marx + marsh, ecosocialismos para el siglo xxi - texto de jorge riechmann - año 2012

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"Marx + Marsh: ecosocialismos para el siglo XXI" texto de Jorge Riechmann - escrito en Madrid en la primavera de 2012 publicado en enero de 2013 en el blog "Marx desde cero" “Temor y esperanza, he aquí los nombres de las dos grandes pasiones que rigen al género humano y con las que los revolucionarios han de lidiar: infundir esperanza a la mayoría oprimida y temor a la minoría opresora, ése es nuestro cometido.” - William Morris[1] “El sistema capitalista no puede hacer frente a la crisis ecológica, porque su ser esencial, su imperativo categórico, crecer o morir, es precisamente la razón de ser de esta crisis.” - Michael Löwy[2] “La aspiración a la desalienación, la aspiración a la reducción de la enorme brecha entre Norte y Sur y la aspiración a una vida armónica y respetuosa de la naturaleza siguen siendo factores que empujan hacia alguna forma de socialismo. Desalienación, aproximación de las condiciones de vida entre Norte y Sur y aceptación de las consecuencias de la perspectiva ecológica exigen, hoy como ayer, pero con más urgencia que ayer (…), la racionalización de las relaciones sociales, la sociedad regulada.”[3] - Francisco Fernández Buey 1 El primer principio de la Declaración de Río de Janeiro (aprobada en la “cumbre” mundial sobre medio ambiente y desarrollo de 1992) reza: “Los seres humanos se hallan en el centro de las preocupaciones sobre desarrollo sostenible”. Por cierto que algunos vanguardistas de la conciencia moral abogan por un descentramiento que amplíe el ámbito de nuestras consideraciones morales hasta incluir de forma destacada a los animales no humanos y/o los ecosistemas (y de ahí las discusiones sobre antropocentrismo y biocentrismo después de Aldo Leopold[4], y sobre todo a partir de los años setenta del siglo XX). Pero no cabe llamarse a engaño: en el mundo concreto dentro del cual vivimos, incluso la moderada posición antropocéntrica en lo político-moral de la Declaración de Río no pasa de ser un desiderátum, una suerte de horizonte utópico. Lo que domina de verdad en nuestro mundo no es el antropocentrismo sino más bien lo que pudiéramos llamar el capitalcentrismo: los imperativos de valorización del capital prevalecen sobre los seres humanos (y por supuesto, sobre los demás seres vivos). Prevalecen sobre sus intereses, deseos, necesidades y derechos: y ponen en entredicho su bienestar, y hasta su mera supervivencia. Éste es un asunto que el socialismo moderno, desde hace un par de siglos, no ha dejado de analizar, denunciar y combatir. Huelga señalar que en este libro hablaremos de “socialismo” en ese sentido propio e histórico del término, un socialismo radicalmente crítico del capitalismo que busca sustituirlo por un orden sociopolítico más justo (y hoy hay que añadir: que sea sustentable o sostenible). No me referiré por tanto a la profunda degeneración de la corriente política socialdemócrata que ha terminado desembocando en partidos políticos nominalmente “socialistas” aunque practiquen políticas neoliberales.[5] “Lo llaman democracia y no lo es”, coreaban –coreábamos- los manifestantes del 15-M en casi todas las ciudades españolas, en la primavera de 2011. Análogamente podríamos decir: lo llaman socialismo y no lo es, lo llaman desarrollo sostenible y no lo es… 2

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texto del ecologista Jorge Reichmann sobre la necesidad de unión del marxismo y el ecologismo

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  • "Marx + Marsh: ecosocialismos para el siglo XXI"

    texto de Jorge Riechmann - escrito en Madrid en la primavera de 2012

    publicado en enero de 2013 en el blog "Marx desde cero"

    Temor y esperanza, he aqu los nombres de las dos grandes pasiones que rigen al gnero humano ycon las que los revolucionarios han de lidiar: infundir esperanza a la mayora oprimida y temor a laminora opresora, se es nuestro cometido. - William Morris[1]

    El sistema capitalista no puede hacer frente a la crisis ecolgica, porque su ser esencial, suimperativo categrico, crecer o morir, es precisamente la razn de ser de esta crisis. - MichaelLwy[2]

    La aspiracin a la desalienacin, la aspiracin a la reduccin de la enorme brecha entre Norte y Sury la aspiracin a una vida armnica y respetuosa de la naturaleza siguen siendo factores queempujan hacia alguna forma de socialismo. Desalienacin, aproximacin de las condiciones de vidaentre Norte y Sur y aceptacin de las consecuencias de la perspectiva ecolgica exigen, hoy comoayer, pero con ms urgencia que ayer (), la racionalizacin de las relaciones sociales, la sociedadregulada.[3] - Francisco Fernndez Buey

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    El primer principio de la Declaracin de Ro de Janeiro (aprobada en la cumbre mundial sobremedio ambiente y desarrollo de 1992) reza: Los seres humanos se hallan en el centro de laspreocupaciones sobre desarrollo sostenible. Por cierto que algunos vanguardistas de la concienciamoral abogan por un descentramiento que ample el mbito de nuestras consideraciones moraleshasta incluir de forma destacada a los animales no humanos y/o los ecosistemas (y de ah lasdiscusiones sobre antropocentrismo y biocentrismo despus de Aldo Leopold[4], y sobre todo apartir de los aos setenta del siglo XX). Pero no cabe llamarse a engao: en el mundo concretodentro del cual vivimos, incluso la moderada posicin antropocntrica en lo poltico-moral de laDeclaracin de Ro no pasa de ser un desidertum, una suerte de horizonte utpico.

    Lo que domina de verdad en nuestro mundo no es el antropocentrismo sino ms bien lo quepudiramos llamar el capitalcentrismo: los imperativos de valorizacin del capital prevalecen sobrelos seres humanos (y por supuesto, sobre los dems seres vivos). Prevalecen sobre sus intereses,deseos, necesidades y derechos: y ponen en entredicho su bienestar, y hasta su mera supervivencia.ste es un asunto que el socialismo moderno, desde hace un par de siglos, no ha dejado de analizar,denunciar y combatir.

    Huelga sealar que en este libro hablaremos de socialismo en ese sentido propio e histrico deltrmino, un socialismo radicalmente crtico del capitalismo que busca sustituirlo por un ordensociopoltico ms justo (y hoy hay que aadir: que sea sustentable o sostenible). No me referir portanto a la profunda degeneracin de la corriente poltica socialdemcrata que ha terminadodesembocando en partidos polticos nominalmente socialistas aunque practiquen polticasneoliberales.[5]

    Lo llaman democracia y no lo es, coreaban corebamos- los manifestantes del 15-M en casitodas las ciudades espaolas, en la primavera de 2011. Anlogamente podramos decir: lo llamansocialismo y no lo es, lo llaman desarrollo sostenible y no lo es

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  • Todo para nosotros y nada para los dems parece haber sido la ruin mxima de los amos de lahumanidad en las diversas pocas de la historia, escribi Adam Smith en La riqueza de lasnaciones.[6] Frente a este diagnstico de un economista (y filsofo moral) universalmente aclamadocomo terico del capitalismo aunque fuese algo ms complejo que eso, la respuesta ms slida yarticulada la ha proporcionado el socialismo desde valores igualitarios: en vez de todo paranosotros y nada para los dems, cooperar y compartir. (Y con tal fin desmercantilizar, coordinar ydemocratizar: volveremos sobre ello.)

    Pero hoy ya no estamos en 1776 ao de la Revolucin norteamericana, y ao en que Smith publicLa riqueza de las naciones ni en 1848 otro ao revolucionario, y el momento en que Marx yEngels redactaron el Manifiesto comunista. A partir de los aos setenta del siglo XX, una crisissocioecolgica mundial que ya entonces fue percibida por destacados investigadores, militantes yagentes sociales como crisis de civilizacin no ha dejado de ahondarse y desplegarse (y por ciertoque hemos de situar la crisis financiera y luego econmica mundial que empez en 2007 en talcontexto).

    Entre las respuestas tericas pero con vocacin de intervencin en la prctica poltica que seforjan desde aquellos aos destaca a mi entender el ecosocialismo. Se trata de una reformulacinantiproductivista de los idearios de izquierda que se hace cargo de los nuevos desafoscivilizatorios, sealadamente los problemas ecolgicos.

    En nuestro pas Manuel Sacristn, en la segunda mitad de los aos setenta, propuso unareconsideracin (revisin) del ideario comunista partiendo de los problemas nuevos que l llamabapostleninistas, y sealadamente, entre estos, la crisis ecolgica. Bastantes de las tesis quedefender en estos ensayos y el punto de vista desde el cual las formulo se inspiran en aquelesfuerzo terico y prctico del ltimo decenio de la vida de Sacristn (1975-1985), continuadoluego en el trabajo de discpulos suyos como Francisco Fernndez Buey y Antoni Domnech; yquerran no desmerecer demasiado del mismo[7].

    Sacristn hizo una crtica drstica de lo que ha significado el estalinismo en el movimientocomunista, una crtica que rebasa con mucho la vieja idea de la crtica al culto a la personalidad deStalin; argument que, en la perspectiva histrica, la debilidad principal del slogan leninista sovietsms electricidad fue aceptar y reproducir el punto de vista productivista mientras se liquidaban lossoviets; sugiri que haba que revisar la principal mxima comunista, segn la cual hay que dar acada cual segn sus necesidades, a la luz de la degradacin de la naturaleza y teniendo en cuentaque el productivismo capitalista y socialista han ayudado a la conversin de las fuerzas productivasen fuerzas destructivas; y propuso una poltica de la ciencia que partiera de la consideracin de questa, la ciencia, es lo mejor que tenemos desde el punto de vista epistemolgico y lo ms peligrosoque ha inventado el ser humano desde el punto de vista socio-moral.[8]

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    El mundo no es una mercanca, gritaban los manifestantes de Seattle en 1999, luego organizadosen constelacin de movimientos altermundialistas. No somos mercanca en manos de polticos ybanquereos, proclamaban en 2011 los manifestantes del movimiento 15-M en Madrid, Barcelona yotras ciudades espaolas. El socialismo, como sistema social y como modo de produccin, se defineesencialmente por la aspiracin a que en l el trabajo deje de ser una mercanca, y la economa seponga al servicio de la satisfaccin igualitaria de las necesidades humanas. El ecosocialismo aadea las condiciones anteriores la de sustentabilidad: modo de produccin y organizacin socialcambian para llegar a ser ecolgicamente sostenibles. No mercantilizar los factores de produccin

  • naturaleza, trabajo y capital, o desmercantilizarlos, es la orientacin que un gran antroplogoeconmico como Karl Polanyi sugiri en La Gran Transformacin: volveremos a ella en pginasposteriores de este libro.

    Desmercantilizar y democratizar: el ecosocialismo trata de avanzar hacia una sociedad donde lasgrandes decisiones sobre produccin y consumo sean tomadas democrticamente por el conjunto delos ciudadanos y ciudadanas, de acuerdo con criterios sociales y ecolgicos que se siten ms allde la competicin mercantil y la bsqueda de beneficios privados.

    Sin duda, muchos idearios de izquierda han sido productivistas (como abrumadoramente lo ha sidola cultura poltica y econmica de los ltimos dos siglos); pero algunas lneas minoritarias delpensamiento socialista formularon tempranas crticas del productivismo y la nocin burguesa deprogreso. Destacara en ello el novelista, diseador y revolucionario britnico William Morris[9]; ytambin vale la pena rememorar al Walter Benjamin de Direccin nica, un libro de apuntes,fragmentos y agudezas publicado en 1928:

    Dominar la naturaleza, ensean los imperialistas, es el sentido de toda tcnica. Pero quinconfiara en un maestro que, recurriendo al palmetazo, viera el sentido de la educacin en eldominio de los nios por los adultos? No es la educacin, ante todo, la organizacin indispensablede la relacin entre las generaciones y, por tanto, si se quiere hablar de dominio, el dominio de larelacin entre las generaciones y no de los nios? Lo mismo ocurre con la tcnica: no es el dominiode la naturaleza, sino dominio de la relacin entre naturaleza y humanidad.[10]

    Dominar no la naturaleza sino la relacin entre naturaleza y humanidad. Dominar nuestro dominio:creo que esta idea sigue siendo inmensamente fecunda en el siglo XXI[11]. Se trata, de algunamanera, de llevar la enkrteia que encomiaban Scrates y Aristteles del mbito personal alsocioecolgico, transformando el autodominio del varn prudente en autocontencin civilizatoria.Todas las relaciones humanas entraan ejercicio de poder: insista en ello un filsofo como MichelFoucault (en la estela de Nietzsche)[12]. Pero si, en un ejercicio de reflexividad guiado por losvalores de la compasin, trato de dominar no al otro sino mi relacin con el otro, si trato de dominarmi dominio, de autocontenerme, se abren impensadas posibilidades de transformacin. Deverdadera humanizacin para esos inmaduros homnidos que an seguimos siendo.

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    Pioneros de lo que desde los aos setenta/ochenta del siglo XX hemos llamado ecosocialismofueron Manuel Sacristn en Espaa, Raymond Williams en Gran Bretaa, Ren Dumont y AndrGorz en Francia, Barry Commoner y Murray Bookchin en EEUU, Wolfgang Harich y RudolphBahro en Alemania oriental, Erhard Eppler en Alemania occidental Entre estos pensadores se diopor lo dems un amplio abanico de posiciones polticas: hay un largo trecho entre el ecosocialismoautoritario centralista de un Wolfgang Harich[13] y el ecosocialismo libertario municipalista de unMurray Bookchin[14].

    Si hubiera que mencionar algunos hitos en esta tradicin de pensamiento y praxis: en 1979 ManuelSacristn[15] y otros investigadores y activistas fundan en Espaa la revista mientras tanto. Hacia1980 Thomas Ebermann y Rainer Trampert, junto con otros militantes, impulsan una corrienteecosocialista dentro de Die Grnen (el partido verde alemn), y en 1981 se funda la revistaModerne Zeiten[16]. A mediados de los ochenta el economista estadounidense James OConnorteoriza su concepcin de un marxismo ecolgico[17] y en 1988 se publica el primer nmero de larevista Capitalism, Nature, Socialism. En 1989 Frieder Otto Wolf, perteneciente al ala izquierda deDie Grnen, y Pierre Juquin, ex dirigente comunista del PCF luego orientado hacia perspectivas

  • rojiverdes, impulsan un manifiesto ecosocialista europeo[18]. En 2001 los filsofos Michael Lwyy Joel Kovel publican un Manifiesto ecosocialista internacional[19] que servir como base para lafundacin en octubre de 2007 en Pars de la Red Ecosocialista Internacional (InternationalEcosocialist Network). En 2003 la IV Internacional trotskista adopta durante su congreso eldocumento Ecologa y revolucin socialista, de clara inspiracin ecosocialista. En enero de 2009,en el marco del Foro Social Mundial de Belm, se aprueba la Declaracin Ecosocialista deBelm

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    La gente habla de esperanza, en esta cultura nuestra corrompida por el positive thinking, y enrealidad est pidiendo lo que Sterling Hayden en Johnny Guitar, aquella memorable pelcula deNicholas Ray: dime que me quieres aunque sea mentira[20], dime que puede venir la prosperidado la sustentabilidad o la liberacin humana como vendra el buen tiempo en una primavera clidaPero lograr metas valiosas, o evitar lo peor del desastre hacia el que nos estamos precipitando, nocuadra con esa voluntad de autoengao: tiene que ver con la accin o con la inaccin humana.La esperanza se anuda con lo que hagamos o dejemos de hacer: con nuestras resistencias, nuestrasluchas y nuestras formas creativas de estar juntos.

    La principal razn para la esperanza es que la gente se rebele contra el fatalismo de lo peor: muchams gente de la que lo est haciendo ahora, en los pequeos grupos que este execrable sistema secomplace en llamar antisistema. Soledad Gallego-Daz recordaba hace no tanto unas lneas delensayista Jos Mara Ridao en su libro de 2002 La eleccin de la barbarie: De la misma maneraque el futuro no est determinado para lo bueno, tampoco lo est para lo malo, y tan funestosresultados puede provocar una creencia como la otra. () La barbarie no sobreviene, se elige,afirmaba Ridao, y Gallego-Daz insiste: Lo que sucede no est a merced de una hipottica leyuniversal de la destruccin, y quienes pregonan ese fatalismo lo que reclaman es que nos sintamosinsignificantes y renunciemos de antemano a la resistencia. Que dejemos de preguntarnos que detrsde cada accin hay una responsabilidad, y detrs de cada responsabilidad, un responsable.[21] Eldesastre socio-ecolgico en que estamos no ha sucedido como una catstrofe natural: tieneresponsables que lo han buscado activamente (quiz justificando que es un inevitable daocolateral de la necesaria bsqueda del progreso), y demasiada gente que ha consentido.

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    Durante los ltimos decenios, los trabajadores y trabajadoras euro-norteamericanos no han dejadode desaprender la lucha de clases. Mientras tanto sus respectivas clases dominantes no han dejadode perfeccionarla, hasta llegar a la desproporcin de hoy: la fuerza que se ejerce desde arriba contralos de abajo encuentra muy poca resistencia.

    Y no lo olvidemos: la condicin previa para esta violencia que estn ejerciendo los de arriba contralos de abajo intensificada a partir de 2009: Grecia, Portugal, Espaa es la fascinacin que,durante decenios, los de abajo, cada vez ms desarmados culturalmente, han sentido por los dearriba. La lucha de clases empieza en las revistas del corazn o en los programas televisivospopulares que han anestesiado, distrado o corrompido a los de abajo. Esos millones detrabajadores y trabajadores que se autoidentificaban, cada vez ms, como clase media.

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    Tcnicamente es posible fabricar bombillas que duren cien aos, lavadoras elctricas fcilmentereparables que funcionen ms de medio siglo[22]. Y esa posibilidad tcnica se convierte en unanecesidad, si es que queremos conservar los beneficios de eso que llamamos civilizacin y

  • generalizarlos al conjunto de la humanidad, en el dificilsimo trance histrico donde nos hallamos.

    Pero lo que es tcnicamente posible, y necesario desde la perspectiva del bienestar y laemancipacin humana, resulta inviable bajo el capitalismo. Socioeconmicamente imposible. Paraque gire sin fin la rueda de la produccin y el consumo, las mercancas han de incorporar suobsolescencia programada. Este sistema slo puede funcionar con bombillas que se funden a losseis meses de uso, con lavadoras que duran cinco aos. Y por eso en una biosfera finita, conrecursos naturales finitos y con una poblacin humana demasiado elevada el capitalismo esincompatible con el bienestar y la emancipacin humana.

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    Bien comn y bienes comunes podra ser una buena consigna. Que apunta a priorizar los interesescolectivos (no solamente los de los seres humanos, y no solamente los de las generaciones hoyvivas!), y a gestionar las riquezas comunes ms all de las exigencias de rentabilidad del capital.

    Ms all de la moral capitalista de poseer y consumir, ms all de su moral, la nuestra: vincularse ycompartir.

    xodo fuera de la sociedad industrial, reclamaba Rudolph Bahro hace ya muchos aos Miopcin sera ms bien la de sociedades industriales frugales, igualitarias y sostenibles (por eso hablode socialismo). Pero s que necesitamos y sin tardanza! un xodo fuera del capitalismo y delpatriarcado; y necesitamos, ya a una escala mucho ms local, un vigoroso xodo fuera delacomodamiento, el autoengao, la desconexin, la pasividad y la degradacin moral que hapropiciado esa cultura de nuevos ricos de la sociedad espaola en los ltimos decenios (desdemediados de los aos ochenta, tras la destruccin de cultura obrera asociada con las reconversionesindustriales, la mala salida del referndum sobre la OTAN, la paulatina servidumbre del PSOErespecto del neoliberalismo, el amansamiento de los sindicatos mayoritarios, la financiarizacin dela economa espaola).

    La referencia no es ya Marx, sino Marsh, dice Jacques Grinevald[23]. Est refirindose as a aquellaprimera gran obra donde se intent pensar globalmente los problemas ambientales, que fue la delnorteamericano George Perkins Marsh, Man and Nature (aparecida en 1864 y de gran repercusinen su poca). Pero pueden serlo los dos! No debe haber contraposicin entre lo verde y lo rojo:necesitamos una sntesis[24]. Marx + Marsh: en esa suma podemos cifrar la esperanza delecosocialismo.

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    Me daba risa el ttulo con que en mi departamento universitario se planteaba un debate filosfico,en abril de 2012: Es el socialismo un cadver insepulto? Hubiera debido formularse ms bien:El siglo XXII ser socialista (ecosocialista) o no ser. O bien logramos salir del capitalismo, oste se autodestruir y destruir el mundo no en un lapso de siglos sino de lustros.

    El capitalismo ha logrado un xito econmico superficial, desigual y transitorio gracias a unagigantesca movilizacin de recursos naturales cuya fuerza impulsora fue un inconcebible potlachtde combustibles fsiles que ahora est llegando a su fin. Pero esto se paga con una enormedevastacin social, y ms all de ello con un verdadero desastre ecolgico y antropolgico desastrecuya profundidad la mayora social sigue sin ver. Como sealaba Paco Fernndez Buey en las lneasque cit al comienzo de esta introduccin, fenmenos de tan descomunal trascendencia como laalienacin laboral y cultural, el abismo Norte-Sur y la crisis ecolgico-social siguen apuntandohacia la necesidad de una sociedad regulada, una sociedad ecosocialista.

  • El tiempo se nos acaba. El espacio se estrecha. Las opciones se simplifican. Ahora nos toca decidir:o un mundo de iguales, o un mundo de presas y cazadores. O Marx (Marx + Marsh) oNietzsche[25], podramos decir, expresndonos en los trminos de aquel siglo XIX que an noconoca la expresin efecto de invernadero. La alternativa real no es capitalismo o socialismo,sealaba Manuel Sacristn en una importante entrevista de 1969. La alternativa real me parece ser:socialismo o barbarie (degradacin general de la vida de la especie).[26]

    Ecosocialismo o barbarie.

    NOTAS:

    [1] Willam Morris, conferencia Cmo vivimos y cmo podramos vivir (1884), en Cmo vivimosy cmo podramos vivir, Pepitas de Calabaza eds., Logroo 2004, p. 44.

    [2] Michael Lwy en Ecosocialismo, El Colectivo/ Ediciones Herramienta, Buenos Aires 2011, p.118.

    [3] Francisco Fernndez Buey, Cinco ideas para otro modelo de desarrollo, en Manuel Monereo(coord.), Ideas para otro desarrollo, FIM, Madrid 1995, p. 102.

    [4] Prepar una edicin abreviada de la gran obra de Aldo Leopold A Sand County Almanac:Leopold, Una tica de la tierra, Los Libros de la Catarata, Madrid 2000. El gran clsico del sigloXIX sobre la reforma de nuestro trato a los animales no humanos es Henry S. Salt, cuya obra Losderechos de los animales est publicada en la misma coleccin de Libros de la Catarata, Clsicosdel pensamiento crtico.

    [5] Como escribe Norman Birnbaum, catedrtico emrito de la Universidad de Georgetown, laidea de que el socialismo puede sobrevivir como un ideal de ciudadana compartida sin un nuevoenfrentamiento con el capitalismo es falsa: la arrogancia y la estupidez de las agencias decalificacin son una agresin no solo contra el Estado de bienestar sino contra la propia democracia.Y eso forma parte de un problema ms amplio. El Partido Demcrata y los partidos socialistaseuropeos prometen formas cada vez ms especiales de representacin de intereses. No han sabido,por ms que hagan proclamaciones retricas y ceremoniales, desarrollar una nueva concepcin delbien pblico en una poca de enorme diferenciacin social y econmica. () Marx dijoirnicamente que Rousseau pretenda pasar del sujeto humano al ciudadano, cuando el problemaconsista en crear las condiciones para una nueva humanidad. En nuestro caso, una nueva idea deciudadana ya sera revolucin suficiente. Una nueva Dclaration des droits de lHomme et duCitoyen exigira la eliminacin de la riqueza como patente de nobleza. Sera el principio de la luchapor la autntica igualdad poltica. Los griegos, reducidos casi a la nada en su existencia cvica ymaterial, son los nuevos ilotas, los nuevos esclavos. La lucha por los derechos en Europa es laexpresin de una crisis europea tan profunda como la desmoralizacin y la despolitizacin de granparte de la vida en Estados Unidos. Norman Birnbaum, Una poltica transtalntica?, El Pas, 8de febrero de 2012.

    Y como escribe otro catedrtico, el socilogo Ignacio Sotelo, cuando en 1982 llegan los socialistasal poder en Espaa, ya se haba desplomado el modelo socialdemcrata de Estado de bienestar, alque se le echa en cara producir a la vez inflacin y paro; en cambio con Reagan y Thatcher elneoliberalismo se hallaba en rpido ascenso. Saltando del marxismo de saln al neoliberalismo, lossocialistas espaoles se desprenden, tanto del socialismo francs, que el breve experimento deMitterrand haba hecho aicos, como del modelo socialdemcrata que, desalojados del poder loslaboristas britnicos y los socialdemcratas alemanes, no gozaba del mayor prestigio. () Nada ha

  • marcado tanto la historia econmica de los ltimos treinta aos como la conversin alneoliberalismo del socialismo espaol. Desde el convencimiento de que no hay alternativa alcapitalismo pensamiento nico Boyer, Solchaga, Solbes, Rato, Montoro, son intercambiables.() Qu sentido tiene, como no sea uno burdamente electoralista, mantener la leyenda de unpasado socialdemcrata que habra construido nada menos que el Estado de bienestar? Lo cierto esque en Espaa nadie se ha movido fuera de la ortodoxia capitalista del Estado social bismarckianoque inventaron los conservadores para integrar a una clase trabajadora con veleidadesrevolucionarias Ignacio Sotelo, El espejismo del Estado de bienestar, El Pas, 18 de febrero de2012.

    [6] Adam Smith, La riqueza de las naciones, Libro III, captulo 4 (Alianza, Madrid 2001, p. 525);nos lo recuerda Susan George al comienzo de su libro Sus crisis, nuestras soluciones (Icaria,Barcelona 2010, p. 12).

    [7] Este conjunto de esnayos se sitan en la estela de una obra anterior, que escribimosconjuntamente Paco Fernndez Buey y Jorge Riechmann: Ni tribunos. Ideas y materiales para unprograma ecosocialista, Siglo XXI, Madrid 1996.

    [8] Introduccin a: De la Primavera de Praga al marxismo ecologista. Entrevistas con ManuelSacristn Luzn (edicin de Francisco Fernndez Buey y Salvador Lpez Arnal), Los Libros de laCatarata, Madrid 2004, p. 28.

    [9] William Morris, Cmo vivimos y cmo podramos vivir, Pepitas de Calabaza, Logroo 2004.Da ttulo al volumen una conferencia pronunciada por Morris el 30 de noviembre de 1884.

    [10] Walter Benjamin, Direccin nica, Alfaguara, Madrid 1987, p. 97.

    [11] Por lo dems, podemos rastrearla tambin en un famoso pasaje del libro tercero del Capital deMarx: ah el pensador de Trveris no define el socialismo como dominacin humana sobre lanaturaleza, sino ms bien como control sobre el metabolismo entre sociedad y naturaleza,regulacin consciente de los intercambios materiales entre seres humanos y naturaleza. En la esferade la produccin material, dice Marx en el libro III del Capital, la nica libertad posible es laregulacin racional, por parte del ser humano socializado, de los productores asociados, de sumetabolismo [Stoffwechsel] con la naturaleza; que lo controlen juntos en lugar de ser dominadospor l como por un poder ciego. Citado por Michael Lwy en Ecosocialismo, El Colectivo/Ediciones Herramienta, Buenos Aires 2011, p. 73.

    [12] Habra que tener aqu en cuenta la ambivalencia del concepto, que seal Spinoza, sobre la queno se puede insistir demasiado: poder como capacidad frente a poder como dominacin. Spinoza ensu Tractatus politicus (1677, captulo 2: Del derecho natural) establece la importante diferenciaentre las palabras latinas potentia y potestas. Potentia significa el poder de las cosas en lanaturaleza, incluidas las personas, de existir y actuar. Potestas se utiliza en cambio cuando sehabla de un ser en poder de otro. (En alemn, la pareja de conceptos Macht/ Herrschaft capta ladistincin: se ve bien en Max Weber.) Tenemos entonces potentia como poder para, poder encuanto capacidad. Y potestas en cuanto poder sobre otros, poder en cuanto dominacin. Elprimero es ms originario que el segundo.Puede verse al respecto tambin Jorge Riechmann,Cmo vivir? Acerca de la vida buena, Los Libros de la Catarata, Madrid 2011, p. 33-35.

    [13] Wolfgang Harich, Comunismo sin crecimiento? Babeuf y el Club de Roma, Materiales,Barcelona 1978.

    [14] Murray Bookchin, La ecologa de la libertad. La emergencia y la disolucin de las jerarquas,

  • Nossa y Jara eds., Madrid 1999.

    [15] Manuel Sacristn, Pacifismo, ecologa y poltica alternativa, Icaria, Barcelona 1987.

    [16] Vase al respecto Jorge Riechmann, Los Verdes alemanes Historia y anlisis de unexperimento ecopacifista a finales del siglo XX, Comares, Granada 1994, especialmente p. 196-201.

    [17] James O Connor: Natural Causes: Essays in Ecological Marxism, Guilford Press, 1997.

    [18] http://www.ecosocialistnetwork.org

    [19] Carlos Antunes y otros, Manifiesto ecosocialista: por una alternativa verde en Europa. Enmientras tanto 41 (verano de 1990); reimpreso como libro por Los Libros de la Catarata, Madrid1991. Una interesante reflexin retrospectiva de Frieder Otto Wolf enhttp://www.akweb.de/ak_s/ak536/19.htm

    [20] El dilogo entre los personajes de Hayden y Joan Crawford era el siguiente: A cuntoshombres has olvidado? A tantos como mujeres t recuerdas. No te vayas! No me hemovido. Dime algo agradable. Claro. Qu quieres que te diga? Minteme. Dime que mehas esperado todos estos aos. Dmelo. Te he esperado todos estos aos. Dime que habrasmuerto si yo no hubiera vuelto Habra muerto si t no hubieras vuelto. Dime que me quierestodava, como yo te quiero. Te quiero todava como t me quieres. Gracias. Muchas gracias.

    [21] Soledad Gallego-Daz: Un debate bien vivo, El Pas, 5 de febrero de 2012.

    [22] Sobre obsolescencia programada cabe consultar el documental de Cosima Dannoritzer quealcanz merecida difusin Comprar, tirar, comprar (se puede ver por ejemplo enhttp://www.youtube.com/watch?v=3btYLqacz1I). Un ingeniero espaol llamado Benito Muros tratade impulsar el movimiento Sin Obsolescencia Programada: su web es http://www.oepelectrics.com/Una entrevista con l (Todos los aparatos electrnicos estn programados para morir) en LaVanguardia del 12 de abril de 2012 (puede consultarse enhttp://www.lavanguardia.com/lacontra/20120412/54283677770/benito-muros-todos-los-aparatos-electronicos-estan-programados-para-morir.html).

    [23] Jacques Grinevald, Ideas y preocupaciones acerca del papel de la especie humana en labiosfera, en Jos Manuel Naredo y Luis Gutirrez (eds.): La incidencia de la especie humana sobrela faz de la Tierra (1955-2005), Universidad de Granada/ Fundacin Csar Manrique, Granada2005, p. 24.

    [24] No se me escapa que esa sntesis debera incluir otros colores, adems del verde y el rojo Enlos primeros aos noventa escriba yo: La dinmica verde, pujante y esperanzadora en la mayorade las sociedades europeas, no est ni mucho menos exenta de problemas, ambigedades nicontradicciones. Lo que podramos llamar ilusin del absoluto comienzo -la ilusin de que losmovimientos verde-alternativos representan una novedad tan radical que han de partirabsolutamente desde cero en sus luchas y proyectos-dificulta en muchos casos el dilogo con lasgentes que provienen de otras tradiciones emancipatorias, cuyo concurso resulta necesario para larefundacin de una izquierda alternativa, de un proyecto emancipatorio a la altura de nuestro trgicotiempo. Este proyecto, sustancialmente, no puede renunciar a ninguno de los colores del arcoiris: nial rojo del movimiento obrero anticapitalista e igualitario, ni al violeta de las luchas por laliberacin de la mujer, ni al blanco de los movimientos noviolentos por la paz, ni al antiautoritarionegro de libertarios y anarquistas, ni mucho menos al verde de la lucha por una humanidad justa y

  • libre sobre un planeta habitable. Jorge Riechmann, El socialismo puede llegar slo en bicicleta,Papeles de la FIM 6 (2 poca) monogrfico sobre Ecologa, economa y tica, Madrid 1996, p.57.

    [25] Ya s que Nietzsche no es slo eso, pero es tambin eso Y lo es de un modo central, noaccidental. Recordemos por ejemplo cmo Nietzsche cita con aprobacin a Stendhal: Para ser unbuen filsofo hace falta ser seco, claro, sin ilusiones. Un banquero que haya hecho fortuna poseeuna parte del carcter requerido para hacer descubrimientos en filosofa, es decir, para ver claro enlo que es (final del pargrafo 39 de Ms all del bien y del mal, Alianza, Madrid 1983, p. 64). Elbanquero como espritu libre ya que dispone suficientemente de la lucidez, la indiferencia anteel sufrimiento ajeno y la nuda voluntad de dominacin que, segn Nietzsche, constituyen lo msimportante del equipaje del filsofoSi alguien necesitaba una confirmacin no por indirectamenos valiosa de que, en la era del capitalismo financiarizado, el nietzscheanismo tiende a serpuro conformismo social, hela ah.

    En fin, si quisiramos expresarlo de forma muy sucinta: aceptamos como punto de partida el Diosha muerto (lase: no hay verdades ni valores garantizados metafsicamente, desprendmonos de lasupersticin del Absoluto). Y aadimos adems: la Pachamama no cuidar de nosotros (antes bienal contrario: deberamos ser nosotros quienes tratsemos de cuidar de la vulnerable Pachamama).Pero desde esas premisas, dos grandes opciones se abren ante nosotras y nosotros. Podemosconcluir que, dado que no hay un Padre Todopoderoso que imponga normas, el fuerte debe dominaral dbil. Mas podemos concluir tambin que, dado que somos hurfanos, deberamos cuidar unos deotros sta ltima opcin es la del ecosocialismo y el ecofeminismo. Volveremos sobre este asuntoen el ltimo capitulillo de este libro, Tareas para despus de la muerte de Dios.

    [26] De la Primavera de Praga al marxismo ecologista. Entrevistas con Manuel Sacristn Luzn(edicin de Francisco Fernndez Buey y Salvador Lpez Arnal), Los Libros de la Catarata, Madrid2004, p. 58. Vale la pena recordar que la alternativa socialismo o barbarie fue formulada por lagran pensadora revolucionaria Rosa Luxemburg a comienzos del siglo XX, y que dio nombre en1948 a uno de los grupos ms interesantes de la izquierda francesa antiestalinista, Socialisme ouBarbarie. Puede verse al respecto Philippe Gottraux, Socialisme ou Barbarie. Un engagementpolitique et intellectuel dans la France de laprs-guerre, Payot, Lausana 1997.