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_MARIO RUIZ ARGANDA Profesor de Educación Secundaria

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_MARIO RUIZ ARGANDAProfesor de Educación Secundaria

Fundamentos de la p o e s í ay la c a n c i ó nde José Antonio

LABORDETA

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APROXIMACIÓN AL PROCESO CREADORLÍRICO

Un poema o una canción ya existen como impulso crea-tivo en el inconsciente artístico del poeta antes de que lle-guen a nosotros, lectores u oyentes. Es decir, nosotrospercibimos una forma externa, material, de otra inmaterial,genéticamente anterior, a la que solo podemos intentar, porconsiguiente, una aproximación indirecta. Pero las eleccio-nes que el poeta realiza en todos y cada uno de los niveleslingüísticos (fónico, morfológico, sintáctico, semántico) noson fruto del azar ni de un mero encaje métrico cual sudoku.

La forma interna constituye la macroestructura textualformada por materiales mítico-temáticos y argumentativo-figurales, mientras que a la forma externa corresponde elnivel microestructural integrado por los rasgos personales deestilo. Como consecuencia, el estudio estilístico de la obra de un poeta debe procurar ilustrar la coherencia de los funda-mentos psicológicos e ideológicos con la forma expresiva.Nosotros lo vamos a intentar con la poesía y la canción deJosé Antonio Labordeta.

Para llegar a esta forma externa perceptible los grandespoetas realizan complejas actividades individuales selectivas,combinatorias, asociativas y bloqueantes respecto tanto a larealidad, externa o interna, como a los materiales expresivosque les proporciona el código lingüístico.

La poesía lírica por su propia naturaleza es un géneroliterario cuyo fundamento es eminentemente oral y, comoconsecuencia, la dimensión vocal adquiere una gran tras-cendencia. Esto resulta significativamente amplificado en elcaso de la canción.

En el mensaje literario se establece un juego con las pala-bras y con los sonidos que es capaz de expresar y comuni-car contenidos más allá de lo puramente conceptuales, paradecir más a través de un uso inhabitual de los distintos ele-mentos lingüísticos (fonemas, palabras, sintagmas, frases).Así se engendran en el poema mensajes suplementarios quedesbordan las normas del propio código lingüístico. Por lotanto, la oposición entre el sentido habitual y el sentido oca-sional que se produce en el tropo no hace sino amplificar lasposibilidades significativas del signo lingüístico1.

José Hierro, reflexionando desde su propia experienciacreadora, nos avisa de que [...] la poesía no se hace conideas…, sino con palabras…, siempre que no se entiendaque estorban las ideas. Forma externa e interna, contenido yforma, forma del contenido y contenido de la forma:… elpoeta es aquel que dice más de lo que dice...; las palabrascambian antes de que captemos su sentido porque la poesía1. ORTEGA Y GASSET sitúa la metáfora como fundamento del hecho lingüístico.

es dar nombre a las cosas: el nombre nuevo por el que seránen adelante conocidas. Es descubrir el nombre verdadero,tapado por los nombres falsos que ostentan2.

Canción y poesía no son en Labordeta más que dosmanifestaciones de las diversas actividades intelectuales(poeta, cantautor, escritor, profesor, político, realizador televi-sivo, columnista, etc.) desarrolladas por este aragonés poli-facético que mantiene una profunda coherencia entre todasellas.

Hasta tal punto llega esta coherencia interna que podría-mos aplicar los comentarios de tipo ideológico-filosófico acualquiera de esas actividades porque todas ellas respondena un mismo impulso interior. Pero, sin duda, la poesía y lacanción comparten características –comunes y específicas–propias y diferenciadoras respecto de las otras actividades.

El camino vital seguido por el autor ha avanzado desdeun alienante pasado hacia un futuro humanizado, pasandopor un triste y gris presente. La meta perseguida siempre haestado definida de forma diáfana en nuestro autor: una tierrade justicia y libertad para todos.

Desde luego, la poesía y la canción de José AntonioLabordeta comparten la actitud lírica en su aproximación a la realidad y, por lo tanto, también en la comunicación de lamisma.

El lenguaje lírico en sí mismo no supone una ocultacióno desvirtuación de la realidad. Antes al contrario, provocauna profundización y una apertura en la aproximación a esarealidad, incorporando matices que con una actitud pura-mente denotativa quedarían, si no olvidados, sí difuminados. Ellenguaje lírico con su juego de asociaciones hace aflorar nue-vas dimensiones, subconscientes pero reales, que escapantanto al lenguaje coloquial como al científico.

El lenguaje poético de José Antonio Labordeta actúa desdeprofundas huellas connotativas constituidas por múltiplesadherencias semánticas fundadas en un juego de correlaciónde fuerzas entre la denotación y la connotación por el cual la intención connotativa se trasforma en comunicación deno-tativa al hacer aflorar dimensiones existentes, aunque ocul-tas, en la huella del término escogido. Asimismo el valordenotativo y normativo de los términos sirve al autor paraabrir nuevas posibilidades connotativas al término incorpo-rado a la estructura lírica, precisamente por las interrela-ciones establecidas con los propios elementos de estaestructura.

Canciones y poemas comparten, por consiguiente, tantosu actitud vital y su finalidad como su fundamento lírico.Pero también presentan matices diferenciadores evidentesque se derivan como consecuencia lógica de su distintaforma y finalidad comunicativa.

7_FUNDAMENTOS DE LA POESÍA Y DE LA CANCIÓN DE JOSÉ ANTONIO LABORDETA

2. José HIERRO (2002), Antología, Madrid, Visor, pp. 326-328. «Elementos para unpoema».

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Mientras la poesía surge de un acto de reflexión personaly promueve una reflexión recíprocamente íntima en el recep-tor, la canción nace de una toma de conciencia colectiva ybusca provocar una respuesta también colectiva. Es decir,mientras en la poesía estamos en el dominio de la interiori-zación, de la intimidad, tanto del emisor como del receptor,en la canción nos movemos en el campo de lo colectivo y losocial. La poesía es reflexión y promueve la reflexión, mien-tras que la canción es acción y favorece la acción.

Fundamentalmente, esta actitud más intimista y demayor recogimiento en la poesía que en la canción provocaun tono más reflexivo y un nivel más elaborado y culto quese manifiesta en una mayor selección léxica y en una estruc-tura, tanto sintáctica como métrica, claramente más variaday compleja en la actividad poética que en la cancioneril.

Pensemos en una y otra actividad –la poesía y la can-ción– en cuanto actos de comunicación y encontraremos lajustificación lógica de las diferencias comentadas más arriba.La poesía se transmite habitualmente en un acto de granconcentración y esfuerzo intelectual por parte del receptor,mientras que en la canción entran en juego otros elementosque pueden distraer su atención y entendimiento del men-saje, por lo que se precisa un mensaje que llegue de formamás directa.

Además de una mayor sencillez estructural, y de formacoherente con ella, las canciones presentan un tono clara-mente más reivindicativo frente a una realidad injusta y alie-nante que impide el pleno desarrollo humano. Frente a esarealidad se opone siempre en las canciones de Labordeta lafuerza de la utopía futura que promueve el autor: unas vecesen tono escéptico y decepcionado y, otras, con una perspec-tiva contagiosamente ilusionante.

EL EDIFICIO LÍRICOLABORDETIANO

Pasando al análisis de las fuerzas impulsivas de la poesíay de la canción de José Antonio Labordeta descubrimos cua-tro pilares maestros sobre los que se sustenta todo el edificiolírico labordetiano. Con ellos queda perfectamente cubiertotodo el eje temporal desde el tiempo pretérito hasta losmomentos aún por llegar, pero siempre desde un sólidoafianzamiento en la existencia presente. Podríamos esque-matizarlo así:

El autor mira sin resentimientos hacia el pasado con laintención de entenderlo y de entender el mundo en el que seubica, al mismo tiempo que procura entenderse a sí mismo.Es este acto de introspección, individual y colectiva, el que leva a permitir lanzarse hacia un futuro prometedor y supera-dor tanto del pasado limitador como del presente limitado.Por tanto, el pasado, a pesar de todo, no logra hipotecar elfuturo, aunque sí que condiciona y explica el presente.

La voz del poeta se convierte así en un testimonio, perso-nal y colectivo, comprometido y solidario, de lo cotidiano,desde el presente y hacia el futuro. Está sintiendo, comoLeón Felipe, que viene forzado a cantar cosas de pocaimportancia3 que son las que, sin embargo, a él le dan fuer-zas para seguir caminando hacia ese futuro que pretendeacercar, forzando la utopía perseguida, porque constituyentodo aquello que va formando, al fin, nuestra figura.

UNA NOSTALGIA MELANCÓLICA

Toda la obra lírica de José Antonio Labordeta rezuma untono melancólico hacia el que el autor parece estar vital-mente inclinado; no sabemos bien si por condicionantesgenéticos personales de orden psíquico o por presiones his-tórico-políticas de carácter social.

La socarronería que, sin embargo, salpica la obra labor-detiana salva al yo poético de la caída en la angustia o ladesesperación, aunque en algunos momentos se acerqueclaramente a un escepticismo depresivo consecuencia de latoma de conciencia de la lucha que la vida lleva para llegaral fin.

Este estado cuasi-depresivo nos deja entrever un can-sancio vital que constituye una línea argumentativa y retóricafundamental en la lírica de nuestro autor y que solo el afánde un mundo mejor logra poner bajo control. El poeta siente

3. León FELIPE (1977), Antología rota, Buenos Aires, Losada, pp. 13-16. «Autorretrato. ¡Qué lástima!».

Fuerzas impulsivas Líneas argumentativas

1. Una nostalgia melancólica 1.1. Cansancio vital1.2. El otoño

2. Recuperación de la memoria 2.1. La infancia robada

3. La realidad inmediata 3.1. Descubrimiento de larealidad

3.2. Aragón y sus gentes

4. La fuerza de la utopía 4.1. Necesidad de trasfor-mación del mundo

4.2. La libertad y la justicia

un profundo vacío cuando reflexiona sobre su existencia y lade sus compañeros de viaje y solo encuentra una posibilidad:la salvación colectiva. Por eso el nosotros se impone al yo en lalírica labordetiana. Un nosotros al que se le requiere, al quese le anima e incluso se le ordena seguir en el camino.

El poeta está en el camino, ha estado siempre en él ysigue haciendo camino. Está convencido de su deber y seagotará en él, pero no soporta el caminar en soledad.

La única posibilidad de salvación, de alcanzar un futurosuperador del pasado, y del presente, es colectiva. Por elloestamos obligados a hacer el camino en un mismo trazadouniendo nuestros hombros. Salvándonos, salvaremos solida-riamente a aquellos que cayeron y que dejamos en los cami-nos porque no han podido seguir contra este brutal esfuerzo.

Así, el recuerdo de los que ya no nos acompañan nos dala fuerza necesaria para seguir en el camino, nos convierteen deudores morales de las energías gastadas en la historiapara progresar hacia ese futuro anhelado y prometedor. Y deeste modo se lo confiesa a su hermano Miguel, evocado enel poema «Nos haces una falta sin fondo»: Miguel: Y cami-namos. / Aunque se hizo el silencio / y no viniste, seguimoscaminando4.

Este cansancio vital que se refleja tanto en la poesía comoen la canción labordetiana se manifiesta frecuentemente pormedio de preguntas retóricas a las que la respuesta implícitaes la contundente –y radicalmente existencialista– palabra

«nada». Las preguntas se dirigen tanto al entorno físico delpoeta («Qué te puedo decir a ti, mi viejo país»)5 como a loscompañeros de viaje y a sí mismo («Qué queda de ti, quéqueda de mí»)6.

Estas preguntas retóricas en ocasiones se tornan incisiva-mente acusadoras al personalizarse con el interrogativo«quién», como sucede en el poema «Belchite»: ¿Quién hatraído muerte en contra de la muerte? ¿Quién, en fin, ha des-truido al hombre contra el hombre? 7 El tono duramente acu-sativo resulta reforzado por una utilización del régimenpreposicional muy peculiar en el que en ningún caso pode-mos hablar de «palabras vacías». Las preposiciones consti-tuyen una verdadera carga de profundidad en la semánticaoracional.

Una composición especialmente significativa en lo que serefiere a este cansancio vital manifiesto es la canción«Somos»8 en la que el poeta se identifica, junto con sus com-pañeros de viaje, como esos viejos árboles batidos por elviento que azota desde el mar y toma conciencia de las duraspérdidas personales sufridas en duro batallar. Pero este can-sancio manifiesto no lleva al poeta a abdicar de su lucha, desu utopía, por la igualdad, la fraternidad y la libertad.

El poeta no quiere rendirse al agotamiento, ni que losdemás lo hagan. Creemos identificar un punto de orgullo, yhasta de arenga para sus compañeros, para todos nosotros,al evocar que hemos atravesado el tiempo dejando en los

9_FUNDAMENTOS DE LA POESÍA Y DE LA CANCIÓN DE JOSÉ ANTONIO LABORDETA

4. José Antonio LABORDETA (1972), Treinta y cinco veces uno, Barcelona, El Bardo.

5. José Antonio LABORDETA (1984), Qué queda de ti, qué queda de mí, Madrid, Fonomusic.

6. Ídem.

7. José Antonio LABORDETA (1971), Cantar y callar, Zaragoza, Ediciones Javalambre.

8. Ídem.

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secanos nuestra lucha total. Cómo rendirnos ahora, cómoabandonar el camino. Nuestra existencia perdería su sentido,habríamos perdido nuestro pasado, y nuestro presente; elfuturo no existiría, quedaríamos sin rumbo. Todo se reduciríaa una existencia absurda, sin principio ni fin.

El poeta saca valor para hacer balance y poner sobre sumesa todas las banderas rotas en ese duro batallar que las hareducido a unos jirones de tela, aunque el resultado no seamuy alentador porque tras nuestra dura derrota comproba-mos que las huellas de los grilletes han dejado duras marcassin borrar cuando hemos logrado liberarnos de ellos. Es estacanción «Banderas rotas»9, sin duda, una continuación de lareflexión realizada en «Somos»10: el poeta hace un balancedefinitivo del camino realizado, de la batalla mantenida. Perola pregunta queda en el aire: ¿Todo esto ha merecido lapena? ¿Tiene algún sentido la existencia sacrificada, la infan-cia robada? Cada uno de nosotros, receptores o actores,debemos responder. La única posibilidad de que todo cobresentido, de que el esfuerzo y el sacrificio de tantas personashaya merecido la pena, está en que otras infancias, otrasexistencias, hayan podido desarrollarse libremente y deforma plena.

La segunda línea argumentativa implicada en esta fuerzaimpulsiva de la lírica de José Antonio Labordeta es la delotoño. La referencia, directa o indirecta, a la estación en laque amarillea todo11 es constante en la poesía y en la can-ción de nuestro autor desde el principio de su obra. Pero fre-cuentemente no es un lapsus temporal concreto reducido ala estación anual, sino un otoño emocional, psíquico. El poetanos habla del tiempo jamás recuperado, huido entre sonri-sas, adioses y lágrimas, que nadie reservó para el otoño, ensu poema «Hablo por hablar»12.

Es decir, que a pesar de que el otoño aún no se había ini-ciado, sus efectos, o sus síntomas, eran patentes ya desdehacía tiempo, desde un tiempo perdido irremediablementeentre inútiles adioses y lágrimas que han convertido todo enotoño, antes del otoño.

El otoño siempre es soledad que inclina a buscar en laspalabras y en los recuerdos a las personas ausentes y losmomentos nunca vividos, aunque anhelados. Pero tambiénreservamos para el otoño la siembra: esas soledades yrecuerdos otoñales pueden convertirse en la simiente de una

nueva vida que florezca definitivamente superando los atro-ces tiempos y recuerdos.

RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA

Constituye esta la otra gran fuerza impulsiva de la poe-sía labordetiana anclada en el pasado, pero ahora con unaclara finalidad explicativa del presente y justificativa delfuturo utópico. La línea argumentativa en la que se desa-rrolla esta fuerza es fundamentalmente una: la infanciarobada.

Los entrecruzamientos e interferencias entre estas dosfuerzas son frecuentes pues las dos nacen y se mueven enel mismo espacio temporal: el pasado. Además, las dos sesustentan en el recuerdo. Pero esta segunda fuerza –expli-cativa del presente e impulsora del futuro– se diferencia res-pecto de la primera, aparte de por abarcar un espaciotemporal más amplio, por su fundamento histórico-socialfrente al psíquico-personal de la primera.

La Guerra Civil Española y las consecuencias de todaíndole que acarreó este doloroso acontecimiento histórico,especialmente en la dura postguerra, constituyen el núcleode la línea argumental. Es una etapa histórica que coincidecon la infancia del poeta, que fue obligado a ir creciendo enfilas de dos en dos. Hoy todavía le cuesta encontrar la razónde cómo y por qué salimos adelante.

La guerra aflora con toda su crueldad e inhumanidad enel poema «Belchite»: Todo es la sombra en este puebloemblemático de nuestra fratricida contienda13.

Especialmente significativo resulta su poema «Acuér-date»14 en el que nos reclama nuestra memoria, la memoriacolectiva, para acordarnos de que cuando fuimos niños... fui-mos vivos por pura complacencia del destino porque nuncafuimos realmente niños en mitad del dolor amargo de lasguerras ¿Y ahora? Nunca seremos nada.

Esta es la cruel consecuencia: una infancia arrebatadaque ha mutilado el desarrollo de la persona. El «nunca»del pasado provoca el «nunca» del futuro; una existencia

9. José Antonio LABORDETA (1989), Trilce, Madrid, Fonomusic.

10. Ídem nota 5.

11. Un poema con este mismo título recita José Antonio en su disco Las cuatro estaciones, Madrid, Movieplay, 1981.

12. Ídem nota 7.

13. José Antonio LABORDETA (1971), Cantar y callar, Zaragoza, Ediciones Javalambre. El autor se siente profunda e íntimamente unido a este aniquilado pueblo, pues setrata del pueblo de sus abuelos paternos. La referencia a tal hecho es directa en el poema «Último paso entre las tumbas», incluido en Treinta y cinco veces uno: [...] aaquel lugar –abandonado hoy– / donde papá mamó de nuestra abuela.

14. Ídem nota 4.

alienada por las guerras, vaciada, irremediablemente per-dida, aunque la nostalgia se imponga al final del poemacomo elemento salvador: Nada como entonces /a pesar detodo.

Aunque la infancia como tal no ha existido, la felicidad desu recuerdo no puede ser arrebatada por nadie. En el poema«10 de marzo cumpleaños feliz» del poemario Diario de unnáufrago15 nos dice, con ritmo parsimoniosamente melancó-lico y cerrado con unos sugestivos puntos suspensivos lan-zados hacia el infinito, que: Nunca / vuelven / los infinitos /días / de la / infancia...

Es decir, el pasado hipoteca el presente y el futuro; sinembargo, la memoria de ese mismo pasado, a la luz del pre-sente, lo transforma convirtiéndose en fuerza liberadora.

Mucha energía en esta fuerza liberadora la proporciona elrecuerdo de su padre y de su madre, o de su admirado her-mano mayor, Miguel. José Antonio Labordeta se pertrecha enel recuerdo de estos seres cercanos porque, a partir de ellos,saca fuerzas para continuar en la lucha por la utopía, por lalibertad y la justicia. Es una utopía gestada maternalmente,alimentada pedagógicamente en el colegio paterno y proyec-tada a la acción con el ejemplo y la complicidad fraterna delhermano mayor.

Él sigue caminando, nunca solo, respondiendo al com-promiso adquirido con los suyos, ausentes, pero recordados.Este es el recuerdo y el valor de la infancia ahora recuperada,revivida, desde la conciencia adulta, desde la perspectivatemporal.

Por último, debemos destacar que en la obra poéticadel autor encontramos todo un poemario con el sugerentetítulo de Jardín de la memoria16. La asociación de los tér-minos resulta altamente significativa dadas sus posiblesinterrelaciones semánticas: a) la memoria es, en su totali-dad, un jardín que, cuando recibe los cuidados oportunos,florece provocando el disfrute en lo más profundo del espí-ritu de la persona; y, b) en la memoria existe un dominiomuy especial, su jardín, que permite encontrar el descansoy el sosiego ante tanto aturdimiento provocado por losrecuerdos dolorosos.

LA REALIDAD INMEDIATA Es una vez recuperada la memoria, a través del filtro de

la nostalgia melancólica, cuando la poesía y la canción labor-detiana están preparadas para abordar el análisis del aquí ydel ahora más inmediatos.

Nos situamos así ante un descubrimiento de la realidadfirmemente motivado en un análisis y reflexión previos del

11_FUNDAMENTOS DE LA POESÍA Y DE LA CANCIÓN DE JOSÉ ANTONIO LABORDETA

15. José Antonio LABORDETA (1988), Diario de un náufrago, Zaragoza, PrensasUniversitarias de Zaragoza.

16. José Antonio LABORDETA (1985), Jardín de la memoria, Barcelona, José Batlló.

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pasado. Y este descubrimiento de la realidad inmediatanecesariamente implica centrarse en Aragón y sus gentes,una tierra y un colectivo de los que el poeta se siente partesolidaria y a cuya defensa y afianzamiento dedica su energíalírica.

Su mítica canción «Aragón»17 constituye un buen ejem-plo de este compromiso, además de un magnífico retrato deesta tierra. Estamos ante una clara manifestación del conceptonoventayochista de la intrahistoria: el poeta quiere hablar deestas gentes sencillas que lo rodean y que con sus actos,sencillos pero transcendentes, constituyen la verdadera his-toria de esta tierra, de Aragón.

La soledad es la característica que marca a esta tierra y asus gentes. Hasta el río Ebro está marcado por el estigma dela soledad. Y el Ebro es para los aragoneses profundo signode identidad, porque es ese Ebro tremendo el que salva adiario de dejar de existir a este viejo país18.

En Aragón pasa el Ebro por el centro con su soledad a laespalda y los aragoneses van a ver como el Ebro con su sole-dad se marcha, y con él van en compaña las gentes de estasvaguadas, de estos valles, de estas sierras, de esta huertaarruinada.

La emigración, dura realidad del poeta, queda fielmentereflejada en la obra labordetiana. Continuamos ante un acto desolidaridad del autor con sus gentes. Y la cesión de la palabrase hace patente al hacerse eco de los pensamientos y de laspalabras de los obligados a marcharse.

La voz y las palabras expresan los sentimientos más pro-fundos de las personas, por ello son vías de expresión de larabia acumulada. Por el mismo motivo, los que se quedanvan a buscar palabras desde la Francia o desde la ciudad.Las palabras son, a la vez, testimonio y esperanza; las pala-bras unen a los que se quedan con los que se van.

Se quedan los viejos con la tristeza en los ojos de tantomirar hijos que van hacia Francia, otros hacia la ciudad. Losjóvenes, los hijos, la esperanza de Aragón junto con el Ebro,se ven obligados a irse, a abandonar lo poco que tienen, peroque lo es todo en sus vidas, aunque sea nada para la cons-trucción de un futuro.

En estas gentes siempre queda la intención de regresar ala casa paterna para rehabitar el rincón donde de niños cre-cieron hacia fuera.

La soledad de las personas parece causa de la soledad dela tierra, pero esta, a su vez, acrecienta y ahonda la soledadhumana. Una soledad que va transformándose de pura-mente física, alejamiento, en una soledad psíquica y existen-cial, manifestada en preguntas retóricamente escépticas:Qué te puedo decir a ti, viejo país y Qué queda de ti, quéqueda de mí.

El poeta-amante solicita a Aragón, su amarga compañera,la entrega amorosa: amarga compañera dame tu mano: Tumano solidaria, pobre y rebelde para hacer de tu entraña unfértil vientre19.

Los paisajes concretos de Aragón sirven frecuentementeal autor para proyectar importantes cuestiones éticas y filo-sóficas de dimensiones universales en poemas de estructuradialógica de modelo machadiano. Así, la observación poéticade Albarracín desemboca en una reflexión acerca del pasodel tiempo histórico.

LA FUERZA DE LA UTOPÍADesembocamos ya en la fuerza impulsora de la lírica

labordetiana que cierra de forma coherente toda su estruc-tura poética: una vez analizada la realidad inmediata a la luzde la memoria recuperada y filtrada por una nostalgia melan-cólica, llega el momento de proyectar la acción poética haciael futuro.

Y esto lo va a hacer el autor a través de dos líneas argu-mentativas fundamentales: la primera, la necesidad de trans-formación del mundo y, la segunda, la libertad y la justicia.Esta cuarta línea fundacional de la lírica labordetiana se hacemás explícita en sus canciones que en sus poesías, debidosin duda a su carácter más colectivo y de acción en símisma.

José Antonio ha tomado conciencia de la situaciónde injusticia del presente y de las profundas raíces que la ali-mentan desde un pasado deshumanizado. Por eso los lla-mamientos para pasar a la acción son constantes en suscanciones.

Atrás dejamos la noche con la violencia y el miedo, peroel alba del presente no acaba de culminar, por ello es nece-sario que salgamos a los caminos para forzar ese nuevo día

17. José Antonio LABORDETA (1974), Cantar i callar, Barcelona, EDIGSA.

18. Piénsese cómo ha reaccionado colectivamente siempre la comunidad aragonesa frente a cualquier intento de trasvase de aguas del Ebro. Esta reacción no puedeexplicarse por cuestiones económicas o políticas; solo un sentimiento de que se están atacando las señas fundamentales de identidad colectiva puede explicar una reac-ción tan contundente, unánime y continuada.

19. José Antonio LABORDETA (1978), Que no amanece por nada, Madrid, Movieplay.

futuro que intuimos ya cerca. De este modo, todos juntos,podremos ayudar al nacimiento del nuevo día; podremos for-zar esa hermosa mañana para que pueda ser.

La voz y la rabia son elementos radicalmente humanos:la primera anuncia el camino y la segunda nos orienta haciaesa voz, hacia esa señal del camino. El poeta ha hecho sucamino y ha tomado conciencia, y quiere que todos le acom-pañemos en su caminar y que tomemos la palabra que es laprimera manifestación de la libertad, para cantar porque estesilencio de hierro ya no se puede aguantar.

Y percibimos que el autor ha jugado en su canción «Canta,compañero canta»20 con el doble sentido del verbo cantar:«entonar una melodía apoyada en la palabra» y «hacerpúblico algo secreto u oculto».

La utopía perseguida alcanza tanto a las gentes como a latierra. Para esta el poeta pide agua y trigo, para aquellas,viento y libertad. Las asociaciones de las palabras agua, trigoy viento son múltiples y diversas; son términos con huellas con-notativas profundas y activas: vida, pan-justicia, frescor, oxí-geno. En resumen, libertad y justicia.

La reivindicación es clara y reiterativa en diversas com-posiciones; reivindica aquello de lo que se nos ha privadoen el pasado, y se nos intenta seguir privando en el pre-sente.

Sin embargo, con el paso del tiempo va apareciendo en elautor, primero, un cierto cansancio que detectamos en«Somos». Y, después, un claro escepticismo sobre el resul-tado de nuestra lucha en «Banderas rotas».

Y esas banderas, reducidas a unos jirones de tela y unmástil desarbolado son la bandera de la justicia y la de lalibertad. La anhelada libertad ha llegado, pero los grilletes delos que nos hemos liberado han dejado sus marcas sinborrar.

A pesar de todo, no es el momento de renunciar al idea-rio tantas veces expuesto y tan universalmente manifestadoen su «Canto a la libertad»21, convertido en el himno de todauna época y una generación.

Es una meta de la que no queda nadie excluido, ni tú,ni yo, ni el otro, ya que todos hemos sido convocados ahacer el camino juntos. Incluso todos aquellos que hicie-ron lo posible por empujar la historia hacia la libertad ydejamos en los caminos porque no han podido seguir con-tra este brutal esfuerzo estarán presentes en ese trascen-dental momento.

13_FUNDAMENTOS DE LA POESÍA Y DE LA CANCIÓN DE JOSÉ ANTONIO LABORDETA

20. José Antonio LABORDETA (1975), Tiempo de espera, Madrid, Movieplay.

21. Ídem.