mencos franco - cronicas de la antigua guatemala

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4.^:Sírrsfc CRÓNICAS DE LA ANTIGUA GUATEMALA EDICIÓN C&RREGIDA POR AGUSTÍN M1:NC0S FKANCO Volumen 6 Editoridl de^Wíñiste río de Educación Publícd

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  • 4.^:Srrsfc

    CRNICAS DE LAANTIGUA GUATEMALA

    6 EDICIN C&RREGIDA

    POR AGUSTN M1:NC0S FKANCO

    Volumen 6

    Editoridl de^Wistecro de Educacin Publcd

    GUATEMALA i^ L. L M 1 K U A Ai L R I Ci A-

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  • CRNICAS DE LA ANTIGUAGUATEMALA

  • AGUSTN MEiNUb i KAiNCO

  • Digitized by the Internet Archivein 2010 with funding from

    Universidad Francisco IVIarroqun

    http://www.archive.org/details/crnicasdelaant06agusguat

  • AGUSTN MENGOS FRANCO

    Crnicas de laAntigua Guatemala

    6^ EDICIN CORREGIDA

    Volumen 6

    Biblioteca Guatemalteca de Cultura PopularMinisterio de Educacin Pblica^

    ^^.Gi^tcmaJa, C. A.

    Coleccin Luis Lujan MuozUniversidad Francisco Marroqunwww ufm.cdu Guatemala

  • 1[ La Biblioteca Guatemalteca de Cul-tura Popular
  • ADVERTENCIA AL LECTOR

    I

    I OBJETO al escribir estas CrnicasDE LA Antigua Guatemala, ha sidonicamente el de salvar del olvido al-gunas de nuestras viejas e interesantestradiciones, que estn prximas a des-

    aparecer, ya porque se van olvidando las transmitidas deviva voz, ya porque, salvo algn erudito, nadie lee historiascoloniales en que constan algunas de ellas.Emprend la obra con temor, pues siempre he descon-

    fiado y sigo desconfiando de mis fuerzas; pero el xitoinesperado y halageo que tuvieron mis ensayos y lasexcitativas y consejos de mis amigos, me decidieron a con-tinuarla y a formar este librito que presento respetuosa-mente al pblico.

    Un literato alemn ha pedido mis crnicas para tradu-cirlas al alemn y al francs y publicarlas en Alemania;algunos imitadores he encontrado en Guatemala y en otrasrepblicas de Centro Amrica; y de numerosos lectores detodas las clases sociales he recibido aplausos. Sin embargo;no por eso dejo de comprender que no era yo el llamadoa emprender este trabajo. A mi juicio, el escritor que msdotes posee para el cultivo de este gnero literario, es miamigo el licenciado don Manuel Diguez, cuyas cuatro ocinco traducciones, publicadas en la Revista de la Aca-demia Guatemalteca, son un modelo en su clase. Pordesgracia, el licenciado Diguez ha resuelto abandonar de-finitivamente el cultivo de las letras para dedicarse por

  • 6 Agustn Mengos Frango

    completo a las labores de abogaca; y tal resolucin, si por

    una parte es respetable, por la otra es digna de amistosa

    censura; pues priva al pas de la gloria de llegar a poseer

    un digno mulo de Ricardo Palma.Otro escritor que ha ensayado el mismo gnero, es el

    distinguido literato don Juan Fermn Aycinena.Si yo fuera crtico explicara ahora lo que, a mi juicio,

    falta a las tradiciones del seor Aycinena para contarseentre las mejores de su clase; pero como no soy crtico;y como por otra parte, tratndose de un. tan apreciableescritor es ms fcil que yo me equivoque que l carezcade razn, me abstengo de todo juicio y me limito a acon-sejar al seor Aycinena, que siga escribiendo tradicionespara solaz de sus amigos y bien de las patrias letras. Nole arredren los mordiscos de la envidia; que fuerzas muchastiene para conquistarse un gran puesto como Conterur^as como conquist desde hace tiempo, el primero en nes-tro parnaso. Venga, venga el cetro del narrador que lamuerte arrebat de las manos del gran Salom Jil, a colo-carse en las del probo ciudadano que empua desde haceaos el centro de la poesa nacional.Mi amigo el joven don Manuel Dardn merece aqu una

    fraternal reprimenda, por no ser ms constante en el culti-vo de ese ramo de la literatura para el cual tiene tan felicesdisposiciones.

    Renen los ensayos de Radams la facilidad y chispaque tienen los de Diguez y el agradable sabor local querealza los de Aycinena; de manera que si a esas cualidades,uniera otras que de su exclusiva voluntad dependen, dota-ra a Guatemala de una preciosa coleccin de historietasy crnicas, para la cual no tendramos ms que elogios.Nada dir de otros que han resultado por esos mundos

    de Dios, escribiendo tradiciones guatemaltecas o cosas porel estilo, porque ninguno de ellos tiene ni la irona de Di-guez, ni la sencillez y correccin de Aycinena, ni la gracia

  • Advertencia al lector 7

    de Radams; motivo por el cual los dejo en el olvido y melimito a terminar esta advertencia haciendo votos porquealguno de' los tres citados escritores, se decida a empren-der en Guatemala, lo qu^e el ilustre Ricardo Palma enel Per.

    A, M. F.

    Guatemala, 20 de septiembre de 1894.

  • DE CMO UN PRESIDENTE DE CENTRO AMRICAPUSO EN LA CRCEL A LA SANTSIMA VIRGEN

    MARA

    No se asusten los lectores al ver semejante ttulo:porque ni los bienaventurados son susceptibles de pa-decimientos fsicos, ni los modernos presidentes deCentro Amrica son capaces de meter a ningn ino-cente en la jeruza, como todos lo sabemos por expe-riencia.

    Eso no quiere decir que sean chiles los que voy anarrar en mal pergeadas lneas. Por veras lo cuentael muy reverendo padre dominico fray Francisco Xi-mnez y a l pongo por fiador de mis palabras.Y quin era el padre Ximnez?, preguntar algn

    curioso. Un sabio, segn los americanistas extranje-ros. Un tonto segn los liberales guatemaltecos. Unapreciabilsimo historiador, segn este humilde servi-dor de ustedes.

    rase que se era el ao de gracia de 1717; ao detriste recordacin y de lastimosas desventuras paralos pacficos habitantes de la muy noble y leal ciudadde Santiago de los Caballeros de Guatemala.Ms de una vez las erupciones del volcn de Fuego

    arrasaron entonces las siembras de los campos. Confrecuencia los temblores asustaron a los catlicos ve-cinos. Pero ms que los temblores y las erupciones,traanlos inquietos y desazonados las contiendas que

  • 10, Agustn Mengos Franco

    sostenan la autoridad poltica y la eclesistica: dospotestades que, segn las evanglicas doctrinas, de-beran vivir siempre en ntimo consorcio a la manerade Cristo con su Iglesia.No consorcio, sino divorcio reinaba a la sazn entre

    el poder temporal y el espiritual. Y si graves eran lasbellaqueras del seor Obispo, doctor don Juan Bau-tista Alvarez de Toledo para con su excelencia el seorPresidente del Reino, peores eran las jugadas que alilustrsimo prelado haca el seor Capitn general donFrancisco Rodrguez de Rivas, Maestre de campo deios Reales Ejrcitos y antiguo Corregidor de Robamba.

    Qu a las altas horas de la noche y en las estrechascalles del barrio del Tortuguero le daban descomunalpaliza a algn miembro de la servidumbre episcopal?No haba que preguntar por los autores. Eran loscriados del seor Presidente.

    Qu circulaba profusamente una ensalada en quese pona de oro y azul al Capitn general y a susadlteres? No haba que dudarlo. Era su autor elconocido vate y pendenciero estudiante bachiller donCristbal Hincapi, pariente de su Seora Ilustrsima.Qu se robaban las gallinas del seor Obispo?

    Pues eran los partidarios del Presidente. Qu le po-nan un mal nombre al seor Presidente? Pues eranlos partidarios del Obispo.Y as sucesivamente: que largas de contar seran

    las peripecias de aquellas autoridades que vivan tanamorosamente y' marchaban en tanto acuerdo comolos perros y los gatos, como la libertad y los liberalesguatemaltecos, como la opinin de la Repblica y elgobierno de la dem.Juraban los presidenciales que la culpa de tales es-

    cndalos la tena el seor Obispo, que quera para sla gobernacin del Reino; y replicaban los episcopales

  • Crnicas de la Antigua Guatemala 11

    que el culpable era el seor Presidente que quera laMitra para una persona de su familia.Yo no quito ni pongo rey. Me lavo las manos como

    Pilatos, y dejo a los eruditos el averiguar la verdaddel caso.Era la media noche del 28 de agosto de aquel ao,

    y todo yaca en calma y silencio en la melanclicaciudad del Pensativo. De repente ilumin la obscuri-dad de los cielos un vivo resplandor que sali de lacima del volcn de Fuego, y bien pronto arroj el co-loso torrentes de encendida lava, que se perda uninstante en las alturas y bajaban despus en formade radiante lluvia. Soberbio espectculo aqul! Pare-ca que los soles caan a pedazos sobre la tierra. Dira-se que el volcn era un guerrero mitolgico que mar-chaba amenazador llevando un penacho de fuego sobresu cabeza.Pero si alegres fueron las vsperas, las fiestas fueron

    terribles. Un murmullo semejante al que produce elviento al agitar los rboles de los bosques, interrumpiel silencio de la noche; sigui despus un ruido mon-tono y asordador como el de las olas embravecidas yestall por ltimo espantoso y formidable estruendocomo el de las ms desecha y abrumadora tempestad.Crujieron entonces las techumbres, aullaron las fieras,cuarteronse los edificios y balancese la tierra comobeodo, al impulso del terremoto.

    Calclese el sustazo que llevaran los buenos de losguatemaltecos que dorman tranquilamente en los dul-ces brazos de Morfeo. Levantronse azorados y mediodormidos, y murmurando entre dientes el Santo Dios!y el Santo Fuerte!, corrieron como alma que se llevael diablo a las calles y a las plazas en busca de salva-cin. Indecibles fueron la confusin y el desorden yhubo fraile que saliera con los calzoncillos por capu-

  • 12 Agustn Mengos Frango

    cha, jamona que se olvidara de los rizos y pechos quelucia gallardamente ante los pollos, marido que envez de los suyos, se pusiera los calzones de su caramitad y chicas requeteguapas en un traje que ... yaquisieran mis lectores haber estado presentes para con-templarlas.

    Aquella noche, dice un cronista, se pas en rezosy cantos ante las imgenes ms veneradas de la ciu-dad; y no bien calmaron los sacudimientos y clare ela!ba, cuando se reunieron para tratar de tan gravessucedidos, las primeras autoridades del reino, amboscabildos, el eclesistico y el civil, los oidores de laReal Audiencia, los prelados de las rdenes rehgiosasy los vecinos ms distinguidos.Habl primero el seor Obispo y manifest: que,

    puesto que la ciudad estaba tan expuesta a esas calami-dades y eran tantos los desperfectos de los edificiospblicos y estaba la tierra tan agrietada por diversaspartes, opinaba porque la poblacin se trasladase alvalle de Chimaltenango. Replic el seor Presidenteque siendo fcil la reparacin de los perjuicios causa-dos por los temblores y no existiendo autorizacin desu Majestad para trasladar a otro punto la capital,crea que los vecinos no deban moverse del lugardonde se hallaban. Amostazse su Seora Ilustrisi-ma con las palabras de su Excelencia. Mont en c-lera su Excelencia con la oposicin del prelado, y searm en fin una discusin de todos los diablos, quetermin con el triunfo de los presidenciales y la de-rrota de los episcopales, que se retiraron mohnos ycabizbajos.

    No era, sin embargo, el doctor don Juan BautistaAlvarez de Toledo persona que se ahogase en pocaagua.

  • Crnicas de la Antigua Guatemala 13%

    Jur, all en sus adentros, tomar el desquite contrael enemigo, y dicho y hecho.Dos o tres meses despus, cuando nuestros vene-

    rables abuelos roncaban tranquilos a pierna suelta,dieron los episcopales al Capitn general la ms es-candalosa cencerrada que mencionan las crnicas colo-niales; en la que no faltaron, por supuesto, enchama-rrados y guacaludas, insultos y cuchilladas.

    Detalle importantsimo.Se asombra fray Francisco Ximnez de que el Ca-

    pitn general no procesara ni persiguiera a los sere-natistas.

    Qu candidez!Ignoraba aquel retrgrado y obscurantista frailu-

    cho, que aun no haba llegado para Guatemala lostiempos de democracia y libertad, en que el no salu-dar al Presidente de la repblica, se castigaba conuna tunda de azotes y una visita a la Penitenciara.En septiembre del susodicho ao de gracia 1717,

    comenzaron de nuevo las erupciones y los temblores,y de nuevo celebraron junta, para tratar de tan im-portantsimo asunto, las autoridades y principales ve-cinos.

    Tirios y troyanos estuvieron de acuerdo en que sien-do aquellas calamidades celestial castigo de las nume-rosas culpas del vecindario, precisaba desagraviar ala Divina Providencia con ejercicios y funciones reli-giosas. Acordse, en consecuencia, celebrar misas yrogaciones y principalmente una procesin de sangre,en que se pasease por las calles alguna de las imge-nes ms veneradas de la Santsima Virgen, patronade Guatemala.Y esta fu cabalmente la manzana de la discordia.

    Sostena el Presidente, apoyado por los dominicos, quedeba sacarse en procesin la imagen de nuestra Se-

  • 14 Agustn Mengos Frango

    ora del Rosario, que se veneraba en el templo deSanto Domingo. Replicaba el Obispo, sostenido porlos franciscanos, que semejante honor corresponda ala imagen de nuestra Seora de los Pobres, que reci-ba culto en San Francisco. Y sobre si la Virgen delRosario, hacia y volva y si la Virgen de los Pobresera esto o aquello, armse terrible gresca, en quelos oradores de ambas partes agotaron las fuerzas desus pulmones, los tesoros de la retrica, las armasde la erudicin.

    Vencieron esta vez los episcopales, y su Ilustrsima,sonriendo de satisfaccin y frotndose las manos decontento, se propuso hacer rabiar a ms no poder asu antagonista, organizando una solemnsima proce-sin de sangre que sali de San Francisco el diecinuevede septiembre.Abran la marcha los hermanos de la Tercera Or-

    den de San Francisco, con su largo manto de estameaazul y llevando tres de sus ms caracterizados miem-bros la cruz alta y los ciriales. Segua una turba depenitentes o nazarenos cubiertas las caras con mora-dos capirotes; quienes, ceido el cuerpo con speroscilicios; otros llevando a cuestas pesadas cruces; al-gunos flagelndose con duras disciplinas; y todos ha-ciendo alguna penitencia a cual ms dolorosa y origi-nal. Venan despus los maceres del Muy Noble Ayun-tamiento con sus rojas gramallas y sus insignias deplata precediendo a los alcaldes, regidores y sndicos,que marchaban cirio en mano y en traje de gala, com-puesto de zapato bajo con hebilla de plata, medias deseda hasta los muslos, calzones cortos y casacn deterciopelo obscuro y vueltas y chupa de oro. Veansea continuacin el clero secular y regular, presididopor el Obispo y los cannigos, escoltando a la Virgende los Pobres, que era conducida en andas; y, por l-

  • Crnicas de la Antigua Guatemala 15

    timo, muchedumbre de beatas y devotas recitando elsantsimo rosario.

    Chisporroteaban las velas, henda los aires el mur-mullo de las plegarias, flameaban los cortinajes en losbalcones. Suban hasta lo azul las espirales del in-cienso y movase lenta y acompasada aquella largaculebra humana.A las ltimas horas de la tarde la comitiva atraves

    la plazuela de San Pedro y la Plaza mayor;, y yaentradas las primeras de la noche, perdise incauta,sin contar con la huspeda por las calles del barrio deSan Sebastin.

    Y la huspeda en tal caso era el mismsimo donFrancisco Rodrguez de Rivas, a quien se atragant laespina de la famosa cencerrada sin dejarlo comer asus anchas ni conciliar el sueo. Pero lleg la no me-nos famossima procesin, y como no hay mal quepor bien no venga, resolvi su Excelencia asir la oca-sin por los cabellos, y a la chita callando dobl laguardia en un abrir y cerrar de ojos.Sonaron las nueve en el reloj del Palacio de los

    Capitanes generales, entonces fue la de Dios es Cristo.Porque cuando ms compungidos marchaban los na-zarenos y ms alelados estaban los concurrentes, Ca-tapln!... cay sobre ellos la guardia con orden dedisolver la comitiva y de llevarse a chirona a los or-ganizadores de ese acto religioso en virtud de unaReal Cdula que (segn decan), prohiba esa clasede funciones a ciertas horas de la noche.

    Cayeron las viejas con patats, chiflaron los pato-jos, huyeron los penitentes, chillaron las muchachas,lucieron cuchillos y espadas, sonaron bofetones y cin-tarazos, y, en una palabra, convirtise la procesinen el campo de Agramante.

  • 16 Agustn Mengos Frango

    * * *

    A las primeras horas del siguiente da detenanseasustados los curiosos transentes ante las ventanasde la crcel de la Real Audiencia.

    El cas no era para menos.Frailes y paisanos, terceros y penitentes, veanse

    all adentro en abigarrada confusin, magullados ycariacontecidos, y e un ngulo de la prisin, comosi fuese el peor de los criminales, estaba la Virgen delos Pobres, vctima de las venganzas de su Excelencia,el antiguo Corregidor de Robamba.

    %

  • HERMANO ENFERMO Y JUBILADO

    Han de estar y estarn, mis queridos lectores, quepor el ao de 1653, estaba el Hermano Pedro de SanJos Bethancourt, de venerable y grata memoria, msafanado que nunca en la fundacin del hospital deConvalecientes y del Convento de Betlemitas.Era de verle vistiendo la tnica y capa azules de

    la Tercera Orden de San Francisco, atada al cintoaspersima correa, descubierta siempre la cabeza, em-puando grueso bastn; era de verle, digo, andandola seca y la meca, pidiendo de casa en casa, una li-mosna por el amor de Dios para aquellas obras decaridad. Obsequibanle muchos con dinero, ropa ocomestibles; pero no pocos le daban con la puerta enlas narices y aun hubo un precursor de nuestros actua-les demcratas que por toda limosna le asest unbrbaro bofetn.En una de estas santas correrlas encontr a un

    hombre de negros hgados que le dijo de mal talante:Hermano: slo tengo un mulo que darle. Llveselosi puede. Era el tal animalito patituerto y rabicorto;pero tan cerrero y de malas pulgas, que nadie hastaentonces haba logrado el imponerlo; motivo por elcual su bilioso propietario esperaba que de una coztumbase al imprudente mendigo. Calclese, pues, c-mo se quedara de estupefacto y boquiabierto al verque apenas se le ech la soga al cuello, camin tras

    17

  • 18 Agustn Mengos Frango

    el Hermano Pedro, ms manso que una paloma y mshumilde que una cordera.Desde ese da trabaj el susodicho mulo como un

    tal, uncido maana y tarde a la carreta, en lasbenficas obras de su nuevo patrn. No poda sin em-bargo, quejarse de su suerte; porque a excepcin delos potros del seor Presidente, de las jacas del seorObispo, ningn solpedo guatemalteco gastaba comol, tan buenas mantas ni tan aseados pesebres, tansuculentos forrajes, ni tan sabroso bao.Ni se crea que por ello lo critique. Bien merecido

    se lo tena, pues adems de ser tan trabajador eratambin un mulo sabio como pocos. Ni -alteraba sushoras de comer, ni haca la vieja a la hora del traba-jo, ni daba mucho qu hacer a su patrn; porque entrelas muchas habilidades que tena, estaba la de des-cargarse por s solo, segn las crnicas aseguran.

    Carpinteros, albailes y betlemitas trabajaban un dade invierno en la construccin del hospital, cuando ca-yeron unos torrenciales aguaceros de padre y muy seormo. Suspendieron entonces los trabajos, albergron-se en los prximos edificios, y slo el protagonista deesta historia se qued al aire libre sufriendo paciente-mente el chubasco.Lo vio el Hermano Pedro y le grit con la mayor

    sinceridad del mundo: Hermano Mulo: No ve quese est mojando? Pngase bajo techo. Obedeci in-mediatamente el interpelado, celebraron la gracia loscircunstantes y bautizronlo desde entonces con eliK)mbre de El Hermano Mulo.

    Los trabajos y las fatigas quebrantaron al cabodel tiempo su salud y tuvo que guardar cama el po-

    ^brecito. Toda la comunidad apresurse a prestar auxi- Sk

  • Crnicas de la Antigua Guatemala 19

    lios a tan importantsimo miembro de la casa, y mer-ced a ellos escap de las garras de la pelona.Algunos das llevaba de estar ya restablecido; pero

    bien hallado con aquella vida de mimos y de holganza,se hizo el delicado y el remoln por algn tiempo.Cmo se estremeca de gusto el muy ladino cuando

    le sobaban blandamente la barriga! Cmo le brilla-ban los ojos cuando le ofrecan los bien escogidos ali-mentos! Cmo sacuda el rabo cuando le abrigabancon calientes cobertores!La farsa, sin embargo, hubo de terminar y el asno

    volvi a las andadas yendo y viniendo con la carreta.Al presentarse de nuevo en las calles de la AntiguaGuatemala, tuvo ocasin de ver cunta era su popu-laridad entre los vecinos. Pero si por una parte esacircunstancia le llen de satisfaccin, por otra no de-j de sorprenderse al notar que, en vez de su antiguonombre, se le haba puesto apodo: El enfermo delHermano Pedro.

    El 25 de abril de 1557,^ despus de larga y penosaenfermedad, muri en el seno del Seor el abnegadoapstol Pedro de San Jos Bethancourt, hoy tan in-justamente olvidado y malamente comprendido. Alsaber la infausta nueva todas las clases sociales co-rrieron unnimes al convento de Betln, ansiosas decontemplar por ltima vez el apacible semblante deljusto, de recoger alguna de sus reliquias, de besaral menos sus modestos hbitos.

    El entierro que se le hizo fue digno de sus mritosy virtudes. Expsose su cadver en capilla ardienteen el templo de la Escuela de Cristo y condjosele

    > Falleci el lunes 25 de abril de 1667 a las H horas. J. L. R. M.

  • 20 Agustn Mengos Franco

    despus en solemne procesin al de San Francisco, encuyas bvedas se le prepar honrossima sepultura.Formaban el cortejo fnebre el clero secular y el

    regfular, la Real Audiencia y el muy noble Ayunta-tamiento, las Cofradas y las rdenes de Terceros, yen una palabra, todas las corporaciones civiles, mili-tares y religiosas de aquella poca. Presidan el due-lo los hermanos betlemitas, el Ilustrsimo seor Obispodon fray Payo Enrquez de Ribera, descendiente delos duques de Alcal y el excelentsimo seor presi-dente y capitn general don Sebastin lvarez Al-fonso Rosica de Caldas, caballero de la orden deSantiago y seor de la Casa de Caldas. Las personasms notables de la capital disputbanse el honor dellevar el cadver y una inmensa muchedumbre . lo se-gua llena de tristeza el corazn, cuando no de lgri-mas los ojos. Al llegar a San Francisco y a losacordes de la marcha fnebre que tocara numerosaorquesta, se le coloc en riqusimo catafalco. Celebrlas exequias el seor Obispo y por ltimo subi a lactedra sagrada a pronunciar la oracin fnebre elpadre jesuta don Manuel Lobo, confesor del difuntoy el ms famoso de lo oradores sagrados de aquelentonces.

    Mucho dieron qu hablar tales sucesos a los des-ocupados vecinos de la Antigua Guatemala. Quienesencomiaban el discurso del padre Lobo, como el me-jor que se hubiera odo en el Nuevo Mundo; otros sehacan lenguas de lo vistoso de los trajes que osten-taban los acompaantes y algunos no acababan deponderar el gento que asisti al entierro. Pero loque ms se encareca y comentaba en tertulias y co-rrillos, era el caso que haban visto algunas viejasoctogenarias con aquellos ojos que se haban de co-mer los gusanos, segn ellas decan y repetan. Y

  • Crnicas de la Antigua Guatemala 21

    era que tras la fnebre comitiva, caminaba solitarioy lacrimoso el hermano Mulo, agobiado, no slo porel peso de los aos, sino tambin por los dardos deldolor.

    Yo no s si decan verdad aquellas venerables abue-las; pero lo que s s, y puedo repetir a ustedes, esque apenas el hermano Pedro estuvo bajo la tierra,la comunidad de Betln celebr captulo para tratarde los asuntos importantes de la Orden. Y uno deesos importantsimos asuntos quin lo creyera! erael relativo a decir qu se haca con el invlido cua-drpedo que se haba encanecido en el servicio delConvento.

    Se le despachara al otro mundo, para librarlo depenas y arrojar su cadver a la voracidad de los zo-pilotes? Qu ingratitud la de pagar de ese modosus largos e importantsimos servicios!

    Se le echaba a la calle o se le venda al primertransente para que el pobre acabase sus das bajoel ltigo de algn jayn? Qu barbaridad exponerloa nuevas fatigas cuando ya ni poda con la carga delos aos!

    En tan grave aprieto la comunidad encontr unaresolucin salvadora. Puesto que el pobre haba sidoel fiel compaero del Santo fundador y prestado tan-tos auxilios a los enfermos y envejecido en los tra-bajos de la casa lo natural era concederle su jubila-cin. S seor: su jubilac^n.

    As se hizo efectivamente; y desde entonces se violibre de su empleo con casa, mesA y ropa limpia ase-guradas.

    La noticia corri bien pronto de boca en boca y delengua en lengua y durante mucho tiempo no se ha-bl ms que del dichoso Jubilado de Betln.

  • 22 Agustn Mengos Frango

    Desde el instante en que se le notific su jubila-cin, se dio una vida de prncipe, como si dijramos.

    Con qu envidia lo contemplaban sus compaerosde la vecindad, refocilarse sobre la verde hierba, ytenderse panza arriba para recibir los rayos del sol!Cmo se les caia la baba al ver que el programa devida de tan feliz mortal se reduca a tres elocuent-simas palabras: comer, beber y dormir!Ms respetado que el Bucfalo de Alejandro, ms

    famoso que el Rocinante de don Quijote y ms aga-sajado que el Babieca del Cid, no haba solpedo encien leguas a la redonda que le echase la pata eneso de llevarse una existencia regalona.Que rompa los huertos de los vecinos? Pues en

    vez de llevarlo al poste se le conduca respetuosa-mente al convento. Que se entraba a las enferme-ras del hospital? Pues vengan sal y cebada paraacariciarlo. Que se meta al templo a la hora delos divinos oficios? Pues en vez de echarlo se le hacalugar entre los fieles.Pero comoquiera que nada es eterno en este mun-

    do, una noche li la maleta, estir la pata y se mar-ch al otro barrio.Los betlemitas agradecidos, en vez de arrojarlo al

    basurero a ser pasto de las aves de rapia, le dieronhonrosa sepultura, al* pie de un naranjo del conven-to en la que un chusco puso furtivamente un papelotecon el siguiente epitafio:

    'l

    Aunque parezca vil cuentoAqu donde ustedes ven,Yace un famoso jumentoQue fue fraile del conventoDe Betln.Requiescat in pace, amn.

  • Crnicas de la Antigua Guatemala 23

    No se crea que su fama se extingui con la muer-te; todo lo contrario: fue creciendo de da en dahasta el punto de que los padres don Manuel Loboy don Jos Garca de la Concepcin, le dedicaron uncapitulo en la Historia de la religin de Betln.Por lo dems, cuntos de nuestros polticos envi-

    diaran la popularidad del hroe del cuento! Ay! Yde cuan pocos de nuestros gobernantes puede decirselo que del Hermano, enfermo y jubilado de Betln:Trabaj en beneficio de la humanidad!

    Dichoso mulo!

  • DE CMO DESAPARECIERON LOS RATONESDEL BARRIO DE BETLN

    Largos captulos dedicaron los viejos historiadoresa narrar las calamidades que afligieron in illo tem-pere, a la antigua capital del reino de Guatemala.Hambres, pestes y temblores azotaron a nuestros ca-tlicos abuelos; pero sin duda que la ms original deesas calamidades fue. la que aconteci por el ao de1660 si no mienten los papeles de que tomamos estasnoticias.

    Sucedi, pues, que en aquellos das se mutiplica-ron de tal modo las ratas y los ratones en el barriode Betln, que cual si fuesen liberales de nuestrostiempos y las despensas de los vecinos, las arcas deltesoro pblico, arrasaban con cuanto en ellas se con-tena, dejando a sus propietarios como los susodichosliberales al pueblo de Guatemala; es decir: a la lunade Valencia, exclamando para su coleto: Miren qucaso!

    Ni la trampa de alambre, ni la del apaste lleno deagua, ni la del zapuyulo relleno de ngajn podandetener a los invasores.Exactamente lo mismo que sucede con los libera-

    les: que ni la majestad de la Constitucin, ni la vallade las leyes, son suficientes para contenerles.En vano los ms valientes Zapirones y Micifs, las

    ms voraces Zapaquildas y Marrims acometan a los

    25

  • 26 Agustn Mengos Franco

    picaros roedores; se rean en las mismas barbas desus enemigos y continuaban tan frescos.Que es precisamente lo que nos pasa a nosotros:

    que ni la voz de la opinin, ni los consejos del perio-dismo independiente hacen mella en las ratas, digo,en los gobernantes de la repblica.

    Afligidillos andaban por tal razn los habitantesdel barrio, cuando quiso la casualidad que, el ratomenos pensado, hallasen remedio a sus infortunios.

    Dichosos ellos! Nosotros aun no hemos encontra-do el alivio de los nuestros.

    Donde ms perjuicios causaban los animalitos demi cuento, era en el hospital de Betln. Cuanto msse afanaba el Hermano Pedro de San Jos Bethan-court, en acopiar vveres para la casa, con tanta msfuria embestan ellos las tortas y los quesos, el tocinoy las longanizas.Como sucede cabalmente en nuestros das; que a

    los que ms extorsionan los gobiernos para salir desus apuros es a los pobres y necesitados.En vano el Hermano Pedro, recordando al evan-

    glico San Francisco que apartaba a las hormiguitasdel camino para no estrujarlas, les obsequiaba bue-na porcin de comestibles, aderezndolos convenien-temente y ponindoselos en los lugares ms a pro-psito. Ellos, los muy tunos, despus de acabar lopropio, arremetan bonitamente con lo ajeno.Como acontece casualmente con los liberales.No se contentan con mamar, sino que tambin be-

    ben leche.Disgustse por tal motivo el bendito siervo de Dios

    y un da que atrap a los muy pillos en la despensadel hospital, los reuni en torno suyo y echles un

    *

  • Crnicas de la Antigua Guatemala 27

    buen sermn sobre la sobriedad y el amor que debetenerse al prjimo.Ni por esas, siguieron de firme en sus trece, bur-

    lndose en las narices de su protector y oyendo sussermones como quien oye llover.Enteramente lo mismo que un presidente liberal

    y progresista: que pone orejas de mercader a lasquejas del pobre pueblo.Cansado, en fin, aquel santo varn, resolvi tomar

    una medida enrgica y radical.Y fue pillarlos un da cuando ms embebecidos es-

    taban en opparo banquete, echarlos en su sombreroy llamar a un lego a quien dijo: Hermano: trigameuna vara que quiero hacerme alcalde. Obedeci ellego y juntos salieron del convento.Atravesaron el Pensativo y se perdieron en las

    afueras de la ciudad.Pocos momentos despus, detuvironse en lo ms

    apartado y silencioso del campo, arrojaron a los bi-chos en el suelo, mandles el Hermano Pedro que seestuviesen quietecitos y escuchasen y tomando luegola vara les dijo con aire altivo y ceremonioso: Estaes la sentencia que manda hacer el Rey del cielo conestos hermanos: que se les destierre de la ciudad yno vuelvan al poblado para que no se coman el ali-mento de los enfermos.

    Notificada la sentencia se dispersaron los reos porlos cuatro puntos cardinales y regresaron los ejecu-tores al convento.

    La noticia de semejante suceso dio mucho que ha-blar, como era natural, a los murmuradores vecinosy a las chismosas vecinas: con tanta ms razn cuan-to que, segn cuentan las crnicas, ratas y ratonesdesaparecieron entonces, como por encanto, del ba-rrio de Betln.

  • 28 Agustn Mengos . Franco

    Ni crean los lectores que me chanceo.Porque adems de habrselo odo contar a mi bis-

    abuela, que Dios tenga en su santa gloria, allr est,para no dejarme mentir el proceso incoado en Romaen 1712, con autorizacin del Papa Clemente XI, so-bre la beatificacin del Hermano Pedro: proceso enel cual se hizo mencin del presente caso, entre otrosmuchos y maravillosos milagros.Moiss libr a los judos de las diez plagas.El Hermano Pedro libr de ratones a los antige-

    os.

    Dios mo! Ya nosotros quin nos librar de nues-tros ratas polticos?

  • EN QUE SABR EL LECTOR QUIN ERA DONJUAN DE LA BARCENA Y MEDINILLA

    Ni buscado con candela se encontraba por aquellasdcadas, en la vasta extensin del Reino de Guate-mala, mozo mas calavera y pendenciero que don Juande la Barcena y Medinilla.La ley prohiba la libertad religiosa; pero l pro-

    fesaba descaradamente el paganismo y renda cultopblico a Birjn y Marte, a Venus y Baco.Nadie ms feliz en el tresillo y en el chanquete, ni

    ms hbil en eso de entenderse a cuchilladas con elprjimo. De lo primero eran la prueba las pingesganancias que recoga en las recepciones nocturnasdel seor presidente; y de los segundos daban testi-monio los lanas y los alguaciles a quienes ms deuna vez rompi la crisma y calent las costillas.Venus y Baco, eran sin embargo, sus dioses favo-

    ritos.

    Era seguro.Cuando no pasaba las horas del da en la alegre

    compaa de una moza de la vida airada, se le veapaladeando muellemente el sabroso Valdepeas en latienda de don Antonio Justiniano, el comerciante msrico del barrio de Santo Domingo.Y era infalible.Cuando no dorma la mona en su habitacin, pasaba

    la noche, toledana al cinto, chambergo hasta las ce-

    29

  • 30 Agustn Mengos Frango

    jas y capa hasta las narices, atisbndo alguna dul-cinea por los arrabales.

    Qu de fortunas disipadas en sus manos y de ba-rricas en su estmago consumidas! Qu de mucha-chas perdidas por sus amores y de nlozos por suespada despanzurrados!En fin que desde Trujillo hasta el Realejo; y desde

    las Chiapas hasta el Escudo de Veraguas, no habia,segn decires, bebedor que lo venciera, ni jugador quelo desplumara, mujer que le resistiera ni guapo quese le parara.

    * * *

    Anita Molinos era sin duda . la mengala ms pre-ciosa y resalada de cuantas viera en sus orillas elPensativo.Sus ojos lanzaban chispas, su boca manaba miel,

    su seno despeda aromas, todo su cuerpo era una gra-cia.

    Nadie como ella ms hacendosa en el hogar, nims caritativa con los pobres; pero como lo mismoserva para un barrido que para un fregado, ningunale echaba el gallo en eso de bailar el zapateado ycantar una tonada.Admiradores no le faltaban, como no faltan mos-

    cardones alrededor de la fragante rosa. Nadie, sinembargo, poda jactarse de haber chupado el nctarde sus labios; y as fue que la rosa aquella, continusiendo por algn tiempo la tirana de los muchachosy la envidia de las muchachas, la reina de los rum-bos y el alma de los velorios.En uno de ellos la conoci don Juan y desde enton-

    ces qued enamorado perdidamente.Crey el tenorio antigeo que sera fcil la con-

    quista de tal Ins, pero se dio con una piedra en los

  • Crnicas de la Antigua Guatemala 31

    dientes, porque cuanto ms abundaban las cartitas ylos versos, los obsequios y las serenatas, tanto ma-yores eran las calabazas que recoga.

    Pero como la constancia mata la casa y la gotade agua horada la piedra, consigui el objeto de susaspiraciones cuando menos se lo crea.

    rase un rumbo de los ms mentados que se dioen el barrio de San Sebastin para celebrar la con-clusin de la novena del Nio, al que no faltaron,por supuesto, ni Anita ni su cortejo. Contvose alprincipio el impaciente galn; pero apenas menudea-ron las libaciones y se le subieron las copas a lacabeza, arremeti contra todos sus rivales y al queno puso en vergonzosa fuga le dej fuera de combate.Rasgo de audacia fue aquel que aadi nuevos

    prestigios a los que ya tena por su carcter y sufigura.Y vean ustedes lo que son las cosas. Lo que no

    lograron los ms valiosos obsequios ni los ms apa-sionados juramentos lo consigui el valor; porque po-co despus de aquella escena dio ella el ansiado sy. . . un da de tantos, sin la bendicin del cura, seentiende, vol la dichosa pareja a fabricar su nidoen una finca de las afueras de la ciudad.

    * *

    Cuan presto se va el placerCmo despus de acordadoDa dolor!Cmo a nuestro parecerCualquiera tiempo pasadoFue mejor!

    Asi exclamaba Jorge Manrique y as pudo excla-mar el protagonista de nuestra historia.

  • 32 Agustn Mengos Frango

    Y a la verdad: qu es el placer sino ave queapenas canta cuando muere, flor de un da que sedeshoja a la tarde, iris que brilla un instante y des-aparece ?

    Feliz fue la apasionada pareja por algn tiempo;pero una noche (cuenta el cronista Vsquez) el diezy ocho de febrero por ms seas, dorma tranquila-mente en blando lecho . . . cuando traca, traca, traca,vinieron los famossimos temblores de 1651 que tanamargos recuerdos dejaron en los anales de la Co-lonia. Volaron las tejas como pajas, repicaron por ssolas las campanas, derramse el agua de las fuentes,desgajronse los peascos, huyeron a las calles losanimales domsticos, descendieron a la ciudad las bes-tias salvajes y hubo un len, contina el citado cro-nista, que lleg al Palacio del Ayuntamiento, rompilos papeles que estaban pegados en las columnas ydesapareci por el barrio de Santa Luca.Al sentir tan terribles sacudidas saltaron del lecho

    los enamoradsimos mancebos en los trajes de nues-tros padres Adn y Eva y huyeron precipitadamentede la habitacin.Pero cuan cierto es aquello de que el hombre pone

    y Dios dispone!Don Juan pudo salvarse; pero Ana que no poda

    correr con velocidad a causa del husped que en susentraas esconda, muri aplastada por una pared quesobre ella se desplom.Al ver el amante aquel cuadro desgarrador, lanz

    un grito de angustia y desapareci como un fantasmaentre las sombras.

    * * *

    Por el ao de 1669 comenzaron a edificarse las do-ce capilla del Va Crucis, en la calle de San Fran-cisco al Calvario.

  • Crnicas de la Antigua Guatemala 33

    Muchos devotos iban con frecuencia a ayudar de-balde a los albailes; pero quien ms por ello se dis-tingua era un anciano religioso de San Francisco, deluenga barba y venerable aspecto. Trabajaba comoel ms humilde chunero a los ardientes rayos del sol.Eran riiuchas sus obras y pocas sus palabras, peque-o su descanso e inmensa su actividad.

    Tratbanle todos con respeto y con elogio habla-ban de su existencia. Unos ponderaban su constanciaen los estudios, otros sus grandes mortificaciones,aqullos su fervor en la oracin; ms lo que todosunnimes encarecan era su profunda humildad, queno reparaba en los ms bajos oficios ni en las msduras ocupaciones. Contbase a este respecto que apesar de las instancias de los superiores y de sucompetencia en las ciencias eclesisticas, no habaquerido nunca recibir las sagradas rdenes, por ser,deca l, indigno de alcanzar la tremenda dignidad delsacerdocio.

    Visitaba un da el seor Obispo las obras de lascapillas y como viese al anciano religioso trabajandocon tanto ahinco, pregunt por l, al guardin de SanFrancisco que lo acompaaba.

    Seor contest el guardin; en el siglo se llamabadon Juan de la Barcena y Medinilla; pero hoy en elclaustro se llama Fray Juan de Jess el pecador.

  • HERIDA y JOROBADA

    Cuenta el padre Manuel Garrido en su obra tituladaLa Nave del Mercader y el Grano del Evangelio, queall en el primer tercio del siglo diez y seis, cuandodon Pedro de Alvarado comenzaba la conquista deestos pases, sucedi un caso verdaderamente singu-lar y memorable. Y fue que un misterioso peregrinplleg al puerto de Santa Mara de Andaluca, a depo-sitar una encomienda en un navio q^ae iba a zarparpara el Nuevo Mundo; la cual encomienda era un ca-jn hermticamente cerrado, dirigido al comendadorde la Orden de Nuestra Seora de las Mercedes en elReino de Guatemala.

    Lleg el cajn a su destino, recibilo el padre Co-mendador, llam a toda la comunidad para abrirlo ensu presencia y . . . Qu creen los lectores que venadentro de l?

    Pues vena nada menos que la imagen de la San-tsima Virgen de la Merced, que veneramos devota-mente los catlicos en el hermoso templo de su nombrede esta nueva ciudad de Santiago de los Caballeros.Tan grande como la sorpresa fue el gusto que re-

    cibieron los reverendos mercedarios al encontrarse conaquella alhaja que despeda suavsima fragancia y cu-raba con solo su contacto a los enfermos, segn lascrnicas lo aseguran.

    35

  • 36 Agustn Mengos Franco

    Pero si la Virgen de la Merced vino sana y per-fecta del Viejo Mundo, como las historias y la tradi-cin lo atestiguan: 'Cmo es que hoy se encuentraun tantico cargada de espaldas y otro tantico lasti-mada en el cuello que presenta una especie de cica-triz?

    Este es el quid de la cuestin, devoto lector y cris-

    tiana lectora y pensando en sto me acost anteno-che, me dormi tranquilamente y tuve el sueo quepaso a contar con vuestra licencia.

    So que oraba fervorosamente ante el altar de lacitada Nuestra Seora, cuando entraron al templodos desconocidos caballeros que me saludaron incon-tinenti.

    El uno de espesa barba, atezado rostro y estaturaatltica, vestia al estilo de los soldados de CarlosQuinto; y el otro de agudos mostachos, mediana tallay simptico semblante, llevaba el traje de los anti-guos concejales del Muy Noble y Leal Ayuntamientode Guatemala. Aqul era un gallardo guerrero y steun agradable cortesano; el uno impona por su mar-cial continente y el otro cautivaba por sus finsimosmodales.

    Has de saber, me dijo el primero de ellos, quecuando los conquistadores andbamos por estos trigostalando pueblos y despanzurrando indgenas, toma-mos por vivandera a esta Virgen de la Merced, amigacomo nadie de la vida del campamento y de los aza-res de la guerra y' ms aficionada en aquel tiempoal humo de los caones que al perfume del incienso,al ruido de las batallas que al murmullo de la oracin.

  • Crnicas de la Antigua Guatemala 37

    No tuvimos que arrepentimos de la eleccin, por-que ms de una vez nos sac de apuros y nos salvde los mayores peligros.

    Cuntas veces el ejrcito castellano prximo asucumbir a los golpes y arremetidas de estos perrosmames, cakchiqueles y sutuhiles, la vio aparecer enlos aires y darnos el lauro de la victoria, ya animn-donos en el combate con su presencia, ya haciendollover sobre los indios, menudo y espeso polvo que loscegaba!

    Vivaquebamos una noche algunos conquistadoresen tierras enemigas alrededor de luminosa hoguera;chirriaba la carne sobre las brasas; trascenda el olordel cazabe; pasaba la bota de mano en mano y ame-nizbamos la cena con franca y alegre charla.Nos hacamos todos lenguas de nuestra famosa vi-

    vandera; mas no faltaron malandrines y follones quela tacharan de huyona y retrechera, porque, decanellos, cuando se presentaba en el combate lo haca ahurtadillas y procurando esconder el bulto a las ar-mas del enemigo.

    Por de pronto no dimos importancia a semejantemurmuracin; pero apenas asom la aurora, cay so-bre nosotros tal turba de infieles que nos puso al bor-de del sepulcro y a dos dedos de la derrota. PorCristo que aun me arde la sangre cuando me acuer-do del lance! y Vive Dios que si no fuera por sta,ahora no te contara el cuento!En tal aprieto recurrimos como de costumbre a

    tan santsima Patrona, y no le creers; pero es locierto que ella, cual si quisiese desmentir las calum-nias de la pasada noche, no slo acudi inmediata-mente en nuestro auxilio; sino que se meti tan enlo vivo de la refriega, que . . . zas ... un brbaro de

  • \38 Agustn Mengos Frango

    aquellos le dio un flechazo en la garganta cuya cica-triz puedes contemplar si gustas.

    * * *

    Call el soldado y tomando la palabra el regidornie dijo:Terminada la conquista de estos reinos se coloc

    la Virgen de la Merced en el altar mayor del templode su nombre, en donde en vez de dormirse sobre suslaureles, continu favoreciendo con sus prodigios asus devotos.Cuando alguna calamidad nos afliga en aquellos

    dichosos tiempos, recurramos primero a la Virgendel Rosario de Santo Domingo; si la cosa apretaba,invocbamos despus a la Virgen del Socorro de Ca-tedral; y si all nada conseguamos apelbamos porltimo a esta soberana efigie; si bien es verdad quecuando por ninguno de esos medios alcanzbamos ali-vio a nuestros dolores, acudamos a todas las trge-nes del universo. Rara vez, sin embargo, dej deescuchar nuestras oraciones y por eso la ciudad agra-decida la jur por patrona de las aPiias, fund en suhonor una cofrada en 1583 y la sacaba de vez encuando en devotsima procesin.

    Queriendo dar a esta divinsima Seora, un p-blico testimonio de gratitud, dispusimos bendecirla ycoronarla solemnemente con corona imperial de oroy piedras preciosas que hizo uno de los artistas msfamosos de Guatemala.

    Verificse la solemne ceremonia el primero demayo de 1628, oficiando el Hustrsimo seor don An-gelo Mara, arzobispo de Myra que se hospedaba ala sazn en el Convento de la Merced y que desdeRoma lleg a estas tierras a ciertos asuntos de laSanta Sede.

  • ICrnicas de la Antigua Guatemala 39

    Repicaban alegremente las campanas, henda elaire el estruendo de los cohetes, suban hasta el cielolos aromas de las flores y el humo del incienso, des-lumhraban los reflejos de las luces y vibraba entrelas naves la sonora armona de la orquesta. Salila imagen en solemne procesin y despus que huborecorrido algunas de las calles de la ciudad, volvial templo para ser colocada en el altar.Pero entonces sucedi lo que ninguno esperaba;

    y fue que por la altura de la nueva corona, la Virgenya no entraba en su nicho por ms esfuerzos que sehacan para que cupiese; contratiempo que, natural-mente, desconcert a la muchedumbre que ocupabael templo y la llen de profunda pena.Hubo varias opiniones acerca de lo que deba ha-

    cerse para salvar la dificultad; mas, para resolver loms acertado en tan difcil caso, enton la salve elArzobispo de Myra que mil voces contestaron en coro.Y cosa singular! Apenas termin aquello de las pro-mesas y gracias de Jesucristo, cuando la Virgen enpresencia del devoto pueblo, dobl por s sola el cuer-po y baj un poco la cabeza, con lo que entr desdeluego en su camarn, quedndose desde entonces ental postura.

    Un grito de admiracin se levant de todos los co-razones y el Ilustrsimo Prelado para perpetuar lamemoria del suceso, concedi cuarenta das de indul-gencias a los que orasen sinceramente ante tal Ima-gen.

    * * *

    Hasta aqu la relacin del regidor.Agradec como era debido esa visita; pero querien-

    do saber a todo trance quines eran tan amables ca-balleros, les pregunt por sus nombres.

  • 40 Agustn Mengos Franco

    Yo soy el historiador Bernal Daz del Castillo, mecontest el primero. Y yo el cronista Francisco An-tonio de Fuentes y Guzmn, aadi el segundo.Fuimos, continuaron dicindome ambos, testigos de

    los hechos que te acabamos de narrar. Y ya que sa-bes por qu la Virgen de la Merced est herida yjorobada a pesar de haber venido sana y perfecta delViejo Mundo, cuenta estas tradiciones a nuestros des-cendientes, ya que ellos, ingratos, se han olvidadode nuestros libros.Promet cumplir ese que para m era un mandato,

    me desped de tan agradable compaa y . . . desperta los primeros ruidos de la maana y a las primeraslumbres de la aurora.Y como lo promet lo cumpl, porque apenas salt

    del lecho, trac estas mal pergeadas lneas, no sinpensar en lo torcida que ha sido la Virgen Mara deGuatemala, porque no slo la hieren los indgenas, lajoroban las coronas y la ponen a la sombra los pre-sidentes, sino que tambin pregonan sus defectos enletras de molde los plimiferos.Y ahora benvolos lectores, me monto en un potro

    para que me cuenten otro y me meto en un hoyitopara que sea ms bonito.

  • LAS ARGUENAS DEL HERMANO PEDRO

    Quien quiera saber seoresCosas del Hermano Pedro,Calle arriba, . calle abajoSin cuidar de su remedio.

    Con esta coplilla contestaba el Hermano Pedro Be-thancourt a los curiosos y desocupados vecinos de laAntigua Guatemala que, antao, como hogao, casino se ocupaban en otra cosa que en meterse a averi-guar vidas ajenas.

    Coplas del Hermano Pedro dijiste?Si seor: coplas, que aunque manco de memoria

    no era cojo de inteligencia y cuando estaba de buenhumor lo niismo daba una zapateta que improvisabauna estrofa.

    Improvisada fue sta precisamente para taparlesla boca a los preguntones que no le dejaban a sol nia sombra inquiriendo su vida y milagros. Y comonosotros no hemos de ser de esos preguntones, niaunque lo furamos, la humildad del siervo de Diosle permitira darnos otra contestacin que la susodi-cha, sigamos su consejo y si queremos averiguar suscosas, busqumosle calle abajo, calle arriba de la ciu-dad de Santiago de los Caballeros de Guatemala.

    41

  • 42 Agustn Mengos Franco

    Sin cuidar de su remedio iba cabalmente un sbadoen una maanita de verano, la oracin en los labios,el bastn en la diestra y las rganas al hombro comodecimos los chapines, o las arguenas como se dice encastellano.

    Levantse en la madrugada como de costumbre; peroviendo. que no amanecan ni migajas en la despensadel Hospital, oy misa en un santiamn y sali a es-cape en busca del alimento de los enfermos y de lospobres a quienes a diario socorra.

    Andando, andando iba por la plaza de San Sebas-tin cuando top con una panadera a cuyas puertasgrit: Ave Mara Pursima!

    Gracia concebida! contest con voz chillona ydestemplada un hombre rechoncho y coloradote quesali echando rayos y centellas a ver quin era el im-portuno que tan temprano le requera.Una limosnita para los pobres por el amor de

    Dios, dijo Pedro.Hizo una mueca de disgusto el interpelado; pero

    no atrevindose a negar rotundamente lo que se lepeda, llev al peticionario al interior del estableci-miento y sealndole los grandes canastos de panque sobre los mostradores estaban, exclam con airezumbn: Le doy todo este pan con tal que se lo llevede una sola vez en sus rganas.Y a continuacin se atus mefistoflicamente los

    mostachos. Lanzaron los panaderos una carcajada deburla y se apiaron curiosos los marchantes a pre-senciar el espectculo. Mas no por eso se aturul elHermano Pedro; sino que murmurando no s que co-sas entre dientes y sin hacer maldito caso de lo quepasaba a su alrededor . . . zas . . . zas . . . zas . . . comenza echar pan en ellas con la mayor frescura del mundo.

  • Crnicas de la Antigua Guatemala 43

    Cualquiera hubiera credo que con diez o doce fran-ceses se llenaban aquellos adminculos; pero es el ca-so que el Hermano Pedro echaba y echaba pan ymientras los canastos se vaciaban a toda prisa las ar-gxienitas aquellas se quedaban como si tal cosa.La curiosidad de los circunstantes se troc primero

    en asombro y el asombro despus se convirti en es-panto, cuando vieron q^e precisamente al agotarse elltimo canasto se llenaban las famosas arguenas.Un grito de admiracin lanzaron entonces aquellas

    gentes y al mismo tiempo el panadero de marras seesconda con ia cola entre las piernas ms corridoque una gallina comprada; el hroe de esta historiase echaba su carga al hombro, empuaba su gruesobastn, se despeda alegremente del pblico y salahaciendo una cabriola y tarareando otra de sus co-plillas

    :

    A todas las avesConvido a danzar,que aunque tengan alasNo me han de ganar.

    Clebres son en los fastos de la historia la Pata deCabra, la Redoma Encantada y Los Polvos de la Ma-dre Celestina; pero apuesto doble contra sencillo aque esos y otros dijes por el estilo se quedan tama-itos ante las arguenas del Hermano Pedro.Lo dudan ustedes?Pues no tenemos ms que buscarlo otra vez, calle

    abajo, calle arriba de la Antigua Guatemala y sor-prenderlo un da en que regpresaba por la de NuestraSeora de Santa Cruz, sudando la gota gorda.Y no precisamente porque ya no pudiese con el pe-

    so de las limosnas. Todo lo contrario. Tan torcido

  • 44 Agustn Mengos Franco

    estuvo aquel da que no recogi ms que dos o trespanecillos y cinco caas dulces, por lo que, natural-mente, sudaba que sudaba al pensar cmo hara paracubrir con tan mseras provisiones las necesidadesde tanta gente que le esperaba.Y a la verdad: qu eran tres o cuatro semitillas

    para la turba de mendigos, que pululaba en las cer-canas de Betln? Y qu valan cinco caitas paralos cincuenta o sesenta patojos de su escuela que loesperaban jugando al arranca cebolla, al chucho ve-nado y al saracico?Por fortuna el Hermano Pedro, aunque parezca

    mentira, era hombre de pelo en pecho y as fue queresolvi irse derecho a las astas del toro recordandoque audaces fortuna juvat; o mejor dicho: confiandoaquello de: Petite et accipietis; pedid y recibiris.Y sin ms ni ms atraves la plaza de Betln salu-

    dando afablemente a las personas que le abran paso,lleg ante una cruz que penda en la puerta del Hos-pital, or ante ella algimos segundos y levantse arepartir pan a cuantos pobres haba a su alrededor,sin que las arguenas se vaciasen si no fue hasta quetodos ellos sacaron la tripa de mal ao.Y no pararon aqu las cosas.Porque llamando en seguida a los muchachos de la

    escuela les reparti caas dulces en abundancia tal,que no pareca sino que dentro de los tales chismesllevase todos los ingenios de Paln.

    Termin la distribucin, descans algunos instan- ''

    tes y convocando despus a todas aquellas gentes lesdijo : venga el precio de las limosnas, porque bien sa-ben ustedes que no siempre las regalo sino que a ve-ces las vendo.Y todos sabiendo a buen seguro de qu se trataba;

    se arrodillaron devotamente y rezaron un padre nes-

  • Crnicas de la Antigua Guatemala 45

    tro y un Ave Mara por el alivio y descanso de lasalmas del Purgatorio.Y dieron las do de la tarde en los relojes pblicos,

    dispersse la gente calle abajo, calle arriba de laciudad, entr al Hospital el Hermano Pedro ... y co-lorn colorado este cuento se ha acabado.

  • 1

  • EN QUE SABR EL CURIOSO LECTOR POR QUDESAPARECIERON LAS MOJARRAS DEL LAGO

    DE ATITLAN

    Parece mentira, pero es la pursima verdad.All por el ao de 1558, no tenia la coeina guate-

    malteca plato ms regalado y apetecido que las mo-jarras de la Laguna de Atitln o Panajachel.

    Quera usted hacer un obsequio al Ilustrsimoseor obispo don Bernardino de Villalpando o al ex-celentsimo seor presidente don Antonio Rodrguezde Quezada? Pues no poda escoger cosa mejor quelas mojarras de Panajachel.Se trataba de ponderar una fiesta como el colmo

    del chic y el non plus ultra de la alegra? Pues delos labios del pueblo no sala ms que esta exclama-cin: Estuvo tan buena que hubo hasta mojarras dePanajachel IDaba usted un banquete y quera sentar plaza de

    gente rumbosa y de tono? Pues deban figurar en elmen las mojarras de Panajachel.Y las mojarras por aqu y las mojarras por all,

    porque los tales animalitos eran, como llevo dicho, elms sabroso y exquisito bocado que paladares chapi-nes pudieran apetecer.Ya s que al leer estos renglones asomar una son-

    risa de burla y de incredulidad a los labios de mislectores, sabiendo como saben, que en las aguas de

    47

  • 48 Agustn Mengos Frango

    Atitln no hay ahora, ni hubo en tiempos de don Pe-dro de Alvarado, ms pececillos que los microscpicosuluminas que sirven de alimento a los pueblos de lasorillas del lago.

    Mas no porque se trata de peces crean que tratode que se traguen el anzuelo y de que caigan de pejes.

    Aqu, para entre nosotros, bien sabemos que nohay ms pescadores que ciertos lagartos polticos quenos han hecho tragar el anzuelo con el cebo de lalibertad y que si algunos han cado de pejes no sonmis apreciables lectores; sino estos bonachones de losguatemaltecos, que segn las malas lenguas, son ca-paces de comulgar, no ya con guacamoles, pero hastacon ruedas de molino.Y basta de prembulo y veamos cmo nacieron y

    desaparecieron las mojarras del Lago de Atitln, paralo cual cedo la palabra al cronista Fray FranciscoVzquez.

    4: 41

    Fray Gonzalo Mndez era un enteco y chiquiticofrailucho franciscano que vino a Guatemala en 1539con otros de sus compaeros a fundar el conventode la Religin Serfica. Tocle en suerte evangelizara los pueblos zutuhiles de las riberas del Lago de Pa-najachel, y tal maa se dio en el desempeo de sus *

    funciones, que a poco de comenzadas, recogi abun-dante cosecha de nefitos y fund en el pueblo de Ati-tln un convento de franciscanos que fue el segundoque de esa orden existi en el Reino de Guatemaja.Porque, eso s; lo que le faltaba de cuerpo le sobrabade espritu, y pocos se pintaban como l, para eso dehacer de apstol y llevar la vida del misionero.

    Si alguno de mis lectores le hubiera odo sus dis-cursos sobre la necesidad de redimir y civilizar a los

  • Crnicas de la Antigua Guatemala 49

    indios, lo habra tomado por un liberaln de nuestrosdas: tales eran de pomposos, altisonantes y metaf-ricos. Pero en lo que se conoca que no era liberal nicosa por el estilo, era en que, juntando la doctrinacon el ejemplo, procuraba llevar a la prctica las teo-ras que predicaba.

    A excepcin de Fray Bartolom de las Casas, notuvieron los indios amigo ms desinteresado ni padrems carioso, protector ms entusiasta ni abogadoms decidido.Era una tarde de primavera y fray Gonzalo Mndez

    se paseaba a las orillas de la laguna contemplandoaquel magnfico paisaje. Arriba el cielo azul y res-plandeciente, abajo las aguas cristalinas y murmura-doras, a lo lejos las verdes montaas y los erguidosvolcanes escondiendo su cima entre las nubes, portodas partes el aroma de los campos, los murmullosde las brisas, el misterioso encanto de la soledad. Depronto aparece all, en lo mas remoto de las ondasun dbil barquichuelo tripulado por algunos tzutujilesque se ocupaban en la pesca de uluminas. A la vistade aquellos miserables que recogen tan msero alimen-to a costa de tantos riesgos y fatigas, una idea lu-minosa cruz la mente de Fray Gonzalo, que dijopara su capote: si pudiese introducir aqu la crianzade peces grandes, matara con una piedra dos pjaros;porque al mismo tiempo que creaba una nueva in-dustria, mejorara la alimentacin de esos pobrecitosindgenas.

    Y diciendo y haciendo regres al convento, se ape-r de ciertos tiles, mont en la mulita de San Fran-cisco, que era la que usaba ordinariamente y marchseh la costa, alegre como unas pascuas y mas corrien-do que andando.

  • 50 Agustn Mengos Frango

    No dice la tradicin si fue en el Smala o en elNahualate; pero es lo cierto que en uno de tantos

    ros que en el Pacfico desembocan atrap Fray Gon-zalo un par de hermossimas mojarras que se ech alhombro y con las cuales regres a escape mas ufa-no que un general despus de la victoria. Lleg ja-deante a las orillas de lago, arroj en l los susodi-chos animaluchos, y como Dios a las criaturas delParaso, les dijo: crescite et multiplicamini: creced ymultiplicaos; y tan sumisos fueron los muy tunos aese precepto, que al poco tiempo pululaban de tal mo-do las mojarras en las aguas del Panajachel, queusted, querido lector, no tena ms que meter la ma-no para agarrarlas a tanates por la cola.

    * * *

    Eran aquellos los das en que no se haban intro-ducido los peces de que vengo hablando en la lagunade Amatitln; razn por la que, apenas existieronen la de Panajachel, establecise continuo trfico en-tre muchos pueblos, con el fin de surtir de tan riqu-simo alimento a la antigua capital del Reino.Pero como quiera que el consumo de mojarras au-

    mentaba entre nuestros venerables abuelos y no esgrano de ans la distancia entre las poblaciones deAtitln y la Antigua Guatemala, sucedi que parasatisfacer los gustos de los golosos vecinos de la Cor-te, hubieron las autoridades de oprimir de tal maneraa los indios del actual departamento de Solla, queapenas se ocupaban en otra cosa que en pescar ytraer los animales del cuento, costasen lo que costa-ran y as llovieran rayos y centellas.Daba la casualidad que los tales pescados eran el

    plato favorito de Su Excelencia el seor presidentedon Antonio Rodrguez de Quezada; y como tambin

  • tCrnicas de la Antigua Guatemala 51

    quiere la casualidad que Guatemala apenas sirva paraotra cosa que para satisfacer los caprichos presiden-ciales, fcilmente se comprender la vida de perrosque se haca llevar a los atitlanecos para que no fal-taran en la mesa de Su Excelencia aquellos delica-dsimos manjares.Por fortuna ya acabaron esas barbaridades de la

    Colonia. Hoy somos liberales y demcratas y ni losindios trabajan como esclavos para llenar los antojosde los presidentes, ni los presidentes son capaces desacrificar el pas por el gusto de. comerse una moja-rra, de hacer un simulacro o de vestir siempre al es-tilo de los hngaros por ejemplo.Pero volviendo a mi asunto, debo decir que poco

    despus de tales acontecimientos, not Fray Gonzaloque le haba salido el tiro por la culata, ya que, envez de mejorar haba empeorado la condicin de lostzutujiles, que maldecan la hora en que aquellos bi-chos propagronse en aquellas aguas.Oy esas quejas el discpulo de San Francisco, vio

    los trabajos de sus protegidos, enternecise su almay exclam arrugando el entrecejo: sas tenemos?Pues aunque no coman mojarritas los obispos ni lospresidentes, he de aliviar los sufrimientos de estoshermanos.

    Y rpido como el relmpago se plant en las ribe-ras de la laguna y dijo levantando los brazos en ac-titud dramtica: fgitel fgitel

    ,Y de tal modo

    huyeron las susodichas mojarras, que hoy no se en-cuentra por aquellas aguas ni siquiera una para unremedio.

  • DE CMO LA INQUISICIN QUEM A SANPASCUAL BAILN

    Por el ao de 1650 hizo su aparicin en las cerca-nas de la Antigua Guatemala el misterioso personajea quien los indios bautizaron con el nombre de Cu-matz.

    Terrible era su aspecto, precedale el espanto, se-guale la muerte, sembraba la desolacin en los pue-blos, arrancaba lgrimas y gemidos.Las autoridades y los particulares dictaron nume-

    rosas providencias e hicieron poderossimos esfuerzospara desterrarle del pas. Todo intil. Se burlaba delas autoridades en sus propias barbas, se rea de losparticulares en sus mismsimas narices y continuabahaciendo de las suyas en las poblaciones de Sacatep-quez.

    Molestaba de vez en cuando a los ladinos; pero losindios eran sus vctimas predilectas y en ellos se ce-baba de lo lindo y sobre ellos descargaba con msenojo sus furores.

    Pero, quin era el seor Cumatz? me pregun-tarn los lectores.Pues Cumatz era un terrible mal, muy parecido al

    clera morbus, a juzgar por las descripciones quede l hacen los antiguos historiadores.

    Diagnstico Vea usted a una persona atacadade un fuerte retortijn, con calambres en todo el cuer-

    53

  • 54 Agustn Mengos Frango

    po, una sed insaciable y una calentura de todos losdemonios? Pues era indudable que por ahi andabanlas garras de Cumatz.

    Pronstico Se senta usted con los sntomas deCumatz?, pues ya poda hacer testamento, llamar alcura y preparar la maleta para marcharse al otromundo.Etimologa La palabra Cumatz viene del idioma

    cachiquel y significa culebra. Los indios le pusieronese nombi*e a aquella extraa enfermedad, porque nopareca sino una serpiente que se enroscaba alrede-dor de la vctima, le rompa los huesos y 'por ltimola extrangulaba.

    Terribles eran, como llevo dicho, los estragos de laepidemia; y como ni los baos de Almolonga, en qu^algunos buscaban la salvacin, ni los tratamientos delos mdicos ms famosos, ni las plegarias a los santosms milagreros, ni los conjuros de las brujas mstemibles, fueron suficientes para contenerlos, los in-dios se crean ya dejados de la mano de Dios cuandoh aqu que un acontecimiento extraordinario y sobre-natural vino a poner fin a sus infortunios.

    * * *

    Triste y solitario iba un indito, camino de los ba-os de Almolonga, cuando de primas a primeras ledetuvo un viajero misterioso, de hermosa barba yagradable aspecto, vestido al uso de los frailes deSan Francisco; pero de tan noble continente y de ros-tro tan apacible y luminoso, que a la legua se cono-ca que era habitante de los otros mundos.Por qu, le pregunt al indito, no han invocado tus

    compaeros, en esta epidemia, los auxilios de San Pas-cual Bailn? A fe que est muy dispuesto a favore-cerlos y slo espera que se lo pidan para hacerlo. Ve,pues, y aconsjales que se encomienden a su patrocinio.

  • Crnicas de la Antigua Guatemala 55

    Seor, contest; ni conozco a ese santo, ni aunquefuera cierto lo que me contis, mis compaeros darancrdito a mis palabras.En cuanto a que no conoces a San Pascual Bailn,

    replic el otro; ya lo conociste, puesto que con l estshablando; y en cuanto a que no creeran en tus pala-bras, voy a darte una sea para que conozcan que note engao; y es que si se acogen a mi proteccin,cesar la epidemia dentro de nueve das, siendo t laltima de sus vctimas. Dijo y desapareci dejandoalgo as como una huella de luz y un rastro de per-fume.

    Alelado se qued el caminante durante algunos mi-nutos; pero volviendo despus en s, como quien salede profundo sueo, regres a Ciudad Vieja, penetral Convento y contle al seor cura lo sucedido; ycomo el seor cura no tena motivo para dudar deaquella alma candida y sencilla, reuni a sus feligre-ses, subi al pulpito, les hizo en pocas palabras el pa-negrico del Santo y encargles se acogieran a suproteccin.Y dicho y hecho; porque los indios consolados y

    compungidos fundaron en su honor una cofrada, leanduvieron un solemne novenario y dedicronle al fintres das de jubileo.Verdad sabida, buena fe guardada. Al concluir los

    nueve das desapareci el terrible Cumatz, no sin lle-varse, el ltimo entre sus garras, al indezuelo de nues-tra historia.

    * * m

    Cmo sucedi aquello, no lo comprendo ni puedoexplicrselo a mis lectores. Pero es lo cierto que, yapor suma ignorancia de los indios, ya por su naturalsupersticin, ya en fin porque cogiesen bruja, meti-

  • 56 Agustn Mengos Frango

    seles entre ceja y ceja que la muerte era el retratode San Pascual Bailn y ctete ah que apenas habarancho en que no existiera un esqueleto al cual se tri-butaba culto, se ofrendaban flores y encendan velas.Ya s que mis lectores dirn que aquello era un dis-

    parate. As tambin me parece a m; pero como quieraque yo no invento tradiciones, sino que las recojo delas antiguas historias, me limito a repetir a este res-pecto, sin agregar ni una tilde, lo que dice el curios-simo historiador don Francisco Antonio de Fuentes yGuzmn, autor de la Recordacin Florida.Por otra parte, en materia de absurdos, nada hay

    qu extraar en esta tierra de los frijoles y del cacao.Si nosotros, que somos personas cultas como quien nodice nada, nos prosternamos ante ciertos ridculos fan-toches, por qu no haban de arrodillarse ante unesqueleto los pueblos ignorantes? Y si en nuestrosdas ciertos pillastres de tomo y lomo suplantan a ladiosa Libertad, por qu en aquellas calendas no habade suplantar la muerte a un santo como Bailn?

    Si pues en todas partes se cuecen habas y el quemalas maas ha, tarde o nunca las perder, sigamosviendo lo que cuenta Fuentes y Guzmn, que no ha-blaba por boca de ganso sino que bien saba lo que sepescaba.

    Sucedi, pues, que de tal modo se arraig el culto aSan Pascual bajo la forma de la pelona, que no yauna; sino hasta cinco o seis humanas armazones hall-banse en las casas de los indgenas, desempeando elmismsimo papel que los lares y penates en la antiguaRoma.

    Vio la Santa Inquisicin aquello, y notando que lacosa tena trazas de convertirse en ridicula idolatra,determin tomar cartas en el asunto" para extirpar deraz la nueva supersticin. Reunironse, pues, los in-

  • Crnicas de la Antigua Guatemala 57

    quisidores, y despus de maduro examen, emitieron unedicto ordenando a los seores curas del actual depar-tamento de Sacatepquez, que en un da fijo y a lamisma hora, entrasen a las casas de los indios, a sacarcuantos dolos encontarsen para quemarlos en las pla-zas pblicas. As se hizo efectivamente; y era de verlos montones de esqueletos ardiendo en las grandeshogueras que a propsito se encendieron, mientras lasturbas de indios aullaban de susto y de dolor al verque, segn ellos decan:

    Chamuscaba la Santa Inquisicin,Al venerable San Pascual Bailn.

    Muchos aos vivieron en la memoria de los guate-maltecos los acontecimientos que acabo de referir, noslo por lo que tuvieron de extraordinario; sino tam-bin y principalmente por ser aquella la primera ynica chamusquina que la mentada Inquisicin hizoen el Reino de Guatemala.Y a propsito de Inquisicin. He odo decir que

    este tan discutido tribunal quem a muchos sabios ehizo miles de barbaridades. Pero seamos francos ypreguntemos (y ahora s que recomiendo la reserva amis lectores), si la tal Inquisicin existiese hogao, ycomo antao quemase a ciertos dolos que se hacenadorar como infalibles por los pobres pueblos y pro-curara extirpar ciertas preocupaciones polticas tantoo ms funestas que las religiosas, merecera nuestrascensuras y maldiciones? No lo s, a punto fijo; perose me figura que los pueblos agradecidos la aplaudi-ran y que ms de un diputado pronunciarla en suhonor acalorados discursos.

  • 58 Agustn Mengos Frango

    Por lo dems, debe saberse que a fuerza de predica-ciones evanglicas, se logr que los indios volviesen alredil y olvidaran sus cultos idoltricos, sin que por esose extinguieran las devociones y las cofradas del ver-dadero San Pascual Bailn, que tantos servicios lesprest en la adversidad. Y como quiera que nuestrosbonachones antepasados deseasen transmitir a las fu-*turas generaciones la memoria de tan famosos suce-sos determinaron que cada ao abriese la procesindel Santo Entierro (que antes como hoy sala del tem-.po de Santo Domingo en Viernes Santo) un horribleesq;ueleto que simbolizara las supersticiones puestas;en fuga por la verdadera religin.

    Todos hemos visto ese esqueleto, y casi todos segu-ramente nos hemos preguntado qu significa su pre-isencia en tal da en aquellas festividades.Pues ya lo saben nuestros lectores. Esa muerte re-

    presenta uno de los ms trascendentales pasajes de lahistoria patria, y es quin lo creyera! la nica victimade la Inquisicin guatemalteca.

  • POR UN ESPANTO!

    Cuando el ilustre fray Bartolom de las Casas vinoa Guatemala en 1535, a establecer la orden de Nuestro.Gran Padre Santo Domingo de Guzmn, fu precisa-mente con el objeto de trabajar en la conversin yprogreso de estos pases; y cuando el convento sefund definitivamente, primero en Ciudad Vieja ydespus en la Antigua, se crearon clases no slo deartes y teologa; sino tambin de idiomas indgenas.

    Cuan tiles seran estas ctedras para el desarrollode las ciencias y civilizacin de los pueblos indgenas,lo dejo a la consideracin de mis amigos lectores queconocen lo reacio que es el indio a aprender el caste-llano y la mucha luz que la filologa derrama sobrela historia.

    No mentir, pues, si digo que el patriotismo y elprogreso del antiguo Reino de Guatemala, exigan queesos estudios, en vez de disminuir y extinguirse, vivie-ran y prosperaran cada vez ms.

    Y ahora se comprender por qu, all por los aosde 1659, las autoridades y los vecinos' del Reino, anda-ban inquietos y disgustadillos al ver que sus reve-rencias, los discpulos de Santo Domingo, haban aflo-jado mucho en eso de aprender y ensear las sonoraslenguas de Beleh Qat y Tecn XJmn.

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  • 60 Agustn Mengos Frango

    Largos das pasaron superiores y vasallos, buscandoal mal, intilmente el remedio; pero como quiera quedonde menos se piensa salta la liebre, el remedio saltde donde menos se crea y cuando ninguno lo esperaba.

    Al caer la tarde de un da de verano de 1659, entra-ba al pueblo de San Pedro Sacatepquez el muy reve-rendo padre dominico fray Juan Crisstomo Guerracaballero en tordilla jaca tan chiquitica como pajarera.

    Recibieron al sudoroso y fatigado viajero los veci-nos del pueblo, entre los que era muy popular; fuesederechito al convento, apese incontinenti, y despusde sacudirse el hbito y enjugarse el rostro con elmoquero, sentse a la mesa cuyos manjares olan agloria que era un contento. Comi de lo lindo, bebide lo aejo, fum de lo habano; y cundo hubo repuestolas fuerzas y charlado hasta por los codos, fuese a laiglesia, ya entrada la noche, a rezar las vsperas.Obscuro y solitario estaba el templo; pero a la dbil

    luz del candil de aceite de higuerillo que arda ante elSantsimo, distinguase a un fraile de la orden de SantoDomingo, arrodillado ante el altar, inmvil como unaestatua.

    Viole fray Juan Crisstomo; y ya fuese por bromao ya por costumbre adquirida en los curatos de in-dios, le dirigi la palabra en idioma cakchiquel dicin-dole: Buenas noches hermano.

    Gracias a Dios que he hallado quien me hable enla lengua de los indios, contest el otro; ms comoquiera que la contestacin no era clara ni satisfacto-ria, acercse fray Juan Crisstomo a examinar dete-nidamente al arrodillado y se encontr de manos a bocacon un difunto. Se le erizaron los cabellos, se le trab

  • Crnicas de la Antigua Guatemala 61

    la lengua en la garganta, se le hel la sangre en lasvenas; pero haciendo de tripas corazn y encomendn-dose a todos los santos, dio un paso atrs, y temblan-do como epilptico balbuce: De parte de Dios Todo-poderoso: Eres de sta o de la otra vida?De la otra contest el difunto y como t fui

    fraile de Santo Domingo. Has de saber, continu

    que siendo cura de este pueblo, descuid el estudio delos idiomas indgenas, por lo cual se perdieron algunasalmas y se quedaron muchas sin el conocimiento de laverdadera religin. Mor arrepentido de mis culpas;pero Dios me sentenci a penar en el Purgatorio y avagar por el mundo hasta que encontrara una personaque me hablara en cakchiquel. Y puesto que ya sabesmi historia, adis hermano, l te guarde y acurdatede mis palabras.

    Dijo y desapareci como si la tierra se lo tragarao en el aire se evaporara.

    No pueden humanas plumas pintar el terror que seapoder del reverendo; aquellos de mis lectores quese las hayan tenido con las almas de la otra vida locomprendern; que yo por mi parte me limito a comu-nicarles que dando traspis y castaeteando los dien-tes, sali del templo, mont en la jaca y sali a escapecomo si llevara el diablo en el cuerpo dejando con unpalmo de narices a los atnitos vecinos de San PedroSacatepquez.

    Poco despus de media noche se despertaba azora-dsima la comunidad de Santo Domingo de la Antigua,a los fuertes aldabonazos que sonaban en la portera.En mil conjeturas deshacanse los padres, acerca deaquel, para ellos, extraordinario acontecimiento. Qui-nes pensaban que los corsarios ingleses haban llegado

  • 62 Agustn Mengos Franco

    a la capital y queran saquear el convento; otros creanque se trataba de un tumulto promovido por los ban-dos de los Carranzas y Padillas, en que a la saznestaba dividido el Reino; y hasta el lego portero se

    aventur a dar su opinin, segn la cual aquello eramaleficio de las brujas que abundaban en el vecinobarrio de Candelaria.

    Pronto sin embargo, sali de dudas la comunidadporque apenas se abri la puerta del convento, entrdisparado como una flecha el susodicho fray JuanCrisstomo, que sin contestar los saludos de sus co-frades ni darles tiempo para salir de su asombro, fueseal padre provincial y le cont lo del espanto con todossus pelos y seales.

    Santiguse el bueno del provincial al or el caso ymand inmediatamente que los religiosos se reuniesenen la sala capitular para discutir tan importantsimoasunto y resolver lo ms acertado. jmiGrande era el susto del padre Guerra; no fu menor,

    ^'

    sin embargo, el de sus compaeros al saber el motivode la reunin; por lo que, despus de maduro examen,convinieron unnimes en que aquello era aviso del cielo,en que deban celebrar exequias por el alma del es-panto y en que precisaba restablecer cuanto antes losestudios y ctedras de lenguas indgenas para librarsede las llamas del Purgatorio y quiz de las del Infierno.As se hizo al siguiente da con gran aplauso de los

    patriotas, progreso de la religin y mejora de los na-turales.

    Sonado como pocos fu aquel acontecimiento; perocomo-sucede con todas las cosas de este picaro mundo,su recuerdo habra desaparecido de la memoria delos hombres, si el famoso pintor don Antonio de Mon-tfar no se hubiera encargado de transmitirlo a las ^

  • Crnicas de la Antigua Guatemala 63

    futuras generaciones por medio de un largo lienzoque se coloc en los claustros de Santo Domingo.No s qu inscripcin le pondran a ese cuadro; pero

    si yo fuera malicioso y me hubieran encargado que laredactara, habra escrito la siguiente: De cmo unespanto hizo ms por la civilizacin de los indios queciertos famossimos concursos y que algunos celeb-rrimos demcratas.Y si, lector, dijeres ser comento, como me lo conta-

    ron te lo cuento.

  • CORRESPONDENCIA DE ULTRATUMBA

    En el planeta Jpiter, a 28 de Septiembre del Aodel Seor de 1894.Seor Redactor de lasCrnicas de la Antigua Guatemala.Nueva Guatemala.Estimado discpulo:Haciendo un viaje de recreo por los espacios inter-

    estelares se me antoj dar una vueltecita por estesistema planetario y detenerme unos momentos en J-piter, en donde tuve el gusto de recibir tu apreciable,fecha quince del corriente, manifestndome que habin-dote dedicado a escribir las tradiciones nacionales ycomprometindote con el Redactor de La Repblicaa darle una cada sbado, me pides que te ayude asalir del aprieto en que te metiste.Aplaudo tu resolucin, te animo a seguir en ella y

    para satisfacer tus deseos, te remito las siguientes l-neas acerca de algunos famossimos sucesos que severificaron en Guatemala casi a fines del siglo diezy seis.Desde que escrib La Recordacin Florida no he

    vuelto a tomar la mal tajada pola. Rugete, pues,que disimules los defectos de esta epstola que, a faltade otros mritos, tiene siquiera el de demostrar a misqueridsimos paisanos que no les he olvidado, ni deellos me olvido nunca.

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  • 66 Agustn Mengos Franco

    Has de saber que a principios de 1589 dej la Pre-sidencia del Reino de Guatemala el licenciado Garcade Valverde, llegando en su lugar el de igual ttulodon Pedro Malln de la Rueda, antiguo oidor de laCancillera de Granada.Buen dineral gastaron en las fiestas de su recepcin

    los vecinos de la metrpoli con el fin de captarse sussimpatas y consideraciones. Nunca, sin embargo, pudorepetirse con ms razn aquello de: quien da de comera perro ajeno se queda sin el pan y sin el perro;porque el tal Malln de la Rueda, result tan altivo yorgulloso, tan terco y desptico, que dej a los pobresguatemaltecos sin los reales que se gastaron en lasfiestas y sin el buen gobierno que afanosos apetecan.

    Ocurri por aquellos das eleccin de provincial dela Orden de San Francisco y el nuevo Presidente pusotodo su empeo a fin de que saliera electo su amigo yiconsejero un tal fray Diego Merchante, que se decaconfesor de su Excelencia y miembro de la ReliginSerfica. No eran, sin embargo, tan candidos los fran-ciscanos guatemaltecos que se dejasen meter gato porliebre; y as fu que enviaron a paseo al seor Presi-dente y a su protegido y eligieron provincial al MuyReverendo Padre fray Francisco de Salcedo, general-mente querido por sus mritos y virtudes. Por fortunaoh mi estimado discpulo!, ya no sucedern semejan-tes cosas en Guatemala. Pase que tales abusos secometieran en tiempo de la colonia, bajo el yugo delos nobles y de la clerigalla, segn frase de ciertos pe-ridicos que me han llegado por estos trigos; pero hoyque, segn dicen los mismos peridicos, han entrado losguatemaltecos en el rgimen de la luz y de la libertades seguro que no puede haber presidentes intrusos ycentralizadores que invadan ajenas atribuciones y quie-ran imponer sus candidatos a los cuerpos colegiados

  • Crnicas de la Antigua Guatemala 67

    e independientes. Quiero suponer, sin embargo, quetales perniciosos bichos no hayan desaparecido delsuelo de mi patria; an en ese caso es seguro, oh miestimado discpulo! que sus intrusiones se embotarnante la firmeza de las municipalidades, de los seoresdiputados y de las facultades cientficas, que no per-mitirn, no, que el Gobierno las supedite. Pues nofaltaba ms sino que las Corporaciones liberales y de-mocrticas tuviesen, a este respecto, menos firmezade carcter que unos pobres frailes del siglo XVI.

    Picado qued el presidente con el desaire de los fran-ciscanos, y si he de hablarte en el lenguaje vulgar, tedir que estaba que se las pelaba por tomar el desquitey dar rienda suelta a su mal comprimida clera.

    Exista a la sazn un sujeto llamado Alonso Duarte,antiguo empleado del Presidente Garca de Valverdey enemigo de Malln de la Rueda, segn decires, elcual sujeto tuvo la humorada de entrar de novicio aSan Francisco, precisamente cuando su nombre figura-ba en un proceso que penda ante la Real Audiencia.No hay duda que su Excelencia record que la ocasinla pintan calva; y as fue que resolvi agarrarla porel nico cabello que aquella coyuntura le presentaba.Quiso, pues, extraer del convento al joven Duarte, ypidi su entrega al Guardin fray Francisco de Salcedo;pero como ste no era ningn sordo y saba dnde leapretaba el zapato, acogise a la ley y contest a suExcelencia que si Duarte haba cometido algn delito,se le manifestase cul era para expulsarle; pero quesi le necesitaba simplemente para tomarle declaracin,la justicia poda ir al convento el da que gustase.Mont en clera el Presidente con esa contestacin,

    llam al sargento mayor del Batalln del Fijo, pre-vnole que le llevase cien hombres armados y al frentede ellos se dirigi a San Francisco, alborotando gran-

  • 68 Agustn Mengos Franco

    demente al vecindario, que no crea sino que los cor-sarios ingleses estaban para caer sobre la ciudad. Lle-

    gar al convento, rodearlo con la mitad de las tro-pas, asaltarlo con la otra mitad, pescar a AlonsoDuarte en solitaria celda y arrancarle la tnica apedazos dicindole: Yo os desnudar de ese saco demaldades y cobertor de ladrones; cosas fueron quepasaron en menos tiempo del que he gastado en con-trtelo. Quiso el guardin contener aquellas barbari-dades y habl del respeto a la ley de la inmunidad delclaustro; pero el Presidente le contest dndole unsolemne bofetn, al ver lo cual dispuso la comunidadabandonar la corte y partir para Nueva Espaa.En stas y las otras lleg el seor Obispp y descen-

    diente del Gran Capitn fray Gmez Fernndez deCrdova, y quieras que no quieras, sac al novicio delas garras del Presidente y llevselo al palacio epis-copal. Tras l sali Malln de la Rueda al frente desus cien soldados, y allanando la residencia del pre-lado, pesc de nuevo al joven Duarte y le puso en lajaula de la crcel de corte.Aqu fue Troya. JBPorque indignado su Ilustrsima por semejante atro-

    pello, recurri a sus armas espirituales, ya que no lastena materiales, y lanz incontinenti un estredichosobre la ciudad.

    Sonaron lgubres las campanas, cerrronse los tem-plos, qued suspensa la administracin de los sacra-mentos. La nueva de tales sucesos cay como unabomba en el vecindario; y desde Santa Cruz hasta SanJernimo, desde Santa Luca hasta la Candelaria, eldescontento popular fue tan general, que bien prontoestall la insurreccin y armronse grandes partidosde paisanos con trabucos, lanzas, guacaludas y garro-tes, que unnimes se dirigieron a la plaza mayor a

  • Crnicas de la Antigua Guatemala 69

    arrancar a Duarte de las manos del Presidente y ahacer respetar la inviolabilidad del domicilio repre-sentado por la inmunidad del claustro, y la libertadpersonal atropellada en la persona del novicio.

    Como moro sin seor pasebase Malln de la Rueda,esperando el ataque en el recinto de la plaza, queguarneci con las tropas que pudo haber a la manoy en cuyas esquinas coloc unos falconetes, y el pue-blo llegaba enfurecido, y sonaba confusa gritera yestallaron a fin los primeros tiros. Pero entonces suExcelencia que quiz no pens nunca que las cosasllegasen a tal extremo, tuvo miedo de empear labatalla, que, cuando no la derrota, le traera por lomenos disgustos en la Corte de Madrid. No le queden consecuencia, ms remedio que transigir con lavoluntad del pueblo, devolviendo a Duarte al seorObispo y dirigiendo una carta de satisfaccin al Guar-din de San Francisco, a quien en respetuosos trmi-nos suplic se quedase con los suyos en la ciudad.Accedi la Comunidad Serfica a la peticin del Pre-sidente; y con esto se satisfizo el pueblo, se calm lainsurreccin que estuvo a punto de ensangrentar elReino y recobr la Antigua Guatemala su tranquili-dad habitual.

    Por fortuna, Oh mi querido discpulo! ya no suce-den a lo que entiendo, semejantes cosas en Guatemala.La revolucin de 1871 acab, segn he odo decir, conlos restos que aun quedaban del absolutismo de lacolonia, y desde entonces, es decir desde 1871, lospresidentes deben de ser tan buenos que no se atre-vern, no, a violar el domicilio de los ciudadanos, y aprenderles sin motivo a la media noche. Pero aunquepor una contradiccin inexplicable se viesen esos abu-sos en la era de la libertad y de la democracia, esseguro, oh mi querido discpulo!, que las escuelas

  • 70 Agustn Mengos Franco

    del 71 habrn educado al pueblo de tal modo en losprincipios y en las prcticas republicanas, que el pue-blo, al ver tales tiranas de parte de las autoridades,debe levantarse unnime, con ms bros que en elsiglo diez y seis, a defender sus derechos y libertades.Pues no faltaba ms sino que saliramos ahora conque el pueblo de la colonia era en punto a libertades,ms entendido y viril que el pueblo del 71!Despus de los sucesos que acabo de referirte, Ha-

    llen de la Rueda gobern por algn tiempo con relativatranquilidad. A menudo ecl;iaba la gata a retozar porel campo de la Hacienda Pblica; pero procuraba ha-cerse perdonar sus expoliaciones emprendiendo algu-nas obras materiales. Embelleci la capital, con nue-vos edificios, mejor los caminos, abri el puerto deIztapa, descubri el del Salto en la Provincia del Sal-vador, obtuvo permiso para que el Reino comerciaracon la China, y sobre todo, en su tiempo construyel magnfico puente de los Esclavos.Lleg por fin el ao de 1592, y como los frailes

    franciscanos no olvidasen que el tuno de fray DiegoMerchante, confesor del Presidente, era el origen delos disturbios relacionados, no lo dejaban a sol ni asombra, procurando darle la zancadilla. Y al fin sesalieron con la suya. Porque el padre provincial ave-rigu que eran falsas las licencias con que Merchantehaba venido a Amrica, y zas! lo redujo inmediata-mente a prisin formal en el convento de San Francis-co. Este hecho hizo estallar de nuevo la clera deMalln, que volvi a entrar al convento con gentearmada, abriendo y desarrajando puertas hasta extraera Merchante y llevrselo consigo. De nuevo estall laindignacin del pueblo, y de seguro se habran repe-tido las escenas de 1589, si no hubiera llegado a tiempode evitarlas el Visitador don Francisco de Sand, en-

  • Crnicas de la Antigua Guatemala 71

    viado por Su Majestad para residenciar al Presidente,de quien tenia malos informes.

    Abrise el juicio de residencia, se hicieron a Mallngraves y numerosos cargos, se rindieron las probanzasdel caso, y como de ellas result culpable, el Visitadorle depuso ignominiosamente y le conden a devolveral fisco el capital ilegalmente adquirido. Aprob lohecho Su Majestad y dio la Presidencia al mismo doc-tor Francisco de Sand, quien a la vista de tal ejem-plo, gobern equitativa y suavemente, por lo cual alterminar su periodo, lo recompens el Rey ascendin-dole al Gobierno de Nueva Granada.Por fortuna Oh mi querido discpulo!, ya no se

    vern semejantes cosas en Guatemala. Seguro quedespus de la regeneradora Revolucin de 1871 ya noha habido presidentes ladrones ni tiranos; pero aun-que los hubiera, es claro que la Asamblea, a quienpor derecho debe corresponder la facultad de residen-ciarlos, les apretara de tal modo las clavijas, que lesobligarla a purgar sus culpas y a devolver la moscamal habida. Pues no faltaba ms sino que la respon-sabilidad de los presidentes y dems empleados fueseefectiva bajo la colonia e ilusoria bajo la Repblica!Para concluir estas mal pergeadas lneas, te dir

    algo del triste fin de Malln de la Rueda.Si t hubieras vivido por aquellos lustros, habras

    visto por los aos de 1594, en los montes vecinos aGuatemala, a un hombre enteramente desnudo, cubiertode obscuro vello, alimentndose como Nabucodonosor,de las hierbas y races de los campos. Pues ese talera el Presidente Malln, que corrido por su destitu-cin y acosado por los remordimientos, perdi el jui-cio, y le cogi la locura por hacer en los montes lavida de las bestias.

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    Y basta por hoy; que adems de no querer molestar-te con interminables relaciones, pienso que las pre-sentes lneas te sacarn del apuro en que te has me-tido. Adis, mi estimado discpulo, saluda en mi nom-bre al Redactor de La Repblica y no te olvidesdel Capitn Francisco Antonio de Fuentes y Guzmn.

  • A SECRETO AGRAVIO, SECRETA VENGANZA

    Cuenta el muy reverendo padre fray Francisco Xi-mnez, en el tomo quinto de la Historia de la Pro-vincia de San Vicente de Chiapa y Guatemala, queall por los aos de 1667, viva en la Antigua, cercadel convento de Santa Catarina, im noble caballerollamado don Claudio Quinez de Lorenzana, casadocon la no menos distinguida seora doa Elvira deSalcedo.

    Difcil encontrar en muchas leguas a la redondahidalgo ms altivo y puntilloso que mi seor donClaudio; ms difcil an hallar una hembra tan her-mosa y agraciada que mi seora doa Elvira; y casiimposible, en fin, que hubiera un matrimonio msenvidiado y feliz que el de esta apreciabilisima pareja.

    Era l un ejemplar de ingenio y de nobleza; eraella un dechado de atractivos y seducciones y eranambos un modelo de cortesana y generosidad; motivopor el cual las tertulias de sus salones tenan el pri-vilegio de ser las ms amenas, concurridas y soUcitadasde la corte.

    Mucho tiempo dur azul y sin mancha el cielo deaquel privilegiado matrimonio; pero he aqu que derepente se cubri de negras nubes, mensajeras de ho-rrsonas tempestades.

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  • 74 Agustn Mengos Franco