misa tridentina muy_antigua

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La Misa Tridentina: ¿Modificada o Apostólica? Introducción. En el presente artículo queremos demostrar que la Misa Tridentina tiene orígenes apostólicos. Esto surge a raíz de que hay muchas preguntas: ¿Se rezaba en Griego o en latín? ¿Si se codifico con Pio V, porque dicen que es apostólica? Etc. Obvio esto podría ser hasta una tesis de licenciatura en Teología, pero podemos dar puntos muy generales y aproximarnos al tema en cuestión. Así pues, nuestra hipótesis, si es correcta, será demostrada apelando a textos históricos sobre estudio de la liturgia, principalmente al texto del padre Jungmann, y textos eucarísticos primitivos, con esto si estamos correctos, podremos afirmar que la liturgia latina codificada en el Misal de Pio V, es tradición ininterrumpida desde Cristo mismo, y netamente latina en esencia, concluyendo que las modificaciones que se hubiesen hecho, solo son accesorias y no esenciales. La Misa Antigua. Sabemos por la historia que la liturgia bebe de las fuentes de Nuestro Señor Jesucristo, quien instituyo el sacrificio de la misa. En el cenáculo tomo el pan y el vino y los trasformó en su Cuerpo y su Sangre. De ahí en adelante fue misión apostólica repetir ese sacrificio incruento, como San Pablo mismo lo afirma: “Porque yo aprendí del Señor lo que también os tengo ya enseñado, y es que el Señor Jesús, la noche misma que iba a ser entregado, tomo pan y dando gracias, lo partió, y dijo: Tomad y comed: esto es mi cuerpo, que es por vosotros; haced esto en memoria mía. Y de la misma manera el Cáliz, después de haber cenado, diciendo: este es el Cáliz es el nuevo testamento en mi sangre; haced esto cuantas veces lo bebieres, en memoria mía” (I Cor. 11; 23-25). Santo Tomás de Aquino menciona sobre este pasaje, dos puntos: a) la autoría de Cristo, es decir, doctrina inmutable “(…) es a saber, Cristo, que es el autor de esta doctrina, no de puro hombre” (Santo Tomas de Aquino, Comentario a la Primera epístola a los Corintios, T. II., Editorial Tradición, Méjico, 1985, pp. 76-77). Y después en el punto b) nos afirma la autoridad del sacramento: “Encarece la autoridad de este sacramento, contándonos su institución” ( Ibidem). Esto es muy importante porque San Pablo no conoció a Jesucristo en persona sino por revelación mística: “Y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo ¿Por qué me persigues? Y él respondió: ¿Quién eres tú, Señor? Y el Señor le dijo: Yo soy Jesús, a quien persigues” (Hc. 9; 4-5) Así pues, afirmamos que la liturgia es una tradición ininterrumpida desde Jesucristo.

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El documento habla de que la Misa codificada en el Misal de Pio V, no es traducción del griego, ni ha modificado su forma desde los orígenes apostólicos.

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Page 1: Misa tridentina muy_antigua

La Misa Tridentina: ¿Modificada o Apostólica?

Introducción.

En el presente artículo queremos demostrar que la Misa Tridentina tiene orígenes apostólicos. Esto

surge a raíz de que hay muchas preguntas: ¿Se rezaba en Griego o en latín? ¿Si se codifico con Pio

V, porque dicen que es apostólica? Etc. Obvio esto podría ser hasta una tesis de licenciatura en

Teología, pero podemos dar puntos muy generales y aproximarnos al tema en cuestión. Así pues,

nuestra hipótesis, si es correcta, será demostrada apelando a textos históricos sobre estudio de la

liturgia, principalmente al texto del padre Jungmann, y textos eucarísticos primitivos, con esto si

estamos correctos, podremos afirmar que la liturgia latina codificada en el Misal de Pio V, es

tradición ininterrumpida desde Cristo mismo, y netamente latina en esencia, concluyendo que las

modificaciones que se hubiesen hecho, solo son accesorias y no esenciales.

La Misa Antigua.

Sabemos por la historia que la liturgia bebe de las fuentes de Nuestro Señor Jesucristo, quien

instituyo el sacrificio de la misa. En el cenáculo tomo el pan y el vino y los trasformó en su Cuerpo

y su Sangre. De ahí en adelante fue misión apostólica repetir ese sacrificio incruento, como San

Pablo mismo lo afirma: “Porque yo aprendí del Señor lo que también os tengo ya enseñado, y es

que el Señor Jesús, la noche misma que iba a ser entregado, tomo pan y dando gracias, lo partió, y

dijo: Tomad y comed: esto es mi cuerpo, que es por vosotros; haced esto en memoria mía. Y de la

misma manera el Cáliz, después de haber cenado, diciendo: este es el Cáliz es el nuevo testamento

en mi sangre; haced esto cuantas veces lo bebieres, en memoria mía” (I Cor. 11; 23-25). Santo

Tomás de Aquino menciona sobre este pasaje, dos puntos: a) la autoría de Cristo, es decir, doctrina

inmutable “(…) es a saber, Cristo, que es el autor de esta doctrina, no de puro hombre” (Santo

Tomas de Aquino, Comentario a la Primera epístola a los Corintios, T. II., Editorial Tradición,

Méjico, 1985, pp. 76-77). Y después en el punto b) nos afirma la autoridad del sacramento:

“Encarece la autoridad de este sacramento, contándonos su institución” (Ibidem). Esto es muy

importante porque San Pablo no conoció a Jesucristo en persona sino por revelación mística: “Y

cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo ¿Por qué me persigues? Y él respondió:

¿Quién eres tú, Señor? Y el Señor le dijo: Yo soy Jesús, a quien persigues” (Hc. 9; 4-5) Así pues,

afirmamos que la liturgia es una tradición ininterrumpida desde Jesucristo.

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Los que conocemos la tradición estamos al tanto de estas tesis. Sin embargo, puede objetarse que la

liturgia romana se encontraba en griego al principio y que después se hizo una elaborada traducción

latina. También se puede objetar que hubo una unificación de la liturgia a partir del siglo IV, ya que

en las comunidades difuminadas por Antioquia, Siria, Egipto, Roma, Inglaterra, Jerusalén, Grecia,

Indias orientales, etc., se vivían diferentes tradiciones litúrgicas. El mismo Jungmann lo afirma: “A

partir del siglo IV se impone una clara diferenciación en la liturgia de la misa. Por aquel tiempo ya

se contaba con cierta organización eclesiástica, sobre todo en el mundo griego, y en ella asumen la

dirección algunos centros, como Alejandría y Antioquía” (P. J. Jungmann, El sacrificio de la Misa,

BAC, Madrid, 1953, p. 61). Surgen diversos padres orientales que componen liturgias como San

Basilio quien dirigía la liturgia al Padre, con este contenido cristológico en la cual siendo el

mediador, no dirigimos la mirada a su humanidad, sino que siendo una esencia con el Padre, dirige

las oraciones directamente al Padre “Al Padre con el Hijo y el Espíritu Santo”. Luego tenemos la

liturgia Bizantina-Constantinopolitana con San Juan Crisóstomo. Por causas históricas sabemos que

la Misa que sobresalió en las Iglesias Orientales con excepción de la Copta fue la Bizantina: “De

todas esas liturgias orientales, con mucho la más importantes es la Bizantina” (Ibid., p. 73). Es

decir, de las liturgias: Sirio-Oriental, Sirio-Occidental, la de San Marcos o Egipcia, y la Armenia. Y

se puede pensar que con la separación de Oriente se tuvo que hacer una traducción, lo cual es

errado.

No es posible afirmar que la liturgia se tradujo del griego al latín. Sería afirmar que la liturgia

romana es una adaptación de la oriental, lo cual, podría demeritar o fundamentar desviaciones para

la misma, como algunos reformadores modernistas lo han hecho, esto es, que se permitan alterar los

textos del Misal para “recuperar la esencia” si notamos el misal de Paulo VI, integra tres nuevas

anáforas, que beben de las fuentes orientales: “Al establecer las normas a seguir en la revisión del

Ordo Missae, el Concilio Vaticano II determinó, entre otras cosas, que algunos ritos «fueran

restablecidos conforme a la primitiva norma de los Santos Padres». (…) Por tanto, la « norma de los

Santos Padres» pide algo más que la conservación del legado trasmitido por los que nos

precedieron; exige abarcar y estudiar a fondo todo el pasado de la Iglesia y todas las formas de

expresión que la fe única ha tenido en contextos humanos y culturales tan diferentes entre sí, como

pueden ser los correspondientes a las regiones semíticas, griegas y latinas. Con esta perspectiva más

amplia, hoy podemos ver como el Espíritu Santo suscita en el pueblo de Dios una fidelidad

admirable en conservar inmutable el depósito de la fe en medio de tanta variedad de ritos y

oraciones” (Institución del Misal Romano, Cuadernos Somelit, Buena Prensa, Méjico, 2003, pp 11-

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12). En este punto, muchos dirían es cierto las fuentes latinas se hallan en Grecia y el oriente

cristiano. Pero esto es falso.

Es falso afirmar que la liturgia latina deba beber de las fuentes orientales porque ese es su origen

lingüístico o cultural. Jungmann habla de los orígenes de la liturgia occidental. Significa que entre

ese abanico variado de liturgias orientales sobresale la latina occidental, y tiene dos fuentes

fundamentales: la romano-africana y la galicana. Así pues el inicio podemos afirmar que el inicio de

la liturgia latina: “La primera cristiandad latina de occidente se nos presenta al norte de África, a

fines del siglo II, en una época en la que en Roma predominaba aún la lengua griega. (…) En

consonancia con el cuadro multicolor de las liturgias orientales, encontramos también en Occidente

diversidad de liturgias y, ante todo, distintas forma de la misa; con la diferencia, sin embargo, de

que, como en Occidente el latín era la única lengua culta, ésta prevaleció también como única

lengua litúrgica” (Jungamann, Op. Cit., p. 75). Entre las que sobresalen las liturgias: Milanesa, que

aun existe en la Arquidiócesis de Milán, la Mozárabe, que solo se reza en la Catedral de Toledo, y

que se dio en el contexto en el que el Islam predominaba esas aéreas, de hecho, el termino

Mozarabe significa “musa 3arab” مسا عراب que significaba “Cristianos que viven entre los árabes”,

la liturgia Celta, que es la que predominó en Inglaterra, y después se codificó en el Misal de Sarum:

“Ya conoce tu fraternidad la costumbre de la Iglesia Romana, en la que recordará que se formó.

Ahora bien, a mi me parece bien que si, ya sea en la Iglesia Romana, ya en la de las Galias (…) lo

adoptes con el discernimiento que es del caso, y que implantes de manera firme en la iglesia de los

anglos” (Beda el Venerable, Historia Eclesiástica de los Anglos, Editorial Akal, España, 2013, p.

81) y la Galicana finalmente que se usó en el imperio Franco que se recopiló en el Misale

Gothicum. A esto podemos agregar, que podemos datar el Canon y el orden de la Misa desde San

Hipólito de Roma, en el siglo III: “Hay, pues, un abismo, que hasta la fecha no se ha podido salvar,

entre esta misa latina y la griega que nos ha trasmitido San Hipólito. (Jungmann, Op. Cit., p. 82)

Hay una gran oscuridad que no nos deja esclarecer cual es la relación entre ambos bloques

litúrgicos, si cuando se pasó del griego al latín, la liturgia romana fue una traducción de este proceso

histórico, por tanto, no se puede afirmar dicha tesis. De ahí en adelante se conservan textos

realizados por los copistas francos de los siglos VIII y IX, además de que se compiló en

sacramentarios romanos, como el Leoniano, el Gelasiano, y el Gregoriano.

Si hay varias tradiciones ¿Por qué afirmamos que la Misa codificada por Pio V es apostólica?

Supongamos que tenemos un árbol que sabemos proviene de una semilla. La esencia de dicho árbol

es la semilla. Y crecerá y tomara diversos modos según el ambiente y los cuidados. Podemos

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afirmar lo mismo de la tradición litúrgica latina, es decir, ya conocemos su esencia Cristológica y

latina. Y las ramas que se dieron fueron las diversas tradiciones occidentales. La objeción es porque

Pio V codificó un Misal. La tesis que podemos afirmar es debida al protestantismo que se desarrolló

en esos tiempos, y a ciertas confusiones que pudiese provocar esta variedad. Lo que se trata de

hacer es podar el árbol y darle una forma uniforme. Tenemos a Lutero acusando a las prácticas

eclesiásticas, que él considera erradas, y que más bien surgen por la mala interpretación del pueblo

y de algunos clérigos que no tenían la formación adecuada. Cuando algo tiene uniformidad,

normatividad, cualquier tipo de abuso o interpretación errada, es imposible. Me refiero a que esta la

religión oficial y la religión del pueblo, esto quiere decir, la primera con los dogmas bien definidos

por medio de las Sagradas Escrituras y Los Concilios Ecuménicos. La segunda lo que el pueblo

interpreta o el aspecto cultural en que se desenvuelve dicha religión oficial, que si notamos en la

cita anterior, el Vaticano II trata de introducir: “y todas las formas de expresión que la fe única ha

tenido en contextos humanos y culturales tan diferentes entre sí”. (Institución del Misal Romano,

Op Cit.) Así que la necesidad que ya había emprendido Pio IV y que después su sucesor continúo es

una labor normativa de la fe y liturgia, y precisamente mostrar su carácter inmutable. Así que

cuando codifica, y esto hay que atenderle, codificar no es lo mismo que inventar o innovar, sino que

es reunir, apelmazar, concentrar, la tradición litúrgica que se encontraba en varios usos o

sacramentarios que eran usados en distintas provincias, unificarlos para la defensa y uniformidad de

la fe. Con esto me refiero al ejemplo de la poda del árbol. Así pues, esta codificación del misal por

Pio V es realmente fortificar esa tradición que dejó Nuestro Señor Jesucristo, a imitación del

Apóstol San Pablo: “Porque yo aprendí del Señor lo que también os tengo ya enseñado” (I Cor. 11;

23).

Conclusión.

La liturgia codificada por Pio V es la misma liturgia que se remonta a Nuestro Señor Jesucristo. Y

que además sigue bebiendo de la fuente de latinidad, además que no fue nunca traducida del griego

al latín, sino que tiene orígenes muy marcados y una tradición muy particular, esto es, un rito como

tal constituido y distinto del ortodoxo oriental. Así la liturgia tridentina es aquella que nos trasmite

esa tradición ininterrumpida, es la Misa de Siempre como lo menciona el Monseñor Lefebvre, que

por sus elementos es la misa sacrificial, impetratoria y propiciatoria por nuestros pecados.

Fr + + Lic. Don Carlos Adrian Casas Ortega