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Ángel Luis Prieto de Paula, autoridad en el aná-lisis de la obra literaria, en la aportación a la

identidad de la obra global sobre resquicios elitis-tas, después de muchos años de ir sembrando esta aportación en besana ajena, decidió recoger algo de su propia cosecha y mostrarlo con la maestría que despliega en su labor analítica y crítica.

Monólogos del jardín, un libro de taraceas mara-villosas, que son los artículos publicados en Arte y cultura, suplemento artístico del diario Informa-ción, de Alicante, se abre con la mejor dedicatoria que he podido leer en muchos años, propia de la entidad y las intenciones de su autor. Y nada es casual cuando se trabaja y piensa con el rigor nece-sario para abarcar, como sabe hacer Prieto de Paula, las amplias cotas de necesidad intelectual del ser humano, partiendo de la más sencilla y habitual: la de quien comprende, primero, a través del sen-timiento. Es su legado por herencia unamuniana: hacer pensar al sentimiento y sentir al pensamiento. Por ello, todo lo que ha construido en un proceso

intelectual en el centro de un acogedor jardín –que conocí y no describo porque contiene la intimi-dad necesaria para tal eficacia– tiene el gran valor de no separarse del marco de convivencia y de ser una referencia para depurar ese marco en el sentido humano del término, incluida la labor de la apor-tación intelectual al objetivo que, por encima de los lucimientos, marca la importancia de un escri-tor: ser amplia referencia.

El libro despliega, con una amplitud propia de quien ha de gestionar la verdadera sabiduría: la de quien no solo conoce, sino que sabe utilizar el conocimiento en la dirección correcta, todo un iti-nerario de referencias literarias, históricas, políticas e íntimamente humanas, que hacen de la lectura un placer intemporal. Por ello, aunque el libro se publicara en 2013, nada indica, salvo la fecha, el paso del tiempo por sus ecos. Reflexiones y pasiones de gran actualidad en la mayoría de los casos.

Monólogos del jardínÁngel Luis Prieto de Paula.

Huerga y Fierro, 2013

En su última novela (IX premio Logroño de novela), el escritor y crítico Manuel Rico se

abona a un tema no por normalizado desdeñable, sino todo lo contrario: la memoria de una historia que se consiguió manipular u ocultar durante años, algo que nos es familiar y que, gracias a estos escri-tores, en gran parte comenzó a desvelarse.

La historia, interesante aunque no novedosa en su esquema, tiene varios aspectos de atractivo irre-prochable: la implicación que consigue del lector en una habilidosa identificación, a través de los personajes, con un perfil universal que abarca a

cualquier lector que intente verse reflejado en uno u otro de los aspectos o protagonistas de la histo-ria, y la accesibilidad a un lenguaje de flujo nada abrupto, sino tan suave como si de primera mano el autor hubiera vivido lo escrito.

Una novela muy recomendable para el lector que busque una relación amigable y fluida con el texto, que es al fin y al cabo la relación que ter-mina por generar el atractivo esencial para la lec-tura cotidiana.

Un extraño viajeroManuel Rico. Algaida, 2016

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MAX ESTRELLA 3

EDITORIAL

Max Estrella

Cuando Max Estrella aparece en la escena española, tanto en las tablas y en los patios

de butacas como en la sociedad, se empieza a tener claro que los proletarios del arte (José Esteban y Anthony N. Zahareas «qui scripsit») son algo más que bohemios: son intelectuales de otra dirección a la oficialmente establecida y desarrollada. Por tanto, son fuentes que aportan una visión digna de acercarse a ella y comparar con lo dicho ya cuñado por los grupos de poder.

Esta revista no es solo un homenaje a sensibi-lidades apreciables, también es un canal de expre-sión propia de un grupo de personas que departen regularmente y que saben que en los libros está casi todo. Por ello, la presencia dominante de libros en estas páginas. Leer es la clave, pensar es la creación necesaria. Escritores/as, libros, editoriales, librerías, todo es taracea del mosaico que daría imagen de una sociedad crítica y dialogante.

Miguel Hernández 75 años después

Hace 75 años que murió el poeta Miguel Hernán-dez. Pero hoy está más vivo que nunca, El cri-

men cometido con el poeta oriolano, uno más entre los miles de aquel momento, incluido el de García Lorca o Antonio Machado, no pudo ensombrecer su legado, muy al contrario, nutrió todo su valor futuro y así ha caminado a lo largo de estos cinco lustros, sorteando prohibiciones y sorteando algunos excesos; pero siem-pre con el hálito de un pueblo que asumió que sus ver-sos y su teatro terminaron por tener un origen ligado al propio origen de Miguel Hernández, a su experien-cia como persona desde que tuvo recuerdos. Pasó por

sus etapas modernista, neogongorina, surrealista, y fue descubriendo caminos, y fue oyendo voces que le eran armónicas y desoyendo voces ajenas hasta encontrarse con su propia voz, potente y suave voz capaz de calar en los corazones más nobles.

SUMARIO

3 Editorial4-7 Firmas: Raúl Guerra Garrido, José Luis Esparcia, José Esteban.8 Cuento: Isabelo Herreros9-10 Poemas: Joaquín Benito de Lucas, Carlos Álvarez, Santos Dominguez, Carlos Medrano.11-14 Libros15 Arte: Ginés Liébana, Fernando Ferro16 Entrevista: Qijano17 Cine: Raúl Peña18 Música: Canción del pueblo.

MAX ESTRELLARevista Cultural

de difusión gratuita

Edita: Tertulia JuevesE-mail: [email protected]ón: José Luis EsparciaProducción y maquetación: Susana Noeda

Ilustración portada: Fernando FerroIlustración contraportada: Carlos GonçalvesImpresión: Estilo Estugraf Impresores, S.L. Depósito Legal: M-31038-2017

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4 MAX ESTRELLA

FIRMAS

Querido amigo: Confío en que cuando leas/participes en esta tertulia, mi última novela

(última por ahora, también confío), publicada por Muchnik, El otoño siempre hiere, esté a punto de llegar a las librerías. Este otoño es un dubita-tivo viaje entre la realidad y la muerte que bien hubiera podido titularse El dilema de Mefistófeles, un juego incluido en el texto y que te propongo a modo de avance de la novela y de invitación a participar, al menos teóricamente, en tan particular desafío. Helo aquí:

La aceleración histórica del siglo XX, incor-porando el caos y el azar a la más avanzada tecnología, ha sofisticado cualquier propuesta. Después de Heisenberg, la incertidumbre es una constante que arruina cualquier plan-teamiento de todo o nada, de blanco o negro; si el camino no existe, se hace al andar, la meta se configura como un horizonte inaccesible: camino y meta son datos cuantificables, pero su valor apreciaciones subjetivas. Los medios confunden al individuo y el fin se confunde con los medios. Las ofer-tas de fin de siglo son ya diferentes. El actual Mefistófeles, posmoderno y finisecular, se ha puesto al día y el contrato que hoy ofrece es más complejo. Ya no es un simple true-que, un toma y daca. Quiere apoderarse de tu alma, por supuesto, pero no a cambio de una recompensa unívoca, sino de una recompensa a elegir entre las dos opciones de un dilema, sofisticada forma de también torturarse en vida, pues nunca tendrá la certeza de haber seleccionado la para ti más conve-niente. Su dilema es una sutil variante del dilema del prisionero, el de antes morir que perder la vida.

Supongamos que tú, lector, eres un presunto novelista. Estás dispuesto a dejarte la piel en el intento, sin la literatura tu vida no tendría sen-tido y por conseguir ese título que te sitúe entre

los elegidos, en la gloria del Parnaso, serías capaz de asumir cualquier sacrificio. Rematas la frase con que abres tan ansiada narración, dudas en cómo continuarla, angustiosa duda, y en ese preciso ins-tante, Mefistófeles te propone su dilema. Tu alma a cambio de una de estas opciones.

En la primera opción la frase de tu obra en mar-cha, por sí misma, con una facilidad inaudita, se conforma en un texto sólido, terminado, único y ejemplar, en una obra maestra, en tu particular e inmarcesible Quijote. Un éxito fulminante, monu-mental y clamoroso, y también, sin duda alguna,

perenne. Con una condición comple-mentaria, a partir de ahí ni una línea más, vivas lo que vivas nunca más volverás a escribir y nunca sabrás si tan ágrafa conducta es impotencia o narcisismo.

En la segunda opción, esa misma frase parte de una obra en marcha, se conforma trabajosamente en un texto nada deleznable, pero, por alguna razón, fallido aunque, eso sí, abierto a la posibilidad de otra novela enco-miable pero...Un juego de paciencia, de caja china o de matrioska rusa, que nunca habrás de culminar, pero que

se prolongará entre la esperanza y el sufrimiento hasta el día de tu muerte.

Las malas lenguas dicen que el primer hombre a quien Mefistófeles propuso su dilema fue a Juan Rulfo. Presunto escritor y tertuliano habitual, ¿cuál de las dos opciones hubieras elegido? Depende de cómo la creatividad y otras drogas varias circulen por la sangre, ya lo sé, de ahí que solicite tu res-puesta, a ser posible comentada, para entre todos definir la imagen del Doktor Faustus de este fin de milenio. Sí, claro, también daré la mía1.1Juan Rulfo aceptó la primera opción y escribió Pedro Páramo. *De Tertulia de rebotica, Alianza Editorial, 2016.

El otoño siempre hiere*Raúl Guerra Garrido

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MAX ESTRELLA 5

FIRMAS

La realidad que percibo de la estructura literaria en la sociedad española, en general, está muy

relacionada con el sentido machadiano de la lite-ratura frente a la vida literaria. Y se trata de dis-tinguir entre los honores percibidos y los honores merecidos, que cada uno tiene su origen, sus inte-reses y sus consecuencias. Dijo Juan de Mairena: Mucha obra valiosa y bella puede malograrse por una torpe economía de lo honorífico. Y lo decía con el tono equilibrado donde aseveraba estar la clave para convivir. Por ello, no es aconsejable sustraerse a la verdad mediante la publicidad que tergiversa, que hace gestos contrarios a la verdad, a esa ver-dad que nos desvela María Zambrano: «...la verdad llega, viene a nuestro encuentro como el amor, como la muerte…». Y todos los temores sobre los gestos dis-gregadores, desvirtuadores, se reflejan en el venero de Ángel Luis Prieto de Paula: En sus mejores sueños, las gentes vulgares que tienen vicios pequeños aspiran no a eliminarlos, sino a tener vicios grandes como las personas a las que admiran. Y todo lo referenciado es la expresión de algo que está en la vasta necesidad del ser humano global de sentir que forma parte del paisaje moral e intelectual, donde quiera que esté el paisaje e independientemente de su grado de iden-tidad estética o ética del mismo. Después están la excepciones, casi siempre en la dirección positiva.

Por tanto, en la literatura los gestos son tan importantes como la propia realidad exterior o interior que cada autor asume e interpreta. Gestos que son perceptibles y son luz para los lectores ayu-dando a reparar, en el proceso intelectual, más de un alma averiada en cenáculos de la vida literaria.

Por ello, cuando Fanny Rubio publicó la novela El hijo del aire (Planeta, 2001), pudimos ver en aquella búsqueda de la verdad un gesto de necesidad moral imperativa, pero que no era fácil de hallar en nuestro país en escritores o escritoras del rango de Fanny Rubio con la nitidez y el alcance requerido por el objetivo no solo de conseguir etiqueta litera-ria, sino por el propio objetivo moral de los lectores que nos acercamos a esta historia.

Entonces se publicaron otras novelas o traduc-ciones con la verdad necesaria como gran gesto: El jardinero fiel (John Lecarré) o El niño de los coroneles (Fernando Marías). Pero Fanny Rubio, que ya había dejado en La sal del chocolate (Seix Barral, 1992) las huellas de una verdad que desvelaba la radicalidad de la hipocresía, de la traición, proseguía revelado-ramente aquel camino por el que recogía personas necesitadas de combatir la atonía de las sombras. Así, en esta última, aparece una actualísima y com-prometida frase que construye uno de los gestos que, hoy, sostienen la idea de que hay textos que terminan saliendo de su marco literario para ser gestos colectivos: A los muertos no se les deja en paz hasta que, en este país, alguno diga lo que muchos de ellos quisieron que se dijese, le responde Veronés a Céspedes. Esto después de poner acento a una plaza de mayo cuyos ecos llegan a España y se mezclan con otros ecos renacidos que invocan la necesidad de que la memoria no sea un instante de emoción o de comercialización de la moral.

Por ello, la lectura de Fanny Rubio pasa de ser un acto de esclarecimiento literario a ser un acto necesario de ánimo vital, de esperanza en la recrea-ción de algunos personajes.

Literatura, gestos y memoria es un modo que pocos escritores han sabido dirimir en el marco de una obra como lo ha hecho Fanny Rubio. La soli-dez de su poesía no deja dudas a lo dicho anterior-mente de sus dos novelas. Todo en un dinamismo asumido para crear una opinión y hacerla avanzar también en la vida literaria.

Literatura, gestos y memoria:actualidad de Fanny Rubio

José Luis Esparcia

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FIRMAS

De motes y apodosEl español y su afición a la zoología

José Esteban

Don Julio Cejador, en un estudio acerca de la significación de los motes y apodos en nuestra

lengua, afirmaba que, lingüísticamente hablando, en España, todos somos zoólogos y que nuestro hábitat no es otro sino una verdadera selva. Así, con toda naturalidad, decimos, fulano es un chin-che, un puerco, un gallina, es muy zorro, o bien, corre más que un galgo, canta como una calandria, es más listo que una ardilla, más escurridizo que una anguila, o tiene más conchas que un galápago. Y así hasta el fin del mundo.

¿De dónde nos viene esta afición de comparar-nos con los animales, con todos y cada uno de los animales con los que nos relacionamos y también con los que no nos relacionamos y que nos quedan lejos?

Según el sabio filólogo, es en los apodos de ani-males donde la metáfora y el genio poético de los españoles llega a las más felices metáforas. Y para explicárselo recurre al apólogo. Es el apólogo figura retórica por la que el hombre atribuye a los demás seres sus propias cualidades. Es decir, «atribuye a los animales sus propios sentimientos y fantasea una ética animal paralela a la ética humana». Así, el león es noble, cobarde la gallina, diligente la hormiga, laboriosa la abeja, tanto como el zorro es artero, caprichosa la cabra, vanidosos el pavo y estúpido el asno. Se trata en realidad de una ética fantástica, es decir poética, porque «el hombre es poeta por instinto y humaniza cuanto le sale al paso».

Radica aquí una de las gran-des riquezas del español. No hay animal que no haya servido de punto de comparación a nues-tros abuelos para expresar las cualidades y los defectos huma-nos, «que de suyo eran tan difíci-

les de expresar por lo complejas y abstrusas». ¿Son o fueron otros pueblos tan aficionados al apólogo como lo es el nuestro?

Si hemos de creer al ilustre lexicógrafo, no existe idioma alguno «cuya penetración y fantasía pue-dan parearse, ni aún de lejos, con la penetración y fantasíao de nuestro pueblo». Y se pregunta si exis-ten «términos franceses o latinos, ingleses o griegos que pinten y respondan a nuestros verbos azorarse como la garza perseguida por el azor o amilanarse como los pajaritos a la vista del milano».

Y para demostrarlo enlaza una impagable reta-híla de verbos procedentes del mundo animal, ver-daderamente apabullante. Veamos tan sólo algunos ejemplos. Aconcharse, como la tortuga o el cara-col; aturdirse, como lo hace el tordo; encabritarse, como el cabrito; alebronarse o alebretarse o ale-brarse, como las liebres; atortolarse, como la tórtola; pavonearse, como el pavo; encapricharse, como la cabra que se encarama; agazaparse, como el gazapo; achicharrarse, como la chicharra con el calor; amos-carse, como el molestado por las moscas; serpen-tear, culebrear y culebrinear, tal y cómo lo hacen la serpiente, la culebra y la culebrina respectivamente. Añadamos, engatusar, como el gato; andar ape-rreado, como el perro; babosear, tal y cómo lo hace

la babosa; zangonear, como los zánganos; agusanarse, como lo lleno de gusanos, y, entre muchos otros, trasconejarse, como suelen gustar de hacerlo los conejos.

¿Quién da más?Este lingüista pensaba que, si

reuniéramos todos los motes que hoy existen en España, superarían al mismo Diccionario, y «lo más gustoso, sin embargo, y a la vez lo más instructivo sería ver cómo en un cuadro el genio poético y filosófico de nuestro pueblo».

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MAX ESTRELLA 7

FIRMAS

Fallecida hace poco tiempo, la poeta Ange-lina Gatell (1926-2016) ha dejado una estela

muy bien identificada de poesía en su estado más humano, alejada de los ciclos de intención epa-tante, de los efectos rupturistas sin mensaje iden-tificable. Fue, sin duda, una de las representantes de una poesía de pureza real en lo interior, y de realces estéticos que son clave de esa transmisión sentimental de la esencia de las palabras y sus consecuciones en las descripciones.

Por tanto, hemos de resaltar que, como otros y otras poetas de su época, se negó a abandonar el nivel de lo real y colectivo, que supo hacer poesía con un destino claro en una mayoría de personas que anhelan, buscan y pretenden encontrarse en mensajes insertados en ciclos accesibles, que tan-tas veces son poemas en manos y boca de quie-nes, como Angelina Gatell, saben hacer poesía de aquellas motivaciones que suelen quedar relega-das a lo llamado cosa cotidiana, por debajo de las costuras frías de lo intelectual presentado como clase de individual proceso selectivo.

La oscura voz del cisneAngelina GatellBartleby EditoresMadrid, 2015114 páginas

Cenizas en los labiosAngelina GatellBartleby EditoresMadrid, 201191 páginas

Angelina Gatell: lírica y claridadJosé Luis Esparcia

Angelina Gatell se fue en silencio, como no permaneció, mientras tuvo aliento, cuando se trataba de posicionarse en esas palabras claves que unos citan en momentos de estrechura inte-lectual y política, y que ella citó siempre como convencimiento: justicia real. Se fue como vivió, dando la cara con la gran claridad que hizo de su poesía un panel de belleza real a través de lo lírico y el mensaje también real y vivificante al ser humano, con sus requerimientos estéticos, pero con sus retos éticos.

Una clara prueba, de las tantas que podría-mos utilizar a lo largo de su carrera, son los libros editados por Bartleby en los últimos años: Ceni-zas en los labios y La oscura voz del cisne. Libros donde, en palabras de Angelina, Se me con-funden/el tiempo y el dolor. Así pasó la poeta de la delicadeza humana gran parte de su vida, viviendo el caudal de aquella sencilla sensibili-dad que solo entendía compartida y solo vivió, desde su maestría, compartida.

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8 MAX ESTRELLA

CUENTO

Isabelo HerrerosEl tanto por ciento

(cuento mexicano)

En el pequeño Museo local de Tlacotalpan, en parte dedicado a la historia de la ciudad, y en parte polvo-rienta y deshabitada vivienda de quien fuera en vida destacado pintor, Salvador Ferrando, suele dormitar

un vigilante, lugareño de aspecto cetrino, bajito, que, a veces, picado por algún viajero curioso o impertinente, se yergue orgulloso de su origen azteca e improvisa las más curiosas explicaciones que he escuchado a lo largo y ancho del planeta. El buen hombre suele distraer el tiempo de inactividad, que es casi todo, en la elaboración de alguna que otra miniatura de las típicas mecedoras veracruzanas, para venderlas a los escasos visitantes del curioso y destartalado museo. Se me ocurrió preguntar por la procedencia de los fondos museísticos.

–«Mire señor, se trata de un museo que no tiene ayuda oficial, por eso le pedí unos pesitos por la entrada, para ayuda al sostenimiento, es decir 100% autofinanciación. Pero de lo que me pregunta le puedo decir que en un 50% son donaciones de la familia de la casa y en otro 50% son donaciones de buenos ciudadanos tlacotalpeños.

Derivé la conversación hacia las costumbres y usos de la localidad, y me di cuenta de que don Porcentaje también tenía clasificada a la población con precisos datos estadísticos y hasta por el origen de las economías domesticas y aficiones dominicales.

–«Mire señor, el 25% se dedican acá a la agricultura, en otros tiempos era esta la ocupación del 50%, pero ahora no, otro 25% se dedican a la fabricación de muebles, muy buenos y de gran calidad, son 100% de madera, otro 25% viven del turismo, y el otro 25% son funcionarios, estos últimos en mayor porcentaje dependen del Gobierno veracruzano. Llevé la conversación al terreno de los paisajes que se podían contemplar en la desem-bocadura del rio San Juan, pero ni por el río pude huir de los porcentajes del pintoresco guia. Al detenerme en la observación de un óleo, que representa a un viejo chamán local, me informó que actualmente solo un 30% de la población desconfía de los médicos de los hospitales y por ello siguen, –este porcentaje de desconfiados de la ciencia– con su ancestral confianza en los ancianos sanadores indígenas. Me aguanté las ganas de preguntar la causa de la oscuridad reinante en algunas estancias para no encontrarme con una disertación acerca de la historia de la llegada del tendido eléctrico al lugar y los porcentajes de consumo de cada fragmento social de la población. Sí le pregunté por el destino de los pequeños barcos que río arriba circulaban a esa hora; aquí fue menos porcentual la respuesta:

–«Pues verá, señor, unos pocos buscan pescado, muy rico el de la desembocadura del río, otros regresan a los ranchitos tras hacer compras, por ser hoy día de mercado, y solo un porcentaje –me lo estaba esperando– como de un 15% se dedican a pasear a visitantes.»

Salí a la plaza, ocupada en un 20% por vehículos estacionados, volví a Veracruz por una carretera interior con un 50% del firme en pésimo estado y dirigí mis pasos a un restaurante de los porches de la Plaza principal. Tras degustar una comida 100% marina regresé al hotel Mogambo, pegado al mar y en el que se han ambientado varias películas. No recuerdo las horas que dormí, solo recuerdo que era noche cerrada al despertar; y no sé si lo que me devolvió al estado de vigilia fue el sonido de una ventana golpeada por el viento o los golpes en la puerta de una joven empleada de la recepción. –¿Qué ocurre?, dije sobresaltado, –Nada grave señor, pero me preocupé por usted, el ruido que hacía el viento al golpear las ventanas de su pieza se escuchaba en todo el hotel y pensé que podía ocurrirle algo. Celebro que haya dormido bien señor, pues casi el 75% de los clientes no pegaron ojo, debido a que casi toda la noche, cerca del 100% hubo viento norte.

Me dirigí con rapidez al baño, pero no noté nada anormal al mirarme al espejo. Me vestí, hice la maleta y, apenas amaneció, me regresé a México D.F. Durante el trayecto tuve tiempo de pensar con sosiego y casi me convencí de que todo había sido un sueño, incluso el despertar tormentoso-porcentual, pero no pude evitar memorizar, de modo inconsciente, en forma de números, los puestos de peaje, las paradas realizadas, kilómetros y otros datos que habitualmente no me preocupan. Anotaré en mi agenda que tengo que consultar estas cosas con un psicoanalista en mi próximo viaje a Buenos Aires.

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POEMAS

Joaquín Benito de Lucas

Afirmación

El poeta se cree que está viviendo lo que escribe. Mas no es verdad,

no es un poema en un libro de versos, sino párrafos sueltos que recita el destino. Mas, sin embargo, escribo porque creo que hundir las manos en lo que fue herida tiene olor a manzana de la infancia.

Y aunque engañado por el parecido entre el vivir y el recordar, me dejo arrastrar por el fuego de la memoria. Y voy dibujando en las páginas de este cuaderno roto lo que antes fue verdad y hoy permanece.

(De La escritura indeleble)

Carlos Álvarez

Método

No querré otra ventana que la noche,ni otro dosel que cubra mi esperanza

que el viento de la sierradialogando en mi pecho con la ramadel árbol más cercano.Pondré como almohadala ausencia de dolor en el recuerdo,y apoyaré mi cuerpo en la cansadalabor de cada día…Al conjuro temprano de la escarchase alejará mi muerte por la senda,y Lázaro seré cada mañanarepitiendo el milagro de la nochevencida en la dialéctica del alba. (De Escrito en las paredes)

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10 MAX ESTRELLA

POEMAS

Santos Domínguez

Certera luzEsos momentos breves de la tarde

(Francisco Brines)

El otoño maduro de los huertosfermenta en las higueras en sombra de la tarde

con la paciencia antigua de los ciclos solaresy a lo lejos el agua arde en el campo seco. Una certera luz que hiere al que recuerdacon sus aristas de cristal ardientebaja desde las altas banderas del crepúsculoa posar su fulgor en la granada de oro,a encender las hogueras con su antorcha de nieve. Detente, caminante,reposa en esta calma callada de las viñasque aún guardan en sus frutosel sol de este verano. (De Las sílabas del tiempo)

Carlos Medrano

La frontera del agua

Hay palabras que sanande las que nadie se alejaría sin dejar de leerlas.

Y en un día de prontoquedan también escritas.La frontera del agua.Un instante en que eres solo parte de ellas,y tu mano disuelveel temblor de na rama,y la rama disuelveel temblor del que vive. (De Donde poder volver)

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LIBROS

El viento sobre el aguaSantos Domínguez. Diputación de Huelva, 2016

Santos Domínguez es un autor de alcance, a tenor del elenco de premios recibidos; pero,

sobre todo, como representante de una poesía de cuidado estético, de contenido y de concesiones sentimentales importantes. Es cierto que Domín-guez es de los autores a los que califico como «lentos»; es pausado, cuidadoso con la expresión, pero de cierto hermetismo que invita a la lectura como un bello ejercicio de acercamiento al paisaje externo e interno del mundo, no al descubrimiento de mensaje o implicación colectiva, sino al disfrute del lenguaje y sus implicaciones sentimentales en el plano del recinto individual en contacto con el ámbito natural. De este plano forman parte los elementos escogidos: naturaleza, temblores de sentimiento: alegría y tristeza. Y así, el poeta es especialista en ordenar la sensibilidad que actúa mediante el lenguaje. En este libro, premio «Juan Ramón Jiménez» 2016, se percibe el esfuerzo des-criptivo con objetivo de reflejar esa sensibilidad: Hay días vacilantes en que la luz se posa/como un pájaro oscuro/en la rama desnuda del invierno,/sobre el fulgor helado que hay en sus nervaduras. Simple nacimiento de un día o instante, muy íntima per-cepción, pero cautivadora expresión. Poeta que no desciende al mundo colectivo de la realidad, pero que contribuye al cultivo imprescindible de la sen-sibilidad necesaria para que la poesía pueda habitar en la comprensión creativa del receptor.

La honradez de este poeta está en varios pla-nos de difícil hallazgo en el mundo colectivo de las publicaciones y de las distinciones. Entre otros méritos, contiene –como en anteriores– la capaci-dad de guiar a las personas lectoras por la poesía en su sentido más esencial y descubrir el lado de todo ser. De ahí que su elección del escenario panteísta, dentro del cual la vida humana está imbricada a la de la naturaleza y sus claros efectos no solo mate-riales, sino también sensoriales y sentimentales, devenga una guía de ese mundo interior que rela-ciona lo escrito con la necesidad lectora de percibir el mundo en parámetros de conocimiento y senti-miento realmente útiles a la necesidad de vivir tan-

tas veces, como el poeta deja dicho en Las sílabas del tiempo, salvados por la lentitud del pájaro.

Lo leve y lo abarcador emerge en una traslación flotante y poética como hay pocas. No encontrare-mos destinos pretendidos, pero hallaremos paisa-jes relevantes, como si este viaje temporal lo fuera de aprendizaje, de experiencia sensorial y formal. Y todo detalladamente alineado. Es decir, no hay desequilibrios, algo que solo consiguen los poetas verdaderos que se justifican con versos inapelables:

Si de repente un día/llega un viento más alto que la luz y los pájaros,/no dejes que el paisaje envejezca de pronto/y los pájaros huyan y la luz se amortigüe/Que el sueño de las naves/Sea más alto que el viento sobre el agua,/más fuerte que el olvido.

Hay que saber acercarse a la poesía de Santos Domínguez sin prejuicios, con la convicción de que la poesía no solo ha de decir sino que debe impreg-nar, algo que el poeta cacereño sabe conseguir con elegante formalidad a la hora de conformar un relato de situaciones que se hace cercano a las per-sonas lectoras a través de la belleza espiritual que provoca el conocido y necesario temblor en la rela-ción del ser humano con las cosas, con la vida, con el resto de seres humanos en su condición también poética. Por tanto, estamos ante un poeta homogé-neo que garantiza un proceso de lectura fructífero.

Actualmente, Santos Domínguez pone acento especial a la poesía en Extremadura, donde es, sin duda, el poeta más refinado y con un sentido más epidérmico de la poesía, por encima de otros buenos poetas como Álvaro Valverde o José María Cumbreño, a los que falta aún una homogeneidad de lenguaje y significado para atraer la compren-sión lectora al nivel que lo hace Domínguez y su panteísmo tan bien configurado.

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LIBROS

Los sueños, el amor, las intenciones. Obra poética completaCarlos Álvarez. Adeshoras, 2016

Cuando la poesía en España ofrecía una cara amable y ciertos autores se mostraban confor-

mistas, exaltando las estéticas preciosistas sobre los mensajes que atronaban contra la injusticia de la dictadura, hubo poetas que no tenían su vista puesta en perfeccionar las imágenes; y no lo hacían por-que, además de estar tocados por el don poético que les permite consecuciones estéticas de gran belleza, decidían compartir mensajes realistas y solidarios con el ser humano. Entre ellos, Carlos Álvarez des-taca por su decisión humana de atesorar en su voz principios de fraternidad, que no solo no impedían alcanzar niveles estéticos de primer orden, sino que impulsaban la poesía cercana al ser tocado por el don de la poesía y de todos sus elementos.

Carlos Álvarez fue uno de estos poetas que con-siguieron poner en el centro del interés social y cultural del ser humano al propio ser humano, a los hombres y mujeres que cada día se debatían en un marco de injusticias y abusos, lo que no debía impedirles acceder al resorte intelectual y emotivo de la poesía, del arte en general, como vía para su propio crecimiento y liberación intelectual. Por ello, la obra de Carlos Álvarez está claramente entre las que se distinguen por una voz genuina e inimi-table. Esta obra completa, editada por Adeshoras, es, por tanto, una oportunidad de acceder a una obra dispersa por razones editoriales y de censura política. El poeta itinerante que fue Carlos Álva-rez en algunos periodos de su vida (exilio, cárceles, viajes profesionales y viajes personales) se refleja en parte de su obra, que nos enseña cómo ha ido interiorizando experiencias cotidianas y extraor-dinarias hasta arraigarlas en profundas creaciones del ámbito sentimental que solo son accesibles a poetas completos. Una poesía de grandes dotes constructivas, de fluido lirismo natural y de gran conocimiento de los elementos definitorios de la regla poética por excelencia: saber que lo escrito es útil a otros. La poesía es, entre otras cosas, tera-pia, como defiende la profesora y escritora Fanny Rubio. Por ello, poetas como Carlos Álvarez, que han construido parte importante de su obra con el

horizonte de otros seres humanos que han hecho de la lírica individual luz colectiva, son más nece-sarios por su capacidad de identificar en su interior y en su obra personal la vinculación real del ser humano con su capacidad de crear belleza a partir del lenguaje sin artificio.

Carlos Álvarez identifica en su «Obra completa» un espejo de clara utilidad para las personas lecto-ras, de gran intensidad para el aprendizaje de los esquemas que la poesía cercana y de amplio des-tino desvela y que se identifican claramente con el propio ser humano colectivo en su diaria hacienda y en su defensa, y con el individuo que cada uno es en sus reflexiones, en sus experiencias internas úni-cas. Espejo, pues, a veces deseable por los valores que refleja y a veces arriesgado por las experiencias que lo motivan. Poesía en suma de un poeta sin ambages, que ha cumplido en cada obra, en cada etapa, el objetivo para el que –según él mismo dejó dicho al comienzo de su camino– comenzó a escri-bir poesía. No fue único objetivo, pero sí el más enérgico de este poeta de voz genuina, que forma parte del elenco de poetas distinguidos por el tono único de su voz poética.

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MAX ESTRELLA 13

LIBROS

Viento variableAntonio Hernández. Calambur, 2016

La trayectoria del poeta de Arcos de la Frontera (Cádiz), Antonio Hernández, se ha convertido en un camino de precisa emoción, pero, sobre todo, una consta-

tación de que una de las pocas voces poéticas realmente importantes actualmente en activo en España, se ha labrado con la fortaleza del conocimiento que solo se puede conjugar con una sensibilidad como la del andaluz de raíz y de corazón que es Antonio Hernández. Por ello, su último libro puede considerarse el resultado de condiciones bien estructuradas en torno a las fuentes y tradiciones andaluzas, y a la necesidad imperiosa de expresar la vivencia real en que se enmarca.

Antonio Hernández, desde que publicara A palo seco (2007), transición de un periodo de transformación, decidió expresar el silencio de otros, y el suyo mismo. Y en este camino se cruzaron un maestro suyo, un modelo de poeta y el mundo entero en su rotación de injusticia, y allí estuvo el hombre y el poeta para crear Nueva York después de muerto y el último: Viento variable. Este libro tiene muchos méritos, pero cabe destacar su carácter de viaje que, sin predeterminar etapas, sí sabe delimitar los aspectos decisivos de un discurso que ha de llevar a un destino ya escogido, y ahí es donde la decisión del poeta es crucial para que su obra sea sonora, fresca, agradable a la lectura y, sobre todo, intensamente emo-tiva en el proceso de convivencia con el lector. Lo que este libro provoca, sobre todo, es una agradable nostalgia de aquella poesía que se acercaba al ser humano porque convivía con el ser humano, lejos de florituras que acuden a escarpadas mitologías para no estar en el mundo colectivo, sino en las estancias crípticas del poeta y su club correspondiente de impresionables. Por eso, Antonio Hernández, desde que comenzó su carrera y, especialmente, desde que en 2007 publicara A palo seco, ha construido sólidos pilares poéticos para quien busca algo en este campo, algo que llevarse al corazón, como dejó dicho Hernández: No se puede ocultar al corazón/lo que han visto los ojos. Una de tantas declaraciones de principios que fluyen de la poesía más fértil del panorama español en los últimos 20 años. Y el poeta que ahora regresa con un libro tan auténtico solo puede añadir vivacidad y veracidad al panorama poético español, que no acaba de despertar de los lucimientos.

Ganadora del premio internacional de novela «Ciudad de Torremolinos», es esta una novela de actualidad permanente, sobre todo por las características

de los parámetros argumentales que la definen: temática, perfiles individuales y colectivo de la nómina de personajes que conforman un ambiente costumbrista como, hoy , escasos autores son capaces de conseguir.

Vuelve el mejor tono narrativo de Antonio Hernández y lo hace por la puerta grande de una novela que mantiene el nivel de quienes saben desenlazar las his-torias interiores para que se incorporen a las mismas personas lectoras de variada exigencia. Y si no es preferencia del márketing mediático –razones sabidas–, sí viene a recordarnos, y eso es lo importante, la gran calidad narrativa de su autor, que presenta una condición de tema y tono diferente, bella isla en la narrativa actual, donde se ha tratado de estereotipar un perfil de persona lectora que obras como esta sobrepasan.

El tesoro de Juan MoralesAntonio Hernández. Carpe Noctem, 2016

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14 MAX ESTRELLA

LIBROS

Es este un libro de los llamados de culto. Como ha ocurrido con otros anteriores. Es así porque

sus autores han desplegado un rigor de agradecer especialmente a quienes se introducen en terrenos no tan conocidos pero atractivos por los horizontes que presentan. La música, el cine, la significación del arte como método de relación y de trascen-dencia en la sociedad a la que hay que dar modos para esta relación que sean capaces de reconocer los tiempos de convivencia.

Aunque se publicó en 2016, este libro es intem-poral y vale la pena acercarse a sus páginas, porque existe la garantía de aprender, de rememorar sensi-bilidades en ocasiones olvidadas o agotadas.

Los autores de este libro vienen de demostrar que saben desenvolverse perfectamente en la inter-pretación de esos mundos artísticos inesperados, del cine, de la música. Y es por esa experiencia, que las personas lectoras van a encontrar esos pequeños tesoros, a veces anecdóticos, que suponen un des-cubrimiento de interés inmediato, para añadir al acervo personal. En definitiva, The last waltz es una especie de reto sereno que viene precedido por las buenas consecuciones en anteriores aportaciones sobre Van Morrison o Coppola. Un reto placen-tero para aventureros del libro en general y de la

enseñanza misteriosa en particular.

La divulgación y la aproximación emotiva son dos características que se conjugan en el enfoque que Miguel López suele conseguir en sus libros, ahora constatado y conso-lidado con la cola-boración de Enrique López.

The last waltzEnrique López y Miguel López.

Silex, 2016

Conocida es la afición del gran investigador y escritor José Esteban por aquellas cuestio-

nes que entrañan un misterio o simple curiosidad no atendida o desentrañada para otros. Desde su anterior publicación sobre la curiosa actuación del sistema judicial en un caso de asesinato: El crimen de Mazarete. Historia y consecuencias de un error judicial (El reino de Cordelia, 62, 2016), su infre-cuente afición a la tranquilidad intelectual, le llevó a empeñarse en aclararnos el origen y sentido de muchas de las fuentes de la que mana el uso de un término tan conocido como desconocido: el «carajo».

Viva el carajo es un libro al más puro estilo de Esteban, de su trabajo para descubrirnos a los bohemios, a Valle Inclán y la bohemia, a los ami-gos de Oscar Wilde, y una infinidad de rincones de una vida a la que solo se llega con la sabiduría, la perspicacia y la bonhomía de Esteban.

«Defendiendo al españolismo “carajo” que-remos defender a otras muchas palabras olvida-das y que en buena teoría del lenguaje, debieran haber sido acreedoras a más risueña suerte de la que corrieron». Esta es una de las grandes razones de las aventuras de Pepe Esteban por los campos quijotescos de algo tan arriesgado de la literatura como es la aventura del descubrimiento. Y la gran noticia es que sigue sur-cando campos. Sigue adentrándose en besa-nas investigadoras con una precisión propia de quien sabemos que nos dará una próxima cose-cha tan didáctica como anímicamente alen-tadora en su aspecto lúdico, algo tan difícil de conseguir en el pro-ceso de escritura.

Viva el carajoJosé Esteban.

Pigmalion, 2016

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ARTE

El pintor, escritor y conferenciante Ginés Lié-bana (Torredonjimeno, 1921) presenta un

estado creativo amplio a sus 96 años. Formó parte del grupo poético «Cántico», de

Córdoba, junto a los García Baena, Ricardo Molina y Juan Bernier. Y mantuvo amistad en París con Pablo Picasso y con Dalí, Antonio López, Francisco Nieva y otros muchos en España.

Sus más de diez libros publicados de poesía, narración y teatro, le legitiman como un artista completo que consiguió y ha mantenido una posición de privilegio en el panorama artístico de España al consagrarse como genuino y portador de estilo personal y distinguible, algo difícil de conse-guir sin el genio de Liébana.

Sus años de juventud en Córdoba, donde fue uno de los mantenedores del grupo poético «Cán-tico», le han impregnado de una variedad de humor andaluz que él gusta de mezclar con el ingenio llano, no tanto filosófico, y que le da resultados

Ginés Liébana literarios de gran valor. «A la poesía, por su vecindad con el bostezo, le sobran las palabras», suele decir, y es así como adquiere consecuciones de tono místico pero de gran tono reflexivo y socialmente participativo. Es una preocu-pación de Liébana las formas, la belleza como motivación de procesos de actuación; pero lo es también como incitador de creación de un fondo humanístico que atiende a una dirección apartándose de otras sin sentido para el artista. Su participación en tan-tos ambientes populares demuestran sus princi-pios :«todo es para compartir» o «todo está en la naturaleza».

Los 96 años del artista le convierten, junto a Pablo García Baena, de la misma edad, en super-viviente de aquella etapa de la poesía española que representó el grupo «Cántico» tanto en Córdoba como en España. Y sigue creando en su estudio de Madrid: pinta y llena cuadernos de versos.

Fernando Ferro ha expuesto su último trabajo en la librería Muga de Vallecas. Una muestra de

sus obras de la serie «La lengua de los poetas». Esta exposición, que ya ha recorrido otras salas, aunque el artista siempre introduce novedades apreciables, tiene el gran mérito de conseguir una emotividad cercana al espectador mediante una expresión iden-tificable intelectualmente y una forma tan com-prensible como atractiva en sus aditamentos. Por ejemplo, vestir de aficionado de fútbol atlético a Juan Ramón Jiménez, no es ningún desacato, sino una «liaison» con la sociedad actual, algo lejana al gran poeta que no conoció estas prioridades sociales.

En todo el recorrido de Ferro, se encuentran preocupaciones humanas que abogan por no dejar difuminarse, acudiendo a Juan de Mairena, «lo que pasa en la calle», y es así que los personajes que se mezclan apoyan, reafirmándolo, el mensaje que el artista pretende dejar flotando, y que está desprovis-tos de circunloquios o impertinentes florilegios. Es

el uso del arte como algo cons-cientemente útil al ser humano en su versión individual o en su imbricación colectiva, de modo que esta serie de obras de arte no queden como algo que supone un lucimiento personal, algo que el artista siempre rehúye, sino como algo conscientemente útil tanto para la contemplación como para la reflexión. Así lo concibe y así lo desarrolla.

Fernando Ferro, por tanto, no se aísla en un mundo de creación con objetivos de exclusividad, sino que crea con ánimo de compartir y ser com-partido. Su carrera no se ha salido ni un ápice de estas prácticas y sus numerosas exposiciones así lo reflejan, tanto en su estructura como en su mensaje implícito y explicito, que de todo hay en este madri-leño-gallego-sanabrés, el mejor modo de decir que, muchas veces, el verdadero gran mundo es el arte y el nexo con que este relaciona a los actores del pro-ceso creativo y del posterior contemplativo.

Fernando Ferro

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16 MAX ESTRELLA

ENTREVISTA

Qijano: La existencia del arte

Lo relata el propio artista: «Mi llegada a Bogarra fue un domingo de ramos, a finales de marzo

del año 1947. Me habían nacido en Albacete unos días antes: el 19; quizá por eso y por las circunstan-cias políticas de entonces, me nombraron Pepe». Y este origen manchego se manifestará más tarde en su actividad. Max Estrella: ¿Cuál es el origen de tu actividad artística?Qijano: Mi infancia cuidada primero en casa de mi abuela Virtudes, después en la del Cabezuelo que entonces era un casino donde se reunían las gen-tes y paraban los visitan-tes. Creo que la vivencia de esos días propiciaron mi interés por el arte y la comunicación, junto a lo inculcado por mi abuela, que fue concejal de la II República.ME: Y decide que puede tener vida artística...Q: Decido dedicarme a la «plástica» tras conocer a galeristas y algunos directores de museos que comenzaron a programar algunas exposiciones de mi obra. Es curioso que todo se desencadenó en mi época de servicio militar, a través de compañeros de aquel momento.ME: ¿Desde entonces cuál ha sido su itinerario?Q: Desde entonces mi camino está jalonado por unas quinientas exposiciones individuales o colecti-vas y en los cinco continentes. Mi mayor presencia se ha producido en países como España, Fran-cia, Portugal, Finlandia, Holanda, Italia, Bélgica, Marruecos, Cuba, México, Perú, Palestina, Rep. Dominicana o Palestina. ME: ¿Qué destacaría de sus referencias?Q: Mis referencias son actualmente el Suprema-tismo y anteriormente la poesía de los místicos y la obra de El Bosco y más tarde la de los ibéricos Ribera y Goya especialmente. Hay críticos y estu-dioso que consideran que mi obra es ruptura sinté-tica del barroco español y de las vanguardias clásicas.

ME: ¿Cómo ha sabido enfocar el sentido social del arte?Q: Colaboro con actividades de carácter solidario dirigidas a mejorar la convivencia y la condición humana. ME:¿Y su conciencia política, si la tiene?Q: Apuesto por el socialismo y por una futura III República. Recientemente pinté en Palestina un mural contra el vergonzante muro que separa a los pueblos israelí y palestino.ME: ¿Cómo ve la influencia del arte en la sociedad?

Q: Creo que sería impres-cindible propiciar la colaboración con educa-dores y creadores capaces de aportar experiencia y dedicación que recupere el interés por las Ciencias Humanas. Sería también imprescindible y muy útil recuperar las propuestas y

experiencias que a principio de siglo pasado fue-ron útiles y avanzadas, entre otras las del pedagogo almanseño que era Herminio Almendros, que tan fructífero fue en su tiempo en España y posterior-mente en el área Cariban.ME: ¿Con qué artistas coetáneos te identificas?Q: Se puede decir que he participado en proyectos y debates con intelectuales de todo el mundo, entre otros: Pedro Mir, Miguel Barnet, Markku Saksa, Cessare Marmoral, Rafa Prats Ribelles del mundo literario, y del mundo plástico: Noguerol, Cano-gar, Chirino, Rebeka Plana, Cué, De Pablos y otros muchos. Vitalidad que deseo seguir ejerciendo.ME: ¿Qué proyectos estás desarrollando es estos momentos?Q: En estos momentos me estoy volcando en la interpretación y en la edición de libros con una gran base poética y de conexión didáctico-social. Tras los Sonetos del amor oscuro, de García Lorca, trabajo en poemas de escritores como Carlos Álva-rez o Antonio Hernández. Y con continuidad.

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MAX ESTRELLA 17

CINE

BLA, BLA, BLARaúl Peña

A propósito de la entrega de premios de la Aca-demia de Hollywood 2017, considero opor-

tuno advertir que durante los tres últimos años, y de manera inusual, el Oscar al mejor director ha venido recayendo en cineastas mexicanos, que a buen seguro tenían permiso de trabajo y sus pape-les en regla. La secuencia de hechos es la siguiente: en 2014 el Oscar al mejor director fueron para Alfonso Cuarón por su deslumbrante Gravity; al año siguiente, era Alejandro Iñárritu quien arram-blaba con las principales estatuillas por su insólita Birdman; y en 2016, aunque costase creerlo, era de nuevo el mexicano Iñárritu quien se llevaba el pre-mio al mejor director por El renacido. ¡Triplete, o Poder del cine y la cultura mexicana! ¿Podría suceder lo mismo en la actualidad, con las recientes leyes de inmigración y el muro fronterizo que el Presidente Trump amenaza con hacer pagar a los mexicanos?

En el presente año, este sabor latino pudo estar representado por dos películas del magnífico reali-zador chileno, Pablo Larraín (hijo de un ministro de Pinochet, quien había alcanzado dimensión inter-nacional por una brutal y extraordinaria película sobre el enclaustramiento de un grupo de sacerdo-tes pedófilos, El club. Sin embargo, su original bio-grafía de Neruda ha sido descartada como mejor película extranjera, y su crónica de las jornadas vividas por Jacqueline Kennedy tras el magnicidio de su esposo (todo un reto), ha tenido que con-formarse con la nominación de Natalie Portman como mejor actriz. Pero Natalie Portman tampoco lo tiene fácil, pues compitió con Isabel Huppert y sobe todo con la joven Emma Stone, quien, ade-más de haber trabajado con Woody Allen un par de veces y de acariciar el Oscar en años anteriores, canta y baila con absoluta entrega en la película favorita, La, La, Land. Ya desde su participación en el Festival de Cannes, este edulcorado musical ha sido objeto de una intensa campaña que lo pre-sentaba como un homenaje al cine, a la ciudad de Los Ángeles y un regreso al origen. Al igual que había sucedió con aquella nadería, muda y en blanco y negro, titulada El artista, los críticos caye-

ron rendidos ante La, La, Land, que elogiosamente comparaban con Las señoritas de Rocheford de Jac-ques Demy. En suma, todo olía a una operación de marketing sospechosa en extremo. Fui a verla temblando. Pero no resultó todo lo cursi que ima-ginaba y ni siquiera el guaperas de Ryan Gosling me pareció empalagoso. Durante más de una hora el joven Damien Chazelle consigue imprimir un ritmo trepidante y hacer gala de un exquisito gusto en su puesta en escena, pero hay un momento en que los personajes dejan de cantar y bailar para hablar en exceso y entonces desaparece el embrujo y todo pierde fuelle. Un defecto quizás imperdona-ble para una película con 14 nominaciones.

Bien distinta por su sórdido ambiente y sen-tido crítico es la película Comanchería, un western fronterizo que transcurre en una Texas desolada, en donde se oyen frases como esta: «Nosotros roba-mos esta tierra a los mexicanos, y ahora son los banqueros quienes nos las roban a nosotros.» De aquí que el protagonista, a fin de pagar su hipoteca, se dedique a asaltar bancos pistola en mano.

Las cinco nominaciones a la película supuesta-mente pacifista, Hasta el último hombre, quizá sig-nifiquen un reconocimiento y perdón por parte de la Academia hacia un personaje tan políticamente incorrecto como el actor y director Mel Gibson. Al igual que en su película Pasión, sobre el calvario de Cristo, aquí también asistimos a una propuesta religiosa y lacerante donde el soldado protagonista se niega a coger un fusil y matar enemigos, en tanto que se dedica a salvar la vidas de sus compañeros

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MÚSICA

Vuelve «Canción del pueblo»

Canción del Pueblo cumple cincuenta años. Es el tiempo transcurrido desde aquel 1967 en

que un grupo de cantautores y cantautoras se deci-dieron a participar en un concierto ya mítico que sentó bases para acrecentar la participación de la canción de autor en la sociedad y en su vida cultu-ral y política. Fueron unos cuantos y una cuantas, pero la consecuencia fue la presencia de nom-bres como Hilario Camacho, Luis Eduardo Aute, Adolfo Celdrán y otros en el concierto del Ramiro de Maeztu, hace ahora cincuenta años.

Muchos estudios y trabajos sobre este movi-miento se han hecho y mucho se ha transmitido sobre estos cantautores y cantautoras que dieron pasos hacia delante cuando la mayoría los daba hacia atrás, incluidos muchos de los políticos que hoy presumen de lucha antidictatorial y termi-naron por olvidar a estas personas que sufrieron persecución e incluso cárcel por enfrentarse con su palabra y su música a las artes represivas de la dic-tadura y los dictadores.

Hoy, medio siglo después, con más años pero con el mismo ánimo y entusiasmo, regresan al

lugar de donde, en realidad, nunca salieron. Enca-bezan este regreso al movimiento «Canción del Pueblo», «50 años de cultura de resistencia», Elisa Serna, Julia León y Adolfo Celdrán. No hemos de olvidar a quienes siguen en la brecha: Pablo Gue-rrero, Luis Pastor y otros, que llevan la voz y el mensaje allá donde les llaman para que el mensaje no se pierda. «...y cuando cantan, parece que están solos», decía Rafael Alberti. Como aquellos poetas andaluces, los cantautores y cantautoras que han resistido, han comprobado que aún quedan adep-tos a su voz y a su mensaje. Y continúan dispuestos a usar sus armas artísticas para la lucha que no cesa.

heridos en un combate. «Dame fuerzas Señor –dice al cielo el personaje magníficamente interpretado por Andrew Garfield– para salvar a un hombre más, sólo a uno más…». Fueron más de setenta las vidas que aquel soldado rescató de un paisaje infernal. Pero resulta curioso que, para lanzar este mensaje pacifista, Gibson haya filmado con maes-tría la que sin duda es la batalla más Violenta de la historia del cine. De Manchester frente al mar podría decirse que es una reflexión sobre casi todo: la vida, la muerte, la juventud, el desamor, la sole-dad, sobre todo, el transcurrir del tiempo…

Carece de una estructura dramática y conven-cional, pero su vacuidad y lentitud no resultan pedantes (que es lo que me temía) y me acabó gustando. No obstante, yo no se la recomenda-ría a todo el mundo. Es probable que el Cassey Affleck se acabe llevando el Oscar por su taciturno y doliente personaje.

Dudo que La llegada, película sobre el con-tacto con unos extraterrestres que aparecen en un extraño globo, cuente con muchas posibilidades de premio, a pesar de haber sido realizada por el pres-tigiado Denis Villeneuve, quien hoy está enfras-cado en el rodaje de la secuela de Blade Runner. Miedo me da pensarlo.

Y finalmente cabe destacar un significativo incremento del cine hecho por afroamericanos, como se dice ahora. Si hace pocos años el realizador negro de la película triunfadora, 12 años de esclavi-tud, proclamaba que se rodasen más películas sobre el conflicto racial, hoy son cuatro las películas que figuran entre las nominadas a distintas categorías: Moonlight, Fences de Denzel Washington, Figuras ocultas (sobre tres matemáticas negras que cola-boraron en un programa espacial), y Loving. Las cosas parecen estar cambiando. Aunque no le guste a Donald Trump.

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