marie poussepin
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Marie Poussepin
Nació en Dourdan el 14 de octubre de 1653. De
familia pudiente, su padre Claude Poussepin y su
madre Julienne Fourrier poseían una importante
fábrica artesanal de medias de seda, oficio típico de la
zona por aquel entonces.
Sus padres tuvieron siete hijos, pero solamente dos
alcanzaron la edad adulta, los otros 5 fallecieron
durante la infancia como consecuencia de la alta
mortalidad infantil de la época.
Su instrucción escolar fue escasa, como era habitual
por aquel entonces entre las niñas pertenecientes a
su clase social.
A los 31 años entró a trabajar en el taller de fabricación de la familia, tras la muerte
de sus padres obtuvo la responsabilidad total del negocio.
Desde muy joven, cuando aún vivía su madre, Marie era miembro activo de la
Cofradía de la Caridad establecida en su parroquia. Ahora, liberada de las
obligaciones comerciales, se puede dedicar más intensamente a las obras de
caridad.
Hacia 1692, el padre Mespolié, dominico, visita Dourdan. De este modo Marie
Poussepin conoce la orden dominicana y halla en ella una respuesta a sus deseos
de una vida espiritual más intensa. Comprende que es el camino que Dios le
señala y decide formar parte de la Tercera Orden de
Santo Domingo. Este hecho marcará luego a la
Congregación. A principios de 1696, Marie Poussepin
deja la ciudad industrial de Dourdan y se instala en
Sainville, un pueblecito muy pobre y necesitado.
Desea dedicar toda su atención a los más
desfavorecidos, especialmente los niños y los
enfermos.
Fundación de las Hermanas de la Caridad
Dominicas de la Presentación
Al poco tiempo de estar Poussepin en Sainville se le
unen un reducido número de jóvenes, que no disponían de medios de
subsistencia, ella las ayuda enseñándoles a convivir cristianamente con los más
respetados principios y a hacer de su vida un servicio para aquel que lo necesite,
como hizo Jesucristo al morir en la cruz. Nace así la primera comunidad de
Hermanas Dominicas, dedicadas al servicio de la caridad. Deciden que la Virgen
María de la Presentación sea su patrona.
A partir del mismo año 1696, Marie Poussepin inició las gestiones legales
necesarias para lograr la aprobación oficial de la Congregación. Los trámites son
largos y la Congregación parece un sueño muy lejano pero finalmente se obtuvo
en 1724.
Las constituciones de la Congregación, que ya ha comenzado ha expandirse por
distintas diócesis francesas, son autorizadas en 1738 por el obispo de Chartres.
Este hecho significa el reconocimiento oficial de la congregación por parte de la
Iglesia.
En su último testamento, Marie Poussepin, recomendó a las Hermanas tener un
vivo celo por la instrucción de la juventud, el cuidado de los pobres enfermos, el
espíritu de pobreza y el amor al trabajo tal y como les había enseñado Jesucristo a
los primeros cristianos.
Marie Poussepin falleció en el convento de Sainville, el primero que se construyó
el 24 de enero de 1744
Beatificación
Por su labor durante toda su vida al servicio de los demás, el 20 de noviembre de
1994. Marie Poussepin fue beatificada en Roma por su santidad el Papa Juan
Pablo II; recibiendo el titulo de Apóstol Social de la Caridad.
Este acto tuvo una gran importancia entre todas los conventos, colegios,
sanatorios... de la congregación ya que demostró la importancia de Marie y la
influencia que tuvo, tiene y tendrá en todo el mundo.
La congregación actualmente
Europa, América, Asia y África son los cuatro continentes en los que se ha
difundido el mensaje de Marie Poussepin, 36 países acogen hoy la
Congregación. Las hermanas, fieles al espíritu de su Fundadora, son conscientes
de los grandes cambios sobrevenidos en la sociedad y en la variedad de los
pueblos donde se insertan, viven al servicio de la caridad, en una diversidad de
respuestas tan amplia como las necesidades del mundo.
En escuelas, colegios, universidades como en talleres y centros de promoción y
capacitación, las hermanas enseñan el mensaje del catolicismo a niños, jóvenes y
adultos, con preferencia por los más pobres; en pequeños dispensarios y centros
de salud de la selva o la montaña, lo mismo que en grandes hospitales y clínicas
de la ciudad, acogen la vida y la defienden, alivian el dolor, dan esperanza. Los
ancianos, los niños sin hogar, los marginados sociales por la lepra, la
drogadicción...
En las grandes zonas de marginación urbana y rural del tercer mundo, las
hermanas pertenecientes a esta congregación defienden los derechos humanos
de los más débiles y están a su lado para compartir su suerte y luchar para lograr
unas condiciones de vida dignas.