maquetacion manuel_libro manuel

Upload: yohi-solis

Post on 19-Jul-2015

2.315 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Manuel Solisesculturas

Dedico este libro a la memoria de las tres mujeres ms importantes de mi vida:

Mara Cardini de Solismi madre,

Teresa Turturro de Cardinimi abuela materna,

Sofa Snchez de Solismi abuela paterna,

3

IntroduccinLas obras de arte hablan de sus autores, introducen en el conocimiento de su intimidad y revelan la original contribucin que ofrecen a la historia de la cultura. Papa Juan Pablo II (1920-2005)

ace tiempo me daba vueltas por la cabeza la idea de plasmar en un libro mis vivencias personales; que en sus pginas se abordaran, abarcativamente, todas las etapas de mi vida, desde la niez hasta esta muy madura edad de 75 aos, y que esas hojas reflejaran, paralelamente, mi trayectoria como escultor. No era tarea sencilla para quien desconoce los secretos de la edicin de un libro. Por ello, y para llenar ese vaco, recurr a los buenos oficios de dos amigos, Emiliano Pocho Nicola y Carlo Legnazzi, personas de mi confianza, quienes contribuyeron a hacer realidad mi sueo. Nicola tuvo a cargo la redaccin de los textos y Legnazzi fue el responsable del tratamiento fotogrfico. Para ellos, mi sincero agradecimiento por haber puesto en esta tarea sus invalorables conocimientos profesionales. Pude lograr este propsito porque cont, tambin, con el valioso apoyo de mi familia, en especial de mi esposa, quien prolijamente archiv todos los documentos de mi trayectoria. El lector no va encontrar en estas pginas un tratado sobre escultura, pero s un anecdotario engarzado con lenguaje sencillo y con citas de hechos, circunstancias, lugares y personajes que nutrieron un campo frtil para la creacin artstica. Este libro es mi clido homenaje a los maestros en el arte y en la vida que me ayudaron a trazar el camino recorrido. A ellos les debo lo que soy.

H

Manuel Eduardo Solis

5

Prlogo (*)l recio escultor Manuel Eduardo Sols, es indudablemente un rotundo valor en el Arte contemporneo. Un activo militante connaturalizado con el propio tiempo, que califica su accin generacional. Aparece dueo, como legtimo heredero, de ese csmico misterio de sueos remotos, a la manera y modo de un predestinado para la difcil bsqueda de la intangible vacilacin que entrega el contorno y el distorno de la imagen. Esa abstracta imagen, vagabunda sombra trmula en rfaga de espasmos de luz, en la prolongada noche gris de los insondables interrogantes seculares. Creemos que la gracia en el Arte, es una forma feliz de la Fuerza. Y la fuerza es el carcter de la suprema creacin que construye la originalidad en estilo. Esa evidente fuerza, movimiento y expresin de la Vida movilizacin espiritual que permite sutilizar al conjuro de la ternura la luminosa bondad de Cristo, la lrica locura de Quijote o la sensualizada ira roja del Toro en el impetuoso ataque semental. En resumen, la Fuerza y la Gracia amalgamada emocionalmente, hacen de este singular artista la advertencia que podemos ubicarlo entre los maestros consagrados. Tanto, que cualquiera de sus magnficas obras nos trae la evocacin de aquel musical hervor de metales, espumando el sublime delirio de Benvenuto, cuando logra hacer la presencia de un nervioso Perseo. Atravesando siglos por los remolineados vientos, llega este joven escultor, denominado por la misteriosa magia del enigma, con se, su moderno cincel de Luz y Fuego y ensambla su conmovida emocin creadora en los polmicos entresijos de estos tiempos confusos, como si llegara trado por la mano de Dios.

E

Por eso el asombro, la admiracin y el reconocimiento, al verle engarzar en el rigor crepitante de la Fuerza, el delicioso dulzor de la Gracia plena, para hacernos sentir el modelado del hierro, la suave, delicada sutileza en la temblorosa ala de una mariposa. Lo que nos anima a pensar que Manuel Eduardo Sols pertenece a la serie de los grandes artistas, para hoy y para siempre.

ARTEMIO ARN(1898-1984) (*) Discurso pronunciado el 28 de julio de 1977, en Crdoba, Argentina, al inaugurar la exposicin de escultura de Manuel Eduardo Solis en la Galera de Arte Saln Coln.

7

Mi Abuelo Higinioomo todo buen relato, ste debe comenzar con un momento determinado: pues bien, fue el 7 de marzo de 1936, da de mi nacimiento (y, sin pretender comparaciones odiosas, un da y 461 aos despus del nacimiento del ms genial escultor de toda la historia, Miguel ngel Buonarroti). Mi primer berrido lo pegu en la casa de mi abuelo materno, don Higinio Cardini, venido desde Italia a comienzos del pasado siglo y con slo 18 aos de edad. La casa de mi abuelo, que recuerdo con cario, estaba ubicada al 1500 de la calle San Martn, en pleno barrio Alta Crdoba. Me detengo en don Higinio porque para m tuvo gran influencia. Don Higinio era un artesano florentino lleg con muchas fuerzas y esperanzas como tantos inmigrantes y traa la impronta de Florencia, una ciudad distinguida como cuna del arte en toda Europa. No era mi abuelo un artista, era ms bien un artesano influenciado poderosamente por el ambiente en el que se haba criado. Hay que tener en cuenta que en Florencia naci Miguel ngel y all se conservan muchas de sus obras ms notables.

C

Como buen artesano, don Higinio era de espritu inquieto, especialmente por conocer todo aquello que contribuyera a la manufactura del arte, aunque no desdeaba ponerse a fabricar maquinarias tiles para cualquier labor. Por ejemplo, ac, en Crdoba, fabric una corti trilla, una mquina utilizada para la cosecha del trigo, no muy conocida por el hombre de campo en aquella poca. Venciendo con tesn las penurias de todo inmigrante, don Higinio instal en un rincn de la casa un pequeo taller donde se puso a fabricar mquinas de soldar. Le fue bien, y aunque nadie me lo dijo, supongo que mis primeros pasos los debo haber dado tomndome de los hierros de esas mquinas que con el tiempo me resultaron tan familiares, que an hoy, con varias dcadas a cuestas, vivo aferrado a la mquina de soldar. Ya volver sobre mi abuelo Higinio.

Mam Mara, ta Kiki y yo, en el auto del abuelo Higinio. Calle San Martn al 1500, Alta Crdoba, 1937.

Campo de Mayo, mi primera infancia, a principio de los 40.

En aquella casona de Alta Crdoba mi infancia transcurri feliz junto a mis padres y abuelos. Pap era suboficial de Ejrcito con destino en el Regimiento 13 de Infantera, a la vuelta de la casa donde vivamos. Nada haca presagiar, entonces, que una vuelta de la vida o de la muerte- habra de cambiar la etapa natural y despreocupada de mi niez.

9

Todo empez a comienzos de los aos 40 con el traslado de mi padre a Campo de Mayo, en Buenos Aires, adonde fuimos los tres, pap, mam y yo, hijo nico. Nos alojamos en una confortable casita en el barrio de suboficiales Sargento Cabral donde, barrio de por medio, en el de oficiales, tenamos un vecino privilegiado, un tal coronel Pern por entonces ministro de Guerra. Debo reconocer que esta segunda etapa de mi niez fue muy feliz hasta que en un da aciago 9 de junio de 1944 muri mi madre y mi hermana recin nacida en la operacin de parto. Aquel suceso y lo que vendra despus me marcaron indeleblemente.

De ser el hijo mimado de un matrimonio ejemplar, pas, a los ocho aos, a ser el huerfanito, un ttulo doloroso que me sigui toda mi vida. Como no tenamos parientes en Buenos Aires a mi padre no le qued otra salida que llevarme a vivir con l al cuartel; all compart la cuadra con otros militares en un ambiente totalmente inadecuado para un criatura. Entonces empec a rodar de casa en casa; primero me alojaron algunos amigos y luego lejanos parientes de mi padre. Se present para m un mundo desconocido, carente de afectos verdaderos y sin poder echar races en ningn hogar. Reconozco que me embargaba la tristeza; a veces no tena nimos para jugar con los ocasionales amigos de mi edad y extraaba terriblemente los felices tiempos en Alta Crdoba. Aquellos aos, despus de la muerte de mi madre, fueron aos oscuros.

manuales donde me destacaba como constructor de pequeos autos de carrera para competir en los encuentros de auto pioln y cargu con el apodado de Polenta por razones que nunca conoc. Concurra a una escuelita primaria llamada El Churrasco nunca supe por quen el barrio Villa Centenario, donde tuve una maestra de apellido Figueroa que result ser la madre de Pancho Figueroa, uno de los integrantes de Los Chalchaleros. Como dije antes, mis abuelos paternos eran personas sencillas, sanas e ntegras, pero las carencias econmicas, muy notorias en esa poca, les hacan imposible mantenerme. Fue entonces que mi abuela tom una decisin heroica de la cual le estoy profundamente agradecido: me llev a Rosario, donde, oh sorpresa!, don Higinio haba instalado su fbrica de mquinas de soldar que traslad desde Crdoba. Volver al seno de ese hogar, compartir momentos con mi abuelo Higinio y vivir en ese mgico mundo de la fbrica fue para m, a los once aos, nacer de nuevo. Atrs quedaban los momentos tristes y tena la conviccin, pese a mi corta edad, que empezaba una nueva vida. Y, de verdad, no me equivoqu. Comenc a ayudar a mi abuelo en la fabricacin de mquinas de soldar, y a la par que aprenda un oficio, gozaba de su compaa con diarias salidas a pescar al puerto de Rosario, que quedaba a apenas tres cuadras de nuestra casa en la esquina de Cochabamba y Necochea. A la tardecita, cuando cerraba la fbrica, all iban abuelo y nieto rumbo al puerto Aquel tiempo de compaerismo y amistad con don Higinio no se me olvida jams. Pasado unos pocos aos, don Higinio recibi desde Crdoba una invitacin para ser profesor de Taller en la Escuela del Trabajo Presidente Roca, que estaba ubicada en el Parque Sarmiento. Para mi abuelo era una oferta tentadora y no la desaprovech. Viaj a Crdoba, alquil una casa en el 512 de la calle Dorrego, frente al Coniferal, y nos mand a buscar. Y as, sin que estuviera en mis planes volv de nuevo a Crdoba donde habra de iniciar otra etapa de mi vida.11

En Resistencia (Chaco), con el auto pioln de mis manualidades iniciales.

Nostalgia de aos felices. Alta Crdoba, 1937/39.

Creo que la desventura a veces se ensaa con la persona y a m me esperaba, todava, otro golpe del destino: el casamiento de mi padre. l tom esa decisin con el sano propsito de reconstruir una familia y darme una madre. Pero aquello no funcion, por lo menos para m. Nunca pude llevarme bien con aquella seora, quiz por mi rebelda infantil, por mi carcter un poco difcil o porque haba sido muy mimado por mi mam; no lo s. Lo cierto es que con mi nico compaero, mi perro Indio _nombre de todos los perros que tuve en mi vida_, no dudbamos en hacerle frente. Mi padre se percat que la situacin era insostenible y me busc un nuevo destino y as fui a parar a la casa de mis abuelos paternos en Resistencia (Chaco). Comenzaba as, otra etapa de mi niez. Y ac cabe una reflexin que demuestra cmo la vida, en sus interminables vueltas, ofrece la posibilidad del reencuentro: muchos aos despus de alejarme de la nueva esposa de mi padre, la encontr en una reunin familiar; ambos nos confundimos en un abrazo clido en seal de haber dejado atrs nuestras diferencias. Hoy guardo hacia ella un respetuoso recuerdo. Retomo ahora el relato de mi estada con mis abuelos paternos, a los que rememoro con cario porque en su humildad y modestia me brindaron todo su amor. Por entonces comenzaron a despertarse mis inquietudes

Solis / Toro

10

A fines de 1948, compartamos aquella casa mis abuelos, mi ta Kiki, casi de mi edad, y yo. ramos un cuarteto feliz. El escenario que se presentaba a mi vista cada vez que sala a la calle, era inmensamente atractivo. Al frente, la imponencia del Coniferal; al fondo, el Jardn Zoolgico y all, en el medio, la inmovilizada Vuelta al Mundo construida por el ingeniero Gustavo Eiffel, el mismo que levant la Torre que lleva su nombre, en Pars. Me sobraban lugares para jugar; y uno de los preferidos era esa muda mole redonda de hierro, material con el que pronto me familiaric. Internarnos en el Zoolgico o largarnos en autos a pedal por la bajada del Coniferal era una aventura para audaces; y yo no le tena miedo a nada. Adems, al frente de nuestra casa estaba el taller del escultor Alberto Barral donde me gustaba curiosear los trabajos que all se hacan, sin saber, quiz, que me estaba internando en el mundo del arte que signara mi futuro. Mi niez se termin cuando finalic el sexto grado en la Escuela Terminal de Varones, en la calle Salta al 200. Haba que empezar el ciclo secundario y esa perspectiva no era de mi agrado. Mi abuelo Higinio consider que tena que estudiar algo con buena salida laboral y me inscribi en el turno nocturno de la Escuela de Comercio Jernimo Luis de Cabrera de donde se egresaba con el ttulo de perito mercantil. Aquello nunca me gust, pero haba que estudiar y sin discutir. As, de da trabajaba junto a mi abuelo y de noche estudiaba; pero mis inquietudes no pasaban por los ridos nmeros de la contabilidad; prefera algo creativo y encontr un cauce a ese embrin artstico en las clases de dibujo y en confeccionar, para los festejos patrios, los escenarios y carteles, con una letra muy dibujada pero psima ortografa. Sin quererlo, me haba convertido en el escengrafo, en el alumno preferido para las fiestas patrias, porque en lo dems reconozco haber sido mal alumno. Esa inicial vocacin plstica alimentada por las visitas al taller de Barral, el contacto con el hierro de la Vuelta al Mundo y mis carteles y escenografas en el colegio, se potenciaron cuando, en el mbito escolar, se cre el teatro vocacional Siripo, integrado por estudiantes del Jernimo Luis. Fue una experiencia muy positiva, como que de all salieron artistas como Mario Mezzacappo, la italiana Rossana Terencio, Hotman, Carlos

Centeno y varios ms que ahora escapan a mi memoria. Yo no tena ninguna habilidad para la actuacin, pero Siripo me dio la oportunidad de armar el escenario y hacerme cargo de la escenografa y, de paso, escapar a las arideces de la contabilidad. As pas tres aos aos hasta que me enter que la Universidad Nacional de Crdoba haba creado la Escuela Anexa a la Facultad de Ingeniera, a la que se poda ingresar con el ciclo bsico, es decir, con el tercer ao del secundario. No lo dud y me inscrib en la carrera de Tcnico Electromcnico, acorde al trabajo que haca con mi abuelo Higinio. Todo marchaba bien hasta que un hecho poltico y mi rebelda juvenil frustraron mi carrera. Fue en julio de 1952, cuando tras la muerte de Eva Pern se oblig a los estudiantes a llevar luto, a lo que me negu y me cost la expulsin de la Escuela Anexa. Y ah termin mi paso por las aulas, que coincidi en el tiempo con una nueva mudanza, al 1052 de la calle Catamarca donde mi abuelo Higinio se instal en casa propia. Bajo el teln de mi infancia y adolescencia para dar paso, inexorablemente, a la dorada etapa juvenil, con nuevas inquietudes, anhelos, propsitos, planes y sentimientos. Con el fin de mis estudios un fin abrupto, como he comentado- y la entrada a la mayora de edad, se me abran nuevos horizontes y entrevea, aunque en una nebulosa, lo que podra ser mi vida. Conoca un oficio y me gustaba dibujar; me rodeaban nuevos amigos y el bullicioso empuje juvenil corra por mis venas. Deseoso de ampliar mi crculo de amistades, encamin mis pasos a lo que era una costumbre en aquellos aos: asociarme a un club. Siendo vecino de General Paz, tena a un tiro de piedra al Club Juniors, por entonces una institucin que cobijaba a numerosos jvenes; y cuando hube de optar por un deporte eleg al ms rudo de todos: rugby. Integr equipo en divisiones inferiores y aprend la camaradera que se entrega sin tapujos entre compaeros y rivales. Me involucr en la vida del club participando en la organizacin de fiestas y bailes memorables donde oficiaba de escengrafo, discjockey o presentador de orquestas segn las circunstancias. Esta rara y cautivante actividad me permiti relacionarme con notables msicos de aquel tiempo como Kiko Navarro, Elmy Gerosa, Hugo Forestieri y Jorge Arduh.

Como es de suponer, el plano sentimental no me era indiferente y el tiempo del enamoramiento, a mis 21 aos, golpeaba mi puerta. Ese fluir de sentimientos me acercaron a quien sera la mujer de mi vida, ngela Adelina Della Puppa, con quien contraje matrimonio y de ella recib, adems de su inmenso amor, un empujn vital para convertirme en un artista plstico. Ella me ense a escuchar msica clsica, a leer a los grandes autores y a tomar conciencia de que existan las artes plsticas. Sus conversaciones, en las que me ilustraba sobre los pintores y escultores me fueron abriendo un panorama francamente desconocido. Y mientras me enriqueca con esos conocimientos, no dejaba de cultivar mi vicio preferido: dibujar, especialmente paisajes o copiar obras de Van Gogh, del que siempre fui admirador fantico. Con mi esposa vivamos en una linda casita en el Pasaje Perales 233, en barrio General Paz, donde la familia se fue agrandando con el nacimiento de mis tres hijas y luego, en otro lugar de vida, llegaron tres nietas. En total seis mujeres que, sumada mi esposa, hicieron siete, cantidad que siempre consider, en tono de broma, excesiva para un solo hombre.En mi adolescencia, con un auto de mi fabricacin y dos pequeos pilotos de mi escudera.

Incursin en el rugby en el club General Paz Juniors a principios de los 50. Me acompaan Daniel Tessio (izquierda) y Hugo Beltramini (centro). 13

Solis / Toro

12

El toro abre caminon aquel hogar del Pasaje Perales, donde imperaba el amor familiar, comenc a desarrollar, intuitivamente, mi pasin por el dibujo y la pintura; me reservaba para m las ilustraciones de las carpetas escolares de mi hijas y toda superficie plana que caa en mis manos se converta en un improvisado y rudimentario bastidor donde con una modesta caja de pinceles y leos ensayaba mis primeras manchas, que ni siquiera eran pinturas. Era consciente de la necesidad de estudiar artes plsticas para mejorar mi estilo, pero desconoca dnde podra hacerlo. Fue entonces que la suerte vino en mi ayuda a travs de un vecino, Manuel Daz Santignan, director del teatro que por entonces se llamaba Rivera Indarte. Este hombre se interes por mi pequeos trabajos y me indujo a inscribirme en la Escuela Provincial de Bellas Artes Figueroa Alcorta, ubicada en la Avenida Hiplito Irigoyen, frente al Arzobispado. All fui y me d con la sorpresa de que las inscripciones estaban cerradas. Quiz porque rogu o porque me salieron bien dos dibujos que me dieron para probarme, lo cierto es que el director de la escuela, lvarez Soave, hizo una excepcin y me acept. Aquello fue como ingresar al Monte Parnaso, a la morada de la musas, a un mundo mgico, al contacto con el arte. Cargado de ilusiones me entregu a la enseanza de buenos maestros, como Gonzlez Mayorga, en pintura; Ral Pecker en morfologa; Ana Bettini en grabado; Alfredo Terzaga en historia del arte y Mario Rosso en escultura. En cada uno de esos talleres mi trabajo era febril, apasionado, al punto que siendo estudiante particip por primera vez en una exposicin de grabados junto con Ana Bettini. Estaba en mi ambiente, feliz y seguro de que podra ser un aceptable pintor. Sin embargo, un hecho anecdtico iba cambiar el curso de mis inquietudes. Fue cuando el profesor de escultura, Mario Rosso, autor del monumento al general Belgrano en el Parque Sarmiento, viendo algunas de mis pinturas opin tajante: Estas pinturas no sirven para nada; vos tens que

E

ser escultor. En ese momento no atin a contestarle; yo era apenas un estudiante de los primeros aos y no registr su advertencia. Al poco tiempo Rosso orden que hiciramos en nuestra casa una escultura, sobre un tema libre y con el material de nuestra preferencia. Cavilando sobre ese trabajo prctico llegu al taller de mi abuelo Higinio, con quien ya ramos socios, sin que mentalmente se me ocurriera nada. Y all comenc a vislumbrar algunas formas observando la chatarra que se acumulaba en el taller: un trozo de chapa, algunas tuercas y tornillos, una varilla de hierro y pedacitos de metal desparramados. De a poco fui armando lo que creca en mi imaginacin y as sali mi primer toro, al que no consider una escultura, sino simplemente un trabajo prctico. A Rosso le gust, me felicit y me alent a presentarlo en el Saln de Otoo de Ro Cuarto. Y all fue mi torito sin otra esperanza que participar. A los pocos das, oh sorpresa!, me comunican por carta que haba ganado el Gran Premio de Honor, el galardn mximo, superior inclusive al primer premio. Aquella gran alegra coron 1971, un ao que iniciaba una dcada de gran evolucin de las artes plsticas en Crdoba donde haba 18 galeras de arte y, en lo personal, muy positiva. Debo confesar que esta experiencia, adems de emocionarme, me aturdi porque me hizo creer que lo que yo haca serva y plante un problema en mi matrimonio porque se haba introducido en l un elemento nuevo, el arte, que iba a funcionar como un sutil competidor en la relacin de pareja y al que debamos administrar. Afortunadamente, lo hicimos con inteligencia. Mi entusiasmo creca y el torito viaj a Alta Gracia con buena repercusin. Las exposiciones en Crdoba se sucedan a la par que me permitan hacerme conocer; pero me faltaba el gran salto: exponer en el Saln Nacional de Buenos Aires. La ocasin lleg en 1971 y fue un acto de audacia y rebelda porque fui en contra de lo aconsejado por Rosso, quien opinaba que los premios en los salones en Buenos Aires estaban reservados a los artistas porteos. Yo deso ese consejo y decid participar15

primeras esculturascon un nuevo trabajo al que llam Toro 4 que no slo fue aceptado eso era lo ms difcil sino que tambin mereci una mencin de honor. Como era de imaginar, aquello no le cay bien a mi profesor y nuestra relacin lamentablemente se deterior cuando ambos participamos en un Saln en el Museo Genaro Prez, sin informarnos mutuamente, donde obtuve el primer premio y Rosso el tercero. Alguien me dijo entonces que el alumno haba superado al maestro, pero yo no lo consider as, aunque reconozco mi error de no haberle informado de mi participacin en ese concurso. Por entonces, siempre en esa dorada dcada de los aos 70, tena el privilegio de ser invitado a exposiciones en todo el pas donde cosech ms de 20 premios, aunque no siempre con el toro porque en La Plata gan con una escultura de mujer. Esos halagos me llevaron a indagar en los argumentos de los jurados y llegu a la conclusin de que mi trabajo era valorado por mi oficio y por la forma como estaba planteado, lo cual representaba una sntesis que probablemente trascenda la obra. Haba llegado a un punto de mi desarrollo artstico que reclamaba otro enfoque. Primero, producir lo suficiente como para montar mi propia exposicin; segundo, incursionar en otros motivos entre ellos la figura humana y, tercero, alternar el metal con otro materiales, especialmente la madera. Estaba en la plenitud de mis capacidades y agradeca por ello lo que me dio la Escuela de Bellas Artes sin olvidar que esas escuelas no crean artistas pero indican el camino para llegar y abren las puertas.Primer toro, ao 1971, Gran Premio de Honor, Saln de Otoo, Ro Cuarto.

Amrica, escultura en hierro de un metro de altura, de mi coleccin.

Solis / Toro

16

17

n esta pgina y en las inmediatas anteriores muestro algunos de mis primeros trabajos en metal. Como puede observarse, hay en ellos escasa tersura y la impronta de soldaduras rsticas, pero muy equilibradas, propias de un principiante. As tambin son imperfectas las fotografas que con trabajo y paciencia pude rescatar de recnditos archivos personales. No tengo dudas en afirmar que estas obras tienen para m un valor intrnseco incalculable porque en ellas deposit todos los anhelos de quien inicia una carrera con la esperanza de que ganaran la aceptacin del pblico. Sin temor a equivocarme puedo decir que estos trabajos iniciales fueron el comienzo de mi dilogo con el metal.

E

Toro de hierro.

Bailarina, hierro.

Toro de hierro.

Figura sentada, hierro.

Solis / Toro

18

19

Entretelonesl pblico que concurre a las galeras de arte puede tener un pensamiento, una idea o una visin idlica de ese tramo que va entre el trabajo del artista y la exposicin de la obra; y es natural que as sea. Sin embargo, detrs de cada obra y de cada exposicin existen un sinfn de horas de trabajo salpicadas con ancdotas que conforman la experiencia del artista. Y mi caso no es una excepcin. Creo interesante comentar algunos pormenores desde la intimidad del taller hasta al instante final de la exposicin de una obra, y lo hago ac como un simple repaso de la memoria y sin orden cronolgico.

E

ni gloria y cuando la regres al taller, pegu de nuevo las partes del toro, model el metal de otra forma, le d una imagen diferente, la mand tres aos despus de nuevo a Alta Gracia y gan el Gran Premio de Honor. Es decir, con el mismo toro, aunque modificado, gan dos premios en Alta Gracia. Esa obra est hoy en el patio de la Casa de Cultura de la ciudad del Tajamar.

En 1972 viv un momento risueo cuando, junto con el pintor Benjamn Krivoruk participamos de una muestra organizada por la Intendencia de la Capital Federal. Yo lo hice con un toro que obtuvo el segundo premio y cuando fuimos a recibir las distinciones nos informaron, luego de larga espera, que el acto se postergaba por problemas de agenda del intendente. Krivoruk, visiblemente molesto, hizo un bollo de papel y lo coloc debajo de un escritorio con la intencin, segn dijo, de prenderle fuego a toda la oficina. Finalmente todo se arregl, volvimos a Crdoba y pasados unos das nos volvieron a convocar para recibir los premios y con todos los gastos pagos.

El ao 1972 me depar una satisfaccin que iba a ser mayor once aos despus. Todo comenz con el Gran Premio Adquisicin que gan con un toro en el Saln organizado por el Banco Social de Crdoba. La escultura, ya propiedad del Banco, qued mal expuesta y termin arrumbada mucho tiempo en un rincn de la institucin. En 1983, Eduardo Csar Angeloz, siendo gobernador electo de la Provincia, visit el Banco Social acompaado de su esposa. Ella descubri el toro en mal estado y me lo mandaron al taller para que lo restaure porque el gobernador quera tenerlo en su despacho. Puse la escultura en condiciones sin cobrar un peso y fue colocada en la Sala de Situacin de la Casa de Gobierno; y cuando Angeloz pronunci su discurso de asuncin prometi gobernar con la fuerza y el espritu del toro de Sols. Hoy, demolida la Casa de las Tejas, desconozco el destino de aquel toro que ocup un lugar privilegiado.

Cuando la gente me pregunta cuntos toros esculp es muy difcil de contestar. Reconozco que el toro ha sido el leitmotiv de mi produccin aunque no fuera una figura excluyente y debo haber hecho ms de 500, quiz mil, que andan desparramados por el pas y en el exterior. Los hice de metal, madera, piedra, cemento, nieve o sntesis de estos materiales. Hay dos en Finlandia, otro en La Bresse (Francia) y el ms figurativo y monumental en Mxico. Sobre estas cuatro esculturas, que tienen para mi significado especial, escribir ms adelante.

Otra situacin inslita se produjo en 1975 cuando particip sin suerte en el Saln Nacional en Buenos Aires con una escultura de metal de una mujer acostada, de dos metros de largo. Cuando la retir, y como estaba cerca, la llev al Saln Nacional de La Plata con la que gan el primer premio. Hoy, esa obra integra el Museo de Bellas Artes de La Plata.

Mi primer toro en nieve con la colaboracin del escultor Jorge Vansanduegue. (altura 3 metros) Ushuaia, 1996.

Un caso curioso me sucedi en 1971 cuando particip, un poco alborotadamente, en el Saln Aniversario de Alta Gracia con un toro que gan el primer premio. Cuando lo retir y volv a mi taller comprob que no me gustaba; entonces lo part lateralmente por el medio y me quedaron como dos media reses que colgu en un marco y expuse en una colectiva en el Museo Genaro Prez con el ttulo Qu hicieron con la carne?, simbolizando mi protesta contra la veda de carne impuesta en Crdoba en aquel ao. La obra pas sin penaSolis / Toro

Arriba, Primer Premio Saln de Alta Gracia, 1971. Esta obra fue partida en dos y luego transformada en la que obtuvo el Gran Premio de Honor (abajo) tres aos despus en la misma ciudad.

Generalmente y por tica, un artista no puede participar dos veces en un mismo concurso cuando ha ganado el primer premio. Pero hubo una excepcin. Fue en 1978, en Villa Constitucin, Santa Fe, donde particip con un toro con el que obtuve el primer premio. Cinco aos despus el intendente me invit a participar con la misma obra. Le aclar que eso no era tico, pero el hombre insisti y me dijo que el reglamento del concurso lo permita. Pues entonces mand otro toro y volv a ganar.

Si de curiosidades se trata, nada hubo como la experiencia de hacer un toro en nieve. Ese desafo se inici en 1996 cuando el Gobierno de Tierra del Fuego me invit a un encuentro de esculturas en nieve en Ushuaia para explorar la posibilidad de hacer un concurso tres aos despus. Concurr con el grado de capitn y dos ayudantes: Julieta Seia, de Mendiolaza, y Jorge Basanduegue, de Unquillo. Debamos esculpir sobre un bloque de nieve compactada de dureza similar a la piedra utilizando herramientas de campo tales como hacha, pala, serrucho, hachuelas y el comn rallador de pan que serva para pulir. Nos proveyeron de ropa trmica y guantes es21

20

peciales para trabajar al aire libre, desde la medianoche hasta entrada la madrugada y as aprovechar las horas de mximo fro, entre 25 y 30 grados bajo cero. Aquello fue torturante y no haba forma de entrar en calor a pesar del movimiento continuo. Para pegar diferentes trozos de nieve necesitbamos agua lo cual era imposible dada la baja temperatura. Se nos ocurri traer agua caliente desde el hotel, distante unos 300 metros y all iba y vena Julieta haciendo viajes infructuosos porque cuando llegaba hasta nuestro lugar de trabajo el agua ya estaba congelada. Venciendo dificultades iguales para todos los participantes hicimos el Toro Polar, de tres metros de altura, con el que ganamos el tercer premio consistente en mil pesos/dlares para cada uno, con todos los gastos pagos. Aquel concurso signific una linda experiencia, a pesar de las condiciones adversas del tiempo, que me permiti conocer una maravillosa regin de mi pas que nunca estuvo en mis planes. Cuando me invitaron nuevamente a concursar, mi mdico me aconsej no someterme a fros tan rigurosos y por eso, lamentablemente, perd contacto con gente que nos trat maravillosamente bien.

El deseo de trabajar y exponer me llev a otra latitud bien diferente a la del extremo sur argentino: el caluroso Chaco. Todo empez cuando desde aquella provincia llegaron a mi taller los hermanos Boglietti, creadores de El Fogn de los Arrieros, entidad muy conocida y de vasta trayectoria nacional y mundial. Los Boglietti consideraban la posibilidad de hacer un simposio internacional en Resistencia y para ello se contactaban con diversos artistas. Me compraron dos esculturas, un toro y un torso de mujer que hoy forman parte de la coleccin de esa provincia y estn ubicadas en el aeropuerto de Resistencia. Conformes con mis trabajos, me invitaron al simposio en el que particip dos aos seguidos con sendos premios por los votos del pblico y de los nios, ambos en 1993. Este reconocimiento, alejado de la decisin del jurado, me produjo un profundo impacto emocional porque naci de la espontaneidad de la gente.

La seguidilla de premios y satisfacciones lleg a su final temporariamente, porque sigo trabajando y exponiendo en 2009 y 2010. En el primero de esos aos, el Instituto Sal Taborda, Asociacin para el Progreso de la Educacin, me otorg el premio que lleva el nombre de ese gran educador, en mrito a mi trayectoria. Y en 2010 el Gobierno de Crdoba me incluy en el selecto grupo de 40 artistas de diferentes disciplinas a los que distingui por su trayectoria y mrito artstico con una retribucin econmica mensual y asistencia mdica en la obra social de la Provincia. Para muchos artistas como yo, que pasamos largamente los 65 aos de edad, trabajamos ms de 20 aos y residimos en Crdoba por lo menos 15 aos, fue un reconocimiento como agentes difusores de la cultura.

Por mi actividad tuve el privilegio de conocer a personas relacionadas al mundo cultural cuyo trato enriqueci mi personalidad y mi produccin, porque de ellas recib consejos bien intencionados. Recuerdo, con especial afecto, a Francisco Vidal, gran maestro de la pintura, quien me honr al invitarme a exponer junto con l en el Saln Coln, prestigiosa galera de Eduardo Lascano. Present la exposicin otro gran pintor y ameno conversador, don Artemio Arn, quien destac el gesto de Vidal de darme un lugar y el valor que ello significaba para un joven que se iniciaba en la escultura. Hoy, cuando camino por Argello, me gusta dirigir mis pasos hacia la calle que lleva el nombre de Vidal como homenaje al amigo.

Otra distincin que valoro inmensamente fue la de Csar Miranda, eximio pintor y antroplogo adems, quien en 1971, siendo director del Museo Genaro Prez me invit a exponer all. Como yo no tena todava una buena cantidad de obras para un saln de tanta trascendencia, invit a acompaarme con sus pinturas a mi buen amigo Benjamn Krivoruk. Expusimos ambos con sealado xito de la crtica y esa muestra me permiti conocer a dos importantes coleccionistas que se comprometieron con mi obra y me compraron varias: el bioqumico Alfredo Garate y Nicols Goldberg, ambos poseedores de una de las ms completas colecciones de Crdoba. Viene a mi memoria Alejandro Bonome, un pintor de inmensa trayectoria, al que conoc en 1971 cuando expuse por primera vez en Ro Cuarto y con quien habamos compartido premio cada uno en su especialidad. Bonome me honr con su amistad y juntos comenzamos un periplo de exposiciones en importantes ciudades del pas. Con el tiempo, el do se convirti en tro con la incorporacin de Martiniano Scieppaquercia. Y as fue como los tres hicimos una variada ronda de exposiciones que para m fue una experiencia invalorable porque me ayud a formarme como artista y como persona.

El Toro Polar, tercer premio en Ushuaia, concurso de 1999. con la colaboracin de Jorge Vansanduegue y Julieta Seia. Dcada de los 70. Exposicin en Villa Carlos Paz. Alejandro Bonome, Manuel Solis, Martn Santiago, el intendente de la ciudad, Artemio Arn y Eduardo Lascano. Solis / Toro 22

Exposicin en Capital Federal. Me acompaan Martiniano Scieppaquercia (centro) y Alejandro Bonome.

23

Mi debut en Buenos Aires, tambin en 1971, fue en la Latin American Art Gallery, que funcionaba al 931 de la calle Florida, donde tuve el honor que la visitara una jovencsima y prometedora cantante folclric, Mercedes Sosa, con quien cultiv un ameno trato.

Exposicin con Alejandro Bonome y la visita de Perla Santalla.

Dos contactos que me honraron: cuando Manuel Manucho Mujica Linez me entreg el segundo premio en el Saln Nacional de Rosario (1978); y cuando Benito Quinquela Martn hizo lo propio con la primera mencin en el Saln de Artes Plsticas en Capital Federal (1971).

Con la inolvidable Mercedes Sosa.

Que el mundo es un pauelo me lo demostr un fortuito y asombroso encuentro producido en Madrid, con un amigo al que aprecio particularmente y a quien no vea desde haca muchos aos. Me refiero a Miguel Ballesteros, rosarino y eximio pintor, cuyo arte lleg a niveles excepcionales y supo transmitirlo a sus numerosos alumnos en la Universidad Nacional del Litoral donde ejerci la ctedra. El extrao encuentro tuvo un escenario inesperado: el Museo Reina Sofa, en Madrid. En uno de sus salones estaba yo admirando un cuadro de mi inters. Pas all largos minutos ensimismado en la obra y fue entonces que percib la presencia de una persona a mi espalda, gir la cabeza y di con Ballesteros. Nos confundimos en un abrazo y mientras nos atropellbamos para contar ancdotas surgi la feliz idea de prolongar la charla por la noche. Y como entre amigos una promesa es un compromiso de honor, una pantagrulica cena sell la inolvidable ancdota madrilea.

Brindis para celebrar el encuentro madrileo con Ballesteros.

Otros grandes artistas que recuerdo y con los que compart salones fue el rosarino Hugo Ottman y el santafesino Ricardo Supisiche , el Manco Supisiche, as apodado porque le faltaba un brazo y quien, a pesar de su minusvala, retrat como ninguno el paisaje del ro Paran. A Supisiche, gran pintor y gran persona, lo tengo grabado en mi memoria pintando en la costa del ro y mateando con una rara habilidad: colocaba el mate entre sus rodillas y all verta el agua.

Todo viaje a un pas extranjero conlleva un anecdotario de situaciones que nos apartan del diario vivir, que obligan a modificar algunas costumbres y permiten el descubrimiento de cosas nuevas. En este prrafo he de referirme con la benevolencia del lector a algo tan mundano como el buen comer y el beber, placeres que he cultivado durante toda mi vida. Mi paso por Mxico me permiti llegar a la conclusin de que all desconocen el vino y las comidas son de sabor extremadamente fuertes; en Espaa, quin lo duda, se elaboran los mejores jamones y se rinde culto al buen comer; y otro tanto sucede en Francia, donde abundan los platos sofisticados con equilibrada mezcla agridulce y donde tuve la oportunidad de degustar en la bodega Dom Prignon el mejor champagne del mundo, creado por el monje benedictino que le dio su nombre a un elixir digno de los paladares ms exigentes.

Y para terminar este repaso, en este tren teido de nostalgia recuerdo el honor de exponer en La Bresse, un pequeo pueblo de la campia francesa fuera de todo circuito turstico, donde mis trabajos estuvieron junto a los de Camille Claudel, alumna, modelo y amante del gran escultor francs Francois Auguste Ren Rodin. Se trataba de un simposio en el que exponan una docena de artistas de diferentes pases y yo fui el nico latinoamericano invitado.

En La Bresse, Francia compartiendo sala con Camille Claudel.

Ricardo Supisiche, Alejandro Bonome, Manuel Solis y Hugo Ottman. Con el pintor Miguel Ballesteros, en el Museo Reina Sofa, en Madrid. Solis / Toro 24 25

Inspiracin?n cualquiera de las disciplinas artsticas dibujo, pintura, escultura, msica, literatura, fotografa, cine o teatro suele asociarse la creacin, el hecho artstico, con la inspiracin del artista, como si a l llegara una musa inspiradora en un momento mgico que lo impulsa a concretar una obra que podr o no tener trascendencia pblica. Puede haber algo de verdad en este razonamiento, pero personalmente creo que hay casualidades o hechos fortuitos y causalidades que, unidas al talento o condicin especial del artista, propician la creacin de su trabajo. Esto viene a cuento porque en mi caso, infinidad de veces me han formulado la pregunta del milln: Por qu siempre toros? Acaso por inspiracin? Podra contestar porque s, pero si entro a escarbar voy encontrando algunos rastros del motivo. El primero fue un hecho casual cuando comenc un trabajo prctico en la Escuela de Bellas Artes Figueroa Alcorta. Dibuj un toro porque eso me vino a la cabeza y lo desarroll sabiendo que con el material que haba en mi taller la materia poda dar forma a un toro. Cabe aclarar que esta disciplina no es la misma que utilizo con las figuras de las bailarinas, porque sus lenguajes son diferentes; en el el toro impera la fuerza, alejada de la tersura y sutileza de una figura femenina, El toro empieza a nacer, entonces, como una imagen propia y personal que probablemente est anclada al recuerdo de mi maestro, Mario Rosso, portentoso escultor de toros en piedra o en madera, disciplinas totalmente opuestas al metal que es la materia con la que trabajo. Hubo, debo aceptarlo, una simbiosis impensada entre el maestro y el alumno que interpreto como un homenaje a quien me inici en el camino del arte. Ese acercamiento al toro se fue transformando con el tiempo en una especie de romance con la figura de un animal injustamente martirizado en las corridas. No exagero al decir que la figura del toro refleja mi estado de nimo; es casi un autorretrato. An hoy, despus de tantos aos y tantos toros, sigo alimentando la idea de realizar un monumento

E

en homenaje al toro y en contra de la sangrienta y denigrante barbarie de las corridas. Otro motivo de mis trabajos han sido los Cristos, todos hechos en metal, y en este caso producto de una casualidad y no de una inspiracin mstica como podra creerse, aunque siento especial admiracin por la figura de Jesucristo. La historia de mi primer Cristo nace en 1973, cuando de regreso de una exposicin de la que haba participado en Buenos Aires, comparto asiento en el mnibus con un hombre de agradable conversacin. En el traqueteo del viaje y entre palabras que van y que vienen, me presento como escultor y l como el sacerdote Rodolfo Emma Rins, conocido como el Padre Quico, por entonces cura de la Parroquia Cristo Liberador de Villa Siburu y hoy acreditado mdico en Crdoba despus de dejar los hbitos. Este hombre se interes por mis trabajos y me pidi hiciera un Cristo para la Parroquia; acced gustoso, lo termin a fines de 1973, lo bautic Cristo Liberador en homenaje a la Parroquia a la cual lo don.. Aquel encuentro casual en un mnibus de lnea me permiti entonces sumergirme en un mundo creativo nuevo e incorporar a mis trabajos otra figura, la de Cristo, que me acompa siempre. El ao siguiente, 1974, fue de intensa actividad; expuse en salones, en muestras colectivas e individuales, pero sin abandonar la idea de esculpir otro Cristo, figura que me haba conmovido profundamente. Todo el ao trabaj en su elaboracin y una vez terminado lo don a la Parroquia San Ramn Nonato en barrio Altos de General Paz, donde hoy ocupa el Altar Mayor. Un ao despus, entre otras obras, esculp El Hijo de Dios, Crucifixin, y Redentor, que don a la Parroquia Virgen de la Montaa de barrio San Pablo. En 1976 particip junto a otros artistas plsticos en la restauracin de la Capilla del Seminario Mayor con tareas especiales en parte del Sagrario. En mayo de 1978 intervine en el Saln de Santa Fe con la obra Espiritual y al final de ese ao realic el27

Sagrario de la Parroquia San Ramn Nonato y dos Cristos de talla mediana que estn en Villa Allende. Uno lo entregu personalmente al cura prroco Humberto Cacho Mariani para la Iglesia Nuestra Seora del Carmen y el otro est en el Hogar Bethel fundado por el sacerdote Francisco Lucchese en 1963. Tambin hice otros cuatro Cristos, uno para la Capilla de los Operarios Diocesanos de Nueva Crdoba, otro para la Parroquia Espritu Santo del Cerro de las Rosas, otro para la Parroquia San Ramn Nonato de Corrientes, y el ltimo para la Parroquia de la Virgen del Carmen en Merlo, provincia de Buenos Aires. Todas estas esculturas fueron donadas y slo acept, en algunos casos, que me compraran el material necesario para su elaboracin. Y ahora, permita el lector volver atrs en el relato, pues considero interesante comentar algunos pormenores del Cristo de San Ramn Nonato. Me fue encargado por la Comisin Pro Templo que entonces presida mi ntimo amigo Ral Monti. El encargo era un honor pero tambin un gran desafo, pues se trataba de una escultura de ms de tres metros de altura y 300 kilos de peso entre el hierro y la madera de la Cruz. Inclusive yo desconfiaba un poco de mis habilidades como escultor, pero me aboqu a la tarea con entusiasmo, concentracin y una buena dosis de devocin sin llegar al misticismo. Comet el error de empezar por la cabeza y el rostro, porque cuando segu con el cuerpo y siendo una estructura vertical, me daba la impresin que Cristo me observaba. No poda quitarme de encima su mirada de dolor y rebelda; era una sensacin extraa, perturbadora, que me impeda trabajar a pesar de que haba entablado con esa figura fra y metlica un dilogo respetuoso y hasta romntico. Opt entonces por una solucin radical y poco ortodoxa: cort la cabeza, la guard en un cajn y cuando termin el trabajo pegu de nuevo la cabeza. En todo el proceso de construccin visit semanalmente mi taller el Cardenal monseor Ral Francisco Primatesta, entonces Arzobispo de Crdoba, interesado en seguir elSolis / Toro

avance de la escultura. Cuando estuvo terminada enfrent otro problema: anclarlo en la Cruz, para lo cual tena que clavarlo y aquello me pareci un sacrilegio, una segunda crucifixin. Trasladarlo y colgarlo en el Altar Mayor de San Ramn Nonato fue otra odisea que pudimos superar venciendo muchas dificultades. Finalmente se inaugur en una ceremonia austera pero de gran significado y all escuch la queja de algunas damas por tratarse de un Cristo desnudo, sin el paal que habitualmente cubre la pelvis. Al da siguiente concurr a la Parroquia y con asombro vi que le haban colocado un pao blanco, que ms tarde fue retirado pues el Arzobispo haba aprobado la escultura tal como yo la dise. Hoy el Cristo luce a pesar de una pintura de fondo que poco me gusta; y debo reconocer que esa obra, una de las ms importantes de aquella poca y la que ms respeto en toda mi trayectoria artstica, facilit mi carrera porque me abri puertas y me permiti a mi mismo salir airoso del desafo de esculpir una figura humana. Cuando quisieron pagarme por mi trabajo me negu porque no corresponda vender a Cristo. Como queda relatado, en mis dos producciones ms importantes, los toros y los Cristos, no existi la tan mentada inspiracin. Pero respecto de este tema, siempre me interrogu sobre la necesidad interior de mostrar la figura de una mujer con una desgarrante herida desde la pelvis hasta su garganta. Esa mujer simboliza acaso el segundo parto de mi madre que la llevo a la muerte? O significa quizs el dolor que acompaa a la mujer smbolo gestante de la humanidad, en todo el transcurso de su vida? Dejo planteado al lector y al observador de mis obras esta pregunta que para m tiene una sola respuesta. Es un doble homenaje: a mi madre y a la mujer.

28

arte religioso

Detalle del Cristo de San Ramn Nonato.

El Cristo del Templo de San Ramn Nonato, en barrio General Paz, Crdoba, dcada de 1970. Considero a esta obra la ms importante de toda mi trayectoria artstica. Solis / Toro 30

Sagrario en acero inoxidable del Templo de San Ramn Nonato. 31

Cristo del Templo de la Virgen de la Montaa, en barrio San Pablo, Crdoba.

Cristo del Templo del Espritu Santo, en barrio Cerro de las Rosas, Crdoba.

Solis / Toro

32

33

El Gran salton el quehacer artstico de estas latitudes hay una regla de oro que se cumple inexorablemente: quien expone en Europa, cuna del arte de Occidente, recin entonces puede considerarse graduado de artista, y a partir de ese momento se le allanar el camino a reconocimientos mayores. Basta un repaso rpido para encontrar infinidad de artistas que tras su paso por Europa regresaron a estas tierras nutridos de invalorable experiencia y una imagen que los medios se encargaron de amplificar. En este sentido, mi caso no fue una excepcin. Tuve la oportunidad de participar, en Finlandia, en dos simposios internacionales de escultura en madera; y en uno en Francia, con sus posteriores exposiciones, lo que me vali una repercusin inusual, me dej mltiples enseanzas y me abri las puertas para participar de otro simposio internacional de escultura en acero inoxidable, en este caso en Mxico, pas donde las artes plsticas gozan de merecida ponderacin. He de referirme entonces a los pormenores de estas intervenciones en el plano internacional que, como dice el ttulo de este captulo, significaron en mi carrera el gran salto. A comienzo de los aos 90 exista en la Argentina una positiva tendencia a hacer concursos y encuentros de escultura al aire libre como una manera de sacar el taller del escultor para que en un lugar de trnsito una plaza, un paseo los artistas realicen su trabajo a la vista del pblico y en un tiempo determinado que poda variar entre los ocho y diez das. Esta prctica, que por entonces en Europa tena amplia difusin, persegua un doble propsito: incentivar al escultor y acercar el arte a la poblacin. Un gran difusor de esta idea fue el chaqueo Fabriciano Gmez, el primer argentino en exponer en Finlandia, quien puso en marcha concursos nacionales de escultura en Resistencia, en los que tuve el honor de participar. La iniciativa de Fabriciano se expandi pronto por todo el pas, a tal punto que aqu, en Villa Allende, tuve la satisfaccin de promover ocho encuentros, entre 1990 y 1998, con sealado xito. Para ello fue necesario

E

superar los inconvenientes logsticos que supone trabajar al aire libre con la materia prima madera, piedra o metal y las herramientas que habitualmente se utilizan en un taller de escultura hacha, motosierra, amoladora y otros elementos mecnicos imprescindibles para ejecutar obras de gran tamao. Estas convocatorias que cubrieron prcticamente toda la geografa del pas y en las que particip asiduamente llegaron al cenit en 1996 con el Encuentro Nacional de Escultura en Nieve realizado en Ushuaia, que dur slo cuatro das por la bajsima temperatura, y al que me he referido en captulo anterior. Cubierta esa necesaria cuota de mostrar mis trabajos en la Argentina, consider que haba llegado el momento de intervenir en algn simposio en el extranjero, preferentemente en Europa; y en un arrebato de audacia mand mis antecedentes al X Simposio Internacional de Escultura en Madera (1994) que haca la ciudad de Kemijarvi, en Finlandia. Fue una especie de tiro al aire que result, porque me seleccionaron entre los ms de 300 postulantes de todo el mundo. Y as es como comenc a vivir una odisea que quedar en mi memoria para siempre. Para comprender la magnitud de esta aventura, corresponde ilustrar al lector sobre el lugar, en una geografa poco o nada conocida por los argentinos. Kemijarvi es una pequea ciudad de apenas 20.000 habitantes, al norte de Finlandia, en Laponia, en el borde mismo del Polo Norte, donde en verano nunca se pone el sol y la temperatura oscila entre los 8 y 20. En los meses de invierno es siempre de noche; en primavera y otoo impera una curiosa y tenue oscuridad permanente y es comn observar el maravilloso espectculo de la aurora boreal. La ciudad ms cercana a Kemijarvi es Rovaniemi, 80 kilmetros al sur y considerada la patria de Pap Noel (para los europeos Santa Claus o familiarmente Santa), al punto que su estacin area se llama, precisamente, Aeropuerto Santa Claus. Kemijarvi se destaca por sus emporios industriales madereros y por ser sede de Nokia, la primera fbrica de telfonos celulares que hoy pululan por el planeta.35

Amn de ello, como en toda Finlandia, la educacin pblica es de excelencia y ocupa el primer lugar en el ranking mundial. Mi itinerario comprenda llegar en vuelo con escalas a Helsinski, capital de Finlandia, abordar all un vuelo domstico a Rovaniemi y de all, en automvil, a Kemijarvi. El arribo a Helsinski fue azaroso y estresante, porque adems de no conocer nada o desconocer todo, choqu con la barrera del idioma. Nadie me entenda y yo no entenda a nadie. Pareca un sordomudo haciendo seas desesperadas cuando vi en la pista y a punto de decolar al avin que me llevara a Rovaniemi y yo sin poder completar los trmites de rigor. Cuando mi angustia se reflejaba en mi cara, mi cuerpo y mis ademanes, un pastor protestante, de nacionalidad mejicana, vino en mi ayuda y me sac del trance. Nunca terminar de agradecerle tan inapreciable y oportuno auxilio. Ya en el aeropuerto de Rovaniemi la situacin mejor; me esperaba una persona con un enorme cartel con mi apellido y luego del saludo que poco entend me instal en el vehculo con el que hice el viaje a mi ltimo lugar de destino: Kemijarvi, donde me alojaron en un confortable hotel en cuyo lobby se realiz el acto de recepcin y explicaciones pertinentes que, por supuesto, no entend en absoluto, rodeado como estaba de funcionarios finlandeses y escultores rusos, alemanes, japoneses, franceses, pero ningn espaol y siendo yo era el nico latinoamericano. Tuve la suerte de entenderme con un colega japons que haca cuatro aos trabajaba en Carrara, Italia, y dominaba perfectamente el italiano, idioma que no hablo bien pero lo entiendo todo. Huelga decirlo pero en aquellas crueles y dolorosas primeras horas en tierra finlandesa no me despegu del japons en ningn instante. Al siguiente da, primera jornada del simposio, llegu un poco tarde al lugar indicado porque me perd en la pequea ciudad. Sorteados los inmensos troncos en los que debamos esculpir y entregadas las herramientas todo perfectamente organizado lleg el momento de empezar a trabajar y ac la suerte nuevamente vino en miSolis / Toro

ayuda: mi vecino de box era un austraco que hablaba italiano y con l me entend; y al segundo da lleg una escultora rosarina y entonces la situacin cambi radicalmente. Ms all de estas dificultades idiomticas, el simposio fue muy interesante e hice un trabajo que gust porque al ao siguiente una hermosa foto de mi escultura fue incorporada al almanaque oficial de la muestra. Cuando evoco mi primer viaje a Finlandia vienen a la memoria la gentileza de los finlandeses y la experiencia adquirida; y como recuerdos anecdticos, haber estado en el Polo Norte y poder soportar con estoicismo los mosquitos de Kemijarvi, que se reproducen por millones en una zona lacustre y son particularmente agresivos. Cinco aos despus repet mi visita a la tierra de Santa Claus para participar del XII Simposio Internacional de Escultura en Madera. Esta vez me acompa mi nieta Yohana Adelina, entonces de 17 aos, quien con su perfecto dominio del idioma ingls me allan todas las dificultades e hizo muy agradable un viaje inolvidable. Y aqu una curiosa coincidencia y un raro privilegio: en 1999, cuando fui por segunda vez a Kemijarvi, fue el ao en que particip en el Encuentro Nacional de Escultura en Nieve, en Ushuaia; es decir que en el mismo ao estuve en las ms extremas latitudes del planeta. Una pregunta recurrente es: qu me dej Kemijarvi, es mis dos viajes, como escultor y como ser humano? En el plano artstico, organizativo y de sistemas de trabajo me nutri de una experiencia invalorable que pude aplicar en mis futuras producciones y en los ocho encuentros escultricos al aire libre que organic en mi pueblo, Villa Allende, iniciativa que luego hered la Municipalidad de Unquillo. Y en el plano humano, me abri la cabeza a nuevas ideas y pensamientos, a disciplina de trabajo y a enseanzas importantes y bien asimiladas, aunque nunca perd mi individualidad. De aquel viaje vine tan cambiado que tuve la sensacin de que de golpe me haba graduado de escultor y, adems, traa el aura de

Imgenes de mi primer viaje a Finlandia para participar del X Simposio Internacional de Escultura (1994).

36

37

haber expuesto en Europa, circunstancia que le dio un empujn formidable a mi carrera. Entre mis dos experiencias en Finlandia tuve la satisfaccin de participar, en 1997, en el VII Simposio Internacional de Escultura en Madera en La Bresse. Francia, a lo que me he referido en captulo anterior. Dos viajes a Finlandia y uno a Francia para exponer mis trabajos marcaron una etapa importante en mi vida e incentivaron mi entusiasmo por seguir en ese camino internacionalista que tuvo un nuevo mojn, en 2007, cuando viaj a Mxico donde particip, por invitacin y en calidad de embajador cultural de Villa Allende, en el III Simposio Internacional de Escultura en Acero Inoxidable realizado en la ciudad de Comitn de Domnguez, en el Estado (provincia) de Chiapas. Ese encuentro reuni a doce escultores representantes de ocho pases: dos italianos, cuatro mejicanos, dos japoneses, un cubano, un norteamericano, un espaol y yo, el nico argentino. Algunos trabajaron en mrmol, otros en acero, y los menos aplicaron una tcnica mixta. La mayora se inclin por figuras abstractas que demandan menos tiempo de trabajo, pero el italiano Franco Daga y yo optamos por la expresin figurativa; Daga hizo un centauro y yo un toro en acero inoxidable que me exigi quince agotadores das de trabajo. Lo bautic El Comiteco que es el gentilicio de los nacidos en Comitn. Ese toro fue el ms grande que haba esculpido hasta entonces, de dos metros de largo por 1,20 metros de alto con una altura total, sobre el pedestal, de tres metros. Cuando lo termin, el orgullo que sent fue proporcional a las dimensiones de El Comiteco que hoy adorna un paseo pblico de una ciudad que me trat maravillosamente bien y que se distingue por su pueblo muy culto, pacfico, catlico, apegado a su tierra y sus tradiciones y con un manifiesto anhelo de hermandad. Tratar con los comitecos fue una agradable vivencia aunque debo reconocer que en lo nico que no acord con ellos fue en la comida, excesivamente picante

La agradable estada en Comitn se coron con una visita a las ruinas de Palenque, en Guatemala, que impresionan por su imponencia. Hay all una pirmide monumental que resign de escalar por respeto a mi edad. Y ac cierro este captulo de mi vida internacional, que hoy evoco con nostalgia impregnada de gratos recuerdos, invalorables enseanzas y de no pocos sofocones.

Recuerdos de mi viaje a Francia donde particip en el 7 Festival Internacional de Escultura en madera Camille Claudel, en mayo de 1997, en La Bresse.

Emotivo encuentro con Esclavo rebelde, marmol de Miguel Angel, Museo del Louvre.

Solis / Toro

38

39

En 1999 particip del XII Simposio Internacional de Escultura, en Kemijarvi, Finlandia. Varias fotografas de esta pgina, son reproducciones de las publicaciones en diarios lapones.

El Comiteco fue el toro que realic y expuse en el III Simposio Internacional de Escultura en la ciudad de Comitn de Dominguez, Estado de Chiapas, Mxico, en noviembre de 2007. Ese toro fue el ms grande que constru en acero inoxidable.

Solis / Toro

40

41

Mi dilogo con la materiaa no se discute y est universalmente aceptado que la escultura, en su forma ms primitiva, fue la primera manifestacin artstica del hombre como lo atestiguan los objetos prehistricos hallados en una extensa regin europea, desde el Bltico al Mediterrneo, y en el noreste de frica, donde habitaron los primeros humanoides. Un pequeo ejercicio de imaginacin nos permite determinar que aquellos ancestros, los neandertales y cromaones, descubrieron la escultura en sus ms elementales formas despus de la primera lluvia cuando el agua tom contacto con la tierra y form barro. Con este precario elemento, el barro, modelaron sus iniciales figuras, simple argamasa yuxtapuesta para conformar una idea, una imagen; algo tan primitivo como mgico. Quiz por eso los escultores respetamos tanto el modelado, porque es la cuna de la versin ms antigua de las artes plsticas. Desde aquellos tiempos pretritos, la escultura fue desarrollndose con el uso de diferentes materiales; al barro le siguieron pequeos trozos de madera y las manos fueron ayudadas por precarias herramientas, quiz un trocito de madera o hueso precursores de la esteca o una piedra afilada. (Despus habra de llegar la pintura rupestre cuando el hombre consigui extraer los colores del entorno natural que lo rodeaba, tales como flores, hojas y races). Hecha esta introduccin como una simple pincelada al pasado del arte, es oportuno entrar en materia para definir a la escultura, sin lugar a dudas, como una de las disciplinas principales de las artes plsticas, dividida en dos partes fundamentales: la talla y el modelado. La talla se caracteriza por la extraccin de material de un bloque principal que puede ser de madera, mrmol, piedra o plstico. El modelado, en cambio, se ejecuta con el aporte de material en un espacio vaco.

Y

En el siglo XVI, tiempos de Miguel ngel Buonarroti, la talla de material se haca con cincel y martillo, pero hoy es comn el uso de modernos elementos como la gubia, el formn, la fresa, el martillo neumtico y la motosierra segn se trate de devastar bloques de gran tamao y acordes a las caractersticas del material a tallar. Cuando la obra est a punto de finalizar, a la talla se le da terminacin fina utilizando gubias o cinceles. En el caso del modelado la operacin es a la inversa, pues en vez de extraer, se agrega material. En mi caso particular, y como casi todos los escultores, comenc tallando pequeas piezas de madera y piedra, a puro cincel y martillo. Andando los aos me inclin por la expresin que ms conoca y me haba marcado desde la adolescencia cuando trabajaba en el taller metalrgico de mi abuelo Higinio: el modelado del metal, directo y en caliente, un subgnero novedoso del modelado, ayudado por un elemento nuevo, la soldadura elctrica que vena a reemplazar a la soldadura autgena, sistema que trabajaba con un soplete alimentado por acetileno y oxgeno. Se conjugaba entonces, en sta mi nueva expresin artstica, lo aprendido en la Escuela de Artes Figueroa Alcorta y el oficio desempeado en el taller de mi abuelo. Descubr de ese modo un universo de posibilidades que comenc a explorar con verdadera pasin, sabiendo que dominaba la tcnica de la soldadura elctrica y reuna las condiciones para expresarme a travs de una disciplina muy novedosa: el modelado de metales.

Pgina anterior: mis herramientas cotidianas, incluyendo la mscara fotosensible, y mi gran auxiliar torta de plomo que utilizo para batir la chapa. 43

En esa bsqueda de una expresin artstica que me identificara apliqu en mis obras dos sistemas diferentes: la utilizacin del metal en desuso que comnmente llamamos chatarra; y la chapa batida. Y con esos elementos, tan bsicos como nobles, comenc un nuevo camino. Me serv y me sirvo de la chatarra, esas pequeas piezas sueltas que se encuentran en cualquier taller tornillos, tuercas, resortes, tubos, engranajes y rulemanes, en fin, pedazos de metal que se arrumban en un rincn, algunas enteras y otras destruidas, que voy soldando a partir de un dibujo para llegar a una forma, a una figura. En cuanto a la chapa batida se trata de trabajar un trozo de chapa de un grosor determinado y con ella modelar una figura, partiendo tambin de un dibujo. Cualquiera de estos dos sistemas puede aplicarse individualmente o en forma combinada, pero en ambos casos el punto de partida es un dibujo, el clsico boceto hecho a lpiz sobre una superficie lisa, generalmente un papel. El segundo paso es plasmar el dibujo sobre la mesa de trabajo, en este caso un espacio vaco. Y ac marco una diferencia fundamental: un pintor trabaja sobre un soporte, la tela; un escultor tallador tambin lo hace sobre un soporte, en este caso el bloque de material elegido para tallar; pero el escultor que trabaja el modelado enfrenta el vaco total, la nada absoluta, lo que plantea un desafo aterrador. Frente a este panorama, hay que emprender el difcil camino de trasladar el boceto al espacio; y es aqu cuando empiezo a dibujar en el vaco, con finas varillas de metal el interior, el esqueleto o una simple silueta de la figura bocetada que puede ser mi clsico toro, un Quijote, una bailarina o un Cristo que son mis motivos preferidos. Luego, si trabajo con chatarra, le voy aportando a ese esqueleto los elementos que me ayudarn a perfeccionar la forma, soldndolos cuidadosamente. Y en esta parte del proceso hay que tener muy en cuenta que la eleccin de la pieza a soldar no debe ser seleccionada porque se parece a, o porque tiene la forma de,Solis / Toro

porque esos pareceres nos llevan al camino de la artesana y nos alejan del arte escultrico. Es comn la bsqueda de pequeos trozos de ramas en las costas de un ro o un arroyo que el paso del agua le ha dado quiz una forma caprichosa y atractiva. Trabajar esa pieza con un cierto pulimento y algn barniz la transforma en una artesana, pero eso no es arte y menos an escultura. Siempre advierto que los elementos que tienen su forma hay que formarlos para lo que uno quiere expresar y no dejarse llevar por aquel objeto que tiene una forma predeterminada y es, en definitiva, obra de la casualidad. Hay una corriente muy popularizada que es la del arte naturalista, muy discutida por cierto. La sostienen aquellos que encuentran piezas de metal o madera, la pulen y barnizan y luego colocan en una repisa. Entiendo que eso no es arte, es un capricho de la naturaleza, una casualidad. Y perdone el lector esta digresin, pero es una advertencia oportuna para quienes desean interesarse en la escultura. Vuelvo ahora al tema central: una vez soldadas las piezas, se retira la escoria con un cepillo de acero, se limpian los restos de humo y se le da una terminacin. Cuando trabajo con hierro aplico un bao de antixido y una ptina de grafito con cera para no desvirtuar el aspecto genuino del metal, porque siguiendo las enseanzas de mi maestro Mario Rosso, es muy importante que el material hable con su verdadero idioma. En cuanto a la utilizacin de chapa batida, el proceso es similar, pero requiere un cuidado especial en el corte de la chapa para crear pequeos taseles a los que se les da forma cncava o convexa y lograr as tersura y continuidad en una lnea que llega a ser casi sensual. En cuanto a la soldadura, debe ser ms prolija para que no aparezcan las costuras que rompen la armona y suavidad. Tenemos entonces, a modo de conclusin que los dos sistemas llegan a un mismo objetivo pero por caminos u oficios diferentes. En una comparacin grosera, podemos decir que quien modela en chatarra se asemeja a un herrero, y quien lo hace con chapa batida a un chapista.

Cabe aclarar que se puede aplicar una frmula mixta de los dos sistemas y yo lo hago con frecuencia. Cuando modelo un toro utilizo la chatarra en las partes que necesitan vibracin cabeza, cuernos, cuello y patas y aplico chapa batida en el lomo, la panza y las ancas; pero cuando se trata de modelar una bailarina o cualquier figura femenina, se impone la chapa batida. La escultura debe entenderse como una pasin, como la expresin de un arte mayor que exige laboriosidad, concentracin, estudio y grandes dosis de templanza para vencer obstculos cuando se trabaja con pequeos o grandes volmenes. Tanto el escultor que se inclina por la figura abstracta como aquel que prefiere lo figurativo, vuelcan en sus obras todo el sentimiento y la expresin de su personalidad. El espectador que se para frente a una escultura debe saber de antemano, sea o no de su gusto, que el artista ha puesto en ella el mayor de su esfuerzo con el propsito de transmitir ese mundo que febrilmente bulle en su interior.

Despus de esta reflexin le dejo al lector una ancdota que tiene por protagonista al gran maestro Miguel ngel Buonarroti, pintor, arquitecto y eximio escultor que perfeccion la talla en mrmol y piedra hasta lmites increbles como lo demuestran sus grandes obras: el Moiss, el David, La Piedad, La Madonna de Brujas, o la Tumba de los Medici, slo por citar algunas. Se cuenta que un alumno le pregunt: Maestro, cmo hace usted para tallar una escultura? Y Miguel ngel respondi: Es muy fcil. Usted tiene que sacar lo que est dems y ah adentro est la obra.

44

45

Proceso creativoYpsilon

Solis / Toro

46

47

Proceso creativoUfa

Solis / Toro

48

49

Proceso creativoPatrn

Solis / Toro

50

51

ObrasColeccin personal

Patrn hierro (1 m. de altura / 1,25 m. x 0,60 m. de base) Cuyo ttulo rinde homenaje a mi maestro Mario Rosso. 2011

53

Acorralado Hierro (altura 0,65 m.) 2008 Casandra Hierro (altura 1,55 m.) 2004 55

A mi manera (espalda y frente) Hierro (0,80 m. x 0,30 m. de base) 2004

57

De mi harem (perfil izquierdo y derecho) Hierro (altura 1,35 m.) 2011 59

Fnix (espalda y frente) Hierro (altura 0,80 m.) 2010

61

Desde adentro Hierro (altura 0,30 m.) 2004 Mortal Hierro (altura 0,60 m.) 1998

63

Danzarina (espalda y frente) Hierro (altura 1,40 m.) 2008 65

La Fuerza Hierro (altura 0,50 m.) 2011 Toledo Hierro (altura 0,20 m.) 2011

67

Mgico estigma Hierro (altura 0,80 m.) 2008

Ballet Hierro (altura 1,10 m.) 2011 69

Quijote y la lectura Hierro (altura 0,80 m.) 2010 Quijote Hierro (altura 0,90 m.) 2001 Solis / Toro 70 71

Setiembre Hierro (altura 0,50 m.) 1998 Pasional Hierro (altura 0,80 m.) 1999

73

Tinta roja (izquierda) Hierro (altura 0,40 m.) 2010 Pura sangre Inoxidable (altura 0,50 m.) 2008

75

Verano (frente y espalda) Hierro (0,90 m. x 0,40 m. de base) 2010

Solis / Toro

76

77

Verano (espalda y frente) Hierro (altura 0,65 m.) 2010

79

Ufa Hierro (altura 0,85 m.) 2009 Bronca Hierro (altura 0,35 m.) 2010 81

El mayor hierro (1,60 m. de altura / 2,50 m. x 1,25 m. de base) 2009 Obra realizada en colaboracin de mi ayudante alumna Elia Bisaro.

ObrasColeccionistas privados

Golf Hierro 85

Sancho Panza Hierro (altura 1,10 m.) 1997 Granada Hierro (altura 0,25 m.) 2011

87

Novel 11 Hierro (altura 0,35 m.) 2010 Amarcord Hierro 89

Torso Bronce

Sola Hierro

Solis / Toro

90

91

I Bronzi Bronce

Caminemos Hierro 93

Torso Hierro

Gnesis Hierro 95

Figura sentada Hierro Ypsilon Hierro 97

Torso Hierro

El 9 Hierro 99

Romntica Hierro 505 Hierro

Mitolgico Hierro

Titn Hierro

Solis / Toro

102

103

Obrasen lugares pblicos

Comiteco Inoxidable (1,80 m. x 0,80 m. de base) III Simposio Internacional, Comitn, Chiapas, Mxico.

Quijote Hierro Banco Credicoop, suc. San Vicente, Crdoba. 105

Alondra Escultura en metal (1994)

Cristo Hierro, Barrio San Pablo. Crdoba. Alondra Hierro, Plazoleta Centenario, Diario La Voz del Interior. Crdoba.

Cristo Hierro, San Ramn Nonato. Barrio General Paz. Crdoba. Lider Hierro, Pintecord, Bv. Los Alemanes. Crdoba. Lider Escultura en metal (1994)

109

Mexicano Inoxidable Villa Allende, Crdoba. Capacho Hierro Casa de Cultura, Alta Gracia, Crdoba. Mexicano Escultura en metal (1994)

111

El Mayor hierro Exposicin Paseo Rivera, Crdoba.

113

Ao 2000 cemento y metal. Ingreso a Villa Allende como recuerdo del nuevo milenio. Con la colaboracin de Julieta Seia, Jorge Vansanduegue y Jorge David Montes (El Turco).

Solis / Toro

114

115

TestimoniosConocer a Manuel (Sols) y contar con el privilegio de su confianza es reafirmar que todava hay personas que nos allanan el camino, que nos ensean con humildad y honradez, que se brindan sin ser mercaderes. Conocer a Sols es descubrir a un artista que se gan el ttulo de Maestro hace rato () Para decir sobre Sols sera preciso escribir un libro con distintos captulos, a saber: Captulo 1. Sols y su obra: sus formas enrgicas y vitales, leves y sutiles, cautiva, deleitan, asombran; pueden gustar o no, la indiferencia jams. Captulo 2. Sols y su trayectoria: gestor cultural cuando ese concepto ni se haba inventado. Captulo 3. Sols y su historia: naci con una soldadura elctrica en la mano, en serio, su abuelo era dueo de una fbrica de soldaduras; el oficio de herrero y l son ntimos. Captulo 4. Sols y su familia: su esposa, hijas y nietas; sus mujeres lo envuelven, lo cobijan, lo elevan. Captulo 5. Sols y sus pasiones: River, River y River. Si hay partido no se molesten ni lo molesten; est en el Bar Oviedo con la tropa de jvenes de su edad. Captulo 6. Sols y sus vicios: desayuno religioso en el Oviedo, actividades varias en el Centro de Jubilados de Villa Allende y asistencia perfecta en las inauguraciones de los amigos, que son muchos. Captulo 7. Sols y sus rarezas: la puntualidad, el orden impoluto de su taller, el valor de la palabra empeada, el respeto por el prjimo, el corazn franco y generoso. (Laura Gelerstein, peridico La Unin, Saldn, Crdoba, Argentina, junio 2009). Aqu est presente el forjador de formas enrgicas, vitales, insufladas de ese aliento de expansin que invade a la escultura. O en el polo opuesto, la levedad de sus figuras en movimiento, ya una bailarina, ya un simple caminante. El metal soldado es para Manuel Eduardo Sols un elemento que puede someter hasta la docilidad de un lenguaje tmido, o elevarlo a un mximo torrencial cuando lo quiere poner en libertad. (Eduardo Baliari, diario Clarn, Bs. Aires, Argentina). Una gran fuerza, una masa de energa que puja por sacudir sus envolturas aparece en estos trabajos realizados en hierro soldado por Manuel Eduardo Sols, quien ha superado la etapa primera de utilizacin de esta materia y tambin de sus tcnicas () La relacin volumen-espacio est lograda y la pesadez de la materia parece aligerarse con la filigrana que en algunos casos alcanza una mayor sntesis expresiva. (Gudio Kramer, diario La Voz del Interior, Crdoba, Argentina, septiembre 1972). Manuel Eduardo Sols es un escultor cuyos trabajos en hierro denotan su capacidad artesanal. En el planteo formal es ambicioso, especialmente en el desarrollo de sus interpretaciones del toro. El Quinto presenta una acertada solucin frontal pero en la forma pierde fuerza si lo vemos desde atrs, lo que no sucede con Azabache, bien resuelta como un todo. En Gnesis propone el acoplamiento de dos mariposas y con independencia de la ancdota, utiliz las formas para componer una pieza realmente escultrica. Por otra parte, justo es admitir el riesgo en la eleccin del tema: tenemos en las mariposas una imagen sutil de delicadeza extrema, y la vemos como si fueran colores que se echan a volar, y en hacer en hierro esos colepteros fue, en principio, osado. No obstante, Sols sorte con elegancia el problema, hasta el punto que estimo a ese trabajo, junto con Saurio, los mejores de la muestra. (Ernesto Ramallo, diario La Capital, Mar del Plata, Argentina).

Conocedor profundo de cunto se refiere al empleo de los materiales y sus posibilidades, Manuel Eduardo Sols confa la expresividad al rasgo del acero atento observador de la realidad, su obra escapa a todo convencionalismo y est imbuida de una tremenda fuerza, de una esencial vitalidad. (Estela Gimnez, Suplemento Cultural diario Comercio y Justicia, Crdoba, Argentina).

Alguien dijo alguna vez, que en sus manos la soldadura elctrica adquira los insospechados perfiles de un cincel de fuego. La imagen potica por la sonoridad y rica por la sugerencia, se perdera en la vaguedad de lo abstracto sino no hubiese apuntado a la direccin debida. La concreta determinacin de la expresin se hace realidad cuando vemos trabajar a Manuel Sols. Con la seguridad que nace del pleno dominio de una tcnica, el escultor desgarra la entraa insondable del metal, que se quiebra en un llanto de chispas, centellas rompiendo la placidez del mbito en el montono zumbido del instrumento. El acerado tono de las ropas de trabajo, la dureza del mandil y la rgida estructura de la careta (que nuestra imaginacin percibe como si fuese el yelmo de un moderno gladiador) otorgan a la visin las notas distintivas de lo fantasmagrico. Entonces, en el amplio misterio del taller (el desolado habitat del hombre que asume la verticalidad de su destino) nos enfrentamos una vez ms con la ejecucin artstica como acto cargado de religiosidad en la ms pura acepcin del trmino. Oficiante de oscuros y milenarios ritos tal vez slo una parte del mgico proceso el escultor dialoga con el hierro. (Nlida Gonzlez Ros, diario Los Principios, Crdoba, Argentina, febrero 1979).

Manuel Eduardo Sols otorga a sus trabajos un inconfundible sello expresionista que contribuye a dar relieve singular a sus propuestas visuales. Sus figuras cobran dimensin de smbolos representativos y sus personajes humanos infundidos de movimiento y de gracia, respectivamente sealan la calidad uniformadora de su obra, es decir, su unidad elocuente y persuasiva. Cada escultura de Sols, adems de su alcance tcnico, lleva implcita la presencia de una voluntad vigilante que sabe darle al material empleado su acertado valor como elemento transmisor del pensamiento del artista. (Horacio Correa, diario La Capital, Rosario, Argentina, agosto 1974).

En las esculturas de Sols descubrimos un nuevo paso que apuntala con energa su creativa y sus condiciones de artista. Solis se enfrenta con otro elemento menos maleable, ms difcil de tratar, ms complicado en su comportamiento ante el electrodo: el acero inoxidable, material que prcticamente se esfuma cuando se pasa de la temperatura lmite en su tratamiento. Con esta nueva experiencia, Sols ocupa un importante lugar entre los mejores escultores del medio y su talento artstico puede ser incorporado junto a eminentes valores de la plstica nacional, dentro del nada fcil arte de la escultura. (Vctor Stasyszyn, La Voz del Interior, Crdoba, Argentina).

Difcil resulta analizar la obra de un escultor que emplea el hierro o el acero inoxidable y la soldadura para expresar poesa a travs de motivos extrados de la belleza que le brinda, en gesto y movimiento, pero de profundo contenido espiritual. Ms an cuando para ello utiliza, en ms de una oportunidad, un estilo violento como si quisiera evitar la ms leve insinuacin de felicidad () A sus obras si no fuese por el material y la moderna concepcin del espacio de escultura se las podra ubicar entre las romnticas o msticas, segn el caso. Sols es un escultor de muchos recursos y en camino de franca superacin. Su caracterstica principal es la mesura y tiene un sentido de grandeza que no puede ser manifestada en dimensiones fsicas. En sus formatos menores defiende mejor su creacin contra la vaciedad de todo realismo y adquiere esa poesa que vuelca como constante en lo general de su produccin. (Luis Carreo, diario Los Principios, Crdoba, Argentina)

Solis / Toro

116

117

La conformacin de la escultura de Manuel Eduardo Sols retiene la luz y sugiere el tiempo. Aceptamos que luz y espacio, ms la cohesin del tiempo, conciben no la ptina del objeto-cosa sino su fuero interno, lugar de escondrijos () Sols ha insistido en resear la figura imponente y fogosa del toro. Pero, ante esa presencia brbara no es retenido el observador en los detalles fsicos de la bestia; antes bien, se lo apremia a recorrer las masas y sus confinantes que aparecen gracias al dibujo; dibujo nunca desdeado en los gneros espaciales () Con la trama relatada en sus composiciones, Sols permite en homenaje a los metales, rescatar verdades de ayer y ahora, pero libres de ficticias emociones y mal teidas circunstancias. Esta actitud cumplida ante volmenes respetuosos de un soplete con sensibilidad, es de singular vala. (Artemio Rodrguez, miembro de la Asociacin Argentina e Internacional de Crticos de Arte).

Finlandia es un pas que, por desconocido, puede albergar todas las fantasas () Pertenece a la regin de los cuentos, a la infancia aorada, est en las antpodas, tan al norte como nosotros al sur, y an as, el len rampante que trasiega su escudo hubo de vrselas con los toros de Manuel Sols, cuando el escultor acude a participar del 10 Simposio Internacional en Madera () (Clotilde Argello, revista Papeles de Crdoba, N 15, ao 6, 1994, Crdoba, Argentina).

En los cenculos artsticos, ac, en Crdoba y en el resto del pas se lo conoce como el Toro Sols, apodo que le viene por su empeo en esculpir toros. Toros de hierro, toros de bronce, toros de madera y hasta toros de hielo. Para Manuel Eduardo Sols sus toros son una marca de fbrica, una marca registrada. (Revista Nosotros y la Realidad, Villa Allende, Crdoba, Argentina, junio 2004).

Manuel Eduardo Sols sostiene (en sus esculturas) un estmulo de orden estrictamente visual y de autolimitacin formal. Un producto que tras sucesivas sustracciones ha desembocado en una despojada imagen que nos es familiar, en cuanto que ha evolucionado gradualmente de las formas del pasado. Posiblemente y con nimo de justificacin historicista, tambin podramos considerar en su obra vinculaciones con una atvica imagen totmica. Pero con otro nivel de significacin, sin anclaje a un lugar determinado, ni nimo de sealamiento conmemorativo o referencia estrictamente conceptual, estos trabajos poco tienen que ver con otras versiones que no sean aquellas que an hoy mantienen el espritu experimentalista de la esttica moderno-vanguardista. (Gabriel Gutnisky, crtico de arte).

Urge determinar que a dos invitados especiales, Francisco Vidal y Manuel Sols, les cabe el honor merecido de presidir esta asamblea de trabajadores de la luz y del ensueo. Esa estilizada luz que en comunin de comuniones, enciende el color en milagro mgico, que bien el sahumerio del arte lo puede volver albor de luna en estelar presea, recreando la estrella, la flor o la mirada verde de una mujer hermosa. Y continuando una larga lnea de puntos suspensivos sobre la afirmacin reciente, digo ahora mi palabra reverenciando a Manuel Eduardo Sols, por lo que ha hecho y por lo que nos muestra. Vigoroso, recio, rotundo Saludo en l al gran artista y le auguro en expresin de deseos el mejor de los triunfos. Es joven, le sobra talento y tiene ante s todo el infinito, y sabido es que en el infinito caben todas las posibilidades, al decir sabio de Horacio. (Artemio Arn, en el discurso inaugural de la exposicin conjunta de Francisco Vidal y Manuel Eduardo Sols en la Galera de Arte Coln, en Crdoba, Argentina, el 4 de julio de 1973, en conmemoracin de los 400 aos de la fundacin de Crdoba).

La idea suena como un bramido lejano; el toro, hosco y corpulento, cumple, para el escultor Manuel Sols, el rol de musa inspiradora. Desde que se adue del oficio de modelar el metal en piezas que estn exhibidas en diversos museos del mundo, que adornan plazas y ornamentan oficinas pblicas el animal est presente en su obra como una obsesin. Con la rutina y rigurosidad de un oficinista () Sols trabaja en su taller desde los ltimos 15 aos. Porque, dice el artista, trabajo y disciplina no funcionan disociadas. (Patricia Veltri, revista Rumbos de distribucin nacional, 27 de julio de 2008, Argentina).

Agradecer es renovar nuestro sentimiento y la gratitud de lo vivido y recibido. Muchas gracias a todos por estos sinceros testimonios.

Solis / Toro

118

119

de mis amigos...A un amigoHombre de hirsuta barba Pero qu va! Apenas unos pelitos asomando temerosos, como pidiendo permiso, desde un fondo bueno. De brazo armado en hierro y fuego, quemndose en su infierno, y trayendo luz, trayendo consecuencia hermosa. Quin lo hubiera credo! Los destinos, son imposibles y son locos y los hombres cabalgan sobre ellos, con furiosa espuela. Persiguen toros y lancean Cristos, dejando tras su paso dura huella. Ms fime! Ms! Sin una queja se endurecer el cemento, sin una queja ceder el metal para ser flor, domeado por la idea, tocado por el dios. Dr. Juan L. Vaschetto Mari.

121

TorosToros blancos con cuernos negros, blancura de lirios tienen sus cuerpos negrura de noche tienen sus cuernos. Toros de ruedo, toros de campo, majestad de forma, furia de viento. Toros de Picasso salvajemente muertos, la tumba de los toros merece un monumento. Toros de metal, bellas formas, Sols escultor los perpetua en el hierro. Octimio Landi

Yo, el ToroYo, el Toro de metal, su larga sombra, su eterna sombra sobre la sala umbra, transparentes mis cuernos, mi cuello a martillazos esculpido en las manos del torero y su espada. Miro desde mis ojos que son charcos del ro, tormenta sin regreso, agua de los puales con que lav mi padre la sangre que me tie, me tie de crepsculo para que el da me beba cuando la sed y el hambre lo arrincone en la noche. Yo, el Toro de metal, la estatua viva que me piensa en las flores del durazno, la baba con que teje la trampa su alarido, roca, espejo, guitarra, en el tambor de arena, mientras suea la luna, me acarician muchachas de trenzas renegridas, los caballos del tiempo regresan a golpearme con sus cascos de acero. Fuga de los metales que escarban mi tristeza, la ltima arremetida contra el hombre y su espuma, voy adentro del golpe que asesta el artesano para que la memoria la borre de su mano. Yo, el Toro de metal en el ruedo del tiempo tiene viva la muerte. Hugo Francisco Rivella.

Solis / Toro

122

123

Curriculum VitaeNombre: Manuel Eduardo Solis Profesin: Escultor Lugar de nacimiento: Crdoba, Argentina. Fecha: 7 de marzo de 1936. Direccin: Ricardo Balbn 493, Villa Allende (5105), provincia de Crdoba, Argentina. Telfonos: (03543) 432 780 y (03543) 155 43749. E-mail: [email protected] manueleduardosolis.blogspot.com Estudios cursados (parciales): Escuela de Bellas Artes Figueroa Alcorta, Crdoba, Argentina. Cargos y funciones * Presidente de Artistas Plsticos Asociados de Crdoba (APAC), Argentina, (1974-77) y socio honorario de la institucin a partir de 1978. * Director de Cultura de la ciudad de Crdoba, Argentina, (1981-83). * Integrante del Comit Organizador de los Encuentros Nacionales de Escultura, realizados en Villa Allende, Crdoba, Argentina (1990-94). * Miembro de jurados en concursos de artes plsticas en Argentina. Premios obtenidos en Argentina * Gran Premio de Honor Adquisicin Ministerio de Educacin y Cultura de la Provincia. de Crdoba, en el II Saln de Otoo de Ro Cuarto, Crdoba (1971). * Primer Premio Fondo Nacional de las Artes, Escultura, en el I Saln Nacional Aniversario de la ciudad de Alta Gracia, Crdoba (1971). * Premio Mencin en el LX Saln Nacional de Artes Plsticas, Capital Federal (1971). * Premio Banco de Prstamos de la Provincia, Medalla de Oro, en el IV Saln Anual de APAC, Crdoba (1971). * Segundo Premio por la provincia de Crdoba en el Concurso para la presentacin de obras de artistas residentes en el interior del pas organizado por la Municipalidad de Buenos Aires (1972). * Premio Seccin Escultura en el I Saln Anual de Artes Visuales en Sunchales, provincia de Santa Fe (1972). * Gran Premio Adquisicin Banco Social de Crdoba en el V Saln Anual de Artes Plsticas de APAC., Crdoba (1972). * Gran Premio de Honor del Fondo Nacional de las Artes en el III Saln Nacional de la ciudad de Alta Gracia, Crdoba (1974). * Primer Premio Adquisicin Esculturas en el XXVII Saln de Artes de La Plata, provincia de Buenos Aires (1975). * Gran Premio Hortensia Mara Vzquez en el XX Saln de Primavera de San Rafael, provincia de Mendoza (1976). * Segundo Premio Adquisicin Municipalidad de Rosario en el XLIV Saln de Rosario, provincia de Santa Fe (1978). * Primer Premio Subsecretara de Cultura de Santa Fe y Municipalidad de Villa Constitucin en el II Saln Nacional de Artes Plsticas de Villa Constitucin, Santa Fe (1978). * Mencin Honorfica Saln y Premio Ciudad de Crdoba (1979). * Primer Premio Adquisicin Ministerio de Educacin y Cultura de Santa Fe en el VII Saln Anual de Artes Plsticas, Villa Constitucin, Santa Fe (1983). * Premio Mencin de Honor a la Participacin en el V Saln Anual de Escultura, Villa Mara, Crdoba (1993). * Premio del Pblico Banco del Iber en el VI Concurso Nacional de Escultura al Aire Libre, Resistencia, provincia de Chaco (1993). * Premio de los Nios Efran Boglietti en el VI Concurso Nacional de Escultura al Aire Libre, Resistencia, provincia de Chaco (1993). * Premio Mencin Especial en el Primer Encuentro Nacional de Escultura al Aire Libre, Rosario, Santa Fe (1993). * Primer Premio Adquisicin en el VII Saln Provincial Anual de Pintura y Escultura,Premio Jos Martnez, Villa Mara, Crdoba (1995). * Tercer Premio en el II Encuentro Internacional de Escultura en Madera, Rosario, provincia de Santa Fe (1996). * Tercer Premio en el II Concurso Nacional de Escultura en Nieve, Ushuaia, provincia de Tierra del Fuego (1999). * Premio Sal Taborda 2009 otorgado por la Asociacin para el Progreso de la Educacin del Instituto Sal Taborda, Crdoba (2009). * V Concurso Nacional de Escultura en Madera, Resistencia, Chaco (1992). * VI Concurso Nacional de Escultura en Madera, Resistencia, Chaco (1993). * I Encuentro Nacional de Escultura en Madera, Rosario, Santa Fe (1993). * II Encuentro Nacional en Piedra, Mar del Plata, Buenos Aires (1994). * X Simposio Internacional de Escultura en Madera, Kemijarvi, Finlandia (1994). * III Encuentro Nacional de Escultura en Madera, Leandro N. Alem, Misiones (1994) * IV Encuentro Nacional de Escultura en Madera, Leandro N. Alem, Misiones (1995). * I Concurso Nacional de Escultura en Nieve, Ushuaia, Tierra del Fuego (1996). * II Concurso Internacional de Escultura en Madera, Rosario, Santa Fe (1996). * VIII Encuentro Nacional de Escultura Arte en Metal, Villa Allende, Crdoba (1996). * VII Simposio Internacional de Escultura en Madera Camil Claudel, La Bresse, Francia (1997). * I Encuentro Internacional de Escultura Leandro N. Alem, Misiones (1997). * III Encuentro de Escultores Ciudad de General. Roca, Ro Negro (1998). * X Encuentro Nacional de Escultura, Villa Allende, Crdoba (1998). * XII Simposio Internacional de Escultura en Madera, Kemijarvi, Finlandia (1999). * II Concurso Nacional de Escultura en Nieve, Ushuaia, Tierra del Fuego (1999). * III Simposio Internacional de Escultura en Comitn de Domnguez, Chiapas, Mxico (2007). Museo Municipal Lino Enea Spilimbergo, Unquillo, Crdoba, Argentina. Museo Municipal de Bellas Artes, La Plata, Argentina. Museo de Artes Plsticas Eduardo Svori, Capital Federal, Argentina. Museo de Bellas Artes Juan B. Castagnino, Rosario, Argentina. Museo Provincial de Bellas Artes Ramn Gmez Cornet, Santiago del Estero, Argentina. Kemijarvi Museo, ciudad de Kemijarvi, Finlandia. La Bresse Museo, ciudad de La Bresse, Francia. Obras permanentes en museos Participacin en encuentros, concursos y simposios nacionales e internacionales de escultura al aire libre Participa desde 1970 a la fecha en diferentes Salones (certmenes) de todo el pas. Realiza mltiples exposiciones individuales y colectivas. Numerosas de sus obras estn en museos nacionales e internacionales y en colecciones particulares. Es autor de obras de arte religioso en diferentes templos del pas. Muchas de sus esculturas estn emplazadas en la va pblica y edifi