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Miguel Silva Vidal Martes 08 de Mayo de 2012 23:22 De militar fracasado a endémico “legislador” de Defensa MIGUEL SILVA nació el 20 de septiembre de 1945. Ingresó en la Academia General Militar de Zaragoza en 1963 y alcanzó el empleo de teniente de Ingenieros en 1967, ascendiendo al de capitán en 1971. Durante el bienio 1977-78, formó parte del equipo que, impulsado por el Vicepresidente Primero del Gobierno para Asuntos de la Defensa, teniente general Gutiérrez Mellado, y presidido por Martínez de Galinsoga (general de división de Infantería de Marina), redactó las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas de 1978. Y ello aunque a título personal nunca asumiera el espíritu de sus contenidos, ya que, en evidente contradicción con su artículo 214, renunció a realizar el curso de ascenso a comandante, fijando de forma voluntaria su horizonte profesional en el empleo de capitán. 1 / 2

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Miguel Silva VidalMartes 08 de Mayo de 2012 23:22

De militar fracasado a endémico “legislador” de Defensa

MIGUEL SILVA nació el 20 de septiembre de 1945. Ingresó en la Academia General Militar deZaragoza en 1963 y alcanzó el empleo de teniente de Ingenieros en 1967, ascendiendo al decapitán en 1971.

Durante el bienio 1977-78, formó parte del equipo que, impulsado por el VicepresidentePrimero del Gobierno para Asuntos de la Defensa, teniente general Gutiérrez Mellado, ypresidido por Martínez de Galinsoga (general de división de Infantería de Marina), redactó lasReales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas de 1978. Y ello aunque a título personal nuncaasumiera el espíritu de sus contenidos, ya que, en evidente contradicción con su artículo 214,renunció a realizar el curso de ascenso a comandante, fijando de forma voluntaria su horizonteprofesional en el empleo de capitán.

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Miguel Silva VidalMartes 08 de Mayo de 2012 23:22

Dicho artículo, cuya aplicación al caso permite comprender la conocida desafección de MiguelSilva hacia los valores castrenses, establece literalmente: “El militar de carrera debe tener undeseo constante de promoción de los empleos superiores que las plantillas fijadas legalmentele permitan alcanzar. La falta de interés en perfeccionar las condiciones requeridas paramerecer el ascenso es muestra de poco espíritu militar”. No obstante, y a pesar de esa decisión tan poco edificante en el ámbito militar, su facilidad parareconvertirse en los entornos partidistas más contradictorios le permitió conservar el mismodestino en los sucesivos gabinetes técnicos de los ministros Alberto Oliart (UCD) y NarcísSerra (PSOE), alcanzando el grado de comandante el 1 de octubre de 1985 al acogerse sinmayor esfuerzo a la denominada “reserva transitoria”, que fue aprobada en fecha fijadaprácticamente a su medida. En esa nueva situación siguió colaborando con el ministro continuista Julián García Vargas y,en especial, con su Subsecretario y luego Secretario de Estado, Gustavo Suárez Pertierra,quien al asumir la cartera de Defensa en 1995 le nombró director general en atención a sunotoria relación de confianza y sin méritos profesionalmente reconocibles para ello. Al acceder José María Aznar (PP) a la Presidencia del Gobierno en 1996, Miguel Silva dio pornaturalmente concluida su vida política y por amortizados, con toda lógica, sus servicios alPSOE más escandaloso de todos los tiempos. Sin embargo, gracias a la mediación de AntonioGonzález Aller y de Francisco Torrente, el inexperto subsecretario de Defensa nombrado enaquel momento, Adolfo Menéndez, le repescó como previo coautor de la Ley 17/1989, de 19 dejulio, de régimen del personal militar profesional (que algunos denominaron “ley de la defunciónmilitar”), para que elaborara el paquete normativo que habrían de sustituir aquella ley,conformando nada menos que el nuevo marco jurídico de las Fuerzas Armadas “profesionales”. En aquellos momentos, la revista “Militares”, editada por la Asociación de Militares Españoles(AME), bautizó a Miguel Silva con el sobrenombre de “Legislator”, ironizando sobre su falta depreparación jurídica y dedicándole una llamativa portada (Nº 40, Febrero 1999). Posteriormente, cuando ante la evidencia de su falta de lealtad e incompetencia profesional elministro Trillo-Figueroa ordenó su tardío cese, Miguel Silva se refugió de forma temporal (VILegislatura) como asesor del Grupo Parlamentario Socialista en la Comisión de Defensa delCongreso de los Diputados, combatiendo políticamente sin el menor pudor todo el trabajo queél mismo había desarrollado con anterioridad al servicio del PP. Tras ganar el PSOE las elecciones legislativas en marzo de 2004 y designarse a José Bono alfrente de la cartera de Defensa, Miguel Silva se reincorporó a su antiguo destino ministerial(aunque adscrito al JEMAD por razones administrativas), desarrollando funciones deasesoramiento político itinerante y volviendo a impregnar con su falta de profesionalidadjurídica y militar la nueva normativa legal del ramo. En esta nueva etapa, su habitual trayectoria de auto-rectificación alcanzó su peor expresión enla Ley Orgánica de Defensa Nacional, que sufrió un fuerte varapalo parlamentario y supuso laruptura del consenso PP-PSOE, y en la Ley de Tropa y Marinería, que rompía la dimensión delas Fuerzas Armadas pactada en la Ley 17/1999 y la racionalidad de las plantillas militares. Malencaje jurídico y militar tuvo también la modificación de las leyes orgánicas 13/1985, del CódigoPenal Militar, y 8/1998, de Régimen Disciplinario de las Fuerzas Armadas, que él habíaelaborado previamente, sólo para satisfacer el “calentón” del ministro Bono provocado por unaccidente aeronáutico cuyas eventuales responsabilidades tenían perfecta cabida en lanormativa vigente. En cualquier caso, el mayor desastre normativo propiciado por Miguel Silva ha sido, sin dudaalguna, la Ley 39/2007, de 19 de noviembre, de la Carrera Militar, el más claro exponente de suanimadversión contra la institución militar. La conflictividad creada en el propio seno de las Fuerzas Armadas por las distintas piezaslegales que llevan su sello como jurisconsulto sobrevenido, e incluso las tensiones que hanproducido entre las distintas fuerzas políticas hasta romper el consenso sobre su modelo deprofesionalización, se han hecho bien patentes a lo largo de su dilatado y nefasto destino en elMinisterio de Defensa. De hecho, Miguel Silva es el auténtico responsable de que la legislaciónde ese Departamento sea técnicamente reputada como la peor de todos los ámbitosadministrativos. Y, lo que es mucho más grave, que a menudo se haya elaborado en contra delas propias Fuerzas Armadas, en coherencia con su arribismo político y su desprecio por lomilitar. Como superviviente nato que es, y junto a sus prácticas de reconversión partidista, Miguel Silvaha sabido remover también el mundo de filias y fobias dentro del Ministerio de Defensa parainfluir interesadamente en su política de nombramientos, sembrando dudas y descalificacionesen unos casos y proponiendo nombres afines en otros. No menos interesadas han sido susrecomendaciones políticas en la persecución desatada contra el ex ministro Trillo-Figueroa porel caso del “Yak-42”, que había ordenado personalmente su cese en el Ministerio de Defensa,por ejemplo. O su intento de desviar la distinción especial de los Premios Ejército en su XLIVedición, otorgada con todo mérito al diputado Luis Mardones, en favor de Javier Solana, cuyohermano Luis le acompaña también en el “clan socialista de Defensa”, especialmente dedicadoal amordazamiento y disolución de las Fuerzas Armadas. Quizás, el mayor mérito personal de Miguel Silva Vidal haya sido figurar, siendo capitán, comouno de los “cien indeseables” incluidos en el panfleto reaccionario que se difundió de formaclandestina, pero impactante, en los medios militares durante el mes de abril de 1982. En dicharelación alternaba con otros personajes que tuvieron sin duda alguna un gran protagonismo enla versión militar de la transición política, lo que no dejó de proporcionarle cierto renombre ytambién amparo solidario por parte de los mismos. Muchos de ellos aprovecharon aquel incidente para autoproclamarse como reducto de los“militares demócratas” frente a los “ultras” que cuatro meses antes, el 5 de diciembre de 1981,difundieron el “Manifiesto de los 100”, interpretado entonces por los medios de comunicaciónsocial como un apoyo a los golpistas del 23-F. Miguel Silva se adhirió incondicionalmente aaquella emergente fe “democrática”, ocultando su afinidad y reuniones previas con los“guerrilleros de Cristo Rey” en la madrileña e histórica “Cafetería Roma”, bien contrastadaentonces por el SECED. Como aviso a navegantes y al personal de Defensa en general, téngase en cuenta que la claveprincipal de los ceses y nombramientos de altos cargos militares durante la VIII Legislaturaresidió en la especial relación de Miguel Silva con Francisco Torrente, a la sazón SecretarioGeneral de Política de Defensa y auténtico nepote ministerial. Ellos alentaron la defenestraciónde Luis Alejandre como JEMAD y, posteriormente, los sucesivos ceses del teniente generalJosé Mena, Jefe de la Fuerza Terrestre, y del JEME José Antonio García González, colocandoen los cargos respectivos a los generales Pedro Pitarch y Carlos Villar, ambos con destinosministeriales previos de confianza socialista y este último perteneciente a la misma promociónde Ingenieros que Miguel Silva. Su reconocida capacidad de auto-beneficio le ha permitido verse condecorado con la GranCruz del Mérito Militar, hecho ciertamente insólito, dado que sólo alcanzó el empleo de capitán(llegó a comandante acogiéndose a la reserva transitoria) y que en el ámbito militar dichacondecoración está reservada exclusivamente a los oficiales generales. En los círculos informados del sector, no se tiene previsto que, salvo fallecimiento, el currículode este endémico “legislador” del Ministerio de Defensa concluya antes de que liquidenormativamente a la institución militar. FJM (Actualizado 30/05/2009) Las personas interesadas en rectificar o complementar los contenidos de este perfil biográfico,pueden enviar sus comentarios por correo electrónico a:

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