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El 4 de noviembre de 1969, cuando el viaje a España prác- ticamente ha terminado y el retorno a México es inminen- te, Max Aub escribe en su diario: “Regresé y me voy…” (GC596) 1 . Pero antes de tomar esta decisión, el escritor va- lenciano, ha pasado aquí dos meses y unos cuantos días, suficiente tiempo para llegar a la conclusión de que España ya no existe 2 , al menos la que él conoció. Ha sido usurpa- da por un nuevo país al que le han puesto el mismo nom- bre, y solo en eso coinciden. El diario La Gallina ciega es una constatación de que prácticamente nada hay ya de esa España, solo rescoldos (GC597) Al leer El diario se percibe que Aub no se queda en el simple recuerdo de alguien que tiene nostalgia de lo que ya vivió, es un analista perspicaz e inteligente que no simpli- fica nada de lo que ve u oye, e intenta llegar a la compleji- dad de la España de finales de los años 60 para saber si hay algo de lo que fue este país antes de la Guerra Civil, si per- manece el trabajo realizado por una serie de personas que vieron en ese periodo, histórico ya, una oportunidad para desarrollar un país moderno y democrático. Los recuerdos de cuando él vivió en España aparecen nada más llegar al aeropuerto de Barcelona el 23 de agosto de 1969, ya que fue allí donde se rodaron muchas escenas de la película Sierra de Teruel 3 y es el primero de otros mu- chos que quedarán reflejados a lo largo de todo El diario. Algunos son recuerdos de sus propias vivencias, otros sur- gen de encuentros y conversaciones con muchos amigos y conocidos, y a veces, esos recuerdos evocan personajes de sus obras, sobre todo de El Laberinto Mágico. Es verdad, que estos últimos, tienen su origen en la memoria del escritor, pero se imponen como si fueran reales 4 . Se completa la ex- periencia vivida con la experiencia literaria. La España que echa de menos Max Aub estaba pobla- da de personajes intensos, llenos de vida, que se movían con ideales y con una visión de futuro esperanzador. Según Ignacio Soldevila “le tocó vivir en una España en ebulli- ción, y ver agonizar un régimen y de sus incruentas cenizas nacer otro más democrático, saludado con unas jornadas de júbilo popular inolvidables para quienes, como él, las vi- vieron con la gran ilusión juvenil de estar poniendo la vie- ja España a la hora europea” 5 . El mundo imaginario que evocan los personajes de sus obras, así como el encuentro con escritores y otras personas de aquella época son argu- mentos de peso que señalan, a lo largo de todo el libro, el cambio sufrido de aquella España, y construyen para el lec- tor de El diario ese mundo que en todo momento aparece en el recuerdo de Aub. Para él la presencia, aunque sea imaginativa, de sus personajes convive perfectamente con Dámaso Alonso, Juan Gil-Albert, Vicente Aleixandre, Amé rico Castro… Conforman esa España ahora olvidada. Los cambios que ha sufrido este país en treinta años son enormes e intenta saber si algo de aquello, permanece. Por ello visita a sus amigos o compañeros de genera- ción a los que no ve desde hace mucho tiempo, y como es lógico recuerdan el pasado vivido. Pero la conversación, siempre vivaz e indagadora, lleva a hablar de la situación de España en ese momento, lo que le sirve a Max Aub pa- 1.- La edición utilizada es AUB, MAX. La gallina ciega. Edición, estudio introductorio y notas de Manuel Aznar Soler. Barcelona, Alba Editorial, 1995. Todas las citas que corresponden a este libro se anotan en el propio texto, entre paréntesis el número de página pre- cedido de las letras GC, abreviatura de La gallina ciega. 2.- “Soy un turista al revés; vengo a ver lo que ya no existe.” (GC245). 3.- La película Sierra de Teruel codirigido con André Malraux se rodó en Cataluña entre 1938 y 1939. 4.- “Allá, del brazo, me parece ver a Vicente y a Asunción. ¿No es aquí donde se encontraron por primera vez?” Personajes de Campo abierto (Madrid Alfaguara, 1978, p39)”, de nota en (GC176) 5.- SOLDEVILA, I. “Max Aub: cara y cruz de una creación literaria”. Biblioteca virtual Cervantes. 2011 ISBN: 1885-477X YOUKALI, 16 página 51 MISCELÁNEA MAX AUB. ESPAÑA, ¿DÓNDE QUEDA? por Rafael Mínguez Fernández

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El 4 de noviembre de 1969, cuando el viaje a España prác-ticamente ha terminado y el retorno a México es inminen-te, Max Aub escribe en su diario: “Regresé y me voy…”(GC596)1. Pero antes de tomar esta decisión, el escritor va-lenciano, ha pasado aquí dos meses y unos cuantos días,suficiente tiempo para llegar a la conclusión de que Españaya no existe2, al menos la que él conoció. Ha sido usurpa-da por un nuevo país al que le han puesto el mismo nom-bre, y solo en eso coinciden. El diario La Gallina ciega es unaconstatación de que prácticamente nada hay ya de esaEspaña, solo rescoldos (GC597)

Al leer El diario se percibe que Aub no se queda en elsimple recuerdo de alguien que tiene nostalgia de lo que yavivió, es un analista perspicaz e inteligente que no simpli-fica nada de lo que ve u oye, e intenta llegar a la compleji-dad de la España de finales de los años 60 para saber si hayalgo de lo que fue este país antes de la Guerra Civil, si per-manece el trabajo realizado por una serie de personas quevieron en ese periodo, histórico ya, una oportunidad paradesarrollar un país moderno y democrático.

Los recuerdos de cuando él vivió en España aparecennada más llegar al aeropuerto de Barcelona el 23 de agostode 1969, ya que fue allí donde se rodaron muchas escenasde la película Sierra de Teruel3 y es el primero de otros mu-chos que quedarán reflejados a lo largo de todo El diario.Algunos son recuerdos de sus propias vivencias, otros sur-gen de encuentros y conversaciones con muchos amigos yconocidos, y a veces, esos recuerdos evocan personajes desus obras, sobre todo de El Laberinto Mágico. Es verdad, queestos últimos, tienen su origen en la memoria del escritor,pero se imponen como si fueran reales4. Se completa la ex-periencia vivida con la experiencia literaria.

La España que echa de menos Max Aub estaba pobla-da de personajes intensos, llenos de vida, que se movíancon ideales y con una visión de futuro esperanzador. SegúnIgnacio Soldevila “le tocó vivir en una España en ebulli-

ción, y ver agonizar un régimen y de sus incruentas cenizasnacer otro más democrático, saludado con unas jornadasde júbilo popular inolvidables para quienes, como él, las vi-vieron con la gran ilusión juvenil de estar poniendo la vie-ja España a la hora europea”5. El mundo imaginario queevocan los personajes de sus obras, así como el encuentrocon escritores y otras personas de aquella época son argu-mentos de peso que señalan, a lo largo de todo el libro, elcambio sufrido de aquella España, y construyen para el lec-tor de El diario ese mundo que en todo momento apareceen el recuerdo de Aub. Para él la presencia, aunque seaimaginativa, de sus personajes convive perfectamente conDámaso Alonso, Juan Gil-Albert, Vicente Aleixandre,Amé rico Castro… Conforman esa España ahora olvidada.Los cambios que ha sufrido este país en treinta años sonenormes e intenta saber si algo de aquello, permanece.

Por ello visita a sus amigos o compañeros de genera-ción a los que no ve desde hace mucho tiempo, y como eslógico recuerdan el pasado vivido. Pero la conversación,siempre vivaz e indagadora, lleva a hablar de la situaciónde España en ese momento, lo que le sirve a Max Aub pa-

1.- La edición utilizada es AUB, MAX. La gallina ciega. Edición, estudio introductorio y notas de Manuel Aznar Soler. Barcelona, AlbaEditorial, 1995. Todas las citas que corresponden a este libro se anotan en el propio texto, entre paréntesis el número de página pre-cedido de las letras GC, abreviatura de La gallina ciega.

2.- “Soy un turista al revés; vengo a ver lo que ya no existe.” (GC245).

3.- La película Sierra de Teruel codirigido con André Malraux se rodó en Cataluña entre 1938 y 1939.

4.- “Allá, del brazo, me parece ver a Vicente y a Asunción. ¿No es aquí donde se encontraron por primera vez?” Personajes de Campoabierto (Madrid Alfaguara, 1978, p39)”, de nota en (GC176)

5.- SOLDEVILA, I. “Max Aub: cara y cruz de una creación literaria”. Biblioteca virtual Cervantes. 2011 ISBN

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ra ir profundizando en el olvido en el que ha caído laEspaña de ayer, y que desde el primer momento intuye6.En el encuentro con Juan Gil-Albert en Valencia, el 3 deseptiembre, se hace patente la vida de los escritores exilia-dos que regresaron a España, y vivieron y siguieron vi-viendo prácticamente escondidos o “aplastados”7; del his-toriador Américo Castro dirá, por ejemplo, que “nadie sa-be que está viviendo en Madrid desde hace un año”(GC409). Este sentimiento de escritor o intelectual anuladova a ser una constante, de tal modo que cuando le pregun-tan que por qué no se queda, cuestión que le hacen variasveces, responde que no quiere ser un escritor enmudeci-do8, ni quiere formar parte del espectáculo de la culturafranquista. Percibe que no le escuchan, “me parece que ha-blo, y no me oyen” (GC339). La situación de muchos de susamigos escritores, intelectuales, historiadores, editores, crí-ticos o periodistas le lleva a no querer permanecer enEspaña, siente que no será él mismo si se queda. Ha senti-do el desencanto de Juan Gil-Albert, y aunque es verdadque ahora empiezan a reconocer su obra y publica con cier-ta regularidad, Aub se da cuenta de que estos que dicenahora reconocer su trabajo son aquellos a los que ellos criti-caron en su momento por sus ideas tan conservadoras.

Otro intelectual al que visita es Américo Castro, que aligual que Juan Gil-Albert había regresado a España hacíaunos años. Para Max Aub es un intelectual imprescindible,tanto que cuando esté con Dámaso Alonso dirá “¡qué hom-bre! ¿Quién se le pone por delante? Nadie. Tal vez por esoestá tan solo.” (GC409). Ahora tiene 84 años, lúcido y “conidéntico empuje” (GC373).Todavía no le faltan fuerzas pa-ra seguir analizando la situación de los españoles, y tieneaún libros por publicar9. Max Aub se lamenta de su situa-ción aquí, vuelve a surgir la reflexión sobre estos españolesque retornan a España y a los que nadie hace prácticamen-te caso, ve cómo su magisterio se diluye sin ninguna in-fluencia, no hay rastro, “¡eh! Jóvenes, ¿dónde susAméricos de hoy?” (GC176).

Sus reflexiones, en verdad, son mucho más complejas,y por pura coherencia, y honradez consigo mismo toma ladecisión de no quedarse. “Lo que pienso que es, que debe

ser España, no es realidad.” (GC122). España ya no esEspaña10, ni Barcelona, Barcelona, “Soy un turista al revés;vengo a ver lo que ya no existe.” (GC245), y Madrid ya noes Madrid11 “Ésta que fue mi ciudad ya no lo es, fueotra.”(GC190). Pero no solo eso, constata lo que ya habíapensado en México, y que aquí se ha confirmado día a día:

- “Lo grandioso es que esperaba que todo estuviesetal y como lo encuentro

- De qué te quejas entonces.- De haber acertado”.(GC187)

Esta situación está relacionada con el sentimiento que ge-nera el propio exilio, una ruptura con el tiempo que nopuede recuperarse. En Max Aub la España republicana seha diluido, ya nada queda vigente y en la España que vi-sita el aire se le hace irrespirable. Sólo en muy contadasocasiones se encuentra con lo que aquello fue y da la sen-sación de que respira tranquilo, su tono es más sosegadoy se percibe cierta paz interior. Una de esas ocasiones seprodujo en Valencia en busca de sus libros dejados preci-pitadamente en esta ciudad, “entramos en la Universidad.El patio. Los arcos. La estatua de Luis Vives. Nadie. Esta -mos de vacaciones. Subimos por la ancha escalera y entra-mos en la biblioteca. Todo igual. No es que parece que fue-

6.- “Sí: no era España, no era mi España. Pero lo sabía con certeza de antemano y hacía mucho tiempo. ¿Qué me sorprendía? Me sor-prendía no sorprenderme, que todo fuese -¡ay!- tal como me lo había figurado.” (GC310)

7.- “¿Qué harías tú, Maxito, tras veintidós años de estar aquí aplastado?” (GC180)

8.- “Claro que no basta hablar para salirse con la suya pero es muy sabido que el que calla otorga. Y sin otorgar hablo. Por no otorgar,escribo.” (GC384)

9.- (GC375) Nota 5.

10.- “¿Dónde está nuestra España? ¿Dónde queda? ¿Qué han hecho con ella? No lo sabes, no lo sé, nadie lo sabe. Habría que inventar-la.” (GC413)

11.- “Ésta que fue mi ciudad ya no lo es, fue otra. Esta de ahora, tan parecida a otras está bien, en excelente estado de conservación pa-ra la gente de hoy que se acomoda a ella igual que la de antes a lo que tenía, como es natural. Han tumbado sin respeto no reme-dio, abierto avenidas, hecho surgir fuentes, desviado el río. La gente está feliz y orgullosa de tanta novedad. Se comprende, les dala impresión de haber llegado –con tanta piedra y cemento- a mayoría de edad. No echan de menos el tiempo pasado, entre otrascosas porque efectivamente el relativamente poco pasado, fue peor.” (GC190)IS

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ra ayer: es ayer.” (GC155). O cuando pasea por Valencia vi-sitando las distintas casas donde vivió, bien la suya en lacalle Almirante Cardoso 13, en el centro de Valencia, obien la casa de sus padres en la calle Garrigues que en-cuentra dentro de un paisaje urbano muy transformado“aquí viví desde que se construyó la casa hasta 1926, cuan-do me casé; pero aquí siguieron viviendo mis padres y es-tuvo su despacho hasta que todo murió.” (GC206). Loscambios producidos en las ciudades que visita, principal-mente, Barcelona, Valencia y Madrid, provocan en el escri-tor una extraña inquietud. La nueva configuración de lascalles, el encontrarse con solares donde antes había casas yver su hueco, es un elemento más que se añade a la ideade destrucción del tiempo pasado.

Raramente volverá a tener esa agradable sensación deregresar al punto donde dejó su vida aquí. Recobrar elayer, pero en el presente, valga el juego de palabras.Sensación, por otra parte muy efímera, tanto que en la ce-na con Dámaso Alonso afirma: “Es triste porque esto no esEspaña ni aquello tampoco” (GC414), el exilio mexicano,aunque conserve la esencia y siga avanzando sobre lo quequedó, no le es suficiente y lo que está viendo aquí, tam-poco.

El encuentro con el poeta también es un momento muyentrañable12 para Max Aub. En su casa parece que vuelvea respirar, y más cuando afloran en la conversación losnombres de Rafael Alberti, Juan Chabás, Américo Castro,Rafael Lapesa… Pero sobre todo hay un análisis de su obra

Hijos de la ira, y lo que significa este libro: cómo esos cadá-veres de 1942 son ahora los padres de los españoles quetanta rabia están despertando en Max Aub en su estanciaen España. Este desengaño es debido a cómo es la socie-dad, donde cada uno se preocupa de sí mismo, de vivir lomejor posible y no mirar cara a cara a lo que está sucedien-do verdaderamente, y mucho menos conocer el pasado.

Los escritores de la generación posterior a él, con losque también se encuentra aquí, muestran un sentimientode vacío y asfixia tal que les lleva, o bien a salir de Españacuanto antes o bien a transigir con ciertos modos reacciona-rios de entender la cultura por parte del franquismo. En El

diario hay que destacar el extraño encuentro con el que se-guramente sea Ángel González13, desesperado por salir deeste oscuro país en el que ha crecido y se ha educado. El po-eta se lamenta de cómo no ha tenido una juventud libre conun futuro esperanzador como el de la generación de MaxAub, piensa que han salido mucho más perjudicados queaquellos que están fuera, “no hemos sido nada y ahora se-remos menos todavía” (GC227). Esta conversación lleva alescritor valenciano a una reflexión sobre lo que ha sido suvida antes de la Guerra Civil, donde, aunque fuera por po-co tiempo, vivió en libertad y pudo elegir. En el horizontese percibía un algo, pero, para estos escritores, desde hacíadécadas no había nada. En una carta de Pedro Salinas aGuillermo de Torre, el 8 de enero de 1941 el poeta le dice“Nosotros estamos mucho mejor, mil veces mejor.Haremos o no haremos, pero tenemos lo esencial, libertadde hacer”14. Todos ellos, escritores que nacieron entre losaños 20 y 30, vivieron su infancia y juventud en los añosmás duros del franquismo, y aunque Max Aub está al tan-to de su obra desde México15 su pesimismo le lleva a nocreer demasiado en su influencia en la sociedad española,“ha crecido toda una generación de novelistas que sabenmoverse y usar esos medios. No les da gran resultado.”(GC343)

La actualidad política está encima del tapete cada dospor tres en el libro. Son bastantes las sobremesas, tertulias,conversaciones y encuentros donde se analiza el presente eincluso se realizan hipótesis de lo que va a pasar cuandoFranco haya muerto. Con este análisis también se buscanexplicaciones a qué es lo que ha cambiado. Cuando él llegaa España la situación política del país se ve salpicada porun caso de corrupción, Matesa, que implica incluso a mi-

12.- “Con nadie me encuentro más a gusto que contigo. ¿Por qué? ¿Tenemos los mismos gustos? No. No lo creo. Pero sí un conceptomuy parecido de la vida.” (GC409)

13.- (GC225), (GC227) Véase nota 7.

14.- “Nosotros estamos mucho mejor, mil veces mejor. Haremos o no haremos, pero tenemos lo esencial, libertad de hacer. Por graciaverbal nosotros, los desterrados, los echados de tierra, como decía el Cid, nos hemos traído la libertad de espíritu; a ellos sólo lesqueda la tierra, son los in-terrados.” Carta de Pedro Salinas a Guillermo de Torre, 8 de enero de 1941. En GRACIA, J. A la intempe-rie. Exilio y cultura en España. Barcelona, Anagrama, 2010. En cita introductoria.

15.- El libro Los tiempos mexicanos de Max Aub, Legado Periodístico 1943-1972. FCE y Fundación Max Aub. 2007. Edición y estudio preli-minar de Eugenia Meyer, artículos donde el escritor da buena cuenta de la literatura española que a lo largo de todos estos años seha ido publicando en la península. IS

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nistros y deja patente las luchas internas de poder, pero loque también muestra es cómo el paso de treinta años hanservido para afianzar un sistema de gobierno corrupto.Max Aub trata el tema en distintos momentos y con diver-sos conocidos y no tan conocidos, como la conversaciónque mantiene con un viejo político de la CEDA que sale alencuentro del escritor y que le llega a decir con aparentesinceridad “¿Por qué el Opus no ha de aprovecharse de lascontradicciones de la sociedad capitalista para aumentarsu poder? Lo absurdo sería que no lo hiciese.” (GC452).Según avanza el diálogo se le ve a gusto hablando con MaxAub, analiza la situación de este nuevo caso de corrupcióny le dice, con toda naturalidad, que él, en su momento, es-tuvo en contra de la República y que ahora está en contradel régimen. La reacción de nuestro escritor es inmediata yno hace falta reflexionar sobre lo oído. No le cree, es más,piensa que “si estos señores llegaran al poder no habríamayores cambios. Al fin y al cabo lo huelen todos.”(GC452). Tras la lectura en El diario de estos análisis de la si-tuación política en la España franquista, la conclusión esmuy clara: la dictadura ha servido para que unos cuantosse hicieran ricos a costa de los demás, un sistema económi-co corrupto, pero eficaz para sus fines, que viene acompa-ñado por una planificación más compleja. No solo se ha ge-nerado una clase política de estas características, sino queademás, se ha afianzado una clase media cómplice con elpoder que le sirve de apoyo popular para lo que haga fal-ta. En una cena con Ricardo Domenech y José Corrales-Egea, conocedores de la obra de Aub, él, con cierto tonoirónico, lo que sorprende a un joven editor que les acompa-ña, dice “Con la edad, España, físicamente, se conservamuy bien –por los afeites (los aceites) y el alcohol-; moral-mente está a la cola del mundo. Hablo, claro está, de laEspaña oficial, de la que se ve, de la que enseña, orgullosa-mente, el cobre.” (GC541).

No sorprende el caso de corrupción, uno más, lo que síque preocupa, es el gran número de años que se lleva ha-

ciendo, unido a una terrible represión, y a un sistema educa-tivo reaccionario. Todo ello, junto con otros elementos máscomplejos que llevarían a un análisis mucho más profundode la dictadura franquista, se deja ver en muchas de las per-sonas que hablan con Max Aub, desde familiares a antiguosconocidos y amigos. El sistema ha hecho mella en muchosde ellos, unos están totalmente convencidos de que el siste-ma funciona, otros se han rendido o se han dejado conven-cer. No hay que olvidar que Max Aub conoce la sociedad es-pañola no sólo por lo que está observando, sino también porla literatura del momento. En La gallina ciega habla de JuanGarcía Hortelano, Rafael Sánchez Ferlosio y por supuesto dela novela de Luis Martín Santos Tiempo de silencio, que refle-ja la complejidad de la sociedad española y su degradación.

Las conversaciones que mantiene con los jóvenes sonlas más ilustrativas. Aub habla con ellos siempre que tieneoportunidad, y en El diario son protagonistas muchas ve-ces, aunque no vea ningún rayo de esperanza, y su pesi-mismo se ahonde más y más. La educación recibida les hallevado a una sumisión y un individualismo profunda-mente arraigado, una ceguera permanente que enfada amenudo Max Aub y otras veces le desanima. Con su sobri-no mantiene una conversación que es uno de los momen-tos más duros para el escritor. Su discurso es soberbio, pe-ro sincero. Todo lo que le dice a su tío es una constataciónde lo que el escritor ha ido viendo en lo que se refiere a lajuventud. Oírlo de su propio sobrino le hace daño, “No tedas cuenta, pero no ves las cosas como son. Buscas cómofueron y te figuras cómo podrían ser si no te hubieras ido.”(GC160), el discurso que le espeta sobre lo innecesario quees conocer el pasado y la literatura de su generación, entris-tece a Max Aub.

-“¿Y qué quiere?- Vivir lo mejor posible.” (GC163)

En un encuentro en la librería Viridiana16 en Valencia, elautor reproduce en lo que podría ser un monólogo interiorlo que está sintiendo ante unos jóvenes estudiantes que noconocen su obra, aunque lo que más le duele, como vienediciendo desde el principio, es que no se sepa nada de lahistoria inmediata, que apenas conozcan nada de la GuerraCivil y del pasado republicano. La sumisión, el individua-lismo, su desideologización, son aspectos que preocupanseriamente al escritor, conocer este pasado y tener concien-cia crítica es necesario para que un país progrese dentro delas vías democráticas. La librería, entonces en el centro mis-mo de Valencia, está muy cerca de numerosos escenariosdonde, si cualquiera de ellos hubiera leído sus novelas deEl laberinto mágico, podría saber muchas de las cosas quesucedieron en su propia ciudad. Es una constante la quejapor la falta de interés sobre el pasado más inmediato.

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El amplio abanico de personas que aparece en La gallina cie-

ga es un verdadero friso de la sociedad española del mo-mento, los hombres íntegros, los políticos corruptos, la ju-ventud sin ideales, “los que tienen de 30 a 50 años, gordos,suficientes, satisfechos, se duermen poniendo sentido hu-

mano en sus palabras.” (GC340). Con el tiempo su lecturaha servido para observar en la literatura posterior gran par-te de este legado que supone el libro de Max Aub. OfeliaFerrán relaciona el desencanto y la rendición de los anti-guos republicanos con la novela Los viejos amigos de RafaelChirbes17, donde pone voz a los pensamientos de todosellos. Lo que Ignacio Soldevila ha llamado “el desvela-miento del proceso de degradación de los vencidos repu-blicanos en el exilio interior”18. Merece la pena ver otrospersonajes de sus novelas relacionados con los que desve-la Aub, y hasta dónde pueden llegar.

En La buena letra, el testimonio de una madre a su hijodescubre a unos personajes que se destruyen o son destrui-dos en la inmediata postguerra y que no consiguen sobre-vivir a ella. Son dos hermanos excombatientes de la GuerraCivil y perdedores que no se adaptan a la nueva España.Ana, esposa de uno ellos le cuenta a su hijo, en primerapersona, la historia de alguien que con desesperación y re-beldía deseaba, fuera como fuera, ser feliz. La novela nosmuestra una persona íntegra y honrada que ve pisoteadotodo por lo que ha luchado y más, cuando su sobrina y esemismo hijo al que le cuenta su vida le sugieren que seríauna buena idea dejar ya su casa para así construir un “edi-ficio de viviendas en el que tendré un piso cómodo y mo-derno”19. La acción se desarrolla en un pueblo valencianocualquiera con nombre Bovra, no muy lejos de otro que sellama Misent, escenario de la novela Crematorio del mismoescritor. En esta ya, prácticamente todos los personajes queaparecen son corruptos de acción o moralmente, o ambascosas. La especulación inmobiliaria y la corrupción son losprotagonistas de la novela. En la orilla, su último libro pu-blicado, el escritor se adentra ya en la crisis actual20.

Sin embargo, frente a estos últimos personajes, MaxAub ha ido mostrando otros en los que destaca su decen-cia, dignidad y honradez. Cuando está con DámasoAlonso, al evocar los nombres de poetas de su generacióny su obra poética dice “Todo esto nos une y por eso escriboeste libro para que sepan –un poco- lo que fuimos. No por-

que sois grandes poetas Jorge, Federico, Rafael, tú, Vicente,Luis, sino porque somos –todavía- personas decentes”(GC412). O cuando recuerda, mientras da un paseo por elRetiro, a Enrique Díaz-Canedo y a José Moreno Villa, ydestaca no sus conocimientos humanísticos u obras litera-rias, sino su dignidad, “¿Dónde están los que hoy se lespueden comparar? No en talento –debe haberlos-, no ensaber –seguramente los hay- sino en dignidad que no hicie-ra demasiada excepción, en hombría, en naturalidad, enentrega sin más –sin miedo- a sus naturales ocupaciones.“(GC388). O el emocionante encuentro con el que fueracompañero suyo en el campo de Vernet en Francia, y su-perviviente de Mauthausen, su terrible y lúcido testimonio,su profundo desencanto de la vida. Todos ellos son ciuda-danos que representan una forma de pensar y de compor-tarse que Max Aub echa de menos.

En 1971 publica un discurso ficticio El teatro sacado a la

luz de las tinieblas de nuestro tiempo para el acto de recepciónen la Academia de la Lengua, en 1956. Max Aub es directordel Teatro Nacional desde 1940, la Guerra Civil no ha exis-tido, y frente a él tiene a otros insignes académicos a los quese dirige “¿Qué no debéis a Valle-Inclán, aquí presentes,Federico García Lorca, Pedro Salinas, Jorge Guillén, LuisCernuda, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, DámasoAlon so, Juan Chabás y a los “individuos”21 más jóvenes delos que me oís, Camilo José Cela y Miguel Delibes?”,Miguel Hernández aún no tiene los cincuenta años, estánpresentes otros muchos escritores e intelectuales, más los

17.- FERRÁN, O. “El destierro y el destiempo del exilio en Max Aub: entre “pasado que no fue…[y] un futuro imposible.”, en AZNARSOLER, M. (Ed.) Escritores, editoriales y Revistas del Exilio Republicano de 1939. Biblioteca del Exilio, Editorial Renacimiento, 2006, pp201, 212, nota 15.

18.- SOLDEVILA, I. “La obra narrativa de Juan Marsé como objeto de estudio y de polémica: a propósito del libro de Samuel Amell,“La narrativa de Juan Marsé”. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes. 2011.

19.- CHIRBES, R. La buena letra. Barcelona, Anagrama, 2009.

20.- La palabra carroña aparece en la última frase de Crematorio, y al principio de la novela En la orilla. Es curioso, quizá sea pura casua-lidad, pero al principio de la novela de Juan Marsé, El embrujo de Shanghai, el maravilloso personaje llamado capitán Blay huele al-go raro en la calle y dice: “Y tan desdichada carroña está en la calle, se nota.”

21.- AUB, M. “El teatro sacado a la luz de las tinieblas de nuestro tiempo”, en Escritos sobre el exilio. Edición, selección y presentación deManuel Aznar Soler. Biblioteca del Exilio, Editorial Renacimiento, 2008, p337. IS

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que aparecen en el discurso dedicado al teatro en España,un país en paz consigo mismo donde el exilio nunca haexistido. En este discurso ahora son ellos los que están ensu mundo imaginario, que, como ya se dijo, es también sumundo real. Tenía razón su sobrino, Max Aub sigue inmer-so en su tiempo, tanto que imagina la España que tendríaque haber existido donde todos están ahí todavía, tuvo queinventarla. Sigue viendo con los ojos de entonces22. Para él,si esta España hubiera existido no sería perfecta, pero se-gún dijo, se hubiera vivido “más hondo” (GC379). Se con-firma que “del exilio no se vuelve nunca porque no hay lu-gar al que volver, el lugar se ha hecho tiempo”23 como bienescribió Jordi Gracia. La gallina ciega es un amargo testimo-nio de que nada queda24 y el discurso académico es un úl-timo intento de recobrar lo perdido, pero se diluye como sifuera humo terminada la lectura.

Bibliografía

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22.- “Todo tiene evidentemente cincuenta años más, medio siglo como yo. Yo no; lo veo como los ojos de entonces.”(GC186)

23.- GRACIA, J. La resistencia silenciosa. Fascismo y cultura en España. Barcelona, Anagrama, 2004, p. 157.

24.- Véase nota 9.ISBN

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