met a politica 82

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Revista Metapolítica, arte, cultura visual, política.

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RECTOR

Mtro. J. Alfonso Esparza Ortiz

SECRETARIO GENERAL

Dr. José Ignacio Morales Hernández

DIRECTOR DEL ICGDE

Dr. René Valdiviezo Sandoval

DIRECTOR EDITORIAL

Dr. Israel Covarrubias [email protected]

CONSEJO EDITORIAL

José Antonio Aguilar Rivera, Roderic Ai Camp, Ale-‐jandro Anaya, Antonio Annino, Álvaro Aragón Rive-‐ra, Israel Arroyo, María Luisa Barcalett Pérez, Miguel Carbonell, Jorge David Cortés Moreno, José Anto-‐nio Crespo, Jaime del Arenal Fenochio, Rafael Estrada Michel, Néstor García Canclini, Armando González Torres, Paola Martínez Hernández, María

Jean Meyer, Edgar Morales Flores, Leonardo Morlino, José Luis Orozco, Juan Pablo Pampillo Baliño, Mario Perniola, Ugo Pipitone, Juan Manuel Ramírez Saíz, Víctor Reynoso, Xavier Rodríguez Ledesma, Roberto Sánchez, Antolín Sánchez Cuervo, Ángel Sermeño, Federico Vázquez Calero, Silvestre Villegas Re-‐vueltas, Danilo Zolo.

COORDINADOR DE DEBATES DEL PRESENTE NÚMERO:

Pablo Gaytán Santiago

DISEÑO, COMPOSICIÓN Y DIAGRAMACIÓN Manuel Ahuactzin

Marisol Hernández Santamaría

METAPOLÍTICA, año 17, NO. 82, Julio a Septiembre de 2013, es una publicación trimestral editada por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, con do-‐micilio en 4 Sur 104, Col. Centro, C.P. 72000, Puebla, Pue., y distribuida a través del Instituto de Ciencias de Gobierno y Desarrollo Estratégico, con domicilio en Av. Cúmulo de Virgo s/n Acceso 3 San Andres Cholu-‐la, Puebla. C.P. 72810, Tel. (52) (222) 2295500 ext. 5559, www.metapolitica.com.mx, Editor Responsa-‐ble Dra. Claudia Rivera Hernández, [email protected]. Reserva de Derechos al uso exclusivo 04-‐2013-‐013011513700-‐102. ISSN: 1405-‐4558, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Con Núme-‐

Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Im-‐presa en PROMOPAL PUBLICIDAD GRÁFICA, S.A. DE C.V., Tecamachalco No. 43, Col. La Paz, Puebla, Puebla. C.P.

ISTRIBUCIÓN. CITEM, S.A DE C.V., Av. Del Cristo 101, Col. Xocoyahualco, C.P. 54080, Tlalnepantla, Estado de México, Tel. 52380200, éste nú-‐mero se termino de imprimir en Junio de 2013 con un tiraje de 3000 ejemplares. Costo del ejemplar $50.00 en México. Administración y suscripciones Dinorah Po-‐lin, Tel. 01 (222) 4447545, [email protected],

Las opiniones expresadas por los autores no necesaria-‐

Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

METAPOLÍTICA aparece en los siguientes índices: CLASE, CITAS LATINOAMERICANAS EN CIENCIAS SOCIALES (Centro de Infor-‐

-‐-‐

dicals Directory) y EBSCO Information Services. METAPOLÍTICA no se hace responsable por materiales no solicitados. Títulos y subtítulos de la redacción.

METAPOLÍTICAAño 17, núm. 82, julio -‐ septiembre de 2013

www.metapolitica.com.mx

SUMARIO

PORTAFOLIO

JOSÉ MANUEL VALDÉS: MICRORELATOS DE LA AFECCIÓN

SOCIEDAD ABIERTA

DESPLAZAMIENTO POR PROYECTOS DE DESARROLLO: RE-­TOS PARA ENRIQUE PEÑA NIETO por Juan Carlos Domínguez

LAS ANTINOMIAS DEL NARCOTRÁFICO Y DE LA VIOLEN-­CIA CRIMINAL EN MÉXICO por Juan Cristóbal Cruz Revueltas

EL LIBERALISMO Y LA “POLÍTICA DE LA IDENTIDAD” por Ángel Sermeño Quezada

DEBATES

El individualismo reticular en la era de la comunicación

ALEIDA CALLEJA: “LA CONVERGENCIA DIGITAL IMPLICA CAMBIO DE MENTALIDAD Y CULTURA” Entrevista realizada por Guadalupe Ochoa Aranda

INDIVIDUALISMO RETICULAR 2.0. por Pablo Gaytán Santiago

LA ERA DEL DESPOTISMO TECNIFICADO. CLAVES PARA PENSAR LAS NUEVAS FORMAS DE CONTROL DE LA REVO-­LUCIÓN DIGITAL por Jorge Alberto Lizama Mendoza

SATURACIÓN VISUAL. LA TRANSPARENCIA DE LAS IMÁGE-­NES EN LA CULTURA DIGITAL por José Alberto Sánchez Martínez

BERLUSCONI O EL 68 REALIZADO por Mario Perniola

RETÓRICA VISUAL EN LA PUBLICIDAD GRÁFICA MEXICA-­NA DE HIGH ENERGY por Juan Rogelio Ramírez Paredes

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IMPRENTA PÚBLICA

LOS DERECHOS, SU CONTEMPORANEIDAD Y NUESTRA ACTUALIDAD por Israel Covarrubias

Sobre ESTADOS UNIDOS MÁS ALLÁ DE SU CRISIS de Dídimo Castillo Fer-­nández y Marco A. Gandásegui, hijo (coords.), por John Saxe-­‐Fernández

Sobre LA CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO de Mario Vargas Llosa, por Víctor Hugo Martínez González

Sobre TÁCTICAS PARLAMENTARIAS HISPANOMEXICANAS. LA INFLUEN-­CIA DE LOS REGLAMENTOS PARA EL GOBIERNO INTERIOR DE LAS COR-­TES DE CÁDIZ EN EL DERECHO PARLAMENTARIO DE MÉXICO, de Rafael Estrada Michel y Alonso Lujambio (estudio preliminar y compilación), por María del Refugio González Domínguez

Sobre DIEZ PENSAMIENTOS ACERCA DE LA POLÍTICA de Roberto Esposi-­to, por Hugo César Moreno Hernández

Sobre DIARIO DE LA LOCURA de Carmen Tinajero, por Moisés Hernández Carrasco

Sobre PENSAR Y PODER. RAZONAR Y GRAMÁTICA DEL PENSAR HISTÓRI-­CO de Hugo Zemelman, por Javier Edgar Tapia Navarro

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Portada: José Manuel Valdés, Desde el jardín de los niños perdidos, Detalle de pintura.

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METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

Por taf ol io

JOSÉ MANUEL VALDÉS: MICRORELATOS DE LA AFECCIÓN

El ojo es un aparato óptico que conversa con las afecciones de los otros. Así es cuando queda-­mos atrapados por alguna pieza de José Manuel

Valdés, quien sin mediación digital alguna, a través de su obra, nos plantea acontecimientos y relaciones que tienden a descomponer o recomponer estas re-­laciones, llámense deseos, pasiones o intereses. En suma, cada microrrelato plástico analógico del artista tiene consecuencias afectivas.La mirada ansiosa de un espectador digital, con su

saturada y temblorosa mirada no alcanza a percibir lo que sólo la mirada del artista y artesano propone re-­gistrar. Se trata de los lugares nimios y oscuros, pero que con el conocimiento de la velocidad de la luz na-­tural del artista se vuelven escenarios donde cobran vida las miniaturas paridas por las roscas de reyes o las pequeñas bestias de plástico con las cuales juegan los párvulos de las escuela primarias. El artista arte-­sano de la luz juega envuelto en la afección infantil con las telarañas de su estudio, teje barras cromáticas que sirven de escenario para la aparición de la santa secuestrada que será salvada del cerdo infectado del virus mortal por algún héroe de plástico. Construye

montajes irónicos con claras referencias a las pelícu-­

A veces sale a la calle para encontrarse con la luz diurna del acontecer urbano. Construye sus relatos, porque imaginariamente se vuelve el fotógrafo de Li-­liput metropolitano, se vuelve un gnomo que mira a sus paisajes en miniatura. La ciudad es un gran paisa-­je en miniatura donde captura como si fueran jugue-­tes las instalaciones vernáculas, sin dejar escapar a sus personajes sin rostro, coloridos y alegres, quienes saben eludir las afecciones de la crisis, la violencia, las carencias. La mirada hobbit en el tiempo urbano que vuelve una y otra vez, al bodegón claroscuro más vivo que muerto y al microrrelato de las afecciones,

-­sofo Baruch Spinoza, soy tan perfecto como puedo serlo en función de las afecciones que tengo, y la obra es tan afectiva que es inmanente a la instantaneidad de las afecciones de quien ve, sin dejar de reconocer que en ese momento, el del placer de ver, se es en un diálogo con nuestra mortalidad.

Guadalupe Ochoa Aranda

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I PORTAFOLIOJOSÉ MANUEL VALDÉS

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

Paisaje Rojo I, Fotografía digital.

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PORTAFOLIO I JOSÉ MANUEL VALDÉS

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

Paisaje con hombre soñando II, Fotografía digital.

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I PORTAFOLIOJOSÉ MANUEL VALDÉS

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

Paisaje con lagarto al amanecer, Fotografía digital.

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PORTAFOLIO I JOSÉ MANUEL VALDÉS

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

Paisaje con hombre abandonado, Fotografía digital.

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I PORTAFOLIOJOSÉ MANUEL VALDÉS

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

Paisaje con hombre soñando I, Fotografía digital.

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PORTAFOLIO I JOSÉ MANUEL VALDÉS

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

Paisaje rosa AH1N1, Fotografía digital.

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I PORTAFOLIOJOSÉ MANUEL VALDÉS

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

Bodegón con ángel I, Fotografía digital.

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PORTAFOLIO I JOSÉ MANUEL VALDÉS

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

Bodegón con ángel III, Fotografía digital.

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I PORTAFOLIOJOSÉ MANUEL VALDÉS

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

El virus AH1N1, Fotografía digital.

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PORTAFOLIO I JOSÉ MANUEL VALDÉS

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

Bodegón con ángel IV, Fotografía digital.

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I PORTAFOLIOJOSÉ MANUEL VALDÉS

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

En la carpa AH1N1, Fotografía digital.

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PORTAFOLIO I JOSÉ MANUEL VALDÉS

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

Fotografía digital.

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METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

Desplazamiento POR PROYECTOS DE DESARROLLO:

RETOS PARA ENRIQUE PEÑA NIETO

Juan Carlos Domínguez*

*Profesor-­investigador en el Programa de Cooperación Internacional, Desarrollo y Políticas Públicas del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora.

DESPLAZAMIENTO INTERNO FORZADO: RETOS CONCEPTUALES

El desplazamiento interno forzado sucede, en po-­cas palabras, cuando una o varias personas se ven obligadas a abandonar su lugar de residen-­

cia habitual por factores ajenos a su voluntad, trasla-­dándose a un nuevo sitio sin cruzar una frontera inter-­nacional (ACNUR 2013;; López, 2012: VII). Aunque el concepto generalmente ha estado asociado al desplaza-­miento por situaciones bélicas, hay una gran variedad

-­-­

género o por pertenecer a otras minorías (por ejemplo, a minorías etnolingüísticas), los desastres naturales y los proyectos de desarrollo, sólo por mencionar algu-­nos. Si partimos de esta noción general y tomamos en cuenta la gran variedad de factores causales, podemos ver que el estudio académico y la atención del fenóme-­no desde las políticas públicas conllevan enormes retos conceptuales y operacionales.Por ejemplo, es común que las situaciones de

desplazamiento interno forzado se confundan con otras condiciones que parecen similares, pero que son fundamentalmente distintas como son los casos de migración internacional, de migración interna de carácter voluntario o de refugio en otro país por situa-­ciones similares al del desplazado interno (guerras,

último detalle resulta vital porque, paradójicamente, el hecho de que una persona no cruce una frontera internacional obstaculiza el monitoreo y medición de

-­dad del fenómeno. Si bien existen diversos tratados y convenciones internacionales sobre protección a re-­fugiados y migrantes internacionales en general, los instrumentos que protegen a los desplazados internos son mucho más escasos.Un segundo reto conceptual se relaciona con las

discusiones sobre lo que es y lo que no es de carácter voluntario. ¿Cuando alguien percibe una situación de mayor inseguridad pública generada por la presen-­cia de grupos de la delincuencia organizada y decide mudarse de una ciudad a otra sin cruzar una frontera internacional, estamos hablando de una situación vo-­luntaria o involuntaria?, ¿cuando una familia indíge-­na decide mudarse a otra comunidad porque se siente discriminada por cuestiones políticas o religiosas, estamos hablando de una decisión voluntaria o for-­zada?, ¿cuando alguien decide abandonar el campo y buscar oportunidades de empleo en la ciudad debido a sequías atípicas u otros fenómenos meteorológicos extremos causados por el cambio climático, qué ca-­pacidad de agencia tienen realmente los afectados?, ¿cuando alguien decide aceptar a regañadientes una compensación por su tierra para que se construya una presa, un aeropuerto o una carretera, qué grado de li-­bertad efectiva estamos suponiendo?No se trata de una discusión ociosa. Después de

todo, aquellas situaciones de carácter involuntario implican múltiples violaciones a los derechos hu-­

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SOCIEDAD ABIERTA I JUAN CARLOS DOMÍNGUEZ

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

manos de los desplazados y por lo tanto, implican la responsabilidad del Estado de prevenir, evitar y mini-­mizar el desplazamiento interno forzado o en su caso, cuándo éste es inevitable, de compensar y asistir a los afectados. En este sentido, diversas agencias in-­ternacionales han señalado repetidamente que la con-­dición de desplazado conlleva, entre otras violaciones a derechos fundamentales: la perturbación de la vida familiar y de la vida en comunidad en general, meno-­res oportunidades de salud y educación, la discrimi-­nación y violencia contra la mujer, la discriminación y violencia por pertenecer a una minoría étnica y la desigualdad frente a la justicia.

el contraste entre el desplazamiento como efecto indi-­recto, no planeado, y el desplazamiento como efecto directo y planeado. El caso más claro en la prime-­ra categoría es el de los desastres naturales. Aunque hay políticas y lineamientos de protección civil que se pueden diseñar de antemano y pueden servir para minimizar la cantidad de población desplazada debi-­do a sequías, huracanes, inundaciones, etcétera, hay desplazamientos que son inevitables y no pueden atribuirse directamente a la acción o inacción de las autoridades. Por otra parte, el caso más emblemático en la segunda categoría es el de algunos proyectos de infraestructura o de industrias extractivas cuyo dise-­ño conlleva la adquisición de reservas territoriales o afectaciones socioambientales de tal magnitud, que el desplazamiento forzado constituye un elemento inhe-­rente a las acciones de política pública.

DESPLAZAMIENTO FORZADO EN MÉXICOEl reconocimiento y el estudio de este fenómeno en el caso de México han sido muy limitados. En las úl-­timas dos décadas apenas se ha registrado un interés incipiente, sobre todo en el caso de Chiapas, centrado en gran medida en los desplazamientos de población “a gran escala y de largo plazo…que pueden atribuirse mayormente a varias circunstancias…[incluyendo]… el enfrentamiento armado entre el Ejército Mexicano y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (los llamados Zapatistas), iniciado en 1994;; a las opera-­ciones de contraguerrilla del ejército en 1995, y a la matanza perpetrada en Acteal por grupos paramilita-­res en 1997…” (Informe Deng, 2003:10), así como

-­sos que precedieron a estos hechos en dicho estado. Por ejemplo, de acuerdo al Centro para el Monitoreo del Desplazamiento Interno (IDMC, por sus siglas en

9,000 y 24,000 desplazados permanentes (IDMC, 2011). Otros estudios sugieren que las cifras, sobre todo durante los primeros años del levantamiento za-­patista, han sido mayores y pudieron alcanzar entre las 54,000 y 80,000 personas entre 1994 y 1998 (Ara-­na y del Riego, 2012).

Felipe Calderón Hinojosa (2006-­2012) cuando se comenzó a reconocer y a visibilizar en diversos me-­

distintas organizaciones delictivas entre sí y contra el

había generado tales niveles de violencia, que resul-­taba inevitable hablar de un fenómeno de desplaza-­miento interno de grandes proporciones. Por ejemplo, el propio IDMC estimó recientemente que la violen-­cia de los cárteles ha generado alrededor de 135,000 desplazados internos desde 2007 (IDMC, 2012). Dada la magnitud de estos dos fenómenos, no es

sorpresa que las pocas respuestas de política pública registradas hasta el momento se hayan centrado en

primer caso vale la pena resaltar la aprobación de la primera Ley para la Prevención y Atención del Des-­

(2012), la cual (de manera loable) trasciende el tema del des-­

causales (ejemplo: desastres naturales y proyectos de desarrollo). Por otra parte, a pesar de todos sus problemas operativos y de contenido, a nivel nacio-­nal vale la pena mencionar que la controvertida Ley General de Víctimas contribuye a visibilizar el fenó-­meno del desplazamiento forzado por situaciones ge-­neralizadas de violencia. Por supuesto, la efectividad de dicho instrumento en el mediano y largo plazos dependerá en gran medida de los detalles al momento de aplicar la norma, de los presupuestos asignados y de las capacidades institucionales que sean desplega-­das para instrumentarla.Desafortunadamente, otros factores que contribu-­

yen al desplazamiento interno forzado no han reci-­bido la misma atención. Por ejemplo, aunque hemos hablado de los efectos del cambio climático hasta el cansancio y aunque cada vez hay un mayor esfuerzo por generar estrategias de adaptación (en contraste con estrategias que enfaticen principalmente la mi-­tigación de los gases de efecto de invernadero), son pocos los esfuerzos por vincular esta problemática con la categoría conceptual del desplazamiento inter-­no forzado. Por ello, son mucho más escasas las res-­

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I SOCIEDAD ABIERTADESPLAZAMIENTO POR PROYECTOS DE DESARROLLO

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puestas de política pública que reconozcan este vín-­culo;; quizá se debe a que seguimos pensando en los efectos del cambio climático en términos de costos económicos y amenazas a la seguridad nacional y no tanto en términos de violación de derechos y riesgos para la seguridad humana.Otro ejemplo claro de la

poca atención que se ha dado a los desplazados por otras cau-­

armados o la violencia genera-­lizada, es la categoría del des-­plazado por proyectos de desa-­rrollo.1 Esta falta de atención resulta paradójica si conside-­ramos que la responsabilidad del Estado es mucho más clara en estos casos debido a que es-­tamos hablando, precisamen-­te, de iniciativas planeadas;; es decir, de proyectos y políticas cuyo proceso de instrumen-­tación supone, al menos teó-­

evaluación y mitigación de impactos sociales y ambien-­tales adversos que podrían ser

La paradoja se explica en parte porque la justificación de un proyecto de desarrollo generalmente se construye con base en el concepto de “utilidad pública”. Es decir, son iniciativas que conlle-­van beneficios logísticos (in-­fraestructura de transporte), económicos (desarrollos tu-­rísticos), sociales (hospitales y otra infraestructura social) o incluso ambientales (par-­ques eólicos o áreas naturales protegidas). El problema es que estos beneficios generalmente se registran a nivel macro (nacional o regional) y la llamada “utilidad pública” se resume 1 Existen trabajos académicos valiosos como los de Scott Robinson (UAM-­Iztapalapa), pero se trata de un tema que permaneció con poca visibilidad pública hasta el fracaso de grandes proyectos de infraestruc-­tura en este siglo, incluyendo el aeropuerto en Texcoco, La Parota en Guerrero y una veintena de iniciativas que han enfrentado oposición so-­cial en los últimos quince años, así como la emergencia de organizacio-­nes como el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra o el Movimiento Mexicano de Afectados por las Presas y en Defensa de los Ríos.

y se expresa con parámetros sumamente estrechos, generalmente de carácter financiero, como el valor presente neto o la tasa interna de retorno.

-­tivos a nivel local. De hecho, prácticamente todas las

tecnologías,2 incluyendo las presas hidroeléctricas, los ae-­ropuertos y otros proyectos de infraestructura, conllevan al-­gún tipo de impacto negativo (Domínguez y Karaisl, 2013: 101). Lo que sucede es que los aspectos positivos y los bene-­

que tienden a eclipsar y a in-­visibilizar los aspectos nega-­tivos y los daños colaterales asociados a cada tecnología. De hecho, la “utilidad pú-­

blica” constituye uno de los conceptos más problemáticos en la economía, el derecho y las ciencias sociales. Si bien es cierto que tiene un valor como noción o principio nor-­mativo, se trata de un término sumamente difícil de opera-­cionalizar porque conlleva una

la “utilidad”?, ¿cómo pondera-­mos o tomamos en cuenta las “utilidades” de varios indivi-­duos cuando en realidad no se pueden hacer comparaciones intersubjetivas?, ¿cómo toma-­mos decisiones con base en distintos valores, algunos me-­

y otros inconmensurables (cul-­tura, historia, tradiciones)? En el caso de México, los

argumentos con base en la utilidad pública han sido acompañados por un sentimiento y un discurso de

-­cias que enfrenta el país en el sector infraestructura. Ya desde inicios del sexenio de Calderón Hinojosa se enfatizaba la necesidad de invertir varios puntos 2

sólo incluye artefactos sino nuevas actividades, nuevos conocimientos y nuevas formas de aplicar los conocimientos existentes, véase Bijker (2008: 681-­786).

Foto: Paola Martínez Hernández

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SOCIEDAD ABIERTA I JUAN CARLOS DOMÍNGUEZ

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

porcentuales del PIB en las siguientes décadas para

energía, transporte, agua y alcantarillado y medio ambiente. En este sentido, la publicación del Progra-­ma Nacional de Infraestructura (PNI) constituyó un acierto en términos de planeación y priorización de políticas públicas. Dicho programa incluía puertos, aeropuertos, presas, carreteras y desarrollos turísti-­cos que en conjunto representaban inversiones equi-­valentes a más de setenta mil millones de dólares. Sin embargo, el error fue la omisión de los aspec-­

tos y las implicaciones sociopolíticas, incluyendo el tema de las poblaciones desplazadas. Para darnos una idea, las iniciativas incluidas en el PNI incluían inversiones equivalentes a veinte aeropuertos como el que se quería construir en Atenco y Texcoco en 2001;; o bien, equivalente a setenta presas como el proyecto pendiente de La Parota en Guerrero. De esta manera, aunque no todos los proyectos del PNI implicaran desplazamientos forzados de población, estas comparaciones nos dan una idea de la magni-­tud de los retos en términos de negociación, com-­pensaciones y necesidad de instrumentar esquemas creativos de reasentamiento involuntario.

antes de terminar la administración panista, el PNI todavía presentara un atraso cercano al 50 por ciento respecto a sus metas originales. Aunque las razones varían en cada caso, las entrevistas a funcionarios y

en muchos proyectos, sobre todo carreteros, el retra-­

los derechos de vía correspondientes (los cuales en muchos casos conllevan desplazamientos forzados). Otro ejemplo es el caso de Punta Colonet en Baja

pesar de ser un proyecto emblemático de la admi-­nistración calderonista. En este caso, los aspectos de carácter social se tardaron tanto en “plancharse” que para cuando la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) estaba lista para lanzar la licita-­

-­nanciera había cambiado en el contexto de la crisis

principales aspectos sociales era precisamente la ad-­quisición del derecho de vía que se necesitaba para construir la conexión ferroviaria entre Punta Colonet y la infraestructura localizada del lado norteamerica-­no de la frontera. No hay duda de que estos retos continuarán duran-­

te la nueva administración priista. El presidente Peña

Nieto anunció desde su discurso inaugural que los temas de infraestructura serán prioridad durante su

-­tos concretos como es el caso de los trenes de pasa-­jeros. Otras iniciativas, como el proyecto para cons-­truir un Nuevo Aeropuerto en la Ciudad de México (NAICM), se han manejado con mayor sigilo aunque es claro que existe la intención de revivirlo durante la primera mitad del sexenio. Más aún, el recién publicado Plan Nacional de De-­

sarrollo (PND) establece el compromiso de diseñar y publicar una nueva versión del PNI. Este programa se-­guramente volverá a establecer una larga lista de nece-­sidades y compromisos de inversión que harán sentido como parte de un ejercicio prospectivo del México al que queremos llegar en dos o tres décadas;; seguramen-­te incluirá cuántas presas hay que construir en Chia-­pas, cuántos parques eólicos faltan en Oaxaca, cuántas carreteras son necesarias para apoyar el comercio tri-­continental, cuántos nuevos aeropuertos, etcétera. Sin

sino de carácter social y por lo tanto, las dos preguntas obligadas son: ¿cuántas personas podrían ser desplaza-­das por los nuevos proyectos de infraestructura y de-­sarrollo en general?, ¿qué estrategias se están cocinan-­

compensaciones y planes de reasentamiento involunta-­rio que sean mínimamente justos?

DÉCALOGO: LAS MEJORES PRÁCTICAS INTERNACIONALES

Incluso si dejamos al margen todas las posibles críti-­cas al concepto de utilidad pública, éste pierde validez

-­dos por un proyecto de desarrollo no se redistribuye para compensar a aquellos grupos que son afectados por la iniciativa en cuestión. En pocas palabras, para hablar de decisiones justas en el marco de un proyec-­to de desarrollo hay que tomar en cuenta el principio de diferencia de John Rawls (1971): las inequidades en el acceso a bienes sociales primarios (libertad, bie-­

en las posiciones sociales más desventajosas.En este sentido, diversas agencias internacionales

coinciden en que el desplazamiento físico y el des-­plazamiento económico3 constituyen las afectacio-­3

embargo, el “desplazamiento económico” sucede cuando los integran-­tes de una comunidad, sin perder el espacio físico en el que viven, se ven obligados a desplazarse por el efecto de otros impactos ambientales y/o porque pierden el acceso a activos y recursos naturales estratégicos. Véase BERD (2008: 34-­43).

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I SOCIEDAD ABIERTADESPLAZAMIENTO POR PROYECTOS DE DESARROLLO

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

nes más graves que un individuo o una comunidad pueden sufrir como consecuencia de un proyecto de desarrollo (Banco Mundial, 2008;; Banco Asiático de Desarrollo, 1995;; Corporación Financiera Internacio-­nal, 2006). Por ejemplo, la experiencia de diversas

del mundo a lo largo de más de 50 años sugiere que las personas desplazadas por este tipo de iniciativas se enfrentan en el largo plazo al desmantelamiento de sus sistemas de producción, al debilitamiento o a la desaparición de sus identidades culturales, a la necesidad de moverse a lugares donde sus habilida-­des resultan menos productivas y la competencia por recursos naturales es mayor, y a situaciones de em-­pobrecimiento, marginación e inseguridad alimenta-­ria. En general, la población desplazada en el 80 por ciento de los casos ve sus estándares de vida deterio-­rados en el largo plazo y sólo en un 7 por ciento logra mejorarlos en comparación con el escenario antes del proyecto (Scudder, 2005: 23-­30).Si bien es cierto que los proyectos hidroeléctricos

tienen impactos sociales y ambientales que pueden ser particularmente graves por la magnitud de las áreas inundadas, el deterioro de los ecosistemas aledaños y la cantidad de población que puede ser afectada,4 el desplazamiento forzado por proyectos de desarro-­llo es mucho más común de los que nos imaginamos. Aeropuertos, carreteras, puertos, parques eólicos, re-­

menudo conllevan el desplazamiento forzado de po-­

física, también está el caso de la infraestructura urba-­na (metro, Metrobus, segundos pisos, distribuidores y ejes viales, rellenos sanitarios, agua y drenaje). En algunos casos, la delimitación de áreas naturales pro-­tegidas, el desarrollo de centros turísticos o incluso la construcción de infraestructura social (hospitales, centros deportivos) pueden también generar, cada uno con distinta magnitud, este tipo de afectaciones.

de carácter económico y a nivel macro, hay grupos sociales que sufren los daños “colaterales” y los im-­pactos negativos de este tipo de iniciativas de manera desproporcionada. Uno de estos grupos es sin duda el caso de los desplazados (ya sea física o económica-­mente). Por ello, para hablar de un proyecto justo no

-­4 De acuerdo a McCully (1996, citado en World Comission on Dams,

-­trucción de presas había desplazado a casi 60 millones de personas al-­rededor del mundo. Un ejemplo extremo es el caso de la Presa de las Tres Gargantas en el Río Yangtsé en China, la cual desplazó entre 1 y 2 millones de personas (Gleick, 2009).

-­lidad pública”, sino que es necesario estar atentos al principio de diferencia de Rawls. Es decir, un proyec-­

y sociales para la mayoría sino que debe garantizar

poblaciones desplazadas.

internacional para el desarrollo, además de algunos académicos especializados en el tema,5 también coin-­ciden en que la única manera de garantizar que la re-­

innovadores de planeación y gestión de proyectos que tomen en cuenta las siguientes lecciones y mejores prácticas a nivel internacional:

el desplazamiento forzado implica una perturbación tan grave de la vida social, cultural y económica de una co-­munidad que la reposición del valor de los activos físi-­

de un proyecto de vida alternativo. Por ello es necesario diseñar esquemas de compensación que incluyan pro-­yectos productivos y de desarrollo en general. 2. Planear el reasentamiento antes de llevarlo a

el marco jurídico actual, no sólo de México, sino de otros países en Latinoamérica es sumamente limita-­do y prácticamente no impone ninguna obligación al promovente de un proyecto (público o privado) de garantizar que el desplazamiento se lleve a cabo de manera adecuada. Los temas de desplazamiento ge-­neralmente se subsumen en la legislación ambiental, particularmente sobre la manifestación de impacto ambiental (MIA), la cual debe prepararse con base en un proyecto ejecutivo. Contrario a esta práctica, es necesario que el reasentamiento no sólo se incor-­pore como parte integral de cada iniciativa sino en las etapas iniciales del ciclo de proyecto (conceptualiza-­ción, diseño y pre-­factibilidad).

los pocos casos exitosos a nivel internacional muestran que debe ha-­

de gobierno (desarrollo social, ordenamiento terri-­torial, economía, medio ambiente, secretaría de co-­municaciones y transportes, hacienda, etcétera), pero una sola dependencia debe liderar el proceso. Esto re-­quiere de un mandato político claro y de capacidades

un esquema de reasenta-­miento involuntario bien ejecutado es costoso y debe 5 Véase, por ejemplo, Cernea (1999) y Scudder (2005).

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SOCIEDAD ABIERTA I JUAN CARLOS DOMÍNGUEZ

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

el principio del proyecto. El mito es pensar que los costos de no hacer nada son menores que el costo de planear el reasentamiento de manera adecuada.

la ampliación de las di-­mensiones que son consideradas al evaluar un pro-­yecto de desarrollo y la instrumentación de esque-­mas innovadores de planeación y gestión requieren el empleo de equipos con expertos multidisciplina-­rios y de líderes con capacidades interdisciplinarias que van más allá de los conocimientos técnicos. Un esquema de reasentamiento exitoso requiere la aplicación de otros conocimientos, incluyendo derechos humanos, transversalización de género, protección de grupos vulnerables, desarrollo eco-­nómico, combate a la pobreza, entre otros.

los desplazados por proyectos de desarrollo se pueden enfrentar a situaciones tan graves de incertidumbre sobre su integridad física, su identidad comunitaria y su proyecto económico, que cualquier sospecha de engaño o fraude puede ser

situación es más grave en el caso de países como Mé-­xico donde la ejecución inadecuada de proyectos de desarrollo en el pasado (incluyendo el caso de mu-­chas expropiaciones que nunca fueron pagadas), ha

y las instituciones del Estado. otra limitación del marco jurí-­

dico es la falta de canales institucionales adecuados que permitan la participación de las poblaciones des-­plazadas y un diálogo en dos vías que contribuya a

previstos fácilmente por los tomadores de decisión;; entender mejor las necesidades de desarrollo de las poblaciones desplazadas y diseñar mejores planes de reasentamiento involuntario;; hacer ajustes al proyec-­to con mayor anticipación;; y legitimar el proyecto ante la opinión pública en general.

incluso en aquellos ca-­sos donde existan fundamentos legales claros para la

la experiencia internacional sugiere que los acuerdos negociados tienen mayores posibilidades de tener éxi-­to en el mediano plazo. La expropiación, aunque sea “con todas las de la ley”, es un acto cargado de vio-­lencia simbólica (no necesariamente física) que puede alimentar el crecimiento de movimientos sociales anti-­

-­ los grupos más vulnerables incluyen a niños,

niñas y adolescentes (NNA), mujeres, personas de la tercera edad, en situación de discapacidad, indí-­genas, e integrantes de otras minorías. Su vulnera-­bilidad se explica porque la línea entre un proyecto de vida que es exitoso y otro que no lo es, es mucho más delgada para estos grupos y por ello se requie-­ren consideraciones especiales. La reposición de activos perdidos y las compensaciones meramente

el desplazamiento forzado tiene siempre secuelas y efectos duraderos y,

y/o compensaciones es exitoso requiere que el moni-­toreo de resultados se extienda lo más posible, a veces más allá de una década. Entre otras cosa, el monitoreo

-­nes correctivas. Un ejemplo es cuando las alternativas productivas que fueron ofrecidas originalmente a los afectados no resultaron sustentables en el largo plazo debido, entre otras razones, a presiones poblacionales sobre la tierra y los recursos naturales aledaños.

EL RETO: ¿ÉTICA PROCEDIMENTAL O ÉTICA UTILITARISTA?

Por un lado, la problemática de los desplazados por proyectos de desarrollo es una cuestión que debe aten-­derse desde la ética procedimental. Es decir, como so-­ciedad no nos interesa sólo el resultado bajo paráme-­

la inversión, sino cómo y a quién tomamos en cuenta para alcanzar dicho resultado. Desde esta perspectiva, es paradójico hablar de “desarrollo” y de “proyectos de desarrollo” si los resultados positivos implican la afectación a minorías y a grupos vulnerables, es de-­cir¸ si se viola el principio de diferencia de Rawls.En este sentido, las recomendaciones delineadas an-­

teriormente requieren de una transformación radical de los procesos de decisión en el sector de infraestructura y el reto no es menor. Por ejemplo, un factor esencial es el tiempo necesario para llevar a cabo cada inicia-­tiva: prevenir, minimizar y atender el desplazamien-­to por proyectos de desarrollo requiere de procesos de consulta y negociación que pueden llevarse varios años, incluso décadas, lo que parece contraponerse con

de infraestructura física y urbana.Cualquier requisito, obstáculo o consideración

adicional que se imponga a los tomadores de deci-­sión y a los desarrolladores de infraestructura, tanto como públicos como privados, parece una piedra en el zapato. Lo importante es sacar los proyectos lo más

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I SOCIEDAD ABIERTADESPLAZAMIENTO POR PROYECTOS DE DESARROLLO

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rápido posible y sobre todo, antes de que termine el sexenio para que no los inaugure el próximo goberna-­dor o el próximo presidente…Afortunadamente, esta visión ya no es tan válida

como hace algunas décadas cuando existía un ré-­gimen político dominado por un solo partido políti-­co, con pocas fuerzas que pudieran contrabalancear, mitigar o negociar términos de desplazamiento más

noventa, los proyectos podían hacerse rápidamente, sin consultar a los desplazados y sin ninguna consi-­deración sobre sus derechos humanos. No por nada hubo personajes como Carlos Hank González, encar-­gado de instrumentar una gran cantidad de obras de infraestructura durante su gestión como regente del Distrito Federal (1976-­1982), quien recibió el sobre-­nombre de “Genghis Hank” por la cantidad de im-­pactos físicos y sociales que tuvieron algunas de sus obras (entre ellos los ejes viales).Sin embargo, en las últimas dos décadas México

ha experimentado transformaciones políticas que han cambiado por completo el escenario en el que se de-­ciden las iniciativas y proyectos de desarrollo. El con-­

Parota y a muchas otras presas, son sólo los ejemplos más visibles e ilustrativos de lo que puede suceder si no se transforman los procesos de decisión en este sector. Para el inversionista, este tipo de situaciones representan riesgos demasiado importantes para ser obviados. El descontento por impactos ambientales,

-­rechos de vía y la politización de este tipo de situa-­ciones en un contexto de mayor liberalización polí-­tica y descentralización administrativa, pueden tener consecuencias costosísimas que van desde retrasos en la instrumentación de un proyecto, la necesidad de

legales, daños a la reputación, crisis de legitimidad,

En este nuevo contexto político (en contraste con los tiempos del PRI todopoderoso), el riesgo y los costos de incorporar adecuadamente los impac-­tos socioambientales, incluyendo el desplazamiento poblacional, son menores mientras más temprano se haga en el ciclo del proyecto. De esta manera, la ética procedimental (justicia para los desplazados) y la ética utilitarista (el interés de los inversionistas y promotores) no necesariamente se contraponen, pero es necesario hacer ajustes al marco jurídico, rescatar experiencias exitosas a nivel nacional e internacional y analizar la pertinencia del decálogo de recomenda-­

ciones citado anteriormente.Aunque el reto es enorme, hay medidas concretas

que pueden llevarse a cabo, incluyendo: 1) Adecua-­ciones a la nueva Ley de Asociaciones Público-­Priva-­das -­

la licitación sino durante todas las etapas del ciclo del proyecto);; 2) Adopción de criterios y lineamientos más amplios de evaluación de impactos socioambien-­

-­NADIN y Banobras (ya lo han hecho en el caso del transporte urbano, pero deben ampliarlo a otros sec-­tores);; 3) Obligatoriedad de los planes de reasenta-­miento involuntario en el caso de proyectos que des-­plazan a más de cincuenta familias;; 4) Adopción de instrumentos novedosos que han sido probados a ni-­vel internacional, incluyendo la evaluación ambiental estratégica con criterios de resiliencia y las licencias sociales para operar;; 5) Creación de un fondo especí-­

desplazados por proyectos de desarrollo, incluyendo el caso de aquellas comunidades que históricamente no fueron compensadas en modo adecuado.Finalmente, al margen de estas medidas concre-­

tas, el gran reto para la administración del presiden-­te Peña Nieto (hombre de resultados y no tanto de procedimientos) será entender la necesidad de hacer compatible la ética utilitarista basada en resultados con la ética procedimental basada en una noción más amplia de participación, transparencia y justicia so-­cial. Si esto no sucede, el costo humano de que Méxi-­co mejore la infraestructura necesaria para seguir cre-­ciendo económicamente en el largo plazo podría ser demasiado alto y el número de desplazados por este tipo de iniciativas podría elevarse a niveles inacepta-­

social e ingobernabilidad democrática.

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SOCIEDAD ABIERTA I JUAN CARLOS DOMÍNGUEZ

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

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METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

LAS antinomias DEL

NARCOTRÁFICO Y DE LA VIOLENCIA

CRIMINAL EN MÉXICO

Juan Cristóbal Cruz Revueltas*

*Profesor-­investigador de tiempo completo en el Departamento de Filo-­sofía de la Universidad Autónoma del estado de Morelos.

¿Cómo explicar el espectacular brote de violen-­cia del México de los últimos años? Ese nivel de violencia que llevó a algunos a incluir a México

bajo el marco conceptual de “Estado débil” (Fukuya-­ma) o “Estado posmoderno” con el que se caracteriza a los Estados que han perdido sus capacidades clási-­cas como son las de asegurar los derechos básicos del individuo, crear cohesión social y cívica, mantener el monopolio de la violencia (legítima) y/o garantizar la unidad y la integridad territorial. Algunos han querido entender este debilitamiento del Estado mexicano den-­tro de un contexto más general de colapso del “modelo moderno de desarrollo”. Por otra parte, en México ha

-­nómeno que va de la mano con la modernidad actual,

tiende por su naturaleza a conformarse de modo tras-­

país consumidor, el Departamento de Estado de Esta-­

drogas como organizaciones criminales trasnacionales ( ).

-­te intensidad del intercambio comercial y de la mayor circulación de personas entre Estados, lo que hace de

las fronteras barreras sumamente porosas, sobre todo aquellas de los países que se han abierto a la econo-­mía global. En el caso de México es de recordar que este país vivió un proceso de globalización acelerado a partir de la apertura del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1994, acuerdo que triplicó el comercio de la región (Pastor, 2012: 23). El narco-­

y de la enorme gama de mecanismos que permiten el lavado de dinero a nivel mundial. Se puede obser-­var que desde hace una década, diversos grupos del

-­bilidad de los Estados de África Occidental (Mali y Guinea Bissau) para sentar sus bases y contar con una cabeza de puente hacia Europa. De acuerdo a Roberto Saviano (2012: 14), la Guinea Bissau es “un territo-­

mexicanos y colombianos […]”.Por su parte, algunos estudiosos como Marcelo

Bergman1 sostienen, bajo una variante de la crítica a la economía informal (por ejemplo, Hernando de Soto, El otro sendero), que a pesar de que el estallido de la violencia es inteligible desde un marco local, es ineludible observar que sucede al mismo tiempo en algunos países de América Latina (Brasil, Guatema-­la, México…). Todos experimentaron aumentos en 1 Comentado por Luis Rubio (Reforma, 29 agosto de 2010).

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SOCIEDAD ABIERTA I JUAN CRISTÓBAL CRUZ REVUELTAS

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

el índice de criminalidad a partir de la década de los noventa, y en un mismo lapso de tiempo todos coin-­ciden en la descentralización del poder, el aumento de la demanda de bienes de consumo por parte de clases medias bajas y la aparición de China como fuente de productos de bajo precio que satisface ese mercado. Este contexto habría creado una ventana de oportuni-­dades para el crimen organizado de satisfacer —por medio del mercado informal o francamente ilegal— la demanda de las nuevas y emergentes clases medias de productos “internacionales” que hasta entonces habían estado reservados a las clases altas (autopar-­tes, DVDS, zapatos, ropa, electrónica, computación y toda suerte de contrabando, etcétera). También el cri-­men organizado se presenta como la opción más atrac-­tiva de “empleo” y de acceso a un consumo de nivel in-­ternacional para las clases populares y para los jóvenes desempleados y/o que se han quedado al margen del sistema educativo (los llamados “ni nis”). Igualmente surgen en diversas partes del mundo —desde el yiha-­

-­cante mexicano— una misma forma de teatralizar la violencia extrema para su difusión a través de internet.

-­ganizado no son la supervivencia de un arcaísmo, antes bien, un fenómeno social que acompaña ciertas formas de modernización, liberalización de la economía y re-­valorización del voto (que ya fuera de un sistema auto-­ritario puede ser comprado y vale la pena comprarlo). Sería entonces un fenómeno inherente a sociedades en procesos de rápida transformación.

LA VIOLENCIA EN MÉXICOPara entender el problema de la violencia y el nar-­

alegar también el impacto de las transformaciones ocurridas durante el periodo 1997-­2012. En efecto, el debilitamiento del otrora hegemónico partido, el PRI, la transición democrática, el desmantelamiento del sistema autoritario, la descentralización y la fede-­

-­caciones en las relaciones de poder, habrían facilitado

-­ganizado y, por lo tanto, el desencadenamiento de la violencia (un fenómeno análogo se habría observado en la Rusia post-­soviética).Sin embargo, más allá de esas grandes transforma-­

ciones, nuestra hipótesis es que para dar justa cuenta del problema de la violencia en México, es necesario mirar más de cerca los sucesos de los últimos años, en particular el periodo del presidente Felipe Calderón.

Luego de las elecciones de 2006 en México, el 11 de diciembre de ese año, es decir, a 11 días de haber to-­mado posesión de su cargo, sin que hubiera sido parte de los puntos presentados por el candidato en su cam-­paña electoral a la presidencia, sin debate previo ante la opinión pública, sin someterlo al Congreso como lo estipula la Constitución (artículo 73 Constitucional, fracción XII), el presidente Calderón decidió referirse

“costará vidas”2bajo un esquema de acción militar (como se había hecho en Colombia con el llamado en 1999). Si antes de Calderón se nombraban militares como policías, ahora el mismo ejército sería el encar-­

¿CUÁLES FUERON LOS EFECTOS DE ESTA ESTRATEGIA?

No existen cifras muy claras pero se calcula que du-­rante la administración del presidente Calderón hubo entre 60 y 90 mil muertes vinculadas a la “guerra”

objetivo claro y confuso por sus diversos frentes: ejército, armada y policías (federal, estatales o muni-­

-­cantes confrontadas entre ellos;; autoridades corruptas

“colaterales” que podían incluir a la población civil y a inmigrantes. Una vez terminado el periodo de go-­bierno de Calderón, Amnistía Internacional denunció una epidemia de tortura en México en la lucha con-­tra la delincuencia organizada y los carteles de droga (amnistia.org.mx/nuevo/2012/10/11/internacional-­

tortura/;; amnistia.org.mx/publico/tortura/24106312.ext%20%28Tortura%20y%20maltrato%20en%20Mexico-­INFORME%29%20%281%29.pdf).En 2006, al inicio del gobierno de Calderón, en

México la cifra anual de asesinatos fue de 9 mil 921 personas. Sin embargo, a seis años de la política im-­plementada por Calderón, la cifra alcanzó 27 mil 199 asesinados, según las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) (http://www.excel-­sior.com.mx/index.php?m=nota&seccion=opinion&cat=181&id_nota=866424). Es decir, se multiplicó por tres la cifra. Cuatro años después de iniciada la 2 Luego de ser declarado ganador de las elecciones, el 10 de septiembre

desempleo, el deterioro del medio ambiente…”. La primera mención -­

manas fue el 7 de noviembre en el periódico El Universal. Todo indi-­ca que el término usado fue el de “guerra” (http://www.proceso.com.mx/?p=290774, [fecha de acceso: 10 de marzo de 2013]).

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I SOCIEDAD ABIERTALAS ANTINOMIAS DEL NARCOTRÁFICO...

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

“guerra”, en 2010, el 66.6 por ciento de la población en México se percibía en situación de inseguridad (http://www.inegi.org.mx/est/contenidos/Proyectos/Encuestas/Hogares/regulares/envipe/envipe2012/default.aspx), el 13.5 por ciento de los jóvenes consi-­deraban como los mayores problemas la inseguridad, la violencia y la delincuencia y 17.6 por ciento de los mexicanos consideraban como su máxima preocupa-­ción la de ser sujetos de abuso por parte de las autori-­dades, en algunas zonas del país estas cifra alcanzaban el 42.5 por ciento de los consultados (http://www.

Accss-­002.pdf). Algunas profesiones, como el pe-­riodismo o los blogueros se volvieron profesiones riesgosas. Igualmente, se fragilizó un sistema de pro-­curación de justicia ya de por sí poco sólido;; se vol-­vió normal exhibir personas antes los medios de comu-­nicación como presuntos criminales, sin previo jui-­cio (el asunto Cassez sólo fue el caso más conocido). 620 mil personas fueron de-­tenidas, de las cuales el 80 por ciento fueron liberadas posteriormente por falta de pruebas. Además, Human Rights Watch documenta 250 desaparecidos durante la administración de Calderón (http://www.hrw.org/es/news/2013/02/20/mexico-­crisis-­de-­desaparicio-­nes-­forzadas). Las 6 mil 500 denuncias por tortura, y tra-­tos crueles, inhumanos y degradantes, no tuvieron como efecto ninguna condena en contra de funcionario público durante el mandato de Calderón (Vivanco, 2013).

¿CUÁLES FUERON LAS MOTIVACIONES Y LA JUSTIFICACIÓN DE LA GUERRA?

A los pocos meses de la toma de posesión de Cal-­derón como presidente de México, diversos sectores (en particular de la izquierda mexicana) argumenta-­

sido, en realidad, una medida destinada a compensar las cuestionadas elecciones del 2006 donde el can-­didato de izquierda, López Obrador, alegaba haber ganado. El punto es relevante para entender el fenó-­meno que nos ocupa, ya que muchos de los datos de

estos datos? Los niveles de consumo de droga en Mé-­xico eran y siguen siendo bajos. Los mexicanos que

han probado alguna droga ilícita en 2010 sólo era un 5.5 por ciento de la población contra 7.8 por ciento de la media mundial y sobre todo contra el 42 por ciento de los habitantes de Estados Unidos. Por otra parte, es bien conocido que las instituciones políticas mexi-­canas son muy débiles (alto nivel de corrupción de la policía y de los órganos judiciales, pocos efectivos policiacos, etcétera). Pero sobre todo es de subrayar que al momento de tomarse la decisión, México, un país reputado tradicionalmente como violento, se en-­contraba encaminado a un Estado cada vez más gene-­

por cada 100 mil habitantes, gozaba del menor nivel de violencia de su historia, por debajo incluso de la media mundial de 8,8 por cada 100 mil habitantes

(Ruben Aguilar, 2012). Si lo anterior no favore-­

cía una declaración de gue-­

experiencia y el análisis de los factores externos tam-­poco invitaban a determinar esa política. Por ejemplo, a pesar de la lucha contra el

en los últimos 30 años el precio de la cocaína en Es-­tados Unidos ha disminuido

constantemente. Hoy en día es 74 por ciento más ba-­rata que hace tres décadas. Tampoco el cambio de la ruta de las drogas del Caribe a México en la década de los ochenta afectó su nivel de consumo en Estados Unidos. Por su parte, los datos hacen pensar que la cultura de la droga es una constante en Estados Uni-­dos, ya que en 40 años no se ha reducido su consu-­mo. Peor aún, hoy se consume mucho más cocaína en Estados Unidos que en 1914 cuando era legal. Por otra parte, cada día es más claro el cambio de menta-­lidades de los últimos decenios;; hoy más del 50 por ciento de la población norteamericana está en favor de la legalización de la mariguana (Ruben Aguilar, 2012). Además, la vieja declaración de guerra al nar-­

una verdadera coordinación a este respecto a sus di-­ferentes agencias de investigación (DEA, FBI). No es necesario detenerse en la enorme circulación de armas en Estados Unidos que ni el actual cambio de mentalidad ni el esfuerzo de la actual administración

Un mínimo análisis del tema obligaba a las auto-­ridades que lo que se requería, antes de una guerra

Foto: Paola Martínez Hernández

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SOCIEDAD ABIERTA I JUAN CRISTÓBAL CRUZ REVUELTAS

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

en contra de un actor tan indeterminado como “el

a las instituciones estatales. El problema de la inse-­guridad en México es, en gran medida, un proble-­ma de deserción de soldados y policías, de colusión de autoridades con el crimen organizado, y del mal funcionamiento de los mismos órganos de seguridad pública. Más aún cuando el problema del narcotrá-­

al menos desde 1985 cuando la Dirección Federal de Seguridad (DFS) órgano de seguridad del país funda-­do en 1947 fue transformada, a raíz del caso Camare-­na, en el CISEN. Valga insistir, dado el alto nivel de corrupción de los órganos de la política, la seguridad

no es un problema exterior al Estado mexicano sino un problema interno. También se debe agregar que la

la administración de Calderón fue puesta en duda por los nombramientos en los puestos más sensibles de

todo muchas veces envueltos en escándalos.Además de su impacto directo en el terreno de la

violencia, la lucha contra el crimen tuvo numerosos efectos perversos. Por ejemplo, distorsionó la agen-­da pública al desplazar y opacar problemas de mayor magnitud y mucho mayores costos en vidas huma-­nas y por su impacto en el presupuesto federal. Para dar solo ejemplo, la actual epidemia de diabetes en México ha dejado aproximadamente medio millón de decesos durante el mismo periodo (europress, 2013). Otro efecto negativo de la estrategia de lucha con-­

efectos negativos sobre la imagen internacional de México. El país dejó de ser visto como un país en “situación normal”, se promovió la idea de la exis-­tencia de zonas fuera de control y de un Estado fa-­llido. Se puede contrastar el hecho que mientras el presidente Calderón no sólo llegó a hablar de “gue-­rra” sino también de “terrorismo” respecto a los su-­cesos en México, algunos países con problemas de

imagen se cuidaron de reforzar la idea de un víncu-­lo entre delincuencia organizada y terrorismo como los auspiciados en foros internacionales, por ejemplo,

el Delito (Rodiles, 2013).

democrática, no van necesariamente de la mano con

la explosión de violencia. Hay que subrayar que el Tratado de Libre Comercio tuvo su mayor impacto entre 1994 y 2000, luego entró en una fase de decli-­ve. Es decir, en 2006 llevaba ya seis años de haber perdido su mayor impacto.3 Entonces, ¿qué fue lo que detonó los altos niveles de violencia que se viven actualmente en México? Quizá a manera de descar-­go, algunos de los antiguos miembros del gobierno de Vicente Fox, Jorge Castañeda y Rubén Aguilar,

en gran medida creado por el propio Calderón. Es-­

[…] el cártel de Ciudad Juárez tenía 400 elementos antes de la “declaratoria de guerra”, pero 15 días después ya contaba con 6 mil. Ante la amenaza de la guerra y para estar listo a defender su “plaza”, el cártel reclutó y armó a las pandillas

problema de la violencia todavía no se hacía presente, apare-­ció 15 días más tarde, cuando había que pagar a esos nuevos miembros que no estaban contemplados en la nómina. El cártel dio la orden de que se “cobraran” ellos mismos (Ru-­ben Aguilar, 2012: 16).

En virtud de una decisión gubernamental coyuntural,

-­ganizado que pretende sustituir, al menos a nivel lo-­cal, algunas de las funciones del Estados como son la venta de seguridad y el llamado derecho de piso. Más aún, durante 2013 han aparecido los llamados grupos de autodefensa en estados como Guerrero, Oaxaca y Michoacán. Fenómeno que recuerda las causas que lle-­

a la debilidad de las autoridades sicilianas para garan-­tizar las propiedades de los grandes terratenientes, és-­tos llamaron a bandidos para asegurar su protección.

-­ganizado de sustituir al Estado? Usualmente el crimen organizado juega un papel “parasitario”, no busca sus-­tituir al Estado y conforme sus miembros obtienen ca-­pital económico y se pasa de una generación a otra, sus miembros establecen empresas y sociedades legales y se van integrando progresivamente, a través de la ad-­quisición de capital social y cultural (dixit Bourdieu), a las clases altas de la sociedad. Tarde o temprano, el mismo crimen organizado termina por encontrar las bondades del Estado de derecho.Para terminar, es necesario agregar que la violen-­

3 El momento de mayor globalización del Estado mexicano fue entre 1980 y 2000 y entre 2001 y 2010 vivió una clara etapa de declive (Pas-­tor, 2012: 25).

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I SOCIEDAD ABIERTALAS ANTINOMIAS DEL NARCOTRÁFICO...

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cia que ha sufrido México en el último lustro deriva, como la mayor parte de los fenómenos sociales, de múltiples causas necesarias pero no determinantes. Sin embargo, muchos indicios hacen pensar que el verda-­dero detonante fue la debilidad institucional del Estado mexicano, tanto a nivel de los procesos electorales que no lograron dirimir claramente un proceso electoral, como en el funcionamiento de los órganos de policía y de procuración de justicia, dado el altísimo nivel de im-­punidad que prevalece en México. Lo mismo se puede decir de los procedimien-­tos para nombrar secreta-­rios de Estado ya que ca-­

de evaluación y escrutinio. Como lo señalada Ernesto López-­Portillo (2012) es palpable la opacidad en la que se desenvuelven nues-­tras fuerzas armadas y la imposibilidad de nombrar a un civil como Secretario de la Defensa. El refrán “Estado organizado, crimen desorgani-­

zado;; Estado desorganizado, crimen organizado” vale

patentó sobre todo la incapacidad institucional para de-­

prioridades de gobierno. La declaración de guerra con-­

institucionales así como un detonante de la violencia. Máxime que fue enmarcada en la estrategia convencio-­

-­ma entre un país, México, que debe limitar su exporta-­ción de drogas y otro país, Estados Unidos, que debe limitar el consumo de las mismas. Hoy sabemos que las políticas represivas del consumo de drogas en Esta-­dos Unidos tuvo como efecto un encarcelamiento ma-­sivo (medio millón de personas) sin tener efecto sobre el consumo y menos en los precios de las drogas;; en tanto que México se sumergió en una “guerra” dema-­siado costosa para su capacidad institucional que, en la dudosa hipótesis que llegara a cumplir con su objetivo,

el de un nuevo cambio de la ruta de contrabando de la droga (Kleiman, 2011). Algunos analistas (Kleiman, 2011) tienen razón en

subrayar que la idea de “un mundo libre de drogas” es

una ilusión que ha llevado a aplicar políticas con efec-­tos “perversos” (en el sentido sociológico del térmi-­no) muy costos. No extraña que la -­dial sobre políticas antidrogas esté llamando a dar por terminada la guerra contra las drogas y que la actual administración mexicana busque “desnarcoti-­zar la agenda” con Estados Unidos y regresar poco a poco al ejército a los cuarteles, posición respaldada incluso por prestigiosas organizaciones internacio-­nales como Human Right Whatch (Vivanco, 2013).

En la agenda bilateral entre México y Estados Unidos, la lucha contra la violencia

-­gas debe prevalecer sobre la

per se, una lucha focalizada contra los grupos criminales más violentos. Se antoja, en

en la lucha contra el narco-­

sino en el mundo en general;; de aquí, pues, que México haya solicitado a la ONU discutir un cambio de enfoque en 2016.

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Foto: Paola Martínez Hernández

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METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

EL LIBERALISMO Y LA

“POLÍTICA DE LA identidad”Ángel Sermeño Quezada

*

*Doctor en Ciencia Política por la UNAM. Profesor-­investigador en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

El “multiculturalismo” es una expresión que hace referencia a la demanda de reconocimiento ex-­plícito que exigen frecuentemente las diversas

identidades colectivas que concurren a la constitución de una comunidad política determinada. Por supuesto, en tanto corriente teórica, el multiculturalismo presen-­ta unos contornos aún excesivamente difusos donde

-­deraciones políticas y normativas diferenciadas. Una primera distinción al respecto es la que establece el aspecto nuevo y viejo del multiculturalismo. No hay

-­tiene y reconoce que el mundo es culturalmente diver-­so y necesariamente desigual. Lo novedoso, entonces,

como un “programa político”. Es decir, en el hecho de que en el mundo contemporáneo las oposiciones polí-­

formas de diferencias ya sean étnicas, nacionales, lin-­güísticas, religiosas, de género, sexuales o de tradicio-­nes culturales. Por ello, inicio con una cita de Nancy Fraser que me permite precisar algunos hilos analíticos centrales para acotar este artículo. La cita de Fraser en

La “lucha por el reconocimiento” se está convirtiendo rá-­

-­cimiento de la diferencia” estimulan las luchas de grupos

que se movilizan bajo la bandera de la nacionalidad, la et-­nicidad, la “raza”, el género y la sexualidad. En estos con-­

al interés de clase como motivo principal de movilización política. La dominación cultural reemplaza a la explota-­ción en cuanto injusticia fundamental. Y el reconocimien-­to cultural reemplaza a la redistribución socioeconómica como remedio contra la injusticia y objetivo de la lucha política (Fraser, 2000: 126).

De la cita en cuestión destaco los puntos siguientes: -­

culturales se han convertido en la fuente más común de violencia política en el mundo (Kymlicka, 1996: 13);; b) lo anterior supone un claro desplazamiento de los temas tradicionales en materia de reivindicaciones políticas, como por ejemplo, los reclamos de justicia distributiva categorizados desde una perspectiva de lucha de clases hacia reclamos de corte multicultural. Por supuesto, lo anterior no implica que los proble-­mas de redistribución material de la riqueza se ha-­yan resuelto. Al contrario, las luchas por el recono-­cimiento tienen lugar en un mundo de desigualdades materiales exacerbadas y ello vuelve más paradójico aún el eclipse del imaginario político socialista;; c) tal desplazamiento no es solo conceptual;; se corresponde con la emergencia o la agudización de problemáticas prácticas expresadas en una serie de eventos políticos y tendencias que desde y a lo largo de la década de los

-­te como son los gigantescos movimientos migratorios

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etno-­nacionales (especialmente en la Europa del este y África) y el impacto de la globalización sobre el Estado-­nación (Habermas, 1998: 619) que lo somete a dos presiones diferentes: las presiones fragmenta-­doras “desde abajo” que provienen de los reclamos de autogobierno de las naciones sin Estado y de las pre-­siones “desde arriba” que le restan soberanía por las fuerzas integradoras de las agencias supranacionales de “gobernabilidad”;; d) las referidas nuevas o agudi-­zadas problemáticas socio-­históricas suponen un claro y abierto desafío al libera-­lismo en términos de que está obligado a demostrar que posee la capacidad in-­terna de gestionar esta nue-­va realidad sin erosionar sus bases conceptuales e institucionales. Es decir, la pregunta es sí el liberalismo democrático (que emergió como paradigma dominan-­te de la Guerra Fría) será capaz de volver a abaste-­cer de unas bases concep-­tuales solidas para poder conducir con fundamento las prácticas políticas que respondan satisfactoria-­mente a los nuevos retos y desafíos epocales (Zapata-­Barrero, 2001: 3). Dicho con precisión, la exigencia de reconocimiento de nue-­vas formas de identidad co-­lectiva claramente contiene un desafío de gran calado a las democracias liberales. Desafío que se expresa en la interrogante siguiente: ¿pueden los ordenamientos democrático liberales acomodar la diferencia transfor-­mado sus ordenamientos institucionales sin traicionar sus principios normativos convencionales?Las respuestas a la interrogante en cuestión admi-­

ten un rango de gradación que va desde la aceptación optimista hasta el rechazo contundente pasando por muchos esfuerzos de matización y problematización.

una cuestión como la anteriormente formulada y ello determina los contornos de uno de los debates más

intensos del pensamiento político de Occidente. En consecuencia, este artículo está estructurado en tres puntos que espero proporcionen una mirada panorá-­mica sobre las temáticas referidas y que advierto no intentan clausurar un debate aún vivo y vigente. El primero es una brevísima síntesis sobre el

debate liberalismo-­comunitarismo que se gestó so-­bre todo a lo largo de la década de los ochenta del siglo pasado en el mundo académico anglosajón

sobre las contrapues-­tas formas de entender la constitución de las identidades colectivas. Recuperar algunos ele-­mentos de dicho deba-­te es relevante ya que proporcionó, en mi opinión, el sustento fi-­losófico normativo a los reclamos del mul-­ticulturalismo en tanto programa político. En segundo lugar,

recupero el clima de reacción del liberalismo a los avances del mul-­ticulturalismo. En con-­creto, utilizó como ilus-­tración de algunos de los argumentos liberales más invocados a la hora de rechazar los avances del programa multicul-­tural que se encuentran expresados en el singu-­

por Giovanni Sartori a inicios de la década del nuevo siglo: La socie-­

dad multiétnica. Pluralismo, multiculturalismo y ex-­tranjeros (2001). En tercer y último lugar reproduzco —también

de manera muy apretada— los dilemas presente en el proyecto multicultural de dar cobertura norma-­tiva y expresión institucional al reconocimiento de los derechos de grupo;; algo que claramente supone un debate sobre si estos últimos son o no, frente a los derechos individuales convencionales, una abierta y clara contradicción.

-­tos revisados a modo de inconclusa conclusión.

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EL DEBATE LIBERALISMO-­COMUNITARISMO Y EL AUGE DEL MULTICULTURALISMO.

-­beralismos y comunitarismos. Ello introduce una do-­sis muy grande de complejidad —y frecuentemente también de confusión— a la hora de pretender rea-­lizar una síntesis del debate entre liberales y comu-­nitaristas. Adicionalmente, la amplia lista de temas

-­surable ha hecho que la intensa discusión entre estos dos grupos de adversarios intelectuales continúe sien-­do en muchos sentidos un terreno reservado para los iniciados y especialistas a pesar de que se han escrito ya bibliotecas enteras como resultado de dicho debate (Mulhall y Swift, 1996).En consecuencia, en el debate entre liberales y co-­

munitaristas se encuentran representados una extensa y creciente gama de posiciones que van desde el de-­fender y conceder primacía —ontológica y política— a los derechos individuales y a la libertad, hasta dar una más alta prioridad a la vida de la comunidad o a los bienes de la colectividad. Dando por descontado que ninguna defensa radical y excluyente de cual-­quiera de las dos posturas reseñadas es efectivamente viable —tanto en su concepción teórica como en su realización práctica— las agendas deliberativas en el

-­yen sobre la combinación imaginativa y el equilibrio siempre precario de estos valores en tensión: libertad e igualdad;; universalismo y particularismo;; individuo y comunidad (Sermeño, 1998: 277-­290).En concreto, el tópico que deseo plantear es

el relacionado con la manera contrapuesta de en-­tender la crucial cuestión de la constitución de la identidad por parte tanto de los liberales como de los comunitaristas.Como se sabe, uno de los valores centrales del cre-­

la autonomía humana. En su versión extrema, la de-­-­

ción de la persona constituida como tal y previamente individualizada al margen de la sociedad en la que se encuentra inserta. Ahora bien, de tal visión atomi-­zada y asocial del individuo puede desprenderse una concepción de pluralismo —típicamente liberal— que deriva muchas concepciones posibles y alterna-­tivas de la vida buena. Cada individuo en principio posee la capacidad y el derecho de aspirar a realizar su propia concepción del bien. Ello implica, para el liberalismo, que no es deseable apelar o subordinar-­se a un único bien superior y homogéneo para todos

los miembros de un determinado orden social. Por

a la hora de constituir una sociedad ordenada: a) el principio de justicia debe ser prioritario y estar por encima del principio del bien;; b) un liberalismo con-­secuente debe basarse sólo en una concepción débil

concepción tenue del bien la defensa de un principio

poseer una propia idea de vida buena en igualdad de condiciones que cualquier otra concepción similar en un marco de respeto mutuo.De su defensa del pluralismo —entendido en los

términos acotados anteriormente— el liberalismo desprende también una concepción de la toleran-­ciaaprender a compartir nuestras concepciones y valores de la vida buena al mismo tiempo que debemos —si presuponemos, tal y como el pensamiento liberal hace, que la sociedad se encuentra compuesta por in-­dividuos — aprender igualmente a convi-­vir con quién no comparte nuestros propios ideales.Ahora bien, el comunitarismo se encuentra —como

naturalmente podemos suponer— en franco y abierto desacuerdo con esta manera de entender la constitu-­ción de la identidad y naturalmente con las deriva-­ciones en términos de construcción de un discurso politológico que de ella se deriva. Al igual que el li-­beralismo, el comunitarismo sostiene que la identidad personal depende de su orientación y adscripción ha-­cia una determinada concepción del bien. Pero entre ambas posturas las similitudes llegan hasta aquí. Para el pensador comunitarista las concepciones del bien

indudable derivación comunitaria. Los valores tie-­nen, en efecto, su origen en una matriz comunitaria entendida en términos de contextos culturales y lin-­güísticos preexistentes al individuo. Un pensador comunitario como Charles Taylor

desarrolla esta idea central bajo la argumentación siguiente: para Taylor saber quien soy equivale en buena medida a saber donde estoy. Ello significa que mi identidad la definen los compromisos e identificaciones que forman el horizonte en el cual puedo determinar en cada caso el valor o dignidad de una acción. Cuando yo defino —ejerciendo mi racionalidad— mi orientación moral específica lo hago desde un espacio que existe independiente y objetivamente de mí y prefigura, en consecuencia, un marco moral desde donde ejercito mi libertad y defino mi subjetividad.

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La elección libre y autónoma defendida por el libe-­ralismo se encuentra, en consecuencia, comprometida con valores comunitarios preexistente. De hecho, la neutralidad valorativa defendida vigorosamente por el liberalismo no es tal. Atrás de ella se encuentra los valores liberales: autonomía, pluralidad, tolerancia que se erigen como superiores. Por otra parte, para que los seres humanos desarrollen, protejan y conserven el ejercicio de su libertad como ciudadanos se necesita mucho más que el apoyo de un sistema político liberal. En los hechos, sostiene Taylor, se requiere el manteni-­miento de una sociedad, es decir, de estructuras insti-­tucionales y de valores, característicamente liberales. De estas dos maneras de entender la constitución

de las identidades (identidades individuales versus identidades colectivas) se desprenden dos posturas en

los derechos individuales;; la concepción de la igual-­dad y de la justicia “ciega a la diferencia”;; la defensa de la neutralidad del Estado respecto a las concep-­

-­lerancia que garantiza el pluralismo. Frente a ella la

de un individualismo abstracto y sin raíces;; y que en consecuencia cuestiona también la imposición liberal de la “homogeneización social”;; por lo tanto, discri-­mina a los grupos minoritarios y oprime a los grupos desaventajados. Estas son las antípodas del debate.

-­bas posturas no busquen el diálogo y la reconciliación de posturas antagónicas.

CRÍTICAS LIBERALES AL MULTICULTURALISMO Y A LA POLÍTICA DE LA IDENTIDAD

Las principales críticas emanadas del liberalismo ha-­cia el multiculturalismo se pueden resumir en los dos argumentos siguientes: a) las identidades de los indi-­viduos son múltiples, diversas y pueden convivir en-­tre sí;; en cambio el multiculturalismo privilegia solo una de ellas y la absolutiza haciéndola que se incline por la lógica del espíritu de cuerpo, del llamado de la “tribu”, volviendo a dicha identidad exaltada, fa-­

el principio del relativismo cultural (cosa que, en efecto, hace) en virtud del cual se da igual valor a todas las culturas. Para el liberalismo este principio es problemático. Por una parte, el liberalismo ad-­mite el principio de la inconmensurabilidad de las formas de vida y de ahí su apuesta por un Estado neutral deontológico o del rawlsiano “consenso tras-­lapado”. Por el otro, ve en dicho principio el peligro

de relativizar precisamente los valores universales -­

rización, igualdad jurídica, etcétera. Para ilustrar y desarrollar con más amplitud esta visión crítica del liberalismo me detengo en los argumentos esboza-­dos por el conocido politólogo italiano G. Sartori vertidos en su ensayo La sociedad multiétnica. Plu-­ralismo, multiculturalismo y extranjeros. En esta obra, Sartori señala que el multiculturalis-­

mo constituye en la actualidad la principal amenaza contra los ordenamientos democráticos liberales exis-­tentes. Esto es así debido a que el multiculturalismo destruye los mecanismos que hacen posible y viable la expresión de la pluralidad social. El pluralismo

también frena y contiene a la diversidad. El pluralis-­mo, de hecho, hace posible un mínimo grado de co-­hesión sin el cual es impensable la integración y el funcionamiento del todo social. El multiculturalismo,

-­siva que elimina la principal virtud del pluralismo y del liberalismo, a saber, la tolerancia. Por tales razo-­nes, Sartori rechaza la argumentación según la cual

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puede defenderse que el pluralismo encuentra una continuación y su ampliación en una política activa que promueve las diferencias étnicas y culturales. Veamos esta idea con más detalle. Sartori parte de

una distinción que establece la posibilidad de enten-­der de dos maneras distintas el multiculturalismo. La primera indica que el multiculturalismo es una situa-­ción de hecho nada novedosa que expresa y registra a secas la existencia de una pluralidad de culturas. El multiculturalismo así entendido es, pues, una mane-­ra, entre otras posibles, de representar o dar cuerpo a una concepción pluralista del mundo. La segunda, en cambio, constituye una versión antitética de la pri-­mera. Se trata, en efecto, de una concepción anti-­plu-­ralista del multiculturalismo que considera como un valor prioritario la diversidad cultural. Ello da cabida, en las entrañas de esta segunda concepción, a un pro-­

oposición de grupos sociales sobre la base de crite-­rios como la raza, la etnia, el lenguaje, la religión, las costumbres, el género, las preferencias sexuales, etcétera. A los promotores, divulgadores y activistas de este proyecto ideológico dirige Sartori sus contra-­replicas más agudas y contundentes. En este sentido, autores protagonistas del debate

multicultural como Charles Taylor y Will Kymlicka ocupan un lugar central como adversarios intelec-­tuales de Sartori. En particular, la obra de Taylor, El multiculturalismo y la política del reconocimiento, es objeto de una crítica frontal. Para Sartori, la principal contradicción del planteamiento de esta obra estriba en el hecho de que desconoce y socava el valor del pluralismo, el cual constituye el presupuesto que la hace posible. Sin la existencia de una sociedad libe-­ral, insiste Sartori, el multiculturalismo en la versión de Taylor sería impensable. Sin embargo, este mismo multiculturalismo atenta contra la sociedad liberal que le concede viabilidad. El núcleo de la argumentación de Taylor sostiene

que la política contemporánea gira en torno a la nece-­sidad de reconocimiento. Tal reconocimiento es recla-­mado por parte de grupos minoritarios y subalternos que ven la falta de reconocimiento o en el falso reco-­nocimiento una forma de opresión que atenta contra la dignidad humana. Este hecho moldea de manera

los grupos minoritarios y subalternos afectados. De aquí deriva Taylor la necesidad de impulsar formas de organización de la convivencia humana que sean coherentes con el respeto a la diversidad y rompan

con la imposición de unas culturas sobre otras. Para Sartori tomarse en serio el anterior plantea-­

miento es incurrir en una exageración de grandes dimensiones. Sartori opone tres consideraciones: 1) rechaza la idea de que el frustrado reconocimiento sea opresión en un sentido fuerte o real del término;; 2) sostiene que en el argumento de Taylor se da un salto demasiado fácil y desenvuelto entre individuo y grupo, entre persona individual y colectividad;; 3) rechaza el relativismo cultural. Para el politólogo italiano es inaceptable atribuir a todas las culturas igual valor dado que ello nos hace caer en un relati-­vismo absoluto que destruye de forma lamentable la noción misma de valor.

cuestión de pragmatismo político. Más allá de las dis-­cusiones sustantivas y normativas, la cuestión crucial es explicar el porqué “de golpe” la política de la dife-­rencia se convierte en un problema tan decisivo para la política democrática de nuestro tiempo. Tal y como se cuestiona Sartori, debemos explicar: “¿Por qué al re-­conocer algunas diferencias escogemos precisamente las que escogemos? ¿Por qué una diferencia llega a ser importante —se percibe como importante— y otras no?”. Según Sartori, es inútil todo esfuerzo de buscar un criterio objetivo y coherente para despejar dicha incógnita. Las diferencias que cuentan son diferencias que se han ganado el “reconocimiento” de manera ar-­bitraria sobre la base del cabildeo, la movilización y el ruido. Esta convicción es la que permite a Sartori

-­ta exclusivamente a “reconocer” sino que en realidad fabrica y multiplica las diferencias con las negativas consecuencias que implica para la democracia liberal. En efecto, todo el entramado conceptual de la

política de la diferencia tiene la finalidad de jus-­tificar y legitimar una interpretación alternativa del constitucionalismo liberal que abre camino a leyes sectoriales;; es decir, a leyes desiguales ca-­racterizadas por volver norma la excepción. Sar-­tori afirma, en consecuencia, que el multicultura-­lismo ignora y niega los tres pilares que sostienen el constitucionalismo liberal, a saber: a) la neu-­tralidad del Estado;; b) la separación del cargo y de la persona;; c) la generalidad (mejor dicho, la omni inclusividad) de las leyes. En la medida en que el éxito del multiculturalismo se expande, la sociedad plural se debilita. El desenlace de esta tendencia no puede ser otro, según Sartori, que el retroceso a esquemas pre-­modernos (cerrados, homogéneos y arbitrarios) de convivencia social.

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CIUDADANÍA, MULTICULTURALISMO Y DERECHOS DE GRUPO

Con relación a las concepciones predominantes y con-­vencionales de ciudadanía, el multiculturalismo opone la noción de “ciudadanía diferenciada en función de grupo” o coloquialmente mejor conocida como “ciuda-­danía multicultural”. Ello supone que los miembros de la comunidad política articulada en términos de Esta-­do-­nación pueden merecer una especie de adscripción adicional a dicha comunidad ahora ya no sólo como individuos sino también como miembros de grupos

ampliación adicional en razón de su pertenencia a estos grupos particulares. Se trata, como sabemos, de la res-­puesta práctica institucional a las cuestiones derivadas de la diversidad del pluralismo cultural. Naturalmente, la tesis anterior contiene un evi-­

dente reclamo político emanado de los grupos cul-­turalmente excluidos y que se encuentran en des-­ventaja de cara al proceso político. El espectro de grupos que se busca amparar bajo tal categoría es total: negros, mujeres, pueblos aborígenes, mino-­rías étnicas y religiosas, homosexuales y lesbianas. Sostienen que los derechos de ciudadanía, origi-­nalmente definidos por y para hombres blancos, no pueden dar respuesta a las necesidades específicas de ellos en tanto grupos minoritarios. Es decir, es-­tos grupos advierten que tienen necesidades par-­ticulares que exigen políticas diferenciadas sobre todo en materia lingüística, territorial y, en general de corte cultural. Por supuesto, estas demandas de “ciudadanía di-­

ferenciada” plantean serios desafíos a la concepción liberal predominante de ciudadanía. La idea de una ciudadanía diferenciada es considerada como una contradicción en los términos. Rompe con la aspi-­ración universal de igualdad jurídica que presupone la noción convencional de ciudadanía. Una objeción menos radical sencillamente concluye que la ciuda-­danía diferenciada es innecesaria toda vez que el li-­beralismo (y sus principios y valores de tolerancia y derechos humanos) son capaces de ser adaptados para permitir la expresión de las diferencias sin fracturar la identidad del cuerpo político. Por su parte, los defensores del multiculturalismo

sostienen la tesis opuesta. Argumentan que el libe-­ralismo es incapaz de acomodar la diversidad social y proporcionar un trato verdaderamente igualitario a sus ciudadanos. Y la razón de ello estriba en que la noción convencional liberal de ciudadanía es un ideal homogeneizante y discriminatorio. El debate

sobre la pertinencia y viabilidad de los derechos de grupo, en consecuencia, está servido. Algunas de las interrogantes que en opinión de Luis Rodríguez Abascal (2002: 416) los alimentan inquieren sobre: “¿Qué concepto de grupo y qué concepto de de-­rechos serían precisos para hablar de derechos de grupo? ¿Cuál es la importancia moral de ciertos grupos humanos? ¿Justifica esta importancia la asignación de derechos de grupo? ¿Cuáles son los requisitos que deben cumplir ciertos grupos para que los derechos que se predican de ellos puedan ser llevados a la práctica?”. Se trata de interro-­gantes validas que exigen una reflexión que vaya más allá de posturas como la de Sartori que niega validez normativa a los grupos y solo les concede un posicionamiento pragmático. Pero lo cierto es que tanto desde el punto de vista normativo como desde el punto de vista pragmático la defensa de los derechos de grupo encuentra más objeciones que fundamentos sólidos.1Me cuento entre los que opinan que a pesar

de la validez de los argumentos en razón de los cuales la defensa de los derechos de grupo se justifica para superar condiciones de opresión y discriminación de minorías, lo cierto es que no existe hasta la fecha una sola justificación que pueda sostener o dar cobertura a todos los derechos de grupo.Ejemplo de lo anterior lo proporciona el mismo

Kymlicka, el autor canadiense que con más éxito ha sido capaz de argumentar a favor de la legitimidad y viabilidad de los derechos de grupo al mismo tiempo que ha logrado (o seriamente intentado) reconciliar en tal empresa algunas de las principales antinomias axiológicas y prácticas que separan a liberales y co-­munitaristas. En efecto, cuando Kymlicka elabora

grupo que propugna, a saber: derechos poli-­étnicos, derechos multiculturales y derechos especiales de representación, claramente establece que su fun-­1 Entre las críticas normativas a los derechos de grupo pueden enume-­rarse, según Rodríguez Abascal: 1) los grupos no son agentes morales;; 2) los grupos no tienen valor independientemente de sus miembros;; 3) si otorgamos derechos a los grupos oprimimos a los individuos;; 4) los derechos de grupo generan problemas graves de cooperación social;; 5)

Por otro lado, entre las críticas pragmáticas a los derechos de grupo cabe mencionar, de acuerdo con el referido autor: a) los límites de los grupos no suelen ser nítidos;; b) muchos grupos para los que se reclaman dere-­

criterio;; c) todo grupo está compuesto de miembros de otros grupos que lo cruzan transversalmente;; d) los grupos son dinámicos, se constituyen, se transforman, se mezclan con otros y pueden desaparecer;; e) tratar de

e infra-­inclusión.

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damentación abarca únicamente a los reclamos de las minorías que tienen una motivación étnica o na-­cional. Es decir, otro tipo de reclamos de minorías basados en otro tipo de expresiones del pluralismo cultural como temas de género o preferencias sexua-­les, por ejemplo, no cabrían en la fundamentación elaborada por Kymlicka.2

CONCLUSIÓNEn México una revista cultural abiertamente militante en su “identidad” liberal como Letras Libres ha de-­dicado en momentos diferentes de su historia dos de sus números (el 34 y el 87) a revisar los argumen-­tos emanados de la “política de la identidad” y del “multiculturalismo”. El primero vio luz en octubre de 2001 (cuando los acontecimientos traumáticos, por llamarlos de alguna manera, del 11 de septiem-­bre estaban vivísimos) y fue titulado la identidad. El segundo, poco más de cuatro años después, en marzo de 2006 e igualmente fue titulado con un sesgo negativo como: La bomba multicultural. Las presentaciones de ambos números no tienen des-­

y radicalmente crítica a las temáticas aquí esbozadas. En el primer caso el editor o redactor en jefe sostuvo:

-­co, sino confrontarla con lo diferente: lo uno se explica frente

lo otro se contrastan en armonía: se dan sentido;; en el mundo real, se rechazan y niegan sin reconocerse. Pareciera que ten-­demos antropológicamente al gregarismo, al espíritu de cuer-­po, al llamado de la tribu. Incluso en el seno de las sociedades más desarrolladas y libres del mundo, las sectas, las socieda-­des secretas, los círculos con derecho de admisión ejercen un oscuro atractivo. El principio que opera en todas es el mismo: privilegiar una supuesta naturaleza colectiva en detrimento de los múltiples rasgos y leves matices que conforman la rea-­lidad de cada individuo. Valores comunitarios, casi siempre una herencia (se nace blanco, judío, mujer, chipriota) frente

2 -­ralismo’ derivado de las diferencias nacionales y étnicas. Como dije antes,

una comunidad intergeneracional, más o menos completa institucional-­mente, que ocupa un territorio o una patria determinada y comparte un

bien si sus miembros pertenecen a naciones diferentes (un Estado mul-­tinacional), bien si éstos han emigrado de diversas naciones (un Estado poli-­étnico), siempre y cuando ello suponga un aspecto importante de la identidad personal y la vida política […] No incluyo aquí el tipo de estilos de vida grupal, movimientos sociales y asociaciones voluntarias que otros engloban dentro del ámbito del multiculturalismo. Y no porque piense que las cuestiones que planean estos grupos no sean importantes;; antes al con-­trario, doy por supuesto que la acomodación de las diferencias étnicas y nacionales es sólo uno de los aspectos de una lucha más amplia para lograr una democracia más tolerante e inclusiva”.

a valores individuales, casi siempre un mérito (uno se hace abogado, ecologista, cocinero, escritora). Ese es el dilema del mundo del futuro… los problemas que genera la naturaleza comunitaria del hombre cuando se vuelve fanática, exaltada, intolerante con el Otro, con el diferente…

En el segundo caso, el enfoque fue similar:

sociedad multiétnica, haciendo hincapié en el respeto y la tolerancia. Bellas pero cándidas palabras si se analizan con cuidado. Fruto de la posmodernidad, y su inherente relati-­vismo, propone que todas las formas de civilización son cul-­

incluso con la mejor de las intenciones, pone en peligro el acuerdo que destilo Occidente después de siglos de batallas y concertaciones, la universalidad de los valores que deben regir una democracia, a saber: derechos humanos, libertad de prensa, igualdad jurídica del hombre y la mujer, separa-­ción del Estado y la religión, etcétera. Es decir, respeto al individuo frente a la entelequia de los valores colectivos. El multiculturalismo piensa las culturas como departamentos

-­cias. Frente a este discurso, se impone la lógica de las iden-­tidades voluntarias y múltiples, el mestizaje, la identidad como suma de gustos, gestos y actitudes. El multicultura-­lismo ve el mundo desde las rígidas vitrinas de un museo de etnografía: aquí, los inmarcesibles vascos, allá los indómitos aymaras, y no como el mosaico vivo, contradictorio, cam-­biante y mezclado de la humanidad. El multiculturalismo pro-­

-­dad, al exigir respeto a prácticas, usos y costumbres muchas veces inaceptables desde otras ópticas. Frente a este discurso están los valores liberales e ilustrados, con el buque insignia de la igualdad frente a la ley. Ciudadanos libres y no suma de tribus, los habitantes de un país suscriben un acuerdo frente al que se tiene los mismos derechos y las mismas obligaciones.

Al citar en extenso ambas presentaciones lo que bus-­co es mostrar la fuerza de los argumentos con que desde el liberalismo, al menos desde cierto liberalis-­mo más radical y militante, puede objetarse frontal-­mente al multiculturalismo pese al evidente atractivo de sus tesis que buscan dar cobertura a los legítimos anhelos, angustias y necesidad de seguridad que mu-­chos hombres y mujeres buscan en un contexto epocal caracterizado por experimentar profundas y rápidas convulsiones y transformaciones de las sociedades

-­nalmente comparto la opinión en razón de la cual se

las críticas comunitaristas al liberalismo son un sano y acertado correctivo a los límites normativos y prác-­ticos de este último. Sin embargo, la segunda parte de

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-­vas que el comunitarismo esboza para superar dichos límites fallan a la hora de su viabilidad e implemen-­tación práctica. Así, si las críticas comunitaristas dan fundamentación normativa al programa político del multiculturalismo y de las políticas de la identidad, este último no queda exento de incurrir en muchos de los excesos y peligros que sus contrapartes libera-­les les achacan. Por supuesto, las posturas radicales y extremas de los debates suelen terminar dando paso a las posiciones intermedias conciliadoras donde en

debates. En todo caso si me piden que me pronun-­cie en qué rango de gradación me ubico en el eje que contrapone universalismo con particularismo;; individuo con comunidad;; libertad con igualdad;; me temo que trataré de estar más cerca de la primera que de la segunda alternativa. Por ello, quisiera reiterar mi adscripción a la

defensa de la concepción liberal universalista de ciudadanía. Ello en el sentido de que a pesar de la idea de un “Yo” abstracto, a-­histórico, previa-­mente constituido sea un ejercicio epistemológico polémico y problemático permite dar cuerpo a una concepción de ciudadanía donde estos son conce-­bidos como seres libres y capaces de mantener y revisar su concepción del bien. Los ciudadanos son actores con identidad moral que les permite asumir compromisos políticos y no políticos;; se ven a sí mismos con capacidad para reclamar y exigir de sus instituciones la promoción de su concepción del bien;; los ciudadanos así entendidos son capa-­ces de comprometerse con una tarea de coopera-­ción social a largo plazo y ajustar sus objetivos y responsabilidades a esa tarea. En suma, lo que me sigue persuadiendo de una

concepción formal, universalista de ciudadanía como la referida es que no se encuentra en contradicción con una dimensión ético-­política de la misma. Una dimensión que reivindica desde una perspectiva ge-­nuinamente liberal (aunque el diálogo con el republi-­canismo —del cual por razones de espacio no hemos podido hablar en estas notas— enriquece notable-­mente al liberalismo) capaz de apelar a la existencia

de un deber de civilidad moral, fuerte y asumible para todos aquellos que conviven en una comunidad polí-­

-­bre la importancia de la educación para la ciudadanía y de las virtudes cívicas, aspecto que por el momento ya no es posible abordar en esta sede.

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Zapata-­Barrero, R. (2001), -­

cial, Barcelona, Libros de la Revista Anthropos.

DEBATES

El individualismo reticular en la era de la comunicación

El presente número no pretende volver por los senderos entusiastas del análisis

charla distraída y omisiones sobre las consecuencias en la vida cotidiana de la presencia

de los medios de comunicación analógicos y digitales.

De este modo, para quienes colaboran en esta ocasión los temas coyunturales como lo es

la reforma de la Ley de telecomunicaciones en nuestro país y sus consecuencias en las for-­

mas de propiedad e intervención del Estado respecto a la regulación de los usos del espectro

radiofónico;; así como las transformaciones en las formas de sentir, mirar y comunicarse a

través de las redes sociales gestionadas por los oligopolios que controlan internet y las redes

sobre una realidad que está cambiando la mentalidad, la subjetividad y las maneras de mirar

al mundo en nuestros días.

“tecnófobas”, sino ejercicios que pretenden abrir un espacio de crítica reciproca que no re-­

conoce ningún tabú sobre los temas aquí tratados. Entonces, se parte de un ejercicio crítico,

es decir, de la facultad de separar, distinguir, y desde luego juzgar, convocando al lector a

tomar la palabra y debatir. No son verdades absolutas las que se pretenden transmitir, sino

elementos conceptuales, datos, información, análisis que puedan ser útiles para orientarnos

en la coyuntura comunicacional en la cual estamos inmersos.

Por un lado, nos referimos a las consecuencias sociales, culturales, educativas, económi-­

cas y mentales que la actual reforma en telecomunicaciones en nuestro país está poniendo

en juego, y por el otro, aludimos a la necesidad de abordar la cuestión con un análisis que

rebase el entusiasmo ciego sobre las tecnologías de la información y la comunicación, así

como la de desarrollar análisis críticos e interdisciplinarios.

Pablo Gaytán Santiago

ALEIDA CALLEJA:

“LA convergencia DIGITAL

IMPLICA CAMBIO DE MENTALIDAD Y CULTURA”

Entrevista realizada por Guadalupe Ochoa Aranda*

Foto: Guadalupe Ochoa Aranda.

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METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

L -­denta de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (AMEDI), promotora de las ga-­

rantías de las radios comunitarias y la producción in-­dependiente, sostiene en entrevista con Metapolítica que la reforma constitucional para las telecomunica-­ciones y la radiodifusión se encuentra en un momen-­

comunicaciones en nuestro país. Señala que las leyes secundarias que se deriven de la discusión sobre la

no ha tenido cambios positivos.La columnista de La silla rota se congratula por

el hecho de cancelar la facultad discrecional del pre-­sidente de la república de administrar el espectro de las telecomunicaciones, y sólo resta que el Institu-­

conformado por ciudadanos independientes de los intereses empresariales.

de comunicación en México, vislumbra que en los

el debate de las leyes secundarias en el terreno pú-­

y al manejo de la información de las dos principales televisoras, ambas promoverán a través de sus líde-­res de opinión a que el Estado no funja como titular de la red comunicativa.Además, entrevé que la discusión estará concentra-­

de productoras comunitarias e independientes en los porcentajes de la programación televisiva y radiofóni-­ca, tal y como sucede en países como Estados Unidos (30 por ciento) y Australia (50 por ciento), son sólo algunos de los intereses económicos que están en jue-­go y otros están relacionados con seguridad nacional, propiedad intelectual y la libre expresión.La comunicadora social considera la coyuntura

favorable para activar el movimiento “#Yosoy132” en función a su demanda original (derecho a la in-­formación y libertad de expresión), y por otro lado hace un llamado al sector académico de las uni-­versidades públicas y a la sociedad civil a que no silencien sus voces y participen en este debate tras-­

opina que el peor escenario sería el cambio para que no cambie nada (gatopardismo) y, con ello, se habrá perdido la batalla.*Periodista y psicóloga social

de la reforma de telecomunicaciones y radiodifusión?

La reforma va dirigida a anular las prácticas monopó-­licas y la posición abusiva en cuanto al predominio de Telmex y de las dos televisoras más importantes del país. Se trata que exista una rectoría del Estado frente al mercado, dado que el mercado ha demostrado su in-­

la concentración de los mismos, por lo que necesita re-­glamentarse. Sin embargo, hay quienes piensan que la reforma no sirvió de nada, en la medida en que segui-­rán dominando los servicios comunicativos de Carlos Slim y Emilio Azcárraga, y no entienden que la refor-­ma no fue creada para la desaparición de estas empre-­sas grandes y fuertes que además generan empleos.El asunto al derecho a la información y la con-­

vergencia tecnológica no solo debe ser visto desde una mirada tecnológica-­comercial, también debe en-­focarse en lo social. Si bien las telecomunicaciones es uno de los sectores de mayor crecimiento y dina-­mismo en el mundo, no se puede eludir el tema de la competencia económica y el producto interno bruto que implica entre otras cosas, la seguridad nacional,

A veces las cuestiones técnicas generan tanta com-­plejidad que las personas dejan de interesarse en el tema y realmente no es tan complicado, por lo que hace falta un debate bien informado.La reforma puede ser un gran paso en la parte de

la concentración y monopolios dado que muestra cla-­ramente la partición de monopolios en lo referente a telecomunicaciones y una vez que se liciten las dos cadenas de cobertura nacional de televisión van a de-­jar de tener tanta dominancia.

qué perspectiva política?

Es una iniciativa que recupera demandas de la iz-­quierda, tales como los derechos de las audiencias, el

de la libertad de información sin injerencias arbitra-­rias, se tocan los medios sociales incluyendo las co-­munitarias e indígenas;; que las telecomunicaciones y la radiodifusión sean de servicio público. En suma, lo que hace el presidente Peña Nieto con el Pacto por México y la reforma en telecomunicaciones es apro-­piarse de la agenda de la izquierda.La parte más polémica es la desconcentración.

Está claro que se cuidaron los intereses de las tele-­

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DEBATES I GUADALUPE OCHOA ARANDA

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

visoras, que de alguna manera les va afectar, pero no como va a perjudicar a Carlos Slim directamente. La AMEDI revisó la propuesta y nos pareció que

contenía muchas demandas sociales y otras estaban excluidas, pero se espera que sea en las leyes secun-­darias donde se pueda incluir el dónde, cómo, cuánto y qué para hacer que se cumpla la constitución. A ve-­ces pareciera que es más fácil cambiar la constitución que hacer una ley complementaria. Ahí es donde real-­mente los poderes fácticos van operar.Se dice que cuando Azcarraga y Slim dan la bien-­

-­chosa. Pero si ambos se hubieran opuesto o hecho una declaración en contra de la reforma hubiera sido una demostración de guerra en contra del presidente y del partido en el gobierno. Lo dicho públicamen-­te no quiere decir que no sigan operando de manera subterránea, el ejemplo Megacable, los cableros que se encuentran en los estados (Monterrey, Chihuahua, Tamaulipas y otros);; sacó las señales de televisión pú-­blica de la programación, ya no trasmiten TVUNAM, ni Canal 11 y 22. Esto fue una respuesta concreta, por lo que es necesario vigilar a estos actores con respec-­to a lo que hacen en el contexto de la reforma y la discusión de las leyes secundarias.

¿La adquisición de infraestructura virtual que ac-­-­

gida a recomponer su mercado y prepararse para lo que venga?

Con la reforma no van a dejar de ser predominante, pues Slim es uno de los hombres más ricos del mundo. El tema reitero, es el abuso: que no operen como poderes fácticos;; que no haya prácticas monopólicas y permitan la competencia. En los mercados siempre habrá agentes dominantes, el problema es que no se cartelicen o con-­trolen las tarifas del mercado. La reforma está dirigida a fortalecer al Estado, eso es avanzar al quitar el control de las telecomunicaciones a las empresas privadas.

Planteas que existe la posibilidad de tener una inter-­locución con el Estado a través de las leyes secun-­darias, frente a un sector social que no entiende este primer paso. Entonces, ¿qué acciones de la sociedad civil corresponden en estos momentos?

El primer paso es que los grupos sociales entiendan de qué estamos hablando. Obvio, no ayuda el siste-­ma de medios que actualmente tenemos. Son temas que no se abordan ni en Televisa, ni en TVazteca, ni

en las radiodifusoras;; se necesita un gran trabajo de mediación pedagógica que le permita a la gente en-­tender la importancia del derecho a la información. Por ejemplo, el hecho de que contemplen las radios comunitarias es un paso hacia la democratización del sistema de medios, pero es solo una parte. Está en juego muchos intereses.Una chica del #Yosoy132 me escribió que fue una

reforma hecha en lo obscurito. Pero acaso ¿la reforma electoral del 2007 fue abierta? Esto se ha hecho así por la dimensión de intereses que se tocan, y a eso hemos llegado, es una desgracia.

Por lo que dices, observo que todavía hay una co-­rriente de opinión pública que se asume como consu-­mista en función de mejorar los contenidos televisivos y otra que ve el proceso con los lentes ideológicos. ¿Por dónde considerar que se podría iniciar un de-­bate que contemple a todos?

Una manera es la utilización de las redes sociales, conferencias, pláticas, entrevistas y artículos para di-­fundir la reforma;; pero se necesita del apoyo de otros sectores, de manera que se tengan efectos multipli-­cadores, y me parece que es algo que el Estado no hace. La Unesco recomendó que los países miembros debían generar un debate público con sus sociedades para determinar el estándar tecnológico. Aquí lo hi-­cieron cinco gatos y nadie se enteró. Nos regimos con el estándar norteamericano porque así nos lo impusie-­ron. No ha habido una discusión pública real. AMEDI y otros grupos tratan de difundir con los medios que tienen a su alcance el tema de la reforma, pues es algo que nos compete a todos como sociedad.Cuando tomé como causa el derecho al permiso de

operación de las radios comunitarias mexicanas hace doce años, todos me miraron como si estuviera loca, porque se pensaba que eso nunca iba a suceder. Hoy las radios comunitarias están validadas e incluso es políticamente correcto expresarlo. Hace una década era imposible. Antes las discusiones estaban solo en círculos de académicos muy pequeños, ahora se ha extendido socialmente y el “#Yosoy132” potenció el centro del problema, la democratización de los me-­dios y el derecho a la información.

¿Qué repercusiones va tener la ley convergente de comunicaciones?

Depende, esto puede transformar el paradigma de la telecomunicación en México, y muchas propues-­

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I DEBATES“LA CONVERGENCIA DIGITAL IMPLICA CAMBIO DE MENTALIDAD Y CULTURA”

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

tas de la reforma fueron emanadas desde la sociedad civil. A los políticos no se les hubiera ocurrido. Lo que toca es una vigilancia ciudadana en el actuar del poder legislativo para que no sea cooptado por el po-­der comercial. El gobierno actual llevó la batuta de la aprobación de la reforma porque tiene mayoría en el Congreso con las dos cuartas partes. Cuando se dis-­cuta las leyes secundarias será 50 más uno, mayoría simple, ahí puede ganar el PRI con sus aliados. Lo que nos corresponde como sociedad es participar ac-­tivamente en estas leyes con propuestas y vigilancia.

este proceso, ¿cómo piensas que se dará la elección?

Efectivamente será clave la conformación del IFE-­TEL. Son siete comisionados, por cada lugar le van a enviar al presidente de tres a cinco propuestas de

tuvo en la Cámara de Senadores fue la reducción de los tiempos para los comisionados, de cinco años a uno, y de gente ligada a los regulados se redujo de cinco a tres años. Eso quiere decir que ya están pen-­sando en quienes, ese cambio tiene dedicatoria y no se reparó en ello.Es la clave porque va a ser el órgano regulador que

va administrar las redes de telecomunicaciones, va es-­tar en sus manos todo el sector. El ojo de los medios y de la sociedad tiene que estar vigilante sobre los posi-­bles comisionados en cuanto a su pasado y los vínculos e intereses que tenga.Las tendencias del caso las podemos observar en

el “El apagón analógico” en Tijuana el pasado 28 de mayo, el cual ocasionó que de pronto el despacho Kra-­sovsky Asociados se uniera a la causa ciudadana y se amparara en contra del apagón. La transición a la tele-­visión digital está llena de piedras. Los amparos y la propia Cámara de Diputados han puesto controversias constitucionales y desean atrasar la conversión digital de 2015 hasta 2021. Hay que preguntarse por qué les interesa tanto retardarlo, porque es retrasar la entrada de la competencia y por eso se promueven los ampa-­ros. Por otro lado, en este momento gran parte de la po-­

para que su televisión analógica capte la señal digital.Líderes de opinión en radio, televisión y prensa

manipulan la información al respecto porque son los “expertos” y ahí está un problema de información. Va ser clave qué universidades públicas propongan comi-­sionados ajenas a los intereses empresariales y que, además, hagan política.

Entonces, ¿la Universidad Iberoamericana, el ITAM o el Tecnológico de Monterrey y otras universidades privadas también van a proponer comisionados?

Bueno, estoy pensando que deberían ser universida-­des públicas. No puede ser solamente con una presen-­cia técnica tiene que ver con competencia económi-­ca, con derechos informativos, libertad de expresión, propiedad intelectual, son muchas cosas. Se piensa que por tratarse de telecomunicaciones es meramente técnico, pero no es sólo eso.

No es posible que los productores independientes sigan sin comercializar parte de su trabajo y no se permita medios de subsistencia y desarrollo. En el Senado fue-­

cosa. Cualquier persona física o moral en este planeta necesita tener una actividad económica para satisfacer necesidades, y no por ser medios públicos o sociales

propio y el dinero producido como ganancia se invierte

Esta va a ser una pelea fuerte en la discusión de las leyes secundarias. Las públicos son fundamentales porque el gran problema es la falta de independencia editorial de los medios públicos, porque precisamente depende del poder gubernamental que los subsidia.

-­gura su proyección e independencia. Las radios pú-­

muchos países les permiten de 4 a 7 minutos por hora de comercialización, no más, porque no están en el terreno comercial.

-­ca para conformar sus propios organismos no gu-­bernamentales (ONG’s), quienes además de desviar impuestos, reciben apoyos económicos del Estado.

productores con programas de carácter social?

La televisión y la radio deben tener una cuota de pantalla, es decir que obligatoriamente una parte de su programación tiene que ser de producción inde-­pendiente, por ejemplo en Estados Unidos es del 30 por ciento, en Australia es del 50 por ciento. El gran problema en México es que existe mucha producción

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DEBATES I GUADALUPE OCHOA ARANDA

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

independiente pero no tenemos mecanismos de distri-­bución;; lo mismo sucede en el cine cuando se estrena una película mexicana se exhibe en una que otra sala y sólo tres días. Esto no puede seguir sucediendo y la

este contexto?

Es una cuestión delicada, pues hay quienes sostene-­mos que la competencia económica en telecomunica-­ciones y radiodifusoras tiene que estar en la ley con-­vergente de telecomunicaciones. Otros consideran que esa parte de telecomunicaciones y radiodifusión tiene que estar en la ley de competencia económica. La AMEDI está elaborando su propia propuesta de ley secundaria sostenida desde la ciudadanía, esto se hace en permanente contacto con grupos feministas, con los que trabajan con niños, periodistas, académi-­cos, entre otros grupos que envían sus propuestas de lo que debe contener la ley.

-­bierno. Tendría que establecerse una reserva del espec-­tro para medios no lucrativos que permitan un equili-­brio, pues se observa que el 98 por ciento son medios de comunicación comerciales. La discusión es qué par-­te se coloca y AMEDI considera que debería estar en

se hable del sistema nacional de radiodifusión pública, telecomunicación y contenidos audiovisuales.

¿Estamos hablando de derechos de propiedad?

Sí, por eso es importante que el Estado recupere su rectoría. Las empresas mexicanas lo van a pelear con

Estado vuelva a ser operador, o de que nadie querrá -­

cia, el 60 por ciento de la población está excluido de

los servicios de telecomunicación que además son malos y caros, sobre todo no llegan a los lugares más apartados de las ciudades.Hay otra discusión más compleja como es el órga-­

de la Comisión Federal de Electricidad y la Banda del 700 que será cuando las televisoras pasen a digital, fundamental para los servicios banda ancha en ina-­lámbricos muy cotizada en el mundo. La constitución está clara en señalar que el Estado va a tutelar la red. Hay quienes dicen que el Estado va a ser operador y que en ese sentido ya demostró su fracaso. Considero que no tiene por qué ser así, simplemente el Estado tiene esas redes y tutela para que nadie sea dominan-­te. Rentará y licitará para que otros ofrezcan el servi-­cio. En cambio las empresas mexicanas se cartelizan, toman acuerdos, controlan el mercado y las tarifas. El Estado gana y las empresas tienen que invertir en infraestructura.

al monopolio del Estado. No es así. Puedes tener un modelo como el uruguayo que compite con las em-­presas comerciales. Y no creo que el Estado necesa-­riamente tenga que dar servicio a menos que a las em-­presas no les interese darlo en poblados lejanos donde

No se quiere regresar a ningún monopolio. Se de-­sea que otros existan y para ello tiene que haber un árbitro que mire por los más débiles y ese debe ser el Estado, ¿o quién más puede ser? Por ejemplo, se dice que el IFE debe desaparecer, pero ¿quién va organi-­zar las elecciones?;; ¡Gobernación otra vez!. En lugar de golpear al árbitro cuestionemos a los partidos polí-­ticos que no cumplen con las reglas que aprueban en el Congreso. Ellos son quienes pervierten el modelo. La convergencia digital implica cambio de mentali-­dad y cultura, por ello es de suma importancia que los universitarios se incluyan en la discusión. Es un asunto de todos no de unos cuantos.

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METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

INDIVIDUALISMO reticular 2.0.Pablo Gaytán Santiago

*

El individuo reticular, la eminente subjetividad diferencial que sostiene la existencia del hete-­ro-­totalitarismo informacional1 no es más que

una ínsula de posibilidades diseminada en los espa-­cios de confort. En efecto, esto remite a la singula-­ridad de los personajes atrapados por las mutaciones del capitalismo actual. Nos hace reparar en la pasión

-­nancieros, cleptómanos miembros de la clase políti-­ca, aberrantes asesinos seriales, perezosos líderes de opinión, patrimonialistas miembros de las clases en el poder, incluidos los narcisistas ciberactivistas de los movimientos sociales on line. Todos ellos repre-­sentantes del arquetipo antropológico de la época del conformismo generalizado (Castoriadis, 2006).Quien mejor representa esta situación es el indi-­

la empresa creativa y la actualidad en tiempo real. -­

cionales en el espacio público mediatizado se ciñen a la celebración del sentido de las responsabilidades prácticas, la toma de riesgos y el gusto emprendedor,

-­fesional y asumir las exigencias de competitividad requeridas para hacer frente a la nueva coyuntura *Profesor investigador en el Departamento de Relaciones Sociales de la UAM-­Xochimilco.1El hetero-­totalilitarismo información comprende las tendencias de apro-­piación oligopólica de las telecomunicaciones —su soporte físico concen-­trado y extendido en los países metropolitanos, así como el control de internet, las redes sociales y las industrias trans-­mediáticas compuestas por los medios analógicos y digitales—, donde los usuarios sólo acceden a los discursos dominantes del entretenimiento y el ejercicio de la inte-­

-­guajes y formas de consumo son únicas e incuestionables, cediendo toda posibilidad de expresión autónoma, tanto individual como colectiva a los discursos y prácticas dominantes impuestas por los oligopolios.

económica en un contexto de competencia exacerba-­-­

vidualismo por saturación, descrito por el sociólogo francés Robert Castel (2008).Esta idea de individuo habita el corazón de las re-­

formas de inspiración liberal que se despliegan en la actualidad en todos los campos conquistados por la privatización estatal, pero sobre todo en la in-­mate-­rialización de las industrias mediáticas y la comuni-­cación “peer to peer”.En esta perspectiva asistimos a la emergencia de

una individuación asimétrica, que no abreva de la ex-­tinta ciudadanía moderna sino de los usuarios-­consu-­midores, consistente en la dominante desigualdad en los procesos de auto-­producción y consumo informa-­cional;; el usuario-­consumidor participa interactiva-­mente en el diseño del próximo smartphone que ad-­quirirá a precios elevados o el aspirante a una pizca de

digitales gratuitos debido a su precariedad económica, realizados en tiempo real en las atmósferas maternales de infantilización generalizada de internet.Frente al ascenso del individualismo reticular po-­

demos arriesgar una tesis: la trascendencia del hetero-­

subyace en lo desigual, lo asimétrico y lo impredeci-­ble. Es en la mutación perceptual, resultado del do-­minio de los medios digitales, las redes sociales y las industrias mediáticas, donde se produce el desarraigo del sujeto crítico y neurótico, arquetipo de una mo-­dernidad en declive, gradualmente sustituido por el sujeto maleable y perverso de la actual modernidad informacional. Así, tenemos que sobre las cenizas de

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DEBATES I PABLO GAYTÁN SANTIAGO

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

ciación difusa e indeterminada. Es decir, una indivi-­duación siempre obtusa y opaca, que da lugar a un

diferidos en el tiempo real de las redes sociales pero en pleno funcionamiento consumista. A pesar de que los expertos señalan que la percepción del tiempo ha cambiado, en el sentido de que el nuevo tiempo es

-­te se convierte en valor, traducible contablemente en dólares o euros se acumula en las arcas virtuales o en riqueza material de los dueños de las empresas on line. Esta forma de consumo laboral colectivo produ-­cirá en intercambios desiguales, dando lugar a nuevas formas de injusticia y dominio metapolítico.

MONO-­VIDUOS CONECTADOS¿Cómo se constituye esta individuación? Se constitu-­ye a partir de una corporalidad individual compuesta por un número grande de partes extensivas unas a las otras, las cuales sólo le pertenecen al usuario-­consu-­midor bajo una relación de movimiento y reposo, ve-­locidad y lentitud, donde el individuo es una intensi-­

en el orden del vínculo, no en aquel de la sustancia;; es una relación diferencial, un “mono-­viduo”, converti-­do en la única y máxima instancia que decide lo que se tiene que hacer o dejar de hacer (Oliveira, 2010).El tipo antropológico del hombre en el conformis-­

mo generalizado es resultado de las opciones autó-­nomamente tomadas —libertad de elección mercan-­

de la moda, la publicidad y los entornos familiares o educacionales. Todo el universo de signos y objetos gira alrededor de su ombligo.Frente al solipsismo “mono-­vidual”, ningún indi-­

viduo posee las mismas relaciones, sobre todo si re-­conocemos que hoy vivimos un tiempo en el que las

-­rar una red muy limitada de relaciones sociales, son sustituidas por relaciones mediadas por los universos incorporales análogos y digitales;; es decir, por todos aquellos artefactos y objetos tecnológicos que trans-­

-­jeto puede interactuar, operar, leer de diversas mane-­ras (teléfono celular, Ipad, consolas de videojuegos, ordenador, televisión, radio, videocámara, tabletas, smartphone, entre otros). En el ambiente tecnológico las relaciones cara a cara no tienen la última palabra, ya que las relaciones del “mono-­viduo” son indeter-­minadas por las prótesis individuales y colectivas, auténticas extensiones del hombre contemporáneo.

que un tiempo fueron analógicas y que actualmente tienden a la digitalización, y además son teledirigidas (“uno a muchos”) por las empresas que controlan in-­ternet y la telefonía móvil.

LA DIGITALIZACIÓN PERCEPTUAL DEL INDIVIDUO RETICULAR

La llamada convergencia digital está llevando al con-­junto de la humanidad hacia grandes transformacio-­nes sensoriales. Esto nos empuja a la comprensión de cómo el “mono-­vidualismo” es el resultado complejo de la fragmentación sensorial que tuvo lugar a cau-­sa de los procesos de digitalización de los universos incorporales. Se puede decir, usando el lenguaje de la informática, que un individuo existe en tanto ter-­minal de consumidor de subjetividad —hetero-­tota-­litaria informacional—, ya que consume sistemas de representación, de sensibilidad que no tienen nada que ver con categorías naturales universales. Tome-­mos un ejemplo. Los transeúntes que pasean por las calles equipados con Ipad, smartphone o teléfono ce-­lular establecen con la música una relación que no es “natural”. Al producir ese tipo de instrumento (como medio y contenido de comunicación), la industria que lo fabrica no está haciendo algo que simplemente re-­produce “la música” u organiza sonidos naturales. Lo que esa industria lleva a cabo es la invención de un universo musical soportado en otra relación con los objetos musicales: la música viene de dentro del ar-­tefacto y no de un punto exterior. En otras palabras, lo que la industria hace es inventar una nueva percep-­ción. Utilizando la terminología guattariana, se puede decir que el smartphone es una máquina expresiva componente de los universos incorporales de las ma-­sas serializadas. En suma, el “mono-­viduo” sólo exis-­te como representación y realización hetero-­totalita-­ria informacional;; se vuelve un individuo reticular.

la fragmentación sensorial producida por la digitali-­zación de los universos incorporales a los que está expuesto el individuo reticular. Ésta no es otra cosa que la fragmentación de la experiencia en estímulos

-­cación de esos estímulos. Frente a ese fenómeno del orden mental y psíquico los expertos solo alcanzan a

-­chos cambios;; observan cambios culturales o nuevos estilos de aprendizaje pero no la digitalización —es-­tímulos diferenciados— como una forma de la frag-­mentación de la experiencia humana que, por cierto,

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I DEBATESINDIVIDUALISMO RETICULAR 2.0.

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

está ordenada a distancia por los oligopolios transme-­diáticos, los cuales leen en tiempo real las sensaciones de los usuarios-­consumidores de las redes sociales di-­gitales. Con este proceso comunicacional los medios digitales crean un nuevo campo de experiencia y nue-­vas interpretaciones de la realidad que no se detectan con tanta facilidad. Al respecto podemos decir que actualmente son muy escasos los estudios sobre los cambios de percepción producidos por el uso de la te-­lefonía móvil. En todo caso habría que recu-­rrir a Merleau Ponty o a Paul Valèry, quienes ya habían visualizado en los años treinta del siglo XX una “distri-­bución de la realidad sensible a domicilio” (Braganca, 2010).La cultura digital

tiene un precio;; redu-­ce ineludiblemente la información que está presente en el substra-­to material en la vibración del aire o en la imagen de una escena;; el usuario que escucha en volumen satu-­rado una obra musical grabada originalmente en siste-­ma análogo no alcanza a distinguir todos los matices, timbres y niveles musicales ya que escucha una obra con limitado ruido blanco. Escucha armonías empo-­brecidas. Esto se debe al hecho de que se trata de una

a la información distribuida en el mercado mediático

—en este caso de notas y sonidos de distintos instru-­mentos—, imágenes y al contenido universal que cir-­cula en las red, la cual es percibida de manera forzada por el individuo reticular. En suma, la digitalización

aproximación y sólo un esbozo de la realidad sea ima-­gen, dato o sonido (Parrondo, 2002). Esta consecuen-­cia de la digitalización de la experiencia y subjetividad humanas es una cuestión fundamental poco atendida

EL INDIVIDUALISMO RETICULAR EN EL “APAGÓN ANALÓGICO”

Hoy día en México estamos ingresando a la era del paradigma del hetero-­totalitarismo digital, ya que mientras los monopolios comunicacionales introdu-­

cen equipamiento de transmisión digital, los aparatos receptores de sus audiencias son analógicos, lo cual produce una interrupción de mensajes con su conse-­cuente bombardeo emocional. Así, estas audiencias reciben mensajes a través de aparatos que siguen funcionando con voltajes e intensidades de corrientes eléctricas, o sea con aparatos analógicos. Esta situa-­ción llamada “apagón analógico” plantea las grandes desigualdades económicas y sociales de los usuarios-­

consumidores en un país que pretende llegar a la “moderni-­dad digital”, en don-­de las empresas que controlan el mercado de las comunicacio-­nes y la información encuentran el mayor obstáculo valorizador en las audiencias evi-­dentemente precarias, las cuales pronto están siendo atendidas por el Estado.

Un régimen político que en su desaforada ilusión de modernidad pretende desaparecer por decreto el carácter continuo de la señal analógica. La señal ana-­lógica da lugar a una percepción abierta e ilimitada, ahora en proceso de extinción debido al mencionado “apagón analógico”. Dicha calidad sensorial que esti-­mula la imaginación interior y exterior de la singula-­ridad humana está siendo limitada y transformada por los procesos de digitalización a través de los univer-­sos incorporales digitales, los cuales fragmentan las sensaciones. Así, los emisores digitales presuponen un tiempo o espacio fragmentados con números de

han convertido en el soporte conceptual de las nuevas tecnologías. En suma, la actual cultura analógica de las audiencias, caracterizada por señales continuas, está siendo substituida por una cultura digital, carac-­terizada por señales discretas, apoyada por un Estado

-­mistas que ven solo virtudes en las actuales transfor-­maciones producidas por las tecnologías de la infor-­mación y la comunicación no les debe preocupar esta situación, ya que están convencidos que el usuario-­consumidor está frente a la mejor opción perceptual.“El apagón analógico” es la desaparición de la era

del individualismo y la subjetividad analógica, donde las audiencias, a pesar de ser estandarizadas permiten

Foto: Paola Martínez Hernández

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DEBATES I PABLO GAYTÁN SANTIAGO

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

ejercer relaciones cara a cara en la intimidad o en el espacio público, para dar paso a una era de cultura

-­saciones y percepciones de las audiencias compues-­

-­lares, dando lugar entre otras cosas al fenómeno del sobreyoísmo (Oliveira, 2010). Este es un fenómeno donde el individuo reticular disuelve su cuerpo en

-­narcisismo especular (2008). Los

universos incorporales constituyen los objetos tran-­sicionales de un solitario individuo reticular que se

-­gurada en las redes sociales y miles de aplicaciones que le dan seguridad y autoestima. Para decirlo en pocas palabras, el individuo reticular es sólo un dato en la sociedad informacional.

del dios omnipotente y video-­vigilante, el individuo reticular no es más que un usuario que transcurre a la velocidad de un caracol en pos de un objeto del deseo inalcanzable. En ese reposo de inmovilidad en tiempo real solo alcanza a dejar huellas encuadradas y clasi-­

marcas que buscan anidarse en sus demandas emo-­

en relaciones efímeras y múltiples, y sólo alcanza a decir algo al oído del otro, mientras eleva el índice de ganancias de los propietarios del espectro telemático.

de la dinámica relacional desplegada en las redes so-­

como centro de las comunicaciones. Esta comunidad de signos individualizados da lugar a una comunidad reticular basada en la conectividad generalizada que trae consigo la mundialización como delegación de los procesos de decisión en sistemas automáticos de con-­trol remoto. En suma, estamos frente a una sociedad de control, integrada por narcisos especulares, donde vale la pena preguntarse: ¿quién recopila, gestiona, distri-­buye, valoriza y convierte la información en riqueza socialmente producida y privadamente apropiada?

RETICULARES EN TIEMPO REALLa materia prima del hetero-­totalitarismo informa-­cional es la información, pero sólo en la medida en que ésta no la posee todo el mundo. Sólo cuando es gestionada por unas cuantas empresas de la informa-­

ción, la comunicación puede ser objeto de comercio, pues le otorga un valor proporcional en el tiempo y el espacio de difusión. De este modo, mientras más se difunde la información más pierde su valor, por esa razón es entendible el rápido desgaste de toda noti-­cia. Por ejemplo, se puede decir que la informática es la explotación industrial del valor de la información (Stiegler, 2002). Así pues, la telemática es el sopor-­te del individualismo reticular, y puede considerarse una hiper-­identidad siempre inconclusa e hipertex-­tual, donde la relación con el otro lejano o cercano,

-­ción, se realiza en tiempo real. Por su parte, lo que facilita la comunicación en

tiempo real es la deliberación y la toma de decisiones -­

tividad del individuo reticular, quien recrea un pathos

por ejecutivos, especuladores y polizontes de los mo-­vimientos sociales. Es el pathos de la distancia entre quienes asumen las redes sociales o la telefonía móvil como medios para los negocios y quienes lo utilizan

reproducción del dominio metapolítico a través de la subjetividad (ahora) digitalizada y en tiempo real.Una de las consecuencias de este individualismo

reticular es que se vuelve obsesivo-­compulsivo;; el techseter o trend setter crea-­vende-­compra-­crea-­ven-­de-­compra, mientras el usuario-­consumidor se con-­forma con estar al tanto de las novedades, así como con adquirir los gadgets del momento, apropiados como verdaderos objetos transicionales, instalados para siempre en sus órganos perceptuales a pesar de la degradación orgánica de los mismos.Ahora bien, el individuo sólo consume informa-­

ción basura, pero verdaderamente no crea y distribuye información, ya que ésta es administrada, difundida y gestionada por los creativos-­empresarios, quienes dominan el mercado de la información. Como sugiere Bernard Stiegler, el dominio oligopólico de la informa-­ción se realiza a través de la conquista de la velocidad. En efecto, la velocidad es impuesta por los propietarios de la red y del soporte de la red, mientras que los usua-­rios exteriorizan su imaginación al ritmo de las indus-­trias programadoras de gustos y formas de sentir.

DOMINIO METAPOLÍTICO DEL CIUDADANO RETICULAR

Lo que interesa a los propietarios de la comunicación es la imaginación exteriorizada, producto de la ma-­

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METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

Tal parece que los oligopolios ordenan: “¡ustedes pongan la imaginación y nosotros la gestionamos mediante la instalación y programación de las indus-­trias mediáticas!”. Y esto es verdad en las industrias del entretenimiento y la memoria. Este devenir diseñado impacta en la constitución

psíquica del individuo reticular. En él, el deseo está su-­peditado en un objeto lejano por naturaleza y siempre por-­venir, inscrito en una teleología sin la que no es po-­sible ningún cuidado (Stiegler, 2002). El théos es aquí

el contexto del actual hetero-­totalitarismo informacio-­

un vasta red de vínculos de todos los objetos posibles. Con ello, todos los cuerpos y a través de éstos todas las almas. Es decir como una enorme máquina virtual donde cada uno de los cuerpos conectados es una pieza más. Esta situación, que a todas luces supera cualquier

terapia, como si fueran deseos por un objeto lejano, siempre a corta distancia pero cada vez más alejado. Cada ventana y cada aplicación acercan más lejana-­mente al individuo reticular de su objeto deseado.En ese sentido, las redes sociales permiten a cual-­

quiera estar siempre en todas partes y en ninguna. ¿Qué

es imposible responder a la cuestión, pero no especu-­

una onto-­teleología a una onto-­teología basada en a) la constitución de las redes sociales como un nuevo me-­dio de individuación psíquica y colectiva;; b) un cam-­bio de telosaquí como lo que hace posible la organización social de un deseo colectivo como sistema de cuidados;; y c) una nueva economía libidinal (Stiegler, 2010).El telos, que designa a la vez lo distante, donde apa-­

desencantado “telos sin telos”, en sí se expresa como una motivación desmotivada. Así, el espacio técnico de las redes sociales políticamente se convierte en un po-­

telecracia en premisa y condición de la democracia. La conjunción de telecracia y democracia son dos momen-­tos de la reticularidad del poder metapolítico.En la actualidad, un primer ministro o el presiden-­

te de la república en el caso mexicano, crea una inter-­locución legitimadora con millones de individualida-­

des reticulares a través de las redes sociales digitales (que incluye la conexión con los medios masivos de “uno a muchos”), operada por un ejército de técnicos del puntaje, los likes o el hashtag, quienes atentos a los mensajes de los activistas, los comentarios de los ciudadanos, los lapsus de los adversarios políticos o las exhibiciones de algún celular indiscreto que capta un acto de corrupción o una falta moral, inmediata-­mente se dan a la tarea de sobreexponer y viralizar el acto legitimador del gobierno o el desmoralizador en el caso del opositor o el enemigo político. Cuando

presidente valora el sondeo para oprimir un botón y comunicar así una decisión;; puede rodar una cabeza o concitar el reacomodo de los grupos en el poder.Frente a esta práctica de control remoto de la opi-­

nión y la decisión política, las audiencias ciudadanas o los viajeros de las redes, satisfacen su demociona-­lidad —democracia emocional— con ironías, sarcas-­mos y una desmotivación de acción política que raya

acting out de los políticos, el individuo reticular sólo hace ejercicios catárticos, para pasar a la siguiente hoja electrónica y seguir en pos del inalcanzable objeto de su deseo. Mientras tanto, los especialistas observan

espacio público. Por lo demás podemos decir que las caídas mediáticas de políticos y funcionarios no traen consigo consecuencias positivas para los ciudada-­nos reticulares, ya que siempre son acotadas por los

democracia participativa a control remoto. Por otro lado, dicha lógica trae consigo el desgaste emocional de la ciudadanía reticular traducido en desencanto e inmovilidad políticos.A este espacio público privatizado, Stiegler (2008)

le llama el phármakon en donde el ciudadano reti-­

decir, el espacio público mediatizado es una espacio tóxico, donde el ciudadano reticular es convertido en un ser teleológico controlado a distancia instrumental;; por eso, es un ser con motivación desmotivada. Aún así, es un pulgar medido con estadísticas elaboradas por los operadores comunicacionales. Como sabemos con las operaciones de éstos se crean opiniones sobre todo tipo de acontecimientos y personajes.Entonces, en esa condición de ciudadanía reticular,

el usuario de las redes sociales tiene acceso en todo momento y en cualquier lugar a la ley, permitiendo la individualización o transformación de la política

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DEBATES I PABLO GAYTÁN SANTIAGO

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en reticularidad participativa. Cada smartphone, cada tableta representan una urna móvil en tiempo real, en todo momento brinda legitimidad a su amo;; la auto-­ridad de la ley se constituye como un espacio y un

del poder en un presidente o un miembro de la clase

la inteligencia en la gestión del tiempo y el espacio públicos, siempre realizado por los operadores cul-­turales informacionales. En un futuro inmediato ten-­dremos golpes de Estado, rebeliones o crisis de Esta-­do que duren cinco minutos. Estos acontecimientos serán causados por la distancia que se abre entre los ciudadanos alejados y aparentemente conectados en tiempo real, como una distancia que los reúne en la medida en que se diferencian de ellas. Si el proceso

cada uno interpreta el mismo texto en modo distinto, bloqueando la deliberación. No hay toma de decisio-­

reticular ha terminado por aprehender la inmovilidad política. La heteronomía reticular es consecuencia de una destrucción política colectiva, en la medida que permite controlar a los ciudadanos a distancia;; por obra de un poder de lo distante es una amenaza ácida de la democracia que los gestores de las telecomuni-­

el tiempo real y la distancia anulan toda posibilidad de participación, dando lugar al reino de la velocidad en eterno reposo. Y lo es porque el imperio de las telecomunicaciones y en particular de las redes so-­ciales se han convertido en un gran oligopolio trans-­mediático asociativo, en su sentido psíquico, técnico y simbólico. Cada uno de los ciudadanos reticulares son agregados por los controles de los oligopolios de forma individual, donde cada individuo reticular está impedido para decir “yo” y formar parte de un “no-­sotros”. Por ello, se puede decir que estamos en la era de los medios simbólicos industriales, los cuales cortocircuitan y destruyen los procesos de producción de plurales (colectivos), por lo tanto de-­simbolizan e impiden todo desarrollo humanista. En esa condición los medios de comunicación lle-­

van a cabo un proceso de disociación;; constituyen medios disociativos en los que el individuo reticular se convierte en un eterno destinatario sin ser difusor. Finalmente los integrantes que pueblan las redes so-­ciales ingresan a procesos desocializadores, sin los vínculos afectivos que constituyen la condición de toda vida política autónoma.A esa condición Cornelius Castoriadis (2006), la

philia, la cual remite a la valorización de reciprocidad, es decir, a la igualdad y la libertad. Sin esa posibilidad dada por la gestión a distancia de las telecomunicaciones, la co-­munidad on line no existe, convirtiendo al individuo reticular en una isla de posibilidades a disposición;; ma-­teria prima para las industrias culturales, que transfor-­man los segmentos de la existencia humana en objeto de control permanente y sistemático de la atención y el comportamiento mediante tecnologías relacionales. Podemos plantear que en el actual hetero-­totalita-­

rismo informacional, mediante las llamadas tecnolo-­gías de información y comunicación de control cada

-­mento al grado de volverse el principal sector de la vida pública. En lugar de una ciudadanía autónoma, aparecen intermitentemente identidades diferidas, ex-­presadas en las formas mas imprevisibles de éxtasis temporales. Los smartmobs y son las for-­

EL INDIVIDUALISMO RETICULAR 2.0En conclusión se puede decir que el sujeto político con capacidad de conducción libre y responsable des-­aparece en la constelación anteriormente dibujada. En esta perspectiva cabe preguntar: ¿cuáles son las condiciones que gobiernan la posibilidad de ser in-­dividuo of line? Los individuos of line están dotados de manera distinta de las condiciones necesarias para conducirse en la sociedad como actores capaces de garantizar su independencia por sus propios medios. En otras palabras, los individuos están desigualmente respaldados para ser individuos y se puede ser más o menos individuo en función de los soportes o de la ausencia de soportes necesarios para serlo (Castel, 2010). En esta perspectiva, estamos frente a la emer-­gencia del individuo reticular por exceso y del indivi-­duo reticular por defecto.El individuo reticular por exceso tendría la exclu-­

sividad de ser el primero en ignorar deliberadamente que vive en sociedad. Con ello protagoniza una “so-­ciabilidad asocial”, traducida en una manera de hacer sociedad vaciándola de todas sus determinantes para no conservar más que el punto de vista del individuo, dándose por modalidad única la de maximizar su in-­terés y realizar totalmente sus aspiraciones (Castel, 2010). Así, este individuo está desconectado de la so-­ciedad en el sentido fuerte de la palabra.El mapa de las nuevas ocupaciones ofrecidas por

las industrias trans-­mediáticas, tales como los com-­munity managers, gerentes de mercadotecnia digital,

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optimizadores de sitios de búsqueda, expertos en ana-­lítica web, desarrolladores de sitios y aplicaciones de smartphonessubjetividad del individualismo reticular que subsiste en todos aquellos jóvenes que yacen en una suerte de vacío social porque no están encuadrados en un pro-­yecto de vida a largo plazo. Mucho menos están nor-­mados por regulaciones o aspiraciones colectivas.El objetivo principal de los jóvenes operadores di-­

gitales es realizarse como individuos en una especie de solipsismo. El individualismo reticular 2.0 viaja en la vida a-­social como una veleta que no se detiene en pertenencia ni en lugar alguno, se regodea en el vér-­tigo de su vacío, siendo éste el precio que paga por ejercer la propiedad de sí. Este sujeto ensimismado en

soporte necesarios para garantizar su independencia

un individuo por exceso. Instalado en “en la soledad -­

ral sino por de-­socialización. Por otro lado, este mismo individuo reticular pue-­

de transitar de su condición saturada a un individua-­lismo por defecto. Esta situación es posible cuando se queda sin trabajo, sin ingreso y por tanto desconec-­tado de su bovarismo tecnológico. En esa condición ya no es el individuo quien aspira a ser debido a que carece de recursos necesarios para asumir positiva-­mente su libertad. Sin poder adquisitivo, el indivi-­duo reticular por defecto experimenta una pérdida del sentido de la existencia que puede llegar hasta la vergüenza. Se sienten en falta, ya que su contexto re-­fuerza la imagen de perdedor. En esa condición vaga

nada. Es presa de una especie de ausencia de deseo y voluntad de ser lo que fue o lo que es;; asume la pre-­cariedad, instalado en el mundo analógico, en la dura realidad donde vivirá la cultura aleatoria de los sin nombre. De hecho pasa a integrar la masa heterogénea del precariado, donde están los consultores free lance, los trabajadores de tiempo parcial, subocupados, traba-­jadores migrantes, infantes;; en suma, una sociedad de los individuos por defecto. Así pues, en la lucha del día a día por la sobrevivencia no se inscribe en relaciones de interdependencia, de intercambios recíprocos que conforman la sociedad de semejantes, tampoco pobla-­rá las zonas de la ciudadanía, ya que ni siquiera tiene la posibilidad de reconocer algún derecho. Tanto cultural como socialmente ingresará a una nueva forma de he-­

teronomía, donde vivirá de tiempo completo, of line, su condición de individuo reticular por defecto.

PHILIALa crítica al individualismo reticular, esa subjetivi-­dad con la que nos encontramos todo el tiempo en las redes sociales, en los medios abiertos de comu-­nicación, en el espacio urbano, en las universida-­des y en los parques temáticos, no está agotada ni cerrada, busca participar de un debate posible. Por esa razón no concluye sino que abre las puertas de la valoración, el silencio o la crítica de los lectores. Tal vez, quienes lleguen a esta salida piensen que he realizado un ejercicio pesimista donde no plan-­teo “salidas”. Me adelanto a este posible deducción para decir que mi postura es sumamente optimista, ya que frente al entusiasmo desmedido que ciega toda posibilidad de negatividad prefiero abrir los ojos ante la realidad y buscar un poco de philia, es decir, de reciprocidad intelectual para la práctica autónoma del pensamiento.

REFERENCIAS-­

tancia: el surgimiento de la cultura telemática”, en A.A.V.V., de la comunicación en la era telemática, Madrid, Abada Editores.

Castel, R. (2010), El ascenso de las incertidumbres. Trabajo, protecciones estatuto del individuo, Mé-­xico, FCE.

Castoriadis, C. (2006), Una sociedad a la deriva. En-­trevistas y debates (1974-­1997), Buenos Aires, Katz.

Oliveira, C. (2010), “Acerca de las aporías del hipe-­rindividualismo contemporáneo”, A.A.V.V., Onto-­

-­ción en la era telemática, Madrid, Abada Editores.

Parrondo, J. M. (2002), “La digitalización de la expe-­riencia”, en J. L. González (coord.), El buscador de oro. Identidad personal en la nueva sociedad, Madrid, Desórdenes/Biblioteca de Ensayo/Len-­gua de trapo.

Perniola, M. (2008), Del sentir, Valencia, Pre-­textos.Stiegler, B. (2002), La técnica y el tiempo II. La des-­orientación y III La técnica y el cine, Madrid, Hiru.

Stiegler, B. (2010), “Teleologías del caracol. Derivas del yo en una red WilMax”, A.A.V.V., Ontología

la era telemática, Madrid, Abada Editores.

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LA ERA DEL despotismo TECNIFICADO.CLAVES PARA PENSAR LAS NUEVAS formas DE controlDE LA REVOLUCIÓN DIGITAL

Jorge Alberto Lizama Mendoza*

*Profesor investigador en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Página electrónica: http://comunicacion.cybermedios.org.

por todos nuestros debates sobre el tema.

pasado, en el siglo XVIII un despotismo ilustrado en el cual un grupo selecto manejaba a todos los demás, aho-­ra habrá también un grupo selecto pero dueño de la téc-­nica, no dueño del capital, dueño de la ciencia y de la téc-­nica y los demás serán complementos y servidores de ese

José Luis Sampedro (escritor y economista español).

En nuestros días, la mayor parte de los discursos gubernamentales, empresariales y de los me-­dios de comunicación se enfocan a narrar los

grandes logros que la revolución digital e internet han traído consigo;; gracias a los nuevos medios ahora se asiste a la llegada de una sociedad del conocimiento, que cuenta ya con varias “primaveras árabes”, posi-­

la llegada de un nuevo y mejor ser humano pues ya ha nacido la generación de los “nativos digitales”, “la Generación net” y la “Generación Einstein”.

discurso hegemónico, salta a la vista que detrás de

esta supuesta edad dorada para la humanidad, en el fondo se están revirtiendo las potencialidades de la tecnología digital y de internet para imponer un es-­cenario marcado por el control social, la explotación comercial y la pobreza cognitiva. En efecto, más que una sociedad del conocimiento, nos encontramos en una sociedad basada en el mercado del conocimien-­to. Las “primaveras árabes” liberaron el norte de África para imponer nuevos gobiernos democráticos que terminaron por favorecer a las potencias eco-­nómicas de siempre;; en Libia, antes del declive de

centavos de dólar el metro cúbico;; después de la “re-­volución”, la compañía francesa, Veolia Water, se adueñó de uno de los yacimientos de agua dulce más

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I DEBATESLA ERA DEL DESPOTISMO TECNIFICADO

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importantes del mundo y ahora vende a 3 dólares el metro cúbico a los libios democratizados. A todo esto, los “nativos digitales” tienen poco que opinar pues están más ocupados en comprar y lucir el nue-­vo modelo del Ipad que en ponerse a pensar sería y dialécticamente su entorno político-­social.

en internet una posibilidad de “inteligencia colectiva”, hoy está claro que se ha pasado a la etapa de la “incons-­ciencia colectiva” y este cambio de condición marca

de emancipación social de la revolución digital. Y si las potencialidades de emancipación social de

la revolución digital están siendo pulverizadas, ¿qué queda en su lugar? Queda la era del despotismo tecni-­

sus insumos relacionales, como son los discursos utó-­picos, la mercadoctenia social, los canales de difusión-­distribución, la imposición de los ciclos de vida de una tecnología, etcétera. Estos oligopolios han inaugura-­do una nueva lógica de ganancias basada en explotar todo lo que antes no era éticamente explotable de la información, como la privacidad del usuario, la trian-­gulación comercial de datos personales, la fabricación controlada de de “disidentes” al sistema, etcétera.Una de las características más notables del des-­

manipulación de escenarios intangibles en el campo de la tecnología digital, entre los cuales destacan el vender utopías falsas, imponer un nuevo imaginario de lo que debe ser internet o degradar implícitamente las capacidades informacionales de los usuarios.

COMPUTOPÍA: LA IDEOLOGÍA VENDIDA COMO UTOPÍA

En Ideología y utopía. Introducción a la sociología del conocimiento (1997), Karl Manheim marcó la di-­ferencia entre los conceptos de ideología y utopía;; la ideología, que busca preservar el orden social impe-­rante, es propuesta por las clases dominantes y he-­gemónicas;; en cambio la utopía, entendida como la transformación estructural de dicho orden social im-­perante, es puesta en acción por las clases excluidas y contraculturales. Es decir, existe un proceso histórico donde dominantes (ideología) y dominados (utopía) luchan entre sí en una espiral dialéctica.Desde sus orígenes, internet ha integrado esta lu-­

cha entre ideología y utopía;; por ejemplo, al primer intento formal por parte de Estados Unidos para co-­menzar a controlar la red a través de la Ley de Decen-­

(1996) se opuso la Decla-­

(1996). A los sistemas operativos propietarios y de alto costo, como Windows y MacOS, se opuso el movimiento de software libre y la creación de GNU/Linux. Al inicio de la censura de información en varios sitios web, se opusieron los distintos servidores y redes alternativas de información como la -­tion , Xcess4all o Peace.Net.Sin embargo, a partir del presente siglo el des-­

-­gia de lucha. En vez de seguir involucrándose en la dialéctica entre ideología contra utopía, optaron por crear sus utopías;; con esto, lograron ser depositarios históricos no sólo de la ideología sino también de la utopía. Así pues, oligopolios como facebook, que se apropia legalmente de los derechos de propiedad de toda la información que publican sus usuarios, puede ser, al mismo tiempo el epicentro para exigir demo-­cracia y libertad en las “primaveras árabes”. Este giro

sobre el concepto de utopía, marca también el inicio de un market mentality destinado a inocular un pensa-­miento único en la manera de pensar la internet, que deviene en una utopía degenerada.Así pues, en el campo de la utopía degenerada

google es presentado como una especie de ONG de la sociedad del conocimiento, pues a través de sus servicios se accede a la sociedad del conocimiento (buscador de google), a tener contacto íntimo con los seres queridos (gmail) o a echar un vistazo a la “aldea planetaria (google maps)”;; todo de manera gratuita, pues el slogan de la empresa es “Don’t Be Evil”.En el discurso de la utopía degenerada no existe es-­

pacio para advertir que google ha hecho de sus usuarios el producto con el que genera ganancias al lucrar con la triangulación de información y privacidad de sus da-­tos;; que veta de las búsquedas en su navegador a todas aquellas empresas periodísticas que han demandado a la empresa por “tomar prestado” para sus noticias;; que ha querido escanear todo el conocimiento del mundo no para ponerlo generosamente al servicio de la humanidad, sino al servicio de todos los que estén de acuerdo en acceder a él a través de sus aplicaciones y aguantar su publicidad relacional;; que la innovación de alta tecnología que presume google en el fondo ha sido comprada a ya más de 40 empresas entre las cuales sobresalen Blogger (creación de blogs), Pica-­sa (archivar fotos en la web), Android (software para dispositivos móviles), Youtube (videos online) Where2 (el actual google maps)… Más que “Don’t Be Evil”, la frase debería ser “¡Don’t Be Cinic¡”.

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DEBATES I JORGE ALBERTO LIZAMA MENDOZA

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ISLAS EN RED: DE LA DISEMINACIÓN A LA CONCENTRACIÓN

DE INFORMACIÓNDesde sus orígenes internet cuenta con una caracte-­rística que complica notablemente su control en las esferas empresarial o gubernamental: la diseminación de la información. Una diseminación que al partir de distintos sitios web, plataformas, entornos de comu-­nicación, lugares y usuarios, es difícil de ubicar y administrar. Ante esta situación, el despotismo tec-­

degradada: imponer el pensamiento unidimensional que las empresas controlan.Si se acepta la metáfora de observar internet

como un vasto océano para navegar y descubrir con-­tinentes de información, entonces se puede decir que

mapa y a cambio sólo presentar a las islas más publi-­citadas de su propiedad como el único destino válido por visitar. Las islas que se han convertido en todo internet son google, youtube (propiedad de google), yahoo, facebook y .En el paraíso de las islas en red casi nadie ve o quie-­

re ver que estas empresas, como señala Briggs (2010: 34) “han creado bodegas de contenido sin crear conte-­nido en lo absoluto”. Nadie tampoco se quiere percatar que todas promueven una evangelización de la comu-­nicación continua (el perpetuo presente, la novedad

y la inmediatez de la información) en detrimento de otros procesos cognitivos más complejos, basados en la correlación, la evaluación y la historicidad a largo plazo de la información. Por su parte, los entornos de comunicación que también forman parte de internet, como los foros de discusión, los , los mun-­dos virtuales, los MUDs o las redes “peer2peer”, han sido prácticamente anulados del mapa. Para usar una metáfora, se puede decir que en la utopía degradada de las islas en red todo el mundo disfruta sus playas pri-­vadas y nadie ve que la tarjeta de crédito ya se venció hace mucho. Lo importante es la promesa del aquí y ahora, ser “socialité” de esta nueva internet abaratada.Desde la llegada de esta nueva estrategia del des-­

publicitadas islas en red, todas monopolios privados de Estados Unidos, sólo logran acceder al 20 por ciento de toda la información que hay en internet, que el otro 80 por ciento está “perdido” en la llamada web pro-­funda ( ) y los dominios “.onion” (dominios que “San google” ni siquiera indexa). Que en la deep

uno puede tener un mail completamente anóni-­mo y privado, incluso sin seguimiento de dirección IP (TORMail);; que se puede acceder a numerosas fuentes primarias, en estado puro, de información periodística como las que se encuentran en los binarios de Usenet o las bases de datos completas del sitio (el

Foto: Paola Martínez Hernández

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I DEBATESLA ERA DEL DESPOTISMO TECNIFICADO

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

Wikileaks original que decidió nunca ser mediático ni plegarse a las líneas editoriales de diarios como Le monde diplomatique, El País, Washington Post;; como sí hizo Julian Assange con Wikileaks).

USUARIOS “WANNA BE”: EL AUGE DE LA COMUNICACIÓN JIBARIZADA

usuario medianamente avanzado de internet tenía que desarrollar varias habilidades informáticas para pro-­ducir y difundir contenidos: desde compilar progra-­mas en GNU/Linux hasta saber lenguaje html para

integrado tanto por los profesionales del medio como por todos aquellos amateurs que por libre decisión querían aprender más del universo digital. La importancia tanto del usuario profesional como

del amateur radica en que al procurar estar bien in-­formados y ser informacionalmente hábiles, no son sectores sociales fáciles de persuadir y controlar me-­diante el discurso de las islas en red. Ante este es-­

-­sado el crecimiento de un sector social de usuarios que durante mucho tiempo estuvo en el más completo olvido: el usuario “wanna be”. El usuario “wanna be” no sabe nada de la historia y los distintos entornos de comunicación que articulan a internet, tampoco es ex-­

perto ni amateur en el rubro de la apropiación social de la tecnología;; sin embargo, busca cambiar su con-­dición de analfabeta digital a “nativo digital”, “Gene-­ración net” o “Generación Einstein” inscribiéndose a las fórmulas “light” que le ofrece la utopía degradada;; ahora sólo es cuestión de comprar una tablet y abrir una cuenta en facebooken ciudadano de la sociedad del conocimiento.Quizá esta sea la estrategia más compleja del des-­

-­cidades informacionales de sus usuarios y, al mismo tiempo, equilibrar el vacío inyectándoles grandes dosis de signos de identidad y narcisismo para que no se que-­jen, para que crean que ellos y sus acciones son el epi-­centro de internet. Sin duda, un claro ejemplo de teoría

ejército de usuarios que no sólo no va a cuestionar nada

sino que las van a alimentar y defender pues a través de ellas lo que ya está en juego es su identidad y au-­toestima digital misma: cualquier usuario “wanna be” se molestará cuando le digan que los 300 “likes” que tiene en facebook no sirven para nada;; o se indignará cuando le adviertan que en , como bien señala Pretelín (2012: 61), “de tanto escribir 140 caracteres llegará el momento en que no se pueda pensar, sin me-­táforas lúdicas, más de 140 caracteres”.

Foto: Paola Martínez Hernández

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DEBATES I JORGE ALBERTO LIZAMA MENDOZA

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-­cado ha seducido a los usuarios “wanna be” a través de las formulas de los signos de identidad y el nar-­cisismo, en un segundo momento está sumando otra

-­clusivamente comunicación jibarizada:

[…] saturación informativa, obsesión por la inmediatez: Whats-­

. Los contenidos son instantáneos, sensacionalistas, emotivos, huecos. Todo lo que no cumple con estas premisas es apartado de la agenda. Estamos tan ocupados, distraídos o abrumados por la información que nos llega que resulta difícil darnos cuenta de la forma super-­

en nuestra manera de consumirla e interiorizarla. Resultado: destierro de la profundización, pérdida de la capacidad autó-­

-­diente de conclusiones y, por último, ausencia de una mirada crítica de los acontecimientos (Serrano, 2013: 23).

La agenda oculta de esta comunicación jibarizada, caracterizada por su desprecio notable a los procesos cognitivos de orden superior (analizar, sintetizar y eva-­luar la información), busca que las luchas dialécticas que están decidiendo de manera estructural la libertad de internet le sean prácticamente invisibles al usuario “wanna be”: por tanto, no tiene idea de la tecnología Digital Rights Management (DRM) impulsada por Apple, Sony y Microsoft para controlar y limitar la reproducción de las canciones, videos y películas que están hospedadas en internet. No sabe tampoco que el futuro de la web estará soportado por el HTLM5 y que

al consorcio que desarrolla dicho lenguaje a que inclu-­ya unilateralmente candados de protección anticopia para sus productos digitales. Menos sabe que la Unión Internacional de Telecomunicación contempla regular y segmentar el ancho de banda de internet para ofrecer a futuro paquetes de contenido web como pasa en la TV de paga… Nada de eso importa, lo importante es que el “like” 301 acaba de llegar…

CAJAS NEGRAS: LOS NUEVOS GRILLETES DIGITALES

Una verdadera utopía de la revolución digital que no tiene nada que ver con las utopías degradadas del des-­

principio de neutralidad tecnológica (tech neutrality). Es decir, que el usuario pueda examinar, evaluar, mo-­

blandas ( ) y duras ( ) de sus equipos

informáticos. En este sentido, la neutralidad tecnológi-­ca es requisito indispensable para el desarrollo real y

El escenario opuesto a la neutralidad tecnológica (tech neutrality) es la caja negra (blackbox): paque-­tes de y cerrados que no permiten

-­nentes, con lo que promueven un alto índice de usua-­rios informacionalmente incompetentes a la vez que altamente dependientes de las actualizaciones forzo-­sas que marca el mercado.

grandes oligopolios de la tecnología digital han apos-­tado a la estrategia empresarial de volver a cajane-­

(blackboxing) todo: por ejemplo, a nivel de , los equipos exacerbadamente publicitados

como Tablets, Ipads, Ipods y Mac Books, son paque-­tes cerrados que no permiten al usuario apelar a su derecho de neutralidad tecnológica. Por el lado de la parte blanda (el ) la mayoría de estos equipos cuentan con un sistema operativo altamente restricti-­vo al software foráneo, que además obliga al usuario a correr solamente programas y/o archivos que hayan sido directamente descargados y/o comprados de sus tiendas on-­line, como Apps Store. Escandalosamente, hasta en los cables de los productos (que anteriormente se caracterizaban por ser un estándar tecnológico) existe una severa política de “ ” todo lo que le pueda dar una mínima libertad al usuario;; el cable HDMI para conectar equipos como Ipads, Tablets y Macs a una pantalla plana, es publicitado como el futuro para la transmisión de imagen en alta resolución, pero lo que nunca se informa es que el HDMI está diseñado para impedir a los usuarios hacer copias de cualquier con-­tenido audiovisual que pase por él.

-­do nombrar a los fabricantes de cajas negras como los creadores de la revolución digital: Así pues, Apple es presentada como una empresa revolucionaria y de alta innovación a pesar que en sus orígenes robó a Xerox y a IBM elementos para “innovar” su sistema operativo;; a pesar que a lo largo de su historia ha sido una de las compañías más contrarias al “tech neutrality” y a pesar de que hoy todos sus equipos integran el chip DRM para controlar, desde los intereses del mercado, los conteni-­dos audiovisuales que puede o no puede ver el usuario.En este contexto, es evidente que el despotismo

-­tóricos que estimulen en los usuarios la disparatada

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idea de la neutralidad tecnológica. Cuando murió en octubre del 2011, Steve Jobs fue elevado de inme-­diato a una categoría cercana a la de “Jesucristo de la tecnología” por parte de los medios de comunicación. Sin embargo, poco importó saber que ese mismo mes y año también murió Dennis Ritchie, el creador del lenguaje de programación C y del sistema operativo UNIX, aportes que no sólo se ciñen al principio de neutralidad tecnológica, sino que han sentado las ba-­ses estructurales para el desarrollo de prácticamente todos los sistemas operativos de la actualidad, inclui-­das las familias de MacOS que Apple publicita y ven-­de como si fueran innovaciones originales.

Steve Jobs es considerado un “dios de la tecnología” gracias a su talento en la venta de cajas negras;; por

perfectamente olvidable gracias a sus principios de neutralidad tecnológica y de compartir gratuitamente con los demás sus conocimientos.

PANÓPTICO 2.0: MÁS POPULARIDAD Y CONECTIVIDAD A

CAMBIO DE MENOS PRIVACIDAD Y LIBERTADEn Vigilar y castigar (1986) Michel Foucault rede-­

capacidad de poder vigilar y controlar a un gran nú-­mero de personas desde un único sitio y con un núme-­ro mínimo de vigilantes. Dicha vigilancia puede ser impuesta de manera forzosa (el caso de las prisiones) o de manera subrepticia (sin informar claramente de su existencia). El concepto de panóptico es de importancia para

-­to un panóptico 2.0 de impacto , y que además logra invertir sus mecanismos ideológi-­cos de aceptación de la vigilancia: ya no tiene que forzar o engañar a nadie, ahora es el usuario de in-­ternet el que día a día regala todos datos sensibles: número telefónico, numero de la tarjeta de crédito,

-­res que frecuenta, etcétera.

como “Caballo de Troya 2.0”, la lógica se basa es intercambiar privacidad y libertad por cuotas simbóli-­cas de popularidad y conectividad en las islas en red.En facebook, el panóptico más grande que ha exis-­

tido en la historia de la humanidad, se compilan al año cerca de 3 mil millones de imágenes de los usuarios;; quizá por eso la empresa no borra de sus bases de datos

la información de los usuarios que deciden darse de baja;; quizá por eso la empresa ha intentado patentar una tecnología para reconocimiento facial 3d a partir

estrategia militar Cyber 3.0 la empresa está “obligada” a abrir todos sus archivos a la inspección del Departa-­mento de Defensa de Estados Unidos;; quizá por eso

capital de riesgo de la CIA a través de empresas como In-­Q-­Tel o Greylock Venture Capital. Agreguemos que las islas en red operan en con-­

junto y que Google pide ahora el número de telé-­fono y el nombre real para otorgar cuenta de mail;; que Youtube deja un rastro de todos los videos que se visualizan;; que acceder a Twitter desde smarth phones deja rastro de la posición GPS desde don-­de es enviado el “tuit” o que Paypal (propiedad de Peter Thiel, socio y cofundador de Facebook) ha almacenado millones de números de cuenta de tar-­jetas de crédito;; se tiene un sistema de televigilan-­cia que no sólo se concentra en media docena de oligopolios estadounidenses, sino que en su ubicui-­dad y market mentality supera por mucho al “Big brother” descrito por Orwell en 1984. No obstante, falta sumarle el señuelo de la llamada

computación en la nube (cloud computing), basada en ofrecer servicios, aplicaciones y hospedaje de infor-­mación en internet, como -­drive, DropBox y Box.Net. La utopía degradada que la computación en la nube vende a los televigilados es la siguiente: “cómprate una caja negra, conéctate a las islas en red y gana en comodidades;; ya no más software a instalar ni discos duros para respaldar, no-­sotros nos ocupamos de todo”. En tanto que la agenda oculta es: “renuncia para siempre a tener tu propia información bajo tu control, vuélvete brutalmente de-­pendiente y deja que las islas en red apliquen/alma-­cenen todo por ti;; así podrán controlar, explotar, ins-­peccionar, censurar, borrar y hasta usar en tu contra tu stock de archivos en caso de que algo no les guste”.

CONCLUSIONESLos intentos por controlar la revolución digital siem-­pre han existido: desde la nacimiento mismo de in-­ternet se han implementado luchas dialécticas entre quienes buscan monopolizar el medio y quienes bus-­can mantenerlo libre y accesible a los demás.

-­do parece ser que la lucha dialéctica se ha extingui-­

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DEBATES I JORGE ALBERTO LIZAMA MENDOZA

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que hoy no se percibe en el horizonte a ningún actor

una oposición estructural al nuevo poder. Los sectores históricamente llamados a oponer una mayor crítica y proceso evaluativo al tipo de revolución digital que se está imponiendo (como las universidades públicas, los intelectuales, las asociaciones civiles, las ONG, los pe-­riódicos de izquierda, los colectivos anarquistas, etcéte-­ra), han preferido cerrar los ojos y disfrutar sin remordi-­mientos de las fantasías germinadas por las islas en red.

-­sos de ser impostergable, inevitable y de largo plazo;; por ello, cabe preguntarse: ¿qué hicieron los distinto oligopolios privados, los dueños de la técnica y de sus insumos relacionales para anular en esta ocasión a su antítesis histórica? La hipótesis indica que a diferen-­cia de otros tiempos, caracterizados por la imposición pública de regulaciones jurídicas (el modelo lineal de acción-­reacción), ahora se apeló al uso de una estra-­tegia donde las utopías degradadas, las islas en red, la condición “wanna be”, las cajas negras y el panóptico 2.0 convergieron en la construcción de un enorme e intangible market mentality (el modelo sistémico don-­de el todo supera la suma de las partes). Ciertamente, la seducción mental, de impacto ubicuo, se sirvió de factores ideológicos, identitarios, narcisistas, publicita-­rios, generacionales, mercadológicos, tecnológicos, et-­cétera, para pulverizar poco a poco la capacidad crítica del “ciudadano” de la “sociedad del conocimiento”.En una época donde los años que vienen serán los

actores de alternancia han sido seducidos, sólo queda la opción de denunciar al sistema sirviéndose de sus propias herramientas. En este sentido, a continuación

-­-­

jores trending topics, los 10 mejores smarthphones, las 10 cuentas de facebook con más seguidores…) que tanto gusta a la comunicación jibarizada.

MANIFIESTO CONTRA EL DESPOTISMO TECNIFICADO (TOP 10)

1) Más que una sociedad del conocimiento, el despo-­

en un mercado del conocimiento;;

2) En el discurso de las utopías degradadas, oligopolios como google, youtube, yahoo, facebook y son pre-­sentados como ONGs de la sociedad del conocimiento;;3) La “Generación net” ha sido violada y obligada a prostituirse como la “Generación Ipad”;;4) Los usuarios “socialité” de las islas en red tienen estrictamente prohibido aventurarse a las aguas de la web profunda;;

-­ble a los ojos de la comunicación jibarizada;;6) En la red abaratada, los “likes” en facebook han sido decretados como más importantes que la defensa del principio de tech neutrality;;7) A las redes sociales se les ha concedido la libertad de simular “primaveras árabes”, pero no la libertad de diagnosticar su propia alienación a las islas en red;;8) El Caballo de Troya 2.0 puede ser alimentado día a día con tan sólo 140 caracteres de información;;9) Las cajas negras y el cloud computing no hacen mejores usuarios de tecnología digital, pero sí mejo-­res oligopolios de control y televigilancia;;

generará a nivel mundial todo un ejército personal de usuarios “wanna be” que no tendrán el más mínimo pol-­vo de capital crítico-­histórico sobre internet.Para terminar, José Luis Sampedro murió el pasado

8 de abril sin haber desarrollado sus ideas sobre el des-­

sencillo homenaje a su pensamiento.

REFERENCIASBriggs, M. (2007), Periodismo 2.0. Una guía de al-­

la era de la información, Texas, Universidad de Texas/Knight Foundation.

Foucault, M. (1986), Vigilar y castigar, Madrid, Siglo XXI Editores.

Levy, P. (1999), ¿Qué es lo virtual?, Barcelona, Paidós.Manheim, K. (1997), a la sociología del conocimiento, Madrid, FCE.

Pretelin, F. (2012), -­mulada, México, Coyoacán.

Serrano, P. (2013), ,

Madrid, Península.

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METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

Saturación VISUAL.LA TRANSPARENCIA DE LAS IMÁGENES EN LA

CULTURA DIGITAL

José Alberto Sánchez Martínez*

*Profesor investigador en el Departamento de Relaciones Sociales de la UAM-­Xochimilco.

Grandes desórdenes acontecen en el mundo cuando no se emplea el recurso de ocultar las cosas que no vale la pena dejar ver.

Torquato Accetto

SATURACIÓN VISUAL

En 1996, el artista chileno Alfredo Jaar, presentó una pieza de arte titulada Los ojos de Gutete Eme-­rita (The eyes of Gutete Emerita), como resultado

de una visita a Ruanda después del genocidio en 1994. A través del contacto con la violencia y el sentido de supervivencia, dos condiciones incompatibles e incom-­prensibles en ese momento y bajo esos hechos, Alfredo

de soporte esa imagen, Jaar creó una mesa luminosa y 100 mil reproducciones en diapositivas de esa misma fotografía. La obra consistía en ver la montaña de diapo-­sitivas a través de lupas que se disponían para ello. ¿Tiene sentido mirar más de una diapositiva cuan-­

do se trataba 100 mil veces de la misma imagen? Le-­jos de entender la directriz principal a la que apuntaba —es decir, aprender a ver como un ejercicio político y abandonar la mirada como algo impuesto, señalando con cada imagen, de manera aparentemente repetible, mirando los ojos testigos de la barbarie, una vez tras

-­ma—, la pieza de arte elabora también otro problema fundamental con respecto a las imágenes y su lugar en

En el caso de la pieza de Jaar la saturación visual guarda una intensión clara: producir un efecto infor-­

en ellas, en cada imagen, la información esconde siempre el secreto, es decir, la duda de lo que ahí pasó, en esos ojos, en ese ver, y nunca se revela a pesar de que repita la mirada. El acontecimiento no deviene claridad, transparencia;; al contrario, en cada mirada se vuelve más opaco, borroso y oscuro: la opacidad es la denuncia de lo que no puede ver la mirada, y apa-­rece representada a través de la repetición saturada.La pieza de Jaar permite introducirse en un proble-­

ma difícil cuando se trata de imágenes que producen un efecto de saturación visual, presente en internet, pero también en los medios de comunicación clásicos cuando saturan con las mismas imágenes sus espacios, muchas veces y cada vez más frecuente tomadas estas imágenes de internet para llenar sus agendas. Es indudable que a la inquietud por la superpoblación de imágenes, por el overload visual contemporáneo, se responda aludiendo desde un enfoque post-­liberal-­técnico-­digital, resultado de la apertura mercantil de grilletes tecnológicos a todos los niveles y de la cultura , for share, mani-­

principal de interacción y sociabilidad.

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DEBATES I JOSÉ ALBERTO SÁNCHEZ MARTÍNEZ

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Simulando la mesa de Alfredo Jaar, luminosa y con lupas, internet se muestra como un espacio lleno de montañas de imágenes que se repiten incontablemen-­te y que producen un efecto de saturación visual, una jungla opaca de efectos visuales (des)organizados. ¿Cuál es el sentido de la saturación visual en inter-­net?, ¿la imagen en su proceso de saturación produce transparencia o es una nueva forma de secreto?, ¿cuál es la relación de la saturación visual y la construcción de contagio viral?, ¿cuál es el rol de la autoreferencia elevando la información individual como acción co-­lectiva de contagio?, ¿cómo aprender a mirar a través de paisajes contaminados? Estas preguntas no agotan el problema, pero son transversales a la cultura visual que opera en internet y al sistema-­red particularmente. Si en la obra de Jaar la

información tiene una carac-­terística (la repetición de la imagen como fuente crítica), en la saturación visual digi-­tal la repetición no siempre permite la aparición crítica en las imágenes;; el exceso o la sobreabundancia de imá-­genes pervierte la forma de establecer diálogos visuales: la técnica digital, el sentido de contaminación, la virali-­dad visual y la memoria vi-­sual digital, son algunos de

TÉCNICA DIGITAL E IMAGENA menudo las lecturas sobre la imagen en internet pro-­ducen interpretaciones generales, como si el fenóme-­no visual fuera en todos los casos idéntico;; como si las imágenes estuvieran destinadas a tener un patrón ontológico independiente del soporte y las condicio-­nes que las producen, crean, ponen en circulación y administran. Así, se suele opinar que la producción de imágenes en internet y su circulación en las redes corresponde con un proceso creativo de la cultura co-­laborativa, donde la sindicación (RSS) elabora la estra-­tegia de registro;; otras veces, se habla de las imágenes como fuentes que fundan la crítica mostrando hechos y acontecimientos de tipo social y registros autónomos. A menudo, la imagen en internet representa una for-­ma de acción individual asumiendo que se trata de otra cultura visual en vías de construirse ahí donde la vida cotidiana y la identidad personal se presentan como lo

Las tres dimensiones a las que se ha aludido son pro-­picias para entender que internet propone una amalgama complicada de visualidades donde las fronteras entre lo creativo, crítico, banal e informativo aparecen íntima-­mente contaminadas. Esta característica de inexistencia de fronteras en el terreno visual de internet es el principal motor de saturación, pues aquí lo saturado es resultado de la condición a-­límite de las imágenes en circulación. Para entender esta des-­fronterización o también po-­

dría llamársele post-­visualidad, en el entendido de que la autonomía de los distintos imaginarios se ha desbor-­dado, hay que hacer hincapié en un factor que suele eva-­dirse cuando se estudia el imaginario digital: se trata de un cambio de régimen entre las reglas de la imagen por reglas de la técnica, representación por comunicación,

parafraseando a Pierre Bour-­dieu. Las imágenes en la cul-­tura digital ya no obedecen a su condición sino a su reutili-­zación donde la regla técnica es hacerlas circular bajo la forma redistributiva de un es-­pacio a otro basadas en la no-­ción tecno-­comunicacional de compartir.Bourdieu propone la for-­

mación de la regla “del arte por el arte”, a través de la noción de campo, en parti-­cular el literario, su eluci-­dación la dirige a observar

cómo se establece una regla que desconoce el círculo de la burguesía del siglo XIX y que las intenciones de ese campo evaden la búsqueda económica como modelo estructural, basados en el capital cultural y en un habitus diferencial, la regla del arte plantea una disquisición en la forma de accionar el poder. Una característica singular en la regla del arte es que el artista formaba parte de una clase dominada desde la perspectiva económica, pero son diferentes por su capacidad de producción cultural (Bourdieu, 1995). Si bien, esta formación de un campo relativo al

la creatividad, puede observarse un fenómeno similar en la formación de la técnica posmoderna relativa a la aparición de internet en el terreno de los usos sociales. En todas las historias de internet aparece como aspecto preponderante la constitución de un nuevo imaginario, en el uso de la computadora se presentan dos caracte-­rísticas como trascendentes: la formación de un campo autónomo distinto a la lógica de la génesis de internet

Foto: Paola Martínez Hernández

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(de orden militar), es decir, la libre información;; y la experimentación de crear imágenes basándose en la programación computacional. Estos dos aspectos pue-­den ser llamados a formar reglas propias de la técnica (un campo de la técnica) donde los usuarios evaden las condiciones del poder que determinan el uso de la información y forman la creatividad mediada. La idea de virtualidad proviene de la noción de utilizar desde un ámbito reglado las maneras de producir un imagi-­nario simulado, tratándose de una clase de creadores que son dominados económicamente (igual que en el caso del campo del arte en Bourdieu), pero que con-­centran saberes técnicos como poder. Una larga estirpe puede ser nombrada como resultado de esta formación de campo técnico: ciberdélico, tecno-­pagano, hacker, fanmaker;; de igual modo una larga estirpe de imáge-­nes pueden nombrarse: imágenes de síntesis, ascci art, emoticonos, avatares, realidad virtual y todas aquellas que corresponden al arte digital. La formación de una regla técnica marcó la pauta

para la constitución de habitus diferenciales con res-­pecto al uso de internet y la tecnología computacio-­nal, aunado a las enormes brechas digitales (primero y segundo orden) en formación. Su autonomía per-­mitió la construcción de entender la apropiación tec-­nológica antes que la producción tecnológica. Cabe mencionar que el paso de la apropiación tecnológica a la producción tecnológica se relaciona con el con-­sumo, con el gobierno y la administración de la regla técnica por la clase poderosamente económica que vieron en el campo técnico un nuevo sentido del po-­der y de la acumulación económica. De esta manera la regla técnica que permitió entender la génesis del campo virtual, fue expropiada a través de la absor-­ción de las capacidades al servicio de una nueva or-­ganización económica asentada en la tecnología.1 El campo fue invadido. La tecnología es el estado de ra-­cionalización que reelabora la creación, producción y circulación del imaginario social relativo a lo digital. Su consecuencia es la desactivación de la creatividad

creativa erigida sobre la base de la noción de red.Así, la post-­visualidad digital es el resultado de

la expropiación del campo técnico bajo el modelo de colaboración, que es una organización racional de los bienes inmateriales representados en iconicidades;; una usurpación del campo virtual como sistema de acción social proveniente del arte hacia un campo de administración del universo visual como información 1 Se ha tomado aquí la concepción de tecnología en Bernard Stiegler (2002), para quien la tecnología es el resultado de la racionalización de la técnica como modelo imperante.

lucrativa.2 En ello, se han unido la facultad técnica a la facultad de consumo, la estructura más afectada ha sido la educación al quedar comprometida con el cumplimiento técnico de producción y no de crea-­ción. De este modo, la educación se suma al modelo de consumo y no de producción tecnológica. La prue-­ba más contundente son las redes sociales que elevan al individuo como un agente aislado proveedor de imá-­genes de las que se forma la colectividad, volviéndose la regla del mercado tecnológico. La saturación visual

paradójico producido por la racionalización tecno-­lógica: la copia digital, grilletes y computadoras que portan facultades técnicas del plagio, imaginarios en remix icónico, son algunos ejemplos del desorden pa-­radójico de la tecnología digital. Por ello, las imágenes en internet no pueden separarse entre las que permiten

otro como imágenes digitales y como información, sin distinguirse. Por ejemplo, una copia puede producir un efecto de visibilidad en un contexto restringido (como ocurre con archivos de transferencia PSP);; y viceversa, una imagen original puede impedir ver en un contexto restringido (como le ha pasado recientemente a Scribd, al restringir el acceso con materiales que han montado los usuarios sin obtener nada). La visibilidad en inter-­net tiene que ver con el acceso.

CONTAMINACIÓN VISUALAl hablar de la saturación visual es pertinente plan-­tear el problema de la contaminación, pues toda con-­taminación deriva de una saturación, en tanto los me-­

2 La colaboración establece también una forma de orden que conlleva al establecimiento de la vigilancia como visibilidad. La visibilidad digital aparece construida por el acto de compartir y colaborar.

Foto: Paola Martínez Hernández

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DEBATES I JOSÉ ALBERTO SÁNCHEZ MARTÍNEZ

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y saturar son una dupla inseparable de la lógica social contemporánea. Con frecuencia este aspecto es asu-­mido hacia lo visual como un acto de descrédito a las imágenes y la separación de otras por medio de la noción de valor legitimo. Es decir, las imágenes ya no son portadoras de la posibilidad de ser miradas, salvo aquellas que se acoplan al modelo escópico legislativo. No se puede obser-­var aquella que no se encuentra en el lugar adecuado, ni la que es invasiva o la que no cumple con las re-­glas publicitarias vi-­gentes. En el mundo of line podemos en-­contrar un sinnúmero

juvenil, los anuncios de propaganda popular, las pan-­cartas privadas, publicidad política de baja intensidad urbana, algunas formas de arte. Estos ejemplos apa-­recen siempre cargados de la noción contaminante, desacreditados para ser vistos, pero sobre todo son comentarios a pie de página contra la racionalización técnica de la mirada.En el caso de internet, la contaminación vi-­

sual obedece a otra condición. Contaminar no es irrumpir la regla, sino hacer que distintas reglas se comuniquen. En internet las imágenes no pue-­den ser productoras de orden sino que irrumpen el orden aglomerándose: es un efecto de la contami-­nación. Ya en algunos momentos se ha señalado en el enfoque de los nuevos medios, la idea de smartmobs como contingencia de aglomeración (colectividad individualizada).En cuanto a la visualidad la aglomeración disgrega

la mirada para dar paso a un paisaje nublado, es una paradoja;; mientras más presencia de imágenes menos visibilidad, ver en internet es aprender a seleccionar.3 La dificultad de esta aglomeración es que se trata de imágenes de superficie que no son encriptadas por la capacidad humana, es decir, por argumen-­tos, contextualización educativa, interpretativa o analítica, sino por gestión motriz-­tecnológica se-­lectiva de consulta. Todo tiende a ser encriptado por la capacidad humana de baja consulta;; es el 3 Es necesario hacer una diferencia entre mirada y ver. La mirada es siem-­pre un acto inducido que proviene de un régimen, aquí las imágenes son espacios acotados y dirigidos hacia los ojos;; al contrario, ver es relativo a la percepción, es la antesala de toda mirada, el ver constituye la mirada.

desplazamiento que han tenido los blogs por la implementación de redes sociales. La idea de en-­criptado es vital para entender la ruptura de los regímenes escópicos digitales. Hay dos tipos de encriptado, el humano, al que ya se ha aludido, y el técnico, que bajo la decodificación-­recodifi-­

cación del mensaje a través de progra-­mación tecnológica, permite la construc-­ción de una paráfra-­sis en la comunica-­ción. Encriptar es hacer individuación de la comunicación y sus procesos, por ello es visto como un atentado a la seguridad, un aten-­tado contra los oli-­

gopolios que controlan y vigilan la información. La distorsión del ver hacia la instauración de una mirada de régimen superficial se puede entender por los collages-­Google (Figura 1).En el surrealismo el collage era entendido como una negación de todo régimen visual. Su base era lo maravilloso como aparato disruptivo individual de la mirada. “[…] Breton pensaba lo maravilloso en términos más personales que políticos. En su ensayo de 1920 sobre los primeros collages de Ernst […] Breton enfatiza los efectos subjetivos de lo maravi-­lloso, describiendo cómo desorienta la memoria y altera la identidad” (Foster, 2008: 5). En el caso del modelo collage que aparece en cualquier búsqueda en Google-­imágenes, el efecto no es subjetivo en tanto es ordenado por un buscador (motor araña-­

), que basándose en las consultas elige un acoplamiento visual que impone la forma de mirar. Los contenidos que tenemos a la mano de tales bús-­quedas son altamente populares y se ubican en el rango de la desvaloración crítica. La mirada spider es la determinación de lo que se permite ver y la for-­mación de horizontes visuales restringidos. Se trata de una mirada-­índice, en tanto señala el lugar de la imagen sin intervención de encriptamiento humano.En efecto, otra forma de asumir la contaminación

digital consiste en estandarizar los contenidos en alta-­mente populares o altamente consultados, tanto la po-­pularización como la consulta son siempre inducidos. 4 La imagen presentada es estrictamente para uso ilustrativo de análisis académico.

Figura 1. . Fuente: Google-­imágenes.4

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Existe una economía de intercambios icónicos entre los modelos visuales: fotografía, video, texto, video-­texto, foto-­texto, audio-­imagen, audio-­texto. Se trata de otra manera de representar la borrosidad. No se puede ver porque los íconos están en constante desarraigo, a tra-­vés de la saturación y la contaminación de contenidos. Aquí la visibilidad se compone de una vestimenta dise-­ñada por distintas capas (modelo cultural –photoshop– pero presente como régimen funcional del ver en la navegación icónica en la red), donde cada capa ale-­ja el objeto de la capaci-­dad de ver. Esa distancia que separa lo que debería ser visto, es sustituida por otro objeto a mirar, por otra dimensión del ob-­jeto a mirar, y así hasta formarse un laberinto de distancias que impiden ver cualquier icono. Ver en internet también es aprender a desmembrar, a desnudar. Internet pro-­picia la mirada, no el ver. Miramos las imágenes como parte de un régimen escópico técnico, múlti-­ples ventanas que dan al mismo lugar, que al igual que en Jaar, la mirada se enfrenta al acto repetido pero sin ningún fondo de reclamo y sugerencia. Se pueden deducir dos

formas de mirar en inter-­net como proceso de la saturación visual: suge-­rencia y motivación. Pero también podemos argumen-­tar dos formas de ver: selección y desmembramiento. Seleccionar es sustraer la imagen de aquello que la vuelve borrosa (régimen estatuario de no-­ver), es lla-­marla de lo invisible a lo visible. Desmembrar es un proceso inverso, sustraer de la imagen aquello que la vuelve visible (régimen estatuario de ver), es llamarla de lo visible a lo invisible. Nuevamente el factor de la técnica es importante, porque la técnica funciona en in-­ternet como motor de agregación;; es decir, añade per-­manentemente visibilidad a las imágenes hasta volver-­las completamente transparentes. La transparencia en las imágenes digitales es resultado de una sobrecarga

de visibilidad. Por ello desmembrar es des-­amblar la técnica, hacer de las imágenes un cuerpo de desnudo, quitar velos. En internet la visibilidad está relacionada con la asunción de la información personal.

VIRALIDAD VISUAL DIGITALUna larga tradición fundada por los iconoclastas ha

-­genes. Podemos distinguir tres grandes momentos de

la iconoclastia. La primera ubicada en el debate de la sustitución del signo por la cosa, donde la representa-­ción es inapropiada para la contención de lo real, niega

-­cante. La religión católica con las estatuas y en gene-­ral con todo el imaginario que elabora es el ejemplo más común. Es necesa-­rio apuntar que desde este contexto de la aparición del imaginario religioso ya estaba presente el proble-­ma de la saturación visual, la extensa proliferación de imágenes era uno de los motivos que sostenía la

A esta saturación visual religiosa le ha continuado

-­niente de las imágenes que devienen de la instauración de los medios de comunica-­ción, con aquella derivación que sin duda implica a las

en este caso, se produce sugiriendo que la realidad ha to-­mado la forma de la imagen y es imposible la regresión, un tanto idealista, el signo es la realidad de las imágenes. Entonces la saturación es el resultado de esta concepción que necesita de la imagen para poder emprender la com-­prensión del mundo, ya que no es posible ver la realidad

régimen de la mirada y la construcción de la realidad. La llegada de la sociedad de la información (red) y

la cibercultura (colectivo), planteó dos momentos de ser de la imagen, la que se relaciona con la virtualidad

Foto: Paola Martínez Hernández

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DEBATES I JOSÉ ALBERTO SÁNCHEZ MARTÍNEZ

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con la virtualidad es que separada de la vieja noción de creatividad humana y supeditada su función a las máquinas computacionales, se separa completamen-­te de la cosa para producir otra cosa que permite la acción simulada de la realidad;; aquí las imágenes ya no sólo representan, también actúan. La virtualidad construye el efecto de síntesis aplicado a la imagen, es decir, crea una actuación de la realidad simulada-­mente como marco de realización de las cosas y de los sujetos, por ello se aplica en medicina, entrenamiento militar, acoplamiento espacial, video juegos y cada vez menos en las redes sociales (la realidad virtual fracasa en las redes). Imaginarios como la esfera de Dyson, una mega-­estructura de hipótesis virtual que

marco de comprensión de este tipo de imagen. La imagen digital por el contrario revierte este pro-­

ceso de la virtualidad eliminando visualidad (no visibili-­dad) y capacidad visual a la imagen. Para ello, las imá-­genes digitales producen un visual. Pero este espacio vacío de la imagen ahora es completado por el imaginario del usuario. Mientras la virtualidad permitía la proliferación del secreto informativo (ex-­plosión del imaginario), pues la visualidad era alta, con espectros de mucho juego, lo digital elimina ese espectro y propone transparencia (implosión imagi-­nario). Aquí la transparencia es el cambio de régimen visual de uno donde los sujetos eran anónimos en su presentación dentro de la web a otro donde son vi-­sibles. La visibilidad asume la bio-­auto-­narrativa, en la era de la transparencia la fotografía pasa por un renacimiento, ya que su proceso de real-­registro es muy adecuado: las imágenes de facebook o o las de los diversos alojamientos de imagen tiene su origen en la fotografía. Sin duda, este entramado de aspectos en la imagen digital, es el origen de la video vigilancia y de la cibervigilancia. Tenemos entonces dos modos de ser de la saturación visual, la de efecto virtual y la de efecto digital. Aquí la saturación visual, en lo digital, adquiere

otra característica, la viralidad. Como el efecto de un cuerpo sometido a la saturación de algo, la viralidad explota. Relativo a la visualidad, la viralidad quiere decir que prolifera la imagen sin encriptación conta-­minando el cuerpo de la comunicación. Esto también es un efecto de la nueva regla técnica-­tecnológica. Se pueden enmarcar tres características de la viralidad visual relativo a internet.El visual, que queda establecido por

el nivel de contenidos, por la pérdida de profundidad en el horizonte de la imagen en sí misma;; la imagen

queda seleccionada y popularizada en su capacidad visual por la máquina y no por las capacidades hu-­manas. Un segundo aspecto se relaciona con el sen-­tido de la copia. La reproducción visual en el caso de la lógica digital se establece por la reutilización de las imágenes y su consecuente redistribución. La saturación visual utiliza las imágenes como copias. Este problema ha sido atacado nuevamente por los ideólogos centralistas de la copia como un atentado a los derechos de autor, cada vez las nuevas leyes protegen no sólo las ideas sino el imaginario, al ha-­cerlo una nueva dinámica productora de imágenes se erige. En internet este control aparece cada vez más vigente, esta medida separa nuevamente las imáge-­nes, entre aquellas legitimas y aquellas ilegitimas (copias). Para los historiadores del arte congregar imágenes en análisis interpretativos de las obras es cada vez más difícil, porque pueden obtener los de-­rechos, sin embargo, paradójicamente circulan en la red como copias. La gran paradoja es que internet informa a través de copias. Los artistas apropiacionistas del principios del si-­

glo XX vieron en la copia una salida al régimen escó-­pico, en este caso la copia implicaba la mudanza de sentido del original, añadiendo rasgos extra estéticos que invadían la obra. Como herencia, el régimen com-­putacional del siglo XXI sin proponérselo, contiene estas características que proliferan la copia, se trata de una contradicción que permite reproducir imagi-­narios bajo un contexto en expansiva legislación: fo-­

visualidad de la publicidad, alterar el audio. Esto su-­pone que un museo virtual o una galería virtual o un programa pedagógico virtual, muestran y elaboran un mercado sobre la base del lucro de la copia, se trata de un capitalismo digital apropiacionista. Se puede decir que esta es la razón del concepto de apropiación utili-­

la base de intereses económicos. Sobre esta base se elabora un problema de la memoria visual, que per-­manece en internet y responde a la lógica de lo que ha sido dado como copia para apropiarse. Fuentes di-­sensuales de información dejan verlo y reclaman otra memoria digital: modelo PSP o Torrent o la cultura

de ampliación de cultura digital). De esta manera la copia se convierte en un elemento viral, en tanto sólo se distribuye como apropiación sin alteración en el sentido, sin invasión interpretativa. La tercera vertiente de la viralidad visual es el

tema de la transparencia. Para Baudrillard, hay un

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METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

nuevo tipo de violencia que se ha introducido en la sociedad posmoderna, y es aquella de la infor-­mación. La violencia de la información se elabora haciendo transparente todo, una observación total al más ínfimo detalle. Se trata de una destrucción del concepto de pornografía, la separación del cuerpo como objeto de la mirada hacia el detalle de la imagen como objeto de la mirada. La trans-­parencia es pornográfica porque se deja de mirar aquello que le da cuerpo a la imagen para mirar la imagen. Este mirar sin restricción, esta imagen que es mirada sin restricción, sin frontera, forma un modelo vírico. La viralidad, señala Baudrillard, es una modalidad altamente peligrosa ya que sus-­tituye a la violencia;; para entenderlos es necesario señalar que la violencia permitía la contradicción, surge siempre de la contradicción, mientras que la viralidad se da por contagio, es invasiva. Al no poder superar las contradicciones que producen el capitalismo, el sistema de lo digital, propone li-­berar al individuo como productor de contenidos, potencializando con ello el contagio. Los recientes movimientos de activismo digital en

el mundo, la revolución tunecina, o los movimientos en la zona árabe, o en México con el “YoSoy132”, tienen siempre una reacción de contagio, el contagio viral aparece constituido por una ola inmensa de reac-­ciones a través de medios oligopólicos (redes), donde se hace transparente la información (a mayor infor-­mación mayor distancia del hecho): saturación. Una de las consecuencias de ese contagio es que la obser-­vación de los hechos se hace a distancia, dentro de esa distancia que impone lo digital, la acción en la cultura

digital es por adhesión distante, solidaridad o mili-­tancia virtual. “El sujeto de la violencia (individual o colectivo) no ha sido sustituido por un sujeto de la virulencia (del contagio, de la reacción en cadena). La violencia clásica permite la aparición del mal y, de vez en cuando, incluso lo hace desaparecer. Lo que hace nuestra violencia, la virulencia, es transparen-­tarlo […] La violencia de la imagen (y, en general, la de la información o la de lo virtual) consiste en hacer desaparecer lo real. Todo debe ser visto, todo debe ser visible. La imagen es el lugar de está visibilidad por excelencia” (Baudrillard, 2006: 48).Así pues, un sin número de imágenes dan lugar

a la transparencia, la imagen testimonio, la imagen confesión, la imagen reportaje, la imagen documen-­tal. Se elabora un efecto de saturación transparente, que deja ver todo, muestra todo sin un proceso de en-­criptación. La viralidad visual construye el peligro de observar el mundo sin el mundo.

REFERENCIASBaudrillard, J. (2006), La agonía del poder, Madrid, Circulo de Bellas Artes.

Bourdieu, P. (1995), Las reglas del arte. Génesis y es-­tructura del campo literario, Barcelona, Anagrama.

Farocki, H. (2013), , Bue-­nos Aires, Caja negra.

Foster, H. (2008), , Buenos Aires, Adriana Hidalgo.

Jaar, A. (2008), La política de las imágenes, Santiago de Chile, Metales pesados.

Stiegler, B. (2002), La técnica y el tiempo I. El peca-­do de Epimeteo, Madrid, Hiru.

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Berlusconi O EL 68 REALIZADO*

Mario Perniola**

*Este trabajo forma parte del libro Mario Perniola, Da Belusconi a Mon-­ti. Disaccordi imperfetti, Milán, Mimesis, 2012, pp. 35-­80. Agradece-­mos al autor el permiso para reproducirlo en Metapolítica. Traducción de Israel Covarrubias. **Director del Centro de Estudios y Documentación “Lenguaje y pensa-­miento” de la Universidad de Roma “Tor Vergata”, Italia.

Si bien puedo decir que tengo una buena memoria para los apellidos, hay uno que no logro recordar

-­cios de la mnemotécnica y del ejercicio frecuente, para

ocupado por otros similares, según aquel proceso de remoción, tan caro a los psicoanalistas, afín a los lap-­sus y descuidos, y a través del cual la palabra buscada es sustituida por otra similar. De este modo, mi pensa-­miento logra encontrarlo sólo por medio de una cade-­na asociativa de comienza con Bernasconi, continua a través de Bergonzoni, Bertinotti, Bilotti, Berlicche y

Con frecuencia me pregunto sobre las razones de este olvido, que es en efecto muy extraño, tratándose de un apellido que lleva un personaje famoso incluso en el exterior, admirado por muchos dada su enorme riqueza. He encontrado dos respuestas a esta pregunta.

dice que “Con el fuego se intercambian todas las cosas y el fuego se intercambia con todas, como el oro se intercambia con las mercancías y las mercancías con el oro” (Diels, 90). Ahora bien, teniendo el oro (y por lo tanto el dinero) un carácter abstracto ya que es el equi-­valente general para intercambiar todas las mercancías, quien posee muchísimo pierde su concreción y se vuel-­ve abstracto e innombrable como el dinero que posee. Sin embargo, me inclino a creer que al lado de esta

explicación, la cual tiene sus raíces en el marxismo, hay otra más pertinente, conectada con las vicisitudes político-­sociales de los últimos cuarenta años y con su remoción. Berlusconi, y aquí uso un nombre pro-­

retórica de la sinécdoque, que indica la parte por el

todo, como cuando se usa la palabra “vela” en lugar de “barco”, sería la realización del programa de aquel movimiento llamado “el 68”, con referencia a la re-­vuelta estudiantil parisina de mayo de aquel año, la cual tuvo resonancia mundial y expresa los conteni-­dos más radicales.

LA POLÍTICA PUEDE SER HECHA POR TODOS¿Cuáles eran estos contenidos? El primero es la idea de que la política puede ser hecha por todos y no

partido, y mucho menos el estudio de Tucídides, Tácito, Maquiavelo, Guicciardini, Botero, Hobbes, Gracián y Clausewitz. Es necesario precisar que aquellos que expresaron mejor el Mayo o mejor aún aquellos en los cuales el Mayo se expresó, no fueron los leninistas o los trotskistas, sino un nuevo tipo de revolucionarios que tenían su punto de referencia en los neo-­anarquistas y en el Mouvement du 22 Mars: entre los primeros y los segundos existía una zanja. Mientras los revolucionarios del primer tipo, basán-­dose sobre el texto ¿Qué hacer? de Lenin, decían que el proletariado podía ser llevado a la perspectiva revolucionaria sólo por la acción de una minoría di-­rigente preparada y culta, los segundos rechazaban categóricamente cualquier comité directivo perma-­nente, sosteniendo que la emancipación del prole-­tariado debía ser necesariamente obra suya, y sola-­mente suya. Mientras el programa de los primeros preveía la existencia de una transición hacia el co-­munismo, caracterizado por la dictadura del partido, en el cual el proletariado delega su poder, para los

en cuanto tal y el advenimiento de la organización de los Consejos, formados por representantes desti-­tuibles en cualquier momento. Las raíces históricas del espíritu del 68 no están en

el leninismo, y mucho menos en el marxismo, sino en otra vertiente del movimiento obrero y socialista que se

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ha expresado con la máxima claridad en los textos del

A su juicio, los intelectuales constituían un enemigo de la clase obrera tan peligroso como el capitalismo. El odio en las confrontaciones del saber ya se había ex-­presado durante la Revolución francesa en la frase cé-­lebre: “La République n’a pas besoin de savants” (La república no tiene necesidad de los sabios). Esta frase

-­sidente del tribunal revolucionario, en su requisitoria contra Antoine-­Laurent Lavoisier, condenado a muerte y ajusticiado el 8 de mayo de 1794. Parece que al padre de la química moderna no le fue permitido ni siquie-­

experimento químico en curso. Lo cierto es que esta

produjo éxito, ya que algunos meses después, el 6 de agosto del mismo año, sería condenado y ajusticiado. Dos años después, la , promo-­vida por Gracchus Babeuf, por Filippo Buonarroti y por sus secuaces, sugería que cualquier superioridad intelectual constituía un atentado a la igualdad entre los hombres. Obviamente este proyecto no podía rea-­lizarse inmediatamente, pero implicaba un directorio secreto capaz de imponer esta igualdad. No muy alejado, Berlusconi piensa que cualquiera

puede ejercer las funciones de diputado, subsecretario y ministro y que depende de él decidirlo. Ha extendido a la política el programa que el poeta franco-­uruguayo Lautréamont (1846-­1870) aplicó a la literatura: “la poe-­sía debe ser hecha por todos no por uno”. El triunfo del diletantismo político es el clon del diletantismo poético. Algunas décadas después, la misma proclama fue exten-­dida hacia el arte: por Dada, el movimiento artístico de-­sarrollado entre 1916 y 1920, no se necesitaba ninguna competencia artística particular para hacer una obra de arte. De los años sesenta del siglo XX en adelante la pro-­fesionalización se volvió objeto de una crítica que no per-­dona ninguna actividad, ni siquiera aquellas artesanales y técnicas. Finalmente, para el artista Andy Wahrol (1928-­1987), cualquiera puede ser famoso por un cuarto de hora. Entramos en la última fase del populismo, aquella de las estrellas. y otras similares po-­nen el estrellato al alcance de todos. Puede parecer sorprendente y quizá incongruente

considerar a Berlusconi como aquel que ha realizado lo que el 68 había sostenido. Sin embargo, para quien ha vivido en el interior de aquel movimiento, no es difícil encontrar en él aquella voluntad de potencia, aquel triunfalismo delirante, aquella extrema determi-­nación de desestabilizar al conjunto de la sociedad de

la cual el 68 fue invadido. Fin del trabajo y de la fa-­milia, desescolarización, destrucción de la universidad, desreglamentación de la sexualidad, contracultura, descrédito de las competencias médicas y caída de las estructuras sanitarias, hostilidad en las confrontaciones de las instituciones judiciales consideradas como re-­presivas, vitalismo juvenil, triunfo de la comunicación masiva, olvido de la historia y presentismo espontáneo, todo eso se ha vuelto una realidad. Con Berlusconi se cierra un periodo histórico iniciado en los años sesenta, donde las bases lógicas del pensamiento y del actuar fueron sustituidas por un sentir colectivo manipulado y delirante, lunático y extravagante.

¡NO TRABAJEN NUNCA!Si bien Berlusconi ha sido a lo largo de su vida un trabajador incansable, él ha permitido a la mayoría de los jóvenes realizar el famoso emplazamiento de Guy Debord (1931-­1994): (¡No tra-­bajen nunca!). La ironía está en el hecho de que hoy los jóvenes quieren trabajar, incluso en condiciones indecentes y vergonzosas, increíblemente más aliena-­

los años sesenta y setenta: entonces una vida peque-­ño-­burguesa estaba más o menos garantizada a todos, hoy es un sueño inalcanzable en la medida en que no tienen en las espaldas una familia que los ayude. Es como si Berlusconi hubiera monopolizado en su per-­sona todo el trabajo, y dejado a los otros sólo el juego. ¿La actividad incansable de un empresario hábil y

desprejuiciado puede ser considerada como trabajo? Esta actividad suscita odio y envidia, pero también ad-­miración y estima en aquellos que no tienen ni siquie-­ra una pizca de su stamina (bella palabra inglesa que

Proviene del latín stamen, la parte más resistente del hilo de lana, pero también el hilo de la vida humana gobernado por las fatalidades. Stamen quiere decir tra-­ma, urdimbre, nudo. Y aquí el lector malicioso puede sospechar que el trabajo de Berlusconi consista sobre todo en el urdir tramas, intrigas, redes. ¿El trabajo en la época de la , inter-­

net, redes sociales y tercer espíritu del capitalismo no consiste en esto? Es decir, ¿en la acumulación de un capital social antes que monetario? Como se sabe, en el mundo de las redes los individuos son cada vez menos importantes que las relaciones que los atan: en el análisis de las redes sociales, los vínculos inter-­relacionales entre los actores son primarios y sus atribu-­tos secundarios. Se pueden estudiar las redes sin referirse a los individuos involucrados en ellas. Quizá esta es una

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de las razones por la cual no logro recordar el apellido de Berlusconi. Remuevo todo aquello que es personal en él, espectacular, ridículo, humorístico, antropológico, particular, burlesco, en inglés se dice idiosyncratic: no percibo sus diatribas, sus bromas, sus chistes, no miro sus comportamientos inconvenientes, sus agudezas que enardecen a sus amigos y a sus detractores, no me intere-­san los rasgos folclóricos, los escándalos, las indecencias. Todo esto es la coraza con la que se protege Berlusconi, desviando la atención de un pueblo atontado por sus ac-­tuaciones del núcleo duro de su modo de ser, que es en cambio abstracto e impersonal como el dinero. En otras palabras, si Berlusconi es desde hace casi veinte años, el protagonista de la política italiana no sólo es por los es-­pectáculos que ofrece: si fuese así, necesitaría con-­cluir que el pueblo italiano ¡es un pueblo de cretinos! Los espectáculos permi-­ten llenar las hojas de los periódicos, los programas de televisión, las charlas de las personas, las pági-­nas de internet. Detrás del comediante, el viajero, el vendedor de humo, hay algo anónimo, neutral,

constituye la esencia del

cual no está fundado en el trabajo, sino en el juego. Esta palabra no debe ser entendida como sinónimo de re-­creación y mucho menos de suerte, sino en la acepción

-­amer (1900-­2002), para quien el juego es una entidad im-­personal que impone sus reglas a los que participan en él. Esto absorbe al jugador y lo exime de la obligación de la iniciativa meramente subjetiva. Sin embargo, también en el juego es necesario decidir entre varias opciones. Hasta ahora Berlusconi ha jugado con las opciones ganadoras. Por ello la enseñanza de Berlusconi es la misma de aque-­lla de Debord: ¡Inventen las redes globales;; el contenido no tiene importancia, sus deseos más que nunca!Incluso esta mañana cuando despertaba, no al-­

canzaba a recordar el nombre de la persona que es el argumento de este artículo. He pensado que debo co-­menzar con aquellos que conozco personalmente. Ha nacido una nueva cadena asociativa: Benvenuto, Berardi, Berardinelli, Beretta Anguissola, Berlinguer (a este no lo

conozco, pero ha aparecido espontáneamente, ya que es un apellido con frecuencia repetido en el pasado, incluso

se dice brigue, en italiano briga, que quiere decir lucha,

brigues de los jesuitas, de los masones, de los homosexua-­les y de los judíos, todos señalados en el pasado como los culpables de tramas oscuras. Y aquí viene lo bueno: en la actualidad las brigues más importantes son aquellas de las

se halla con aquel igualmente conexionista de las bandas criminales. ¿Cuál es la diferencia? Para los sociólogos Luc Boltanski y Ève Chiapello

porque aspira a la legiti-­midad. Esto contiene en sí, no tan ajeno a las dos formas anteriores de ca-­pitalismo, elementos de autocrítica y autocorrec-­

juicio, sobre todo en la

y reciprocidad que sólo lo permite la expansión y el desarrollo de las re-­des. En este sentido, se cae la diferencia entre mailleur y faiseur, es decir, entre el individuo emprendedor y el intri-­gante: sólo el primero

puede aspirar a la grandeza, mientras que el segundo haciendo un uso oportunista y cínico de las relacio-­nes, termina moviéndose a través de una lógica sub-­jetiva que es diferente a aquella de las redes. Ahora bien, ¿Berlusconi es un mailleur o un faiseur?Lo cierto es que a una economía y a una ética fun-­

dada sobre el trabajo le sucede una economía y una ética fundada sobre las relaciones sociales con gente de cualquier género. Las cualidades exigidas son la

surgen en un torbellino de relaciones y de conexio-­nes que, con frecuencia, no se sabe qué aspecto ten-­drá con su empleo. Ello implica una personalización

la actividad es inseparable de la persona que la de-­sarrolla. Este aspecto está en contradicción con la impersonalidad del juego. Por ello, desde este punto de vista Berlusconi parece insustituible, incluso si para mí es difícil recordar su nombre.

Foto: Paola Martínez Hernández

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EL FINAL DE LA FAMILIABerlusconi ha llevado a la práctica un proyecto revolu-­cionario que había sido teorizado ya en los años vein-­te del siglo XX por el movimiento austriaco “Sexpol”: sustraer la educación de los hijos a los padres y dejarla en manos de la sociedad. Esto sucedía a través de la te-­

-­dose de la cama por la mañana y mirándose en el espejo mira a un “bastardo”. Por ende, Berlusconi representa la culminación de un proceso que corta a la televisión cualquier tarea educativa e instructiva, transformándola por completo en un entretenimiento que idiotiza a los es-­pectadores. En otros términos no humilla a aquel “bas-­tardo”, no pretende de él ningún esfuerzo mental y psí-­quico y lo hace sentir en perfecta armonía con el mundo, que se le aparece como un poco más “bastardo” que él. En efecto, no fue esta la intención de los promoto-­

res del “Sexpol” y de su principal animador Wilhelm Reich (1897-­1957), quienes pensaban que, sustrayen-­do a los niños de la autoridad de los padres, los libera-­rían de la represión y del autoritarismo patriarcal. En cambio hoy es complicado que una minoría de padres

-­jos, si los intereses del capitalismo neoliberal, los me-­dios de comunicación, y por si fuera poco el gobierno, con sistemática saña y sutil ocurrencia, reman en con-­tra. Más que de televisión como “mala maestra”, sería necesario hablar de televisión como “mala madre”.Es probable que Berlusconi no escuchó nunca hablar

por el espíritu anti-­autoritario del 68, de cuya naturaleza revolucionaria en el sentido clásico del término es lícito abrigar más de una duda. El eslogan “la imaginación al poder” va justo en esa dirección. Y por más que desde el punto de vista personal parece que no vivió el fortísi-­

en consonancia con la negación de cualquier autoridad de la tradición intelectual que inicia su manifestación en aquella época y crece después ininterrumpidamente a lo largo de los últimos cuarenta años.

EL FINAL DE LA ESCUELALa destrucción de la escuela es algo de lo cual no se le puede atribuir exclusivamente a Berlusconi: con él se alcanza la fase entrópica, en la que el proceso de caída y deterioro se vuelven irreversibles. Él representa el punto

en los años sesenta del siglo XX. La desescolarización de la sociedad, que constituyó uno de los caballos de

mente, incluso a pesar de tener éxitos contrarios a las buenas intenciones de este pedagogo, cuya polémica contra las instituciones educativas represivas y alienan-­tes tenía que llevar a la creación de estructuras cómodas en grado de desarrollar la creatividad de los alumnos.

2000 y el 11 de junio de 2001, ministro de la Instruc-­ción Pública en la República italiana: Tulio De Mauro. La reapropiación por parte del estudiante de la inicia-­tiva y de la responsabilidad de su educación, el des-­

enseñante, las prácticas pedagógicas que pretendían hacer tabula rasa de la conciencia de los conceptos y de la historia (despreciativamente consideradas como

regresión hasta condiciones de analfabetismo. Según De Mauro en Italia a un paleo-­analfabetismo, herencia del pasado, se le ha acumulado un neo-­analfabetismo

Incluso en este caso Berlusconi surfea sobre la gran ola que venía de muy lejos. Esa repugnancia agresiva en las confrontaciones de la escuela, que pertenecen a los primeros decenios de la unidad de Italia, se casó en los años sesenta con el anti-­intelectualismo educativo,

precursor fue Jean-­Jacques Rousseau (1712-­1778).

EL FINAL DE LA UNIVERSIDAD Y LA BURGUESÍA

También el colapso de la universidad italiana no depen-­de solamente de Berlusconi, el cual si acaso ha recolec-­tado los frutos envenenados diseminados a lo largo de cuarenta años por profesores, estudiantes, periodistas, políticos, sindicalistas, administradores, profesionistas, editores, jueces, sacerdotes, comerciantes, industriales y familias de las más variadas orientaciones, partidos y tendencias, logrando un gran batido, cuyo produc-­to es la ley del 30 de diciembre de 2010. He llegado a creer que casi todo el pueblo italiano quiso este colapso: ¿quien, en efecto, entiende hoy qué era la universidad

tres países guía del mundo de principios del siglo XIX, Alemania, Francia e Inglaterra. La distinguieron de la academia (donde los doctos hablaban entre sí), y de la escuela (donde era transmitido a los alumnos un saber

de un nexo indisoluble entre una búsqueda que produ-­ce con método resultados nuevos y una enseñanza que los transmite. Sin embargo, para que esto tenga lugar todavía hoy, es evidente que los estudiantes que llegan a

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la universidad ya tengan una serie de conocimientos de

crecimiento e innovación. La razón más profunda de la invención de la uni-­

versidad moderna es de carácter social y respecta el nexo indisoluble entre la ciencia y las profesiones: en teoría todos deben tener la posibilidad de poder entrar a formar parte de la clase dirigente y de la burguesía con independencia de la familia de la cual proviene. La universidad es el instrumento fundamental a través del cual la burguesía conquista la hegemonía socio-­política en detrimento de la nobleza. Esta en la base de la movilidad social, la cual obviamente implica una selección rigurosa. La cuestión universitaria tiene una enorme importancia político-­social, porque del sistema

la burguesía productiva y en última instancia de la de-­mocracia. Ciencia y profesión son las dos caras de una misma moneda: por un lado, el progreso de la cultura depende del hecho que toda cuestión debe ser afronta-­

-­gación no es un hecho privado, ya que está al servicio de toda la humanidad (no del Estado). No por nada el examen de habilitación a las profesiones (que es una cuestión estatal) es distinto del título universitario. La llamada “libertad académica” se basa en el carácter

Todo este bello sistema, que también implicaba pro-­cedimientos de conexión entre la universidad y la es-­cuela media superior, entró en crisis en el 68. Se intentó restaurarlo a principios de los años ochenta, para evitar que la universidad continuase siendo una crisol de briga-­distas y neofascistas (como había sucedido en los años setenta por la ignorancia de la Democracia Cristiana), pero a partir de 1996 todo ello fue desmantelado poco a poco por los distintos gobiernos hasta no dejar ni siquie-­ra sus ruinas. ¿Por qué? La respuesta es simple: la exis-­tencia de la burguesía ya no le sirve al capitalismo, el cual encuentra hoy en la clase media un obstáculo para la expansión desbordada del modelo neoliberal. La clase media cuesta mucho. El gobierno no puede permitirse el lujo de pagar aquello que Jean-­Claude Milner llama “el salario del ideal”: la tradicional co-­pertenencia entre ca-­pitalismo y burguesía se ha quebrado. En el siglo XIX el acaudalado era un burgués que vivía de rentas;; en el si-­glo XX la explosión tecnológica ha suministrado la base de un cambio social que observa el surgimiento de la

-­fesor, funcionario, periodista);; pero hoy el capitalismo no está dispuesto a pagar un sueldo “político” en gran medida independiente del mercado.

La desestabilización de la burguesía y su proleta-­rización (en los estilos de vida en modo todavía mu-­cho más evidente que bajo el aspecto económico) se sucede en todos los países occidentales. Sin embargo, la destrucción de la universidad presenta en Italia dos aspectos particulares. El primero es el melting pot de todos los peores aspectos de la universidad norteame-­ricana con aquellos de la universidad italiana. El se-­gundo es el ensañamiento al impedir cualquier movi-­lidad social, reduciendo a los jóvenes a una condición no muy disímil de aquella de los “siervos de la gleba” medievales, que por nacimiento estaban atados a la tie-­rra cultivada por sus padres: ¿quién puede permitirse mandar al diablo el capital social y la actividad de su familia, admitiendo que estas existan? La eliminación y la pauperización de las estructuras universitarias (por ejemplo, cátedras que pueden transmitir una red de

de conocimientos, bibliotecas, laboratorios, colegios, -­

al mercado global del trabajo con alguna posibilidad de éxito. Ajustando cualquier posibilidad de ascenso socio-­económico (incluso a través de la desvaloriza-­ción de los títulos de estudio y la desmotivación de los docentes), el nepotismo amoral no encuentra obstácu-­

incompetentes, ignorantes y corruptos. Incluso aquí Berlusconi (¡diablos! ¡No logro recordar este nombre!

produce cocinas!) ha encontrado el pan listo, cocido a fuego lento por cuarenta años por parte de un populis-­mo torpe que se cubre con vestidos de distintos colores. Bajo la presión del capitalismo neoliberal, le ha basta-­do hacer operativo aquello que otros han preparado. Sin embargo, pasado el encanto, el populismo se le re-­vierte y le grita: “¿por qué él y no yo?”, “¿por qué él es dirigente, ingeniero, profesor, funcionario, periodista y yo no?” Aún más: ¿por qué aquel es diputado, senador, ministro, presidente del consejo y yo no? El neolibe-­ralismo no necesita profesionistas, mucho menos a los políticos. De esto derivaría, según Jean-­Claude Milner, la increíble moda del discurso caritativo: la burguesía descubre que el capitalismo no la necesita más. Aque-­llos que creían estar con los vencedores, se descubren de la parte de los vencidos: aquellos que antes implora-­ban por los otros, ahora imploran por sí mismos.

LA EXPROPIACIÓN DE LA SALUD

otra catástrofe que toca a los italianos es aquella que

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amenaza la tutela de la salud. Incluso en este ámbito se realiza en modo perverso e irrisorio la perspectiva del 68: la idea de que se pueda reducir un sistema sanitario

la sociedad, Ivan Illich propugnaba, en efecto, también por la desprofesionalización y desinstitucionalización del sistema de salud, sosteniendo que este era iatrogé-­nico (es decir, genera otras enfermedades), es fuente de alienación creando una total dependencia del indi-­viduo de la medicina y paraliza el poder autónomo de

con el sufrimiento, la enfermedad y la muerte, que son aspectos no eliminables de la condición humana.Se equivoca quien piense que con el gobierno

Berlusconi se haya puesto en acción únicamente un reforzamiento de la medicina privada en detrimento de la pública. En realidad, se ha creado en Italia una

en este país: basta dar un vistazo a cualquier sala de emergencias para darse cuenta que la entrega y el celo de la mayor parte del personal que ahí trabaja no es

-­turales. A estas se le agrega toda una serie de nuevas disposiciones burocráticas vejatorias e inútiles que los alejan del cuidado de los enfermos. Si bien, según la Organización Mundial de la Sa-­

entre los mejores del mundo, no me parece que este -­

nera en que el gobierno de Berlusconi afronta los problemas de la salud, un conjunto de improvisación con ecos del 68 y de burocratismo de corte soviético que termina por destruir un patrimonio de conoci-­mientos y experiencias cosechadas con mucho es-­fuerzo a través de los años. Hay algo de insano en la idea del 68 que sugiere que

basta la voluntad para vencer cualquier obstáculo y cual-­quier mal físico o moral: incluso, en aquella época hubo quien llegó a sostener que ¡la única reivindicación radi-­cal del proyecto comunista era la abolición de la muerte! Los falangistas durante la Guerra Civil española adopta-­ron como eslogan la frase “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!”. En los dos casos, en apariencia opuestos, habla la pulsión de muerte que se anida en el vitalismo desconsiderado de quien percibe que lo esencial de la vida consiste en la destrucción. Según Freud, esta atrac-­ción inconsciente hacia la autodestrucción está presen-­te en todo ser humano. Sin embargo, produce un cierto efecto verla presentarse no en las formas extremas como las recién evocadas, sino en la imagen televisiva del

rostro de Berlusconi, a través del cual todo marcha en el mejor modo posible. El optimismo publicitario y en-­gañoso típico de los charlatanes de cualquier tendencia adopta características que no pertenecen a la tragedia, ni a la opera cómica, sino al museo de cera. Quizá en las distintas vicisitudes de las obras de Madame Tussaud (1761-­1850), la fundadora del primer museo del género, tiene que ser buscada la clave para entender las actua-­ciones televisivas de Berlusconi. La primera máscara de cera de Madame Tussaud fue la de Rousseau, realizada en 1778. En la década sucesiva estuvo en la corte del rey de Francia. Sospechosa de simpatías monárquicas, arrestada y condenada a la guillotina, logró salvarse y puso su habilidad al servicio de la revolución haciendo las máscaras de cera de los condenados a muerte. Desde sus orígenes, resulta ambiguo el sentido de la másca-­ra de cera: se trata de un artefacto extraño, porque por un lado celebra al personaje, pero por el otro lo insulta ya que está hecho de un material que se derrite bajo la acción del calor. Por su parte, desde la Edad Media la escultura de cera tenía esta característica doble: por una parte, honraba a quien se representaba;; por la otra, era

a la persona retratada. Lo cierto es que sobre el rostro encerado de Berlusconi se han concentrado desde hace muchos años la hostilidad y el odio de millones de per-­sonas, sin tener algún efecto evidente. ¡Esto es una prue-­

equipamiento apotropaico de Berlusconi! En el segundo caso, es evidente que no se necesita la medicina cientí-­

de santos y votos!

¿DESPRECIO O RESPETO HACIA LA CULTURA?Si bien la hostilidad en las confrontaciones de la cultura no es un hecho del todo nuevo en la histo-­ria de la civilización occidental, jamás ha sido una cuestión fundamental. Hasta tiempos muy recientes, se ha intentado oponer una cierta dirección cultural a

siglos respecta, en la época de la patrística y después con la Reforma protestante, la asunción de la herencia del saber clásico, o bien la relación entre fe y razón, o en los últimos dos siglos la contraposición entre las ideologías de izquierda y aquellas de derecha… La destrucción de la Biblioteca de Alejandría todavía hoy es objeto de una controversia entre los historiadores, el saqueo de Roma en el 410 a.C., por parte de los visigodos fue coordinado por Alarico;; aquel de 1527

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DEBATES I MARIO PERNIOLA

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tuvo sus orígenes en la base cultural de la Reforma. Los anarco-­sindicalistas de comienzos del siglo XX escriben ensayos y libros, ¡incluso el nazismo pre-­tende tener una cultura! En la disolución del Imperio carolingio, los emperadores romano-­germánicos con-­tinuaban proclamándose sucesores directos del Impe-­rio romano. Incluso en el año Mil, considerado como el punto más bajo de la civilización occidental, los testimonios de la época muestran que no había decre-­

Para encontrar algo parecido al odio hacia la cultura, que se ha propagado en Occidente en los últimos cua-­renta años, es necesario mirar a Oriente y en particular a China, donde desde hace 2 mil 500 años el estatuto social, político, cultural, simbólico y económico de los funcionarios-­literatos ha sufrido, según los avatares de los emperadores, cambios tan extremos que no es posi-­ble encontrar comparación en ninguna otra civilización. Algunas veces éstos han gozado de poder, prestigio so-­cial y tenor de vida altísimo, en otros casos han sido ase-­

que la cuestión de la cultura es una problemática china por excelencia, ya que allá ha alcanzado, desde hace

-­tividad, encontrando entre las dos soluciones extremas (por un lado la destrucción de los libros y la condena a muerte del literato, por el otro, el sistema de los exáme-­nes imperiales y la máxima elevación político-­burocrá-­tica del saber) una cantidad de soluciones intermedias. Como escribe el sinólogo de origen húngaro, Étienne

Balazs (1905-­1963), estos no constituyeron una clase o casta, sino una sólida red de administradores jerarquiza-­dos, provistos de un poder discrecional otorgado por el gobierno central, fundado sobre la transmisión del cono-­cimiento: mánager ante litteram, refractarios a cualquier

ejercieron a lo mucho siguiendo las ideas de Confucio, el cual considerando la naturaleza humana siempre per-­fectible, atribuye una gran importancia al saber. Según Balazs, el sistema de los funcionarios-­literatos, a pesar de los aspectos negativos implícitos en todo régimen burocrático, constituyó una experiencia de valor incom-­parable que fue la única alternativa al caos, al triunfo de los particularismos, a la propagación de la violencia: la

-­ción bajo el primer emperador (221 a.C.), hasta 1912, que clausura la edad feudal, puede ser vista como una lucha incesante con distintos éxitos entre la cultura de los funcionarios-­literatos y el poder militar, que con fre-­cuencia se servían de los eunucos de la ginocracia im-­perial para contrarrestar a los literatos. A estos últimos

se les debe el concepto de “cambio del mandato celes-­tial” (geming), que sirve para traducir en chino la noción occidental de revolución y que permite la provisión de una legitimación a la difícil sucesión de las dinastías (a diferencia de Japón que desde sus orígenes hasta nues-­tros días conoce sólo una dinastía). Sin embargo, los literatos-­funcionarios no constituyen una corporación, ya que sus miembros se encontraban amenazados cons-­tantemente en su estatus social, en sus bienes y en su

-­nos vivos, Li Zehou, son dos los aspectos esenciales del literato funcionario. El primero es la precariedad de su condición, según la posición ideológica de las distintas dinastías, podía ser destituido y asesinado. El segundo es una suerte de escisión interior, ya que por un lado

-­guiente, un confuciano que gobernaba a través de ritos,

uso correcto de las palabras), por el otro, era un hombre

un “humanista”, con frecuencia un poeta, un escritor, un

Por ello, la cuestión estética y aquella política es-­tuvieron enredadas como en ninguna otra civilización a lo largo de todo el desarrollo del imperio chino. En ocasiones los emperadores, apenas llegaban al poder, hacían matanzas de literatos;; otras veces una de las pri-­meras leyes emanadas iba en estos términos: “¡Funcio-­narios y literatos no deben ser ajusticiados!”. Incluso, hubo un emperador, Cao Pi, más o menos contemporá-­

-­maba en su Discurso sobre la literatura, que la breve duración de los honores y de los placeres ¡no se podía

-­-­

ramente en una poesía de Ruan Ji (210-­263), un gran caballero y político astuto: “Entre las nubes quisiera esconderme / donde ninguna red me pueda capturar. / ¿Por qué pasar el tiempo entre hombre mezquinos / y estrechar sus manos y brindar con ellos?”

LOS INTELECTUALES. DE VIEJA CATEGORÍA APESTOSA A ESPINA

DORSAL DE LA NACIÓNPara entender la situación actual es necesario tomar en cuenta dos diferentes tradiciones milenarias, la occi-­dental y la china, ya que sus historias están enlazadas

-­nización de China no siguió la dirección abierta por Ja-­pón con la Renovación Meiji (1968), inspirada en gran medida en el modelo alemán e inglés: el resultado de la

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modernización japonesa fue la creación de una demo-­cracia burguesa, donde la mayor parte de la población pertenecía a la clase media. En China, en cambio, fue determinante el movimiento del 4 de mayo de 1919, cuyo eslogan era “Abajo el taller de Confucio”. Siguió la guerra civil, donde el confucianismo sería adoptado por el Kuomintang y por su líder Chiang Kai-­shek. Al contrario, Mao era hostil al confucianismo, al que re-­criminaba haber hecho prisionera a China en la jaula de la opresión feudal y se consideraba secuaz de una de las otras tendencias políticas chinas, el legismo, com-­parándose a Qin Shi Huang, el primer emperador que

El anti-­confucianismo se manifestó con radical viru-­lencia en la llamada Gran Revolución cultural proleta-­ria promovida por Mao en 1966. Por el temor de ser expulsado del poder por la corriente reformista interna al Partido Comunista Chino, encontró en el movimiento estudiantil de las Guardias Rojas un impulso de enorme potencialidad. Al lema del movimiento “destruir lo an-­tiguo y alentar lo nuevo” (que es lo contrario del prin-­cipio confuciano , es decir, “estudiando lo antiguo, se conoce lo nuevo”), la Revolución cultural se propuso “eliminar los cuatro vejestorios”: las viejas ideas, la vieja cultura, las viejas costumbres y los viejos hábitos. La consecuencia fue el desencadenamiento del llamado “terror rojo” (agosto-­septiembre de 1966): los bienes de las familias de origen burgués, de los profe-­

sus casas saqueadas, miles de lugares de interés históri-­co destruidos, una gran parte de las bibliotecas abando-­nadas, siete millones de libros desaparecieron, los su-­puestos “enemigos de la clase obrera” fueron expuestos a vejaciones de todo tipo. Los intelectuales considerados como “la vieja categoría apestosa” o “demonios de la cabeza de buey y con el cuerpo de serpiente” fueron en el mejor de los casos obligados a limpiar los retretes;; cientos de miles de familias en toda China fueron ex-­pulsadas de sus casas urbanas y enviadas al campo;; el templo de Confucio, que surge en el lugar de su casa natal a Qufu en la provincia de Shandog, fue devastado parcialmente por un grupo de 200 estudiantes que lle-­garon desde Pekín, y lograron destruir más de seis mil objetos considerados de valor incalculable (entre ellos 2700 libros y 900 pinturas). El resultado fue el caos ge-­neral que alcanza su culminación al año siguiente: en Shangai, donde se enfrentaban decenas de bandas de guardias rojas entre ellas, se alcanzó el colapso total de toda autoridad. De este modo, Mao se vio obligado a restituir el orden, usando al Ejército Popular de Libe-­ración: a su vez, en 1968 4 millones de estudiantes (en

gran parte Guardias Rojas) fueron enviados a la campi-­ña para reeducarse por medio del trabajo del campo. De nueva cuenta, “la revolución es como Saturno, que de-­vora a sus propios hijos”, como escribe Georg Büchner en el drama La muerte de Danton (1935). Es evidente que por suerte nada tan terrible como lo

antes descrito pasó en Italia del 68 a nuestros días. Sin embargo, el odio hacia la cultura, los intelectuales y el saber, que llevó a China a sucesos tan traumáticos (y de manera mucho más radical y enloquecida en Camboya bajo el gobierno de los Khmer Rojos entre 1975 y 1979), nació también en Italia en los mismos años de la Revo-­lución cultural china y en el transcurso de cuatro déca-­das se enraizó en modo soft, pero epidérmico, encon-­trando en los gobiernos de Berlusconi un terreno muy fértil, hasta manifestarse sin recato en los años más recientes. En otras palabras, en Italia no hubo necesi-­dad de una política anticultural explícita, incluso por-­que aquellos que tenían que promoverla no estaban en grado de formularla en lo mínimo: ¿es posible imagi-­nar una campaña política contra Sócrates? El problema es que la mayor parte de los italianos no sabe quién es Sócrates: ¿y cuántos parlamentarios, altos dirigentes y mánager lo saben? En efecto, aquellos que pasaron por el liceo (y el liceo clásico en particular) han escuchado hablar de él, pero quizá hasta ahí. Si parva licet compo-­nere magnis, la cuestión de los intelectuales se arrastra en China desde hace 2 mil 500 años, como un proble-­ma de enorme relevancia política, mientras que en Ita-­lia (con la buen paz de Gramsci) es en realidad un ar-­gumento nuevo: es más, ni siquiera es un argumento, es la aria de una opereta, que casi todos han comenzado a cantar para parecer modernos, incluso posmodernos, para “volverse norteamericanos”, o para verse en el es-­pejo de los chinos, o más sencillamente porque desper-­taba la aversión oscurantista, profundamente enraizada en el sentir italiano, en las confrontaciones de la “clase de los cultos”. Sin embargo, decir “clase” es aún exce-­sivo, porque implicaría algún conocimiento del mar-­xismo, al menos de oídas. En realidad, Berlusconi ha liberado la ignorancia de los italianos de toda mala conciencia, de toda culpa, de cualquier vergüenza, lle-­vando a su culminación un proceso iniciado en el 68 bajo otra bandera. Para decirlo en el modo más claro posible y fácilmente accesible incluso a “los sujetos” políticos más rústicos, que quizá por algún tiempo es-­

“Las personas instruidas siempre han estado sobre el falo, pero antes no podíamos decirlo sin hacer el ridí-­culo;; viva Berlusconi que nos ha emancipado de este complejo (¡No! ¡Esta palabra es todavía muy culta y

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además de difícil interpretación incluso para los estu-­diosos del psicoanálisis! Nota del autor), que nos ha permitido salir de esta prisión donde falta el aire”. Y

a los ignorantes y analfabetas con estos nombres no es políticamente correcto. De ahora en adelante se llama-­rán diversamente cultos y distinguidos, y no deben ser sujetos a ningún tipo de discriminación”. Pero otro más astuto (por ejemplo, un spin doctor que estudió en la Facultad de comunicación y que forma parte de algún think tank, es decir, “depósito de pensamiento”) podría sugerir: “No, nosotros en cuanto ignorantes y analfabe-­tas más o menos de regreso, no somos una minoría por tutelar o un grupo de marginados, o una colectividad que ha sufrido un daño, y que por consiguiente puede encauzar una class action, o sea un recurso colectivo que valga para todos aquellos que se encuentran en la misma situación, con el objetivo de obtener una indemnización

mayoría! ¿Realmente somos tan estúpidos de encauzar una class action contra nosotros mismos? Estas son cosas que hay que dejar en manos de los profesores, de perio-­distas, de magistrados, de mujeres que no quieren o no pueden volverse prostitutas, de inmigrantes, de margi-­nales, a las personas de la buena burguesía instruida, a los jóvenes que aún creen que saber es poder (porque los viejos, si no están completamente chochos, saben bien como están las cosas…). Somos la nueva clase dirigente en toma directa con el pueblo y con el capita-­lismo neoliberal (con la buena paz del profesor Caccia-­ri que no llegará jamás. Nota del autor: ¡cuánto despre-­cio sobre este !). Sin embargo, este asunto debe ser tratado con guantes. No somos chinos y por ello de Sócrates y Confucio y toda lcultura” (atención, esta palabra es dicha in camera ca-­ritatis, es decir, no públicamente) no nos importan un bledo: no obstante, tenemos que decir que estamos a favor de la cultura, de la investigación, de la innova-­ción, del inglés, de internet, de la empresa y de todo aquello que todavía suene a la moda, incluso si todas estas cosas no nos importan un carajo, ya que desarro-­llarlas seriamente, es caro y complicado y deja un es-­pacio muy reducido a la corrupción. Que las realicen los norteamericanos, que conectándolas estrechamente

enorme de dinero, o bien, los países del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que al encontrarse en ascenso y teniendo tasas de desarrollo notables, ¡se ven obligados a crear una burguesía relativamente instrui-­da! Para nosotros la cultura es sólo parasitaria: en efec-­to, puede estar bien para alguna hija, hijo o nieto un

poco desatornillado y evitar que haga alguna estupi-­dez, o bien para algún político por jubilar, pero más allá de estos casos estrictamente individuales, es claro que todo aquello de decimos o incluso legislamos en

-­centar la confusión y el marasmo. Me permito reco-­mendarles que no caigan en la trampa de apoyar seria-­mente a los llamados “intelectuales de derecha”, porque son mucho más pretensiosos de los de izquier-­da, los cuales un poco por bandera empobrecida, un

conciencia” y por consiguiente no tienen tantas ambi-­ciones: basta que se les permita alguna aparición gra-­tuita en televisión y rápidamente piensan que son di-­vas, al grado de romper el corazón de alguna joven, como si nuestras jóvenes en la actualidad tuvieran co-­razón. Ahora bien, si son auténticamente accro (señalo esta palabra en francés porque ninguno la entiende y por ello produce un cierto efecto), es decir son persis-­tentes, como aquel tal Saviano o Saviani o como se quiera decir, que basta que lo inserten en un show re-­creativo de entretenimiento puro para neutralizarlo completamente. Él se quiere hacer el trágico, pero si lo ponemos al lado de los cómicos, ¿quién se dará cuenta de la diferencia? Recordemos que en Italia, la tragedia jamás ha tenido fortuna: cierto, ha habido algunos pie-­

¿quién los lee? Sirven para hacer tesis de licenciatura. Luego entonces, ninguna en contra de los Savia-­nos, mucho menos atentados o cosas que generan des-­órdenes: no olvidemos que despachándolos por libera-­les (mientras es obvio que somos monopolistas) debemos también manifestar nuestra liberalidad y magnanimidad. ¡En lo absoluto somos como los rusos

aquello que dicen o escriben no tienen efecto alguno en la política y el pueblo buey se le conquista en la cam-­paña electoral disminuyendo o eliminando cualquier

-­nizado, golpear con resonancia mediática a aquellas que están en decadencia, y promover en forma discreta y oculta (¡les recomiendo que no paguen por la casa de un delincuente o de aquel con olor a mala reputación!) aquellas en ascenso. Con mayor prudencia con rela-­ción al pasado y con aliados menos exaltados, folclo-­ristas y sin sentido, podríamos llevar a Berluscone (lapsus, quería decir Berlusconi) a la presidencia de la república: se sabe desde siempre que las guerras se ha-­

-­cultad para convivir con aquellos de la misma facción que con aquellos que son o se declaran nuestros enemi-­

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gos. En resumen, ¡ánimo! No pongan límites a la Pro-­videncia, la cual con la cultura siempre ha tenido poco que ver, ya que promete la vida eterna en el más allá, ¡pero no se ocupa de lo que pensarán las generaciones futuras, admitiendo y no concediendo que todavía es-­tén en grado de pensar después de nuestros gobierno!”.

-­cio seguía siendo una presencia en Mao, reapareciendo en 1973, asociado a Lin Biao. Este, designado en 1969 como sucesor de Mao, rápidamente cayo en desgracia por haber asumido una posición contraria al diálogo con Estados Unidos que llevó a China a ocupar en octubre de 1977 el escaño permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que era ocupado antes por el go-­

de Lin Biao, Lin Liguo, programó con el apoyo de sectores de las fuerzas armadas el Plan 571 (en chino los números 5, 7, 1, tienen la misma pronunciación

-­to armado”) que habría asesinado a Mao al pretender bombardear el tren que lo llevaba de regreso a Pekín desde la China meridional. Lo cierto es que Mao pre-­vió la conjura y se precipitó en avión a Pekín: Lin Luguo, sintiéndose perdido se fugó con su madre y su padre (la célebre Yen Qun, llamada “la dama elegan-­te”) en avión hacia la Unión Soviética. Pero el avión se cayó el 13 de septiembre sobre las montañas de Mongolia, probablemente por falta de combustible. El evento tan dramático tuvo grandes consecuencias en el interior del grupo dirigente;; en el plano ideoló-­gico, llevó al descrédito de la revolución cultural de los años anteriores. Lin Biao fue descrito como un extremista de izquierda. Zhou Enlai tuvo un papel re-­levante en la puesta bajo acusación del izquierdismo extremo y del anarquismo de los primeros años de la

Biao. En 1972 fue promotor de una iniciativa dirigida a permitir a todos, la lectura de los clásicos chinos, prohibidos por la Revolución cultural, pero dispo-­nibles en la más grande librería de Pekín sólo a los extranjeros y a los dirigentes superiores del partido: en dos meses se venderían 200 mil copias. ¡Extraño

(título del periódico de la Unión de Comunistas Ita-­lianos-­Marxistas Leninistas) no se les haya ocurrido la prohibición a sus militantes de la adquisición y la lectura de Ariosto o Manzoni! Habrían causado a la cultura italiana una contribución mucho mayor que la distribución del Libro rojo de Mao, ya que es sa-­bido que prohibiendo algo, se vuelve deseable. Entre enero y febrero de 1972 fueron publicadas incluso

las primeras traducciones de libros extranjeros (al-­guna novela rusa y ¡una selección de los escritos del presidente norteamericano Nixon!) y al año sucesivo

ciencias sociales. Esta cautelosa y muy limitada li-­beralización suscito por un lado la reacción de algu-­

como “obras obscenas” al Conde de Montecristo de Alejandro Dumas o El joven Holden de Salinger, por el otro, promovió a los disidentes solitarios a escri-­bir, imprimir y enviar por correo a las universidades o a los dirigentes textos abiertamente anti-­maoístas, como los Gran Re-­volución cultural del ingeniero Tu Deyong, miembro del Partido Comunista Chino desde hacía veinte años, o los folletos del obrero Shi Yunfeng que contenían una crítica radical de la Revolución cultural: el pri-­mero fue condenado a cadena perpetua y el segundo a muerte, llevada a cabo en modo atroz. La reacción a este relativo “descongelamiento”

se manifestó en un modo auténticamente bizarro en 1973 con el eslogan “Pi-­Lin Pi-­Kong” (“criticar Lin [Biao], criticar Confucio”). Lin, hasta entonces cri-­minalizado como extremista de izquierda se volvía de pronto un ultra-­reaccionario de derecha, ¡a través de esta conexión con Confucio! ¿Qué tenían en co-­

chinos? El hecho de representar una obsesión de la cual era imposible liberarse. En efecto, como apare-­cerá claramente a continuación, repudiar a Confucio quería decir desautorizar toda la tradición milenaria de China, incluidos los cinco o seis clásicos, cuyos orígenes se pierden en la más remota antigüedad (y de los cuales Confucio se había considerado sólo como su intérprete), y por ello reconocer que tam-­bién China había sido colonizada por el pensamiento occidental en la forma del marxismo. Criminalizar

-­cialmente en los documentos del partido como su sucesor, quería decir renegar de la Gran Revolución comunista china que, con la fundación de la Repú-­blica Popular China (el 1 de octubre de 1949), había

-­nialismo euro-­americano. De este dilema se encon-­traría una ruta de escape el siguiente año, en 1974 con el nuevo eslogan: “Criticar al confucianismo, revalorar el legismo”. Para entender este cambio es necesario saber que el legismo había sido la doctrina

al confucianismo: mientras este último sostenía que

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era necesario gobernar a través de los ritos, la música -­

do por Han Feizi (muerto por suicidio en el 233 a.C.) -­

ción de los castigos, estaba en grado de mantener el -­

cación del Imperio chino llevada a cabo por el primer emperador Qin Shi Huang en el 221 a.C., fue posible mediante las tres enseñanzas fundamentales del le-­gismo (ley, posición de fuerza, técnicas de control) y bajo la inspiración del pensador legista Li Si, ¡el cual por ironía de la suerte fue a su vez condenado a muerte por descuartizamiento en el 208 a.C.!Resulta claro desde estas vicisitudes cómo la cues-­

tión de los intelectuales tenga en China una base cul-­tural por un lado extremadamente compleja y por el otro extraordinariamente repetitiva a través de los si-­glos. ¿Cómo no asociar el destino de Li Si a aquel de Lin Biao, que tuvo lugar más de 2 mil años después, en conformidad con una única lógica de poder? Lo cierto es que a partir de 1974 el estudio del confu-­

-­rísimo nivel que en ocasiones tuvo un éxito cómico: ¡Para criticar a Confucio, primero es necesario co-­nocerlo! El grupo de investigación organizado para

tenían ninguna competencia en la materia. Por ello fueron rehabilitados los mismos profesores “burgue-­ses” que habían sido criminalizados durante la Re-­volución cultural, ¡ya que eran los únicos que tenían las competencias y la erudición clásica necesaria para

si sólo es para destruir la memoria de un político o para atacar indirectamente Zhou Enlai o Deng Xiao-­

En efecto, la campaña contra Lin Biao se transformó en un ataque contra “los confucianos de hoy” fuera y dentro del partido. Al mismo tiempo, se volvía vi-­

antigua, el empirismo, culto iniciador en el siglo IV a.C., fue Mozi (es decir, maestro Mo), que sostenía el criterio de la utilidad en contra de la tradición ritual. Según el moismo, lo esencial es el éxito: no existe acción que cuente por sí misma o que tenga su fun-­damento en la subjetividad. Incluso esta tendencia anti-­confuciana representa una constante en la cultu-­

-­no John Dewey (1859-­1952), uno de los principales exponentes del pragmatismo, en su larga estancia en China entre febrero de 1919 y septiembre de 1921, pretendió revivirla como opción política. Es muy sig-­

correcto y revisado en su conversación de 1975: ¡el empirismo quizá no es bueno, pero la experiencia sí! Mutatis mutandis es como si los políticos italianos

discutieran si es mejor el estoicismo, el epicureísmo o el escepticismo o promovieran estudios más o menos tendenciosos sobre estas tres grandes corrientes de la

compromiso y de la responsabilidad de nuestros inte-­lectuales, me hecho a reír por dos razones. La prime-­ra es que estos intelectuales que se lamentan de no ser tomados en consideración, no corren ningún peligro, mientras en China van del protagonismo al establo y vi-­ceversa con una facilidad increíble. La segunda es que

de nuestros políticos: pienso que, como los correctores de pruebas improvisados, confunden en el mejor de los casos, el estoicismo con el historicismo (¡ya que quizá de joven alguno hizo una petición de beca de estudio al “Instituto Benedetto Croce” de Nápoles!).Las últimas vicisitudes antes de la muerte de Mao,

el 9 de septiembre de 1976, no son simplemente una lucha entre las distintas facciones por la sucesión del “Gran timonel”. Los incidentes de la Plaza Tia-­nanmen de marzo-­abril de 1976 y otras protestas en otras partes de China, revelan la intolerancia de la mayor parte de los chinos frente a la posibilidad de repetición de otras “revoluciones culturales”. Esta es compartida también por una gran parte de la cla-­se dirigente del partido y del ejército. Esto explica la rapidez con la que se consolidó el poder de Deng Xiaoping, con la insignia del eslogan: “la práctica es el único criterio de la verdad”. La facción más extre-­ma, conocida como la “banda de los Cuatro” guiada por la mujer de Mao, Jang Qing, fue arrestada el 6 de octubre y puesta bajo proceso. La sentencia ya es-­taba escrita: dos condenados a muerte conmutables por cadena perpetua y una condena a treinta años de cárcel y otra a veinte años. Como se sabe, la mujer de Mao se suicidó en el hospital en 1991. Las víctimas de la revolución cultural, comenzando por Liu Shao-­qi, presidente de la República Popular China hasta agosto de 1966, después puesto bajo acusación y de-­jado morir por descuido de los médicos en noviembre de 1969, serán rehabilitados en los años posteriores. Impacta lo dramático de los sucesos chinos que po-­

1966 con el eslogan político “eliminar a los cuatro vejestorios” (frase que al inicio nadie sabía qué quería decir) termina con una acción de policía militar (que despierta una perturbación colectiva no menor a la

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eliminación de Lin Biao, especialmente en Shanghái, donde la “banda de los cuatro” tenía un fuerte apoyo en el Comité Revolucionario local). En Italia, las cosas caminaron en modo diferente:

¡la encomienda del 68 “eliminar todos los vejestorios” tuvo el resultado de eliminar todo el carácter moderno que se había creado en cien años de historia! Des-­de inicios de los años ochenta esta liquidación de la modernidad se decora con un nombre grandilocuente:

-­rior a aquella del más consumado burócrata chino. El término “posmoderno” ya había sido introducido en

1998), en el libro sobre el saber de 1979;; a su juicio, la deslegitimación del saber moderno tendría que dirigirse hacia su relegiti-­mación en clave tecnológico-­pragmática. Vattimo, pro-­motor de la obra colectiva El pensamiento débil, vuelca por completo el punto de vista de Lyotard y legitima una forma de anti-­intelectualismo extremadamente re-­

anti-­metafísica. El problema puede ser formulado de la siguiente manera: ¿el pensamiento es débil con relación

se contrapondría al pensamiento “fuerte” (hegeliano y marxista) el cual reivindica una posición de soberanía en las confrontaciones de la política. La segunda respuesta

es para nada eso, porque en realidad no tiene ninguna

un pensamiento pretencioso, que se vende por aquello que no es, ya que el Estado, los partidos y las fuerzas productivas no tienen necesidad de él. De este modo, la confrontación no sería entre pensamiento débil y pen-­samiento fuerte, sino entre pensamiento débil y pensa-­miento debilísimo. Finalmente, hay un tercer aspecto

-­tural y política en el sentido más amplio: el pensamiento débil encuentra al menos una orilla de escucha, quizá de

autorizada a ser ignorante, a poner en el desván la teoría, a decir y desdecir, a hacer y deshacer sin tomar en cuenta ni la coherencia ni la lógica, en otras palabras a producir “comunicación”. Estimados lectores (y los lectores ya deben ser estimados, ya que raros, si han llegado a esta

lo que digo, de todos modos son “estimados”), por lo tanto, queridos lectores, observen cómo lentamente en el transcurso de los últimos cuarenta años se ha prepara-­

do pausadamente, partiendo de orillas políticas opuestas a aquellas de Berlusconi, la catástrofe oscurantista don-­de los gobiernos de Berlusconi constituyen su apoteosis.

graduó en leyes en 1961, con el máximo de votos en la Facultad de Derecho de la Universidad Estatal de Milán, discutiendo una tesis intitulada El contrato de publici-­dad por anuncio, la cual fue premiada por la agencia publicitaria Manzoni de Milán, sino a lo que representa.En última instancia, el pensamiento débil ha sido

el auténtico libro “orgánico” de los intelectuales ita-­lianos de los años ochenta, no en el sentido que ha instruido o aconsejado a los políticos de la época, al contrario, ha comenzado a liberarlos de todo condi-­cionamiento, ya no digamos teórico, que sería dema-­siado, sino lógico, exonerándolos del principio de no-­contradicción, haciéndoles creer (¡no! Esta palabra es mucho para ellos, ya que supone que podrían estar en grado de creer en cualquier cosa), por ello corrijo, haciéndoles husmear que esta era la tendencia gene-­

(con todas las credenciales en regla y un currículum irreprensible, alguien que abrevaba de un gran maes-­

cual autorizaba su incoherencia, su oportunismo, su ignorancia, que les permitía conferirse el derecho de poner en el desván a Gramsci, y a todos aquellos in-­soportables “moralistas” de la izquierda que aún can-­turreaban sobre la racionalidad de la historia, sobre la lucha de clases y sobre el “viejo topo” (metáfo-­ra usada por Marx con relación a la revolución). Y

historia”, según la cual se estaba abriendo una nueva

podía decir todo y lo contrario de todo. Nunca tuve la impresión que estos se dieran cuenta que Vattimo secretamente les tomaba el pelo, ya que no era impor-­tante para ellos. Se dieron cuenta más tarde cuando lo cooptaron como político. En los mismos meses en los cuales en China se lanzaba una campaña en contra de la “contaminación espiritual” en nombre del marxis-­mo-­leninismo, en Italia se encontraba un modo astu-­to de pasar por progresista (¿la posmodernidad no es más progresiva que la modernidad? En efecto, sucede después), ¡sin importar no sólo la dialéctica de Hegel, incluso la lógica de Aristóteles! La genialidad de Vat-­

los dos siglos, está en el hecho de haberse quedado sustancialmente coherente consigo mismo, a pesar de casarse en apariencia con diversos partidos. Es válido

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para él aquello que decía el cardenal de Retz (1613-­1679): “Es necesario cambiar con frecuencia opinión para permanecer en el propio partido”. Sin embargo, Confucio le habría reprochado a Vattimo, ya que el hombre de valor (y él lo es indudablemente) está listo a ser menospreciado sin ocultarse. Los años que corren de la muerte de Mao (1979)

maoísta, del regreso a la armonía confuciana, etcéte-­

Revolución cultural maoísta como “la vieja categoría apestosa”, se vuelven conjuntamente a los obreros y a

-­mente es reconocido en modo abierto que desde que fue inventada la escritura, ningún Estado jamás ha po-­dido funcionar sin la participación de un grupo de in-­telectuales especializados. La teoría de las “tres repre-­sentatividades” (obreros, campesinos, intelectuales) de Ding Xiaoping, está ligada con el proyecto de un Estado socialista con características chinas. No es for-­tuito que en las tres décadas que van de 1980 al 2010 se publiquen 300 libros y 10 mil ensayos sobre Confucio. Cómo debe ser traducida esta revaloración en términos operativos, es aún polémico. Después de 1980 se asiste a un pulular de revistas, de iniciativas culturales, de traducciones de diversas lenguas extranjeras, en parte autorizadas, a veces ilegales, con una sucesión de aper-­tura y clausura, de conexiones y de represiones, cuya lógica es muy compleja y susceptible a interpretacio-­nes opuestas. Por ejemplo, ¿cómo debe ser valorada la aparición en la literatura, en el cine, en la sensibilidad colectiva, de prospectivas individualistas extrañas a la tradición cultural china (y particularmente a aquella

-­fo chino, existe entre el marxismo y en confucianismo

Naturalmente este hecho puede ser juzgado como po-­sitivo o negativo, dependiendo del punto de vista que

-­portante pensador chino de los últimos treinta años, el maoísmo no tiene vínculo con Marx, acaso hunde sus raíces en la tradición china. Según Sor-­hoon Tan, una

-­tico de Confucio sería afín, en cambio, a la noción de democracia de John Dewey, que como se ha sugerido, había vivido en China en los años veinte reportando un gran éxito y dando vida a una corriente política. Lo cierto es que durante los veinte años precedentes a los

hechos de Plaza Tiananmen del 4 de junio de 1989, la distinción entre intelectuales internos al sistema y

lo mínimo la represión violenta del movimiento de los estudiantes, existe una impresionante continuidad en-­tre el movimiento del 4 de mayo de 1919, la revolución cultural maoísta (1966-­1976) y la protesta estudiantil de 1988-­1989, culminando con el exterminio del 4 de junio de 1989, todos con el lema del rechazo de la me-­diación cultural confuciana. Si bien muchos intelectua-­les fueron acusados de haber fomentado la revuelta, ya es reconocido que en realidad intentaron pararlos, pero no fueron escuchados. Tanto de la parte del poder, que temía que China se disgregara (como sucedería dos años después con Yugoslavia y la Unión Soviética), como de la parte de los estudiantes, en arrebato de un infantilismo espontáneo parecido a aquel parisino de mayo de 1968, dominaron las tendencias más radica-­les, expulsando una vez más a muchos intelectuales en un vínculo ciego, que se ha prolongado a las décadas sucesivas, obligando a muchos de ellos al exilio.

PROCESOS DE CIVILIZACIÓN EN CHINA Y ENBRUTECIMIENTO EN ITALIA

La contribución teórica más relevante de la victoria del confucianismo en China es la importancia atribui-­da a la idea de cualidad ( ). Según Luigi Tomba, un sinólogo australiano muy atento a la complejidad de la sociedad china actual, este término no debe ser entendido como el enésimo eslogan ideológico, ya que es la noción alrededor de la cual gira un vasto proceso de civilización de la sociedad china actual, que res-­pecta todos los aspectos estéticos por excelencia como estilo de vida, educación a la civilización, gentileza, magnanimidad, etcétera. En otras palabras, se estaría realizando en China algo parecido a aquello que el so-­

relación al nacimiento de la modernidad occidental: la civilización de las “buenas maneras”. Esta no es algo

-­-­

sado sobre el control de las emociones y sobre el do-­minio de los códigos formales y simbólicos. La imagen del llamado “ciudadano chino de calidad” subraya el modelo del nacimiento del burgués a partir del Renaci-­miento. Los manuales de “auto-­cultivación” recuerdan a nuestras etiquetas del siglo XVI y XVII. Aquí nos encontramos con la auténtica raíz del

pensamiento de Confucio, que respecta el vínculo íntimo existente entre la perfectibilidad del ser hu-­mano y el sentir ritual. La naturaleza humana es

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tal que puede estar siempre en grado de aprender,

-­terminada clase o categoría. “Mi enseñanza —dice Confucio— está dirigida a todos sin distinción” (Diálogos, XV, 38). La excelencia es un valor moral que implica la relación con los otros, el cual es hon-­rado y mantenido a través del espíritu ritual. Esto no debe ser considerado como algo meramente con-­formista y estereotipado, sino implica una partici-­pación y una energía emocional profunda. En otras palabras, el “ciudadano de calidad” no es otro que “el hombre de valor” confuciano. De este modo los impulsos hacia el subjetivismo, que provienen de

aquella deriva que los llevaría hacia la disolución de los vínculos sociales y la desintegración del Estado. La famosa frase confuciana “vencer al propio yo, para dirigirse a los ritos” quiere decir disciplinarse estableciendo una relación armónica con los otros. En Italia sucede lo contrario. ¡Cualquier intento

de introducción en el discurso cultural de la calidad en vez de la cantidad es marcado como elitista, anti-­democrático o incluso aristocrático! Yo, por ejemplo, por el sólo hecho de haber escrito que en Italia hay un gobierno de los peores (nótese bien, no he dicho de los pésimos, como fue en Camboya bajos los Khmer ro-­jos y todavía en tantísimos lugares) fui señalado como “aristócrata”. Si esta palabra es entendida en senti-­do literal como el gobierno de los mejores, no tengo

quien no se reconocería? No creo que exista alguien que teorice la legitimidad del gobierno de los peores porque tales, ni siquiera los secuaces de Mendeville (1670-­1733) (para quien lo recuerde, es el autor de La fábula de las abejas en la cual el vicio es condición de la prosperidad económica de los Estados). Y esto va en honor de los promotores de los gobiernos dirigidos

efecto, la hipocresía es el homenaje que el vicio hace a la virtud. En cambio, si con ello se entiende la noble-­za, la cual a lo largo de los siglos se ha apropiado inde-­bidamente de este término, yo tengo una mala opinión de la nobleza italiana en su conjunto y pienso que un gobierno de ella sería peor de aquel existente. Pero cuando se me marca como “aristócrata” se entiende una tercera noción, el hecho de que siempre he sido un promotor de la autoridad del conocimiento. ¿En-­tonces habrían sido “aristócratas” los fundadores de la ciencia moderna, los ilustrados, los idéologues, los idealistas, los marxistas, los positivistas, los teóricos

-­ras para el oscurantismo comunicativo o demagógico que hace de la hierba un fajo, y no podría hacer otra cosa, dada su ignorancia que no les permite distinguir entre pensadores de izquierda, centro o derecha, pro-­gresistas o reaccionarios… ¡precisamente porque es alérgico a la existencia de “pensadores”! Es cierto que alguna etiqueta política necesita, pero esta siempre se reduce a una sola: ¡reformismo!, sin darse cuenta que la mayor parte de los italianos le tienen un gran miedo a las innovaciones, dado que estas parecen es-­conder casi siempre algún dispositivo que empeora la situación existente a favor de los intereses de aque-­llos que estas “reformas” promueven. En este sentido,

-­sar por “revolucionario”. En efecto, fue disparada la

black bloc, con los “terroristas” y sus defensores, mientras que para los conservadores no hay más que despre-­cio o tolerancia. Nada asegura más a los partidarios de la comunicación, de lo efímero, del presentismo que la ausencia de cualquier calidad, en particular

que estudiar no sirve para nada y que los primeros de la clase son los últimos de la vida. Quizá porque las universidades aún están llenas y los periódicos dan

-­guen productividad entendida en sentido meramente cuantitativo, didáctica e investigación y entran con

-­tinción entre servicios (aquí queda maravillado aquel

y otras intervenciones, estructuras, web (sin embargo, ¿quién lo estudia, si incluso las facultades de comu-­nicación raramente van más allá de una vaga retórica futurista?), internacionalización (quisiera saber sobre la base de qué parámetros se funda). Quien anula lo que tiene detrás de sí, tiene la nada delante: en otras palabras, si se quiere construir verdaderamente el fu-­turo, es necesario al mismo tiempo repensar el pasado. Esta es la enseñanza fundamental del eterno retorno del cual habla Nietzsche. La tradición (y en general el estudio) no es algo que se pueda reducir a un eslogan. Por ejemplo, hay en Italia un partido político que ha pretendido construir su mito fundador ubicándolo en la Edad Media. Alguno ingenuamente se esperaría un

no me parece que para ser admitidos a este partido, sea necesario algún conocimiento de este periodo históri-­co o se corra el riesgo de ser expulsado por no haber

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DEBATES I MARIO PERNIOLA

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Gianfranco Miglio (1918-­2001). Es más, se dice que en este partido —no se si se esa voz esté cimentada— el saber no es para nada apreciado y es en cambio conside-­rado uno de los “cuatro vejestorios” de los cuales es ne-­cesario liberarse. Los otros tres —relata refero— serían la buena educación, la moderación y el espíritu nacional.

¿PODEMOS ESTAR INDIGNADOS?Una palabra que recorre con mucha frecuencia los discursos ético-­políticos es la dignidad. Esta se ha vuelto uno de los términos clave de la bioética, así como el motor en el cual se han reconocido las re-­vueltas políticas que han explotado en muchos Esta-­dos árabes, provocando en algunos casos la caída de

como indignados de la conducta de… sconi (esta vez

esta persona), no se cuentan. Los estudiantes que han ocupado las plazas de algunas ciudades españolas se

indignados. De este modo, ha nacido un Global Indignant Movement, que se ha manifestado en muchos países. La palabra dig-­nidad ha eclipsado otros términos más técnicos del lenguaje político, como comunidad y derechos del hombre. En efecto, la primera ha caído en el ridículo desde el momento en que se comenzó a hablar de una “comunidad internacional” (expresión impropia ya que la comunidad en ámbito de ciencia política indica un vínculo asociativo de naturaleza afectiva similar al de la familia, como saben los lectores de Ferdinand Tönnies, quien ha sido su teórico). Con relación a los “derechos humanos” que constituyen una de las bisagras de la civilización occidental, el uso faccioso y oportunista que se ha hecho de ellos, los ha vaciado de toda credibilidad. Incluso la palabra dignidad no está ausente de

equívocos, malos entendidos y usos impropios. Como sucede con frecuencia, es necesario remontarse a los orígenes, si se quiere realmente tener un concepto co-­herente. A pesar de que la noción es atribuible a los an-­

una palabra que corresponda exactamente a la dignitas romana (la que a su vez es ambigua, ya que por un lado es una característica de quien ocupa un puesto públi-­co, y por el otro machaca la idea estoica según la cual todos los hombres, más allá de las fronteras políticas y de las divisiones étnicas, están unidos por una natural inclinación benevolente hacia sus iguales basada sobre el hecho de compartir el lógos, la razón). De las tan-­tas virtudes individuadas por los estoicos las palabras que más se aproximan son la decencia ( ), la

sociabilidad (aspasmós), el pudor ( ), el au-­todominio (egkráteia), pero ninguna de estas corres-­ponde exactamente a dignidad. El hecho es que para los estoicos la perfección mo-­

total dominio de las pasiones, que se obtiene a través de la virtud de la coherencia (omologhía). Los estoicos

-­dolo como el principio de coherencia en la vida de tal

principio tiene su recompensa en sí mismo y precisa-­-­

table en la experiencia del presente. Sin embargo, esta

tónos, una tensión que mantiene los opuestos en equi-­librio mediante un continuo ejercicio sobre sí mismo. Ahora bien, la pregunta crucial es: ¿podemos permi-­

tirnos estar indignados, si no tenemos ninguna de las cua-­tro virtudes fundamentales (sapiencia, templanza, coraje y justicia)?, ¿podemos indignarnos si nosotros mismos no tenemos dignidad?, ¿si no somos mínimamente cohe-­rentes con nosotros mismos, sino inmersos en el mundo de la comunicación, en el cual todo se pone de cabeza?Los rasgos fundamentales de la comunicación son

descritos agudamente por los estoicos bajo el término de “estupidez”. El estúpido no es un tonto, un idiota, un obtuso sino el ser humano que, víctima de un con-­tinuo desorden, cambia de opinión de un momento a otro;; incapaz de detenerse, corre al precipicio con un ímpetu irrefrenable hacia el primer objetivo que en-­cuentra y se arrepiente con facilidad de todo eso que ha hecho;; incapaz de escuchar, habla y actúa en modo inútil;; inepto para elaborar valoraciones estables y para llevar a cabo elecciones irreversibles, salta de un lado a otro, pretendiendo tener y agarrar todo. La estupidez no nace de una ausencia, sino de una desviación, una distorsión, una perversión de la facultad racional. Para estar indignado, al menos es necesario te-­

ner coraje, es decir, paciencia, perseverancia, mag-­nanimidad y magnificencia (dixit Tomás de Aqui-­no). Nosotros italianos (y quizá nosotros como occidentales) somos muy débiles para permitirnos estar indignados. Por ello, o se regresa a los orí-­genes, es decir, a la enseñanza de la antigüedad clásica y cristiana (judía, cristiana e islámica) —lo que para nosotros equivale a Confucio para los chi-­nos— o no habrá salida. La dignidad no es un dato, no es una cosa que se posee por el simple hecho de pertenecer a la especie humana, sino un ejercicio de autocontrol y perfeccionamiento de sí mismos conjuntamente con un esfuerzo continuo de ayudar

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a los otros. Es necesario merecer el hecho de ser humano. Ninguno puede sostener que ha logrado completamente esta tarea. Yo, por ejemplo, no lo-­gro aún memorizar el nombre de aquel dirigente industrial tan famoso. Esta mañana recordaba sólo la parte central de su apellido: lusco.1

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METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

Retórica VISUAL EN LA PUBLICIDAD

GRÁFICA MEXICANA DE high energyJuan Rogelio Ramírez Paredes

*

*Profesor del Instituto de Administración Pública del estado de Hidalgo.

Ehigh energy (nrg) en México. La primera parte del texto se encarga de dar cuenta de las raíces del nrg, sobre todo respecto al análisis de esta música como ex-­presión y producto de la modernidad contemporánea. En este sentido, su origen histórico-­musical se encuen-­tra relacionado con las industrias culturales. La segun-­da parte de los apartados explica cuál ha sido la rela-­ción entre el nrg y los medios de difusión publicitaria en México, lo que pone en condiciones de comprender qué ha representado esta música en nuestro país, lo que incluye sus límites y posibilidades de expansión en el gusto social. La tercera parte aprovecha este cuadro para comprender el origen y la utilidad social de las

-­tuye el núcleo central del ensayo, ya que se expone la manera en que se generó una retórica visual, las carac-­

publicitaria para la sociedad nrg. La última parte reva-­

ambiente de la comunicación publicitaria de los Luz y Sonido (LS) mexicanos.

EL HIGH ENERGY EN EL MUNDOEl nrg ha sido considerado como la culminación del de-­sarrollo de la música discotheque (disco). Muchos de sus intérpretes, compositores y productores fueron parte de la música disco y, en buena medida, diversos elemen-­tos de su sentido social de escucha permanecieron in-­cólumes, tales como su sentido dancístico y su vínculo a imaginarios sociales glamorosos, hiper-­tecnológicos y de viajes interestelares. Y aunque la disco es su antece-­dente musical fundamental, el nrg recibió además múlti-­

Sobre del origen del nrg pueden plantearse di-­ferentes hipótesis. La primera es que el nrg sigue siendo música disco y que el cambio de denomina-­ción es un enfoque estratégico de respuesta frente a la campaña WASP estadounidense “Disco Sucks” de 1979 (Discoguy).1 Así, se trataría de una deno-­minación que con independencia de su origen, fue usada con fines comerciales para promocionar un mismo producto en los circuitos de las industrias culturales. La segunda es que el nrg constituye un género musical propio y realmente diferenciado de la disco. De tal modo habría sido el resultado de la creatividad y capacidad de síntesis de un artis-­ta llamado Patrick Cowley en Estados Unidos. Por lo menos, Cowley habría sentado las bases para que esta música se desarrollara sobre lineamien-­tos originales. Me inclinó por esta opción, lo cual no implica que tal objeto cultural no adquiriera el carácter de mercancía y, menos aún, que la nueva denominación no sea usada estratégicamente para tratar de desligarse semántica y simbólicamente de una música que había padecido una campaña de desprestigio enorme en Estados Unidos.Desde su inicio, el nrg tuvo una expansión inme-­

diata y rápida en el mundo. Esta situación propició un desarrollo estilístico diverso, pues los músicos de diferentes partes expresaban en sus temas sus in-­

nueva, su principal música predecesora (la disco) ha-­

las tendencias estilísticas de la música disco de cada región del mundo enfatizó sus particularidades sobre 1 WASP son las siglas del estereotipo único de estadounidense planteado

-­tant” (blanco-­anglo-­sajón-­protestante).

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I DEBATESRETÓRICA VISUAL EN LA PUBLICIDAD GRÁFICA MEXICANA DE HIGH ENERGY

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-­dos al interior de este género musical.2

cada subgénero del nrg tuvo como antecesor a líneas estilísticas contrastantes provenientes de la música dis-­

que abrevan de otras músicas (locales o no). Este es un argumento histórico que seguramente se sostendría

-­siones estético-­musicales más profundas y necesarias.En términos sociales, el nrg preservó de la música

disco —aun como mercancía— su carácter festivo, dancístico y de reivindicación libertaria homosexual. Sobre todo en Estados Unidos y, en menor medida, en Europa. Los sentidos sociales de escucha de esta música, sin embargo, no se mantuvieron idénticos en su proceso de localización global, pues sus apropia-­

Como sea, desde sus inicios en los años ochenta, el nrg fue ofertado por industrias culturales en muchos paí-­ses del mundo bajo el esquema axiológico heredado de la música disco blanqueada, es decir, como una moda gla-­morosa y moderna.3llegaba únicamente como moda o acudir a un proceso de re-­semantización con implicaciones históricas distintas. 2 En realidad, cada subgénero se entiende de modo ambiguo y no existe

análisis estético que no permite considerar esta discusión como con-­cluida. En México se ha denominado socialmente como “comercial” al nrg que fue tocado por las emisoras de radio y los LS en la década de los ochenta. Este nrg también ha sido llamado “clásico” y posee ciertas características musicales que permiten reconocer en temas contempo-­ráneos una estructura acústica “clásica” y que estaría caracterizada por una mayor estridencia en las percusiones y una fuerza concentrada en

emanada de las industrias culturales, que aludiría a una música con me-­nor fuerza en tales contrapuntos, con expresiones vocales y de timbre sumamente dulces, piezas melódicas y un pulso más lento. Un tercer subgénero sería el “eurobeat”, que estaría situado entre la energía y for-­taleza del clásico y las hechuras armoniosas del italo. Un cuarto subgé-­nero es el “espacial”, que es una hispanización y contracción del inglés “space-­synth”, con melodías que destacan en su rapidez y timbres que aluden a imaginarios sociales vinculados a lo cósmico. Podrían añadirse, incluso, un par de subgéneros más con mayor polémica, sin embargo, en términos de reconocimiento y aceptación social, estos cuatro subgéneros han sido considerados —con mayor o menor discusión— como nrg en México y otras partes del mundo. Al mismo tiempo, otros han rechazado —con criterios menos sólidos aun— que el nrg haya trascendido su esfe-­ra “comercial” y consideran como músicas distintas del nrg al italodisco, al eurobeat o al espacial.3 No olvidemos que la música disco fue creada, distribuida y consumida en Estados Unidos mayoritariamente por minorías raciales (latinos y ne-­gros) e identidades genéricas homosexuales hasta antes de 1977. A partir de la película , de ese año, el cine generó un este-­reotipo radicalmente diferente de lo que esta música expresaba política, cultural, social e históricamente. Se trató literalmente de un proceso de blanqueamiento heterosexual en la creación y el sentido de escucha de esta música.

EL HIGH ENERGY Y LOS MEDIOS DE DIFUSIÓN EN MÉXICO

El nrg llegó a México a través de las industrias cul-­turales como una moda. O mejor dicho, como una expresión más de la inagotable moda de la “música moderna”. Pues es bien sabido que en nuestro país todo lo nuevo ha sido considerado por las industrias culturales indígenas como “modas” siempre propias de “lo moderno”. El caso del nrg no fue la excepción. Básicamente,

-­ron de su introducción al país. Ellos pretendieron ma-­

-­nieron de qué manera debía ser presentado, qué temas debían de ser conocidos y cuál debía ser su sentido social de escucha. Los espacios de emisión de radio pública fueron, por razones obvias, las estaciones que habían promovido la música disco. La llegada del nrg generó furor entre la juventud de

los años ochenta. Sin embargo, no todas las industrias del entretenimiento quisieron ser partícipes determinan-­tes en su proceso de expansión. Los dueños de las disco-­

-­dad más que como un espacio sociomusical, como una zona de encuentro entre pares de clases privilegiadas.4Los operadores de tornamesas o disc jockeys (DJ’s)

se mantuvieron en el prejuicio de clase y no funcionaron como contrapeso, sino como apoyo a los propietarios. Ellos se encargaron de difundir el edulcorado rock pop y, más adelante, la reciente música houseen un sentido fáctico a las discotecas en México.5¿Cuál fue el motivo de que lo que parecía ser el

espacio de desenvolvimiento natural del nrg, es de-­cir, la discoteca no lo fuera? Existen varios elementos que construyen un marco general. En primer lugar, debemos considerar que las discotecas en México aparecieron —en los años setenta— como espacios de exclusión social que garantizaban una asistencia socioeconómica privilegiada y racialmente clara en un país que, histórica y mayoritariamente, ha sido po-­bre y moreno. Más que la calidad de la música, fueron las cualidades de la asistencia las que orientaron el sentido de existencia de estas primeras discotecas.6 En segundo lugar, los años ochenta atestiguaron un 4 Los espacios sociomusicales son “ámbitos donde se desarrollan inte-­racciones sociales alrededor de la música. Se trata de lugares en donde se crea sociedad mediante el impulso musical” (Ramírez, 2009: 155). 5 En contraste con las discotecas europeas que, a pesar de incorporar otras músicas, tocaron de modo constante nrg en sus diferentes subgéne-­ros durante los ochenta. 6 En contraste con las discotecas estadounidenses de esta misma década, que habían sido espacio de expresión de latinos, negros, homosexuales y trabajadoras blancas.

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DEBATES I JUAN ROGELIO RAMÍREZ PAREDES

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empobrecimiento sostenido y masivo. Este proceso desencadenó otros procesos, como la incorporación de los jóvenes al trabajo y la deserción escolar. A su vez, la deserción escolar y el deterioro económico coadyuvaron a la formación de pandillas juveniles durante toda la década. La mayoría orientó su senti-­do de ser preferentemente sobre bases territoriales y de identidad sociomusical.7 El nrg, el punk, el heavy metal y el rocanrol fueron los géneros musicales que acapararon dicha preferencia sociomusical. La perte-­nencia de algunos escuchas a tales pandillas generó un cierto estereotipo juvenil ligado a estas músicas.8 En tercer lugar, el sometimiento cada vez más rigu-­roso del tiempo de trabajo por el capital, así como el desbalance político en la relación capital-­trabajo en favor del primero, generó un aumento de la importan-­cia del tiempo libre para las personas. Hubo una inca-­pacidad de la fuerza laboral para contener a un capital desenfrenado y voraz apoyado en la fuerza del Esta-­do y poderosos organismos internacionales. En todo el mundo, el tiempo libre ocupó el sitio de válvula de escape para millones de individuos que tenían que so-­brevivir de manera cada vez más difícil y precaria. La diversión se hizo prioritaria. El tiempo libre tomó más importancia para millones de gentes en el mundo que el enajenado tiempo de trabajo. El uno se convirtió en la vida propia, el otro en una necesidad para soportar. El análisis de su uso, por lo tanto, no es cosa menor. En este contexto de los años ochenta, hay que con-­

siderar algunos procesos internos. El primero de ellos -­

tros socioeconómicos de las discotecas, impuestos en un contexto de pauperización, el auge del nrg motivó a que aparecieran LS de nrg.9 Los seguidores del nrg pertene-­cían a sectores sociales que se empobrecían constante-­mente, que eran vistos por algunos como peligrosos y que, sin importar a que se dedicaran, querían divertirse.10 Queda claro que la fuerza de arrastre del nrg fue multitu-­dinaria, ya que no había multitudes de ricos en México y porque las discos no eran precisamente, ni por vocación ni por infraestructura ni por historia, multitudinarias. 7 Una identidad sociomusical es una identidad colectiva que se forma a partir del gusto musical compartido por un cierto género musical y que contiene un sentido de pertenencia, un grado de compromiso, una me-­moria histórica, una concepción de la otredad y un conjunto de prácticas (Ramírez, 2009). 8 Respecto de tal estereotipo en el caso del nrg y sus consecuencias en término de ocupación de espacios sociomusicales, puede verse Ramírez (en prensa). 9 Tuvieron que pasar años desde el surgimiento de las primeras disco-­tecas para que el Estado asumiera de modo legal e institucional que las discotecas prestaban un servicio a consumidores con derechos, no favo-­res a limosneros de estatus. 10 No es posible desarrollar esta historia con amplitud. Véase Ramírez (2009 y en prensa).

Surgieron nuevas pequeñas y medianas industrias culturales populares que formaron el gusto social de millones a partir de esta década. Estas industrias fue-­ron los LS. El LS sustituyó a la discoteca como el espacio sociomusical fundamental del nrg y fue el modo sustancial de emplazamiento de esta música en México. Los LS pretendieron conservar el sentido so-­cial de escucha vinculado a imaginarios glamorosos, hiper-­tecnológicos y cósmicos. Los LS tuvieron una relación estrecha con la radio

-­pendiente. Los LS no dependieron de la radio para el anuncio de sus presentaciones (llamadas socialmente “tocadas”). Más bien la usaron como un eslabón más en su cadena de difusión. En este sentido, se dieron a

-­ron de modo claro su papel de publicidad. La tecnología de la tornamesa y la grabación permi-­

tió a los LS realizar y comercializar sus producciones

lo cual generó un poderoso proceso de expansión en el interior del país desde la Ciudad de México. En la segunda mitad de los años ochenta, el nrg ini-­

ció un moderado declive debido a la competencia de otras músicas apoyadas decididamente por la mayoría

de la década y principios de los noventa, se acentuó -­

tivamente de los circuitos radiofónicos. Su silencio en el espectro de radio, contando con tantos seguido-­res, era escandaloso. El proceso adquirió carácter de crisis y alcanzó su punto máximo entre 1993 y 1995. Además de su ausencia en la radio, casi todos los LS desaparecieron, las producciones mundiales decaye-­

en el único sostén para saber del próximo evento de nrg —organizado ya por sus simpatizantes— y que aparecía, con angustia para sus seguidores, cada vez

Superada la crisis en el periodo que va de la se-­gunda mitad de los años noventa hasta a inicios del nuevo siglo, la red electrónica ocupó un lugar funda-­mental no sólo en la superación de dicha crisis, sino como propulsor de un nuevo ciclo de expansión mu-­sical que toma una mayor fuerza entre 2003 y 2005. La red permitió el conocimiento de temas musicales desconocidos en el país que en su momento la indus-­

Se adquirieron nuevos conocimientos y perspectivas sobre esta música en otras latitudes;; se establecieron

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I DEBATESRETÓRICA VISUAL EN LA PUBLICIDAD GRÁFICA MEXICANA DE HIGH ENERGY

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contactos, se difundieron mezclas de audio y video realizados cada vez por un mayor número de perso-­nas gracias a las nuevas tecnologías audiovisuales;; se abrieron páginas y esta-­ciones de radio virtuales y el internet sirvió para distribuir publicidad de los eventos del nuevo ciclo. Sin embargo, es claro para los organizadores que el éxito de una presen-­tación hoy todavía depende de diversos factores, uno de los cuales es que se haga una buena utilización —cuali-­tativa y cuantitativa— de la

-­cho, salvo los videos promo-­cionales, con frecuencia la

-­ma que la que se distribuye electrónicamente, por lo que

-­sual sigue guardando su po-­tencial argumentativo.

ORÍGENES, BREVE HISTORIA Y FUNCIÓN SOCIAL DE LAS

PUBLICIDADES GRÁFICAS DEL HIGH ENERGY

Como hemos podido apre-­ciar, los orígenes de las pu-­

-­canas de nrg (llamadas socialmente “propagandas”) se encuentran en los LS nrg. Los antecedentes históricos de estas publicidades están en los anuncios de los LS de música disco, los cuales a su vez son una continuación de los anuncios publicitarios de cualquier otra actividad, in-­cluidas otras músicas. Si nos atenemos a que los

primeros LS mexicanos fue-­ron los de la llamada música tropical, entonces podríamos

-­tos anuncios. En realidad, sus características fueron muy sencillas. Durante décadas, a partir de los años

cincuenta, ocupaban el espacio con letras y, cuando mucho ponían algún pequeño dibujo en alguna es-­quina, como una estrella por ejemplo;; se pegaban en

sitios públicos que anun-­ciaban el baile. Después, en los años setenta, apa-­recieron LS disco. Estos LS utilizaban letras con estilos más diversos, ade-­más, las propagandas que se repartían de modo indi-­vidualizado (“de mano”) fueron mucho más usadas. También usaron con más frecuencia algún dibujo en ellas. Con frecuencia, una caricatura estadounidense o ilustraciones sencillas como estrellas o márge-­nes ornamentales. Las publicidades de LS disco usaron materiales, tama-­ños y diseños mucho más variados que sus antece-­sores, aunque compartían con ellos el usar un solo color para las letras o los dibujos sobre un fondo de color diferente. En los años ochenta,

nrg generaron un quiebre en la historia de la publi-­

México. Por un lado, di-­chas publicidades usaron los materiales y tamaños más diversos en diferentes grosores: corcho, crome-­kote, papel metálico, car-­toncillo, papel albanene, cartulina sencilla, cartuli-­na couché, cartulina lino, papel América, cartulina cromekote, cartulina me-­tálica, papel revolución, plástico, etcétera. Aunque predominaron las publi-­

cidades con fondo de un color y el anuncio en otro, también se inició el uso del anuncio bicolor y en raras ocasiones hasta en tres colores.

IMAGEN 1. Publicidad “de mano” indicativa del imaginario es-­pacial vinculado a esta música y del eslógan publicitario de la presentación. Ruelas, 1983. Cromekote blanco. Colección priva-­da del autor.

eslógan publicitario de la presentación. Kingston, 1984. Papel couché. Colección privada del autor.

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DEBATES I JUAN ROGELIO RAMÍREZ PAREDES

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En su inicio, no parecía haber diferencia entre las pu-­blicidades de LS disco y nrg. Sin embargo, en poco tiem-­po comenzó el uso de diseños en formas imaginativas conteniendo, además, dibu-­jos mucho más elaborados (hechos a mano por dibu-­jantes no profesionales).11 Y aunque se siguieron usando las publicidades sencillas, las otras eran empleadas de modo abrumador. Todavía se encuentra pendiente una historia al respecto, pero es probable que Jaime Ruelas haya iniciado esta carrera imaginativa por la comple-­jidad ilustrada en un trozo de papel. En este proceso creativo participaron Carlos Sánchez Padilla (Padilla), J. Martín González Cabrera (Martín u Obsession), Cé-­sar, Alex, Alexis, Arreola, Arteaga, Miguel Balandra-­no, Enrique Basurto, Cedi-­llo, Checo, Chivigón, Ciro, Roberto Cruz, Víctor Cruz, Eduardo, El Marqués, A. Flores, Fred, Alfredo Gar-­cía, Guerrero, Héctor, A. Herrera, Horacio, Huesca, Jas, Jefe, Kingston, Kum Kum, Lobo, Márquez, J. Martínez, Max Fashion, Morales, Muelas, Nava-­rrete, Omar, Javier S. Or-­ganista, Ortega, Pablo, Pedraza, Picasso, Miguel Ponce, R. Ramírez, Rata, Raúl, Regay, Resillas, Ri-­cardo, Rime, José Luis Ro-­dríguez, Edgar Rosas, Sa-­gitario, Salamanca, Sam, Enrique Sánchez, Scami-­lla, Suberza, Therán, Tinajero, Urani, Vans, Vega, Vic, Víctor, Zamora, Zendejas, etcétera. Muchos de estos dibujantes llegaron a tener una alta calidad de diseño y algunos cobraron una relevancia profesional en di-­ferentes áreas del diseño, como Raúl Cruz Figueroa

11 También llegaron a usarse fotografías de eventos en las publicidades, pero en pocas ocasiones.

El dibujo, además, buscaba no ser repetitivo y, -­

sentación, generando mayor importancia al evento al dotarle de cierto aire de au-­tenticidad (irrepetibilidad). Por otro lado, se estilizó el tipo de letra que aludía al LS y se utilizaban leyendas que dotaban de una personalidad propia y diferente a cada uno de ellos. Así, el LS Menergy

-­tructura Disco”, Winners con “La Organización Número Uno” o Leiser con el “Su-­premo Espectáculo”.12 Estos esloganes se reforzaban con los anuncios radiofónicos de la próxima presentación de tal o cual LS. Anuncios, por cierto, llenos de recursos au-­ditivos. La doble publicidad, las propiedades de los tim-­bres musicales y los efectos acústicos usados en la mú-­sica reforzaron el vínculo a imaginarios cósmicos, hiper-­tecnológicos y glamorosos.Las formas de distribución

de las publicidades fue a tra-­vés de pegarlas en sitios pú-­blicos en tamaños “póster” y suministrándolas en zonas de reparto estratégicas de mano en mano. Ambas tuvieron la misma importancia y, en mu-­chas ocasiones, salían las pro-­pagandas en ambos tamaños. El diseño del eslogan del

el organizador, el propietario del LS, el dibujante o ser el resultado de una discusión al respecto. Las propagandas

-­12 Aunque la música escuchada era el nrg, sus simpatizantes se llegaron a

se les denominaba a las audiencias, desde fuera de la colectividad, de esta manera. A partir del fortalecimiento del nuevo ciclo de expansión en 2003, se ha utilizado con la misma fuerza en el interior de las audiencias la expresión “jaieros”, probablemente por la huella que dejó la crisis de mediados de los noventa y la lejanía con los años setenta.

estética de la tornamesa y del eslógan publicitario de la presenta-­ción. Urani, 1985. Papel couché. Colección privada del autor.

-­gan publicitario de la presentación en forma glamorosa. Raúl Cruz, s/f. Papel couché. Colección privada del autor.

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cepción de la otredad en un espectro de identi-­dades sociomusicales diferenciadas y, en los años ochenta enfrentadas.13

Pronto este tipo de publicidad rebasó el ámbito de los pósters o las propagandas “de mano”. Se imprimieron folders, calcomanías, calendarios y ropa. Se realizaron dijes de los nombres de los LS con sus letras estilizadas. La calidad de los dibu-­jos hechos a mano, su imaginación y creatividad contenidas y el gusto por esta música orientaron a las audiencias a constituir una práctica colectiva que se ligaría de manera íntima con su memoria histórica: la colección de propagandas. Esta práctica se constituyó en un referente fun-­

damental para que el colectivo simpatizante de esta música adquiriera características de identidad 13 En un polo se encontraban el nrg y el break dance, que podían ser

del DJ. Frente a ellas, estaba el punk, el heavy metal y el rocanrol, que también podían ser tocadas en un mismo evento y su emplazamiento

sociomusical. En particular, porque la posesión de estos objetos evocaba emociones y recuerdos de un profundo, nostálgico y grato arraigo. En ese sentido, y a pesar de que no todos los even-­tos publicitados en las propagandas se llevaron a cabo —o no se llevaron a cabo tal y como esta-­ban anunciados—, la gente las coleccionaba. De hecho, saber las situaciones anómalas que puede guardar una publicidad falsa es hoy símbolo de estatus social en el ambiente, por la cualidad evi-­dente de ser un testigo privilegiado de la historia de esta música en el país. Desde mediados de los noventa hasta hoy las cosas

han cambiado. Aunque varían, los materiales que han -­

cado, el papel couché barnizado y la cartulina couché

Por razones tecnológicas han aparecido y predomina-­do las publicidades multicolores. En cuanto al diseño, cabría mencionar lo si-­

guiente. En muchas ocasiones ya no se recurre a un dibujante, se toman estampas de internet que se llegan a replicar de un evento a otro, aunque esto también ocurría con los dibujos de la época dorada de los ochenta. En ocasiones, estas imá-­genes de la red ni siquiera guardan una relación clara con el nrg. Lo que sucede es que en las pre-­sentaciones de hoy se privilegia la figura del DJ y no la del LS. A pesar de que varios LS regresaron en este ciclo de prosperidad, no son tantos y, en la mayoría de las tocadas de hoy, no existe el respal-­do de ninguno de ellos. A pesar de que algunos es-­pacios sociomusicales se han construido un cierto estilo en sus publicidades, en términos generales, no existe una constancia estilística que pretenda guardar cierto perfil ilustrado. Algunos coleccionistas viejos desprecian las

propagandas del nuevo siglo. Pese a ello, la prácti-­ca colectiva de coleccionar no ha desaparecido, ni tampoco existe una plena ausencia de calidad en los diseños. Incluso, en ocasiones se realizan dise-­ños monocolores de modo intencional, enfatizando el apego a los años de oro. Sencillos o multicolo-­res, con mayor o menor tecnología incorporada, los diseños de mayor calidad siguen siendo los que se crean y no los que se copian.

INFLUENCIA DE LAS PUBLICIDADES GRÁFICAS EN EL AMBIENTE SONIDERO

como parte de las prácticas colectivas contenidas en la

IMAGEN 5. Indicativa de la relación con la otredad rocker. La chica decapitada por el hacha del entonces LS nrg Polymarchs, muestra en las muñecas accesorios típicamente rockers. José Luis Rodríguez, 1985. Cartulina cromekote blanca. Colección particular del autor.

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IMAGEN 6. Frente y reverso de publicidad “de mano”. El frente mul-­ticolor hace alusión al sitio del acto, reconoce la importancia de un di-­bujante legendario y utiliza en la parte de abajo el rayo con el que los

diseño monocolor viejo de otra presentación que alude a la memoria his-­

conciencia del valor histórico y estético de las publicidades del LS par-­ticipante. En conjunto, la propaganda pretende una síntesis y proyección

privada del autor.

IMAGEN 7. Frente de publicidad “de mano” multicolor que utiliza el IMAGEN 8. Publicidad de mano. S/a, años ochenta. Cartulina delgada. Colección particular del autor.

identidad sociomusical nrg. Además, han sido parte fun-­damental de su memoria histórica colectiva y material

En el exterior de la sociedad nrg, estas publicidades

en el ambiente de los LS y con especial énfasis en el de los tropicales. Por un lado, el tipo de letra usada en sus publicidades a partir de los ochenta emuló el estilo del de los LS nrg;; por el otro, los LS tropicales adoptaron

Uno de Ciudad Neza”, por ejemplo. Incluso, algún LS tropical en cierto momento de su carrera pretendió to-­

sentido. Se trató de Cóndor, el cual dejó un testimonio

los diseños de nrg.

factor fundamental en el proceso de consolidación iden-­titaria de las audiencias de nrg en México. Las propagan-­das permitieron “ver”, en buena medida, componentes primordiales del sentido social de escucha de esta música. Su origen estuvo vinculado al marco que vio nacer a esta música en México y en el mundo, así como a procesos internos nacionales y locales que derivaron en estas ex-­

Sus diseños llamativos y originales, sus ilustra-­ciones creativas y de calidad, sus tamaños, colo-­res y materiales diversos, así como otros procesos

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esta música, propiciaron que los escuchas comenza-­ran a coleccionar propagandas. Su colección se con-­virtió en atesoramiento y en práctica social vigente que se ligó a la constitución de la memoria histórica colectiva de los oyentes. Para algunos de los muchos dibujantes iniciales, el

diseño publicitario pasó de ser de una práctica social a una vocación de vida y/o una plataforma artística. De tal modo, hubo quienes terminaron dedicándose al diseño, a las artes plásticas o audiovisuales y a ac-­tividades relacionadas. En una historia aún por escri-­bir, cabría señalar la posibilidad de generar estudios diversos sobre trayectorias de vida acerca de los di-­bujantes más destacados o de aquellos profesionales que, habiendo iniciado como dibujantes de propagan-­das, se han destacado en un ramo de actividad afín.Las propagandas de nrg cuentan con una historia

que dista de ser uniforme. Su papel como soporte de

-­dades de otras músicas en el ambiente sonidero y se han constituido como una parte importante e inevita-­ble del paisaje urbano de la Ciudad de México y de la

REFERENCIAS

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Discoguy (s/f), http://www.discodisco.com/disco/his-­tory.html [fecha de acceso: 20 de diciembre de 2012].

Ramírez, J. (2009), -­-­

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Ramírez, J. (en prensa), “Los espacios sociomusica-­les en Ciudad Satélite de las músicas discotheque y high energy”, en , vol. 2.

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LOS DERECHOS,

SU contemporaneidadY NUESTRA ACTUALIDAD*

Israel Covarrubias**

En su número 18, correspondiente a los meses de enero-­abril de 2012, Andamios. Revista de investigación social nos propone como dossier

de y para el debate la cuestión de los derechos, fun-­dado, sugiere desde su título, como el tema de nuestro tiempo.1 Compuesto de seis artículos, una traducción y una entrevista, aunque agregaría la reseña escrita por Ángel Sermeño que analiza directamente el de-­recho a la familia, vale la pena comenzar preguntán-­donos si realmente tenemos algún tiempo a nuestra disposición desde el punto de vista de los regímenes de historicidad donde tienen lugar la simultaneidad de los mismos y sobre todo su contemporaneidad. Es decir, ¿cuál es nuestro tiempo?, ¿cuáles son sus mo-­dalidades temporales de efectividad para que un tema (los derechos) sea contemporáneo a nosotros? Dicho en pocas palabras, ¿frente a qué tipo de contempora-­

-­lítica o intelectual la posibilidad de que seamos noso-­tros los contemporáneos a la cuestión de los derechos y no viceversa? Sobre todo si observamos que desde la “Presentación” del dossier se sugiere contunden-­temente que: “Los derechos, sin duda, pueden verse como el mayor símbolo de la Modernidad” (p. 7).2 * Versiones anteriores del presente texto fueron leídas el 23 de agosto de 2012 en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, Plantel San Lorenzo Tezonco, y el 26 de junio de 2012 en la Comisión de Derechos Hu-­manos del Distrito Federal, con motivo de la presentación de Andamios. Re-­vista de investigación social (vol. 9, núm. 18, enero-­abril, 2012, pp. 7-­232), número dedicado al tema “Los derechos, el tema de nuestro tiempo”.** Profesor investigador en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y Director editorial de Metapolítica.1 La revista puede ser consultada en el sitio: www.uacm.edu.mx/andamios/2 Quien recientemente se ha ocupado sobre la semántica de lo contempo-­ráneo y su vínculo contradictorio con el régimen de lo actual es Agam-­ben (2011a: 17-­29 y 2011b: 129-­152).

En realidad, podríamos sugerir que más bien no-­sotros estamos en una relación contemporánea con el tema de los derechos en la medida de que el presen-­te es aquello que nos limita en el lugar (historicidad) que ocuparemos para hablar y manifestar diversas preocupaciones por nuestra situación puramente tem-­poral. No obstante, habría que hacer una ulterior pre-­cisión. Nuestras dudas y preocupaciones por el tiem-­po presente no son interrogantes acerca de cualquier tiempo presente ni de cualquiera de sus estancias de producción, son expresiones, por momentos radicali-­zadas, de un tiempo contemporáneo (a nosotros, por supuesto) que se interroga y nos obliga a interrogarlo a través de los vectores que modulan las transforma-­ciones recientes de la democracia y de los procesos de democratización que, dicho sea de paso, son dos dimensiones distintas y no necesariamente coinciden-­tes en sus estructuras de conclusión, mucho menos en sus zonas de efectividad. No es fortuito que al térmi-­no de la llamada Guerra Fría, tras la caída del Muro de Berlín y el colapso de la U.R.S.S., aparece en el

del derecho conjuntamente con sus formas conclusi-­-­

verse poderosos catalizadores del estilo y del estado de ánimo intelectual y académico (sobre todo en el

los puntos neurálgicos de los cambios políticos de

sugerir que los cambios recientes de las democracias son nuestra actualidad, no nuestra contemporaneidad. Nuestra actualidad hunde sus raíces en el aquí y aho-­ra, nuestra contemporaneidad propone su arché, esto

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es, su origen en la heterogénesis nominal de la pro-­ducción de la autenticidad de los nombres propios, que sólo fue posible cuando aparece la quiebra la ley

con la sociedad y el Estado del llama-­do antiguo régimen (Covarrubias, 2012a: 108-­109).A pesar de que no es tan evidente

ni sólida, esta paradójica separación entre lo contemporáneo y lo actual-­reciente resulta indispensable preci-­samente para comprender por qué los derechos son la piedra de toque de la modernidad a partir de la In-­dependencia de Estados Unidos de América y de la Revolución france-­sa. No pasemos por alto que la quie-­

de los fundamentos de la democra-­cia moderna, cuando a través de la aparición en la esfera pública de los “sin nombre” se logra como efecto precisamente de los fenómenos re-­volucionarios fundantes de la mo-­dernidad su in-­corporación de los desheredados en la política y sólo desde la política. Es decir, lograrían volverse cuerpo, encarnación de

pueblo o la de la nación—, y que

de este cuerpo social por parte del dominio político, también se vuelve aporética —es ineludible— la rela-­ción entre universalidad (plural de la democracia) y los singulares que serán reconocidos políticamente (por ejemplo, bajo la forma de las garantías individuales).

233) al hablar de la potencialidad/posibilidad de lo “común singular” de la jaula moderna de la igualdad: “Un sueño que lucha contra su propia imposibilidad”. Luego entonces, en el artículo de Pietro Costa, “De-­

rechos y democracia” (pp. 163-­216), se insiste en que la democracia como orden político no es sinónimo de democratización. Éste último es un proceso en el inte-­rior de las instituciones políticas y de la vida en sociedad que ha permitido históricamente vincular, por un lado, la noción fuerte de derecho como singular fundamental con la legalidad y la estructuración territorial de la polí-­tica y, por el otro, los derechos (políticos, económicos, sociales) con la democracia a través de los pasajes de la participación política de impronta republicana como

constitucionalización al tiempo que supone un espacio de reproducción de la forma de Estado, lo que sugiere un lento proceso de producción del “suelo común”. Asi-­mismo, véase también, aunque llega a conclusiones dis-­

tintas, el artículo de Enrique Serrano Gómez, “Teoría de la Constitución, positivismo y derechos fundamen-­tales” (pp. 59-­87), que problematiza las relaciones teórico-­jurídicas entre constitución, constitucionalismo y derechos, in primis, la libertad, que es —nos dice— la madre de todos los derechos y garantías individuales. Por ello, los derechos, sugiere Pietro Costa parafraseando a Luigi Ferra-­joli, pertenecen a la “esfera de lo indecible” (p. 185). Cabe agregar que si pertenecen a la esfera de lo indecible, entonces esta constata-­

aporético de un intercambio que se

pero que la sola presuposición de su certeza ya lo ubica fuera de cual-­quier posibilidad. Y en este mismo sentido, es quizá necesario agregar que esta indecibilidad constitutiva

-­posibilidad de la democracia en aquella dirección que intenta soste-­

ner un discurso racional cuando se dirige (o pretende hacerlo) al espacio del bien común.Los derechos están más allá de la posibilidad latente

-­man en sus confrontaciones con la sociedad y particu-­larmente con los sujetos. Son, como lo indica Álvaro Aragón Rivera en su artículo “Ciudadanía y derechos

141-­159), y en el caso particular de los derechos socia-­les, una forma de relacionarse que tienen los no propie-­tarios (los desheredados) con la democracia al vincular el universo material de la existencia con la persona, no con el ciudadano, ya que trasciende el ámbito de la per-­tenencia que se establece a través del reconocimiento jurídico de la ciudadanía.Sin embargo, es necesario no perder de vista un he-­

cho histórico fundamental con relación a los procesos de democratización y que tiene efectos considerables en la constitucionalización de los derechos: en los ini-­cio del siglo XX, sólo los países de Europa Occidental y los nuevos países de herencia colonial anglosajona

Foto: Paola Martínez Hernández

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I IMPRENTA PÚBLICALOS DERECHOS, SU CONTEMPORANEIDAD Y NUESTRA ACTUALIDAD

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son democracias en sentido amplio: Australia, Bélgica, Finlandia, Francia, Noruega, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Suecia y Suiza (Morlino, 2009: X). Hacia los años veinte, se alcanza un número de aproximadamente veinte democracias. Al término de la segunda posgue-­rra y hasta la década de los sesenta, tenemos alrededor de 40 países considerados como democracias. Ahora bien, de 1974 a 2009 el mundo observaría el cambio político de 70 países de regímenes autoritarios hacia regímenes democráticos, lo cual logró coronarse par-­cialmente en 2004 cuando el 67 por ciento de los Esta-­dos en el mundo habían experimentado o experimen-­taban procesos de democratización “efectivos” (Gaitán Barrera, 2010: 45). Entonces, estamos frente a un cam-­bio cuantitativo donde los países que eran considera-­dos como democracias

siglo XX alcanzaban un número conservador de 86 países, pero si se reducen sus indicadores de operatividad y efec-­tividad ascienden a 191 en 1999;; un contexto radicalmente distinto al de inicios del siglo XX (Crouch, 2004: 7-­8). ¿Qué supone esta

larga marcha de los procesos de democra-­tización? Primero, el umbral de variabilidad de los fenómenos de cambio político en di-­rección democrática son nuestra contemporaneidad, ya que en ellos aparece la relevancia del lugar que ocupan los derechos en la consolidación de regíme-­nes democráticos y de Estados que los hagan efec-­tivos por medio de su constitucionalización. Segun-­do, que la categoría de ciudadano vinculable con la de democratización y participación política reduce el universo de la aplicabilidad de los derechos, que terminan circunscritos exclusivamente a los derechos políticos (véase, por ejemplo, el artículo de Áragon Rivera, p. 154). Tercero, la ciudadanía termina sien-­do un criterio para explicar el por qué los derechos son, en efecto, el tema de nuestro tiempo. Por ejemplo, en el artículo de Luis Salazar Carrión,

“Democracia, representación y derechos” (pp. 11-­34), encontramos dos niveles de discurso que lo ilustran. El primero, un discurso normativo alrededor de la demo-­

cracia;; el segundo, un discurso histórico-­político sobre algunos pasajes de la historia del tiempo presente de la democracia en México. En ambos discursos, el tema de los derechos está “oculto”. Aparece a partir de la posición y disposición del ciudadano frente al orden político y frente a la ley mediante la contraposición en-­tre ciudadanía formal y ciudadanía real (p. 27). El hecho es que con independencia de lo real o lo

formal del proceso de ciudadanización que es efecto no causa de los fenómenos de democratización, los derechos son una garantía que trasciende el ámbito del régimen político. De este modo, estamos más bien ante el dilema, para el caso mexicano, entre una república de ciudadanos frente a una república de privilegios, ya que en nuestro país asistimos a un

proceso creciente (y que ha acompañado su democratización) de constitución de una república de ciudada-­nos privilegiados, otra de ciudadanos en vías de privilegiarse, y una última en espera de ser privilegiados algún día. En este mismo orden

de ideas encontramos el artículo de Víctor Manuel Delgadillo Po-­lanco, “El derecho a la ciudad en la Ciudad de México. ¿Una retórica progresista para una gestión neoliberal?”

(pp. 117-­139), quién discute el caso de la ciudad de Mé-­xico a partir de la noción contemporánea del derecho a

de 2010. El derecho a la ciudad, nos dice Delgadillo, es el derecho de las personas a habitarla para apropiarse de su espacialidad social, política y económica. No se olvide que el derecho a la ciudad es quizá la alego-­ría, actual y contemporánea, para lograr mínimamente las condiciones de posibilidad de los encuentros entre derechos y democracia. Esto cobra una relevancia cre-­ciente por las formas históricas de elaboración de una concepción particular de hacer suya la ciudad como derecho de los excluidos en la Ciudad de México por medio de la toma de tierras y predios, así como la in-­formalidad de muchos sectores sociales. Sin embargo,

Foto: Paola Martínez Hernández

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tre el discurso del derecho a la ciudad enarbolado por el gobierno central del Distrito Federal, una parte del movimiento urbano popular, el empresariado y otros actores y los procesos de remodelación del paisaje ur-­bano que garantizan la constitución de ciudadanías de clase, vinculadas por el estatus, la exclusividad y la ac-­tivación de fuentes emergentes de negocios privados frente a ciudadanías de compromiso, emparentadas por las fuertes inercias de los procesos de exclusión económica y social (Covarrubias, 2012b: 137-­163). Ergo, el derecho a la ciudad en la Ciudad de México, nos dice, no deja de ser un “derecho a medias”, dada la ausencia de su constitucionalización;; pero además porque los proyectos de remodelamiento del paisaje urbano no producen espacios nuevos de inclusión. En realidad producen una discrepancia creciente entre las comunidades de intereses compartidos que se vinculan con una suerte de micro-­ciudades de intereses exclusi-­vos, lo que deja en una situación precaria, en términos de acceso al mercado de los recursos simbólicos y rea-­les, a las grupalidades que no están en posibilidades de construir comunidades “otras” que puedan contra-­rrestar la desigualdad de los intercambios políticos y sociales en el interior de la Ciudad de México. Estos desequilibrios nos empujan al universo cen-­

tral de los derechos y que es el aspecto que los hace auténticamente contemporáneos: los derechos son una formulación histórica que acompaña los procesos de democratización para la protección de los débiles (vi-­

lo señala Ana C. Fascioli Álvarez en su contribución “Una educación ciudadana más allá de los derechos” (pp. 35-­57), al apostarle por una eticidad formal que sea el cimiento de un ethos democrático soportado en las áreas de igualdad que la democracia ha construido históricamente. Al respecto, nos dice que educar en la democracia y para la democracia es comenzar con “dar un trato igualitario a todos los ciudadanos”, con miras a resolver la experiencia del menosprecio (ausencia de reconocimiento) en la cual se encuentran los débiles. Dice la autora: es necesario pensar los derechos desde las categorías de respeto y solidaridad. En suma, desde

-­cación de permitir habitarla, encontramos también el artículo de Ana Buriano Castro, “Derechos, trauma so-­cial y restitución. Sincronía y unicidad: el caso de Uru-­guay” (pp. 89-­116), pues sugiere la autora (o al menos esa es mi lectura) que la primera expresión del derecho a la ciudad es la de aparecer vivo en ella. Luego en-­tonces, Buriano Castro trabaja el caso del derecho a la

verdad a partir del fenómeno de las desapariciones que tuvieron lugar durante la dictadura en Uruguay, inter-­pretado como el derecho a la no impunidad que abre una polémica no de fácil resolución: la exigencia a la

su conclusión, lo que obliga precisamente a volver el tiempo presente de la democracia un tiempo anacróni-­co. Esto es, un tiempo fuera de lugar, pero que siem-­pre es necesario para explicar nuestro tiempo, como lo sugería al inicio de este artículo, ya que todo tiempo contemporáneo, para volverlo nuestro y aferrarlo con fuerza, no deja de observar y polemizar en las orillas que atan el célebre aforismo de René Char con el cual comienza el artículo de Hannah Arendt, “La brecha entre el pasado y el futuro”: “Nuestra herencia nos fue legada sin testamento” (Arendt, 2008: 75). Quizá por-­que aún nos encontramos en espera de un testamento no escrito, pero también de un espacio abierto desde el

través de la producción de constitucionalidad (inclui-­da, la escritura de la política), es que los derechos si-­guen siendo el tema de nuestro tiempo.

REFERENCIASAgamben, G. (2011a), “¿Qué es lo contemporáneo?”, en G. Agamben, , Buenos Aires, Adriana Hidalgo.

Agamben, G. (2011b), “Tiempo e historia. Crítica del instante y del continuo”, en G. Agamben, Infancia e historia. Destrucción de la experiencia y origen de la historia, Buenos Aires, Adriana Hidalgo.

Arendt, H. (2008), “La brecha entre el pasado y el futuro”, en H. Arendt, De la historia a la acción, Buenos Aires, Paidós.

Covarrubias, I. (2012a), “Herencia, exclusión y doble -­

formaciones recientes al orden político democrá-­tico”, , núm. 22, enero-­junio.

Covarrubias, I. (2012b), El drama de México. sujeto, ley y democracia, México, Benemérita Universi-­dad Autónoma de Puebla.

Crouch, C. (2004), Posdemocracia, México, Taurus.Gaitán Barrera, A. (2010), “Las regresiones políticas del siglo XXI”, Metapolítica, vol. 14, núm. 71, octubre-­diciembre.

Morlino, L. (2009), , Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas.

principio”, en A. Hounie (comp.), Sobre la idea de comunismo, Buenos Aires, Paidós.

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LA agenda LATINOAMERICANA

SOBRE ESTADOS UNIDOS

John Saxe-­‐Fernández*

[Dídimo Castillo Fernández y Marco A. Gandásegui, hijo (coords.), allá de la crisis, México, Siglo XXI Editores/CLACSO, 2012.]

E 1 ofrece al público general y académico, un conjunto de investigaciones bajo auspicio del Consejo

Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) sobre la crisis actual del capitalismo, su carácter e impacto en la economía, las condiciones sociopolíti-­cas de Estados Unidos y su proyección económica y de poder hacia América Latina. Castillo Fernández y Gandásegui, hijo, acertaron en el apuntalamien-­to explicativo y analítico que está en la base de la arquitectura que sostiene esta veintena de estudios publicados por Siglo XXI Editores, albergue de ex-­celencia editorial del pensamiento crítico.La primera sección dedicada a la “Crisis mundial

logrado esbozo teórico de Theotonio Dos Santos de la “Crisis estructural y la crisis de coyuntura” en el ca-­

Martins sobre la teoría de la coyuntura y la crisis con-­temporánea, en sintonía analítica con la presentación de Jaime Ornelas en torno a las vicisitudes del neoli-­* Profesor titular adscrito al Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM.1 Tercer libro del Grupo de Trabajo sobre Estados Unidos del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO: http//www.clacso.org) establecido en 2008 con investigadores de toda América Latina.

beralismo ante los jirones que va dejando la crisis de sus premisas y de sus consensos. Por el papel medular del Estado en el astronómico subsidio y rescate de la amalgama de bancos y casas de inversión “too big to fail”, más que jirones se trata de la polvareda por la demolición del liderazgo político y moral de una clase gobernante imperial consentida y su feroz ma-­nejo clasista de una crisis equiparable a la de los años treinta cuando, recuerda Gandásegui, el capitalismo destruyó 50 por ciento de toda la propiedad basada en la explotación del trabajo y el mercado. Esos capítu-­los y el de Orlando Caputo (ver adelante), tienen su-­

dos ejes del volumen sobre la “Crisis de hegemonía y decadencia de EUA” y la “Nueva geopolítica de EUA: escenarios para América Latina”.

-­les: el de la hegemonía y el de la magnitud de la crisis. Sobre el primer tema, la presencia de una potencia hegemónica en una constelación histórica dada viene del registro histórico de la evolución y funcionamien-­to del capitalismo en etapas de sucesivas hegemo-­nías desde las ciudades-­Estado del Mediterráneo, los Países Bajos, el Reino Unido y Estados Unidos. Sin

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IMPRENTA PÚBLICA I JOHN SAXE-­FERNÁNDEZ

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da decadencia hegemónica de Estados Unidos siga, como en el pasado, una inexorable sucesión.2 En ma-­teria histórica toda predicción es pretenciosa y peli-­grosa, máxime que la guerra entre potencias centrales fue el “árbitro último” de todas esas “sucesiones” y hoy vivimos en un mundo con armamento termonu-­clear, químico y biológico en riesgoso despliegue ba-­lístico inter-­continental.Por lo que respecta a la obra en cuestión y por el en-­

foque adoptado, es claro que el legado conceptual de Antonio Gramsci aplicado a las relaciones internacio-­nales es crucial al engranaje entre los estudios dedicados a la crisis estructural capitalista y la crisis de coyuntura de la primera sección, sus efectos sobre el predicamento interno y externo de la “pax americana” y el análisis de las políticas e instrumentos de seguridad vinculados a la protección y expansión de la inversión de los grandes monopolios en América Latina. La noción de hegemo-­nía y “bloque histórico” otorgan mayor calibre explica-­tivo y una comprensión más cercana al análisis de clase que la sola perspectiva centrada en el despliegue externo de fuerza estatal. La hegemonía en los estudios de Ro-­bert Cox (1981: 126-­155) por ejemplo, no es sólo “el orden prevaleciente entre Estados” sino un complejo de articulaciones “que se vinculan a las relaciones entre las clases sociales de diferentes Estados”. La hegemonía se

-­cir el conjunto de fuerzas sociales que en un contexto nacional establecen su “liderazgo intelectual y moral” para gobernar, junto a instrumentos de coerción, al uni-­

por la clase dominante de un Estado dado luego se des-­borda y es emulada a nivel internacional. En Cox (1983: 171, 172) la hegemonía mundial se expresa en “normas universales, instituciones y mecanismos que implantan reglas de comportamiento a los Estados”. No hay hege-­monía mundial si el “bloque dominante” del hegemóni-­co, es decir, las clases y grupos que ejercen el poder en el seno de la sociedad de esa potencia, no la tienen en el espacio nacional (Cox, 2001: 105-­130;; Guillén, 2007: 146).3 Es un requisito de la hegemonía mundial como plantea Cox (1983) y profundizan, dato en mano, Arturo Guillén (2007: 145-­172) y los capítulos de este libro.

2 La historiografía de cómo se ha organizado la economía capitalista está ahí, sea desde la registrada en Annales d´Historie Sociale asentada en Marc Bloch, Lucien Fébvre y Fernand Braudel o, en la Escuela de Wis-­consin, asentada en la obra de William Appleman Williams, seguido de una distinguida línea de discípulos y estudiosos entre los que resalta Lloyd Warner, Walter LaFeber, Andrew Bacevich y Thomas McCormick. 3 Además de una síntesis conceptual el autor, con datos duros, analiza los parámetros económicos de la declinación de Estados Unidos en el contexto del manejo de la economía política internacional.

“La supremacía de un grupo social”, decía Gramsci, “se ma-­

intelectual y moral’. Un grupo social domina a grupos socia-­

Un grupo social puede y verdaderamente debe ejercer ya su -­

deramente una de las principales condiciones para ganar ese poder;; subsecuentemente, se convierte en dominante cuando

4

Casanova percibió como una inédita concentración de contradicciones políticas, económicas, ambien-­tales, de explotación y de represión, fue captado en la interlocución que sostenían en 1968 Istvan Més-­záros (2009) y Lucien Goldman cuando discutían la coyuntura y el grave trance que enfrenta la sociedad contemporánea, incluyendo la naturaleza y orden de magnitud de la crisis capitalista. En ese momento los estudiantes tomaban las calles de París, Buenos Aires, Londres y en México eran masacrados: “comparada con la crisis a la que nos encaminamos actualmente”, dijo Mészáros (2009: 23) a Goldman, “la crisis eco-­nómica de 1929-­1933 aparecerá como una tarde de té en la vicaría”.5 Al respecto cabe recordar, de paso, que Giovanni Arrighi insistió en que “las crisis tie-­

-­dos particulares del desarrollo capitalista y deben ser teorizadas dentro de las matrices institucionales y de clase de ese periodo” (Panitch y Gingin, 2012: 79). Téngase presente que la gran catástrofe humana de

la Segunda Guerra Mundial fue lo que fungió como el ariete anti-­depresivo requerido para superar la de-­presión y el desempleo del 25 por ciento en Estados Unidos. Para John Kenneth Galbraith y Paul Sweezy (1994) en realidad “la Gran Depresión nunca acabó, se fusionó con la economía de guerra”.6 “Entre 1939 y 1944, el Producto Nacional Bruto de EUA creció 75 por ciento” y “el desempleo llegó a cero” (Sweezy, 1994). Aunque, (o debido a que) el principal campo de batalla —y la gran mayoría de bajas y destruc-­ción— las sufrieron Europa y Japón, en especial en el frente ruso-­alemán, fue Estados Unidos, entonces (como en la Primera Guerra Mundial) protegido por 4 Antonio Gramsci en Giovanni Arrighi, , Londres, Verso, 1994, p. 28, citado en Guillén (2007: 146). 5 Para un contexto histórico y teórico de la crisis estructural, véase Pa-­nitch y Gingin (2012: 71-­99).6 El trabajo de Sweezy es parte del examen que hizo el autor, décadas después de publicado , Nueva York, Monthly Review Press, 1966 (Edición en español por Siglo XXI Editores, México, 1968).

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recogió los frutos mayores: la guerra fue el “árbitro último” en la sucesión desde 1815, de la pax británi-­ca a la pax americana, en la instauración en Estados Unidos de la movilización bélico-­industrial con gran consumo de petróleo, gas, minerales y la creación de un “internacionalismo colectivo” (Bretton Woods, ONU, OEA, OTAN, etcétera) bajo su batuta y apun-­talado por el dólar y el Pentágono (Acheson, 1969).Luego de notar que “eso” no fue parte de la “lógica

interna” del capitalismo, “una lógica que, en su forma más pura es la Gran Depresión”, Sweezy plantea que “la condición normal del sistema capitalista maduro es el estancamiento y en tanto esto no se observe en el es-­tado actual del capitalismo avanzado, la explicación se encuentra en elemen-­tos externos, en fuerzas no-­económicas” (Sweezy, 1994). En 1994 señaló que

sólo será posible lograr una mejor compresión de la sociedad del capitalis-­mo monopólico de hoy, sobre la base de una teoría más adecuada de la acu-­mulación capitalista, con énfasis especial en la inte-­racción entre la dimensión

Ha sido bajo la coexistencia entre la perceptible ten-­dencia al estancamiento del capital monopólico desde

-­da en la especulación, por las decrecientes oportuni-­dades para la apropiación de excedentes en el aparato productivo, que se gesta lo que se conoce como “la hi-­

la tendencia de las economías centrales hacia estructu-­

el aparato productivo, generan crisis cuya extensión e intensidad se va incrementando. En este contexto y en un ambiente especulativo

pública de más del 100 por ciento del PIB junto al desenfreno en la impresión de billetes por la Reserva Federal son cruciales los capítulos de Daniel Mune-­var, Martin Cypher y Katia Cobarrubias para percibir

la cambiante posición de Estados Unidos en el orden

hegemón “no ha cumplido con su responsabilidad de -­

nanciero”, ha abusado el privilegio de “país emisor de la moneda de reserva predominante en el mundo” para promover la expansión de su economía con el aporte de otros actores (p. 206), articulando “una irresponsable administración económica que favo-­reció la acumulación de mayores tensiones en torno

corriente y su volumen de récord de obligaciones ex-­ternas, para nada se revertían en inversiones que pro-­dujeran el desarrollo de capacidades productivas fu-­

turas, sino que respaldaban el despilfarro y el consumo desmedido” (p. 207).Los estudiosos de

CLACSO captan las ten-­dencias de fondo para de-­terminar si en Estados Uni-­dos “los trabajadores que aún conservan sus empleos y los trabajadores precarios comprenden que tienen in-­tereses comunes y comien-­cen a organizar instancias capaces de romper la hege-­monía de la clase dominan-­te e iniciar un proceso que les permita construir una

sociedad con nuevos valores” (p. 25). A este enfoque crucial se agrega el estudio de Alejando Canales so-­bre la inmigración latinoamericana y la precarización sin retorno en Estados Unidos, parte y parcela, como indica Adrián Sotelo en su sustancioso aporte, a la

-­mas “que ocurren en la dimensión productiva y en la valorización del capital [...] el suelo fértil donde brotan y se recrean [...] las contradicciones que ahora los gobiernos tratan de paliar recurriendo a medidas de corte monetarista”. La investigación de Castillo Fernández sobre la precarización y explotación del trabajo, las distintas formas de agresión de clase que se observan en Estados Unidos, incluyendo el estudio de Canales, dan sustancia al creciente impedimento del capital, como dice Sotelo, “para seguir incremen-­tando tanto la masa como la cuota de plusvalía” por lo que ataca los empleos, los salarios y las jubilaciones. Desde la reaparición del estancamiento a mediados de los sesenta, resultaba crucial aclarar no sólo el papel

Foto: Paola Martínez Hernández

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del crédito y la especulación en la expansión y con-­tracción de los excedentes, sino también la interrela-­ción entre Estados Unidos como banquero mundial,

en la balanza de pagos y la naturaleza internacio-­nal de la economía de Estados Unidos (Magdoff y Sweezy, 1987;; Magdoff, 1992). Se acentuó la ne-­cesidad de una mayor explotación de la periferia mediante más intervención en la vida económica y social de los países pobres, “para extraer aún más excedentes de la periferia. El tercer mundo ha vivido por largo tiempo una enorme transferencia neta de excedentes” (Bellamy Foster y Magdoff, 2009).El fenómeno fue evaluado por González Casano-­

va, autor con José Gandarilla, de un índice compuesto de transferencia neta de excedentes de la periferia a los países capitalistas centrales. Sustentado en fuen-­

-­feria. En su obra La explotación global (Casanova, 1999) se analizaron los efectos de las transferencias de excedentes de los asalariados a los no asalariados, “afectándose a los trabajadores de la periferia y cada vez más a los del propio centro”.Las cifras de González Casanova muestran que

hasta 1995 las pérdidas acumuladas —en 23 años— por toda la periferia fueron poco más de 4.5 billo-­nes (millones de millones) de dólares. En un cálcu-­lo que realicé con Omar Núñez (Saxe-­Fernández y Núñez, 2001: 87-­166) las pérdidas de América Latina 1976/1997 fueron de 2.05 billones de dólares: una proeza oligárquico-­imperial a base de Pentágono y Banco Mundial, es decir de bayonetas y programas de ajuste estructural bajo disfraz de “reformas” que carcomen el “liderazgo intelectual y moral” del im-­perio y sus oligarcas aliados. No extraña que el “ya basta” se extienda por la región.La concentración de contradicciones ahoga la ca-­

pacidad del sistema para superar la crisis por lo que resulta imposible plantear una alternativa sin afrontar, dice Pablo González Casanova, las relaciones de domi-­nación y apropiación, depredación y explotación y eso incluye trabajo, medio ambiente y recursos naturales. Por lo que la premonición de Mészáros resultó crucial. Apunta al problema clave del crédito y la especulación en el proceso de absorción de excedentes y también al agotamiento de recursos naturales estratégicos con-­vencionales y los límites del planeta para sostener la expansión capitalista y el patrón energético vigente. El capítulo de Orlando Caputo por un replanteo en la ex-­plicación de la crisis que incluya el papel de la escasez

y explotación de esos recursos es, a todas luces, esen-­cial (véase Orlando Caputo: http//www.aporrea.org;; también Saxe-­Fernández y Fal, 2012: 31-­60).Aunque el libro reseñado muestra las contradic-­

ciones que abaten al hegemón, su dominio y con-­senso se sustentó en el mayor sector público de la era moderna durante la expansión de posguerra: sin contar Estados, condados o ciudades el gasto fede-­ral de Estados Unidos continúa y se acerca a los 4 billones de dólares, con un rubro de “seguridad” de los Departamentos de Defensa, de Seguridad de la Madre Patria,7 FBI, CIA, etcétera, de poco más del billón de dólares. Estados Unidos es un Warfare State donde, decía Marcuse en 1964, “se logra el Es-­tado de bienestar a través de la movilización total de recursos humanos y materiales para la eventualidad de una guerra, interna o externa, contra un enemigo, interno o externo, real o imaginario”.8 Aunque son amplios los estudios en Estados Uni-­

dos sobre los límites y crecientes costos socio-­econó-­micos de la economía de guerra (por ejemplo, Mel-­man, 1987), es una dimensión desatendida en América Latina limitando la auscultación teórica y empírica de la simbiosis entre economía, política y los efectos en la ecuación “civil-­militar” del vasto contratismo

sub-­contratistas. ¿Cómo impacta la competitividad?, ¿cómo se vincula a la “diplomacia de fuerza” y al em-­pleo/desempleo? Por el peso de lo policial-­militar en la proyección de poder de Estados Unidos en la región es asunto vital de cara a las rivalidades inter-­bloque evaluadas por María J. Rodríguez. A través de la co-­rrosiva corrupción de las fuerzas internas de seguridad en América Latina y al amparo de diseños multimillo-­narios de terror de Estado con el ADN de la “coun-­ter-­insurgency” (Plan Colombia e Iniciativa Mérida),

de obra barata y recursos naturales. La dependencia estratégica en rubros esenciales,

analizada por Gian Delgado Ramos nos deja, sin embargo, frente a la necesidad de escudriñar el jue-­go de fuerzas e intereses entre la “presidencia im-­perial” y sus vastos recursos federales, el Congreso que asigna los dineros y los cabildos, en especial de las empresas del gas, petróleo y minerales. Es tarea pendiente para el estudio cuantitativo y cualitativo de la sobre-­extensión y decadencia imperial. Sólo el manejo de las mil bases que operó Estados Unidos 7 Traducción rigurosa de “Department of Homeland Security”.8 Apuntes de clase del seminario “The Warfare State”, impartido por Herbert Marcuse en la Universidad Brandeis, Waltham Massachu-­setts, 1963-­1964.

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en el mundo de 2001 a 2012 costó 385 mil millones de dólares, según uno de los sistemas de contabili-­dad más opacos del mundo (Vine, 2013).9Este libro de CLACSO, de gran riqueza, cuya

lectura es de rigor, marca pautas para la agenda la-­tinoamericana sobre Estados Unidos que incluye la

Fabio Grobart Sunshine. Así lo demanda la naturale-­za múltiple de la “crisis hegemónica” analizada por Darío Salinas, y Silvina Romano. La “continuidad” Bush-­Obama abordada por

Luis Suárez, Jorge Hernández Martínez, Catalina Toro y J. Zuluanga Nieto es un fenómeno nodal que indica que a los estudios del modus operandi insti-­tucional de los monopolios en Estados Unidos, es necesario agregar, con visión interdisciplinaria, el desplome de su liderato moral e intelectual por la incapacidad del sistema político de afrontar los retos climáticos de una economía y política dominada por el cabildo fósil y por la radical ruptura con la Cons-­titución, el derecho internacional y las Convencio-­nes de Ginebra luego del 11 de septiembre de 2001, riesgoso para la paz mundial. “Este es un momento

Unidos”, dijo al Congreso en 2006 Bruce Fein, ex-­subprocurador de Reagan y agregó: “La teoría invo-­

la NSA en contradicción con la ley federal del ramo,

la tortura o los campos de detención [...] A menos que lo detengamos, esto será un arma cargada, lista a ser usada por cualquier sucesor bajo pretexto de alguna urgencia”.10

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9 Sobre contratismo militar, economía permanente de guerra, imperialis-­mo y capital monopolista, véase Saxe-­Fernández (2006: 97-­148). 10 Bruce Fein opening statement, Senate Judiciary Committee, Wartime Executive Power and the NSA´s Surveillance Authority II, February 28 2006, citado en Savage (2007: 133-­134).

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TomDis-­patch.com, 14 de mayo.

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METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

LA METAMORFOSIS Y EL dinosaurio TRISTEVíctor Hugo Martínez González

*

*Profesor-­investigador en la Universidad Autónoma de la Ciudad de Mé-­xico. Es autor de Sergio Pitol. Una memoria soñada (México, Univer-­sidad Von Humboldt, 2012). Correo electrónico: [email protected].

[Mario Vargas Llosa, La civili-­, México,

Alfaguara, 2012.]

A -­nes, el ensayo es un ejercicio de transparencia y descarnada

sinceridad. No es esto inédito en Vargas Llosa. Lo ha-­bía hecho ya en alguna autobiografía (Entre Sartre

), pero donde aquellas confesiones se con-­

espectáculo relaciona la amplitud de la cultura y el relato más íntimo. El saldo es una mezcla desequili-­brada de arrojo, inteligencia, candidez, precipitación.

-­so más los excesos de idealización o ingenuidad, pro-­blematizan lo que merece una seria discusión. Varias respuestas son insatisfactorias, pero las preguntas de Vargas Llosa son correctas y pertinentes.

también su límite, el ensayo posee un inicio (“Meta-­morfosis de una palabra”) y un epílogo (“Dinosaurio en tiempos difíciles”) que rebosan franqueza. “Me

-­tual de la cultura, tan diferente al de mi época, al del

horizonte de formación intelectual cuando fui joven”.

con precisión, otras sin el ritmo de quien ha dejado de tomarle el pulso a la realidad. “Es probable que nunca en la historia se hayan es-­

crito tantos tratados, ensayos, teorías y análisis sobre la cultura como en nuestro tiempo. El hecho es tanto más sorprendente cuanto que la cultura, en el sentido que tradicionalmente se ha dado a este vocablo, está en nuestros días a punto de desaparecer […] Este pe-­queño ensayo aspira sólo a dejar constancia de la me-­tamorfosis que ha experimentado lo que se entendía aún por cultura cuando mi generación entró a la uni-­versidad y la abigarrada materia que la ha sustituido

(“soy un dinosaurio”) se corresponde con la perpleji-­dad de quien encuentra negado, cerrado por derribo, el sitio que le pertenecía.De la mano de T. S. Eliot, George Steiner, Guy

Debord, Gilles Lipovetsky y un omitido pero recono-­cible Daniel Bell, Vargas Llosa caracteriza la deca-­dencia de la cultura como un proceso de banalización y frivolidad que en las últimas décadas la degenera y reemplaza por la evasión del entretenimiento. “La

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I IMPRENTA PÚBLICALA METAMORFOSIS Y EL DINOSAURIO TRISTE

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cultura es diversión y lo que no es divertido no es

la cultura tradicional con “una propensión del espíri-­tu, una sensibilidad y un cultivo de la forma que da sentido y orientación a los conocimientos” (p. 16). Vargas Llosa, se lo criticó duramente Lipovetsky, exagera las consecuencias de la cultura en las perso-­nas. La apostilla es útil para sopesar su concepto de civilización del espectáculo: “un ideal de vida donde el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocu-­pa el entretenimiento, y donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal” (p. 33). A efecto de esta trivialización de la cultura como un consumo fácil, masivo y pop, se desploma la barrera entre alta cultura y cultura de masas. Las telenovelas brasileñas y los discos de Shakira, dramatiza Vargas Llosa, pa-­recieran compartir hoy la estatura de Tolstói, Mann, Joyce o Faulkner. La metamorfosis de la cultura no sería así una incierta evolución sino “una mudanza trágica”, un crítico retroceso civilizatorio comprado por el público con poca o nula resistencia.¿Causas de este estropicio? Cuatro factores, plausi-­

bles, pero necesitados de mecanismos que detallen su incidencia en la reducción de la cultura a un pasatiempo. 1.-­ “El bienestar, la libertad de costumbres y el es-­

pacio creciente ocupado por el ocio en el mundo de-­sarrollado constituyeron un estímulo notable para que se multiplicaran las industrias de la diversión […]” (p. 34). Quizá sin saberlo, alude Vargas Llosa aquí a la hipótesis de Roland Inglehart (The Silent Revolu-­tion) sobre valores posmateriales de una generación desinteresada en la cultura tradicional.2.-­ La democratización de la cultura y su “inde-­

seado efecto de trivializar y adocenar, donde cierto

-­pósito de llegar al mayor número” (p. 35). Esta causa degrada la cultura mediante dos corrosivos: a) la irre-­levancia de los intelectuales en los debates públicos

brújula que “orientaba en la espesa maraña de los co-­nocimientos sin perder la dirección y las prelaciones […]” (p. 70), la cultura se deprecia, lo que la forma se uniformiza al extremo de que “una ópera de Verdi y un concierto de los Rolling Stones se equivalen” (p. 36). Que los intelectuales estén en retirada, sería

en la civilización del espectáculo” (p. 46);; b) la ter-­giversación antropológica del concepto de cultura, su

-­nidad realiza. Un multiculturalismo errático para el

que todas las culturas se equivalen, trocó la noción de cultura en “un fantasma inaprensible, multitudinario y traslaticio. Porque ya nadie es culto si todos creen serlo […]” (p. 66). Por deliciosamente “incorrectas”, volveré luego a estas sentencias.3.-­ El mercado y la imposición del precio sobre el

valor. Obras artísticas únicas, donde el mercado rei-­na sin una crítica cultural que demarque paradigmas estéticos, quedan arrinconadas por la lógica inversa: “cuando el gusto del gran público determina el valor de un producto cultural, es inevitable que escritores, pensadores y artistas mediocres o nulos […] alcancen altísimas cotas de popularidad y le parezcan, a la in-­culta mayoría, los mejores y sus obras sean las más cotizadas y divulgadas” (p. 181). 4.-­ “El desplome del soporte moral y espiritual en-­

carnado en la vida religiosa que hace las veces de brida y correctivo permanente que mantiene al capitalismo dentro de ciertas normas […]” (p. 182). Este factor, dispuesto para tentar una candorosa disculpa del ca-­pitalismo, trasluce falencias presentes también en los anteriores. El periódico de hoy, sin ir más lejos, publi-­cita la colección “Mi primer Vargas Llosa para niños”. Vargas Llosa, deberá saberlo, es hace rato una marca que lastra su valor literario, lo confunde en un logo, en una garantía de buena lectura para quien decida pro-­barlo con un precio en rebajas. La librería FNAC, por cierto, sitúa en los títu-­los de sociología, en medio de los tratados de Gabriel Tarde y Max Weber. Para reírse, si no fuera represen-­tativo de la delicuescencia que al autor escandaliza.Las costuras del ensayo son evidentes, pero a pe-­

sar de ellas el trabajo da en el centro más de una vez. Quiero resaltar algunos aciertos para después, gra-­cias precisamente a los que no son puntos fuertes, esbozar otros planteamientos.“Sólo el cambio nunca cambia”, verdad escrita

por José Emilio Pacheco, nos confronta con el movi-­miento perpetuo, la contingencia de las identidades, la costumbre de las falaces esencias. ¿Puede alguien celebrar en bloque todos los cambios en marcha?, ¿no resulta más común que los vítores y las censuras se repartan, y lo que no comprendamos sea mate-­ria para argüir un clima enrarecido? Así le sucede a Vargas Llosa al detectar banalizadas la literatura, el cine, las artes plásticas, la política y el sexo. Nuestro tiempo, desaparecidos “los mínimos consensos so-­bre los valores estéticos”, sería el de una variación de los bárbaros, concretamente, de ilusionistas, em-­baucadores y otro tipo de caraduras, que sustituyen-­do la cultura por el entretenimiento, conseguirían

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IMPRENTA PÚBLICA I VÍCTOR HUGO MARTÍNEZ GONZÁLEZ

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

borrar que “la vida no sólo es diversión, también drama, dolor, misterio y frustración” (p. 59).Lo de “una sociedad de expectativas”, en la cual

la idea de los derechos vence a las obligaciones y la erosión de los viejos clivajes (clase social, religión)

-­do por Russell Dalton, Giovanni Sartori o Zygmunt Bauman. Posmodernismo o vida líquida son etique-­

encuentro ininteligible que algunos de estos cambios parezcan extraños a Vargas Llosa. En España, en México, en muchas partes, hay “niños” de treinta y nueve años buscándose aún a sí mismos y soñando, como en el cine, que su vida puede ser una puerta por abrirse a Londres, París o donde la expectativa de autorrealización les lleve. No indago en los privados

estas cosas en cualquier medio y a la mínima provo-­cación! Y lo hace, además, con la tampoco silenciada creencia de que lo suyo no es un bodrio sino un pe-­dazo de literatura fresca y salvaje. Ironizo, claro, pero es de esto de lo que Vargas Llosa habla al referirse a una cultura incapaz de procesar una premisa social de lo imposible o de distinguir objetivamente la calidad literaria de Juan Rulfo y Jorge Volpi. La evanescencia de criterios de distinción cultural

invoca un tema muy interesante desde la perspectiva del actor implicado, en este caso, de un intelectual-­di-­

va de salida, seguramente porque para sobrevivir debió adaptarse dejándose la piel en el cambio. No es nuevo el antiintelectualismo, pero su expresión reciente obliga, a decir de Russell Jacoby, José Antonio Aguilar o Fernan-­do Escalante, a que los intelectuales se conviertan en es-­pecialistas académicos o en personajes mediáticos. Estas

intelectual en la sociedad del divertimento. ¿Cómo no percibir cuán caro es este giro a Vargas Llosa?, ¿cómo

como un síntoma mismo de lo que el libro registra y reprueba? Por la posición de juez y parte, Vargas Llosa consigue que sus aciertos tengan miga. Sobre los intelectuales sus preguntas son certeras: 1) ¿por qué el intelectual de iz-­quierda abraza el multiculturalismo, aun el reaccionario;; por qué este barullo entre progresismo y conservaduris-­mo?;; 2) ¿por qué la no inocente corrección política se ha instalado como forma equívoca de defender la democra-­cia;; por qué este consenso sobre no debatir?Aunque atina en la banalización del intelectual, el

diagnóstico concluye pronto sin mirar lo más atractivo.

Es cierto que el intelectual no es lo que fue, pero ello

esas fronteras si el intelectual dejó de comunicarlas? Es falso que la cultura sea por el mutis de los intelec-­tuales una amalgama sin categorías. No asisten las per-­sonas a comprar libros con los ojos cerrados. Continúa siendo diferente ver en el teatro las obras resumidas de Shakespeare que leerlo en la edición inglesa más reputada. ¿Fue suplido el intelectual por mejores, más públicas y democráticas orientaciones?Me detengo en otro punto donde Vargas Llosa es

sugerente: la educación. Siento introducir mis zozo-­bras íntimas, pero estimo poder excusarlo. Veamos. Con alguna frecuencia escucho a estudiantes indis-­puestos a leer a Platón o Kant, “esas muestras del im-­perialismo occidental”. Para otros, no puedo yo estar más equivocado por juzgar que la ortografía no sea un escrúpulo. Los abuelos que no fueron a la primaria consultaban un diccionario para no decir o escribir con errores. Repito mucho esto, pero sirve poco o nada ante la paradoja de una sociedad red en la que la sintaxis es una extravagancia. Como lo puedo ver, este problema es eco de un largo debate. Vargas Llosa lo frasea en términos incompletos: “La ingenua idea de que, a través de la educación, se puede transmitir la cultura a la totalidad de la sociedad, está destruyen-­

esa democratización universal de la cultura es empo-­

(p. 15). Esta candidez provoca ternura. Motivada por un purismo aislante, la idealización de la cultura hace ciego el análisis a una estructura que complejiza lo que Vargas Llosa lamenta. Hay que volver a las jerarquías en las que una élite excepcional (ilustra-­da y un poquitín despótica) regía la cultura como un patrimonio articulador de una vida en común a pe-­sar de inviolables estancos sociales. Sublimadas de este modo, aquellas élites no tendrían parangón;; pero cualquier novela de Evelyn Waugh sobre la aristocra-­cia desmiente ese pre-­tiempo edénico. Nublado por la nostalgia, Vargas Llosa captura sólo una capa del problema. Su razonamiento es correcto y, sin embar-­go, corto. Existe una lógica incompatibilidad entre la cultura tradicional y los empeños por democratizarla;; la cultura elitista puede ser para todos a condición de vulgarizarla. Que la sociedad entera no sea público

el proceso de proletarización de la burguesía y abur-­guesamiento del proletariado que Roger Bartra visi-­biliza en Las redes imaginarias del poder político.

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I IMPRENTA PÚBLICALA METAMORFOSIS Y EL DINOSAURIO TRISTE

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Pero esta metamorfosis no carece de explicación (la legitimidad cultural y posdemocrática, para Bartra) ni tampoco es la muerte de la cultura cuanto otra manera de refuncionalizar las grandes asimetrías sociales. Esta refuncionalización, esos aparentes cambios

tras de los cuales las asimetrías crecen, también es avanzada por sectores excluidos de la cultura tradi-­cional que ensayan una puesta alternativa, popular, “democrática”. A despecho de una cultura elitis-­ta, una cultura de masas se ofrece como un sitio más humanizado, receptivo, sin exigencias forma-­les. Se prueba en estos afanes a suplir la figura del maestro por la de un compañero privado de auto-­ridad. Buscando horizontalidad, estas pedagogías homogeneizan conocimientos y méritos. Como la meritocracia en una sociedad desigual favorece la injusticia, se le niega con trazos gruesos de razo-­namiento sin análisis finos o casuísticos. No caben estas diferencias ni para distinguir entre las culturas más opuestas: todas son iguales, todas son culturas. Por otros medios, la misma ingenuidad de Vargas Llosa se cuela en esta “contracultura”. Aislada con orgullo, ésta identifica la victoria con el reconoci-­miento simbólico de las muchas otras formas de vida y tradiciones, de los muchos otros mundos posibles, del multiculturalismo de derechas y de izquierdas. No está mal, es necesaria su disputa. Pero lo que banaliza la lucha es su incapacidad de entender que sin redistribución de la riqueza, sin mengua de las asimetrías materiales y culturales, al statu quo no le tocan un rizo. Por sus propios deméritos estas nuevas culturas reproducen lo que las excluye. No es ésta una etnografía propia sino estadísticas de Pierre Bourdieu (Los herederos) o Emilio Blanco (Los límites de la escuela) que do-­cumentan el condicionamiento de clase social de la educación y el progreso de esa injusticia mediante modelos alternos que intentaron combatirla.Termino con un debate latente en mi recensión: la

democracia y sus efectos. Como pasa a los partidos, los sindicatos, las empresas, las universidades o los intelectuales, el incesante y vertiginoso cambio social que la democracia propicia, implica transformacio-­nes;; algunas son variaciones de lo que se mantiene, otras tienen consecuencias más radicales. Creo que la apuesta por la democracia no es del todo comprendi-­da por Vargas Llosa ni por las alternativas culturales que se le oponen. El inmenso escritor observa sólo un lado de la metamorfosis democrática, se asusta de lo que ve y elige el pasado por encima del presente y el futuro. “Queríamos acabar con las élites, que nos

repugnaban moralmente por el retintín privilegiado […] Pero hemos conseguido una victoria pírrica, un remedio peor que la enfermedad: vivir en la confu-­sión de un mundo en el que, paradójicamente, como ya no hay manera de saber qué cosa es cultura, todo lo es y ya nada lo es” (p. 69). Aunque parcial, esta diagnosis no deja de llevar

razón al cuestionar un antielitismo ramplón que gana para sus furias la organización de propuestas contrarias a la democracia liberal. No es que ésta sea la panacea, pero sí una pieza instrumental para continuar demo-­cratizando el orden social. Deformar la democracia en la práctica de cualquier razón o emoción para la que se reclama igual legitimidad como freno al elitismo, malentiende que el problema no reside en la existencia de las élites sino en sus principios de constitución y funcionamiento. Exigir que las élites sean intelectual y moralmente solventes y forzadas a una sistemática ren-­

como cierta sensibilidad lo prejuzga.Pese al sincero desconcierto de Vargas Llosa y el

voluntarismo de los modelos alternativos de cultura, su incomprensión de la democracia como un proyecto normativo les permite (des)complejizar lo que, jus-­tamente, requiere de la mayor complejidad para ser descifrado. La banalización de la cultura como Var-­gas Llosa la entiende, o la arbitrariedad de la cultu-­

fondo: ni la trivialización o la popularización de la cultura representan su democratización. La cultura no se ha democratizado porque ese proceso no podría darse sin la contigua democratización del ingreso, la salud, la educación, la vivienda, el ocio, esto es, cierta estructura de la que la igualdad o asimetría sociales son sus derivas. Lo que se ha democratizado, a lo que ciertamente más sectores acceden de un tiempo a la fecha, es una versión chabacana, mutilada, de la cul-­tura y sus potencias. Sabemos de tradiciones elitistas donde la cultura tiene resguardo y alimento. ¿Puede la cultura verdaderamente democratizarse sin pagar el costo de trastocarse en lo que la pervierta? Depen-­derá, desde luego, de la exigencia de los públicos, de su negativa a aceptar que para ellos la cultura llegue digerida, hecha simple. Pero no sólo de eso, pues el paladar del público tiene todo que ver con la fortale-­za del sistema democrático y de un Estado capaz de regular el mercado e impedir que el precio se coma al valor. Si la democracia es una apuesta, el envite de que la cultura no deba desnaturalizarse para ser democrática vale, vale mucho.

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METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

EL arte DE PONER EN ordenA LAS ASAMBLEAS POLÍTICAS

María del Refugio González Domínguez*

*Directora del Centro de Investigaciones Jurídicas de la UDLA, Cholula, Puebla.

[Rafael Estrada Michel y Alonso Lujambio (Estudio preliminar y compilación), Tácticas parla-­mentarias hispanomexicanas.

para el gobierno interior de las

parlamentario de México, Mé-­xico, Tirant lo Blanch, 2012.]

T , es una compilación realizada por Rafael Estra-­da Michel y el recordado y admirado Alonso

Lujambio, quienes hicieron un “Estudio preliminar” para ilustrar al lector sobre la importancia del mate-­rial que pacientemente recogieron, a lo largo de va-­rios años con el apoyo de un equipo de trabajo, diri-­gido por Lujambio.Llama la atención del lector el título. ¿Por qué

“tácticas” y no otro vocablo para referirse a lo que lla-­man Derecho parlamentario de México? La respuesta la dan los autores en el “Estudio preliminar”: “tácti-­cas” es el vocablo que usó Jeremy Bentham, multici-­tado autor entre los juristas mexicanos del siglo XIX, al “arte de poner en orden”, en este caso, a las asam-­

su institución, por medio del orden que ha de seguirse

este ramo de gobierno es de naturaleza negativa, pues se trata “de evitar los inconvenientes e impedir las

de hombres llamados a deliberar en común”.

A pesar de que en 1816 al editor de la traducción española, Esteban Dumont, le parecía insidioso el vocablo, no cabe duda que es un gran acierto de los

así en los contenidos de estas, entre los mexicanos del siglo XIX. Con menos malicia y sin duda mu-­cho menos conocimiento de la historia, otros auto-­res que se ocupan del tema, han preferido hablar de “Derecho parlamentario”, “Derecho parlamentario constitucional” o “Derecho político parlamenta-­

antecedentes o el nacimiento de ese Derecho, sino a las “Tácticas” que decía Bentham, enfocando el estudio hacia el objetivo de esclarecer por qué. El argumento que ofrecen es convincente, lo que se re-­

parlamentarias, también llamadas Congresos. Dan la bienvenida al lector a seguir la trayectoria de los reglamentos que organizaron esta vida, siguiendo el camino iniciado en las Cortes de Cádiz.Dado que uno de los personajes principales en la

elaboración del Reglamento primigenio que sirvió para regir la vida de nuestros Congresos a lo largo del

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I IMPRENTA PÚBLICAEL ARTE DE PONER EN ORDEN A LAS ASAMBLEAS POLÍTICAS

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siglo XIX es el Diputado mexicano Antonio Joaquín Pérez Martínez, obispo de Puebla años después de su participación en las Cortes de Cádiz, creo que está

actual del Consejo Universitario, espacio de delibe-­ración de los miembros de la comunidad universitaria de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Es decir, todo cuadra. Los detalles han sido cuida-­dosamente vigilados para que en la presentación del libro las cosas salgan bien y no como a veces sucede en las asambleas parlamentarias.1No sólo por la época que se estudia sino para ofre-­

cer un panorama general, al lado del texto primigenio de Cádiz, también tenía que estar el del otro Congreso mexicano, el que reunió a los diputados del Anáhuac en Chilpancingo, convocado por el generalísimo Mo-­relos en 1813. A pesar de la admiración que sabemos le profesa Estrada Michel a Morelos, y en conse-­cuencia tuvo que hacer suya Lujambio cuando jun-­tos escribieron el “Estudio preliminar”, se pronuncia claramente por el Reglamento de las Cortes y sobre todo por el diputado Pérez Martínez, como “padre”

-­ron llamar “Tácticas parlamentarias”, como tributo a Bentham, o como reconocimiento de una realidad que se explica en el “Estudio preliminar”.Los autores señalan que este “padre” sólo tuvo

hijos en México, ya que en España su Reglamento

siglo los Congresos mexicanos que elaboraron todos los Reglamentos del siglo XIX, incluso, posteriores a la expedición de la Constitución de 1917.Más coincidencias para celebrar esta obra: el

diputado Pérez Martínez era hijo de gaditano y poblana, nos dicen Lujambio y Estrada Michel;; en efecto, nació en la Puebla de los Ángeles el 13 de mayo de 1763, donde desempeñó una exitosa ca-­rrera dentro de una de las dos burocracias que ofre-­cían puestos de toma de decisiones a los criollos de la Nueva España: la eclesiástica, en el gobierno de la diócesis angelopolitana. Del diputado Pérez Martínez, nos informan no sólo las singularidades de su elección, que no lo distingue de otros que fueron electos en semejantes o peores condiciones, sino un hecho que actúa en su beneficio y el de las mismas Cortes: no contó con un mandato imperati-­vo e instrucciones por parte del Ayuntamiento po-­1 La autora hace referencia a la presentación del libro de Estrada Michel y Lujambio el pasado 1 de febrero en el Salón Barroco de la BUAP,

[nota del editor].

blano, lo que le permitió no adherirse a ninguna de las facciones en contienda;; además, se incorporó a la Comisión de Constitución. Siguiendo a sus fuentes, los autores reconocen

que fue “conservador pero oportunista”, lo que no sabría leer como un elogio;; en todo caso, explican que se ocupó como nadie de sistematizar las propues-­tas americanas de una serie de diputados que habrán llegado con menor conocimiento que el del diputado Pérez Martínez a aquella Asamblea. El “oportunis-­mo” le venía de simpatizar con muchas de las ideas que se recogen años después en el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba, aunque siempre abogó por la igualdad de los habitantes de uno y otro lado del

desempeño, dicen Estrada Michel y Lujambio, tenía por objeto alcanzar la mitra poblana deslumbrando a Fernando VII, a cuyo cargo se hallaba entonces el Real Patronato de la Iglesia americana, de no ser por-­que para entonces se encontraba preso de Napoleón. Por supuesto que los diputados de esa época no ima-­ginaban el talante autoritario con el que regresaría de su cautiverio el monarca por quien tanto suspiraron. Mucho más nos informan los autores, en tono erudito pero desenfadado, sobre la participación del diputado Pérez Martínez en el seno de las Cortes, que culmi-­

constitucional gaditano, ante la impávida presencia del entonces presidente de aquel Congreso: el dipu-­

No podía faltar el análisis del “cauce alterno”, el Reglamento de José María Morelos en Chilpancingo. De orígenes y trayectorias distintas, a ambos los une, por la coyuntura histórica que les toca vivir, el afán de “ordenar” la vida de dos Asambleas Parlamenta-­rias muy diferentes;; lo son en la realidad, lo son en la historiografía;; lo son en el imaginario de los mexi-­canos y nos queda claro que también en el “Estudio preliminar” de Lujambio y Estrada Michel. Narran con ágil pluma y vastos conocimientos la trayectoria no sólo de Morelos sino de varios de sus generales, o simples combatientes que lo acompañan hasta llegar a Chilpancingo donde se expide el Reglamento del

septiembre de 1813. “Joya del realismo político” —lo llaman los autores, expresión que me gustaría ex-­tender a la Constitución de Apatzingán en la que los estudiosos han encontrado todas las virtudes, menos la del vínculo con la realidad política de la Nueva Es-­paña y la Revolución de Independencia, iniciada en el pueblo de Dolores.

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IMPRENTA PÚBLICA I MARÍA DEL REFUGIO GONZÁLEZ DOMÍNGUEZ

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Como otras “joyas”, la que se abaliza tiene facetas, caras —diríamos también— y de ellas nos van dando cuenta los autores quienes narran el complejo tiempo

-­se en el universo jurídico que tratan de aprehender en la forma de un Reglamento para que funcione una Asamblea que ha de expedir un texto constitucional. A pesar de sus singularidades, debidas al tiempo que se vivía y a las necesidades del Generalísimo de no perder las riendas del Congreso, las reglas que se ex-­piden tienen similitudes con las gaditanas, no podía ser de otra manera, ya que aunque pocos, también

colegas de otras latitudes habrán leído a Bentham, quien sirve de inspiración al título del libro.Sin embargo, la Revolución de Independencia fra-­

casó, el amado rey borró de un plumazo el régimen constitucional y Pérez, premiado con la silla episcopal poblana, regresa a la Nueva España a preparar los Re-­glamentos que habrían de expedirse, apoyado en su ex-­periencia gaditana, pero rechazado por el poco claro pa-­pel que había jugado respecto de los americanos en las recientemente abolidas Cortes. Los cambios derivados de la vuelta del monarca favorecieron al obispo, aunque por poco tiempo, ya que al restaurarse la vigencia de la Constitución había necesidad de nombrar nuevos dipu-­tados. En palabras de Lujambio y Estrada, el obispo “sa-­bía leer los tiempos” y se dio cuenta que en la ecuación quien comenzaba a sobrar era el rey y a poco, comenzó a ver con buenos ojos la Independencia por lo que no es

garantizara su permanencia en el escenario político que se avizoraba. Sin embargo, hay que abonarle —siempre siguiendo a Lujambio y a Estrada— que se dio cuen-­ta muy pronto que el Patronato había cesado al cesar el vínculo con la Corona. No resisto comentar que estuvo

que “los derechos de la nación mexicana no entraban en contradicción con la obediencia y unión que debería guardarse a la Santa Sede”. Hay que decir que poco lo-­gró con este esfuerzo, ya que la Independencia fue reco-­nocida por ésta, hasta 1836, poco después de haber sido admitida por su antigua metrópoli. Sobre este olvidado y singular personaje, sólo añadiré

que fue quien introdujo la reglamentación parlamentaria gaditana en la vida legislativa, a través del Reglamento de la Soberana Junta Provisional Gubernativa.Me gustaría decir que el “Estudio preliminar” no

que le corresponde en la historiografía sobre la época

y la temática del libro, sino que incluye los respec-­-­

ción, aunque para el año 24 se trata de un congreso bicameral. Los autores reconocen a José Barragán

-­mentario mexicano es de origen gaditano, y ellos han demostrado con esta investigación que es acertado lo que dijo Barragán hace muchos años. Pero si bien

-­gación correspondiente. ¿Qué quiero decir con esto? Que es preferible la investigación cuidadosa y meti-­culosa que nos ofrece este “Estudio preliminar” y esta

se hizo no sólo por el colega citado, sino también por -­

cionales por cuya admiración renunciamos al terror de ponernos a compilar, comparar, revisar archivos;; en pocas palabras, estudiar a fondo los temas y los personajes, como hicieron en el trabajo de Alonso Lujambio y Rafael Estrada Michel.El amplio, brillante, erudito y correctamente re-­

dactado “Estudio preliminar” se acompaña de la anunciada compilación de Reglamentos de Tácticas Parlamentarias como nos advirtieron los autores des-­de el principio. ¿Cuáles? Todos los que se expidieron

Congresos bicamerales o unicamerales, constituyen-­tes o constitucionales y a gobiernos federalistas, cen-­tralistas, incluso monárquico. Hay que señalar que se realizó una muy cuidada revisión de los textos para que el lector tenga certeza sobre el contenido de la fuente que va a consultar. Así pues, en las páginas de la compilación se en-­

cuentran: el Reglamento para el gobierno interior de las Cortes del 27 de noviembre de 1810 y el 4 de sep-­tiembre de 1813 y como ya dije, el Reglamento del Congreso de Chilpancingo del 13 de septiembre de 1813 y el Reglamento del gobierno interior de Cortes

fecha anterior a la Independencia de México. De la época posterior están el Reglamento para el gobierno interior de la Soberana Junta Provisional Gubernativa del Imperio Mexicano del 14 de noviembre de 1821;; el Reglamento para el gobierno interior de la secre-­taría del Soberano Congreso constituyente del 24 de mayo de 1822;; el Reglamento interior del Soberano Congreso Constituyente del 25 de abril de 1823;; Re-­glamento para el gobierno interior de las secretarías de las cámaras del 4 de diciembre de 1824;; Regla-­mento para el gobierno interior del Congreso General

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I IMPRENTA PÚBLICAEL ARTE DE PONER EN ORDEN A LAS ASAMBLEAS POLÍTICAS

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del 23 de diciembre de 1824;; las Reformas al regla-­mento para el gobierno interior del Congreso General del 23 de diciembre de 1824, aprobadas entre 1826 y 1835;; el Proyecto de Reglamento para el gobierno in-­terior del Congreso Constituyente de 1842;; el Regla-­mento provisional para el gobierno de la diputación permanente del 30 de marzo de 1844;; el Proyecto del Reglamento para el gobierno interior del Congreso de 1845;; el Reglamento interior del Congreso del 7 de enero de 1847;; las Reformas al reglamento para el gobierno interior del Congreso General del 23 de diciembre de 1824 aprobadas, en 1848;; el Proyecto de reglamento para el gobierno interior del Congreso de la Unión del 4 de diciembre de 1857;; las Reformas al reglamento para el gobierno interior del Congreso General del 23 de diciembre de 1824, aprobadas en 1867, esto es en plena Restauración de la república. El nuevo cauce de las instituciones no disminuyó

la importancia del texto y fue utilizado también en el Reglamento para el gobierno interior del Congre-­so General del 23 de diciembre de 1824 y sus refor-­mas, publicado el 3 de marzo de 1868;; las Reformas al reglamento para el gobierno interior del Congre-­so General del 23 de diciembre de 1824, aprobadas en 1871 y 1873;; el Proyecto de reglamento para la organización interior de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, y para las sesiones de las dos cámaras reunidas el 1 de mayo de 1876;; el Reglamen-­to para la Diputación Permanente, presentado en la Cámara de Senadores el 8 de abril de 1878;; el Pro-­yecto Reglamentario para la Comisión Permanente;; el Proyecto del Reglamento para el gobierno interior de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión y para las sesiones de las Cámaras reunidas del 29 de septiembre de 1885;; el Reglamento para el gobierno interior del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos promulgado el 20 de diciembre de 1897;; las Reformas al Reglamento para el gobierno interior del Congreso General del 20 de diciembre de 1897, aprobadas el 12 de noviembre de 1904. Nuevo cam-­bio de época y subsistencia del documento con el que enriqueció nuestras Tácticas Parlamentarias el obis-­

al Reglamento Interior de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión realizadas por el Congreso Constituyente de 1916;; el Reglamento para el Go-­

bierno Interior del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos promulgado el 20 de marzo de 1934 y las Reformas al reglamento para el Gobierno Interior del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos promulgado el 20 de marzo de 1934. Como puede apreciarse, en muchas ocasiones lo que

se hizo fue reformar el documento “padre” como lo lla-­man los autores, para ajustarlo a las necesidades que presentaba la coyuntura histórica para la que se realizaba el trabajo. Todavía recogen algunas reformas de fecha tan reciente como los años setenta del siglo pasado, pero se trata de textos pequeños, esto es, la mera reforma.

que, en la vida cotidiana, los Tácticas parlamentarias no pueden ser tan distintas unas de otras si ha de lle-­

obispo Pérez Martínez imaginaran que su obra perdu-­raría tanto tiempo y podría ser útil para los Congresos de tan diverso signo que se realizan a lo largo de los más de 100 años abarcados por la compilación.Estrada Michel seguramente se propuso que esta

-­tos e implícitos para celebrar no sólo la culminación y presentación de la obra sino también para rendirle un tributo de admiración a afecto a su coautor y amigo entrañable. Por ello hay que reconocer que la obra se presenta en un hermoso lugar lleno de jóvenes, algunos de los cuales aprenderán de estas Tácticas Parlamentarias cuando se desempeñen en el quehacer parlamentario. El marco artístico que ofrece el Salón Barroco y la concurrencia que acompaña esta presen-­tación es obra de muchos actores;; algunos contempo-­ráneos del obispo y otros, nuestros;; todo se conjunta para celebrar la aparición del libro y recordar a Alon-­so Lujambio. Lo que estoy segura que estuvo en la mente de los autores durante el largo proceso de com-­pilación y análisis de los documentos, y el tiempo que dedicaron al estudio del singular diputado poblano y su época, es que pondrían a disposición de los estu-­diosos de las Tácticas parlamentarias hispanomexi-­

una fuente de incalculable valor. Por lo que hoy le damos las gracias no sólo a Rafael Estrada Mi-­

-­rita Universidad Autónoma de Puebla que reconoció la importancia que para sus jóvenes estudiantes tiene la edición del libro.

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EL vacío ACERCA DE LA

POLÍTICA Y SU reverso IMPOLÍTICO

Hugo César Moreno Hernández*

* Profesor de asignatura en el Departamento de Comunicación y en el Servicio departamental del Departamento de Ciencias Sociales y Políti-­cas de la Universidad Iberoamericana-­Ciudad de México.

[Roberto Esposito, -­mientos acerca de la política, Buenos Aires, FCE, 2012.]

D exa-­

teológicas y literarias, la consistencia de diez palabras o categorías, incluso conceptos, que dan sus-­tancia y una dureza quebradiza al pensamiento políti-­co moderno. Roberto Esposito, con tensa calma y no pocas caricias que parecen rodeos, lanza una crítica a la saturación comunicativa de los conceptos polí-­ticos (pensando claramente en Habermas), cuando están vacíos o son el vacío de algo que los bordea y desborda, anulándolos, pero no necesariamente de-­jándolos del todo incapaces o inoperativos. Ese es el fondo oscuro del texto. Si bien el objetivo es pensar

estirarlos hasta llevarlos a su límite, observando des-­de el centro de lo político dónde y cómo se dirimen

(ya sea como gubernamentalización o policía, según Foucault y Rancière). El punto tensor de estas diez palabras pensadas está en la relación de la política

-­no” de la política como escenario violento, que no de la violencia: “En este sentido, dicha perspectiva se reconoce en la tradición realista que de Tucídides

el disenso no el resto eliminable, sino el presupuesto mismo de la convivencia humana” (p.13). Esposito no toma partido por alguna de estas asunciones de la política y lo político, no abandona por completo las posibilidades analíticas de ambas partes, sino que a través de dicha tensión aprieta hasta reventar la re-­lación entre política y bien (común) para dejar salir lo impolítico, ese límite envolvente que no está en el porvenir, sino en la acción que no agua políticamen-­te, pero no está fuera de la política y no es apolítico ni antipolítico. Ya desde

sus excesos, ya sea por los estiramientos más allá de los fenómenos “puramente políticos”. Lo impolí-­tica piensa también en el sujeto de la política. Pero observa que las relaciones sociales no dejan de ser relaciones de poder, es decir, que no son relaciones despolitizadas aun cuando el orden y el respeto a la

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accionar político incompatible no sólo con las herramien-­-­

des, en última instancia siempre tendientes a reforzar al sujeto o a los sujetos que hacen uso de ellas. Como bien saben los “impolíticos”, en la dimensión lógica o semán-­tica no es posible trazar una separación entre el poder y el

un poder sin sujeto (p. 15).

Lo impolítico, límite estirado en el interior de lo político, es aquello de las relaciones humanas que quedan como resabio, como argamasa de la realidad política imposible

-­derna. Sugiere una visión menos asustadiza a los tonos opacos de la realidad humana. “Lo impolítico no sólo no contrapone a lo político valor alguno, sino que es aque-­llo que lo libera de cualquier valoración indebida. En

otro modo, terminaría engullido en su contrario, esto es, en la lógica de lo político. De ésta diverge no como algo otro, sino acaso como su reverso” (p. 16);; reverso, casi imagen especular, con la orientación a la contra, pero es, en todo caso, el lado ciego del pensamiento político. Lo inasible, incalculable. De ahí desemboca la propuesta

-­gico en que todavía está atenazada” (p. 28), desarticular la política de una supuesta relación con el bien.No podía ser otra la primera palabra por pensar: Po-­

lítica. Pensar la política, pensamiento sobre la política, pensamiento y política son las relaciones que se trenzan en este primer apartado, donde Esposito empieza sin

–o sólo cono-­cer– la brecha entre política y pensamiento porque es precisamente ella la que la produce -­fía, según sus fuerzas y potencias, es, por ser lo que es,

incapacidad de pensar la política: es precisamente esa forma la que impide el pensamiento acerca de la política […] La

fuese a ponerse en acto políticamente en la realidad o si la rea-­

El óbice para el pensamiento de y sobre la política -­

¿porvenir?, el futuro de la vida o el único futuro de la vida humana con forma política, siempre y cuando la política aprende a ser el camino del bien, incluso el manual para construir el camino hacia el bien (co-­

pensarla si no es en la forma de la representación. Y, más precisamente, de la representación del orden […] como si el orden político dimanase directamente del orden del concepto o el entramado mismo de los

alcanzar el bien y permitir el futuro. Entonces, la po-­lítica como herramienta para alcanzar el orden sólo

Pero, nos recuerda constantemente Esposito, siguien-­do la pista de varios pensadores que él considera im-­

y una búsqueda despolitizadora porque la exclusión

-­lítica moderna […] de reducir hasta la extinción su propio objeto. O, mejor expresado, de supeditarlo a la lógica coac-­

precisamente a la política la tarea de despolitizar a la socie-­dad, según ese irrefrenable impulso a la neutralización del

no como bien, es la forma de la política que ella mis-­ma busca eliminar, quedar sin objeto y entonces ac-­ceder a la forma de una política del orden, o un orden

da sentido. Entonces, la política ¿queda sin sentido? Si la inalcanzable unidad es el sentido de la política, entonces la despolitización de la sociedad mediante la atomización (para recurrir a un término de la teoría crítica), la administración, la gubernamentalización y la biopolítica hacen de la Política la forma a la que la

la Unidad, a la totalidad. De ahí que el pensamiento impolítico recurra a formas divergentes, a portadores

Maquiavelo: “A él se lo acusa de haber sustraído la

léxico de Hobbes): a su presupuesto —la unidad— y a su objetivo —el mejor régimen—. De haber pensado

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IMPRENTA PÚBLICA I HUGO CÉSAR MORENO HERNÁNDEZ

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

sin intención conciliadora, armónica, neutralizadora alguna” (p. 46), un pensamiento del dos, demoniaco, diverso. De ahí, es posible pensar lo político sin des-­

orden, sino desde la multiplicidad de los restos que quedan después del choque y el ordenamiento.Si la política como sentido del orden llega a la ins-­

tauración de la Unidad, de lo Uno (ya sea moderna-­mente, en clave individualización-­biopolítica o como totalitarismo), entonces, la segunda palabra por pensar tiene que ser Democracia, el pensamiento capaz de in-­tervenir y cortocircuitar el camino a la totalización del cuerpo social. Aquí la oposición y la tensión se dan entre la democracia haciendo tándem con la razón, enfrentada contra el mito totalitarista. Razón y técnica para ahuyentar el mito de la política, es decir, la fuerza mítica de cualquier incorporación política (raza, clase social, verdad revelada). Sin embargo, Esposito deja ver cómo técnica y razón no se asquean con el mito y viceversa, sobre todo cuando los totalitarismos (mo-­dernos con todas las de la ley) producen aparatos de biopolítica bien aceitados, tan efectivos que dan el giro hasta llegar a su reverso tanatopolítico:

El totalitarismo no es otra cosa que el reverso de la democra-­cia. La diferencia no es de poca monta, ya que se da entre una oposición simple y una oposición suspendida a una riesgosa copresencia;; en ella el riesgo está representado por el hecho de que el totalitarismo, aunque opuesto a la democracia, repo-­sa en germen dentro de ésta y no en su exterior (p. 62).

Como ya apuntó Derrida en , al ser un producto de pensamiento y acción moderno, la democracia está impregnada de fuerza inmunitaria, lo que implica la acentuación en el proceso autoinmunitario, es suicidio de la democracia para salvarse de sí. Como recuerda Es-­posito “casi todas las democracias modernas nacieron ilegalmente” (p. 64), y en esa ilegalidad está la apuesta que aconseja aquí Esposito, pero también se puede leer en Derrida: la consumación (totalización) de la demo-­cracia es su suicidio, su porvenir es la vida por comple-­tarse, un nunca cumplir la meta dicha por el susurro del mito, porque “esa consumación es mítica y simultánea-­mente totalitaria” (p. 65), alcanzar la meta última de la democracia (la unidad comunitaria en clave Rousseau) hiere de muerte a la democracia, es la condena autoin-­munitaria de la democracia, porque “sólo incompleta la democracia puede seguir siendo tal” (p, 66), porque la democracia siempre está por venir, nunca ha llega-­do y nunca debe terminar de llegar, “democracia es la alteridad que salva la idea de democracia de su integral

trae su hecho, o su mera existencia, a cualquier mítica traducción en valor o en esencia (p. 66). La democracia es porvenir, futuro en el sentido de ser técnica, forma de hacer, de obrar, de actuar, de modelar la política y hacer política. Técnica, una forma de hacer política (en

-­cía), hacer del mito comunitario porvenir, lo que, como diría Derrida, siempre está por venir, siempre está por arribar pero nunca se le mira más allá del horizonte. Es mito de futuro en cuanto es ausencia y jala hacia sí sin implicar guía o camino. Lo impolítico democrático está en el mito como umbral inaccesible, irrealizable, pero deseable. Generar una técnica, nunca una esencia, sin lograr el Uno: “El uno es en cuanto tal políticamente irrepresentable. No queda otra cosa que el “dos”, el bi-­nomio, la eterna división, como todas las constituciones presentes y pasadas demuestran: ante todo, entre sobera-­nía y gobierno” (p. 67).La estrecha relación entre democracia y humanis-­

primera para seguir políticamente en el segundo, tan claro como que el humanismo se deforma fácilmente en mito de especie, en comunidad de especie. De ahí, el sujeto histórico nutre cualquier mito del totalitaris-­mo. Y de este mito la razón no se acobarda, se integra mito de la técnica para forjar al sujeto histórico en su integración: raza, clase, mercado, vida. Por tanto, la democracia es sin esencia para ser:

Que la democracia sea forma y nada distinto a esto, que no pueda y no deba prescribir determinados contenidos quiere decir no sólo que ella rehúye cualquier connotación de valor,

esa sustracción. Por mi parte, llegaría aquí a una primera de-­

valor […] la liberación de lo político respecto de ese valor es a la vez liberación de ese valor respecto de cualquier re-­presentación política idolátrica, su asunción rigurosamente impolítica (p. 72).

La democracia sin esencia no se desperdicia en buscar esencias, por tanto, no precisa de formas sólidas y uni-­tarias para darse cuerpo (no lo tiene ni lo necesita), por esto, es inesencialmente diversa y acepta lo diverso:

La democracia no educa ni se educa. No hace otra cosa que abrir —y abrirse a— ese espacio de libertad que coincide con una inesencialidad irremediable;; es decir, con nada otro respecto de su propia existencia. Ella preserva amorosamen-­te las marcas de su propia “nada política”. Preserva y aguar-­da: aun al huésped más inesperado (p. 86).

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I IMPRENTA PÚBLICAEL VACÍO ACERCA DE LA POLÍTICA Y SU REVERSO IMPOLÍTICO

METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

Esto impone pensar la Responsabilidad, tercera pa-­labra acerca de la política, donde Roberto Esposito inicia la indagatoria con la relación entre la culpa y la responsabilidad, siendo la responsabilidad una se-­cularización de la culpa, anclada vitalmente al poder, pues éste y la responsabilidad se ligan deontológica-­

teológicas para pensar la política: “La culpa forma parte constitutivamente de la ética de la responsabili-­dad, en la medida en que esta última necesariamente tiene que ver con la dimensión del poder, y por ello mismo con la fuerza y la violencia que desde siempre lo acompañan” (p. 95). Así, la responsabilidad del po-­der tiene que ver con los objetivos y los triunfos. La responsabilidad incluso se pone contra los principios

encomendado aun a pesar de ir contra los principios. Hacer al hombre según una meta mítica: “Si el hom-­bre puede llegar a cualquier meta, si cualquier cosa es efectuable —es la consecuencia última de la ética de las consecuencias— no se puede no utilizar todos los medios para alcanzarlo, incluido el de la anulación de la cosa misma” (p. 96). Es lo que está presente en la ética moderno según Weber, visible con ma-­yor claridad en la vocación profesional. Pero, ¿cómo

que pasan incluso del objeto de la responsabilidad?

Responsabilidad y escritura se encuentran en la fa-­cultad de responder, presenciar, presentar los hechos (escribirlos), de responder a la culpa de los otros ha-­ciéndola propia. Apropiarse de la responsabilidad (y la culpa) con la escritura, porque el escritor “siendo todos los demás, responde por la vida de todos ellos en todas sus expresiones;; por ende, también de las culpas que por cierto ésta incluye” (p.102). Tras los pasos de Canetti, Esposito observa que el escritor es responsable, no culpable, se pone en el mundo contra el mundo, una ética de aceptar su lugar y momento, pero sin evitar la observación herida por el mundo que debe describir, un deber como responsabilidad, un embellecimiento del mundo sin el mundo, “ver-­dadera responsabilidad: sustitución a favor del pró-­jimo y riesgo de la decisión concreta” (p. 108). Ser, de alguna forma, testigo, incluso sentirse victimario conociendo a la víctima, ser todos, ser responsable de la culpa. “Si en verdad se desea tomar el lugar de otro sin eliminar su alteridad, es indispensable tomar para sí su culpa hasta lo último” (p. 109).De alguna manera, esta asunción de la culpa de to-­

dos integra en el discurso de -­

ca de la política responsabilidad con Soberanía. La soberanía no está instalada, no tiene un sujeto preciso (el Estado), aunque sí busca su valor en una subjetiva-­ción, en una interiorización de la soberanía, es decir, en la difuminación de la soberanía para eliminar al soberano (pensando, por supuesto, en la modernidad) sin apartarlo de la vista. La soberanía es una especie de fuerza (no esencia) transmitida a los cuerpecitos que forman el cuerpo de la sociedad (el cuerpo sobe-­rano, quizá) y quedan imposibilitados para ejercerla (pensemos, por ejemplo, en Hobbes) para evitar da-­ñarse, “casi parece que la muerte, lejos de limitarse a amenazar desde el exterior la soberanía, surgiese de su mismo vientre;; que la soberanía naciese muriendo o sólo para demorar una muerte inminente” (p. 115). Con la muerte inserta (al igual que la democracia), la soberanía precisa de un sujeto que le dé vida y tiempo, aunque con esto no logre alargar por siempre su vida, si consigue diferir la muerte al cambiar de forma sin importar que se quede en la instancia del Estado. Pero ahí hay otro peligro, el soberano de Schmitt, aquel con la fuerza de ley para disolver la ley e instaurar

Es en la interiorización de la soberanía como se evita la operación de un soberano a la Schmitt. Con Tótem y tabú, Esposito piensa la soberanía como lo instaurado desde el origen y no el soberano como lo pensó Hobbes, “porque en ella se visualiza el acto de fundación de la soberanía dentro de la forma de su au-­sencia” (p. 120). De alguna manera, una de las gran-­des palabras faltantes en de la política, Ciudadanía, queda, si no atrapada, por lo menos sí atraída por la palabra soberanía, en esta disquisición que sigue a Freud:

La atención habrá de centrarse no en la sucesión —del Uno a los otros—, sino en la copresencia que entrelaza indisolu-­

en el interior del nuevo sujeto. La soberanía en este caso, queda sólidamente ligada a la presencia de la ausencia. A su representación fortalecida por el sentido de culpa que el asesinato genera en los hijos y por la consiguiente renuncia a ese bien —las mujeres— que lo había motivado (p. 120).

La ciudadanía es la gran palabra del léxico político moderno que se echa en falta, sobre todo ante la cons-­trucción de herramientas de extracción de ciudadanía (soberanía) que generan no-­ciudadanos y Estados y ciudadanos irresponsables, según esa relación entre culpa, responsabilidad y otredad analizada por Espo-­sito. Si el no-­ciudadano asume la culpa de los otros ciudadanos, es responsable de no tener ciudadanía,

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de no ser soberano ante la presencia de la sobera-­nía como estado de excepción (la peligrosidad del inmigrante ilegal). Sin embargo, en la ciudadanía la soberanía queda ausente en la representación. Si la soberanía lleva en sí la muerte, presente y diferida, lleva también una violencia que afrenta la posibilidad de una comunidad y una ciudadanía plena, lleva tam-­bién su sujeto, el Estado, y permite el orden (por lo

una interiorización de la soberanía en clave freudiana (la imposibilidad culpable para ejercer la soberanía) que es opuesta al ejercicio de la voluntad de poder nietzscheana: “La fuerza de la nueva soberanía es, por ende, directamente proporcional a la renuncia a su propio ejercicio” (p. 121). Soberanía sin soberano.He ahí el Mito moderno. El mito sin mito, la racio-­

nalidad no mítica que impone otro punto de tensión según el esquema de contraste mito nihilista/razón humanista. El mito es centro de la política porque es motor para movilizar hacia la meta. Incluso no im-­porta la meta, importa el mito movilizador: “Como demostración de que la semántica del mito político no pertenece de por sí a la derecha ni a la izquierda sino que constituye exactamente el punto de superposición

nihilismo” (p. 144), una voluntad de poder que hiende el orden cuando, ya sea democracia o totalitarismo, impone un futuro superior, utópico (necesariamente mítico). Ya sea la mitología de la verdad, el mito mar-­xista, o el mito de la comunidad del Hombre. Ya sea

-­sumado, el mito se potencia, mito del mito del mito:

La potencia “tautegórica” del mito es tal que el Gesamtkun-­ [la obra de arte total] nazi expresó en la manera más

-­topóiesis de una comunidad tornada inmanente a sí misma

una prueba ulterior —después de Jena, después de Marx— de que la “máquina mitológica” se alimenta de la carga ener-­gética de su propio objeto en el momento mismo en que lo presenta potenciado: mito, del mito del mito del mito, y así sucesivamente, hasta la enésima potencia (p. 161).

El léxico político moderno es la vía para el totalitarismo como forma mítica de la salvación del hombre genérico aun a costa de la multiplicidad del hombre, aun a costa del hombre, aun a favor de su muerte. Por ello, Esposito expresa que la democracia, como opuesto (de cualquier forma) al totalitarismo, debe ser sin esencia, debe ser técnica y ser incompleta, para salvarse de la muerte, del

Y si bien el mito no hace Obra, esto es parte del mito de la razón. Es decir, la razón, opuesta al pen-­samiento mítico, interviene el mito para desactivarlo,

de la razón al mito, hay obra del mito: “No hay oposi-­ción entre logos y mito, e incluso que el mito coincide con la realización del logosPero también en el de que el conocimiento mismo de aquello no puede darse si no es en forma mítica” (p. 175). Por otro lado, si la razón busca la verdad, al-­

-­ción), la muerte es la verdad insoportable:

De índole mítica es, de todos modos, la actitud, el compor-­tamiento, la obra del hombre en cuanto constitutivamente “incapaz de tolerar la verdad” […] El hombre no puede no tender a la verdad, pero la verdad lo hiere de muerte. Es su misma muerte como muerte del sujeto. La verdad es el Ob-­jeto. Por esto, no pude darse “humanamente” si no es como religión, ley, obra. Sin embargo es justo lo que —en su ten-­dencia a la consumación niega— la muerte (p. 176).

La verdad es, entonces, tan mítica como la razón, esto funciona como un botón de reinicio, que en política está claramente activo, sobre todo en la acción revo-­lucionaria. En la discusión, ya clásica, entre Foucault y los maoístas, Foucault crítica la idea de justicia po-­pular y propone un vía de hondo contenido impolíti-­co, pues sabe que no es posible el ataque exterior y que desde el interior es inoperable, opta por una espe-­

Si en la obra está el mito y el reinicio de la justicia, la misma justicia, porque está la ley, renovada, renacida, no inventada, re-­toma, para el caso de la revolución que se funda en la cenizas de lo que retomará, el reini-­cio manda al mismo lugar, a la misma justicia. En este sentido, la inacción, el no hacer obra, es impolítica y, en la misma vía, va a la contra, hace contrajusti-­cia: “La inacción impolítica ha de ejercerse en esas

-­do del modo más enérgico a la acción’. Ella respon-­de impolíticamente a un impulso político cuando la respuesta política llevaría a repetir, o potenciar la si-­tuación existente” (p. 183). La acción improductiva, no política, no la repetición de lo que se conoce, sino hacer obra con lo que no se ha hecho obra, los restos

La obra toma la Palabra, la séptima categoría de la política examinada por Esposito. El pensamiento de la palabra (consenso) como forma de disolver la violencia padece lo mismo que la palabra política di-­

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y confabula a la palabra con la solución de los males políticos. Supone orientar el poder de la política ha-­cia una acción comunicativa racional (mito del con-­senso y la comunidad comunicativa, libre y feliz de

siguiendo a Benjamin, nos descubre que “la estruc-­tura de la comunicación no es horizontal —ni simé-­trica;; llegará a serlo sólo en la época de su propia decadencia jurídica—, sino vertical” (p. 201). En principio, la palabra debe dejar de ser voz, habla y silencia (debe dejar de ser gruñido salvaje, como ob-­serva Rancière). La palabra comunica lo que en rela-­ción vertical debe comunicar, es decir, la palabra es herramienta de dominación, “nuestra lengua, antes que plena comunicación, no puede ser otra cosa que constante traducción de lo incomunicable” (p. 201), pero también de liberación cuando no lucha por ser escuchada, sino cuando es lo único que puede oírse y, entonces, traduce lo incomunicable: “La palabra

lo inefable e indecible, el silencio y la peste son es-­cuchados, hacen palabra en ese momento que carece de fuerza jurídica, de fuerza de ley: “Nada revela más que el campo de exterminio ese nexo originario entre lenguaje y violencia […] En éste las palabras

-­cancia y la indiferencia del lenguaje respecto de sus propios contenidos” (p. 214).Enmudecer-­hablar, relatar el desastre, activar vio-­

lenta humanidad para seguir la palabra.Sin duda, si la palabra puede decir el desastre, pala-­

bra y Mal se conjuntan para pensar la política. Política y mal son compatibles, al igual que mal y libertad. Si política y mal se han conjugado, ha sido con el mal de la política en el siglo XX: los desastres de la política del siglo XX. En este siglo en que el mal apareció sobre el lomo del Pegaso que nos llevaría al futuro mítico (la raza, la clase, la vida y hoy el mercado) y conseguiría,

es esencialmente tal no cuando se opone al bien, sino cuando lo imita hablando en su nombre, con su lenguaje, con su voz” (p. 224). El mal y el bien cohabitan el léxico político porque éste sigue atrapado en los vericuetos y complejidades de la teología, todavía más insidiosa en cuanto secular, cuando bien y mal se hacen inmanentes a la vida humana, proyectando la trascendencia a través de pantallas sin sentido y sin valor, lo que otorga sentido y valor a la política y lleva al desastre, siempre maqui-­llado de progreso, un progreso biopolítico:

la dimensión del mal político es la interiorización del enemi-­go. Ésta crea la verdadera compactación totalitaria, según la cual lo que no forma parte del Uno-­Todo en el poder no sólo ha de combatirse y expulsarse, sino literalmente aniquilarse, para obtener dicho resultado no basta la común criminali-­zación del otro: hace falta su deshumanización, inexorable-­mente perseguida por el nazismo, primero por intermedio de la maquinaria propagandística y más tarde, físicamente, a través de la maquinaria concentracionaria (p. 227).

Ese es el aroma y semblante de Occidente, esa re-­lación entre bien, mal y política, ese sentido mítico. Occidente es una forma de porvenir, algo siempre por alcanzar sin lograr, una meta buscada, frente a un Occidente consumado, terminado fallidamente, un error, no en los presupuestos, sino en la aplicación del modelo y, por tanto, Occidente falla porque, en la aplicación, jamás se consumó: “Occidente ya no es —e incluso nunca ha sido— un espacio, sino antes bien una línea progresiva y polémica” ”(p. 251), vale decir, una línea de sentido, pero, como sucede con la democracia y la soberanía, nunca una línea de meta, porque “Occidente no es otra cosa que el límite en movimiento que lo separa de aquello que Occidente todavía no es o no es del todo” (p. 259). En conso-­nancia con los aportes de Giacomo Marramao, Espo-­sito parece estar de acuerdo con que Occidente nunca ha sido, pero podría ser o, de hecho, como mito del mito, es pasible seguir buscándolo. Lo impolítico de esto está en la ausencia de un sentido y de un valor: Occidente no vale, no es, es quizá una actitud que ni

Diez pensamientos acerca de la política termina con el número agregado que implica y complica dos pala-­

-­nal. Que son origen y umbral: comunidad y violencia. La violencia es el inicio de la civilización, origen de lo político, ya sea como fuerza que lleva hacia lo político

-­posito los mitos fundacionales de imperios y ciudades, donde la identidad (los idénticos) se inserta en la comu-­nidad como savia violenta. En la comunidad:

Aquellos que la habitan —los pecadores de Dante, los gigantes de Vico, los lobos de Hobbes— no están separados entre sí por nada que los pueda proteger recíprocamente. Están literalmente expuestos a lo que tienen en común, a su ser ninguna-­otra-­cosa-­que-­comunidad, nuda comunidad, despojada de cualquier for-­ma. Por ello la violencia puede comunicarse libremente de uno al otro, hasta formar un todo con dicha comunicación (p. 277).

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La comunidad es violenta porque asume una fuerza dura que le mantiene unida, hecha Uno. No es polí-­

-­to con el afuera en cuando está ensimismada en su munus, en la ausencia común, y “el munus que cir-­cula libremente en ella, más que como ley del don reciproco, es percibido como un veneno que trans-­mite muerte” (p. 278). Entonces es necesario que ese munus sea intervenido, negado, inmunizado (como cualquier veneno infeccioso, con un poco de sí, con munus que disocie el Uno y haga el dos, el nada en común). El problema con la lógica inmunitaria es que

Aparece el mito de la comunidad. Si Hobbes piensa la soberanía como el proceso inmunitario necesario para eliminar la violencia de la comunidad, la modernidad lleva al extremo el mito de la comunidad a través de una lógica biopolítica positivista (biologicista), pero aún más negativa que la soberanía inmunitaria: todo lo convierte en organismo, en cuerpo político: la uni-­dad donde la función no tiene nada en común con la

aquí): “En esa instancia no sólo la medicina toma un papel cada vez más político, sino que la política mis-­ma termina por hablar un lenguaje médico o inclusive quirúrgico: ha de evitarse preventivamente cualquier posible degeneración del cuerpo, mediante la elimi-­nación de sus partes infectadas” (p. 283).Después del nazismo la lógica inmunitaria no sólo

cariz más amplio a la acción biopolítica, sino que se ha globalizado o es por esto mismo que se profundiza y matiza mejor sus técnicas (como ya lo aviso también Agamben: el campo, el estado de excepción y la nuda vida). Si Occidente peligra biopolíticamente al supo-­nerse línea de meta y no trazado de posibilidades, la comunidad global se precipita hacia un sinfín de vio-­lencias quirúrgicas capaces de eliminar la diferencia. De esta manera, los espacios del mundo se agolpan en un mito de comunidad política global que hará pali-­decer las catástrofes totalitarias, amparando los opera-­

tivos con el valor y el sentido de la democracia: “El mundo global ve antes bien compenetrarse estos espa-­cios alternativos, bajo el impacto de constantes migra-­ciones que derriban cualquier límite. Todo ello sucede

planeta entero en tiempo real” (p. 285).de Rober-­

to Esposito toman once palabras del léxico político, las desuella para exponerlas al sol de su vacuidad y después toma hilillos ensangrentados para descubrir vetas de observación impolítica, es decir, para ver las posibilidades que nos deja el vacío y la nada de la jerga política y pensar en armar algo diferente, no ne-­cesariamente nuevo, pero si original en su inorigina-­riedad. Esto no supone un halo de optimismo, tampo-­co hay pesimismo, quizá le falte un gramo de fresco cinismo (como a algunos de los impolíticos llamados

que por muy vacío de sentido y valor que sea el léxico político, hay política y, por tanto, su reverso impolíti-­co: habrá que estirar los límites.

REFERENCIASAgamben, G. (2004), Estado de excepción. Homo sa-­cer II, 1, Valencia, Pre-­Textos.

Agamben, G. (2003), Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, Valencia, Pre-­Textos.

Agamben, G. (2002), El archivo y el testigo. Homo sacer III, Valen-­cia, Pre-­Textos.

Derrida, J. (2005), , Madrid, Trotta.

Esposito, R. (2006), , Buenos Aires, Katz.

Esposito, R. (2012), política, Buenos Aires, FCE.

Foucault, M. (1992), Microfísica del poder, Madrid, La Piqueta.

Marramao, G. (2006), , Buenos Aires, Katz.

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ÍNTIMO, PERSONAL Y solidarioMoisés Hernández Carrasco

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[Carmen Tinajero, Diario de la locura, México, Ediciones Monte Carmelo, 2011.]

Para convocar a la presentación del libro de Car-­men en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México fue preciso hacer circular una invi-­

tación. Como es evidente, Diario de la locura carece de imagen alguna en su discreta portada y fue preciso incluir una en las invitaciones. Encontrar la fotografía adecuada fue todo un problema, ya que, ¿cómo hacer jugar el registro de la imagen sin traicionar aquello que Carmen nos transmite con sus palabras?La gran mayoría de las fotografías sobre locos

que yo me encontré retrataban gente encorvada, chi-­muela, sucia, agachada, bizarra, lejana al mundo de los “sanos”, de los normales. Son el tipo de imáge-­nes que nos devuelven la tranquilizadora seguridad de no ser como “ellos”. Bien podríamos describirlas con las palabras de Olivier Dabroisse (2005: 50): “rostros, gestos, actitudes: en la fotografía todo con-­verge hacia una sola cosa: ver y no ser lo que ve-­mos”. Sugerir siquiera que somos espectadores de la locura sin estar nosotros mismos de alguna manera locos traicionaría este volumen que apenas en la pri-­mera página, siguiendo a Erasmo de Rotterdam, nos advierte: “¡no hay no-­loco!”.Quise probar con imágenes sobre instituciones psi-­

quiátricas o “de salud mental”, como les dicen ahora, pero para mi sorpresa tampoco permitían mostrar el *Psicoanalista. Es autor de la invención de los ejercicios

(en prensa).

tipo de experiencias que encuentro en el libro. Esta-­ban por un lado los asilos viejos, sombríos, de paredes descascaradas;; los viejos y siniestros manicomios que en los libros y la televisión ejercen todavía una gran fascinación. Claro que con una sonrisa cualquier psi-­quiatra del hospital “Fray Bernardino” nos diría, “pues sí, ¡pero por fortuna ya estamos muy lejos de eso!”. En segundo lugar, están las imágenes de los mo-­

dernos hospitales de alta especialidad de salud mental: esos espacios luminosos, escépticos, donde los pacien-­tes son tratados con “calidad y calidez”;; donde el vitro-­block y las terapias motivacionales se solidarizan con la terapia electroconvulsiva (TEC), el psicofármaco y la promesa humanista sobre el porvenir: un mundo sin monstruos. Pero habiéndose escrito en un hospital de salud mental, el libro de Carmen muestra cómo el vi-­troblock, las batas blancas, el haldol y la asepsia del experto forman parte de la locura de nuestras institu-­ciones que nos urge a reconocernos en oposición a los monstruos, como sanos y civilizados que curan a costa de lo que sea. Y en el contexto de loca bondad del dis-­positivo de la salud, somos ocasionalmente llevados al extremo de la reducción del otro a puro objeto de in-­vestigación e intervención, a cosa. “Este sujeto no amerita ya ninguna historia” (Gar-­

cía Canal, 2012: 189) decía en 1935 un médico de La Castañeda;; esa misma posición la pude encon-­trar implícita en un protocolo de investigación que

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leí recientemente: al estudiante de psiquiatría sólo le interesaba medir los niveles de ácido gamma-­amino-­butírico en los familiares de pacientes diagnosticados con esquizofrenia. Es decir, no importa quienes sean, no importan sus historias, solo aquello que “objeti-­vamente” se pueda sistematizar. Pues bien, al leer el libro de Carmen Tinajero uno termina por decir “es-­tos sujetos sí que ameritan una historia”;; y no sólo los pacientes, pues aquí de lo que se trata es de cierta in-­timidad que se teje entre quienes habitan el hospital, incluida la psicoanalista. Hablemos pues del libro y sus historias. Quisie-­

ra llamar la atención sobre el hecho de que para dar cuenta de la locura desde una posición psicoanalítica

psicosis”, sino de un volumen compuesto por registros personales de una psicoanalista. Carmen se permite ha-­cer pública una parte de sus diarios, dando cuenta de su relación con la locura en el hospital psiquiátrico. Ella asiste a ese espacio, por iniciativa propia, cada sema-­na, poniendo sus oídos a disposición de sus habitantes: pacientes, familiares, médicos, enfermeras. Así se fue construyendo este documento en el que no se habla so-­lamente sobre “ellos”, los locos, sino que la autora se piensa a sí misma mediante estos encuentros.Un diario no se reduce a un ejercicio autorrefe-­

rencial. Como bien señala René Lourau (1989: 16) en un texto clásico, El diario de investigación: “La escritura diarística revela la intimidad de las cosas,

[…] Asimismo, lo que eventualmente aparece frente al autor y/o eventual lector es la inquietante intimidad de la investigación, del trabajo de creación”.En efecto, el diario nos revela aspectos íntimos de

la escritora, su relación personal con la clínica, etcé-­tera. Pero mostrando algo de su intimidad, nos trans-­mite el palpitar de aquellas vidas que se le enlazan en esa institución. El hospital se nos revela como algo

-­sores y detractores;; se nos muestra vivo. Ni los locos son sujetos sin historia, ni el personal es la absolu-­ta encarnación de una racionalidad impersonal y sin cuerpo: a pesar de la distancia entre lo administrativo y lo humano que observa Carmen en algún momento, se encuentra también a las enfermeras, las encargadas del control y la mesura, enfundadas en sus uniformes blancos, en el módulo al centro del panóptico, “devo-­rando unos tacos” mientras el olor a fritanga invade el pabellón de mujeres sin inmutar a las locas.Íntimo, personal, como corresponde a este tipo

de documento, Diario de la locura toma distancia

de otra forma de escribir: la impersonal, omnividen-­te, presuntamente neutral de los lugartenientes de la razón. Sin entrar en la complicada tarea de exponer el devenir de las formas modernas de producción de saber, sólo me remito a la denominación “testigo mo-­

a una posición subjetiva a la que es llamada el cientí-­

método experimental.Esta forma de producción de saber excluye las

consideraciones personales y reposa en tres tecno-­logías: la material propiamente del experimento, la literaria del estilo discursivo (que me interesa ahora resaltar) y la social de la comunidad que recibe, con-­sume y circula el saber.El testigo experimental y presuntamente objetivo se

instituye como “experto” en una comunidad que com-­parte sus premisas y se enlaza alrededor de un modo de producción del saber. Y el artefacto literario, es decir, el estilo mediante el cual se da cuenta de la experiencia experimental, permite disimular la subjetividad tras la máscara de una razón impersonal, escribiendo en ter-­cera persona, desapegándose afectivamente del esce-­

producir la sensación de objetividad, escribiendo cosas como “aquí se observa” y no “yo observo”;; como si lo observado fuera algo evidente para todos e indepen-­diente del sujeto que conoce.Tenemos entonces que la modernidad constituye

a un sujeto que asume encarnar una razón presunta-­mente impersonal, neutral y apolítica. Se disimulan las formas de producción de conocimiento y el orden social que producen esa mirada. A este sujeto el mun-­do le es en cierta medida ajeno, por ello cree verlo con claridad y manipularlo en nombre de la utilidad. Así pues, por ejemplo, los pájaros en la bomba de vacío dejan de ser pájaros convirtiéndose en objetos de demostración. De igual modo, para los expertos en la psique, los sujetos locos dejan de merecer una historia para ser solo encarnaciones de entidades abs-­tractas: las patologías. Y en este seductor juego de expertos y objetos nada nos garantiza que el psicoa-­nalista se salve de sucumbir a la tentación de reducir a los otros a pura viñeta clínica. Cito a Foucault (2009: 17-­18) en El orden del discurso:

Se me podrá objetar […] que la palabra del loco ya no está del otro lado de la línea de separación;; que ya no es consi-­derada como algo nulo y sin valor;; que más bien al contrario nos pone en disposición vigilante;; que buscamos en ella un sentido o el esbozo o las ruinas de una obra;; […] Pero tantas consideraciones no prueban que la antigua separación ya no

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actúe;; basta con pensar todo el armazón de saber, a través del cual desciframos esa palabra;; basta con pensar en toda la red de instituciones que permite al que sea —médico, psi-­coanalista— escuchar esa palabra y que permite al mismo tiempo al paciente manifestar o retener desesperadamente sus pobres palabras;; basta con pensar todo esto para sospe-­char que la línea de separación, lejos de borrarse, actúa de otra forma, según estas líneas diferentes, a través de nuevas instituciones y con efectos que en absoluto son los mismos. […] Si bien es necesario el silencio de la razón para curar los monstruos, basta que el silencio esté alerta para que la separación persista.

Tristemente hay quienes hablan de los locos con termi-­najos psicoanalíticos con el mismo ánimo positivista que el psiquiatra que pretende dar cuenta de los niveles de GABA del esquizofrénico;; hay quien se instituye socialmente como experto sobre “psicosis” fundamen-­tando sus palabras con construcciones lacanianas. Hay quienes guardan silencio para asechar la verdad del loco y reinscribirla en abstracciones teóricas que la sepultan, sin permitir que esta los atraviese, cuestio-­ne, conmueva y transforme. Por fortuna esto no es así siempre: leo en el libro de Carmen el testimonio de en-­cuentros transformadores no sólo para la paciente, sino especialmente para la analista. Al acudir al hospital psiquiátrico, Carmen es interpelada por las palabras, las miradas, los olores y más aún, experimenta la con-­moción en toda su literalidad, al ser golpeada contra el suelo por una paciente, mientras ella se pregunta de quién de las dos fue el pasaje al acto. Justo en ese sensible acontecimiento narrado en

la página noventa del Diario de la locura encuentro un indicio de cómo en la práctica de Carmen hay

-­nalidad descarnada y anónima. A la mitad de este intrigante acto que ella sospecha haber causado, vie-­ne a la cabeza sacudida de Carmen el caso de las hermanas Papin. Pero no extrae un concepto, sino busca una analogía que le permita ubicar dónde es-­taba situada en su relación amorosa (“transferencia” diríamos de modo técnico) con la paciente. Y así constantemente, las referencias para intentar situar lo que percibe en el hospital serán las novelas, la música, las películas, los sabores, la propia historia y los miedos. Nada de fórmulas plenas, acabadas y universales, sino un tejido donde Carmen es un hilo más. Incluso, cuando intenta responderse “por qué nos volvemos locos”, vuelve sobre la tragedia griega en lugar de citar a Jacques Lacan, Jean Allouch o Sigmund Freud, ¡y no por desconocerlos!

Íntimo y personal, Diario de la locura me hace pensar en un pasaje de Lacan en el seminario La an-­gustiade 1963, Lacan vuelve sobre Margaret Little y Lucy Tower, comentando sus textos sobre la llamada con-­tratransferencia. A diferencia de los analistas que juegan a los expertos y sobre-­racionalizan sus textos, ellas se exponen, muestran lo que los casos les produ-­cen, ponen en juego algo de sí mismas. Y merecen de Lacan (2004: 193-­194) este homenaje:

A propósito de la contratransferencia, les hice la observa-­ción de hasta qué punto las mujeres parecen moverse en ella con más comodidad. Si se mueven más cómodamente en sus escritos teóricos, es, presumo, porque tampoco se mue-­ven mal en la práctica, aunque no vean —o mejor dicho, no articulen, pues, ¿por qué no concederles un poquito de restricción mental?— su mecanismo de un modo tan claro.Se trata evidentemente de abordar en este punto algo que es del orden de la relación del deseo con el goce. Si nos remi-­timos a estos trabajos, parece que la mujer comprende muy, muy bien que es el deseo del analista.

La restricción mental de la que habla Lacan no es un

el analista. Y Carmen nos la muestra cuando en vez

pacientes, escribe cómo ella misma se ve embarcada en ese dolor ante el cual sólo puede aportar su pre-­sencia: “el sufrimiento de ese chico se hace mío, me arranca un pedazo de alma, revive mis fantasmas y a mí también me da miedo. No es con la fuerza que tengo que responderle, sino con mi impotencia, con mi perplejidad solidaria” (p. 121). Finalmente, íntimo y personal, pero tendiendo

lazos sociales, Diario de la locura teje historias de solidaridad en medio del carnaval de la locura de los pacientes, la institución y la analista. Así encontra-­mos relatos como este:

que ella me transmitía era una especie de poesía que hablaba de lo posible en lo imposible. La belleza que se desprende de su rostro indígena y de su cuerpo deforme es inaudita. Josefa es un monumento de Botero que se erige como un desafío. Como una luz en la estética del horror. Cuando entré a la sala “A” del hospital y me encontré con Jo-­sefa desnuda en medio de las demás pacientes que se disponían a comer, la sala estaba en ebullición, algunas pacientes comían ya, otras se habían ido a dormir, otras estaban en los excusados situados a un extremo de la sala. Las enfermeras repartían pla-­tos, algunas pacientes tomaban sillas para sentarse en la mesa, otras deambulaban alrededor del control y cantaban.

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Josefa grita y luego calla por largos tramos de tiempo. Tiene

me quedo mirándola, sin saber qué hacer. Josefa sigue allí, inmóvil, con una tristeza y una angustia estática que ocupa

-­tesca del hospital, pero se mantiene erguida, mostrado su cuerpo desnudo y vivo. Las enfermeras esperan que haga algo, que suplique tal vez, pero ella hace caso omiso del es-­cenario circense que se abre para un público blanco. ¿Hacia dónde va el corazón de Josefa? Dentro de la sala todo está previsto, las enfermeras con-­trolan, vigilan, poseen todos los bienes posibles: son ex-­tremadamente limpias, tienen la comida, el papel de baño, el jabón, la pasta de dientes, el agua… poseen también las cuerdas para sujetar, pases para el TEC, escriben sus notas, reportan… ordenan. ¡Come! Le han dicho. Josefa, que se sabe libre, permanece desnuda y obedece, come su sopa fría, se acompaña del kotex que le dieron sin nada para detenerlo;; se evidencia la pobreza y debilidad de los guardianes que no pueden ser dueños de sí mismos, que dependen de la víctima en todo momento y la asechan. Ella lo sabe y muestra su des-­nudez sin palabras. Sin nada más que ella misma plantada en sus recuerdos, en su decisión de ser.Las enfermeras, esclavas del checador, de la bata, de los reportes, miran con bondad a la loca que controlan;; y ella, Josefa, no puede sonreír, no quiere, no con ellas. Me mira y me explica que esta desnuda porque no le quisieron dar dos kotex, uno para adelante y otro para la cola (su volu-­men lo amerita) y trató de colocarlo pero no tiene nada que lo atore entre las piernas, me apena y me quedo pasmada. Siento que su vida se ha quedado atorada allí donde pare-­ce comprenderlo, porque para ella la comida es lo primero. Una enfermera le señala su plato a distancia, diciéndole: tu comida está ahí. Ella camina desnuda con el kotex entre las piernas para tomar el plato ya frío, va por él, no se resiste, su

dignidad me asombra, solo atinó a decirle lo bueno es que hace calor, sí hace calor me contesta en su mal español y ríe conmigo. Soy feliz cuando lo hace. Soy su cómplice en no sé qué verdad que nos habita. Ella está y yo estoy, algo mágico nos une y nos posee (pp. 68-­69).

Íntimo y personal, pero solidario con quienes inter-­pelando a la psicoanalista posibilitaron su escritura, Diario de la locura nos conmueve con sus palabras locas. Y nos devuelve como un espejo la imagen de otra locura, la de nuestras instituciones que ya sean el hospital psiquiátrico o la comunidad psicoanalítica, incentivan en nosotros la tranquilizadora ilusión de ser “normales”, en contraposición a los “locos”. Me congratulo por la publicación de estos escritos

de Carmen Tinajero y espero que Diario de la locura pueda trastocar los modos en que nuestras vidas se tejen aquellos a quienes llamados locos.

REFERENCIASDebroisse O. (2005), la fotografía en México, Barcelona, Gustavo Gili.

Foucault, M. (2009), El orden del discurso, Mé-­xico, Tusquets.

García Canal, M. I. (2012), “Este sujeto no amerita ya ninguna historia. Producción de una otredad”, en M. Rufer (coord.), Nación y diferencia. Proce-­

contextos poscoloniales, México, Itaca.Lacan, J. (2004), , Buenos Aires, Paidós.

Lourau, R. (1989), El diario de investigación, Méxi-­co, Universidad de Guadalajara.

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METAPOLÍTICA núm. 82, julio -­ septiembre de 2013

AMÉRICA LATINA COMO UTOPÍA O

LA LÓGICA DE LA potenciaciónJavier Edgar Tapia Navarro

*

*Profesor de la Universidad Salesiana en la Ciudad de México.

[Hugo Zemelman, Pensar y po-­

pensar histórico, México, Siglo XXI Editores, 2012.]

América Latina es una utopía, un nombre sin sustantivo, una realidad sin territorio. Decir América Latina es tratar de enunciar un com-­

plejo campo de realidades, territorios e individuos que se apropian de su entorno con la sincronía de sus lenguajes;; que con él se empoderan de su mundo.

histórico se inscribe en el largo trayecto de pensa-­miento que el chileno Hugo Zemelman ha trazado, desde los años ochenta del siglo XX, en dirección a elucidar las condiciones de posibilidad de una “epistemología del acontecer” en América Latina. Los tratados o ensayos sobre identidad de lo nacio-­nal, la acción política o el porvenir socio-­cultural, son lugares frecuentes en la historia intelectual de América Latina en los momentos en que la realidad socio-­política de sus sociedades se ha visto sacudi-­da por las armas. Muchos de esos escritos se leen semestre a semestre en las universidades como ves-­tigios de la lucha entre un esfuerzo de autonomía del pensamiento y una realidad desbocada. Ahí un José Vasconcelos, un Samuel Ramos o un Octa-­vio Paz, obsequian sus acogedoras páginas de un

pensamiento muerto a generaciones estudiantiles ilusionadas con la posibilidad de un porvenir del pensar coterráneo.Los lectores de Hugo Zemelman encontrarán, y

han encontrado, una mirada distinta que no sabe al anacronismo de las lecturas escolares. Ahí no hay un pensar con -­

pensar desde tal o cual rincón de nuestra realidad tropical. El sociólogo chileno no trata

pensarnos y decirnos cómo somos o qué deberíamos hacer para forjarnos como comunidad de destino. Se coloca un paso atrás e invita a cuestionar las posibili-­dades epistemológicas de ese pensar. No es un pensar sobre lo pensado, sino una inquisición de las formas del pensar en América Latina que posibiliten una pra-­xis más originaria en la vida de nuestras sociedades. En la obra el cuadrante de esos esfuerzos está tra-­

zado por el lazo entre las categorías de sujeto, pen-­samiento, lenguaje y poder. La realidad del sujeto, de un individuo, se inscribe en un acontecer históri-­co;; su realidad forma parte de ese encadenamiento

-­toria. La herramienta con que es tallado este sujeto

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IMPRENTA PÚBLICA I JAVIER EDGAR TAPIA NAVARRO

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histórico que es el lenguaje. Zemelman no trata de obviar con esto la imposibilidad de narrar la histo-­ria sin el lenguaje, o de escribirla sin la escritura, sino que está tratando de señalar que la historia es una forma del pensar que no puede ser disociada del lenguaje como entidad estructurante de la realidad social. Todo sujeto que está inscrito en una realidad histórica potenciará su pensamiento desde el lugar en el que el lenguaje lo ha sujetado.Que todo individuo es sujeto de una historia que

potencia su pensar es una premisa que debe leerse sincrónicamente, por ejemplo, en los usos lingüísti-­cos de las comunidades indígenas de Chiapas. La par-­ticularidad de sus lenguas, más allá de sus diferencias “formales”, radica en el estar ancladas a una realidad histórica que se ha tejido de los lazos entre los indivi-­duos y la tierra, la selva, la divinidad, la producción,

de la correspondencia entre sus condiciones materia-­les de existencia y el lenguaje, generando un tipo de praxis concordante con esa realidad histórica. Zemelman reactualiza la idea de que el lenguaje

-­ramiento del mundo. Lenguaje es poder, no como fór-­mula retórica de la política, sino como ecuación de lo político. Recordemos que en su análisis de la condición humana, Hannah Arendt parecía ya insistir en ello: la politeia no debe enunciarse como un sustantivo, como si fuera una cosa del mundo, sino como un verbo, como una acción;; el lenguaje es la forma en cómo un individuo se empodera del mundo, se hace praxis. Para Hugo Zemelman esta forma del lenguaje como praxis no puede ser desanudada de una realidad histórica que le da sentido, que la sincroniza con una narración en la que pueden encontrarse el hacerse en el presente y la prospectiva del futuro. Todo este mecanismo es sinte-­tizado por él con la categoría de potenciación.La propuesta entera de Hugo Zemelman cobra sen-­

tido bajo la óptica del pensamiento de la complejidad que tan buena acogida ha tenido en América Latina desde, al menos, hace cuarenta años. En su formula-­ción más simple las teorías de la complejidad cues-­

tionan la posibilidad de pensar la realidad de manera unitaria: no hay una historia, o un proyecto, o una identidad, etcétera, de lo humano. Son sólo univer-­salizaciones originadas en una fase de la modernidad que, haciendo paráfrasis de iluminismo de Immanuel Kant, aspiró a construir una sociedad en la que cada individuo es contemporáneo de todos los hombres, una creatura cosmopolita, con una conciencia, una ley y un proyecto unitario de humanidad. Las teo-­rías de la complejidad no desechan esta posibilidad como forma de la utopía de la politeia moderna, pero tampoco aceptan que su realización vaya a suceder como resultado de una fraternidad universal. Más bien reconocen que el discurso de la unicidad sólo es posible en el marco de la diferencia. La unicidad, o la universalidad, son categorías de referencia para un mundo sincrónico habitado por los “otros”, y eso es la complejidad: la unidad articulada en la diferencia. Si lo pensamos desde la óptica de Ferdinand de

Saussure lo sincrónico no se contrapone a lo diacró-­nico, ambos forman parte de la compleja constitución de una lengua. En lo sincrónico hay siempre un rastro de lo diacrónico. De igual modo, como en una dialéc-­tica, la complejidad es una articulación de realidades concretas, singulares, que se articulan a una unicidad inaprensible. Zemelman lo sabe bien. Por ello, en la categoría de

potenciación se ponen en juego las condiciones epis-­temológicas para pensar la realidad histórica como una apropiación sincrónica del mundo hacia una pra-­xis efectiva de cada realidad latinoamericana. Amé-­rica Latina es el rastro diacrónico, el sustantivo que

en un nombre. Se trata, sin duda, de una novedosa formulación de la ambivalente utopía marxista en la que el trabajo como motor del materialismo histórico se vierte en las aspiraciones comunitarias. Que Amé-­

-­nal cuyo contenido universal se desvanece siempre entre los dedos.