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MANUAL DEL FACILITADOR

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SIGLAS Y ABREVIATURAS

LIBROS BÍBLICOS

Am Amós Col Colosenses 1 Cor 1 Corintios 2 Cor 2 Corintios Ef Efesios Ex Éxodo Gn Génesis Gal Gálatas

Heb Hebreos Hch Hechos de los Apóstoles Is Isaías Jr Jeremías Jn Juan 1 Jn 1 Juan Lc Lucas Mc Marcos Mt Mateo

Os Oseas 1 Pe 1 Pedro Rom Romanos 2 Tim 2 Timoteo

DOCUMENTOS DEL CONCILIO VATICANO II LG DV GS

Lumen Gentium. Constitución Dogmática sobre la Iglesia. Dei Verbum. Constitución dogmática sobre Divina Revelación. Gaudium et Spes. Constitución Dogmática sobre la Iglesia en el mundo actual.

DOCUMENTOS PONTIFICIOS Y EPISCOPALES CFL DA DIA DG DSD ECUCIM HP IL IPOC OPPE OPFA OPFM OPFV PP PPCP RMi

Christifideles Laici (Vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo). Exhortación apostólica de Juan Pablo II (30.12.1998). Documento de Aparecida. V Conferencia General del Episcopado latinoamericano. Aparecida. Brasil 2007. Discurso inaugural de Aparecida. Decreto General del II Sínodo del Arquidiócesis de México 2003. Documento de Santo Domingo. IV Conferencia General del Episcopado latinoamericano. Santo Domingo. República Dominicana 1992. Evangelización de las culturas de la Ciudad de México, II Sínodo Arquidiocesano (4.05.1995). Hacia el plan pastoral de la Arquidiócesis de México. Proceso Arquidiocesano del II Sínodo y del Gran Jubileo del año 2000. Instrumentum Laboris. XII Asamblea general ordinaria del Sínodo de Obispos, 2008. Instrucción pastoral sobre la oración cristiana. Arquidiócesis de México, 1999. Orientaciones Pastorales 2006, El Proceso Evangelizador como seguimiento de Jesús. Orientaciones Pastorales 1996, Acerca de la Formación de Agentes Laicos para Acciones Específicas. Orientaciones Pastorales 2009, Formarnos para continuar la Misión en la ciudad, Arquidiócesis de México. Orientaciones Pastorales 2008, Formarnos para la vida cristiana, Arquidiócesis de México. Plan Pastoral para 1998. Arquidiócesis de México. Plan Pastoral 2002, Consolidar el Proceso Misionero. Arquidiócesis de México. Redemptoris Missio (La misión del redentor). Carta encíclica de Juan Pablo II (07.12.1990).

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PRESENTACIÓN

El MANUAL PARA EL FACILITADOR se propone como subsidio para atender la formación de facilitadores o de futuros facilitadores; desea ser un medio eficaz para el plan pastoral de la Arquidiócesis de México. Los lineamientos que sustenta están tomados de las orientaciones pastorales del 2009, los documentos del Magisterio que a éste propósito contribuyen y fundamentalmente de la Palabra de Dios. El contenido El Manual desarrolla en veinte temas, un proceso que sistematiza, consolida y da continuidad a lo que aprende y vive el facilitador o futuro facilitador. Cada tema aborda de manera breve, sencilla y clara, la información fundamental necesaria. Esto posibilita el crecimiento gradual de todas las dimensiones de la persona que se forma como facilitador y, por ende, de sus futuros interlocutores. El Manual invita a tener a Jesús en el centro de la formación cristiana. Este subsidio lo integran cuatro grandes apartados:

• Marco teórico de la formación. • Interlocutores. • Metodología. • Ambientes.

Se trata de un recurso necesario para comprender el contexto, criterios y aprender la pedagogía que soportan la serie de dieciocho Manuales de Formación Básica. Es también una herramienta para que quienes acompañan a otros en esta formación, puede sacar provecho a los elementos pedagógicos que aparecen en los Manuales. El objetivo general del Manual, sintetiza las intenciones para esta etapa formativa de los facilitadores, que insertos en sus ambientes pastorales, sean levadura para muchos más. OBJETIVO GENERAL Promover la formación integral de los facilitadores, mediante la adquisición de los elementos necesarios para acompañar a otros a recorrer el itinerario de la formación básica. El Manual permitirá al facilitador:

• Reflexionar el marco doctrinal y pastoral bajo el cual se realiza la formación básica. • Conocer lo distintivo de cada etapa de formación y la relación entre ellas. • Reconocer las características y perfiles de los facilitadores e interlocutores de la formación básica. • Descubrir el servicio de facilitador como una vocación evangelizadora. • Conocer la estructura, elementos pedagógicos y criterios presentes en los dieciocho manuales para

la formación básica de los agentes. • Adquirir nociones básicas del aprendizaje de adultos. • Desarrollar las habilidades y actitudes necesarias para el manejo de los Manuales.

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Tema 1. Formar al estilo de Jesús

Formar discípulos es acompañar a otros en su proceso de conversión y seguimiento de Cristo.

ENLACE - Toda formación cristiana tiene su fuente en Jesucristo vivo y resucitado. Sin una referencia a él, la formación podría ser humana, más no cristiana.

- Jesús es el Camino que habremos de recorrer, la Verdad que hemos de buscar y la Vida que alcanzaremos. Por ello, este primer tema nos invita a buscar en Jesús los fundamentos que iluminen la importante tarea apostólica que realizamos: acompañar a otros en su proceso de formación.

OBJETIVO - Descubrir en Jesús al Maestro, contenido y

modelo de todo proceso formativo.

- Seguir la pedagogía que utiliza Jesús para formar a sus discípulos, como itinerario para la formación cristiana.

En síntesis

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Desarrollo del tema LA PALABRA Pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a Simón y

a su hermano Andrés que estaban echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres. Ellos dejaron inmediatamente las redes y lo siguieron.

Marcos 1, 16-18 Yo soy la vid, ustedes las ramas. El que permanece unido a mí, como yo estoy unido a él, produce mucho fruto; porque sin mí no pueden hacer nada.

Juan 15, 5 OTROS TEXTOS: Jn 1, 35-42. 1. La formación cristiana consiste en seguir a Cristo Formación viene del latín formare y significa “dar forma”. Refiriéndonos a nuestra propia persona, supone dejarnos moldear de acuerdo a algo o alguien. La formación abarca muchos aspectos de nuestro ser: la persona, las actitudes, los valores, los compromisos. Para los cristianos, la formación consiste en hacernos cada vez más como Jesús:

Aprendan de mí, que soy sencillo y humilde de corazón… (Mt 11, 29). “Aprendan de mí”, “sean como yo”, ¡he aquí nuestro programa de formación! La existencia cristiana consiste precisamente en el seguimiento de Cristo, en responder al llamado de Jesús que dice: ¡Sígueme! (cf. Lc 5, 27b). La formación cristiana implica un crecimiento personal y comunitario por el que vamos adoptando los valores, las preferencias y los compromisos de Jesús y, va más allá de “saber” o “conocer” cosas acerca de Dios o la Biblia. 2. Jesús, Maestro, contenido y modelo del proceso formativo En diversos pasajes del Evangelio, Jesús es llamado “Maestro” (cf. Mc 9, 5; 10, 51). Los discípulos y la gente lo reconocieron así y verdaderamente lo era. Él es Camino, Verdad y Vida (cf. Jn 14, 6). Pero Jesús era un Maestro especial, diferente, ya que enseñaba con autoridad (cf. Mc 1, 22) y con verdad:

Maestro, sabemos que eres sincero y que no te dejas influir por nadie… sino que enseñas con verdad el camino de Dios (Mc 12, 14). Al enseñar, Jesús no exponía su propio conocimiento, sino lo que el Padre le comunicaba:

Yo no hago nada por mi propia cuenta, solamente enseño lo que aprendí del Padre (Jn 8, 28b). Así, Jesús se convierte en un modelo para toda persona que quiera acompañar a otros en su acercamiento a Dios. Más aun, él es el verdadero Maestro, lo demás (métodos, programas) son solamente medios. Es a él a quien comunicamos y, por tanto, es también el contenido.

3. Formar al estilo de Jesús Jesús empleó un estilo especial para formar a sus discípulos. Su pedagogía fue gradual y estuvo llena de sabiduría y de un conocimiento profundo de la respuesta humana (cf. Jn 2, 25):

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Subió después a la montaña, llamó a los que él quiso y se acercaron a él. Designó entonces a Doce, a los que llamó apóstoles, para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar con poder de expulsar a los demonios (Mc 3, 13-15).

En el proceso de formación de los apóstoles, destacan: la iniciativa de Jesús que llama, el encuentro, la conversión, el discipulado, la comunión y la misión. Este es el mismo itinerario que estamos llamados a recorrer todos los discípulos y misioneros de Jesucristo. Un camino que consiste en vivir en intimidad con él, imitar su ejemplo y dar testimonio (cf. DIA 3). 4. El encuentro con Jesucristo El punto de partida del proceso formativo es el encuentro con Jesús. El seguimiento de Jesús parte de la experiencia fascinante de haber hallado a Cristo. Los Evangelios muestran muchos ejemplos en los que después del encuentro con Jesús ya nada vuelve a ser igual. Andrés y Juan al ver pasar a Jesús le preguntan: Maestro, ¿Dónde vives? (Jn 1, 38b); sorprendidos, acogen la invitación de Jesús –Vengan y lo verán - y, pasan aquel día con él (cf. Jn 1, 39). Este momento fue una experiencia única, que dejó a los discípulos marcados para siempre. Toda formación buscará llevar a la persona al encuentro con Jesucristo y renovarlo constantemente:

El itinerario del discípulo misionero tiene un carácter personal: se trata de que cada uno se encuentre con Jesús. Para el que quiera seguirlo no existe otra fuente alterna de conocimiento (OPFM 23). 5. La conversión El encuentro suscita una respuesta. Para quien se abre a la acción de Dios, lo siguiente es la conversión. Convertirse es decidir ser amigo de Jesús e ir tras él, cambiar la forma de pensar y de vivir (cf. DA 278). La cercanía con Jesús hace a Pedro descubrir sus limitaciones y exclamar:

Apártate de mí, Señor, que soy un pecador (Lc 5, 8b). Pero la conversión no es un momento, es el punto de partida de un proceso y el mismo Pedro reconocerá que necesita volver nuevamente a los criterios de Jesús:

Jesús, dirigiéndose a Pedro le dijo:… Eres para mí un obstáculo, porque no piensas como Dios, sino como los hombres (Mt 16, 23). El itinerario de formación requiere retornar constantemente a la conversión personal y comunitaria.

6. El discipulado Jesús llamó a sus discípulos y los instruyó de modo cercano, personal, concediéndoles el privilegio de estar cerca de él y comprender: A ustedes Dios les concede conocer los misterios del Reino de los cielos… Dichosos ustedes por lo que ven sus ojos y por lo que oyen sus oídos (Mt 13, 11. 16). Los discípulos aprendieron mirando, escuchando y atestiguando: el camino de las Bienaventuranzas, el amor, el servicio, la fraternidad, la misericordia, la búsqueda de la justicia… en suma, los valores y los criterios de Jesús (cf. Mt 5-6). Jesús también les mostró que el camino de la cruz era parte de su discipulado: Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz y me siga (Mt 16, 24). El discipulado es un proceso de toda la vida. Quien acompaña a otros en el camino del discipulado, tendrá que mantener presente que solo viviendo profundamente su propio discipulado será capaz de atraer a otros al seguimiento de Cristo. 7. La comunión

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Jesús les hizo un llamado personal y a la vez comunitario a sus discípulos. El número Doce, representa el Nuevo Israel, la ekklesía o comunidad de bautizados. El vivir la experiencia de fe en común-unión con otros es esencial al cristianismo:

Quiso… Dios santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados entre sí, sino constituirlos en un pueblo que le conociera en la verdad y le sirviera santamente (LG 9). En el seguimiento de Cristo crecemos con los otros y a través de los otros. Una formación auténticamente cristiana llevará a fortalecer la experiencia comunitaria, tal cual fue el deseo de Jesús:

Te pido que todos sean uno lo mismo que lo somos tú y yo, Padre (Jn 17, 21). 8. La misión Los que entraron en contacto con Jesús se sintieron movidos a anunciarlo, y a dar testimonio del encuentro. Tal ha sido la experiencia de la samaritana quien va a decir a su gente: Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho (Jn 4, 29). Jesús prepara a sus seguidores para que sean misioneros y vayan a anunciar el Reino (cf. Lc 9, 1-6). Este será un mandato después de la resurrección y el envío del Espíritu Santo (cf. Mt 28, 19-20). Ser discípulos y misioneros son dos rostros de la misma tarea (cf. DA 146). La misión es inseparable del discipulado, por lo cual no debe entenderse como una etapa posterior a la formación (DA 278).

9. La fuerza del Espíritu Jesús sabe que el itinerario del discípulo y misionero no es fácil, por lo que nos envía el Espíritu Santo. Desde Pentecostés, el Espíritu fecunda a la Iglesia y la llena de dones y carismas (cf. 1 Cor 12, 1-11). Es, por medio de esos dones, que la comunidad de discípulos se fortalece en el tiempo. El Espíritu continúa suscitando misioneros decididos y valientes como Pedro y Pablo (cf. Hch 4, 13; 13, 9-10) y continúa guiando la misión de la Iglesia (cf. Hch 13, 2) (cf. DA 149-150). La tarea formativa habrá de ser una experiencia que deje su lugar al Espíritu, el Maestro interior:

El Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, hará que recuerden lo que yo les he enseñado y les explicará todo (Jn 14, 26).

ACTIVIDADES INDIVIDUALES

- Lectura reflexiva de los números 129-163 del Documento de Aparecida.

- Reflexiona si tu discipulado es convincente para formar a otros, en el discipulado y misión de Jesús.

GRUPALES Comentar las siguientes preguntas: - ¿Cuál es la diferencia entre formar y dar clase? - ¿Qué tendríamos que hacer para que la formación que impartimos lleve a las personas a un auténtico discipulado y compromiso cristiano?

EVALUACIÓN � ¿En qué consiste la pedagogía de Jesús? Confróntala con tu propia manera de aprender-enseñar.

PARA SEGUIR DESCUBRIENDO � Documento de Aparecida. V Conferencia General del Episcopado latinoamericano. Aparecida. Brasil

2007. nn. 129-163 y 276-278. � N. CARDENAL RIVERA CARRERA, El proceso Evangelizador como seguimiento de Jesús, Orientaciones

Pastorales, 2006, Arquidiócesis de México, nn. 12-49.

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Tema 2. La formación, un proceso que toma en cuenta a toda la persona

Formar discípulos es tomar en cuenta las diferentes dimensiones de la persona humana.

ENLACE - En el tema anterior vimos que Jesús es el Maestro, modelo y contenido de todo proceso formativo cristiano. En él habremos de inspirarnos para acompañar a otros hermanos en el seguimiento de Cristo.

- Ahora veremos, que formar personas, requiere considerar la complejidad del ser humano y atender a sus dimensiones de desarrollo.

OBJETIVO - Descubrir que la formación consiste en

acompañar a la persona para que integre, de manera armónica, todas las dimensiones en su relación de fe, vida y servicio.

- Valorar cómo la formación ha de incidir en cada una de las dimensiones de la persona.

En síntesis

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Desarrollo del tema LA PALABRA A este Cristo anunciamos nosotros, corrigiendo e

instruyendo a todos lo mejor que sabemos para que podamos presentar a todos plenamente maduros en su vida cristiana. Por eso me fatigo y lucho, sostenido por la fuerza de aquél que actúa poderosamente en mí.

Colosenses 1, 28-29 OTROS TEXTOS: Ef 1, 17-19; 3, 14-19; Col 1, 9-10. 1. La persona humana, unidad biológica, psicológica, social y espiritual

Cuando nos acercamos a una persona o nos descubrimos a nosotros mismos podemos ver que cada uno somos seres únicos y complejos. Tenemos funciones vitales, emociones, nos relacionamos con la naturaleza, con las demás personas, podemos entrar en nosotros mismos y hablar con Dios. La persona no es un ser meramente espiritual, ni solamente material, sino una síntesis de ambas cosas (cf. GS 14). Hoy, la ciencias antropológicas o humanas no tienen reparo en afirmar que la persona es “unidad bio-psico-social-espiritual”*. Con frecuencia se piensa que la religión busca formar a la persona solo en su dimensión espiritual. No es así, cuando Jesús se acercaba a los enfermos, les proporcionaba la salud física y la espiritual. Jesús mostró una preocupación por la persona entera en su dimensión tanto física como espiritual (cf. RMi 14).

2. La persona entera es llamada a vivir su experiencia de fe Cada persona es amada por Dios e invitada a entrar en comunión con Él, desde su condición concreta: su cultura, su presente, su ambiente… Todo lo que la persona es y hace, entra en el designio divino de Dios (cf. CFL 59). Ser cristiano no significa llevar dos vidas paralelas: una secular o mundana, ocupándose de todo lo que no tiene que ver con Dios y otra espiritual, que sí tiene que ver con Él. La Iglesia ha hecho énfasis en que la formación ha de abarcar todas las dimensiones de la persona y su contexto particular; de lo contrario, la formación contribuiría a ahondar la separación entre fe y vida y, lo que se busca es fomentar la unidad (cf. CFL 59-60). La formación de comunidades ha de tomar en cuenta estos mismos criterios. Es necesario considerar los procesos y la situación particular de cada quien. Por todo ello se afirma que la formación ha de ser integral.

3. La formación como proceso integral El documento de Aparecida (cf. DA 279-285), muestra las diferentes dimensiones que es preciso tomar en cuenta en la formación: la humana, comunitaria, espiritual, intelectual, pastoral y misionera. Estas dimensiones han brotado del mismo proceso pedagógico que Jesús siguió con sus discípulos. Para que la formación sea integral habrá de incidir en todos estos aspectos de manera armoniosa. Aunque sabemos que la formación espiritual ha de ocupar un puesto privilegiado en la vida de cada uno

PERSONA : Ser bio-psico-social-

espiritual. • Bio (biológico), sus

funciones la asemejan a

los demás seres vivos.

• Psico (psicológico),

presenta conductas y

emociones diversas.

• Social, es un ser

comunitario.

• Espiritual, es capaz del

diálogo con Dios.

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(cf. CFL 60), el crecimiento de la persona no será armónico sin el acompañamiento y respeto en la integración de todas sus dimensiones de desarrollo.

4. La dimensión humana Formar la dimensión humana es acompañar a la persona para que reconozca, acepte, valore, sane, viva en equilibrio y alcance la plenitud en los siguientes aspectos: corporalidad, sexualidad, afectividad, libertad, historia personal, ambiente, intereses, capacidades... En suma, todo lo que tiene que ver con el desarrollo de la personalidad para forjar hombres y mujeres maduros y libres, capaces de entablar relaciones armónicas con sus semejantes, en su realidad y abiertos a Dios.

5. La dimensión comunitaria El ser humano es un ser sociable por naturaleza. En medio de una comunidad crece, se desarrolla, vive y forja sus valores. Desde el principio, el hombre ha sido llamado a integrar una común-unión de mujer y varón (cf. Gn 2, 24). Como imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,27) la persona madura en la medida que se da a los otros. Esto es la esencia del Amor, porque Dios es amor (cf. 1 Jn 4, 16). Formar la dimensión comunitaria es acompañar para vivir no como individuos aislados, sino en función de un proyecto comunitario; es armonizar las necesidades de la persona y los objetivos de la comunidad, avanzar juntos, perseguir objetivos comunes, fomentar valores comunitarios. En suma, formar para ser y hacer Iglesia.

6. La dimensión espiritual La persona es un ser espiritual porque en su ser hay rasgos que la asemejan a Dios, por eso es capaz de dialogar con Él como un amigo (cf. Ex 33, 11), es invitada a vivir la vida eterna (cf. Jn 3, 16). Después del bautismo, el Espíritu habita en los cristianos (cf. Jn 14, 17). Formar la dimensión espiritual es un cometido de primer orden, significa acompañar a la persona y a la comunidad a vivir según el Espíritu, abierta a su acción, a sus dones, a sus mandatos (cf. Gal 5, 16-26). Es acompañarla a crecer en la intimidad con el Señor, a vivir cada vez más conforme a la voluntad del Padre mediante la entrega a los hermanos por la caridad y la justicia (cf. CFL 60).

7. La dimensión intelectual El hombre es un ser capaz de nutrir su inteligencia y crecer en conocimiento y sabiduría de Dios. Aquí se ubica la formación cultural, doctrinal, bíblica y teológica. Crecer en lo anterior capacita a la persona para el discernimiento, el juicio crítico y el diálogo sobre la realidad y la cultura (cf. DA 280). Esto es necesario en la época actual, especialmente tratándose de los laicos:

Se revela hoy cada vez más urgente la formación doctrinal de los fieles laicos, no sólo por el natural dinamismo de profundización de su fe, sino también por la exigencia de «dar razón de la esperanza» que hay en ellos, frente al mundo y sus graves y complejos problemas (CFL 60). Aunado a ello se insiste en la importancia de conocer también la Doctrina social de la Iglesia.

8. La dimensión pastoral y misionera

La formación cristiana nos lleva a ser mejores personas y a desarrollar una vida auténticamente cristiana, nos prepara también para ser misioneros y fermento en el mundo de hoy. Jesús dirigió sus esfuerzos con sus discípulos para que fueran como él, misioneros. Por ello, formar la dimensión pastoral y misionera es esencial al cristianismo.

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La Iglesia recuerda hoy más que nunca, que ha nacido para ser enviada, y, por tanto, cada uno de los cristianos estamos llamados a desarrollar y poner en práctica esta dimensión, como actitud, independientemente de la actividad que realizamos. Dado que muchos de los destinatarios de estos Manuales son cristianos comprometidos en alguna tarea apostólica, es necesario apoyarlos para desarrollar las dimensiones pastoral y misionera. Dichas dimensiones son el cometido principal de esta formación.

9. La formación, respetuosa de los procesos Precisamente porque la formación ha de ser integral, considera las múltiples dimensiones de la persona y ha de ser respetuosa de los procesos individuales y comunitarios: Llegar a la estatura de la vida nueva en Cristo, identificándose profundamente con Él y su misión, es un camino largo, que requiere itinerarios diversificados, respetuosos de los procesos personales y de los ritmos comunitarios, continuos y graduales (DA 281).

10. Formar es acompañar La experiencia de los primeros siglos de la Iglesia, en la que tuvo su apogeo el catecumenado, nos recuerda que formar no es enseñar o adoctrinar, sino acompañar, apadrinar a otros en hacerse cada día más como su Maestro, es ser un hermano mayor en la fe, crecer en común con los demás miembros de la comunidad eclesial y comprometerse con ella en su tarea de extender el Reino de Dios aquí y ahora.

ACTIVIDADES INDIVIDUALES

- ¿Te conoces? Prepara una “radiografía” de tu persona identificando tus rasgos físicos, psicológicos, sociales y espirituales (relación con Dios). Descríbete.

- ¿Qué rasgos de mi persona tengo que desarrollar o fortalecer para ser una persona que vive de forma integral sus dimensiones?

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FISICOS ¿Cómo soy? Descríbete

PSICOLÓGICOS

¿Cuáles es m

i

carácter?

ESPIRITUAL

¿Cómo

construyo mi

relación con

Dios?

Mis valores son

APOSTÓLICA

Y

PASTORAL Mi

apostolado es:

iINTELECTUAL

Estudié

He leído

SOCIAL:

Tengo buenas relaciones

en:

Familia

Trabajo/escuela

Amigos

GRUPALES - ¿Cuándo formamos a las personas, qué dimensiones de las mencionadas en el desarrollo del tema hemos olvidado?

- ¿Cómo podríamos integrarlas en el proceso de formación que realizamos?

EVALUACIÓN � ¿Cuándo formo a otros, enseño, acompaño, ayudo; cómo? � ¿Busco integrar todas las dimensiones de la persona; cómo?

PARA SEGUIR DESCUBRIENDO Christifideles Laici. Exhortación apostólica de Juan Pablo II sobre la vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo, nn. 59-61.

� Documento de Aparecida. V Conferencia General del Episcopado latinoamericano. Aparecida. Brasil 2007, nn. 279-285.

� E. PEÑA, Los laicos, discípulos. Folleto A la luz de Aparecida n.12, CELAM, Bogotá 2008. pp. 19-34.

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Tema 3. Formar para llevar a cabo el plan pastoral de la Arquidiócesis

Nuestra principal tarea: formar laicos que inculturen el Evangelio en la pluralidad de culturas de la ciudad y lleguen a las familias y jóvenes, a los pobres y alejados.

ENLACE - En el tema anterior vimos que la formación ha de ser integral, es decir, desarrollar todas las dimensiones de la persona.

- Ahora veremos, que los cristianos vivimos nuestra fe insertos en una comunidad eclesial concreta, y que la formación ha de tomar un tinte especial, el de las necesidades de la iglesia particular.

- La formación de agentes de pastoral es una de las prioridades de la Arquidiócesis de México y ésta se integra a su proyecto pastoral. Por ello, vamos a conocer, en qué consiste el plan pastoral de la Arquidiócesis y el papel que tiene la formación.

OBJETIVO - Identificar las principales líneas del proyecto pastoral de la Arquidiócesis.

- Valorar la importancia de la formación en el proyecto pastoral.

- Descubrir las directrices que se han dado acerca de la formación de los laicos.

En síntesis

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Desarrollo del tema LA PALABRA Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos y

bautícenlos para consagrarlos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, enseñándoles a poner por obra todo lo que les he mandado. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos.

Mateo 28, 19-20 OTROS TEXTOS: Mt 5, 14-16; Rom 12, 4-5; Jn 15, 16. 1. La Iglesia arquidiocesana se reúne para reflexionar sobre su caminar: El Sínodo

En 1992 se llevó a cabo un Sínodo* en nuestra Arquidiócesis, en él se reunieron obispos, presbíteros, religiosos, religiosas, diáconos, laicos y laicas para reflexionar sobre el caminar pastoral de nuestra iglesia particular. El propósito de la reunión fue encontrar caminos para un nuevo proyecto evangelizador en la Ciudad de México. El gran tema de reflexión del Sínodo fue:

“Los grandes Desafíos de la ciudad de México a la Nueva Evangelización de la Iglesia Particular que está en Ella” (DG 4).

2. Un proyecto misionero para una iglesia misionera La Iglesia se sabe enviada por Jesús a hacer discípulos a todos los pueblos (cf. Mt 28, 19). Como Jesús, el Misionero por excelencia, ella quiere anunciar la Buena Nueva del Reino en todas partes (cf. Mc 1, 15). Porque la Iglesia es esencialmente misionera, y vive para evangelizar, nuestra Arquidiócesis se declara como una iglesia en estado de misión* permanente (cf. DG 35). De esta manera, uno de sus cometidos en cuanto a la formación es contribuir al desarrollo de la conciencia misionera de todos sus miembros, especialmente de aquellos cristianos laicos, dispuestos a comprometerse en la misma misión de Jesús, anunciar el Reino.

3. La Nueva Evangelización, un proyecto misionero que busca hablar a la cultura actual Hablar de “Nueva Evangelización” es llevar a cabo la tarea esencial de la Iglesia, pero con una característica especial, evangelizar la cultura. La acción no es novedosa, ya San Pablo tuvo la habilidad de saber predicar a los hombres de su tiempo (cf. ECUCIM 105). El Papa Juan Pablo II planteó la necesidad de emprender una Nueva Evangelización: nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión (cf. DSD 28). La Iglesia arquidiocesana, adopta la Nueva Evangelización, como otro de los ejes clave de su proyecto pastoral (cf. DG 5-7). En términos de la formación implica acompañar a los agentes de pastoral para renovar sus métodos y saber encarnar el mensaje del Evangelio en su propia cultura y en las culturas presentes en la ciudad de México.

4. Un proyecto misionero que busca llegar a la cultura de la ciudad La pluralidad de culturas de la ciudad de México es el ambiente en el que se ha de desarrollar el proyecto pastoral (cf. DG 25). Esto requiere tomar en cuenta los valores, expresiones, cosmovisión de

SÍNODO Es una reunión convocada y

presidida por el Obispo para

tratar asuntos relacionados con

una iglesia local (diócesis) ó

de un conjunto de iglesias

(país o continente).

IGLESIA EN ESTADO DE MISIÓN

He aquí uno de los ejes más

importantes del proyecto

pastoral.

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las personas de la ciudad. Surge así otra línea clave del Sínodo: la inculturación del Evangelio en la pluralidad de culturas de la ciudad de México (cf. DG 5, 6). En el plan pastoral, lo anterior implica encauzar a la persona para dialogar con la cultura de la ciudad, reconocer sus valores y dejarse enriquecer por ellos, llevar el Evangelio como fermento a la cultura (cf. ECUCIM 166-167). Lo anterior supone conocimiento y comprensión de la cultura y de los factores que la influyen.

5. Los destinatarios del proyecto misionero Jesús anunció el Reino de Dios a todos los hombres sin distinción, privilegiando en su mensaje a los pobres y alejados. Es por eso que el proyecto misionero de la Arquidiócesis busca llegar de manera especial a esos grupos. En la actualidad, la familia y los jóvenes manifiestan, un preocupante derrumbe de valores humano-cristianos y reclaman con urgencia una Nueva Evangelización (cf. DG 63-66). La formación de los agentes tiene la tarea de prepararlos para que atiendan a los destinatarios prioritarios.

6. Características del proyecto La naturaleza del proyecto misionero requiere que la pastoral se distinga por ser: • Encarnada. Capaz de insertarse en la vida, a ejemplo de Jesús que se encarnó entre nosotros (cf. DG

42). • Testimonial. Que las acciones, personales y comunitarias, estén acompañadas de la práctica de los

valores evangélicos. • Social. Que la pastoral social esté presente como característica y compromiso de todos (cf. DG 58). • Dialogante. Como herramienta para poder inculturar el Evangelio. Este habrá de darse con diversos

interlocutores (DG 52-60): la cultura, otros hombres de buena voluntad y, otras confesiones cristianas (ecumenismo).

La formación buscará que quienes participen desarrollen estas características como actitud, compromiso y habilidad.

7. Los agentes El proyecto misionero requiere que los agentes de pastoral desarrollen ciertas cualidades, las cuales habrán de ser tomadas en cuenta en la formación (cf. DG 293 ss.):

• Identidad: poseer una clara conciencia de su identidad, vocación y misión evangelizadora; trabajar en comunión con los demás miembros de la Iglesia de forma corresponsable y fraterna.

• Actitudes: sensibilidad apostólica, apertura al cambio, actitudes positivas frente a sí mismos y a los demás, disponibilidad para una formación permanente.

• Espiritualidad: experimentar el encuentro con Jesucristo, ser testigos del Reino de Dios, llevar una vida espiritual sólida y en constante proceso de conversión.

8. El papel de los laicos en el proyecto misionero

Los laicos juegan un papel fundamental en el proyecto misionero ya que, junto con los presbíteros, religiosos y religiosas, son corresponsables de llevar adelante este plan pastoral. Por su condición, de vivir inmersos en la familia, el trabajo, las comunicaciones, la educación…, su contribución es invaluable. Los fieles laicos son, a la vez, agentes de la evangelización de la cultura y destinatarios de la misma. La formación de laicos es una tarea prioritaria dirigida a: acompañarlos a descubrir la grandeza de su vocación y misión y, promoverlos para que se transformen en apóstoles capaces de actuar en la sociedad (cf. ECUCIM 2469 ss.).

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9. Los medios Son los recursos, actividades o ambientes, con los que contamos para llevar a cabo el proyecto misionero. En el Sínodo, la palabra “Medios” pide tomar en cuenta el proceso gradual de crecimiento de la fe, que va, desde su despertar, hasta el compromiso misionero evangelizador. Entre los medios más importantes se tienen: (cf. ECUCIM 2745 ss.). • El testimonio. • La religiosidad popular. • El anuncio explícito de la fe en Jesucristo. • Una catequesis graduada, renovada y adaptada a los destinatarios. • La oración, personal y comunitaria. • La liturgia, con una renovación de la práctica de los sacramentos. • La promoción del laicado. • La educación. • El conocimiento de la Doctrina social de la Iglesia. • El uso de los medios masivos de comunicación social.

10. La formación para el proyecto misionero El proyecto misionero requiere contar con agentes bien formados (cf. DG 293 ss.), por lo que, la formación es prioritaria en este plan pastoral. Sin agentes debidamente formados, el proyecto no adelantará. La formación tendrá que desarrollar los siguientes rasgos: • Ser una formación cristiana. • Con sentido social. • Apostólica y misionera. • Eclesial, es decir, que desarrolle el sentido comunitario, llevando a superar el aislamiento y anonimato e individualismo de muchos cristianos.

• Adecuada, permanente e integral. ACTIVIDADES

INDIVIDUALES - Leer en ECUCIM los números 2469-2506

correspondientes a los agentes laicos.

GRUPALES - Por parejas elegir una parte del Documento

“Decreto general” y exponerla en el grupo, utilizando alguno de los siguientes recursos didácticos: • Cartel • Esquema • Diálogo • Representación

EVALUACIÓN • En la formación en la que participas como facilitador, ¿tienes presentes las características del

proyecto pastoral, cómo las aplicas? • ¿Qué medios puedes integrar en tus acciones como formador de agentes laicos?

PARA SEGUIR DESCUBRIENDO � Evangelización de las Culturas de la Ciudad de México (ECUCIM). II Sínodo Arquidiocesano de la

Ciudad de México. 1995, nn. 2469 – 2506 en http://www.vicariadepastoral.org.mx/doc_ecucim/default.htm.

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Tema 4. La formación, un itinerario a recorrer

Ser discípulo y misionero requiere de un proceso gradual de maduración en la fe.

ENLACE - En el tema anterior vimos que la formación constituye parte integral del proyecto misionero: la Evangelización de las culturas en la ciudad de México.

- La formación es un proceso gradual con varias etapas. En este tema de estudio clarificaremos cada una de ellas.

OBJETIVO - Identificar cada una de las etapas que

integran el itinerario de formación, clarificando sus momentos y contenidos.

- Descubrir en el propio itinerario de formación las necesidades que hemos de cubrir para crecer como discípulos y misioneros, formadores de otros discípulos.

En síntesis

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Desarrollo del tema LA PALABRA Así pues, ya que han aceptado a Cristo Jesús, el

Señor, vivan como cristianos, enraizados y edificados sobre él, firmes en la fe, como se les ha enseñado, y permanentemente den gracias.

Colosenses 2, 6-7

Oren también por nosotros, a fin de que el Señor nos facilite la tarea de anunciar el plan salvífico de Dios en Cristo, por el cual yo estoy encadenado, y pueda darlo a conocer con las palabras oportunas.

Colosenses 4, 3-4 OTROS TEXTOS: Ef 6, 18-20.

1. La formación en la Arquidiócesis El plan pastoral de la Arquidiócesis imprime características peculiares al proceso de formación. Para esta iglesia particular la formación propone:

El necesario desarrollo cristiano de los laicos en su dimensión personal y comunitaria, con las actitudes evangélicas, las aptitudes y las habilidades prácticas que los capaciten para ser portadores de la Buena Nueva del Reino, no solo en los lugares donde habitan, sino también en los sectores o ambientes humanos que brotan del trabajo, de la vida cultural, del esparcimiento, de la vida social, de las situaciones económicas y políticas... (OPFA 10). 2. La formación responde a un proceso gradual Jesús fue llevando a sus discípulos, poco a poco, del encuentro a la misión. Se trató de un proceso gradual, que, como vimos, conlleva diferentes momentos. Cada persona es invitada a vivir con intensidad estos momentos, por lo que el proceso se convierte en un itinerario a recorrer. Atendiendo a la manera de como se llega a ser cristiano y al proceso gradual de la fe, la Arquidiócesis ha delineado la formación a través de las siguientes etapas (cf. OPFV 50): inicial, básica, específica y permanente.

3. La formación inicial

Desde los tiempos apostólicos, el llegar a ser discípulo se realiza mediante un itinerario de iniciación cristiana que comporta varias etapas esenciales: el anuncio de la Palabra, la acogida del Evangelio que lleva a la conversión, la profesión de fe, el Bautismo, la efusión del Espíritu Santo y el acceso a la comunión eucarística (OPPE 29). La formación inicial tiene muchos y variados momentos, como:

• La Pre-evangelización, se refiere a la preparación de la persona para recibir la Buena Noticia, incluye la religiosidad popular, la amistad con algún cristiano, los valores culturales, la familia…

• El primer anuncio o kerigma. Es la proclamación de que el Reino de Dios se ha hecho presente en Jesús (cf. PPCP 48). Dirigida a los no creyentes y a los que viven la indiferencia religiosa; es un llamado a la conversión (cf. PP 41).

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• La Catequesis kerigmática o pre-catequesis, está inspirada en el catecumenado, es una propuesta de la Buena Nueva en orden a una opción sólida de fe (cf. PP 42).

• La Catequesis de adultos. Distinta del primer anuncio, promueve y hace madurar la conversión inicial educando en la fe, e incorporando a la comunidad cristiana (cf. PP 41).

• La catequesis pre-sacramental, es el proceso que prepara a las personas para la recepción de los sacramentos, especialmente: bautismo, confirmación y eucaristía.

• La reiniciación cristiana. Es el camino que recorre el que ya ha sido bautizado, para dirigirse a la reconversión y llegar a un verdadero proceso de crecimiento y maduración cristiana (cf. HP 29, PPCP 49).

4. La formación básica Es una formación sistemática de la fe, a partir de la primera respuesta que el discípulo ha dado a Jesús, y que da continuidad, para llevarlo hacia el compromiso apostólico. La meta es motivarlo a crecer en conversión, comunión y afianzar su compromiso apostólico. Para llegar a esta etapa, requiere haber pasado por alguno(s) de los momentos de la formación inicial. Sólo así tendrá cimientos y hará posible que la formación básica dé continuidad al primer encuentro con Jesucristo. 5. La formación específica o diferenciada Prepara a los evangelizadores para una misión en los distintos ambientes culturales. Toma en cuenta las necesidades peculiares de cada decanato o vicaría y, en función de ellas, capacita a los laicos para el servicio que se requiera (cf. HP 22). Esta formación puede estar encaminada a formar catequistas, misioneros, equipos de animación litúrgica, animadores juveniles, familiares, del servicio de caridad, ministros extraordinarios de la eucaristía, visitadores de enfermos, acción social ó política..., que influya en diferentes campos del desarrollo social. 6. La formación permanente El discípulo y misionero que ha recorrido las etapas anteriores, continúa buscando formarse, consciente de que la formación es un proceso que dura toda la vida:

Cuanto más nos formamos, más sentimos la exigencia de proseguir y profundizar tal formación; como también cuanto más somos formados, más nos hacemos capaces de formar a los demás (CFL 63).

El campo para la formación permanente es amplio, es un llamado a seguir creciendo en los aspectos que ha señalado el Documento de Aparecida: humano, comunitario, intelectual, pastoral, espiritual, doctrinal, social…y, seguir reforzando las áreas que nos permitirán realizar de la mejor manera posible el plan pastoral de la Arquidiócesis.

7. Los lugares y responsables de formación Cada uno de los momentos del itinerario formativo posee sus lugares y responsables propios (OPFV 53-55):

• A la formación inicial se accede a través de la familia, la parroquia, la escuela, un movimiento, u otros espacios comunitarios pequeños. La parroquia es el espacio más importante que suscita esta formación.

• La formación básica y específica se alcanza a través de instancias diocesanas intermedias, el decanato y las comisiones diocesanas.

• A la formación permanente se ingresa de acuerdo a las necesidades de cada persona o comunidad. Existen diversas instancias, entre otras, se cuenta con Institutos superiores de formación teológica-pastoral.

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8. La relación entre las diferentes etapas Podemos observar que cada etapa se encuentra interrelacionada con las demás. Se trata de:

Eslabones de una cadena, que aprendiendo a entrelazarlas consecutivamente, le dan consistencia a nuestra labor evangelizadora porque se convierten en un proceso que va madurando al bautizado como discípulo y misionero (OPFV 47).

9. Formar para la vida cristiana Aunque cada una de las etapas anteriores posee características propias, todas ellas concurren a un solo propósito: formar para la vida cristiana. El Documento de Aparecida lo ha expresado así:

Misión principal de la formación, es ayudar a los miembros de la Iglesia a encontrarse con Cristo, y, así, reconocer, acoger, interiorizar y desarrollar la experiencia y los valores que constituyen la propia identidad y misión cristiana en el mundo… La formación es permanente y dinámica, de acuerdo con el desarrollo de las personas y al servicio que están llamadas a prestar, en medio de las exigencias de la historia (DA 279). 10. El itinerario evangelizador, un proceso a recorrer por todo agente misionero Las etapas descritas, constituyen el programa de formación y la esencia de nuestro apostolado (OPPE 51-54):

• Quienes ya tuvimos la experiencia de proclamar el kerigma, hemos de hacer parte de nuestro propio proceso los contenidos de este kerigma, para que la conversión producida por dicho anuncio, cambie nuestro modo de vivir y actuar.

• Que nosotros evangelizadores vivamos las etapas de la reiniciación cristiana, hará que renovemos el compromiso que adquirimos a través de los sacramentos del bautismo y confirmación, y, recibamos la Eucaristía, como alimento y centro inspirador de lo que realizamos.

• También estamos llamados a profundizar en la fe, a través del contacto progresivo con la Palabra escrita, la celebración comunitaria de los sacramentos y acciones concretas de pastoral misionera.

ACTIVIDADES INDIVIDUALES: Analiza tu propio itinerario de formación

- ¿En qué etapa te encuentras? - ¿Has vivido las etapas completas? - ¿En qué aspectos te hace falta formarte? - ¿Qué tipo de formación permanente llevas?

GRUPALES Compartan en el grupo: - ¿Cómo han vivido cada etapa? - ¿Qué aprendizajes, actitudes y acciones

lograron en cada una de ellas? - ¿Qué imagen les dejaron aquellas personas que

los formaron? - ¿Qué limitaciones o carencias han encontrado

en su propio proceso de formación? - ¿Cómo facilitar a las personas el acceso a todas

las etapas? EVALUACIÓN

� ¿Qué etapa de mi propio camino de formación he decidido fortalecer? PARA SEGUIR DESCUBRIENDO: � N. CARDENAL RIVERA CARRERA, La Misión permanente en nuestra Iglesia local 2000, Arquidiócesis de

México 2000, nn. 43-82. � N. CARDENAL RIVERA CARRERA, El proceso Evangelizador como seguimiento de Jesús, Orientaciones

Pastorales 2006, Arquidiócesis de México, nn. 50-54.

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Tema 5. La formación básica: crecer en conversión, comunión y actitud de servicio

El discípulo misionero consolida su compromiso apostólico de modo ordenado, sistemático y catequético durante la formación básica.

ENLACE - En el tema anterior vimos que la formación es un

itinerario con varias etapas, de las cuales la formación básica es la segunda.

- Dado que esta serie de formación está enfocada a la etapa básica nos detendremos a revisar las características de este plan de formación.

OBJETIVO - Identificar los objetivos, las características y

los planes de la formación básica. - Reconocer en la formación básica el itinerario

que recorre todo discípulo y misionero que desea crecer en espíritu de conversión, comunión y actitud de servicio.

En síntesis

Desarrollo del tema

LA PALABRA

En lo que a mí toca, hermanos, cuando vine a su

ciudad para anunciarles el misterio de Dios, no lo hice a base de elocuencia o sabiduría. Mi palabra y mi predicación no consistieron en sabios y persuasivos discursos; fue más bien una demostración del poder del Espíritu, para que fundamenten su fe, no en la sabiduría humana, sino en el poder de Dios.

1 Corintios 2, 1. 4-5

OTROS TEXTOS: 1 Cor 4, 1-2; 2 Cor 10, 15-16.

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1. Los objetivos de la formación básica La formación básica es un proceso con objetivos muy concretos. Busca lograr que los discípulos de Jesús (cf. OPFM 71-72):

• Afiancen su conversión y seguimiento de Cristo. • Profundicen en su fe de modo ordenado, sistemático y catequético. • Crezcan como miembros de una comunidad eclesial. • Fortalezcan su relación con Dios a través de la vida de oración. • Consoliden su compromiso apostólico.

2. Conversión, comunión y apostolado, los tres ejes de la formación básica Partiendo de los objetivos que busca lograr la formación básica, resaltan tres actitudes a desarrollar: la conversión, la comunión y el apostolado. Ellas son la columna vertebral que sostiene toda la estructura de la formación. De esta manera, la formación básica se ha dividido en tres grandes ciclos:

a) Formar para la conversión. Es acompañar y fortalecer el proceso personal de conversión que tiene su origen en el encuentro con Jesucristo vivo, por ello esta formación seguirá siendo experiencial (cf. OPFM 56).

b) Formar para la comunión. Es conducir al discípulo a vivir una experiencia de comunión desde una comunidad de fe, donde tome raíces su pertenencia a la Iglesia (cf. OPFM 57).

c) Formar para el apostolado. Es acompañar a la persona a desarrollar su potencial misionero que la lleve al encuentro del Señor presente en la ciudad, dispuesta a poner sus dones al servicio de los demás (cf. OPFM 58-59).

Estos ejes atraviesan todo el proceso de formación básica. El programa está diseñado para trabajar por partes cada etapa, pero los tres ejes están presentes con mayor o menor intensidad, durante todo el proceso. 3. Los contenidos y criterios de la formación Los contenidos de la formación se despliegan a través de 20 Módulos, que para el estudio y reflexión se apoyan en los Manuales de la Formación básicos. Los temas de estudio están organizados en tres ciclos, correspondientes al desarrollo de las actitudes de conversión, comunión y apostolado. Los contenidos necesarios para la formación se desarrollan bajo los siguientes criterios (cf. OPFA 37-40):

• Teológicos. Fidelidad a la Palabra de Dios y al Magisterio de la Iglesia; a las orientaciones del Episcopado latinoamericano y al proyecto misionero.

• Pastorales. Parten del conocimiento de la realidad para conducir a una efectiva evangelización de las culturas de la ciudad; capacitan en la metodología pastoral del ver, juzgar y actuar; conducen a fomentar el servicio pastoral, desarrollan la espiritualidad y suscitan las habilidades y actitudes pastorales necesarias para que los agentes en formación puedan ser participantes activos y comprometidos con la Iglesia y la sociedad.

• Pedagógicos. Se abordan de manera gradual, de acuerdo a las etapas de formación, con especial atención al trabajo colaborativo y van formando al discípulo misionero para ser un buen acompañante de otros.

4. Primer ciclo: Conocer y seguir a Jesucristo El primer ciclo parte de un acercamiento a la Biblia como fuente privilegiada que nos lleva a la amistad con Dios, a la oración y al apostolado. Pasa a un acercamiento a Jesucristo, que muestra el rostro del Padre e introduce en la realidad de su Reino, invitándonos a pertenecer y a colaborar en la misión de extenderlo.

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En este proceso nos acercamos a la persona de María, la servidora del Señor por excelencia que nos lleva a Jesús; terminamos con dos pilares fuertes que sostienen la vida cristiana: la oración y los sacramentos de iniciación. El ciclo enfatiza el proceso de conversión. 5. Segundo ciclo: Iglesia, comunidad de bautizados El segundo ciclo busca fortalecer la experiencia de comunión. Para ello, partimos del modelo de las primeras comunidades apostólicas, pasando a una reflexión sobre el caminar histórico de la Iglesia, en la que descubrimos a la vez, la presencia humana y del Espíritu Santo. Continuamos acercándonos al modelo de Iglesia que queremos formar: una iglesia misterio de comunión y misión. Reflexionamos en los distintos modos como la Iglesia sirve al Reino, en la vivencia de las bienaventuranzas como programa de vida comunitaria y de acción. El ciclo culmina con otros de los pilares de la vida cristiana: los sacramentos de la salud y del compromiso de vida. 6. Tercer ciclo: Ser persona humana en Cristo El último ciclo de la formación básica busca afianzar la dimensión de servicio y apostolado. Partimos de una profundización de la vocación y espiritualidad laical, que llevará a tomar conciencia del papel esencial del laico en la Iglesia y el mundo de hoy. Continúa con un acercamiento a la persona humana, a la luz de Dios, que llevará a valorar la grandeza de la dignidad humana. Se aproxima a la evangelización de la cultura urbana, la cual permitirá adentrarnos en el fenómeno urbano y prepararnos para renovar nuestros métodos, modos y formas de hablar con la gente de la ciudad; asimismo, nos adentramos en la pastoral social y familiar, como dos de las prioridades latentes en el proyecto pastoral de la Arquidiócesis. Por último, culminamos con la liturgia, como la fuente y cumbre de la experiencia de Dios y de la exigencia misionera. 7. Los laicos: interlocutores de la formación básica ¿Quiénes son los sujetos de esta formación? La formación básica está destinada a todos los fieles laicos cristianos, que han tenido un encuentro con Jesucristo y se sienten llamados a crecer en su fe y a comprometerse en el proyecto del Reino en la Iglesia y en la sociedad. A las personas que han descubierto la grandeza de su vocación y misión y quieren ser auténticos discípulos misioneros. 8. Los Agentes ¿Quiénes pueden coordinar esta formación? Llamamos agentes, facilitadores o formadores, a todos aquellos que han de acompañar a otros en su proceso de formación básica:

• Laicos y laicas comprometidos, que, habiendo pasado por las diferentes etapas de formación, han elegido este apostolado como camino de servicio a la Iglesia.

• Religiosos, religiosas y sacerdotes, que siendo conocedores de las etapas del proceso y las necesidades pastorales de la Arquidiócesis, deciden colaborar, desde su propio carisma y/o ministerio a esta formación.

9. Una formación flexible Esta propuesta de formación quiere ser flexible para que llegue con facilidad a todos los interesados. La manera en que habrá de realizarse es adaptable a las circunstancias, tiempos e intereses de cada persona y/o comunidad. Por su flexibilidad atiende a las siguientes modalidades de formación:

• En los Centros de Formación de Agentes Laicos (CEFALAE´s), distribuidos en las diferentes vicarías de la Arquidiócesis y en donde se imparte la formación por medio de facilitadores.

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• En comunidades parroquiales o grupos apostólicos, que se organizan para profundizar en cada uno de los contenidos, acompañados, ya sea por un sacerdote, religioso, religiosa, laico o laica.

• De forma autodidacta, manteniendo el espíritu de Iglesia. 10. Un plan para ser adaptado a los procesos personales y comunitarios Aunque el plan de formación básica es un itinerario a recorrer propuesto para todos, que pretende unificar criterios, tendrá que ser adaptado a las circunstancias, contexto y necesidades de cada comunidad que busca formarse. De esta manera, los contenidos y actividades podrán ser trabajados con flexibilidad, adecuándose a sus destinatarios, así la formación podrá ser encarnada. La meta es la misma, el recorrido podrá ser particular y flexible. Probablemente el punto de partida no sea igual para todos, pero sí el de llegada: formar para crecer en la conversión, comunión y el servicio, para poder hablar a la cultura de nuestro tiempo.

ACTIVIDADES INDIVIDUALES Realiza una encuesta entre la gente a la que acompañas en la formación. Pregunta: - ¿Qué lograste al participar en esta formación? - ¿Has cambiado en algo? - ¿Has crecido en tus relaciones comunitarias? - ¿Te ha llevado al compromiso? - Compara tus respuestas con los objetivos que

busca la formación básica y reflexiona si se han logrado.

GRUPALES Comentar las respuestas de la encuesta.

EVALUACIÓN � ¿Cómo va mi propio proceso: conversión, comunión y apostolado? � ¿Hay crecimiento o estancamiento, cuáles son los motivos? � ¿Qué he de reforzar?

PARA SEGUIR DESCUBRIENDO � N. CARDENAL RIVERA CARRERA, Formarnos para continuar la Misión en la ciudad, Orientaciones

Pastorales 2009, Arquidiócesis de México, nn. 71-75.

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Tema 6. La Palabra de Dios y el Magisterio, fuentes de la formación

La Sagrada Escritura es, con la Tradición, fuente de vida para la Iglesia

y alma de su acción evangelizadora (DA 247).

ENLACE - En el tema anterior vimos cuáles son los

objetivos, contenidos y planes de la formación básica, así como también los criterios teológicos, pastorales y pedagógicos.

- Ahora veremos, que entre los criterios doctrinales, la Palabra y el Magisterio poseen un lugar preeminente, son las fuentes principales de la formación.

OBJETIVO - Reconocer el lugar privilegiado de la Palabra de Dios en el proceso de formación.

- Descubrir que el formador es alguien que ha de nutrirse cotidianamente de la Palabra y saber proponerla, interpretarla y actualizarla para los demás.

- Valorar la importancia del Magisterio de la Iglesia en la formación.

En síntesis

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Desarrollo del tema TEXTOS:

Es condición indispensable el conocimiento profundo y vivencial de la Palabra de Dios. Por esto, hay que educar al pueblo en la lectura y la meditación de la Palabra: que ella se convierta en su alimento para que, por propia experiencia, vea que las palabras de Jesús son espíritu y vida (cf. Jn 6, 63). De lo contrario, ¿cómo van a anunciar un mensaje cuyo contenido y espíritu no conocen a fondo? Hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la Palabra de Dios.

Documento de Aparecida 247 OTROS TEXTOS: Mt 13, 19-23; Lc 11, 28; 2 Tim 3, 16-17; Heb 4, 12. 1. La Palabra de Dios en la formación La Palabra de Dios es la fuente por excelencia para el encuentro con Jesús.

La Sagrada Escritura es, con la Tradición, fuente de vida para la Iglesia y alma de su acción evangelizadora. Desconocer la Escritura es desconocer a Jesucristo y renunciar a anunciarlo (DA 247).

La Palabra es una de las fuentes privilegiadas para la formación de agentes de pastoral de la cual hemos de extraer el agua viva que quita la sed (cf. Jn 4, 14). La formación ha de buscar proponer la Palabra de Dios como don del Padre, para el encuentro con Jesucristo (cf. DA 248). La Palabra ilumina todos los contenidos, dejando que Jesús, Palabra hecha carne (cf. Jn 1, 14), sea el Maestro que guíe el proceso de formación. 2. Formar a otros para ser atentos oyentes de la Palabra La formación ha de encauzar a que los discípulos y misioneros sean oyentes fieles de la Palabra, para que hagan de ella su propia fuente:

Será deber de los pastores ayudar a los fieles a tener esta visión armónica de la Palabra… capacitándolos para ser atentos oyentes de la Palabra, donde sea que resuene, y estimulándolos a gustar también las palabras más simples de la Biblia (IL 10).

3. La Palabra, alimento del discípulo misionero La formación llevará a los discípulos misioneros a anhelar nutrirse con el pan de la Palabra, prepararse para saber interpretar adecuadamente los textos, para inculturarlos y actualizarlos, emplearlos como mediación de diálogo con Jesucristo y que sean alma de la propia evangelización y del anuncio de Jesús a todos. El acercamiento a la Sagrada Escritura no será solo intelectual e instrumental, sino con un corazón “hambriento de oír la Palabra del Señor” (Am 8,11) (cf. DA 248). 4. La Lectio Divina, forma privilegiada de acercarse a la Escritura La formación habrá de conducir a los discípulos misioneros a hacer de la Lectio Divina su estilo de vida y de oración, su alimento cotidiano.

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Esta lectura orante, bien practicada, conduce al encuentro con Jesús-Maestro, al conocimiento del misterio de Jesús-Mesías, a la comunión con Jesús-Hijo de Dios, y al testimonio de Jesús-Señor del universo. Con sus cuatro momentos (lectura, meditación, oración, contemplación), la lectura orante favorece el encuentro personal con Jesucristo, al modo de tantos personajes del Evangelio (DA 249).

5. El Magisterio de la Iglesia en la formación El Magisterio es el medio por el que la Iglesia, bajo la autoridad de los obispos, sucesores de los Apóstoles, enseña la fe bajo la autoridad del Sumo Pontífice, sucesor de Pedro, Vicario de Cristo y cabeza visible de la Iglesia. El Magisterio incluye la enseñanza de la doctrina, moral y costumbres.

El Magisterio no está por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio, para enseñar solamente lo transmitido, pues por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo, lo escucha devotamente, lo custodia celosamente, lo explica fielmente; y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como revelado por Dios para ser creído (DV 10). El Magisterio constituye otra de las fuentes principales para la formación. Entre los documentos más utilizados en esta formación sobresalen:

• Del Magisterio universal, Concilio Vaticano II, Catecismo de la Iglesia Católica, Exhortaciones apostólicas Evangelii Nuntiandi, Christifideles laici y la Encíclica Redemptoris missio.

• Del Magisterio latinoamericano, las Conferencias latinoamericanas (Puebla, Santo Domingo y Aparecida).

• De la Iglesia local, los documentos de la Arquidiócesis de México. 6. Documentos del Concilio Vaticano II Se hace una referencia constante a los Documentos del Concilio, especialmente a las Constituciones:

• Dei Verbum, sobre la divina revelación. Describe qué es la revelación divina, los medios por los cuales Dios la ha transmitido, cómo la Revelación está contenida en la Sagrada Escritura, en la Tradición de la Iglesia y el servicio que el Magisterio presta a ésta.

• Lumen gentium sobre la Iglesia. De ésta ya se ha hablado ampliamente en el Manual 9, la Iglesia del Vaticano II.

• Gaudium et spes, acerca de la Iglesia en el mundo. Habla sobre la Iglesia y la vocación del hombre, la dignidad de la persona, la comunidad humana, el valor de la actividad humana en el mundo y la misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo. Reflexiona sobre algunos problemas urgentes como la dignidad del matrimonio y la familia, el progreso cultural...

• Sacrosanctum concilium, sobre la sagrada liturgia. Describe los principios generales para el fomento de la liturgia, habla de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía, los sacramentales, el oficio divino, el año litúrgico, la música sagrada, el arte y los objetos sagrados.

7. Catecismo de la Iglesia Católica El Catecismo de la Iglesia Católica (1992) contiene el compendio de toda la doctrina católica en cuestiones de fe y moral. Presenta fiel y sistemáticamente la enseñanza de la Escritura, de la Tradición viva en la Iglesia y del Magisterio, así como la herencia espiritual de los Padres de la Iglesia, de los santos y santas. Se considera un instrumento especialísimo al servicio de la comunión eclesial y una norma segura para la enseñanza de la fe.

8. Conferencias Latinoamericanas, Puebla y Santo Domingo, Aparecida Las Documentos de Puebla (1979), Santo Domingo (1992) y Aparecida (2007) reflexionan sobre las necesidades y retos que presenta la Evangelización a los pueblos de América Latina. Los documentos

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de Puebla y Aparecida fueron redactados bajo la metodología del ver, juzgar y actuar (cf. DA 19); ellos nos remiten a constatar los hechos que aquejan a las culturas latinoamericanas, a reflexionar sobre ellos, a la luz de la Palabra y del Magisterio, y a abrir líneas pastorales que asuman los retos de la Iglesia en este Continente.

9. Exhortaciones Evangelii nuntiandi y Christifideles laici

Evangelii nuntiandi, (Pablo VI, 1975), Trata sobre la Evangelización del mundo contemporáneo. El texto habla sobre la Evangelización: su origen, naturaleza, contenidos, medios, destinatarios, agentes y espiritualidad. Christifideles laici, (Juan Pablo II, 1988). Se refiere a la vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo. Presenta la dignidad de los fieles laicos en la Iglesia-Misterio, la participación en la vida de la Iglesia –comunión y la corresponsabilidad de los laicos en la Iglesia-Misión. Dedica algunos capítulos a las diferentes formas de vivir la vocación laical y a la formación.

10. Redemptoris missio

La Redemptoris missio (Juan Pablo II, 1990) trata sobre la permanente validez del mandato misionero. Presenta los fundamentos del envío misionero que parten de Jesucristo, como el único salvador, la predicación del Reino y el envío del Espíritu Santo, protagonista de la misión. Describe los horizontes de la misión ad gentes, los caminos de la misión, los responsables y agentes de la pastoral misionera, la cooperación en la actividad misionera y culmina con la espiritualidad misionera.

11. Documentos de la Arquidiócesis

La Arquidiócesis cuenta con diversos documentos que dan lineamientos a seguir en nuestra iglesia local. Destacan el Documento conclusivo del Sínodo de 1992, que se encuentra en el ECUCIM y las Orientaciones Pastorales que se emiten cada año desde 1996. Algunas cartas pastorales como ¡Animo no tengan miedo! Nuestra misión es Evangelizar (2002), la Instrucción Pastoral sobre la Oración Cristiana (1999) y el Directorio Pastoral de los Sacramentos de Iniciación (2003).

12. Crecimiento doctrinal de los formadores

La comprensión cada vez más profunda de la Palabra de Dios y el conocimiento de algunos de los documentos del Magisterio que más se abordan durante la formación constituyen un itinerario para el crecimiento doctrinal del formador.

ACTIVIDADES INDIVIDUALES

GRUPALES - Elegir en el grupo un documento del Magisterio de los mencionados en el tema que sea de especial interés.

- Dividir sus capítulos entre todos los miembros. - Preparar cada quien su parte y exponerla en la siguiente sesión.

EVALUACIÓN ¿Qué te aportó el Documento que leyeron en grupo? PARA SEGUIR DESCUBRIENDO � Documento de Aparecida. V Conferencia General del Episcopado latinoamericano. Aparecida. Brasil 2007, nn. 247-249.

� Dei Verbum. Constitución dogmática sobre Divina Revelación, nn 7-10.

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Tema 7. Los laicos como interlocutores de la formación

Formar laicos para llevarlos del encuentro con Jesucristo al compromiso evangelizador, a través de un proceso que desarrolle el ser, saber y saber hacer.

ENLACE - En el tema anterior vimos que la Palabra y el

Magisterio son las fuentes principales de donde brotan los contenidos de la formación.

- En temas previos, mencionamos que los destinatarios principales de la formación básica son los laicos, por lo que ahora nos acercaremos a ellos como nuestros interlocutores.

OBJETIVO - Clarificar qué aspectos ha de tomar en cuenta la

formación de los laicos. - Delinear las características de ingreso y rasgos

de egreso de la formación básica.

En síntesis

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Desarrollo del tema LA PALABRA Ahora bien, ustedes forman el cuerpo de Cristo y

cada uno es un miembro de ese cuerpo. Y Dios ha asignado a cada uno un lugar en la Iglesia: primero están los apóstoles, después los que hablan de parte de Dios, a continuación los encargados de enseñar, luego viene el poder de hacer milagros, el don de curar enfermedades, de asistir a los necesitados, de dirigir la comunidad, de hablar un lenguaje misterioso.

1 Corintios 12, 27-28

OTROS TEXTOS: Rom 12, 4-8; Ef 4, 11-12.

1. Los laicos A partir del Vaticano II, se recuperó el papel del laico como miembro activo y corresponsable del pueblo de Dios. El Concilio Vaticano II ha descrito a los laicos como: … Los fieles cristianos que, por estar incorporados a Cristo mediante el bautismo, constituidos en Pueblo de Dios y hechos partícipes a su manera de la función sacerdotal, profética y real de Jesucristo, ejercen, por su parte, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo (LG 31). Esta descripción es punto de partida acerca de la identidad laical a formar y afirma que Dios necesita de todos y de cada uno, para la construcción del Reino, sin que nadie pueda ocupar el hueco dejado vacante.

2. La vocación de los laicos en la Iglesia-comunión La comprensión de la vocación y misión de los laicos está relacionada con una Iglesia concebida como misterio de comunión. Iglesia comunión quiere decir diversidad y complementariedad de vocaciones, ministerios y carismas. Cada laico se encuentra en relación con los demás miembros de la Iglesia y está llamado a ofrecer su aportación desde lo que es.

3. Lo específico de los laicos Uno de los cometidos de la formación de los laicos consiste en ayudarlos a crecer en la conciencia de su vocación y misión. En la formación es necesario tomar en cuenta lo específico de la vocación laical. El Concilio Vaticano II, ha dicho que:

El carácter secular es propio y peculiar de los laicos… A los laicos pertenece por propia vocación buscar el reino de Dios tratando y ordenando, según Dios, los asuntos temporales. Viven en el siglo, es decir, en todas y a cada una de las actividades y profesiones, así como en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social con las que su existencia está como entretejida. Allí están llamados por Dios a cumplir su propio cometido… (LG 31).

4. Las consecuencias de la dimensión secular de los laicos

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Toda la Iglesia está inserta en el mundo y es enviada al mundo, pero el “estar” en medio de las realidades temporales es la característica especial de los laicos. La formación habrá de encaminar a los laicos a vivir su cristianismo y testimoniar su fe en el corazón de su realidad. La formación no busca sacarlos de su medio, sino ayudarlos a integrar fe-vida, a ser apóstoles en el mundo. El testimonio y la actividad de los laicos han de colaborar a transformar los ambientes en los que se desenvuelven, como el de la cultura, la política, la economía… De la importancia de sus acciones nace la necesidad de ser sujetos que reciban una formación humana, doctrinal y pastoral con programas adecuados (cf. DA 210).

5. La formación de los laicos Christifideles laici ha mencionado que el objetivo fundamental de la formación de los laicos consiste en: El descubrimiento cada vez más claro de la propia vocación y la disponibilidad siempre mayor para vivirla en el cumplimiento de la propia misión (CFL 58). La formación habrá de lograr que los laicos posean una clara conciencia de su identidad y su misión en el mundo y en la Iglesia y estén dispuestos a hacerla realidad. Esto es algo esencial en la configuración de la Iglesia. En la medida en que los laicos alcancen la estatura que les corresponde, la Iglesia marchará más como una comunidad en la que las vocaciones se complementan. La madurez de la iglesia, depende también de la madurez de su laicado.

6. Los laicos en nuestra iglesia particular En nuestra iglesia particular, existen diferentes tipos de laicos, que podríamos identificar como sigue: • Bautizados no practicantes. Conforman la mayoría de nuestro pueblo católico. • Bautizados, que asisten a sacramentos ocasionalmente con motivos sociales. Son creyentes que viven su fe a través de un contacto mínimo con otros cristianos. Algunos de ellos han descartado, en su manera de vivir y pensar, las orientaciones de la Iglesia.

• Bautizados, practicantes que asisten con regularidad a la celebración dominical y esporádicamente a otras actividades. Forman un grupo poco exigente, agradecido por los servicios que se les presta y confían en los responsables de la comunidad. Entre ellos hay gente que posee una adecuada conciencia moral, arraigada en la pertenencia a la Iglesia, pero formada en una tradición religiosa individualista.

• Bautizados, practicantes comprometidos ó deseosos de comprometerse en algún servicio a la Iglesia o a la sociedad. Están conscientes de su vocación al seguimiento de Jesús; celebran conscientemente los sacramentos; están abiertos al Espíritu y tratan de iluminar su vida con el Evangelio.

7. El laico al que queremos formar

Los laicos y laicas a los que buscamos formar son todos aquellos bautizados, practicantes, comprometidos o deseosos de servir y conocer su fe. Ellos serán como el fermento en la masa, los futuros agentes de pastoral que llevarán la Palabra a otros laicos y laicas a través de una acción pastoral, cívica o social. Esto proporciona la pauta para describir los rasgos generales de un laico que comienza la formación básica:

• Ser. Una persona que, desde su situación familiar y social, se ha encontrado con Cristo; está dispuesta a crecer en su seguimiento y a comprometerse.

• Saber. Como mínimo el Kerigma (que en Jesucristo está la salvación).

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• Saber hacer. Haber desarrollado en lo elemental los talentos y habilidades con los que fue dotada.

8. El laico al concluir la formación básica Al concluir la formación básica los laicos y laicas estarán preparados para continuar con una formación específica que los llevará a convertirse en agentes de pastoral. El proceso de formación básica ayudará a desarrollar e integrar los diferentes planos (ser, saber y saber hacer) y dimensiones de la persona (humana, comunitaria, espiritual, intelectual, pastoral y misionera), así como también su condición laical y el proyecto pastoral de nuestra iglesia particular.

9. En el plano del ser: dimensión humana-comunitaria-espiritual • Convertido a Cristo y nutrido de su espíritu. • Convertido a la Iglesia en comunión y comunidad. • Una persona madura, equilibrada, comprometida con el destino del mundo. • Dispuesto a servir en alguna pastoral, principalmente, de la familia, alejados, pobres o jóvenes. • Con fuerte conciencia laical y misionera. • Con espiritualidad sólida, inserta en el mundo, conforme a su condición laical.

10. En el plano del saber: dimensión intelectual • Conocedor de la realidad socioeconómica y política. • Capaz de identificar los valores y antivalores de la cultura actual y de la religiosidad popular. • Comprender la realidad de alejados, pobres, familias y jóvenes. • Conocimiento básico de: Jesucristo, María, la Iglesia, los Sacramentos, la vida de Oración, la

identidad laical, la persona humana, la Doctrina social cristiana; los principios básicos de la pastoral social, familiar y urbana.

11. En el plano del saber hacer: dimensión pastoral-misionera

• Irradiar con sencillez y alegría su Fe y su amor a Cristo en santidad de vida. • Hacer de la Biblia la fuente de su vida espiritual y apostólica. • Orar y celebrar con intensidad los sacramentos. • Capaz de llevar el Reino de Dios a la familia, trabajo, política, empresa... • Formar y construir comunidad. • Guiado por el Espíritu Santo, capaz de trabajar en sanear las estructuras y ambientes de la

sociedad. • Dialogar con otros. • Dar testimonio.

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ACTIVIDADES INDIVIDUALES

- Pregunta a algunos laicos si han reflexionado acerca de su vocación y misión.

- ¿Cómo entiendes tu propia vocación laical? Identifica tus propios rasgos:

• Ser. ¿Quién soy? • Saber. ¿Cuáles son mis conocimientos? • Saber hacer. ¿Qué habilidades tengo? • ¿Qué rasgos es necesario fortalecer?

GRUPALES - ¿Cómo podemos colaborar para que los laicos

tomen conciencia de su vocación y misión? - ¿Cómo podemos integrar fe y vida? - En nuestros centros de formación ¿Qué más nos

falta hacer para que los laicos desarrollen su ser, saber y saber hacer?

EVALUACIÓN � Describe con tus propias palabras cómo es el laico que ingresa a la formación básica y cómo ha de

salir después de todo el proceso. PARA SEGUIR DESCUBRIENDO

� G. BILBAO, Comunidades para Evangelizar, PPC, Madrid 2007, pp. 94-106. � Catequistas en formación. Curso básico, PPC, Madrid 2005, pp. 133-138. � Christifideles Laici. Exhortación apostólica de Juan Pablo II sobre la vocación y misión de los laicos

en la Iglesia y en el mundo. 1988, nn. 9-17. � Evangelización de las culturas de la Ciudad de México (ECUCIM), II Sínodo Arquidiocesano de la

Ciudad de México. 1995, nn. 2035- 2083; 2469-2506.

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Tema 8. La vocación de formador

Dios llama a algunos discípulos misioneros para acompañar a quienes inician su camino en el discipulado.

ENLACE - En el tema anterior vimos que el proceso de

formación básica lleva a los laicos a afianzar su vocación y misión, y les proporciona los elementos para colaborar en el proyecto misionero de la Arquidiócesis.

- El formador es la persona que habrá de acompañar a los laicos en ese crecimiento, por lo que nos detendremos a profundizar en su vocación.

OBJETIVO - Descubrir que todo formador posee una

vocación, es llamado y enviado por Dios para colaborar en la tarea de acompañar a otros en su camino de discipulado.

- Reflexionar en las actitudes y cualidades cristianas y humanas que requiere desarrollar un formador.

En síntesis

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Desarrollo del tema LA PALABRA:

Pero cuando Dios, que me eligió desde el seno de mi madre y me llamó por pura bondad, se complació en revelarme a su Hijo y en hacerme su mensajero entre los paganos, inmediatamente (…) me dirigí a Arabia y de nuevo regresé a Damasco.

Gálatas 1, 15-17 Ahora bien, ¿cómo van a invocar a aquél en quien no creen? ¿Y cómo van a creer en él, si no les ha sido anunciado? ¿Y cómo va a ser anunciado si nadie es enviado? Por eso dice la Escritura: ¡Qué hermosos son los pies de los que anuncian buenas noticias!

Romanos 10, 14-15

OTROS TEXTOS: Jer 1, 4-10; Hch 8, 26-40; 1 Cor 4, 1-2.

1. La llamada humana y divina Un formador empieza a serlo por diversos motivos, una invitación por parte de algún sacerdote u otros formadores, una motivación o decisión personal. Si vemos las cosas desde nuestra experiencia creyente, sabemos que Dios no es ajeno a nada de lo que ocurre en nuestra historia personal. Detrás de las diferentes circunstancias que nos llevan a aceptar un servicio como formadores u otro apostolado concreto, está una llamada. Dios nos llama para colaborar en esta hermosa misión: formar a otros.

2. Llamados y enviados por Dios A lo largo de la historia de salvación, Dios llamó a varios hombres y mujeres a realizar algún servicio (Moisés, Jeremías, Isaías, Amós, María, Pedro, Pablo, Felipe…). En el origen de la misión de cada uno de estos grandes personajes bíblicos destaca la iniciativa divina. Así, Pablo, al igual que Jeremías, (cf. Jer 1, 4-5) se sabe elegido desde el seno de su madre y llamado por pura bondad de Dios a predicar el Evangelio (cf. Gal 1, 15-17). Los Hechos de los apóstoles muestran que es Dios, a través de su ángel quien le dice a Felipe, Ponte en camino (cf. Hch 8, 26) para evangelizar al etíope. Un formador se reconoce llamado y enviado por Dios para esta misión. Su elección como formador va más allá de un deseo personal, es una vocación. 3. Llamados con todos nuestros talentos y limitaciones Cuando nos adentramos en la tarea de formar a otros, nos damos cuenta de que poseemos talentos, disposición e inclinaciones para éste servicio, pero también reconocemos que somos limitados. Incluso algunos preferiríamos no ser llamados puesto que sabemos que hay personas con más cualidades que nosotros. Tal es el caso de Moisés, quien al saberse llamado por el Señor le insiste:

Te lo suplico, Señor, envía a cualquier otro (Ex 4, 13).

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Hay cosas que nos sabemos o habilidades que no tenemos y es necesario desarrollar. Cuando Dios nos llama, Él sabe quienes somos y qué nos hace falta. Su llamada es proporcionada porque con ella, nos da los medios para salir adelante en la tarea que nos ha confiado. Así Moisés le dice al Señor: Perdona, Señor, pero yo no tengo facilidad de palabra. No la tenía antes, ni tampoco la tengo desde que tú me hablas; soy lento para hablar y lo hago con dificultad. El Señor le respondió: ¿Quién ha dado al hombre la boca?... Así pues, vete; yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que debes decir (Ex 4, 10-12). 4. Responder confiados en Dios Frente a la invitación que Dios nos hace, está la respuesta agradecida y confiada. Como Isaías hemos de responder: Aquí estoy yo, envíame (Is 6, 8). No vale cerrarse a las propias limitaciones o incapacidades personales. Es posible superar los temores con la certeza de la presencia y asistencia de Dios. Como a Jeremías Dios nos dice: No les tengas miedo, pues yo estoy contigo para librarte (Jr 1, 8). Confiar en Dios no significa que dejemos de esforzarnos, sino hacer todo de nuestra parte, sabiéndonos auxiliados y fortalecidos por Dios. 5. La misión del formador, una colaboración al anuncio del Reino Formar a otros es realizar la misión que Jesús encomendó a sus discípulos:

Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos (cf. Mt 28, 19). Es una actividad encaminada a colaborar en el anuncio del Reino de Dios, en la evangelización de la Iglesia. Se trata de una gran misión, un imperativo de la época actual:

La vocación y el compromiso de ser hoy discípulos y misioneros de Jesucristo en América Latina y El Caribe, requieren una clara y decidida opción por la formación de nuestras comunidades, en bien de todos los bautizados, cualquiera sea la función que desarrollen en la Iglesia (DA 276).

6. El formador, un creyente convencido La vocación del formador se encuentra delineada por una serie de características comunes a otras vocaciones o servicios al interior de la Iglesia. La primera de ellas es que, para ser formador hace falta ser un creyente convencido. Esto significa que la persona:

• Opta libre y decididamente por Jesucristo, en el que ha encontrado el sentido pleno a su vida. • Posee experiencia de Dios. • Está en constante conversión.

7. El formador, miembro de la comunidad cristiana El formador no actúa aisladamente, ni por su cuenta; es aquél que se sabe llamado, junto a otros miembros de la comunidad eclesial a colaborar en esta tarea:

• Está efectiva y afectivamente incorporado a la comunidad cristiana, como hermano entre hermanos. • Crece en una comunidad eclesial concreta (grupo de formadores, movimiento apostólico…) • Comparte su vida con los demás; acepta responsabilidades, compromisos y servicios.

8. El formador, un testigo de la fe

Los auténticos discípulos de Jesús han sido testigos de la fe. Es necesario dar testimonio de santidad. Como dice la Primera carta de Pedro: Manténganse alerta; sean sobrios, pongan toda su esperanza en la gracia que les traerá la manifestación de Jesucristo. Como hijos obedientes, no se dejen llevar por las pasiones de antes,

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cuando vivían en la ignorancia. Por el contrario, sean santos en todo su comportamiento como es santo el que los ha llamado (1 Pe 1, 13-15). Ser un testigo de la fe implica:

• Reconocer a Cristo como Señor, anunciar con gozo la verdad en la que cree y la salvación en la que espera.

• No limitarse a decir lo que sabemos, sino sentir lo que decimos y hacer lo que decimos y sentimos. En otras palabras, ser coherentes.

9. El formador, un profeta Quien forma a otros está llamado a actuar como profeta, a examinar los signos de los tiempos, encarnando el mensaje en el tiempo y cultura actuales: • Habla en nombre de Dios y de su Hijo Jesucristo. • Es oyente atento de la Palabra y la comunica. • Ilumina a los hombres de hoy con la problemática actual. • Anuncia los valores del Reino, que dan sentido y trascendencia a su vida. • Denuncia la mentira, la injusticia y el pecado.

10. El formador, una persona de oración y comunión frecuente

El formador es alguien que ha de permanecer adherido a Jesús, la Vid verdadera de donde brotan todos los frutos: Ninguna rama puede producir frutos por sí misma, sin permanecer unida a la vid, y lo mismo les ocurrirá a ustedes si no están unidos a mí (Jn 15, 4). La unión a Jesús se realiza de múltiples maneras, la oración y la vida eucarística frecuente son espacios privilegiados para ello; constituyen el alimento y la fuente para la importante tarea de la formación de discípulos misioneros.

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ACTIVIDADES INDIVIDUALES - Reflexiona en tu propia vocación como formador. - Descubre los momentos del llamado, el envío, la

misión, la respuesta. • ¿Cuándo me llamó Dios a ser formador, cómo

percibí mi llamado? • ¿Cuándo me envió Dios?, ¿cómo fue mi

primera experiencia como formador? • ¿Cómo concibo mi misión?, ¿cómo me ayuda

Dios para el desempeño de mi misión? • ¿Cómo le respondo a Dios? • ¿Mi proceso es semejante al de alguno de los

personajes bíblicos vistos en el tema? • ¿Descubrí que ser formador es una vocación? • ¿En qué actitudes cristianas estoy llamado a

crecer como formador?

GRUPALES Que cada uno de los participantes elija un personaje bíblico: Moisés, Isaías, Jeremías, María, Pedro, Pablo u otro, busque los textos relativos a su vocación y presente al grupo una reflexión acerca de su proceso vocacional a la misión.

EVALUACIÓN: � ¿Descubrí que ser formador es una vocación? � ¿En qué actitudes cristianas y humanas estoy llamado a crecer como formador?

PARA SEGUIR DESCUBRIENDO � Catequistas en Formación, PPC, Madrid 2004, pp. 11-24.

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Tema 9. Ser y crecer como formador

El formador ha de ser un facilitador que requiere de preparación permanente para crecer en: ser, saber y saber hacer.

ENLACE - En el tema anterior vimos que ser formador de

discípulos misioneros es una vocación a la que Dios nos llama.

- Ahora reflexionaremos, que además de la llamada divina, es necesario poner en práctica nuestros talentos humanos.

- Formar a otros no es actividad que se improvisa, requiere desarrollar ciertas habilidades o cualidades.

OBJETIVO - Descubrir cuál es la tarea del formador en el

proceso de crecimiento en la fe. - Reconocer que el formar a otros es un servicio

que requiere de preparación. - Valorar las cualidades, conocimientos, actitudes

y habilidades que ha de poseer y desarrollar un buen formador.

En síntesis

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Desarrollo del tema

TEXTOS: Para que se dé una pastoral verdaderamente incisiva

y eficaz hay que desarrollar la formación de los formadores, poniendo en funcionamiento los cursos oportunos o escuelas para tal fin. Formar a los que, a su vez, deberán empeñarse en la formación de los fieles laicos, constituye una exigencia primaria para asegurar la formación general y capilar de todos los fieles laicos.

Christifideles laici 63 OTROS TEXTOS: Mt 25, 14-30; Lc 19, 11-27. 1. De expositor a formador de discípulos y misioneros

El formador es alguien que realiza una actividad importante dentro de un proceso de aprendizaje. El desempeño de cualquier formador, independientemente del campo de que se trate, ha variado de forma significativa. De ser un “expositor” ó “maestro”, hoy actúa como orientador, mediador, guía, acompañante... En el caso concreto de la formación básica, es el mediador del proceso de crecimiento en la fe de otras personas, el que acompaña en la construcción de identidad cristiana y de pertenencia a la iglesia; un guía en el camino de discipulado y del compromiso cristiano.

2. El formador, alguien que conoce el proceso global La formación no se improvisa. El formador ha de ser una persona preparada y con ciertas características que le permitan influir en las personas para generar un crecimiento en la fe. Es alguien que habrá de conocer el proceso global de la formación, es decir, el marco de referencia, el qué, cómo y cuando de la formación básica: • Marco de referencia. Se refiere a los aspectos doctrinales y pastorales que fundamentan toda la formación. Está esbozado en los primeros seis temas de este Manual.

• Claridad en los objetivos y contenidos de la formación. ¿Qué buscamos al formar, cuáles son nuestras metas, qué esperamos obtener? Tema 5.

• Claridad sobre los interlocutores o destinatarios y su proceso. Tema 7. • Claridad sobre la función del formador en el proceso. Temas 8-10. • Poseer las habilidades y cualidades necesarias para ser formador. Temas 8-10. • Conocimiento y dominio de la metodología, criterios pedagógicos y contenidos, bajo los cuales se realiza la formación. Temas 11-19.

3. El apostolado de la formación

Quien se siente llamado a formar a otros, sabe que se trata de un servicio, un apostolado. Para llegar a ser formador, se requiere algo más que buena voluntad y disposición:

• En el plano del ser, saber y saber hacer es necesario como mínimo, las cualidades que ha logrado un laico que ha pasado por una formación inicial y básica u otra equivalente (cf. Tema 7, puntos 9, 10 y 11).

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• Actitudes y aptitudes. Estas serán el punto de partida para hacerse formador en el camino. Una mujer o un hombre: responsable, respetuoso, con gusto por la enseñanza, ordenado, dispuesto a seguir formándose, abierto, adaptable, fiel a los contenidos, con amor a la verdad y a la Iglesia, sencillo, de relaciones humanas cordiales, interesado en aprender con otros. Los rasgos mencionados llevan a la conclusión de que el formador se construye con ayuda de otros. No nace siendo formador, se hace con la práctica y el estudio.

4. Crecer como formador, cualidades y habilidades a desarrollar

Un formador crece en el camino en los siguientes aspectos: • Ser. Cristiano comprometido, maduro, equilibrado, en constante proceso de conversión, con

espiritualidad sólida; iniciativa, creatividad, abierto a la crítica constructiva, capaz de contagiar el espíritu de conversión, comunión y servicio.

• Saber. Dominio de los contenidos, formación pedagógica y psicología de adultos, conocedor del proceso formativo y contexto sociocultural.

• Saber hacer. Aplica la formación pedagógica y psicológica en planear, desarrollar y evaluar la sesión; alcanzar los objetivos de su materia, coordinación del grupo; motivar, guiar, acompañar, dialogar, estar formándose continuamente; habilidades de comunicación…

5. El formador, un líder en el grupo

La formación es un proceso de acompañamiento, por lo que el formador tiene responsabilidades específicas frente al grupo. Este es un líder capaz de tomar decisiones que afectan al grupo. Existen estilos y formas de coordinar grupos:

• Autoritario. Dirige y hace todo, no toma en cuenta la participación ni sugerencias de los miembros; centra la sesión alrededor de sí mismo; rechaza las críticas, no acepta ser evaluado.

• Bonachón. Desorganizado, todo lo permite, sus sesiones resultan ineficaces, se desvía de objetivos. Deja las iniciativas en manos de algunos miembros (líderes), mientras que los demás se mantienen pasivos; no acostumbra evaluar, la sesión se le va de las manos, no asume su papel como animador.

• Democrático. Mantiene amplia comunicación con el grupo, propicia un clima de confianza y amistad; reparte tareas, toma en cuenta a todos; acepta ser criticado y evaluado para hacer cada vez mejor su función. Este es el estilo que más se acerca al acompañamiento que se desea implementar en esta formación.

6. El formador, un motivador del grupo

El formador al presentarse ante un grupo concreto empieza a influir con su forma de actuar y su personalidad. El entusiasmo que muestre al coordinar, la seguridad de sí mismo, la información que aporte, la confianza que inspire, el interés que ponga al ayudar a los participantes para lograr sus objetivos, su apariencia personal, ademanes y posturas, el uso que haga de su autoridad..., son rasgos en los que habrá ser cuidadoso para mantener el ambiente propicio para formar nuevos agentes.

7. El formador, alguien responsable de su misión Un formador habrá de ser consciente de la responsabilidad que le ha sido encomendada, sobre todo porque su tarea está encaminada a trabajar con personas, con cristianos. El formador tiene la oportunidad de hacer crecer los talentos con los que Dios ha dotado a las personas (cf. Mt 25, 14-30).

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Un formador, responsable de su misión, es aquél que asume que ha recibido un tesoro para desarrollarlo; conoce a quienes forma, confía en ellos, descubre sus puntos fuertes, intenta corregir sus debilidades y motiva su crecimiento.

8. El formador, persona que confía en los demás Confiar en el crecimiento de las personas es importante para favorecer su aprendizaje. Si nosotros no creemos en las capacidades y potencialidades de quienes tenemos en frente, es casi seguro que el resultado no será satisfactorio. Cuando la confianza se otorga plenamente, ésta genera compromiso, crecimiento y una mayor confianza. Es necesario confiar en los talentos de las personas, en el proceso eclesial y en Dios, que es el verdadero Maestro.

9. El formador, un buen comunicador Formar a otros es un ejercicio de comunicación. Esto implica desarrollar la habilidad para escuchar y saber transmitir, prestando especial atención a los resultados:

• Escuchar, es oír atentamente lo que el otro nos dice. La escucha requiere de valores como paciencia, sensibilidad, humildad y apertura. La mejor escucha, es aquella en la que nos ponemos en el lugar de la otra persona; cuando tratamos de ver las cosas como los otros las ven y sentirlas como las sienten. A esto se le conoce como empatía.

• Transmitir, es comunicar con claridad nuestros pensamientos y sentimientos. La buena información se ofrece, no se impone. Implica ciertos valores: veracidad, sencillez en lo que se dice, respetar al otro. Para ser fecundo y verdadero, el diálogo debe ser honesto y desinteresado, buscar lo bueno. El formador, habrá de propiciar los espacios de diálogo tanto al interior de su sesión como fuera de la misma. Esto le permitirá conocer y acercarse a quienes forma.

10. El formador, un hombre o mujer de testimonio

En el proceso formativo es vital la riqueza interior y el testimonio cristiano. La formación es una tarea y una misión donde se pone en juego a toda la persona y, en donde lo decisivo para lograr el aprendizaje no son tanto las cuestiones técnicas, sino la profundidad espiritual que comunica el formador. Esta se proyecta más allá de los contenidos, a través del trato y de la vida cotidiana.

ACTIVIDADES

INDIVIDUALES - Enlista tus cualidades y habilidades como formador o formadora.

- Compara las cualidades que se enuncian en este tema con las tuyas y descubre: en qué aspectos puedes crecer y en cuáles puedes apoyar a otros.

- ¿Qué tan buen comunicador o comunicadora eres?

GRUPALES - Intercambiar experiencias acerca de las

actividades individuales. - Elaborar un plan de crecimiento para el grupo

de formadores, de acuerdo a necesidades generales.

EVALUACIÓN � Pide al grupo al que impartes alguna materia que evalúe tu desempeño y te dé sugerencias para

mejorar tu estilo de acompañar al grupo y facilitar el aprendizaje. PARA SEGUIR DESCUBRIENDO

� G. J. MAGDALENA, El espíritu del educador, PPC, Madrid 2007, pp. 60- 86.

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Tema 10. El formador como facilitador del aprendizaje

El facilitador ejercita estilos de aprendizaje acordes a la formación de adultos, con sentido comunitario y creativos.

ENLACE - En el tema anterior reflexionamos en que el

formador habrá de desarrollar las cualidades y habilidades que lo lleven a realizar cada vez mejor su servicio.

- En este tema veremos cuál es el rol fundamental del formador como facilitador del aprendizaje y los elementos pedagógicos que habrá de tomar en cuenta para conducir a otros, especialmente adultos.

OBJETIVO - Identificar los principios básicos del

aprendizaje de adultos. - Valorar que en el proceso de enseñanza -

aprendizaje se han de emplear el mayor número de sentidos humanos posibles.

En síntesis

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Desarrollo del tema

LA PALABRA

La evidente importancia del contenido no debe hacer olvidar la importancia de los métodos y medios de evangelización. Este problema del cómo evangelizar es siempre actual, porque las maneras de evangelizar cambian según las diversas circunstancias de tiempo, lugar, cultura; por eso plantean casi un desafío a nuestra capacidad de descubrir y adaptar.

Evangelii nuntiandi 40 OTROS TEXTOS: Mt 13, 34-35.

1. El formador como facilitador del aprendizaje

El formador es un facilitador del camino de discipulado misionero. Facilitar un proceso es hacerlo fácil o posible. No se trata de caminar en lugar del otro, sino conducir, orientar, acompañar, guiar. Para que esto sea posible es preciso haber andado el camino primero, nadie da lo que no tiene. No se puede pretender acompañar a otros al discipulado cristiano, sin ser antes uno mismo discípulo. En segundo lugar, el acompañamiento supone conocer las características, estilos de aprendizaje, psicología y necesidades de quienes queremos orientar. La formación está destinada principalmente a laicos adultos, por lo que trataremos en este tema de conocer algo acerca del aprendizaje de adultos.

2. Aprender es desarrollar el ser, el conocer y el saber hacer

Si recordamos, la persona se desarrolla en varias dimensiones: espiritual, intelectual, social y psíquica. Generalmente, el aprendizaje* se ha reducido a alimentar una sola dimensión: la intelectual. El aprendizaje abarca a toda la persona y la lleva a integrar todas sus dimensiones. Es necesario aprender a ser, a vivir, a conocer y a hacer. Aplicando esto a la formación, se entiende como:

• Ser cada vez más persona y discípulo de Cristo. • Aprender a vivir, a formar relaciones comunitarias sólidas para caminar como Iglesia junto con

otros. • Conocer, ahondando más la doctrina de Cristo. • Aprender a hacer, capacitarse para un servicio específico. Así, el formador se convierte en un mediador que facilita conocimientos, comportamientos y habilidades que conducen a un mayor compromiso cristiano.

3. El adulto y su aprendizaje No es lo mismo acompañar el aprendizaje de los niños o jóvenes que el de los adultos*. Estos últimos aprenden de forma diferente. Los adultos:

• Poseen tiempo limitado, tienen que balancear las demandas de la familia, el trabajo y otro tipo de actividades.

APRENDIZAJE Proceso mediante el cual

adquirimos nuevas habilidades,

actitudes y conocimientos. Es un

cambio en el comportamiento, como

resultado de experiencias y

prácticas.

ADULTO Se puede considerar como

adulto a la persona que ha

alcanzado la “mayoría de

edad”, por lo que vive y actúa

en la sociedad según su propia

responsabilidad y no bajo la

tutela de otros.

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• Han adquirido conocimientos, cultura, experiencia de vida y fe. De lo anterior hay que partir, es decir, no están en blanco.

• Han logrado mucho de su aprendizaje por experiencia. • Aprenden en base a necesidades, requieren estar motivados y son exigentes frente a los resultados. • Gustan de una educación informal, distinta al estilo escolar.

4. Adaptar la formación al nivel de conocimientos y experiencias de las personas El proceso de enseñanza-aprendizaje ha de partir del nivel real de conocimientos y experiencias previas que posee el adulto. Si la exigencia es fuerte se frustra y bloqueamos su capacidad para aprender; si la exigencia está muy por debajo de lo que él puede, le produce desinterés y fastidio. Por tanto, es fundamental detectar el nivel de los participantes, así como sus posibilidades, diferencias y ritmo de aprendizaje. En Jesús tenemos un gran pedagogo que adaptaba el mensaje a la capacidad de entender de sus interlocutores, que hablaba a través de parábolas, signos, ejemplos, casos... (cf. Mc 4, 33-34).

5. Aprendemos con los sentidos El proceso de aprendizaje parte de la experiencia, para llegar después a la comprensión, reflexión, juicios y a la toma de decisiones. Este proceso comienza con la experiencia en la que entran en juego los sentidos. El aprendizaje es limitado cuando solo nos enfocamos a un sentido, por ejemplo, cuando todo el tiempo escuchamos a un expositor. Los seres humanos aprendemos utilizando los cinco sentidos: vista, olfato, tacto, gusto, oído. Por ende, aprendemos:

• 10 % de lo que leemos. • 20 % de lo que escuchamos. • 30% de lo que vemos. • 80 % de lo que hablamos. • 90 % de lo que hacemos y compartimos, enseñando a otros, lo cual nos permite reflexionar y

comprometernos en la aplicación de lo compartido. Lo anterior cambia la visión de un aprendizaje pasivo a otro activo. No pretendemos “informar” a los agentes de pastoral, sino “formar” discípulos y misioneros.

6. Las personas solemos acentuar algún sentido

Aunque en el aprendizaje utilizamos los cinco sentidos, la mayoría de las personas desarrollamos más uno o dos sentidos. Así el aprendizaje en base a los sentidos puede clasificarse como: • Visual, aprendemos más por lo que vemos. • Auditivo, aprendemos más por lo que oímos. • Kinestésico, aprendemos más por lo que hacemos.

Esto lleva a hacer que el aprendizaje sea algo personal. Ayudar a identificar los sentidos que utilizan las personas a quienes formamos, es tratarlos como seres únicos e irrepetibles.

7. Cada quien aprende en base a su propio estilo Para aprender cada uno utiliza su propio método o estilo. Este depende de nuestra personalidad, edad, experiencia, gustos… Es necesario que los formadores tomen en cuenta esto para hacer el aprendizaje más efectivo. Los estilos de aprendizaje se han clasificado de la siguiente manera: • Activo, aprenden a base de experiencias concretas. • Teórico, a través de lecturas.

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• Reflexivo, pensamos o sacamos conclusiones acerca de las experiencias o lecturas. • Pragmático, aprendemos en base a lo que practicamos, a lo que es útil. La mayoría de las personas nos especializamos en uno o dos estilos, por lo que un buen facilitador hará una combinación de ellos.

8. Algunos principios básicos del aprendizaje Podemos considerar los siguientes principios en la formación de adultos:

• Partir de sus conocimientos y experiencia previa. • Ubicar el hecho en su realidad (contextualizar). • Motivarlo, mostrándole los beneficios de su nuevo aprendizaje. • Identificar y respetar el estilo de aprendizaje de cada uno. • Propiciar un clima de serenidad, confianza y simpatía. • Involucrar el mayor número de sentidos. • Propiciar la participación, discusión, reflexión y actuación a partir de problemas concretos y

significativos para él. • Satisfacer una necesidad o interés a partir de actividades. • Aplicar lo aprendido. • Apertura a sus sentimientos y valores.

9. Aprender en grupo

El aprendizaje grupal es importante en nuestra formación porque buscamos formar sobre el sentido comunitario. Este promueve el intercambio de ideas y experiencias; genera un ambiente favorable para el cambio de conductas, para la aceptación, el respeto de ideas y caminos diferentes, propicia el aprendizaje crítico y colaborativo.

10. Formar de acuerdo a la cultura de hoy, un imperativo para nosotros Nuestros estilos de formación no pueden quedar en la improvisación o buena voluntad. El proyecto pastoral pide aprender a dialogar con la cultura actual. Es necesario comprender los códigos y lenguajes de la cultura a la que pertenecemos y en la que hemos de desempeñar nuestro trabajo formativo. Este rasgo se encuentra ya expresado en el Documento de Santo Domingo: Se ha de emplear, bajo la acción el Espíritu creador, la imaginación y la creatividad para que de manera pedagógica y convincente el Evangelio llegue a todos. Ya que vivimos en una cultura de la imagen, debemos ser audaces para utilizar los medios que la técnica y la ciencia nos proporcionan, sin poner jamás en ellos toda nuestra confianza. Urge aprender a hablar según la mentalidad y la cultura de los oyentes, de acuerdo a sus formas de comunicación y a los medios que están en uso (DSD 29 y 30).

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ACTIVIDADES INDIVIDUALES - ¿Consideras que formas como profesor o como facilitador?

- Identifica los estilos de aprendizaje de los adultos del grupo que acompañas.

GRUPALES - ¿Con qué tipo de adultos trabajan? Describan las características de los adultos de su centro de formación: contexto, edad, intereses, actividades, motivaciones…

- Identifique cada uno su propio estilo de aprendizaje: ¿Con qué sentidos aprenden mejor? ¿Cuál es su estilo?

- Compartan sus respuestas.

EVALUACIÓN � ¿Cómo entiendes y valoras tu desempeño como formador de otros? � ¿En adelante, qué elementos vas a incorporar en tu labor como facilitador?

PARA SEGUIR DESCUBRIENDO: � Catequistas en formación. Curso básico, PPC, Madrid 2005, pp. 141-142. � G. J. MAGDALENA, El Espíritu del Educador, PPC, Madrid 2007, pp. 94-111. � http://www.capacinet.gob.mx/wb2/eMex/eMex_Estrategias_de_enseñanza_y_aprendizaje. � L.M. IBARRA, Aprende fácilmente con tus imágenes sonidos y sensaciones, Garnik ediciones 2003, pp.

2-54.

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Tema 11. Estructura general de los Manuales

El facilitador analiza la estructura de los temas

para identificar la función específica de sus elementos ENLACE - En los temas anteriores vimos el marco doctrinal que fundamenta la formación; también revisamos las características de los interlocutores y del formador.

- Una vez puestos los fundamentos de la formación, ahora pasaremos a las cuestiones metodológicas.

- En este tema conoceremos la estructura general de los Manuales.

OBJETIVOS - Conocer la estructura de los Manuales de formación básica.

- Descubrir la intención de cada una de las partes de los Manuales.

En síntesis

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Desarrollo del tema LA PALABRA: Con muchas parábolas como éstas Jesús les

anunciaba el mensaje, adaptándose a su capacidad de entender. No les decía nada sin parábolas. A sus propios discípulos, sin embargo, les explicaba todo en privado.

Marcos 4, 33-34 OTROS TEXTOS: 1. Estructura general de los Manuales

Todos los Manuales presentan la misma estructura, son una guía para el facilitador y apoyo para los participantes. Cada Manual se conforma con 20 Temas. Los temas contenidos en los Manuales están organizados con los siguientes elementos:

• Portada. • Enlace. • Objetivos. • Síntesis (esquema). • Textos bíblicos o del Magisterio. • Desarrollo del tema. • Actividades de aprendizaje. • Evaluación. • Bibliografía. • Espacio para notas.

Cada elemento tiene una función específica, la detallamos a continuación.

2. La portada de cada tema Presenta el número de tema, título, ilustración y un enunciado breve que motiva el contenido del tema. Esta portada introduce de forma global al tema que se va a estudiar y reflexionar. La ilustración presenta una primera oportunidad para que el formador recoja resonancias, comentarios y conocimientos previos acerca del tema. El enunciado final puede ser también un recurso para la apertura, o incluso para el cierre del tema ya que es la síntesis del contenido.

3. Enlace Como su nombre lo indica, el enlace es una unión o conexión de un tema con el siguiente, una especie de nexo. El enlace es una síntesis breve de la sesión previa, permite recordar lo que se vio antes y conecta con la siguiente sesión. A través de éste, se busca lograr unidad y continuidad entre los temas. El enlace parte de un ambiente que rescata las experiencias, considera la formación previa y fortalece el interés para estudiar y reflexionar.

4. Objetivo

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El objetivo de cada tema se encuadra dentro del objetivo general del Manual. Éste busca dar cumplimiento al eje rector del ciclo en el que está ubicado el Manual: conversión, comunión o apostolado. Enuncia de uno a tres objetivos que habrá de lograr el participante y el facilitador. En su mayoría, los objetivos están encaminados a reflexionar y desarrollar actitudes que le permitan al participante crecer en su discipulado y compromiso. Por lo mismo, no se trata de objetivos meramente cognitivos.

5. En síntesis “En síntesis” es el título que lleva un esquema o mapa conceptual que resume los puntos medulares del tema. Este cumple una doble finalidad:

• Sintetizar la sesión para facilitar la asimilación de los contenidos y la atención a las ideas principales.

• Repasar y recordar con rapidez los contenidos de cualquier tema. Así, éste puede ser utilizado al término de la sesión, si se trata de un resumen del tema; o al principio, si se le emplea como recordatorio de otra sesión o panorama de la sesión que se inicia. Este recurso didáctico es de gran utilidad en el aprendizaje ya que ayuda a la persona a desarrollar una mirada global sobre el tema y a fijar lo principal. Un libro o Manual puede ser repasado varias veces a través de sus síntesis.

6. Textos En un recuadro titulado “La Palabra”, se presentan uno o varios textos bíblicos ó del Magisterio que iluminan el tema. Se busca que toda la formación encuentre sustento, luz y alimento en la Palabra. La sección de textos está colocada al principio del tema y, por tanto, constituye el punto de partida de la reflexión. Al final del recuadro encontramos la sección “otros textos”. En ella se presentan textos bíblicos adicionales que contribuyen a seguir buscando en la Escritura.

7. Desarrollo del tema Cada tema se desarrolla en una extensión que va de seis a doce puntos, resaltados por subtítulos. Los subtítulos son otro medio de destacar las ideas principales del tema. Algunos temas presentan notas aclaratorias o explicativas de alguna palabra en un recuadro. Estas suplen al glosario. Los contenidos presentan una información breve y concisa acerca del tema. Estos constituyen un acercamiento que propicia la discusión y reflexión en grupo de los principales puntos a desarrollar. No buscan agotar el tema. Se requiere adaptar el lenguaje de los contenidos a las circunstancias, necesidades y contexto de los destinatarios. Se busca que los contenidos sean previamente leídos por el participante, para que la sesión se realice con la participación y los aportes de todos.

8. Actividades de aprendizaje Al final de cada tema están colocadas las actividades de aprendizaje. Estas pretenden optimizar la sesión, compartir experiencias y formar a un autodidacta. Las actividades poseen una función importante dentro del desarrollo de la sesión, puesto que, como hemos visto anteriormente, se busca un aprendizaje activo, integral, en el que habrán de emplearse la

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mayor cantidad de sentidos humanos posibles. Aprendemos haciendo, hablando, compartiendo experiencias… Las actividades constituyen un momento especial para la actualización de los contenidos, contextualización y acercamiento a la realidad. Las actividades son de dos tipos: individuales y grupales.

• Las individuales están encaminadas hacia una reflexión y crecimiento personal. Estas pueden ser realizadas durante la sesión, o bien, trabajadas como parte de una tarea.

• Las grupales, están dirigidas a afianzar y crecer en la búsqueda de formar comunidad.

9. Evaluación La evaluación tiene una doble intención:

• Que el participante se autoevalúe y verifique su aprovechamiento del tema. • Que el facilitador se evalúe, a través del participante, para considerar qué tanto la sesión cumplió

con los objetivos propuestos. La evaluación no busca la asignación de calificaciones, ni la obtención de grados, es una actividad que permite reconocer la asimilación. Las preguntas de la evaluación están en relación directa con el objetivo formativo.

10. Bibliografía En el apartado “Para seguir descubriendo”, se enlistan algunas fuentes de información para profundizar el tema. Esta bibliografía es útil tanto para el formador como para el participante:

• Al formador le permite profundizar los contenidos, en orden al manejo de los mismos y preparación del tema.

• Al participante, que es inquieto y ha desarrollado su capacidad autodidacta, le permite ahondar en alguna cuestión de su interés.

11. Notas

Algunos manuales poseen un espacio del que dispone el participante o el facilitador, para elaborar sus propias anotaciones, dudas, preguntas, aportaciones, ejemplos… No todos los temas lo traen, ello depende de la extensión de los mismos. De cualquier manera, sería conveniente desarrollar en los participantes la habilidad de la redacción, como instrumento importante en el aprendizaje. Para ello sería recomendable la utilización de un cuaderno de notas.

ACTIVIDADES

INDIVIDUALES - Revisa un Manual e identifica cada una de sus partes.

GRUPALES - Dividan las partes de las que consta un tema

entre los miembros del grupo. - Cada miembro del equipo explique la parte que

le tocó y presente ideas de cómo podría trabajarlo durante una sesión.

EVALUACIÓN - Explica a un participante cómo utilizar su Manual.

PARA SEGUIR DESCUBRIENDO � ARQUIDIÓCESIS PRIMADA DE MÉXICO, Manuales de formación básica para agentes de pastoral, PPC.

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Tema 12. Taller: Aprovechar los primeros elementos

Nombre del tema, ilustración, enunciado, objetivo y enlace

ENLACE - En el tema anterior, conocimos la estructura de los Manuales y la finalidad de cada parte.

- Ahora vamos a iniciar una serie de talleres que permitan aprovechar cada uno de los elementos que conforman la sesión. Comenzaremos por los primeros cinco elementos.

OBJETIVO - Descubrir diferentes maneras de aprovechar

los elementos iniciales. - Realizar un ejercicio para aplicar lo

aprendido. - Recibir la retroalimentación del grupo para

mejorar el estilo personal. En síntesis

Desarrollo del tema TEXTOS:

Se requieren, también, equipos de formación convenientemente preparados que aseguren la eficacia del proceso mismo y que acompañen a las personas con pedagogías dinámicas, activas y abiertas.

Documento de Aparecida 281 OTROS TEXTOS: DA 505, 212, 18, 144.

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1. Introducción metodológica Dado que el aprendizaje ha de ser activo, requiere del participante haber realizado una lectura reflexiva previa a cada sesión de trabajo.

2. El nombre del tema El título del tema es un primer acercamiento, en pocas palabras, al contenido. Para el lector, el título suele despertar una expectativa o interés preliminar. Escribir el título del tema en un lugar visible ayuda a orientar la entrada en materia y disponer la mente hacia el contenido. Una manera de aprovechar el nombre del tema sería hacer la siguiente pregunta al grupo: ¿Qué les dice el título del tema? Escuchar a dos o tres participantes.

3. La ilustración

Existe un dicho que dice “una imagen vale más que mil palabras”. Las ilustraciones que poseen los Manuales han sido tomadas de una colección de imágenes del hermano marianista y artista Steve Ersparmer. Sus dibujos son una especie de iconos* inspirados en la tradición medieval y bizantina, con una dosis de creatividad y humor. Hoy las comunicaciones nos han hecho más visuales y menos verbales, por lo que, aprovechar el recurso de la imagen ayuda a descubrir o profundizar aspectos del contenido, que se expresan mejor por medio de la ilustración. Pregunta a quienes formas:

• ¿Qué te dice la imagen? ¿Qué relación encuentras con el tema? • Aprovecha sus respuestas para dar entrada al tema.

4. Enunciado El enunciado que acompaña a la imagen sintetiza en pocas palabras el contenido del tema. Por ser un enunciado corto, es captado de inmediato. Utilízalo: a) Al inicio de la sesión, para dar pie a que los asistentes vayan recordando lo que leyeron como

preparación del tema. Puedes desmenuzarlo para recoger experiencias de los participantes. b) Al final de la sesión. Como síntesis de todo lo aprendido. Puedes pedir a los participantes que hagan

su propio enunciado conclusivo, es decir, redactar cada participante un nuevo enunciado.

5. Enlace En el tema 11 vimos que el enlace permite recordar el tema anterior y dar entrada al siguiente. a) Pide a los participantes que recuerden, con sus propias palabras, lo visto en el tema anterior. b) Emplea el enlace como una guía para ti, te centra en lo esencial del tema y mantiene el hilo

conductor. c) Enúncialo frente al grupo y complétalo con tus propias palabras.

6. El objetivo general del Manual Un objetivo general establece la intención del proceso de enseñanza-aprendizaje y sólo será comprobado al fin de éste. Normalmente responde a las siguientes preguntas: ¿Quién y qué?, a veces, enuncia también ¿cómo, para qué y cuando? En cada Manual el objetivo general está claramente enunciado en las primeras páginas. Por ejemplo, en el Manual 2 (cf. p. 6) encontramos:

ICONO En la tradición de la Iglesia,

sobre todo oriental, la

creación de un icono es

acompañada de oración y

ayuno.

En éste se exageran rasgos

humanos, o se alargan

ciertas partes del cuerpo con

la intención de destacar

alguna cuestión espiritual o

doctrinal.

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Reconocer a Jesús y adherirse a su persona… para… seguir su ejemplo y compartir esta experiencia con los demás. Si aplicamos las preguntas anteriores a este objetivo, obtendríamos lo siguiente:

• ¿Quién va a lograr la acción? El participante. • ¿Qué se pretende? Reconocer a Jesús y adherirse a su persona. • ¿Para qué? Para seguir su ejemplo y compartir esta experiencia con los demás.

En el enunciado del Objetivo general también podemos identificar los ejes de la formación: conversión, comunión y apostolado. Es preciso que, a lo largo del aprendizaje de cada Manual, el formador tenga siempre presente el objetivo general. Así podrá orientar mejor los contenidos y elegir algunas acciones.

7. Los objetivos particulares En cada tema se enuncian de uno a tres objetivos particulares. Éstos se refieren a los alcances que habrán de cubrirse después del estudio de un tema o unidad. Se derivan del objetivo general. Los objetivos particulares constituyen lo que el formador habrá de lograr en concreto durante la sesión, son la meta y el parámetro para evaluar su propio desempeño. Al preparar la sesión: a) Lee detenidamente los objetivos y tenlos presentes durante la preparación y ejecución de la sesión

de estudio. b) Encuentra la relación de los objetivos con el objetivo general. c) Verifica cómo el contenido y las actividades te llevan a lograr los objetivos.

8. Diferentes tipos de objetivos Los objetivos están dirigidos a las diferentes áreas del aprendizaje. Ellos pueden ser de varios tipos:

• Cognoscitivos, desarrollan la dimensión del “saber”. Se expresan con verbos como conocer, comprender, profundizar, reflexionar, analizar, identificar…

• Afectivos, desarrollan la dimensión del “ser”. Valorar, aceptar, descubrir… • Psicomotores, desarrollan la dimensión del “saber hacer”. Realizar, ejecutar…

Identificar el tipo de objetivo puede ayudar a clarificar lo que se busca.

9. Taller: Aprovechar los primeros elementos En este taller vamos a ejercitar los puntos anteriores. Instrucciones:

a) Elegir un tema por persona de algún Manual y planear la primera parte de la sesión. b) Preparar una presentación para aprovechar los elementos iniciales del tema que eligió cada quien. c) Introducir al grupo por los primeros elementos. Esta participación deberá realizarse en máximo 10 minutos, tiempo estimado para aprovechar estos elementos durante una sesión completa.

d) Retroalimentarse por el grupo y aceptar la retroalimentación. PARA SEGUIR DESCUBRIENDO

� S, ERSPAMER, Clipart. Imágenes para el año litúrgico. Ciclos A, B y C, PPC, Madrid 2004-2006. � STPS, Curso de Formación de Instructores, Manual del Participante, México, D.F 2005, pp. 52-55.

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Tema 13. Taller: La síntesis

El facilitador valora como un esquema presenta la información necesaria.

ENLACE - En el tema anterior revisamos las formas en las

que podemos aprovechar los primeros elementos de la sesión: nombre del tema, ilustración, enunciado, enlace y objetivo.

- Ahora veremos cómo emplear algunos esquemas.

OBJETIVO - Reflexionar en los beneficios del empleo de esquemas, diagramas y mapas conceptuales.

- Elaborar esquemas, diagramas y mapas conceptuales, a partir de un texto.

- Desglosar algunos esquemas de los Manuales, para encontrar las ideas principales y su relación con los otros elementos.

En síntesis

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Desarrollo del tema TEXTOS: Sabemos que nos encontramos en la nueva cultura de

la imagen, y que el mensaje evangélico debe inculturarse en esta cultura y llegar así a hacerla expresiva de Cristo, la máxima comunicación.

Documento de Santo Domingo 279 OTROS TEXTOS:

1. La síntesis

La síntesis presenta de forma precisa todos los elementos del contenido de un texto, para lograr la información más importante. Es una forma efectiva de facilitar el aprendizaje, es un recurso que permite centrarse en lo básico sin tener que recurrir a la lectura completa de un texto. Existen varias formas de elaborar y presentar una síntesis: párrafo breve, listado de frases o enunciados, cuadro, esquema, diagrama, mapa conceptual, mapa mental… En estos Manuales se emplearán diagramas y mapas conceptuales.

2. El cuadro sinóptico (esquema) Un esquema es la expresión gráfica que contiene la síntesis de los elementos principales, secundarios y los detalles de un texto. Los elementos, de acuerdo a la complejidad, se presentan de izquierda a derecha hasta en cinco planos. El esquema permite, de un solo vistazo, obtener un panorama del tema, comprender, memorizar, jerarquizar y relacionar los elementos entre sí. Es breve, utiliza solo las palabras y enunciados clave. La forma de un esquema puede variar tanto como la creatividad de las personas; también depende del tipo de contenido que se quiere transmitir. Algunos ejemplos:

3. Los diagramas de bloques El diagrama de bloques es un esquema o sistema de representación, cuya información es presentada dentro de figuras geométricas como cuadros, rectángulos, rombos o círculos. Estos se encuentran

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enlazados a través de líneas o flechas, para mostrar las relaciones entre los contenidos. Los diagramas pueden ser:

• Horizontales, se leen de izquierda a derecha.

• Verticales, se leen de arriba hacia abajo.

• Combinados. Poseen partes horizontales y verticales, emplean dos o más diagramas de forma integrada.

4. Los mapas El mapa conceptual es una herramienta para la organización y representación del conocimiento. Este se fundamenta en las teorías del aprendizaje significativo. Supone que la persona ya posee un conocimiento previo, que aprende al hacerse consciente de ello, cuando vincula lo que ya conoce con los nuevos aprendizajes. Un mapa induce a la persona a relacionar contenidos, a jugar con ellos, a generar ideas… de tal manera que el aprendizaje es activo y estimula la creatividad. El empleo de los mapas propicia más la retención de ideas completas que la memorización. También existen los mapas mentales, estos son todavía mucho más efectivos puesto que a lo anterior añaden imágenes significativas que permiten establecer relaciones con mayor facilidad. Una de las ventajas de los mapas es que imitan el proceso del pensamiento. Parten de una idea central que se va ramificando en forma radial. Así funciona nuestro cerebro. La lectura de los mapas se hace de manera similar a la de los diagramas. Generalmente los mapas concéntricos o radiales se leen en el sentido de las manecillas del reloj, comenzando por el extremo superior derecho. Ejemplo:

1 2 3

1

2

3

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5. El empleo de la síntesis Formas en las que puedes utilizar la síntesis: a) En la planeación y preparación de la sesión • Realizar tu propio esquema después de haber leído los contenidos. • Repasar los contenidos rápidamente antes de comenzar tu sesión. • Recordar los contenidos de la sesión anterior. • Elaborar material de apoyo para la sesión.

b) Para el desarrollo de la sesión En los Manuales la síntesis es solo una guía que puedes utilizar tal cual, o bien incluso modificar. Algunas sugerencias de uso.

• La síntesis es tu guía de contenidos, te recuerda los elementos que tienes que mencionar. • Utilizar la síntesis del tema anterior como enlace. • Partir del diagrama como punto de partida para comentar los contenidos que el grupo leyó

previamente. • Cerrar la sesión empleando el diagrama como síntesis de la sesión.

6. Taller a) Aprendiendo a realizar un mapa conceptual

La síntesis podrá ser mejor aprovechada en la medida en que aprendamos a realizar nuestros propios esquemas y diagramas. Dado que el cerebro de cada persona funciona distinto al de los demás, la misma síntesis no es útil a todos. La mejor síntesis es la que hace cada quien de modo particular o grupal. i. Realiza la lectura de un texto (el mismo para todo el grupo) y sigue las siguientes instrucciones: ii. Toma una hoja blanca y colócala en posición horizontal. iii. En el centro dibuja un sol. En el interior del sol coloca el nombre del tema.

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iv. Traza una serie de rayos en torno al sol, cuantas ideas principales quieras manejar. Escribe las

ideas y enciérralas en una nube. v. Ramifica todavía más. Saca de cada nube otras líneas que expresen ideas secundarias.

b) El uso de la síntesis en diferentes esquemas a) Elijan un texto breve sobre cualquier tema (el mismo para todo el grupo) y elaboren un

cuadro sinóptico de modo individual. b) Elijan un segundo texto (el mismo para todo el grupo) y elabore cada quien un diagrama. c) Elijan un tercer texto (el mismo para todo el grupo) y elabore cada quien un mapa

conceptual. d) Coloquen en un lugar visible los esquemas, diagramas y mapas. e) Visualicen las diferencias, elijan los que mejor sintetizan los contenidos, comparen

(retroalimentar experiencias). f) Elijan uno o varios esquemas de cualquier Manual y comenten en el grupo cómo lo leerían,

cuáles son los conceptos principales y sus relaciones.

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PARA SEGUIR DESCUBRIENDO

� M.J. LÓPEZ M., Técnicas de estudio: El esquema, en http://www.psicopedagogia.com/tecnicas-de-estudio/esquema.

� L.M. IBARRA, Mapeando con Luz María, México 2002, pp. 3-46. � A. ONTORIA P., Mapas conceptuales, una técnica para aprender, Narcea Ediciones, Madrid 1992.

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Tema 14. Taller: La Palabra y otros textos

El facilitador practica una metodología para interpretar y actualizar textos bíblicos.

ENLACE

- En el tema anterior revisamos las diferentes formas en las que puede presentarse una síntesis. Vimos que los esquemas y diagramas son excelentes herramientas para realizar un aprendizaje activo.

- Ahora veremos, siguiendo con el orden en el que aparecen los distintos elementos que conforman los Manuales, como aprovechar el recuadro destinado a la Palabra y otros textos.

OBJETIVO - Identificar las diferentes formas en las que se podría proponer y actualizar la Palabra durante el desarrollo de la sesión.

En síntesis

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Desarrollo del tema TEXTOS:

El pueblo de Dios ha de ser educado para que pueda descubrir este gran horizonte de la Palabra de Dios, evitando hacer complicada la lectura de la Biblia.

La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia. Instrumentum laboris n. 22

OTROS TEXTOS: Sal 119, 105-112;1 Jn 1, 1-4; 2 Ts 3, 1. 1. La Palabra de Dios en la formación Hemos mencionado con anterioridad que la Palabra de Dios ocupa un lugar privilegiado en la formación de agentes de pastoral. En los Manuales la Palabra está colocada al inicio del tema, enmarcada en un recuadro especial. Ella ilumina todos los contenidos y está presente en el desarrollo de los temas. En ocasiones se coloca, en el recuadro destinado al la Palabra, textos del Magisterio. En los casos en que eso ocurre el título del recuadro cambia a “Textos”. 2. El uso del texto en la sesión A continuación te damos algunas sugerencias y pistas para el uso del texto durante la sesión. a) Pide a los participantes que siempre traigan su Biblia. Es indispensable para el desarrollo de todas las

sesiones. b) Solicita a los participantes que busquen los textos en su Biblia. Evita leer los textos en el Manual, ya

que la finalidad es ayudar a los agentes de pastoral a que hagan uso frecuente de su Biblia. Detecta a quienes se les dificulta el manejo de la Biblia y apóyalos para que lo hagan con mayor facilidad.

c) Solicita que alguien lea los textos en voz alta. d) Pregunta a los participantes ¿qué les dice el texto? ¿qué relación encuentran con el tema de estudio? e) Ayúdalos a profundizar en el sentido del texto y a buscar ejemplos que tengan que ver con la vida. f) Pide al grupo que identifique el compromiso o actitud que surge para ellos como fruto de la reflexión

de la Palabra.

3. Taller: Extraer el sentido de un texto El presente taller tiene por objeto ejercitar una metodología para la interpretación y actualización de los textos bíblicos colocados en los Manuales. Es un sencillo ejercicio que habrá de ser completado con un buen curso de Biblia y un taller de Lectio Divina.

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I) PREPARACIÓN DEL TEXTO Realizar este ejercicio de modo individual a) Elige un tema de cualquier Manual y haz una lectura atenta de sus contenidos, incluyendo todas las

citas bíblicas que encuentres. Toma notas sobre las ideas que te surjan conforme repasas las citas. b) Busca en tu Biblia los textos colocados en el recuadro correspondiente a “La Palabra”. c) Contextualiza el texto de la sección “La Palabra”. Identifica en qué sección de la Biblia está

colocado, qué párrafo está antes y cuál párrafo después. d) Reflexiona el texto pausadamente y encuentra el mensaje principal ¿qué dice el texto? Escríbelo

brevemente. Nota: Aquí se trata de buscar con fidelidad el sentido del texto. Reconoce el mensaje del texto, no se trata de moralizar. Un texto puede contener enseñanzas morales (acerca de lo bueno o malo en la conducta) pero no necesariamente; puede tener un sentido cristológico (hablar de Cristo), o eclesiológico (hablar de la Iglesia), antropológico (hablar del hombre)…

e) Revisa los comentarios de la Biblia referentes a ese texto. Identifica qué aportan para la comprensión del texto.

f) Aplica el texto a tu vida ¿qué dice el texto a tu vida, en tu situación, en el ambiente cercano? Nota: Es preciso interiorizar un texto de modo personal y encontrar las luces para la propia vida, antes de proponerlo al grupo. De lo contrario se corre el riego de proponer la Palabra de forma hueca, sin sentido para quien lo pronuncia. Recuerda que evangelizar a otros es también evangelizarse a sí mismo.

g) Relaciona el texto con los contenidos ¿de qué manera ilumina el tema que se estudia? h) Actualizar significa descubrir ¿de qué manera ilumina el texto a la comunidad a la que formas? Busca

ejemplos, que puedan ser significativos. i) Ora con alguno de los textos.

Nota: La metodología es una sugerencia para la preparación de los textos, puede resultar laboriosa, pero la práctica desarrolla la habilidad de preparar el texto cada vez con mayor facilidad.

PARA SEGUIR DESCUBRIENDO:

� CASA DE LA BIBLIA, La Biblia en grupo, Doce itinerarios para una lectura creyente, Verbo divino, Estella (Navarra) 2000.

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Tema 15. Taller: El desarrollo de los contenidos

El facilitador ejercita diferentes estilos para desarrollar los contenidos del tema.

ENLACE - En el tema anterior ejercitamos una metodología

para preparar los textos bíblicos de la sesión. - En este tema veremos algunas pistas para

trabajar los contenidos.

OBJETIVO - Familiarizarse con algunas formas de

trabajar los contenidos que estimulen la participación activa en el grupo.

- Desarrollar los contenidos de una sesión, comparando los diferentes estilos en que puede trabajarse.

- Relacionar contenidos, vida y realidad. En síntesis

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Desarrollo del tema TEXTOS: Es necesario el uso de las nuevas tecnologías en la

formación y la búsqueda constante de una capacitación en el gran horizonte pedagógico y didáctico de la práctica formativa… Por otro lado, se acepta con humildad que deben evolucionar nuestros tradicionales métodos y formas de enseñanza-aprendizaje, superando la práctica de ser <repetidores> de contenidos ya recibidos.

Orientaciones Pastorales 2009, n. 88 OTROS TEXTOS: DA 497.

1. Formar mediante una metodología renovada

La formación y el aprendizaje presentan avances importantes en el campo pedagógico. Sin embargo hay comunidades en las que se practica todavía un estilo ya superado. En algunos sectores de la Iglesia se utiliza como forma segura la técnica expositiva y memorística, sin conexión con la realidad. Ello es muestra de inseguridad de lograr con otras técnicas el aprendizaje que se busca. Con frecuencia se habla del desinterés y desgano de quienes rechazan la formación que se imparte en las iglesias. En cierta forma es verdad, pero también, es necesario reconocer que nuestros estilos pedagógicos pueden ser poco atractivos para las personas de hoy. Esto nos conduce a hacer un esfuerzo para cambiar nuestros métodos. Es urgente actualizarnos pedagógicamente y poner en práctica los medios e instrumentos que nos exige la situación actual. Es preciso también recordar que en la comunicación del mensaje evangélico hemos de ser fieles a Dios y a los hombres. 2. Los estilos pedagógicos La metodología que se busca implementar en estos Manuales es activa, en donde el más dinámico es el participante y el formador media y acompaña el proceso de aprender. Existen varias alternativas para el desarrollo de los contenidos, que varían conforme a la creatividad y al tipo de tema. Será de utilidad el combinar estilos o probar diferentes formas de llevar a cabo la sesión, ya sea, para encontrar el estilo más adecuado para el grupo, o bien, para imprimir dinamismo y versatilidad. A continuación se presentan algunas sugerencias, todas ellas suponen el estudio previo del tema por parte del participante:

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Estilo 1: Partir de la lectura comentada del tema

• Solicitar a los participantes leer los contenidos en el grupo durante la sesión.

• Detenerse si es necesario para ampliar la información, ejemplificar, relacionar con la vida y propiciar el diálogo e intercambio de aprendizajes.

• Concluir y establecer compromisos.

Estilo 2: Partir del esquema • Colocar el esquema de la sesión en un lugar visible.

• Reconstruir los contenidos con todos los participantes.

• Intercambiar ejemplos y experiencias en cada parte.

• Sacar una conclusión y compromisos entre todos. Nota: Los esquemas se elaboran con letra grande (3 a 5 cm).

Estilo 3: Partir de las dudas y la comprensión previa de la lectura. • Que los participantes expresen tanto lo que comprendieron del tema, como las dudas e inquietudes que les surgieron en relación al mismo.

• Retroalimentar la información que ellos dan, destacando los puntos principales

• Relacionar con la vida, sacar conclusiones y compromisos.

Estilos 1, 2 y 3 recomendados especialmente para: Temas con mucha información doctrinal o histórica. Estilo 4: Partir de la realidad Este implementa la metodología del ver, juzgar y actuar. • Ver. Identificar una realidad (cultural, social, económica, familiar…) que tenga que ver con el tema. Se puede partir de noticias o acontecimientos de interés actual.

• Juzgar. Reflexionar cómo los contenidos iluminan la realidad escogida.

• Actuar. Reflexionar sobre los compromisos a los que nos mueve el tema.

Estilo 5: Partir de la Palabra • Tomar como eje la Palabra de Dios y otros textos bíblicos, de la Tradición o del Magisterio.

• Desarrollar el tema a partir de las citas bíblicas y/o de los textos elegidos.

• Buscar cómo los textos iluminan la realidad.

• Destacar compromisos. • Sacar conclusiones.

Estilo 6: Partir de experiencias significativas • Elegir un caso, problema o una experiencia significativa para los participantes.

• Iluminar la experiencia con los contenidos.

• Buscar otros ejemplos. • Destacar compromisos.

Recomendado especialmente para: Temas con contenido pastoral, diaconal (servicio), social, familiar, cultural…

Recomendado especialmente para: Temas de contenido bíblico amplio.

Recomendado especialmente para: Temas con contenido pastoral, diaconal (servicio), social, familiar, cultural…

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Estilo 7: Partir de la liturgia o los actos de piedad • Elegir algún sacramento,

ejercicio litúrgico, oración o práctica característica de la religiosidad popular.

• Iluminar con los contenidos. • Sacar conclusiones. • Establecer compromisos.

Estilo 8: Dejar que los participantes se ejerciten

• Solicitar que los participantes desarrollen los contenidos del tema (se asimila más dando que escuchando).

• Completar lo que haya faltado. • Relacionar con la vida, buscar

ejemplos. • Establecer conclusiones y

compromisos.

Estilo 9: Crea más estilos

Recomendado especialmente para: Temas de espiritualidad, sacramentos, marianos…

Recomendado especialmente para: Grupos de niveles avanzados, para trabajo en temas sencillos.

Cada uno de los estilos requiere de mucha práctica para dominarse.

3. Centrar los contenidos hacia la vivencia del cristianismo Los estilos presentan diferentes metodologías, algunas son deductivas (parten de algo doctrinal y aterrizan en los ejemplos), otros son inductivas (parten de los ejemplos para terminar en los contenidos). Es preciso no perder de vista que el mensaje que se transmite es para saberlo, vivirlo y experimentarlo; esto es un elemento común de todos los temas. De ahí, la importancia de los ejemplos y la conexión con la realidad. La intención de la formación se traduce en transformar y orientar la vida. El mensaje cristiano no es una doctrina, sino una oportunidad de salvación y sólo llevará a la salvación cuando se encarne en la realidad concreta del ser humano.

4. Los talleres Por la importancia que reviste el formar para la vida, algunos temas son trabajados a manera de taller. El taller es una propuesta de trabajo en la que se integran la teoría y la práctica. Se caracteriza por la lectura y el trabajo en equipo. Un taller es también una sesión de ejercitación que requiere la participación activa de los asistentes. En un taller el tiempo que se destina a la información es reducido, comparado con el espacio destinado a las actividades. La guía para trabajar cada taller se encuentra en cada propuesta.

5. Taller: Ejercitar el desarrollo de los contenidos mediante diferentes estilos

Para realizar este taller pueden elegir entre estas dos opciones: I) Primera opción: Trabajar todos el mismo tema (recomendado para grupos pequeños)

a) Elegir un tema de un Manual entre todos los miembros del grupo. b) Que cada persona elija un estilo para trabajar el tema. c) Coordinar una sesión frente al grupo con el estilo elegido (únicamente los contenidos, omitir

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los elementos iniciales). Máximo 20 min. d) Discusión grupal

� Evaluar la aplicación del estilo. � ¿Qué estilo es adecuado al tema? � ¿Cuáles son las ventajas y desventajas de cada estilo? � ¿Cuál fue la experiencia de trabajar la sesión de modos diferentes? � ¿Cómo fue la conexión del tema con la realidad?

II) Segunda opción: Hacer equipos y trabajar distintos temas (recomendado para grupos

grandes) a) Hacer equipos y elegir un tema de un Manual por equipo. b) Asignar a cada equipo un estilo para trabajar el tema. c) Coordinar una sesión frente al grupo con el estilo elegido (únicamente los contenidos, omitir

los elementos iniciales). Máximo 20 min cada equipo. d) Discusión grupal

� ¿Cómo trabajó el estilo cada equipo? � ¿Cuáles son las ventajas y desventajas de cada estilo? � ¿Cómo fue la conexión del tema con la realidad?

PARA SEGUIR DESCUBRIENDO: � H. OTERO, Crear y recrear la clase de religión. Experiencias y propuestas, PPC, Madrid 2007, pp.

29-34.73-86. 95-102. � Catequistas en formación. Curso básico, PPC, Madrid 2005, pp. 155-165.

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Tema 16. Taller: Las actividades y la Evaluación

El facilitador valora la importancia de las actividades de aprendizaje y evaluación.

ENLACE - En el tema anterior revisamos algunas sugerencias metodológicas para desarrollar los contenidos. Vimos que cada tema puede ser trabajado de forma dinámica, haciendo participar activamente a los asistentes.

- Ahora nos acercaremos a los últimos elementos: las actividades, la evaluación y la bibliografía.

OBJETIVO - Descubrir que las actividades habrán de ser realizadas considerando que se busca formar para la vida cristiana.

- Precisar que la evaluación está enfocada al crecimiento personal y comunitario del participante.

- Identificar la importancia de elegir actividades adecuadas al contenido.

En síntesis

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Desarrollo del tema

TEXTOS:

¿De qué sirve una sabiduría que no es capaz de hacer sabio al que puede oírla?... Cuando uno enseña es cuando más aprende, y al hablar se convierte uno muchas veces en oyente de los que le oyen. <Porque uno es el Maestro> (Mt 23, 8) tanto del que habla como del que oye, y es el manantial lo mismo de la inteligencia que de la palabra…

Clemente de Alejandría OTROS TEXTOS:

1. Las actividades de aprendizaje

Conforme se trabajan los contenidos, el formador pedirá a los participantes la realización de las actividades de aprendizaje. Son ejercicios para que los participantes relacionen los contenidos con su vida, situación o contexto y así, alcancen los objetivos de cada tema. Las actividades permiten un aprendizaje para la vida. Dado que se busca que cada persona se desarrolle en la dimensión personal y comunitaria, las actividades han sido divididas en individuales y grupales. En general se refieren a:

• Cuestionamientos personales y grupales. • Planteamiento de situaciones o problemáticas. • Discusiones grupales. Las actividades propuestas en los Manuales pueden adaptarse a la dinámica del grupo.

2. La evaluación como proceso global

La evaluación es un proceso permanente, su intención es proporcionar elementos al formador para apoyar a los participantes en su proceso de hacerse discípulos y misioneros de Jesús, involucrando a ambos en el logro de un proceso común. En el caso concreto de la formación básica lo que más interesa es evaluar el crecimiento del discípulo misionero. Por ello la evaluación posee un carácter cualitativo, se evalúan principalmente actitudes que se fortalecen o adquieren, tomando en cuenta que se busca formar para la vida. Este tipo de evaluación omite por completo el sistema de calificaciones. El objetivo de la formación básica va mucho más allá de “pasar de grado”, es un proceso humano comunitario y como tal ha de ser evaluado. Vista así, la evaluación no se reduce a un momento en el aula, ni a la adquisición de ciertos conocimientos. Involucra estar atentos a relaciones, actitudes, comportamientos dentro y fuera del aula. Para evaluar se requiere tener un parámetro de referencia, ¿contra qué evaluamos?, ¿cuál es nuestro ideal a alcanzar? Los fundamentos doctrinales y pastorales nos marcan el punto de llegada: formar laicos que sepan vivir su cristianismo creciendo en espíritu de conversión, comunión y apostolado. Nuestro modelo es Jesús.

3. La evaluación de los participantes durante la sesión

De modo concreto la evaluación permite analizar y verificar los aprendizajes de cada participante. Esta conlleva tres diferentes momentos:

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• Al inicio de una sesión. Es una evaluación diagnóstica o inicial que sondea sobre conocimientos previos de la temática. Identifica intereses y expectativas, así como las actividades de cada participante.

• Durante la sesión. Es continua, proporciona datos al formador para adecuar los contenidos y la metodología de acuerdo al ritmo del grupo, a las expectativas y a los objetivos.

• Al finalizar la sesión. La evaluación sumaria, sintetiza los logros alcanzados. Permite verificar los alcances logrados en la sesión.

El recuadro de la “Evaluación” presenta actividades para aplicar al finalizar la sesión. Conviene que las actividades de evaluación se realicen de forma escrita para que el formador tenga una referencia objetiva acerca de los logros del grupo y de cada persona. Ellas son indicadores que el formador tendrá en cuenta para la mejora o adecuación continua de sus sesiones.

4. Autoevaluación del participante

Además de ser un medio para mejorar el desempeño del formador, la evaluación es de gran utilidad para el propio participante:

• Le aporta un conocimiento de sí mismo. • Le ayuda a darse cuenta de la dirección en la que ha de cambiar u orientar sus actitudes o

comportamientos. • Le permite obtener satisfacción al darse cuenta de sus avances.

5. Evaluación del formador

Al finalizar un Módulo-Materia (Manual) es recomendable que los participantes evalúen al formador. Este tipo de evaluación suele realizarse aplicando un cuestionario a los participantes. Generalmente se omite el nombre del participante para que la evaluación pueda ser realizada con libertad. Este tipo de evaluación constituye un medio importante para el crecimiento de los formadores. Existen varios cuestionarios para ello. Cada centro de formación puede diseñar el suyo de acuerdo a sus necesidades propias. Por ejemplo:

NOMBRE DEL FORMADOR:______________ MATERIA:______________

1. Puntualidad. Las sesiones comenzaron y terminaron a tiempo. Siempre_________ Casi siempre_________ Algunas veces________ Nunca________

2. Se plantearon los objetivos de forma clara al iniciar cada sesión. Siempre_________ Casi siempre_________ Algunas veces________ Nunca________

3. La metodología empleada para el desarrollo de los contenidos propició la participación activa de los miembros del grupo. Siempre_________ Casi siempre_________ Algunas veces________ Nunca________

4. El facilitador resolvió satisfactoriamente las dudas surgidas acerca de los temas. Siempre_________ Casi siempre_________ Algunas veces________ Nunca________

5. El facilitador mostró dominio de los temas que impartió. Siempre_________ Casi siempre_________ Algunas veces________ Nunca________

6. El facilitador ejemplificó constantemente los contenidos con referencia a la vida. Siempre_________ Casi siempre_________ Algunas veces________ Nunca________

7. El aprendizaje logrado a lo largo de esta etapa favoreció: a) Espíritu de conversión. Sí______ No_______ ¿por qué?______________________ b) Espíritu de comunión. Sí______ No_______ ¿por qué?________________________ c) Espíritu apostólico. Sí______ No_______ ¿por qué?__________________________

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8. Comentarios o sugerencias para el facilitador _______________________________________________________________________________________________________________________________________________

6. Bibliografía

Hemos dicho anteriormente que la sección “Para seguir descubriendo” es una referencia bibliográfica que permite ahondar en los contenidos. Habrá de buscar los medios para que cada centro de formación se vaya haciendo de su propia Biblioteca (estable o ambulante) para que los facilitadores puedan tener a la mano los libros indispensables. Se puede hacer una recopilación de textos con las lecturas sugeridas al final de cada tema.

7. Taller: Aplicando las actividades y evaluación

Como ejercicio para los formadores, en esta sesión se propone realizar las actividades de cualquier tema elegido, como lo haría el participante. Ello ayudará al formador a evaluar la importancia de las mismas y le sugerirá ideas para adaptar las actividades al grupo.

A) REALIZAR LAS ACTIVIDADES

a) Elegir un tema entre todos los miembros del grupo. b) Nombrar un facilitador que dirija las actividades individuales y grupales. c) Ejecutar las actividades individuales y grupales. d) Identificar como las actividades ayudan al logro de los objetivos del tema. e) Intercambiar experiencias del ejercicio. Organizar una lluvia de ideas para adaptar las actividades al

grupo con el que se cuenta. B) AUTOEVALUACIÓN a) Realizar la evaluación que se propone en el tema y Manual elegido para esa misma sesión. b) Identificar como la evaluación ayuda al logro de objetivos. c) Intercambiar experiencias.

PARA SEGUIR DESCUBRIENDO: � STPS, Curso de Formación de Instructores, Manual del Participante, México, D.F 2005, pp. 63-65.

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Tema 17. Los recursos didácticos

El facilitador identifica los múltiples recursos didácticos que tiene a su alcance para dinamizar la comunicación del mensaje.

ENLACE - En el tema anterior vimos que las actividades y

la evaluación están encaminadas a contribuir para que la formación incida sobre la vivencia personal y comunitaria de cada participante.

- Ahora veremos, que además de los elementos con los que cuenta el Manual existen muchos otros recursos didácticos que pueden auxiliarnos para realizar un aprendizaje dinámico y participativo.

OBJETIVO - Reconocer la variedad, utilidad y alcances de los

medios, técnicas y recursos didácticos. - Ejercitarse en la implementación de dinámicas.

En síntesis

Desarrollo del tema

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LA PALABRA: El Señor me dijo:

Vete a comprar un jarro de barro; toma contigo algunos de los ancianos del pueblo y de los sacerdotes; ve al valle de Ben Hinón, a la entrada de la puerta de la alfarería, y proclama las palabras que yo te diga. Romperás el jarro ante los hombres que te hayan acompañado, y les dirás: Así dice el Señor todopoderoso: Yo romperé este pueblo y esta ciudad como se rompe una vasija de arcilla, que ya no puede rehacerse.

Jeremías 19, 1-2. 10-11 OTROS TEXTOS: Jr 13, 1-9; Os 1, 2-5.

1. Jesús y los recursos didácticos

Jesús fue un gran pedagogo, su método de enseñanza lo basó en la acción y la palabra. A la manera de los profetas que realizaron acciones simbólicas con objetos concretos, Jesús fue mucho más allá. Para enseñar a la gente de su tiempo usó la Palabra de un modo muy original. Sus discursos y charlas tenían un carácter dialogal, eran directos, concretos y personales. Para hablar del Reino de Dios empleó gran variedad de imágenes y comparaciones basadas en experiencias y prácticas cotidianas tomadas de la vida campesina o doméstica, de tal manera que resultaban entendibles para todos.

2. La Iglesia y el uso de los recursos didácticos Siguiendo el modelo de comunicación practicado por Jesús, la Iglesia ha recurrido también a la utilización de múltiples recursos para cumplir su misión evangelizadora. La palabra, hablada y escrita, ha sido el medio básico de la evangelización desde los primeros tiempos del cristianismo. A lo largo de la historia, la Iglesia se ha valido también de otros medios como la pintura, escultura, arquitectura, teatro cristiano. Los símbolos, gestos, acciones, música y canto han sido elementos importantes de la liturgia. Hoy la Iglesia intenta también hacer uso de los medios de comunicación social tales como videos, cine, internet… Estos últimos constituyen un recurso importante en los tiempos actuales puesto que vivimos en una cultura de lo visual.

3. Los recursos didácticos en la formación Toda enseñanza o acción evangelizadora ha de estar apoyada por diversidad de medios o recursos didácticos. Al igual que Jesús y que la Iglesia, quienes participamos en la tarea de formar a otros hemos de dinamizar el mensaje del que somos portadores. Aunque sabemos que lo esencial no está en la pedagogía, los tiempos actuales estimulan a emplear la creatividad y a utilizar los medios a nuestro alcance.

4. Los tipos de recursos didácticos

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Entendemos por medios ó recursos didácticos todos aquellos materiales, técnicas, personas e instrumentos que, por una parte, ayudan a los formadores en su tarea de guiar y por otra, facilitan a los participantes el logro de los objetivos de aprendizaje. Existen varios tipos:

TIPO DE MEDIO DESCRIPCIÓN Gráficos Pizarrón, acetatos, rotafolio, gráficas, láminas, carteles, planos, diagramas... Fotográficos Fotografías, diapositivas. Audiovisuales Video, cintas, películas, presentaciones en computadora. Auditivos Casetes, CD´s. Nuevas Tecnologías Computadoras, internet. Dinámicas y técnicas Conocimiento, integración, colaboración, interacción, evaluación… Expertos Charlas, demostraciones.

El empleo de los medios o recursos didácticos permite: • Presentar los temas de una manera objetiva, clara y accesible. • Proporcionar al participante formas variadas de aprendizaje. • Estimular el interés y la motivación del grupo. • Acercar a los participantes a la realidad y a darle significado a lo aprendido. • Facilitar la comunicación. Complementan los estilos didácticos y economizan tiempo.

5. La adecuada utilización de los medios didácticos

Los recursos o medios didácticos son herramientas y ayudas para llevar a cabo la tarea formativa. Estos deben apoyar y facilitar la labor formativa, no entorpecerla, por lo que es preciso hacer un uso correcto y adecuado de ellos. Los medios habrán de elegirse en la planeación de la sesión, teniendo presente las funciones que van a desempeñar, su adecuación a las necesidades y características de los participantes.

6. El pizarrón ó pintarrón

Es de bajo costo y de fácil uso. Tiene la desventaja de poseer un poder visual limitado. Algunas recomendaciones para su utilización:

• Escribir de forma visible para todo el grupo. • Escribir frases claras y breves. • Dibujar y escribir en forma legible, con letra de imprenta, lo suficientemente grande para leerse

por todos (aprox. 2 pulgadas). • Usar colores, de preferencia oscuros para las letras (negro, azul marino, café) y claros o brillantes

para resaltar algo (rojo, amarillo, azul claro). • Conservar el pizarrón limpio, borrando las frases que no se relacionen con el tema.

7. El Rotafolios Es una especie de caballete portátil en el que se introducen grandes hojas de papel. Su tamaño permite que pueda ser leído por todo el grupo. Su uso representa bajo costo. Permite regresar las láminas para analizarlas nuevamente. Cuando se usa el rotafolios con hojas previamente elaboradas, estas deben ser preparadas con cuidado, llevar el mensaje en forma precisa, resaltando los puntos clave. El uso del rotafolios con hojas en blanco es muy común cuando se busca la participación del grupo, ya que los comentarios que surjan se irán anotando para llegar a una conclusión.

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8. Proyecciones en computadora Es un recurso que cada vez se utiliza más en la presentación de información. Posee todas las ventajas que presenta el uso de la computadora como la posibilidad de insertar fotos, imágenes, cuadros y gráficos, manejo de colores... Proporciona formalidad y versatilidad a la enseñanza. Su limitación radica en el costo. Es necesario no abusar del número de diapositivas que se presenten, ya que proyectar demasiadas cansará al auditorio. Una presentación deberá contener solo la información esencial, como máximo debe poseer 8 renglones por diapositiva. Se trata solo de un apoyo que no debe de ser leído íntegramente.

9. Las técnicas didácticas Junto a los medios están también las técnicas didácticas. Se conciben como estrategias con varias actividades que el formador implementa para que el participante construya el conocimiento, lo transforme, lo problematice y lo evalúe. Ellas fomentan mayor participación y grado de libertad de entre los participantes. En el tema 15 vimos algunos estilos pedagógicos para trabajar los contenidos. Aquí aportamos más técnicas que pueden implementarse durante el desarrollo de los mismos:

• Diálogo simultáneo. Es útil para obtener rápidamente opiniones elaboradas por equipos, acuerdos parciales, tareas de repaso y de comprobación inicial de información antes de tratar un tema nuevo.

• Debate dirigido. El formador guía una discusión de los participantes hacia el "descubrimiento" del contenido de un tema de estudio.

• Lluvia de Ideas. Un grupo de personas, en conjunto, crean ideas. Esto es casi siempre más productivo que cada persona pensando por sí sola.

• Dramatización o socio-drama. Consiste en reproducir una situación o problema real. • Estudio de caso. El formador otorga a los participantes un documento que contiene toda la

información relativa a un caso, con el objeto de realizar un análisis y conclusiones significativas del mismo. Se emplea cuando los participantes tienen un cierto grado de dominio sobre la materia o se invita a un experto. Se han de evitar casos ficticios, muy simplificados o demasiado extensos.

10. Las dinámicas grupales

Son actividades que facilitan la integración de los miembros del grupo; generan un proceso socio-afectivo que produce la enseñanza de los contenidos y el aprendizaje significativo. Las dinámicas grupales propician las relaciones humanas, la creatividad de los participantes y evitan la pasividad y el aburrimiento. Existen varios tipos de dinámicas, algunas de ellas pueden clasificarse como sigue:

• Autoconocimiento. • Aprendizaje. • Comunicación. • Comportamiento grupal. • Creatividad. • Integración. • Educar en valores. En la actualidad proliferan los libros e información en internet que sugieren dinámicas. Existen muchas que se pueden adaptar de acuerdo a las necesidades. Esto no quiere decir que en cada sesión vaya a realizarse una dinámica, sino que las actividades pueden ser sustituidas o complementadas por alguna dinámica. Ellas son útiles también para integrar al grupo.

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ACTIVIDADES INDIVIDUALES - Elige una dinámica que pueda ayudar en las sesiones de formación, prepárala para aplicarla entre tus compañeros. - Evalúa la posibilidad de implementar en tu sesión recursos o medios didácticos que no empleas.

GRUPALES - Que cada quien aplique la dinámica que trae preparada.

- Comentar sobre su utilidad. - Elaborar un catálogo de dinámicas.

EVALUACIÓN ¿Estás decidido a emplear más recursos didácticos en tu sesión, sí cuáles? PARA SEGUIR DESCUBRIENDO: F, MARTÍNEZ-DIEZ, Teología de la comunicación, BAC, Madrid 1994.

� http://www.aulafacil.com/Ense%F1anza/Lecc-7.htm. � http://members.fortunecity.com/dinamico/redina.htm (Dinámicas). � http://gerza.com/tecnicas_grupo/tecnicas_grupo_ok.html. � http://www.marianistas.org/juegos/.

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Tema 18. Taller: Formar para la vida cristiana, integrando criterios y objetivos

El facilitador toma en cuenta que su cometido principal es

formar para hacer vida el mensaje cristiano.

ENLACE - Iniciamos este Manual presentado las bases doctrinales y pastorales de la formación básica.

- Después continuamos con la parte metodológica en donde ejercitamos algunas herramientas didácticas para el uso de los Manuales.

- Ahora vamos a dar una visión de conjunto, reuniendo los elementos, criterios y ejes de la formación.

OBJETIVO - Integrar los elementos vistos hasta el momento en un solo objetivo: formar para la vida cristiana.

- Descubrir una visión de conjunto, a partir de las bases doctrinales y pastorales, apoyadas en una metodología didáctica adecuada a la formación de adultos.

- Ejercitar un camino para formar para la vida cristiana creciendo en espíritu de conversión, comunión y apostolado.

En síntesis

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Desarrollo del tema

TEXTOS: Como Iglesia que se evangeliza para poder

evangelizar, debemos hacernos más capaces de transmitir la fe, privilegiando los medios del testimonio, diálogo y cercanía con las personas de cada ambiente urbano. Esta opción, nos exige aprender a acompañar a quienes se inician en la fe para que puedan recorrer el itinerario que los madure, como discípulos y como misioneros de Cristo. Es decir, debemos aprender a ser una comunidad capaz de formar para la vida cristiana, para vivir como cristianos.

Orientaciones pastorales 2008, n. 4 OTROS TEXTOS: DA 283, CFL 59

1. Formar para la vida cristiana

Formar para vivir como cristianos es la intención primordial de la formación básica. Este enfoque no se puede omitir, es esencial. Nuestra Iglesia reclama hoy la falta de testimonio y autenticidad en muchos cristianos. Se puede afirmar que del éxito de esta tarea depende la renovación de nuestra iglesia local. Formar para vivir como cristianos es algo fundamental e importante, que hemos de tener presente, durante todo el proceso. Es llevar a los discípulos y misioneros a:

• Comprender, celebrar y vivir el Evangelio. • Participar en la construcción de la comunidad eclesial. • Participar del anuncio y la difusión del Evangelio. • El aprendizaje significa acción. El éxito de la formación es que cada formando haga suyo el método

de vida.

2. Integración de ejes y objetivos de la formación A lo largo de este Manual destacamos los ejes y criterios que permean toda la formación. Ellos orientan precisamente a conocer, vivir, celebrar y comunicar la fe. Mencionamos que la formación ha de ser:

• Integral, esto es atender a las distintas dimensiones de la persona: humana, comunitaria, intelectual, apostólica, espiritual.

• Soportada en 3 ejes: conversión, comunión y apostolado. • Dirigida a hacer que el laico tome conciencia de su vocación y misión en la Iglesia en el mundo. De manera gráfica se puede visualizar así:

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3. La Conversión Convertirse es optar por Cristo. La formación busca incidir en el proceso de conversión, por lo que al final del itinerario de formación básica tanto el facilitador como el formando habrán crecido en espíritu de conversión.

Ser discípulos y misioneros significa que se está aceptando vivir la tensión radical del evangelio y, por lo tanto, la entrega de la propia vida y proyecto a favor del Reino de Dios. El núcleo de la formación está en ayudar a la persona a reconocer la presencia y la voz de Jesús que llama a seguirlo (OPFV 14-15).

4. Como formar en la conversión Sin forzar los contenidos, éstos habrán de ser trabajados bajo esta perspectiva o enfoque. En todos ellos habrá que preguntarse:

• En el plano personal. ¿En qué me hace mejor?, ¿cómo me acerca o asemeja más al camino de Jesús?, ¿qué actitud me pide cambiar?

• En el plano comunitario, a nivel pequeña comunidad, movimiento, parroquia y/o iglesia local. ¿Qué aporta el tema para la conversión de la comunidad?

La formación no ha de limitarse al desarrollo de los contenidos. De cuando en cuando, aprovechando los tiempos litúrgicos fuertes podrá interrumpirse para dar paso a retiros, pláticas de espiritualidad, Misa comunitaria…, es decir, todo aquello que pueda ayudar al proceso de conversión.

5. La Comunión Los pueblos de Latinoamérica viven por tradición, una fuerte riqueza comunitaria. Con todo, la fe se vive, en muchos casos, de modo individual y personal, sin conexión con la comunidad.

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La formación busca llevarnos a desarrollar el sentido de pertenencia a la comunidad de bautizados, que es la Iglesia y a actuar como Iglesia.

Seguir a Cristo nos reúne en el camino con otros hermanos. Conforme vamos en el camino nos damos cuenta que no vamos solos, el Señor llama a los que él quiere y va integrando la comunidad de los discípulos... La comunión la alimenta y la sostiene el Espíritu. La experiencia de unidad es parte del llamado al seguimiento. Las huellas de Cristo exigen voluntad de comunión. El envío necesita del vínculo de unidad con los hermanos: sean uno como el Padre y yo somos uno. Así, la maduración de los discípulos y misioneros se manifiesta en la comunión entre ellos. La comunión se convierte en identidad del discípulo y apóstol de Cristo (OPFV 16-17).

6. Como formar en la comunión La comunión es a la vez espiritual y tangible. Se expresa en cosas muy concretas como la colaboración y cercanía entre cristianos, el diálogo, la fraternidad, solidaridad… Se busca formar en la comunión tanto al interior de la iglesia (intra-eclesial), como al exterior (otras confesiones cristianas, nuevas generaciones, pobres…). Sin forzar los contenidos, éstos habrán de ser trabajados bajo esta perspectiva de comunión. En todos ellos habrá que preguntarse: ¿qué relación tiene para la vida de comunión?, ¿de qué manera nos ayuda a crecer como comunidad?, ¿en qué medida me lleva colaborar y solidarizarme con los otros? A crecer en comunión se aprende haciendo comunión. De tal manera, que los centros de formación habrán de ser escuelas de comunión. Por ello, durante la formación habrá que suscitar entre los miembros, amistad, diálogo, solidaridad, fraternidad, convivencia, un paseo juntos…

7. El apostolado La formación busca preparar para transformar el mundo y comunicar el mensaje a los demás.

Es doble la exigencia cristiana: seguir los pasos de Jesús y estar dispuestos a ser enviados. El discipulado prepara al apostolado (OPFV 13). El Documento de Aparecida afirma:

La misión no se limita a un programa o proyecto, sino que es compartir la experiencia del acontecimiento del encuentro con Cristo, testimoniarlo y anunciarlo de persona a persona, de comunidad a comunidad, y de la Iglesia a todos los confines del mundo (cf. Hch 1, 8) (DA 145).

8. Como formar hacia el apostolado Sin forzar los contenidos, éstos habrán de trabajarse bajo la perspectiva de misión. El apostolado que cada persona se sienta llamada a realizar depende de sus talentos y carismas. La formación básica busca:

• Afianzar la conciencia misionera. • Hacer consciente la importancia de la presencia cristiana en la sociedad a través de la vida familiar,

profesional, cultural, sindical, política. Presencia inspirada en el evangelio. • Suscitar militantes para las organizaciones laicales. • Reafirmar la participación activa de las tareas intra - eclesiales.

9. Taller: ejercicio de integración Vamos a realizar algunos ejercicios que permitan tener presentes los ejes y objetivos durante el desarrollo de la sesión. Para este taller será necesario elegir en el grupo un tema de cualquier Manual (el mismo para todos).

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Trabajo individual

A) DESCUBRIR COMO LOS CONTENIDOS LE HABLAN AL FACILITADOR Dado que el cristianismo es una experiencia de fe que se transmite mucho más por testimonio y contagio, los contenidos habrán de interpelar, en primer lugar al facilitador. El formador habrá de descubrir en los contenidos su propio crecimiento en conversión, comunión y apostolado. En seguida, habrá de preguntarse, cómo estos contenidos le hablan a las personas concretas a quienes está formando y considerar: ¿quiénes son?, ¿a qué se dedican?, ¿a qué grupo pertenecen?, ¿cuáles son sus problemas y expectativas?, ¿cuál es su actividad pastoral?

A partir de las respuestas:

a) Estudiar los contenidos. b) Buscar frases que hablen de conversión. Anotarlas. c) Preguntarse ¿qué aporta para nuestra vida personal?, ¿qué aporta para las personas

concretas a las que formamos? d) Buscar frases que hablen de comunión. Anotarlas e) Preguntarse ¿en qué contribuyen a hacer mejor nuestra propia vida comunitaria? ¿qué puede

aportar para la vivencia comunitaria del grupo al que formamos y a (los) grupos a los que pertenecemos?

f) Buscar frases que motiven el apostolado. Anotarlas. g) Preguntarse ¿de qué manera colaboran a la misión apostólica, qué aporta para la comunidad a

la que formamos?

B) TRABAJO COMUNITARIO Compartir las respuestas en el grupo ¿Cuál fue la experiencia de haber realizado este ejercicio?

C) FRENTE AL GRUPO AL QUE FORMAS

El ejercicio que acabamos de realizar es parte de tu preparación a la sesión que aportará ideas y pistas para ejemplificar, actualizar y mantener presentes los ejes de la formación. El trabajo con el grupo se realiza durante la sesión con los aportes que vayas haciendo para mantener el hilo conductor y el enfoque. Para completar los criterios al final se pueden realizar las siguientes actividades:

• Establecer compromisos personales y grupales con Dios. • Alabar, agradecer, orar con el grupo. • Celebrar.

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Tema 19. Taller: Dinámica de la sesión

El facilitador descubre como planear y organizar su sesión

ENLACE - En el tema anterior realizamos un ejercicio de integración de criterios, ejes y objetivos de la formación básica.

- Para culminar la parte metodológica vamos ahora, a ejercitar algunos elementos que tienen que ver con la planeación y desarrollo de cada sesión.

OBJETIVO - Identificar cómo han de distribuirse los

tiempos durante la sesión. - Descubrir la importancia de planear las

acciones de formación. - Reconocer el trabajo que el formador tendrá

que realizar antes, durante y después de la sesión.

En síntesis

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Desarrollo del tema LA PALABRA: Es de particular importancia la conciencia de que la

labor formativa, al tiempo que recurre inteligentemente a los medios y métodos de las ciencias humanas, es tanto más eficaz cuanto más se deja llevar por la acción de Dios: solo el sarmiento que no teme dejarse podar por el viñador, da más fruto para sí y para los demás.

Christifideles laici 63 OTROS TEXTOS: 1. Guía para el desarrollo de la sesión

Cada tema conforma una sesión de aproximadamente una hora. La distribución de los elementos de la sesión podría realizarse distribuyendo los tiempos de la siguiente manera:

• Enlace y objetivo (3’). • Evocaciones acerca del tema, participación de experiencias (7’). • Lectura Bíblica (7’). • Desarrollo del tema (20’). • Actividades (15’). • Evaluación (8’). Para apoyar la formación de la espiritualidad, las sesiones irán acompañadas de oración inicial y final. El manejo de los tiempos es flexible, de acuerdo a las necesidades del grupo. Con todo, se espera que cada elemento de la sesión sea trabajado de modo equilibrado, sin agotar el tiempo en alguno, en detrimento de los demás y sobrepasando la finalidad para la cual han sido colocados.

2. Planeación de la sesión El desarrollo de la sesión implica realizar una serie de actividades previas, al momento y posteriores a la misma. Se trata de un ejercicio de planeación y evaluación, que implica un esfuerzo por parte del formador. Estas consideraciones favorecen el logro de los objetivos y permiten aprovechar al máximo los medios y el tiempo disponible.

3. Herramientas para planear Al momento de planear hay que responder a una serie de preguntas básicas sobre los aspectos que se han de considerar en la sesión para que se logre el aprendizaje. A continuación se muestran los elementos y las preguntas a las que éstos responden: PREGUNTAS ELEMENTO DE PLANEACIÓN ¿A quién? Características de los participantes ¿Para qué? Objetivos ¿Qué se va a enseñar? Contenidos ¿Cómo? Técnicas ¿Con qué? Recursos

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¿Cómo se evaluará? Instrumentos de evaluación ¿Cuánto tiempo? Duración ¿Dónde? Lugar de impartición

4. Antes de la sesión Corresponde a la etapa de planeación de la sesión. Entre las actividades a considerar se tienen:

PREGUNTAS ACTIVIDADES A PREPARAR

¿A quién está dirigida?

Características del grupo.

¿Para qué? Clarificar el objetivo para comprender qué buscamos. ¿Qué se va a enseñar?

Leer reflexivamente el tema, preguntarse qué contenidos se necesita ampliar. Profundizar los contenidos. Implica buscar más información respecto a los contenidos, aclarar dudas con algún asesor académico. Elaboración de una síntesis y enlace propios. Realización de una Lectio Divina o reflexión personal con el texto bíblico sugerido. Encontrar resonancias con los contenidos.

¿Cómo? Elegir la dinámica a seguir durante la sesión (estilo o forma de impartir contenidos). Elegir y preparar estrategias pedagógicas: dinámicas.

¿Con qué? Elegir y preparar materiales didácticos: rotafolios, pizarrón… ¿Cómo se evaluará? Revisar actividades y evaluación para prever lo necesario para su

realización (preguntas, pistas de reflexión…). ¿Cuánto tiempo? Delimitar cuánto tiempo se le va a dar a cada elemento. ¿Dónde? Definir lugar.

5. Durante la sesión • Coordinar las actividades, de acuerdo a la guía de trabajo. • Informar a los participantes qué se espera de ellos y cómo se logrará. • Motivar y facilitar el logro de resultados y objetivos del aprendizaje individual y grupal. • Seguir adecuadamente la metodología propuesta en los Manuales. • Relacionar los contenidos con la vida cotidiana, el contexto y los intereses de los participantes. • Contestar dudas sobre el tema ó comprometerse a investigar para solucionarlas. • Establecer una comunicación efectiva. • Mantener el interés y la participación de los miembros del grupo. • Fomentar la interacción entre los participantes. • Regular los tiempos. • Evaluar la participación e interés y observar el proceso.

6. Después de la sesión

• Analizar la dinámica de la sesión y logro de objetivos, para verificar si fuera necesaria la retroalimentación.

• Valorar la efectividad de las acciones. • Proponer alternativas de mejora. • Identificar áreas de oportunidad y crecimiento de los participantes, de su desempeño y del proceso.

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• Formarse y actualizarse permanentemente.

7. Taller: El antes, durante y después de la sesión Para la realización de este ejercicio se puede organizar al grupo para que algunas personas trabajen el “antes, durante y después de la sesión”.

a) Antes de la sesión 1. Elegir un tema de un Manual y realizar las actividades que corresponden a la preparación de la

sesión (cf. punto 4). 2. Describir al grupo cómo planearon su sesión y aportar otros elementos, que desde su experiencia

como facilitadores, puedan contribuir a ayudar a otros en la preparación de la sesión. 3. Escuchar la retroalimentación de las personas del grupo.

b) Durante la sesión

El desarrollo de los contenidos lo ejercitamos ya en el tema 15 de este Manual. Dialogar en parejas lo siguiente y presentar al grupo sus conclusiones:

• ¿Cómo motivar e interesar al grupo? • ¿De qué manera buscar, ejemplificar y contextualizar los contenidos? Presentar ejemplos. • ¿Cómo hacer para regular el tiempo, haciendo que los participantes disfruten de la sesión, no

se sientan presionados por terminar; pero a la vez, respetemos los tiempos asignados sacando el máximo provecho a la sesión?

• ¿Cómo favorecer la participación de aquellos participantes que casi no hablan y regulamos la de aquellos que hablan mucho?

• ¿Qué hacer cuando nos preguntan cosas que no sabemos? • ¿Cómo favorecer el trabajo en grupo?

c) Después de la sesión 1. Elegir la última sesión que hayan impartido. Realizar las actividades indicadas para “después

de la sesión” (cf. punto 6). 2. Presentar al grupo:

• La evaluación de su sesión. • Una propuesta de mejora.

3. Solicitar la retroalimentación del grupo. PARA SEGUIR DESCUBRIENDO

� STPS, Curso de Formación de Instructores, Manual del Participante, México, D.F 2005, pp. 34-51.

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ANEXO. Esquema para la preparación de una sesión de trabajo

ACTIVIDADES TIEMPO (min)

COORDINADOR O RESPONSABLE

RECURSOS OBSERVACIONES

Oración inicial Enlace y objetivo 3 Evocaciones acerca del tema, participación de experiencias

7

Lectura Bíblica (textos) 7 Desarrollo del tema 20 Actividades 15 Evaluación 8 Oración final TOTAL 60

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Tema 20. Centros de Formación, escuelas de comunión y misión

Los facilitadores descubren que en su Centro de formación aprenden, viven, testimonian la comunión y se preparan para la misión.

ENLACE - Hasta aquí hemos estudiado temas relacionados con cuestiones pedagógicas.

- Ahora vamos a hacer algunas reflexiones sobre las pequeñas comunidades, ambientes eclesiales privilegiados, para realizar la formación. Uno de ellos lo constituyen los Centros de Formación.

OBJETIVO - Descubrir que los Centros de Formación básica

están llamados a ser pequeñas comunidades eclesiales en donde se viva, testimonie y aprenda la comunión.

- Reconocer que la comunión lleva a la misión.

En síntesis

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Desarrollo del tema TEXTOS Las pequeñas comunidades eclesiales son un ámbito

para escuchar la Palabra de Dios, para vivir la fraternidad, para animar en la oración, para profundizar procesos de formación en la fe y para fortalecer el exigente compromiso de ser apóstoles en la sociedad de hoy. Ellas son lugares de experiencia cristiana y evangelización que, en medio de la situación cultural que nos afecta, secularizada y hostil a la Iglesia, se hacen todavía mucho más necesarias.

Documento de Aparecida 308 OTROS TEXTOS: 1. Pequeñas comunidades, ámbito privilegiado para la formación

Formar discípulos misioneros es una actividad eclesial. De ahí que, el ámbito privilegiado para llevar a cabo la formación sean las pequeñas comunidades eclesiales. El Documento de Aparecida resalta la importancia de estas comunidades: Para la Nueva Evangelización y para llegar a que los bautizados vivan como auténticos discípulos y misioneros de Cristo, tenemos un medio privilegiado en las pequeñas comunidades eclesiales (DA 307). En estas comunidades se escucha la Palabra, se vive la fraternidad, se ora, se estudia y se fortalece el compromiso apostólico (cf. DA 308). La importancia de estas comunidades radica en que en ellas es posible experimentar el cristianismo de forma cercana, fraterna y concreta. He aquí la importancia de los Centros de Formación, quienes más que ser lugares de enseñanza doctrinal están llamados a convertirse en escuelas de cristianismo.

2. Llamados a vivir en comunión Hoy día se extiende la idea, en muchos cristianos, de que es posible vivir la fe de forma individual e intimista sin relación alguna con otros miembros de la Iglesia. Vivir en comunión y para la comunión es algo que caracteriza al cristianismo, que le es esencial.

La comunión de los cristianos entre sí nace de su comunión con Cristo: todos somos sarmientos de la única Vid, que es Cristo. El Señor Jesús nos indica que esta comunión fraterna es el reflejo maravilloso y la misteriosa participación en la vida íntima de amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Por ella Jesús pide: «Que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado» (Jn 17, 21) (CFL 18). Las pequeñas comunidades eclesiales están llamadas a convertirse en escuelas de comunión, es decir, en un lugar donde se aprenda y experimente la comunión.

3. El testimonio de vida comunitaria El camino del discipulado se asimila mejor por el testimonio que por las palabras. Solo quien tiene experiencia de comunión puede llevar a otros la comunión. La vida comunitaria es un testimonio que atrae, puesto que es capaz de reflejar el amor de Dios entre sus miembros y hacia las otras personas. Vivir en comunión es obedecer el mandato de unidad de Jesús y el testimonio más creíble de la presencia de Dios entre nosotros (cf. Jn 17, 21):

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La Iglesia atrae cuando vive en comunión, pues los discípulos de Jesús serán reconocidos si se aman los unos a los otros como Él nos amó (cf. Rm 12, 4-13; Jn 13, 34) (DA 159). Así los centros de formación o pequeñas comunidades, además de ser centros en donde se enseñe la importancia de la comunión, habrán de ser lugares que la atestigüen.

4. El amor, comunión en acción La comunión no es algo que habrá de quedar en los discursos o en el papel. Se palpa, se vive día con día. Su máxima expresión es el amor. Este es el signo por el cual la Iglesia es reconocida como seguidora de Cristo y servidora de la humanidad. El mejor testimonio de comunión en los Centros de Formación estará radicado en la práctica del amor y aceptación de unos con otros. El mandamiento del amor une a los discípulos entre sí, los hace reconocerse como hermanos y hermanas, obedientes al mismo Maestro, los mueve a la consideración mutua, al perdón y a la comprensión de unos con otros (cf. DA 161): Como elegidos de Dios, pueblo suyo y amados por él, revístanse de sentimientos de compasión, de bondad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia. Sopórtense mutuamente y perdónense cuando alguno tenga motivos de queja contra otro (Col 3, 12-13). El Himno a la caridad de San Pablo es nuestra carta magna sobre el amor (cf. 1 Cor 13).

5. Unidad en la diversidad La comunión en la Iglesia es “orgánica”, a semejanza de un cuerpo vivo y operante. La comunión se vive en la medida en que cada bautizado aporta sus dones y carismas a la comunidad, complementando al Cuerpo de Cristo. Diversidad y complementariedad, son dos aspectos de la comunión, que hacen posible que cada uno se relacione con todo el Cuerpo y le ofrezca su propia aportación (cf. CFL 20).

Cada comunidad está llamada a descubrir e integrar los talentos escondidos y silenciosos que el Espíritu regala a los fieles (DA 162).

Como escuelas de comunión los Centros de Formación habrán de testimoniar y enseñar: • El reconocimiento a las diferencias, como riqueza del Cuerpo de Cristo. En la Iglesia somos iguales en

dignidad, pero cada quien es único e irrepetible, con dones propios. No se busca la uniformidad. Es preciso abrirse a lo que otros puedan aportar, pensar, decir… desde su propia historia y experiencia. La comunidad habrá de caracterizarse por ser una comunidad abierta, no cerrada en sí misma, ni actuar como grupo aislado en donde los que son diferentes no tienen cabida. Este es un riesgo fuerte que habrán de superar muchas comunidades cristianas.

• La búsqueda de la unidad. El reconocimiento a la diversidad va encaminado al fortalecimiento de la propia comunidad, a la búsqueda de la unidad. No se trata de anarquía, sino de caminar juntos desde lo que cada quien aporta.

6. Comunión y misión Buscar la comunión y crecer en ella forma parte integrante del camino del discipulado y de la misión.

La vocación al discipulado misionero es con-vocación a la comunión en su Iglesia. No hay discipulado sin comunión (DA 156). Comunión y misión se entrelazan y alimentan mutuamente:

La comunión genera comunión, y esencialmente se configura como comunión misionera. En efecto, Jesús dice a sus discípulos: «No me eligieron ustedes a mí, fui yo quien los elegí a ustedes. Y los he destinado para que vayan y den fruto abundante y duradero» (Jn 15, 16). La comunión y la misión están profundamente unidas entre sí, se compenetran y se implican mutuamente, hasta tal punto que la comunión representa a la vez la fuente y el fruto de la misión: la comunión es misionera y la misión es para la comunión (CFL 32).

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7. Alimentar la comunión La comunión se construye tal como la hacían las primeras comunidades de cristianos (cf. Hch 2, 42). En especial a través del Pan de la Palabra y de la Eucaristía, ésta última como la expresión más perfecta de la comunión con Dios y con la Iglesia (cf. DA 158). Las comunidades darán fruto si se mantienen adheridas a Cristo.

8. CEFALAE En la Arquidiócesis los Centros de Formación que se han establecido para la formación básica son los CEFALAE’s (Centros de Formación de Agentes Laicales para Acciones Específicas). Estos centros han nacido bajo la fundamentación doctrinal, eclesial, pastoral y pedagógica que hemos descrito a lo largo de este itinerario. Por ello estos centros habrán de constituirse a manera de pequeñas comunidades eclesiales, escuelas de conversión, comunión y misión. Como su nombre lo indica ellos están orientados a ser escuelas de formación básica, como plataforma para preparar a los agentes de pastoral para las acciones específicas. Su característica especial es la formación de agentes con tinte misionero.

9. Otros centros de formación Con otros centros de formación nos referimos a la formación que se imparte en movimientos, pequeñas comunidades u otros centros distintos a los CEFALAE’s. Por ser parte de la iglesia local, estos ambientes, están llamados también a formar laicos bajo los criterios de formación que hemos descrito a lo largo de este Manual. Independientemente de su programa formativo, habrán de mirar a un objetivo principal: formar en la comunión, formación y apostolado con tinte misionero.

ACTIVIDADES

INDIVIDUALES - ¿Cómo haces comunión con tu familia, vecinos,

amigos, grupo parroquial, otros cristianos y los no cristianos?

- ¿De qué manera mi propia familia es también una escuela de comunión?

GRUPALES - Imaginen y describan un Centro de Formación

ideal como escuela de comunión ¿cómo sería? ¿qué características tendría?

- Evaluar su centro de Formación: • ¿Cómo refleja ser escuela de comunión y

misión? • ¿Qué acciones se pueden emprender para que

el Centro testimonie y viva la comunión?

EVALUACIÓN ¿Cómo puedo contribuir a la construcción de comunión en mi propia comunidad eclesial? PARA SEGUIR DESCUBRIENDO � Documento de Aparecida. V Conferencia General del Episcopado latinoamericano. Aparecida. Brasil 2007, nn. 154-239.

� Christifideles Laici. Exhortación apostólica de Juan Pablo II sobre la vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo, 1988, nn. 18-31.

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BIBLIOGRAFÍA

� ARQUIDIÓCESIS PRIMADA DE MÉXICO, Manuales de formación básica para agentes de pastoral, PPC. � CASA DE LA BIBLIA, La Biblia en grupo, Doce itinerarios para una lectura creyente, Verbo divino,

Estella (Navarra) 2000. � Catequistas en formación. Curso básico, PPC, Madrid 2005. � E. PEÑA, Los laicos, discípulos. Folleto A la luz de Aparecida n.12, CELAM, Bogotá 2008. � F. MARTÍNEZ-DIEZ, Teología de la comunicación, BAC, Madrid 1994. � G. BILBAO, Comunidades para Evangelizar, PPC, Madrid 2007. � G. J. MAGDALENA, El espíritu del educador, PPC, Madrid 2007. � H. OTERO, Crear y recrear la clase de religión. Experiencias y propuestas, PPC, Madrid 2007. � L.M. IBARRA, Aprende fácilmente con tus imágenes sonidos y sensaciones, Garnik ediciones 2003. � L.M. IBARRA, Mapeando con Luz María, Garnik ediciones México 2002. � S, ERSPAMER, Clipart. Imágenes para el año litúrgico. Ciclos A, B y C, PPC, Madrid 2004-2006 � STPS, Curso de Formación de Instructores, Manual del Participante, México, D.F 2005. � ONTORIA P., Mapas conceptuales, una técnica para aprender, Narcea Ediciones, Madrid 1992.

Páginas Web

� http://www.capacinet.gob.mx/wb2/eMex/eMex_Estrategias_de_ensenanza_y_aprendizaje � http://www.aulafacil.com/Ense%F1anza/Lecc-7.htm � http://members.fortunecity.com/dinamico/redina.htm (Dinámicas) � http://gerza.com/tecnicas_grupo/tecnicas_grupo_ok.html � http://www.marianistas.org/juegos/ � M.J. LÓPEZ M., Técnicas de estudio: El esquema, en http://www.psicopedagogia.com/tecnicas-de-

estudio/esquema.

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ÍNDICE

PRESENTACIÓN ................................................................................ 3

MARCO TEÓRICO Tema 1. Formar al estilo de Jesús ............................................................ 4

Tema 2. La formación, un proceso que toma en cuenta a toda la persona ................. 8

Tema 3. Formar para llevar a cabo el plan pastoral de la Arquidiócesis .................. 13

Tema 4. La formación, un itinerario a recorrer ............................................. 17

Tema 5. La formación básica: crecer en conversión, comunión y actitud de servicio .... 21

Tema 6. La Palabra de Dios y el Magisterio, fuentes de la formación ................... 25

DESTINATARIOS Tema 7. Los laicos como interlocutores de la formación ................................... 29

Tema 8. La vocación de formador ............................................................ 34

Tema 9. Ser y crecer como formador ....................................................... 39

Tema 10. El formador como facilitador del aprendizaje ................................... 43

METODOLOGÍA Tema 11. Estructura general de los Manuales ............................................... 48

Tema 12. Taller: Aprovechar los primeros elementos ...................................... 52

Tema 13. Taller: La síntesis .................................................................. 55

Tema 14. Taller: La Palabra y otros textos ................................................. 61

Tema 15. Taller: El desarrollo de los contenidos ........................................... 64

Tema 16. Taller: Las actividades y la Evaluación ........................................... 69

Tema 17. Los recursos didácticos ............................................................ 73

Tema 18. Taller: Formar para la vida cristiana, integrando criterios y objetivos ....... 78

Tema 19. Taller: Dinámica de la sesión ...................................................... 83

AMBIENTES Tema 20. Centros de Formación, escuelas de comunión y misión .......................... 88

BIBLIOGRAFÍA ................................................................................ 92