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ESTUDIOS REVISTA DE ESPIRITUALIDAD 67 (2008), 183-204 Mira, está en oración (Hch 9,11). San Pablo, orante cristiano 1 EMILIO J. MARTÍNEZ GONZÁLEZ, OCD (Madrid) Cuando el Señor pide a Ananías que se encuentre con Pablo, antaño perseguidor de los cristianos (cf. Hch 9,10-19), identifica al que ha escogido para ser Apóstol entre los gentiles por encontrarse en oración; una oración en la que Pablo, aun cuando aún no ha sido ungido en plenitud por el Espíritu Santo (cf. v. 17), es ya capaz de ver, de descubrir la voluntad de Dios en la imposición de manos por parte de Ananías. Desde entonces, la vida de Pablo se configura como la de un orante plenamente cristiano, hasta convertirse en maestro de ora- ción para todos los creyentes: «San Pablo es maestro de oración cristiana, mística y apostólica. En su vida y su doctrina ha alcan- zado la unidad de contemplación y acción, de intimidad personal con Cristo y de entrega sin reservas a la obra apostólica. Desarrolla: a) actitudes y expresiones de acción de gracias, alabanza, petición; b) presencia insistente en la predicación y en las cartas: doy gracias a Dios, pido por vosotros, por que me libre; c) inculca esa misma conducta a sus fieles: orad siempre, pedid para que el Señor os libre o me ayude a testimoniar; d) relacionada con su vida de apostolado, 1 No entraremos en cuestiones exegéticas de hondura acerca de la autoría de las cartas de San Pablo. Al hablar del Apóstol como orante cristiano, con- sideramos como fuente de nuestra reflexión todo el corpus paulino tal como ha sido recibido en la tradición de la Iglesia.

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ESTUDIOS

REVISTA DE ESPIRITUALIDAD 67 (2008), 183-204

Mira, está en oración (Hch 9,11).San Pablo, orante cristiano 1

EMILIO J. MARTÍNEZ GONZÁLEZ, OCD

(Madrid)

Cuando el Señor pide a Ananías que se encuentre con Pablo,antaño perseguidor de los cristianos (cf. Hch 9,10-19), identifica alque ha escogido para ser Apóstol entre los gentiles por encontrarseen oración; una oración en la que Pablo, aun cuando aún no ha sidoungido en plenitud por el Espíritu Santo (cf. v. 17), es ya capaz dever, de descubrir la voluntad de Dios en la imposición de manos porparte de Ananías.

Desde entonces, la vida de Pablo se configura como la de unorante plenamente cristiano, hasta convertirse en maestro de ora-ción para todos los creyentes: «San Pablo es maestro de oracióncristiana, mística y apostólica. En su vida y su doctrina ha alcan-zado la unidad de contemplación y acción, de intimidad personalcon Cristo y de entrega sin reservas a la obra apostólica. Desarrolla:a) actitudes y expresiones de acción de gracias, alabanza, petición;b) presencia insistente en la predicación y en las cartas: doy graciasa Dios, pido por vosotros, por que me libre; c) inculca esa mismaconducta a sus fieles: orad siempre, pedid para que el Señor os libreo me ayude a testimoniar; d) relacionada con su vida de apostolado,

1 No entraremos en cuestiones exegéticas de hondura acerca de la autoríade las cartas de San Pablo. Al hablar del Apóstol como orante cristiano, con-sideramos como fuente de nuestra reflexión todo el corpus paulino tal como hasido recibido en la tradición de la Iglesia.

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preocupaciones progresos y retrocesos de las comunidades; e) sedirige a Dios, a Cristo personalmente, y no equivale a trabajo apos-tólico o caridad fraterna» 2.

La oración es parte constituyente de su vida, como diálogo inclu-so material con su Señor Jesús (cf. Hch 22,17-18) y brota espontá-neamente de sus labios cuando dirige sus cartas a las comunidades.

Así, en Rom 1,8-12, da rienda suelta a sus sentimientos de gra-titud a Dios por la comunidad de Roma, por la que intercede ince-santemente; en Ef 1,15-19, de nuevo da gracias a Dios por aquellosque se han convertido gracias a sus esfuerzos apostólicos y pidepara que la comunidad crezca en sabiduría y conocimiento de Dios;en la misma carta, Ef 3,14-18, intercede por los hermanos ante elPadre, pidiendo para ellos la fortaleza del Espíritu; en Col 1,9-12pide para que los creyentes conozcan la voluntad de Dios, etc…En suma «toda la teología de Pablo se encuentra en su oraciónque, para él, es la fe orante, la fe contemplada delante de Dios. Poresto, la oración ocupa un puesto central en su evangelio y es comoel foco que alimenta e ilumina su vida» 3.

Es evidente, por otra parte, que del mismo modo que la oracióncristiana no nace con Pablo, sino con Cristo, tampoco puede afir-marse que Pablo haya comenzado a orar como fruto de su conver-sión. Él participa, como cualquier judío piadoso, de la tensión oran-te que caracteriza al pueblo elegido 4; ella es el humus en la quearraigará la nueva configuración de Pablo como orante cristiano, sinduda formado como tal en el ámbito de las comunidades cristianasnacientes de Jerusalén y Antioquía 5.

2 F. RUIZ, Caminos del Espíritu. Compendio de Teología Espiritual, Edito-rial de Espiritualidad, Madrid, 51998, 333.

3 A. HAMMAN, La oración, I. El Nuevo Testamento, II. Los tres primerossiglos, Herder, Barcelona, 1967, 249.

4 «¿Que son hebreos? ¡También yo lo soy! ¿Que son israelitas? ¡Tambiényo! ¿Son descendientes de Abraham? ¡También yo!» (2 Cor 11,22); cf. Flp 3,5-6; Gal 1,13-14; M. HENGEL, Il Paolo precristiano, Paidea Editrice, Brescia, 1992.

5 Cf. A. PITTA, La preghiera nelle lettere di Paolo e nelle prime comunitàcristiane, en C. ROSSINI-P. SCIADINI, Enciclopedia della Preghiera, LibreriaEditrice Vaticana, Città del Vaticano, 2007, 142.

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EL JUDÍO PIADOSO

Saulo, el judío piadoso, el celoso perseguidor de los cristianos,era sin duda, como hemos apuntado antes, un hombre orante antesde la conversión de Damasco.

Todo miembro fiel del pueblo de Yahweh establecía, personal ycomunitariamente, una relación con Dios a través de la oración,regulada en unos tiempos y espacios concretos que Pablo, por su-puesto, hubo de practicar y conocer 6.

En contraste con los pueblos vecinos y el ambiente de la civi-lización greco-romana, Israel mantiene una praxis orante basada enla confianza en Dios y en la posibilidad de dialogar cara a cara conél: «No hay ningún otro síntoma que revele mejor la decadencia delpróximo Oriente a comienzos de la era cristiana como la crisis agudade la oración.

Es muy distinto lo que ocurre en el judaísmo, sobre todo en Pa-lestina. Aquí la oración tiene un lugar indiscutible en la piedad delpueblo; aquí reinan en este terreno normas bien establecidas; aquí seforma a los hombres en la oración desde sus primeros años» 7.

Actitudes

La oración de un judío piadoso se caracteriza, en primer lugar,por las actitudes con que se practica 8; la primera que nos llama laatención es la disposición al diálogo. El orante israelita confía enla posibilidad de entablar un diálogo con Dios, de quien sabe deseaencontrarse con el ser humano 9. El diálogo expresa la cercanía, laconfianza, la seguridad en la fidelidad de Yahvé.

6 «Raza, religión, promesas y alianza las comparte Pablo con su pueblo. Sepasa a la Iglesia mesiánica con armas y bagajes. La visión de Damasco iluminael paisaje que había habitado sin conocerlo, y la historia cuyo sentido, cuyaorientación y télos no había percibido hasta entonces (Rom 10,4)» (A. HAM-MAN, La oración…, 266).

7 J. JEREMIAS, Abba. El mensaje central del Nuevo Testamento, Sígueme,Salamanca, 62005, 76.

8 Cf. A. GONZÁLEZ, La oración en la Biblia, Cristiandad, Madrid, 1968,101-102.

9 Para la Biblia: «La oración es diálogo, acontecimiento que pasa entre elorante y Dios» (ib., 101).

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Pero, a la vez, el orante es consciente de su pequeñez frente ala majestad de Dios, ante él se siente envuelto en un temor reveren-cial. Así, Abraham, al interceder por Sodoma y Gomorra no dejaráde reconocer: «¡Mira que soy atrevido de interpelar al Señor, yo quesoy polvo y ceniza!» (Gen 18,27). Confianza y reverencia definena un tiempo la actitud de un orante bíblico al acoger al Dios que serevela y responderle (suplicando, alabando, agradeciendo, etc…) enel coloquio que es la oración.

El orante judío no se dirige a Dios sólo con su pensamiento.Todo su ser se compromete en el acontecimiento orante y, así, sucuerpo participa de la oración con gestos 10: el israelita se pone derodillas 11, se postra 12 y luego ora en pie 13, eleva las manos 14 o losojos a lo alto, etc… En ocasiones, se descalza en el lugar sagrado(cf. Ex 3,5; Jos 5,15) o se purifica para acceder a él (cf. 2 Re 10,22).Hay otros gestos menos comunes, como dar vueltas en torno a un

10 Esto no es un hecho exclusivo de la oración del Antiguo Testamento,como es evidente (cf., por ejemplo, el estudio muy completo acerca de laoración en las grandes religiones: H. LIMET-J. RIES (eds.), L’expérience dela prière dans les grandes religions, Centre d’Histoire des religions, Louvain-La Neuve 1980). «Aunque la oración es un grito del corazón, encuentra elmodo de exteriorizarse en gestos que hacen del hombre entero un ser orante eimplican a todo el pueblo; la inclinación y la postración, las manos y los ojosalzados hacia el cielo o hacia el santuario, el batir rítmico de las palmas, ladanza y la procesión hacia el altar, el sonido de los instrumentos musicales dana la oración del pueblo elegido un sentido pleno de expresividad» (J. CASTELLA-NO, Oración y liturgia, en D. SARTORE, A. M. TRIACCA, J. M. CANALS, NuevoDiccionario de Liturgia, San Pablo, Madrid, 1987, 1459).

11 La inclinación y la postura arrodillada indican un saludo reverente:cf. Gn 24,26.28; Ex 4,31; 1 Re 8,54; 2 Cro 6,13; 20, 18; Esd 9,5, etc.

12 La postración expresa la entrega total, la sumisión. En ocasiones, pos-trarse significa orar, suplicar o adorar: cf. Gn 17,3; 18,2; Jos 5,14; Jue 13,20;1 Sam 1,3.19; Ez 43,3, etc…; A. GONZÁLEZ, La oración en la Biblia…, 102).

13 Orar de pie no implica soberbia, como una mala lectura de Lc 18,9-14ha podido inducir a pensar. El israelita iniciaba su oración normalmente conuna postura de saludo (inclinarse, arrodillarse o postrarse) y luego continua-ba el coloquio orante de pie, lo que indica respeto del siervo hacia su señor:cf. Gen 18,22; 19,27; Dt 10,10; 1 Sam 1,26; 1 Re 3,15; 8,22; Jer 8,20; 2 Cro20,5.13). Pero esto no excluye una permanente postración o, incluso, sentarsesobre un objeto o sobre sus mismos pies, expresando así que espera una res-puesta a su oración (2 Sam 7,18; 1 Re 18,42).

14 «La postura de las manos es el más expresivo de los gestos. Se las tieneextendidas, alzadas hacia el templo, hacia el cielo, hacia Dios en actitud desuplicar» (A. GONZÁLEZ, La oración en la Biblia…, 103; cf. Ex 17,8-16).

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objeto sacro, incluso enviarle besos (cf. 1 Re 19,18; Os 13,2), dan-zar (cf. 2 Sam 6,5; 1 Re 18,26; Os 7,14) o llorar y gemir en situa-ciones trágicas (cf. Jue 20,26; 1 Re 21,27). La oración se hacenormalmente en voz alta (cf. 1 Sam 1,12s).

Formas y contenido

Para conocer las formas y el contenido de la oración del judíopiadoso, resulta de gran utilidad recurrir al libro de los Salmos 15,pues en él se condensan todos los estilos orantes del Antiguo Tes-tamento; son oraciones de orantes cualificados.

Contemplando, pues, las diferentes formas literarias que apare-cen en los salmos, podremos hacernos una idea de la oración delAntiguo Testamento en sus contenidos. «La gran mayoría de lasoraciones del antiguo Israel se pueden clasificar desde un punto devista literario en tres grupos: himnos, súplicas y acciones de gracias,lo cual significa que el israelita ante su Dios le canta, le suplica yle agradece» 16.

Los himnos son oraciones solemnes, colectivas por lo general,incluso nacionales. Su objeto es alabar a Dios como creador o sal-vador, o como ambas cosas. En ellas se alaba la grandeza del Crea-dor y las maravillas que ha hecho por su pueblo en la historia,invitando al comienzo a unirse a la alabanza no sólo a todos loshombres, sino también a las criaturas (cf. Sal 150). Hay en ellas unadimensión contemplativa: «En la creación se contempla la majestadde Dios» 17.

Las súplicas son el género más abundante en el Salterio, y tam-bién en el conjunto del Antiguo Testamento. Pueden subdividirseen: petición, queja, confesión, inocencia, conformidad e interce-sión 18. Abarcan todas las situaciones en las que puede verse envuel-to el ser humano y expresarlas en la oración es una forma de reco-

15 Así, J. R. BUSTO, La oración del Antiguo Testamento: Communio 7(1985), 320-328, a quien seguimos desde aquí.

16 Ib., La oración del Antiguo Testamento…, 322.17 J. R. BUSTO, La oración del Antiguo Testamento…, 322.18 Cf. A. GONZÁLEZ, La oración en la Biblia…, 105-118.

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nocer que «Dios está detrás de todo cuanto le ocurre al hombre» 19

y por ello puede atraer la bendición, remediar los males, acoger aquien ha pecado perdonándole o incluso enderezar lo que se hatorcido por un mal externo o interno.

Expresan un sentimiento de absoluta dependencia respecto aDios, de quien proceden los males y los bienes, a quien correspondecastigar y quien puede perdonar. El israelita que suplica se muestraa la vez lleno de fragilidad y de confianza 20. Las enuncia tanto elindividuo como la comunidad y su estructura es la siguiente: gritoal Señor que abre y cierra la súplica, descripción de la situación quela provoca, petición propiamente dicha y manifestación de confian-za o promesa de acción de gracias 21.

Las acciones de gracias brotan al saberse el hombre escuchadopor Dios en su oración. Es un género íntimamente vinculado a laalabanza 22 y, normalmente, acompañaba a un sacrificio en agrade-cimiento al favor recibido. Son salmos alegres, que agradecen unbien —o la prevención de un mal— hecho al individuo o a la co-munidad. Normalmente las enuncia una persona, pero puede hallar-se algún salmo en el que la acción de gracias es colectiva 23.

No tienen una estructura tan bien definida como los génerosanteriores pero, por lo general, comienza como la alabanza con unainvitación al agradecimiento, para exponer luego los beneficios re-cibidos que la motivan y, en ocasiones, la causa de haber sido otor-gados —es frecuente la referencia a los beneficios como fruto deuna vida justa—; puede seguir después una suerte de catequesis delorante a sus oyentes —increpa a los enemigos, da lecciones a losjustos, anima a los abatidos, etc…— y vuelve a invitar a la acciónde gracias, de la que es centro Yahweh. Al expresar el agradeci-miento, manifiestan al orante que vive la gratuidad, que sabe reco-nocer que lo que es se lo debe a Dios.

19 J. R. BUSTO, La oración del Antiguo Testamento…, 323.20 Cf. ib., 324.21 Cf. ib.22 Cf. A. GONZÁLEZ, La oración en la Biblia…, 118. Busto (l. c. nota 4,

p. 323), recuerda que Westermann no considera que exista un género litera-rio de salmos de acción de gracias, sino que deben ser considerados cantos dealabanza.

23 Cf. Sal 21; 107.

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Quien ora la acción de gracias lo hace porque las cosas hansalido de una manera, pero desde el convencimiento de que podríano haber sido así, y que ha sido Dios quien ha conducido la situa-ción a buen puerto.

La oración de la comunidad judía en tiempos de Pablo

Entre el 167 a.C. (guerras macabeas) y el 135 d.C. (segundolevantamiento judío), Israel es un hervidero de nuevas corrientesreligiosas —lo que en muchos casos es decir políticas—, fundamen-talmente de corte profético y apocalíptico, que reaccionan ante elestancamiento del judaísmo oficial, ligado al templo, y la ocupaciónromana 24. Para nuestra pretensión, este dato supone una limitacióna la hora de describir la oración de la comunidad judía en tiemposde San Pablo.

Así pues, nuestra aspiración en este epígrafe será comprenderalgo del ambiente orante del judaísmo en su tiempo, mostrandobrevemente sus características más generales.

Los judíos piadosos comenzaban y terminaban la jornada con-fesando al Dios único: «Escucha, Israel: Yahvé nuestro Dios es elúnico Yahvé» (Dt 6,4). Antes de salir el sol (cf. Sab 16,28) y antesde ponerse, el israelita recitaba la confesión de fe —el Shemá— alládonde se encontrase, terminando «con la afirmación solemne queDios hace de sí mismo en Núm 15,41» 25: «Yo, Yahvé, vuestro Dios,que os saqué de Egipto para ser Dios vuestro. Yo, Yahvé, vuestroDios».

Desde Dan 6,11 encontramos una práctica nueva entre los ju-díos: la oración tres veces al día 26. Según J. Jeremias, de las tres

24 Cf. E. SCHILLEBEECKX, Jesús. La historia de un viviente, Trotta, Madrid,2002 (es reimpresión del original en castellano, publicada por Cristiandad,Madrid, 1983), 106-114.

25 Ib., 77.26 Ib., 78-81. «Daniel […] tres veces al día se arrodillaba para orar y dar

gracias a su Dios, como había hecho siempre» (Dan 6,11; cf. 6,14). Daniel oraen su habitación, que tiene las ventanas orientadas hacia Jerusalén. En nota, laBiblia de Jerusalén nos aclara que «la costumbre de orar en dirección a Jeru-salén es conocida al menos desde el destierro».

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horas de oración —mañana, tarde y noche— la que está mejor ates-tiguada es la de la tarde 27. Sin duda, esta práctica estaba vinculadaal sacrificio vespertino que se celebraba en el Templo a las tres dela tarde (cf. Hch 3,1), al que los israelitas fuera de Jerusalén seunirían mediante la oración.

Formalmente, en las tres horas se pronunciaba la oración delas dieciocho bendiciones, la Thephillah, «la gran bendición, ple-garia hímnica formada por dieciocho bendiciones» 28, a la que seañadían algunas intenciones personales. A diferencia del Shemá,también las mujeres, los niños y los esclavos estaban obligados arezar la Thephillah.

Así pues, «al amanecer, a las tres de la tarde y al ponerse el sol:tales eran en la época del nuevo testamento las tres horas de laoración diaria en el pueblo judío. Por la mañana y por la noche serecitaba el Shemá, acompañado de sus bendiciones y seguido de laThephillah; por la tarde sólo se decía la Thephillah.

Para Israel, estos tres tiempos de oración constituían un tesoroprecioso; era para todo el pueblo la estructura que aseguraba laformación en la oración y su ejercicio desde los años de la juven-tud» 29. A estas dos habría que añadir otras bendiciones —como laYózer matutina— en las que se da gracias a Yahvé por los donesrecibidos.

El contenido de estas oraciones nos muestra al pueblo de Israeldescubriendo, y suscitando a través de la oración, el conocimientode la presencia de Dios en todos los acontecimientos, en todas lascosas.

El Shemá —que enmarca el día del judío piadoso— es, en esen-cia, una profesión de fe en Yahvé y expresa el amor y la confianzaen el Dios único, salvador que configura toda la vida religiosa delfiel israelita. Sólo a él es debido el culto que reconoce a la divini-dad, pues sólo él ha hecho obras grandes por el pueblo en el pasado,las hace en el presente y las hará en el futuro.

27 Cf. J. JEREMIAS, Abba. El mensaje central…, 78; Esd 9,5; Dan 9,21;Jdt 9,1.

28 J. JEREMIAS, Abba. El mensaje central…, 79. De ahí su nombre.29 Ib., 81.

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La Thephillah es una oración ética, que bendice a Dios agrade-ciendo su acción liberadora, que se manifiesta en el individuo, en lacomunidad judía y en toda la humanidad. «Se la podría definir comola oración ética», pues expresa «una enorme confianza en las posi-bilidades de los hombres, fe profunda en la justicia y en la bondadde Dios, esperanza en el advenimiento de una humanidad mejor» 30.

Por fin, las bendiciones (Berakot) serían una expresión dehomenaje y devoción espiritual hacia Dios, presente en todo porquede todo es autor, a quien, constantemente, debe el hombre un ho-menaje de gratitud: en la alegría, en la tristeza, en la belleza de lacreación, etc….

Además de estas oraciones más reguladas, el israelita ora es-pontáneamente, presentando a Dios, de quien todo lo espera, susesperanzas y sus angustias o elevando hacia él la mirada en unsencillo gesto de acción de gracias. Jesús mismo es un ejemplo deesta tradición orante: ora en la angustia (cf. Mc 14,32-36), alaba yda gracias a Dios (cf. Mt 11,25-27), da consejos acerca del modo deorar (cf. Mt 6,5-6) y enseña a orar en contenido y formas (cf. Mt6,7-13; Lc 11,1-13; 18,1-14). Pablo se moverá en la misma líneaorante, fiel a la tradición de su pueblo que completa y supera fun-dado en la revelación definitiva del Padre en Cristo, acontecimientoque afecta directamente al creyente, a la comunidad, a la humanidade incluso a la creación entera, que participa del mismo por la accióndel Espíritu Santo 31.

ORAR AL PADRE, ORAR CON CRISTO

La oración de Pablo, pues, presentará —sobre todo en las acti-tudes y en la forma—, una cierta continuidad con la oración deljudío piadoso. Sin embargo, tiene unas particularidades que la hacennetamente cristiana.

30 S. SIERRA, Judía (espiritualidad), en S. DE FIORES, T. GOFFI, A. GUERRA,Nuevo Diccionario de Espiritualidad, San Pablo, Madrid, 51991, 1074.

31 Cf. G. BARBAGLIO, La Teología de San Pablo, Secretariado Trinitario,Salamanca, 2005, 386-394.

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También, en este sentido, seguirá los modelos helenísticos, pero«la doctrina paulina de la oración está ligada […] tan intensa yestrechamente a la conciencia de la posesión del Espíritu y a la feen la obra de Cristo, que hace estallar este marco a pesar de la in-fluencia que las formas tradicionales ejercieron en su estilo» 32.

Dios Padre y Jesucristo Señor son el objeto fundamental al quese dirige su oración; de modo espontáneo, mientras escribe, entra enun diálogo cordial y amistoso con el Padre y el Hijo por el poderdel Espíritu Santo, incluso abandonando el curso normal de las cartasy olvidando a sus interlocutores, para introducir una digresión quees una oración de alabanza, de acción de gracias o de petición 33.

Dios Padre en la vida orante de Pablo

La oración de Pablo se dirige sobre todo a Dios Padre 34. En estesentido se encuentra totalmente inmerso en la tradición judía a laque nos referíamos más arriba, sobre todo en la práctica frecuen-te de la acción de gracias, la bendición y la doxología 35. De hecho,los títulos que da a Dios «están tomados a menudo del salterio» 36:«Que Él, el Dios de la paz, os santifique plenamente» (1 Tes 5,23;cf. Rom 15,33; Sal 23; 62; 84, etc.). Para Pablo Dios es Dios deIsrael (2 Cor 6,16), el Dios único creador del cielo y de la tierra(Rom 1,25), su nombre es el Señor: «El Señor me librará de todaobra mala y me salvará guardándome para su Reino celestial. A élla gloria por los siglos de los siglos. Amén» (2 Tim 4,8).

Como hemos visto, el judío alejado de Jerusalén se sabía unidoal culto del Templo durante su oración. Y el Templo es la morada

32 O. CULLMAN, La oración en el Nuevo Testamento, Sígueme, Salamanca,1999, 126.

33 «El apóstol pronunciaba sus oraciones espontáneas “en secreto”, por usarla expresión de Jesús; algunas fueron incorporadas a la celebración litúrgica.Podían adoptar la forma de glosolalia fuera y dentro de la celebración, pero lacondición para ser admitidas en la celebración era que alguien las interpretaseen lenguaje comprensible para todos, según la norma de Pablo» (ib., 125).

34 Cf. A. HAMMAN, La oración…, 267-273.35 Cf. A. PITTA, La preghiera…, 143-148.36 A. HAMMAN, La oración…, 268.

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de Dios, de modo que Pablo, al orar, se sabe frente a Dios, frentea su rostro, en su presencia.

Algunas de las oraciones de bendición paulina, hondamentevinculadas al judaísmo, lo son del Dios que se ha hecho presente enmedio de su pueblo, en situaciones comprometidas (cf. 2 Cor 1,3-11), mediante la gracia de la elección (cf. Ef 1,3-14) 37. Si trató asíal antiguo Israel y ahora lo hace igual con el nuevo pueblo de Dios,es porque él es el Padre: «Pablo, apóstol, no de parte de los hombresni por mediación de hombre alguno, sino por Jesucristo y DiosPadre […]. Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre»(Gal 1,1.3; cf. Ef 5,20; 6,23; 1 Tes 1,3; Flp 4,20).

Este reconocimiento de la paternidad de Dios se hace especial-mente patente en las oraciones de acción de gracias (cf. 2 Cor 1,3;11,31; Ef 1,3, etc…) 38, que tienen una profunda dimensión trinita-ria, igual que las doxologías o reconocimientos de la gloria (doxa)de Dios.

Así, en 2 Cor 13,13 encontramos: «La gracia del Señor Jesucris-to, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todosvosotros», según la fórmula sobradamente conocida por nosotrospor haber pasado a la Liturgia de la Misa y que Pablo, a su vez, hatomado con seguridad de una celebración antigua 39.

Como puede notarse en las bendiciones y en las oraciones deacción de gracias, la oración de Pablo refleja, en primer lugar, unclaro monoteísmo: Dios, Théos, lo es del poder y la gloria, el Crea-dor. Pero este monoteísmo no es opuesto a su visión trinitaria, porla cual el Hijo y el Espíritu participan de la misma divinidad delPadre; al contrario, es su expresión más visible 40: «Si de una partela oración de Pablo refleja la misma profesión de fe del monoteísmoveterotestamentario y judaico de su tiempo, por otra denota el ho-rizonte trinitario propiamente cristiano» 41.

En su oración más personal, esta dimensión trinitaria toma for-ma mediante la denominación de Dios como Abba, Padre al cual

37 Cf. A. PITTA, La preghiera…, 143.38 Cf. ib., 144-145; A. HAMMAN, La oración…, 270.39 Cf. O. CULLMAN, La oración…, 125. Oración personal y liturgia siguen

un camino paralelo en Pablo (cf. ib., 123-126).40 Cf. A. PITTA, La preghiera…, 145.41 Ib.

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podemos dirigirnos como hijos por la fe en Jesucristo, el Hijo, y lafuerza del Espíritu Santo: «Pero al llegar la plenitud de los tiempos,envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, pararescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramosla condición de hijos. Y como sois hijos, Dios envió a nuestroscorazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abba, Padre! De modoque ya no eres esclavo, sino hijo, también heredero por voluntad deDios» (Gal 4,4-7; cf. Rom 8,15).

Pablo es aquí fiel a las enseñanzas del Señor, quien pidió alos creyentes que oraran llamado a Dios Padre, Abbá (cf. Mt 6,9;Lc 11,2). Pablo nos muestra cómo el Espíritu, en continuidad conesta enseñanza del Jesús terreno, ora en nosotros descubriéndonosque somos hijos de Dios y haciendo operativa esa realidad hasta elpunto de poner en nosotros la invocación que Jesús nos enseñó.

Como ha dicho J. Jeremias, «gritar Abba es algo que superatodas las capacidades humanas; esto no es posible más que dentrode la nueva relación con Dios que nos ha dado el hijo» 42; en esegrito se cumple la promesa hecha por Él a sus hijos: «Yo seré paravosotros un padre, y vosotros seréis para mí hijos e hijas, dice elSeñor todopoderoso» (2 Cor 6,18). «¿Qué significa esta paternidadde Dios? Al afirmar que Dios es Padre, Pablo enuncia una verdadde fe. El empleo de este título señaladamente en la oración, le da suvalor existencial de fe en acto. Por lo demás, en varias ocasiones laafirmación toma nítidamente carácter de confesión de la fe y deaclamación litúrgica» 43.

Reconocer a Dios como Abba, Padre, no es sólo establecer conél una relación filial fundada en su ternura y misericordia, sinotambién disponerse a la obediencia de su voluntad. Pablo buscaráconocer la voluntad de Dios en todas las situaciones 44; a ella supe-dita incluso su propia acción misionera: «Dios […] me es testigo decuán incesantemente me acuerdo de vosotros, rogándole siempre enmis oraciones, si es de su voluntad, encuentre por fin algún díaocasión favorable de llegarme hasta vosotros» (Rom 1,10; cf. 15,32;Col 1,9; 4,12).

42 J. JEREMIAS, Abba. El mensaje central…, 73.43 A. HAMMAN, La oración…, 272 (cf. 1 Cor 8,5-6; Ef 4,5-6).44 Cf. O. CULLMAN, La oración…, 142-143.

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Obediencia que no es, en la oración paulina, la sumisión hu-mana a un omnímodo poder divino, sino búsqueda común de lavoluntad del Padre que es «expresión peculiar de la entrada que-rida por Dios en su propio amor, que tiene que ver con su ser ínti-mo (1 Jn 4,16) y que por eso es mayor que el nuestro» 45, lo que enPablo se hace particularmente visible en su intercesión por las co-munidades.

CRISTO, EL KYRIOS

Con frecuencia, Pablo eleva su corazón gozoso y agradecido alPadre por la salvación que nos ha ofrecido en Cristo Jesús (cf. eltexto clásico de Ef 1,3-14): «Dios ha realizado la salvación a travésde Jesucristo […]. Dios realizó la salvación concretamente en lamuerte y la resurrección de Jesús. Pablo habla de ello asumiendo lascorrespondientes fórmulas breves de fe. La muerte y la resurrecciónde Cristo tienen que ver siempre con el hombre y su salvación» 46.

Las oraciones paulinas, sin embargo, no se dirigen normalmentea Cristo, sino a Dios Padre. Decimos normalmente porque existe unacuestión abierta en torno a la oración que Pablo dirige o no a Cristo.

Por ejemplo, en 2 Cor 12,7-8: «Me fue dado un aguijón a micarne, un ángel de Satanás que me abofetea para que no me engría.Por este motivo rogué al Señor que se alejase de mí». Para Ham-man, frente a otros, el verbo parakaléo, rogar, no es sinónimo deorar en San Pablo 47: «Esta petición expresa la amistad confiada másque la oración. Aun admitiendo que se tratara de una oración aCristo, el caso permanece absolutamente excepcional» 48. Por su

45 Ib., 142; de mucho provecho la lectura de las páginas 65-74, dondeel autor explica la comprensión neotestamentaria de la escucha divina de laoración.

46 J. GNILKA, Teología del Nuevo Testamento, Trotta, Madrid, 1998, 82.47 Cf. A. HAMMAN, La oración…, 273. CULLMAN, por el contrario, lo con-

sidera «el único pasaje donde no se dirige a Dios», consignando a su vezalgunos otros en los que invoca a Cristo, como el maranatha (cf. 1 Cor 16,22),que HAMMAN considera oración litúrgica no propiamente paulina (cf. O. CULL-MAN, La oración…, 147).

48 A. HAMMAN, La oración…, 274.

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parte, Pitta comprende como oraciones cristológicas los himnosdirigidos a Cristo 49.

En cualquier caso, resulta notorio que el descubrimiento de Cris-to como Señor, Kyrios, no supone para Pablo una ruptura absolutacon su mundo anterior, tampoco en el ámbito de la oración. Él se-guirá orando al Dios de sus padres, pero siempre por mediación deCristo Jesús y agradecido al Padre que le ha mostrado la salvaciónen Cristo: «Aquel que me separó desde el seno de mi madre y mellamó por su gracia, tuvo a bien revelar en mí a su Hijo» (Gal 1,15).

Pablo se sabe, con humildad y orgullo, ministro de Cristo, tes-tigo y anunciador de la gloria que se ha hecho manifiesta en elKyrios (cf. Hch 26,16), del que él se sabe siervo y vasallo 50.

En la oración, Cristo aparecerá, sobre todo, como mediador.Pablo usa frecuentemente la expresión por medio de Cristo, dentroy fuera de la oración 51. Para lo que se refiere a nuestro tema, esclaro que él contempla al Señor como mediador ante el Padre denuestra oración, camino por el que ella llega hasta Dios. Pero «nopodemos excluir la presencia de Cristo en nuestra oración» 52; esdecir: Cristo intercede por nosotros, sin duda (cf. Rom 8,34), perotambién, exaltado por el Espíritu Santo, está a nuestro lado cuandooramos: «Todo cuanto hagáis, de palabra y de obra, hacedlo todo enel nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por mediode él» (Col 3,17).

La razón última por la que Pablo no dirigiría oraciones a Cristo,es salvaguardar la identidad del Padre como propietario de la inicia-tiva de salvación otorgada en Jesús; su raíz judía le exige defenderla primacía absoluta de Dios, si bien hubiera sido admisible en él laoración a Cristo «por razón de la unidad de naturaleza y acción quelos teólogos llamarán comunicación de idiomas» 53.

49 Cf. A. PITTA, La preghiera…, 146-148. Pero HAMMAN ve en ellos nola demostración de que Cristo es el término del culto, sino de que es su centro(cf. A. HAMMAN, La oración…, 281-282).

50 Cf. A. HAMMAN, La oración…, 277.51 Cf. G. BORNKAMM, Pablo de Tarso, Sígueme, Salamanca, 62002, 208-

210; J. GNILKA, Teología…, 102-106; O. CULLMAN, La oración…, 148, a quienseguimos aquí.

52 O. CULLMAN, La oración…, 148.53 A. HAMMAN, La oración…, 282.

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No obstante esto, «para el orante el papel de Cristo es vital, noporque Cristo es de condición divina, sino porque tomó la condiciónde hombre que continúa viviendo en medio de los suyos como solamanifestación visible de Aquel a quien nadie vio ni oyó y quehabita la luz inaccesible. Por esta razón, el Señor está inseparable-mente asociado a la oración que Pablo dirige al Padre de las mise-ricordias» 54.

EL ESPÍRITU SANTO, AGENTE PRINCIPAL

DE LA ORACIÓN DEL CRISTIANO

La oración del cristiano, para San Pablo, es una oración ne-tamente espiritual, en el sentido más fuerte del término 55; es decir,es diálogo con Dios en el que el principal agente es el propio Es-píritu Santo 56. El texto esencial en el que Pablo expone esta com-prensión de la oración del creyente como obra del Espíritu Santo,como hemos visto, se encuentra en la carta a los Romanos (cf. Rom8,12-27; Gal 4,6) 57.

El ser humano, que vivía bajo el imperio de la carne (cf. Rom6-7), ha sido liberado por Dios en Cristo. Comentando el capí-tulo 7 de la carta a los Romanos, dice U. Wilckens: «Partiendo delhorizonte inmanentista de v. 7-23, la pregunta «¿quién nos salvará?»,sólo tiene una respuesta: «¡nadie!» Toda respuesta positiva se con-trapone a la «ley del pecado» con su sentencia de muerte escatológi-camente definitiva. Cuando Pablo, sin solución de continuidad res-ponde en v. 25a con la fórmula de acción de gracias, lo hace bajo unhorizonte completamente nuevo: el de v. 6. Nadie sino Dios mismopodía rescatar de «este cuerpo de muerte» al irremediablemente per-dido bajo la ley. Y Dios lo ha hecho en la muerte expiatoria y en la

54 Ib., 283.55 Pablo pedirá a sus comunidades: «Recitad entre vosotros salmos, himnos

y cánticos inspirados» (Ef 5,19; cf. Col 3,16; 1 Cor 14,15), es decir, espiritua-les (cf. O. CULLMAN, La oración…, 127).

56 Cf. M. CHIOLERIO, Lo Spirito Santo nella preghiera, en C. ROSSINI-P.SCIADINI, Enciclopedia…, 137-141.

57 Cf. CH. A. BERNARD, Teología espiritual, Sígueme, Salamanca, 2007 (estraducción de la 6.ª edición italiana de 2002), 486-491.

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resurrección de Cristo. Así también, la acción de gracias a Dios sólopodría ser «por medio de Jesucristo Nuestro Señor» 58.

De esa manera se abre para la persona un horizonte nuevo,realizado en el don del Espíritu Santo, «el criterio para el ser cris-tiano. En efecto, el Espíritu de Dios es como tal también el Espíritude Cristo […]. Por consiguiente, quien no tiene ese Espíritu nopertenece a Cristo» 59.

PABLO, EL HOMBRE ESPIRITUAL

Para Pablo, los creyentes, que viven en Cristo, viven tambiénen el Espíritu Santo: «Mas vosotros no vivís según la carne, sinosegún el espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros»(Rom 8,9) 60. Las experiencias espirituales del apóstol se encuentranfuertemente vinculadas a su actividad apostólica (cf. 1 Tes 1,5;1 Cor 2,4; Rom 15,19, etc.) y él descubre la acción del Espíritu enlas comunidades que se hace visible mediante la profusión de caris-mas y fenómenos extraordinarios (cf. 1 Cor 12,4-11), si bien «elcriterio al que se subordinan todos los carismas en 1 Cor 12,2s,llama la atención por su sencillez: es la confesión de fe pura ysimple en Jesús, el Señor; ésta sólo puede hacerse en virtud delEspíritu […]. El criterio no es el éxtasis en cuanto tal; ocurre más

58 U. WILCKENS, La carta a los Romanos. Rom 6-16 (vol. II), Sígueme,Salamanca, 22006, 121. «Por eso, os hago saber que nadie, movido por elEspíritu de Dios, puede decir: «¡Maldito sea Jesús»; y nadie puede decir:«¡Jesús es Señor!» sino movido por el Espíritu Santo» (1 Cor 12,3).

59 Ib., 163. «El libro de los Hechos había puesto de manifiesto que el dondel Espíritu pertenecía a los dones mesiánicos. La pentecostés realiza las pro-mesas e inaugura los tiempos nuevos; ella manifiesta la presencia de Cristo ala diestra de Dios y la acción del Espíritu en la Iglesia, lo mismo que en cadacristiano. La pentecostés cristiana sitúa y distingue la acción convergente deCristo y del Espíritu Santo.

Pablo comparte esa convicción con la comunidad. La experimenta en suvida diaria y en los fenómenos extraordinarios. Sus cartas se esfuerzan en teneren cuenta esta experiencia, más que en hacer su teoría» (A. HAMMAN, La ora-ción…, 283).

60 Cf. J. GNILKA, Teología…, 107-109; G. BORNKAMM, Pablo…, 209-210;Y. M.-J. CONGAR, El Espíritu Santo, Herder, Barcelona, 1991, 57-59.

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bien que el éxtasis precisa de ese criterio. Y éste lo ofrece la con-fesión de fe cristiana» 61.

El Espíritu es, para Pablo, una fuerza para el combate de la vida:«Tomad, también, el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu,que es la palabra de Dios; siempre en oración y súplica, orando entoda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e in-tercediendo por todos los santos» (Ef 6,17-18; cf. 3,20) 62; es elautor de los carismas, distinto al Padre y a Cristo, el que lleva acabo la obra que éste le confía, pues es quien lo envía 63.

La Iglesia, cuerpo de Cristo, es edificada por la acción del Es-píritu en los creyentes 64: quienes se dejan guiar por el Espíritu deDios, son hijos de Dios (cf. Rom 8,14) 65; así, los que han sidobautizados en un mismo Espíritu constituirán un único cuerpo: «Por-que en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formarmás que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todoshemos bebido de un solo Espíritu» (1 Cor 12,13; cf. 6,17). Por lafuerza del Espíritu, el creyente puede comprometerse en la cons-trucción del cuerpo eclesial, a través de los diferentes dones y ca-rismas. Así «el Espíritu es como el principio interior de la vidaespiritual de los cristianos. Es el alma de su filiación divina. Por esoes también el alma de la oración dirigida al Padre. Su acción másíntima y profunda se expresa en los «gemidos inenarrables» 66.

EL ESPÍRITU SANTO Y LA ORACIÓN DEL CREYENTE

«Habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos que nos haceexclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritupara dar testimonio de que somos hijos de Dios […].

61 Ib., 109.62 Cf. O. CULLMAN, La oración…, 127.63 Cf. A. HAMMAN, La oración…, 284. «El Pneuma, tal como nos ha sido

dado, está completamente relacionado con Cristo» (Y. M.-J. CONGAR, El Espí-ritu…, 66).

64 Cf. A. HAMMAN, La oración…, 284-289; Y. M.-J. CONGAR, El Espíritu…,59-61

65 Cf. G. BARBAGLIO, La Teología…, 388.66 A. HAMMAN, La oración…, 285.

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Y de igual manera, también el Espíritu viene en ayuda de nues-tra flaqueza. Pues nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene;mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefa-bles, y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración delEspíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios»(Rom 8,15b-16. 26b-27).

«Y, como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritude su Hijo que clama: ¡Abba, Padre» (Gal 4,6).

Fundados en estos dos textos paulinos, podemos afirmar que,para San Pablo —y esa es su experiencia personal que comparte contodos los creyentes— el Espíritu Santo es el sujeto hablante de laauténtica oración cristiana. Lejos de promover cualesquiera otrasalgarabías, de discursos bien compuestos y argumentaciones lógicasbrillantes, que dejan nuestra conciencia tranquila pensando quehemos hecho oración teniendo el tiempo muy ocupado en ellas, elApóstol nos pone frente a la necesidad de una oración de quietud,que asume toda la debilidad humana, incapaz de expresar con pa-labras o pensamientos la hondura de la condición filial que es elnúcleo de toda oración 67, y deja que sea el Espíritu quien tomeel protagonismo y la palabra 68: «Tal es la verdad profunda sobre laoración que debemos al Apóstol» 69.

Que la exclamación ¡Abba, Padre! es una oración, es algo en loque coinciden prácticamente todos los exégetas: «Krátsein (igualmen-te en Gal 4,6) es en LXX término técnico para indicar la oraciónencarecida, pero con frecuencia indica también exteriorizaciones ex-táticas […]. En consecuencia, se puede pensar que «Abba Padre» esuna oración […], la mayoría de los exégetas ve en «Abba Padre»

67 «El Espíritu interviene a favor nuestro con “gemido inenarrable” (v. 26c)y viene así en ayuda de nuestra debilidad (v. 26a). V 26b razona en qué con-siste nuestra debilidad: no sabemos lo que tenemos que pedir porque no sabe-mos pedir “como conviene”. El “lo que”, no se refiere al contenido de “qué”tenemos que pedir, porque la esperanza sabe perfectamente lo que espera. Pabloquiere decir que nos faltan palabras para expresar lo esperado […]. De estamanera, también el lenguaje de la oración participa en la diferencia entre elhecho de la salvación y su futuro que escapa todavía a la experiencia actual(cf. v. 24a)» (U. WILCKENS, La carta…, 198; cf. A. HAMMAN, La oración…,286; O. CULLMAN, La oración…, 132).

68 Cf. O. CULLMAN, La oración…, 128.69 Ib., 129.

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un grito de aclamación cúltica que, al igual que «Amén», «Marana-tha», «Aleluya», se ha conservado en su forma aramea» 70.

En la oración del creyente cristiano, para Pablo, hay una co-munión plena entre el Espíritu y nuestro espíritu (cf. Rom 8,11;Gal 4,6). No cabe duda de que el tema central que el Apóstol trata enlos dos textos es de la filiación y el Hijo: «Somos hijos de Dios; estosignifica que hemos comenzado a serlo al recibir en el bautismo elPneuma como “Espíritu de filiación”» 71; pero, más concretamente,puede afirmarse que la atención de Pablo aquí se concentra en la pro-clamación de esa filiación por el Espíritu en la oración. Parece afir-marse, entonces, que la oración sólo tiene sentido si oramos al Padrecomo hijos: «Oramos porque somos hijos de Dios, y a la inversa:somos hijos de Dios porque lo invocamos como Padre nuestro» 72.

Pablo no piensa en una sustitución al modo de la posesión,cuando afirma que el Espíritu ora en nosotros. Al contrario, élinsiste en la necesidad de orar y ser perseverantes en la oración.Como ha dicho Hamman: «Cuando el Espíritu grita “Abba, Padre”,el que ora es su primer oyente, es testigo de la oración que el Es-píritu dirige al Padre» 73. Habla humana y habla del Espíritu no seexcluyen en la oración cristiana de Pablo; el Espíritu presta al oran-te su propia voz para expresar lo inefable, y éste es el primer bene-ficiario de tal don, concedido en virtud de su condición de hijo: «Lapresencia del Espíritu Santo significa dos cosas: el Espíritu Santonos anuncia su presencia, y nosotros podemos y debemos buscar enesta presencia la respuesta a nuestra oración» 74.

70 U. WILCKENS, La carta…, 171; cf. J. GNILKA, Teología…, 109-113.71 U. WILCKENS, La carta…, 169.72 O. CULLMAN, La oración…, 129. «Así pues, la oración cristiana signifi-

ca el despertar del espíritu filial» (A. HAMMAN, La oración…, 286). En elfondo, la oración teresiana participa de este mismo convencimiento. No hayotra oración cristiana posible que el trato de amistad, en el que se trata asolas, y muchas veces, con quien sabemos nos ama, en el que somos informa-dos de quienes somos (hijos) y quién es Dios para nosotros (Padre); puedeverse: M. HERRÁIZ, La oración historia de amistad, Editorial de Espiritualidad,Madrid, 62003 y, del mismo, La oración, hogar de amistad, Sígueme, Salaman-ca, 2007, en el que el autor se extiende también en la comprensión de la oracióncomo trato paterno-filial en San Juan de la Cruz.

73 A. HAMMAN, La oración…, 286.74 O. CULLMAN, La oración…, 132.

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Existe una cuestión abierta al respecto de esos gemidos inefa-bles a los que se refiere Pablo. Para algunos autores (Cullmann,Gnilka, etc.), es claro que se refiere a la glosolalia, forma de oracióntípicamente espiritual, pues en ella el Espíritu trata de «manifestarsecasi sensiblemente a través de los órganos humanos, pero choca consu insuficiencia» 75. Wilckens, entre otros, considera sin embargo,que «es improbable la hipótesis de que Pablo piensa aquí especial-mente en la glosolalia» 76.

En el fondo, podríamos encontrarnos ante un hecho que explicala fenomenología de la mística, fundada en el testimonio que lospropios místicos dan acerca de sus experiencias extraordinarias —alas que, por otra parte, no otorgan un valor radical y padecen más quegozan—: el Espíritu, al manifestarse casi sensiblemente a travésde los órganos humanos, chocaría con su insuficiencia para expresarlo inefable, del mismo modo que el propio místico no encuentra nun-ca la palabra adecuada para expresar lo que ha padecido 77.

Lo verdaderamente decisivo aquí es comprender que orar signi-fica hablar con Dios y conocerle, pues él habla en la oración. Nin-guna de esas dos tareas es accesible al ser humano, si no es por laacción del Espíritu Santo.

CONFIGURACIÓN DE LA ORACIÓN DEL CRISTIANO

Una vez situada la oración de San Pablo en su contexto históri-co y orígenes, y realizado el precedente bosquejo teológico, po-demos hacer una breve descripción de lo que llamamos configu-ración de la oración del cristiano, es decir, una presentación de lasactitudes, forma y contenidos de la oración para el creyente segúnPablo 78.

75 Ib., 135, quien aduce además: 1 Cor 14,18. 23. Puede verse: Y. M.-J.CONGAR, El Espíritu…, 377-391.

76 U. WILCKENS, La carta…, 199 (cf. 199-200).77 Cf. J. MARTÍN VELASCO, El fenómeno místico. Estudio comparado, Trotta,

Madrid, 22003, 74-80.78 Seguiremos a O. CULLMAN, La oración…, 140-150, y A. PITTA, La preg-

hiera…, 142-152.

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Por lo que se refiere a las actitudes físicas, a los gestos del orante,Pablo no dice mucho en sus cartas; en 1 Tim 2,8 encontramos: «quie-ro, pues, que los hombres oren en todo lugar elevando hacia el cielounas manos piadosas» (cf. Ef 3,14). Más importantes son las disposi-ciones espirituales, por las que todas las iras y discusiones deben serexcluidas (cf. 1 Tim 2,8). El cristiano, por otra parte, debe orar conalegría (Flp 1,5; 1 Tes 5,17), aun cuando la oración es también cam-po para la lucha junto al Apóstol en sus trabajos: «Os suplico, herma-nos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu Santo,que luchéis juntamente conmigo en vuestras oraciones rogando a Diospor mí» (Rom 15,30; cf. Col 4,12; Ef 6,12.18).

Es necesario perseverar, orando sin desfallecer 79. Particularmen-te en la conservación de la forma más hermosa de oración cristiana,que es la acción de gracias. Siempre que invita a ser perseverantes enla oración, Pablo incluye entre sus formas la acción de gracias, nosólo desde su inserción en la tradición epistolar helenista, sino con-vencido de la necesidad de dar gracias a Dios, insistiendo en la since-ridad de su acción de gracias, para que quede claro a los interlocuto-res que no se trata de una convención (cf. Gal 1,6; Rom 1,9; Flp 1,8);y es que Dios quiere que le demos gracias (cf. 1 Tes 5,18) 80.

Si el creyente se para a pensarlo, hay muchas razones para dargracias. En primer lugar, por la salvación y la gracia de la elección(2 Tes 2,13s), pero también por la propia fe y la de la comunidad(cf. Rom 1,8; 1 Cor 1,4ss), por la práctica de las virtudes (Flm 4ss;1 Tes 1,2ss; 2 Tes 1,3).

Junto a la acción de gracias, Pablo invitará a las comunidades—para él la oración del creyente no es tal si no conserva una hondadimensión eclesial— a la alabanza y a la petición; la oración estambién ocasión de bendición —ascendente y descendente— e in-cluso de confesión de fe: «Por eso, os hago saber que nadie, movidopor el Espíritu de Dios, puede decir: «¡Maldito sea Jesús»; y nadiepuede decir: «¡Jesús es Señor!» sino movido por el Espíritu Santo»(1 Cor 12,3).

79 La ausencia de la oración conduce a la degeneración (cf. Rom 1,21).80 «Cuando damos gracias a Dios, se nos ofrece la ocasión de participar por

la bondad de Dios y del único modo posible, en su acción redentora» (O. CULL-MAN, La oración…, 141).

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En la petición, Pablo suplica para sí y pide que supliquen lossuyos, el conocimiento de la voluntad de Dios en todo momento;quiere identificarse con ella. También es ámbito para la oración deintercesión; fiado en que Dios la escucha, no pretende que tal aten-ción por el Padre sea cumplimiento exacto de sus deseos, sino ca-pacidad en el orante de abrirse a la voluntad de Dios manifestada enCristo de la que nos hacemos partícipes por el Espíritu (cf. 2 Cor6,1-10; 12,8).

Él da ejemplo pidiendo porque las comunidades progresen(Flp 1,9; 2 Cor 13,9; 1 Tes 3,10) y, a su vez, pide oraciones alas comunidades (1 Tes 5,25; 2 Tes 3,1; Col 4,3; Ef 6,19). Además,no excluye a otros pueblos de la oración de intercesión, pide porellos, así como por los dirigentes, reyes y soberanos (cf. Rom 10,1;1, Tim 2,1ss).

En toda ocasión deben ser dadas gracias al Padre por «la salva-ción ofrecida por Dios en Cristo» 81, pero los deseos personales nohan de ser por ello excluidos de la oración: «Presentad a Dios vues-tras peticiones, mediante la oración y la súplica acompañadas de laacción de gracias» (Flp 4,6).

En definitiva, la oración paulina ha configurado teológica yprácticamente la oración del creyente. En continuidad y superacióncon la oración de los creyentes del Antiguo Testamento, iluminadopor la fuerza del Espíritu, él ha insistido en las líneas maestrasmarcadas por el ejemplo orante del Jesús de los evangelios y nos hallamado a orar sin descansar, fiados en la escucha del Padre por laintercesión de Cristo Jesús y unidos a Él, sabiendo que el Espírituestá a nuestro lado alentando nuestra condición de hijos que puedendirigirse a Dios llamándole, como nos enseñó Jesús, Abba, Padre.

81 Ib., 143.