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TRAFALGAR200 años después

Luis Palacio BañueloComisario de la Exposición

Raúl Ramírez RuizProfesor de la Universidad Rey Juan Carlos

José Esquivel RodríguezPresidente de la Asociación Histórico-Cultural 2 de Mayo

José Arrabal LozanoVocal de Organización de la Asociación Histórico-Cultural 2 de Mayo

Del 21 de octubre al 5 de noviembreEdificio del Rectorado de la Universidad Rey Juan Carlos. Móstoles

Del 7 al 23 de noviembreCentro Cultural Villa de Móstoles

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Saluda del Alcalde de Móstoles, Ilmo. Señor D. Esteban Parro ...........3

Saluda de D. Rector de la Universidad Rey Juan Carlos,

Excmo. y Magnífico D. Pedro Glez.Trevijano Sánchez...........................4

A.- TRAFALGAR, “La Derrota Gloriosa”...............................................5

B.- EL CONTEXTO HISTÓRICO ...........................................................6

I.- La Monarquía Hispánica. Un intento de supervivencia .................6

2.- Francia: La ambición hegemónica...................................................9

3.- Inglaterra: La construcción del Imperio Británico......................10

C.- LA BATALLA

1.- Antecedente Navales......................................................................11

2.- La Batalla Naval: El Combate........................................................16

2.1.- El plan de Napoleón y la ineptitud de Villeneuve ................16

2.2.- El plan de Nelson (Nelson’s Touch) .......................................17

2.3.- El bloqueo de Cádiz y la precipitación de Villeneuve..........18

2.4.- La batalla..................................................................................18

2.5.- El fin de la batalla ....................................................................20

2.6.- La tempestad y los naufragios ...............................................21

2.7.- Los protagonistas ....................................................................22

2.8.- Los navíos en liza.....................................................................27

Las Maquetas............................................................................................27

Glosario.....................................................................................................45

Bibliografía................................................................................................47

SUMARIO

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Alcalde de MóstolesD. Esteban Parro

Queridos amigos:

Una de las premisas que inspiran nuestras laboresde gobierno en Móstoles es la recuperación de las tradiciones que nos definen como ciudad bajo la idea deque el conocimiento y análisis de nuestro pasado sirve como acicate para poner de relieve los elementos comu-nes que nos identifican como ciudad.

La ciudad de Móstoles ha experimentado un notable crecimiento poblacional que ha ido seguido de un granprogreso dotacional y una gran mejora de sus infraestructuras. Sin embargo, este hecho no debe influir en lapérdida de símbolos y tradiciones; las personas que eligen Móstoles para vivir deben conocer la historia quenos precede y han de ser partícipes de los actos conmemorativos de las mismas.

El levantamiento del Alcalde de Móstoles Andrés Torrejón contra la invasión napoleónica encierra algu-nos precedentes históricos que deben conocerse para entender correctamente aquel acontecimiento. El epi-sodio de la Batalla de Trafalgar, como precedente al Grito de la Independencia iniciado en Móstoles, pone

de manifiesto cómo las relaciones internacionales entre España y Francia cambiaron en pocos años,pasando de ser aliados en esta batalla naval a que Francia nos invadiera en 1808.

Esta exposición, que hacemos en común con la Universidad Rey Juan Carlos, es el primer esla-bón de los muchos que queremos poner para llegar al Bicentenario. El año 2008 será un gran

año para Móstoles, para ello el Ayuntamiento tiene el firme propósito de involucrar a toda laciudadanía en los proyectos culturales y educativos que pondremos en marcha.

Sólo me resta agradecer a la Asociación Histórico – Cultural Dos de Mayo su trabajoen la realización de estos magníficos barcos y a la Universidad Rey Juan Carlos su pre-

disposición en este proyecto para que todos los estudiantes de Móstoles sean cono-cedores de nuestra historia.

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Rector de la UniversidadRey Juan Carlos

D. Pedro Glez.-Trevijano

Cuando nos acercamos anuestra más reciente historia,

nos encontramos con un Documentoque destaca sobre los demás: el Parte que

trasmitió el Alcalde de Móstoles llamando allevantamiento popular contra los entonces franceses

invasores en 1808. Este “famoso Parte del 2 de mayo” hadado a Móstoles, sin duda, un protagonismo principal en lahistoria de España, lo que justifica sobradamente que hoyponga en marcha la celebración del Bicentenario de laGuerra de la Independencia.

Pero el Móstoles del siglo XXI es también una Ciudad universitaria: alberga uno de los Campus de laUniversidad Rey Juan Carlos y, además, la sede de su Rectorado. Por eso, la Universidad, presta siempre acolaborar con su entorno social, se une activamente a esta celebración que arranca con esta magnífica expo-sición:“Trafalgar 200 años después”. Exposición que se ha planteado como un espacio abierto, especialmen-te a los mostoleños, y con un perfil prioritariamente didáctico. Pienso que ésta es, en suma, una buena oca-sión para conocer nuestra historia y, al mismo tiempo, para mostrar lo que es y ofrece la ciudad de Móstolesy nuestra Universidad.

Quiero destacar, asimismo, un hecho que me parece relevante: la Exposición es el fruto de la conjunción deun esfuerzo colectivo: el de la “Asociación Histórico Cultural 2 de mayo” -que lleva a cabo una magnífica laborde recuperación histórica-, del Ayuntamiento de Móstoles y de la Universidad Rey Juan Carlos. El resultadoalcanzado está, claro que sí, a la vista.

Por último, no puedo dejar de felicitar a cuantos han participado en hacer realidad esta Exposición que es,como adelantábamos, la puesta en marcha de los actos del reseñado Bicentenario, y que servirán para con-vertir a Móstoles y su Universidad en ineludible referente.Y como no podía ser de otra forma, reiterar, apro-vechando el foro brindado en estas breves reflexiones, la vocación de servicio de la Universidad Rey JuanCarlos, dispuesta siempre a colaborar con su entorno más cercano y propio: la ciudad de Móstoles.

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La Batalla de Trafalgaren la historia de España

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A.- TRAFALGAR,LA “DERROTA GLORIOSA”

¿Quién no conoce el célebre Bando de los Alcaldesde Móstoles del 2 de mayo de 1808 que puso enmarcha la Guerra de la Independencia? El Dos deMayo y Móstoles han pasado juntos a la historia, conel nombre de sus ilustres alcaldes Andrés Torrejón ySimón Hernández. Por ello, ningún escenario mejorque la villa de Móstoles para celebrar el bicentena-rio de dicha guerra; ninguna institución mejor paraconvocar este evento que el Ayuntamiento, con sualcalde a la cabeza, sucesor de los autores del cele-brado Bando; y ningún compañero de viaje mejorpara organizarlo que la Universidad Rey Juan Carlos,cuyo Rectorado tiene su sede en Móstoles. Todoesto explica que ambas instituciones, Ayuntamientoy Universidad, conscientes de la trascendencia his-tórica del Dos de Mayo y del protagonismo de Mós-toles en el mismo, celebren con un rico programa deactividades el BICENTENARIO DE LA GUERRA DELA INDEPENDENCIA cuyo capítulo previo es estamagnífica Exposición titulada TRAFALGAR, 200AÑOS DESPUÉS.

Trafalgar supuso la derrota de la escuadra franco-española y el triunfo de la inglesa al mando de Nel-son. Sin embargo, en la Historia de España esta bata-lla ha quedado reseñada como la “derrota gloriosa”.Veamos las razones.

En la batalla de Trafalgar se dirimió el dominio delmar, y por ende del mundo, entre tres imperios euro-peos: la Monarquía hispánica que se encuentra en unmomento de supervivencia a la sombra del poderfrancés; el Imperio napoleónico que vive la culmina-ción de los esfuerzos hegemónicos que Francia vienerealizando desde un siglo atrás, e Inglaterra, transfor-mada en Reino Unido, que se encuentra establecien-do las bases del Imperio Británico que señoreará elorbe a raíz de estas victorias. Para los franceses, laderrota en la batalla supone una fractura históricaque cierra definitivamente la posibilidad de suplantara la talasocracia británica pues, a partir de ahora,deberán conformarse con un papel secundario. Lasvictorias napoleónicas ocultaron para Francia la tras-cendencia de la derrota pero, tras 1815, Francia nopodrá volver a hacer frente, en pie de igualdad, alReino Unido debiendo conformarse con un lugarsubalterno en el nuevo reparto colonial del sigloXIX. Para los ingleses,Trafalgar es una apoteosis. LaRoyal Navy consigue un prestigio enorme y Nelson

es divinizado. Es la partida de nacimiento de su Im-perio sobre el mundo que, tras la derrota definitivade Napoleón, duraría un siglo 1815-1915.Y para Es-paña significaba perder su poder marítimo y su hege-monía americana.

Para los españoles peninsulares, Trafalgar es unsacrificio inútil, en aras del honor y en pro de un alia-do impuesto, que no se mostró nada agradecido.Para el pueblo y ciertos sectores de la elite social ymilitar los franceses, no contentos con humillar algobierno arrastrándolo a Trafalgar, años después qui-sieron humillar a la Nación invadiéndola. Benito Pé-rez Galdós lo refleja con claridad:

“- Es verdad –dijo mi amo- que la alianza con Francianos está haciendo mucho daño, pues si algún provechoresulta es para nuestra aliada, mientras todos los desas-tres son para nosotros.

-Entonces, tontos rematados, ¿para qué se os calientanlas pajarillas con esta guerra?

-El honor de nuestra nación está empeñado –contestódon Alonso-, y una vez metidos en la danza, sería unamengua volver atrás. Cuando estuve el mes pasado enCádiz en el bautizo de la hija de mi primo, me decíaChurruca: ‘Esta alianza con Francia y el maldito Tratadode San Ildefonso, que por la astucia de Bonaparte y ladebilidad de Godoy se ha convertido en Tratado deSubsidios, serán nuestra ruina, serán la ruina de nuestraescuadra, si Dios no lo remedia, y, por tanto, la ruina denuestras colonias y del comercio español en América.Pero, a pesar de todo, es preciso seguir adelante”.

Pero Trafalgar fue también un instrumento del des-pertar de la nacionalidad española dentro de la ago-nizante monarquía transoceánica, sembrando entodos los estamentos de la sociedad española unahostilidad hacia el “aliado” francés que estallará en lasublevación del 2 de mayo. Por eso se habla de “de-rrota gloriosa”, porque a partir de Trafalgar se des-pierta el amor patrio y, como escribe Luis Palaciosen su libro “España. Del liberalismo a la democracia,1808-2004”,“conceptos como nación, patria, puebloy patriotismo se cargan de contenido convirtiéndo-se en mitos culturales que alimentan la idea deEspaña”. Porque lo que ocurrió realmente es que Es-paña dijo no a las pretensiones de un Napoleón ob-sesionado por ser el dueño del mundo.

La Exposición se ha hecho realidad gracias a unaeficaz conjunción de esfuerzos. Primero y funda-mentalmente gracias a la colaboración de la Univer-sidad, a través del Vicerrectorado de Extensión

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Universitaria, y del Ayuntamiento, a través de lasConcejalías de Educación y Cultura y de Participa-ción Ciudadana y Distrito.Y también, gracias a la des-tacable labor llevada a cabo por la “Asociación His-tórico-cultural 2 de Mayo”, cuyos miembros trabajancon entusiasmo por Móstoles y su cultura y que hanaportado la idea inicial de esta exposición, enrique-ciéndola con unas magníficas maquetas de los barcos“Santísima Trinidad”,“Victory”,“Santa Ana”,“San JuanNepomuceno”, Sección de un navío de guerra del s.XVIII y de un cañón naval de la misma época, y quecon paciencia artesanal y con gran éxito presentan alpúblico interesado. Igualmente agradecer a otras ins-tituciones como el “Museo Naval”, “Móstoles In-dustrial, S.A.”,“Hotel La Princesa”,“Empresa De Blasy Cía, S.A.” y “Localia TV” que con su apoyo incon-dicional, han ayudado a hacer realidad esta Expo-sición. Una Exposición, en fin, que es fruto del traba-jo conjunto de muchos, en la que el pueblo mostole-ño está presente, y que se ofrece a la consideraciónde todos los interesados.

B.- EL CONTEXTO HISTÓRICO

No se puede entender lo que Trafalgar significó sino recordamos antes las dos coordenadas que mar-can aquel momento histórico: la Revolución France-sa, una situación que cambiará la historia y un per-sonaje singular: Napoleón Bonaparte, portador delos ideales revolucionarios. La Revolución Francesasupone la entrada en la modernidad con la puesta enactivo de unos valores y modelos aún vigentes ennuestros días y Napoleón, que quiso ser el dueño delmundo, es el árbitro del momento. Y España, ¿quépapel juega en este escenario? Sin ninguna duda, Es-paña juega un papel muy importante. Pero es queesta aventura de Napoleón en España comenzómucho antes, en la defensa de Tolón, en la guerracontra la Convención (1793), donde se dio a cono-cer el joven Napoleón luchando precisamente con-tra los españoles. La derrota de Trafalgar en 1805obligó a Napoleón a cambiar sus planes y provocóentre los españoles actitudes de defensa de su na-ción, de su patria. Más tarde, en 1808 Napoleón llegaa España, le gusta y la quiere para su imperio. Sten-dhal lo relata muy bien:“Apenas puso los pies en Es-paña, dio en mirarla, y, encontrando que era hermo-sa, quiso un trozo”.Y, en efecto, en 1808, los ejérci-tos napoleónicos invaden España en el intento de in-corporarla al imperio napoleónico queriendo emu-

lar a Luis XIV. Sólo que los españoles decidieron nodarle ese gusto y, adueñándose de su destino, termi-naron expulsándole. Para Napoleón fue un rotundofracaso. Ya en su exilio en Santa Elena, Napoleónreconocería su error con España y se arrepentiría desu aventura española

Pero centrémonos en el objeto de esta Exposi-ción, en la batalla de Trafalgar donde, como ya hemosdicho, se dirimió el dominio del mar y por ende delmundo, entre tres imperios europeos que se halla-ban en momentos muy diversos de su evolución his-tórica.

1.- La Monarquía Hispánica.Un intento de supervivencia.

La paz de Westfalia en 1648 supuso el comienzodel fin de la hegemonía española sobre Europa. LaMonarquía Hispánica se mantendría como potenciaterritorial de primer orden en el Viejo continentehasta la guerra de sucesión 1701-1713. Tras ella, el

imperio transoceáni-co español caería ba-jo la orbita del nuevopoder francés de lamano del Rey Sol,Luis XIV.

La Guerra de Su-cesión fue conse-cuencia de las discre-pancias internaciona-les respecto a la su-cesión en el tronoespañol, vacante pormuerte del último delos Austrias, Carlos II,en 1700. En realidad,

no se trataba tan sólo de resolver un litigio jurídicoentre los pretendientes Felipe de Borbón y Carlosde Habsburgo, sino de establecer o de derrumbar,según los bandos en pugna, la hegemonía de Luis XIVy Francia en Europa.

En la lucha, Francia contó con la alianza de España,aunque en este país los súbditos de la Corona deAragón se proclamaron a favor de Carlos de Habs-burgo y lucharon por su causa. En cambio, figuraronentre los adversarios Austria, los príncipes del Im-perio alemán, Holanda, Inglaterra, Portugal y el duca-do de Saboya.

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Rey Sol, Luís XIV

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Después de once años de guerra, en general favo-rables a la Gran Alianza, se firmaron las paces deUtrecht (1711) y Rastatt (1712). Por ellas se recono-cían los derechos de Felipe V al trono español; peroEspaña perdía en Europa: Flandes, Luxemburgo, Mi-lán, Nápoles, Sicilia y Cerdeña, fueron posesionesatribuidas a Austria. Además España cedió Gibraltary Menorca a Inglaterra. El elector de Brandeburgorecibió el título de rey en Prusia y el duque deSajonia el de rey de Sicilia (luego de Cerdeña).

La situación estratégica de Europa varió desdeaquel momento. De un lado, la Monarquía Hispánicaquedaba reducida a un Estado peninsular y america-no ligado dinásticamente a Francia, que emergecomo potencia hegemónica del continente soloenfrentada a Inglaterra, rival directo de los interesesespañoles en el Nuevo Mundo. La alianza hispano-francesa, cimentada en los intereses comunes deambas naciones, se desarrolló combinando la coyun-tura internacional, los intereses de Estado y las cues-tiones de familia en los llamados pactos de familia:

• El Primer Pacto de Familia (1733), fue firmado enEl Escorial a raíz de la crisis sucesoria polaca, enla que España perseguía incrementar su influenciaen la península itálica y se disolvería, precisamen-te, por las discrepancias franco-hispanas en tornoa Milán.

• El Segundo Pacto de Familia (1743), tuvo su ori-gen en la guerra de sucesión austriaca, tras lamuerte de Carlos IV de Austria y para hacerfrente a la guerra de la Pragmática Sanción.Al fi-nalizar ésta España se vio beneficiada con la en-trega a un príncipe español de Milán. Francia fir-mó con Inglaterra la Paz de Aquisgrán olvidándo-se de los intereses españoles. Por ello las rela-ciones entre Madrid y París se enfriaron de unamanera bastante ostensible. Sin embargo, el re-sultado de la guerra del los Siete Años -pérdidadel Québec por parte de Francia- inclina a Car-los III hacia un nuevo pacto con París que equili-bre la situación política en América.

• Nació, así, el Tercer Pacto de Familia, firmado en1761, como un acuerdo destinado, principalmen-te, a la contención del poder británico y se dis-tingue de los dos anteriores en su carácter depermanencia, por encima de la coyunturas políti-cas particulares y acciones sectoriales de cadamonarquía: “… que cada Corte cuide con sepa-ración y libertad de sus cosas”, señalaba su arti-

culado. Este pacto implica la intervención espa-ñola en la guerra a favor de Austria y Francia con-tra Prusia e Inglaterra. El resultado de la Paz deParís de 1763 es desfavorable a los borbones:España debe ceder a Inglaterra la Florida, el fuer-te de San Agustín y la bahía de Pensacola, a cam-bio Inglaterra devuelve sus conquistas: La Habanay Manila; en compensación, Francia entrega a Es-paña parte de la Louisiana. A Portugal, aliada deInglaterra, Carlos III tiene que devolverle la colo-nia de Sacramento; además, España queda some-tida a los tribunales del almirantazgo británico enla cuestión de las presas marítimas, asimismo,permitirá a los ingleses la corta de palo enHonduras y, además, debe renunciar a la pesca enaguas de Terranova. A pesar de este fracaso,Carlos III mantiene la alianza con Francia que lepermite recuperar la colonia de Sacramento(Uruguay) después de la guerra hispano-lusitanade 1777.

La sublevación de los colonos ingleses de Nortea-mérica, iniciada en 1776, con la consiguiente guerrae independencia de los Estados Unidos de América,va a permitir el desquite a las potencias borbónicas.La Paz de Versalles de 1783 significa el final del impe-rio americano de Gran Bretaña; España recupera lasdos Floridas, Menorca y la colonia de Sacramentopero no se consigue la devolución de Gibraltar.

El carácter estable, estructural y antibritánico deeste tercer tratado queda demostrado al sobrevenirla revolución francesa: la actitud de la Corona espa-ñola fue de “aislamiento y precaución, pero mante-niendo la alianza”, de tal manera que el pacto se con-virtió en letra muerta pero nunca se llegó a la rup-tura.

La caída de la Monarquía en Francia con el destro-namiento de Luis XVI en agosto de 1792 y su ejecu-ción en enero de 1793, supuso el único punto deinflexión en la alianza de ambos países durante unsiglo. Dicho acontecimiento significó el punto finalde los Pactos de Familia como consecuencia de laRevolución Francesa.A partir de dicho momento losgabinetes de Carlos IV tuvieron que escoger en supolítica internacional, entre las necesidades estraté-gicas del país y las motivaciones ideológicas delEstado. Este dilema caracteriza toda la diplomaciadel reinado. En un primer momento España se une ala Europa legitimista y lucha contra la Revolución(declaración de guerra el 7 de marzo de 1793). Perotras la firma de la paz de Basilea con Francia (julio de

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1795), el dilema se plantea nuevamente con todassus consecuencias:

- Si España escoge las necesidades estratégicas,debe aliarse con los revolucionarios francesespara luchar contra Inglaterra.

- Si España se decide por las motivaciones ideoló-gicas, debe aliarse con su enemiga, Inglaterra, paraluchar contra Francia.

Finalmente, Carlos IV y sus ministros deciden incli-narse al Directorio y, posteriormente, a Napoleón,por lo que, en consecuencia, España se verá arras-trada a las guerras contra Inglaterra (1797-1801 y1804-1808).

Esta nueva alianza se sella mediante la reedición delos “Pactos de Familia” ahora llamados de SanIldefonso. El Primer Tratado de San Ildefonso, firma-do en agosto de 1796, consiste en un compromisomilitar de carácter defensivo y ofensivo que imponea ambos firmantes el envío de ayuda militar en casode ataque inglés, o de algún enemigo común. Españase implica en la guerra con Inglaterra a cambio delreconocimiento del derecho de Carlos IV a interve-nir en Italia en defensa de sus intereses de familia.Aconsecuencia de lo anterior, una disminuida escuadrainglesa comandada por Jerwis y Nelson derrotaba ala española en el Cabo de San Vicente y, en elMediterráneo, Menorca sufría una nueva ocupacióninglesa.

El Segundo tratado de San Ildefonso se firma enoctubre de 1800 y se ratifica un año más tarde porel Convenio de Aranjuez. Pretende asegurar y refor-zar los intereses dinásticos de los borbones españo-les en Italia y, a cambio, Godoy ponía a la armada

española al servicio de los planes napoleónicos y de-claraba la guerra a Portugal, la llamada Guerra de lasNaranjas. Pronto surgieron diferencias entre Españay Francia debido a la vacilación del gobierno españolen relación con los tratados, ya que, aunque el pro-ceso revolucionario estuviese remitiendo en Francia,estaban aumentando peligrosamente las accionesimperialistas francesas.

Durante el periodo de duración de este segundotratado no se produjeron grandes enfrentamientoscon los británicos pues en marzo de 1802 se firmóla Paz de Amiens que permitió a España recuperarMenorca, pero, a su vez, se confirma la pérdida de laisla de Trinidad sacrificada a favor de los interesesfranceses.

La Paz de Amiens fue simplemente una tregua en-tre Francia e Inglaterra que reemprendieron las hos-tilidades en mayo de 1803. Godoy intentó mantenerla neutralidad, llegando incluso a plantearse la cons-trucción de una alianza alternativa con Prusia yRusia, a modo de “tercer bloque” que evitara a laCorona los quebrantos económicos y políticos quela “pelea” anglo-francesa le causaban. Sin embargo niel contexto interior, ni los acontecimientos interna-cionales permitieron que este proyecto neutralistasaliera adelante. Ante la resistencia del gobiernoespañol a prestar una ayuda militar directa a su alia-do para evitar verse envuelto en una nueva guerracon Inglaterra, Francia sustituyó la implicación mili-tar española por una contribución económica que seconcretó en octubre de 1803 en el Tratado de losSubsidios por el que se comprometía al pago men-sual de cuatro millones de libras y facilidades por-tuarias a los franceses. La respuesta de Inglaterra fueentorpecer el flujo de dinero indiano a la Penínsulaatacando las flotas españolas. En 1804, Carlos IV res-ponde a los ataques británicos declarando la guerraa Inglaterra, justo en el momento en que Napoleónplanea la invasión de las Islas Británicas.

2.- Francia: la ambición hegemónica.

El recuerdo del Rey Sol, Luis XIV, y su hegemoníaha planeado en ocasiones sobre la historia deFrancia. La etapa napoleónica es una de ellas, puesFrancia logra una preeminencia mundial. El punto dearranque es la Revolución Francesa. Pero antes con-viene recordar a Luis XV que no supo seguir la polí-tica de poder de su padre. Derrotado ante Inglaterraperdió Canadá, India y Senegambia y hubo de entre-

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Firma de la Paz de Amiens

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gar parte de la Luisiana a España en compensaciónpor la cesión, a Inglaterra, de la Florida (Tratado deParís, 1763).Al acceder al trono Luis XVI la monar-quía era de todo punto impopular. Los ministros deLuis XVI, Tugot, Necker y Calonne, intentaron unaserie de reformas que la oposición de la Asambleade Notables hizo fracasar. La crisis financiera –que sevio agravada por las deudas contraídas al apoyar laindependencia de EEUU- e industrial, desembocó enel colapso económico. Al reunirse los Estados Ge-nerales en 1789, los diputados del Tercer Estado de-clararon que constituían una Asamblea Nacional, loque significó el comienzo de la Revolución Francesa.En 1792 se proclamó la I República Francesa. Inme-diatamente las monarquías europeas formaron suce-sivas coaliciones para combatir al Nuevo Régimen.

Esta actitud del extranjero favoreció que los radi-cales ganaran el poder e impusieran un gobierno delterror (Robespierre, Saint-Just). En 1794, la reacciónde 9 de Termidor inició la moderación de la Revolu-ción primero mediante un Directorio de cincomiembros. El golpe de estado de Napoleón Bona-parte (1799) estableció un Consulado y en 1804éste era coronado emperador.

Durante estos años tienen lugar las diferentes coa-liciones contra Francia. La primera guerra de coali-ción se extiende entre 1792-1797. Empieza y acabacon protagonistas distintos, la abren generales comoDumouriez y Jourdan y concluirá con un nombrepropio, Napoleón Bonaparte, principal figura delresto de las seis coaliciones que se sucederán hasta1815. Su aparición en la escena histórica provocaríael fin de la guerra con la ruptura de la coalición alvencer y pactar la paz por separado, con casi todoslos contendientes de Francia.

El secreto de las victorias francesas residió en elcambio de concepto del ejercito ahora las fuerzasarmadas de la revolución son mareas humanas arma-das e ideologizadas. Con ellas, la joven Repúblicaderrotará en todos los frentes a los coaligados favo-reciendo un “pendulazo” en la actitud española antela guerra: la corona española, tras la Paz de Basilea,realiza un nuevo viraje diplomático a favor delDirectorio.Tras el armisticio en el mes de agosto de1796 se firma el primer tratado de San Ildefonso amodo de pacto defensivo entre París y Madrid, fren-te a Inglaterra. Como ya hemos señalado anterior-mente en el trasfondo de este cambio se combina-ron las ambiciones personales de Manuel Godoy, lapropia presión de París deseosa de reestablecer un

sucedáneo de Tercer Pacto de Familia y la aspiraciónde la Corona Española de no ver invadido, de nuevo,sus fronteras por las tropas republicanas.

Este viraje traería el enfrentamiento en el mar conGran Bretaña que saldría victoriosa de sus dos opo-nentes. Derrotó a los españoles en el combate delCabo de San Vicente y a los franceses en la batalla deAbukir. A consecuencia de ambos la flota españolaquedó aun más dependiente del poder de París, pre-cisamente porque Francia ya no podía prescindir delas unidades españolas para su política imperial.

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La segunda coalición se extendió entre el 18 deBrumario de 1799 y la Paz de Amiens,marzo de 1802.Prácticamente, desde finales de 1798 se había iniciadoel preámbulo de una Segunda Coalición contraFrancia. El éxito británico de Abukir impulsaría deforma especial a Viena hacia la ruptura de la Paz deCampoformio. De hecho, el 24 de diciembre de 1798se configuró el esquema de dicha Coalición iniciándo-

Ejecución de Luis XVI, según grabado de la época(Museo Carnavalet, París)

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se una ataque del Reino de Nápoles sobre laRepública romana. Formaban parte de la coaliciónAustria, Inglaterra, Rusia, Nápoles, Portugal y Turquía.Por supuesto, la Corona española seguía fiel al Direc-torio por el primer Tratado de San Ildefonso. En octu-bre de 1799 Rusia se retiraba tras la ocupación britá-nica de Malta, sobre la que poseía aspiraciones.

Mientras, Napoleón escapa de Egipto abandonan-do allí a su ejercito sitiado por los ingleses, llega aFrancia y da el golpe del 18 de Brumario –entre losdías 9 y 10 de noviembre- de 1799 asume la Jefaturadel Estado, de las Fuerzas Armadas y del Gobierno,estableciéndose a partir de ese momento un consu-lado de fachada triunviral junto a Sieyés y Ducos.Inmediatamente pone fin a la sublevación austriacacon la victoria de Marengo en junio de 1800. Laslíneas estratégicas quedaban claramente divididasNapoleón dominaba el continente e Inglaterra el ejeMediterráneo-estrecho de Gibraltar.

La Austria derrotada buscó y obtuvo paz de Fran-cia el 9 de febrero de 1801 en Lunéville.También serindió Nápoles –18 de febrero en el armisticio deFoligno-. Gran Bretaña se negó a abandonar la gue-rra, si bien no volvió a intentar un ataque prolonga-do en solitario contra Francia, pues el aislamientoque hubo de sostener entre 1801 y 1802 hizoentender al gobierno inglés los inmensos riesgos deenfrentarse al expansionismo napoleónico sin unacoalición sólida. Finalmente, el gobierno de Londresse avino a la firma, en 1802, de la Paz de Amiens, co-mo ya hemos dicho un alto el fuego con Napoleóny con España.

Esta tregua fue aprovechada por Napoleón paraconvertir su consulado decenal en vitalicio y portodos los demás para preparar el siguiente asalto. Lanueva guerra contra Inglaterra derivaría en laTercera Coalición, en las batallas de Trafalgar yAusterlitz y proveyó a Francia de un Emperador en1804.

El asesinato del duque de Enghien fue la espita queaceleró la formación de la Tercera Coalición, perofue sólo el casus belli. En realidad, la declaración deguerra fue la consecuencia de la nueva dinámica di-plomática inglesa, encabezada por Pitt el joven, quepara evitar el riesgo inminente de invasión que supo-nía el ejército francés apostado al oto lado del Canalde la Mancha, buscó la formación de una alianza queforzara a Napoleón a utilizar todas sus fuerzas te-rrestres en otro escenario. Ello acercó sus posicio-

nes a la Rusia del nuevo zar Alejandro I que deseabaun mayor protagonismo de su imperio en los asun-tos europeos.

El 11 de abril de 1805 se firmaba el pacto anglo-ruso y el 16 de julio se unió a él Austria. Nacía así laTercera Coalición a la que se sumaría posterior-mente Suecia y Nápoles. Con ello Inglaterra logróestablecer una nueva vanguardia contra Francia –conuna inmensa potencia, especialmente en el caso ru-so- que provocó el urgente abandono de Napoleónde sus posiciones en Boulogne sobre Gran Bretaña.Frente a semejantes fuerzas la guerra giraba en re-dondo. Es decir, la Flota Combinada no llegó quizása tiempo, pero el mayor riesgo del fracaso del Plande Invasión de Gran Bretaña no sólo procedió deaquel suceso, sino especialmente del tamaño delEjército coaligado que se ubicó a las espaldas deNapoleón.

3.- Inglaterra: la construcción delImperio Británico.

El siglo XVIII fue una centuria de consolidación yexpansión de la nación inglesa. En 1707 por el Actade Unión se fusionaron Escocia e Inglaterra consti-tuyendo el Reino Unido de la Gran Bretaña. En 1714comenzó a reinar la dinastía Hannover, que confió elgobierno al partido whig. El auge económico de laburguesía se basó en la explotación sistemática delas colonias, y se adoptó una política de aislamientode los problemas continentales, a fin de favorecer elcomercio colonial. Dicha política no pudo evitar elchoque con la hegemonía francesa que desembocóen la Guerra de los Siete Años (1756-1763). Por suvictoria, en el tratado de París, el Reino Unido seanexionó Canadá, parte de la Luisiana y la Floridaespañola.

Este incremento del poder británico en el NuevoMundo se vio pronto contrapesado por la subleva-ción e independencia de las trece colonias america-nas (1775-1776) a los que las potencias derrotadasprestaron su apoyo. Este traspiés no significó unfreno para la expansión británica, lejos de ello, yaprovechando las luchas contra la Francia revolucio-naria, en 1800, se votó el Acta de Unión de Irlandacon la Gran Bretaña, pasando a denominarse ReinoUnido de la Gran Bretaña e Irlanda.

Tras el triunfo sobre el imperio napoleónico seconvirtió en la primera potencia marítima, y la revo-

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lución industrial, iniciada en la segunda mitad delsiglo XVIII, hizo de ella la primera potencia industrialdel mundo durante el siglo XIX.

Durante el siglo XVIII Gran Bretaña alcanzó unlugar predominante entre las potencias europeasque competían entre sí en el Atlántico. Portugal fue,en realidad, un satélite británico. Los españoles sevieron forzados a defender sus posiciones y su acti-vidad comercial en la zona. Las pretensiones holan-desas de mantener una rivalidad con Inglaterra sedifuminaron en el mismo siglo XVII. Sólo Franciapodía oponerse a ella en condiciones de igualdadrelativa.

El dominio británico del Atlántico tenía dos punta-les débiles en ambos extremos del océano: Irlanda ylas Trece Colonias norteamericanas que demandansu autonomía se resuelven de una manera muydiversa. En Irlanda con el Acta de Unión de 1801, yaque la elite protestante necesitaba del poder impe-rial para mantener sus privilegios frente a la pobla-ción católica -este caso se repetirá en las Coloniasantillanas frente a la población esclava y en los terri-torios del recién conquistado Canadá donde lapoblación francesa preferirá el dominio de la Co-rona al de sus vecinos angloamericanos-. Mientras, lapoblación de las Trece Colonias americanas, acos-tumbradas y dotadas de una mayor autonomía, pu-dieron prescindir de la protección imperial abrién-dose paso hacia la independencia.Tras este fracaso elfuturo colonial británico estuvo fundamentalmenteen Asia, donde heredaron un sistema de poder esta-blecido desde hacia mucho tiempo, apoyado por unrégimen tributario extensivo, para el que no serequería el consentimiento de la otra parte.

Además del dominio basado en el poder político ymilitar Gran Bretaña construyó también un imperiocomercial. En un principio el control político ycomercial del Reino Unido en el océano estuvieronestrechamente unidos. Las “leyes de Navegación”,promulgadas en la década de 1650 obligaban a lascolonias inglesas a enviar sus producciones másvaliosas a Inglaterra, en barcos ingleses, y a recibir losproductos manufacturados a través de la metrópoli.El desarrollo económico de la Gran Bretaña fue labase del “Imperio Comercial Británico” en el sigloXVIII. Las dimensiones de su mercado interior, “pri-mera sociedad de consumo en sentido moderno”, lacapacidad comercial del Reino Unido y el potencialde concesión de crédito de sus comerciantes supe-raban con creces a los de las otras potencias euro-

peas. Gran Bretaña y sus colonias formaban un blo-que económico bien integrado a mediados del sigloXVIII. Las colonias norteamericanas, en especial lasdel sur, suministraban a la metrópoli productos bási-cos al tiempo que enviaban a las Antillas alimentos ymadera, y estas exportaban su azúcar, café y algodóna Gran Bretaña. Por su parte, las islas británicasenviaba productos manufacturados a todas sus colo-nias y el sistema financiero británico mantenía atodo el sistema mercantil.

Por el contrario, otros países como España oPortugal fueron incapaces de suministrar productosmanufacturados en cantidad suficiente a sus coloniasy de absorber sus exportaciones lo que aprovecha-ron los ingleses para burlar las políticas proteccio-nistas que ambos imperios ibéricos aplicaban. Endefinitiva el poderío comercial iniciado en el sigloXVIII se convirtió en una auténtica supremacía en elsiglo XIX.

C.- LA BATALLA

1.- ANTECEDENTES NAVALESEl Renacer de la Real Armada

España tras el tratado de Utrecht se encuentracon una armada prácticamente inexistente (sólocuenta con 18 navíos). Para mantenerse en unaposición competitiva con las demás naciones euro-peas se crea en 1714 la Real Armada. El ministro JoséPatiño coloca una sólida base para el resurgir de laMarina: se crean los arsenales de Ferrol, Cartagena yPuntales y una escuela náutica de la que saldrángrandes marinos.

Los navíos españoles de estaépoca se construían siguiendo losestudios del célebre AntonioGaztañeta. Estos navíos eran infe-riores a sus homólogos extranje-ros y fueron pronto superarospor el navío de setenta y cuatrocañones francés, perfeccionadopor los británicos.

Se hacía necesario modernizar los métodos cons-tructivos y los diseños navales si la Real Armada que-ría seguir compitiendo con las otras potencias euro-peas. Para ello, Fernando VI tuvo la suerte de contarcon la infraestructura necesaria basada en los cuatro

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José Patiño,Ministro de Felipe V

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grandes astilleros (Santander, Ferrol, Cádiz y Carta-gena) y con los hombres capaces de llevar a cabo di-cha tarea: Don Zenón de Somodevillla y Bengoe-chea, marqués de Ensenada y el capitán de navío Jor-ge Juan y Santacilia.

El marqués de Ensenada, que acabó rigiendo losdestinos del reino, dio a la Marina española tomó unimpulso definitivo: desde el desarrollo del sistema decomunicaciones hasta el apogeo de la construcciónnaval en los nuevos arsenales, pasando por la forma-ción científica. Al dejar el cargo, en 1755, Españatenía 42 navíos y 28 fragatas. La máxima potenciali-dad de la armada en número de buques, se alcanzóen 1790 con 117 entre navíos y fragatas.

Jorge Juan y Santacilia fue el ejecutor técnico de lapolítica naval de Ensenada. Oficial de marina, mate-mático, geógrafo y astrónomo, se ocupó de todo lorelativo para hacer realidad una industria naval mili-

tar en los diferentes astilleros –Santander, Ferrol,Cartagena y La Habana-. Como científico, participóen la expedición francesa a Hispanoamérica quedeterminó el arco de meridiano.Allí sobre las costasdel Pacífico fue testigo de la “razzia” del ComodoroAnson –futuro lord del almirantazgo británico- yelevó al ministro Ensenada extensos informes sobrela debilidad de nuestras costas y navíos.

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Antonio Gaztañeta, Colección Casa ArrietaQúa(Museo Naval de Madrid)

Estos informes del joven oficial no pasaron desa-percibidos en Madrid y Ensenada encargó a JorgeJuan la misión de espionaje industrial más depuradadel siglo XVIII español. Debía viajar a Inglaterra enuna misión supuestamente de aprendizaje de técni-cas navales, para, en realidad, montar una completared de espionaje que se infiltrara en los principalesastilleros y suministradores de la flota inglesa, apren-diendo sus técnicas y recursos más secretos. Elloimplicaba, y en este punto residía una de las mayoresdificultades de la misión, la necesidad de reclutar aun gran número de maestros de ribera, carpinteros,calafates, cordeleros y veleros ingleses para que“huyesen” a los astilleros españoles.A base de talo-nario, por supuesto. En la primavera de 1749, JorgeJuan, acompañado del también oficial José Solano yBote, futuro general de marina y Marqués delSocorro, y Pedro de Mora y Salazar, administradorcivil de la misión, parten rumbo a Inglaterra con elobjetivo de copiar el diseño de los barcos británicospara usarlos contra la Royal Navy.

El desarrollo de esta operación secreta a granescala discurre por los agitados cauces acostumbra-dos en la más novelesca historia de espionaje. Los

Jorge Juan y Santacilia, folio de Rafael Tejero(Museo Naval de Marid)