mirta lobato & juan suriano - trabajadores y movimiento obrero
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Trabajadores y movimiento obrero.TRANSCRIPT

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)ENTREPASAOOS( REVISTA D E HISTORIA AÑO 111- HUMERO 4-5 FlllES DE 1993
Consefo de Dirección EmaCíbotti Silvia Finocchío Patricio Geli Sergio Uschinsky Mirta Zaida Lobato Lucas Luchilo Gustavo Paz Leticia Prislei Fernando Rocchi Juan Suriano
Director Juan Suriano
Disefio Gráfico Mabel Penette
ENTREPASADOS es una revista semestral que abre un espacio para el debate y la producción hitórica. el comité de dirección recibe todas las contribuciones que enriquezcan el campo del quhacer historiográfico. Las opciones expresadas en los artículos firmados son responsabilidad de los autores.
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Foto de tapa: Morgensonne. postal editada en Alemania, 1941.
Composición y armado•: Omega Laser Gráfica, Callao 157, P. B. ·c·. Capital Federal. Impresión: Talleres gráficos El Libro, Santos Dumónt 4457, Capital Federal.

PUNTO
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\:•l Revista de cultura J Nº 46 I Agosto 1993
Argentina en el callejón / Borges • Saer • Hobsbawm • Godard / Gatica: filmar la exclusión / La declinación del· modernismo J Escriben: Contardi ·• Alperin Donghi • Altamirano • Sábato • Orlansky • Beceyro • de lpola • Filipelli • Sarlo • Bürger
Suscripciones: Argentina, tres números $18 I Exteri.or. seis números, u$s 40. Cheques y giros a nombre de Beatriz Sarlo, Casila de Correo 39, Suc. 49, Buenos Aires
OlNíld
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Trabajadores y movimiento obrero: entre la crisis y la prof esionalización
del historiador (1)
A la memoria de Leandro Gutiérrez Mirta Zaida Lobato" - juan Suriano"
S on varias las razones que impulsan una evaluación de la producción histórica sobre los
_trabajadores en Argentina. Algunas provienen de los _cambios producidos en las ciencias sociales en su conjunto .l en los paradigfi!ª~Jle. interpretación, otros de la propia realidad y los interrogantes que plantea. Las dificultades del marxis-
_l!lQ_ se incluyen dentro de las pri-meras. Los inconvenientes para
_compaginar la lucha de clas§ SQ~ bre todo a partir de J~~egunda posguerra, con la filosofía de ia historia que-cOnSTit.t!_1~su lillo conductor obligan a una reVisión de las inter-pretaciones del movimiento obrero . basadas en la sobrevivencia del Qaradigma leninista. Las diqcultades en torno a las esperanzas revolucionarias y los resultados concretos ya había obligado a reflexionar a Engels cuando escribía en la Introducción a "Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850": "La historia nos dio también a nosotros un mentís y reveló como una ilusión nuestro punto de vista de entonces.
• Investigadores en el Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. E. Rav!gnan! -PEHESA, Facultad de F!losofía y Letras, UBA y docentes en las Universidades Nacionales de Buenos Aires y de Mar del Plata.
Y fue todavía más allá: no sólo destruyó el error en que nos encontrábamos, sino que además transformó de arriba a abajo las condiciones bajo las cuales tiene que luchar el proletariado". La hipótesis de que el desarrollo capitalista conduce a una creciente polarización y oposición entre las clases, la idea de que al fin se produciría un enfrentamiento decisisivo sufrió al menos dos ensombrecimientos: en 1848 -a él hace referencia Engels- y hacia mediados del siglo XX cuando los procesos históricos siguieron un rumbo distinto al de la transformación revolucionaria.
Pero para los historiadores el problema no sólo estaba en el curso de la historia en la segunda mitad del siglo XX. Las dificultades en torno a la a licación de las categorías marxjstai_ en otros peno os históricos, en particular el siglo XVIII en Inglaterra, orientaron las reflexiQnes de E. P. Thompson @-X--Qttos historiadores b_rH.á.:vJc9s que habrían de dejar una huella profunda en los trabajos más recientes de historia social en la Argentina. Los análisis de los marxistas británicos
. ~~taban estrechaingl}J~!_elác_ig_ría~ dos con el análisis de la historia bas_'!_efo-eñ-Tai\Kli_a cte. ~Iases y realiza~ ro.riJ.~pQr~a11t_es contribuciones al
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desarrollo de la perspectiva históriéa conocida como "la historia desde abajo". La historia opuesta a la historia de las élites o de las ciases dirigentes que tradicionalmente caracterizaron los estudios históricos. Los historiadores marxistas británicos focalizaron en las experiencias, acciones y luchas de las "clases bajas" (Hilton y Hobsbawn en relación con los campesinos, Hill y Thompson sobre el "pueblo llano", Hobsbawm y Thompson sobre la clase trabajadora). Más específicamente estos historiadores trataron de trascender el determinismoecü'"-
· 'nómico n~·olucionar el probl~mé! de la relación base-superestructu_rn_ que dominó tambié~_i:l_l 11!.ª.!.~~fr10 desde sus comienzós (3). L~
-ción de los marxistas británicos en la argentinaL aunque con cierto retraso, fue amplia y el impacto en la producción histórica de los últimos años extendida. Hobsbawn, Williams y Thompson en primer lugar, Samuel y Jones en menor medida dejaron su impronta en una amplia franja de historiadores que con mayor o menor éxito se lanzaron a capturar la "experiencia" de los de "abajo" (4). Se asistió de algún modo a una explosión de -temas, períodos y problemas que acompañó, a su vez, una poco conocida profesionalización del campo que siguió a la transición democrática y a la apertura de las instituciones de producción científica como la Universidad y el Conicet de su primera etapa
En este artículo analizaremos la producción histórica soQ_r_~Jr.ª.!>ii.<l..: dores de los últimos d!~z¡i_ñQ_~_jQ_~alizando en~tg~q_ue hem_os de_nQminado casi pretenciosamen!_~la __
"nueva historia social" y dond_~ pueden advertirse varios f«:!!_§~enos convergentes: la influeri_¡;:i_<1..E_e los historiadores marxistas británicos y el aporte de otras disciplinas: la literatura, principalmente y en particular desde la crítica literaria, en menor medida la arquitectura con su abordaje de los problemas urbanos junto con la creciente profesionallzación del campo disciplinar fruto de una estabilidad institucional que habría estado prácticamente ausente por tres décadas
El estado, la clase dominante, la elite gobernante, los trabajadores se encuentran en el centro de conjunto de reflexiones que, desde diferentes perspectivas, aparecieron en los últimos diez años. Es cierto que los historiadores formados en el período previo y que habían realizado sus estudios en el exterior se insertaron en el país ya sea en centros de investigaciones más antiguos como el Instituto Di Tella, en otros de formación posterior como el CISEA o el CEDES o en las instituciones oficiales. Al mismo tiempo, otra franja, más heterogénea en sus experiencias formativas comenzaron a ocupar los lugares que los cambios políticos favorecían. De este modo el campo disciplinar re-armó sus códigos, sus mecanismos de legitimación (y de recusación), se renovaron algunas cátedras universitarias, los institutos de investigación se dinamizaron .Y las publicaciones proliferaron
En este múltiple contexto de crisis de los paradigmas de la ciencias sociales y de re-profesionalización del campo ¿cuál fue el curso de la historia de los trabajadores y cuáles los caminos no transitados aún?
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l. Rupturas y continuidades en una tradición
Las. indagaciones sobre el mundo obrero fueron ocupando paulatinamente el lugar que los primeros historiadores del movimiento obrero reclamaron. Los trabajos de militantes sindicales marcaron el rumbo de aquellas historias donde desfilaban organizaciones gremiales, congresos obreros y gestas de la lucha proletaria (5).
Como se ha señ.alado reiteradamente este modo de hacer historia pasó al campo académico donde se siguió produciendo en esa misma dirección aunque con un arsenal más sofisticado y mayor aparato heurístico. No obstante algunos cambios se anunciaban y cuando un gobierno elegido por la voluntad popular llegó al poder en 1983 se renovaron algunas expectativas individuales y colectivas y el tema de los estudios sobre trabajadores se dinamizó y multiplicó.
. Los interrogantes sobre el papel de los trabajadores como una fuerza política han orientado los estu-
-dios de los obreros organizados. Temas referidos a la autonomía de la clase, 1a-conc1ellc1aºCieciase-como elresultado de la acción~le~ida cieSd~_QeC l_l:'gar~~ra~_<1¡0~-1a acción del partido revolucion~lrio que dis~ñ._a_Qª_gLr>i@(1li_ma_l{!ninista _s_on~~~~~as~~-~obr_~}(l_que se e~tructuraron de una u otra forma ia mayoría ctelosf"iit)afüs, - - - ·· -
- }.a liiStOria sindical había trazado _los motivos de sus reflexiones }' delineado algunas polémicas. La "semana tragica" y su interpre"i:ación como modelo paiaTaa_c:ffÓf1 revoIucionaria_~f1ü__ql1e en losnaños se-
tenta concentrara la atención de ~--Pnz=Rock, 19 72) no se consti tl!Y._q_~!L~Lcen.Jro de nin_gún debªJe pese a la aparición del texto de Bilsky (Bilsky, 1984). Marcado por su propia experiencia política Bilsky interpreta los acontecimientos de enero de 1919 como el fin de una etapa insurrecionalista. Sin embargo la atracción de su investigación radica menos en esta interpretación y más en las perspectivas que deja abierta. Un mundo del trabajo más heterogéneo, los cambios en las tradiciones del movimiento obrero, las modificaciones en las relaciones gobiernotraba/adores durante los gobiernos radicales parecen constituirse en las claves para diseñ.ar un programa de investigación.
El peronismo y la gestación de una identidad de clase y tina·i~D.ti.dad política qu_~_pla~teaba el trabaJQ._p!.9_'lero_ de Gerf!!_an_LyJrnl:>íª2iQQ puesto en cuestión p_Q!_Mug_11isy Portantiero (Germani; 1966, Murmis y Portantiero. 1972) constituyen otro eje de ésta histo_r@_Q91ít~co institucional. La producción histórica sobre el peronismo se renovó con la aparición de un conjunto de libros que tienen como dato común el que fueran construidos casi paralelamente (Matsushita, 1983, del Campo, 1983, Torre, 1988, 1990) y entre los que se puede .incluir el libro de James puesto que no sólo realiza un análisis del lenguaje del peronismo sino que aborda también el papel de los dirigentes sindicales y sus relaciones con la política a la caída de Perón Oames, 1990) temas que habían sido tomados en las dos décadas anteriores por autores como Torre y S~nen
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González (1969), Rotondaro (1971), Cavarozzi (1979).
_I¿_polémica que se inició a partir de los trabajos de Germani y que se
- articuló alrededor del peronismo ~ una de las más fructíferas. Germani ponía el enfasis en los aspectos de ruptura gue la irrupción ma_:siva de los mlgrantes internos -que adherían al peronismo-desempefiaron en la gestación del nuevo mo·vimiento pohtico. Una "nueva clase obrera" venía a de~alojar a un.él "vieja" y poco conocida,1ª._escasa experiencia de los nuevos trabajadores que carecíanoe conóciffiie~tos y práctiQ!S organizacionales y se encontraban en ésfaao de disponib11TifacITuelüqué1es-pérmitió seguir el liderazgo de Perol)"'-El"pero-· nismo venía a significar, entonces, una fractura histórica que hacia fines de los afios sesenta comenzó a ser cuestionada enfatizando esta nueva corriente en el rol del movimiento obrero organizado en los orígenes del peronismo y discutiendo, básicamente, la diferenciación establecida entre obrer9s nuevos y viejos así como la relación entre sindicalismo y estado.
La mayoría de estos trabajos se enmarcaban alrededor de la idea de continuidad o ruptura, de racionalidad o irracionalidad, de autonomía o heteronomía. El estado actual de las investigaciones parece inclinar la balanza hacia las ideas en torno a la continuidad· existente en las prácticas sindicales en.tre _el período previo al a_dvenim.iento de _Perón y las que_~_c~n~Qlidan durante su gobierno, aunque es cierto que el texto. de Juan Carlos Torre (Torre, 1990) recoloca los términos de la ruptura eñla medida que_l_~s
trabajadores encuentran una iden·udad política, construyen una nueva tradición y una nueva simbolo: gía que los aleja, ciertamente~ de __ ~s prácticas políticas y sindicales tradjcionales practicadas por anarquistas, socialistas y comunistas.
El tema de las relaciones entre la clase obrera y el peronismo constituye una fuente permanente de estímulo a la reflexión de los historiadores, tal vez por la activa presencia que sus actores tenían y tienen en el escenario político nacional. Del conjunto de esa producción se destaca el texto de James Qames, 1990) porque ofrece "Uñareconstrucción
. integra-! del período 1946-197_6 abordando sugerentemente un amplio material documental integrado por las más tradicionales publicaciones oficiales así como entrevistas realizadas por el autor.
James coloca su atención en la noc1on de "experiencia" de Thompson y en el concepto de "estructura de sensibilidad" de Willlams como las bases explicativas gue le permiten analizar y trascender las interpretaciones sobre el fenómeno peronjsta. Explica a partir de la articulación del discurso de Perón y de la experiencia de los trabajadores el modo en que se conforma su identidad política y permite pensar la transformación del sindicalismo peronista en una fuerza política al,ltónoma con su expresión más acabada "el vandorismo" y a los dirigentes sindicales no como desviación de una legítima representación obrera sino como el resultado de la combinación de un pragmatismo vinculado a las instituciones y apelación a la lucha y a la acción directa. Desde una pers-
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pectiva q~e intenta pensar el lugar de la política en la vida de los trabajadores, analiza también al movimiento sindical combativo en los marcos de un dilema, diríamos permanente, para esos dirigentes: lograr consolidar las lealtades de sus propias bases a Perón con el enfrentamiento a los dirigentes enquistados en los aparatos del Estado.
El texto de James así como otros producidos en el marco de las fronteras nacionales se encaminan hacia una orientación similar. Dentro de la "nueva historia social"~~nfluyen en la historia de los trabajadores las influencias de la historiografía marxista inglesa en una vertiente que privilegia la noción thompsoniana de "experiencia" pero ~-e incluye lo que Gareth Stedman Jones denomina "lenguajes de la cla= se". En la perspectiva de Jones-éste tipo de análisis puede constituir el camino apropiado para explicar los problemas cotidianos de la experiencia política y social de los trabajadores lo que les permite, por otra parte, elaborar sus tácticas, sus consignas y resistir, re-construir sus tradiciones y reemplazarlas (6)
En los marcos de una historia político -institucional que debe repensarse una perspectiva interesante se abrió a partir de aquellos estudios provenientes de la historia social que han indagado sobre las relaciones de los trabajadores y el Estado (Suriano, 1988), la vinculación entre cuestión social, étnica y política (Falcón, 1987), o el análisis de movimientos políticos como el socialismo y el anarquismo así como aquellos aspectos relacionados con las condiciones de la producción y difosión de mensajes por parte de
algunas de las corrientes ideológicas mayoritarias en el seno del movimiento obrero y las bases de la conformación de sus adherentes (Viguera, 1991, Suriano, 1991).
Finalmente la historia del peronismo, como la de la clase obrera en su conjunto, ha estado demasiado centrada en lo que sucedía en los grandes centros urbanos y es poco lo que se conoce del proceso en el interior del país, pensado este proceso no cómo mero reflejo de lo que sucedía en Buenos Aires sino como el resultado de las articulaciones peculiares de cada región.
El movimiento combativo cordobés -que facilitó el desplazamiento del entonces presidente militar Juan Carlos Onganía- es el que está atrayendo la atención de algunos jóvenes investigadores que no sólo se centran en la explosión social que incluyó al movimiento estudiantil sino también en los centros de trabajo y en las prácticas que de ellos emergen (Gordillo, 1991, Brennan, 1992) y que otrora atrajeran la atención de Delich (1981) y Balvé {1979) entre otros.
2. La "nueva historia social"
Algunos de los trabajos mencionados hasta aquí se encuentran entre los que integran la "nueva historia social" argentina. En cuanto a los trabajos producidos en esta perspectiva son difíciles de clasificar y globalizar sus orientaciones.
Si pudiéramos establecer una caracterización general de la misma d~beríamos enfatizar su carácter fragmentario y disperso y señalar al mismo tiempo la influencia teórica
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de la historiografía marxista, en particular la inglesa, en el corpus más relevante producido en los últimos diez afios. Dado el carácter fragmentario de las bases teóricas, metodológicas y temáticas de esta producción la hemos agrupado alrededor de tres problemas: el referido al nivel o la calidad de vida de los trabajadores, a las relaciones de mercado y el de un cuerpo más heterogéneo en torno a los sectores populares y su experiencia (en el barrio, en la vivienda, en la fábrica).
2. a Calidady nivel de vida: las manifestaciones de un debate apenas enunciado.
La obra clásica de Panettieri (Panettieri, 1965) (7) describía en un tono fuertemente pesimista la situación de los trabajadores en el período de la inmigración masiva adhiriendo a una tesis acuñada hacia fin de siglo que señalaba como la situación de la clase obrera habría empeorado durante ese momento. Este trabajo sería in,cluido entre los interlocutores elegidos por otro historiad·or, Roberto Cortés Conde, s·urgido en el contexto de- la ~enovación temática y metodológica que la dinámica de la Universidad estructurada después del 55 impulsaría y la cooperación de organismos privados y nacionales consolidaría. Nos referimos al "Progreso Argentino" (Cortés Conde, 1979) donde se problematiza ese período de vertiginoso crecimiento de la economía argentina y de profundas transformaciones sociales. El autor analiza en uno de sus capítulos más
importantes la constitución del mercado de trabajo, sus características y, fundamentalmente, las razones de la atracción argentina de trabajadores europeos, en particular los italianos. El salario diferencial se convierte en la clave explicativa de esa atracción y la evolución del salario real en el eje de su polémica con autores como Panettieri, Williams, Buchanan y otros.
Para Cortés Conde el crecimiento de las exportaciones y de la riqueza se tradujo en una expansión del empleo que atrajo la inmigración y produjo un aumento del ingreso por habitante. La tendencia general era al incremento, en términos reales, de los salarios independientemente de las variaciones coyunturales. Dadas estas circunstancias la situación de los trabajadores argentinos no habría sido tan sombría como la que emergía del cuadro diseñado por otros autores. Por otro lado, partidario de la cuantificación hizo una lectura optimista de las transformaciones de la Argentina moderna y construyó las bases empíricas que -a su juicio- permitían demostrarlo. La medición de los salarios de una empresa como Bagley tornan dudosas las generalizaciones que puedan realizarse. Sin embargo no hubo. (ni hay aún) respuestas en los mismos términos que los planteados por Cortés Conde en relación al nivel de los salarios reales y que atienda a las diferencias regionales o a los cambios en los patro~ nes y niveles de consumo, en particular el de alimentos.
Al contrario de lo que ocurrió en Gran Bretafia donde el debate acerca de los resultados de la revolución industrial fue explícito y ocu-
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pó buena parte del siglo XX puesto que estaba en discusión la pertinencia o no del capitalismo (8), en nuestro país no hubo una polémica franca y abierta sobre las consecuencias del proceso de modernización finisecular. Aunque sí existieron posturas encontradas, y si la versión optimista de Cortés Conde intentaba ser más sólida que las impresiones negativas basadas en los testimonios cualitativos de Panettieri la aparición del trabajo de Leandro Gutiérrez (G utiérrez, 1981) sentó los ejes de la discusión sobre otras bases. Familiarizado e identificado con los textos de Hobsbawn y Thompson, quienes se ubicaban en la corriente pesimista del debate inglés, Gutiérrez colocaba en una clave problemática aspectos no dimensionados en el análisis de Cortés Conde: el peso de los períodos de desocupación en un país que se caracterizaba por un mercado de trabajo estacional, la inseguridad laboral, los niveles de consumo, las expectativas de una masa de trabajadores que habían compaginado la partida de su país de origen con la utopía de abandonar la miseria traducible en las expectativas de ascenso social (9).
Ciertamente las condiciones y la calidad de vida de los asalariados argentinos era el eje del artículo desplazando la noción más rígida de nivel de vida sustentada en la medición de los salarios reales. Sin desconocer cierta originalidad en el trabajo de Cortés Conde, Leandro Gutiérrez marcó claramen.te los límites de los aspectos cuantitativos (por otro lado parciales en la obra de Cortés Conde) para medir el bienestar de los seres humanos.
Dentro del tema de las condiciones de vida, en particular el relacionado con la vivienda, aparecieron en los afias setenta dos trabajos que posteriormente serían cuestionados desde la vertiente optimista. Nos referimos a las investigaciones que sobre la vivienda en Buenos Aires realizaro0:_ Spalding y en especial Yujnovskr_ (Spalding, 1970, Yujnovsky, 1974). Según este Ultimo las desigualdades entre oferta de vivienda y crecimiento de la población dieron lugar en la ciudad de Buenos Aires a un proceso convergente de crecimiento de los valores de las tierras urbanas y a un encarecimiento de la vivienda que afectaba particularmente a los asalariados. Hacinados en los conventillos, en una precariedad alarmante, incluso para los contemporáneos, los trabajadores estaban indefensos ante propietarios y rentistas dado que el Estado no articuló una política en ese orden.
El tema de la vivienda fue uno de los aspectos más estudiados y se extendió hacia otras ciudades litorales como Rosario y al interior (Hardoy, 1984, Liernur, 1984, Armus-Hardoy, 1990, Ballent, 1990, Prieto, 1991). Claro que es justo sefialar que la obra pionera de Scobie colocaba los problemas referidos al crecimiento urbano en la mesa de cuestiones problemáticas siendo su libro sobre la ciudad de Buenos Aires fuente de inspiración de algunos de los trabajos mencionados (Scobie, 1977). La perspectiva pesimista hasta aquí señalada se halla presente también en el estudio de la original huelga de inquilinos de 1907 en Buenos Aires. El costado novedoso de este trabajo reside en
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la caracterización del conflicto como un movimiento de consumidores (Suriano, 1983-1984).
En el problema de la vivienda no faltaron Jos continuadores de Ja obra de Cortés Conde. Francis Korn y Lidia de Ja Torre (1985) escribirían un artículo que se ubica en el campo optimista. Discutiendo con Yujnovsky buscan demostrar que finalmente Ja experiencia argentina no fue tan poco exitosa para muchos inmigrantes que se transformaron en propietarios y buscaron, recurriendo nuevamente a información cuantitativa demostrar que el desfasaje entre oferta habitacional y población eti' la ciudad de Buenos Aires no fue de la magnitud planteada por autores como Yujnovsky, y sostenían que se había producido un incremento en el número de propietarios y que las viviendas precarias y transitorias cedieron ante Ja solidez de las construcciones. Las autoras intentaron demostrar que los inmigrantes que llegaban a Buenos Aires hacia el Centenario llegaban a una ciudad donde "la pulcritud de las calles, la regularidad y la insistencia del servicio de limpieza, recuerdan a ciertos pueblos alemanes ... ' y donde se nota 'el admirable esfuerzo de la Municipalidad para sanear y embellecer Ja ciudad, para crear en su seno de ladrillo y hierro, un oasis de verdura y sombra que la naturaleza no le ha dado'" (Korn y de la Torre, 1985, p. 246). Esta conclusión pudo ser alcanzada con la tosudez de quien se niega a aceptar la distancia entre el discurso de los funcionarios municipales y su práctica o la convicción que la mera comparación de los metros cuadrados construidos y el
aumento de la población en un período determinado dicen algo de la desigual distribución de la población en el área de la ciudad y de los accesos diferenciales a las viviendas construidas.
Las discrepancias historiográficas sobre las condiciones y la calidad de vida en la Argentina entre 1880 y 1914 tuvieron estas pocas manifestaciones y en los últimos años los aportes parecen haberse adormecido. La falta de un debate franco y abierto sobre el tema ha cercenado la posibilidad de enriquecer la historia de los trabajadores, ya sea en sus aspectos cualitativos o en la visión del proceso en su conjunto y el futuro de la controversia depende de una nueva serie de investigaciones así como también que sus protagonistas asuman y debatan sus posturas.
2. b Las reladones de mercado
Es escasa la literatura histórica que aborde esta dimensión del análisis de clases que permite, por otro lado, distinciones entre la teoría marxista y weberiana clásicas sobre el problema y las versiones más recientes. ·En las versiones clásicas Marx sitúa la división central de las clases en las relaciones de producción mientras que Weber las define según el acceso diferencial a las recompensas del mercado. Marx concibe la producción como una estructura objetiva de relaciones entre clases, Weber analiza los motivos y las estrategias de la gente de acuerdo a como pugnan por aumentar su participación en los beneficios sociales. Marx po-
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ne el acento en la explotación y por eso enfatiza las relaciones de producción alrededor de las cuales se produce una polarización entre explotadores y explotados, para Weber hay una multiplicidad de demandas de los grupos organizados que luchan, precisamente, por conseguir un acceso privilegiado al mercado. Marxistas y weberianos se defendieron y atacaron mutuamente, sin embargo los desarrollos recientes han tendido a diluir las especificidades en las perspectivas de cada uno pero los teóricos marxistas tuvieron una mayor apertura hacia las concepciones weberianas. Estas conceptualizaciones han in-
. fluido· en los análisis que sobre la formación y características del mercado laboral se hicieron para la Argentina.
_ª-_mercado cons!!_t1:!Y~ (!l eje del libro de Roberto Cortés Conde. Sin duda para él (como paraTatradición weberiana) en las economías modernas la situación de mercado constituye un principio decisivo de la diferenciación de clase, y la Argentina fue definida como "Moderna" por las profundas transformaciones que se operaron en el país. Pero su análisis está demasiado constreñido a los términos del mercado. En el "Progreso Argentino" el autor se detiene en la formación del mer¡:ado laboral en un país caracterizado por una crónica escasez de brazos que se reflejaba en el mercado por la inelasticidad de la oferta, la poca movilidad y los altos salarios. La expansión económica produjo, para el autor, una modificación sustancial de la situación. En principio la expansión de la red ferroviaria permitió el desplaza-
miento de la mano de obra excedente (no importa por qué causa) de una provincia a otra donde era necesaria y por consiguiente mejor pagada_. El costo, la regularidad y seguridad de los viajes impulsaron la movilidad de los trabajadores aunque fueron insuficientes para dotar de elasticidad a la oferta. La población nativa era insuficiente y la respuesta más rápida provino de la inmigración. Nuevamente los factores tecnológicos permitieron este traslado. La navegación regular, segura, más corta y más barata facilitaban el movimiento de unos cuantos miles de trabajadores que convertidos en golondrinas podían pasar a las cosechas en el hemisferio sur luego de realizadas las del norte. Esta ampliación del mercado era un fenómeno nuevo y la expansión de la economía (la demanda) respondía rápidamente a las nuevas condiciones de la oferta. Más allá de las características del mercado señaladas por C. Conde (existencia hasta fin de siglo de una demanda excedente provista por la población extranjera que se modifica en uno de oferta excedente en la primera década del siglo XX, una compensación automática en los desajustes entre oferta y demanda de mano de obra por los desplazamientos de la misma o la suspensión de los flujos migratorios, lo que llama la atención de este texto es la _eoca atención que se presta a la dimensión social. Dimensión que tendrán un lugar en el trabajo de_ Ofelia Pianet-
_!.Q_ (1984) donde buscando alejarse de las explicaciones tradicionales que enfatizaban lo ideológico-políjJco en las protestas obreras trata de establecer las relaciones existente-s
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entre el funcionamiento del merca. do de trabajo y la acción sindical.
Pero el libro que mejor refleja los cambios operados en los análisis contemporáneos de las clases es el de Sábato-Romero (1992). La "expe
-rienda del mercado "es eCsubtítulo de un libro que se refiere a un período poco estudiado como el de la
·temprana formación de la clase trabajadora (1850-1880) en la Argentina. En la conformación de los trabajadores de Buenos Aires se advierten varios elementos significativos en el análisis de los autores: el origen difuso de los trabajadores provenientes e! la población gaucha, algunos esclavos liberados e inmigrantes, la formación de un mercado laboral altamente homogéneo que no significó la descualificación de los trabajadores calificados (en otros países se explica por la desaparición del trabajo artesano) (10), el impulso a las ocupaciones "autónomas", la existencia de .una clara segmentación por sexo existente en el mercado y, desde una perspectiva global, el impacto de las exportaciones rurales en la creación de oportunidades de empleo tanto en el campo como en la ciudad. Pero son los resultados de la "experiencia del mercado" los que hacen de. esta interpretación una lectura de las dimensiones sociales. La conformación de un espacio autónomo de trabajo reforzó las percepciones de
_las posibilidades de ascenso social y la creación de una fuerza de tr9bajo ocasional, muchas veces inestable pero atraída por los salarios, con affosnfVeles de inestabilidad delineó el poco interés de los trabajadores E_ara el logro de mayores habilidades y destrezas por medio de la edu-
-~ y amortiguó las acciones d~ protestas. Es esta imagen donde los conflictos parecen diluirse la que resulta poco convincente porque las manifestaciones de tensión -aunque no fueran cuantitativamente significativas- daban cuenta de los desajustes que el proceso de modernización producía(l l).
2. e Los sectores populares y la "experiencia" de los trabajadores.
_Sobre la producción más reciente, aquella en la que confluyeron investigadores que habían iniciado su experiencia cultural hacia los a11os sesenta y quiénes la realizaron bajo el signo de la última dictadura mi.litar en ámbitos tan variados como los grupos de estudios, los centros privados o el viaje cultural que acampanó la experiencia de quienes por diversos motivos continuaron su formación en el exteri_or,_119 tiene un común denominador aunque puede adve~!i.rse en muchos de los trabajos que constituyen· es{! conglomerado la influencia "de la corriente denomiñac:ra"cüiforaTis~ ta", que reconoce los aportes historiográficos de Th.ompson o Williams por mericiónar sólo algunos cteeTIOs. El concepto de "experi_~ricia" de Thom_Qson, 1ª-º11!11ra como campo de tensión según Hall o la historia "desde abaio" y_ia historia de la "gente común''-susteni:a_~_F9r Samuel han dejado su impronta en una producción heterogénea por los temas y los problemas que aborda. Ha permitido también la acunación de una nueva categorfa:- los sectores populares que,- aunque más inclusiva, desdibuja l~_f1_QQÓn g~
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das~ aún fa que emerge de aquellos textos que indujeron a diseñarla (Romero, 1987, 1988). La categoría de sectores populares, que incluye a los trabajadores, se ubicó en el centro de una controversia que no alcanzó a convertirse en debate. En primer lugar porque no estaba claramente planteado y en segundo término porque quiénes lo impugnaban lo hacían desde el poco claro pero seguro lugar de la denuncia y no a partir de un cuerpo de investigaciones que lo sostuvieran.
La cuestión de quiénes son los sujetos históricos estaba en el centro de éstas reflexiones. Los sujetos
. colectivos en particular las clases habían sido colocadas como centrales por el paradigma del marxismo. Pero es cierto que _haymu1tii:>Tes lecturas de Marx y una de las reacciones contra el estructuralismo de Althusser coloco el aceñto en el 5=ampo de las represe"ilfaciOnes, de las imágenes, de los valores y en las fOCTñas"CülturaTes. En cualquieri.de esas nuevas versiones tanto el campo de las realidades materiales como sus dimensiones simbólicas constituyen un hecho lnescindible. Los marxistas ingleses no colocaron como un motivo problemático el concepto de clase sino que trataron de explicar las maneras en· que las experiencias individuales y colectivas procesan las situaciones materiales como las culturales y explican la sociedad de la cual surgieron y a la cual contribuyeron a realizar.
Quienes acuñaron el concepto de sectores populares partieron también de la idea de explicar la sociedad pero, buscando recortar un suleto que diera cuenta de las complejidades del proceso de con-
formación de los sujetos sociales , alumbró una categoría que en s~ uso fue desdibujando el rostro de los trabajadores y las complejidades de su experiencia cuando quedaron subsumidos en los análisis empíricos concretos por las élites letradas o sus capas más acomodadas. Sin embargo la mayor parte de los estudios que pueden incluirse en esta heterogénea nueva historia social fueron estimulados por algunas de las reflexiones de quienes cultivaron la categoría de "sectores populares".
¿Cuáles fueron los problemas agendados por la nueva historia 'social? El relativo a las condiciones de vida, en particular los vinculados con la vivienda popular se encuentran ampliamente reflejados en numerosos artículos, en cambio la salud de vastos sectores de la población o los niveles de consumo no tienen la misma atención.
La conformación de una cultura barrial y los mecanismos que la sustentaron (Romero-Gutiérrez, 1987, González, 1990) se ha multiplicado en trabajos puntuales aún en curso que dan cuenta de las transformaciones operadas desde la década del veinte en la ciudad de Buenos Aires. Es en este campo de las dimensiones culturales y la construcción de identidades donde los influjos de la crítica literaria han sido fructíferos. La literatµra de ensoñación expresada en las novelas semanales ha sido estudiada por Beatriz Sarlo (1985) quien desmenuza una escritura cuyas destinatarias principales son las mujeres y su libro más reciente (1992) sobre la "imaginación técnica" da cuenta de una producción literaria que difunde saberes
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que alcanzan una proyección distinta en la década del veinte y del treinta. Respecto al tema de las identidades un tópico en el período formativo de la argentina moderna ha sido abordado por Adolfo Prieto (1988) en un libro que no sólo muestra la ampliación de los campos de lectura fruto de la escolarización obligatoria impuesta desde el Estado sino centralmente la difusión de la literatura criollista y su funcionalidad para diferentes sectores sociales. Para los sectores populares -dice Prieto -la literatura criollista de fin de siglo significó una forma de q~lización ya que proveyó símbolos de identificación y afectó las costumbres puesto que reprodujo una atmósfera rural que parecía garantizar el sentimiento de nacionalidad, importante para sobrevivir en la confusión del mundo cosmopolita. El criollismo se instaló también en el carnaval y sirvió para controlar las tensiones desatadas por el proceso de modernización. Sirvió también para reafirmar el carácter nacional y discutir quién tenía más derechos de pertenencia a la nación. Por parte de la burguesía el criollismo fue objeto de cultura y reelaborada para el público letrado. De modo que el criollismo tenía una triple significación: para los criollos constituía un medio de defensa frente a la inmigración, para éstos expresaba su voluntad de asimilación y para los cultos constituía un producto cultural que debía ser observado y que exigía una respuesta.
La cuestión de la identidad es el tema central en este período donde se advierte un complejo proceso de confluencia de la construcción de
una identidad nacional, de una identidad de clase, y hasta de una identidad "étnica" y de "género" amalgamadas, sin duda, en un movimiento marcado por constantes interrelaciones.
La construcción de una identidad nacional trasfondo sustancial en el libro de Prieto ha sido desarrollado también desde la mirada que el Estado realiza del problema. Los trabajos de Bertoni (1992) sobre la conformación de un panteón de los héroes por parte de las autoridades educativas y la problematización de la cuestión de la ciudadanía se integran con otros trabajos prov¡mientes de los estudios más específicos sobre la inmigración que permiten abordar un tema planteado ya por el viejo Sarmiento cuando se interrogaba obsesivamente sobre el qué somos, sobre la condición de argentinos.
Son precisamente los trabajos sobre el fenómeno inmigratorio los que ciertamente han tomado la cuestión étnica (12) como el eje de sus investigaciones, en particular el conjunto de artículos publicados en Estudios Migratorios Latinoamericanos. Son ellos qúienes al tomar los planteas pioneros de Baily (1982) .intentaron realizar una lectura de Gino Germani que pusiera en discusión la versión clásica elaborada por él hace casi treinta ai'los. Est;:i versión, que se basaba en las corrientes sociológicas anglosajonas, privilegiaba los conceptos de equilibrio y funcionalidad y hacía hincapié en que el punto final del recorrido de la población inmigrante era su asimilación en la sociedad receptora como parte de un proceso de homogeneización de
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la sociedad que crecientemente se modernizaba.
Decía Germani " ... la fusión de los distintos componentes argentinos y extranjeros en una unidad nacional relativamente integrada ... es lo que pareció emerger tras sesenta años de casi ininterrumpida inmigración masiva" (Germani, p. 205) y agregaba " ... es necesario distinguir todo el período que duró la inmigración masiva, hasta 1930, del período posterior hasta 1947 en que prácticamente no hubo inmigración. En el primero, los inmigrantes construyeron sus propias estructuras -tanto en lo que se refiere a organización formal o informal -ya que sin duda existían. uno al lado de otro sistemas de estratificación especiales para cada nacionalldad. Se constituyó así una estructura pluralista en estas esferas y cuya existencia durante un largo período parecía a juicio de muchos, poner en peligro la integración de la sociedad" (p. 207). La cita nos parece significativa porque da cuenta· de que el fenómeno del melting pot hay que estudiarlo inscripto en un período largo de tiempo lo que no excluye la existencia de un pluralismo en el momento de la mayor afluencia de extranjeros. Desde el momento en que las ideas de etnicidad, pluralismo o diferencia cuestionaban y desplazaban la noción de asimilacionismo y que los paradigmas clásicos de las ciencias sociales comenzaron a ser cuestionados produciéndose una fragmentación se facilitó también el abordaje de diferentes grupos étnicos.
No estuvo al margen de este cambio el estudio de las migraciones y de los grupos étnicos realiza-
dos en Europa y particularmente en países como Estados Unidos y Canadá que intentaban recuperar los sujetos sociales y su conciencia y para los cuales los datos censales globales o las designaciones genéricas de español o italiano no alcanzaban. Diferencias regionales, experiencias, vinculaciones con la comunidad de origen y nuevas prácticas en la sociedad receptora abrían nuevas perspectivas y éstas no tardaron en llegar a la Argentina.
La mayor parte de los trabajos sobre el fenómeno inmigratorio y más precisamente sobre la "cuestión étnica" se han visto circunscriptos a los estudios de las comunidades, italianas en primer lugar y mucho más recientemente la española. Cerrados alrededor de la organización de las asociaciones de ayuda mutua es recién en los últimos años que comienzan a plantearse cuestiones vinculadas al complejo proceso de la construcción de identidades.
Pero específicamente sobre los trabajadores es poco lo que han aportado estas investigaciones. En este campo un problema crucial reside en analizar cómo se resolvieron las tensiones entre una identidad étnica que se construía en el país receptor a expensas de las identidades regionales que constituían la base de la experiencia en el país de origen (podría ser el caso de los italianos) y una identidad de clase e incluso una identidad nacional que incluye el tema de la ciudadanía.
Las exploraciones realizadas por Ricardo Falcón (1987, 1992) apuntan a estudiar las relaciones entre la cuestión étnica y el movimiento
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obrero entrecruzando esta dimensión con la cuestión social y el regimen político focalizando en primer lugar en el espacio que para las propuestas anarquistas y s_ocialistas ocupaba esta dimensión. En segundo término aborda la tendencia a identificar grupo étnico con determinadas categorías ocupacionales en una dirección similar a la de Guy Bourde (1977) señalando al mismo tiempo la existencia de una escala jerárquica de determinados grupos dentro de la masa de trabajadores y su insistencia con la estructuración de un movimiento obrero en la ~rgentina. Argumen~~do alrededor de los
casos de Buenos Aires y Rosario los planteos son de carácter general y en estrecha vinculación con zonas transitadas por autores que han estudiado el proceso de inmigración y su vinculación con el de urbanización. De modo que los interrogantes permanecen planteados al menos en dos direcciones que de ningún modo pueden ser vistas como contradictorias sino como complementarias: ¿cómo afectó el problema étnico al proceso de formación de las clases? ¿Qué papel jugaron en el proceso de integración de la masa de trabajadores inmigrantes? o ¿cuál es el papel que jugaban las diferencias étnicas en el lugar del trabajo no sólo en los momentos en los que emerge el conflicto de manera abierta sino en la experiencia laboral cotidiana? Y más estrictamente ¿esas diferencias de orden étnico que cruzaban a la sociedad en general se reflejaban al interior de las fábricas y cuáles eran sus manifestaciones y consecuencias?
En la primera dirección los traba-
jos de Gandolfo (1992) en torno a los italianos intentan mostrar romo las sociedades étnicas representaron una alternativa moderada al movimiento obrero militante. Para el autor el mutualismo étnico y el sindicalismo obrero cosmopolita coexistieron en una compleja relación de complementariedad y competencia. Pero al señalar la existencia de conflictos intra-étnicos que se daban por ejemplo entre inquilinos y propietarios o entre patronos y obreros las diferencias étnicas parecen licuarse en el lugar de trabajo, al menos en el último caso, dando paso a las tensiones producto de la desigual ubicación en el proceso productivo. En oposición, el trabajo de Bilsky al abordar al trabajador de origen judío en la argentina parece más convincente en su desarrollo y conclusiones. En primer lugar se trata de un grupo claramente diferenciado y localizado aunque el barrio en el que se asentaron no llegó a transformarse en un ghetto. En segundo lugar al abordar los problemas intraétnicos coloca en un lugar privilegiado las tensiones entre trabajadores y patrones judíos y la élite comunitaria. Elite que por otra parte acepta a los militante-trabajadores como un elemento social perturbador no diferenciándose, en este aspecto, de la elite gobernante. El caso estudiado por Bilsky es bastante particular por el escaso número de los obreros judíos y porque ellos parecen encuadrarse más claramente en el concepto de grupo étnico.
No se orientan en la misma dirección los estudios de trabajadores ubicados en determinadas ramas de la producción industrial y el examen de los estudios mlcrohistóricos
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(Lobato, 1992). En estos casos los problemas inherentes al trabajo y la solidaridad de clase se alzan por sobre las diferencias de origen. En efecto, el examen de un caso como el de los trabaf adores de la industria frigorífica (Lobato, 1988, 1990, 1992) coloca en un plano relevante los inconvenientes de una generalización que oculta las diferencias existentes en distintos momentos históricos y espaciales. Las primeras décadas del siglo están marcadas por un fuerte componente inmigratorio dentro de la población argentina. Por cierto los estudios sobre ese proceso de transformación de la sociedad marcan los desajustes de vínculos e identidades dentro de los sectores populares. Pero ¿cómo estudiarlos en ámbitos más restringidos como los espacios laborales?. Los registros fabriles de Swift, Armour y The Patent Knitting Co. (una hilandería mediana de la localidad de Berisso) no dan cuenta de peleas u otras manifestaciones de tensión protagonizadas por argentinos y extranjeros o entre diferentes grupos nacionales. De modo que la etnicidad parece diluirse al menos en el plano de los conflictos. Creemos, sin embargo que se debe prestar atención a las experiencias acuñadas en los países de origen y su procesamiento en el nuevo pues como dice Hobsbawn todos los inmigrantes de primera generación tenían la vista vuelta hacia atrás tanto como hacia adelante. Los problemas de integración de los nuevos grupos inmigratorios en particular al trabajo industrial han sido enfatizados en numerosos trabajos, y en la Argentina fueron una fuente de tensión en los grandes establecí-
mientos como los cárnicos, en par- . ticular en las primeras décadas del siglo.
La experiencia del trabajador inmigrante ocupó el grueso de una bibliografía que no prestó la misma atención a la rica problemática de la cooptación de masas de trabajadores indígenas que eran incorporados a la producción industrial, o más claramente agro-industrial, en condiciones que en nada se pareáan a las caracterizadas como modernas. Unos pocos estudios han tomado en cuenta esta dimensión (Santamaría, 1986, Iñigo Carrera, 1987) y el mayor atractivo consiste en la propuesta de diálogo disciplinar {historia-antropología) en el "análisis de las sociedades latinoamericanas donde el conservadurismo cultural de las poblaciones campesinas es, por encima de todo, manifestación tenaz de una reticencia histórica a la aculturación, en lo que ello significa como sistema social de dominación-explotación" (Santamaría, p. 358). Es, entonces, a partir del análisis de los protagonistas del conflicto cultural que se puede explicar que junto a las representaciones mentales sobre el mundo del trabajo de la llamada sociedad occidental existen las correspondientes a un recolector chaqueño o un campesino del área andina y que cuando chocan no sólo aparecen los elementos del conflicto cultural sino también las interpenetraciones, las reelaboraciones, los nuevos significados que emergen de esa experiencia.
Otra cuestión de importancia agendada por la nueva historia social es la relativa a la historia de las mujeres con su mutación hacia la
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historia de su sexualidad, de su vida cotidiana. El campo es vasto e incluye las construcciones discursivas de las ideologías dominantes en el movimiento obrero como el anarquismo (Barrancos, 1990), las experiencias de una mujer obrera y su discurso Oames, 1992), las experiencias en la fábrica (Lobato, 1990, 1991) y fuera de ella (Feijóo, 1990). La práctica de quiénes buscaban rescatar el protagonismo femenino fue colocar a las mujeres a Ja par que los varones como agente del cambio histórico y como objeto y sujeto de investigación. Peto dentro de las nuevas historias del trabajo y pese\~ la apertura de inéditos campos de estudios se permanecía, como en Ja más tradicional, impermeable al debate acerca de la mujer en la fuerza de trabajo o al rol de la misma en el dcsarro.Jlo del capitalismo.
Sin temor a equivocarnos podríamos decir que los historiadores del trabajo, en particular de las áreas urbanas, siguen ignorando a las mujeres trabajadoras aunque constituyan un grupo mayoritario del sector que se encuentra bajo estudio, y la producción histórica presta escasa atención a las investigación que se encuentran bajo la clasificación de "mujeres". ¿Por qué Historia del Trabajo e Historia de Mujeres se ignoran mutuamente? ¿Por qué aparecen como ámbitos independientes cuando tienen intereses en común y pueden reforzarse mutuamente? Los vacíos y el divorcio que se mencionan son el resultado de varias cuestiones convergentes. Prejuicios arraigados entre los historiadores, la naturaleza de las fuentes y los modos en que se
ha encarado Ja investigación por parte de las mujeres historiadoras quienes se han concentrado en las historias de mujeres ubicadas en el sector rural, en los temas referidos a la familia o al de la dote y la familia para el siglo XIX prestando poca atención a los rasgos que asume el trabajo tanto en los ámbitos rurales como en la industria. Y en aquellos casos que se aborda la inserción de las mujeres en el trabajo fabril la constatación de que el hogar es el lugar privilegiado para la mujer va acompafiado de una visión de las fábricas como maquinarias infernales, devoradoras de seres humanos, donde mujeres y nlfios fueron las víctimas más desgraciadas de esas voracidad.
De modo que ausentes de la historiografía argentina sobre trabajadores las mujeres se transformaron en un tema privilegiado por quienes desde diferentes disciplinas (sociología, antropología, economía) estudiaron y discutieron la posición de la mujer en la sociedad, el trabajo invisible y no remunerado vinculado a la reproducción de la fuerza de trabajo y los niveles de participación en el proceso generador de bienes relacionados con la industrialización, y más recientemente en su intervención en las "gestas heroicas" del movimiento obrero organizado.
Algunos de estos trabajos abordan el problema de la participación femenina en la fuerza de trabajo y la miden vía la información censal favoreciendo una lectura global del nivel de integración de las mujeres en la actividad económica y del tipo de ocupaciones que desempefian, en particular en las áreas urba-
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nas. Otros apoyándose en las vinculaciones entre trabajo doméstico y trabajo asalariado, o dicho de otro modo, entre la esfera pública y la privada o entre el ejercicio de la ciudadanía y el papel sexual incursionan en el estudio de la dimensión del trabajo doméstico y extradoméstico entre las mujeres de sectores populares Oelin, 1978, JelinFeijóo, 1980). Las investigaciones históricas se bifurcan entre aquellos que aluden a la partidpadón femenina en los marcos. de estudios globales referidos al proceso de constitución de un mercado laboral, sus transformaciones y características, ubicando los bolsones de empleo para las mujeres (Sábato, 1985, 1992, Kritz, 1985, Palomino, 1988), aquellas otras que destacan su participación en algunos movimientos de protestas y las que rescatan a quiénes descollaron en el ámbito científico, político o cultural.
Con mayor o menor éxito es:tos: trabajos contribuyeron a colocar el tema de la mujer como un campo particular de estudio. Abríeron un camino que se está expandiendo con nuevas y matizadas reflexiones (13) y que, seguramente, permitirán superar aquellas visiones que descuidan las .complejidades de una sociedad donde la mujer es sólo una parte y, que en más de una oportunidad impiden ver el doble movimiento de confllcto y complementariedad que existe en las relaciones entre hombres y mujeres. Complejidad y conflictividad que emergen más claramente cuando la mujer se incorpora al trabajo extradoméstico (Lobato, 1990).
Las historias del trabajo, en cambio, pasan por alto campos de expe-
riencia donde la activa participación de las mujeres en los movimientos de protestas o en la organización sindical (o su ausencia) sean vistos de manera más extensa y compleja, contemplando las vicisitudes de ra vida cotidiana, la existencia o no de un doble trabajo, las incertidumbres o las aspiraciones de las gente. Más aún, atendiendo también a las diversas formas en las que puede expresarse el conflicto Iaboral y prestando atención a fa variedad de comportamientos que involucran tanto a las posibilidades de resistencia del trabajador como a las estrategias empresarias: y, como decía anteriormente, a la generación del consenso que facilita Ias relaciones del trabajo.
Si una virtud de la nueva historia social residía en la ampliación temática y metodológica en el caso específico de las mujeres eUo permitió abordar zonas poco transitadas en los estudios anteri.ores. La constitución de la familia, la sexualidad y su debate al interíor del movimiento anarquista son los temas inicialmente contemplados. Pero si su limitación en el contexto más general del abordaje del mundo del trabajo lo constituye la escasa atención al lugar de trabajo en el caso de las mujeres esas dificultades se multipllcan. Cualquier abordaje de la dinámica del proceso de trabajo debe dar cuenta de que además de la división social y técnica del mismo sefialada por Marx existe otra división del trabajo que atiende a la diferencias de acuerdo al sexo y a ta raza. Las clara separación entre trabajo masculino y femenino obligan a un examen de uno de los componentes claves del proceso de trabajo
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como lo es la distribución de las calificaciones o las modificaciones en la organización laboral o los efectos de las nuevas tecnologías sobre el trabajo de hombres y mujeres. De modo que sefialadas estas dificultades es necesario analizar de que manera la creación y reproducción de trabajos masculinos/femeninos está organizada a través de las construcciones sociales en torno a los roles masculino y femenino y a la desigual distribución del poder entre los sexos. La presencia de las mujeres en el mundo del trabajo constituye un fenómeno complejo, a veces ambi.z.,~o, otros contradictorio. En su báse se encuentran las cuestiones relacionadas con los rol es productivos pero se conecta también con las visiones que del papel de lo masculino y femenino se tiene en la sociedad. Un examen de estas cuestiones puede contribuir a establecer un puente necesario entre historia del trabajo e historia de mujeres que la nueva historia social todavía no ha producido.
El camino de la infancia y el trabajo ha sido transitado escasamente. La existencia de nifios trabajadores es una realidad presente y pasada que ha sido esbozada en un trabajo que constataba la conformación de un mundo del trabajo infantil en la ciudad de Buenos Aires (Suriano, 1990) y que trabajos más recientes están ampliando al mundo de la infancia en su conjunto (Ciafardo, 1992).
Como se ha sefiala,do. hasta aquí los temas son tan amplios y diversos que podría afirmarse que el movimiento delineado por esta producción historiográfica ha ido de la hi~toria de los trabajadores a la his-
toria social. A partir de esta constatación la historia del trabajo en la Argentina debería orientar su rumbo en la dirección de focalizar sobre algunos aspectos escasamente privilegiados en este camino.
3. Recuperar al sujeto y una visión totalizadora
Si la nueva historia social ha producido un estallido de temas, problemas y abordajes ¿cuál es el rumbo que la historia de los trabajadores requiere en éste nuevo contexto de creciente profesionalización de la disciplina?
En primer lugar hay algunos vacíos historiográficos que llenar. Los Interrogantes sobre las ideas de los empresarios en torno a la forma de organizar el tiempo y el esfuerzo de los trabajadores continúan siendo una incognita. El examen del trabajo en la Argentina reclama un colocación y un análisis centrado en aquellos tópicos que pueden dar cuenta de las habilidades, destrezas y comportamientos de los trabajadores como de los engranajes de los que forman parte y de las relaciones que se establecen. Parece necesario indagar desde una perspectiva histórica algunos tópicos que la sociología industrial ha delineado: la relación existente entre organización técnica y humana del trabajo, las formas del conflicto y la cultura que se gesta en los ámbitos laborales, la forma en que se construye el ciudadano industrial o, mejor aún, el ciudadano-trabajador. Es posible que al buscar delimitar la experiencia de la gente no sólo por sus factores externos (hogar, barrios, con-
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sumo) la explicación sobre los mecanismos por los cuales los trabajadores se constituyen como miembros de una clase y como individuos permita recuperar al sujeto mismo: los trabajadores.
En esta amplia zona aún por explorar son varias las direcciones a seguir: el examen de diferentes grupos de trabajadores (tanto los organizados como los no org¡mizados) puede dar cuenta de un fenómeno mucho más complejo que el que se mira tras el homogéneo de obrero fabril (Lobato, 1990, Lobato-Rocchi, 1991). El estudio de diferentes ramas industriales seguramente permitirá conocer con mayor precisión las bases conceptuales con que los empresarios organizan sus empresas y las formas en que los trabajadores aceptan, rechazan o modifican esas propuestas. Dirán mucho también sobre la tecnología y las relaciones sociales implícitas en su utilización y difusión.
Tradicionalmente los estudios sobre trabajadores se han concentrado en éstos pero las pretensiones de los empresarios y sus sistemas de valores resultan tan útiles. como los que sustentan los asalariados. para entender la conflictividad (o no) de sus relaciones.
Del mismo modo ta constitución de ámbitos especificos relacionados con ta organiizadón del trabajo, la formación de los especialista laborales y su grado de inserción en las instituciones públicas y privadas se orientan a una comprensión global de la dinámica laboral, de sus transformaciones y de sus permanencias.
En todos los casos hay que estar lo suficientemente alertas para in-
CO"IJOrar dos elementos fundam.en-. tales para la comprensión de Ia dinámica constitutiva del proceso de trabajo y su transformación: las diferencias étnicas y las de sexo (género).
En la sociedad contemporánea las preguntas alrededor de los·problemas sobre la productividad y las transformaciones en los procesos de trabajo llaman la atención de economistas y sociólogos. La perspectiva histórica permitiría comprender en toda su amplitud este complejo proceso. Una vuelta al lugar de trabajo favorecería entonces una mirada mas detallada no sólo sobre los trabajadores industriales sino también sobre el conjunto de los asalariados al abordar las formas y condiciones de trabajo que afectan al sector servicios y a las capas de profesionales.
Pero el esfuerzo mayor se bifurca en dos direcciones. Por un lado es necesario repensar Ja historia de los trabajadores buscando integrar los aportes de la nueva historiografía en una visión globalizadora de los procesos históricos. Por el otro la historia político institucional debe incorporar un examen de la constitución de un ámbito público de los trabajadores, de sus mecanismos de acción, de las formas con que buscan moldear a sus bases los dirigentes gremiales, de su vinculación con las fuerzas políticas. Debe también recuperar las cuestiones: abordadas por la nueva historia social que ha excedido los marcos de una historia contributiva y de las visiones esencialistas de la ciase obtera (14) puesto que ambas sólo alcanzan para rescatar del olvido algunos pocos acontecimientos pero son in-
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Notas l. La producción histórica sobre los tra
bajadores argentinos ha sido objeto de varios análisis específicos o integrados a visiones del conjunto latinoamericano. Pueden consultarse entre los primeros: Héctor Cordone: M Apuntes sobre la evolución de la historia sindical en la Argentina. Una aproximación bibllográlka•, en Boletín CEll., Año X, No. XVI, diciembre de 1987, Luis Alberto Romero - Leandro Gutiérrez: •Los sectores populares y el movimiento obrero: un estado de la cuestión", en Boletín No. 3 del Instituto de historia Argentina y Americana Dr. Emill.o Ravignanl, 3a. Serle, ler. semestre de 1991, juan Carlos Torre: "Acerca de los estudios sobre la historia de los trabajadores en la Argentina", en Anuario 5, IEHS, Tandil. 1990. Del contexto latinoamericano Emllia Viotti da Costa: "Tendencias en la Historia Obrera Latinoamerlcamr", HISLA, Revista latinoamericana de Hlsroria Económica y Social, XI, ler. semestre de 1988.
2. Cuando este artículo estaba escrito nos enteramos de la muerte de E. P. Thompson. Thom¡mm .fue uno de los más prominentes lnterectu:aies socialistas de la pos.guen:a y jugó un papel !lmpor·tante en el :surgimiento .de una Nueva izquierda en Gran BFetaña así como entre Intelectuaies de ·otros palses incluido .el nuestro. fue un critico de fas tendencias contemporáneas .del ;ma:r.xi'Smo y un polem.ista permanente y el me:¡or homena~e que podemos hacerle ·es discutir los problemas ~eódcos y politl'COS •que fueron 'Centrales en :su pensammento.
3. Para un análisis de !ns histodado,res Ingleses ver Harvey J. Kaye: Los .historiadores .marxistas británicos, Universidad de Zaragoza,, España, 1984 y un volumen de ensayos m:ticos, .aunque reconociendo .SUS ·COnttihudones, de algunos problemas que permanecen en el trabajo Intelectual y político de Thompson: Harvey J. Kaye and Kelth McClelland, Ed.: E. P. Thompson. Critica/ Perspectives, Temple University Press, Gran Bretaña, 1990.
4. Habría que mencionar la escasa influencia de los historiadores norteamericanos como Gutman y Montgomery, aunque es justo señalar que también ellos abrevaron del marxismo británico.
5. Dan cuenta de éstas cuestiones los clásicos trabajos de Diego Abad de Santlllán: La FQRA. ld,eolog(a y Trayectoria (anar-
quista), Sebastlán Marotta: El movimiento sindical argentino (sindicalista), Jacinto óddone: Gremialismo Proletario Argentino (Sodallsta), Ruben Iscaro: Origen y desarrollo del movimiento sindical argentino (comunista) hasta las producciones más académicas de Godio (1972), Falcón (1985), Solomonoff (1971) y Bllsky {1985).
6. Gareth Stedman Jones: Languages af dass. Studies in English working c/ass history, 1832-1982, Cambridge Universlty Pres, 1983, en particular el capítulo 3 ªRethinklng Chartlsm". (Hay edición en español).
7. Constituye una de las primeras tesis estructurada alrededor de los trabajadores para obtener el título de Dr. en Historia.)
8. Ver en particular Arthur 1- Taylor: El nivel de vida en Gran Bretaña durante la Revolución Industrial, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, .Espaila 1985. La versión publicada en 1975 en Inglés fue la que circuló entre los grupos de estudios que se formaron al margen de la Univenldad.
9. El IInpacto de Hobsbawn sobre una amplia franja de historiadores así como el papel desempeñado por Leandro Gutiérrez en la problematlzaclón de los estudios sobre trabajadores producto de ese impacto fue analizado recientemente por Hilda Sábato: .. Hobsbawn y nuestro pasado" en Pu.nto de Vi~ta, No. 46, agosto de 199 3. Para q.uienes ·en la época de la dictadura no teníamos ámbitos institucionales (estatales ni ¡privados) de formación académica Leandro .sl,gnmcó la figura aglutinante para una ·experlencla Intelectual que excedía la dlfuswón de il:a obra .de Hobsbawn para extende1Cse al análisis .de la historiografía marxista ingl•esa -en su conjunto, y la critica a las riglideces .del estructuralismo althusseriano.
10. Hay que seftalar aqw que los autores han leído atentamente el libro de David M. Goma.a., Richard Edwa:rds y Michael Reich: Trab.ajo :segme.ntado: t¡;aba}adores divididos. La transfarmaci6n hist6rica del trabajo en los Estados Unidos, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, España, 1986. La primera edición en 'inglés es de 1982.
11. En la provincia de Buenos Aires manifestaciones de las tensiones que el proceso de modernización generaba son las actitudes de xenofobia de la .población nativagaucha en Tandil. Ver Juan Carlos Torre: "Los crímenes del Tata Dios, el mesías gaucho", en Todo es Histo,rJa, 4, Agosto de 1967, Hugo Narlo: Tata Dios. El mesfas de la última montonera, Plus Ultra, Buenos Aires,

'1976 y Los crímenes del Tandíl, 1872, CEAL, Buenos Aires, 1983. Para otras reglones del país se pueden consultar Noerní Goldrnan: "El levantamiento de montoneras contra ugrlngos" y "masones" en Tucumán, 1887: Tradición oral y cultura popular", en Boletín No. 2 del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravígnanl, 3a. Serle, ler. Semestre de 1990, Leopoldo Bartolomé: "Movimientos milenaristas de los aborígenes entre 1905 y 1933", en Suplemento Antropológico, Universidad Católica de Asunción del Paraguay, Vol. 7 Nos. 1-2, 1972 y Gustavo L. Paz: ~Resistencia y rebelión campesina en la puna de }ujuy, 1850-1875, en Boletín Na, 4, det Instituto de Historia Argentina y Amel'icana Dr. E Ravlgnani, 3a. Serle, 2do .. Semestre de t99I.
12. Un grupo étnico es, según una de las definiciones utilizadas un grupo dentro de una sociedad más amplia con trazos culturales comuneS;'."l::on un sentido de comunidad entre sus miembros, basado en una herencia común supuesta, un se·ntfmiento. et-
nocéntrico, sentido de pertenencia a1 grupo y, en algunos casos, en un territorio distintivo, requiere además que el resto de la sociedad perciba al grupo como diferente. La heterogeneidad de origen de la población Argentina está fuera de cuestión lo que no parece suficientemente demostrada es que la misma esté fragmentada en grupos étnicos que sean percibidos como tales.
13. Ejemplo de esta expansión es la realización de Jornadas de Historia de las mujeres, la organización de simposios sobre Mujer y Trabajo, la organización de dos maestñas en el tema y la conformación del Area fntenlisdpfinarla de los Estudios sobre Mujeres en el ma¡rco de la Fa01Itad de FIIosofía y Letras de Ja UBA.
14. Hay mra extensa literatura que no ha sido tratada aqufy que constituyen análisis específicos de un acontecimiento determinado o en la mayor parte de los casos organizan una selección documental. Ver la colección Biblioteca Política Argentina del Centro Editor de América Latina.
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Una genealogía para el parricidio: Juan María Gutiérrez y la construcción
de una tradición literaria jorge Myers"
"1be men that write books, Carlyle says; are now tbe world's prlests, the spintual directors of mankind."
Introducción
E n el marco de Iá recusación radical hecha por la generación romántica argentina al legado
cultural español, la figura intelectual de Juan María Gutiérrez ha indicado siempre una zona de ambigüedad. Ha llamado la atención de más de un intérprete de su obra, el hecho que frente a la propuesta central en torno a la cual se articuló el pensamiento de su generación -l!a j:nvención de una cultura que se pretemdía "nacional" en tanto lograba ser "republicana", y que se edificaba sobre una ruptura absoluta con el pasado español y monárquico-, Gutiérrez parecía asumir una actitud que lo oponía al espíritu general de su época. Su entusiasta exploración de las producciones culturalles; del período colonial, no s:óEo romo objeto de curiosidad erudita,. s;mo para ubicar en ellas los orígenes de la literatura escrita por sus, contemporáneos y que él mismo interpretaba como manifesta-
"Docente de· la cátedra de Pensamiento Argentino. y Latinoamer.icano de la U.B.A.
J. A. Fraude
dón de un naciente espíritu nacional, no ha parecido condecir con las actitudes más corrientes de amplio repudio hacia ese sector del pasado argentino. De forma semejante, la contradicción aparente en el interior del pensamiento de Gutiérrez; que se sitúa en la oposición entre el "Porteño" defensor de una autonomía cultural frente al academicismo español, y el historiador literario que reivindica de forma positiva el aspecto menos autónomo de aquella tradición cultural -la literatura de la colonia-, también ha parecido subrayar la distancia que separaba a Gutiénez de sus contemporáneos, distancia cuyo carácter insalvable debía traducirse necesariamente en un pensamiento dividido contra sí mismo.
Estas contradicciones se enmarcan en la oposición entre los valores y metas del romanticismo, ideología estética abrazada por Gutiérrez -como por la casi totalidad de sus compañeros de generació.n-, y aquellos que derivaban del republicanismo ilustrado, cuya capacidad de ofrecer representaciones verosímiles de la realidad argentina y de
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