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COMUNICACIÓN ORAL Al integrarse los niños y niñas a una comunidad educativa, progresivamente expanden sus funciones lingüísticas, dado que ésta le exige darse a conocer tanto con sus pares, como con las educadoras a su cargo. Las diferentes situaciones comunicativas y contextos, incitan y propician el uso del habla en distintos niveles, ya sea formal o informal y en diferentes jerarquías dependiendo de sus interlocutores, de esta manera, van adquiriendo nuevas y más complejas formas. El desarrollo del lenguaje dependerá entonces, en gran medida del modelo que le proporcionen los adultos cercanos (padres, educadoras, etc.) es por eso fundamental como educadoras, plantearse de manera conciente e intencionada la utilización del leguaje desde la perspectiva pedagógica, asumiendo todo momento como una instancia educativa. El aprendizaje de la lengua materna es un proceso que se da en forma espontánea en los seres humanos. Las educadoras, sin embargo, deben intencionar una intervención educativa para fortalecer y expandirla, asumiendo un rol de mediador efectivo (Feuerstein). Este planteamiento propone que todo ser humano es modificable, sólo hace falta que exista una interacción activa entre el individuo y las fuentes de estimulación. Los niños y niñas no sólo se desarrollan gracias a su componente genético o maduración del organismo, sino gracias a los intercambios que hace constantemente con su entorno, es decir es el resultado combinado de la exposición directa al mundo y lo que llamamos experiencia de aprendizaje mediado. Respondiendo a los estímulos el niño y la niña se estructura, se adapta y asimila aprendizajes dependiendo del estímulo que recibe, su frecuencia, su pertinencia, etc. Entonces, el papel del mediador consiste en intervenir este proceso, proporcionando primeramente a los niños y niñas un ambiente afectivo que les permita expresarse con confianza ante un interlocutor que lo escucha atentamente, lo comprende y le manifiesta su interés en la comunicación que establecen. La mediación efectiva implica además ordenar, enmarcar, sistematizar los estímulos, de manera que los niños y niñas puedan focalizar su atención, para favorecer sus descubrimientos frente al lenguaje. El niño y la niña aprende algo sólo cuando es capaz de de atribuirle significado, dependiendo de sus capacidades, experiencias previas y sus estructuras cognitivas. Por ende las diversas modalidades del lenguaje tales como escuchar, hablar, leer y escribir, sólo se desarrollan a través de compartir significados. Desde esta perspectiva, adquiere preponderancia la selección de experiencias que la educadora ofrezca a sus alumnos(as), ya que al asumir su rol de mediador debe favorecer la satisfacción de sus necesidades, intereses y propósitos a través del

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Page 1: Material complementario taller i_theatre

COMUNICACIÓN ORAL

Al integrarse los niños y niñas a una comunidad educativa, progresivamente expanden sus funciones lingüísticas, dado que ésta le exige darse a conocer tanto con sus pares, como con las educadoras a su cargo. Las diferentes situaciones comunicativas y contextos, incitan y propician el uso del habla en distintos niveles, ya sea formal o informal y en diferentes jerarquías dependiendo de sus interlocutores, de esta manera, van adquiriendo nuevas y más complejas formas. El desarrollo del lenguaje dependerá entonces, en gran medida del modelo que le proporcionen los adultos cercanos (padres, educadoras, etc.) es por eso fundamental como educadoras, plantearse de manera conciente e intencionada la utilización del leguaje desde la perspectiva pedagógica, asumiendo todo momento como una instancia educativa.

El aprendizaje de la lengua materna es un proceso que se da en forma espontánea en los seres humanos. Las educadoras, sin embargo, deben intencionar una intervención educativa para fortalecer y expandirla, asumiendo un rol de mediador efectivo (Feuerstein). Este planteamiento propone que todo ser humano es modificable, sólo hace falta que exista una interacción activa entre el individuo y las fuentes de estimulación. Los niños y niñas no sólo se desarrollan gracias a su componente genético o maduración del organismo, sino gracias a los intercambios que hace constantemente con su entorno, es decir es el resultado combinado de la exposición directa al mundo y lo que llamamos experiencia de aprendizaje mediado. Respondiendo a los estímulos el niño y la niña se estructura, se adapta y asimila aprendizajes dependiendo del estímulo que recibe, su frecuencia, su pertinencia, etc. Entonces, el papel del mediador consiste en intervenir este proceso, proporcionando primeramente a los niños y niñas un ambiente afectivo que les permita expresarse con confianza ante un interlocutor que lo escucha atentamente, lo comprende y le manifiesta su interés en la comunicación que establecen. La mediación efectiva implica además ordenar, enmarcar, sistematizar los estímulos, de manera que los niños y niñas puedan focalizar su atención, para favorecer sus descubrimientos frente al lenguaje.

El niño y la niña aprende algo sólo cuando es capaz de de atribuirle significado, dependiendo de sus capacidades, experiencias previas y sus estructuras cognitivas. Por ende las diversas modalidades del lenguaje tales como escuchar, hablar, leer y escribir, sólo se desarrollan a través de compartir significados. Desde esta perspectiva, adquiere preponderancia la selección de experiencias que la educadora ofrezca a sus alumnos(as), ya que al asumir su rol de mediador debe favorecer la satisfacción de sus necesidades, intereses y propósitos a través del lenguaje, propiciando el desarrollo de la inteligencia lingüística (Gardner) procurando la instalación de capacidades y habilidades verbales, ya sean de expresión, comprensión y reflexión oral y escrita.

La apropiación de competencias lingüísticas exige que la educadora considere en cada situación de aprendizaje las experiencias y aprendizajes previos de sus niños y niñas, con el fin de identificar un punto de inicio sobre el cual articular los nuevos conocimientos. Es fundamental incorporar situaciones activas que permitan una aproximación al conocimiento de manera vivencial que promuevan en el niño y la niña realizar aprendizajes significativos, dado que el lenguaje pertenece a su vida real y que tiene significado en la medida que constituye un medio para percibir y actuar sobre el mundo.

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Es a través del lenguaje oral tanto expresivo como comprensivo que el niño y la niña adquiere la significancia de las palabras y la naturaleza sonora, es decir que éstas están formadas por sonidos individuales, que debe distinguir como unidades separadas y que suceden en un orden temporal que más tarde le favorecerá para el aprendizaje de la lectura y escritura. El dominio del lenguaje oral facilitará en el niño y la niña integrar las significaciones del lenguaje escrito refiriéndolas a las palabras y a los fonemas del lenguaje hablado que le sirven como soporte.

El desarrollo de la conciencia fonológica en los niños y niñas, les permite reconocer que algunas palabras pueden rimar, que hay palabras más cortas y palabras más largas, que la mayoría de ellas pueden separarse en sílabas (aunque no conozcan el significado de la palabra sílaba), que pueden comenzar y finalizar con un mismo sonido, que están compuestas de sonidos (fonemas) que pueden ser manipulados para crear nuevas palabras. La habilidad de poder reconocer, distinguir y manipular los sonidos que componen el lenguaje, es decir, la conciencia fonológica se desarrolla con el ejercicio. Esta capacidad cognitiva, como cualquier otra destreza de lectoescritura temprana, no es adquirida por los niños en forma espontánea o automática. Es importante que la propuesta didáctica en la que esté enmarcado su aprendizaje se desarrolle en un ámbito alfabetizador y que siga una determinada secuencia, a modo de “escalera” por la cual los niños van subiendo a medida que avanzan desde una comprensión limitada hacia otra mucho más profunda de cómo funcionan los sonidos dentro de las palabras.

El desarrollo de la conciencia fonológica en niños pequeños no sólo favorece la comprensión de las relaciones entre fonemas y grafemas, sino que les posibilita descubrir con mayor facilidad cómo los sonidos actúan o se “comportan” dentro de las palabras. Es importante considerar el desarrollo de esta capacidad cognitiva como un paso previo imprescindible antes de comenzar la enseñanza de la lectoescritura.

Desarrollo psicolingüístico en los primeros años (0-5años)

En la evolución del lenguaje podemos considerar dos etapas diferenciadas: una prelingüística y otra lingüística o verbal. En un principio, el niño/a se comunica por movimientos y gestos, con la finalidad de atraer la atención, lograr una respuesta o manifestar una conducta. Pronto, antes de que pueda emitir las primeras palabras, comienza a comprender el lenguaje de los adultos cuando se dirigen a él. Poco a poco, manifiesta interés por reproducir los sonidos que oye, es la etapa de los laleos o balbuceos en que el niño/a emite silabas en un estado placentero (parloteo).

Etapa lingüística o verbal

En esta etapa, el niño/a dispone ya de un lenguaje bastante comprensible que irá ampliándose paulatinamente. Realmente comienza a finales del segundo año. Diferencia los fonemas, aunque con alguna dificultad, la ecolalia o emisión de las sílabas finales de cada palabra desaparece, aunque en momentos de tensión puede volver a aparecer; asocia palabras oídas con objetos que le rodean, inventa palabras nuevas cuando tiene dificultad para articular una en concreto.

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Milagrosa Serrano González Logopeda EOE Bajo Guadalguivir II

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Esquema de progresión cronológica de Actividades del Lenguaje

MONFORT Y JUÁREZ (1989). El niño que habla. El lenguaje oral en el Preescolar. Madrid: CEPE