memoria e historiografía en torno a las instrucciones del año xiii

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Los diferentes tratamientos historiográficos de las Instrucciones del año 1813 redactadas por José Artigas

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  • 74Almanack. Guarulhos, n.09, p.74-91, abril de 2015 artigos

    ResumenEn el presente artculo, y a propsito del Bicentenario de las Instrucciones artiguistas de 1813, los autores realizan una revisin historiogrfica de las interpretaciones y revisiones a que ha dado lugar este documento considerado fundamental en el contexto de la revolucin oriental, pero tambin una inspiracin perdurable de la democracia uruguaya en la larga duracin. Esta revisin historiogrfica permite ejemplificar el pleito de sentidos y los factores polticos que inciden en la configuracin de documentos de este tipo, considerados fundacionales en el marco de una historia nacional y nacionalista. A travs de ella se repasan los autores, los contextos y los perodos en que tuvieron lugar las principales resignificaciones histricas e historiogrficas del documento artiguista Instrucciones del ao XIII.

    AbstractIn this article and on porpuse of bicentennial of the Artigass Instructions in 1813, the authors realize a historiographical review of the interpretations and revisions product of this document, considered fundamental in the context of the Eastern Revolution, but also as enduring inspiration of Uruguayan democracy in the long term. This historiographical review allows us to illustrate lawsuit senses and political factors that affect the configuration of such foundational documents in the context of a national and nationalist history. Through this article the authors, contexts and periods when the major historical and historiographical reinterpretations of Artigass document Instructions of XIII took place are reviewed.

    Palabras-claveArtigas, revolucin independentista, historiografa, Uruguay, Bicentenario

    KeywordsArtigas, Independence Revolution,historiography, Uruguay, Bicentennial

    Memoria e Historiografa en torno a las Instrucciones Orientales de 1813

    Memory and Historiography around the Artigass Instructions of 1813

    Ana Ribeiro Profesora en la Universidad Catlica del Uruguay (UCUDAL Montevideo / Uruguay)e-mail: [email protected]

    Gerardo CaetanoProfesor en la Universidad de la Repblica (UDELAR Montevideo / Uruguay)e-mail: [email protected]

  • 75Almanack. Guarulhos, n.09, p.74-91, abril de 2015 artigos

    1-El Bicentenario de las Instrucciones del ao XIII y el pleito de sus sentidosEn 2013 el Uruguay celebr, festej y conmemor el bicentenario de las Instrucciones del ao XIII, firmadas por Artigas y portadoras de conceptos polticos que causaron en su tiempo gran inquietud y controversia en el escenario rioplatense.

    Las formas de conmemoracin a lo largo de la historia uruguaya de estas Instrucciones artiguistas de 1813 no han sido homogneas. Luego de superados los bloqueos del olvido y de la leyenda negra antiartiguis-ta, desde las ltimas dcadas del siglo xix hasta hoy, cada generacin de uruguayos encontr su manera especfica de recordar y proyectar el legado poltico del artiguismo, desde las preguntas e interpelaciones cambiantes de cada presente. El cmo conmemorar, adems de interpelar al oficio de los historiadores y a los rumbos siempre debatidos del campo historiogr-fico, forma parte de las controversias polticas, de cara a las exigencias de la contemporaneidad. Las sociedades, en particular aquellas que como la sociedad uruguaya- reivindican una convivencia democrtica, requie-ren fundar sus convicciones cvicas tanto desde la inspiracin del pasado como desde la interpelacin del futuro a construir, conjugan tradiciones y utopas. Y en esa tensin persistente, las conmemoraciones de los hitos o documentos que las sociedades han definido como fundacionales resul-tan propicias tanto para la accin de rememorar traer a la memoria, como para la indagatoria acerca de las continuidades y novedades sobre el cmo lo hacemos.

    Esta ltima exigencia de relacionar las races con el futuro, supone el registro de distintas formas de relato y representacin del acontecimiento a conmemorar; la forja consciente y creativa de las marcas contempor-neas de la memoria; la asuncin plena de las tensiones creativas del recor-dar/intervenir/construir, as como de la dialctica entre pasado y futuro; el diseo de una conmemoracin que no puede desentenderse de las signifi-caciones del eje del territorio (lo iberoamericano, lo hispanoamericano, lo espaol americano, lo latinoamericano, lo americano, lo argentino oriental, lo oriental, lo uruguayo, las visiones desde Montevideo y de los diversos interiores, etc.); los aportes a menudo difciles en ocasiones radicalmente desencontrados del dilogo intergeneracional; la celebra-cin simultnea de la diversidad de identidades e historias, que alejen el atajo infrtil de las conmemoraciones homogeneizadoras y previsibles, entre otros muchos posibles enfoques.

    La relacin entre las ideas de pasado y futuro como tema central de la conciencia histrica y de la poltica democrtica, ocupan un lugar espe-cialmente relevante en las reflexiones tericas de la Historia, la Filosofa Poltica y la Prospectiva, configurando una temtica tan clsica como de fuerte vigencia contempornea. Una recorrida por la historia latinoameri-cana contempornea nos devolvera una imagen afinada de cunto implica indagar en profundidad respecto a estas elaboraciones. En este marco, las conmemoraciones de los diversos Bicentenarios de las revoluciones hispanoamericanas, ms all de sus mltiples debates y de los pliegues contrastantes de sus escenarios celebratorios, se constituyen en coyuntura propicia para renovar ese cruce tradicional entre balances y prospectos.

    Toda conmemoracin, en particular sobre un hito como el de las Ins-trucciones artiguistas de 1813, es el escenario de un debate de sentidos, en el que cobran vigor los conflictos por los usos pblicos de la memoria y sus complejos vnculos con la reconstruccin histrica del pasado. Esta faena

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    no es monopolio de los historiadores, aun cuando estos deban aportar (y recordar) las rigurosas reglas del oficio, frecuentemente desafiadas por los usos polticos y/o populares de la Historia. En esos contextos, el trabajo de los historiadores no se construye desde un limbo abstracto y trascen-dente, sino que se produce en el marco mismo de las conmemoraciones, en las que sin duda participan e interactan con una multiplicidad de actores. Recordar esto siempre es necesario pues, entre otras cosas, aleja a la histo-riografa de la infrtil pretensin de la administracin de los discursos de la verdad sobre el pasado.

    Ms all del contexto local, las Instrucciones de 1813 emergen como un pronunciamiento poltico e ideolgico significativo en el marco de las revoluciones hispanoamericanas. En ms de un sentido, constituyen una de las definiciones polticas ms relevantes del ciclo artiguista, uno de los ejemplos mximos (junto con la primera etapa de la revolucin mexicana de Hidalgo y Morelos) de una revolucin popular luego derrotada. Esas Instrucciones perfilan una orientacin poltica e ideolgica radical para su tiempo y sintetizan el imaginario poltico que sustentaba por entonces el concepto de soberana particular de los pueblos orientales: Independencia, Repblica y Confederacin.

    Aunque no vuelvan a producirse los intensos debates que marcaron al continente hace un siglo, algunas condiciones histricas actuales de Latinoamrica pueden propiciar revisiones fermentales. En los Centena-rios se demand y afianz un relato de los orgenes que apuntalara los procesos de afirmacin nacional de los aun jvenes Estados americanos. En los Bicentenarios las demandas son otras y convierten el documento Instrucciones del ao XIII en un texto polivalente, solo abarcable en clave historiogrfica.

    2- Historia e historiografa del documentoEl mito fundacional de la nueva nacin fue alimentado en la revolucin oriental desde sus inicios. Basta recordar el inequvoco prrafo de la Ora-cin Inaugural del 5 de abril, en la apertura del Congreso del cual ema-naron las Instrucciones: Nuestra historia es la de los hroes. El carcter constante y sostenido que hemos ostentado en los diferentes lances que ocurrieron anunci al mundo la poca de la grandeza. Sus monumentos majestuosos se hacen conocer desde los muros de nuestra ciudad hasta las mrgenes del Paran. Cenizas y ruina, sangre y desolacin, ved ah el cua-dro de la Banda Oriental y el precio costoso de su regeneracin. Pero ella es pueblo libre1. Autorepresentacin de gran fuerza, en un Ro de la Plata casi sin memoria virreinal, en el que se haban vivido haca poco tiempo episodios de autodefensa como los que desataron las rechazadas invasio-nes inglesas.

    Luego, cerrado el largo proceso que culmin con la independencia uruguaya en 1828-30, comenzaron los pleitos por el relato de lo acon-tecido. La historiografa uruguaya naci mucho despus que el pas y se inaugur revisando la historiografa argentina, que rode a Artigas de lo que luego se denominara la leyenda negra antiartiguista. Para el relato uruguayo de la nacin, el pas haba sido preanunciado por la sola exis-tencia del ro, para nacer ineluctablemente, defendido de forma unnime por todos sus habitantes. Esa tesis fue gestada en paralelo a la construc-cin del Estado nacin, y sus autores y obras fueron producto de un doble desprendimiento: respecto a Espaa y respecto a Buenos Aires. La amenaza

    1ORACIN pronunciada por Jos Artigas al

    inaugurar el Congreso de Tres Cruces. El 04 de abril de 1813. Archivo Artigas. Tomo XI, Comisin Nacional Archivo Artigas, Ed. Monteverde, Montevideo, 1974, p.68.

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    de una reconquista por parte de la Corona espaola lleg a su fin alrede-dor de 1820; en cambio, las Provincias Unidas del Ro de la Plata siguieron influyendo y participando en la poltica uruguaya hasta muy avanzado el siglo XIX. Por eso los mayores esfuerzos historiogrficos se concentraron de cara a Argentina, en una pugna entre la leyenda negra y la dorada, que culmin exaltando a Artigas como hroe fundador del Uruguay. Esta pugna, a la que no le faltaron ribetes polticos, result tambin inseparable del destino de las Instrucciones de 1813.

    Las primeras formas historiogrficas que recogieron el documento y su momento histrico fueron las crnicas y efemrides. El Diario de Francisco Acua de Figueroa, escrito desde el Montevideo amurallado y perfeccionado hasta su publicacin en 1844, solo ofreca datos externos sobre su contexto de origen, ya que su observador miraba desde lejos a los revolucionarios acampados a las afueras de la ciudad: que el Congreso se posterg por lluvia; que los sitiadores balearon fuertemente a Montevideo ese da; que el 5 de abril cay en lunes y que mientras el Congreso inicia-ba sus sesiones, cinco sitiadores desertaron y se pasaron al Montevideo sitiado; que el mircoles se balearon y bombardearon duramente, cayendo granadas dentro del recinto amurallado. Para el jueves 8 los detalles fueron mayores: en formacin, desfilaron los granaderos, los cuerpos de artillera y los Dragones con aparato solemnizan/la Jura del Congreso o Asam-blea, mientras Artigas que ya haba entregado a la Asamblea los Ocho puntos por los cuales condicionaba la obediencia que la Asamblea General Constituyente le reclamaba prestaba su juramento frente al general Ron-deau. El martes 13, la noticia no fueron las Instrucciones entregadas ese da a los diputados electos, sino la obra benfica que haca el lego Ascalza, dentro de la hambrienta Montevideo sitiada.

    Otra pluma de la poca fue la del ingls J. P. Robertson, que visit a Artigas en Purificacin, en el ao 1815. La imagen del sacerdote-secre-tario, sentado ante una mesa de pino mientras Artigas le dictaba, fue tan plstica que Pedro Blanes Viale la inmortaliz en las primeras dcadas del siglo xx en su cuadro Artigas dictando a su secretario Monterroso, cuadro al que, por error, se ha presentado muchas veces como Artigas dictan-do las Instrucciones del ao XIII. Todas las dems crnicas de la poca retratan al Artigas guerrero y a su entorno, sin espacio para pensamiento ni labor jurdico-normativa que pudiera adjudicarse al caudillo, nombre que estigmatizaba el origen espreo de su poder militar. La documen-tacin, riqusima y actualmente compilada en los casi cuarenta tomos del Archivo Artigas, no se publicaba y corra por vas del secreto o con el sello de reservada. Si bien en su momento las Instrucciones fueron muy mentadas por su impacto en la Asamblea General Constituyente, a partir de 1820, cuando lleg a su fin la experiencia poltica del artiguismo, cayeron en el olvido.

    La historiografa mitrista concentr adjetivos en torno al caudillo derrotado: perjuro, ingrato, insensible a las desgracias de sus hermanos y al inters sagrado de la patria, escribi Mitre2. El Ensayo de Historia Civil del Dean Gregorio Funes (1817), el folleto de Cavia (1818), las Memorias del General Miller (1829) y los apuntes que le proporcion el general Vedia (1841) fueron la base sobre la cual Mitre emprendi un libro sobre Artigas (que qued inconcluso), en cuyo borrador anot: Artigas fue el apstol armado de la federacin, como Moreno fue el apstol pacfico. El sistema federal de Artigas es la federacin de los tiempos primitivos en q.e la fuerza

    2VEDIA Y MITRE, Mariano de. El manuscrito

    de Mitre sobre Artigas. Buenos Aires: Librera y editorial La Facultad, Bernab y Ca, 1937. p.126.

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    domina. La federacin es el semillero de todos los caudillos q.e fueron temi-dos, desde Artigas hasta Rosas y Urquiza3.

    El grupo unitario presente en Montevideo durante la Guerra Grande, de gran actividad intelectual, recibi y difundi el Facundo de Sarmiento y el recin publicado Ensayo histrico de los suizos Rengger y Longchamps, en el que se hablaba de Artigas en su vejez como el padre de los pobres en su exilio paraguayo. Sarmiento identific a las montoneras con la bar-barie y le dio a Artigas paternidad respecto a Rosas, su heredero. Histo-riando la montonera, Mitre insisti en 1846, calificando a Artigas como dolo de la multitud ignorante.

    Fue en ese momento y en ese entorno que aparecieron las primeras alusiones reivindicatorias, no como hombre de pensamiento poltico, sino como guerrero de la independencia. Fueron las intervenciones europeas y los enfrentamientos entre caudillos y sectores doctorales los que motivaron a ambos bandos en lucha a invocarlo. Melchor Pacheco y Obes lo halag desde su postura, contraria a las intervenciones europeas, como un poder gaucho sostenido por chuzas. Cuando Fructuoso Rivera, que fuera el primer presiden-te del Uruguay independiente, aludi severamente a los sucesos del tiempo de Artigas y de los males que [entonces] la Repblica sufri, la crtica del diario oribista El Defensor de la Independencia americana no se hizo esperar. Lo de Rivera escribieron era una grave injuria este Gefe esclarecido, digno del respeto y consideraciones de sus conciudadanos, por su acendrado patriotismo, y por los esfuerzos heroicos que hizo, apesar de los escasos recursos de que disponia, para liberar la Patria de la dominacion de los extrangeros [...]4.

    Esa exaltacin americanista de Artigas hizo que, por decreto de Oribe, se bautizara la calle principal de la villa Restauracin con el nombre General Artigas5. Tambin llev el nombre de Artigas una batera de la vi-lla, en homenaje al General y por hallarse situada a donde estuvo en 1812 y 13 el reducto de Artigas6. Fue la nica e indirecta mencin al fermental ao 1813, pero no por su labor poltica sino una vez ms por la condi-cin de guerrero de un hombre cuya memoria tempranamente comenzaba a ser disputada por las dos incipientes comunidades polticas en lucha: el Partido Colorado de Fructuoso Rivera, el Blanco de Manuel Oribe. Carlos Mara Ramrez lo dijo por entonces con claridad:

    el General Oribe sigui el ejemplo del General Rivera, aspirando a prestigiar su causa con la presencia del Caudillo histrico en el campo sitiador. Aunque sus esfuerzos se estrellaron en una resistencia idntica, qued bien definido desde entonces el paralelismo con que los dos grandes partidos orientales queran operar la completa rehabilitacin del general Artigas.

    Oribe intent incluso la repatriacin del viejo y glorioso Caudillo7. Luego de muerto Artigas en 1850, el 5 de febrero de 1851 El porve-

    nir de Montevideo reclam el retorno de sus restos al pas, por ser Artigas alguien que consagr su vida por su independencia y libertad como su primer guerrero. Cuando sus restos fueron efectivamente trasladados desde Paraguay, en el documento oficial que consagr los homenajes tribu-tados (con fecha 20 de noviembre de 1856) se lo nombr Fundador de la Nacionalidad. Su cadver err durante algunos aos. Fue sepultado junto al pedestal de un Cristo tallado en piedra, en el Cementerio Central. Tres aos ms tarde se lo instal en forma provisoria en el Panten de la familia del presidente Pereira. En 1864 volvi a trasladrselo a un panten al que luego denominaran Panten Nacional.

    3Apuntes de Bartolom Mitre para una obra

    sobre Artigas, PIVEL DEVOTO, Juan. De a leyenda negra al culto artiguista. Montevideo: Biblioteca Artigas, Coleccin de Clsicos Uruguayos - Vol.171, 2004. p.223.

    4EL DEFENSOR DE LA INDEPENDENCIA

    AMERICANA. Miguelete, n.193, p.3, columnas 2 y 3, febrero 19 de 1847

    5DECRETO del 24 de mayo de 1849. El Defensor

    de la Independencia Americana, Montevideo (Gobierno del Cerrito) n.400, p.2 , columna 2, mayo 27 de 1849.

    6Tomado del Diario de Francisco Solano Antua,

    citado en MAGARIOS DE MELLO, Mateo J. El gobierno del Cerrito: coleccin de documentos oficiales emanados de los poderes del gobierno presidido por el Brigadier General D. Manuel Oribe 1843-1851. Montevideo: Poder Ejecutivo, Leyes, Decretos, Resoluciones y Circulares, 1948. Tomo I, p.202.

    7RAMREZ, Carlos Mara. Artigas. Con

    Introduccin del ministro D. Justino Zabala Muniz y prlogo de Luis Bonavita. Montevideo: Coleccin de Clsicos Uruguayos, 1985. v.1, p.381-382.

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    El hroe - pter tena ya un lugar, pero las Instrucciones seguan olvi-dadas, situacin que se prolong hasta que se publicaron por primera vez. Lo hizo el historiador argentino Mariano Pelliza, quien las incluy en su libro sobre Dorrego, en 1878. Pelliza saba que Artigas haba sido la piedra del escndalo en el ao 1813, que sus diputados haban sido rechazados y que la censura ms animosa fue lanzada contra l:

    Qu haba hecho Artigas? Las Instrucciones que dio a los diputados [] eran criminales? Dnde existen esas instrucciones, nos dijimos? No estaban publicadas y el misterio apareca indescifrable; no obstante, fuerza de investigar y de inquirir las encontramos. Artigas habalas pasado en copia al doctor Francia dictador del Paraguay, y del archivo privado de este vinieron nuestras manos.8

    Las Instrucciones eran clebres, pero desconocidas; haba mentas de ellas, pero no se saba su contenido exacto.

    3- Las Instrucciones como documento dito Pelliza lleg a ellas por un curioso camino: el saqueo documental sufrido por Paraguay como consecuencia de la Guerra de la Triple Alianza. Cuando Luque fue nombrada segunda capital de la Repblica de Paraguay en 1868, todo el Archivo paraguayo se traslad en carretas hacia esa ciudad; poco despus pas a Piribebuy, tercera capital y lugar donde el archivo cay en poder de los Aliados, que se repartieron sus casi 50.000 documentos. Hc-tor Francisco Decoud, en su libro Sobre los escombros de la guerra, recuerda que durante su estada en Buenos Aires, en el ao 1886, le ofrecieron va-rios documentos, as como planos de algunas zonas del territorio nacional, con sus informes respectivos mandados levantar por el Gobierno de Don Carlos Antonio Lpez en 1857, habiendo adquirido todo el Block9.

    Adems de incluir en su libro el texto de las Instrucciones que haba encontrado, texto fechado el 13 de abril y con firma de Artigas, Pelliza se-alaba que el contenido de las mismas fue el factor determinante para el rechazo de los diputados orientales: el verdadero motivo eran las instruc-ciones, que les imponan como primer exigencia la declaratoria de emanci-pacin absoluta de la Espaa; siguindose inmediatamente la constitucin del pas por el sistema de confederacin []. Eran incompatibles con el rol moderador de la Asamblea, que si bien no cumpli su cometido bsico de ser constituyente, en opinin de Pelliza dot al pas de un cdigo poltico.

    Pelliza seal tambin que, aunque el apstol del federalismo fue Mariano Moreno, Artigas fue el primero en levantar la bandera de la federacin en sus clebres instrucciones, de las que dice: sin hacer la apologa de Artigas debemos consignar en elogio de aquel documento que lleva su firma autgrafa, que una definicin ms acertada y completa del sistema federal democrtico no puede concebirse en aquellos tiempos de rudo aprendizaje marcial []10. No queda claro si Pelliza le daba al con-cepto democracia el significado liberal que luego se generaliz, o el de rgimen directo y cuasi jacobino que tena en sobre todo en la primera mitad del XIX, como herencia de la antigedad clsica, pero s fue preciso al reivindicar el federalismo de las montoneras. Contrariando a Sarmien-to, afirm: fue malo Artigas, pero no eterno, y no era discreto atacar un sistema poltico a todas luces conveniente, porque existieran dos o tres caudillos que al fin se alzaron con las provincias []11.

    El otro rasgo sobresaliente que Pelliza les seal a las Instrucciones (rasgo complementario de toda la idea confederal) fue la audaz locacin

    8PELLIZA, Mariano. Dorrego en la historia de los

    Partidos Unitario y Federal. Buenos Aires: Carlos Casavalle Editor, Imprenta y librera de Mayo, 1878. p.9.

    9Cfr. PUSINERI SCALA, Carlos Alberto. Archivo

    Nacional de Asuncin. Asuncin: Anuario de la Academia Paraguaya de la Historia, vol.XXV, 1988.

    10PELLIZA, Mariano. Op. Cit., p.80.

    11Ibdem, p.160.

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    de la capital, que necesariamente debera estar situada fuera de Buenos Aires. Esa exigencia era un reflejo de la esperanza [de Artigas] de llevar Montevideo al asiento del gobierno nacional12.

    Este atemperado juicio de Pelliza no incidi en Francisco Berra (ar-gentino que viva y escriba en Uruguay), quien en 1881 public su Bosque-jo histrico de la Repblica Oriental del Uruguay, una obra documentada y bien escrita que manifest duras crticas a la modalidad caudillesca de poder. Su alusin a las Instrucciones era indirecta, pero inequvoca:

    Se ve que no gobernaba Artigas con ninguna de las formas de gobierno adoptadas hasta entonces por los pueblos civilizados. Su voluntad, variable a cada momento, era el todo: poder legislativo, poder judicial, poder ejecutivo. Haba leyes, pero Artigas las desconoca. Haba gobernadores y cabildos, pero sin autoridad propia, meros ejecutores de las rdenes que reciban del Jefe. Haba pueblo, y se invocaba su voluntad en circunstancias dadas; pero ese pueblo careca de significacin poltica, porque estaba absolutamente sometido al poder de su caudillo [...].

    Ni demcrata ni monrquico, ni para gobernar la Banda Oriental ni para hacerlo con Corrientes o Entre Ros, ni en lo civil ni en lo militar, dice Berra. No haba sombra de democracia de figura republicana; no haba ni aun un remedo de las formas monrquicas: el gobierno de Artigas pre-sentaba el tipo de la autocracia ms acabadamente unipersonal y absoluta; era la negacin de todo organismo poltico, por ms embrionario que se le conciba. El libro de Berra fue durante aos el texto fundamental en la enseanza uruguaya, mejorado y ampliado en cuatro ediciones, la ltima de 1895, extendido de 462 a 720 pginas. A lo largo de esas ediciones no cambi su juicio adverso sobre Artigas ni su descreimiento respecto a una independencia que se produjo sin que tuviera una causa determinante en los precedentes histricos, ni en el sentimiento popular, ni aun en la volun-tad accidental de la Provincia 13.

    La reivindicacin de las Instrucciones y su autor comenzaron de ma-nera ms enftica hacia 1880, promovidas desde el Estado uruguayo y a travs de una serie de obras didcticas que procuraron dotar de emociona-lidad al panten patrio. Los nombres de Carlos Mara Ramrez y Clemente Fregeiro alimentaron las polmicas y los acopios documentales sobre el artiguismo y el proceso de la independencia, mientras Francisco Bauz escriba La historia de la dominacin espaola en el Uruguay, que se public en varios tomos, entre 1880 y 1882. Bauz reivindicara un Artigas que es el primero que proclama la independencia. Sintetizara sus ideas las que calific de grandes en tres: la independencia, el sistema republica-no y el respeto al Derecho de Gentes. Bauz destac la idea de Repblica en su acepcin de forma de gobierno opuesta a monarqua, pero no en la significacin poltica de proactividad cvica (popular, participativa, radical) que formulara el artiguismo. Apropiarse de las Instrucciones requera, entre otros deslizamientos conceptuales, esa transmutacin de los sentidos dados a la voz repblica.

    El Ateneo de Montevideo y la prensa local fueron escenarios de en-cendidas polmicas sobre Artigas y su ciclo revolucionario, en aos de mili-tarismo primero, de civilismo despus. En 1882, Carlos Mara Ramrez hizo una encendida defensa de las Instrucciones: fue el primer autor uruguayo en publicarlas. Fueron dijo una revolucin dentro de la revolucin:

    12Ibdem, p.85.

    13BERRA, Francisco. Bosquejo histrico de la

    Repblica Oriental del Uruguay. Montevideo: Librera Argentina de Francisco Ibarra Editor, 1881. p.149 y ss.

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    Encerraban algunas de esas frmulas que en las grandes crisis avasallan y regimentan los espritus, fijando atrevidamente el derrotero de las revoluciones. La proclamacin inmediata de la Independencia era una idea que satisfaca el anhelo de los pueblos, fatigados ya de aquellas tergiversaciones e imposturas sobre la fidelidad al trono de Fernando VII. La federacin con su virtual corolario de gobierno propio en las localidades, despertaba a un mismo tiempo la embotada energa de los instintos populares y la adormecida ambicin de los caudillos. Arrancar de Buenos Aires el asiento del gobierno general era una divisa de guerra que por aquel entonces condensaba todas las aspiraciones provinciales en pugna con el capitalismo porteo; y esa divisa ha perdurado ms de medio siglo en los conflictos orgnicos de la nacin argentina, hasta ser sustituida por otra, que parece definitiva y que el mismo Artigas habra preferido de buen grado: Buenos Aires deja de gobernar a la Nacin y la Nacin gobierna a Buenos Aires para poder gobernarse a s misma. Y en aquellas Instrucciones estaba adems claramente reclamada la igualdad de todas las provincias en las relaciones de comercio y de la navegacin de los Ros, plantendose de esta manera problemas econmicos y sociales que han apasionado a los pueblos durante largos aos y que esperaron la solucin formulada en un campamento de 1813 hasta la cada de Rosas y la Constitucin federal de 1853. Con ese programa apareci Artigas en el escenario de las Provincias Unidas!.14

    El Uruguay no casualmente daba sus primeros pasos hacia la modernizacin y, a medida que se afirmaba el Estado y su control sobre el territorio, aumentaba la necesidad de un relato de la nacin y de un hroe referencial, coyuntura que enmarca la ruptura con la historiografa argen-tina en aras de constituir una historiografa nacional uruguaya. Esa labor requera un calendario patrio, el que comenz a gestarse cuando, en 1884, se decret duelo nacional en cada 23 de setiembre, da de la muerte de Artigas en Paraguay en el ao 1850, a la vez que se publicaba por primera vez la partida de bautismo que confirmaba el 19 de junio de 1764 como su fecha de nacimiento y se institua la celebracin de su natalicio15, dotando al solo nacimiento de Artigas de un significado cuasi bblico.

    Tambin en el ao 1884, en una editorial para El Bien Pblico, Juan Zorrilla de San Martn perfilaba ya un Artigas que era mucho ms que un valiente, por ser el vencedor generoso de Las Piedras; el que condujo al pueblo oriental en el xodo semi sagrado; el que dict las Instrucciones evanglicas del ao 181316. Al ao siguiente, Justo Maeso, en El General Artigas y su poca. Apuntes documentados para la. Historia Oriental, haca de las Instrucciones el documento que

    atestigua que lejos de ser Artigas el caudillo feroz ignorante que surga la vida pblica sin ms ttulos que su lanza y su coraje, como lo han pretendido sus adversarios, fue el primer mandatario no solo del Ro de la Plata, sino de toda la Amrica Espaola, que proclam en esas Instrucciones, desde su campamento militar, el gran declogo de la organizacin poltica de las futuras repblicas, y la base de los derechos del ciudadano sud-americano.17

    Maeso realizaba en su libro un llamado de atencin sobre el papel que jugaban en la Historia la multitud de papeles oficiales diseminados y perdidos en las guerras, olvidados en despachos, ignorados en los archivos de los Cabildos, en manos de particulares que obraban segn sus intere-ses, documentos extraviados, despedazados o perdidos que podan ser gravitantes18. Esa sensibilidad para captar el peso de genuina hermenutica en el oficio de historiar tambin se not en la evaluacin que hizo el propio Maeso de las Instrucciones. A juicio de Jos Pedro Barrn, l destac el carcter eminentemente concreto del federalismo proclamado por Artigas,

    14RAMREZ, Carlos Mara. Juicio Crtico del

    Bosquejo Histrico de la Repblica Oriental del Uruguay por el Dr. D. Francisco A. Berra. Montevideo: Imp. El Porvenir, 1882. p.123.

    15Ese culto fuertemente personalizado

    atravesara todos los gobiernos y partidos polticos, culminando en el pasado reciente con la controvertida propuesta del entonces presidente Tabar Vzquez de jerarquizar el 19 de junio como la gran celebracin nacional, que incorporara de all en adelante el agregado de configurar la fecha del Nunca ms (vinculada a las muertes y desapariciones durante la dictadura militar) : una extraa y finalmente fallida asociacin simblica entre el nacimiento del hombre ms preclaro y la negacin de todo lo fallido y errneo de la historia nacional.

    16ZORRILLA DE SAN MARTIN, Juan. La epopeya

    de Artigas: historia de los tiempos heroicos de la Repblica Oriental del Uruguay. Montevideo: Talleres Grficos Barreiro y Ramos, 1910. p.179.

    17MAESO, Justo. El General Artigas y su poca:

    apuntes documentados para la Historia Oriental. Montevideo: Imprenta Oriental de Pea y Roustan Maeso, 1885. p.11.

    18MAESO, Justo. Loc. Cit.

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    lo que importaba e implicaba mucho ms que la enunciacin terica de los principios federales, revelando una excepcional comprensin del pasado, a la que el erudito trabajo de Hctor Miranda no lleg19.

    4- La disputa ideolgica y el calendario cvicoPero antes de esa labor de racionalizacin del discurso histrico de la na-cin que hizo Miranda, Zorrilla dot de emocionalidad ese relato al presen-tar en 1910 su Epopeya de Artigas. En sus pginas el Congreso era ubicado en Pearol y las Instrucciones adquiran una suerte de carcter suprate-rrenal, al ser catalogadas como el milagro de aquel momento histrico. El mito de los orgenes alcanz con Zorrilla su clave de bveda, ya que en ese texto repleto de metforas e imgenes poticas de fuerte romanticismo se expuso en todos sus alcances la teora de la predestinacin nacional. La labor de Zorrilla, acorde con el personaje al que deba dar carnadura, fue definida por l como una misin, consistente en profetizaros el pasado, y daros el ritual de nuestro culto cvico.

    En el tomo V y final de su Epopeya, Juan Zorrilla de San Martn utili-z la imagen de Dante y Virgilio (que al pasar entre los muertos distinguan entre ellos a los vivos como aquellos que daban sombra), para afirmar que la triunfante democracia americana, incipiente pero firmsima, no era sino la proyeccin, sobre el suelo, de aquel hombre extraordinario que apareci en nuestra tierra, con un mensaje proftico en los ojos, y que ahora, vivo en la regin de las causas, vemos pasar a lo lejos, en medio de los inmortales, revelado y transfigurado por la luz 20. La democracia era la sombra y por lo tanto el signo de lo que permaneca vivo en Artigas; la democracia se haba convertido en un concepto-meta, rebosante de expectativa. Elevada a esa regin de idealidad y eternidad, la democracia legitimaba al hroe rescatado de la leyenda negra, a la vez que este la consagraba a ella, al ser su mentor.

    Tres aos ms tarde, las Instrucciones ingresaron definitivamente en el calendario patrio. Se cumpla su centenario y eso gener un movimiento especialmente significativo para la visualizacin del documento, dada la generacin intelectual que estuvo detrs de los actos y homenajes progra-mados. Un grupo de diputados present ante la Cmara de Representantes un proyecto de ley al que calificaron como un homenaje justiciero al pri-mero y ms trascendental acto de los pases de la democracia rioplatense. Las Instrucciones, que han servido de norma las dems democracias de Amrica, representaban tres ideas cardinales: libertad, democracia y re-pblica. La democracia, que no fue una voz frecuente en la documentacin artiguista ni en la de la poca (porque connotaba una versin arcaizante de la poltica y del gobierno, a la vez que era sinnimo de participacin di-recta y tumultuaria del pueblo)21, de todos modos adquira por una concep-tualizacin retrospectiva (retrolepsis) un lugar en el documento: tal como lo anunci Zorrilla, se haba profetizado sobre el pasado. El resultado de la labor de Zorrilla puede verse tambin en toda la iconografa uruguaya, en la que la imagen de Artigas evolucion desde el retrato del natural trazado por Alfredo Demersay (senil, enjuto y semicalvo), a figuras progresivamente ms jvenes y hercleas que plasmaron en tela y bronce la apoteosis del culto al hroe.

    Eduardo Acevedo public Jos Artigas. Su obra cvica. Alegato his-trico casi al mismo tiempo que sala a luz la Epopeya de Zorrilla de San Martn. Luego comenzara a publicar, en 1916, la serie de siete volmenes

    19BARRAN, Jos Pedro. Prlogo. In: MIRANDA,

    Hctor. Las Instrucciones del ao XIII. Montevideo: Biblioteca Artigas, Coleccin de Clsicos Uruguayos - vol.XLVI, tomo I, 1946. p.XVIII.

    20ZORRILLA DE SAN MARTN, Juan. La Epopeya

    de Artigas. Montevideo: Coleccin de Clsicos Uruguayos - vol.XXXVIII, tomo II, 1963. p.148.

    21Cfr. CUADRO CAWEN, Ins. Las Instrucciones del

    ao XIII y la democracia. In: CAETANO, Gerardo; RIBEIRO, Ana (coord.). Las Instrucciones del ao XIII, doscientos aos despus. Montevideo: Planeta, 2013. p.107-131.

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    de los Anales histricos del Uruguay, que comenzaban con un captulo de-dicado a los tiempos heroicos y la siguiente frase: La historia del pueblo uruguayo arranca realmente de las invasiones inglesas. Lo peculiar en la defensa de Acevedo (porque un alegato es una pieza jurdica) no era el binomio de oposicin colonia-independencia, sino la proyeccin americana que se le daba al hroe desde el relato de la nacin. El recurso discursivo para lograr esa proyeccin consisti en sealar la excepcionalidad ideolgi-ca de Artigas, para convertirlo en factor indirecto del devenir independien-te de todo el continente:

    Suprmase a Artigas del escenario de la Revolucin, en el perodo de 1811 a 1820, que es tambin el perodo de formacin vigorosa de los pueblos del Ro de la Plata, y las provincias argentinas habran constituido lgica y naturalmente una monarqua, y no una monarqua autnoma, sino una monarqua tributaria de otras ms fuertes que habran reanudado con ligeras variantes el rgimen del coloniaje espaol.

    Acevedo condensaba la vala de Artigas en cinco logros cuya gnesis remita directamente a las Instrucciones de 1813: apstol de la idea repu-blicana, contra la orientacin monrquica de sus contemporneos, Artigas fue agente y propagandista incansable de la soberana popular, contra la doctrina prevalente de las facultades omnmodas de los gobiernos; un promotor nico de la organizacin de las Provincias del antiguo Virreinato del Ro de la Plata sobre la base de instituciones federales perfectas, contra la absorbente oligarqua que desde la ciudad de Buenos Aires pretenda monopolizar todos los resortes gubernativos de las Provincias; un fun-dador de pueblos y de nacionalidades a base de legendarias altiveces de conducta y de incomparables sacrificios cvicos por el bienestar general permanente, contra la tendencia de sus contemporneos a doblegarse a las tutelas extranjeras en holocausto a la tranquilidad del momento; y portaestandarte de las ideas de humanidad y de orden22, en momentos adems en que la violencia recorra Amrica.

    El hroe haba sido recortado del escenario rioplatense original, para convertirse en hroe nacional. Las Instrucciones haban perdido aquel con-texto blico, popular y de incertidumbre en el que las retrataban Acua de Figueroa y la documentacin de la poca, para convertirse en un declogo sagrado, cada vez ms significante en s mismo, cada vez ms cercano a las instituciones y los proyectos polticos del presente desde el que se las historiaba. Ese proceso de elevacin de Artigas como pter que haca de su territorio la patria, era tan sacralizador, que se le adjudicaba dimensin americana, no porque se lo retratara en la regin en la que efectivamente actu en su momento, sino porque su excelencia y sus virtudes lo hacan trascender las fronteras de lo nacional. A las Instrucciones les esperaba un destino similar de fuerte proyeccin, por anticipacin y capacidad proftica. Algo que requiri estudios concentrados sobre su significado y vala.

    En tal sentido, la obra ms importante sobre las Instrucciones fue la de Hctor Miranda, obra escrita de cara a la tarea de nutrir el calendario y el relato de la nacin. Miranda trabaj el tema siguiendo la lnea argumen-tal de A. D. Xenopol, que valoraba los antecedentes y utilizaba la cro-nologa para establecer series de significado. Esto haca desaparecer las complejidades y circunstancias aparentemente aisladas o particulares, en aras de una coherencia que tena todos los elementos que la Historia con-ceptual les seala actualmente a los relatos de sentido teleolgico: inevita-bilidad, unidireccin, causalidad sin espacio alguno para la casualidad.

    22ACEVEDO, Eduardo. Anales histricos del

    Uruguay. Montevideo: Barreiro y Ramos, 1933. t.I, p.264-265.

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    En el anlisis de Miranda, las Instrucciones condensaban una poca, adquiriendo resonancias superlativas que no provenan de la pica, como en el caso de Zorrilla, sino de la lnea evolutiva, de ineluctable progreso, de las instituciones democrtico-republicanas del Uruguay. Era el presente el que se impona como ordenador de aquel pasado barroco de la revolu-cin. Jos Pedro Barrn lo expres con su claridad caracterstica: Miranda convirti a Artigas en un constitucionalista y en un ferviente rousseau-niano [] olvidando a veces al caudillo autntico y concreto, el que, sin duda, posea una visin ms lcida del pas que la que el historiador tuvo del caudillo23. Lo convirti, adems, sin discusin, en el autor material e ideolgico de las Instrucciones.

    Mientras tanto, la historiografa argentina persista en su visin sobre las Instrucciones y el feroz mandato que contenan. El mismo ao en que H. Miranda publicaba su obra, en la Historia del Mundo en la Edad Moder-na, publicada por la Universidad de Cambridge, en el tomo XXIV, dedicado a la Historia Argentina y escrito por Joaqun de Vedia, este describa as el proceso de eleccin de los diputados orientales que fueron portadores de las Instrucciones: Artigas

    simplemente, fragu una eleccin, nombrando, entre su gente, cinco individuos en representacin de los pueblos de la comarca, cuyos diez individuos designaron los que deban venir la asamblea. Artigas, que se deca jefe de los orientales, provey sus diputados de un diploma consistente en una simple carta de presentacin, pues los procedimientos del fraude eran entonces muy sumarios. Adems, el caudillo dio instrucciones terminantes la representacin oriental para que sostuviera en el congreso un programa que despus ha venido ser, si no una realidad positiva, por lo menos la frmula fundamental del rgimen federalista argentino. En una sola cosa, ese programa prematuro descubra el fondo de puro odio localista que lo inspirara su autor: que se opongan que sea Buenos Aires la capital del estado. Naturalmente, la asamblea rechaz una diputacin cuyos orgenes no podan ser ms ilegales.24

    En medio de una bifurcacin historiogrfica irreconciliable entre la historiografa uruguaya y la argentina, el pinculo de la elaboracin del re-lato histrico del Uruguay lleg con Pablo Blanco Acevedo, quien, a pedido del Parlamento, escribi en 1922 su Centenario de la Independencia. Infor-me sobre la fecha de celebracin, libro consagratorio del ao 1825 como acta de nacimiento nacional. Lo complement en 1929 con El gobierno colonial en el Uruguay y los orgenes de la nacionalidad, en el que volvi a ratificar su visin sobre un Artigas que no haba sido facttum de la in-dependencia, sino reflejo de un colectivo al que identific con varias voces: pueblo, masa campesina, elementos democrticos. En la versin de Blan-co Acevedo, frente a sus enemigos (Buenos Aires, Montevideo, Portugal) Artigas represent los intereses locales y sali victorioso an en la derrota. Ese concepto (tan caro a una historiografa que llegara luego a manifestar verdadero pudor de asociar la sola palabra derrota al nombre de Artigas) le daba el triunfo moral al hroe que termin por delinear el perfil nacional por la negativa: ni espaoles ni porteos o provincianos, ni portugueses o brasileos. La tesis del ni avalaba el proyecto de unir la Provincia Oriental con las provincias argentinas y el Paraguay. El fracaso de esa segunda eta-pa del proyecto artiguista dej victorioso al primero, por lo cual Acevedo afirmaba que la independencia oriental era una batalla inconclusa.

    Esta interpretacin, pinculo de la tesis independentista, se reflej en una cronologa patria que comenzaba el 12 de octubre de 1778 con la

    23BARRAN, Jos Pedro. Op. Cit., p.XL.

    24VEDIA, Joaqun de. Amrica. Repblica Argentina.

    IBARRA Y RODRGUEZ, Eduardo (Dir.). Coleccin Historia del Mundo en la Edad Moderna. Tomo XXIV. Buenos Aires: La Nacin, 1913. p.243.

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    apertura del puerto de Montevideo al comercio internacional; prosegua con el Cabildo de 1806 que proclamara al gobernador Huidobro como autoridad platense; luego con la pionera Junta del ao 1808; luego con el Cabildo de 1810 que neg reconocimiento a la Junta de Mayo; prose-gua con el pronunciamiento oriental de 1811 en los campos de Asencio; llegaba a su mxima definicin en abril de 1813, cuando los diputados orientales proclamaron la Independencia y Soberana de la Provincia que contenan las Instrucciones; y culminaba, finalmente, con la declaracin de la Independencia Absoluta del territorio Oriental del Uruguay, el 25 de agosto de 1825.

    Ese calendario de consensos hizo que Pablo Blanco Acevedo sostuvie-ra que la mediacin inglesa haba sido importante para el nacimiento del Uruguay a la vida independiente, pero que el xito del nuevo pas haba sido asegurado en realidad por Juan Antonio Lavalleja (jefe de la Cruzada del ao 1825) y por Fructuoso Rivera (con su campaa militar de recuperacin de las Misiones en 1828): la Historia incorporaba as a sus pginas la trinidad del panten cvico nacional, representada por Artigas, Lavalleja y Rivera.

    Sin embargo, en 1923, cuando se inaugur el imponente monumen-to a Artigas en medio de la plaza Independencia, apareci en la prensa un artculo muy crtico que haca mencin expresa a las Instrucciones, firmado por el Dr. Alberto Palomeque. Artigas, sostena ese autor, quien nunca se propuso independizar a su provincia, fue fatal a las Provincias Unidas del Ro de la Plata, porque oblig adoptar el camino que ni l mismo adop-t: el de la Independencia de 1828!. Para Palomeque, las Instrucciones y el proyecto de confederacin contenan ideas e iniciativas propias de los filsofos e idealistas (que no le pertenecan a Artigas sino a su secretario Monterroso), pero a diferencia de quienes siembran con ideas, la tarea del poltico y de los hombres de accin era conseguir lo concreto, preten-der lo que puede y no lo que quiere.

    Hctor Miranda le sali al cruce defendiendo la idea de que Artigas era el real autor de las Instrucciones, pero por medio de una feliz ade-cuacin: el federalismo platense era [...] una simple adaptacin del fe-deralismo norteamericano, ya que no hay nada cado de lo alto, no hay alumbramiento incomprensible. Miranda conclua de manera terminante: Las Instrucciones son, en efecto, Artigas mismo, pues l inscribi en su bandera el programa de las Instrucciones, fue su profeta armado, y lo hizo entrar hierro y sangre en el dogma de la Revolucin25. Algo simi-lar se dijo en el Diario del Plata, al elogiar el monumento recin inaugu-rado como tributo de gratitud y admiracin al genial visionario que ech las bases del declogo poltico de la sociedad platense en las Instruccio-nes del ao XIII y conquist con brazo potente el primer triunfo resonan-te de las armas de la Revolucin en la pica jornada del 18 de Mayo de 181126. Mario Falcao Espalter lo respald sealando que la autora de las Instrucciones provena del accionar poltico en el contexto, ms que de la meditacin libresca. Artigas no era un terico, sino un hombre de campo de gran inteligencia natural, conocedor de sus paisanos, as es que sus ideas encontraron en el sistema institucional de Estados Unidos la solucin del problema poltico del Plata. Fue derrotado en 1820, pero en otro claro caso de anacronismo, Falcao afirm que este fermento federalista, esta terca resistencia al centralismo de Buenos Aires, queda-ron latentes en el nimo de los orientales y fueron uno de los grmenes ms eficaces de nuestra independencia27.

    25ASSUNAO, Fernando; PREZ, Wilfredo. Artigas.

    Inauguracin de su mausoleo y glosario de homenajes. Montevideo: Palacio Legislativo, Imprenta Rosgal, 1978. p.380-381.

    26ASSUNAO, Fernando; PREZ, Wilfredo. Op. Cit.,

    p.391.

    27FALCAO ESPALTER, Mario. Formacin histrica

    del Uruguay (1810-1825). Madrid: Espasa-Calpe, 1929. p.27.

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    Esa estatua ecuestre erigida en Montevideo en medio de una plaza que llevaba el nombre Independencia y la construccin del Palacio Legisla-tivo, inaugurado el 25 de agosto de 1925, monumento de mrmol para la consagracin del poder que garantizaba el equilibrio democrtico final-mente alcanzado, fueron las grandes marcas urbanas de la sntesis hist-rica y de memoria colectiva celebradas por la Generacin del Centenario. Era el culto del gran hombre, pero se procuraba encarnarlo en un entorno igualmente heroico, aunque colectivo. Con el mismo giro argumental, Falcao Espalter busc diluir la influencia norteamericana en la imposicin fctica del contexto (las ideas de Artigas, vividas por l en la campaa Oriental, encontraron en el sistema poltico de Estados Unidos la forma que les diera consistencia) y convirti la autora material de las Instrucciones en un dato secundario (Las instrucciones de 1813, inspiradas por Artigas, probablemente no fueron redactadas por l, y esto demuestra que se trata-ba de un sistema, el federal, que estaba en el ambiente)28.

    Luego resalt la coincidencia entre las llamadas Instrucciones de Potos (Alto Per)29 y las Instrucciones de los diputados artiguistas, lo cual confimaba, en opinin de Falcao Espalter, la plena popularidad del sistema artiguista, la afirmacin democrtica, republicana y federal como norma del porvenir poltico de Amrica, pues mientras Moreno propona un fe-deralismo argentino que segn sus propias palabras difcilmente podr aplicarse a toda la Amrica, Artigas propuso un federalismo americano. La democracia representativa y la repblica como forma de gobierno (reflejo del presente de aquel Uruguay que consolidaba sus instituciones) conver-tan al proyecto federal de 1813 en proyecto poltico del continente. Era un proyecto valorado como proftico, pues en 1929 los Estados nacionales americanos ratificaban sus historias de predestinacin, aunque todava tuvieran pendientes algunas definiciones de fronteras.

    Existan, de acuerdo con lo afirmado por Falcao Espalter, otros ejemplares de las Instrucciones, adems de aquel que encontr Pelliza entre la papelera del Dr. Francia? Efectivamente, el celo documental que acompa a la polmica en torno a Artigas, permiti descubrir y rescatar varias Instrucciones. La evolucin de la propia Historia como disciplina se enlaza con esto: las publicaciones del Instituto Histrico y Geogrfico del Uruguay creado en 1915; la aparicin de los primeros centros de formacin en Historia (la Facultad de Humanidades en 1947, el Instituto de Profesores Artigas en 1949); la consolidacin y crecimiento de los repositorios docu-mentales, especialmente del Museo Histrico Nacional, bajo la direccin de Juan Pivel Devoto, as como las publicaciones de documentos realizadas por el Archivo Artigas, desde su creacin en 1944.

    En la apoteosis del ao 1950 pudieron converger un Uruguay sa-tisfecho de sus instituciones y su democracia, con el centenario de la muerte del hroe, ya consagrado en forma unnime. Los mltiples festejos y conmemoraciones incidieron mucho en la imagen y el destino del docu-mento Instrucciones. Por la ley N 11.473 se dispusieron diversas iniciativas orientadas a profundizar los trabajos de investigacin histrica y las obras de representacin plstica del hroe, del perodo y de sus principales hitos. Retratos, libros, esculturas: casi todo el material de exaltacin patritica escolar naci entonces30.

    Nacin, independencia y el uso del nombre del nuevo pas, Uruguay, estaban aquejados de lo que la Historia Conceptual ha nominado extra te-rritorialidad y extra temporalidad: conceptos y nombres a los que se adju-

    28Ibidem, p.32.

    29Las Instrucciones de Potos se conocieron en

    1916, al publicarlas en Buenos Aires monseor Augusto Piaggio; eran de setiembre de 1813 y coincidan con las Instrucciones de los diputados orientales, de abril del mismo ao 1813.

    30A propsito de los eventos de conmemoracin de

    1950 puede consultarse el detallado trabajo de DE LOS SANTOS FLORES, Claribel. La consagracin mtica de Artigas: 1950. Homenajes y discursos a cien aos de su muerte. Cultos, memorias e identidades. Montevideo: Tradinco, 2012 (Premio Anual de Literatura de 2011 en el rubro Historia-Ensayo indito).

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    dicaban valores considerados como los nicos legtimos, a la vez que se los retro proyectaba como tales sobre el pasado. Estas formas de anacronismo tambin influyeron en la interpretacin de las Instrucciones. El manual de Historia escrito por Eduardo Acevedo en 1942, por ejemplo, las calific como tipo insuperable de organizacin institucional que habra de servir de modelo a la Argentina y que an hoy, a ms de cien aos de distancia, contina siendo el eje de los ms nobles movimientos de vida cvica en todo el antiguo dominio colonial31. Era la afirmacin del sentimiento nacional que deba unir a los uruguayos por encima de los enfrentamientos polticos y asimilar a los emigrantes que llegaban al pas en oleadas generosas.

    En la obra de Alberto Demichelli, premiada por concurso del Consejo Directivo de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales en el ao 1955, se ve claramente cmo la interpretacin del documento puede hacer que este se anticipe a su tiempo e incluso salte las barreras de los Estados naciona-les devenidos con posterioridad. De acuerdo con la visin de Demichelli, to-dos los principios que edificaron la gran Confederacin Argentina estaban ya presentes en las Instrucciones; Artigas obr en ellas con un profundo sentido proftico que asombra y deslumbra, lo que las haca vigentes y difciles de superar:

    Es algo as como una nueva legislacin mosaica de los tiempos modernos, inspirada en principios que superan el momento histrico, amoldndose a toda posible exigencia del devenir. Si aquella se redujo a un dogma la unidad y la soberana de Dios, esta proclama (lo haca a) otro: la unidad republicana de la Confederacin por obra de las soberanas parcializadas de las diversas partes constitutivas del Estado. Las Instrucciones orientales constituyen el Pentateuco poltico del Ro de la Plata. Artigas habl en ellas entonces por la voz de los siglos.32

    En ese clima ampliamente consagratorio, el Consejo Nacional de Go-bierno resolvi declarar da de conmemoracin cvica el 20 de noviembre de 1956, al cumplirse cien aos de la inhumacin de los restos de Artigas en Uruguay. En 1963, con miras al Bicentenario del nacimiento de Artigas que se celebrara al ao siguiente, se proyect (y luego se aprob como ley) el traslado de los restos de Artigas, del Panten Nacional a una cripta a construirse en el Palacio Legislativo33. Los homenajes se proponan recordar a Artigas mediante ceremonias que actualizaran su ideario, expresin esta que se instal definitivamente en los manuales educativos.

    La ley 13.259 de mayo de 1964 destin importantes sumas para faci-litar la ereccin de monumentos a Artigas en diversas ciudades del interior de Uruguay; se expropi el predio donde estuvo su casa natal en Monte-video, se cre el Instituto Artiguista del Uruguay y se encargaron cuadros, medallas, concursos, estudios y publicaciones sobre el gran hombre y su poca. El Instituto recibi una importante suma para iniciar la reproduc-cin de obras artsticas relativas a los hechos patrios, destinadas a los centros de enseanza del pas.

    Cuando la inestabilidad y confrontacin poltica y social ganaron la realidad del pas, a partir de la dcada del sesenta, la figura de Artigas volvi a ser objeto de disputa en los relatos enfrentados y a ser demandado en forma perentoria como legitimador de los sectores en pugna. Sus restos incluso fueron trasladados, por temor a su posible robo (algo acaecido con la bandera de los Treinta y Tres Orientales, por parte del grupo guerrillero OPR 33). Producida la crisis institucional y el golpe de Estado, el gobierno de la dictadura promulg, en setiembre de 1974, el decreto-ley 14.276 que

    31ACEVEDO, Eduardo. Manual de Historia

    Uruguaya. Montevideo: Monteverde, 1942. p.9.

    32DEMICHELI, Alberto. Formacin constitucional

    rioplatense. Montevideo: Barreiro y Ramos, 1955. Tomo I, p.31.

    33REVISTA NACIONAL. Montevideo, 2 Ciclo,

    n.220, tomo IX, ao IX, abril-junio de 1964.

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    dispona la construccin de un mausoleo en la plaza Independencia, el que albergara los restos de Artigas. Al ao siguiente la exaltacin-apropiacin del hroe (recordado sobre todo en su condicin de General) fue uno de los motivos y tpicos ms reiterados en la autntica orga historicista que fue 1975 como Ao de la Orientalidad.

    Por su parte, el 19 de junio de 1977 se inaugur finalmente el Mausoleo a Artigas, al que Fernando Assunao y Wilfredo Prez dedica-ron un libro, en cuya Exgesis liminar se seala: El que nunca se fue, el que siempre estuvo, est y estar presente en la esencia misma de la orientalidad. Porque la tierra oriental, de la que naci, no es ms que la sombra geogrfica de su inmensa figura proyectada sobre el suelo ameri-cano. Porque l, como en el misterio evanglico, es hijo, esposo y padre de la Patria34. En las pginas de este libro conmemorativo y celebratorio, las Instrucciones volvieron a ser, una vez ms y an en dictadura, el documen-to que revelaba ms profundamente a Artigas en toda su dimensin de estadista genial35.

    El discurso de inauguracin del Mausoleo estuvo a cargo del teniente general Vadora, por entonces comandante en jefe del Ejrcito. Comenz di-ciendo: Nuestro Hroe fue, en principio, un soldado, por vocacin personal y tambin por la vinculacin que tuvieron sus antecesores con los queha-ceres de milicias36. El gobierno cvico-militar, desde un elegante nosotros, manifestaba tener una irrenunciable obligacin de proteger con fervor todo ese bagaje de superiores lecciones que nos dictara el Hroe, toda esa cultura propia que nos proporcion la Independencia y el Nacionalismo de que ahora gozamos. Desde ese sitial de soldados de la causa que Artigas representaba, el significado poltico profundo de aquellos aos ms duros de la dictadura era sintetizado en esta pregunta que Vadora formul en su discurso: Cmo puede una doctrina extranjera, con exteriorizaciones seu-dointernacionalistas, pretender tener cabida en el seno de la gran familia oriental, si nuestras races son artiguistas, son distintas y son nuestras?37.

    No eran circunstancias oportunas por cierto para evocar la democra-cia. No casualmente el Mausoleo, contrariando el proyecto originario, fue decorado nicamente con las fechas de los hitos del ciclo artiguista, ya que no se pudo plasmar en sus paredes una sola frase que no se tornase sospechosa y hasta adversa, en esa disputa poltico-ideolgica entre el Artigas-general y soldado enfrentado al Artigas caudillo agrario-revolucio-nario que haba esgrimido la izquierda.

    El nombre de Instrucciones del ao XIII estaba esculpido en las pare-des del Mausoleo y la clsica lnea argumental que haban trazado Ram-rez, Miranda, Maeso y tantos otros las vinculaba con los principios e ideas de la repblica y la democracia. Qu poda decir al respecto un jerarca de la dictadura en semejante circunstancia? En su discurso, el teniente general Vadora lo resolvi llamando actos de fe democrtica (nombre de uno de los documentos que por entonces se exiga a la poblacin civil) a aquellos en que Artigas demostr su pensamiento y accin, dejando en claro que

    el objeto y fin del gobierno debe ser conservar la igualdad, libertad y seguridad de los ciudadanos y de los pueblos; que todo hombre es igual en presencia de la ley; que se asegure la confianza pblica, que se respeten los derechos privados y que no se moleste ni persiga a nadie por sus opiniones particulares, siempre que los que profesan diferentes ideas a las nuestras no intenten perturbar el orden y envolvernos en nuevas revoluciones.38

    34ASSUNAO, Fernando; PREZ, Wilfredo. Op. Cit.,

    p.99-100.

    35Ibdem, p.41.

    36Ibdem, p.562.

    37Ibdem, p.567.

    38Ibdem, p.565.

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    En el ao 2009, en la recuperada democracia y bajo el primer gobier-no frenteamplista de Tabar Vzquez, cuando se quiso enmendar aquella imposibilidad de inscribir oraciones de Artigas en el Mausoleo, el Poder Legislativa vot con consenso de todos los partidos con representacin parlamentaria ocho frases para incluir en las paredes del Mausoleo39. Una de ellas est tomada de la Oracin Inaugural (Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberana) y dos de ellas son artculos de las Instrucciones: la nmero dieciocho (El despotismo militar ser precisamente aniquilado con trabas constitucionales que aseguren inviolable la soberana de los pueblos) y la nmero tres (Se promover la libertad civil y religiosa en toda su extensin imaginable)40.

    5- Las conmemoraciones actualesEl Bicentenario de las Instrucciones de 1813 se inscribe dentro de un proceso de conmemoraciones ya iniciado en el pas y en la regin bajo el signo de no pocos debates polticos e historiogrficos. A ttulo de ilustra-cin, en un texto incluido en el Anuario Iberoamericano de 2011, el inves-tigador para Amrica Latina del Real Instituto Elcano, Carlos Malamud, adverta sobre el balance limitado si no negativo de los bicentenarios que varios gobiernos latinoamericanos ya haban realizado o estaban organi-zando para los aos siguientes. En la fundamentacin de su juicio sobre los mediocres resultados alcanzados por las celebraciones bicentenarias, Malamud destacaba algunas razones prioritarias: un exceso de nacionalis-mo; las grandes diferencias polticas presentes en la regin; una politi-zacin excesiva de las celebraciones, que en algunos casos implicaba la exclusin de los discrepantes, tanto presentes como pretritos; el escaso presupuesto invertido; una trivializacin del concepto bicentenario; un bajo grado de conocimiento de las sociedades latinoamericanas acerca de la significacin de los bicentenarios y sus implicaciones, etc.41.

    Desde una perspectiva ms acadmica, en el ao 2010 la historia-dora valenciana Nuria Tabanera Garca adverta que el posicionamiento epistemolgico del historiador ante los Bicentenarios se ver sin duda muy condicionado por los rasgos que caracterice la conmemoracin en cada escenario y por la intensidad de los debates polticos e identitarios que se dibujen a su alrededor. En ese sentido, Tabanera alertaba sobre distintos peligros: la intencin abstracta de los gobiernos por conmemorar con una ms o menos explcita intencionalidad poltica, que pretender tanto legitimar, justificar y fortalecer un discurso nacional de argentinidad, chilenidad, mexicanidad, etc., que presuntamente goza ya de dos siglos de existencia, como dirigir o encauzar la evaluacin sociocultural a que da pie el recuerdo de los mitos fundacionales; la emergencia de ciertos casos en los que se buscar promover una propaganda hispanista y de ocultacin del encontronazo o convertir a la conmemoracin ritual en un espacio en el que se tratan de consolidar visiones y revisiones de la historia, en pos, como en otros casos precedentes, de legitimar ciertos proyectos polticos42.

    Ante estos y otros desafos, Tabanera apostaba a incentivar la re-flexin de los historiadores conocedores de los riesgos de los usos polticos de la historia, as como a evitar los caminos infrtiles del anacronismo, la teleologa, el excepcionalismo o la banalizacin, a la hora de su previ-sible convocatoria para avalar o ilustrar la conmemoracin. Conclua con esta interpelacin: Quedara por ver hasta qu punto los odos de muchos

    39La eleccin de las ocho frases artiguistas

    para incluir en el Mausoleo fue realizada por una Comisin Especial con representacin de legisladores de todos los partidos, que fue creada especficamente para ello, tal como recomendara la Ley 17.310 de abril de 2001.

    40Disponvel em: .

    Acesso en: 14 de agosto de 2009. Acesso en: 08 ago. 2013

    41MALAMUD, Carlos. Un balance de los

    bicentenarios latinoamericanos: de la euforia al ensimismamiento. In: MALAMUD, Carlos; STEINBERG, Federico; TEJEDOR, Concha (eds.). Anuario Iberoamericano 2011. Madrid: Real Instituto Elcano y Agencia Efe, 2011. p.339-341.

    42Respecto al primer caso, Tabanera aluda

    en forma directa a la accin de la Comisin Nacional para la Conmemoracin de los Bicentenarios de la Independencia de las Repblicas Iberoamericanas (creada el 4 de mayo bajo la presidencia de Felipe Gonzlez); en relacin con el segundo, la referencia directa era a los gobiernos boliviano, venezolano, colombiano y mexicano.

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    responsables polticos y de muchos de sus conciudadanos latinoamerica-nos acogen unos aportes que ponen [] en cuestin la base de los relatos nacionales dominantes43.

    Sobre el mismo particular, podra citarse tambin a Roberto Brea, historiador de El Colegio de Mxico, quien en un texto reciente aborda la incomodidad de los historiadores frente a este tipo de instancias. El primero es el carcter artificial y artificioso que tiene cualquier conmemo-racin []. El segundo aspecto es la tendencia de toda conmemoracin a la presentificacin, no solo en el sentido de intentar darle al pasado un peso ingente sobre el presente, sino, sobre todo, de pretender que las llaves de los problemas del presente estn en el pasado. [] En tercer lugar, en el medio acadmico, las conmemoraciones dan pie a una cantidad tal de publicaciones, congresos y seminarios, que, inevitablemente, los saldos conmemorativos tienen que ser objeto de un anlisis crtico que nos per-mita separar, por decirlo as, el grano de la paja. De todos modos, luego de advertir sobre las simplificaciones histricas que conlleva toda celebracin poltica (que ejemplificaba en lo que sealaba como un excesivo nfasis acerca de una modernidad o de un liberalismo gaditanos que fueron ms complejos y matizados), Brea prevena tambin acerca del lamento acadmico por el nacionalismo exacerbado en este tipo de instancias. Si los polticos no pueden sino hacer lo que [] est en su naturaleza, cabe esperar lo mismo de los acadmicos (nos referimos a la veta crtica que debera siempre caracterizarlos). A este respecto, sin embargo, el pronsti-co es ms difcil, pues en no pocos casos las conmemoraciones acadmicas han sido ms celebraciones que eventos que lleven a sus participantes y a sus auditorios a revisar crticamente lo acontecido en la regin entre 1808 y 183044.

    Uruguay no ha constituido una excepcin a este clima de controver-sias. Luego de un arduo, debatido y lento trmite parlamentario iniciado en julio de 2009 y concluido el 4 de agosto de 201045, el Parlamento aprob la Ley N 18.677, titulada Ao de celebracin del Bicentenario del proceso de emancipacin oriental, la que fue promulgada por el Poder Ejecutivo el 13 de agosto del mismo ao. Por el artculo 1 de esta ley se declar el ao 2011 como ao de Celebracin del Bicentenario del Proceso de Emanci-pacin Oriental, en el marco de la lucha de los pueblos americanos por su autodeterminacin e independencia, reconociendo la participacin central de la figura de Jos Artigas en la misma.

    Por su artculo 2 se cre una comisin interinstitucional denomi-nada Comisin del Bicentenario de la Revolucin de Independencia del Ro de la Plata 2010-2015, que tendra

    por cometido la planificacin, para los aos 2010 a 2015, de las actividades de conmemoracin y celebracin de los principales hechos histricos del proceso revolucionario e independentista, en la etapa comprendida entre 1810, inicio de la Revolucin en el Ro de la Plata, y 1815, ao de la mayor expansin del proyecto impulsado por Jos Artigas en la Provincia Oriental y en el Sistema de los Pueblos Libres.46

    Ciertas ambigedades del texto de ley finalmente aprobado tienen que ver con uno de los principales motivos de discusin: la resistencia, por parte del gobierno y de legisladores de todos los partidos, en reconocer la fecha del 25 de mayo de 1810 como el inicio del proceso emancipador oriental. Ello llev a una compleja transaccin por la que, si bien se fij

    43TABANERA GARCA, Nuria. Pensar hoy el

    Bicentenario: sobre las dimensiones actuales de las revoluciones por la independencia de Amrica latina. In: Amrique Latine Histoire et Mmoire, Les Cahiers ALHIM, 2010. Disponvel em: . Acesso em: 27 jul. 2013

    44BREA, Roberto. El imperio de las circunstancias:

    las independencias hispanoamericanas y la revolucin liberal espaola. Madrid: El Colegio de Mxico-Marcial Pons, 2013. p.229, p.230 y p.233.

    45La lentitud fue tal que la iniciativa se inici en

    una legislatura y termin de concretarse con cambios significativos en la otra. De ese modo, el proyecto de ley en su versin final debi suprimir por estar ordenando una conducta hacia el pasado uno de sus artculos, que haca referencia expresa a la organizacin de actos y actividades en relacin con el 25 de mayo de 2010. De todos modos, el texto final de la ley refiri a la planificacin de actividades para el lustro 2010-2015. Cfr. Versin taquigrfica de la sesin del 9 de junio de 2010 de la Comisin de Educacin y Cultura de la Cmara de Senadores. Celebracin del Bicentenario del proceso de nuestra emancipacin. Disponvel em . Acesso em: 05 ago. 2013

    46Cfr. Ley 18.677. Disponvel em: . Acesso em: 05 ago. 2013. La Comisin estaba integrada por representantes de seis ministerios (Educacin y Cultura, Economa y Finanzas, Defensa Nacional, Relaciones Exteriores, Transporte y Obras Pblicas, Turismo y Deporte), cuatro representantes del Poder Legislativo, uno del Poder Judicial, uno de la Universidad de la Repblica y uno de las universidades privadas, uno del Consejo Directivo Central de la Administracin Nacional de Educacin Pblica, un intendente delegado por el Congreso de Intendentes, los presidentes de la Academia Nacional de Letras y del Instituto Histrico y Geogrfico del Uruguay, los directores del Museo Histrico Nacional, de la Biblioteca Nacional y del Archivo General de la Nacin.

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    finalmente el 2011 como el ao de Celebracin del Bicentenario del Proceso de Emancipacin Oriental, se cre la comisin interinstitucional antes referida con la curiosa denominacin de Comisin del Bicentenario de la Revolucin de Independencia del Ro de la Plata 2010-2015, prolongndo-se el calendario de eventos para todo el lustro, aunque con la instancia crucial del 25 de mayo de 2010 ya transcurrido al aprobarse de manera efectiva la ley47.

    Durante el ao 2011, la Comisin y el propio gobierno impulsaron las celebraciones, que tuvieron como epicentro popular los espectculos musicales realizados en cuatro escenarios del centro de Montevideo, el da 10 de octubre y en conmemoracin de los doscientos aos de la asamblea oriental de la Quinta de la Paraguaya (de esa misma fecha pero de 1811), en la que Artigas fue proclamado Jefe de los Orientales. Esta fiesta tuvo sin duda una fuerte presencia popular, aunque como los propios organi-zadores lo reconocieron no logr promover una reflexin ciudadana sobre los significados de la celebracin.

    As narraba el evento y las interpretaciones sobre su significacin ms profunda el suplemento Qu pasa del diario El Pas:

    A unos pasos de las oficinas del Bicentenario est el despacho del director general de secretara (del Ministerio de Educacin y Cultura), Pablo lvarez, uno de los responsables polticos de los festejos. Mate en mano, el jerarca reconoce que no se ha logrado uno de los objetivos planteados: provocar en la mayora de los uruguayos una reflexin histrica.[] Para nosotros, habilitar esa reflexin era mucho ms importante que cualquier espectculo artstico, dice el director. La idea era desenfocar esa reflexin de los espacios exclusivamente acadmicos y repensar la historia porque siempre hay una lnea de continuidad entre lo que sucedi y lo que hoy est sucediendo. Pero esa reflexin no se ha producido. Lamentablemente la gente no tiene mucha idea; no se ha consustanciado con ese debate, es evidente, dice lvarez, de 33 aos. Pero agrega que el problema va ms all del tono que se le dio a la celebracin, donde los espectculos musicales tienen un lugar central. Muy pocos programas de televisin estn vinculados a la historia. Vivimos en una sociedad que no debate estas cosas. Cun importante puede ser para dos vecinos si est bien o no el 2011?. El senador blanco Gustavo Penads, quien tambin integra la comisin, piensa que se desaprovech una oportunidad de fomentar la revalorizacin histrica de Artigas y el aprendizaje popular de lo que se conmemora. Y dice que influye el sentido vergonzante de la izquierda, de no revalorizar los hechos histricos.48

    La celebracin y la fiesta popular se imponan finalmente a la conmemoracin histrica. Parte representativa de una historia que, con seguridad, no ha terminado.

    47Tambin en este proceso debe sealarse la

    propuesta presentada a la Comisin de Educacin y Cultura del Senado en octubre de 2005 por el entonces senador y expresidente de la Repblica, Dr. Julio Mara Sanguinetti. En esa iniciativa, con el ttulo de Un necesario debate, Sanguinetti propona un cambio significativo en el calendario cvico uruguayo: declarar el 5 de abril o el 13 si se prefiere Da de la Nacionalidad y celebrarlo como fecha mayor de nuestro proceso histrico, en homenaje a Artigas y reconocimiento al valor ya configurado de una nacionalidad oriental. Por su parte, el 25 de agosto se celebrara el Da de la Declaracin de la Florida, como homenaje a ese acto de libertad frente a Brasil y Portugal pero sin asumirlo como fecha singular de la independencia. Esta iniciativa no prosper en el Parlamento pero gener un debate profundo en el que participaron historiadores y legisladores.

    48Restauraciones. Motivo de fiesta. Se gastarn

    cinco millones de dlares y proyectan un edificio del Bicentenario por otros cinco millones. Pero el MEC admite que la reflexin histrica no lleg a la gente. SUPLEMENTO Qu pasa. El Pas, Montevideo, 8 de octubre de 2011.

    Recebido para publicao em 19 de maio de 2014Aprovado em 30 de setembro de 2014