mokyr_cap.10 la revolución industrial subrayado

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 lianza Universidad oel Mokyr La palanca de la riqueza Creatividad tecnológica y progreso económico Versión española de Esther ómez Parro Revisión de Graciela Sylvestre lianza Editorial

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  • Alianza Universidad

    Joel Mokyr

    La palanca de la riqueza Creatividad tecnolgica y progreso econmico

    Versin espaola de Esther Gmez Parro Revisin de Graciela Sylvestre

    Alianza Editorial

  • Captulo 10 LA REVOLUCION INDUSTRIAL: GRAN BRETAA Y EUROPA

    Como hemos visto, a partir de 1750 la Revolucin Industrial tuvo como escenario principal Gran Bretaa. Explicar la ventaja ini-cial de este pas sobre sus vecinos del continente ha sido por dece-nios el pasatiempo ms popular entre los historiadores de la econo-ma, aunque nunca han conseguido ponerse de acuerdo. Esta cues-tin quiz carezca de importancia comparada con la otra ms amplia de por qu se profundiz la separacin entre Europa y casi todo el resto del mundo en ese perodo. Con todo, esta diferencia dentro de Occidente, la parte del mundo que tuvo xito, tambin suscita curiosidad. La dificultad se debe a que durante la Revolucin In-dustrial hubo cambios en muchos aspectos de la economa que no eran propiamente tecnolgicos. Es imposible separar el cambio de-mogrfico, la urbanizacin, el vallado de tierras, las guerras, la po-ltica social y comercial, y otros procesos del cambio tecnolgico, y luego comparar el resultado con lo que ocurri en el continente. En lo que sigue me limitar a las preguntas de por qu Gran Bretaa consigui durante un siglo generar y difundir tcnicas de produccin superiores a un ritmo ms acelerado que el continente, hasta con-vertirse en el modelo que todas las naciones europeas deseaban imi-tar, y cmo y por qu acab perdiendo esta supremaca en tecnologa.

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    El xito tecnolgico se debi tanto a la presencia de elementos positivos como a la ausencia de negativos. Entre los factores positi-vos, un punto de partida lgico es la capacidad de generar ideas tecnolgicas y ponerlas en prctica. Como hemos visto, las ideas en muchos casos fueron fruto de esfuerzos internacionales. Los brit-nicos sobresalieron en la generacin de ideas tecnolgicamente re-volucionarias; no cabe duda de que la mayor parte de las invenciones fundamentales de este perodo fueron obra de los britnicos. Sin embargo, el papel de Gran Bretaa en las invenciones fue menos importante que el que desempen en ponerlas en funcionamiento. Muchas invenciones importantes cuyos autores son del continente se llevaron a la prctica en Gran Bretaa. Nombres como los de Berthollet, Leblanc, de Vaucanson, Robert, Appert, de Girard, J ac-quard, Argand, LeBon, Heilmann y Fourneyron merecen un lugar en la Galera de Inventores Famosos junto a los de Newcomen, Arkwright, Watt, Cort y otros. En el siglo XVIII, Gran Bretaa no tena fama de ser especialmente original o inventiva. Daniel Defoe seal en 1728 que los ingleses perfeccionaban las ideas de los de-ms. Un estampador suizo de calics, Jean Ryhiner, que escribi en 1766 un tratado sobre su industria, deca all que [los ingleses] no pueden alardear de muchas invenciones, sino slo de haber perfec-cionado las de los dems ... ya que, para que algo sea perfecto, debe ser inventado en Francia y puesto en funcionamiento en Inglaterra (citado por Wadsworth y Mann, 1931, p. 413). Mucho despus, en 1829, el ingeniero John Farey expuso ante una comisin parlamen-taria que el talento de los ingleses y escoceses est en la utilizacin de nuevas ideas y en llevar esas aplicaciones a la perfeccin, pero no tienen tanta imaginacin como los extranjeros (citado en Musson, 1975b, p. 81). La invencin, por tanto, no era equivalente a cambio tecnolgico. Haca falta algo ms.

    Una diferencia fundamental entre Gran Bretaa y el continente, que dio a los britnicos su ventaja inicial, fue su dotacin de mano de obra especializada al comienzo de la Revolucin Industrial. En su obra Industry and Trade, Alfred Marshall (1919, pp. 62-63) ob-serv que los ingleses disponan de una gran variedad de artesanos altamente especializados y de una creciente reserva de herramientas capaces de funcionar con ms exactitud que la mano humana. As pues, cualquier experimento les costaba menos y se realizaba con mayor rapidez ... que en cualquier otros lugar. Cuando por fin se obtena un resultado pleno, el nuevo invento se poda fabricar con

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    menos coste ... y aplicarse a la produccin a una escala mucho mayor que en cualquier otro pas. En otras palabras, hacia mediados del siglo XVIII Gran Bretaa tena a su disposicin un gran nmero de tcnicos y artesanos que podan llevar a la prctica los detalles de construccin, mundanos pero indispensables, de las nuevas inven-ciones '. La especializacin se basaba en un anticuado sistema in-formal de aprendizaje y entrenamiento prctico; tena muy poco que ver con la instruccin formal. Si Inglaterra super al resto del mun-do en la Revolucin Industrial, ello no fue a causa de su sistema educativo, sino a pesar de l. En este sentido Escocia era diferente, ya que sus escuelas eran superiores a las inglesas. En Inglaterra, la difusin del conocimiento tcnico se realizaba mediante lecciones informales, sociedades cientficas y libros tcnicos.

    Gran Bretaa haba sido muy afortunada. A finales del siglo XVII se haba puesto a la cabeza en la fabricacin de relojes. Francia, su competidora ms inmediata, haba perdido capacidad, por el xodo de algunos de sus mejores expertos, que haban huido a la ola de fanatismo antiprotestante (Landes, 1983, p. 219). En contraste, Gran Bretaa acoga a todos los que poseyeran alguna habilidad tcnica, cualquiera fuese su creencia religiosa. Los conocimientos mecnicos de los relojeros se convirtieron en una de las piedras angulares de la nueva tecnologa industrial 2. Otra industria que contaba con arte-sanos especializados era el sector naviero, donde eran imprescindi-bles instrumentos precisos y bien construidos. La flota britnica ex-periment un enorme crecimiento en el siglo XVIII, y los instrumen-tos de navegacin fueron una de las aportaciones principales df:. hom-bres como Harrison, Smeaton y Ramsden. Una tercera industria que contribuy a la especializacin y la destreza necesarias para la Re-volucin Industrial fue la minera. Las bombas y los equipos de transporte eran aqu fundamentales. Tanto la mquina de vapor como el ral de hierro fueron originalmente construidos para ser utilizados en la industria minera. A fines del siglo XVII, la tecnologa minera y

    1 Las opiniones de la poca concordaban con Marshall. En 1685, un visitante francs dijo que los britnicos eran ms que nada adroit (maosos). En 1704, otro observador escribi que los ingleses estn faltos de industria, excepto de mecnica, donde son los mejores de todas las naciones (citado por Hollister-Short, 1976, p. 159).

    2 Los inventores ms famosos adiestrados como relojeros fueron Benjamin Hunts-man, creador de la tcnica del acero de crisol, y John Kay (que no debe confundirse con el inventor de la lanzadera volante), ayudante de Arkwright en el desarrollo del telar continuo.

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    metalrgica de Gran Bretaa iba con cien o ciento cincuenta aos de retraso con respecto a las tcnicas ms avanzadas del continente;) (Hollister-Short, 1976, p. 160). Hacia 1760 se puso a la cabeza de Europa en estos sectores, a los que dio un impulso tecnolgico que slo ha sido plenamente reconocido por los historiadores en los ltimos aos 3. El resultado neto de la tradicin britnica en la alta tecnologa era que poda apoyarse en ingenieros como Wilkinson, Newcomen y Smeaton para construir y perfeccionar mquinas idea-das por los dems 4. Otros pases tambin tenan, por supuesto, des-tacados ingenieros. Pero la mayora de ellos, como el sueco Chris-topher Polhem, el austraco Joseph Karl Hell, y el francs Jacques de Vaucanson, trabajaban aislados 5. En Gran Bretaa, el nmero de ingenieros y mecnicos era suficientemente grande como para que se relacionaran unos con otros, ya fuera a travs de conferencias, espionaje, copia o perfeccionamiento. La Literary and Philosophical Society de Manchester y la Lunar Society de Birmingham, ambas famosas, eran slo dos de un gran nmero de centros de intercambio de ideas e informacin en Gran Bretaa. El resultado total de esta interaccin entre ingenieros, cientficos y hombres de negocios era superior a la suma de sus componentes individuales. El cambio tec-nolgico y la creacin de nueva informacin son procesos que no obedecen a las leyes de la aritmtica.

    3 Cardwell (1972, p. 74) seala que en la minera convergen un buen nmero de tecnologas bsicas (qumica, ingeniera civil, metalurgia), y que la minera plantea problemas grandes y difciles porque controla poderosas fuerzas de la naturaleza y transforma materiales en gran escala.

    4 La relacin entre inventor e ingeniero era a menudo compleja. La mquina talaqradora de Wilkinson permiti a Watt construir sus mquinas de vapor con la precisin deseada. Pero, en 1782, los papeles se invirtieron. Watt construy entonces un pequeo martillo a vapor para que Wilkinson lo utilizara en sus herreras. En 1768, los talleres Carron, de Escocia, presuman de un avanzado sistema de fuelles que utilizaba sopladores cilndricos, ideados originalmente por John Roebuck, pero construidos por el polifactico ingeniero John Smeaton.

    5 La ventaja de Gran Bretaa en el nmero de tcnicos especializados queda demostrada por los esfuerzos que hacan los pases del continente, desde Suecia hasta Portugal, por atraer a los obreros britnicos. Vase, por ejemplo, Ashton (1924, pp. 200-205). Las industrias textiles belgas y francesas contaron en su primera poca con la ayuda de britnicos como John Holker, William Douglas y William Cockerill. Es posible que Gran Bretaa tuviera abundancia de capital humano tcnicamente preparado porque pas por la Revolucin Industrial. Pero es ms probable que la relacin causal haya sido la inversa.

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    ~Tan Br~taa no .tena una ventaja significativa en ciencia que pudIera explIcar su lIderazgo tecnolgico. A la vista del modesto papel que el progreso cientfico tuvo en el progreso tecnolgico, apenas puede sorprendemos esta afirmacin. Un historiador de la ciencia (Kuhn, 1977, p. 143) ha llegado incluso a describir a Ingla-terra como atrasada en general en el siglo de la Revolucin Indus-trial, y concluye que la ciencia no debi de pesar mucho en los

    c~~bios tec~olgicos de ~que~la poca. Como hemos visto, esa opi-n!on es en CIerto m~do ~Imphsta. Quizs una forma mejor de apre-CIar el papel de la CIenCIa en la supremaca que alcanz Gran Bre-t~a, ser reconocer que este pas no tena ms ciencia que otros, smo que tena un tipo de ciencia diferente. Como seala Kuhn la visi?n tradicional de que la ciencia britnica era principalmente ~x

    pen~.ental y mecnica, mientras que la francesa era deductiva y ma-temauca, parece haber aguantado la prueba del tiempo (ibd., p. 137). En las pnmeras etapas de la Revolucin Industrial tuvo sus ventajas c?nt~r. con. una ciencia. aplicada y prctica, y con una comunidad cIenuftca vmculada con mgenieros y fabricantes. Como ha destacado recientemente)acob (1988),.los cientficos britnicos no se oponan al sta tu quo nI eran sus servIdores. A diferencia del continente, don-de los cientficos y los philosophes, trabajaban contra la clase gober-nant~ o a su servicio, los cientficos e ingenieros britnicos trabaja-ban Junto con personas de mentalidad comercial, interesadas ms en el dinero que en los asuntos polticos o militares. En este sentido, parece que la ventaja de Gran Bretaa se hace evidente por s sola. Pero dicha ventaja era inevitablemente efmera, ya que los principios naturales en los que se basaba la tecnologa britnica quedaron al descubierto durante el siglo XIX. En realidad, Cyril Stanley Smith (1981, p. 36) ha apuntado que el xito de Gran Bretaa en la tecno-l~~a metal~r?ica (que t~vo poco qu: ver con las indagaciones cien-uftcas) oblIgo a los paIses del contmente a tratar de descubrir la ciencia que estaba detrs de la prctica con el fin de derrotar a Gran Bretaa en su propio juego.

    La formac~~n de capit~l humano en Gran Bretaa antes y duran-te la RevoluclOn Industnal se dio en un ambiente social bastante peculiar. Hacia 1750, Gran Bretaa tena ya algo parecido a una clase media, ~s decir, gente con cierta educacin y bien alimenta-da, que eran mIembros de familias de artesanos y comerciantes. De esta clase .surgi .la mayor parte de los fundadores de las grandes empresas mdustnales de Gran Bretaa (Crouzet, 1985) y tambin,

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    no cabe duda, la mayor parte de los creadores tcnicos. Esta creati-vidad se canaliz hacia las actividades industriales, debido en parte a la falta de alternativas. Las carreras dentro del ejrcito y del go-bierno estaban cerradas a los que no eran conformistas, como lo estaban para cualquiera que no hubiese nacido en el seno de una familia britnica rica. Los miembros del Parlamento y los oficiales del Ejrcito tenan que comprar sus puestos y mantener un estilo de vida caro. El cuerpo de funcionarios civiles profesionales era peque-o, y la burocracia imperial an estaba en paales en 1800. Adems, como la seleccin para este cuerpo era restringida, los hombres de talento que no podan ingresar en l se vean obligados a buscar la nica llave que pudiera abrirles las puertas de la poltica, los colegios privados y la propiedad de tierras: el dinero. La lite terrateniente, que controlaba el poder poltico antes de 1850, contribuy poco a la Revolucin Industrial en materia de tecnologa o de apoyo em-presarial, pero tampoco se opuso a ella.

    Un dato que puede ayudar a explicar el momento y el lugar de la Revolucin Industrial est relacionado con las actitudes de la lite culta y educada hacia el cambio tecnolgico. MacLeod (1988, cap. 11) ha dicho que no hubo una progresin lineal que partiera de la no-cin baconiana del progreso tecnolgico como medio de incrementar la riqueza para llegar a la Revolucin Industrial. A finales del si-glo XVII, dice esta autora, la actitud favorable hacia las invenciones retrocedi y se volvi abstracta e indiferente. En los escritos de los filsofos y economistas se detecta una preocupacin por el desem-pleo unida a la sensacin de la inferioridad britnica. El progreso tecnolgico tiene un papel mucho ms modesto en las obras de Hume y Smith que en las de Bacon y Boyle. Sin embargo, hacia 1776 la corriente revirti otra vez; la falta de entusiasmo de Smith por las innovaciones fue la excepcin en aquella poca. MacLeod interpreta que estos hechos indicaban que los escritores estaban influidos por el xito de la tecnologa y sentan la necesidad de protegerla contra sus detractores y enemigos. Sin embargo, la relacin era ms com-pleja. Como hemos visto, los valores y las actitudes respecto de la invencin variaban con el tiempo y el lugar. La cadena de causas se mova tanto de las actitudes a los logros como a la inversa. Margaret Jacob (1988) ha descrito este mecanismo en el que las ideas baco-nianas del progreso, aceptadas de forma creciente por la lite culta britnica, constituyeron una condicin previa esencial para el xito de la Revolucin Industrial. Jacob tambin demuestra que otros pa-

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    ses tardaron en aceptar estas no clOnes, y ello explicara la superio-ridad britnica.

    Pero las ventajas del capital humano son bastante frgiles. Con algunas excepciones, los primeros inventores britnicos solan ser aficionados sin una preparacin tcnica formal, su capacidad radica-ba principalmente en su ingenio mecnico. La mayor parte de los aparatos inventados entre 1750 y 1830 son de un tipo en el que podan lucirse los aficionados dotados por la mecnica. En muchos casos parece simplemente que los inventores britnicos tenan suerte, aunque, como seal una vez Pasteur, la diosa Fortuna slo favorece a las inteligencias bien preparadas. Durante la Revolucin Industrial, las industrias del hierro, algodn y mquinas-herramientas se pres-taron a avances tecnolgicos que apenas requeran la comprensin cientfica de los procesos fsicos implicados en ellos. A partir de 1850, cuando se requirieron anlisis cientficos ms profundos los inventores alemanes y franceses pasaron a la cabeza. Las invenciones originales en qumica y en materiales empezaron a proliferar en el continente. A pesar de Bessemer, Perkin y Gilchrist-Thomas, hacia 1850 la etapa amateur de la historia de la tecnologa llegaba a su fin. Pero Gran Bretaa se mantuvo en la cresta de esta ola mientras dur 6.

    Otro factor influyente en la ventaja tecnolgica inicial de Gran Bretaa al comienzo de la Revolucin Industrial fue que, entre las grandes economas europeas, ella era la nica que constitua un mer-cado en buena medida unificado, en el que las mercancas y las personas circulaban con facilidad. En comparacin con el resto del continente europeo, Gran Bretaa tena un excelente sistema de trans-porte interno. La navegacin costera, los canales y los caminos for-maban una red de comunicaciones que no tenan parangn en Eu-ropa, a excepcin, posiblemente, de los Pases Bajos. El transporte en Gran Bretaa se convirti en una ocupacin de especialistas, di-rigida por profesionales que aumentaron su eficacia, velocidad y se-guridad (Szostak, 1986). Adems, Gran Bretaa tena unidad y co-hesin polticas. No se cobraban peajes en los ros ni se fijaron

    6 En 1868, un fabricante britnico de tintes expres su asombro ante una comisin parlamentaria diciendo que, dada la carencia de conocimiento cientfico en Gran Bre-taa, era increble que el pas ostentara la posicin que tena. Es extraordinario lo bien que lo hacemos con lo poco que sabemos, exclam otro testigo (citado por Julia Wrigley, 1986, p. 162).

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    aranceles para cruzar lneas establecidas por el hombre (a diferencia de Francia, por ejemplo, donde antes de la Revolucin se impusieron tarifas internas a las mercancas que circulaban dentro del pas). Al mejorar la tecnologa de construccin de caminos y canales en el siglo XVIII, Gran Bretaa se convirti en un sistema de mercado integrado.

    Por qu importaba la integracin del mer:cado en el progreso tecnolgico? El tamao del mercado afect tanto a la generacin como a la difusin del nuevo conocimiento. En 1769, Matthew Boul-ton escribi a su socio, James Watt: No vale la pena fabricar [tu mquina] slo para tres condados; pero encuentro que s merece la pena hacerlo para el mundo entero (citado por Scherer, 1984, p. 13). Haca falta un determinado grado de demanda para cubrir los gastos fijos de desarrollo y construccin. En mercados muy pequeos o fragmentados, la falta de demanda probablemente impidi .. la difu-sin de ciertas innovaciones que requeran unos costes fiJos. El mundo entero es quizs una exageracin; en el siglo XVIII el mer-cado britnico tena un tamao suficiente para cubrir los costes de invencin. Adam Smith tambin pensaba que el tamao y la inte-gracin del mercado eran importantes. Smith vea el progreso tec-nolgico como resultado de la especializacin. La especializacin dependa de la divisin del trabajo y, por tanto, del tamao del mercado. Si los obreros se concentran todos los das en una tarea determinada, tienen muchas ms probabilidades de encontrar m-todos ms fciles y rpidos para realizar su trabajo particular. Como prueba, Smith dice que una gran parte de las mquinas utilizadas en las fbricas donde el trabajo est ms dividido fueron original-mente invenciones de los trabajadores comunes 7. Pero, a despecho de la autoridad del Maestro, no es evidente que una mayor divisin

    7 Para apoyar su opinin, Smith habla de un nio que, mientras pona en fun-cionamiento una de las primeras mquinas de vapor, at una cuerda a la manija de una vlvula, lo cual haca que se abriera y se cerrara sola. Como dice Cannan en sus comentarios a La riqueza de las naciones (Smith [1776], 1976, Libro l, pp. 13-14), la historia es apcrifa. Landes (1986, p. 592) argumenta que la divisin del trabajo im-plica simplificacin y repeticin, y que quizs stas inspiraron la idea de que las mquinas podran imitar las tareas manuales. Sin embargo; antes de la estandarizacin y de la aparicin de las piezas intercambiables, la simplificacin que acarre la divi-sin del trabajo no fue significativa.

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    del trabajo y un alto grado de especializacin conduzcan por fuerza a aprender por la prctica o a idear nuevas tcnicas 8.

    La integracin del mercado tiene un efecto ms profundo en la difusin de nuevas tcnicas. En un mundo donde los costes de pro-duccin son altos, los productores ineficientes y conservadores que-dan apartados de sus competidores ms innovadores. Un mundo donde el coste de transporte es elevado se representa como un mo-delo econmico de competencia monopolizadora. Una de las carac-tersticas de ese modelo es que el innovador y el rezagado pueden coexistir. En la regin servida por el innovador, los costes ms bajos de produccin debidos al cambio tecnolgico se tradujeron en be-neficios ms altos para el productor y precios ms bajos para el consumidor. Sin embargo, nada poda forzar a los rezagados a seguir el ejemplo, por lo que la supervivencia de lo ms barato, el mo-delo tan querido por los economistas, queda frustrada. Los elevados costes del transporte tambin favorecan los oligopolios locales. Un nmero pequeo de empresas en un mercado facilitaba las conspi-raciones para evitar la entrada de nuevas tcnicas .. Pero, a medida que el mercado se expanda y se multiplicaba el nmero de empresas con acceso a un mercado determinado, aumentaban las dificultades de los carteles antitecnolgicos para organizarse y hacerse valer sin el apoyo de las autoridades. En Gran Bretaa, en mayor medida que en el continente, el buen sistema de transportes permiti a la competencia funcionar; las nuevas tecnologas desplazaron all a las antiguas antes que en cualquier otro lugar. Cuando en Gran Bretaa se demor la difusin de alguna tecnologa, esto se debi a imper-fecciones de la nueva tcnica ms que a la incompetencia de los empresarios. Por ejemplo, se tard decenios en perfeccionar la fun-dicin con coque y los telares mecnicos, pero, una vez demostrada su superioridad, el triunfo de las nuevas tcnicas en Gran Bretaa era tan rpido y seguro como el de la mule para hilar o el pude-lado, que se perfeccionaron con relativa celeridad.

    Sin embargo, la unificacin del mercado y un alto grado de co-mercializacin no eran condiciones suficientes para el progreso tec-nolgico. Como ejemplos contrarios sirven la China manch y la Roma Imperial. Eran economas integradas desde el punto de vista

    8 Brenner (1987, pp. 109-110), que tambin duda de los beneficios tecnolgicos de la especializacin, seala que el mismo Smith estaba lejos de practicar lo que predicaba, ya que sola escribir sobre media docena de temas sin relacin entre s.

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    del comercio donde el crecimiento smithiano sustitua al progreso tecnolgico. Los Pases Bajos de los. siglos Xy~I! y XIX --:-la ~con.oma abierta por excelencia, con una glOrIosa tr~dlclon nav~l, InStItucIOnes comerciales desarrolladas y prcticas de lIbre comerCIO-- no fuero.n creativos durante la Revolucin Industrial. Parece ser que el creCI-miento smithiano sirvi en muchos casos como sustituto de un cre-cimiento impulsado por la tecnologa, mientras que otras veces ser-va como estmulo y apoyo del cambio tecnolgico. Por lo que ahora se sabe, no es posible especificar la relacin entre ambos, co~o ta~poco est clara la naturaleza de la relacin entre competenCIa e In-novacin. La hiptesis schumpeteriana supone que en un momento determinado un menor grado de competencia puede ser bueno para la innovacin. Aunque la actuacin de Gran Bretaa durante. la .Re-volucin Industrial contradice esta opinin, queda por ver SI dIcha hiptesis puede explicar las pautas poster~~res a .1 ~5?

    Mucho se ha hablado del sistema polIuco bntamco como causa de la Revolucin Industrial. Quizs el rasgo ms distintivo de Gran Bretaa fue que su gobierno estaba formado ~or poseedores ?e pro-piedades y gobernaba para ellos. Lo~ economIstas han sostemdo q.ue para una eficiencia esttica se necesItaban uno~ derecho,s ?e propIe-dad bien definidos. Pero qu pasa con el cambIO tecnologlcO? Hubo muy pocos vnculos directos entre el go.bi~rno britni~o y el ndice de progreso tecnolgico. Algunos especlahs:as (McNeI.ll, 198~~ han sostenido que la demanda por parte del gobIerno con fInes _mlhtar:s dio lugar a la innovacin. Pero estos efectos fueron pequenos: ~as notable fue la repercusin de la ley de patentes sobre la aC~I:Idad inventiva. North (1981) sostiene que las patentes, que. ~ermltl:ron al inventor quedarse con una buena parte de los benefIcIOs socIales de su invento, fueron tan importantes como un mercado ms exte~so. En este punto Gran Bretaa super al continente por .un amplIo margen. La ley de patentes britnica data de 1624; FranCIa no tuvo una ley similar hasta 1791, y la mayora ?e los pase~ europeos no promulgaron leyes de patentes hasta comIenzos del sIglo XI~. E.sta-dos Unidos contaba con un sistema de patentes bastante InefIcaz desde 1790, y hasta 1836 no se cre formalmente la oficina de paten-tes .

    . Hasta qu punto fue importante la proteccin que las patentes oto~gaban a los derechos de propiedad del inventor? L~ teora eco-nmica y la investigacin emprica contempornea sugIeren que la influencia del sistema de patentes sobre el ndice de progreso tecno-

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    lgico es ambigua y vara de una industria a otra (Kaufer, 1989). Los efectos positivos de estmulo sobre los inventores deben ser contras-tados con los efectos negativos sobre la posterior difusin del nuevo conocimiento. La difusin ser menor como resultado del monopo-lio del inventor. Adems, el progreso tecnolgico puede verse en-torpecido por e! cierre de vas en e! desarrollo de nuevas ideas cuan-do un elemento determinado ha sido patentado por otra persona 9. La asignacin de un monopolio como recompensa por una inven-cin podra desalentar actividades ulteriores si ello llevara a incre-mentar e! consumo del ocio, o si los beneficios de invenciones adi-cionales tuvieran que compararse con la posible prdida de los be-neficios de! monopolio que se estn disfrutando (Kamien y Schwartz, 1982, pp. 29-30). Con todo, los derechos de patente podran tambin abrir camino a otras invenciones si se utilizaran para financiar ms investigaciones, lo cual es una ventaja sustancial en los mercados de capital recelosos de los innovadores.

    Algunos inventores no dudaron en absoluto de la importancia de la proteccin de patentes. James Watt escribi que la vida de un ingeniero sin patente no vala la pena, y Bessemer crea que la seguridad que ofrece la ley de patentes a las personas que invierten grandes sumas de dinero ... en busca de una nueva invencin redunda en nuevas e importantes mejoras para nuestras fbricas. Es posible que estas afirmaciones, provenientes de hombres que vivan de las patentes de sus invenciones, sean interesadas. Tambin abundan las declaraciones de otros inventores importantes que muestran su de-

    9 En la carrera de James Watt se pueden encontrar dos ejemplos de patentes que bloquearon otras invenciones. Una era una patente que tenaWatt sobre motores no condensadores que funcionaban solamente con la fuerza del vapor. Esto obstruy el desarrollo de un motor de alta presin, aunque el mismo Watt se opona firme-mente a este motor y no tena intencin de desarrollarlo. El otro ejemplo es una patente de otro ingeniero que impidi a Watt convertir el movimiento alternativo de su mquina de vapor en movimiento circular. La forma ms evidente de hacerlo era conectar un cigeal a la barra del pistn, pero la patente del competidor cubra la aplicacin del cigeal a todas las mquinas de vapor. El genio mecnico de Watt super rpidamente el obstculo, construyendo el famoso engranaje planetario. Otro caso en el que una patente impidi temporalmente el progreso tecnolgico fue la invencin del telfono. El telfono de Bell era rudimentario (slo se podan enviar mensajes a corta distancia) y muy inferior a un aparato inventado por Edison unos aos despus. Pero Edison no hall modo de eludir la patente de Bell y los dos se enredaron en una larga lucha (aunque las mejoras sugeridas por Edison se incorpo-raron finalmente al telfono desarrollado en la dcada de 1880).

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    ~epcin con el sistema de patentes (Gilfillan, 1935, p. 93). Pero el llecho de que tantos inventores decidieran patentar sus obras a pesar de los costes, indica que las patentes tenan su importancia. Algunos pases que no las tenan, lo lamentaban. Goethe escribi lo siguien-tes: Nosotros [los alemanes] consideramos el descubrimiento y la invencin como esplndidas posesiones ganadas personalmente ... pero los astutos ingleses las transforman en una posesin real me-diante las patentes ... [y] son libres de utilizar lo que han descubierto llasta que lleve a nuevos descubrimientos y actividades. Vale la 'pena preguntarse por qu nos aventajan en todos los aspectos? (Citado en Klemm, 1964, p. 173). Es posible que las patentes animaran tam-bin a los empresarios e inversores a asociarse con los inventores y proveer el capital. Al parecer, Matthew Boulton, el socio de Watt, invirti en su proyecto slo despus de saber que tendra la protec-cin de la patente (Scherer, 1984, p. 24).

    El sistema de patentes como incentivo para la invencin estaba lejos de ser perfecto 10. A Hargreaves le negaron los derechos de patente en los tribunales con el argumento de que haba vendido unas jennies antes de solicitar la patente. Tras un largo y carsimo proceso, Arkwright perdi todas sus patentes en 1785, el mismo ao que Argand. Tennant tambin perdi su patente sobre el lquido blanqueador, aunque no sobre el polvo, por algn detalle tcnico. Un siglo despus, a J. B. Dunlop, el inventor de la llanta neumtica, le fue negada la patente porque el principio del neumtico iba in-cluido en una oscura patente de 1845, aunque no caba duda de que Dunlop haba concebido su idea de manera independiente. Pero, a pesar de estos obstculos, Arkwright, Tennant y Dunlop prospera-ron. Qu significa esto para la influencia del sistema de patentes es difcil de establecer, ya que, tanto Tennant como Dunlop, tenan patentes de otras invenciones.

    Los litigios por transgresiones de la ley de patentes podan acabar con la creatividad de las mejores inteligencias tcnicas y dejar en la ruina a los inventores. Entre los inventores arruinados por los liti-gios sobre sus patentes estn John Kay, inventor de la lanzadera volante, e! ingeniero Jonathan Hornblower y Charles Goodyear, in-ventor del proceso de vulcanizacin del caucho. Las batallas de Eli

    10 Charles Babbage escribi en 1829 que la ley de patentes britnica era un sistema defectuoso y fraudulento, que ... priva al poseedor de sus derechos naturales sobre los frutos de su genio (citado por Robinson, 1972, p. 116).

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  • 310 Anlisis y comparacione

    Whitney por la patente de su desmotadora de algodn terminarOl en arresto y casi lo dejan en la bancarrota. Whitney cont despu que la desmotadora le haba costado en pleitos ms de lo que 1, haba dado en ganancias (Hughes, 1986, pp. 133-134). Los hermano Foudrinier, que introdujeron en Gran Bretaa la fabricacin mec nica de! pape!, se declararon en quiebra en 1810 y pasaron e! rest( de sus vidas en costosos pleitos por la patente. Robinson (1972 p. 137) sostiene que, en general, los jueces britnicos no tenan nin guna simpata por los inventores, y que las leyes eran tan ambigua: que el resultado de cualquier pleito acerca de patentes era imposible de predecir. Adems, los inventores quedaban atrapados entre do: opciones difciles. Por un lado, cuanto ms detallada era un solicitu( de patente, ms probabilidades tena de que fuera concedida, ya que la ley exiga que la solicitud fuera especfica, tanto como para pero mitir a una tercera parte reconstruir e! aparato all descrito. Sin em-bargo, brindar tantos detalles tcnicos exclua usar e! secreto com( defensa contra apropiaciones en caso de que se denegara la patente A pesar de estos inconvenientes, la condena de Robinson sobre e. sistema britnico de patentes no concuerda con e! hecho de que, d( las 11.962 patentes concedidas entre 1770 y 1850, slo se presentaror ante los tribunales 257 (Dutton, 1984, p. 71).

    En algunos casos la sociedad pasaba por alto e! sistema de pa tentes para recompensar a los inventores cuyos beneficios resultaban pequeos comparados con los beneficios sociales de su contribucin. El Parlamento concedi subvenciones especiales a Thomas Lombe, inventor de la mquina torcedora de seda, cuando se le deneg l. renovacin de la patente; a Samue! Crompton, quien nunca solicit la patente de su mquina de hilar; y a Edmund Cartwright, qUf perdi la patente de su telar mecnico en manos de sus acreedores. El sueco John Ericsson, que ide mejoras para la hlice, pero cuya anterioridad no pudo demostrar, recibi de la Marina la cantidad de 4.000 libras. A Henry Cort, que perdi su patente en una serie de percances financieros, se le concedi una pequea pensin. En cam-bio, a Richard Trevithick se le deneg una peticin similar. En Es-tados Unidos, el cuerpo legislativo de Carolina del Sur recompens a Eli Whitney con 50.000 dlares por su invencin de la desmota-dora de algodn. En los aos anteriores a la Revolucin, era habitual en Francia conceder pensiones a los inventores de aparatos conside-rados beneficiosos para la sociedad y premios a proyectos especfi-cos, por ejemplo, a uno para producir salitre sinttico entre 1775 y

    La Revolucin Industrial 311

    1794 (Multhauf, 1971). Entre 1740 y 1780, e! gobierno gast 6,8 millones de libras francesas en subsidios y prstamos sin intereses destinados a los inventores. La poltica de fomento de las invencio-nes fue con toda probabilidad incoherente y a veces corrupta; con todo, proporcionaba un incentivo similar al sistema de patentes 11.

    A pesar de las imperfecciones de este sistema, cualquier otra for-ma de proteccin era peor. El secreto era siempre una alternativa; pero slo se poda aplicar a un nmero limitado de industrias. Ri-chard Roberts pensaba que ningn secreto comercial puede guar-darse demasiado tiempo; una jarra de cerveza puede hacer maravillas en ese sentido (citado por Dutton, 1984, pp. 108-111). Sin embar-go, se intent. Benjamin Huntsman estaba tan obsesionado por guar-dar e! secreto de su acero de crisol que pas una temporada traba-jando slo de noche. Henry Bessemer decidi conservar en secreto una de sus primeras invenciones, e! polvo de bronce, porque pensaba que si lo patentaba y revelaba los detalles de su sistema no podra mantener el precio (MacLeod, 1988, p. 95). Al ser el secreto una opcin, la decisin de patentar se presentaba como un dilema, por .. que la solicitud para patentar exiga que e! inventor divulgara todos los detalles tcnicos.

    De especial inters es el fenmeno de la invencin colectiva se-alado por Allen (1983). En casos en que el progreso tecnolgico procede gradualmente, es fruto de la experimentacin pagada por inversiones y es difcil de patentar, puede ocurrir que varias empre-sas decidan compartir la informacin y los resultados obtenidos para llevar a cabo la invencin. Estos trabajos en cooperacin no repre-sentan la norma. Allen demuestra, empero, que la industria britnica de la fundicin de hierro se ajust a este modelo entre 1850 y 1875. As se consiguieron notables mejoras en e! diseo de los altos hor-nos. Incluso en la industria del hierro, desde luego, lo que poda patentarse, se patentaba; y lo que poda protegerse guardando el secreto, se protega. La invencin colectiva se dio en circunstancias especiales; por lo comn las empresas no divulgan informacin que

    11 En Inglaterra el gobierno tambin otorgaba premios por resolver los problemas tecnolgicos. El premio que ofreci el Parlamento por el cronmetro marino en 1714 es el caso ms famoso de este tipo de incentivos. Debemos decir, sin embargo, que, una vez hecha la invencin, el gobierno tiene poco inters en pagar el premio en dinero. Harrison, el ganador del mencionado premio, tuvo que esperar diez aos a que le pagara el Parlamento, a pesar de que nadie pona en duda su xito.

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  • 312 Anlisis y comparaciones

    pueda aumentar los beneficios de sus competidores. Slo cuando son pocas las empresas implicadas en la investigacin y el desarrollo de un proyecto de renovacin tecnolgica, es posible establecer acuer-dos de cooperacin con cLiusulas obligatorias que permitan compar-tir la informacin. Este trueque de informacin, era de esperar, no suele poner en peligro la ventaja de una empresa sobre sus compe-tidores. La cooperacin entre innovadores sirve para recordar que las patentes y los derechos de propiedad sobre la nueva informacin no eran imprescindibles para el avance tecnolgico (Nelson, 1987, p. 79). Landes (1986, p. 614) sostiene que una gran parte, o quiz la mayor parte, del incremento de la productividad en las fbricas fue resultado de pequeas mejoras no patentadas. De ello deduce que las patentes no fueron un incentivo importante para la invencin. Pero a esta altura de nuestro conocimiento, esta afirmacin parece prematura 12.

    La importancia de la concesin de patentes variaba de una in-dustria a otra. En general, se sacaban ms patentes de invenciones mecnicas que de qumicas, y con mayor frecuencia en las industrias donde haba competencia. La cantidad de dinero que tuviera el in-ventor al comenzar el proyecto y su lugar de residencia tambin tenan su peso. No todas las patentes eran invenciones, y no todas las invenciones se patentaban. MacLeod (1988, p. 145) calcula que nueve de cada diez patentes perteneclll a industrias que experimen-taron pocas innovaciones. Por tanto, la utilizacin de datos relacio-nados con patentes como indicadores de la actividad tecnolgica, que se ha vuelto a poner de moda entre los historiadores econmicos (Sokoloff, 1988; Sullivan, 1989), debera hacerse con precaucin. Las invenciones son una especie de objetos confusos, difciles de con-tar y medir. Sigue en pie la pregunta de si es mejor hacer una mala estimacin, como la estadstica fundada en las patentes, o no hacer ninguna; y tambin si el anlisis economtrico de las patentes aade algo a nuestra comprensin del progreso tecnolgico o no.

    12 La afirmacin de Landes se presta a dos tipos de crtica. En primer lugar, ningn estudio descompone el incremento de productividad en invenciones patenta-bies y no patentables. Y, aunque se pudiera dar una definicin de lo que significa no patentable, tal estudio estara cargado de dificultades. En segundo lugar, Landes no alcanza a ver la posibilidad de que muchas invenciones menores no patentables quiz no fueron concebidas para ser as, sino que su propsito original era seguir el ejemplo de los propietarios de patentes que haban tenido xito.

    La Revolucin Industrial 313

    As pues, el veredicto sobre la importancia del sistema de paten-tes para explicar la creatividad tecnolgica no es nada claro. Da~os los costes sociales y privados del proceso de patentar y los pleItos que de l se derivaban y dadas tambin las numerosas formas alter-nativas a este sistema, su repercusin sobre la creatividad tecnolgica de las sociedades est lejos de ser evidente 13. Tal vez el sistema de patentes haya sido un factor, en trmi?os relativos, d~ poco peso debido a la cualidad de almuerzo gratis que caractenza a la pro-piedad del progreso tecnolgico, dado que los beneficios s?ci~les a menudo empequeecan los costes de desarrollo. Por conSIgUiente, no es necesario que el inventor se quede con la totalidad, ni siquiera con la mayor parte, del excedente creado por su invencin; una pequea fraccin podra bastar para que el esfuerzo valga la pena. El sistema de patentes concede al inventor una parte del excedente durante un tiempo limitado, lo que en principio, y paradjicamente, estimula las invenciones marginales. Por supuesto, si hay bastantes invenciones marginales, es posible que su efecto sobre el crecimiento econmico sea significativo. Lo que es ms importante, el sistema de patentes estimula aquellas invenciones de las que se espera un excedente social pequeo por las pocas probabilidades de xito que se anticipan. En otras palabras, estimula las ideas que representan una desviacin radical de la prctica establecida, lo que yo he deno-minado macroinvenciones. As pues, es importante para generar arranques de originalidad, en esos casos en que un inspirado da en el clavo. Scherer (1980, p. 448) piensa que esos casos son los menos. Los costes sociales con los que hay que comparar estos avances espectaculares son la cantidad de horas y de trabajo empleadas por inteligencias originales y superdotadas en busca del premio gordo en las fronteras del territorio tecnolgico.

    Fue el sistema de patentes un factor estimulante del cambio tecnolgico durante la Revolucin Industrial? Dutton (1984) ha di-cho que un sistema de patentes imperfecto, como era el britnico, representaba el mejor de los mundos posibles. Sin patentes, el in-ventor se hubiera sentido privado de incentivos financieros. Pero si el sistema de patentes hubiera sido perfecto, la difusin de las in-venciones hubiese sido quiz ms lenta. El sistema de patentes le pareca al inventor ms protector de lo que en realidad era. De he-

    u Los estudios comparativos del cambio tecnolgico en pases sin patentes no son concluyentes (Schiff, 1971), pero, al parecer, descartan su importancia.

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  • 314 Anlisis y comparaciones

    ch~, .esa diferencia entre la eficacia ex ante y ex post pudo ser be-neflclOs~. Un economista ~ira aqu que no se puede engaar por muc~o tIempo. a la gente. Sin embargo, con esa lgica, Atlantic City estaria en la ~ma desde hace aos. Adems, la invencin no es como ~postar en el J~ego, ya. que, por definicin, no hay dos invenciones Iguales; de ~hl ~ue ~a mformacin que un inventor pueda obtener de ~as experienCIas ajenas sea ~imitada. Pudo muy bien suceder que el ,sIstema de patentes persuadIera a los futuros inventores a realizar mas esfuerzos que los que habran hecho si hubiesen sabido que las cartas.le.s eran desfavorables. Si se fue el caso, el sistema cumpli su objetivo.

    ?~ra razn que se aduce para explicar por qu el progreso tec-nologlCo fue mucho ms rpido en Gran Bretaa que en el conti-n~nte entre 1760 y 1830, es la coincidencia de la Revolucin Indus-trial con Uno de los episodios ms tormentosos de la historia de Europa. Si, es cierto que la ~evolucin Francesa y todo el torbellino ~ue acarreo ret.ardaron el ritmo del progreso tecnolgico en el con-tment~, es .poslble que la pequea ventaja inicial que llevaba Gran Bretana a finales de la dcada de 1780 se convirtiera en una profunda brec~a para 1815. Las pruebas en que se basa esta interpretacin son ambIguas. A la tecnologa britnica cada vez le resultaba ms difcil cruz~r el Canal e.n los aos de la guerra, y a partir de 1806 las relac~ones comer~l~les de .Gran Bretaa con sus colonias y con el contmente se hlCle!On r~esgosas. Como seala Cardwell (1971, p. 150), G~a~ Bretana tema Una tecnologa ms avanzada, en tanto que. FranCIa .lba a la cabeza en ciencia. Las ideas cientficas y los eSCritos contmuaron cruzando el Canal, pero la transferencia de tec-nologa fue la vctima de la ruptura de las relaciones comerciales entre 1793 y 18.15. Por o~ra parte, tanto en el continente en general, com? en Francla en particular, los asuntos polticos y militares ab-

    sor~leron las energas creativas de los hombres de talento y frenaron el ritmo del progreso. Las carreras de algunos inventores se vieron truncadas por los acontecimientos polticos 14.

    14 El ejem~l? ms f~moso es el gran qumico Antoine Lavoisier, que fue ejecutado ~n 1794. L~volsler habla encabezado una comisin sobre la plvora, que pas aos mtentado (mfructuosamente) resolver el problema del suministro francs de salitre necesario para la fabricacin de explosivos. Otro ejemplo es Nicolas de Barneville' que dese~pe un pa~el muy activo en la introduccin de equipos de hilar britnico; en FranCIa. De Barnevllle fue reclutado varias veces para prestar servicio en el ejrcito

    "a Revolucin Industrial 315

    Sin embargo, la Revolucin Francesa y Napolen dieron lugar a 70biernos progresistas en Europa. En Francia se subvencion la in-;estigacin aplicada y se otorgaron premios a las invenciones tiles. [nstituciones como la cole Polytechnique (fundada en 1794) y la tcole des Arts et Mtiers (fundada por iniciativa de Bonaparte en 1804) movilizaron el talento tecnolgico y lo aplicaron a las necesi-dades del momento, determinadas normalmente por el gobierno. Centros similares se fundaron en Praga (1806), Viena (1815), Zurich (1855) Y Delft, en los Pases Bajos (1863). Las escuelas de minera, como la de Leoben, en Austria (fundada en 1840), respondan a la misma idea. La culminacin de este movimiento fue la creacin de las famosas universidades tcnicas alemanas; la primera se fund en 1825 en Karlsruhe. Por otro lado, la interrupcin de las relaciones comerciales internacionales dio tambin ciertas ventajas al continen-te. Durante dos decenios sus industrias estuvieron protegidas de los productos britnicos ms baratos, lo que permiti medrar a algunas industrias, en especial del algodn. Pero a pesar de este alivio tem-poral de la competencia britnica, las industrias del continente no fueron capaces de generar nada similar a la Revolucin Industrial britnica. Algunas ciudades, como Gante, en Blgica, y Mulhouse, en la Alsacia francesa, se las arreglaron para iniciar una industria del algodn antes de 1815, aunque nunca llegaron a igualar el mpetu de Lancashire. No obstante, como reaccin a los bloqueos comerciales y gracias al estmulo del gobierno imperial francs, se produjeron importantes avances tecnolgicos en el continente, como el hilado de la fibra hmeda del lino, el telar de Jacquard y la refinacin del azcar de remolacha.

    Aparte de los acontecimientos polticos, importa asimismo con-siderar el entorno social en el que operaban inventores e innovado-res. En Francia, por ejemplo, a pocos inventores les fue bien desde el punto de vista financiero o de cualquier otra manera. Ya hemos mencionado el triste destino de Leblanc y Argand. Robert (el in-ventor del proceso del papel continuo), Thimonnier (inventor de la

    y fue uno de esos individuos desgraciados cuya vida fue estropeada por la guerra y la revolucin ... Evidentemente, una vctima de las pocas turbulentas (McCloy, 1952, pp. 92-94). Un tercer caso fue Nicolas Cugnot, el primero que, en 1770, construy un carro impulsado a vapor. El gobierno francs le haba concedido una pensin de 600 libras. El gobierno revolucionario se la cancel y dej al viejo inventor sumido en la pobreza.

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    mquina de coser) y Jouffroy (que construy en 1783 el primer barco de vapor funcional) tambin murieron en la pobreza. Otros, como de Girard y Brunel, acabaron emigrando. Una excepcin fue Joseph Marie Jacquard, inventor del telar que lleva su nombre, a quien le otorgaron una pensin y derechos de autor y que acab siendo una especie de celebridad nacional. En un nivel ms modesto, Nicolas Appert, inventor de la conservacin de alimentos, recibi 12.000 francos de la Sociedad Francesa para el Fomento de la In-dustria, fundada por Napolen. Por supuesto, no a todos los inven-tores britnicos les fue tan bien como a Arkwright o Watt, pero hubo suficientes casos de xito en Gran Bretaa como para mantener el inters en la actividad inventiva. Al parecer, en el continente la escasez fue ms de empresarios innovadores que de inventores. De-bi de haber pocos fabricantes como Wedgwood, Crawshay, Boul-ton o Strutt, que no inventaron gran cosa en tecnologa, pero que en cuanto vean algo bueno, actuaban con rapidez. Es discutible que, aunque Gran Bretaa tuviera quizs una ventaja absoluta tanto en inventores como en empresarios, su ventaja era relativa en cuanto a empresarios y trabajadores especializados, de manera que importaba invenciones e inventores y exportaba empresarios y tcnicos a los enclaves en proceso de industrializacin del continente 15. Antes de 1860, algunos de los ms grandes industriales del continente se lla-maban John Cockerill, Isaac Holden, Samuel Lister y William Mul-vany. El traslado de britnicos emprendedores y especializados al continente no slo demuestra que exista un desequilibrio en la pri-mera mitad del siglo XIX, sino tambin que las fuerzas equilibradoras estaban en funcionamiento, transfiriendo el cambio tecnolgico del creador al seguidor. En tanto se mantuviera ese desequilibrio, Gran Bretaa recolectaba algo as como una renta de su ventaja temporal. De ah la prohibicin para los obreros especializados de trabajar en el extranjero (abolida en 1825) y la prohibicin de exportar maqui-naria (abolida en 1843), aunque ninguna de estas medidas fue muy

    I~ Adems de las invenciones, Gran Bretaa tambin importaba inventores del contInente, entre ellos Marc Brunel, Friedrich Koenig y el ingeniero suizo, J. G. Bodmer. Hay pocos casos de empresarios del continente que intentaran probar for-tuna en Gran Bretaa. El ms conocido es Frederic Winsor (nacido Friedrich Win-zer), un aventurero alemn que introdujo el alumbrado de gas en Londres. Los in-

    geniero~ brit~nicos empezaron a emigrar al continente en gran nmero a partir de 1840, dIfundIendo las nuevas tecnologas por toda Europa (Buchanan, 1986).

    ,a Revolucin Industrial 317

    ficaz. La ventaja temporal de Gran Bretaa durante la Revolucin ndustrial no fue diferente de la que hubo en otros perodos de la listoria europea, cuando una regin superaba a las dems por algn iempo en tecnologa. Hiciera lo que hiciera el gobierno de es~ re-,in el conocimiento tecnolgico rebasaba las fronteras y se difun-, , la por otras regiones de Europa.

    Cmo se puede explicar una concentracin de triunfos tecno-gicos como la que constituy la Revolucin Industrial? Si las in-ovaciones ocurriesen al azar, independientemente unas de otras, se :sperara que su distribucin fuera ms o menos uniforme a lo largo lel tiempo. La diferencia entre la Revolucin Industrial y las ante-'iores concentraciones de cambios tecnolgicos radica en el grado en lue las innovaciones se influyeron mutuamen~e. En primer. lugar, lUbo un efecto de imitacin: James Watt y Richard Arkwnght se :onvirtieron en hombres famosos y ricos a los que muchos trataron fe imitar. La invencin y las mejoras, al menos en algunos crculos, :ueron vistas como algo respetable. En segundo lugar, hubo un efec-;0 de complementaridad: la solucin de un problema casi invaria-Jlemente daba lugar al paso siguiente crendose as cadenas de ins-Jiracin. En realidad, buena parte de las invenciones ms tiles no fueron ms que modificaciones de ideas anteriores: el proceso de pudelado de Cort, las mquinas de Watt y Trevithick, la mule de Crompton, todas ellas entran en esta categora. Pero ninguna de estas teoras de una cosa lleva a la otra constituye una explicacin de la Revolucin Industrial. Ambas explican slo su patrn tempo-ral, que consiste en que cuando los agentes obran uno sobre otro, lo ms probable es que el xito aparezca en conjuntos. Este agrupa-miento puede ocurrir cuando se genera una masa crtica por la in-teraccin y la fertilizacin continuas entre los inventores, los cien-tficos y los empresarios, como han demostrado Musson y Robinson (1969). Pero el fenmeno de agrupamiento no se limita, por supues-to, a la tecnologa; se observa tambin, por ejemplo, en la pintura holandesa del siglo XVII y en la msica austraca de los siglos XVIII y XIX. Aunque el talento puede estar distribuido uniformemente a lo largo del tiempo, los modos de emplearlo y aprovecharlo no lo estn. Entre 1770 y 1830 hubo pocos artistas britnicos importantes. Aparte de un grupo de novelistas y poetas romnticos, el centro del escenario estaba ocupado por ingenieros, cientficos y economistas polticos.

    Un aspecto apenas estudiado por los especialistas interesados en

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  • 318 Anlisis y comparaciones

    la cuestin de por qu Inglaterra primero, es el que se refiere a la economa poltica del cambio tecnolgico. Una de las preocupacio-nes ms comunes durante la Revolucin Industrial era la de que las mquinas dejaran a las personas sin trabajo, una idea errnea que ha persistido por centurias 16. Una preocupacin ms lgica era el temor a las prdidas que sufran las empresas en industrias que em-pezaban a mecanizarse. Desde los tejedores manuales, pasando por los conductores de carros hasta los herreros, la Revolucin Indus-trial oblig a todos a adaptarse o a arruinarse debido a la presin de la competencia. La resistencia a la innovacin se daba ms en las empresas establecidas que en la mano de obra (aunque en el caso de los tejedores manuales y de los artesanos esa distincin no sea quiz muy exacta). El progreso tecnolgico reduce la riqueza de los que poseen un capital (real o humano) especfico para una tecnologa antigua que no puede convertirse con facilidad en nueva. Se entien-de, pues, que la resistencia fuera ms fuerte en las industrias con empleo intensivo de trabajadores especializados y establecidas por largo tiempo, como las imprentas y las dedicadas al acabado de la lana.

    La resistencia a la innovacin se agrav porque los beneficios de las innovaciones de la Revolucin Industrial los reciban los consu-midores (a quienes les resulta muy difcil realizar una accin poltica conjunta), mientras que los costes sola soportarlos un nmero com-parativamente pequeo de personas, muchas de las cuales probable-mente estaban ya organizadas o se conocan entre ellas y vivan en la misma regin. Los perdedores podan utilizar mtodos ilegales (disturbios, destruccin de mquinas, violencia fsica contra los in-novadores) o recurrir al sistema poltico para detener el progreso tecnolgico. De cualquier modo, el proceso se transform a veces en lucha social; polticos y jueces actuaron como rbitros, cuando las decisiones deberan haberse dejado a las fuerzas del mercado. En este sentido, el cambio tecnolgico se pareca al libre comercio. Al ser extendidos los beneficios y concentrados los costes, la supervi-vencia del libre comercio siempre ha sido precaria y su duracin, por lo general, breve. Aunque comprendamos las fuerzas que ope-ran, es difr.:il predecir los resultados, y aun entender plenamente por qu se dio tal desenlace y no otro. En cambio, no cabe duda de que,

    16 En un confuso ejemplo numrico, que aparece en e! captulo de _Maquinaria insertado en la tercera edicin de sus Principios, hasta Ricardo llega a la conclusin de que la maquinaria poda conducir al desempleo fenolgico.

    La Revolucin Industrial 319

    entre 1750 Y 1850, el sistema poltico britnico apoy resueltamente a los ganadores frente a los perdedores, en lo que ataa tanto al progreso tecnolgico como al libre comercio. En vsperas de la Re-volucin Industrial, la clase dirigente britnica tena la mayor parte de sus bienes en agricultura y en propiedades inmuebles; no tena inters alguno en oponerse a las fbricas y las mquinas. .

    Una vez ms, la diferencia entre Gran Bretaa y el contmente fue de grado y de matiz. Antes y durante la Revolucin Industrial, hubo numerosos casos de disturbios en contra de las mquinas en Gran Bretaa. En 1551 el Parlamento prohibi el uso de batanes mecnicos para levantar e! pelillo del pao, un procedimient~ de acabado de la lana. La oposicin del gremio de calceteros al bastidor para tricotaje de William Lee (1589) fue tan intensa, que el invento: tuvO que abandonar Gran Bretaa. En 1638, la Corona promulgo un bando sobre e! uso de los telares de cintas en Gran Bretaa. La lanzadera volante deJohn Kay (1733) top con la violenta hostilidad de los tejedores, que teman por su subsistencia. En 1768, 500 se-rradores asaltaron un aserradero mecnico de Londres. En 1779 abun-daron los disturbios en Lancashire; y en 1792 fue quemada en Man-chester una fbrica que era la primera en utilizar e! telar mecnico de Cartwright. Se ha dicho que su destruccin retras varios aos e! desarrollo de! telar mecnico (Stevenson, 1979, p. 118). En e! suroeste de Inglaterra, principalmente en Witshire y Somerset, la oposicin a los avances en el hilado y tejido ~e la lana fue muy fuerte. Es posible que se deba a esta reSIstencIa el traslado de la industria lanera a los condados del norte. Entre 1811 y 1816, los Midlands y los condados industriales fueron el centro de los ataques de los luddite >:-, con graves daos para las mquinas. En 1826, los desrdenes provocados por tejedores de unas cuantas c~udades de Lancashire se prolongaron por tres das, y en 1830 ocurrIeron en el sur de Inglaterra levantamientos en el sector agrcola, dirigidos con-tra las trilladoras.

    En general, estos intentos fueron intiles. Batanes ,?ecnicos, tri-cotosas, telares mecnicos y lanzaderas volantes termmaron por ser adoptados por la industria britnica (aunque quiz con cierto retra-

    * _Luddite: nombre que se dio a los grupos de trabajadores que en esos aos provocaron desrdenes y destruyeron mquina~. El nombre se deriva Fro~abl.emente de Ned Lud(d), un trabajador de fines de! SIglo XVIII que destruyo maqumas de tricotaje en Inglaterra. (N. del T.).

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  • 320 Anlisis y comparaciones

    so). Las leyes que prohiban maquinarias siguieron siendo ineficaces. En el siglo XVIII, el gobierno empez a tratar con ms rigor a los grupos que trataban de detener el progreso tecnolgico. En 1769 el Parlamento aprob una ley muy dura que consideraba la destrucin deliberada de maquinaria un crimen que poda ser castigado con la pena de muerte. En 1779, los disturbios de Lancashire fueron sofo-cados por el ejrcito. El sentir de las ilutoridades qued muy bien expresado en una resolucin aprobada por los jueces de paz de Pres-ton: La nica causa de los graves disturbios ha sido las nuevas mquinas empleadas en la fabricacin de algodn; sin embargo, el pas se ha beneficiado enormemente de su instalacin; destruirlas en este pas sera solamente una forma de transferirlas a otro ... en de-trimento del comercio de Gran Bretaa (citado por Mantoux, [1905] 1961, p. 403). Contra los motines de los luddite de 1811 a 1813, el gobierno britnico emple 12.000 hombres, una fuerza superior en tamao al primitivo ejrcito peninsular de Wellington en 1808. Los motines eran sofocados por la fuerza y solan acabar en condenas a la horca y deportaciones.

    Los intentos de detener la Revolucin Industrial por medios le-gales tampoco tuvieron xito. En 1780, los hiladores pidieron al Parlamento que prohibiera la maquinaria destinada al hilado del al-godn, pero la comisin encargada de investigar el asunto rechaz la peticin. En 1794, los peinadores de lana solicitaron la supresin' de una mquina inventada por Edmund Cartwright, pero una vez ms los empleadores se salieron con la suya. Otras peticiones reci-bieron un trato similar, incluida una contra el batn para levantar el pelillo de la lana que trajo a colacin la ley de 1551 (Mantoux, [1905] : 1961, pp. 403-408). De 1803 a 1809 se entabl una furiosa batalla entre los industriales y los trabajadores de la industria lanera por la derogacin de antiguos estatutos y reglamentos que los industriales! consideraban contrarios a las nuevas tecnologas. En 1809 se abolie- ; ron estas leyes (Randall, 1986). En 1814 se derog el estatuto de los artesanos, de ms de doscientos cincuenta aos de antigedad, a pesar de las reclamaciones de los oficiales de gremios que intentaban proteger sus antiguas tecnologas. El caso de los obreros estaba po-lticamente perdido. El argumento de que la prohibicin de las m-quinas slo conseguira que stas se trasladaran al extranjero, era bastante convincente; pero haba otras razones. Las clases que tenan el poder poltico en Gran Bretaa eran propietarias; la nueva tecno-loga no pona en peligro el valor de sus bienes. Adems, no todos:

    I

    La Revolucin Industrial 321

    los trabajadores del sector tradicional quedaron al comienzo en peor situacin. Aunque algunos de ellos, como los tejedores y los calce-teros manuales salieron perdiendo a causa de la mecanizacin, mu-chos otros desplazados por las mquinas terminaron por encontrar empleo en las fbricas. Algunas industrias domsticas que producan artculos complementarios para las fbricas prosperaron durante mu-chos aos gracias a la nueva tecnologa, hasta que les lleg el turno de competir con las nuevas mquinas. La lista de disturbios y pro-testas, aunque larga, es, por tanto, engaosa. La mayora de las in-novaciones se adoptaron sin problemas, y no todos los problemas fueron muestra de resentimiento contra las nuevas mquinas 17.

    Eran diferentes las cosas en el continente? Al igual que en Gran Bretaa, la resistencia vino de parte de los gremios de artesanos especializados y de los trabajadores sin especializacin temerosos de quedarse sin empleo. Antes de la Revolucin Francesa, los gremios de artesanos, que an existan en casi todas las regiones, frenaron la entrada de algunas tcnicas nuevas. En parte, esto se llev a cabo mediante la prohibicin directa de algunas invenciones cuando se vean amenazados los intereses de ciertos grupos establecidos. El telar de cintas, conocido en Inglaterra como telar holands o mec-nico, encontr una fuerte oposicin en todo el continente, en sor-prendente contraste con la difusin que tuvo en Lancashire a partir de 1616 (Wadsworth y Mann, 1931, p. 104). En Brandenburgo, los gremios consiguieron evitar la introduccin de la mquina de hacer punto o tricotosa hasta bien entrado el siglo XVIII. En Francia y en otros lugares, las imprentas y las fbricas textiles de algodn estu-vieron entre las industrias en que los grupos de presin lograron oponerse a las nuevas tcnicas 18. Los antiguos gremios urbanos se

    17 Muchas de las revueltas obreras durante la Revolucin Industrial se dirigieron, en primer lugar, contra los bajos salarios y la subida de precios y no tanto contra la nueva tecnologa. Los disturbios provocados por los luddite de 1811-1816 fueron de esta clase; las mquinas de tricotaje destruidas en N ottingham eran de una tecnologa antigua y bien establecida.

    18 En 1772, Wilhelm Haas, un fundidor de tipos de imprenta de Basilea, invent una mquina impresora ms pesada y duradera. El gremio de maestros impresores de Basilea consigui que se le prohibiera legalmente construir su mquina (Audin, 1979, p. 658). En Francia, un buen ejemplo es el de la oposicin que tuvO que enfrentar la industria del papel cuando intent introducir la Hollander, una mquina que cortaba y trituraba trapos para fabricar la pasta. Los compagnonnages (asociaciones de ofi-ciales) de la industria papelera resistieron con xito la innovacin mediante sabotaje e incendios provocados.

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    convirtieron en un impedimento para el progreso tecnolgico. En este caso se valieron de un montn de reglamentos y restricciones, ms que de una oposicin ~bierta 19. Co~ esos. ~e.glamentos, por ejemplo, un barbero como RIchard Arkwnght dlflcIlmente hubI~ra podido ejercer de hilador de alg?dn. Pero el po~er de los gremIOs estaba en declinacin ya en el sIglo XVIII. A partIr de 1760, empe-zaron a sufrir presiones en Francia y Alemania, ~, en el s~r ~e, los Pases Bajos fueron abolidos en 1784. La Revoluclon los elImIno en Francia en 1791, y despus fueron desapareciendo en las ~onas ~ue cayeron bajo la dominacin francesa. Para 1815, los gremIOs hablan perdido todo poder o haban sido abolidos en el continente .. La desorganizacin y las revueltas polticas. de~enc.adenadas por los In-tentos de desembarazar la economa de InstItucIOnes obsoletas entre 1790 y 1815, explicaran en parte la demora en la adopcin de algu-nas tcnicas en Europa. Sin embargo, el efecto a l~rgo p!a~o de la Revolucin fue acabar con lo que quedaba del antIguo re gImen en el continente. Europa quedaba as lista para seguir a Gran Bretaa y transformar su sistema de produccin. .

    Tampoco es que no hubiera oposicin. El temor por el posIble desempleo aparece en los cahiers (quejas enviadas a los Estados Ge-nerales) de 1789. Entre 1788 y 1791, hubo numerosas revueltas de trabajadores en protesta por las mquinas que, a su. juicio, pon~n en riesgo su subsistencia. En el verano de 1789, la CIudad de Ruan fue escenario de actos de vandalismo contra las mquinas que se extendieron a otras ciudades, entre ellas Pars y Sto Etienne. Blanco de la ira de los obreros fueron las mquinas hiladoras importadas de Gran Bretaa y otras fabricadas en el pas, por ejemplo, las mquinas para fabricar horquillas agrcolas. Aunque las r.evue.ltas fracasaron, es posible que el dao haya sido duradero. Un hlstonador (McC:loy, 1952, p. 184) ha afirmado que

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    loga algo diferente a la britnica. La Francia industrial que emergi en el siglo XIX sigui basndose en talleres artesanales especializados que producan en pequea escala sobre todo para el mercado local. Algunos historiadores econmicos han atribuido esta diferencia en-tre Gran Bretaa y Francia a las diferencias en el crecimiento de sus poblaciones, pero la verdad es que se le atribuye demasiado a la demografa. En Francia, mucho ms que en Gran Bretaa, el pro-greso tecnolgico tuvo que hacer lugar a los artesanos y hallar com-ponendas entre sus oficios tradicionales y las necesidades de las mo-dernas fbricas. En Blgica, Suiza, Bohemia y la regin del Rin la resistencia a la nueva tecnologa del hilado del algodn se desmoro-n. Por otra parte, en el sur de los Pases Bajos los obreros destro-zaron una y otra vez las mquinas de la industria textil. Aunque estos casos no fueron muy numerosos, es probable que hicieran desistir a los empresarios de su instalacin.

    El progreso tecnolgico fue un esfuerzo de colaboracin inter-nacional, en el que la ventaja de Gran Bretaa fue cualitativa y ef-mera. Pero se pueden sacar conclusiones aleccionadoras al comRarar las diferentes experiencias de Europa entre 1750 y 1914. Por eJem-plo, la comparacin servira para aclarar por qu es vlida, al parecer, la ley de Cardwell, segn la cual ninguna economa puede ser tec-nolgicamente creativa por largo tiempo. Gran Bretaa, cuna de las tecnologas que crearon la Revolucin Industrial, perdi su preemi-nencia entre finales del siglo XIX y comienzos del xx. Aunque los historiadores econmicos an siguen debatiendo si la detencin ocu-rri antes o despus de 1900, lo indiscutible es que antes de 1914 el centro de gravedad de la tecnologa se haba desplazado hacia otro lugar.

    La economa poltica del cambio tecnolgico es un aspecto ape-nas comprendido. Para algunos observadores, el progreso tecnol-gico se parece al ciclo de la vida humana: al vigor de la juventud sigue la prudencia de la madurez y, finalmente, la debilidad de la vejez. Una visin tan antropomrfica no tiene sentido para la eco-noma sin aportar detalles ms especficos. Las sociedades son agre-gados, y no envejecen como los individuos. Si queremos comprender por qu se extingue la llama de la innovacin, debemos proponer un modelo en el que el progreso tecnolgico cree las condiciones de

    La Revolucin Industrial 325

    su propia desaparicin. Para empezar, recordemos que parte del cos-te social de la innovacin est causado por un proceso de destruc-cin creativa. Schumpeter, que populariz este trmino, lo asociaba al capitalismo, pero en realidad es parte esencial del progreso tec-nolgico bajo cualquier rgimen econmico. La cada en el desuso de bienes especficos, no maleables, tanto humanos como fsicos, es el precio que paga una sociedad por mantener un progreso continuo. Hasta donde los grupos que se benefician de la nueva tecnologa coincidan con los que pagan su precio (que es menor que el bene-ficio), la resistencia contra el progreso tecnolgico ser dbil. Cuan-to mayor sea la divergencia entre estos dos grupos, ms motivos tendr el grupo de perdedores para intentar detener el progreso. En este punto la cada en desuso del capital humano sera una variable crucial, ya que su maleabilidad disminuye abruptamente a lo largo del ciclo vital. Lo mismo podra aplicarse al capital fsico. Sin em-bargo, en la medida en que se garantice la entrada libre en una industria, queda limitada la capacidad de cualquier grupo para ex-cluir las nuevas tcnicas. As pues, el ciclo vital de una sociedad tecnolgicamente avanzada constara de tres fases. La primera es la etapa juvenil, en la que la nueva tecnologa consigue abrirse paso y suplantar a la anterior gracias a su mayor eficiencia. Esta etapa co-rresponde al perodo entre 1760 y 1830 en Gran Bretaa. La siguien-te etapa es la de la madurez. En ella domina la nueva tecnologa; pero la destruccin creativa puesta en marcha por las nuevas tcnicas ocasiona crecientes prdidas, lo que impulsa a aquellos que estn en el mando a proteger sus intereses. En la tercera fase, la que es ahora una tecnologa anticuada desarrolla mecanismos polticos o sociales para defenderse contra la innovacin. Si consigue su objetivo, la creatividad tecnolgica llega a su fin. Si fracasa, el ciclo comienza de nuevo.

    Tiene algn valor una teora tan esquemtica del ciclo vital de la creacin tecnolgica? Sus poderes de prediccin son muy limita-dos; sin ms informacin, es imposible decir cunto durar la crea-tividad, cmo acabar o si volver a presentarse. Sin embargo, como la mayora de los modelos tericos, indican al economista emprico y al historiador econmico dnde buscar pruebas concretas. Las so-ciedades que se vuelven conservadoras despus de un perodo crea-dor necesitan obstruir la innovacin. Con este propsito han de establecer mecanismos para que las empresas existentes no adopten ideas nuevas, impedir a los posibles innovadores su ingreso en in-

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  • 326 Anlisis y comparaciones

    dustrias estancadas, y detener el flujo de ideas nuevas provenientes de otros pases. Japn se cerr prcticamente a los occidentales en 1638. China y el Islam, como hemos visto, trataron de atajar la influencia occidental mediante una combinacin de ideologa y con-trol. En el mismo Occidente la proteccin tuvo a menudo formas ms sutiles. Por siglos las tarifas protectoras han servido para per-mitir a tecnologas obsoletas que sobrevivan (con el pretexto de ali-viar las penurias de la transicin). Gremios, sindicatos, asociaciones profesionales y de fabricantes, y concesiones de licencias han sido utilizados para reforzar el conformismo dentro de la industria e im-pedir la entrada de homines no vi con nuevas ideas. A medida que aumentaban las exigencias de capital fijo en la fabricacin, se utiliz la concesin de crditos para crear otra barrera que impidiera el acceso de nuevas ideas y tcnicas 22.

    A finales de la poca victoriana en Gran Bretaa, la nueva clase dirigente que haba llegado al poder, defendi su posicin cerrando la lite a empresarios como los que haban sido sus antecesores. Los miembros de esta lite intentaron reordenar la escala de yalores para que la produccin y la tecnologa volvieran a las posiciones inferio-res que haban ocupado en los siglos anteriores a la Revolucin In-dustrial. Pero estos intentos fueron infructuosos. La competencia con otras potencias industriales y la misma competencia interna en-tre las empresas britnicas garantizaron que Gran Bretaa no sera dejada de lado por una segunda revolucin industrial. Sin embargo, los britnicos trataron de vivir una segunda revolucin con las mis-mas herramientas que haban empleado en la primera, tal como un general aplica las tcticas de la ltima guerra a la que est peleando en el presente. La aplicacin sistemtica de las ciencias naturales, de reciente desarrollo, se vio retrasada por la perdurable tradicin de aficionados y chapuceros y por la virtual ausencia de educacin tc-nica. Destrezas y especialidades se transmitan mediante el antiguo sistema de aprender por la prctica en el sitio de trabajo. La inven-

    22 En los albores de la industria norteamericana del automvil, los banqueros, recelosos, negaron pequeos crditos a R. E. Olds y Charles E. Duryea. Cuando Will Durant predijo que algn da se fabricaran 500.000 automviles en Estados Unidos, un poderoso banquero, George Perkins, le aconsej que escondiera esas ideas por si algn da quera pedir un prstamo (Stern, 1937, p.44). Al tesorero de Henry Ford, James Couzens, lo echaron de tantas oficinas de Detroit cuando procuraba reunir fondos, que una vez se sent en la acera y se puso a llorar (Hughes, 1986, p. 288).

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    La Revolucin Industrial 327

    cin era en buena parte ocupacin de inspirados sin conexin con instituciones. Asimismo los cientficos britnicos (con notables ex-cepciones, como la de Charles Parsons) estaban tan poco interesados en la exploracin de nuevas oportunidades como en las tareas ruti-narias de la produccin. Como ya hemos visto, Gran Bretaa no lleg a perder su posicin central en el mundo de las invenciones pero el flujo se invirti en comparacin con el de un siglo antes; duran~e el apogeo de la Revolucin Industrial, import tecnologa; a partIr de 1850 se convirti en exportadora. La creatividad tecno-lgica, ,defi~ida. co~o la .aplicacin de nuevas ideas a la produccin, empezo a dIsmmUIr su fItmo en Gran Bretaa. Seguan apareciendo ideas, pero el ambiente econmico era cada vez menos receptivo a ellas.

    Con ese propsito, la clase dirigente utiliz un instrumento ines-perado: el sistema educativo. Los colegios privados britnicos abrie-ron sus puertas a los miembros de la nueva lite, pero evitaron cui-dad~samente proporcionarles la educacin prctica que pudiera ca-pacItarle.s .para poner en peligro el statu quo tecnolgico. Los que se ben~fIcIaban de .las oportunidades educativas solan elegir carreras profeSIOnales. El SIstema educativo, que nunca ha sido la institucin

    ~s I:'rogre~ista de Gran Bretaa, se opuso a la incorporacin de las CIenCIas aplIcadas dentro de su programa de estudios 23. El entrena-

    ~iento inform.a~" de antig~a tradicin, sigui siendo el principal me-dIO de transmlSlon de la mformacin tecnolgica. Por el contrario, la mayo~a de los pases e~r?peos fundaron escuelas tcnicas, que desempenaron un papel deCISIVO en la actualizacin del conocimien-to. Los graduados de la Technische Hochschule alemana sorprendie-ron a los hombres de negocios britnicos y acrecentaron el temor que sentan ante la competencia (Ashby, 1958, p. 795; Julia Wrigley, 1986, pp. 172-173). Como hemos dicho antes existan escuelas de este es.tilo en los Pases Bajos (Delft), en Suiza (Zurich) y en Francia (por ejemplo, el Institut Industriel du Nord, en la ciudad industrial de Lille).

    En relacin con este punto no puede decirse que los factores de demanda por s solos fueran decisivos: en Gran Bretaa exista un

    2~ ~ambin .e~ Alema~ia I~s universidades intentaron oponerse a las reformas y con~lguleron elImInar la Ingemera de sus programas de estudios. Sin embargo, los gobIernos alemanes, dejando de lado las universidades, establecieron un sistema in-dependiente de colegios tcnicos.

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  • 328 Anlisis y comparaciones

    gran inters por el desarrollo tcnico y cientfico, que de manera creciente tuvieron que importar desde mediados del siglo XIX. As, la Asociacin Britnica para el Avance de la Ciencia encarg a van Liebig la redaccin de su famoso tratado de 1840, cuya traduccin al ingls fue recibida con entusiasmo. Un alumno de Liebig, August van Hofmann, fue invitado a Londres para que enseara qumica en el Royal College 01 Chemistry y para que asesorara tanto a compa-as privadas como al gobierno britnico. Pero, tras el regreso de Hofmann a Alemania en 1865, y en especial despus de la Exposi-cin Universal de Pars de 1867, se hizo cada vez ms evidente que Gran Bretaa se estaba quedando atrs. Un britnico escribi en 1867 que en la Exposicin de Pars prevaleca un singular acuerdo de opiniones acerca de que nuestro pas haba demostrado tener poca inventiva y haba realizado pocos progresos en la industria... La nica causa sobre la que haba unanimidad de criterio era que Fran-cia, Prusia, Austria, Blgica y Suiza posean buenos sistemas de edu-cacin industrial... y que Inglaterra no posea ninguno (citado por Ashby, 1958, p. 789). Se nombraron entonces varias comisiones rea-les y selectas juntas para analizar el problema, y todos recomendaron que se aumentara la cantidad y calidad de la educacin tcnica y cientfica. La educacin cientfica avanz notablemente, pero los co-legios tcnicos tuvieron que esperar la Ley de Instruccin Tcnica de 1889. Durante este perodo, el argumento que constantemente esgriman los partidarios de la educacin tcnica era que sin ella Gran Bretaa no podra competir con otras naciones. Lo hemos observado repetidas veces: el sistema de competencia entre los esta-dos era el ms eficaz freno de las fuerzas que se oponan a la tecno-loga.

    Por supuesto, la pobreza de la educacin tcnica britnica no debera atribuirse ingenuamente a alguna perversa conspiracin por parte del sistema establecido. Sin embargo, es evidente que el orden poltico y econmico existente tena poco que ganar si se incremen-taba la intervencin del estado para poner la educacin tcnica al mismo nivel que la del continente. Tal como haba combatido, y con xito, la intervencin estatal en el caso de la imposicin de tarifas protectoras, el orden establecido se opuso a cualquier aumento en los gastos de educacin. Pero el conservadurismo no slo penetraba en las universidades y el gobierno, sino que tambin se infiltraba en los lugares de trabajo. Lo que Landes ha denominado la mstica de la experiencia prctica, la idea de que la capacitacin tcnica no se

    La Revolucin Industrial 329

    poda ensear como parte de la educacin formal, y de que slo poda adquirirse trabajando, oper contra el establecimiento y ex-pansin de las escuelas tcnicas. El mundo de los negocios pretendi funcionar como un sistema de amigos con el propsito de sobornar o excluir a los que se atrevieran a desafiar el orden tecnolgico es-tablecido. Se resucit la mentalidad de caballero, no como una peculiaridad del carcter britnico, sino como un mecanismo de de-fensa contra ,aquellos que haran a la lite britnica lo que sus abue-los haban hecho a otros un siglo antes. Una vez ms, las ganancias eran motivo de culpa ms que de orgullo 24. Una de sus tcticas consisti en atraer a posibles disidentes a la lite admitindolos en colegios privados y universidades, a condicin de que no perturba-ran la armona. Los que no entraban en el juego eran tratados como parias. Incluso hombres como William Perkin o Edward Nicholson (que tambin era un qumico especialista en tintes) cuyas fortunas se deban al conocimiento cientfico, se retiraron para dedicarse ex-clusivamente a la investigacin.

    A partir de mediados del siglo XIX, la mano de obra adopt tam-bin una actitud negativa hacia la maquinaria, aunque sus motivos tenan que ver tanto con la obtencin de mejores salarios y condi-ciones de trabajo como con la preservacin de sus puestos. Alfred Hobbs, el fabricante norteamericano que introdujo las piezas inter-cambiables en la manufactura de cerraduras afirm en 1857 que el gran obstculo que se puso en el camino de los fabricantes de armas de Birminghan para introducir nuevas mquinas fue la oposicin de los trabajadores a tales innovaciones. Joseph Whitworth, en el in-forme que redact en 1854 sobre las diferencias entre los sistemas de fabricacin en Estados Unidos y Gran Bretaa sealaba que los obreros britnicos eran ms hostiles a la nueva tecnologa que los norteamericanos, porque estaban ms especializados y mejor orga-nizados, y tenan menos movilidad (Rosenberg, compil., 1969). Des-pus de tres huelgas a finales de la dcada de 1850, se prohibi la instalacin de una mquina de coser en el centro de la industria del

    24 William Perkin, por ejemplo, que hizo una fortuna con la invencin del tinte de anilina, se haca las siguientes reflexiones en sus ltimos das: Se deca que mi ejemplo haba perjudicado a la ciencia y apartado a los jvenes de la ciencia pura para dedicarse a la aplicada, y es posible que por algn tiempo algunos se sintieran incli-nados a estudiar qumica por otros motivos que no fueran los puramente cientficos (citado por Beer, 1959, p. 45).

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    calzado, Northampton. En otras ocasiones se impidi la introduc-cin de nueva maquinaria en algunos centros de fabricacin de al-fombras y de vidrio, as como en imprentas y talleres de elaboracin de metales, donde la oposicin fue muy fuerte (Samuel, 1977, pp. 9-10, 33). Sin embargo, en la mayora de los casos, la oposicin a?opt la form~ de duras negociaciones por el salario y las condi-CIOnes de trabajo a consecuencia de los cambios introducidos en el lugar de produccin. . Lazonick (1979, 1986) ha demostrado minuciosamente que en el

    sIgl? XIX l~~ sindicatos britnicos consiguieron modificar el proceso de InnOVaClOn y crear un ambiente hostil al cambio tecnolgico. El poder de. negociacin de los obreros especializados hizo que a los

    empr~sanos les resultara caro introducir nueva maquinaria en la in-dustna del algodn, la envejecida industria matriz de Gran Bretaa. En. cuanto la hilatura d~l algodn, los obreros obligaron a los capi-tal!stas a conserva~ el sIstema de celadores que haba surgido en el pnmer cuarto del ~Iglo XIX. Con este sistema, el empresario delegaba parte de sus funcIOnes de supervisin y contratacin en un obrero que estaba a. cargo de una mu~e. El sistema no evit la adopcin de la sel~actIn.a~ aunque es posIble que la demorara e impidiera al empresano. utIlIzarla. para fortalecer su poder de negociacin frente a los trabajadores. SIn embargo, hacia los aos de 1880 las posibili-dades de la mule se haban agotado; la nueva mquina continua de aros dej Gr:m Bretaa a un lado. Lazonick (1987, p. 303) con-cluye que los Intereses de grupos -en particular el afn de los

    tra~ajadores britnicos por conservar el control laboral y el le gen-dan? subdesarrollo de la gerencia britnica- se interpusieron en el CamI?.? de ... la promocin y difusin de mtodos avanzados de pro-ducclOn. Pero todo esto no condujo de inmediato a la ineficacia en el estrecho sentido econmico de una mala distribucin de recur~ sos. Recordemos, como seala Cardwell (1972, p. 193), que el fra-caso de aquella poca (finales de la Inglaterra victoriana) no fue econmico, sino cientfico y tecnolgico 25.

    25 L~s ,~odernos historiadores econmicos han tratado de absolver a los empre-s~nos b.ntamcos por haber fracasado y desaprovechado las oportunidades tecnol-glcas .. Sm embargo, el problema es crear estas oportunidades, no solamente explotar-las. Lmdert y Trace (1971, p: ~66) creen que a los empresarios britnicos se les puede co?denar o. absolver en funclOn de lo que uno considere que estaba bajo su control. SI se conSidera que los descubrimientos cientficos estaban ms all de su control no se puede culpar a los empresarios britnicos por dejar la mejor parte del mercad~

    La Revolucin Industrial 331

    Las economas que llegan a la tercera fase de su ciclo de vida ~ecnolgico eligen diferentes mecanismos de defensa, segn su siste-ma poltico y sus costumbres sociales. Se puede elegir un gobernante con mucho poder ya sea para proteger el sistema establecido o para apoyar a las fuerzas progresistas. A veces se llega a una avenencia. En este caso, el resultado es indeterminado y las etapas del ciclo vital creadoras en tecnologa pueden durar ms o menos. Este tipo de mecanismo poltico puede arrojar un poco de luz sobre las fuerzas que sustentan la ley de Cardwell. Estos mecanismos no pueden ha-cerse ms explcitos si no se especifica con mayor detalle la compli-cada serie de juegos que disputan entre s los que se benefician y los que pierden con el cambio tecnolgico. En cambio, s es evidente que el juego est estructurado de una forma peculiar. Cada vez que aparece una nueva tecnologa, sta tiene que luchar contra el orden establecido. Tiene una probabilidad p de ganar. Si lo consigue, se convierte en la tecnologa dominante, contra la cual, a su vez, otra se enfrentar en el perodo siguiente. Si pierde, las fuerzas reaccio-narias establecern un nuevo conjunto de instituciones contrarias a la tecnologa, que harn ms difciles los ulteriores enfrentamientos. De manera que cuando se juegue la prxima partida, la nueva tec-nologa slo tiene una posibilidad p' de ganar, de donde p' < p. Es posible que p' = O, en cuyo caso esa sociedad se encierra para siem-pre en la tecnologa existente; la victoria del orden establecido' de-sembocara en un estado enfrascado en s mismo. Sin embargo, hay razones para creer que la historia no puede acabar as. En primer lugar, tanto p como p' dependen de la proporcin entre las ganancias r las prdidas asociadas con la nueva tecnologa. Un cambio drstico Incrementar las ganancias y las prdidas, pero no necesariamente a la par, de manera que es posible que una tecnologa suficientemente avanzada pueda abrirse paso a pesar de la presencia de instituciones retrgradas. Adems, en el conjunto de circunstancias, p' depender del tamao de la brecha que separa a las economas progresistas de las retrgradas. En algn punto esta distancia se har insostenible y las fuerzas reaccionarias sern derrotadas, como ocurri en Japn en 1868, y en China con mayor lentitud a partir de 1898 .

    Otra forma de entender por qu los perodos de creatividad tec-

    mundial y britnico de los tintes a las empresas suizas o alemanas ... Sin embargo, si se les podr~a culpar por no ~aber hecho los descubrimientos originales. En cualquier caso, es eVidente que la SOCiedad britnica en conjunto perdi la ocasin de aprove-charse de las innovaciones relacionadas con la Segunda Revolucin Industrial.

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    nolgica eran limitados y por 10 general breves, se basa en la relacin entre la estructura del mercado y la innovacin. Los economistas llevan aos. discutiendo la hiptesis schumpeteriana; la bibliografa correspondIente se hallar resumida en otras obras (Kamien y Schwartz, 1982; Scherer, 1980, cap. 15; Baldwin y Scott, 1987). En resumen, Schumpeter deca que las grandes empresas con decisiva influencia en el mercado, ms que las wmpaas competitivas, eran el m?tor ms potente del progreso tecnolgico (1950, p. 106). En su oPInin, la entrada libre era incompatible con el progreso eco-nmICO basado en el cambio tecnolgico. Gran parte de su argu-mento no es en realidad aplicable a 10 acontecido antes de 1914. La vers!n de la ~iptesis schumpeteriana elaborada por Galbraith, que trato de relacIOnar el tamao de las empresas con la tendencia a la innov