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  • 7/23/2019 Messias, Wanderley 2009 GeGeografa crtica. La valorizacion del espacioografa Crtica La Valorizacion Del Espacio

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    CMO PENSAR LA GEOGRAFA

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    GEOGRAFA CRTICA

    LA VALORIZACIN DEL ESPACIO

    Antonio Carlos Robert MoraesWanderley Messias da Costa

    ITACA

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    Coleccin Cmo pensar la geografa

    Direccin: Georgina Caldern AragnEfran Len Hernndez

    Cmo pensar la geografa 2Geografa crtica: la valorizacin del espacioAntonio Carlos Robert MoraesWanderley Messias da Costa

    Edicin al cuidado de Georgina Caldern Aragny Efran Len Hernndez.

    Traduccin y revisin: Efran Len Hernndez.Revisin y correccin de estilo: Citlalli Gmez Faras lvarez

    y Antonio lvarez.

    Diseo de portada: Efran Herrera

    Primera edicin en espaol, 2009.

    Todos los derechos de la versin en portugus: Antonio CarlosRobert Moraes y Wanderley Messias da Costa.D.R.2009 de la coleccin, de esta traduccin al espaol, dellogotipo de la coleccin y de la introduccin a la versin en espa-ol: Georgina Caldern Aragn y Efran Len Hernndez.D.R. 2009: Georgina Caldern Aragn y Efran Len Hernndez.D.R. 2009 David Moreno Soto.

    Editorial ItacaPiraa 16, Colonia del MarC.P. 13270, Mxico, D.F.

    Tel. 5840 [email protected]

    ISBN 978-607-00-1749-0

    Impreso y hecho en Mxico.

    Consejo Editorial:

    Andrs Barreda MarnArmando BartraAriete Moyses y RodriguezBernardo Mangano FernandesBoris Berenzon GornCarlos Walter Porto GongalvezLucio Oliver CostillaMario Magalln AnayaMarcelo Lopes de SouzaRen Cecea lvarez

    Ruy Moreira

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    NDICE

    AGRADECIMIENTOS ............................................................................................................ 9

    INTRODUCCIN A LA COLECCIN ...............................................................................11

    INTRODUCCIN A LA VERSIN EN ESPAOL .........................................................13

    INTRODUCCIN DE LOS AUTORES ...............................................................................21

    CAPTULO 1

    LA RENOVACIN CRTICA DE LA GEOGRAFA ......................................................25

    CAPTULO 2

    EL PUNTO DE PARTIDA: EL MTODO .........................................................................33

    CAPTULO 3

    UNA TEORA MARXISTA DE LA GEOGRAFA ............................................................ 39

    CAPTULO 4

    EL MARXISMO Y LA TESIS DE LA "UNIDAD DE LA GEOGRAFA" ................47

    CAPTULO 5

    UNA GEOGRAFA DE LA SOCIEDAD ............................................................................57

    CAPTULO 6

    SOCIEDAD Y ESPACIO .........................................................................................................67

    CAPTULO 7

    VALOR Y ESPACIO ............................................................................................................... 81

    CAPTULO 8

    LA VALORIZACIN DEL ESPACIO .................................................................................. 101

    CAPTULO 9

    LA VALORIZACIN CAPITALISTA DEL ESPACIO ................................................... 119

    BIBLIOGRAFA COMENTADA ............................................................................................145

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    Agradecimientos

    El rescate de la coleccin Cmo pensar la geografay la publica-cin del libro que el lector tiene en sus manos fue posible graciasal apoyo y el trabajo entusiasta de mucha gente durante variosaos. En primer lugar, agradecemos a la doctora Graciela Uribe

    por iniciar, hace ya 15 aos, el sendero crtico que hoy volvemosa caminar en esta nueva etapa de la coleccin; a Antonio CarlosRobert Moraes y a Wanderley Messias da Costa, autores de estelibro, por haber autorizado la traduccin del texto original alespaol y su publicacin en esta coleccin, y a cada uno de losintegrantes de Consejo Editorial por su inters y disposicin in-mediata a formar parte de este proyecto.

    Agradecemos adems a Octavio Rosas Landa Ramos porquesus ideas y apoyo contribuyeron a que se pusiera en marchaesta nueva etapa de la coleccin; a Vanessa Prez Tapia, AdrinFlores Rangel y Sara Lpez Villamar por el apoyo brindado enla traduccin de pasajes de este texto; a Citlalli Gmez Faras

    lvarez por el apoyo arduo y desinteresado en la correccin deestilo de la traduccin y la introduccin al espaol; a NataliaCaldern Garca por el diseo del logotipo de la Coleccin, y aDavid Moreno por sus consejos y cuidado en la edicin de estelibro.

    Agradecemos tambin por el apoyo prestado a este proyecto aVernica Alvarado, Carlos Romero y Ana Rosen.

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    INTRODUCCIN A LA COLECCIN

    Hace 15 aos la doctora Graciela Uribe Ortega organiz y pre-sent una coleccin llamada Cmo pensar la geografa. Su re-

    cuperacin para esta nueva aventura intelectual tiene comopropsito especial rendirle un homenaje. P resentamos as estanueva etapa manifestando el agradecimiento que le tenemos porhabernos acercado al pensamiento crtico latinoamericano en lageografa y en las ciencias sociales. Otro de los propsitos delresurgimiento de esta coleccin es el de rescatar y mantener enla memoria histrica la conciencia del trabajo colectivo que elandar crtico de la geografa y las ciencias sociales necesitan.

    En la serie original se public slo un primer nmero que setitula Cuaderno de geografa brasilea, formado por una com-pilacin de artculos de varios autores sobre diversos aspectosde esta disciplina. La enfermedad, y finalmente la muerte, sor-

    prendieron a la doctora Graciela, por lo que no pudo culminar lapublicacin de un segundo libro sobre la geografa anglosajonaque estaba en preparacin. Afortunadamente algunos de los ar-tculos elegidos y traducidos por ella misma para ese nmerofueron publicados en el libro Coordenadas sociales. Ms all deltiempo y el espacio (2005), y otros vern la luz dentro del libroEl tiempo como espacio y su imaginario. Reflexiones y fundamen-

    tos tericos, actualmente en prensa.Encabeza esta nueva etapa de la coleccin el libro Geografa

    crtica. La valorizacin del espacio. De Antonio Carlos RobertMoraes y Wanderley Messias da Costa. Decidimos comenzar coneste ttulo porque en l se condensan buena parte de las reflexio-nes esenciales que ponemos en la mesa de debate de la geografamexicana. Mismo que deseamos se extienda a estudiantes, pro-fesores e investigadores de las ciencias sociales y humanidadesen Amrica Latina.

    Nuestra atencin se centra en la difusin de la nocin de "es-pacio" como instancia social dinmica, que define una especifi-cidad humana; esto es, nuestro ser espacio. Una nocin que sevincula con todos los mbitos de la vida social en sus mltiplesescalas y que, por lo tanto, presupone estructuras, formas y fun-ciones "espaciales" que se corresponden con la totalidad social,

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    pero sin perder en ningn momento su especificidad. Conceptode espacio que da razn del movimiento de la sociedad y que, altiempo de contener al resto de las instancias sociales, se encuen-tra contenido en ellas. Es decir, el espacio como condicin, medioy resultado de la produccin y la reproduccin social, como unacategora perteneciente al conjunto de la teora social. Propuesta

    vinculada con la discusin crtica del pensamiento geogrfico,y que de ja de lado , al t iempo que supera, tanto el pensamien-to positivista dominante como el eclecticismo caracterstico denuestra poca.

    En esta coleccin se intenta rescatar libros clsicos y de re-ciente publicacin, an sin traduccin a nuestra lengua, y laformacin de compilaciones en las que participen cientficos so-ciales de toda Amrica Latina. Publicaciones que pretendemosse conviertan en escenario de recuperacin de autores que hanhecho aportes importantes para la aprehensin de la realidadsocial en su particularidad espacial, es decir, desde su geogra-

    ficidad, pero tambin en un nicho de dilogo transdiciplinar deida y vuelta que, al tiempo que enriquezca los postulados te-ricos de la geografa crtica, participe de la construccin de unpensamiento crtico latinoamericano ms amplio, profundo y po-lticamente responsable.

    INTRODUCCIN A LA VERSIN EN ESPAOL

    El conocimiento cientfico y cada una de sus disciplinas se trans-forman incesantemente para responder a las exigencias de la

    cambiante realidad social. Tarea que supone, en primer lugar,una revisin constante de su instrumental conceptual y meto-dolgico para preservar su eficacia explicativa. Supone tambinun dilogo abierto y profundo entre la filosofa y cada una de lasdisciplinas cientficas: intensos y rigurosos debates en los quese define, nunca de manera rgida ni absoluta, la particularidadde cada rama del saber; la correspondencia entre sus "objetos" deestudio y su profunda complementariedad en la aprehensinde la totalidad social. Desgraciadamente, este momento de laconstruccin epistmica es cada vez ms marginado en el tra-bajo cientfico conservador del presente, lo que se muestra enla excesiva parcelacin y atomizacin del saber dominante, y ensu pragmatismo utilitarista que lo pone al servicio del poder po-ltico y econmico hegemnico. A nuestro juicio, esta tendenciadebe ser denunciada y revertida por la ciencia crtica de maneraslida, creativa y responsable.

    Durante la valoracin del instrumental cientfico y el dilogoentre las disciplinas, necesarios para conseguir mayor eficacia,la eleccin de un sistema filosfico de pensamiento, interpreta-cin o representacin de lo real metafilosofa, es una premi-sa fundamental, y no un elemento marginal, slo de importanciasecundaria o que incumba a unos cuantos investigadores. Esdecir que la eleccin del cuerpo ontolgico y epistemolgico delas disciplinas es tan slo el principio de la labor crtica de laproduccin terica, y no su resultado.

    La eleccin de un sistema filosfico que nos ayude a represen-tar la realidad permite explicar la constitucin y el movimientodel ser social, as como el papel de la significacin y el sentidoen la praxis social en su conjunto. Presupuestos de trabajo delarmado epistmico de cada disciplina, que en s mismos se en-cuentran siempre en debate y transformacin. Eso nos obliga aconcebir este doble movimiento de constitucin del ser histrico

    y de su autorepresentacin bajo la figura de una "espiral" , y noen una imagen lineal de determinacin rgida y unidireccional,

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    ni en un circuito cerrado de determinaciones circulares. Ambas,confusiones an comunes en nuestros das.

    La metfora de la espiral dibuja el ir y venir del proceso derealizacin social y de su representacin: ya que mientras mues-tra la reconstitucin efectiva de la realidad mediante la accinsocial, deja en claro las determinaciones que la propia realidadcambiante imprime en nuestra concepcin de mundo y la mane-ra en que esta representacin determina a la vez nuestro conti-nuo rehacer y rehacemos en l.

    Este doble movimiento de la espiral entre lo real y su repre-sentacin presupone adems un ir y venir entre las disciplinas,al que se llama "transdisciplina". Un constante mirarse en elespejo entre los distintos saberes cientficos que ayuda a su me-

    jor acoplamiento y a su desarrollo conjunto. Dilogo que, vis todesde la especificidad que nos brinda la tradicin geogrfica,permite profundizar y adecuar nuestro instrumental conceptual

    y ca tegrico, mientras brinda un marco para su mejor y msprofunda correspondencia con el resto de las disciplinas. Esterigor y esta fortaleza disciplinarias se fundan, como ya se dijo,

    en expresar y desarrollar cada uno de los postulados particu-lares del corpus metafilosfico adoptado desde la especificidaden que nuestra realidad latinoamericana concreta es abordadapor la tradicin geogrfica. Los postulados de cada disciplina sonpuestos a prueba en este movimiento, y en ltima instancia seconstituyen tambin en desdoblamientos singulares del sistemade pensamiento y representacin adoptado.

    Es por la complejidad de la construccin responsable del sa-ber cientfico, de su parcelacin disciplinar y de su correspon-dencia con la realidad social descrita anteriormente, que cobrasentido la traduccin de este libro y su presentacin en Mxico.

    Puesto que fue publicado por primera vez hace ms de dos d-

    cadas, y que est claramente inscrito en un momento histrico dedebate ya superado en la geografa brasilea, traer nuevamenteeste libro a la discusin podra despertar algunas inquietudes.Ms de una persona podra preguntarse legtimamente por quponer atencin en una reflexin descontextualizada del debatede su poca, y adems por qu la que en particular propone estelibro, si adems en este momento del desarrollo del pensamientogeogrfico existen varios trabajos que no slo han profundizadoms en la especificidad que el materialismo histrico despliega

    en la geografa, sino que muchas de ellas se encuentran disponi-bles en nuestra propia lengua. La respuesta a estas inquietudesno es simple ni unidireccional, pero aqu presentamos algunasrazones por las cuales consideramos fundamental el rescate deeste libro y su presentacin en la geografa crtica mexicana.Misma que esperamos que contribuya en su bsqueda de pro-fundidad epistmica y de acompaamiento y complementarie-dad con el resto de las disciplinas cientficas.

    En primer lugar, esta inquietud nos obliga a sealar que lasdiferencias existentes en el desarrollo del pensamiento y sabermodernos no slo se expresan en sus manifestaciones metafi-losficas y disciplinarias, sino tambin en su desigual desplie-gue y profundidad en distintos lugares. Podemos decir que sibien las corrientes crticas de la geografa han tenido ya grandesavances en los diversos sistemas de pensamiento, sea en la feno-menologa, el existencialismo, la hermenutica o el materialismohistrico an los fundamentos nticos y epistmicos discutidospara su edificacin no han sido suficientemente expresados o ex-plicitados, y menos aun debatidos en nuestra lengua. Pese a que

    es posible rastrear esta discusin en los debates que han surgidoen otras disciplinas, en la geografa mexicana no se encuentrantrabajos que clarifiquen satisfactoriamente el camino lgico ypoltico necesario para ello. Pareciera entonces que el desarrollode nuevos conceptos y nuevas maneras de pensar la realidadsocial desde su especificidad "espacial" ha sido el resultado de lagenialidad de algunos pocos y no el fruto de un debate riguroso,de mucha gente y de mucho tiempo, como en realidad sucede.

    En otras palabras, podemos decir que la geografa crtica

    mexicana se ha restringido, salvo algunos casos afortunados, autilizar los poderosos instrumentos de investigacin y de aproxi-macin a la particularidad ontolgica del espacio social, o geogra-

    ficidadsocial, pero sin participar an de su edificacin, desplie-gue y perfeccionamiento; sin ser parte del debate necesario paraprofundizarlos, mejorarlos y adecuarlos a las particularidadesde nuestro "espacio" y sin hacer contribuciones sustantivas a lateora social en su conjunto.

    No planteamos con ello un localismo epistmico provincialis-ta o esterilizante. Por el contrario, insistimos en la posibilidad,pero tambin en la necesidad y la responsabilidad, de contribuiral desarrollo de la produccin terica crtica de la geografa lati-

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    noamericana. Contribucin categrica y conceptual que no pasepor alto nuestra especificidad y que considere nuestras propiasnecesidades y capacidades; que no haga de lado el constante di-logo entre la teora, sus presupuestos y desdoblamientos disci-plinarios, y la realidad histrico-geogrfica concreta en la quenos encontramos.

    Este libro trata del camino de la produccin terica en cuantotal. Se aproxima a la totalidad social desde la geografa de unmodo particular, propuesto por Antonio Carlos Robert Moraes

    y Wanderley Messias da Costa como la valorizacin del espacio,yque surge en el examen del temario geogrfico desde las pre-misas que los autores rescatan del materialismo histrico y lacrtica a la economa poltica. En este libro los autores vinculanla categora de "valor", en tanto que valor-trabajo, al proceso deproduccin y reproduccin espacial bajo la nocin de "valoriza-cin del espacio". Exploran la especificidad de esta categora ensu despliegue espacial mientras rescatan la materialidad socialbajo la nocin de objeto transformado por el trabajo, es decir, deobjeto prctico, entendido desde su correspondencia metablica

    con la sociedad que al tiempo que lo transforma lo llena de signi-ficado y sentido. De ese modo, la continua cristalizacin de valoren el espacio se presenta como transformacin objetiva de lasintermediaciones espaciales de la realidad social conjunta, y as,como una determinacin de ida y vuelta.

    Pero no haremos la descripcin puntual de la propuesta, con-tenida en la introduccin original del texto; nos interesa resaltarms bien que ofrece ms que una opcin marxista de interpre-tacin de la geograficidad social, porque construye y explicitaadems una alternativa para el rescate de los instrumentos lgi-cos necesarios; explicita un camino para la bsqueda de nuevosconceptos disciplinares y para el constante vaciado y llenado de

    los ya existentes. Va de montaje y desmontaje para la revisinde temas y conceptos bsicos, en muchos casos anquilosados enla institucin disciplinar de la geografa. Dicho proceso de he-cho debe apreciarse ms all del sistema de pensamiento electopor los autores, pues toca formas de correspondencia filosfica ydisciplinar con la realidad social igualmente vlidas para otrossistemas de pensamiento.

    Este libro inicia, adems, una reflexin en torno al necesariodilogo y correspondencia entre las disciplinas cientficas o cam-

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    pos del saber, tambin bajo el cobijo de un sistema particular depensamiento, representacin y accin social. En especial de lasreferencias esenciales que brinda el materialismo histrico parael tejido lgico entre las disciplinas, y que durante la primeramitad del siglo xx estuvieron ausentes en el horizonte ntico yepistmico de la geografa. Tales correspondencias y comple-mentariedades disciplinares son posibles sin temer al fantasma

    del eclecticismo gracias a la congruencia interna que brindan lossistemas de pensamiento existentes y de los que se alimentantodas las disciplinas. Propuesta concreta del deseable ejerciciotransdisciplinario indispensable para mantener la construcciny adecuacin del saber crtico latinoamericano.

    Este trabajo, al tiempo de contribuir a la superacin crti-ca de la geografa tradicional vivida en la dcada de 1980 enBrasil,' se apoy en un dilogo entre la geografa y el resto delas disciplinas, mostrando tambin, aunque de manera menosdesarrollada, un camino de construccin de este dilogo que esnecesario rescatar. Dilogo entre los postulados de la geografacrtica con el resto de las disciplinas cientficas que en nuestros

    das todava se profundiza bajo el cobijo del propio materialismohistrico.

    Sin embargo, al igual que sucede con el armado interno de lascategoras y conceptos de la geografa crtica, tambin ha queda-do fuera del debate cientfico de nuestro pas la correspondenciaprofunda que la geografa ha tejido con el resto de las disciplinascientficas durante las ltimas dcadas. Doble olvido en el queparticipan la geografa y el resto de las disciplinas cientficas,

    y al que ya nos hemos referido en detalle en otros escritos. 2Enel caso mexicano se expresa en un olvido de ida y vuelta: de la

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    Crtica propositiva que mostr y super los lmites de la propuesta determi-nista y falsamente sinttica que la geografa tradicional haba presentado comoaporte central para la comprensin de la realidad social en su conjunto. Bajo elrespaldo de un atroz empirismo puramente descriptivo y en el mejor de los casosbajo un positivismo causal o relacional, esta geografa entregaba al resto de lasdisciplinas cientficas tan slo la nocin de un espacio geogrfico como escenariomaterial del devenir social y un cuerpo monogrfico de conocimientos provenien-tes de otras disciplinas, inconexos entre s y en mucho s de los casos carentes decapacidad explicativa interna.

    2 Ver "La geografa crtica y el papel de las ciencias sociales", en Cuadernos deTrabajo nm.8, 2006. Centro de Estudios Bsicos en Teora S ocial, FcPys, UNAM.

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    geografa mexicana dominante hacia el resto de las disciplinascientficas, y de ellas, tambin como tendencia general, hacia lageografa crtica. El primero tiene como consecuencia en la geo-grafa la "naturalizacin" del movimiento social, por lo que semuestra en categoras naturalizadas y ah istricas, poco atrac-tivas o tiles para la teora social en su conjunto. Y el segundogenera en el resto de las ciencias sociales una nocin de espaciosocial slo como condicin material de existencia humana, nor-malmente en su vertiente fsica y biolgica, y sin considerarlo ensu particularidad ontolgica. Es decir, la sociedad en su dinmi-ca espacial interna, manifiesta en las determinantes particula-res que la geograficidad social ejerce en la totalidad.

    Este libro nos ayuda as a no confundir la posicin tica eintencin poltica del investigador con la labor terica necesariapara darle sustento, pero tambin contribuye a clarificar susconexiones profundas. Su propuesta se funda desde un corpusmetafilosfico especfico, el materialismo histrico, surgido delas reflexiones de Carlos Marx y Federico Engels y que rescata,al tiempo que vincula en un sistema lgico unificado, las po-

    siciones ms acabadas de los idealismos y materialismos delsiglo xix. En su andar, los autores advierten sobre la enormepluralidad de corrientes del llamado marxismo, en algunos ca-sos divergentes y contrapuestas. Hacen un llamado a la lecturade los clsicos y al recorrido de los debates de cada uno de susdesdoblamientos para no asumir ingenuamente posiciones su-perficiales, dogmticas u ortodoxas, mientras asumen su propiaposicin frente a estos debates desde la que inician su revisindel temario geogrfico.

    Hay que decir, por otro lado, que si bien coincidimos con lamayor parte de sus interpretaciones de los postulados del ma-terialismo histrico y la crtica de la economa poltica de las

    que desprenden su propuesta de reconstitucin crtica de la geo-grafa, otras slo podramos aceptarlas parcialmente, y otrasms simplemente no las compartimos. Es el caso, por ejemplo,del reconocimiento y despliegue que los autores hacen del llama-do "materialismo histrico y dialctico", desarrollado especfica-mente por Federico Engels y ms adelante por Lenin. Creemosque en varios sentidos esta variante del marxismo limita y vuel-ve rgida la riqueza epistmica propuesta en los postulados delpropio Marx.

    Estas lecturas y posiciones frente al debate marxista los lle-van, por ejemplo; a defender la idea de la existencia de un va -lor intrnseco en el espacio, independiente del cristalizado por eltrabajo humano, lo que a nuestro juicio contradice de entradael corazn epistmico de la propia crtica de la economa poltica;a asumir la imposibilidad de pensar una ontologa del espaciodesde el materialismo histrico, ya que los autores restringen

    la espacialidad social a una mera cualidad de la materia o con-dicin de la intuicin; o a defender lo limitado e incluso incon-veniente que resulta este mtodo para pensar la naturaleza, si-guiendo en ello la posicin que Lukcs tuvo respecto al estudiode la materia, pero desde una lectura sustentada en una visincosmolgica de la naturaleza correspondiente a la expresada porEngels en su Dialctica de la naturaleza.

    La intencin de traer este libro al debate de la geografa crti-ca mexicana, y a su potencial pertenencia al corpus de la teorasocial, es abrir la discusin en direccin de una transformacincrtica de la geografa mexicana y de su incorporacin al debatecon el resto de las disciplinas. Como nuestra intencin no es la

    de evangelizar con nuestra posicin a los lectores interesados,no discutiremos aqu nuestras divergencias tericas con los au-tores, y asumimos que muchas de ellas deben ser objetos de undebate abierto.

    En fin, no pretendemos de ningn modo cancelar el debatedel contenido del libro propuesto en las lneas anteriores, ni ne-gar la validez del esfuerzo terico realizado por los autores, porel contrario, al reconocer su importancia y validez, invitamos aque los lectores identifiquen y asuman su propia posicin fren-te a stos y otros postulados desarrollados en este libro. ComoRobert Moraes y Messias da Costa sealan, "el trabajo crtico derenovacin de nuestra disciplina no se genera de manera espon-

    tnea, es trabajo de muchos y de mucho tiempo". Argumento queextendemos al dilogo necesario entre las disciplinas cientficas,que contribuya a consolidar un pensar latinoamericano que nopase por alto su concrecin espacial, es decir, un pensar latino-americano desde nuestra propia geograficidad.

    Invitamos pues a polemizar y participar de ste y otros mu-chos debates necesarios para la construccin de una geografacrtica y una teora social latinoamericana ms potente. La in-vitacin al debate est hecha no slo para los gegrafos, se ex-

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    tiende al conjunto de los cientficos sociales y humanistas inte-resados en la espacialidad de los procesos sociales y en el papelactivo del espacio como determinante social de ida y vuelta. Esdecir, de la geograficidad social no slo como condicin y resul-tado del devenir de la humanidad, sino como intermediacinsocial permanente, como instrumento, medio y procedimiento.

    Geograficidad social hoy siempre puesta al servicio de intere-ses y estrategias vinculadas a la produccin y la reproduccinde la totalidad capitalista en todas sus escalas; a la riqueza yla miseria generadas, y al mantenimiento y profundizacin dela desigualdad y la injusticia. Pero tambin instrumento, medio

    y procedimiento real y potencia para las diversas apuestas portransformar el actual estado de cosas.

    En esta edicin se respetaron los criterios de la versin originalpara subrayar, entrecomillar y usar guiones y parntesis, ascomo la manera de presentar las notas a pie de pgina y lasfuentes bibliogrficas.

    Georgina Caldern Aragn y Efran Len HernndezCiudad de Mxico, 2009.

    INTRODUCCIN DE LOS AUTORES

    La llamada "crisis de la geografa" se ha mantenido por ms dedos dcadas. Sea por sus presupuestos y resultados o por sus

    fundamentos sociales. Durante este lapso se han multiplicadolas crticas a las teoras "tradicionales". Hoy podemos decir quela geografa tradicional fundamentada en el positivismo clsi-co est superada. Su pervivencia se manifiesta apenas en lostrabajos de viejas instituciones de enseanza o, en forma reno-vada, en la continuidad que tiene con las propuestas geogrficascontemporneas orientadas por el neopositivismo. Incluso ya seaglutinan en la actualidad las crticas a estas ltimas, crticasque constituyen en ltima instancia un fuego cerrado al movi-miento de renovacin conservadora de la geografa.

    A pesar del avance de la crtica y la lucha ideolgica, no sonalentadores la evaluacin y el volumen de los resultados de lasnuevas propuestas desarrolladas en el campo del pensamientocrtico. Los esfuerzos realizados no derivan an en la construccinde una amplia, slida y difundida linea de investigacin. Las pro-puestas emergentes del movimiento de renovacin crtica pade-cen an de insuficiencias de orden variado: ya sea por un excesivoy esterilizante teoricismo que enturbia o limita la propuesta; porla fragilidad de sus presupuestos terico-metodolgicos, o inclusopor el simplismo o espritu dogmtico. En fin, a pesar de algunasdistinciones de importancia no estamos negando que algunosautores, aisladamente, hayan contribuido con propuestas de realsignificado, el cuadro general de la geografa crtica no puedegenerar an las nuevas propuestas que el momento requiere. Lapropia historia de la geografa muestra que el retorno a los es-

    tudios empricos no es una solucin adecuada para superar lasituacin actual. Podemos decir que el camino para el esclareci-miento de la teora es terico. Sin presupuestos ni instrumentosdefinidos, caminaramos a ciegas en el tratamiento del mundoemprico y reproduciramos los equvocos del pasado. La eventual"buena intencin" de nuestros objetivos sociales no nos salvarade conducirnos nuevamente por la senda del empirismo.

    El presente trabajo pretende estimular las preocupacionestericas de los gegrafos y ayudar a que stas se desarrollen en

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    un sentido que posibilite la aprehensin del movimiento de larealidad. Nuestros objetivos finales extremadamente preten-ciosos son los de llegar a la construccin de una teora mar-xista de la geografa. Sin embargo, la meta inmediata en estevolumen es ms modesta. Intentaremos tan slo delinear el tra-

    yecto de la reve lacin del objetivo geogrfico a la luz de un m-

    todo especfico: el materialismo histrico y dialctico. Por tanto,examinaremos el temario geogrfico relacionado con los posicio-namientos normativos generales de este mtodo. De esta forma,en el transcurso de todo el volumen trabajaremos en un nivel deabstraccin bastante elevado. El recorrido ser esencialmenteterico, se discutirn aspectos bastante generales y, por lo tanto,abstractos. El desarrollo del trabajo se conducir entonces por laelucidacin metodolgica de presupuestos, categoras y encami-namientos generales; bases para investigaciones futuras.

    En nuestro plan de investigacin, a este volumen le seguirotro (ya en elaboracin) dedicado a algunas concreciones de lapropuesta aqu presentada. El trabajo es pensado tomando encuenta los dos volmenes, sin embargo cada uno posee unidadinterna. El primero discutir (construyendo) la idea de valoriza-cin del espacio, como objeto propio de la investigacin geogr-fica. El segundo examinar el proceso de formacin territorialen diferentes sociedades contemporneas. Al final de este libropresentaremos el ndice de los temas que sern tratados en elsiguiente. Como se ha comentado, estaremos discutiendo cues-tiones muy abstractas (posturas, fundamentos). No obstante,nuestra intencin es didctica, razn por la cual intentaremosdesarrollar los argumentos en un lenguaje accesible, por lo quela exposicin ser casi coloquial, sin citas o notas al pie de p-gina (la bibliografa que nos fundamenta ser detallada al finaldel texto). Nuestra intencin es integrar al mayor nmero posi-

    ble de personas a esta discusin para que, a partir de la polmicay el debate, rea licemos el ambicioso objet ivo que nos anima.

    La propuesta que presentamos es el resultado de un trabajo(de estudio, reflexin y debate) de casi siete aos. Resultadosparciales de estas investigaciones fueron expuestos en dos ar-tculos que publicamos en coautora: "Valor, espato e a questodo mtodo", escrito en 1978 y publicado en la revista Temas decincias humanas, nm.5 (1979), y "A geografia e o processodevalorizao do espato", escrito en 1980 y publicado en la co-

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    leccin Novos rumos da geografia brasileira (1982). El presentevolumen detalla y desarrolla las preocupaciones centrales exter-nadas en estos artculos. Muchas de las ideas en ellos conteni-das fueron reformuladas, enriquecidas e incluso refutadas; porejemplo, la concepcin de "geografa marxista" o, incluso, la de laposibilidad de una "ontologa del espacio". Muchas de las crticas

    que recibimos fueron incorporadas. Otras no nos convencieron,pero intentamos polemizar con ellas en este volumen. Cabe anmencionar que, entre el artculo escrito en 1980 y el libro quepresentamos, median nuestras tesis de maestra (tangencialesa la problemtica tratada) y una serie de reflexiones y estudios,expuestos en artculos individuales. En este sentido, el trabajoes un afinamiento de nuestra perspectiva.

    Consideramos que en la redaccin de este trabajo se encuen-tra el esbozo de un acercamiento marxista a la discusin de lageografa. En el periodo actual, marcado por la bsqueda inten-siva de nuevas orientaciones, nuestras formulaciones asientanun camino posible, claramente fundamentado y fruto de opcio-nes conscientes. Tenemos claro que ste no es el nico camino,

    y que el objetivo perseguido no es el nico capaz de constitu irseen una geografa crtica. La pluralidad de concepciones es ennuestra opinin un valor universal y una condicin para el libredesarrollo del trabajo cientfico en cualquier campo. Invitamosal lector a recorrer con nosotros el trayecto de la construccin deuna propuesta para la investigacin geogrfica en su vertientecrtica. Pedimos slo que se llene de espritu crtico y que no pier-da de vista la afirmacin de Estrabn: "creemos que la geografa,ms que cualquier otra ciencia, es un trabajo de filsofo".

    So Paulo, 1984.

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    1. LA RENOVACIN CRTICA DE LA GEOGRAFA

    El conocimiento cientfico es un producto histrico, un resultadodel desarrollo de la relacin entre las sociedades y la realidad en

    la que estn insertas. Esta forma de conocimiento muestra unestadio superior de aprehensin, representacin y sistematiza-cin de la realidad. Las ciencias sus definiciones, clasificacio-nes, etctera son construcciones humanas sujetas a las deter-minaciones de la poca y de la sociedad que las produce. Discutirla produccin cientfica es, de esta manera, discutir el contextoen el que ella se engendra. Lo que no implica un determinismohistrico o una reduccin sociolgica, en la medida en la que seentiende que el campo de las determinaciones es mltiple y com-plejo. Y aunque no se puedan negar las condiciones endgenasdel progreso cientfico, estn en el fondo mediadas por determi-naciones sociales. Por tanto, el conocimiento cientfico como untodo, y en cada ciencia en particular, refleja las transformacio-nes por las que transita el movimiento de las sociedades, y eneste sentido las ciencias son siempre expresiones de su poca.

    Como segmento de la realidad social, la prctica cientficamanifiesta tambin la contradiccin que rige el movimiento delas sociedades. El cientfico es un ser social, y su actividad unaprctica definida por la divisin social del trabajo. Es errneopensar que el progreso cientfico circule por un campo absoluta-mente autnomo, independiente de las relaciones econmicas ypolticas vigentes. Apoyado incluso en criterios de objetividad,el debate cientfico muestra siempre las concepciones de mun-do divergentes que existen en una sociedad dada. La influenciade la localizacin social del cientfico sobre su produccin va en

    una escala creciente desde las ciencias de la naturaleza hacia lasciencias humanas. En el dominio de las ciencias sociales (stricocensu) tal influencia es casi completa; lo que no impide la exis-tencia de criterios de objetividad tambin en esa vertiente delsaber. Tales criterios resultan del carcter normado del trabajocientfico, el cual se apoya en preceptos y cdigos universalmen-te establecidos. Sin embargo, las teoras de las ciencias socialesse mueven en un intervalo tenso, sin poder echar mano de laexperimentacin y utilizando slo de forma limitada la cuantifi-

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    cacin. Notoriamente, en este campo la relacin entre ciencia eideologa es tensa y no cristalina, como proponen los seguidoresdel criticismo vulgar.

    Los postulados cientficos son esencialmente dinmicos, tantoen funcin de su proceso interno nuevos descubrimientos, nue-vas tcnicas e instrumentos de investigacin, etctera como

    de su adecuacin al movimiento social. La mutabilidad constan-te es una caracterstica de la actividad cientfica. El cambio esas condicin de progreso. Es el cuestionamiento, y no la tradi-cin, el elemento de avance de las ciencias. La verdad cientfi-ca expresa siempre un saber que ser superado. A pesar de serpresentada como absoluta en el momento de su formulacin, esuna verdad esencialmente relativa, y por tanto superable por unconocimiento posterior ms elevado (del cual ya es parte dialc-tica en constitucin) y por el propio movimiento de lo real (quela sita como conocimiento del pasado, este s absoluto). Unaciencia repetitiva es una ciencia estancada. Lo desconocido, lonuevo, lo que est an por descubrirse, es la meta de todo eltrabajo cientfico.

    Es a la luz de las consideraciones anteriormente enunciadasque la situacin actual de la geografa debe ser discutida. Laciencia geogrfica es muy antigua y conoci diferentes conteni-dos y definiciones a lo largo de su historia. La concepcin degeografa en la antigedad o en la edad media no es la mismaque la de la poca moderna. El sentido que hoy se atribuye aesta ciencia no tiene ms de doscientos aos. Incluso la ideaespecfica de una geografa humana tiene menos de un siglo.Si tomamos como ejemplo la Sntesis geogrfica, obra mximade Ptolomeo, traducida al rabe con el ttulo deAlmagesto, sucontenido parecer poco geogrfico en la actualidad. Lo mismose dira de varias obras de la geografa premoderna. Muchos

    estudios del pasado remoto, originados sin el recurso a nombrede la "geografa", podran ser considerados como presuntamente"geogrficos" para la visin contempornea. Es posible deducir,a partir de lo expuesto, que a la par de las geografas explci-tamente producidas en cada poca, existe un cuerpo de cono-cimientos que podra ser considerado como geogrfico segn laactual concepcin de esta ciencia. A ese conjunto se le ha dadoel nombre de "pensamiento geogrfico", y su definicin cambiaconstantemente.

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    Es desde la perspectiva del "pensamiento geogrfico" que obrasde Aristteles, Montesquieu y muchos otros autores que nuncase consideraron gegrafos, resultaron inspiradoras para la geo-grafa moderna. El "pensamiento geogrfico" anterior es defi-nido siempre, vulvase a decir, por la ptica del presente. Porconsiguiente, no hay nada de extrao en que la geografa de hoy,

    viviendo el inicio de una nueva concepcin, vaya a buscar inspi-racin en escritos extrageogrficos. La fidelidad a una tradicinno puede ser el criterio para el avance, pues inhibe la creativi-dad y, por tanto, la posibilidad de pensar el nuevo momento. Alredefinirse el contenido de la geografa, se redefinen a su vez lasobras que lo influirn y se delimita as un nuevo campo de pen-samiento geogrfico. Debe observarse que este campo tiene msrelacin con la concepcin en boga de lo que, en la mayora de loscasos, tienen que ver las geografas anteriores.

    La geografa moderna, que se inicia con las obras de Ratzely Vidal de la Blache y que en la perspectiva de su superacinya es denominada como "tradicional", se desarrolla prctica-mente dentro de paradigmas positivistas. Incluso sin tener esaorientacin metodolgica por cuna, y a pesar de las reiteradasapelaciones institucionales que aparecen en su historia, es el po-sitivismo el que domina su evolucin en el siglo xx. El punto deinflexin de esa geografa es, entonces, la crtica al positivismo.En este sentido, la ciencia acompaa el movimiento general dela realidad y del conocimiento que avala el dominio de este m-todo en el trabajo cientfico. Se debe mencionar que la geografaest rezagada en este proceso, ya vivido por otras ciencias comola fsica y la sociologa. La renovacin de la ciencia geogrfica sepresenta hoy como una ruptura con el positivismo clsico o em-prico. La crisis de la geografa tradicional es un captulo tardodel ocaso del pensamiento positivista.

    El movimiento de renovacin de la ciencia geogrfica no pue-de vivir slo de la crtica a las formas tradicionales; ninguna

    ciencia se sustantiva slo por la negacin. La geografa posi-tivista conoci contestaciones surgidas del propio campo de lageografa en el transcurso de su historia, pero eran crticas espo-rdicas, emitidas por figuras discrepantes como Elise Reclus o

    Jean Dresch, y que no tuvieron la fuerza para crear un caminoalternativo. Las grandes polmicas geogrficas se restringana debates dentro del propio positivismo (por ejemplo, el deba-

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    te entre "posibilidades" y "determinaciones"). Fue slo a partirde la dcada de 1950 que surgi una crtica ms cerrada a lospostulados tradicionales, en un proceso gradual de contestacinque tiene su auge en los aos sesenta con la llamada "crisis dela geografa", periodo aceptado por autores de las ms variadascorrientes. En este proceso se realiz una d iseccin minuciosade las propuestas tradicionales, tanto en el horizonte especifi-camente epistemolgico como en el plano de sus fundamentossociales. El saldo inmediato del trabajo fue la reincorporacinde la duda y el derrumbe de los presupuestos sobre los cualesreposaba la investigacin geogrfica. Se vivi un largo periodode crtica, crisis y cuestionamiento. Es decir, de desmontaje depropuestas cristalizadas por la tradicin.

    Si la dcada de los sesenta fue marcada por el fuego cerradoa la geografa tradicional, los aos ochenta demandaron nuevaspropuestas sustantivas. El peligro actual es tener por meta lacrtica de un saber en trnsito, es decir, una autofagia de la crisis.Urge indagar por nuevos caminos con audacia y seriedad terica.Es necesario formular nuevas vas para el trabajo del gegrafo,

    que no slo incorporen la crtica terica, sino tambin una moder-na tecnologa de investigacin y nuevos objetivos sociales. En fin,toca al presente construir la nueva geografia. sta no aparecerde pronto en la cabeza de algn terico iluminado; su construccinser el fruto de un lento trabajo de investigacin, formulacin, re-futacin y discusin que ya se encuentra en curso. El avance de laciencia es resultado de la actividad social. Una obra de muchos yde paciencia cuyo producto tambin estar destinado a la supera-cin futura. Pero en este momento de renovacin de la geografase debe temer, adems, a las soluciones fciles y al simplismo,que no dan cuenta de la realidad compleja en que vivimos.

    Frente a la argumentacin aqu desarrollada, alguien podra

    preguntar: el momento actual de la geografa es slo de rup-tura? No existe ningn tipo de lazo con las formulaciones tra-dicionales? Por qu hablar entonces de geografa? Son dudasbastante pertinentes. Aqu intentaremos esbozar algunas res-puestas, al explicar el juego entre continuidad y discontinuidaden el proceso renovador de esta ciencia.

    En primer lugar, se debe recordar la existencia de una iner-cia en los sistemas y aparatos institucionales de produccin ydifusin de la ciencia. E l espacio existente para la formulacin

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    de nuevas propuestas es el heredado del pasado y est, por con-siguiente, organizado en funcin de las concepciones entoncesdominantes. La velocidad de la transformacin de las institu-ciones cientficas es mucho menor que la del conocimiento. Estorealmente lleva a un desfase entre los compartimentos del sabercientfico y sus contenidos. Sus delimitaciones, comenzando por

    las de formulacin ms antigua, son representadas por los espa-cios institucionales existentes para la realizacin de la investiga-cin y la discusin de un conjunto de temas especficos. Incluso,pese a la reciente apertura para el trabajo interdisciplinario, elsistema institucional de la produccin cientfica en Brasil es anmuy rgido. De ah que sucesivos avances en variados campos seacumulen en divisiones del sistema de enseanza e investiga-cin que ya no corresponden a la situacin presente de la laborcientfica, con lo que se genera un distanciamiento exponencialentre la realidad del trabajo y su localizacin institucional.

    Entendemos que la cuestin de los compartimentos del sabercientfico es secundaria, pero no despreciable. El criterio para va-lidar un estudio no puede ser su fidelidad a los lmites formalesde una rama del saber, en s misma susceptible de controversias(sustento de la polmica en torno al objeto, en el mbito estrictode la geografa tradicional). Un criterio ms adecuado es el de larelevancia social de los estudios o el de su valor intrnseco parael desarrollo de la ciencia. Lo esencial de una investigacin no essu inclusin en una rama del saber, sino su modo de aprehenderlo real. No obstante, la cuestin de la divisin de las ciencias y dela clasificacin de sus campos es importante para el control lgi-co del trabajo cientfico en una era de intensa especializacin delas investigaciones. Es necesario comprender y definir claramen-te el segmento de lo real en el que se enfoca. Una vaga idea de to-talidad no propicia un fundamento seguro para la investigacin

    en cualquier campo. Es necesario precisar bien el objeto del quese habla. Slo su efectiva delimitacin permite localizarlo en ununiverso mayor. Se advierte que el tratamiento de ese problema

    la delimitac in de los campos de conocimiento cientfico-- nopuede reposar en el dominio de la escolstica de las clasificacio-nes, sino en la fidelidad a los cortes y segmentos de lo propia-mente real (esta cuestin ser retomada en otro captulo).

    Expuesta la anterior reserva, se llega al problema de la con-tinuidad en el desarrollo de la investigacin geogrfica. La revi-

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    sin crtica de la geografa tradicional, y su confrontacin con lasconcepciones anteriores de esta ciencia, permiten observar queentre la diversidad de propuestas es visible un hilo conductorque, relativamente, unifica las varias formulaciones. Pero dichoelemento aparece como una definicin negativa, es decir, delimi-ta lo que no es geogrfico sin identificar con claridad qu s lo es.Se asume como geografa una visin telrica de los fenmenos. Se

    limita el anlisis a lo que se manifiesta en la superficie de la Tie-rra. La caracterstica recurrente en las distintas geografas paradelimitar un universo temtico-genrico es el enfoque espacial,ligado a la dimensin terrestre de los eventos estudiados. stees el universo que ha sido trabajado histricamente por los ge-grafos, tanto en el mbito de los estudios empricos como en elterico-abstracto de formulacin del objeto geogrfico.

    Las diferentes propuestas de definicin del objeto de la geo-grafa formuladas a lo largo de su historia con los recursostericos disponibles son tentativas de dar cuenta del universotemtico aludido. Se debe decir que tal empresa no logr nin-gn xito integral en ninguna de dichas tentativas. Sin duda, la

    extensin del horizonte de investigacin y su sobreposicin conotros campos del conocimiento cientfico fueron los principaleselementos responsables de las dificultades encontradas. Al pre-tender abarcar todo el espectro de temas anhelados, la definicinde geografa resultaba vaga e imprecisa. La formulacin de de-finiciones ms rigurosas siempre implic el empobrecimiento delos objetos iniciales. Debido a eso esta ciencia convive con el fan-tasma de la indefinicin de su objeto. Este proceso slo vino aagravar el desarrollo de la ciencia como un todo (que culmin conla ya mencionada "crisis de la geografa"). Una serie de gravesproblemas epistemolgicos derivan de esta fragilidad de base.La dualidad entre geografa fsica y geografa humana es un

    buen ejemplo de tales problemas, como tambin lo son la duali-dad entre escala global y local; entre descripcin y explicacin, otambin entre la perspectiva sinttica y las inevitables especia-lizaciones. Tales cuestiones sern retomadas ms adelante.

    Cabe aqu aclarar que no debe confundirse un temario comnde la geografa con una definicin del objeto. El objeto es fru-to del refinamiento terico de tal temario, y le confiere identidadarticulada a una disciplina. La definicin del objeto es resultadode un trabajo de reflexin efectuado sobre el temario. Trabajo

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    que explica los trazos apenas esbozados inicialmente, que re-vela sus relaciones internas y que precisa su localizacin en ununiverso mayor (desnudando tambin, por tanto, sus relacionesexternas). El objeto es el temario trabajado a la luz de un deter-minado mtodo, esto es, filtrado por una concepcin del mundo.Podemos decir que el objeto es el punto de llegada de una em-presa terica de elucidacin de las caractersticas propias de la

    investigacin geogrfica, y que el temario es el punto de partidade tal proceso.

    La recurrencia de un conjunto de temas en toda la h istoria dela geografa es un hecho que no encuentra muchos problemas.Algunos de estos temas fueron bastante trabajados a lo largo deltiempo y, por tanto, no se puede decir que el temario geogrficose encuentre en estado bruto o embrionario (como trata de ex-plicar la ya desgastada tesis de que la geografa "es una cienciaen formulacin"). Muchas soluciones ya fueron intentadas, mu-chos cuestionamientos ya fueron levantados, muchas propues-tas enunciadas. Es este material la herencia de los gegrafoscuyo destino, creemos, no debe ser el basurero de la historia. Al

    contrario, la perfecta comprensin de este saber pasado es unpresupuesto para un avance futuro. La diseccin del materialacumulado permite el rescate de las formulaciones ms avanza-das, de los cuestionamientos ms consecuentes, de las solucionesms desarrolladas y del rechazo de los equvocos del pasado. Deeste trabajo debe brotar el conjunto ya refinado en parte detemas que merecen ser retomados como los ms fructferos ca-minos y los de mayor relevancia social.

    El movimiento de renovacin de la geografa deber ser, en-tonces, un retorno a la discusin del temario, delimitado a laluz de nuevos parmetros metodolgicos. Como ya se expuso,la geografa tradicional estuvo casi totalmente dominada por el

    positivismo, aunque su discusin pas por otras varias vertien-tes metodolgicas de la ciencia moderna. De este modo, hay ca-minos que, en lo concerniente al mtodo, no han sido recorridospor los gegrafos. Caminos que debern ser ahora revelados enel proceso de construccin de la geografa del porvenir.

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    2. EL PUNTO DE PARTIDA: EL MTODO

    La eleccin del mtodo es el primer presupuesto del proceso deconstruccin de una nueva concepcin de la geografa. Las refe-rencias originarias de la posicin metodolgica asumida permi-ten la revisin crtica del conocimiento geogrfico tradicional yofrecen parmetros para el rescate de elementos que se conside-ren relevantes o consistentes. En este sentido, el mtodo orientade inicio la delimitacin del "temario" de la geografa; dirige ladiscusin de los problemas propios de tal temario, y precisa elorden de dicha discusin. Adems, la opcin metodolgica es laque define lo que ser el "pensamiento geogrfico" vinculado conla concepcin en construccin y los elementos para su lectura.En fin, el mtodo establece los instrumentos que manipularemosa lo largo de todo el proceso.

    Antes de continuar con la argumentacin, conviene hacer ex-plcito el significado comunmente atribuido a los trminos "mto-

    do" y "metodologa". De inicio apuntamos la distincin entre m-todo de interpretaciny mtodo de investigacin, cuya confusinha sido fuente de graves equvocos. El primero es la concepcinde mundo del investigador, su visin de la realidad, la ciencia,el movimiento, etctera. Es la sistematizacin de las formas dever lo real, la representacin lgica y racional del entendimientoque se tiene del mundo y de la vida. El mtodo de interpretacinincluye las posturas filosficas, la eleccin de categoras frente acuestiones de lgica y, por qu no decir, la ideologa y la posicinpoltica del cientfico. El mtodo es, en este sentido, el elementode relacin entre los varios campos de la ciencia y de cada unode ellos con la filosofa. Se puede decir que es el esqueleto es-

    tructural sobre el cual reposa cualquier conocimiento cientfico.Incluso la negacin del mtodo es la exteriorizacin de una posi-cin metodolgica. Concluyamos: el mtodo de interpretacin esuna concepcin de mundo normada y orientada hacia la inves-tigacin cientfica; es la aplicacin de un s istema filosfico en eltrabajo de la ciencia.

    Por su parte, el mtodo de investigacin se ocupa del conjun-to de tcnicas utilizadas en determinado estudio. Se relacionams con los problemas operativos de la investigacin que con

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    sus fundamentos filosficos. Se puede decir que el empleo de unmtodo de investigacin no implica directamente las posturaspolticas o concepciones existenciales del investigador, sino quees el resultado inmediato de las demandas del objeto tratado yde los recursos tcnicos de que dispone. Lenin, por ejemplo, ensu libro Desarrollo del capitalismo en Rusia, hace un uso intensode los mtodos cuantitativos, a pesar de que el marxismo (su m-

    todo de interpretacin) da prioridad a la va cualitativa para elentendimiento de la realidad social. Lo que ocurre es que deter-minadas posturas interpretativas imponen al trabajo cientficoel uso exclusivo de ciertas tcnicas de anlisis (es el caso de la"New Geography", con las tcnicas estadsticas y las originadasen la teora de sistemas). De cualquier modo, la opcin por unametodologa de investigacin no define apriori los resultados in-terpretativos del trabajo ejecutado. Incluso estudios orientadospor diferentes mtodos de interpretacin pueden hacer uso de lamisma metodologa de investigacin.

    La distincin realizada anteriormente es muy importante,ya que la confusin entre estas dos defin iciones puede generar

    graves equvocos. El principal de ellos es el de ocultar la exis-tencia de la diversidad de mtodos de interpretacin. Algunosplanteamientos, ligados a la orientacin neopositivista, insistenen proclamarse como los nicos "cientficos". Afirman que susestudios son apoyados por tcnicas consagradas y "objetivas",mientras califican a las dems perspectivas de interpretacinexistentes como "subjetivistas", "metafsicas" o "ideolgicas".Dicha posicin no respeta ni la diversidad de los fenmenos delo real, ni la de las formas de abordarlos. Aprueba una direc-cin nica del anlisis que tiene por modelo los procedimientospropios de las ciencias naturales. Para los autores que profesanesta visin, hay apenas un mtodo el "cientfico", comn atodos los campos de la ciencia (juicio heredado del positivismoclsico). Frente a esa posicin, los estudios referentes al hombre

    y a la vida social poseedores de cua lidades propias seranprcticamente imposibles fuera de los parmetros positivistas.Para la concepcin neopositivista slo uno de los mtodos deinterpretacin entre otros existentes el mtodo "cientfico" se

    justifi ca por las tcnicas de investigacin utilizadas.Otro equvoco, resultado de no d istinguir entre la diversidad

    de mtodos, es el de clasificar un trabajo dado basndose slo

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    en la metodologa de investigacin empleada. Esa postura esbastante comn en el marxismo vulgar que, en funcin de ello,pasa de largo al avance de las tcnicas modernas del trabajocientfico. El ejemplo citado de Lenin bastara para mostrar elerror de esa visin, por no hablar de las ecuaciones matemticasdesarrolladas por Marx en El capital. Las tcnicas de anlisisson un patrimonio comn de la ciencia y estn en constante per-

    feccionamiento. El uso de una determinada tcnica no define lasdirectrices interpretativas de una investigacin, y mucho me-nos el perfil ideolgico del investigador. Sera como decir que eltipo de cacerola o la forma de la cuchara definen las cualidadesgastronmicas de un platillo. Urge, por tanto, marcar adecuada-mente la diferencia entre mtodo de interpretacin y mtodo deinvestigacin.

    La eleccin clara de un mtodo es fundamental para cual-quiera que dese avanzar en el proceso de construccin de unanueva geografa. Es esta eleccin la que define los caminos quetal empresa deber recorrer, sus presupuestos, sus metas y suslimites. Explicitar la posicin asumida garantiza la coherencia en

    el transcurso de la investigacin, ya que revela el control lgico yla conciencia que el investigador tiene de los instrumentos de sutrabajo. No elegir significa dejar trazados muy vagamente los pre-supuestos fundamentales y las posturas bsicas de la propuesta aser construida. Sin embargo, un mtodo no implica aferrar-se doctrinariamente a l. ELrntodb,no debe ser visto como algo

    _

    esttico y cristalizado; no debe set .una camisa de fuerza para elinvestigador. Posee un dinamismo interno de perfeccionamientoy renovacin dado por su uso en el tratamiento de los diferentesfenmenos. Al poner a prueba sus proposiciones para la explica-cin de nuevos problemas, son las investigaciones en los varioscampos de la ciencia las que alimentan el desarrollo de todas las

    posiciones metodolgicas. El mtodo que dirige el trabajo de lasciencias se retroalimenta en un proceso de perfeccionamientoconstante. El compromiso del cientfico slo puede ser con lo real.Cuando la realidad observada no encuentra correspondencia enlos presupuestos metodolgicos, son stos los que deben ser revi-sados. Esa revisin no puede ser ignorada, a riesgo de caer en undoctrinarismo estril (que niega lo real) o en la indeterminacintpica del eclecticismo (que lleva la investigacin por la "nocheoscura del relativismo, donde todos los gatos son pardos").

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    El problema expuesto es esencial, ya que lo nico cientfica-mente aceptable es la revisin constante de las proposiciones me-todolgicas. La metodologa asumida, cualquiera que sea, debeser renovada ininterrumpidamente, pues tiene en la prctica dela ciencia su razn de existir. Frente a los problemas metodol-gicos encontrados en una investigacin dada, el eclecticismo eluso de proposiciones de varios mtodos, sin tomar en cuenta suspresupuestos antagnicos se presenta como salida fcil, peroes equivocada. Tal postura, a menos que sea explicitada al iniciodel trabajo (lo que la coloca como una opcin metodolgica hoyexistente en la ciencia), origina una gran indeterminacin. Secierran los ojos a los problemas encontrados, mientras se pro-sigue la investigacin sobre bases frgiles. En la situacin enla que hoy se encuentra la geografa construccin de nuevosobjetivos y perspectivas, la postura eclctica es sumamentedaina, pues dirige el esfuerzo renovador hacia horizontes pocoslidos en trminos terico-metodolgicos. La postura frtil es laque revisa los postulados del mtodo sin desistir de la coherenciainterna de sus enunciados.

    De lo anteriormente expuesto concluimos que el primer paso derenovacin es el estudio profundo del mtodo asumido. Las obrasclsicas, generadoras de la perspectiva en cuestin, debern sernecesariamente examinadas y no substituidas por libros de reno-vacin sinttica de sus contenidos. En el caso del marxismo, porejemplo, la lectura del manual de Martha Harnecker no sustituyeel trabajo directo en los textos de Marx. Las lecturas de un determi-nado autor no estn exentas o privadas de controversias interpre-tativas. Las obras "didcticas" o "introductorias" de vulgarizacinde las ideas pasan por los juicios y las perspectivas de los comen-taristas. Sin embargo, el estudio del mtodo no puede restringir-se al conocimiento de los clsicos lo que puede llevar a muchos

    equvocos de cuo doctrinario. Tambin es necesario estudiarlos desdoblamientos de las formulaciones clsicas, las polmicaspresentadas en el mbito de la vertiente metodolgica elegida y,principalmente, la produccin contempornea. Al mismo tiempo,tomando el ejemplo del marxismo, no es suficiente la lectura deMarx; hay que conocer tambin las obras de Lenin, Kautsky, RosaLuxemburgo, Trotski, Gramsci, Lukcs, entre otros, hasta llegaral debate actual con Althusser, Poulantzas, Lefebvre, etctera.Ntese que la tarea es ardua y la preocupacin debe ser constante.

    37

    El mtodo, puesto que es la expresin de sistemas filosficos,posee una extensin mayor que cada campo de la ciencia por se-parado. Tiene, para cada discusin en particular, orientacionesgenerales, experiencias acumuladas, conceptos y categoras yaafinados, que actan como enclaves generales para la reflexinen curso. La opcin metodolgica proporciona al investigador laadhesin a una lgica (formal, dialctica, matemtica, etctera).

    Proporciona tambin respuestas para las cuestiones gnoseolgi-cas: postura frente a lo real, frente al propio conocimiento, con-cepcin de movimiento, etctera. Proporciona adems una visinde la h istoria (armnica, lineal, acumulativa, contradictoria, et-ctera). La eleccin del mtodo puede producir una teora de lasociedad o de la naturaleza que se sobreponga a los abordajesparticulares de cada ciencia. El mtodo introduce significadospara categoras generales (por ejemplo, una comprensin propiadel espacio y del tiempo) y conocimientos que le son especficos(por ejemplo, el de "pares de oposicin" para el estructuralismo,o el de "ethos" para el abordaje comprensivo de Max Weber). Enfin, el mtodo es el puente entre la reflexin de una ciencia par-

    ticular y la produccin histrica acumulada, mientras deja claroel carcter social de la ac tividad cientfica.Es con los instrumentos proporcionados por el mtodo que

    la cuestin del objeto geogrfico debe ser trabajada. El objeto esel temario crticamente recuperado por una perspectiva meto-dolgica. Al ser variados los mtodos, los resultados del trabajotambin sern diferentes. Por eso es imposible llegar a una de-finicin consensual del objeto, pues sta variar en funcin delos mtodos asumidos. Creer en la posibilidad de una definicinde consenso sin tomar en cuenta la diversidad metodolgicaexistente fue uno de los equvocos de la geografa tradicional.Existieron tantas definiciones del objeto geogrfico como nme-

    ro de perspectivas metodolgicas capaces de abordar el temariode la disciplina. En este volumen intentaremos delimitar uno delos caminos posibles.

    Para concluir, reforcemos la idea de que optar por un deter-minado mtodo y su estudio representa slo el punto de partidapara la construccin de una nueva geografa. Algunos autores,incluyendo la vertiente crtica del movimiento renovador, consi-deran que la adhesin a una perspectiva metodolgica resuelvede inmediato los problemas con los que se enfrenta la investi-

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    gacin geogrfica actual. Toman la eleccin del mtodo comopunto de llegada, y no como punto de partida. sto los lleva asustituir formulaciones sustantivas (e incluso errneas) de lageografa tradicional por formulaciones de principios del mtodoque asumieron. Al discurso tradicional, que por lo menos inten-taba dar cuenta de la realidad, se le contraponen abstraccionesmetodolgicas o, peor an, tecnicismos directamente polticos.

    Ideologizan el debate cientfico y ocasionan un dao a la efecti-va renovacin de la investigacin geogrfica. Las cuestiones dela ciencia no se resuelven por apelar directamente al orden de laprctica poltica, ni con la repeticin (en la mayora de los casosdescontextualizada) de mximas metodolgicas. Decir, por ejem-plo, que la contradiccin capital-trabajo explica la organizacindel espacio en el mundo capitalista no es decir mucho, pues tal"explicacin" engloba realidades profundamente impares, comola isla de Manhattan y el agreste noreste brasileo. Una frmulade contenido tan vago lleva a la prdida de algo esencial de la he-rencia de los gegrafos: la especificacin de las diferencias entrelos lugares y el estudio de las realidades singulares.

    Hay un largo camino por delante en el proceso de renovacinde la geografa. La explicita adopcin de una perspectiva meto-dolgica revela apenas los primeros pasos de este camino.

    3. UNA TEORA MARXISTA DE LA GEOGRAFA

    La metodologa aqu asumida es clara e inequvoca: trabajare-mos el temario geogrfico a la luz del materialismo histrico ydialctico. Este mtodo de interpretacin de la realidad se desa-rroll a partir de las formulaciones originales de Carlos Marx yFederico Engels contrariamente al deseo de Marx, que ensu conjunto suelen ser denominadas "marxismo". A pesar delas tentativas an difciles de extenderlo, su campo de accinse restringe al dominio de las ciencias humanas. La obra de suspioneros puede describirse como la elaboracin de una teora ge-neral de la historia de las sociedades. sta se basa en un sistemafilosfico propio que tiene su piedra angular en la relacin entreteora y prctica. Para el marxismo slo la visin crtica permiteaprender la esencia de los procesos sociales, slo la insercin enel movimiento permite su entendimiento. Por eso a l se le aso-cia una prctica poltica: la propuesta del socialismo cientfico.

    Han pasado ya ms de cien aos desde la muerte de Marx.Durante ese tiempo sus formulaciones han sido trabajadas porun nmero significativo de autores. Algunos, se dedicaron a re-visarlas o criticarlas, otros intentaron perfeccionarlas mientrasdirigan su anlisis hacia temas ms especficos; otros incluso sededicaron a su anlisis conceptual o lgico. Un nmero ms res-tringido de pensadores intent mantener la contemporaneidadde las formulaciones marxistas al discutirlas desde un puntode vista global. El materialismo histrico y dialctico fue apli-cado en el anlisis de realidades extremadamente diversas, desociedades muy distintas y de los ms variados problemas. Endiferentes momentos y pases, las coyunturas presentadas por

    la accin poltica exigieron la formulacin de argumentos queenriquecieron el patrimonio terico marxista. Todo este procesose desarroll por caminos tambin diversificados y muchas vecesantagnicos. Se generaron polmicas y se delinearon posicionesexcluyentes y conflictivas. El desarrollo del legado terico deMarx avanz por diferentes vas que hoy coexisten en un diver-sificado campo de debate.

    El marxismo contemporneo presenta una gran pluralidadde orientaciones. Al contrario de lo que proclama su vertiente

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    vulgar, no existe una sola concepcin monoltica, ni un conjuntohomogneo de preocupaciones. Por el contrario, reina un debateinterno bastante intenso: las discordancias profundas (tericas yprcticas) entre Lenin y Rosa Luxemburgo; el embate entre am-bos (y el de Engels) con Kautsky, que tambin polemiza con Ple-

    jnov; la d isputa entre Trotsk i, Bujarin y S talin por la sucesinde Lenin al frente del Estado sovitico, inundada de concepciones

    tericas dispares; la oposicin entre las formulaciones de Lukcsy las de Alth usser , en tiempos ms recientes. Los ejemplos semultiplican, y todos afirman la multiplicidad del marxismo ac-tual. En la actualidad, algunos autores llegan a defender la ideade la imposibilidad de agrupar estas diferentes orientaciones enuna designacin unitaria. Por tanto, hoy da no basta autonom-brarse marxista; hay que especificar ms la localizacin de laorientacin asumida, explicar la vertiente del materialismo his-trico y dialctico por la cual se opt. Esto no quiere decir que noexista una identidad comn en la adhesin a tal mtodo. Existenuna serie de fundamentos plenamente aceptados que diferencianel campo marxista de las dems posiciones existentes; estos prin-

    cipios comunes sern discutidos en los captulos siguientes.Una profunda d iscordancia entre posturas, que revela dife-rentes vas de discusin dentro del campo marxista, puede serbien ilustrada por el problema especfico que enfocaremos: laconstruccin de una nueva geografa, basada en el materialismohistrico y dialctico, deber encaminarse hacia la construccinde una geografa marxista o en la elaboracin de una teora mar-xista de la geografa?Tal oposicin de perspectivas, aparente-mente banal, tiene implicaciones muy significativas. Proponeruna geografa marxista implica confundir el temario de esta dis-ciplina con el mtodo, es decir, partir hacia la construccin dela nueva propuesta teniendo su resolucin a priori. Buscar unateora marxista de la geografa supone, por el contrario, priori-zar el temario de nuestra disciplina al centrarnos en el esfuer-zo terico. El mtodo se presenta aqu como instrumental, esdecir, que no se limita a la existencia de los temas propios dela geografa. Vase que las perspectivas son meridionalmenteopuestas. Sus resultados futuros sufren as un desvo de base.En este trabajo asumimos claramente la segunda perspectiva:la de la formulacin de una teora marxista que de de cuenta delos asuntos sealados en el temario geogrfico.

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    La postura elegida se encuentra en la obra de Marx y en laslecturas de la produccin m arxista. Nuestra orientacin tomainicialmente de los clsicos la direccin metodolgica y el ins-trumental terico necesario para llegar a las respuestas de lostemas que nos ocupan. En otras propuestas se buscaban las res-puestas directamente, como si hubiese una geografa implcita oescondida en la obra marxista. Surge aqu el equvoco, ya men-

    cionado, de elegir la opcin filosfico-metodolgica como punto dellegada. Es obvio que Marx, un crtico de la fragmentacin de lasciencias humanas, no produjera una geografa ni se preocuparade la existencia de tal disciplina. Hay trechos en sus escritos quese aproximan a la problemtica geogrfica, y es de vital impor-tancia rescatar estas reflexiones. Sin embargo, estas no constitu-yen un cuerpo ordenado de conocimientos capaces de normar uncampo de investigacin. De la obra de Marx y de la produccinmarxista posterior debemos tomar fundamentalmente el mtodode interpretacin de lo real, con todas las precauciones anterior-mente descritas. Tomaremos tambin los pasajes y teoras queaborden temas de inters para la geografa.

    Cabe mencionar aqu las relaciones que ha habido en el pa-sado entre la reflexin geogrfica y el marxismo. La geografatradicional prcticamente ignor el materialismo histrico ydialctico. Los sistematizadores de la geografa moderna no dis-cutieron las formulaciones de Marx, a pesar de citar eventual-mente a sus interlocutores de la economa poltica clsica. AdamSmith, David Ricardo y Thomas Malthus, entre otros, aparecenalgunas veces en las pginas de Ratzel, Vidal de la Blache o

    Jean Brunhes, por ejemplo. Las raras alusiones a la obra de

    Marx en el mbito de la geografa tradicional son siempre refu-tables y demuestran lecturas superficiales; son alusiones muyrpidas en notas al pie de pgina o sueltas en medio de una

    argumentacin y sin un manejo riguroso. Basta recordar loscomentarios de Levasseur, Bertoquy y Febvre. Este ltimo, porejemplo, habla de un "espiritualismo econmico" contenido enla propuesta de Marx. Que sera semejante al "espiritualismogeogrfico" de los autores deterministas en tanto que explicanla realidad a partir de "causas naturales" por apelar a una

    unicausalidad de lo "econmico". Febvre toma la idea marxistade la "determinacin econmica" (que discutiremos en el Cap-tulo 5) como si fuera una visin causal rgida y mecanicista en

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    el estilo del positivismo y se olvida de que este mtodo trabajacon la dialctica, frontalmente opuesta a la lgica causa-efecto.Existen muchos ejemplos en favor de esta crtica.

    La geografa tradicional no gener ninguna evaluacin seriadel marxismo, lo que revela un abandono deliberado. Los ge-grafos se apartaron de las formulaciones del materialismo hist-rico y dialctico, ni siquiera lo refutaron. Solamente al inicio de

    la crisis del pensamiento tradicional, las ideas de Marx salierona la superficie en el debate de esta disciplina. Tal proceso se

    inicia en la posguerra y adquiere cierta intensidad en la dcadade 1950, ya en el contexto de una perspectiva de renovacin dela geografa. Autores como Dresch, Pierre George, B. K ayser, R.Guglielmo, A. Prenat, Wolkowittsch, Tricart, entre otros, inau-guran esta vertiente de la discusin. Un marco de esta aproxi-macin podra establecerse segn asent uno de los partici-pantes de la revista Espaces-Temps, J Surte-Canale con las"Jornadas de los Intelectuales Comunistas", realizadas en Ivrydurante 1953. All se reuni un grupo de gegrafos preocupadospor revisar los mtodos de la "geografa burguesa". En tal oca-

    sin Kayser present un ensayo que titul "La lucha de clases yla realidad geogrfica"; Guglielmo propuso "Un estudio marxistade las ciudades", Dresch envisti contra la nocin de "Gnerode vida", George contra la "Geografa aplicada" y Gourou contrala "Geografa del colonialismo". En la geografa fsica, Cailleux

    y Tr icart proponen la geomor folog a cl imt ica como la "v isinproletaria" de los procesos naturales. Se trata seguramente de laprimera tentativa relevante de pensar las cuestiones geogrficasa la luz del marxismo.

    Sin embargo, el movimiento pionero present serios proble-mas. De acuerdo con Surte-Canale, entre las causas de sus lmi-tes destaca la postura doctrinaria, y entre las de su disgregacin

    precoz, la crtica al estalinismo de finales de 1950. An est porhacerse un anlisis ms profundo del contenido de estas pro-puestas, principalmente de la produccin de Pierre George. Decualquier modo, es posible hacerles algunas crticas generales;algunos autores ya han sealado su postura metodolgica con-ciliatoria en relacin con las formulaciones tradicionales; unaacentuacin de los elementos de continuidad con la perspectivaposibilista, un apego al concepto de regin y la influencia anmarcada de formulaciones positivistas. Tenemos que considerar

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    frete a la postura adquir ida que la vert iente del marxismoa la que se ligaban estos autores no contribua a distanciarlosde la geografa tradicional. Al contrario, su adhesin al "marxis-mo oficial" (orientado por Stalin y por la Academia de Cienciasde la uRss) los acercaba a ciertas concepciones del positivismo,por ejemplo a la postura "cientificista" o al apego al "empiris-mo", caractersticas de esta vertiente del materialismo histrico

    y dialct ico.Sin embargo, no se puede negar que los esfuerzos de este

    grupo de gegrafos franceses nos legaron algunos resultados.Propuestas especficas ah desarrolladas generaron fructferasvertientes de investigacin. Se reforz el componente social delanlisis geogrfico, basado por ejemplo en la propuesta de la"geografa activa", que enalteci la accin poltica del gegra-fo y apunt en direccin a una prctica de denuncia. Algunostrabajos desarrollados bajo esta orientacin poseen innegabledensidad de crtica social. Esta corriente aliment dudas y de-marc un posicionamiento progresista para el trabajo geogrfi-co, y puede ser considerada como la inspiradora del movimien-

    to crtico posterior, que acab por superarla. La trayectoria deYves Lacoste Geografa del subdesarrollo o La geografa. Unarma para la guerra, autor formado en esta escuela, muestrala vitalidad de esa orientacin. De cualquier modo, ste es elmovimiento pionero del intento de generar una geografa desdela ptica del marxismo. Antes de su surgimiento, incluso ge-grafos de innegable combatividad social como Elise Recluso Camilla Vallaux, instalados en el en el mbito de la accinpoltica marxista, no intentaron conectar la reflexin geogrficacon el materialismo histrico y dialctico. Pensaban en el mar-xismo como una prctica y mantuvieron posturas positivistasen sus reflexiones tericas. Fue solamente a partir del ncleo

    de gegrafos agrupados en el Partido Comunista Francs de laposguerra que comenz la bsqueda de la construccin de unageografa fundamentada en la metodologa marxista, por lo me-nos en el mbito del mundo occidental.'

    ' La investigacin efectuada para este volumen no abarc la produccin geo-grfica de los pases del llamado "socialismo real". El anlisis de esta produccinexigira un trabajo especfico que excedera los alcances del presente estudio.

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    Como se ha comentado, a partir de la dcada de 1950 la crisisde la geografa tradicional se profundiz. En la vertiente crti-ca que surge del movimiento renovador surgen varias propues-tas que parten de la adopcin del marxismo. stas se aproxi-man a estudios extrageogrficos que tocan el temario de estadisciplina notoriamente la sociologa, la economa y el urba-nismo y utilizan la misma perspectiva metodolgica. Se co-

    mienza a delinear un nuevo campo de "pensamiento geogrfico"y, por pr imera vez, un campo marxis ta. En Franc ia, lo s estu-dios urbanos experimentan un gran desarrollo con la perspec-tiva interdisciplinaria de autores como M. Castels, J. Lojkine yA. Lipietz, entre otros. Yves Lacoste dirige una discusin en elmbito ms especfico de la geografa, que culmina con la funda-cin de la revista Herodote. Adems, en ese pas aparece la re-vista Espaces-Temps. En Italia surgen los importantes estudiosde Massimo Quaini y tambin de los autores ligados al Centrode Estudios Urbanos y Regionales de la Universidad de Viena,como F. Indovina y D. Calabi. Los estudios urbanos tambin sonpublicados en la revista Crtica marxista. El Instituto Grams-

    ci promueve congresos sobre la cuestin ambiental. En EstadosUnidos aparecen los trabajos de D. Harvey y de E. Soja, entreotros, que buscan caminos marxistas para la geografa. Surgela revista Antpode. En Canad, Mxico, Venezuela, Brasil y enalgunos pases de frica son realizados trabajos de "geografa"tambin orientados en esta perspectiva. Como se coment en elprimer captulo, la suma de esos esfuerzos permite que hoy talescuestiones comiencen a discutirse para su sistematizacin. Esen este sentido que pretendemos conducir el presente trabajo.

    Hasta aqu ha sido bastante enftica la crtica a la adopcindoctrinaria del legado terico de Marx; a su nombramiento slopor el conjunto de tcnicas utilizadas; a la aprehensin del m-todo como respuesta y no como punto de partida; a la lecturadogmtica de los clsicos del marxismo, y a la dilucidacin delproblema del objeto geogrfico. Tal crtica es necesaria porqueesas perspectivas dogmticas han sido ya superadas por el mo-vimiento de renovacin de la geografa. Propiamente llamadaspor Lacoste como "liquidacionistas", tales posiciones consistenen negar in totum la propia discusin del objeto geogrfico. Seniega la geografa, afirmando que es un campo de investigacin

    y ref lexin "indisolublemente ligado al posit ivismo y a la cla se

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    burguesa", mientras reproduce en el polo opuesto el olvidoimplorado por la geografa tradicional, para la cual el marxis-mo no exista. Los liquidacionistas pregonaron la inexistenciade la geografa; tomaron toda la produccin acumulada por estadisciplina como "mera ideologa", concebida de forma estrecha

    y simplista como una "construccin maldosa de la burguesa".Aqu los gegrafos son vistos como "demiurgos" de la explotacin

    de clase.Para deslegitimar la construccin de otra geografa, los argu-

    mentos liquidacionistas se amparan, generalmente, en la famo-sa afirmacin de Marx contenida en la Ideologa alemana: "sloreconocemos la existencia de una ciencia, la ciencia de la His-toria". Toman la afirmacin al "pie de la letra" y de una formadescontextualizada, concluyen puerilmente que para Marx noexiste la posibilidad de un conocimiento geogrfico, ya que "sloexiste la Historia". Este razonamiento revela una aprehensinrealmente limitada y formal del problema en cuestin. En pri-mer lugar, por tomar la geografa slo como un compartimentodel saber o como un corte absoluto y arbitrario en lo real y

    no como un conjunto de cuestiones dadas, es decir, un temarioespecfico entre los innumerables temas de la realidad, revelala incapacidad de pensar la investigacin geogrfica fuera de losparmetros pasados en que fue concebida. En segundo lugar, yesto es realmente grave, no se entiende el significado de la frasecitada de Marx. Lo que afirma es que no existe ningn conoci-miento efectivo de lo real que no sea "histrico", es decir, discuteel movimiento del conocimiento, y no de lo real. Se trata de unaafirmacin metodolgica y no ontolgica. Marx explica en estetrecho que cualquier fenmeno puede ser entendido slo cuandose abordan su gnesis y su desarrollo, es decir, con el concursode la perspectiva histrica. De esta forma, es obvio que Marx no

    defiende la historia como nica disciplina acadmica.Los errores cometidos por la visin liquidacionista son innu-merables y abastecen de municiones a la crtica conservadora,que hbilmente presenta a sus autores como prototipos del ge-grafo marxista. Esto puede ser ilustrado con las colecciones de"tendencias recientes" de la investigacin geogrfica, en las queel lugar destinado a los representantes del pensamiento crticoes ocupado por propuestas de pobre elaboracin terica. Tomaral anarquista R. Peet, por ejemplo, como ejemplo tpico de reno-

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    vacin crtica de la geografa es una evidente distorsin. De estamanera, los liquidacionistas abastecen el frente enemigo de losprogresistas y debilitan el efectivo embate poltico que se dispu-ta entre los antagnicos posicionamientos sociales en el planode la discusin geogrfica. Frente a la pobreza de sus plantea-mientos, la defensa del rigor y de la calidad en la investigacinse vuelve argumento del adversario, que se proclama guardin

    de la objetividad cientfica y de la comprensin de la realidad taly como es. Se refuerza, entonces, la tesis de la neutralidad, delempirismo y de la salida al campo sin "presupuestos".

    Los autores liquidacionistas revelan una mala comprensinde la relacin entre accin poltica y actividad cientfica. Tomanel embate ideolgico como la nica tarea del cientfico politizado,olvidando la necesidad de explicar lo real. No perciben que paradestruir las tesis del pensamiento tradicional y de la renovacinconservadora, es fundamental demostrar sus lmites, sus errorese inadecuaciones, y generar un conocimiento ms slido que lassupere en su poder explicativo. La crtica puramente tica condu-ce al debate trgico y a la polmica principista, pero la lucha ideo-

    lgica en el plano de las ciencias es tratada fundamentalmenteen el mbito de la eficacia explicativa de los diferentes mtodosde interpretacin de lo real. Pese a que la "guerrilla epistemolgi-ca" es importante, nuestra empresa no puede limitarse a ella. Ala crtica del pensamiento geogrfico tradicional (y su renovacinconservadora) es necesario aadir la construccin de un discursomarxista sobre lo geogrfico. Tomar la guerrilla epistemolgicacomo objeto en s mismo, dirige inevitablemente a una posturanihilista que lleva al trabajo a alimentarse de la propia crisis loque en el primer captulo llamamos "autofagia de la crisis". Eneste sentido es necesario sealar que para el gegrafo crtico loimportante es la explicacin concreta de los "aspectos geogrfi-

    cos" de lo real y no una lucha intestina de la geografa.

    4. EL MARXISMO Y LA TESISDE LA "UNIDAD DE LA GEOGRAFA"

    Inicialmente debemos aclarar una cuestin esencial del argu-mento aqu presentado: en l se afirma la posibilidad de definir

    un objeto geogrfico. Entendemos que el marxismo no pregonala existencia de un nico campo de investigacin, sea en el estu-dio de la naturaleza o en el de la sociedad. Entendemos tambinque este mtodo de interpretacin de lo real no propone que seaborde todo lo existente de una vez, en una catica visin detotalidad. El materialismo histrico y dialctico trabaja, eso s,con sucesivos e interpenetrantes procedimientos de abstraccin

    y concrecin. Es decir, va de la experiencia a lo abstracto (iden -tificando y aislando problemas), y de ste asciende a lo concre-to (por la insercin de los problemas tratados en procesos msamplios). A este segundo momento del proceso cognitivo se ledenomina totalizacin, se constituye durante la elaboracin del

    conjunto de mediaciones explicativas del problema tratado y enl se revelan las determinaciones aprehendidas, que se mues-tran en sus manifestaciones histricas. Lo concreto es resultadode la reflexin: la realidad comprendida, y no la directamenteexperimentada (como supone el positivismo). La comprensinde la realidad debe ser relativizada, tanto histricamente (en elsentido ya expuesto de que el conocimiento es siempre aproxi-mativo), como en funcin de los lmites de la investigacin reali-zada. Abordaremos la realidad a partir de uno de sus segmentos,llegando as a la totalidad desde una visin angular. La explica-cin global procede no de lo exhaustivo del anlisis y del agota-miento de los datos de lo real (como supone el positivismo), sinode la relevancia del proceso investigado en el movimiento total.De acuerdo con el marxismo, los procesos reales son mltiples ypara llegar a la esencia de su movimiento tenemos inicialmenteque aislarlos. Como en la famosa expresin de Marx: "Lo concre-to es concreto porque es la sntesis de mltiples determinacio-nes, por lo tanto, unidad de lo diverso".

    De lo anterior se desprende que los estudios de segmentosespecficos de la realidad social no son extraos al marxismo.Los trabajos sobre el imperialismo o el capitalismo monopolis-

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    ta de Estado (como los de Lenin, Rosa Luxemburgo, Hilferding,Rubn, Boceara, etctera) se distinguen claramente de las dis-cusiones sobre esttica y arte (como las de Lukcs, Benjamin,Della Volpe o Brecht). Tampoco se confunde el debate en torno ala teora del partido poltico (Lenin, Gramsci, Togliatti, Cerroni,etctera) con la polmica sobre el modo de produccin asitico(llevada por Godelier, Terray, Hobsbawn, entre otros) ni con la

    de la transicin del feudalismo al capitalismo (de Dobb, Ku la,Sweezy, etctera). Qu decir sobre los planteamientos de W.Reich sobre la psicologa de masas o de A. Heller sobre la afec-tividad? Los ejemplos podran multiplicarse para justificar talafirmacin. El marxismo, como mtodo, se ha aventurado ya eninvestigaciones de diferentes campos del estudio de la sociedad.Aunque su uso en los dominios de las matemticas y de las cien-cias de la naturaleza se presenta an incipiente y problemtico(el intento ms importante de difusin, la tesis de Lisenko, re-sult insuficiente). Lo dicho anteriormente aplica tambin en elestudio marxista del temario geogrfico: sera la bsqueda dela totalidad por la va de la discusin de los temas clsicamente

    abordados por la geografa.Es obvio que este anlisis parte de la seleccin del mtodo

    marxista, que permite que la formulacin del objeto sea distintade la obtenida por los gegrafos positivistas. La geografa tradi-cional buscaba definir su objeto efectuando un corte absoluto delo real, creyendo llegar a la identificacin de un fenmeno espe-cfico completay nicamente explicable por la geografa. El posi-tivismo aconseja una parcelacin rgida de las ciencias y concibedominios autnomos en el conocimiento cientfico (la unin entreellos est dada por la "filosofa positivista": los fundamentos del"mtodo cientfico"). Tal visin se opone a uno de los principiosms elementales del materialismo histrico y dialctico. Vamos

    a stos antes de retomar la cuestin del objeto.El marxismo trabaja con la lgica dialctica, que concibe a larealidad como movimiento y a la contradiccin como la forma deser de los fenmenos. Segn esta lgica, todo se relaciona en loreal, mientras que las relaciones difieren entre s por su inten-sidad y cualidad. De aqu que la visin de causalidad dialcticaopere a travs de las ideas de "determinacin" y "mediacin".La primera abarca los elementos explicativos ms universales(y ms esenciales) para comprender los fenmenos, y la seg