monje y comadrona - editorial paidotribo: libros de ... · a la cuarta semana de ... cálida y...

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1 Monje y comadrona Vamos de paseo con uno de los monjes y su pastora alemana del monas- terio, algo cotidiano en nuestro hogar pero que ahora tiene un significa- do especial. Hoy se cumplen cincuenta y nueve días del embarazo de Anka. En esta tarde diáfana de marzo, el sol ilumina el bosque habitual- mente oscuro que rodea el monasterio. Anka lleva inquieta todo el día. Sacarla a dar un breve paseo por el bosque es un augurio de las maravillas que están por llegar, el primer eslabón de una intrincada cadena de suce- sos que precederán al parto. La naturaleza conspira ahora para mostrar- nos señales que apuntan a que la gestación está llegando a su fin. Es im- portante que el monje sea consciente de ello ya que, aunque el período medio de gestación es de sesenta y tres días, no es raro que una pastora alemana dé a luz a partir de los cincuenta y ocho días tras el primer apa- reamiento. Durante este tiempo, el cuerpo de Anka se ha comunicado con ella de maneras nuevas y diferentes, y durante este paseo su elocuen- cia natural se convierte en una invitación abierta para que presenciemos los primeros momentos de una nueva vida. Mientras corre por el camino, su abdomen hinchado se balancea de un lado a otro, y el meneo de su cola deja entrever su vagina, notablemente dilatada. Unos metros más adelantada que nosotros en el camino, mira ha- cia atrás repetidas veces, como buscando seguridad, y evita pisar las peque- ñas manchas de nieve que todavía no se ha derretido. El bosque parece tan intranquilo como Anka. El viento silba entre los árboles, y la balancea con suavidad de un lado a otro del camino. El bullicio sosegado absorbe su ja- deo, rápido y entrecortado. Hasta los árboles saben que algo va a pasar.

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Monje y comadrona

Vamos de paseo con uno de los monjes y su pastora alemana del monas-terio, algo cotidiano en nuestro hogar pero que ahora tiene un significa-do especial. Hoy se cumplen cincuenta y nueve días del embarazo de Anka. En esta tarde diáfana de marzo, el sol ilumina el bosque habitual-mente oscuro que rodea el monasterio. Anka lleva inquieta todo el día. Sacarla a dar un breve paseo por el bosque es un augurio de las maravillas que están por llegar, el primer eslabón de una intrincada cadena de suce-sos que precederán al parto. La naturaleza conspira ahora para mostrar-nos señales que apuntan a que la gestación está llegando a su fin. Es im-portante que el monje sea consciente de ello ya que, aunque el período medio de gestación es de sesenta y tres días, no es raro que una pastora alemana dé a luz a partir de los cincuenta y ocho días tras el primer apa-reamiento. Durante este tiempo, el cuerpo de Anka se ha comunicado con ella de maneras nuevas y diferentes, y durante este paseo su elocuen-cia natural se convierte en una invitación abierta para que presenciemos los primeros momentos de una nueva vida.

Mientras corre por el camino, su abdomen hinchado se balancea de un lado a otro, y el meneo de su cola deja entrever su vagina, notablemente dilatada. Unos metros más adelantada que nosotros en el camino, mira ha-cia atrás repetidas veces, como buscando seguridad, y evita pisar las peque-ñas manchas de nieve que todavía no se ha derretido. El bosque parece tan intranquilo como Anka. El viento silba entre los árboles, y la balancea con suavidad de un lado a otro del camino. El bullicio sosegado absorbe su ja-deo, rápido y entrecortado. Hasta los árboles saben que algo va a pasar.

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10 El artE dE criar un cachorro

Por lo general, durante estos paseos la curiosidad devora a Anka. Des-de el momento en que sale acompañada por el monje que la cuida, se su-merge en un festín de olores, y va con rapidez de las cepas musgosas de los árboles a los bajos enebros silvestres o los viejos muros de piedra cubiertos de setos, por los cuales sólo Dios sabe cuántos animales del bosque han pasado. A menudo se detiene a escuchar, y a continuación avanza silenciosamente sobre las hojas que cubren el camino, asustando de vez en cuando a algún grupo de faisanes o de pavos silvestres que se echan a volar dibujando una caótica llamarada. Anka los persigue encan-tada, y salta tras ellos en breves estallidos de energía.

No obstante, abandona de inmediato la persecución al escuchar la voz de su guardián. Es el resultado de un largo adiestramiento y de un tipo de vínculo emocional que supera su instinto cazador. La simple mención de su nombre la devuelve al camino, y pronto se entretiene arrancando una ramita de un árbol muerto que le proporcionará algo para jugar du-rante el camino.

Sin embargo, hoy es diferente.

Anka nos conduce al bosque en su día cincuenta y nueve de embarazo.

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El misterio del crecimientoHacemos justicia a la relación con un perro cuando lo honramos como lo que es, un perro, una criatura que, por mucho que entendamos de ella, continúa envuelta en misterio.

I & Dog

La vida de un cachorro muestra con claridad aquello que caracteriza la vida en sí: el misterio del crecimiento. Según parece, todo el universo experimenta un proceso de crecimiento constante que se prolonga des-de antes de los primeros momentos de cada existencia individual hasta el fin de la vida y más allá. Nada escapa a este movimiento, aunque nuestra conciencia respecto a su amplitud puede quedar menguada por el ritmo caótico de la vida moderna. En demasiadas ocasiones damos por supuesto este viaje, y lo dejamos pasar descuidadamente sin prestar-le atención. Nuestras vidas ocupadas favorecen que desarrollemos in-sensibilidad hacia el milagro de la vida, lo cual nos empobrece espiri-tualmente y nos entristece. Tal vez éste sea el motivo por el que los anima-les (y en especial nuestros perros) son tan importantes para nosotros y también por lo que nos beneficiamos de su compañía: nos arraigan a la vida.

Parte del placer de criar un cachorro se obtiene de la forma particular en que nos acerca al proceso de la existencia y al mundo natural que nos ro-dea. Ver crecer al cachorro nos traslada fuera de nosotros mismos y nos ayuda a reconstruir nuestra capacidad de aprecio y asombro. Incluso creemos que prestar atención a cómo madura un cachorro resulta impor-

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tante para su salud y su vitalidad. Los estudios han demostrado de forma concluyente que las primeras dieciséis semanas de la vida de un perro son significativas de cara a determinar su comportamiento como adulto. Durante este tiempo, la negligencia por parte del criador o el dueño pue-de dejar cicatriz de por vida en el cachorro. Así pues, si pretende criar un cachorro para que se convierta en un compañero de confianza y un ami-go para los siguientes entre diez y quince años, la mejor base que puede sentar, tanto para usted como para su perro, es una perfecta comprensión de cómo crece durante este período de cambios tempranos y desarrollo. De este modo podrá proporcionarle toda la ayuda necesaria para permi-tirle alcanzar todo su potencial.

¿Un adulto en miniatura?

Hace poco hablamos con un señor que acudió a nosotros para pedirnos ayuda con su revoltoso cachorro golden retriever de tres meses y medio. Mientras hablábamos de sus dificultades de adaptación a su nuevo ca-chorro, la conversación regresaba una y otra vez a su antigua golden, una perra bien adiestrada y tranquila que había fallecido unos meses antes, a los doce años. Al hombre se le llenaban los ojos de lágrimas al recordar a su perra, y nos explicó que la recogió a los siete meses de edad y la velocidad a la que había aprendido a no ensuciar en casa, había asimi-lado los ejercicios de obediencia y se había adaptado al ritmo de su ruti-na diaria. A continuación señaló a su nuevo cachorro, Argus, que saltaba enérgicamente junto a él reclamando su atención y mordisqueándole las manos. Sin tratar de disimular su frustración, empezó a detallar las penu-rias vividas durante el primer mes y medio con él, la decepción e irrita-ción que había experimentado y su temor creciente a que Argus fuese simplemente un ejemplar deficiente de su raza. Estaba a punto de arrojar la toalla.

Al escucharlo, quedaba claro que el hombre estaba pasando por alto un punto muy importante. Estaba comparando todos los problemas que experimentaba con Argus con la estabilidad y madurez de su prime-ra perra, que había obtenido después de que hubiera pasado por buena parte de su proceso de desarrollo. De hecho, a nosotros el cachorrito que le ocasionaba tantos problemas nos parecía un perro normal y dinámico

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El misterio del crecimiento 29

A la cuarta semana de vida, podemos convencer a los cachorros para que salgan del nido.

Mientras madura, el cachorro necesita experimentar el juego supervisado junto a un grupo de adultos.

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Las apariencias engañanPeríodo neonatal: 1-13 días

Nos encontramos junto al nido de Anka, haciendo una breve pausa de las tareas del criadero para observarla amamantar a sus cachorros. Tienen dos días de vida. Una lámpara de calor brilla sobre Anka, y mantiene la habi-tación a una temperatura cálida y constante. Yace con la parte inferior total-mente expuesta, y los cachorros se alinean uno al lado del otro de manera ordenada, cada uno en una tetilla, y todos masajean suavemente el pezón con las patas para estimular el flujo de leche. Su pelaje negro y suave brilla bajo la luz, y parecen pequeñas salchichas pegadas al costado de su ma-dre. Ella jadea con fuerza mientras maman y no le preocupa nuestra pre-sencia. Tiene la mirada fija en la pared blanca que rodea el nido.

Pasan los minutos.Finalmente, la calma se ve interrumpida. Anka cambia de postura y se

levanta. Al perder la sujeción a las tetillas, los cachorros caen rodando a un costado, aterrizan sobre el lomo sin poder evitarlo y chillan como pro-testa por la repentina interrupción. La escena apenas dura un momento. Se enderezan con rapidez y, tras gatear unos segundos, se duermen uno al lado del otro. Mientras tanto, Anka se tumba en el otro extremo del nido y nos mira.

Tras la emoción del parto de hace sólo dos días, la tranquilidad de las jornadas siguientes podría con facilidad contribuir a que pasáramos por alto la importancia primordial de este período, cuando la actividad prin-cipal de la camada se reduce a alternar sueño y amamantamiento. Sin

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embargo, durante esta paz ocurren muchas cosas que establecerán los cimientos esenciales del futuro desarrollo de la camada.

Vulnerabilidad

Al llegar a un mundo que no pueden ver ni escuchar, los cachorros recién nacidos se encuentran en un desierto sensorial, necesariamente bien aisla-dos de cualquier brusco sobresalto. Dependen por completo de su madre; sin ella (o un cuidado equivalente por humanos) los cachorros morirán. Anka lo sabe. Los primeros días permanece en todo momento en el nido, y sólo lo abandona para hacer sus necesidades. Como madre, es el vivo retrato de la atención concentrada y fiel hacia cada detalle de la vida de los cachorros, y ello refleja su profundo conocimiento de cuán vulnerables son en esta etapa. Está dispuesta a defender esta vulnerabilidad con la vida.

Oka se alimenta a los tres días de edad.

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La luz brilla en la oscuridadPeríodo transicional: 13 - 20 días

El duodécimo día tras el parto, se vislumbra claramente el primer cambio importante en uno de los cachorros. Kairos, el segundo macho de Anka, empieza a abrir los ojos. Esto indica el comienzo del período transicional del desarrollo, una semana durante la cual comienzan a funcionar buena parte de las capacidades sensoriales de los cachorros. Al contrario de lo que se pueda pensar, no se trata de un logro pequeño. Los ojos de los cachorros no se abren de golpe. En realidad, se trata de un proceso gra-dual que puede tardar perfectamente más de veinticuatro horas en com-pletarse. Al principio, sus ojos parecen oscuras rendijas pequeñas que parecen suplicar abrirse. A continuación, con lentitud, como si Kairos estuviera despertando de un sueño profundo, se vuelven más visibles, y su color azul grisáceo les confiere un aspecto sobrenatural. No alcanza-rán el color adulto hasta las cinco semanas, cuando se volverán más níti-dos y distintivos.

Hacia el decimoquinto día, todos los cachorros de la camada tienen los ojos bien abiertos, y con ello aumenta la actividad. Gatean por el nido y chocan continuamente unos contra otros. Aunque ya han abierto los ojos, todavía no ven muy bien. Si iluminamos el ojo izquierdo de Kairos con una linterna de bolsillo, su pupila se contrae; sin embargo, los gestos enérgicos frente a él no provocan reacción alguna, y un movimien-to repentino directo hacia él no le hace parpadear. Un cachorro no con-sigue distinguir con claridad las formas hasta que transcurren veintiocho

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días, aunque en ocasiones hemos observado que a partir del decimosép-timo día de vida algunos se sobresaltan con movimientos rápidos y ame-nazantes, en apariencia debido al súbito movimiento de las sombras. Por ese motivo, durante este período tratamos de no hacer movimientos re-pentinos que pudieran asustar a los cachorros.

El proceso de apertura de los ojos simboliza todo lo que sucede duran-te este período: una transformación continua y progresiva. Se trata de la primera señal clara del tránsito de la etapa de aislamiento del recién na-cido a la existencia plenamente social de un adulto. Es por ello que lla-mamos transicional a este período. Es una semana de cambios espectacu-lares. Al final de este período los cachorros habrán recibido, aunque en un grado muy inmaduro, todas las herramientas básicas de la vida: la vista, el oído, el andar, la capacidad de evacuar por ellos mismos, la po-sibilidad de masticar y un sentido del olfato más fino. Gracias a ello, se volverán mucho más sensibles que antes hacia su entorno.

Durante el período neonatal, por ejemplo, los cachorros no tienen sentido del lugar donde se encuentran. Si tomamos a uno de ellos y lo ponemos a solas en otra habitación, con la misma temperatura que en

Los cachorros aún necesitan dormir mucho durante el período transicional.

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el nido y en una superficie cómoda, no mostrará signos de estrés, a no ser que esté hambriento. Sin embargo, en este momento, los cacho-rros de Anka empiezan a tener conciencia de sí mismos y de su nido, y al repetir el experimento con Kipper, observamos un cambio impor-tante. Tras ladear la cabeza en varias direcciones durante un buen rato,

Los ojos de los cachorros comienzan a abrirse.

Los cachorros empiezan a interactuar con los ojos totalmente abiertos

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La apertura al mundoPeríodo de socialización: 3-12 semanas

Han pasado veintidós días. Hasta ahora, el único mundo que han cono-cido los cachorros es un pequeño nido circular en lugar de la habitual guarida que encontrarían en un hábitat natural. Para el cachorro de po-cos días, el nido es un entorno delimitado y estable que cumple todos los requisitos para cubrir sus necesidades básicas.

Y así ha sido, hasta ahora.En los últimos días, los cachorros se han mostrado mucho más activos

en el nido, casi inquietos, lo que indica que han empezado a desarrollar la sensación de confinamiento. Ahora que Anka cada vez se ausenta du-rante más tiempo, los animales empiezan a dar zarpazos a los latera-les del nido en un intento de seguirla. Esta mañana, al fin Sunny se deci-de a saltar la barrera. Con lentitud, trepando centímetro a centímetro hasta plantar las pezuñas sobe el borde, saca el morro y ve que Anka dor-mita en su cama cercana. Sunny suelta en vano unos ladriditos impacien-tes; Anka ignora su llamada. Ése es justo el incentivo que necesitaba. Con firme determinación e iniciativa, intenta con obstinación escalar la pa-red. Se aúpa, golpeando agitadamente la pared del nido con las patas traseras, y consigue salvar el borde, pero se desploma sobre el duro suelo de la habitación. Esta caída inesperada provoca una serie de alaridos agudos que hacen que Anka se levante y acuda en su ayuda. La perra le lame en actitud tranquilizadora, se tumba a su lado y le deja mamar. Entretanto, el incidente alborota a los demás cachorros, que asoman el morro por el

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borde del nido. Pronto se convierten en un coro de hermanos que chillan impacientes. Que acaben uniéndose a su hermano es sólo cuestión de tiempo.

La aventura de Sunny fuera del nido se produce al inicio del importan-tísimo período de socialización: nueve semanas de intensa exposición a la vida durante las cuales aflora la personalidad de los cachorros. Su com-portamiento cambia prácticamente de un día para otro. Sus crecientes habilidades perceptivas y motrices, que ya comenzamos a observar en el período de transición, aparecen coordinadas de repente. Sin duda, han alcanzado un hito en su crecimiento. Aunque todavía necesitan dormir mucho, tienen más energía y permanecen más tiempo despiertos. Ahora se muestran animados y curiosos. Los juegos entre ellos incluyen ladridos y movimientos de cola que identificamos con el comportamiento adulto. Aunque todavía son inmaduros, su cerebro y su sistema nervioso central se han desarrollado lo suficiente para que los cachorros puedan interac-tuar intensamente con su entorno. Ahora es cuando empiezan a apren-der rápido.

Una madre saca a sus cachorros de cuatro semanas a explorar.

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Poner a prueba a los cachorros

Cuando los cachorros llegan a las seis semanas, centramos gran par-te de la atención en el tema esencial del destino físico: adónde van a ir y por qué. El destino de un cachorro no puede ser arbitrario. Por el contrario, debe ser el resultado de una reflexión y una planificación con-cienzudas que nacen del respeto al cachorro y a la persona que va a reci-birlo. Cada cachorro se adapta a distintas circunstancias, y es importan-te que el criador haga una exhaustiva evaluación de las posibilidades del perro.

Es aconsejable consultar con el criador sobre los procedimientos de asignación del perro. En New Skete, evaluamos a los cachorrillos de va-rias maneras. En primer lugar, puesto que tomamos notas sobre la evolu-ción de cada camada desde el nacimiento y tenemos plena conciencia de los antecedentes genéticos, a las seis semanas y media ya acumulamos gran cantidad de información de cada cachorro. Observamos su evolu-ción detalladamente y tenemos una impresión general de su capacidad para adaptarse a diversas circunstancias.

También entrevistamos a muchos clientes antes de entregarles el ca-chorro. Esto nos permite llegar a un acuerdo mutuo sobre el tipo de perro que más les conviene, así como valorar su seriedad ante ciertas responsa-bilidades. Por desgracia, los clientes no siempre se plantean con realismo las verdaderas necesidades de los cachorros. Por ejemplo, la gente suele decir que quiere un cachorro Schutzhund, sin saber realmente qué signi-fica eso. El Schutzhund es una forma de adiestramiento muy complicada que implica desarrollar la competencia en tres áreas distintas: rastreo,

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obediencia y defensa. Requiere un alto nivel de dedicación y conoci-mientos por parte del dueño y nunca debe llevarse a cabo sin el apoyo de un club reputado y un entrenador cualificado. A causa de sus exigencias, los cachorros para este tipo de trabajo deben ser más seguros de sí mis-mos, más competitivos, atentos y agresivos que los animales de compa-ñía corrientes. El comprador novel podría tener más de un disgusto si com-pra un cachorro Schutzhund sin estar realmente comprometido con el deporte. En malas manos, un cachorro fuerte y dominante puede conver-tirse con facilidad en un perro agresivo con graves problemas de compor-tamiento.

Nosotros ponemos mucho énfasis en las entrevistas personales antes de dar en adopción a un cachorro. Si el criador entiende lo que usted busca en realidad en un perro, puede trabajar de un modo mucho más eficiente para entregarle el cachorro adecuado, uno que le satisfaga ple-namente.

Pruebas de aptitud

A las siete semanas sometemos a los cachorros a una prueba de aptitud. En las tres últimas décadas, ha crecido entre los criadores el reconoci-miento del valor de estas pruebas para determinar dónde encaja mejor cada cachorro. Este examen se utiliza de guía en el proceso de asignación mediante la identificación de los rasgos generales de personalidad del animal. Además, nos permite evaluar a los cachorros en cuanto al nivel potencial de sociabilidad, dominancia y obediencia.

Esta evaluación no es nueva. Se remonta a centenares de años y a cultu-ras en las que los perros se utilizaban para tareas específicas como pasto-rear y vigilar ovejas, cazar, transportar, proteger, rescatar e incluso tirar de carros y botes. En nuestra sociedad mecanizada y tecnológica es difícil apreciar la importancia vital que los perros tuvieron en la supervivencia de la gente. Los perros trabajadores tenían un papel esencial en el bienes-tar económico de sus dueños, y granjeros y criadores aprendieron a través de la experiencia a seleccionar los cachorros mejor dotados para diferen-tes tareas, así como a descartar a los que no prometían. La gente se veía obligada a adquirir la intuición del criador para poder perpetuar y desa-rrollar las líneas genéticas que estaban usando. La evaluación del cacho-

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La decisión de adoptar un cachorro

Establecer un vínculo saludable con alguien requiere tener en cuenta las verdaderas necesidades y posibilidades de ambas partes. Y esto es así no sólo entre personas, sino también con los perros. Sin duda, no hay que pensar en un perro como en un humano, pero sigue te-niendo un valor único por sí mismo. Mucha gente no se da cuenta de que tener un perro implica lo que cualquier otra relación verda-dera. Tendremos más éxito al adoptar y criar un cachorro si construi-mos la relación sobre un claro respeto a la naturaleza del animal. Así podremos comprender y aceptar las responsabilidades derivadas de cuidar de él como es debido. Esta actitud se opone frontalmente a la mentalidad del “yo”, del pensamiento unidimensional que no res-peta al perro en su integridad de perro y lo ve sólo como aquello que se quiere y desea.

De modo que antes de correr a adoptar un cachorro, le recomendamos que se detenga un momento y piense, junto a su familia, en la seriedad que implica dar este paso. Juegue al abogado del diablo. Examine sus moti-vos. ¿Por qué quiere un perro? ¿Qué tipo de dueño será? ¿Qué está dis-puesto a dar a su perro a cambio del beneficio de su compañía? Es mucho mejor sacar el tema de la responsabilidad y la implicación antes de obte-ner el perro que darse cuenta del error demasiado tarde, cuando tiene un cachorro de doce semanas que de repente le necesita... ¡a las tres de la madrugada!

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El dueño unidimensional

Hace poco, recibimos la llamada de un matrimonio que nos pedía si podíamos encontrar un hogar para su pastor alemán de cinco meses, Wolf, porque no podían seguir teniéndolo. Aunque les explicamos que no ofrecemos esa clase de servicio, les preguntamos por qué no querían seguir con el perro. Avergonzado, el marido nos dijo que él y su mujer vivían en las afueras de una gran ciudad y que habían adoptado al cacho-rro después de varios robos en la zona, convencidos de que un perro vi-

Con el doble de atención, el cachorro sabe que dos amigos son mejor que uno. Debería presentar al cachorro a muchos niños.

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Encontrar a su cachorro

Una vez que se haya decidido por una raza en particular, debería explo-rar todas las vías razonables para obtener su nuevo cachorro. Localice los criaderos de calidad de su zona, pero tenga también en cuenta las protectoras y los refugios para animales como lugares potenciales don-de encontrar un buen cachorro. Tanto los criaderos como los refugios pueden exponerle buenas razones por las cuales debería quedarse uno de sus cachorros, por lo que es importante mantener una mente abier-ta, sobre todo en la etapa de planificación. Por otro lado, aunque Inter-net puede ser una herramienta muy útil para expandir su búsqueda, siempre resulta preferible adoptar a su cachorro a través del trato perso-nal, para que pueda comprobar el contexto del que procede. También debería tener presente que a menudo las granjas de perros venden ca-chorros por Internet mediante ingeniosas y atractivas páginas webs que disfrazan su verdadero “pedigrí” haciéndose pasar por pequeñas fami-lias de criadores. Tenga cuidado. No se deje engañar por fotografías monas diseñadas para tocarle la fibra e inducirle a llevar a cabo una compra impulsiva. Comprar a fuentes de tan mala reputación sólo sirve para perpetuar el círculo vicioso del maltrato de animales. Además, a escala más personal, un cachorro problemático puede conllevar una gran pérdida de tiempo, dinero y emociones. Para ayudarle a evitar es-tos problemas y a hacer una elección responsable, hemos preparado la siguiente guía.

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Encontrar un buen criadero

Aunque haya evitado las granjas de perros y las tiendas de animales, de-bería tener presente que no debe tomar necesariamente en serio a cual-quiera que cuelgue un letrero en el que pone: “Criadero de alta calidad”. Es más sensato tratar sólo con criaderos que se han ganado una reputa-ción por la gran calidad de sus perros y la satisfacción de sus clientes. Además de consultar a veterinarios y entrenadores locales, para obtener una lista de criaderos registrados en su área puede ponerse en contac-to con la AKC o el club nacional de la raza en la que está interesado. Como hemos mencionado, otra buena manera de entablar contacto per-sonal con criadores (al mismo tiempo que ve los perros que han criado) es acudir a exposiciones oficiales de perros. Aunque durante el aconteci-miento los criadores no dispondrán de demasiado tiempo para compartir con usted, puede hacerse una idea general de cara a saber cómo proceder a continuación.

Sea metódico durante este proceso. Aunque no recomendamos adoptar una actitud escéptica y negativa a toda costa, sí consideramos sensato tratar de obtener una perspectiva lo más amplia posible antes de decantarse por un criadero en particular. Visite diversos criaderos y conozca a tantos de sus perros adultos como le sea posible. Compárelos entre sí y sopese las distintas condiciones en las que los mantienen. ¿Qué impresión le cau-san la apariencia y el temperamento del perro? ¿Le parecen bien sociabi-lizados y sanos? Al hablar con los criadores, debería hacerse una idea de cuánto tiempo llevan criando, de cuántos perros se ocupan y cuántas ca-madas tienen de promedio cada año. Un buen criador debe conocer los posibles problemas de salud de la raza y ser capaz de explicarle qué ha hecho para prevenirlos en sus linajes. Por ejemplo, un criador de pastor alemán debería hablar con franqueza sobre la displasia de cadera y codo y sólo debería criar perros libres de ambas dolencias.

Si hay cachorros en el local, lo normal sería que le mostrasen la camada. Sin embargo, no espere poder tocarlos, puesto que un criador responsable será consciente del riesgo de transmisión de enfermedades antes de que los perros completen el ciclo de vacunas. Simplemente, observe a los cacho-rros en su recinto y consulte cómo los están criando y qué tipo de sociali-zación reciben. El criador también debería ser capaz de explicarle con de-

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Lo primero es lo primero

Si opta por el criadero, puede que tenga que esperar un tiempo antes de obtener su cachorro. A menudo los cachorros que ve durante las visitas preliminares ya están apalabrados, y su perro saldrá de una futura crian-za. Es algo positivo, porque puede emplear ese tiempo para prepararse y aprender. Su criador puede recomendarle libros sobre la raza y también obras generales sobre el cuidado y el adiestramiento de perros en general, como ésta. También debería buscar libros por su cuenta y escoger aque-llos que aborden el comportamiento y el adiestramiento de cachorros. Disponer de distintas aproximaciones al tema le permitirá contar con diversas perspectivas, y por sí mismo ningún libro puede tener la última palabra sobre el adiestramiento.

Durante la espera, puede resultarle útil observar algunas guarderías de cachorros que ofrezcan adiestramiento en su zona y visitar clases de adiestramiento en obediencia para hacerse una idea de lo que implica este tipo de entrenamientos. Sin un cachorro propio que le distraiga, puede aprender mucho simplemente observando a distintos dueños y sus perros y escuchando a los adiestradores. Si acude a exhibiciones de adiestramiento, podrá apreciar los resultados reales de un buen adiestra-miento en obediencia. Un perro bien adiestrado en acción ofrece una estampa realmente hermosa, y merece la pena ver por uno mismo la exi-tosa y armoniosa interacción entre un perro y su adiestrador. Hable con los clubes locales de adiestramiento en obediencia para informarse sobre las fechas en las que se organicen exhibiciones en su zona, y trate de acu-dir a alguna de ellas para obtener experiencia de primera mano.

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Preparación

Una vez que sepa que pronto su cachorro estará listo para venir a casa, debería hacer algunos preparativos concretos. Antes de recoger a su nue-vo perro, reúna a los miembros de su hogar para discutir las responsabi-lidades de cada uno respecto al cachorro. Asegúrese de que todos tienen claro cómo deben tratarlo, puesto que la estabilidad es uno de los facto-res más importantes de cara a la adaptación del cachorro al hogar. Para el cachorro, la separación de sus hermanos de camada será estresante; todo lo que le resulta familiar desaparecerá de pronto. Si recibe señales contra-dictorias por parte de los distintos habitantes del hogar, su inquietud no hará más que aumentar. Un trato coherente evitará la confusión y ofrece-rá a su cachorro unas expectativas claras desde el primer momento.

Para lograr esta situación, debería establecer algunas normas básicas: ¿cuántas veces al día alimentarán al cachorro, lo sacarán a pasear y juga-rán con él? ¿Quién lo hará? ¿Dónde hará sus necesidades el perro? ¿A qué habitaciones de la casa se le permitirá acceder y dónde se alojará cuando no pueda estar vigilado? ¿Dónde dormirá? Es mejor resolver todos estos temas antes de la llegada del cachorro.

Si hay niños pequeños en la casa, hable con ellos acerca de su papel a la hora de dar la bienvenida a su hogar al nuevo cachorro. Los dueños deben enseñar a sus hijos cómo deben comportarse con el cachorro tanto antes como después de adoptarlo. Los niños tienden a tratar bruscamen-te a los perros y contribuyen a estresarlo con chillidos, peleítas, abrazos, besos y provocaciones. Explíqueles que el cachorro tardará unos días en acostumbrarse a su hogar y que durante ese tiempo deberán permanecer tranquilos y callados cuando estén junto a su nuevo amigo.

Es mejor planificar que el perro llegue en un período de vacaciones, cuando alguien pueda permanecer con él la mayor parte del tiempo du-rante una o dos semanas. La mayoría de los cachorros son adoptados bien justo antes o bien durante el período de miedo (de ocho a diez se-manas), cuando es más fácil que se desarrolle de forma natural un víncu-lo estrecho con su nuevo propietario. Aproveche esta circunstancia. Nun-ca es sensato dejar solo a un nuevo cachorro durante largos períodos justo después de adoptarlo, ya que el estrés que le produce este tipo de abandono puede acarrear graves problemas.

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Un nuevo comienzoEn mi principio está mi final.

T.S. Eliot, Cuatro cuartetos

El día que va a buscar a su nuevo cachorro siempre tiene algo de mági-co. Es un día de expectativas y emoción, de sueños y posibilidades, de esperanzas y aspiraciones. Los cachorros tienen el poder de incitar inclu-so a los adultos más serios a exhibir muestras infantiles de placer. Un cachorro toca algo muy profundo en nosotros, y cuando tomamos uno en brazos por primera vez, es fácil dejarnos llevar por un entusiasmo ciego. ¿Quién podría imaginar el desafío que nos espera?

No obstante, la “magia” de un cachorro es engañosa. Lo cierto es que todavía está por ver si para usted este día va a ser en verdad una bendi-ción, por lo que le damos un consejo: el entusiasmo que no está basando en la realidad, y que no se sustenta en el conocimiento y la comprensión, suele esfumarse en cuanto aparecen los problemas cotidianos. En cuanto el cachorro supera la etapa de la novedad, una vez que se convierte en una parte familiar de su hogar, sale a la luz la verdadera naturaleza de la relación y pueden aparecer ideas distintas. Los nuevos dueños pueden perder el interés por el perro con rapidez. Tenga siempre presente que para establecer una relación prolongada hay que sentar unos cimientos más sólidos que el simple entusiasmo.

Más allá de la alegría y la emoción de obtener un cachorro, más allá de los buenos sentimientos que nos inspire este nuevo fardo de vida, yace una realidad más honda y profunda que debería ser el eje de cualquier rela-

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ción con un perro: la adopción. Adoptar un cachorro implica meterlo en el corazón de su hogar, y para desarrollar una relación sana, se requiere mucho trabajo duro y dedicación por su parte, sobre todo al principio. El día que adopta un cachorro empieza una nueva fase de su existencia, una fase que tiene sus raíces en las primeras experiencias del perro, pero que están destinadas a adquirir una nueva expresión en su vida. Cómo se desa-rrolle a partir de ahora dependerá en gran medida de usted. Hoy se con-vierte en su cachorro, en un nuevo miembro de su familia, y eso significa que usted se convierte en su padre, su compañero, el líder de la manada: el mejor amigo del cachorro.

Si esto le suena sentimental o idealista, vuelva a pensarlo. Las razas caninas se cuentan entre las más sociables del reino animal. Una cría de lobo se integra naturalmente en la manada junto a sus hermanos y her-manas, pero su cachorro no dispone de esa posibilidad. En su lugar, se adapta estableciendo sus vínculos sociales más cercanos con usted y aquellos con los que vive, y los tratará como a sus compañeros de mana-da. A partir de aquí, le corresponde a usted enseñar al cachorro el lugar adecuado que debe ocupar en la manada que forma su familia, un proce-so que empieza en el momento en que lo adopta.

Como hemos visto repetidas veces, un cachorro se forma a partir de sus experiencias previas, y esto es en especial aplicable a sus primeros días en casa. Los buenos hábitos empiezan desde el principio. Si planifica por adelantado e invierte el tiempo y la energía necesarios para ayudar a su cachorro a hacer una transición fluida a su nuevo hogar, se incrementan las probabilidades de que su buen comportamiento continúe desarro-llándose cuando madure. Lo contrario también es cierto. Una alta cuota de estrés, unos procedimientos de adiestramiento descuidados, el con-sentimiento y una disciplina inadecuada, por citar sólo algunos de los problemas potenciales que pueden surgir, pueden llevar a un inicio in-cierto de la relación que más adelante pueden desembocar en graves pro-blemas. Dado que es razonable pensar que este cachorro será una parte íntima de su vida durante los próximos diez a quince años, debería dedi-car una profunda reflexión y muchos esfuerzos a estos primeros días de cara a establecer una firme estructura para el futuro.

Con esto en mente, observemos detalladamente los primeros días que el cachorro pasará con usted. Durante este tiempo, debería orientarse si-

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Adiestramiento en evacuación y ejercicios preliminares de obediencia

Durante los primeros días, su tarea más urgente es asegurarse de que su cachorro adquiera los hábitos de evacuación adecuados. No hay nada más agotador que un perro que no ha aprendido a usar el área designa-da para hacer sus necesidades. De hecho, las estadísticas muestran que cada año más cachorros son abandonados debido a problemas de este tipo más que por cualquier otro motivo. No se haga ilusiones; partir de un adiestramiento correcto en este sentido es uno de los pilares para establecer una relación sana con su cachorro, y es su responsabilidad seguir unas pautas sensatas para establecer buenos hábitos.

Afortunadamente, los perros poseen instintos naturales que combi-nados con comprensión y persistencia por su parte hacen que este tipo de adiestramiento sea relativamente sencillo. Los perros que desde ca-chorros son criados de manera correcta tienen una tendencia innata a mantener limpia la zona de su guarida. Como ya hemos visto, por ins-tinto los cachorros se alejan de la madriguera para evacuar. De este modo, crean de forma natural marcas de olor, o sitios a los que acuden de modo consciente a orinar o defecar. Al orinar o defecar, los perros de-positan junto a los desechos unas substancias químicas muy olorosas llamadas feromonas. Cuando en siguientes ocasiones los cachorros las huelen, se les dispara un reflejo de evacuar que les dispone a repetir el

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proceso. Además de ser una función corporal necesaria, esta activi-dad también se convierte en una forma de comunicación social con otros perros. Un cachorro define su territorio dejando estas marcas de olor para que lo olisqueen otros canes y él mismo. Al oler su propia marca, el cachorro repite el “marcaje” y crea el hábito de usar la misma área para evacuar.

Entender este punto nos permite concebir un acercamiento humano, esquematizado más adelante, preventivo y eficaz al adiestramiento, que evita cometer los errores comunes propios de los nuevos dueños y que está en armonía con los instintos naturales del cachorro. Un adiestramien-to exitoso en el ámbito de la evacuación depende de varios factores: unos principios de comportamiento sanos, una dieta equilibrada y nutritiva que produzca heces duras y la atención incondicional por su parte. Las siguientes pautas ofrecen un programa integrado para adiestrar en un período de entre una y tres semanas a un cachorro de ocho a diez sema-nas de edad, y le ayudarán a prepararse para poder dejar al perro a solas en casa.

El uso de la jaula

Somos firmes partidarios de incluir la jaula en el adiestramiento de los cachorros. Aunque al principio muchos de nuestros clientes se horrori-zan ante la idea de usar “aparatos tan bárbaros y medievales” en los que meter a sus cachorritos, su actitud cambia una vez que empiezan a ver la jaula desde la perspectiva del perro.

Todos los cánidos son animales de guarida; buscan de forma natural lugares que estén protegidos y sean seguros. Por eso los perros de familia suelen tumbarse bajo la mesa del comedor, debajo de la cama o en arma-rios oscuros, sencillamente siguen el instinto profundamente arraigado de buscar una guarida.

Usar la jaula ofrece al perro su propia guarida y saca provecho de su tendencia innata a mantener limpia esa zona. Por esto es tan buena idea emplear la jaula. Dejar a un cachorro en su jaula durante un tiempo razonable (no más de tres horas seguidas durante el día) evi-tará que busque dónde evacuar y le hará aprender a esperar hasta que le deje salir.

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Hay jaulas de muchos tamaños. Nosotros preferimos las jaulas de transporte aéreo porque son seguras y crean una atmósfera similar a la de una guarida, que calma de manera natural a los cachorros con tenden-cia a la ansiedad debida a la separación. Las jaulas abiertas de alambre, aunque son prácticas porque pueden plegarse, se parecen menos a una guarida, y los espolones de los cachorros podrían quedar atascados en el alambre. Para un cachorro, una jaula grande es como disponer de un dormitorio con baño: puede con facilidad dormir en una punta y ha-cer pipí en la otra. Sin embargo, si tiene un cachorro de crecimiento rápi-do, pronto necesitará la versión más grande. Invertir dinero en varias jau-las durante la infancia del cachorro puede ser muy costoso. ¿La solución? Compre un “separador de jaula” en su tienda de mascotas para poder reducir temporalmente el tamaño de la jaula hasta que necesite el espa-cio restante.

Usar la jaula ofrece otros beneficios. Una jaula evita que un cachorro joven haga travesuras mientras usted no puede estar vigilándole y le obli-ga a masticar sólo aquellos objetos que usted le ha dado. Además, es ideal para transportar a su cachorro en coche y mantenerlo seguro ante los frenazos repentinos o los giros bruscos, al tiempo que le ofrece un lugar seguro donde alojarse cuando duerma en algún hotel. Las jaulas también son prácticas si su cachorro tiene que quedarse alguna vez en una guardería para mascotas, ya que inevitablemente habrá ocasiones en las que no podrá permanecer con él. Tener una jaula simplifica estas situa-ciones y ofrece a su cachorro un lugar familiar donde siempre se sentirá a gusto.

La presentación de la jaula al cachorro

Como siempre ocurre durante la infancia del cachorro, es importante trabajar gradualmente. Esfuércese para que su primera experiencia con la jaula sea positiva. Empiece por colocar una vieja manta sobre el suelo de la jaula. Nunca obligue a un cachorro a entrar, cierre la puerta y se vaya durante la primera sesión. Por el contrario, deje que el cachorro explore el objeto. Entonces coloque un poco de pienso dentro de la jaula mientras su ca-chorro lo observa. Si entra dentro de la jaula a por la comida, alábele con entusiasmo. Si no, intente atraerlo dentro con un objeto aromatizado,

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Los fundamentos del adiestramiento

Los primeros meses de la cría de un cachorro pasan tan deprisa que antes de que se dé cuenta su cachorro será prácticamente un adulto. Desde el momento de la adopción hasta los seis meses de edad, su cachorro crece-rá hasta alcanzar tres cuartas partes de su tamaño adulto, y pasará por una serie de fases de desarrollo que en el futuro ejercerán una fuerte in-fluencia en su conducta. No permita que este crecimiento le sorprenda con la guardia baja. Comprender cómo evoluciona este período de de-sarrollo le permitirá anticipar la conducta de su cachorro y planificar métodos de adiestramiento eficaces. Debe aprender a armonizar el trato que dispensa a su perro con la etapa concreta de crecimiento en la que se encuentre, a fin de potenciar al máximo sus posibilidades de convertirse, al madurar, en un amigo feliz y bien adaptado.

Concluye el período de socialización

Como ya comentamos, la mayoría de la gente adopta cachorros de entre siete y diez semanas, en pleno período de socialización. Debido a este factor, a menudo los nuevos propietarios del perro constatan que el ca-chorro manifiesta temor y rehúye el contacto tras llevarlo a casa, una ac-titud que suele estar asociada a otras experiencias. Este período de temor/elusión (entre las ocho y diez semanas de edad) constituye una fase nor-mal de la socialización del animal y es indirectamente responsable de

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que los cachorros establezcan con rapidez lazos afectivos con sus nuevos dueños. Al experimentar esta pizca de inseguridad, el cachorro tiende a buscar la presencia y la seguridad que le ofrece su dueño, por lo que le seguirá y permanecerá a su lado gustosamente.

A través de este contacto cercano, la autoconfianza del cachorro au-menta gradualmente, y al alcanzar las dos últimas semanas del período de socialización (entre las diez y doce semanas) se comporta como un pequeño adulto. Se trata de un momento que resulta muy agradable compartir con su cachorro. Aunque aprende deprisa, usted continuará siendo la figura central de su vida. Los momentos de temor son poco habituales. Aunque parezca que el cachorro esté bien adaptado, es im-portante que no adopte una actitud descuidada respecto a su perro y que no se lo consienta todo. Respetando unos parámetros de seguridad, de-bería socializarlo de forma intensiva: invite a amigos y a vecinos a su casa para que conozcan a su cachorro. Asegúrese de planear estas visitas con tiempo para que sus amigos sepan lo que deben hacer. Una buena estra-tegia consiste en establecer una rutina de presentación a la que su perro se acostumbrará con rapidez. En cuanto suene el timbre de la puerta, lleve a su cachorro a la entrada con la correa para mantenerlo bajo con-trol. Una vez que haya abierto y haya saludado a su amigo, pida al visi-tante que se agache para presentarse a su perro y que lo halague en un tono agradable. A los cachorros les resulta mucho más sencillo acercarse a una persona agachada que a alguien que se eleva muy por encima de ellos. Procure que su invitado no realice ningún movimiento brusco que pueda asustar al cachorro.

Saque también al perro a realizar breves excursiones en coche por el barrio para que se acostumbre al vehículo. Utilice un transportín (o pida a un amigo que se siente con él en el asiento de atrás) y asegúrese de que los trayectos sean lo bastante cortos para que el perro no se maree. Si después de cada excursión halaga al perro y lo premia con una sesión de juegos, el animal aprenderá a asociar el coche con una experiencia agra-dable. Los cachorros que se habitúan a ir en coche a muy temprana edad se sienten bastante cómodos en el vehículo al alcanzar la edad adulta y rara vez presentan problemas de mareos.

Si puede sacarlo a pasear sin problemas (recuerde que hasta que su perro reciba todas las vacunas debe ir con cuidado al exponerlo a otros

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perros y a zonas en las que defequen animales), sáquelo atado con la correa para que explore los alrededores de su casa y llévelo a conocer a la gente del vecindario, sobre todo a los niños. Nunca insistiremos lo suficiente en la importancia de la socialización. En esta etapa de la vida del cachorro, ofrecerle tantas experiencias nuevas como sea posible debe-ría ser para usted algo prioritario. Este punto incluye también habituarlo a un amplio abanico de electrodomésticos y aparatos comunes como la licuadora, el lavaplatos, la puerta del garaje, el sistema de eliminación de residuos o la aspiradora. Procure que las primeras exposiciones sean sua-ves: encienda el aparato cuando el cachorro esté alejado de él y permita que se acerque gradualmente. No le obligue a acudir ni le arrastre hacia el aparato, espere a que el cachorro se acostumbre al ruido y el movi-miento a su propio ritmo.

Estos episodios diarios de socialización contribuyen a alimentar su autoconfianza y promueven una actitud sana hacia la vida. Por otra parte, si todavía no ha comenzado a enseñar a su cachorro ejercicios básicos de obediencia (véase el capítulo 15), éste es el momento indicado. Aunque

Las clases de adiestramiento son útiles para la socialización del cachorro, para que aprenda a comportarse, para que conozca a otras personas y otros perros, y para que adquiera buenos hábitos de adiestramiento.

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Interpretar a su perro

Aunque los perros no tienen la capacidad de comunicarse con palabras, sí poseen un rico lenguaje propio que usa la vista, el sonido y el olor para expresar de forma elocuente su estado emocional. Su capacidad para comprender ese lenguaje y su particular estructura social es la piedra an-gular para establecer una buena relación con su perro. La expresión “in-terpretar a su perro” se refiere en realidad a entender lo que le está dicien-do, y no simplemente lo que usted cree que le dice. Si tiene en cuenta la interacción dinámica de varias formas de lenguaje corporal, puede aho-rrarse los problemas que surgen en la relación humano-perro cuando los dueños interpretan erróneamente las intenciones y los estados anímicos de sus animales.

Por ejemplo, una de las quejas que recibimos de los dueños de cacho-rros se refiere a la micción sumisa, el comportamiento de un cachorro que corre a recibir a su dueño y le saluda animadamente orinándose en el suelo. Esta conducta es habitual en los cachorros, una consecuencia natural reminiscente de cuando sus madres les lavaban colocándolos bo-carriba para lamerles los genitales y el ano. Cuando los cachorros madu-ran, la micción sumisa se convierte en una señal refleja de su aceptación de la dominación y la autoridad. Si observa a un joven cachorro saludan-do a un perro mayor y más dominante de forma parecida (agachándose, moviendo la cola muy baja y lamiendo el morro del perro mayor mien-tras deposita varias gotas de orina en el suelo), nunca verá al perro mayor castigando al cachorro. El perro de mayor edad responderá con elegancia a esa expresión de sumisión, y mostrará una actitud de serenidad domi-

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nante, manteniéndose erguido y con la cola levantada. Comprende la señal completamente.

Por desgracia, muchos dueños malinterpretan su significado y lo con-sideran bien un desorden de conducta, bien un problema devastador. Recordamos el caso de un propietario frustrado que nos preguntó: “¿Es masoquista? ¿No lo entiende? Cada vez que llego a casa se hace pipí a mis pies. La azoto, le digo que es una cochina y que lo tiene que hacer fuera, pero el problema no hace más que empeorar. Ahora se orina en cuanto entro en casa. ¿Por qué no lo entiende?”

El hombre no comprendía lo que expresaba la conducta de su cachorri-ta. Al malinterpretar la micción sumisa como una actitud neurótica y co-barde y castigarla con regañinas y azotes, había sentado la base para pro-vocar un problema grave y crónico. El castigo era la peor reacción posible a su conducta; en realidad agravaba el problema al hacerla todavía más sumisa, dado que su lenguaje corporal ya había aceptado su autoridad. La respuesta adecuada a este problema se aborda en el capítulo 17.

Esperar que su perro se eleve al nivel del pensamiento y la comunica-ción de un humano sólo le llevará a frustrarse. En lugar de ello, trate de interpretarlo considerando lo que sabe de los perros y adentrándose en su mundo, intentando ver la vida desde su perspectiva. Algo así podría exigir pensar de un modo distinto al que está habituado.

Pruebe con un ejercicio sencillo: imagine que mira a través de los ojos de su cachorro de diez semanas. No intente verbalizar nada; simplemen-te imagine que es el perro. Ahora levante la mirada hacia el gran humano que hay junto a usted (usted mismo). Con las crecientes habilidades que ha ido adquiriendo como perro para interpretar el lenguaje corporal hu-mano, ¿qué interpreta? ¿Cómo reacciona? Observe atentamente sus ojos, la cara y el cuerpo. ¿Su postura es imponente y abrumadora o acogedora? Tenga en consideración su voz. No entiende lo que dice, pero ¿en qué tono habla? ¿Es alegre y agradable o duro y abrupto? ¿Suena sollozante o anémico? Ahora eche un vistazo a la habitación desde el punto de vista de un perro. Observe el par de zapatos de piel que hay junto a la puerta, la gran planta en su maceta, los distintos muebles y los seductores cables eléctricos conectados a enchufes al nivel de los ojos de un cachorro. Dada la increíble sensibilidad de su olfato, ¿qué le llama poderosamente la atención?

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Lecciones de la manada: cómo convertirse en el líder de la manada

Podemos aplicar algunos principios básicos de la vida en manada de los lobos a la dinámica con su perro. A través de ciertos ejercicios, po-demos imitar la integración natural de los cachorros en una manada. Recuerde que los cachorros aprenden el lugar que les corresponde a través de un constante contacto con sus madres y con el resto los miem-bros de la manada. El lenguaje corporal, un dominio físico adecuado y el contacto visual directo enseñan a los cachorros el significado del li-derazgo y su papel de seguidores. Son muy felices cuando este concepto se les presenta de forma clara y coherente. Como todos los cachorros necesitan un líder, el éxito de su relación con él radica en que se mues-tre como una figura alfa benevolente frente a su perro. Comience de inmediato; el liderazgo se establece con mucha mayor facilidad con un cachorro de doce semanas y diez kilogramos que con un adolescente de casi treinta kilogramos.

En un principio nos centraremos en el contacto físico. A menudo, los nuevos propietarios de un perro intentan que los perros se porten debi-damente explicándoles lo que se espera de ellos y razonando con el animal. Olvidan que los cachorros carecen de aptitudes verbales, y cuando los perritos no responden a las órdenes habladas, los dueños se impacientan y se irritan. Un cachorro sólo aprende el significado de

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palabras y órdenes concretas a través del adiestramiento. Usted será un líder mucho más eficiente si se concentra menos en lo que dice y más en lo que hace.

La primera serie de ejercicios de manejo del perro de la que nos ocu-paremos se centra en enseñar al cachorro a permanecer tranquilo y rela-jado. Antes de pasar a un adiestramiento en obediencia, su cachorro debe mantenerse lo bastante calmado para prestarle atención. Aunque puede parecer algo evidente, la mayoría de los perros que nos traen para que los adiestremos son completamente incapaces de concentrarse. Sus dueños no consiguen que les presten atención. Los perros son rebeldes y domi-nantes, y en las relaciones entre perros y humanos, esta situación no pue-de traer más que problemas. Para evitarlo, debe enseñar a su perro a prestarle atención desde el primer día. El auténtico liderazgo exige aten-ción, y una vez que la consiga, estará más cerca de convertirse en el alfa en la vida de su perro.

Un ejercicio básico de control: coloque la mano

derecha en el pecho del cachorro y la mano

izquierda bajo su hocico y comience a masajearlo

suavemente.

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Adiestramiento básico de cachorros

A menudo, tras adoptar a un nuevo cachorro tenemos una visión acerca del tipo de relación que esperamos establecer. Basándonos en parte en experiencias pasadas, en lo que hemos leído o en lo que hemos presenciado con algún amigo, es fácil que ejerzamos una mayor presión de lo debido tanto sobre nosotros mismos como sobre el cachorro. La paciencia es una virtud clave a la hora de cultivar una relación que nos permite permanecer relajados y avanzar paso a paso. Con paciencia, podemos ver las cosas en perspectiva, y darnos cuenta de que los cimientos de una relación sana se sientan a lo largo de bastante tiempo. Las relaciones de una cierta profundidad no maduran de la noche a la mañana, ni las humanas ni las caninas; confiar en el proceso nos proporcionará calma y flexibilidad a la hora de afrontar los retos que de forma natural surgen de vez en cuando.

Dogs & Devotion

A menudo, las personas que se encuentran en New Skete en un período de retiro espiritual comentan cómo les impresiona el comportamiento y la amabilidad y el afecto con los que los reciben nuestros perros. Como integramos a los pastores alemanes en todas las actividades cotidianas que podemos, constituyen una parte muy visible de nuestra vida, y con frecuencia a lo largo del día, nuestros huéspedes se encuentran con ellos. Un contacto de este tipo convierte en un imperativo que los perros sean

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Un cachorro de tres meses puede aprender la posición de quieto a través del ejemplo y una supervisión constante, incluso en el comedor o la cocina.

A medida que los cachorros maduran, pueden aprender a vivir de forma segura y cómoda en situaciones sociales.

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Disciplina y problemas comunes de los cachorros

Con independencia de lo bien que se comporte su cachorro, es comple-tamente normal tener que plantarse para imponerle disciplina para co-rregir un mal comportamiento. De un modo muy similar a lo que ocu-rre con los niños, los cachorros, además de que simplemente no saben comportarse mejor, experimentan episodios irritantes al tratar de com-petir con usted por el liderazgo y sólo le provocan para comprobar has-ta dónde pueden llegar. En tales circunstancias, debe responder correc-tamente como un buen líder de manada y hacer saber a su cachorro de manera inequívoca que está cometiendo un error. Suelen ser demasia-das las ocasiones en que los nuevos propietarios no ponen freno a ma-los comportamientos, lo que permite, aun sin querer, que evolucionen en problemas más serios. Esto suele suceder porque no están seguros de qué constituye una disciplina legítima para un cachorro y temen pasar-se de la raya. El desafortunado resultado es un cachorro malcriado y caprichoso.

También es posible caer en el otro extremo. Cuando los dueños admi-nistran incorrectamente la disciplina, ya sea castigando al perro mucho después del acto (como suele ocurrir cuando han ensuciado o mordido algo en casa y luego el perro no sabe por qué le están corrigiendo) o uti-lizando técnicas poco recomendables como un periódico enrollado o una palmada firme en el cuarto trasero, los cachorros pueden acabar ma-nifestando un comportamiento tímido y asustadizo.

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En especial con los cachorros, debe actuar sobre la fina línea que sepa-ra lo excesivo y lo insuficiente. Lo que hace de la disciplina algo tan com-plicado de manejar es que varía según las circunstancias. Ningún libro puede señalarle la corrección precisa que debe utilizar en un caso concre-to; tan sólo podemos ofrecerle unas guías que usted tendrá que aplicar a medida con su cachorro. Tal como hemos subrayado, cada perro es dife-rente, y lo que puede resultar apropiado para uno, puede ser excesivo para otro. El verdadero punto de partida para comprender la disciplina es conocer a su perro, ser capaz de “leer” su lenguaje corporal e interpretar sus respuestas para corregirlo. Entonces, puede proceder con sagacidad, utilizando la fuerza en su medida justa para conseguir lo que quiere, sin perder el control.

Por eso recomendamos las técnicas disciplinarias que imitan a las que el perro recibiría en un entorno natural, en especial de su madre o de algún adulto de la manada. Así armoniza su caracterización como canino a la vez que expresa su descontento. Por ejemplo, usted descu-bre en sus sesiones de contacto visual que su cachorro se muestra muy sensible al mensaje que le manda a través de la mirada. Por lo general, esto es algo bueno y alentador; sin embargo, habrá momentos en que su mirada directa detendrá abruptamente el comportamiento del perro, en particular si la acompaña con un claro y conciso “no”. Evite gritos y expresiones histriónicas descontroladas (“¡Perro malo!”, “¡Quieto aho-ra mismo!”) que carecen de verdadero liderazgo y comprometen su au-toridad. Hay que inspirarse en el ejemplo del lobo alfa, que con regula-ridad impone el orden en la manada con un alarido amenazador o una mirada.

También hay momentos en que el comportamiento del cachorro me-rece una corrección más severa que una simple mirada penetrante o una fuerte reprimenda verbal. En especial si tiene un cachorro domi-nante o tozudo, puede que no reaccione al contacto visual o al tono de voz. Para que su perro lo entienda, debe expresar la autoridad con un castigo físico inmediato tras el mal comportamiento. El tiempo trans-currido hasta la corrección es crucial porque los perros viven en el mo-mento concreto, y transcurrido un tiempo después de la infracción, no comprenderán el castigo. La corrección debe coincidir con la trasgre-sión. En estas ocasiones, es recomendable agarrarle por el pescuezo o el

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lateral del cuello, que es algo parecido a lo que hace la madre para mantener a raya a sus cachorros. La madre no sacude al cachorro, pero lo inmoviliza hasta que se relaja y se somete. Siguiendo con este ejem-plo en un cachorro de unas ocho o diez semanas, le agarramos por el pescuezo, lo sujetamos con firmeza aplicando una suave presión que acentuamos con un “no” seco y esperamos a que se relaje. Si el cachorro es mayor, le agarramos de los laterales del cuello con ambas manos y le levantamos para que se quede a dos patas, establecemos contacto visual y le sujetamos en el sitio mientras le decimos “no”. Si su perro ha avan-zado lo suficiente en el trabajo de obediencia para comprender un “abajo”, finalice el castigo de inmediato haciendo que se tumbe, ya que esa posición expresa sumisión y refuerza con eficacia su dominio. Re-cuerde que no debe utilizar nunca el nombre del cachorro al aplicar una corrección o castigo. Es mucho más útil mantener su nombre aso-ciado a algo positivo.

Agarrar con firmeza por el pescuezo reproduce el modo en que la madre inmoviliza al cachorro en el suelo.

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Cuidado general del cachorro

A lo largo de este libro hemos subrayado que para criar a un cachorro hace falta mucho más que buenas intenciones y sentimientos afectuosos. Como el bienestar de su cachorro depende por completo de usted, debe aprender a enfocar el papel que le corresponde de forma global en todos los aspectos de la vida del perro. El auténtico compañerismo presupone su compromiso a ocuparse de todas las necesidades físicas y sociales del cachorro. Así pues, además de ser responsable de su adiestramiento bási-co y su educación, también usted es responsable de su estado físico y de ofrecerle una dieta adecuada, una limpieza a conciencia y ejercicio frecuen-te y enérgico. Como estos factores son esenciales para la buena salud y el bienestar del cachorro, abordaremos estos temas en el presente capítulo.

Alimentación adecuada de un cachorro

Habiendo tantos anuncios de comida para mascotas y tamaña abundan-cia de marcas disponibles, no es de extrañar que muchos nuevos propie-tarios de un cachorro no tengan claro cómo y qué deben dar de comer a sus perros. Aunque hablar de marcas concretas queda fuera de los objeti-vos de este libro, el principio básico a la hora de elegir qué debemos dar de comer a nuestro cachorro es el siguiente: la posibilidad de tener una vida larga y plena comienza con su primera exposición a la comida. El dicho: “somos lo que comemos” es cierto respecto a la alimentación del perro. Si no se le ofrece una buena alimentación desde los primeros días de vida, a menudo pueden desarrollarse problemas de salud evitables en

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una etapa posterior de su vida, cuando es demasiado tarde para rectificar la situación. Para empezar, elija una buena comida para cachorros que satisfaga todas las necesidades nutricionales de un perro en edad de de-sarrollo. Los cachorros necesitan más proteínas, grasas y calorías que los adultos para colmar las altas exigencias de sus cuerpos en crecimiento. Para ayudarle a tomar decisiones responsables relativas a la dieta del ca-chorro, nos ocuparemos de algunas preguntas frecuentes que suelen for-mular muchos nuevos dueños.

¿Qué es la comida para cachorros? Como los cachorros viven una época de rápido crecimiento y desarrollo intensivo, necesitan aproxima-damente el doble de nutrientes por kilogramo de peso corporal que los perros adultos. Además, su necesidad de nutrientes concretos es distinta de la de los adultos, y por mucho que coman no pueden obtenerlos de la comida de “mantenimiento” de los perros mayores. Si bien es cierto que hay algunos piensos “activos” para adultos que también satisfacen las necesidades alimentarias de los cachorros, en general no recomendamos darles el mismo tipo de comida que a los perros mayores. Muchas marcas de comida para perros producen productos con una fórmula especial para satisfacer las necesidades nutricionales específicas de los cachorros hasta los seis o doce meses de edad. También hay comida para cachorros específica para cada tamaño (es decir, para razas pequeñas, medianas y grandes) con distintos valores nutricionales. Por poner un ejemplo, las razas grandes y gigantes deberían comer productos con menos fósforo y calcio para alentar un crecimiento más lento y gradual, ya que así podría disminuir la posibilidad de que más adelante el animal sufra enfermeda-des ortopédicas. Sin embargo, en términos generales, los buenos alimen-tos para cachorros son nutricionalmente completos y equilibrados con el fin de proporcionar al perro la cantidad ideal de proteínas (generalmente entre el 28% y el 30%), grasas (entre el 14% y el 20%), las vitaminas y minerales necesarios para el desarrollo adecuado de los huesos y DHA, un importante ácido graso con omega-3 que sirve como material de construcción del cerebro además de ser un elemento vital en el desarrollo de la vista y el sistema nervioso central. En general, si elige un pienso para cachorros de buena calidad y equilibrado, no necesitará comple-mentar con nada más la dieta de su perro.

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Troika: cuando la relación se transforma

Los perros comenzaron su vida domesticada como esclavos, más que como aliados, y la cálida relación que se ha desarrollado desde entonces, y que ya existía en los primeros tiempos dinásticos de Egipto, evolucionó gra-dualmente asociada a la comprensión y el cuidado mutuos. Es una pero-grullada afirmar que el perro es en gran medida lo que su dueño hace de él: puede ser salvaje y peligroso, indigno de confianza, servil y aterrador; o puede ser fiel y leal, valeroso y el mejor compañero y aliado.

Richard y Alice Fiennes,The Natural History of Dogs

Si a lo largo del presente libro nos hemos detenido tanto en analizar los diversos elementos de una exitosa relación con un cachorro es porque su esfuerzo como dueño es crucial en la relación. Si invierte el tiempo y la energía necesarios para criar adecuadamente a un cachorro, suceden co-sas maravillosas. El perro se convierte en un amigo.

En las páginas siguientes, relatamos tres historias (una troika) sobre dos pastores alemanes y un boyero de Berna para ejemplificar lo que hemos explicado. Casos tan motivadores como éstos pueden encontrarse en cualquier raza. Nuestra intención es animarle e ilustrar el mensaje implícito en este libro: que cuando los dueños se toman en serio el papel de su perro como compañero, cuando invierten el tiempo necesario para criarlo con inteligencia, cariño y esfuerzo, las amistades que se forjan son

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únicas y transforman su vida. Este tipo de relaciones llevan los lazos en-tre un humano y un perro más allá de los límites de lo que espera la mayoría de la gente y mejora significativamente la calidad de vida del humano.

MoritzPiense en un perro y lo que le vendrá a la cabeza espontáneamente suele ser la lealtad y la devoción que nos manifiestan, a menudo en las circuns-tancias más impensables. Innumerables historias de rescates, consuelo y curación confirman que su conexión con nosotros va más allá de una pro-yección humana; es una bendición de la que nunca podríamos hacernos dignos.

Dogs & Devotion

En el verano del año 2000, Barry Schieber no tenía pensado regresar de Europa con un cachorro. Tampoco pensaba descubrir durante su viaje que padecía un cáncer de vejiga operable que exigía una intervención quirúrgica de urgencia. Sin embargo, y como ocurre a menudo en la vida, una serie de acontecimientos imprevisibles conspiraron para formar par-te de un misterio mayor que llevó su futuro por un camino nuevo y esti-mulante. Afortunadamente, la historia de Barry ha desembocado en una amistad única que revela cómo la relación humano-perro puede conlle-var alegrías inmensas de formas inesperadas. Para entenderlo, debemos adentrarnos en la notable historia de Moritz, un boyero de Berna al que Barry adoptó en Suiza hace diez años y que se ha convertido en el tema principal de varios de los enternecedores libros de Schieber.

Mientras Barry estaba convaleciente de la operación en Suiza, un ma-trimonio de amigos suyos de California, que casualmente se encontraba en el país esas mismas fechas, acudió a visitarle. En el transcurso de la visita, Barry les preguntó cómo estaba Heidi, su perra. Los ojos de la mu-jer se humedecieron al escuchar la pregunta, ya que apenas un mes antes, su marido y ella habían perdido a Heidi por culpa de una torsión gástri-ca. “Heidi era una perra maravillosa —dijo la mujer—. Si tenemos otro perro, tiene que ser otro Berna.” Heidi era un boyero de Berna, una raza noble cuyo origen se sitúa en los Alpes suizos y cuyo nombre procede del

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