mosaico de cuentos africanos

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Marie-Claire Durand Guiziou I r ^^-^ Mosaico de cuentos arricanos I de Canarias Presidencia del Gobierno Dirección General de Relaciones con África COC Z5 COOPERACIÓN CANARIA UNIVERSIDAD DE LAS PALAMS DE GRAN CANARIA Servicio de Publicaciones

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  • Marie-Claire Durand Guiziou

    I r ^^-^ Mosaico de cuentos arricanos

    I de Canarias Presidencia del Gobierno Direccin General de Relaciones con frica

    COC Z5 COOPERACIN CANARIA

    UNIVERSIDAD DE LAS PALAMS DE GRAN CANARIA Servicio de Publicaciones

  • 03

    ^C:^^m^&^ ^'f-o

    MOSAICO DE CUENTOS AFRICANOS

    Marie-Claire Durand Guiziou (ed.)

    Edicin bilinge

    1 Gobierno de Canarias I Presidencia del Gobierno OK Direccin General de Relaciones con frica COOPERACIN CANARIA

    ^ UNIVERSIDAD DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA Servido de Publicaciones

    BIBLIOTECA UNIVERSITARIA I LAS PALMAS DE G. CANARIA

    2 0 0 7 ' N" Documento 6 J L O 3 _ -.Cop.a^ FHO^

  • C" del texto: los autores

    t . de la edicin: DiRl.ci ION ( i l .MR M, 1)1. Rl.i. \( I O M S ( ( ) \ A) RK \ CiolillRNo DI. (; \ \ . \RI \,s

    Primera edicin, 21)07

    Mac|uetaci()n v diseo: I'MV i RSIDM) DI I.\S i'\i \f \s DI C.R \ \ (; \ \ \RI \ Sl.RX |( II I DI. l'l HI.K \( le IM -S -I D i n sil ) \ ( j l M i l l( \

    Diseo de his cartas africanas: Antonu Hernnde/ (.cirderc

    lSBN:'r8-K4-69()-9H98-l Depsi to Legal: G C 1116-20(17

    lmpresi(')n: Cjrficas Sabater

    Impreso en I Espaa. Printed iii Spain

    Queda rigurosamente prohibida, sin la autorizacii'm escrita de los titulares del (^opvriyht, baio las sanciones establecidas por las leyes, la reproduccin parcial o total de esia obra por cualc|uier medio o procedimiento, comprendidos la reprograa y el tratamiento informtico.

  • Ind ice

    PRESENTACIN ^'

    PRLOGO D E GISLE PRIGNITZ 15

    E L CUENTO E N SU ESPACIO GEOGRFICO: FRICA 21

    C U E N T O S DE MAL 23 Pourcjuoi les couplcs sont ce qu'ils sont? 25 Atmtdoii \ loiupt lia ;^Pf)r qu las parejas son lo que son? 32

    Traidii de M" de los Angeles Suchei^ I lerruindet^

    C U E N T O S D E G U I N E A 39

    l,a hataiile des deux coqs 41

    La batalla de los dos gallos 43

    La queuc et la peau du buffle 45

    La cola y la piel del bfalo 48

    jecin-Marie Tour 'l'raducoiies de Kosa Del/a (,on!^cle:( Santami

  • C U E N T O S DE B E N N 51

    La calcbassc d'Abouva 53

    ieiireiiii . \ii>li!-.\foiito! La calabaza de Abouva 5"^

    Iniclncciii dt' M" de los .iz/ie/cs Siichr::; / cnitindc::^

    C U E N T O S DEL C O N G O 61

    Kalla la nox ce 63

    I 'idor Ximy

    Kalla la ahogada 74

    Traduccin de Carolina Carda Mora

    C U E N T O S D E CAMERN 85 Kulu et Beme 87

    Kulu V Beme 89

    Beme et Mvomo le python 91

    Beme v Mvomo la serpiente pitn 94

    Sverin Ccile Ahe^sa

    Traducciones de Amadou Kdoye

    C U E N T O S D E BURKINA FASO 97

    Ix livre et l'pervier 99

    La liebre y el gaviln 1"1

    Le monde tourne, le monde change 1(13 El mundo gira, el mundo cambia l'*5 Alain-Joseph Sissao

    Traducciones de Moustapha Ban^oura

  • ndiic

    C U E N T O S D E N G E R 1"^ I,cs amis tlu jirdinicr I" ' ' I.os amigos del jardinero 1 1 -I ,'arhrc du pardon ^ ' "^

    I'l rbol del perdn ^ ^^

    M/ircmr \

  • ;\!osiii'(i li' cucnlits ii/r/i'iini)-;

    CUENTOS DE TOGO 16^

    Trito la curicLisc 169 ) res-\:mniniifl D(j;> Trito la curiosa \'TS Iraduain di; \'.d lardo .Ir/iks I wn

    POSTFACIO DE JUAN MANUEL S A N T A N A PREZ P'^

    GLOSARIO 181

    EDITORES Y REVISIN DE LA EDICIN 185

  • Presentacin

    Con esta antologa bilinge de cuentos africanos, pretendemos ofrecer una pequea muestra de historias que pertenecen a un fondo oral transmitido de generacin en generacin y que, gracias a la recopilacin -y a la traducci(')n-puedcn alcanzar una mayor difusin en beneficio de un enriquecimiento cultu-ral para un pblico lector curioso de conocer otras costumbres, otros lenguajes, otras imgenes, otras visones del mundo.

    Los quince cuentos que incluimos en esta antologa proceden de pases del espacio francfono: la lengua francesa que ha servido para recopilar o trans-mitir aquel patrimonio oral que cada pueblo, cada etnia atesoraban como marca de identidad propia, no deja de ser un vector lingstico intermediario. \\n efecto, al verter al francs y al cspariol -con stas nuestras traducciones- los cuentos originales que fueron concebidos, creados y transmitidos en lenguas autctonas africanas, se pierde parte de la expresividad de estas historias de la sabana. No podemos olvidar que el cuento ha sido creado para llegarnos a tra-vs de la percepcin auditiva. \l\ paso obligado por una trascripcicm merma la proyeccin del cuento africano que se desprende de gran parte de su magia ante la casi imposibilidad de recoger en nuestras lenguas romnicas la musica-lidad v variedades de timbres que caracterizan esas lenguas tonales autctonas. A ello se aaden todos aquellos elementos que conforman la parte esceno-grfica del cuento que le da su fuerza, su fantasa }' su singularidad: frmulas onomatopyicas, ritmos marcados con palmadas o instrumentos musicales, gestos, mmicas, cantos e incluso bailes o rplicas compartidos por el audito-rio que participa de ese acontecimiento colectivo con el mismo fervor que el propio narrador, ese mago de la palabra.

    Aun as, vale la pena contribuir a una mayor difusin de aquel legado oral, hov en da codificado lingsticamente y accesible a una gran mayora de lec-tores gracias a la traduccin.

  • Mostiro de cuentos ajrictinos

    Hl cuento, como todos sabemos, es parte del patrimonio cultural del hombre: existe en todas las civilizaciones v ha contribuido, desde aquellos tiempos remotos, en que slo era relatado, a modelar la personalidad del nio; no obstante sera un craso error insinuar que el cuento pertenece al exclusivo mundo de la infancia.

    De ese mundo irreal o universo proteiforme que se construve a travs de mitos, fbulas, leyendas, v que se expresa por boca de duendes, genios \' monstruos, mezclndose lo ominoso con lo maravilloso, brotan unos \alo-res morales que se expresan a travs de la sabidura popular v que el mundo de los adultos reconoce como la voz de la experiencia, aquella que se hace eco de la palabra de los antepasados venerados v que permanece inalterable.

    Gracias a sus formulaciones, repeticiones a mod

  • / ' ) - ( ' M ' i i f U ' i i ' n

    y decisiones que pone a mal el reino de los animales, un mundo expresa-mente calcado en la sociedad de los hombres.

    ll cuento apareci en una poca en que la libertad de expresin estaba condenada por gran cantidad de tabes en comunidades que - c o m o cual-quier colectivo humano- tenan sus problemas de convivencias, ln una sociedad en conflicto, el cuento puede servir para ilustrar y resolver las cues-tiones ms espinosas a travs de imgenes, smbolos, o trasladando situacio-nes humanas demasiado prximas, a mundos irreales, dando paso a la voz de la sabidura popular, la ms esclarificadora desde tiempos inmemoriales.

    I.OS quince cuentos que figuran en esta antologa proceden de once pases del frica negra: Mali, Cuinea, Benn, Congo, Camern, Burkina I-aso, Nger, Costa de Marfil, Ciabcm, Scncgal y Togo.

    i,a longitud de cada cuento es variable y la seleccin se ha hecho en funcin del inters tnico cultural antes que de la densidad del contenido, l^sa clasifica-cin por once pases que ilustramos en cada caso con un mapa en color resul-ta - n o se nos escapa- algo artificial, habida cuenta de que el mapa geopoltico actual de frica poco fiene que ver con la representatividad de las etnias que habitaron ese continente hace milenios. N o obstante, nos pareci un mal menor ofrecer esta distribucin territorial a fin de facilitar al lector un punto de referencia concreto a la hora de ubicar el origen del cuento que se le muestra.

    La cuestin temtica ha sido tambin un factor de seleccin: los quince cuentos recogen un gran abanico de los temas recurrentes y, por ende, ms representativos en los cuentos africanos: vida y muerte, pobreza, hurfanos y madrastras, defectos humanos, vicios y taras -avaricia, envidia, gula, celos-, personajes mticos, reyes y princesas, matrimonios polgamos y rivalidades entre esposas, poetas-cantautores o griots, y morabitos, entre otros. Si bien muchos de los temas son universales, interesan por la singularidad que adquieren en el contexto muy peculiar y tan colorido de la sabana africana donde adquieren un colorido propio.

    Para llevar a cabo este trabajo antolgico, hemos contado con la colabo-racicm de varios profesores universitarios de esta Universidad de Las Palmas de Cran (Canaria y de la Universidad (^heik Anta Diop de Dakar, en Senegal . Sus nombres figuran junto al ttulo del cuento traducido.

    ' I na C()lah()raci()n que ya ha dado sus frutos anteriormente con la ediciim, en 2(IU5, de una olira antol()gica, Vnidifiii y Modeniidnd, inlah^in de mrelas- aiitansscm%

  • .Mo.sJl 'O de i 'Ui 'ndS d/r; \- , i( l i ' .s

    Debido a la gran diversidad de lenguas aunktonas que se "infiltran" en los cuentos seleccionados, resultaba imprescindible ofrecer un glosario al tinal de esta antologa para explicitar conceptos o realitlades tan lejanos de nosotros. Para ello, hemos contado con los profesores colaboradores sene-galeses conocedores de aquella idiosincrasia africana \' sus xariantes lings-ticas \ cu\a labor agradecemos sinceramente.

    ]:\ prologo de esta Antologa es obra de una gran especialista del mundo africano, la Dra (iisele Prignitz, profesora de la L niversit de Pau et des Pavs de r.Adour, en IVancia.

    Para el postfacio, hemos podido contar con la colaboracitm del Dr. Juan Manuel Santana Prez, historiador y profesor de la Iniversidad de l.as Palmas de Gran Canaria, cuya trayectoria investigadora est ntimamente ligada al mundo africano.

    A las editoriales francesas y africanas Stock, 1,'Harmattan, Prsence Africaine, Karthala, Akpagnon, queremos agradecer su buena disposicin a la hora de ges-tionar los derechos de autores.

    lin cuanto a la presentacin, no nos pareci necesario proponer una rese-a sobre los autores o recopiladores francfonos de los cuentos, dado que estos, son en su mavora annimos o pertenecen a un patrimonio cultural comn, pero s nos interesaba que el lector pudiera ubicarlos en el espacio donde se originaron, por lo que la carta de presentaci(')n de cada cuento viene a ser el mapa de su rea geogrfica cuva nomenclatura oficial actual hemos respetado.

    C]on todo, esta antologa de cuentos pretende abrir una ventana al exte-rior con su bocanada de nuevos aires, otros conocimientos, otros \alores, otros mundos v, como dira Amadou Hampt B.\ , otra sabidura, pues en palabras del clebre escritor maliense: " L n cuento es un espejo donde cada uno puede descubrir su propia imagen".

    Hn fin de cuenta, se trata de un inestimable legado cultural que podr perdurar para el disfrute v la satisfaccin de los lectores gracias a la colabo-racin de tocios, etnlogos, historiadores, fil(')S()fos, sabios, lingistas y ...tra-ductores.

    Marie-Claire Durand Guiziou

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  • Prlogo

    Presentar cuentos africanos segn su pas de origen, con la preocupa-cin por mostrar su localizacin, es una idea particularmente luminosa e interesante. Pedaggicamente, es una iniciativa clara y acertada. Como francfona, sov muy sensible a esta localizacin. Permite ver la extensin de la lengua francesa en la que dichos cuentos se han escrito. Se piense lo que se piense de la colonizacin y de los males acerca del desarrollo pol-tico de esas naciones, la difusin y el aliciente para escribir y describir el patrimonio cultural ha sido un arranque para afirmar al mundo entero la aprehensin africana del mundo.

    l'^ l cuento se basa en la patria chica - y por supuesto presenta man-ees que la traduccin, francesa o espaola, no puede dar. Primero, por-que el modo de relatar el cuento es oral, y naturalmente en las diversas lenguas maternas de sus autores. Despus, porque las propias palabras conllevan resonancias que las lenguas en las que escriben los autores no poseen para el lector, lis el caso de los idefonos, esas "expresiones sonoras" que, segn las palabras de Senghor', "se adaptan a todos los matices de los sentimientos-ideas".

    (]omo cuenta Suzy Pladel, etnloga que ha reunido cuentos San'an de Burkina I'aso, transcritos y traducidos por ella, la velada durante una ter-tulia en temporada de calor suele empezar con un cuento que se lanza espontneamente " sin la menor bsqueda estilstica, y, a menudo sin el menor efecto oratorio"; todos intervienen, a su vez, pero existen cuentis-tas ms talentosos muy solicitados para el placer de todos.

    1 L. S. Scnihor, jhertc \, Scuil, 1964, p. 239, citaili) por Nicolc VincilcDni In C.ompnndn l'ofwre de lih. Pid/, l-fs cl:issitjucs africains, n. 86(1, Issv-lcs Mouncaux: lditions Saint-Paul, 1986,'p. 1"6,' - ^ S ? ; .

  • ( 'n mo.siii'ii) de cuentos aji-icanas

    "No obstante, aade Suzy Platiel en el prefacio de . filie Caillor, los cuentos no tienen solo una funcin ldica. N'ehculos y reflejos de la cultura y tica social del grupo, es tambin con esta palabra como [...] se transmiten el patrimonio cultural v los cdigos del com-portamiento de la comunidad que los ha producido". '*', desde luego, es igualmente una escuela de la palabra en esas sociedades que no disponen de libros para que el nio se convierta en adulto conscien-te e integrado en su cultura.

    Pero noto que los autores africanos, quienes a menudo han empezado su obra escribiendo cuentos, al restituir a su nacin la herencia que haban recibido, como es el caso de Bernard Dadi con / ^ Pague tioir, lo hacen a su manera de hombres que han pasado por la cultura occidental, por la escuela de los blancos, por medio de la escritura, de intelectuales de un mundo nuevo. Al observar los nombres de autores de cuentos cuyas tra-ducciones rene aqu Marie-Clairc Durand Guiziou, nos encontramos tanto con autores consagrados de la literatura africana, como Birago Diop el senegals, autor de Les Cantes d'Aitiadou-Koumba: dicen de l, P. Mrand y S. Dabla^ que, como "digno mulo de La Fontaine, ha intro-ducido el cuento en la literatura". Nos encontramos por supuesto con Bernard Dadi el marfileo, autor del Vagne wV quien "plasma los valores de la literatura oral en lengua francesa para concederle un alcance univer-sal", aun cuando ha denunciado el colonialismo paternalista pero cubrien-do con un velo humanista el espritu conquistador y degradante; el togo-ls Yves-Immanuel Dogb cuya obra recoge la herencia de Fsopo y I,a Fontaine, segn apuntan Mnard y Dabla en su Ciide, y Andr Reponda-Walker de Gabn, que comenz a publicar casi siendo centenario. Queda el malins Amadou Hampat B cuya obra v vida marcaron el siglo.

    La editorial "Prsence africaine" en Pars, "(^l" en Yaound, "N.I.A". (nuevas ediciones africanas) en Dakar v N.Fl.L-F^dicef en Abidyn han sido relev^adas por el CILF (Consejo Internacional de la Lengua E'ranccsa) y nuevas editoriales han permitido a los jvenes talentos revelarse y seguir mostrando sus pases y sus tradiciones: el bcnins Bienvenu Agbolan-Afoutou publica en Budapest; Jean-Marie Tour, de Ciuinea y Vctor

    2 \M filie C.illoiu '-ditions Ncuf de l'f'xolf des loisirs, p. 8, 3 Cuide ce liltnitiire nfriaiine, rUarmat tan , (;()l!ccti()n l!ncrcs noircs, 19''9.

    16

  • 'llovo

    Nimv, del (>)ng(), son publicados en Pars por l'Harmattan, y Alain Sissao, de Burkina Faso, en Karthala, as como Sverin Ccile Abega del sur de (Camern v los autores franceses de los Conles et lgendes touaregs du Niger.

    Los autores tienen empeo en reproducir, discretamente, elementos que pertenecen a la cultura oral: verbi gracia, los cantos que suelen apa-recer para acompasar un encuentro, una intervencin o un cambio de registro y de tonalidad. Con ello subrayan tambin el aspecto potico, es decir, verdaderamente constructivo de la obra propuesta para escri-bir. Naturalmente, solo se puede encontrar la naturaleza africana del cuento, que evoca irresistiblemente "la pasin del ritmo, del canto y de la danza en el ser africano", como dice Nicolc Vincileoni a propsito de Bernard Dadi'*. Pero tambin son excelentes cuando "literalizan" sus cuentos introduciendo una riqueza descriptiva sobre el modo din-mico que hace que la presencia de lo maravilloso sea natural, lo cual corresponde a una liberacin en el imaginario, que subvierte, por ejem-plo la relacin con el tiempo o con los objetos, bazas de una bsque-da por realizar. V\ xito por los cuentos, que por lo dems, no se des-miente en las producciones de hoy en da, tanto en las tiras cmicas como en las trilogas y otras sagas del cine inspiradas por los ciclos "celtas", egipcios, incluso extraterrestres, exalta la relacin de la cultu-ra territorial con la universal, por lo que el cuento se inspira en las fuentes vivas del terruo para hablar al corazn humano.

    Los episodios de la solicitud de boda, supeditada a las hazaas por rea-lizar o las pruebas por superar, se hallan en los cuentos del mundo ente-ro. La malicia de la liebre \jeuk de Senegal no tiene nada que envidiar a la del raposo occidental, que obedece, como lo ha demostrado Propp en Rusia, o Henri Gougaud en I'rancia, a roles precisos de ejecutante de esa escena primordial: coadyuvante o contrincante. Sujeto u objeto de una bsqueda, recibiente o recibidor.

    Valoran la maa, la inteligencia, la solidaridad en detrimento de los reflejos egostas, de los brutos machotes y seguros de s mismos. Esta leccin va dirigida tanto a los nios como a los adultos. Diversin, dis-traccin aleccionadora o significado metafsico, todas las significacio-nes pueden estar contenidas en el cuento, cuyo valor demostrativo est

    4 Nicolc Vincileoni, op. al. p. 1 04.

  • Un mosaico de cuentos africanos

    v'inculado con la facilidad de acceso. E,l encanto no es el mismo segn el idioma. Pero la fuerza de la traduccin consiste en superar, tras-cender las diferencias y, al mismo tiempo, restituirlas merced a una fidelidad con el detalle, el ritmo de la accin, el discurso, de cada zona geogrfica. As, en la traduccin, algunas voces o conceptos se expli-carn en notas, en otra ocasin el texto original ofrece al lector su pro-pia traduccin de voces autctonas, como en el caso del nombre pro-pio en la presentacin del personaje llamado lmislag:

    - Mi nombre es Hmislag. Un tamasbeq, la lengua de los tuaregs, emislag significa "la paz".

    Un glosario permite al lector remitirse a elementos de saber africano revelados por los cuentos, y ello segn las regiones. As, el N^ans,a de Gabn no es exactamente idntico al marabout de Guinea, ni tampoco el medio ambiente del oasis de "Los amigos del jardinero" (Nger), cuyas "ondulaciones de color verde contrastan con el desierto mineral que le rodea", semeja a la espesa selva del Sur de Camern donde prospera la serpiente pitn. Los elementos hallados en el cuento se revelan a su vez fuente de sabidura. A "gran libro de la naturaleza" oculta tesoros insos-pechados. Amadou Hamptc B recordaba que los ancianos iniciados bambaras recomendaban que se confiasen los saberes ancestrales a los nios.

    Pista es, por tanto, la apuesta de hablar el idioma de la infancia de otro modo del que fue odo por quienes nos lo transmiten. No fue Perrault, el autor de Pulgarcito o (x-nicienta, un escritor ante todo de su poca? As los cuentos inmemoriales que nos transmiti estn adornados con las suavidades de su arte. V:\ placer tiene el sabor algo anticuado de las princesas del siglo de Luis XI\', bajo cuya forma nos aparecen hasta en las pantallas de cine.

    A ' cmo ha de reaccionar aquel mundillo de personajes y animales salidos todos de la profunda sabana africana, al verse escenificados nue-vamente en la lengua del Quijote?

    18

  • Pr/ogo

    ^No dice Hamptc B que un cuento es "el mensaje de ayer, destina-do para maana, transmitido hoy?" Pero nos invita a hacer un uso indivi-dual ms all de una identificacin comunitaria : "la del cuento, es bus-carse en uno mismo v hallarse."

    Gisle Prignitz

    Traduccin de Jean-Marie Flores (Universit de Pau, Francia)

    5 Amadou llampt Ba, Anncxc a l'cdition de W'til IMH Nlil-I-ldiccf de 1993, p. 92.

  • Mosaico MAPA DE FRICA

    Ocano

    Atlntico

    1 m

    8. Nger

    9. Camern

    10. Congo Brazzaville

    11. Repblica Democrtica del Congo

    12. Gabn

  • Cuentos de Mal Pourquo i les couples sont ce q u ' i l s son t ?

    (Por qu las parejas son lo que son?)

    AMADOU HAMPT B

    Mar Mediterrneo

    w,/^

    ^^~\

    Ocano Atlntico

    O, Ocano ndico

    n 2000 k m

  • Pourquoi les couples sont ce qu'ils sont ?

    Amadou Hampt B

    Lgende peule

    Sape^-i'ouspourquoi /'homme de bien est souvent Fpoux d'une femme saris mrite et la femme vaillante l'pouse 'un bou a ren ? C'est la unfait que mus constatons, mais dont les causes mus chappent. \M lgende pe ule y elle, mus en explique les raisons.

    Ouand Dieu eut fini de creer le genre humain, il distribua les vertus et les dfauts chez les hommes comme chez les femmes.

    Un iour, il fit venir auprs de lui toutes les femmes. II leur dit : Femmes ! Regardez l'horizon et ditcs-moi ce que vous voyez. - Seigneur, rpondirent-elles, nous voyons un soleil radieux se lever sur la

    terre. Toute chose semble fter son apparition. Au fur et a mesure qu'il s'le-ve droit dans le cicl, tout ce qui paraissait en train de mourir renait la vie .

    Dieu dit : Femmes ! Jusqu'ici vous n'avez connu que des moments pniblcs dans

    la nuit des temps. Maintenant, il va falloir vous mcttre en route pour aller au Paradis. Des angcs veilleront sur vous tout au long du chemin ; d'autres vous recevront a votrc arrivce. Pas de dcouragement, pas de gcmissements, et surtout pas de dcfaillance !

    I'ai tc, je suis et je serai toujours Celui qui avertit. Aussi je vous annon-ce que des appartements somptueux et des bijoux d'une beaut incomparable vous scront distribus suivant l'ordre de votre arrive. Les premieres d'entre

    25

  • Mosaico de cuentos africanos

    vous seront les mieux dotes ; elles auront la prsance en toutes choses. Je vous rappelle que le Paradis est un sjour ternel... seules les plus insenses d'entre vous se laisseront devaneen

    Ainsi avertes, partez, Femmes, la recherche de votre bonheur... Les femmes prirent la route. I^ur longue cohorte s'tira et se mit a cou-

    1er comme un bras de fleuve dont le cours va se rtrcissant. Les plus vaillan-tes conduisaient la file. Les anges se mirent chanter pour elles.

    Au terme du troisime jour, les indolentes n'en pouvaient dj plus. A quoi bon envier la gloire des 'marcheuses' ? murmuraient-elles. Qui sait, au demeurant, le sort qui sera reserv aux premieres arrives ? I>e Paradis est aussi vaste que l'ensemble des cieux. Les demeures y sont aussi nombreuses que les grains de sable de tous les fleuves et de tous les rivages runis. Ne dit-on pas que, superposes les unes au-dessus des autres, les demeures commencent aux abimes et finissent presque au sommet du firmament ? Pourquoi done courir et faire perdre nos cuisses leur moelleuse rondeur ? Pourquoi suer et empuan-tir notre corps ? Allons doucement, mes sceurs, et conservons notre fracheur. Quand nous parviendrons au Paradis, il y aura toujours une demeure pour cha-cune d'entre nous. Et mme si les premieres sont loges dans des pices somp-tueuses, la marche forcee aura fait fondre leur chair. Leur aspect squelettique ternira la beaut de leurs demeures et le brillant de leurs parures.

    Ayant ainsi parl, les femmes indolentes se mirent trainer le pas comme des canes trop grasses. Pour soutenir leur marche de camlon fatigu, elles entonnrent un chant :

    Pourquoi nous presser, pourquoi nous lamenter ?

    Pourquoi pousser des cris ? Oui, pourquoi ?

    Qui va vers les Paradis ne vapoint vers une terre ande

    o l'hyne s'empare du cabri,

    o le chat de brousse pille la hasse-cour.

    Paressons sur le chemin,

    interrogeons les tables^ des Cieux.

    1 Les tables, ou tablettes, o sont censes tre crites toutes choses. Autrement dit, les archives celestes.

    26

  • Pourquoi les cou^cs sont ce ^u^^hsont ?

    Nous sarons que la question nigmatique :

    Qu'est-ilarriv ? a t posee l'intention des femmes qui courent comme court une biche pour chapper au chasseur.

    Paressons sur le chemin,

    interrogeons les tahles des Cteux...

    Trois jours aprs le dpart des femmes, Dieu dit : Voil trois soirs et trois matins que les femmes sont en route. Lan9ons

    leurs males aprs elles. Dieu fit alors venir l'ensemble des hommes. 11 leur dit : II n'est pas bon qu'un mle demeure sans femelle. Aussi ai-je cre votre

    intention des compagnes. Elles sont dj parties en direction du Paradis. Elles ont trois soirs et trois matins d'avance sur vous, mais je vais vous rendre trois fois plus vigoureux qu'elles et vous vous lancerez leur poursuite.

    Chacun d'entre vous, ajouta Dieu, aura pour pouse la femme qu'il trouvera sur sa route, et il ne pourra en avoir qu'une^. Ceux qui traineront en chemin risque done de rester sans compagne. Ce sera tant pis pour eux. le les condamnerai au clibat, ils ne connaitront ni la joie du foyer ni le nrivilge de la procration, ils ne seront pas des agents continuateurs de leur espce. La semence que j'ai placee en eux y demeurera comme un grain dessch. Je renfrognerai mon visagc pour eux, ils en seront fort accabls\ . .

    2 Dans ccttc Icgendc peulc, Dieu, la crcation du monde, institue la monogamie pour le genre humain. Cela est conforme la tradition d'originc des Peuls rouges (Peuls pas-tcurs) qui n'avaient qu'une seule pouse. Les difficults de la vie pastorale se prtcnt mal, en effet, la polygamic. (2elle-ci, finalemcnt, cst plutt un phcnomcne citadin (ou de vie sdentaire) li a la fortune. ()n cite l'exemple du lion qui, bien qu'tant le roi de la brousse , figure parmi les plus pauvrcs puisqu'il peut parfois rester dix jours sans rien trouver mangcr. Or il n'a qu'u-ne compagne, alors que l'outarde, qui trouve partout les graincs picorer, en a toujours plusieurs...

    3 I,e clibat a toujours t tres mal jug dans l'Afrique traditionnclle. I.'homme non mari V tait consider comme mincur, quel que soit son age, ct sa parole ne pcsait pas dans les assembles publiques.

    27

  • Mosaico de cuentos africanos

    Les hommes prirent la route. lis avan9aient en chantant : Chaqu tre a une origine, chaqu metal a une mine, chaqu fait a une cause. Si Guno, l'ternel, nous met sur le chemin qui mne nos pouses, cela il est une cause.

    Celles qui seront nos femmes sont, dit-on, belles et bien faites. Elles sont passionnes sans dvergondage et passionnantes sans perversin. Elles mettront fin a la peine qui entenebre nos cceurs.

    Allons marchons avec vigueur vers le Paradis ! Nous y trouverons nos pouses, nous y vivrons dans la sagesse ! L'Intelligence divine s'y eleve comme une montagne gigantesque dont on extrait des mtaux prcieux pour orner le front des vaillants et des sages.

    Allons, marchons avec vigueur vers le Paradis ! Nous y vivrons dans la sagesse, dans la sagesse, dans la sagesse !...

    Aprs quelques heures de trajet, les hommes se divisrent en trois groupes :

    les Hammadi-Hammadi en tete, les Hammadi au milieu.

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  • 'ourauoi les cou^les sont ce ^U' iissont ?

    les Haman-ndof la queuc'^. Les femmcs, cllcs aussi, s'taient rpartics en trois groupcs :

    les Mantald en tete, les Santaldc au milieu, les Mantakapous la queuc^

    ix groupe des Hammadi-Hammmadi, compos d'hommes brillants, sages, entreprenants et courageux, tomba sur le groupe des Mantakapous, c'est--dire les dernircs des fcmmes dans l'ordre de la valeur fminine. Ignorant que les fcmmes suprieures taient en avant, ils choisirent leurs pouses parmi les Mantakapous.

    Les Hammadi, groupe des hommes moyens, tombrent sur les Santald, fcmmes galemcnt moyenncs quant la valeur. lis prirent leurs pouses parmi elles.

    Pendant ce temps les Mantald, femmes de grande valeur, avaient devan-e leurs compagnes des deux premiers groupes et taient deja parvenes aux portes du Paradis. Des anges vinrent les saluer et les prsenter des souhaits de bienvenue. Quand elles voulurent franchir le seuil, les anges les arrtrent :

    4 I lammacli-Hammadi: on appcllc ainsi rhommc de grande rcnommce ct de grande \aleur pour sa famille, pour son cjuartier, son village et le pays tout entier. (^uand il se dplace, non seulement son logeur beneficie de sa rputation, mais le quartier, le village et tout le pays savent qu'il est venu. Hammadi : c'est un hommc de valeur, mais sa valeur se limite sa famille, son quartier et son village. Quand il se dplace, on connait sa venue dans les limites du village. Haman-ndof : on dit que, s'il s'absente, mcme sa famille nc s'aper^oit pas de son dpart ; et s'il part en voyage, mme son logeur ne s'aper^oit pas de sa venue.

    5 Mantald: c'est l'pousc aux tres grandes qualits, qui peut teir lieu de mari, qui peut ventuellement gagncr la vie de la famille, qui peut tout faire par elle-mcme. Santald: c'est une excellente mere de famille et une bonne mnagre. Quand son mari apporte une chose la maison, elle sait l'entretenir et en tirer parti, mais ne cherchera rien et ne gagnera rien par elle-mcme. Mantakapous: c'est la femme qui non seulement nc sait rien gagner pour clle-mmc, mais qui, si le mari apporte une chose la maison, la gche. Si on ne lui donne ren, elle pousse de cris. Si on lui donne quelque chose, elle dit que ce n'est pas assez. C'est ccllc qui se plaint constamment et qui ne fait jamis rien de bon.

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  • Mosaico de cuentos africanos

    Pardon, F"emmes, mais vous tes encor des 'moitis'. ()r une moid est quelque chose d'incomplet, done d'imparfait, et l'imparfait n'a pas de place au Paradis. Attendcz que chacune d'entre vous ait un mari pour se compl-ter. Alors vous entrerez par ccjuples, c'est--dire par unitcs humaines parfai-tes.

    Avant que les femmes soient revenues de leur surprise, les Hammadi-Hammadi se prsentcrent, accompagns de leurs cpouses les Mantakapous. Ixs anges s'crirent : Quel mystrc ! Sont-ce ccllcs-l que Dieu vous a rserves pour compagnes ?

    Les Hammadi arrivrent leur tour, flanqus des Santaldc.

    Enfin les Haman-ndof, les derniers des hommes, parvinrent aux portes du Paradis, les mains vides. Forc fut aux femmes suprieures Mantald de se donner eux pour pouvoir entrer dans le Sjour celeste.

    Et voil comment les premiers hommes eurent en partage les dernires des femmes, et comment les premieres des femmes tombrent aux mains des derniers des hommes !

    Une fois dans le Paradis, les hommes suprieurs vinrent se plaindre Dieu. En accord avec les premieres des femmes, ils rclamrent une rpara-tion. Dieu dit :

    Je ne refuse pas un droit celui qui le mrite. Mais l'intelligence de mes actes n'est pas toujours a votrc portee.

    Femmes vaillantes classes bonnes premieres, acceptez de bon coeur les hommes de peu de vaieur. h'A vous, hommes distingues, souffrez vos cotes les femmes paresseuses et vulgaires. J'en ai decide ainsi par sagesse et pres-cience. Si je mettais toutes les valeurs d'un ct et toutes les non-valeurs de l'autre, les affaires du monde iraient de travers, comme une charge mal rpar-tie sur le dos d'un boeuf porteur. II n'y aurait ni equilibre ni stabilit. A chaqu tournant, les charges basculeraient d'un seul ct et votre univers serait encor plus difficile diriger qu'il l'est prsentement.

    Tels que vous vous trouvez accoupls, les hommes valeureux emp-cheront les femmes indolentes de tomber dans des mains dures qui teraient toute souplesse a leur paupires^', et les femmes dignes et sages serviront de refuge aux hommes diminus auxquels elles sont unies par le mariage.

    6 forc de les faire pleurer.

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  • Poiirj^ioi les confies scinl ce iju /s soti ?

    J'ai tout regl sclon une mesure dont je suis seul connaitre le mystre. Ne vous aycz plus en haine. Nc vous repoussez pas les uns les autres

    sous pretexte que vos valeurs et vos tats sont incgaux. Aimez-vous les uns les autres, surtout entre femme et mari. Et procla-

    mez que parmi les choses qui me plaisent, moi Dieu, l'entente parfaite entre cpoux figure au premier rang !

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    rA>

  • Por qu las parejas son lo que son... Traduccin de Mara de los Angeles Snchez Hernndez

    Leyenda peul

    Saben por qu el hombre de bien es a menudo el esposo de una mujer insi-gnificante y la mujer valiente la esposa de un inepto? Hs un hecho que com-probamos, pero cuyas causas se nos escapan. \M leyenda peul nos explica las raf^ones.

    Cuando Dios termin de crear al genero humano, distribuy virtudes y defectos tanto entre los hombres como entre las mujeres.

    Un da, hizo llegar a su lado a todas las mujeres. \ les dijo: - "Mujeres ! Mirad al horizonte y decidme lo que veis. - Seor, respondieron, vemos un sol radiante alzarse sobre la tierra. Todo

    parece festejar su aparicin. A medida que se va elevando recto hacia el ciclo, todo lo que pareca estar mundose renace de nuevo."

    Dios dijo: "Mujeres! Hasta aqu no habis conocido ms que momentos difciles en

    la noche de los tiempos. Ahora, va a ser preciso que emprendis e! camino hacia el Paraso. Unos ngeles velarn por vosotras a lo largo del recorrido; otros os recibirn a vuestra llegada. Nada de desaliento ni lamentos y, sobre todo, ningn desfallecimiento!"

    "Yo fui, soy y ser siempre Aqul que advierte. Tambin os aviso de que las casas suntuosas y las joyas de incomparable belleza os sern distribuidas por orden de llegada. Las primeras de vosotras sern las que tendrn mejor dote; poseern la prioridad en cualquier cosa. Os recuerdo que el Paraso es

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  • "or qu las parejas son /o que son

    una estancia eterna... solamente las ms insensatas de vosotras dejarn que otras las adelanten."

    "As prevenidas, partid, mujeres, a la bsqueda de vuestra felicidad..." Las mujeres emprendieron el camino. Su largo squito se despleg y

    comenz a fluir como el brazo de un ro cuyo cauce va estrechndose. Las ms valientes conducan la fila. Los ngeles comenzaron a cantar para ellas.

    Al final del tercer da, las indolentes ya no podan ms. "Para qu envi-diar la gloria de las andariegas? -murmuraron. Quin sabe, a fin de cuentas, el destino que les espera a las primeras que lleguen? Hl Paraso es tan gran-de como el conjunto de los cielos. Las moradas son all tan numerosas como los granos de arena de todos los ros y de todo el litoral reunidos. No dicen que superpuestas unas sobre otras, esas moradas comienzan en los abismos y terminan casi en la cima del firmamento? Por qu correr pues y hacer per-der a nuestros muslos su suave redondez? Por qu sudar y ensuciar nuestro cuerpo? Vayamos apaciblemente, hermanas, y conservemos nuestra frescu-ra. Cuando lleguemos al Paraso, siempre habr una morada para cada una de nosotras. H incluso, aunque las primeras se alojen en habitaciones sun-tuosas la marcha forzada har desaparecer sus carnes. Su aspecto esquelti-co apagar la belleza de sus moradas y el brillo de sus alhajas."

    Dicho esto, las mujeres indolentes empezaron a remolonear como patos demasiado gordos. Para acompasar su lento paso de tortuga, tararearon una cancin:

    ^Por qu apresurarnos, por qu lamentarnos?

    Por qusritar? Si, por qu?

    Quien va hacia el Paraso no va hacia una tierra rida

    en la que la hiena se apodera del cabrito,

    en la que el sato de la sabana asalta los corrales.

    I ntretengmonos por el camino,

    interroiiuemos los mandamientos^ celestiales

    1 N. del cd. Las tablas en las que se supone que se tratan todos las cuestiones. Ls decir, los archivos celestiales.

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  • Mosaico de cuentos africanos

    Sabremos que la pregunta enigmtica:

    "Qu pas?" se ha hecho para las mujeres que corren como corre una gacela escapando del ca:(ador. lintretengmonos por el camino,

    interroguemos los mandamientos celestiales.

    Tres das despus de la salida de las mujeres, Dios dijo: "Hace tres das y tres noches que las mujeres emprendieron el camino. Lancemos a sus hom-bres tras ellas."

    Dios hizo venir al grupo de hombres. Ixs dijo: "No es bueno que el macho permanezca sin hembra. As que he creado

    en vuestro honor unas compaeras. Ellas ya salieron hacia el Paraso. Tienen tres das y tres noches de adelanto sobre vosotros, pero voy a haceros tres veces ms fuertes que ellas y os lanzaris en su bsqueda.

    "Cada uno de vosotros, aadi Dios, tendr por esposa a la mujer que encuentre en su camino, y slo podr tener una^. Los que se rezaguen por el camino se arriesgan, pues, a quedarse sin compaera. Ser peor para ellos. Los condenar al celibato, no conocern ni la alegra del hogar ni el privilegio de la procreacin, no sern elementos continuado-res de la especie. La simiente que he depositado en ellos permanecer como una semilla seca. Crispar mi semblante para ellos, y se sentirn muy apenados- ..."

    2 N. del cd. Hn esta leyenda peule. Dios, en la creacin del mundo, instaura la monogamia para el gnero humano. Sigue as la tradicicm originaria de los Penis rouges {Penis pastores) que slo tenan una esposa. Las dificultades de la vida pastoril se prestan mal, efectiva-mente, a la poligamia que es, ms bien, un fenmeno ciudadano (o de vida sedentaria) ligado a la fortuna.

    Se cita el ejemplo del len, que aun siendo "el rev de la selva", figura entre los ms pobres porque puede llegar a permanecer hasta diez das sin encontrar nada para comer. As pues tiene una nica compaera, mientras que la avutarda, que encuentra granos por doquier para picotear, tiene siempre varias.

    3 N. del ed. El celibato siempre ha estado tradicionalmente mal visto en frica.

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  • Por qu las que las parejas son lo que son

    IJ)S hombres iniciaron el camino. Marchaban cantando: Cada ser tiene un origen,

    cada metal tiene una mina,

    cada hecho tiene una causa.

    Si Gueno, el literno, nos pone en el camino

    que nos lleva hacia nuestras esposas,

    eso se debe a algo.

    1MS que sern nuestras mujeres son, dicen, bellas y bien formadas. Son apasionadas sin desvergenza

    y apasionantes sin perversin.

    Pondrn fin a la pena que ensombrece nuestros cora^nes.

    I 'ayamos! caminemos con energa hacia el Paraso!

    All encontraremos a nuestras esposas,

    viviremos en la sabidura!

    luj Inteligencia divina se eleva all como una montaa gigantesca

    de la que se extraen metales preciosos

    para adornar la frente de los valerosos y los sabios.

    \ ^ayamos! caminemos con energa hacia el Paraso!

    \ i viremos en la sabidura,

    en la sabidura, en la sabidura!...

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  • Mosaico de cuentos africanos

    Despus de unas horas de trayecto, los hombres se dividieron en tres grupos: ios Hammadi-Hammadi a la cabeza, los Hammadi en el centro, los Hammadi-no en la cola**.

    Las mujeres tambin se haban repartido en tres grupos: las Mantald a la cabeza, las Santald en el centro, las Mantakapous en la cola''.

    El grupo de los Hammadi-Hammadi, compuesto de hombres brillantes, prudentes, emprendedores y valientes, sucumbieron ante el grupo de las Mantakapous; es decir, las ltimas mujeres en el orden de valores femeninos. Ignorando que las mujeres ms valiosas estaban ms adelante, eligieron a sus esposas entre las Mantakapous.

    Los Hammadi, grupo de hombres intermedios, sucumbieron ante las Santald, mujeres igualmente medianas con respecto a su vala. Tomaron sus esposas entre ellas.

    Durante ese tiempo las Mantald, mujeres de gran vala, haban adelanta-do a sus compaeras de los otros dos grupos y ya haban llegado a las puertas

    4 N. del ed. Hammadi-Hammadi: se llama as a los homhrc clebres y \'alientes en su familia, en su barrio, en su pueblo y en todo el pas. (Cuando se traslada, no solo su anfitricm dis-fruta de su reputacin, sino tambin el barrio, el pueblo y todo el pas se entera de que ha venido.

    Hammadi: es un hombre de vala, pero se limita esta vala a su familia, su barrio y su pue-blo. C-uando se traslada, se conoce su llegada en los b'mites del pueblo.

    Haman-ndof: se dice que, si se ausenta, ni siquiera su familia se da cuenta de su marcha; } si sale de viaje, ni siquiera su anfitrin se percata de su presencia.

    5 N. del cd. Mantald: es la esposa con grandes cualidades, que puede ocupar el lugar del marido, que puede eventualmente ganarse la vida, v que puede hacer todo por s misma.

    Santald: es una excelente madre de familia y buena ama de casa. Si su marido trae algo a casa sabe cuidarlo y sacar partido, pero no buscar nada ni ganar nada por s misma.

    Alantalkapous: es la mujer que no solo no sabe ganar nada por s misma sino que, si el marido trae algo, lo estropea. Si no se le da nada, grita. Si se le da algo, dice que no es suficiente. Hs la que se queja constantemente v que no hace nunca nada bueno.

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  • Por qu las parejas son lo que son

    del Paraso. Los ngeles vinieron a saludarlas y les expresaron sus mejores deseos de bienvenida. Cuando quisieron traspasar el umbral, los ngeles las detuvieron: "Perdn, mujeres, pero an sois 'mitades'. Ahora bien una 'mitad' es algo incompleto, luego imperfecto, y lo imperfecto no tiene cabida en el Paraso, esperad a que cada una de vosotras tenga un marido que la comple-te. Entonces entraris por parejas, es decir por unidades humanas perfectas."

    Antes de que las mujeres se repusieran de su sorpresa, los Hammadi-Hammadi se presentaron, acompaados de sus esposas, las Mantakapous. Ix)s ngeles exclamaron: "Qu misterio! stas son las compaeras que Dios os ha reservado?"

    Los Hammadi llegaron a su vez, escoltados por las Santald. Finalmente los Haman-ndof, los ltimos hombres, Uegaron a las puertas del

    Paraso con las manos vacas. Forzosamente, las mujeres Mantald, las ms valiosas, tuvieron que entregarse a ellos para poder entrar en la Estancia celestial.

    Y as fue cmo los primeros hombres recibieron en suerte las ltimas muje-res y cmo las primeras mujeres cayeron en manos de los ltimos hombres.

    Ya en el Paraso, los hombres ms destacados fueron a quejarse a Dios. De comn acuerdo con las primeras mujeres, reclamaron un arreglo. Dios dijo:

    "Yo no niego un derecho a aqul que lo merece. Pero la inteligencia de mis actos no est siempre a vuestro alcance."

    Mujeres valientes clasificadas como las mejores, aceptad de buen grado a los hombres poco valiosos. Y vosotros, hombres distinguidos, sufrid a vues-tro lado las mujeres perezosas y vulgares. Lo he decidido as por sabidura y presciencia. Si dispusiera todos los valores por un lado y todos los no-valo-res por el otro, los asuntos del mundo no funcionaran, como un fardo mal repartido a lomos de un buey de carga. No habra ni equilibrio ni estabilidad. FLn cada giro, el cargamento se volcara hacia un solo lado y vuestro univer-so sera aun ms difcil de dirigir de lo que ya lo es ahora.

    "Tal como os encontris emparejados, los hombres de vala impedirn a las mujeres indolentes caer en manos implacables que les quitaran toda la levedad a sus prpados**, las mujeres dignas y juiciosas sern el refugio de los hombres disminuidos a los que estn unidas por el matrimonio."

    N. del cd. de tanto hacerlas llorar.

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  • Mosaico de cuentos africanos

    "He regulado todo siguiendo una pauta cuyo secreto nicamente lo conozco yo."

    "No os odiis ms. No os rechacis unos a otros con el pretexto de que vuestros valores y vuestros estados son desiguales."

    "Amaos los unos a los otros, sobre todo entre mujer y marido. Y procla-mad que entre las cosas que me agradan, a m que soy Dios, el primer lugar lo ocupa la perfecta armona entre los esposos."

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  • Cuentos de Guinea Conakry L a B a t a i l l e d e s deUX COqS (La batalla de los dos gallos) La Q u e u e e t la peaU d u buf f l e (La cola y la piel del bfalo)

    J E A N ' M A R I E T O U R

    Mar Mediterrneo

    Ocano Atlntico

    Ocano ndico

  • La bataille des deux coqs Jean-Marie Tour

    Deux coqs se battaient. Et puisqu'une affaire de ce genre a parfois des prolongements insoup^onns, le chat en prouva une grande crainte. Pour limiter les dgts, il s'en alia trouver le mouton et lui demanda d'intervenir pour ramener la raison les deux belligrants. Mais le mouton lui fit savoir qu'une bagarre de coqs n'tait pas son problme.

    Dcu par l'attitude du mouton, le chat alia trouver le bceuf et lui deman-da d'intervenir dans la bagarre des deux coqs. II lui rpondit qu'une querel-le de coqs n'entrait pas dans le chapitre de ses proccupations.

    Meurtri par cette rponse, le chat se rendit auprs du cheval et lui dit : - Mon frre, deux coqs sont en train de s'entre-tuer, fais ce que tu peux

    pour teindre la braise de la haine qui les consume. Ix cheval lui dit qu'il ne pouvait se mler d'une affaire dont il ne connais-

    sait ni les tenants, ni les aboutissants, si ees coqs avaient decide de se battre, c'tait franchement leur affaire, il leur appartenait de trouver l'arrangement qu'il fallait.

    La bagarre des deux coqs finit par prendre des proportions inquietantes au point qu'ils tombrent dans du kapok qui s'enflamma et brla vive la mere du roi qui se chauffait prs du feu.

    Apprenant cette nouvelle, le roi ordonna d'gorger les deux coqs pour le repas de visiteurs ventuels. Puis il intima l'ordre certains de ses courtisans d'aller annoncer ses sujets la nouvelle du dcs de sa mere. Devant la lon-gueur du chemin faire, ils firent comprendre au souverain la ncessit d'une monture. II mit alors a leur disposition le cheval.

    Inform, le chat courut trouver le cheval et lui dit :

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  • Mosaico de cuentos africanos

    - Mon frre, tu avais fait la sourde oreille quand je t'avais demand d'apai-ser la querelle des deux coqs. La consquence d'une telle attitude est qu'il va t'incomber la corve de transporter a travers le royaume les messagers du roi chargs d'annoncer la mort de la reine mere. Tu vas avoir du pain sur la planche. Si tu tais intervenu pour sparer les deux coqs, tu ne serais pas oblig de faire ce que tu vas devoir faire.

    Le cheval en eut la mort dans l'me. Au septime jour du dcs de la reine mere, le roi ordonna de tuer le

    mouton. Au courant de cette decisin, le chat s'en alia trouver le mouton : - Tu vas devoir servir au sacrifice du septime jour de la mort de la reine

    mere, lui dit-il. - Que dis-tu ? lui demanda le mouton. - Le roi t'a choisi, rpondit le chat, pour servir au sacrifice du septime

    jour. Si tu avais t un peu plus intelligent, en intervenant dans la querelle des deux coqs, en leur prodiguant les conseils qu'il fallait pour qu'ils arrtent de se battre, tu n'aurais pas connu les affres du danger qui plae dsormais au-dessus de ta tete. Mais tu t'es refiis a toute intervention en arguant du fait que tu ne te melis pas d'une affaire ne te concernant pas. Et puisque tu vas devoir quitter ce monde, je te souhaite bon voyage et que Dieu te prenne en piti.

    Au quarantime jour du dcs, le roi ordonna de tuer le bceuf Apprenant la chose, le chat alia trouver immdiatement le boeuf et lui dit :

    - Mon frre, es-tu au courant de la decisin du roi ? - Laquelle ? demanda le bceuf - Tu es design pour tre sacrifi ce quarantime jour, dit le chat, si tu

    avais t un tout petit peu plus intelligent, si tu avais eu vis--vis de tes voi-sins le comportement qu'il fallait, si tu avais t anim de la conviction que le problme de tes voisins tait aussi ton affaire, leur bonheur ton bonheur, leur malheur le tien, leur drame le tien, tu ne connatrais pas la menace de mourir qui pese sur toi. Mais puisque toi aussi tu n'as pas compris suffisam-ment tt que tous les tres sont solidairement lies, je te souhaite bon voya-ge . Puisse Dieu le Tout Puissant t'accueillir en son Paradis.

    La morale de ce cont est que chacun de nous doit se sentir concerne par le sort des autres.

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  • La batalla de los dos gallos Traduccin de Rosa Delia Gonzlez Santana

    Dos gallos se peleaban, y puesto que un asunto de este tipo a veces tiene consecuencias insospechadas, el gato sinti un gran temor. Para Umitar los daos, fue a buscar al cordero, y le pidi que interviniera para hacer entrar en razn a los dos contrincantes. Pero el cordero le hizo saber que una pelea de gallos no era su problema.

    Decepcionado por la actitud del cordero, el gato fue en busca del buey y le pidi que interviniese en la pelea de los dos gallos. Este le respondi que una querella de gallos no entraba en el captulo de sus preocupaciones.

    Afligido por esta respuesta, el gato fue a donde estaba el caballo y le dijo: - Hermano mo, dos gallos se estn matando, haz lo que puedas para apa-

    gar la llama del odio que los consume. FA caballo le dijo que l no poda mezclarse en un asunto del que no

    conoca los pormenores, si los gallos haban decidido pelearse, era sencilla-mente su problema, a ellos les corresponda encontrar el arreglo necesario.

    La pelea de los dos gallos lleg a alcanzar proporciones inquietantes hasta el punto de que cayeron en un miraguano que se prendi fuego y quem viva a la madre del rey que se calentaba cerca del fuego.

    Al conocer esta noticia, el rey orden degollar a los dos gallos para la comida de las visitas imprevistas. Luego, convoc a algunos de sus cortesa-nos para que fueran a anunciar a sus subditos la nueva del fallecimiento de su madre. Considerando la longitud del camino que deban recorrer, hicie-ron comprender al soberano la necesidad de una montura, y este entonces puso a su disposicin el caballo.

    Informado, el gato corri al encuentro del caballo y le dijo:

    43

    CA

  • Mosaico de cuentos africanos

    - Hermano mo, hiciste odos sordos cuando te ped apaciguar la querella de los dos gallos. La consecuencia de tal actitud es que te va a corresponder la tarea de transportar, a travs del reino, a los mensajeros del rey encarga-dos de anunciar la muerte de la reina madre. Vas a tener trabajo para rato. Si hubieras intervenido para separar a los gallos, no te veras obligado a hacer lo que vas a tener que hacer.

    Los ojos del caballo se inundaron de lgrimas. Al sptimo da del fallecimiento de la reina, el rey orden matar el corde-

    ro. Al conocer esta decisin, el gato fue en busca del cordero. - Vas a tener que servir para el sacrificio del sptimo da de la muerte de

    la reina, le dijo. - Qu dices? - le pregunt el cordero. - El rey te ha elegido, respondi el gato, para servir al sacrificio del spti-

    mo da. Si hubieras sido un poco ms inteligente, interviniendo en la querella de los dos gallos, prodigndoles los consejos necesarios para que dejaran de pelearse, no habras conocido la angustia del peligro que planea de ahora en adelante sobre tu cabeza. Pero rechazaste toda intervencin argumentando el hecho de que t no te mezclabas en un asunto que no te concerna. Y puesto que vas a tener que dejar este mundo, te deseo buen viaje y que Dios se apiade de ti.

    A los cuarenta das del fallecimiento, el rey orden matar al buey. Al conocer la noticia, el gato fue a buscar inmediatamente al buey y le dijo:

    - Hermano mo, ests al corriente de la decisin del rey? - Cul? - pregunt el buey. - Has sido elegido para ser sacrificado a los cuarenta das, dijo el gato, si

    hubieras sido solo un poquito ms inteligente, si hubieras tenido con tus vecinos el comportamiento adecuado, si hubieras estado animado por la conviccin de que el problema de tus vecinos era tambin asunto tuyo, su felicidad, tu felicidad, su desgracia, la tuya, su drama, el tuyo, no conoceras ahora la amenaza de muerte que pesa sobre ti. Pero puesto que t tampoco has comprendido a tiempo que todos los seres estn solidariamente unidos entre s, te deseo "buen viaje". "Y que Dios Todopoderoso pueda acogerte en su Paraso".

    La moraleja de este cuento es la siguiente: cada uno de nosotros debe sen-tirse involucrado en la suerte de los dems.

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  • La queue et la peau du buffle Jean-Marie Tour

    Dans un village vivait un couple rest longtemps sans enfant. Puis, un jour, la femme attendit un enfant. Elle fit a son mari le serment que l'enfant qu'elle mettrait au monde aurait pour premier jouet la queue d'un buffle. L'homme, le meilleur chasseur de la contre, promit que son fils commen-cerait m'archer quatre pattes sur la peau du mme buffle.

    Au bout de neuf mois, la femme mit au monde un garln. Dans la semai-ne qui suivit, ce fut la fte au village. Tous les chasseurs y prirent part. Et avant de ren'trer chez eux, ils s'imaginaient deja la fte que le village ferait autour du buffle qu'abattrait le mari. Mais tout le monde tait sceptique quant la ralisation des promesses faites surtout que la premire devait tre accomplie par la femme. Et chacun se demandait comment elle russirait une telle prouesse, les buffles ayant, dans la brousse, la rputation d'animaux feroces.

    Cependant, un madn, sur les conseils d'une vieille femme, la femme mit dans sa besace : un couteau, un oeuf, un morceau de bambou et un sachet de cendres. Elle sordt du village et prit la route des caravaniers menant dans la regin des hauts plateaux. Elle marcha trois jours et trois nuits, ne prenant que peu de repos. Au bout du troisime jour, elle dcouvrit les traces d'un important troupeau de buffles. Elles les suivit et finit par trouver le lieu de leur pturage.

    Elle se cacha et surveilla leurs mouvements. Tard dans la nuit, un un les buffles finirent par se coucher. Leur chef de file, s'tant assur que le trou-peau tait au grand complet, se coucha et s'endormit.

    Avec d'infinies prcaudons, la femme se fraya un passage travers le trou-peau endormi et se trouva nez nez avec le chef de file. Elle sortt alors son couteau et, prestement, lui trancha la queue. Le corps littralement moulu de

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  • Mosaico de cuentos africanos

    fatigue, Tanimal sentit tout juste une lgre piqre mais ne se rveilla pas. Retenant son souffle, la femme repassa travers le troupeau et reprit en

    courant le chemin du village. Au petit matin, en se rveillant, les buffles remarqurent que leur chef

    avait t amput de sa queue. Furieux, celui-ci huma l'air aux quatre points cardinaux et il se mit au trot en chantant :

    - Oi que tu ailles avec ma queue, je te retrouverai, de mes pattes je t'cra-serai et je reprendrai ma queue.

    I^ vcnt apporta cette chanson jusqu'aux oreilles de la femme qui rpon-dit :

    - Cette queue, je l'ai coupe. Je l'offrirai a mon fils. 11 en fera son jouet. Et tu n'y pourras ren.

    Aprs plusieurs heures de course folie, le buffle apergut la femme qui, son tour, se rendit compte que l'animal n'tait plus loin d'elle. Chantonnant nouveau son air Cette queue, je l'ai coupe... , elle parpilla la cendre que le souffle du vent embrasa. La regin entire s'enflamma comme une immen-se torche et arrta net la course du buffle. Celui-ci dut courir encor de lon-gues distances pour contourner le feu. II parvint retrouver la direction de la femme et chanta de nouveau o que tu ailles avec ma queue...

    Au terme d'une nuit de course effrne, le buffle apergut nouveau, au loin, la femme. Mais sentant le danger, la femme fredonna son refrain et lais-sa tomber son bambou. Alors poussa une fort inextricable de bambous for-mant obstacle entre la femme et le buffle. Celui-ci fut, nouveau, oblig de contourner la fort avant de retrouver la direction de la femme. II ne russit l'apercevoir qu' la fin de la deuxime journe.

    Alors, pour la troisime fois, la femme chanta et laissa tomber l'ceuf. II se forma alors un lac immense, bloquant momentanment la progression de l'animal. Avec ce dernier oeuf bris, la femme tait dsormais sans protec-tion.

    filie reprit de plus belle sa course vers son village. Ix buffle ne russit contourner le lac que le lendemain au milieu de la journe. Toujours decide, il se remit a la poursuite de la ravisseuse en chantant son refrain o que tu ailles avec ma queue, je te retrouverai, de mes pattes je t'craserai et repren-drai ma queue .

    Le chasseur qui avait dans toute la nuit apprta son fusil, sa poudre, ses plombs et chanta :

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  • La queue ct la peau du huffie

    - Aujourd'hui j'abattrai le buffle sans queue et sur sa peau, mon fils s'ini-tiera a la marche quatre partes.

    Puis il sortit du village, grimpa sur le grand arbre sous lequel le village se rassemblait a l'occasion des grandes rjouissances.

    Au soleil couchatit, il apergut sa femme, haletante, tenant a peine sur ses deux pieds. Au ioin, arrivait aussi le buffle plus decide que jamis. Le chas-seur le mit en joue, ajusta son arme, appuya sur la gchette, le coup partit, le buffle tomba. La femme du chasseur se retourna et vit son mari. Elle n'en revenait pas. Le chasseur dpega le buffle en lui enlevant soigneusement la peau. L'homme et sa femme rentrrent au village, fiers d'avoir relev le dfi qu'ils s'taient rciproquement lanc.

    La morale de ce cont est : quand on veut raser un projet, il faut s'en donner les moyens.

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  • La cola y la piel del bfalo Traduccin de Rosa Delia Gonzlez Santana

    En un poblado viva una pareja que haba permanecido mucho tiempo sin tener descendencia. Luego, un da, la esposa qued embarazada. La mujer le hizo a su marido el juramento de que el nio que ella alumbrara tendra como primer juguete la cola de un bfalo. El hombre, que era el mejor caza-dor de la regin, prome que su hijo comenzara a gatear sobre la piel de ese mismo bfalo.

    Al cabo de nueve meses, la mujer dio a luz a un varn. A la semana siguiente, todo fue fiesta en el poblado. Todos los cazadores participaron en la celebracin. Y antes de regresar a sus casas, se imaginaban ya la fiesta que el poblado hara alrededor del bfalo que cazara el marido. Sin embargo todos se mostraban escpticos con respecto a las promesas hechas, sobre todo porque la primera deba cumplirla la mujer. Y as cada uno se pregun-taba cmo la esposa conseguira tal proeza, pues los bfalos, en la sabana, tenan la fama de ser animales feroces.

    Sin embargo, una maana, siguiendo los consejos de una anciana, la mujer puso en su alforja un cuchillo, un huevo, un trozo de bamb y un saquito con cenizas calientes. Sali del poblado y tom el camino de los cara-vaneros que lleva a la regin de las altas planicies. Camin tres das y tres noches sin apenas descansar. Al cabo de tres das, descubri las huellas de una importante manada de bfalos. Ia)s sigui y termin por encontrar el lugar donde pastaban.

    Se escondi y vigil sus movimientos. Muy entrada la noche, uno a uno, los bfalos terminaron por acostarse. Cuando el bfalo se asegur de que la manada al completo estaba, tambin se acost y se durmi.

    Con infinitas precauciones, la mujer se abri paso a travs de la manada dormida y se encontr cara a cara con el cabeza de manada. Sac entonces

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  • La cola y la piel del bfalo

    SU cuchillo y con presteza, le cort la cola. El cuerpo del animal, literalmen-te molido por la fatiga, sinti nicamente un ligero pinchazo, pero no se despert.

    Conteniendo la respiracin, la mujer volvi a pasar a travs de la manada y corriendo retom el camino hacia el poblado.

    Al amanecer, cuando se despertaron, los bfalos se dieron cuenta de que a su jefe le haban amputado la cola. Furioso, el bfalo oli el aire hacia los cuatro puntos cardinales y se puso a correr al trote cantando:

    - Donde quiera que vayas con mi cola, te encontrar, con mis patas te aplastar y mi cola recuperar.

    El viento llev esta cancin hasta los odos de la mujer, que respondi: - Esta cola, la cort. A mi hijo la ofrecer, su primer juguete ser, y t no

    lo podrs evitar. Despus de varias horas de loca carrera, el bfalo vio a la mujer, la cual a

    su vez se dio cuenta de que el animal no estaba lejos de ella. Canturreando de nuevo su cancin "Esta cola, la cort...", esparci las cenizas caUentes que el viento prendi. La regin entera se cubri de Uamas como una inmensa antorcha y par en seco la carrera del bfalo, que tuvo que recorrer incluso largas distancias para bordear el fuego. Consigui encontrar nuevamente el rastro de la mujer y cant otra vez: "donde quiera que vayas con mi cola...".

    Al cabo de una noche de carrera desenfrenada, el bfalo percibi nueva-mente, a lo lejos, a la mujer. Pero, sintiendo el peligro, la mujer tarare su estribillo y dej caer el trozo de bamb. Entonces creci una selva inextri-cable de bambes que formaron un obstculo entre la mujer y el bfalo, que una vez ms se vio obligado a bordear la selva antes de volver a encontrar el rastro de la mujer. No logr avistarla hasta el final del segundo da.

    Entonces, por tercera vez, la mujer cant y dej caer el huevo, y se form un lago inmenso que bloque momentneamente el avance del ani-mal Con este ltimo huevo que rompi, la mujer se quedaba en adelante sin proteccin.

    Retom su carrera rpidamente hacia el poblado. El bfalo no consigui bordear el lago sino al da siguiente hacia la mitad de la jornada. Siempre decidido continu la persecucin de la ladrona canturreando su cancin "donde quiera que vayas con mi cola, te encontrar, con mis patas te aplas-tar y mi cola recuperar".

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  • Mosaico de cuentos africanos

    El cazador que haba danzado toda la noche aprest su fusil, la plvora, sus balas y cant:

    - Hoy al bfalo sin cola abatir, y mi hijo a gatear comenzar sobre su piel. Luego, sali del poblado, trep al gran rbol bajo el cual sob'an reunirse

    todos los habitantes con motivo de los grandes festejos. Al atardecer, avist a su mujer, jadeante, que apenas se mantena sobre sus

    pies. A lo lejos, llegaba tambin el bfalo ms decidido que nunca. El caza-dor lo puso en el punto de mira, apunt su arma, presion el gatillo, sali el disparo, y el bfalo cay. La mujer del cazador volvindose vio a su marido. No acababa de crerselo. El cazador despiez el bfalo separando con cui-dado la piel. El hombre y su mujer regresaron al poblado, orgullosos de haber superado el reto que ellos mismos se haban lanzado recprocamente.

    La moraleja de este cuento es la siguiente: cuando uno quiere realizar un proyecto, hay que procurarse los medios para lograrlo.

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  • Cuentos de Benn La calebasse d ' A b o u y a

    (La calabaza de Abouya) BlENVENU A R B O L A N ' A F O U T O U

    Mar Mediterrneo

    :"- .>' ,

    Ocano Atlntico

    B O,

    Ocano ndico

    ' ^

  • La calebasse d'Abouya Bienvenu Arholan-Afoutou

    II tait une fois, dans le village de Swila, une belle jeune filie qui rvait d'cpouser un bel homme. Elle s'appelait Abouya Anansi. Ses soupirants se comptaicnt par dizaines. Mais elle ne les trouvait pas assez beaux pour mri-ter sa main. Elle esprait trouver son Adonis hors de son village, Gligan, par cxcmple.

    Gligan tait la ville sainte des peuples de la regin. Chaqu anne s'y tenait un plerinage qui attirait des foules de jeunes gens. Les personnes en mal d'aventures amoureuses, comme Abouya, y affluaient galcment.

    Abouva se rendit done a Gligan. Elle y rencontra Kwami Afantchao et succomba son charme. la fin du plerinage, elle le suivit Fafakop, son village. Kwami y avait la rputation d'tre un grand sductcur et un grand paresscux. S'il n'tait pas aussi beau, disait-on, Kwami mourrait de faim.

    De fait Kwami ne vivait que des largesses des femmcs. Pour obtenir ses favcurs ees dernires le couvraient de gterics. llles le nourrissaient et le vtaient. Kwami, quant a lui, courtis qu'il tait a longueur de journe, fit la fine bouche pendant des annes avant de se choisir une pouse.

    Adiouavi Amah, l'heureuse lue, se ruina entretenir son oisif de mari. lis eurent trois cnfants. Au fur et a mesure que ceux-ci naissaient, la misre lrandissait dans le mnage. Kwami ne contribua gucre a sa diminution. II renrit piutot l'activit qu'il savait le mieux mener : le troc de ses faveurs contre les libralits des femmcs. Ces crrcments lui rapportrent une secon-de pouse : Akp Loossou.

    Akp connut le sort d'Adjouavi. Elle souffrit le mart)'re pour nourrir ses deux enfants. (^omme a son habitudc, Kwami continua de papillonner. Et de femmc en femme, il parvint a Abouya.

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  • Mosaico de cuentos africanos

    Abouya lui fit trois enfants. Deux autres malheureuses la suivirent dans le harem de Kwami. La premire, Afansi Toulaboh, donna le jour cinq enfants et la seconde, Goussi Yalitoh, deux enfants. Ainsi, chez Kwami, cinq pouses et leurs enfants croupissaient dans le dnuement.

    Le vil personnage n'en avait cure. II ne pensait qu' faire ripaille et pren-dre son plaisir. II ne passait la nuit qu'avec celle des pouses qui l'avait gav dans la journe. Et chaqu femme, voulant prouver ses copouses qu'elle tait la plus aime de leur man, se mettait en quatre pour plaire ce dernier.

    Ce fut ainsi qu'Abouya se mit travailler avec les pcheurs. Chaqu jour, elle se rendait au bord de la mer oi elle attendait, quelquefois pendant des heures, le retour des barques de peche. Quand celles-ci rentraient bre-douilles, Abouya reprenait le chemin de la maison toute triste. Mais quand la peche tait fructueuse, Abouya aidait dcharger les prises. Elle recevait, en contrepartie, quelques poissons. Elle en vendait une partie, a bon march, dans les maisons du village. Avec l'argent qu'elle se procurait, elle achetait les condiments ncessaires l'apprt du poisson restant.

    II lui fallait vite, tres vite faire la cuisine. Car, chez Kwami, chacune de ses pouses luttait, chaqu jour, pour tre la premire lui offrir son mets. Qui y parvenait avait, le mme soir, droit ses faveurs.

    Dans cette course aprs le coeur de Kwami, aucune des cinq pouses ne russissait le ravir. Toutes pensaient au moyen d'y parvenir. Certaines recoururent aux devins, d'autres aux conseils de leurs confidentes. Rien n'y fit. Kwami demeurait insaisissable.

    Un matin, Abouya descendit, comme toutes les mnagres de Fafakop le faisaient chaqu jour, au bord de la mer pour remplir sa jarre d'eau et laver son Unge. L'eau de la mer, en ees temps-l, tait douce, tres douce mme, plus douce que l'eau des fleuves, des lacs et des mares.

    Abouya avanga dans l'onde et s'arrta subitement. Elle avait senti un corps rugueux sous la plante de son pied droit. Fbrilement, elle enfon^a sa main dans l'eau et en sortit un coUier gros grains d'or. Elle s'assura que nul ne l'avait vue. Elle mit la prcieuse trouvaille dans sa jarre. l>e rcipient rem-pli, elle le mit sur sa tete, tourna le dos la mer et reprit le chemin de la mai-son.

    A peine avait-elle fait quelques pas dans le sable du littoral qu'une voix fminine l'appelant lui parvint de la mer. Elle se retourna et vit, a un jet de pierre d'elle, marchant sur les flots vers les lais, une femme svelte et tres belle. Autour de chacun de ses bras, un serpent aux couleurs chatoyantes. Au

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  • La calehasse d'Abouya

    sommet de ses longs cheveux ondules qu'agitait la brise, elle portait une cale-basse couvercle.

    La belle crature fleurait bon le parfum et son sourire tincelait. Elle salua : - La paix soi avec toi, Abouya ! Je suis Mamiwata, la desse de la mer !

    I.e collier qui est dans ta jarre m'appartient. II m'est tomb des mains et les flots l'ont emport. Rends-le moi et je t'offrirais cette calebasse. Grce elle, Kwami sera toi seule!

    Abouya s'excuta. Alors Mamiwata ouvrit la calebasse. E,lle tait vide. La desse la remplit d'eau. Le liquide y donna des myriades de petits cristaux blancs. Abouya n'avait rien vu de pareil. Amuse par rmerveillement d'Abouya, Mamiwata sourit et declara :

    - C'est du sel ! II donne aux mets des dieux un got inconnu de vous autres mortels. Si tu en mets une pince dans les plats que tu sers Kwami, il n'aura d'yeux que pour toi ! Adieu, Abouya!

    La desse repartir comme elle tait venue, sur les flots, vers Thorizon o elle disparut.

    Ce jour-l, midi, Abouya fut la premire servir le djeuner Kwami. II le prit et en redemanda. Les jours suivants, il ne mangea plus que les mets d'Abouya. II loua le mrite de son pouse auprs de ses amis. 11 les invita partager ses repas avec lui. lis repartirent de chez lui combls. Chez eux, ils prirent leurs pouses a partie pour leur manque de savoir-faire culinaire. Ces dernires allrent voir Abouya afin de se mettre a son cole. Elle offrit a cha-cune du sel. Bientt, tout le village sut qu'Abouya dtenait le secret de la bonne cuisine.

    Le nombre des demandeuses de sel crt. II crt tant et si bien qu'Abouya se fit vendeuse de sel. Et l'on vint des pays lointains en achetcr.

    Abouya devint tres riche. Elle partagea son bonheur avec toute la mai-sonne de Kwami. Nanmoins, ses copouses ne lui pardonnaient pas l'as-cendant qu'elle avait sur Kwami. Elles tenaient a y mettre fin. Et pour le faire, il fallait tarir la source de la richesse d'Abouya.

    Elles pirent Abouya pendant des annes et russirent savoir que sa fortune provenait d'une calebasse. Elles s'en emparrent une nuit et l'em-portrent a la plage, l'unique endroit Fafakop o des yeux indiscrets ne les verraient pas se livrer a leur sale besogne.

    Du taln, Adjouavi voulut briser la calebasse. Elle hurla de douleur comme si elle avait heurt une pierre. Le rcipient demeura intact. Alors,

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  • Mosaico de cuentos africanos

    Afansi prit la pierre calant une barque et l'abattit sur la calebasse. La pierre se fendit en deux. Akp proposa qu'avec l'un des clats, on lestt la calebas-se qu'on jetterait ensuite la mer. Son conseil fut suivi. Ixs femmes mirent une barque la mer et, quand elles parvinrent au large, elles immergcrent la calebasse.

    leur retour sur la cote, Goussi eut soif. Elle s'agencjuilla au bord de l'eau, y plongea sa main, en recueillit dans la paume et la porta sa bouche. Elle la cracha aussitt. Elle invita ses copouses en goter. Elles eurent le mme rflexe.

    La douce eau de la mer dont elles usaient longueur de journe ne l'ctait plus. Elle tait salee. Les copouses d'Aboya per9urent alors l'ampleur de leur faute : tant que la calebasse resterait immerge, elle produirait du sel qui se dissolverait dans l'onde.

    Depuis lors, la calebasse d'Abouya repose sur les fonds marins. Tant qu'elle y demeurera, l'eau de mer sera salee.

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  • La cabalaza de Abouya Traduccin de Mara de los ngeles Snchez Hernndez

    Haba una vez, en el pueblo de Siwla, una bella joven que soaba con casarse con un hombre guapo. Se llamaba Abouya Anansi, sus pretendientes se contaban por decenas, pero no los encontraba lo bastante guapos como para merecer su mano. Esperaba encontrar un Adonis fuera del pueblo, en Gligan, por ejemplo.

    Gligan era la ciudad santa de los pueblos de la regin en la que cada ao se celebraba una peregrinacin que atraa a multitud de jvenes. Las perso-nas con mal de amores, como Abouya, tambin solan ir.

    Abouya acudi a Gligan donde encontr a Kwami Afantchao de cuyos encantos qued prendada. Al final del peregrinaje, lo sigui a Fafakop, su pueblo. All, Kwami tena fama de ser un conquistador y un holgazn. Decan que si no fuera tan guapo, Kwami se morira de hambre.

    De hecho, Kwami viva de la generosidad de las mujeres quienes, para obtener sus favores, lo mimaban en exceso. Le daban de comer y lo vestan. Por su parte Kwami, cortejado como estaba todo el santo da, se hizo el remilgado durante aos para elegir esposa.

    Adjouavi Amah, la feliz elegida, se arruin por mantener a su ocioso marido. Tuvien^n tres hijos. A medida que iban naciendo, la miseria se apo-deraba de la pareja. Kwami no contribuy a su mengua. Ms bien retom la actividad que mejor saba realizar: el trueque de sus favores por las atencio-nes de las mujeres. Hsta conducta le trajo como consecuencia una segunda esposa: Akp Loossou.

    Akpc corri la suerte de Adjouavi, sufri un suplicio para alimentar a sus dos hijos. Como era su costumbre, Kwami sigui mariposeando. Y, de mujer en mujer, lleg a Abouya.

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  • Mosaico de cuentos africanos

    Abouya le dio tres hijos. Otras dos infelices la siguieron en el harn de Kwami. La primera, Afansi Toulaboh, dio a luz a cinco hijos y la segunda, Goussi Yalitoh, a otros dos. De esta manera, en casa de Kwami, cinco espo-sas y quince hijos malvivan en la escasez.

    El infame personaje no tena remedio. Solo pensaba en estar de franca-chela y en gozar de la vida. N o pasaba la noche ms que con la esposa que le hubiera saciado el hambre durante el da. Y cada una de ellas, para mostrar a las otras que era la ms amada del marido, se desviva por complacerlo.

    As fue como Abouya comenz a trabajar con los pescadores. Todos los das, se acercaba a la orilla del mar donde esperaba, a veces durante horas, el regreso de las barcas de pesca. Cuando regresaban de vaco, Abouya emprenda el camino de vuelta a casa, muy triste; pero cuando la pesca era productiva, Abouya apiadaba a descargar las capturas. A cambio, reciba algu-nos pescados. Una parte la venda barata por las casas del pueblo; con el dinero que consegua, compraba los condimentos necesarios para sazonar el pescado restante.

    Necesitaba cocinarlos rpidamente, muy rpidamente; porque, en casa de Kwami, cada una de sus esposas luchaba, cada da, por ser la primera en ofrecerle sus platos. Quien lo lograba, tena esa misma noche derecho a sus favores.

    En esa carrera por el corazn de Kwami, ninguna de las cinco esposas lograba cautivarlo. Todas pensaban en la manera de conseguirlo. Algunas recurrieron a los adivinos, otras a los consejos de las confidentas. Nada ser-va. Kwami permaneca inalcanzable.

    Una maana, Abouya baj, como todas las amas de casa de Fafakop lo hacan a diario, a la orilla del mar para llenar su cntaro de agua y lavar la ropa. Entonces, el agua del mar era dulce, muy dulce incluso, ms dulce que el agua de los ros, de los lagos y de las charcas.

    Abouya se adentr en el agua y se detuvo sbitamente; haba notado un cuerpo rugoso bajo la planta del pie derecho. Febrilmente, introdujo la mano en el agua y sac un collar con gruesas cuentas de oro. Se asegur de que nadie la haba visto. Meti el valioso hallazgo en su cntaro. Una vez llena la vasija, se la coloc en la cabeza, dio la espalda al mar y retom el camino de casa.

    Apenas haba dado unos pasos sobre la arena del litoral cuando oy una voz femenina que la llamaba desde el mar. Se volvi y vio, a tiro de piedra, caminando sobre las olas hacia la orilla a una mujer esbelta y muy bella.

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  • La cahalaza de Ahouya

    Alrededor de los brazos, una serpiente de colores tornasolados. Sobre sus largos cabellos ondulados que la brisa agitaba, llevaba una calabaza con tapa.

    La bella criatura ola a buen perfume y su sonrisa resplandeca. Salud: - La paz sea contigo, Abouya! Soy Mamiwata, la diosa del mar. El coUar

    que est en tu cntaro me pertenece. Se me cay de las manos y las olas se lo llevaron. Devulvemelo y te regalar esta calabaza. Gracias a ella, Kwami ser solo tuyo.

    Abouya accedi. Entonces Mamiwata abri la calabaza. Estaba vaca. La diosa la llen de agua. El lquido origin una infinidad de cristalitos blancos. Abouya nunca haba visto nada igual. Divertida por el asombro de Abouya, Mamiwata sonri y declar:

    - -Es sal' Da a los platos de los dioses un gusto que los mortales desco-nocis.^ Si echas una pizca en los platos que sirvas a Kwami, no tendr ojos ms que para ti. Adis, Abouya!

    La diosa se march como haba venido, sobre las olas, hacia el horizonte donde desapareci.

    Ese da para almorzar, Abouya fue la primera en servirle la comida a Kwami Este se sirvi y repiti. Los das siguientes, solo comi los platos de Abouya Alab los mritos de su esposa ante sus amigos; los invit a com-partir sus comidas y se fueron de su casa satisfechos. En sus hogares, repro-charon a las esposas su falta de destreza cuHnaria. Estas ltimas fueron a ver a Abouya para que les diera unas clases. Les regal a cada una un poco de sal. Muy pronto, todo el pueblo supo que Abouya posea el secreto de la buena cocina.

    El nmero de socitantes de sal creci. Creci de tal manera que Abouya se convirti en vendedora de sal. Y vinieron de pases lejanos a comprrsela.

    Abouya se hizo rica. Comparti su felicidad con toda la familia de Kwami. Sin embargo, las otras esposas no le perdonaban la influencia que ejerca sobre Kwami. Les interesaba acabar con ese privilegio. Y para hacer-lo, haba que secar la fuente de la riqueza de Abouya.

    Espiaron a Abouya durante aos y lograron saber que su fortuna prove-na de una calabaza. Se apoderaron de ella una noche y se la llevaron a la playa, el nico lugar en Fafakop en el que los ojos indiscretos no las veran entregarse a su sucia faena.

    Adjouavi quiso romper la calabaza con el pie. Grit de dolor como si hubiera chocado con una piedra. El recipiente qued intacto. Entonces,

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  • Mosaico de cuentos africanos

    Afansi cogi la piedra que calzaba una barca y la tir sobre la calabaza; la pie-dra se rompi en dos. Akpc propuso que uno de esos pedazos sirviera de las-tre en la calabaza para luegcj arrojarla al mar. Siguieron su consejo. Las muje-res echaron una barca al agua y, cuando alcanzaron alta mar, sumergieron la calabaza.

    De vuelta a la playa, Goussi tuvo sed. Se arrodill en la orilla del agua, introdujo la mano, recogi un poco en la palma y se la llev a la boca. La escupi enseguida. Invit a las otras esposas a probarla y reaccionaron igual.

    La dulce agua de mar que haban consumido toda la vida ya no lo era; se haba vuelto salada. Las otras esposas d'Abouya descubrieron entonces la repercusin de su falta: en tanto que la calabaza permaneciera sumergida, producira sal que se disolvera en las olas.

    Desde entonces, la calabaza d'Abouya reposa en el fondo el mar. Mientras que permanezca en l, el agua de mar seguir siendo salada.

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  • Cuentos de Congo Kalla la noye (Kalla la ahogada)

    VCTOR N I M Y

    Mar Mediterrneo c ^

    :-r,y.

    '':y

    Ocano Atlntico

    O. Ocano ndico

    n ' 2000 k m

  • Kalla la noye

    Vctor Nimy

    Cont beemb

    Dans le village de Yulu-Nkoyi vivait un homme nomm Loubassa. II avait une pouse Nkengu Louboto. Elle avait tout donn a son mari : assiduit au travail, mour, beaux et vigoureux enfants... Par elle, il avait acquis le respect que mrite un homme : le rang que la naissance vous accorde ne suf-fit pas a asseoir une rputation. Loubassa tait done heureux. Sa vie range, la srnit de sa vie familiale lui avaient valu le respect des villageois et de toute sa prente disperse aux alentours de Mouyondzi, dont dpendait Yulu-Nkoyi.

    Pourtant, au fond de son coeur, alors qu'il prenait de l'ge, il sentit qu'un malaise le prenait : quelque chose lui manquait. Deja il se prit constater qu'il ne regardait plus son pouse avec les mmes yeux. II prit conscience de ce qui lui faisait dfaut, qui tait un dsir lancinant. Un jour pourtant, il accepta de s'avouer ce qui l'agitait et alors, tout alia tres vite : ayant mis un nom sur ce qu'il vivait, il n'eut plus la forc d'endurer le manque qu'il res-sentait et appela sa femme alors qu'elle venait de lui servir manger :

    - Ma femme ! Tu m'as tout donn. II n'est de jour o tu ne me donnes tout. Tu m'aimes et tu sais que je t'aime. Je me demande si d'autres hommes sont aussi heureux que moi. Je ressens de la douleur te dir ce que je dois te dir car je sais que cela te fera mal. D'avance pardonne-moi.

    II s'arrta un instant, fascin par le regard de son pouse qui plongeait droit dans ses yeux, et il ne put reprendre la parole car, contrairement a son habitude de femme dvoue, ce fut elle qui parla :

    63

  • Un mosaico de cuentos africanos

    Noni kayekila zaantsa diadikulu lo diamoono keki na dio ... L'oiseau abandonne son nid quand il en a un nouveau! Tu as decide de prendre une seconde pouse ? Excuse-moi de te couper la parole...

    Un silence s'installa. Loubassa voulait dir qu'il n'avait pas de vue sur une femme precise, mais il sentit que cela serait peut-tre plus humiliant pour la mere de ses enfants. 11 laissa Nkengu Ix)uboto poursuivre :

    - En t'pousant je savais ce qui m'attendait : je pressentais que tu ne dro-gerais pas la regle. Rares sont les hommes qui terminent leurs jours avec une seule femme, mme quand elle leur a tout donn, mme quand elle les a rendu heureux...

    Souvent, ees derniers mois, j'ai repens ma mere. Mon pre avait deci-de de prendre une deuxime femme. Informe, ma maman avait fait une crise et s'en tait retrouve paralyse. Elle ne s'en est jamis remise et en est morte. La pauvre ! je n'ai pas oubli : elle croyait que jamis une autre femme ne viendrait lui disputer son mari...Rassure-toi, j'ai entendu la le9on, et quel que soit le chagrn que je ressente, je saurai rester digne et n'en mour-rai pas. Maintenant, j'attends de toi le mme respect de la tradition : j'ai autant de droits que la plus jeune, alors sache nous traiter avec sagesse.

    Sur ce, elle se retira dignement, laissant Loubassa sans voix, seul devant son plat refroidi.

    Quelque temps s'coula aprs cette entrevue et la vie reprit son cours. Loubassa se mit officiellement la recherche d'une nouvelle pouse. En fait, il savait deja quelle porte frapper. Son meilleur ami, qui habitait le village de Makaala, avait une filie qu'il avait vu grandir. Avec l'panouissement des for-mes de l'enfant devenue jeune filie, les penses de Lcjubassa s'taient atta-ches a cette petite qui avait maintenant peu prs l'ge de son avant-dernier fils. II alia rendre une premire visite a son ami, les cadeaux et le protocole qui accompagnrent son passage ne laissrent d'illusion personne ; une deuxi-me visite suffit pour conclure le mariage. Toutes ees dmarches, il les fit sans avertir les siens. II attendait que les choses soient bien avances pour les met-tre au courant car, en ralit, il craignait un chec qui lui aurait fait beaucoup de mal et aurait affaibli son autorit face a son pouse et ses enfants. Sa famille fit l'aveugle, mais ren des dmarches du pre ne lui avait chapp. Quand l'accord devint officiel, Loubassa devint press : la date du mariage fut arrte. Le jour dit, il vint accompagn de Nkengu Louboto qui devint la premire pouse. Sa prsence valida la position sociale laquelle se hissait son man par ce second mariage. Aprs une sobre crmonie, la date d'entre de

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  • Kalla a noycc

    la femmc au foyer fut fixe pour une semaine plus tard. Quand les femmes se retirrent, le beau-pre fit part de ce commentaire a son ami :

    - Veinard! Tu peux finir tes jours heureux. Avec une telle jeune femme pour amortir ton atterrissage dans la tombe, tu ne pouvais rever mieux. Mes deux vieilles peaux de banane ne me servent plus a rien. Ah ! si je pouvais, moi, m'en offrir une troisime !

    Loubassa laissa son beau-pre avec ses regrets et, accompagn de Nkcnguc Louboto, il rentra chez lui. En cours de route il s'adressa sa femme :

    - Ma femme ! Je compte sur toi pour que ma seconde pouse se sent bien. Tu l'aideras teir sa case et remplir ses devoirs d'pouse. Je ferai en sorte qu'il n'y ait amis de diffrence entre elle et toi. Pour ma part je reste-rai votre mari toutes deux et je vous traiterai de la mme fa?on.

    - Si telle est ta volont et si tu fais ce que tu me promets, sache que je ferai tout pour ne pas te dcevoir, rpondit la premire pouse.

    Arriv la maison, l'homme examina la case qu'il destinait sa seconde pouse. Tout devait tre impeccable d'ici a la fin de la semaine, quand elle ferait son entre dans le foyer conjugal. Tout lui parut parfait. Nkengu Louboto vint et vrifia tout elle-mme. De bonheur, Loubassa s'tala ensui-te sur sa chaise longue, alluma sa pipe et tira une bouffe de satisfaction puis resta la, immobile, perdu dans ses penses, noy dans son bonheur conjugal.

    Avec la nuit, il runit ses enfants autour de lui et leur declara d'un ton solennel et sans replique :

    - )c viens de prendre une nouvelle pouse. Elle sera la dans une semaine. Je vous demande de la respecter comme vous respectez votre propre mere.

    II y eut quelques grognements a peine audibles car la parole du pre est sacre et sans appel.

    la fin de la semaine, accompagne de ses parents, la nouvelle pouse vint chez son mari. Aprs une longue causerie a laquelle n'assista naturellement pas la premire pouse, les parents de la jeune femme s'en retournrent.

    Loubassa installa Kalla, la nouvelle venue, dans la case deja prpare. Ensuite, il la presenta aux autres membres de la famille.

    Ainsi commen9a pour lui une vie toute neuve, sa nouvelle vie de polygame. Fort de ses bonnes rsolutions, il decida d'abord qu'il allait passer une

    semaine chez l'une avant de rejoindre l'autre pour une semaine aussi. Mais

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  • Mosaico de cuentos africanos

    tres vite il se ravisa car il lui apparut impossible de passer une semaine sans voir sa jeune pouse. II rsolut alors de rduire cette dure a deux jours. Mais il ne tint pas mieux ce nouveau partage de lui-mme entre ses deux pouscs qu'il voulait gales entre elles : il lui fut impossible de passer une nuit sans sa jeune pouse. II rompit le contrat matrimonial que se doit de suivre un bon polygame et ne rejoignit Nkengu Lx>uboto que de temps a autre, et encor, sans donner a celle-ci son d. Ce qui ne l'empchait pas de continuer manger sa cuisine, car la jeunette n'avait pas des dons culinaires vraiment affirms. Et aussi, puisque la jeune femme n'avait pas encor de champs, le mari decida qu'elle irait prendre ses provisions dans les champs de la prc-mire pouse en attendant que ses propres champs, qu'il lui avait dfrichs avec amour, produisent. Nkengu Lxjuboto ne dit rien, elle se soumit et ['equi-libre s'installa peu a peu dans la famille.

    Les jours s'coulrent et Nkengu Louboto aida Kalla s'intgrer dans la famille : elle l'avait promis son mari et tenait a ce que sa partie du contrat s'accomplit. Les deux pouses partaient en brousse ou aux champs ensem-ble ; elles pchaient ensemble. Entre elles, une complicit semblait mme natre a la grande satisfaction de Loubassa. La seconde pouse appelait par-fois la premire grande soeur ; elle for^ait son mari frquenter plus assidment sa premire pouse en lui refusant l'accs de sa couche et fut mme choque qu'un jour son mari lui dise qu'il ne voulait qu'elle, la jeune : la vie que Kalla avait menee chez son pre polygame lui avait appris qu'il faut qu'une femme sache partager. Mais les rapports entre le mari et l'ancienne pouse se dgradaient. Loubassa n'honorait que trop rarement sa premire femme. Nkengu Louboto souffrait de cet abandon : elle en fit les reproche son mari et lui rappela ses promesses et ses propres paroles dites juste aprs son deuxime mariage. Mais Loubassa ne changea rien : il nageait dans son bonheur, tenait son mnage en main et la confiance entre les poux se compromit dfinitivement.

    Finalement, Nkengu Louboto se tourna vers Kalla pour qu'elle rappelle leur mari ses devoirs envers les deux pouses. Et, pour cela, il lui fallut braver la honte. Mais la jeune pouse, vexe a son tour et ne sachant comment repon-dr sans violer sa propre intimit, rpliqua que leur mari tait assez grand pour grer son foyer. II ne lui revenait done pas de s'immiscer dans les affaires aux-quelles elle tait trangre, mme si Nkengu Ixjuboto la croyait prfre.

    "Wu mana kuyikissa Nkusu kuzonso watete wu katuka lo ye". Lorsqu'on apprend parler un perroquet, on est toujours la premire victime de ses injures ! la premire pouse rentra chez elle l'me blesse.

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  • Kalla la noye

    Un jour, les deux pouses se rendirent une rivire assez loigne du village pour pechen Comme c'tait la saison sche, elles avaient decide d'une peche au barrage qui consiste asscher les eaux d'un haut fond de rivire aprs l'avoir isol du reste du cours d'eau : des barrages bloquent l'amont et l'aval et le poisson prisonnier dans sa poche d'eau est ratiss. Pour cela, elles se munirent de tout le ncessaire : mbeesi et mitoto, des coupe-coupe et houes pour couper des branchages et ramasser la terre ncessaire pour fabriquer des barrages, ntsen^u-mantsengu, des paniers et de grands vans pour vacuer l'eau ; bieyet, des tamis en liane pour capturer du poisson, des couteaux et autrc petit matriel. Elles firent une petite provisin de nourriture pour que la faim ne ralentisse pas leur labeur.

    Arrives la rivire, elles dcidrent d'aller en amont car, l-bas, se trou-vait un haut fond facile a asscher et riche en poisson, avait affirm Nkengu Louboto