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7/23/2019 Mario Saban http://slidepdf.com/reader/full/mario-saban 1/11 Origen, nudo y desenlace del judaísmo nazareno en el cristianismo José Manuel Rodríguez Pardo Reseña al libro de Mario Javier Saban, Las raíces judías del cristianismo, Editorial Futurum, Buenos Aires 2001 «Sobre todo, cada una de nuestras religiones, con plena conciencia de los muchos vínculos que la unen a la otra y en primer lugar de ese vínculo del que habla el Concilio, quiere ser reconocida y respetada en su propia identidad, fuera de todo sincretismo y de toda equívoca apropiación.» Este texto, parte del discurso que pronunció el Papa Juan Pablo II en la Sinagoga de Roma, el 13 de Abril de 1986, está incluido en la página 13 del libro de Mario Saban, y marca de algún modo la relación entre judíos y cristianos que desea desentrañar el autor, de quien merece la pena pararse a analizar brevemente su trayectoria. Según la propia contraportada del libro, Mario Javier Saban es argentino, abogado licenciado por la Universidad de Buenos Aires, e historiador de los orígenes judíos de muchas familias argentinas. Ha realizado asimismo una serie de trabajos sobre los judíos y la inquisición en España y Portugal, y ha recibido numerosas becas por sus brillantes investigaciones. El libro de Mario Saban se dedica, en consonancia con sus líneas de investigación, a esclarecer el momento en el que judaísmo y cristianismo, en principio el segundo generado a partir de variantes del primero, vivieron en comunión de intereses y de ciertos ritos, hasta su separación final. Tal circunstancia aconteció principalmente, a decir del autor, durante los siglos I y II después de Cristo: «Nunca en la historia universal, estuvieron los judíos y los cristianos tan cerca como en estos dos siglos: el I y el II. Se consideraban hermanos, y lograron crear un estado espiritual entre los romanos que fue la base para la destrucción de la idolatría pagana. Lamentablemente, la historia posterior dividió a los hijos del mismo "Dios". Sin embargo, tanto judíos como cristianos debemos analizar en profundidad la historia de aquellos dos siglos, porque allí nos encontraremos unidos por el mismo objetivo: la lucha contra la idolatría pagana.» (pág. 16.) Pasemos por lo tanto, a comprobar cómo acontecieron estos dos siglos, siguiendo la pluma de Mario Saban. Este período histórico, ya reseñado al comienzo de la obra, es concretado por el autor más adelante, al afirmar que el mismo abarca desde la muerte de Jesús de Nazaret (año 33 d. C.) hasta aproximadamente el año 200, cuando se consolida la religión monoteísta que « desnacionalizó a Dios, y se entregó a uno de los proselitismos más importantes de la Historia» (pág. 21). Asimismo, con el objeto de mostrar uno de los aspectos de esta evolución, Saban incluye una lista de los sabios y dirigente religiosos del judaísmo en Israel y Babilonia entre los siglos I y II, desde los Sumos Sacerdotes del Parlamento judío o Sanedrín, hasta los Procuradores romanos desde el año 6 hasta el 66, en que se desató la revolución judía (págs. 23-28), con el objeto de comprender mejor el propio desarrollo histórico.  Así, el comienzo del verdadero análisis de Saban se encuentra en el carácter mesíanico redentor  del  judaísmo, que, dentro de su propia nematología, hará culminar la historia universal con el profeta que, siendo del linaje del Rey David, provocará la restauración judía en Sión. Argumento este de mucho peso en los tiempos de la ocupación romana y del maestro Jesús de Nazaret (los judíos veían necesaria la figura de un líder que les ayudase a librarse del dominio romano), mientras los zelotes instigan la independencia, y otros grupos, como los esenios, practicaban la más absoluta pasividad ante todo lo que acontecía en Judea (grupo del que por cierto derivará la institución del bautismo) (págs. 31 y ss.). Ciertamente, y siguiendo las referencias que nos aporta Saban, hemos de señalar que el concepto de Jesús de Nazaret estuvo encerrado, hasta el año 60, dentro del marconacional  judío (pág. 35). Sin embargo, es a partir de entonces cuando el grupo de los judíos denominados nazarenos, es decir, los seguidores de Jesús de Nazaret, mantiene una continuidad que otros grupos, que apologetizaban a su Mesías particular, no podían mantener. Mientras surgían numerosos grupos anunciando a su propioMesías, el grupo apostólico mantuvo su continuidad en el tiempo. Los doce apóstoles, según el autor, eran asimismo representación de las doce tribus de Israel, los judíos que habían ingresado en Egipto. (pág. 41) Así, es destacable que este grupo de judíos se distinguía además por un rasgo fundamental que llevaría a su diferenciación. Se trataba del reconocimiento de que el Mesías ya había llegado: «La primera diferencia entre los judíos nazarenos y el resto de la población judía, era

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7/23/2019 Mario Saban

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Origen, nudo y desenlace

del judaísmo nazareno en el cristianismoJosé Manuel Rodríguez Pardo

Reseña al libro de Mario Javier Saban, Las raíces judías del cristianismo, 

Editorial Futurum, Buenos Aires 2001

«Sobre todo, cada una de nuestras religiones, con plena conciencia de los muchos vínculos que la unen a la

otra y en primer lugar de ese vínculo del que habla el Concilio, quiere ser reconocida y respetada en su

propia identidad, fuera de todo sincretismo y de toda equívoca apropiación.»

Este texto, parte del discurso que pronunció el Papa Juan Pablo II en la Sinagoga de Roma, el 13

de Abril de 1986, está incluido en la página 13 del libro de Mario Saban, y marca de algún modo la

relación entre judíos y cristianos que desea desentrañar el autor, de quien merece la pena pararse a

analizar brevemente su trayectoria. Según la propia contraportada del libro, Mario Javier Saban es

argentino, abogado licenciado por la Universidad de Buenos Aires, e historiador de los orígenes judíos de

muchas familias argentinas. Ha realizado asimismo una serie de trabajos sobre los judíos y la inquisición

en España y Portugal, y ha recibido numerosas becas por sus brillantes investigaciones.

El libro de Mario Saban se dedica, en consonancia con sus líneas de investigación, a esclarecer el

momento en el que judaísmo y cristianismo, en principio el segundo generado a partir de variantes del

primero, vivieron en comunión de intereses y de ciertos ritos, hasta su separación final. Tal circunstancia

aconteció principalmente, a decir del autor, durante los siglos I y II después de Cristo:

«Nunca en la historia universal, estuvieron los judíos y los cristianos tan cerca como en estos dos siglos: el I

y el II. Se consideraban hermanos, y lograron crear un estado espiritual entre los romanos que fue la base

para la destrucción de la idolatría pagana. Lamentablemente, la historia posterior dividió a los hijos del mismo

"Dios". Sin embargo, tanto judíos como cristianos debemos analizar en profundidad la historia de aquellos

dos siglos, porque allí nos encontraremos unidos por el mismo objetivo: la lucha contra la idolatría pagana.»

(pág. 16.)

Pasemos por lo tanto, a comprobar cómo acontecieron estos dos siglos, siguiendo la pluma de

Mario Saban.

Este período histórico, ya reseñado al comienzo de la obra, es concretado por el autor más

adelante, al afirmar que el mismo abarca desde la muerte de Jesús de Nazaret (año 33 d. C.) hasta

aproximadamente el año 200, cuando se consolida la religión monoteísta que «desnacionalizó a Dios, y

se entregó a uno de los proselitismos más importantes de la Historia» (pág. 21). Asimismo, con el objeto

de mostrar uno de los aspectos de esta evolución, Saban incluye una lista de los sabios y dirigente

religiosos del judaísmo en Israel y Babilonia entre los siglos I y II, desde los Sumos Sacerdotes del

Parlamento judío o Sanedrín, hasta los Procuradores romanos desde el año 6 hasta el 66, en que se

desató la revolución judía (págs. 23-28), con el objeto de comprender mejor el propio desarrollo histórico. Así, el comienzo del verdadero análisis de Saban se encuentra en el carácter mesíanico redentor  del

 judaísmo, que, dentro de su propia nematología, hará culminar la historia universal con el profeta que,siendo del linaje del Rey David, provocará la restauración judía en Sión. Argumento este de mucho peso

en los tiempos de la ocupación romana y del maestro Jesús de Nazaret (los judíos veían necesaria la

figura de un líder que les ayudase a librarse del dominio romano), mientras los zelotes instigan la

independencia, y otros grupos, como los esenios, practicaban la más absoluta pasividad ante todo lo que

acontecía en Judea (grupo del que por cierto derivará la institución del bautismo) (págs. 31 y ss.).

Ciertamente, y siguiendo las referencias que nos aporta Saban, hemos de señalar que el concepto deJesús de Nazaret estuvo encerrado, hasta el año 60, dentro del marconacional  judío (pág. 35).

Sin embargo, es a partir de entonces cuando el grupo de los judíos denominados nazarenos, es

decir, los seguidores de Jesús de Nazaret, mantiene una continuidad que otros grupos, que

apologetizaban a su Mesías particular, no podían mantener. Mientras surgían numerosos gruposanunciando a su propioMesías, el grupo apostólico mantuvo su continuidad en el tiempo. Los doce

apóstoles, según el autor, eran asimismo representación de las doce tribus de Israel, los judíos que

habían ingresado en Egipto. (pág. 41) Así, es destacable que este grupo de judíos se distinguía además

por un rasgo fundamental que llevaría a su diferenciación. Se trataba del reconocimiento de que el Mesías

ya había llegado: «La primera diferencia entre los judíos nazarenos y el resto de la población judía, era

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Es precisamente en este contexto, no sólo de prédicas entre los judíos, sino también de conversión

de los gentiles, en los que aparecen divergencias sobre cómo han de ser convertidos estos últimos. El

Concilio del año 50 las acentúa, sobre todo en el rito de la circuncisión: «Entre el 49 y el 50 aparecieron

diferentes metodologías de conversión de gentiles al Judaísmo. Para algunos, los gentiles debían abrazar

la fe con el cumplimiento ritual de la circuncisión, lo que implicaba la entrada formal al Judaísmo. Para

otros, lo podían realizar con el simple bautismo» (pág. 95). Así, en el Concilio de Jerusalén, en el año 50,

se produjo una fuerte polémica en lo referente al rito de la circuncisión, como señala Mario Sabantranscribiendo el Capítulo XV de los Hechos de los Apóstoles: «Bajaron algunos de Judea que enseñaban

a los hermanos: "Si no cincuncidáis conforme a la costumbre mosaica, no podéis salvaros". Se produjo

con esto una agitación y una discusión no pequeña de Pablo y Bernabé contra ellos; y decidieron que

Pablo y Bernabé y algunos de ellos subieran a Jerusalén, donde estaban los Apóstoles, y Presbíteros,

para tratar esta cuestión» (pág. 101). Así, después de un fuerte debate, se prescribió, por orden de

Santiago el Menor, que los gentiles no estaban obligados sino a abstenerse «de todo lo contaminado por

los ídolos, de la impureza, de los animales estrangulados y de la sangre» (pág. 102).

Este conflicto acabará siendo fuente de una profunda desunión, pues según algunos judíos de

 Antioquía, «sin el cumplimiento de la Ley de Moisés no existe salvación» (pág. 103), aunque en otroscasos se exige el cumplimiento de las leyesNoajidas (instauradas por Noé), que permiten a varones

gentiles y virtuosos salvarse (págs. 103 y ss.). De este modo, según argumenta Saban, «vemos que laoposición judía que tiene Saúl de Tarso (San Pablo) no está radicada en una desviación del Judaísmo,sino en que sus esfuerzos van encaminados a la noejización  de los gentiles y no a su conversión en

forma directa al Judaísmo» (pág. 105). Sobre este caso, Saban nos ofrece el ejemplo de Timoteo, que erahijo de padre gentil y madre judía (judío de estirpe según la legislación hebrea), pero no circuncidado bajo

la Torá. De este modo, se puede afirmar sin problemas que los judíos nazarenos tan sólo sediferenciaban del resto de grupos en afirmar la calidad de Mesías atribuida a Jesús de Nazaret,

proselitismo que muchos judíos de la Diáspora, como Timoteo, abrazaban (págs. 123-126).

 Así, Saban continúa en las páginas siguientes de su obra narrando las vicisitudes y viajes de SanPablo por diferentes lugares, tras haber sufrido persecuciones, mostrando en sus prédicas que la

salvación por medio de Jesús de Nazaret es posible, sin que ello suponga en principio una retirada de la

dogmática judaica de aquella época. Después de la persecución sufrida por los nazarenos, muchos de

ellos acabaron en Roma, lo que facilitó sus prédicas: «Fue así como los primeros cristianos de Roma,

provenían en su mayoría de aquellos judíos que ingresaron al grupo judeonazareno al mando de Saúl. Noexisten dudas también de que ya muchos judíos nazarenos se encontraban agrupados en Roma, y

provenían seguramente de comunidades nazarenas (cristianas) formadas desde la década del 50, y quellegaron a la capital imperial posteriormente. Es así que Saúl de Tarso pudo haber encontrado elementos

cristianos a su llegada» (pág. 153).

Tras la rebelión de los judíos contra Roma, acontecida entre los años 66 y 73, la distancia entre el

cristianismo y el judaísmo, a juicio de Saban. Así, las tendencias ebonitas o judeocristianas, que

sucederán durante los siglos I y II, que pretendían recordar en las mismas fechas la Pascua y la

esclavitud y posterior liberación de los israelitas de Egipto, volverán a suponer un nuevo conflicto: «Sin

embargo esta idea no prosperó. No se pudo lograr una conmemoración con un doble sentido. ElCristianismo basó su religión en el sentido cristológico y el Judaísmo basó la suya en el sentido nacional »

(pág. 170). Así, Saban señala en negritas y resalta en forma de cuadro la siguiente idea que caracterizará

al Cristianismo: «Unidad en el Canon, aceptación de grupos intermedios, y Cristología, llevaron al

Judaísmo nazareno a evolucionar hacia el Cristianismo y crear así finalmente una religión independiente»

(pág. 171). Será no obstante en el período 100-140 cuando el judaísmo nazareno se transformará en uncorto lapso de tiempo en una religión distinta de su raíz hebrea (pág. 183). Sin embargo, en este período

los judíos de la diáspora se sublevan contra Roma, que, a juicio de Saban, provoca el temor de losromanos a ser reconquistados por los judíos, una buena muestra de que cristianos y judíos mantenían

estrechos vínculos (págs. 184-187).

No obstante, hasta entonces los judíos nazarenos, a pesar de ser en gran número gentiles, estabansiempre dirigidos por judíos de linaje. No será sino bajo el último período imperial de Adriano (138-140),

cuando el primer gentil, Marcos, asuma la dirección del grupo judeo cristiano de Jerusalén. «Por lo tanto,

podemos afirmar que todos los Obispos de Jerusalén desde la muerte de Jesús en el 33 hasta el 138-140provenían del pueblo judío. Y que la división entre el Judaísmo oficial y el judeocristianismo se

realiza en forma clara entre el 140 y el 199» (pág. 202, negritas del autor). Dentro de este período

destaca la famosa Querella Pascual,discutida entre las comunidades cristianas de Oriente y la comunidad

cristiana de Roma, debido a que los cristianos del Asia Menor y del Oriente celebraban la Pascua el 14de Nisan del calendario hebreo, mientras que los cristianos romanos lo hacían en Domingo. Querella que

se produjo con mayor fuerza durante el primado del Papa San Aniceto I, (155-166). Tras múltiplesquerellas, a la muerte del Papa San Clemente I, 90-99, los pontífices romanos comenzaron a celebrar laPascua en Domingo, olvidando la fecha del 14 de Nisan (págs. 219-228).

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La parte final del libro de Mario Saban señala otros movimientos que influyeron en el proceso de

separación del judaísmo y el cristianismo, como el marcionismo(un intento de desligar el cristianismototalmente de sus raíces judías) el ebionismo judío (que negaba la divinidad de Jesús) y

el cerentianismo (movimiento que buscaba reorientar el nazareísmo nuevamente hacia el judaísmo).

Finalmente, el cristianismo abandonaría las leyes noejidas en el siglo IV, desligándose completamente de

los rituales judíos aplicados para la gentilidad, y acuñando los suyos propios (pág. 307).

Y culmina el libro de Mario Javier Saban interrogándose el autor, tras hallar múltiples semejanzas

entre ambos credos, si no buscan en realidad lo mismo: «¿No será que ambos de dos modos diferentes

estamos esperando lo mismo?» (pág. 313). Asimismo, nos ofrece, a modo de apéndices, una serie decompletos listados con costumbres heredadas del judaísmo por el cristianismo, personajes de su santoral

comunes a ambas religiones, así como una útil cronología de la etapa histórica estudiada en la obra, junto

a la abundante bibliografía consultada (págs. 315-334).

No obstante, a pesar de la interesante exposición del autor, pensamos que ella es insuficiente para

comprender lo que supondrá el fenómeno cristiano. Sin duda que la experiencia judaica es una base del

cristianismo, pues en el seno de las comunidades judías pudo dar éste sus primeros pasos. Sin embargo,

vemos que los fenómenos posteriores, de los que no hemos realizado completo acopio por ser esto una

reseña, ya no dependen tanto de esa comunidad judía originaria, sino de una estructura política con

pretensiones de universalidad, un imperio universal, el Imperio Romano. Los judíos nazarenos que huyenen la Díaspora no emigran hacia Asia, sino que se dispersan por todo el Imperio Romano y se convierten

en ciudadanos suyos, uno de los detalles que favorece la predicación de San Pablo.

Y es precisamente el cristianismo el movimiento que, aprovechándose de las estructuras imperiales

romanas (las calzadas romanas de las que decían los cristianos posteriores, en evidente anacronismo,

pero con fondo de verdad, que fueron construidas para favorecer la prédica del cristianismo), alcanzará su

carácter de religión que busca realizar proselitismo y prédicas a toda la Humanidad. De hecho, la figura

del Papa, a raíz de la caída del Imperio Romano, ocupa el papel de autoridad religiosa que poseían los

césares, la de Pontifex Maximus. Y la pretensión de la Iglesia romana es la de convertirse en la

continuación de ese Imperio Romano fragmentado en feudos tras la pavorosa revolución. Es decir, que

ante todo la Iglesia Romana, máxima institución del cristianismo, es Derecho Romano y Filosofía Griega,como señalaba Miguel de Unamuno.

El hecho de que el cristianismo sea una rama escindida del judaísmo, no implica que los creyentes

en ambas religiones «busquen lo mismo», pues los dos credos han elegido distintas vías de asimilación y

distintas formas de comportamiento de sus fieles. Del mismo modo que el sistema de numeración digitaltiene su génesis en los dedos de las manos (dígitos), pero no por ello podemos reducir el sistema denumeración decimal al hecho de contar con los dedos, así el cristianismo ha surgido del judaísmo, pero

sin poder asimilarse el uno al otro. Una religión que se ha convertido, como bien señalaba el propio MarioSaban al comienzo de su obra, en un fenómeno que «desnacionalizó a Dios, y se entregó a uno de los

proselitismos más importantes de la Historia» (pág. 21), ya no tiene mucho en común con otra que aún

mantiene el carácter nacional  del Mesías, del que aún espera su llegada al mundo.

Es decir, que mientras el judaísmo, tras múltiples avatares, ha acabado ciñéndose a la especificidad

de un grupo concreto (al principio toleraba la conversión de los gentiles, como nos señala Mario Saban),

el judío, permitiendo la pertenencia a la misma a aquellos que formen parte de la estirpe del Rey David,

es decir, que sean judíos de linaje, el Cristianismo, y más concretamente hoy día su versión católica, ha

desembocado en una religión que pretende universalizarse y extenderse a toda la Humanidad. Podría

decirse que ambas religiones, judaísmo y cristianismo, son del mismo linaje, pero no por ser hijas delmismo padre, sino como los Heráclidas, por provenir del mismo tronco. Sin embargo, estas objeciones no

son óbice para despreciar el trabajo minucioso de Mario Javier Saban, que cumple los objetivos que él

mismo se había propuesto inicialmente: investigar las raíces judías del cristianismo. Aunque la obra nosirva para esclarecer todas las fuentes del Cristianismo, al menos una de ellas se encuentra muy bien

analizada.

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El Judaísmo De San Pablo

MARIO JAVIER SABAN

Su nombre judío fue Saúl de Tarso, su nombre cristiano, Pablo. Mientras para muchos

fue el auténtico fundador del Cristianismo, para otros fue el traidor de Israel. Pero, ¿qué

hay de verdad en todo esto? Mario Javier Saban sostiene una tesis revolucionaria, basada en los textos bíblicos, según la cual el apóstol nunca habría dejado de ser judío.

Intentar llegar al pensamiento de un hombre que vivió hace más de dos milenios es una

tarea que algunos podrían calificar de atrevida. Y más cuando vemos que dicho sistema

de ideas fue indudablemente el que generó la aparición del cristianismo como religión

autónoma del judaísmo. Sin embargo, la teología ha intentado penetrar la ideología

subyacente dentro del Nuevo Testamento.

Desde mi perspectiva, es indudable que jamás los primeros seguidores del rabino Yeshu

de Nazaret pensaban apartarse del judaísmo y fundar de ese modo una nueva religión.

El planteamiento de la “originalidad de Jesús” como el factor de desvinculación entre

ambas religiones es un absurdo teológico. El historiador judío Joseph Klausner veía enJesús un componente original que segregó a la comunidad hebrea creada por Jesús del

 judaísmo. Si comprendemos que el propio Jesús plantea que el mandamiento

fundamental de su sistema de pensamiento es el Credo judío o Shema Israel (san Mateo,

cap. 12, versículos 28 y 29) no hay duda de que siempre fue un judío fiel a su herencia.

Sin embargo, tras la muerte de aquel humilde rabino galileo, aparecerá en la escena

histórica aquél a quien se le confiere el dudoso título de ser el “verdadero fundador del

cristianismo”. Y decimos dudoso porque quien lea y analice en profundidad las ideas de

este hombre podrá imaginarse cuánto judaísmo poseía.

Hablamos del judío Saúl de Tarso. La historia le conoce con el nombre de san Pablo.

Todos apuntan a que fue este hombre el “sedicioso” o “el traidor de Israel”. A él es a

quien se le atribuye la fundación del cristianismo como una religión independiente, con

la creación de un sistema de ideas que desvinculó definitivamente al grupo mesiánico

 judío de los nazarenos (como eran llamados los primeros cristianos) del tronco del

 judaísmo tradicional.

La teología católica admira sus cartas apostólicas y las estudia en forma permanente. La

teología judía lo ignora olímpicamente. Sin embargo ambas teologías cometieron lo que

yo podría denominar una tergiversación teológica con fines particulares. ¿Cuál fue la

tergiversación histórica que sufrieron la figura y el sistema ideológico del judío Saúl de

Tarso?

El cristianismo lo desjudaizó y el judaísmo lo ignoró. La desjudaización del judío Saúl

de Tarso para transformarlo en el campeón de Cristo como objeto de redención fue un proceso que comenzó a mediados del siglo ii, por obra de quien después sería

considerado un hereje por parte de la Iglesia, Marción del Ponto (86-150). La Iglesia

católica y el cristianismo en general se han apoderado del judío Saúl de Tarso y lo han

desjudaizado. El judaísmo por su parte cometió otro error histórico y teológico al

abandonar el análisis de la teología paulina a su suerte, y dejar en manos de los gentiles

que ingresaron al movimiento mesiánico judío nazareno (cristiano) el estudio de su

 pensamiento. El interrogante es: ¿Cómo podemos llegar al pensamiento real del judío

Saúl de Tarso?

En primer lugar debemos extraer de nuestra mente dos preconceptos que son

completamente falsos y que se relacionan con ambas teologías, tanto la judía como la

cristiana. El primer preconcepto que debemos extraer de nuestra mente es el que proviene del judaísmo rabínico: Pablo fue un traidor al judaísmo. Esta afirmación carece

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de sentido. Decir que Pablo fue un traidor al judaísmo es no haber leído jamás a san

Pablo. Saúl de Tarso nació judío, vivió como judío, pensó como un judío y murió judío.

Por lo tanto para una verdadera comprensión de san Pablo no podemos tomar este

camino de análisis.

El segundo preconcepto que debemos solucionar y extraer de nuestra mentalidad es el

que proviene de la tradición católica y cristiana en general. Aquí la Iglesia en su intentode desjudaización de Pablo dice que gracias a él se derogó la circuncisión al enfrentarse

a los judaizantes (cristianos que deseaban continuar la ley de Moisés), y por lo tanto,

después de su conversión, abandonó su tradición farisea para volverse cristiano.

También se dice de él que ya había abandonado el shabat hebreo y que gracias a este

hombre la Torá (ley) era derogada por la fe. Debemos revisar todas estas ideas.

Decir que Pablo se convirtió en cristiano es no comprender su judaísmo. “Pablo nació

 judío, vivió judío, pensó como judío y murió como judío.” Es interesante que con

respecto al judío de Tarso, tanto la teología cristiana como la judía, desde ópticas

diametralmente opuestas, acepten el mismo punto. Para el cristianismo Pablo es el héroe

antijudío y para el judaísmo Pablo es el traidor antijudío. Después de diez años de

investigación sobre los orígenes judíos del cristianismo, he llegado a una conclusiónhistórica y teológica: el judío Saúl de Tarso deseaba universalizar el judaísmo a través

de la figura del Mesías y de ningún modo pensó en crear una comunidad separada del

 judaísmo. Sin embargo no es correcto científicamente que yo exponga mi conclusión

antes de plantear todo el sistema ideológico de este genial judío.

Ni héroe ni traidorLlegamos entonces al núcleo central: ¿Quién fue el enigmático judío Saulo de Tarso?

¿Quién fue en realidad y qué pensó san Pablo? La pregunta central es: ¿Qué pensaba el

 judío Saúl de Tarso de la Torá judía? Para ello citamos un párrafo del Nuevo

Testamento que dice: “De manera que por su parte, la Torá es santa y el mandamiento

es santo, justo y bueno” (“Carta a los romanos”, cap. 7, versículo 12). La Ley de Israel

es para san Pablo una legislación santa. ¿Podemos pensar que el hombre que creía que

la Torá era santa deseaba crear otra religión separada del judaísmo? Y vuelve a repetir

en su “Primera Carta a Timoteo” (cap. 1, versículo 8): “Ahora bien, nosotros sabemos

que la Torá es excelente con tal de que uno la maneje legítimamente.” ¿Cuándo creó

este judío el cristianismo? ¿Cuándo definió Pablo qué es ser cristiano? Pablo no dice en

ningún lado quién es un cristiano, sin embargo sí plantea quién y cómo debe ser un

 judío: “Es judío el que lo es por dentro y su circuncisión es la del corazón por espíritu y

no por un código escrito. La alabanza de ése viene, no de los hombres, sino de Dios.”

“¿Cuál es pues la superioridad del judío o cuál es el provecho de la circuncisión?

Muchísimo de todas maneras. En primer lugar porque a ellos fueron encomendadas lassagradas declaraciones formales de Dios” (“Carta a los romanos”, cap. 2, versículos 28

y 29, y cap. 3, versículos 1 y 2).

¿Es posible pensar que el fundador del cristianismo y el hombre que dividió la Iglesia

de la Sinagoga pueda hablar de este modo?

Imaginemos entonces a quien los teólogos e historiadores judíos han llamado a través de

los siglos “el traidor”, y a quien los cristianos han llamado “el héroe de la teología”,

diciendo que la superioridad del judío se mantiene y que la circuncisión sigue siendo

 provechosa. ¿Es posible que alguna persona con sentido común pueda dudar leyendo

estos versículos del sentimiento judío de san Pablo? Cuando un judío lee a san Pablo en

los versículos 1 y 2 del capítulo 3 de su “Carta a los Romanos” debe sentirse admirado

del profundo judaísmo de este hombre. ¿Por qué razón los rabinos abandonaron el judaísmo de san Pablo? ¿Por qué razón los sacerdotes cristianos no han comunicado a

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sus millones de feligreses en todo el mundo la definición del judaísmo de la “Carta a los

romanos”? ¿Qué estrategias teológicas negaron el verdadero judaísmo de Saúl de

Tarso? ¿Por qué se desjudaizó a Pablo? ¿Por qué los rabinos judíos no lo rescataron?

¿Tendrían miedo los rabinos de la Iglesia cuando ya en el siglo iv se constituía en el

 poder imperial de Roma? Por ahora son preguntas sin respuesta.

San Pablo o Saúl, era un judío, hijo de padres judíos, que había nacido en Tarso (Cilicia,Asia Menor). Era ciudadano romano de nacimiento, lo que implica que su padre

seguramente obtuvo este honor por su elevado rango económico y sus favores al

Imperio. Había sido circuncidado al octavo día como todo varón hebreo, y había

estudiado la ley judía con el rabino Gamaliel, de la escuela de pensamiento de Hillel el

Sabio. Pertenecía a la ideología farisea como él mismo declaró: “Fariseo, hijo de

fariseos.” Los fariseos eran aquellos judíos que creían en la llegada mesiánica, la

resurrección de los muertos y la importancia del saber rabínico como método de

interpretación de la legislación. Estos tres conceptos serán heredados tanto por el

 judaísmo como por el cristianismo. Habría nacido entre los años 6 y 7 de la era común,

y por lo tanto en el momento de su ingreso en el movimiento mesiánico nazareno

tendría unos treinta y dos o treinta y tres años. Se declara históricamente que Saulo fueaceptado dentro del grupo mesiánico alrededor del año 38 o 39. Esto es, unos seis años

después de la muerte del rabino de Nazaret. Quizás éste sea ya un dato clave: Pablo

 jamás conoció a Jesús de forma personal.

La teología cristiana ya se encuentra aquí con el primer obstáculo: el gran teólogo Pablo

no conoció a Jesús sino en una visión en el desierto. Esto aleja al judío de Tarso del

 pensamiento central apostólico de los primeros seguidores. Si para el judío Simón Bar

Yona (san Pedro) y sus seguidores hebreos, el judío Yeshu (Jesús) es un sujeto de

enseñanzas, para el judío de Tarso, Jesús será el objeto de la creencia mesiánica.

El otro elemento que debemos tener en cuenta para el análisis de la figura de san Pablo

es el ámbito de su prédica. Si uno lee profundamente el libro de Hechos de los apóstoles

desde el capítulo 12 hasta el final, verá que Pablo va y viene a través de todas las

sinagogas del Mediterráneo Oriental hasta llegar a Roma. ¿Cuál es entonces el ámbito

central de actuación de san Pablo? Las sinagogas. ¿Qué día es el mejor para la prédica?

El shabat, el día del descanso sabático. Aquí la teología cristiana intenta por todos los

medios informarnos falsamente que después del shabat los primeros cristianos

recordaban el día de la resurrección de Jesús y que ya había una conciencia clara de

abandonar el sábado judío por el domingo. Esta idea carece completamente de

fundamentación. El Shabat judío continuó siendo practicado por el cristianismo desde la

muerte de Jesús hasta el año 150, cuando san Justino nos informa que se adoraba a Jesús

el día del dios Sol. El judío de Tarso jamas abandonó la práctica judía del descanso

sabático, y esto lo confirman sus permanentes prédicas sinagogales.El otro elemento que debemos analizar es si Pablo observó la legislación de Moisés.

Aquí, en el intento de su desjudaización, la teología cristiana nos ha plan-teado de forma

 permanente que, conforme a unas palabras de la carta a los gálatas “El fin de la Torá es

el Mesías”, la intención de Pablo era la anulación de la Torá (ley de Moisés). ¿Podía un

 judío como Pablo llegar a esta conclusión cuando en su propia vida continuó

 practicando la legislación hebrea en su totalidad? Veamos.

En los primeros versículos del capítulo 16 del libro de los Hechos de los apóstoles, el

 judío Saúl de Tarso circuncida a Timoteo. ¿Por qué lo circuncida? Es muy simple la

respuesta: Timoteo era un hijo de madre judía, y siguiendo la más antigua legislación

hebrea debía estar circuncidado. ¿Qué legislación aplica Pablo aquí? La legislación

 judía.

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El segundo caso de observancia judía en Pablo se verifica cuando en el año 58 va al

Gran Templo de Jerusalén a orar, y realiza el voto de nazareato. Ahora bien, la teología

católica y la cristiana en general nos planteó siempre que Pablo derogó la Torá porque

él fue el campeón de la fe. Siempre escuchamos que Pablo elevó la fe sobre la ley de

Moisés. Tan repetido está este preconcepto, que creemos que es verdadero. Ahora bien,

leamos lo que el propio Saúl de Tarso nos dice: “¿Abolimos la Torá pues por medio denuestra fe? ¡Jamás suceda eso! Al contrario, establecemos la Torá.” (“Carta a los

romanos”, cap. 3, versículo 31) ¿Alguna vez alguien leyó este versículo? “¡Jamás

suceda eso!”, grita Pablo. Jamás se deberá derogar la Torá por la fe, todo lo contrario, le

damos fuerza a la Torá judía.

Llegados a este punto, debemos comenzar la reflexión, debido a que podría continuar

citando a san Pablo unas cincuenta o sesenta veces a favor de la ley de Moisés, del

 judaísmo y de la continuidad de la observancia ritual hebrea.

¿Quién mintió?

 Nos enfrentamos aquí a un punto nuclear: ¿Quién nos mintió? Porque indudablemente

estamos tan llenos de preconceptos que cuando leemos el texto encontramos que laliteralidad textual deroga las “verdades repetidas” por la teología. Tenemos aquí varias

cuestiones complicadas en cuanto a las consecuencias de la investigación teológica que

estoy realizando:

En primer término, demostrar el judaísmo de san Pablo no implica solamente decir que

la “originalidad cristiana” no apareció con Jesús, sino que tampoco es atribuible a san

Pablo, lo cual nos lleva a la conclusión de que el cristianismo se fundó en el siglo ii,

cuando ya habían pasado dos o tres generaciones de aquella primera generación de

 judíos mesiánicos. En segundo término, mostrar el verdadero rostro judío del

cristianismo primitivo es en esencia enfrentar a los sectores cristianos que continúan

dentro del antiju- daísmo medieval, que en el fondo representa un anticristianismo

 pagano camuflado. En tercer lugar, analizar el pensamiento judío de san Pablo es

comprender que la división religiosa entre el cristianismo y el judaísmo no fue una

ruptura tajante, sino un proceso evolutivo, o involutivo, según se lo quiera analizar.

Para el judaísmo san Pablo representó al “judío universal” en el momento en que, en la

guerra del 66 al 70, el nacionalismo judío se rebeló de manera frontal contra Roma.

Mientras Saúl de Tarso caminó por un esquema de internacionalización del judaísmo, el

 judaísmo caminó por un camino nacionalista. La idea del judaísmo de Pablo era

 probablemente la desnacionalización del judaísmo del pueblo hebreo, él fue quien

intentó romper la nacionalidad de la religión judía, y este esquema resultó inseparable

hasta nuestros días. Quizás los rabinos no le perdonaron por esto.

El judío de Tarso abrió la ética judía a los gentiles mediante un difícil proceso deteología estrictamente judía que analizaremos en otros artículos. Los rabinos pusieron

un cerco a la nacionalidad judía y encerraron la religión hebrea en una estructura

nacional. El rabinismo talmúdico salvo así al judaísmo de su desaparición, y no tomó el

camino de la universalización, que podría implicar el peligro de aniquilamiento.

El grupo de gentiles (no judíos) que asumió la conducción del movimiento mesiánico a

fines del siglo ii desjudaizó el judaísmo mesiánico de Jesús, para dejar simplemente su

huella mesiánica y abandonar el nacionalismo hebreo. Los gentiles que se apoderaron

de la dirección del cristianismo tenían como objetivo la expansión y la

internacionalización de la ética judía mesiánica. Fue así como la teología católica

deformó todo el componente judío de los Evangelios a través de la interpretación

teológica, con el fin de crear una religión independiente del ju-daísmo nacionalista.

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De ese modo el pensamiento del judío Saúl de Tarso fue utilizado para crear una

división religiosa, aunque no haya sido ese el objetivo del apóstol.

 Mario Javier Saban (1966) es investigador de historia judía y autor de diversos librosde temática judía, entre los que destaca Las raíces judías del cristianismo (Beas,

 Buenos Aires, 1994).

UNA ENTREVISTA A MARIO SABAN

El investigador judeo-argentino- radicado en España- Mario Javier Saban- acaba de

 publicar un nuevo libro sobre los orígenes judios del cristianismo. El mismo se titula El

Sabado Hebreo en el Cristianismo.Publicamos a continuación un reportaje al autor en

donde anticipa los lineamientos generales de una polémica obra.

¿Qué tiene esta obra como novedad frente a los dos libros anteriores “Las Raices

Judias del Cristianismo” y “El Judaísmo de San Pablo”?.

En primer lugar tengo que advertir al lector que mi obra “EL JUDAISMO DE SAN

PABLO” lleva por subtitulo “La Matriz Judia del Cristianismo Tomo I”,y le he

agregado Tomo I porque la obra general llegaba a las 1100 paginas y era imposible

editarla integralmente y por lo tanto la hemos dividido en tres partes.

La primera parte ha aparecido con el titulo “El Judaismo de San Pablo” y esta segunda

 parte aparece con el titulo “El Sabado Hebreo el Cristianismo” porque es una obra de

240 páginas que consta de dos capítulos,uno sobre la observancia del Shabat por Jesús y

los primeros cristianos y el segundo sobre la falsedad de hablar de “Nueva Alianza”

cuando la Alianza de Dios con Israel es eterna.

Jesús como judío observaba el sábado, pero sin embargo el cristianismo recuerda

la resurrección de Jesús el día Domingo ¿Por qué la Iglesia modifico el dia deldescanso hebreo?

Jesús nació, vivió y murió como judío y por lo tanto observó durante toda su vida la Ley

de Moisés y en consecuencia descanso en el dia del Shabat.

Jesús resucitó el primer día de la semana (un dia después del Sabado) y como sus

seguidores deseaban recordar su resurrección modificaron el dia.

¿Por qué Jesús no resucito en Sábado?

Simplemente porque el Mesias no podia violar el Shabat por su resurrección.

¿Sin embargo los cristianos creen que Jesús instituyo el domingo?

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 No todos los cristianos creen esto.Los Adventistas del Séptimo Día se han dado cuenta

que Jesús y los primeros cristianos todos ellos judios descansaban en Sábado y por lo

tanto volvieron al descanso sabático judio.

Si los primeros cristianos eran todos judios ¿Cuándo aparece el Domingo?

En primer lugar tenemos que decir que en el Evangelio la palabra “Domingo” no

aparece ya que es una creación posterior.

El primer teólogo cristiano que habla del “Domingo” es San Justino pero ya estamos

entre los años 150 y 160,más de un siglo después de la muerte de Jesús.

Los judíos ebionitas (que creian en Jesús como el Mesias) siguieron observando el

descanso sabatico hasta su desaparición en el siglo IV.

Todos los “Apóstoles” descansaron en Shabat y jamás en domingo.

En el Nuevo Testamento nos encontramos que Jesús violo el Sabado curando

enfermos...

Jesús jamás violó el Shabat, simplemente aplico las reglas de flexibilidad de la Escuela

de Hilel frente a la rigurosidad de la escuela de Shamai.

¿La Iglesia posterior ha dicho que el día cristiano no es el descanso del Sabado sino

el Domingo?

Entre los Diez Mandamientos se encuentra el mandamiento de observar el descanso

sabático.El cristianismo dice seguir los diez mandamientos pero no observa el del

Shabat.

Ahora bien,¿qué dice el Catecismo de la Iglesia Catolica cuando debe hacer referencia a

este mandamiento?.Simplemente lo modifica,y dice “Santificaras las fiestas”.

La Biblia no dice allí que “se deben santificar las fiestas” sino que el mandamiento dice

“Observaras el Sabado para descanso”.¡Como se ha modificado un mandamiento

divino!!!

¿Cuándo se instituyo oficialmente el domingo?

Se nos dice que el domingo es el dia de la resurrección de Jesús.

Este dia no siempre cae bajo el calendario lunar en domingo.Jesus murio el 14 de Nisan

del calendario hebreo y resucito el 17 de Nisan,por lo tanto cada año cambia el dia de suresurrección.

El Papa San Aniceto I (155-166) fue quien modifico la fecha pascual cristiana,porque

los cristianos hasta el siglo II recordaban la Pascua en las mismas fechas que el

 judaísmo,y entonces se ajustaron al calendario solar y como consecuencia ajustaron el

domingo de resurrección.

¿Todos obedecieron al Papa Aniceto I?

 No todos.Los cristianos del Oriente se levantaron contra Roma y declararon que ellos

seguirian con la antigua costumbre de recordar la Pascua el 14 de Nisan y recordar la

resurrección del judio Jesús el 17 de Nisan.

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¿Algún dato teológico inédito del cristianismo?

¿Usted sabe por qué el domingo se realiza la colecta dominical en las Iglesias?

Porque como todos los primeros cristianos eran judios y no tocaban dinero en Shabat

debian realizar la colecta del dinero recién después de terminar el Shabat .

La colecta dominical nace por respeto al Shabat.