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Mesa 4: Mundo del trabajo y procesos económicos Coordinadores y relatores: Pablo Ghigliani, Silvia Simonassi y Alejandro Schneider Bianco, Diana y Brandolini, Carolina (UNL) Representaciones en torno a las relaciones entre capital-trabajo y la actividad sindical, los trabajadores de la aceitera Marconetti, Santo Tomé 1951 – 1986. Di Palma, Gustavo (CEA - UNC) La crisis del sindicalismo de Estado: de la dictadura militar de 1976 al modelo neoliberal menemista. Mónaco, César (UNGS) Rebelión de las bases y disputa intersindical: el caso de los trabajadores del gremio de la Construcción de la planta General Savio. Payo Esper, Mariel Ivonne (CONICET – IdIHCS - UNLP) La “gran huelga” petrolera de 1968 en Ensenada. Crónica, prácticas y discursos de un conflicto laboral en la Argentina pre- cordobazo. Tonón, María Cecilia (UNL) “Una carpa…una lucha”, formas de acción colectiva de un sindicato municipal santafesino a mediados de los años 2000.

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Mesa 4: Mundo del trabajo y procesos económicos

Coordinadores y relatores: Pablo Ghigliani, Silvia Simonassi y Alejandro Schneider

Bianco, Diana y Brandolini, Carolina (UNL) Representaciones en torno a las relaciones entre capital-trabajo y la actividad sindical, los trabajadores de la aceitera Marconetti, Santo Tomé 1951 – 1986.

Di Palma, Gustavo (CEA - UNC) La crisis del sindicalismo de Estado: de la dictadura militar de 1976 al modelo neoliberal menemista.

Mónaco, César (UNGS) Rebelión de las bases y disputa intersindical: el caso de los trabajadores del gremio de la Construcción de la planta General Savio.

Payo Esper, Mariel Ivonne (CONICET – IdIHCS - UNLP) La “gran huelga” petrolera de 1968 en Ensenada. Crónica, prácticas y discursos de un conflicto laboral en la Argentina pre-cordobazo.

Tonón, María Cecilia (UNL) “Una carpa…una lucha”, formas de acción colectiva de un sindicato municipal santafesino a mediados de los años 2000.

Representaciones en torno a las relaciones entre capital-trabajo y la actividad

sindical, los trabajadores de la aceitera Marconetti, Santo Tomé 1951 – 1986.

Diana Bianco y Carolina Brandolini

Pertenencia Institucional: FHUC - UNL

Palabras clave: representaciones – clase obrera – sindicato

I. Introducción

La ciudad de Santo Tomé se encuentra a pocos kilómetros de la capital provincial. Allí se

desarrollaron en diferentes momentos del siglo XX seis empresas dedicadas a la

elaboración de aceite (Bonfanti Hnos, Camuso, GEFA, Marconetti, IASF, y Óleos

Argentinos), actividad productiva de gran relevancia para la localidad por el porcentaje de

la población empleada y el volumen de la producción en relación a la producción regional y

nacional. En esta ponencia centraremos la mirada en el caso de la empresa Marconetti que

se desarrolló entre principios de la década del ’50 y mediados de los ’80.

El presente trabajo se propone analizar un conjunto de testimonios orales de ex trabajadores

aceiteros de la empresa Marconetti, obtenidos entre julio y octubre del 2011. Se examinan

diferentes dimensiones del mundo del trabajo tales como los modos de ingreso a la fábrica,

las distintas funciones desempeñadas dentro del complejo industrial, las marcas dejadas por

la rutina del trabajo -elemento identitario de importancia-, los espacios de sociabilidad de

los obreros, las relaciones entre trabajadores y entre trabajadores y empresarios -su carácter

solidario o conflictivo-, y algunas de las características de la participación sindical. Se

aborda el análisis de estas dimensiones desde las representaciones de los actores,

contextualizando los diferentes momentos a los que se refieren las entrevistas en función de

algunas transformaciones significativas que tienen lugar en la estructura productiva y en la

situación política local y nacional.

En el análisis se tomarán los recaudos derivados de la metodología utilizada -historia oral-,

prestando especial atención a los cuidados que implica el trabajo con la memoria. Se

pretenden poner de relieve riquezas y aportes como así también límites y problemas de los

testimonios orales como fuentes para el estudio de la temática que nos interesa que es el

mundo de los trabajadores en la segunda mitad del siglo XX.

Para el proceso de reconstrucción historiográfica se utilizarán también fuentes escritas.

Además de periódicos locales, se analizarán fuentes oficiales ubicadas en el Archivo

Provincial de la Memoria (dependiente de la Secretaría de Derechos Humanos de la

Provincia de Santa Fe), que cuenta con el fondo documental de la Dirección de

Informaciones de la provincia, un organismo civil que realizaba “trabajos de inteligencia”

entre los años 1966 y 19931.

II. Las aceiteras en Santo Tomé: contextualización general.

La primera aceitera que empezó a funcionar en Santo Tomé fue una fábrica -pequeña al

principio-, que hacia 1903 realizaba extracción de aceite a partir de una única prensa.

Previamente -ya desde 1874- ese mismo establecimiento había funcionado como depósito

de cereales. Nos referimos a la aceitera Bonfantti, arrendada y luego comprada por una

familia de la localidad a principios de la década de 1920.

Esta primera fábrica surgió en el marco del proceso de industrialización incipiente que se

desarrolló en estrecha relación con el modelo agro-exportador en auge. La propia actividad

agropecuaria fue creando las posibilidades de transformación de algunas materias primas y                                                             1 El Decreto Provincial Nº 04056 del 31 de Octubre de 1966, sostiene que se crea la Dirección de Informaciones de la Provincia de Santa Fe con el objetivo expreso de “sistematizar la información necesaria para la realización de la tarea de gobierno”, proponiendo que “por la naturaleza de las funciones a desarrollar es conveniente que dicho organismo dependa directa y exclusivamente del señor Gobernador”. La misión de dicho organismo fue “proporcionar al gobierno de la provincia informaciones necesarias para la mejor conducción de los asuntos de Estado e intercambiar informaciones con la Secretaría de Informaciones de Estado, a los efectos anteriores, asegurando las comunicaciones y el secreto”.

pronto aparecieron en ese marco la industria aceitera y harinera. En ese contexto, fueron de

vital importancia las radicaciones industriales de capitales extranjeros y locales que se

produjeron en ramas alimenticias orientadas, algunas a la exportación, y otras, al mercado

interno.

Ya entrado el siglo XX, fueron instalándose otras aceiteras, aunque con características

distintas en cuanto al tipo de empresa, producción y tecnología, y en un contexto diferente.

Como plantea Oscar Videla2, la primera Guerra Mundial, y mucho más, la crisis de 1930

evidenciaron los límites y problemas del modelo agro-exportador e iniciaron un período

conocido como de “industrialización por sustitución de importaciones”. Surgieron algunos

nuevos cultivos regionales como el algodón en el norte provincial y el arroz en la zona de la

costa, pero en general la actividad agropecuaria destinada a exportación debilitó su

importancia en términos relativos con respecto a otras nuevas actividades. La abrupta caída

de los precios agropecuarios y la contracción de los flujos internacionales de bienes y

capitales hizo imposible contar con las divisas necesarias para seguir abasteciendo a la

población con manufacturas importadas en el grado en que se lo hacía anteriormente y esto

abrió oportunidades a la actividad industrial nacional que, si bien se concentró en las

ciudades portuarias, también se desarrolló en localidades pequeñas y medianas. La industria

aceitera, en particular, cobró fuerza en la provincia de Santa Fe en este período, apuntando

a abastecer al mercado interno, ante la ausencia de los aceites importados. El crecimiento

del cultivo de oleaginosas destinadas a la producción de aceite (como maíz, trigo y sobre

todo, lino) fue uno de los más impactantes cambios productivos del agro santafesino, ya

que desde un piso casi insignificante (400 hs, en 1934) llegó a un récord de poco más de

200.000 has. diez años después.

Fue en este contexto que, en la década de 1940, abrieron sus puertas las aceiteras Camusso

-principios de la década- y GEFA (Grandes Establecimientos Fabriles Argentinos) -1948-.

                                                            2 Oscar Videla. "Desarrollo agroexportador y conflictividad social 1912-1930" en El Siglo Veinte. Problemas sociales, políticas de Estado y economías regionales (1912-1976), Nueva Historia de Santa Fe, Tomo IX, Prohistoria, Rosario, 2000.

En Camusso, según nos cuenta uno de los entrevistados3, había alrededor de quince

trabajadores y trabajaban por temporadas.

Poco tiempo después, hacia 1951, en un contexto nacional, provincial y local en el que

comenzaba a profundizarse un discurso que promovía la industrialización, se instaló una

cuarta aceitera: la aceitera Marconetti.

En este período coexistieron de ese modo cuatro aceiteras en la ciudad, entrando una de

ellas -Bonfantti- en retroceso4. En los periódicos locales, se evidencia un discurso que

destacaba las potencialidades de la ciudad como lugar estratégico para la radicación de

industrias, y de incentivar esto último, tal como puede observarse en el siguiente recorte

periodístico:

“Se reclama la radicación de industrias en Santo Tomé. (…) Para fundamentar el pedido, hace referencia a la situación especial de esta localidad, para que nuevas industrias y comercios se establezcan, destaca que cuenta, nuestro pueblo con vías ferroviarias, rutas asfaltadas para distintos puntos del país, con vía fluvial en el puerto de la capital de la provincia, abierto a la exportación, (…) un buen servicio eléctrico, suministrado desde la ciudad de Santa Fe (…) Santo Tomé cuenta con algunas industrias importantes que no están aglomeradas, tiene espacios estratégicos para la radicación de nuevas fábricas, los precios de las tierras son razonables. (…) Santo Tomé está llamada, a breve plazo, a iniciar el camino ascendente de Avellaneda; para ello cuenta, como hemos afirmado con todas las comodidad que la industria necesita para su desarrollo potencial. La Comisión de Fomento y el gobierno deben propagar por todos los medios las ventajas que ofrece Santo Tomé.”5

Los titulares de otras notas refieren también a lo señalado: “Santo Tomé puede ser la

Avellaneda de Santa Fe”6; “Las industrias deben instalarse en Santo Tomé”7; “Santo

                                                            3 Entrevista a Salvador L. realizada por C.Brandolini y D.Bianco en la ciudad de Santo Tomé, 21 de julio de 2011. 4 “Es de lamentar que en estos últimos tiempos, este importante y prestigoso emporio industrial haya reducido notablemente su movimiento. Aunque desconocemos en absoluto lo que motiva tan prolongado receso, deseamos que muy pronto adquiera el ritmo intenso de trabajo febril que corresponde a un establecimiento de su jerarquía que por su eficiente campaña cumplida ha ganado la simpatía y el beneplácito del pueblo de Santo Tomé”. La Gaceta, Tomo II, 14 de diciembre de 1958. 5 La Gaceta, 29 de agosto de 1958. 6 La Gaceta, 29 de diciembre de 1958. 7 La Gaceta, 29 de marzo de 1959.

Tomé necesita industrializarse.”8 Sin embargo, entre fines de la década de 1959 y

principios de 1960, parecen haberse planteado una serie de problemas en las industrias

aceiteras, que, en combinación con factores diversos, llevaron al quiebre de algunas de

ellas, como Bonfantti, Camusso y, más tarde, GEFA –a pesar de los intentos por continuar-,

que fue cerrando por secciones. Entre esos problemas pueden mencionarse la falta de

materias primas para el abastecimiento de las industrias y el atraso en el equipamiento y

tecnología de estas pequeñas y medianas empresas frente a otras grandes empresas.

Marconetti, a diferencia de las otras empresas, se renovó en el aspecto tecnológico y logró

persistir hasta mediados del ’80.

Hacia las décadas de 1970 y 1980, se fortalecieron un número reducido de grandes

empresas, algunas de capitales extranjeros y otras de capitales nacionales, que con

tecnologías más modernas disputaron a las pequeñas y medianas el mercado interno; tales

son los casos de Arcor, Patito, o Tres Arroyos. En los periódicos del período se observan

planteos referidos a la necesidad de reequipar nuevamente la industria frente a esta

situación.9 Muchas empresas no lograron competir con esas grandes firmas, principalmente

a causa del equipamiento tecnológico con el que contaban, y tendieron a achicarse y/o

desaparecer. Marconetti podría ubicarse dentro de estos casos, aunque a los factores

mencionados, se sumaron otras causas vinculadas a especificidades de la empresa, tales

como problemas administrativos derivados del cambio de dirigencia que se dio tras la

muerte de Miguel Marconetti.

Óleos Argentinos, surgida en 1983 por iniciativa del gerente de Marconetti antes del cierre

de ésta última, es la única aceitera que queda en la ciudad; sus dimensiones son mucho

menores y en la actualidad es propiedad de Tres Arroyos.

¿Cómo se organizaba el trabajo al interior de estas fábricas?, ¿Qué funciones y tareas

realizaban los trabajadores?, ¿Cómo eran las relaciones entre los mismos?, ¿Y entre

trabajadores y empresarios?, ¿Cómo se expresaba la conflictividad entre ambos grupos?,

¿Cuáles eran los espacios de sociabilidad de los obreros que trabajaban en estas fábricas?,                                                             8 La Gaceta, 29 de diciembre de 1959. 9 Ver “El resurgimiento de nuestra industria”, Diario La Gaceta, Tomo I ,14 de mayo 1957.

¿Qué carácterísticas presentaba la actividad sindical en esta rama de la producción?

Pretendemos analizar las percepciones, interpretaciones y puntos de vista diversos de los

entrevistados en torno a estas cuestiones a las que nos acercan las entrevistas realizadas,

tomando el caso específico de los trabajadores de la aceitera Marconetti que en su momento

de auge alcanzó a emplear a una cantidad aproximada de 120 empleados y además logró

perdurar en el tiempo (respecto de las otras aceiteras).

III. Memorias en torno a la experiencia vivida. El mundo del trabajo y sus

representaciones.

Entre agosto y octubre del 2011 se realizaron nueve entrevistas a personas que trabajaron

en la aceitera Marconetti. El universo de entrevistados es heterogéneo en diversos aspectos:

no todos cumplieron iguales funciones dentro de la producción ni ingresaron a la empresa

en el mismo momento, y algunos estuvieron más vinculados a la actividad gremial que

otros.

Consideramos que esta diversidad nos aporta información valiosa de dos tipos: por un lado,

elementos que hacen a las características de la actividad productiva y a su régimen laboral;

y por otro lado, elementos que dan cuenta de las representaciones generadas a partir de la

experiencia vivida en el trabajo, cuestión que aparece mediada (y modificada) por el

transcurso del tiempo y por la acción misma de rememorar.

La información aportada por los testimonios sobre las características del mundo del trabajo

intenta ser triangulada -en la medida de lo posible según la disponibilidad- con otro tipo de

fuentes.

a. El trabajo al interior de la fábrica.

Una de las cuestiones que las entrevistas nos permiten reconstruir es la manera en que los

empleados ingresaron a la fábrica y, estrechamente relacionado con este punto, la existencia

o no de requisitos para el ingreso. La mayoría de los entrevistados ingresó siendo joven y

sin poseer conocimientos previos al momento de ser tomados por la empresa: las

capacidades prácticas y los saberes técnicos requeridos para desempeñarse en la producción

fueron incorporados en el trabajo mismo:

“Pedro: yo lo conocía [al gerente]…como siempre…Y bueno…entré ahí, directamente, …no pasé revisación médica, no pasé nada, me dijo “presentate” y me presenté ahí y empecé a trabajar…”10

“Juan: (…) hombreaba bolsas, cualquier cosa… (…) como éramos jóvenes (…) el primer día me pusieron a hombrear bolsas y después me sacaron y me llevaron a seleccionar herramientas de una fábrica que cerraba. (…) o sea… te seleccionaban, si eras trabajador, laburador.”11

“Elvio: Yo empecé ahí en Marconetti porque me enteré que estaban necesitando personal (…) Bueno, entonces me inscribí y al poco tiempo me llamaron. Y entonces entré como… ahí en la oficina (…) para cumplir varios cargos adentro viste; para hacer facturación, pesar en la balanza o ayudar en tesorería. Y bueno yo comencé a trabajar en Marconetti, (…) el cargo era auxiliar de oficina. (…) a la salida del servicio militar el hombre que estaba de tesorero se fue, y entonces quedé yo a prueba un tiempito y después me quedé de tesorero.”12

Un rasgo significativo que se vislumbra en los testimonios es la caracterización positiva

que los actores realizan a propósito de los aprendizajes incorporados. Lo aprendido en la

práctica es fuertemente valorizado, como se desprende de la siguiente entrevista:

                                                            10 Entrevista a Pedro C. realizada por C.Brandolini y D.Bianco en la ciudad de Santo Tomé, 28 de julio de 2011. 11 Entrevista a Juan Z. realizada por C.Brandolini y D.Bianco en la ciudad de Santo Tomé, 15 de agosto de 2011. 12 Entrevista a Elvio P. realizada por C.Brandolini y D.Bianco en la ciudad de Santo Tomé, 3 de agosto de 2011.

“Entrevistadoras: Y la gente que trabajaba, que sabía manejar las máquinas, ¿tenía algún título, había ido a una escuela industrial (…)?”

Salvador: “No, no. Todo se aprendía. (…) Cuando fui ahí, trabajé unos días en las máquinas (…) Y había un hombre que atendía que… [decía] que no podía ser que manejara la máquina a vapor, y le dice mi suegro que todavía no era mi suegro y trabajaba ahí, “mirá” dice, “lo ponemos a Loggioco ahí” dice (…) “no”, dice el otro, “él no manejó todavía esas cosas, motor a vapor”, “no, dejalo, dejalo, vas a ver que va a andar”, y estuve como diez años trabajando ahí. Y después mi suegro me contaba, “ha visto, ha visto, ha visto que anduvo [risas].”13

La valoración que realizan los propios actores sobre la capacidad adquirida, aparece

muchas veces como un saber distinto y superior al saber experto que poseen los

profesionales involucrados con la fábrica, derivado de su título:

“Pedro: (…) no sabíamos nada, pero tuvimos que arrancar (…) Yo tendría veinti…algo…habré tenido veintitrés, veinticuatro, no me acuerdo viste… Y ahí bueno, saltamos a refinería…Y a aprender, y ahí aprendimos, y ahí se arrancó y se arrancó con tres turnos las veinticuatro horas…Y se fue aprendiendo, aprendiendo, a lo último sabíamos más nosotros que el químico. El químico… se recibían de químico y venían…y lo único que sabían era leer…, pero de práctica no sabían nada, no sabían nada… Si cuando ellos empezaron ahí, los primeros que fueron viniendo, (…) Stessen fue el primero, no estuvo mucho, se fue, bueno mejor dicho lo sacaron…era un desastre.”14

Luego de una larga y compleja descripción de los pasos del proceso de la producción de

aceite que se llevaba a cabo en Marconetti, el entrevistado recién citado realiza una

comparación con procesos productivos desarrollados en otras industrias, lo que puede ser

indicador del tipo de conocimiento adquirido en la experiencia. Lo aprendido implica algo

más abarcador que un simple saber práctico sobre cómo desarrollar la tarea asignada. Los

ex obreros poseen nociones acerca de la generalidad del proceso e incluso de las diversas

posibilidades de producción de aceite. También dan cuenta de las implicancias que tiene la

mecanización del proceso, relacionando la crisis de Marconetti a la falta de incorporación                                                             13 Entrevista a Salvador L. Op.Cit. 14 Entrevista a Pedro C. Op.Cit.

de tecnologías más modernas que las existentes en la planta, como puede apreciarse en el

siguiente testimonio:

“Pedro: y ahí iba [el residuo que genera la extracción] a otro depósito, y en el otro depósito, lo tirábamos afuera con las bombas. (…) un proceso de ocho horas tenía el aceite antes. Ahora dicen que hacen por la…la centrífuga, neutraliza, va la soda, va cayendo…todo, todo, no se hace más esto que se hacía antes. (…) Patito tenía el mismo sistema que nosotros (…) Cuando empezaron a hacer algo ya más moderno, Marconetti se quedó en la historia y así terminó Marconetti, con treinta años, seis meses y doce días.”15

Las transformaciones que produjo la mecanización de la producción del aceite a partir de

los avances tecnológicos característicos de los últimos años es también objeto de reflexión

de algunos de los entrevistados, que comparan la manera en que se trabaja en las aceiteras

que funcionan actualmente con la propia experiencia de trabajo. En el fragmento que se cita

a continuación puede apreciarse cómo en el diálogo que se genera entre pasado y presente

al rememorar, el entrevistado puede dar cuenta de la profundidad del conocimiento

adquirido a lo largo de su experiencia:

“Mateo: Entonces era todo todo… descargar y cargar bolsas era todo a fuerza de trabajo bruto. Hoy vos tenés todas las máquinas para cargar, para descargar. [Ahora] El trabajo es, viste, no por lo que pueda hacer el obrero, es por lo que puede hacer la máquina. El obrero lo que tiene que hacer es vigilar que la máquina (…) es la máquina la que produce, el obrero está para vigilar. Antes era al revés. Antes tenías que poner el lomo vos porque, era todo podrido era… ahora no… se ha tecnificado ya, hace unos años.”16

Las entrevistas también permiten apreciar otras problemáticas de interés para una

reconstrucción historiográfica del mundo del trabajo en la aceitera Marconetti. Una de ellas

es la percepción de los obreros sobre el salario que recibían y sobre lo que significaba para

ellos la jornada de trabajo:

                                                            15 Entrevista a Pedro C. Op.Cit. 16 Entrevista a Mateo B. realizada por C.Brandolini y D.Bianco en la ciudad de Santo Tomé, 4 de agosto de 2011.

“Ovidio: No, a mí lo que me costaba eran los turnos de noche, de las diez de la noche a las seis de la mañana, eso me acobardó… pero me enloqueció (…).”17

“Pedro: Y ganabas…para vivir, para vivir…No sé si te habrá dicho Logiocco que trabajábamos de lunes a lunes, no teníamos descanso. Porque el domingo cobrábamos triple, eso sí, cobrábamos triple…tres jornales, en negro eh…, en negro eh…y los sábados a partir de la una de la tarde, el cien por cien. Sábado a la noche, cien por cien, pero eso se ganó después como de quince años, se ganó eso…pero los domingos triple.” 18

Otra de las cuestiones relevantes que se presenta en los testimonios es la representación en

torno a las condiciones laborales que existían en la fábrica. Llama la atención que ante la

pregunta de las entrevistadoras sobre la existencia de riesgos físicos en la labor cotidiana

los entrevistados coinciden en responder negativamente, pero del fluir de los relatos se

desprende que los accidentes de trabajo eran frecuentes y de mucha gravedad.

“Entrevistadoras: ¿Y eran frecuentes los accidentes laborales?

Pedro: No, no, para nada. [pausa] A mí cuando fui a lavar un tambor se me cayó un tambor en el pie…acá se me cayó…me llevaron al sanatorio Rivadavia…hmm, por dios…de punta, me lo largó la máquina (…) tenía…20 años…

Y después otros accidentes, pavadas viste…Ah, ¡cuándo me quemé! …ahí prefería la muerte…, prefería la muerte, era un monstruo. (…) voló todo…a mí [la llamarada] me sacó, me tiró abajo, me agarró el cuerpo, me agarró el fuego de abajo (…) Yo estuve quince días internado (…) no podía dormir, sentado, era un monstruo…, era un monstruo, no comía, me querían dar de comer y yo no comía. (…)

Y antes de esto…me pasó peor todavía…estábamos descargando germen de maíz, bolsas, y pego la vuelta en la cabeza, con una bolsa, y pateo y cae, y antes de caerse la bolsa, me golpeó y pasó por la espalda…la quinta vértebra está abierta. Hay sí me quedó cincuenta por ciento de columna. Un año estuve sin trabajar…” 19

                                                            17 Entrevista a Ovidio C. realizada por C.Brandolini y D.Bianco en la ciudad de Santo Tomé, 21 de julio de 2011. 18 Entrevista a Pedro C. Op.Cit. 19 Entrevista a Pedro C. Op.Cit.

Consideramos que estas aparentes contradicciones contenidas en las fuentes orales nos

llevan a ser precavidos a la hora de interpretarlas, ya que las respuestas a preguntas

concretas a veces son contrarias al relato que luego encadenan, como puede observarse en

la caracterización que hace quien brinda el testimonio sobre la dimensión de los accidentes

sufridos (“pavadas”).

Otro aporte que realizan las entrevistas es el de los espacios de sociabilidad que tenían los

trabajadores. Las interacciones entre ellos no sólo se daban en el lugar de trabajo sino

también en otros ámbitos externos a la planta. Siguiendo a Lobato20, y a partir de los datos

que nos dan los entrevistados, podemos sostener que el espacio industrial no era sólo el

espacio físico de la fábrica sino que se complementaba también con otro tipo de

instalaciones como el “Club Alianza” o los almuerzos multitudinarios que se organizaban

en diferentes ocasiones como el “día del aceitero”, el “día del trabajador” o las fiestas de fin

de año.

“Elvio: (…) Y de Marconetti surgió el “Club Alianza”, que todavía existe. Porque una de las marcas que tenía de harina eran los anillos viste. Entonces de ahí surgió el Club Alianza y todavía está, era de Marconetti también el Club Alianza.

(…) Cuando se hacía una fiesta de los aceiteros todos [íbamos], se hacían unas fiestas grandes, era muy buena la relación.”21

Como sostiene Lobato para el caso de los frigoríficos ubicados en Berisso, el territorio de la

fábrica era amplio: no incluía solamente el lugar de la producción sino que se extendía

fuera de ella y se proyectaba en otras actividades.

b. Relaciones hacia el interior de la clase obrera y relaciones entre clases:

solidaridades y conflictos en el mundo del trabajo.

                                                            20 Lobato, Mirta Zaida. La vida en las fábricas. Prometeo Libros, Bs As, 2001. 21 Entrevista a Elvio P. Op.Cit.

En este apartado nos interesa rescatar los aportes de las entrevistas en dos aspectos: por un

lado lo que las mismas pueden reflejar en torno a las solidaridades y los conflictos

presentes hacia el interior de la clase obrera y, por otro, en relación a las características del

vínculo entre trabajadores y empresarios.

La presencia de actitudes solidarias entre los trabajadores aparece mencionada en diversos

testimonios, tanto en la vida cotidiana dentro de la fábrica como en los momentos de lucha

contra la patronal:

“Salvador: (…) el que trabajaba en la máquina a vapor tenía que ayudarle al de taller, y le ayudaba yo. Si a veces había unos troncos así que había que ponerle, cómo es, de leña, porque marchaba a leña y a petróleo.

Entrevistadoras: Se ayudaban entre todos.

Claro, no, andábamos bien. (…)”22

“Entrevistadoras: ¿Cómo era la relación entre los obreros?

Elvio: Siempre buena, éramos todos compañeros. Muy buena era. Y lo que pasa es que era gente que… muchos años trabajando juntos.”23

Coincidimos con el planteo de Schneider24 cuando sostiene que muchas veces la solidaridad

aparece reflejada en la utilización de un determinado lenguaje cargado de conceptos y de

denominaciones que dan cuenta de ella, como lo es por ejemplo el término “compañero”:

“Entrevistadoras: ¿Y cómo eran las relaciones entre los compañeros de trabajo?

Ovidio: No…era buena, era buena…eran todos compañeros…paraba uno y paraban todos…, no había ningún contrario ahí…paraba uno, paraban todos…en general te trataban muy bien los compañeros, todos se portaron, todos, todos…”25

                                                            22 Entrevista a Salvador L. Op.Cit. 23 Entrevista a Elvio P. Op.Cit. 24 Schneider, A. Los compañeros trabajadores, izquierda y peronismo, 1955-1973, Imago Mundi, Bs As, 2005. 25 Entrevista a Ovidio C. Op.Cit.

Ahora bien, como sostiene Schneider, la presencia de la cultura del compañerismo no

puede ocultarnos la existencia, al mismo tiempo, de actitudes distintas entre los

trabajadores, porque “(…) las actitudes individualistas conviven, en tensión permanente,

con las colectivas. En un contexto estructurado en clases, es inevitable que coexistan

conflictos que provoquen normas múltiples y contradictorias”26. Esto, al igual que las

evidencias de solidaridad, aparece también en los testimonios. Los siguientes fragmentos

muestran con claridad estas otras posiciones:

“Pedro: (…) [ellos] cuidaban la fábrica… ¿Y, cómo? Nosotros le paramos la fábrica para que no trabaje nadie, y ellos iban a cuidar la fábrica. ¡Ahí tenemos que pelear entre todos!

(…) Los negros (…) estaban…nos trataban de alcahuetes a Sacco y a mí…que éramos los dos que veníamos y poníamos la cara, que peleábamos con todos, porque pelábamos…cerrábamos, parábamos la fábrica, pero siempre…a los que íbamos a defenderlos nos trataban de alcahuetes.” 27

Allí la expresión “los negros” es utilizada en forma peyorativa para referir a aquellos

miembros de la clase trabajadora que no apoyaban las medidas de lucha durante los

conflictos. Resulta interesante entender que este entrevistado, a la hora de nombrar a

aquellos trabajadores con los cuales existían fuertes diferencias, recurre a un término

utilizado en el presente como modo de insulto y de menosprecio, cargado a su vez de un

carácter racista. Estamos nuevamente frente a la compleja relación pasado-presente que

implican las acciones de memoria.

Con respecto a los aportes que las entrevistas nos brindan a propósito de las relaciones

entre trabajadores y empresarios, cabe destacar que aparecen mencionadas acciones que

dan cuenta de la existencia de una resistencia por parte de los empleados al vínculo

asimétrico que existía para con los dueños de la fábrica:

“Entrevistadoras: ¿Ustedes tenían una persona que los iba controlando?

                                                            26 Schneider, A. Los compañeros trabajadores, izquierda y peronismo, 1955-1973, Op.Cit. Pág. 377 27 Entrevista a Pedro C. Op.Cit.

Salvador: Ah, sí. Sí, nos controlaban, el jefe vivía acá. Y a veces nosotros lo canchereamos también. Cuando el jefe se iba a dormir, llevábamos comida, la hacíamos ahí, comíamos ahí, hacíamos un asadito, le robábamos los limones (risas).”28

Se trata de pequeñas acciones presentes en la vida cotidiana en las fábricas a través de las

cuales se desafiaba la autoridad poseída por los propietarios del capital:

“Ovidio: Uy, yo me agarré con los Alevi, no una vez, ciento de veces…porque…por el sueldo…no nos pagaban la quincena, ni las quincenas nos pagaban, eran sinvergüenzas…Un día estaba fumando yo…cae el hijo, tenía un hijo (...) Me dice “¿sabe que acá no se puede fumar?”. “¿Quién?” le dijo. “Mi papá”. “Andá decile a tu papá que me pague la quincena que me debe, después que venga a prohibirme el pucho. Andá. No me vengás a reprender más por el pucho, andá…”. Y vino, vino el padre. “Qué me manda a su hijo acá, págueme la quincena que me debe, después ponga las cosas en orden, ¿estamos?”29

Sin embargo, existía una distancia clara entre propietarios y empleados e, incluso, entre

empleados de planta y jefes: la posición de superioridad material se corporizaba también en

el trato y en el lenguaje, a pesar de los episodios de resistencia que se mencionaron. En el

siguiente fragmento se visualiza tal distancia en ambas relaciones: con el patrón y con el

jefe. Si bien el entrevistado aclara que con éste último existía “confianza”, su recreación de

un diálogo permite entrever que el trato no era “de igual a igual”. Probablemente esto se

deba a que, aunque ambos percibían un salario, su monto no era el mismo, dado que la

posición ocupada dentro de la fábrica poseía diferentes estratos en función del grado de

responsabilidad de cada uno:

“Pedro: Yo estaba envasando tambores de cien litros… [hace un gesto indicando que vienen y lo tocan en la espalda...y mira hacia abajo, a un hombre bajo de estatura…, se ríe]. Yo no lo conocí… “Dígale a su jefe que le haga…que le ponga un tejido al embudo…porque puede venir un ratón y se va directamente a los tambores”…

Entrevistadoras: él andaba ahí en la fábrica, él mismo…

                                                            28 Entrevista a Salvador L. Op.Cit. 29 Entrevista a Ovidio C. Op.Cit.

Los sábados venía…los sábados a la tarde nada más… venía él…tenía que estar el gerente, el jefe de refinería, el jefe de…producción, eran tres, más él. (…) Los sábados a la tarde, que venía…caminaba toda la fábrica…

(…) le digo al jefe…yo con el jefe tenía confianza, porque el jefe vivía acá, me conocía….que yo había nacido acá y todo…, si yo vivía acá… Le digo “Jefe yo…”, porque yo lo respeté siempre, nada de ‘Chiche’, nada…’Jefe’. “¿Quién es ete petiso?”, le digo, “que anda ahí, con sombrero…” Y me miraba… “¿Cuál?” me dice. “El petiso ese que anda con sombrero, que agarró pa’ allá ahora”. “¿Y vos no sabés quién es?” me dice. “Y si te pregunto es porque no sé quién es…, por algo te estoy preguntando”. “Ese es tu patrón” me dice. “¡¿Qué?! ¿Ese es Don Miguel Marconetti? Bueno…” -le digo- “dice que acá hay que ponerle un filtro, urgente…” 30

Los testimonios también permiten entrever que la posición ocupada en la producción

imprimió marcas identitarias diferentes entre los trabajadores de la planta y los empleados

administrativos. Posiblemente el tipo de funciones desempeñadas por estos últimos y por su

papel activo en las tareas de planificación y de toma de decisiones cruciales para el

funcionamiento de la empresa (tales como el manejo de dinero, la facturación y la

realización de cobranzas y pagos) les hayan generado un sentido de pertenencia que no se

encuentra en los demás obreros entrevistados:

“Elvio: Teníamos camiones que llevaban la mercadería constantemente a puerto San Martín en Rosario y se cargaban los barcos. Y el aceite de girasol nosotros lo refinábamos, lo envasábamos porque teníamos envasadora, y lo vendíamos. Y el aceite de maní también y al aceite de girasol. Después empezamos a hacer aceite de maíz. Fuimos uno de los primeros en el país que nosotros empezamos a producir aceite de maíz, comestible.”31

La utilización de la primera persona del plural para referir a la empresa en la que se

desempeñaba este trabajador da cuenta de una diferencia grande con la manera en que los

obreros no administrativos hablan de la misma. La memoria de los entrevistados sin dudas

es también un aporte significativo para un análisis de este tipo en relación a los vínculos

identitarios generados por la experiencia del trabajo.                                                             30 Entrevista a Pedro C. Op.Cit. 31 Entrevista a Elvio P. Op.Cit.

III- Los trabajadores de Marconetti y el sindicato aceitero

Antes de realizar un análisis de los aportes de las entrevistas acerca del funcionamiento del

sindicato aceitero y respecto de las representaciones que han ido construyendo y

reconstruyendo los trabajadores en torno a la actividad sindical, nos parece necesario

realizar algunas consideraciones generales.

En primer lugar, coincidimos con Alejandro Schneider en afirmar que, durante el período

1955 a 1976, formar parte de un sindicato era un hecho central y casi natural para la

mayoría de quienes ingresaban a trabajar como asalariados a una fábrica, inclusive se

afiliaban aquellos trabajadores que tenían calificación y cargos jerárquicos. Es decir que era

característica de este período la existencia de una alta tasa de sindicalización en la mayoría

de las ramas industriales. “La afiliación a una entidad laboral representó un hecho casi

natural. El trabajador que se incorporaba en un establecimiento industrial (…),

inmediatamente se enrolaba en un sindicato.”32

En segundo lugar, debe puntualizarse la necesidad de comprender las prácticas gremiales

durante el período en cuestión como una parte integrante y esencial de la cultura de los

trabajadores. Esto tiene como implicancia, por un lado, que las funciones y presencia del

sindicato trascendieron la simple reivindicación económica, haciéndose presente en la vida

cotidiana de los obreros, en sus reclamos diarios en los lugares de trabajo y en las

actividades asistenciales, fundamentalmente la salud y educación. Y al mismo tiempo, que

la actividad gremial debe ser analizada como un aspecto central pero de un mundo de los

trabajadores que es más amplio, el cual incluye un abanico de prácticas y relaciones

sociales y culturales entre trabajadores y entre trabajadores y empresarios que van más allá

del sindicato, si bien éste las atraviesa en gran medida. En los apartados anteriores se

pretendió hacer referencia a algunas de esas prácticas y relaciones sociales y culturales de

los trabajadores a partir del caso analizado.

Por otro lado, coincidimos con la idea de James, y también de Schneider, según la cual el

proletariado industrial y sus organizaciones sindicales han desempeñado durante el período                                                             32 Schneider, A. Los compañeros trabajadores, izquierda y peronismo, 1955-1973, Op.Cit. Pág. 362

1955-1973 un papel político sumamente relevante, además del rol meramente gremial y han

conformado un “factor de poder indiscutido en esas décadas. Su fuerza social no

solamente descansó en el número y en la capacidad de integrar a su esfera de acción a una

proporción significativa de la población, también en el impacto de sus demandas

económicas y políticas en el conjunto de la sociedad.”33

El contexto de la proscripción propició la configuración de ese papel por parte de los

sindicatos. Ante la inexistencia para la clase trabajadora de una organización política legal

que canalizara sus aspiraciones y reivindicaciones políticas, los sindicatos se convirtieron

en las organizaciones institucionales encargadas de llevar a cabo dicha tarea.

Teniendo en cuenta las consideraciones realizadas, presentamos a continuación un bosquejo

de algunos de los aportes que resultan de un análisis de las entrevistas realizadas a

trabajadores de la aceitera Marconetti en torno a la actividad sindical. Combinamos esto

con aspectos metodológicas que nos parecen centrales a la hora del trabajo desde la historia

oral.

Al ingresar a la aceitera Marconetti, los trabajadores se afiliaban al Sindicato de Aceiteros y

Afines, que ya existía en la ciudad de Santo Tomé, según nos comentaron los entrevistados,

desde la década de 1940. Nos dijo el actual Secretario General del gremio:

“Joel: Ese local tiene una placa de 1944, fue fundado en 1944 (…). Actualmente es un sindicato de primer grado que abarca aceiteras del Departamento La Capital, Santo Tomé y todas las zonas aledañas.” 34

En esos primeros años, el sindicato había nucleado a los trabajadores de las aceiteras

Bonfantti y, más tarde (década de 1940) a los de Camusso y GEFA. Cuando cerraron estas

empresas el sindicato subsistió, reuniendo a trabajadores de la Bonfantti reabierta por un

período breve de tiempo y a los de Marconetti (la empresa empezó a funcionar desde 1951).

Informes consultados de la División General de Informaciones de la Provincia de Santa Fe,

confirman esos datos. Uno de ellos, con fecha del 4 de julio de 1967, dice, respecto del                                                             33 Schneider, A. Los compañeros trabajadores, izquierda y peronismo, 1955-1973, Op.Cit. Pág. 361 34 Entrevista a Joel B. realizada por C.Brandolini y D.Bianco en la ciudad de Santo Tomé, 27 de julio de 2011.

sindicato santotomesino, que para ese año reunía 165 afiliados. Ese sindicato pasó a formar

parte, en 1947, de la Federación de Obreros y Empleados de la Industria Aceitera y Afines

del país creada en ese año. Dicha Federación de carácter nacional adquirió personería

gremial en 195035.

Las entrevistas realizadas, en primer lugar, nos permiten indagar acerca de cómo los

trabajadores comenzaban a vincularse o, por el contrario, a cómo se mantenían alejados de

la actividad sindical. Y también a representaciones que los actores han construido acerca de

esos vínculos y acciones. Pedro, por ejemplo, nos contaba la función que había comenzado

a desempeñar en el sindicato:

“Entrevistador: ¿usted era delegado?

Pedro: No… tesorero…estaba con Sacco, porque después se fue el Secretario General que era Mateo Balieri, se fue a Buenos Aires y el quedó allá…y él se salvó…nosotros quedamos en la calle, todos en la calle…” 36

Mateo nos comentaba también acerca de sus primeros pasos en el gremio hasta llegar a

Secretario General de la seccional Santa Fe del gremio Aceitero y Afines y luego al

secretariado a nivel nacional de la Federación Aceitera.

“Mateo:(…) yo entré a trabajar en GEFA, la que estaba en la ruta diecinueve, en el año 57. Después cerró y entré a trabajar en Marconetti hasta el 83. Después me fui de encargado al hotel de La Falda, pero siempre siendo secretario general del gremio. Y después me fui a la central allá en Buenos Aires, que es la madre del gremio aceitero en todo el país, eso se llama Federación Aceitera y abarca a todos los aceiteros del país. Y ahí estuve 13 años. Después ya entré en el terreno de los jubilados, me jubilé allá en Buenos Aires, pero siempre dependiendo del gremio, dejé el gremio cuando me jubilé, ya hace… en el 87 más o menos me jubilé yo. (…)” 37

El fragmento citado pone de relieve la centralidad que ha tenido el gremio para este actor

que se ha involucrado en la actividad sindical durante gran parte de su vida.                                                             35 Ver documento de aprobación de la solicitud de personería jurídica realizada por la Federación: Expediente del Ministerio de Trabajo 11.953-A-48, 5 de octubre de 1950. Biblioteca Bialet Massé. 36 Entrevista a Pedro C. Op.Cit. 37 Entrevista a Mateo B. OP.Cit.

Cabe plantear aquí que, en el marco de las entrevistas, se lleva a cabo un proceso activo y

dinámico de construcción y reconstrucción de la memoria, que el entrevistado realiza en

interacción con el entrevistador para dotar de sentido el pasado y conectarlo con el

presente. Laura Tornay y Natalia Vega sostienen que la memoria, en tanto construcción

social narrativa, otorga el sentimiento de continuidad y de coherencia a una persona o

grupo en la reconstrucción de sí mismo, siendo centrales en la constitución de la identidad.

En el caso de Mateo, los sentidos que va reconstruyendo sin duda tienden a ir reforzando su

identidad como dirigente gremial.

Las respuestas que van elaborando los entrevistados frente a nuestras preguntas nos acercan

también a información respecto de la elección de delegados gremiales por fábricas y de la

comisión directiva del sindicato, así como también acerca de la existencia de diferentes

secciones y roles dentro de la institución gremial. Los trabajadores elegían un delegado por

fábrica (sólo había más delegados cuando se trataba de empresas grandes, y no era el caso

de Marconetti ni el de las demás aceiteras de la ciudad) que mantenía contacto con la

comisión directiva del sindicato, cuyos integrantes también eran votados por los

trabajadores a partir de la confección de listas y candidatos.

“Entrevistador: ¿Y cómo funcionaba, tenían delegados, ustedes votaban los delegados?

Salvador: Sí, sí. Bueno acá hay uno que está en la Alianza, un tal Balieri, ese fue delegado. Manejaba todo, iba por todas las aceiteras del país. (…)

Entrevistador: ¿Quién se convertía en delegado o miembro de la comisión directiva?

Salvador: Se elegían por ejemplo el que era más capaz, el que se da cuenta, viste, puede ser Fulano, puede ser sultano, y se formaba una comisión.(…)”38

Al mismo tiempo se pone de relieve una constante dificultad para precisar fechas, para

reconstruir una cronología y se evidencia una confusión temporal que lleva a mezclar

hechos ocurridos hace muchos años atrás con la situación actual del sindicato. Los tiempos

                                                            38 Entrevista a Salvador L. Op.Cit.

se superponen, se mezclan y se confunden en la rememoración, como se manifiesta en el

siguiente ejemplo:

“Mateo: Y de ahí estuve de secretario general del gremio hasta el 96. Treinta y… treinta y seis años estuve de secretario general.

La mujer: No, treinta y ocho estuviste casi…

Entrevistador: ¿Del gremio a nivel nacional?

Mateo: A nivel nacional estuve 13 años, 13 años. Pero atendía también acá eh (…)” 39

Laura Tornay y Natalia Vega sostienen que las fuentes orales se basan en un tipo particular

de veracidad ya que “no hay testimonios orales falsos; las afirmaciones ‘equivocadas’ [los

‘errores’, las discrepancias, etc.] siempre son psicológicamente verídicas. Incluso, la

importancia de un testimonio puede verse incrementada cuanto más se aparte de los

hechos dejando entrever la imaginación, los temores y los deseos del actor”40, que necesita

otorgar sentido al pasado desde el presente.

Las entrevistas nos permiten también indagar en torno a la heterogeneidad de posiciones

respecto al sindicalismo. Por ejemplo Elvio –empleado administrativo, encargado de las

tareas de contaduría y liquidación de sueldos–, manifiesta que a pesar de haberse tenido

que afiliar por su ingreso a la fábrica, no se acercó a participar del gremio y en muchas

ocasiones, no estuvo de acuerdo con su modo de funcionamiento.

“Entrevistador: Usted como empleado administrativo, ¿podía sindicalizarse, estaba dentro del sindicato?

Elvio: Yo nunca estuve metido en el sindicato, pero siempre estuve afiliado viste, sí, todos teníamos que estar afiliados. Yo venía a ser personal jerarquizado ya porque yo no tenía horario de entrada ni salida, salía, porque a lo mejor yo tenía que ir al banco, a todos lados salía en el auto de la empresa (…).” 41

                                                            39 Entrevista a Mateo B. Op.Cit. 40 Tornay, M. L. y Vega, N. Op. Cit. Pág.10. Como sostiene Jelín “La memoria es una fuente crucial para la historia, aún (y especialmente) en sus tergiversaciones, desplazamientos y negaciones, que plantean enigmas y preguntas abiertas a la investigación”. En Jelin. E. “Historia y memoria social”. En Internet: www.cholonautas.edu.pe , Módulo Virtual, Memorias de la violencia. Pág.11 41 Entrevista a Elvio P. Op. Cit.

También es interesante contrastar esas posiciones con la mirada construida por los

sindicalistas respecto de los compañeros que no se afiliaban y/o que no se solidarizaban con

los demás en los momentos de conflicto y reclamos:

“Entrevistador: ¿La mayoría era afiliada?

Pedro: Claro, pero había tres o cuatro que…había dos, uno el yerno del jefe de los mecánicos, otro un petisito y otro un viejo, los tres…ellos iban a cuidar la fábrica. Nosotros quedábamos en la calle y ellos iban a cuidar la fábrica. Si hacíamos un paro era para que nos paguen (…)”42

Varios fragmentos de las entrevistas realizadas nos permiten a su vez aproximarnos a datos

y representaciones sobre la filiación política del sindicato y, vinculado a ello, a sus

estrategias de acción (sobre las que luego haremos referencia).

“Entrevistador: ¿Y en esos primeros tiempos cuál era la filiación política del gremio?

Mateo: ¿Política?

Entrevistador: Sí, ¿eran peronistas, o no…?

Mateo: Bueno, yo te digo que sí. Yo te digo que sí, los sindicatos en aquel entonces eran casi el 99 por ciento peronistas. Y en la central obrera, cuando yo estaba, de la central te hablo, también, el 99 coma 9 (…)”43

Los informes de la Dirección de Informaciones consultados permiten corroborar la filiación

política del sindicato en cuestión, pero además entrar a analizar e indagar en torno a cómo

el Estado veía a este sindicato (y a los aceiteros en general), en comparación con otros, y

acerca de la existencia de una estructura compleja dependiente del Estado que se dedicaba a

la persecución ideológica de los sindicatos (entre otras agrupaciones), testimoniada por la

misma existencia de este tipo de documentación:

                                                            42 Entrevista a Pedro C. Op. Cit. 43 Entrevista a Mateo B. Op. Cit.

“Los miembros de las comisiones directivas que se adjuntan no registran antecedentes

ideológicos, atribuyéndoles a la mayoría inclinación peronista.”44

Retomamos a continuación las percepciones y representaciones resignificadas desde el

presente que pone en palabras el ex Secretario General del gremio aceitero, en referencia a

la experiencia vivida durante la proscripción y resistencia peronista. Hay que tener en

cuenta que este trabajador entra al Secretariado recién hacia principios de la década del ’60.

“Entrevistador: O sea que a toda la época de la resistencia peronista ustedes la vivieron desde adentro del gremio…

Mateo: Sí, sí. Yo estuve en la reclusión cuando fue la reclusión, y tuve mis problemas también porque en ese tiempo no se podía… no… ni hablar se podía, ¡porque estaban los militares!, porque esa es la verdad, estaban los militares. Yo casi casi me mandan a (señal de lejos) a los pingüinos. Porque existía la ley, la 21.400 de que vos no podías hacer paro, no podías hacer nada, esa es la verdad. Pero igual. Y bueno en la lucha vos sabés que se pone a veces la cara y a veces no. Y bueno, nosotros hacíamos reuniones clandestinas hasta que se fue el golpe militar y bueno, se reorganizó otra vez todo.”45

Mateo recuerda haber sido perseguido y controlado durante este período de los “militares”

y también haber realizado reuniones “clandestinas” con sus compañeros del sindicato,

reuniones prohibidas por ley. Podemos afirmar a partir de este caso que la “resistencia” se

manifestaba en diferentes terrenos, no sólo al interior de la fábrica, sino también en otros

espacios (como a través de reuniones clandestinas en domicilios particulares), teniendo

como consigna última, el “Perón vuelve” y como objetivo la defensa de las condiciones

laborales y de organización obrera. Si bien creemos que la persecución a los sindicalistas de

este gremio puede haberse planteado en este período, también consideramos que es

necesario tener en cuenta que esa idea es una construcción realizada por el entrevistado

desde el presente, por lo cual se trata de una resignificación realizada sobre la base de

interpretaciones y sentidos posteriores acerca del período. No ponemos en duda la

“veracidad” que para el entrevistado tiene su relato, pero al contrastar el testimonio con

otras fuentes (por ejemplo documentación de la DIP en la que se plantea a los aceiteros

                                                            44 Memorandum, 4 de julio de 1967. Dirección General de Informaciones. Archivo Provincial de la Memoria. 45 Entrevista a Mateo B. Op.Cit.

como un sindicato no muy conflictivo, no muy “peligroso”), nos permitimos plantear como

hipótesis que esa idea de Mateo puede ser más producto de una reinterpretación hecha a la

luz de miradas más recientes sobre el período que lo que efectivamente tuvo lugar en la

realidad vivida.

Consideramos que el sindicato aceitero se caracterizó durante el período analizado por una

lógica y modalidad de acción basada en el pragmatismo institucional, y fundamentalmente

la negociación antes que la confrontación, alineándose en la llamada “corriente vandorista”,

iniciada en los años ’60. Hacia el interior del gremio se observa también una progresiva

concentración del poder en la dirigencia, fundamentalmente en el Secretario General.

Estas características quedan de manifiesto en diferentes fragmentos de los relatos que

fueron construyendo nuestros entrevistados. Mateo nos contaba cómo ganó por primera vez

las elecciones para delegado, su mujer planteó luego la idea de que “siempre ganaba él”.

“Mateo: Entonces un día, convocan la asamblea para elegir el delegado ese que yo te dije hoy para la fábrica. Bueno, me dicen mirá, vos tenés que ir a la asamblea… ¿y a qué mierda voy a ir si yo no sé nada? Vos tenés que ir… La cuestión es que le digo a mi señora, mirá, poné el reloj que mañana tengo la asamblea, y me fui. Y bueno… Justamente, los postulantes eran Quinino Ceballos, y por ahí me viene como un balde de agua cuando me nombran a mí de postulante también, y yo le dije que no, que estaba de acuerdo con que sea él, que si él lo cambiaba que yo… levantan la mano y le gano yo. Le gano yo (sonrisas)

Su mujer: Y siempre ganaba él

Mateo: Le gano yo. Pero, por supuesto, con la contra nos dimos la mano, y al poco tiempo me puse de tesorero después. Porque fue una elección sana, nomás que a mí me apoyaron la gente grande viste (…)46

Por otro lado, otras partes de la entrevista a Mateo, nos acercan a la imagen que él

rememora del dirigente sindical como “interventor” (mediador, negociador) en los

conflictos obreros. Si bien en el siguiente fragmento nos habla de conflictos de trabajadores

                                                            46 Entrevista a Mateo B. Op.Cit.

aceiteros sucedidos en otras localidades, hace referencia al rol que él desempeñaba como

dirigente de la Federación Aceitera y también da cuenta de las estrategias de acción que

caracterizaron a los sindicatos aceiteros nucleados en esa Federación, durante el período en

cuestión (las cuales se detallaron anteriormente):

Mateo: Y el conflicto más grande más grande fue en Santo Pipó, Misiones. Ahí sí casi… pierdo la vida cuando estuve ahí. Porque existía un conflicto entre dos bandos viste, los paraguayos azules y los paraguayos colorados, el colorado y el azul. Bueno era un sector que no podía entender que… yo estaba puesto por ley, era interventor mandado por la central obrera. Bueno, y un día, se vinieron casi 50 o 60 a Posadas. (…)Y bueno hicieron… se llama asentadero en la puerta de la iglesia. Y bueno, me llama el gobernador, me llama para que solucionara el conflicto. Y le dije al gobernador que yo no cruzaba la plaza porque peligraba, ¡la vida!. Bueno, que sí que no, la cuestión es que nos mandamos. Y bueno, estaba amenazado de muerte, amenazado de muerte, tuve que poner los guardaespaldas, y bueno, tuve los guardaespaldas, los tuve por tres o cuatro meses hasta que ya calmó, terminó el conflicto, acabé el mandato, los acomodé a todos, los uní a todos, los uní, y llamé a elecciones… Pero ahí sí. Después lo demás, las otras más intervenciones que tuve, no, era todo pacífico (…)47

En muchas otras partes del relato, Mateo y otros trabajadores nos dejan en claro la

estrategia y modalidad o repertorio de acción que caracterizaba al sindicato aceitero: la

huelga acompañada de la negociación estratégica.

Mateo: (…) yo pienso de que el problema que yo tenía lo quería arreglar yo, no que me lo arreglara un tercero, porque es muy fácil (…) ser secretario de un gremio y por cualquier conflicto [ir] al ministerio de trabajo o a juicio. Y bueno, ¡para eso no necesitás un gremio! El gremio, el secretario general o bien los de la comisión directiva que en especial siempre lo agarra el secretario general, es conversar con la parte patronal y hacerle entender que no tiene razón, y si tiene razón, tiene razón, esa es la moción, porque si no es muy fácil, como dije recién. A vos te suspenden tres día, cuatro días, juicio. Te suspenden diez días, juicio. Y entonces vos decís ¿yo pa qué quiero gremio así? ¿para salir en televisión? ¿para cortar la ruta? Eso de cortar rutas es un delito criminal eso de cortar rutas.

                                                            47 Ibidem.

Entrevistador: ¿Ustedes qué hacían por ejemplo cuando había conflictos, cómo los…?

Mateo: Lo conversábamos, sí, sí, lo conversamos. Bueno, si vos lo conversás diez días, quince días, veinte días y no hay arreglo, bueno, ya ¿qué vas a hacer? Tenés que ir a… llevarla a juicio.

(…) a veces, está bien, tenemos que ser sinceros, a veces nosotros y bueno… a veces nos equivocamos viste, o hacemos alguna cosita que el empresario tiene razón también, no es cierto… no lo vamos a… no le voy a sacar el cuerpo. Pero vos tenés que pensar que si a un obrero lo suspenden ocho días o diez días, sí, vos lo llevás a juicio, se o ganás, teniendo razón se lo ganás, pero tenés que esperar un año y medio, o tenés que esperar dos años.

(…) Entonces la ventaja del dirigente es ir a conversar y que si vos sabés que tiene no razón el empresario tenés que hacerle entender que bueno, se equivocó, que tiene hijos, tiene la mujer y hay que darles de comer. Y bueno, que le levanten la suspensión en seis días como hacía yo… yo, esa era mi norma, esa era mi norma. No es lo mismo llegar a fin de quincena y cobrar cuatro días que cobrar diez; no es lo mismo cobrar hoy que cobrar en dos años el juicio ¿te das cuenta? Esa es la función del dirigente gremial. (…)”48

Por último, los testimonios orales construidos a partir de las entrevistas, también nos

permitieron abrir líneas de análisis respecto de la situación que atravesó el sindicato

aceitero y los trabajadores de Marconetti durante la última dictadura militar y

posteriormente, ya en el contexto de la transición democrática, los posicionamientos del

gremio en el contexto del cierre de la empresa (septiembre de 1986). A estas dos cuestiones

haremos referencia en este cierre del apartado.

Mateo y Juan nos relatan algunas cuestiones en relación a esta coyuntura histórica, pero

cabe señalar que muchos no se ven muy dispuestos a hablar de lo vivido en estos años y

aparecen los silencios o los cambios de tema. Las narraciones de Mateo y de Juan, ambos

involucrados con la actividad sindical, nos hablan acerca de las medidas implementadas por

el gobierno para disciplinar a la clase obrera y sus sindicatos, leyes represivas que imponían

por ejemplo: la prohibición del derecho a huelga, y la prohibición y la intervención de los

sindicatos (Mateo nos menciona varias veces que le querían aplicar “la 21.400”). También

                                                            48 Ibidem.

ponen de manifiesto el hecho de la persecución a aquellos sindicalistas que adherían a

tendencias políticas de planteos más radicalizados. Ambos parecen coincidir en que no

hubo trabajadores de Marconetti apresados ni desaparecidos, pero sí algunos que “tuvieron

que disparar”. Y en el caso de Juan, se vislumbra un intento de dejar claro que él y sus

compañeros “tenían esa ideología de monto o del ERP”.

Nos parece también relevante el hecho de que las entrevistas dejan entrever que, a pesar de

la situación, de las imposiciones y prohibiciones, se implementaron estrategias de

resistencia: el seguir reuniéndose, haciendo asambleas e incluso huelgas, en defensa de los

derechos de los trabajadores. Sostenemos, a partir del análisis del relato de nuestros

entrevistados, que algunos de estos trabajadores pusieron en marcha una combinación de

formas de resistencia abierta (las huelgas) con formas defensivas, a veces colectivas, otras

veces individuales, de lo que Falcón y también Dicósimo denominan “resistencia

molecular” (reuniones clandestinas, trabajo a desgano, etc.):

“Entrevistador: (…) ¿durante los gobiernos militares hubo problemas?

Mateo: Sí sí, sí

Entrevistador: ¿Pero seguían haciendo huelgas?

Mateo: Sí señor, y no se podía asambleas ni nada. Yo acá estoy en condiciones de decirte que a veces inventábamos un cumpleaños… Y nos juntábamos diez, doce o quince

Entrevistador: ¿La comisión directiva o distintos…?

Mateo: No, no. La comisión directiva. Y sí, vos no podés comprometer gente que… algún activista también viste, pero… Y nos íbamos a la costa, o a la casa a mi casa o a la tuya, a la tuya, y siempre alguno cumplíamos años, ¡y claro! Entonces venía la policía, venía, había una excusa, ¿te das cuenta? Cuando se hizo un conflicto en Marconetti, existía la 21 400. A mí te digo que casi me mandan a los pingüinos, porque dicen que estaba violando la ley.

Entrevistador: ¿Por qué época fue eso más o menos? Para ubicarnos en el tiempo…

Mateo: Y en el 80… 84…. Cuando estaban los militares. Que acá estaba el teniente coronel Aragona que era delegado del ministerio de trabajo. Era teniente coronel Aragón, era militar.

Su mujer: El que había en la municipalidad era militar también

Mateo: Acá estaba Toniolo

Su mujer: Toniolo, militar era.

Entrevistador: ¿Hubo algún dirigente o algún obrero que haya caído preso acá en Santo Tomé?

Mateo: No, no no. Que hayan disparado sí. Una vez yo estaba en el sindicato con el pro estaba, y me avisa una vecina que estaban poniéndolo preso a un dirigente gremial de Santa Fe. Entonces yo me vengo, tenía una bicicleta acá y me voy al campo, mi viejo estaba en el campo entonces me voy al campo. Era verano, y bueno, le digo a mi señora, deciles que “Salió y todavía no volvió”, y bueno, no dormí tampoco en las piezas, dormí en… Aparecí al otro día a las 7 de la mañana acá, porque que me lleven de día es una cosa y que me lleven de noche es otra cosa. Son dos cosas distintas. Y bueno a mí nunca… Que sí que ya una vez me querían aplicar la 21400, es cierto.”49

“Entrevistador: Y durante los gobiernos militares, ¿hubo problemas con los sindicatos?

Juan: Ahí a la vuelta trabajaban unos chicos que después tuvieron problemas con la justicia, porque eran montoneros, y así…pero nosotros los de acá, no…nosotros éramos todos peronistas o radicales, pero no teníamos esa ideología de “monto” o el ERP. Por ahí te apuntaban como que eras de esos grupos, pero no…Nosotros éramos todos…si luchábamos por algo, éramos peronistas o antiperonistas pero no, no…”50

Finalmente, retomamos dos fragmentos de entrevistas distintas que nos permiten mostrar la

multiplicidad de puntos de vista con respecto al posicionamiento del gremio en el contexto

del cierre de la fábrica. A continuación, la mirada del ex – Secretario General del sindicato:

“Entrevistador: ¿Y acá el cierre de Marconetti cómo fue?

Mateo: Y… fue pa desgracia, porque ni cobraron acá la gente en el cierre de Marconetti. Porque Marconetti tenía todo prendado, y la gente habrá cobrado, nada habrá cobrado. Cobró, un 20 por ciento de lo que le correspondía, un treinta por

                                                            49 Ibidem. 50 Entrevista a Juan .Z. Op.Cit.

ciento… porque era… ya te digo, todo prendado eso era, todo prendado por el banco era.

Entrevistador: ¿Y el gremio ahí no pudo hacer nada?

Mateo: qué va a hacer hija si en la ley primero están los bancos, estando embargado, si hay un remate, el banco cobra primero. Los honorarios del personal son privilegiados también. Lo poco que quedó del juicio que se le hizo, y bueno, unos cobraron el 30 por ciento, otros el 20, otros el 40. El máximo el 40, ni la mitad. (…)”51

Muy distinta es la mirada de algunos obreros que tenían una visión muy negativa del

sindicato, tal es el caso del ya mencionado Francisco:

“Francisco: ¿Cómo se llega? Digamos…a lo que yo te voy a contar…Nos debían tres meses, tres meses de sueldo. Quisimos hacer un paro…viene este señor…Balieri y Caputta…No, no es momento muchachos, no…como vamos a hacer paro…

Bueno, vienen los patrones y al poco tiempo arreglan, al poco tiempo empiezan a pagarnos más o menos parejo y quedaron…un mes adentro y un aguinaldo…con promesas de que lo iban a arreglar…el…Ya habían avisado que se iban, que tanto Arcor como (nombre de otra empresa que no entiendo) pero había un contrato firmado para cuatro años. Ellos ya tenían su fábrica de 3 mil toneladas, pero tenían que cumplir el contrato que tenían con nosotros, así que durante cuatro años nos tenían que dar trabajo.

Viene un día, ‘Vamos afuera, vamos afuera, vamos afuera, qué se creen estos choros de guante blanco’, Balieri, Caputta… ‘Estos choros de guante blanco’. ‘Pero nos están debiendo esto…’. ‘No, vamos afuera’. Pero le digo ‘no salgan, no salgan, porque ustedes van a salir a la puerta y le van a meter candado’. Me trataron de alcahuete…le digo ‘Yo de electricista voy a conseguir trabajo en la esquina, a ustedes los van a comer los piojos’. Salieron afuera, metieron candado, entonces levanatron el contrato porque no querían trabajar…

¿Quién salió ganando?, ¿Quién quedó bien parado?...Haber si me decís…Yo todavía no cobré…porque me echaron de Marconetti…

Entrevistador: No le pagaron indeminización, nada…

                                                            51 Entrevista a Mateo B. Op.Cit.

Francisco: No…¿quién quedó con plata? Que vino de allá cierto…para hacer la gauchada para que cierre, para no tenerlos cuatro años…

Entonces ese contrato se levantó para todos, ninguno pudo seguir trabajando…

No, ninguno…y se cumplió lo que yo les dije…yo exactamente a los dos días empecé a trabajar en la Tool y ellos andaban pidiendo limosna poco más…andaban cortando pasto…se cumplió lo que yo les dije. Si estaba clarito a la legua que querían hacer eso…Querían que salgan afuera, que haya un motivo de…de problema, entonces…poder decir… ‘ah no, éstos no quieren trabajar, rompemos el contrato’…

(…) me trataron de alcahuetes todos a mí, que yo era alcahuete de los patrones, que yo les explicaba y les recontra explicaba lo que estaba pasando…pero tienen un poder de convencimiento el gremialista (…)”52

A modo de conclusión

Diferentes puntos de vista sobre una misma cuestión. La construcción de estas

representaciones mucho tiene que ver con trayectorias y vivencias distintas, formaciones

diferentes, entre otros factores. Lo que nos parece relevante de puntualizar es la necesidad

de analizar la multiplicidad de sentidos y apreciaciones que los sujetos atribuyen a sus

prácticas y a los hechos en los que se han visto involucrados, a partir de los cuales muchas

veces justifican y fundamentan esas prácticas o acciones. Se trata de recuperar la

subjetividad de los actores y problematizar el análisis de la realidad vivida desde un

determinado lugar, en este caso, la fábrica.

Las interpretaciones, las evaluaciones y valoraciones que el actor hace de lo que está

relatando y sus representaciones, son también elementos claves que constituyen objeto de

conocimiento histórico. Esa es la dimensión “subjetiva” a la que, de manera privilegiada,

nos dan acceso los testimonios con los que trabajamos desde la Historia Oral; además de

permitirnos también acceder a datos explícitos sobre distintas realidades que difícilmente

                                                            52 Entrevista a Francisco S. realizada por C.Brandolini y D.Bianco en la ciudad de Santo Tomé, 10 de agosto de 2011.

podríamos encontrar en otro tipo de fuentes, pero que sin duda debemos analizar

críticamente y poner en triangulación con el aporte realizado por otra documentación.

La crisis del sindicalismo de Estado: de la dictadura militar de 1976 al modelo neoliberal menemista

Lic. Gustavo Di Palma Pertenencia Institucional: Adscripto en el Centro de Estudios Avanzados (CEA) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Palabras clave: sindicalismo de Estado, peronismo, movimiento obrero. Introducción

Durante la dictadura militar y las dos primeras décadas de la etapa democrática iniciada

en 1983, el movimiento obrero organizado experimentó un dinámico proceso de

reacomodamiento interno, situación que se intensificó durante el gobierno de Carlos

Menem. Desde 1989 el sindicalismo mantuvo su vinculación con el peronismo como eje

vertebrador, aunque la fórmula neoliberal combinada con prácticas clientelares de base

territorial le hicieron perder espacio político y capacidad de intervención en las decisiones

macroeconómicas del Estado, obligándolo a replantear sus estrategias.

Las distintas posiciones frente a los sucesivos gobiernos de la etapa 1976-1999, y

particularmente con relación a la política económica y la reforma laboral del menemismo,

produjeron persistentes divisiones de la CGT pero también el surgimiento de espacios

alternativos bien definidos, como el Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA)

dentro de la propia central obrera, o la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA), fuera

de esa estructura. La crisis del modelo sindical instaurado por el peronismo abrió de esa

manera un profundo debate interno en el seno del movimiento obrero organizado.

La estrategia dual de confrontación-negociación del poder sindical con el Estado, desde

la dictadura hasta los gobiernos de Raúl Alfonsín y Carlos Menem, delimitan el problema

sobre el que se indaga en este trabajo. El criterio de recorte temporal se basa en la hipótesis

sobre el proceso de culminación del ciclo caracterizado como sindicalismo de Estado, con

nuevas estrategias y formas de relación de la dirigencia tradicional y el poder político-

económico que desembocaron en el modelo basado en el “sindicalismo de negocio” de la

etapa neoliberal.

1. Los setenta: apogeo y declive del sindicalismo peronista

A lo largo de la etapa en que los gremios se desarrollaron bajo la tutela estatal (iniciada

a partir del ascenso de Juan Domingo Perón al poder en 1943 y que puede ser caracterizada

como “sindicalismo de Estado”), las organizaciones gremiales más importantes llegaron a

controlar una gran masa de afiliados y recursos económicos, incluyendo el manejo de las

obras sociales, hecho que derivó en una creciente burocratización de las estructuras y creó

condiciones para que los dirigentes se sintieran tentados por la corrupción, el clientelismo y

hasta el uso de la violencia para mantener el control de sus dominios. Esta situación se

profundizó entre las décadas del sesenta y setenta, un periodo en el que los gremios también

demostraron ser la herramienta más eficaz para la subsistencia del peronismo proscripto,

alentando una descarnada disputa de espacios de poder con la dirigencia política del

movimiento. Los tiempos de violencia ubicaron al sindicalismo peronista en el ala derecha

del movimiento, enfrentado a balazos con los sectores juveniles y de izquierda.

A mediados de los setenta, los gremialistas alcanzaron el máximo grado de poder e

influencia en la estructura del Estado y ocuparon un rol protagónico en medio del caótico

escenario en el que se terminó hundiendo el tercer gobierno peronista, situación que

erosionó notablemente su imagen frente a la sociedad. El alto nivel de adhesión de los

trabajadores hacia el peronismo tenía como contexto un mercado laboral en condiciones de

plena ocupación, que permitía a los aparatos gremiales captar altos niveles de afiliación (no

siempre en forma espontánea) y negociar desde una posición ventajosa dentro de la puja

distributiva en gran escala desatada en ese momento.

La fuerte presión por aumentos salariales en la negociación colectiva convirtió a los

gremialistas en colaboradores activos de la debacle que liquidó el delicado equilibrio

macroeconómico logrado durante la presidencia de Perón, situación que terminó

transfiriendo todo el poder político al establishment financiero encaramado en el plan

económico de los militares.53 La ruptura del equilibrio comenzó en realidad con el

“Rodrigazo”, brutal ajuste del tipo de cambio, las tarifas y los combustibles dispuesto el 4

de junio de 1975 por el ministro de Economía Celestino Rodrigo.

                                                            53 Palomino, Héctor, “Los cambios en el mundo del trabajo y los dilemas sindicales”, en Suriano, Juan, Dictadura y democracia (1976-2001). Colección Nueva Historia Argentina, Tomo X, Buenos Aires, Sudamericana, 2005, p. 381.

Por esos años, la negociación de los metalúrgicos operaba como “caso testigo” para los

convenios colectivos de las restantes ramas de actividad, situación demostrativa del rol

decisivo que tenía la actividad industrial hasta ese momento. En tal escenario aparecía la

figura del hombre fuerte de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Lorenzo Miguel,

heredero del legado vandorista estrechamente vinculado al gobierno y con decisiva

influencia en el movimiento obrero organizado.

El fuerte ajuste económico de orientación neoliberal, paralelo a las duras medidas

represivas del gobierno militar contra la dirigencia gremial,54 dejó como resultado una

drástica desarticulación del aparato productivo nacional. El efecto más contundente en el

ámbito sindical provocado por el programa del ministro de Economía José Alfredo

Martinez de Hoz fue la profundización de la pérdida de preponderancia de los grandes

gremios industriales dentro del movimiento obrero.

La acción represiva por un lado trató de eliminar a los sectores combativos o clasistas

que actuaban particularmente en las comisiones internas de determinadas empresas

(mediante secuestros o asesinatos clandestinos); por otro, puso en prisión y amenazó a

dirigentes nacionales de los sectores moderados u ortodoxos bajo el cargo de corrupción.

Según el informe elaborado por la CONADEP años después, el mayor porcentaje de

víctimas de la represión proviene del campo del movimiento obrero.

La dictadura derogó la Ley de Asociaciones Profesionales 20.615 aprobada en 1973 y

puso en práctica la ley 22.105, que aunque reconocía la personería gremial para el sindicato

único por actividad e incluía al régimen electoral dentro de los estatutos sindicales

aprobados por el Ministerio de Trabajo (como la norma anterior), introdujo varios aspectos

que atacaban los pilares fundamentales del modelo vigente hasta entonces. El nuevo

instrumento contemplaba la posibilidad de más de un sindicato, la disolución de las

confederaciones, el impedimento para intervenir en política partidaria y el recorte del poder

económico sindical al dejar de percibir los recursos provenientes de las obras sociales, a las

que no podían conducir ni administrar. Además, se redujo a tres años el mandato de los

cargos directivos, con limitaciones a la reelección.

                                                            54 Estas medidas incluyeron suspensión de la actividad gremial, prohibición del derecho constitucional de huelga, intervención militar a la CGT y a varias entidades gremiales, declaración de ilegalidad de las 62 Organizaciones y embestida contra la legislación laboral a través de una serie de medidas regresivas. Varios dirigentes fueron detenidos, algunos incluidos en las denominadas “Actas de Responsabilidades Políticas” y otros puestos a disposición del Poder Ejecutivo o desaparecidos.

Pese a los embates de la dictadura, la dirigencia que formaba parte de las organizaciones

gremiales intervenidas más poderosas buscaron acomodar el cuerpo para preservar sus

intereses, lo que se reflejó a través de una actitud más permeable al entendimiento con el

poder militar. En contraste con los gremios más importantes, los gremios menores no

intervenidos adoptaron gradualmente un perfil confrontativo hacia el gobierno del proceso,

lo que terminó motorizando, a la postre, una fractura cuyo antecedente inmediato se

verificó durante otra dictadura, la de Juan Carlos Onganía.

La metodología dual frente a un régimen represivo no fue entonces una novedad. La

postura más combativa y antagónica fue ejercida por el “Grupo de los 25”, con Saúl

Ubaldini (gremio cervecero) como figura sobresaliente, en contraste con la moderación y la

actitud negociadora de la Comisión de Gestión y Trabajo, luego autodenominada Central

Nacional de Trabajadores (CNT), donde Armando Cavalieri (empleados de comercio),

Oscar Lescano (electricistas de Luz y Fuerza) y Jorge Triaca (plásticos) eran exponentes

principales. Otra vez, la CGT quedó dividida en dos sectores que parecían irreconciliables:

la CGT Brasil (con el tiempo denominada CGT República Argentina), liderada por

Ubaldini y la CGT Azopardo, controlada por los “gordos” de la CNT.55

Más allá de esa fractura, ambas vertientes mostraron una coincidencia: ninguna exhibió

un compromiso decidido con el reclamo por los derechos humanos, pese a que la mayoría

de los desaparecidos provenían del movimiento obrero y en muchos casos habían sido

dirigentes sindicales e integrantes de comisiones internas.56 Ni los dirigentes más duros

quedaron al margen de la acusación sobre sus relaciones con la dictadura militar, aunque la

imagen confrontativa de Saúl Ubaldini logró una importante proyección, que le sirvió, en

términos políticos, para hacer sentir su poder durante los años de Alfonsín. Esto le sirvió

también para capitalizar el apoyo de los “gordos”, cuya vigencia, lejos de diluirse, se

acrecentó durante los primeros años de democracia.

                                                            55 Los últimos paros generales en la dictadura fueron apoyados por las dos centrales obreras, coincidiendo en las exigencias salariales y de reactivación productiva. La CGT Azopardo reclamaba la devolución de los sindicatos, asistencia a los desocupados y anulación de los regímenes de indexación; la CGT Brasil pedía la derogación de la legislación laboral y social de la dictadura, la explicación sobre el incremento de la deuda externa y la devolución de los derechos civiles a los “ciudadanos marginados injustamente de la vida civil”. Ver Rapoport, op. cit., p. 759. 56 Rapoport, op. cit., p. 759.

2. La derrota del proyecto sindical de Alfonsín y la unificación de la CGT

El gobierno radical encabezado por Raúl Alfonsín se propuso modificar la composición

de las organizaciones sindicales hegemonizadas por el peronismo. Para eso, impulsó un

proyecto de ley que una vez divulgado provocó un efecto inmediato: los dirigentes que se

desconocieron durante la dictadura terminaron unidos frente al flamante gobierno

democrático y crearon una conducción colegiada de la CGT, integrada por Saúl Ubaldini,

Osvaldo Borda, Ramón Baldassini y Jorge Triaca. La acción que desplegaron en el

Congreso, especialmente a través del bloque peronista, logró que finalmente fracasara el

proyecto del radicalismo, orientado a corregir las restricciones de los estatutos sindicales

con relación a la participación de competidores.

El sindicalismo tuvo un rol central en la reconstrucción del justicialismo con vistas a la

elección de 1983, hasta el punto que Lorenzo Miguel fue designado vicepresidente primero

del partido, aunque en los hechos ejercía la titularidad por la ausencia de María Estela

Martinez de Perón, radicada en España. Muchos hombres vinculados al sindicalismo

peronista ocuparon los más altos cargos partidarios y las candidaturas de peso a nivel

provincial y nacional, obteniendo 35 bancas en el Congreso pese a la histórica derrota

frente a la UCR. A los dirigentes gremiales no les quedó otra alternativa más que cargar

con el peso del duro fracaso en las urnas, pero no tardaron en recomponer sus fuerzas hasta

convertirse en la punta de lanza del principal partido opositor para esmerilar al gobierno de

Alfonsín.

Los agrupamientos que lograron mantener la unidad orgánica de la CGT hasta 1989

respondían a diversos perfiles: el sindicalismo “de negociación”, el confrontativo o

peronista ortodoxo y el peronista socialcristiano que creía en una economía social de

mercado desde una perspectiva nacionalista y latinoamericanista. Una de las principales

estrategias sindicales durante la administración de Alfonsín fue el reclamo para volver al

nivel de ingresos alcanzado antes del golpe militar.

Las condiciones de pleno empleo, alto nivel de los salarios y concentración de poder por

parte de los sindicatos, especialmente entre 1974 y 1975, proyectaron expectativas dentro

de la dirigencia gremial y el movimiento obrero que el gobierno de Alfonsín no pudo o no

supo encauzar. Las crisis hiperinflacionarias de 1989 y 1990, el ajuste neoliberal que logró

imponer el menemismo y el posterior incremento de los niveles de desocupación, se

encargaron de frenar esas expectativas.

Atento quizás a las dificultades que se avecinaban en el frente gremial, que encontraban

caldo de cultivo en la explosiva situación económica, el líder radical, enfrentado con la

vieja guardia sindical peronista durante la campaña electoral a causa de la famosa denuncia

del pacto militar-sindical,57 decidió embestir abiertamente contra el statu quo que

privilegiaba a esa dirigencia (considerada uno de los reductos fundamentales del antiguo

régimen que había que democratizar). Con ese objetivo envió al Congreso la Ley de

Reordenamiento Sindical, más recordada como “Ley Mucci”, en alusión al ministro de

Trabajo Antonio Mucci, uno de sus principales mentores.

El proyecto radical ratificaba la personería gremial para el sindicato más representativo

(sindicato único por rama), pero abría la participación en la conducción para las minorías

que obtuvieran el 25 por ciento de los votos, que los afiliados deberían emitir en forma

directa, obligatoria y secreta. El mandato duraría tres años con una sola posibilidad de

reelección inmediata (por única vez no se requería antigüedad para ser candidato en las

elecciones previstas para el proceso de normalización). La Justicia Electoral Nacional

garantizaría las elecciones, en vez del Ministerio de Trabajo.

En cuanto a la diversidad de situaciones que presentaban los sindicatos en 1983, que

estaban intervenidos por el gobierno militar, con autoridades electas prorrogadas por la

dictadura o con comisiones provisorias designadas por el gobierno de facto, primaba la idea

de que caducaran todas las autoridades sindicales establecidas hasta ese momento, para que

la normalización la llevarán a cabo delegados del Ministerio de Trabajo. La “Ley Mucci”

era presentada como un régimen para normar las elecciones, aunque atacaba aspectos de la

Ley de Asociaciones Profesionales 20.615 del año 1973 derogada por la dictadura y cuyo

restablecimiento exigían los dirigentes gremiales.58

                                                            57 Antes del 10 de diciembre de 1983, la recuperación de los sindicatos por parte de las conducciones previas al golpe militar de 1976 fue parcial, con lo que la situación de las organizaciones gremiales en el momento de retorno de la democracia mostraba cierta confusión. La estrategia acuerdista del último ministro de Trabajo de la dictadura, Héctor Villaveirán, orientada a entregar los sindicatos intervenidos a comisiones integradas por sus anteriores conducciones, dio fundamentos a la denuncia del candidato presidencial del radicalismo para lanzar, en abril de 1983, su denuncia sobre el pacto corporativo establecido entre militares y sindicalistas. 58 La Ley de Asociaciones Profesionales 20.615 reconocía el derecho de los gremios a fijar su posición en materia política (apoyando a partidos o a candidatos a cargos electivos e incluso propugnando sus propios

El proyecto oficial, que se presentaba como rupturista con relación al pasado y pretendía

democratizar por ley a los gremios, presentaba similitudes en muchos aspectos con la

norma instrumentada por los militares (en cuanto a duración de los mandatos, límites a la

reelección e impedimento para intervenir en política partidaria). El proyecto alternativo de

la CGT, mientras tanto, apuntaba a la derogación de la ley 22.105 y al restablecimiento de

la ley aprobada en 1973. En cuanto al proceso de normalización, la central obrera proponía

que quedara bajo control de las conducciones prorrogadas por el gobierno militar, mientras

las organizaciones intervenidas o que eran administradas por delegados del Ministerio de

Trabajo debían ser encomendadas a comisiones transitorias designadas por los máximos

órganos deliberativos de los gremios.59

El gobierno de Alfonsín actuó de manera precipitada frente a la poderosa y temida

estructura corporativa controlada por la dirigencia sindical históricamente adherida al

peronismo. La manipulación burocrática y la acción de las patotas tanto en los aparatos

como en las elecciones obreras eran visualizadas como la causa fundamental del problema,

aunque la complejidad evidenciada por el movimiento obrero organizado requería una

lectura menos apasionada, y por ende menos voluntarista, que permitiera la construcción de

un consenso mayor para provocar cambios de fondo en la cultura sindical imperante hasta

ese momento.

La derrota parlamentaria (que algunos consideran el hecho que selló la suerte de la

presidencia de Raúl Alfonsín), abrió una etapa en la que el gobierno abandonó su posición

confrontativa y reconoció a los dirigentes gremiales peronistas como interlocutores válidos.

De todas maneras, el rechazo que éstos mostraron desde un primer momento a la política

salarial oficial allanó el camino para una relación conflictiva, cuyo resultado fueron los 14

paros generales en el periodo 1983-1989.

Cuando comenzó el proceso de normalización sindical mediante el voto de los afiliados,

el gobierno garantizó la presentación de listas opositoras, pero el peronismo conservó la

conducción de todos los grandes sindicatos. Aunque no logró evitar la supremacía peronista                                                                                                                                                                                      candidatos), fijaba un mandato de cuatro años para la conducción sindical sin limitaciones a la reelección, introducía la obligatoriedad del voto y una cláusula que establecía un 75 por ciento de ciudadanos argentinos en los cargos de conducción (estos dos últimos aspectos coincidían con el proyecto radical). 59 Además de la CGT unificada, otras vertientes sindicales establecieron contacto con el gobierno durante los agitados días de tratamiento de la Ley de Reforma Sindical, como la Mesa de Enlace Gremial (que contaba entre sus integrantes a Andrés Framini, José Báez y Julio Guillán) y el “Grupo de los 20” de la CGT Azopardo que no había aceptado la unificación de la CGT.

ni erradicó a la vieja guardia de la burocracia sindical, el radicalismo alentó el surgimiento

de una nueva dirigencia dispuesta a disputar espacios de poder en el escenario gremial y a

reclamar estilos de conducción más representativos de las bases y con mayor predisposición

democrática que la predominante hasta 1976.

A comienzos de 1987, el gobierno intentó quebrar el frente gremial opositor designando

al secretario general del Sindicato de Luz y Fuerza, Carlos Alderete, en la conducción del

Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Esto era parte del acercamiento entre el gobierno

y una heterogénea fracción de grandes gremios identificados como “Grupo de los 15”

(continuadores de la línea dialoguista marcada por la Comisión de Gestión y Trabajo de los

años setenta), que con la anuencia de las 62 Organizaciones intentaron desplazar

infructuosamente a Ubaldini de la conducción cegetista.

La estrategia sindical orientada a integrarse al gobierno tenía como meta operar en el

interior del aparato estatal para recuperar el ejercicio de las leyes que regulaban la actividad

sindical, suspendidas por la dictadura. El radicalismo se negaba al restablecimiento de las

leyes reclamadas por su rechazo al corporativismo que las inspiraba, aunque por su

situación de debilidad política le quedó como única alternativa impulsar un acuerdo con la

dirigencia gremial. Tras las elecciones de 1987 y antes de su renuncia, Alderete dejó

allanado el camino para la aprobación de las leyes reclamadas por los sindicatos, que esta

vez, por supuesto, estaban elaboradas a su medida.60

Cuando la suerte del gobierno radical estaba echada, comenzaba a desnudarse en toda su

dimensión la profundidad de las transformaciones ocurridas en el seno de la clase

trabajadora y en el movimiento sindical. El peso relativo de la dirigencia gremial en la

sociedad comenzó a disminuir, a partir de los cambios en la estructura productiva que

afectaron particularmente al sector industrial y su capacidad ocupacional. La pérdida de

importancia de los grandes gremios industriales fue acompañada por una aceleración de los

efectos colaterales: expansión de la ocupación en el sector público, tercerización del                                                             60 Durante 1988 fue aprobada La Ley de Asociaciones Profesionales 23.551, con cuestionamientos de la Unión Industrial Argentina (UIA) ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a los que se sumó años después la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). También se aprobó la Ley de Procedimiento para la Negociación Colectiva 23.546 (paritarias) lo que significó la libre discusión de los salarios luego de 12 años de fijación por decreto (el periodo más largo desde su instrumentación en la legislación laboral durante el segundo gobierno peronista). Así se restablecieron las negociaciones directas entre empresarios y trabajadores, incorporándose a las paritarias a los agentes de la administración pública. Otras leyes aprobadas fueron la 23.660 de Obras Sociales y la 23.661 que regula el Sistema Nacional de Seguros de Salud. Ese año 1988 se recreó el Consejo del Salario Móvil (establecido en 1964 por el gobierno de Artuo Illia).

empleo e incremento del fenómeno de “cuentapropismo”, como antesala de la precarización

laboral institucionalizada que llegaría poco tiempo después.

La etapa iniciada en 1943 entró en el más severo proceso de contradicciones a partir de

1989. No solamente se estableció un estilo totalmente diferente de relación gobierno-

sindicatos y sindicatos-empresas, sino una fragmentación del sindicalismo diferente a la

que se venía dando hasta ese momento. En el gobierno de Alfonsín la dirigencia cegetista

intentó influir en la política nacional con la huelga y la protesta, para recuperar alguna

cuota del poder ostentado en los sesenta y setenta. Esa voluntad para intervenir en la

orientación del Estado quedó neutralizada por el gobierno de Menem: el grueso del

sindicalismo, el sindicalismo tradicional, comprendió que era necesario adaptarse a los

dictados del mercado, materializados esta vez por un gobierno peronista.

3. El sindicalismo peronista frente al menemismo

3.1. La profundización del modelo neoliberal

Los profundos cambios políticos, económicos y sociales acontecidos desde 1989

encierran elementos para, como se verá más adelante, marcar el inicio de una nueva etapa

en el sindicalismo peronista. No obstante, se mantuvieron los aspectos normativos

fundamentales y la dirigencia tradicional mostró capacidad de adaptación sin perder la

mayoría de sus viejos privilegios frente al Estado y las empresas.

El reacomodamiento de la dirigencia gremial ubicó a muchos de sus exponentes cerca

del poder político. Pero la marcada transformación de la estructura económica reconfiguró

drásticamente las características del movimiento obrero, como consecuencia del fenómeno

de desempleo masivo, subocupación y trabajo en negro, disminución constante de los

trabajadores industriales, tercerización y aumento en la cantidad de trabajadores empleados

en el sector de comercio y servicios.

Los nuevos tiempos marcaron la implosión del modelo en el que la fábrica era sinónimo

de desarrollo económico con pleno empleo, participación activa de los sindicatos en la

organización y representación de los trabajadores y gestión del Estado para garantizar la

inclusión social. El peso de las organizaciones gremiales se redujo y también su espacio de

sociabilidad a través de los mecanismos tradicionales, lo que planteó como alternativa el

vínculo con agrupaciones barriales y de desocupados que se habían formado

autónomamente en respuesta al nuevo modelo de desarrollo excluyente sin tutela estatal.

El programa de reformas estructurales de corte neoliberal del menemismo tuvo como

base un diagnóstico que responsabilizaba al Estado por su ineficiencia y excesiva

intervención en la economía. Sus dos principales pilares fueron la privatización de activos y

empresas públicas y la reforma del Estado. A esto se sumó un tercer pilar: la flexibilización

laboral.61 El menemismo se convirtió de esta manera en el más fiel ejecutor del “Consenso

de Washington”.62

El desarrollo de lo que Luis Enrique Alonso denomina “políticas de oferta” estuvo

destinado a destruir cualquier obstáculo que impidiera el funcionamiento del mercado,

aunque ocasionara fallas de asignación en los recursos y evidentes desigualdades sociales.

La orientación seguida por el menemismo se materializó en el contexto de lo que también

se denomina economía globalizada “postfordista”,63 en la que según Alonso “queda en

desuso el argumento keynesiano central -y fundamentador de la legitimidad racional legal

de las democracias modernas- de que el desempleo masivo es el principal azote del

capitalismo y que la responsabilidad macroeconómica por el pleno empleo es la primera y

más importante función activa y distributiva de los gobiernos”.64

Gran parte del discurso que se impuso a nivel global en los noventa estaba centrado en

que debía abandonarse el Estado benefactor para constituir un Estado empresario, paso que

no podía darse sin dejar socialmente desprotegidas a grandes masas de ciudadanos. Los

efectos agresivos del modelo postfordista pusieron en riesgo lo que Alonso define como “la

                                                            61 Los esfuerzos del gobierno de Menem para desregular la actividad laboral se materializaron a través de una serie de leyes: 24.013/91 (de Empleo), 24.465/95 (Reforma de la Ley de Contrato de Trabajo), 24.467/95 (Régimen Especial para las PyMEs) y 25.013/98 (de Reforma Laboral). Esta legislación constituyó la base instrumental de la precarización laboral provocada por el neoliberalismo. 62 Las diez políticas básicas recomendadas por el “Consenso de Washington” para los países de la región en los año noventa fueron: disciplina fiscal, priorización del gasto público en áreas de alto retorno económico, reforma tributaria, tasas positivas de interés fijadas por el mercado, tipos de cambio competitivos y liberalización financiera, políticas comerciales liberales, apertura a la inversión extranjera, privatizaciones, desregulación amplia y protección de la propiedad privada. 63 El postfordismo tiene origen en los cambios del mercado que impulsaron a las empresas a buscar soluciones organizativas y tecnológicas acordes con la nueva situación. Son paradigmas de esta nueva era la especialización flexible, la tecnología de la información, las tecnologías de automatización, la postmodernidad, la globalidad y otros que suponen un nuevo modelo diferente al propuesto por Henry Ford y Frederick Taylor (basado en la producción industrial a gran escala con cadenas de montaje y trabajo no calificado con una mayor fragmentación de tareas). 64 Alonso, Luis Enrique, La crisis de la ciudadanía laboral, Barcelona, Anthropos, 2007, p. 122.

idea de ciudadanía y los derechos que le son consustanciales, derechos que son

fundamentalmente sociales”.65

Pese a la emergencia económica, la reforma del Estado y la flexibilización laboral, los

instrumentos normativos centrales del modelo de relaciones laborales y organización

sindical vigente desde los primeros años del peronismo, como son las leyes de

Asociaciones Profesionales y de Convenios Colectivos, permanecieron sin modificación

durante las dos presidencias de Menem. No obstante, la legislación impulsada en el marco

del programa económico fue suficiente para producir una flexibilización del mercado

laboral y de las relaciones entre el capital y el trabajo. La dirigencia sindical tradicional fue

objeto de una combinación de decisionismo ejecutivo y cooptación-negociación, situación

legitimada por su identidad política y vinculación orgánica con el peronismo.

Sebastián Etchemendy y Vicente Palermo explican que la política de privatización

presentó menos resistencia sindical que la flexibilización laboral debido a que la oferta de

ciertos bienes, como los Programas de Propiedad Participada, pudo crear una convergencia

de intereses entre sindicatos y trabajadores. En la flexibilización laboral, sus hipotéticos

beneficiarios en el mundo del trabajo no son los sindicatos ni los trabajadores

efectivamente empleados, sino la masa atomizada de los desempleados.66

Con el avance de la desocupación y el temor a la pérdida del trabajo, los aumentos

salariales dejaron de ser el centro de los reclamos, ganado por los despidos y los salarios

adeudados. La conflictividad se desplazó del sector industrial al sector público, que sufrió

recortes salariales, demoras en los pagos, percepción de salarios en bonos y cambios en las

condiciones laborales, entre otras medidas. Las crisis de financiamiento de las provincias

hicieron aflorar otras formas y escenarios de protesta, donde los empleados estatales y los

docentes, que terminaron nucleados en la alternativa Central de Trabajadores Argentinos

(CTA), protagonizaron los conflictos más intensos (tanto en las administraciones

provinciales como en la nacional).67

                                                            65 Ibid., p. 62. 66 Etchemendy, Sebastián y Palermo, Vicente, “Conflicto y concertación. Gobierno, Congreso y organizaciones de interés en la reforma laboral del primer gobierno de Menem (1989-1994)”, Desarrollo Económico, Vol. 37, Nº 148, enero-marzo 1998, p. 583. 67 En el ámbito público generalmente la fuente de empleo no se pone en riesgo a raíz de los mayores resguardos legales de protección y estabilidad, lo que posibilitó una mejor capacidad de resistencia a las recetas neoliberales.

3.2. El nuevo mapa sindical

Con el menemismo aparecieron los límites de las estrategias sindicales tradicionales,

pero más allá de su aceptación del giro neoliberal del gobierno y el recorte de

protagonismo, los sindicatos preservaron las herramientas corporativas antes descriptas.

Héctor Palomino describe la postura gremial en la etapa menemista como “una respuesta

conservadora adaptativa, en la que el eje del intercambio y la negociación política de los

dirigentes sindicales fue la defensa de sus prerrogativas corporativas”.68 La CGT conservó

el monopolio de la representación basada en la personería gremial, en tanto que las cúpulas

de los sindicatos mantuvieron la intervención excluyente en la negociación colectiva y el

control de los fondos de obras sociales (aún cuando los aportes patronales fueron reducidos

en algunos periodos por disposición del gobierno). La dirigencia gremial también continuó

participando en las listas partidarias del peronismo y en las bancas legislativas.69

El sector dialoguista del “Grupo de los 15” se mostró propenso desde un primer

momento a concertar. El sector ubaldinista, con discreto respaldo de las 62 Organizaciones,

no se mostró tan convencido en cuanto a la posibilidad de establecer un pacto social que

significara subordinarse al gobierno y aceptar la suspensión del derecho de huelga y la

declinación en la defensa de otros derechos laborales.70

Dicha situación implicó una nueva división de la CGT que se extendió entre fines de

1989 y los primeros meses de 1992: los partidarios de la concertación o la táctica

colaboracionista se nuclearon en la CGT San Martín, liderada por Guerino Andreoni

                                                            68 Palomino, Héctor, “Los cambios en el mundo del trabajo y los dilemas sindicales”, en Suriano, Juan, Dictadura y democracia (1976-2001). Colección Nueva Historia Argentina, Tomo X, Buenos Aires, Sudamericana, 2005, p. 406. 69 De 35 bancas controladas en 1983, los gremios pasaron a tener 10 en 1995. 70 El gobierno trató de profundizar las divisiones en el escenario sindical peronista, mientras en forma simultánea y sobre la base del consenso mayoritario que había logrado en la sociedad, se negó a negociar bajo la presión ejercida a través de medidas de fuerza, ilegalizando las huelgas de empleados públicos, reteniendo fondos sindicales y amenazando con el quite de la personería a los gremios del sector. Esa postura inflexible se reflejó también en las denuncias penales presentadas contra muchos dirigentes y la cesantía de numerosos empleados ferroviarios. La estrategia de cooptación hacia los sindicalistas se instrumentó a través de la distribución de incentivos, como poner en sus manos la Administración Nacional de Servicios de Salud (ANSSAL), organismo recaudador de fondos de las obras sociales. También distribuyó posiciones de poder entre dirigentes de gremios de la administración pública, mediante el otorgamiento de importantes recursos para pagar indemnizaciones y retiros voluntarios como forma para apaciguar a los agentes que eran objeto de la “racionalización” del Estado. En los procesos de privatización, incorporó a los dirigentes al proceso de negociación a través de los Programas de Propiedad Participada, donde si insinuó la convergencia de intereses entre sindicatos y trabajadores. Ver Rapoport, op. cit., pp. 944 y 945.

(gremio mercantil), en tanto los que prefirieron mantener posiciones autónomas se

encolumnaron en la CGT Azopardo, liderada por el propio Ubaldini. Cuando se produjo la

reunificación, el nuevo secretario general, Oscar Lescano (hombre de Luz y Fuerza y viejo

exponente de los “gordos”), manifestó su disposición a negociar aunque alertó sobre

escenarios de confrontación ante distintos aspectos de la orientación económica. Esta

actitud tradujo el apoyo condicionado por parte de una fracción del sindicalismo dialoguista

que heredó del vandorismo la táctica de “pegar y negociar”, mientras otra fracción

dialoguista apoyaba las políticas menemistas sin vacilaciones.

Rapoport destaca que ese perfil de dirigentes, integrados estrechamente al poder político

y económico, tiene la idea de que las formas tradicionales de lucha están caducas. El

resultado de esa concepción son los gremios despojados de su rol de entidades de defensa y

representación de los trabajadores para convertirse en proveedores de servicios para sus

afiliados.71 De esa manera se gestó y consolidó el “sindicalismo de negocios”,

emparentado estrechamente con las reglas del mercado.

Los poderosos y tradicionales sindicatos permeables a las reglas de juego del

menemismo, con gran cantidad de afiliados y recursos,72 extendieron el alcance de su

actividad a la compra de firmas privatizadas, la creación de administradoras de fondos de

pensión y jubilación, la reorganización de las obras sociales y la administración de las

acciones de los trabajadores con una comisión cobrada de sus ganancias. La gestión de esos

servicios se expandió al público en general, generando más beneficios para las

organizaciones gremiales.73

El sindicalismo opuesto en forma frontal al menemismo se nucleó en torno a las

coordinadoras gremiales ligadas a la CGT Azopardo. Estas se hicieron fuertes en el interior

pero perdieron gravitación al no ser respaldadas por las conducciones gremiales nacionales

(proclives a negociar y participar en los procesos licitatorios de empresas privatizadas).74

Este espacio, que terminó apartándose de la CGT y del PJ, constituyó el punto de partida

                                                            71 Rapoport, op. cit., pp. 943 y 944. 72 Son los casos del Sindicato Unido de Petroleros del Estado (SUPE), la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza (FATLyF), el Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA) y la Federación Argentina de Empleados de Comercio (FAECyT), entre otros. 73 Armelino, “Resistencia sin integración: protesta, propuesta y movimiento en la acción colectiva sindical de los noventa. El caso de la CTA”, en Schuster, Federico y otros (comps.), Tomar la palabra. Estudios sobre protesta social y acción colectiva en la Argentina contemporánea, Buenos Aires, Prometeo, 2005, p.280. 74 Rapoport, op. cit., pp. 943 y 944.

para la constitución de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), donde también

confluyeron sectores gremiales de izquierda. Como se verá más adelante, el núcleo de esta

corriente está constituido por los gremios de empleados estatales (ATE) y de docentes

(CTERA).

Otro espacio del sindicalismo en ese momento fue el de confrontación peronista

ortodoxo, instalado en los gremios de camioneros, colectiveros, aeronavegantes y

judiciales, entre otros. Este buscó restablecer el rol privilegiado del sindicalismo en el

interior del gobierno, con la concepción de una política económica de corte más

nacionalista, orientada al mercado interno y con mayor intervención del Estado,

característica del primer peronismo. Constituyó el Movimiento de los Trabajadores

Argentinos (MTA), no adherido a la estrategia del grueso de la CGT pero sin romper con

ésta en forma definitiva, por lo que compartió intereses con esa central y el PJ.

En medio de este enorme espacio dominado por el peronismo en el mapa sindical

argentino, se destaca la presencia de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), que no se

propone ser una central sindical pero tiene presencia en distintas organizaciones gremiales.

Desde su perspectiva de corriente político-sindical, busca recuperar las banderas del

clasismo de los años setenta dentro del movimiento obrero, hundiendo raíces en la

paradigmática experiencia sindical cordobesa encarnada por René Salamanca en el

Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA).75

3.3. CTA: un modelo sindical alternativo

El aislamiento de la CGT Azopardo dentro del peronismo debilitó su perfil opositor

frente al imparable avance de la batería de medidas del menemismo. Ante ese escenario, un

grupo de dirigentes azopardistas realizó en 1991 la convocatoria denominada “Encuentro

                                                            75 La base de la CCC está en las históricas agrupaciones clasistas Primero de Mayo, que tenían presencia en distintas comisiones sindicales y luego de la Segunda Marcha Federal convocada por la CTA en 1994 refundan orgánicamente el clasismo. Por aquéllas épocas, el símbolo de este espacio fue el dirigente Carlos Nolasco Santillán, “el Perro”, hombre del Sindicato de Empleados y Obreros Municipales de Jujuy (SEOM). La dirigencia clasista constituye un gran movimiento nacional que contiene a trabajadores ocupados, desocupados y jubilados-pensionados, con fuerte presencia en las provincias del noroeste y un bastión en el partido bonaerense de La Matanza, donde exhibió una importante capacidad de movilización junto a la Federación de Tierra y Vivienda (FTV) en los comienzos del movimiento piquetero. Las posiciones de la CCC se unifican en los plenarios nacionales de las tres vertientes obreras, que a su vez transmiten el mandato a los plenarios nacionales de toda la agrupación.

Sindical para el Proyecto Nacional” (ENSIPRON), para retomar ciertas reinvindicaciones

obreras y crear un espacio para influir en el plano político-electoral sin participar en la

interna peronista. Este proyecto fue encabezado por Víctor De Gennaro (ATE), Mary

Sanchez (CTERA), y Juan Palacios (colectiveros), entre otros.

Tras la reunificación de la CGT, los mismos dirigentes sindicales nucleados en el

ENSIPRON, junto a otros de distintos sindicatos y federaciones de distintas regiones del

país, promovieron a fines de 1991 el “Encuentro Sindical de Burzaco”. Este hecho allanó el

camino para la formación, un año más tarde, de la Central de Trabajadores Argentinos

(CTA), que ya a mediados de la década del noventa logró un importante crecimiento

organizativo y una significativa proyección social y política.

La base del estatuto de la CTA, que se dejó sentada en Burzaco, tiene tres aspectos

esenciales: autonomía sindical respecto del Estado, los partidos políticos y los grupos

económicos; democracia sindical y apertura a otras organizaciones sociales que expresaran

las demandas de los actores populares. En las acciones de la CTA se dibujó un nuevo

colectivo indentitario, a partir del modelo de organización, el tipo de acciones colectivas

realizado, la innovación en las formas de protesta y las diferentes acciones con entidades

representativas de distintos intereses civiles y sociales.76 con perfil peronista

socialcristiano77

En concreto, la estrategia de la CTA apuntó a dos objetivos: capitalizar el descontento de

los sectores del sindicalismo disconformes con la CGT y organizar a los trabajadores

informales, hecho que le permitió hacer pie también en organizaciones de tipo territorial

que movilizaban amplios contingentes de sectores populares, hasta entonces alejados de

                                                            76 El modelo sindical propuesto por la CTA implica: a) Afiliación directa de los trabajadores mediante el sindicato, la unión, asociación o federación de cualquier tipo que esté inscripta en la organización, o en forma individual a través de la dependencia local, provincial o regional de la CTA; b) Admisión de los trabajadores autónomos y cuentapropistas y de los subempleados y desempleados carentes de representación sindical; c) Formación de federaciones de distintas ramas de actividad y también federaciones con base en organizaciones territoriales y sociales, como la de Tierra, Vivienda y Hábitat, de los migrantes o de los jubilados; d) Elección directa de la conducción en sus niveles nacional, provincial y local como resultado del voto de cada trabajador; e) Autonomía de los partidos políticos, del Estado y de los empleadores; f) Respecto de los partidos refiere a la relación orgánica establecida entre la CGT y el PJ, respecto del Estado sienta un límite a la influencia que éste tuvo en la reconfiguración del movimiento sindical (sobre todo luego del primer gobierno peronista) y respecto de los grupos económicos marca el cambio que, tras las reformas de los noventa, impidió alcanzar acuerdos sociales entre sindicatos y patronales sobre la política de ingresos. 77 Vinculada a la Central Latinoamericana de Trabajadores (CLAT).

una central obrera de tercer grado.78 Un ejemplo de este segundo aspecto es la Federación

Tierra y Vivienda (FTV),79 un conglomerado de agrupaciones con enorme potencial de

movilización que extendió el alcance de la CTA más allá de los límites de las tradicionales

organizaciones obreras y del ámbito del trabajo formal. En este sentido, Armelino destaca

que “el restablecimiento de lazos mínimos de sociabilidad a partir del vínculo entre estas

vertientes buscaba, también, desarrollar nuevos canales de participación en el sistema

político”.80

La CTA constituye una organización inscripta de tercer grado que concentra a las de

segundo y primer grado,81 pero carece de personería gremial otorgada por el Estado.

Ninguno de los gobiernos que se sucedieron desde su fundación le otorgó ese

reconocimiento legal para ejercer la representación sindical y negociaciones colectivas por

aumentos salariales, cargas sociales o fuentes de trabajo. Esta limitación de su poder

sindical contribuyó a mantener el monopolio de representación ejercido por la CGT.

Con relación a las organizaciones de tipo territorial, como las que formaron la FTV con

base en el populoso distrito bonaerense de La Matanza, si bien se conformaron bajo un

modelo sindical inspirado en el ATE y la CTA, los contrastes de prácticas y costumbres se

pusieron en evidencia una vez que el desarrollo de la FTV cobró fuerza y dinamismo. El

ritmo de expansión y consolidación de esa organización, que contaba con el liderazgo de

Luis D´elía, le permitió edificar un perfil autónomo respecto de la dirigencia sindical de la

CTA. Sin embargo, muchos de los miembros de pequeñas organizaciones de la FTV de

                                                            78 Varios de los gremios fundadores de la CTA, como ATE y CTERA, acompañaron solidariamente los reclamos de distintas organizaciones sociales (jubilados, estudiantes y grupos de desocupados). Además articuló fuerzas con partidos políticos de izquierda, la UCR, y el Frente Grande que, en su origen, se había vinculado con el grupo que luego constituyó la Central. El afianzamiento de ese partido en el escenario político llevó a un distanciamiento cada vez mayor entre sus líderes y los dirigentes de la CTA. 79 Aunque la federación de Tierra, Vivienda y Hábitat (FTV) se fundó en julio de 1998, la historia de varias de sus organizaciones integrantes se remonta hacia fines de la década del setenta y principios de la del ochenta. 80 Armelino, “Tensiones entre organización sindical y organización territorial: la experiencia de la CTA y la FTV en el periodo poscrisis”, en Pereyra, S., Pérez, G. y Schuster, F. (eds.), La huella piquetera. Avatares de las organizaciones de desocupados después de 2001, Buenos Aires, Al Márgen, 2008, pp. 148 y 149.

81 Según el artículo 10 de la Ley de Asociaciones Sindicales 23.551, las asociaciones sindicales pueden asumir distintas formas: simples sindicatos o uniones de trabajadores (asociaciones de primer grado); federaciones (asociaciones de segundo grado, que agrupan a las de primer grado); confederaciones (cuando agrupan en sí a asociaciones de primer y segundo grado).

otras provincias, alejadas de los condicionamientos políticos existentes en el conurbano

bonaerense, forjaron relaciones más sólidas con representantes esa central obrera.

4. Conclusiones

Desde 1945 el peronismo se constituyó en la identidad político-cultural del movimiento

obrero argentino. El reconocimiento de los trabajadores como ciudadanos por parte del

Estado y la efectiva puesta en vigencia de los derechos laborales y sociales, son los

principales fundamentos de ese fenómeno. Pese a los intentos para transformar o mantener

bajo condicionamiento al modelo sindical peronista, éste siempre logró sobrevivir, por lo

que la implementación de las políticas laborales y sociales con eje en las negociaciones

colectivas y el sistema de seguridad social, lo mostraron como actor excluyente frente al

Estado y las organizaciones empresarias.

Así como el Estado encuentra en la dirigencia surgida al calor de este modelo un

interlocutor racional para negociar salarios y condiciones de trabajo, los empresarios

prefirieron siempre tener tratativas con un sindicato y no con varios. Por otra parte, los

sindicatos se han constituido también, particularmente en tiempos de crisis, como formas de

contención de la protesta y el descontento.

Con las reformas estructurales noventistas, quedó constituido un nuevo escenario social,

donde el movimiento obrero organizado tradicional debió compartir protagonismo con

sectores emergentes de variada formación. La erosión de sus bases de sustentación

respondió a la dramática pérdida de puestos laborales, hecho que también afectó sus pilares

económicos: la cuota sindical, el aporte para la obra social y las cuotas extraordinarias

aplicadas a los trabajadores beneficiados por la negociación colectiva. De todas maneras, la

dirigencia gremial logró adaptarse a esta situación, transformando la esencia de su actividad

para ajustarla a las exigencias de la economía de mercado, lo que derivó en la consolidación

de tipo de dirigencia gremial que transformó a las organizaciones de representación obrera

en verdaderas empresas de servicios.

Frente a la complaciente respuesta de los dirigentes sindicales a las recetas neoliberales

del gobierno peronista de los noventa, a lo que se sumó el fortalecimiento de la

burocratización, la corrupción y la ineficiencia del modelo sindical vigente, surgieron una

nueva generación de dirigentes y renovadas formas de organización de las protestas y los

reclamos, que fueron adquiriendo cada vez mayor reconocimiento político y pasaron a ser

factores de presión e influencia creciente, por medio de canales alternativos a esas

tradicionales organizaciones sindicales.

Por último, es necesario no perder de vista que la orientación económica de los años

noventa está enmarcada en un contexto global que desintegró el sistema salarial fordista y

produjo nuevas formas de desigualdad social. Quedó al descubierto de esta manera la faceta

más negativa del capitalismo, que en Argentina comenzó a ser moldeada por una dictadura

y terminó de ser perfeccionada por un gobierno peronista, hecho que desorientó a la

dirigencia sindical históricamente adherida a ese movimiento pero sin restarle capacidad

para mantenerse como pieza clave de una cultura político-social que marca profundamente

la historia del país.

5. Bibliografía

- Alonso, Luis Enrique, La crisis de la ciudadanía laboral, Barcelona, Anthropos, 2007,

capítulo 4.

- Armelino, Martín, “Resistencia sin integración: protesta, propuesta y movimiento en la

acción colectiva sindical de los noventa. El caso de la CTA”, en Schuster, Federico y otros

(comps), Tomar la palabra. Estudios sobre protesta social y acción colectiva en la

Argentina contemporánea, Buenos Aires, Prometeo, 2005, pp. 377-442.

- ______________, “Tensiones entre organización sindical y organización territorial: la

experiencia de la CTA y la FTV en el periodo poscrisis”, en Pereyra, S., Pérez, G. y

Schuster, F. (eds.), La huella piquetera. Avatares de las organizaciones de desocupados

después de 2001, Buenos Aires, Al Márgen, 2008, pp. 141-182.

- Etchemendy, Sebastián y Palermo, Vicente, “Conflicto y concertación. Gobierno,

Congreso y organizaciones de interés en la reforma laboral del primer gobierno de Menem

(1989-1994)”, Desarrollo Económico, Vol. 37, Nº 148, enero-marzo 1998, pp. 559-590.

- Palomino, Héctor, “Los cambios en el mundo del trabajo y los dilemas sindicales”, en

Suriano, Juan, Dictadura y democracia (1976-2001). Colección Nueva Historia Argentina,

Tomo X, Buenos Aires, Sudamericana, 2005, pp. 377-442.

- Rapoport, Mario y colaboradores, Historia económica, política y social de la Argentina

(1880-2000), 2º ed., Buenos Aires, Macchi, 2003.

Rebelión de las bases y disputa intersindical: el caso de los trabajadores del gremio de

la Construcción de la planta General Savio

César Mónaco

Pertenencia Institucional: UNGS

Términos clave: San Nicolás – sindicalismo – Protesta obrera

El presente trabajo es un intento preliminar de reconstrucción y análisis de una considerable

huelga y protesta de los trabajadores del gremio de la construcción de la planta General

Savio, de SOMISA. De connotaciones “clasistas”, esta rebelión de las bases de junio de

1972, y en tanto encuadrada en el “ciclo de protesta” abierto tres años atrás con el

Cordobazo,82 fue la única en su estilo desarrollada en la siderúrgica estatal. En efecto, como

veremos, tanto el origen como la expansión del conflicto remitían en lo esencial a

cuestiones internas del sindicato. En función de esto -y a partir de las primeras fuentes

disponibles- tomaremos como ejes ordenadores el contexto local y nacional, las causas

directas de la protesta y sus características centrales, junto con la relación de este sindicato

con la Unión Obrera Metalúrgica local.

1

A mediados de 1972, el presidente de facto Alejandro A. Lanusse visitó en dos

oportunidades San Nicolás de los Arroyos. El 31 de mayo participó de los festejos del

acuerdo que 120 años atrás había posibilitado la materialización de la primera constitución

nacional. Aquella ocasión, además, fue momentáneamente notoria para la coyuntura

nacional. Conforme con el motivo del festejo, ese fue el escenario elegido por el tercer                                                             82 Gordillo, Mónica, "Protesta, rebelión y movilización: de la resistencia a la lucha armada, 1955-1973", en James, Daniel (ed.), Violencia, Proscripción y autoritarismo: 1955-1976, Buenos Aires, Sudamericana, 2007, pp. 362 y ss.

presidente de la Revolución Argentina para el relanzamiento de su principal estrategia

política: el Gran Acuerdo Nacional (GAN).83 En su segunda oportunidad, el 21 de junio,

nuevamente un aniversario ameritó su presencia: los 25 años de la sanción del Plan

Siderúrgico Nacional y de su insigne SOMISA.84 No obstante en el transcurso de ambas

visitas el clima de la ciudad había cambiado de forma llamativa. De la anual efervescencia

“acuerdista”, con los méritos del momento, se había pasado, para los términos locales de

cotidianeidad, a un estado de conmoción. Un conflicto desatado entre los trabajadores de la

construcción de la planta General Savio y la seccional sindical había ido in crescendo hasta

alcanzar grados de movilización y violencia inusitados para la vida nicoleña.85

Pese al conflicto, ese 21 de junio la jornada se desarrolló con tranquilidad y de acuerdo a

lo planeado, al menos desde la perspectiva de las autoridades, aunque era imposible

soslayar que en el vigesimoquinto aniversario miles de trabajadores de las empresas

contratistas y subcontratistas que operaban en la fábrica se encontraban desde hacía días en

estado de huelga. Esa pudo haber sido la intención -de alguna forma- de las expresiones del

presidente de la empresa, general Mario Oscar Chescotta, cuando en su breve discurso, y

ante la presencia de Lanusse, “recalcó que para realizar este festejo la planta no había

parado un solo instante”.86

A esa altura el conflicto ya llevaba dos semanas de duración y no se vislumbraba ningún

principio de acuerdo. El inicio había sido durante los primeros días del mes, momento en

que los afiliados pudieron advertir el descuento extra que, a cuenta del gremio, se les había

aplicado sobre sus ingresos con motivo del último aumento salarial dispuesto por el poder

ejecutivo.87 A partir de allí, comenzaron a revelarse otros descontentos que, añadidos a lo

                                                            83 Más allá de la publicaciones del período, dos precisos análisis: O'Donnell, Guillermo, El Estado burocrático autoritario, 1966-1973, Buenos Aires, Prometeo, 2012, capítulos VIII, IX y X; y De Amézola, Gonzalo, Levingstone y Lanusse, o el arte de lo imposible, La Plata, Universidad Nacinal de La Plata-Ediciones Al Margen, 2000. 84 El Norte, 22 de junio de 1972; El Siderúrgico, 30 de junio de 1972. En su segundo arribo a San Nicolás, el protocolo cernía básicamente la visita presidencial a las instalaciones de la siderúrgica. 85 El Norte, 22 de junio de 1972. 86 El Siderúrgico, 30 de junio de 1972. 87 El aumento, estipulado en la ley de Ajuste Salarial, había sido del 15%. Según lo acordado entre el gobierno y la entidad gremial, durante el primer mes ese incremento sería erogado bajo el objetivo de favorecer la prestación de la obra social del sindicato. Para los trabajadores de la planta Savio, la suma descontada por categoría fue la siguiente: $ 8.000 para los oficiales albañiles; $ 6.500/7.000 para los medios oficiales; y $ 5.000 para los peones (pesos moneda nacional), destinado a la obra social del sindicato, El Norte, 9 y 18 de junio de 1972; La Opinión, 15 de junio de 1972.

que se convertiría en la demanda central, por medio del rumor se expandieron con cierta

urgencia. Fue en ese entonces cuando la secretaría de la seccional, notificada del amplio

malestar, hizo un llamado a la “unidad, disciplina y organización” frente a “la acción

disolvente de elementos extraños al quehacer diario de nuestro trabajo”.88 Reacción fútil y

tardía, ya que todo se orientaba a que el movimiento que se había generado fuese difícil de

detener. La primera materialización de ello fue el 8 de junio, cuando cerca de un millar de

trabajadores que se encontraban dentro de la planta se constituyeron en asamblea y

decidieron marchar hacia el sindicato con la finalidad de deliberar junto a la mesa directiva

la cuestión de los descuentos. A pesar de la amplia movilización y el diálogo concedido, la

demanda no fue atendida.

Para contextualizar mejor el escenario es necesario realizar algunas breves referencias.

La primera sobre el contexto regional y sus conexiones, ya que el reclamo concreto por los

descuentos (aunque en lo inmediato -se dijo- las lista de demandas fue creciendo) ya había

generado un resonado conflicto en la cercana e influyente ciudad de Rosario. A grandes

rasgos, ésta fue un precedente para lo que ocurriría en San Nicolás. Tanto el reclamo y la

modalidad –desde la convocatoria de una asamblea para forzar el retroceso de la medida,

hasta el pedido de recambio de la conducción local- cuanto los discursos desplegados de un

lado y otro de las posiciones, tendrán su recreación en la versión nicoleña. En ambos casos,

lo más sugerente fue el tipo y grado de violencia ejercido desde la conducción gremial. En

la ciudad santafesina, al igual de lo que ocurrirá menos de dos semanas más tarde en San

Nicolás, una balacera había intentado poner límite a los trabajadores que reunidos en

asamblea buscaban efectuar cambios de forma directa.89

Es una posibilidad que aquellos sucesos hayan impulsado las demandas de los siguientes,

en términos regionales la incidencia era apreciable. Centro de un corredor de alto

dinamismo industrial y productivo que se extendía más allá del sur de la provincia, como lo

continuó siendo, Rosario contaba con una alta incidencia económica, política y social. Y

sobre todo, continuaba siendo durante estos años un importante centro de protesta social.90

                                                            88 El Norte, 7 de junio de 1972. 89 La Capital, 1 y 3 de junio de 1972. 90 Para una síntesis de los aspectos generales relacionados al desarrollo industrial y la protesta social durante esta etapa tanto en Rosario como en el resto de la provincia de Santa Fe, véase Pasquali, Laura, "La provincia en conflicto: tranformacines económicas, fracaso político y resistencia social - 1966-1976", en Videla, Oscar

Por otro lado, la relación inversa, aunque marcadamente asimétrica, también es un punto a

considerar. La diferencia sustancial, una vez ocurrido lo de San Nicolás, estuvo en la

cantidad de movilizados y en la prolongación del reclamo, siendo en la ciudad industrial del

norte bonaerense ampliamente significativo.

En segundo término es preciso sumar otro factor, menos inmediato, pero que desde hacía

al menos un tiempo se había incorporado al imaginario de un considerable sector de los

trabajadores de la actividad; tanto de aquellos que se encontraban abiertamente

disconformes con la conducción del gremio de la construcción cuanto de los que

comenzaron a estarlo a partir de ese momento. Ese punto ineludible fue lo ocurrido con los

obreros que participaban de la construcción de la represa de El Chocón-Cerros Colorados,

en Neuquén. A principios de 1969, hartos de lo que entendían era una insufrible

combinación de autoritarismo y precarización, manifestada específicamente en las míseras

condiciones de trabajo y de vida, éstos comenzaron a accionar al respecto, entre otras cosas,

emprendiendo la elección de delegados que entendían afines a sus demandas y contrarios a

la conducción del sindicato. Esta desavenencia obrera, que se que se prolongó al menos

hasta entrado 1971, había logrado articular durante sus meses de extensión un permanente y

fuerte rechazo hacia las empresas contratistas –a cargo de las obras-, el gobierno y la

dirigencia sindical. Esta última, en un principio acusada de inmovilismo y complicidad, y

posteriormente, de persecución hacia los miembros no adictos a sus lineamientos.91

Lo ocurrido en la Patagonia tuvo una amplia repercusión a nivel nacional, y en ella, el

papel jugado por el secretario nacional del gremio, Rogelio Coria. En San Nicolás, esto se

volvió evidente durante el conflicto que abordamos. Iniciada la tensión entre el gremio

local y sus afiliados, y con el correr de los días, uno de los argumentos de parte de los

sectores opositores implicaba la mención de aquellos hechos. Si de ellos se desprendía, por

un lado, lo que entendían había sido una flagrante traición por parte del gremio –con lo días

                                                                                                                                                                                     R. (ed.), El siglo veinte: problemas sociales, politica de Estado y economías regionales: 1912-1976, Rosario, Prohistoria - Diario La Capital, 2006, cap. 6. 91 Véase Healey, Mark Alan, "El interior en disputa: proyectos de desarrollo y movimientos de protesta en las regiones extrapampeanas", en James, Daniel (ed.), Violencia, proscripción y autoritarismo: 1955-1976, Buenos Aires, Sudamericana, 2007, pp. 192-202; y Quintar, Juan, El choconazo, Neuquén, EDUCO, 1998.

se incluiría, además, la lectura de una reprochable actitud de las empresas contratistas-; por

otro lado, la lucha de aquellos trabajadores emergía como un ejemplo a seguir.92

A medida que los días trascurrían, los reclamos de los obreros de la planta Savio se

fueron ampliando. A los descuentos y a las críticas hacia Rogelio Coria se le adicionaron

peticiones más vinculadas a las condiciones laborales en la planta (por exceso trabajo o por

falta de seguridad), como también por la serie de despidos producidos, entre los que se

incluían la de aquellos delegados cesanteados o apercibidos por la empresa, o el sindicato,

durante el conflicto. Para algunos, la solución debía partir de la renuncia de Héctor Quiroga

–a cargo de la seccional local- y la posterior convocatoria de una amplia asamblea para la

elección de un nuevo secretariado; para otros, en cambio, la salida pasaba por la

intervención de la seccional.93

El punto más álgido del conflicto comenzó a vislumbrarse el lunes 12 de junio, cuando,

visto lo que entendían era una actitud de falta de atención por parte de la seccional, se

convocó una asamblea para las primeras horas de la tarde. Luego de los debates y

discusiones del caso, dos decisiones fundamentales emergieron como resultado. La

primera, de corte organizacional, implicó la conformación de una Comisión Provisoria

como instancia centralizada de representación. La siguiente refirió a una medida de

aplicación inmediata: decretar una huelga por tiempo indeterminado; la sanción de obreros

y delegados durante los días previos, por parte de la empresa y del sindicato, terminó

jugando un papel central sobre esta decisión.94 En suma, ambas medidas, que radicalizaban

la acción, potenciaban a la vez lo que ya era una evidente disputa hacia el interior del

gremio. Lo que ocurrió al día siguiente término por definir esta situación.

Aquel día, a partir de una nueva decisión asamblearia, y como una forma de incrementar

la presión y acelerar los tiempos, se dispuso marchar hacia la sede sindical. Algo similar ya

había ocurrido el viernes previo -8 de junio- cuando cerca de mil trabajadores se

congregaron frente al edificio y demandaron sin respuesta durante dos horas la atención de

la conducción gremial. Esto se vio verificado luego de que un grupo de representantes, que

                                                            92 El Norte, 9 de junio de 1972; volante de la Agrupación Clasista y Revolucionaria “1° de Mayo” de la Construcción, DIPBA, Mesa B, carp. 111, asunto: “SOMISA. Comisión Interna” (Tomo I), ff. 31-31. 93 El Norte, 9, 13 y 14 de junio de 1972. 94 El Norte, 13 de junio de 1972.

habían podido ingresar a la sede y comunicarle directamente el listado de reclamos a Héctor

Quiroga, comunicaron la contestación satisfactoria. Esta falta de respuesta junto a lo que ya

eran claras dilaciones, sumadas a las acciones punitivas a los delegados díscolos, hicieron

que la nueva movilización planteara exigencias más profundas.95

En esta ocasión, la ciudad nuevamente comenzó a transformarse a media tarde. Una larga

marcha de trabajadores, “en columnas y en perfecto orden”, empezó a invadir el centro

urbano en dirección de las calles Urquiza y Belgrano, perímetro de la seccional. Apenas

pasadas las 15 horas, la cantidad que ya se había ubicado frente a la sede parecía aún mayor

–superaba las 1.000 personas-; la única interposición entre ellos y el edificio era el cordón

policial dispuesto como protección.96 El objetivo inicial era comunicarles a los directivos

las últimas medidas resueltas en función de refirmar las exigencias planteadas. Sin

embargo, algunos testimonios daban cuenta de que la apuesta era aún mayor, y que las

autoridades debían permitir que se realizara una asamblea dentro del local, y que ésta

asumiera “según lo disponen los estatutos, el poder soberano de la entidad”. Pero ninguna

de estas exigencias llegó a ser comunicadas. Mientras se sostenía la situación de presión, y

un pequeño grupo buscaba ingresar a la sede, repentinamente desde ésta comenzaron a

disparar contra la multitud, lo que provocó a la vez el sobresaltó de los manifestantes y la

intervención de la policía, que mediante una rápida represión buscó la dispersión de los

trabajadores. El saldo, producto de los disparos de arma de fuego desde la seccional, fue de

dos heridos de balas.97

Es difícil entender el motivo de tamaña reacción, especialmente a partir de la carencia de

fuentes. Pero por medio de los elementos dados, si el peligro era el del asalto al edificio,

todo parece indicar que los límites de la movilización estaban muy claros y hasta el instante

de los disparos no se había registrado ningún tipo de desborde. Las crónicas nacionales y

locales coincidieron en buena medida acerca del carácter pacífico de la movilización, y

                                                            95 El Norte, 9 de junio de 1972. Al menos uno de los tres emisarios fue sancionado por el gremio en su condición de delegado, cuestión que a partir de ese momento se sumó a la lista de demandas. Es un buen ejemplo, además, de la retroalimentación del conflicto a partir de la actitud intransigente de la mesa directiva de la seccional. Véase también, El Norte, 13 y 14 de junio de 1972. 96 Respecto a la cantidad aproximada de manifestantes, la cantidad varía según la fuente: 1.000; 3.000 o 5.000 obreros. En buena parte esto señala también lo inaudito de este tipo de movilizaciones en la vida de la ciudad. 97 El Norte, 14 y 22 de junio de 1972.

otras omitieron cualquier dato de violencia que hubiera sido ineludible para un reportero.98

Factor, además, que permaneció con lo días en las narraciones locales. Por otro lado, es

necesario destacar que fue precisamente ese acontecimiento el que selló la similitud con lo

ocurrido en Rosario. Más allá de estas menciones, lo cierto es que para la conducción

sindical implicó un punto de no retroceso.

2

Fue a partir de la primera marcha y manifestación frente a la sede, cinco días antes del

desenlace violento, que el conflicto comenzó a tener una alta resonancia en la esfera

pública local. Hasta ese momento la principal disputa que se venía sosteniendo dentro del

mundo sindical, y que aún contaba con una repercusión permanente en los medios locales,

era aquella que remitía al enfrentamiento entre los metalúrgicos y la conducción de la

delegación regional de la CGT.99 La diferencia, en el caso del sindicato de la Construcción,

estaba en su resaltada cuestión intragremial, y al menos expresamente poco tenía que ver

con los conflictos hacia el interior del peronismo que cruzaban la vida política y sindical.

También, a pesar de que la disputa entre la conducción y las bases pasó a encontrarse en la

cima del temario del distrito, seguramente nadie había pensado que en lo inmediato la

cuestión podría llegar a alcanzar la repercusión nacional que finalmente tuvo.

En tanto, y como era de esperar, el impacto de lo ocurrido en la opinión pública local fue

superlativo. En un primer momento pareció que la rebeldía obrera, impulsada durante los

últimos años en diferentes ciudades del país, finalmente había llegado a San Nicolás. El

                                                            98 Clarín, 14 de junio de 1972; La Nación, 14 de junio de 1972; La Opinión, 15 de junio de 1972; La Razón, 14 de junio de 1972. 99 Dentro del proceso de construcción y consolidación de un poder gremial (local) monolítico, desde principios de 1970 las diferencias de conducción entre el líder del sindicato textil –Antonio Magaldi- y la UOM-SN –conducida por José Rucci- fueron manifiestas, y se profundizaron exponencialmente durante la segunda mitad de 1972, a partir del proceso de reorganización partidaria del Justicialismo, en vista de las elecciones de marzo de 1973.

tenor de la movilización y su desenlace causaron una fuerte impresión, y por un tiempo

permaneció la incertidumbre por sus posibles implicancias. Para el diario El Norte:

En toda la historia del San Nicolás no se guarda memoria de sucesos siquiera similares

ocurridos en la tarde de ayer frente a la sede de la seccional local de la Unión Obrera

de la Construcción (U.O.C.R.A.), […], tanto por la particularidad de los mismo –

última y virulenta manifestación de un conflicto gremial que se viene arrastrando

desde bastante tiempo atrás-, como por la cantidad de manifestantes –alrededor de

5.000 personas en la faz inicial del proceso-, los graves desordenes producidos, la

posibilidad abierta de otros aún más graves hacía un llamado y la exacerbación

evidente y dolorosa de los ánimos.100

Esta última percepción era compartida, y las fuerzas locales reaccionaron al respecto.

Desde la sede de la Subsecretaría de Trabajo, su titular, Lorenzo Pío Caldentey, expresó su

consternación ante la ola de “violencia intergremial desatada”, y convocó “a la reflexión de

dirigentes y obreros para evitar desgracias irreparables”.101 Mientras tanto, los mecanismos

de disuasión se incrementaban. Para evitar cualquier tipo de prolongación del conflicto se

desplegó un enorme patrullaje de acción conjunta entre efectivos policiales de la Unidad

Regional, del Comando Radioeléctrico y fuerzas del Batallón local (estas últimas a cargo

del operativo).102 Desde el inicio mismo del conflicto, el escenario privilegiado había sido

el centro de la ciudad -allí se encontraba la sede de la seccional-, más que el propio lugar de

trabajo. Atento a esto, las declaraciones del teniente coronel Ignacio Carro no dejaban lugar

a la interpretación. Por medio de una serie de comunicados alertaba a la población a evitar

cualquier tipo de manifestación callejera, de lo contrario serían disueltas “con toda energía

por el Ejército”.103 En efecto, estos mecanismos accionados, que implicaron tanto la

apertura de nuevas instancias de negociación (el delegado regional de la Subsecretaría de

                                                            100 El Norte, 14 de junio de 1972. 101 Ibid. 102 El Norte, 15 de junio de 1972. 103 Comunicado N° 2 del Batallón 101 de Ingenieros, El Norte, 17 de junio de 1972.

Trabajo se ofreció como mediador), pero sobre todo la rápida y contundente militarización

del espacio, terminaron con la dinámica de “exteriorización”. Así, la protesta de los obreros

de las empresas contratistas, ahora recluida a los límites de la siderúrgica, continúo por los

canales de la huelga.

Por su parte, la UOC-SN permaneció sin ceder ante las medidas, y, reafirmando su

posición, solamente exhortó a continuar con las tareas en la planta y a evitar “por todos los

medios de no hacer caso a elementos agitadores y profesionales, que han venido de otros

lugares del país para fomentar el caos y la anarquía y destrozar lo que con tanto sacrificio

[ha] costado a los compañeros nicoleños.”104 En realidad, la estrategia de fondo era contar

con el desgaste natural que provocaba el mismo suceder de los días; en definitiva,

especulaban con justa razón, las pérdidas por las jornadas no trabajadas terminarían

superando el monto mismo del descuento. Por otro lado, en el plano interno de la

conducción sindical, la disposición del aporte extraordinario redundaba en ambas instancias

de la dirigencia, nacional y local, por lo que su aplicación implicaba una defensa

congruente. En otras palabras, resultó indudable y necesario el apoyo del sindicato nacional

para soportar la embestida, más allá de los cuestionamientos sobre Quiroga y sus allegados

que pudieran realizarse sobre el manejo del conflicto. Además, buena parte del grupo

disconforme difícilmente discernía ambas instancias; y en este sentido, pese a las

diferencias que se podrían encontrar, la amenaza unificaba la estructura.

Por último, y no menos importante, se encontraban los apoyos en la esfera local con los

que podía contar la dirigencia de la Construcción. Aquí el principal sostén fue la delegación

regional de la CGT, conducida por Antonio Magaldi. Quiroga era un aliado gremial de este

último, en especial en su enfrentamiento con la UOM-SN, y como tal, un socio político –

ambos participaban, aunque no en igual medida, de la estructura oficial del Justicialismo

local-. Ante los graves episodios registrados, la primera reacción de la CGT-SN fue, en

consonancia con otras fuerzas locales, la de convocar a un plenario de secretarios generales,

“fuerzas económicas y vecinales”, e instar a la cordura a todas las representaciones

sindicales.105 Una vez reunidos, la medida dispuesta consistió en “poner en estado de alerta

a todos los gremios adheridos por posibles resoluciones a tomar”. A pesar de tratarse de una                                                             104 El Norte, 15 de junio de 1972. 105 La Capital, 14 de junio de 1972; El Norte, 14 de junio de 1972.

medida concisa y esperable, no obstante, la argumentación de la central mostraba cierta

particularidad; más precisamente un grado sutil de indeterminación que intentaba cubrir al

menos a varios de los actores implicados, al mismo tiempo que desplazaba el eje de

discusión. Si en términos sintéticos la lectura terminaba ciñéndose al revisitado argumento

de los “elementos infiltrados con intereses creados”, de forma expresa también se señalaba

como “únicos culpables” a “los directivos que integran el directorio de SOMISA”, debido a

que “han permitido y siguen permitiendo cualquier atropello dentro de las empresas

contratistas por personas que ni siquiera son obreros y están al servicio de intereses

foráneos”, situación que era usufructuada tanto por el “momento de confusión que está

viviendo la clase trabajadora de San Nicolás” cuanto por la coerción ejercida, a través de la

amenaza armada, hacia los trabajadores.106

El problema, de acuerdo a esta interpretación, parecía ya no ser intragremial, o en todo

caso, el origen de la disputa quedaba por fuera. La empresa aparecía aquí como la única

responsable al no ejercer un mayor control sobre los trabajadores bajo dependencia de las

empresas contratistas. Pero sobre todo -y quizás lo más interesante desde la estrategia del

delegado regional Magaldi-, se excluía al gremio de la Construcción a la vez que se dejaba

a resguardo a los afiliados.

Por su parte, en un comunicado firmado por los secretarios Rodolfo Cecchi y Dionisio

Pereyra, la UOM-SN rápidamente salió también a establecer una posición y dar su

interpretación de los hechos. Poco usual a su estilo, caracterizado por un lenguaje llano y de

señalamientos concretos, en esta ocasión se restringió a expresar una referencia de

culpabilidad sumamente abstracta –enmarcada en un sugerente “determinismo”-, en

conjunción con un breve gesto de solidaridad gremial. Para el gremio de los metalúrgicos,

lo ocurrido no era más que el producto de la “sistemática conducción socio económica por

lo que atraviesa el país”, reflejada sobre los mismos trabajadores que “viven en

permanentes estado de tensión ante la injusticia y las frustraciones que el sistema les está

imponiendo”. Ese “determinismo” –se aseguraba- explicaba lo acaecido a una

“organización hermana”, víctima del “fruto y responsabilidad de quienes, desde arriba,

están imponiendo una violencia sin límites en todos los sectores laborales del país”. Y                                                             106 El Norte, 16 de junio de 1972. En igual sentido se situaba lo comunicado por la mesa local de las 62 Organizaciones, también conducida por Magaldi.

concluía con las mismas preocupaciones que el resto de las organizaciones citadas, en

cuanto a lo que se había vuelto una declarada reacción de las bases. Se invitaba a los

trabajadores a una reflexión, para que “no se conviertan por obra de las circunstancias en

juguetes de quienes pretenden y aprovechan toda ocasión para dividir al movimiento obrero

organizado”. La solución a las demandas debían canalizarse dentro de la organización,

“para evitar de esta forma que los eternos especuladores o enemigos de la clase trabajadora

usufructúen los dividendos que sólo el movimiento obrero tiene derecho a gozar.”107

Sin embargo, este “enemigo común” no alcanzaba para ocluir los propios conflictos, y la

proclama tuvo una duración exigua. Pocas horas después, impulsado por la “prevención y

salvaguarda de desborde que pueden comprometer a los obreros metalúrgicos y a las

propias instalaciones de la Sociedad Mixta Siderurgia Argentina”, un congreso de los

delegados metalúrgicos decretó por unanimidad el cese de actividades de la planta Savio.

En términos formales, ésta fue la única medida que tomó el sindicato y, más allá de la

validez del propio gesto, sólo funcionó como una amenaza latente que nunca llegó a

efectivizarse. Lo más sustancial, en cambio, se encontraba en las declaraciones de su

secretario adjunto, Rodolfo Cecchi, quien se dedicó a repudiar los comentarios del

interventor de la UOC-SN que señalaban a la Comisión Directiva de la seccional como

responsable de lo ocurrido.108

En estas últimas declaraciones se halla el punto nodal para una mejor comprensión del

problema y sus fuentes, ya que las acusaciones no hicieron más que traer a la luz una vieja

cuestión revivida en los últimos años, aquella de la representación gremial de los

trabajadores de la planta que enfrentaba a los dos gremios.

3

                                                            107 El Norte, 15 de junio de 1972. 108 El Norte, 16 de junio de 1972.

Cuando las primeras señales de inicio de los reclamos, el tema ya estaba presente en la

serie de reproches y demandas con que se cargaba a la conducción de la seccional de la

Unión Obrera de la Construcción. En un petitorio dirigido a Rogelio Coria, obreros de la

construcción señalaban que “la pérdida de terreno en el conocido problema de

encuadramiento de la U.O.M., hace que se asome el primer signo de derrota”.109 Poco

después, y luego de aquella primera declaración consentida frente a lo ocurrido, el

secretario adjunto de la UOM-SN recurrió a la cuestión al asegurar que el problema

suscitado dentro del sindicato de la construcción se debía a la falta de resolución “en forma

definitiva al problema del encuadramiento sindical en que está interesada su

organización”.110

Así, la Unión Obrera Metalúrgica participaba, aunque no de forma directa, del conflicto

desatado por los obreros de la Construcción. Un día antes de la violenta reacción de

militantes del oficialismo de la UOC-SN, el secretariado metalúrgico había mantenido una

reunión en la sede de la Subsecretaría local con un grupo de trabajadores y algunas

empresas contratistas de la siderúrgica. El tema, ya recurrente, se centraba en la retención

sobre los salarios realizado por parte de aquel empresariado en favor del gremio de los

albañiles. Para los representantes de la UOM, definitivamente ésta no era más que una

medida arbitraria e injusta, que no contaba con ningún soporte legal.111 Pero el fondo de la

cuestión era clara, una parte de los afiliados de la UOC-SN entendía que la solución

consistía en el traspaso gremial, o en su defecto, al menos buscaba usufructuar la injerencia

de los metalúrgicos en la disputa entre los trabajadores y la seccional; a su vez, para el

gremio de Rucci la coyuntura crítica de aquella organización brindaba una oportunidad para

empezar a sellar la pugna mantenida sobre una extensa cantidad de obreros (según algunas

fuentes, cerca de 4.000).112

En efecto, el problema desatado en el invierno de 1972 descansaba en algún punto sobre

el suelo inestable de un pasado de contienda intersindical. Si bien la pugna por el

encuadramiento se remontaba a los tiempos de la construcción de la planta, en el trascurso

                                                            109 El Norte, 10 de junio de 1972. 110 El Norte, 16 de junio de 1972. 111 El Norte, 18 de junio de 1972. 112 Clarín, 15 de junio de 1972.

de los últimos años la disputa se había profundizado a medida que comenzaban a activarse

los planes de expansión, que implicaban directamente un aumento de la masa laboral.113

Exacerbada en los últimos años, la expresión más patente de esa pugna quedó reflejada en

una serie de resoluciones del Ministerio de Trabajo.

La UOM contaba entre sus argumentos con el reconocimiento que se le había otorgado

algo más de diez años atrás, en el momento en que se iniciaban la producción de la fábrica.

Según lo resuelto por la Dirección General de Asociaciones Profesionales a principios de

1960, correspondía al gremio metalúrgico “ejercer la representación gremial de los

personales que se desempeñen en la Planta Siderurgia Argentina, con excepción de los

trabajadores dedicados a la construcción de edificios y viviendas, que deberán ser

representados gremialmente por la Unión Obrera de la Construcción”.114

Más allá de cualquier omisión puntual, para los involucrados la disposición parecía

clara. Sin embargo, años después el problema se reinstalaría con fuerza a través de la

disputa sobre los trabajadores de un grupo de empresas contratistas. Trasladado al ámbito

propio de decisión, en 1969 el Ministerio de Trabajo concluyó resolver en favor de la

Unión Obrera de la Construcción (Resolución DNAP N° 155/69); no obstante, en lo

inmediato el dictamen fue rechazada a través de un recurso jerárquico interpuesto por la

UOM, que logró una pronta revocación a su favor (Resolución DNAP N° 45/70). La

Dirección había considerado que “las alegaciones vertidas” por el sindicato metalúrgico

“podrían innovar las circunstancias que fundaron la decisión”, y por lo tanto se determinaba

dejar en suspenso la resolución. Un año más tarde, ambas organizaciones fueron notificadas                                                             113 En diciembre de 1968, el presidente de facto Juan Carlos Onganía dispuso a través de un decreto (N° 8.058) modificar el plan de expansión de la planta General Savio al elevar la meta de producción de acero crudo de 2.000.000 tn a 2.500.000 tn, objetivo que debía ser alcanzado en 1972 (la producción del ejercicio 1968/1969 fue de 943.254 tn). No obstante, “luego de considerarse el estado técnico-económico de la Empresa”, el plan fue aprobado definitivamente por el Poder Ejecutivo el 7 de diciembre de 1970 -decreto N° 2.264/70- (para ese entonces el presidente era Roberto M. Levingston). Por supuesto, esto no implicaba una precisa consecución; aunque las obras se incrementaban, la producción, por diversas dificultades que no refieren a nuestra cuestión, no crecía al ritmo proyectado. A modo de referencia: 943.2654 tn. había sido la producción de acero al cierre del ejercicio 1968/69, finalizado el de 1970/1971 la suma alcanzó las 944.685 tn (siendo que ya se proyectaba una capacidad óptima de producción de 4.000.000 tn); al concluir el ejercicio 1972/1973, en junio de 1973, el “Plan 2.500.00 tn” aún no se había terminado de cumplir, aunque las obras habían comenzado a inaugurarse a principios de diciembre del año anterior. SOMISA. Memoria y balance 1968/1969; SOMISA. Memoria y balance 1970/1971; SOMISA. Memoria y balance 1972/1973; La Opinión, 6 y 9 de diciembre de 1972. 114 Resolución DNAP del 16 de febrero de 1960, integrada al expediente N° 14.833/59, El Norte, 18 de junio de 1972.

de un nuevo mandato (Resolución DNAP N° 44/71), que confirmaba el encuadramiento en

favor de de la UOM. Anoticiado el gremio de la construcción, en mayo de 1971, interpuso

nuevamente un recurso para su suspensión. El resultado implicó el aplazó de esa última

disposición, junto a la decisión de que se realice “una nueva y exhaustiva inspección” sobre

las empresas involucradas (Resolución DNAP N° 53/71).115

Entre resoluciones y apelaciones, dos años antes de que estallara el conflicto en el gremio

de la construcción, en mayo de 1970, la Unión Obrera Metalúrgica había hecho un fuerte

llamado de atención al respecto por medio de un comunicado difundido ampliamente en el

interior de la planta. En éste, dirigido expresamente a aquellos compañeros “víctimas del

tramposo juego de la representatividad gremial”, se notificaba la resolución emitida por la

Comisión Directiva de la seccional, en la que se disponía de “todas las medidas, ya sean

legales y/o de acción directa contra los responsables de las violaciones consumadas” contra

los trabajadores afectados a las empresas contratistas, en función de las “permanentes y

graves contravenciones orquestadas”. La ley de Asociaciones Profesionales (N° 14.455),

citaba, era el sustrato último en torno a la cuestión de la representación gremial; y a partir

de ella se determinaba que:

S.O.M.I.S.A. es una empresa que produce acero, lo cual no admite ninguna

calificación que no sea la de una actividad netamente METALURGICA y que quienes

se encuentran afectados a la misma y que hagan a su funcionamiento, cualquiera sea el

régimen y/o modalidad de trabajo, indiscutiblemente son METALURGICOS, aunque

para el caso, la citada empresa a parte de su personal lo coloque bajo las órdenes de

tercero, quienes amparados por una absoluta indiferencia de la Sub-Secretaría de

Trabajo, comenten toda clase de aberraciones.116

                                                            115 Expedientes de la Subsecretaría de Trabajo N° 2330-J-1. 102/67 y 2330-J-1. 795/68; y Resolución de la Dirección Nacional de Asociaciones Profesionales 155/69, citado en El Norte, 30 de julio de 1972. 116 Volante de Unión Obrera Metalúrgica de San Nicolás, DIPBA, Mesa B, carp. 111, leg. 50, asunto: “Unión Obrera Metalúrgica – San Nicolás”, f. 121. El resaltado corresponde al original.

La intención de fondo buscaba no sólo contener los límites y avanzar sobre los resquicios

de las actividades desarrolladas por las empresas contratistas y sub-contratistas ante los

posibles avances del gremio de la construcción, sino extender al máximo el “largo brazo”

de la actividad. Por lo que, si por “razones de planificación de funciones operativas” la

siderúrgica estatal debía traspasar tareas a terceros, como en efecto hacía tiempo lo venía

haciendo, debía reconocerse que buena parte de esa mano de obra se encontraba

“especializada en la industria metalúrgica”: soldadores, cañistas, trazadores, electricistas y

bobinadores, entre otros.117

Dos años más tarde, la situación continuaba aún sin definición. A la sazón, poco antes de

desatado el conflicto por el descuento extraordinario, la seccional de la UOM había

reiniciado las presiones. Esta vez a través de una carta dirigida al presidente del directorio,

Mario Chescotta. En ella, el secretariado del gremio denunciaba el incumplimiento de lo

solicitado a la empresa a mediados de 1970. Pese al diálogo sostenido “en forma reiterada y

exhaustiva” durante estos años, “graves problemas”, se afirmaba, venían “soportando los

hombres de la UOM” al no hallar una respuesta definitiva al dilema de la representación;

porque si bien la empresa se encontraba exenta en término legales, su responsabilidad al

respecto era en tanto “parte activa o motivante”. En términos concretos, aclaraba la nota,

quedaban fuera de discusión aquellos casos en que la obra remitía a un “típico caso

construcción y el contratista que la toma acredita años de actividad [en] la rama”. Pero no

se iban a aceptar que las tareas comprendidas en el convenio metalúrgico “sean ejecutadas

por contratista que aprovechando el caso intersindical y para evitar nuestra acción tutelar

pretenda aplicar con la complacencia de SOMISA, el convenio de trabajo y las leyes que

más favorecen a sus intenciones de incumplir con el trabajador”.118

El principio de solución finalmente llegó por medio de una nueva resolución de la

Dirección de Asociaciones Profesionales. A finales de julio, las partes fueron convocadas a

la Subsecretaría de Trabajo local, donde, luego de darse lectura al dictamen, los máximos

representantes locales de ambos gremios junto a las empresas en cuestión rubricaron la

conformidad. Cecchi y Quiroga, en representación de sus seccionales, aceptaron la

resolución en sus términos, y convinieron dar por concluidas las diferencias originadas en                                                             117 Ibid. 118 DIPBA, Mesa B, carp. 111, leg. 50, asunto: “Unión Obrera Metalúrgica – San Nicolás”, ff. 158-161.

torno al tema. El dictamen no hacía más que establecer, aunque en esta ocasión con mayor

precisión, como debía darse el encuadramiento gremial para cada empresa.119

Pero el acuerdo excedía la simple distribución de pertinencias y la buena voluntad de su

admisión. Lo más interesante se encontraba en el poder de resolución interno que se les

concedía a estos gremios; más precisamente, respecto al destino de aquellos casos no

contemplados por la resolución. Desde ahora, y ante las dudas sobre el encuadramiento

gremial de alguna contratista, “ambas organizaciones se obligan antes de tomar una medida

de acción directa, resolver de común acuerdo la situación que plantea el caso”. Aunque se

remarcaba que esa tipo de decisiones no constituían “de ningún modo la resignación de sus

derechos ni la renuncia a las facultades y poder de representación que les puede asistir en

cada caso”; simplemente, su finalidad no era otra que constituir un “un medio más rápido y

eficaz en la búsqueda de soluciones a los distintos problemas que afectan a los obreros, que

exigen un urgente tratamiento dado los intereses que se afectan”.120

Una última observación refiere a los propios trabajadores. En definitiva no es un punto

menor cómo esta disputa era entendida por ellos. Algunos puntos son necesarios destacar.

Por un lado, las condiciones y los beneficios no eran exactamente los mismos, y remitían a

una situación de fondo evidentemente diferencial. De forma simple, más allá de la propia

actividad, el primer contraste entre ambos grupos de afiliados se situaba en la estabilidad

laboral. Los que estaban vinculados a las actividades de construcción y expansión de la

fábrica se encontraban en una situación estacional y por lo tanto más vulnerable. Para

buena parte de ellos, sino para todos, la salida directa de aquella realidad se hallaba en su

incorporación a la empresa. Así, por medio de una especie de forma transitiva, pertenecer a

la UOM connotaba una mayor seguridad laboral. Una evidencia de esto puede observarse

en la ya citada reunión en la Subsecretaría de Trabajo, en la que quedó plasmada la

intención de un grupo de trabajadores de la Construcción de contar con los beneficios

publicitados por los metalúrgicos. Por supuesto, también se hallaban aquellos que buscaban

                                                            119 Resolución DNAP N° 23/72, El Norte, 30 de julio de 1972. 120 Ibid.

reforzar la propia institución frente a la injerencia de la UOM.121 Intromisión que, por otro

lado, era explotada de forma permanente.

4

Si bien la competencia entre el sindicato metalúrgico y el de la construcción configura un

factor ineludible en el momento de entender aspectos relevantes de la organización de los

trabajadores de la planta, lejos está de aproximarnos a algunas de las características del

conflicto desatado entre la conducción y las bases del último de los gremios. Entre ellas,

podemos citar la dinámica y visibilidad relacionadas íntimamente con ciertos rasgos

territoriales ineludibles al abordar buena parte del vínculo entre la empresa y sus

trabajadores.

El primero refiere a la importante masa de trabajadores vinculados a las obras de

expansión. Las cifras estimadas que aparecen en las crónicas periodísticas -sobre la huelga

y la movilización- daban cuenta de cuatro mil personas. Este monto se ve reafirmado en

buena medida en el desarrollo expansivo en que se encontraba la empresa en ese

entonces.122 Su difícil cuantificación surge, en primera instancia, del grado de

descentralización en torno a aquellos empleos (los registros eran propios de cada

contratista). Aunque lo más relevante a nuestros fines no es el desagregado en tanto rasgo,

sino precisamente su inmediata disolución frente a la concentración espacial que imponía el

predio, y que potenciaba las posibilidades de coordinación entre los trabajadores. A la vez,

como segundo rasgo, se encontraba la vinculación entre la fábrica y el conglomerado

urbano (ciudad y periferia); o si se quiere, la estrecha relación espacial entre ambos.

                                                            121 El Norte, 13 y 18 de junio de 1972. 122 Frente a los 4.000 obreros para el conjunto de empresas contratistas, el crecimiento de operarios de SOMISA en los últimos cuatro años había sido, por el contrario, de 542. Cifra que casi se duplicó en los siguientes doce meses al pasarse de 5.728 a 6.724 obreros; según la empresa, la diferencia era producto del incremento de la actividad y al proceso de expansión, SOMISA. Memoria y balance 1967/1968; 1971/1972; y 1972/1973

Durante los álgidos días de junio, esto quedó expresado en la dinámica adoptada, de

asamblea en la planta Savio y movilización hacia la seccional. Así fue cómo ambos factores

condicionaron el proceso. Podemos además agregar como aspecto coadyuvante la

inexistencia de registros de integración por parte de obreros externos a la planta, al menos

de forma masiva, aunque el descuento extraordinario aplicado tenía alcances más amplios.

Ahora bien, si el conflicto fue célebre, localmente hablando, por el grado de movilización

y violencia desplegada, en igual proporción también lo fue por su prolongada duración, que

abarcó casi todo un mes. Y aquí, más allá de las características citadas, un elemento

fundamental fue su organización. En buena medida, esa persistencia se debió a la

conformación de un órgano de dirección centralizado: una Comisión Provisoria con la

expresa función de “orientar y dar sentido combativo a las reclamaciones de los

trabajadores”.123 Constituida el 12 de junio, ésta representó, junto con la medida de huelga

por tiempo indeterminado, un momento clave de expresión de la plena articulación entre

organización y acción. Y un punto nada menor en cuanto al grado de representatividad

obtenida. No sólo logró concentrar la difusión del estado de situación a través de los medios

locales, sino, y a los fines cualitativamente más relevante, consiguió ser reconocida como

representante del colectivo por un importante sector de actores e instituciones. El intento de

oficiar de mediador por parte de la Subsecretaría de Trabajo así lo demuestra. Como

también lo hizo otro actor de recurrente intervención pública, el jefe del batallón local.124

Particularmente, este último tuvo un papel destacado durante esas semanas de

convulsión. Primero, y como ya se citó, a través de la amenaza del uso de la fuerza, al

intentar restablecer lo que entendía debía ser el orden local. Segundo, por medio de las

negociaciones que entabló personalmente con los protagonistas directos e indirectos del

conflicto. Ambos puntos señalan otra importante peculiaridad de la vida cotidiana local, en

la que era periódica la presencia militar más allá del contexto propiciado por un gobierno

de facto. A esto, el teniente coronel le sumaba su sello personal; el grado de intervención

por parte del militar dejaba entrever una dimensión paternalista expresada en lo que podría

entenderse como un compromiso de mediación a partir de la negociación directa con los

actores implicados. Así, con el objetivo de la reincorporación de los trabajadores a sus                                                             123 El Norte, 13 de junio de 1972. 124 El Norte, 23 y 24 de junio de 1972.

tareas, entabló reuniones con la Comisión Provisoria, con el delegado regional Magaldi y

con el representante local de la Subsecretaria de Trabajo, Pío Caldentey.125

Sin duda, durante los principales días de activación este tipo de reconocimiento hacia la

Comisión Provisoria fortaleció su legitimidad al mismo tiempo que reforzó indirectamente

las demandas, pese al cúmulo de críticas que se venían sumando desde las principales

cúpulas sindicales. Críticas, además, que en el balance final terminaron sobrepasando

considerablemente los apoyos conseguidos. Sin embargo, ni unas ni otras parecen haber

influido en la prolongación u ocaso de las medidas. Ya hemos dado cuenta de las diatribas,

avancemos ahora a señalar las adhesiones.

Dentro del mundo sindical local, el rechazo que provocó esta rebelión de las bases fue

amplio e inmediato, más aún si tenemos en cuenta las “injurias” remitidas al sindicalismo

dominante que urgían a una mayor confraternidad. La misma UOM-SN, luego de su primer

y ambiguo comunicado y pese a su enfrentamiento con el sindicato de la construcción,

había sabido distinguir estas amenazas que consignaban al propio dominio sindical, de

cualquier otro conflicto entre pares. De los grandes gremios, solamente el sindicato de Luz

y Fuerza (LyF-SN) expresó un guiño hacia los huelguistas. Actitud que, por otra parte, no

causó ninguna sorpresa, ya que más bien se encuadraba dentro de las diferencias

desarrolladas en los últimos años cuando la seccional se había acercado a la nueva

expresión sindical confluida en la CGT de los Argentinos. Así, mediante un comunicado

(“Algo más sobre el hermano obrero en desgracia”), la seccional lucifuercista señalaba su

repudio a las empresas contratistas a la vez que pregonaba el valor del sindicato como una

institución participativa. Y aunque omitía referencias explícitas, señalaba a la democracia

gremial como el único camino para la obtención de un mayor compromiso entre institución

y afiliados, ya que “como resultado de sus ausencias del gremio, personas ajenas a sus

necesidades e intereses se adueñan de él”.126

Fuera de esta excepción dentro del mundo sindical, el resto de las adhesiones que

pudieron encontrar los trabajadores en conflicto provino de un grupo reducido de

                                                            125 El Norte, 23 de junio de 1972. 126 El Norte, 28 de junio de 1972. En alguna medida, debe entenderse esta declaración como parte de la discusión que esta organización daría sobre los “contratos de tareas” de la empresa Agua y Energía Eléctrica, como quedó expresado en el Comunicado N° 50, El Norte, 30 de junio de 1972.

organizaciones. Así lo hicieron saber la representación local del Encuentro Nacional de los

Argentinos (ENA-SN) y del Peronismo de Base. Como también la Federación de

Comisiones Vecinales, presidida por Moisés Gómez, que instaba a reconocer “como única

dirección del Gremio de la Construcción a la Comisión Provisoria democráticamente

elegida en asamblea de 5.000 obreros”, y desde una perspectiva frentista, y no menos

ecléctica, invitaba a participar de la causa “a todas las Comisiones vecinales, a los partidos

políticos, a los sindicatos, a la Federación de Industria y Comercio, a los médicos, a los

abogados, a los estudiantes, a la Iglesia y al pueblo en general”.127

La misma actitud de apoyo brindó públicamente el Movimiento de la Juventud Peronista

local –esto es, el sector de la juventud integrado a la conducción partidaria-, que sostenía

desde sus orígenes un firme rechazo hacia las prácticas del sindicalismo dominante.128 No

obstante, aquí es necesario realizar algunas observaciones. Si por un lado, y al igual que el

resto de las agrupaciones citadas, su posicionamiento ante la estructura sindical tradicional

era explícita, y las críticas, en términos generales, eran parte central de su propuesta; por

otro, en esta oportunidad el objetivo repudiado tenía nombre propio: la dirigencia de la

UOC-SN. El punto se encuentra en que ambas organizaciones participaban del consejo

partidario local, y dentro de éste continuaban sus disputas.

5

No bien sucedidas las primeras manifestaciones de los trabajadores de la Construcción, en

el ámbito local se intentó entender el fenómeno a partir de alguna referencia o categoría. La

nueva etapa de protesta obrera y popular abierta a fines de la década previa se había visto

                                                            127 El Norte, 14, 25 y 29 de junio de 1972. En tanto característica, la propuesta de conformación de frentes populares pasó a ser una estrategia regular de diferentes actores sociales luego de la etapa abierta por el Cordobazo, Gordillo, Mónica, "Sindicalismo y radicalización en los setenta: las experiencias clasistas", en Lida, Clara y Crespo, Horacio y Yankelevich, Pablo (eds.), Argentina, 1976. Estudios en torno al golpe de Estado, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica-El Colegio de México, 2008p. 64. 128 El Norte, 22 y 29 de junio de 1972.

acelerada en estos últimos dos años, y la alarma por una insurgencia mayor rápidamente

llamó a la atención. Así, para el matutino local las primeras señales parecían ser claras,

debido a que desde la propia denominación de una de las agrupaciones, junto a sus

objetivos, dejaba entrever “una orientación ideológica combativa y hasta clasista”.129 En

efecto, la agrupación citada era el Movimiento de Recuperación Sindical (MRS), que junto

a su materialización como propuesta local, la Agrupación Clasista y Revolucionaria “1° de

Mayo” para la Construcción, iban a tener un importante protagonismo durante el junio

caliente de San Nicolás. De origen en la industria metalmecánica cordobesa y

estrechamente vinculado al Partido Comunista Revolucionario, el MRS y la Agrupación

“1° de Mayo” (a esta altura con una diversificación de homónimos en diversas ramas de

actividades) habían constituido junto a los sindicatos SITRAC y SITRAM (de las empresas

Materfer y Concord de Fiat) el epicentro conocido genéricamente como sindicalismo

clasista, o “clasismo”.130 Asimismo, su importancia se había proyectado aún más a partir

del triunfo de la lista marrón –de la originaria “1° de Mayo”- de René Salamanca, en abril

de 1972, en el Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA) de

Córdoba.

Las propuestas de esta fracción interna dentro del sector de trabajadores de la

Construcción fueron a todas luces las más radicales y críticas a la conducción oficial.131 Y

en buena medida, a través de su participación en las instancias deliberativas contribuyó en

la dinámica y organización de la protesta.132 Como también puso en evidencia las tensiones

                                                            129 El Norte, 9 de junio de 1972. 130 Para una síntesis al respecto, véase Gordillo, "Sindicalismo y radicalización en los setenta: las experiencias clasistas", pp. 67-73. Pese a estar estrechamente relacionado al Partido Comunista Revolucionario, el Movimiento Sindical de Recuperación, según Brennan, estuvo en sus orígenes vinculado a un conglomerado amplio de opciones de la izquierda: “A fines de 1971, los opositores izquierdistas organizaron el Movimiento de Recuperación Sindical (MRS), una vaga alianza de asociados incompatibles, que incluía a activistas del PC, el PCR, el trotskista Palabra Obrera, El Obrero, el Peronismo de Base, Vanguardia Comunista y muchos independientes de izquierda no alineados con ningún partido marxista en particular, así como también no izquierdistas, entre ellos una cantidad de peronistas ex partidarios de [Elpidio] Torres que sentían simpatía por un programa de representación sindical honesta y eficaz y estaban descontentos con la esclerosis que afligía entonces a la maquinaria gremial torrista", Brennan, James P., El cordobazo. Las guerras obreras en Córdoba 1955-1976, Buenos Aires, Sudamericana, 1996, p. 273; véase también Werner, Ruth y Aguirre, Facundo, Insurgencia obrera en la Argentina 1969-1976. Clasismo, coordinadoras interfabriles y estrategias de la izquierda, Buenos Aires, Ediciones IPS, 2009, p. 383; y Teoría y Política, pp. 19-43. 131 Avanzada Socialista, 28 de junio y 5 de julio de 1972. 132 Por medio de las diversas fuentes se puede determinar al menos la participación de las siguientes agrupaciones: a los ya citados Movimiento de Recuperación Sindical (MRS) y Agrupación Clasista y

entre las fracciones o sectores desplegadas entre los huelguistas. De forma temprana, por

ejemplo, el propio proceso de constitución de la Comisión Provisoria, luego de varios días

de protesta activa, fue interpretado por el MRS como una demora disfuncional al objetivo.

Más aún, entendían que luego de una situación inicial propicia, “las vacilaciones en que se

cayó ante la negativa de Quiroga a recibirnos siquiera, no ocupando el sindicato o saliendo

a manifestar por San Nicolás” habían permitido a la seccional reorganizarse frente al

embate.133 En realidad, y este punto no fue remarcado con fuerza por los observadores,

desde un primer momento fue manifiesta la emergencia de al menos dos discursos públicos

por parte de los manifestantes. Discursos y propuestas que de forma conjunta o alternada

fueron apareciendo en los medios como las voces del movimiento opositor; acción que

contribuyó a la yuxtaposición de lineamientos y lecturas en ocasiones contradictorias.

Frente al sector más radical, entonces, convivió una tendencia de mayor moderación en

sus términos que, aunque en ocasiones llegó a oscilar ligeramente hacia grados más

confrontativos, se vio reflejada, al menos en los aspectos generales, en la acción de la

Comisión Provisoria. La expresión más atemperada fue la de un grupo de obreros que

propuso como salida la intervención de la seccional ante el “descrédito y desprestigio

nocivo a los intereses de los compañeros afiliados a este sindicato”. Para ellos, el problema

no eran los descuentos, sino el avance gremial de la UOM dentro de la planta, en especial,

sobre las empresas contratistas. Desde su perspectiva, la finalidad del reclamo, dirigido

expresamente a Rogelio Coria, no buscaba más que “el engrandecimiento y adecentamiento

del gremialismo argentino”. A Coria se le advertía, además, sobre las posibles derivaciones

insatisfactorias para ambas partes si no se actuaba con celeridad: “Mucho tememos que la

dilación en la solución de este problema genere hechos de fuerza que nos resulte imposible

controlar y parar”. Pero esta misiva no contaba solamente con la particularidad de su

registro (y la omisión a los descuentos) durante un momento de exacerbación considerable,

sino también con la inclusión de referencias explícitas sobre la empresa, la ciudad y sus

habitantes. Tres referencias que, entendían, necesitaban ser consideradas en el momento de

activar la protesta. Lejos estaban de atinarle a SOMISA y su dirección cualquier

                                                                                                                                                                                     Revolucionaria ‘1° de Mayo’ de la Construcción, mencionar también: el Grupo de Obreros Combativos de la Construcción (GOCC) y la Intersindical de Base (IB) adherida al Encuentro Nacional de los Argentinos. 133 El Norte, 13 de junio de 1972.

culpabilidad de la situación, su única mención al respecto era en tanto “orgullo del país y de

los nicoleños”. Y alertaban respecto al alcance de las medidas de acción, “que la publicidad

de irregularidades podrían deteriorar la imagen que necesariamente hemos de mostrar a la

ciudad”.134

Transcurridas más de dos semanas de huelga, la Comisión Provisoria sostenía su

conjunto de demandas ante la Subsecretaría de Trabajo. Éste comenzaba con el motivo

central de los descuentos, a los que le seguían el reclamo por los recientes cesanteados, el

propio reconocimiento de la Comisión, el pago de los salarios caídos, y la solicitud -a las

empresas contratistas- de colaboración frente a los gastos de la atención médica de los

heridos frente a la sede sindical.135 Pliego que lejos estaba de satisfacer al sector más

radical, el cual pujaba por una transformación amplia de la representación de los

trabajadores. Más aún, la pretensión de una dinámica asamblearia mayor, junto a la

conformación de un cuerpo combativo de delegados, a partir de la “purga” de delegados

traidores o vacilantes, se mantuvo como demanda hasta varias semanas después de

normalizada la situación. Ya avanzado el mes de agosto, la Agrupación “1° de Mayo” hizo

pública una síntesis de la situación. En ella se conjugaban una multiplicidad de reclamos y

apreciaciones que abarcaban desde la UOC y el mundo sindical local, las empresas

contratistas, y hasta la situación política nacional. Hacia la esfera gremial, la demanda era

lisa y llanamente la de exclusión del secretario general a nivel nacional y del responsable

local; a la vez que se solicitaba la veda de ingreso a la planta Savio de militantes sindicales

que eran reconocidos como “matones”. También se reclamaba un aumento en los salarios,

la restricción en 8 horas para la jornada laboral (40 hs. semanales), mejoras en las

condiciones de trabajo, y la “eliminación de la ley de despidos de Coria”, que apuntaba a la

supresión de la práctica usual de cesantías una vez finalizadas las obras.136

Aunque aseguraban que el frente de lucha era extenso, no se debía descuidar el objetivo

central: recuperar la Unión Obrera de la Construcción; o sea, devolverle a ésta su verdadero                                                             134 El Norte, 10 de junio de 1972. 135 El Norte, 24 de junio de 1972. Los heridos del 13 de junio fueron Alarcón y Ulibarrena. La cobertura de ambas asistencias médicas fue un reclamo constante por parte de los obreros. Al menos uno de ellos –Alarcón- obtuvo una importante colaboración de la UOM, según quedó expresado en una nota de agradecimiento de su esposa, El Norte, 27 de junio de 1972. 136 Volante de la Agrupación Clasista y Revolucionaria “1° de Mayo” de la Construcción, DIPBA, Mesa B, carp. 111, leg. 43, “SOMISA. Comisión Interna” (Tomo I), ff. 31-31.

sentido, el sindical, y por lo tanto, clasista. El contexto y las posibilidades eran manifiestos.

Las “luchas” de junio no sólo habían golpeado al enemigo, sino que lo habían “derrotado”.

A partir de esta lectura, la conclusión se allanaba:

Los obreros de San Nicolás, al igual que todo el movimiento argentino han

emprendido el camino iniciado por Sitrac y Sitram (Fiat de Córdoba) y continuado por

el SMATA cordobés, que significa recuperar los sindicatos para que sean instrumentos

de los obreros en su lucha contra la patronal y el Estado y no como ahora (en manos de

RUCCI y CORIA), que son instrumentos de los patrones y el Estado para frenar las

luchas obreras.137

Más allá de la dimensión estratégica del comunicado, y no menos esperanzadora, esta

lectura parecía no tener en cuenta los propios términos en que se había dado, semanas atrás,

la disolución del conflicto. A la sazón, el mismo MRS había reconocido la difícil tarea que

implicaba sostener medidas de lucha de pretensión duradera. “Las circunstancias nos

indican –aseguraba- que las huelgas por tiempo indeterminado no [son] el camino de lucha

que debemos seguir, porque económicamente nos debilitamos antes que la patronal y el

gobierno”, e instaba a la reincorporación a las tareas bajo estado de alerta.138 Lo cierto es

que en ese entonces, como lo percibían otras organizaciones implicadas, comenzaba a ser

evidente la curva descendente emprendida por lo que había sido ya un conflicto de mediana

extensión.

Pero si por un lado aquella lectura exitista fue perdiendo su carácter con el devenir de los

meses, fue en cambio, y en buena medida, certera la proyección en torno al mundo sindical

local. La misma partía del rechazo al acuerdo sobre el encuadramiento subscripto en julio

entre ambos gremios, por haberse realizado “a espaldas de los trabajadores”. Éste había

sido la reacción necesario ante las “luchas” de junio que, más allá del propio sindicato,

habían logrado inquietar a “toda la estructura gansteril y patronal de la UOM y la CGT”. E

                                                            137 Ibid. 138 El Norte, 27 de junio de 1972.

impulsaría, en el mediano plazo, a un acercamiento entre ambas organizaciones: un “Gran

Acuerdo Sindical”, entre la CGT-SN, la UOM-SN y la UOC-SN, que se vería materializado

con la incorporación de los metalúrgicos a las 62-SN.139 Esta alianza, en efecto, fue

concretada en enero de 1973. Aún resta indagar cuánto de aquellos acontecimientos de

mediados de 1972 fueron funcionales para su concreción. Por su parte, se desprende que,

pese la lectura de la Agrupación “1° de Mayo”, y sin negarle relevancia a las

movilizaciones y a la huelga, la alianza sindical puede ser comprendida mejor a partir de las

relaciones de los principales gremios bajo un contexto político particular. El desafío que

estos sindicatos entendieron más urgente provino no sólo de los desafíos públicos de los

trabajadores, sino también de su inclusión (o no) dentro del esquema político local (ante la

inminencia de cambio de régimen).

A modo de conclusión

Pocos días antes de que termine el mes de junio de 1972, las manifestaciones de

descontento por parte de los trabajadores se encontraban en declive. A la vez que se hacían

públicas las sugerencias y presiones para la reincorporación a las actividades por parte de

varios referentes locales. Los días de agitación ya no se perfilaban en el horizonte.

Paulatinamente, el escenario político con sus vicisitudes volvía a emerger como tema

principal. Los líderes sindicales parecían concentrar todas sus fuerzas en ello. El conflicto

interno del gremio de la construcción, interpretado por éstos también como una arremetida

externa, había sido encauzado.

De lo dicho en las páginas previas, varias cuestiones pueden ser retomadas. Primero, en

cuanto a la acción de los trabajadores, las medidas emprendidas y la extensión de las

mismas representaron una novedad para el transitar corriente de la comunidad. Si bien,

como se dijo, tenían un antecedente en los hechos de Rosario, la dimensión que se desplegó                                                             139 Volante de la Agrupación Clasista y Revolucionaria “1° de Mayo” de la Construcción, DIPBA, Mesa B, carp. 111, leg. 43, “SOMISA. Comisión Interna” (Tomo I), ff. 31-31.

en San Nicolás fue sustancialmente superior. Segundo, la activación tuvo un grado de

radicalización notorio, pero su grado de “clasismo” no fue único y en buena medida se

encontró matizado por la acción de otros discursos más moderados; en parte el desempeño

de la Comisión Provisoria da cuenta de ello. Tercero, la acción intergremial fue en todo

momento un factor ineludible para la compresión del fenómeno; más aún, las disputas por

la representación de un importante sector de trabajadores de la planta Savio de SOMISA

por parte de la UOM-SN y el sindicato de la Construcción. Es indudable que la cuestión del

encuadramiento influyó sobre el control sindical dentro de la planta. Gran parte de los

trabajadores de la Construcción, molestos por los descuentos especiales, entendían su

situación como indeterminada; y la acción de cooptación de la UOM ayudaba a ello. Cuarto

y último, la dimensión política no puede estar ausente. Aunque en menor medida, sus

avatares -especialmente dentro del peronismo- condicionaban oposiciones y solidaridades.

Estos son, hasta aquí, los rasgos que se desprenden a partir de este abordaje inicial.

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Ediciones IPS, 2009.

La “gran huelga” petrolera de 1968 en Ensenada. Crónica, prácticas y discursos de

un conflicto laboral en la Argentina pre-cordobazo

Mariel Ivonne Payo Esper

Pertenencia Institucional: CONICET-IDHICS-UNLP

Términos clave: Conflicto Laboral - Trabajadores petroleros - Racionalización económica

Introducción

La presente ponencia es parte de un trabajo mas amplio sobre la llamada huelga santa de

los obreros de la Destilería, Flota petrolera y Taller Naval de Yacimientos Petrolíferos Fiscales

(en adelante YPF) Ensenada, nucleados en el Sindicato Unido Petroleros del Estado (en adelante

SUPE) de esa localidad durante los meses de septiembre, octubre y noviembre de 1968.

Dejando de lado otros aspectos contenidos en el trabajo que inspira esta ponencia,

centraremos la atención en el análisis de las posturas que asumen los líderes gremiales

implicados en la medida frente a los demás actores, y la forma en la cuál éstos contribuyen a la

creación de los intereses colectivos inmediatos de los trabajadores durante la huelga. Se

buscará, a partir de un examen de los discursos públicos que aparecen bajo la forma de

solicitadas en la prensa comercial durante el conflicto, conocer como fueron construidos los

motivos de la huelga, quienes son aliados y quienes enemigos de los trabajadores y que

posición pública asumieron también estos.

Tales debates públicos constituyen una verdadera lucha por reivindicar o atacar las

prácticas de los huelguistas y son una pieza fundamental para comprender el proceso a través

del cual la huelga de SUPE Ensenada en 1968 pasó de ser una medida en defensa de algunas

conquistas laborales a convertirse en un conflicto que aglutinó durante 3 meses la lucha contra

la Ley de Hidrocarburos y la resistencia a la racionalización económica de la Revolución

Argentina en la región.

Los trabajos anteriores acerca de la huelga realizan crónicas muy completas, que revelan

los elementos nuevos y viejos que contiene y que parecen predecir el cambio en las formas de

protesta obrera que se dio luego del Cordobazo (Raimundo 2010) y relacionan íntimamente la

extensión e importancia de la misma con la lucha entre las dos CGT (Dawyd 2009, 2011 y

Carrizo 2002). Es hipótesis de este trabajo que la politización y radicalización de la huelga

tuvieron lugar en un marco caracterizado por el enfrentamiento entre aquellos elementos

nacionalistas de la identidad de los trabajadores de YPF y la total intolerancia de la dictadura.

En este sentido, la experiencia socio histórica de los ypefianos, como defensores de la

explotación petrolera nacional pudo haber sido aún más decisiva que la contienda entre las dos

centrales sindicales.

La Huelga

“El primer objetivo que nosotros perseguimos es la defensa de nuestras conquistas.

El segundo es impedir que ese YPF que nosotros queremos propio, sea entregado a los

monopolios extranjeros. Y el tercer objetivo es que las organizaciones obreras tengamos los

hombres que de verdad necesitan, y no esos otros que salen de las bases pero cuando llegan a

sentarse en un sillón, lo único que piensan es que no les quiten el sillón”

Cominotti, entrevista para semanario “CGT”.

Cerca del mediodía del 25 de septiembre de 1968, los trabajadores de la destilería de YPF

en Ensenada abandonaban la planta, “las instalaciones quedaron desiertas y-cosa sin

precedentes- fueron extinguiéndose los humos de las chimeneas”140. Se retiraron, además de los

operarios, los empleados administrativos, técnicos y el personal de maestranza. El nivel de

acatamiento, desde el principio, fue rotundo, sumándose en un par de horas los sindicatos de

Flota y Taller Naval. El detonante: la Circular Nº 27141, de ese mismo día firmada por el

Administrador, informando que a partir del día 26 entraría en vigencia la jornada de 8 horas

diarias, -en lugar de las 6 que se trabajaban hasta entonces- y que el personal excedente se

derivaría a distintas funciones “para el aprovechamiento racional de sus servicios”. La circular

también reducía el tiempo del refrigerio.

                                                            140 El Dia, 26 de septiembre de 1968 141 Archivo DIPBA, Mesa B. Carpeta “Huelgas y conflictos, legajo caratulado: “Sindicato Unidos Petroleros del Estado (filial Ensenada)”.

La posibilidad de la extensión de la jornada laboral y la modificación del régimen

jubilatorio de 45 años y 25 de aportes a 60 y 30 respectivamente para el personal embarcado

venían siendo debatidos hacía tiempo por los petroleros estatales y habían sido tratados por

3800 afiliados de los tres sindicatos, en una asamblea el 20 de Septiembre. Por eso, cuando la

empresa difundió la circular, la Comisión Directiva del SUPE local convocó a una junta de

delegados que resolvió ejecutar una de las pocas resoluciones de aquella asamblea: parar por

tiempo indeterminado si se les imponían las 8 horas. Casi automáticamente los dirigentes de los

tres gremios: Cominotti por Destilería, Berón por Flota y Santucho por Taller Naval

constituyeron un Comité de Huelga y a través del Comunicado Nº1 insistieron en que la medida

sólo sería levantada por resolución de Asamblea.

Inmediatamente aparecieron los rasgos que acompañaron al conflicto durante sus más de

dos meses de desarrollo: las intimidaciones de la empresa, la alusión constante en los

periódicos al problema del “desabastecimiento” de combustible que la huelga traía a la

provincia y al país y la ocupación del territorio por Prefectura Marítima, Policía Bonaerense y

Comando Radioeléctrico para evitar posibles piquetes de huelga.

Las adhesiones tampoco tardaron en llegar: la CGT de los Argentinos (en adelante

CGTA) apoyó inmediatamente la medida y durante los dos días siguientes lo hicieron varias

agrupaciones gremiales y sindicatos de la zona aunque ni el frigórifico Swift ni el Astilleros

Río Santiago,- las otras dos grandes fábricas de Berisso- se solidarizaron con los petroleros.

Desde el 27, y durante las semanas siguientes, las agrupaciones juveniles que apoyaban la

huelga realizaron actos relámpago en el centro de La Plata.

La dictadura y la empresa iniciaron la ofensiva al tercer día de la huelga: la Secretaria de

Estado del trabajo canceló las personerías gremiales de SUPE Ensenada y del Sindicato Flota

Petrolera142 por no acatar la intimación del Estado y haber “declarado un conflicto abierto sin

someterse a las normas que regulan los diferendos de trabajo”143. La empresa, por su parte,

amenaza con cesantías y trae personal de refuerzo de otras dependencias y la sede central. Sin

embargo, para el día 30 trabajaban en la destilería 250 personas, entre jerárquicos y refuerzos.

                                                            142 El Sindicato Taller Naval no fue intervenido porque no tenía aún personería jurídica al momento del conflicto, por lo cual para las autoridades era “legalmente inexistente”. 143 El Dia, 28 de septiembre de 1968.

“Si algo contaba a favor del gobierno hasta el momento, era que otras filiales importantes

de petroleros (Mendoza, Comodoro Rivadavia, Neuquén, Santa Cruz) no se habían plegado a la

medida (Dawyd 2011: 87). En este contexto, sesionó la XXII Junta Directiva Central

Extraordinaria de la Federación144 SUPE, la cual resolvió, por 12 votos contra 11 “circunscribir

la situación imperante a la zona de influencia de los tres sindicatos”145 y estar atentos para

intervenir en caso de represión.

Para la filial Ensenada, la decisión de la Junta implicaba la imposibilidad de extender el

conflicto por los canales orgánicos. Este impedimento operó como impulso para los dirigentes

locales, que buscaron aún más apoyo en la CGTA, en otros gremios y filiales del SUPE. No es

posible saber cual hubiera sido el desenlace del conflicto si la Federación lo acompañaba, pero

es cierto que semejante desvinculación posibilitó la intervención de los sindicatos afectados e

implicó un trabajo extra del Comité de Huelga para la difusión y extensión de la medida y una

mayor politización de la misma, justamente por su vinculación con partidos146 y con la CGTA,

abiertamente antidictatorial y antiburocrática.

Octubre comenzó con buenas noticias. Durante la primera semana, se plegaron al paro

algunos encargados, jefes de planta y varios capitanes y oficiales de buques de la Flota

Petrolera. Las filiales de SUPE Avellaneda y Mendoza iniciaron quites de colaboración en

señal de apoyo a Ensenada. Las adhesiones de otros gremios seguían en aumento, pero no se

traducían en acciones concretas como paros en otras fábricas o quites de colaboración.

La unidad interna también se fortaleció; con fecha del 3 fue emitido un volante firmado

por todas las agrupaciones de la destilería: lista verde, lista gris, lista azul y lista celeste y                                                             144 Para 1968 conducía la Federación la lista verde de Adolfo Cavalli (CGT Azopardo), y cuestionada por distintas filiales que pedían la celebración de un Congreso Nacional para desplazar al jerarca sindical ya que en las filiales más numerosas: Ensenada, Mendoza y Comodoro Rivadavia, ganaban listas opositoras. De todos modos, como en la Junta Central había un representante por cada filial, la lista de Cavalli detentaba la mayoría. Para la CGTA y el Comité de Huelga, Y.P.F le hacía un gran favor a Cavalli al cancelar las personerías de los gremios Flota y Destilería ya que de este modo contribuiría a fortalecerlo en el Secretariado “barriendo” opositores de peso (Semanario CGT Nº 23- Oct. 3 al 10) 145 El Dia 28 de Septiembre de 1968 146 Aunque la destilería de YPF no era un espacio fabril caracterizado por una gran influencia de las organizaciones políticas de izquierda, estas hicieron su aparición desde los primeros: tanto el PRT El Combatiente como La Verdad se manifestaron a favor de organizar mejor la medida enfrentando a los carneros y armando un fondo de huelga. El Partido Obrero, de inclinación trotskista, difundió varios volantes en los cuales se criticaba a ambas CGT por su inactividad. El PC-Comité Nacional de Recuperación Revolucionaria (luego PCR) criticó a la Comisión Directiva del gremio por derivar a la Federación las decisiones importantes. El Movimiento de Liberación Nacional también distribuyó volantes y participó de muchos actos, manteniendo siempre su adhesión a la línea de la CGTA.

blanco147, en apoyo a la huelga y sosteniendo que “en ella se están jugando valores que hacen a

la dignidad de los trabajadores, a la defensa integral de YPF y, por supuesto, a la propia

Soberanía Nacional”, a su vez atacaba al Secretariado Nacional, diciendo que “deberán

comprender que las bases los han rebasado, y que su actitud antigremial los ha apartado de la

función específica para la cual fueron elegidos”148, semejante demostración de unidad en torno

a la medida no dejaba lugar a dudas acerca de su legitimidad.

En adelante, los acontecimientos de la huelga sucedieron como en escenarios paralelos

que se relacionaban constantemente. Por un lado, las altas esferas del gobierno nacional

comenzaron a demostrar una cada vez mayor preocupación por la prolongación de la medida y

trascendió a la prensa el rumor de una posible movilización militar. La actitud de la dictadura

fue, durante todo el conflicto, de absoluta intransigencia. Ni el Ministro de Trabajo San

Sebastian, ni el de Energía y Minería, Gotelli y mucho menos Onganía aceptaron reunirse con

el Comité de Huelga y cuando más adelante, se propusieron mediadores, el gobierno adujo que

no eran necesarios porque no había nada que discutir ya que las modificaciones al régimen

laboral impulsadas por los planes de racionalización eran irreversibles.

La empresa, por su parte, comienza con las cesantías. El día 5 fueron desvinculados 94

obreros “por haberse comprobado la participación de ese personal sancionado en deterioros

causados a instalaciones de la empresa”149, según el diario del 8 ya eran 250 los cesanteados y

los abogados de la CGTA debieron presentar un habeas corpus por 109 trabajadores de la Flota

que recibieron citaciones de la Prefectura Nacional Marítima, consideradas paso previo a la

detención.

El sindicato, a su vez, debió desplegar una lucha en varios planos, en primer lugar contra

la empresa y el gobierno enfrentando el discurso de que la destilería funcionaba casi con

normalidad y sin ningún problema, a lo cual respondieron que “con una escasa dotación,

                                                            147 Según los informes de inteligencia la lista verde era de inclinación peronista y respondía directamente a la Federación, vandorista. Las listas gris y celeste y blanco también eran de origen peronista siendo la primera de ellas heterodoxa. La lista azul estaba formada por militantes de las dos UCR. Luego de la intervención, en las elecciones de 1969 las listas azul, celeste y blanco y gris se unieron en una sola lista que se denominó “blanca” y perdió las elecciones contra la verde, siendo estas dos las únicas que participaron de los comicios. 148 Archivo DIPBA. Mesa B. Carpeta 39, Legajo Nº 15, Tomo II. Volante: “A los compañeros petroleros de Y.P.F y a la opinión pública”. Folio 174. 149 El Dia, 6 de octubre de 1968

minada por el cansancio es imposible cumplir las tareas de 4.300 hombres”150, también

aprovecharon cada intervención pública para denunciar los incendios y accidentes causados

porque el “personal rompehuelgas” carecía de capacidad.

Otro de los frentes de lucha era contra Cavalli. Las relaciones entre el Comité de Huelga y

la Federación se tornaban cada vez más conflictivas. El Secretariado Nacional solo concebía el

levantamiento del paro como solución al conflicto, pero se expresaba a favor de que se discuta

la extensión de la jornada laboral. La empresa y el gobierno insistían en que no había nada que

discutir y para los huelguistas, levantar la medida para sólo discutir las 8 horas era una

rendición incondicional a la que no estaban dispuestos.

En tercer lugar, el comité debió sostener un discurso aguerrido, para mantener la moral de

los huelguistas en alto durante todos los meses que duró la huelga, pero fundamentalmente

desde la segunda mitad de octubre, debido al preocupante aumento de las cesantías.

Como sostiene Marcelo Raimundo, a partir del 10 de octubre se abre una nueva etapa en

el conflicto ya que son intervenidos los dos gremios que tenían cancelada su personería

gremial. Junto a un gran despliegue policial, se clausuraron los locales gremiales. Los

trabajadores se enfrentaron al operativo y emitieron comunicados y panfleto denunciando el

atropello. Sin embargo, ese mismo día circuló en la zona un volante firmado por “afiliados al

taller naval” pidiendo la vuelta al trabajo ya que en 15 días de huelga no había habido ninguna

respuesta ni posibilidad de triunfo, y que sus puestos estaban siendo ocupados por otra gente.

Este material puede indicar que algunos petroleros ya comenzaban a dudar sobre el rumbo de

las cosas, o bien puede haber sido una maniobra más de los petroleros leales a Cavalli, que

tenían más capacidad de maniobra en Taller Naval.

Como era previsible, el interventor levantó la huelga: fue en vano, el 14 sólo dos obreros

regresaron. El dispositivo de control policial en la zona creció visiblemente. Asimismo, se

observa en los diarios de la época y los informes policiales, durante el mes de octubre, un

incremento notable de la represión a cualquier actividad o reunión, por pacífica que sea, y un

aumento en los atentados a casas de empleados jerárquicos, llegando a ser varios por día. Con

el tiempo, la policía les impidió a los huelguistas reunirse en cualquier local sindical, plaza o

                                                            150 El Dia 9 de Octubre de 1968.

Club y no les fueron otorgados los permisos para realizar ningún tipo de concentración

callejera.

En este contexto se anunció la conformación de la Comisión Petrolera Femenina de

Solidaridad con la Huelga, que reunió a esposas, novias y familiares de los trabajadores. La

labor de esta comisión fue de gran ayuda entregando víveres donados por comerciantes y

vecinos de la zona, recaudando dinero para el fondo de huelga, consiguiendo atención médica

gratuita para las familias de los huelguistas y difundiendo las razones de la medida, etc.

Mientras tanto, dirigentes de las filiales Comodoro Rivadavia, Mendoza y Santa Cruz

viajaron a Buenos Aires para gestionar una posible salida al conflicto. La reunión con Brunella,

Administrador General de YPF en la dictadura, no pudo realizarse porque los mediadores no

aceptaron su exigencia de que esté presente Cavalli en la negociación. Durante los días

siguientes esperaron que Onganía los atienda, pero este tampoco respondió.

La empresa a través de distintas solicitadas anunciaba que hasta el lunes 21 tenían tiempo

los huelguistas de volver al trabajo, caso contrario comenzarían las nuevas incorporaciones y

aquellos que no volviesen a trabajar quedarían definitivamente fuera de la planta. Ante este tipo

de advertencia, los petroleros se aferraban a su carácter de mano de obra calificada,

argumentando que “(e)l personal en huelga es irremplazable. Precisarían mucho, demasiado

tiempo para formar los cuadros altamente especializados de este tipo de industria que

representan los 7000 huelguistas. Es absurdo, infantil ese argumento. Solo un tonto mordería

ese anzuelo. Sin nosotros sobrevendría una calamidad financiera en el país”151. El 21 sólo 4

obreros se presentaron a trabajar.

Llegando a los últimos días de octubre, las filiales de Mendoza y Comodoro Rivadavia

resolvieron, en asambleas, parar por 72 horas desde el 28, en solidaridad con Ensenada y

levantando las reivindicaciones nacionales de la huelga. Sin embargo, una asamblea de dudosa

transparencia levantó la medida ente la amenaza de intervención en Mendoza y la filial

Comodoro Rivadavia fue directamente intervenida, sin poder luego sostener el paro por tiempo

indeterminado que había anunciado en ese caso. Junto a ello, en Mendoza fueron detenidos por

                                                            151 Archivo DIPBA, Mesa B, Carpeta 39. Legajo Nº 15, Tomo II. Comunicado de Huelga Nº24. Folio 166.

varios días algunos integrantes del Comité de Huelga entre los cuales estaban Cominotti y

Berón. El resto de las filiales no paró, y esto fue un duro golpe para los ensenadenses.

En los primeros días de noviembre se produjeron alrededor de 250 cesantías más, que

sumaban en total con los prescindibles unos 700.

En el camino de la negociación, el Comité de Huelga hizo llegar al gobierno y a las

autoridades de la empresa un memorándum con 18 puntos. Las pretensiones de los huelguistas

eran grandes, pues la mayoría de los puntos atacaban cuestiones centrales de la política

económica de la Revolución Argentina: pedían la anulación de la Ley de Hidrocarburos por

considerarla lesiva a los intereses nacionales, la anulación de la Licitación 290/68 para la

explotación por parte de empresas privadas de los yacimientos el Cóndor y Cerro Redondo, la

anulación para el personal de la Flota petrolera estatal de las leyes que subían las edades

jubilatorias, la anulación de la Ley 14343 de racionalización administrativa en los marcos de

YPF (cuya no aplicación implicaba que ningún ypefiano podrá ser declarado prescindible),

paritarias, aumento del 40% de salarios, estatuto y escalafón único y jornada de trabajo de 6

horas hasta que una paritaria médica laboral determine la desaparición de las causas de

insalubridad y reincorporación de todos los cesantes.

La dictadura y la empresa consideraban que la jornada de 6 horas y la reincorporación de

los cesantes no debían entrar en discusión, lo cual significaba que de hecho, la racionalización

administrativa en YPF no sería reconsiderada. El endurecimiento de la posición gubernamental

hacía cada vez más difícil para los petroleros mantener la medida sin temer a represalias

mayores.

Mientras el Comité de Huelga hacía pública su intención de negociar e informaba a los

afiliados que las conversaciones marchaban bien, los funcionarios de la empresa y el Secretario

de Trabajo negaban estos hechos y el 15 de Noviembre San Sebastián declaraba: “Si este

personal no vuelve el día lunes (18/11), última fecha fijada por YPF, la empresa procederá

entonces, en forma definitiva a hacer funcionar la destilería con los trabajadores que realmente

necesita, que no es justamente la cantidad que existía hasta ahora”152. Finalmente, los sindicatos

                                                            152 El Día, 15 de Noviembre de 1968. En este tipo de declaraciones San Sebastián deja claro lo que el Comité de Huelga venía alertando hace rato, que la prolongación de la medida de fuerza a instancias de la

convocaron a asamblea y congreso de delegados de flota para el 17 de noviembre en el Club

San Martín.

Tanto las asambleas como el congreso de delegados resolvieron de modo unánime la

continuidad de la huelga. Pero, aunque ese lunes solo 85 obreros -entre destilería y taller naval-

se presentaron a trabajar, la mayoría de los petroleros entrevistados posteriormente recuerda

hoy que fue a la asamblea del Club San Martín con la intención de levantar la medida153.

Aparentemente, en el ámbito colectivo y exaltado de la asamblea, los huelguistas volvieron a

creer que era posible ganar, tampoco era fácil terminar con una medida a casi tres meses de

iniciada, después de los grandes esfuerzos realizados. Por otro lado, es posible que la gran

cantidad de cesantes haya operado como elemento de presión para intentar entrar todos o

ninguno.

Esto puede explicar el hecho de que, aunque la asamblea demostró una gran disposición

de lucha, los huelguistas hayan realizado piquetes de huelga en las zonas de acceso a la planta

que dejaron como saldo 51 detenidos. Al parecer, la moral inquebrantable de las primeras

semanas decaía.

Esta situación fue astutamente aprovechada por la empresa que el día 20 anunció

sorpresivamente 403 nuevas cesantías, envió telegramas al personal altamente calificado

solicitando que se presentaran a declarar por haber dañado las instalaciones, anunció que en

total, entre los que retornaron y los nuevos contratados la planta operaba con 2461 trabajadores

y lo más importante: que entre ese día y el siguiente se pondría en funcionamiento el cracking

catalítico, sector fundamental para la elaboración de combustibles livianos. Inmediatamente los

petroleros, activistas que apoyaban la huelga y la comisión femenina encararon una campaña

explicando el peligro que significaba para las comunidades de Berisso y Ensenada la puesta en

funcionamiento del cracking catalítico sin personal suficientemente idóneo, pero la empresa

hizo oídos sordos.

                                                                                                                                                                                     insensibilidad del gobierno, desenmascaró la verdad de los objetivos racionalizadores: eliminar la cuarta parte de los trabajadores de la Destilería. 153 El trabajo que inspira esta ponencia también cuenta con entrevistas a 5 ex trabajadores de YPF y un estudiante-militante que participó de las actividades de solidaridad con la huelga. En las entrevistas la Asamblea del Club San Martín fue recordada por todos y, curiosamente, todos afirman que fueron a “votar para levantar el paro”. No puede saberse hoy si verdaderamente fueron con esa idea a la reunión o si es un sentido construido posteriormente.

Los días 22 y 23 empresa anunció 400 cesantías nuevas y proclamó que el 23 habían

reingresado 690 operarios. El sindicato de Taller Naval fue intervenido por la Federación y

levantó la huelga en ese sector. La poca fuerza de los dirigentes locales para entonces no pudo

impedir estos hechos.

Finalmente, aunque no había habido manifestación pública del Comité de Huelga, el

encendido del cracking catalítico produjo el reingreso de cientos de ypefianos. La noche del 26

de noviembre, en una conferencia de prensa, los tres líderes sindicales levantaron la medida ad-

referéndum del comité de huelga.

La “Huelga Santa” había terminado, y comenzaba ahora la larga lucha por la

reincorporación de 2500 cesantes, que terminaría recién en 1974.

Intereses, discursos y sentidos

Para analizar los discursos públicos sostenidos por la filial Ensenada del SUPE en los

medios de comunicación comerciales durante la huelga, partimos de la idea de que “las

organizaciones y las direcciones sindicales son poderes constituyentes de los intereses

conflictivos de los obreros” (Ghigliani y Belkin 2011: 114).

Se hace necesario entonces, comprender la forma en la cual se construyen

discursivamente las motivaciones de los trabajadores durante el conflicto: quienes son los

enemigos, a que intereses responden, cuales son los motivos del paro, quienes son los aliados y

porque, quienes mienten y quienes dicen la verdad. De este modo, se construye un sentido a

partir del cual tiene lógica la medida y su radicalización.

Así, lejos de realizar una división tajante entre los dirigentes y las bases, se partirá de la

idea de que “Los líderes formales e informales cumplen un rol central al darles (o no) sentido a

las injusticias que experimentan las obreras y los obreros atribuyendo culpas a patrones y

gobiernos en lugar de a fuerzas económicas incontrolables o la simple fatalidad; promoviendo

(o no) un sentido de pertenencia y contribuyendo al reconocimiento de intereses comunes frente

a los empleadores; incitando (o no) a la acción colectiva mediante un proceso de persuasión

dirigido a vencer las resistencias frente a los posibles costos individuales; legitimando (o no)

las medidas de lucha frente a los argumentos contrarios de patrones y autoridades públicas”

(Ghigliani y Belkin 2011: 106)

Las solicitadas del Comité de Huelga no pueden ser pensadas sino en relación a las demás

voces de los actores intervinientes, es decir, como insertas en una lucha argumentativa de cara a

la opinión pública. En el transcurso de los 62 días de huelga, la Comisión Directiva del SUPE

Ensenada, luego Comité de Huelga, la empresa, los dirigentes del secretariado nacional de la

federación e incluso un extraño grupo de opositores a la huelga intervinieron públicamente a

través de distintas solicitadas, iniciando una querella por los sentidos del paro y sus alcances.

La primera solicitada que apareció en los medios fue la publicada por YPF en el diario

El Día del 26 de septiembre154. Estaba dirigida a la opinión pública y al personal de la destilería

La Plata y manifestaba que el abandono de tareas del personal el día anterior se debió a “la

legítima decisión de la empresa de aplicar en aquella destilería la misma jornada de labor que, a

igualdad de salarios, rige en las demás destilerías de su dependencia”. Luego citaba un

dictamen del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de 1959 en el cual se daba por

terminada la declaración provisoria de insalubridad que constituía un privilegio “tan

inconveniente como injusto”. Por último, la empresa aclara que adoptará recaudos para que “la

medida no de lugar a cesantías” y exhorta a los trabajadores a reincorporarse a sus tareas antes

de que el conflicto cause mas daños a la economía del país y de YPF.

Desde el principio, tanto el hecho de que en las demás destilerías se trabaje 8 horas como

la característica estatal de la empresa y su lugar estratégico en la economía nacional serán la

punta de lanza de los ataques de los administradores de YPF contra los huelguistas, y el

alargamiento de la jornada pretende aparecer como “unificador” frente a un sector rebelde de

los trabajadores que intenta perpetuar un privilegio.

Algunas páginas mas adelante, en el mismo periódico, se lee un recuadro con el logo de

YPF cuyo título es “Intimación al personal” en el cual la empresa dice que en cumplimiento de

la ley 17183 intima a los huelguistas a reincorporarse bajo amenaza de sanciones, cesantías y

pérdida de haberes. Esta actitud de argumentar a favor de la “justa decisión” de la empresa de

                                                            154 Solicitada “Yacimientos Petrolíferos Fiscales y la huelga en Destilería La Plata”.

alargar la jornada y a su vez enfrentarse de modo frontal a la medida utilizando amenazas es

una constante a lo largo del conflicto.

La Comisión Directiva de la filial Ensenada del SUPE sacó una solicitada al día siguiente,

desplegando su primera manifestación en la prensa comercial155. Está dirigida a los afiliados y a

la opinión pública156, aunque evidentemente le habla a la empresa, con arengas a favor de un

censo sanitario y la acusación de que no se publica el estado sanitario del personal porque eso

demostraría la existencia de problemas médicos que dan lugar a la declaración de insalubridad.

En esta primera declaración pública aseguraban que la medida es de “neto corte gremial” y que

se ejecutaba en virtud de una resolución de la “magnífica asamblea” del 20 de septiembre a la

que concurrieron 3500 trabajadores.

El gran acatamiento de la medida, decían los dirigentes, da cuenta por si mismo de que se

efectuó “sin presiones de ninguna naturaleza”, se niega toda acusación de sabotaje por los

problemas técnicos en el cracking catalítico, alegando que éste preexistía a la medida y se

remontaba a la ampliación de la planta. Hay también una denuncia de que la implantación de

las 8 horas dejaría sobrando a 1000 trabajadores, y que, aunque el administrador general dice

que no habrá cesantes, cumplir semejante promesa implicaría estar en contra de la Ley de

racionalización que ya comenzó para entonces, a aplicarse en YPF.

Aparentemente, el sindicato estaba defendiéndose de acusaciones hechas por los

administradores de la empresa que no aparecen en los medios gráficos y que posiblemente se

daban en los espacios de sociabilidad compartidos por los trabajadores, a través del boca en

boca o de otros mecanismos informales.

Que apenas iniciado el conflicto deban aclarar que se trata de una cuestión “estrictamente

gremial” apunta a un discurso que aparecerá mas adelante en los medios y que acusa a los

dirigentes locales de estar siendo manejados por grupos políticos ajenos a la empresa que tienen

intereses que no son los de los trabajadores, en esta disputa los opositores a la huelga, la

federación y hasta la empresa alegaran que ellos si tienen los intereses de los trabajadores. Los

dirigentes del sindicato buscaran y recibirán con los brazos abiertos los apoyos de otros

                                                            155 Solicitada “Sindicato Unidos Petroleros del Estado Filial Ensenada”. Diario El dia, 27/9/68.

gremios, centros de estudiantes y de la CGTA, ampliando su mensaje y ligándolo a los intereses

nacionales y de todos los trabajadores argentinos.

El 28 de septiembre, en el vespertino nacional La Razón157, los Secretarios Generales de

Destilería, Flota y Taller Naval, firmando con nombre propio, publican la primera solicitada

dirigida “al pueblo todo” en la cual hay un discurso que apunta a proyectar el conflicto a nivel

nacional, diciendo que además de la extensión de la jornada y el fin del régimen preferencial de

jubilación para el personal de flota el paro es contra la Ley de Hidrocarburos que significa la

entrega de YPF y por lo tanto de la “soberanía nacional”, la ley de Sociedades Anónimas que

posibilita la infiltración de capitales monopolistas de intereses anti-nacionales, los decretos

leyes de racionalización y privatización que provocan cesantías masivas, la anulación de

Convenios Colectivos de Trabajo, entre otras cosas. A su vez, identifica responsables de la

medida de fuerza y de las “consecuencias” o “pérdidas” que esta pueda traer: los sectores anti-

nacionales del gobierno que decretaron todas estas acciones y que fueron “soportadas con

verdadero estoicismo, responsabilidad y patriotismo por los trabajadores petroleros del Estado”.

La huelga, dicen los dirigentes sindicales, fue “científicamente elaborada por los sectores

entreguistas del gobierno” que, sabiendo de las consecuencias que provoca a una empresa

estatal esta lucha continúan con la entrega de los hidrocarburos, en una actitud de indiferencia

total ante los reclamos justos de los trabajadores. La proclama cierra con una invocación a la

“augusta memoria de los Generales Baldrich, Savio y Mosconi y de todos los trabajadores que

actuaron con sentimiento de Patria”. A partir de una reinterpretación del discurso nacionalista

de la dictadura y de los administradores de la empresa, los dirigentes locales se colocan a si

mismos y a todos los trabajadores petroleros como defensores de la soberanía y no como

amenaza frente a ella. Para poder estar en ese lugar, deben levantar sus reivindicaciones, pero

también “los intereses de la Patria”, posicionándose por encima del interés inmediato de este

conflicto.

La respuesta de la empresa apareció en El día del 30 de septiembre158. Los

administradores de YPF citan un comunicado del gobierno de la Nación emitido el día 25, al

                                                            157 Solicitada “La huelga en Y.P.F la decretaron los trabajadores o…? . La Razón, Sábado 28 de Septiembre de 1968. 158 Solicitada “Yacimientos Petrolíferos Fiscales y la Huelga en Destilería La Plata”. El Día 30 de Septiembre de 1968.

comenzar la huelga, en el cual se acusaba a los trabajadores que abandonaron sus tareas de estar

“comprometiendo fundamentales intereses de la Nación” y se sostenía que la extensión de la

jornada es irreversible, por haberse hecho previa consulta al gobierno y por “fundarse en

normas de equidad y derecho”. El gobierno prometía “libertad de trabajo” y la empresa llamaba

a los trabajadores a volver a sus tareas “sin dejarse intimidar por amenazas de grupos

disociadores que pretenden influir en su libre decisión”.

En esta solicitada y en la del día siguiente emitida por el Comité de Huelga, se puede

observar la emergencia de dos estereotipos o modelos de trabajadores en huelga: una utilizada

por la empresa y los opositores a la huelga, que consiste en presentar a los huelguistas como

víctimas de una situación que no “eligen” ya que en realidad quieren volver a sus puestos y no

lo hacen por miedo, y otra figura discursiva, la de los dirigentes de la huelga, que ensalza a un

obrero decidido a continuar con la medida por intereses nacionales más grandes que los propios

y en virtud de una valentía y un honor que los elevan a la categoría de “guardianes de la

soberanía nacional”.

El uso reiterado de estas imágenes lleva a exacerbar las características que cada modelo

tiene. Para la empresa y los opositores lo digno, lo viril es volver al trabajo y la familia y la

Patria son las víctimas secundarias del temor de los huelguistas. Para los dirigentes sindicales,

los petroleros en huelga no sólo defienden conquistas históricas, sino también defienden su

honor y podrán, el día de mañana “mirar a sus hijos a los ojos”.

La solicitada del sindicato en El Día del 4 de octubre159 es la que mejor ejemplifica esta

imagen. Comienza desmintiendo que el conflicto era sólo por 2 horas mas de trabajo y haya

sido decidido con irresponsabilidad: lo de las 8 horas son “la gota que rebalsó el vaso de la

injusticia social” de este gobierno que busca “destrozar conquistas que protegen a los

trabajadores para dejarlos inermes ante la voracidad de los capitales foráneos que invaden

nuestra economía”. Señalan que YPF estaba siendo “achicada” y destruida por que “es un

bastión de soberanía de la Patria” y para hacerlo “se enfrenta a su personal imponiendo

condiciones inaceptables de trabajo”, ante las cuales ellos tuvieron que rebelarse. Éstas se

conectan con un plan mayor, de ataque a la independencia nacional. Por eso, la defensa de los

                                                            159 Solicitada “Por que mantienen la lucha los obreros de Y.P.F”. El Dia 4 de Octubre de 1968.

trabajadores de YPF y de su dignidad involucra la defensa de la independencia y la soberanía

nacionales.

La apelación “a quienes afirmados en las esencia de pueblo y nación están resueltos a

traducir esos sentimientos en la lucha y no en quienes solamente declamen esos valores” indica

una querella por definir quienes son realmente los depositarios de los intereses nacionales. Esta

soberanía contiene, asimismo un trasfondo ligado a la idea de conciliación de clases en una

sociedad que repudia los malos capitales foráneos pero apoya a los locales, no considerando

antagónicos los intereses del capital y el trabajo, sino apelando al esfuerzo conjunto en interés

de la “Nación”. El conflicto es, según quienes suscriben “Una bandera argentina flameando” y

aunque “con inmenso dolor, con una profunda congoja que nos desgarra somos conscientes de

la lesión que nuestra actitud significa a los intereses del país” prefieren “matar al hijo para

salvar a la madre (…) perder los miles de millones que el país está perdiendo, pero salvar las

reservas de nacionalismo, de dignidad, de soberanía”.

El 14 de ese mes, en el diario Clarín encontramos otra solicitada en la cual hay elementos

nuevos: un llamado a los trabajadores a no desorientarse por los intentos de Adolfo Cavalli para

aislar el conflicto, acusaciones con nombre propio sobre los administradores de YPF y distintos

ministros, y la autodenominación de “Huelga Santa”, asumiendo en un diario de tirada nacional

el mote que ya de modo informal se venía usando para referirse a ella, dado su carácter de

“lucha contra todas las violaciones que se hacen a las empresas del Estado”. Un rasgo central

del escrito y que no aparece en otras solicitadas es el llamado a una “clarinada” como eventual

movilización del “ejército de San Martín” que sería considerada por ellos una “leva patriótica”

para luchar contra la entrega. Es evidente que se dirigen al “ala nacionalista” del ejército.

La empresa apareció en los medios comerciales al día siguiente, con una solicitada160 en

la cual remarcaba que la jornada de 8 horas además de ser justa tenía un noble objetivo: “el

aumento de la eficiencia de una empresa fundamental para la vida económica del país”. A su

vez, atacaba a los trabajadores de cara a la opinión pública diciendo que “la grandeza de una

empresa no se logra con declaraciones o epítetos sino trabajando inteligente y dinámicamente”.

Las pérdidas y el desabastecimiento quedarían bajo la responsabilidad de quienes “estimulan el

mantenimiento de desigualdades irritantes”                                                             160 Solicitada “La Huelga en Destilería La Plata”. El Día 15 de Octubre de 1968.

A su vez, YPF salía diariamente en El Día con avisos ofreciendo trabajo. No es difícil

imaginar el golpe que implicaba para los trabajadores que la empresa publique la voluntad

expresa de tomar nuevos obreros. La posibilidad de ser reemplazados comenzó a crecer entre

los huelguistas de a poco, mientras los dirigentes sindicales subrayaban que, por sus

capacidades, los obreros en huelga eran irremplazables y que los avisos que la empresa

publicaba en realidad estaban dirigidos a minarles la moral y persuadirlos de volver al trabajo.

Las cesantías habían comenzado el 6 de ese mismo mes.

En esos días, el Comité de Huelga publicó una solicitada dirigida “A los petroleros de

SUPE”161 en la cual se “recuerda” a los trabajadores petroleros que las autoridades sindicales

que pueden levantar el paro son para destilería una asamblea general extraordinaria convocada

por la Comisión Directiva, para flota el IV Congreso extraordinario de Delegados y para taller

naval la asamblea general de afiliados. La necesidad de legitimar los espacios de decisión con

respecto al conflicto tiene que ver con que habían sido intervenidos también los gremios de

flota y taller naval, y los interventores de los mismos habían decretado el fin de la medida.

En este marco entra en escena un interlocutor hasta ahora ausente en los medios de

comunicación comercial: la Federación SUPE y su Secretariado Nacional. Para el 20 de

octubre, fecha en la cual la Federación publica dos solicitadas162, los tres sindicatos en lucha

estaban intervenidos. En la primera de ellas hay una intención deliberada por deslegitimar la

medida, diciendo que el 17 de ese mes el conflicto fue “cerrado definitivamente” por la

federación. El paro no tenía otras razones que la extensión de la jornada laboral y las

motivaciones agregadas posteriormente eran para justificar una decisión “apresurada e

irresponsable”. La prueba sería la no adhesión de las demás filiales. Es muy fuerte, en este

escrito, la idea de que el conflicto ya estaba perdido, y la exhortación a los trabajadores a

volver ahora mismo al trabajo para que todos conserven sus puestos.

Las chicanas y burlas al Comité de Huelga son muchas, hablan de los “dirigentes sin

gremio”, “irresponsables que ya nada tienen que perder”, etc. pero el golpe mas bajo del

escrito, sin embargo, es la afirmación de que “la movilización de los comunistas y sus idiotas

                                                            161 Solicitada “A los petroleros de S.U.P.E”. El Día, 13 de Octubre de 1968. 162 Solicitadas “S.U.P.E Federación Sindicato Unidos Petroleros del Estado a los trabajadores de Y.P.F” y “S.U.P.E Federación Sindicato Unidos Petroleros del Estado”. El Día, 20 de Octubre de 1968.

útiles de Paseo Colón quedó solamente en los enunciados (…) la fecha fijada para hechos

explosivos (día 15) pasó sin pena ni gloria ignorada por el pueblo que desde lo mas intimo de

su alma y en el silencio recoleto de sus hogares, estamos seguros, recordó y rindió homenaje a

quienes se debe recordar en función del amor que construye y no del odio que destruye”. El

secretariado nacional buscaba aislar a los dirigentes del resto de los huelguistas, señalando que

se trataba de gente con otros intereses político-gremiales y que no tenían ni la más mínima

solidaridad del pueblo.

La Federación también acusa al Comité de Huelga de estar siendo funcional a los

monopolios. Atacando sus manifestaciones nacionalistas, señalan que el cambio de horario de

Destilería es “irreversible” y que ni Flota ni Taller Naval tienen razones reales para haber

parado. Finalmente, señalan que la empresa tiene la intención de contratar a más gente para

reemplazar a los huelguistas, golpeando de este modo el argumento de “imprescindibilidad”.

Aquí aparece el modelo de trabajador señalado más arriba, que es un “sujeto pasivo”, manejado

y confundido por un grupo de compañeros que no tienen las mismas intenciones que el.

Los dirigentes nacionales circunscriben el conflicto a lo estrictamente gremial y afirman

que ya está perdido: el enemigo no son los administradores, ni la dictadura, sino “los

comunistas y sus idiotas útiles” que sin importarles nada están dejando sin trabajo a miles de

petroleros. Este mensaje no tendrá el impacto deseado, sólo un número ínfimo de trabajadores

se reincorporó a sus tareas. Sin embargo, meses más tarde, y como resultado de la derrota, esta

versión de la historia se volverá hegemónica en la voz de la lista verde, triunfante en las

elecciones normalizadoras de 1969.

Igualmente, los días pasaban y las cesantías eran una realidad cada vez más preocupante.

En este contexto, el 26 de octubre y el 2, 10 y 22 de noviembre aparecieron en El Día

solicitadas163 firmadas por Núcleo de hombres y mujeres que trabajan en YPF, Comisión de

esposas de trabajadores en conflicto y Ateneo de jóvenes de la zona. Siempre se dirigen “A los

trabajadores de YPF” y el discurso que utilizan, en términos generales, es el de la empresa y la

federación: que el conflicto es sólo por las 6 horas, que los trabajadores quieren volver a

                                                            163 Solicitadas “Terminar con la mentira: a la opinión pública, a los trabajadores de YPF”. El Día, 26 de Octubre de 1968. “Ni bombas ni miedo, trabajo!”. El Día, 2 de Noviembre de 1968. “¡Compañeros si, pero tontos no!” El Día, 10 de Noviembre de 1968. “Ni compañeros ni tontos. A los trabajadores de YPF” El Día, 22 de Noviembre de 1968.

trabajar y no lo hacen por miedo, que están solos y ya la lucha se ha perdido, que Taller Naval

y Flota no tienen razones para ir a la huelga y que los dirigentes son “sumisos instrumentos de

los comunistas”.

Pero aunque los argumentos son los mismos, estas solicitadas tienen un rasgo particular

que las distingue de las de la empresa y la Federación: utilizan el mismo registro que el Comité

de Huelga, es decir, hablan desde el lugar de los trabajadores. En la solicitada del 22 de

noviembre, ultima que publicaron, se lee lo siguiente: “Basta ya amigo, no escuches mas a los

estudiantes comunistas que se te acercan para incitarte a continuar un enfrentamiento sin

sentido. No te dejes seducir por pedidos de trámites oficiosos para abrir diálogos que no

existirán. Tapona tus oídos a las mentiras del comité de huelga. No tiembles, temeroso de

recibir el telegrama fatídico”. El discurso parte de que ya se perdió, que la medida carece de

sentido y que los enemigos son justamente los estudiantes comunistas y el Comité de Huelga,

por intentar seguir con ella a pesar de las posibles cesantías. A su vez hay una apelación directa

al trabajador como individuo, desvinculado de la organización gremial y concebido sólo en el

espacio de la familia, a quien tiene que mantener.

En la disputa por los sentidos de la continuidad o no de la medida, estos opositores

emplean también la idea de la virilidad y dignidad de los hombres trabajadores: “[p]iensa que

eres un hombre y que sobre ti esta la responsabilidad de tu familia y DECIDETE de una vez,

TOMA el camino del trabajo fecundo”164 o “[d]eje de ser cobarde. Corte la alambrada del

pánico. Triunfe con el trabajo. No se humille escondiéndose en las polleras de las mujeres (y)

una vez asegurado su pan y el de sus hijos, pida rendición de cuentas a todos.”165.

Otro rasgo fundamental de las solicitadas opositoras es que atacan una de las ideas

fundamentales en el sostenimiento de la medida: la de que los huelguistas eran irremplazables.

El 22 de noviembre, días antes de que se levante la huelga, decían: “La flota petrolera navega

con un cada día más creciente número de sus tripulaciones habituales. La destilería, que trabaja

casi a pleno con producción ajustada a las especificaciones sobre calidad, está a punto de poner

en funcionamiento el cracking catalítico y, con ello, pincha el último globo de los que aún

                                                            164 El Día, 22 de Noviembre de 1968. Destacados en el original. 165 El Día, 2 de Noviembre de 1968.

confían en su “imprescindibilidad”. En cuanto al Taller Naval si no se preocupan por el sus

propios trabajadores, nadie lo tiene en cuenta”.

Aunque no se puede medir el impacto de semejantes declaraciones, lo que es evidente es

que la idea de ser “irremplazables” acompañó a los huelguistas durante los dos primeros meses

de manera muy firme, y cuando las cesantías comenzaron a caer sobre quienes ocupaban

puestos de mayor capacitación el miedo a quedar sin trabajo fue una realidad preocupante.

Estos ataques al Comité de Huelga son las últimas solicitadas que aparecen en la prensa

comercial.

Conclusiones

La huelga analizada es más asimilable a los clásicos conflictos anteriores al Cordobazo

que a los llevados adelante durante la radicalización de los 70. Como bien señala Marcelo

Raimundo (2010), su forma fue más pasiva y disciplinada, no presentó características de paro

activo, pero estuvo cargada de violencia, no sólo por la represión policial a los trabajadores sino

también por la acción directa de grupos activistas. Sin embargo, este rasgo no parece nuevo, ya

que en distintas fuentes aparecen registros previos de la militarización en 1958, los piquetes

para frenar carneros y la movilización de trabajadores a otros pueblos para no ser obligados a

trabajar, que vienen de otras huelgas.

La medida desde sus inicios fue por otras reivindicaciones además de la extensión de la

jornada laboral, aunque ésta fue, sin lugar a dudas, el principal detonante. Sin esta medida

racionalizadora no hubiese habido huelga, pero no fueron las 6 horas de trabajo lo que mantuvo

a los huelguistas en tan intransigente posición los tres meses siguientes, sino el peso de los

móviles morales asociados a la defensa de YPF y al respeto por el sindicato y los espacios de

decisión colectiva. Sobre el final, cuando muchos querían levantar la medida, es al parecer la

disciplina gremial lo que los mantiene en la lucha aún con enormes dudas y contra sus propios

deseos.

Puede decirse que el rasgo característico de la construcción discursiva de los huelguistas y

sus dirigentes es el nacionalismo y la apelación a la Patria y a la defensa de la Soberanía

Nacional como fundamento último de la medida de fuerza. Aunque por la evolución

cronológica de la discusión pública en torno a la huelga puede parecer que el Comité de Huelga

debió usar este recurso para ampliar el conflicto ante el aislamiento al que la federación y la

empresa lo condenaban, éste opero desde el inicio de la medida como elemento legitimador.

La idea de ser parte de una empresa estatal que es el “último reducto de soberanía

nacional” ante la embestida de los monopolios foráneos es parte constitutiva de la experiencia

de estos trabajadores; que su lucha iba mas allá de las 6 horas no es una mentira de sus

dirigentes, sino el despliegue de una estrategia que se corresponde con su cosmovisión como

ypefianos y que fue puesta en marcha durante la huelga al enfrentarse a los demás actores.

Entonces, es sobre el elemento nacionalista constitutivo de la identidad de estos

trabajadores que se fundaron los móviles morales de la huelga, y fue justamente para atacar a

esos móviles que la empresa, la federación y los opositores erigieron discursos alternativos, que

apuntaban a tocar la misma fibra sensible, su “rol como ypefianos en la sociedad” pero en un

sentido contrario: para que levanten la medida por ser perjudicial para el conjunto del pueblo.

Otro móvil que los mantuvo en huelga fue la confianza en un triunfo que nunca llegó.

Ésta se asentaba en la idea de ser trabajadores “imprescindibles”, sin los cuales la planta no

podía funcionar. Sin embargo, si la huelga terminó no fue tanto porque se haya perdido la

batalla simbólica, lo que se perdió es la batalla real: fueron las cesantías las que quebraron a los

huelguistas, no el discurso del gobierno y la empresa acusándolos de jugar a favor de los

monopolios, no las amenazas de la Federación al Comité de Huelga.

Defendiendo sus conquistas y defendiendo a la Patria es que los dirigentes sindicales

radicalizan su discurso y definen enemigos, esos enemigos, sin embargo, son “los sectores anti-

nacionales de la patria” y “los monopolios foráneos”, no la dictadura a secas que priva a los

trabajadores de sus derechos e intenta privatizar los hidrocarburos, no los empresarios en

general que se benefician de estos manejos. Un gobierno militar no es mal visto en si mismo a

nivel discursivo, es mal vista su inclinación económica. De hecho hay un llamamiento público

al sector nacionalista del ejército a participar de una “leva patriótica”.

La hostilidad de la dictadura hizo que, mas tarde, con la derrota consumada, cobre fuerza

el discurso de los administradores de YPF y de los opositores: que el Comité de Huelga fue

irresponsable, que siempre se supo que esa lucha estaba perdida, que el problema fue haber

escuchado a los comunistas, etc. Asumir que el mensaje de ellos no tuvo un gran eco de modo

inicial no implica desconocer que es probable que haya habido huelguistas que querían levantar

la medida y no lo hacían por miedo.

El enfrentamiento de los gremios locales en lucha contra la federación tomó durante el

conflicto dimensión nacional y permite apreciar nítidamente la burocratización en la

conducción nacional, muy desligada del trabajador petrolero, desarrollando la actividad político

sindical como profesión y buscando negociar con el gobierno dictatorial de Onganía mejores

condiciones para implementar la racionalización productiva. Cavalli, miembro de la CGT

Azopardo, aparece desplegando prácticas más bien cercanas a la línea participacionista durante

la huelga.

Como contrapartida, un rasgo llamativo es la fidelidad de las bases a la conducción de

Cominotti, Santucho y Berón, dirigentes desplazados por la dictadura, que confluyeron luego

en el Comité de Huelga. La unidad en torno a los mandatos de este organismo y su batalla

cotidiana por mantener en alto la moral de los huelguistas son dos cuestiones muy fuertes, que

aparecen a lo largo de este relato y sólo fueron quebradas por la empresa con las cesantías

masivas.

Es necesario resaltar, de todos modos, la creciente represión sobre cualquier intento de

plegarse a la medida en las provincias del interior, sobre todo en Mendoza y Comodoro

Rivadavia, dos bastiones petroleros trascendentales. Esta represión no sólo estuvo a cargo de la

dictadura y las fuerzas policiales, de manera simbólica la conducción nacional contribuyó a

ella, circunscribiendo el conflicto a la zona de La Plata y amenazando a las otras filiales con

que no serían defendidas ante las intervenciones y atropellos de la empresa y el gobierno. El

Secretariado Nacional del SUPE se jugaba aquí una importante carta, pues las filiales mas

combativas eran las opositoras, y la intervención de La Plata y Comodoro Rivadavia le venían

bien si esperaba continuar en la conducción nacional.

La materialización de los intereses colectivos, es decir, las prácticas, en este como en

muchos casos, son “el resultado siempre contradictorio del choque entre intereses particulares e

intereses colectivos debido a la fragmentación, la subordinación y la explotación de la clase”

(Ghigliani y Belkin 2011: 105). En los últimos días la preocupación individual por mantener el

trabajo le ganó a cualquier determinación colectiva. Al parecer no es que los trabajadores no

hayan estado convencidos de la medida, sino que la intransigencia de la empresa y del gobierno

dictatorial logró atemorizar a una porción bastante importante de los trabajadores en huelga.

Esto no implica asumir que el individualismo haya sido un rasgo presente en los petroleros

desde el principio, sino que en determinadas circunstancias, como el silencio y hostilidad con

las cuales se enfrentaron, terminó fragmentando la unidad inicial en la lucha.

Bibliografia

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en La Plata, Berisso y Ensenada. Ponencia presentada en la III Jornada de Economía

política de la UNGS, Noviembre 2009.

♦ Dawyd, Dario (2011) La “huelga santa” de los petroleros de Ensenada. Petróleo,

peronismo y política en el 68 argentino. En: Victoria Basualdo (Coordinadora) La clase

trabajadora argentina en el Siglo XX: experiencias de lucha y organización. Buenos

Aires, Atuel.

♦ Ghigliani Pablo y Belkin, Alejandro (2010). Burocracia sindical: aportes para una

discusión en ciernes. En Nuevo Topo. Revista de Historia y Pensamiento Crítico, Nº 7

Septiembre/Octubre de 2010. Buenos Aires, Prometeo libros.

♦ Palermo, Hernan M y Soul Julia (2009) Petróleo, acero y nación. Una aproximación

antropológica a los procesos sociopolíticos de los colectivos de trabajo de YPF y

SOMISA. En: Alejandro Schneider (Compilador) Trabajadores. Un análisis sobre el

accionar de la clase obrera argentina en la segunda mitad del siglo XX. Buenos Aires,

Herramienta.

♦ Raimundo, Marcelo (2010) Un conflicto laboral durante la Revolución Argentina: la

huelga de los petroleros del SUPE Ensenada de fines de 1968”. Ponencia presentada en

II Encuentro Internacional “Teoría y práctica política en América Latina. Nuevas

derechas e izquierdas en el escenario regional”.

♦ Legajos DIPBA: Mesa B, Carpeta “Huelgas y Conflictos”, Legajo caratulado:

“Sindicato Unidos Petroleros del Estado (filial Ensenada). Mesa B, Carpeta:

“Huelgas y Conflictos”, legajo caratulado: “Nómina del personal de YPF”. Mesa B,

carpeta 39, Legajo Nº 15, Tomo II. Mesa B, Carpeta “Huelga y conflictos”, legajo

caratulado: “Atentados producidos como consecuencia del S.U.P.E.

♦ Diario El Dia. Meses de septiembre, octubre y noviembre de 1968.

♦ Diario La Razón. Sábado 28 de septiembre de 1968.

♦ Semanario “CGT”: Nº 23 Octubre 3 al 10-Nº 24 Octubre 10 al 17-Nº 25 Octubre 17

al 24-Nº 26 Octubre 24 al 31-Nº 27 Octubre 31 a Noviembre 7.-Nº 28 Noviembre 7

al 14-Nº 29 Noviembre 14 al 21-Nº 30 Noviembre 21 al 28-Nº 31 Noviembre 28 a

Diciembre 5.

“Una carpa…una lucha”, formas de acción colectiva de un sindicato municipal santafesino, 2005-2008166.

María Cecilia Tonon

Pertenencia Institucional: FHUC - UNL

Palabras clave: Conflicto - Acción sindical - Estado local

Introducción

Intentar abordar la historia de un sindicato resulta particularmente interesante en la medida

en que podamos desentrañar la existencia y la esencia de los trabajadores que se reconocen

como tales por su pertenencia al grupo y que le dan su razón de ser. Son esos trabajadores,

y no otros, quienes construyen simbólicamente su grupo de referencia, con sus códigos, sus

normas; en suma, sus prácticas comunes a todos los miembros.

La unidad de análisis de esta ponencia es un sindicato de trabajadores municipales, de una

ciudad de la provincia de Santa Fe. Se trata del SEOM, Sindicato de Empleados y Obreros

Municipales de Rafaela, localidad santafesina reconocida a nivel provincial y nacional por

su particular desarrollo económico basado en la especialización flexible.

La ciudad de Rafaela es la capital del Departamento Castellanos ubicado en el Centro-oeste

de la Provincia de Santa Fe. Sus orígenes pueden remontarse al proceso de colonización

iniciado en nuestro país alrededor de 1880, que favoreció el surgimiento de un centenar de

colonias agrícolas en el espacio denominado Pampa Húmeda. Sin embargo, esta localidad

atravesó procesos sociales y productivos singulares que la llevaron a sobresalir a nivel

regional, provincial y nacional.167

                                                            166 Este trabajo es parte de una investigación sobre el Sindicato de Empleados y Obreros Municipales (SEOM) de la ciudad de Rafaela, realizado en colaboración con Ma. Emilia Baine. 167 Por la necesidad de ajustarnos a los límites dispuestos para esta ponencia, no podemos extendernos en la presentación de la ciudad de Rafaela. Para una ampliación de las características de la localidad, puede verse: Tonon, María Cecilia, 2011, Estudio de los nuevos marcos políticos en ciudades con perfiles productivos. Análisis del caso Rafaela (1991-1999), Tesis (Doctorado en Ciencia Política) Rosario: Universidad Nacional de Rosario, Sede Rosario, 403 h.

Existe una profusa bibliografía168 que versa sobre este éxito del modelo PyME rafaelino,

cuyos referentes han sido y son los emprendedores, privados o públicos, pero siempre “los

de arriba”, los patrones, pero no hay referencia (o casi no hay mención y mucho menos

estudios) acerca de “los de abajo”, los trabajadores.

No hay prácticamente producción historiográfica que aborde el tema de los sindicatos en la

ciudad de Rafaela. Sin embargo, nos parece pertinente mencionar algunas características

aunque sean parciales acerca de los gremios y los trabajadores en la ciudad.

A partir de los escasos estudios realizados puede percibirse que, en general, se trata de

gremios con cierta autonomía, que toman decisiones en función de la situación local, sin

reproducir íntegramente las conductas de los sindicatos a nivel nacional, aunque tampoco

desentendiéndose de ellas, sobre todo en los gremios más “fuertes”169; con un sector obrero

poco propenso a la huelga y a la movilización (salvo en casos muy puntuales) y con una

tendencia a la negociación antes que al conflicto. Algunas fuentes recuperadas de estos

trabajos refieren que, en general, a la “gente” (haciendo referencia tanto al vecino común,

como también al vecino que es, a su vez, obrero) no le gusta el paro, y los problemas que

surgen se resuelven negociando “gradualmente”, “con mucha prudencia”, como referiría al

diario local La Opinión, el entonces titular de la CGT local y dirigente de SMATA, Jorge

Maina, hablando de la situación laboral para el año 2006. En ese mismo artículo, el diario

señala que los gremios en el imaginario colectivo (la “gente”) “no están muy bien

ubicados” y para enfatizar esta aseveración agrega las palabras del propio Maina, que dice:

“admito que hemos cometido errores, pero dejo en salvaguarda el accionar de los dirigentes

del interior, porque actúan de una manera diferente. El trabajador sabe dónde vive, dónde

trabaja”. En estas palabras se percibe esta distinción del dirigente local (o del “interior”)

                                                            168 Sobre la singularidad del caso rafaelino y su tratamiento como modelo de desarrollo económico véase los trabajos de Worcel y Ascúa (1991); Quintar, Ascúa, Gatto y Ferraro (1993); Costamagna (1994); Quintar y Boscherini (1996), Ascúa y López (1996), Costamagna y Gariboldi (1996), Costamagna (1998), Ferraro (1998), Boscherini, López y Yoguel (1998), Costamagna y Boscherini (1998), Ascúa y Kantis (1998), Ferraro, Sepúlveda y Domínguez (1998), Costamagna (2000), (2001 [a] y [b]), Costamagna y Ferraro, (2000), Yoguel y López (2000), Costamagna (2001), Mirabella (2003), Mendíaz (2003), Mazzorra y Beccaria (2005) y Ascúa (2007). Fernández y Villalba (2004) ponen en discusión algunos de estos estudios basados en la especialización flexible, y proponen una interpretación alternativa. 169 En una entrevista realizada a un dirigente gremial de Luz y Fuerza de la ciudad de Rafaela, éste decía: “…vos para hacer un paro tenés que pedir autorización y apoyo a la Federación de Luz y Fuerza. Ellos son los que te rigen, porque si no, cualquiera haría paro por cualquier cosa…”, Ghizzoni, J. C. remitido de Baine y Tonon, 2007:59.

respecto del nacional, que se “salva” de los errores cometidos por el sindicalismo

tradicional, justamente por actuar diferente, con cautela, porque todos lo conocen, “sabe[n]

dónde vive, dónde trabaja”.

El eje de esta ponencia versa sobre este último punto: de la actuación de algunos dirigentes

sindicales, en particular del gremio municipal, con otra forma de encarar los conflictos, en

una ciudad poco proclive a la acción colectiva. En este sentido, la lucha sindical que

abordaremos, no es un dato menor, porque señala una postura clara de “resistencia”, de

“confrontación”, de “lucha”, que va a marcar la posición de la élite170 gremial en esta

época. Sobre todo, por la forma o la manera que tendrán las protestas de los municipales,

bastante singulares y significativas para un lugar que, según algunos periodistas locales,

“no se caracteriza por ser una ciudad de tradiciones rebeldes”171, aspecto que puede hacerse

extensivo a la región.

Es por esto que encontramos en el análisis del conflicto de los trabajadores municipales con

el estado local a mediados de 2000, un parteaguas en las formas de lucha y condiciones de

negociación entre la patronal y los empleados, que caló hondo en los sectores medios, que

son los que forman la mayoría en la ciudad.

El contexto del conflicto

Los primeros años después de la asunción de Néstor Kirchner constituyen un tiempo

relativamente tranquilo para el ámbito laboral. Sin embargo, comienzan a darse, como diría

Goddio, “algunos conflictos aislados que preanuncian un resurgir de las demandas

salariales”172. Varias de estas peticiones están sujetas a una mejoría sensible de la

economía argentina que permite redefinir las condiciones de los salarios.

El SEOM no es ajeno a toda esta tendencia. En la memoria 2003 encontramos señalada una

distinción notable entre lo que es el período 2002 y el que clausuraban:

                                                            170 Para ampliar las definiciones y las discusiones en torno al concepto de élite, véase Bottomore, Tom [1963], 1993, Élites y sociedad, Madrid: Talasa 171 González, Miguel, “Bombas e hipocresía”, S.E.O.M., Revista del Sindicato de Empleados y Obreros Municipales de Rafaela, diciembre 2000, Rafaela, pp. 12-13. 172 Goddio, Julio, 2006, El tiempo de Kirchner. El devenir de una “revolución desde arriba”, Buenos Aires: Letra Grifa, p. 111.

“Cerramos el ejercicio 2002 señalando que las incertidumbres gobernaron todo el

año, la inestabilidad política y sobre todo la económica habían gravitado en gran

medida en la vida de los trabajadores municipales y comunales, haciendo hincapié

de no haber bajado los brazos en aquella lucha para hacer y lograr mejorar las

condiciones de vida para el sector.

Importante fue en el transcurso del presente ejercicio las condiciones de estabilidad

política y una mejora sustancial en lo económico.

Fue justamente sobre este último eje sobre el que se basó el accionar político de

nuestro Sindicato, ya que prácticamente el lograr una mejora sustancial en nuestros

salarios fue la gran lucha desarrollada […]”173

Como se puede observar, este “eje” de mejoramiento económico define la acción colectiva

principal del gremio en este período: la lucha salarial. Todo ello en el marco de un

recambio de figuras políticas a nivel local, teniendo en cuenta que a fines de diciembre de

2003 se hace cargo del Ejecutivo municipal por segunda vez, el contador Omar Ángel

Perotti174, el mismo intendente con quien había arrancado allá por los años noventa la lista

“Naranja”175.

Esta situación no le va a generar al sindicato complicación alguna, en todo caso, que el

marco político se haya mantenido imperturbable, con el predominio de la misma tendencia

política (el justicialismo), les permite reafirmar sus posiciones de lucha. Más allá del                                                             173 Sindicato de Empleados y Obreros Municipales, Memoria de la Comisión Directiva, período 01/01/2003 – 31/12/2003. 174 Omar Ángel Perotti es Contador Público Nacional, egresado de la Universidad Nacional del Litoral. Desde su juventud integró diferentes grupos técnicos (muy vinculados con algunos profesionales de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional del Litoral), y se desempeñó en diferentes períodos como Director Ejecutivo de la Cámara de Comercio Exterior de Rafaela, asesor del Banco Provincial de Santa Fe y Director de Industrias de la provincia. Perotti, Omar, Entrevista a Omar Perotti. 175 Esta lista había logrado romper el cerco del monopolio que venía ejerciendo un sindicalismo más tradicional, y presentarse en los años noventa como una alternativa novedosa ante los empleados municipales. Desde ese momento, logra afianzarse en los diferentes comicios gremiales, y consolidar una elite gremial, esto es, una minoría que ocupa una posición reconocida de poder dentro del ámbito gremial municipal, sin que la presencia de algunos sectores disidentes dentro del gremio, pueda opacar la primacía de este grupo dirigente. Se trata de un grupo compuesto en su mayoría por empleados con formación profesional, en muchos casos, ocupando puestos de cierta jerarquía en la municipalidad, sin manifestar evidentes preferencias ideológicas o políticas, y que logran mediante procesos de convalidación eleccionaria, afianzarse como élite de poder. Cfr. Baine. M. E. y Tonon, M. C., 2012, SEOM. Una lucha…que no se detiene.Estudio de la acción gremial del Sindicato de Empleados y Obreros Municipales de Rafaela en los últimos treinta años (1980-2010), Rafaela.

cambio de representantes, el gremio opina en una de sus memorias que: “pareceríamos que

estuviésemos diciendo `esta película ya la vi´” y que “…si bien los protagonistas eran casi

los mismos ya que se cambiaba uno de los roles principales Peirone176 por Perotti, las

situaciones se repitieron casi textualmente entre un año y otro”177. Las “situaciones” a las

que hace referencia la comisión directiva del sindicato, son las de “transitar los pasillos de

la intendencia” para “lograr nuevos incrementos salariales”178.

Desde marzo de 2004, el SEOM viene reclamando una suba de salarios a través de una puja

constante con el ejecutivo municipal. El argumento oficial es básicamente que la

coparticipación nacional y provincial está “congelada”, con lo cual los municipios no

reciben los montos que deberían recibir según la recuperación económica que se está

produciendo en el país, que el gobierno municipal hace nueve años que tiene congelada la

tasa municipal, período en que el costo de los servicios se triplicó y todo esto afecta en este

sentido la posibilidad de un aumento de sueldo inminente.

Paralelamente, además del eje salarial, también está presente en la lucha de estos años

cuestiones que hacen a las reglamentaciones del empleo municipal (recategorizaciones,

concursos, pases a planta permanente, etc.) y las condiciones de trabajo (herramientas,

maquinarias, ropa de trabajo, etc.).

Los reclamos, en general, son en gran parte consentidos gracias a una intervención

minuciosa del SEOM a nivel local a través de los medios de comunicación, de los

encuentros con diferentes organizaciones intermedias (Centro Comercial e Industrial del

Departamento Castellanos, Confederación General del Trabajo –filial Rafaela-, entre otros),

de la acción sobre afiliados y trabajadores, además de la intervención de la FESTRAM a

nivel provincial; pero también, a un contexto nacional y provincial que contribuye a

potenciar estas acciones.

                                                            176 Ricardo Peirone es Contador Público Nacional y se ha desempeñado como asesor contable, administrativo e impositivo de empresas rafaelinas y ha realizado tareas directivas y de sindicaturas en una entidad bancaria regional. Por otra parte, en el ámbito de lo público ha sido Auditor del Concejo Municipal de Rafaela, Contador en la Gerencia Zona Norte de la Empresa Provincial de la Energía de Santa Fe y antes de ser electo intendente en dos períodos consecutivos (1995-2003), se desempeñó como Secretario de Hacienda de la Municipalidad de Rafaela (1991-1994). Peirone, Ricardo, Entrevista a Ricardo Peirone. 177 Sindicato de Empleados y Obreros Municipales, Memoria de la Comisión Directiva, período 01/01/2004 – 31/12/2004. 178 Íbidem.

Aparte de lo que ya mencionamos como un marco nacional más ventajoso y de incipiente

recuperación económica, hay dos hechos fundamentales a nivel provincial que van a

colaborar para que el escenario sea favorable a los actores sindicales municipales. El

primero, cuando el 2 de mayo de 2004 la Subsecretaría de Municipios y Comunas de la

provincia, convoca a los intendentes y presidentes comunales para reconstituir la Comisión

Paritaria Municipal179, que no funcionaba desde 1991. La renovación de esta comisión

implica no sólo contar con una entidad donde discutir políticas salariales, sino también

“destrabar varios problemas que se mantienen latentes en distintos municipios y comunas,

respecto del ingreso de personal, promociones automáticas incumplidas, pago erróneo de

distintos suplementos establecidos estatutariamente […]”180; es decir, todo aquello que

tiene que ver con la “aplicación de leyes y decretos que aseguren al trabajador todos los

derechos que las leyes del sector le otorgan.”181

El segundo hecho lo marca la resolución de las Cámaras Legislativas provinciales de avalar

la decisión del gobierno provincial de distribuir en junio, un aumento de 74.200.000 pesos

en concepto de coparticipaciones a las diferentes intendencias y comunas de la provincia.

Esto le permite a la FESTRAM y a sus sindicatos agremiados, entre los que se cuenta al

SEOM, el reclamo del pago del aumento salarial solicitado desde principios de ese año.

Pero esta lucha no termina aquí; más bien, empieza.

A comienzos de 2005, Castellanos publica un comunicado de repudio del SEOM contra el

aumento del salario de Omar Perotti y todo su gabinete, sobre todo, porque mientras

durante 2004 el gremio peleó arduamente por un aumento de 150 pesos, y que eso se

blanquee en el sueldo, las sumas asignadas al Ejecutivo oscilan entre el 43 y el 57% de

                                                            179 La Comisión Paritaria Municipal se crea por Ley N° 9996/86, el 28 de noviembre de 1986 y contempla la participación de ocho representantes de los Intendentes y Presidentes Comunales, y ocho representantes de la Federación de Sindicatos de Trabajadores Municipales de la Provincia de Santa Fe (FESTRAM). Surge como un anexo a la Ley Provincial Nº 9286/83 que establece el Estatuto y Escalafón del Personal de Municipalidades y Comunas de la provincia de Santa Fe. Argentina, 1986, Ley N° 9996/86, [en línea], Santa Fe [citado 22 de febrero de 2011], Disponible en Internet en: http://www.seomrafaela.org.ar/Sitio/Legislacion.aspx. 180 S.E.O.M., Revista del Sindicato de Empleados y Obreros Municipales de Rafaela, diciembre 2004, Rafaela, p. 17. 181 Sindicato de Empleados y Obreros Municipales, Memoria de la Comisión Directiva, período 01/01/2004 – 31/12/2004.

incremento. Con lo cual, esta acción, genera una nueva movida del gremio para sentarse a

discutir el pase a sueldo de las cifras no remunerativas.182

En estos primeros meses, entonces, la lucha se centra en el blanqueo de los 250 pesos. A

principios de febrero, una nueva reunión con el intendente termina en un cuarto

intermedio183, porque todo depende de cómo “cierren los números”. Las expectativas del

sindicato para este momento son “medianas”, ya que no creen que vaya a haber de parte del

Ejecutivo municipal “un gran ofrecimiento” y, en ese sentido, tienen que ver qué medidas

adoptar porque “no se [van] a quedar de brazos cruzados”.184 Lo cierto es que los

gremialistas tienen por qué desconfiar del peso que las estadísticas tienen en la política

salarial de los últimos gobiernos locales: no son de los más “generosos” a la hora de

sentarse a negociar y, en todo caso, como refieren en la memoria de 2004: “los intendentes

Peirone en el 2003 como Perotti en el 2004 antepusieron los números de la economía

municipal a las necesidades urgentes de los asalariados […]”185.

En este sentido, es interesante observar la visión que los gremialistas tienen de las últimas

administraciones justicialistas. Cierto es que tanto las intendencias de Peirone como las de

Perotti se han preocupado especialmente en la autonomía, el financiamiento y la

reconversión186 del Estado local, que han generado un ajuste y control de los recursos

municipales en los últimos veinte años. En palabras de un protagonista de la dirigencia

política local:

“el gremio […] tiene todo su derecho a mantener alta su reivindicación, sus mejoras

y sus posibles conquistas en el esquema laboral, y para nosotros, es óptimo si

podemos tener el mejor clima laboral posible, pero con la responsabilidad de saber

que los recursos que nosotros recaudamos no son sólo para pagar los sueldos

                                                            182 Castellanos 13/01/2005. 183 Sindicato de Empleados y Obreros Municipales, Libro de Actas de Asamblea N° 3, Acta 399, 15/02/2005. 184 Castellanos, 02/02/2005. 185 Sindicato de Empleados y Obreros Municipales, Memoria de la Comisión Directiva, período 01/01/2004 – 31/12/2004. 186 Estos son los aspectos que resumen el título de un libro sobre la gestión del Intendente Ricardo Peirone que, sobre algunas diferencias, mantuvo la línea de gestión iniciada por Omar Perotti. Para ampliar este análisis, véase Tonon, María Cecilia. Los nuevos marcos políticos en ciudades con perfiles productivos. El caso de la ciudad de Rafaela (1991-1999). Tesis (Doctorado en Ciencia Política) Rosario: Universidad Nacional de Rosario, Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, 2011. 403 h.

muncipales, son para la actividad pública en general,donde los sueldos son una parte

del destino.”187

Estas posturas son las que entran en colisión en estos momentos, particularmente más

adelante, en el conflicto de “la carpa”: la del Ejecutivo municipal, “consecuente con el

cuidado de los recursos”188, y la del gremio, custodiando el esquema salarial de los

empleados municipales. Un conflicto clásico pero que, por las características de las últimas

administraciones, y también por el perfil sindical municipal de los últimos años, cobra

tintes singulares.

2006: “La carpa”

El año 2006 constituye un punto de inflexión para este grupo de sindicalistas que viene

liderando el gremio desde los noventa. El grado de conflictividad que alcanzaron los

reclamos, la expresión y la singularidad de la acción sindical en torno a la instalación de “la

carpa”, nos permiten analizar este conflicto con mayor detenimiento. Según algunos de los

actores de esa época: “volvió Perotti, muy, muy duro un poco por aquella etapa, hasta lo de

la carpa. Lo de la carpa fue un antes y un después en la relación. Después de ahí, el diálogo

es bueno.”189 Es que el sindicato se consolida con este conflicto. Sienta las bases para una

nueva forma de negociar las pautas salariales con la patronal, y otros derechos inminentes

del trabajador municipal.

Sabemos que como estrategia de lucha, la idea de la carpa no es nueva. A nivel nacional, ya

desde fines de los noventa la “carpa docente” instalada frente al Congreso de la Nación se

transformará en todo un ícono de la lucha contra la política económica del gobierno

menemista; se convertirá en un ejemplo más de las tantas otras formas “no convencionales”

de acción colectiva que tendrán lugar desde mediados de los noventa en adelante contra la

                                                            187 Perotti, Omar, Entrevista a Omar Perotti [grabación], realizada por María Cecilia Tonon en Rafaela el 20/11/2007, Registro en formato MP3, Archivo personal de la autora, en Tonon, María Cecilia, Op. cit. 188 Perotti, Omar, en Tonon, María Cecilia, Op. cit. 189 Cocco, Darío, Entrevista Entrevista a Darío Cocco, realizada por María Emilia Baine y María Cecilia Tonon el 15/09/2010, Archivo personal de las autoras.

depauperación de gran parte de los trabajadores y de la sociedad argentina en general.190

Sin embargo, en una ciudad como Rafaela, poco adepta a la desestabilización del orden

público, la carpa contiene un elemento disruptivo tan importante, que llega a

“conmocionar” a los observadores y “preocupar” a las autoridades municipales.191

Como analizaremos a continuación, la carpa transforma un conflicto sectorial en una

problemática más amplia, que llega a incluir directa e indirectamente a toda la ciudadanía,

que se expresa claramente en la toma del espacio público como expresión de la lucha. De

esta forma, como manifiestan los mismos actores contemporáneos al suceso: “una carpa…

una lucha”192, tiene los componentes de unión, de identificación, de solidaridad necesarios

para que se transforme en una acción colectiva193.

El origen de la carpa debe remontarse a los conflictos salariales iniciados en 2005 que, lejos

de disolverse, se recrudecen a comienzos de 2006. Esta vez, el problema se inicia

puntualmente por el pedido del pago de los adicionales que correspondan a los agentes que

desempeñen funciones en el Agrupamiento Administrativo. Conjuntamente, reclaman a las

autoridades locales (tanto al Ejecutivo como al Legislativo) que consideren el dictado de la

norma legal que habilite el pago de adicionales y suplementos, creándose, además, el

adicional por función administrativa, reglamentaciones que ya están en vigor en otras

municipalidades, como la de Santa Fe y Santo Tomé.194

A mediados de enero y en el marco de un reclamo por un “salario equilibrado” que a nivel

provincial viene solicitando al gobernador Jorge Obeid la FESTRAM, el gremio rafaelino

vuelve a la lucha local por un petitorio presentado en diciembre de 2005, conjuntamente

con la Asociación del Personal Jerárquico (APJ), para que el básico de los empleados

                                                            190 Goddio, J., Op. cit., pp-106-107. Véase, también, Etchemendy, Sebastián, 2012, "El sindicalismo argentino en la era pos-liberal (2003-2011)", en Malamud y De Lucca (coord), La política en tiempos de los Kirchner, Buenos Aires: Eudeba. 191 Tarrow, Sidney, 1997, El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política, Madrid: Alianza Editorial, p. 198. 192 S.E.O.M., Revista del Sindicato de Empleados y Obreros Municipales de Rafaela, junio de 2006, Rafaela, pp. 4 y 5. 193 Tarrow, S., Op. cit, p. 24. 194 Castellanos, 7/01/2006.

municipales sea de 900 pesos (que incluye los 650 pesos remunerativos y los 250 “en

negro”), además de reclamar por el 4,2 % que había quedado pendiente.195

Hay una sensación de agotamiento, de situación límite respecto de las tratativas con la

Municipalidad, sobre todo por la inflexibilidad del Departamento Ejecutivo, que lleva a la

radicalización del conflicto. Al respecto, los mismos actores dicen:

“ […] en ese momento estaba Perotti, […] no teníamos un buen diálogo, no había

manera de hacer entender lo que nosotros necesitábamos y la Municipalidad estaba

bien económicamente, hasta que se tiró, se tiró la cuerda, y nosotros resolvimos

tomar una medida de fuerza, que fue la carpa”.196

“Surgió porque pedimos un incremento salarial […] no quisimos hacer paro porque

consideramos que un paro podía ser largo e iba a beneficiarlo más a él [el

intendente] que a nosotros”.197

Ante la imposibilidad de un acuerdo y tras la decisión de las bases198, el gremio decide

instalar una carpa frente a la Municipalidad, en la plaza 25 de Mayo. Nótese que la carpa

surgió como una nueva forma de reclamo, a diferencia de la tradicional huelga. Parecería

evidenciarse que en el proceso que sufre este reclamo, el paro ya no funciona como forma

de llamar la atención y conseguir simpatizantes. Como refiere Tarrow: “La reiteración de

una forma de acción colectiva reduce la incertidumbre y hace que sea acogida con una

sonrisa o un bostezo”199. Los líderes gremiales son conscientes de ello, de ahí que

manifiesten una “lucha distinta a las hasta ahora vistas en la ciudad”200. Se había llegado a

una situación límite y ahora había que jugarse el todo por el todo: había que escandalizar

sin ofender, para sumar sin debilitar:

                                                            195 Castellanos, 11/01/2006. 196 Cocco, Darío, Ent. cit. 197 Massari, Adolfo, Ent. cit. 198 La primera oferta de la municipalidad había sido elevada el 28/02/2006 y consistía en una suma fija de 30 pesos no remunerativos y no bonificables para todas las categorías. Sindicato de Empleados y Obreros Municipales, Libro de Actas de Comisión Directiva N° 3, Acta N° 403, 02/03/2006. 199 Tarrow, S. Op. cit., p.198. 200 S.E.O.M., Revista del Sindicato de Empleados y Obreros Municipales de Rafaela, junio de 2006, Rafaela, p. 4.

“analizando todas las opciones, bueno, teníamos que buscar la más favorable para

nosotros. O sea, nos manejamos primero conociendo como es el Intendente; y por

otra parte, también teníamos que tener en cuenta a la ciudadanía que es quien nos

está pagando el sueldo. A nosotros el pueblo rafaelino nos está pagando el sueldo,

entonces no podíamos hacer una medida de fuerza que lo perjudique. De esta

manera nosotros al pueblo no le cortamos los servicios en ningún momento, es más,

hacíamos panfletos justamente explicándole, estábamos en la plaza y a cada uno que

pasaba le dábamos uno”201.

“Entonces había que encontrar la medida justa, para mantenerla en el tiempo, que

tenga cierto sustento, porque sabíamos que eso iba a doler y que era matar o morir,

porque si nos salía mal, la gente se iba a enojar”202.

Encontrar el justo medio: ni mucho para “matar”, porque eso implicaría un costo político

muy importante para el sindicato, ni tan poco para “morir”, es decir, que la acción se diluya

con el paso del tiempo y pierda fuerza el reclamo. En todo caso, plantear la lucha entre

iguales, pero desde distintos frentes y con diferentes aparatos: la “Moreno 9” (como

satíricamente numeraron a la carpa, frente al Palacio Municipal, que tiene su

emplazamiento en calle Moreno, al 8), rodeada de carteles de todos los colores y tamaños,

del hormigueo de personas que van y vienen con bombos, redoblantes, banderas y aplausos

a toda hora; a diferencia del edificio municipal, hermético, estático y vacío.

La “Moreno 9” remite a una acción espontánea, abierta y móvil; el mismo recurso de la

carpa tiene esa característica: se arma y se desarma rápidamente, se puede volver a armar

en otro lugar, cualquiera sea el sitio: en el medio de la calle, una esquina, el cantero de una

plaza. En este sentido, la operación de armar la carpa no sólo puede pensarse como una

acción simbólica, sino también como transgresión del orden, dentro de la legalidad. Cuando

algunos medios les consultan a los manifestantes cuáles van a ser las medidas por “si se

presenta personal policial en la plaza”, éstos responden que “no habrá ningún tipo de

problemas, porque hemos consultado las ordenanzas y sabemos en qué lugares podemos                                                             201 Massari, Adolfo, Ent. cit. 202 Cocco, Darío, Ent. cit.

ubicarnos” […] “mientras no interfiramos con el tránsito automovilístico y peatonal, no

habrá inconvenientes”203.

Finalmente, la instalación de la carpa genera el efecto deseado: preocupar a las autoridades

relacionadas con el orden público.204 Un representante gremial recordaba en una entrevista

sobre la llegada de la policía al lugar, la vigilancia, las presiones, pero que a pesar de todo,

“a la población le cayó simpático el reclamo”205.

Estas últimas palabras son muy elocuentes, sobre todo, porque a la irrupción casi

“escandalosa” de los manifestantes en la vía pública, la ciudadanía la tomó bien, le “cayó

simpática”. Esta protesta contiene así, una “atmósfera festiva”206, donde los trabajadores

municipales logran mixturar la lucha con el festejo. De esta forma, las manifestaciones y las

asambleas que se dan a lo largo del “conflicto de la carpa”, van acompañadas de bombos,

redoblantes, silbatos, megáfonos, papelitos, elementos asociados con lo lúdico, con lo

carnavalesco, con formas de manifestaciones populares que suponen tomar la calle y, al

menos por un momento, apropiarse de ella, subvertir el orden para llamar la atención del

público y, en este conflicto en particular, generar cierto desconcierto en los antagonistas207:

“hicimos una movilización por todo el boulevard Santa Fe hasta la Jefatura ida y

vuelta. A la vuelta, veníamos con bolsitas de residuos y pinches y juntábamos todos

los papelitos, veníamos limpiando todo, no quedó un papelito, nada. […] Hicimos

un libro de adhesión, no sé la cantidad de firmas que juntamos, o sea, la gente estaba

con nosotros, los medios estaban con nosotros, fue bueno, muy bueno”208.

El mismo día en que sale la noticia del armado de la carpa, aparece una solicitada en cada

uno de los dos diarios que existen en la localidad, dirigida a la “Comunidad rafaelina”. Por

las características del escrito, merece la pena su transcripción completa:

                                                            203 La Opinión, 08/03/2006. 204 Tarrow, S. Op. cit., p.198. 205 Cocco, Darío, Ent. cit. 206 Nos recuerdan, salvando las distancias temporales y espaciales, a las “revueltas” europeas de los siglos XVI y XVII, cuando un puñado de personas de pequeñas localidades salía a protestar en público. Dekker, Rudolf, 1982, Holland in beroering. Oproeren en de 17de en 18de eeuw, Baarn, Ambboeken, Remitido de Tilly, Charles, 2000, “Acción colectiva”, en Apuntes de investigación, 6, Buenos Aires., pp. 9-32. 207 Tarrow, S., Op. cit., p. 202. 208 Massari, Adolfo, Ent. cit.

“Vivimos en la ciudad de Rafaela, `la isla´, la ciudad que se estudia nacional e

internacionalmente como modelo y referente económico; ciudad con un municipio

avalado por un Premio a la Calidad. Somos empleados y obreros municipales, que

diariamente contribuimos para que esto sea realidad.

Desde que en 1905 la Comisión de Fomento contrató formalmente a los dos

primeros rafaelinos como encargados de los 8 faroles que iluminaban las calles del

pueblo, el empleado municipal ha contribuido al cuidado y crecimiento ordenado de

nuestra querida Rafaela, que en este 2006 cumple 125 años. Lo hacemos con un

profundo amor y sentido de pertenencia por la ciudad surgida del coraje y el

empecinamiento de los primeros inmigrantes, nuestros bisabuelos… nuestros

abuelos.

Hoy, con tristeza, los empleados municipales de esta ciudad ´modelo´ nos vemos

obligados a denunciar que en ese balance positivo de logros, que el marketing

exitista utiliza para vender una imagen, ocultan que el sueldo que percibimos se

encuentra deprimido desde 1991, y que muchos de nuestros compañeros no

alcanzan a recibir una remuneración acorde con el costo de la canasta familiar

básica.

Estamos decididos a luchar por lo que consideramos justo, pero basándonos en el

respeto hacia ustedes, porque todos somos engranajes de una única máquina: LA

CIUDAD DE RAFAELA”209.

Varios elementos se pueden observar en este escrito. En primer lugar, la apelación a un

modelo histórico que singulariza a la ciudad respecto de otras localidades por ser un

“referente económico” del país, un paradigma que tiene su impronta en el “coraje”, el

“empecinamiento” de los inmigrantes, en segundo lugar, la referencia a una Municipalidad

que recibió el Premio a la Calidad y, por último, la referencia a la “isla”, al “balance

positivo de logros”. Todos éstos son aspectos que se contradicen con la “realidad”, la de los

empleados municipales que son los que HACEN a ese modelo, que son los que contribuyen                                                             209 Castellanos y La Opinión, 08/03/2006.

con la gestión de calidad propuesta por los gobiernos municipales de los últimos 15 años y

gracias a quienes han recibido ese galardón. Son los que desde siempre (o desde sus

primeros momentos, “desde 1905”), más allá de los gobiernos y gobernantes de turno, han

sido los encargados, han contribuido con el cuidado, crecimiento y el orden de la ciudad,

aspectos tan caros al rafaelino típico, y que hacen a su pasado inmigrante, tesonero y

coraggioso. De qué otra forma hablarles a los rafaelinos, a la comunidad de Rafaela, si no

es en estos términos: en los del “engranaje”, de la industria, de la máquina, de la

producción, que es lo que ha sabido hacer siempre la ciudad, y es lo que HACE al

“modelo” rafaelino.

En este sentido, en estas palabras se ve una impronta casi “ilustrada” de un sector del

gremialismo municipal que sabiamente elige cada idea y cada palabra en este discurso, de

acuerdo con el conocimiento de quienes serán los interlocutores: el rafaelino típico, de clase

media, muchos de ellos también empleados municipales o familiares de alguno de éstos,

pero también los sectores de poder, empresariales, comerciales y políticos, sobre todo éstos

últimos, que han sabido explotar estratégicamente este “marketing exitista”. Aquí no hay

obreros escribiendo, aquí hay un perfil sindical que tiene un bagaje de conocimientos, una

determinada formación que les permite conducir la pelea con la patronal con las mismas

armas: campañas en los medios, reuniones con las organizaciones intermedias, marchas

pacíficas y sin interferir ni generar inconvenientes en el tránsito, ni automovilístico ni

peatonal, algo que no es muy visto en la comunidad rafaelina, particularmente interesada en

que nada interrumpa su ritmo de vida, su crecimiento.

Pero hay algo que cuesta reconocer, y hay que mostrarlo, que la isla no es tan isla como se

supone o al menos como suponen los otros, los de afuera, porque este “paraíso” esconde,

como dice la solicitada, sueldos deprimidos y, en algunos casos, hasta sueldos de hambre; y

de allí el símbolo de la carpa como denuncia, como la única forma “empecinada” de seguir

luchando por lo que consideran justo y digno.

En la tercera jornada de la protesta, hubo un encuentro informal con el Intendente “pero no

hubo novedades para destrabar el conflicto”210. Según los gremialistas, el municipio tendría

fondos para pagar el aumento “porque se han incrementado los aportes por coparticipación                                                             210 La Opinión, 12/03/2006.

de la Provincia de un 110% más de los que estaba recibiendo”211 y que si bien con parte de

este aumento han renovado el parque de maquinarias que era otro de los pedidos del

gremio, les alcanzaría para tener en cuenta el reclamo salarial. Por su parte, los

representantes de la Municipalidad dijeron que “hay reservas en la administración, pero no

solamente hay que atender este reclamo sino que hay otros aspectos que atender y brindar

servicios, como también encarar obras en la ciudad, debiéndose mantener el equilibrio´”212.

Los encuentros no sólo contemplan a la cúpula ejecutiva, sino también al poder Legislativo

local. Los manifestantes, luego de haber copado la sala del Concejo Municipal durante la

sesión del jueves 9 de marzo con “carteles en sus cuellos”, les solicitan a los concejales

“que se hagan eco de su reclamo”213 y para ello conciertan una reunión con el cuerpo

legislativo. En la misma, los ediles (entre quienes hay una mayoría oficialista) se muestran

a favor del planteo del gremio, comprometiéndose a solicitarle una audiencia al Intendente

y a “manifestarle que el aumento solicitado por los municipales `es factible´”214. Cuando

los sindicalistas les consultan si habían podido analizar los “números” del municipio, tal

como les habían prometido en la última reunión del Concejo, un edil oficialista les dice

“que no habían podido hacer nada, ya que `no tuvimos tiempo´”. Ante esa respuesta, los

gremialistas arremeten mostrándoles la información financiera que ellos tienen:

“históricamente el porcentaje presupuestario destinado al pago de sueldos de los

empleados municipales oscilaba entre un 42 y un 43 por ciento; mientras que en la

actualidad apenas significa un 33 por ciento […] el aumento salarial implicaría una

erogación de 2 millones de pesos durante este año y cuatro millones luego”215. Con esta

maniobra, el gremio pone en evidencia que quienes supuestamente deben intervenir en esta

materia, al menos cuando se tiene que revisar y votar el presupuesto municipal, no lo tienen

en cuenta: ¿“falta de tiempo”, desidia, desinterés por parte de los representantes legislativos

                                                            211 Íbidem. 212 Íbidem. 213 Castellanos, 10/03/2006. 214 Castellanos, 14/03/2006. Esta visión parecería contradecirse en las propias palabras del Intendente de ese momento, Omar Perotti, quien tiempo después, en una entrevista comentaba: “En la última discusión, intervino el mismo Concejo municipal con el tema de la Carpa. Los números no daban, no era una cuestión de capricho, los números no daban y el Concejo no daba el aumento que hubiese permitido acercar posiciones.” Perotti, Omar, en Tonon, María Cecilia, Op. cit. 215 Castellanos, 14/03/2006.

locales? Al menos eso no queda muy en claro a través de la información que se puede leer

en el diario que recoge este encuentro.

En relación con estas discusiones en materia de erogación salarial, lo que sí se menciona en

la noticia son las críticas de los sindicalistas respecto de la facilidad con que se destinan

partidas para nuevas licitaciones, mientras que no se contemplan las mismas disposiciones

del presupuesto para sueldos. En este sentido, el matutino Castellanos rescata la posición de

uno de los gremialistas que refiere lo siguiente:

“Nosotros no estamos en contra de que se compren vehículos o equipamiento, pero

a diario vemos que para esas cosas el dinero se destina de inmediato y no se dan

tantas vueltas. En cambio, nosotros hace desde diciembre que estamos golpeando

puertas, pidiendo una solución y nadie nos escucha.”216

Asimismo, agrega que los delegados gremiales “volvieron a insistir con el hecho de que

hay municipios y comunas que tienen sueldos superiores a los que abona la Municipalidad

de Rafaela, como también que no manejan sumas en negro” y que “la base de un gobierno

peronista como lo es el de Rafaela, es la justicia social que apunta a la distribución de la

riqueza. Pero en esta ciudad, la riqueza no se reparte, porque el Poder Ejecutivo se aumentó

sus salarios217, mientas sus obreros están bajo la línea de pobreza.”218

La posición del gremio en este sentido es indeclinable y amenaza, también, con paros por

tiempo indeterminado si el Ejecutivo no les acerca una “propuesta seria” y no los 30 pesos

y “en negro”.

Paralelamente a la instalación de la carpa y la realización de reuniones con los poderes

locales, los municipales realizan movilizaciones desde la carpa de la plaza 25 de Mayo

hasta la Jefatura, atravesando todo el Boulevard Santa Fe, la calle principal de la ciudad,

con pancartas gigantes, carteles, volantes y bombos. Además, diagraman una metodología

de protesta que consiste en manifestar en cada uno de los actos programados para festejar el

                                                            216 Íbidem. 217 Se está haciendo referencia al aumento de un 76% del sueldo del Intendente y su personal de gabinete de “manera inconsulta”. 218 Íbidem.

125 aniversario de la ciudad.219 También se piensan medidas de corte de ruta y

“nacionalización de la protesta”, enviando un video a Crónica TV, en caso de que no

hubiese respuesta por parte del Ente oficial.220

Con el paso de los días, los ánimos no disminuyen, antes bien, el gremio hace un balance

positivo del conflicto:

“la gente nos alienta para que sigamos en la lucha, que es digna y es un reclamo

justo que estamos haciendo. […] tenemos mucho apoyo, inclusive de los gremios a

nivel provincial y local, que traen sus banderas, vienen a visitarnos […] y nos van a

acompañar en la movilización del jueves. Nuestra lucha es limpia, no quitamos el

servicio al contribuyente, que nos está pagando el sueldo, ya que la lucha es con el

administrador de turno, que nos paga sueldos de hambre […] Estamos dispuestos a

continuar la lucha hasta el final. No tenemos nada que perder, lo peor que nos puede

pasar a nosotros es mantener el sueldo hasta fin de año, pero creo que Perotti tiene

mucho más que perder que nosotros.”221

El 20 de marzo, a casi una semana del conflicto, sale una noticia en el diario La Opinión, en

donde se expresa la posibilidad de aumentar la tasa municipal o interrumpir la realización

de algunas obras, según “argumentaciones que se utilizan por parte de funcionarios

municipales”, para destinar partidas presupuestarias que solventen el aumento salarial que

exigen los municipales.222 Esto pone en evidencia que desde el palacio municipal, hay una

postura de atribuirles a los empleados municipales y su gremio la culpa de los aumentos

impositivos locales y la disminución de la realización de algunas obras en la ciudad. Es

decir, si el gremio cree arrogarse el “apoyo popular” (o al menos así aparece en el discurso

de los diarios locales), la municipalidad tiene con qué rebatir este apoyo.

Lo cierto es que la extensión del conflicto es una bomba de tiempo para ambas partes. La

patronal arriesga una solución a su favor en la certeza de que los manifestantes no van a

poder mantener esta situación, y de que comenzaría a resentirse la posición del gremio en la

                                                            219 Sin Mordaza, 13/03/2006. 220 La Opinión 17/03/2006. 221 La Opinión, “Si mantienen la oferta…”. El entrevistado está haciendo referencia al año electoral. 222 La Opinión, 20/03/2006.

ciudadanía. El gremio, por su parte, se juega el todo por el todo, porque una vez asentado el

conflicto con la carpa ya no hay vuelta atrás. Los gremialistas saben que va a ser duro,

porque al entusiasmo primigenio le sigue el cansancio o la rutinización223 del conflicto224.

Pero las formas de acciones sindicales, bajo las modalidades ya comentadas, vuelcan la

balanza a favor de los manifestantes: sin llegar a la violencia, “sin obstaculizar las

actividades culturales u oficiales de la Municipalidad”225.

Hacia fines de marzo, diferentes medios locales y provinciales anuncian el fin del conflicto.

Luego de “diecinueve largos días de permanencia en la carpa”226, el titular del SEOM,

Alejandro Mascardi, refiere que se encuentran conformes, puesto que se ha logrado que

“ningún empleado cobre menos de 850 pesos de bolsillo, independientemente de las horas

extras y del salario familiar” y que “también se obtuvo una recomposición para las

categorías más altas, que en promedio recibirán incrementos en el orden de los 100 pesos”,

además de “haber logrado avances en otros temas que integraban en forma secundaria el

reclamo, relativos a escalafones, concursos, y nombramientos, entre otros.”227

Esta Acta-acuerdo firmada con el gobierno municipal, fue una decisión consensuada en

Asamblea General228 y permitió destrabar las negociaciones, ya que permitía lograr hasta

mediados de año, la mitad de lo que se pedía para el 2006. Igualmente, las partes se

comprometieron “a `volver a sentarse´ para discutir la segunda mitad de año.”229

A mediados de 2006, para la misma fecha en que se renuevan las negociaciones salariales

con el gobierno municipal, se realizan elecciones gremiales y nuevamente la lista Naranja

es la triunfadora, pero hay un cambio al interior de la propia lista y que ya no sólo es de

renovación de cargos, sino de la proyección que se le intenta imprimir al gremio y que

trataremos de referir a continuación.

                                                            223 Tarrow, S., Op. cit., p. 198. 224 Cfr. Cocco, Darío, Ent. cit. 225 Sindicato de Empleados y Obreros Municipales, Memoria de la Comisión Directiva, período 01/01/2006 – 31/12/2006. 226 Íbidem. 227 Sin Mordaza, 29/03/2006. 228 Sindicato de Empleados y Obreros Municipales, Libro de Actas de Asamblea N° 3, Acta N° 403, 27/03/2006, pp. 85-87. 229 Sin Mordaza, 29/03/2006.

En la renovación de la comisión directiva, Mascardi es reemplazado por Adolfo Massari en

la Secretaría general quien, como parte de esta dirigencia gremial que viene liderando el

sindicato desde los noventa, reivindica un sindicato “combativo”. En términos del mismo

protagonista:

“combativo en el buen sentido de la palabra, porque hoy por hoy, el leitmotiv del

sindicato es la lucha salarial, entonces he tratado de buscar gente que me acompañe

con ese perfil, luchando por mejores condiciones salariales para los afiliados”230

Las condiciones salariales reclamadas para el segundo semestre son las mismas planteadas

a comienzos de año: los 900 pesos, además del tratamiento del pase a planta de algunos

trabajadores.231 La propuesta municipal es de incrementar un 4,76% en carácter

remunerativo sobre el sueldo, con lo que, si bien implica alcanzar un incremento del 19%,

no llega a cubrir las expectativas de los gremialistas que era lograr un salario de bolsillo de

$900. De acuerdo a Adolfo Massari:

“Con esto no llegamos a lo que proponíamos allá por marzo pasado. Los $ 900 no

eran un número caprichoso; la canasta familiar rondaba los $843 en aquella época y

se suponía que la inflación de todo 2006 treparía al 15%. Entonces, pensábamos

que, a fin de año, la canasta familiar iba a estar en esa cifra. […] Pero la canasta se

planchó o la plancharon. Y tenemos que discutir basándonos en los números

oficiales del INDEC. Pero quien va al supermercado sabe que son números

mentirosos […] Otro de los puntos que fueron tenidos en cuenta [por el gobierno

local para negociar la propuesta] fue que los demás gremios a nivel nacional y

provincial empezaron a arreglar con el 19%. Son todas cosas que nos fueron

condicionando para alcanzar lo que nosotros pretendíamos a principios de año.”232

Finalmente, y luego de una asamblea, los trabajadores municipales deciden por amplia

mayoría aceptar la oferta municipal233. El arreglo incluye el aumento del 4,76% al sueldo

                                                            230 La Opinión 27/07/2006. 231 Castellanos 29/07/2006. 232 La Opinión, 17/08/2006. Nótese cómo empieza a aparecer públicamente a nivel local, la queja de algunos sindicatos sobre el desfasaje entre salarios y costo de vida real. 233 Sindicato de Empleados y Obreros Municipales, Libro de Actas de Asamblea N° 3, Acta N° 406, 17/08/2006, pp. 101-102.

básico con carácter remunerativo y bonificable, el “blaqueo” de un porcentaje no

remunerativo del incremento que las partes habían acordado en marzo (un 7,12% que se

pasaría al básico, una parte en noviembre y otra en diciembre), el pase a planta permanente

de 108 trabajadores contratados y la cobertura de 24 vacantes a través de concursos. Esto

último es un importante logro, porque permite que cada encargado obtenga y retenga

legítimamente su puesto, algo que se había congelado en la primera intendencia de Omar

Perotti (1991-1995) y que es puesto nuevamente en funcionamiento.

Así podríamos resumir esta lucha de largo aliento que desde 2005 lleva adelante el gremio,

que eclosiona a comienzos de 2006 y logra una cierta definición a mediados de ese año.

A largo plazo, se evidencia una consolidación de la lucha y la posición gremial frente a la

patronal a partir del “conflicto de la carpa”, que redundará en una redefinición de las

relaciones laborales con el municipio en los años venideros. Es evidente que las relaciones

entre el sindicato y la patronal cambiaron a partir de este conflicto. Sin embargo, es

pertinente aclarar que el Ejecutivo municipal, si bien no minimiza el suceso, tampoco lo

singulariza demasiado respecto de otros conflictos atravesados en otros tiempos. En este

sentido, son elocuentes las palabras del intendente Perotti:

“Me hicieron una carpa. Todos los otros paros fueron de menor cuantía que los

primeros [Se refiere a la primera intendencia entre los años 1991-1995], que fueron

más duros, quizás por ser los primeros; pero también porque ya el personal sabía

cómo era nuestra forma de cumplir, la manera en que nosotros manejábamos los

recursos y manejábamos la relación; nunca se dejó de pagar en tiempo y en forma;

nunca se dejó de cumplir con los aportes, pero sí discutíamos cada posibilidad de un

aumento dentro de lo que entendíamos que eran las posibilidades que nos daban los

presupuestos. […] con el tema de la Carpa […] había que manejarse con esta

situación [La de los “presupuestos”] y estábamos en pleno proceso electoral y eso

habla de que nosotros hemos sido consecuentes con el cuidado de los recursos aún

en esa coyuntura y muchos nos plantean “bueno, el personal les terminó votando en

contra” en esa elección puntual [Está hablando de la elección del año 2007]…puede

                                                                                                                                                                                     

ser que algunos nos ha votado en contra, pero estoy seguro que la población no, y

por eso tan mal no nos fue.” 234

Esta redefinición de los vínculos con la élite gobernante, puede observarse en el

seguimiento de las problemáticas entre 2007 y 2010, donde no hubo un alto grado de

conflictividad ni movilización, a excepción del conflicto en la localidad de Esperanza en el

año 2007235 y de los sucesos ocurridos hacia fines de 2008 producto de las dificultades de la

situación nacional que afectaron a las relaciones laborales y salariales de los diferentes

obreros y empleados del país, de las que Rafaela no estuvo ajena.

A modo de conclusión, podemos decir que lo que sobresale fuertemente en este

período es el reclamo por la condición salarial, conjuntamente, con la lucha por mejoras en

las condiciones de trabajo y el cumplimiento de las reglamentaciones del trabajo municipal.

Si bien son circunstancias que marcan una continuidad en toda la década, señalando una

época de conflictividades, hay momentos más álgidos de la disputa que, en general,

coinciden con situaciones de crisis (como las de comienzos de década o hacia el final) o de

recuperación económica (como los de 2005-2006).

Las particularidades que ofrecen las características de las luchas, como la

interpelación a la sociedad, a las organizaciones intermedias; el uso de medios no

convencionales de protesta (al menos para el ámbito rafaelino), como fue la carpa, y la

apelación a diferentes medios de comunicación locales y provinciales, manifiestan la

presencia de un nuevo formato gremial local, más “moderno”, pragmático, lo cual no

significa menos combativo. Entre las fuentes escritas a lo largo de estos años analizados y

recuperadas para este trabajo, hay una referencia constante a la caracterización de una élite

                                                            234 Perotti, Omar, en Tonon, María Cecilia, Op. cit. 235 Este conflicto se originó por la adhesión de un importante número de trabajadores municipales esperancinos que se escindieron de la conducción del gremio local actuante en ese momento, solicitando a comienzos de mayo de 2007 la afiliación al gremio de Rafaela. A partir de esta situación, el SEOM comienza a tener injerencia en los asuntos laborales de la municipalidad de Esperanza, e inicia tratativas con el intendente para “canalizar problemas –principalmente incumplimiento de las leyes […]- manifestados por los nuevos afiliados, sin obtener respuesta satisfactoria”. El SEOM, organiza, entonces, una medida de protesta que consistió en el corte de la importante y transitada Ruta Provincial N° 70 y una movilización hacia la municipalidad. Producto de esta protesta, logran una reunión y negociación con el intendente para solucionar los reclamos. S.E.O.M., Revista del Sindicato de Empleados y Obreros Municipales de Rafaela, julio de 2007, Rafaela, p. 14.

sindical que apela a la “confrontación”, a la “conquista”, a la “lucha”, a la “fuerza”, pero

también a la “firmeza” y a la “inteligencia”. La idea de la ofensiva permanente está

significando la necesidad de este nuevo grupo de estar, de mostrarse, de resistir, para ser,

para vivir, para no caer, para mantenerse. Esta resistencia, que no es nueva, que forma parte

del modo de ser de un gremio que con diferentes métodos se ha manifestado contra el poder

y las formas de dominación local, se transformará, en esta década, en la cristalización de

una élite que logra capitalizar la lucha, las dificultades y los logros alcanzados.

BIBLIOGRAFÍA CITADA

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Goddio, Julio, 2006, El tiempo de Kirchner. El devenir de una “revolución desde arriba”,

Buenos Aires: Letra Grifa

Novaro, Marcos, 2009, Argentina en el fin de siglo. Democracia, mercado y nación

(1983-2001), Buenos Aires: Paidós.

Tarrow, Sidney, 1997, El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción

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Tonon, María Cecilia. Los nuevos marcos políticos en ciudades con perfiles productivos. El caso de la ciudad de Rafaela (1991-1999). Tesis (Doctorado en Ciencia Política) Rosario:

Universidad Nacional de Rosario, Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, 2011. 403 h.

FUENTES DOCUMENTALES Y PERIODÍSTICAS MENCIONADAS

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Sindicato de Empleados y Obreros Municipales, Libro de Actas de Comisión Directiva N° 3, Acta N° 399, 15/02/2005.

-----, Acta N° 402, 18/10/2005. -----, Acta N° 403, 02/03/2006. -----, Acta N° 406, 17/08/2006. Sindicato de Empleados y Obreros Municipales, Memoria de la Comisión Directiva, período, 01/01/2003 – 31/12/2003.

-----, período 01/01/2004 – 31/12/2004.

S.E.O.M., Revista del Sindicato de Empleados y Obreros Municipales de Rafaela, diciembre 2000, Rafaela.

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-----, junio de 2006, Rafaela.

-----, julio de 2007, Rafaela.

Castellanos, 2005, 2006. La Opinión, 2006. Sin Mordaza, 2006.

FUENTES ORALES MENCIONADAS

Cocco, Darío, Entrevista Entrevista a Darío Cocco [grabación], realizada por María Emilia

Baine y María Cecilia Tonon el 15/09/2010, Archivo personal de las autoras.

Mascardi, Alejandro. Entrevista a Alejandro Mascardi [grabación]. Realizada por María

Cecilia Tonon el 4/05/2010. Archivo personal de la autora.

Massari, Adolfo, Entrevista a Adolfo Massari [grabación]. Realizada por María Cecilia

Tonon el 12/08/2010. Archivo personal de la autora.

Peirone, Ricardo, Entrevista a Ricardo Peirone [grabación], realizada por María Cecilia

Tonon en Rafaela, el 17/01/07. Registro en formato MP3. Archivo personal de la autora.

Perotti, Omar, Entrevista a Omar Perotti [grabación], realizada por María Cecilia Tonon en

Rafaela el 20/11/2007, Registro en formato MP3, Archivo personal de la autora.