturales de los pueblos indígenas.” Correa logra marcar
diferencias con el pasado, al darle importancia a la población y cultura indígena, se interioriza en la
lengua quichua y la utiliza en sus discursos, en los medios de comunicación estatales; porta camisas
con diseños de diversas culturas precolombinas; e incorpora a su gabinete a varios indígenas; e
invoca como parte del patrimonio histórico y político a líderes indígenas. (León Trujillo: 2010; 17).
Estas particularidades y tensiones deben entenderse desde la complejidad que del proceso
llevado adelante por los movimientos indígenas que mencionamos en párrafos anteriores. Un
movimiento que consiguió re-significar la nación ecuatoriana, no solo gracias a la articulación
estable de los sectores indígenas sino, al articular las demandas de otros sectores opositores a las
reformas neoliberales, logrando definir un proyecto de nación sintetizado en el “Estado
Plurinacional” hasta alcanzar su reconocimiento en la nueva Constitución Política.
Este trabajo indagará en las dinámicas de acción colectiva del movimiento, sus articulaciones
y antagonismos, tanto al interior de las mismas organizaciones indígenas como con otros sectores
políticos y económicos, que incluyen a la clase política tradicional y a los medios de comunicación
hegemónicos. La complejidad del proceso nos obliga e interpela a realizar una lectura
multidimensional, evitando las lecturas lineales. Política, cultura y comunicación son las claves para
la comprensión de estos procesos.
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Preguntas orientadoras:
¿Qué causas llevan a la movilización de la población indígena en Ecuador?. ¿Cómo se
configuran los movimientos indígenas en sujetos políticos?. ¿De qué manera el movimiento
indígena utiliza el espacio público para articularlo con sus respectivas demandas?. ¿Quiénes les
dieron lugar o apoyo en su apropiación del espacio público?. ¿Cómo se compone el movimiento
indígena y que contradicciones y disputas surgen en su interior?. ¿Qué relación se puede establecer
entre los medios de comunicación y las luchas de los movimientos indígenas?. ¿Cómo responden
los medios a las propuestas de plurinacionalidad?. ¿Cómo el concepto de plurinacionalidad
interpela la configuración mediática de Ecuador?. ¿Cuáles son las estrategias políticas que los
movimientos desarrollan para modificar las estructuras de poder?. ¿Se generaron espacios
alternativos de comunicación dentro del movimiento?.
Objetivos
Objetivo General:
• Explicar el proceso que constituyó al movimiento indígena en sujeto político
Objetivos Específicos:
• Identificar la relación del movimiento indígena ecuatoriano con los medios de
comunicación.
• Reconocer los cambios políticos- culturales que ocurren a partir de 1990.
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Características geopolíticas y culturales de la República de Ecuador
A modo descriptivo debemos situar a la república del Ecuador al noroeste de América del Sur,
su territorio abarca 283.561 km2, incluidas las islas Galápagos. Su población, según el censo 2010
llega a 14. 483.499 habitantes.
Tiene salida al mar, limita al norte con Colombia y al sureste con Perú; su capital es Quito y le
sigue en importancia Guayaquil, por ser el puerto principal. Desde el punto de vista geográfico, el
país está dividido en cuatro regiones naturales: Sierra, Costa, Amazonía e Insular.
Administrativamente, Ecuador tiene 24 provincias; 221 cantones, 1018 parroquias de las cuales 797
son rurales y 221 urbanas.
Este país es la octava economía Latinoamericana, un importante exportador de petróleo en la
región, además consta como el principal exportador de banano a nivel mundial y uno de los
principales exportadores de flores, camarones y cacao, que constituyen importantes rubros del
sustento nacional, sin contar con las remesas de los emigrantes, que en la actualidad y desde inicios
del siglo XXI, conforman el segundo rubro de ingresos para la economía nacional1.
Producto de la crisis en los años 90´, su moneda actual es el Dólar estadounidense (posee sus
propias monedas fraccionarías, los centavos de dólar de Ecuador), anteriormente el Sucre fue su
moneda oficial.
La República del Ecuador es un Estado constitucional de derechos y justicia social,
democrático, soberano, independiente, unitario, intercultural plurinacional y laico. Se gobierna de
manera descentralizada, según reza el artículo de 1 la Constitución de la República del Ecuador.
Acorde con la Constitución, los poderes del estado se dividen en cinco funciones: el Ejecutivo que
está representado por el Presidente de la República, el Legislativo, que está compuesto por la
Asamblea Nacional, formada por 140 asambleístas (103 nacionales, 15 provinciales y 6
representaciones de migrantes en el extranjero), el Judicial, cuyo organismo máximo es la Corte
Nacional de Justicia, el Electoral, que está representado por el Consejo Nacional Electoral y el
Tribunal Contencioso Electoral y el quinto poder que corresponde a la Función de Transparencia y
Control Social, que está conformado por el Consejo de Participación Social y Control Social, la
Defensoría del Pueblo, la Contraloría General del Estado y las superintendencias; entre sus deberes
se encuentra: promover la participación ciudadana y establecer formas de rendición de cuentas de
las instituciones públicas, entre otras2.
Los idiomas reconocidos por la constitución son: el español, kichwa y shuar.
1 UNESCO, 2011. Características del país. “Análisis del Desarrollo Mediático en Ecuador 20112 Ibidem
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Composición Étnica de la Población – Censo 2010
Entre las nacionalidades indígenas encontramos: Achuar, Andoa, Awá, Cofán, Chachi, Épera,
Huaorani, kichwa amazónica, Siapidar, Shiwiar, Shuar, Siona, Tsáchila, Zápara.
Según los datos arrojados por el censo ya citado, la tasa de analfabetismo total ronda el 6,8 %,
el sector de la población más afectado son los indígenas con el 20,4%, seguido por los montubios
con el 12,9%.
El 95% de la población se considera tradicionalmente como católico romano. El 4% de la
población se consideran protestantes, en su mayoría evangélicos (3%) y en minoría (1%) miembros
de la iglesia mormona y la de los testigos de Jehová.
Ecuador enfrenta procesos migratorios muy fuertes, tanto internos como externos. Su
principal causa es económica. Destinos principales, sobre todo a partir de 1999: USA, Italia y
España (principal colectividad, casi medio millón). Es receptor de población inmigrante
principalmente colombianos y peruanos.
El neoliberalismo de los años 90 en Latinoamérica
Latinoamérica durante la década de los ‘90 sufrió, bien digo, la aplicación de las teorías
neoliberales y el éxito de su discurso. Exceptuando a Cuba, en los ’90 la ola del pensamiento
neoliberal se expandió a lo largo y ancho de América Latina.
El neoliberalismo logró afianzarse como doctrina hegemónica en los ‘90. En este proceso
podemos distinguir dos fases: 1) la fase de la imposición, y 2), la fase del consenso. En la primera,
el nuevo modelo es impuesto por la fuerza (Chile). En la segunda, la repetición constante del nuevo
paradigma logro imponerse con fuerza. Nada de lo anterior hubiese sido posible sin la participación
de los medios masivos de difusión que fue consolidando un consenso ideológico aplastante y la
conformación de lo que Ramonet define como “pensamiento único” (1998: 87-116).
Un grupo importante de economistas -muchos de ellos conocidos como “los Chicago Boys”-
con el apoyo de los principales organismos económicos internacionales y financiados por empresas
multinacionales, crearon fundaciones, institutos, centros de investigación y lograron una real
penetración en los principales medios de comunicación que les permitió convencer de lo “moderno”
de sus teorías, aunque sus postulados originales se remontaran al siglo XVIII o XIX.
Otro punto para analizar es la deslegitimación de lo público, relacionado como lo ineficiente o
corrupto y al Estado como una entidad intrínsecamente perverso, se concibe que la única manera
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para que las empresas de servicios funcionen era privatizándolas. Así reducían gastos y se eliminaba
la corrupción. De la necesidad de achicar el Estado, bajar el gasto público, abrir los mercados,
incrementar la producción de artículos destinados a la exportación, flexibilizar y “modernizar” los
mercados laborales, quebrar el poder de los sindicatos supuestamente interesados solamente en
enriquecer a sus cúpulas, y reducir los gastos sociales, entre tantos otros postulados.
Mediáticamente impusieron la idea generalizada de que estas medidas serian beneficiosas y
que su aplicación llevaría a un modelo de crecimiento donde la riqueza se “derramaría” hacia todos
los estratos de la sociedad. De manera casi univoca fue presentado como el único camino de
crecimiento y desarrollo posible. Por esos años no se contemplaba otra opción válida y capaz de
conducir a América Latina hacia un futuro prospero.
Como ya lo hemos mencionado anteriormente, estos grupos de poder debieron contar con el
apoyo y el aval no solo de comunicólogos sino también de principales organismos internacionales,
como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, cuyos funcionarios coparon
Latinoamérica propagando sus teorías y poniendo como modelo a países industrializados.
La realidad indicaba otra cosa. Tan solo una minoría disfrutaba de los placeres de lugares
exclusivos, los shoppings y malls, las salas de cine, computadoras, Internet, etc. Mientras gran parte
de la población sufría la pobreza, desocupación y marginalidad.
Las expectativas y promesas de pasar a ser un país desarrollado o en vías de desarrollo y la
eliminación de la hiperinflación colaboraron en crear la falaz imagen de estabilidad y desarrollo que
permitiría sacar a América Latina del atraso en el que se encontraba.
En el balance, después de 10 años de neoliberalismo, es posible determinar que los resultados
han favorecido principalmente a una pequeña franja de la población en cada país, en mayor o menor
grado según el caso, mientras otra gran mayoría sufría el predominio del neoliberalismo y su
conjunto de políticas de ajuste económico, la liberalización de los mercados, privatización,
mutilación de los derechos laborales, reducción del estado de bienestar con la consiguiente
eliminación o abandono de los servicios públicos de salud y educación.
En medio de estados disfuncionales e impotentes en el fomento de un desarrollo social surge
la creación y puesta en escena de agendas de políticas sociales y culturales más innovadoras,
mayoritariamente bajo el liderazgo de movimientos sociales [e indígenas para el caso ecuatoriano],
como formas alternativas y de resistencia a los embates del sistema económico imperante hasta ese
momento.
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El Movimiento indígena en Ecuador como nuevo actor político
Evangelina Dagnino afirma que los movimientos sociales, como es el caso indígena de
Ecuador, han adelantado a una concepción de democracia que trasciende los límites tanto de las
instituciones políticas concebidas de manera tradicional como de la “democracia que realmente
existe”. El rasgo distintivo de esta concepción, que apunta hacia la extensión y profundización de la
democracia, es el hecho de que tiene una referencia básica, no en la democratización del régimen
político, sino de la sociedad como un todo, incluidas, por tanto, las prácticas culturales que
encarnan las relaciones sociales de exclusión y desigualdad.
En relación a lo anterior es que se produce una redefinición de lo político entendido ahora
como una forma de vida y no sólo vida estatal o institucional, ni la democracia sólo como forma de
gobierno. Esta mirada implica una ruptura entre Estado y sociedad civil.
Por otro lado la autora afirma que el proceso de puesta en marcha de esta concepción de la
democracia se está llevando a cabo mediante una nueva definición de la noción de ciudadanía y de
su referente central: la noción de derechos humanos. Se sigue entonces que la propuesta no significa
un rechazo a la institucionalidad política y al Estado sino, más bien, una transformación
reconociendo el vínculo indisoluble de política y cultura.
Hacer énfasis en implicaciones culturales obliga a reconocer la capacidad de los movimientos
indígenas para producir nuevas visiones de una sociedad democrática en la medida en que
consideran que el orden social existente es limitador y excluyente con respecto a sus valores e
intereses. Raramente se reconoce que estos movimientos han llegado a una comprensión del cruce
de cultura y política (en relación a la búsqueda de cumplimiento de los derechos) cuando
descubrieron que tenían que luchar no solamente por los derechos de vivienda, educación, salud,
sino además, por el Derecho a tener derechos, el derecho al reconocimiento y la igualdad. La
privación cultural impuesta por la ausencia absoluta de derechos, la cual se expresa en última
instancia como supresión de la dignidad humana, pasa a ser constitutiva de la privación material y
la exclusión política.
En ese sentido la lucha por el derecho a tener derecho planteó lo que tenía que ser una lucha
política en contra de una penetrante cultura de autoritarismo social, preparando el escenario para
que los movimientos sociales establecieran conexión entre la cultura y la política constitutiva de su
posterior acción colectiva. Un elemento fundamental en la lucha llevada adelante por los
Movimientos Indígenas ha sido la apropiación de la noción de ciudadanía, que hace operativa su
visión amplificada de la democracia. Los orígenes de la nueva noción de ciudadanía pueden
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encontrarse, parcialmente, en la experiencia concreta de los movimientos sociales de finales de los
años 70 y comienzos de los años 80 y la lucha por el derecho a la igualdad y a la diferencia se
apoyó ampliamente en la nueva noción de ciudadanía. Una parte significativa de esta experiencia
común fue la elaboración de nuevas identidades como sujetos portadores de derechos, como
ciudadanos iguales. Este punto de quiebre representó una ruptura con las estrategias predominantes
de la organización política de los sectores populares, caracterizadas por el favoritismo, el
clientelismo, la tutela.
Al politizar aquello que no se considera político, al presentar como público y colectivo
aquello que se considera privado e individual, presentan un reto al escenario político para que
extienda sus propias fronteras y amplíe su agenda. De todo lo anteriormente dicho, la autora finaliza
su texto explicando: “al establecer una visión ampliada de la democracia y hacerla operativa en
términos de lucha por la ciudadanía, los Movimientos Indígenas en Ecuador también proveen una
visión alternativa de aquello que cuenta como político en las sociedades latinoamericanas.
Nueva noción de ciudadanía.
La mera existencia de Movimientos Sociales ha desestabilizado nociones dominantes de
sujeto y espacio político, como se hizo claro en la nueva definición teórica llevada a cabo por la
nueva izquierda. En tanto que entran en el debate entre los diferentes programas de acción para la
democracia, los Movimientos Indígenas en ecuador y toda Latinoamérica junto con otros actores
políticos que comparten la misma expectativa, ofrecen nuevos parámetros para dicho debate y
reaccionan en contra de concepciones economistas tanto de la democracia como de la política y por
todo esto han contribuido a la nueva noción de ciudadanía a través de su experiencia histórica y su
práctica social.
La nueva concepción de ciudadanía busca implementar una estrategia para la construcción
democrática y la transformación social que afirma un vínculo constitutivo entre la política y la
cultura al incorporar características contemporáneas, como el papel de las subjetividades, el
surgimiento de sujetos sociales y derechos de un nuevo tipo sumado a la ampliación del espacio
político. Esta estrategia reconoce y hace énfasis en el carácter intrínseco de la transformación
cultural respecto de la construcción de la democracia. La nueva noción de ciudadanía incluye
construcciones culturales como las que subyacen, tras el autoritarismo, como objetivos políticos
fundamentales de la democratización.
La nueva ciudadanía asume una nueva definición de la idea de derecho: su punto de partida es
el Derecho a tener derechos y según Arendt: “solo hay ciudadanía cuando hay derecho a tener
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derechos” quien con su frase “en ausencia de comunidad no hay humanidad” pone en cuestión a la
noción liberal de los DDHH que propone que siempre que hay DDHH y estos son inalienables,
incuestionables, Arendt plantea que se requiere una redefinición y recontextualización. Lo anterior
incluye la invención y creación de nuevos derechos, que surgen de luchas específicas y sus prácticas
concretas: son objetos de luchas políticas tanto el establecimiento del significado “derecho” como la
afirmación de un valor o ideal como “derecho”. Se tiene en cuenta no solo el derecho a la igualdad,
sino también el derecho a la diferencia, el cual amplia el derecho a la igualdad.
La mencionada noción de ciudadanía, en contraposición con anteriores concepciones, no está
atada a las estrategias de las clases dominantes y el Estado para la incorporación política gradual de
los sectores excluidos con el propósito de una mayor integración social. Tampoco como condición
legal y política necesaria para la instalación del capitalismo. La nueva ciudadanía requiere la
constitución de sujetos activos (agentes políticos) que definan lo que consideran sus derechos y que
luchen por su reconocimiento. Por esto de trata de una estrategia de “no ciudadanos”, de los
excluidos, para asegurar desde abajo, una Ciudadanía. Es en este marco que las luchas de los
Movimientos Sociales han contribuido a hacer visibles a esos “excluidos” y a posicionarlos como
actores políticos permitiendo el surgimiento de esta nueva noción de Ciudadanía. Ciudadanía que va
más allá de una referencia central al concepto liberal (la exigencia del acceso, la inclusión y la
pertenencia a un determinado sistema político), lo que está en juego es participar en la definición de
dicho sistema, el derecho de definir aquello de lo que queremos ser miembros, es decir la
construcción de una nueva sociedad.
La nueva ciudadanía es un proyecto de una nueva sociabilidad, no solo es la incorporación al
sistema político, sino un formato de relaciones más igualitarias en todos los niveles, incluidas
nuevas reglas para la convivencia en sociedad, siendo este otro punto en el que los Movimientos
Indígenas han abierto camino posibilitando estas nuevas definiciones. Lo que implica el
reconocimiento del otro como sujeto portador de intereses válidos y derechos legítimos. También
implica la constitución de una dimensión pública de la sociedad en la cual los derechos pueden
consolidarse como parámetros públicos para la interlocución, el debate y la negociación de
conflictos, posibilitando así la nueva configuración de una dimensión ética de la vida social.
las nuevas instancias de participación política que exigen, demandan, construyen y han
conseguido los Pueblos Indígenas en la Ecuador, Independientemente del reconocimiento
constitucional de sus derechos en la Carta Magna, la experiencia de los Pueblos y Comunidades
Indígenas Ecuatorianos siempre tuvo que ver con prácticas relacionadas con el asistencialismo y el
integracionismo. Desde las distintas instituciones del Estado se buscó asistir a las necesidades
básicas casi como una dadiva e integrarlos a la ciudadanía “civilizada” invisibilizando sus
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diferencias culturales y sus derechos. Tras décadas de experiencias, triunfantes y fallidas, de
movilización y participación muchos de los Pueblos Indígenas Ecuatorianos hoy participan como
actores políticos en la definición de aquellos temas que los involucran. No son ya receptores pasivos
de políticas diseñadas por otros sino que participan en dichas definiciones haciendo valer un lugar
político en instancias locales, nacionales y privadas.
Movimientos indígenas en la década de los 90
Las organizaciones indígenas aparecen como actor deliberante en los años 90, donde se logra
la unidad organizativa y política del movimiento indígena. El hecho de que varias organizaciones,
pueblos y nacionalidades hayan logrado un consenso para construir un espacio organizativo común,
y hayan creado la Conaie, es un paso significativo en la historia del movimiento indígena, y de la
historia del país.
Para entender mejor la transformación del movimiento indígena, como sujetos sociales, hay
que adentrarnos al contexto socio-político de Ecuador, país tradicionalmente agrario, los
descubrimientos de yacimientos petroleros en la década de los setenta cambiaron su fisonomía
transformándose rápidamente en un país urbano. El endeudamiento externo se convirtió en una
fuerte carga, y los ingresos obtenidos por la explotación petrolera no se tradujeron en beneficios
para el conjunto de la población. La democracia en Ecuador se valora a partir del fin de la dictadura
militar, pero se levanta sobre una sociedad inequitativa y excluyente. En la década de los setenta se
sucedieron dos dictaduras castrenses con diferentes proyectos políticos: la primera (1972-1976), que
pregono el nacionalismo, la soberanía y la autoridad militar; y la segunda (1976-1979) que abrió el
camino al capital extranjero. En 1979 se dio el retorno a la democracia, la Asamblea Constituyente
que aprobó la décima octava constitución durante el régimen militar, entró en vigor el 10 de agosto
de ese año ya con los militares fuera. En esa ocasión se realizó el proceso constitucional impulsado
por éstos, y que sería aprobado a partir de un referéndum; los principales cambios tuvieron que ver
con otorgar el voto a los analfabetos, la exigencia de pertenecer a un partido político para poder ser
candidato en las elecciones, ciertos avances en materia de derechos sociales y la confirmación del
papel del Estado en la planificación, así como su responsabilidad en el desarrollo de las políticas
sociales3.
La Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie)4 surgió en 1986 y agrupa
3 Véase del Instituto de Investigación y Debate sobre la Gobernanza, La Asamblea Constituyente: contexto, funcionamiento y estrategia de actores. Hacia la redacción de una nueva constitución (2009).
4 No es la Conaie la única organización indígena con características nacionales, al menos existen dos más: la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (Fecocin) y el Consejo de Pueblos y Organizaciones Indígenas Evangélicas del Ecuador (Feine). Ambas dejan clara su identidad, la primera incluye a
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tres organizaciones indígenas: Ecuador Runacunapac- Riccharimui (Ecuarunari), la Confederación
de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Confeniae) y la Coordinadora de
Organizaciones Indígenas de la Costa Ecuatoriana. Entre quienes cuestionan la democracia
ecuatoriana son los indígenas organizados en la Conaie son un sector fundamental, y han elaborado
un discurso que interpela una democracia que no los incorpora; son ellos quienes al reconocer la
diversidad de su país, exigen replantear lo que representa la construcción de la nación, así como
pensar en una democracia excluyente. Para éstos indios es necesario descolonizar la democracia.
Esto significa logras que ésta cambie el lenguaje tradicional e incorpora la idea de los diferentes, ya
que al reconocer la no uniformidad de la nación y aceptarla en las leyes y las prácticas, se puede
modificar el concepto de democracia y la forma del Estado que en los hechos no práctica la
pluralidad (Chuji y Dávalos: 2010)5.
El movimiento indígena comprendió que si quería lograr cambios en Ecuador tenía que
hacerlo a través del régimen político, lo cual expresa Dávalos que para poder transitar por ese
régimen sin perder la identidad de su proyecto, el movimiento indígena debe transformarse y pasar
de ser un movimiento social para constituirse en sujeto político. Para ello necesita desarrollar una
agenda que no sea étnica, sino que desde lo étnico plantee un nuevo proyecto normativo para el
Estado y para la sociedad. Si el movimiento indígena persiste en mantenerse como movimiento
social indígena, su agenda étnica es válida y podría ejercerse presión para algunas de las tesis sean
incorporadas al debate político nacional; pero “si quiere constituirse en referente social, debe
cambiar su agenda sin perder su identidad étnica y debe convertir a esa agenda en un proyecto
nacional, posible históricamente e incluso en su formulación.” (Pablo Dávalos: 2005; 167).
El 5 de junio de 1990 la Conaie realizó un levantamiento pacífico y popular, para demandar
que los indígenas fueran reconocidos como parte de la nación ecuatoriana que sistemáticamente los
había mantenido al margen. Sin embargo, existe un gran ausente en este debate: el sistema político,
en este levantamiento político indígena, todo el conflicto se procesó y negoció directamente entre
el Estado y la dirigencia de la Conaie. No participaron los partidos políticos, incluidos los partidos
políticos de izquierda. No desempeñó ningún papel el Congreso Nacional. La institucionalidad
política creada desde la democracia no tuvo un rol determinante ni en la negociación ni en la
resolución de los puntos que motivaron este levantamiento.
El 17 de junio de 1990: se realizaron las elecciones de medio periodo que renuevan las
minorías de los gobiernos municipales y los diputados provinciales. El triunfador de estas
elecciones es el Partido Social Cristiano (PSC), que había realizado una fuerte oposición al entonces
negros además de indios y la segunda tiene una perspectiva evangélica.5 Chuji Monica y Pablo Dávalo, 2010 , Los derechos colectivos de las nacionalidades y pueblos del Ecuador.
Evaluación de la década 1998 a 2008, Quito, Conaie/ Tukui Shimi
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gobernante partido socialdemócrata, Izquierda Democrática (ID), y que había defendido la posición
de los terratenientes durante el levantamiento. Los medios de comunicación llenan el debate con los
contenidos del enfrentamiento entre el gobierno y la oposición. El levantamiento indígena de hace
apenas una semana ya no es noticia. Hay un gran ausente en este proceso electoral: el movimiento
indígena. No participa de hecho en las elecciones, se abstiene de intervenir en el proceso con
candidatos propios, llama a su militancia a no involucrarse en el evento electoral. Dávalos expone
dos prácticas que convergen hacia un mismo objetivo: la reforma del Estado; va a situar dos
espacios, el primero es el que constituyó, el levantamiento indígena: la movilización social. Allí se
integra, se consolida y “se recrea el tejido de la organización social y popular. En este espacio las
reglas de la participación social aparecen más abiertas, más horizontales, a pesar de todas las
conflictividad y disputa de poder que se den en su interior. No existe institucionalidad formal o
estatal que codifique, regule y coaccione estos espacios. Se forman desde agendas independientes.
Son espacios abiertos y plurales”. (Dávalos: 2005; 169).
Es decir, no sé limitaron a una agenda étnica, ya que no solo el estado fue su interlocutor
inmediato, sino que se dirigieron al resto de la sociedad para que también los escuchen, rompiendo
de esta manera una pesada herencia colonial, al demostrar una gran capacidad de organización y
autorepresentación, para convertirse en un actor social. Esto también incluye la integración de otras
organizaciones que también buscan sus reivindicaciones: ecológicas, de género, de diversidad
sexual, sindicales, estudiantiles, campesinas etc. Su agenda se va a ir ampliando hasta convertirse
en una agenda nacional. Pero esto no puede concretarse, sin un mediador y éste se encuentra en el
segundo espacio, al cual Davalos caracteriza como el lugar donde se “resuelven” los conflictos
entre la sociedad y el Estado, a través de las mediaciones de los partidos. Es el espacio que
denomina: “democracia representativa, así como del discurso y prácticas del liberalismo. Es el
espacio en el que se legitima la actuación de aquellos que Gaetano Mosca denominaba la clase
política…Un espacio que aparentemente procesa los conflictos sociales desde representatividad,
las elecciones y las instituciones creadas al efecto”. (Dávalos: 2005; 169). En este espacio los
indios obviaron al sistema político (creado justamente para resolver los conflictos), por la simple
razón que se trataba de un sistema que los había excluido desde siempre y aceptarlo era una derrota
anticipada; sólo aceptaron como interlocutor válido al presidente de la República, como
representación del Estado.
Los indios querían salvar el concepto de participación social de la democracia sin aceptar el
diseño de la representación política, no podían entrar al sistema de representación, ya que lo habían
cuestionado y participar en éste significaba legitimarlo. Los indios sabían que estaban de facto y de
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juris6 por fuera de la política, al margen del Estado y de la sociedad. Para ellos, el movimiento
social es el espacio en el que confluyen las disidencias, las críticas, los cuestionamientos, las
resistencias a ese régimen político, y que se constituye, al menos en el caso de Ecuador, en una
esfera que pretende disputar a las elites la hegemonía de la construcción del Estado, de la política y
del poder. El movimiento, no complementa a la democracia, sino que se opone a esa construcción
política hecha desde el poder; pero se trata de una oposición que busca crear otro sentido para ésta.
En el levantamiento de 1990 del movimiento indígena, las primeras sospechas de la clase
política ecuatoriana era que se trataba de una manipulación con fines electorales con intenciones de
distorsionar y utilizar estratégicamente a las elecciones, y segundo que los indios eran incapaces de
hacerlos por sí mismos, y esto por una razón: para las elites en Ecuador, para todo el sistema de
dominación étnico-racial que construyeron desde la Colonia, los indios simplemente no existen.
Esto se hizo para restar legitimidad a la acción política de los indios. Su levantamiento podría ser
justo pero “político”, es decir, no se trataba de un hecho transparente, sino de una manipulación
realizada por otra persona para conseguir avances políticos. Pero esto ocasiona una contradicción a
la clase política, ya que al jactarlo de “político” al levantamiento, conllevaba a desprestigiar esta
esfera, que era por definición su espacio de constitución y autoreferencialidad. “Lo político empieza
agotarse como discurso y posibilidad de cambio, y es la misma clase política ecuatoriana la que lo
agota al tratar de cerrar su espacio a los conflictos sociales”. (Dávalos:2005;172)Las prioridades
políticas no pasaban por una agenda social.
Además de los conflictos político social, también se incorporaban los económicos, en los 90
se asentaron las reformas neoliberales de privatización y de liberación. En 1994 se aprueba la Ley
de Modernización del Estado, la Ley General de Instituciones del Sistema Financiero, la Ley de
desarrollo agrario, entre las más importantes. Esta agenda provoca los conflictos con la oposición
política en el gobierno de 1988-1992. El partido social cristiano (PSC) presionaba por acelerar los
tiempos de la transición neoliberal. El partido gobernante, la socialdemocracia de la ID, quería
atenuar esos tiempos, no porque discrepara de la agenda, menos aún porque tuviera un programa
alternativo, sino porque era necesario procesar y desmantelar la capacidad de resistencia social sin
dañar la imagen de la socialdemocracia ecuatoriana. Los mercados se concentraban bajo el poder de
grupos financieros, los cuales, controlaban los partidos políticos. La democracia permitía un
recambio de las elites en el poder gubernamental sin alterar el programa de la reforma neoliberal.
Pero todo cambia cuando en 1995-1996 la reforma neoliberal sufre una crisis y cuando los indios
constituyen una alianza social muy amplia que les permite disputar a voto diputaciones, alcaldías e
6 En 1830 se declaraba que para ser ciudadano había que ser mayor de edad, saber leer y escribir, ser blanco y tener una renta anual de treinta mil pesos.
14
incluso la Presidencia de la República.
Una de las demandas del levantamiento 1990 que plantea la Conaie es la: plurinacionalidad
del Estado, que reconozcan las diferencias; no se puede hablar de democracia simplemente porque
existan partidos políticos y elecciones para que se caracterice como democrático a un régimen
político o a un Estado. Los indios pretenden un nuevo deber-ser del Estado, de la política y de la
sociedad, explica Dávalos, basándose en las categorías e instituciones ancestrales de sus pueblos;
esto deriva conjuntamente con el debilitamiento de las políticas de reforma liberal, permitiendo el
horizonte de acción y debate político de los indios.
Luis Macas, uno de los fundadores de la Conaie y líder del movimiento indígena ecuatoriano,
afirma lo siguiente sobre las demandas de plurinacionalidad:
“…nuestra demanda contempla el pedido de reforma al artículo I de la Constitución Política
del Estado, reconociendo al país como Estado plurinacional, ya que consideramos que nos
identificamos como nacionalidades indígenas, que formamos parte de un estado plurinacional (…)
Esta demanda se orienta, al mismo tiempo, al reconocimiento institucional y a la creación de leyes
e instrumentos jurídicos que permitan nuestro derecho a la autodeterminación (…) El derecho que
demandamos a la autodeterminación, consiste en crear un régimen (autogobierno) que nos permita
tener competencia legal sobre la administración de los asuntos internos de nuestras comunidades,
en el marco del Estado nacional” (Macas:1992;25)
Ellos apelan a su ancestralidad para proponer una condición de autonomía que necesariamente
rompe con el diseño del Estado – Nación. La propuesta de plurinacionalidad otorga una
perspectiva de más largo alcance para los indios y permite que un avance en el marco del actor
social. Además tienen a favor un enorme poder de convocatoria y movilización sustentado en un
denso y complejo entramado organizativo, que va desde organizaciones comunitarias de los
cabildos, juntas de agua, de regantes, y movimientos que hemos mencionado anteriormente, etc.
Por ejemplo, en 1994, su levantamiento impidió la aprobación en sus términos originales de la Ley
de Desarrollo Agrario. Dávalos agrega:
“El Estado plurinacional es el eje de una bisagra teórica y política que permite la transición
de los indios en el Ecuador, de movimientos social hacia un sujeto político. Les abre el horizonte de
posibilidades políticas, les permite construirse un estatus de interlocución frente al Estado, y en ese
proceso les abre una vía de acceso al régimen político”. (Dávalos: 2005; 176)
Con respecto a esto, la izquierda tuvo un rol fundamental con el movimiento indígena
ecuatoriano. El partido comunista se había comprometido con el trabajo campesino casi desde su
fundación n en los años cuarenta. Ya para ésta época, aclara Dávalos, el partido comunista
ecuatoriano hablaba de nacionalidades al referirse de los indios. En los años setenta, la iglesia de la
15
liberación desempeñó un rol fundamental para la constitución de la organización de indígenas de la
sierra ecuatoriana, como la Ecuarunari, que había luchado por la tierra (reforma agraria) y por la
educación (interculturalidad). Ya a inicios de los años ochenta van a constituir la CONAIE, tiene
de una u otra manera, una formación y una práctica política hecha en los partidos de izquierda.
(Dávalos: 2005; 177). El encuentro de la plurinacionalidad nace de esas dos dinámicas
organizativas y apela a la reestructuración del Estado (plurinacional) y de la sociedad
(interculturalidad). Esta búsqueda del nuevo deber ser para el Estado, en las que se debatan los
contenidos epistemológicos de la diferencia, sobre todo en la construcción de los nuevos sujetos,
como el sujeto comunitario, y las nuevas instituciones, como la administración de justicia indígena,
la instituciones económicas comunitarias, etc., y desde esos contenidos de la diferencia cimentar el
deber del estado, un Estado cuyo contenido deontológico radique en la plenitud y vigencia de los
derechos de todos; el discurso de la gobernabilidad que difundieron las elites políticas en ecuador
no paso de algunas recomendaciones de tipo instrumental y operativo, es decir, el presidencialismo
– trasladar mayor capacidades de decisión a la figura del presidente de la República, acotar los
espacios de acción del Congreso Nacional, eliminar la representación minoritaria y los derechos
sociales y ciudadanos a la movilización (Dávalos 2005:178). El sistema político utilizo todos sus
discursos para deformar el contenido de plurinacionalidad y presentarla como el pluriculturalismo y
multietnicidad. Es decir reconocía esa diferencia, pero más desde una visión folk, que desde una
posición política. Al reducir el debate de la plurinacionalidad a una cuestión culturalista, se evitaba
convertir al movimiento indígena en interlocutor político.
Es importante destacar que los indios no niegan luchar contra la producción del sistema, sino
que también es necesario luchar por el reconocimiento a ser diferente. Dávalos (2006) ha señalado
que a diferencia de la clase obrera la cual tenía un horizonte emancipatorio que implicaba asimismo
la liberación para lograr una sociedad sin explotación, los nuevos movimientos sociales tienen
agendas más concretas e inmediatas, pero sus horizontes liberatorios están en proceso de
construcción7. Por ende los indios no sustituyen al movimiento obrero, sino que emergen como una
fuerza social que en el contexto de su país, es capaz de presentarse como un conglomerado con un
panorama claro, pero que tras un tiempo de elaboración ha ido afinando sus planteos.
El impacto que tuvo el movimiento indígena bajo las trabas que le ocasionaba el sistema
político, se materializó en la creación de un instrumento político que buscaba la transformación de
su nación en los marcos establecidos por el régimen democrático, lo que condujo a la unión de
varias fuerzas para construirse un mecanismo de representación electoral, el Movimiento de Unión
7 Dávalos Pablo,2006, “Movimientos sociales y razón liberal: los límites de la historia”: en: Observatorio Social para América Latina, año VII, No.20. Argentina, mayo-agosto, disponible en: http://.bibliotecavirtual.clacso.org.ar/libros/osal/osal20/davalos.pdf
16
Nacional Pachakutik8 – Nuevo País – (MUNP – NP) en 1995, con el objetivo de presentar
candidatos en las siguientes elecciones, con el fin de poseer una visión del Estado, con todo lo que
ello significa: autonomía, reforma jurídica bajo condiciones de pluralismo jurídico, derechos
colectivos, reconocimiento de los territorios ancestrales bajo la figura de las circunscripciones
territoriales, reconocimiento de las instituciones económicas ancestrales, etc.
La disputa del movimiento indígena, presionó por la convocatoria a una Asamblea
Constituyentes para definir la reforma política del Estado, bajo las condiciones de
plurinacionalidad. Pero tuvieron que esperar hasta 1998, ya convertidos en una fuerza política capaz
de intervenir en el derrocamiento de presidentes elegidos democráticamente y cuestionados por
muchos por su fallida ejercicio del poder. A solo seis meses de la toma de posesión del mandatario
Abdalá Bucaram y con un evidente poder cuestionado, diversos sectores encontraron confluencia en
pedir su renuncia y la CONAIE se posiciono como vanguardia de un intenso descontento,
demostrando su poder de convocatoria. La negociación era la destitución del presidente a condición
de que el nuevo presidente interino (Fabián Alarcón 1997-1998) convocará a una Asamblea
Constituyente. El movimiento indígena emprendió un proceso de consulta previa como todas las
organizaciones sociales y populares, en un proceso que denominaron La Asamblea del Pueblo, que
se efectuó antes de la convocatoria formal a la Asamblea Constituyente. Éste proceso de validación
fue uno de los más importantes en las propuestas indígenas y lo consolidó como un referente
político para el conjunto de organizaciones sociales de Ecuador. Finalmente la Asamblea
Constituyente se realizó en 1998, fue el punto de confluencia entre el movimiento social y el
sistema ecuatoriano, pero también espacio de desencuentros y de sus conflictos. Dávalos señala que
el texto aprobado en la Asamblea recoge los fundamentos de la reforma que el ex presidente
Osvaldo Hurtado había planteado como formas de gobernabilidad; en ella se fortalece a los
partidos políticos más grandes e importantes, también posibilitan cambios fundamentales en la
reforma estructural del Estado (en conformidad con los criterios establecidos por el consenso de
Washington). En cuanto a la plurinacionalidad se reconoce la existencia de varias nacionalidades y
pueblos, pero bajo la pluriétnicidad y pluriculturalidad, y se reconocieron los derechos colectivos de
las nacionalidades y pueblos indígenas (artículos 83 y 84 de la Constitución Política aprobada por la
Asamblea Constituyente de 1998). El sistema político finalmente se había impuesto una vez más
sobre la lógica de la resistencia y la movilización social. Los indios querían un nuevo deber ser para
el Estado, y obtuvieron el reconocimiento de los derechos colectivos como pueblo y nacionalidades.
(Dávalos: 2005; 181). Se trataba de negarle a los indios y a las organizaciones sociales su condición
de interlocutores políticos, de debilitar los contenidos propuestos.
8 Pacha (tiempo) y Kutik (retorno, cambio, transformación)
17
Pablo Dávalos señala que el error estuvo en pensar que su movimiento Pachakutik era, de por
sí, más que suficiente para afrontar y resolver las disputas con el sistema político. Ya en 1999 se
realizaron tres levantamientos indígenas, y la gobernabilidad supuestamente garantizada en la
Constitución recientemente aprobada estalló en pedazos; el coronel Luis Gutiérrez llegó al poder
tras haber protagonizado en el 2002 la destitución del mandatario electo Jamil Mahuad. Fue en esos
momentos cuando se gestó un proceso de alianza entre el movimiento indígena y quién entonces
representaba la rebeldía el Coronel Gutiérrez. Ambos ganaron el proceso electoral en una segunda
vuelta y las desavenencias afloraron casi inmediatamente después de la toma de posesión. Los
indios de la CONAIE rompieron con el presidente unos meses antes del 20 de abril de 2005, día en
que las movilizaciones populares marcaron su destino, al ser obligado a abandonar el país.
El movimiento Pachakutik fue creado para actuar dentro del sistema de representación
política, pero con una agenda concreta. Este espacio marca la transformación de los indios en
sujetos políticos, pero es una transformación que aún necesita consolidarse y superar la prueba de
no subsumirse ni perderse en los espacios electorales del régimen político. Por otra parte la
CONAIE, como principal organización indígena en el Ecuador, debe mantener cierto tipo de control
sobre Pachakutik, sin caer en prácticas corporativas y sin enajenarse al apoyo de otros sectores
sociales. No es ni un partido ni un régimen político, sino un espacio creado desde la dinámica de un
actor social, el movimiento indígena, y desde su proceso de constitución como sujeto político, para
abrir el régimen político a la discusión de su proyecto de la plurinacionalidad del Estado. En éste
confluyen organizaciones sociales y grupos de la izquierda política que tienen prácticas, discursos,
estructuras organizativas y espacios previamente definidos (Dávalos:2005; 183-184). Es importante
destacar que la relación entre el movimiento social indígena y el sistema político entra en una
disyuntiva, ya que el segundo tiene una estructura que el movimiento cuestiona, por ende el papel
de las alianzas, se disputa si fortalecen o debilitan al movimiento indígena; a lo cual Dávalos (2006)
agrega que la Conaie participó en más de un proceso electoral en alianza con otras fuerzas
políticas, y allí comenzó a declinar su poder comunal. Así lo valora el equipo de trabajo de la
Fundación Tukui Shimi: cuando el movimiento indígena presionó por fuera del sistema político,
incidió en las relaciones de poder dentro de la sociedad cuando incursionó en el sistema político
comenzó su deterioro, pues perdió la capacidad de movilización. (Chuji y Dávalos, 2010).9
9 Soriano Hernández, Silvia “Democracia y exclusión: Una propuesta desde el movimiento indígena ecuatoriano”; Bogotá, Colombia, 2011, pp.45-60
18
El gobierno de Rafael Correa y el movimiento indígena
En este apartado nos dedicaremos a analizar las relaciones entre movimientos indígenas del
ecuador y el actual gobierno de Rafael Correa.
Las estructuras sociales en Ecuador se han visto modificadas ampliamente en las últimas
décadas, la penetración del modelo neoliberal estratifico a la sociedad en su conjunto y genero
discriminación definiendo importantes brechas étnicas, y sociales. En este contexto las
organizaciones indígenas han estado activamente en el centro de la escena dando a conocer sus
reclamos y reivindicaciones por medio de la protesta. La protesta fue la principal herramienta que
permitió modificar las jerarquías sociales étnicamente definidas.
El movimiento indígena fue la manifestación más importante de los movimientos sociales en
ecuador en los últimos años. Se ha convertido tal como hemos dicho en un importante y activo actor
político que mantiene diversas relaciones de apertura, cierre y conflicto con los diferentes gobiernos
desde el año 2000 y en particular con el de Rafael Correa.
En un comienzo los movimientos indígenas bregaban por acceder a la igualdad más que a
reivindicar su diferencia cultural. Durante los primeros gobiernos sensibles en el tema indígena
corresponde destacar una serie de implementaciones que si bien no otorgaron igualdad ciudadana
sirvieron para dar continuidad en lo cultural e identitario.
Las migraciones hacia las ciudades y el acceso al sufragio por parte de comunidades
indígenas permitieron un mayor nivel de integración social pero su contracara amplió las
diferencias culturales y raciales.
Los gobiernos socialcristianos no tuvieron una fluida relación con los movimientos indígenas
pero la protesta constante dio lugar a que los indígenas se convirtieran en interlocutores válidos y
legitimados por parte de esos gobiernos, de esta forma se modificaron varias propuestas o políticas
gubernamentales que querían ser impuestas.
Los gobiernos de Roldós, Hurtado y Borja fueron los más vinculados a los indígenas con
políticas que incluían alfabetización y educación bilingüe, prácticas de salud autóctonas, la
legalización de territorios ancestrales en la Amazonía y el reconocimiento de autoridades propias.
Lo más relevante a mencionar es que a raíz del levantamiento de los años noventa estas
organizaciones fueron quienes definían sus intereses y propuestas, primero la CONAIE
(Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador), después otras organizaciones indígenas,
como la FEINE (Federación Ecuatoriana de Indígenas Evangélicos) y finalmente, a través del
partido político Pachakutik que es un interlocutor permanente para la negociación de sus demandas.
El momento de más protagonismo del movimiento indígena fue durante el gobierno y
19
posterior derrocamiento de Mahuad. A partir de la caída de Mahuad es que comienza el
debilitamiento y dispersión del movimiento indígena como sujeto político, la participación en el
posterior gobierno de Lucio Gutiérrez no hizo más que disgregar terminalmente al movimiento.
El gobierno de Rafael Correa contaba con la alianza de las organizaciones indígenas durante
la campaña para las elecciones presidenciales. El presidente ecuatoriano hizo un fuerte hincapié en
la cuestión indígena apelando a una constante empatía con los habitantes ecuatorianos por medio de
la lengua originaria y el uso de vestimentas tradicionales. La captación del voto de los pueblos
originarios siempre intento ser por encima de las diferentes organizaciones lo que comenzo a
incomodar a ciertos líderes indigenas. Rafael Correa deslegitimo desde un principio a los dirigentes
indígenas lo que llevo a una verdadera disputa por los votos de estos sectores.
En los tiempos siguientes el gobierno de Correa acrecentó el enfrentamiento con los
movimientos indígenas por diferentes temas como la extracción minera en la parte de la amazonia y
con la que los indígenas no están de acuerdo. Esta oposición no permite que se traten una serie
extensa temas en común como pueden ser la conservación de páramos, de bosques, de fuentes
hídricas, la protección de la biodiversidad, de las fuentes de agua, de los campos, de los territorios;
la legalización de territorios en la amazonía; la legalización de las tierras en la zona andina.
Tanto CONAIE y Pachakutik se niegan a tratar con este gobierno ya que para ellos carece de
credibilidad alguna.
Por su parte el gobierno de Correa asegura que el movimiento indígena creció con la bandera
de la resistencia y la oposición al poder político, y que le cuesta mucho pasar del discurso y la
práctica de la resistencia y de la oposición a la práctica de los acuerdos políticos. En su discurso el
gobierno aclara tener muy buenas relaciones con sectores del movimiento indígena que no se
expresan en la Conaie, porque el movimiento indígena no se restringe a su representación, con esta
concepción el gobierno deslegitima a la CONAIE como único interlocutor y realiza un intento de
mostrarse como un gobierno abierto al dialogo con esos sectores.
A raíz de varios levantamientos acaecidos en ecuador, uno a principios del año 2009 y
el otro a mediados de este año, a propósito de la Ley de aguas, el gobierno estableció una
mesa de negociación de alto nivel lo que demuestra un viro hacia el dialogo con estos sectores
enfrentados, reconociéndolos como interlocutores validos mas allá de el resultado que de estas
mesas se desprenda.
El punto más álgido entre el gobierno de Rafael Correa y los movimientos indígenas es el
referido a los recursos naturales, tanto el agua como la extracción minera y petrolera.
Por su parte el gobierno aduce haber realizado una serie de medidas ambientales, la
reconversión de vehículos y otra serie de medidas que reiteran el compromiso con una propuesta
20
política y de desarrollo social y económico con fuertes consideraciones ambientales. La
conservación de ecosistemas frágiles, la biodiversidad, el agua, son objetivos estratégicos . Hay una
realidad en la economía de Ecuador y es que en gran parte dependen de la extracción de diversos
recursos para sostener el actual proyecto político. Respecto al tema de recursos naturales el
Pachakutik y diversas organizaciones indígenas han conseguido la aceptación por parte de la
sociedad, el gobierno por su parte es intransigente respecto a lo que considera como indispensable
para el desarrollo del país.
Si bien el gobierno ha realizado varias modificaciones en la constitución de 2008 en pos del
reconocimiento de los derechos colectivos de los pueblos indígenas, estas propuestas fueron
interpretadas negativamente por los pueblos originarios como una imposición, la percepción que
ellos tienen respecto a los cambios en la constitución es que estas son diversas formas de
discriminación positiva. Lo anterior es un tema que también polariza al gobierno y a los indígenas,
Correa considera que la interculturalidad y la ciudadanía ofrece a todos los habitantes una
educación y salud eficiente, para los pueblos originarios no son más que medidas excluyentes para
los sectores pobres que no harán más que acrecentar las diferencias culturales, sociales y
económicas entre los habitantes.
Si bien el gobierno y los movimientos sociales fueron aliados en algún momento, en la
actualidad se encuentran en lugares bien definidos y opuestos, la disputa por la detención y ejercicio
del poder parece acrecentar cada vez más las discrepancias entre ambos.
El gobierno por su parte no consigue establecer referentes que establezcan diálogos
productivos con el sector en disputa y a su vez sufre los embates y fisuras que producen las
protestas y levantamientos de estos sectores. Parece lejana la posibilidad de alcanzar el consenso,
adhesión y cohesión del conjunto de la comunidad política.
La comunicación desde el movimientos indígena ecuatoriano.
“En Ecuador, 19 familias controlan 298 de las 348 frecuencias de televisión abierta. Y 45
familias mantienen el dominio de un 60% de las 1196 concesiones de radio AM y FM”. (Moraes:
2011,37).
En el año 2009 la Comisión para la Auditoría de Frecuencias de Radio y Televisión, creada a
partir de la sanción de la Reforma Constitucional del año 2008, presenta un informe sobre el
escenario mass-mediático ecuatoriano. En el texto se detallan numerosas irregularidades tanto de
procedemientos, como de incumplimiento de principio éticos y de violación de derechos. El
21
informa establece que desde 1990 a 2008, CONARTEL (Consejo Nacional de Radio y Televisión de
Ecuador) ha cometido actos de ilegalidad, muchos de ellos considerados inconstitucionales y ha
hecho abuso de poder, sobrepasando sus funciones y perjudicando el patrimonio estatal.
El informe también detalla los procesos de monopolización y concentración, procesos que van
más allá del aspecto meramente económico. Uno de los aspectos más importantes en cuanto a la
concentración es que la Comisión demuestra una vinculación entre los adjudicatarios de licencias
con el mercado financiero ecuatoriano. Entre las principales familias que mayor cantidad de medios
concentran aparecen Vivanco, Eljuri, Pérez, Alvarado Roca, Mantilla, Egas, Martínez y Mantilla-
Anderson. La relación entre bancos y medios de comunicación se ve en casos como el de Fidel
Egas, principal accionista del banco Pichinca (el más grande del país), propietario de la cadena
Teleamazonas que incluye más de 43 concesiones a nivel nacional. Otro ejemplo es la asociación
entre Eljuri con Banco del Austro, dueños de la red de televisión Telerama, con 14 frecuenciasen su
haber. En el año 2008 el gobierno de Correa incautó, por una deuda de más de 600 millones al
Estado, una serie de canales naciones (Gamavisión, Telecentro, Cablevisión), junto con varias
radios a un grupo empresarial formado por 193 empresas propiedad de los bancos de la familia
Isaías.
En esta coyuntura aparecen los movimientos indígenas como uno de los actores políticos más
importantes de los últimos 20 años, interpelando al gobierno nacional y sus políticas
(principalmente económicas/ecológicas) y en una tensa relación con los medios masivos de
comunicación en un juego de usos/apropiaciones y visibilización/invisibilización de demandas.
La comunicación indígena.
Comunicación y cultura son conceptos profundamente entrelazados. Es la comunicación el
espacio donde la cultura, a través de los sistemas simbólicos, emerge, se transmite y se transforma.
Una mirada instrumentalista de la comunicación, enfocada exclusivamente al desarrollo mass-
mediático, pierde de vista procesos que resultan centrales para la conformación de identidades,
fortalecer y transmitir experiencias colectiva y articular demandas y sentimientos de injusticia para
la lucha por derechos. La relación entre los medios de comunicación de Ecuador y el movimiento
indígena debe entonces tener en cuenta un aspecto previo: la relación de los pueblos indígenas con
la comunicación.
La comunicación es la principal herramienta de lucha de los pueblos indígenas. Por la
comunicación se expresan las visiones, demandas y propuestas de los pueblos. Se trata de un
proceso que se encuentra cargado históricamente por la exclusión constante, la discriminación
22
social/cultural y económica, y por la búsqueda permanente del exterminio identitario del sujeto
histórico “indígena”.
Desde la cosmovisión indígena la comunicación “tiene una estrecha relación con su entorno,
es decir, se entiende a la comunicación en una relación constante con Pacha Mama” (Chuji
Gualinga: 2007;2). Además la comunicación se entiende como un espacio vivo, donde el saber
ancestral interperla la actualidad, como una herencia viva de la sabiduría acumulada de los
antepasados. Representantes de los pueblos indígenas afirmaban en la Cumbre Mundial de la
Sociedad de la Información del 2003:
“La comunicación es una práctica social cotidiana y milenaria de los pueblos indígenas que
es fundamental para la convivencia armónica entre los seres humanos y la naturaleza. Para los
pueblos indígenas la comunicación es integral pues parte de una cosmovisión en la cual todos los
elementos de la vida y la naturaleza se hallan permanentemente relacionados e influidos entre sí.”
(J. Agurto; J. Mescco: 2012, 3)
De esta manera, siguiendo a Chuji Gualinga, se entiende que la comunicación indígena puede
comprenderse como “la acumulación y manifestación vivencial de las relaciones entre
colectividades de seres humanos, y de los mismos con su entorno natural y cósmico. Constituye
entonces ese puente que permite el acercamiento al otro, para encontrarse, para descubrirse y para
construir reciprocidad” (Chuji Gualinga: 2007, 3)
Uno de los aspectos fundamentales de la comunicación indígena es el carácter fuertemente
colectivo que se encuentra presente en diversas modalidades de hablas. En reuniones, mingas,
siembras, organización y protestas aparece una presencia colectiva, un escuchar recíproco del otro
presente y una búsqueda de un discurso colectivo que sea la base de cualquier acción de resistencia.
Este sentido colectivo se hace posible en espacios de articulación donde convergen los diversos
procesos comunitarios, promoviendo el fortalecimiento de la identidad y el reconocimiento, incluso
más allá de la localidad, posibilitando la formación y consolidación de redes. (Chiriboga: 2004).
Manuel Chiriboga ve que estas redes no tienen, necesariamente, como unidad base a actores
individuales, sino que también se encuentra conformada por comunidades y ecosistemas de actores.
El autor destaca que este es el caso del movimiento indigenista ecuatoriano, basado en federaciones
y centrales donde se agrupan comunidades y sistema de hogares, logrando articularse a través de
procesos históricos-sociales, identidades étnicas, lazos familiares y proximidad. (Chiriboga: 2004).
Chiriboga concluye que la existencia de estos “espacios asociacionales tienen justamente la
23
capacidad de democratizar la comunicación y las deliberaciones, potenciar la participación de las
comunidades en la cuestión pública, asi como también crear nuevos espacios de acción colectiva”
(Chiriboga: 2004, 58). Asambleas, parlamentos, comisiones, consejos, etc, forma un entramado de
instituciones indígenas que se consolidan como espacio de comunicación donde los sentidos
culturales dominantes son puestos en custionamiento, permitiendo un desajuste-reajuste de
identidades territoriales y étnicas localizadas, pero a la vez relacionadas a los procesos de
globalización. Chiriboga visualiza como el ejemplo más claro de la conformación de estos espacios
comunicacionales las masivas movilizaciones y levantamientos a partir de la década del noventa.
Las manifestaciones se convirtieron en espacios de comunicación de gran significación, donde las
demandas locales y comunitarias pudieron vincularse y articularse con procesos sociales regionales
y nacionales. Así, además, la identidad dejo de asociarse a prácticas locales étnicas históricamente
discriminadas y desvalorizadas, para insertarse en un nuevo marco de significación y definición del
sujeto indígena, revalorizando sus prácticas, sus luchas y ocupando espacios transregionales.
En resumen, la comunicación indígena, con su carácter fuertemente colectivo, no necesito
imperiosamente ocupar espacios mediáticos. La comunicación se constituyó, vía redes e
instituciones indígenas ancestrales en diálogo con experiencias presentes, en un aspecto constitutivo
del sujeto social indígena y de sus expresiones simbólicas. Agurto y Messco, siguiendo las palabras
de Vilma Almendra, consideran que “la esencia de la comunicación no está en los medios que
utiliza sino en cómo los transforma y recrean para ponerlos al servicio de la organización, del
proceso y de la conciencia colectiva” (J. Aguro; J. Messco: 2012, 4)
Apropiaciones y usos de los instrumentos de comunicación.
Las primeras experiencias mediáticas de los pueblos indígenas aparecen en la década del 60'.
Durante esta época la radio se convirtió en el primer medio al alcance de los pueblos indígenas y
con el paso del tiempo se convirtió en una herramienta para estos sectores.
La primera experiencia surge en 1962 a través del accionar de un obispo dentro de la rama de
la teología de la liberación: Monseñor Leonidas Proñao. El proyecto se denominó Escuelas
Radiofónicas Populares del Ecuador (ERPE) y su objetivo era promover la cultura y la
alfabetización de los pueblos Kichwas. La radio se mantuvo bajo dominio de la iglesia hasta el año
1985, cuando la comunidad se hace cargo del medio. A partir de entonces ERPE dejo de ser un
instrumento de traducción (del castellano al kichwa) para generar contenido propio, de principio a
fin en la propia lengua del pueblo. Entrevistas, comentarios, debates en el idioma de la comunidad
permitieron fortalecer los lazos de identificación. La radio empieza a usarse como voz para
24
socializar demandas y se convierte en un instrumento de fortalecimiento organizacional. (Chuji
Gualinga:2007)
Por la misma época nace otro proyecto que tiene a la radio como protagonista, pero desde una
experiencia mucho más profunda, dado que nace desde un principio asociada a la organización
indígena. En 1964 los pueblo Shuar y Achuar forman lo que hoy se conoce como la Federación
Interprovincial de Centros Shuar-Achuar (FISH-A), siendo una de las primeras organizaciones
indígenas del continente. Para la FISH la comunicación se transformó en una herramienta
estratégica de reivindicación y consolidación de la identidad. Además de distintos procesos
colonizadores, los pueblos Shuar-Achuar tenían contra ellos una dificultad geográfica: sus
comunidades se hallaban dispersas en un radio de 10.000 km2 (Chuji Gualinga:2007). En esta
coyuntura en 1968 se logra establecer una radio de corto alcance que se convierte en el pilar de
integración de las comunidades Shuar-Achuar.
Las experiencias del ERPE y la radio federación Shuar, cada una con sus particularidades,
sirvieron de ejemplo para que durante las siguientes década se pusieran en marcha otros proyectos
radiofónicos: Runakunapak Yachani Wasi, Radio Ilumán, Radio Inti Pacha, Radio Inti Churi y
Radio Salasaca.
Entre estos proyectos uno de los más importantes por su características de surgimiento es
Radio Inti Pacha. Con sus primeras transmisiones en 1995, Inti Pacha aparece producto de la
experiencia vivida durante las primeras grandes movilizaciones indígenas de los noventa. Como
grafica Pablo Dávalos, el 5 de junio de 1990 los indigenas organizados en la CONAIE realizan su
primer levantamiento. La situación política se tensa y la cobertura mediática es total. Dos semanas
después, el 17 de junio, se realizan las elecciones nacionales y la noticia indígena desaparece por
completo de la agenda de medios. (Dávalos: 2008). Para evitar este uso de la prensa de las
demandas indígenas, nace el proyecto Inti Pacha, con la particularidad de abrir el espacio al sector
mestizo, para generar espacios de articulación intercultural.
Fuera de la radio también se dieron otras experiencias. Tal es el caso de Ecuarunari,
oprganización andina fundada en 1972 que cuenta con más de 1500 comunidades de pueblos
Kichwas. En el 83' la organización lanza el primer diario indígena: Rikcharishun (Despertemos),
producido con escasos recursos por sus diregentes y referentes. El diario se mantiene con
publicaciones irregulares hasta el año 1998 y continúa hasta el 2001 donde se suspende por
problemas económicos. Por esa época se inicia una publicación electrónica a través de Internet lo
que permite seguir difundiendo las noticias y temas prioritarios para el movimiento indígena. Tanto
en su versión papel, como su formato digital, la publicación del Ecuarunari debe superar las
barreras del analfabetismo, las distancias y las posibilidades de acceso. Para ello la organización se
25
vinculo con radios y centros comunitarios que servían de nodos para la reproducción y el debate de
los contenidos. (Chuji Gualinga:2007)
Otra herramienta de comunicación fue la utilización del video-documental. Hasta 1990 los
pueblos habían sido retratados por las cámaras como objetos exóticos. Fue a partir del
levantamiento de junio del 90' cuando apareció el primer documental que reflejara los sentidos
indígenas puesto en luchas. La iniciativa parte del productor Julio García desde el Centro de
Estudios y Difusión Social (CEDIS) quien recopila varias imágenes y entrevistas durante el
levantamiento. El material se edita rápidamente y vuelve a las comunidades para ser puesto en
común. A partir de allí las comunidades notan en la producción audiovisual una herramienta de
comunicación atractiva por su posibilidad de reproducir y reconstruir. A partir de entonces la
producción continúa con otros acontecimientos y debates trascendentes para las comunidades, por
ejemplo para la campaña por el proyecto de reforma agraria, el video sirve como herramienta
concientizadora y cohesionadora de discursos. Se han realizado cuatro Festivales Continentales de
Video de Abya Yala, producto de los cuales se ha logrado conformar una videoteca con más de 500
películas sobre la temática. (Chuji Gualinga:2007)
Estas experiencias de apropiación han servido para generar en el movimiento indígena
ecuatoriano la necesidad de avanzar más sobre el aspecto instrumental de la comunicación ya sea en
formación, gestión y uso de los recursos y plataformas tecnológicas de comunicación e
información. En este sentido, y en la coyuntura actual que atraviesa Ecuador [de disputa entre el
poder comunicacional-financiero concentrado y el gobierno de Rafael Carrea], el movimiento
indígena plantea su propia demanda comunicacional mass-mediática, manteniendo una postura
crítica al gobierno y a los sectores opositores. Esto se expresa en uno de los últimos comunicados en
esta materia de la CONAIE:
CONAIE exige 34% de frecuencias para medios comunitarios
en la ley de Comunicación
Quito, 9 de abril de 2012.- La Confederación de Nacionalidades
Indígenas del Ecuador CONAIE, exigimos a la Asamblea
Nacional y a los asambleístas cumplir con el mandato
Constitucional de aprobar la Ley de Comunicación,
garantizando la Libertad de Expresión, Libertad de Opinión e
información a todos los ecuatorianos. La ley de comunicación
no debe ser para perseguir y enjuiciar a quienes piensan de
26
manera diferentes a los gobiernos de turno, y rechazamos la
intención de la oposición de archivar el proyecto de ley.
Esta ley debe orientar para democratizar el Estado. Por eso,
hemos planteado, desde la CONAIE, la redistribución de las
frecuencias de espectro radio eléctrico de manera equitativa
como manda la Constitución de Montecristi que es 33% para
medio públicos, 33% para medios privados y el 34% para
medios comunitarios. Esta lucha hemos empezado desde hace
décadas, igual que la lucha por la Revolución Agraria, por la
redistribución de Agua y por construir el Estado Plurinacional y
sociedad Intercultural. La Redistribución de las frecuencias a
los medios comunitarios no puede ser manipulado políticamente
por el gobierno ni por la oposición, porque es un principio
constitucional que se debe cumplir como una justicia histórica
con los pueblos que han luchan por Democratizar Estado y la
sociedad.
Debe garantizar la construcción de Estado Plurinacional, en
todos los espacios y valorar la producción nacional,
especialmente la cultura y las tradiciones de los pueblos
indígenas, para resistir a la homogenización cultural que la
globalización impone.
HUMBERTO CHOLANGO
Presidente de la CONAIE
27
CONCLUSIONES
Con este acercamiento, lo que intentamos mostrar es que el movimiento indígena ecuatoriano,
por su particular forma de comunicación y organización, no necesito de los medios masivos de
comunicación para la constitución en sujetos políticos. Esto nos permite entender como, a pesar del
escenario de fuerte concentración mediática del país, la lucha del pueblo indígena logró, como
mencionan algunos autores, una refundación de la nación ecuatoriana plasmada primero, en parte,
en la constitución de 1998, y más profundamente en la reforma constitucional del año 2008. Los
movimientos indígenas consiguieron, a través de la generación de espacios públicos locales,
regionales y nacionales, establecer un campo institucional nuevo y alternativo al dominante. En esta
red institucional (basada en una comunicación colectiva) las comunidades pueden discutir, dialogar
y por sobre todo reconocerse en sus diferencias, ideas y objetivos políticos compartidos.
Esto no significa que los medios de comunicación no ejerzan influencia en el devenir político
de una nación. Lo que destacamos es la particularidad del caso ecuatoriano, donde las
transformaciones sociales (al menos una parte) encuentran una base en el crecimiento y la
consolidación del movimiento indígena. Aún así los medios masivos siguen representando un factor
de poder. Que el movimiento indígena reclame y proyecte un avance mayor hacia un espacio mass-
mediático demuestra que se trata de una herramienta comunicacional para el desarrollo político-
cultural.
Como vimos a lo largo del desarrollo del presente trabajo, ningún sector social, movimiento,
pueblo, comunidad indígena, se encuentra exento de tensiones internas, luchas y desigualdades.
Pero la posibilidad de superación se encuentra en el reconocimiento del otro (de sus demandas, de
sus derechos) que solo la comunicación puede conseguir.
En un contexto de globalización y avance de un capitalismo predador (de la naturaleza, del
hombre, de la vida) la necesidad de generar modelos alternativos de institucionalidad, de desarrollo
económico y social, se presentan como prioritarios.
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