mateos,juan-sacerdote y caudillo 1 1902

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    \

    SACERDOTE Y

    CAUDILLO

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    \

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    Pase

    el

    seor

    caballero,

    respondi

    Ana

    Mara,

    llena

    de rubor ante

    la

    mirada

    de

    fuego

    de

    Don

    Cristbal.

    Pdg.

    8.

    SACERDOTE

    Y

    CAUDILLO.

  • 7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902

    9/475

    SACERDOTE

    Y

    CAUDILLO

    Memorias

    de

    la

    Insurreccin

    NOVEL

    HISTRICA

    ttEXICflN

    Juan

    tC

    fl\afeos

    Novsima

    Edicin

    ilustrada

    por

    esplndidos

    fotograbados

    CASAS

    EDITORIALES

    MAUCCI

    HERMANOS

    y

    MAUCCI

    HERM.

    03

    HIJOS

    MXICO

    (Ciudad)

    I

    BUENOS

    AIRES

    Cuatis

    de

    Tacaba

    N.

    40.

    '

    Calle

    Rlvadavla, I43S

  • 7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902

    10/475

    Esta

    obra

    est

    absolutamente

    igual

    al

    original

    que

    yo

    escrib.

    Mxico,

    Agosto de

    1902.

    JUAN

    A.

    MATEOS.

  • 7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902

    11/475

    Irjtroduccif}

    La

    primera

    pgina.

    I.

    Hace

    ms

    de

    un

    siglo

    que

    en

    la

    Provincia

    de

    Guanajuato

    y

    hacia

    las

    llanuras

    bellsimas

    de

    Pnjamo

    en cuyos

    lmites

    serpentean

    las

    tras-

    parentes

    aguas

    del

    Turbio

    deshacindose

    en

    olas

    cristalinas

    que

    riegan

    las

    mrgenes

    floridas,

    en el

    lujo

    de una

    naturaleza salvaje

    y

    exhube-

    rante,

    se

    extendan

    en

    aquella

    poca

    los pintorescos

    caseros

    cuyos

    nombres

    slo

    conserva

    la

    tradicin.

    Al

    sur

    de

    la

    hacienda

    llamada

    Casco de

    Corralejo, entre

    la

    margen

    oriental

    del

    Turbio,

    y

    la

    ahacienda

    de Ouitzeo

    de

    los Naran-

    jos,

    exista el

    rancho

    de San

    Vicente.

    Un

    viejo

    y

    honrado

    campesino

    llamado

    Antonio

    Gallaga era el dueo

    de

    aquella

    ranchera,

    y

    en

    ella haban

    nacido

    tres

    hermosas

    nias,

    una

    de

    las

    cuales

    era sobrina

    de D.

    Antonio.

    Por

    aquellos

    tiempos

    se

    haca

    clebre

    por

    su

    lujo

    y

    ostentacin,

    D.

    Cristbal

    Hidalgo

    y

    Costilla,

    joven

    mexicano,

    que

    despus

    de

    una vida

    borrascosa

    en

    la capital

    de la

    Colonia,

    se

    haba

    refugiado

    en

    San

    Vicente,

    hacienda

    encargada

    su

    administracin.

    La

    comarca de

    Pnjamo entr

    en movimiento

    con

    la

    llegada

    del

    cortesano,

    y

    las

    diversiones

    se sucedan

    continuamente,

    siendo el

    hroe

    de

    todas ellas Cristbal Hidalgo,

    famoso

    por

    su

    prover-

    bial

    galantera. Las

    viejas

    devotas de Pnjamo

    se ponan

    rezar

    cuando

    Cristbal

    apareca

    con la

    msica

    del pueblo

    armando

    algazara por

    las

    ca-

    lles

    deshoras de

    la

    noche.

    La ronda

    se

    una

    al

    calavera

    y

    su

    carpanta

    de

    amigos,

    y

    el

    alcade

    se

    daba por satisfecho

    con

    que

    gritasen

    sus

    ventanas

    viva

    el

    seor

    alcalde

    viva

    el

    justicia

    de

    Pnjamo

    viva la

    seora

    al-

    caldesa

    La

    alcaldesa

    sacaba algunas

    botellas

    de

    Jerez,

    Cristbal

    le

    di-

    riga

    una

    arenga

    y

    segua la

    jarana

    hasta

    el

    amanecer,

    en que toda

    aquella

    multitud se

    santiguaba

    devotamente al

    oir

    el

    toque del

    Ave

    Mara.

    Hidalgo

    era rico

    y

    muy

    guapo,

    lo

    que traa

    inquieto

    al

    sexo

    her-

    moso

    de

    la

    comarca,

    que

    fuer

    de

    historiadores

    decimos

    que

    era encan-

    tador, porque la

    provincia

    de Guanajuato

    ha

    sido

    siempre

    ms

    rica

    en

    la

    belleza

    espiritual

    de

    sus

    hijas,

    que en

    el oro

    de

    sus entraas.

    Cristbal,

    como

    era

    natural,

    amaba

    todas

    las muchachas,

    que

    se

    manifestaban

    des-

    confiadas

    con el

    carcter

    voluble

    del

    galanteador.

    Los

    amigos

    del

    nueve

  • 7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902

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    c

    JUAN

    A.

    MATEOS

    D.

    Juan,

    aseguraban

    que

    tena

    una

    novia

    en

    cada rancho

    y

    que

    si

    no

    fuera

    cristiano

    tan

    conocido

    pasara por

    un

    sectario

    de

    M

    ahorna.

    Punto

    de

    honor

    se

    hizo

    en

    Pnjamo

    y

    sus

    alrededores

    la

    conquista

    de

    aquel

    corazn,

    que

    viraba

    cada

    soplo

    de

    viento,

    es

    decir,

    cada

    mi-

    rada

    de

    unos

    ojos

    hmedos

    y

    abrillantados. Cuando en un baile

    se vea

    Cristbal

    apasionado,

    rendido,

    y

    haciendo

    ms

    protestas que

    un

    re-

    lapso

    dolante

    de

    la

    hoguera,

    todos

    movan

    la

    cabeza

    en

    son

    de

    duda

    y

    compadecan

    l*

    paloma

    que

    se

    renda

    al amor violento

    de

    sus

    amores.

    Ya

    el

    seo*

    Cura

    haba

    reido

    en el

    confesionario

    varias

    nias

    que

    en

    medio

    de

    suspiros

    y

    puntos

    suspensivos, confesaban

    estar

    flechadas

    por

    las

    palabras

    insinuantes

    del

    joven

    calavera;

    pero

    la

    voz

    del

    seor

    cura

    se

    alzaba

    hasta las

    bvedas de

    la iglesia

    (que

    en

    tela de verdad

    no

    estaban

    muy

    altas)

    cuando

    alguna

    jamona

    refera

    algo

    que haca electri-

    zar

    al

    prroco,

    siempre

    con

    referencia

    Don

    Cristbal:

    poco

    despus

    se

    las

    vea

    puestas

    en

    cruz,

    cumplir

    la

    penitencia.

    Haba

    algunas

    sentenciadas

    entrar de

    rodillas

    .al

    templo,

    y

    otras

    darse

    tres

    cuatro

    docenas

    de disciplinazos, por haber

    tenido

    pensa-

    mientos

    obtusos.

    Las

    muchachas

    ponan

    en

    juego

    todos

    sus

    encantos

    para

    atraerse

    Cristbal,

    que

    consumaba

    desercin

    la

    hora

    en

    que la

    situacin

    se

    haca

    difcil

    y

    sacaba

    el

    cuello al

    lazo

    matrimonial

    con

    un

    tacto exquisito.

    Aquella

    tempestad

    deba

    parar en

    catstrofe,

    y

    la

    nave

    del solterismo,

    rota

    y

    despedazada,

    tendra

    que

    pedir

    socorro

    para

    llegar

    al puerto.

    Ocurrisele

    Cristbal

    anunciar

    que

    estaba

    dispuesto

    contraer

    matrimonio

    con

    una

    hija de la

    comarca,

    y

    que su enlace

    lo

    verificara

    luego

    que

    tuviese

    novia.

    Este

    edicto

    fu

    publicado

    por

    las trompas

    de

    la fama,

    es

    decir,

    por

    todos

    los

    habladores

    del

    pueblo,

    amigos

    y

    enemigos

    de

    Don

    Cristbal.

    Caonazo

    de

    leva fu aquella

    noticia, todo el

    sexo hermoso

    se

    puso

    en

    tren

    de

    batalla, los

    enamorados ordenaron

    reclusin

    sus

    novias,

    que

    no

    dejaron

    por

    eso

    de

    asomarse

    sus

    ventanas

    y

    concurrir

    misa

    mayor,

    compuestas

    como

    un

    veintisiete.

    Cristbal

    era

    un buen

    .partido

    por

    su

    honradez,

    y

    sobre

    todo

    por su

    riqueza.

    Parse

    el

    joven

    en la

    puerta

    del

    templo

    un

    domingo

    la

    hora

    de

    la

    misa

    mayor, entre

    el

    crculo de sus amigos,

    y

    comenz

    decir

    sotto

    voce

    cada muchacha

    que pasaba

    los sagrados umbrales

    Esa

    me

    conviene, tiene) los pis pequeos

    como

    los

    de

    una

    mosca.

    No, esta es

    ms

    hermosa,

    sus ojos son

    dos

    soles.

    No,

    no, no, esta, esta, esta

    s que ser mi novia, la

    cintura

    es

    de

    avispa.

    Me

    decido

    por

    esta

    otra,

    jqu

    cutis

    tan

    hermoso

    Esta

    s,

    que

    s,

    la

    dentadura

    me ha dejado

    medio

    muerto.

    No,

    me

    arrepiento,

    no haba

    visto

    esta

    con los

    brazos

    redondos

    como

    unos

    bolillos

    y

    blancos

    como

    una

    azucena.

    Seores

    j

    seores

    es

    negocio concluido:

    ha

    llegado

    la

    reina;

    pero no, la otra,

    no, no, esa,

    aquella,

    la

    de

    ms

    all...

    est visto,

    todas

    me

    gustan,

    soy muy desgraciado

    Cristbal tena

    razn;

    la hora

    de

    escoger, las

    excluidas

    parecen

    siempre

    las

    ms

    hermosas;

    no

    haba

    remedio^

    la

    casualidad

    decidira

    aquel

    problema.

  • 7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902

    13/475

    7

    n.

    Don

    Antonio

    Gallaga

    preparaba

    al

    joven

    un

    gran

    convite

    en

    San

    Vicente,

    sus

    hijas

    tenan

    deseos

    vehementes de

    conocer

    Cristbal,

    cuya

    fama

    haba

    llegado

    hasta

    el

    casero,

    en

    boca de las

    viejas

    que

    acarreaban

    chismes

    semanariamente.

    La

    sobrina

    de

    Don

    Antonio,

    llamada

    Ana

    Mara, aunque

    era

    muy

    considerada,

    se

    le

    tena como

    hurfana,

    y

    en

    esa

    situacin,

    se

    le

    destin

    servir

    las

    viandas

    la

    hora

    solemne

    de

    la

    comida.

    Desdo

    muy

    temprano

    las

    jvenes amas se

    pusieron de

    perilla

    en

    pendn,

    acumulando

    sobre su

    personalidad

    cuantos

    adornos

    y

    composturas

    tuvieron

    mano

    y

    que

    enviaron

    buscar

    la

    nica

    tienda

    de

    Pnjamo.

    Cuando

    sali

    el

    sol

    ya

    las

    hijas

    de

    Gallaga

    no

    tenan

    un solo objeto

    de

    compostura

    que

    no

    estuviese

    en

    su

    tocado.

    Mucho haba costado

    Don

    Antonio

    comprar

    las

    telas

    venidas

    en

    la

    Nao de China

    para vestir

    sus

    hijas,

    los

    zapatos

    de

    palillo

    eran

    carsimos por

    la

    escasez

    de ar-

    tistas,

    sobre

    todo

    en

    aquellos

    lugares;

    pero

    al

    fin,

    las

    nias estaban

    hechas

    unas

    cortesanas.

    Eran

    las

    seis de

    la

    maana

    y

    no

    se

    divisaba an

    en

    el

    camino

    pasajero

    ilguno

    ni

    cabalgata

    que

    revelase

    la

    aproximacin

    del

    convidado.

    Las

    hijas

    de

    Gallaga

    se

    suban

    de

    continuo

    la

    azotea

    riesgo

    de

    despeinarse

    extropear

    sus

    vestidos, para

    a

    divisar

    si

    era

    ya

    llegada

    la

    hora:

    exasperadas con

    tanta dilacin, enviaron

    un criado por

    noti-

    cias

    y

    se

    sentaron al

    estrado

    para

    que

    Don

    Cristbal

    las encontrase

    de

    toda

    ceremonia.

    Ana

    Mara

    sali

    de

    la casa

    y

    se

    dirigi

    un

    arroyo,

    donde

    lav

    las

    madejas

    profusas

    de su

    cabello

    y

    sumergi

    repetidas

    veces

    su

    rostro an-

    gelical,

    que

    tom con las

    linfas,

    la

    frescura

    de

    las rosas. Lav

    sus brazos

    torneados,

    y

    despus,

    poniendo

    en

    el

    declive

    del

    terreno

    sus pies desnudos,

    breves

    y

    delicados, corri el

    agua

    sobre ellos,

    azotando

    dulcemente

    aquel

    alabastro

    surcado

    de

    venas

    azules

    y

    apagadas.

    Sombrese

    despus bajo

    los rboles del pequeo

    bosque,

    ensortijse

    su

    cabello en

    una

    cascada

    de bano, que caa

    sobre

    sa

    espalda,

    esparcida

    por el

    viento pursimo

    de la maana.

    Calzse un

    zagalejo

    encarnado

    como

    las

    flores

    de la

    maravilla,

    puso al

    cuello

    una

    ensarta

    triple

    de

    corales

    rojos

    como sus labios,

    asomse

    un

    remanso,

    donde

    apareci

    su

    bellsima

    imagen,

    se

    contempl un

    istante,

    y

    sonriendo

    con

    esa

    coquetera

    que

    acompaa

    la

    mujer

    al despertar

    sus

    primeros

    sueos,

    se

    alej

    llevando

    unas rosas

    que

    cort

    su

    paso.

    III.

    No

    haba

    llegado

    an la joven

    la

    puerta

    de la

    casa, cuando

    un

    ro ncl

    de

    caballos

    se

    dej

    ver

    en el

    sendero

    que

    conduca

    la

    entrada

    de

    la finca. Parse Ana

    Mara llevada

    por

    la

    curiosidad,

    cuando

    se

    adelant

    un

    jinete

    en

    un

    soberbio

    caballo

    enjaezado

    primorosamente,

    y

    que

    salpi-

  • 7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902

    14/475

    8

    JUAN

    A.

    MATEOS

    cando grumos de

    espuma

    manifestada

    lo

    arrogante de su

    ley.

    Echse

    abajo

    el

    jinete,

    y

    dirigindose

    la

    joven

    con la

    mayor

    galantera

    la

    dijo:

    Es

    esta la casa de

    D. Antonio

    Gallaga?

    Pase el

    seor caballero,

    respondi

    Ana

    Mara

    llena

    de

    rubor ante

    la

    mirada

    de

    fuego

    de D.

    Cristbal.

    Ser

    usted

    acaso una

    de las

    personas

    de

    su

    familia?

    S,

    seor,

    su sobrina.

    No en

    vano tiene

    usted

    esos

    ojos

    como dos

    luceros

    y

    esa

    frente

    blanca

    como la rosa

    que

    lleva

    en

    su

    primorosa mano.

    Ana

    Mara

    se

    estremeci

    al

    escuchar

    aquel lenguaje desconocido

    hasta

    entonces,

    un

    temblor interior agit sus

    formas

    delicadas

    y

    la

    rosa

    se

    le

    escap de entre

    los

    dedos.

    D. Cristbal

    se

    arroj

    sobre

    la rosa

    como

    el

    primer

    despojo

    de

    aquel

    encuentro.

    El

    calavera

    se

    haba impresionado terriblemente de

    aquel conjunto

    de

    belleza

    y

    espiritualismo

    ;

    un

    rostro

    pursimo,

    baado de

    una

    apacible

    melancola,

    unos

    ojos negros

    como

    la

    noche, de

    donde

    se

    desprenda

    un

    rayo

    siempre

    tmido como

    las

    rfagas crepusculares; una

    boca

    como

    la flor del

    granado,

    y

    aromtica como

    el

    capullo

    de

    la

    azucena;

    una

    frente

    ovalada

    como

    la

    de

    los

    ngeles:

    la

    cabellera negra

    y

    ensortijada,

    la

    cintura breve,

    y

    la apostura

    recogida

    y

    majestuosa.

    Ana

    Mara

    hablaba con dulzura, aquella voz

    era

    la

    del

    zenzontle.

    La

    infeliz

    trtola

    senta

    en

    su

    corazn

    agitado

    Im

    primeros

    sntomas

    del amor,

    una

    vaga

    ansiedad la devoraba,

    S

    labio

    estaba seco

    y

    sus

    ojos

    resplandecientes.

    Cuando el galn recogi

    la flor

    y

    la

    puso

    en

    una

    de

    las

    agujetas

    de

    plata

    de su

    elegante

    cotona,

    Ana

    IMara

    comprendi

    el lenguaje de

    la

    flores, aquella

    flor

    hablaba

    su

    corazn

    con el idioma

    de

    las

    ilusiones.

    Toda

    esta escena pas momentneamente,

    los

    amigos

    de D.

    Cristbal

    llegaron

    la

    casa

    cuando

    ya

    Ana

    se haba entrado

    dar

    parte

    la

    familia.

    D.

    Antonio

    Gallaga acudi al

    momento,

    los criados

    de la

    c

    ranche-

    ra

    tomaron

    los

    caballos

    y

    comenzaron

    pasearlos

    la sombra,

    mien-

    tras

    que

    D.

    Cristbal

    y

    sus amigos

    eran recibidos

    con

    esa

    lujosa osten-

    tacin

    que

    se

    acostumbraba

    en aquel

    entonces

    en que el

    dinero

    sobraba,

    y

    ms

    an, la

    gana

    de

    derrocharle.

    D.

    Antonio

    present

    sus

    dos

    hijas,

    que como

    ya

    hemos

    dicho,

    estaban

    perfectamente

    puestas

    la

    usanza

    de la

    corte.

    La

    msica

    de Pnjamo

    tocaba

    sonatas

    alegres,

    y

    un

    barullo

    espan-

    toso

    se

    dejaba

    oir

    en

    toda

    la

    finca.

    Sirvise

    un

    almuerzo

    esplndido,

    no

    sin

    preceder

    unas

    copas

    de cataln

    y

    unas

    puchas

    para abrir

    boca.

    X).

    Cristbal

    galante

    las

    seoritas

    mientras

    no

    lleg

    la

    hora

    del

    almuerzo,

    en

    que

    toda

    su. atencin

    se

    hallaba-

    absorta

    en el

    rostro

    ange-

    lical

    le

    Ana

    Mara,

    que

    se

    esmeraba

    en

    el servicio

    de

    la

    mesa.

    La

    joven

    no levant

    la

    vista para

    fijarla

    en

    D.

    Cristbal,

    ese

    era

    precisamente el

    primer

    sntoma

    de

    la enfermedad

    que

    se

    desarrollaba

    en

    su

    corazn.

    Los

    brindis

    se sucedieron,

    las

    protestas

    de

    amistad

    franca

    y

    de simpatas

    se

    prodigaron,

    y

    el

    joven

    de

    las

    aventuras

    cautiv

    aquella

    familia con

    su

    exquisito

    trato.

    En

    una

    de las

    veces

    que

    Ana

    se

    acerc

    al caballero,

    ste

    le

    dijo

    al

    odo:

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    JUAN

    A.

    MATEOS

    V.

    D.

    Cristbal

    lleg

    su

    hacienda en

    completa

    desmoralizacin;

    los

    ojos

    de

    Ana lo

    tenan

    deslumbrado,

    era

    un

    hombre

    perdido

    en

    el

    mundo

    del

    solterismo.

    Y

    no

    ha

    de ser

    gritaba

    ei

    calavera,

    como

    si

    alguien

    le dirigiese

    la

    palabra.

    Este

    Cristbal est

    loco, le

    deca

    uno

    de sus

    amigos,

    los

    zapatos

    de

    palillos,

    los

    encajes

    y

    los

    chiqueadores

    de las

    muchachas

    le

    traen

    per-

    dido.

    j

    Qu

    palillos,

    ni

    qu

    demonios

    Y sabes

    querido,

    que

    la

    primita

    me

    ha petado

    de lo

    lindo?

    i

    Qu

    primita

    ?

    Brbaro

    la

    que

    serva

    la

    mesa.

    No

    es

    fea

    la

    muchacha.

    Cmo

    se

    entiende

    ?

    es

    de lo ms

    hermoso

    que

    h

    visto.

    Vean

    ustedes

    al

    socarrn de D.

    Antonio

    lo

    que tena

    ,

    guardado

    en su

    casa,

    y

    el

    muy bribn

    se

    estaba

    callado

    Conque

    les

    parece

    ustedes hermosa

    esa

    joven?

    i

    Secreto

    voces

    ?

    No,

    va de

    serio.

    Entonces

    lo

    contaremos

    todo el mundo.

    j

    Cuando

    digo

    que

    es

    negocio

    grave

    Escuchemos,

    porque eso

    de

    agrave

    es

    verdaderamente

    grave

    cuando

    se

    trata del

    buen Cristbal.

    Silencio

    Pues,

    seores,

    estoy

    enamorado

    de remate.

    Los

    amigos

    se

    echaron

    rer como unos

    desesperados.

    Van

    ustedes

    admirarse.

    -Dentro

    de ocho das...

    me caso.

    Nueva

    salva

    de carcaj adas

    y

    de

    palmoteos.

    Lo

    dicho,

    seores,

    esclam

    Cristbal levantndose,

    dentro

    de

    ocho

    das me

    caso

    con Ana

    Mara.

    I

    Luego

    no es broma?

    No,

    no lo es,

    esa

    pobre nia me

    ha simpatizado,

    ya

    la

    vieron

    ustedes,

    cun

    humillada,

    perteneciendo

    la

    familia

    de

    D.

    Antonio,

    ha-

    ciendo

    oficios

    de criada

    j

    pobre

    hurfana

    lo mas

    horrible

    que hay

    en

    este

    mundo

    es

    no

    tener

    padres...

    ya ven usted

    el.

    caso

    no

    es para broma,

    sera un

    crimen burlarse

    de

    la

    inocencia

    y

    de

    la desgracia....

    palabra

    de

    honor,

    dentro

    de

    ocho

    das...

    y

    quedan ustedes

    convidados

    mis

    bodas

    con

    Ana

    Mara.

    Este era

    uno

    de tantos

    rasgos

    como

    tienen

    esos

    corazones

    que

    se

    creen

    gastados

    en

    la

    tormenta

    de

    la

    vida,

    y

    que

    conservan

    an

    la

    pu-

    reza

    primitiva

    de sus impresiones,

    desarrollada ante

    los

    grandes

    espect-

    culos

    de

    la

    humanidad

    que sufre.

    VI.

    Desde aquel

    da,

    la

    hora que

    sanaba

    el

    toque de

    oraciones,

    se des-

    prendan

    de

    Corralfjjo

    dos

    jinetes

    armados,

    que

    atravesando

    la

    llanura,

    llegaban

    al

    bosque de

    San

    Vicentes.

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    JUAN

    A.

    MATEOS

    ternidad,

    smbolo

    triunfante

    que

    ge

    paseara

    por todas las

    zonas,

    salu-

    dado

    por

    todos

    los pueblos

    y

    aclamado

    por

    las generaciones, rbitras

    del

    porvenir.

    Los

    Capetos

    haban

    subido

    al

    cadalso,

    pesando

    en la

    terrible

    hora

    del

    juicio

    el

    voto

    del

    clero francs.

    La

    guillotina

    haba

    decapitado

    la

    nobleza:

    el

    pueblo

    se

    vengaba

    de

    tantos

    siglos

    de

    opresin,

    y

    ejecutaba

    Luis

    XIV

    y

    sus antecesores en

    el

    infortunado

    Luis XVI.

    La

    repblica,

    amagada

    por la Europa entera

    en

    la

    nefanda liga

    de

    las

    tiranas

    armadas,

    y

    contando

    en

    su

    seno con

    el

    germen

    de

    la reaccin

    que

    comenzaba

    aparecer,

    se

    sacudi del sopor revolucionario,

    rugi

    como una

    fiera

    herida

    y

    llam

    un

    duelo

    terrible

    al

    continente.

    Asombro

    y

    maravilla, dice un

    historiador,

    caus

    aquel desarrollo de

    actividad

    y

    de energa

    Mientras

    Lyon

    era ametrallada

    y

    sujeta

    Marsella

    y

    rendida

    Toln,

    y

    Caen

    ocupada,

    los vendeanos

    perdan en

    la

    jornada

    de

    Savenay

    sus

    mejores

    jefes

    y

    con

    ellos

    sus ms halageas

    esperanzas.

    Mientras

    los

    girondinos

    y

    los realistas

    apagaban

    con

    su

    propia

    sangre

    la

    guerra

    civil

    que

    haban

    encendido,

    los

    austriacos,

    derrotados

    en

    Hondstchoote,

    Watignies

    y

    Geisberg,

    se

    vean

    obligados

    trasponer

    el

    Sambra,

    y

    los

    ingleses

    se

    retiraban de

    Toln

    ignominiosamente,

    y

    los

    espaoles

    luchaban

    en

    vano por

    forzar la

    barrera

    de

    Perpin para

    propagar

    la

    contra-revolucin.

    Esto en

    la

    primera

    campaa.

    En

    la segunda,

    la repblica

    ya no

    se defenda,

    sino que

    se

    vengaba

    conquistando.

    Pichegru derrota

    Clairfait

    y

    se

    apodera

    de la Holanda; Jourdan

    se

    abre

    en

    la

    batalla

    de Fleurus las

    puertas

    de Coblenza; en

    la frontera

    de

    los Alpes

    clavan

    atrevidos

    el

    estandarte

    republicano

    los

    jvenes

    cons-

    criptos,

    y

    los

    Pirineos

    ven tambin

    arrojar

    los espaoles

    del

    Roselln

    y

    perseguirlos

    dentro

    de

    su

    mismo

    territorio.

    Un

    ao

    haba

    mediado

    solamente

    de la

    agona

    la

    salvacin.

    En

    1793

    la

    Francia

    se

    vea

    hollada

    por

    todas

    las

    naciones:

    en

    1794

    es

    ella

    quien

    pisa con

    sus pies de

    fuego

    la Blgica,

    la

    Holanda,

    el Palatinado,

    el

    Interfluvio

    del

    Rhin

    y

    el

    Meusse,

    los Alpes

    y

    los

    Pirineos ...

    Aquel

    cuadro sombro de

    esa

    revolucin

    que ha

    hecho

    inmortal

    la

    agona

    del

    siglo

    XVIII,

    conmovi

    profundamente

    el

    espritu

    gigante

    del

    rector

    de

    San

    Nicols,

    llevndolo

    hasta

    la exaltacin

    de la locura.

    Cuando

    aquel

    hombre

    se

    encontraba

    frente

    frente

    de

    su

    alma

    arre-

    batada,

    ergua

    sn

    cabeza

    como

    un

    inspirado,

    su

    mirada

    se encenda

    en

    un

    fuego

    sublime,

    y

    en

    su

    labios

    aparecan las

    frases del

    entusiasmo

    y

    de

    la

    elocuencia.

    El

    eclesistico posea

    los

    discursos

    todo3

    de

    los

    convencionales, los

    lea al

    rayo

    de una

    influencia

    desconocida, soaba ver

    el

    tumulto

    de

    aquel

    pueblo

    en

    las

    horas

    solemnes

    de

    la

    revolucin, vea

    Dantn en

    la

    tribuna,

    lanzando

    como

    el Jpiter

    de

    aquella tempestad,

    rayos

    que con-

    fundan

    las cabezas

    de

    sus enemigos.

    Vibraba

    en

    su

    corazn

    el

    acento proftico

    de

    Pnobospierre.

    Le

    pareca

    asistir

    la

    ltima

    noche

    de los

    Girondinos,

    escuchar

    su

    juramento

    y

    verlos

    subir

    al

    cadalso

    con

    toda la

    majestad

    republicana.

    Oa

    el

    rugido

    del

    pueblo

    en

    el

    incesante

    choque

    de

    su

    desbandamiento,

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    18

    i

    -

    JTJAN

    A.

    MATEOS

    crneo

    iba

    hacerse

    transparente,

    acept

    ante

    el

    tribunal

    de

    su con-

    ciencia

    la

    misin

    que

    le

    vena

    de

    lo alto en

    la

    revelacin

    espontnea

    de

    su

    corazn

    y

    de

    su

    mente,

    y

    esper

    con solemne

    majestad

    la

    hora del

    destino.

    Tom

    aquellos

    papeles

    que haba

    acariciado

    durante

    tres aos

    y

    los

    aplic

    la

    flama de

    la

    vela

    ;

    ya

    no los necesitaba,

    de aquella

    noche

    en

    adelante,

    las

    oleadas

    del

    mar

    borrascoso de

    su alma produciran

    fosfo-

    rescencias

    ms

    luminosas.

    Dios

    haba

    descendido

    al

    ser

    privilegiado

    de

    aquel hombre,

    el

    aliento

    de

    Dios

    tornaba

    vivificar al

    barro de la tierra,

    y

    el

    rayo

    de

    la

    Divi-

    nidad

    caa

    plomo

    sobre

    el

    mezquino

    ser

    humano.

    Levantse

    una

    llama que devor

    instantneamente

    aquellas

    pginas,

    extinguindose

    pocos

    momentos, las

    cenizas

    volaron

    en

    tomos

    por

    la

    atmsfera

    y

    la

    obscuridad

    se

    hizo ms

    densa.

    El rector

    de

    San Nicols apoy

    entre sus manos

    su

    frente

    venerada,

    y

    la

    luz

    tenue

    y

    melanclica que luchaba

    con las

    sombras

    de

    la

    estancia,

    se

    entreg

    al

    mundo

    agitado

    de sus

    pensamientos.

    Aquel

    venerable

    sacerdote

    llevaba un

    nombre

    que

    fu

    en

    Amrica

    la

    primera

    palabra

    del siglo

    XIX,

    y

    que

    repetirn siglos

    y

    siglcs

    las

    genera-

    ciones

    del

    porvenir:

    se

    llamaba

    Miguel Hidalgo

    y Costilla.

    CAPITULO

    II.

    Tempestades

    en un

    vaso

    de

    agua,

    .

    Haca

    algunos aos

    que

    el

    estandandarte de

    S.

    M.

    Carlos

    V

    se

    haba

    plantado

    vencedor

    sobre

    la

    arena

    ensangrentada de

    la

    conquista,

    cuando

    el

    ilustrsimo

    Sr.

    D.

    Vasco

    de

    Quiroga, fundador de

    la

    Sagrada Mitra

    de

    Michoacn, estableci, bajo

    la

    advocacin

    de San

    Nicols

    de Mira,

    un

    colegio

    en la ciudad

    de

    Ptzcuaro,

    destinado especialmente

    la

    ins-

    truccin

    de

    indios

    tarascos.

    Posteriormente,

    un

    fraile

    capuchino

    fund otro

    colegio en

    las

    lomas

    chatas

    de

    Guallacareo.

    El

    establecimiento

    fu

    bautizado

    con

    el

    nombre

    de

    Colprin

    df*

    Raa

    Miguel,

    y

    debi coincidir

    su

    fundacin

    con

    la del

    convento

    de

    San

    Francisco,

    uno de

    los ms

    antiguos

    de la ciudad de

    Morelia.

    El

    colegio de San Miguel

    y

    el

    convento

    de

    los

    franciscanos,

    teniendo

    en

    su

    derredor

    algunas

    casucas

    ya

    fines

    del

    siglo

    XVII,

    formaban

    un

    gran

    centro

    de poblacin,

    que

    arrebatando

    Ptzcuaro la

    primaca,

    se

    engalan

    con

    el

    ttulo

    de

    capital,

    llevando

    el

    nombre

    histrico

    de Va-

    lladolid.

    Sobre

    las lomas

    predestinadas

    de Guallacareo

    se

    levant

    la Catedral,

    ese

    monumento

    admiracin

    de

    los

    viajeros

    y

    orgullo

    de

    los

    michoacanos.

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    20

    JUAN

    A.

    MATEOS

    A

    las

    cuatro

    de

    la

    tarde

    entraba

    el

    maestro barbero, llamado Don

    Joaqun

    Mara

    de

    lo*

    Ramos,

    armado

    de

    vaca

    y

    estuche. Sentbase

    Pon-

    tolongn

    en una

    silla de

    vaqueta,

    ponanle

    las toballas,

    le

    remojaban

    durante

    media

    ora

    la

    barba,

    que sala

    en

    pas por

    sus

    estrechos

    poros,

    y

    comenzaba

    la

    operacin.

    El

    iiebotomiano acariciaba su

    inmensa

    navaja

    en

    la

    correa de

    ordenanza,

    y

    tomando por

    la nariz al subdicono

    con

    una

    habilidad

    exqui-

    sita,

    daba

    tajo

    sobre tajo

    hasta

    lograr

    la

    desaparicin

    de

    las

    referidas

    pas.

    Tres

    repasadas

    cuatro

    se

    necesitaban para dejar en

    buen estado

    el

    reverendo padre:

    segua

    la

    rasurada

    de la corona,

    donde se

    mellaban

    dos

    pares

    de

    navajas, porque

    eso.

    de

    rasurar bueyes no estafea

    en

    el libro

    del seor

    de

    Ramos,

    barbero

    axx&tt&o de

    Valladolid.

    Durante

    aquella tarea

    Pontolongn indagaba

    las

    vidas

    agenas

    dando

    cuerda

    al

    barbero,

    cuya

    cuerda

    es

    la

    misma que la hasta hoy aco-

    stumbrada en

    esa

    b^iemrita

    clase. No echaba en

    saco

    roto ni

    el

    menor

    detalle de la conversacin,

    y

    sacaba

    buen partido de los

    cuentos

    y

    leyendas

    del

    iiebotomiano.

    El

    seor de

    Ramos,

    doblaba

    despus

    de

    hora

    y

    media

    de

    trabajo,

    sus

    servilletas,

    envainaba

    el

    navajn,

    y

    pona

    en manos de

    su

    vctima

    un

    espejito.

    Pontolongn

    al

    ver

    su

    imagen se

    sonrea

    satisfecho,

    y

    daba

    un

    real

    al

    maestro.

    Despus

    de

    siglo

    y

    medio

    nada han adelantado

    los

    barberos

    en

    materia

    de

    tarifa;

    pero,

    en

    cambio,

    por

    el

    duplo,

    los

    franceses peluqueros se encargan de desollar vivos

    sus

    parroquianos.

    El reverendo padre se

    levantaba

    con

    la

    aurora,

    espiaba por

    todas

    las

    rendijas,

    se

    pona

    escuchar

    todas

    las

    conversaciones,

    era un

    Argos, un polica

    perpetuo,

    un

    vigilante

    de

    todo

    el

    establecimiento.

    Cuando

    el cocinero

    estaba

    entretenido en

    batir

    el

    chocolate,

    ya

    Pon-

    tolongn

    estaba

    su

    espalda viendo

    si

    mermaba

    las

    tablillas.

    De

    im-

    proviso

    volaba

    la

    portera,

    al

    dormitorio, la capilla, al

    refectorio,

    las ctedras;

    pareca multiplicarse,

    subdividirse,

    hasta parecer

    doscientos

    trescientos

    Pontolongn.

    Hubo

    vez

    que

    los

    mozos

    de aseo,

    al

    ir

    robar el sebo

    de los

    faroles

    encontraron

    al maestro

    de

    aposentos,

    ya

    muy entrada

    la

    noche,

    ace-

    chando

    desde

    una

    pilastra

    y

    lo

    descubrieron

    por el

    olor infernal

    de

    su

    puro

    de

    doce.

    III.

    Este

    dmine

    era

    cataln

    de nacimiento

    y

    tonto de

    los que el vulgo

    llama

    de

    capirote

    ;

    fantico

    peor

    que

    Torquemada,

    hubiera

    visto

    en

    la

    hoguera

    cien

    herejes

    con

    todo el

    placer

    de su

    corazn.

    Un to paterno

    lo

    haba

    presentado

    como

    propsito

    para familiar

    del Santo

    Oficio,

    y

    el

    seor

    inquisidor

    encargado

    de la

    recluta

    de

    verdugos,

    lo

    crey

    apto

    para

    las

    tareas,

    y

    fu

    admitido.

    Portse

    con tanta

    asiduidad,

    que

    en conciencia

    mereca

    un

    premio:

    as

    es,

    que

    se le

    dieron

    las

    rdenes menores

    y

    se

    destin

    lo

    que se

    ofreciera,

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    JUAN

    A.

    MATEOS

    Es

    cierto

    que

    estoy

    ordenado

    solamente de

    epstola

    ;

    pero no

    por

    eso

    soy

    menos

    inmune;

    los

    cnones

    me favorecen,

    los

    concilios me

    apoyan,

    y

    los

    dichos

    de

    los

    Santos

    Padres

    me

    amparan

    Avisemos

    afl.

    seor

    rector.

    Quedse

    pensativo

    el

    clrigo

    por

    algunos

    momentos

    ;

    pero

    reflexionando

    la

    enemiga

    que

    se

    echara

    encima con

    la

    acusacin,

    opt

    por un

    medio

    de

    conciliacin.

    El

    rector

    es terrible,

    dijo,

    y

    va

    hacer

    un

    escarmiento;

    mi

    misin

    es

    evanglica,

    y

    si

    estos

    jvenes me

    piden

    perdn,

    todo

    quedar

    olvi-

    dado

    en

    honor

    del buen

    nombre

    y

    concepto

    catlico

    del

    colegio de

    San

    Ni-

    cols.

    La

    estudiantina,

    para

    completar la

    burla,

    comenz

    gritar

    en

    tono

    de

    aguacero:

    Perdn ...

    perdn ... perdn ...

    hasta

    aturrullar

    al

    maestro

    de

    aposentos.

    Bien, os

    perdono

    y

    cuidado

    con

    otra,

    porque

    dara

    parte

    la

    rec-

    tora

    y

    hasta

    al

    seor obispo

    de

    la

    dicesis.

    Amn

    contestaron

    los

    estudiantes;

    y

    dirigindose

    al

    refectorio

    cenaron

    con

    el

    mejor

    humor

    del mundo.

    La

    esquila

    toc

    a

    silencio,

    y

    media

    hora

    despus

    el

    reposo ms

    pro-

    fundo

    reinaba

    en todos

    los

    departamentos.

    VI

    Despus

    que los

    colegiales

    se

    encerraron

    en

    sus

    dormitorios, Pontolon-

    gn

    se

    entr

    en

    su

    aposento

    mordindose

    las

    manos

    de

    furor,

    y

    jurando

    vengarse

    de los

    rapaces

    que

    tan

    desapiadadamente

    ^lo

    haban vapulado.

    Sus

    ojos

    verdes lucan

    como

    los del tecolote,

    y

    sus

    narices

    se

    inflaban

    arrojando

    el

    aliento

    en

    un

    mugido

    de

    clera.

    Ya

    me

    la

    pagarn

    esos

    condenados,

    deca

    gruendo

    Pontolongn;

    los

    he

    de

    plantar

    en

    el

    tormento,

    pierdo

    la crisma del bautismo

    ;

    ya co-

    nozco

    los del

    tumulto.

    Arrebujse

    en

    su

    turca, tom

    su

    sombrero,

    cerr

    Ja

    puerta de

    su

    apo-

    sento

    y

    se

    ech

    andar

    por los corredores.

    Al

    pasar

    por

    la

    puerta del

    rectorado,

    peg

    su

    ojo vivaraz

    y

    maligno

    al

    agujero

    de

    la

    cerradura.

    Hola

    hola

    murmur

    por

    lo

    bajo,

    esos son

    papeles

    clandestinos

    con que el

    seor

    rector

    se permite

    algo

    contra

    los

    cnones

    y

    el

    Estada:

    este

    es

    asunto

    muy

    serio

    y

    caso

    de

    conciencia

    ;

    avisemos, avisemos,

    porque

    temo

    incurrir

    en

    excomunin

    ;

    sobre todo,

    si

    el

    rector

    es

    encausado,

    nadie mejor

    que yo

    debe

    substituirlo,

    esto

    es

    claro.

    |

    Dios

    mo

    continu

    el

    clrigo

    sin

    despegar

    d

    rostro

    de

    la

    cerradura

    con qu

    cuidado

    los desdobla

    eso

    contiene

    algo nefando:

    ya

    tengo

    bien

    las

    seas

    de todo,

    la

    Inquisicin

    sabr

    lo que

    hace,

    yo

    me

    l*vo

    las manos...

    j

    Y

    qu ojos

    saca

    el

    rector

    ..

    y

    cmo

    levanta

    las

    manos

    ...

    time

    los

    esp-

    ritus

    malignos

    vade

    retro

    satans

    Despus

    de

    observar

    todo el

    tiempo

    que

    le pareci

    conveniente,

    se

    alej

    de

    puntillas,

    bajo

    la escalera,

    habl

    algunas

    palabras

    al

    odo

    del

    portero,

    y

    se perdi

    lo

    largo

    de la calle.

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    JUAN

    A.

    MATEOS

    Ave

    Mara

    exclamaron

    los

    tertulianos santigundose.

    En

    aquellos

    momentos tres

    toquidos

    sonaron

    en

    la

    vidreca.

    Todos se

    volvieron,

    como

    esperando

    la

    entrada de la

    bruja.

    El

    padre

    Pontolongn

    penetr

    en

    la

    sala,

    y

    su

    fisonoma

    asustada

    por

    las

    emociones,

    produjo

    una

    impresin

    desagradable

    en

    el

    nimo

    de

    los

    cir-

    cunstantes.

    Acercse el

    clrigo,

    debi una

    rodilla

    y

    bes el pastoral

    del

    obispo.

    Tome

    asiento, dijo su

    ilustrsima,

    y

    diga

    algo de

    nuevo.

    Nada

    s,

    ilustrsimo

    seor,

    no ser un tuinultillo

    de

    los

    colegiales.

    j

    Hola

    los

    escolares

    se

    han atumultado,

    y

    contra quin?

    Contra

    mi

    persona,

    ilustrsimo

    seor.

    Cuente, padre,

    cuente

    el

    por

    qu

    de esos

    desrdenes.

    Yo

    no

    quiero

    hablar

    de

    mis

    superiores

    ilustrsimo seor

    ;

    pero

    el

    jefe

    del

    colegio

    que

    desempea

    el

    rectorado,

    parece descuidar

    a go

    lo

    que

    se

    le

    tiene

    encomendado.

    Vironse

    con

    una

    mirada

    de

    inteligencia el

    obispo

    y

    Abad

    y

    Queipo.

    Pontolongn

    continu

    con un tono

    di

    hipocresa

    aconcentrada

    Los

    escolares

    se

    han

    permitido ponerme

    un

    sobrenombre.

    Cul?

    se

    apresur

    preguntar

    el

    obispo.

    Pues

    ilustrsimo

    seor, me llaman chacal.

    Una

    sonrisa discurri

    por todos

    los

    labios,

    porque

    el apodo le

    vena

    de

    molde.

    No

    hay

    que

    hacer

    aprecio

    de

    las

    humoradas

    de

    los escolares.

    No es

    eso

    todo,

    ilustrsimo seor,

    sino

    que

    esta

    noche

    la hora

    del

    rosario,

    apagaron las luces

    y

    me

    han

    dado

    una

    con

    las

    turcas,

    que

    mi

    existencia ha

    estado

    punto de

    peligrar

    seriamente.

    Y

    todo

    eso

    en

    la

    capilla, padre Pontolongn?

    En ese

    sagrado

    recinto precisamente.

    Esto

    es

    ms

    serio

    de

    lo

    que

    pareca.

    Ya

    lo

    creo,

    como

    que

    trae

    consigo

    la profanacin

    del

    recinto

    y

    la vio-

    lacin de

    mi

    persona.

    Malo,

    malo

    murmur

    el

    obispo.

    Yo deseo

    que

    se aplique

    un

    correctivo,

    no

    por

    m, porque

    yo perdono

    pero

    s

    por el

    desacato.

    Tiene razn el

    padre.

    I

    Y

    ha

    dado

    parte al

    rector?

    Lo cre

    enteramente

    intil.

    El mal ejemplo

    puede

    cundir,

    atajemos

    el mal

    haciendo

    salir

    los

    perturbadores.

    i

    No le parece

    su seora,

    dijo

    Fray

    Angel de la Divina

    Infantita,

    que

    el

    Santo

    Oficio

    se

    roza

    con

    aste

    asunto

    de

    violacin?

    Lo

    creo,

    pero

    la

    inadvertencia

    de

    los estudiantes

    es

    excusable,

    lo

    cual

    no

    quiere

    decir

    que

    debe

    omitirse

    el

    castigo.

    Con la expulsin

    de los

    perturbadores.

    No es

    eso

    suficiente,

    reverendo

    padre:

    se

    necesita

    enviarlos

    por

    algn

    tiempo

    un convento.

    Me

    ocurre

    el 'de

    San Luis

    Potos.

    Falta

    sabor los

    nombres.

    Me ser

    fcil

    sealarlos.

    Es

    negocio

    arreglado.

    Son

    el

    toque

    de

    nimas,

    rezse

    una

    estacin

    y

    disolvise

    la

    tertulia.

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    23

    JUAN

    A.

    MATEOS

    fray

    Angel;

    en

    vano

    el

    gobierno

    del virrey

    Branciforte ha

    procurado

    el

    exterminio de

    osos

    dccumt-ntos

    infernales

    de

    los

    herejes

    revolucionarios;

    ellos

    alcanzan

    como

    la

    langosta

    los

    campos

    ms bien

    cultivados.

    Vaymonos

    con

    tiento,

    reverendo padre, en este

    negocio; el rector

    de

    San

    Nicols

    es

    un

    hombre

    respetable,

    es

    un

    sabio,

    y

    el

    clero

    de

    Mxico

    lo

    respeta;

    tiene

    amistad con

    algunos

    seores

    inquisidores.

    Eso

    es

    otra

    cosa,

    salvemos

    su

    persona, respetmosle

    ;

    pero tomemos

    esos

    papeles,

    que

    una

    vez en

    nuestro

    poder, justificarn

    la

    medida.

    Es

    que el

    seor

    Hidalgo no

    permitir

    el

    cateo,

    puede

    acusarnos,

    y

    la

    responsabilidad

    del:

    escndalo caer sobre

    nuestras

    cabezas.

    Yo,

    ilustrsimo seor, me lavo las

    manos, dijo confuso

    el

    padre

    Pontolongn.

    Pero

    yo

    no

    me

    las

    lavo, grit

    el

    fraile

    montas, si me

    han

    de

    quemar

    por

    defender nuestra

    sagrada

    religin,

    estoy

    resignado

    sufrir

    las

    llamas.

    No

    es eso, reverendo

    padre,

    es que de

    no

    salir

    exacto todo

    o

    decla-

    rado por

    ese

    subdiccno,

    cae

    en

    desconcepto

    la

    Inquisicin.

    Ese

    es otro aserto, ilustrsimo seor,

    pero

    de

    cualquiera

    manera se

    debe

    proceder

    al

    cateo.

    Arreglemos el

    modo.

    Me

    ocurre

    uno, dijo

    sagazmente

    Pontolongn.

    Dgalo al punto.

    Haced

    llamar

    al

    rector

    de

    San

    Nicols

    para

    una

    consulta,

    y

    mien-

    tras,

    practicamos la

    operacin.

    A

    esta

    hora, todos

    los

    colegiales

    duermen,

    y

    el rector no tiene

    ya que

    volver

    al saln

    donde

    estn

    los

    libros.

    Extraar que

    las nueve de la

    noche

    se

    le llame.

    Eso

    consistir

    en

    el mayor

    menor inters

    que

    dis

    la consulta.

    Quedse

    el obispo

    reflexionando

    un

    momento,

    y

    despus dijo

    con tono

    de

    seguridad:

    Decid

    uno do mis

    familiares

    que

    vaya

    suplicar

    al seor

    Hidalgo

    y

    Costilla

    se digne pasar

    inmediatamente

    al

    obispado.

    Restregndose

    las

    manos

    de

    placer, se

    escurri

    el

    dmine

    y

    di

    el

    recado

    al

    familiar,

    que finga dormir

    profundamente en

    uno de

    los sillo-

    nes de

    la

    antesala,

    pero

    que

    acechaba

    como

    un Argos, sin perder

    una

    palabra.

    III.

    Un

    cuarto do

    hora

    despus,

    el

    rector

    de

    San

    Nicols

    entraba

    en

    la

    sala

    de

    recepcin

    del

    arzobispado

    de

    Vallodolid.

    D03

    embozados

    acechaban

    desde la

    acera

    de en

    frente.

    Luego

    que

    las

    posadas

    hojas

    de

    a

    gran

    puerta del

    arzobispado

    se

    cerraron,

    los

    embozados

    se

    dirigieron

    al

    colegio

    de

    San

    Nicols.

    El eclesistico,

    que

    ya

    conocen

    nuestros

    lectores,

    tom

    asiento

    espe-

    rando la

    llegada

    del

    obispo.

    Despus

    de

    unos veinte

    minutos,

    el seor

    obispo

    se

    dej

    ver

    en

    el

    saln.

    -

    .

    Perdone

    el

    seor

    Hidalgo

    si

    le

    he

    hecho aguardar

    demasiado,

    pero

    un

    ayunto de

    urgencia

    me

    detuvo

    en

    el despacho.

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    3?

    .u&N

    A.

    MATEOS

    He

    aqu

    el

    cuerpo

    del

    delito;

    y

    present unas

    cenizas

    de

    papel

    per-'

    fectamente

    guardadas

    entre

    dos

    hojas

    de

    pergamino.

    Y

    bien?

    dijo

    el

    obispo.

    Que

    el

    rector,

    dijo

    Pontolongn,

    los ha

    hecho

    desaparecer.

    Calle

    la

    boca

    el

    muy

    soez

    dijo

    con

    ira el

    obispo.

    Pontolongn

    abri

    la

    boca

    desmesuradamente.

    Fray

    Angel

    se

    qued

    aturdido.

    Los

    documentos

    no se

    han

    encontrado

    en

    la

    biblioteca,

    pero

    esta;

    prueba

    es

    irrecusable*

    [Y

    es

    eso

    todo lo

    que

    tenis

    que

    decirme?

    Esta

    es

    una

    cabeza

    de

    proceso.

    Pues esa

    cabeza no

    vale

    nada,

    las

    cenizas

    no

    prueban

    nada,

    ni

    nada

    prueba

    nada.

    Es

    que ese

    hombre no

    sabe

    lo

    que

    se dice;

    su

    conducta

    es un

    tejido

    de

    abominaciones

    que

    horripilan,

    s

    llustrsimo seor

    exclam

    el

    clrigo.

    Calle

    como

    si

    no

    se

    supieran

    los

    escndalos que

    han

    dado

    lugar

    la

    insurrecin

    de

    los

    escolares

    Ilustrsimo

    seor

    Calle

    su

    conducta relajada

    ha

    hecho que

    los

    colegiales

    le

    pongan

    el

    sobrenombre de

    Chincuete.

    Chacal,

    ilustrsimo

    seor.

    Eso

    quise

    decir, Chacal,

    y

    sabed que

    os

    voy

    separar

    del

    colegio

    por

    perverso consuetudinario.

    Seor

    Nada de

    splicas, estoy

    verdaderamente

    irritado;

    y

    vos,

    fray

    Angel,

    retiraos

    vuestro aposento;

    maana trataremos este

    asunto.

    Yo

    he

    formado

    concepto

    ya.

    Salga el

    clrigo pervertido.

    Al

    momento,

    ilustrsimo

    seor,

    dijo Pontolongn,

    y

    dando

    tres

    saltos

    con honores

    de

    caravana ',

    sali

    escapado

    del

    saln.

    [

    Conque

    tenis formado concepto, fray Angel ?

    S,

    ilustrsimo

    seor,

    creo

    que

    el

    clrigo

    Pontolongn

    es

    un

    infame,

    que

    por

    odio

    al

    rector lo ha

    denunciado.

    Puede

    ser.

    Y lo

    es,

    porque durante

    el

    camino lo

    he

    odo

    casi

    blasfemar

    contra

    el

    rector,

    y

    me ha indicado

    la

    i

    (fea

    de

    sucederle

    en

    el

    rectorado.

    Horror

    horror

    cmo

    atacara

    ese hombre

    las doctrinas

    de

    Cal-

    vino

    y

    de

    Lutero,

    sin

    tener....

    es

    decir....

    Ya,

    ya

    comprendo,

    dijo

    el

    fraile

    quien

    el

    obispo

    le

    espet

    un

    trozo

    del

    discurso

    del

    eclesistico.

    El maestro de

    aposentos

    es

    un

    pjaro

    de cuenta;

    es de

    sentir

    que

    no

    tenga

    yo

    aqu

    algunos

    tiles

    de

    la

    Inquisicin

    para

    hacerle

    hablar.

    Nunca

    es

    tarde,

    creo que

    ese

    ser

    su

    paradero.:

    Es

    muy

    robusto,

    aguantar

    dos

    a

    vueltas.

    Doscientas

    le

    diera

    esta

    noche por

    .bruto.

    Aqui hay

    algo,

    pensaba el fraile.

    En fin,

    es

    muy tarde

    ya,

    necesitamos

    descansar.

    El

    cateo

    ha sido

    escrupoloso

    y

    estoy

    rendido.

    Cuando

    creo

    empeado

    el

    honor

    el

    Santo

    Ocio,

    no perdono

    trabajo, ilustrsimo

    seor.

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    SACERDOTE

    Y

    CAUDILLO

    33

    S

    Bien

    hecho,

    no

    sera

    malo

    que

    espiaseis

    ese

    escandaloso.

    Perfectamente,

    ilustrsimo

    seor,

    en

    eso no

    hago ms

    que

    cumplir

    con

    mi

    obligacin,

    la

    salvacin

    de

    la

    fe

    .

    Bes

    el

    fraile

    el

    pastoral,

    y

    se

    alej

    diciendo

    entre

    dientes:

    No te

    has

    de

    escapar

    aunque

    lleves

    hbitos

    morados

    ;

    la

    Inquisicin

    nada

    respeta,

    yo

    dar

    parte

    de

    que

    has

    estado

    encerrado

    dos

    horas

    con

    un

    clrigo

    sospechoso,

    afortunadamente

    la

    tinta ha

    sobrevivido

    al

    papel

    y

    en

    las

    cenizas

    est

    la

    palabra

    igualdad

    .

    El

    clrigo

    Pontolongn

    esperaba

    su

    amigo

    en

    la

    puerta

    del arzo-

    bispado.

    Aqu

    estoy,

    le

    dijo

    en

    voz

    baja,

    os

    estaba

    aguardando.

    Poca

    paciencia

    tenis,

    me

    qued

    con el

    obispo

    para

    aplacarlo, os

    estaba

    recomendando.

    Gracias,

    reverendo

    padre,

    dijo

    Pontolongn

    haciendo

    una

    mueca

    infernal,

    que

    fray

    Angel

    no

    pudo

    distinguir

    en

    las

    tinieblas

    de

    la

    noche.

    Echemos

    andar

    que

    nos

    esperan.-

    Como

    que

    no

    dilata

    en

    sonar

    la

    queda.

    El

    clrigo

    y

    el

    fraile

    se

    dirigieron

    uno de

    los suburbios

    ms lejanos

    de

    la

    poblacin,

    escapando

    ser

    reconocidos por

    la ronda,

    que

    su

    vez

    tema

    s?r

    reconocida por

    los

    malhechores.

    CAPITULO

    IV.

    Lino el

    mulato*

    I.

    El

    familiar

    del

    obispo

    sali inmediatamente comunicar

    la

    orden

    al

    rector de

    San

    Nicols,

    para

    que

    se

    presentase

    desde luego

    en

    el arzo-

    bispado.

    El

    familiar

    era

    un

    zorro de

    cuenta,

    su

    fisonoma

    traviesa

    lo

    denun-

    ciaba

    al

    momento que

    se le

    pona la

    vista encima.

    Llambase

    Antonio

    Pedraja, era natural de

    Morelia

    y

    tena

    un ta-

    lento

    natural,

    y

    sobre

    todo,

    una

    viveza

    admirable.

    Antonio

    Pedraja

    hizo rpidos

    progresos

    en

    el

    colegio,

    y

    fu

    escogido

    para

    familiar,

    tenindole el

    obispo entre

    sus

    consentidos.

    El estudiante

    era

    un

    tronera de

    primera

    fuerza,

    y

    la

    edad de vein-

    ticuatro

    aos

    ;

    haba

    recorrido el mundo

    ms

    de

    lo regular,

    y

    comprome-

    tido

    su

    pellejo

    en

    ms

    de

    dos

    aventuras.

    A

    pesar de

    su

    sotana

    y

    su tonsura,

    que era

    de

    rigor

    en el puesto

    que

    ocupaba,

    el

    bueno

    del

    familiar

    se

    inclinaba

    las muchachas

    que

    era

    una

    gloria.

    Por

    las noches,

    arrojaba

    el

    traje

    talar,

    se embozaba en

    su

    capa

    y

    Igaba

    su

    brazo

    una

    tizona de

    cinco

    cuartas.

    Pedraja

    se

    reuna

    con

    un

    grupo

    de

    amigos

    que

    armaban camorra

    por

    alquier

    pretexto,

    y

    haba la

    de Dios

    es

    Cristo,

    apaleando

    las rondas

    corriendo

    despus

    tomar

    iglesia

    en

    el

    obispado.

    Sacerdote

    y

    Caudillo

  • 7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902

    40/475

    34

    JUAN

    A.

    MATEOS

    Ya el

    seor

    obispo

    haba

    tenido repetidas quejas

    del

    familiar,

    le

    haba

    reido

    seriamente;

    pero

    el

    estudiante

    no

    haca

    el

    menor

    aprecio

    de

    las

    jaculatorias

    del

    obispo,

    como

    l llamaba

    los

    regaos.

    Pedraja

    estaba

    la sazn

    enamorado

    de

    una

    lindsima

    joven que

    viva

    en

    la

    calle del

    Ratn, contigua

    la

    del colegio;

    as es,

    que

    cuando

    sus

    amigos

    le

    preguntaban donde

    pasaba

    las

    horas,

    l

    contestaba

    con

    mucho

    donaire: en

    la

    ratonera.

    Cuidate de

    los

    gatos, le contestaban

    los

    concolegas.

    No

    hay cuidado, yo

    soy

    cazador

    de

    primer orden.

    El

    padre

    de

    la

    joven

    estaba

    inquieto,

    porque en

    una

    especie de

    taberna

    establecida

    por

    Lino el

    Mulato en uno de

    los

    suburbios

    de la

    ciudad,

    el

    familiar

    haba

    ofrecido

    robarse

    la

    muchacha.

    Pedraja

    era

    capaz de

    eso

    y

    mucho

    ms,

    lo

    cual

    no le

    haca

    gracia al

    viejo, que

    estaba

    como

    suele decirse,

    con el

    Jess

    en

    la

    boca.

    Pedraja no

    le

    tena

    miedo

    ni

    al

    obispo

    ni

    la

    Inquisicin;

    era lo

    que

    se

    llama un

    desalmado: las viejas

    instaban

    porque

    aquel

    satans

    se

    quitase

    los arreos

    eclesisticos,

    por

    honor

    de

    los buenos sacerdotes,

    porque hubo

    vez

    que

    la

    sotana

    de

    Pedraja

    apareci

    colgada

    en

    el ba-

    randal

    de un

    balcn.

    A una

    sola persona respetaba el

    familiar,

    una

    sola consagraba

    el

    respeto ms

    profundo

    y

    la

    veneracin

    ms

    completa.

    Quin

    obrara

    ese

    milagro?

    preguntarn

    nuestros

    lectores;

    efectivamente,

    era

    un

    milagro

    ese rapto

    lrico

    del

    alma

    del estudiante.

    La persona amada

    y

    temida

    de

    Pedraja,

    era

    el

    seor

    rector del

    co-

    legio

    de

    San

    Nicols.

    Cuando

    lo

    vea aparecer

    por

    las

    naves sombras de la Catedral,

    se

    le

    acercaba respetuoso,

    le

    besaba la

    mano,

    y

    deca para

    su

    coleto: Me

    parece que

    es

    un

    santo

    que ha abandonado el corateral.

    El

    rector

    pasaba con

    su

    continente

    sereno,

    diriga

    una

    mirada

    severa

    al

    estudiante,

    le deca una sentencia

    en latn

    (que

    Pedraja

    no entenda)

    con

    referencia

    su

    conducta,

    y

    se

    deslizaba como

    una

    sombra.

    Este hombre

    me inspira

    ms veneracin

    que

    el obispo

    con

    su

    corte

    de sotanas;

    si el

    rector me

    echase

    una jaculatoria,

    estoy

    seguro

    que me

    hara

    ms

    mella

    que

    los

    sermones del

    prelado.

    El

    familiar

    segua

    la

    carrera

    de

    la vagancia,

    y

    su intrepidez

    lo

    con-

    duca

    lances

    de

    los cuales no sala

    siempre

    airoso,

    lo

    cual

    no

    obstaba

    para que fuese

    calavera

    de

    ms

    buen

    corazn,

    capaz de arriesgar la

    vida

    por

    el

    ltimo de

    sus amigos.

    II.

    El

    estudiante

    apret

    el paso,

    se

    entr

    en

    la

    calle

    Real,

    lleg

    al co-

    legio,

    subi

    en

    tres

    saltos

    la

    escalera

    y

    llam

    la

    puerta

    del

    saln.

    El

    eclesistico

    se haba

    quedado

    en

    ese sopor de la contemplacin,

    sumido

    en

    profundas

    cavilaciones,

    cuando

    lo

    despertaron los

    toquidos

    del

    estudiante.

    Levantse,

    seren

    su

    semblante

    y

    abri

    la puerta.

    Buenas

    noches,

    seor

    rector.

  • 7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902

    41/475

    SACERDOTE

    \

    CAUDILLO

    35

    Hola

    por

    aqu

    el

    familiar

    Pedraja.

    Vengo

    de

    parte

    de

    su

    seiorfa

    ilusttsima

    suplicar

    al

    seor

    rector

    se

    sirva

    pasar

    inmediatamente

    al

    obispado

    para

    un

    asunto

    de

    mucha

    ur-

    gencia-

    -

    El

    eclesistico

    pleg

    el

    ceno con estraeza,

    y

    despus

    contest:

    E?t

    bien,

    voy

    al

    momento.

    El

    familiar

    reflexion

    que

    aquel

    hombre,

    presa de

    la

    denuncia

    y

    la

    infamia, poda

    parar

    en

    las garras

    de

    la

    Inquisicin

    y

    sufrir

    tormento

    s

    horribles.

    Acercse

    como

    indeciso

    al

    rector;

    ste,

    comprendi

    que

    algo

    quera

    decirle

    el

    estudiante,

    y

    protestando

    arreglar unos

    libros

    le

    dijo:

    Y

    cmo

    est

    de

    salud

    su

    seora?

    Bien,

    seor,

    ahora

    mismo

    acaba

    de

    concluir

    la

    tertulia,

    en

    ella

    precisamente

    se

    habl

    del

    colegio.

    Bien.

    Deca,

    continu el

    familiar,

    que

    se habl

    del

    colegio

    y

    del

    desorden

    que

    tuvo lugar

    la

    hora

    del

    rosario.

    Ya,

    ya.

    El estudiante

    no era

    hombre de

    prembulos, iba

    siempre en

    lnea

    recta

    su

    objeto; as es que

    encarndose

    al

    rector le

    dijo

    de

    una

    manera

    violenta

    Seor,

    s

    que

    me comprometo

    con

    lo

    que

    voy

    revelar, pero

    nada

    me

    importa

    cuando

    cedo

    las

    inspiraciones

    de

    mi

    corazn

    :

    usted

    ha

    sido

    denunciando

    esta

    noche

    por

    ese

    miserable

    de

    clrigo

    llamado

    Ponto-

    longn, que asegura

    la existencia

    de papeles

    clandestinos en

    la biblioteca

    del

    colegio

    ;

    y

    para

    decirlo todo

    de una

    vez,

    os

    llaman para deteneros

    en

    el obispado mientras

    practica

    un

    cateo

    el

    delegado

    de

    la

    Inquisicin. Si

    es

    cierto,

    aun

    es

    tiempo,

    no

    haj'

    ms

    que

    quemar esos papeles,

    drmelos,

    yo los

    guardar

    en el

    mismo

    obispado,

    all

    no

    los

    encontrarn

    nunca.

    Gracias, joven, dijo el rector conmovido

    por aquel rasgo de gene-

    rosidad

    ;

    no

    olvidar nunca

    accin tan noble

    y

    desinteresada,

    pero

    el

    padre

    Pontolongn

    so

    ha engaado.

    Me

    alegro, dijo

    el

    estudiante con

    satisfaccin,

    jqu

    buen

    chasco el

    que

    van

    llevarse

    esos

    malvados

    yo

    me retiro

    con permiso

    del seor rector.

    Id con Dios,

    amigo mo.

    El

    familiar

    corri

    al obispado,

    y

    en

    tono compungido

    avis

    al

    obispo

    que el

    eclesistico

    estaba

    ya

    en camino,

    obsequiando

    las

    rdenes

    de

    su

    seora

    ilustrsima.

    Que busque ahora

    ese mentecato

    de

    fray Angel,

    que busque;

    el

    rector

    es

    un lobo

    corrido,

    bueno

    es

    l

    para

    que

    el imbcil

    de

    Pontolongn

    le

    tome

    en

    su

    redes;

    en

    un

    descuido echa

    por un voladero

    al

    maestro

    de

    aposentos.

    Ahora,

    marchmonos

    la

    taberna,

    que

    ya

    hago

    falta en

    la

    tertulia

    de

    los

    cosacos.

    El

    familiar

    se

    emboz

    on su

    capa,

    tom

    su

    espada

    y

    se

    dirigi

    sin

    ms

    prembulo

    la

    taberna

    de

    Lino

    el

    mulato,

    mientras

    se

    practicaba el

    ateo

    en

    el

    colegio

    de

    San

    Nicols.

  • 7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902

    42/475

    36

    JUAN

    A.

    MATEOS

    III.

    En

    una

    de

    las

    apartadas

    calles

    de

    la

    poblacin,

    y

    hacia

    la

    salida

    de

    la

    ciudad

    por el lado

    Norte,

    haba

    una

    casita

    de

    modesta

    apariencia,

    donde

    un mulato

    llamado

    Lino,

    tena un tendajo con algunos comestibles

    y

    bebidas

    embriagantes,

    que

    eran

    precisamente

    las

    que

    atraan

    ms parro-

    quianos

    al establecimiento.

    En una pieza interior beba

    la

    gente

    decente.

    Los muebles

    consistan

    en

    media

    docena

    de

    mesas

    hechas de

    madera

    ordinaria

    y

    varias

    sillas

    con

    asientos

    de vaqueta.

    En

    aquella pieza slo entraban

    los

    parroquianos

    de

    confianza,

    es

    decir,

    varios

    vecinos

    honrados,

    algunos

    clrigos,

    estudiantes,

    el

    barbero,

    y

    los

    aficionados

    los buenos

    caldos,

    Lino

    era

    uno de esos

    personajes

    siniestros, predestinados

    al

    mal,

    incapaces

    de

    afecto por

    nada

    ni

    para

    nadie, vengativo,

    insolente

    y

    bajo

    cuando

    se

    hallaba

    en situaciones apremiantes.

    Lino aborreca

    cordial

    mente

    todos

    sus

    parroquianos,

    quienes

    hubiera jugado

    de

    buena

    gana

    una

    de

    Lucrecia

    Borga.

    Lino haba hecho

    una

    excepcin

    de

    favor

    de

    Pedraja;

    su afecto

    lle-

    gaba hasta

    fiarle

    un

    re

  • 7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902

    43/475

  • 7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902

    44/475

    JUAN A.

    MAIDOS

    No

    importa,

    si ya

    todo

    est

    arreglado con el

    padre;

    adems ma-

    ana

    yo

    estar

    en

    La

    casa

    exhortar

    Rosala

    que acepte el matri

    monio.

    Deseo

    que

    me

    favorezca

    usted con

    su empeo.

    Cuente

    usted

    con mi

    proteccin.

    Ya

    sabe

    su

    paternidad

    que

    no

    me

    dar por

    bien

    servido.

    Lo

    comprendo.

    Es

    necesario librarnos

    cuanto antes del estudiante.

    Buscar

    una

    coyuntura

    para

    soplarlo

    la

    Inquisicin,

    que es

    el

    sitio

    ms

    propsito

    para

    esta clase

    de truhanes.

    Eso

    es,

    la Inquisicin,

    perfectamente

    discurrido.

    Afortunadamente,

    mi

    dicho pesa algo en

    el

    nimo del

    Tribunal,

    y

    entrar

    en

    el

    negocio que

    tengo

    pendiente

    con un

    alto

    personaje

    y

    el

    familiar.

    Luego se

    trata

    del obispo,

    pens el flebotomiano.

    Fray

    Angel

    de

    la

    Divina

    Infantita

    guardaba silencio,

    y

    de cuando

    en

    cuando

    apuraba

    un sorbo

    de cataln.

    El

    fraile

    paseaba sus

    miradas

    indagadoras

    sobre cada uno de

    los

    personajes

    de

    la

    taberna.

    Despus que

    ed

    barbero

    se

    retir

    de

    la

    mesa donde estaba

    el

    padre

    Pontolcngn,

    Fray

    Angel

    le

    pregunt

    este

    de

    qu se

    trataba.

    Nada

    menos que de

    una

    fortuna

    inmensa,

    reverendo

    padre;

    figuraos

    que

    >>n

    Manuel

    Prez

    de

    Trevio

    es

    un

    portugus

    riqusimo,

    dueo de

    kaciemb.

    y

    ranchos,

    y

    tiene

    mucho

    dinero

    en

    numerario.

    i

    Portugus

    ?

    pregunt

    iray

    Angel.

    Portugus, reverendo

    padre,

    contest

    el

    maestro

    de

    aposentos.

    Debe

    ser

    hereje

    por fuerza.

    Creo que

    no,

    porque su

    piedad

    es

    reconocida

    en

    la

    feligresa.

    Adelante.

    Pues

    el

    susodicho Don

    Manuel

    tiene

    en

    su

    casa

    una

    nia

    hermo-

    ssima

    que

    se llama

    Rosala,

    y

    quien pretende

    el

    flobotomiano.

    Hola

    ;

    hola

    el

    seor

    de Ramos.

    El

    portugus

    abomina

    al familiar,

    y

    ha

    jurado

    casarla

    con

    ese

    des-

    graciado

    antes

    que entregrsela

    el

    estudiante;

    la

    muchacha

    no

    le

    ama

    precisamente,

    pero

    al

    estudiante le

    idolatra;

    cosas

    de

    la

    juventud

    errores

    de las nias inexpertas.

    No

    creo

    que

    sea

    este

    el

    caso,

    padre

    Pontclongn,

    porque

    entre

    el

    maestro

    de

    sanguijuelas

    y

    el

    familiar, no

    hay quo pensar

    mucho.

    No

    importa,

    el

    barbero

    nos

    promete

    una

    cantidad

    regularcilla

    si

    le ayudamos

    en la empresa,

    que

    por otro

    lado nada tiene

    de

    reprobada.

    Ya

    lo

    creo.

    El

    familiar

    e3

    todo

    un

    calavera,

    ya

    lo ve

    su reverencia,

    metido

    en

    la

    taberna.

    Qu

    escndalo

    exclam

    fray Angel

    dando

    un

    sorbo

    de

    aguardiente;

    cierto

    es

    que

    nosotros

    nos

    encontramos

    en

    el mismo

    sitio,

    pero

    es con

    permiso

    y

    venia

    del Santo

    Tribunal.

    Eso

    es,

    no

    haba

    reflexionado.

    Concluya

    esa

    historia,

    que

    ya

    est

    la noche

    muy

    entrada.

    El

    barbero ha

    buscado

    una

    vieja

    quien llaman

    la

    madre

    Pau-

    lina,

    para

    que

    hechice

    la

    muchacha.

  • 7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902

    45/475

    S

    ^CERDOTT

    Y

    CAUDILLO

    Ave

    Mara

    Pursima

    exclam

    el

    fraile

    santigundose

    por

    tros

    veces.

    No

    os

    azoris,

    reverendo

    padre,

    todo

    ello

    consiste

    en

    que

    hable

    de

    6ii amor,

    do

    sus

    sacrificios,

    del

    matrimonio,

    y

    le

    haga

    consentir

    en ol-

    vidar

    ese

    zngano

    del

    estudiante.

    Ya

    tengo

    orden

    de

    praticar

    una

    averiguacin.

    La

    practicaremos

    y

    veris

    que en

    nada os he

    mentido.

    Padre

    Pontolongn,

    me

    parece que

    estis

    inficionado

    de

    herega.

    Lbreme

    Dios

    de

    semejante

    cosa,

    reverendo

    padre;

    yo

    he

    hablado

    con esa

    mujer,

    porque

    nosotros

    nos

    es

    licito en

    pro de la

    religin

    ca-

    tlica.

    }

    Hum

    hum

    dijo

    el

    fraile

    tomando

    otro trago.

    La

    bruja

    ha

    hecho su

    oficio,

    pero

    infructuosamente;

    la

    muchacha

    no. ha

    cedido un peo

    y

    es

    necesario

    ocurrir

    la

    iglesia.

    Deba

    haberlo

    hecho

    antes de

    probar

    esos

    medios tan

    torcidos.

    Disculpad

    un

    enamorado.

    Conque

    decs

    que

    es

    portugus Trevio?

    S,

    reverendo

    padre.

    Pensaremos,

    pensaremos sobre

    el

    particular.

    IV.

    Mientras

    el barbero

    hablaba

    sotto

    voce

    con el

    padre

    Pontolongn,

    este

    su

    vez con

    fray

    Angol, el

    estudiante

    sali

    preguntar

    Lino

    el

    mulato

    sobre

    su

    conversacin con el

    flebotomiano.

    Nada

    tiene

    usted

    que

    esperar;

    dentro de

    ocho

    dias

    se casa con

    Rosala,

    y

    punto

    concluido.

    No

    tan

    concluido

    que

    digamos,

    porque

    esta

    noche mato

    ese

    raspa-

    carrillos.

    Poco

    poco,

    porque

    eso sera

    en

    balde,

    cuando hay medios

    ms

    propsito

    para deshacerse

    de

    l.

    Indquemelos.

    Maana.

    No, ahora.

    Es

    que

    la clera

    y

    el

    aguardiente

    os

    han

    cegado.

    Habla,

    Lino,

    cargan

    contigo

    todos

    los

    diablos.

    Cuidado

    conmigo,

    seor familiar, porque

    las bravatas

    harn

    que

    no diga una palabra.

    '

    Cien,

    ya

    no

    insisto, seguir

    tus

    consejos,

    di

    me

    lo

    que

    tengo

    de

    hacer.

    Por ahora

    nada, idos

    recojer,

    porque

    un escndalo...

    sera

    un

    escndalo.

    Me

    hace

    muy

    mal

    estmago

    ese hombre,

    he

    sabido esta

    noche

    que

    una

    bruja obligaba

    una hija

    de

    confesin

    de

    un clrigo

    asistente

    la

    tertulia

    del obispo,

    que se

    fuese

    con este

    saca-muelas,

    y

    he

    sospechado

    que

    He ah

    el

    negocio

    do

    que

    pienso

    hablaros.

    Luego

    sabis

    la

    infamia

    de

    la

    bruja?

  • 7/23/2019 Mateos,Juan-Sacerdote y Caudillo 1 1902

    46/475

    40

    S,

    y

    maana

    dir

    donde

    vive,

    para

    que

    se

    d

    parte

    al

    Santo Oficio

    y

    se

    practique

    la

    averiguacin.

    Exaltado

    el

    familiar

    al

    relato

    del

    plan

    del barbero

    y

    los

    menudos

    tragos

    del

    aguardiente,

    se

    entr

    en la

    trastienda,

    recargse

    en

    la

    mesa,

    tirse

    el

    sombrero

    los

    ojos,

    y

    comenz

    bajo el

    ala

    ver

    de

    hito

    en hito

    al

    barbero.

    Este

    quiso

    provocar

    una

    reyerta

    para

    dar

    con el

    estudiante

    en

    la

    crcel,

    y

    parndosele

    frente

    frente

    le

    dijo:

    I

    Vuesarc

    quiere

    algo

    conmigo?

    No,

    maana

    ser

    cuando

    os

    llame

    para

    que me

    hagis la barba.

    Es

    que

    mi

    mano puede

    desde

    ahora

    llegar

    vuestras

    barbas.

    De

    que

    manera?

    As,

    dijo el

    barbero,

    y

    dej

    caer

    su

    mano

    sobre

    el

    rostro del

    estu-

    diante.

    Pedraja

    tir

    de

    la

    espada y

    carg

    con

    tal

    fuerza

    sobre

    el

    flebotomiano,

    que

    lo

    ba

    en

    sangre

    y

    lo

    tendi

    cintarazos

    medio muerto.

    El

    sub-dicono

    Pontolongn

    quiso tomar parte

    por el barbero,

    y

    ya

    ciego

    el

    familiar

    arremeti

    eontra el

    maestro

    de

    aposentos,

    dndole una

    felpa

    inolvidable.

    Eran tales

    las

    blasfemias

    y

    los gritos, que fray

    Angel

    parndose

    sobre

    una

    mesa

    grit

    con

    voz

    de

    trueno:

    Daos presos

    en.

    nombre

    del

    Santo

    Oficio

    y

    descubrindose mostr

    un

    cerquillo

    y

    una

    insignia

    que

    llevaba

    su

    pecho

    como

    delegado

    de la

    Inquisicin.

    Rein

    un

    silencio

    profundo.

    Repsose

    el

    estudiante,

    reconoci

    fray Angel,

    y

    le

    dijo:

    %

    Conque

    vos estis

    tambin en

    la taberna?

    o

    tenis

    derecho

    de

    interrogacin.

    Ni vos

    tampoco;

    porque

    este es

    el

    tribunal de

    los bebedores.

    Yo

    os

    conmino

    en

    nombre del

    santo

    Tribunal.

    Y

    mi

    no me

    d

    la

    gana,

    porque estis ebrio

    como

    nosotros.

    ;

    Favor

    la

    inquisicin

    grit el fraile

    en

    la

    puerta

    de

    la

    tienda.

    La

    ronda

    acert

    pasar

    en

    aquellos

    momentos,

    y

    se

    entr

    en

    la

    ta-

    berna;

    entonces

    Pedraja

    di

    un

    cintarazo al

    candil,

    que

    se apag

    instant-

    neamente.

    La

    confusin

    ms

    grande

    se

    introdujo

    en la reunin,

    todos

    gritaban,

    sacudan

    las

    sillas

    y

    las

    tizonas,

    sin saber

    quin

    heran

    ni

    en

    dnde

    daban.

    Pedraja

    sinti

    que

    una mano

    spera

    y

    nervuda, lo

    tomaba

    poi*

    el

    brazo;

    conoci

    que era la del mulato

    y

    se

    dej

    conducir

    en

    medio de

    aquella tormenta.

    El

    mulato

    entreabri

    una

    puerta

    que

    daba

    las

    habitaciones

    inte-

    riores

    y

    sac al

    estudiante

    de

    aquella

    Babilonia.

    Lino entr con

    una candileja

    de

    tres mochas

    al

    campo

    del

    combate

    y

    todo

    entr con la

    luz

    en reposo.

    Aqu

    hay brujas

    seguramente,

    dijo

    fray

    Angel,

    y

    vos me habis

    hablado

    de

    ellas

    hace un momento,

    padre

    Pontolongn,