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1 Monografía Escuelas administrativas: “Escuela Clásica”

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Page 1: Monografía Escuela Clásica

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Monografía

Escuelas administrativas:

“Escuela Clásica”

Page 2: Monografía Escuela Clásica

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Introducción

La presente monografía va a abordar el tema de las Escuelas Administrativas, con más exactitud

de la Escuela Clásica.

Se verán tanto sus orígenes como las características generales de la misma, podrán apreciarse

datos biográficos de los mayores exponentes de esta escuela y se estudiaran sus doctrinas:

- Doctrina de la racionalidad de los individuos

- Doctrina del interés propio o egoísmo psicológico

- Doctrinas de la competencia y la cooperación

- Doctrina del trabajo como fuente de toda riqueza y valor

- Doctrina de la mínima intervención estatal, mercado libre o laissez faire

- Doctrina del desarrollo y progreso

También sus principales leyes económicas:

- Ley de mercado

- Ley de oferta

- Teoría del valor-trabajo

- Ley de rendimientos decrecientes

- Ley de hierro de los sueldos

Y por último se abordaran sus problemáticas y legados.

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Principales exponentes de la escuela administrativa clásica

Adam Smith Douglas Jr.

Nació en Kirkcaldy (Escocia), durante el año 1723 (bautizado el

día 5 de junio del mismo año), hijo póstumo de Adam Smith Sr.,

oficial de aduanas, y Margaret Douglas, se desconoce la fecha

exacta de su nacimiento. Poco se sabe de su infancia, excepto

que a la edad de 4 años fue raptado por una banda de gitanos,

siendo rescatado gracias a la acción de su tío. «Me temo que no

hubiera sido un buen gitano», comentó John Rae, su principal biógrafo. Aparte de este incidente, la

vida de Smith fue singularmente tranquila, y su historia es esencialmente la de sus estudios y sus

libros.

En 1737, a la edad de 14 años, habiendo concluido su curso en la escuela local de Kirkcaldy,

Smith ingresó en la Universidad de Glasgow, donde fue influido por «el nunca olvidado» Francis

Hutcheson, el famoso profesor de filosofía moral. Es en esta asignatura, en la que se dedicaba una

parte a la moral práctica, en la cual Smith basaría gran parte de “La Riqueza de las Naciones”.

Luego de su graduación en 1740, Smith obtuvo una importante beca para Oxford, donde estudió

por seis años en Balliol College, una universidad en decadencia, como sostendría en “La Riqueza

de las Naciones”.

Habiendo retornado a la casa de su madre en 1746, Smith se dedicó a buscar un empleo

adecuado, a la vez que continuaba sus estudios. De 1748 a 1751 fue profesor ayudante de las

cátedras retórica y literatura en Edimburgo, bajo el mecenazgo de Lord Henry Kames, quien

también le empleó como conferenciante sobre las mismas materias. Durante este periodo

estableció una estrecha amistad con el filósofo David Hume, amistad que influyó mucho sobre las

teorías económicas y éticas de Smith.

En 1751 fue llamado por su propia Universidad de Glasgow para ocupar primeramente

la cátedra de Lógica, y al año siguiente, la de Filosofía Moral. Este último cargo lo ejerció por 12

años, período que luego describiría como «el más útil y por tanto el más feliz y honorable de mi

vida». Su curso de filosofía moral estaba dividido en cuatro partes: teología natural, ética,

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jurisprudencia, y economía política. En 1759 publicó su primer libro, “La Teoría de los Sentimientos

Morales”, que incorporaba la segunda porción de su curso, y que casi inmediatamente estableció

su reputación académica y literaria. Publicó un ensayo sobre «La Primera Formación de los

Idiomas», que fue incluido como apéndice en posteriores ediciones de los Sentimientos Morales

(se publicaron seis ediciones durante su vida).

En 1763 el poderoso aristócrata Charles Townshend ofreció a Smith una pensión vitalicia a cambio

de que sirviera como tutor de su hijastro, el III Duque de Buccleuch, durante un viaje de tres años

por Suiza y Francia. En este viaje conoció a los fisiócratas franceses (entre ellos, Quesnay y

Turgot), que defendían la economía y política basada en la primacía de la ley natural, la riqueza y

el orden, y se encontró con su viejo amigo David Hume. También conoció a otros pensadores

ilustrados, como Voltaire, Benjamín Franklin, Diderot, D'Alembert y Necker. En 1766 la repentina

enfermedad y muerte de Hew Scott, el hermano del Duque, puso fin al viaje, forzando un repentino

retorno a Inglaterra.

Smith se inspiró en esencia en las ideas de François Quesnay y Anne Robert Jacques Turgot para

construir su propia teoría, que establecería diferencias respecto a la de estos autores.

Durante los siguientes siete años Smith vivió con su madre en Kirkcaldy, dedicando la mayor parte

de su tiempo a su siguiente libro, “La Riqueza de las Naciones”. Este período también lo describió

como feliz («Quizá nunca estuve tan feliz en toda mi vida»).

En 1773 viajó a Londres, llevándose su manuscrito consigo, y durante cinco años vivió en Londres,

donde su círculo de amigos incluía a Edward Gibbon y Edmund Burke. En esa época murió su

amigo David Hume, motivo que llevó a Adam a publicar la "Carta a William Strahan" a modo de

obituario. Debido a sus libros especialmente críticos a la religión, los elogios a Hume provocaban

grandes protestas en todo el Reino Unido. Smith habría de anotar después: «Una simple e

inofensiva hoja de papel... me causó diez veces más vituperios que el violento ataque que realicé

en contra de todo el sistema comercial de la Gran Bretaña».

Fue nombrado director de Aduana de Edimburgo en 1778, puesto que desempeñó hasta su

muerte el 17 de julio de 1790 a causa de una enfermedad, viviendo con su madre y su prima, Miss

Janet Douglas, en Edimburgo. En 1787 fue nombrado Rector Honorífico de la Universidad de

Glasgow, sirviendo hasta 1789. Lleno de honores, Adam Smith murió a la edad de 67 años.

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Jean-Baptiste Say

Economista francés nacido el 5 de enero de 1767 y fallecido

el 15 de noviembre de 1832. Es uno de los principales

exponentes de la Escuela Clásica de economistas. Admirador

de la obra de Adam Smith, e influenciado por otros

economistas franceses como Turgot, Say ganó reconocimiento

en toda Europa con su Tratado de Economía Política, cuya

primera edición data de 1804. Say retoma muchas de las ideas de sus predecesores franceses y

de Adam Smith, sistematizándolas en este magistral tratado, que incluye numerosas

contribuciones originales, expresadas con una gran claridad de estilo. Algunos economistas de la

escuela clásica inglesa, en particular McCulloch, seguidor de David Ricardo, consideraron que Say

era meramente un divulgador y sistematizador de “La Riqueza de las Naciones”, pero se puede

defender que las aportaciones que hizo fueron mucho más allá.

La célebre Ley de los Mercados, que formuló como "los productos, en última instancia se

intercambian por otros productos" es su contribución más famosa. Bautizada posteriormente

como Ley de Say, constituye un elemento central de la economía clásica (al ser aceptada por

Ricardo y Mill como una de las contribuciones más significativas al pensamiento económico). Su

esencia es que, antes de poder demandar bienes hay que haber producido otros bienes para

intercambiarlos por los bienes deseados (lo que implica una relación causa-efecto de la oferta

hacia la demanda), y su corolario es que no pueden existir períodos prolongados de

sobreproducción y subconsumo si el mercado no sufre interferencias. Las contracciones de la

actividad productiva se deberán entonces, o bien a perturbaciones como las malas cosechas o las

guerras, o a medidas de los gobiernos que influyan negativamente en la actividad económica,

como subidas en los aranceles. Thomas Malthus y Sismondi, luego reivindicados por Keynes,

rechazaron la ley argumentando la posibilidad de atesoramiento, que podría conducir al

subconsumo. Say y otros clásicos respondieron aseverando que el atesoramiento era un

fenómeno de importancia marginal.

Contrariamente a Smith y a los economistas clásicos ingleses como David Ricardo, Say se oponía

firmemente a la teoría del valor trabajo (que consideraba, sucintamente, que la forma objetiva de

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medir el valor era mediante horas de trabajo), considerando que el fundamento del valor está en la

utilidad que los distintos bienes reporten a las personas. Esta utilidad puede variar en función de la

persona, del tiempo y del lugar. La concepción de Say es, por lo tanto, que el valor es subjetivo, lo

que influye en otros economistas continentales, y, en Inglaterra después de su muerte, en Jevons

y el nacimiento del marginalismo.

Otro aspecto importante en el que difiere de la escuela inglesa es en la crítica a las teorías

ricardianas de la distribución de la renta, que tienen un sesgo marcadamente pesimista, con

predicciones de un estado estacionario de estancamiento. Say, además de tomar una postura

mucho más optimista, considera que estas teorías no tienen carácter científico, y que su rigor

lógico se ve contrapesado por su dependencia de una cadena de supuestos poco realistas o muy

discutibles (como el valor trabajo), así como por que la evidencia empírica no jugaba a su favor.

Esta discrepancia profunda con Ricardo se debe también a una concepción del método de la

ciencia económica, en la que los razonamientos deductivos han de vigilar su dependencia de los

supuestos, tratando de no alejarse en exceso de la realidad, y no abusar de los ejemplos

numéricos o algebraicos para no perder claridad.

Entre otros trazos distintivos del pensamiento de Say que gozan de actualidad está su énfasis en

la importancia del empresario, que realiza una labor distinta de la del propietario del capital, así

como en la importancia que otorga a los derechos de propiedad para el crecimiento.

David Ricardo

(Londres, 19 de diciembre de 1772 - ídem 11 de

octubre de 1823) fue un economista inglés de

origen judío sefardí-portugués, miembro de la corriente de

pensamiento clásico económico, y uno de los más influyentes

junto a Adam Smith y Thomas Malthus. Continuó y profundizó el

análisis del circuito de producción de la república, cuyo origen se

remonta a Quesnay y al fisiocratismo. Es considerado uno de los

pioneros de la macroeconomía moderna por su análisis de la relación entre beneficios y salarios,

uno de los iniciadores del razonamiento que daría lugar a la Ley de los rendimientos

decrecientes y uno de los principales fundadores de la Teoría cuantitativa del dinero. Es por ello

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que es invocado por familias de pensamiento económico muy diferentes, desde los neoclásicos a

los marxistas ingleses.

También fue un hombre de negocios, especulador exitoso, agente de cambio y diputado; logrando

amasar una considerable fortuna.

David Ricardo era el tercero de diecisiete hijos de una familia judía sefardí que emigró

de Holanda a Inglaterra antes de su nacimiento. Empezó a trabajar a los catorce años, en

la London Stock Exchange (Bolsa de Londres), como empleado de su padre. En 1793 se casó

fuera de la fe judía y las relaciones con su familia se volvieron más tirantes, por lo que Ricardo

decidió establecerse por su cuenta. Especializado en la negociación de valores públicos,

prosperando bastante rápido, para 1815 había amasado una fortuna considerable. Después de

haber adquirido su fortuna en la Bolsa de Londres, se convirtió en terrateniente. En 1819 fue

elegido miembro del Parlamento; retuvo el cargo hasta su muerte. En la Cámara de los

Comunes sus opiniones gozaban de autoridad, y se ha dicho de él que fue el primero en educar a

la Cámara en el análisis económico. Se retiró de los negocios lo que le permitió dedicarse a

trabajos intelectuales desde muy joven. Su interés por los problemas de la teoría económica se

desarrolló hacia la mitad de su vida. Su primer contacto con el tema parece datar de 1799 cuando

leyó a Adam Smith. En 1809 aparecieron publicadas sus primeras opiniones sobre economía en

forma de cartas a la prensa firmadas por "R" en relación con la devaluación de la moneda.

Thomas Robert Malthus

(Surrey, 14 de febrero de 1766 - Bath, 29 de diciembre de 1834) Fue

un clérigo anglicano y erudito británico con gran influencia en

la economía política y la demografía. Miembro, desde 1819, de

la Royal Society. Popularizó la teoría de la renta económica y es

célebre por la publicación anónima en 1798 del libro Ensayo sobre el

principio de la población (An Essay on the Principle of Population).

Está considerado como uno de los primeros demógrafos. Anteriores a Malthus fueron Johann

Peter Süssmilch (1707-1767), a quien Malthus menciona en su libro, y John Graunt (1620-1674).

Malthus defendía la estabilidad a largo plazo de la economía por encima del corto plazo. Criticó

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las leyes de pobres inglesas, apoyó -contrariamente a las posiciones de la economía clásica y en

círculos cerrados- las proteccionistas Leyes del Maíz, que introdujeron un sistema de impuestos

sobre las importaciones de trigo británico, ya que pensaba que estas medidas fomentarían la

producción interna, y así promover los beneficios a largo plazo.

La teoría de la población de Malthus ha contribuido a que la Economía sea conocida también como

la ciencia lúgubre, nombre que le dio Thomas Carlyle.

Malthus también realizó importantes aportes a la teoría del valor y su medida, así como a la teoría

de las crisis y el sub consumo.

Una de las ideas que preocupaba a Malthus era lo que él llamaba el “atascamiento general”;

guardando la distancia en el tiempo, tanto en el pasado, como hoy en día, muchas empresas

producen bienes que él llamaba “esenciales”, como los alimentos, y los “no esenciales”, como son

los artículos de lujo, deseados por las personas. Son muchas las empresas que han ido a la

quiebra por producir grandes cantidades de bienes, que luego la gente no compra, ya sea porque

no están interesados en ellos, porque no son motivadores, porque no los conocen o porque

aparecen otros más innovadores y muchas veces más baratos.

Malthus ha sido descrito por su biógrafo principal como "el hombre mejor ultrajado de su tiempo":

efectivamente, y pese a la leyenda popular tanto de su época como posterior, fue un hombre de

temperamento cariñoso, generoso y gentil. De sus muchas amistades, la más significativa para la

historia de las ideas fue la que mantuvo con David Ricardo, su adversario intelectual en muchas

ocasiones, pero su aliado en la búsqueda de la verdad.

Henri Fayol

(Estambul, 1841 - París, 1925) fue un ingeniero y teórico de

la Administración de empresas.

Fundador de la teoría clásica de la administración, nació en

Constantinopla1 en el seno de familia burguesa, vivió las consecuencias de

la Revolución Industrial y más tarde, la Primera Guerra Mundial. Se graduó

en ingeniería de minas a los 19 años1 en el año 1860 e ingresó a una

empresa metalúrgica y carbonífera, donde desarrolló toda su carrera. A los 25 años fue nombrado

gerente de las minas y a los 47 ocupó la gerencia general de la Compagnie Commantry

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Fourchambault et Decazeville, que entonces se hallaba en situación difícil. Su administración fue

muy exitosa. En 1918 entregó la empresa a su sucesor, en una situación de notable estabilidad.

En 1878 en el Congreso de París de la Sociedad Industrial Minera, celebrado con motivo de la

Exposición Universal, Fayol presentó un informe sobre la alteración y la combustión espontánea de

la hulla expuesta al aire. Este trabajo tuvo una gran acogida y consagró a Fayol como un hombre

de ciencia. En 1888 había alcanzado ya el puesto de director general de la Commentry ferdinan.

Se jubiló en 1918. Es sobre todo conocido por sus aportaciones en el terreno del pensamiento

administrativo. Expuso sus ideas en la obra Administración industrial y general, publicada

en Francia en 1916. Tras los aportes realizados por Taylor en el terreno de la organización

científica del trabajo, Fayol, utilizando una metodología positivista, consistente en observar los

hechos, realizar experiencias y extraer reglas, desarrolló todo un modelo administrativo de gran

rigor para su época. En otra obra suya, La incapacidad industrial del estado (1921), hizo una

defensa de los postulados de la libre empresa frente a la intervención del Estado en la vida

económica.

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Orígenes de la Escuela Clásica

La publicación del libro de Adam Smith titulado “Una investigación sobre la naturaleza y causas de

la riqueza de las naciones” (generalmente conocido como “La riqueza de las naciones”) en 1776 se

considera normalmente como el comienzo de la economía clásica. La escuela estuvo activa hasta

mediados del siglo XIX. A pesar de su rechazo al mercado libre, la escuela de economía más

grande que todavía se adhiere a las formas clásicas es la escuela marxista. Sin embargo, la Nueva

economía clásica esta fuertemente influida por las percepciones generales de la escuela.

Los economistas clásicos reorientaron la economía, alejándose del análisis previo que se centraba

en los intereses personales del gobernante y/o las clases gobernantes. El fisiócrata François

Quesnay y Adam Smith, por ejemplo, identificaron la riqueza de la nación con el producto nacional

bruto, en lugar de con la tesorería del rey o del estado. Smith veía este producto nacional como

derivado del trabajo aplicado a la tierra y al capital. Ese producto nacional se divide "naturalmente"

entre trabajadores, terratenientes y capitalistas, en la forma de salario, renta e interés.

Fue desplazada en gran parte por escuelas marginalistas de pensamiento, que derivaba su

concepto de valor de la utilidad marginal que los consumidores encontraron en un bien en lugar del

costo de los gastos envueltos en producirlo. Sin embargo, algunas de las percepciones clásicas

fueron incorporadas en la escuela neoclásica, que comenzó en el Reino Unido a partir del trabajo

de Alfred Marshall.

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Características de la escuela clásica

- Metodología de los clásicos

La metodología de los clásicos estaba fuertemente influida por los desarrollos científicos

tempranos, derivados de Newton y la tradición crítica o analítica trazable a Kant.

Los clásicos buscaban fundar sus posiciones en el estudio empírico o de la realidad a fin de

formular, generalmente, modelos conceptuales que les permitieran enunciar leyes

naturales relevantes al área de estudio, consecuentemente utilizaban extensiva, pero no

exclusivamente, el razonamiento inductivo.

Lo anterior parece sugerir, en general, una concepción "estática" de las relaciones económicas, en

el sentido que esas se basan o deben a leyes las que, al igual que las leyes físicas, se supone son

eternas y universales. Pero eso no se debe interpretar como significando que se carezca de

cualquier "flexibilidad" o "libertad" en relación a los procesos o el sistema que implementan esas

leyes sino mas bien como una sugerencia que, si las leyes son conocidas y explotadas, dan

origen, en las palabras de Smith, a “…planes muy diversos en la manera general de emplearlo,

pero no todos estos planes conducen igualmente a incrementar el producto. La política de unas

naciones ha fomentado extraordinariamente las actividades económicas rurales, y la de otras, las

urbanas. Difícilmente se encontrara una nación que haya tratado con la misma igualdad e

imparcialidad esas distintas actividades. Desde la caída del Imperio Romano la política de Europa

ha favorecido mas las artes, las manufacturas y el comercio, actividades económicas propias de

las ciudades, que la agricultura, actividad económica rural. En el Libro tercero se explican las

circunstancias que dieron origen a esa política, y aconsejaron aplicarla.". Dado un plan exitoso se

obtiene: "La gran multiplicación de producciones en todas las artes, originadas en la división del

trabajo, da lugar, en una sociedad bien gobernada, a esa opulencia universal que se derrama

hasta las clases inferiores del pueblo. Todo obrero dispone de una cantidad mayor de su propia

obra, en exceso de sus necesidades, y como cualquier otro artesano, se halla en la misma

situación, se encuentra en condiciones de cambiar una gran cantidad de sus propios bienes por

una gran cantidad de los creados por otros; o lo que es lo mismo, por el precio de una gran

cantidad de los suyos. El uno provee al otro de lo que necesita, y recíprocamente, con lo cual se

difunde una general abundancia en todos los rangos de la sociedad."

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- Objetivos o áreas de interés

Como es generalmente aceptado la economía o escuela clásica tiene las siguientes áreas de

interés.

El foco de atención son los grupos o clases de individuos. La economía clásica (llamada economía

política) estudia lo que determina los salarios recibidos por los trabajadores en general más que lo

que cada trabajador individual recibe; o qué ocasiona que la tasa de ganancia suba o baje, más

que los factores que ocasionan la ganancia de una empresa particular, etc.

Interés en la generación e incremento de la riqueza general o de las naciones.— lo que ahora se

conoce como Crecimiento económico — El aumento en la riqueza era conceptualizado debido a la

generación de lo que desde los tiempos de los fisiócratas se llamaba plusvalía. Por ejemplo, el

resultado de la producción agrícola es -generalmente- superior a la semilla usada. Esa cantidad

"extra" es plusvalía e implica que la riqueza ha aumentado. Esa generación de plusvalía es

percibida como dependiente, no solo de los factores de producción sino de una multitud de

elementos y fenómenos tales como la formas de organización e intercambio de los mismos, tanto a

nivel empresarial como social. El famoso ejemplo de la fabricación de alfileres de Adam

Smith muestra como una nueva forma de organización de la producción lleva a una producción

superior o extra a la obtenida anteriormente, sin uso de recursos -trabajo, bienes de capital, etc-

adicionales. Adicionalmente a partir de los clásicos el cómo el gobierno se aproxime a las

actividades productivas, por ejemplo, permitiendo o restringiendo la libertad de comercio, no puede

ser ignorado en el análisis económico.

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- Doctrinas de los clásicos

Es necesario notar que no todos los clásicos compartían la totalidad de ya sea estas asunciones

generales y leyes económicas o la interpretación de ellas. Sin embargo, los clásicos como escuela

si pueden ser caracterizados por ellas.

Asunciones generales

- Doctrina de la racionalidad de los individuos. La característica principal de los seres

humanos es que son animales racionales. Las personas actúan —o consiguen sus

objetivos— más efectivamente cuando lo hacen de acuerdo a la razón.

- Doctrina del interés propio o Egoísmo psicológico. Los clásicos asumen que la motivación

básica y natural de los individuos es el interés propio. Los productores producen no porque

deseen hacer el bien, sino porque les conviene. Los consumidores compran no porque les

interese el bienestar de los productores, sino porque consideran que lo que compran les es

útil, etc.

- Doctrinas de la competencia y la cooperación. Los individuos persiguen racionalmente sus

intereses a veces compitiendo y a veces cooperando. Smith enfatizo las ventajas de la

competencia individual, sugiriendo que esos intereses competitivos individuales convergen,

como dirigidos por una "mano invisible", en el interés común (Doctrina de la armonía de los

intereses). Aquellos influidos por él (especialmente Marx), se centraron en la competencia

de grupos o clases. Stuart Mill estudio los efectos de la cooperación.

- Doctrina del trabajo como fuente de toda riqueza y valor. Por ejemplo, Adam Smith

comienza su "La riqueza de las naciones" estableciendo que "El trabajo anual de un país es

el fondo que originalmente le proporciona todas las cosas necesarias y convenientes para

la vida y que anualmente consume; y esas cosas son siempre ya sea el producto inmediato

de ese trabajo, o lo que es comprado en otros países con ese producto.".

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- Doctrina de mínima intervención estatal, Mercado libre o del laissez faire: A lo menos

gobierno, lo mejor, los procesos económicos eran considerados como capaces de auto

regulación, en otras palabras, las fuerzas económicas por sí mismas dirigirán la producción,

intercambio y consumo a su nivel más eficiente. La acción del estado debe confinarse a

reforzar los derechos individuales (especialmente el de propiedad), proveer la defensa

nacional y algunos servicios públicos de interés general (justicia, algunos tipos de

educación, etc).

- Doctrina del desarrollo o progreso. A partir de Turgot los procesos económicos son

percibidos como teniendo lugar en tiempos históricos, lo que lleva a los clásicos a una

concepción de progreso evolutivo. Todos los clásicos avanzan teorías de etapas de

desarrollo económico social, las que generalmente, pero no siempre culminan en una etapa

de abundancia y bienestar general. Esas etapas a su vez pueden ser sub divididas en

momentos o estadios, el todo basado en la aplicación (intencional o no) de leyes

económicas. Así, por ejemplo, en el esquema de Smith la progresiva división del trabajo

está estrechamente relacionada con otros dos fenómenos: la acumulación de capital y la

extensión gradual del mercado. La acumulación de capital permite alcanzar grados de

especialización cada vez mayores y esto da lugar a un aumento continuo de la

productividad del conjunto de factores productivos.

Principales "leyes" económicas

- Ley de los mercados: La riqueza depende de la producción. Cuantos más bienes se

produzcan, más bienes existirán, que constituirán una demanda para otros bienes, lo que

tiende a una situación (que los clásicos denominaban “Estado progresivo”) en la cual todos

los recursos se emplean al máximo, a beneficio general. (Esta "ley" es a veces

denominada, por sus críticos —por ejemplo, Veblen, Schumacher — como "teoría del más

es mejor").

También denominada Ley de Say indica que no puede haber demanda sin oferta. Esta

propone que la producción total de bienes en una sociedad o sistema económico

determinado implica una demanda agregada que es suficiente para comprar todos los

bienes que se ofrecen. Es decir, hay una continuidad en el dinero circulante. Una

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implicación importante de lo anterior es que una recesión no ocurre por un fallo en la

demanda o por carencia de dinero: dado que el precio de venta de cada producto

genera ingresos o beneficios suficientes para comprar otro producto sigue que nunca se

puede dar una insuficiencia de la demanda puesto que aunque las personas ahorren en el

presente deberán usar (ya sea consumir o invertir) ese dinero más adelante. Incluso en el

caso en que muchos guarden su dinero, la situación no se modificara en lo substancial: los

precios bajarán y se adaptarán al menor flujo de ingresos, sin afectar mayormente el

empleo de recursos económicos (de la misma manera que un aumento del circulante no

incrementa la demanda, una reducción del circulante no la disminuye; solo los precios

cambian).

Otra implicación de importancia es que la prosperidad debe ser aumentada estimulando la

producción, no el consumo. En las palabras de James Mill: “Si el poder de compra de una

nación se mide exactamente por el producto anual ... lo más que se incrementa es el

producto anual, lo más que por ese mismo acto se expande el mercado nacional, el poder

de compra y las compras reales de la nación”.

De acuerdo a von Mises es importante entender el contexto más general de la proposición

de Say. Ese contexto seria el debate iniciado por Malthus acerca de la crisis que se

derivaría producto del incremento de la población. (Lo que llevaría no solo a crecientes

demandas sobre los recursos naturales sino también, eventualmente, a un "exceso" de

población, exceso que no se podría emplear productivamente) Es en relación a eso que el

argumento de Say adquiere su significado: «El dinero es solamente el medio de

intercambio generalmente empleado; desempeña sólo el papel de intermediario. Lo que, en

definitiva, el vendedor quiere recibir a cambio de las mercancías vendidas son otras

mercancías». Es decir, agrega von Mises, «Las mercancías se pagan en última instancia

no con dinero, sino con otras mercancías».

En otras palabras, la ley de Say se puede resumir en la proposición que la oferta crea su

propia demanda, En parte su intención es explicar la imposibilidad de una situación

de sobreproducción y/o desempleo de recursos productivos. Adam Smith sugiere esto

pensando que por el simple hecho de sacar un producto al mercado este ya tenía

su venta garantizada, no en el sentido que el productor podía entonces ignorar lo que

quiere el consumidor sino de que “los recursos productivos no permanecerán

indefinidamente ociosos por falta de demanda agregada”. Para el, eso produce una

situación en la cual todos están interesados que el sistema funcione tan bien como es

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posible, una en la cual el uso de los recursos económicos tiende al máximo. Es decir, no

puede haber una situación de «exceso de población». Estos fueron los primeros esbozos

de solución al problema del equilibrio económico.

- Ley de la oferta. Dado que ciertos bienes se pueden vender (en otras palabras: dada la

existencia de deseo por ciertos bienes) el “valor de cambio” o precio de los mismos

depende de la oferta. Si hay un solo productor, o los productores actúan en conjunto, los

precios serán los de monopolio (es decir, los más altos posibles). Si hay varios productores

y hay competencia, los precios decaerán al límite posible: el costo de producción o precio

natural (Teoría del valor como costo de producción) (nótese que ese precio natural incluye

los "salarios" tanto del trabajo como del capital y los recursos naturales, incluyendo

la renta). No es que los clásicos ignoraran la demanda, es que no la consideraban

importante en el largo plazo: "Por abundante que sea la demanda, nunca puede elevar

permanentemente el precio de una mercancía sobre los gastos de su producción,

incluyendo en ese gasto la ganancia de los productores. Parece natural por lo tanto buscar

la causa de la variación del precio permanente en los gastos de producción. Disminúyanse

esos y (el precio de) la mercadería debe finalmente decaer, auméntense y seguramente

subirán. ¿Que tiene todo eso que ver con la demanda?". En otras palabras: asumiendo

competencia, los productores están forzados a reducir el precio al máximo posible,

alternativamente arriesgan no vender mientras sus competidores venden todo.

- Teoría del valor-trabajo: El valor de un bien o servicio está dado por la cantidad de trabajo

empleado en la producción de ese bien o servicio.

Adam Smith consideraba que el trabajo era la unidad de medida exacta para cuantificar el

valor. Para él, el valor era la cantidad de trabajo que uno podía recibir a cambio de su

mercancía. Los bienes podían aumentar de valor, pero lo que siempre permanece

invariable es el trabajo, o sea el desgaste de energía para producirlos, siendo entonces el

trabajo el patrón definitivo e invariable del valor. Se trata de la teoría del valor comandado o

adquirido. Aunque no era el factor determinante de los precios, estos oscilaban hacia su

precio de producción gracias al juego de la oferta y la demanda.

- Ley de los rendimientos decrecientes: Se refiere a la disminución paulatina de los

rendimientos económicos -especialmente la tasa de ganancia- en la medida que,

manteniendo el resto de factores constantes, se añadan cantidades adicionales de un

recurso específico. La asunción general es que tanto la expansión de la población como la

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disminución de precios mencionada lleva al uso de recursos cada vez más difíciles de

explotar, o menos productivos. Dado que los precios por lo menos no aumentan, sigue que

la ganancia debe decaer.

Esta ley afirma que cada vez se obtendrá menos producción adicional a medida que se

añadan cantidades adicionales de un input manteniendo el resto de factores constantes.

Dicho de otro modo, el producto marginal de cada unidad de input se reducirá a medida

que la cantidad de este input aumente, si los otros permanecen constantes; debe

entenderse por producto marginal de un input la cantidad de producción adicional que se

obtiene después de añadir una unidad adicional de este manteniéndose todos los demás

constantes. Esta ley es central en la teoría de la producción.

- Ley de hierro de los sueldos: Los salarios reales tienden "de forma natural" hacia un nivel

mínimo, que corresponde a las necesidades mínimas de subsistencia de los trabajadores.

Cualquier incremento en los salarios por encima de este nivel provoca que las familias

tengan un mayor número de hijos y por tanto un incremento de la población, y el

consiguiente aumento de la competencia por obtener un empleo hará que los salarios se

reduzcan de nuevo a ese mínimo.

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Problemática y legado

- Economía como la ciencia lúgubre

La visión del futuro a largo plazo de muchos de los clásicos era más bien pesimista. Eso llevo a

muchos a calificar la disciplina de ser la ciencia lúgubre. Esto no se debe, como muchos asumen,

solo a la visión de Malthus sino mas bien a una generalizada en la escuela.

El problema no era únicamente el hecho que el aumento de la población lleva — debido a la

competencia entre aquellos que buscan trabajo — a la aparición y mantención de la ley de hierro

de los salarios (situación exacerbada por los avances tecnológicos que requieren cada vez menos

trabajadores) sino también a la disminución progresiva de recursos naturales. Adicionalmente la

ley de rendimientos decrecientes implica que en general el avance tecnológico conduce a una

situación en la cual la producción de bienes será cada vez mas fácil en términos de esfuerzo de los

trabajadores, pero más difícil en términos sociales: se estarán usando recursos cada vez menos

productivos, utilizando maquinas incrementalmente más complejas, que necesitan menos trabajo

directo pero cantidades crecientes de energía, etc.

Por ejemplo, tanto el aumento de la población como los avances tecnológicos hacen necesario y

posible la explotación con fines agrícolas de terrenos que son incrementalmente más difíciles de

trabajar y menos productivos. Pero, y obviamente, la tierra no es un recurso infinito. En algún

punto, si la población continua aumentando, no importa cuáles sean los avances tecnológicos y la

productividad agrícola, no habrá lo suficiente para alimentar a la población. Lo mismo se puede

decir de no solo otros recursos naturales sino también del trabajo: el avance técnico reduce la

cantidad de trabajo necesaria para producir los bienes de consumo. Aun si la población se

mantiene, esto no puede sino conducir a una situación en la cual no habrá necesidad de la

cantidad de trabajo necesario para que las personas puedan ganar lo suficiente como para

mantener sus necesidades.

A menos, agrega Stuart Mill, que la población limite su crecimiento, pero aun así, por lo menos

algunos bienes naturales eventualmente se extinguirán.

Page 19: Monografía Escuela Clásica

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Los ejemplos que Stuart Mill da son más bien simplistas, pero innegables. Por ejemplo, el sugiere

que las pieles de algunos animales árticos no estarán, en el futuro, disponibles para el consumo

general. Esos productos comandaran, por lo menos, un precio especial, de escasez. Esto implica

que el progreso, en lugar de llevar a una situación de prosperidad general, llevara a una situación

de escasez incremental. Por lo menos en relación a ciertos productos en la actualidad

considerados de lujo (pieles, marfil, seda, etc.) ese futuro es nuestro presente.

Pero, como se ha sugerido, el argumento se aplica no solo a artículo de consumo. En

1865, Jevons se pregunta por cuánto tiempo podría Gran Bretaña continuar siendo una nación

industrializada, teniendo en cuenta que la creciente demanda de carbón mineral implica que este

dejaría de estar disponible para fines industriales en las cantidades necesarias en un plazo menor

a un siglo. "¿Somos sabios," se preguntaba retóricamente, "en permitir que el comercio de este

país se incremente más allá del punto en que podamos mantenerlo?".

Esa es una visión que, a largos rasgos, aun se mantiene. Esa es la verdadera tragedia de los

comunes. En las palabras de David Attenborough: "Mañana habrá un cuarto de millón de personas

más sentándose a la mesa, esperando alimento, agua, energía; y pasado mañana otro cuarto de

millón y el día después otro cuarto de millón más.... el crecimiento de la población debe detenerse

para poder ofrecer 'una vida decente' a todos."

A pesar de lo anterior, los clásicos en general (incluyendo Malthus) tenían una visión más bien

optimista, creyendo que la racionalidad llevaría al control del crecimiento de la población necesario

para evitar el descenso a la miseria general. Adicionalmente, por lo menos algunos creían que el

desarrollo técnico llevaría (como de hecho ha sucedido) al reemplazo de los recursos naturales

que se agoten ya sea con otros recursos naturales o incluso con recursos manufacturados. Por

ejemplo, Friedrich Engels sugiere: "Y sin embargo, todavía hay un tercer factor, que no cuenta

para nada con los economistas, es verdad — a saber, la ciencia, y el avance de la ciencia es tan

ilimitado y por lo menos tan rápido como el de la población. ¿Qué parte del progreso de la

agricultura en este siglo se debe solo a la química, y de hecho, a solo dos hombres — Sir Humphry

Davy yJustus Liebig? Pero la ciencia se multiplica por lo menos tanto como la población: la

población aumenta en relación con el número de la última generación, la ciencia avanza en

relación a la cantidad total de conocimiento legado por la última generación, y por lo tanto, en las

condiciones más comunes también en progresión geométrica —¿qué es imposible para la

ciencia?.“

Page 20: Monografía Escuela Clásica

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Sin embargo la advertencia clásica permanece: ¿Y cómo podemos ignorar las escalofriantes

estadísticas sobre las tierras de cultivo? En 1960 había una media hectárea de buena tierra

cultivable por persona en el mundo — lo suficiente para mantener una dieta europea razonable. En

la actualidad, sólo hay 0,2 de hectárea para cada uno. En China, es sólo el 0,1 de hectárea, debido

a sus dramáticos problemas de la degradación del suelo.

- Dicotomía clásica

Los clásicos creían que las variables "nominales" o monetarias y las "reales" o físicas pueden ser

analizadas independientemente. Por ejemplo, se proponía que cosas tales como el producto y la

ganancia real pueden ser analizadas sin considerar a sus contrapartidas nominales: el valor

monetario de esa producción y la tasa de ganancia.

Uno de los efectos más importantes de esa asunción, especialmente a niveles introductorios en la

disciplina, es que permite simplificar el estudio de los fenómenos económicos.

La dicotomía puede ser definida como la tentativa de explicar los fenómenos económicos

exclusivamente en función de variables económicas, excluyendo, entre otras, las variables

monetarias, lo que lleva, obviamente, a la búsqueda de factores que permitan explicar lo

económico sin referencia a tales aspectos "externos", incluyendo los monetarios.

Esto se ve claramente en la famosa Ley de Say, que parece sugerir que la única función del dinero

es servir como medio de cambio, pero no influencia directamente ni la producción ni la demanda.

Partiendo de la base que la producción y venta de bienes solo adquieren su sentido cuando

terminan en otra compra, completando así una transacción económica, Say sugiere: "El dinero

cumple solo una función momentaria en ese doble cambio, y cuando la transacción es finalmente

concluida, siempre se encontrara que un tipo de mercadería ha sido cambiada por otra".

Sigue que cualquiera fluctuación en el mercado "real" no se debe a efectos monetarios sino a

distorsiones o fallos en el mismo. Pero esas distorsiones son meramente locales y transitorias, en

el largo plazo, las fuerzas económicas por si mismas restorán un balance que implica, de acuerdo

a la ley de Say, que los factores económicos están siendo usados plenamente. Percibir que el

producto es de equilibrio en el largo plazo impide que el dinero tenga efectos reales en la

economía.

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Esto esta muy cerca de decir que el dinero es "neutral", en el sentido que afecta solo aspectos

nominales (por ejemplo, los precios) pero no las variables reales (la producción). Es necesario

notar sin embargo que, estrictamente, la sugerencia de Say no propone neutralidad monetaria,

solo que no es racional mantener dineros ociosos.

Asumiendo neutralidad, la dicotomía sugiere que, a corto plazo, las variables reales no reaccionan

ante un cambio en la política monetaria, y sólo son afectadas por cambios en otras variables

reales. Eso implica que la oferta agregada debe ser perfectamente inelástica a cualquier

perturbación originada en la demanda agregada. Por ejemplo, en una expansión monetaria, los

precios absorben totalmente el choque y la producción o crecimiento de la producción se mantiene

en su tasa natural. A largo plazo eso se repite o, más apropiadamente, se mantiene, ya que el

producto siempre está en su nivel natural o de equilibrio, es decir, que está en el nivel de pleno

empleo de los recursos productivos. Cualquier choque monetario es absorbido totalmente por los

precios, generando solamente inflación o, quizás, deflación.

Sin embargo, los clásicos, especialmente los tardíos, se dieron cuenta que el dinero no es neutral

en ese sentido. Cambios en la cantidad de circulante afectan la tasa de interés, lo que, a su vez,

afecta la tasa de ganancia y, consecuentemente, decisiones acerca de inversión y ahorro, lo que

tiene efecto en la economía real. Aun así se esforzaron en mantener la dicotomía, buscando

explicar el efecto del dinero a través de otras variables, lo que produce una situación más bien

confusa. En las palabras de Stuart Mill:

"Es perfectamente cierto que... una adición a la moneda casi siempre parece tener el efecto de

bajar la tasa de interés;... porque está casi siempre acompañada de algo que realmente tiene esa

tendencia".... "aunque como moneda estas adiciones monetarias no tienen un efecto sobre los

intereses, como préstamos si lo tienen."

Todo lo anterior se expresa en dos áreas problemáticas evidentes a través de toda la obra

clásica: el problema del dinero y el problema del valor.

La mayoría de las escuelas macroeconómicas actuales (incluyendo la Nueva Economía

Keynesiana y los Monetaristas) rechazan la dicotomía, dado que, profundizando la sugerencia de

Stuart Mill, consideran que la cantidad de circulante afecta los cálculos económicos básicos,

especialmente los relacionados con la tasa de interés. Sin embargo, algunas versiones de

la Nueva economía clásica y algunas escuelas heterodoxas la aceptan.

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- La cuestión de la cantidad del circulante

Los clásicos, especialmente los tempranos, estaban fuertemente influidos por la Teoría cuantitativa

del dinero que heredaron de las posiciones de Locke, Hume y Richard Cantillon.

Sin embargo, esa teoría no especifica claramente el cómo se establece la relación entre el dinero y

los bienes, es decir, el cómo se establecen los precios. Generalmente se sugería que el dinero

(oro, plata, etc.) es valuable "porque tiene valor". Esto dio origen a un debate prolongado pero no

cruento, acerca de la concepción del dinero.

A partir de Ricardo, los clásicos empezaron a avanzar lo que se puede denominar teoría del dinero

como mercadería, de acuerdo a la cual, el dinero (oro, plata) tiene un valor el cual, al igual que

cualquier otra mercadería, depende de la cantidad de trabajo requerido para su obtención. En las

palabras de Ricardo:

"Oro y plata, como todas las demás mercancías, son valiosos sólo en proporción a la cantidad de

mano de obra necesaria para producirlos y llevarlos al mercado... La cantidad de dinero que puede

ser empleado en un país debe depender de su valor... Aunque el [papel moneda] no tiene ningún

valor intrínseco, sin embargo, al limitar su cantidad, su valor de cambio es tan grande como una

denominación igual de monedas metálicas, o lingotes de ese metal. "

Nótese que la teoría del dinero como mercadería (también llamada "metalismo") invierte, o por lo

menos altera, la relación entre dinero y valor sugerida por la teoría cuantitativa. De acuerdo a esa,

el dinero genera los precios. Su exceso produce inflación, su falta, deflación. De acuerdo a los

metalistas, es la variación de los precios que lleva, al igual que con cualquier otra mercadería, a

las variaciones en la cantidad de oro circulante: un aumento en lo que se puede comprar con una

cierta cantidad de oro (deflación de otras mercaderías) da lugar a un aumento en el circulante, que

eventualmente puede llevar a restablecer la paridad original o establecer una nueva (si la relación

oro con otros bienes no es la que había).

Puesto de otra manera. La producción de metales preciosos, al igual que cualquier otra

mercadería, está determinada por la ganancia que se obtiene de su producción. Si esa ganancia

aumenta -se puede comprar más bienes con el esfuerzo necesario para producir una cierta

cantidad de oro- habrá interés en dedicarse a producir oro. Eso llevara a un aumento en la

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cantidad disponible de ese metal. Al igual que cualquier otro productor, los de metales preciosos (o

los propietarios de dinero) llevaran su producto donde pueden conseguir mayores ganancias.

Lo anterior implica que el dinero (considerado en su cantidad, o dinero realmente circulando)

depende del mercado. Si su "valor" (lo que se puede conseguir por una cierta cantidad en relación

al trabajo necesario para producirlo) aumenta, la cantidad de circulante aumentara "naturalmente".

Y viceversa.

Sin embargo, los clásicos estaban conscientes que en ciertos momentos históricos había habido

inflación. Si la cantidad de circulante depende naturalmente del mercado, ¿cómo podemos explicar

eso? La situación se hizo urgente dado que Inglaterra sufrió, durante las Guerras Napoleónicas, a

partir de la década de 1790, un periodo inflacionario, lo que llevo a un debate que en esencia fue

acerca del valor e incremento en la cantidad de dinero que es suficiente para facilitar el comercio

pero no tanto como para causar inflación.

Dos posiciones o escuelas se hicieron evidentes: los lingotistas (bullionist en ingles) y

los bancarios.

La posición original (bancaria) se basa en lo que podría ser llamada la doctrina de "documentos

de Garantía real" o respaldo hipotecario en castellano. Los bancarios aducían que la equivalencia

dinero - oro no es necesaria, siempre y cuando el circulante emitido por los bancos, especialmente

como prestamos, sea equivalente a depósitos financieros (título de crédito, etc) respaldados por

un derecho real sobre bienes físicos tangibles y redimibles a corto plazo (60 días era sugerido

inicialmente). Dado esa condición, los bancos podrían emitir tanto dinero como fuera requerido por

la economía sin producir inflación. Esta teoría fue mantenida por, entre otros, Adam Smith y James

Mill.

La asunción general de esta posición es que, si el dinero es solo un medio de cambio entre

mercaderías, cualquier cosa, incluyendo el papel moneda, puede servir como estándar de valor,

con el proviso que establezca una relación estable y aceptada por los que lo utilizan con el trabajo

necesario para producir bienes. Si un banco está dispuesto a aceptar, por ejemplo, el título de

propiedad de una casa como pago, y el propietario de la casa y otros están dispuestos a aceptar

una "nota promisoria" de ese banco como pago por sus bienes o propiedades, esos documentos

han funcionado como dinero y, en la medida que no cambian ninguna variable real esencial, no

puede causar inflación por el mero hecho que el respaldo, en lugar de ser una cierta cantidad de

oro en el banco fuera el valor de la propiedad. Después de todo, tanto esa cantidad de oro como el

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valor monetario de la propiedad solo representan el valor del trabajo necesario para producir

ambos bienes, valor que, por definición o acuerdo, es el mismo en ambos casos.

Una propuesta similar fue adoptada eventualmente en Alemania durante el período de

la República de Weimar con el Rentenmark y, durante el nazismo, con los llamados "Bonos Mefo",

en ambos casos con gran éxito.

La posición alternativa, lingotista, era que la cantidad de circulante (monedas y papel) debe ser

equivalente, en una proporción fija y estable, a la cantidad de metal precioso en los bancos. Si los

bancos no están obligados a convertir las notas en oro en una proporción cierta, van a tener la

tentación de emitir billetes en exceso a sus reservas de oro o plata en sus bóvedas. Esto conducirá

a un exceso de oferta de dinero, lo que llevara a varias distorsiones, incluyendo la inflación. Para

evitar todo eso, sostuvieron, es necesario mantener una equivalencia estricta entre la cantidad de

circulante emitida por cualquier y todos los bancos y la cantidad de oro y plata mantenido como

respaldo. Esta posición, representada, entre otros, por Ricardo, predomino hasta después de la

Primera Guerra Mundial.

De acuerdo a esa posición, cualquier incremento en la cantidad de oro o plata en un país dado

llevaría a un incremento en los precios en ese país, lo que significaría que la moneda (metales

preciosos) irían a algún otro lugar, en el cual podría ser cambiada por bienes a una tasa más

favorable. Conversamente, una deficiencia en la cantidad de oro causaría una caída local en los

precios, que llevaría a la exportación de bienes e importación de oro o plata. Esto tendría el efecto

que, a largo plazo, habría una tendencia a mantener una relación estable del valor (entendido

como poder de compra) de esos metales.

John Stuart Mill sugirió una posición intermedia, de acuerdo a la cual los bancos necesitan

mantener solo una cierta proporción de lo emitido como depósitos en oro y/o plata, el resto

pudiendo ser respaldado de acuerdo a la doctrina bancaria. Esto podría quizás dar origen a una

cierta inflación, pero cualquier tendencia en esa dirección llevaría a los poseedores de billetes a

cambiarlos por metálico, lo que forzaría a los bancos a redimir sus préstamos a fin de obtener el

oro necesario para redimir sus notas. Ambos procesos a su vez reducirían el circulante, eliminado

la inflación. Esta posición dio eventualmente origen al sistema de banca de reserva fraccional que

existió desde esa fecha y que existe en el presente en todos los países industrializados. (Los

depósitos en oro siendo reemplazados por depósitos en dólares que, hasta 1971, mantenía una

relación fija, de 35 dólares por onza, con el oro. A partir de esa fecha, los respaldos están

constituidos por las llamadas Moneda de reserva).

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Conviene notar que este debate dio origen a otras diferencias, más complejas, de opinión,

diferencias que de las cuales se ha alegado que “aún hoy, hay lecciones importantes a ser

aprendidas”

- El asunto del valor

El otro aspecto problemático es el asunto del valor. Si asumimos que los procesos productivos

pueden ser explicados sin relación directa a consideraciones monetarias tenemos que sugerir un

método que permita evaluarlos sin referencia a tales aspectos. La solución obvia se encuentra en

la plusvalía; es decir, al hecho que la finalidad de todo proceso productivo -en la medida que son

de interés a la ciencia económica- es producir más bienes o "valor" que el empleado o gastado en

el proceso mismo. Un proceso económico será productivo en la medida que el resultado, medido

en bienes para uso y consumo, sea superior a los empleados para producirlos, cualquiera sea la

medida o el resultado "monetario" para los individuos que participen en ese proceso.

Esto requiere, por supuesto, una medida del valor que no esté basado en cálculos monetarios.

Adam Smith consideraba que la medida exacta para cuantificar el valor era el trabajo. Para él, el

valor era la cantidad de mercancías que uno podía producir con, o recibir a cambio de, su trabajo

(y vice versa, el valor de una mercancía es la cantidad de ya sea otras mercancías o trabajo que

se pueda recibir en cambio ). Las mercancías concretas pueden cambiar, pero lo que siempre

permanece invariable es el trabajo, o sea el desgaste de energía para producirlas, siendo entonces

el trabajo el patrón definitivo e invariable del valor: lo que consume una hora de trabajo para ser

producido tiene, desde este punto de vista, exactamente el mismo valor que cualquiera otra cosa

que cueste otra hora de trabajo para ser producido. Esto llego a ser conocido como Teoría del

valor-trabajo.

Pero esas relaciones de cambio no permanecen necesariamente constantes. Esto llevo a Smith y

otros a introducir dos conceptos asociados: valor de uso y valor de cambio. En las palabras de

Stuart Mill: "Adam Smith, en un pasaje citado a menudo, ha descendido sobre la ambigüedad

obvia de la palabra valor, la cual, en uno de sus sentidos, significa utilidad, en otro, poder de

compra, en su propio lenguaje, valor en uso y valor en intercambio"... y "la mayoría de los

escritores modernos, a fin de evitar el gasto de dos buenas palabras en una sola idea, han

empleado "precio" para referirse al valor de una cosa en relación al dinero, la cantidad de dinero

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por la cual será cambiado. Por el precio de una cosa, entonces, entenderemos su valor en dinero;

por valor o valor de cambio, su poder general de compra, el comando que su posesión otorga en

general sobre mercaderías comprables".

Sin embargo, y como es obvio, el "desgaste de energía para producir" o cantidad de trabajo

envuelto en la producción de una cosa también varía, en general disminuyendo con el avance

tecnológico. Adicionalmente hay un problema con la determinación práctica (con el fin del cálculo

del valor de un bien) con el cómo se pueden medir, por lo menos potencialmente, diferentes

"modalidades" de ese desgaste o trabajo: por ejemplo: ¿es el valor producido por una hora de

trabajo de un cirujano o médico el mismo que el producido por una hora de trabajo de un obrero

sin calificar? ¿Y como relacionamos esos casos extremos con el trabajo de un panadero o

carpintero o obrero calificado?.

Stuart Mill resume en su obra la posición de Smith y otros. Simplificando, se puede decir que es el

caso que diferentes tipos de trabajo comandan diferentes precios en relación a cosas tales como la

competencia entre trabajadores, tiempo y dificultad de aprendizaje, seguridad o no de

recompensa, dificultad y desagrado en efectuarlo, etc. Stuart Mill nota que los trabajos más

desagradables y duros son generalmente los menos pagados dado que generalmente los que los

llevan a cabo carecen de otra opción. Siendo ese el caso, se mantiene la relación del valor de un

bien como dependiendo de la cantidad de trabajo necesario para producirlo, con el proviso que el

"salario real" o valor (es decir, las mercaderías que se pueden adquirir por "precio por unidad de

trabajo") de cada tipo de trabajo en particular son diferentes entre sí, pero nunca pudiendo ser en

total superior al determinado por el nivel de competencia entre trabajadores: "Liberalidad,

generosidad, y el crédito de la empresa, son motivos que, en cualquier grado que operan, se

oponen a tomar la ventaja máxima de la competencia, y esos motivos podrían y aún ahora lo

hacen, actuar sobre los empleadores de mano de obra en todos los departamentos de la gran

industria, y lo más deseable es que así sea. Pero nunca pueden aumentar los salarios medios de

la mano de obra más allá de la relación entre la población y el capital. Al dar más a cada trabajador

empleado, limitan el poder de dar empleo numeroso, y por excelente que sea el efecto moral,

hacen poca diferencia económicamente, a menos que el pauperismo de los que están excluidos

conduzca indirectamente a un reajuste por medio de una mayor limitación en la población."

Pero esos diferentes tipos de trabajos están distribuidos diferentemente a través de las industrias.

Por ejemplo, muchos de los trabajadores empleados en una empresa de Inteligencia

artificial tienen niveles de educación y calificación diferentes a los empleados en una panadería.

Sigue que el precio de los respectivos productos no se puede determinar solo en relación a un

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salario promedio general. Esto da origen a la Teoría del valor como costo de producción clásica:

"Para recapitular: la oferta y demanda determinan el valor de todas las cosas que no se puede

aumentar indefinidamente, a excepción de que incluso para ellas, cuando se producen en la

industria, hay un valor mínimo, determinado por el coste de producción. Pero en todas las cosas

que admiten la multiplicación indefinida, la demanda y la oferta sólo determinan las perturbaciones

de valor, durante un período que no podrá exceder el tiempo necesario para modificar la oferta.

Determinando así las oscilaciones de valor, ellas mismas obedecen a una fuerza superior, que

hace gravitar el valor al Costo de Producción, que lo depositaria y mantendría allí, si nuevas

influencias perturbadoras no estuvieran continuamente surgiendo para hacer que de nuevo se

desvíen. Para continuar la línea de la metáfora, la demanda y la oferta siempre se apresuran a un

equilibrio, pero la condición de equilibrio estable es cuando el intercambio de cosas entre si sucede

de acuerdo a sus costos de producción, o, en la expresión que hemos utilizado, cuando las cosas

están en su Valor Natural".

En la actualidad se considera, siguiendo el análisis de Piero Sraffa, que mucho del análisis anterior

es improductivo, dado que no hay un algoritmo o fórmula generalmente válida que transforme

"unidades de valor" en "unidades monetarias", en otras palabras, que resuelva el

llamado problema de la transformación. Si bien es correcto que, desde el punto de vista de las

sociedades, el interés de los procesos productivos reside en la capacidad o habilidad de generar

valor (satisfacer necesidades materiales), es importante proceder con cuidado y mantener

presente cuando se efectúan o consideran los cálculos que los esquemas conceptuales y/o las

medidas y resultados relacionadas al valor (o medidas reales) y las en precios (o nominales) no

son simplemente "mezclables".

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Fayolismo

El modelo administrativo de Fayol se basa en tres aspectos fundamentales: la división del trabajo,

la aplicación de un proceso administrativo y la formulación de los criterios técnicos que deben

orientar la función administrativa. Para Fayol, la función administrativa tiene por objeto solamente

al cuerpo social: mientras que las otras funciones inciden sobre la materia prima y las máquinas, la

función administrativa sólo obra sobre el personal de la empresa. Fayol resumió el resultado de

sus investigaciones en una serie de principios que toda empresa debía aplicar: la división del

trabajo, la disciplina, la autoridad, la unidad y jerarquía del mando, la centralización, la justa

remuneración, la estabilidad del personal, el trabajo en equipo, la iniciativa, el interés general, etc.

Hizo grandes contribuciones a los diferentes niveles administrativos. Escribió Administration

industrielle et générale, el cuál describe su filosofía y sus propuestas.

Las seis funciones básicas de la empresa

Fayol dividió las operaciones industriales y comerciales en seis grupos:

- Funciones Técnicas: Relacionadas con la producción de bienes o de servicios de la empresa.

- Funciones Comerciales: Relacionadas con la compra, venta e intercambio.

- Funciones Financieras: Relacionadas con la búsqueda y gerencia de capitales.

- Funciones de Seguridad: Relacionadas con la protección y preservación de los bienes de las

personas.

- Funciones Contables: Relacionadas con los inventarios, registros balances, costos y estadísticas.

- Funciones Administrativas: Relacionadas con la integración de las otras cinco funciones. Las

funciones administrativas coordinan y sincronizan las demás funciones de la empresa, siempre

encima de ellas.

Esta escuela es contemporánea a la de la Administración Científica, cuyo fundador fue Frederick

Winslow Taylor.

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Principios de la Administración

Además es considerado el fundador de la escuela clásica de administración de empresas, fue el

primero en sistematizar el comportamiento gerencial y estableció los 14 principios de la

administración:

División del trabajo: especialización de las tareas de las personas para aumentar la eficiencia.

Autoridad y responsabilidad: autoridad es el derecho de dar órdenes y el poder de esperar

obediencia; la responsabilidad es una consecuencia natural de la autoridad e implica el deber de

rendir cuentas. Ambas deben estar en equilibradas entre si.

Disciplina: obediencia, dedicación, energía, comportamiento y respeto de las normas establecidas.

Unidad de mando: cada empleado debe recibir órdenes de un solo superior. Es el principio de la

autoridad única.

Unidad de dirección: asignación de un jefe y un plan a cada grupo de actividades que tengan el

mismo objetivo.

Subordinación de los intereses individuales a los generales: los intereses generales deben estar

por encima de los intereses particulares.

Remuneración del personal: debe haber (en cuanto retribución) satisfacción justa y garantizada

para los empleados y para la organización.

Centralización: concentración de la autoridad en la cúpula jerárquica de la organización.

Cadena escalar: línea de autoridad que va del escalón más alto al más bajo. Es el principio de

mando.

Orden: debe existir un lugar para cada cosa y cada cosa debe estar en su lugar, es el orden

material y humano.

Equidad: amabilidad y justicia para conseguir la lealtad del personal.

Estabilidad del personal: la rotación tiene un impacto negativo en la eficiencia de la organización.

Cuanto más tiempo permanezca una persona en un cargo, tanto mejor para la empresa.

Iniciativa: capacidad de visualizar un plan y asegurar personalmente su éxito.

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Espíritu de equipo: la armonía y unión entre las personas constituyen grandes fortalezas para la

organización.

bibliografia:

es.wikipedia.org/wiki/Adam_Smith

es.wikipedia.org/wiki/Jean-Baptiste_Say

es.wikipedia.org/wiki/David_Ricardo

es.wikipedia.org/wiki/Thomas_Malthus

es.wikipedia.org/wiki/Henri_Fayol

es.wikipedia.org/wiki/Economía_clásica

es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_Say

http://es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_hierro_de_los_sueldos

http://es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_los_rendimientos_decrecientes

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Resumen

Sistema Clásico

El Sistema Clásico es una escuela de pensamiento económico cuyos principales exponentes son

Adam Smith, David Ricardo, Thomas Malthus y John Stuart Mill. Es considerada por muchos como

la primera escuela moderna de economía.El periodo clásico de la economía abarca más de cien

años de pensamiento económico y estuvo activa hasta mediados del S XIX, luego fue sucedida por

la Escuela Neoclásica, que comenzó en el Reino Unido alrededor de 1870.

• ADAM SMITH

(1723 - 1790) Economista y filósofo escocés. Es el fundador de la economía política. Analiza la ley

del valor y enuncia la problemática de la división de clases.Adam Smith considera el capitalismo

como el estadio natural de las relaciones sociales. De hecho, fundó el liberalismo económico. En

su obra principal " Investigaciones sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones " el

laissez faire aparece como el motor del progreso económico.

• THOMAS MALTHUS

(13 de febrero de 1766 - 23 de diciembre de 1834) Fue un economista inglés, perteneciente a la

corriente de clásica de pensamiento, considerado el padre de la demografía.

Thomas Malthus sostenía que la pobreza de las masas era simplemente consecuencia del instinto

de reproducción del hombre, y no dependía de los síntomas y condiciones sociales de la época.

• DAVID RICARDO

Es considerado uno de los pioneros de la macroeconomía moderna por su análisis de la relación

entre beneficios y salarios, uno de los iniciadores del razonamiento que daría lugar a la Ley de los

rendimientos

decrecientes y uno de los principales fundadores de la Teoría cuantitativa del dinero.

(Londres, 18 de abril de 1772- 11 de septiembre de 1823) fue un economista inglés, miembro de la

corriente de pensamiento clásico económico, y uno de los más influyentes junto a Adam Smith y

Thomas Malthus.

Continuador de Smith, continuó y profundizó el análisis del circuito de producción, cuyo origen se

remonta al fisiocratismo.

• JOHN STUART MILL

(Londres, 20 de mayo de 1806 — Aviñón (Francia) 8 de mayo de 1873) fue un filósofo, político y

economista inglés representante de la escuela económica clásica y teórico del utilitarismo.

Dotado de una inteligencia extraordinaria, a los diez años estaba versado en griego y latín y poseía

un exhaustivo conocimiento de los clásicos. A los trece años su padre le introdujo en los principios

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de la lógica y de la economía política, centrándose en este ámbito en la obra de Adam Smith y

David Ricardo.