manuel delgado - lo inmaterial y la modernidad

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  • 7/31/2019 Manuel Delgado - Lo Inmaterial y La Modernidad

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    Lo inmaterial y la Modernidad

    Manuel Delgado

    En todas las sociedades hay ciertas representaciones que, en tanto remiten a aspectos

    estratgicos de su organizacin, se mantienen protegidas de cualquier trato considerado

    agraviante. Se trata de cosas sagradas, en el sentido de dotadas de un valor ritual que

    hace inaceptable cualquier trato irreverente. Esos objetos preservados pueden pertenecer

    a la esfera de lo religioso, aunque en sociedades secularizadas se desplazan a otrasinstituciones con una funcin equivalente. As, en Espaa, la persecucin legal contra

    las ofensas a la bandera o el escrpulo que rodea el tratamiento de los miembros de la

    Casa Real responden a un principio idntico al que en otros contextos prevendra contra

    la blasfemia o el sacrilegio. Esa misma lgica es la que, a nivel del individuo, nos hace

    entender como un insulto gravsimo que, por ejemplo, alguien escupa sobre la fotografa

    de nuestra madre u ofenda a nuestros difuntos.

    La reciente reaccin ante la publicacin de unas caricaturas de Mahoma se inscribe en

    ese terreno: respuesta vehemente ante lo que una colectividad considera la profanacinde los smbolos de su identidad. Ahora bien, la prensa occidental ha tratado las protestas

    mostrndolas como nuevas evidencias de la naturaleza medievalizante atribuida a la

    religin musulmana. Lo que se ha repetido es que el nudo del contencioso resida en una

    actitud intolerante del Islam ante la representacin fsica tanto del Creador como de lo

    Creado, lo que converta la reaccin suscitada en la respuesta fantica ante la

    vulneracin de un irracional tab religioso.

    La cuestin entonces vara. Una cosa es el ultraje a un smbolo sagrado del otro -en este

    caso Mahoma representado como un terrorista- y otra la impugnacin frontal de la

    legitimidad de la representacin misma de lo divino que se asigna al Islam. Por supuesto

    que tal conviccin, sin los debidos matices, es incompatible con cualquier conocimiento

    serio del anaconismo islmico, cuya raz en la ley cornica es discutible y que se basa

    en la exgesis de hadits, la autoridad de muchos de los cuales -incluso en lo que hace a

    la figuracin del Profeta- ni siquiera es reconocida por el chismo.

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    Pero lo que no parece percibirse es cmo, lejos de constituir una prueba de atraso

    cultural, el rechazo a la figuracin propio del Islam ms rigorista constata que se ha

    entendido que la incorporacin a la Modernidad -lase a la plena homogeneizacin

    cultural- pasa por desautorizar cualquier pretensin de que el mundo fsico pueda actuar

    como va de manifestacin de lo trascendente.

    se es precisamente uno de los temas centrales de la gran corriente del hanbalismo sun

    que practic la iconoclastia en su expansin, desde el siglo XVIII y hasta ahora: los

    wahabitas y sus diferentes escuelas.

    Y es as que los talibanes deobants que hace unos aos volaban los budas gigantes de

    Bamiyn reproducan el gesto que haba presidido las revoluciones suiza, inglesa u

    holandesa siglos atrs o la espaola ahora har siete dcadas, en una de las ms masivas

    destrucciones de arte religioso que han conocido todos los tiempos. Ejerciendo la

    obsesin contra cualquier presunto indicio directo de lo divino -esa iconofobia presenteen el judasmo, pero ajena a casi todas las dems tradiciones religiosas, con excepciones

    como ciertas sectas del budismo hinayana o el jainismo digambara-, el islamismo ms

    rgido se instalaba en ese mismo punto de arranque del proceso modernizador que

    fueron las revoluciones culturales puritanas en la Europa del siglo XVI -que tambin

    llegaron a prohibir la msica-, de las que el Islam primitivo poda reclamarse precursor.

    En efecto, fue el propio Mahoma en persona quien, destruyendo los dolos de la Kaaba,

    haba anticipado la furia de calvinistas y anabaptistas contra los smbolos de Dios. En

    eso consisti la ruptura con lo que hasta entonces haba sido la continuidad entreexperiencias fsicas y experiencias intelectuales, que en el plano religioso conduca a

    una dependencia excesiva respecto de la naturaleza en orden a proveerse en ella de

    mediaciones con el Supremo. La analoga con lo inefable no poda considerarse sino

    corruptora de la comunicacin con Dios, en tanto que, al establecer que lo sobrenatural

    poda manifestarse en o a travs de una cosa o imagen, desviaba del conocimiento de la

    Verdad, que es inmanente y, en consecuencia, cognoscible slo mediante la experiencia

    subjetiva. Lo espiritual slo puede ser percibido espiritualmente; no puede haber

    soporte material para lo inmaterial; no es posible imaginar la inimaginable

    omnipresencia de Dios.

    La intolerancia ante cualquier pretensin de formalizar lo invisible fue el requisito que

    permiti la irrupcin en escena de un personaje indito que devendra fundamental: el

    sujeto, nica entidad con derecho y capacidad para encontrar en su fe interior un nexo

    con la divinidad. se fue el argumento que defendiera Johan Huizinga enEl otoo de la

    Edad Media, que, en 1930, ya estableca que fue en los lmites impuestos a la hora de

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    investir lo perceptible de la grandeza de Dios, donde realmente se produjo el trnsito de

    la Edad Media a la Modernidad. A partir de entonces, slo una rectitud trascendente,

    inalterable, de espaldas y hostil al mundo, basada en la obediencia ciega a los preceptos

    abstractos e irrepresentables de un texto divino poda garantizar la rectitud y la

    previsibilidad de las acciones humanas.

    Con ello, el dogmatismo del Islam salafita poda y puede poner hoy de manifiesto hasta

    qu punto el mensaje del Profeta era plan y promesa de modernizacin y que era en su

    olvido donde los pueblos islamizados deban encontrar, como castigo, la gnesis de su

    postracin.