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Índice

PORTADADEDICATORIACAPÍTULO1CAPÍTULO2CAPÍTULO3CAPÍTULO4CAPÍTULO5CAPÍTULO6CAPÍTULO7CAPÍTULO8CAPÍTULO9CAPÍTULO10CAPÍTULO11CAPÍTULO12CAPÍTULO13CAPÍTULO14CAPÍTULO15CAPÍTULO16CAPÍTULO17CAPÍTULO18CAPÍTULO19CAPÍTULO20CAPÍTULO21CAPÍTULO22CAPÍTULO23CAPÍTULO24CAPÍTULO25CAPÍTULO26CAPÍTULO27CAPÍTULO28CAPÍTULO29CAPÍTULO30

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CAPÍTULO31CAPÍTULO32CAPÍTULO33CAPÍTULO34CAPÍTULO35CAPÍTULO36CAPÍTULO37CAPÍTULO38CAPÍTULO39CAPÍTULO40CAPÍTULO41CAPÍTULO42CAPÍTULO43CAPÍTULO44CAPÍTULO45CAPÍTULO46CAPÍTULO47CAPÍTULO48CAPÍTULO49CAPÍTULO50CAPÍTULO51CAPÍTULO52CAPÍTULO53CAPÍTULO54CAPÍTULO55CAPÍTULO56CAPÍTULO57CAPÍTULO58CAPÍTULO59CAPÍTULO60CAPÍTULO61CAPÍTULO62CAPÍTULO63CAPÍTULO64CAPÍTULO65CAPÍTULO66AGRADECIMIENTOS

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NOTASCRÉDITOS

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ParaMarion,Ben,DanielyMax:

vosotrossoisminirvana

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CAPÍTULO1

Eldíadenuestramuertenotuvoningunagracia.Yellonosedebióúnicamente a la muerte en sí. Para ser exactos: ésta tan sólo ocupó elpuestonúmeroseisdelospeoresmomentosdeldía.Enunospuestospordetrás —en el décimo— acabó el momento, sucedido un par de horasantes, en el que Sylvie, mi compañera de piso, se plantó delante de micamadeIkea,medestapóymesoltó:

—Daisy,llevascincomesessinpagarelalquiler.—¿Yporesomedespiertastanpronto?—mequejé.Misojosintentaron,envano,acostumbrarsealaluz,ymicabezame

dio a entender que el día anterior debería haberme bebido entre tres yochotequilasmenos.

—Sonlasdosdelatarde—repusomordazSylvie.Llevaba su carca conjunto de estudiante-de-Derecho-en-el-último-

semestre, mientras que yo estaba tumbada en ropa interior que olía ahumo.

—Pueseso,pronto.Metapélacabezaconlasábana,perolamuyasquerosamelavolvió

a quitar.Después abrí un pocomás los ojos yme di cuenta de quemisotrosdoscompañerosdepisotambiénestabanenmiminicuarto,delqueSylviehabíadichounavezquehabíazonasarrasadasporunhuracánqueparecían más ordenadas. Ahí estaban, por un lado, Ayshe, la rollizaprofesora de secundaria en ciernes, quemás adelante quería dar clase aniñosdeemigrantespobresparaquepudiesenllegaraseralgomásqueloque se esperaba de ellos; y, por otro, Jannis,mimejor amigo desde elcolegio.Delgadoycongafas,eraelúnicode los tresquenoparecíadetanmalcafécomounsalafistaenunconciertodeMileyCyrus.

—Tu rollo de anoche ha hecho pis de pie en nuestro retrete—meregañóAyshe.

Mepusedelado:elbrasileñocachasalquemehabíallevadolanocheanteriordelapistadelBerghainyasehabíaido.Sinquedarseadesayunar.Comoamímegustabanloshombres.

—Apuestoaquenisiquierasabescómosellama—añadiócorrosiva.—Pues claroque lo sé—contesté con cierto descaro, no soportaba

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quemeecharancosasencaraporlamañanatemprano.—Ybien,¿cómosellama?—Esto...Nomeveníaalamemorianiatiros,pero,claro,nopodíaadmitirlo,

y por ello busqué un nombre cualquiera que sonara brasileño. Pordesgracia tenía tal dolor de cabeza que sólo se me ocurrían chorradas.Cosas como Bonorro, Bonoloriño o Longofalo, unos nombres quepreferínodecir.

—SellamaFalcao—espetómalhumoradaAyshe.—Y¿cómoesquesabestúeso?—preguntésorprendida.—Porquellevosemanasdiciéndotequemegusta.Mierda, sí, eraverdad.Peroni semehabíapasadopor lacabeza la

noche anterior. Cuando uno está borracho, lo olvida todo. Y cuando setoma unas pastillas. Y se está cachondo. Sobre todo cuando se estácachondo.

Meincorporéunpoco,meapoyéenlaparedydije:—Deberíasdarmelasgracias.—¿Lasgracias?—Ahorasabesquemeadepieyquenoteconviene.Ayshenomediolasgracias.—Muy bien, y ahora ¿podríamos volver a lo esencial?—intervino

Sylvie—.Queremoselalquiler.—Lopagarécuandomedenelpróximopapel.—Daisy,laúltimavezquetepagaronporactuarfuehacesiglos.—Bueno,enlahistoriadeluniversolossiglossonalgomuyrelativo

—objeté.Hacía sietemeses, en la serieAktenzeichenXY, y el papel era el de

unachicaquehacejoggingyencuentrauncadáver.Eneserodajemiúnicafrasefue:«Creoquehepisadoalgo».

—¿Ysiprobarasconuntrabajodeverdad,paravariar?—propusolabocazasdeAyshe.

—Menudachorrada—respondí.Noestabahechaparateneruntrabajodeverdad.Probéunavez,yno

mehizoningunagracia.—Seguro que pronto le dan un papel —intentó mediar Jannis

mientrasselimpiabalasgafasconladescoloridacamiseta.EralaúnicapersonaenlafazdelaTierraqueaúncreíaenmitalento.

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CreyóenmícuandohicedeBestiaenLabellaylabestiaconelgrupodeteatro del instituto, en Bremerhaven. Y también cuando encarné a unajovendrogadictaenunpapelsecundarioenlaseriededetectivesTatortenKielyunimportanteperiódicosemanaldijodemí:«Eltalentojuvenilesotracosa».Ysiguiócreyendoenmí inclusodespuésdequeperdiesemiempleoenuna telenovelaporque la redactorade la cadenaopinóque lagentenoqueríaver«mujeresconunacaraconpersonalidad»despuésdecomer.Conlode«mujeresconunacaraconpersonalidad»,claroestá,serefería a alguien como yo: con la nariz ligeramente torcida, el pelorebeldedechuchoylosojosdeuncolorindefinible.Cuandolalocadelaredactorame insinuóademásquehabíaunacosaque se llamabacirugíaplástica, le respondíquecongustomeocuparíadeque lehiciese faltaaella.Esonoayudó loquesedicemuchoaqueesacadenamedieramástrabajo.

—Queremoseldineroahora—afirmócondeterminaciónSylvie.—Decidme, ¿vosotras dos, en qué momento os volvisteis tan

puñeteramente serias? —quise saber. Antes éramos amigas íntimas ysalíamosaquemarBerlín,yahora,depronto,erandosbobasmayores.

—Estoyorganizandounabodaquehayquepagar—insistióSylvie.—Túytussueñosdeprincesa—contestéesbozandounasonrisilla.Ellatorcióelgesto.—Antesa lasprincesaslascasabanalafuerza,¿sabes?—añadícon

amabilidad—. Y luego las encontraban en un húmedo castillo de losCárpatos,conuntíoviejoygordoquenohabíaoídohablarensuvidadelalimpiezadentalprofesional.

—Daisy, tú tan románticacomosiempre—apuntóJannis,ysepusolasgafas,yalimpias.

—Los humanos son las únicas criaturas que quieren atarse parasiempreaunaúnicapareja.

—Esoesloquehacequeseamostanespeciales—adujoSylvie.—También somos las únicas criaturas que han inventado armas

nucleares,residuostóxicosyaRonaldMcDonald.—Nuncasabrásloqueeselamor,Daisy—replicómicompañerade

piso,noconacritud,sinomásbiencompasiva.El amor. También lo había probado. Y tampoco me hizo ninguna

gracia. Menos incluso que el trabajo de verdad. Fue en Bremerhaven,cuando aún iba al colegio. Tom tenía veintiún años, estudiaba algo

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relacionado con los medios de comunicación y tocaba en un grupoalternativollamadoSchlumpfinesLovers,LosamantesdePitufina.Lovienelescenario,sentímariposasenelestómago,empezamosasalirydejéquemedesvirgara.Yposiblementehubieseseguidoconélunpocomássiesas semanas mi madre no hubiese enfermado de cáncer y muerto acámararápida.PoraquelentonceseraunpocodifícilhablarconTomdemidolor.Todoloqueseleocurriódecirparaanimarmefue:«Lamuerteesunaputada».

A las dos semanas del entierrome preguntó: «¿Cuándo volverás aestar de humor para acostarte conmigo?».Y al cabo de cuatro semanascortódiciendo:«Meagobiademasiadovertetriste».

Enesemomentolasmariposasdemiestómagosufrieronunamuertelenta, dolorosa.[1] Después fue precisamente Jannis, mi discretocompañerodeclase,laúnicapersonadelmundoconlaquepudehablardetodo:demimadre,conlaquesiempreestabadiscutiendo,cosadelaqueme avergonzaba mucho cuando murió. De mi padre, del que sabía quetenía un lío desde hacía tiempo con una compañera de su despacho deconsultoría(sí,mipadrenisiquieraesperóaquelamuerteloseparasedemimadre).Ydequenadamegustaríamásquedejarelputoinstituto,enelquenohacíanotracosaquedarelcoñazoconlasegundapartedeFausto,guerras mundiales y discusiones de curvas. Jannis me entendía. Era elúnico.

DosdíasantesdelexamendeselectividadmelarguédecasaymefuiaviviraBerlínaunpisocompartidoconAysheySylvie,queenaquellaépoca no estaban obsesionadas con el trabajo, sino que eran mujeresdivertidas,a lasque lesgustabaempinarelcodo. Jannismesiguiópocodespués.EstudiabaHistoria,yyo trabajabaen loque llamabamicarreradeactriz.Quería interpretarpapelesquefueran importantesparamí,quefueranimportantesparalaspersonas.ComoMerylStreepoGlennCloseoSandra Bullock. Pero por desgracia yo no era Streep, Close o Bullock.Pordesgraciayosóloerayo.Ahora,enelecuadordelaveintena,Jannisseguía siendo el único hombre que había entrado enmi cuarto del pisocompartidoconelquenohabíaacabadoenlacamadeIkea.Elsexo,esosiemprelohabíatenidoclaro,secargaríanuestraamistad.Yparamíesoeralomásvaliosodelmundoentero.

—Hayunacosamás—añadióSylvie.—Memuerodeganasdesaberquées.

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—¿Porcasualidadayerporlanochemecogistedinerodelacartera?«¿Cómo,sino,habríapagadoeltaxiparavolveracasa?»,pensé.—No, yo no —mentí como una bellaca, y añadí, haciéndome la

ofendida—:Ymeparecefatalquepiensesesodemí.ASylvienoleconvenciómuchomirespuesta,perocomoabogadaen

potencia, sabía que, en casodeduda, sin pruebasnohabíamás remedioqueabsolveralacusado.Semordióloslabiosyrespondió:

—Dejaremoselalquilerparalasemanaqueviene.Entonces,opagasotevasalacalle.

—Yhoylimpiastúelretrete—espetóAyshe.Antes de que pudiera decir nada, ya habían salido las dos de mi

habitación.Respiré hondo.Y Jannis también. La caza de brujas le habíaparecido desagradable.Ymi comportamientomás aún.Cohibido, cogióunahojadelatristeplantadelarepisadelaventana.Lahojasedesmenuzóensumano.

—Daisy, también tienes unas cuantas facturas sin pagar—comentóJannisseñalandounmontóndecartassinabrir.

—Ennuestrasociedadlasfacturasestánsobrevaloradas.—¿Ylahonradez?—¿Cómodices?—AyerporlanochetevicogerelmonederodeSylvie.Eseinstanteenelquememiróprofundamentedesilusionadoocupóel

puestonúmeronuevedelospeoresmomentosdeldía.Depuravergüenzamemetídebajodelasmantas.

—¿Creesquenopuedoverteahídebajo?—preguntóJannis.—No,porquesoyinvisible.—Y¿cuándovolverásaservisible?—Nunca.—¿Esésetuplanparasolucionartodoestelío?—Puessí,ymeparecemuycreativo—aseguré.—Ymuymeditado.—Meditarlascosastambiénestásobrevalorado.—Esimpresionanteloadultaquepuedesser,Daisy.—Sí,¿no?—Yahoraenserio,asínopodemosseguir.Nolodijoentonodereproche,perosícategórico.Ysupequetenía

razón: no, así no podíamos seguir. Al menos no sin un expreso doble.

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PeroantesdequepudierapedirleaJannisquemehicierauno,mesonóelmóvil.Busquéel teléfono,envano,enelcaosdemihabitación llenadetrastosycajasdepizzavacías(lapizzaeramialimentobásico:siyateníaunacaraconpersonalidad,bienpodíaesforzarmeparatenertambiénunabarriga con personalidad). Jannis sacó el móvil de mis pantalonesvaqueros,lomiróydijo:

—Tuagente.Mi agente se llamaba Schmohel y tenía importantes contactos

nacionales e internacionales... en su día. Hacía unos treinta añosaproximadamente.Ahoraensuagenciasóloteníacontratadostresartistas:una servidora, una estrella de películas policiacas trasnochada y unmonologuistacómicocuyosatrocesjuegosdepalabraspodíanhacerquelosespectadoressufrieranunaneurismacerebral.

Me caía bien el viejo y desgreñado Schmohel, y por motivosincomprensibles, probablemente porque su hija había cortado todarelaciónconél,yotambiénlecaíabien.Seacomofuere,mediounbuensubidón ver su nombre en la pantalla. Y es que si Schmohel llamaba,seguroqueeraporquequizátuvieseunpapelparamí.LequitéelteléfonoaJannisymiagentemesaludóconestaspalabras:

—Daisy,cariño,¿túsabesfrancés?Ni papa, habría sido la respuesta correcta, pero como estábamos

hablandodeunpapellementí:—Puesclaro.—Estupendo,cariño—sealegróSchmohel—.¿Quédiríassitedigo

dospalabras:JamesBond?—Diría: ¡Diosmío!—exclamé, ya que sabía que justo entonces se

estaba rodando enBabelsberg la nueva película de JamesBond, tituladaYouwillneverdiealone,Nomorirássolo.

—SeríamejorquerespondierasmonDieu—rioSchmohel—.Tengounpapelparatienlapelícula.

—¿Cómolohasconseguido?—Casinomepodíacreertantasuerte.—AlaproductoradeBond,BarbaraBroccoli,laconozcodesdeque

su padre hacía las películas con Sean Connery y ella era una niña quejugabaconmuñecas.ABarbaraseleacabadecaerunaactriz,yhayquecubrirsupapelcuantoantes,yalverseeneseapuro,lapequeñaBarbarasehaacordadodelbuenodeSchmohel.

—Y¿quépapel es?—preguntéentusiasmada.Esperabacon todami

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almaque,contratodopronóstico,pudieraserunachicaBond.—Hacesdeunaagentedelserviciosecretofrancésquemuere.Tienes

unapáginaescasadediálogo.AdiósalachicaBond.Aunqueesoestabaclaro.Perodabalomismo:

cualquier papel en una película de Bond por fin pondría enmarchamicarrera.Y,sobretodo,traeríapastaamibolsillo.

—Sólohayunacositadenada—observóSchmohel.—¿Cuál?—Dentro de media hora tienes que estar en los estudios de

Babelsbergcaracterizada.¿Podrás?Sino,acortaránelpapelycogeránaunafigurante.

EnBerlín,unonosepodíafiardeloscercanías,paraelloselhorarioeramásbienalgoorientativo.Asíquedebíairencoche,yconeltráficoberlinéstampocoibamuysobreseguro.Perosilodecía,nomedaríanelpapel,poresocontesté:

—Salgoahoramismo.

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CAPÍTULO2

Después de ducharme, vestirme y pintarme —tardé en total cincominutosymedio—,fuicorriendo,nerviosa,alapuerta,dondeJannismepusoenlamanounexprésdoble.Melobebídeuntragoydije, locadecontenta:

—Con un trabajo así seguro queme saco cincomil euros. Por finpodrécomprarmeropanueva.

—Y¿quémás?—repusoél.—Muebles.—Y¿quémás?—repitió,aúnmásinsistente.—Seguroqueencuentroalgunascosasdivertidas.—Elalquiler—apuntóentonodereproche.—Ah, sí, sí..., claro, el alquiler—balbucí—.Noveas las ganas que

tengodepagarlo.—Me gustaría seguir compartiendo piso contigo —afirmó con

rotundidadJannis.—Notepreocupes,viviremosjuntostodalavida—contesté.Jannis esbozó sumelancólica sonrisa, que siempreme incomodaba

unpoco.Me temíaque seguía enamoradodemí en secreto, comoen elcolegio. El día quemuriómimadreme dio un ataque de llanto en susbrazos.Ycuandoporfincorrieronlasúltimaslágrimaspormismejillas,melasquitóbesándomeconternura.Peroyonoledevolvíelbeso,porqueentoncesestabaconTom,campeónmundialde laempatía.Desdeque lorechacéesavez,Jannisnohabíavueltoahacerningúnavance.

—Nos vemos —dije, y me di la vuelta para marcharme y, comotantasotrasveces,hiceaunladolaideadequeaúnpudierasentiralgopormí. Porque si de verdadme quería, le haría daño, puesto que yo no loqueríaaél.Yesaideaerasencillamenteinsoportable.Janniseralaúnicapersonadelmundoalaquenoqueríahacerdañonunca.[2][3]

Bajé la escalera de nuestro antiguo edificio berlinés a la velocidaddel rayo, salí corriendopor la puerta yme subí a todaprisa ami viejoVolkswagenescarabajo,quehabíaconocido tiemposmejores.Y tambiénhabía pasado hacía mucho la última ITV. Pero funcionaba. Y ¿qué másdabasiteníarotaunadelasluceslargas?

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AtravesézumbandounBerlínquenodejabanuncadefascinarme.Serespiraba historia en todas partes; por desgracia una historia amenudodesagradable.Porejemplo,Hitlerseguíaestandopresenteenciertomodocon monstruosidades arquitectónicas de piedra como el Ministerio deHacienda. Cada vez que algo me recordaba a Hitler, sentía que seconfirmabamiopinióndequeDiosnoexistía.SiDiosexistía,¿porquénodejó caer sobre Hitler mil kilos de pesados bombones de chocolate ymerengue?

MimadreintentóunayotravezmetermeaDiosenlacabeza,peroyaen la adolescencia era incapaz de imaginar que existiera un podersuperior.Esalgoquecuestacreercuandotumadreestáenelhospitalconcáncer y tu padre anda por ahí magreándose con su Elseasesora. Pocoantesdemorir,mimadreserefugióderepenteenelbudismo,porquesuenfermera, que era de la India, le hablómaravillas de él. Pero amí esareligión no me resultaba mucho menos absurda que la idea de queexistieraunDios.Queunosereencarnabaenunanimalsinohabíasidobueno... ¿Qué clase de lógica era ésa? ¿Cómo iba eso a hacer que unapersonafueramejor?Ysi,enefecto,todosloshombresacababansiendoanimales, ¿no sería preferible que todos nos volviéramos vegetarianos?No, lodequehabíavidadespuésde lamuerteeraunapatraña.Loúnicoquehabía,garantizado,eralanada.Igualqueantesdelavida.Sihubiesealgo,lomásprobableesquelorecordáramos.

—Daisy—medijoentoncesenelhospitalmimadre,muydelgadayfrágildebidoalaenfermedad—,túloquetienesesmiedodecreerenalgosuperior.

—¿Porquéibaatenermiedodeeso?—pregunté,untantotozuda.—Si creyeras en algo superior, también sabrías que en ti hay algo

grande.—Y¿quésesuponequees?—Esotendrásqueaveriguarlotú.No entendí a qué se refería, y hoy por hoy seguía sin entenderlo.

Sencillamentenohabíanadagrandeenmí.Mientrasconducíanoparabademirarelmóvil, intentaba leeren la

destrozada pantalla —seguro que Apple debía más de la mitad de suvolumendenegocioalareparacióndeiPhonesquesecaíanalsuelo—lapáginadelguionqueyamehabíamandadoSchmohelpore-mail.Madremía: ¡no era una escena cualquiera! Actuaba con Bond, James Bond.

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Interpretadopor elnuevoagente007MarcBarton,unhombrealque seconsideraba el actor más ambicioso de Hollywood y al que ese año larevista People había nombrado Sexiest Man Alive, nada menos que elhombremás sexy delmundo.Barton estaba casado con la actrizNicoleKelly,queasuvezhabíasidoelegidaSexiestWomanAlive, lamujermássexy del mundo, por Esquire. Vivían en un apartamento supercuco enNuevaYork,nimásnimenosqueenCentralPark,yformabanunaparejaen cuya presencia inclusoAngelina Jolie yBrad Pitt parecían carcas deadosado de Bremerhaven. Entonces, ¿como qué sería yo, que en laeleccióndeSexiestWomanAliveacabaríaenelpuesto2.782.346.338?

Mientras se me pasaban todas estas cosas por la cabeza, seguíaleyendoenelmóvil:sinoentendíamal,sesuponíaquedebíahacerdeunainformadora francesa que da pistas a Bond sobre el paradero de unterrorista que, para ser mentalmente inestable, se había apoderado dedemasiadascabezasnucleares.Ysí,pordesgraciaenesaescenateníaqueintercambiar unas frases en francés conBond.Tonta demí, no sabía loque decían esas frases, y menos cómo se pronunciaban. Así que mepondría en ridículo con todas las de la ley delante de la superestrellainternacionalBarton.

Sinembargo,nomeentróelpánico,porqueconfiabaenquetodosesolucionarasobrelamarcha.Afindecuentas,eraunagrandefensoradela tesis de que la mayoría de los problemas debían solucionarse, a serposible,solos.Pordeprontoqueríaaprendermeelrestodeltexto.Yllegara losestudiosdeBabelsberg.Ydejaratrásalpolicíaquemehacíaseñassubidoasumoto.

¿Unpolicíaquemehacíaseñas?VayaporDios,eraverdad,teníaunpolicíaamiladoquemeindicaba

quefuesealaizquierdayparase.Hiceloquemeordenabaybajélaventanilla.Elpolicachas,queen

otrascircunstanciassindudamehabríaparecidomonoconsuinformedecuero,mepreguntó:

—¿Podemosirmirandoelmóvilcuandovamosconduciendo?—Bueno,nosésiustedpuede,peroyo...—repuse.—Larespuestacorrectasería:no,nopodemos—mecortóelagente.

DiolavueltaamicocheypedíaDiosquenovieralapegatinacaducadadelaITV.

—SucochenohapasadolaITV.

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¿HacenfaltamáspruebasdelainexistenciadeDios?—Ibaahoramismoapasarla—sonreí.—Y¿quiénsesuponequesetienequecreereso?—Eh...¿Usted?Sumiradaseoscureció,yyodecidícambiardeestrategia,abordéal

agentemirándolofijamenteasusoscurosojos.SeríaderisasielencantodelabuenadeDaisynomeayudaraasalirdeésta:

—¿Nopodríaustedhacersumaravillosavistagorda?—Ahórreselasmolestias,soyhomosexual.AdiósalencantodelabuenadeDaisy.—Podría presentarle a un amigo mío bailarín muy majo que es

superdivertido...—propuse.—Yustedpodríasalirdelcocheydarmesucarnédeconducir.—Elbailarínestequeconozcoesmiembrode losChippendales.Va

debomberoyhaceunascosasconlamangueraque...Elagentemedirigióunamiradamássombríaaún.—...queporlovistoaustednoleinteresan—concluí,suspirando.—Bienvisto.Mebajédelcocheabatida,entreguélasllavesyelcarnédeconducir,

mecayeronunamultayvariosconsejos,lospasosquedebíadarsiqueríavolveraconducirmicoche,quesellevaríalagrúa.Porúltimo,elpolicíasefueensumoto.Frustrada,meapoyéenelescarabajo,mirélapantallarotadeliPhoneyconstatéquehabíaperdidodiezvaliososminutos.Presadelpánico,meplanteécogerelcercanías.Perosi lohacía—auncuandoporunavezseavinieraasaliralahoraprevista—llegaríaalrodajeconmediahoraderetrasonadamenos,esdecir,conunretrasoinadmisible.Ynoteníapastaparauntaxi.Almenosnopararecorrermásdesetecientosmetros.Asíytodomeplantéenlacalzadayparéalprimeroqueapareció.Mesubíy lepedíal taxistaqueme llevaseaBabelsberg.Lodecómo lepagaría sería un problemamás que a ser posible tendría que resolverseporsísoloeneltranscursodeltiempo.

Sinembargo,comonotardéendarmecuenta,quizádeberíahabermefijado más en él. En Berlín uno se podía topar con taxistas muyespecialitos,yesehombretatuadoparecíauncombatientechechenoquesealimentabaabasedepitbull.Cuandoel tiposeenteraramástardedequenopodíapagarlacarrera,nocreoquesepusieracomolocodecontentoysemarcaraunadanzatípicachechena.

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Con el objeto de crear buen ambiente, le pregunté qué ponía en eltatuajequelucíaenelafeitadopescuezodetoro:

—Sutatuajeparecemuyinteresante.¿Quésignifica?—Sangreyhonor—repusoconunmarcadoacento.Másmevaldríanohaberpreguntado.—Yohacerencárcel.—Y¿porquéestuvoenlacárcel?—quisesaber,curiosademí.—Porhomicidioquehacer.«Homicidio que hacer» no sonómuy bien. No sonó nada bien. La

verdadesquemeparecióunamierda.—Médicosdecirquetenertrastornodelcontroldelosimpulsos.—¿Cómodice?—Quererdecirquenopodercontrolarmiagresión.—Esometemía.—¿Qué?—bramó.—Nada,nada—meapresuréadecir.—Peroahoratenermejorcontrol—afirmó,unpelínmástranquilo.—¿Significa eso que ya no pierde los nervios por tonterías? —

pregunté,tannerviosacomoesperanzada.—¿Tonterías?¿Quétonterías?—Aver,unejemplocualquiera...Pongamosporcasoquealguienno

lepagalacarrera...—No—respondió—,entoncesnoperderíalosnervios.—Bien—respiréaliviada.—Sóloromperíapiernas.Yeseinstanteocupóeloctavopuestodelospeoresmomentosdeldía.

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CAPÍTULO3

LlegamosalabarreradelosestudiosdeBabelsberg.Elconserjedijoquemeestabanesperando,laabrióycontinuamoshastaungranedificio.Allímebajédeltaxi,yelhombredeltrastornodelcontroldelosimpulsosdijo:

—Cincuentaycuatroeurosconveinte.—Ya—respondí con la mayor desenvoltura posible—, no pare el

taxímetro.Ahoramismovuelvo.Siunproblemanosesolucionabasolo,comoestabayofirmemente

convencida,losuyoeraaplazarlosinmás.Conestafilosofíaseguroquehabríasidounapolíticadeprimera.

—Bueno, no sermi dinero el que correr por taxímetro—gruñó elchecheno.

Sihubiesesidosincera,habríatenidoquedecirle:enrealidadsí.Peroenlugardehacereso,ledediquélamásencantadorademissonrisas.Enesemomentovinodirectaamíunaapesadumbrada treintañeraconunoscascos en la cabeza, a todas luces la directora de producción, y mepreguntó:

—¿EresDaisyBecker?—Algunateníaqueserlo—bromeé.—Llegas muy tarde —replicó, cortante, sin seguirme la gracia lo

másmínimo.—Sólounpelín.—Tratéderelativizar.—La falta de puntualidad es uno de los siete pecados capitales—

espetócomounabrujaenunapelículadeDisney.—Nocreoyoque...—Yllevarlacontraria,otro.Decidíqueeramejornodecirnipío,porquealparecertodoloque

dijera podía ser utilizado en mi contra. Con un brusco movimiento demano, lade loscascosme indicóque lasiguiera.Enfilamos lospasillosdelestudioalacarrerahastallegaramaquillaje,dondemeesperabaunamaquilladoragorditaconmásdeveintecofrecitosdepinturas.

—Tenemos que recuperar el tiempo perdido —ordenó la de loscascos,ysefuepitandoaagobiaraotro.

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Lamaquilladoramemiróembelesadaconsucaradepanyexclamó:—Québien.Duranteunsegundopenséquelegustabamicara,perodespuésdijo:—Meencantanlosretos.Cuandoacabóconmigo,mimaquilladacaraestabacomonunca,casi

comoladeunaestrelladeverdad.Yyo,radiantedealegría.Sinembargo,lamaquilladora,menosentusiasmada,suspiróydijo:

—Bueno, quizá en posproducción puedan hacer algo con elordenador.

Mialegríaseesfumóenelacto.En ese instante volvió a entrar la directora de producción, queme

llevó a rastras tres espacios más allá, con la responsable de vestuario.Segúnelguionyodebíallevarunceñidotrajedecombate.Lafigurinista,unamomiavieja,torcióelarrugadomorro.

—Parallevarunbodyhayquetenerbody.—Yotengobody—objeté.—Yomásbienlollamaríamole.Antesdequepudieracontestarle,lamomiaempezóaenumerartodos

misdefectos:—Demasiado baja, las piernas demasiado gordas, los pechos

desiguales,untraseroenelquepodríanaterrizarhelicópteros...Añadíparamisadentros:Yunospuñosconlosquesepuedenromper

dentaduraspostizas.Laviejameendilgóunbodynegrodelátex,pusounosalfilerespara

que me sentara mejor y, cuando me miré en el espejo, se me pasó elcabreoconellacomoporartedemagia.Mevisupersexy.Quélástimaquenosepudieratenermaquilladorasyfigurinistasenlavidareal.

Perolamomia,menosentusiasmada,suspiróydijo:—Bueno, quizá en posproducción puedan hacer algo con el

ordenador.Traguésaliva,ofendida,peroentoncesladirectoradeproducciónme

sacó de vestuario para llevarme al plató. Mientras me esforzaba porseguirleelritmo,mecontóqueibaaconoceralrealizador,StevenBendis.Nomesonaba,pero¿quiénsesabíalosnombresdelosdirectoresdelaspelículasdeBond?

Entramos en un gran estudio donde andaban de un lado para otrocámaras,técnicosdeiluminación,técnicosdesonidoyeléctricos.Delante

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deuna paredverde, los escenógrafos colocabandistintas cosas: piedras,cristalesrotos,mueblesdeoficinadestrozados.

Lade loscascosmepresentóal realizadorStevenBendis,uncalvobajito vestido de negro y con unas gafas rojas de marca. Nada másterminar, se puso a revisar las últimas noticias en su smartphone, y elrealizadormepreguntóeninglés:

—¿Ereslaquehacedeinformadorafrancesa?—Sí,ysemehaocurridounacositadenada—probéparasolucionar

elmásacuciantedemisnumerososproblemasenuninglésmásomenospasable, gracias almogollón de series de televisión americanas quemetragaba—:¿no seríamuchomejorque la informadora fuesealemanaenlugardefrancesa?Unaalemanaayudandoauninglés,seríacomoexpiarlospecadosde lasegundaguerramundial, tendríauncaráctersimbólicogenial...

—¿Sabes cuántomegustan los figurantes que tienen ideas para suspapeles?—meinterrumpióelcalvo.

—¿Nomucho?—Preferiríaquemetrituraranelcerebroaescucharlos.Porlovistoesehombrenoerapartidariodelajerarquíahorizontal.—Escucha,pequeña.—Bendisseñalóeldecoradode losescombros

—.Tuescenasedesarrollaenlaazoteadeunrascacielosparisinoduranteunataqueconmisiles.—Señalólaparedverde—.Elrascacielos,elataqueconmisilesyelhelicópteroseañadiránmástardeporordenador...—Hizounabrevepausayexhalóunlevesuspiro—.EsunapenaquenosepuedahacerlomismoconMarcBarton.

Porlovistoaalguiennolecaíabiensuprotagonista.Bendissedirigióaladeloscascos:—Porcierto,¿dóndeestánuestrasuperestrella?—Meacabademandarunmensaje.Dicequehahechounoscuantos

cambiosmásenelguion.—¿Cambios? ¿Otra vez? —El director parecía absolutamente

desesperado.—Quiereque,enlugardeenunrascacielos,laescenaseruedeenla

torreEiffel.Asílafotografíaserámejor.—Pero...perosiyalotenemostodolisto...—Poruninstantecreíver

lágrimasensusojos.—Barton siempre anda buscando una solución mejor —repuso la

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directora de producción, encogiéndose de hombros—, es unperfeccionista.

—Envolvermeloco.—¿Habláisdemí?—oímosdeciraalguiendetrásdenosotros.Todos nos volvimos:MarcBarton era exactamente igual que en el

papelcuché.Rubio.Conbarbade tresdías.La sonrisadeundios joven.Llevabavaquerosyunacamisainformal.Nuncahabíavistoanadiellevarcamisas informales con tanta informalidad. Lo acompañaba un pequeñojack russell que no se separaba de su lado. EraBoopsie, el perro de laglamurosa pareja, que acababa de ser elegido por la revista Elle elSweetestDogAlive,elperromásmonodelmundo.

Elrealizadorlepreguntóconnerviosismoyciertasumisión:—¿DeverdadquieresquepaselaescenaalatorreEiffel?—Pues sí. —Barton sonrió. Su sonrisa era increíble de veras.

Cualquiermujersederretiríaalverla.HastaAngelaMerkelcantaríaWhatAMansilaviera.¡Menudohombre!

—Perotardaremos...tardaremoshorasengestionarlotodoconlosdeefectosespeciales.

—Puesaplazaremoselrodaje.NoqueremosqueéstaseaunapelículadeJamesBondcualquiera,sinoelmejorBonddetodoslostiempos.

—Peroesocuestadinero,muchodinero...—sequejóelrealizador,yseleformaronperlasdesudorenlacalva.

—Estoy firmemente convencido de que puedes asumir el retraso ylos gastos inherentes.—Barton sonrió como un tiburón que se hubiesehechounblanqueamientodental.

—Marc...—suplicó,desesperado,eldirector.—Y estoy firmemente convencido de que sabes enmanos de quién

estáelpoderdedespedirte.Elhombresequedóblanco.Entoncesescuchamosunruiditoyempezóaolermal.—Uy.—Bartonesbozóunalevesonrisayacaricióalpequeñoterrier

—. Por lo visto a Boopsie no le ha sentado muy bien la comidavegetariana.

Elrealizadorsepusoblancocomolaparedynodijomás.Bartonsevolvióhaciamíypreguntó:

—¿Ytúquiéneres,mujercitadelátex?Marc Barton me estaba hablando. ¡A mí, Daisy Becker, de

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Bremerhaven! El corazón seme aceleró. Las piernasme flaqueaban. Elcocoloteníareblandecidodesdehacíaunbuenrato.Y,sinembargo,ahoradebíadeciralgoingenioso.

—Grdll—repuse.Nohacíafaltaquefuesetaningenioso.—¿TellamasGrdll?—Blmm.Bartonsedirigióaladirectoradeproducción:—¿Lehadadounaapoplejía?—No,sólosehaquedadoalgomudaentupresencia.Laestrellamemiródearribaabajoyconstató:—Quéoriginal.Sonreícomounaauténticaidiota:¡aMarcBartonleparecíaoriginal!—Claroqueoriginalno tieneporquésernecesariamentebueno—

añadió.Lasonrisasemeborródelacara,yrecuperéelhabla.—¿Qué...quésignificaeso?La de los cascosme lanzó unamirada severa. Estaba claro lo que

quería decirme con ella: contradecir a la estrella era otro de los sietepecadoscapitales.

—En una película de Bond espero mucho de una mujer.—Bartonsonriócondesdén.Ysialguiensabíasonreírcondesdéneraesehombre.

Pese a la mirada de advertencia de la tía de los cascos, no pudequedarmecalladaycontestécontonoagridulce:

—Bueno, quizá en posproducción puedan hacer algo con elordenador.

—Hastalatecnologíamáspunteratienesuslimitaciones—sonriólaestrella.

Ningúnhombremehabíadesencantado tandeprisaenmivida.ParamíahoraeraTheNervigstManAlive,elhombremásirritantedelmundo.

—Pero¿sabescuáleslabuenanoticia?—dijoconlasonrisaaúnmásancha.

—¿Cuál?—contesté,confiandoenquedijeraalgobuenodemí.—Queyahequitadotupapeldelguion.—¿Grdll?—MiJamesBondesunJamesBonddelsigloXXI.Esunhackermás

quecapazynonecesitaayudadenadieparaobtenerinformación.

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—Porfavor,señorBarton,necesitoestepapel—supliqué,dejandoaunladoelorgullo—.Todavíanohepagadoelalquilerymicarreravademal...

—Yéseesmiproblemaporque...—inquirióaburrido.—Noessuproblema—balbucí—,peropodríahaceralgobuenode

verdad...—Yahago bastantes cosas buenas, pequeña.El año pasado doné un

millón de dólares para que los niños africanos reciban clases deinterpretación.¿Cuándofuelaúltimavezquehicistetúalgobueno?

Nomevinonadaalamemoria.—Eso pensaba.—Barton sonrió y se diomedia vuelta, dispuesto a

marcharse—.Voyacorrerunpocoenlacinta.Avisadmecuandoestélistoelcambiodeescena.

Boopsie se tiró otropedo enmidirección.El nombredel perronopodía ser más apropiado. Acto seguido la estrella y el perrodesaparecieron del set, y con ellos también se esfumó mi papel. Y mioportunidad de pagar el alquiler. Y la carrera al rompepiernas deltrastornodelcontroldelosimpulsos.

El director se dio la vuelta, se secó el sudor de la calva con unpañueloymascullóenvozbaja:

—Debíescucharamispadresyhacermeauditor.Eneseinstanteamítambiénmehabríagustadoserauditora.Ydesear

tener semejante profesión pasó a ocupar el séptimo lugar de los peoresmomentos del día. Fue el último momento de la lista menos malo quenuestramuerte.

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CAPÍTULO4

Abatida, fui a queme desmaquillaran—lo cual duró un buen rato,pueseranmuchas lascapasdemaquillaje—ydespuésmeencaminéa lamomiadevestuario.Porelotroextremodelpasilloveníaamiencuentroeltaxistachecheno:alparecernoqueríaseguiresperandoporsudinero.

—¡Cientotreintanueveeurosconochenta!—megritódesdelejos.En vez de responder, hice como que no lo había visto,me volví y

echéaandardeprisaporelpasillo.Siunproblemanosesolucionabasoloytampocosepodíaaplazarmás,siemprecabíalaposibilidaddehuirdeél.

—¡Cientocuarenta!—exclamóelchecheno.Eltíoteníauntaxímetrointerior.

Empecéacorreryoíamisespaldasqueélhacíalomismo.Doblélaesquina,miréamialrededor,presadelpánico,yviuncamerinoencuyapuertaponía«MarcBarton».Comosabíaquelaestrellaestabaenlacinta,decidíabrirlapuertayescondermeenelcamerino.Elsitionopodíasermáslujoso:trestelevisoresdegamaalta,unequipodemúsicaBangundOlufsen, varios dispositivos de Apple y, en medio de tantos trastosmodernos, un sofá de terciopelo en el que daba la impresión de que lamismísimaMaríaAntonietahabíapuestosurealpompis.Nadamáscerrarlapuertamellegóunolorfuerte.¡Boopsie!Elterriervinohaciamí.Ynosólosabía tirarsepedos,sino también ladrar.Peroesonopodíahacerlo,yaqueentonceseltaxistaentraríaenelcuarto.

—Cierraelpico—leordené.Pero el chucho se puso a ladrar conmás ganas. Y se tiraba pedos

como un poseso. Aunque la peste me ofuscaba, se me ocurrió que elchucho sólo atendía a órdenes en inglés. Busqué rauda la traduccióninglesade«cierraelpico»ydije:

—Closethepick.Estaba bastante segura de que no era una buena traducción. Ahora

Boopsieestabaapuntodehiperventilardetantoladrar.—Shutup!—exclamé.Y el perro se calló. Pero sólo porque me estaba mordiendo en la

pantorrilla.Yo,encambio,memordíellabioparanochillarydelatarme.Desesperada, intenté quitarme de encima al terrier, pero los dientes del

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chucho se me hundían en la carne cada vez más. No podría soportarmuchomáseldolor.Mepuseamoverlapiernacomounalocaaunladoya otro, y al final conseguí lanzar lejos al bichejo. Y lo hice con tantafuerzaquesalióliteralmentevolando.Porelaire.Hastaquelaparedpusounbruscofinalalvuelo.Boopsiegañóunossegundosyporfinsecalló.

—¡Cientocuarentayuneurosconveinte!—oíquedecíaelchechenoalpasarpordelantedelcamerino.

Contuve la respiración. Los pasos se alejaron. Lancé un suspiro dealivio.Ymiréalperro:seguíainmóviljuntoalapared.Aquellonoteníabuenapinta.Meacerquéaély lediconelpie.Nada.Aquello teníamuymalapinta.Meagachéy lozarandeé:nohacíanadadenada.Aquellonopodía tener peor pinta.Aterrorizada, cogí un espejo de lamesa y se lopuse delante del morro: el espejo no hizo la menor intentona deempañarse.¡Madre...del...amor...hermoso!

MehabíacargadoaBoopsie.Alperromásqueridodelmundo.Probablemente no haga falta mencionar que ese instante pasó a

ocuparelpuestonúmerocincodelospeoresmomentosdeldía.ParacolmodedesgraciasoíquealotroladodelapuertaBarton,al

móvil,decía:Callyoulater,Sugarbutt.En circunstancias normales me habría sorprendido que Barton

llamaraasumujerculitodeazúcar,peromeentróelpánico,porqueyanoestaba corriendo en la cinta. Enseguida la estrella del cine haría suapariciónymepillaría.Yloqueeramuchopeor:¡veríaalterrierfiambre!

Muertademiedo,cogíelperroy loescondídetrásde losmullidoscojinesdelsofáantiguo.JustoantesdequeBartonentraseenelcamerinoconsuinformalropadedeporte.Empecéabalbucirenelacto:

—Seguro que le extraña mucho que esté aquí, pero hay unaexplicaciónmuysencilla,quees...quees...

Noteníanilamásremotaideadecuálera.—Sécuáles—meayudóBartonrisueño.—¿Ah,sí?—preguntéatónita.—Noereslaprimeraquesecuelaenmicamerino.Claro.—Y tampoco eres la primera que se quiere acostar conmigo para

conseguirunpapel.De pronto me pregunté si me devolvería el papel si en efecto me

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metíaenlacamaconél.Ypensé:«¿Porquéno?Siasípuedoparticiparenuna película de Bond...». Sin duda había cosas peores para medrar queacostarseconelSexiestManAlive.

Bartonsemeacercódespacio.Muydespacio.Yentoncesmeasustómipropiovalor:habíatenidoalgunoslíosdeunanoche,sí,peroningunoquefueseunidoacontraprestación.¿Quéclasedemujerseríasimeibaalsofádeterciopeloporunpapel?

Ysemepasópor lacabeza,horrorizada,queeraunsitioalquenodebía ir con él bajo ningún concepto, porque en ese caso ¡nosacostaríamossobreelperromuerto!

—Ahoramegustaríaestarsolo—afirmóBarton—.Tengoquehacermáscambiosenelguion.

Casinomelopodíacreer:¿meestabarechazando?¿Noqueríaecharunpolvorápidoconmigo?¿Paranorebajarse?

Mechocótantoqueenunprimermomentonisiquieramedicuentadequesesentabaenelsofá.Ycuandomepercatéyaerademasiadotarde:Bartonseapoyóenelcojíntraselqueestabaelperromuerto.Sólotardómediosegundoenconstatar:

—Quéraro.—Bueno,puessiesloquequiere,lodejosolo—meapresuréadecir.Quisemarcharme, pero Barton quitó el cojín y descubrió el perro

muerto.Empezóatemblar,desencajado.—Yparaesotambiénhayunaexplicaciónmuysencilla,quees...que

es...—HasmatadoaBoopsie—dijo,sindarcrédito.—Sí,probablementeseaésa—admitíapocada.BartoncogióenbrazosaBoopsieyloestrechóconfuerza.Amíya

nomehacíaelmenorcaso.Queríallorar,peronolohizo.Comosiyanosupiese cómo darle rienda suelta a las lágrimas. Pero llorara o no, vicuánto quería a ese chucho pedorrero.Dentro deMarcBarton había unniño.Yyolehabíahechomuchodañoaeseniño.

Puestonúmerocuatro.

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CAPÍTULO5

Tras lograr salir del recinto del estudio, volví a Berlín en elcercanías. Con el traje de látex. Sin papel. Sin dinero.Y sin autoestima.Habíarobadoamicompañeradepiso,lehabíaquitadoelbrasileñoamiotracompañeradepiso,habíaestafadoauntaxista,habíamatadoalperromásqueridodelmundoy,conello,casihabíahecholloraraunaestrellainternacional.Perolopeoreraqueporuninstantehabíaestadodispuestaavendermicuerpopormicarrera.

UnmendigoentróenelvagónysepusoatocarconunoscucharonesLa cucaracha para sacarse un dinero. En ese momento me habríacambiadosindudarloporél.

AlllegaracasameencontréenlaescaleraconSylvieysuprometido,Lars,médico residente en el hospital universitario Charité. Lars, al queella llamaba cariñosamente Larsi-Schmarsi, era guapo, listo, deportista.Seguroqueprontoviviríanenunbarriobien,porlanochebeberíanbuenvinotintodelantedelachimeneay traeríanalmundoaunoshijossanosquejugaríanalhockey,iríanauninternadoinglésyacabaríanelinstitutosacandolasnotasmásaltas.Yo,encambio,tendríacomomuchounhijo,yesosiestabalobastanteborrachaconunodemisrollosdeunanocheparanodarmecuentadeque sehabía resbalado el condón.Yami ignorantechurumbellomoleríanapalosloshijosdegentecomoSylvieyLars.

—Anda,yaveoquetienesuntrabajonuevo—sonriómicompañeraalvermeeltrajedelátex.

Porlovisto,JannisnolehabíacontadoquehabíaidoaunrodajedeBond,cosaqueagradecímuchoenesemomento.

—¿Sabesqué,Sylvie?—repuseconlamayornaturalidadposible—,esomedoleríamássituprometidonomemiraradeesamaneraelculodelátex.

SylviemiróenfadadaasuLarsi-Schmarsi,que,alhabersidopillado,apartólavista.Lanochedelaselectaparejasetorcería.[4]

—Vasaacabarenlacalle—meespetóSylvieconvozahogada.Ésaeraunaconclusiónqueyoempezabaacompartir.

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Sylvie arreó a Larsi-Schmarsi mientras yo entraba en el pisoarrastrandolospies.Eneseprecisoinstante,Aysheibaporelpasilloconunacestaconropasucia.Primerosequedóperplejaalvermeel trajedelátex,perodespués secompadeciódemí.AdiferenciadeSylvie, ella seacordabadequehabíamossidobuenasamigas,ydijoconsuavidad:

—Daisy,tienesquecambiardevida,enserio.Pordesgracianomeexplicócómohacerlo.Ayshesemetióensuhabitaciónsinecharmelabroncapornohaber

limpiadolatazadelváter.Algoeraalgo.—Lodehoynotehaidomuybien,¿eh?—Jannis,enlapuertadela

cocina,sonrió.—¿Porquélodices?—contestécansada.—Tehevistoconmejorcara.Ypocasvecespeor.Ynuncavestidade

látex.—¿Sabesloquenecesitoahora?—Claro—repusorisueño—.Amaretto.Desdeaquellalejanaadolescenciaenlaqueelalcoholdeverdadaún

nossabíademasiadoamargo,elAmarettoeranuestrabebida.Tomábamosesacosadulzonaconchocolatecalientesiemprequeaunode losdos lehacía falta consuelo. Era nuestro ritual. Sí, si los problemas no sesolucionabansolos,nosepodíanaplazarytampocosepodíahuirdeellos,siemprequedabalaposibilidaddeemborracharse.

Medespojédel trajede látexenelcuartodebaño,mediunaduchaparaquitarmelapestequemehabíadejadoy,yaconunosvaquerosyunasudadera,fuialahabitacióndeJannis,queestaballenahastalostopesdelibrosdehistoriaymapasde lasguerraspúnicas. ¿Deverdadexistieronlos púnicos? ¿Quién lo sabía, aparte de él y sus colegas historiadores?Probablementenisiquieralospropiospúnicos.

Nos sentamos en el suelo, como antes; quemamos incienso, comoantes;yescuchamosaTomWaits,comoantes.

—¿Mequieres contar qué ha pasado?—inquirió Jannis cuando vioquedespuésde tomarmetres tazasdechocolateconAmarettoseguíasindecirnada.

—Laverdadesqueno.—¿Melocontarás,detodasformas?—Siespreciso.—Noloes.

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—Gracias.—Tambiénpodemosverunapelícula.—Muybuenaidea.Cuando se trataba de ver una película durante una crisis, siempre

escogíamos Alien, así nunca corríamos el peligro de tener que ver apersonasquefueranmásfelicesquenosotros.

Pocoantesdequeelmonstruosalieradelpechodelastronauta,Aysheentróydijoindignada:

—Nomelopuedocreer.—Porfavor,nomedes la tabarracon lode limpiarelváter—pedí

sinfuerzasy,contantoAmarettoenelestómagovacío,tambiénunpocoachispada.

—¡Nomerefieroalváter!—Ahoramedirásqueelbrasileñotambiénsehizopisenotrositio.—¡Merefieroaesto!Me enseñó su smartphone, donde estaba abierta la página del

periódicoSpiegel-Onlineyseveíamifoto.Encimaponía:«Antiguaactrizdetelenovelamataalperromásqueridodelmundo».

Númerotresdelospeoresmomentos.Después de leer el artículo, Jannis se volvió hacia mí y dijo con

suavidad:—Ahoraestaríabiendecir:esunerror.Nopude.Nopudedecirnadamás.Estabaacabada.Sería,deporvida,

lamujerquematóaBoopsie.Novolveríanaofrecermeningúntrabajo,anoserparaira«Laisladelosfamosos».Nisiquierapodríalargarmealotro extremodelmundoyponermeavendergafasde sol enunaplaya,porquetodoelplanetaconocíaalperrodeBarton.

Ayshesaliódelahabitaciónsacudiendolacabeza.JannisparóAlien:se veía al monstruo saliendo del pecho del astronauta. Ahora inclusoenvidiaba a ese hombre.Ehiceun esfuerzopor no llorar. Jannis seguíamirándomeconternura.Nomelomerecía.

—Soyunamierdapinchadaenunpalo.—Claroqueno,Daisy.—¿Unamierdacomounacasa?—Tampoco.—¿Comolacopadeunpino?—Notienesporquéodiarte—dijo.

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—Desdeluegoquesí—contesté,ymeechéallorar.—Desdeluegoqueno—insistióél,ymeabrazó.Llorécontra suesmirriadopechodepaloma.Nomehabíavueltoa

darunallantinaasídesdequemuriómimadre.YentoncesJannistambiénme abrazó. Y, como aquella vez, cuando acabé de llorar me secó lasúltimas lágrimas a besos. Pero a diferencia de aquella vez, yo ahora noestaba con nadie, así que le quité las gafas y le devolví el beso. Nosbesamos...ynosbesamos...ynosacostamos.

Jannis era el hombremás tiernoconelquehabía estadoenmivida.Ningunamujercondosdedosdefrente lohabríadejadoescapar.Peroamí nunca nadie había podido echarme en cara que tuviera dos dedos defrente.Noeradignadeél,yasíselohicesaber.

«Deja que eso lo decida yo», repuso, y me miró con cara deenamorado.

Por muy bien que me hubiera venido, sencillamente no podíacorresponderasuamor.Meodiabademasiadoparahacerlo.

Melevantédelacamaymevestí.Jannissepusolasgafasymemiróheridoenlomáshondo,perono

dijonada.Sólocuandomecalcélaszapatillasdedeportecomentó,conlosojosylavozapenados:

—Sylvietienerazón,nuncasabrásloqueeselamor.Mellegóalalma.Cogí la botella de Amaretto y salí del cuarto sin decir nada,

plenamenteconscientedequemehabíacargadonuestraamistad.Eraunamierdacomolacopadeunpinoypunto.Puestonúmerodos.

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CAPÍTULO6

LamuertedeBartonylamíanofuelamuertemástontadelafazdelaTierra.Ese títuloprobablementecorrespondaa ladefuncióndeGarryHoyel9dejuliode1993.SegúnWikipedia,elabogadoqueríademostraraungrupodeestudiantesqueelcristaldelToronto-DominionCentreerairrompible.Ylohizoenelpiso24.Cogiócarrerillayseestrellócontraelcristal.Quenoerairrompible.

¿Qué se lepasaríapor la cabezamientras caía? ¿Porquénodejé acargo de la prueba a mi asistente? ¿Ojalá no hubiera sido un listillo?¿Tendrétiempodedarmedecabezazosporbobo?

Enmimuertesemepasaronporlacabezacosasmuydistintas.

Traslargarmedelpiso,deambuléporunanocheberlinesapasadaporagua conmi botella deAmaretto bajo el brazo. Pasé por delante de undispensadordeperiódicos:elBildteníamifotoenprimeraplana.Encima,eltitularrezaba:«AsesinadeperroslocamataaBoopsie».

Asesinadeperrosloca:¿quiénnoquerríapasarasíalahistoria?Sin embargo, ver el periódico tuvo algobueno: por lomenoshizo

quenopensaraenJannis.Clavélavistaenlapáginaymepreguntésinopodría explicarle a Barton que el taxista tatuado me dio pánico y queBoopsie seguiría con vida si el tipo no me hubiese perseguido. QuizáBartonmeperdonara.Seguroqueloharía.Ydespuésdaríamosunaruedade prensa juntos, la estrella me rehabilitaría a ojos del mundo y al serfamosameofreceríanotrospapeles.

Bien,hedeadmitirqueestafantasíateníaqueverconelAmarettoyno era demasiado realista. Pero ¿por qué no intentarlo? ¿Qué podíaperder?

Según la prensa, Barton se alojaba en el hotel Adlon durante elrodaje. Debía conseguir como fuera colarme en su suite. Pero estandocomoestabapedoyempapada,seguroquenopasabaderecepción.QuizádebieraesperaraBartonantelapuertagiratoria,juntocontodoslosquequerían un autógrafo suyo y confiaban día y noche en ver a la estrellainternacional.Perolapegadeeseplanera:siloscazadoresdeautógrafos

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me reconocían, posiblemente quisieran linchar a la asesina de Boopsie.Poresomeplantéenfrentedelhotel,lejosdelasfarolas,yallímequedé,hecha una sopa. El Amaretto me calentaba el cuerpo, así como laesperanzadequequizáBartonsedejaraver.

Alcabodeunrato,loscazadoresdeautógrafosempezarondeprontoadargritos.Poruninstantetemíquemehubiesendescubierto.Perono,unempleadodelhotelllegóenunLamborghiniamarillo,yBartonsalióporlapuertagiratoria.Saludóasusadmiradores,firmóunosautógrafosysesubió al cochazo. Al parecer se disponía a dar una vuelta por la nocheberlinesaconelsuperdeportivo.Iraunadiscotecaoaunbar,oconunamujerquequisieraunpapelynofuesemenosqueél.Setratabadeunadelas típicassituacionesdeahora-o-nunca,en laque,vistaconperspectiva,losuyohabríasidooptarporelnunca.

Tiré al suelo la botella de Amaretto, que a esas alturas ya estabavacía,ymientrasBartonarrancabaelcochecrucélaplazaatodocorrer.Justocuandoelvehículoseponíaenmarcha,abrílapuertadeatrásymemetídentro.ElLamborghinisaliódisparado,yyocerrélapuertadeprisaycorriendo.Bartonsevolvióhaciamí,espantado.Tardóunossegundosenreconocerme.

—¿Tú?—Buesssí —balbucí. Probablemente me había pasado con el

Amaretto.ElsemblantedeBartonseensombreció.Pararomperunpocoelhielo,quisedeciralgobuenodesucoche.—BoditoLadbodyini...Ladbosidi...Ladbosssss...Boditocoshe.—¿Quécoñohacestúaquí?—mesoltóélmientrascogíaunacurvaa

todapastilla.—Beddoda—repuse.—¿Qué?—Beddoda.—Pruebaotravezvocalizando.—¡Claaaaado!—¡QUEQUÉHACESAQUÍ!—Beddódame.—No perdonaré nunca la muerte de Boopsie —afirmó. Y de pura

rabiapisóafondoelacelerador,tomólasiguientecurvahaciendochirriarlasruedasydespuésotra.Tantavueltaunidaalintensoolordelaflamante

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tapiceríadepielnofueunabuenamezcla.—Memadeo—mequejé.—¿Qué?Bartonnoparabadecambiardecarrilparaadelantaraotroscoches.—Madeo...—Noteentiendo.Vomitéenelasientodepiel.Ahoraloentendió.—¡SALDEMICOCHE!Conlavelocidadalaqueíbamosnoerafácil.—¡AHORAMISMO!—Cammmiod.—¿Sepuedesaberquéesloquedices?—Bartonestabarojoderabia

amásnopoder.—¡Cammmiod!—repetí,ahoraaterrada.—¿Qué?—¡CAMMMIOD!—grité,altiempoqueseñalabaalfrente.Bartonmiróporfinporelparabrisasypisóelfrenoenelacto.Pero

era demasiado tarde: el Lamborghini derrapó en el asfaltomojado y seestrellócontraelcamióndeunamarcadeyogur.

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CAPÍTULO7

Dicenquealmorirunovepasarlavidaenuninstante.Sinembargo,pormicabezanodesfilarontodaslasfiestasquemehabíacorridoytodoslos líos de una noche que había tenido en la cama, en el coche o endiversoslugarespúblicos:detodoesonohabíaquedadonada.

Yosólovicómohacíadañoamimadreconmisduraspalabras.Vicuando murió. Vi cómo le chillaba a mi padre, hacía las maletas y loechaba demi vida para siempre.Y cómo engañaba y robaba amis dosmejoresamigas.YdespuéscómodejabaenlacamaaJannisysumiradacompasivacuandomedijo:«Nuncasabrásloqueeselamor».

Habíamuertosinhaberqueridonuncadeverdad.Elinstanteenquecomprendíeso—enmediodeyogurdevainilla—

fue,sinlugaradudas,elpeormomentodeldía.

Trasestadesagradablecerteza,surquédesnudaunanadablancaen laquenohabíaarriba,abajo, izquierdaoderecha.Ibadirectahaciaunaluzcada vez más intensa. Era preciosa, irradiaba el amor que no habíaencontradoenlavida.Elquenisiquierahabíabuscado.

La luz empezó a envolverme y olvidé todas mis penas, me sentíasegura. Tremendamente segura. Por primera vez desde hacía muchotiempo.No,¡porprimeravezenmivida!

Quería que la luz me acogiera. Por siempre jamás. Nunca habíadeseadonadaasí.

Peropordesgracialaluznocompartíaesedeseo.Merechazó.Nomequería.¿Porquéibaahacerlo?

Ymedolióenelalma.Tantoqueperdíelconocimiento.

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CAPÍTULO8

Si uno se reencarna en hormiga, no entiende en el acto lo que hapasado. El proceso mental es más o menos el siguiente: ¿dónde coñoestoy?Aver...esopareceuntúnel.Peronoesuntúneldehormigón.Ésteesdetierra.Detierrahúmeda,conoloramoho.¿Quiénconstruiríaalgoasí? ¿Aparte de alguien que quisiera robar la cámara acorazada de unbanco?

Ah, ahí detrás se ve una luz. Pero no tiene nada que ver con lapreciosa luzdeantes.Estadeaquíno tehacesentir seguro.Esmásbienunaluzalfinaldeltúnel.¿Ysivoyhaciaella?Sí,parecebuenaidea.Lejosdelaoscuridad.Lejosdeloloramoho.¡Hala,vamos!Daisy,mueveesaspiernascansadas,yborrachas.

Unmomento...¿Porquémecuestatantoponermeenmarcha?¿Podríadeberseaquetengoseispiernas?¿QUETENGOSEISPIERNAS?

¡Éstasnosonmispiernas!Esimposiblequeseanmispiernas.Yosólotengodos.Además,mispiernassonmuchomáslargas.Ygordas.UnrollodeunanocheinclusomesoltóquelemolabanmismuslosdeRubens.Sesalvó porque no busqué el nombre, Rubens, en Wikipedia hasta el díasiguiente,de locontrarioélhabríaacabadoconunoshuevosdalinianos.Serámejorquememirebienestaspiernas.Pero...perosison¡rojas!Estoes cada vezmás raro.Y ¿qué es eso queme cuelga de la cabeza? ¿Máspiernas? No tiene sentido, ¿cómo voy a tener dos piernas más en lacabeza?No,estoesotracosa.Estoes...es...son¿ANTENAS?

Una pesadilla. Claro: estoy teniendo una pesadilla.Me pellizcaré elbrazo y me despertaré. Pero ¿cuál de esas seis cosas esqueléticas es elbrazo?Y,encasodequeloaverigüe,¿conquécoñomevoyapellizcarelbrazo?¡Notengomanos,ymenosaúndedos!

Creoqueme limitaréadarmeunapatadaenunapierna.Yeldolorhará que me despierte. Eso es, coger impulso con la pierna delanteraizquierday...ydarmeenlapiernadelanteraderechay...¡AY!¡¡¡MADREMÍA,QUÉDAÑO!!!

Comoquizáalgunosepueda imaginar,nodespertédedolor.Loque

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pasófuequeperdíelequilibrioycaíalsuelocuanlargaera.Asíque¡noestabasoñando!MehabíaconvertidoenunaespeciedemonstruocomoeldelaspelículasdeAlien.

Estaba intentandoasimilarlocuandoviqueunahormiga rojasemeacercaba.Unahormigarojagrandedenarices.¡Casitangrandecomoyo!

Pocomefaltóparacagarmeenlospantalones.Yporlacabezasemepasaron tres cosas: 1) No llevo pantalones; 2) ¡Esa hormiga esgigantesca!; 3) En este orden de ideas lo de no llevar pantalones es undetalleinsignificante.

El bichejo se paró delante de mí, pero no hizo ademán alguno deatacarme.Noqueríapelea.Loquehizofuemirarmeconcaradesustoypreguntarespantado:

—¿Porcasualidadsoyunahormiga?—¿Udahodmiga?—contesté,yalhacerloconstatéque,aunquetenía

otrocuerpo, seguíaborracha.Seveque losefectosdel alcohol sedejansentirnosóloenelcuerpo,sinotambiénenelalmayenelespíritu.

Sin embargo, poco a poco fui cayendo del burro: seis patas, dosantenasyunahormigaquemepregunta si es unahormiga, si sumamostodoestoelresultadoes:¡MADREMÍA,SOYUNAHORMIGA!

Laotrahormigamepreguntósindarcrédito:—NoseráslalocaquematóaBoopsie,¿no?Lahormigaqueteníadelante...era...¡¿¿Barton??!En la escala abierta de locura, la situación alcanzó nuevos valores

máximos.Como del miedo que tenía no contestaba, la hormiga Barton me

preguntóotravez:—¿Erestú,loca?—Dome llamoloca,sinoDisy—repliqué,procurandomantener la

compostura.—¿TellamasDisy?—inquirióasombradalahormigaBarton.Las cosas con las que se puede quedar uno perplejo en situaciones

extremas.—Disydo—intentécorregir—,¡Disy!—Esohedicho,Disy.—MellamoDisy.Bartonsacudiólacabezadehormigadesesperadoydijo:—Verás,loquequierosaber,Disy...

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—¡DISY!Probablemente nos centráramos tanto en mi nombre porque al

cerebroleresultabamásfácilperdereltiempoconcosassinimportanciaqueenfrentarsealhechodequeéramosdoshormigas.

—Apartirdeahoratellamarésóloloca,¿vale?—Disy...Dis...Dis...Vale,llámameloca...Lociertoesqueteníamosotrosproblemas.—Entonces, loca, ¿tú y yo somos hormigas o esto es una

alucinación?MelevantéyobservéaBarton.Sucabezadehormiga.Susantenasde

hormiga.Suspatasdehormiga.Eraunpelínmáspequeñoqueyo.¿Cómopodía ser? ¿Acaso lashormigashembraeranmás fuertesygrandesquelosmachos?Ojaláhubieseprestadomásatenciónenclasedebiologíaenlugardenoparardemirarelrelojycontarlosnanosegundosquefaltabanparaqueporfinterminaralahora.

Nosabíanadadeinsectos,perosísabíaalgocontodaseguridad:todoera demasiado real para tratarse de una alucinación. Sabía cuál era ladiferencia,afindecuentasalgunavezmehabía tomadolaspastillasquenodebía,asíquerespondí:

—Medemoquesoomossshodmigasss.Bartonsepusoasoltartacosnoaptosparamenores,deesosqueenla

telesiempretapanconunpitido:—Ay,piii.—Esdooycompledamendedeacueddo—convine.—¿Cómohapodidopasarestapupiiipiii?Mepuse a pensar... y pensar... yme acordé de lo quemimadreme

contó de la reencarnación en su lecho de muerte. Que fuésemos doshormigassóloteníaunaexplicación:

—Deencadnasión.LahormigaBartonmemiróinterrogante.—Deencadnasión...Deencadna...¡Reencarnación!—¿Significaesoque...estamosmuertos?Nosemeocurríaotraexplicación.—¡Mepiiienlapupiii!Antesdequepudieramostrarmeconformetambiénconeso,unavoz

suave,quesonabacomoladeunvídeodehipnosis,dijo:—Sí,asíes.Losdoshabéismuerto.

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Nos volvimos, asustados: ante nosotros había una hormiga rojaextremadamentegorda.Casiocupabapor completo el túnelde tierra, degordaqueera.

—¿Dúquiénedes?—SiddhartaGautama—contestóconunasonrisabeatíficalahormiga

gorda. Estaba claro que le parecía estupendo ser Siddharta Gautama—.PuedequemeconozcáismásporelnombredeBuda.

Mientras lahormigaBartonsequedababoquiabiertodeasombro,amímevinoalamemorialafiguritadeBudaqueleregalólaenfermeraindiaamimadreenelhospitalyobjeté:

—Budanoesunahodmiga.—Me presento ante los hombres en la forma en la que se han

reencarnado.Vosotrososhabéisreencarnadoenhormigas,poresarazónme presento ante vosotros en forma de hormiga —sonrió el gordoinsecto.

—Entonces, ¿estamos muertos de verdad? —Barton recuperó elhabla.

—Enefecto.—Piii,piiiypiii.—Odinolomismo.Asíquedespuésdemorirnoaguardaba lanada, sinoalgo.Esoera

increíble.Porlomenosparaalguiencomoyo.Yademásmuyinquietante.Furioso,BartonseplantóantelahormigaBudaypreguntó:—¿Mepodríasdecirporquépiiisoyunapupiiihormiga?—Porqueesloqueosmerecéislosdos.—¡Yonomemerezcoesto!—Laspersonasqueno fueronbuenascon losdemásypor lo tanto

acumularonmalkarmasereencarnaneninsectos.—¡Yofuibuenoconlosdemás!Cómo me habría gustado poder decir lo mismo. Pero ni siquiera

podíaafirmar:yofuiregulínconlosdemás.—Incluso fuipiiibueno.—ABarton le temblabade rabiaelcuerpo

dehormiga.—¿Sí?—inquiriórisueñoBuda.—¡Sí!Diunmontóndepupiiimillonesa lospupiiipobres,debería

estarenelpupiiicielo,yconunmontóndepupiiivírgenesalasquepiii.No me daba la impresión de que su discurso fuese lo que se dice

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apropiadoparagranjearselasimpatíadeBuda.—Si yo soy una hormiga, dime, ¿qué pasa con los dictadores? ¿El

pupiiiHitler,elpupiiiStalinyelpupiiiGeorgeW.Bush?—Yorsaúnvive—objeté.—Noeresdemuchaayuda,loca.—Losdictadoressereencarnanenotracosa—respondiólahormiga

gorda.—¿Endé?—Enbacteriasintestinales.AhoraHitlervivíaenelarchipiélagodelashemorroides.—Nomepuedespiiiiasí.Envezdecontestar,lagordahormigaBudalesonriócomosituviera

delanteaunniñopequeño,diomediavueltaysefue.—¡Alto!—exclamóBarton.Pero de pronto aBuda lo envolvió una luz blanca, resplandeciente.

Instintivamente nos tapamos los ojos con las antenas. Cuando la luz seextinguió,lahormigagordahabíadesaparecido.

—Sebuededeledrasbosdar—dijetragandosaliva.—Menudohijodepupiii.Barton se irguió en su nuevo cuerpode hormigay de pura rabia e

impotencia estrelló las dos patas delanteras contra la pareddel túnel.Alsuelocayóunpocodetierra.Diootravezcontralapared...yotra...yotra,hastaquevolvióaapoyarseenlasseispatas,bajóentristecidolacabezadehormigay—másparasí—dijo:

—Queríahacertantascosasenlavida.Queríarodartantaspelículasincreíbles...

Enmicasomehabríabastadoconactuarenunaúnicapelículamediodecenteenmivida.

—...GanarunÓscar...Yoesonimelohabíaplanteado.—...Ytenerhijos...¿Hijos?Desdeluegoesonisemehabíapasadoporlacabeza.Salvo

imaginarmealosmocososmáshorripilantesparacerciorarmedequenoteníamaderademadre.Yahoraestabaclaroquenuncalosería.Constaté,perpleja,queesomehizosentirunapequeñapunzadaenminuevocuerpo,allí donde suponía que estaba mi corazón de hormiga. Jamás habríapensadoquelaideadenotenerhijospudierahacermedaño,nisiquieraun

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poco.—Ahoraestoymuertoytodohaterminado...—lloriqueó.Aunque a mí también me habría gustado echarme a llorar, me

acerquéaélparaconsolarlo.—Endealidadnoesdamosmueddos...Memirófurioso.—Esdamosvivos...Actoseguidopegósucaraalamía,yviquelosojosdelashormigas

constabandecientosdeojitosminúsculos.Nuncahabíavistotantoodioentantosojos.

—Tú,loca,tieneslaculpadequeyoestéaquí.Ypensé:«Ay,piii,enessodienerazón».

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CAPÍTULO9

Bartonsequedómirandolashúmedasparedes.Sindudapensabaentodoloquehabíaperdido:unamujerdebandera,elamordemillonesdeadmiradores,cochesrápidos,variasvillas,laamistaddeotrasestrellasy,sobretodo,unfuturogenial.

Tambiényomeparéapensarentodoloquehabíaperdidoalmorir,yterminémuchoantesqueél.Laverdaderaquealúnicoalqueecharíademenos sería a Jannis. Claro que, en rigor, ya lo había perdido comoamigoantesdelaccidente.Ahoranolovolveríaaver.

Cuandofuiconscientedeesosemepasólaborracheradegolpe.Elalcoholabandonómialmaymiespírituyluchépornollorar.Bartonmemiraba con desdén. No había ni pizca de compasión en su infinidad deminiojos.Delantedeunapersonatancruel...,esto,delantedeunahormigatan cruel..., no quería echarme a llorar. ¡Era demasiado orgullosa!Haciendoungranesfuerzo,metraguélapenaypensé:«Levoyaenseñara Barton cómo se demuestra la valía de alguien en una situación comoésta».

—Perdona.Bartonestabavisiblementedesconcertado.—Cuando se mete la pata hay que pedir perdón. Así me educómi

madre.Lociertoesquemelodecíasiemprequenospeleábamos,yyonunca

conseguítragarmeelorgullopúberypedirperdón.—¿Meter lapata?—repitió él—.¿Meter lapata?Loquehiciste fue

másquemeterlapata.¡Memataste,joder!—Eso no es exacto —aduje, un poco ofendida porque no había

aceptado mis disculpas—. Si no hubieses conducido como un loco yhubierasmiradohaciadelante,nonoshabríamoscomidoelcamión.

—Temetisteenmicoche—censuróél—,poresomedistraje.—Mesubíporquedelocontrarionohabríashabladoconmigo.—Quéquerías,tecargasteaBoopsie.—Fuesinquerer.—¿Mepuedesdecircómocoñosemataaunperrosinquerer?—Lanzándoloconunapiernacontralapared.

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—Yeso¿¡¿sehacesinquerer?!?—Bueno—leintentéexplicar—,esqueelchecheno...—¿Elchecheno?—Elqueconducíaeltaxiquetuvequecoger...porculpadelpoligay...—¿Elpoligay?—Bartoncadavezentendíamenos.—NolehizograciaquemicochenohubierapasadolaITV...—¿LaITV?—LaInspecciónTécnicadeVehículos...LahormigaBartonmemirócomosimefaltarauntornillo.—Esossitiosdanunaspegatinas...—¡Cállate!—meladró,ymevolviólaespaldadehormiga.Yesome

cabreó.—Yonotengotodalaculpadeestefollón.—Síquelatienes.—Si no hubieras sido tan capullo, no me habría metido en el

camerinoconelpedorrodetuperro.—¿Qué?—Tendríamos que haber estado rodandomi escena en el set, pero,

claro,túteníasqueenmendarelguion.—Unartistadeverdaddebetenerelcontroldetodoelproducto.—Menuda estupidez —espeté—. Lo único que querías era

demostrarlealdirectorquiénlateníamáslarga.—Yolatengomáslarga.—Yano.Señaléconlasantenassubajovientre,yBartoncontemplósunueva

anatomía de hormiga. Y se quedó horrorizado: había perdido otra cosaqueeraimportanteparaél.

—Laverdadesquelaculpadetodoestoessólotuya—lesolté—.Sinofuerastanególatra,noestaríamosaquí.

Bartonlevantólavistadelbajovientre,yledije,mirándoloalacaradehormiga:

—Estoymuerta por tu culpa, eres unamierda como la copa de unpino.

Lodejéallíplantadoymedirigíhacialaluz,haciaelfinaldeltúnel.MientrasmealejabaoíqueBartonsepreguntaba:

—¿Unamierdacomolacopadeunpino?

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CAPÍTULO10

Salíalaire libreyenunprimermomentonovinada,yaque la luzdel día me deslumbró. Cuando mis cientos de ojitos se fueronacostumbrandopocoapocoalaclaridad,medicuentadequeestabaentrebriznas de hierba que se alzaban hacia el cielo como si fueran árboles.Hacíasolyelaireolíamejorqueeneltúneldetierra,peromisituaciónno había cambiado mucho. ¿Cómo iba a sobrevivir allí? ¿Cómoencontraríaalgodecomer?Esmás,¿quécomían lashormigas?¿Apartede migas de pasteles?Mierda, ya podía haberme dicho mi profesor debiología que aunque su clase no valía para nada en esta vida, eraextremadamenteimportanteenlaotra.

De todos modos, ¿qué podía pasarme? Si no encontraba nada decomer, moriría y volvería a nacer, o sea que tampoco era para tanto.Aunque morir de hambre es una muerte dolorosa, así que ni siquierapensar en la reencarnación suponeun consuelo.Por lomenosmehabíalibradodeBarton.Esperabaalgomejorquecompartirminuevavidaconesearroganteytenerqueescucharsusreproches.

—¡Ay,piii,noveonada!—leoídecirdetrásdemí.—¿Se puede saber qué estás haciendo aquí? —pregunté crispada

mientraslahormigaBartonsalíadelatierra.—¿Quétecreías,quemeibaaquedarmirandolapareddeltúnel?—

repusomientrasintentabaacostumbrarsealaluz.—Nomehabríaimportado.Bartonmiró a su alrededor entornando los ojos yme preguntó lo

mismoqueacababadepreguntarmeyo:—¿Sepuedesaberquécomenlaspupiiihormigas?—¿Teimportaríadejardedecirtacos?Enelsetnolohacías.—Entoncesnoeraunapupiiihormiga.—Perosíunidiota.—Mejoridiotaqueloca.Nomeapetecíaseguirdiscutiendoconél,asíquepropuse:—Oye,queapartirdeahoracadaunovayaporsulado.—Enesoestoyabsolutamentedeacuerdo.—Yomevoyporlaizquierdaytúporladerecha.

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—No.—¿No?—AMarcBartonnadieledicepordóndetienequeirse.—MarcBartonestáhablandodesímismoentercerapersona.Torciósumorrodehormiga,yalhacerlonoresultónadaatractivo,

casiestabarepugnante.Juntoconsuantiguavidaysuantiguocuerpo,alparecertambiénhabíaperdidotodoloquehacíaquefuesequienera.

—Yome iré por la izquierday tú por la derecha—repetí.ADaisyBeckertampocoledecíanadiepordóndeteníaqueirse.

Ibaaponermeenmarchacuandoelcielosenubló.—¿Quéeseso?—preguntóBarton.—Metemoquenadabueno—respondí,tragandosaliva.A nuestro alrededor la oscuridad era cada vez mayor. De pronto

estábamosalasombra.Pero¿quéproyectabaesasombra?—Quizádebiéramosmirarhaciaarriba—propuseasustada.—Puesmira—contestóél,laspatastemblándoledemiedo.—Túprimero—sugerí.—No,ladiesfirst.—Yonosoyunalady.—Deesoyamehabíadadocuenta.Ahoraeracomosisobrenosotroshubierauneclipsesolar.—Aladetresmiramosalavez,¿vale?—dije.—Vale.—Una...dos...tres.—Yonomiré,peroBartonsí:—Son...sonpersonas...Sóloentoncesmiréyo:sí,enefecto,eranpersonaslasquenoshacían

sombra. Pero no personas cualesquiera, sino mis compañeros de piso:Ayshe,SylvieyJannis.Lostresibandenegro.

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CAPÍTULO11

Sylvie iba del brazo de su Larsi-Schmarsi, que también vestía denegro.Yestabamiagente,Schmohel.Llevabauntrajeviejo,quesindudano había sabido nunca lo que era una plancha.Todos ellosme parecíangigantes.Paraempezarporqueencomparaciónconmigociertamenteerangigantescos.Elgrupitoveníadirectohacianosotros.

—¡Tenemos que largarnos!—gritémientras la tierra temblaba conlospasosqueseaproximaban.

—Eslaprimeravezqueopinoigualquetú—exclamóBarton.—Puesacorrertocan.—¿Izquierdaoderecha?—¿Túcreesqueesoimportaahora?—Vuelvoaopinarlomismoquetú—repusoBarton.Sinembargo,alosdosnosflaqueabanlasseispatasdetalmodoque

nofuimoscapacesdemovernosdelsitio.Nosquedamosmirandoarribaembobados: la suela del zapato de Jannis estaba justo sobre nosotros.Tenía pegado un chicle rosa. La idea de ser aplastados primero por suzapatoydespuéspegadosalchicledespertómireflejodehuida.YvermesalirpitandofuelaseñalparaqueBartonsalieracorriendotambién.

—¡Mierda,mierda,mierda!—exclamémientrasserpenteábamosporlaaltahierba.

—¡Piii,piii,pi...!—dijoBarton.Pero antes de que pudiera añadir las dos íes restantes, la suela de

Jannisgolpeóelsuelo.Justoanuestrolado.Elchoquenoslanzócontraeltallodeundientedeleón.ResbalamosporélyyoacabéencimadeBarton.Hormigasobrehormiga.Caracontracara.Laspersonaspasaron juntoanosotros, cada pisada era un estruendo que hacía temblar la tierra. Nosabrazamosaterrorizados...conlasdocepatas.

Transcurrióunbuenratohastaquelospasossealejaron,eltemblorcedió y los gigantes dejaron de hacernos sombra. Permanecimos untiempoensilencio,hastaqueBartoncomentó:

—Yatepuedesquitardeencima.—Sí—confirmé—,laverdadesquesí.Sinembargo,mequedédondeestaba,mehallabaenestadodeshock.

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—¡AHORA!—Vale,vale,vale...—repuse,yempecéabajarme.—¡Ay!Mehasdadounapatadaenlacara—sequejóBarton.—Sorry,aúnnotengomuchapráctica—medisculpé.—Yame...¡ay!...mehedado...¡ay!...cuenta.—Ahoratengoseispatas...Tardéotrostresayesenbajarme.Alfinal,envezdepedirledisculpas

denuevo,miréhaciadondesehabíandirigidoJannisyelresto:elgrupose había detenido. Junto a una enorme cosa negra que se parecíasospechosamenteaunalápida.Salípitandoenelacto.

—¿Adóndevas?—preguntóBarton.—Amientierro—respondí,ycorríentrelahierbahacialacomitiva.—¡Espera!—dijomuynervioso,yvinodetrásdemí.—¿No pensábamos ir cada uno por su lado? —repliqué sin

detenerme.—Ylosigopensando.—¿Pero?—Peroestáahí.—Señalódesconcertadoelcortejo fúnebreconuna

delasantenas.Yoestabaalgoperpleja.NocreíaqueBartonse refirieraaAysheo

Sylvie.Entoncesviadospersonasmásqueseacercabanalatumba.Unaeramipadre,conunaamericananegraquelesentabafatal,tirantesobreelbarrigóndeviejo.Mequedéhorrorizada:nosólohabíaengordado,sinoqueteníaelpelogrisylacarallenadearrugas.¿Cuándohabíaenvejecidoasí? Nos habíamos visto por última vez hacía tres años, cuando fue avisitarme a Berlín sin avisar.Me pidió que lo perdonara, y le dije queantesmetirabadelantedeunaapisonadora.Aqueldíaaúnmeparecióenbuena forma, pero ahora se lo veía acabado. No era de extrañar, puesademásdeasumujer,teníaqueenterrarasuhijasinhaberhecholaspacesconella.

Posiblemente debiera haberme reprochado haberlo tratado tanmal,perodelosdos,¿quiénhabíaempezadoconlodelmalkarma?Ydadoquela Elseasesora iba a su lado, hasta en esos momentos me costabamostrarmeconciliadora.La rubia,vestidadenegro,emperifollada, teníaveinte añosmenos que él; incluso de adolescente yame preguntaba quéquerríademipadre,muchomayorqueella.[5]Encualquiercaso,era laúnicadelosallípresentesquenoparecíamuyafligida.

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—NoquerrásirporlaElseasesora,¿no?—lepreguntéaBarton.—¿LodeElseasesoraesalgoasícomolaITV?—preguntóperplejo.Bien,noqueríairporlatipa.Observédenuevoalosasistentesylavi:unamorenaimpresionante

con un elegante vestido negro. Parecía una princesa. Pero no inglesa,holandesa o danesa; no, parecía una bella princesa francesa, si losfrancesesaúntuvieranmonarquía.EraNicoleKelly,lamujerdeBarton.

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CAPÍTULO12

—¿Qué...quéestáhaciendoésaaquí?—preguntésorprendida.—Pienso averiguarlo ahora mismo —respondió Barton, y me

adelantó.Ahora era a mí a la que le costaba seguirle el ritmo. Corrimos y

corrimoshastaquellegamos,sinaliento,amitumba,abierta,dondenosmantuvimosaunadistanciaprudencialdelosgigantescospiesquehabíaanuestroalrededor.

NicoleKellyseunióaJannis,quelesonriócondulzura.¿Lesonreíacondulzura?¿Asantodequélesonreíacondulzura?No

había ninguna razón para sonreír. Era mi puñetero entierro. ¡Tenía queestarllorandoamocotendido!

Y¿porquécoñolesonreíaella?—Nohayningúnpaparazzialavista—constatóBarton.—¿Cómodices?—preguntédesconcertada.—Normalmentenosacechanlosfotógrafos.—Bueno,atiyano.—Graciasporlaaclaración.—Denada.—Si no hay paparazzi es que Nicole les habrá pedido que le

devuelvan todos los favores que le deben. Debe de ser muy importanteparaellaestaraquí.

—Nomeestaráagradecidaporquehayasmuerto...¿no?—preguntéconfundida.

Bartonmemiróconcaradepocosamigos.—Sóloeraunaidea—meapresuréaañadir.—Unaideaabsurda.Nicolemequería.Su forma de expresarse me desconcertó. ¿Por qué no decía: nos

queríamos? Posiblemente ese amor ideal que mostraban fuese másunilateral de lo que recogía la prensa, algo que también confirmaba elhecho de que Barton se acostara con mujeres que querían que lesconsiguieraunpapel.Peroquizáfuesemejornomencionárselo.Además,enesemomentoJannisseacercóalatumbayempezóahablar:

—Daisyeraunapersonaespecial...

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Bartonarrugólanariz.—Especialmenteloca.Lediconlapatadelanteraizquierda.—¡Ay!—Acallar.¿Quiéntienelaposibilidaddeoírsuoraciónfúnebre?—Puedequemuchos—aventuróBarton—.PuedequeBudasiempre

hagaquelagentevuelvaanacerensupropioentierro.—Enesecasotambiéndeberíasestarahí.—Buencontraargumento—opinóBarton—.Posiblementemicuerpo

viajeenunaviónrumboaEstadosUnidosy...—¿Quierescerrarelpicodeunavez?—lesolté,puesJannisseguía

hablando:—TodosqueríamosaDaisy...Mentirnoesbueno,Jannis.—...peroellanoselocreía...Continuabasinpoderhacerlo.—...ynoselocreíaporquepensabaquenomerecíaserquerida...Desdeluego.—...Sisehubieraqueridomás,sinohubieseapartadodesuladoalas

personasquelarodeaban...NoentendíamuybienaquésereferíaJannis.—...habríarecibidomásamor.¿Sí?—Con toda su locura, Daisy era la persona que conocía, que

conocíamos...,quemásmerecíaseramada.Teníalágrimasenlosojos.YAyshe,Schmohelymipadretambién.

HastaSylvieyLarsi-Schmarsi.SorprendentementeinclusoKelly.LaúnicaqueteníatodalapintadepreferirestarlimándoselasuñaseneseinstanteeralaElseasesora.

—...Daisy,dondequieraqueestés...—¡Aquíabajo!—exclamédesesperada.Pero,comoesnatural,nadie

meoyó.—...quizáenelcielo...—¡AQUÍ!—...esperoquenosestésescuchando...—Sí—musité,ysemesaltaronlaslágrimas.—...Aunquepensarasquenomerecíasserquerida...tequeremos.

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Aloíreso,lloréenmipropioentierro.

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CAPÍTULO13

Mientras lloraba, de pronto noté un ligero roce en mi espalda dehormiga:Bartonmeacariciabatorpementeconunadelaspatasdelanteras.Mequedétanpasmadaquedejédellorardegolpe.

—¿Qué...quéestáshaciendo?—pregunté,sorbiéndomelanariz.—¿Atiquéteparece?—Mepareceunpobreintentodeconsolarme.—Asíes.—Esmuyamableportuparte...—afirmé.—Esquemeponedelosnerviosquelasmujereslloriqueen.[6]¿Pretendía Barton disimular con esas duras palabras que era una

personacompasiva?¿Eracomounodeesosmachosdelaspelículasqueen los primeros veinteminutos de la cinta se comportan como capullosegoístasyacabansiendotiposconcorazón?Probablementeno.Enlavidareal,loscapullosegoístasnoacabansiendonuncatiposconcorazón.

Mientras pensaba en Barton, éste, observando a los asistentes alentierro,constató:

—Tienesmuchosamigos.—Tútienesmuchosmás:Clooney,Damon,Pitt,Jolieyelresto.—Actores, directores, productores..., todas esas relaciones son por

interés.—Suvozdestilabadesprecio.—Puesnoeslaimpresiónquedacuandoseosveenlaprensa...Memiróesbozandounasonrisatorcida.—Supongoqueésaeslaidea.—Bingo.—¿Hasdichobingo?—Sí,¿por?—Hasta ahora sólo lo había oído en películas malas.—Barton no

pudoevitarsonreír—.Ymiraqueheparticipadoenpelículasmalas...—Madre mía, es verdad. Me acuerdo, por ejemplo, de cuando

interpretastealhombrequecruzóeldesiertodeGobiensilladeruedas.—Con ese papel sólo conseguí ganarme la burla de los críticos y

tener agujetas en los brazos.—Barton sonrió más. En ese momento susonrisavolvióaserarrolladora.Nohabíaperdidotodosuatractivo—.Mi

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agente prometió que por ese papel me darían un Óscar. Ahora es miexagente.

Ahora fui yo quien no pudo pormenos de reírse. Y enmi propioentierro.

Talvezcupieralaposibilidad,laremota,remotísimaposibilidad,dequeBartonnofueratanmaltío...hormiga...tíohormiga.

—LaúnicaqueseinteresabadeverdadpormíeraNicole—aseguróapesadumbrado.

Eneseinstante,laaludidaobservabaaJannis,quecogíalapalaparaechartierrasobremiataúd.

—Peroahoraparecequeleinteresaelgafotasese—comentóBarton,ydiolaimpresióndequeestabaceloso.

Mehabríagustadodecirle:menudaestupidez,esoesimposible.¿Quéiba a ver la Sexiest Woman Alive en un tipo como Jannis, que siempreandaba a vueltas con las guerras púnicas? Sin embargo, era cierto queparecía sentir un interés genuino por él, y eso me puso... ¿celosa...?[7]¡Vaya una locura! Y eso que había sido yo la que nunca había queridosabernadadeél,queinclusolohabíadejadotiradoenlacama.

—DeboacercarmemásaNicole—aseveróBarton.—Pero es peligroso —advertí, señalando con una de las antenas

todosaquelloszapatosjuntos.—PeroestáhablandodealgoconeseHarryPotterdepacotilla...Asíera.Ynosóloeso:ademáslocogiódelbrazo.¿Quéhacíaesatía

colgándoseledelbrazo?—Tienesrazón,¡debemosacercarnos!Pasamos a toda velocidad por delante de la tumba abierta, de los

zapatos deSchmohel, que estaban tan sucios que sólo se podía intuir dequécoloreran,yfuimosdirectosaJannisylaestrelladecine.

—Hasidounbonitodiscurso—opinóKelly.Teníaunavozincreíble,aterciopelada.

—Gracias—contestóJannis.—QueríasalatalDaisy,¿no?Nomerefierocomoamiga,sinocomo

mujer.Micorazoncitodehormigaempezóatamborilear.¿Quérespondería?

Alfinyalcabo,yosiemprehabíasospechadoquesentíaalgopormí,eldíaanterior—enmiotravida—hastahabíaestadobastantesegura,peroélnuncalohabíadicho.

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Jannisnodijonada.Selimitóaasentir.La confirmación de su amor me impresionó. Más incluso que

habermereencarnado.

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CAPÍTULO14

—¿Se puede saber de qué se conocen esos dos?—inquirióBarton,sacándomedemiensimismamiento.

Noera tandifícildeadivinar:probablemente Jannisy laestrelladecinesehubieranconocidoenellugardelsiniestro.

Kellyabrióycerrósusincreíblesojosmarrones,ymirandoaJannisdijo:

—Losientomucho.Parecía sincera de verdad. O era una actriz aún mejor de lo que

pensabao—adiferenciadesumarido—unapersonaempática.—Eres muy amable—contestó Jannis—, pero para ti todo esto es

muchopeorsicabe...:hasperdidoatumarido.AsíeramiJannis:preferíaconsolaraqueloconsolaran.—Sí,escierto—repusoellaconvozqueda.—¡No! —gritó Barton dando saltitos todo nervioso—. ¡No lo has

perdido!NaturalmenteKelly no oyó a la hormiga que vociferaba allí abajo,

delantedesuszapatosdetacóndeGucci.—Me encantaría que vinieras conmigo a tomar algo —propuso,

sonriendoaJannis.—¿Qué?—soltamosalavezBartonyyo.—Sólositienestiempo,claro—añadió—.Peronoquieroestarsola.—NopensarátumujerseduciraJannis,¿no?—lepreguntéaBarton

mientrasloscelosseapoderabandemí.[8][9]—Nicolenoesdelasquesevanalacamaconalguienasícomoasí

—metranquilizóBarton—.Crecióenunafamiliapuritanaconservadora.Yo tardé tresmeses endesabrocharle el sujetador, yme llevóotros tresquedurmiéramosjuntosytresmáshastaqueporfinmedejó...

—¡Nomedestantosdetalles!—locorté.—Será un placer —contestó Jannis, y se alejó de mi tumba

caminandodespacioconlaestrelladeHollywood.—¡Tengoqueirconellos!—exclamóBarton,yechóacorrer.—¡Yoprimero!—dije.Salimos como dos locos. Pero pormucho que corra una hormiga,

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incluso las personas que sólo van paseando son más rápidas. Muchomucho más rápidas. Jannis y Kelly se alejaban de nosotros, y mispulmones—oloquequisieraquetuviéramoslaspuñeterashormigaspararespirar—parecíanapuntodeestallar.

—¡Jannis!—llamóAyshe.JannissedetuvoypidióaKellyquesiguieraandando.—Esnuestraoportunidad—aseguréjadeante.Continuamos avanzando deprisa hacia Jannis mientras Ayshe le

preguntabasipreparabacomidaturcaparalacenaosinoseríamejor,pordeferenciaamipadre, cocinaralgomás tradicional.Casino la escuché,¿quémeimportabaamíelconvitedemifuneral?ParamíeramuchomásimportantequeBartonyyollegáramosdeunavezaloszapatosnegrosdeJannis.

—Yahora¿qué?—inquirióBartoncuandonosvimosdelantedeél—.Cuandoecheaandardenuevonosvolveráadejaratrás.

—Nossubiremosasuszapatos.Yesohicimos.Fuecomoescalar elKilimanjaro (que,dicho seade

paso, esunapalabraquecuestapronunciar cuandoseestáborracho).Alllegaralapunta,resollando,Bartonobservó:

—CuandoHarryPottersepongaenmarchasaldremosvolando.Pordesgraciaeracierto.Yposiblementeademásnospisara,yenese

caso,yparacolmodemales,nosquedaríamospegadosalchiclerosadelasuela.

MirélaspernerasdeJannisytuveunaidea:—Nosmeteremos ahí dentro y nos agarraremos a los pelos de las

piernas.—¿Quieresquemeagarrealospelosdelaspiernasdeunhombre?

—El cuerpo de hormiga de Barton se estremeció. Amí también se meocurríancosasmejoresquehacer.

Entretanto,JannisledijoaAyshe:—Bueno,metengoqueir.Ellasonrió.—No irás a hacer como enNottingHill y liarte con la estrella de

cine,¿no?Jannismirómi tumba,queahoracubríande tierra los sepultureros.

Parecía triste,pero,haciendounesfuerzo, sevolviódenuevoaAysheypreguntó:

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—¿Porquiénmetomas?—Poralguienqueporfintieneloquesemerece:unamujerbuena.Esomeafectó.PorqueAysheteníatodalarazón:Jannissemerecíaa

alguienbueno.Alguienquenofuerayo.Perosinomedominaba,ydeprisa,seiríaynoloveríanuncamás.

AsíqueahoguémidoloryledijeaBarton:—Siseteocurrealgomejorquelodelospantalones,suéltalo.—Está bien, nos meteremos ahí —accedió lanzando un suspiro—.

Peronopiensomirarhaciaarriba.—¿Porquéno?—NovayaaserqueHarryPotternollevecalzoncillos.

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CAPÍTULO15

Estuve agarrada lo que me pareció una eternidad a un pelo de lapiernaqueolíaavainilla,yaque—cuandosequedabasingeldeducha—Jannissolíacogereldealgunadelasmujeresdelpiso.

—HarryPotterusaungeldeduchaunpocoraro—seburlóBarton,queestabaamiladoenotropelodelapierna.

—Esdemicompañeradepiso.—¿Ytambiénutilizasupintalabios?—Élnohaceesascosas.—Poresosearrimaamimujer.—Noseestáarrimandoatumujer.Hasidoellalaquelohainvitado.

Asíquesihayalguienquesearrimaaquí,esella.—Nicolenuncaharíaalgoasí.—Esomismoleaconsejaríayo—gruñí,yhastaamímesorprendió

lo arisca que soné.Y el simple hecho de que seme ocurriera.A fin decuentas,eraabsurdoqueunaestrelladeHollywooddesearaprecisamenteaalguiencomoJannis.Pero,entonces,¿porquénomeparecíaabsurdo?

—PuesyoleaconsejoatuHarryPotterquenotoqueamimujer.NoacababadeentenderporquéBartonreaccionabaenfadándosede

esamanera.¿Acasolaquería?¿Oesqueheríasuamorpropioqueseliaraconotro?

—Ysilohace,¿cómopretendescastigarlo?—inquirí,provocándolo—.Eresunahormiga.

—Bueno...—balbució.—Esopensaba.—¿Y qué harías tú en el improbable caso de que Nicole se le

arrimara?—mesoltócondescaro.—Bueno...—Tampocoamísemeocurriónada.—Esopensaba.Comohormigas,nopodíamosintervenirenlavidadelaspersonas.

Bartonyyoacabábamosdecaeren lacuenta.Fuimos tanconscientesdeelloquenospasamoselrestodellargotrayectosindecirnada.TampocodecíannadaJannisyKelly.Posiblementelosdospensaranennosotros,sinsospecharlocercaqueestábamosdeellos.

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¿Estaría tambiénmimadrecuandomuriócercademísinqueyo loadvirtiera? Pero seguro que ella no se había reencarnado en hormiga,pueshabía sidomuybuena.Quizá engato.A lomejor el gato al que lasemanaanteriorletiréuntiestoporquemedespertóconsusmaullidosenplenanoche—alasoncedelamañana—.Quizálosmaullidosnofuesenmásqueelintentoporpartedemimadredeponerseencontactoconmigo.

Si hubiera prestadomás atención a los animales demi entorno, talvezhubiesereencontradoamimadreyhubiesepodidopedirleperdónportodas las veces que le eché en cara que era la peormadre de todos lostiempos.Y, si de verdadmimadre hubiese sido ese gato, habría podidoquedarmeconella.Vivirconella.Empezardenuevo.

¿Aquiénnolegustaríaempezardenuevo?¿Sobretodocuandoseesunahormiga?Pero simimadre era un animal—y eranmuchas, si no todas, las

cosas que apoyaban esa hipótesis—, incluso podía suceder quevolviéramosavernos.

Esa idea me animó. Mi corazón de hormiga empezó a latir másdeprisa.Sinembargo, sólounos instantes,yaque la idea fuedesbancadaporotra:siendounahormiga,difícilmentepodríahablarconungato.

La limusinasedetuvo. Jannissebajó,connosotrosagarradosa lospelosdelapierna.Viporlaperneraquesubíaporuncaminodepiedras,cruzaba un umbral, a continuación caminaba por un parqué de roble,cruzabaotrapuerta, entrabaenunahabitaciónconunaalfombrapersaeibahaciaunsofádepieldediseñodecolorlilaenelquesesentó.

—Estamos en casa de Brad Pitt—explicó Barton—. Angelina y éltienenunavillaen lasafuerasdeBerlínyno les importadejárselaa losamigos.

Como cualquier lectora de cotilleos, yo también había soñado conpoder quedarme algunavez enunavilla de lujo comoésa.Pero cuandosoñabadespiertanuncaeraunahormiga,sinounapersona.Parasermásexactos,unamujeralaqueBradPittmirabafijamentealosojosmientrassusurraba:¿sabesqué?Estoytanhartodemividaperfecta...Hacemuchosañosquememuerodeganasdeestarconunamujerimperfectacomotú.

—Porlovisto,Nicolenoquierealojarseenelhoteldondedormíporúltimavezcuandoeraunapersona—constatóBarton.

¿CómollevaríaJannispasarpordelantedemihabitaciónenelpisoquecompartíamos?¿Lecostaríatantocomoamícuandomuriómimadre

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ennuestracasadeBremerhaven?Eldoloralver las fotosde familia, laestantería con sus novelas de Jane Austen y, desde luego, la cama dematrimonio,enlaquemipadreseacostóconElse,laasesorafiscal,pocodespuésdeenterraramimadre.

—Creo que ya podemos bajarnos...—Barton impidió que siguierapensandoenesedíaenqueviporprimeraveza laElseasesoraen ropainterior,loquehizoqueesamismanochetuvieranquehacermeunlavadodeestómagoporintoxicaciónetílica.

Bajamos por los pantalones y del zapato pasamos a la alfombrapersa. Allí nos quedamos, entre las cerdas azules de la alfombra, queparecíancasitanaltascomolahierbadelcementerio.

—¿Quieresbeberalgo?—lepreguntóKellyaJannis—.¿Téocafé...?—Aguaestaríabien.Peronotemuevas,yavoyyo.Se levantó, pasó por delante de un acuario —¿también serían los

pecesornamentalespersonasreencarnadas?—ysedirigióhaciauncarritodoradodondehabíaalgunasbotellas:variasclasesdewhisky,agua.

—HarryPotternohapreguntadodequiénes lacasa—fuelaagudaobservacióndeBarton.

—Cierto,¿y?—Esosignificaqueyahaestadoaquí.Jannisabriólaspuertasdeunarmarioderobleantiguoysacóunos

vasos.Barton tenía razón: si fuese la primera vez que estaba allí, no semanejaríatanbien.

Sirviódosvasosdeagua,unoparaélyotroparaKelly,bebieronunsorboyluegoelladijo:

—MimaridoytuDaisyeranmuyparecidos.—¡Noesverdad!—protestamosBartonyyoalunísono.—Éltampocosabíaquerer.Noscallamoslosdosdegolpeyporrazo.—Sóloqueríaasucarrera.Laadoraba.AhoraKellyparecíamuyfrágil.Noparecíaunaestrelladecine,sino

una mujer de lo más normal que se había enamorado del hombreequivocado.

—Puedequetambiénquisieraasuperro.AlqueyomatéyconcuyamenciónBartonmeechótalmiradaque

porunmomentohicecomosimeinteresaravivamentelaestructuradelaalfombra.

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—Peroamí,amíMarcnomequería—afirmóKellyconprofundatristeza.

—Eso no es verdad... —musitó Barton—. Era sólo que... que... —Buscólaspalabrasadecuadas,peronodijomás.

—Erasólo¿qué?—inquiríyo.Envezderesponderme,se limitóa lanzarmeunamiradaquedecía:

noesdetupupiiiincumbencia.Asíquenoinsistí.—YesoqueMarcsiempreestabadiciendoquequeríatenerhijos...Incluso lo había dicho en los primeros instantes de su vida como

hormiga.—Peronohabríatenidolapaciencianecesariaparaserpadre...Bartonresoplóamododeprotesta.—Noesdeextrañar,teniendoencuentalascosasporlasquetuvoque

pasardepequeño.Eso sí que me dejó perpleja. Según la prensa amarilla, Barton

proveníadeunafamiliahumildeperoafectuosaysedecíaquetodoselodebíaasupadre.¿Sóloeraunamentiracreadaporlosmedios?¿Lehabíaocurridoalgocuandoerapequeñoquehabíahechoquefueseincapazdeamar?

—¿Quéfueloquelepasó?—quisosaberJannis.—Aélnolegustaríaquelocontara—respondióKelly.—¡Enefecto!—exclamóBarton.Jannisasintió,comprensivo.—Aunque quizá fuera culpa mía —suspiró Kelly entristecida—.

Quizáseaunadeesaspersonasalasquenuncaquerránadie.Eso era absurdo, era la Sexiest Woman Alive. ¡Cualquier hombre

desearía a esa mujer! Por otra parte, pensándolo bien: desear no es lomismoquequerer.

—Todo elmundomerece ser amado—objetó Jannis, y le pasó unbrazo por los hombros para consolarla. Con sumo cuidado. Con sumacautela.LaestrelladeHollywoodtristedespertabasuinstintodepañodelágrimas.

—¡Ereshombremuerto,HarryPotter!—gritóBarton.Enrabietado, se subió al zapato izquierdo y comenzó a darle a la

punta con las dos patitas delanteras. Claro está, Jannis no notó nada. Elcomportamiento deBarton habría resultado ridículo de no haber estadotandesesperado.

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Kellydejóquelaabrazara.Comohacíayosiemprequeestabatriste.Aquelloerademencial,unaestrelladeHollywoodocupandomilugarenlavidadeJannis.Yamímeresultabainsoportable.

Barton dejó de tamborilear sobre el zapato, bajó a mi lado sinfuerzas,agotado,ynosquedamosmirandolosdosaesaspersonas:antesdemorir,no imaginábamoscuántonoscabrearíaquecayeranenbrazosdelotro.

—Mehacesbien—aseguróKelly.Envozbaja.Consinceridad.Jannisnocontestó,peroseveíaconclaridadquelacercaníadeella

tambiénlehacíabien.NoporquesesintieraorgullosodetenerentresusbrazosalaSexiestWomanAlive,élnopensabaniactuabaasí.Kellynoeraningún trofeo para él. Sabía consolarla.Apoyarla.Y eso le llenaba. Sinembargo,¿sabríadejarseconsolartambién?

Idiota de mí, ni siquiera había intentado averiguarlo. Y eso queéramosamigosíntimos.

¿LoharíaKellysilacosaseguíaasí?—¡Estonopuedeser!—vociferé.Bartonmemiróconcaradeasombro.—Eh...¿quéexactamente?—¡Esto!—exclamé,celosaamásnopoder,yseñaléaJannis,quele

acariciabaelpeloaKellycondelicadeza—.Debemos impedirqueestosdosselíen.

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CAPÍTULO16

—Muybuenaidea—seburlóBarton—.Y¿cómopiensashacerlo?Una pregunta absolutamente justificada. Si, idiotas de nosotros, no

hubiésemosacabadoteniendotanmalkarma,noshabríamosreencarnadoenalgodemayortamaño.Peroporelmomento...¿Cómoeraesoquemeenseñómimadredelbudismo?Simalnorecordaba,noteníamosporquéseguirsiendohormigasdurantetodalaeternidad.

—¿Quieressabercómopiensohacerlo?—Sí.—Muysencillo:acumularemosbuenkarma.—¿Karma?—Sabesloquees,¿no?—Como todo el mundo —tuvo el descaro de responder. Lo que

quería decir que (al igual que yo) no sabía mucho del tema; o, mejordicho,quenosabíacasinada.

—Siacumulamossuficientebuenkarma—contéentusiasmada—, lapróxima vez vendremos almundo siendo algomejor.Gatos o perros oalgoporelestilo...

—Ya,¿y?—Puesqueentoncespodremossepararlos.—Vivir siendo un gato..., suena genial, sí.—Barton torció el gesto

condesdén.Yo también prefería volver a ser una persona, pero era imposible.

PorelloseñaléconlasantenasaJannisyKellyypregunté:—¿Estásdispuestoadejarquehaganloquelesdélagana?—Nomefastidies,consemejanteloser...—espetóBarton.Me habría gustado soltarle que Jannis no era un perdedor, y desde

luego no acabaría siendo un insecto, como nosotros, pero Barton mepreguntó:

—¿Ycómocoñoseacumulabuenkarmasiendounahormiga?Ésaera,enefecto,lapreguntadelmillóndeeuros.Sóloquenohabía

cuatrorespuestasentrelasqueelegir,nitampocoexistíaelcomodíndelallamada.Elsistemadelkarma,cuandounosehallabainmersoenél,eradelomáspeliagudo.

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—Además,hayotroproblema—comentóBarton.—¿Cuál?—inquirí, aunque lociertoesquenoqueríaoírhablarde

másproblemas.—Tendremosquevolveramorirparareencarnarnos.Esonolohabíapensado.Ytampocomeapetecíahacerloahora.—Vayamosproblemaporproblema.Bartonsuspiró,eraevidentequemiplanleplanteabaseriasdudas.—Jannis,¿querríasvenirconmigoaNuevaYorkalentierrodeMarc?

—preguntóKelly acurrucadaen sus confortantesbrazos sobrenosotros,enelsofá—.Yomeocupodelosgastos.

Jannisseparóapensar.Bartonyyocontuvimoslarespiración.Jannissiguiópensando.Nosotrosseguimosconteniendolarespiración.Jannissedebatíaconsigomismo.Nuestrascabezasdehormigaempezaronaponerseazules.Entoncessonrió.—TambiénpuedoescribirmitesisenNuevaYork.Nosotras, las hormigas, soltamos el aire horrorizadas, y Barton

observó,jadeante:—Tenemosqueacumularbuenkarmasinpérdidadetiempo.Peroantesinclusodequepudiéramosempezaradesarrollarunaidea

parallevaracabonuestropropósito,unavozestridentedijo:—¡Eh,vosotras!A unos hilos de donde estábamos, en la alfombra persa azul, había

unahormiga.Erarojacomonosotras,peromuchomásgrandeyfuerte.Yparecíamuysevera.

—¿Seráotrapersonareencarnada?—lepreguntéaBarton.—Nodeberíaspreguntármeloamí,sinoaella.—Buenarespuesta—repliqué,ymedirigíalahormiga—:¿También

esustedunapersonareencarnada?—¿Sepuedesaberquésignificaeso?—contestóellacortante.—Yodiríaquenoloes—razonóBarton.—Buenadeducción,Holmes—repuse.—Una vez rechacé hacer de Holmes —contó, como si en ese

momentofueraimportante.Lahormigaavanzóhacianosotrasyseplantódelante.

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—Soy la comandante Frtxl. Y está claro que vosotras sois unasdesertoras.

—Unavez,enunapelideSpielberg,hicedeundesertorque...—Ahora eso da absolutamente lomismo—lo corté yo al ver a la

hormiga,queestabacadavezmásfuriosayqueademásnosbufó:—Hacedelfavordevenirahoramismoconmigo.—Ni hablar —respondió Barton, que a todas luces odiaba recibir

órdenes.—Esquetenemosalgomejorquehacer—aclaréyo.Tambiénodiaba

recibirórdenes.AmenosenesoBartonyyonosparecíamos.—¿Ah,sí?—preguntópicada.—Puessí—contestéyo,tambiénpicada.—¿Ysioslopidoconmuchaamabilidad?—musitódulcemente.—Tampoco.—¿Ysioslopideconmuchaamabilidadmibatallón?—musitó,con

másdulzuraaún.—¿Québatallón?—preguntéinsegura.—Estebatallón—contestóFrtxl,yanuestroalrededor,dedetrásde

los altos pelos azules de la alfombra, salió una infinidad de hormigasrojasdeaspectohosco.

—Enesecasopuedequelacosacambie—aseguré,tragandosaliva.

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CAPÍTULO17

—¡Andando!—ordenóFrtxlasushormigassoldadorojasytambiénanosotros.

—Y¿adóndeexactamente?—preguntóBarton,que,sibienseguíasinhacerle ninguna gracia que le dieran órdenes, vio que no teníamos otraopciónqueobedecer.

—No estoymuy segura de que queramos saberlo—le dije en vozbaja.

—¿Adóndevaaser?—espetóFrtxl—.¡Vamosalaguerra!—Piii—soltóBarton.Yyosuspiré.—Yatedijequenoqueríamossaberlo.Acompañadasde lashormigas soldadosalimosde lacasay fuimos

directasalcaminodepiedras,calentadoporelsol.Enotrascircunstanciasme habría resultado agradable sentir el calorcito en las patas, comocuando era pequeña y me encantaba el suelo radiante del viejo Lemke,nuestrovecinodeBremerhaven.Peroelpanoramaqueseofrecíaantemisojos me dejó helada: pelotones de hormigas de aspecto marcialprocedentesdetodaspartessedirigíanhaciaunagranpiedraornamentalnegra. En ella se encontraba una hormiga roja monstruosa,tremendamentegorda—seveíaalaleguaqueeralareina—,rodeadadecincofuerteshormigassoldado.

—Enmenudamierdanoshemosmetido—constatóBarton,estavezsinningúnpiii.

—Y no tendremos ocasión de acumular buen karma —añadí yo,lanzandounsuspiro.

—¿Lasignorinadeseaacumularbuenkarma?—dijoanuestrolado,risueña,unahormiga.Eramáselegantequetodaslasquehabíamosvistohastaesemomento.Susonrisaeraenextremoencantadora.Peroquizálomásasombrosodeesahormigafuesesuacentoitaliano.

—¿También... es usted una persona?—deduje, yme pregunté si notendría delante a Francesco, el pizzero de Bremerhaven, que murió desalmonelosisdespuésdecomersesulegendariotiramisú.

—Fui una persona —me corrigió la hormiga—. En un pasado

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demasiadolejano.—¿Cómo de lejano exactamente? —Barton intervino en la

conversación.—Tressiglos.Asíquenoeraelpizzero.—¿Tres siglos? —repitió Barton horrorizado—. ¿Se puede vivir

cientosdeañossiendounahormiga?Losdosnospusimosmustios.—Signore,perosiesonoesnada.—¿Cómoqueno?—preguntóconfusoBarton.—Tambiénsepuedepasarlamiserablevidasiendouninsectomiles

deaños.ABartonse leborróelcolordesucaradehormiga.Yyomepuse

mala sólo de pensar en tener que vivir tanto tiempo siendo un animalpequeño.

—Mi fiel compañero ha corrido esa suerte.—La galante hormigaseñalóaotraconunaspectodelomásbastoqueestabaasulado.

—Dihola,Aarg.—Hola, Aarg—gruñó Aarg. Por lo visto no era la hormiga más

brillantedelgrupo.—En su día,Aarg fue un hombre de la Edad de Piedra—contó la

hormigaitaliana—,yahoraviveentrenosotroscomounanimalinferiorporque,comolíderdesuclan,noerapartidarioderesolverlosconflictospacíficamente.¿AlgunavezoshabéispreguntadoporquéloshombresdeNeandertalseextinguierony tuvieronquerecularante losde laEdaddePiedra?

—Laverdadesqueno—respondí.Bartonnodecíanada.Seguíadándolevueltasalainformacióndeque

sepodíavivirmilesdeañossiendounahormiga.—LarespuestaaestemisteriodelahistoriaesAarg.Aargesbozóunasonrisa torcida,orgullosodehaberexterminadoa

losneandertales.—Yusted,¿quiénes?—lepreguntéalahormigagalante.—GiacomoGirolamoCasanova.—Deésehiceunavez.—Bartonsaliódesussombríospensamientos

ysesumódenuevoalaconversación—.Hacedosaños,bajoladireccióndeTimBurton.

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Mientrasyoaún intentabahacermea la ideadeque lahormigaquetenía delante en su día había sido el seductormás famoso de la historiauniversal,ella,halagada,observó:

—Así que mis hazañas siguen inspirando poemas, canciones yrepresentacionesteatrales.

—Fueunapelícula—puntualizóBarton—.Cuarentaycincomillonesdegastosdeproducción,cientotreintaytresmillonesderecaudaciónentaquilla.Pero tendríaquehaberdadomuchomásdinero.—Pensarensutrabajo,encifrasybeneficios,leinsuflóalgodevida.

—¿Qué es una película? —preguntó desconcertada la hormigaCasanova. Pero antes de que uno de nosotros pudiera darle unaexplicación,lareinaexclamódesdelapiedra:

—¡Altotodoelmundo!Las huestes de hormigas obedecieron y se cuadraron. Incluidos

CasanovayAarg,aunqueconmenosentusiasmoqueelresto.Losúnicosquenohicimosningúnademánde incorporarnosa la formación fuimosBartonyyo.

—¡Eh!—nosbufóFrtxl, la jefa del batallón—.Eso tambiénva porvosotrosdos.

Comonoreaccionamosenelacto,lahormigaledioaBartonconlapatadelanteraenlacabeza.

—¡Ay!—chillóéste.—¡Déjaloenpaz!—lesoltéalasquerosobicho.—Si quieres que lo haga, cuádrate. O no le pegaré a él, sino a ti.

Hastahacertepapilla.Cientos de ojitos compuestosme lanzaronmiradas asesinas.Y tuve

quevérmelasconelmiedo.Tanto,quenopudereaccionaratiempo:nimecuadré ni dije nada. Estaba paralizada. Lo único que logré fue temblar,cosaquenogustónipizcaalajefa.

—Muybien,comoquieras—resopló—,puesteharépapilla.Conelpánicoquesentíasólofuicapazdecerrarlosojos.—¡Déjala en paz! —amenazó Barton, que se agarraba la dolorida

cabeza con una de las patas delanteras y así y todo intentaba parecer lomásdecididoposible.

¡Me estaba defendiendo! Igual que yo lo había defendido a él. ¿Erasolidaridadentredospersonasquehabíancorridoidénticasuerte?¿Osóloquería demostrar queMarcBartonno se doblegaría aunque le pegaran?

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Seacomofuere,seloagradecí.Lajefadelashormigaslededicóunasonrisarepugnante.—Entoncestúseráselprimero.Bartonllevabalasdeperder.Aunqueensuvidadeactordepelículas

de acción estuviese en forma, no sabía cómo peleaban las hormigas. Yaunque lo supiera, Frtxl eramuchomuchomás fuerte que él.Ahora yoteníamásmiedopormíqueporél,yesomehizosalirdemiestupor.

—¡Vale,noscuadraremos!Meerguídeprisa,comolasdemás.FrtxlmiróexhortativoaBarton,

quesedebatíaconsigomismo,teníademasiadoorgullo.Másqueyo.Porunapartemeimpresionó,peroporotratemímásinclusoporél.Alfinalseimpusoelsentidocomúnytambiénsecuadró,notanresueltocomoyoyclaramentedemalagana,peroaFrtxllebastó.

Enlapiedranegra,lagordareinagritóasusejércitos:—¡Aniquilaremosalashormigasverdes!Mientras yo seguía asombrada de que hubiese hormigas verdes—

madremía,delasclasesdebiologíanosemehabíaquedadonadadenada—,Casanovasuspiró:

—Losmonarcassiempreestándesequilibrados.—¡Silencioenlaformación!—nosespetóFrtxl,ycerramoslaboca

dehormiga.—Milesdevosotrasmoriréispornuestraelevadacausa—aseveróla

reina,elcorpachóntemblandoalhablar—,peroalasquesobrevivanlesesperaunagranrecompensa:lashembraspodránrecordardurantetodasuvidalagloriosahazaña...

Miratúquébien.—Ylosmachosquesobrevivanpodránaparearseconmigo.—¿¡¿Aparearse?!?—repitióhorrorizadoBarton.—Nuncasemeantojólamuertemástentadora—opinóCasanova.—AntesAarggustaraparearse—afirmóapesadumbradoelquefuera

unhombredelaEdaddePiedra.Frtxlvolviónuevamentelacabezahacianosotrosysoltó:—¿Qué parte no habéis entendido de «silencio en la formación?»

¿«Silencio»o«enlaformación»?Cuando se puso de frente para aclamar a su reina como las demás

hormigas,Casanovasuspiró:—Aydemí,cuántoechodemenosmimiembro.

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—Miembro dar diversión —opinó asimismo Aarg. Aunque no loteníadesdehacíayamilesdeaños,alparecerlorecordabaperfectamente.

Bartonmiró una vezmás entre sus patas de hormiga y se lamentó,frustrado:

—Estekarmaesunaauténticabitch.Frtxlsedisponíaareprenderunavezmásalosimpertinentesconun

coscorróndehormigacuandolareinaexclamó:—Yahora,¡adelante!—Adelanterimaconhorripilante—observóBarton.—Unagranverdad—convinoCasanova.El ejército de hormigas se puso en movimiento. Casanova echó a

andar resignado a su destino; aAarg, por el contrario, le ilusionaba lainminentebatalla:

—Cachiporrazosbien.Miréamialrededor:huireraimposible.Nosepodíairencontrade

la corriente de hormigas soldado, y si nos quedábamos quietas, nosarrollaríansinmás.AsíqueBartonyyofuimosalaguerra.

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CAPÍTULO18

Nosaproximamosalcampodebatalla,quesehallabaenlaterrazadelavilladeBradPitt.Lospasosdelashormigasalmarcharmeresultabanatronadores.Cuandoeraunapersona,jamáshabríapensadoenloruidosoqueeraelmundoqueseextendíaamispies.

—¿Cuál es vuestra gracia?—me preguntó Casanova—.Me agradaconocerelnombredelaspersonasreencarnadasconlasquemetopo.Enparticularsivoyamorirenbreveasulado.

—Daisy—repuse,ymeesforcéennopensarenunaposiblemuertecomohormiga.

—CreíaquetellamabasDisy—tercióBarton.—Sólocuandoestoyborracha.—Aydemí,elvino—suspiróCasanova—,cómoechodemenostan

exquisitobrebaje.Yeltabaco,ylossenosexuberantesdeunamujer...—¡Seno!¡Seno!¡Seno!—coreóAarg.—...pero,porencimadetodaslascosas,echodemenoselcalorde

otroserhumano.Casanovasepusonostálgico.Tambiényoempezabaadesearelcalor

deuncuerpohumano,eldeJannis.Comonuncalohabíadeseadocuandoeraunapersona.

—¡Seno!¡Seno!¡Seno!—repitióAarg.El que fuera un hombre de la Edad de Piedra parecía pensar de

manerabastanteunilateral.—¡Culito!¡Culito!¡Culito!Vale,bilateral.—Y, signorina, ¿qué erais en vuestra vida anterior? —preguntó

Casanovaparanopensarenunosdeseosquenosepodíancumplir.Seloagradecí,pueslaconversacióntambiénmedistrajoamí.Eso,

¿qué era yo? Buena pregunta. ¿Qué le respondía? ¿Actriz? Habría sidoridículo.SobretodoenpresenciadeBarton.TuvequeadmitirqueparalabuenapreguntadeCasanovasólohabíaunarespuesta,mala:

—Eraunaperdedora.—Noospreocupéis—respondióCasanovacompasivo—.Éseesun

destinoquecompartísconcasitodaslaspersonas.

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—Conmigono—objetóBarton—.Yoeralocontrario.—Y,sinembargo,signore,aquíestáisambosahora—adujorisueño.—Esoparece—repusoBartonirritado.—Sí,signore,aldestinoleproporcionaungranplacerserirónico.—Eldestino tambiénesunabitch—soltóBarton,ypenséque tenía

razón.—¿Quéesunabitch?—lepreguntóCasanova.—Unaputa.—Ah,no—objetóCasanova—.Llamarasíaldestinoconstituyeuna

ofensaatodaslasputas.Lasputaslehacenbienauno.Porlovisto,ningunodenosotroserafandeldestino.—Ejército,¡alto!—exclamólareinacuandolastropasllegaronala

terraza.Todaslashormigassedetuvieronysecuadraron.Lasoberana,porsu

parte,seencaramóaunapequeñapalaamarilladejuguetevueltadelrevés,yqueprobablementesehubieradejadoallíunodeloscercadecienhijosadoptivosdeBradPittyAngelinaJolie.Elrojodelahormigacontrastabaconelplásticoamarillodelapala.

—¡Aniquilaremosa lashormigasverdes—gritó la reina—,porqueloverdenomerecevivir!

Bartonechóunvistazoyconstató:—Yonoveoningunahormigaverde.En efecto, nuestro ejército de hormigas rojas se hallaba reunido al

completoenlaterraza,peroalasverdesnoselasveíaporningunaparte.Alparecereranbastantemáslistasquenosotras.

—No os hagáis ilusiones demasiado pronto, signore —aconsejóCasanova—.Vendrán.

—¡Muertealashormigasverdes!—gritólareinaunavezmás,ysurojacabezaparecióapuntodeestallardeodio—.¡Aniquiladlas!

Muchosdesussúbditosmoriríanenunaguerra,yyoestabaseguradequeellos—adiferenciadenosotros,personasenlaruedadelkarma—nosereencarnarían.Peroaesalocaledabatanigualloquefueradesussoldados como a cualquier dictador norcoreano. O a cualquiercomandanteenjefedelasfuerzasarmadasnorteamericanas.Oacualquiereditorialistaqueexhortaa lamovilizacióndesoldadosenpaíseslejanos.Las hormigas me dieron pena. Si hubiese alguna forma de impedir elderramamientodesangreabsurdo...podríamos...podríamos...

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—Estamoslistos—selamentóBarton.—Ojustolocontrario—repuseanimada.—Y¿quéeslocontrariodeestarlistos?¿Estartontos?—No,acumularbuenkarma.—¿Cómodices?—Si impedimos la guerra, podremos acumular buen karma —le

expliquénerviosa.—Disculpad, signorina —terció Casanova—. Tengo algo de

experienciaconlodeacumularkarma.—¿Esquenohassidosiempreunahormiga?—inquirí.—Lofuidurantecientotreintaytresvidas,peroluegoacumulébuen

karmaconunaseñorallamadaKimypaséaserunconejillodeIndias.[10]—Miratúquébien—repusomordazBarton—.UnconejillodeIndias

esalgomucho,muchísimomejor.—Y como conejillo de Indias acumulé todavía más buen karma y

paséaserungatoprecioso.—Puesnolopareces—constatóBartoncrispado.—Bueno, es que después volví a acumular mal karma. Rompí

demasiadoscorazonesgatunos.—¿Lo ves?—le dije a Barton risueña—. Se puede llegar a ser un

animaldemayortamaño.—Aun así, ¿cómo vamos a evitar nosotros dos una guerra? —

planteó.—Haces demasiadas preguntas—repliqué irritada. ¿Es que siempre

tenía que ser yo la que diera con la solución?—. ¿Y si, para variar, tepusierasapensardemaneraconstructiva?

—Ya...—Bartonibaadeciralgo.—Seríagenial—lointerrumpí.—¡Zas, zas!—dijo Aarg encantado, y señaló con la pata delantera

izquierdaelotroladodelaterraza,pordondedesfilabaenesemomentoel ejército de las hormigas verdes. Era mucho más numeroso que elnuestro.Se imaginara loquese imaginase la reina roja,nuestroejércitonotendríanadaquehacerfrenteaunasfuerzastansuperiores.

—Será una carnicería—constatóCasanova—.Pero veamos el ladobueno.

—¿Y cuál coño es el lado bueno, si se puede saber? —preguntóBarton.

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—Almenosnotendremosqueaparearnosconlareina.UnpobreconsueloparaBarton,envistadelainminentecarnicería.—Zas-zas-zas. —Aarg estaba cada vez más contento con las

hormigas verdes, cuyo ejército, en el otro lado de la terraza, parecíaverdaderamenteimponente.

—Estetíoempiezaasacarmedequicio—resoplóBarton.—No,más bien saca cosas positivas—afirmé sonriente, porque el

que en sudía fueraunhombrede laEdaddePiedramehabíadadounaidea.

—¿Relacionadasconganasdeasesinar?—Algoporelestilo—afirmé—.Leharemos¡zas!a la reinarojay

asíevitaremoslaguerrayacumularemosbuenkarma.

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CAPÍTULO19

Comoeradeesperar,Bartonmepreguntócómopensabahacer esoexactamentey,comoeradeesperar,yoaúnnoteníanirepajoleraidea.Loúnicoquesabíaeraqueeseproblemanosesolucionaríasolo,nosepodíaaplazarynosepodíaahogarenalcohol,ytampocosepodíahuirdeélsinmás. E incluso en el caso poco probable de que lográramos escapar,estaba claro que con ello no acumularíamos buen karma. No queríapasarme la vida siendo una hormiga durante cientos de años, comoCasanova. La verdad es que no quería pasar así ni un solo día. Lo quequeríaeraestarconJannis.Sentirlocerca.Yparaellonecesitabaalgoquenohabíatenidoenmiprimeravida,cuandoeraunapersona:unplan.

Los obstáculos eran evidentes: para quitar de en medio a la reina,primerotendríamosquepasarporencimadeFrtxl, luegosubira lapalade juguete vuelta del revés, neutralizar a la Guardia de Corps y, porúltimo, vencer a la gorda.Y todo ello antes de que la soberana diera laorden de ir a la lucha. Me paré a pensar febrilmente cómo podíamosllevarloacabo.Enmicabeza todosedesarrollabacomoenunadeesaspelículas en las que el cerebro, George Clooney, y sus compinches,ladronesespecializados, repasanel robodel siglo.Sólo faltaba labandasonora molona. Éste fue el plan que tramé a toda prisa: Aarg seabalanzaría sobre Frtxl para que los demás pudiésemos separarnos denuestro batallón. Casanova armaría un buen jaleo en un lado de la palaparahacerquelaGuardiadeCorpsseabalanzarasobreél.Deesemodo,la reina quedaría desprotegida. Entretanto, Barton y yo subiríamos a lapalaporelmango,yunodelosdosdistraeríaalareinaparaqueelotrolaempujaradelapalaantesdequepudieradarlaordendeatacar.

YoyasabíaquelosplanesqueforjabantiposcomoGeorgeClooneyen las películas siempre acababan saliendo mal, y sin duda eso mismopasaríaconelmío,peroenesemomentoesedetallenomehizodesistir.Eraelplanmásmeditadoquehabíaurdidonunca.Asíquepusealostresalcorriente,ycuandohubeterminadopregunténerviosa:

—Ybien,¿quéosparece?—Sumamenteaudaz—alabórisueñoCasanova.—Sumamente demencial —opinó Barton, cuya negatividad poco a

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pocoempezabaaserinsufrible.—Aargnoentender.AcariciélaideadevolveraexplicárselotodoalhombredelaEdad

dePiedra,peroeltiempocorría,yademásdudabaqueAargentendieraloque me proponía ni aunque hubiese tenido una presentación enPowerPoint.Poresoseñaléalajefadelbatallón,Frtxl,yaclaré:

—Túsólohacerzasaésa.—¡Zas,bien!—¿Estáisconmigo?—preguntéamipequeñocorrillodehormigas.—Chiaramente—sonrióCasanova—.Quierovolveraserungatoy

camelarme a las gatas, dejarlas extasiadas noche tras noche, con mipoesía,conmicanto,conmilengua,mimiem...

—Yatehemosentendido—locorté.—¡Miembro,bien!—exclamóAarg,quecomprendíainstintivamente

queésaerasuoportunidaddevolverateneruno.Bartoneraelúnicoquenodecíanada.—¿Quépasa?—lepregunté.—Estásloca.—Esoyalohashechoconstaralgunasveces.—Ytodasellasteníarazón.—Eresmuynegativo—aseguré.—Mejoresoqueloco.—Yonoopinolomismo.—Claro,porqueestásloca.—Locaono,siguessinrespondermipregunta:¿estásconmigo?Bartonobservóalosejércitos,plantadosamenazadoramentefrentea

frente, que sólo esperaban a oír la orden de atacar de sus respectivasreinas.Noteníaunaideamejordecómoacumularkarma,nitampocodecómosalirsanoysalvodeeseembrollo.Asíque,pormuydescabelladaqueleparecieramiidea,nohabíaotramejor,razónporlacualmelanzóunasonrisauntantoatormentadaydijo:

—Miembro,bien.

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CAPÍTULO20

Paraentonces,eldesplieguedelejércitodelashormigasverdeshabíaterminado.Entre ellas y el ejército rojo sólohabía escasashormigasdedistancia. Unas cincuenta. Reinaba la famosa calma que precede a latormenta.Sihubiesecaídoal suelounalfiler, sehabríaoído.Claroque,para nosotras, hormigas, un alfiler era algo enorme. Si hubiese caídodesde la altura de un hombre, el ruido en nuestros oídos habría sidosimilar a la caída de la aguja del edificio Empire State a las calles deNuevaYork.Peroprobablementenisiquierasemejanteestruendohubieserotolaconcentracióndelossoldados.Lashormigasrojasylasverdessehallabanfrenteafrente, inmóviles,concentradasydecididasamorirporlacausa.TambiénFrtxlsehallabaenunaespeciedetrancebélicoynoseenteródequenosacercábamosaella.Sólocuandoestuveasu ladoy lehablé sevolvióhaciamí,profundamenteconsternadaporquealguien laabordaseenunmomentoasí.

—Perdóneme...—ledije—,amiamigoAarglegustaríacomentarlealgo.

—¿Y... bien? —La gran hormiga estaba tan sorprendida que nisiquieranosbufó.

—¡Zas!—dijoAarg.—¿Zas?—repitió,desconcertada,Frtxl.EneseinstanteAargseleechóencimayempezóadarlegolpes.—Zas—confirmé.Nunca había visto a nadie que se divirtiera tanto repartiendo

mamporroscomoAarg,nisiquieraTerenceHillyBudSpencerparecíandisfrutartantoensuspelículas.

—¡Vamos!—lesgritéaCasanovayBarton.Salimos pitando los tres mientras Frtxl y Aarg se peleaban y las

hormigasdealrededorsepreguntabansidebíanayudarasucomandanteomantenerlaposición.Sindudaeralaprimeravezqueveíanquealguiendesuspropiasfilasatacaraalajefadelbatallón.Siesashormigashubiesensidorobots,suscircuitossehabríanfundido.

Corrimos hacia la pala amarilla. Las hormigas no nos detuvieron,seguían cuadradas, de manera que llegamos sin incidentes a la parte

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delanteradelapala.Justoencima,nilareinanisuGuardiasepercatarondenuestrapresencia,sóloteníanojosparaelejércitoenemigo.Yqueéstefuesemuchomásnumerosoqueelsuyonohizoquelareinaflaquearaensuresolucióno,mejordicho,ensulocura.

—Letoca—lesusurréaCasanova.—Noospreocupéis,signorina,haréquelaGuardiaseabalancesobre

mídesdelapala.—¿Ycómopiensaslograrlo?—preguntóBartonescéptico.—Concumplidos.—¿Concumplidos?La respuesta no consiguió atenuar el escepticismo deBarton.Ni el

mío.—Los cumplidos son una espada afilada —alegó sonriente el

seductor.AunquenoentendíadóndequeríallegarCasanova,leespetéaBarton:—Nopodemosesperar.Yeché a correr con él.Nadamásdar la vuelta a la esquina—pues

queríamossubirporelmangodesdeelotro ladode lapala,sinquenosvieran—,oímosdeciraCasanova:

—EstimadaGuardiadeCorps.—¿Quéquieres?—dijounodesusmiembros.—Admiraros,signore.—¿Quéesunsignore?—Enestecasoesoresultairrelevante.—¿Quésignificairrelevante?—Esotambiénesirrelevante.En la calmaqueprecedía a labatalla el silencio era tal que incluso

atrás,enelmangodelapala,escuchamosquelashormigasdelaGuardia,perplejas,serascabanlacabezaconlaspatas.

—Vosotros, gallardos caballeros de la Guardia, os apareáis con lareina—constatóCasanova.

—Sí.—Admirovuestrapotencia.—Gracias—respondieronhalagados.—Nadiesepuedemedirconvosotros.—Puedes apostar a que no —convino el miembro de la Guardia

mientrasBartonyyonossubíamosalmangodelapalasinquenadiese

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dieracuenta.—Sois las más resueltas de todas las hormigas—siguió alabando

alegreCasanova.Todosemitieronsendosgruñidosdeaprobación.Barton y yo corrimos por elmango, ya veíamos a los gigantescos

miembrosdelaGuardiayalamonstruosareina: todosellossehallabande espaldas a nosotros, contemplando a Casanova, que los lisonjeabaabajo.Peroloqueestabahaciendonobastaba.Cierto,sehallabandecaraaél, pero si nosotros atacábamos a la reina ahora, se olvidarían deCasanovaynosmatarían.Paraquemiplan salierabien, teníaquehacerqueselanzaransobreél.Yteníaquehacerlodeprisa.

—Pero,signore—seguíadiciendoCasanova—,¿sabéisquéesloquemásadmirodevosotros,miembrosdelaGuardia,hablandodeaparearosconlareina?

—¿Qué?—preguntaronalunísonotodoslosmiembrosdelaGuardiadeCorps,que,comotodobichoviviente,nosecansabandeoírhalagos.

—Quenolehacéisascosanada.Ylareinachilló:—¡Matadlo!LaGuardia sebajóde lapaladeun salto.Ahoraestábamosa solas

conlareina,que,comonosdabalaespalda,noreparóennosotros.Hastaentoncesmiplanhabíafuncionadoestupendamente.

—Y ahora ¿qué?—me preguntó en voz baja Barton mientras nosacercábamosalasoberanasinhacerruido.

—Puesahoraunodenosotrosladistraeyelotrolaempujadelapala—afirmé, repitiendoelúltimopasodemiplanysinestarseguradequépapeleraelpeor.

—¿Quién va a empujar a ésa? ¿Tú la has visto bien?—Señaló elmonstruo,queenesemomentoencendíaalosmiembrosdesuGuardia:

—¡Arrancadlelaspatas!¡Notanrápido!¡Despacio!¡Másdespacio!Barton estaba en lo cierto, contra ella uno solo no tenía ninguna

posibilidad.Habíamosllegadoalpuntoenelquemedabacuentadequenoera tan sencillo llevar a la práctica lamayoría de los planes tal cual seconcebían.

—Entonces,¿quéhacemos?—insistióBarton.Nolosabía.Seacomofuere,elencantodelabuenadeDaisynonos

ayudaría mucho. Ya me había fallado el último día de mi vida comopersona.

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—Semeocurreunacosa—sugirió.—¿Tienesintencióndeempezarapensardemaneraconstructiva?—

preguntéasombrada.—Simedejashablar...—Muybien,¿quépropones?—Noslargamosypensamosenotraformadeacumularkarma.Laideamegustó,muchoincluso,puestoquenoteníamalditaganade

averiguarquésesientecuandoaunolearrancanlaspatasdespacio,afindecuentas,yparacolmodemales,teníaseis.Porotrolado,pensandoenCasanova,queseestabadejandodescuartizardelantedelapala,huirquizáfueseunpelíninjusto.Estábien,muyinjusto.

—Nihablar.—¿Tienes una ideamejor?—quiso saberBarton. Por lomenos no

poníapiesenpolvorosaenelacto,sinoquemeescuchaba.—Almenostengootra:cogemoscarrerillalosdos,embestimosala

tiparracaylatiramosdelapala.Bartonmiróalareina,sopesólaideaydijo:—Podríafuncionar.Yfíjatequedigopodría.—Perosólosiactuamosenequipo.—Puedotrabajarenequipo—repusoBarton,untantoofendido.—¿Ah,sí?—loprovoqué.—Silideroelequipo—añadió,ysonrióirónico—.Puesaladetres:

un,dos...—¡Tres! —terminé yo, y salí corriendo. Si alguien iba a liderar

nuestroequipo,seríalamujerhormigaquehabíaconcebidoelplan.Irritado, Barton resopló, salió asimismo corriendo y no tardó en

alcanzarme, y los dos continuamos a toda velocidad hacia elmonstruo,que cuanto más nos acercábamos, más imponente nos parecía. Y másrepugnante.

—Tienepelosnosóloenlosdientes...—observóBartonjadeante.—...sinotambiéneneltrasero—constatéyo.—Yvamosdirectosaél—afirmó,tragandosaliva.Por desgracia tenía razón: le daríamos con la cabeza justo en el

peludotrasero.Nolopudeevitar,cerrélosojos.Delocontrarioquizáhubiesedado

media vuelta, y con toda seguridad habría reducido la velocidad y, conello,perdidoun impulsodecisivo.Asíquemeestrelléaciegascontrael

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culodelahormigareina,juntoconBarton,untrabajoenequipobastantecoordinado, pues. La cabeza me estallaba, me tambaleé un tanto,esperandooírdeunmomentoaotroelgritodelasoberanaalcaer.

Peronogritó.Abrí losojosconcautela:ami ladodaba traspiésunBartonvisiblementeaturdido.Nosquedamoslosdosmirandoembobadoselpeludoculo.Lareinanohabíacaído,yahorasedabalavueltadespacio,muydespacio.Sucara,rojapornaturaleza,ahoraeradeunrojosubido,ysu mirada destilaba un odio que quizá sólo pudiesen engendrar tiranoslocosderemate.YBartonconstató:

—Somosunamierdadeequipo.

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CAPÍTULO21

—¿Sabéisloquevoyahacerahora?—dijolahormigareina.—¿Reírse con nosotros de este golpecito tan tonto? —probé a

quitarlehierroanuestroataque.—Ocuparmepersonalmentedevosotros.—Noseránecesario—repuseconunasonrisaatormentada.—Seguroquetienecosasmásimportantesquehacer—tercióBarton

—, como capitanear una guerra, así que será mejor que no pierda eltiempocontonterías.

Aunque el hecho de que Barton la instara a empezar la guerra eraincompatible con nuestro propósito de acumular buen karma, para sersincera,yoenesemomentotambiénhabríadichocualquiercosaparasalirdelasituación.

—Adecirverdad,lashormigasverdes,esascobardes,deseanlapaz—riolareina—.Sólolucharánsidoyamiejércitolaordendeatacar.Osea,quetenemosmuchotiempo.Muchísimotiempo.

—Larguémonos—lesusurréaBarton—.Aladetres:un,dos...—¡... tres!—mecortó.Estavezfueélelprimeroqueechóacorrer.

Quizá nunca fuésemos capaces de hacer algo al unísono, si es quevivíamosparacontarloo(encasocontrario)volvíamosareencarnarnosjuntos en hormigas. ¿O acaso habíamos acumulado mal karma porsacrificar a Casanova inútilmente? ¿Renacería siendo un gusano, unamoscardaounescarabajopelotero?

Moscardatalveznofueratanmalo.SiemprepodríavolaralrededordeJannisyKellyparaquenuncapudieranbesarsetranquilos.Cuando,alcabo, Kelly, crispada, dejara a Jannis, yo viviría en su habitación ydormiría en su almohada. Aunque no acariciara a una moscarda comoacariciaríaaunagata,quizáresultarasoportable.Alfinyalcaboestaríaconél.EnesossegundosdepánicoechédemenosaJannismásquenunca.Habíaestadoamiladocasitodamivida,peroahora,eneseinfierno,noera así. En cambio tenía, precisamente, a Barton. La Hormiga másEnervantedelMundo.Casanovateníarazón:eraevidentequeeldestinoseloestabapasandoengrandesiendoirónico.

—¡Melaspagaréis!—noschillólareina,yalhacerlolacabezasele

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volvióaponerrojooscuroylascarnesletemblaron.Seguro que tenía la tensión alta. Como Lemke, nuestro vecino de

Bremerhaven, quemurió de un infarto demiocardio con sesenta y tresaños y cuyas últimas palabras fueron: «Ojalá no hubiese metido tantodineroenelplandepensiones».

—¡Alto!—bramóelmonstruomientrascorríamoshaciaelmangodelapala.

—Nidecoña—dijoBartonjadeando.La reina puso su voluminoso cuerpo en movimiento. Para ser una

hormiga tangrande, semovíacondenadamentedeprisa.Másdeprisaquenosotros.Muchomásdeprisa.Aunque respirabacondificultady lanzabaayesalcorrer,notardaríaendarnosalcance.

—¿Queréistomarmeelpelo?—vociferó,yelcolordesucarapasódelrojooscuroallilaoscuro.Aladvertirlotuveunaidea,ylecontesté:

—Puessí.—Puesno—objetóBartonenfadado.—Quesí—insistí,ymedetuve.—Ydesdeluegonoqueremospararnos—añadiófurioso.—Confíaenmí.—¿EnTI?—Onoconfíes—respondíirritada,ymevolvíhacialareinayledije

—:Avosotras hay que tomaros el pelo por fuerza.Es un instinto de lomásnatural.

Esa desfachatez la dejó tan pasmada que también ella se detuvo. YBarton,delsusto,hizootrotanto.

Lareinatomóaire.—¿Estás...estás...?Bartonsuspiróycompletólafrase:—Sí,estáloca.Sinembargo,yohacíamuchoqueno teníanada tanclarocomoen

ese instante. Tenía presente a nuestro antiguo vecino, al que le dio elinfartoalexaltarsedemasiadoporque,debidoaunfallo,latemperaturadela calefacción por suelo radiante de su casa no podía bajar de loscincuentagrados:sí,nosóloBartonyyopodíamosmorirdeunamaneraabsurda.Lareinamerecordóamiantiguovecino,medabalaimpresióndequeestabaapuntodepasaramejorvida.

—Ynonecesitáisunejércitoparaaniquilaralashormigasverdes—

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añadí—.Osbastaconvuestromalaliento.—¡Vas a sufrir como nunca ha sufrido nadie! —gritó la reina

mientrasavanzabapesadamentehaciamí.Yesperécontodamialmaquemisprofanosconocimientosmédicosnomeengañaran.

Bartonmesusurró:—Nomeconvencedeltodotuestrategia.Peroyomemantuveenmistrece.—O bastará con que le enseñéis al ejército verde vuestro trasero

peludo.—¡Grrr!—gruñólareina,yempezóatambalearse.Aunquetambién

se hallaba peligrosamente cerca de nosotros. Así que la siguiente fraseteníaqueserdefinitiva.

—O...o...o...—balbucí.Unaverdaderalástimaquenosemeocurrieranadamás.La tirana estaba a tan sólo dos pasos, de un momento a otro nos

golpearíaconsuspoderosaspatas.—O...—Bartonseapresuróaacudirenmiayuda—.Bastaráconque

lesenseñéisvuestracara.Lareinasellevóunapataalpecho.—Pedazo de...—Iba a soltar un taco, pero en lugar de terminarlo

empezóasilbarcomounaollaexprés.Sólonosseparabaunpaso.—¡Ésaserálapeordelasmuertesparalasverdes!—chillóBarton.Lareinarevolviólosojosyvinohacianosotroshaciendoeses.—No,hayunainclusopeor...—Entoncessemeocurrióalgomás.—... que os apareéis con ellas. —Barton siguió el hilo de mis

pensamientos.Esolediolapuntilla.Lareinacayómuerta.Pordesgracia,sobrenosotros.Yloúltimoquepenséenmividacomohormigafue:quizáBartony

yonoformemostanmalequipo,despuésdetodo.

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CAPÍTULO22

Unavezmásvolvíaverpasarlavidaenuninstante,peroestavezsetrató demi vida comohormiga.Recordé el entierro.Lomuchoquemeafectó.Recordécuando Jannis confesóquemequería.YelmomentoenquedecidíimpedirqueélyKellyseliaran.

TambiénrecordémispeleasconBarton.Eltraseropeludodelareina.Y que la matamos y de ese modo salvamos a muchas hormigas. Estoúltimomellenódeorgullo.Demencial,enmilargavidacomopersonanohabíahechonadaquepudierarecordarconorgullo,peroenmicortavidacomohormigahabíalogradollevaracaboalgoimportante.

Despuésflotédenuevoporlanadablanca,dirigiéndomehacialaluz.Noconmicuerpodeinsecto,sinoconeldepersona.Desnudo,comolohabíacreadolanaturaleza.Mesentíincreíblementebienteniendootravezun cuerpohumano.Tampocohabía apreciado eso en lo quevalía enmiprimeravida:consumía tabaco,alcohol,drogasymuchacomidabasura.O ¿acaso era al contrario y sí lo había apreciado en lo que valíaproporcionándoletantoplacercontodasesascosas?

La luz eramás intensa que enmimuerte anterior,más cálida,másagradable.Teníamuchasganasdeirhaciaella,fundirmeconella.Másaúnquelaprimeravez.Notéinstintivamentequeallíhabíaalgomásapartedelaluzydemí.Haciendoungranesfuerzoapartélamiradadelaluzyladirigíaunlado:ahíflotabaBarton,quetambiénvolvíaaserunapersonayasimismoestabadesnudo.Nomehacíacaso,sólomirabalaluz,anhelante,esperanzado.

La luz se volvió más intensa. No podía evitarlo, debía volver amirarla. Justo entonces empezó a envolverme y también me sentí másseguraquelaprimeravez.Másfeliz.Siexistíaelcielo,habíallegadoaél.Era maravilloso, no podía imaginarme nada más bello. Sin embargo,poco antes de que me envolviera por completo, me rechazó. No podíaquedarme.

Barton también fue expulsado. Parecía tremendamente triste. Y yotambiénteníalágrimasenlosojos.

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Deprontoestabasobreunaspiedrecitas,peronoeran laspiedrecitasdelcaminoquellevabahastalavilladeBradPitt,esoestabaclaro,yaqueme hallaba debajo del agua. Aquello estaba muy oscuro, pero con laescasa luz que había logré distinguir unas plantas verdes y altas que semovíanaunladoyaotroenunamansacorriente.Asíquemeencontrabaenelfondodeunpantanoodeunlagooinclusodeunmar.Nadamásserconscientedeello,notéquemeahogaba.

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CAPÍTULO23

Presadelpánico,miréhaciaarriba:deallíveníalaluzqueentrabaenelagua.Teníaquellegardeinmediatoalasuperficie.¡Alaire!

Queríanadar,peroentoncesnotéquesóloteníadosbrazos,noseis.Lo que significaba que ya no era una hormiga. Pero tampoco era unapersona,yaquesólosentíaesosdosbrazos.Ningunapierna.¡Oh,no,yanoteníapiernas!

Peroésenoeramiproblemamásacuciante,sinoelhechodequenopodía seguir conteniendo la respiración. Desde luego no es nadaagradableencontrarseenunasituaciónenlaquelapérdidadelaspiernasnoeselproblemamásacuciante.

Nadéhaciaarribalomásdeprisaquepude.Ymesorprendiólobienquesemedaba,lonaturalesquemeresultabanlosmovimientos,yesoquehasta ese momento había evitado en la medida de lo posible lagos ypiscinas.Yadepequeñamepreguntabaporquéteníaqueaprenderanadar.Alaspersonasnosenoshabíaperdidonadaenelagua.En laszonasdeveraneo siempre morían nadadores que se creían demasiado buenos.Quienes no nadaban, en cambio, se quedaban tan ricamente en la playa,contemplando los esbeltos cuerpos de hombres o mujeres deportistas,segúnlaspreferenciasdecadacual.Unasbrazadasmásypodríavolverarespirar. ¡No debía darme por vencida! Con las últimas fuerzas quemequedabansalíalasuperficiey...notéquenopodíarespirar.

Cogí aire como una loca, pero cuanto más lo hacía, tanto másamenazaba con ahogarme. El pánico casi me hizo perder los nervios.Quería llevarme las manos al cuello, pero mis brazos eran demasiadocortos.Y tampoco teníacuello.Memareé.Noconseguímantenermeporencimadelagua,medeslicébajolasuperficie,convencidísimadequemeahogaría.Demasiadodébilparanadar,mefuialfondoy...denuevopodíarespirar.¡Debajodelagua!

¿Cómocoñoeraposible?Un pez rojo enorme vino nadando hacia mí —al menos en ese

momentome pareció enorme, en realidad era tan grande como yo— ygorgoteóconlavozdeBarton:

—¿Erestú,Daisy?

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En cualquier otra situación habría tomado nota encantada de queBartonyanomellamaba«loca»o«Disy»,sinoqueporprimeravezusabaminombre.Peroloquehicefuededucirquelasdificultadespararespirarquehabíanotadoalrenacersedebíanúnicamentealpánicodehallarmedepronto bajo el agua. Me puse a mirar mi nuevo cuerpo de pez, laspequeñas aletas, las escamas, intenté también descubrirme las agallas,cuandodetrásdenosotrosunavozsuave,amable,dijo:

—Osdoylabienvenida,amigosmíos.Nos volvimos: hacia nosotros nadaba un pez increíblemente gordo

confranjasblancasyanaranjadas.Unpezpayaso,quehastaentoncessóloconocía por Buscando a Nemo, la peli de Pixar. Esbozaba una sonrisabeatífica.

—Buda—constatóBartonirritado,yyopregunté,indignada:—¿Porquédemoniossomospeces?—Los demonios no tienen nada que ver con esto—sonrió el pez

payaso, que me gustaba tan poco como los payasos de verdad—. Nisiquieraexisten.

En otras circunstancias, una información así habría resultadotranquilizadora,sobretodoapecadoresocasionalescomoyo,peroenesemomentolosdemoniosnomeinteresaban.

—Esonorespondemipregunta.¿Porquésomospeces?—Bueno,habéisacumuladobuenkarma.—¡Exacto!Asíquedeberíamosserotracosa.—¿Ungatoounperro?—preguntóelrisueñopezpayaso.—¡Justo!—Paraesonoosllega.—¿Queparaesononosllega?¿Queparaesononosllega?—Esohedicho.—Hemosevitadounaguerra—protesté—.¿Quiénpuededecirqueha

hechoeso?—Pocos —convino Buda. Su permanente sonrisa me volvía más

agresivapormomentos.Sifueraunapersona,habríaechadoaesepezalaparrilla. De modo que pregunté—: Y ¿por qué no somos debidamenterecompensados?

—Lohabéishechoporlosmotivosequivocados.Poruninstantemequedédeunapieza.—Queréisserunanimaldemayortamañoparahacerelmal.

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Mirélaspiedrecitasdelfondo,avergonzada:aunquesepararaJannisyKelly anosotrosnosparecierabien, a losojosdepezdeBuda estabamal.

—Disfrutaddevuestranuevavida—repusosonriendoelpezgordo—.Esunarecompensaporloquehabéishecho.Oslahabéismerecido.

UnaluzresplandecienteenvolvióaBuda,quefuehaciaella.Escasossegundosdespuésnoquedabanirastronideélnidelaluz.

—¿Qué le ven sus adeptos a ese hijo de pupiii?—preguntóBartonfrustrado.

No contesté, estaba demasiado desesperada. Dijera lo que dijeseBuda, irnadandoporel lugarcomounpececillodoradonoeraningunarecompensa. Era mucho peor que ser un gato o un perro. Habría sidomejor reencarnarse inclusoenmoscarda.Siendopeces,¿cómoíbamosaimpedir que Jannis y Kelly se liaran? Pero, sobre todo: siendo un pez,¿cómoibaaestarcercadeJannis?

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CAPÍTULO24

—Wearetwolostsouls,swimminginafishbowl,yearafteryear...—cantóBartonenelagua,triste.

—Yeso¿aquévieneahora?—Somosdosalmasenpenanadandoenunapecera,añotrasaño,de

Wish you were here, de Pink Floyd. Así pensaba titular mi próximapelícula, que iba a producir yo mismo, como la canción, una versiónmodernadeEsperandoaGodot.ConbrókeresdeWallStreetqueesperanaloscamellosquelespasanlacoca.

—¿Ycómoesqueseteocurreesoahora?—Observa.A nuestro alrededor, en el agua, se deslizaba un montón de peces

ornamentalescontodosloscoloresdelarcoíris.Apocadistanciaseveíanburbujasdeaireascendentes:unabombadeoxígeno.Enelmarnohabíaesascosas.Nienloslagos.Nienlospantanos.

Me puse a nadar —sorprendentemente, deslizarme por el aguainclusomedeparóciertasatisfacción—ydescubrímidébilreflejoenuncristal. Así que estábamos en una fish bowl, una pecera; para ser másexactos, en un acuario. Pero no en un acuario cualquiera, sino en el deBradPittyAngelinaJolie.Yenverdadéramostwolostsouls:dosalmasenpena.

¿Tambiéneranlosdemáspecesalmasenpena?No,estabaclaroque,a juzgar por lo abúlicos que parecían, allí no había ninguna personareencarnada.¿EnquésehabríanreencarnadoCasanovayAarg?Afindecuentas,habíanactuadodemaneramásaltruistaquenosotros.[11][12]

Atravésdelcristaldisfrutábamosdeunavistaestupendadelsofádediseñolila.YdeJannisyKelly,queenesemomentoentrabanjuntosenlahabitación. Ambos llevaban una ropa distinta de la de la última vez.¿Cuántotiempohabríapasadodesdequemorimoscomohormigas?

—El vuelo es mañana —informó Kelly—. En Estados Unidos losperiodistasnomedejaránenpaz.

—Yoestarécontigo—repusoJannis,cogiéndoladelamano.—¡Piii!—exclamóBarton.—Esoestábien—repusoKellyagradecida,yacarició lamejillade

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Jannis, que estaba encantado—. Me gustaría hacer algo. Algo que estámal...muymal...

—¿Yquées?—quisosaberél.—Besarte...Horrorizados,Bartonyyopegamosnuestrabocadepezalcristal.Sintansiquieraesperaraquelerespondiera,KellybesóaJannis.Y

porlovistoaélnolepareciónadamal,ajuzgarporcómoledevolvióelbeso.

Nuncamehabíadolidonadatanto.Nisiquieralamuerte.JannisyKellysebesabancadavezconmásganas.Siaquelloseguía

así,sedesnudaríandelantedenuestrosojossaltones.Meentrómuchofrío,aunqueelaguaestabacaliente.

—Porlomenospodríanirsealahabitación—sequejóBarton.—Tambiénnosotrospodríamosnomirar.—Podríamos,sí.Ningunodelosdosapartólavista.Kellysedeshizolatrenzaysesacudióelpelo.—Lo hace siempre que quiere dejarse llevar —dijo Barton

entristecido.—Deberíamosmirarparaotroladodeunavez.—Deberíamos,sí.Nodejamosdemirar.—Aunquelohiciéramos—dijoBarton—,losoiríamos,porqueno...—...podemostaparnoslasorejasconestasaletastancortas.Como pez, de pronto me volví una mirona. ¿Cuántas veces me

habrían visto practicar sexo personas reencarnadas en arañas, moscas,mosquitos u otros bichos? ¿Y qué clase de personas serían si se habíanreencarnadoenunosanimalestanbajos?Haycosasalasqueesmejornodarlesmuchasvueltas.

JannisledesabrochódespaciolablusadesedarosaaKellyydejóalavistadosespléndidospechos.

—Dimequesondesilicona—lepedíaBarton.—Tepodríadecirquesondesilicona.—Bien—contesté,ymealegréunpoco.—Peroestaríamintiendo.¡Mierda!AhoraKellylequitóaJannis lacamiseta.Parahaber tardadomeses

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enacostarseconBarton,ibabastanteembalada.—Menudafaltaderespeto—rezongué.—Pues sí, cuando hace tan poco que hemos muerto... —Barton

tambiénestabaprofundamenteafectado.—AunqueaBudaleparezcamal,sigoqueriendosepararlos.—¡ABudaunapiiidevaca!—exclamóBarton.—Unbuenmojón.—Deelefante.—Condiarrea.Peronoeramásquepalabrería.NopodíamosdesearqueaBuda le

cayeraencimaunmojón,pueseraélquienponíalasreglas.¿Oacasosóloeraelquelashacíavaler?Encualquiercaso,sifastidiábamosaesosdos,acumularíamosmalkarma.

—Situviéramosunsolomotivodesinteresadoporelquenopudieranestarjuntos...—apunté,lanzandounsuspiro.

—¿Quieres decir aparte de que vaya contra natura que semejanteloserestéconunamujercomoella?

—¡Jannisnoesunperdedor!—¿Aquésededica?—Estudialasguerraspúnicas.—Pueseso,unloser.JannislequitóaKellylospantalonesvaquerosdespacio,dejandoala

vistalosSexiestMuslosAlive.—Dimequeesmaloenlacama—mepidióBarton.—Tepodríadecirqueesmaloenlacama.—Peroseríamentira.—Ajá.TambiénJannissequitólosvaqueros.Ahoraestabanenropainterior:

JannisconunosbóxeryKellyconunasbraguitasnegrasdeencaje.—Se las regalé yo —se lamentó Barton—. Me costaron 1.989

dólares.Aloíraquello,laclientadeH&Mtragósaliva.Jannis y Kelly se besaban con pasión. Me pregunté si los peces

lloraban.Seguroquenotardaríaenaveriguarlo.—Deberíamosparardemirardeunavez—susurré.—Ya...—afirmódébilmenteBarton.Pero seguimos con las bocas de pez pegadas al cristal. Por

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masoquismo.Poridiotez.Yestuvobien.Muybien,incluso.Porquemedicuentadealgoquehizoquedejaradecompadecerme.

—¿Hasvistoeso?—preguntéconnerviosismo.—¿El bulto que tiene el loser en los calzoncillos? Preferiría no

haberlovisto.—Nomerefieroaeso.¡Jannislaestábesandoconlosojosabiertos!—Pueseso,unloser.—¡Esosignificaquenolaquiere!—Puedequesiemprebeseconlosojosabiertos.—No.—¿Cómolosabes?—preguntóBarton.—Porquecuandomebesabaamíloscerraba.—Yesolosabesporque...—Yoteníalosojosabiertos.—Ynoloquieres.Eraverdad.O,mejordicho,eraverdadentonces.Pero¿ahora?Los celos me estaban matando. Quería separarlos con todas mis

fuerzas.YechabamuchodemenosaJannis.Bartonmiróa sumujer... o a loquequieraque fueseparaél ahora

Kelly,yconstató:—Tienelosojoscerrados.EnsucaradepezvireflejadalapreocupacióndequeKellypudiera

enamorarsedeJannis.—MáslevaleaHarryPotternohacerledaño.—¿Cómo se lo iba a hacer?—No acababa de imaginarme que una

persona tan buena como Jannis pudiera romperle el corazón a unasuperestrella.

—Nicolesabequeningúnhombrelaquiereporsímisma...—¿Incluidotú?—Ahoratodoestandistinto...—dijoenvozmuybaja.Queríaasumujer.Cierto,sólosesabeloquesequierecuandosehaperdido.Almenos

cuando uno es idiota. Como Barton. Como yo. Yo también entendídefinitivamentequetodohabíacambiado.QueríaaJannis.

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CAPÍTULO25

—Está claro que Nicole piensa que tu Harry Potter es sincero —espetóBarton—.Peroescomotodos:sóloquieresucuerpo.

Me habría gustado defender a mi querido Jannis, pero en lo másprofundodemisersabíaqueBartonteníarazón.Janniseradecente,peronisiquieraelmismísimoDalaiLamahabríapodidoresistirlatentacióndedarseunrevolcónconunamujerasíenelsofádediseño.YsiJannis lohacíayamismo,mepartiríaelcorazón.

—Leharádaño—aseveróBartoncontristeza.Aloíresosemeocurrióunaidea,yempecéagritardealegría:—¡Quéguay!—¿Guay?¿Tehasvueltolocadeltodo?—Bartonintentódarmecon

laaleta,peroestabatanlejosqueloúnicoqueconsiguiófueecharmeunpocodeagua.

—Silosseparamos,salvaremoselcorazóndeNicole.Haremosalgobueno y acumularemos buen karma.Y después podremos estar siempreconellos.Comoanimalesdecompañía.

MeimaginéqueeraungatoyvivíaconJannis,dormíaensucamaymearrimabaaélsiemprequequería.Aunquenoseríalarelacióndeamorperfecta,símuchomejorquetenerquemirarlosaélyaKellysiendounpez.

—Unbuenplan—repusomordazBarton—.Pero te olvidas de unacosa.

—¿De qué cosa? —pregunté crispada, porque ya estaba otra vezbuscandoelpeloenlasopa.

—Estánapuntodemontárselo.—Puestendremosqueactuardeprisa.Jannishabíavueltoaabrirlosojosmientrassemagreaban,ymiraba

hacia nosotros. Teníamos que distraerlo como fuera para que dejara aKelly.Pero¿cómo?Darleconlasaletasalcristalnocreoquesirvierademucho.Ni darle con la cabeza tampoco.Aunqueme estrellara contra elcristaltanfuertequemeprodujerauntraumatismocraneal,probablementeJannisnisedieracuenta.

¿Quémássabíanhacerlospeces?¿Apartedenadar,abrirycerrarla

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bocaymirar conojos saltones?No sabía nada, peronada, de peces, encasademispadresnuncahabíamostenidoninguno,ytampococonocíaanadie que tuviera; en realidad, sólome habían interesado de verdad lospecesunavezenmivida,cuandoviBuscandoaNemo...

—¡BuscandoaNemo!—exclamé.—¿Perdona?—¿HasvistoBuscandoaNemo?—¿Lapelícula?—No—contestéirritada—.Elmusical.—¿Tambiénhayunmusical?—preguntóBartonsorprendido.—Puesclaroqueno.—Entonces,¿porquélodices?—¿Conoceslapelículaono?—Sólomegustabanlaspelículasdeanimaciónquedoblabayoyen

lasquesetrabajabapocoyseganabamucho.Todaslasdemásmedabanlomismo.¿Adóndequieresiraparar?

—Venconmigo.Nadé hacia arriba lo más deprisa que pude. Cuando llegué a la

superficie, me coloqué de lado y, dejándome arrastrar, fingí que estabamuerta,comohacíanlospecesenBuscandoaNemoparaquelossacarandelacuario,losecharanalváteryacabasenenelmarcuandotirarandelacadena.

—¿Se puede saber qué haces? —quiso saber Barton, que paraentoncestambiénhabíallegadoarriba.

—Nopreguntestanto—leespeté—.Yhazlomismoqueyo.Nadóhastamíconescepticismoysehizotambiénelmuerto.Conel

rabillodemiojosaltónviqueJannisnosdescubría. JustocuandoKellyibaaquitarleloscalzoncillos,exclamóhorrorizado:

—Hayunospecesmuertos.Kellydejóenpaz loscalzoncillosdeJannis.Losdosse levantaron,

prácticamentedesnudos,yseacercaronalacuario.—Quégrandesson—observóBartonfascinado.—Puesclaro,sonpersonas—susurréyo.—Merefieroasuspechos.Losdesnudospechoscolgabansobrenosotroscomodosmaravillas

de lanaturaleza.Bueno,en realidadnocolgabanabsolutamentenada.Lafuerzade lagravedadnolesafectaba.Alparecer,segúnSigmundFreud,

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lasmujeressentíanunaespeciedeenvidiadelpene,peroamísiempremehabíandadomásenvidialossenos.

—Perotodavíasalenburbujas...—constatóKelly.Dejamosdeproducirburbujasenelacto.—Yano—respondióJannistragandosaliva.Lesrecordamosasusdifuntosamores,sinquesupieranquelospeces

queteníandelanteenrealidaderanellos.Kellyvolvióalsofáysepusolablusadeseda.Leshabíamosaguado

lafiesta.Justoloqueyobuscaba.—Bienhecho—dijoBartonconcuidadoparanoburbujearmucho,y

fuiconscientedequemesentíaorgullosadeobtenersuaplauso.Entretanto, Jannis nos miraba. Triste. Pensaba en mí. Yo lo veía

perfectamente. Me había querido. Durante muchos años. Y me seguíaqueriendo.Comoyoaélahora.

—Lossacarédeahí—dijo,conlágrimasenlosojos—.Novayanaenvenenaralosotrospeces.

Bartonyyonosmiramosespantados.Actoseguidoestábamosenelcuartodebaño.Jannistiródelacadena

yelremolinonosarrastró.YBartonsoltó:—Ahoraodiolaspelículasdeanimación.

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CAPÍTULO26

Cabríapensarqueenunasituaciónpeligrosaquizáunosesientaalgomásrelajadosisabequepaseloquepasevolveráanacer.Perocuandounremolino lo lanza a uno al alcantarillado y tiene la sensación de que sucuerpo de pez va a acabar hecho trizas, no hay lugar para lospensamientos relativos.Primeromediuncabezazoconel esmaltede lataza, luego contra la cabeza de pez de Barton y después los dosdesaparecimos en la oscuridad. Mientras caíamos no parábamos degolpearnoscontralasfríastuberíasdemetal,ygritamos...ygritamos...ygritamos...yparavariar tambiénempezamosadarvueltas... hastaquealfinal caímos con todo nuestro peso al alcantarillado, iluminadodébilmente.

Tardamosunratoenrecuperarelhablaenaquellaaguaasquerosa,yalprincipiotodoselimitóa:«Puaj»,«Ufff»y«¿Vomitaránlospeces?».

Allíabajoolíafatal—casitanmalcomoenunpisocompartidosólopor chicos—, y siendo peces lo olíamos, aunque no tuviésemos nariz.Desconocíasilosbiólogossabíanquelospecesteníansentidodelolfato.Sino losabían, tampocohabríasupuestounagransorpresa;comosolíadecirJannis:elerrorformapartedelaciencia.

MientrasyomesorprendíapensandoenJannisinclusoenesacloacaapestosa, Barton empezó otra vez con lo que mejor se le daba congrandísimadiferencia:criticar.

—Pues sí, un plan estupendo —me dijo cuando avanzábamosdespacioenlacorrientedelalcantarillado.

—¿Cómoibaasaberquenostiraríaalvátertandeprisa?—aduje.—¿Yquéesperabas?¿Unbonitoentierroenelmar?—Laverdadesquenoesperabanada.—Éseestuproblema,quenopiensasbienlascosas.Aunqueeraverdadquepensarbienlascosasnoeraprecisamenteuno

demispuntosfuertes,sucríticamecabreó.—Esmuchomásfácilcriticarqueproponeralgo.—Tengounapropuesta.—Nomelopuedocreer.—No diremos nada más, y en cuanto salgamos de esta cloaca

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nadaremoscadaunoporsulado.—PerolodeJannisyNicole,losdosqueríamos...—Detodasformasnolosvolveremosaver—replicóconamargura

Barton.En eso no había pensado aún. ¿Cómo íbamos a regresar a la villa

siendopeces?Y,peor todavía,¿cómoíbamosa iraNuevaYork,adondeteníanintencióndevolaraldíasiguienteJannisyKelly?

Profundamente tristes, seguimos adelante con la corriente, dejandoatrás cosas que la gente tiraba al váter y quehubiera preferidono tenerqueverdecerca.ParanopensarenesascosasnienJannis,mepreguntédóndeseríamosexpulsados.Semepasóporlacabezalaclasedequímicadenovenocurso,alaqueprestabaatenciónexcepcionalmenteporquemeparecía muy mono Lenny, el profesor en prácticas. Era como el queadopta el papel de niño inocente en un grupo demúsica compuesto porjovencitos,yademásnosenseñabacosaschulas,porejemplo,a fabricaruna bomba atómica guarrindonga y lo que podía causar algo así en laasambleageneraldelpartidoneonaziNPD.

En cualquier caso, se me ocurrió que no acabaríamos en el mar,comoenBuscandoaNemo.No,lasaguasresidualesdesembocabanenunadepuradora.Enella,loprimeroquehabíaeraunrastrillodondequedabanretenidos los objetos de gran tamaño, entre los que sin duda seencontrabanlospecesdeacuario,ytodoloquequedabaallíibaapararaunaplantadecompostaje.

Barton me echó una mirada con sus ojos saltones. Seguro que suhumor no mejoraría si le contaba que acabaría siendo compost. Mepregunté si la prensa haríamuchodaño.Comopude comprobar cuandocaímos al alcantarillado, los peces sentíamos dolor. ¿Sufriríamos unaespecie de tortura? Y, en caso afirmativo, ¿no acumularía mal karmaBuda, o quienquiera que fuese el responsable de las reencarnaciones, sinos torturaba así? (Cuando mi madre murió de cáncer, también mepregunté si Dios no tendría que estar en el infierno por permitir queexistieran cosas como el cáncer.) Tras casi una eternidad en la que lasituación empeoraba por segundos, la corriente nos arrojó al aire libre.Fue estupendo, porque ahora en la turbia agua entraba luz. Al mismotiempotemíqueladepuradoranoestuvieramuylejos.

Laideadelainminentemuertehizoquesemeencogieranlasagallas.Entonces,depronto,notéunacorriente fríaqueprocedíadeun lado.De

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alguna parte llegaba agua limpia, lo que significaba no sólo que elasqueroso olor a cloaca se desvanecía, sino sobre todo... que había unasalida.¡Unaposiblesalvación!

¿Dedóndevendríaesaaguapura?¿Deunarroyo,unlago,unrío...?Dabalomismo,¡allípodíanvivirlospeces!Siconseguíamosnadarcontracorrientehastallegaraesasotrasaguas,noslibraríamosdelrastrillodeladepuradoraydelmontóndecompost.Presadelnerviosismo,medispuseacontarlemiplanaBarton:

—Ahíhayagua...—empecé.—¿Noíbamosaestarcallados?—meinterrumpió.—Pero...—Loqueestáshaciendonoesloquesediceestarcallado.—Escúchame...—Esotampocoesestarcallado.—Joder...—Yeso,desdeluego,tampoco...—¡Omeescuchasdeunavezoteconviertoenunpalitodepescado!ABarton lesorprendióquefuese tanbestia,yporunbreve instante

penséquehabíacaptadosuatención,peroentoncesdijo:—Ylasamenazasnosurtenefectoenmí.—¡Grrr!—Creoqueserámejorquemetapelasorejas.—¡Perosinotienesorejas!—Puesmetaparéloquetengamosenlugardeorejas—aseveróél.—Notenemosnadaenlugardeorejas.—Peroalgoparaoírtenemos.Yesoesloquemevoyataparahora.—Tusaletassondemasiadocortas.Barton se miró las minialetas. Era para volverse loco, mientras

discutíamossobrelaanatomíadelospeces,nosalejábamosmásymásdelagualimpia.

—Esmuyimportante...—supliqué.—Sinotecallas,mepondréacantarmientrashablas.—¿Sabescantar?—Countryroads,takemehome...¿Eracoña?—...totheplaceIbelong...Noeracoña.

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Cada vez nos distanciábamosmás de las aguas que habrían podidoser nuestra salvación. Quizá debía largarme sola y abandonarlo a sudestino, el compost. Pero de ese modo difícilmente acumularía buenkarma.

—WestVirginia,MountainMomma...El rastrillo apareció delante de nosotros. Y parecía formidable.

Barton se detuvo. ¿Me escucharía de una vez? ¿Casi en el últimomomento?Sinembargo,elmuyidiotadijo:

—¿Sabes?,nuncaheentendidoquiénoquéesMountainMomma.—Sencillamente no se había percatadodel peligro—. ¿Es lamadre de unamontaña?Y,siloes,¿sellamaráelpadredelamontañaMountainDaddy?¿YexistirátambiénunaMountainTíoAbuelo...?

—¡Miraahí!—grité,yseñaléconlaaletaizquierdaalfrente.Porfinvioelrastrillo.

—¿Qué...quéeseso?—Algo de lo que deberíamos alejarnos lo antes posible—repuse,

soltandoungallo.Dimediavueltayempecéadarlealasaletascontralacorriente,en

dirección al agua limpia. De repente, que Barton me siguiera o no—karmaonokarma—meimportabauncomino.

—¡Guau!—oíqueexclamaba—.¡Cocaína!¿Cocaína?Esosíqueeraunasorpresa.Me volví y vi que en el rastrillo, entre bastoncillos de algodón,

condones y demás basura, también había una bolsita con polvo blanco;probablementehubiesehabidounaredadaenalgunaparteyalguienhabíatiradoladrogaalváterdeprisaycorriendo.Delabolsitasalíaunhilillodecoca.

—Dejédemetermehacecincoaños—dijoBarton,másbienparasí.¿Así queBarton consumíadrogasduras? ¿No sólo se fumabaunos

porroscomoyoysecomíadevezencuandounapastilla?En laprensanunca había aparecido nada de problemas de adicción. Ni tampoco sehabíahabladonuncadeun tratamientodedesintoxicación.Barton estabamuchopeordeloquesuponía.Másinclusoqueyo.

—¿Qué efecto tendrá en los peces? —se preguntó, y se quedómirandoelpolvo,queibahaciaélengrumitos.

Nadódirectamentehaciaellos.¡Elmuyidiotaselosqueríatragar!No

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sólo recaería y se colocaría, sino que además ¡quedaría atrapado en elrastrillo!

—Cómoodioaestetío—afirmé,lanzandounsuspiro,ynadélomásrápidoquepudehaciaéle intentécogerlo.Resultómásdifícilde loquepensaba, con las aletasnoconseguía agarrarlo.Asíque seme resbalóysiguiónadandohaciaelrastrillo.

—No veía tanta cocaína desde el cumpleaños de Charlie Sheen—comentómaravillado,ylosojoscomenzaronahacerlechiribitas.

Aquella cosa lo tenía como hipnotizado. ¿Qué podía hacer?Agarrarlo,no.Ytampocohacíacasodemisadvertencias.Sólohabíaunaposibilidad:abrímibocadepezymeadheríasusposaderas.Sabían—noeradeextrañar—muchoapescado.

—¿Se puede saber qué haces?—preguntó pasmado—. ¿Sexo entrepeces?

Me entraron ganas de soltarlo en el acto, pero seguí succionando,tirando hacia atrás y alejándolo con todas mis fuerzas del rastrillomientras él se sacudía como un loco a un lado y a otro, medioenloquecido.

—¡Quiero la coca! Con ella llevaré mejor la mierda esta de lareencarnación.

Peronolosoltéhastaquellegamosalaguafría,pura.Agotada,dije:—Sinoseguimoselagualimpia,moriremos.—Perovolveremosanacer.—Yantesseremosestrujadosysufriremosunamuerteatroz.Bartonporfinentendióquehablabaenserio.Contodo,teníalosojos

inquietos, y no paraba de volver su cuerpo de pez hacia la bolsita decocaína. Libraba una lucha interior: la adicción contra la razón. Si lospeces sudaran, en esemomento seguro que tendría la frente perlada desudor.Desesperada, busquéalgoquedecirleque lograra impedirque sedieralavuelta,peronosemeocurriónada.

Sin embargo, poco a poco los ojos saltones de Barton se fueroncalmando y su cabeza de pez volvió a pensar con claridad. Puede quegracias a la corriente de agua limpia, fría. Pero quizá se debieraúnicamente a que ya casi no se veía el paquetito de cocaína. De prontosacudiósucuerpodepezconenergíaydijoenvozbaja:

—Porlospelos.Ynose referíaaquehabíaestadoapuntodequedaratrapadoenel

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rastrillo.[13]—¿Por ahí? —preguntó Barton, apuntando con una aleta hacia el

agua.—Porahí—confirmé,yambossalimosnadando.Alprincipioinclusopudedisfrutarunpocodelacristalinaagua,pero

prontolacorrientefuecobrandomásfuerza.Debíamosnadarconímpetuparanoacabardenuevoenlacloaca.Teníamuydoloridaslasaletas,nomedolíantantolosmúsculosdesdelavezquefuialgimnasioconSylvie.Me daban calambres, casi no podía más.Me entraron ganas de tirar latoallaydejarmellevaralrastrillo.Cualquiercosamenosmovermeytenerquesoportaresedolor.Justocuandomeibaadarporvencidavi...algas.¡Habíamosllegadoaunmar!

Estaba demasiado agotada para alegrarme. No tenía fuerzas paranada, y me dejé arrastrar sin más hasta el mar. Barton también estabacansado, pero aún le quedaba una pizca de energía. Ahora que nosencontrábamosasalvo,seguroque,comohabíadicho,seiríaporsulado.Dentrodenadaestaríasola.Unpececilloenunagranextensióndeagua.Tuvemiedo.

AunqueamenudonopudieravernienpinturaaBarton,aunqueenmividaanteriorcomopersonasiemprehabíaintentadoevitarlaverdaderaproximidad, moverme completamente sola por el agua me parecíainsoportable. Cuando uno está tan agotado como lo estaba yo, se sientemuyindefenso.

Bartonsediocuentadelohechapolvoqueestaba.Yquizátambiénsepercataradequeteníamiedodeestarsola.Seacomofuere,dijo:

—Tranquila,cierralosojos.Mequedarécontigo.Medejótanpasmadaqueporuninstanteolvidémiagotamiento.—Pero...perosiqueríasquecadaunosefueranadandoporsulado...—Mehas salvado la vida—repuso congravedad—.Estaré contigo

hastaquetepuedadevolverelfavor.Hablabaenserio.Comounindioquepermanececonelvaqueroque

le ha salvado la vida hasta que salda su deuda. Sólo le faltó añadir: porManitú.

Mesentítanaliviadaquesemecerraronlosojosenelacto.Antesdequedarmedormida,leoídecir:

—Cuidarédeti,Daisy.Eralomásbonitoqueoíadesdequemoríporprimeravez.

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CAPÍTULO27

Cuando me desperté, Barton nadaba a mi lado. Era verdad, no mehabíaabandonado.Unhombredepalabra.Oenelcasode«cuidarédeti»,un hombre de tres palabras. Le dediqué una sonrisa de agradecimiento,quenomedevolvió.Seguíasincaerlebien,yestabaclaroqueademásmeculpabadesumuerteydequenopudiéramosllegaralavilladeBradPitt.Mepreguntésiseríabuenaideamencionarsuadicciónalacoca,peroyomismamerespondí:mejordéjaloestar,Daisy,osufrirásElataquedelpezdeacuarioasesino.

Decidí disfrutar del sol, cuyos rayos rielaban en la superficie delaguaymecalentabangratamentelasescamas.Enelfondoviunaspiedrasblancasgrandes,relucientes,ylasalgasverdessemecíanconsuavidadenlafulguranteagua.Erantanelegantesymajestuosasquemepreguntésinoseríanbailarinasreencarnadasenplantasacuáticas.

—¿Nosonpreciosaslasalgas?—lepreguntéaBarton.—Nifunifa—espetó.—Yesaspiedrasrelucientes...—Sólo son unas piiii piedras —me soltó. Por lo visto no sabía

apreciarlabellezadelanaturaleza.—CreoqueestamosenelmarBáltico—probédenuevo.—Ya—respondió.Probablementenohubieraoídohablarnuncadel

mar Báltico. Al fin y al cabo era americano, y a los americanos lesinteresabatantolageografíacomolasoberaníadeotrospaíses.

—ElBálticoestá...—...muylejosdeNicole.Era evidente que no tenía ninguna necesidad de saber más de la

situacióngeográficadeesemar.—Notengonipuñeteraideadeloquevamosahacerahora—gruñó.Noqueríaquesecargaraelprimeratisbodebuenhumorqueteníaen

mi vida como pez. Almenos no enseguida. El resplandor del sol en elaguaerademasiadobonito.Yelbailedelasalgasdemasiadomágico.Yyamehabíanpasadodemasiadascosasmalas.

—Puesyosí.—¿Ah,sí?—preguntósorprendido—.¿Ysepuedesaberquées?

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—Sentirnoscomopecesenelagua.Empecéanadar.Lasaletasyanomedolían,yconcadaimpulsomi

cuerpo se llenaba de energía. Deslizarse por esas aguas cristalinasresultaba tannatural como si hubiesenacidopara ello.Yprobablementefuese así, ya que sin duda no era cosa de la naturaleza que los pecesnadaranenacuariosocloacas.Elaguaeramihogar, almenoseldemicuerpodepez.

Subí como un cohete para, acto seguido, precipitarme tanto másrápida en las profundidades. Haciendo un looping tras otro. De habertenidopiernas,tambiénhabríahechomortaleshaciaatrás.Cuandoeraunapersona sólome sentía tanvivaen lapistadebailedespuésde la cuartacaipiriña. En realidad ahora me iba incluso mejor que entonces. Laembriaguez de las profundidades era mucho más intensa que la delalcohol.

Bailéconloslazosqueformabanlasalgas,meincorporéasuballetyme reí.Sí, ¡me reí!Asíde libremesentía.Quizáalmorirmehubiesetocado el premio gordo. Había dejado atrás todas las ridículaspreocupaciones que tenía cuando era una persona —alquiler, trabajos,fracasos— y había sustituido mi antiguo mundo por una libertad sinlímites.

—¿Vasaestarmuchotiempodiciendogilipolleces?—bufóBarton.—Nosongilipolleces,esnuestranuevavida.En ese breve instante de éxtasis, en efectome vi llevando una vida

dichosa,plena,siendounpez.Bartontorcióelgesto,malhumorado.—Anda,ven. ¡Esdivertido!—Nadéhaciaély le toquéunaaleta.La

apartódeprisa—.Ovienesomevuelvo a pegar a tu trasero—amenacérisueña.

—Eresuncoñazo—sequejó.—Ereselprimerpezquemelodice.Hiceun looping a sualrededor,y justocuandome ibaapegara su

traserosuspiróydijo:—Vale,vale.Salídisparadaalegremente,yBartonmesiguió.Primerodespacio,de

malagana,peroluegoaceleróunpoco.—Es...unasensaciónagradable—afirmósorprendido.—Sí,¿verdad?—contestériendo.

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—Muchomejorqueunacintadecorrer.Cobró velocidad, se unió amí y los dos nadamos alrededor de un

alga, arriba y abajo, cada vezmás rápido, como si estuviéramos en uncarrusel de cadenas. Ahora también Barton se divertía. La primera vezdesdequeeraunpez.

Tras nuestro viaje en carrusel alrededor del alga, me quedé quietaobservandoaBarton,que, risueño,nadabadeespaldas,comosidespuésdemuchosañosporfinsepermitieraellujodedisfrutardealgo.Alverlo,notéunlevecosquilleoenlabarriga.Uncosquilleoqueenunprincipionisiquieralogréidentificar...¿Seríanmaripo...?

¡Bobadas! Como mucho era plancton. Sí, eso era, plancton en labarriga.

Apartédeprisalasensación,ycuandomedisponíaadarunavueltaensolitarioalrededordelalgaparadistraerme,oímosunavozatronadora:

—Disculpen.Mevolví,asustada:unlucionadabadespaciohaciadondeestábamos.

Tenía el lomo verde oscuro y el vientre blanco y era unas veinte vecesmás grande que nosotros. Aparte de en películas comoGodzilla, nuncahabíavistounmonstruomarinocomoése.

—Noesmiintenciónmolestar...—afirmóellucio.—¿Pero?—preguntéconairevacilante.—Tengohambre.

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CAPÍTULO28

A juzgar por cómo nos miraba, estaba más que claro que no eraherbívoro.Asíytodolerespondí:

—Estaremosencantadosdecederlelasalgas.—Es muy amable por su parte —contestó muy educado el lucio.

Desde luegomodales tenía,esohabíaquereconocerlo.Porunmomentoconfié en que, contra todo pronóstico, le interesaran las algas y nonosotros—. Al parecer no están muy familiarizados con los hábitosalimentariosdeloslucios...

Si no hubiera tenido tanto miedo, probablemente me hubierapercatado en ese instante a lomás tardarde la corrección con laque seexpresaba.Sinembargo,melimitéacontestar:

—Bueno,esquenosomosdeaquí...—Enesecaso,conmuchogustolesexplicaréenquéconsisten.—Nosemoleste—tercióBarton,queintentabadisimularelmiedo.—Noesningunamolestia—aseguróellucio.—Esquetenemosquehacerunacosa.—¿Qué?—¡Salirpitando!Nosdimoslavueltaconideadeponertierradepormedio,omejor

dicho, poner de pormedio el suelo arenoso que había revuelto el luciocon lasaletas,peroelenormepeznosrodeóconunúnico impulsoyseplantóantenosotrosconaireamenazador:

—Es que de verdad que me gustaría mucho, pero mucho,explicárselotodo...

Barton y yo empezamos a temblar a cuálmás.Ya sólo la boca dellucioeramásgrandequenosotrosdosjuntos.

—...Loslucios...nosomosvegetarianos.—¿Veganos?—preguntéapocada.—Másbiensoypescetariano.Esometemía.—Un momento —objetó Barton, que sorprendentemente apenas

temblabaya—,¿cómoesqueunlucioconocepalabrascomovegetarianoypescetariano?

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Unapreguntamuybuena.—Por reglageneral, losdepredadoresnoconocenesaspalabras—

sonrióellucio—,pero...—... es usted una persona reencarnada. Como nosotros —constató

Barton.Ellucioensanchólasonrisa.Bartonhabíacaídomuchoantesqueyo:antenosotrosnadabaloque

ensudíahabíasidounapersona.AlguiencomoCasanova.OAarg.Lancéun suspiro: el lucio no nos comería, porque si lo hacía no seríapescetariano,vegetarianoovegano,sinouncaníbal.Yesonopodíaser,ya que los caníbales seguro que también se reencarnaban en bacteriasintestinalesynoenpeces.

—¿Cómo se llama? —pregunté, mucho menos tensa, y dejé detemblar.

—MellamoAlbertEinstein.—¿Albert Einstein, el físico? —No me lo podía creer. También

Bartonsequedóconlabocadepezabiertadelasorpresa.—¿Acasoconocenaotro?—rio.Enestodelareencarnaciónhabíaqueadmitirqueseconocíaagente

interesante. Vi con mi tercer ojo el famoso póster de Einstein con lalengua fuera.Apartede eso, ¿qué sabíade él?El lucioque teníadelantehabíaformuladolateoríadelarelatividad,delaque,parasersincera,nosabíanada,y tambiénhabíaalgo relacionadocon lavelocidadde la luz,losátomosy losnazis.Ademáselgenio lucíaunpeinadoquehacíaqueunosiempresepreguntara:¿cuáleselverdaderooficiodelpeluquerodeEinstein? ¿Electricista? ¿Instalador de parques eólicos? ¿Humorista?¿Capodeladroga?

Meparéapensar sipresentarmeono,yencasodehacerlo,cómo,puesencomparaciónconEinsteinyonoeranadie.Siqueríasabercómohabía evolucionado el mundo después de sumuerte, sentiría curiosidadpor conocer los avances técnicos que se habían producido. Mientras ledabavueltasatodasestascosas,Bartonpreguntó:

—¿Podríaprotegernos?Había vuelto a caer antes que yo: allí donde había un lucio, habría

otrosdepredadores,paralosquenosotros,pecesdeacuario,seríamosunaperitivo.

—¿Sesuponequedeboayudarlosporqueunavezfuimospersonas?

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—inquirióEinsteindivertido.—Y porque solos no podremos defendernos muy bien —añadió

Barton.—Me temo que están malinterpretando la situación en la que se

encuentran.—¿Enquésentido?—Enelsentidodequemelosvoyacomeralosdos.Bartonyyonosquedamosboquiabiertos.—Pero...peronopuedecomerpersonas...—balbucí.—Yonoveoaningunapersona.—Nosotrossomospersonas...—Bueno,esoesrelativo.Ésaeraunateoríadelarelatividadquenomehacíaningunagracia.—Sólosoyfielaminaturaleza—aclaróEinstein.—No estoy segura de que el hecho de que ahora seamos peces sea

algo natural —me apresuré a replicar. No lo decía sólo para salir delapuro,lopensabadeverdad:latransmigracióndelasalmasresultabauntantosobrenatural.

Einstein,encambio,noloveíaasí:—Claroque lo es, desde luegoque tienequever con lanaturaleza.

Todoradicaenqueeneluniversolaenergíanosepierde.—¿Cómo?—Esomismoibaapreguntaryo—aseveróBarton.—Nuestro cuerpo está compuestopor átomos—explicóEinstein—.

Y esos átomos nunca se pierden. Cuando morimos, se dispersan y sereúnen de nuevo en otra parte. En nuestro caso formaron cuerpos depeces.

—¿Significa eso... que no hemos dejado de existir? —quiso saberBarton.

—Nuestrosátomosnohandejadodeexistirnunca.Desdeelprincipiodelostiemposvaganporahíyformancosasnuevas.Yloharánasíhastaelfindelostiempos.

SientendíabienlateoríadeEinstein,misátomosquizáfuesenensudíaparteintegrantedeundinosaurio.Odeunríoimpetuosoquediscurríaporuncañón,odeunapiedravolcánicaodeunamariposa,ymásadelantequizáseconvirtieranenelescudotérmicodeunaestaciónespacial,enlosgases de una nebulosa de Júpiter o en los colores de un arcoíris en el

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centro de la Vía Láctea. Lo absurdo sería que formaran parte de uncalcetíndehombre.

—Deesemodotodossomosinmortales—afirmófelizycontentoellucio.

Si uno profesaba la doctrina de Einstein, que sin duda tendría unabase científica, ciertamente contaba con un consuelo. En vista de lainfinitud de mis átomos, el tiempo que había pasado siendo Daisy eraínfimo,francamenteinsignificante,pormuyimportantequemeparecieraamí.Mimalde amores era insignificante.Loque leshabíahechoamimadre, ami padre o a Jannis no eranmás quemomentos fugaces en lavida infinitademisátomos.Osea,quenohabíamotivoparaatribuirlestantaimportancia.

Y,sinembargo,esamodalidadde la teoríade la relatividaddaba laimpresióndequenocuadraba,pormuyfundadaqueestuvierayaunquelaformulase alguien tan inteligente como Einstein. Yo no era de los quecreíanqueloscientíficoslopodíanexplicartodo.Porfavor,sinisiquieraerancapacesdeexplicarcómopodíanvivirunhombreyunamujerjuntoshastaelfindesusdíassinacariciarlaideadelasesinato.Asíque¿cómoiban a explicar elmundo, el karma o la reencarnación?No, había algomás grande que la ciencia. Éramos más que simples átomos que sereorganizabanunayotravez.¡Teníamosalma!

—Entonces,¿cómoexplicalaexistenciadeBuda?—pregunté.—¿Buda?—repitióelluciosorprendido.—Eltipogordoqueseleapareceaunocuandomuereylecuentaque

haacumuladomalkarma.—Perdone,perocreoquedelirausted—aventurórisueñoEinstein.¿EsquenoconocíaaBuda?¿Acasoesehombrecillogordosonriente

no se le aparecía a todo el mundo? Por lo visto no, de lo contrarioEinstein habría reaccionado de otra forma.Y, pensándolo bien, eramuylógico.Todoel santodíamoría tantagenteque,yasólopormotivosdetiempo,Budanopodíaocuparsedetodos.Noobstante,aBartonyamíyasenoshabíaaparecidodosveces.¿Porquéprecisamenteanosotros?¿Quéteníamosdeespecial?

DecidípreguntárseloaBuda,encasodequevolvieraavisitarnoslapróxima vez que muriéramos. Una muerte que, dicho sea de paso, notardaríamos en sufrir, pues con cada segundo que transcurría el lucioparecíamáshambriento.

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—Podemoshacerqueestosealargoydoloroso—aclaróEinstein.—¿O...?—inquirió Barton, procurando parecer tranquilo, cosa que

noconsiguiódeltodo.—Cortoydoloroso.—¿Figuraensuprogramalaversióncortaeindolora?—quisesaber.—Serdevoradoduelesiempre.Pordesgracia,lanaturalezasienteuna

granpredilecciónporeldolor.No pude evitar pensar en el cáncer de mi madre. La naturaleza

también era una bitch. Sí, nos regalaba sexo, comida rica ymarihuana,pero nada de eso compensaba la cuestión del dolor. A lo largo de suenfermedad, mi madre siempre se comportó con valentía —al menosdelantedemí—,asíqueahorayodebíaseguirsuejemployservalientetambién,máximecuandoenmicasoeldolornoduraríamucho.Esoera,debíaenfrentarmeamimuerteconvalentía.

Ellucioabriósutemibleboca,visustemiblesdientesamarillos,quedentrodenadasehundiríanenmitiernacarneyladesgarrarían,ygrité:

—¡No,no,porfavor,nooooooooo!Nofuitanvalientecomopretendía.Presa del pánico,mevolví haciaBarton, confiando en que también

ahoracayeraantesqueyoyconsiguiéramossalirdeaquel líodealgunamanera,perotambiénélparecíadesconcertado.

Entoncessemeocurrióunacosa.Meapresuréapreguntar:—¿No le gustaría saber cómo es el mundo de ahí arriba en la

actualidad?Einsteinsiguióconlabocaabierta,perononoshincólosdientes.—Ahoralaspersonastienenmóviles...Elluciomemiróinterrogante.—Sonteléfonosportátiles.Noleimpresionólomásmínimo,poresoañadí:—Conelloshastasepuedeentrareninternet.—¿Quéesinternet?—seinteresóEinstein.A ver, ¿cómo coño explica uno qué es internet a alguien que no la

conoce?—Puesenellasepuedenvermuchísimascosas...Sindudanoeraunadefinicióncientífica,peropordesgraciaallíno

teníaunmóvilconelqueconsultarWikipedia.Claroque,sihubiesetenidounmóvil,nolohabríabuscado,sencillamentelehabríaenseñadointernet

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allucio.Contodo,nohabríapodidomanejarelteléfonoconmisaletas,yquizátampocohubieseservidodemuchoenelagua.

—¿Quéclasedecosassepuedenverenlainternetesa?—quisosaberEinstein.

Porlogeneral,porno,habríasidolarespuestasincera.—Pues toda clase de información, como si fuese una enciclopedia,

porejemplo.—Unaenciclopedia...—Noparecíamuyimpresionado.—Ysepuedenconsultarnoticias.—Paraesoyaestánlaradioyelperiódico.—Ya, y también se pueden ver pelis porno—afirmé. Quién sabía,

quizá a Einstein le interesara eso, a fin de cuentas era un hombre, o lohabíasido.

Elluciofruncióelceño,asqueado,ypreguntó:—¿ViajanloshombresaMarteenlaactualidad?—No—neguédesalentada.—¿Hanerradicadoelhambre?—No—repuse,másdesalentadaincluso.—¿Hanacabadoconlasguerras?—No...—volvíadecir,lavozapenasaudible.—Loquesignificaqueelmayoravancedelasúltimasdécadasesun

teléfonoportátilconelquesepuedeverpornografía,¿eseso?Mehabríagustadoresponderalgodistintode«Bueno,sí...».Ypensé

queprobablementenofuesebuenaideaempezaracontarquelaAgenciade Seguridad Nacional, Facebook, Google y Cía. nos espiaban con losmóviles, y nosotros, los propietarios de losmóviles, lo sabíamos, peronos importaba una mierda, porque estábamos encantados con ellos. SiEinsteinoíaeso,eramuyposiblequeseecharaallorar.Opeoraún:quenos devorara muy despacio. Sea como fuere, profundamentedecepcionadoconelmundodearriba,dijo:

—Ojalánomehubierascontadoeso.Volvió a abrir la boca con intención de engullirme de una vez por

todas.—Tambiéntenemostabletas...—balbucí.—¡Apartadeahí,Daisy!—exclamóBarton.Antesdequeel luciooyopudiéramos reaccionar,Bartonpasópor

delante demí como una flecha, directo a las fauces deEinstein. Éste se

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llevótalsustoquecerrólabocadegolpe.OíqueBartonpegabaungritouninstante.DespuésEinsteinselotragó.

Me entraron ganas de chillar amí también. Demiedo.Más aún dedesesperación.Perodemibocano salió sonidoalguno.Barton sehabíasacrificado para que yo pudiera escapar. Tal y como anunció, habíasaldadosudeuda.

Seguroquesereencarnaría,éllosabíatambién—sindudainclusoenalgomejorqueunpezde acuario,yaquecon loquehabíahechohabíaacumulado buen karma—, pero ello no quitaba que hubiese sufrido unamuerte atroz. Por Daisy Becker, de Bremerhaven. Nadie había hechojamástantopormí.

La proeza deBarton no podía ser en vano, se lo debía. ¡Tenía queaprovechar laoportunidady salir pitando!Yasí lohice, lomásdeprisaposible.Tandeprisacomonuncahabíanadadounpezdeacuario.Nadé...ynadé...ynadé...yelluciomeengullódeunbocado.

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CAPÍTULO29

Lapelículademividacomopezqueseproyectóantemitercerojotenía algunas escenas bonitas. Vi cómo bailaba con las algas, cómosonreía, relajado,Barton, y al hacerlo inclusovolví a sentir unpocodeplanctonenlabarriga.Peroestavezenmibarrigadepersona,yaquedenuevoflotabahacialagrataluzdesnudayenformadeDaisyBecker.

Por desgracia, esas bellas imágenes fueron sustituidas por otrasterribles: vi la cloaca, el rastrillo de la depuradora, la cocaína, al lucioEinstein.Yvilopeordetodo:cómosebesabanJannisyKelly.Yvolvióadolerme.Muchísimo.SaberquehabíacerradolapuertaalamordeJannisy de ese modo lo había regalado resultaba más doloroso que lamordeduradesgarradoradeunlucio.

Barton, asimismo en su forma humana, avanzaba ami lado por lanada blanca hacia la luz. Sonreía. Supe que si también perdía a Barton,perderíaalúnicocompañeroquetenía.Habíasaldadosudeudaconmigo.Nos reencarnáramosen loquenos reencarnásemos, apartirdeahoraélseguiríasucaminoyyotendríaquevalermepormímisma.

Barton,desnudo,fuerechazadoporlaluz.Ahoraestabatriste,comosiconfiaraenpodermitigarporfinenlaluztodoeldolorquesentíaensucorazónysehubieradadocuentadequetendríaqueseguirsoportándolo.Me entraron ganas de abrazarlo para consolarlo. En mi vida ¿cuándohabíaqueridoabrazarsinmásaunhombredesnudoatractivo?

Yo, en cambio, seguía flotando hacia la luz. Me calentaba. Meenvolvía.Meproporcionabaconsuelo.Peroapenasmehuboenvueltocasiporcompleto,volvióa rechazarme.Sí,primeromeatraíaydespuésmedespreciaba.Ciertamenteesaluzeraunagrandísimabitch.

Cuandodesperté,amialrededorreinabalaoscuridadmásabsoluta.Yel aire estaba enrarecido. Intenté tomar conciencia de mi cuerpo, intuirdónde me encontraba. Ya no estaba en el agua, eso seguro. Y tampocoteníaaletas, sinounaespeciedebracitos.Ymedaba lasensacióndequetambién tenía piececitos. ¡Por fin cuatro extremidades! ¡Ni seis ni sólodos!

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Fuera se oían trinos de pájaros. Muchos trinos de pájaros.Sorprendentementeentendíaloquedecíanlosgorjeos:

—Mamá,¡tengohambre!—¡Yotambién!—¡Yyomás!—Hoyyaoshedadocincolombrices.Mamánecesitadescansar.—¡Perotenemoshambre!—¡Callaos!—¡Hambre!—¡CALLAOS!—¡¡¡HAMBRE!!!—Alquevuelvaadecirhambrelotirodelnido.—¡Gazuza!—¡GRRRRR!—¡Gazuza,gazuza,gazuza!—Laprimaveraquevienenotendréhijos.Elhechodequeentendieselosgorjeosmedioquepensar.Ymásaún

que al oír la palabra lombriz seme hiciera la boca agua. Todo ellomellevóaunaconclusión:nosemehacíalabocaagua,sinoelpico.Eraunpájaro.Mejordicho,unpolluelo.Enunhuevo.Yteníaquesalirdeahíloantesposiblesinoqueríamorirdehambre.

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CAPÍTULO30

Bajé la cabeza, en la que suponía—con razón, como resultó ser—queteníaelpico,ycomencéadargolpesenlaoscuridadcontraloque—tambiénconrazón—consideréelinteriordelhuevo.Unavez,dosveces,entotalmeparecióquelohicecuatrocientasveces.Luegoseoyóuncric,pero no fue más que una grieta: el puñetero huevo no tenía ningunaintenciónderomperse.

Nadieseimaginacuántotienenquebregar lospolluelosparaver laluzdelsolyoleralgoquenoseaelaireenrarecidodelhuevo.Alfinyalcabo,lamayoríadenosotrostampocoesconscientedecuántotienenquebregarlosniñosparaveniralmundo.Yapenaslohanhecho,despuésdetantosesfuerzos, loprimeroque recibenesunazoteenelculoparaquelloren.Noesdeextrañarquecasitodaslaspersonassepasenelrestodesuvida preguntándose de manera inconsciente por qué se molestaron enarrastrarseporelcanaldelparto.

A decir verdad, por qué nace uno era un tema que siempre habíatraído de cabeza a mi agente, Schmohel. Una vez, en su despacho, queestabahastaarribadeviejasreliquiasdelmundodelcine—desdecartelesde la actriz Hildegard Knef hasta la pistola de oro de James Bond—,cuandomepusealloriquearquenuncatriunfaríacomoactriz,Schmohelmedijo:«Yahashechoalgoincreíble».

Ésasíqueeraunanovedad.—Elhechoensídequeestésvivaessensacional.Esomesorprendió.—Tú no existirías si tus padres no te hubiesen engendrado justo

cuando lo hicieron. De haber engendrado a un hijo en otro momento,habríanacidounacriaturacompletamentedistinta.Habríacumplidoañosotrodía,yquizáhubiesesidounniño.Opuedequeunhijoconotrocolordepeloodeojos.

Puede que hasta un hijo con el que mis padres hubiesen sido másfelices.Oquehubiesesidomásfelizconsuspadres.

—Perono es sólo eso...—continuó filosofandoSchmohelmientrascargabalapipa.

—¿No?

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—¿Quéprobabilidadeshaydequenazcasprecisamente tú?¿Dequedos personas como tus padres lleguen a conocerse? ¿De cuántascasualidades depende eso? Y que tus padres nacieran fue tan pocoprobablecomotuexistencia.Yquenacieransuspadresylospadresdesuspadresylospadresdesuspadresylospadresdesuspadresy...

—Anda,noretrocedashastalaEdaddePiedra.—Irémásalláincluso...—Puesvaaserunanochelarga.—Ningunodenosotrosexistiríasihacemilesdemillonesdeañosun

cometanohubieseacabadoconlosdinosaurios.¿Quéprobabilidadhabíadeque,detodoelvastouniverso,precisamenteesecometaseprecipitaraprecisamentesobrenuestroplaneta?¿Ydequeprecisamenteelplanetaolalunadelaqueprocedeesecometafuesedestruidoantes?

—Sisigueshablandoasímevaaentrardolordecabeza.—O sea, que la probabilidad de que existas precisamente tú

prácticamenteesnula—aseverórisueñoSchmohel,ycomenzóafumarsupipacondeleite—.Y,sinembargo,aquíestás.

Nuncamehabíaparadoaconsiderarlodeesemodo.—Eresunmilagro.La mayoría de las personas a las que conocía opinaba de manera

distinta.—Laexistenciaestansumamentepocoprobablequecadapersonaes

unmilagro.Me costaba considerar un milagro a la mayoría de las personas.

Sobretodosipensabaenlosquesepresentabanaloscastings.—Lahumanidadenteraesunmilagro.—¿Schmohel?—¿Sí?—¿Es posible que a veces te pasen factura los años en los que le

dabasalasdrogas?—¿Senota?Ahora que estaba encogida en un huevo picando la cáscara me

pregunté si Schmohel no estaría completamente equivocado.Hablaba decasualidades igual queEinstein hablaba de átomos, pero ninguno de losdoshablabadelalma,que,sinembargo,eraevidentequeexistía.Dabalaimpresióndequeelalmanosesometíaalasprobabilidades,ymenosalasleyesdelanaturalezaqueconocíamosnosotros;afindecuentasvencíaa

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lamuerte.AuncuandounalmaestuvieratanperdidacomolamíaoladeBarton.

Golpeaba con el pico sinparar.El huevohizo cricy crucy crocycadavezteníamásrajas,peronoserompía.Entretanto,fueracontinuabanlostrinos:

—¡GAZUZA!¡GAZUZA!¡GAZUZA!—Elquevuelvaadecirgazuzasalevolandodelnido.—GAZU...¡AHHH!Seoyóunplaf.Estabaclaroqueesamadrepájaronoseandabaconchiquitas.Las otras voces enmudecieron, asustadas, ya que, en efecto, uno de

lospollueloshabíasalidovolandodelnido.Sinembargo,laconmociónylacalmaresultantenoduraronmucho:

—¡APETITO!¡APETITO!¡APETITO!—Ahhh...Yamevoy,plastas.Oíelbatirdealasquesealejaba.Seguídándolesincesaralinterior

delhuevohastaquealfinalhizounruidosoCRAC.Elcascarónserompió,las distintas partes cayeron a los lados y vi el cielo sobre mi cabeza.Estaba nublado. Pronto llovería, seguro. Yme pondría hecha una sopa.Quizá debiera haber conservado el cascarón de sombrero, como elpequeñoCalimero,elpollitodelosdibujosanimados.

Ami lado, en el nido, había tres polluelos que, al igual que yo, sehallabanmetidosensuscascarones;unacáscaracompletamentevacía,quehastahacíaescasosinstantesocupabaelpollitonúmerocuatro,elqueosógritar «¡Gazuza!»; y, por último, un huevo entero, del que aúnno habíasalidoningúnpollo.Elnidoestabaen loaltodeunabetoenorme,sobrenosotros sólo pendían unas pocas ramas, y el bosque se extendía hastadondealcanzabanuestravistadepájaro.Nohabíanirastrodecivilización.Eradifícil saber siestabacercade lacasadeBradPitt,y tampocosabíaquéclasedepájaroerayo.Alfinyalcabo,mishermanitosyyotodavíaéramos polluelos con escaso plumaje, el pico negro y manchas negrasalrededordelosojos.Confiabaenquenofuésemosalbatros.

Mishermanosnoeranloquesediceguapos,asíqueseguroqueyotampoco lo era, pero más feas aún eran las miradas que me lanzaban.Saltabaalavistaquenoleshacíaningunagraciaqueahorahubieraotrabocaquealimentar,conlaquetendríanquecompartirlacomida.

—¿Algunodevosotrosesunapersonareencarnada?—triné.

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Memiraroncomosihubiesetrinadoensuajili.—Yo —oí que decía una voz con suavidad. Procedía del huevo

entero.—¿Barton?—inquirí.Me asaltó una oleada de alegría: tampoco en

esta vida estaría sola.Almenos no hasta queBarton creciera y pudieravolardelnido.

—¿Dóndeestamos,Daisy?—preguntódesdeelhuevo.¿Cuántainformacióndigeriríasinflipar?—¿Quédiríassiterespondiera«enunhuevo»?—¡AHHH!—Esopensaba.—¿¿¿Estoyenunpiiihuevo???Los otros pájaros pusieron cara de sorpresa, al parecer no habían

oídonuncaunamaneratanvivadeexpresarse.—Sí—respondí—,ydebesromperlacáscaraconelpico.—Silohago,¿dóndeestaré?—Enunnido,enunárbol.—¡Piii!Lospolluelossequedaronmásasombradosaún.—Puessí.—¿Está ahí fuera el pupiii Buda para que le pueda cantar las

cuarenta?—No—negué.El gordinflón sonriente no había aparecido, así que por desgracia

tampoco yo le podía preguntar qué teníamos de especial para que noshubiese visitado en dos ocasiones y a alguien como Einstein todavíaninguna.

—Debuenasehalibradoesejodipiiihijodepupiii—espetóBarton,yempezóadarleconelpicoalacáscara.Preferínodecirlecuántoleibaacostar,sobretodoporquenopodíaayudarlo.

—¿Quéesun jodipiii hijodepupiii?—quiso saber el pollueloqueestabaamilado.

Aunquelabiologíanoeramifuerte,suponíaquelospájarostambiénse reproducían jodipiiiendo. Al fin y al cabo, los hombres siempreandaban a vueltas con elpájaro. Pero estaba claro que no era cosamíadarlesalospolluelosunaclasedepalabrotasyeducaciónsexual.Poresocontesté:

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—Pregúntaseloatumadre.En ese momento no pensé en las consecuencias que se derivarían

pocodespuésdeesarespuesta.Bartondabapicotazosysoltabatacosmientrasyointentabalidiarcon

la desesperación que empezaba a invadirme. Aunque entre nuestra vidacomo peces de acuario y mi vida como a-saber-qué-clase-de-pájaro nohubiesepasadomuchotiempo—cosaquenoeraenmodoalgunosegura,pues entre las últimas reencarnaciones mediaban algunos días—, aúntardaríamuchoenpodervolareirconJannis.Esosiesquesehallabaauna distancia de vuelo razonable. Con todo ese tiempo de por medio,JannisyKellyseacabaríanliando,yélsedaríacuentadequeellaeraunamujer que se merecía su amor mucho más que yo. Eso si no habíasucedidohacíamucho.

Deprontomishermanossepusieronagritarcomolocos:—¡Mamá!¡Mamá!¡Mamá!Unpájaroblancodegran tamañovenía directo a nosotros.Aunque

cuando era una persona me gustaba tan poco estar en plena naturalezacomoaWoodyAllen,supeenelactoquéclasedepájaroera:unacigüeña.Elaveteníaelpicorojoyplumasblancasenlapartedelanteraynegrasenla trasera.Asíqueyo tambiéneraunacigüeña,nounalbatros.Algoeraalgo.

El vuelo demamá cigüeña era elegante,majestuoso, imponente. Elaveparecíalibrecomo...,enfin,librecomounpájaro.Elairequelevantósualeteoalposarsemedioenplenacara.Maravillada,mequedéconelpicoabierto,ymamácigüeñadejócaerenélunalombrizapenassehuboparado en el borde del nido. Cerré el pico del susto y me tragué lalombriz, que no sabía nadamal. Se parecía un poco a los caracoles ensalsadegorgonzolaqueservíanenelrestauranteitalianoDaTartuffo,alque tanto le gustaba ir a mi padre en Bremerhaven y en el queprobablemente yo no volviera a comer, ya que en los restaurantes lascigüeñasnosonbienrecibidas.

Mis hermanos abrieron el pico con avidez para recibir susrespectivas lombrices, y yo deseé con todami almaque ningunode losviscosos bichejos fuese una persona reencarnada. Al fin y al cabo, eraimposible saber a quién se estaba zampando uno: ¿JimiHendrix? ¿KurtCobain?¿MichaelJackson?

Mamácigüeñacerróelpicoymistreshermanitoschillaron:

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—¡HAMBRE!¡HAMBRE!¡HAMBRE!—Nomequedanmáslombrices—contestólacigüeña,queencierto

modo eramimadre, aunqueno lo fuera.De repente tenía pinta de estarhechapolvo,yesoquehacíauninstante,cuandovolaba,parecíalibre.Ellonodecíamuchoenfavordelamaternidad.

—¡PIII!¡PIII!¡PIII!—maldijeronlospolluelosaltiempoqueseñalabanconsuscortasalaselhuevodeBarton,que,aunqueyapresentabagrietas,seguíasinmostrarsedispuestoaromperse.DentroseoyójuraraBarton:

—¡Rómpetedeunavez,pupiiihuevo!Mamá cigüeña apenas daba crédito a sus oídos. Cuanto más

despotricaba Barton («Cuando vea al pupiii Buda ¡le saco los pupiiiojos!»),tantomayorerasuenfado.Sepusoaempujarconsupicorojoelhuevo, que empezó amoverse, y yo comprendí lo que pretendía hacer:¡queríaecharlodelnido!

—¿Quépasaahífuera,Daisy?—preguntóBarton.Larespuestadifícilmenteleibaagustar,asíquenodijenada.Noobstante,mamácigüeñadejóelhuevoypreguntósorprendida:—¿QuiénesDaisy?Me planteé levantar las alitas, pero no estaba segura de si quería

atraer la atención de la severa mamá cigüeña. Sin embargo, tampocoquería que volviera a centrarse en Barton y lo tirara del nido, porqueentoncesmequedaríacompletamentesola,poresotriné:

—YosoyDaisy.—Loshijosnoseponenelnombreellossolos—rugió.Quizá no tuvieramucho sentido explicarle que no había sido yo la

que se había puesto el nombre, que había sidomi verdaderamadre, demodoquepreferímantenerelpicocerrado.

—Soyyo laquedecidecómoos llamáis.—Señalóconunalaa losotrostrespolluelos,queguardabansilencioenloscascaronesrotos—:TúeresPicoNervioso;tú,PlumaNerviosa; tú,AlaNerviosa;ytú,eldeahíabajo...—apuntóconelalahaciaabajo—CagarrutaNerviosa.

Menosmalquedesdearribanoseveíabienelsuelo.Mamácigüeñaseinclinóhaciamí,proyectandosusombrasobretoda

micaritadepájaro,ydijo:—Atitellamaré...—¿GarraNerviosa?—propuse.—No.¡CierraelPico!

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Elnombreeraalmismotiempounbuenconsejo.—¿Algunaotrapregunta,CierraelPico?Sacudílacabeza,confiandoendejardeserelcentrodeatencióndela

desnaturalizadamadrecigüeña,cuandounodemishermanitospreguntó:—¿Mamá...?—Yahora,¿quépasa...?—espetólairritadacigüeña.—Yotengounapregunta.—¿Quépregunta?—¿Quéesunjodipiiihijodepupiii?En ese instante averigüé que las cigüeñas también se podían poner

rojascomountomate.—¿Dónde... dónde... —empezó la madre, buscando las palabras

adecuadas—habéisoídoeso?Lohadichoesehuevo,¿no?Lospolluelosasintieronconvehemencia.Seguro que ahora la vieja tiraba el huevo de Barton del nido sin

contemplaciones. Pero primero extendió las grandes alas con aireamenazadorsobrenosotros:

—Pobredelqueseatrevaavolverahacermeunapreguntaasí.—Cierra el Pico dijo que te lo preguntáramos a ti —dijo Pluma

Nerviosa,temblando,altiempoquemeseñalaba.—¿Esverdad?—mepreguntólamadre—.Porquesiloes,yaleestás

dandorecuerdosdemiparteaCagarrutaNerviosaahíabajoahoramismo.Eraunmuybuenmomentoparanegarlo,peronosabíasipodíatrinar

algo, ya quemamá cigüeñame acababa de ordenar que cerrara el pico.Mientrasseguíamirándomeconcaradesafiante,deprontoseoyóunCRACyunBartonagotadosalióporfindesuhuevo.Tambiénerapequeño,yaligualque todosnosotros, teníapocoplumajeyelpiconegro.Con todo,eracompletamentedistintodelresto.

Lamadre lomiró y yo cerré los ojos, temerosa de que echara delnidoaBartonenelacto,perodijoencantada:

—¡Porfinunniñoynounaestúpidaniña!¡Québien!De haber sido yo una feminista radical reencarnada probablemente

me hubiese hecho enfadar que mamá cigüeña concediera tan pocaimportanciaa tenerdescendencia femeninacomocualquiercastellanodeJuegode tronos.Pero lo cierto esquemealegrédeque leperdonara lavidaaBarton.

Mamámiróconternuraasunuevopolluelomientraséllamirabaa

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su vez horrorizado. Probablemente no se esperara encontrarse con unagran cigüeña arrebatada. En ese preciso instante empezó a llover.Caíanchuzosdepunta.

—Buahhh... —Barton se echó a llorar sin más, era imposibleprotegernosdelalluvia.

—Notengasmiedo—lotranquilizólamamá.Alfinpercibíauntonoagradableensuvoz—.Misplumasteprotegerán.

Abriólasalasycelebréquelohiciera,yaqueasínomecalaría.Oalmenosesopensaba:lociertoesquesóloamparóbajosusalasalpequeñoBarton. Nosotras, las polluelas, nos pusimos hechas una sopa en unsantiamén.Fuelaprimeravezenmividaquedeseéserunhombre.

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CAPÍTULO31

Lanochecayó,lalluvianocesaba.Elmojadoplumajesemepegabapesadamentealcuerpoyolíaqueapestaba.Tiritabaamásnopoder.Yaenmis otras vidas me había preguntado alguna que otra vez qué tenía debueno la naturaleza. Al fin y al cabo, nosotros, las personas, habíamosinventadolascasas,lacalefacciónylapizzaadomicilioparaprotegernosdesuscaprichos.

Barton al menos contaba con la protección de las alas de mamácigüeña.Estabacalentitoyseco,mientrasqueamiscongeladashermanasy a mí nos castañeteaba el pico. Ni siquiera a estas criaturas de lanaturalezalesgustabalanaturaleza.Seguroqueleshabríaencantadotenerunacasa,calefacciónylombricesadomicilio.

Entretanto,intentéconvenceramamácigüeñadequetambiéntaparaaunaservidoraconsusalas,peroportodarespuestaconseguíquemedieraunpicotazoenlacabeza.Mehabríagustadosoltarlequeesaeducaciónnoeramuypedagógica,ymenosaúnpolíticamentecorrecta,peropenséqueun pájaro no llegaría muy lejos diciendo cosas como «pedagógica» y«políticamente correcta». Pero, sobre todo, pensé en mi hermanitaCagarrutaNerviosa,queestabaespachurradaenel suelo:queelDiosdelos pájaros la tuviera en su seno. Habida cuenta de la suerte que habíacorrido,preferínodecirnada.

Mamácigüeñaysuscríaspocoapocosefueronquedandodormidas,mientras que Barton y yo no conseguimos pegar ojo, y sólo cuando anuestro alrededor todos empezaron a roncar, nos atrevimos a hablar.Bartonconstató,medioresignado:

—Pájaros.Somospupiiipájaros.—Cigüeñas—precisé; para entonces el agua ya nome goteaba del

pico,sinoqueseprecipitabaporélcomounapequeñacascada.Bartonnoreaccionó,resultabaevidentequeledabalomismoquéave

era:cigüeña,albatrosoemú.—Puede que debamos intentar ver el lado bueno de todo esto —

propuse.NoesperabaqueBartonfueseaveralgobuenoenestasituación.Por

mi parte, no se me ocurría absolutamente nada que me gustara de mi

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existenciaenesemomento.—Lobuenoesquenoestoytanmojadocomotú—repusoBartoncon

sequedad,eneldoblesentidodelapalabra.Mientras yo continuaba probando si un polluelo de cigüeña puede

torcerelgesto,una luz intensabajódelcielodirectaanuestronido.Erauna luz redonda..., no, mejor dicho, una luz oronda, y en medio de laluminosa bola de luz flotaba un polluelo de cigüeña gordo que sonreíacomo Snoop Dogg después de fumarse el cuarto porro. Supimos deinmediatodequiénsetrataba.

—Elhijodepupiii—afirmóBarton.—Elhijodepupiii—corroboréyo.Buda posó su corpachón enmitad del nido con la suavidad de una

pluma,sindespertaralrestodelafamilia,ypreguntó:—¿Quétalestáis?—¿Es una pregunta capciosa?—replicó Barton, fulminándolo con

susojillosdecigüeña.—No,vaenserio—contestóBuda.Apesardeloquehabíadicho,mediolaimpresióndequesereíade

nosotros. La cuestión era si se reía de nosotros como se ríe un padrebenévoloycariñosodeloserroresydesvaríosdesuspequeños,ocomounespectadordeunprogramadevídeosdomésticosgraciososqueseríecuandolaancianajubiladagordasecaesobreelbufécuandoestábailandountango.

Justocuandoleibaasoltarqueteníatiesoelpequeñoculodepollo,la luz que envolvía a Buda me calentó las mojadas plumas y metranquilizó. Al menos lo suficiente para que pudiera formularle lapreguntaquemeteníafritadesdeelencontronazoconEinstein:

—¿Porquéteaparecesaalgunosreencarnadosyaotrosno?—Buenapregunta—admitiórisueño.—Síqueloes.—Muybuena,incluso.—Noquieroquemepongasnota,quieroquemerespondas.—Sólomeaparezcoapersonasmuyespeciales.—¿Especialmente locas?—quiso saber Barton. Pese a todo lo que

habíamosvividojuntos,porlovistoseguíasinpoderperdonarmey,unavezmás,nopodíaevitarsoltarmefrescas.Medoliómásdeloquedebería.

—Losdossoismuyvoluntariosos.

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Barton asintió, la idea de ser especialmente voluntarioso no le eraajena.Amí,encambio,mecostabacreerque justoyo,DaisyBecker,deBremerhaven, fuera más voluntariosa que, por ejemplo, alguien comoAlbertEinstein.

—Hayalgograndeenvosotros,sólotenéisquedescubrirlo.—HablascomounodeesosgurúsquevandescalzosporHollywood

y se hacen de oro con la falta de autoestima de las estrellas—replicóBarton.

El propio Barton sonó en esemomento como alguien que, en unamala etapa de su vida, hubiese caído en las redes de uno de esos gurúsdescalzos.LafrasedeBudaamítambiénmerecordóaalguien:

—Hablascomomimadre.—Ellatambiénesespecial—afirmóBuda.—¿Conoces... conoces... a... mi... madre? —Mi corazón de cigüeña

latíaconfuerzayamipicolecostabacrotorarlaspalabrasadecuadas.Sialguienmehubierapreguntadounossegundosantessieraposible

queBudapudieraesbozarunasonrisaaúnmásamplia, lohabríanegadocon mis cortas alas. Pero ahora sonreía como sin duda nunca habíasonreídoningúnpájaro,personaoporrero.

—¿Cómo...cómo...?—continuédiciendo,peroBudayasealejabaporel lluvioso cielo nocturno envuelto en su luminosa bola, sin que yopudiera acabar de balbucir—: ¿Cómo le va amimadre...? ¿Qué hace...?¿Lapuedover...?Ysinolapuedover,¿podríasdecirledemipartecuántolaechodemenos...?Laechomuchodemenos...,peromuchomucho...

Me quedé con el pico abierto, la lluvia se me metió en la boca.Barton, quemiraba fijamente allí dondehacía un instante estaba sentadoBuda,dijoenvozbaja:

—Esperonovolveraveramipadrenuncamás.

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CAPÍTULO32

Ninguno de nosotros se puso a pensar en ese instante qué era esogrande que podía haber en nuestro interior. Pensábamos en nuestrospadres. Yo como loca porque acababa de enterarme de que mi madreestabaahífuera,enalgunaparte;yBartonasqueadoporlaposibilidaddevolveraverasupadre.Cadacualsiguióalosuyounrato,hastaquemeatragantéconelaguaquemeentrabaenelpicoymediounataquedetos.

—¡Ese pico!—exclamó, enfadada,mamá cigüeña, a la que a todasluceshabíadespertado.

Peronopodíapararde toser, tosíacadavezmás,hastaqueellamediounpicotazoen la cabezay el dolormehizoparar. ¿Cuántasmadreshumanasconfaltadesueñodesearíanensecretohacercallarasushijosenfermos por la noche así de rápido? ¿Y en qué se reencarnarían esasmadres?¿Enpolluelosdecigüeña?

—Bacteriasintestinales—mascullóBarton.Nohabíahechoesaúltimapreguntaenvozalta,¿no?¿EsqueBarton

podía leermeelpensamiento?¿Seríaunpolluelomutante?¿Conpoderescomo los X-Men de las películas de superhéroes? ¿Con un nombre dehéroecomoPsicopolluelo?

—Seguroquemipadreesunbacilo.Enelculodeunamofeta.—LavozdeBartondestilabadesprecio,ybajoesedespreciosubyacíaundolorquemeoprimióelcorazoncitodepollo.

—Séquenosoyquiénparapreguntarte...—empecé.—Puesnopreguntes.—...peroenlosartículosqueescribíansobretisiempreponíaquetu

padreeratugranmotor.Quesinéltucarreranohabríasidolamisma.—Yescierto.—¿Pero?—Noera como lopintaba laprensa.Elviejomemotivóporque se

pasótodalavidadiciéndomequenoeramásqueunfracasado.Hicieraloquehiciese,nuncaera lobastantebueno.Daba lomismolobienquemefueraenclase,enfútboloenballet...

—¿Enballet?—De pequeño seme daba bien el ballet, y como te rías te vas con

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CagarrutaNerviosa.Asíytodomereí.ImaginarmeaBartonhaciendodecisnemoribundo

conmallaseraextremadamentegracioso.Intentó darme con una alita, pero yo estaba demasiado lejos. Ya ni

notabaqueseguíalloviendo,teníapuestatodamiatenciónenBarton,quese estaba abriendo amí como puede que sólo lo hubiera hecho con sumujer,yesosiacaso.

—Ni siquiera cuando gané millones era demasiado bueno para elviejo,apesardequeélnoeramásqueunvendedordecochesdeocasiónquesiempreestabaendeudadoyacadapocassemanasmolíaapalosasumujer.

Elrecuerdolohizolanguidecer.Nomeatrevíapreguntarsielpadretambiénpegabaalhijo.PeroelpequeñoMarchabíasidotestigodecómomaltratabaasumadre.

—Si hubiese inventado la cura del cáncer, seguro que el viejo mehabría preguntado: ¿y qué hay de la del sida? Y si tambiénme hubierasacadodelachisteraladelsida,seguroquemehabríapreguntado:¿yparacuándoalgoqueconviertaelaguadelgrifoencerveza?

—Probablemente eso fuera lomás lucrativo—repuse con una levesonrisaparaanimarlounpoco.

—Notienegracia—repusocortante.—No,nolatiene—admití.Permanecimosunratoensilencio.Semepasóporlacabezaunacosa

más,peronosabíasidecírsela.Alfinal,sinembargo,lohice:—Yclaro,siemprequisistetenerunperro...—Teníamosuno.—¿Ah,sí?—SellamabaRex.Erauncollie.Loadoraba.Mipadreno,claro.Una

nochedesapareció.Yoteníaochoaños.—¿Fuecosadetupadre?—preguntéespantada.—Sí,peromedijoqueRex se había escapado, y que esonohabría

ocurridosimehubieraocupadomejordeél.Memiró con sus ojos de pollo rebosantes de dolor yme entraron

ganas de rodearlo conmis alitas, pero eran demasiado cortas. Además,¿mehabríadejadoqueloconsolarahabiendomatadoasuterrier?¿Meloperdonaríaalgunavez?

En cualquier caso, Barton no era un capullo, sino tan sólo un

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muchacho herido que a veces se comportaba como un capullo.Probablemente esemuchacho herido fuese capaz de hacer algo grande,algomásgrandedeloquehabíasidocapazlaestrelladelcine,queafinde cuentas sólo quería demostrarle algo a su padre. Quizá Bartondescubrieraesealgograndealolargodenuestravidacomocigüeñas.Yquizáinclusoyopudieseayudaraquelolograra.Repararloquelehabíahechocuandoeraunapersona.

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CAPÍTULO33

Nuestravidamejorabadía trasdía.Hastaquevolvióaempeorar.Aempeorar mucho. La lluvia de la primera noche no volvió a caer enbastantetiempo.Alolargodelassemanasquesiguieron,elsolbrillóenel cielo ligeramente nublado, una leve brisa nos acariciaba las plumas.Aunquemamácigüeñasiempreestabademalhumorysiemprehabíaquecontar con que le arreara un picotazo en la cabeza a alguno, tambiénpodíamos confiar en que siempre nos proporcionara lombrices, que sindudanoseimaginabanquesudíaacabaraasí.Porasombrosoqueparezca,estemenútanpocovariadonomeaburríanada,yaqueerajustoloquemepedíamicuerpodepájaro.Loúnicoquedeverdadechabaenfaltaenmialimentacióneraunexpresomatutino.Ocuatro.

QuemamácigüeñasiemprefavorecieraaBartonydejaracaerensupicolaslombricesmásgordasyanomemolestaba.Acambionoteníaqueaguantar queme acariciara constantemente.Ni tampoco queme llamara«chiquirriquitinamía».

Nuestras hermanitas, celosas, fastidiaban a Barton en cuantomamácigüeñaabandonabaelnidopara irenbuscade lombrices.Laspolluelaslo insultaban sinparar conpalabras como lasque se suelenescuchar enlosparquesinfantiles,como«cobarde,gallina».Palabrasqueinclusoaunadulto le gustaría soltar por teléfono a algún que otro trabajador de uncentrodeatenciónalcliente.

Con todo, a Barton le resbalaban los insultos. Que los pájarosdespotricaranloquelesdieralagana.Comonoleshacíanicaso,ellosseacababan cansando de rezongar y cerraban el pico. Cuando le preguntécómopodíaconservarlacalma,Bartonsonrióyrepuso:

—Loscríticosdecinesonmuchopeores.Ésafuelaprimeravezqueempezamosacharlarcontranquilidad,sin

que nos tocaran las narices hormigas, lucios o Budas sonrientes. NohablábamosdenuestravidaanimalnideJannisyKelly,sinodealgomuydistintoquetambiénnosunía:lainterpretación.

Barton me habló de los críticos, que al principio le hacían daño,porque en el fondo sólodecían lomismoque ledecía supadredía trasdía: que, hiciera lo que hiciese, era un fracasado y siempre lo sería. La

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única diferencia era que los críticos lo formulaban de manera máselegantequesupadre.DeunacomediaenlaqueBartoninterpretabaaunenfermo de cáncer que quería cumplir su sueño de participar en lasolimpiadasconelequipodecurling,TheNewYorker dijo: «El tumor escuando, a pesar de todo, uno se ríe». El semanario Variety calificó supelícula de cine de autor Chocolate para Treblinka de «ébolacinematográfico».YsutaquillazodezombisAllyoucaneathizoqueloscríticos del medio especializado Deadline Hollywood declararan que,gracias a la falta de talento de Barton, a partir del minuto diez elespectadorseponíaaanimarautomáticamentealoszombis.

Mientras él me contaba estas cosas, supe que las estrellas delmundillorecibíanlosmismospalosquenosotros,losactoressegundones,yque la únicadiferencia eraque ellas, con todo el dineroqueganaban,podíanpermitirseremedioscontralafrustraciónmásexclusivosqueunabotelladeAmaretto.

—¿Porquétehicisteactor?—quisesaber.—Porquequeríadarlealgoalagente.Cuandolosactoressueltanalgoasí,porlogeneralescomolasreinas

delabellezacuandoaseguranquesumayordeseoeslapazmundial.PeroBartonlodecíaenserio.

—Cuandoveíapelículas,mimadreera feliz—dijoapesadumbrado.Nohizofaltaqueañadiera:sóloentonces—.Elactorquemás legustabaeraRobertRedford.

Así que por eso —y no fue preciso que lo mencionara— Bartonquiso ser como Redford desde pequeño, un actor que traslada a laspersonas tristes a mundos de ensueño y les regala emociones que nopuedensentirensuvidacotidiana.IgualqueyoqueríaserlanuevaMerylStreep,GlennCloseoSandraBullock.SóloqueBartonsehabíaacercadomuchomásasusueñoqueyo.

—La película preferida de mi madre era Tal como éramos, conRedfordyBarbraStreisand.

Comonolaconocía,Bartonempezóacontarmelahistoriadeamor,queseextiendealolargodeunascuatrodécadas.Enlapelícula,Redfordinterpreta a un oficial de la Armada en la segunda guerra mundial, yBarbra Streisand a una militante del partido comunista. Comienzan unarelaciónamorosa,perolacazadebrujasdelosañoscincuentalossepara,y cuando en los años setenta se vuelven a ver se dan cuenta de que han

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desperdiciado todas lasoportunidadesde ser felices juntos. Igualqueyocon Jannis.YBartonconKelly.Sóloqueen lapeliRedfordyStreisandtienenquecomermuchasmenoslombricesdelasquenosotroscomemosahora.

Dehaber sidootro el quemehubiera contado el argumentode esapelícula,mehabría encogidodehombros, aburrida, y habría dicho: hayquetenerlosojosabiertoscuandoseeligepareja.PeroelrelatodeBartonfue tan vivo que me entusiasmó. Incluso siendo una cigüeña pequeña,hablabaconpasiónyteníauntalentoquenohabíasalidoalaluzniensuséxitosdetaquillaniensusfallidasincursionesenelcineindependiente.Demaneraque lepedíquemehablaradeotraspelículasquenoconocía.Apartir de ese momento pasé a tener mi programa de cine propio en elpequeñonido:cadadíaBartonmecontabaunastresocuatropelículas.Mereí conTiemposmodernos, lloré conLa fuerza del cariño e hice ambascosas con La rosa púrpura de El Cairo. Pero lo mejor eran lasreinterpretacionesdeclásicos.LopasébombaconsunuevaversióndeLospájaros, de Hitchcock. Disfrutaba tanto con sus historias que dejé depensar que me abandonaría en cuanto pudiéramos volar. Me habríaencantadoquedarmeconélenelnidoparasiempre.

Mientras hablábamos, nuestras hermanas pensaban que estábamoscomounacabra,ymamácigüeñamusitabaenvozbaja,conresignación:«Lapróximavezdejosólounhuevoenelnidodesdeelprincipio».

DespuésdequeundíaespecialmentebonitomeofrecieraunaversióninteresantísimadeAlguienvolósobreelnidodelcuco,Bartondijo:

—Bueno,ahoratú.—Ahorayo...,¿qué?—Ahora,paravariar,meinterpretasalgotú.Eresactriz,¿no?—Loera.—Lo sigues siendo.De una pasión no se despoja uno como de un

cuerpo.—Esquenosoymuybuenaactriz—argüí.—Esomelocreo—repusosonriendo.Porunmomentomeentraronganasdeempujarloytirarlodelnido.

Sólo había una persona en el mundo que podía decirme que era malaactriz,yésaerayo.

—Lacuestiónes—prosiguióBarton—,¿eresmalaporquenotienestalentooporquenoteesfuerzas?

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Si uno no se esfuerza, siempre tiene la excusa de que su fracasoprofesionalnosedebealafaltadetalento.¿Noseríaabsurdoemplearseafondoparadespuésdarsecuentadequeunonotieneaptitud?Vamos,quenohaymejorexcusaenlavidaquenoesforzarse.

—No...losé...—balbucí.Mehabíapillado.—Puesahoraloaveriguaremos—aseguróél—.Cuéntamealgo.—¿Ysinolohago?—Entoncesdejarédehacerloyo.—Chantajista.—Me han llamado cosas mucho peores. Incluso aquí, siendo un

polluelo.Luchabaconmigomisma:noqueríaponermeenridículo,peroquería

que siguiera contándome historias. O sea que sólo tenía una opción:soltarmeynoponermeenridículo.

—Estábien—accedí—.¿ConocesRobi,Tobiyelaeroguatutú?—¿Elaeroguatutú?—Yaveoqueno.Así que empecé a hablarle de los viajes del niño de tercero con el

robot de la clase de tercero de robot, que con un vehículo universalllamadoaeroguatutúviajanalfarodefranjasamarillasynegras,alPoloNorte y, claro está, al castillo de los Budines.Me esforcé de verdad encontar el cuento de forma que resultara interesante, divertido yemocionante,queesloquemeparecióamídepequeñacuandomeloleyómimadreenlacama.

Al terminar miré a Barton con cara de expectación. Su opiniónsignificabamuchoparamí.¿Quéactriz—pero¿quéestoydiciendo?,quépersona— no quería recibir los halagos de una estrella de Hollywood,aunquetuvieselaformadeuncigoñino?

—Tienes talento, de veras —aseveró Barton, y no dijo si ello lesorprendíaosiloesperaba.Suopiniónmehizofeliz.Estabaenelséptimocielo.

Meduróunostressegundos.Hastaquemamácigüeña anuncióquehabía llegadoelmomentode

quealzáramoselvuelo.[14][15]

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CAPÍTULO34

—Ehhh...—ledije a la cigüeña—, todavíano tengo la sensacióndequepuedavolar.

Entretanto, nosotros, los polluelos, habíamos crecido, nuestras alasyanoerancortasylasuavepelusillahabíadadopasoaplumasdeverdad.Y,sinembargo,siunpájaro jovenestabapreparadoparaemprendersusprimerosvuelosdeprueba,debíasentirloensuinterior,¿oacasono?

—¿Sabes loqueme importa amí tu sensación?—respondiómamácigüeña.

—¿Uncarajo?—¿Quéescarajo?¿Se lo explicaba? No creía que mi plumada familia entendiera el

conceptodecarajo,ymenosaúnqueaprobaraelempleodelapalabra.Niquemegustarautilizarla.

—Quería decir que probablemente te dé lo mismo —contestéapocada.

—Puesno.—¿No?—preguntéesperanzada.—Medaabsolutamentelomismo.Mamácigüeñaestabasuperdecididaaquevoláramos.Yajuzgarpor

lacaraqueponíanmishermanos,ellostampocoestabanmuyconvencidosdequefuesencapacesdehacerlo.

—¿Acuáldevosotrososgustaríaqueecharaprimerodelnido?—quisosabermamácigüeña.

MishermanitasseñalaronconsusalasaBarton.Queconteníalarespiración.—No,michiquirriquitínseráelúltimo.El chiquirriquitín lanzó un suspiro de alivio, aún disponía de unos

minutos de vida. Mamá cigüeña nos miró a nosotras, las polluelas,sopesandolasituación.Yoluchabacontramicrecientepánicodiciéndomequesindudaunamamácigüeñasabíadesobracuándoestaban listossuspequeños para abandonar el nido. ¡Del instinto de unamadre había quefiarse! Sin embargo,me habría costadomenos fiarme de ese instinto simamácigüeñanomehubieseparecidotancrispada.

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—¡Eh, tú! —exclamó, y le dio con el pico en la cabeza a PicoNervioso—.Túseráslaprimera.

Mejorellaqueyo,semepasóporlacabeza.Noeraunpensamientomuyapropiadoparaacumularbuenkarma.

PicoNerviososepusomásblancaaúndeloqueyaerayrepuso:—Ehhh...primeromegustaríavercómolohaceelresto...Mamácigüeñaempujóamihermanitadelnido.—¡AHHH!—gritó,comoeradesuponer,PicoNervioso.Losdemáscontuvimoselaliento:dentrodenadaseguroquenuestra

hermanadejabadegritar,extendíalasalasyvolaba.—¡AHHH!Nopodíatardarmucho.—¡AHHH!Empezabaaserhoradequevolara.—¡AHHH!Erayaonunca.¡Plaf!¿Plaf?Plafnoesvolar.—Vayatorta—dijoBarton,tragandosaliva.—Esunabonitaformadeexpresarlo—balbucí.—¿Quién quiere ser el siguiente? —preguntó sonriente mamá

cigüeña.Evidentemente,ningunodenosotrosseofrecióvoluntario.—CreoquedeberíaprobarCierraelPico—decidió.Yonolocreíaasí,peroaellaledioigual:meempujóconelpicoy

meechódelnido.

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CAPÍTULO35

Nuncaantesmehabíaparecidotanabsurdalanaturaleza.Enmicaídafuidejandoatrásramas.Ycaíencimaderamasque,por

desgracia, no amortiguaron el descenso, pues eran demasiado finas. Encambio,dolíancomolatigazos.Elvientomezumbabadetalformaenlosoídosquenoescuchabamispropiosgritos.Yelcerebroenviabaseñalesamisalas:vamos,estúpidas,empezadamoveros,aaletear,loquesea.Pero¡noosquedéisparadascomosiestonotuvieraqueverconvosotras!

Lasalasnoescucharonlasseñales.Comounaimpresoraque indicaque está lista para empezar a imprimir y, a la que sin embargo, no leinteresanlomásmínimolasórdenesqueleenvíaelordenador.

Yaveíaelsuelo:elmusgo...,lassetas...,amihermanacigüeñaclavadaenelsueloconelpicoromo...

Al parecer esto último convenció a mis alas, que empezaron amoverse. Descoordinadas. Torpes. Extremadamente mal. Pero el aleteofrenó un tanto la caída.Mi cerebro siguió enviándoles señales: si no lohacéismejor,pedazodezoquetes,vamosatenerunproblema.

Esta vez las alas hicieron caso al cerebro. Comenzaron amoversecon más brío y más deprisa, logrando sincronizar el movimiento amedias.Medetuve en el aire justo a tiempo, encimadel traserodePicoNervioso,queasomabaenelsuelo.

Respiré hondo cuando, de pronto, cayeron Pluma Nerviosa y AlaNerviosa.Ahoraerantreslostraserosdepájaroqueveíadebajo.

Yoeralaúnicapolluelaquehabíasobrevivido.Survivalofthefittest,la supremacía del más fuerte, el principio darwiniano de la naturaleza.Cuando uno se hallaba inmerso en semejante proceso de selecciónentendíamuchomenosalaspersonasqueglorificabanlanaturaleza.

Noqueríaseguirviendoeltraserodemishermanitas,asíqueempecéabatirlasalashaciaarriba,conairevacilante.Mediconlacabezacontraunaramay luegoconel traserocontraunárbol,peropocoapocovoléconmásseguridad,yapenasunminutodespuésyanoparecíaunpájaroque acabara de beberse un barril de vino de Oporto. Cuando meencontrabamás omenos a las tres cuartas partes del abetomepreguntéquéseríadeBarton.Seguroquemamácigüeñasehabíaenteradodequela

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mayoríadesushijitosnoestaban listosparaemprenderelvueloyhabíaprotegidoasupreferidodetodaesamierdadelasurvivalofthefittest.

—¡AHHH!—chillóBarton.Oquizáno.Bartonseprecipitóhaciamí.Ynodabalaimpresióndequefueraa

aprenderavolaratiempo.—¡Tienesquemoverlasalas!—vociferé.—¡AHHH!—¡Omorirás!—chillé,aunqueesoyadebíadesaberlo.—¡AHHH!—Estaconversaciónesunpocounilateral.—¡AHHH!Barton cayó encima de mí y se me agarró con todas sus fuerzas.

Perdí el equilibrio,ypuedeque lohubiera recuperado rápido siBarton,aterrado,nomehubieseclavadolasgarrasenellomo.Misalasnopodíansoportarelpesodelosdosynosprecipitamoshaciaelsuelo.Batílasalascontodasmisfuerzasparaevitarlacaída,peronada.

—¡Suéltame!—legrité.—¡AHHH!—¡Omoriremoslosdos!—¡AHHH!—¿Teimportaríagritarotracosa?—¡PIII!—Tampocoesquesealabomba.Descendíadeprisa,conélacuestas,ymegritabadetalformaaloído

que temía ser el primer pájaro del mundo que tuviera que buscarse unespecialistaenaudífonos.Naturalmente,siempreycuandosobrevivieraalimpacto,locualeramuypocoprobable.

—¿Teimportaríamuchobajartedeahí?—rugí.—¡SÍ!Loquemetemía.Cuando estábamos a unos cinco metros del suelo, Barton vio el

traserodenuestrastreshermanitas.—¿Sonésas...?—Loson,sí.—¡MADREMÍADEMIVIDA!—Asíacabaremosnosotrossinotequitasdeencimadeunavez.

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—Es que si nos estampamos quizá me amortigües el golpe —contestó,ylaidealehizoconcebirunpocodeesperanza.

—Conesaformadepensarnoacumularásbuenkarma—objeté.—Pero tú sí, si me salvas. O sea, que te haré un favor, ya que te

ayudaréaqueloacumulestú.—Puedopasarsinesefavor.Estábamosapuntodeestrellarnos,asíqueintentézafarmedeBarton

con todas mis fuerzas. Mi instinto de conservación era mayor que mideseodeacumularkarma.Probablementealamayoríadelascriaturasdelplaneta le sucediese lomismo, lo cual explicaba lomal que iba nuestromundo.

AlfinalconseguídesembarazarmedeBarton.Vicómoseprecipitabaal suelo los últimosmetros.Yme las tuve que ver con elmiedo: ahoramoriría.Pormiculpa.

—¡Muevelasalasdeunavez!—lechillé—.¡Ononosvolveremosaver!

Esonohizoquesusalassepusieranenmovimiento.—¡Yseguroquetampocovolverásaveratumujer!Aloíresoempezóasacudirlasalas.Porfin.Sinembargo,mehabríagustadomásquelashubierabatidopormí.

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CAPÍTULO36

—Estoy tan orgullosa de ti, chiquirriquitínmío—oímos que decíaarribamamácigüeña.

—Yoconesachifladanovuelvo—afirmóBarton.—Yotampoco,chiquirriquitín—contesté.—Nomellamesasí.—¿Pocholito? —Después de tanta tensión, me resultaba relajante

tomarleelpelo.—¿Noslargamosoqué?—respondióBarton,exhalandounsuspiro,

nadarelajado.—Pues claro, mofetilla —contesté, lanzando una risa un tanto

desquiciada,yaquesentíaungranalivioporhabernossalvadolosdos.Nos alejamos de nuestro árbol y atravesamos el bosque, en vuelo

siempre rasante. Si nos caíamos, que al menos no nos partiéramos lacrisma. A veces mirábamos hacia arriba para ver si nos seguía mamácigüeña,peroeraunadeesasmadresquesealegrancuandoloshijosporfin abandonan el nido y a las que les basta saber de ellos por sucumpleañosyenNavidad.

Barton y yo no dijimos una sola palabra hasta que salimos delbosque.Antenosotrosseextendíantrigaleshastadondealcanzabalavista.Elamarilloeratanbelloconelsolque,depuraalegría,VanGoghhabríavuelto a cortarse la oreja. En un pequeño sendero cubierto de hierbahicimos un descanso y dejamos caer las alas, exhaustos.Mepregunté siéseeraelmomentoenquenuestroscaminossesepararían.QuizálomejorfuerapreguntárseloaBartonsinmás:

—¿Teirásahora?Élvaciló.—Serámás fácil encontrar a Jannis y a tumujer si permanecemos

juntos.—Pero entonces también será más fácil que me vuelva loco

definitivamente.—Momo.—¿Qué?—TodavíanotehecontadolahistoriadeMomo.

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Bartonsonrió.—¿PiensashacerdeSherezadeycontarmecadanocheunahistoria?—No,nocreoquetardemosmilyunanochesenllegarallí.—Puedequesí,alfinyalcabo,tenemosqueiraNuevaYork.Tenemos.¡Habíadicho«tenemos»!Asíqueen realidadaél tampoco leapetecíaquedarse solo.Aunque

no quisiera admitirlo.Nadie quería estar solo siendo un animal. ¡O unapersona!

—Nueva York está muy lejos —convine—, y ni siquiera sabemosdóndeestamosahora.

—Ah,no,esosílosabemos.Barton señaló un letrero que había unosmetrosmás adelante en el

queponía:«BienvenidosalbosquedeTeutoburgo».Aunqueenséptimohabía tenidoquedibujarmontañasybosquesen

mapasdeEuropamal fotocopiados, aquél había sidoun caso clásicodeatracón de conocimientos: atiborrarse de información el día previo alexamenparavomitarladespués.Noteníanilamásremotaideadedóndese encontraba el bosque de Teutoburgo, salvo que se hallaba en algunapartedelnoroestedeAlemania.Osea,quebastantelejosdeNuevaYork.Pero a cambio nomuy lejos deBremerhaven, la ciudad a la que nuncaquise volver, pero a la que ahora debía ir. Y es que sólo desde allípodíamos coger un barco que nos llevara a América. Volar a EstadosUnidospornuestra cuentanoshabría resultadoabsolutamente imposiblesiendocigüeñasjóvenes:afindecuentas,despuésdenuestroprimervueloestábamoshechospolvo.

Le conté a Barton lo del barco y me dijo que no paraba desorprenderlo;lepreguntéenquésentido,ymecontestóquenuncahabríacreídoquelepropondríaunplanquenofueraunaauténticalocura.Lediunpicotazoenlacabeza,araízdelocualconstatóqueeraprobablequeyo no fuese capaz de defenderme verbalmente. Después le aticé otropicotazo,conelque,sibiendemostréqueélllevabalarazón,tambiénlehiceverquellevarlarazónnoteníaporquésersiempredivertido.

MientrasBartonsesosteníalacabezaconelalaizquierdayhacíaellimpiaparabrisas con laderecha,meguiepor el solparadeterminar lospuntoscardinales.Cuandosupedóndesehallabaelnorte, le indiquéqueme siguiera y eché a volar. Volamos juntos por el aire, y cuanto más

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tiempo pasaba, tanto más estable era nuestro vuelo y más nos íbamosseparandodel suelo.El airenosproporcionaba impulsoynos llevaba aalturasinsospechadas.Erarealmenteimpresionantecontemplarelmundoavistadepájaro:loscampos,losarroyos,laspraderas,lascarreterasylascasas.Cuantomássubíamos,másembriagadorera.Misitioestabaallí,enel aire, me lo decía mi instinto de ave. Una sensación que nunca habíatenido cuando era una persona. Ni en casa, ni en Berlín, ni en ningunaparte.Y en ese instante la naturaleza dejó de parecerme absurda. Por lanoche,Bartonyyobuscamosprotecciónenlacopadeunabeto,antesdeacostarnos nos contamos sendas historias (yo le hablé deMomo; él, deAterriza como puedas), y dormimos en ramas fuertes, anchas, sin tenermiedoniunsolosegundodecaernosmientrasdormíamos.Asídesegurosestábamosdenuestroinstintodepájarodespuésdellevarsóloundíafueradelnido.

Cuando volvió a salir el sol, picoteamos unas lombrices del sueloantesdereanudarelvuelo.Anteslespreguntamosconmuchaeducaciónsieranpersonasreencarnadas,ynosalegramosdequenotuvieranniideadeloquelesdecíamos.

Para llegar a Bremerhaven, seguimos la A27 y nos divertimoshaciendonuestrasnecesidadesyprocurando acertar a lamayor cantidaddeMercedes posible. A primera hora de la tarde llegamos ami ciudadnatal y nos dirigimos al puerto. Confiábamos en poder coger untransatlántico que fuese a Nueva York. Mientras sobrevolábamos esaciudad que tan pocome gustaba, a punto estuve de pasarme la casa deltejado amarillo, pero en el último momento la vi. Era la casa de mispadres. Las tejas eran amarillas porque—según mi madre— cualquiercasapodíatenerlasrojas.Amipadreesecolorsiemprelehabíaparecidomuyllamativo,peroapesardequehacíayamuchosañosdelamuertedemimadre,lashabíaconservado.¿Enhonoraella,talvez?

Enelpreciosojardín,enunatumbona, laElseasesoratomabaelsolen biquini. La tía teníamejor tipo que lamayoría de lasmujeres de suedad.Odelqueteníayocuandoerapersona.

Miré a ver si podía evacuar yme alegré al comprobar que así era.RefrenéunpocoelvueloparasituarmeexactamentesobreElseysoltéelregalito. ¡Zas! La Elseasesora pegó un saltó, asustada y gritó: «Puaaj»,«Iii»y«Esperonocogerlagripeaviar».

Meposéenlaramadeunaltorobleymereíamandíbulabatientede

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cigüeña hasta que salió mi padre, que corrió hacia Else, la abrazó, latranquilizóylaayudóconmuchocariñoalimpiarse.Barton,posadoamiladoenlarama,observóelespectáculoydijo:

—¿Noesése...?—Loes,sí—lointerrumpíirritada.—Quiereaesamujer—afirmó.—Unaestupidezporsuparte.—¿Por qué? Ella también lo quiere. —Los señaló con un ala: la

Elseasesorabesóamipadreenlavieja,caídamejilla.Congratitud.Concariño.Lededicóunasonrisaradiante.

—Sólo...sólolofinge...—alegué.—Esonosepuedefingir—merespondiólajovencigüeñaqueensu

díahabía sidounode losmejores actoresdelmundoy, por tanto, sabíaperfectamentequésepodíafingiryquéno.

LaElseasesoramirabaamipadrecomosifueseelmejorserhumanodeluniverso.Sussentimientoserangenuinos.Seveíaconsumaclaridad.Yamímecostabalomíoadmitirlo.

—Tupadrelahacefeliz—aseveróBarton.—Siempre...siemprepensé...—balbucí.—Creo que ya habíamos dejado claro que pensar no es uno de tus

fuertes—repusorisueñoBarton.Normalmente le habría dado un picotazo, pero esa vezme limité a

miraralaElseasesora.Habíasidoinjustapensandoquesóloqueríaamipadreporsudinero.Peroloqueríadeverdad.¿Cómoesquenomehabíadado cuenta antes? ¿Porque estaba furiosa? ¿O porque no era capaz decomprender que se pudiera querer a un hombre mucho mayor? Jannistenía razón cuando dijo que probablemente nunca supiese lo que era elamor. Que mi padre y Else se quisieran quizá no disculpase que élabandonaraamimadrecuandosepusoenferma,perosíhacíaquefueseun pelín más comprensible. Ello atenuó el odio que había acumuladotodosesosaños.Yaliviómidolor.Sobretodoestoúltimo.

¿Ysibajabaconmipadre?¿Ymedisculpaba?Pero¿cómomeharíaentender?¿Moviendolasalascomobanderasdeseñales?Élnoentenderíanada, comomucho pensaría que tenía delante a un pájaro que se habíadadodemasiadasvecescontracristalesdeventanas.Nopodíadecirleamipadre que era su hija, y tampoco podría hablar con él de todos losproblemasquehabíamostenidoy,deesemodo,darlugaraalgoparecido

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a una reconciliación. En ese instante supe por qué las personas noreconocían nunca a familiares suyos reencarnados en animales: noentendíansuidioma.Estartancercadelosseresqueridosy,sinembargo,no poder hablar con ellos... eso era lo peor de todo el tinglado de lareencarnación.

—Sigamos—lepedíentristecidaaBarton.—¿Estássegura?—preguntó,conunasolidaridadinusitada.—Pordesgracia,sí.Me puse en movimiento y él me siguió. Intentó decir algo para

consolarme,peronoencontrólaspalabrasadecuadasynodijonada.Sinembargoelmerohechodequelointentasehizoqueseganaramigratitud.

Continuamosvolandohastaelpuertoynosposamosenlachimeneamás grande de uno de esos cruceros que salen en televisión, máspublirreportajesqueverdaderosreportajes.ElbarcoibaaNuevaYork.

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CAPÍTULO37

Al principio de la travesía por altamar, Barton y yo temimos quequizá tuviéramosqueescondernosde lospasajerosy la tripulaciónparaque no nos echaran del barco. Pero no fue necesario: las personas nosadoraban.Lascigüeñastienenunaimagenbastantebuena.

Latripulaciónnosdabadecomerdeliciosospeces:deprontotambiénnosotroséramospescetarianos,todoenlavidaescuestióndeperspectiva.Nos echaban los restos de los festines, aunqueBarton y yo dejamos decomerlamayoríadelascosastrasunavezenquenosabalanzamossobreuna mezcla de ostras y mousse de chocolate que nos provocó unaindigestiónimportante.Quecomiéramosesoelúnicodíaqueunvendavalhizo que altas olas coronadas de espuma amarilla azotaran el barco nocontribuyóaquenossintiéramosprecisamentebien.

No tardamos en recibir apodosporpartede lospasajeros:AngieySteinmeier.Noerasóloquelosenamoradosbromearanpreguntándosesiles llevaríamosa sus futuroshijos, también lespreocupabaunacuestiónmuydistinta.Unamujer jovenqueseparecíaamiexcompañeradepisoSylvienosobservabaunbonitodíadesolenqueestábamosacurrucadosen labarandadeproa.Conellaseencontrabasunovio,queseparecíaaLars, el prometido de Sylvie: por lo visto, estas jóvenes parejas detriunfadores eran clonadas por científicos locos. Al cabo de un rato, lamujerlepreguntóaltío:

—¿TendránhijitosfelicesAngieySteinmeier?Recordéamishermanascigüeñasymeentraronganasdechillarlea

laparejitaqueloshijitoscigüeñafelicesnoexistían.—Porlomenosseguroqueselomontan—contestóeltriunfador.¿Sexo?¿Lascigüeñas?Nomehabíaparadoapensarenello.Nisiquieramehacíaunaidea

de cómo podía ser. Dudaba que, por ejemplo, resultase erótico darsepicos.Sinembargo,apenaslodijoeltío,notéqueeldeseoseapoderabademicuerpodecigüeña.AunqueBartonyyonoéramosadultosdeltodo,estabaclaroquenoshallábamosenlaadolescencia.Lomirétímidamentepara ver cómo reaccionaba al pensar en el sexo. Aunque memiró con

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idéntica timidez, daba la sensación de estar experimentando el mismodeseoqueyo.SibienmicuerposealegródequetambiénBartontuvieraganas,amicabezano lehizomuchagracia:nomeapetecíanadadarmepicos.NoconBarton.Oconotracigüeña.

—¿Quénosapostamosaquese tienen tantasganascomonosotros?—dijoeljoven.

Lamujer,risueña,lediosuavementeconelcodoenelcostado,yactoseguido se pusieron a besuquearse ymagrearse.Al verlos, nosotras, lascigüeñas,sentimosuncosquilleo.

—¿Deberíamos...nosotrosdos...?—empezócohibidoBarton,aquienlaideatambiénleresultabadesagradable.

—Bueno...—respondí,soltandoungallo.—Esunaideaabsurda...—Superabsurda—ledilarazón.—Supermegabsurda.—Supermegaultrabsurda.—Creoquedesupermeganosepuedepasar.—Conunaideaasí,sí.—Tienesrazón—asintióconvehemencia.Estábamos de acuerdo. Pero nuestros cuerpos, por desgracia,

también.Yopinabandemaneradistintadenosotrosysearrimaronenlabaranda.

—Sería incesto —añadió Barton para impedir lo que parecíainminente:queempezáramosconlospicos.

—Esonoquieroniplanteármelo—afirmé.—Lógico.Yapodíamosdecir loquequisiéramos: el cosquilleoque sentíamos

era tal que resultaba casi insoportable. Cada vez nos arrimábamosmás.Nuestrospicosestabanapuntodetocarse.

—Encualquiercaso,noestaríabien—observóBarton.—Ya.—Estaríabastantemal,incluso.—Ya.—Además,nomeparecesatractiva.—¿Y... a?—repuse, sorprendida. Si sólo lo dijo para impedir que

empezáramosadarnospicos,funcionó:elcosquilleodisminuyóunpoco.—Cuandoeraunapersonatampocomeatraías—añadióBarton.

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—Gracias, lomismodigo—mentí: aunquecuandoeraunapersonanomecaíabien,símeponía,tantoquemehabríaidoconélsinpensarlomuchoalsofádelcamerino.

—Nomelocreo—replicósonrienteelmuycreído.—Creeloquetedélagana.—Faltaría. —Aun siendo una cigüeña podía exhibir una sonrisa

arroganteypresuntuosa.Cadavezteníamenosganasdemontármeloconél.GraciasaDios.

—Yotampocometragoquenoteparecieraatractiva—lesolté.No lo dije porque de verdad no lo creyera, al contrario; por

desgracia, me imaginaba perfectamente que no le atrajese, pero queríadevolverleelgolpe,hacerledaño.

—EstoycasadoconNicole,¿cómocreesqueibaafijarmeenalguiencomotú?

Conunasolafrase,Bartonmeconvirtióenunamujerdetercera.—Estabascasadoconella—leespetéconaspereza,ymealejémásde

unmetrodeélporlabarandaconmisgarrasdecigüeña.—¡Lo sigo estando!—Ahora también se había picado él: le había

hecho daño. ¡Bien!—. Y gracias a Nicole, tu Jannis no te volverá aencontraratractiva.—Éltambiénqueríaherirme.

Fuecomorecibirungolpeenplenacaradecigüeña.Sindecirnada, levantéelvueloymefuialotroextremodelbarco.

Unavezallí,meposéen labarandaydejéqueelvientomeahuecaraelplumaje. Estaba furiosa.AunqueBarton no fuesemás que unmuchachoherido que se comportaba como un capullo, ¡se comportaba como uncapullo!¡Comouncapulloarrogante!

Al cabo de una, dosmillasmarinas,mi rabia dio paso a una tristeverdad: al reencarnarme en un animal mi vida sexual había terminado.Parasiempre.[16]

En ese momento me arrepentí de no haberlo hecho mucho más amenudocuandoeraunapersona.ConJannis.Nodeberíahabermantenidosólo una relación de amistad con él todos esos años, tendría que haberpodidocompartirlacama.Tambiénmehabíaperdidoesapartedelamor.

Iba a romper a llorar otra vez cuando una mujer gorda, con unvestido de florecitas largo, vaporoso y unos prismáticos en la mano,exclamó:

—¡Tierraalavista!

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CAPÍTULO38

Barton y yo no esperamos a que atracara el barco. Salvamos lasúltimasmillas que nos separaban de tierra firme volando, pasamos pordelantedelaestatuadelaLibertadynosdirigimoshacialosrascacielos,que hasta entonces sólo conocía de infinidad de películas. De no haberestado tan entusiasmada por volver a ver a Jannis pronto, quizá mehubiesepuestoacantardealegríalacancióndelviejoUdoJürgens:«NoheestadonuncaenNuevaYork,noheestadonuncaenHawái...».Asíquebatíalasalasconelpicoabierto,pasmada,poresosdesfiladerosdeaceroy hormigón.Barton iba en cabeza.Nohacía falta que dijese cuál era sudestino,yosabíaperfectamentequequeríallegarallujosopisodeCentralParkquehabía comprado en sudía para sumujer y para él y en el queahora,ensulugar,vivíaJannis.

SobrevolamosChinatown,dejamosatráselEmpireStateBuildingyllegamosaTimesSquare.EnestaplazaBartonpegóunfrenazotanbruscoqueestuveapuntodeprovocarunaccidenteaéreo.Medesviéatiempoysupe por qué había hechoBarton esa frenada en el aire: entre todos losneones que anunciaban nuevas series de televisión como Ley y orden,Forever,Chuck Norris contra los zombis oCómo maté a vuestra madrehabía uno que llamó mi atención: Sexo en Nueva York: la nuevageneración. En la pantalla no se veía a Sarah Jessica Parker, sino a lamujerqueencarnabaaCarrieenesanuevaedición:NicoleKelly.Verlaauntamañotansobrenatural,entodasubelleza,meintimidó.Mehizosentirunamujer de segunda, ynoporqueyano fueseunamujer.Barton teníarazón: frente a ella no tendría nada que hacer con Jannis.Y siendo unacigüeña,menos.

Si esa imagen a mí me desalentó, a Barton lo dotó de mayorresolución si cabe.Ahora volaba tan deprisa por laQuintaAvenida quecasi no podía seguirlo. Cruzamos a toda pastilla Central Park, dejamosatráselzoo,enfilamoselfamosopuenteenelquequizásehayanrodadomás escenas de amor que en ninguna otra parte del mundo —medecepcionó un poco que no se estuviese desarrollando ningún episodiorománticoenesemomento—yfuimosdirectosaunedificioaltoquedabaalparque.Losdragonesdepiedradelafachadacausabanlaimpresiónde

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llevar siglos esperando a alzar de una vez el vuelo para flamear con elfuegoqueescupíana laspalomasquese lescagabanencima.Arribadeltodohabíaunaterrazainmensa.Nosposamosenlabarandillayvimosunlujoso ático cuyo precio probablemente hubiese podido acabar con lacrisis de la deuda de Grecia. El interiorismo, que se veía bien por losrelucientescristales,nomeinteresabalomásmínimo.Yosóloteníaojospara el sofá de piel verde; sobre todo, claro está, para el hombre queestabasentadoenélconunMacBookenelregazo:Jannis.Élnosepodíapermitirunordenador tancaro,ymenos todavía la ropademarcay lasexquisitas gafas, que hacían que sus bonitos ojos destacaran con tantaperfección que ya no parecía un investigador despistado, sino uninvestigadordespistadoquepodíateneralamujerquequisiera,aunqueélno lo sabía, lo cual sólo hacía que resultaramás deseable. Lo quemáspasmadamedejófuequellevabaelpeloengominado,cuandoantescomomuchosepeinabaporNavidad.Jannissehabíaconvertidoenelmuñecode Kelly. ¡Pero yo no quería que mi Jannis fuese el Ken de ningunaBarbie!

—Tenemosquehaceralgo—dijefuriosa.—Yyoyaséqué—respondióBarton.—¿Ah,sí?—¡LevoyasacarlosojosaHarryPotter!—Esonoesmuyconstructivo.—Puesentoncesleclavoelpicoenlabarriga.—Esotampoco.—Ydespuésyaveréloquehagoconsustripas.—¡Laviolencianoeslasolución!—Paraunamericanosí.—Túyanoeres americano, salistedeunhuevoenAlemania, enel

bosquedeTeutoburgo.ABartonledesconcertóvisiblementelaideadeserunacigüeñacon

costumbresmigratorias.En ese preciso instante, entraron en la habitación un hombre y una

mujer,ambosdeunoscuarentaytantosaños,ambosmuygordos.Teníanpintadesersudamericanos,yprobablementesualimentaciónsebasaraenuna equilibrada dieta de hamburguesas y alitas de pollo. Para colmo, lamujersehallabaenunavanzadoestadodegestación.SirvieronaJannisenunamesavinoyalgodecomerindefinible,algomuyverdeyqueparecía

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muysano.Noparabandemostraramabilidad. Jannis lesdio lasgracias,sinmolestarseenlevantarlavistadelMacBook.

—Nolehaceascosaquelesirvan—comentéasombrada.—Nohaynadaaloqueunosepuedaacostumbrartandeprisacomo

allujo—soltóBarton.—¿Quiénes son esos dos? —pregunté, y observé que, al salir, el

gordoleacariciabalabarrigotadeembarazadaalagorda.—Sergio y Maria. Son brasileños. Ella es nuestra cocinera; y él,

nuestroporteroymayordomo.—Dalaimpresióndequeestánmuyenamorados.—Noconozcoanadieque seamás felizqueellos.Trabajabanpara

nosotrosy,sinembargo,aveceslosenvidiaba.En la rabia que Barton sentía contra Jannis ahora había cierta

nostalgia,yyoloentendía:verladichadeesaspersonascasimehizomásdaño que volver a ver al nuevo Jannis, ya que yo nunca había podidoexperimentarunadichaasí.[17]

Apenaslosbrasileñossalierondelahabitaciónconsufelicidad,entróKelly. Por lo visto venía de practicar algún deporte, porque llevaba elpreciosopelorecogidoenunatrenzayunaropaqueresaltabasucuerpoperfectodetalformaqueéstelesgritabaalasmujeresnormales:tendréisesteaspectocomomuchosiencontráisunalámparamaravillosa.

Kelly rodeóa Jannis con losbrazos sudados, que enunamujer tanperfectaseguroquetambiénolíanperfectamente,yaéllegustótantoquecerróelMacBookynitocólasanacomidaverde.

—Nolesacarélosojos—aseveróBarton.Mellevéunabuenasorpresa,porquepormipartesentíaunoscelos

terriblesdeKelly.—Irédirectoalacarótida.—Nopuedeshacereso—objeté.QueríaprotegeramiJannis,aunque

enrealidadsabíaqueBartonnolodecíaenserio.—Dameunbuenmotivoparaquenolohaga.—Seríaasesinato.—Hedichounbuenmotivo.Revolvílosojos.—Así tu Harry Potter se reencarnará —adujo Barton—.

Probablementeenparásito.Espera,no,esoyaloes.Ahora Kelly le acariciaba el pelo, atusándoselo. Aunque estaba

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celosa, lo cierto es que me horrorizaba mucho más que mi Jannis sedejarahacercomosifuesesumuñequito.¿Esquenoteníadignidad?

—Tedaréotromotivo—añadí—.Sivashaciaél, tedaráscontraelcristal.

—Vale,éseesunbuenmotivo—hubodeadmitirBarton.Kelly cogió la cara de Jannis entre sus manos perfectamente

arregladasylobesó.—Porotrolado...—dijemientrasmirabaalaSexiestWomanAlive.—¿Sí?—...lodesacarojosnoestanmalaidea.Aunqueyotampocolodecíaenserio,aBartonnolehizogracia.—SitocasaNicole,temueloapicotazos.—¿Sepuedesaberquéleveistodosaesamema?NosólomecabreabaqueleacariciaraaJannislasmejillas;meponía

por lomenos igual demala queBarton se volviera contramí por ella,despuésdetodaslascosasquehabíamossuperadojuntos.Ahora,enciertomodo,tambiénestabacelosadeellaporBarton.

—Espreciosa—contestóél—,tieneuncuerpazoincreíble,ycuandodejaquetemetasensucama,esunabom...

—¡ERAUNAPREGUNTARETÓRICA!Bartoncerróelpico, tantometafóricacomoliteralmente,aunqueen

realidadmehabríagustadoquetambiénahuecaraelala.Jannis y Kelly empezaron a besarse; era Kelly la que marcaba el

ritmo.Tenía losojos cerrados. Jannis, entretanto, noparabade abrirlos.Por mucho que se hubiera dejado convertir en su mascota, seguía sinquererla.Loquesignificaba¡queaúnmequeríaamí!

—HarryPotterleromperáelcorazón,yellanuncaserecuperará—comentóBarton,yelpicoinferiorletemblabaderabia.

Intenténosonreírconlaidea.—Las ventanas del dormitorio casi siempre están abiertas —dijo

Barton, y antes de que entendiera lo que quería decir con eso, salióvolando.Yofuitrasél.Paraimpedirlopeor.

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CAPÍTULO39

En el otro lado del edificio había una terraza aún mayor con unapuertaabiertaqueconducíaaldormitorio.Sindudanohabíaporquétenermiedo de que entrara alguien a robar: allí arriba sólo podían colarseladronesconsuperpoderes.Ycigüeñasmalhumoradas.Bartonentróenlaenorme habitación, en la que sólo había una gigantesca cama con doselazul.Nadamás.CuandomeposéjuntoaBarton,preguntéperpleja:

—¿Dóndetenéislaropa?—Paralaropayloszapatostenemoscadaunounahabitación.¿Una habitación para los zapatos? Alguien que comparte piso se

quedapasmadoaloíreso.Yelcomúndelosmortales,sorprendido.Yelcríticodelcapitalismoseponeadargritoscomounhistérico.Ylaobsesadeloszapatostambién.Aunqueporotrosmotivos.

Bartonechóunvistazoasuantiguohogar,apesadumbrado:juntoalacama,enlapared,colgabanunacamisetadebéisbolyunbate.

—Loscompréenunasubasta—contó—.ConellossalióalcampoensuúltimopartidoDerekJeter.

YonisabíaquiéneraDerekJeterni,comocualquiera,podíaverunpartidodebéisbol sincaerenuncomavigildepuroaburrimientoa lostresminutos.

—Sipudierablandirelbatedebéisbol...—Bartonvolvíaafantasearconlaviolencia.

Oímos que Kelly y Jannis se reían, y de pronto Barton se sintióinseguro. De un momento a otro se plantaría delante de su mujerconvertido en cigüeña, y puesto que en realidad no quería ponerseviolentoytampocopodíadarseaconocercomopersonareencarnada,derepente no sabía qué hacer. Y a mí me pasaba lo mismo. De golpe yporrazonosabandonóelvalor.

—Vamos a hacer Ice, Ice, Baby —dijo Kelly, provocativa, al otroladodelapuerta.

—¿Ice,Ice,Baby?—preguntédesconcertada.—Asíllamaacuandoseuntalospechosconheladodechocolatey...—Mejorhagamoscomoquenohepreguntado.Cadavezestabanmáscercadelahabitación.

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—Lodesacarleslosojosnoesunaopciónreal—afirméparaestarseguradequeBartonnohacíaningunagilipollez.

—Losé—mediolarazón—.Peropodríamoscagarnosensucabeza.—Conesonocambiaríanadanuestrasituación.—Pero a Nicole se le quitarían las ganas de jugar a su juego

preferido.—¿Su juego preferido?—Apenas hube formulado la pregunta me

arrepentí.—SellamaCome,MisterTallyMan,TallymeBanana.—¿¡¿Come,MisterTallyMan,TallymeBanana?!?—repetípasmada.—Labananaes...—¡SÉLOQUEESLABANANA!—YelhombreeselTallyMan,ycuandoNicolequierequeelTally

ManhagaelTallyManBanana...—¡DEMASIADAINFORMACIÓN!—Nicole canta de manera muy seductora... —El recuerdo lo

entristecióprofundamente.Ytambiénlopusounpococachondo.—Necesitamos un plan para separarlos ya—aseveré, pues la sola

idea de que la tipa le cantara a Jannis semejante cosa me parecíainsoportable.

Lamanilladelapuertadeldormitoriobajó.Actoseguidoentrarían.—¡Debajodelacama!—dijedeprisamientrasmemetíabajolacama

condosel.—¿Éseestuplan?—mepreguntóespantado.—Esmejorquenonosdescubran.A falta de ideas propias, Barton me siguió. De modo que nos

acurrucamoslosdosdebajodelacamaynospusimosdeladoparaqueelpiconoatravesaraelcolchón.

—¿Porquénohemossalidosinmásdelpiso?—musitóBarton.—Ya...—contestéapocada.—¿Ya?—Noselopodíacreer.—Creoqueesapalabraexpresaperfectamentemiestupidez.Mientrascontinuabaechándomepestesporhabertenidounaideatan

absurda, Jannis y Kelly entraron en la habitación. Barton y yo nosmiramos, tumbados pico contra pico, aterrorizados. Y ahora, ¿quéhacíamos?

—Serámejorquenomolestemosa losvecinos—observóconvoz

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seductoraKellymientrascerrabalapuertadelaterraza.—Nicolepuedesermuyruidosa—farfullóBarton.Lelancéunamiradadefuria.—¿Otravezdemasiadainformación?—inquirió.—Másquedemasiada,sí—corroboréentresusurros.JannisyKellysedejaroncaerenlacama,elcolchóncedióyquedóa

uncentímetrodenosotros.Ahorasíquehabíallegadoelmomentodeforjarunplan.Y,dichoy

hecho, se me pasó uno por la cabeza: ya no éramos dos peces que nopodían hacer nada salvo nadar arriba y abajo en el acuario como dosalmas en pena; éramos cigüeñas, y podíamos volar por Nueva York.Seguroqueenalgunacuerdaencontrábamostendidaropainteriorsexydeseñora. La cogeríamos con el pico y, cuando volviera a estar abierta lapuertadelaterrazaquedabaaldormitorio,KellysehubieraidoyJannistrabajaraensutesisenelsalón,dejaríamoslalenceríaenlacama.CuandoKelly la viese, supondría que Jannis la engañaba con otra.Et voilà: loecharíaconcajasdestempladas.¡Unplanperfecto!YenlotocanteaBuda:¿sepodíaacumularmalkarmarompiendounaparejaenlaqueelhombreno quería a la mujer? De ser así, ¿acaso entonces no me dabaabsolutamentelomismo?Jannismequería.Yyoloqueríaaél,comoporfin había comprendido cuando era un pez en el acuario. Al menos alJannisdeantes.Elquenosedejabaservir,noseengominabaelpeloynollevabagafasdemarca.QueríaalverdaderoJannis. ¡AlquedebíasalvardeKelly!

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CAPÍTULO40

—Cántamealgo—pidióKellyaJannisencimadenosotros.¿De verdad iba a cantar Jannis Come, Mister Tally Man, Tally me

Banana?—No,nopiensohacerlo—riocohibido.¡Gracias!—Hazlopormí—insistiólaSexiestWomanAliveconsusexyvoz.—Nicole...—repusoJannis.—Mequieres,¿no?Yoesperabaquesedecidieraporel«no».Jannis guardó silencio, demasiado tiempo. Sea como fuere, el

momentodementirydecir«sí,tequiero»habíapasado.Megustó.—Jannis...—insistió Kelly. Que no le declarara su amor le creaba

inseguridad.Esomegustómásaún.—Bueno, si es lo que deseas, cantaré —accedió él para salvar la

situación—.PeronopiensocantarTallyMan.ConfiabaenquenosepusieraacantarCandyShop,de50Cent.—Myding-a-ling...—searrancó.¡Nopodíaserverdad!—...Myding-a-ling...Loera.—...Won’tyouplaywithmyding-a-ling...¿PLAYWITHDINGELING?¿QUEJUGARACONSUCOSITA?Dentro de un momento se lo montarían encima de nosotros, eso

estabaclaro.Peronopodíaperderlosnerviosporeso,porduroquemeresultara. Tenía un buen plan, pero si se daban cuenta de que había doscigüeñasenlahabitación,nosecharíanyenadelantenovolveríanadejarla puerta de la terraza abierta. Miré a Barton: tenía los ojos cerrados,comosiasíoyeramenos.

—Noveascómomepone—susurróKelly.Sindudalatíaestabatocadadelala.Yconcadasegundoquepasaba

mecabreabamás.Asíytodoseguípensando:nopierdaslosnervios.—Myding-a-ling...¡Nopierdaslosnervios!

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EntoncesKellyseunióaél:—Iwillplaywithyourding-a-ling...Muybien,¡alaporralosnervios!—Iwillplaywithyourding-a-ling...—No,nojugarásconsucosita—exclaméfuriosa.Amilado,Bartonabrióespantadolosojosdecigüeña.DelsustoKellydejódecantar.Yovolvílacabezayatraveséelcolchónconelpico.—¡Ay,miculo!—chillólamuyidiota.Jannisselevantódeunsalto,miródebajodelacamaydijo:—Madremía,aquíhayunosanimales.Incluso en estado de shock probablemente un biólogo se hubiera

dadocuentadequeallí, en lapenumbraque reinababajo lacama,habíaunas cigüeñas. Pero Jannis era un doctorando en Historia y no llevabagafas —seguro que se las había quitado Kelly mientras cantabaseductoramente—,asíqueveíatantocomountopoconunasgafasdesolRay-Ban.

—¿Nosvamos?—mepreguntóBartonasustado.—¡Yatodaleche!—repuse.Salimos de debajo de la cama, junto a la que Kelly enseñaba su

perfectotraseroygritabadesustoydedolorcomosifueseainterpretarunpapelenlanuevaversióndeLanochedelterrorciego.Mientraslamuyidiotanosdestrozabalosconductosauditivos,Jannis,cegato,cogióelbatedebéisboldelapared.

—¡Nolotoques!—chillóBarton—.¡Cuestamediomillón!—¡Ése no es nuestro mayor problema ahora! —espeté presa del

pánico.—¿No?Jannisveníacorriendohacianosotrosconelbate,vociferando.—¡Fuera,bichos!—¡Ésteesnuestromayorproblema!—Esverdad—convinoBarton.Jannisblandíaelbate,tanfuriosocomoaterrorizado.Migranamor

estabaapuntodeestamparmeelbatedebéisbol.—¡Hayquelargarse!—afirmé.—Siempretieneslasmejoresideas—opinóBarton.Salimos volando hacia las cristaleras antirreflectantes.

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Completamentesincronizados.Pordesgracia,conelmiedosenosolvidóque Kelly había cerrado la puerta antes. Y nos partimos la crismacompletamentesincronizados.[18]

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CAPÍTULO41

Antemitercerojodesfilaronlosmomentosbellosdemividacomocigüeña,todosloscualesteníanalgoqueverconBarton:cómoseconfióamí,cómomehablódepelículasymereí,lloréyavecesinclusohicelasdoscosasalmismotiempo.Tambiéncuandomepidióquelecontarayohistorias y de ese modo supe que quizá tuviera talento para lainterpretación.Pero,sorprendentemente,elmomentomásbonitofueenelbarco,cuandosentíuncosquilleoenelbajovientreylosdosnosmiramoscontimidez,comodosadolescentes.

Flotédesnudaporlanadablancahacialaluz.AmiladoibaBarton,asimismo desnudo.Volvía a sentir el cosquilleo en el bajo vientre, y elcorazónme latíamuy rápido.Miré a Barton, queme lanzó unamiradavacilante.¿Lepasabaigualqueamí?¿Oeranimaginacionesmías?¿Pordesearlotanto?

ApartélavistadeprisaymepuseapensarenJannis.Afindecuentas,era él al quequería, aunque todos los recuerdosbuenosque conservabaerandemividacomopersona,yprobablementeporesonoaparecieranante mi tercer ojo. De Jannis sólo vi cómo tonteaba con Kelly, cómodejabaqueleacariciaraelpeloycómoseabalanzabahaciamíconunbatedebéisbol.Sepuedentenerrecuerdosmejoresdealguien.

Yalfinalrecordéalaparejadebrasileñosqueeratanfeliz.Aunquesóloeranpersonaldeservicio,dabalaimpresióndequehabíanhecholascosas bien en la vida, a diferencia demí, que las había hechomal. Nohabersentidonuncaunadichacomolasuyafueloquemásmedolió.

Cuantomásmeacercabaa la luz, tantomásmecalentabayaliviabami dolor. Sin embargo, no me fiaba de ella. Seguro que volvía arechazarme. Intenté distraerme, pensar en otra cosa, en mi padre y suElseasesora,conlosquemehabíaequivocado;yenmimadre,quesegúnBuda vivía en nuestro mundo reencarnada en un animal y que tambiénhabríaidohaciaesaluzqueeratanbella,tanincreíblementebella,yporlaque, claro está, me dejé engañar otra vez. Cuando no había nada quedesearamásquefundirmeconella...mevolvióarechazar.

Mientras la luzme expulsaba,me pregunté como qué renacería enesta ocasión. Como cigüeña no había hecho nada especialmente bueno,

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pero tampoco nada especialmente malo, seguro que volvía a ser unacigüeña,ounagaviotao...

—¿...UNCARACOL?—exclaméespantadacuandodespertédenuevoennuestromundo—.¿SOYUNPUÑETEROCARACOL?

Noteníanibrazosnipiernas,perosídosantenasyuncuerpomarrónviscoso. Además llevaba una casa en espiral de color marrón claro acuestas,queaunquenopesaratantocomounacasahumana,eracomounamochilaen laquealguienhubiesemetidosucoleccióndeminerales.Meencontrabaenunatierrahúmeda,fría,ymepreguntésisiendocaracolsepodríacogerunacistitis.

Arriba, muy arriba, vi ramas. De árboles, y a través de las hojasbrillabael sol.Oíbocinasdecoches, ruidode tráficoyunamúsicahip-hopqueprobablementesalieradeuncasete,asíque todoapuntabaaqueestabaenCentralPark.CercadeJannis.Pero¿cómoibaallegarhastaél?¡SIENDOUNPUÑETEROCARACOL!

A cierta distancia se alzaban unas vallas inmensas, tras las cualeshabía animales encerrados en recintos. Un grupo de chimpancés hacíaejerciciosgimnásticosenunodeellos;asuladoseveíaaungorilanegrogigantesco en una jaula esculpida en la roca. Junto a él retozaban unososospanda.Osospandarojos,paraserexactos.Verparacreer.[19][20]

—¿Daisy?—oíquedecíaunavoz.Amenosdediezcaracolesdedistanciasedeslizabaotrocaracolmuy

parecido amí que, sin duda, eraBarton.Quise ir con él lomás deprisaposible. Una hora después había recorrido más o menos la mitad deltrayecto.

Pero también él se había puesto enmovimiento, así que nos vimosfrenteafrentecomocaracoles,antenacontraantena,yagotadoscomosiacabáramosdeparticiparenuntriatlón.Conunacasaalaespalda.

—¿Porquésomoscaracoles?—preguntóBarton.—¡PorqueBudaesunasqueroso!—Fue laúnicaexplicaciónquese

meocurrió.Comosilehubieradadopie,anuestroladosurgióunaluzintensay

aparecióuncaracolgordísimo.El rollizoBudasonreíade talmodoquedeseéquetrasélaparecierauncocinerofrancés.

—¿Quéesloquesoy?—mepreguntó.

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Uy.Probablementenofuerabuenaidearepetirlo,alfinyalcabo,Budase

podíaencargardequenosreencarnásemosengallosdepeleamexicanos.Peroeraevidentequehabíaoídoaltoyclarolodeasqueroso,porlotantomentir tampoco era una opción. Sólo había una posibilidad: tenía quehacerlecreerquehabíaoídomal.

—Decía que eres vigoroso —balbucí, y me enfadó que no se meocurrieranadamejor.

—¿Meestásllamandogordo?—replicóBuda.Niyolosabía.—Pavoroso—meapresuréacorregir.—Conquesoypavoroso—repitióBuda.—Esocreo.—Puesnolosoy.Unalástima.—Nadiemehabíadichoesonunca—admitiórisueño.—Zarrapast...—intentésalvarlasituaciónatodacosta.—¿Zarrapast?—¡Sí! —corroboré, soltando un gallo. Ojalá no se le ocurriera

preguntarquéqueríadecir.—¿Terefieresalapalabraqueenkazajosignificaruedagigante?—Exacto—contestéconfusa.—Asíquesoyunaruedagigantepavorosa,¿no?—¡SÍ!—asegurétodacontenta,másconfusaincluso.—Notieneningúnsentido.—No—tuvequereconocer,apocada—,laverdadesqueno.Lasonrisadelcaracolgordoyanoeratanamable.Eraevidenteque

notabaqueleestabatomandoelpelo.—Nonosmerecemosvivircomocaracoles—tercióBartonfurioso,

poniendofinasíamipobreintentodesalirmeporlatangente.—¿Ah,no?—¿Quésesuponequehemoshecho?—Nadagrande—contestóBuda.Aunquesonreía,presentíqueBartonyyolohabíamosdecepcionado.

Estabaclaroqueveíaennosotrosalgogrande,delocontrarionosenosapareceríaunayotravez.Sea loquefuereesogrande,no lodejábamosver.Niaélnianosotrosnianadie.

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—Ycomonohemoshechonadagrande,volvemosadescenderenlaescalazoológica,¿noesasí?

—No,esoesporotracosa.—¿Por qué?—Barton, al igual que yo, no era consciente de haber

hechonadamalo.—Habéis destruido un amor.—Ahora la sonrisa deBuda irradiaba

unatremendafrialdad.—¿EldeNicole?—inquirióasombradoBarton.Budanosmostróunasonrisagélida.Actoseguido,algordocaracol

volvió a envolverlo una luz, y desapareció tan deprisa como habíallegado.

Bartonyyonosmiramosconcaradepasmo.—Entonces,¿hemosconseguidosepararlos?—lepregunté.—Esoparece...—Pero¿cómo...?—¿Acasonodalomismo?—apuntósonriente.—¡Completamente!—exclaméyoentrerisas.Deprontoyanoeratanmaloseruncaracol.

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CAPÍTULO42

—¡Québuenossomos,caracoles!—exclamé.KellyyanosearrimaríamásamiJannisyélnoseguiríadejándose

cambiarhastavolverseirreconocible.¡Punto,setypartido,Daisy!—Buenossequedacorto—puntualizóalegreBarton.—¿Quégrandessomos?—propuse.—Grandestambiénsequedacorto.—Entonces,¿qué?—Paraexpresarloquesomoshabríaqueinventarunapalabra.—¿Qué,superchiripitiflautimáticos?—Eso esmuchomás acertado—rio—.Ay,me pondría a bailar de

alegría.—Pueshazlo.—¿Sinpiernas?—Uy, sí, probablemente sea algo difícil...—Ser consciente de ello

hizoquelosánimossemebajaranuntanto.—Saltardealegríatampococreoquepodamos.—Ychocarloscinco,menos.—Sólopodemosdeslizarnosapasodecaracol—constató.Yañadió,

triste—:asínuncallegaréhastaNicole.Ello acabódefinitivamente conmi buenhumor.Barton tenía razón:

eraimposiblequellegáramosaláticodeKelly,ymenosaBerlín,adondesindudaregresaríamiJannis.Nolovolveríaaver.

—Esoesmásbiensuperchungomático—asegurécontristeza.—Esotambiénsequedacorto—opinóBarton.—Supermierdo...—Déjalo.Lodejéyconfirméenvozbaja:—Asíquetodoloquehemoshechohasidoenvano.Bartonnodijonada.—Nomeimportaríaquemecontradijeras.—Nisiquierayosoytanbuenactor.—¿Nosellamaaestoironíadeldestino?—No,aestoselellamapiii.

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Agachamos los dos las antenas, y cuando a mis ojillos de caracolasomaron las primeras lágrimas, uno de los pandas rojos bramóenfadado:

—¡Zas,zas!Esomesonabadealgo.—¿Quién es ahora el pendenciero, mi querido amigo?—preguntó

otravoz.Ylasampulosaspalabrasmesonabanmásaún.Reprimí las lágrimasymiré hacia el recintode los pandas: unoso

rojoenormeibapesadamentehaciaunodemenortamaño.Porlogeneral,quizáunpandaseaunanimaldelomásapacible,perosisetratabadeunhombrede laEdaddePiedrareencarnado, lode laapacibilidaderamuyrelativo.

—¿Por qué está tan cabreado Aarg con Casanova? —quiso saberBarton.

—Hembramía,notuya—afirmóAarg.—Esporunamujer.—Bartonserespondióélmismoalapregunta.—El amor siempre lo complica todo —aduje yo, lanzando un

suspiro.—Poresonuncamehainteresadomucho.—Puesnodeberíaserasí—repuse,suspirandounavezmás.—Escierto,sí—accedióBarton,tambiénsuspirando.—Peroahora,pordesgracia,esdemasiadotarde.—Parasiempre.Nos miramos a los ojos de caracol. Unidos en el dolor. Nunca

habíamos tenidounos sentimientos tanparecidos.Unos sentimientosquepordesgraciaeranespantosos.

MeentraronganasdeabrazaraBarton,perosiendocaracoleslodedar abrazos era como tocar el banjo. Esta nueva vida cada vez eramássuperdeprimentomática.

—¡Yoatizarcascorrón!—espetóAargenelrecintodelospandas.—Sedicecoscorrón,miqueridoamigo—locorrigióCasanova.—¡Cerrarpico!Nosotros, caracoles, nimirábamos a los belicosos pandas.Nuestro

dolorerademasiadogrande.TantoquedeprontoBartonseencogió.—¿Quéhaces?—quisesaber.—Metermeencasa.

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Lo entendí perfectamente, y yo hice lo mismo. Si ni persona nicaracolpodíanconsolarmeenmidolor, tampocoqueríavernioírnadamás.Mientrasme replegaba, sorprendiéndome lo flexible que era al notenerhuesos—cuandoeraunapersonanisiquieraconseguíatocarmelospiesconlasmanosconlaspiernasextendidas—,oíqueunavozdemujerdecía:

—Siospegáis,noquierovolverasabernadadeningunodelosdos.LavozpertenecíaalaosaporcuyosfavoressepeleabanCasanovay

Aarg.Perotampocolamiréaella,loúnicoquequeríaerameterlacabezaenmiconcha,quesemequedaríapegadaaltrasero.

—Entoncesnozas,zas—sequejóAarg.YCasanovarepuso:—Muchasgraciasporsuauxilio,signorinaRose.¿Rose?¿LaosasellamabaRose?Sobresaltada, me desenrosqué, saqué la cabeza de la casa y miré

enseguida al recinto. Un oso panda rojo enorme golpeó enfadado unárbol:probablementesetrataradeAarg.Otrohizounagalantereverenciaanteunaosapanda,comosifueseunnobleyellaunaencantadorareina.Estabamás que claro que era Casanova.Y la osa..., la osa era..., ¿podíaser...?Eramuypocoprobable,peroalgoenmiinteriormedecíaqueera...

—¿Quépasa?—quiso saberBarton,delque sóloasomaba lamitaddelacabezadesuconcha.

—¡Tenemosqueirconlospandas!¡Lomásdeprisaposible!—¿Yesoporqué?—¡Esahembrapodríasermimadre!

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CAPÍTULO43

«Lo más deprisa posible» resultó ser —como era de esperar—despacioalmáximo.Empleamoselrestodeldía, lanocheycasi todoeldíasiguienteparaacercarnosalrecinto.Laúltimapartedelrecorridoeralamáspeligrosa:teníamosquecruzaruncaminoasfaltado.Mientrasnosdeslizábamos por el suelo caliente, liso, nos topamos con los enemigosnaturales de los caracoles: ciclistas, practicantes de marcha nórdica yniñossaltarinesalosqueselescaíaelhelado.Esquivarlosnopodíamos,asíque tuvimosmuchísimasuertedequenadienospillase.Laspersonasapenasmirabanpordondepisaban.Probablementenisiquieralamayoríadelosveganosseimaginaraacuántosanimalesmatabanoalmenosdabanunsustodemuertecuandopaseaban.

Paracolmodemales,unteckelvinohacianosotrosysenoscolocójustoencimaparahacercaca.Bartonsoltó:

—Estonopuedeserverdad.—Metemoquesí.Salimospitandodespavoridos.«Lomásdeprisaposible.»—¡Másrápido!—gritésinaliento.—Más quisiera —admitió jadeante Barton mientras apenas nos

movíamosdelsitio.—Simereencarnoenpez,nomequejaré—melamenté.—Amíyanomegustanlosperros.Apenas podía respirar, y comprobé por fuerza que los caracoles

también podían tener flato. Pero seguí dándolo todo. Fss, fss, fss.Hastaquememareé.Amilado,oíqueBartondecíasinresuello:

—Porfavor,menudamierdademuerte.Enelmásestrictosentidodelapalabra.

En el último segundo, la dueña del perro tiró de la correa parallevarlohastaunamata,porquenoleapetecíacogerlacacaconunabolsa.Cayóaunosmetrosdenosotros,humeante.Nosparecíaunaloma.

—Madremía,cuántomealegrodenotenernariz—observóBartonsin aliento.Cuando era unpezhabía dichoqueme abandonaría lo antesposible,encuantohubiesesaldadosudeuda.Deesohacíamuchotiempo,y, sin embargo, se deslizaba a mi lado, aunque probablemente no le

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interesaramuchosilaosapandaeramimadreono.Yonoteníaclarosimeacompañabaporquenoteníaunaalternativamejoroparanopensarensudolor.Inclusoconfiabaunpocoenquesiguieraconmigoporquelecaíabien.Igualqueyonoqueríaestarsolacuandoconocieraalaosa.

Poco antesdeque sepusiera el sol llegamos, exhaustos, al recinto,que era amplio, tenía multitud de árboles y, sorprendentemente, estabaabiertoporlapartedearriba:unpequeñoparaísopandaentodaregla.

—¿Rose?—oímosquedecíaAargdesdeunarbustoqueteníamosallado.

—¿Sí?—repusolaosa,queasimismoenredabaenlamata.Distinguísus garras rojas, que a nuestros ojos eran tan gigantescas como las deGodzilla.

—¿Ñacañaca?—sugirióAarg.—Tienes una manera tan encantadora de cortejar a una mujer...—

comentórisueñalaosa.—Nosésimeapetecemuchovercómoselomontandospandas—

meconfesóBarton.Yo tenía clarísimo que nome apetecía nada.Ya había sido bastante

malo tener que presenciar cómo tonteaban Jannis y Kelly, pero si deverdadesaosaeramimadre,lacosaeramuchopeor.Anadielegustaverasumadrepracticandosexo.YmenospracticandosexoconunhombredelaEdaddePiedra.

—Ñaca ñaca, ¿sí?—insistióAarg.Demanera que decidí jorobarleunavezmáselsexoaalguien:

—Ñacañaca¡no!En la mata cesaron los ruidos, era evidente que los dos osos me

habían oído. Aarg asomó la cabeza entre las ramas, con cara de pocosamigos debido a la interrupción. Miró a su alrededor, a izquierda, aderecha,inclusohaciaarriba.Peronohaciaabajo,hastaqueBartondijo:

—¡Estamosaquí!—Aargespachurrar—afirmó,yvinoconlaideadeaplastarnoscon

la garra derecha. Ésta ya proyectaba su sombra sobre nuestros cuerposcuandoexclamé:

—¡Somosnosotros,BartonyDaisy!La garra quedó suspendida en el aire: de modo que Aarg nos

recordaba.Delarbustosaliólahembrapandaypreguntó:—¿Daisy?

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—Sí...—respondíconvozqueda.—¿DaisyBecker?—Alapandaletemblabaelcuerpoentero.—¿Mamá?—contestéconunhilodevoz.—Sí...—dijolaosa,atragantándose.—Estásviva.—Medieronganasdelanzargritosdealegría.—Ytúhasmuerto—observóentristecidamimadre.Sindudaeralaprimeravezenlahistoriaqueuncaracolyunpanda

llorabanalavez;elcaracol,dealegríaporelreencuentro;laosa,muertadepena.

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CAPÍTULO44

Mientras llorábamos, Aarg, cuya garra aún pendía sobre nosotros,preguntódecepcionado:

—¿Noñacañaca?Mi madre no dijo nada, así que él apartó la garra, la dejó caer,

frustrado,anuestrolado,haciendotemblardetalmodolatierraquenossacudió a nosotros, los caracoles, y desapareció soltando tacos ymanifestando:

—Hembras,todasraras.[21]Alcabodeunrato,mimadresesecólaslágrimas,noslevantóalos

dosdelsueloconunagarraynospusoensuhombro.Sindecirpalabra,trepóágilmenteaunrobleyseacurrucóen la ramamásalta.Desdeallívimoscómoseponíaelsol,unaboladefuegoanaranjada,sobrelascopasde los árboles de Central Park. Mientras yo me sentía feliz con tanpintorescasvistasymimadretriste,Bartonsequedódormidoenelpelajedelapandarojayempezóaroncar.Elpeloeratanmullidocomoeldelositodepeluchequeteníacuandoerapequeñayalque—pormotivosqueyanuncapodríaadivinar—llaméTeddySavalas.Aunqueelpelajedemimadre tenía un olormás fuerte que el de Teddy Savalas, era estupendoestar tan cerca de ella. Aunque me habría gustado que no estuviese tantriste.

—¿Cómomoriste?—preguntómimadre,rompiendoelsilencio.—En un accidente de coche. —fue mi escueta respuesta. Preferí

callarme detalles engorrosos, como que me subí borracha a unLamborghiniparadisculparmeporhabermatadoaunperrillo.

—¿Quéclasedeaccidentedecoche?—quisosaber.—Dalomismo,estoyviva—repliquéconlaidea,porunlado,deno

tener que hablar de las embarazosas circunstancias que rodearon mimuertey,porotro,deanimaramimadre.

—Peroeresuncaracol—aseveróella.—Mejorquehormiga.—Sí,serunahormigadebedeserterrible.—Almenosesoladistrajo

unpocodeltemademimuerte—.Ladecosasmalasquehabráquehacerparareencarnarseenunahormiga.

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¿Le contaba amimadre que había sido una hormiga?No, bastanteteníacondigerirquesuhijahubiesemuertoaunaedadtanprematura,noera preciso que se enterase de quemis últimos años como persona loshabía pasado drogada en fiestas, practicando sexo sin sentimientos yengañando a taxistas chechenos y a compañeras de piso. Sinceramente,confiabaenquepudiéramosevitarporcompletoeltemadelkarma.

—¿Ycómoesqueeresuncaracol?—mepreguntó.Adiósamisesperanzas.Respiréhondoyconté agrandes rasgosqueBartonyyohabíamos

intentado separar a Jannis y Kelly, que probablemente lo hubiéramosconseguido,almenossegúnBuda,yqueporesoyanoéramoscigüeñas,sinocaracoles.

—Jannissiempremecayóbien—recordómimadre—.Esmuybuenchico.

Barton resopló con desdén en sueños, como si hubiera oídoinconscientementequehablabanbiendesurival.

—Y el caracol roncador, ¿de verdad es la estrella del cine MarcBarton?—seinteresómimadre.

—Asíes.—Megustólapelienlaquecruzaeldesiertoensilladeruedas.—Probablementeseaslaúnicapersonadelmundoenteroalaquele

gustó—contestérisueña.—Almenoslaúnicaosapanda.—Ahoramimadreinclusosonrió—.

¿Sabesqué?Aquí,enelzoo,mehetopadoconalgúnqueotrofamoso.—¿Ah,sí?¿Conquién?—inquirí,contentaalversusonrisadepanda.—ConBobMarley.—¿Laestrelladelreggae?—Noconozcoaningúnchimpancéquesepamásdesetasqueél.—¿Terefieresalaclasedesetasquemetemo?—pregunté.—Sientanlamardebien.Esperabahaberoídomal.—Ishotthesheriff—empezóacantarmimadre—,butIdidn’tshoot

nodeputy,ohno...Esa canción siempre me había parecido curiosa. Dudaba que en

presenciade la turbadispuesta a un linchamiento sirvierade algonegarqueunonosehabíacargadoalayudantedel sheriff.Yencimacantando.Sin embargo, hubo otra cosa que me chocó mucho más... ¿MI MADRE

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TOMANDOSETASALUCINÓGENAS?¿CONELPIIIBOBMARLEY?[22]—Adivina qué amante famoso es ahora un panda —me soltó mi

madre,dejandodecantar.—Casanova—contesté,lanzandounsuspiro.—Asíes—dijomimadre,sorprendidadequelohubieraadivinadoa

laprimera.—¿Porcasualidadtambiéntienesalgoconél?—quisesaber.—Jiji—repusomimadre.—¿«Jiji»?—laimité—.¿Esésaturespuesta?—Jiji—repitió.Nomelopodíacreer:mimadreteníaunlíocondosososalavez.—Vamos,noseastancarca—espetó.¿¡¿Yo,carca?!?Jamás habría pensado que alguienme echase eso en cara, ymenos

queesealguienfueramimadre.¡LAQUETOMABASETASALUCINÓGENASCONBOBMARLEY!

—Elamorlibreesalgobonito.Hayfrasesqueunahijanodeberíaoírnuncadecirasumadre.—Tanto Casanova como Aarg tienen sus puntos fuertes; ese

Casanovahaceunascosasconlalenguadepanda...Y luegohay frases con lasqueunoquerría enfermardeAlzheimer

espontáneamente.—Aarg,encambio,esmásanimal...—¡Mamá!—Y no me refiero sólo a que sea un animal. Tiene algo que

engancha...—¡MAMÁ!—¿Sabes,Daisy,porquécreoquenosreencarnamos?—planteó.—¿Para acumular buen karma?—respondí, aliviada con el cambio

detema.—Para que no cometamos los mismos errores que en la primera

vida.Aunque tenía sentido,noacababadeentenderqué tenía esoquever

conlosdosmachospanda.—¿Ycuáleselmayorerrorquelamentanlaspersonasensulechode

muerte?¿Comomepasóamí?—mepreguntómimadre.—¿Nohaberquerido...?—aventuré,titubeante.

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—Casi.—Sinoeseso,¿quées?—Nohabervivido.

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CAPÍTULO45

Querido. Vivido. Dos verbos que sonaban muy parecidos y, sinembargo,significabancosascompletamentedistintas.

—Meha sidodada una segundaoportunidady pienso aprovecharla—anunciódecididamimadre, y con ello tambiénmedejó claroquenoteníaningunaganadeoírreprochesdemiboca(oquizáprecisamentedemiboca)sobresunuevavidacomoosa.

Entendí que creía que en su primera vida no había vivido losuficiente.Sehabíaatadoaunhombrequenolaqueríayhabíapasadosuvidaconél.Seguroquealfinalsuamortambiénsehabíaapagado,ysólohabía seguido a su lado pormí.Y antes de que yome hicieramayor ypudierasepararsedemipadre,enfermódecáncerymipadrese lioconElse.¿Quiénerayoparanoconcederleunasegundaoportunidad?

Sí,quemimadredisfrutaratranquiladesunuevavidacomopanda.Y,porloqueamírespectaba,consussetas,conelchimpancéBobMarleyeincluso con Aarg y Casanova. Sólo tenía que procurar no estar en supelajecuandodesaparecieraconunodelosdosentrelasmatas.

—¿Vive...?—empezó,peronodijomás.—¿Qué?—pregunté.—¿Todavíavivetupadre?—Sí.—Mealegro—repusosonrientemimadre—.Y...¿levabienconsu

novia?—Desaludandatocado,pero...—Ahoraerayolaquevacilaba.¿Le

contabaamimadrequeseguíaqueriendoalaElseasesorayellaloqueríaaél?¿Noleharíamuchodaño?

—¿Pero? —insistió, y decidí decir la verdad, a fin de cuentas nopodíamentirle después de tantos años, comohacía sin cesar cuando eraadolescente.

—Sequieren.—Esoestábien.Se alegraba por él. De corazón. De ese modo demostraba una

grandeza increíble, una grandeza que yo nunca había demostrado. Sialguien me hubiera dicho que Jannis quería de verdad a Kelly... no sé

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cómoreaccionaría.Peroseguroquecontantagenerosidadno.Paraentonceselsolyacasisehabíapuesto,yenelcieloseveíauna

luna llena embriagadora que habría incitado a cualquier hombre lobo alanzaraullidosdealegría.Meacurruquébienenelpelajedemimadreydije:

—Losientomucho.—¿Quéexactamente?—Quesiempremeportémalcontigo.—Sóloenlapubertad.—Perolohiceabasedebien.—Mevinoalamemoriaunavezque

mimadrequisosaberdóndehabíapasadolanocheylallamémamáStasi.—Bueno, hubo una temporada en que nome llamabasmamá, sino

LargodeaquíoCierralapuerta—recordóentrerisas.De pura vergüenza me entraron ganas de meterme en mi casa de

caracol,encogermeydarmedecabezazosportonta.—Perolaverdadesquenoeraparatanto—afirmó.—¿No?—inquirísorprendida.—En la adolescencia, el cerebro se encuentra en un estado de

desequilibrio permanente —aseguró risueña. Había perdonado micomportamiento, y según parecía tampoco en aquellos tiempos le habíaresultadotanmalocomoyopensaba.

—Tengo que pedirte disculpas, Daisy. Te gritaba porque estabadesbordada. La separación de papá, la enfermedad, todo era demasiadoparamí...,demasiado...

—Está olvidado. —La entendía como al parecer ella siempre mehabíaentendidoamí.

—Porlovistoesunaleydelanaturalezaquemadreehijasesaquendequicio—constató—.Pormuchoquesequieran.

Sentaba bien hablar de todo. Las dos. Sí, creo que lo mejor de lareencarnación era que uno volvía a tener la ocasión de cambiarimpresiones.

—Siempretehequerido—dijomimadre.—Yyoati.Mecogiódesuhombroconlagarraymebesóconsuavidadconsu

boca de osa. Fue el besomás húmedo y a la vez elmás bonito quemehabíandadoenlavida.

Después me depositó de nuevo en su pelaje y nos quedamos

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contemplandoenunbeatíficosilenciolanocheestrelladadelunallena.

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CAPÍTULO46

Enelmullidopelajedemimadredormícomohacíamuchotiempoquenodormía.Posiblementecomodesdecuandomemetía en la camitaconTeddy Savalas.A lamañana siguienteme despertaron los primerosrayosdesol,peronoabrílosojos.Disfrutabademasiadotumbadacomoestaba,dejandoqueelsolyelpelodemimadremecalentaranelcuerpo,sin pensar en nada y saboreando el momento. Entonces oí que Bartonpreguntaba:

—Perdone,belladamapanda...—¿Sí?—lerespondiólabelladamapanda.—¿Leimportaríasubirconmigoaunaterraza?Abrílosojosdespavorida.Nicincominutosdespuésmimadretrepabaporeledificioenelque

vivía Kelly. Con sus brazos de osa pasaba de un alféizar a un dragóndecorativo, de una barandilla a un saledizo, de una estatua a un balcón.Recordélaúltimavezquelavienelhospital:postradaenlacama,enloshuesosyhastalascejasdemorfina.Debíadeserestupendoparaellapodermoverseasí.Ypenséporprimeravez:«Lareencarnaciónpuedeseralgogenial,ojaládisfrutarandeellatodaslaspersonasquesufrieronmuchoenlavida».

—¿Por qué los pandas no os largáis del zoo si podéis salir tanfácilmente del recinto? —inquirió Barton cuando mi madre se paró adescansarenunalféizar.

—¿Por qué íbamos a hacerlo? Si anduviésemos libres por NuevaYork, las personas nos darían caza.Vivimos bien, no sufrimos como elgoriladeallado,quenecesitamuchoespaciopornaturaleza.Lajaulaenla que está encerrado las veinticuatro horas para que no ataque a losmonos es peor para él que Guantánamo. Dicho sea de paso, el gorilatambiénesunapersona reencarnada.A juzgarpor todo loque tienequeaguantar,seguroqueantesfueuncanalla.

—¿Tambiénesalguienfamoso?—quisesaber.—Ni idea.Losanimales loevitamos.Poresosólosésunombrede

pila.—¿Cuáles?

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—SellamacomoundelincuentedelSalvajeOeste.—¿Billy?¿CómoBillyelNiño?—No,Jesse.ComoJesseJames.Bartonseestremecióamiladoymediolaimpresióndequequería

desaparecerensuconcha.Nohizofaltaquedijeranada:Jessenosóloeraelnombredelfamosoladróndebancos;supadretambiénsellamabaasí.Y si mi madre estaba aquí, podía ser perfectamente que su padrereencarnadoocupaselajauladelgorila.

—Unpisomás.Mi madre señaló arriba y distinguimos la barandilla de la terraza.

Barton sacudió su cuerpo de caracol y con ello probablemente tambiénpretendiesedejardepensarensupadrepordepronto.QueríacentrarseenKelly, a la que esperaba ver de un momento a otro. A mí me daba lomismocómo le fuera.Sólome interesaba Jannis, pero a esas alturas yahabríaregresadoaBerlín,asíquenoesperabasacarnadadeesaexcursiónal ático.Con todo,noqueríadejarlo solo.A finde cuentas, élmehabíaacompañado hastamimadre. Pero,más que otra cosa, quería quedarmetodoloposibleenelamorosopelajedemimadre.

Deunsaltoimpresionantesalvólabarandilla,ynadamásllegaraunrincónensombradelaterraza,Bartonexclamó:

—¡Hombre,nomepiii!Nopudepormenosquemostrarmedeacuerdoconsuanálisisdela

situación,yaqueenelsalónvimosnosóloaKellyenelsofá—llevabaunvestidoazulquesentabadivinamenteasucuerpoperfecto—,sinotambiéna Jannis, que —aún vestido con absurda ropa de marca— se paseabaarribayabajodelantedeella.¿PorquédemoniosnosehabíamarchadohacíatiempoaBerlínysehabíaquitadolaridículagominadelpelo?

—Jannis ha cambiado mucho —opinó mi madre mientras seacurrucabaenelrincónparaquenoladescubrieran—.Estáestupendo.

Bartonyyoresoplamosalavez.—Parece que están discutiendo.—Mimadre puso demanifiesto lo

evidente.A nosotros, los caracoles, nos pareció bien. Pero por desgracia no

entendíamosdequéibaladiscusión.Lapuertadelsalónestabaentornadaparaquenopudierancolarseanimalesdeciertotamaño—unalecciónqueKellyhabíaaprendidotraslainvasióndelascigüeñas—,yacercarnosmásparasaberquédecíaneraimposible:siveíanunosopandaseguroquese

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pondríanagritarcomohistéricos.—Ojalásupiéramosdequéva—sequejóBarton.—Tengounplan—aseguré.—¿Cuál?—Tíranos—lepedíamimadre.—¿Cómodices?—preguntaronalunísonomimadreyBarton.—Quenostireshacialapuerta.—¿Aesolollamasunplan?—inquirióBartonespantado.—Laalternativaesnoenterarnosdenada.Bartoncomprendióqueésanoeraunaalternativa,asíquesuspiróy

lepidióamimadre:—Tírenos.—Como queráis.—Mi madre encogió los hombros de panda, nos

separó del pelaje con su garra, tomó impulso y nos convirtió en losprimeroscaracolesvoladoresdelahistoria.

Aterrizamosviolentamentejustodelantedelapuerta,enelsuelodelaterraza.Dadalasituación,fueunaventajaquenotuviésemoshuesos.Sóloseme hizo una pequeña grieta en la casita del golpe, pero como en laconchanohabíaterminacionesnerviosas,nodolió,ypensé:«Puedovivirsinproblemaconunaclaraboyaenlacasa».

Una vez recuperados, oímos que Kelly le decía a Jannis, la vozahogadaporlaslágrimas:

—¿Supersticiones?¡Nosonsupersticiones!¡Sonseñales!—¿Dequéhabla?—preguntéaBartonaunvolumennormal,puesal

finyalcabolaspersonasnooíanaloscaracoles.—Notengonirepajoleraidea.—Nicole,exageras...—Jannisintentabatranquilizarla,envano.—No exagero. Estemos donde estemos la muerte nos persigue.

Primerolosrecondenadospecesdelacuario...—¿Recondenados? —le pregunté a Barton—. ¿Quién usa palabras

comorecondenados?—ANicoleno legustan los tacos,ésaes lapalabramásduradesu

vocabulario.Nosólolamuyasquerosaeraunbombón,sinoqueademásteníamás

modalesqueyo.—Y después las cigüeñas—añadió sulfurada—. Esas recondenadas

cigüeñas que murieron ahí. Nuestro amor empezó con la muerte. Y

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despuéssólohahabidomuerte,muerteyrecondenadamuerte.Alguienajenoa la situaciónpodríahaberpensadoqueKelly estaba

haciendosuexamenfinaloraldelmásterdelacarreradehisteria,peroyo—y a juzgar por su mirada también Barton— supe en el acto cómohabíamos conseguido separarlos.Que nos partiéramos la crisma siendocigüeñas fue la gota que colmó el vaso para Kelly. Sencillamente noqueríaquenadamáslesiguierarecordandoalamuerte.

—Mealegraríanoverlatantriste—musitóBarton.—YamíqueJannisnoestuvieratandesesperado.Aunque nos sintiéramos mal, lo que habíamos hecho estaba

absolutamentejustificado.JannisnoqueríaaKelly,asíqueeramejornosólo para nosotros, sino también para ellos, que cada cual tomara sucamino.Deesaformapodríanencontrarelverdaderoamorenotraparte.

—Deboconfesartealgo—dijoJannis.—¿Qué?—Bartonformulólapreguntaquetambiénestabaescritaen

lacaradeKellyyqueyoteníaenlapuntademiinexistentelengua.—Antesnotequería,Nicole.Unapenanotenerpuñosparacerrarlosydargritosdealegría.AKellyselesaltaronlaslágrimas.—¿Porquélerestriegaesoahoraporlasnarices?—espetóBarton,al

quenolegustabaversufrirasumujer—.ÉsenoesningúnHarryPotter,esunPolPotter.

—Peroahoratequiero—añadióJannisantesdequelasuperestrellarompieraallorar.

—¿Qué?—soltamosauntiempoKelly,Bartonyyo.—Mehedadocuentaestosdíasquehepasadosinti.Poresoheido

retrasando el vuelo hasta hoy, y la verdad es que no quiero coger eseavión,mequieroquedarcontigoparasiempre.

Sentíundolortremendoenlazonaquesoportabaelpesodemicasa.Conqueallíestabamicorazóndecaracol.

—Avecesunosólosedacuentadeloqueechademenoscuandolohaperdido—continuóJannis.

—Esomesuena—admitióentristecidoBarton.—Yamí—convineyoenvozbaja.—¡Fuera!—le gritó Kelly a Jannis. Era evidente que sentía que le

habíamentidoyengañado.—Pero...—balbucióél.

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—¡Fuera,recondenadoembustero!Quiso abrazarla, pero ella se lo impidió con un gesto. Jannis se

esforzabaporno llorar.Micorazóndecaracolmedoliómás inclusoalverlotantriste.

—Bueno,puesentoncesmevoy—dijoconvozlacrimosa.Kellynohizonadaporevitarlo,nodijonadamás.Jannisaceptóque

nopodía reconquistarlaysalióde lahabitación.Las lágrimas lecorríanporlasmejillas.Nuncalohabíavistollorarasí.Nicuandomelarguédesucamanitampocoenmientierro.

Apenas hubo salido, también Kelly se echó a llorar como unaMagdalena.Yonuncahabíalloradoporunhombrecomollorabaella.NisiquieraporJannis.Nisiquieraahora,cuandoteníaelcorazóndecaracoldestrozado. ¿Acaso no se merecía Jannis a la mujer que más lágrimasderramabaporélporamor?

—Tengoqueconsolarla—aseguróBarton,quenopodíasoportarversufrirasumujer.

Al cabo de un minuto y un centímetro de trayecto recorridocomprendióloabsurdaqueerasuempresaysedetuvo.Fuihastaél,paralocualnecesitéasimismounminuto,ydije,conmalaconciencia:

—Probablementenoseamostansuperchiripitiflautimáticos.—No,laverdadesqueno.—Másbiensupermierdomáticos.—Esosequedacorto...—Superrecondenada...—¡Daisy!Mecallé.—Buda fue muy amable con nosotros. Merecíamos habernos

reencarnadoenanimalesdelaboratorio.Laideamehizoestremecer.Sobretodoporquenopodíaestarmásde

acuerdoconBarton.Habíamoshecholoimposibleparaquelaspersonasalasquequeríamosno fuesen felices juntas.Yesoque, siendohormigas,pecesdeacuario,cigüeñasocaracoles,nopodíamoshacernadaparaquefuesen felices. Para colmo de males, nos habíamos alegrado de haberconseguido cargarnos su amor. Todo junto daba como resultado laacumulacióndeunabuenacantidaddemalkarma.

—Estánhechoselunoparaelotro—afirmé.Barton miró a Kelly, que estaba en el sofá, llorando contra los

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cojines.Serconscientedeellodebíadesertanduroparaélcomoparamí.—Tenemosqueayudarlos—aseveré.—¿Ayudarlos?—Aquevuelvanaestarjuntos.—¿Ycómopiensasconseguirlo?—se interesóBarton, alqueno le

hacíamuchagracialaidea,másbienalcontrario—.Somoscaracoles.—Esoesverdad—admití,dejandocaerlasantenas.—Somospequeños,lentoseinsignificantes.—Esverdad—reconocíconunsuspiro.—Ynosólosomosinofensivos,sinoqueademásnotenemosbrazos.—Esotambiénesverdad—repuse,yenderecélasantenas,yaquese

mehabíaocurridounaideagenial—.Perotambiénsomosotracosa.Bartonmemiródesconcertado.—¿Qué?—¡Resbaladizos!

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CAPÍTULO47

—¿Resbaladizos?—Bartonnoentendíaadóndequeríallegar.Lógico,miideaerasencillamentegenial.

—Somosresbaladizos—repetíentusiasmada.—Esoyaloheoído,ytambiénmesientoresbaladizo,perosigosin

entenderte.—Si Jannis nos pisa cuando baje la escalera, resbalará. Caerá

rodandotresocuatroescalonesyseguroqueseharádaño.Separtiráalgooseromperálosligamentos...oloquesea...,encualquiercaso,perderáelvuelo.

—Esonoharáqueacabenjuntos—objetóBarton.—TuNicoleestanbuenapersonaquelollevaráalhospital.—Sí,probablemente—confirmó.—YveráenlacaídaunaseñaldequeJannisnodebecogeresevuelo.—Sí,probablemente.—Yselepasaráelcabreo.Bartonasintióconsucabezadecaracol.—Elamorseocuparádelresto—afirmé.EraevidentequeBartonteníasusdudasalrespecto.—¡Sequieren!—Megustaríaquedejarasdehacerhincapiéenello.—Yelamorsiempregana.—¿Atitepasóalgunavez?—mepreguntóconescepticismo.—Nuncatuvelasuertedequereraalguienquetambiénmequisieraa

mí.—Entonces,¿cómolosabes?—PorlascomediasrománticasdeHollywood.—Esonosonmásquecuentos.—Setocóconlaantena lafrentede

caracol.—Esos cuentos no funcionarían tan bien si en el fondo no fuesen

verdad.—Unagrantesis...—Amímepareceplausible.—Daisy—respondióBartonconunasonrisadesatisfacción—,jamás

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habríapensadoqueerasunaromántica.—Yo tampoco —reconocí, sorprendida conmigo misma, y en ese

momentomeparecióestupendoserlo—.Lacuestiónes:¿ytú?—Yonosoyunaromántica...—repusoBartonentrerisas.—Entonces,¿quéeres?—Niidea—afirmó,inseguro.Yporprimeravezmedioenlanariz

quequizáfueseunrománticoanónimo.—Seasloqueseas—lodesafié—,tienesqueadmitirquemiplanes

genial.Trassopesarsiadmitirloono,Bartondecidióquenoloeraydijo:—Yotengounomejor.—¿Cuál?—inquiríasombrada.—QueHarryPotterbajerodandomásdetresocuatroescalonespara

que se haga daño sí o sí.—Los ojos de caracol de Barton despidieronchispasdealegríaantelaideadequeJannissedescalabraracontodaslasdelaley.

—Quizátengasrazón—accedí.Sinembargo,lacertezadequeseríamosloscausantesdequeJannis

sufriesesemejantecaídahizoquedeprontomesintieramal.Peroapartélaidea:quienjuegaconfuego,sequema;quiennoarriesga,nogana;ynosepuedesanarunamorsinantescausardolor.

—Ahora tenemosque llegara laescaleradeprisa—instóBarton—,antesdequesevaya.

Llamé en el acto amimadre y le pedí que nos llevara abajo. Connosotros acomodados en el pelaje del hombro, bajó ágilmente por lafachada.Ibaacontarleloquenosproponíamos,peroaellalepreocupabaotracosa.

—Daisy,¿tepuedopreguntaralgo?—Loquequieras—respondí.—¿Creesquesepuedetenerunarelacióncondoshombresalavez?Loquequisiera¡menoseso!—¿Porquépones esa cara? ¡Es algoque existe!Creoque se llama

poliamorío.—No,sellamapolitontuna.Mi madre saltó a un balcón del sexto piso. Desde allí se veía

perfectamentelaescalerademármolporlaquequeríamoshacerresbalaraJannis.Laescalera,segúncontédeprisa,teníaquincepeldaños.

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—Miraquetehasvueltocarca—dijomimadre,amoscada.Como empezaba a tocarme un poco las narices que no parara de

llamarmecarca,solté:—Y es especialmente politonto que encima ande por medio un

hombredelaEdaddePiedra.—¿AcasocreesqueenlascavernasdelaEdaddePiedralagenteera

monógama?—Esoprefieroniplanteármelo.—Aargmehahabladodelapolicópula.—¿Aarghautilizadolapalabrapolicópula?—Enrealidaddijoñacañacaenmanada.Enesemomentofuiconscientedequeloscaracolestambiénpodían

tenermigraña.—Quenoesqueloquierahacer—tratódetranquilizarmemimadre.—Mealegraoíreso.—fuemimordazrespuesta.—ComomuchoconélyCasano...—¡MAMÁ!—Noesmiintencióninterrumpirunaconversacióntanperturbadora,

perolapuertasehaabierto.—¡Mierda!—espeté, pues todavía estábamosdemasiadoarribapara

llegaratiempoalaescalera.Simimadrenostirabaconsugarradepandadesde el balcóndel sextopisonos estrellaríamos contra los escalonesynosharíamospapilla.

—¡NoestuHarryPotter!—exclamóaliviadoBarton.En lugar de Jannis, los que salieron fueron los dos empleados

brasileños.ElgordoSergio llevabaagarradaasuaúnmásgordaMaria,que se sostenía el vientre: a todas luces tenía fuertes contracciones. Depuro dolor gritaba: «Virgem santíssima», «Jesus, Maria e José» y«Fuckinghell».

Sergio llamóaun taxi amarillo, que se detuvo en el acto.Mientrasacomodabaasublasfemamujerenelasientoconlaayudadeltaxista,quelucíaunturbante,mimadre,quepensabaenvozalta,dijo:

—¿Cuántoduraráelembarazodeunpanda?La idea de tener un hermano oso era lo que me faltaba para

enloquecerdefinitivamente.Sergio indicó al taxista del turbante que acelerara, y éste salió

disparado, sorteando el fluido tráfico de Nueva York como si además

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trabajaradeespecialistaenlaspelículasdelasagaAtodogas.—Yo le recomendaría que fuese más despacio —observó Barton

lanzandounsuspiro:hablabaporpropiaexperiencia.Nosquedamosmirandoeltaxi,quedoblólaesquinaatodapastillaen

direcciónaTimesSquare,yurgíamimadre:—Porfavor,llévanosabajo.Mientrasavanzabapor labarandilladelbalcónquiso saberquénos

proponíamos.Se locontéconpocaspalabrasy, cuandohube terminado,elladijo:

—Asíacumularéisbuenkarma.Enesemomento,esomedabaabsolutamentelomismo.Nosetrataba

demí:loúnicoquequeríaeraqueJannisnosufrieramás.—Vais a hacer un gran sacrificio —prosiguió mi madre mientras

continuababajandoderepisaenrepisa.—Perdimosanuestrosamoreshacetiempo—objeté.—Nomerefieroaeso—replicóella.—Entonces,¿aquéterefieres?—A que cuando Jannis os pise, moriréis. Y seguro que duele un

montónqueteaplasten.Bartonyyonosmiramosytragamossaliva.—Nomedigáisquenohabíaispensadoeneso.Puesno.Yhabríaestadobienqueellanolohubieramencionado.Aterrizóacuatropatasenunbalcóndelprimerpiso,endiagonalala

escalerademármol.—Loquierohacerdetodosmodos—declaréconvalentía.—Yyo—dijoBarton.—Estáislosdoslocos—opinómimadre.Esonosepodíanegar.EneseinstanteJannissalióporlapuerta.

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CAPÍTULO48

—Tíranos—le pedí amimadre, pues ya era demasiado tarde paraquenosdejaraenlaescalera.Poralgúnmotivo,deprontovaciló,asíqueselovolvíapedir—:¡Tíranos!

—Nopuedohacerlo.—¿Qué?—inquirí.—Peroquépiii...—soltóBarton.—Acabodereencontrarte.—Mimadrepugnabapornollorar—.No

tequieroperder.AhoraJannisestabaen loaltode laescalera.Paróparaquitarse las

gafasdemarcaysecarseconlamangalallorosacara.—Mamá,porfavor.—¡No!—Si acumulamos buen karma, no tendré que vivir más siendo un

caracol—aduje.Laverdadesqueamíesomedabalomismo,perosabíaqueparami

madre era importante que ascendiese en la rueda de la reencarnación.Como cualquier buena madre, siempre quería lo mejor para mí. Sinembargo,esavezsedebatíaconsigomisma.

—Peroentoncesnovolveréaverte.Bajonosotros,Jannislimpiabaafondolasgafas.Echaríaaandarde

unmomentoaotroyadiósanuestraoportunidad.—Acumulará ustedmal karma si impide que nosotros acumulemos

buenkarmapormotivosegoístas—tercióBarton.Seguro que a él su karma también le daba lomismo, lo único que

queríaeraqueKellynolloraramás.Mimadrenodijonada.—Mamá,teprometoquerenacerécercadeti.—¿Cómopiensascumpliresapromesa?—SiBudanoseocupa,haréquesuvidaseauninfierno.Aloíreso,mimadrenopudoevitarreírse,aunqueenrealidadquería

llorar.Nossacódelpelajeydijo:—SacadequicioaBudacomohacíassiempreconmigo.Me dio un último beso con su blanda boca de osa y nos lanzó.

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Salimosvolandoychocamoscontraeldécimopeldañodelaescalera.Ami concha se le hizo otra claraboya, pero por lo demás no pasó nada.Bartontambiénestababien.Físicamente.

—Hacerquevuelvanaestarjuntosduele—afirmó.—Perotambiénsientagenial.Bartonasintió,sabíaperfectamenteaquémerefería.—Siestosalebien,tendránunavidaestupenda—aseguré.—Llenadeamor.—Llenadeamor.—Asíquevamosahacerlocorrecto.—Laverdadesquenoformamostanmalequipo.—Másbiensuperchiripitiflautimático—dijoBartonrisueño.Mereí.Apesardelainminentemuerte.Nos miramos a los ojos de caracol. Estábamos orgullosos de

nosotros mismos y eso nos unía. Nunca habíamos tenido unossentimientostanparecidos.Yestavezeranbuenos.

Deprontonotamosquesegenerabaunaespeciedeelectricidadentrenuestrasantenas.Comosinostocáramosdelicadamentesintocarnos.

Sobrenosotros,Jannisempezóabajar,peroBartonyyonoalzamoslavista.Nopodíamosdejardemirarnos.Elcosquilleoqueprovocabaesaelectricidadincreíbleeracadavezmásintenso.Mediomiedo.YaBarton,alparecer,también.

—Quizádebiéramosmirararriba—propuseasustada.—Pueshazlo—replicóBarton.—Túprimero.—No, ladies first—dijo sonriendo. Incluso siendo un caracol (no,

precisamentesiendouncaracol),teníaunasonrisairresistible.—Nosoyunalady—contestéenvozbaja.Elcosquilleocasi resultaba insoportable.Enelaireflotabaunbeso.

Aunque no sabía si los caracoles se besaban ni, en el caso de que lohicieran,cómo.

—Deesoyamehedadocuenta—aseguróBartoncon tanta ternuraque esta vez no me ofendió—. Con una lady es imposible vivir tantascosas.

La sombra de Jannis se instaló sobre nosotros. Ni nos dábamoscuenta,porqueahorahastaveíamoscómosaltabanchispasdelasantenas.Comosideunabengalasetratase.Deunmomentoaotro,nuestrasantenas

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seuniríanylanzaríanfuegosartificiales.Demaneraqueasísebesabanloscaracoles.

Cerré los ojos y deseé sentir ese beso de caracol como no habíadeseadonadaentodamivida.

Nuestrasantenassehallabanatansólounmilímetrodedistancia.EneseinstanteJannisnospisó.

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CAPÍTULO49

Naturalmente,tambiénvipasarpordelantedemitercerojomividacomocaracol:viaJannisyaKelly.AmimadreyaAarg.ABartonyamí.Y las chispas que saltaron entre nuestras antenas. Sobre todo vi esaschispas.

Después, para variar, volví a flotar con mi cuerpo de personadesnudohacialaluz.Sabíaquetodosucederíaigualquesiempre:notaríael estupendo calor, intentaría no dejarme engañar, entretanto miraría aBarton, confirmaría que desnudo estaba increíble, luego caería en latrampadelaluz,acontinuación,contratodopronóstico,confiaríaenqueme fundiría con ella, y al final volvería a ser rechazada y comenzaríaentristecidaunanuevavida.

Laluzeraelamorpuro.Yserrechazadoporlaluzsiempredolía.Sinembargo, esta vez las cosas fueron distintas. Completamente distintas.Buda flotaba en la nada blanca hacia nosotros, y no se nos aparecía enforma de hormiga, pez payaso, polluelo o caracol, sino en forma depersona.Eracomolasfiguritasquehabíaenlamesaauxiliardelhospitaldondeestabamimadre:calvo,conunasonrisafelizyunabarrigaenorme.SólohabíaunadiferenciaentreelBudaqueflotabaallí,enlanadablanca,yeldelamesadelhospital:

—Porfavor,Buda—exclamé—,¡podríasponerteunospantalones!—Eso—meapoyóBarton—,quesitemiro,mequedociego.—Puesvosotrostampocolleváisnadaencima—repusoBudaconuna

sonrisa.—¿Ydequiéneslaculpa?—inquirióBarton.—Nosédequétequejas,bienquetegustamiraraDaisy.Barton se ruborizó. Y yo más. ¿Le gustaba mirarme? ¿Mi, ay,

imperfectocuerpo?PerosiestabaacostumbradoatenermujeresperfectascomoKelly...Eraasombroso,deltodoincomprensible.

Pero lo más asombroso fue que, cerca de la luz del amor, yoestuviesehablandoconelmismísimoBudayreaccionarademaneramuydistintadecomoquizálohubierahecholamayoríadelagentedehallarseenmi lugar.Ellos sehabrían sentidoprofundamente impresionados.PorBuda. Por la nada blanca. Por la luz. Sin embargo, a mí me interesaba

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muchomásqueaBartonlegustaramirarme.ConfiabaenqueBudanoledijeraaélcuántomegustabaamímirarsucuerpodesnudo.

—YDaisytemiraatiencantada—soltóelsonrienteBuda.¡Mierda!Enesemomento,lacaradeBartonpasóaserunaboladeluzroja.Y

lamíamás.—En vosotros hay algo grande, siempre lo he sabido—por suerte

Budacambiódetema—.Oshabéissacrificadoparaqueotrosseanfelices.Esoesalgoaloquepocaspersonasestándispuestas.

—No éramos personas —precisé mientras poco a poco nuestrascarasvolvíanasucolornormal.

—Yunoscaracoles,menos—aseguróBuda—.Paraserexactos,soislos primeros que habéis conseguido hacer algo tan estupendo desde unescalón tan bajo. Ha habido personas reencarnadas que, como perros,caballosoburros, semostrarondispuestas a sufrirunamuertedolorosadesinteresadamente,pero¿comocaracoles?No.Loscaracolesnuncahanhechoalgoparecido.¡Estoyorgullosodevosotros!

¿Cuándo fue la última vez que alguien estuvo orgulloso de mí?Jannis,enmisintentonasdeseractriz,quetanimportantesmeparecíanenaquellos tiemposyque tras todasmis reencarnacionesmeresultaban taninsignificantes.YahoraelmismísimoBudaestabaorgullosodemí.

—Enmuchaspersonashayalgogrande—continuóelgordinflón—,pero lamayoríano llegaadescubrirlonunca.Ni siquiera semolesta enbuscarlo.

Pese a la perenne sonrisa, se le veía algo decepcionado con lahumanidad.

—Vosotrosdossoisdistintos.Comorecompensa,podéisiryaalaluzinfinitadelnirvana.Osfundiréisconellayconoceréisladichaeterna.

La dicha eterna... sonaba bien. Bien se quedaba corto, sonabaincreíble, estupendo. Eternamente dichosos. Pero, entonces, ¿por qué nomeilusionabalaperspectiva?

MiréaBarton,quetampocoparecíaloquesediceeufórico.—Novolveréisaestarsolos—prometióBuda.Esosíquesonabagenial.¿Porquénomeentusiasmaba?—Elnirvanaeselobjetivodetodas lasalmas—contóBuda,quese

percatódenuestraoposición.—¿Volveremos a ser nosotros mismos en la luz? —preguntó

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cautelosoBarton.—Novolveréisaalbergaresedeseo.—Asíqueno.—No volveréis a albergar ese deseo—repitió Buda, la sonrisa un

pocomáspersuasiva.Bartonnoparecíaconvencido.Sindudaaalguiencomoélnolehacía

gracia renunciar a su ego. Me miró inseguro. Era evidente que queríasaber qué pensaba yo al respecto. Porque a mí tampoco me convencíamucho.Quizáelnirvanafueseelobjetivodemialma,podíaser,peronoera el objetivo de mi conciencia. Claro que en la luz sería feliz y novolveríaaestarsola,yesoestababien—inclusomuymuybien—,y,sinembargo,teníalasensacióndequefaltabaalgo.Yexclamésinquerer:

—¡Perositodavíanohevivido!Mimadreteníarazón:esoesloquemáslamentaunoalmorir.—¿Cómodices?—preguntóasombradoelrisueñoBuda.—Puesquetodavíanohevivido.Desperdiciéporcompletolosaños

quepasécomopersona.—Probablemente sea cierto —admitió Buda; Barton guardaba

silencio.—Sólosupeloqueeravivircuandoeraunpez,enelmar,ydespués

cuandoeraunpájaro,enelaire.Elmerorecuerdohizoquemeentraranganasdenadarenelaguay

volarhastaelcielo,¡vivirlavida!—¿Adónde quieres ir a parar? —preguntó Buda, la sonrisa

enfriándose.Eso,¿adóndequeríairaparar?Nosabíaquédecirniquépensar.No

asíBarton:—Queremosregresaralmundo.Budaestabaimpresionado.Yyotambién.Renunciaraladichaeterna

paravolveratenerlaoportunidaddevivirnosóloeraalgoinaudito,sinoqueademássuponíaunriesgoincreíble.¿Ysienmisiguientenuevavidaacumulaba otra vez mal karma? Posiblemente perdiera para siempre laoportunidaddedisfrutardeladichaeterna.

—¿Tú también quieres eso?—me preguntóBuda, la sonrisa ahoracongelada.

Elriesgoeragrande.¿Podríaserfelizenlaluzsiteníalasensacióndenohabervividodeverdad?

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—Sí, quiero—repliqué, sonando un poco como una novia ante elaltar.

SaltabaalavistaqueaBartonlealegrabanmispalabras,peroBudadejódesonreírdeltodo.

—Esoesimposible.—¿Porqué?—quisesaber.—Vacontratodaslasreglas.—¿Esquenolashacestú?—¿Quéquieresdecirconeso?—preguntóBudaasuvez.—Quemeimportaunpitoquiénhagalasreglas.—Nolopuedopermitir—asegurólaboladegrasa.—Puesclaroquepuedes—tercióBarton.—Si rehúsas el deseo de vivir, seguro que acumulasmal karma—

razoné.Los ojos deBuda se achinaron, por lo visto había tocadoun punto

débil,ymásquedecir,espetó:—Nomegustanadacuandolaspersonasempezáisaargumentar.—¿Ycuandolosargumentossontanbuenoscomoéste?—Esomegustamenosaún.—Pues yo, en tu caso, me libraría de nosotros cuanto antes —

propusoBarton.Budaluchabaconsigomismo,peronocedía.—¿Tienesmadre?—quisesaber.—¿Quétieneesoqueverconelnirvana?Al parecer, las preguntas prohibidas debían responderse con otras

preguntas.—Le prometí a mi madre que volvería y estaría cerca de ella —

aclaré.Budaestabadesconcertado.—¿Habríaspodidonegarlealgoatumadre?—lepregunté.Elgordomemiróun instante,perplejo,ydespuésseechóa reír.A

carcajadasycontodaelalma.Elbarrigónselebamboleaba,yBartonmesusurró:

—Estaríamuchomejorquellevaraalgoderopa.—Ciertamentesoismuyespeciales—afirmóBuda, limpiándosecon

lasgruesasmanoslaslágrimasderisa.—Entonces,¿podemosregresar?—quisesaber.

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Budarecuperólaseriedad.—Aunquequisiera,paralasalmasquehanalcanzadovuestronivelno

haycuerposdeanimales.Medevanabalossesos:¿quéalternativasteníamossiBudanoestaba

dispuesto a devolvernos al mundo en forma de animal? Una planta noqueríaser.Nihierbani roblenieléboro,nisiquieracáñamo.¿Quéotrasposibilidadeshabía?¡Claro!¡Esoera!

—¿Ysivolviéramosareencarnarnosenpersonas?¿Seríaposible?—pregunté.

ComoBudanoseopusoenelacto,Bartoninsistió,esperanzado:—¿Podríasdevolvernosalmundoconuncuerpodepersona?—Sí—admitió Buda de mala gana—, ya lo hice una vez con una

mujer.[23]Barton le dedicó una sonrisa igual de ancha que la que él solía

gastarseconnosotros.Alfinalelgordosuspiró,dándoseporvencido,yyoreídepuradicha:podíaregresaralmundoconelcuerpodelabuenadeDaisy.¡Porfinempezaríaavivir!

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CAPÍTULO50

Cuandodespertédenuevo,estaba tumbadabocaarriba.Sobremísecernía un humo oscuro, y olía mucho a gasolina, plástico quemado ycuero achicharrado. Oí sirenas. Seguro que eran de camiones debomberos, de la policía o de ambulancias, quizá incluso de los tres. Elacre humo me achicharraba los pulmones. Sentía un dolor infernal enbrazosypiernas,yalgomedabapatadasenlabarriga.¡Pordentro!PenséenelactoenAlien:cuandoalgoledabapatadascontralabarrigaaalguienpordentro,porreglageneralnosignificabanadabueno.

Quise incorporarme para verme la barriga, pero estaba demasiadodébil: como si pesara dos quintales.Así que sólo levanté un brazo paratocarmeyverquépasaba,peroamitaddelmovimientomedicuenta:¡ésenoeramibrazo!Tampocoeraunapatadehormigaounaaletadepezounala de cigüeña; era un brazo de persona, sí, pero no el mío. Éste eraoscuro.Noporelhollín,sinopornaturaleza.Pero,sobretodo,eragordo,por no decir fofo. La buena de Daisy no tendría ese brazo ni siquieradespuésdezamparsedosmilpizzas,aunquetuvieranprosciuttoetiramisùencima.Nocabíalamenorduda:¡ésenoeramicuerpo!

Tampoco es que Buda me lo hubiera prometido explícitamente. Y,pensándolobien,tampocohabríapodidodevolvermeamicuerpo,yaquellevaba algún tiempobajo tierra, y comomucho serviría para actuar defiguranteenTheWalkingDead.Y,hastaparaeso,antesdeempezararodarhabríasidonecesarioquitarlecomoDiosmandalosgusanos.

Entonces, ¿quiénera ahora?O,mejordicho: ¿quécuerpohabitaba?Dadoqueno tenía fuerzaspara incorporarme,miréhaciaun lado.Viuntaxi neoyorquino listo para ir al desguace empotrado en un escaparatedestrozado.EnelhumeantecapóhabíabolsasdePrada,quehabíansalidovolando con el choque. En el asiento del conductor, un hombre con unturbante se sujetaba la frente. En el asiento de atrás estaba el gordo deSergio. Inconsciente. Posiblemente muerto. Lo que significaba... lo quesignificaba... que yo era Maria. Y las patadas que notaba en la barrigaeran...¿¡¿deunbebé?!?

Reaccionéaellocomohabríahechocualquieraenmisituación:perdíelsentido.

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CAPÍTULO51

Cuandodespertédenuevoestabaen la camadeunhospital.Enunasilla,amilado,seencontrabaSergio.Teníavendadalacabeza,yelcuerpole rebosaba del asiento. El brasileño era casi tan gordo como Buda. Ocomoyoenminuevocuerpo,enelqueahoraelniñodabapataditascontraelvientre.¿Nodebería tenercontracciones?Maria las teníacuando lavisalir de casa. ¿Era la conmoción del accidente la que las habíainterrumpido? ¿O acaso losmédicosme habían administrado algo? Seacomo fuere, enmi nuevo cuerpo crecía una vida, y pronto daría a luz...Consólopensarlomeentraronganasdedesmayarmeotravez.Ademásundesmayo también habría tenido el agradable efecto secundario de noverme obligada a devolver la mirada desvalida de Sergio. Pero pordesgracia uno no puede perder el sentido cuando le da la gana. Elbrasileñoesperabaquelehablase.Pero¿quéleibaadecir?Bueno,notevasacreerloquehapasado.Esqueniteloimaginas...

Comonodecíanada,Sergiopreguntóconcautela:—Oi,tudobom?Madre mía, mi francés era un desastre, y portugués sólo había

estudiado seis semanas, en el grado superior, antes de que cambiara declase.Sólomeacordabadelasprimerasfrasesdellibrodetexto,queeran:AondeestáaestaçãodoNorte?(¿DóndeestálaestacióndelNorte?)yNosaco tem três garrafas (Hay tres botellas en la bolsa). Así que estaríaperdidasinuestraconversaciónnogirabaentornoabotellasenunabolsaoaestacionesdelNorte.Yaunasíesostemastampocomedaríanparaunaconversaciónmuylarga.

—Tudobom?—repitióSergio.Amododerespuestamedecidíporunasonrisamuda.—Vocêtemdor?—quisosaber.¡Cómoquetenedor!Atodasluceselbrasileñogordoempezabaapreocuparse,einquirió:—Tudocertinho?Como no hiciera otra cosa que sonreír como una idiota, Sergio

pensaríaquesumujerhabíasufridodañoscerebralespermanentesdebidoal accidente. Así que debía decir algo de una vez. Pero difícilmente le

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podía preguntar dónde estaba la estación delNorte.O decirle que en labolsa había tres botellas. Me puse a pensar como una loca qué otraspalabras recordaba en portugués, y dije lo primero que me vino a lacabeza.Pordesgraciafue:

—Bacalhau!—Bacalhau?—preguntóSergiosorprendido.Primeromeentraronganasdedarmeamímismaporestúpida,pero

luegopenséquequizánohubierasidotantontodecireso.SiSergiocreíaque tenía hambre, seguro que iría a buscarme—a buscarle a su mujerembarazada—algodecomer.Comosindudaenelrestaurantedelhospitalnohabríabacalhau, tardaríaunbuen ratoenvolver,ymientras tantoyome ocuparía de poner tierra de por medio. Eso si podía levantar de lacamami embarazado cuerpo de dos quintales. Pero Sergio no se fue, einsistí:

—Feijoada,churrasco,panodiqueso?Eraevidentequepandequesoenportuguéssedecíadeotramanera.

Paradisimular,meapresuréadecir:—Caipirinha!Sergio se quedó sorprendido: no era de extrañar, probablemente la

caipirinhanofueselabebidamásapropiadaparaunamujerenavanzadoestadodegestación.

—Caipirinhasinálcool—mecorregí.—Caipirinhasemálcool?—mecorrigió.—Esso.Estabadiciendoauténticasgilipopiii.Sergiosesalíadelasilla,estabaincómodo,peronohacíaelmenor

ademándemarcharse,selimitabaamirarmeconescepticismo.—Avanti, avanti! —Moví la morcilla que tenía ahora por mano,

temiendo,probablementeconrazón,quehubiesehabladoenitaliano.—¿Maria?—preguntóelhombre,comosiyanosecreyesequeyo

eraMaria.¿Cómo lo sabía?Me refiero a que uno no saca conclusiones sólo

porque su mujer de pronto hable como una turista en el Algarve. ¿LointuíaSergioporqueconocíamuybiena sugranamor?¿Porqueera sualma gemela y notaba que ahora era otra alma la que se hallaba en sucuerpo?Paraevitardarunarespuestasincera,contestéapocada:

—AondeestáaestaçãodoNorte?

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—TúnoeresMaria—dijoSergio,eninglés.—Nosacotemtrêsgarrafas—admití.Elbrasileñogordoasintió.Despacio.Circunspecto.Luegosonrió.Lo

que, bien pensado, era una reacción bastante rara, pues se encontrabadelantedelcuerpodesuembarazadísimamujer,de laquemuchosensulugarhabríanpensadoqueestabaposeídaporundemonio.

Deprontoserio.Conunarisaunpocohistérica.Comosóloseríenlosqueacabandehacerpuentingolosqueacabadalajornadalaboralsonasesinosenserie.Cuandodejódereírseysesecólaslágrimasdelosojos,constató:

—TúeresDaisy.—¿Barton?—YavasiendohoradequemellamesMarc.Ahoralaqueseriofuiyo.Reímosyreímoshastacongestionarnos,

nos quedamos sin aire y nos sujetamos los barrigones. Hasta daba laimpresión de que el bebé se divertía, a juzgar por las patadas que daba.¿Cuándohabíasidolaúltimavezquemehabíareídoasíconalguien?Larespuestaera:¡nunca!

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CAPÍTULO52

Cuando nos calmamos, celebramos en silencio nuestra nueva vidahastaque...bueno,hastaquecomprendimoscuáleseranlascircunstancias:SergioyMariahabíanmuertoenelaccidente.

—Es tan injusto, con lo jóvenes que eran...—comenté. Aunque noconocía a los brasileños, su muerte me entristeció tanto como hastaentoncessólolohabíahecholademimadre.Eneltiempoquesiguióamiprimerareencarnaciónmehabíavueltomássensible.¿Sesuponíaqueesoerabueno?

—Lamuerteesunabitchdeluxe—aseguróBarton,esto...Marc.—¿Dóndecreesqueestaránsusalmas?—lepregunté.—Enlaluzinfinita.Eranpersonasmuchomejoresquenosotros.Sergio y Maria serían felices para siempre, lo cual era estupendo

para ellos y suponía un consuelo para nosotros. Así y todome parecíainjusto:

—Noconoceránasuhijo...Nada más decirlo, me entraron ganas de llorar. Antes de que la

primeralágrimarodaraporminuevamejillarolliza,Marcdijo:—Peronosotrossí.Nocaíenseguida.—Nosotrosconoceremosalniño—afirmó.Parabienoparamaleracierto.—Ycuidaremosdeél.Memareé:ibaasermadre.¿YMarcqueríaserelpadre?—Esnuestraresponsabilidad.¿Cómo podía aceptarlo tan deprisa cuando a mí la idea me

inquietaba? Quizá porque Marc siempre había querido tener hijos. Oporque se sentía en deuda con Sergio y Maria. O culpable. Porquehabitábamossuscuerpos.Quizáinclusolofuésemos,culpables.

Marccogiómigordezuelamanoenlasuyayaseguró:—Podremosconello.Completamentedesbordada,retirélamano.Sindudaerademasiado.

Eneseinstantellamaronalapuerta.—¿Quiénes?—preguntóMarc.

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—Somos nosotros, Sergio —repuso una voz de mujer más queconocida—.JannisyNicole.

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CAPÍTULO53

Nosmiramosespantados.LanuevafrentebrasileñadeMarcseperlódesudor.Presadelpánico,melevantédelacamadeunsalto,observélaventanayfantaseéconqueanudabaunassábanasymedescolgabaporlafachada.

—¿Selodecimos?—preguntóMarcenvozbaja.—Yopiensohacermelamuerta—musité.—¿Secreeríanquenosotrossomosnosotros?—Yopiensohacermelamuerta.—Aunque podríamos demostrárselo contándoles cosas que sólo

podemossabernosotrosyqueesimposiblequeconozcanSergioyMaria.—Yopiensohacermelamuer...—Noestássiendodemuchaayuda,Daisy.—¿Podemospasar?—pidióNicole.—¿Qué te parece si atamos las sábanas y nos escapamos por la

ventana?—lepropuseaMarc.Élmeagarróconfuerzaporelfofobrazo,memirófijamentealos

ojosydijo:—Tienenderechoasaberlo.—Sí,esverdad—admití.—Adelante—dijoMarc,soltándome.Tenía el pulso a 210, dentro de un segundo vería a Jannis y por

primeravezdesdehacíamuchomuchotiemponotendríaqueverlosiendounanimal.

La puerta se abrió y Kelly le cedió el paso a Jannis, que llevabamuletas e iba escayolado. Por lo visto, cuando resbaló con nosotros serompió lapierna.Comoeradesuponer,Kellyseocupabaconcariñodeél. Cuando le dijo: «Temanejasmuy bien con lasmuletas» y le dio unbesito,tuvimosclarodeunavezportodasquesehabíanreconciliado.

MediounapunzadadedolorverasíaJannisyKelly.Yapodíamosno haberlo hecho tan bien y no haber acumulado tanto buen karma. AMarc,encambio,noparecíaimportarlelaestampa.Curioso.

—Habéis tenido mucha suerte —afirmó Kelly con una sonrisaradiante—. Losmédicos dicen que normalmente nadie sobrevive a esas

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lesionesenlacabeza.Metoquélafrenteporactoreflejoymedicuentadeque,aligualque

Marc,llevabaunvendaje.—Soisdosbuenoscabezotasbrasileños—rioJannis.Kelly se rio con él, no así nosotros dos. Se notaba que aMarc le

habríagustadotirarleaHarryPotter lapiedrafilosofala lacabeza,yenciertomodo amíme chirriaba que nos tratara—que tratara aMaria ySergio—deformatancampechana.

—Encualquiercaso,mealegrodequenooshayapasadonadapeor—aseguró Kelly, y me dio un abrazo. Claro que no podía decirse quefuera un abrazo en toda regla, porque sus bracitos apenas abarcaban laespalda de mi corpachón. A la supermujer, que olía estupendamente aalgún perfume bueno en el que se percibía un toque de lavanda, no leimportó lomásmínimoqueyooliese adesinfectantey sudordegorda.No sabíaquéhacer, así que le di con lasmanazasunosgolpecitos en ladelicadaespaldaymiréaMarc,quemehizounaseñaldeasentimientoconlacabeza.Habíallegadolahoradelaverdad.

—Tenemosquecontarosalgo—empezó.—Algoabsolutamentedemencial—añadíyo.—Peroqueasíytodoesverdad.Kelly se separódemíynosmiróconcaraexpectante, al igualque

Jannis. NiMarc ni yo comenzamos a hablar. Ninguno de los dos sabíacómo expresar la locura que habíamos vivido. Nos miramos comodiciendo:empiezatú;no,tú;y¿quéfuedelodeladiesfirst?

—Bueno,¿yquéesesoquenosqueréiscontar?—preguntóKelly,ysonrióperpleja,yaquepercibiónuestrainseguridad.

Marc hizo de tripas corazón y se dispuso a contar lo de lasreencarnaciones.Peroenlugardedeciralgo,empezóacantar:

—«¿Dedóndellegáisamí?DelpaísdePitufín».Todos lomiramosasombrados.¿EstabacantandoLacanciónde los

pitufos?¿Enunapupiiisituaciónasí?¿Queríajorobarnos?¿Sobretodoamí?

Sin embargo,Marc parecíamás sorprendido incluso que nosotros.Intentódominarse,sedispusonuevamenteadarunaexplicacióny...cantóotravez:

—«¿Porquésoisdetonoazul?Porquenohayvientodelsur.»¿Aquéveníaesatontería?Lehiceunaseñaparaquesecallara.Sino

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teníaelvalornecesarioparadecirlaverdad,loharíayo.MevolvíaJannisyKelly,respiréhondoycanté:

—«¿Tocáis alguna tonada?»—Madre mía, ¿qué me ocurría? ¿Porquénopodíahablarconnormalidad?Probédenuevo—:«Conunaflautaencantada».

Jannis y Kelly me miraron como si me faltaran unos cuantospitufotornillos. Por mi parte miré asustada a Marc, que se encogió dehombros condesvalimiento.No entendía lo quenos estabapasando.Sinembargo, yo empecé a entenderlo:Budaquería impedir quehablásemosdelavidadespuésdelamuerte.Lógico.Ellopondríapatasarribaelordendelmundo.

Enmi últimodía en laTierra vi en el cercanías a unmendigo quecantabaLacucaracha.¿Sehabríareencarnadotambiéneintentabaenvanoadvertir a su entorno al respecto? Sea como fuere, en ese momentoparecíamostandesquiciadoscomoél.

Intentéporúltimavezhacermeentender:nuevamentesinéxito.—«Adelante,Pitufo:la,la,la...Lasegundavoz...»YMarccantó:—«La,la,la».—«Todosjuntos.»Y Kelly y Jannis entonaron la canción. Decidieron interpretar el

hechodequecantásemoscomounaalegrecelebracióndelavida:—«Grandessoiscualcañamón.¡Túsíqueeresgrandullón!».AMarcyamínonosquedómásremedioquecantarconellos,así

queloscuatroentonamos:—«¿Sabéistodocontestar?Túsíquesabespreguntar».Jannis cogió una flauta imaginaria e hizo como si fuese el pitufo

flautista.Cantamosybailamos,ysólolodejamosen«¿Quéhacéissialgomarchamal?¡Sólojuegoapitufar!»porqueeneseinstanteempezaronlascontracciones.

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CAPÍTULO54

¡Lascontraccionessonunabuenamierda!Eldolorerainsoportable.Todosaquellosa losque lesencanta lanaturalezaquemeexpliquenporquécausasemejantesufrimiento.Esmás,porquéinventóeldolor.Sí,loscientíficosdicenqueeldolortienelafuncióndeavisarnosdequealgovamalennuestrocuerpo.Porfavor,silanaturalezaeratanestupenda,¿porquénonosincorporabaalosseresvivosunindicadorluminoso?Alfinyalcabo,esolohacíanhastalosingenierosdelaOpel.

Estabaenunasaladepartosquenopodríaparecermásdehospitalsila hubiera concebido un escenógrafo para un thriller médico futurista.Apestabaadesinfectantey ami sudor.Elpartono lo asistióunmédico,sino una comadrona negra de mediana edad que llevaba rastas y meexhortabaaqueyo,blandengue,hicieraelfavordeesforzarme.Lamujerhablabaenuntonoquemehizosospecharqueanteshabíasidoinstructoradel Ejército norteamericano. Que me regañara me cabreó, sobre todoporquesabíaque tenía razón: lo importanteallínoeramidolor, sino lacriaturitaqueluchabacontodassusfuerzasporsalirdemicuerpoyalaqueyodebíaayudar,pormuchoquemedoliera.

Junto ami cama,Marc sudaba amares en su cuerpo de Sergio—estabacasi tanempapadocomoyo—,yapoyabaelpesoyaenungordopie,yaenelotro.Lacomadronadelasrastastambiénlebufabaaél:

—Tú,estorbo.Oleechasunamanoatumujerotelargas.—Esquenoesmimujer...—balbucióMarc.—Déjatedecuentos.¡Llevaslamismaalianzaqueella!Mientras esperaba, jadeante, a que llegara la siguiente contracción,

memirélamanoderecha,viunanillodeoroconunadiscretapiedrarojayconstaté:nosólovoyasermadre,sinoqueademás¡estoycasada!

Llególasiguientecontracciónysoltéunalarido.—¿Piensashacerloono?—lesoltólacomadronaaMarc.—¿Quésesuponequedebohacer?—¿Esquenohabéishechoelcurso?—¿Quécurso?—Marcsudabacadavezmás.—¡Eldewindsurf!—¿Windsurf?—repitióMarcasombrado.

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—Eldepreparaciónalparto,idiota.—No,nolohemoshecho...—balbució.—Québien,lospadresmodernos—afirmócondesdénlacomadrona

mientrasamímellegabalasiguientecontracción.—¿Quédebohacer?—inquirióMarc.—¡Estarconella!Eso lo entendió. Marc se acercó a mí, me cogió con su manaza

derechalamanoizquierdaymesostuvoconelotrobrazo.Erasuformadedemostrar queme apoyaba.Sí,Marc estaba conmigo en el dolor.Lomejorquesabía.Nosepodíapedirnadamás.

Losminutossiguientesoímispropiosgritoscomoalolejos, igualque los ánimos de la comadrona, que decía cosas como: «No aflojes,bitch». Sin embargo, cuando estaba a punto de darme por vencida ysuplicar que me operaran de urgencia, oí alto y claro que Marc mesusurraba:

—Estoycontigo,Daisy.Ellomediolafuerzanecesariaparaseguirempujando.Conlaúltima

contracciónelbebésalió.Lacomadronasonrióydijo:—Noestámal,bitch.Ahora semostrabamuydulce y amable, al parecer sólo había sido

bruscaparaquenomerindieraantesde tiempo.Medejóconcuidadoalpequeño en el desnudo vientre. Sentí su calor, su aliento, incluso losrápidoslatidosdesucorazón.

—La puedes acariciar tranquilamente —dijo la comadronasonriendo.

Casinomeatrevía.Lepaséconsumocuidadolosgruesosdedosporla arrugada piel. Era tan delicada, tan suave. Todo mi dolor habíadesaparecido de golpe y porrazo. Me invadió una dicha que no habíasentidonunca.Ydeprontopenséquelanaturalezaeraestupenda.

—Esunaniña—dijoMarc,sonriente,laslágrimascorriéndoleporlarollizamejilla.Alverlo,tambiényollorédealegría.¿Cuándohabíasidolaúltimavezquehabíalloradoasíconalguien?Nunca.

—¿Y bien? —preguntó la comadrona mientras cortaba el cordónumbilical—.¿Cómopensáisllamarla?

MiréelbultitoquedescansabaenmivientreyluegoaMarc.Losdospensamos lomismo: la pequeña debía llamarse como su difuntamadre.Asíquerespondimosalavez:

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—Maria.

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CAPÍTULO55

Pasé los siete días siguientes en el hospital y allí aprendí algunascosasdelamaternidad:laestrechauniónqueseestablececonunacriaturatan pequeña cuando se le da de mamar y lo poco que te deja dormir.Duranteesetiempo,Marccasinoseapartódemilado,inclusosequedabaporlanocheenelsillónquehabíajuntoamicama.Lode«estoycontigo,Daisy»ibaenserio.

Pese a tener los dedos gordos, era un hacha cambiando pañales, ydespuésdequeyoledieraelpechopaseabaalapequeñaporlahabitaciónhasta que echaba el aire. Y cada vez queMarc le daba un besito en lamejillaconsusabultadoslabiosyellafruncíalaboquita,micorazoncitodemadresaltabadealegría.Sí,teníauncorazóndemadre.EnciertomodoconsiderabaaMariamihija.

Y, sin embargo, cuandome paraba a pensar lo que significaba esoexactamente,me entraba el pánico.Sentía que era demasiado jovenparasermadre,aunqueminuevocuerpopasaradeloscuarentaaños.Mesentíamuy insegura.Muy inexperta. Siempre tenía la sensación de que estabacometiendo errores con la niña. De que siempre era culpa mía cuandollorabaynosabíacalmarla.Pero,sobretodo,mesentíademasiadocomoDaisy.¿Quépodíaaportarlealguiencomoyoaunacriaturatanpequeña?SicuandoeraDaisyhabíafracasadoporcompletoenlavida.

ParecíaqueaMarcnolepreocupabanesascosas;alcontrario,porlovistoselasapañabamuchomejorconnuestranuevavida:yomequejabade mi nuevo peso, me quedaba sin aliento enseguida y siempre megolpeaba con la cómoda o contra la puerta, porque me costabaacostumbrarmealasdimensionesdemicuerpo.AMarc,encambio,noleimportaba poder ser la futura imagen de Weight Watchers. Cuando leestabadandoelpechoalapequeñayélsemetiótrabajosamenteentremicamaylacunaparacambiarlaropadecamadelaniña,lepregunté:

—¿Noteimportanadateneresteaspecto?—¡Meencanta!—¿Te encanta? —No me lo podía creer—. ¿Y qué es lo que te

encanta?—¿Túteimaginasloquecuestamantenerelcuerpoenforma,joven

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ydelgado?Siempre he estadohaciendo ejercicio y dietas y tomandounmontóndesuplementos,ytodoparaseguirenelmercadodeHollywood.¿Sabes lo que es no poder comerte ni siquiera una pizza sin que al díasiguientetengasquepasartedoshorasmásmachacándoteenelgimnasio?¿Laculpabilidadquesienteunoconcadagramodegrasademás?Ahorapuedocomerporfinloquemedalagana.

—Sielcuerpoyaestáechadoaperder...—comprendí.—... uno come sin cortapisas —acabó él la frase, y los dos nos

reímos.ApartéaMariadelpecho,y justocuandomeestabaponiendoensu

sitioelenormesujetadordelactancia,encuyascopaspodríanhaberhechoel nido dos cigüeñas, Kelly entró en la habitación. Llevaba un ramo defloresenorme,quemeofreciódiciendo:

—Esperonomolestar,peromegustaríahablarosdealgo.Le di las gracias amablemente, metí el ramo en un florero del

hospital y repuse que claro que no molestaba (aunque llevaba mesescomplicándomelaexistencia).Sinembargo,Kellyyanomeoía:nopodíaapartarlavistadelapequeña.

—¿Puedo cogerla? —preguntó, y aunque seguía sin caermedemasiadobien,contesté:

—Claro.Kelly cogió a Maria en sus delgados brazos con sumo cuidado y

comentó:—Espreciosa.Marcyyonossonreímos,henchidosdeorgullo.Comosifuésemos

susverdaderospadres.En ese momento Jannis entró en la habitación con sus muletas y

observó,risueño:—Québientequedalaniña,Nicole.—¿Túcrees?—replicópudorosa.—Deberíamosteneruna—afirmóJannis.Esomechocó.Aunqueestuviesenjuntosgraciasanosotros,aúnme

costabaaceptarqueJannisquisieraaesamujer.MiréaMarc:noparecíaestar nada celoso. ¿Había superado lo de su mujer igual que lo de sucuerpazo?

—Vayamosporpartes—dijoKelly,ymepasóalaniñaparaquelaacostara.Deprontoestabarara,peroyonoteníaniideadequéeraloque

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enturbiaba su humor—. Primero la boda —añadió, con una sonrisaforzada.

¿Boda?Depurosustocasisemecaelaniña.—Jannisyyonoscasamoslasemanaqueviene.EnAcapulco,enla

playa.MeapresuréamirarnuevamenteaMarc,quesonreía:—Esunanoticiaestupenda.Sin duda había superado lo de Kelly, pero yo no podía decir lo

mismodeJannis.—Y adivinad quiénes queremos que sean los padrinos —afirmó

radiante la futuraNoviamásSexydelMundo—.Tenéis tres intentos.Osdaremosunapista:eslamejorparejadelmundo.

—BradPittyAngelinaJolie—aventuré.—No.—GeorgeClooneyycomoquieraquesellamesunuevanovia.—No.—¿SiegfriedyRoy?—SergioyMaria.Madremía.—De eso quería hablaros —dijo Kelly risueña—. Vuestro amor

siemprehasidounejemploparamí.¿Queréissernuestrospadrinos?—Conmuchomuchogusto—asintióalegreMarc,delqueempezaba

apensarquehabíaolidodemasiadospañalessucios.—¡Gracias! —exclamó Kelly, y me dio un besito en la mejilla

mientrasyonisabíaloquemeestabapasando.TambiénJannismediolasgracias con un besito. La última vez que lo había tenido tan cerca fuecuandomeacostéconél.Tiempoatrás.EnBerlín.Cuandoeraunaidiotamayorinclusoqueahora.

Después de besar asimismo a Marc los dos, el futuro matrimoniosaliódelahabitación.Aturdida,dejéamipequeñaMariaensucunita.

—Todavíanoselohadicho—observóMarc.Yoapenaslooía.Amicerebrolecostabadigerirlasnovedades.—NicolenolehadichoaúnaHarryPotterquenopuedetenerhijos.Deprontocaptótodamiatención:asíqueporesohabíaabrazadoasí

KellyalaniñayhabíareaccionadodeformatanextrañacuandoJannislesoltólodetenerhijos.

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—Nicolesólopuedeadoptar—afirmócompasivoMarc.Adoptar. El hijo de Nicole tendría muy buena vida. Era unamujer

buena y cariñosa. Y además con dinero. Que ese hijo pudiera ser lapequeñaMariafuealgoquenosemeocurrióenesemomento.

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CAPÍTULO56

—Ladies first —dijo Marc sonriendo cuando nos vimos ante laescaleraquellevabahastalaentradadelpisodeCentralPark.EltaxiquenoshabíapagadoKellydesapareció en el tráficodel final de la jornadalaboraldeNuevaYork.Marc llevabaelmoisésdeMaria,que trashabermamadoechabaunasiestecitaynisiquierasedespertóconlasbocinasdelos coches. Para ella el mundo estaba en regla. Para Marc parecía irestupendamente.Ypocoapocoamíesomeibacabreando.

—Memuerodeganasdevernuestracasa—anunció.—¿Esquenosabescómoeslacasadevuestrosempleados?—Nuncabajéalentresuelo—sonrió—.Peroseguroqueesbonito.—A ti nada de esto te incomoda, ¿no? —pregunté, cada vez más

crispada.—¿Quémeibaaincomodar?—¿Ylopreguntas?—Sí...—Que vivamos la vida de otros—estallé—.Que estemos casados.

Que seamos padres. Que seamos el personal de servicio de tu ex y deJannis. ¡Y sus padrinos! ¿Cómo puedes aceptar todo esto con tantafacilidad?

—Porqueahorasoyotrapersona.—Sóloestásenotrocuerpo.—Tambiénsoyunapersonadistinta.—Ya,claro...—Yesporti.—¿Pormí?—Ven,queteloenseño.Marc me cogió de la mano y subió la escalera conmigo. Cuando

habíamosrecorridolastrescuartaspartessedetuvo.—¿Loves?—preguntó.—Siveo¿qué?—Eso.—Señaló abajo, al escalón donde Jannis resbaló al pisarnos

cuandoéramoscaracoles—.Aquífuedondepasó.—¿Quéexactamente?—preguntéconairevacilante.

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—Saltaronchispasentrenuestrasantenas.Eraunafrasequesindudaningúnhombrelehabíadichoaunamujer.—Nodeseabanadatantocomotocartelasantenasconlasmías.Esa frase seguro que tampoco eramuy habitual entre un hombre y

unamujer.—Tequiero.Esafrase,encambio,lasmujereslaoíanmásamenudo.Sóloquea

mínomelahabíadichonuncaningúnhombre.Almenosnosinquefueramentira.MiréamialrededorparacomprobarqueefectivamenteMarcserefería amí, no fueraqueKelly estuviesedetrás en la escalera.Peronoestaba. Ni tampoco había otra mujer. Tan sólo un vendedor de perritoscalientestamilqueteníaelcarritoenlacalle.

—Nomerefieroaél—puntualizóMarc,risueño.—¿No?—repuseyoconunhilodevoz.—Telodigoati.Mequedéhelada.—Perotumujer...—balbucí.—Eslamásbelladelmundo.—Pueseso.—Peroyanonecesitoteneralamujermásbelladelmundo.Niserel

actor conmás éxitodelmundo.Yano tengoquedemostrarle nada amipadre.Soylibre.YsideverdadmipadreeselgoriladeCentralPark,selodirétambiénaél.Perotambiénledirécómopuedeacumularbuenkarmaparaquenotengaquevivirmilvidashorriblesmás.

Marc odiaba a su padre y ahora quería ayudarlo. Ciertamente eraotro.Seacercócontientoamíydijo:

—No hay dos personas que hayan vivido más cosas juntas quenosotros:hemosimpedidounaguerra,hemossentidolalibertaddelmaryhemosaprendidoavolar juntos.Pero lomás importanteesqueestuvisteahí cuando te necesité.Me apartaste de la cocaína yme salvaste la vida.Graciasatihecomprendidoloquedeverdadimporta.

Memiróalosojos,yyomeagarréalabarandilla.—Seguroquetútambiénlosentiste,Daisy...,quelosiguessintiendo...,

laschispas...No esperó a que le respondiese, dejó el moisés en la escalera, se

acercóamí,cogiómicaraentresusmanosgordasymebesó.¡Mebesó!

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¿Sehabíavueltoloco?¿Mehabíavueltoloca?Mesiguióbesando.Ynopudeevitarlo:ledevolvíelbeso.Definitivamentenoshabíamosvueltolocos.

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CAPÍTULO57

Unos minutos después estábamos tumbados desnudos en la camaXXXL, reforzada con somieres extrarresistentes y queocupaba casi porcompleto el pequeño dormitorio del piso de los empleados de servicio.Apartedelacama,sólohabíaunagranlámparadelavarojaydosbaúlesdemaderamacizapara la ropa.En lasparedeshabíapóstersde, supuse,estrellas de telenovelas brasileñas. Que vieron cómo Marc y yo nosbesábamoslocamente.Yesoquetuvimosqueesforzarnosparacoordinarnuestros corpachones. Por desgracia sólo con cierto éxito. Y es quecuando intentéponermeencimadeél,perdimoselequilibrioy fuimosapararalaalfombrilladepelorosaquehabíaenelsuelo.

—¡Ay!—exclamóMarc,queacabódebajodemí.—¿Tehashechomuchodaño?—preguntépreocupada.—Bueno,alfinyalcabosoymipropioairbag—contestó.No pude evitar reírme. Y juntos nos reímos más aún cuando a

continuación probamos a encontrar la mejor postura para el sexo connuestros ajenos cuerpos gordos. Al final lo conseguimos, y acabamoshechos polvoy satisfechos en la alfombra.El primer polvodesdehacíamuchotiempo.Desdehacíamuchasvidas.

—Nunca me lo había pasado tan bien —afirmó Marc risueñomientrasyomeacurrucabaensupecho.

—Yotampoco.Eraverdad.Eralaprimeravezquenomepreocupabamiaspectoni

miactuación.Enestesexoelrendimientonoimportaba.—Sielcuerpoyaestáechadoaperder...—empecé.—...sequieresincortapisas—continuóMarc.Nosreímosdenuevo,ysindudahabríamosseguidodivirtiéndonossi

Marcnohubiesevueltoadecir:—Tequiero.Lo decía de verdad. Y también en un tono que dejaba claro que le

gustaríaescucharun«yyoati».Peronoselopudedecir.Semehizounnudoen lagarganta.Tenía la lenguaparalizada.Estabacomobloqueada.¿Porquénopodíacorresponderasuamor?¿TeníaqueverconJannis?

—Eldestinonoshaunido—observófelizycontento.

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Cualquier mujer con dos dedos de frente le habría dado la razón.Peroamítodavíanadiepodíaecharmeencaraquetuviesedosdedosdefrente.

—No...nopuedo—balbucí,ymelevantéyempecéavestirme.Marcmemiró,dolido,peronodijonada.Metíalaniñaenellujosocarritodecolor burdeos que Kelly nos había regalado, dije que me iba a dar unpaseoysalídecasa.

Ese momento ocupó el puesto número cuatro de los peoresmomentosdeldíaenquemurióparasiemprelabuenadeDaisy.

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CAPÍTULO58

Cuando abrí la regia puerta del edificio vi a Jannis sentado en laescalera.Precisamenteenelescalónenelquehabíaresbalado,enelqueMarcyyoestuvimosapuntodetocarnosconlasantenasyenelquepocoantesnoshabíamosbesadoporprimeravez.Teníalasmuletasallado.Mepreguntódeinmediato:

—¿Teayudoconelcochecito?—Perosiconlasmuletasnotequedaningunamanolibre.—Siesnecesario,puedoapoyarunpocoelpie—afirmósonriente,y

selevantóagarrándosealabarandilla—.Yestomeparecenecesario.¿Opiensasbajartúsolaelcochecito?

Buena pregunta. El chisme era ultramoderno, pero tambiénultraaparatoso.

—Siquieresayudar,pormíencantada—repuse.Jannis apoyó lasmuletas en la barandilla y cogió el carrito por la

parteinferior.Juntoslolevantamosylobajamos,sinqueningunodelosdos se cayeraoMaria sedespertara.Ledi las graciasy Jannisvolvió asentarse para no sobrecargar el pie. Era evidente que la pierna aún ledolía,peronodejóqueselenotara.Demaneraque,pesealaropanuevayal lujoquelorodeaba,enelfondoseguíasiendoelmismo:unapersonaqueayudabadesinteresadamentealosdemás,incluidossusempleados.

—¿Cómoesqueestássentadoaquífuera?—lepregunté.—Nicolemehacontadoalgoquetengoquedigerir.Asíque lehabía confesadoquenopodía tenerhijos.Había sidoun

golpe para él. Yo quería consolarlo, igual que él me había consoladoantes,ysinpensarlomucholesolté:

—Laadopcióntambiénesunabuenaalternativa.—¿Laadopción?—repitiódesconcertado.—Sí,paraalgunosniñosesestupendotenerunospadresquepuedan

ofrecerlesunavidamejor.Amenudoessuúnicaoportunidad.JannisjugueteabaconsusgafasdeHarryPotter,comosinosupiera

adóndequeríairyoaparar.—AngelinaJolieyBradPitttambiénlohanhecho—continué.—Losé.

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—Yparavosotrostambiénseríalomejor.QueNicolenopuedatenerhijosnosignificaquedebáisrenunciaraellos.

Élladeóunpocolacabezaypreguntómuysorprendido:—¿Nicolenopuedetenerhijos?Oh,oh.—Eh...—balbucí—,¿noesesoloquetehacontado?—Me dijo que prefiere casarse en la catedral de San Patricio, en

Manhattan, que enAcapulco, en la playa. Y eso que yo no quiero tenernadaqueverconlareligión.

Mehabríagustadoteneramanounapócimaconlaquevolatilizarme.—¿Deverdadquenopuedetenerhijos?—preguntódenuevo.Asentí,yJannissederrumbó.—Deseas fundar una familia con ella, ¿no? —inquirí, aunque en

realidadnomeapetecíasaberlarespuesta.[24]—Contodamialma,sí.—¿Alguna vez en tu vida has deseado esomismo con alguien?—

pregunté,contantotinocomocuriosidad.—Sóloconunamujer.Peroestámuerta.¡Noloestoy!,meentraronganasdegritar.Perosihubieraintentado

decírselo, lo único queme habría salido habría sidoLa canción de lospitufos.YenvistadequeJannisseacababadeenterardelainfertilidaddesufuturaesposa,puedequeesacanciónnohubiesesidomuyapropiada.

—¿AmabasaesamujermásqueaNicole?Quizáno fuera justo preguntarlo, peroquería, debía saberlo a toda

costa.—Estámuerta.Aunquenoeraunarespuestadirecta,mehizoconcebir laesperanza

de que Jannis tal vez me amara más que a Kelly. Aunque Marc y yosintiéramosalgoelunoporelotro,alfinyalcaboJannishabíasidomiprimeramor.Y,porello,tambiénelmásimportante,¿no?

Posiblemente incluso pudiésemos tener un futuro juntos. Un buenfuturo.Entrehombreymujer,noentrehombreyhormiga,pez,cigüeñaocaracol. Como animal no podía hacerlo feliz, y por tanto se lo habíacedidoaKelly,peroahoralasituaciónhabíacambiado.

Pordesgracia,pensabancasarselasemanasiguiente.Yparacolmodemales,yoeralamadrinadelnovio.ComoenunacomediadeHollywood.SideverdadnuestravidafueseunacomediadeHollywood,pensé,cuando

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elcuradijeraenlacatedral:«Sihayalguienqueseopongaaestaunión,que hable ahora o calle para siempre», yo me plantaría ante el altar ycantaríadesesperadaLacanciónde lospitufos.Ymientras los invitados,entre ellos nuestras antiguas compañeras de piso, se preguntaran en losdurosbancosdemaderacuándo llegarían loshombrescon lacamisadefuerzapara llevarse a labrasileñapirada, Jannismemiraría fijamente alos desesperados ojos y sabría ver en ellosmi alma. Balbuciría: Daisy,conqueerestú...,ysepondríaallorardefelicidad.Alosdelacamisadefuerza, que irrumpirían en la catedral en ese preciso instante, Jannis losmandaría a casa con cajas destempladas. Después apartaría a Kelly, secolocaría conmigo ante el altar yme tomaría comoesposa.Happy End.Fundidoennegro.

—¿Porquésonríes?—quisosaberJannis.—Eh...,pornada,pornada—repuse,dejandodesoñardespierta.—Creoquequieresdecirmealgo...Sí,perograciasaBudanopodía.—Sitantotecuesta,escríbelo—propuso.¿Escribirlo? ¡Buena idea! ¿Cómo no se me habría ocurrido a mí?

Ello podía imprimir un giro decisivo a nuestra historia de amor, comopasabasiempreenlascomediasrománticas.

—¿Tienesalgoparaescribir?—pregunténerviosa.—Un doctorando siempre tiene que llevar algo para hacer sus

anotaciones —afirmó risueño. Se sacó de la chaqueta un lápiz y unalibretitanegra,melosdioyyoempecéagarabatearqueeraDaisyyestabaviva.Ledilalibretayleyódesconcertado:

—¿«HaciaBelénvaunaburra,rin,rin,cargadadechocolate...»?Le quité deprisa la libretita, volví a escribir y se la devolví. Jannis

leyó,másdesconcertadosicabe:—¿«Lasumadeloscuadradosdeloscatetosesigualalcuadradode

lahipotenusa...»?Probé de nuevo, desesperada, intuyendo que no llegaría a ninguna

parte.Jannissequedócompletamenteperplejoconelresultado:—¿«Un loco entra en una panadería y le pregunta al panadero:

“Señor,¿yasalióelpan?”.Yelpanaderoledice:“Sí,yasalió”»?Osea,quetambiéneracosadeBudaquenopudiéramosescribirnada

de lo que habíamos vivido en la rueda de la reencarnación.Me puse apensarcomounaposesa:elgordocontrolabaelhablaylaescritura,pero

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seguro que había alguna forma de comunicación en la que no hubierapensado.

—Telodiréconmímica—propuseentusiasmada.—Vale—respondióélsorprendido.Le conté con gestos todo lo que me había pasado: que morí, me

convertíenunahormiga,enunpez,enunpájaroy,y,y...Cuandoterminé,miréaJannisconexpectación,querespiróhondoydijo:

—A mí me ha parecido un poco como si la aviación americanavolarasobreKabulylostalibanessedefendieranbailandounarumba.

Abatida,agachélacabeza.—Oeso...—continuó.—¿O?—inquirí, con la esperanzadequequizá adivinasequién era

yoenrealidad.—OhasreproducidountorneodeScrabblebrutal.Así que Buda también interfería en esa forma de comunicación. O

quizásemedabafatallamímica.OaJannislasadivinanzas.Otodojunto.Sin embargo, no pensaba darme por vencida. Recordé la fantasía queacababadetener,enlaquemecargabasuboda.SiJannisyyoestábamoshechoselunoparaelotro,deberíapodervermeelalma.Locogíporlosbracitos,lolevantédelaescaleraylepedí:

—Míramealosojos...—Vale...—accedió,asombradoconmifuerza.—¿Quéves?—pregunté.—Unosojosgrandesmarrones.—¿Quévesenellos?—Unasvenitasrojas.Noeraesoloqueyoqueríaoír.—Noseráshipertensa,¿no?Yesotodavíamenos.—Pero sonmuy bonitos.—Jannis hizo un esfuerzo por decir algo

positivo,porquenoteníaniideadeloquequeríadeél.Noveíamialma.Asíquelavidanoeraunacomediaromántica.Demodoquelosoltéyafirmé:—QuieresmásaNicolequealamujerquemurió.Jannisseparóapensarunbuenratoydespuésasintió:atodasluces

se acababa de dar cuenta justo entonces. Y yo supe que no estábamos

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hechoselunoparaelotro.Tantosiyoeraunapersonacomosino.Desdemiprimeramuertemehabíaestadohaciendoilusiones.Elinstanteenquepor fin locomprendípasóaocuparelpuestonúmero tresde lospeoresmomentosdelúltimodíaenlavidadelabuenadeDaisyBecker.

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CAPÍTULO59

Fui con el cochecito hacia Central Park para visitar a mi madre.Aunquenovieraenmíasuhijayyonopudierahablarconella,estaríabienvolveraverla.TrasmihuidadellechoconyugalyelencuentroconJannis, seguro que verlame distraía yme consolaba un poco. Pasé pordelante del recinto de los monos, donde un chimpancé tamborileabaindolente sobre el tronco de un árbol y sus congéneres bailabanensimismadosalritmoquemarcaba.Estabaclaroqueel tamborileroeraBobMarleyreencarnado.[25]Aligualqueelrecintodelospandas,eldelosmonostambiéneraamplio.Teníanunaestructuraparatreparmuyalta,comolasquehayenalgunosparquesinfantilesgrandes.Unosmetrosmásatrás,ensu jaularocosa,sehallabaelgorila llamadoJesse,quepodíaonoserelpadredeMarc.El imponenteanimalmirabarebosantedeodio,conlosojosinyectadosensangre,alosmonos,comosiquisierahacerlostrizas sólo por ser alegres. Al ver a esa bestia negra, un escalofríomerecorrió la espalda, yMaria empezó a lloriquear. Aunque el gorila nopudierasalirdesujaula,empujédeprisaelcochecito.

Cuando llegué al recinto de los pandas estaba hecha polvo; y lapequeña, hambrienta.Me senté en un banco yme puse a darle el pechomientrasmirabaamimadre,quesaltabaderamaenramafelizycontenta.Parecía tan llena de vida... Tan libre... Como a mí me habría gustadosentirme.Sinembargo,estabatriste,abatiday,sobretodo,confusa.Jannisyyonoestábamoshechoselunoparaelotro,esoeraevidente.Pero¿quépasabaconMarcyconmigo?¿Porquénoibacorriendoconél?¿Porquéno lepodíadecirquesí?¿Síacasarmeconél?¿Síauna familia?¿Quécoñomepasaba?

En un rincón del recinto, Casanova se daba cabezazos contra unárbol.Nosabíaquélofrustrabadeesemodo,peromeentraronganasdeunirme a él y hacer lomismo. En otro rincón estabaAarg, demorros,hasta que mi madre se plantó delante de él con sus pies de panda y lerevolvióelpelajeconlasgarrasparaanimarlo.Amítambiénmepasabalamanoporelpelocuandomeenfadabadepequeña.Habíasidounabuenamadre.Sinisiquieraunamujerasíhabíalogradoquemelasarreglaraenla vida, ¿cómo iba a hacerloMaria conunamadre comoyo?Miré a la

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pequeñaydeprontomeasaltarondenuevoconfuerzatodaslasdudasqueya abrigaba en el hospital.En la lotería de lasmadres, aMaria le habíatocado el billete no premiado. ¿Qué podía enseñarle yo? Cómo noconseguirnadaenlavida.Cómoofenderatodoelmundo.Ydepasoserinfeliz.

—Temerecesalgomejor—ledijeenvozbaja—.Alguienquepuedaenseñarteaseralguienenlavida.Alguiendequienaprendasatenerunarelaciónfeliz...—Enesemomentocomprendíquiénpodíaseresealguien—.AlguiencomoNicole.

Oícómosonabanmispropiaspalabrasconciertoretraso,apartéalapequeñadelpecho,dejéqueecharaelaire,lametíenelcarrito,mequedémirandocómosedormíaytoméunadecisiónpensandoenelbuenkarma:Mariadebíatenerunavidamejorquelamía.

Antes de marcharme, miré una última vez a mi madre. Ella medevolviólamirada,ladeóuntantosucabezadepandaymeobservó.¿Mereconocía? La saludé con la mano,[26] pero ella no me contestó. SeapresuróareuniraCasanovayAargysepusoahablarconlosdos.¿Quélesestaríadiciendo?[27]Probablementeno llegara a averiguarnuncadequé iba la conversación de los pandas, ni por qué mi madre le dio unsopapo a Casanova por algo que dijo. Y la verdad es que me daba lomismo.TeníaquehablarconMarcdealgoimportante.

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CAPÍTULO60

—Que quieres pedirle a Nicole ¿qué? —Marc temblaba de ira ennuestropequeñopiso.

—QueadopteaMaria—repetí,lomástranquilaquepude.—¡Es una locura!—Marc no se lo podía creer, iba arriba y abajo

entrelacamaylosbaúleshechounafiera.—JannisyNicolesonbuenaspersonas—aduje.Aesonopodíaobjetarnada,ynolohizo.—Serán mejores padres que nosotros —continué—. Piensa en las

oportunidades que Maria tendrá con ellos. La educación que recibirá.Podrávermundo...

AMarc no lo convencía nada de eso, su cara cada vez estabamássombría. Le corté el paso para que no pudiera seguir dando vueltas yañadí:

—Conelloacumularemosbuenkarma.—Alamierdaconelkarma—ladró,yledioungolpealalámpara

delava,quesetambaleópeligrosamenteperonosecayó.—Buscarbuenkarmahahechoqueseasmejorpersona—argumenté.—¡Gilipopiii!—¿Gilipopiii?—Eres tú la que has hechoque seamejor persona.—Memiró con

deseo.—Perosinosomossusverdaderospadres...—afirméparano tener

quehacer frentea sus sentimientos;nomeapetecíavolveraoírquemequería.

Marcarrugólanarizota.—Sólodicesgilipopiii.—¿Ah,sí?—¡Sí!Y, sobre todo, eres una cobarde.—Se acercó tanto amí que

nuestrasbarrigassetocaron.—¿Unacobarde?¿Queyosoyunacobarde?—Loqueoyes.Porlomenosnoestástambiénsorda.—Si fuese una cobarde, no habría arremetido contra la hormiga

reina, no habría pedido que me lanzaran a la escalera y no te habría

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salvadoelculodecigüeña.Hearriesgadolavida.Muchasveces.—Esoesverdad—admitió.—¡Justo!—exclamé,yparareforzarlodichogolpeésubarrigacon

lamía—.Esoesservaliente.—Enciertomodo.—Enciertomodo,¿quésignificaeso?—Tehasenfrentadoalamuerte,peronoalavida.—¿Cómo?—Deprontomesentíinsegurayretrocedíunospasos;no

acababadeentenderloquemequeríadecir.—Eresdemasiadocobardeparavivir,DaisyBecker.Di otro paso atrás, peroMarc avanzó hacia mí, de manera que su

barrigavolvióatocarlamía,estavez,sinembargo,conmáscuidado,casiconcariño.

—Vivirsignificaquerer—afirmóconsuavidad.—¿Desdecuándoeresexpertoenelamor?—contraataqué.—Desdequeteconozco.—Parayaconeso.Peronolohizo,siguiómirándomeconternura.Nopodíasoportarlo,

porlocuallerecordé:—¡Matéalpedorrodetuperro!Peronoseenfadó.—Lomataste,sí.Perotambiénhashechomuchasmáscosas.Yquerer

significaperdonar.—¿Tehadadoporlasgalletasdelasuerte?—Quealgosueneafrasedegalletadelasuertenosignificaquesea

menosverdad.Meentraronganasdegritar,peroMarcsiguióhablandocondulzura:—Huyesdelamor,constantemente.LohicisteconJannisyahora lo

hacesconmigoycon lapequeña...—Señalóelmoisés,enelquedormíaMaria.Noquisenimirar—.Huyesporquetienesmiedo.Miedodequetehagandaño.

Eso me dolió en el alma, pero en lugar de admitirlo ante él o almenosantemí,lechillé:

—¡Eresunpuñeteroegoísta!Cogí el moisés y dejé a Marc en el piso, a sabiendas de que lo

perderíaparasiempre.Éseocupóelpuestonúmerodosdelospeoresmomentosdelúltimo

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díadelavidadelabuenadeDaisyBecker.

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CAPÍTULO61

Con Maria en el moisés, me subí al ascensor para ir al ático yproponerle a Nicole lo de la adopción. El ascensor estaba revestido denoblestallasdemadera:representabanauncaballeroqueblandíasulanzacontra un dragón gigantesco. Dado que en el fondo tres ángelescelebrabanlahazaña,sindudaelcaballeroeraunsanto.Enunaocasión,en un bodrio de Hollywood, Marc había interpretado a un héroe quematabaaundragónydebíadecidirentreDiosyelamordesuvida.BartonhabríahechotraeresastallasdealgunaiglesiaderruidadeEuropadelEsteylashabíaincorporadoalascensorparatenerunrecuerdooriginaldelapelícula. El Marc de la actualidad ya no haría una tontería tan frívola.Habíacambiadomuchomásqueyo.Ynoporelkarma,comodecía.Sinogracias al amor. A su amor por mí. Sí, después de nuestra serie Laaberracióndelgustohoypodránverlacontinuación:MarcseenamoradeDaisy.

Me fijé bien en los ángeles: no eran angelotes con pañales, sinocriaturassublimesconformahumana,armadasconespadasydotadasdealas gigantescas, a las que seguro que también les gustaba tocar latrompeta para anunciar una desgracia inminente. Al ver aquello mepregunté si la luz eterna no sería otra cosa queDios. Bueno, lo podríapreguntar lapróximavezquefuesehaciaella.Aunquetantosi la luzeraDios como si no lo era, yo estaba obrando con ella en mente: iba aproporcionar a la pequeña Maria un futuro mejor. Así que acumularíabuenkarma.

¡Yuju!Cerréelpuñoconalegría,ungestoirónico.Actoseguidopulséelbotóndeláticoyelaparato iniciósuascenso

sin hacer apenas ruido, deprisa. En lugar de un indicador digital de lospisos, sobre la puerta había una aguja de oro grande, pasada demoda,dentrodeunsemicírculo.Elindicadorsepusoenmovimiento,ycuandollegaraaladerecha,lapuertaseabriríayyosaldríadirectamentealsalóndel ático, donde Kelly estaría aguardándome. Esperaba, contra todopronóstico,queMarcentraseenrazónycomprendieraqueMariaestaríamejorconNicolequeconunaperdedoracomoyo.Seacomofuere,oeso

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me dije, con mi decisión también él acumularía buen karma. Así queademásestabahaciendoalgobuenoporél.Laideayanisiquierahizoquecerraraelpuñodealegríaenplanirónico.

Cuando la aguja iba por la mitad del recorrido, Maria empezó ahacerruiditosdedisgusto.Sedesperezóyseestiróydespuésabriómuydespaciolosadormiladosojillosytorcióelgesto.Metemíquerompieraallorardeunmomentoaotro,perolaniñasonrió.

¡Sonrió!Losbebésconesetiemponosonreían.Sin embargo, Maria me sonreía como si yo fuese la criatura más

estupendadelmundo.Sufuentedealimento.Sumadre.Mequería,sinmiedosysindudas.EneseinstanteentendíqueMarcteníarazón.Lodelkarmalohabía

aprendido,sí,aeserespectohabíaidocambiandoentodaslasvidas.Yanome iban la diversión, las drogas, las fiestas y el sexo porque sí. Yprobablemente tampoco volviese a robar nunca a nadie. Ni siquieratimaría a un taxista checheno. El bien de los demás, que antesme dababastante lomismo,me importabamásque elmío.Perohabíaotra cosa,másimportanteincluso,quedeberíahaberaprendidoentodasmisvidas:notenermiedodelamor.

Era verdad, tenía miedo de que me hiciesen daño, como cuandomuriómimadreymipadresefueconlaElseasesora.Poresoqueríadejara Marc, por eso quería dar a Maria, antes de que me abriesedefinitivamente a su amor y me viera del todo indefensa. Queríaabandonarlosporpuro,recondenadomiedo.

Laagujacompletóelsemicírculo.Elascensorhizoping.Lapuertaseabrió.YviaKellysentadaenel sofá.Mesaludó.Conafecto.EsamujerpodíaofrecerleaMariamuchomásqueyo.

Lapequeñahacíaruiditosdealegríaenelmoisés.Ylasonrisadeunniñohacequeunoolvidetodoslosmiedos.¡Alamierdaconelkarma!¡Marcnuncahabíadichonadamássabio!¡Elamoresmásimportante!Pulséelbotóndelascensor.Lapuertasecerródenuevo.Kellypuso

cara de sorpresa. El ascensor volvió a moverse. Y Maria se rio por

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primeravezensuvida.Contodaelalma.

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CAPÍTULO62

Marcno estaba en casa.En el sueloyacía la lámparade lava.Rota.Era evidente que la había tirado de pura frustración. Podía quedarme aesperarlo,desdeluego,peroqueríaverlocuantoantes,decirlequeyanoqueríadesprendermedelaniña.Además,creíasaberadóndehabíaido,loqueseproponía.Ynomehacíaningunagracia.

—Vamos—le dije preocupada a la pequeñaMaria—.Tenemos queencontrarurgentementeatupadre.

El zoo deCentral Park estaba cerrando sus puertas.Unamadre y sugordohijopreadolescenteeranlosúltimosensalir.Lamujer,detreintaytantos años,que llevabaunacamisetadadade sí en laqueponía«I loveNewYork», teníaojeras,mientrasqueelmuchacho,encuyasudaderaseleía«HulkSmash»,noparabadedecirquequeríadosBigMac.Ypatatasfritas.Ycola.YuniPhone.YunaXBox.Conmogollóndejuegosdelosdemataratirosagente.Odeatropellarlaconuncoche.Odepartirlaporlamitadconespadassamurái.Tambiénqueríaunapipa.Yqueleexplicarapor qué no podía tener un subfusil cuando la Constitución americanaconsideraba un derecho fundamental la posesión de armas. Loimpresionante de todo ello fue la inteligente reacción de la crispadamadre,queselimitóadecir:«Serámejorquelohablescontupadre».

YomiréamipequeñaMariaysonreí:—Seguroquetúnuncamesacarásdequicioasí.Y la niña se rio, como si ella—al igual que yo— supiera que nos

pondríamoslosnerviosdepuntaamenudoenlavida,pormuchoquenosquisiéramos.Comoyadijeramimadre:eraunaleydelanaturalezaentremadresehijas.

Aunque la taquilla del zoo estaba cerrada, confié enpoder colarmeconelcochecitodeprisaycorriendoporlapuerta,queseguíaabierta.Pordesgracia, un guarda de seguridad uniformado me salió al paso: «Estácerrado».

Eltiparracodabalaimpresióndetenermalaspulgasyunmontóndeesteroides encima. Los músculos, que amenazaban con estallarle el

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uniforme, eran de esos que hacen pensar en el acto que la esperanza devida de un culturista es inversamente proporcional a su musculatura.EstababienqueMarcyanotuvieraquetomarseesevenenoparaimpulsarsucarrerahollywoodiense.Lomaloeraqueseguroquehabíaidoalzooparaexplicarle algorila Jesse,queprobablemente fuese supadre, cómoacumularbuenkarma.Tantosielanimalerasupadrecomosino,eraunabestia peligrosa.Aunque estaba en una jaula, podía herir de gravedad aMarc de un zarpazo a través de los barrotes. Tenía que impedir comofuera queMarc llevase a cabo lo que se proponía. Si no era demasiadotarde.

Peroparallegarhastaélprimerodebíaburlaralguarda.Probéconelencanto de la buena de Daisy, que enmi primera vida, cuando era unapersona,mehabíaayudadoamenudo,esosinometopabaprecisamenteconpolishomosexuales.EnlaidentificacióndelcapitánEsteroidesponía:«VinceZanufrio»,asíqueledije:

—Vince...,porquetepuedollamarVince,¿no?—No,nopuedes.—¿Sexy,talvez...?—¿Sexy?ElcapitánEsteroidesparecíaalgodurodemollera.Porelloexpliqué:—Bueno,esloqueeres...—¿Intentas ligar conmigo, tía?—preguntó, enmi opinión un pelín

asqueado.—Sólosiquieresqueliguecontigo...—dije,haciéndoleojitos.—¿Tútehasmiradoalespejo,tía?—Eh...¿Cómodices?—Queantesmemetounescorpiónenlospantalones.Podríahaberlodichodeunmodomenosencantador.Alparecer,enminuevocuerposólomeconsiderabaatractivaMarc,

demodo que conmis encantos femeninos no llegaríamuy lejos enmiactualvida.Meentraronganasde soltarle al capitánEsteroides:nocreoque el escorpión encontrara nada interesante en tus pantalones. Peroprovocándolonoconseguiríagrancosa.MejorseríaconfiarenuntalentoquenuncahabíacreídotenerhastaqueMarcloatestiguó:debíademostrarqueeraunabuenaactriz.

—Creoquemevoyadesmayar...—afirméconvoztemblorosa.Hicecomosimedieraunvahído,yelguardapreguntó,espantado:

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—Eh,tía,noteirásacaerahora,¿no?—Creo...—balbucí,ymetambaleé.ElcapitánEsteroidesvinohacia

míparasujetarme,peropocoantesdequepudieracogermeañadí—:Eselpuñeteroébola...

—¡Mierda!—exclamó el tipo, y salió corriendomientras juraba—:Mepagandemasiadopocoparalamierdaquetengoqueaguantar.

Marcnoseequivocaba:yoteníatalento.Con una sonrisa de orgullo en la cara de pan, crucé la puerta y

empujé el cochecito todo lo deprisa que me permitieron las pesadaspiernashaciaelrecintodelgorila.Mecaíangotasdesudordelafrente.LapequeñaMariadormíagraciasaltraqueteodelcarrito.

Al cabo de escasos minutos pasé por delante del recinto de lospandas. Aunque llevaba prisa, miré a mi madre sin detenerme. Ella meobservó—niideadesimereconocíaahora—,ydeprontoechóacorrerconAargyCasanova,queestabandemorrosenunrincón.[28] [29] [30]Ya intentaría hablar con mi madre cuando fuese. Sin duda. Pero ahorateníaqueencontraraMarc.

Corrí por los desiertos caminos del zoo hasta el recinto de losmonos.Loschimpancésrastafarisdormitaban,sedespiojabanmutuamenteodabanmuestrasdesuhumor,quefundamentalmenteconsistíaentirarsepedosenlacaradesuscongéneresdormidos.ElmonoBobMarley,enloalto de la gran estructura diseñada para que treparan, disfrutaba del solvespertino.

Entonces vi por fin aMarc.Había trepado a los barrotes y hablabaconelgorila.Seguroqueleexplicabaasupresuntopadrequenoseguiríaviviendo pendiente de obtener su reconocimiento. El gorila parecíapacíficoyescuchabaconvisibleinterés,locualsupusoungranconsuelopara mí. Justo cuando iba a lanzar un suspiro de alivio, Marc abrió lajaula.

Aunqueestabacerradacondospesadasbarrasdehierro,deellasnocolgabacandadoalguno.Afindecuentasnohacían falta:nielgorilanilosmonospodíanabrir lospasadores,yningúnvisitanteestaríatanlocopara meterse allí. Ningún visitante salvo Marc, que quería liberar a supadrede tan terribleprisión.La ideaeranoble.Generosa.YtanestúpidaquesehabríapodidorodarunanunciopublicitariodelosdeBadIdea.

La valla del recinto medía unos dos metros y medio y, con migordura,eradirectamenteinsalvable.Ajuzgarporlosdesgarronesdesu

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camisa,aMarctambiénlehabíacostadosubirseaella.Lequiseadvertirque no dejara salir al gorila, pero él ya había descorrido el segundopasador.Contuveelaliento.

El animal saliódespaciode la jaula.Parecía inseguro:yanoestabaacostumbradoamoverseenlibertad.Loschimpancésdejarondedormitar,de despiojarse y de hacer demostraciones del cuestionable humor.Aterrorizados,sesubieronalosárbolesyempezaronachillarcomoenlaconocidacancióndelgrupodemonosquequieresaberquiénharobadoelcoco.BobMarleydejódetostarsealsol.Saltódelaestructuraaunárbolcercano,yyodeseéquetambiénMarcpusierapiesenpolvorosa.Peronolohizo,selimitóaquedarsedondeestaba.

Elgorilaseirguió—medíamásdedosmetros—ybramó:—¡GRRRRRRR!Mientras,seaporreabaelpecho.Losgolpesresonaronruidosamente

por el parque, y yo noté la vibración en el estómago.Maria empezó alloriquear.

—Nopasanada—dije,ymecíalapequeñaenelcochecitoyvolvióadormirse.Fuelaprimeravezquelementí.

Entretanto,Marcledecíaalgorila:—Cálmate.Lepusolamanoalabestiaenelbrazoparatranquilizarla.Unerror

fatal:elgorilaatacó.LanzóaMarccontralaestructuraparatrepar,dondese dio con la cabeza contra una de las barras, lanzó un ay y perdió elsentido.

Del susto yo también grité, y ello también fue un error: el gorilareparóenmíysaliócorriendo.Temíquefueraasaltarlavalla,peronolohizo:¡sencillamentelaechóabajo!Conunafuerzaprimigeniaquehabríahechopensarinclusoalmáscurtidocazadordecazamayorsieljuegodelasbochasnoseríaunbuenpasatiempo.Labestiadiounsalto...yseplantódelantedemí.Ydelcochecito.

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CAPÍTULO63

Elgorilamerugió.Peoraúnqueelensordecedorruidofuesualientocaliente.Luchécontralasnáuseas,yaquesindudanocontribuiríamuchoacalmaralabestiaquelevomitaseenlospeludospies.Mariaempezóallorar.Mepuseamecerdenuevoelcochecitoy repetí:«Nopasanada»,aunquenofueraasíenabsoluto.Elgorilanosamenazabaamíyamihija,yMarc no podía acudir en nuestra ayuda: estaba inconsciente junto a laestructura.Almenostodavíarespiraba.

—Séquiéneres...—ledijealanimalmientrasmovíaconmásfuerzaelcarritoyMariasecalmabaunpoco.

Elgorilaladeólacabezaymemiróconcuriosidad.Nocabíadudadequeentendíaloqueledecía:estabaclaroqueeraunapersonareencarnada.

—EresJesseBarton—añadí.El gigantescomono torció el gesto e hizo unamueca de burla.No

dabalaimpresióndequeyoestuvieseenlocierto,másbiendequesereíademí.

—NoeresJesseBarton...—corregí.Esbozóunasonrisamásburlonaaún.—Eh...PorcasualidadnoserásJesseJames,¿no?—preguntéconuna

risitanerviosa.Elgorilapusocaradesatisfacción.¡Piii!Efectivamente, en una vida anterior había sido el bandido más

famosodelSalvajeOeste.—Bueno...,tienegraciaelmalentendido—comentéentrerisas.Elgorilatambiénserio.Peronocomodiciendo:hayquevercómo

nosloestamospasando,sinocomodiciendo:hayquevercómomelovoyapasar.

—Yoesquemepartoderisa—mereíconmásganasaúnparaqueJesseJamestuvieralasensacióndequeestábamosenlamismaonda.

Elgoriladejódereír.—Yaveoquetúno—constaté.Memirófijamente.Conaireamenazador.—Uy,¿sabesdeloquemeacabodeacordar?

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Labestiasacudiólaimponentecabeza.—Mehedejadolaplanchaencendida.Dimediavueltaparamarcharme,pero elgorila se interpusoenmi

caminoyresopló.Meechódenuevoporsusgrandesorificiosnasalessumalaliento.Intentérespirarporlabocaparanovomitar.

—¿Porquénohablamosunpoco?—propuseparatranquilizaraesabestiaqueensudíahabíasidounforajidosinescrúpulos.

Elgorilamásbienparecíainclinadoarepartirunoscuantosgolpes.—Seguroquetemueresdecuriosidadporsabercómohacambiado

elmundo.Labestiasacudiólacabeza,peroyonocejéenmiempeño:—Ahoratenemosteléfonosportátilesconlosquesepuedeverporno.Eso le interesó.Ni idea de si sabía lo que era un teléfono, si Jesse

Jamesvivíacuandoseinventóelteléfono,peroestabaclaroqueelpornolo conocía, sin duda ya existía en los tiempos de Aarg, en la Edad dePiedra.[31]

Por desgracia no tenía un móvil, ya que seguro que las películashabríandistraídoaJesseJameshastaquellegaranlosguardasasalvarnos.

—¿Quieresquevayaporuno?—pregunté.Elgorilaasintió.—Genial.Nomepodíacreerlasuertequehabíatenido.Justocuandoibaasalir

disparada, él agarró el carrito e hizo un gesto inconfundible: la niña sequedabaconél.Enprenda.Paraquenocupieselamenordudadequeyovolvía con ese teléfono del porno. Pero yo no podía dejar allí a lapequeña.Deningunamanera.¿Quépodíahacer?«Ahorameseríadegranayudalacaballería»,pensé.[32]

Mi madre se lanzó desde un árbol y cayó justo en la cabeza delgorila.Elanimalgruñó,peroesonoimpresionólomásmínimoalpanda:leatizóconsusgarrastodolofuertequepudo.Ellomediolaposibilidadde salir corriendo con el cochecito. Pero no había recorrido ni cincometros cuando mi madre pasó volando por delante de mí. La habíaarrojadolabestia.[33][34]

Mimadresediocontraunárbol.Yopeguéungrito,y trasel sustoinicialquise iracomprobarsiaúnvivía,puesa juzgarporcómoestabatendidalaosapandanodabaesaimpresión.Sinembargo,elgorilavolvióagruñir«¡GRRRRR!»yadarsegolpesenelpecho,comosifueseaatacar

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deunmomentoaotro.Probablementeésefuerasuplan.Maria berreaba en el cochecito, y con tanto correr yo ya ni tenía

alientoparamentirle ydecirle quenopasabanadao almenosque todosaldríabien.Demimadretendríaqueocuparmedespués.Esosihabíaundespués.Paraella,paramí,paranosotros.

Corrílomásdeprisaquepude,peroparaelgorilapodríahabersidoperfectamente un caracol. Sentí su aliento en la nuca, pero antes de quepudiera volverme, me dio con la garra en la espalda. Caí al suelo, debruces,ylabestiasemeechóencimayempezóagolpearmeenelcuerpo.Ungolpetrasotro.

Bastaroncincoparaquevieralaluz.Aúnresonabanlosrugidosdelgorila.YelllantodeMaria.Tambiénlamataríaaella.Ésefueelnúmerounodelospeoresmomentosdelúltimodíaenla

vidadelabuenadeDaisyBecker.

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CAPÍTULO64

Mividacomobrasileñagordapasópordelantedemí,peromedabaabsolutamentelomismo.Nomeimportabaelpasado,sinoloqueacababadeocurrirenelparque.Mimadre.Marc.Maria.

Flotaba de nuevo por la nada blanca con el cuerpo de la buena deDaisy,peroellonomeproporcionóconsueloalgunonitampocoalegría,másbienalcontrario:deseabavolveraserlamamágorda.

Laluzmeatrajoconsuamor,peroyonoqueríafundirmeconella.¿Qué me podía ofrecer? ¿La dicha eterna? ¿Cómo iba a sentirla si lapequeñaMariamoría?¿Sinollegabaavivir?

—¡Déjame!—legritéalaluz,aunqueellanohizonicaso.Empezó a envolverme suavemente con su calor y su amor. Yome

defendí con todas mis fuerzas. Enmi cuerpo, que aún yacía en CentralPark,todavíadebíaquedarunsoplodevida,yseguroquetodavíasepodíaactivar.

—¡Late!—ordenéamicorazón.Nada.Laluzseguíaalosuyo.Tranquila,estoicamente.Notardómucho,me

envolvíayacasiporcompleto.Sóloquedabaelpieizquierdo.—¡Late!—volvíaordenar,conmásfuerza.Laluzsedetuvo.Diolaimpresióndevacilar.—¡LATE!—chilléunavezmásamicorazón.Laluzaúnvacilaba.—¡LATE,PUPIIIPIII!De pronto la luz me liberó. Primero el pie izquierdo, luego el

derecho, después las piernas, los brazos, por último el desnudo cuerpoentero. Y no parecía ofendida. Al contrario, probablemente la luz seinteresara pormí y por fin había entendido lo que yo quería. Se retirórespetuosa.Sefuealejando.Hastaquedejódeverse.

Deambulésolaporlanadablanca.Alcabodeunrato,Budasalióamiencuentro.Porfavor,yasepodríaponeralgoderopa...Cuandoestuvoamiladodijo,sinsonreírlomásmínimo:—Ereslaprimerapersonaalaquelepasaalgoasí.

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No me apetecía hablar de ello con él. Ni que me tomara el pelo.¡Quería,debíavolveralaTierra!

—Entihayalgogrande.—Quesí,quesí,queesoyalohasdicho...—Peroestaveznomerefieroatualtruismo.—Ya,yentonces,¿aqué?—preguntéirritada.—Ungranamor.—Yquierovivirlodeunavez.Asíquehazmeelfavordeenviarmea

casa.AhoraBudasonrió.Unasonrisamásbeatíficaquenunca.Comosile

hubierasucedidoalgoqueinclusoalcabodetantossigloslesorprendierayentusiasmara.

—Adiós, vive la vida —dijo, acentuando la palabra vive, ydesapareció.Tandeprisaquenisiquieralepudedeciradiósoquehicieraelfavordeponersealgoderopa.

ElcuerpodesnudodeDaisyBeckersiguiódeambulandoensolitarioporlanadablanca.

Ypocoapocosedisolvióenella.Parasiempre.

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CAPÍTULO65

Mis párpados empezaron a abrirse y cerrarse, oía llorar a Maria.¡Estaba viva! ¡¡¡Estaba viva!!! Y yo también. Pero eso apenas teníaimportancia,pueselpeligronosehabíaalejadoniconmucho.Abríbienlosojos,viantemílospiesdelgorilayoícómogruñíayseaporreabaelpecho.Intentélevantarme,peronoteníafuerzas.Aunosmetrosdemívialostrespandas.Mimadreseguíasinmoverse,yAargyCasanovaestabanasulado,llorando.[35]

—¡Noteatrevasatocaramihija!—exclamóMarc.Sehallabaenel recinto, juntoa laestructurapara trepar,y sostenía

unabarradehierroenlamano.Elgorilasevolvióhaciaél,porlovistoelgordolehacíagracia.Labestiaavanzópesada,lentamentehaciaMarc.Porelmomento,Mariaestabafueradepeligro,peroesonoduraríamucho.Labestia no tardaría nada en acabar conMarc, con o sin barra de hierro.Confiaba en que los chimpancés y los machos panda acudieran en suayuda, pero no fue así. Bob Marley y su panda de rastafaris teníandemasiadomiedo,y lospandasestabanocupadosconmimadre.Lavidano era una comedia romántica, ni tampoco una alegre película deanimación.Yaunqueasí fuera,¿quéhabríanpodidohaceresosanimalescontralabestia?LaúnicapersonaquepodíaayudaraMarcerasumujer.Lamadre deMaria. O sea, yo. La buena deDaisy, que teníamiedo delamor,habíamuertodefinitivamenteenlanadablanca.

—Quédatedondeestás—advertíaMarcmientrasmelevantaba.Élsequedóperplejo.Seveíaque,conelgorilaqueteníadelantequelebufabafurioso,lehabríagustadosalircorriendo.Esosilabestiaselopermitía—.Yoteayudaré—leprometí.

Marc se sorprendió, y el animal se rio. Si hubiese dominado elidioma de los humanos, sin duda se habría burlado diciendo que unagorda como yo no podía hacer nada contra él. Sin embargo, seequivocaba.Sólosiendounagordapodíavencerlo.

Llegué a la parte posterior de la estructura. Marc y la bestia seencontrabanenelotro lado,vigilándose,pero tambiénmemirabanamídevezencuando,ambosdesconcertados,puesnoteníannilamásmínimaideadeloquepensabahacer.Empecéasubirporlaestructura,peldañoa

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peldaño.—Creíaquequeríasayudarme—observóMarcvacilante.—Yesohago—repusejadeando.—Puesnoloparece.En realidad daba la sensación de que quería ponerme a salvo. La

bestiatambiénlopensó,ymelanzóunosgruñidosdesagradables,quecontoda seguridad querían decir: primero haré papilla al gordo, luego tecogeréatideahíy,paraterminar,tedaréatuniñaparaquetelacomas.

Los peldaños se combaban ligeramente bajo mi peso, y temí quequizáalgunoespecialmenteherrumbrososepartieseyyomefueraabajo.Asíy todoseguísubiendo.Cuandomequedabaalrededordeunmetroymedioparallegaralomásalto,labestiaempezóamoverlaestructuraymecostólomíosostenerme.

—¡Déjalaenpaz!—gritóMarc,yamenazóalgorilaconlabarradehierro,cosaqueelanimalnosetomómuyenserio.

Siguiózarandeandolaestructura,peronocontantafuerzacomoparaquemecayera.Amí tampocome tomabaenserio, sóloquería jugarunpoco conmigo antes de despacharme. De manera que pude seguirsubiendo,aunquenofuefácil.Elsudormecorríaporlafrente,seguroqueelcuerpodeMarianohabíahechotantoejercicioensuvida.

Al gorila se le pasaron pronto las ganas de jugar. Se puso serio ysacudió la estructura a base de bien. No conseguí subir los últimospeldaños.Meagarréconfuerza,poniendotodomiempeñoennocaerme,cosaquemeresultódelomásdifícil,yaqueMarcqueríadarlealanimalcon la barra de hierro para salvarme.Yo sabía que si lo hacía, sería sufinal.Aunquelediera,einclusosilohiriese,nosedesplomaría.Sóloseenfurecería.TantoqueharíatrizasaMarc.

—¡Marc,no!—legrité.Él bajó la barra ymemiró.También el gorila se detuvoy soltó la

estructura,momento que aproveché yo: subí los últimos peldaños ymesenté en lo alto como si fuera la reina de losmonos, la trepadoramásavezada.Labestiaempezóasacudir laestructuraunavezmás.Contantafuerzaqueyoapenaspodíafijarlavista.Osujetarmemásrato.Caeríaalsuelo.Queerajustoloquequería.

Saltédelaestructura.Sobreelgorila.Alvermecaergruñó.Furioso.Asustado.Porquenopudoapartarsea

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tiempo.Aterricé justo encima de él, y con el choque cayó de rodillas ylanzóungrito.Yotambiéngrité.Muchomásqueél.Teníalasensacióndeque el cuerpome estallaría. El gorila besó el suelo y yo rodé sobre lainconscientebestia,pocoantesdeperderelsentidotambién.

Marctirólabarradehierroalsueloycorrióamilado:—Daisy,¿estásviva?Suvozhizoquesiguieraenelaquíyahora.—Notepreocupes—repuse,exhalandounsuspiro—,yotambiénsoy

mipropioairbag.—Creíqueibasamorir.—¿Sabesqué?—Levantélacabezaeintentésonreír—.Porahorano

piensovolverahacerunatonteríaasí.

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CAPÍTULO66

Marc me ayudó a bajarme del apestoso gorila. Me dolían todos ycada uno de mis huesos, pero me daba que no tenía nada roto.Definitivamente,losmichelinesteníansusventajas.Dehaberestadoenmilugar,Kellysehabríapasadolosañossiguientesenrehabilitación.

—Noparecequesevayaalevantarenbreve—observé,señalandoalgorila.

Enlaspelículasdeterror,ésashabríansidolasúltimaspalabrasquehabríapronunciado.Elgorilasehabríapuestoenpiecuandomenosnosloesperásemos. Aunque la vida no fuera una comedia romántica ni unapelículadeanimación,porsuertetampocoeraunapelideterror.Labestiaestaba inmóvil, y seguiría dormitando hasta que los guardas, a los queMarcacababadellamarporteléfono,ladevolvieranalajaula.

Por fin tenía tiempo para ver cómo andaban los osos panda: ¡mimadre estabaviva!Y losdosmachosbailaban a su alrededorunadanzapandadelaalegría.[36][37][38]

Cuando Marc puso fin a la llamada, miró de nuevo al gorila queyacíaanuestrospiesyobservó:

—Ésenoeramipadre.—EraJesseJames—leaclaré.—Sientomuchohaberospuestoatodosenpeligro.Difícilmentepodíadecirle:no,hombre,queno;asíqueleacariciéla

carnosamejilla.—Apartirdeahoradesterraréamipadredemispensamientos.No

volveréapermitirqueinfluyaenmivida.Yanosoysuhijo.FrenteamíteníaalnuevoMarcBarton.—Túnoereselúnicoculpabledeloquehapasado—aseguré.ElnuevoMarcmemirósorprendido.—Si no hubiese sido tan cobarde, habría estado contigo y habría

impedidoquecometierasestalocura.—¿Yahora?—quisosaber.—Estoycontigo.—Yyoporti.Jamásseoyeronpalabrasmásbellas.

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Marc intentóestrecharmeentresus rollizosbrazos,yyoaélen losmíos. Aunque con los barrigones resultaba sumamente difícil abrazarsebien,loconseguimos.Comotantasotrascosasquehabíamosconseguidoylasmuchasmásqueconseguiríamos.

Justo cuando íbamos a besarnos, Maria se echó a llorar. Fuimoscorriendoconella,lasacamosdelcochecitoylaabrazamos.Lapequeñadejódellorarenelacto.

—Espreciosa—afirmóMarcconvozqueda.—Síqueloes—convineyoentresusurros.—Entonces,¿somosunafamilia?—preguntóMarc.—¡Puesclaro!Marc estaba radiante de alegría. Y yo más. Tan feliz como en ese

momento no habría podido estarlo nunca en la luz. A decir verdad, loúnico que faltaba era que los osos panda se nos unieran. Pero tambiénellostresestabanfundidosenunabrazo.Comonosotros.

—Medaen lanarizqueprontovaahaberositospanda—aventuróMarcrisueño.

—Enesecasoseremoslafamiliapatchworkmásraradelmundo.—Haycosaspeores—opinóél.—Yningunamejor.Omásgrande.Sí,paraalcanzarelnirvananohacefaltaningúnnirvana.Tansóloamor.Yparaelamor,unpocodevalor.

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AGRADECIMIENTOS

MegustaríadarlelasgraciasamiamigoymentorMichaelTöteberg,elmejor agente del universo que nos es conocido (y probablemente detodoslosdemás),asícomoalaheroicaUlrikeBeck:nisiquieraelautormás fantasioso podría soñar con tener una lectora mejor. MiagradecimientotambiénaOliverKurth,ojalásupieraescribirlamitaddebienqueéldibuja...

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NOTAS

[1].DelasmemoriasdeCasanova:Nohaynada,absolutamentenada,quecausetantodolorcomoelamor.Ni ladentelladadelpoderosoleón,ni lapatadadeluroenlaentrepierna.Nisiquiera lostrinosdelacantantedeóperagorda.

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[2].DelasmemoriasdelhombredelaEdaddePiedraAarg:Amorhacerpupa.Pupanoserbien.

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[3].DelasmemoriasdeCasanova:SimiamigoAargdominaralossilogismos,razonaríaasí:Amorhacerpupa.Pupanoserbien.Luegoamornoserbien.

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[4].DelasmemoriasdeCasanova:Muéstrameaunhombrequenocodicielafrutaprohibidayyotemostraréunaanomalíadelanaturaleza.

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[5].DelasmemoriasdeCasanova:Másdeunamornosefundamentaenelamor.

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[6]. De las memorias del hombre de la Edad de Piedra Aarg: Cuando mujer llorar, yo agarrarcachiporra.

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[7].DelasmemoriasdeCasanova:LoscelossonalamorloqueelVesubioaPompeya.

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[8]. De las memorias del hombre de la Edad de Piedra Aarg: Cuando mujer celosa, yo agarrartambiéncachiporra.Ycuandomujerroncar.Omirarmal.

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[9].DelasmemoriasdeCasanova:Noresultaextrañoque,ensuvidacomohombredelaEdaddePiedra,Aargnoacumulasebuenkarma.

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[10]. De las memorias de Casanova: Este capítulo de mi vida fue celebrado en la epopeya depacotillaMalditokarma.

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[11]. De las memorias de Casanova: Mi amigo Aarg y yo volvimos a ver la luz del solreencarnadosenosospanda.Sinembargo,nonosparecíamosnadaalaespeciequedescribióMarcoPolo en sus viajes. No teníamosmanchas negras en un pelaje blanco, sino que teníamos el pelorojizo.Mientrasyodabasaltosdealegríaporvolveraserunmamífero,miamigoAargdisfrutabademaneraunpocomenosprofanadesunuevocuerpo.

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[12].DelasmemoriasdelhombredelaEdaddePiedraAarg:¡Miembro!¡Miembro!¡Miembro!

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[13].De lasmemoriasdeCasanova:Ningunadrogaesmásdevastadoraqueel amor.Eldíaque,siendoosospandarojos,esaespeciepococomún,nossoltaronennuestrorecinto,viaunapreciosahembrapanda.Elpelajerojolebrillabaconelsol,ynadamásverlamevolvíloco.Enverdadosdigoqueelamorescapazdesorprenderaunoinclusopasadossiglos.

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[14]. De lasmemorias de Casanova: También yo estuve en el cielo cuando vi a la dama panda.Mientrasseguíabuscandolaspalabrasadecuadasparapresentarme,yporprimeravezenmividanolasencontraba,sucedióalgoquemepartióelalma...

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[15].DelasmemoriasdelhombredelaEdaddePiedraAarg:Ositahacermeojitos.

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[16]. De las memorias de Casanova: Eso es lo que uno cree en su primera reencarnación. Sinembargo, el deseo aparece como tarde en la tercera.Cómome habría gustado divertirme con lapreciosaosapandallamadaRose.PeroellaprefiriódisfrutarconAarg.Ytraselencuentroamoroso,Rosepronuncióunafrasequenolehabíaoídoaningunacriaturaantes:«¡Adorolareencarnación!».

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[17]. De las memorias de Casanova:Más incluso que presenciar la dicha de dos seres humanosdueleobservar ladichadedososospanda.Cuán terrible es el amor.Loshombres les rompen elcorazónalasmujeres.Lasmujeresselorompenaloshombres.Ay,benditasealalombriz.

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[18].DelasmemoriasdeCasanova:Cuandoteníaelcorazónprácticamentedestrozado,hiceacopiodevaloryleconfeséamadameRosequetambiényoeraunapersonareencarnada.Ellaprorrumpióenunarisaencantadoraalenterarsedesemejantecasualidad,ymásaúncuandolereveléquiénera.Mientras Aarg roncaba en una rama, madame Rose y yo nos pasamos la estival noche enteradepartiendocomodosadolescentesenamorados.Cuandoal rayareldíamencionédepasadaa laencantadora Daisy, madame esbozó una sonrisa sentimental: «Qué casualidad, mi hija también sellamabaasí».

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[19].DelasmemoriasdeCasanova:ElpelajedelaosallamadaRoseenrojeciómásaúncuandonosabandonamosalamor.Aarg,porsuparte,enrojeciódeunmodomuydistintocuandonossorprendió.

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[20].DelasmemoriasdelhombredelaEdaddePiedraAarg:¡Casanovapapilla!

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[21]. De las memorias de Casanova: «Hembras, todas raras». Probablemente ésta sea la únicaverdadquepervivedesdelaEdaddePiedra.

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[22].DelasmemoriasdeBobMarley:Enminuevavidacomomononaturalmenteseguíescribiendocancionesreggae.Comoporejemplounaquehabladeunbabuinotristealqueabandonósumujer:Nowoman,muchcry.

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[23]. De las memorias de Casanova: También esta hazaña se narra en la epopeya de pacotillaMalditokarma.Cómohabajadoelnivelde lasnovelasenelcursode lossiglos.Enmis tiemposcomopersona,semejantechapuzahabríasidoarrojadaalGranCanal.

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[24]. De las memorias de Casanova: También yo le formulé una pregunta a madame Rose cuyarespuesta temía: ¿me quieres a mí o a Aarg? La encantadora dama panda me respondió: «Y».¿«Y»?,repetí,puesnoentendíaquéqueríadecir.«TequieroatiyaAarg.»Trasoíreso,medidecabezazosrítmicamentecontraunárbol.

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[25]. De las memorias de Bob Marley: Toda criatura tiene madera de rastafari. Sólo que, pordesgracia,lamayoríanolosabe,ydeesemododejaescaparunavidarelajadayfeliz.

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[26].DelasmemoriasdeRose,lamadredeDaisy:Veralamadregordaconsuhijodespertóalgoenmí. Había llegado la hora de darlemás sentido ami vida como osa. Quería quemi pequeñaDaisy—dondequieraqueseencontraraenesemomento—tuvieraunhermanito.

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[27].DelasmemoriasdeRose,lamadredeDaisy:Lacuestióneraquiénseríaelpadre.Dadoquequería por igual aAarg y a Casanova, les propuse lo siguiente:me acostaría con los dos, y asídespuésnadiepodríadeciracienciaciertaquiéneraelpadredelpequeño,perolocuidaríamoslostres.Mipropuestano fue acogida conmuchoentusiasmo.YCasanovadijo: «Querida, nodeberíascomertantassetas».

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[28].De lasmemoriasdeRose, lamadredeDaisy:Videnuevoa lamujergordaque iba conelniño. Mis ganas de tener un hijo fueron en aumento, por consiguiente me lancé a la labor deconvenceralosobstinadoscaballeros.

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[29].DelasmemoriasdeCasanova:Nohaynadamáspoderosoqueunamujerqueamenazaconlaabstinencia.

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[30].DelasmemoriasdeAarg,elhombredelaEdaddePiedra:Miembrotriste.

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[31].DelasmemoriasdelhombredelaEdaddePiedraAarg:Cuandoserjovenyoaprendermuchodepinturasrupestres.

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[32].DelasmemoriasdeRose,lamadredeDaisy:Elruidoqueveníadelrecintodelosmonosmepicólacuriosidad,asíquefuideárbolenárbolyviqueelgorilaamenazabaalamujergordayalniño.Podíaelegirentreayudarosentirmeculpableporlossiglosdelossiglos.

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[33]. De las memorias de Casanova: Oímos los gritos de la encantadora Rose. Sin vacilar uninstante,Aargyyonossubimosalosárbolesyatravesamoselparquederamaenramaparairasuencuentro. Bajo nosotros, una bestia salvaje perseguía a una mujer gorda. Sin embargo, sóloteníamosojosparamadameRose,ynuestrocorazónasimismolepertenecíasóloaella,queestabatendida en el suelo, inmóvil. Nos plantamos a su lado de un salto. No respiraba. Ni Aarg ni yopudimoscontenerlaslágrimas.

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[34].DelasmemoriasdeAarg:Yosiempredecir:amorhacerpupa.

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[35].De lasmemorias deCasanova:Nuestras lágrimas cayeron a la vez sobremadameRose, yapenasrozaronsurostro,sucorazónvolvióalatir.

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[36].De lasmemorias deCasanova: Losmachos por fin lo comprendimos: no es el amor lo queduele.Al contrario, el amor es lo que salva la vida. Son los celos los que lo arruinan todo.Novolveríamosapermitirqueéstospusierannuestradichaenpeligro.

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[37].DelasmemoriasdelhombredelaEdaddePiedraAarg:Celoshacerpupa.Pupanoserbien.Luego,celosnoserbien.

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[38].DelasmemoriasdeCasanova:YasífuecomomiamigoAargsupoloqueeraunsilogismo.

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MásmalditokarmaDavidSafier

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Títulooriginal:MiesesKarmahoch2

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Primeraediciónenlibroelectrónico(epub):noviembrede2015

ISBN:978-84-322-2560-4(epub)

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