margarita barañano cid

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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID DEPARTAMENTO DE ESTRUCTURA SOCIAL SOCIOLOGIA (111) Tesis doctoral realizada por: Margarita Bara llano Cid Dirigida por: Dr. Salustiano del Campo Urbano LOS FUNDAMENTOS DE LA TEORíA SOCIAL DE THORSTEIN 6. VEBLEN: LA “REVUELTA” CONTRA EL HOMO OECONOMICUS DE LA “ECONOMíA RECIBIDA~.

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Tesis doctoral sobre Thorstein Veblen

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  • UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRIDDEPARTAMENTO DE ESTRUCTURA SOCIAL

    SOCIOLOGIA (111)

    Tesis doctoral realizada por: Margarita Barallano CidDirigida por: Dr. Salustiano del Campo Urbano

    LOS FUNDAMENTOS DE LA TEORA SOCIAL DETHORSTEIN 6. VEBLEN: LA REVUELTA CONTRA ELHOMO OECONOMICUS DE LA ECONOMA RECIBIDA~.

  • LOS FUNDAMENTOS DE LA TEORA SOCIAL DE THORSTEIN 6

    .

    VEBLEN: LA REVUELTA CONTRA EL HOMO QECONOMICUS DELA ECONOMA RECIBIDA

    .

    PRIMERA PARTE

    .

    1.- PRIMER CAPITULO INTRODUCTORIO. 1

    1 .1 .- El papel de la cuestin de la naturalezahumana en la teora social de Thorstein6. Veben. 1

    1 .2.- El contexto intelectual de la preocupacinvebeniana por la naturaleza humana. 5

    A>.- La cuestin de la naturaleza humanay el turning point del pensamientosocial occidental. 5

    6).- La reorientacin de las consideracionessobre la naturaleza humana en elpensamiento europeo. 7

    O).- La rebelin antiformalista y losavatares de la naturaleza humana en suelonorteamericano. 13

    1

  • 1 .3.- Las razones del inters institucionalista porla cuestin de la naturaleza humana. 27

    A).- El nfasis en la necesidad de explicitarla concepcin de la naturaleza humanapostulada. 27

    6).- La entronizacin institucionalistade la economa en el terreno de lacultura y el reconocimiento del carctersocio-cultural de la naturaleza humana. 38

    O>.- La privilegiada atencininstitucionalista al comportamientoeconmico real. 49

    1 .4.- La fundamentacin terica de Ja concepcinde la naturaleza humana de Thorstein B. Veblen. 66

    A).- Algunas evaluaciones crticas delenfoque institucionalista vebleniano. 66

    6).- La respuesta de Veblen: el nfasisen la palabra teora~~. 88

    O>.- La formacin filosfica de Veblen.Su temprano inters por elpensamiento de Peirce y la obra deKant. 92

    D).- Las races pragmatistas y neo-kantianasde los fundamentos ontolgicos,epistemolgicos y metodolgicosdel institucionalismo vebleniano. 99

    II

  • 2.- SEGUNDO CAPITULO: LOS FUNDAMENTOS YPOSTULADOS DEL HOMO OECONOMICUS DE LAECONOMIA REcIBIDA. 142

    2.1.- Introduccin: la ubicua presencia del hornoGeconomicus. 142

    2.2.- Los fundamentos hedonistas y utilitaristas delhorno oeconomicus. 154

    2.3.- Las principales premisas del hornooeconomicus. 180

    A).- El clculo hedonista. 1826>.- La doctrina optimista de la tendencia

    benfica del orden natural. 1 86

    O).- El marco institucional de la actividadeconmica. 194

    3.- TERCER CAPITULO: EL RETRATO DEL HOMOOECONOMICUS. 209

    3.1 .-EI carcter inmutable de un hombre sin historia. 209

    3.2.- La razn utilitarista y hedonista del hornooeconomicus. 231

    A).- Dolor y placer: los dos soberanos de laconducta humana. 237

    B>.- El principio de la mayor felicidad delmayor nmero. 247

    Cl.- El principio de utilidad. 251

    III

  • D).- La fundamentacin subjetiva de lautilidad. 256

    EL- La razn utilitaria del autointershedonista. 259

    3.3.-La aislada individualidad del horno oeconornicus. 280

    3.4.- De Bentham a Stuart Mill: la sofisticacingradual del retrato del horno oeconornicus. 309

    A>.- La evolucin de las premisaspsicolgicas del clculo hedonistaoriginal. 310

    6).- La atenuacin de la preconcepcinteleolgica del orden natural. 31 5

    O>.- La gradual configuracin taxonmicade la ciencia como teora del casonormal y la pervivencia del espritude las preconcepciones heredadas. 318

    4.- CUARTO CAPITULO: LA EVOLUCION DEL HOMOOECONOMICUS EN LA ECONOMIA RECIBIDA. 334

    4.1.- La introduccin del horno oeconomcusen las formulaciones de Adam Smith. 334

    A).- Adam Smith: un utilitarista moderado. 3346).- La mano invisible y el debilitamiento

    de la orientacin teleolgica y animistafisicrata. 336

    O).- La compleja relacin de Smith con laconcepcin hedonista. 339

    lv

  • DL. La doble matriz del horno oeconomicussmithiano. 345

    4.2.- La madurez del retrato entre los tericosde la utilidad marginal. 384

    A).- Los nuevos portavoces de la cienciaeconmica y el triunfo del hornooeconornicus. De los discpulosnaturales de Smith -Malthus y Ricardo-a los tericos de la utilidad marginal. 384

    6>.- Continuidades y discontinuidadesen el proceso de evolucin de laspreconcepciones econmicas. El contextohistrico e intelectual de entronizacinde los postulados hedonistas yutilitaristas en la formulacin neoclsica.394

    O).- El papel estratgico de la concepcinms precisa y ntida de la naturalezahumana y de sus postulados en la teorade la utilidad marginal. 418

    D>.-. La centralidad del clculo hedonistaen la perspectiva de la utilidad marginal. 425

    E).- El dominio inmutable del sistema naturalde libre competencia. 442

    F>.- La inconfesada identificacin delo normal con lo correcto. 450

    G).- Los perfiles del horno oeconomicus enla teora de la utilidad marginal. 455

    y

  • SEGUNDA PARTE

    .

    5.- QUINTO CAPITULO: EL TRANSFONDO HISTORICODE LOS POSTULADOS DEL HOMO QECONOMICUSDE LA ECONOMA RECIBIDA EN EL ESQUEMADE VEBLEN. LA ERA DE LA ARTESANA, ELSISTEMA DE LOS DERECHOS NATURALES Y LACRECIENTE HEGEMONA DEL MOTIVO PECUNIARIOEN EL CAPITALISMO MODERNO. LA EXPLICACIONVEBLENIANA DE LA NATURALEZA Y DE LA GENESISDEL CAPITALISMO. 496

    5.1.- La relatividad histrica de laspreconcepciones. El desarrollo capitalistay el horno oeconornicus de la economiarecibida. 496

    A).- Introduccin. 497B).- Las races histricas e intelectuales

    del horno oeconomcus de Adam Smith. 499

    O>.- Entre el utilitarismo y la doctrina de losderechos naturales: los cimientos del hornooeconomicus de los tericos de la utilidadmarginal. 502

    D>.- La gnesis y evolucin del capitalismoy del horno oeconornicus en los textosveblenianos. Breve recorrido por los temasa tratar. 507

    VI

  • 5.2.- El escenario original: artesana y pequeocomercio. La convivencia del arte de produciry del arte de vender. 516

    A).- La naturaleza bifronte de la artesana. 5166).- La expansin de la laboriosidad y del

    estado de las artes industriales en lacultura cuasi-pacfica de la artesana. 519

    C).- En pos de la excelencia: el protagonismodel arte de producir en la actividaddel artesano independiente. 522

    D>.- La mediacin del motivo pecuniario. 525

    E).- El otro protagonista de la artesana:el pequeo comerciante y el patrnascendente de consumo conspicuo. 527

    5.3.- Desarrollo artesanal y mitigacin de lastendencias animistas y finalistas. Los orgenesde las preconcepciones de la cienciamoderna. 535

    A>.- Las vestigios animistas yantropomrficos presentes en lapreconcepcin de causalidad natural. 535

    6).- El impulso de la cultura artesanalal desarrollo de la ciencia y delestado de las artes industriales. 538

    O).- La contribucin de la contabilidad yde la preconcepcin de precio a laevolucin del esquema material y culturalartesanal. 543

    VII

  • 5.4.- Los planteamientos de Weber y Veblensobre la contribucin del desarrollocientfico, tcnico, y contable al desarrollo delcapitalismo: semejanzas y diferencias. 558A>.- Introduccin. 558

    6>.- Weber: el proceso de racionalizacino la especificidad del capitalismo modernooccidental. 559

    O>.- Veblen o el carcter depredador delcapitalismo contemporneo. Entre lamitigacin del animismo en la cienciay en las artes industriales y laimbecilidad de las instituciones. 567

    5.5.- La progresiva ruptura de la armona original.La subsuncin progresiva del arte de produciren el motivo pecuniario y el ascenso delcapitalismo. 577

    A).- El gradual distanciamiento de lalaborosidad y del arte de vender. 577

    6).- La creciente complejidad del estadode las artes industriales, la emergenciade la planta y la crisis de la organizacinartesanal del trabajo. 580

    O).- La contribucin del mercado, delcomercio y de las preconcepciones delsistema de precios a la subsuncinprogresiva de la industria en el motivopecuniario. 585

    D).- Otros factores coadyuvantes: lademografa y los medios decomunicacin. 589

    VIII

  • 5.6.- La reestructuracin de la organizacin industrialen los comienzos de la fase capitalistade la artesana tarda. 592

    A>.- La gnesis del capitalismo en la eraartesanal. 592

    6).- El ascenso del capitn de industriay de la planta industrial manufacturera.Continuidades y rupturas con laorganizacin artesanal de la produccin. 595

    5.7.- Veblen y Marx: dos interpretaciones de lanaturaleza y la gnesis del capitalismo yde sus primeras formas productivas. 606

    A>.- La nocin de ciencia de Marx y suinvestigacin de la ley econmica dela sociedad moderna. 606

    B>.- Las bases sociales de la produccincapitalista. 613

    O>.- El desarrollo de las formas deproduccin capitalistas: de la subsuncinformal a la subsuncin material. El trnsitode la cooperacin simple a la granindustria. 618

    D>.- La fase manufacturera. 629

    E>.- El contexto histrico e intelectual de larecepcin de Marx en el pensamientosocial norteamericano. 639

    F).- El inters de Veblen por la obra de Marx.Su anlisis de los postulados bsicos delesquema terico de este optimista ydescredo hijo de su tiempo. 650

    ix

  • G>.- El peso del hegelianismo y de la doctrinade los derechos naturales en elmaterialismo sublimado de Marx. 655

    H>.- El transfondo teleolgico y hedonista de ladoctrina de la lucha de clases y de labsqueda de las leyes de la produccincapitalista. 659

    1>.- La concepcin de Marx de la cienciacomo crtica y el escepticismo distantevebleniano. La dimensin normativa de laciencia. 669

    J>.- Marx, Veblen y la teora social.Recapitulacin de sus principales puntosde coincidencia y de discrepancia. 679

    K).- La manufactura de Marx y la plantaindustrial de Veblen. Dos enfoques deltrnsito al capitalismo industrial. 688

    L).- La vocacin laboriosa y activa de lanaturaleza humana: un paralelismo entredos concepciones de races distintas. 702

    5.8.- Entre la artesana y el capitalismo depropiedad ausente. El sistema de los derechosnaturales, la creciente hegemona del motivopecuniario y retrato del horno oeconornicus. 764

    A>.- El punto de vista moderno o el sistemade los derechos naturales: naturaleza ycontenido. 764

    6).- Los principios componentes. El sagradoderecho de propiedad. 775

    6.1).- La reconstruccin conjetural de losorgenes de la propiedad en la

    x

  • doctrina de los derechos naturales. 778

    6.2>.- Depredacin, emulacin envidiosa,patriarcado y propiedad. Laexplicacin conjetural veblenianade los orgenes de la propiedad. 785

    O>.- La teora del retraso cultural y las racesartesanales de los derechos naturales. 820

    D>.- El impacto del punto de vista modernoten las preconcepciones de la economarecibida. 830

    D.1).-La inspiracin del hornooeconorncus smithiano en elmodelo artesanal y en la doctrina delos derechos naturales. 832

    D.2>.-Los cimientos del hornooeconorncus de los tericos de lautilidad marginal. El sistema deprecios y el punto de vista moderno. 864

    6.- OONCLUSIONES. 908

    7.- BIBLIOGRAFA.

    7.1.- Obras publicadas de Thorstein 8. Veblen 1051

    7.2.- Fuentes secundarias 1082

    xl

  • PARTE 1

    .

    1.- PRIMER CAPITULO INTRODUCTORIO.

    1.1.- EL PAPEL DE LA CUESTION DE LA NATURALEZA

    HUMANA EN LA TEORA SOCIAL DE THORSTEIN

    VEBLEN.

    La cuestin de la naturaleza humana constituye uno de los

    pilares centrales de la teora social de Veblen, sobre todo en la

    vertiente de la rebelin contra la -a su juicio- obsoleta concepcinsostenida -explcita o implcitamente- por la mayor parte de las

    formulaciones de la economa recibida. Concepcin sta ltima

    que cree ver perfectemente reflejada en el retrato del hornooeconomicus, al que, en consecuencia, dirige sus ms afilados

    dardos.

    1

  • La hiptesis central que se pretende demostrar en este trabajoes que Veblen fundamenta su teora social precisamente en la

    oposicin a esta -a su entender- errada concepcin del agente

    econmico. Porque, de entronizarse definitivamente en la ciencia

    econmica, amenazara con expandirse a otras ramas y

    especialidades de las ciencias sociales, paralizando su avance y

    obstruyendo, en consecuencia, la correcta compresin de la

    realidad que de ellas se espera.

    Peligro que justifica en el diagnstico que dicha concepcinle merece: y es que, a su juicio, los postulados apriorsticos delhorno oeconomicus dan la espalda tanto a la evolucin de los

    hechos como a los avances alcanzados en las ltimas dcadas

    respecto del conocimiento del hombre.

    En efecto, por lo que hace a los primeros, ignoran la decisiva

    transformacin experimentada por el moderno sistema de precios,

    desde aqullos felices aos de la era de la libre competencia,

    definitivamente periclitada. Ya que dicha era, de acuerdo con la

    peculiar reconstruccin vebleniana de la evolucin histrica, habra

    desembocado tiempo atrs en un complejo sistema de propiedad2

  • ausente regido por grandes corporaciones, tal y como l percibe

    la sociedad contempornea.

    Y, respecto de los segundos, dichos postulados no

    incorporan, a su entender, las nuevas perspectivas sobre la

    naturaleza humana y sobre su universo social y cultural abiertas

    desde diversas disciplinas sociales. Disciplinas tales como la

    antropologa, la etnologa, o la propia sociologa, las cuales, a pesar

    de su relativa juventud, habran conseguido, no obstante, poner enevidencia la insuficiencia de lo sostenido hasta entonces, ofreciendo

    en su lugar un abigarrado caudal de informacin y de anlisis sobre

    la cuestin de la naturaleza humana. Tarea en la que, por cierto,

    Veblen -como muchos otros miembros de su generacin- subraya

    la ayuda prestada por la que considera el arquetipo de las modernas

    ciencias materiales en lnea evolucionista: la ciencia biolgica.

    Pero antes de seguir avanzando en el contenido de esta

    hiptesis, que se ir desgranando a lo largo de los diversos

    captulos de esta tesis doctoral, conviene en este captulo

    introductorio comenzar contextualizando este inters vebleniano por

    la cuestin de la naturaleza humana, as como su revuelta contra

    3

  • la representada por el retrato convencional del horno aeconomicus,

    en el marco ms amplio de la crucial reorientacin que por entonces

    experimenta el pensamiento social, tanto en Europa como al otro

    lado del Atlntico. Contextualizacin que habr que completar con

    un examen ms especfico de la posicin vebleniana al respecto,

    dada la decisiva importancia de Thorstein para esta escuela.

    Finalmente, este captulo concluir con una somera

    presentacin de algunos de los ms relevantes comentarios y

    evaluaciones crticas de que han sido objeto las formulacionesveblenianas sobre el particular, salidas de la pluma de algunos de

    los ms reputados conocedores de su obra. A rengln seguido de

    lo cual se tratar de ofrecer una breve presentacin de algunas

    posibles respuestas a dichos evaluaciones, construidas a partir de

    ciertas lecturas de los textos veblenianos que han puesto el acento

    en artculos de teora apenas considerados por aqullas, as como

    en relacin con la interpretacin de la cuestin por parte del que

    aqu escribe.

    4

  • 1.2.- EL CONTEXTO INTELECTUAL DE LA PREOCUPACION

    VEBLENIANA POR LA NATURALEZA HUMANA.

    A).- La cuestin de la naturaleza humana y el turningpoint del Densamiento social occidental

    .

    Veblen, al que quizs cabria aplicar la expresiva frase que

    Gambs construy pensando en Jevons: utiliz la psicologa como

    palanca para descarrilar el coche de la ciencia econmica1, dedic

    una atencin primordial y reiterada a la cuestin de la naturaleza

    humana. En una doble vertiente.

    De un lado, intent poner de manifiesto la insuficiencia de los

    planteamientos sobre el tema hasta entonces vigentes, y sobre los

    que, explcita o implcitamente, se apoyaba la ciencia econmica

    anterior, entre otras ciencias sociales. De otro, fue su objetivoconstruir una nueva preconcepcin2 del sujeto, sobre la base de lasnuevas aportaciones antropolgicas, sociolgicas y psicolgicas del

    momento, de las que era buen conocedor, y que a su entender

    5

  • cuestionaban radicalmente lo sostenido hasta entonces3. Ya

    veremos, sin embargo, que a pesar de las intenciones primeras,

    ambas tareas no se desarrollaron con igual intensidad, al concentrar

    nuestro autor su atencin en la demolicin del horno aeconornicus

    heredado, y relegar en consecuencia la confeccin del retrato

    acabado del nuevo hombre de la moderna ciencia evolutiva a un

    inevitable segundo plano.

    Ahora bien, ms all de los resultados, sabemos tambin que

    esa doble tarea, destinada por sus abogados a la formulacin de

    nuevas teoras sobre las cenizas de las anteriores, no se la impuso

    slo Veblen, sino que caracteriza a toda una generacin intelectual.

    Se trata de la que habit en el ltimo crepsculo del siglo, aqulla

    que tuvo que enfrentar uno de los momentos ms crticos y

    creativos de la historia occidental. En efecto, es en esta poca

    cuando, no slo en Europa, sino tambin en Norteamrica, se

    produce, un turning point, una reorientacin en el pensamiento,

    de tal magnitud, que alumbrar un nuevo mundo cultural y

    cientfico del que hoy, en parte, somos directos herederos.

    Ello tiene lugar en respuesta a la crisis simultnea en todos los

    6

  • campos de la investigacin cient[fica que tiene lugar entonces.Basta recordar que en este perodo se gestan las obras de Einstein,

    Nietzsche, Weber, Durkheim, Pareto, Mosca, Mitchells, y tantos

    otros ms en Europa, as como las de James, Dewey, Beard,

    Holmes, y Robinson en Amrica. Es precisamente de los avatares

    que experimenta el sujeto en esta decisiva generacin de lo quevamos a ocuparnos en las primeras pginas de esta introduccin,

    a fin de entender la operacin llevada a cabo por Veblen en el

    contexto de la an ms vasta maniobra activada al respecto en su

    poca. Y ello lo llevaremos adelante no slo en relacin con sus

    contemporneos americanos, sino tambin y conjuntamente con loseuropeos. Esto es,en trminos de una tradicin cultural, si no

    comn, si coincidente, cuya pertinencia trataremos de justificartambin al hilo de esta presentacin.

    B).- La reorientacin de las consideraciones sobre lanaturaleza humana en el pensamiento europeo

    .

    Comenzando por el pensamiento europeo, Stuart Hughes, en

    7

  • su magistral descripcin de la reorientacin que ste experimenta

    entre 1890 y 1 93O~, ha incluido como uno de los elementos

    centrales de dicha reorientacin la quiebra parcial de algunas de las

    premisas bsicas de la Ilustracin: la confianza ilimitada en el5

    progreso, as como en la racionalidad y perfectibilidad del hombreSe cuestiona as entonces la definicin del hombre como ente

    racional, el cual, ms all de mediaciones psquicas o sociales,

    fundamenta su libertad en aquella facultad que le es propia.

    Ello, obviamente, no equivale a un abandono total de la

    Ilustracin, cuya enorme herencia6 fue explcitamente reconocida

    por toda una generacin intelectual, que busc en la potencia del

    anlisis la gua para desvelar los enigmas de un mundo que pareca

    impermeable a las herramientas conceptuales hasta entonces

    disponibles Pero s supuso una revisin crtica de la misma. Como

    brillantemente ha expresado el profesor Ziga7, caracteriza a esta

    generacin la consciencia de la inviabilidad del sujeto ilustrado bajolas nuevas condiciones del siglo XX, frente a las grandes

    organizaciones burocrticas, de un lado, y al descubrimiento de lo

    irracional y de su enorme peso en la conducta humana, de otro.

    8

  • As, Durkheim insiste en la exterioridad y coercin del hecho

    social frente a la conciencia y voluntad individuales; Freud llega por

    el camino de la fisiologa a descubrir el peso del inconsciente en el

    comportamiento humano; Pareto se refiere a la accin no-lgica y

    al peso en la misma de las derivaciones; Weber, en fin, despliega

    toda su ambivalencia ante el progreso creciente de las grandes

    organizaciones de masas y de la racionalidad instrumental, cuyo

    paralelo predominio estima inevitable. Entodos ellos, y coincidiendo

    temporalmente con la apertura de la reflexin filosfica a las nuevas

    ciencias sociales, vemos surgir los contornos de un renovado horno

    sociolagicus y psicolgico, construido sobre las ruinas del sujetometafsico liberal, que agoniza herido de muerte ante esta

    revolucin del pensamiento que se precipita con el cambio de siglo.

    Al hilo de otra problemtica terica, el desarrollo de la

    sociologa del conocimiento, Emilio Lamo de Espinosa se ha referido

    a los procesos de sociologizacin -e incluso

    pscologizaci6n -del sujeto transcendental kantiano, esto es, alprogresivo desvelamiento del carcter concreto y emprica del

    8tu

    sujeto cognoscente , que haba desbrozado el camino a recorrerpor aquella especialidad. An con todas las cautelas razonables

    9

  • ante una extrapolacin arriesgada de las palabras pensadas en otro

    contexto, nos han parecido enormemente esclarecedoras de las

    mutaciones que la concepcin de la naturaleza humana experimenta

    en este perodo.

    En efecto, es en estas fechas cuando, la hasta entonces

    todopoderosa razn individual, va a ceder su hegemona, bien a la

    fuerza arrebatadora de los instintos que emergen desde las ms

    oscuras cavernas del alma humana, bien a los hbitos, usos y

    costumbres que adormecen las voluntades en los brazos de la

    sociedad. Algo as encontraremos nosotros en los escritos de

    Veblen. Y algo as tambin encontr Stuart Hughes entre los

    miembros ms destacados de lo que consider una generacin

    intelectual crucial, marcada por una experiencia poltica y social

    comn.

    Ahora bien, antes de acabar con esta referencia al clima

    europeo en relacin con la cuestin del sujeto, hay que hacer, almenos, dos matizaciones.

    La primera, relativizar la que, sin embargo, es la tesis

    10

  • fundamental de Hughes aqu resumida: que sea en este perodo

    cuando se geste el sujeto sociolgico y psicolgico por excelenciano quiere decir que los ilustrados desconocieran la investigacin

    psicolgica o que se desentendieran de deseos, pasiones, o

    sentimientos. Por el contrario, como Cassirer9, entre otros, ha

    explicado, aqullos saban mucho de estos impulsos, a los que

    incluso caracterizaban positivamente y consideraban

    imprescindibles para el progreso humano. Pero lo que sucede un

    siglo ms tarde es que, generalizando, se altera la relacin que

    todos estos elementos mantenan con la razn, en un proceso doble

    de reduccin de la autonoma de sta, entre unos valores y normas

    recibidas que ella no crea, y una personalidad o temperamento que

    la ignoran.

    En segundo lugar, el cambio en la concepcin de la naturaleza

    humana no caracteriza nicamente a una generacin intelectual

    europea, sino que es visible tambin en el pensamiento social

    norteamericano contemporneo, slo perifricamente examinado

    por Hughes por lo que hace a unos cuantos autores

    prominentes10. Es aqu donde cabe poner el acento en

    investigaciones sobre el clima intelectual del otro continente, menos

    11

  • difundidas que la de Hughes, pero perfectamente compatibles con

    la de ste. Bien es verdad que la mayor parte de estas historias

    intelectuales adolecen tambin de la misma carencia, esto es,

    tienden a ignorar las posibles afinidades intelectuales a ambas

    orillas del Atlntico. Pero hay excepciones sobresalientes, como es

    el caso de los estudios de Diggins11, y de Francis Martin Suto2,

    que han servido como fuente privilegiada de inspiracin de muchas

    de las apreciaciones que aqu se recogen.

    Por nuestra parte, vamos a emplear parte de la valiosisima

    informacin recogida en las casi ya clsicas obras sobre el caso

    norteamericano a que seguidamente haremos referencia, pero

    enmarcndola en la hiptesis de Suto, que aceptamos. Este autor

    mantiene la coincidencia y confluencia de ambas reas culturales

    en una tradicin de pensamiento comn, la occidental, indivisible en

    dos supuestas zonas de florecimiento, claramente diferenciadas y

    sin apenas conexin.

    Una vez examinado el funcionamiento de esta tradicin cultural

    comn, por lo que respecta al tema que nos ocupa de la naturaleza

    humana, vamos a centrar principalmente nuestra atencin en el

    12

  • pensamiento social norteamericano, al igual que antes lo hicimos en

    el europeo. Finalizaremos esta primera tarea de contextualizacin

    con la referencia a la particular corriente dentro del pensamiento

    norteamericano de la poca en la que tradicionalmente se ha venido

    encuadrando a Veblen, por no decir que l mismo origina: esto es,

    el institucionalismo3.

    C).- La rebelin antiformalista y los avatares de lanaturaleza humana en suelo norteamericano

    De entre las muchos trabajos de historia intelectual que cabracitar, dedicados al contexto norteamericano de la obra de Veblen,

    nos ha interesado especialmente el de Morton White4, cuya

    brillante presentacin de las claves de este singular perodo han

    sido luego glosadas por las mejores plumas que han escrito sobreel tema15. Este autor, al hilo de cuestiones especialmente

    relevantes para la naturaleza humana, identifica en este perodo,

    ms que una reorientacin, una revuelta intelectual contra las

    preconcepciones sostenidas hasta entonces, de una magnitud y

    13

  • transcendencia slo equiparables a lo que vimos antes respecto del

    caso de Europa.

    En efecto, examinando la evolucin de los puntos de vista

    de una serie de primeras figuras -entre las cuales sita White a

    Veblen, Dewey, Holmes, Beard y Robinson-, durante una etapa

    similar a la acotada por Hughes para Europa pero restringida aqu a

    las dos dcadas que cierran el siglo diecinueve, este autor detecta

    unas conexiones tan visibles como las que perciba aqul.

    Estas conexiones confluyen, como denominador comn, en

    un rechazo compartido -surgido desde muy diversas disciplinas- de

    la concepcin abstracta, deductiva y formal del objeto y mtodocientficos imperantes. As como en el intento por dar entrada, en

    el entonces alejado reino de la ciencia y del pensamiento, a laexperiencia, al desarrollo, al cambio, a los fenmenos procesuales,

    en fin, a la vida, nociones de las cuales las generaciones

    intelectuales anteriores se habran despreocupado.

    De aqu que Morton White se refiera a ellos como los

    revolucionarios antiformalistas6, es decir, aqullos que no

    14

  • tienen nada que perder rns que sus cadenas deductivas 17, y

    que, desde diferentes campos, comparten un sentimiento de

    simpata comn por todo lo que se opone a lo que ellos entienden

    por formalismo, como el historicismo o la perspectiva del

    organicismo cultural.

    Esta misma distancia respecto a las premisas heredadas les

    va a llevar a repudiar el utilitarismo y el hedonismo de la tradicin

    benthamiana, que al igual que en Europa, tanta influencia haban

    tenido en suelo cultural americano. Y esta centralidad de Bentham

    en el campo enemigo, que, segn White, comparte esta peculiar

    generacin intelectual norteamericana, amn de coincidir, como los

    restantes aspectos de la revuelta terica, con los nuevos frentes

    establecidos casi simultneamente en Europa18, tiene especial

    importancia para la cuestin de la naturaleza humana, de un lado,

    y para el conjunto de la obra de Veblen, y ms ampliamente, delinstitucionalismo, de otra. Porque, como esta tesis tratar de

    evidenciar, la revuelta contra la versin hedonista y utilitarista de

    corte benthamiano de dicha naturaleza humana constituye el

    fundamento sobre el que se asientan buena parte de las nuevas

    teoras y enfoques que, desde diferentes perspectivas, emergen en

    15

  • este convulsionado perodo. Algo que es particularmente cierto en

    el caso de la escuela ms arriba mencionada.

    Tambin aqu hay presente un debate en torno al utilitarismo

    y hedonismo, as como sobre la psicologa derivada de ellos, con

    diferentes frmulas. Algunos pensadores europeos rechazaron

    completamente el utilitarismo, como Nietszche, y otros se

    opusieron nicamente a sus implicaciones respecto de la naturaleza

    humana, en favor de una concepcin ms activa y en contacto con

    las nuevas aportaciones procedentes de las ciencias sociales.

    Esto ltimo nos da entrada tambin para la segunda cuestin:

    el impacto de esta actitud crtica frente al hedonismo y utilitarismo,

    ahora en suelo norteamericano, sobre la concepcin psicolgica y

    antropolgica del sujeto en la que se fundamentan muy diversasciencias sociales. Este impacto es claramente visible en los escritos

    de Dewey y Veblen, la similaridad de cuyas concepciones sobre el

    particular ha sido tambin subrayada por Dorfman19. Ambos

    rechazan la psicologa hedonista, al considerar que no es capaz de

    dar cuenta del funcionamiento real de la mente humana, y,

    especialmente Veblen, critica su utilizacin en la ciencia econmica,

    16

  • extremo ste que comparte con la totalidad de la escuela

    institucionalista.

    Pero antes de abordar un examen ms detenido del

    tratamiento de la naturaleza humana en el institucionalismo y en la

    obra de Veblen, vamos a finalizar la tarea de contextualizacin

    concentrndonos ahora en los denominadores comunes que, por lo

    que hace al tema examinado, comparten las tradiciones europea y

    norteamericana, hasta aqu separadamente consideradas.

    En ambas orillas del Atlntico hemos podido detectar una

    etapa de enorme ebullicin cultural, marcada por la conciencia de

    la insuficiencia parcial o total de las premisas heredadas para dar

    cuenta del funcionamiento tanto del individuo como de la sociedad,

    e incluso de la naturaleza. Lo cual se traduce, a su vez, en ambos

    continentes, en una bsqueda de nuevos presupuestos. Por lo que

    hace al reino de lo humano, ello resulta en el intento de construir

    nuevas teoras sociales -a las que Suto, sirvindose de una

    terminologa cogida en prstamo de Kuhn y Foucault, denomina

    nuevos paradigmas sociales20-, en los que se concede una

    atencin decisiva al retrato de la naturaleza humana.

    17

  • Y las similitudes no se acaban aqu, sino que se observan

    tambin en las lneas de inters y las nuevas orientaciones

    intelectuales sobre las que trabajan la mayor parte de las disciplinasen ambos continentes, como veremos al hablar de la ciencia

    econmica de Veblen.

    Aunque quizs antes de continuar por esta senda convenga

    puntualizar algo obvio, a saber, lo siguiente: que la referencia a

    estas similaridades no nos debe hacer olvidar la existencia de

    importantes diferencias en sus tradiciones culturales respectivas, ni

    el indiscutible liderazgo del pensamiento europeo en este perodo,

    frente al cual las restantes aportaciones slo alcanzan un lugar

    relegado y secundario. En efecto, dentro del intercambio cultural

    recproco que se produce en esta poca, es mayor el peso de la

    deuda de los americanos respecto a sus colegas europeos, cuyas

    propuestas recibieron a travs de diferentes vas21.

    Por lo que respecta a estas vas de introduccin del

    pensamiento europeo en la America de la poca, hay que

    mencionar, en primer lugar, la apertura a dicha recepcin, sin

    18

  • grandes trabas, de los que trabajaban en Estados Unidos. Lo que sereflej en una rpida difusin y asimilacin de la obra de alemanes,franceses, austriacos e italianos en suelo americano, a veces con

    ms prontitud incluso que dentro del mismo continente europeo,

    cuyas barreras culturales frecuentemente demostraron ser ms

    potentes que las del Atlntico. Otra importante va de introduccin

    del pensamiento europeo la constituy la corriente cada vez mayor

    de cientficos y eruditos que vinieron a estudiar a Europa,

    principalmente a Alemania, cuya Universidad era la ms prestigiosa

    del momento. Finalmente, acompa a esta migracin intelectual

    el intento, llevado a cabo simultneamente en diferentes

    instituciones universitarias de Estados Unidos -precisamente en las

    ms relevantes, como Harvard, Columbia etc-, de estructuraras

    conforme al modelo europeo alemn, contratando incluso en

    algunos casos a profesores

    nuevos departamentos en

    incluso se puede decir que

    americana se inspir, en gran

    enseanza superior europea,

    atribuan.

    de ese pas a fin de poner en marcha los

    lnea con las directrices europeas. E

    la creacin misma de la Universidad

    medida, en el ejemplo brindado por laa la que tan importantes resultados se

    19

  • Pero el reconocimiento de la hegemona europea en este

    perodo no invalida la pertinencia de poner en contacto ambas

    tradiciones, a fin de contextualizar adecuadamente las obras

    entonces producidas, como es el caso de la obra de Veblen, cuyas

    fuentes no son principal ni exclusivamente americanas, sino que

    pertenecen a un patrimonio occidental cultural comn. Y ello se

    aplica igualmente al anlisis de la cuestin de la naturaleza humana.

    20

  • 1. GAMBS, JOHN 5.: Bevond Suoplv and Demand. A Reaporaisal of InstitutionalEconomics, Columbia University Press, New York, 1946, pgina 29.2. Se emplea el trmino preconcepcin por constituir la especfica denominacinutilizada por Veblen para referirse a los principios de organizacin y desistematizacin del conocimiento, que, al tiempo que toman sus materiales de larealidad fenomnica exterior, la seleccionan y reconstruyen, permitiendo al sujetocognoscente trascender el orden inmediato de las sensaciones. Constituyen, juntocon el punto de vista cientfico, una categora central de la epistemologavebleniana. Su dual naturaleza, espejo de la propia ambivalencia de su matrizepistemolgica, dividida a su vez entre una influencia kantiana de juventud cuyainspiracin pervive en casi todos sus escritos, el pragmatismo de su maestroPierce, y los ecos de un empirismo radical o positivista al que muchos -comoParsons, Davis, etc.- han reducido su obra, se traduce en que, sin alcanzar lamajestad ontolgica y la universalidad de las categoras kantianas, pertenecen,segn su creador, al orden de los principios y las ideas metafsicas, mientras querenen las caractersticas de los hbitos de pensamiento, de donde proceden.Combinan, por tanto, su imperturbable funcin reguladora, imprescindible para latarea de conocer en cualquier poca histrica, con la versatilidad y relatividadhistrica de su concreto contenido, producto en buena parte de las caractersticastecnolgicas e institucionales de la sociedad dada que las ha pergeado. Enpalabras de Veblen: Esta base o fundamento ltimo del conocimiento es siemprede carcter metafsico. Es una suerte de preconcepcin, aceptada acriticamente,pero aplicada en la crtica y demostracin de todo aquello de lo que se ocupa laciencia,
  • 5.Cfr. HUGHES, STUART: Conciencia y Sociedad. La reorientacin delpensamiento social europeo. 1890-1930, Aguilar, Madrid, 1972, pginas 21,22y 27. Ms all de estas pginas concretas, lo cierto es que esta cuestin subyacea toda la obra de Hughes.

    6.No es necesario, por sabido, documentar el impacto de esta herencia ilustradasobre el pensamiento de la generacin intelectual de Veblen. A ello se ha dedicadouna voluminosa literatura secundaria, redactada desde mltiples perspectivas,incluida la obra del propio Stuart Hughes aqu comentada. Las recientes palabrasdedicadas por un experto en la historia intelectual de aqulla poca,particularmente en la obra de uno de sus ms reputados miembros, Sigmund Freud,acerca de la presencia del legado ilustrado en el pensamiento de ste ltimo autorconfirman, una vez ms, su enorme importancia, incluso en el caso del descubridordel inconsciente : Ese era el aire que respiraba el anlisis freudiano de lareligin: el espritu crtico de la Ilustracin. No haba nada misterioso u oculto encuanto a este legado intelectual.Su religin sustitutiva - le escribi claramente suamigo Pfister- es en esencia el pensamiento dieciochesco de la Ilustracin, en unaforma orgullosa, nueva y moderna. Freud no pensaba estar abogando por unareligin sustitutiva, pero no negaba esa deuda. No he dicho nada que otroshombres mejores no hayan dicho antes que yo de manera ms completa, msvigorosa y ms notable, le asegur a los lectores de El Porvenir de una Ilusin

    .

    No citaba los nombres de esos personajes bien conocidos para que nadie pensaraque estaba tratando de incluirse en sus filas. Pero son fciles de descubrir:Voltaire, Diderot, Feuerbach, Darwin. GAY, PETER:Freud. Una vida de nuestrotiempo. Ediciones Paids, Barcelona, 1989, pgina 588.

    La impronta ilustrada es igualmente importante en Veblen, y se manifiesta enmuy diversos aspectos de su teora. En primer lugar, resulta evidente en su extremaconfianza en la ciencia yen la tecnologa, a las que concede la capacidad de influirdecisivamente en los hbitos de vida y de pensamiento de los hombres, y, portanto, en su misma conducta. Tambin se ha subrayado frecuentemente la razroussoniana de su crtica a las instituciones, que l acostumbraba a adjetivar deimbciles, y de su agudo recelo frente a una de las ms importantes, lapropiedad. Y, en fin, el espritu de la Ilustracin y su confianza en el progresoimpregna igualmente la propuesta tica vebleniana, no por ms oculta y negadamenos presente en sus escritos. Dicha propuesta, cargada de utopa, tie toda suobra y, de modo muy especial, se refleja en la terminologa empleada por el autor,que tan popular lleg a resultar en algn caso. Cabe por tanto concluir sin temora equivocacin que con Veblen estamos ante un hombre que abraza la modernidad.Sobre el tema, vase, entre otros: DIGGINS, JOHN P.: El bardo del salvaiismo

    .

    Thorstein Veblen y la teora social moderna, FCE, Mxico, 1983; y MAYBERRY C.THOMAS: Thorstein Veblen on Human Nature, American Journal of Economicsand Sociolopv, n0 28, julio, 1969, pginas 315-324, en el que se sostiene elcarcter normativo de la teora vebleniana de la naturaleza humana.

    22

  • 7.Cfr. RODRGUEZ ZUIGA, LUIS: El desarrollo de la teora sociolgica, en DELCAMPO URBANO, SALUSTIANO: Tratado de Sociologa, Taurus, Madrid, 1988,pginas 15-56.8.LAMO DE ESPINOSA, EMILIO: El estatuto terico de la sociologa delconocimiento, en Revista Espaola de Investigaciones Sociolcicas, n0 40,octubre-diciembre, 1987, pginas 7-44, pg. 9.

    9.Cfr. CASSIRER, ERNST: Filosofa de la Ilustracin, ed. esp. de F.C.E., Mxico,1975, pginas 125-129, entre otras.10. Las referencias de Hughes se centran basicamente en William James, del queeste autor dijo: dudo que jams antes o desde entonces un pensadornorteamericano haya gozado de tal prestigio en el continente europeo, HUGHES,STUART H., op. ch., pgina 83. Ello, junto a repetidas alusiones al pragmatismo,constituyen todas las menciones de Hughes al pensamiento norteamericano de lapoca, sin que se recoja una referencia especfica a Veblen.

    11 .Cfr. DIGGINS, JOHN P.: The Bard of Savaoerv. Thorstein Veblen and ModernSocial Theorv, Harvester Press, Hassocks, 1978. (Trad. esp. : El bardo delsalvaiismo. Thorstein Veblen y la teora social moderna, F.C.E., Mxico, 1983).

    12. SUTO, MARTIN FRANCIS: Thorstein Veblen and the Crisis in Western SocialThouoht, tesis doctoral presentada en la Universidad de California, Los Angeles,1979.

    13. Naturalmente, esta identificacin de Veblen como institucionalista, y ms an,como el creador de esta escuela, no est exenta de problemas, como la ingenteliteratura consagrada al tema ha puesto sobradamente de manifiesto. Hasta elpunto de que algn autor le ha llegado a negar su condicin de tal. Cfr. SCOTT, O.D.R.: Veblen Notan Institutional Economist, American Economic Review, n0 23,junio, 1933, pginas 274-277. 0, como Schumpeter comenta sarcsticamente,otros le han convertido en el nico institucionalista que verdaderamente haexistido, cfr. SHUMPETER, JOSEPH A.: Diez grandes economistas: de Marx aKevnes, Alianza, Madrid, 1969, pgina 334.

    Ahora bien, y an con las cautelas propias del caso, nos parece indiscutiblela existencia de esta privilegiada relacin de la obra vebleniana con elinstitucionalismo, como por otra parte han corroborado la mayor parte de losestudiosos de la ciencia econmica que se han ocupado de ello. Aunque suceda,de forma similar a otros conocidos casos de la historia del pensamiento social, queVeblen nunca haya utilizado este trmino para referirse a su concepcin de laciencia econmica, a la que prefera denominar economa evolucionista.

    Asimismo, compartimos la opinin expresada por el profesor Stephen Edgell

    23

  • en su reciente gua sobre Veblen, segn el cual el relativo consenso que haprevalecido entre los economistas a la hora de etiquetar a Veblen, superior sinduda al que, hasta el momento, se ha podido alcanzar entre los socilogos -entreotros cientficos sociales-, ha favorecido un mayor reconocimiento entre aqullosdel lugar de este autor clsico en el cuerpo terico de la disciplina. Cfr. EDGELL,STEPHEN: Veblen: Social Theorist and Social Critic. A Guide to Original andSecundarv Sources, Salford Papers in Sociology and Antropology, 1987.

    Cabra apuntalar tal vez est afirmacin de Edgell matizando que, respectoa ste ltimo extremo, el factor decisivo ha sido, ms que la ntida identificacinde Veblen como institucionalista per se strictu sensu, su conexin con unacorriente intelectual que, aunque heterodoxa y relativamente marginal, ha estadosiempre presente en la trayectoria de la ciencia econmica, particularmente desdelos tiempos en que sta alcanza su formulacin neoclsica. Y este sigue siendo elcaso tambin en la actualidad, como eVdencia el volumen de publicaciones msrecientemente dedicadas a esta peculiar escuela econmica. Entre ellas, destacanlas excelentes recopilaciones elaboradas, entre otros, por ADAMS, JOHN (ed.), quelleva por ttulo: Institutional Economics. Essavs in Honor of Alan G. Gruchv

    ,

    Martinus Nijhoff Publishing, Boston, 1980; y por SAMUELS, WARREN J. (edj:Institutional Economios. (Schools of Thouaht in Economics), volmenes 1,11, y III,publicada por Edward Elgar, Hants, 1988; as como el copioso nmero de artculosaparecidos en las dos principales revistas de difusin de la llamada economaevolucionista: The American Journal of Economics and Socioloav. y The Journalof Economic lssues

    .

    14.WHITE, MORTON G.: Social Thouoht in America: The Revolt AoainstFormalism, Beacon Press, Boston, 1957; y tambin del mismo autor: The Revoltagainst Formalism in American Social Thought of the Twentieth Century,publicado originalmente n The Journal of the Historv of Ideas, n0 8, abril, 1947,pginas 131-1 52, y recogido despus en: Praomatism and the American Mmd

    .

    Essavs and Reviews in Philosoohv and Intellectual Historv, Oxford UniversityPress, New York, 1973, pginas 41-67.

    1 5.En efecto, la identificacin de La rebelin contra el formalismo como la claveintelectual de este singular periodo, as como la descripcin del contenido de lamisma, recogidas en las obras ya citadas de Morton G. White, han convertido astas en captulos de obligada consulta -por no decir prcticamente en clsicos-para todo aqul que pretenda acercarse, no ya a Veblen, sino al entendimiento decualquiera de las aportaciones de primera fila producidas por la innumerableplyade de pensadores que habitaron ese extraordinario periodo. Lo que se hareflejado en la multitud de comentarios posteriores que toman la tesis de Whitecomo axioma, cuya penetracin apenas requerira de explicaciones adicionales,y como punto de partida de desarrollos ulteriores. Sin ningn nimo deexhaustividad en esta referencia bibliogrfica, cuyo volumen sobrepasa con mucho

    24

  • la mera voluntad ejemplificadora que gua esta nota, baste citar al respecto lapresentacin debida a Coser del contexto intelectual en el que Veblen desarrolla suobra, contexto en que el autor percibe, tras las diferentes figuras y escuelas quele influyen, la ansiedad por canectar con la realidad, cfr. COSER, LEWIS A.:Thorstein Veblen, 1857-1929, en Mastesr of Sociolocical Thouoht, HarcourtBrace Jovanovich, 1971, pginas 262-302, pg.289. Una ansiedad que, siendo laotra cara del rechazo al excesivo hincapi en un formalismo ms huero queacertado, va a conducir a uno de los miembros ms representativos de estageneracin, Thorstein Veblen, a recelar de la economa clsica y de suscategoras ahistricas. COSER, LEWIS A., op. cit., pgina 290.

    Tambin Suto se ha referido al libro de White como una de las mejoreshistorias intelectuales de la poca, junto con la de Hofstadter, Social Darwinismin American Thouoht, ms especficamente dedicada a la contribucin veblenianaen el debate de fin de siglo entablado en torno al darvvinismo social y sus distintasderivaciones. Cfr. SUTO, MARTIN FRANCIS: Thorstein Veblen and the Crisis inWestern Social Thought, tesis doctoral sin publicar, Universidad de California, LosAngeles, pgina 11. Y, aunque Suto lamenta en esta pgina introductoria que lahistoria de White, como la de Hofstadter, no incluya las conexiones con losdesarrollos que entonces estaban teniendo lugar al otro lado del Atlntico, lo ciertoes el resto de su tesis doctoral est construida en gran parte con los materialescogidos en prstamo de White.

    1 6.Cfr. WHITE, MORTON G.: The Revolt Against Formalism in American SocialThought of the Twentieth Century, en: Praomatism and the American Mmd

    .

    Essavs and Reviews in Philosoohv and Intellectual Historv, . . .cit., pgina 46.

    17.Cfr. WHITE, MORTON G.: The Revolt Against Formalism in American SocialThought of the Twentieth Century, en Praomatism and the American Mmd

    .

    Essavs and Reviews in Philosoohv and Intellectual Historv, . . .cit., pgina 46.

    18.Cfr. WHITE, MORTON: The Revolt Against Formalism in American SocialThought of the Twentieth Century, en Pragmatism and the American Mmd

    .

    Essavs and Reviews in Philosoohv and Intellectual Historv, ...cit., pgina 42.

    19. Cfr. DORFMAN, JOSEPH: Thorstein Veblen and His America, Viking Press,New York, 1934, pgina 451.

    Por cierto que la coincidencia entre ambos pensadores sobrepasa, con mucho,la que ha dado pie a esta nota. En efecto, como Dorfman documenta a lo largo detodo su libro, existi una profunda relacin intelectual y humana entre ambospensadores, que no hizo sino incrementarse con el paso del tiempo. Y que se viacompaada de un gran inters y respeto mutuo que ni uno ni otro dudaron enhacer explcito. As, en esta biografa de Veblen se recogen las siguientes palabraspronunciadas por Dewey: siempre encontr muy estimulantes los artculos deVeblen, y algunas de sus distinciones, como por ejemplo aqulla entre el lado

    25

  • tecnolgico de la industria y su cara de negocios, han sido verdaderamentefundamentales en mi pensamiento desde que me familiaric con ellas, DORFMAN,JOSEPH: Thorstein Veblen and his America, .. .cit., pgina 450.

    Por su parte, Dorfman narra una ancdota que confirma la reciprocidad en elinters con la que Veblen siempre distingui a Dewey. A saber la siguiente:Veblen (...) tras haber odo un ataque a Dewey y a James formulada por un lderde la psicologa behaviorista. dijo: l nunca llegar a conocer tanto como Deweyy James olvidaron, DORFMAN, JOSEPH, op. cit., pgina 450.20. SUTO, MATIN FRANCIS: Thorstein Veblen and the Crisis in Westen SocialThouoht,...cit., pgina 29, y 35 a 42.

    21. En esta matizacin discrepamos parcialmente de Suto, quien no menciona elmayor peso de los europeos en este intercambio cultural. En cualquier caso, en losdos primeros captulos de su tesis doctoral documenta ampliamente dichointercambio.

    26

  • 1.3.- LAS RAZONES DEL INTERES INSTITUCIONALISTA

    POR LA NATURALEZA HUMANA.

    A).- El nfasis en la necesidad de explicitar la concepcinde la naturaleza humana postulada

    .

    Esbozado ya brevemente el contexto general ms amplio en el

    que se enmarca la obra vebleniana, vamos a adentramos

    seguidamente por los derroteros de su entorno intelectual ms

    inmediato, considerando su vinculacin con la llamada escuela

    institucionalista.

    No vamos a entrar aqu en la muy compleja y debatidacuestin acerca de las races, significado, alcance y tipos de

    institucionalismo, cuya complejidad y amplitud sobrepasa conmucho los objetivos ms modestos perseguidos en este trabajo.Pero s haremos especial referencia al tratamiento del tema que aqu

    nos ocupa, la concepcin de la naturaleza humana, en la versin

    ms conocida del institucionalismo, esto es, el institucionalismo

    27

  • econmico.

    Ms all de Veblen, caracteriza al conjunto de la escuelainstitucionalista el cuestionamiento de lo que denominaban -y an,

    en parte, continan denominando- la concepcin hedonista del

    horno oeconomcus de la economa heredada. Cuestionamiento

    fundamentado en los nuevos avances aportados por la biologa,

    psicologa y antropologa contemporneas, que reclaman

    transformaciones paralelas en la teora econmica. De aqu la

    importancia que esta escuela va a otorgar a esas disciplinas, como

    han sealado la mayora de los autores que se han ocupado de

    ello1.

    Antes de entrar en la tarea realizada por el institucionalismo en

    general, y por Veblen en particular, en relacin con la cuestin de

    la naturaleza humana, vamos a examinar ms despacio las razones

    de su acusado inters por esta problemtica que, aparentemente

    slo tendra un carcter residual para la ciencia econmica.

    Un buen conocedor de esta escuela, el profesor Gambs2, nos

    ofrece varias explicaciones sugerentes de la atencin privilegiada

    28

  • dedicada por esta escuela a la definicin de la naturaleza humana,

    en general, y a la psicologa, en particular.

    En primer trmino, segn Gambs, ello se habra debido a la

    relativa juventud de la escuela y a su decidido propsito deremover las arenas de la ciencia econmica ya establecida, para

    asentar en su lugar los cimientos de un nuevo edificio cientfico. Y,

    para ratificar este argumento, Gambs se remite a las palabras de

    uno de los ms reconocidos representantes del institucionalismo,

    esto es, el discpulo directo de Veblen, Wesley Mitchell, quien, en

    un discurso titulado: Economics, 1904-1929 t pronunciado enla Universidad de Columbia, expres el punto de vista de que no

    slo el institucionalismo, sino toda la economa era una ciencia an

    joven e inmadura. Es en este contexto fundacional, perceptible enla obra de los primeros institucionalistas y particularmente en la del

    propio Veblen -considerado por muchos el creador de la escuela-,

    en el que cobrara su sentido ese fuerte inters mencionado.

    En todo caso esta afirmacin, escrita por Gambs hace ms de

    cuarenta aos, y que no se sostiene por lo que hace al

    institucionalismo contemporneo, se circunscribe a la primera etapa

    29

  • de dicha corriente, esto es, a lo que Gruchy ha llamado el viejoinstitucionalismo4. Pero es justamente aqulla la que aqu nosinteresa, dado que es en ella en la que se desarrolla la obra de

    Veblen. Y por lo que se refiere a la conexin entre esta

    problemtica y el inters por mudar los fundamentos de la ciencia

    econmica al uso, nos resulta plenamente aceptable, al encajarperfectamente con lo dicho anteriormente respecto de la

    importancia concedida al tema de la naturaleza humana en la

    reorientacin terica del pensamiento social contempornea de las

    primeras formulaciones institucionalistas.

    Ahora bien, ms all de la referencia a la inmadurez, a los ojos

    de la escuela institucionalista, de toda la ciencia econmica,

    incluida ella misma, Gambs continua mencionando otras dos

    razones adicionales explicativas del inters institucionalista por la

    naturaleza humana.

    La primera de ellas, coincide con la conclusin a la que muy

    pronto llegaron Veblen, Mitchell, Clark, etc, y luego sostuvieron

    otros, de que los economistas se servan siempre, explcita o

    implcitamente, de algn tipo de concepcin sobre el hombre, an

    30

  • sin ser conscientes de ello. Estos, en la construccin de su saber

    cientfico habran recurrido a ciertas nociones psicolgicas y a

    algunos cuantos principios relativos a la naturaleza humana,

    asumidos tcitamente en ese momento fundacional, en tanto que

    preconcepcones necesarias para la investigacin econmica.

    Posteriormente, estas premisas, ingenuamente cogidas en prstamo

    de la psicologa, habran continuado dndose por buenas, sin

    exmenes adicionales, precisamente por el escaso inters de los

    economistas en adentrarse en terrenos que, a su juicio, quedaranfuera de los confines de su especialidad cientfica5.

    Frente a esta acostumbrada presuncin ortodoxa -las ms

    de las veces implcita- de algn tipo de concepcin sobre la

    naturaleza humana, los institucionalistas insisten desde el comienzo

    en la conveniencia lgica de explicitar y aclarar al mximo lo que,

    no por olvidado, estaria menos presente. En efecto, casi todos los

    que se han ocupado del institucionalismo, desde Jaffe6 hasta

    Schneider7, Schumpeter8, etc, han subrayado como esta escuela

    concedi a la psicologa y al tratamiento de la naturaleza humana

    una atencin superior a la habitual entonces. Y ello no por simple

    afn erudito, sino por las inevitables conexiones existentes, a juicio

    31

  • de sus portavoces, entre la conceptualizacin del agente social, y

    por ende econmico, de un lado, y los restantes componentes del

    esquema terico de la economa, de otro. Dichas conexiones deban

    ser por tanto explicitadas.

    El propio Veblen apost por dicha explicitacin, a juzgar por laspalabras que le dedic un buen conocedor suyo, su discipulo

    Wesley Mitchell: prest una atencin ms estrecha que sus

    predecesores al carcter de su premisa psicolgica y a hacerla

    9

    explcita

    Y tambin el mismo Mitchell insiste decididamente, a

    comienzos de este siglo, en la necesidad de reelaborar la

    caracterizacin de la que haba sido objeto la naturaleza humana amanos de los economistas de generaciones pasadas, dando entrada

    a las nuevas conclusiones alcanzadas entre los psiclogos

    contemporneos0. Tarea que requera, como condicin previa, la

    superacin del divorcio que hasta entonces haba complicado la

    relacin entre ambas ciencias. En relacin con la cual cita, como

    ejemplo a imitar, los fructferos esfuerzos llevados a cabo desdeotras parcelas cientficas por beneficiarse de las nuevas

    32

  • aportaciones de aqulla especialidad y de sus sugerencias sobre el

    comportamiento humano. Entre ellos, menciona la experiencia del

    profesor Edward A. Ross, socilogo americano autor de un libro11

    de idntico ttulo al publicado un ao ms tarde por un famoso

    psiclogo contemporneo, An Introduction to Social

    Psvchologv2, que ejercera una influencia decisiva sobre toda latradicin institucionalista, y particularmente sobre su primera

    generacin.

    Y, en fin, tambin hace alusin Mitchell al nuevo enfoque que

    se estaba gestando entonces en el interior mismo de la ciencia

    econmica, sobre todo, entre sus corrientes heterodoxas. Ese era

    el caso del enfoque caracterstico de la escuela histrica alemana -

    en la versin de Schmoller y Sombart, principalmente-, ms abierta,

    a su parecer, desde siempre, a la consideracin de las restantes

    dimensiones del comportamiento y de la cultura humanas, aunque

    slo fuera por su concepcin, tambin ms amplia, del objeto deesta ciencia.

    Otro destacado exponente de este primer institucionalismo

    postvebleniano13, J. M. Clark, ratifica asimismo la inevitabilidad

    33

  • de partir de alguna concepcin de la naturaleza humana, y

    especialmente de su psicologa, en el trabajo econmico. De dondese deriva tambin, a su juicio, la conveniencia de abrir esta cienciaa la psicologa, en lugar de sustituir sus aportaciones por falsas

    premisas heredadas de un pasado en el que el caudal de

    conocimientos sobre la naturaleza humana era mucho menor. En

    sus palabras:

    El economista puede tratar de ignorar la psicologa, pero le es

    completamente impasible ignorar la naturaleza humana,

    porque su ciencia es una ciencia del comportamiento humano.

    Cualquier concepcin de la naturaleza humana que pueda

    adoptar espn asunto de psicologa, y cualquier concepcin del

    comportamiento humano que pueda sostener implica

    presunciones psicolgicas, sean explcitas o no. Si el

    economista coge en prstamo del psiclogo su concepcin del

    hombre, puede que su trabajo constructivo tenga algunaposibilidad de conservar un carcter puramente econmico.

    Pero si no, no evitar por ello la psicologa. Ms bien se

    forzar a si mismo a construir su propia psicologa, y ser mala14psicologa

    34

  • Queda fuera del objeto de nuestro estudio la valoracin de estatesis institucionalista, ni tampoco nos compete juzgarla desde laptica especfica de la ciencia econmica, Pero, al hilo de esta

    somera exposicin, si podemos aadir algunas puntualizaciones

    sobre el tema, pertinentes a nuestro juicio, para su mejorcomprensin.

    En primer lugar, que esta voluntad institucionalista de hacer

    explcito todo lo referente al hombre y a lo psicolgico, ms all de

    disquisiciones formales, coincidi con un momento de importantes

    transformaciones en la psicologa, la antropologa, y otras ciencias

    sociales. Ello configuraba una situacin muy distinta a la de

    generaciones anteriores, y pona sobre el tapete la necesidad de

    incorporar a los saberes consolidados las nuevas aportaciones, que

    superaban y, en parte, invalidaban lo sostenido hasta entonces.

    Porque, ms all de cuestiones epistemolgicas o

    metodolgicas, el contexto mismo en que se gest la escuela

    institucionalista tuvo mucho que ver con esta crucial atencin a la

    cuestin del sujeto. Fue este contexto el que favoreci un saber

    35

  • bien o que se gula en todas sus actividades por un inters propio

    ilustrado19- habra estado escasa.

    Adems, como nos ha recordado tambin el profesor Velarde,

    este nfasis institucionalista en la psicologa y en otras ciencias

    sociales hermanas, igualmente cruciales para el correcto

    entendimiento de la conducta humana, sirvi para que la economa

    20

    les prestara a partir de entonces una atencin ms sistemtica

    Opinin compartida antes y despus por la mayor parte de los

    estudiosos y comentaristas que -desde muy diferentes perspectivas

    y enjuiciamientos- se han ocupado de esta escuela. Es el caso delprofesor Dorfman, bigrafo por excelencia de Veblen y principal

    recopilador de su obra, quien, al hilo de la exposicin de la

    recepcin de The Theorv of the Leisure Class entre los

    economistas, subraya que:

    gradualmente, hizo mucho para volver la atencin de los

    economistas desde el mtodo de razonamiento puramente

    abstracto e hipottico, que haba caracterizado su

    pensamiento durante generaciones, a los resultados de la

    37

  • psicolgico superior de los institucionalistas respecto a los

    economistas anteriores, como acertadamente ha sealado el

    profesor Velarde refirindose a Veblen:

    Lo que en realidad percibe el economista que se acerca a los

    escritos de este cido institucionalista es que conoca mucho

    ms de psicologa, a causa de la influencia de James y

    McDougall, que el resto de los economistas, influidos por

    posturas concordes con la galaxia intelectualista del siglo

    xlx,15.

    Precisamente fue este ltimo autor, McDougall, el que ratific

    que algn conocimiento de la mente humana y de sus modos de

    operacin1 era indispensable para todos los que pretendierantrabajar en el mbito de las ciencias sociales. Llegando incluso aafirmar que, el desarrollo exitoso de stas depende de la amplitud

    y de la exactitud de dicho conocimiento7. Conocimiento del que,

    a su entender, la ciencia econmica -particularmente la economa

    1 8

    poltica clsica, apegada a presunciones psicolgicas falsasimperantes varias generaciones atrs, tales como que el hombre

    es un ser racional que siempre persigue inteligentemente su propio

    36

  • psicologa y biologa modernas21

    B).- La entronizacin institucionalista de la economa en elterreno de la cultura y el reconocimiento del carcter

    socio-cultural de la naturaleza humana

    .

    Un segundo motivo que arguye Gambs para explicar la

    sobresaliente preocupacin institucionalista por la cuestin objeto

    de este captulo es que los miembros de esa escuela buscaban

    conocer la conducta econmica efectiva, y saban que slo podran

    lograrlo si eran capaces de entender la conducta humana en

    general, de la que aqulla formaba parte. Esto es, dicha

    preocupacin resulta ser un corolario lgico de la ampliacin que

    experimenta el objeto de la ciencia econmica a manos de losinstitucionalistas. Porque estos economistas, herederos del legado

    vebleniano pionero, situaban la economa del lado de los fenmenos

    relativos al mundo de la cultura, conforme a la descripcin ms

    reciente ofrecida por otras ciencias sociales hermanas. De modo

    que ello la impela necesariamente a dotarse de unas herramientas

    38

  • conceptuales capaces de dar cuenta de esa conducta humana

    cultural. Como seala Gambs:

    La unidad de estudio ahora es el protoplasma ms que los

    precios; el objeto es la conducta humana en lugar delcomportamiento del dinero, de una unidad de fertilizante o de

    una cuanta de capital22.

    El propio Veblen, en diferentes momentos de su obra, afirma

    la naturaleza cultural de la ciencia economa. Porque lo que esta

    ciencia ha de estudiar no son:

    los movimientos de un hombre econmico abstractamente

    concebido [aislando la] civilizacin material de todas las

    dems fases y aspectos de la cultura humana. Por el contrario,

    ninguna investigacin terica sobre esta civilizacin material,

    que sea relevante a fines cientficos, puede llevarse a cabo sin

    tomar en consideracin las relaciones causales, esto es,

    genticas, de dicha civilizacin material con otras fases y

    otros aspectos del complejo cultural; sin estudiar otras lneas23

    de desarrollo cultural y sus efectos sobre la misma39

  • Precisamente esta recomendacin es la que, a su juicio,ignoraba la ciencia econmica al uso, construida de espaldas a la

    mediacin cultural y social de un comportamiento humano reducido

    en sus manos a un simple apndice de la lgica hedonista universal,

    inspirada por el nico motivo de alcanzar el mayor placer a costa

    del menor dolor. Y en los pocos casos en que esta orientacin

    ortodoxa de la economa se haba abierto a la consideracin de la

    gnesis y la naturaleza de estos deseos, fines y objetivos de laconducta individual, as como a la del entramado institucional en

    que sta se entrelaza, se haba limitado a recurrir a una antropologa

    hipottica, diseada para ofrecer una explicacin ajustada a suretrato del homo oeconomicus y a su versin del esquema

    institucional, transformado en sus manos en un esquema natural.

    Era necesario, por tanto, segn Veblen, sustituir la angosta

    perspectiva de la economa convencional por un enfoque

    holista24, abierto a la consideracin de la conducta humana

    desde el ngulo de sus especficas relaciones con los medios

    materiales de vida. Esto es, conectada con la emanada de otras

    ciencias sociales, referidas a la cultura humana, al tiempo que

    40

  • especializada en el examen del particular segmento econmico de

    la misma.

    La entronizacin de la economa en el campo de la cultura, y el

    reconocimiento del carcter cultural de una naturaleza humana

    bifronte, constituida por unas tendencias instintivas -a medio

    camino entre la impronta biolgica y la razn inteligente- y unas

    mudables disposiciones habituales -hijas del esquema de vida de

    cada comunidad particular-, lejos de quedar en un relegado segundoplano, se afianzan con el discurrir del institucionalismo,

    convirtindose en los cimientos ms slidos e indiscutidos de esta

    escuela. As, la primera generacin de institucionalistas

    inmediatamente posterior a la del maestro -compuesta en su mayor

    parte por colegas o discpulos directos suyos, como es el caso del

    que se menciona a continuacin-, ratifica ya la concepcin

    vebleniana de la conducta y de la naturaleza humanas as como la

    redefinicin a l debida del mbito especfico de la ciencia

    econmica. En palabras del miembro ms representativo de dicha

    generacin, Wesley C. Mitchell: el terreno de la ciencia econmica25se convierte en el campo de la cultura humana

    41

  • E incluso ms tarde, Walter Hamilton26 y Clarence Edwin

    Ayres, destacados portavoces del institucionalismo de postguerra -

    y eminentes profesores ambos, a comienzos de los aos veinte, en

    Amherst College, de un joven y ya entonces prometedor estudiante,

    llamado Talcoltt Parsons27-, hacen de la defensa de estos

    presupuestos tericos su principal caballo de batalla en su reaccin

    contra una tradicin clsica y neoclsica fuertemente marcada a su

    juicio por un extremo individualismo, racionalismo yutilitarismo 28, y en consecuencia incapaz de desarrollar una

    teora aceptable de la conducta humana29. Por elo urgen al

    estudio de los valores, instituciones, y transacciones30 en que

    los fenmenos econmicos estn siempre inevitablemente

    envueltos, a partir de una concepcin de la sociedad entendida

    como un conjunto de partes estrecha e inseparablemente

    relacionadas31, entre las que la econmica no es sino una ms,

    junto a la jurdica, la poltica, etc.

    Lo cierto es que no slo Ayres y Hamilton, sino tambin toda

    la plyade de neoinstitucionalistas posteriores a la Segunda Guerra

    Mundial -entre los que Gruchy destaca los nombres de John K.

    Galbraith; Gunnar Myrdal; Gerhard Colm; Adolph Lowe; y del propio

    42

  • Clarence Edwin Ayres 32~, mantienen esta actitud crtica frente a

    la teora econmica estndar o convencional33, cuya limitada

    perspectiva, a su entender, conduca a sus practicantes a ignorar

    la mayor parte de los agudos problemas que afectaban entonces a

    las opulentas economas occidentales. Estos economistas

    convencionales, a pesar de sus innegables aportaciones, seran

    incapaces, sin embargo, de ofrecer una explicacin adecuada del

    funcionamiento de la economa en una sociedad postindustrial,

    debido principalmente a su orientacin esttica, a la relativa

    obsolescencia de su anlisis34, y sobre todo, a las constricciones

    en la delimitacin de su mbito de estudio.

    En efecto, a juicio de algunos de los nombres ms famosos de

    esta generacin de institucionalistas, aqullos economistas

    circunscriban indebidamente dicho mbito al examen del proceso

    de toma de decisiones econmicas, dejando de lado la

    consideracin del sistema evolutivo de relaciones humanas que

    dispone de recursos escasos para la satisfaccin de deseos

    privados y colectivos35.

    Tambin aqu est presente, por tanto, la misma voluntad de

    43

  • ir ms all de las fronteras definidas por la ciencia econmica

    convencional, abriendo las puertas a la consideracin de otros

    fenmenos sociales y culturales. E, igualmente, la preocupacin de

    estos institucionalistas enlaza con una apertura similar en su

    conceptualizacin de la naturaleza humana a los hbitos, las

    costumbres, las tradiciones, valores y creencias, ignorados con

    demasiada frecuencia por otras corrientes econmicas atentas casi

    de modo exclusivo al componente racional de la personalidad

    individual.

    En cualquier caso, estos testigos del despliegue de la

    tecnoestructura y de la corporacin gigante cuestionan la

    centralidad concedida por la economa ortodoxa a un individuo

    soberano que, -como se supone que ocurre paradigmticamente

    con el consumidor- formula a travs del mercado decisiones que

    vinculan el mecanismo productivo a su voluntad resolutoria36. Por

    el contrario, a su juicio, la decisin procede ms bien de la gran

    organizacin productiva37, caracterstica, a su vez, de la sociedad

    industrial madura, cuyas instituciones deban ser objeto de examen

    por la ciencia econmica.

    44

  • Contemporneamente, y bajo diversas frmulas, los

    economistas institucionalistas continan pugnando por situar la

    actividad econmica del lado de una conducta humana socio-

    cultural cuya adecuada interpretacin exigira una atencin ms

    atenta a la cultura y a las dimensiones primordiales de la sociedad.

    Y asimismo, sus discrepancias de otras formas de entender la

    ciencia econmica siguen haciendo una alusin privilegiada a la

    definicin del objeto y del mtodo de la ciencia econmica, as

    como a las preconcepciones centrales en que aqulla toma

    asiento.

    Ello no quiere decir que apenas haya existido evolucin dentro

    de los planteamientos que habitualmente se han utilizado para

    identificar lo que se ha dado en llamar la escuela o el movimiento

    institucionalista, ni que la situacin actual de la misma sea

    completamente homognea al respecto.

    Por el contrario, como un destacado institucionalista y

    conocedor de esta escuela, Alan Gruchy, ha puesto de manifiesto,

    la misma distincin terminolgica, frecuentemente utilizada -y a l

    debida-, entre el vieja institucionalsmo ~ ~al que perteneceran

    45

  • los ms destacados fundadores de esta corriente econmica

    heterodoxa: Veblen, Sombart, Hobson, Commons, Clark y Mitchell-,

    y la economa neoinstitucionalista posterior39, es ya un indicio

    de la significativa evolucin analtica que se habra llevado a cabo

    con el cambio generacional40.

    A esa evolucin viene a sumarse una divisin interna de la

    escuela en cuatro grandes grupos, a saber: la corriente principal,

    posterior a 1939 - coincidente con el neoinstitucionalismo- ; los

    institucionalistas generales -con representantes como Robert L

    Heilbroner y Warren J. Samuels-, los radicales -con Howard

    Sherman, entre otros-, y la versin aplicada del institucionalismo -

    compuesta por la mayora de los miembros de la Asociation for

    Evolutionary Economics y de presencia dominante en la revista de

    la misma, The Journal of Economic lssues-41. Si bien sta ltima

    pretende tan slo ofrecer el fundamento emprico del que carecera

    la economa establecida, aspirando nicamente a convertirse en un

    buen complemento de la macroeconoma keynesiana y de la

    microeconoma neoclsica, las restantes corrientes persiguen,

    desde diferentes planteamientos y con desigual fortuna, realizar

    contribuciones tericas que vayan ms all de la micro y macro-

    46

  • economa convencional. Y en cualquier caso, todas ellas -

    especialmente las tres primeras-, perseveran en el enfoque cultural

    de la economa heredado del institucionalismo original, que

    investiga las relaciones humanas que se ocupan de la provisin de

    la oferta de bienes y servicios materiales requeridos por la

    sociedad42. El surco abierto por Veblen en torno al carcter

    socio-cultural de la accin e instituciones econmicas, la

    artificialidad del homo oeconomicus heredado, y la necesidad de

    adaptar el retrato de los economistas de la naturaleza humana a las

    nuevas versiones de la misma ofrecidas por otras ciencias sociales

    contemporneas, ha seguido constituyendo una avenida central de

    las reflexiones institucionalistas hasta la actualidad.

    Nos acercamos con ello a un ngulo crucial de todo el

    recorrido por el que nos hemos adentrado en las ltimas pginas.

    Ni los institucionalistas en general, ni Veblen en particular, estaban

    interesados en la psicologa per se, ni tampoco era su objetivo la

    disquisicin metafsica en torno al ser de lo humano, o sobre eso

    que hasta ahora hemos llamado la naturaleza humana,

    adaptndonos con ello a la terminologa acostumbrada entre estos

    economistas que, por cierto, la empleaban sencillamente, por

    47

  • decirlo as, esto es, sin mucha atencin a sus implicaciones43

    filosficas, como de hecho siguen haciendo hoy sus seguidoresMuy por el contrario, ambas cuestiones slo les interesaban en

    cuanto les permitieran alcanzar una ms correcta comprensin de

    la conducta humana real, de la que la accin econmica, era, a su

    entender, slo un corolario.

    Lo cual, para finalizar, nos remite de nuevo a la cuestin del

    contexto intelectual e histrico en el que opera el primer

    institucionalismo. Un contexto en el que experimenta una enorme

    transformacin todo lo relativo al saber sobre lo humano, al igual

    que la propia concepcin de lo que por humano deba entenderse.

    Porque los institucionalistas no fueron los nicos que

    encuadraron su objeto de estudio dentro del universo de la cultura.Otro economista contemporneo, de cuya trascendencia no hay

    que dar explicaciones, Max Weber, desde la otra orilla del Atlntico

    y desde diferentes postulados -a pesar de su relacin igualmente

    fuerte con fa escuela histrica alemana-, coincidi en vincular la

    accin econmica con la cultura humana, como se desprende tanto

    de sus escritos ms estrictamente tericos como de sus

    48

  • investigaciones monogrficas44.

    C).- La privilegiada atencin institucionalista alcomportamiento econmico real

    .

    Lo que a esta escuela le interesaba desvelar no era la conducta

    normal, tal y como sta era concebida por Cairnes y otros

    economistas, bajo la cual subsuman ellos, a juicio de Veblen, el

    comportamiento humano real, de tal modo que la ciencia misma

    acababa convirtindose en una teora del caso normal. Por el

    contrario, los institucionalistas queran concentrar toda su atencin

    sobre los hechos concretos de la vida humana, sobre la conducta

    econmica real. La cual debera ser observada y explicada al

    margen de supuestos modelos de normalidad, construidos a partir

    de representaciones distorsionadas de la naturaleza humana.

    Ello enlaza, por otra parte, con la principal objecinrepetidamente formulada por los principales portavoces del

    institucionalismo contra la versin predominante de la economa

    49

  • recibida, producto a su vez de sus propias posiciones ontolgicas,

    metodolgicas y epistemolgicas. Y se enmarca, a su vez, en el

    contexto ms amplio, ya mencionado en estas pginas, de la

    revuelta antiformalista que acompaa al cambio de siglo.

    Porque, tambin al parecer de estos economistas heterodoxos,

    dicha versin clsica y neoclsica de la ciencia econmica se habra

    mostrado incapaz de enlazar sus elucubraciones abstractas con los

    hechos reales de la vida econmica.

    De nuevo, la crtica apunta aqu al excesivo formalismo

    abstracto de la economa convencional, construida de espaldas

    a la vida econmica real, ms preocupada por la exactitud y la

    elegancia de sus formulaciones que por adaptarse a la naturaleza

    de aqulla.

    Esta orientacin especulativa, por otra parte, no habra hecho

    sino ahondarse, en la evolucin ms reciente de esta ciencia. Quejaque, tambin vimos, compartan estos economistas heterodoxos

    con otros muchos cientficos sociales y pensadores de la misma

    generacin, no slo americanos, sino tambin europeos,

    descontentos con la separacin reinante entre la ciencia y la vida.

    50

  • Y que, lejos de disolverse en la trayectoria posterior delinstitucionalismo, se ha mantenido como una de sus seas de

    identidad ms relevante y controvertida. Valgan, en esta ltima

    direccin, las palabras de uno de sus representantes

    contemporneos ms reputados, Alan Gruchy, quien, aludiendo al

    rechazo institucionalista del foso an existente entre el mundo de

    la teora formalizada, abstracta, y deductiva, de un lado, y el de la

    realidad, de otro, ha sealado lo siguiente:

    De acuerdo con su interpretacin, la economa formal es un

    tipo de pensamiento cientfico que concede demasiada

    atencin al modelo o forma de su teorizacin, y no considera

    suficientemente el contenido de tal teorizacin y de su relacin45con los hechos reales de la vida econmica

    51

  • 1. Entre ellos, destacan PIROU, GAETAN: Les nouveaux courants de la thorieconomiaue aux Etats-Unis, Editions Domat-Montchrestien, 2 vols., Pars, 1935;GAMBS, JOHN 5.: Bevond Suoolv and Demand: A Reaporaisal of InstitutionalEconomics, Morningside Heights, Columbia University Press, New York,1946;GRUCHY, ALLAN: Contemoorarv Economic Thouoht. The Contribution ofNeo-institutional Economics, Macmillan, New York, 1972; GRIZIOTTIKRETSCHMANN, JENNY: La dottrina istituzionalista americana, en ROSSI-LANDI,F. : II nensiero americano contemporneo, ed. di Comunit, Milano, 1958;HARRIS, ABRAM L.: Types of lnstitutionalism, Journal of Political Economv

    ,

    n040, diciembre de 1932, pgs. 721-49; as como los ms conocidosrepresentantes de esta corriente cientfica, tales como COMMONS, JOHN PiInstitutional Economics. Macmillan Co., New York, 1934; MITCHELL, WESLEY C.:The Rationality of Economic Activity, Journal of Political Economv, vol. 18, n02,1910, pginas 97-113.

    2. GAMBS JOHN S.Bevond Suoolv and Demand. A Reaporaisal of InstitutionalEconomics, . . .cit.

    3.MITCHELL, WESLEY: The Backward Art of Soendinci Monev and Other Essavs

    ,

    Mcgraw-Hill, New York, 1937, recogido en GAMBS, JOHN 5., op. cit., pgina 29.

    4.Cfr. GRUCHY, ALLAN G.: Contemporarv Economic Thouoht. The Contributionof Neo-Institutional Economics,.. .cit. Gruchy distingue entre lo que l mismo llamaelviejo institucionalismo, anterior a la Segunda Guerra Mundial, que habra sidofundamentalmente un desarrollo intelectual americano -aunque con algunasramificaciones europeas, carentes, en lneas generales, del vigor, la tenacidad y elapoyo acadmico de aqul pas-, y el neo-institucionalismo, posterior a la Segundagran guerra, y cultivadq entre otros, por economistas de la talla de Galbraith,Myrdal, Ayres, etc.

    5.Recientemente, Herbert A. Simon -entre otros muchos analistas que se podrancitar-, ha expresado una opinin similar en su artculo: Rationality in Psychologyand Economics, The Journal of Business, volumen 59, n0 4, parte 2~, octubre,1986, pginas 209-224. En conjunto, todo este nmero de la mencionada revistaest dedicado a la cuestin que aqu se discute. La cual es abordada desdediferentes puntos de vista, recogidos, entre otros, en los siguientes trabajos:HOGART, ROBN M. y REDER, MELVIN W.: Editorss Comments: Perspectivesfrom Economics and Psychology, The Journal of Business, op. cit., pginas 185-207; y THALER, RICHARD M.: The Psychology and Economics ConferenceHandbook: Comments on Simon, on Einhorn and Hogarth, and on Tversky andKahneman, Journal of Business, . . .cit., pginas 279-285.

    52

  • 6. Cfr. JAFFE, WILLIAM: Les thories conomioues et sociales de ThorsteinVeblen, Marcel Grand, Pars, 1924. Basada en la tesis doctoral de este mismoautor -por cierto, de nacionalidad norteamericana-, presentada en la Universidad dePars, se trata de la primera monografa consagrada en este idioma a la obra deVeblen, como tambin la tesis original en que se inspira fue la primera que sobrel se redact, cuando an viva. Cuando Veblen tuvo noticia de la misma, se sintimuy alagado, y como su principal bigrafo, Joseph Dorfman, ha documentado,antes incluso de leer el libro, escribi a su autor para hacerle las siguientesrecomendaciones: si me permite comentrselo, me parece que se est ustedbuscando problemas. Eso ya me ha ocurrido a mi. y me tomo la libertad desugerirle que si su tesis fuera traducida o reescrita en ingls puede que ustedencontrara un cierto mercado
  • Adems de Halbwachs, autores de la talla de Marcel Mauss o de GatanPirou acompaaron tambin a Jaff en su inters por la obra de Veblen.

    Ahora bien, como sucedera tambin en otras comunidades idiomticas, locierto es que ello no se tradujo en una especial fortuna editorial de Veblen en estalengua, al menos por lo que hace a la traduccin de sus escritos. Aunque, comohan puesto de manifiesto las indagaciones de Dorfman, ello se debi en parte msa acontecimientos azarosos externos que simplemente al desconocimiento o a ladespreocupacin intelectual. Es ms, a su juicio, Francia tambin fue el primerpas extranjero que mostr un decidida inters en la traduccin del libro,(DORFMAN, JOSEPH, op. oit., pgina 33). Dorfman se est refiriendo,naturalmente, a The Theorv of the Leisure Class, la obra elegida casi siempre porlos editores de diferentes paises como carta de presentacin del autor.

    A su vez, tambin nos informa de que el profesor Raymond Chalmel, conel consentimiento de Veblen, haba acometido su traduccin al francs en 1914,para lo que ya contaba con el compromiso de un editor, Alcan. Sin embargo, a razde la Primera Guerra Mundial, Veblen no volvi a recibir noticias de este adelantadoprofesor. El destino hizo que, a pesar de este temprana recepcin de su obra enFrancia, la primera traduccin de una de sus obras tuviera que esperar, sinembargo, hasta 1970, sin que hallan corrido mejor suerte sus restantes trabajos.

    Este misma ausencia de fortuna editorial se ha manifestado en el escasonmero de monografas que se le han dedicado en esa lengua, no ms de las quese pueden contar con los dedos de una sola mano.

    Jaff fue codirector, junto a Sombart y Weber, del Archiv fUrSozialwissenschaft und Sozialpolitik.

    7. SCHNEIDER, LOUIS: The Freudian Psvcholoov and Veblens Social Theorv

    ,

    Morningside Heights, New York, Kings Crown Press, 1948.8. SCHUMPETER JOSEPH A.: Historia del Anlisis Econmico, Ariel, Barcelona,1982, y tambin Sntesis de la evolucin de la ciencia econmica y sus mtodos

    ,

    Oikos-tau, Barcelona, 1967.9.Cfr. MITCHELL, WESLEY C .:Thorstein Veblen, en MITCHELL, WESLEY C. (ed.e introdj: What VeblenTauoht. Selected Writinos of Thorstein Veblen, AugustusM. Kelley, New York, 1914, pgina xxxiii.

    10. Ver al respecto los siguientes ensayos de MITCHELL, WESLEY C.: HumanBehavior and economios: A Survey of Recent Literature, The Quarterlv Journal ofEconomics, noviembre, 1914, pginas 1-47; The Rationality of Economic Activity.1, y The Rationality of Economic Activity. II y III, ambos recogidos en el mismonmero de The Journal of Political Economv, volumen n0 18, n0 2, febrero, 1910pginas 97-113, y 197-216.

    11. ROSS, EDWARD A.: Social Psvcholoov, 1908.

    54

  • 12. Mc DOUGALL, WILLIAM: An Introduction to Social Psvcholoov, (1908>,Methuen & Co Ltd, 31 ed., Londres, 1960.

    13. Se trata de la versin posterior del institucionalismo clsico, por decirlo as,formulada sobre todo en los aos veinte y treinta por economistas tan destacadoscomo Mitchell, Commons, Clark y Tugwell. Se encuadra an, por tanto, en lo queGruchy, en su obra ya citada: Contemoorarv Economic Thouoht. The Contributionof Neo-Institutional Economics,...cit., ha denominado el viejo institucionalisma -por diferencia al enfoque neoinstitucionalista ulterior-, y que, a su vez, en suartculo de presentacin de la escuela institucionalista en la Revista Internacionalde Ciencias Sociales, ha localizado en un segundo perodo dentro del mismo -aos1925 a 1945-, inmediatamente posterior al que habit Veblen.

    Sus vnculos con el esquema institucionalista original de Veblen son muyestrechos, aunque slo sea por el hecho de que la mayor parte de los miembros deesta segunda generacin fueron discpulos directos suyos. Pero, al mismo tiempo,esta nueva versin se aparta en diversos aspectos importantes de la propuesta delmaestro. Aunque, como hemos visto, conserva lo fundamental del punto de vistade aqul acerca de la centralidad de la conceptualizacin de la naturaleza humanaen la ciencia econmica. Y lo mismo sucede con algo que veremos a continuacin:el carcter cultural de esta ciencia y la necesidad de ampliar su objeto y redefinirsu metodologa, defendida tambin por estos institucionalistas postveblenianos.

    14.Cfr. CLARK, JOHN-MAURICE: Economics and Modern Psychology. 1, Ih~Journal of Political Economv, volumen 26, n0 1, enero, 1918, pginas 1-30, pg.4. Como es sabido, John- Maurice era hijo del profesor de Veblen, John B. Clark,de quien Thorstein recibi por primera vez las doctrinas de la utilidad marginal.

    1 5.Cfr. VELARDE FUERTES, JUAN: El institucionalismo: una peligrosa direccinpositivista en economa, Anales de economa, julio-septiembre, 1964, pginas503-506, pgina 511.

    1 6.Cfr. McDOUGALL, WILIAM: An Introduction to Social Psvcholoov, . .pgina 1.

    17. Cfr. McDOUGALL, WILLIAM: An Introduction to Social Psvcholoov, ...ct.,pgina 1.

    18.Cfr. McDQUGALL, WILLIAM: An Introduction to Social Psvcholoav, ...cit.,pgina 9.

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  • 19.McDOUGALL, WILLIAM: An Introductionto Social Psvcholoav, ...cit., pgina9.

    20. Cfr. VELARDE, JUAN: El Institucionalismo: una peligrosa direccin positivistaen Economa, ...cit., pgina 511.

    Vase, al respecto, entre otros muchos, los trabajos de otro reputadoportavoz de este primer institucionalismo, J.M. Clark, dedicados precisamente aexaminar las relaciones entre la economa y la psicologa: Economics and ModernPsychoogy. 1 y Economics and Modern Psychology. II. Canstructive Statement:Outline of the Theory of Economic Guidance, publicados en The Journal ofPolitical Economv, volumen XXVI, n0 1, enero, 1918, pginas 1-30, y 136-166.

    21 .DORFMAN, JOSEPH: New Light on Veblen, en DORFMAN , JOSEPH:Thorstein Veblen. Essavs. Reviews and Reoorts. Previouslv Uncollected Writinns

    ,

    Augustus M. Kelley, Clifton N. J., 1973, pginas 5-326, pgina 20.

    22.GAMBS, JOHN 5.: Bevond Suoolv and Demand, Columbia University Press,Morningside Heights, New York, 1946, pgina 30.

    23.The motions of an abstractly conceived economic man It.] materialcivilization from al other phases and bearings of human culture,

  • ALLAN G .: Modern Economic Thoupht. The American Contribution, Augustus M.Kelley, New York, 1967, pgina 23.

    Y ms adelante, aclarando cual es el contenido concreto de esta orientacin,Gruchy hace referencia a lo que se discutir a continuacin en esta introduccin:el carcter cultural de la ciencia econmica holista: la orientacin intelectual delos economistas holistas les conduce a concebir el orden econmico como unesquema de cosas o proceso cultural evolutivol...> El anlisis del campo de laeconoma total les conduce a ampliar sus investigaciones. y a incluir dentro de sumbito de anlisis muchos hechos ignorados por los investigadores msformalistas. Esto explica por qu el economista cultural hace caso omiso de laslmites tradicionales de las ciencias sociales, y por qu coge en prstamo tanto delas disciplinas de la ciencia social emparentadas, op. cit., pgina 25. Es decir, escaracterstico de esta escuela considerar al sistema econmico como un todo enevolucin, a cuya luz habra que explicar el significado de cada una de sus diversaspartes.

    Mino Vianello, autor de la principal monografa dedicada a Veblen en Italia,entre muchos otros, ha expresado abiertamente su acuerdo con estacara