monografía sobre josé martí

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NOS-OTROS, desplazamientos de estados unidos El título se propone como una síntesis de las problemáticas que se analizarán en los siguientes textos: La americanización del mundo de Blanco Fombona, La raza cósmica (prólogo y “Mestizaje”) de José Vasconcelos, Nuestra América de José Martí y una selección de Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana de José Carlos Mariátegui. Los une en este trabajo la posibilidad de leer en cada uno, una voluntad de resistencia y oposición al avance imperialista, principalmente de EE.UU pero también de Inglaterra. Esta voluntad de resistencia se manifiesta en el intento de configurar una identidad latinoamericana, un “nosotros”, que cada autor aborda utilizando diferentes recursos y estrategias. En todos los casos el “nosotros” es la forma de enfrentar al imperialismo, su construcción emerge como una necesidad. Se habla de "voluntad" porque este trabajo no profundizará en el análisis de la recepción y circulación de los textos como para considerar su efectos e influencias reales. En Intelectuales, política y poder Pierre Bourdieu dice: “El poder simbólico es un poder de construcción de la realidad que tiende a establecer un orden gnoseológico (...) Los símbolos son los instrumentos por excelencia de la ‘integración social’: en cuanto instrumentos de conocimiento y de comunicación, hacen posible el consenso sobre el sentido del mundo social, que contribuye fundamentalmente a la reproducción del orden social (...)” 1 En los textos se pueden observar estas operaciones. El “nosotros” (aunque difícil de definir, como se verá más adelante) es un símbolo que los autores tratan de configurar para, de esa forma, configurar una realidad. Esta realidad pasa por la configuración de una identidad compartida que funcione como un factor de cohesión continental. La escritura se remonta al origen, la conquista, recorre la historia hasta llegar a la realidad del presente de escritura e intenta delimitar el “nosotros” resaltando los lazos y puntos de contacto entre todos los países latinoamericanos, porque en esta estrategia reside la confianza de lograr una resistencia fuerte al “nosotros” consolidado de EE.UU. De esta forma, se ubica en la fragmentación y en los intereses particulares las causas de la debilidad y permeabilidad de América Latina frente al avance imperialista. Constituir un “nosotros” es la posibilidad de constituir un símbolo de integración, en este caso, continental, que 1 Bourdieu, Pierre, “Sobre el poder simbólico”, en Intelectuales, política y poder, ed. Eudeba, Buenos Aires, 2003. Página 67.

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Texto monográfico sobre la obra de José Martí

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Page 1: Monografía sobre José Martí

NOS-OTROS, desplazamientos de estados unidos

El título se propone como una síntesis de las problemáticas que se analizarán en los siguientes textos: La americanización del mundo de Blanco Fombona, La raza cósmica (prólogo y “Mestizaje”) de José Vasconcelos, Nuestra América de José Martí y una selección de Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana de José Carlos Mariátegui. Los une en este trabajo la posibilidad de leer en cada uno, una voluntad de resistencia y oposición al avance imperialista, principalmente de EE.UU pero también de Inglaterra. Esta voluntad de resistencia se manifiesta en el intento de configurar una identidad latinoamericana, un “nosotros”, que cada autor aborda utilizando diferentes recursos y estrategias. En todos los casos el “nosotros” es la forma de enfrentar al imperialismo, su construcción emerge como una necesidad. Se habla de "voluntad" porque este trabajo no profundizará en el análisis de la recepción y circulación de los textos como para considerar su efectos e influencias reales.

En Intelectuales, política y poder Pierre Bourdieu dice:

“El poder simbólico es un poder de construcción de la realidad que tiende a establecer un orden gnoseológico (...) Los símbolos son los instrumentos por excelencia de la ‘integración social’: en cuanto instrumentos de conocimiento y de comunicación, hacen posible el consenso sobre el sentido del mundo social, que contribuye fundamentalmente a la reproducción del orden social (...)”1

En los textos se pueden observar estas operaciones. El “nosotros” (aunque difícil de definir, como se verá más adelante) es un símbolo que los autores tratan de configurar para, de esa forma, configurar una realidad. Esta realidad pasa por la configuración de una identidad compartida que funcione como un factor de cohesión continental. La escritura se remonta al origen, la conquista, recorre la historia hasta llegar a la realidad del presente de escritura e intenta delimitar el “nosotros” resaltando los lazos y puntos de contacto entre todos los países latinoamericanos, porque en esta estrategia reside la confianza de lograr una resistencia fuerte al “nosotros” consolidado de EE.UU. De esta forma, se ubica en la fragmentación y en los intereses particulares las causas de la debilidad y permeabilidad de América Latina frente al avance imperialista. Constituir un “nosotros” es la posibilidad de constituir un símbolo de integración, en este caso, continental, que implica que los países se conozcan entre sí, se involucren y se apoyen. Para esto deben estar comunicados, para funcionar como un continente y no como países-continentes aislados. Estos textos intentan construir un espacio de poder a partir de la palabra porque es el arma con la que pueden competir. Martí reivindica este recurso en su texto:

“Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra.”2

Dice Pierre Bourdieu:

“El poder simbólico como poder de constituir lo dado por la enunciación, de hacer ver y hacer creer, de confirmar o de transformar la visión del mundo y, por ello, la acción sobre el mundo, por lo tanto el mundo; poder casi mágico que permite obtener el equivalente de lo que es obtenido por la fuerza (física o económica), gracias al efecto específico de movilización, no se ejerce sino si él es reconocido, es decir, desconocido como arbitrario. (...) se define en y por una relación determinada entre los que ejercen el poder y los que lo sufren, es decir, en la estructura misma del campo donde se produce y se reproduce la creencia.”3

En los textos se manifiesta la intención de cambiar “la visión y la acción” del continente latinoamericano, pero también se ve cómo el símbolo, en realidad, no es reconocido ya que los textos

1 Bourdieu, Pierre, “Sobre el poder simbólico”, en Intelectuales, política y poder, ed. Eudeba, Buenos Aires, 2003. Página 67.2 Martí, José, Nuestra América, en “Obras escogidas” Tomo II, centro de estudios martinianos, editora política, La Habana, 1979. Página 519.3 Op.Cit., página 71.

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denuncian la falta y la necesidad de la unión de los países latinoamericanos, y reclaman que se lleve a cabo. Por lo tanto, el poder simbólico en los términos de Bourdieu lo ejerce EE.UU (además de lo que consigue por la “fuerza- física y económica”) y también le funciona a las estructuras simbólicas que los textos denuncian: la política y la religiosa.

Retomando el título, “Nos-otros” remite a la distancia entre los pueblos que denuncian los textos, lo cual muestra la dificultad de que el objetivo común a distintos sectores de distintos países se constituya en un proyecto, común y compartido. En primer lugar, los textos abarcan un arco temporal que se extiende desde la década de 1890 hasta 1930, indicando la continuidad de un conflicto permanentemente sin resolver. “Desplazamientos de estados unidos” intenta instalar la ambigüedad mediante un juego de palabras que se dispara en dos direcciones. La más evidente hace referencia al avance de EE.UU sobre Latinoamérica, no se detallará esta perspectiva más allá de lo que los textos mencionen. La segunda hace referencia a los estados americanos y sus movimientos, en términos de alianzas o enfrentamientos dentro del continente; y al mismo tiempo, a los movimientos que realizan los textos. Aquí se introduce la primera dificultad: determinar quiénes integran el “nosotros”, quiénes están unidos, derivando de esto la cuestión de cómo nombrarlo. El texto de Martí agrupa en el “nosotros” a los pueblos latinoamericanos, excluyendo a quienes renieguen de su origen y condición y a quienes no sean capaces de mirar su realidad sin la lente de modelos e ideas ajenas (importadas), es decir, a quienes no sean capaces de ver la realidad de su país. Si bien esto aparece claramente en su texto y no hay dudas de que Martí construye un “nosotros latinoamericano”, no utiliza este término, sólo en dos ocasiones se refiere a “América del Norte” diferenciando en la denominación a EE.UU, utiliza “América” o “Nuestra América” el resto de las veces. Sin considerar el conocimiento que un lector pueda tener del pensamiento de Martí, son las palabras que acompañan a estos términos las que clarifican la distinción entre América Latina y EE.UU.: “nacidos en América, que se avergüenzan, porque llevan delantal indio”, “nuestras repúblicas dolorosas de América”, “la historia de América, de los Incas acá (...)”, “estos hijos de nuestra América que ha de salvarse con sus indios (...)”. Sólo menciona “enigma hispanoamericano” una vez, introduciendo una referencia a España pero no en función de integrarla al "nosotros". Blanco Fombona sí se plantea esta posible inclusión ya que predice la marca del siglo XX como “guerra de razas”4 y distingue una raza latina y una raza inglesa en un contexto donde “las unidades de pueblos homogéneos tienden a unirse con el instinto, aún vago, de un próximo peligro”5. Esta tendencia lo lleva a cuestionarse la posibilidad de una unidad “panhispana”, es decir, una unidad que incluiría a todos los países de habla hispana del mundo, porque el avance imperialista no se produce únicamente en América y, como alternativa segura, afirma la posibilidad de una unión latinoamericana, de los “americolatinos”. No se define por ninguna de las dos opciones sino que plantea la necesidad de que los pueblos latinoamericanos tomen una decisión conjunta sobre cuál de ellas, “panamericanismo” o “panlatinismo”, es la más conveniente. Pero, al referirse en el final a “panamericanismo” retoma la ambigüedad del título para definir la exclusión y la oposición a EE.UU. Ya Martí dio cuenta de un uso de este término en las Crónicas de la primera conferencia panamericana en el que, contrariamente a lo que se proponen estos textos, se construía un “nosotros” continental, pero especialmente desde los intereses de EE.UU, intentando integrar a éste y a Latinoamérica; el poder simbólico estaba en manos de EE.UU. (la bandera de la conferencia era su clara representación) y funcionaba en la medida que era reconocido por algunos de aquellos que lo sufrían. En el título del texto, La americanización del mundo, utiliza “América” para referirse únicamente a EE.UU., desapareciendo al resto de los países del continente, esta ambigüedad sólo se desarticula al leer el texto ya que ese mismo título podría encabezar un artículo completamente diferente y remitir, por ejemplo, a la transmisión de rasgos latinoamericanos y no al avance imperialista. Se puede alinear el texto de Vasconcelos en el planteo de razas de Blanco Fombona, pero superándolo con una propuesta exacerbada: el anuncio de una raza universal única, que contendrá

4 Blanco Fombona, La americanización del mundo. Página 447.5 Ibid.

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a todas las razas. Vasconcelos, a diferencia de los otros autores, habla, en primer término, de “razas”; procedimiento que Mariátegui y Martí critican en sus textos6. Desde el título establece una nominación: raza “iberoamericana”, delimitando el alcance del “nosotros” mediante la referencia al espacio que ocupa. Así la Península Ibérica y la América Española (como luego la menciona en el texto) están unidas en oposición al poderío blanco sajón. Vasconcelos se extiende, por un lado, en la oposición sajón-latino y, por otro lado, en justificar a la raza iberoamericana y a América como los factores elegidos para encarnar el destino final e inevitable7 de la humanidad. El intento de configuración de un “nosotros iberoamericano” más poderoso que el enemigo sajón está presente, pero se disuelve en una propuesta irrealizable8: la raza cósmica, que Vasconcelos sólo puede presentar de forma arbitraria y determinista, aunque intente construir su texto como una tesis o estudio con argumentos legítimos de la ciencia, la historia, la economía y la política. Menciona la amenaza imperialista pero la resistencia a la misma deriva en un delirio que quita toda verosimilitud y esperanza al texto. Dice:

“Todo imperialismo necesita de una filosofía que lo justifique (...) cada raza que se levanta necesita construir su propia filosofía (...)”9

En su texto pretende hacerse cargo de esta necesidad e invertir los roles ocupados por sajones y latinos. Pero como filosofía y, aún como profecía, carece de rigor teórico y argumentos que la sostengan y la expliquen. Claude Fell en Vasconcelos-Mariátegui: convergencias y divergencias 1924-1930 indica que el primero procede a la elaboración de un mito, pero también en esta forma fracasa. No sólo no constituye un producto colectivo, como son los mitos, sino que tampoco puede ser “colectivamente apropiado”10, no funciona para el imaginario colectivo. Claude Fell marca:

“Mariátegui se acerca a Vasconcelos en cuanto a la necesidad de elaborar, más allá de todo sistema racional, un arsenal de creencias a las cuales el hombre pueda adherir a fin de forjarse un ‘ideal’”11

En este sentido Vasconcelos fracasa totalmente. Si bien puede leerse su voluntad de lograrlo, incluso pueden rastrearse cuestiones que también aparecen en los otros autores (origen e historia de América, imperialismo), pierde de vista el objetivo (la autonomía de América Latina) y se anula su palabra.

Mientras que Vasconcelos utiliza la leyenda de la Atlántida, la teoría de la selección natural, la antropología, la geografía, la historia, como elementos no para analizar y comprender la realidad sino una evolución que culminará en la unión de toda la humanidad; los otros textos se organizan como ensayos, tomando otros elementos y otros propósitos para “elaborar un arsenal de creencias” posibles, no ideales abstractos, que a partir de la comprensión de la realidad funcionen como soporte ideológico

6 No se quiere significar una crítica a Vasconcelos que puede leerse en Mariátegui, pero en el caso de Martí es obviamente imposible, sino que tratan el tema en sus textos y critican que se considere este criterio. “No hay odio de razas, porque no hay razas (...) la identidad universal del hombre.” (Martí, Ibid, página 526), “La suposición de que el problema indígena es un problema étnico, se nutre del más envejecido repertorio de ideas imperialistas. El concepto de las razas inferiores sirvió al Occidente blanco para su obra de expansión y conquista. Esperar la emancipación indígena de un activo cruzamiento de la raza aborigen con inmigrantes blancos, es una ingenuidad antisociológica (...)” (Mariátegui, José Carlos, El problema del indio, “Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana”, Ediciones Quinto Sol, México. Página 28.)7 “(...) pero ya nadie puede contener la fusión de las gentes, la aparición de la quinta era del mundo, la era de la universalidad y el sentimiento cósmico.” (Vasconcelos, José, El mestizaje, en “La raza cósmica. Misión de la raza iberoamericana”, ed. Aguilar, México 1961. Página 57)8 Sería interesante relacionar este texto en particular con lo que Sergio Pitol dice del propio Vasconcelos: “Queda la imagen de un hombre que al querer salvarlo todo se pierde a sí mismo.” (Pitol, Sergio, El Ulises criollo, en “Travesías de la escritura en la literatura latinoamericana”, Instituto de Literatura Hispanoamericana, Buenos Aires, 1995. Página 29). Podría parafrasearse la cita: al querer salvarlo todo pierde América, lo propio, teniendo en cuenta, además, la vida de Vasconcelos en años posteriores a la escritura del texto. 9 Ibid, páginas 54/5.10 Bourdieu, Op. Cit., página 68. 11 Fell, Claude, Vasconcelos-Mariátegui: convergencias y divergencias 1924-1930, Université de la Sorbonne, Nouvelle, París III. Página 23.

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de la unión para llevar adelante la resistencia y la movilización. En Vasconcelos el agente de cambio es el destino y la acción un devenir, en los otros textos los agentes de una acción deliberada y consciente son los hombres.

Martí habla de crear12 en oposición a la imitación de modelos extranjeros. También en los textos de Mariátegui y Blanco Fombona la “creación” se sustenta en elementos reales que apelan, principalmente, a la historia de América como un modo de explicar su situación en el presente de escritura y como un modo de postular fuertes lazos de contacto entre los países latinoamericanos; señalan un proceso diferente para América del norte. Mariátegui y Martí ven en la conquista y en la herencia colonial el origen de los conflictos. Mariátegui hace hincapié en que la herencia política, económica e intelectual en Latinoamérica fue decadente, a diferencia de la que recibió EE.UU, y esto dificultó y atrasó su desarrollo13. Denuncia, además, el desconocimiento y debilitamiento de la realidad nacional por parte del gobierno y por parte de la religión, el primero privilegia las necesidades de los capitales extranjeros antes que las de la población14, la segunda, al adaptarse al medio perdió fuerza15, de todas formas inadecuada para lograr un desarrollo capitalista16. Mariátegui realiza lo que casi 30 años antes pedía Martí:

“(...) debe llevarse adelante el estudio de los factores reales del país.”17

Martí pone el acento en el desconocimiento de las realidades locales y en la aplicación de modelos extranjeros que no están pensados para el contexto latinoamericano y, por lo tanto, no responden a sus necesidades. También se refiere a la negatividad de la herencia colonial18. Blanco Fombona en un tono marcadamente irónico se ocupa del presente de América Latina y aún de los latinos en general (incluyendo a Europa) frente a la amenaza de conformación de un “nosotros sajón” integrado por EE.UU. e Inglaterra.

Volviendo a la idea del “Nos-otros” es necesario reformular la afirmación de que existía un objetivo común. Sí se puede pensar esto en cuanto a los textos seleccionados y otros, pero no a la totalidad de Latinoamérica. De hecho, estos textos ponen en evidencia que ésta, y aún el interior de cada país, no eran homogéneos. Los intereses antes, como ahora, eran diversos y encontrados. Sobre todo Mariátegui y Martí denuncian al enemigo interno porque es la fragmentación la puerta de entrada del imperialismo. El poder simbólico que podían ejercer los textos sobre el lector, lo ejercía EE.UU. en la práctica a nivel mundial.

12 “(...) la salvación está en crear.” (Op. Cit., página 525)13 “España es una nación rezagada en el progreso capitalista. Hasta ahora, España no ha podido emanciparse del medioevo. (...) bastiones de la feudalidad, en España se mantienen todavía en pie, defendidos por la monarquía. (...) España es entre las naciones latinas la que menos ha sabido adaptarse al capitalismo y al liberalismo. (...) las colonias formadas por España en América tenían que resentirse de la misma debilidad. (...) El español trajo a la empresa de la colonización de América su espíritu medieval. Fue sólo un conquistador, no fue realmente un colonizador.” (Op. Cit., páginas 91/2)14 “El grado de desarrollo alcanzado por la industrialización de la agricultura, bajo un régimen y una técnica capitalistas, en los valles de la costa, tiene su principal factor en el interesamiento del capital británico y norteamericano en la producción peruana de azúcar y algodón.” (Op. Cit., página 79), “El suelo del país no produce aún todo lo que la población necesita para su subsistencia.” (Op. Cit., página 80)15 “En la costa, en Lima sobre todo, otro elemento vino a enervar la energía espiritual del catolicismo. El esclavo negro prestó al culto católico su sensualismo fetichista, su oscura superstición. El indio, sanamente panteísta y materialista, había alcanzado el grado ético de una gran teocracia; el negro, mientras tanto, trasudaba por todos sus poros el primitivismo de la tribu africana.” (Op.Cit., página 157)16 “(...) el catolicismo español, como concepción de vida y disciplina del espíritu, carecía de aptitud para crear en sus colonias elementos de trabajo y de riqueza.” (Op. Cit., página 158)17 Op. Cit., página 522.18 “(...) la fatiga de la acomodación entre los elementos discordantes y hostiles que heredó de un colonizador despótico y avieso, y las ideas y formas importadas que han venido retardando por su falta de realidad local, el gobierno lógico.” (Op. Cit., página 523)

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BIBLIOGRAFÍA

Blanco Fombona, La americanización del mundo.

Bourdieu, Pierre, “Sobre el poder simbólico”, en Intelectuales, política y poder, ed. Eudeba,

Buenos Aires, 2003.

Fell, Claude, Vasconcelos-Mariátegui: convergencias y divergencias 1924-1930, Université de la

Sorbonne, Nouvelle, París III.

Mariátegui, José Carlos, El problema del indio, “Siete ensayos de interpretación de la realidad

peruana”, Ediciones Quinto Sol, México.

Martí, José, Nuestra América, en “Obras escogidas” Tomo II, centro de estudios martinianos,

editora política, La Habana, 1979. Página 519.

Pitol, Sergio, El Ulises criollo, en “Travesías de la escritura en la literatura latinoamericana”,

Instituto de Literatura Hispanoamericana, Buenos Aires, 1995.

Vasconcelos, José, El mestizaje, en “La raza cósmica. Misión de la raza iberoamericana”, ed.

Aguilar, México 1961.