manual de celebraciones semana santa en familia · 2020-04-05 · 3 - se colocará la biblia en el...

MISIONES EN LÍNEA 2020

Manual de celebracionesSemana Santa

en familia

TEMA 1 JUEVES SANTO“Vida que se consagra y se comparte”

TEMA 2 VIERNES SANTO“En la cruz, venció al mal”

TEMA 3

TEMA 4

SÁBADO SANTO“Saber esperar con fe”

DOMINGO DE PASCUA“¡No teman! No está aquí, ha resucitado”

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En estos tiempos de contingencia, la vida cristiana pasó de estar físicamente en los templos para fundamentarse en el seno de cada familia, recuperando su condición de Iglesia doméstica, como lo señala el Concilio Vaticano II:

Los cónyuges cristianos, en virtud del sacramento del matri-monio, por el que significan y participan el misterio de uni-dad y amor fecundo entre Cristo y la Iglesia (cf. Ef 5,32), se ayudan mutuamente a santificarse en la vida conyugal y en la procreación y educación de la prole, y por eso poseen su propio don, dentro del Pueblo de Dios, en su estado y forma de vida. De este consorcio procede la familia, en la que nacen nuevos ciudadanos de la sociedad humana, quienes, por la gracia del Espíritu Santo, quedan constituidos en el bautismo hijos de Dios, que perpetuarán a través del tiempo el Pueblo de Dios. En esta especie de Iglesia doméstica los padres deben ser para sus hijos los primeros predicadores de la fe, mediante la palabra y el ejemplo, y deben fomentar la vocación propia de cada uno, pero con un cuidado especial la vocación sagrada (Constitu-ción dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium, núm. 11)

Es en el seno de cada familia que se recibe la savia vital de la fe, por la cual se forman los verdaderos cristianos, los discípulos misioneros que se compro-meten en la construcción del Reino.

Celebrar el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús es el cen-tro de la vida cristiana, porque si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe (1Cor 15, 14). Es, por lo tanto, un tiempo muy importante para no sólo renovar nuestra fe en la Resurrección del Señor, sino experimentar de manera personal y familiar la victoria de aquel que nos ama tanto que entregó su vida por nuestra salvación.

INTRODUCCIÓN

SUBSIDIOS DE SEMANA SANTA

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CELEBRACIÓN EN FAMILIA DE LA PASCUA DEL SEÑOR

Este esquema de oración en familia pretende ser un subsidio, una ayuda, para que en cada familia se profundice, por medio de una celebración senci-lla pero significativa, en el sentido del Triduo Pascual. Este esquema no suple la participación en las celebraciones litúrgicas establecidas por la Iglesia.

Que el Espíritu Santo nos ilumine y sea Él quien nos acompañe para morir con Cristo al pecado y experimentar el gozo de Resurrección que nos libe-ra del miedo, la tristeza, el desánimo, la ansiedad, el egoísmo, la soberbia y todo el mal que busca destruir en nosotros la dignidad de hijos amadosde Dios.

P. Luis Alonso Yepes Cruz, mg

Director de Promoción Misionera

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- Se colocará la Biblia en el centro de la mesa de la familia, una vela encen-dida, un crucifijo y una imagen de la Virgen María.

- Colocar pan blanco –no dulce– que se pueda partir y repartir entre cada uno de los miembros de la familia.

“Vida que se consagra y se comparte”

I. RITOS INICIALES

Padre de familia: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. R./Amén.El Señor Jesús, que quiso entregarnos su cuerpo y su sangre como alimento de vida eterna, esté con ustedes.R./Y con tu espíritu.

II. LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

Madre de familia: Escuchemos ahora la Palabra de Dios, que es alimento espiritual.

Lectura del evangelio según san Juan (6, 48-58)

En aquel tiempo Jesús dijo a la multitud: “Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del


JUEVES SANTO

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cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.» Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?». Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verda-dera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.»”

Palabra del Señor

III. REFLEXIÓN

1. Los israelitas comieron, porque Dios se los concedió gratuita-mente, el maná (el pan del cielo) que cada día alimentaba sus cuerpos, satisfaciendo una necesidad básica de alimentación. Jesús alimenta no sólo el cuerpo, sino sobre todo el alma, por-que al venir a nuestro corazón nos comparte su Vida, ¡sí!, su Vida (con mayúscula), para que toda nuestra vida se vea col-mada por Él.

2. Sabemos que en la Eucaristía Jesús ha querido quedarse para darnos la vida, pero también para que – a través de nosotros – su vida llegue a todo el mundo.

3. Los judíos no entendieron este misterio, es más, se escandali-zaron porque pensaban que aquello era un acto de canibalis-mo. Pero Jesús no rectifica, no corrige; es más, afirma que si no comemos su Cuerpo y bebemos su Sangre no tendremos la vida. Hoy más que nunca el mundo necesita vida, la vida de Dios, que todo transforma.

4. Sin embargo, la Eucaristía no es sólo para alimentar el espíritu de manera individual. El Señor nos recuerda que “el que me coma, vivirá por mí”. Vivir por Él es vivir como Él, es amar como Él, es entregar la propia vida para el bien de los demás.

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IV. COMPROMISO

Que cada miembro de la familia diga un compromiso que va a realizardurante estos días y que reflejen actitudes de servicio, amor, perdón, ayuda, comunicación, convivencia. (¿En qué actitudes puedo mostrar una vida euca-rística, es decir, de amor y servicio?)

V. ACTO PENITENCIAL

Padre de familia: En este momento, pidamos al Señor Jesús que perdone las veces en que no hemos vivido en su amor y hemos negado la vida que Él nos da en la Eucaristía. Digamos: Ten piedad de nosotros, Señor.R./Ten piedad de nosotros, Señor.

Madre de familia: 1. Por las ocasiones en que hemos participado en las celebracio-

nes eucarísticas por compromiso, sin devoción, distraídos por las cosas materiales o por la agitación de la vida. R./Ten piedad de nosotros, Señor.

2. Por los momentos en que, después de haber comulgado, he-mos terminado por discutir o enojarnos con alguna persona y hemos perdido la paz, que solo viene del Señor. R./Ten piedad de nosotros, Señor.

5. Vivir por Jesús es, en pocas palabras, aprender a servir, per-donar, ayudar, compartir, alegrarse con el otro, ser empático, saber escuchar, saber consolar.

6. Jesús en este día nos recuerda el valor de su presencia euca-rística. Sin embargo, lo más importante no es sólo recibir la Eucaristía, sino vivir eucarísticamente; esto es, dando la vida por el bien de los demás, como lo hizo Jesús.

7. ¿Cómo podemos vivir el sentido profundo de la Eucaristía en nuestra familia? (Compartir entre todos)

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3. Pidamos perdón por aquellas ocasiones en que, por causa de nuestra flojera o comodidad, hemos terminado por ser indife-rentes a las necesidades de quienes nos necesitan, ignorando a Cristo sufriente. R./Ten piedad de nosotros, Señor.

4. Que el Señor perdone nuestras faltas de caridad entre nosotros, perdone las veces en que hemos dejado de perdonarnos, de ayudarnos y de comunicarnos. R./Ten piedad de nosotros, Señor.

5. Roguemos al Señor que perdone nuestra falta de confianza, por dejarnos robar la paz en medio de la situación de contingencia por la que pasa nuestro mundo. R./Ten piedad de nosotros, Señor.

VI. PRECES

Padre de familia: Elevemos al Señor nuestras peticiones. Así como ha que-rido dejarnos su presencia en la Eucaristía, así escucha nuestros ruegos. Diga-mos: Te lo pedimos, Señor.R./Te lo pedimos, Señor.

Hijo(a):1. Para que, Jesús, pan de vida, sea siempre nuestro alimento y

nos llene de amor, esperanza y fe. Oremos. R./Ten piedad de nosotros, Señor.

2. Para que, aunque sea por una comunión espiritual, anhelemos siempre alimentarnos de Jesús sacramentado. Oremos.

3. Pidamos para que, llenos de la vida de Cristo, vivamos con-forme sus enseñanzas, sirviendo a quienes más lo necesitan. Oremos.

4. Para que en nuestra familia el amor de Jesús sea el alimento de cada día y se Él un huésped digno de nuestro hogar. Oremos.

5. Para que, venciendo la tentación del egoísmo, de la indiferen-cia y la comodidad, nos esforcemos en vivir eucarísticamente; esto es, hacer siempre el bien a todos. Oremos.

6. Para que pronto pase esta emergencia sanitaria y podamos volver a reunirnos en la mesa de la Palabra y de la Eucaristía. Oremos.

–Se pueden añadir algunas otras peticiones–

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Madre de familia: Invoquemos la intercesión de nuestra Madre, la Virgen María, para que nunca nos falte el pan del amor del Señor en nuestro hogar, así como nunca faltó en la sagrada familia: Dios te salve, María…

VII. SIGNO DE FE

Padre de familia: El pan es el símbolo de la vida. Bendecir el pan significa invocar sobre este hogar la providencia de Dios y compartirlo representa el compromiso de vivir siempre unidos. Así como la harina se mezcla con el agua y el fermento, así el Señor nos mantenga siempre unidos. Oremos todos, pidiendo al Señor que derrame su bendición en este pan y en cada uno de nosotros.

Padre bueno, tú nos diste la vida y nos has formado para ser esta familia que hoy está aquí, reunida en oración.

Te alabamos y te bendecimos por todas las cosas que nos has concedido: la vida, el amor, la salud, el trabajo, el alimento y todo cuanto cada uno de nosotros es.(Toma el pan en sus manos)

Te damos gracias, Señor, de manera especial por el alimento que nos das cada día, representado en este pan. Él es signo de tu providencia, de tu amor que nos une y alimenta. Te pedimos que lo bendigas, para que, por medio de él, recordemos que nos has dado a tu Hijo, Jesús, como pan de vida, como alimento que sacia el corazón.

Señor, bien sabes que en este momento no nos podemos acercar sacramen-talmente a la Santa Cena, por eso te pedimos que bendigas este pan que vamos a compartir, para que nos recuerde la necesidad que tenemos de reci-birlo sacramentalmente en su debido momento.

Que este pan, Señor, nos recuerde que tu amor nos alimenta, para que no-sotros también seamos pan que da vida a los demás, especialmente entre nosotros. Amén.

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En seguida, cada uno toma un pedazo de pan y lo entrega al que se encuentre a su lado derecho, diciendo:

“Que este pan que hoy te comparto sea bendición en tu vida y en nuestra familia. Amén.”

VIII. ORACIÓN FINAL

Padre de familia: Llenos de gratitud con Dios, elevemos nuestra oración, diciendo: Padre nuestro...

IX. BENDICIÓN

Padre de familia: Que el Señor todopoderoso nos bendiga y nos proteja siempre. Amén.Madre de familia: Que Jesús, pan de vida, nos sostenga siempre con su misericordia en el servicio a los demás. Amén.Hijo(a): Que el Espíritu Santo nos una en el amor de Dios e inspire siempre nuestras palabras y obras. Amén.Padre de familia: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.Bendigamos al SeñorR. /Demos gracias a Dios.

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- Se colocará la Biblia en el centro de la mesa de la familia, una vela encen-dida, un crucifijo y una imagen de la Virgen María.

- Que cada uno de los miembros de la familia coloque una cruz. Que haya tantas cruces como miembros que participen en la celebración.

“En la cruz, venció al mal”

I. RITOS INICIALES

Padre de familia: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. R./AménEl Señor Jesús, que murió por nuestros pecados, esté con ustedes.R./Y con tu espíritu


Madre de familia: Escuchemos ahora la Palabra de Dios.

Lectura del evangelio según san Lucas (23, 32-47)

Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen». Se repartieron sus vestidos, echando a suertes. Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas, diciendo: «A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido». También los soldados

VIERNES SANTO

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se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre y le decían: «Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!». Había encima de él una inscripción: «Este es el Rey de los judíos». Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!». Pero el otro le respondió, diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino». Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso». Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. El velo del santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu» y, dicho esto, expiró. Al ver el centurión lo sucedido, glorificaba a Dios, dicien-do: «Ciertamente este hombre era justo».

Palabra del Señor

III. REFLEXIÓN

1. Fue crucificado entre malhechores, entre gente despreciable. Hasta el último momento buscó a los más alejados del amor de Dios. No le importó morir como uno de ellos, porque sabía que la verdadera dignidad del hombre se manifiesta cuando permite que su miseria sea tocada por la grandeza del amor de Dios, de aquel que no tuvo miedo a morir por nosotros.

2. Aun en la cruz, Jesús es capaz de pedir por nosotros que, confundidos por el pecado, a veces practicamos el mal. Su oración es para que el Padre no tome en cuenta nuestra falta de conciencia, nuestra imposibilidad de darnos cuenta del mal que provocamos.

3. Jesús fue capaz de llegar a la cruz porque se sostenía por su confianza en el Padre. Las burlas no lo desanimaron; aun en medio de aquel sufrimiento, de aquella incomprensión de sus discípulos, Jesús no deja de confiar en el Padre. Así nos da ejemplo de lo que verdaderamente implica creer en Dios: no hay lugar para la duda ni para desistir ante la adversidad.

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4. El ladrón arrepentido nos da una enseñanza: no importa cuánto mal hayamos cometido, si nos arrepentimos, el Se-ñor nos promete para hoy, para este momento, el perdón, la gracia de entrar en su corazón, que es paraíso verdadero. Al igual que aquel hombre que reconoció su mal, pidámosle al Señor que se acuerde de nosotros, que no nos olvide, que nos conceda experimentar ya desde ahora el cielo.

5. Dios nos permita que cada día de nuestra vida podamos con-fiar en las manos del Padre todo lo que tenemos y somos; de manera especial, en estos momentos de prueba para toda la humanidad, que el Señor nos conceda confiar en Él. Que al contemplar a Cristo muerto en la Cruz nos recuerde que el mal ya fue vencido por aquel que supo confiar en el Padre hasta el final

6. ¿Al contemplar a Cristo muerto en la cruz, qué sentimiento viene a mi corazón? ¿A qué me invita Dios al ver a su Hijo muerto para mi salvación? (Compartir entre todos)

IV. COMPROMISO

Que cada miembro de la familia diga qué es lo que quiere poner en la cruz del Señor en este día; a qué actitud o qué pecado necesito dar muerte para entrar en el paraíso.

V. ACTO PENITENCIAL

Padre de familia: En este momento, pidamos al Señor Jesús que su muerte en la cruz perdone nuestros pecados. Digamos: Jesús crucificado, ten piedad de nosotros.R./Jesús crucificado, ten piedad de nosotros.

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Hijo(a): 1. Por no valorar el sacrificio de Cristo en la cruz y muchas veces

reclamarle como el ladrón, exigiéndole que nos salve en lugar de asumir la cruz desde la fe en Dios. R./Jesús crucificado, ten piedad de nosotros.

2. Por las veces en que, como aquellos judíos, nos burlamos de los demás, los lastimamos con nuestras críticas e incomprensio-nes. R./Jesús crucificado, ten piedad de nosotros.

3. Por las veces en que hemos dejado de pedir por aquellos que se equivocan y nos enfocamos en juzgarlos y condenarlos. R./Jesús crucificado, ten piedad de nosotros.

4. Pidamos perdón por no ser capaces de confiar en el Padre y por dejarnos derribar en nuestra fe por el mal que está en el mundo. R./Jesús crucificado, ten piedad de nosotros.

5. Que el Señor perdone la dureza de nuestro corazón, que, afe-rrándose al pecado, termina por perder la paz, la gracia y la fuerza para vivir. R./Jesús crucificado, ten piedad de nosotros.

(En un momento de silencio, hagamos nuestro examen de con-

ciencia y pidamos perdón por nuestras faltas)

VI. PRECES

Padre de familia: En este día en que el universo entero se estremece ante la muerte del Justo, elevemos nuestras peticiones al Padre, para que las reciba y, por los méritos de la Sangre de su Hijo, nos conceda lo que vamos a pedir con fe. Digamos: Escúchanos, Padre.R./Escúchanos, Padre.

Hijo (a):1. Que Cristo crucificado lave en su Sangre las culpas del mundo

entero, especialmente de aquellos que, por haberse alejado de Dios, actúan sin saber lo que hacen. Oremos. R./Escúchanos, Padre.

2. Pidamos por aquellos que hoy sufren la enfermedad por cau-sa de esta pandemia, para que la Sangre de Cristo, que hoy se

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derramó por nuestra salvación, les conceda la salud del alma y el cuerpo. Oremos.

3. Por todos aquellos que están combatiendo esta pandemia, para que el Señor les conceda la fortaleza de permanecer junto a aquellos que hoy están en la cruz de esta enfermedad. Oremos.

4. Para que el Señor, que venció el miedo a la muerte y supo confiar en las manos del Padre su destino, nos ayude a vencer el miedo, la tristeza, la angustia por causa de esta enfermedad, y nos conceda la confianza en la protección de Dios. Oremos.

5. Por cada uno de nosotros que formamos esta familia, para que, haciendo de nuestra vida una ofrenda al Padre, sepamos cargar las cruces de nuestra vida y así caminemos con firmeza, sostenidos por la providencia de Dios. Oremos.

6. Que el sacrificio de Jesús, que vino a reconciliarnos con Dios, traiga la paz y la reconciliación a nuestro país; que conceda la conversión a quienes provocan sufrimiento y muerte. Oremos.

–Se pueden añadir algunas otras peticiones–

Madre de familia: En el momento de la muerte de Jesús, junto a su cruz, estuvo María. Ella, la madre del Verbo Encarnado, supo estar firme en me-dio de aquella escena tan dolorosa para ella. Pidamos su intercesión paraque también nosotros nos mantengamos firmes en la fe en medio de la cruz quenos toca cargar. Dios te salve, María…

VII. SIGNO DE FE

Padre de familia: Cada uno de nosotros tiene su propia cruz. Ella nos pue-de asustar, nos puede llenar de temor porque tal vez no seamos capaces de cargarla. El Señor nos enseñó en este día que no podemos decir que tenemos fe si no somos capaces de cargar la cruz. En nuestra vida hay y siempre habrá una cruz que cargar; ella es el camino a la eternidad. Hoy, que contempla-mos a Cristo, pidamos que en su Sangre lave nuestros corazones de todo pecado, pero que sobre todo arranque de nuestro corazón el miedo que nos impide seguirlo en nuestra vida.

(Cada uno toma una cruz de las colocadas en la mesa)

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Oremos: Señor Jesús, al contemplarte en la cruz, reconocemos el gran amor que nos tienes. Queremos, Señor, más que decir palabras, queremos contemplarte muerto, aparentemente derrotado por el mal, pero finalmente vencedor por tu obediencia y tu fidelidad al Padre.

Lo que nosotros no podíamos lo hiciste tú con tu entrega, dando hasta la última gota de tu Sangre para liberarnos de todo aquello que nos aparta del amor de Dios.

Señor, hoy queremos aceptar nuestra cruz; tú conoces nuestro corazón y sabes que muchas veces hemos huido, muchas veces la hemos abandonado, porque pensamos que no podemos, o simplemente porque no queremos.

Queremos, como signo de nuestro agradecimiento por tu entrega, tomar esta cruz. Queremos colocar en ella todo lo que nos cuesta asumir y cambiar en nuestra vida. Hoy queremos pedirte que nos liberes de nuestros pecados y nos concedas, como al ladrón arrepentido, entrar en el paraíso.

- Te adoramos, oh, Cristo, y te bendecimos.R./Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador. Amén.

En seguida, cada uno besa la cruz. A seguir, el Papá bendice a cada miembro de la familia con la cruz, diciendo:

“Que el poder de la cruz de Cristo te libere de la esclavitud del peca-do y de todo mal. Que te conceda la fortaleza para cargar tu cruz y seguir al Señor Jesús. Amén.”

VIII. ORACIÓN FINAL

Padre de familia: Unidos a Cristo crucificado, elevemos nuestra oración diciendo: Padre nuestro….

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IX. BENDICIÓN

Padre de familia: Que el Señor todopoderoso nos bendiga y nos proteja siempre. Amén.Madre de familia: Que Jesús, que murió en la cruz para nuestra salvación, nos libre siempre de todo mal. Amén.Hijo (a): Que el Espíritu Santo nos conceda la fortaleza para cargar la cruz de nuestra vida y experimentar la salvación. Amén.Padre de familia: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.Bendigamos al SeñorR. /Demos gracias a Dios.

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- Se coloca una vela encendida, una cruz sin Cristo y una imagen de la Vir-gen María.

- Esta celebración debe ser hecha durante el día y no después de la celebra-ción de la Vigilia Pascual.

“Saber esperar con fe”

I. RITOS INICIALES

Padre de familia: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. R./Amén.La paz del Señor esté con ustedes.R./Y con tu espíritu.


Madre de familia: Escuchemos ahora la Palabra de Dios.

Lectura del evangelio según san Mateo (27, 55-61)

Había allí muchas mujeres mirando desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle. Entre ellas estaban María Magdalena, María, la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo. Al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que se había hecho también discípulo de Jesús. Se presentó a Pilato y pidió el cuerpo de

SÁBADO SANTO

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Jesús. Entonces Pilato dio orden de que se le entregase. José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en su sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca; luego hizo rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro y se fue. Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro.

Palabra del Señor

III. REFLEXIÓN

1. Hoy recordamos el silencio del sepulcro. El silencio de la muerte es siempre un silencio reflexivo; nos invita a pensar en el sentido de la vida y de la muerte.

2. Jesús muerto es colocado en el sepulcro. El sepulcro es el lugar en donde todo termina en la historia. Es el lugar en donde se aguarda la resurrección.

3. Este silencio del sepulcro es el silencio de nuestra oración que aguarda el tiempo de Dios. Silencio que no se esfuerza por en-contrar una respuesta de la razón, sino de la fe, del abandono en las manos del Padre.

4. Como las mujeres, hoy somos invitados a sentarnos frente al sepulcro en oración, en una oración profunda que aguarda la hora gloriosa en que se nos anuncia que la muerte ha sido derrotada.

5. Junto a María, oremos por todos aquellos que mueren injus-tamente, por todos los que sufren sin esperanza y por todos los que viven como muertos sin conocer a Dios.

6. ¿Cómo sería nuestra vida si Dios no existiera, si Jesús hubiera quedado en el sepulcro? (Compartir entre todos)

IV. COMPROMISO

Recuperemos en este día el valor del silencio orante, como de quien aguarda una buena noticia.

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V. ORACIÓN A MARÍA

Padre de familia: Junto a la cruz de Jesús estuvo su madre; más aún, Jesús nos la entregó como madre, antes de su muerte, en la persona del discípulo amado. Acompañemos a nuestra Madre en el silencio de su oración. Ella, como fiel discípula, sabe aguardar la hora de Dios, sabe confiar en la volun-tad del Padre. Digamos con confianza: Ruega por nosotros. R./Ruega por nosotros.

Madre de familia: 1. Madre santísima, intercede por nosotros, para que, imitán-

dote, podamos confiar en la providencia divina en medio de nuestros problemas y dificultades. R./Ruega por nosotros.

2. Madre compasiva, queremos unir nuestra oración a la tuya en favor de quienes hoy sufren más por causa de la enfermedad, la pérdida de un ser querido, la desunión familiar, la falta de empleo, la injusticia. Que pronto ellos puedan encontrar la paz y experimenten la Resurrección del Señor. R./Ruega por nosotros.

3. Auxilio de los cristianos, que tuviste la valentía de quedarte jun-to a la cruz del Señor, intercede por nosotros para que no ten-gamos miedo de ser verdaderos discípulos del Señor. R./Ruega por nosotros.

4. Virgen fiel, que tu protección maternal nos obtenga del Señor la gracia de reconocer el valor del sacrificio de Cristo y sa-ber prepararnos para experimentar su Resurrección en nuestra vida. R./Ruega por nosotros.

5. Madre de Jesucristo, ruega por nosotros para que sepamos per-manecer junto a los sepulcros de tantos hermanos que hoy sufren en su cuerpo o su espíritu, para que junto con ellos con-templemos a Cristo resucitado. R./Ruega por nosotros.

Padre de familia:Unamos nuestra oración a la oración de la Virgen María por toda la Iglesia, y para que su intercesión nos conceda del Señor la gracia y la paz. Dios te salve, María, llena eres de gracia…

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Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no desprecies las ora-ciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, ¡oh, Virgen gloriosa y bendita! Ruega por nosotros, santa Madre de Dios, para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

VI. SIGNO DE FE

Madre de familia: Encendamos esta veladora como signo de la oración de nuestra familia, que se une a la oración, a la espera orante de toda la Iglesia en unión con María. Que esta luz renueve en nosotros la esperanza, la con-fianza plena en los tiempos de Dios, que habrá de romper las cadenas de la muerte.

Padre bueno, hoy que nos encontramos junto al sepulcro de tu Hijo muerto, queremos pedirte que renueves nuestra fe, esa fe que ilumina la vida en los momentos más oscuros, para darnos la paz.

Queremos tener una fe como la de María, una fe que resistió a la adversidad, una fe que se hizo oración y se abandonó en tus manos, como lo hizo Jesús en la cruz.

Hoy queremos como familia, por medio de la oración, entrar en el misterio de tu corazón de Padre, para ser consolados y aguardar así la hora del anun-cio gozoso de la victoria de tu Hijo, Jesús. Amén.

En seguida, se enciende la veladora.

VII. ROSARIO DEL PÉSAME

Padre de familia: Acompañemos a María en su dolor. Que esta oración sirva para que en todo el mundo, y especialmente en la Iglesia, vivamos el tiempo de espera en el Señor con una fe firme.

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Misterios dolorosos: 1er misterio: La agonía de Jesús en el huerto.Al término de cada misterio se reza: Madre llena de dolor, haz que cuando expiremos nuestras almas en-treguemos por tus manos al Señor.2do misterio: La flagelación de Jesús.3er misterio: La coronación de espinas.4o misterio: Jesús cargando la cruz camino al calvario.5o misterio: Crucifixión y muerte del Señor.

Letanías a la Virgen de los Dolores

Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos. Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros. Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros. Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros. Santa Trinidad y un solo Dios, ten piedad de nosotros.Santa María, ruega por nosotros. Santa Madre de Dios, ruega por nosotros. Santa Virgen de las Vírgenes, ruega por nosotros. Madre dolorosa, ruega por nosotros. Madre llena de lágrimas, ruega por nosotros. Madre afligida, ruega por nosotros. Madre desolada, ruega por nosotros. Madre privada de Hijo, ruega por nosotros. Madre traspasada por la espada, ruega por nosotros. Madre clavada a la cruz en su corazón, ruega por nosotros. Espejo de paciencia, ruega por nosotros. Roca de constancia, ruega por nosotros. Ancla del que confía, ruega por nosotros. Refugio de los abandonados, ruega por nosotros. Escudo de los oprimidos, ruega por nosotros.

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Consuelo de los tristes, ruega por nosotros. Medicina de los enfermos, ruega por nosotros. Fortaleza de los débiles, ruega por nosotros. Puerto de los náufragos, ruega por nosotros. Auxiliadora de los necesitados, ruega por nosotros. Tesoro de los fieles, ruega por nosotros. Inspiración de los profetas, ruega por nosotros. Columna de los apóstoles, ruega por nosotros. Corona de los mártires, ruega por nosotros. Luz de los confesores, ruega por nosotros. Flor de las vírgenes, ruega por nosotros. Consuelo de las viudas, ruega por nosotros. Alegría de todos los santos, ruega por nosotros.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, escúchanos, Señor. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros. Oración

Oh, Dios, en cuya Pasión fue traspasada de dolor el alma dulcísima de la gloriosa Virgen y madre, María, según la profecía de Simeón, concédenos propicio que, cuantos veneramos sus dolores y hacemos memoria de ellos, consigamos el feliz efecto de tu sagrada Pasión. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.Amén.

VIII. BENDICIÓN

Padre de familia: El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.R./Amén.

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- Se colocará la Biblia en el centro de la mesa de la familia, una vela o cirio pascual, una cruz sin Cristo, una imagen de la Virgen María y flores o plantas verdes.

- Esta celebración requiere que haya algo para compartir (alimento) al final de la celebración, como si fuera un banquete.

“!No teman! No está aquí, ha resucitado”

I. RITOS INICIALES

Padre de familia: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. R./Amén.La alegría de Cristo resucitado, esté con ustedes.R./Y con tu espíritu.


Madre de familia: Escuchemos ahora la Palabra de Dios en la que se nos anuncia la victoria de Cristo sobre la muerte.

Lectura del evangelio según san Mateo (28, 1-8)

Pasado el sábado, al despuntar el alba del primer día de la semana, fue María Magdalena con la otra María a examinar el sepulcro. De repente se produjo un fuerte temblor: un ángel del Señor bajó del cielo, llegó e hizo rodar la

DOMINGO DE PASCUA

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piedra y se sentó encima. Su aspecto era como el de un relámpago y su ves-tido blanco como la nieve. Los de la guardia se pusieron a temblar de miedo y quedaron como muertos. El ángel dijo a las mujeres: “No teman. Sé que buscan a Jesús el crucificado. No está aquí; ha resucitado como había dicho. Acérquense a ver el lugar en donde yacía. Después vayan corriendo a anun-ciar a los discípulos que ha resucitado y que irá por delante a Galilea; allí lo verán. Este es mi mensaje”.

Palabra del Señor

III. REFLEXIÓN

1. Las mujeres iban aun de noche al sepulcro. Esta escena es sím-bolo de la tristeza, de la oscuridad de la muerte. Iban a ungir a un muerto. Ellas, como ahora lo hacen muchas personas, caminaban en la oscuridad de la fe, sin sentido, sin esperanza.

2. El ángel que baja del cielo viene a quitar el símbolo de la muerte que era la piedra que cubría el sepulcro. Dice el Evan-gelio que se sentó sobre ella en señal de victoria. Todo el mal que desde el inicio de la creación nos había traído sufrimiento y muerte ha sido destruido.

3. “No teman”. Estas son las primeras palabras que dirige el ángel. Lo primero que el Señor resucitado quita de nuestras vidas es el temor. ¡Cuánta falta nos hace, en medio de esta contingencia, escuchar estas palabras!

4. Sin duda alguna estamos llamados a experimentar de manera personal la Resurrección del Señor; experimentar cómo nos libera de todo aquello que nos destruye y nos hace vivir en la soledad, la tristeza y el dolor. Esta experiencia es la fuente de la verdadera alegría, porque, pase lo que pase, el Señor siempre nos espera para quitar la piedra de nuestro pecado, la cual nos retiene en la muerte.

5. Al final de este pasaje del Evangelio vemos cómo el ángel (ángel significa enviado) las envía a ser portadoras de esta Buena Noticia. El ángel ha sido enviado desde el cielo, ahora

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él envía a estas mujeres a anunciar a los demás que el Señor ha vencido. Por lo tanto, la experiencia de la Resurrección nos convierte en enviados, en misioneros que no saben y no pue-den hacer otra cosa sino dar testimonio, transmitir con su vida y sus palabras que el Señor, aquel que murió “derrotado” en la cruz, ha sido el gran vencedor; y con él, también nosotros podemos vencer el mal.

IV. COMPROMISO

Que cada miembro de la familia defina un compromiso que ayude a mostrar la vida nueva de Cristo en la familia. ¿Qué puedo hacer para que en nuestro hogar se viva a Cristo resucitado?

V. ENCENDIDO DE LA LUZ

Padre de familia: María es la mujer que nos trajo a todos la “luz de mun-do”, el Mesías. Y la luz, el Cristo, es el corazón de la fiesta de la Pascua. Por eso hoy le pedimos a mamá que sea ella quien encienda este cirio. (En caso de no tener cirio, puede ser cualquier vela)

Madre de familia: “Bendito seas tú, Señor, nuestro Dios, Rey de Universo, que nos santificas con tus leyes y nos ordenas encender la luz de la fiesta. La luz es símbolo de la divinidad.

Todos: Como está escrito: “el Señor es mi luz y mi salvación” (Sal 27).

Madre de familia: La luz es símbolo de lo divino en la humanidad.

Todos: Como está escrito: “el espíritu de la humanidad es la luz del Señor”.

Madre de familia: La luz es símbolo de la ley divina.

Todos: Como está escrito: “el mandamiento es lámpara y la ley es luz (Pr 6, 23).

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Madre de familia: La luz es símbolo de la Misión de la Iglesia.

Todos: Como está escrito: “Yo, el Señor, te he escogido como pacto del pue-blo, para ser luz de las naciones” (Is 42, 6).

Enciende el cirio o vela.

VI. BENDICIONES

Padre de familia: En este día en que la creación entera se regocija al ver la salvación realizada, la Alianza que no se romperá jamás, bendecimos al Señor por su bondad y nos bendecimos entre nosotros, para que la presencia de Cristo en nuestros corazones y nuestra familia sea siempre fuente de unidad, amor, paz y alegría. Digamos: R./Bendito seas por siempre, Señor.

Padre de familia:1. Bendito seas, Dios, creador de cielo y tierra, porque en tu gran

bondad formaste a nuestros primeros padres y los colocaste en el paraíso para vivir en comunión de amor contigo.

R./Bendito seas por siempre, Señor.2. Bendito seas, Dios creador, porque a pesar del pecado de nues-

tros primeros padres no abandonaste a la obra de tus manos, sino que, compadecido, estableciste tu plan de salvación para hacerlos regresar a la tierra prometida, a la dignidad primera. R./Bendito seas por siempre, Señor.

3. Bendito seas, Señor de la historia, que al liberar a los israelitas de la esclavitud los condujiste con mano poderosa y brazo fuer-te por el desierto, y estableciste con ellos una Alianza para así realizar la promesa hecha a Abraham, Isaac y Jacob, para hacer de ellos una gran nación. R./Bendito seas por siempre, Señor.

4. Bendito seas, Dios misericordioso, porque a lo largo de la his-toria del pueblo de Israel nunca lo abandonaste en el pecado, sino que, compadecido de él, lo perdonaste, y por los profetas lo fuiste llamando a vivir en tu Alianza. R./Bendito seas por siempre, Señor.

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5. Bendito seas, Padre, porque al llegar la plenitud de los tiempos nos enviaste a tu único Hijo, para que, mostrándonos tu mise-ricordia, nos rescatara del pecado y la muerte. R./Bendito seas por siempre, Señor.

6. Bendito seas, Padre bueno, porque en este día nos reúnes para celebrar la alegría de ser hijos tuyos, rescatados por la Sangre preciosa de Jesús, y ser partícipes del poder de su Resurrección. R./Bendito seas por siempre, Señor.

7. Bendito seas por todas las gracias que, como familia, hemos recibido de tu bondad y generosidad, y que son la prueba de la vida nueva que Cristo nos ofrece. R./Bendito seas por siempre, Señor.

Ahora, el papá y la mamá, colocando su mano derecha sobre los hombros de sus hijos, repiten sobre cada uno esta oración:

Papá y mamá: Que Dios y Padre bueno derrame en tu corazón la luz de su Espíritu, para que, experimentando la fuerza de la Resurrección de Cristo, te haga vivir en una vida nueva como verdadero discípulo(a), hasta que llegues a contemplarlo cara a cara en la vida eterna. Amén.

Enseguida, los hijos extienden su mano derecha en dirección a sus padres, y dicen:

Hijos: Que la luz de Cristo resucitado ilumine sus mentes y su corazón, para que, guiando a nuestra familia en sendas de vida nueva y viviendo unidos en el amor de Dios, lleguemos a contemplar al Señor cara a cara en la vida eterna. Amén.

VII. ORACIÓN FINAL

Padre de familia: Unidos en un solo corazón y llenos de gozo por la Resu-rrección del Señor, digamos juntos: Padre nuestro…

Padre de familia: Reina del cielo, alégrate, aleluya.R./ Porque el Señor, a quien has llevado en tu vientre, aleluya.

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Padre de familia: Ha resucitado según su Palabra, aleluya.R./Ruega al Señor por nosotros, aleluya.Padre de familia: Goza y alégrate, Virgen María, aleluya. R./Porque en verdad ha resucitado el Señor, aleluya.

Padre de familia: El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos conduzca a la vida eterna. ¡Aleluya, aleluya! ¡El Señor ha resucitado, alegré-monos!

Se recomienda que al término de la celebración se haga un convivio, un ban-quete para celebrar en familia.

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