meta. de la uribe a la habana apuntes

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    PROYECTOPROPUESTADEPOLTICADEPAZYDESARROLLOREGIONAL

    Meta: de La Uribe a La Habana

    JOS JAIRO GONZLEZ ARIAS

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    Primera edicin: mayo de 2014

    Jos Gonzlez Arias

    Departamento para la Prosperidad Social (DPS)Calle 16 nm. 6-66, piso 12, edificio Avianca

    Bogot, D. C., ColombiaTelfono: (57 1) 5937050, ext. 7702

    Unin Europea

    Calle 116 nm. 7-15, int. 2, piso 12Bogot, D. C., ColombiaTelfono: (57 1) 6581150

    Universidad de los Andes, Centro Interdisciplinario de Estudios sobre Desarrollo (Cider)

    Ediciones UniandesCarrera 1. nm. 19-27, edificio Aulas 6, piso 2

    Bogot, D. C., ColombiaTelfono: 3394949, ext. 2133

    http://[email protected]

    ISBN on line: 978-958-774-005-9ISBN: 978-958-774-006-6

    Correccin de estilo: Jos VanegasDiagramacin interior: Andrea Rincn

    Diseo de cubierta: David Reyes

    Impresin:Editorial Kimpres Ltda.Calle 19 sur nm. 69C-17

    Telfono: 413 68 84Bogot, Colombia

    Impreso en Colombia - Printed inColombia

    Todos los derechos reservados. Esta publicacin no puede ser reproducida ni en su todo nien sus partes, ni registrada en o trasmitida por un sistema de recuperacin de informacin,en ninguna forma ni por ningn medio, sea mecnico, fotoqumico, electrnico, magntico,electro-ptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.

    Gonzlez Arias, Jos JairoMeta: de La Uribe a La Habana / Jos Jairo Gonzlez Arias. -- Bogot: Universidad de los Andes, Centro Interdis-

    ciplinario de Estudios sobre Desarrollo (Cider), Ediciones Uniandes: Departamento para la Prosperidad Social:Unin Europea, 2014.

    112 p.; 15 x 21,5 cm. Documentos en Desarrollo; Proyecto Propuesta de Poltica de Paz y Desarrollo Regional.

    ISBN 978-958-774-006-6

    1. Desarrollo regional Meta (Colombia) 2. Conflicto armado Meta (Colombia) 3. Proceso de paz Meta(Colombia) 4. Meta (Colombia) Aspectos socioeconmicos I. Universidad de los Andes (Colombia). Cider II. Tt.

    CDD 303.64 SBUA

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    CONTENIDO

    PRESENTACIN xi

    PRLOGO xiii

    INTRODUCCIN 1

    APROPIACINHISTRICAYCONFIGURACINSUBREGIONAL 5

    ESTRUCTURASOCIALAGRARIA, CULTIVOSDEUSOPROSCRITOYNARCOTRFICO 31

    TENENCIA Y CONCENTRACIN 36

    GNESIS Y DESARROLLO DEL NARCOTRFICO 39

    LA COCA Y LOS NUEVOS ESPACIOS SOCIALES 44

    LAS TIERRAS DEL DESPOJO 47

    DINMICAYTRAYECTORIADELCONFLICTOARMADOREGIONAL 53

    DELACONSTRUCCINDEPAZALACONSOLIDACINESTATALENELDEPARTAMENTO 75MAPA DE PRIORIDADES DE LA UNIDAD ADMINISTRATIVA

    PARA LA CONSOLIDACIN TERRITORIAL ENSAN VICENTE DEL CAGUN Y LA MACARENA 79

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    PETRLEOYCONFLICTO 83

    CONCLUSIONES 89

    BIBLIOGRAFA 93

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    NDICE DE TABLAS YMAPAS

    Tabla 1. Concentracin de la propiedad por rangos depropiedad y Gini en el departamento del Meta 38

    Tabla 2. Uso de la tierra por rangos de propiedad enel departamento del Meta, 2008 39

    Tabla 3. rea de cultivos ilcitos de coca segn los censosde 2000 y 2005 41

    Tabla 4. rea de cultivos ilcitos de coca en el departamentodel Meta segn los censos de 2000 a 2005 43

    Tabla 5. rea de cultivos ilcitos de coca en el departamento

    del Meta segn los censos de 2006 a 2011 45Tabla 6. Vctimas civiles en eventos de violencia poltica

    en el departamento del Meta, 1985-1996 57

    Tabla 7. Desplazamientos y homicidios en el Meta entre1997 y 2011 72

    Tabla 8. Produccin de petrleo en el departamentodel Meta 85

    Tabla 9. Regalas pagadas en el departamento del Meta

    entre 1995 y 2002 86Tabla 10. Regalas pagadas en el departamento del

    Meta entre 2003 y 2009 87

    Mapa 1. Operadoras de petrleos en el departamentodel Meta 84

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    PRESENTACIN

    Sueo con ver mi regin prspera. Nuestras tierras son hermosas y

    diferentes. Los campesinos queremos volver a confiar para vivir en paz.

    Lder social de paz y desarrollo

    Los programas de Desarrollo y Paz surgieron hace casi veinte aosen la regin del Magdalena medio, a partir de un diagnstico partici-pativo en torno de las necesidades de las comunidades. Este procesose tradujo en propuestas pacficas para superar el conflicto armadoy la exclusin social mediante procesos estratgicos territoriales que

    promueven el desarrollo, la cultura de los derechos humanos, la par-ticipacin ciudadana y la gobernabilidad.

    Desde entonces, el Gobierno colombiano y la cooperacin inter-nacional han apoyado estos procesos de paz y desarrollo en diferentesregiones del pas afectadas por la violencia, mediante programas comolos Laboratorios de paz, Desarrollo regional, paz y estabilidad yNuevos territorios de paz.

    Se entiende que los programas de Desarrollo y Paz (PDP) son

    iniciativas concebidas, impulsadas y estructuradas desde organizacio-nes e instituciones de la sociedad civil orientadas a concertar y articularesfuerzos pblicos, privados y comunitarios para la construccin con-junta de una nacin en paz desde procesos locales y regionales, a partirde la promocin de una cultura de la vida, de la integracin social yel sentido de pertenencia hacia las regiones,1en los que participan

    1 Gua Pedaggica Red Prodepaz, 2010.

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    nias, nios, campesinos, mujeres, indgenas y afrodescendientes,

    entre otros gestores y lderes sociales que contribuyen a la bsquedade la paz.En este contexto, la Delegacin de la Unin Europea en Co-

    lombia, el Departamento para la Prosperidad Social (DPS) y el CentroInterdisciplinario de Estudios sobre Desarrollo (Cider) de la Univer-sidad de los Andes han emprendido un proceso de dilogo pblicoorientado a aprovechar este saber hacerde casi veinte aos en las regiones,para construir una propuesta de lineamientos de poltica pblica depaz, desarrollo y reconciliacin como un referente para los mltiplesactores involucrados en la construccin de paz.

    Este proceso toma como referencia el estudio monogrfico denueve regiones del pas Macizo Colombiano-alto Pata, La Mojana,bajo Magdalena, Norte de Santander, Meta, Magdalena medio, canaldel Dique, Montes de Mara y Cesar y los resultados de la aplicacinde otras herramientas, como un sondeo de opinin, un anlisis delos aportes de los procesos de paz y desarrollo, un trabajo por gruposfocales y un dilogo con expertos internacionales.

    La elaboracin de cada monografa, a cargo de un reconocidoinvestigador regional, estuvo orientada a trazar las trayectorias deldesarrollo, del conflicto armado y los esfuerzos de construccin depaz a escala regional, as como a identificar los conflictos y tensionessociales que obstaculizan la paz y el desarrollo en cada contexto y asugerir algunas posibles lneas de poltica pblica.

    Cada monografa es un aporte para reconocer los patroneshistricos, sociales, culturales y econmicos de los territorios selec-

    cionados e identificar los procesos de cambio que se requieren parala transformacin de los conflictos y la construccin de relaciones derespeto y cooperacin entre los diversos actores regionales y sus inte-reses, en aras de generar condiciones de vida digna, lazos de confianzay el desarrollo regional para la reconciliacin de los colombianos.

    Delegacin de la Unin Europea; DPS;Cider, Universidad de los Andes

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    PRLOGO

    El departamento del Meta constituye sin duda una de las unidades

    territoriales del pas que condensan en menor escala toda la trama deconflictos, violencias y desarrollo, pero tambin de iniciativas de paz yproyeccin de la poltica pblica, con el propsito de dar respuesta alos retos planteados en las distintas coyunturas histricas por las queha atravesado el departamento y el pas entero. Esta es una historiareciente que apenas se empieza a interpretar.

    En particular, y con mayor acentuacin, el departamento delMeta, desde los aos ochenta, ha sido eje no solo de distintas polti-

    cas pblicas y propuestas del Gobierno nacional, sino tambin delaccionar de fuerzas irregulares insurgentes y contrainsurgentes,de la actividad criminal del narcotrfico, de paramilitares y bandascriminales, que han marcado decisivamente la suerte de su desarrolloregional. En cerca de treinta aos, el territorio del departamento haconocido perodos de postracin a causa del conflicto y la violenciapoltica (1985-1992; 1997-2005), seguidos de momentos de relativarecuperacin econmica e integracin poltica (1993-1996; 2006-

    2011). Estos virajes han incidido en su configuracin espacial y en lasociedad que all se construye. Hoy en da no es claro el rumbo mso menos democrtico de algunos procesos clave en su desarrollo.La relativa pacificacin militar de los ltimos aos y el auge de la eco-noma energtico-minera no son suficientes para ocultar las profun-das inequidades sociales y la marginalidad de comunidades enteras,vctimas del estilo de crecimiento que se ha impuesto y de la violencia,que ha agotado cuantiosos recursos humanos.

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    Frente a estos acontecimientos, el papel del Estado en sus diver-

    sos niveles no solo ha sido discreto y deficitario, sino que ha carecidodel protagonismo suficiente en momentos cruciales para definir elrumbo que debe seguirse. El contraste permanente en el escenariode violencia y rehabilitacin ha sido el encuentro entre las polticaspblicas del orden central y las comunidades regionales de destino,especialmente las de las zonas de colonizacin. Otros escenarios y ac-tores se han construido o relacionado en espacios aparte y con pocaintencin o inters en incidir en el primero. Vemos, entonces, quepolticos en campaa cada cierto tiempo dan cumplimiento a agendasajenas a factores que han alimentado el conflicto armado o a empre-sarios concentrados en sus asuntos particulares, intentando sacar elmayor provecho de las oportunidades generadas por el modelo dedesarrollo implantado. Distintos escenarios separados, descentradosde un eje rector emanado del Poder Ejecutivo, carentes de orienta-ciones institucionales claras y de largo aliento orientadas a superar labrecha, han favorecido la ingobernabilidad del territorio, matizadasiempre por la recurrente apelacin a la violencia.

    En este orden de ideas, y de acuerdo con los trminos de re-ferencia formulados por el Cider, esta monografa pretende ser uninsumo para la accin estratgica del Gobierno en procesos de di-logo pblico, que, desde la perspectiva terica del desarrollo para lapaz, propone una aproximacin a la comprensin de los problemasrelevantes y complejos que comprometen el bienestar y la construc-cin de paz en el departamento del Meta y pretende hacer parte delcompromiso poltico de las conversaciones de paz que actualmente

    adelantan en La Habana voceros del Gobierno y de las FARC.En el mismo sentido, el documento partir de una descripcin

    y anlisis de los procesos de violencia y conflicto armado e iniciativasde construccin de paz regionales, e identificar diferenciadamentelos distintos impactos que estos procesos han tenido en la sociedadregional del Meta.

    Identificar, tambin, elementos de la poltica pblica pa-ra el desarrollo regional, el estilo de crecimiento asumido por el

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    PRLOGO xv

    departamento y sus efectos prcticos para la facilitacin u obstruccin

    de la construccin de las iniciativas regionales de paz.A partir de la reconstruccin del proceso histrico de configu-racin regional vivido en el departamento del Meta, se presentarn lastransformaciones que ha experimentado la sociedad rural1en dcadasrecientes, en su proceso de apropiacin y construccin de sus espacios.En este contexto se abordar la estructura social agraria, la dinmicay trayectoria del conflicto armado regional y su impacto en la polticadel departamento, as como las distintas estrategias de intervencindel Estado y las iniciativas de construccin de paz.

    Para ello se han consultado distintas fuentes, en su mayoraoficiales. La informacin sobre cultivos de coca fue aportada por laOficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).La informacin sobre conflicto armado, violencia poltica y homici-dios fue tomada del Centro de Recursos para el Anlisis de Conflictos(Cerac), la Corporacin Nuevo Arco Iris (CNAI), el Centro de Inves-tigacin y Educacin Popular (Cinep), Medicina Legal y la PolicaNacional. Para la descripcin y el anlisis electoral se acudi a la

    informacin de la Registradura Nacional. La informacin sobre tie-rras se obtuvo del Instituto Geogrfico Agustn Codazzi (IGAC)y delInstituto de Desarrollo Rural (Incoder). De la Defensora del Pueblose consultaron los informes sobre afectacin de la poblacin civil porel conflicto. La Corporacin Desarrollo para la Paz del PiedemonteOriental (Cordepaz) suministr valiosa informacin sobre proyectossociales y comunitarios en el territorio. Para el anlisis de la estructurasocial agraria se tomaron los indicadores construidos por el Informe

    Nacional de Desarrollo Humano (INDH). Se consultaron bases dedatos del Departamento Nacional de Planeacin (DNP) y la EmpresaColombiana de Petrleos (Ecopetrol) en las que aparece informacinsobre el Meta. Para el apoyo del anlisis general de la informacin y las

    1 De acuerdo con el Informe de Desarrollo Humano 2012 del PNUD, el Meta esen buena parte un territorio rural.

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    recomendaciones de poltica se hizo una atenta lectura y consulta de

    algunos estudios sociales sobre la Orinoquia y el Meta, en particular.

    2

    Tambin se consultaron informes y documentos del Programa Redesdel PNUD, la Gobernacin del Meta, del antiguo Corpes Orinoquia,la Comisin Nacional de Reparacin y Reconciliacin (CNRR) y otrosdocumentos relativos a la actual poltica pblica derivados de la ley devctimas y restitucin de tierras. Adems, se acudi a la informaciny a la observacin elaborada durante recientes trabajos de campo.

    Este trabajo cont con la asesora permanente del socilogoOmar Gutirrez Lemus y del Centro de Estudios Regionales del Sur(Cersur), especialmente del socilogo Andrs Restrepo Correa, aquienes extiendo mis agradecimientos.

    2 Vanse especialmente los trabajos de Alfredo Molano (1989), Daro Fajardo(1994), Catherine Le Grand, Alejandro Reyes (2009), Jos Jairo Gonzlez (2006) yOmar Gutirrez (2012).

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    INTRODUCCIN

    El departamento del Meta, a pesar de ser el primero en adquirir tal

    estatus entre los llamados territorios nacionales, continu el patrn deorganizacin socioespacial demarcado desde las rdenes colonialesy republicanas, y caracterizado por la consolidacin de espacios cen-trales integrados a la nacin y espacios perifricos, desarticulados dela misma. El Meta tiene un pasado reciente como unidad poltico-administrativa. Su definicin como departamento, desde 1959, sigueasociada al peso que tienen sus subregiones y a los distintos grados deintegracin con el centro del pas.

    De hecho, Villavicencio, la capital, sigue siendo un centro deacopio, transformacin y transporte de productos agrcolas, pecua-rios, energticos e industriales que tienen como destino Bogot.El piedemonte llanero y los alrededores de Villavicencio, en unafranja de territorio que se extiende desde los bordes de la cordilleraOriental hasta zonas cercanas al nacimiento del ro Meta (confluenciade los ros Guatiqua, Guayuriba y Humea), han sido las subregionesms integradas a las dinmicas del centro del pas, como centros de

    migracin (hacendataria, empresarial y campesina) y como puntos dedespensay de comunicacin fluvial con el llano adentro. Paralelamente,otras subregiones se han debatido entre la integracin y la violencia,la marginalidad y el conflicto, pero en cualquier caso, excluidas o es-tigmatizadas, como sucede an con el Ariari, el Duda y el Guayabero.Lo mismo sucede, por ejemplo, en los territorios limtrofes con Caque-t y Guaviare, asiento de comunidades poco atendidas por el Estadoque han aprendido a sortear por s mismas, o con ayuda de la guerrilla,

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    sus necesidades ms apremiantes. All el Gobierno nacional tambin

    ha aplicado en el pasado, con resultados controvertidos, sus polticasde rehabilitacin, como su actual Plan de Consolidacin Territorial.En este sentido, el departamento del Meta puede caracterizarse

    como un territorio fragmentado. Esta fragmentacin se desprendede su propio proceso de configuracin territorial, de la forma comoocurri su poblamiento, de la divisin partidista de sus municipios, dela violencia poltica y los patrones de control estatal que all se impu-sieron. An hoy se percibe la huella de ese pasado y se puede identi-ficar como un elemento central en la dinmica del conflicto armado,y tambin como un componente bsico de cualquier propuesta dedesarrollo que pretenda afectar zonas rurales marginales o vinculadasa la produccin y explotacin ilegal de sus recursos. En su interior sepueden identificar espacios con diversos grados y caractersticas deintegracin a la economa nacional e internacional, con dinmicasdemogrficas diferenciadas y con grados desiguales de consolidacininstitucional, social y estatal, como lo revelan estudios recientes (vaseGutirrez, 2012).

    El departamento no constituye un espacio homogneo dondelas interacciones econmicas, la presencia gubernamental, las rela-ciones sociales y los puntos de encuentro entre ciudadanos y Estadoestn conectados en una nica red institucional formal que funcionesin distinciones cualitativas, relativas a los grupos e intereses colectivosque componen esta sociedad. De hecho, la persistencia, en los lti-mos treinta aos, de distintas formas de violencia, crimen organizado,conflicto armado y economa ilegal advierten sobre la validez de tales

    distinciones espaciales. Como se mencion, esta caracterstica de dis-gregacin y diferenciacin territorial hace parte de su historia y hacondicionado su vida econmica, social y poltica.

    Como veremos ms adelante, identificamos en el departamentoseis subregiones para facilitar la descripcin y el anlisis del conflictoarmado, las tendencias del desarrollo territorial y las propuestas depaz. Es este un recurso metodolgico que pretende facilitar la labor deestablecer regularidades y caracterizaciones en los temas abordados.

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    INTRODUCCIN 3

    Por esta razn, dicho recurso puede no coincidir con propuestas de

    planificacin que parten de supuestos diferentes y aspiran a otrosresultados. Con l pretendemos acumular cerca de treinta aos dehistoria, algo que tampoco resulta fcil, debido a los notables cambiosde la sociedad, la economa y la poltica en el mismo perodo, an mscuando, desde 2002, la explotacin de petrleo ha venido marcandocambios sustanciales en la configuracin espacial del Meta, y ha hechode municipios que antes se consideraban marginales (Puerto Gaitn,La Uribe, La Macarena) el centro del inters de inversionistas nacio-nales e internacionales, no solo por su riqueza petrolera, sino por suspotencialidades para la produccin agroindustrial y explotacin deotros recursos naturales, como el agua, el coltn y el oro.

    En verdad, los acontecimientos que tienen lugar en el depar-tamento originan un mapa geopoltico que se mantuvo ms o menosestable hasta finales del milenio, pero que empez a modificarsedrsticamente a partir del 2002 con la intensificacin del conflicto, elinvolucramiento masivo de la poblacin civil en el mismo, el peso de laeconoma minero-energtica y las grandes inversiones agrocomercia-

    les, algunas de ellas asociadas al narcotrfico, que viene desdibujandolentamente este mapa, creando nuevas divisiones espaciales, todava nomuy delimitadas.1Con todo, se parte de esta subregionalizacin paraensayar una explicacin de la dinmica territorial de los ltimos treintaaos con la perspectiva no solo de advertir las llamadas eufemstica-mentefallas del Estado, sino de contribuir al proceso de construccin depaz desde escenarios regionales y con reglas de juego bien delimitadas.

    1 El auge del petrleo involucra hoy un buen nmero de municipios del Meta.A los municipios de Villavicencio, San Carlos de Guaroa, Castilla la Nueva, Cumaral,Puerto Gaitn, Puerto Lpez y San Martn se suman ahora los municipios de VistaHermosa, La Uribe, Lejanas y La Macarena, hecho que hace ms complejo su actualproceso de reordenamiento territorial.

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    APROPIACINHISTRICA

    YCONFIGURACINSUBREGIONAL

    A lo largo del proceso de configuracin territorial del departamen-to, y atendiendo a las distintas dinmica del proceso de colonizacincampesina, hacendataria, economas extractivas y ciclos de cultivosilegales, as como al peso que estos han tenido en la construccin de lamalla social y los niveles de articulacin regional y nacional, podemosidentificar para el departamento por lo menos seis subregiones quenos ayudarn a descubrir las particularidades de la estructura socialagraria en el Meta, la trama de conflictos y los procesos de construc-

    cin de paz regional.En primer lugar, encontramoselpiedemonte metense, compuesto

    por los municipios de Villavicencio, Acacas, Cumaral, Guamal, Res-trepo, Castilla la Nueva, Cumaral y San Carlos de Guaroa.

    Es el eje central del departamento y constituye el primer ncleode municipios con mayor integracin fsica, econmica y poltica alcentro del pas. La capital del departamento, Villavicencio, concen-tra cerca de la mitad de la poblacin, en su mayor parte urbana, 2y

    ejerce como centro de polarizacin de todo el Meta y la Orinoquia.En efecto, segn el DANE,entre 1993 y 2005 la poblacin rural de Vi-llavicencio descendi del 13 % al 6 %, a medida que se consolidabacomo el centro comercial, industrial, financiero y administrativo msimportante de los llanos orientales, por encima de Arauca y Yopal.

    2 El 94 %, segn el censo de 2005.

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    Tendencia similar, aunque menos acentuada, de disminucin de la

    poblacin rural se observa en Acacas, Cumaral, Restrepo, Castilla laNueva y San Carlos de Guaroa. Como fuere, estos municipios guar-dan una gran dependencia econmica de Villavicencio, y se podraafirmar que con algunos de ellos (los ms prximos) forman un fe-nmeno de conurbacin, aunque poco planificado. Por el contrario,el porcentaje de poblacin rural en toda la microrregin descendide 19,28 %, en 1993, a 11,12 % en 2005. De igual forma, Villavicencioconcentra la mayor instalacin y oferta de servicios sociales (salud,educacin, vivienda, cultura) y pblicos domiciliarios (acueducto,alcantarillado, energa, gas natural, aseo, etc.), y si bien ha superadoen buena parte antiguas limitaciones, enfrenta otras derivadas de surpido crecimiento.

    Por esta mediacin, Villavicencio sobresale en el contexto re-gional como centro urbano, y supera a municipios cercanos y de im-portante economa agraria y minera. Incluso municipios destacadospor estas caractersticas (Cumaral, Restrepo, Acacas, Guamal, SanCarlos de Guaroa, El Dorado, Cubarral) se muestran cercanos a otros

    menos dinmicos (San Juanito y El Calvario en el Meta, Medina y Para-tebueno en Cundinamarca). En efecto, en esta subregin se observa lapredominancia de los cultivos comerciales, principalmente de palmade aceite, arroz, soya, sorgo, cacao, maz, ctricos y pltano, ademsde la ganadera. Ms all de Villavicencio se aprecia el crecimiento deuna economa basada en la prestacin de ciertos servicios (hotelera,turismo, banca, transporte, educacin, etc.), la produccin pecuaria(ganadera, porcicultura), la acuicultura, la avicultura, la transforma-

    cin de alimentos, procesamiento de materias primas y explotacinpetrolera (Villavicencio, Castilla la Nueva, Acacas, Puerto Gaitn).

    Aun as, estos municipios se encuentran en la zona de influenciaeconmica y poltica de Bogot (Corpes, 1995: 47) y son altamente de-pendientes de sus directrices. Durante aos, los gobiernos seccionalesy los gremios econmicos han intentado forjar una economa jalonadapor la agroindustria en un espacio integrado de vas terrestres y servi-cios de energa. All el Estado tiene un carcter ms articulado en sus

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    APROPIACINHISTRICAYCONFIGURACINSUBREGIONAL 7

    funciones, y el ejercicio de la dominacin se inscribe de manera ms

    cercana, sin ser exacta, como lo muestra el fenmeno de la parapol-tica, a las exigencias de mediacin de la ley y la justicia, al monopoliode la coaccin en manos de las fuerzas militares, a la participacincivil potencial en asuntos pblicos y a la progresiva administracinprofesional del Estado.

    El comportamiento de algunos indicadores de eficiencia fiscalda una idea del desarrollo del Estado a escala municipal. En el mbitonacional, estos municipios no se destacan mucho, y en el departamen-tal no siempre muestran un nivel equiparable a su importancia polticay econmica. As por ejemplo, Villavicencio pas del decimoterceroal tercer lugar, en parte por la mejora en su capacidad de financiarsecon recursos propios, mientras otros, con importantes rentas petrole-ras, como Acacas y Castilla la Nueva, descienden. En estos casos, unalto monto de transferencias por regalas no se refleja en un cambiosustancial de desempeo fiscal, lo cual arroja dudas sobre su sosteni-bilidad a largo plazo como entidades territoriales.

    Con todo, algunos de los macroproyectos ms importantes de

    desarrollo econmico del departamento se han preconcebido en estasubregin, lo que hace que contine la tendencia histrica de vincularestos territorios a los avances y necesidades del mercado nacional einternacional (Corpes 1995: 107-115). Se ha pensado, por ejemplo,construir una refinera de crudo en Castilla la Nueva, un parque indus-trial, plantas productoras de aceite y un aeropuerto internacional, todoarticulado a ambiciosos proyectos de procesamiento agroindustrial yminero (agrocombustibles,3petrleo y gas). Todo esto da cuenta de

    una tendencia, en buena parte de la subregin, a constituirse en unespacio central(integrado y continuo) (Gonzlez, 1998a, p. 36)y de unaintencin poltica, de la Gobernacin, de que esto sea una realidad.Esta pretensin hace parte de una visin relativamente planificada de

    3 Alcohol carburante y biodisel a partir de la palma de aceite, la yuca industrialo la caa.

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    apropiacin del espacio. En una condicin parecida se encontraran

    municipios de otras subregiones del departamento, como Granada(ro Ariari) y Puerto Lpez (ro Meta). As, se puede inferir que laconcentracin espacial de las actividades econmicas y polticas deldepartamento se da, aunque de manera exclusiva, en reas limitadasy cercanas a Villavicencio.

    Sin embargo, lo expuesto muestra tambin que en el depar-tamento existen diferencias espaciales que obligan a establecer dis-tinciones entre zonas y municipios ligados a proceso econmicos ypolticos emanados del centro del pas (Estado-nacin) y zonas y es-pacios marginales o de exclusin (frontera interna) (Gonzlez, 1998a,p. 36), con precaria integracin a las dinmicas centrales o articuladosa ellas por medio de ciclos productivos ilegales (produccin de coca)4o parainstitucionales (penetracin de grupos armados en la polticay la economa).

    En resumen, la subregin hace parte de una amplia zona delpiedemonte y la vertiente oriental de la Orinoquia5que ha conocidoprocesos intensos de poblamiento desde los aos treinta del siglo XXy

    ha logrado consolidar nexos de integracin y dependencia econmicacon el centro del pas, sobre todo con Bogot. En la actualidad cuentacon un relativo grado de desarrollo en su infraestructura fsica (vial,comunicaciones, energa, servicios bsicos, etc.) y social (educacin,salud, urbanismo, etc.). Tambin es el espacio donde el Estado ha lo-grado mayores avances en materia de regulacin de relaciones sociales,de legitimidad y soberana. Asimismo, existe una apreciable oferta deservicios institucionales de carcter civil y pblico (justicia, salud, se-

    guridad, educacin). Sin embargo, no ha sido inmune a fenmenos

    4 Desde los aos ochenta han sido frecuentes los rumores sobre inversiones in-mobiliarias y financieras de narcotraficantes en la economa urbana del Meta. Tambinen proyectos agroindustriales y mineros en zonas rurales.5 Estas zonas naturales se extienden a lo largo de la cordillera Oriental, desdeArauca hasta Putumayo, y en ellas se han establecido otras ciudades, como Yopal, Sa-ravena y Florencia.

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    como el influjo de la economa del narcotrfico, el paramilitarismo y

    la parapoltica, acompaados de procesos de concentracin de tierras,despojo y usurpacin, como veremos ms adelante.El indicador de concentracin de la propiedad rural (Gini) en

    la subregin ratifica la tendencia, durante los ltimos diez aos, a laconcentracin, tanto en su clculo tradicional de tierras como en elreferido a propietarios.6

    En segundo lugar est la subregin conocida como elprellano yvertiente andina,compuesta por El Calvario y San Juanito, municipiosandinos, al igual que otros de Cundinamarca, Casanare y Boyac,7dependientes de Bogot, Villavicencio y Sogamoso, de relativa mar-ginalidad econmica y caractersticas campesinas. En efecto, son mu-nicipios donde ha predominado la poblacin rural y la produccincampesina, y se observa la tendencia de sus habitantes a emigrar aotras zonas o ciudades vecinas. Aun as, en trminos relativos, continasiendo importante la poblacin rural, como lo demuestra el ndice deruralidad en Colombia (IRC).8

    Las diferencias espaciales han ocurrido en el interior de una

    misma subregin, como en el caso de El Calvario y San Juanito, queson los municipios ms aislados de la dinmica centrada en Villavi-cencio. En efecto, es posible que en los aos ochenta y noventa esteaislamiento haya favorecido el asentamiento de algunos frentes de

    6 El IGACcalcula el Gini de propietarios con base en el rea del terreno en poderde cada uno de los propietarios ponderado por el nmero de propiedades, y lleva a

    cabo dos aproximaciones para el rea del terreno por propietario: sumando el totaldel rea del predio Gini propietarios (repeticin) y sumando la proporcin del readel predio Gini propietarios (sin repeticin).7 Medina, Paratebueno, Ubal, Chmeza, La Salina, Recetor, Scama, Paya, Pisba,Pajarito, San Luis de Gaceno, etc.8 Este es un indicador elaborado por INDH2010 que relaciona y mide la rurali-dad teniendo en cuenta variables como la densidad poblacional de los municipios ysu distancia promedio a las grandes ciudades. Toma valores entre 0 y 100; este ltimovalor representa el mayor grado de ruralidad.

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    las FARC(53 y 54) en las zonas de vertiente (estribaciones orientales

    de la cordillera) y el piedemonte, jurisdicciones de estos municipios.Aun as, esta misma subregin fue escenario, luego, de la irrupcin degrupos paramilitares en proximidades de los centros urbanos.

    En tercer lugar est el corredor ro Meta, compuesto por los mu-nicipios Barranca de Upa, Cabuyaro, Puerto Gaitn y Puerto Lpez.Esta es una subregin de antiguo poblamiento, caracterizada por elpredominio de actividades ganaderas y agrcolas. Su relativa integra-cin al centro del pas se debe al temprano uso que tuvo el ro Metacomo medio de comunicacin con Casanare, Arauca y Venezuela.Durante largo tiempo se le consider un corredor comercial entreBogot y los llanos orientales, y una va alternativa de comunicacincon mercados internacionales. Este hecho impuls el establecimientode empresarios y compaas comerciales en sus alrededores, en espe-cial durante la segunda parte del siglo XIX. Otra importante va depenetracin y poblamiento en la subregin ha sido el ro Manacacas.Adems, la mayor cantidad de poblacin indgena del departamento seencuentra asentada all (vase la tabla Poblacin indgena por muni-

    cipio y resguardo). Estas comunidades, lo mismo que las campesinas,han sido confinadas a las riberas extremas de los ros y caos comoresultado, entre otras causas, del intenso proceso de concentracin detierras adelantado, primero, por los grandes ganaderos, y luego porlos narcotraficantes (Carlos Ledher, Gonzalo Rodrguez Gacha) y losgrupos de autodefensas, liderados por Vctor Carranza y alias MartnLlanos, desde el decenio de los ochenta (vase Gonzlez, 2006).

    Esta subregin, lo mismo que el eje central del piedemonte, mues-

    tra hoy un alto grado de integracin y dependencia econmica deBogot. En su interior, Puerto Lpez cumple una funcin de centrourbano polarizador. Este municipio ha sufrido un proceso de conso-lidacin alrededor de actividades productivas agrocomerciales (maz,soya, algodn, arroz, sorgo) y, recientemente, con la explotacin dehidrocarburos (Puerto Gaitn, Puerto Lpez) y gas (Barranca deUpa); tambin comerciales, ganaderas, de turismo y prestadoras deservicios para zonas rurales, en las que predominan el transporte de

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    pasajeros y mercancas a asentamientos humanos ms distantes del

    Meta y Vichada (Puerto Gaitn, La Primavera, Puerto Carreo, Cu-maribo, Santa Rita, etc.).Durante los aos noventa, algunas entidades de desarrollo (Cor-

    pes) y gobiernos departamentales se propusieron adelantar macropro-yectos de desarrollo en este territorio, como el apoyo a la investigacincientfica y tecnolgica, la recuperacin de la navegacin por el roMeta, las plantaciones industriales de maz, trigo y maderas, varieda-des adaptadas a las condiciones del medio ambiente de esta parte dela Orinoquia. En aos recientes se ha impulsado el cultivo de palmade aceite, maz tecnificado, caa de azcar y yuca industrial para elprocesamiento de agrocombustibles. Estos macroproyectos tendranuna fuerte dosis de inversin en capital y en tecnologa, estaran enmanos de sectores privados y tendran el apoyo del Estado; adems,han sido vistos como parte de un complejo de acciones econmicas ypolticas destinadas a ofrecer un apoyo (por ejemplo, en materia deempleo) al desarrollo regional.

    Junto con Granada, en el Ariari, aunque en menor medida,

    Puerto Lpez ha cumplido funciones de articulacin espacial, eco-nmica y poltica entre un buen nmero de municipios y la capital,Villavicencio, sin que esto signifique la existencia de una red urbanaen el departamento.9Durante los aos noventa, el escenario de dese-quilibrios espaciales entre los municipios de estas dos microrregionespareca tener rasgos muy similares, y en ellos los procesos producti-vos de alto valor agregado eran todava incipientes. Adems, haciael oriente (Puerto Gaitn) el poblamiento era todava precario y

    la red vial mostraba muchas fallas. En este espacio la presencia delEstado tambin haba sido diferencial: concentraba sus actividadesms importantes en los municipios con mayor poblacin y funciones

    9 Desde la dcada de 1990, como se ha mencionado, el rea funcional ms in-tegrada del departamento se encuentra entre Villavicencio, Granada, Puerto Lpez,Barranca de Upa y Restrepo (Corpes, 1995, pp. 123-129).

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    comerciales, productivas o de servicios; adems, dicha presencia no

    haba significado una reduccin significativa de las acciones de losgrupos de narcotraficantes y paramilitares o guerrilleros en las zonasms aisladas. En otras palabras, pese a haber sido reconocida como unamicrorregin con potencial de desarrollo y estratgica como zona defrontera internacional, mostraba debilidades en trminos de controlinstitucional, equipamiento espacial y poblamiento.

    Tanto en la subregin del ro Meta como en la parte surorientaldel eje San Martn-Mapiripn es palpable la evaporacin del supuestode unidad poltico-administrativa en el Meta. Hacia el oriente esta idease desvanece y el territorio se compenetra con la amplia Orinoquia.A la dbil presencia estatal se suma el escaso poblamiento y la inmen-sidad del territorio. Sin embargo, es tambin un territorio de granbiodiversidad y con valiosos recursos naturales renovables (agua, bos-ques) y no renovables (petrleo, gas). Las tablas que siguen precisanel carcter rural y el dbil poblamiento de ese territorio.

    Su carcter rural es determinante, incluido Puerto Lpez. Co-mo en los casos anteriores, la informacin suministrada por el DANE

    encuentra una traduccin ms adecuada al contexto regional con elndice de ruralidad en Colombia.

    Segn algunos analistas (Prez, 2002), el futuro econmico deesta regin podra estar en la investigacin e innovacin cientfico-tcnica, en la adaptacin de procesos productivos al contexto naturalde esta parte de la Orinoquia sobre todo a las caractersticas de sussuelos y clima, en el impulso de nuevos reglones de exportacinagrcola, como maran, forestales, frutales y palma africana, y tam-

    bin en la explotacin minera y en nuevos procesos industriales. Segnesta lgica, se debera impulsar la migracin selectiva (mano de obracalificada), la dotacin de infraestructura productiva y la integracinespacial de los municipios del oriente del Meta y el Vichada.

    Sin embargo, como lo muestran los registros, algunos de losmayores obstculos para llevar a la prctica esta visin desarrollistasiguen siendo la alta inequidad en la distribucin de la tierra, la pobre-za de sus habitantes, la baja productividad de la ganadera extensiva

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    y los eventuales efectos sociales y econmicos de la reciente bonan-

    za petrolera, sin contar sus repercusiones ambientales. Tambin lasdebilidades de los gobiernos locales, evidenciados, parcialmente, porlos indicadores de eficiencia fiscal. Esto, porque el flujo de regalasdurante el ltimo decenio ha presionado ajustes y mejoramientos ad-ministrativos que, no obstante, no han logrado evitar los significativosndices de ineficiencia y corrupcin.

    Es importante sealar que en esta subregin se vivi un perodode intensa violencia entre los aos 1990 y 1993. La razn de este fen-meno pudo estar asociada a las disputas entre los grupos de paramili-tares, liderados por Vctor Carranza, y los frentes de las FARCasentadospor esa poca en municipios como Puerto Gaitn, o en una suerte dereacciones polticas a los cambios municipales y departamentales dic-tados por medio de la Constitucin de 1991. Con todo, esta violenciadestruy buena parte del capital social acumulado durante decenios.En la actualidad se pueden identificar organizaciones sociales vincula-das a proyectos e iniciativas de orden econmico y defensa de interesesprivados, con bajo nivel de participacin pblica y poltica.

    En la misma dimensin, la situacin de conflicto armado enla subregin ha mostrado caractersticas un tanto diferentes a las delAriari y el Duda-Guayabero. En primer lugar, las acciones de las Auto-defensas de Meta y Vichada (AMV) y las Autodefensas Campesinas deCasanare (ACC) haban sido ms evidentes que las de la guerrilla, porlo menos desde mediados de los aos noventa. Asimismo, la reginhaba sido escenario de las disputas entre los buitragueos (ACC) yel grupo que lider Miguel Arroyave (bloque Centauros). Pero ms

    all de estas disputas, entre los ms importantes dirigentes de estosgrupos se observa cierto nimo de hacer un trnsito de guerreros eirregulares a la civilidad para desempear funciones de preservacindel orden constitucional, como ellos mismos lo definan, u ocuparsecomo empresarios y definir nuevos intereses en torno a grandes pro-yectos agrocomerciales o agroindustriales.

    En cuarto lugar est la subregin perteneciente a lacuenca delro Ariari, compuesta por los municipios de Cubarral, El Castillo, El

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    Dorado, Fuente de Oro, Granada, Lejanas, Puerto Lleras, Puerto Rico,

    San Juan de Arama y Vista Hermosa.El territorio de esta subregin abarca desde la cordillera Orien-tal hasta las riberas del ro Guaviare, partiendo del eje norte-sur delro Ariari. Su poblamiento y la colonizacin agrcola estuvieron liga-dos a la crisis y agitacin agraria que se desarroll en el pas durantelos aos veinte y treinta del siglo XX. Algunos de los arrendatarios ycolonos que no pudieron consolidar sus economas campesinas en elinterior, marcharon hacia el oriente de la cordillera, sobre las tierrasbaldas de la regin del Ariari. Este proceso migratorio se incrementcon la culminacin, en 1936, de la va entre Cqueza y Villavicencio,y luego, en 1940, con el carreteable hasta Acacas. Esta colonizacintuvo su origen en la descomposicin de orden social y poltico basadoen la hacienda, ocurrido en la amplia regin de Sumapaz y el sur delTolima. En un comienzo abarc las tierras cercanas al Ariari, hasta suconfluencia con el ro Gejar; pero poco a poco se extendi hasta lasreas aledaas a la reserva de La Macarena, en el sur; en direccin su-roriente, hasta las orilla del ro Guaviare, y hacia el occidente borde

    los ros Duda y Guayabero. Ms tarde (1965), mediante un procedi-miento legal, este territorio fue sustrado de la antigua reserva de laAmazonia y destinada a la libre colonizacin.10

    El primer ncleo de colonizacin se localiz en el extremo oc-cidental del departamento del Meta, al pie de la cordillera Oriental.Comprendi los territorios de lo que hoy se conoce como Granada yFuente de Oro, y parte de Vistahermosa, San Juan de Arama, Mesetas,Lejanas y Puerto Lleras (reas comprendidas entre los ros Ariari y

    Gejar) y el territorio de San Martn, El Castillo y Cubarral (compren-dido entre el ro Ariari y la cota de 1500). Aunque para la dcada de losaos treinta el rea de colonizacin contaba ya con avanzadas en SanJuan de Arama, San Martn y La Uribe, poblaciones surgidas en la eramisional y reactivadas con las exploraciones quineras y caucheras, su

    10 Resolucin n. 210 de 1965 (Gonzlez, 2006).

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    asentamiento y ocupacin productiva comenz en los aos treinta, con

    la llegada al alto Ariari de los colonos procedentes de las regiones deCundinamarca, Boyac, Tolima y Huila. Estas migraciones campesinasfundaron los primeros ncleos de poblacin: San Luis de Cubarral,Medelln del Ariari, San Isidro, Santa Rosa del Ariari, La Cal (hoy ElCastillo) y Boca de Monte (hoy Granada) (Gonzlez, 1998a).

    El proceso de colonizacin espontneo continu durante la d-cada de los cuarenta, sobre la vega del ro Arari; se crearon sucesivosasentamientos, como los de Fuente de Oro (antes Inspeccin de SanAntonio), Puerto Limn, Puerto Santander y La Unin del Ariari, enla confluencia con el ro Gejar. En los aos cincuenta llegaron a laregin gentes desplazadas por la violencia, procedentes de las regionestolimenses del Sur y Oriente, y de los departamentos de Caldas, Valle,Santander, Cundinamarca, Huila, Antioquia y Boyac.11Estos migran-tes se instalaron en el alto Ariari, regin donde se fue configurando unslido movimiento de autodefensa de masas que se organiz alrededorde los sindicatos agrarios dirigidos por los hermanos vila, antiguoscolonos y miembros del Partido Comunista, comandados despus por

    Plinio Murillo, alias Veneno, luego de que este rompiera, en 1955, conla cuadrilla liberal comandada por Dumar Aljure (Gonzlez, 1990).

    Sin embargo, el poblamiento acelerado de la microrregin nose produjo antes de 1953, ao a partir del cual se generaron nuevosasentamientos, producto de las sucesivas oleadas migratorias origina-das, primero, por los factores de la Violencia, bien conocidos por elpas, y luego por los recin iniciados planes de colonizacin dirigida(Caja Agraria, 1959) y orientada (Incora, 1964), adelantados por los

    gobiernos del Frente Nacional. Tal repoblamiento masivo se extendipor las riberas del Ariari hasta la confluencia con el Guayabero, y porel ro Gejar hasta las propias estribaciones de la cordillera Oriental.

    11 Como advierten varios estudiosos, buena parte de estos migrantes provenade zonas de intensa agitacin agraria en los aos veinte y treinta del siglo XXy traanconsigo una importante memoria de organizacin.

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    El resultado fue la aparicin de poblaciones como Puerto Lleras,

    Puerto Rico, Concordia, Vista Hermosa, Pialito, Mesetas y Lejanas(Molano, 1989; Gonzlez, 1992).La colonizacin del Ariari-Gejar prosigui luego, en las dca-

    das de 1970 y 1980, por el sur, hasta el Guaviare, y por el Guayaberoarriba hasta unirse con la vertiente colonizadora del Guayabero, quevena desde La Macarena, aguas abajo (Gonzlez, 2006). Tal despla-zamiento hacia el Guayabero y el Guaviare corroboraba el carcterexpansivo-expulsivo de la colonizacin; en las zonas iniciales de asen-tamiento (alto Ariari) se reprodujeron las condiciones que originaronla migracin (minifundio-latifundio), y poco despus se consolidaronlas reas de cultivos comerciales (arroz, trigo, sorgo, algodn, cacao,etc.), o las destinadas a pastos mejorados (en manos de grandes pro-pietarios); tambin se generaron significativos procesos agroindus-triales (palma africana). El Castillo y Granada, ejes de colonizacincampesina dirigida y orientada en los aos cincuenta y sesenta, fueronlos centros de estas nuevas economas capitalistas.

    Desde el punto de vista urbano-espacial, durante las dcadas

    de 1980 y 1990, en el Ariari se reconoci el influjo desigual de Gra-nada, Villavicencio y San Jos del Guaviare, en fenmenos como elconsumo, la produccin, el comercio o las inversiones. Sin embar-go, y a escala regional, las relaciones espaciales en el Ariari fueronparticularmente asimtricas con respecto a las dos ltimas capitales.En efecto, Villavicencio y San Jos fueron los polos que atrajeron lamayor parte de las actividades econmicas, polticas y sociales de losquince municipios del Ariari y el Guayabero. Sin embargo, a escala

    nacional, el Ariari se hallaba bajo la influencia de Bogot; esta ciudadhaba estimulado las actividades econmicas y las olas migratorias haciala subregin. De cierta forma, el Ariari se especializ en surtir de pro-ductos agrcolas y pecuarios al centro del pas. Por esto se podra decirque el crecimiento econmico de la microrregin en su totalidad sehaba visto estimulado, en lo fundamental, desde fuera. Sin embargo,el cultivo y el procesamiento artesanal de la coca, caracterstico delmedio y bajo Ariari, fueron los fenmenos que mejor resumieron esta

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    tendencia a la especializacin econmica impulsada desde otras re-

    giones del pas o el exterior.Con todo, a mediados de los noventa, Granada era el municipioms grande de la subregin, segunda ciudad del Meta y primer centroagropecuario de la Orinoquia, con mayor poblacin, ms comercioy servicios que cualquier otro municipio del Ariari. No obstante, en-frentaba graves problemas en lo referente a la calidad, la cobertura yregularidad de los servicios pblicos bsicos.12

    Segn algunos lderes polticos de entonces, esto guardaba unaestrecha relacin con los altibajos de la presencia del Estado en lasubregin. En esta visin, hasta el perodo de la Violencia, su presen-cia fue marginal y estuvo delegada en ciertas instituciones (Iglesiacatlica, Fuerzas Armadas) o empresas (Compaa Colombia, RubberDevelopment Company), pero a raz del alzamiento de los guerrille-ros liberales, esta dinmica cambi y se adopt una mayor presenciacifrada en la fundacin de municipios, la modernizacin adminis-trativa y las acciones de instituciones como el Incora y el Idema. Contodo, su presencia no era homognea en el territorio y existan zonas

    de exclusin social (marginadas por la pobreza y la discriminacinpoltica y espacial), rdenes alternativos impulsados por los gruposguerrilleros o zonas basadas en economas ilcitas, financiadas conrecursos del narcotrfico.13

    En efecto, la subregin pareca batirse entre la integracin y laviolencia. La prueba ms fehaciente de este hecho pareca ser la per-vivencia, en un mismo espacio, de la produccin campesina (Lejanas,Mesetas, El Castillo), la economa agrocomercial (Granada, Fuente

    de Oro, Cubarral), la gran propiedad ganadera (San Juan de Ara-ma, Granada, Puerto Lleras) y el cultivo de coca y su transformacin

    12 Las redes de acueducto y alcantarillado apenas se estaban organizando, noexista un sistema adecuado de recoleccin y manejo de desechos slidos, y el sumi-nistro de energa elctrica era deficiente.13 Revisin de archivos de prensa regional (1994-2000).

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    artesanal (Vista Hermosa, Puerto Rico, La Macarena). De forma simi-

    lar a lo descrito para el eje del piedemonte, en cercanas de Granada seobservan grandes cultivos de palma de aceite, arroz, soya y pltano, yun poco ms al sur o al oriente, grandes propiedades ganaderas; atra-vesando el ro Gejar son perceptibles, o as por lo menos era hasta2006, pequeos cultivos de coca. A esos paisajes econmicos parecancorresponder, tambin, distintos grados de presencia institucional y laactuacin de actores sociales diversos, aunque relacionados. Adems,como se mencion arriba, sobre el Ariari se organizaron los prime-ros grupos paramilitares (1982-1985), se desat la violencia contra laUnin Patritica (1986-1994) y se fortaleci la guerrilla (1993-2002).

    La poblacin de la subregin result ser la ms afectada por taleshechos. Cabe resaltar el descenso significativo del nmero de habitan-tes de la poblacin rural entre 1993 (59,36 %) y 2005 (38,19 %). Comose mostr arriba, fue este un perodo lgido de violencia contra la po-blacin civil. Aun as, no es descartable un subregistro de la poblacinrural debido a las circunstancias mismas de orden pblico en que seaplic el censo de ese ltimo ao. De hecho, las Fuerzas Armadas no

    tenan el control total del territorio ni de la poblacin en zonas clavede algunos municipios de la subregin (La Macarena, Vista Hermosa,Puerto Lleras, Puerto Rico). Observaciones de campo dan cuenta deque a veredas o antiguas inspecciones no llegaron los encuestadoresdel DANEpor temor a la guerrilla: esos eran territorios no pacificados.

    La diferenciacin entre poblacin urbana y rural no es tajante.Como se advirti al comienzo de este documento, en algunos muni-cipios del medio y bajo Ariari, la siembra y produccin artesanal de

    sulfato de cocana ha trado consigo la emergencia de un buen nmerode ncleos poblados en sectores rurales que rivalizan en importanciaeconmica con las cabeceras municipales.14Tampoco se puede decir

    14 La diferenciacin entre cabecera y resto puede dar origen a errores en algunasobservaciones de campo. En trminos bsicos, la cabecera es el asiento del Gobiernomunicipal, sede de la representacin del Estado y embrin de desarrollo urbano. Sin

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    que Granada sea un centro urbano de escala regional; por el contra-

    rio, su economa ha estado anclada en un entorno de produccinganadera y agrcola; por lo menos hasta el reciente auge (2002-2010)de la produccin de petrleo en sus alrededores (Castilla la Nueva,San Martn).

    Segn los clculos del INDH, el ndice de ruralidad (IRC) de lasubregin oscila entre el 48,46 (El Dorado) y el 65,93 % (Vista Her-mosa). En este contexto, es clara la importancia de la nocin de rura-lidaden la subregin, y se aplica con mayor precisin a las realidadesobservadas en el campo. Por otro lado, segn los reportes del IGAC, elcoeficiente de Gini mantiene una alta concentracin de la propiedadrural en municipios con tradicin agroindustrial y ganadera (Granada,Fuente de Oro, Cubarral, Guamal, Puerto Lleras, San Juan de Ara-ma), y algo menor en los de tradicin agraria campesina (El Castillo,El Dorado, Lejanas), o donde la siembra de coca ha sido importante(Puerto Rico, Vista Hermosa).

    Por otra parte, cabe anotar que el pasado de organizacin cam-pesina en el Ariari ha dado paso a la fragmentacin y al agotamiento

    de las reivindicaciones de las organizaciones rurales. En efecto, treintaaos de violencia poltica y de conflicto han conseguido debilitar ydesarticular el llamado tejido social y comunitario en esta subregin.A este hecho tampoco han sido ajenos el carcter mismo de la coloniza-cin y el influjo de la economa de la coca. En los aos setenta, laANUCtuvo cierta resonancia en el alto Ariari (cercanas de Granada), dondese organizaron algunas invasiones de tierra; sin embargo, otras orga-nizaciones rurales y campesinas en los frentes de colonizacin (Vista

    Hermosa, Puerto Rico, Puerto Lleras) enfatizaron en reivindicacionesun tanto distintas al acceso a la tierra. Dado el carcter trashumantede esta colonizacin y la relativa facilidad para fundar nuevas pose-siones, los campesinos del Ariari exigieron al Gobierno central vas de

    embargo, en el Ariari, algunos centros poblados localizados en el resto del municipiopueden tener una importancia comparable (a escala local) a la de la cabecera.

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    comunicacin, estmulos a la produccin (asistencia tcnica, crdito)

    y facilidades para la comercializacin (centros de acopio, compra decosechas, precios de sostenibilidad). Tambin se pronunciaron sobresu inters en redefinir los lmites de la reserva de La Macarena y recibirttulos de propiedad sobre las tierras civilizadas.

    Esto suceda a mediados de la dcada de 1980; poco despus,el auge de la coca y la violencia poltica modificaran un tanto estatendencia. A partir de 1985, y durante casi diez aos, las anterioresreivindicaciones de los colonos se compaginaron con las exigenciasde respeto a la vida, las investigaciones sobre asesinatos y masacres,y el enjuiciamiento a los responsables de tales hechos. Sin duda, laviolencia poltica de esos aos da profundamente el sentido socialde las reivindicaciones sociales campesinas y contribuy a la estigma-tizacin de las mismas, consideradas por las lites polticas regionalescomo plataforma civil de la subversin. Las fumigaciones con glifo-sato, a mediados de la dcada siguiente, agregaron otro ingredientea las luchas agrarias. En algn momento (1994-2000), los pequeoscultivadores de coca y los recolectores de hoja (raspachines) o traba-

    jadores rurales de estas zonas intentaron levantar frente al Estado sucarcter de sectores sociales golpeados en sus intereses por las polticasgubernamentales en el agro. Sin embargo, la represin policial y eltratamiento como delincuentes fue la respuesta prevaleciente;15toda-va ms en el perodo 2002-2005, cuando se puso en marcha el PlanColombia en los ncleos de mayor produccin de coca, localizadosen los alrededores del ro Gejar.

    Por ltimo se puede argumentar que los indicadores de eficien-

    cia fiscal de las administraciones municipales del Ariari poco o nadadicen sobre el involucramiento de algunos gobiernos locales en la

    15 Los pequeos productores de coca y procesadores artesanales de sulfato decocana (base) eran sospechosos de colaborar o hacer parte de las FARC. En estas cir-cunstancias, se convirtieron en objetivo de algunas acciones tendientes a debilitar labase financiera de la guerrilla. En este mismo escenario, fueron coaccionados por losorganismos de inteligencia para entregar informacin y convertirse en informantes.

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    violencia poltica y el conflicto armado desde el ao 2000, o incluso

    antes, asunto comprobado por la Fiscala, por ejemplo, en el caso deuser Rondn, alcalde y persona de notable poder poltico por esosaos en El Dorado. Aun as, la mayor parte de las veces se adviertencomo desempeos mediocres.

    En quinto lugar encontramos la extensa regin delDuda-Gua-yabero, compuesta por los municipios de Mesetas, La Macarena y LaUribe.

    Esta subregin abarca desde el extremo noroccidental del de-partamento del Meta, partiendo de La Uribe, hasta la parte mediadel ro Guayabero, en los lmites con el departamento del Guaviare,16por un lado y, por el otro, desde las estribaciones de la serrana de LaMacarena, en su parte occidental, hasta los lmites con las sabanas delYar, la zona de El Pato, en el departamento del Caquet, y los lmitescon la regin nororiental del departamento del Huila.17Asimismo, sedestacan dos zonas: la primera, que va desde La Uribe, bajando porel can del ro Duda hasta su desembocadura en el Guayabero, co-nocida como el alto Guayaberoy, la segunda, que comprende el medio

    Guayabero y tiene por eje de influencia al municipio de La Macarena.Esta segunda zona corresponde, en sentido estricto, a la colonizacindel Guayabero.

    Desde finales del siglo XIXson conocidos los vnculos de la pri-mera zona con la actividad extractiva, que podra entenderse como unacolonizacin empresarial. No obstante, en cercanas de La Uribe,el proceso de colonizacin propiamente dicho se inici apenas en losaos treinta y cuarenta del siglo XX,cuando, como ocurri en la regin

    del Ariari, procedentes del Sumapaz llegaron las primeras familias de

    16 Incluye la parte sur de Vista Hermosa.17 En este extenso territorio tienen su origen los ros Duda, Papamene, Leiva,Tagua, Perdido, Losada y Guaduas, todos tributarios del ro Guayabero. El territorioest formado en parte por cordilleras y colinas (30 %), pero tienen mayor importancialos valles aluviales antiguos y recientes (70 %), entre los que sobresale el del ro Dudapor su extraordinaria fertilidad.

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    campesinos. Estas familias tenan la intencin de hacerse a su fundo

    en tierras consideradas baldos, que a la postre, y en muchos casos, re-sultaron ser de propiedad legal de grandes familias de concesionariosde tierras del Estado o de compaas dedicadas a la actividad extractiva(Compaa Colombia y la Compaa de San Martn).

    Como lo advierten algunos estudiosos, este desplazamiento ma-sivo de los pobres del campo hacia los territorio baldos bien prontotuvo que enfrentarse a las aspiraciones, manipulaciones y expolia-cin de los empresarios territoriales y compaas colonizadoras, quemediante diversos mecanismos impidieron, burlaron o simplementedificultaron la obtencin del ttulo de propiedad sobre la tierra a lacual los colonos campesinos tenan derecho segn la legislacin exis-tente.18Con todo, la colonizacin campesina de la subregin de LaUribe-alto Guayabero prosigui durante la dcada de los cincuenta,se increment la presin colonizadora desde el Tolima (Villarrica)y Huila (Colombia) y desde Cundinamarca, por San Bernardo y Ca-brera, pasando por San Juan de Arama, hasta alcanzar las riberas delDuda en La Uribe. La violencia que arreciaba en la regin interandina

    y haba arrojado a los nuevos migrantes, provenientes de las regionesantes mencionadas, bien pronto se hizo sentir en la regin.

    Entre tanto, se viva un intenso proceso de colonizacin cam-pesina en la zona de La Macarena-Losada-Guayabero medio.19Losprimeros colonos llegaron a La Macarena hacia los aos cuarenta. Pro-cedan de San Vicente del Cagun (Caquet), y en menor proporcin

    18 Aunque la ley estipula que a cambio de sus esfuerzos los colonos deberanser recompensados con ttulos de propiedad, la mayora de sus derechos haca que lasfamilias de colonizadores fueran particularmente vulnerables a las contra reivindica-ciones de gentes de la ms alta condicin social y ms expertos en la adquisicin dettulos de propiedad. (Le Grand, 1988, pp. 559-560).19 Inicialmente, las extensas regiones de sabanas naturales (sabanas del Refugio)hacan parte de la gran hacienda de La Macarena, de propiedad de Polo Gaitn, y solose comunicaban con el interior a travs de la pista de aterrizaje construida por la Shellen 1935 (Gonzlez, 1998a).

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    de San Juan de Arama (Meta). Sin embargo, el poblamiento de esta

    zona comenz apenas en 1952, cuando llegaron los primeros colonosprocedentes de San Vicente del Cagun y Guacamayas, en el Caquet,huyendo de la violencia bipartidista que se haba extendido por todala regin del alto Cagun.20Durante esta primera fase de colonizacincampesina y fluvial (1952-1963) se poblaron las reas ribereas msprximas a La Macarena.

    En 1963 se inici un nuevo perodo en la historia de la coloniza-cin de la subregin. Desde ese ao comenzaron a llegar con regulari-dad los aviones de la FACa La Macarena. Primero provenan de Bogoty La Dorada, y luego de la base de Apiay. Sus ocupantes comprabanpescado y cerdos de los colonos y los transportaban a Bogot, Villavi-cencio o La Dorada. Otros productos (yuca, pltano, maz) eran trans-portados a precios subsidiados por la FAC. Estas pequeas actividadescomerciales se convirtieron en la base de los ingresos de los habitantes.Pero la Fuerza Area no solo llevaba provisiones, sino que tambintransportaba gratuitamente a familias de colonos de diversas partesdel pas que llegaban a fundarse. Llegaron de Santander, Boyac, el

    llano, Cundinamarca y el Valle, y se establecieron, los santandereanos,en la sabana, y otros, la mayora, en las riberas del Guayabero, cada vezms distante de la entonces inspeccin de El Refugio. Al promediarla dcada de los setenta, el poblamiento del Guayabero continu roabajo hasta el poblado de Cachicamo, punto donde se encontr conla colonizacin que suba por el Guayabero, proveniente de las vegasdel Ariari, la mayora, y otra corriente de colonizacin de San Jos delGuaviare. Desde La Macarena, y siguiendo por el ro Guayabero arriba,

    alcanz las bocas de los ros Duda y Guaduas.Durante esos aos, sobre el medio Guayabero, cerca de La Ma-

    carena, aparecieron los primeros cultivos de marihuana, y durantelos ochenta, en todo el medio y bajo Guayabero, hasta la confluencia

    20 Los Silva y los Gonzlez fueron los primeros en alcanzar las riberas del Guaya-bero, sobre el punto conocido en aquella poca como El Refugio.

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    del Guaviare, se extendieron pequeas plantaciones de coca. A es-

    to se agregaba, como se mencion, la presencia de destacamentosguerrilleros. Como efecto de la intensa ofensiva antinarcticos y an-tiinsurgente del Ejrcito en el Guayabero, centenares de campesinosprotagonizaron xodos y marchas durante los aos 85, 86 y 88. Enconsecuencia, la colonizacin asumi una dinmica diferente quealter sensiblemente el proceso de poblamiento campesino y crelas condiciones sociopolticas vigentes hasta 1998, caracterizadas porla confrontacin permanente entre las Fuerzas Armadas y las FARC,ytambin por las incursiones espordicas de los grupos paramilitares,que intentaron, como en el Ariari, asumir el control del territorio.21

    Es importante recordar que esta subregin ha sido un espaciode espordica actuacin y presencia del Estado central, y durante elinicio del proceso de descentralizacin se conoci el auge poltico dela izquierda, representada por la Unin Patritica (UP). En su paisajese combinan la agricultura comercial con la tradicional. All se localiza,tambin, buena parte del rea de manejo especial de La Macarena y,desde octubre de 1998 hasta febrero de 2002, fue declarada zona de

    distensin por el gobierno de Andrs Pastrana.El poblamiento de esta subregin ilustra bien la forma clsica

    de apropiacin del territorio que sigue el curso de importantes ros.En el caso del Duda, esta apropiacin ha incluido los valles interfluvia-les hasta la confluencia del mismo ro con el Guayabero, y ha tenidocomo centro a la poblacin de La Uribe.22Constituye, as, una zona

    21 La zona del Duda-Guayabero se considera una de las cunas de las FARC, ejegeohistrico y estratgico de todo su despliegue poltico-militar. Con la retoma delCagun (2002), las guerrillas permanecieron en las zonas rurales, mientras que elEjrcito y los paramilitares del bloque Centauros hacan presencia en las cabeceras,con excepcin del municipio de La Macarena, de donde fueron desalojados por lospropios pobladores en 2003.22 El rea comprende el extremo sur del Sumapaz y se extiende por el occidentehasta el rea delimitada del parque natural Los Picachos, y por el oriente hasta la se-rrana de La Macarena. Por el sur, se extiende hasta el parque Tinigua.

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    tpica de colonizacin campesina, de amplia e histrica experiencia

    en organizacin y movilizacin rural. Aunque su poblamiento ha sidoms lento y disperso que el ocurrido en el Ariari, ha dado origen aactivos ncleos humanos, como el casero de La Julia, que cuenta conms habitantes que su cabecera municipal y El Diviso, y cuyo procesode poblamiento estuvo asociado en sus comienzos a la explotacinmaderera y a la presin de la frontera ganadera y, en tiempos un pocoms recientes, a la implantacin de los cultivos de coca.

    Mientras tanto, el Guayabero sigui un proceso de construccinespacial similar a la microrregin del Ariari, centrado en el influjode San Jos del Guaviare y en la dinmica colonizadora originada enSan Juan de Losada, sin duda el centro poblado ms importante delmunicipio de La Macarena.

    En proporcin, ha sido poca y rural la poblacin involucradaen la dinmica descrita para esta subregin; sin embargo, ha tenidouna importancia poltica y econmica creciente debido su tradicinde organizacin comunitaria, a la presencia de la guerrilla y, en menormedida, a los cultivos de coca;23tambin por su localizacin clave, con

    acceso terrestre al pramo de Sumapaz y a Bogot. Es un espacio conenormes recursos y potencialidades naturales y agropecuarias, a loque se suma la identificacin de zonas de exploracin y explotacinde hidrocarburos.24

    Aun as, es posible que, como en el caso del Ariari, los registrosdel Censo de 2005 para la poblacin rural de estos municipios no seanlos ms acertados y hayan excluido a personas y hogares de lugaresapartados.

    23 Cabe anotar que los cultivos de coca en esta subregin han sido menos notoriosque en el Ariari, rasgo que muestra un mayor nivel de estabilidad e integracin de laproduccin campesina.24 De hecho, sobre la inspeccin de San Juan de Losada se registran actividadesde acercamiento y consulta a las comunidades por parte de las compaas petroleras.

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    Por ello, de nuevo adquiere importancia la aplicacin del ndice

    de ruralidad para el Duda-Guayabero. Este indicador es concluyenteal sealar el carcter rural de los tres municipios. De igual forma, elcoeficiente Gini advierte sobre la relativa equidad en la distribucinde la propiedad rural, comparada con los ginis del departamento delMeta y algunos municipios importantes (Villavicencio, Granada).No obstante, la subregin es an una zona de frontera y de coloni-zacin donde el mercado de la tierra apenas se est conformando,aunque tiene restricciones por ser parque natural.

    Por ltimo encontramos la subregin de San Martn-Mapiripn,articulada al eje del ro Guaviare, tanto por la dinmica de la coloniza-cin como por el posterior dinamismo que le imprimi el cultivo ilegalde la coca, la actividad ilegal del frente 16 de las FARCy la expansinparamilitar a los llanos orientales y la cuenca del Guaviare.

    Esta es una subregin de fuertes desequilibrios econmicosy polticos internos, similares a los descritos para otras subregionesmetenses. Por una parte, San Martn es una de las localidades msantiguas de la Orinoquia, y con un nivel apreciable de integracin es-

    pacial y consolidacin urbana y econmica a escala regional (Corpes1995:131). Por otra parte, Mapiripn y Puerto Concordia han sidomunicipios de frgil configuracin institucional y econmica, msbien aislada de las dinmicas de polarizacin espacial emanadas deVillavicencio y localizada en la zona de influencia de San Jos del Gua-viare. A esto hay que agregar que han sido municipios de colonizacinreciente, de presencia notable de cultivos de coca y, hasta 1997, zonade presencia de las FARC.

    El proceso de ocupacin y de poblamiento de esta microrreginsigui tres direcciones diferenciadas: la primera, asociada a los movi-mientos de expansin de la frontera de colonizacin proveniente delos ros Ariari y Guayabero, que tuvieron como centros a Villavicencio,Granada y La Macarena, con menor intensidad; la segunda, originadaen San Jos del Guaviare, y que se extendi hacia Calamar, El Retornoy Miraflores; la tercera, que tuvo como eje el curso del ro Guaviarehacia el oriente (Guaina y Vichada), en zonas de frontera interior e

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    internacional. La primera direccin fue mencionada arriba; la segunda

    se denomin colonizacin detierra firme; la tercera se ha caracterizadocomo colonizacin fluvial. Para la subregin se hace nfasis en este l-timo modelo de apropiacin del territorio.

    A mediados de los aos noventa, y pese a la crisis de la economacampesina, era clara la estabilizacin de la colonizacin en el eje SanJos-El Retorno-Calamar, en tierra firme, y se perciban, por otra parte,distintos puntos de poblamiento a lo largo del ro Guaviare, hacia eloriente, sin que esto significara la existencia de nuevos frentes de coloni-zacin. Las dificultades de comunicacin terrestre, las largas distanciasque hay que cubrir entre un punto y otro, la baja vocacin agrcola delos suelos, las dificultades de acceso al agua potable y a otros serviciospblicos o sociales (educacin, salud), las enfermedades tropicales(leishmaniasis, malaria, fiebre amarilla, etc.), la endeble reglamenta-cin de los conflictos por propiedad, las limitaciones a la adquisicinde bienes de consumo bsico, la violencia personalizada y la presenciade grupos armados irregulares (principalmente guerrilla), constituangrandes impedimentos a la presencia de comunidades ms numerosas.

    A nivel interno, el ro Guaviare y, en menor escala, los ros Vi-chada, Guaina, Guayabero, Uva, Siare, Manacacas, Tillav y Guarrojopermitieron la entrada y el asentamiento humano en esta subregin.De esta manera, el territorio de los tres departamentos que actualmen-te confluyen sobre el corredor del ro Guaviare (Guaviare, Guaina yVichada) comparten, en buena medida, los mismos patrones de con-figuracin espacial, con excepcin parcial de las microrregiones deAriari y Duda-Guayabero, localizadas al occidente. De hecho, en razn

    de la particular configuracin, se incluyen en esta microrregin, paraefectos de anlisis, una parte del territorio de Cumaribo (Vichada), elsector oriental de San Martn, el municipio de Mapiripn y sectoresrurales de Puerto Concordia, Puerto Rico, Puerto Lleras, Puerto Lpezy Puerto Gaitn, es decir, buena parte del oriente del Meta y el centroy extremo oriente de Vichada.

    Como se seal, esta es la subregin menos integrada y pola-rizada de la Orinoquia, tal como se delimita aqu, y el influjo de las

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    capitales departamentales (San Jos, Inrida, Carreo) apenas se ha

    hecho sentir por medio del comercio, el transporte y la presencia dela Armada Nacional. Es en realidad un territorio con mltiples poro-sidades, de un bajo nivel de apropiacin humana y donde la presenciadel Estado se diluye en el espacio.

    Desde la dcada de 1980, al tiempo que se acentuaba el creci-miento del latifundio, se extendieron las reas dedicadas a los cultivosde coca, sobre el corredor San Martn-Mapiripn. Al mismo tiempohicieron presencia destacamentos de la guerrilla de las FARC(frentes7, 39, 44 y 16). Una dcada despus incursionaron las autodefensasdel Casanare, dirigidas por Hctor Buitrago y sus hijos Martn Lla-nos y Caballo, as como el bloque Centauros de las Autodefensas deCrdoba y Urab, dirigidas por Carlos Castao y Miguel Arroyave,respectivamente.

    Hasta 2005, la microrregin presentaba un panorama que in-volucraba, al mismo tiempo, una zona donde los grupos paramilitarestenan un alto grado de consolidacin (San Martn), y otras dondelas disputas entre estos y las FARCeran intensas (sectores rurales de

    Puerto Concordia y Mapiripn), en las riberas del Ariari y el Guaviare.Asimismo se apreciaba un inters de empresarios privados (en especialpalmeros) por invertir en grandes cultivos y construir plantas proce-sadoras de aceite. Es decir, en medio del conflicto armado y de loscambios de control territorial derivados de l, se adverta la intencinde cambiar parcialmente el tradicional paisaje natural y econmicode la zona (ecosistemas de sabana o bosque basal y ripario; economacampesina y de colonizacin) por las plantaciones de monocultivo

    con alta demanda internacional y la creacin de mercados locales yregionales de tipo agroindustrial. Entonces su economa se basabaen el cultivo de algodn, pltano, yuca, maz, soya, caa panelera, ascomo en la ganadera intensiva y extensiva, que generaba un signifi-cativo comercio con Villavicencio y Bogot.

    De nuevo, la informacin del DANEy el IRCnos muestra lascaractersticas demogrficas bsicas de la subregin y destaca a SanMartn como su cabeza poltica y econmica.

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    En efecto, San Martn, con 21.249 habitantes, segn el censo del

    2005, fue el punto de partida del relativo poblamiento de esta ampliasubregin y conserva su puesto como base de control sobre la misma.A esto contribuye su cercana con Villavicencio y Bogot. No obstante,mantiene un ndice de ruralidad significativo, con el 66,50, superiora Puerto Concordia, con el 58,52, pero inferior a Mapiripn, con unndice de ruralidad de 77,74, segn los registros del INDHde 2010. Losregistros censales de 1993 y 2005 muestran un significativo descensode la poblacin en los municipios de Mapiripn y Puerto Concordia,al lado de un modesto crecimiento en el municipio de San Martn,explicable seguramente por el impacto del accionar paramilitar, que,como se sabe, perpetr en Mapiripn una de las ms conocidas masa-cres del pas en 1997.

    Paralelamente, la informacin disponible sobre concentracinde la propiedad rural refuerza la imagen de inequidad y ruralidad dela subregin de los tres municipios: San Martn, con un Gini de tierrasde 84; Mapiripn, con 73, y Puerto Concordia, con 67.

    La poblacin indgena conserva cierta importancia en la su-

    bregin, a pesar del proceso de segregacin del que ha sido vctima.Mapiripn, con cinco resguardos indgenas Cao Jabn, CaoOvejas, Macuare, Chaparral y Charco Caimn pertenecientes a lasetnias sikuani, guayabero y wanano, y con una poblacin total de 802habitantes, es el municipio con mayor concentracin de poblacinindgena de la subregin, seguido de Puerto Concordia, con dos res-guardos La Sal y Cao la Ceiba pertenecientes a la etnia guayaberoy con una poblacin de 307 habitantes.

    En cuanto a los indicadores de desempeo fiscal, estos recalcanlas precariedades de la subregin en el orden administrativo pblico,con un ligero avance en San Martn.

    Es importante sealar aqu que esta subregionalizacin ha sidodinmica y ha dependido no solo de su estructuracin biogeogrfica,sino de otros factores que en cerca de cincuenta aos de historia hanintervenido en la configuracin territorial: el proceso de coloniza-cin, poblamiento y apropiacin del espacio, especialmente rural; la

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    influencia y filiacin partidista; la presencia diferenciada del Estado;

    el origen y sentido de expansin de los grupos armados irregulares;el relacionamiento y la articulacin econmica; las formas de apro-piacin y uso de la tierra; la expansin urbana; la integracin fsica atravs de obras de infraestructura y, por supuesto, la propia dinmicadel conflicto armado, acentuado por las actividades de narcocultivo ynarcotrfico, que, a nuestro juicio, le da centralidad a todo el procesode configuracin territorial.

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    las disputas por la tierra, primero, entre colonos blancosy comunida-

    des indgenas, y luego entre campesinos y empresarios en el extre-mo oriental (microrregin del ro Meta) o sur (Duda-Guayabero).De suerte que podemos ver aqu una disputa social por el acceso a losrecursos naturales y de produccin, en cuyo centro est el conflictopor la tierra y el territorio.

    Como seala Catherine Le Grand (1988, pp. 226-227), tenemosen escena la oposicin histrica entre colonos y campesinos, resueltosa mantener su independencia, y los terratenientes o empresarios terri-toriales, dependientes de la fuerza de trabajo y de las tierras de estospequeos propietarios o de indgenas. Tambin fueron importantes lasconcesiones de baldos hechas por el Estado central a ciertas empresasprivadas a cambio de la construccin de carreteras o la explotacinde algunos recursos naturales, o los programas de colonizacin cam-pesina dirigida o asistida en algunos puntos del territorio (Gonzlez,1990). Hoy nadie niega, adems, los manifiestos conflictos asociadosa los megaproyectos agroindustriales o mineros, as como la fuentede corrupcin y soborno en que se han constituido algunos de ellos,

    que a su vez soportan un ciclo de expulsin y despojo de tierras decampesinos.

    Por lo menos tres conflictos por la tierra se manifiestan en eldepartamento y, en general, en el pas: los conflictos entre los pe-queos campesinos y los hacendados y sus impulsos expansionistas yterratenientes develan un conflicto por la propiedad de la tierra, sususos y vocaciones, que ha sido resuelto a favor del gran propietariocon menosprecio de la economa del pequeo campesino; un segundo

    conflicto se ha manifestado en los usos del suelo, que es destinado obien a la agricultura, o a bien a la ganadera extensiva; esta confron-tacin entre los modelos productivos agropecuarios ha replegado lafrontera agrcola hacia los confines de las laderas de montaa o loprofundo de la selva, despoblando los valles para dar paso a la gana-dera que utiliza en promedio una hectrea por res en tierras aptaspara la agricultura o la diversidad selvtica. En tercer lugar, la tierrapara la produccin agropecuaria enfrenta un conflicto creciente por

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    Lpez y San Martn, y actualmente hacia el medio y alto Ariari y la

    zona de La Macarena.As, el sector agropecuario ha perdido peso frente a otras ramasde la actividad econmica, en especial, la minera, que alcanza unlugar de importancia, seguido de otras actividades, como la manufac-tura, la construccin, el turismo y el comercio. Todo esto recalca laimportancia de Villavicencio y su zona de influencia directa (eje delpiedemonte, Ariari y ro Meta) en la economa legal del departamento.

    Sin embargo, como en otras regiones de Colombia, en el Metaes perceptible que el problema de la tierra, en casi treinta aos, haestado ligado a las particularidades de la fragmentacin del dominioque el Estado ejerce sobre el territorio (Reyes, 2009, p. 27). Incluso sepodra sostener que su injerencia en el ordenamiento rural del terri-torio no ha sido determinante: este ha corrido por cuenta de actorese intereses particulares (Reyes, 2009).

    En efecto, el paisaje econmico y social que se ha observadoen el campo durante estos aos ha sido moldeado por estos actores,ms que por las decisiones de poltica gubernamental. Este hecho fue

    captado con precisin por el diagnstico del Corpes Orinoquia, en1995. Sobre el piedemonte, en cercanas de Villavicencio y Granada,lo mismo que a lo largo del ro Meta (Puerto Lpez), se concentraronlas mayores actividades econmicas del departamento y se asent elgrueso de la poblacin. El piedemonte se asemejaba a un eje longi-tudinal (norte-sur), y el segundo (ro Meta) a otro transversal (occi-dente-oriente), y sobre ellos, desde mediados del siglo XXflorecieronlos ncleos ms importantes de actividad agroindustrial y financiera,

    integracin vial, crecimiento urbano, dotacin de servicios pblicos,presencia del Estado (burocracia), dinmica comercial y de servicios(turismo), agrupacin poltico-electoral, dotacin de recursos na-turales (agua, tierra, petrleo, gas), accin de la justicia y vigilanciapolicial y militar.

    Hacia el oriente y suroccidente, la densidad demogrfica dis-minua y los ejes de propagacin de la ocupacin eran las cuencashidrogrficas y el curso de los ros ms caudalosos; esto sucedi sobre

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    el Ariari, el Manacacas, el Guayabero, el Duda, el Gejar y el Gua-

    viare.

    26

    De gran extensin, estos territorios escaparon durante largotiempo al control de los representantes del Gobierno central y fue-ron asiento de comunidades indgenas27y de ncleos de colonos; consuelos de menor fertilidad para la agricultura, pero de notable biodi-versidad, carecen hasta hoy de modelos racionales de explotacin derecursos naturales (basados en la aplicacin de procesos cientficos ytecnolgicos),28poblamiento (democrticos e incluyentes) y gobiernocivil (en los que gobernantes y gobernados constituyan comunidadespolticas amparadas en modernos referentes constitucionales, legales,de participacin y comunicacin).

    TENENCIAYCONCENTRACIN

    Mientras que las lites del departamento y la creciente poblacin urba-na han preferido orientar sus acciones en las zonas de mayor integra-

    cin al mercado y a la vida poltica nacional, en los territorios de fron-tera la poblacin rural ha estado un tanto dispersa y desprendida delinflujo oficial. Por otra parte, cabe advertir que en este departamentolas formas organizativas y las movilizaciones de colonos y campesinostuvieron un rpido auge durante los aos setenta (por influencia de la

    26 Obviamente, se aprecian diferencias naturales en cercanas de estos ros, que

    condicionan la presencia humana.27 En 2006 se contaban todava veintisis resguardos indgenas pertenecientes alas etnias nativas sicuani, achagua, piapoco, sliba y guayabero, y a las etnias migratoriasde los guayaberos, tucanos-piratapuyos, paeces, embera-catos y wananos, ubicados enla altillanura y el Ariari; sus aproximadamente 10 .500 habitantes ocupaban el 2,2 %del territorio del departamento (Gonzlez, 2006).28 Se sabe, y ha sido manifestado pblicamente, que existen grandes reservas depetrleo cerca del ro Orinoco, que mediante nuevas tecnologas podran ser explo-tadas en aos venideros.

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    ANUC), pero la desarticulacin y derrota del campesinado plasmadas

    en el Acuerdo de Chicoral, de 1973, y la violencia que le sigui, en losaos ochenta, deshicieron buena parte de lo construido e introdujeronnuevos e irreversibles transformaciones en el orden rural.

    En aos posteriores, las reivindicaciones de estos sectores anteel Estado central han girado, con algunas excepciones, en torno a lasexigencias de asistencia tcnica, crditos, carreteras, obras de infraes-tructura, escuelas, puestos de salud, etc., y no tanto alrededor del acce-so y propiedad de la tierra, cuestin que la poltica pblica considerabaalgo superado, mientras prosperaban las pretensiones de grandespropietarios o empresarios territoriales, que avanzaban sobre lastierras de indgenas, colonos y campesinos. Incluso en las zonas pro-ductoras de coca, este ha sido el acento, ms que las protestas contralas fumigaciones u otras formas de erradicacin. Por ltimo, desde ladcada de 1970, la influencia de los grupos armados irregulares en elordenamiento descrito ha sido variada: muy fuerte en el caso de losparamilitares en algunos municipios (San Martn, Cubarral, El Dorado,Puerto Lpez, Granada), muy dbil o sectorizada por las guerrillas en

    zonas distantes de otros municipios (La Uribe, Mesetas, Puerto Rico,La Macarena, Vista Hermosa), en especial, en zonas productoras decoca, como ya se anot.

    La estructura actual de la propiedad rural es un buen indicadorde las tendencias histricas descritas. Sin duda, muestra que el modeloimperante favorece la gran propiedad, pero al mismo tiempo, en algu-nos casos, cuestiona su eficiencia productiva y su genuino carcter deempresas capitalistas. La observacin de campo ratifica esto y subraya,

    como ya sealamos, cierta tendencia a la propagacin de los cultivospermanentes (palma de aceite, cacao, caucho, yuca, caa), bajo la fi-gura del monocultivo, sobre las mejores tierras.29En efecto, durante

    29 As por ejemplo, la palma de aceite se siembra en San Carlos de Guaroa, Acacas,San Martn, Cumaral y Barranca de Upa, y se extiende por el corredor de Granadahasta el Guaviare, y por el sector de San Juan de Arama, Mesetas y Vista Hermosa.

  • 7/24/2019 Meta. de La Uribe a La Habana Apuntes

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    38 Meta: de La Uribe a La Habana

    los ltimos diez aos, los rangos de propiedad, segn su porcentaje,

    en el rea catastral muestran la siguiente distribucin:Tabla 1. Concentracin de la propiedad por rangos de propiedad y

    Gini en el departamento del Meta

    (Porcentajes del rea catastral)

    AoGini

    tierrasMicrofundio Minifundio

    Pequeapropiedad

    Medianapropiedad

    Granpropiedad

    2000 0,86 0,21 % 1,10 % 1,71 % 18,04 % 78,94 %

    2005 0,87 0,24 % 1,15 % 1,76 % 19,07 % 77,79 %

    2009 0,86 0,24 % 1,18 % 1,79 % 19,10 % 77,70 %

    Fuente: elaborada con base en informacin del IGAC(http://www.igac.gov.co/igac)

    Las cifras del IGACresaltan el alto nivel de concentracin de lapropiedad rural, medido por el coeficiente Gini,30coincidente conel calculado a escala nacional (0,86) y el peso de la gran propiedad31dentro del rea catastral. Cabe destacar la escasa variacin de esta es-tructura a lo largo de los aos y su evidente carcter inequitativo. A esto

    se agrega el hecho de que apenas el 7,19 % de las propiedades registra-das por reas entre 50 y 100 hectreas, y el 3,33 % de las mayores de 100ha tienen uso agrcola; en contraste, el 80,61 y el 88,40 % de los rangosrespectivos tienen uso pecuario (con frecuencia ganadera extensiva).Con todo, apenas el 4,86 % tiene uso agrcola, frente a 86,11 %, dedi-cado a actividades pecuarias, como lo indica la tabla siguiente.

    Desde otra perspectiva se puede argumentar que el departa-mento del Meta tiene apenas 53 aos de creacin oficial. La mayorade sus municipios tiene tambin un pasado institucio