ministerio enero-febrero 2011(1)

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ARTÍCULO Clinton Wahlen doctor en Teología, es director asociado del Instituto de Investigación Bíblica de la Asociación General. Escriba su opinión sobre este artículo a: [email protected] Las cartas a las siete iglesias: ¿históricas o proféticas? Clinton Wahlen T I i l i i IENE REALMENTE sentido la interpretación historicista de que las siete iglesias de Apoca- lipsis representan el alcance completo de la historia de la iglesia durante siete períodos históricos? 1 A fin de cuentas, las cartas están dirigidas a todo el que las lea, según la admonición que apa- rece al final de cada una de ellas: «El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias». 2 Si estas cartas son para to - dos, ¿qué sentido tiene que las siete iglesias representen siete períodos proféticos? ¿Por qué Jesús dirigió estas cartas a con- gregaciones reales en Asia Menor, si la intención era que fue- ran entendidas como descripciones proféticas de la iglesia a través de la historia? Desde el punto de vista historicista, estas cartas no po- drían ser entendidas sino hasta cientos de años después, en el transcurso de los tiempos históricos que describen. ¿No sería tal posición convertir a la Biblia en un libro de historia, en vez de aceptar lo que parece ser el significado obvio del texto? Esta objeción debe ser tomada seriamente, pues sugiere como preferible una interpretación preterista de que los primeros |dos capítulos de Apocalipsis, si no el libro completo, se apli- can a las iglesias del siglo I d. C. Primero, examinaremos si estas cartas están destinadas a ser leídas como las otras cartas que forman parte del Nuevo Testamento. Después, examinaremos algunos indicios textua- les que parecen sugerir que debemos tomarlas en un sentido profético. Finalmente, analizaremos si estas deben ser consi- .. deradas primeramente una representación profética de la iglesia, en lugar de cartas comunes a las iglesias del Asia Menor en el tiempo de Juan. K Si estas cartas son para to dos, ¿qué sentido tiene que las siete iglesias representen siete períodos proféticos? i -j-^i..

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  • ARTCULO

    Clinton Wahlen doctor en Teologa, es director asociado del Instituto de Investigacin Bblica de la Asociacin General.

    Escriba su opinin sobre este artculo a: [email protected]

    Las cartas a las siete iglesias:

    histricas o profticas?

    Clinton Wahlen

    TI i l i i

    IENE REALMENTE sentido la interpretacin historicista de que las siete iglesias de Apoca-lipsis representan el alcance completo de la historia de la iglesia durante siete perodos histricos?1 A fin de cuentas, las cartas estn

    dirigidas a todo el que las lea, segn la admonicin que apa-rece al final de cada una de ellas: El que tiene odo, oiga lo que el Espritu dice a las iglesias.2 Si estas cartas son para to -dos, qu sentido tiene que las siete iglesias representen siete perodos profticos? Por qu Jess dirigi estas cartas a con-gregaciones reales en Asia Menor, si la intencin era que fue-ran entendidas como descripciones profticas de la iglesia a travs de la historia?

    Desde el punto de vista historicista, estas cartas no po-dran ser entendidas sino hasta cientos de aos despus, en el transcurso de los tiempos histricos que describen. No sera tal posicin convertir a la Biblia en un libro de historia, en vez de aceptar lo que parece ser el significado obvio del texto? Esta objecin debe ser tomada seriamente, pues sugiere como preferible una interpretacin preterista de que los primeros |dos captulos de Apocalipsis, si no el l ibro completo, se apli-can a las iglesias del siglo I d. C.

    Primero, examinaremos si estas cartas estn destinadas a ser ledas como las otras cartas que forman parte del Nuevo Testamento. Despus, examinaremos algunos indicios textua-les que parecen sugerir que debemos tomarlas en un sentido proftico. Finalmente, analizaremos si estas deben ser consi-.. deradas primeramente una representacin proftica de la

    iglesia, en lugar de cartas comunes a las iglesias del Asia Menor en el tiempo de Juan.

    K Si estas cartas son para to dos, qu sentido tiene que las siete iglesias representen siete perodos profticos?

    i - j - ^ i . .

  • ARTCULO

    Son como otras cartas del Nuevo Testamento? El captulo inicial de Apocalipsis des -

    cribe a Jess aparecindose a Juan en v i -sin en la isla de Patmos y ordenndole escribir lo que estaba a punto de ver a las siete iglesias de feso, Esmirna, Pr-gamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodi-cea (Apoc. 1: 11). Aunque las cartas a es tas iglesias ocupan solo dos captulos del libro (Apocalipsis 2 y 3) Jess en realidad les dirige el l ibro completo (Apoc. 1: 4 ; 22: 16). As que, si restringimos la apli-cacin de estas cartas a las iglesias locales de Asia Menor, tendramos que ha cerlo tambin con todo el libro. Un fallo en re -conocer la conexin de Apocalipsis como un todo con las siete iglesias es uno de los primeros problemas que se obtienen de una aplicacin estrictamente local de Apo -calipsis 2 y 3.

    Un estudio cuidadoso del texto de-muestra que estas no son cartas comunes, y que no pueden compararse con las otras cartas inspiradas del Nuevo Testamento. Primero, a diferencia de las Epstolas del Nuevo Testamento que fueron escritas por los apstoles, las cartas en el Apocalipsis no provienen de Juan sino de Jess mis -mo, como lo ponen de manifiesto los ver -sculos iniciales de cada una de ellas. En armona con la prctica antigua, cada car -ta comienza identificando al autor, pero a diferencia de las Epstolas del Nuevo Testamento, Jess se identifica a s mismo usando el lenguaje apocalptico emplea -do en la descripcin anterior que Juan hace de l, conectando de esta manera las cartas con la visin inicial del libro (Apoc. 2: 1, 8, 18; 3: 1, 7, 14; cj. 1: 9-20). Segundo, Jess dicta las cartas directa-mente a Juan, dicindole al comienzo de cada una escribe y util izando una fra-seologa en griego que enfatiza su origen y autoridad divinos.3 Algunos incluso se re fieren a estas cartas como orculos pro -fticos para distinguirlas de las Epstolas.4

    Eruditos de diferentes trasfondos re-ligiosos han reconocido desde hace tiem -po que las cartas a las siete iglesias tratan mucho ms que simples asuntos locales. Como observa un comentarista, la es-tructura fija y la simetra de las cartas re -velan un propsito que va ms all de la

    instruccin tica a siete iglesias concre-tas de la provincia romana de Asia.5

    Tambin su contenido muestra que las car -tas tienen que ver ms que con una simple congregacin especfica, pues com parten temas comunes.

    El deseo de Jess de tener una estrecha relacin con su iglesia es uno de esos te -mas. La iglesia de feso ha dejado su pri -mer amor (Apoc. 2: 4) y nos recuerda la manera en que algunos profetas clsicos describen la separacin de Israel hacia Dios (ver Jer. 2: 2; 3: 1; Ose. 2: 12-15). Jess le asegura a la iglesia en Esmirna que l conoce su sufrimiento y pobreza

    Una lectura cuidadosa del libro de Apocalipsis sugiere que las siete iglesias tienen un significado que va ms all de una simple aplicacin local a estas congregaciones que dejaron de existir hace tanto tiempo.

    y la anima a ser fiel hasta la muerte (Apoc. 2: 9, 10; cj. 1: 5). Aquellos en Prgamo son alabados por retener el nombre de Cristo y no negar su fe en l (Apoc. 2: 13). Jess alaba a Tiatira por su amor, fe y servicio hacia l, pero la reprende por to -lerar a Jezabel, que los aleja de l y los in -duce a prcticas idlatras (Apoc. 2: 19, 20). Aquellos en Sardis que no manchen sus vestiduras podrn esperar con ilusin caminar con Cristo en vestiduras blan-cas (Apoc. 3: 4). La iglesia en Filadel fia tiene un vnculo especial con Jess por-que no ha negado su nombre y ha guar-dado la palabra de su paciencia. Jess tambin dice de aquellos que no tienen tal relacin con l: Reconocern que yo te he amado (Apoc. 3: 8, 9). Por otra par -te, la iglesia de Laodicea persiste en su actitud tibia hacia Jess (Apoc. 3: 16). Sin embargo, l llama y espera, anhelan -do una relacin ms profunda y ms n-tima con su pueblo (Apoc. 3: 20).

    Otro tema importante son las falsas pre tensiones en medio de estas iglesias. Varias cartas se refieren a algunas afirma -ciones falsas de ser apstoles o judos (Apoc. 2: 2, 9; 3: 9). En Tiatira, por ejemplo,

    Jezabel se proclama profetisa pero per-vierte a la iglesia. Y entonces se da una ad -vertencia general: Todas las iglesias sa brn que yo soy el que escudria la mente y el corazn. Os dar a cada uno segn vues -tras obras (Apoc. 2: 23). En cuanto a Sar -dis, esta tiene nombre de que vive pero est muerta (Apoc. 3: 1). Y Laodicea, vive en un autoengao, pensando que es rica y que no tiene necesidad de nada, ignorando que en realidad es pobre y necesitada de todo, incluso de vestimentas (Apoc. 3: 17). Relacionada a la necesidad de autenticidad est la preocupacin so -bre los falsos maestros, incluyendo a Ba-laam, los nicolatas, Jezabel y aquellos que se centran en las profundidades de Satans (Apoc. 2: 14, 15, 20, 24). En con -traste, los seguidores de Cristo deberan ser testigos fieles como l (Apoc. 2: 13; 3: 14).

    Estos temas de la relacin de Jess con "la iglesia, las falsas pretensiones y de dar un testimonio fiel pueden considerarse aplicables a cualquier poca y lugar, y no solo a las iglesias del primer siglo. Sin em -bargo, las cartas obviamente tuvieron tras -cendencia histrica para las iglesias lo cales de esos lugares, pues claramente demues -tran un conocimiento de la historia, la topografa y el aspecto econmico de ca -da lugar y uti l iza esa informacin para abordar las necesidades de los cristianos en ellas. Pero, no podran esas iglesias y sus caractersticas tener tambin un sig-nificado simblico como gran parte del res to del libro?

    Solo histricas o tambin profticas? Una lectura cuidadosa del l ibro de

    Apocalipsis sugiere que las siete iglesias tienen un significado que va ms all de una simple aplicacin local a estas con-gregaciones que dejaron de existir hace tanto tiempo. En Apocalipsis 1: 19 Jess ordena a Juan a escribir lo que ve (en cla -ra referencia a la visin de Juan de Jess en los versculos 11-16), adems de las que son y las que han de ser despus de estas. Esto parece sugerir que las cartas tratan la condicin de las iglesias tanto en los das de Juan como en el futuro, y que -da confirmado con la indicacin expl-cita de secuencia en el captulo 4. Jess,

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    habiendo acabado de dictar las cartas a las iglesias, lleva a Juan en visin de la tierra al cielo y comienza revelndole las cosas que sucedern despus de estas (Apoc. 4: 1). En este punto la atencin se traslada del presente hacia un enfoque ms exclusivo sobre el futuro.

    El libro de Apocalipsis cons ta de dos visiones principales, cada una de las cua -les contiene mensajes profticos de Jess.6

    La primera visin, ambientada en la tie-rra, muestra a Jess caminando en tre sie -te candelabros que simbolizan las siete iglesias (Apoc. 1: 12, 13, 20) y dictando a Juan mensajes para estas iglesias (Apoc. 2, 3). La segunda visin, ambientada en el cielo, parece mostrar la participacin del cielo en los acontecimientos terre-nales que afectan a la iglesia: el Cordero abriendo los siete sellos, ngeles que es -tn delante de Dios tocando siete trom pe -tas, ngeles saliendo del templo ce lestial y derramando las siete copas de la ira de Dios sobre la tierra. La culminacin del libro describe la reunin fsica de Dios y su pueblo. Sealando el final de la sepa-racin entre el cielo y la tierra causada por el pecado est la solemne declaracin da -

    da por el Alfa y la Omega de que hecho est.7 Esta es la nica vez en la parte v i -sionaria de Apocalipsis que el Alfa y la Omega habla, resaltando la importancia del versculo para el desarrollo de la na-rrativa. El objetivo en el que el libro com -pleto insiste finalmente se alcanza aqu.

    Al igual que con los sellos, las trompetas y las copas, el nmero siete denota la amplitud en el caso de las iglesias, no solo a nivel geogrfico, sino tambin temporal.

    Cuando consideramos al l ibro como dos visiones principales que describen la obra divina de reunificar el cielo y la tie -rra, estamos enfatizando la afirmacin he -cha desde un principio de que se trata de una revelacin de Jesucristo (Apoc. 1: 1). Esto tambin nos ayuda a reconocer que las cartas a las siete iglesias, con su cons-tante llamado a escuchar y entender, no so lo pretenden animar a los lectores a pres -tar atencin al mensaje de una carta es-

    pecfica, sino tambin a prepararlos para comprender los captulos 4-22.8

    El carcter apocalptico de las cartas

    La prominencia dada a estas cartas en trminos de la estructura general del l ibro, aparte del hecho de que constituye la primera de cuatro series asociadas al n mero siete en Apocalipsis, tambin sugiere que estas pueden tener un signi-ficado proftico. Al igual que con los se-llos, las trompetas y las copas, el nmero siete denota la ampli tud en el caso de las iglesias, no solo a nivel geogrfico, sino tambin temporal.9 En el tiempo de Juan haba otras iglesias ms prominentes en el Asia Menor, como las de Troas, Mileto, Hierpolis y Colosas, por nombrar algu-nas (Hech. 20: 6, 17; Col. 1: 2; 2: 1; 4: 13). Sin embargo, al considerar las siete igle-sias mencionadas en Apocalipsis 2 y 3, sorprende que a la menos significativa de todas, a saber la iglesia de Tiatira, se le de dica una carta mucho ms larga que a cualquiera de las dems. Tambin, el quias mo en las siete cartas da mayor cr-

    Listo para predicar? Y su sermn?

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  • ARTCULO

    dito a la nocin de que estn designadas para una aplicacin ms amplia.10

    De un modo ms significativo, el he -cho de que diversas imgenes e ideas apo -calpticas estn presentes en cada car ta llevan al lector a sospechar que estas tie-nen que ser entendidas simblicamente, y que las cartas, al igual que el resto del l ibro, deben ser interpretadas como pro-feca apocalptica. Cada carta comienza con el mismo lenguaje de la visin in i -cial de Jess en el captulo 1, el cual re-cuerda por cierto el lenguaje apocalp tico de Daniel (Dan. 7: 9, 13; 10: 5-12). Las im -genes en el cuerpo de las cartas como el candelabro siendo removido, la espada saliendo de la boca de Jess, el man es-condido, los nuevos nombres, Jezabel, la vara de hierro, la Estrella de la maana, las vestiduras blancas, el oro, el colirio y las puertas abiertas y cerradas, son cla-ramente simblicas. Un estudio ms de-tallado de estos smbolos revela una ntima conexin con los captulos posterio res am -pliamente aceptados como apocalp ticos, adems de preparar al lector para ellos.

    Una descripcin proftica de la iglesia

    Considerar las cartas a las siete igle-sias como apocalpticas y aplicables al tiem -po del fin abre la posibilidad de que no so lo sean tratadas como histricas, sino tam-bin como profticas. Esto significa que su mensaje, con el propsito principal de pro -feca para fortalecer la fe, llega a ser espe -cialmente relevante para el tiempo del fin (Juan 13: 19). Muchos intrpretes cristia -nos a travs de los siglos han entendido estas cartas como premonitorias sobre la condicin de la iglesia durante las pocas sucesivas desde el siglo I hasta el tiempo del f in, y algunos continan hacindo lo en la actualidad.11 Dentro del marco limitado de este artculo solo es posible esbozar en am plias pinceladas ciertos rasgos de es tas cartas para ilustrar la pertinencia de aplicar -las profticamente. Estos captulos mere -cen un estudio adicional en este sentido.

    Las cartas comienzan con la descrip-cin de una experiencia de primer amor apropiada a la era apostlica, pero men-guada ya en el tiempo en el que Juan es-cribi. Concluyen con una imagen de

    abun dancia materialista, caracterstica de la iglesia en la era moderna. Curiosa-mente, solo en la carta a feso, la cual en -cabeza la lista, encontramos la mencin de personas que afirman ser apstoles (Apoc. 2: 2). Este era un problema espe-cfico de la iglesia del primer siglo, eviden -te por las referencias que se hacen de l en otras partes del Nuevo Testamento.12

    La persecucin descrita en conexin con Esmirna se ajusta a la persecucin que hizo

    De un modo ms significativo, el he cho de que diversas imgenes e ideas apo calpticas estn presentes en cada car ta llevan al lector a sospechar que estas tienen que ser entendidas simblicamente.

    Roma de los cristianos en los primeros siglos13 que termin en la asimilacin de la cultura pagana romana en el cristianis -mo. '14 Esto ltimo se refleja en las tenden -cias sincretistas de Prgamo y Tiatira. La carta a Tiatira, notable por su extensin, concuerda con el largo perodo de domi -nacin eclesistica durante la Edad Me -dia. En contraposicin a este dominio, al vencedor en Tiatira se le promete espec -ficamente el dominio sobre las naciones. Significativamente, en esta carta escucha -mos hablar primero de fe y amor y tambin que las obras postreras de Tia-tira sobrepasan a las primeras, una des-cripcin que representa perfectamente el principio de la Reforma (Apoc. 2: 19). Tambin en este punto en la serie de car-tas, vemos a un remanente empezan do a formarse (Apoc. 2: 24). Hacia el tiem po de Sardis, sin embargo, las reformas se han estancado y aparecen casi muertas.15

    Finalmente, los apelativos con los que Jess se describe a s mismo a las iglesias de Filadelfia y Laodicea, en lugar de se-alar hacia atrs al captulo 1, las conec-tan con el tiempo del juicio y la Segunda Venida. En relacin con la carta a Filadel -fia, la descripcin de Jess como santo y verdadero se compara estrechamen -te a la de aquel a quien los mrtires bajo el altar claman por vindicacin bajo el

    quinto sello (Apoc. 6: 10). La lla -ve y la puerta abierta aluden a Isaas 22: 22, y son referencias aparentes al ministerio i n -tercesor de Jess,16 sugeri -do de por s al descri brsele en atuendo sacerdotal en -tre los candelabros del San -tuario (Apoc. 1: 13; ver xo. 25: 31-35; Lev. 24: 4; 1 Rey. 7: 49; Heb. 9: 2). Pa ra Laodicea, Jess est a la puerta, lo que signi-fica en el lenguaje del Nue -vo Testamento que el fin es t cer ca (Mat. 24: 33; Mar. 13: 29).17 La comida de confraternidad se -ala la cena de bodas del Cordero (Apoc. 19: 7-9). La descrip cin de Jess como fiel y ver -dadero (am bas cosas connotadas por la palabra hebrea Amen) se compara a la des crip cin de aquel que viene sobre un caballo blanco a juzgar y pelear (Apoc. 19: 11).

    Muchos ejemplos, como los mencio-nados en conexin con Laodicea, demues -tran la estrecha relacin que existe entre las imgenes apocalpticas de las cartas con los lt imos captulos de Apocalip-sis. A veces la conexin aparece por con-traste: El perodo de la iglesia de La odi cea corresponde al del remanen te de Apo-calipsis 12: 17. En ten der Apocalipsis 2 y 3 como una representacin proftica de la iglesia de Dios a lo largo de la historia nos ofre ce una ayuda interpretati va para los captulos pos terio res. La imagen final del remanente fiel es contrastada por la ima-gen humillante de la ciega y desnuda igle -sia de Laodicea.

    A pesar de la pro gresin perceptible en las siete cartas hacia un enfoque sobre el tiempo del f in, la perspectiva del pri mer siglo sobre el inminente regreso de Jess figura de una u otra manera a lo lar go de ellas. Ya el nfasis en la cercana del se-gundo advenimiento est previsto en la visin inaugural. En Apocalipsis 1: 17 Jess dice: Yo soy el primero y el l t i -mo. Y en Apocalipsis 22: 12, 13: Ven go pronto! []. Yo soy el A fa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el ltimo.

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  • Adems, el hecho que las cartas estn llenas de ideas y smbolos

    apocalpticos nos da la razn para concluir que, al igual

    que el resto de Apocalip sis, estos captulos deben

    ser considerados pro fticos.

    Las cartas mismas se refieren varias ve -ces a la venida de Cristo, y sin embargo, no dan pistas sobre cundo esa venida podra ocurrir (Apoc. 2: 5, 16, 22, 23; 3: 3, 11). El libro de Apocalipsis afir ma de manera sostenida que es en breve tiem po (1 : 1; 22: 6), cerca (1 : 3; 22: 10) y pronto (2: 16; 3: 11; 22: 7, 12, 20). Al mis mo tiem -po, el f in est contemplado solo en cone-xin con el regreso de Cristo, y no antes.

    Conclusin Las cartas a las siete iglesias son bsi ca -

    mente diferentes a las Epstolas del Nue vo Testamento, en el sentido de que pro vie -nen directamente de Jess . Cuando son vistas en conjunto, estas muestran una estructura estilizada, una simetra quis-tica y temas universalmente aplicables. Estos rasgos sugieren que las cartas van ms all de ser simples asuntos de inte-rs local para unas pocas iglesias parti-culares. El nmero siete tambin sugiere la ampl i tud en trminos de su alcance y aplicacin. Cuando se comparan con las subsiguientes series de siete en la prime -ra mitad del l ibro, como por ejemplo los sellos y las trompetas, ambas culminan con el fin del mundo. Existe toda razn pa -ra entender las siete iglesias de una ma-nera similar. Adems, el hecho que las cartas estn llenas de ideas y smbolos

    apocalpticos nos da la razn para concluir que, al igual que el resto de Apocalip sis, estos captulos deben ser considerados pro -fticos. Jess mismo parece sugerir una aplicacin futura, tanto como una pre-sente, para ellas (1 : 19). Una breve compa -racin de las cartas con la historia de la iglesia confirma esta insinuacin.

    Referencias 1. Jon Paulien, en The End of Historicism. Reflections

    on the Adventist Approach to Biblical Apocalyptic-Part One, Journal of the Adventist Theologcal Socety 14 (2003), pp. 15-43, habla de un consenso desa-rrollado en una de las reuniones del comit de Da-niel y Apocalipsis de que Apocalipsis 2 y 3 se lee ms naturalmente del mismo modo que las epstolas del Nuevo Testamento (p. 39 n 123). Ranko Ste-fanovic, en Revelaton of Jess Chst: Commentary on the Book of Revelaton (Berrien Springs, MI : Andrews University Press, 2002), pp. 117, 121, asiente a la tradicin historicista en su interpretacin de Apoca-lipsis 2 y 3, pero utiliza un lenguaje evasivo (como: aquellos buscando aplicar o uno podra ver). Para un estudio ms exhaustivo de este tema, ver: Clinton Wahlen, Heavens View of the Church in Revelation 2 y 3, Journal of Asa Adventist Semnary 9/2 (2006): pp. 145-56.

    2. Apoc. 2: 7, 11, 17, 29; 3: 6, 13, 22. 3. La Septuaginta utiliza la sorprendente expression Ta

    de lag (Apoc. 2: 1, 8, 12, 18; 3: 1, 7, 14; ver Hech. 21: 11) para anunciar los orculos profticos con las palabras: As dice el Seor.

    4. A. Feuillet, The Apocalypse, (Staten Island, NY: Alba House, 1965), pp. 48, 49; J. Ramsey Michaels, Interpre -taton of the Book of Revelaton (Grand Rapids: Baker, 1992), p. 35, cf. 52; G. K. Bealejolm's Use of the Od Testament n Revelaton, Journal for the Study of the New Testament Supplement Senes, 166 (Sheffield: Shef-field Academic Press, 1998), pp. 303, 304.

    5. Robert H. Mounce, The Book of Revelaton, New Inter -natonal Commentary on the New Testament 17 (Grand Rapids: Eerdmans, 1977), p. 84; ver el reconocimiento por Richard Bauckham (The Theology of the Book of Revelaton [Cambridge: Cambridge University Press, 1993], pp. 16, 17) de que las cartas abordan contex-tos representativos que los cristianos en perodos posteriores han encontrado aplicables tambin a la iglesia de su tiempo.

    6. No existe acuerdo en cuanto a la estructura general del libro (Stefanovic, Revelaton, p. 25). Para detalles so bre el esquema propuesto aqu, ver Wahlen, pp. 147-149; Richard Sabuin, Repentance in the Book of Revela-tion (Ph.D diss., Adventist International Institute of Advanced Studies, Silang, Filipinas, 2006), pp. 54-61.

    7. Traduccin por el autor. El Alfa y la Omega tambin hablan una vez en la introduccin (Apoc. 1: 8) y otra vez en la conclusin (Apoc. 22: 13).

    8. W. Popkes, Die Funktion der Sendschreiben in der Johannes-Apokalypse. Zugleich ein Beitrag zur Spt-geschichte der neutestamentlichen Gleichnisse [La funcin de las epstolas en el Apocalipsis de Juan. Al mismo tiempo una contribucin a la historia tarda de las parbolas neotestamentarias], Zeitschrift fur die neutestamentliche Wissenschaft und die Kunde der alteren Kirche 74 (1983), pp. 90-107; cf. Bealejolm's Use, pp. 312, enlazando la frmula de audiencia con las parbolas visionarias de los capstulos 4-21.

    9. Por ejemplo: Bealejolm's Use, p. 302. Las trompetas re presentan a lo largo de la historia lo que las copas del juicio son en el tiempo del fin: un anticipo y una advertencia de las siete ltimas plagas (Stefanovic, Revelaton, p. 39).

    10. Varios estudios han identificado temas dispersos a travs de las cartas en un patrn quistico. Por ejemplo: Robert L. Muse Revelation 2-3: A Critical Analysis of Seven Prophetic Messages Journal of the Evangelcal Iheologkal Socety 29 (1986), pp. 147-161, encuentra un patrn que podramos resumir como a b a a a b a (a para una advertencia de juicio y b para una promesa de salvacin), Bealejolm's Use, p. 303, ve la condicin de las iglesias descrita en un patrn a b c c c b a. Sabuin, Repentance, p. 112, nota que el llama do al arrepenti-miento en las cartas se ajusta a un quias mo (r-r r3 r-r).

    11. Por ejemplo: Jacques B. Doukhan, Secretos del Apoca -lipsis (Doral: APIA, 2008), The Apocalypse Through Hebrew Tye, pp. 29-48; James L. Boyer, Are the Seven Letters of Revelation 2-3 Prophetic? Grace Theologcal Journal 6 (1985), pp. 267-273.

    12. Ver 2 Cor. 11: 5, 13; 12: 11, 12; cf. Mat. 7: 15; Gl. 2: 4; 2 Ped. 2: 1; 1 Juan 4: 1.

    13. Aunque con perodos variables de mayor y menor in -tensidad, la persecucin fue persistente en los siglos II y I I I , culminando en la ms severa de las perse-cuciones bajo Diocleciano, desde el ao 303 y du-rante una dcada. Ver Henry Chadwick, The Early Christian Community, in The Oxford Hstory of Ch-rstanty, ed. John McManners (Oxford: Oxford Uni-versity Press, 1993), pp. 21-69, 47, 48.

    14. Robert A. Markus, From Rome to the Barbarian Kingdoms, en The Oxford Hstory of Chrstanty, pp. 70-100, 73, 74; cf. 79: Los siglos IV y V vieron la total romanizacin del cristianismo y la cristianiza-cin de la sociedad romana.

    15. El perodo que concierne a la Reforma es extremamen -te complicado, como el tratamiento cuidadosamente matizado que Patrick Collinson manifiesta claramen -te (ver The Late Medieval Church and Its Reforma-tion en The Oxford Hstory of Chrsanty, pp. 243-276). El Protestantismo estableci rpidamente sus pro-pias confesiones que sirvieron para traer coherencia y consenso de la confusin y para aplastar la desvia-cin teolgica y el disentimiento. Ibd, p. 273.

    16 .La antigua traduccin Aramea de Isaas conocida co -mo el Targum de Isaas, dice esto explcitamente en su traduccin interpretativa de Isaas 22: 22: Y pondr la llave del santuario y la autoridad de la casa de David en su mano: l abrir y nadie cerrar, cerrar y nadie abrir (Bruce D. Chilton, The Isaah Targum: Introducton, Translaton, Apparatus and Notes, The Aramac BUe, p. 11 [Wilmington, DE: Glazier, 1987]).

    17. Doukhan, Secres, p. 44.

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