miseria

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No, no voy a glosar o extraer una nueva lectura , actual y "profunda" de la célebre obra del joven Marx, aunque tanto el propio Proudhon como Marx serán objeto de mi atención más adelante. Hoy pretendo “molestar” y “molestarme” a mi también. Todos los que filosofan ( filosofamoso gustamos de la filosofía ) de vez en cuando, tienden ( tendemos) a mirarnos poco a nosotros mismos. Curiosamente, los filósofos son los que menos practican el sano escepticismo que pregonara el mayor anti-filósofo de la historia; el legendario Sócrates. No hacen ( hacemos) honor a la lapidaria frase del “primer mártir” de la mala democracia, el famoso “ conócete a ti mismo”. Enfrascados en la diferencia ontológica, la problemática de los lenguajes privados, la existencia de infinitos mundos, la deconstrucción o el problema de los universales, rara vez reflexionamos sobre nosotros mismos. La razón , dicen, es que a los pensadores no les gusta hablar sobre sí mismos, quizás por miedo a humanizarse y a mostrarse como lo que realmente son: meros verbalizadores de la desesperación humana, que intenta, infructuosamente, elevarse por encima de su inexorable finitud. Generalmente , cuando los filósofos hablan de si mismos, lo hacen o bien desde la amargura, como Platón en su supuesta VII Carta, de quien no ha visto triunfar sus ideales o desde la justificación exculpatoria, como Rousseau en su "Confesiones”. En realidad todos filosofamos cada día, incluso cuando decimos “aborrecer “ la aridez y la pedantería del filósofo, sólo que algunos deciden hacer partícipes a otros de sus reflexiones, anhelos, miedos y fanatismos. Si, también fanatismos, pues de eso hay mucho en la filosofía también. Aunque la filosofía nació hija de la curiosidad, como bien apunta Aristóteles en su “Metafísica”, pronto se convirtió en hija de la intolerancia. De hecho una buena de la filosofía medieval cristiana no es más que un intento de justificación “racional” , de una pretensión “ irracional” como es la de la fundamentar una sola verdad. No menor intolerancia y

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Page 1: Miseria

No, no voy a glosar o extraer una nueva lectura , actual y "profunda" de la célebre obra del joven Marx, aunque tanto el propio Proudhon como Marx serán objeto de mi atención más adelante.

Hoy pretendo “molestar” y “molestarme” a mi también. Todos los que filosofan ( filosofamoso gustamos de la filosofía ) de vez en cuando, tienden ( tendemos) a mirarnos poco a nosotros mismos. Curiosamente, los filósofos son los que menos practican el sano escepticismo que pregonara el mayor anti-filósofo de la historia; el legendario Sócrates. No hacen ( hacemos) honor a la lapidaria frase del “primer mártir” de la mala democracia, el famoso “ conócete a ti mismo”. Enfrascados en la diferencia ontológica, la problemática de los lenguajes privados, la existencia de infinitos mundos, la deconstrucción o el problema de los universales, rara vez reflexionamos sobre nosotros mismos.

La razón , dicen, es que a los pensadores no les gusta hablar sobre sí mismos, quizás por miedo a humanizarse y a mostrarse como lo que realmente son: meros verbalizadores de la desesperación humana, que intenta, infructuosamente, elevarse por encima de su inexorable finitud. Generalmente , cuando los filósofos hablan de si mismos, lo hacen o bien desde la amargura, como Platón en su supuesta VII Carta, de quien no ha visto triunfar sus ideales o desde la justificación exculpatoria, como Rousseau en  su  "Confesiones”.

En realidad todos filosofamos cada día, incluso cuando decimos “aborrecer “ la aridez y la pedantería del filósofo, sólo que algunos deciden hacer partícipes a otros de sus reflexiones, anhelos, miedos y fanatismos. Si, también fanatismos, pues de eso hay mucho en la filosofía también. Aunque la filosofía nació hija de la curiosidad, como bien apunta Aristóteles en su “Metafísica”, pronto se convirtió en hija de la intolerancia. De hecho una buena de la filosofía medieval cristiana no es más que un intento de justificación “racional” , de una pretensión “ irracional” como es la de la fundamentar una sola verdad. No menor intolerancia y arrogancia hay en “ Las lecciones de la filosofía de la Historia “ de Hegel, para quien el espíritu, el absoluto, está destinado a encarnarse en una forma de racionalidad burguesa, estatista y por supuesto, germánica.

Una característica definitoria de la “arrogancia” del filósofo suele ser la de considerar “su sistema”, como el que supera y perfecciona a los demás. Por ejemplo Aristóteles vio a los presocráticos, según la moderna y hermenéutica definición de Diels, como ingenuos precursores de una de sus cuatro causas del ser; la material. Kant se vio como el “moderno prometeo” que nos despertó del sueño dogmático de creer en la omnipotencia de nuestra razón. Nietszche creyó liberarnos de la herencia judeo-cristiana y su “moral de esclavos”, aunque acabó haciéndonos potenciales víctimas del fascismo. Marx nos quiso liberar del capital , haciéndonos presos de la “dictadura del proletariado”, Schopenhauer vislumbró la aporía de nuestra infinita voluntad de vivir, en una extraña mezcolanza de budismo, platonismo y kantismo soporífero.

¿ debemos salvar a la filosofía de nuestra particular hoguera de las vanidades o debemos, como intentaron hacer los positivistas del círculo de Viena y los filósofos analíticos, depurarla de sus impurezas y extravangancias ? ¿ O quizás debamos abrazarla ,como nos sugiere el pensador Alain de Button, como una consolación un poco más elaborada que el típico best-seller de auto ayuda que

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encontramos en unos grandes almacenes?

A mi una vez, alguien que no era Heidegger , Deleuze o Platón, me reveló lo que para él era una “evidencia cartesiana”, que dirían los filósofos. Según mi sabio y docto amigo, versado en la verdadera filosofía, ( la de los que tienen que hacer encajes de bolillos para llegar a fin de mes), el “problema “ de los pensadores es que “remplazan( remplazáis) las lecturas con la experiencias que no habéis vivido”. Preferís las proclamas de Proudhon contra la propiedad a las manifestaciones anti-deshaucios, os enfrascáis en la conceptualización dela reificación de la escuela frankfurtiana pero no habéis tenido que lidiar con el “cabrón de mi jefe” etc........O como diría un irredento marxista, “ sobra teoría y falta praxis”...

En cualquier la propia historia de la vida de los filósofos está llena de incoherencias , medias verdades y lealtades divididas....pues los filósofos, como el resto de los mortales, son humanos.

No  "puedo prometer y prometo” ( como decía el sofista de Ávila) que no vaya a seguir “filosofando”, pero al menos lo intentaré hacer con humildad..................