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lOOMediívalia 12, 1995 l'íntim consentiment; per aixó, les cerimó- nies i les formules legáis son superficials. A la seva obra Wiltehatm Wolfram traerá conversa. Sant Pau havia dedarat aquests matrirnonis Jícits, el papa Innocenci III (1198-1216), contemporaiii de Wolfram, ho reafirma. Aqut el novel-lista es ambigú; sembla ser que, en última instancia, apos- acaben en pau. Finalment, Brooke estudia alguns del contes de Chaucer, els Canterbury Tales. Aquests contenen una son una elaborada exposició de les reía cions humanes. En el cas de Shakespeare les obres de teatre selecdonades son qua tre: A midsummer nigbt's dream. As yon like it, The merchant ofVenice ¡ Romeo andjuliet. Aquesr escríptor, que el corrent historiógrafo del "New Historicism- ha situar en el centre de les seves recerques, es valorar per Brooke peí seu discurs valent, sincer i arriscar sobre el marnmoni. El dece capítol s'anomena «The church porch: marnage and architecrure». El nos- tre autor realitza una inreressant contesc- tualització del matnmoni, i el sitúa en l'espai ftsic en el qual renia lloc. Duranr molt de temps Esglesia i sacerdot foren elements prescindibles per celebrar unes noces legitimes. A la baixa edat mitjana algún altre lloc, per exemple a la Toulouse deis segles XIV-XV els contractes matri- moniáis es feien davant notari* Pero, cap bar algunes esglésies amb pórtics molt sumptuosos; segons Brooke aixó es deu al fet que es va estendre el costum de casar-s'hi. Per exemplificar-ho utilitza el conté de Chaucer The wife ofBath. L'a saig que serveñt de doenda al llibre es titula «Towards a rheology of marríage». En ell Brooke hi realitza una petica recapi- rulació deis testimonis mes destacats que hi tona del matnmoni a t edat mitjana. La idea cristiana de matnmoni és presentada com el model que humanirza, i que per- met elevar la dura realitar social i sexual que carácter!tzava el matnmoni; remarca també la importancia de la fidelitat. I, l'últim deis seus testimonis, Jan Van Eyck Arnolfini (1434). Ets esposos Arnolfini, agafats de la mi, son el paradigma del model cristiá de matrimoni. sens dubte no definitiva, i que convida a la reflexió d'una temática difícil que, en els darrers temps, desperta l'interes deis Nuria Silleras Fernández DUBY, Georges Dames du XII siecle. I Alíénor, Héloise, heut et quelques autres París: Gallimard, 1995. 175 p. Traducción castellana: Damas del Siglo XII. Leonor, Eloísa, ¡seo y a Madrid: Alianza, 1995. 144 p. Geocges Duby. Concebido como el pri- mero de una serie de tres volúmenes dedi- cados a la mujer del siglo Xll, este libro Duby escoge a seis damas, a seis mujeres »que 1 on nommait dames parce qu elles avaient épousé un seigneur». Algunas de ellas fueron seres reales, históricamente ates- tiguados, tangibles y visibles por sus con- temporáneos y contemporáneas. Otras sólo que escuchaban las obras de los novelistas del norte de Francia afinalesdel siglo XII.

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Page 1: Medie™lial2, 1995 - UAB Barcelona...Medie lial2, 1995 á basada e os. Decení icio nal i - Lac imagen de cada mujer, de cada dama. No se trata, sin embargo, de textos realizados

lOOMediívalia 12, 1995

l'íntim consentiment; per aixó, les cerimó-nies i les formules legáis son superficials.A la seva obra Wiltehatm Wolfram traerá

conversa. Sant Pau havia dedarat aquestsmatrirnonis Jícits, el papa Innocenci III(1198-1216), contemporaiii de Wolfram,ho reafirma. Aqut el novel-lista es ambigú;sembla ser que, en última instancia, apos-

acaben en pau. Finalment, Brooke estudiaalguns del contes de Chaucer, elsCanterbury Tales. Aquests contenen una

son una elaborada exposició de les reíacions humanes. En el cas de Shakespeareles obres de teatre selecdonades son quatre: A midsummer nigbt's dream. As yonlike it, The merchant ofVenice ¡ Romeoandjuliet. Aquesr escríptor, que el correnthistoriógrafo del "New Historicism- hasituar en el centre de les seves recerques, esvalorar per Brooke peí seu discurs valent,sincer i arriscar sobre el marnmoni.

El dece capítol s'anomena «The churchporch: marnage and architecrure». El nos-tre autor realitza una inreressant contesc-tualització del matnmoni, i el sitúa enl'espai ftsic en el qual renia lloc. Duranrmolt de temps Esglesia i sacerdot forenelements prescindibles per celebrar unesnoces legitimes. A la baixa edat mitjana

algún altre lloc, per exemple a la Toulousedeis segles XIV-XV els contractes matri-moniáis es feien davant notari* Pero, cap

bar algunes esglésies amb pórtics moltsumptuosos; segons Brooke aixó es deual fet que es va estendre el costum decasar-s'hi. Per exemplificar-ho utilitza elconté de Chaucer The wife ofBath.

L'a saig que serveñt de doenda al llibrees titula «Towards a rheology of marríage».En ell Brooke hi realitza una petica recapi-rulació deis testimonis mes destacats que

hi tona del matnmoni a t edat mitjana. Laidea cristiana de matnmoni és presentadacom el model que humanirza, i que per-met elevar la dura realitar social i sexualque carácter!tzava el matnmoni; remarcatambé la importancia de la fidelitat. I,l'últim deis seus testimonis, Jan Van Eyck

Arnolfini (1434). Ets esposos Arnolfini,agafats de la mi, son el paradigma delmodel cristiá de matrimoni.

sens dubte no definitiva, i que convida ala reflexió d'una temática difícil que, enels darrers temps, desperta l'interes deis

Nuria Silleras Fernández

DUBY, GeorgesDames du XII siecle. I Alíénor, Héloise, heut et quelques autresParís: Gallimard, 1995. 175 p.Traducción castellana: Damas del Siglo XII. Leonor, Eloísa, ¡seo y aMadrid: Alianza, 1995. 144 p.

Geocges Duby. Concebido como el pri-mero de una serie de tres volúmenes dedi-cados a la mujer del siglo Xll, este libro

Duby escoge a seis damas, a seis mujeres»que 1 on nommait dames parce qu elles

avaient épousé un seigneur». Algunas deellas fueron seres reales, históricamente ates-tiguados, tangibles y visibles por sus con-temporáneos y contemporáneas. Otras sólo

que escuchaban las obras de los novelistasdel norte de Francia a finales del siglo XII.

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Medie™lial2, 1995

á basada e os. Decení

icio nal i -

Lac

imagen de cada mujer, de cada dama. Nose trata, sin embargo, de textos realizadospor mujeres. Duby nos previene de laimagen que estos escritos pueden provo-car en nosotros «parce qu'ils sont écritspar des hommes». Apenas nada subsistede la escritura femenina del medievo, yla que ha llegado hasta nosotros está, enalgunos casos, bajo sospecha. Y sin embar-go «les dames du XII siécle savaient écríre,et sans doute mieux que les chevaliers,leurs maris ou leurs fréres». ¿Cómo sonestos textos utilizados? Ni testamentos,ni ventas, conveniencias o esponsalicios.Todos ellos son textos de ynefftotiUt com-posiciones que son producto de las refle-

dad pedagógica, ¿doctrinadoraescritos para que la gente los eicomo «une lecon morale».

Antes de comenzar, Duby informaacerca de sus objetivos: presentar sietefiguras de mujeres. El libro se estructuraen seis capítulos, cada uno de ellos —salvoel último— dedicado a una mujer dis-

El capítulo inicial nos habla de Leonorde AquLtama, o inejor, de la imagen quede Leonor de Aquitania nos han dejado

que vemos es su tumba en la iglesia deFontevraud. Silenciosa. Acaso su rostrono sea un retrato. No importa. ¿Qué sabe-mos de ella? Una niña de apenas 13 añosque en 1137 es entregada en matrimonioa Luís VII de Francia, de 16. El historia-dor nos dibuja la escena siguiendo los tex-

homTres de iglesia entre 1185 y 1200.¿Qué nos dicen estos escritos? Ella es unamujer. Para los hombres del siglo XII eso

tura malvada, causante, como todas, delpecado del mundo. Además era nieta deGuillermo K, duque de Aquitania: el tro-

vador. Ya está condenada. Hay algo más.Su divorcio, en 1152, Fue un suceso queconmocionó a media Europa. También,hacia 1170, podemos verla junto a sushijos haciendo frente a su esposo EnriqueII de Inglaterra. ¿Justifican todos estoshechos la imagen que se proyecta de ella(la incestuosa, la encarnación de la lujuria,la bígama...)? ¿A qué composiciones

trovadorescas aquí tanas? Quizá ambas sonsospechosas. Duby, tras realizar un reco-rrido rápido por la vida de esta mujer, daun juicio salomónico: «j inclinerais plutotá la plaindre».

En el capítulo segundo se analizan lossermones escritos desde el siglo X]l paraser leídos el día 22 de julio. Duby pre-senta a María Magdalena, una prostitutaarrepentida y perdonada. Los sermonesdejan deslizar de forma peligrosa aquellosrasgos de las mujeres que más inquietana los hombres. María Magdalena es recor-dada por su amor hacia un hombre:

(~^nrist, vrai amant que tres aroemnientelleaimait...". La narración de los ecle-siásticos es un texto uniforme, ordenado.En él aparecen todas las virtudes de esta

ntida: su entrega a Cristo, su amor,i ó , su entera devoción. El lec-

deja seducir por la imagennder: siglo XII, ¿exaltación

. ¿Qué imagen debía pro-ción de virtudes en la

nte de los hombres? Porque -—y aquí seremite a los trabajos de Nicole Bériou—el público de estos textos no estaba for-mado por mujeres. La narración de los

gia discursiva creada en el siglo XII parareconducir a la sociedad masculina haciael camino recto. María Magdalena encar-na a la antimujer, a aquella que es capazde reprimir todos los vicios femeninos yabandonarse al amor por Cristo. Su vidano fue recopilada para que las mujeres laimitaran (al fin y al cabo, ¿no es una pros-

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tituta un ejemplo peligroso?) sino paraavergonzar a los oyentes, a los hombres,poniendo ante sus ojos a una mujer queera mejor que ellos. El culto mañano nose difunde para mayor gloria de las muje-res, sino para vergüenza de los hombres.

En el capítulo tercero llegamos por final punto culminante, a! centro del libro(p. 73-110). Aquí sitúa Duby a la damaque todos queríamos encontrar: Eloísa.No hay tema más clásico n¡ más trabaja-do que éste en la historiografía sobre lamujer medieval. ¿Acaso puede decirse algonuevo? Duby deberá posicionarse. Desdesu aparición, las cartas de Abelardo yEloísa han despertado los más encarniza-dos debates entre los medievalistas: ¿fue-ron escritas por Pedro Abelardo? ¿Por Jeande Meung? ¿Por Andrés el Capellán? ¿Sonuna invención del siglo XIU? GeorgesDuby fija su mirada sobre una parte dela correspondencia. Estamos en 1142.Pedro Abelardo, presionado por la edad—tenía entonces sesenta y tres años— ypor la condena de su obra, na muerto.Otro Pedro, éste abad de Cluny, escribeuna cana a Eloísa, esposa del difunto. Unacarta de consuelo, para informarla, parareconfortarla. Le explica cómo transcu-rrieron los últimos días de Abelardo, entrela humildad y la contemplación. Unejemplo para todos. Sin duda había lava-do todas sus culpas. ¿Cuáles son estas? Elabad habla ahora de Eloísa, enclaustrada,fiel a Cristo, que ha pasado de ser unamujer seducida por la «copulación char-netleu a convertirse en una «femme phi-losophique». Esta última imagen que nosofrece el abad Pedro de Ouny no es, sinduda, la que ha perdurado hasta nosotros.Desde Jean de Meung hasta el siglo XIXel nombre de Eloísa ha estado ligado a la

también a la rebeldía, a la inteligencia, aaquello que representa el lado más peli-groso de la mujer. ¿Cómo explica Duby elmito de Eloísa? La correspondencia es unanovela. Abelardo es el héroe. Eloísa larazón última de sus desgracias. ¿Acaso no

era Pedro Abelardo el filósofo más famo-so de su tiempo hasta que topó con esamujer y se abandonó a los placeres de lacarne? La correspondencia está construi-da como un todo unitario, como un textomoralizante que quiere exponer cuáles sonlos actos que debe seguir todo hombre,así como el peligro que entraña ignorarlos.1 rimero eJ nombre uebe acercarse al pla-

nio, que debe realizarse, además, de formasolemne, pública. Segundo: este matri-monio ha de llevarse a cabo con el mutuoacuerdo de los cónyuges. Tercero: el actosexual sólo es justificable, incluso tras elmatrimonio, obedeciendo a las necesida-

gredió Pedro Abelardo, el hombreencumbrado por la fama, soberbio, pode-roso con su palabra, casi inmortal, todasestas premisas? Ni tan solo él, que todolo podía en la tierra, pudo escapar deaquel que todo lo gobierna desde los cie-los. Éste es, en definitiva, el mensaje moralde esta correspondencia, de esta —Dubylo repite— novela.

En el capítulo cuarto se habla de Iseo,Inicia Duby sus pesquisas: ¿Como es posi-ble que la imagen de Iseo haya eclipsadoa la de Tristán? ¿Era así en el siglo XII?¿Cómo rescatar su verdadera imagen? Lo

bre del siglo XII, como aquellos que com-pusieron esta novela —El Tristán eIseo—. Debemos, por lo tanto, descubrircuál era el sistema de valores que movíaa esta sociedad. Después, buscar su ver-dadera imagen.

Las novelas, esos relatos, esos díverri-mentos, «avaient mission, en distrayant,d'enseigner i se bien conduire». Pero antetodo, la literatura caballeresca fue escritapor hombres y principalmente para ellos.El héroe es, por tanto, el personaje mas-culino. ¿Quién es Iseo en realidad? Ellaencarna la imagen que los caballeros céli-bes, los jóvenes, tenían de aquellas muje-res a las que deseaban: casadas, ardientesy poderosas. Pero también —Duby nos

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pnovela no se alude en absoluto a la que esla función primordial de la mujer casada—e Isolda lo era—: la procreación.¿Fornicación con una mujer casada? Sinduda aquellos oue actúen como Tristán

Duby se apresura a explicarlo. Estosamantes fueron, según la novela, víctimasdel deseo, adquirido de manera fortuitamediante un filtro de amor. No hay deque preocuparse: «du désir, ravageur, nuln'est responsable. Nul n'est pécheur. Nele sont done ni les chevaliers qui pour-suivent tes dames ni les épouses qui se lais-sent aller á trahir leur seígneur et maitre».

que desea dirigir la conducta de los hom-bres. ¿De todos? No. Sólo la de aquellosaristócratas que, desposeídos por sus her-

casados) esperan pacientemente la opor-tunidad de hacerse con una rica herede-ra: los jóvenes, los caballeros.

Capítulo quinto. Otro ejemplo dis-tinto. Se trata de un error, de un relatocondenado. Poco conocida, poco comen-tada, Juette aparece, de la mano de Duby,ante nuestros ojos. Una mística, una devo-ta. La conocemos por su ultima confe-sión, susurrada al oído de un religioso deFloreffe, el cual la redactó en latín. Denuevo un texto. «Es un escrito femenino?No. Este hombre tradujo del vulgar allatín y adaptó la narración de Juette aldiscurso hagiográfico. ¿Qué sabemos dela existencia de esta mujer? ¿Qué imagennos proporciona el texto, compuesto hacia1230? Juette era una dama. Entregada alos 13 años "Cette enfant s'était laisse" don-ner, elle s'était laisse" prendre». Sin embar-go —la expresión es de Duby— tuvosuerte: enviudó a los 16 años, tras tresaños de matrimonio y varios hijos en suhaber. La familia desea volver a casarla.

sobradamente su fertilidad es un bien pre-cioso. Ella se niega y como coartada acep-ta una vida de sumisión a Cristo.

El texto de Juette nos sitúa ante lasnuevas realidades del momento. En estaEuropa de las catedrales también las muje-res participan de ellas: el dinero comien-za a filtrarse sólidamente en esta sociedad.Omnipresente, es una tentación dema-siado grande. Juette se deja llevar por eldeseo de enriquecerse. «C'était mal».

y decide retirarse de este mundo, ence-rrándose en una leprosería. Allí compar-te con los enfermos sus sufrimientos, suspesares, pero también sus ropas y su comi-da. Pronto se cansa. Demasiado fácil.Decide entonces emparedarse, aislada,cerca de la leprosería, aunque rodeada de

al confort de la vida burguesa. Duby iro-niza: ice qu'elle voulait c'était la solitu-de». Aquí transcurrirá toda su vida,presenciando apariciones y realizando via-jes místicos al Reino Celeste, donde laVirgen la acoge con frecuencia. En unaocasión el apóstol Juan celebró misa anteella. El rumor corrió por toda la región.Los eclesiásticos la asediaban a preguntas.Se decía que conocía el pasado y que veía,a través de las cortinas del tiempo, el futu-ro. Algún monje llegó incluso a enamo-rarse de ella. Irritada, no deseaba sabernada de los hombres. Simultáneamentecientos de mujeres, procedentes de la aris-tocracia algunas, admiradoras otras,miméticas las demás, comenzaron a cons-truir comunidades de devoción. Juette

serla. .Elle fit de"cdk"cü lous sa lourdedomination, comme une cit^delle de laliberté féminine». Las limosnas, suculen-tas, llegan por doquier, y la Iglesia oficialreacciona atacando a la mística, la cuál,una noche y de la mano de MaríaMagdalena fue conducida al Paraíso. Sin

narla, consciente del peligro que suponíala difusión de su ejemplo enere las muje-res. "La visionnaire fut oubltée. Le pou-

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En el capítulo sexto Duby nos invita adescubrir a otra mujer. De hecho son dosmujeres: Soredamor y Fenice, aunque se

deux images de femmes, en realité, s'enfont qu'une». El Cligés, novela escrita alre-dedor de 1176 por Chrétien de Troyes, esel escenario de este capítulo. Duby nos pre-senta a los personajes. Fenice es herederadel emperador de Occidente. Soredamores hermana de Gauvain, el mejor caballe-ro del mundo. El contenido de la novelaes sobradamente conocido. No lo resumi-remos aquí. Duby lo hace de forma magis-tral. Sólo deben destacarse las reflexionesmás importantes. Primero; la iniciativa de

Ellas son ejecutoras o ¡ntroducrorai de la

cada momento (la mediación de la reinaGinebra, los filtros que prepara Thessala, elasalto de las mujeres al palacio...). Dubymuestra su asombro; «j'ai longtemps com-batru, et dmement, l'hypodiése d'une pro-motion de la femme á 1'époque feodale».Sin embargo las imágenes que proyectaesta novela son indudables. Así lo cree elhistoriador: «je ceden. Segundo: hacia 1176

comunicación, de educación de las élitesaristocráticas que se agolpaban alrededordel monarca. Los caballeros, seducidos porestos relatos, están comenzando a modifi-car sus costumbres: "le progrés de toutesles choses les a lentement civilisés». Pocoa poco estos hombres se ven inclinados a

cambiar su actitud ante Jas mujeres, a «con-tenir ses pulsions». Otro dato favorece estehecho: la incursión del dinero —ya hemoshablado de ésto— en todas las escenas delo cotidiano propició una disminución delvalor de la tierra sustituido por el valor deldinero. Ello permitió modificaciones enlas costumbres matrimoniales. Se trata, enúltimo término, del paso del esponsalicioa la dote, que se opera en estos últimosaños del siglo XH.

Duby concluye esta primera obra conun pequeño epílogo, un corto resumen enel que explica qué imágenes deben fijarsetras la lectura del libro. Para los hombresdel siglo XII «la femme d'abord est unobject». Por eso los hombres controlan suscuerpos, controlan su tiempo. Pero tam-bién la mujer es un ser temido, porque «onne sait pas ce qu'elle a dans la tete". Existe,sin embargo, algo positivo en ellas: su ter-

Para finalizar, debe decirse que se tratade un libro excelente. Las fuentes que Dubyha utilizado para la confección de su obra lehan permitido moverse con gran libertad,,

femeninos, sino utilizando documentos dememoria (reflexiones masculinas sobre algu-nas mujeres). El lector que lea esta obra laencontrará muy distinta a los primeros tra-bajos sobre el tema realizados por el mismoautor. Dames du XI¡ nicle es, sin duda, unlibro mucho más recomendable.

/•:/. Rodríguez-tiernal

AuRELL, MartínLes noces du comte. Marriage et pouvoir en Catalogne (785-1213)París: Pubiications de la Sorbonne, 1995. 623 p.

Resulta difícil para este lector definir

:! caso requiere, en qué punto el bello hacerlo posible. Si uno se deja llevar ptlibro de Martin Aurell renueva el cono- una primera impresión, que de ínmedií

cioso, y bien dirigido, con la adecuadametodología y la necesaria erudición parah l ibl Si dj ll

o de la historia de Cataluña de losp q

scubrirá que es falsa, c qntra en una típica obra de historio-