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LA RETRETA, AÑO I No. 5. - M. Matarrita: El legado de María Clara Cullell. 1 AÑO I - No. 5 / NOVIEMBRE-DICIEMBRE 2008 . EL LEGADO DE MARÍA CLARA CULLELL Por Manuel Matarrita Venegas [email protected] MARÍA CLARA CULLELL TEIXIDÓ (1931-1993) (Fotografías cortesía María Clara Vargas C.) En los últimos años, nuestro país ha experimentado un notable auge en su movimiento pianístico. Esto ha sucedido de manera particular gracias al advenimiento de nuevas escuelas y nuevos maestros, así como a los estudios superiores alcanzados por muchos pianistas. Sin embargo, los inicios de este desarrollo de la ejecución profesional y de la enseñanza del instrumento se remontan a varias décadas atrás. Este proceso comenzó con la aparición de los primeros profesionales en el arte del piano, quienes se dedicaron a mantener una sólida participación como ejecutantes y a la vez emprendieron la labor de levantar una escuela pianística en el país. Es así como la historia nos remite a personalidades como Guillermo Aguilar Machado, Carlos Enrique Vargas, Miguel Ángel Quesada, Zoraide Caggiano y María Clara Cullell. Con motivo de los tres lustros de su desaparición, es de ésta última artista de la que nos ocuparemos en esta reseña, iniciando así una serie de artículos sobre la historia del desarrollo del piano en Costa Rica.

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LA RETRETA, AÑO I No. 5. - M. Matarrita: El legado de María Clara Cullell. 1

AÑO I - No. 5 / NOVIEMBRE-DICIEMBRE 2008 .

EL LEGADO DE MARÍA CLARA CULLELL

Por Manuel Matarrita Venegas [email protected]

MARÍA CLARA CULLELL TEIXIDÓ (1931-1993) (Fotografías cortesía María Clara Vargas C.)

En los últimos años, nuestro país ha experimentado un notable auge en su

movimiento pianístico. Esto ha sucedido de manera particular gracias al advenimiento de nuevas escuelas y nuevos maestros, así como a los estudios superiores alcanzados por muchos pianistas. Sin embargo, los inicios de este desarrollo de la ejecución profesional y de la enseñanza del instrumento se remontan a varias décadas atrás. Este proceso comenzó con la aparición de los primeros profesionales en el arte del piano, quienes se dedicaron a mantener una sólida participación como ejecutantes y a la vez emprendieron la labor de levantar una escuela pianística en el país. Es así como la historia nos remite a personalidades como Guillermo Aguilar Machado, Carlos Enrique Vargas, Miguel Ángel Quesada, Zoraide Caggiano y María Clara Cullell. Con motivo de los tres lustros de su desaparición, es de ésta última artista de la que nos ocuparemos en esta reseña, iniciando así una serie de artículos sobre la historia del desarrollo del piano en Costa Rica.

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María Clara Cullell Teixidó nació en Barcelona, el 23 de

marzo de 1931. A mediados de la década de los años treinta, su familia se mudó a tierras chilenas. Fue allí realizó donde realizó sus estudios musicales y se egresó del Conservatorio Nacional de Música, donde fue discípula de Roberto Dunker y de Cristina Herrera. Más adelante prosiguió su formación en España, país donde obtuvo el Diploma de Virtuosismo del Real Conservatorio Superior de Música, bajo la guía de los renombrados maestros José Cubiles y Antonio Yglesias.

A Costa Rica llegó en el año 1959, luego de su

matrimonio con el Dr. Jorge Vargas Segura. Cullell desplegó su carrera como ejecutante en escenarios de España, Perú, Chile, México y Costa Rica. Junto a nuestra Orquesta Sinfónica Nacional, actuó como solista en 1963 interpretando el

Concierto Op. 54 de Robert Schumann bajo la batuta de Hugo Mariani, y en 1982 el Concierto Triple Op. 56 de Ludwig van Beethoven bajo la dirección de su hermano, Agustín Cullell, y como parte del Trío Artes Musicales que conformó junto al violinista Tetsuo Yagi y la cellista Irma Field.

Trío Artes Musicales

“Doña María Clara” realizó numerosos recitales de piano solo en Costa Rica.

Entre ellos, destaca el que tuvo lugar en el Teatro Nacional el 21 de agosto de 1970, en el marco del “Festival Beethoven”, y en el que ejecutó cuatro sonatas de este compositor (Opp. 53, 78, 90 y 109). A propósito de este concierto, el entonces crítico de La República, Ricardo Ulloa Barrenechea, escribió el siguiente comentario sobre sus cualidades interpretativas:

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“Esta artista, profesora del Conservatorio, es pianista de gran flexibilidad,

buena técnica, musicalidad y apreciable mecanismo. Tiene energía de «toque»

y domina las sonoridades. Desde luego nos agradaría una mayor convivencia

con el piano de María Clara Cullell. Agrado y necesidad.”

Cullell formó a una importante cantidad de pianistas a lo largo de sus más de

treinta años de servicio en la Universidad de Costa Rica. En 1989 alcanzó el rango de “Catedrática” de la Escuela de Artes Musicales, y la institución le confirió el título de “Profesora Emérita” en 1991. Walter Morales, pianista y director de orquesta, la recuerda de esta manera:

“Ella tuvo la habilidad de despertar en mí el deseo de hacer música desde las

primeras lecciones. Con gran paciencia y perseverancia guió mis primeros

pasos como pianista y de manera firme me ayudó a descubrir no solamente la

relación con el instrumento, sino también, y mucho más importante, la

relación con la frase musical, con el sentido armónico, la sensibilidad al color

orquestal, y la habilidad de escuchar más allá del instrumento. Su experiencia

enorme como intérprete de música de cámara me abrió las puertas a todo ese

fantástico repertorio clásico. ¿Qué pianista de su generación mantuvo una

carrera tan activa como ejecutante y maestra del más alto nivel artístico?

Cada concierto que escuché de ella tenía una increíble integridad musical,

preparado impecablemente y con plena responsabilidad y entrega a la

música”.

Cullell con el cuarteto conformado por Walter Field, John Lowry, Tetsuo Yagi y Rubén

Moncada, en las afueras de la Escuela de Artes Musicales de la Universidad de Costa Rica.

Tuve la fortuna de ser su último alumno, durante los años comprendidos entre 1991 a 1993. Su espíritu férreo y tenaz le permitió trabajar hasta el último momento y mantenerse firme en su vocación profesional. Como maestra, uno de los aspectos más importantes para el medio fue el impulso que dio al estudio de compositores españoles y chilenos. Quienes pasamos por su aula tuvimos en un contacto muy especial con las obras de Federico Mompou, Enric Granados, Manuel de Falla, Isaac Albéniz, Pedro Humberto Allende y Domingo Santa Cruz.

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La música española fue una de sus grandes pasiones. Siempre tuvo el anhelo de poder ejecutar en Costa Rica las Noches en los jardines de España, obra para piano y orquesta de Manuel de Falla. Para Cullell, esta composición tenía un especial significado, pues el estreno universal de la obra en 1916 estuvo en manos de José Cubiles, quien fuera su maestro en Madrid. Lamentablemente, por diversas circunstancias –en particular su quebrantada salud- Cullell no pudo materializar su sueño. Fue un verdadero honor para mí el tener la oportunidad de realizar, en su memoria, el estreno nacional de la obra en el año 2000 junto a la O.S.N.

Sus últimas ejecuciones públicas las realizó junto a la soprano Zamira

Barquero, en 1992, y con el violinista Eddie Mora en 1993, año de su fallecimiento. Sobre esta experiencia Mora relata:

“Por esa química que surge entre las personas, pensamos seriamente en

conformar un dúo profesional de violín y piano a mi regreso de Rusia. Su salud

nunca fue pretexto para cancelar algún ensayo, los cuales se extendían por

largas horas. Era muy exigente consigo misma, situación que lo hacía a uno

alinearse rápidamente. Gustaba de repasar despacio las obras, de estudiar

lento. Recuerdo, sus explicaciones de cómo su profesor alemán le enseñó a

abordar su instrumento, así como sobre el fraseo y los «tempi» de las obras.”

Han pasado ya quince años de su deceso, ocurrido el 26 de octubre de 1993. Desde hace una década, sus deudos se han dado a la tarea de honrar su memoria por medio de un concurso internacional de piano que lleva su nombre. Este proyecto no surgió simplemente como un acto de perpetuación de su recuerdo: esta competencia se abrió como una posibilidad de ofrecer a las generaciones emergentes de pianistas un entorno para exhibir sus talentos, toda vez que fomenta un encuentro entre estudiantes de piano de varios países del área. El establecimiento en Costa Rica de un concurso de piano con tales características fue también una aspiración que Cullell quiso lograr.

Cullell en un ensayo con la flautista María Luisa Meneses y la violoncellista Elena Kharina.

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Sin lugar a dudas, una de las virtudes más importantes de María Clara Cullell

fue su versatilidad artística. Hoy en día, muchos pianistas proyectan en ser exclusivamente concertistas y solistas, desatendiendo otras áreas de su propia especialidad que los convertirían en artistas integrales y más completos. El legado de Cullell se extiende no solamente a su ejecución como solista, sino también a su papel como pianista en grupos de cámara y como maestra. Ella comprendió que la inclinación artística conlleva igualmente un alto grado de socialización por medio de la co-laboración con otros artistas, y que el traspaso de conocimientos es un escalón más del interminable aprendizaje de la música.

MANUEL MATARRITA es pianista y Catedrático de la Escuela de Artes Musicales de la Universidad de Costa Rica y cuenta con un Doctorado en Música con énfasis en Piano obtenido en Louisiana State University.

Como citar este artículo:

MATARRITA, Manuel: “El legado de María Clara Cullell″, en LA RETRETA, AÑO I, Nº 5, Noviembre-Diciembre, San José de Costa Rica, 2008, ISSN: 1659-3510.