micromachismos en el metro de monterrey
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Desenvolvimiento de la masculinidad hegemónica en nuestro contextoTRANSCRIPT
Índice
Introducción..............................................................................................................3
Micromachismos y masculinidad hegemónica.........................................................4
Conclusión................................................................................................................7
Bibliography..............................................................................................................8
Introducción
En la actualidad, vivimos en una sociedad donde es común pensar que el hombre
y la mujer han alcanzado la igualdad, por lo que las luchas de las feministas son,
actualmente, meras faramallas de mujeres remilgosas que no luchan tanto por la
igualdad de género sino por una inversión de roles en que el hombre se vea
sometido a la autoridad de la mujer (¿porque si en verdad buscaran la igualdad se
llamaría igualitarismo y no feminismo, no?). Por supuesto, esta visión es una
absolutamente teñida por un machismo reaccionario y una ignorancia absoluta
sobre lo que siquiera es el feminismo.
En contraposición a estas visiones ridículas y caricaturizadas de lo que es
el feminismo, podemos observar que la violencia hacia la mujer sigue siendo un
fenómeno bien presente; de hecho, las estadísticas, compartidas por Ramiro
Flores, en torno a esto son alarmantes:
Los datos del INEGI revelan que la cultura patriarcal y machista sigue vigente en
buena parte de la sociedad mexicana: el 39.7% de un total de 35 millones 756 mil
378 mujeres que viven en el país ha sufrido algún tipo de agresión, sobre todo
intimidaciones (92.4%) y abusos sexuales (41.9%). En este contexto, los estados
de México, Jalisco, Aguascalientes, Nuevo León y el Distrito Federal son los que
presentan una mayor incidencia de mujeres violentadas sexualmente, siendo la
capital la entidad con peor historial (59.7%). (Flores, 2008)
Las cifras aquí mostradas nos muestran que la violencia de género sigue muy
presente en la vida de muchísimas mexicanas. Es por esto que lidiar con el tema
de la violencia de género en todas sus acepciones es una cuestión fundamental
en la sociedad en que vivimos.
En el presente trabajo, decidimos enfocarnos en una manifestación
particular de lo que fue denominado por Connell como masculinidad hegemónica:
los micromachismos. Estos siguen representando un problema de violencia a nivel
estructural contra la mujer, empero uno que es demeritado y tomado como mera
discursividad de feministas reaccionarias. Esto, por supuesto, no es el caso; es
por eso que consideramos fundamental dar a conocer esta problemática, ya que
es demasiado común que sea descartada sin mayor indagación por considerarse
una exageración de los problemas entre las relaciones de hombres y mujeres.
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Micromachismos y masculinidad hegemónica
Gracias a los avances del feminismo, vivimos en una sociedad donde las
manifestaciones abiertas de la dominación masculina son mal vistas y tomadas
como moralmente recriminables, por lo que, si bien siguen existiendo y siendo un
problema muy serio con el que hay que lidiar, no son tan comunes como antaño, o
por lo menos, no tan visibles.
A pesar de esto, tenemos que ser sumamente cuidadosos y no asumir que
este menor despliegue de los abusos visibles de poder por parte de los hombres
implica que vivimos en una sociedad que ha logrado librarse del yugo opresivo del
patriarcado, ya que la dominación masculina sigue sumamente vigente, si bien
ésta se expresa de manera distinta porque el movimiento feminista ha logrado
demeritar la legitimidad del control abierto del hombre sobre la mujer. Es verdad
que esta dominación ya no se expresa de las mismas maneras espectaculares de
antaño, empero es una simplificación decir que ya no existe; más bien, se ha
logrado adaptar a un contexto en que ya no es tomada como una conducta moral
válida, por lo que generalmente se manifiesta de maneras diferentes a las
clásicas.
Por esto, las nuevas conductas de dominación del hombre hacia la mujer se
expresan en la actualidad mediante actos aparentemente insignificantes e
inocentes pero que encierran un campo de significación oculto que manifiesta la
superioridad del hombre sobre la mujer, ya que todas ellas tienen que ver con el
mantenimiento de los roles clásicos de género, los cuales incluyen una distribución
asimétrica del poder en que la mujer permanece bajo el yugo activo del hombre y
vive bajo su control y disposición.
Este tipo de conductas son conocidas como micromachismos y son
definidas por el psicoterapeuta Luis Bonino González como
actitudes de dominación “suave” o de “bajísima intensidad”, formas y modos
larvados y negados de abuso e imposición en la vida cotidiana. Son,
específicamente, hábiles artes de dominio, comportamientos sutiles o insidiosos,
reiterativos y casi invisibles que los varones ejecutan permanentemente. (Bonino,
2004)
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Se pueden apreciar actitudes de esta naturaleza en una plétora de situaciones que
van desde una distribución desigual de las labores domésticos hasta el gesto
aparentemente amable de cederle el asiento a una mujer en un camión, claro está,
cuando dicha concesión se hace exclusivamente porque la persona a la que se le
cede el asiento es una mujer (lo que implica que el individuo que realiza el gesto
no lo haría de tratarse de un hombre y no una mujer), y más aún cuando se le
reprocha a la mujer si no quiere tomarlo.
Bonino nos dice que por lo general los micromachismos no son
manifestados con una intencionalidad maliciosa o de dominación, sino que
corresponden a una asimilación psicológica de los roles de género y del carácter
relacional-negativo que tiene la masculinidad en contraposición a la feminidad en
las sociedades en que vivimos. Esto, sin embargo, no les quita su carácter
opresivo, ya que en el mundo real implican una dominación activa, si bien no
fácilmente visible, del hombre sobre la mujer.
Posteriormente, Bonino establece una tipología en que habla sobre cuatro
tipos de micromachismos: los utilitarios (que se aprovechan de las disposiciones
características de la feminidad socialmente concebida), los encubiertos (que
abusan de la confianza y credibilidad femenina ocultando su objetivo), los de crisis
(que buscan recobrar el sesgo asimétrico de poder ya sea cuando el hombre entra
en una situación desventajosa o la mujer en una ventajosa) y los coercitivos (que
buscan retener el poder mediante el uso de la fuerza moral o psicológica
masculina).
Hay dos grandes razones por las cuales es imperativo tomar en
consideración la problemática de los micromachismos si es que pretendemos vivir
en una sociedad más justa e igualitaria: que los micromachismos son, en realidad,
manifestaciones contextualizadas de la masculinidad hegemónica y que, como
manifestaciones de ésta, son claros ejemplos de una problemática de violencia (en
diversas formas, como sería la sexual, verbal, psicológica, etc.) contra la mujer a
nivel estructural en la sociedad en la que vivimos, por lo que no podremos
alcanzar una plena igualdad de género mientras no resolvamos esta problemática
de antemano.
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Abordemos, entonces, el concepto de masculinidad hegemónica. Por
masculinidad hegemónica debemos entender “la configuración de práctica
genérica que encarna la respuesta corrientemente aceptada al problema de la
legitimidad del patriarcado, la que garantiza (o se toma para garantizar) la posición
dominante de los hombres y la subordinación de las mujeres.” (Connell, 1997) Con
esto es apreciable que se pueden considerar como manifestaciones de la
masculinidad hegemónica todos los desplantes de actitudes en que se perpetúen
las asimetrías de poder entre hombres y mujeres y se busque mantener los roles
de género tradicionalmente concebidos.
La masculinidad (en su forma hegemónica) es una construcción precaria
que debe ser perpetuamente probada ante los demás: uno debe mostrar siempre
que es un hombre cabal, un hombre de verdad. Esto implica una serie de actitudes
en torno a cómo debe comportarse con las mujeres y con otros hombres. Un
hombre, en esta concepción de la masculinidad, solo lo es relacionalmente, siendo
la naturaleza de su relación con la mujer una parte fundamental de su hombría.
Con esto, para que un hombre tenga valía como tal se ve forzado a hacer
un constante despliegue de su hombría en todo momento, pero como ya
mencionamos previamente, las exposiciones abiertas y espectaculares de
dominación masculina ya no son bien vistas en la sociedad en la que vivimos: por
eso, se tiene que expresar de una manera más sutil, aunque no por eso
inexistente: los micromachismos. De esta manera, podemos ver que las actitudes
micromachistas, aparentemente tan inocentes e insignificantes, encierran detrás
de sí toda una visión del mundo basada en la distribución asimétrica del poder
entre hombres y mujeres: la visión de la masculinidad hegemónica.
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Conclusión
A pesar de que, a primera vista, la violencia de género en nuestra sociedad ha
disminuido, si deconstruimos los actos de los hombres podemos observar que la
dominación masculina sigue vigente, solo que se manifiesta de maneras “ocultas”.
Es importante analizar todas las manifestaciones de violencia de género en
nuestra sociedad debido a que los micromachismos, por inofensivos que puedan
parecer a primera vista, son expresiones de un sistema en que sigue habiendo
una distribución asimétrica de poder entre hombres y mujeres y en el que no se
puede asegurar que una mujer esté completamente a salvo, ya que la opresión
patriarcal es irracional: se oprime a la mujer por el simple hecho de haber nacido
mujer, independientemente del contexto en que dicha mujer nació o se
desenvuelve.
Se pueden tomar medidas desde las políticas públicas para lidiar con el
problema en los espacios públicos con acciones como la realizada en el metro de
la ciudad de México, esto es, agregar un vagón diseñado específicamente para
mujeres. Esto no representa un cambio sistemático, pero por lo menos asegura un
espacio para que las mujeres puedan transportarse en la cotidianidad, además
que representa una sensibilización social a la cuestión de la dominación masculina
como para que se realicen acciones políticas para tratar al problema.
Independientemente de lo que se realicen actos de esta naturaleza o no,
esta es una materia que debe ser investigada y comprendida profundamente si es
que pretendemos aspirar a vivir en una sociedad justa, igualitaria e incluyente.
Tenemos que tener la suficiente honestidad como para poder admitir que tenemos
problemas de esta índole, y que en efecto existen a la escala que manejamos en
el presente trabajo como problemas serios. De otra manera nos quedaremos en
meras discursividades sin un impacto concreto en la sociedad.
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Bibliography
Bonino, L. (Noviembre de 2004). Revista La Cibeles Nº2. Recuperado el 16 de
Noviembre de 2015, de http://www.luisbonino.com/pdf/Los
%20Micromachismos%202004.pdf
Bourdieu, P. (2000). La dominación masculina. Barcelona: Anagrama.
Connell, R. (1997). Berdingune.euskadi.eus. Recuperado el 17 de Noviembre de
2015, de
http://www.berdingune.euskadi.eus/contenidos/informacion/material/
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Flores, R. (1 de Mayo de 2008). Nexos. Recuperado el 17 de Noviembre de 2015,
de http://www.nexos.com.mx/?p=12554
Medina, S. (16 de Junio de 2015). Nexos. Recuperado el 15 de Noviembre de
2015, de http://labrujula.nexos.com.mx/?p=378
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