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MANSO DE VELASCO Revista de historia regional Manso de Velasco.

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Page 1: MANSO DE VELASCO...Cartes Monroy nos presentan “Apuntes bibliográficos para el Centenario. Mirando a Chile en 1910”, estudio que realiza una revisión bibliográfica profunda

MANSO DE VELASCORevista de historia regional

Manso de Velasco.

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La revista MANSO DE VELASCO es una publicación de la carrera de Pedagogía en Historia, Geografia y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Chile, y su objetivo es difundir resultados de investigación originales sobre América y Chile en el ámbito de las Humanidades y las Ciencias Sociales, con especial énfasis en el rescate de la historia regional del Maule, con el fin de acrecentar su conocimiento e identidad.

La revista publica tres tipos de colaboraciones: artículos, notas y reseñas. En la sección de artículos se reciben textos de hasta 8.000 palabras, que desarrollen una hipótesis o una propuesta interpretativa original, y que provengan de proyectos de investigación. En la sección de notas se reciben conferencias, discursos y notas de investigación, entendiendo como tales trabajos que sin llegar a ser artículos, resultan interesantes por su singular originalidad; la extensión máxima de esta sección es de 4.000 palabras. En la sección de reseñas se reciben textos dedicados a libros y tesis de postgrado, de hasta 1.500 palabras.

Todos los números de la revista MANSO DE VELASCO se encuentran disponibles de manera gratuita en la página web http://revistamansodevelasco.weebly.com

Las colaboraciones deben enviarse al correo electrónico [email protected]

La revista MANSO DE VELASCO es financiada por la Universidad Autónoma de Chile

Pedagogía en Historia, Geografía y Ciencias Sociales Universidad Autónoma de Chile Año 1, Número 1, Diciembre 2013

REVISTA DE HISTORIA MANSO DE VELASCO ISSN 0719 - 2614 Versión on line

DIRECTORADra. Ana María Cabello Quiñones

EDITOR RESPONSABLEDr. Raúl E. Sánchez Andaur

COMITÉ EDITORIAL

Dra. Carmen Norambuena Carrasco (Universidad de Santiago, Santiago, Chile)

Dra. Maria Laura Salinas Blanco (Universidad Nacional del Nordeste, Resistencia, Argentina)

Dr. Guillermo Bravo Acevedo (Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos, Santiago, Chile)

Dr. Guillermo A. Pérez Sánchez (Universidad de Valladolid, Valladolid, España)

Dr. Cristian Medina Valverde (Universidad Católica de la Santísima Concepción, Concepción, Chile)

Dr. Jaime Lacueva Muñoz (Universidad Autónoma de Chile, Talca, Chile)

Dr. Albert Ferrer Orts (Universidad Autónoma de Chile, Talca, Chile)

Dra. Inmaculada Simón Ruiz (Universidad Autónoma de Chile, Talca, Chile)

Dra. Consuelo Soler Lizarazo (Universidad Autónoma de Chile, Talca, Chile)

Dr. Raúl E. Sánchez Andaur (Universidad Autónoma de Chile, Talca, Chile)

Dr. Hugo Contreras Cruces (Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Chile)

La revista Manso de Velasco es editada por la carrera de Pedagogía en Historia, Geografia y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Chile.

TEMÁTICA Y ALCANCE

POLÍTICA DE SECCIONES

POLÍTICA DE ACCESO ABIERTO

ENVIOS

PATROCINIO DE LA REVISTA

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PRESENTACIÓN

En 2003 la Universidad Autónoma de Chile se instala en la ciudad de Talca, acogiendo entre sus carreras a Pedagogía en Historia, Geografía y Ciencias Sociales, especialidad con más de 30 años formando educadores, desde la Universidad Técnica del Estado, Universidad de Talca, hasta el Instituto Profesional del Valle Central.

Desde los inicios – en la década de 1970 – el sello de su gestión ha estado colocado en dos ideas fuerza: la preocupación por el medio ambiente y la puesta en valor de lo local, orientaciones que siguen marcando su devenir, formando profesionales conscientes de su responsabilidad con el medio en que viven y conviven, y del rescate y transmisión de su pasado, acorde con los propósitos institucionales de aportar al desarrollo regional, local y nacional; y contribuir a la creación, preservación y difusión del saber.

En 2009 su área de Geografía se aventuró en editar Nadir: Revista Electrónica de Geografía Austral, dando ahora - su área de Historia - cuerpo a MANSO DE VELASCO, Revista de Historia y Ciencias Sociales; que pretende constituirse en un espacio de aporte al conocimiento y reflexión académica desde la maulinidad al mundo, dada su condición de publicación electrónica.

En MANSO DE VELASCO, en homenaje al gobernador ilustrado que delineó las bases de San Agustín de Talca; hallaran cabida académicos de profesión y vocación e interesados en dar a conocer el producto de sus investigaciones, sin más limitación que la calidad de los estudios y rigurosidad en la presentación, lo que será celosamente cautelado por su comité editorial.

En este número inaugural, que esperamos sea el inicio de un fructífero camino; presentamos cinco artículos y dos notas de investigación. Iniciamos con el trabajo de la Dra. Inmaculada Simón Ruiz, quien en “México en el siglo XIX: viejos problemas y nuevas perspectivas desde la historia local y ambiental”, nos refiere

acerca de las importantes modificaciones que ha experimentado la historiografía mexicana desde la década de los 80 del siglo pasado, cuando comenzó a diversificarse más allá de la historia política y cambiar de enfoque para contemplar los procesos y los problemas desde el punto de vista de los Estados en lugar de hacerlo desde la capital. Este texto, heredero de este nuevo impulso; pretende anotar algunas de las perspectivas abiertas para los historiadores del siglo XIX desde la perspectiva de los estados y de la historia ambiental.

Seguidamente Cristián Medina Valverde y Armando Cartes Monroy nos presentan “Apuntes bibliográficos para el Centenario. Mirando a Chile en 1910”, estudio que realiza una revisión bibliográfica profunda del tema del Centenario de Chile (1910), destacando el tratamiento santiagocentrista que se le ha dado por parte de la historiografía más tradicional, valorizando y reflexionando respecto de los aportes que en los últimos años se han venido dando con el propósito de complementar y hacer más omnicomprensivo el tema de estudio.

La temática de la maulinidad, que pretende ser el eje definitorio y que identifique a esta publicación; es abordado por tres estudios. Así, Jaime González Colville entrega un detallado trabajo sobre la “Historia del Museo O’higginiano de Talca” y la casa que actualmente lo alberga, que según la tradición habría sido escenario de dos hechos simbólicos en la historia nacional: haber acogido al niño Bernardo en su infancia, bajo la tutoría de Juan Albano Pereira; y años más tarde, escenario de la firma de la Declaración de Independencia por el Director Supremo, situaciones que efectivas o no, siguen siendo aceptadas como válidas por el colectivo .

Un novedoso tema aporta Jorge Valderrama Gutiérrez, quién a través de una reseña biográfica de ocho pilotos oriundos de esta tierra o avecindados en ella: “Aurigas del aire: maulinos pioneros de la aviación nacional”, nos relata los esfuerzos y sinsabores que debieron experimentar estos por difundir y masificar el arte de volar – a comienzos del siglo XX - constituyendo parte de los pioneros de la aviación nacional.

La problemática social y económica del “Talca, París y Londres” es abordado por el Dr. Raúl Sánchez Andaur, en su estudio “Consumo suntuario: el ethos de la oligarquía talquina (1850-1900)”, donde analiza la particular manera de ser de la “clase privilegiada”; expresada en el aprecio por el “buen vivir” y el consumo suntuario (fiestas y reuniones, paseos y veraneos, construcción de clubes y teatros, artículos de vestuario, vinos, licores, bisutería importados, etc. ) producto de la disponibilidad económica que le proporcionaba el abastecimiento de productos agrícolas al mercado salitrero.

Finalizamos esta propuesta con dos notas de investigación relacionadas con la ciudad. Por una parte, Estefanía Ferrer del Río, Licenciada en Filología Clásica por la Universidad de Valencia (España); con un preciso estudio sobre la pieza escultórica de la loba amamantando, ubicada en la plaza Italia (11 oriente 2 sur); titulado ¿Qué hay detrás de loba capitolina?, donde nos ilustra sobre el tema en general y de la pieza exhibida en Talca, en particular; y el Dr. Albert Ferrer Orts, quien en un trabajo motivado por los efectos del terremoto de Febrero de 2010 “Cambiando de piel: la metamorfosis arquitectónica de Talca”, nos hace visible las permanencias y cambios que ha experimentado la arquitectura de Talca a raíz de los sismos que cada tanto tiempo nos afectan, y que ha favorecido la amalgama de estilos que se aprecian en el texto.

El Editor

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México en el siglo XIX: viejos problemas y nuevas perspectivas desde la historia local y ambiental.

RESUMEN

PALABRAS CLAVES

ABSTRACT

KEY WORDS

Inmaculada Simón Ruiz1 | Universidad Autónoma de Chile

La historiografía mexicana ha sufrido importantes modificaciones desde la década de los 80 del siglo pasado cuando comenzó a diversificarse más allá de la historia política y cambiar de enfoque para contemplar los procesos y los problemas desde el punto de vista de los Estados en lugar de hacerlo desde la capital.Este texto es heredero de este nuevo impulso. En él pretendo anotar algunas de las perspectivas abiertas para los historiadores del siglo XIX desde la perspectiva de los estados y de la historia ambiental.

Historia local, historia ambiental, recursos naturales.

Mexican historiography has undergone major changes since the 80s of the last century when it began to diversify beyond political history and change focus to study the processes and problems from the point of view of the state rather than from the capital.

This text is heir to this new momentum. In it mean to score some of the prospects opened to historians of the nineteenth century perspective broadcasted since states and environmental history.

Local History, Environmental History, Natural Resources.

INTRODUCCIÓN:

Desde el punto de vista de la historia política, una vez conseguida su Independencia, México se enfrentaba a dos grandes retos: de cara al interior, debía establecer el estado y legitimar su poder y de cara al exterior, consolidar su papel en el panorama internacional como nación independiente. Sus alternativas para hacer ambas cosas viables eran varias. En el proceso de formación del estado y de legitimación, sus posibilidades basculaban entre el establecimiento de un sistema federal o centralizado del poder, y entre el mantenimiento de las relaciones propias del Antiguo Régimen o el establecimiento del sistema representativo. Dentro de esta última opción, podían optar por el conservadurismo o por el liberalismo; por la monarquía constitucional o por la república.

Por otra parte, en el proceso de consolidación de su situación en el mundo, lo primero que debía lograr la nueva república era el reconocimiento de las demás potencias. Otra cuestión sería la obtención del respeto a sus fronteras e incluso a su soberanía, que fue cuestionada por parte de la comunidad internacional en varias ocasiones.

Pero, además, debía establecer las redes de sus relaciones comerciales o reutilizar las antiguas. Una vez rotos los lazos con España se encontró en la situación de podrá negociar directamente los términos en los que quedaría inserta en el mercado internacional como nación soberana.

En este sentido, la libertad de comercio y el fin oficial de los monopolios supuso la apertura de los demás puertos mexicanos al comercio exterior y, con esto, el fortalecimiento de las economías regionales.

Los principales obstáculos para lograr estos objetivos fueron: la división política interna, la pobreza de las arcas del estado y las ambiciones territoriales de Estados Unidos y de Europa. La división política interna era, en buena medida, herencia colonial, derivada de las tensiones entre la capital del virreinato y las antiguas provincias e intendencias, aunque

también se alimentó de los enfrentamientos durante la guerra de independencia y de los distintos modelos de país que presentaron los diferentes grupos de poder.

La debilidad financiera venía dada también de los gobiernos anteriores, que habían hecho depender el virreinato de Nueva España casi exclusivamente de los ingresos aduaneros. Los gastos derivados de la guerra de independencia y la inestabilidad comercial interna y externa derivada de la misma empobrecieron aún más al estado nacional. En este contexto, el compromiso contraído por los nuevos estados que conformaron la federación que se comprometieron a pagar el contingente designado constitucionalmente en 1824, fue incumplido sistemáticamente. En principio, los nuevos gobiernos recurrieron al endeudamiento externo. Pero al no pagar los intereses de la guerra con Inglaterra, el desprestigio internacional los llevó a endeudarse internamente. Los prestamistas internos, los agiotistas, se nutrían de la debilidad permanente del estado, y por tanto les convenía que ésta fuera permanente.

En cuanto a las presiones externas, pronto se vio clara la incapacidad para organizar la defensa de sus costas. A la debilidad de cara el exterior por el tema de la deuda y a los intereses coloniales europeos que no decaían, hay que añadir la presión estadounidense sobre sus fronteras. El ejército, que funcionaba como mediador en los conflictos entre el gobierno federal y los estados y entre éstos y los municipios, fue incapaz de hacer frente al mismo tiempo al empuje del país vecino. En 1848 México perdió California, Nevada, Utah, la mayor parte de Arizona y Nuevo México y parte de Colorado y Wyoming, a lo que hay que sumar la pérdida de Texas, que se había anexionado a Estados Unidos poco tiempo atrás2.

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En estas páginas presentaremos los lineamientos de estas cuestiones generales vinculadas a la transformación del sistema político mexicano del siglo XIX en relación con los cambios operados en el sistema productivo y en el modelo de propiedad de la tierra desde el punto de vista de la historiografía más tradicional. Con ello queremos evidenciar como durante el siglo XIX y buena parte del XX, los estudios sobre el siglo XIX han sido enmarcados en estos términos anteriormente mencionados. Entonces nos preocupaba el proceso de inserción de México en el sistema liberal y en el capitalista; nos ocupamos de marcar las diferencias entre la nueva república y otras potencias occidentales y de calibrar la capacidad de México para adoptar el nuevo credo. Llegamos, incluso, a preguntarnos por qué México no había logrado adaptarse al modelo marcado por algunas potencias europeas. Pero raramente se cuestionó el modelo en sí, a lo sumo se plantearon algunas de las consecuencias negativas de las transformaciones sufridas en el tránsito del Antiguo Régimen al liberalismo (sobre todo en lo relacionado con la población indígena) pero rara vez se cuestionó el cambio porque se encontraba que éste era deseable.

No obstante, a partir de los años 60 y 70 del siglo pasado los historiadores comenzaron a poner en duda el modelo liberal, sobre todo desde el punto de vista económico. En la segunda parte de este capítulo abordaremos cómo los antiguos problemas contemplados por la historiografía más tradicional comenzaron entonces a ser analizados desde una perspectiva crítica con el modelo y plantearemos algunas propuestas para acercarnos al entendimiento de una serie de cuestiones con los que nos encontramos en la actualidad, partiendo de estas nuevas perspectivas.

Recuperaremos, así, cómo han sido analizadas las consecuencias de las transformaciones sufridas en México a lo largo del siglo XIX desde la perspectiva de historiadores que han puesto en cuestión las teorías generales analizando su aplicabilidad en realidades locales, y veremos cómo su trabajo ha dado pie a diferentes propuestas que plantean el costo ecológico de dichos cambios. De esta manera, al cuestionamiento del liberalismo por parte de aquellos que criticaron la pauperización y la proletarización del campesino a partir de los

procesos desamortizadores, vienen a sumarse otras voces que denuncian la insostenibilidad del modelo económico liberal desde su fundamentación.

Si enumeramos brevemente los períodos políticos de la primera mitad del siglo XIX nos encontramos con que en muy pocos años se vivió el Imperio de Iturbide de 1823, la república federal de 1824, sustentada en la Constitución de 1824 y sus posteriores reformas, después, una nueva república federal en 1834 y otra centralista entre 1834 y 1846, basada en la Constitución de 1835 y en las Siete Leyes constitucionales de 1836 y, nuevamente, una república federal entre 1846 y 1856.

Fue, por tanto, un período complejo con más de 50 cambios de gobierno en apenas 30 años, plagado de enfrentamientos civiles y militares de carácter nacional e internacional en los que se enfrentaron liberales con conservadores y federalistas con centralistas, intereses económicos e intereses políticos, intereses locales e intereses nacionales. En definitiva, México encaró su independencia a un mismo tiempo con el cambio de sistema político (del Antiguo Régimen apoyado en una sociedad estamental basada en privilegios, al liberalismo, fundamentado en el sistema representativo y en la igualdad de derechos y obligaciones ante la ley) y con el proceso de formación del estado nacional, de la misma manera que lo hicieron otros países latinoamericanos y europeos a lo largo del siglo XIX.

Por sus características particulares, tendrá rasgos exclusivos que no necesariamente compartió con los procesos vividos en otros estados. Uno de esos rasgos será el del recurso a los pronunciamientos militares como mecanismo de acción política. Como señala Alicia Hernández Chávez, “a falta de un poder ejecutivo estable y frente a la dispersión de poderes locales y regionales, la única institución nacional -exceptuando la Iglesia- fue el ejército”3 . Ella opina que fue el garante de la unidad nacional a través de los pronunciamientos a los que contempla no como golpes de estado sino como una forma de participación política dadas las circunstancias del país. Los planes

1.- Nuevo sistema de gobierno y fortalecimiento del poder local:

políticos podían emanar de un ayuntamiento y una facción del ejército que lo apoyaba; si dicho apoyo trascendía a otros ayuntamientos podía llegar a contar con el apoyo del congreso estatal; si conseguía más apoyo en otros estados podría convertirse en pronunciamiento que sería exitoso si fuera apoyado, a su vez, por algún sector del congreso federal; igualmente debía ir ganando apoyo entre las fuerzas armadas y el éxito final dependía de la adhesión de facciones militares significativas.

El cabecilla armado (un militar de alto rango) se transformaba así en intermediario entre el Presidente y los pronunciados. Si el presidente rechazaba su petición, podía llegarse al enfrentamiento o evitarse, si los miembros del congreso actuaban conjuntamente sobre el ejecutivo. Así -y siempre siguiendo a Hernández Chávez-, el poder retornaba a los ciudadanos, que en un nuevo proceso electoral daba legitimidad a un nuevo gobierno. Además de valorar la importancia de los pronunciamientos como forma de participación política, lo que interesa destacar de esta tesis es la importancia de los ayuntamientos en el proceso, dada la relevancia que habían tomado desde la Constitución de Cádiz.

Tal vez el logro político más importante, en el sentido del afianzamiento del liberalismo en México, fue el fortalecimiento de los ayuntamientos y, con ellos, del sistema representativo, por mucho que no se implementara a través de lo que actualmente consideramos sufragio o ciudadanía moderna, sino por medio de mecanismos de transición entre los antiguos modelos de representación y los nuevos. En cuanto a la forma de organización local, no es posible establecer patrones, aunque el modelo fue el gaditano de 1812. La diversidad de asentamientos y de organizaciones locales llevó a una diversidad de modelos de gobierno local. Pero sí se puede decir en general que se aceleró la movilidad de los cargos, socavando las bases de poder tradicionales del Antiguo Régimen.

Como han estudiado Hernández Chávez y Antonio Annino4, entre otros, la apropiación por parte de algunas comunidades de los nuevos derechos políticos se hizo mediante la incorporación de los mismos a sus antiguos derechos y esto terminó llevando a los pueblos

a considerarse autónomos y soberanos (a través de una soberanía de los pueblos, no del pueblo) con la consecuente dispersión de poder y el aumento de dificultades para ejercerlo desde los gobiernos estatales y federal o central. Más recientemente, Claudia Guarisco matiza estas afirmaciones al señalar que los estudios de caso realizados por la historiografía más reciente no han llevado a confirmar esta teoría del autogobierno por parte de las antiguas repúblicas de indios, sino que más bien se asimilaron al nuevo esquema de poder para adaptarlo a sus necesidades; si bien hay que señalar que esto ocurrió con respecto a la inserción de los pueblos en los gobiernos estatales, y no parece que lo fuera en la misma medida entre estos últimos y el gobierno central5.

Los nuevos ayuntamientos fueron muchas veces los articuladores de la organización local, aunque frecuentemente las relaciones de parentesco, intercambios y negocios trascendían su jurisdicción. Pero quedaron supeditados a los poderes estatales a través de un sistema federal en el que los estados gozaban de amplias atribuciones. El pacto federal, que incluía el pago de un contingente por parte de los gobiernos locales al gobierno de la nación, se incumplió y fueron menos las veces que los estados dejaron de colaborar que las que lo hicieron. Gobiernos municipales y gobiernos estatales escamoteaban información y beneficios al gobierno de la nación, lo que impedía su fortalecimiento. De la debilidad del gobierno central dependía la fortaleza de los poderes locales y viceversa.

Para resumir, durante la primera mitad del siglo XIX se vivió el proceso de instauración del sistema representativo, se fortaleció la figura de los ayuntamientos y la de los estados de la república y se asentaron las bases de la economía regional (que no coincide exactamente con la de los estados)6 pero aún quedaba por asegurar el poder del gobierno central. Aunque México obtuvo el reconocimiento internacional aún no se puede hablar de un estado fuerte hacia el exterior y tampoco hacia el interior. Dichos procesos se completaron durante la segunda mitad del XIX y, como veremos, buena parte del XX.

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Durante la segunda mitad del siglo XIX también hubo importantes conflictos. Entre 1846 y 1867 se vivieron años de guerra casi permanente. Se luchó contra Estados Unidos y contra España e Inglaterra, y también contra los franceses entre 1862 y 1867. No menos intensa fue la guerra civil que enfrentó a liberales y conservadores, y que supuso el auge de Benito Juárez, la reacción conservadora y el apoyo de estos a una intervención extranjera, la caída del imperio de Maximiliano y el surgimiento en 1867 de la República Restaurada.

Pero a partir del 67, las cosas parecen cambiar al punto que hay autores que consideran que es entonces cuando nace el siglo XX. Para Cosío, la modernidad nace entonces, con el triunfo sobre el conservadurismo y el imperio cuando “la autoridad del Estado domina las fuerzas tradicionales contrarias al desarrollo de la nacionalidad”7. Para él, hay un hilo conductor entre la república restaurada y el porfiriato constituyendo un continuum de 44 años en los que subsiste el equilibrio político. También opinan así otros autores como Andrea Sánchez Quintanar, quien señala que la inserción de México en el sistema capitalista de producción se produce a partir de ese momento8. Según esto, fue entonces cuando se vieron consumados los dos grandes retos de la nueva república de que hablábamos al principio: consolidación del papel de México en el ámbito internacional, a través de la consolidación de las economías exportadoras, y ampliación del alcance del estado, mediante la apropiación de los mecanismos de distribución de los recursos.

El incremento exportador permitió afianzar el sistema político, basado en el predomino oligárquico9. El crecimiento de las naciones industrializadas, la diversificación de la demanda de materias primas, insumos y alimentos en los mercados internacionales y el descenso del precio relativo de algunas manufacturas, consecuencias de los avances tecnológicos y de la mecanización, aumentó la importancia del comercio internacional desde mediados del siglo XIX hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial. En el XIX, la evolución de los términos

de intercambio favoreció a las materias primas, pero el signo cambió en el XX ante el deterioro del precio de algunas materias primas y el encarecimiento de ciertas manufacturas, en especial el de los bienes de equipo10. Las principales exportaciones de América Latina fueron: productos agrícolas y ganaderos de clima templado; productos agrícolas tropicales (generalmente producidos en régimen de plantación) y metales y minerales. Países como México exportaron materias primas de los tres grupos. De entre los productos agrícolas, destacan el azúcar y el café, que se explotaban en haciendas y, en cuya comercialización predominaba la debilidad de los productores frente a los comerciantes.

En minería destaca la plata. México fue el mayor exportador de este metal en América Latina y su comercialización constituyó su mayor fuente de ingresos, ya que sólo las exportaciones de plata suponían el 60% de sus exportaciones11. En aquellos años, los capitales extranjeros (europeos y estadounidenses, sobre todo) ocuparon en el país posiciones destacadas en sectores económicos claves como la comercialización y el transporte.

Ambas cuestiones, el aumento de las importaciones y la llegada de capital estadounidense y europeo, han sido vistas como aspectos negativos que demostraban la posición secundaria de la economía mexicana con respecto a otros países pero hay que tener en cuenta, como señala Malamud, que el aumento de importaciones pudo darse gracias a una mayor presencia de capital en el país, a un saneamiento de la economía. Por otra parte, la tradicional visión de la sumisión mexicana a la política estadounidense ha sido cuestionada por autores como Riguzzi, para quien los mayores momentos de presencia de capital y negocios estadounidenses en México coinciden con una mayor capacidad negociadora del país en Estados Unidos y viceversa12. Ambas cuestiones no niegan el que México entrara en el concierto internacional como miembro de “segunda clase”, pero sí matiza la afirmación, ya que el proceso significó un paso adelante en su esfuerzo de integración, sobre todo si comparamos su situación a finales del siglo con la que tenía entre 1820 y 1850.

2.- La ampliación del alcance del estado mexicano:

Teniendo en cuenta los objetivos marcados por los liberales, los resultados de la aplicación de las leyes de Reforma no fueron los esperados por los legisladores o no lo fueron por igual en toda la geografía mexicana. Una de las consecuencias directas que más ha interesado a la historiografía crítica del porfiriato es la de que los procesos desamortizadores sólo sirvieron para aumentar la gran propiedad. Desde que lo planteara Molina Enríquez13 a principios del siglo pasado, se viene manifestando que el gran atentado liberal a las comunidades fue la desamortización que produjo la pauperización y la proletarización de los campesinos, y el aumento de la gran propiedad. Esta idea fue reforzada por los historiadores que contemplan la cuestión de la falta de tierras como el detonante de la Revolución de 191014. Para Escobar y Martín Sánchez, esta visión de la desamortización como pozo de todos los males de las comunidades indígenas constituye una auténtica “leyenda negra” fomentada por Wistano Luís Orozco, Frank Tannenbaum, el propio Molina Enríquez, Luis Cabrera y George McCutchen McBride. En contra de esta tesis, estaría Francisco Bulnes para quien el latifundismo no necesariamente estaría reñido con el progreso de los pueblos15. Esta tesis fue sostenida, aunque para el período previo a la independencia, por John Tuttino en su análisis sobre el valle central mexicano y la carencia de conflictividad entre pueblos y haciendas16.

Sin negar lo anterior, estudios más recientes que toman lo local como área de estudio han venido a demostrar que además del fortalecimiento de algunos latifundios, también hubo un aumento de propiedad privada indígena, que las comunidades aprovecharon la nueva legislación para procurar seguir teniendo acceso a los recursos y que se produjo un aumento de medianos propietarios. En algunos casos se dieron también mecanismos que favorecieron que la tierra quedara en manos de quienes la trabajaban y que muchos pueblos aprovecharon la legislación y la debilidad del Estado para acceder a nuevas tierras o para conservar las heredadas. Y esto ocurrió no sólo con las parcelas sino con las tierras de pastoreo, montes y agua. Asimism se produjo

En cuanto al otro proceso, el de la ampliación del alcance del Estado, hubo dos leyes que se hicieron para procurarlo: la ley Juárez, que abolió el fuero eclesiástico y la ley Lerdo que buscaba la eliminación de la propiedad comunal. Con ambas leyes se intentaba fortalecer las finanzas federales así como lograr la injerencia del estado en el proceso de apropiación o no del recurso tierra y, con ello, su participación en los proyectos económicos y las políticas agrarias. Para ello, el estado hubo de establecer mecanismos jurídicos, fiscales (impuestos, contribuciones y catastros) y políticos para aumentar su alcance. Sistemáticamente, ayuntamientos y gobiernos estatales les escamotearon al poder central el acceso a la información para evitar dichos pagos.

Desde que comenzó a aplicarse la Constitución de Cádiz se dieron los primeros pasos para la consolidación del poder municipal y el de los estados, pero el proceso de desamortización de tierras consiguió, en cierto modo, contrarrestar este poder y para llevarlo a cabo el gobierno central, sobre todo Porfirio Díaz, hicieron uso de los jefes políticos.

Los objetivos de las leyes de Reforma fueron debilitar el poder eclesiástico, debilitar el poder de pueblos y comunidades, intervenir en las economías regionales en detrimento del control que de éstas tenían los poderes estatales, liberar la propiedad para insertarla en el libre mercado, homogeneizar la forma de propiedad, y con ello, la recaudación fiscal, al homogeneizar a la población acabando con las corporaciones.En definitiva, se perseguía controlar los mecanismos de acceso a los recursos en detrimento de la Iglesia y las corporaciones y de los ayuntamientos y los gobiernos de los Estados, que habían visto su poder crecer desde la organización de diputaciones provinciales. El sistema liberal exigía la existencia de ciudadanos iguales en derechos y obligaciones; se hacía necesario acabar con los privilegios y con las relaciones clientelares. No obstante, en la práctica, fue muy complicada su implementación y se contó para llevarla a cabo con personajes como los jefes políticos que, finalmente, reprodujeron esta tipo de relaciones de manera sistemática.

3.- Perspectivas locales en la historiografía mexicana del siglo XIX:

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Pero en cualquier caso, el proceso desamortizador no estuvo exento de conflicto y se produjeron multitud de enfrentamientos entre las comunidades y el gobierno central; entre haciendas y comunidades, entre propietarios, etc…17. Se trata de problemas que menudearon durante todo el período pero que no son en absoluto característicos exclusivamente de la segunda mitad del siglo XIX sino una manera de procurar resolver conflictos que venía practicándose desde mucho antes de la Independencia.

Es importante señalar que la diversidad de situaciones hizo que el gobierno central no fuera capaz de homogenizar totalmente sino que negociara en cada caso. En este sentido la figura del jefe político fue decisiva. En estados como el de México, la puesta en marcha de las desamortizaciones pasara a ser responsabilidad de los jefes políticos, como ha señalado Romana Falcón18. Eran ellos quienes realmente conocían las poblaciones que estaban bajo su jurisdicción y funcionaban como intermediarios entre éstas y el gobierno, saltándose con frecuencia las instancias municipales e, incluso, las estatales para realizar acuerdos.

De esta manera, aún a pesar de que la figura del jefe político fue reforzada durante el porfiriato en un empeño por fortalecer el poder del gobierno (la “dictadura enana” según Moisés Ochoa Campos19), se impusieron con frecuencia las negociaciones a través de las cuales se evidencia que la fuerza de los grupos locales estaba por encima de la norma. Con los jefes políticos sucedió lo mismo que con el resto de los actores de la política mexicana, que su papel dependió de su capacidad de negociación y eso se ve en la historiografía que ha tratado estos temas. Nos encontramos con figuras cuyos lazos políticos estaban directamente vinculados a Porfirio Díaz y otras supeditadas a los gobiernos locales, como ha estudiado Ricardo Ávila Palafox para el caso del estado de México20. En pocas palabras, “la experiencia constitucionalista enseñó que la modernidad política era algo negociable”21.

A pesar de que las evidencias muestran

un México plural y diverso, durante mucho tiempo la historiografía se empeñó en hacer interpretaciones generales mostrando como propias de toda la geografía mexicana, características que, con frecuencia, lo eran únicamente del México central. No obstante, desde los años 60, con el cuestionamiento del modelo nacional post revolucionario, y sobre todo desde los 80, el auge de los estudios regionales nos está facilitando contemplar la historia de México en su complejidad. También ha ayudado a este interés la mejora de los archivos locales, que en muchos casos se han convertido en verdaderos centros de investigación permanente.

En una reacción en cadena, también los centros universitarios y de investigación locales han tomado una relevancia de la que carecían hasta hace pocas décadas y sus programas educativos y proyectos de investigación están haciendo grandes esfuerzos por introducir la historia local en el panorama nacional e internacional.

No solo los archivos locales, también los archivos “temáticos”, como es el caso del Archivo Histórico del Agua (AHA), han tomado impulso en poco tiempo. Concretamente el AHA nace a instancias del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), y se caracteriza por su esfuerzo en servir a la investigación y la divulgación a través de una serie de publicaciones y servicios que facilitan su consulta. Desde su fundación, los directores han sido personas vinculadas al mundo de la investigación y la docencia y muy cercanos a la temática del mismo. Me refiero a Israel Sandré Osorio y a su predecesor, Luís Aboites, que trabaja en el Colegio de México y que hoy en día es una institución en temas relacionados con el agua y el poder en México22.

De esta interconexión entre instituciones académicas y archivos, han surgido nuevas investigaciones relacionadas con los temas que estamos tratando en estas páginas. Probablemente las más sugerentes son aquellas que han venido a introducir el factor agua como un determinante en la lucha campesina de manera paralela a la del agua pero no como una cuestión complementaria a la de la tierra sino como parte indisociable de los conflictos ocurridos en el siglo XIX23.

la fragmentación de algunas haciendas y con ello se desarrolló la propiedad privada.

Una de las conclusiones a que llegamos tras el análisis de la bibliografía referente a la gestión del agua a partir del siglo XIX es que Porfirio Díaz logró aumentar el alcance de las reformas liberales y con ellas el del estado central a partir de una serie de leyes sobre agua que traspasaron a la Secretaría de Fomento el derecho a otorgar concesiones, confirmaciones y a vigilar su cumplimiento en torno a los recursos hídricos (siempre que atravesaran varios estados o que fueran afluentes de ríos no nacionales); dichas prerrogativas habían estado hasta entonces a cargo de los regantes, los ayuntamientos y los estados.

De esta manera, contemplamos una continuidad entre las leyes de la Reforma, con la constitución de 1857 que otorgaba al estado la propiedad del territorio, lo que permitió la legislación sobre terrenos baldíos y los proyectos de colonización; las leyes de vías generales de comunicación de 1888, la de bienes nacionales de 1902 y, finalmente, la de aprovechamientos de aguas de jurisdicción federal que fue promulgada durante la Revolución Mexicana y que obtuvo rango constitucional en la Constitución de 1917 (artículo 27), que otorgaba la propiedad nacional de los principales ríos, lagos, lagunas y mares territoriales24. Así, el proyecto revolucionario terminó lo que había empezado la Reforma.

Pero aunque hubo continuidades, también hubo discontinuidades. Como es sabido, una de las demandas de la Revolución Mexicana fue la del reparto agrario y, en consecuencia, se llevó a cabo en cierto modo la restitución de las tierras comunales a través del sistema de ejidos. Pero como no podía ser de otra manera dicho reparto, realizado desde el gobierno central, fue un mecanismo más de inserción del gobierno institucional en el tejido de relaciones políticas, sociales y económicas del país. También lo fue el de la dotación de agua a través de la construcción de grandes obras hidráulicas. Ambas cuestiones, el reparto de tierra y la distribución de agua, se hicieron a través de una burocracia que nació para el efecto organizada en torno a las juntas de agua y la Comisión Nacional de Irrigación, el Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización, La Comisión Nacional Agraria y el Banco Nacional de Crédito Agrícola, que promovía obras hidráulicas, prestaba y capacitaba con condiciones en

las que se estipulaba el modo de producción que se ajustaban al modelo pretendido por el gobierno. Y también trabajaron en este sentido instituciones internas de los ejidos, como la Unión Central de Sociedades de Crédito Colectivo Ejidal, la confederación Nacional Campesina o los comisarios ejidales. Todas estas figuras vinieron a sustituir de alguna forma a los jefes políticos, que colaboraron en la puesta en práctica de las leyes de desamortización y que desaparecieron con la Constitución de 1917.

El proceso de reparto agrario post revolucionario se tomó su tiempo igual que el de las desamortizaciones. Y de la misma manera que ocurrió con dicho proceso, éste estuvo plagado de conflictos que involucraron a varios actores. Sin embargo, se produjo entonces un cambio importante que nos habla de la ampliación del alcance del estado en dicho proceso. Este cambio fue que en los conflictos post revolucionarios hubo mucha mayor participación del gobierno federal en detrimento del antiguo protagonismo que tuvieron los ayuntamientos durante la desamortización25.

Con el avance de la historiografía sobre el agua en México, se ha fortalecido la perspectiva ambiental. Se trata de una perspectiva que hasta hace poco tiempo había estado más bien marginada de la historiografía mexicana que se ocupa del siglo XIX, no así para la que se ocupa de los años de la colonia. Como señala Stefania Gallini, resulta paradójico contemplar que los trabajos sobre conflictividad campesina y transformaciones en los modelos de producción y de propiedad de la tierra rara vez contemplen el factor ambiental, teniendo en cuenta que se dedican a estudiar recursos naturales y el uso que de ellos durante la etapa de desarrollo de la economía agroexportadora y de los procesos de desamortización y reparto agrario post revolucionario26.

4.- Perspectiva ambiental:

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Probablemente en esta ausencia de interés por lo ambiental haya tenido algún peso la teoría de Ingleheart27 para quien los conflictos ambientales sólo podían darse en aquellas sociedades que tuvieran resueltas sus necesidades primarias materiales. De esta manera, los historiadores que nos dedicamos al siglo XIX mexicano habríamos obviado el tema ambiental siguiendo la lógica de que las preocupaciones de los mexicanos de entonces no iban por ese lado ya que estaban más preocupados por alcanzar su posición en el nuevo modelo de desarrollo liberal que en plantearse los costos derivados del proceso.

Esto no explicaría, entonces, la existencia de una tradición ya larga en estudios de historia ambiental para la época colonial en México, de la que no podría decirse que se tratara de una sociedad postmaterialista.

Pero aún si contempláramos las preocupaciones de los contemporáneos como justificación para abordar o no el tema ambiental en nuestras investigaciones, estaríamos cayendo en un error al excluirlos de nuestro análisis porque fue motivo de importantes discusiones y debates desde finales del siglo XIX. En esta etapa se dieron las primeras leyes de protección ambiental y se crearon las primeras áreas forestales protegidas. Una somera revisión de los índices de dos revistas de la época: el Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y México Forestal, nos da idea de la preocupación de los contemporáneos por el cuidado de los recursos y las denuncias ante los abusos, así como de las consecuencias de la explotación incontrolada de los mismos.

De esta época datan figuras relevantes en la historia de la defensa de los bosques, como Miguel Ángel de Quevedo, y el surgimiento en México de la ingeniería forestal, de la misma manera que lo estaba haciendo en Francia, España o Alemania. Y era lógico que así fuera. El crecimiento urbano y poblacional así como las transformaciones del paisaje derivadas de la creación de grandes explotaciones para la exportación estaban cambiando el paisaje y el equilibrio ecológico en el país. Las denuncias por la falta de agua en la capital mexicana derivada de la tala de árboles en los montes cercanos eran motivo de discusión en la prensa diaria. Más aún, se cuestionaron las grandes

obras de desecación de lagos y pantanos y las construcciones de presas para abastecimiento urbano y para regadío que se dieron tanto a finales del XIX como durante la primera mitad del XX28.

En el caso de la preocupación ambiental, ocurre lo mismo que denuncia Tortolero29 en el de los estudios sobre la conflictividad campesina por el agua, misma que ha quedado soslayada porque la historiografía posterior ha dado prioridad a otros temas. A la luz de los trabajos más recientes mencionados en el acápite anterior y de investigaciones realizadas en los archivos mexicanos sobre el siglo XIX podemos concluir que el medio ambiente y su conservación no fueron ajenos a las preocupaciones de los intelectuales decimonónicos y la opinión pública mexicana. Pero tampoco lo fueron entre la población menos instruida que defendía la necesidad de cuidar los recursos naturales de manera integral para proteger tanto a las generaciones presentes como a las futuras30.

Obviando estas dos cuestiones, quiero insistir en la importancia de estudios en esa línea porque, como señala Stefanía Gallini, tienen interés para comprender procesos actuales. Para quienes nos dedicamos a estudiar América Latina, está abierta la veta para la investigación histórico-ambiental del café, el cacao, el cobre, el petróleo. Investigaciones en esta línea nos ayudarán a profundizar en el conocimiento del pasado, pero también a comprender las consecuencias ambientales de su explotación puede ayudarnos a entender las de procesos similares que se están emprendiendo ahora en la región con la actual explotación de agrocombustibles. En la actualidad son importantes las cantidades de tierra destinadas a la producción de soja, maíz y caña de azúcar para estos fines. En México ya se han puesto en marcha diversas iniciativas que se convierta en uno de los principales exportadores de agro combustibles según el plan Puebla-Panamá. Son las “versiones modernas” de aquellos productos decimonónicos, tanto por el modo de producción y explotación como por la similitud de los mercados receptores en los países industrializados. También es coincidente la propaganda interna y externa en defensa de dichas explotaciones como “oportunidades históricas” para que se produzca la tan ansiada

transformación del mundo rural latinoamericano. También los problemas derivados son similares, como señala Gallini: “extensión del monocultivo y del gran latifundio, escasa distribución de los beneficios económicos que el sector produce, inicuas relaciones laborales, fortalecimiento de grupos oligárquicos y, en definitiva, resultados de poca monta en términos de desarrollo rural integral de las zonas donde estos preciados recursos se obtienen”31. Otros factores comunes son la creciente deforestación, el problema de la demanda excesiva de agua en un país como México donde el 90% del agua consumida se destina al regadío, y la pérdida de biodiversidad a causa de las necesidades de monocultivo en grandes extensiones. Todo ello sin considerar la expulsión de los campesinos de sus tierras que se ven obligados a emigrar en condiciones terribles y las consecuencias humanas y culturales para el desarrollo de las zonas rurales, que quedan prácticamente abandonadas mientras las grandes ciudades siguen masificándose cada día.

Antes de finalizar, hay que insistir en que el apoyo dado por el gobierno central a las grandes producciones exportadoras, con el fin de introducir a México en la economía internacional, y la desamortización de tierras comunales, para asegurar la presencia del estado y fortalecer su posición frente a otras corporaciones, tuvieron grandes consecuencias ambientales que vale la pena abordar con una perspectiva histórica. Igual que queda abierta la veta para el estudio ecológico de productos destinados a la exportación, hay mucho que avanzar en el estudio de las transformaciones ecológicas sufridas con el ataque a las tierras comunales. Con la puesta en marcha del proceso desamortizador se desencadenaron una serie de acontecimientos que afectaron de manera irreversible a los pueblos. Estudiar las consecuencias que para la economía de subsistencia campesina basada en la pluriactividad (recolección, agricultura, pastoreo) supuso el fin de los aprovechamientos comunales o el cambio en la forma de organización y explotación de los mismos por parte de los municipios, nos ayudará a entender en buena medida fenómenos como la desaparición de poblaciones o el aumento de la superficie cultivada a costa de los comunales, así como la delincuencia forestal y la quema de bosques como mecanismo de protesta

y de defensa por la intromisión del gobierno central en las antiguas prerrogativas de los ayuntamientos. No es casual que en los últimos años del siglo XIX tomara protagonismo, como mencionábamos antes, la ingeniería forestal y las denuncias hechas por los especialistas en torno a la incompetencia de los ayuntamientos en materia de cuidado de los bosques para justificar la tutela del gobierno central en estas cuestiones así como la creación de áreas protegidas. Estudios en torno a la evolución del paisaje en estas áreas serían de gran utilidad para ponderar si, en este sentido32, la autogestión y el modelo antiguoregimental basado en los comunales fue más o menos eficiente que el liberal.

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Los historiadores estamos condicionados por nuestra formación tanto como por nuestro entrono. Recientemente, la multidisciplinariedad, así como el desarrollo de los estudios y las instituciones locales, han formado a una serie de investigadores que están cuestionando al sistema liberal y acercándose a las fuentes con una nueva formación. Esto implica que también tengan preocupaciones diferentes y que viejos problemas estén siendo planteados desde nuevas perspectivas. Quizás no se trate exactamente de preocupaciones nuevas, pero sí ha cambiado el orden de prioridades. Hoy día, cuestiones como las guerras del agua y el medio ambiente, o el cambio climático, condicionan las agendas de los investigadores porque son importantes en la política internacional (lamentablemente, creo que no se produce la misma relación –al menos no en la misma medida- en dirección opuesta), de la misma manera que la preocupación por la situación de los trabajadores y los campesinos lo era durante los años de la Guerra Fría en el ámbito internacional, o el nacionalismo agrario lo fue durante los años posteriores a la Revolución Mexicana.

Desde finales de los años 60 del siglo pasado, en México comienza a ponerse en cuestionamiento el proyecto revolucionario y el nacionalismo que lo sustenta. Esta puesta en duda tiene repercusiones en el mundo académico y una de ellas será el interés por evaluar el alcance de los éxitos de la Revolución a todo lo largo de la geografía nacional. Con ello aumentó la preocupación por lo local en un proceso, lento, pero imparable, que conoce su mayor auge a partir de la década de los 80 y los 90, como hemos comentado en estas páginas. En este sentido los puntos álgidos de dicho proceso serán la matanza de Tlatelolco en 1968 y el estallido del conflicto chiapaneco.

Más recientemente y por efecto de los avances en la investigación histórica de la segunda mitad del siglo XX, estamos viviendo un movimiento a nivel mundial que no sólo cuestiona las consecuencias de la puesta en práctica del liberalismo y el capitalismo sino que pone en duda a los dos modelos en sí mismos. Esto es, durante mucho tiempo nos hemos ocupado primero por emular a otros países y después por evaluar en qué habíamos fallado a la hora de ponerlos en práctica. Por eso la historia ambiental no ha tenido gran repercusión ni los problemas ambientales del siglo XIX han preocupado a la historiografía nacional, al menos no tanto como

CONCLUSIONES:

lo hicieron los estudios ambientales relacionados con la etapa colonial. Era razonable poner en cuestión las consecuencias ambientales de la conquista pero no lo parecía tanto hacerlo con el cambio del Antiguo Régimen al liberalismo.

Sin embargo, ahora que se está poniendo en duda al liberalismo (sobre todo en su aspecto económico pero también en el político) están cambiando también los intereses de los historiadores. Ahora la historiografía se interesa y discute no en torno al fracaso de la implementación de dicho modelo en México como veíamos en al principio de estas páginas sino en torno a la validez del modelo en sí mismo. Por eso estamos recuperando ahora los testimonios de aquellos que fueron críticos con el sistema desde el principio y revisando las fuentes desde nuevas perspectivas, tanto locales como ambientales. Así, contemplamos que entonces estas preocupaciones no fueron abordadas de forma radical por el gobierno central ni en México ni en otras partes del mundo porque el objetivo de las agendas gubernamentales era obtener situaciones ventajosas en el nuevo concierto internacional y no había lugar para el cuestionamiento de un modelo del que aún no se habían podido evaluar las consecuencias de su implementación.

Actualmente, la situación está cambiando. A pesar de que para muchos la cuestión medioambiental es una cuestión retórica y a pesar de su instrumentalización política, organismos como el propio Banco Mundial están alertando de la importancia de modificar las pautas de comportamiento con respecto al medio ambiente. En este sentido, es de desear que la voz de los académicos contemporáneos sea más fuerte que la de sus predecesores ahora que sus preocupaciones coinciden con las de los grandes organismos internacionales. Esperemos que la confluencia de intereses redunde en puesta en práctica de soluciones para los problemas que ya están en la mesa y que no queden en mera retórica o en la emisión de unas cuantas leyes que continuamente se incumplan.

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1 Doctora en Historia. El presente trabajo ha sido realizado dentro del marco del Proyecto de Investigación I+D+I HAR2010-18363, otorgado por el Ministerio de Ciencia e Innovación.

2 Alicia Hernández Chávez, México. Breve historia contemporánea, FCE, México, 2000, p.214.

3 Idem, p.201. 4 Antonio Annino, “Cádiz y la revolución territorial de los pueblos mexicanos 1812-1821” en Antonio Annino (coord.), Historia de las elecciones en Iberoamérica, siglo XIX, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1995. pp. 177-227.

5 Claudia Guarsico, “Pueblos de indios e independencia. Una visión comparativa de los casos de México y Perú”, en Alfredo Ávila y Pedro Pérez Herrero (coords.), Las experiencias de 1808 en Iberoamérica, Universidad de Alcalá/Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2008, pp. 183-205.

6 Como señala Sandra Kuntz en una artículo titulado “La historiografía económica reciente sobre el México decimonónico” publicado en Mexican Studies (2005, vol 2, pp.461-492), en la literatura mexicana hay tendencia a utilizar estos dos términos como sinónimos aunque realmente no lo son. El concepto región responde a unas características mucho más específicas que vinculan lo geográfico y lo histórico.

7 Evelia Trejo, “La historiografía liberal mexicana en el siglo XX. Reflexiones en torno a un caso” en Conrado Hernández (coord.), Tendencias y corrientes de la historiografía mexicana del siglo XX, El Colegio de Michoacán/Universidad Nacional Autónoma de México, México2003, pp, 47-63, p. 56.

8 Andrea Sánchez Quintanar, “La historiografía mexicana de izquierda”, en Conrado Hernández (coord.), op.cit, pp. 91-121.

9 Carlos Malamud, Historia de América, Alianza, Madrid, 2005, p. 350.

10 Ibidem, p.353

11 Ibidem, p. 359.

12 Ver Sandra Kuntz, op.cit. 13 Andrés Molina Enríquez, Los grandes problemas nacionales, ERA, México, 1979. 14 Autores como Gildardo Magaña, Jesús Sotelo Inclán, R. Melville, John Womack, de la Peña o Bluestein, como señala Alejandro Tortolero, “Entre las revoluciones y el desarrollo: el agua en México, siglos XIX y XX” en Alicia Mayer (coord.), México en tres momentos: 1810-1910-2010: hacia la conmemoración del bicentenario de la Independencia y del centenario de la Revolución Mexicana: retos y perspectivas, UNAM, México, 2007, pp. 155-174. 15 Antonio Escobar Ohmstede y Martín Sánchez Rodíguez, “El agua y la tierra en México, siglos XIX y XX ¿Caminos separados, paralelos o entrecruzados?” en Antonio Escobar Ohmstede, Martín Sánchez Rodríguez y Ana María Gutiérrez Rivas, Agua y tierra en México, siglos XIX y XX, vol. 1, El Colegio de Michoacán/El Colegio de San Luis, Zamora, 2008. 16 Sobre este tema ver Alejandro Tortolero, “Agua y revolución. Los conflictos por el agua en el Estado de Morelos, 1850-1915” en Reinaldo Funes Monzote, Estudios de historia ambiental de Latinoamérica y el Caribe, Fundación Historia Social, Alzira, Valencia, 2007, pp. 231-266.

PIES DE PÁGINA:

17 Romana Falcón (coord..), Cultura de pobreza y resistencia. Estudios de marginados, proscritos y descontentos, México 1804-1910, Colegio de México/Universidad Autónoma de Querétaro, México, 2005; Federick Katz, Revuelta, rebelión y revolución, México, ERA, 1990; Andrew Roth (ed.), Recursos contenciosos. Ruralidad y reformas liberales en México, Colegio de Michoacán, Zamora, 2004.

18 Romana Falcón, “Jefes políticos y rebeliones campesinas: uso y abuso del poder en el Estado de México” en Jaime E. Rodríguez O, (ed.), Patterns of Contention in Mexican History, University of California, Irving, 1992, pp.243-273.

19 Moisés Ochoa Campos, La Revolución Mexicana. Sus causas sociales, INHERM, México, 1967.

20 Sobre este tema ver el artículo de Eduardo Mijangos “Nuevos actores. Nueva historiografía. La presencia de los jefes políticos en la historiografía mexicana” en Historiografía, herencias y nuevas aportaciones, Instituto Panamericano de Geografía e Historia/Secretaría de Relaciones Exteriores/Correo del Maestro/Ediciones La Vasija, México, 2003, pp. 177-211.

21 Claudia Guarisco, op.cit.

22 Luis Aboites, Del agua municipal al agua nacional: materiales para una historia de los municipios en México: 1910-1945, Archivo Histórico del Agua/CIESAS, México, 2004.

23 De la ya muy extensa bibliografía sobre el agua en el siglo XIX mexicano destacan por su insistencia en no separar el binomio agua/tierra: Antonio Escobar Ohmstede, Martín Sánchez Rodríguez, Ana María Gutiérrez Rivas (coords.), Agua y tierra en México, siglos XIX y XX, 2 vols., El Colegio de Michoacán/El Colegio de San Luís, Zamora, 2008; Aquiles Omar Ávila Quijas, Jesús Gómez Serrano, Antonio Escobar Ohmstede, Martín Sánchez Rodríguez (coords.), Negociaciones, acuerdos y conflictos en México, siglos XIX y XX. Agua y tierra, El Colegio de Michoacán, CIESAS, Universidad Autónoma de Aguascalientes, Zamora, 2009; Alejandro Tortolero, op.cit., Para una revisión más exhaustiva sobre la historiografía del agua en México, Inmaculada Simón Ruiz, “Centralización o descentralización; gestión pública o privada de un bien escaso: historiografía sobre el agua en la ciudad de México en los siglos XIX y XX”, Anuario de Estudios Americanos, julio-diciembre, vol. 64 (2), 2007 e Inmaculada Simón Ruiz, “Apuntes sobre historiografía y técnicas de investigación en la historia ambiental mexicana”, Documentos de trabajo del IELAT, nº 16, julio de 2010.

24 Antonio Escobar Ohmstede, Martín Sánchez Rodríguez, Ana María Gutiérrez Rivas (coords.), op.cit, vol. 1, p.17.

25 Como evidencian varios de los artículos publicados en Aquiles Omar Ávila Queijas, Jesús Gómez Serrano, Antonio Escobar Ohmstede, Martín Sánchez Rodríguez (coords.), op.cit., p.21

26 Stefania Gallini, “Historia, ambiente, política: el camino de la historia ambiental en América Latina”, Nómadas, nº30, abril, 2009. Consultado el 14-03-2011 en http://www.ucentral.edu.co/NOMADAS/nunme-ante/26-30/30/30.7G%20ambiente.pdf 27 Ronald Ingleheart, The Silent Revolution, Princeton University Press, New Jersey, 1977.

28 Manuel Perló Cohen, El paradigma porfiriano. Historia del desagüe del Valle de México, México, Porrúa, 1999.

29 Alejandro Tortolero, op.cit.

30 Inmaculada Simón Ruiz, “Conflictos ambientales y conflictos ambientalistas en el México porfiriano”, Estudios demográficos y urbanos, volumen 25, nº 2, mayo-agosto de 2010.

31 Stefania Gallini, op.cit, p.98.

32 Para un análisis de esta discusión en España, y más concretamente en La Rioja, cfr. José Ramón Moreno Fernández, El monte público en la Rioja durante los siglos XVIII y XX: aproximación a la desarticulación del régimen comunal, Gobierno de La Rioja, Zaragoza, 1994.

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La historia del museo O’higginiano

RESUMEN

PALABRAS CLAVES

ABSTRACT

KEY WORDS

Jaime González Colville1

La tradición asigna a la Casa Museo O’Higginiano haber acogido al niño chillanejo héroe de la infancia, bajo Juan Albano Pereira. Años más tarde, esta propiedad se encuentra en la firma histórica de la Declaración de Independencia de la mano del Director Supremo. Para los precedentes que existen en esta zona, estas declaraciones siguen siendo válidas.

Historia; Museo 0’Higginiano; Independencia.

Tradition assigns to the house O’Higginiano Museum have hosted the hero’s childhood chillanejo, under John Albano Pereira. Years later, this property is located in the landmark signing of the Declaration of Independence by the hand of the Supreme Director. But the precedents that exist in this area, these statements remain valid.

History; 0’Higginiano Museum; Independence.

La iniciativa de la ley 8.167 de 1945 – que pretendía adquirir un inmueble para el Museo de Talca, fundado el 31 de diciembre de 19282 - correspondió al Senador Ulises Correa Correa. En sesión del 22 de junio de 1943, se sometió a discusión, la eventual compra y declaración de Monumento Nacional de la propiedad ubicada en Calle Uno Norte esquina con Dos Oriente de Talca3. Se fundamentaba la proposición en que, en esa casona: “Se instaló el Cuartel Directorial del Ejército del Sur, (además que allí) fue aprobada por el Director Supremo del Estado, don Bernardo O´Higgins, el texto del Acta de Proclamación de la Independencia de Chile”. “Dicha propiedad – manifestó don Ulises Correa – será destinada a establecer en ella el Museo O’Higginiano y el Museo de Bellas Artes de Talca, que serán mantenidos por la Dirección General de esos servicios”4.

Para financiar esta operación y la restauración, el Senador propuso que dichos costos fueran incluidos en el Plan General de Obras Públicas del año 1943 y con cargo a los fondos provenientes del impuesto extraordinario al cobre. Sin embargo, en la presentación del proyecto, no se adjuntó antecedente alguno, ni se fundamentó mediante referencia bibliográfica validable tal aserto5, procediendo a discutirse esta moción sin mayor profundización de su texto.

La iniciativa, en todo caso, parecía de fácil trámite. En efecto, el 6 de julio de 1943 la Comisión de Gobierno Interior de la Cámara de Diputados tomó conocimiento del proyecto de ley. En el artículo 1º, se declaraba Monumento Nacional la propiedad por los argumentos ya detallados, calificándosele de utilidad pública y se autorizaba al Presidente de la República para su expropiación por intermedio de la Dirección General de Obras Públicas. Sería destinado a Museo, en las orientaciones de O´Higginiano y de Bellas Artes.

No obstante, en lo referido a la compra se hizo un cambio: se especificó que el costo se imputaría a los recursos que concedía la Corporación

Al tomar conocimiento del texto la Sala de Diputados, el 21 de julio de 19447, todo auguraba que el proyecto se convertiría sin dificultad en ley. El Diputado Ezequiel González Madariaga expresó: “La Honorable Cámara, a mi juicio, haría un acto de justicia al aprobar este proyecto en la forma en que viene de la Comisión de Gobierno Interior”.

Se estaba así en condiciones para el despacho por la unanimidad de los parlamentarios presentes, cuando, sorpresivamente, pidió la palabra el diputado Dionisio Garrido Segura, quien consultó en torno al origen de los fondos para la adquisición. González Madariaga respondió que con cargo a los recursos de la Corporación de Reconstrucción y Auxilio, por cuanto, dado el alto objetivo que se proponía, no era un valor excesivo, incluyendo, además, la repatriación de las cenizas de la madre y hermana del prócer8.

El Diputado Lucio Concha, miembro conspicuo del Partido Conservador, terció en la discusión, recordando que la Corporación citada había ya invertido quinientos mil pesos en una

El Inmueble:

Tropiezos Financieros:

Dificultades Legales:

de Reconstrucción y Auxilio, organismo creado por el Gobierno de Pedro Aguirre Cerda para levantar la zona desvastada por el terremoto de 1939. Además se incluyó un segundo artículo: efectuar la repatriación a Chile de los restos de doña Isabel Riquelme y su hija Rosa, desde el Cementerio de Lima, con los honores del caso.

La Comisión de Gobierno Interior votó favorablemente el proyecto sin mayores variaciones. Sin embargo – y nuevamente sin citar bases históricas ni documentos que respaldaren esa determinación - se dispuso que la Dirección General de Obras Públicas, con la asesoría del Consejo de Monumentos Nacionales “estudiará y realizará la restauración del edificio al aspecto y condiciones que tenía en 1818”. Esto permite advertir que el edificio no poseía las características ni la estructura que ostenta hoy y que, por la sola vía legislativa y sin mayor análisis arquitectónico, se acondicionó el inmueble a una época y características que pretendían ser de principios del siglo XIX6.

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expropiación de Chillán, para similar destino, por lo que no le parecía acertada otra operación con igual propósito. Las voces disidentes surgieron, repentinamente, con fuerza desde el Partido Conservador. El Diputado Liberal Manuel Montt Lehuedé expresó que era inadecuado que, recursos destinados a zonas desvastadas por el terremoto, se desviaran para estos fines. Además, el Museo en cuestión debía alzarse en Chillán, que era la tierra natal de O´Higgins y no en Talca y, de efectuarse esta compra, los recursos debían provenir de la colecta que se realizaba cada 20 de Agosto para alzar un Altar de la Patria que honrara la memoria del Prócer.Tras larga discusión – y cuando la Sala se disponía a votar cargando el gasto a la colecta ya descrita – el diputado José Díaz Iturrieta intervino para oponerse a que esos recursos se orientaran a la adquisición del inmueble talquino. El Altar de la Patria que se proyectaba alzar en Santiago bastaba para honrar al héroe. El disputado Manuel Uribe se sumó al rechazo.

Así, tras intensas discusiones, y la intervención del diputado Zenón Urrutia Infante quien manifestó que ese gasto “atrasa la reconstrucción de la zona de 7 provincias”, la ley se aprobó con la modificación propuesta, esto es, que los recursos serían aportados por la colecta O´Higgins, eximiendo del trámite de segundo informe9, al que obligaban las indicaciones hechas, a fin de no demorar la promulgación. Pero en el Senado la situación no sería fácil.

El 5 de junio de 194510 – es decir, casi un año después – el Senado, bajo la Presidencia de don Arturo Alessandri Palma, puso en tabla el proyecto de Ley,

Don Ulises Correa, patrocinante de la iniciativa, pidió la palabra para refutar que el financiamiento se cargara a la colecta anual del 20 de agosto, por cuanto esos fondos estaban destinados, por decreto, a la construcción de un Santuario de la Patria y si el proyectó se enviaba al ejecutivo en esos términos, se corría el riesgo de su rechazo. Expresaba el senador Correa además, que tenía el compromiso del Vicepresidente de la Corporación de Reconstrucción y Auxilio para financiar la

El anti O’higginismo del senado:

compra de inmueble talquino. “Por las razones expuestas – concluyó – yo rogaría a la Sala que insistiera en el despacho del proyecto en la forma en que fue aprobado anteriormente”11.

El senador Julio Martínez Montt, del Partido Democrático y representante de Ñuble, región natal del prócer, manifestó que los recursos otorgados a la Corporación, no eran suficientes, siquiera, para aliviar en parte las necesidades de los habitantes de las zonas afectadas por el terremoto y que, adquirir y restaurar un museo era, en su opinión “una obra suntuaria”, agregando que en la zona del terremoto era muy poco lo que se había avanzando en reconstrucción por falta de fondos: “En Talca se quiere hacer esta expropiación; Chillán quiere expropiar la casa donde nació O’Higgins; Concepción quiere expropiar la casa donde estuvo Bulnes, y así tenemos que en vez de invertir los fondos de la Corporación en auxiliar a la gente necesitada de la zona devastada por el terremoto de 1939, se va a dedicar el dinero a levantar monumentos”12.

El senador conservador Maximiano Errázuriz Valdés – quien, incluso representaba a la sexta agrupación de Curicó, Talca, Maule y Linares – expresó, también, su desacuerdo con Ulises Correa y dijo que, de despacharse esa ley, los dineros debían salir de la colecta O´Higgins y no de la Corporación cuya misión era levantar la zona destruida por el sismo. Ulises Correa montó en cólera. Entre los vehementes signos de exclamaciones de las actas, manifestó: “¡Acabo de decir que el Gobierno dispuso que los fondos provenientes de la Colecta O´Higgins fueran destinados a la construcción del Santuario de la Patria!”.

Errázuriz y Martínez Montt no dieron su brazo a torcer. ¿Era animosidad en contra de Talca? ¿Resabio de algún lejano antiohigginismo de la aristocracia pelucona?

Ulises Correa era excelente orador. Recurrió a sus mejores argumentos para sacar adelante su proyecto. Precisó que los recursos considerados serían los destinados a Talca, que los valores no eran excesivos. Aludió a los grandes valores patrióticos que estaban en juego. Terminó exhortando con fuerza al Senado que accediera a dar su aprobación a la ley. Pero la oposición a la compra del inmueble

talquino creció. A los senadores disidentes ya mencionados, se sumaron Héctor Rodríguez de la Sotta y Salvador Ocampo Pastene, también Joaquín Prieto Concha, Larraín García Moreno, Walter Larraín. Es decir, los descendientes de la rancia sociedad colonial que ciento veinte años atrás había derrocado a O’Higgins.

El Presidente de la Corporación Arturo Alessandri – dando por agotada la discusión que se enardecía por minutos - decidió someter a votación la moción referida al financiamiento: 19 senadores votaron en contra de la adquisición de la casa de Talca con recursos de la Corporación y 14 estuvieron por aprobar la iniciativa de Ulises Correa. Un senador se abstuvo. La ley se aprobó, pero sin financiamiento

El cuerpo legal, con el número 8.167, fue publicado en el Diario Oficial del 15 de septiembre de 1945. En definitiva, declaró al inmueble Monumento Nacional, autorizó su expropiación por intermedio de la Dirección de Obras Públicas y se le destinó a establecer en él al Museo O Higginiano y de Bellas Artes de Talca, que por esa fecha funcionaba en un deteriorado recinto. Se ordenaba, finalmente, la restauración del edificio al “aspecto y condiciones que tenía en 1818”13. En un segundo acápite se facultaba al Presidente de la República para repatriar los restos de la madre y la hermana del prócer. Los gastos se cargarían a la colecta O´Higgins.

La promulgación de la ley, en la forma que se expresa, era imposible de cumplir. Tal como lo temía el Senador Ulises Correa, la colecta invocada estaba creada en virtud de otro objetivo y la compra no pudo formalizarse.

El tema de la discutida casa de Uno Norte con Dos Oriente cayó luego en el olvido. El Museo talquino, funcionaba, como se dijo, en un antiguo caserón de dos pisos ubicado en las inmediaciones de la cárcel, albergando desde 1961 valiosas pinturas de Plaza y Monvoisin. El desaparecido diario “La Mañana” inició una campaña para llamar la atención de las autoridades y el destacado pintor Fernando Matta – de paso en Talca – enfatizó el alto

El antiguo Museo ae Talca:

valor de los cuadros que se conservaban y el riesgo de perderlos por la humedad. Opinaron el Obispo Manuel Larraín, el Rector del Liceo, intelectuales y personalidades de diversos ámbitos. Frente a esta situación, el Intendente José Luis Escobar Puccio manifestó que el local ideal para instalar el museo era la llamada Casa de O’Higgins, señalando que además se disponía de los fondos del caso para su restauración. Sólo obstaculizaba la gestión el hecho que el inmueble aún no era propiedad del fisco14. Se iniciaron entonces las diligencias para adquirir el bien raíz.

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De los antecedentes notariales tenidos a la vista, se desprende que, inicialmente, el inmueble del actual museo lo constituían dos casas adyacentes. Se debe precisar que por escritura otorgada en Talca el 12 de agosto de 1960 ante el Notario Rolando Iglesias López, don Oscar Filippi Canessa, actuando como mandatarios de doña Fidelicia del Rosario González Barrios, don Genaro Mazoneaga Iturrate, español, casado con Pilar Damiano, natural y residente en España y doña María Silvia de la Cruz Mazoneaga, española, como mandataria de su madre Leonor Mazoneaga Iturrate, española, y Enrique Baltierra Retamal, casado con Alicia O’Kuinghttons Muñoz, como mandataria de José Mazoneaga Ondarza, transfirieron al fisco representado en esa oportunidad por el Intendente de la Provincia de Talca José Luis Escobar Puccio, un inmueble ubicado en calle Uno Norte número ochocientos noventa y cinco, cuyos deslindes, según sus títulos, son: Norte, María Eugenia Vargas y señores Donoso Cruz; Sur, Calle Uno Norte; Oriente, Calle Dos Oriente y Poniente María Eugenia Vargas. Se expresó que dicho inmueble había sido expropiado por el Fisco en doce mil seiscientos escudos para ser destinado a establecer el Museo O’Higginiano y de Bellas Artes de Talca15.

En consecuencia, esta adquisición sólo dejó en poder del fisco la parte del edificio que correspondía desde la actual puerta de entrada al oriente. El resto del inmueble incluso tenía una numeración distinta: 875. Se informó de ello entonces al Director de Bibliotecas Archivos y Museos, el talquino Guillermo Feliú Cruz. Tras nuevas diligencias se lograron los recursos necesarios para finiquitar la compra. El 6 de febrero de 1963, ante el Notario de Talca Sergio Mendoza Aylwin, la dueña del inmueble ya citado doña Laura Gaete Baros vendió al Fisco de Chile la casa ubicada en calle 1 Norte Nº 875, aceptando la compra Feliú Cruz16. Recién se daba comienzo a la historia legal de la casona, a la cual, para hacerla semejante a un inmueble colonial, se le adosaron dos pórticos (en calle Uno Norte y Dos Oriente) y una columna en la esquina, en una deficiente imitación de las que se construían en el siglo XVIII y primera mitad del XIX.

Ahora bien, ¿qué fuentes podían invocarse para atribuir la pertenencia de esa casa a la familia Albano Pereira, con la presunta infancia de O’Higgins en ella? La propiedad había llegado a manos de doña Laura Gaete Baros – ya citada - por compra hecha a doña Eugenia Vargas Urzúa en 1954 y ésta la obtuvo como herencia proveniente de su madre doña María Virginia Urzúa, según posesión efectiva de 1919.

Ahora bien, doña María Virginia Urzúa Vargas había recibido este bien de la partición efectuada en 1870, con sus hermanas, heredada a su vez de doña Dolores Vargas, casada con don Domingo Opazo de Artigas17.

Don Domingo Opazo, ya citado, heredó el inmueble de su padre Domingo Brisio de Opazo y Castro nacido en Talca en 1754 y fallecido en esa ciudad en 1817.

Los Opazo y Castro estaban distantes de las ideas independentistas. Al constituirse el Cabildo de 1813, se eligió a miembros que no se dejaran seducir fácilmente por las voces revolucionarias. Entre ellos estaba José Miguel Opazo y Artigas, quien ostentaba el cargo de alférez real, personaje cuya función – muy codiciada por el fatuo honor que entrañaba - era cuidar y pasear el estandarte real en las fiestas públicas. Es poco creíble que en ese hogar, O’Higgins se instalara y corrigiera el Acta de la Independencia.

Además, en los documentos notariales no aparece, ni por parentesco, la familia Albano Pereira entre sus propietarios a quien la tradición oral ha querido vincular la casona, como se analiza luego.

Por otra parte, ni Barros Arana, ni Vicuña Mackenna sostienen que O’Higgins haya instalado en la casa su Cuartel General. Opazo Maturana, el único autor que sostiene esta teoría en su “Historia de Talca”, expresa que “al parecer” esta casa había sido heredada por Domingo Opazo y Artigas. Además es improbable, desde el punto de vista material, que se haya ubicado un Cuartel General en

Los dos dueños de la supuesta “Casa de O’higgins”:

El mito de la casa de albano, la infancia de O’higgins y la firma del acta de la independencia:

¿Monumento nacional por segunda vez?

Juan albano pereira y su supuesta condicion de dueño del inmueble:

La firma del acta de la independencia

una residencia de tan reducido espacio. Como dato referencial, sólo la escolta del Director Supremo constaba de cien lanceros a caballo.

El edificio fue refaccionado en la forma que se ha descrito y el valioso patrimonio pictórico del Museo pudo trasladarse al nuevo albergue el 20 de agosto de 1964. Aquí viene, sin embargo, otro extraño capítulo en la vida de la casona: se le declaró Monumento Nacional por segunda vez.

En efecto, ya advertimos que la ley 8.167 en su primer artículo otorgaba el rango de Monumento Nacional al edificio, para luego disponer su adquisición. Esa norma permanecía inalterable en 1961. Sin embargo, el 26 de julio de 1971, mediante Decreto Supremo 1749, firmado por el Presidente Allende – en el cual se incluían otras denominaciones semejantes para diversos inmuebles del país - se otorgó, nuevamente, esta condición al recinto del Museo O¨Higginiano y de Bellas Artes, al que se agregó el local de calle Dos Oriente Nº 1237, sin que se sepa, hasta ahora, qué merecimientos tenía ésta última construcción – que además pertenece a un particular - para recibir ese calificativo. En la pasada elección presidencial del 2000, fue ocupada, incluso, como sede por el comando de una candidatura.

La tradición de que O’Higgins pasó su infancia en esa casa, tiene como elemento principal el que ésta perteneció a la familia Albano Pereira, portugués viudo, casado en segundas nupcias en 1776 con Bartolina de la Cruz Bahamonde, de cuyo enlace nacieron Juan, Casimiro, María del Rosario, María Antonia, Francisca de Borja y María del Tránsito.

En 1782 se hace cargo del niño Bernardo Riquelme o Bernardo O’Higgins, entonces de cuatro años; quien creció junto a sus hijos. Bernardo llamó a este “tatita” y “hermanos” a sus hijos, tratamiento que mantuvo hasta la edad adulta.

Otro punto en discusión es la presunta firma del Acta de la Independencia en esa casona.

El Ejército Libertador cruzó los Andes en febrero de 1817 derrotando a los realistas en la batalla de Chacabuco el 12 de este mes. Luego incursionó hacia el sur para expulsar a los monarquistas del territorio. Tras esta campaña, fue que el 1 de Enero de 1818 se redactó en Concepción EL PRIMER BORRADOR DEL ACTA DE LA INDEPENDENCIA, que fue revisada y corregida por O’Higgins en Talca, quien a mediados de Enero se trasladó, e instaló su cuartel general en esta villa. Sin embargo, el Director Supremo, como consta en los diversos documentos remitidos en esa fecha, instaló su lugar de mando en el Cabildo, ubicado donde hoy está la Intendencia. Desde ese lugar, de igual forma, los vecinos talquinos le remitieron un largo memorial, solicitándole declarara en el más breve plazo, la independencia de Chile19.

Gustavo Opazo que, en 1920 recogió testimonios de ancianos vecinos de la hacienda de Albano en Lircay, recuerda en su “Historia de Talca”: “La mayor parte del año pasaba la familia en su chacra que poseía al norte de la ciudad, a orillas del río Lircay. No hace mucho (habla en 1940) se señalaban aún las casas del portugués con sus largos corredores y antiguos árboles”18.

En esa casa Ambrosio O’Higgins vio por primera vez a su hijo en abril de 1788, alojando además en esa residencia. En 1795, el adolescente Bernardo era enviado a Lima y luego Inglaterra para su educación. Albano mantenía aún sus propiedades y no registra nuevas compras.

Don Juan Albano Pereira y Cruz, heredero en su condición de hijo mayor de los bienes de su padre extendió su testamento, en seis fojas, en Santiago el 11 julio de 1831 ante el Notario de esa ciudad, donde detalla sus hijos y bienes, no mencionando propiedad alguna ultra río Claro ni hace referencia a la casa en la hoy se ubica el Museo. Hablando solo de los detalles “del fundo”, como por ejemplo “De una acequia para el riego” de la hacienda, además de preocuparse de los deslindes “con los Molina” o “Los Bórquez”, agregando que el predio tiene un contrato de arriendo de siete años.

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Como este primer borrador no fuera convincente para O’Higgins, encargó – desde Talca - a don Miguel Zañartu redactar un segundo texto de la Declaración de Independencia y a don Bernardo Vera (de nacionalidad argentina, autor, además, de la letra de la primera Canción Nacional de Chile y que más tarde sería diputado por Linares) elaborar otro documento similar, a fin que, a partir de ellos, se redactase un texto definitivo. En consecuencia HUBO TRES BORRADORES INICIALES DE ESTA ACTA, uno hecho en Concepción y dos en Santiago, pero todos analizados en Talca. Cabe expresar que de los dos primeros borradores, entre ellos el de Concepción, no se conservaron copias.

Cuando O’Higgins llega a Talca a la cabeza del ejército, recibió un oficio del Director Delegado don Luis de la Cruz, fechado en Santiago el 17 de enero de 1818, donde se le remitía los borradores “en limpio” por así decirlo, del Acta de la Independencia, pedidos a Zañartu y Vera.

Al Director Supremo no le convencieron, de nuevo, los textos, sugiriendo a los redactores darle más claridad y precisión. Con estas observaciones, O’Higgins devolvió los borradores al ministro Zañartu, designando a la vez a Bernardo Vera, Juan Egaña Risco (nacido en Lima, Perú) y Manuel de Salas para conformar la comisión redactora de este fundamental documento.

Se elaboró así una nueva acta – es decir UN CUARTO BORRADOR - que fue, al parecer fue obra de Zañartu, el cual fue enviado al Director Supremo, quien la firmó en Talca el 2 de febrero de 1818. Sólo en este instante podemos hablar, en propiedad, de la firma del acta de la Independencia. Pero “por una suplantación de fechas – dice Barros Arana – destinada a dejar establecido que el nacimiento del nuevo estado coincidía con el principio del ese año (1818), lo hizo datar como firmado en Concepción el 1 de enero”20.

Los dos primeros borradores LA FIRMA DEL ACTA DE LA INDEPENDENCIA

De este documento se hicieron varias copias en papel resistente y una de ellas fue enviada a O’Higgins para su firma. Éste, tras leerla, agregó a la frase “... Les ha inspirado naturalmente la resolución de separarse para siempre de la Monarquía Española”, la expresión “... y de cualquier otro estado”21, además de otras tres correcciones, las cuales no fueron incluidas en el texto definitivo, por estar ya sacadas las copias.

La jura de la Independencia Nacional se efectuó en Santiago y Talca el 12 de febrero de 1818. En la capital encabezó la ceremonia el Director Delegado Luis de la Cruz. En Talca, presidió el solemne acto el propio O’Higgins, en la plaza de Armas y frente a las casas del Cabildo, como se acostumbraba en esa época. Es significativo destacar que el prócer sólo salió de Talca rumbo a Santiago el 20 de marzo de 1818.

Sin embargo, el único texto original de esta Acta de la Independencia terminó dañándose y extraviándose. Por ello en 1832, bajo el gobierno de Prieto se escribió un texto cuidadosamente caligrafiado, tomando como base un borrador conservado por don Miguel Zañartu, (y que no es el redactado en Concepción, sino el firmado por el prócer en Talca, con las frases intercaladas que hemos expresado) el que se envió a Lima para ser firmado por O’Higgins, quien la suscribió, devolviéndola a Chile, para ser refrendado luego por don Miguel Zañartu, don José Ignacio Zenteno y don Hipólito Villegas. Es decir, el ejemplar que llego a nosotros, fue suscrito, paradojalmente, cuando el prócer vivía exiliado, en Montalbán, Perú.

Sin embargo, en esta copia, que fue luego impresa, se mantuvo nuevamente a Concepción como lugar de la firma y la fecha del 1 de enero de 1818. Se omitió deliberadamente a Talca como escenario de ese acto, para establecer a 1818, según se ha dicho, como “el año de la Independencia”, pero ello provocó la simulación histórica que ahora se discute.

Las copias “en limpio”

La jura de la independencia en Talca

Villa Alegre, Los Queltehues, Noviembre de 2012.

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1 Miembro correspondiente de la Academia Chilena de la Historia.

2 Que funcionaba en un deteriorado local ubicado en calle Dos Poniente con Tres Norte.

3 Al frente estaba el solar que perteneció a los padres del Abate Juan Ignacio Molina, otorgado en su calidad de fundadores de la Villa de San Agustín de Talca.

4 “Sesiones de los Cuerpos Legislativos del Congreso”, 1943. P. 586-7.

5 No se adjuntaron los títulos de dominio del bien raíz en eventual proceso de compra, dato no menor, para determinar los límites y propietarios del inmueble.

6 Sesiones…” P. 988. La fotografía que incluimos de ese edificio, permita advertir que sus ventanas, son las típicas de la segunda mitad del siglo XIX y no dicen relación con el tipo de arquitectura de 1800.

7 “Sesiones…” 35° Sesión Ordinaria de la Cámara de Diputados del 21 de julio de 1944. P. 1309-11.

8 Ante esta intervención, el Diputado González Madariaga solicitó al diputado Garrido que no se opusiera al proyecto, a lo cuál éste respondió “Cómo me voy a oponer a un proyecto de esta naturaleza!...¡Ni mestizo que fuera!”. “Sesiones…” P. 1309.

9 En ello dieron su voto aprobatorio los comités de los partidos Radical, Socialista y Comunista. “Sesiones…” P. 1311

10 “Sesiones…” 4° Sesión Ordinaria del Senado del martes 5 de junio de 1945.P. 285.

11 “Sesiones…” Sesión 4ª Ordinaria, en martes 5 de junio de 1945. P. 285.

12 “Sesiones…” P. 286.

13 La fecha de construcción de inmueble y la fidelidad de su mantención en el tiempo deben ser, de igual forma, materia de consideración: Es fundamental tener presente que los terremotos del 20 de febrero de 1835, del 25 de marzo de 1871, del 16 de agosto de 1906, del 29 de enero de 1914 (con epicentro en Talca y Curicó) del 1 de diciembre de 1928 y el del 24 de enero de 1939 que causaron serios y reiterados daños en Talca.

14 “la Mañana”, Talca, viernes 12 de mayo de 1961.

15 La propiedad estaba inscrita bajo el número 508 y 509 del Registro de Propiedades de 1960 del Conservador de Talca.

16 Don Enrique Baltierra Retamal, quien actuó como abogado representante de una de las partes, tuvo la gentileza de aclararnos y ratificarnos, en reciente entrevista, algunos detalles de este punto.

PIES DE PÁGINA:17 Notario de Talca, fojas 154, N° 158, vuelta.

18 Opazo Maturana, Gustavo: “Historia de Talca” Santiago 1997, pp. 173-174.

19 “Subscripción de los ciudadanos que votan por la necesidad de que el gobierno declare pronto la independencia del estado chileno” documento de 25 fojas, digitalizado en nuestro archivo.

20 Barros Arana, Diego “Historia General de Chile”, Tomo XI. Santiago, Jover 1890. P 349.

21 Barros Arana, obra citada. P. 349.

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Apuntes bibliográficos para el Centenario. Mirando a Chile en 1910.Bibliographical notes for the Centenary. Looking to Chile in 1910.

Cristián Medina Valverde1 | Armando Cartes Montory2

RESUMEN

PALABRAS CLAVES

ABSTRACT

KEY WORDS

El presente artículo realiza una revisión bibliográfica profunda del tema del Centenario de Chile (1910) destacando el tratamiento santiagocentrista que se le ha dado por parte de la historiografía más tradicional. Se valorizan y reflexiona respecto de los aportes que en los últimos años se han venido dando con el propósito de complementar y hacer más omnicomprensivo el tema de estudio.

Chile; Centenario; Historiografía; Fiesta; Crisis.

The present article realizes a bibliographical deep review of the topic of the Centenary of Chile (1910) emphasizing the treatment classic that has given itself him on the part of the most traditional historiography. They are valued and he thinks over respect of the contributions that in the last years they have come meeting on the intention of complementing the topic of study.

“(…) había que celebrar dignamente el siglo de oro de nuestra vida nacional, cien años de independencia, de efectivo progreso y de una historia llena de las más bellas enseñanzas, difícilmente igualadas por otros pueblos en tan corto tiempo”

Eduardo Balmaceda, Un mundo que se fue, 1969.

Chile; Centenary; Historiography; Holiday; Crisis.

Sin duda alguna en los últimos años, pero con especial intensidad de cara al Bicentenario (2010), se empezó a manifestar un gran interés por revisitar la época del Centenario. En torno a esa época existe una plétora de estudios, monografías ensayos, tesis, memorias y libros que desde variados puntos de vista tratan el problema. El tema eje en su momento fue “la crisis” ya sea social, económica, moral, política, etc.3 Últimamente, se ha tratado de trascender esa mirada “clásica” abordando temas nuevos en torno a ese período, ya sea el rol del Arzobispo del Centenario, o los aspectos culturales de la sociedad santiaguina hacia esa época, e incluso apreciaciones urbanas y patrimoniales de la capital4. No hay que olvidar, como lo afirma Julio Aróstegui, que “(…) la investigación histórica surge de “hallazgos” – de nuevas fuentes, de nuevas conexiones entre las cosas, de comparaciones – o surge de insatisfacciones con los conocimientos existentes, insatisfacciones que, a su vez, están provocadas por la aparición de nuevos puntos de vista, de nuevas “teorías”, o de nuevas curiosidades sociales”5. Agrega, además, que el historiador debe saber distinguir entre los nuevos campos temáticos de aquellos otros espacios de investigación sobre los que se vuelve de nuevo, “(..) es decir, de aquellos otros tipos de temas ya estudiados pero que se someten a revisión con nuevos instrumentos de método o nuevas informaciones, de viejos problemas que aparecen ahora como no adecuadamente resueltos”6. Y concluye precisando que “la aparición de nuevas fuentes, de enfoques nuevos de problemas antiguos, de nuevas posiciones “interpretativas” acerca de fenómenos conocidos, tiene tanta o más importancia para el progreso historiográfico que la rotulación de nuevos campos de investigación”.

Nos parece que el eje vertebrador de estos estudios ha privilegiado los acontecimiento, procesos, figuras y estructuras encontradas en la capital dejando en total olvido el papel que le correspondió a la provincias y a su sociedad,

INTRODUCCIÓN:

especialmente a las más relevantes por su trayectoria histórica y política (Concepción), por su condición económica (Valparaíso) o por la manera que pasaron a ser parte de Chile (Arica). Las provincias también contaban con una élite que no tuvo un rol marginal en el proceso de consolidación de la República y que hacia la época del Centenario y su significación esperaban figurar a pesar de que, como afirma Manuel Vicuña, “(…) la elite que gobernó el país a partir de la Independencia pronto se transformó en una clase urbana solidamente implantada en el centro de la capital”8.

Con el propósito de dar a conocer la mirada regional que se le ha dado al Centenario en los últimos años y que ha permitido hacerlo más omnicomprensivo es que deseamos, sin desechar lo ya abordado pero cuestionando sí los temas ejes de esa época, que eran también compartidos más allá de la capital (crisis, participación política, festejos, crítica social, etc.), dar a conocer un conjunto de trabajos que se deben tener en consideración al momento de estudiar el Centenario, con sus celebraciones y posibilidades, desde una perspectiva regional como complemento de la historiografía santiagocentrista que ha dominado, algo que ya han sugerido algunos historiadores9. En este sentido es bueno precisar que no pretendemos realizar un seguimiento exhaustivo de todo lo que se ha escrito sobre dicha temática en Chile, eso sería muy ambicioso. Nos ha parecido mejor realizar una selección en la que hemos considerado algunos factores de orientación. En primer lugar aquellos autores más significativos cuyas obras son de referencia obligada, en segundo término por el prestigio y reconocimiento que han alcanzado ciertos autores y su producción entre sus pares, también nos interesan aquellos que son representativos de la época, y, finalmente, algunas tesis de grado que nos ha parecido contribuyen a la mirada regional del Centenario.

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La historiografía chilena ha sido generosa en los estudios dedicados al país en los años del Centenario, una revisión exhaustiva da buena cuenta de ello encontrándonos con varios libros, tesis, artículos, memorias, monografías, y, por cierto, que de cara al Bicentenario abundaron los congresos, coloquios, jornadas, libros fotográficos, trabajos académicos, etc. dedicados a analizar la trayectoria nacional y efectuar un balance crítico de la historia republicana de Chile10.

En una primera aproximación de índole general nos encontramos con el trabajo de Francisco Javier González E., referido a la influencia de lo francés en el Chile del ´900, trabajo serio y muy bien documentado que aporta desde el punto de vista del imaginario de la élite y de la aristocracia del período en cuanto a la forja de un horizonte modélico muy característico. En el mismo sentido está el ensayo de tipo socio-cultural e intimista de Manuel Vicuña que aborda los valores y las formas que asumió la oligarquía en las décadas próximas al Centenario11.

Ya más cerca del paso de un siglo a otro y de los aspectos socio-políticos podemos mencionar los trabajos de Gonzalo Vial, Mario Góngora, Gabriel Salazar, Bernardo Subercaseaux, Hernán Godoy, Sergio Flores, Jorge Larraín dedicados a analizar a la sociedad chilena de cara al Centenario y a resaltar el tema de la crítica que se hacia desde diferentes frentes12. Los aportes de Cristián Gazmuri referidos a los ensayistas de la crisis13, constituye una contribución que da cuenta del amplio debate sobre la verdadera situación del país, y que tiene como rasgo destacado su condición polifónica, es decir “para algunos es una crisis de decadencia (Mac-Iver, Edwards) para otros es una crisis social y de desarrollo (Recabarren; Venegas). Algunos piensan que el centro del problema radica en algún elemento de la sociedad o cultura chilena, por ejemplo, la raza (Palacios, Encina). Otros enfatizan la esterilidad del estilo y la problemática política (Guillermo Subercaseaux); las tendencias de la educación (Pinochet, Encina); o los problemas económicos monetarios (Ross, Subercaseaux, etcétera)”14;

II. La historiografía tradicional sobre al Centenario de la República. Chile, 1910.

sin duda las contribuciones del profesor Gazmuri se han convertido en indispensables. El tema de “la crisis” entre los ensayistas fue recurrente sobre todo por que esta “(…) era latente en otros sectores socioeconómicos; se advertía en la degradación de los operarios, indios y campesinos viciados en el alcohol; la empleomanía y el desempleo; en fin, la crisis se evidenciaba en constantes revueltas populares y huelgas protagonizadas por trabajadores industriales, desempleados, artesanos, trabajadores del salitre e inmigrantes de origen campesino en vías de proletarización”15.

Por su parte, Juan Eduardo Vargas ha resaltado la irrupción en aquellos años del nacionalismo que avanzaban a costo de los partidos llamados “históricos”, por lo demás cuando Chile celebró su centenario la época parlamentaria se encontraba en su fase terminal16. Dentro de la misma temática Gerson Ledezma aporta una visión respecto a la élite de Chile en 1910 y su actuar cuando sostiene que los intelectuales se levantan contra el hispanismo y el americanismo enarbolando una tesis nacionalista como un dique contra lo europeo y el proceso de inmigración17.

Estas líneas de trabajo se han visto complementada en los últimos años con otros aportes que sin olvidar el contexto de la crisis han rescatado otros aspectos, tales como el papel de los lideres de la Iglesia Chilena de aquellos años, los aspectos culturales y festivos, además de los relativos a las condiciones de la propia capital, la educación o bien han estudiado el tema del patrimonio como una forma de construcción simbólica del país e incluso la propia idea de Nación18. Por otra parte, el lector interesado cuenta también con las obras de autores que vivenciaron la época del Centenario, como son los casos de Edwards Bello, Eduardo Poirier y Morla Lynch, entre otros. Especialmente este último que desde su rol en el Ministerio de Asuntos Exteriores tuvo que emprender tareas organizativas en las festividades19.

En cuanto a las tesis de pregrado encontramos la de Luis Patricio Muñoz Hernández que se centra fundamentalmente en el tema de los preparativos y de los festejos oficiales en la capital. Destaca en ella las brevísimas páginas

dedicadas a mostrar el jolgorio del Centenario en otras ciudades del país: Valparaíso, Concepción, La Serena, Temuco, Valdivia, Lebu, Coronel, entre otras. Si bien el relato es reducido valoramos su aporte por entregar al menos una pequeña visión de lo que sucedió más allá de la capital en 191020. Otra tesis que se suma a esta línea de trabajo, pero esta vez centrada en la prensa de aquellos años, es la de Francisco Tagle quién estudia tres periódicos santiaguinos de la época y la información que se desplegó en sus páginas a propósito del agitado año 191021. Interesa especialmente la manera en que algunos periódicos santiaguinos captaron, canalizaron y debatieron todos los acontecimientos, hechos y movimientos sociales que se produjeron en ese período tanto en la clase alta como en los sectores medios y bajos de la sociedad en una época donde las diferencias sociales eran muy profundas. La elección de los medios de comunicación no fue azarosa, muy por el contrario, la propiedad de los mismos radicaba en la entonces clase dirigencial del país: “Es decir, -afirma Tagle- al grupo social que fue dueño de los festejos oficiales, y protagonista único y absoluto de la política del momento”22. También hemos pesquisado el trabajo Andrés Baeza acerca de la crisis educacional en torno al Centenario y sus posibilidades de superación23.

Resulta entonces evidente que los enfoques más utilizados nos entregan la visión acerca del protagonismo de la capital, Santiago, los que luego se extrapolan a las provincias como si estas fueran simplemente una caja de resonancia. Esta visión, tradicional y persistente, no es del todo cierta y de ahí la importancia de un estudio novedoso que fije la mirada en la provincia para complementar los estudios hasta ahora realizados en torno a la época del Centenario.

Hace ya mucho que las escuelas históricas europeas, inglesas y francesas, han venido sosteniendo la importancia de la microhistoria como una de las claves explicativas y complementarias de los megarrelatos. Alejandro Witker anota en su presentación de la obra de Armando Cartes, Crónicas del Bicentenario (2010), que se debe al mexicano Luis González y González y a su obra Pueblo en vilo (1999) una

III. La visión regional.

suerte de rescate en la teorización y valorización de éste género historiográfico24. Entendemos por microhistoria “(…) al conjunto disperso de pequeños estudios regionales, de monografías sobre ámbitos reducidos y locales que, aplicando todavía pautas metodológicas sociocientíficas de aspiración holística (o, pretendidamente de historia total) tendrían por objeto asuntos amplios, de abiertas coordenadas, aunque ceñidos a un espacio abarcable”25. Por cierto que para poder entender lo microhistórico es necesario encajarlo en un horizonte más amplio de significación de lo que estamos plenamente conscientes los autores del presente artículo. Sostenemos que en los últimos años se ha venido produciendo un interés local, provincial y regional por entender el objeto de estudio –la época del Centenario- desde una perspectiva más cercana y comprensible que la que hasta entonces se había entregado.

El interés ha revelado que a pesar de que los individuos tienen historias y estrategias diferentes tienen una común pertenencia a una nación cuya aproximación es realizada de manera diversa.

Tratando de subsanar el vacío detectado en los estudios historiográficos revisados nos encontramos con interesantes tesis como la de María Ignacia Matus que mira el Chile del Centenario a través de un medio de comunicación regional inquieto del acontecer local e internacional y que registra en sus páginas como se desarrolló el tema del Centenario y sus festejos en la ciudad de Talca. La tesis muestra las aristas y opiniones, ejes de conflicto que despuntaron y ante los que la comunidad talquina no fue indiferente26. El trabajo da cuenta, además, sobre cómo Chile vivió las fiestas centenarias argentinas, lo que permite comprender el estado y la importancia de los vínculos bilaterales existentes. En su anexo la tesis entrega el programa oficial de las celebraciones en Talca, estampillas oficiales del centenario, etc.

También debemos mencionar en esta línea el trabajo “Prensa regional y el centenario de la República. Chile 1910”, de Karina Espinoza y Oscar Galaz quienes ante la escasez de estudios regionales frente al tema asumen el desafío de aportar al conocimiento de la situación chilena de cara a 1910 a partir del uso de la prensa regional escrita como fuente

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de investigación histórica algo que también ha realizado Melissa Inostroza27. Estos trabajos abordan la cobertura y tratamiento de esta celebración desde la perspectiva de la prensa en las ciudades de Valparaíso (El Mercurio), Curicó (La Prensa), Chillán (La Discusión) Puerto Montt (El Llanquihue) y Concepción (El Sur).

Los autores “(…) relatan las diferentes noticias que los medios publicaban en relación al Centenario, describiendo distintos hechos en forma simultánea. Generando una historia entrecruzada entre las cinco ciudades, lo que permite visualizar el cómo se fueron desarrollando los hechos en cinco puntos del país”28.

Abordar el tema del Centenario en algunas de estas ciudades es sin duda un desafío importante por la escasa bibliografía dedicada al tema en esas localidades o por la nula existencia de fuentes, de ahí que el uso intensivo que se hace de la prensa en estos trabajos jugó un papel fundamental.

Por lo demás, trabajos se han hecho a la vera de una línea de investigación desarrollada por uno de los autores del presente artículo que ha colocado a la prensa como fuente para el historiador de cara al Centenario29.

Por su parte, Javiera Donoso con su trabajo sobre como se vivió el primer siglo de vida independiente de Chile en la ciudad de Santa Rosa de Los Andes –y que utiliza la información disponible a través del periódico de la zona La Restauración-, es otra de las contribuciones que se han venido dando para mostrar que es posible realizar estudios regionales del tema y que el historiador encuentra fuentes30. La ciudad resulta interesante para el tema en discusión debido a algunas singularidades históricas, geográficas y por su rivalidad con la ciudad de San Felipe. No hay que olvidar, además, que para 1910 Los Andes se convirtió en paso obligado de la delegación argentina, que fue la más importante que se invitó al Centenario.

Para el caso del extremo norte de Chile, los profesores Elías Pizarro y Alfonso Díaz dieron a conocer en 2004 su trabajo sobre las festividades del Centenario en Arica una de las ciudades más peculiares de Chile ya que su vínculo con el país es el resultado de la guerra contra Perú y Bolivia (1879), su pertenencia nacional se sancionó

recién en 1929 y siempre tuvo una estrecha relación con Tacna31. Este contexto político tan particular propició una celebración distinta en la zona, cargada de signos conmemorativos tanto de chilenos como de peruanos residentes que generaron algunas fricciones. La investigación, al igual que las anteriores, también realiza un uso intensivo de la prensa de la época: El Mercurio (Santiago), El Ferrocarril (Arica), El Pacífico (Tacna), El Día (Valparaíso), El Nacional (Iquique), El Tacora (Tacna), La Voz del Sur (Tacna).

Angel Soto y Cristián Medina también han contribuido a ampliar la mirada entorno a la época del Centenario desde el ángulo regional. Así quedo demostrado en el estudio preliminar que realizaron a propósito de la reedición facsimilar de un libro publicado en 1910 en Concepción32.

Medina también encaró el estudio y análisis comparativo entre 1910 y 2010 a través de un trabajo de investigación en la Red Hispano-Polaca, tratando de establecer similitudes socio-políticas entre ambos años y develando como hacia el Bicentenario pervivían en la sociedad chilena una serie de silencios y omisiones33. El mismo autor fue parte de un proyecto editorial que en dos ediciones ha rescatado a los personajes que han dado singladura a la nación de cara al Bicentenario34. Tratando de aportar a la historia regional como parte del proyecto éste autor trazó el perfil, biográfico, empresarial y social de Luis Cousiño y su compromiso con la provincia.

A fines del 2010 el Diario El Sur de Concepción convocó a un grupo de especialistas para escribir un texto que hiciera un recorrido por la historia de la región en los últimos 200 años35. En la misma concordancia la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica de la Ssma. Concepción editaba en 2010 un interesante libro con los perfiles humanos, no de biografías, de un grupo de personajes notables de la pródiga región del Bio Bio36.

En el mismo eje temático a fines de 2010 aparecía en las vitrinas de la capital penquista el texto del profesor Armando Cartes dedicado a micro-historia regional en torno a la época que nos interesa. Este constituye una recopilación de crónicas regionales que vieron la luz en diferentes medios y que son rescatadas para evitar que desaparezcan bajo la sombra del megarrelato que es la Historia de Chile.

CONCLUSIONES:

Esta discusión pone relieve que los estudios regionales sobre la época del Centenario en las provincias es muy reciente, no se han realizado trabajos de investigación más amplios que aglutinen las diversas miradas frente al primer siglo de vida independiente de Chile desde la perspectiva regional. Resulta entonces más que pertinente emprender un estudio de conjunto que, por cierto, considere la visión santiagocentrista pero en diálogo con lo regional y así construir una imagen más omnicomprensiva del tema.

Por otro lado, en muchos de los trabajos señalados resulta indispensable la prensa para el historiador en ausencia de otras fuentes, por lo que su tratamiento metodológico debe estar debidamente resuelto.

Finalmente, resulta muy estimulante constatar como se ha venido revitalizando los estudios del Centenario desde las provincias y como una mirada relacional devela que junto a las problemáticas locales también existen otras de carácter transversal. Gran parte de ese trabajo se debe a noveles investigadores inquietos frente a procesos nacionales de los cuales más que testigos se sienten protagonistas.

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1 Doctor en Historia, Universidad Complutense de Madrid. Profesor Adjunto, Facultad de Comunicación, Historia y Cs. Sociales, Universidad Católica de la Santísima Concepción.

2 Licenciado en Cs. Jurídicas y Sociales, Universidad de Concepción. Abogado. Master of Law, Universidad de Houston. Magister en Historia, Universidad de Concepción. Doctor (c) en Historia, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

3 El tema de la “crisis” en Gazmuri, Cristián (Editor):. El Chile del Centenario, los ensayistas de la crisis, Instituto de Historia, PUC, 2001. pp. 8-15. Rinke, Stefan: Cultura de masas: reforma y nacionalismo en Chile. 1910-1931, Santiago de Chile, DIBAM, 2002, pp. 119 y ss.

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4 Martínez L., René: “Santiago en 1910, París en América. Notas a propósito del primer centenario”, Urbano, mayo, año/vol. 10, , Nº 015, Universidad del Bio Bio, Concepción, , pp. 74-83.

5 Aróstegui, Julio (2001). La investigación histórica: teoría y método, Crítica, Barcelona, p. 365.

6 Ibidem. p. 364.

7 El historiador Matías Tagle anota que “A lo largo de toda la historia de las instituciones del Estado chileno se aprecia la mantención de un monopolio político por el centro y por los notables de Santiago, con menoscabo, en algunos casos, y con desprecio, en otros, de la vida y de los intereses político provinciales y/o locales”, en Tagle, Matías: “Notas históricas sobre el centralismo institucional chileno”, Revista EURE, Nº 34-35, vol. 12, diciembre, 1985, pp. 168-169.

8 Vicuña; Manuel: La Belle Époque chilena: alta sociedad y mujeres de élite en el cambio de siglo, Ed. Sudamericana, Santiago, 2001, p. 23.

9 Remitimos a San Francisco, Alejandro: “El Chile del Centenario, 1910. Historias, problemas, posibilidades”, Bicentenario, Revista de Historia de Chile y América, vol. 8, Nº 1, Centro de Estudios Bicentenario, Santiago de Chile, pp. 99-124.

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10 Ejemplo, I Congreso Internacional de Historia. España y América: Dos miradas, una historia. Los Bicentenarios de la Independencias y los procesos de integración. 25 y 27 de agosto de 2010, Universidad Católica de la Ssma. Concepción. En cuanto a obras colectivas dedicas efectuar una reflexión crítica remitimos a Soto, Angel (Editor). (2003). Chile en el siglo XXI. Camino al Bicentenario, Universidad de los Andes, Santiago de Chile, Andros Impresores; y Vicuña. Manuel y Figueroa, Maximiliano (Coord.). (2008). El Chile del Bicentenario, Santiago de Chile, Editorial Universidad Diego Portales. Sobre el tema de la fotografía remitimos a Herrera, Ricardo. (2010). Centenario de 1910. Provincias y comunas de Chile. Una historia fotográfica, Santiago de Chile, Equipo Editorial. Contiene más de 3 mil fotografías y cerca de 700 páginas constituyéndose en un auténtico retrato del Chile del Centenario. Con un contenido que mezcla crónica periodística, columnas de opinión y fotografía encontramos (2007). El Santiago del Centenario visto por El Mercurio. 1900-1910. El Mercurio-Aguilar Chilena de Ediciones, Santiago de Chile. También se editó (2009). Retratos de nuestra identidad. Los censos de población en Chile y su evolución histórica hacia el Bicentenario, INE, Comisión Asesora Presidencial Bicentenario, Santiago de Chile. Parentini, Luis Carlos (Comp.): Historiadores chilenos frente al Bicentenario, UCSH, Universidad Finis Terrae, UNAB, Salesianos Impresores, Santiago, Chile, mayo, 2008. Laborde, Miguel. (2001). “A propósito del Bicentenario: Siete lecciones del Centenario”, Artes y Letras, El Mercurio, 9 de septiembre de 2001 www.desarrollohumano.cl/textos/debates/mercurio2.pdfCórdova, Andrés (2010), Comisión Bicentenario. Avances y vicisitudes en la conmemoración del Bicentenario de Chile, Tesis presentada en la Facultad de Gobierno para optar al grado de Licenciado en Ciencia Política, Universidad del Desarrollo, Concepción. Véase también Revista de Occidente, Nº 341, octubre, Lo que queda del futuro. Bicentenario de las independencias americanas, 2009.

11 González E., Francisco Javier (2003). Aquellos años franceses. 1870-1900. Chile en la huella de París, Buenos Aires, Taurus. Vicuña, Manuel: La Belle Epoque Chilena: Alta sociedad y mujeres de elite, Editorial Catalonia, 2010. Para una marco de referencia más general remitimos a Blom, Philipp: Años de vértigo. Cultura y cambio en Occidente. 1900-1914, Editorial Anagrama, Barcelona, 2010.

12 Vial, Gonzalo. (1996). Historia de Chile (1891-1973), vol. 1, tomos 1 y 2, vols 2, Santiago de Chile, Editorial Zig Zag, 3ª. Edición.; Góngora, Mario. (2003) Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX (Santiago, Editorial Universitaria, 8ª edición; Godoy, Hernán. (1971). Estructura social de Chile, Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 1ª edición; del mismo autor ”El pensamiento nacionalista en Chile a comienzos del siglo XX”, Dilemas, Nª 9, 1973; Subercaseaux, Bernardo. (2004) Historia de las ideas y de la cultura en Chile. El Centenario y las vanguardias, Tomo III (Santiago, Editorial Universitaria; Salazar, Gabriel. (1999). Historia Contemporánea de Chile, LOM ediciones, Santiago de Chile, tomo II; Flores Farías, Sergio. “La Generación del Centenario: 1910 una Denuncia Social”. Estudios Historiográficos. Editorial EDEVAL. Universidad de Valparaíso. Año I. Nº 1. 2º Semestre. Valparaíso. 2002. Larraín, Jorge: Identidad chilena, Santiago de Chile, Editorial LOM, 2001.

13 Gazmuri, Cristián. (1979) Testimonios de una crisis. Chile 1900-1925, Santiago, Editorial Universitaria; del mismo autor (2001). El Chile del Centenario. Los ensayistas de la crisis, Santiago, Instituto de Historia, Universidad Católica de Chile.

14 Gazmuri, Cristián: El Chile del Centenario. Los ensayistas de la crisis, Santiago, Instituto de Historia, Universidad Católica de Chile, 2001, pp-18-19. La problemática social del Chile de aquellos años también en Flores, Sergio:”La generación del Centenario: 1910. Una denuncia social”, Estudios Historiográficos, Facultad de Humanidades, Instituto de Historia y Ciencias Sociales, Universidad de Valparaíso, año I, segundo semestre, 2002, pp. 53-84.

15 Cáceres, Quiero, Gonzalo y Del Alcazar Garrido, Joan (et. al.): “Las primeras democratizaciones en América Latina: Argentina y Chile, 1880-1930”, Valencia, Tirant lo Blanch Libros, 1997, p. 140 citado por Ledezma, Gerson en Chile en el primer centenarios de la Independencia en 1910: Identidad y crisis moral, Historia y Espacio, Revista del Depto. de Historia, Universidad del Valle, Nº 26, enero-junio, 2006, s/p.

16 Vargas, Juan Eduardo: “Dos mentalidades políticas a comienzos del siglo XX: los partidos tradicionales y la tendencia nacionalista”, en Revista de Ciencias Sociales, Escuela de Derecho, Universidad de Valparaíso, diciembre, 1975. Rinke, Srefan: Cultura de masas: reforma y nacionalismo en Chile. 1910-1930, Santiago de Chile, Ediciones Dibam, 2002, p. 27.

17 Ledezma, Gerson .(2006). Chile en el primer Centenario de la Independencia en 1910: Identidad y crisis moral, Historia y Espacio, Revista del Depto. de Historia, Universidad del Valle, Nº 26, enero-junio, 2006. Baeza R., Andrés .(2006). La dimensión educacional de la crisis del centenario en Chile, modernización, nacionalismo y reforma, Tesis para optar al grado de Lic. en Historia, PUC.18 González E., Juan Ignacio. (2003). El Arzobispo del Centenario. Don Juan Ignacio González Eyzaguirre,(Santiago, Centro de Estudios Bicentenario; Reyes, Soledad. (2004) Chile en 1910. Una mirada cultural en su Centenario, Santiago, Editorial Sudamericana; de la misma autora (2007). El Centenario de Chile (1910). Relato de una fiesta, Santiago de Chile, Globo Editores; de Ramón, Armando. (2003). “El primer Centenario de Chile, 1910”, Bicentenario. Revista de Historia de Chile y América, Vol. 2, N° 1 (Santiago, 2003), pp. 133-151; Ibarra, Macarena. (2005) “El Centenario: ¿Un mito urbano? (Santiago de Chile 1887-1910)”, Bicentenario. Revista de Historia de Chile y América, Vol. 4, N° 1; Vayssiere, Pierre. (1988). “Le Santiago du Centenaire”, en Claude Bataillon y otro (coord.), La grande ville en Amérique Latine, París, CNRS. Calderón, Alfonso (1973). Cuando Chile cumplió 100 años, Editorial Quimantú, Santiago de Chile; Alegría, Luís y Paz Núñez, Gloria: “Patrimonio y Modernización en Chile: La Expresión histórica del Centenario”, en Revista Atenea, Primer semestre. Nº 495. Universidad de Concepción. Concepción. 2007. Silva, Bárbara: Símbolos y discursos en torno a la Nación. Patria Vieja y Centenario, Tesis Bicentenario, 2004.

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20 Muñoz, Luis Patricio. (1999). Los festejos del Centenario de la Independencia. Chile en 1910, Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia, Instituto de Historia, Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política, Pontificia Universidad Católica de Chile.

21 Tagle, Francisco. (2003). La prensa del centenario: El Ferrocarril, El Diario Ilustrado y El Mercurio de Santiago, Tesis de Lic. en Comunicación Social, Universidad de Los Andes, Santiago de Chile. Del mismo autor “Los anuncios publicitarios durante las fiestas del centenario”, Bicentenario, Revista de Historia de Chile y América, vol. 8, Nº 2, 2009, pp. 97-119.

22 Idem, p. 11.

23 Baeza R., Andrés (2006). La dimensión educacional de la crisis del centenario en Chile, modernización, nacionalismo y reforma. Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia, Universidad Católica de Chile. Santiago.

24 Cartes, Armando. (2010). Crónicas del Bicentenario, Ediciones Universidad San Sebastián, Concepción, Chile, p. 7.

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25 Hernández, Elena. (2004). Tendencias historiográficas actuales. Escribir historia hoy, Akal Ediciones, Madrid, p. 484 y ss. Donde se aborda el desarrollo de esta Escuela historiográfica y sus aspectos más relevantes.

26 Matus, Ma. Ignacia. (2005). Una mirada a 1910. El Chile del Centenario a través del diario La Mañana de Talca, Tesina para optar al grado de Licenciada en Comunicación Social, Facultad de Comunicación, Escuela de Periodismo, Universidad de Los Andes, Santiago de Chile.

27 Espinoza, Karina y Galaz, Oscar. (2008). Prensa regional y el centenario de la República . Chile 1910, Tesis para optar al grado académico de Licenciado en Comunicación Social y al Título profesional de periodista, Universidad Católica de la Ssma. Concepción. Inostroza, Melissa. (2007). Análisis de la prensa de Concepción ante el centenario de Chile, Tesis para optar al grado académico de Licenciado en Comunicación Social y al título profesional de periodista, Universidad Católica de la Ssma. Concepción.

28 Espinoza, Karina y Galaz, Oscar. (2008). Prensa regional y el centenario de la República. Chile 1910, Tesis para optar al grado académico de Licenciado en Comunicación Social y al Título profesional de periodista, Universidad Católica de la Ssma. Concepción, p. 5

29 Remitimos a Medina, Cristián. (2004). “Periodismo penquista. “El Sur” de Concepción. 1882-1899”, en Soto, Angel (Ed.). Entre tintas y plumas: Historias de la prensa chilena del siglo XIX, CIMA, Santiago. Del mismo autor Historia de la prensa en Chile. Bibliografía y fuentes para su estudio, Légete, Estudios de Comunicación y Sociedad, Diciembre 2003, N° 1, UCSC, Escuela de Periodismo, pp. 113-135.

30 Donoso, Javiera. (2007). Celebración del Centenario Patrio en la ciudad de Santa Rosa de Los Andes, Centro de Estudios Bicentenario, 1ª edición, Santiago de Chile.

31 Pizarro, Elías, Díaz, Alfonso, Díaz, Alberto (comp..) (2010), “Tacna y Arica en tiempos del centenario”, en Arica Siglo XX. Historia y sociedad en el extremo norte de Chile, Ediciones Universidad de Tarapacá, pp. 21-34.

32 Soto, Angel y Medina, Cristián. (2006). Concepción en el Centenario Nacional. 1810-1910, Edición y estudio preliminar, Centro de Estudios Bicentenario, Santiago de Chile. Para el caso de Concepción exiten otros dos libros editados el año 1910 a propósito del Centenario Bustos, Juan Bautista y J. Joaquín Salinas (1910). Concepción ante el Centenario: 1810-1910, Concepción, Imprenta Valparaíso; Navarro Ocampo, Ramón. Resumen histórico del poder judicial en Chile, referenciado en La Unión, martes 1 de marzo de 1910, p 1.

33 Medina, Cristián (2010). “Chile 1910-2010. Reflexiones antes del jolgorio”, en América Latina, dos siglos de independencia, Instytut Studiów Iberyjskich i Iberoamerykanskich, Uniwetsytetu Warszawkiego, Varsovia, pp. 123-134.

34 Nos referimos a VV. AA. (2007) Chilenos del Bicentenario, Ediciones Aifos, 16 vols., Santiago de Chile; trabajo que en una segunda edición lleva por título VV.AA. (2010). Chile. Biografía de una nación, Ediciones Aifos, 16 vols., Santiago de Chile.

35 VV. AA.. (2010). Bicentenario. 200 años de la República de Chile, El Sur impresores, Concepción, Chile.

36 Rodríguez, Margarita y Lavín, Mª del Carmen (Editoras). (2010). Hijos del Bío Bío, Editoria UCSC, Concepción, Chile.

37 Cartes, Armando. (2010). Crónicas del Bicentenario, Ediciones Universidad San Sebastián, Concepción, Chile.

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Aurigas del aire: maulinos pioneros de la aviación nacional.

RESUMEN

PALABRAS CLAVES

ABSTRACT

KEY WORDS

Jorge Valderrama Gutiérrez

Este artículo aborda la reseña biográfica de ocho pilotos maulinos precursores de la aviación nacional, quienes durante las dos primeras décadas del siglo XX realizaron ingentes esfuerzos por difundir y masificar el arte de volar, a saber: Luis Alberto Acevedo Acevedo, Emilio Castro Ramírez, Eduardo Molina Lavín, Luis Omar Page Rivera, Enrique Pérez Lavín, Arístides Pinto Concha y Eleodoro Rojas. Todos ellos nacieron en Talca o estuvieron vinculados a alguna ciudad de la Región del Maule, enfrentando y superando desafíos personales, profesionales y sociales para remontar el cielo con el propósito de poseer -fugazmente- la perspectiva visual de los pájaros. De esa manera, desde que los hermanos Wilbur y Orville Wright se elevaron por primera vez en la historia universal, con un medio más pesado que el aire -el 17 de diciembre de 1903-, en Chile se inició también una carrera por la conquista del espacio, en la cual estos audaces aviadores ocuparon un sitial preponderante. La sinergia de sus acciones fue tejiendo, hebra a hebra, parte de la intrincada textura de la actual Fuerza Aérea de Chile… su legado para el futuro.

Aviación nacional; Vuelos e exhibiciones; Brevet de piloto; Etampes; Bleriot.

This biographical article discusses six Maule pilots, and a brigadier general, real pioneers of domestic aviation, who during the first two decades of the twentieth century made enormous efforts to disseminate and amass the art of flying, namely: Luis Alberto Acevedo Acevedo, Emilio Castro Ramirez Eduardo Molina Lavin Page Luis Omar Rivera, Enrique Perez Lavin Pinto Concha y Eleodoro Aristides Rojas. All of them or born in Talca or were linked to a city of the Region of Maule, permanently facing and overcoming personal challenges and social professionals to trace the sky for the purpose of owning-fleetingly-visual perspective of the birds. Thus, since the brothers Wilbur and Orville Wright rose for the first time in world history, with half heavier than air on December 17th, 1903 - in Chile also began a race for the conquest of space in which these daring aviators occupied a prominent place of honor. The synergy of their actions was woven, strand by strand, part of the intricate texture of the Chilean Air Force today ... its legacy for the future.

Domestic Aviation; Flights of exhibits; Pilot Brevet; Etampes; Bleriot.

La aviación en Chile se remonta hacia 1910, año en el que, además de efectuarse el primer vuelo de una aeronave en el país; las autoridades convienen en la urgencia de dar cabida al nuevo medio de transporte dentro de las fuerzas armadas y de establecer la necesaria institucionalidad e infraestructura que ello requería.

La historia de la aeronáutica chilena está plena de hechos curiosos, como el ocurrido con el norteamericano que en 1839 intentó, en la plaza mayor de Santiago; elevar un globo aerostático, con el objeto de obtener pingües beneficios pecuniarios, con un resultado inesperado: “ Calles, balcones, árboles, todo sirve para contener a un público que crece minuto a minuto. Los ricos criollos andan confundidos como boquiabiertos hombres de pueblo. El reloj de la catedral marca la hora señalada para iniciar el espectáculo. Sobre el andamiaje de madera instalado en mitad de la plaza, el norteamericano se afana con el rostro preocupado. Algo anda mal. Al cabo de unos minutos, sin cambiar de expresión, encara a la muchedumbre. Empieza a hablarles, comienza a explicar que debido a una rotura en la parte superior del globo, por donde escapa el gas, es imposible realizar la prueba. Pero, calma, señores; el dinero que han apagado les será devuelto. (…) Un murmullo sordo asciende de la plaza, en un segundo estalla el desorden (…) sólo al llegar a la cárcel pública, perseguido por una masa enardecida que en su furia había destrozado el globo y las cañerías conectadas a barriles de gas, el infeliz norteamericano respiró a medias aliviado. Las piedras, empero, llovían sobre la policía. Pero la multitud tenía sed de venganza, sentían que alguien era el culpable. El Presidente había presenciado la escena desde su casa; al ver que la policía era insuficiente para restablecer la calma, ordena a un escuadrón de caballería que interviniese. Sable en mano, la multitud fue dispersada y volvió la tranquilidad aldeana a respirarse en la Plaza Mayor” .

Esta práctica, aún con la opinión en contrario de la Iglesia Católica, que intenta evitar cualquier intención del ser humano a remontarse más allá del suelo; se consolidó en el cono sur de América, aún cuando no disponemos de registros para la Región del Maule .

El Contexto: Circundando el espacio Talquino:

Solo a comienzos del siglo XX podemos observar una práctica más regular de vuelos en aeroplano en nuestra zona, como los realizados por el capitán Molina Lavín, en Prosperidad; por Clodomiro Figueroa en el Club Deportivo y por Emilio Castro Ramírez, en la Escuela Agrícola.

El aviador Figueroa luego de varios intentos fallidos y con la intención de no dejar Talca sin haber demostrado su competencia “una tarde, sin previo anuncio (…) se elevó sobre la ciudad desde el Club Deportivo. Su vuelo fue maravilloso y compensó sobradamente los efectos de sus frustrados intentos anteriores. Evolucionó sobre Talca entera, cubriéndola incontables veces en todas sus direcciones y realizando verdaderas acrobacias con su aparato, que tan pronto subía como descendía, volaba recto como inclinado, seguía curso normal o dibujaba figuras. El aviador pasó por el seminario a poca altura, y los alumnos al darnos cuenta del acontecimiento, como impulsados por una súbita fuerza abandonamos bulliciosamente, encabezados por nuestros inspectores, las salas de estudios en que nos encontrábamos y corrimos a los patios. Continuó el aviador pasando por nuestro colegio y en la última de sus evoluciones, efectuada a no más de unos cincuenta metros de altura, vimos que nos saludaba, agitando constantemente y efusivamente un brazo”.

El entusiasmo delirante que produjo en Talca esta excursión aérea de Figueroa, no puede extrañar, porque ella, además de magistral, fue el primer espectáculo de aviación que presenció toda la ciudad, ya que el único que lo había precedido, el del Capitán Molina Lavín; se había circunscrito a las alturas del sitio en que el piloto se elevó y aterrizó, ubicado fuera de los límites urbanos de Talca, en el fundo Prosperidad, inmediato a ella” .

Con el paso del tiempo, en los medios de comunicación de ciudades y pueblos de la Región comenzaron a aparecer, con regularidad, noticias vinculadas a la realización de vuelos pioneros, mencionando a los talquinos Eduardo Molina Lavín, Luis Alberto Acevedo, Emilio Castro Ramírez, Luis Page Rivera y Arístides Pinto Concha, general de ejército artífice de la aviación nacional; y a los cauqueninos Eleodoro Rojas y Enrique Pérez Lavín, aunque este lo sea por adopción.

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Según datos parroquiales habría nacido en Talca el 23 de septiembre de 1885, aunque su registro civil señale Santiago, donde él mismo se inscribió, con el propósito de continuar su carrera de ciclista y luego poder viajar a estudiar a Francia, ya era hijo natural. Se crió en el barrio “Arca de Noé” , así bautizado por el emigrante italiano Antonio Bertoni Sanguinetti, quien tuvo uno de los primeros talleres ciclistas en la ciudad . Bertoni es quien le ayuda a trasladarse a Santiago a probar fortuna -después de pedalear en Talca durante años-, llevando a cuestas su 1.90 de estatura, amén de su campechanía provinciana, físico de atleta, una sonrisa franca y su bicicleta. En la capital se hizo socio de la Federación Ciclista, donde serán eran máximos exponentes César Copetta, Dagoberto Godoy, y él mismo.

Luis Alberto realizaba sus prácticas en el Parque Cousiño, destacando muy pronto como un eximio en el Club Ciclista La Estrella de Chile. Paralelamente instala un taller ciclista en el perímetro del Teatro Santiago, donde numerosas fotografías - publicadas por la “Ilustración Francesa”- sobre las hazañas de pilotos de aviación francesa saturaban sus muros. Inspirado en estos ídolos, como atraído por las hazañas de los primeros aviadores en Europa, en 1911 liquidó su negocio - un bar que atendía en los bajos del Teatro Santiago- y reuniendo alrededor de mil quinientos francos, se traslada a Francia por propia cuenta para cumplir un sueño: ser aviador.

En el país galo ingresa a la Escuela Bleriot de Etampes, donde como alumno batió un verdadero récord, al causar muy pocas destrucciones en los aparatos que piloteó. Cuando no pudo continuar cubriendo sus gastos, se vio obligado a solicitar ayuda económica a Chile, dirigiéndose a Clodomiro Figueroa, a la sazón de presidente de la Federación Velocípeda de Chile, quien comprendiendo la trascendencia de ayudar a la formación del primer aviador civil chileno, se dio a la tarea de reunir los fondos que precisaba Acevedo. Con este propósito organizó una carrera ciclista en el Parque Cousiño que produjo un total de $ 1.500 de utilidades, y organizó la Sociedad Nacional de Aviación, adquiriendo un aeroplano destinado a exhibiciones aéreas en Chile, con fines comerciales.

Luis Alberto Acevedo Acevedo: primer mártir de la aviación chilena.

Desde entonces, Acevedo recibió periódicas remesas de dinero que le permitieron cumplir con éxito su curso de vuelo en Etampes. Al regreso finiquitó la compra de un monoplano Bleriot con motor Gnomo de 50 HP tipo 11, “Circuito Europeo”, en la suma de 25 mil francos, cantidad que, agregada a los diversos envíos anteriores, daba un total de sesenta mil francos invertidos por la sociedad.

Llega a Santiago el 7 de marzo de 1912, premunido del brevet (licencia) de piloto aviador, un monoplano Bleriot y acompañado del mecánico Pierre Coemme; donde fue recibido apoteósicamente -acogida pocas veces vista en la apacible vida capitalina- , llamándosele “El primer caballero del aire”.

Ya en Chile, constituyó la “Sociedad Chilena de Aviación Acevedo y Cía.”, para financiar sus deudas, utilizando el aeroplano Bleriot para realizar exhibiciones aéreas con fines comerciales, empresa plena de sinsabores y desengaños. El arme del Bleriot, en la elipse del Parque Cousiño, atrajo la atención de los miles de curiosos que durante una semana se mantuvieron a la expectativa en un improvisado hangar armado con carpas. De esta forma, en su primer intento el 17 de abril de 1912, un lamentable accidente precipitó el avión a tierra durante el primer ensayo de vuelo, causando múltiples daños a la máquina. El 8 de Mayo cumplió su sueño de volar en Chile, esta vez en Batuco, un lugar abierto, sin árboles que dificultaran el despegue, con tal éxito que debió realizar el 11 del mismo mes una demostración en el Club Hípico, cuyo resultado económico y de apoyo público llevó a sus organizadores a efectuar otra el 21 de Mayo, a la cual concurrió el Presidente de la República Don Ramón Barros Luco.

Por su parte, el socio Clodomiro Figueroa decide viajar a Francia para estudiar aviación, y ayudar así a recuperar el capital invertido y, especialmente, para satisfacer sus anhelos de volar, suscitándose serias dificultades entre el aviador talquino y Fernández, que determinaron la eliminación del primero, el embargo del Bleriot que piloteaba y, más tarde, la disolución de la sociedad.

Con esfuerzo se hizo de otro avión y en Enero de 1913 intenta la empresa de unir Santiago – Concepción sin escalas. El 22 de marzo, en una prueba preliminar que intentó unir Concepción-Talca, llegó hasta Quilacoya, regresando al punto de partida en San Pedro, debido a una densa bruma en la ruta. Este viaje le valió obtener la marca latinoamericana de altura (3.180 metros) y de una hora de permanencia en el aire a un promedio de 170 kilómetros por hora. El 13 de abril de 1913 intentó un recorrido aéreo desde Concepción a Santiago que terminó con su vida al capotar la nave. Sus funerales se efectuaron

Emilio Castro Ramírez: un intrépido aviador

en Santiago el día 15, luego de haber recibido las honras fúnebres en Alameda de las Delicias frente a la calle Ejército. En el sitio donde ocurrió el trágico accidente fue inaugurado un monolito el 3 de agosto de 1920, con una inscripción que reza: “El Teniente Locatelli y sus connacionales de Santiago, a la primera víctima de la Aviación chilena: Luis A. Acevedo. Reverencia ofrenda”. Al morir contaba 27 años de edad .

El aviador Luis Alberto Acevedo (izquierda) acompañado por su mecánico Pierre Coemme, junto

a su avión Blériot. Al precipitarse su aparato al Biobío fue la primera víctima de la aeronáutica chilena.

Emilio Castro Ramírez, nació en 1871 en el fundo San Gabriel, en las cercanías de Talca. Aun cuando fue uno de los pioneros de la aviación nacional, su perfil provinciano le privó del homenaje y reconocimiento público por su labor junto a Clodomiro Figueroa, David Fuentes, Luis Omar Page, los hermanos Copetta y otros pilotos civiles de esa época. Amigo del malogrado Luis Acevedo, viajó a Francia y aprendió a volar por su propia cuenta en la Escuela Bleriot, en la cual obtuvo su licencia de piloto. Años más tarde recordaría que Bleriot era director y piloto de la escuela, en la que cursaban alumnos de todas las nacionalidades, quienes llegaban atraídos por la fama del personaje que aparte de ser constructor de aviones, había logrado atravesar por primera vez el Canal de la Mancha en un frágil avión de su construcción.

A su retorno, propuso a Clodomiro Figueroa – ya reseñado – adquirir el último modelo diseñado por Bleriot, de 50 HP, al que denominaron

“Lautaro”, por el que pagaron $ 20.000. El objetivo era divulgar la aviación a lo largo de nuestro territorio, efectuando exhibiciones en el norte y sur del país con un éxito casi insuperable en la historia de la aeronáutica nacional. Sus primeras exhibiciones las llevó a cabo en su natal Talca, a fines de 1913, respecto de lo cual La Mañana señala: “Los vuelos del Capitán Molina Lavín, en Prosperidad, de Clodomiro Figueroa en el Club Deportivo y del intrépido Emilio Castro Ramírez, ejemplo de las heroicidades talquinas; en la Escuela Agrícola, por orden cronológico los primeros que Talca presenciaba y verificados de 1912 a 1913, llenaban totalmente esos espaciosos sitios” .

En mayo de 1914 realiza la primera exhibición aérea combinada – junto a Figueroa- en el Parque Cousiño de Santiago, obteniendo un gran éxito, ya que por primera vez en la historia nacional se ofrecía un espectáculo doble: dos aviones que despegaban al unísono, evolucionaban y aterrizaban sincronizadamente a la vista de un público maravillado. Días más tarde emprendieron gira por el norte del país, realizando exhibiciones en Coquimbo, La Serena, Ovalle y Mejillones, concluyendo en Antofagasta, donde efectuaron una sobresaliente demostración el día 26 de julio, la primera que se realizaba en el norte chileno. Sin embargo los resultados económicos esperados no se concretaron, debiendo recurrir a la estrategia de habilitar asientos adicionales para pasajeros vip como las damas de la sociedad local Antonia Carrasco y Aída Barrios.

Medianamente superadas las dificultades económicas, ambos pilotos continuaron con su empresa, Castro deleitando a los habitantes de Talca y Linares, mientras que Figueroa fue a San Felipe a reunirse con el pueblo que lo consideraba su hijo predilecto.

En Junio de 1915- en el Teatro Fénix de Talca - se efectuó una multitudinaria velada a favor de Clorinda Alcaíno Quijada, primera aviadora chilena, ocasión en que – luego de proyectarse un documental sobre la aeronáutica nacional -, Castro intervino para dar a conocer las alegrías y sinsabores que les generaba en sus vidas esta señera actividad. La velada del Teatro Félix fue amenizada por la Banda del Regimiento Chorrillos y luego Alcaíno y esposo brindaron un espectáculo en un biplano Farmen de 50 HP. En la actualidad, el Aeródromo Emilio Castro Ramírez -también conocido como Panguilemo- recuerda en Talca el nombre de este insigne aviador .

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Eduardo Molina Lavín nació en Talca a finales de la década de 1880. En 1911, cuando el Gobierno decidió comisionar, además de los chilenos que por cuenta propia aprendían a volar en Europa; a dos oficiales de Ejército para realizar el curso de piloto aviador en la Escuela Bleriot de Etampes de París, fue uno de los elegidos, en compañía de Manuel Ávalos Prado -en cuyo honor se bautizó la actual Escuela de Aviación-, quienes recibieron sus títulos en julio de 1911. El talquino obtuvo el brevet número 561 de la Federación Aeronáutica Internacional.

De regreso en el país comenzó a desarrollar ensayos en un monoplaza construido por los hermanos Copetta, denominado “El Burrito”, provisto de un motor Anzani de 25 HP, de tres cilindros, en el que el 4 de abril de 1912 materializó dos vuelos a regular altura sobre los campos de Batuco, demostrando su pericia como aviador, pese a maniobrar un aparato distinto al utilizado en su formación en Francia.

El 13 de abril de 1912 se atrevió a intentar otro vuelo de ensayo, esta vez en el Hipódromo Chile de Santiago, con desastrosas consecuencias, ya que la falta de potencia del motor provocó que al iniciar el despegue se precipitara violentamente a tierra, rompiendo la hélice, un ala y el tren de aterrizaje del aparato. Si bien esta fallida maniobra de exhibición impidió que fuera el primer aviador chileno en volar en público, pasó a la posteridad como el primer oficial del Ejército en servicio activo que se elevó en Chile.

Ese mismo año el aviador francés Marcel Pailette, vendió a Molina Lavín su biplano Farman en 25 mil francos, valor que incluía la enseñanza del manejo del aparato. Así, ya con avión propio comenzó una serie de demostraciones voladoras que desvanecerían los comentarios de un piloto carente de habilidad y conocimientos, ya que logró realizar una demostración el 25 de junio en la chacra de Valparaíso, vuelo presenciado por el director de “El Mercurio”, Julio Pérez Canto, el presidente del Aéreo Club; el teniente coronel Enrique Phillips Huneeus; el ingeniero Roberto Lyon y representantes de la prensa de Santiago.

A este exitoso vuelo prosiguieron demostraciones en la chacra Valparaíso, donde alcanzó la altura de 800 metros; y el Parque Cousiño (Santiago), como homenaje al Ejército, al cual debía sus

Luis Eduardo Molina Lavín: Precursor de la aviación nacional.

rudimentarios conocimientos de aviación. Luego de esta experiencia lo vemos como piloto civil, realizando demostraciones en el área de Concepción, específicamente en el área de la Población Esmeralda. De vuelta en Talca – en Septiembre de 1912- , realizó demostraciones en el Fundo Prosperidad ante 1.500 espectadores, siendo el primer piloto en sobrevolar la ciudad.

Posteriormente, se dedicó al proyecto de la primera bomba aérea fabricada en nuestro país, asesorado por técnicos de la Fábrica de Cartuchos de Santiago; logrando construir un proyectil que podía ser arrojada manualmente desde un aeroplano. Desilusionado por la negligencia y rechazo de las autoridades, se marchó en diciembre a Ecuador en procura de mejores expectativas, empresa en que fue acompañado por su mecánico Conrado Schudeck.

En 1913 Molina Lavín se hacía célebre por sus vuelos en Lima, Perú, país donde se pierde enigmáticamente su rastro.

El capitán Eduardo Molina Lavín, junto a su recién siniestrado Farmen.

Luis Omar Page Rivera: Pionero de la aviación nacional

Hijo de Ester Rivera Rotter y Alfred Page F., Luis Omar Page Rivera nació en Talca el 15 de noviembre de 1889. Después de efectuar sus estudios básicos en Talca y Valparaíso, ingresa a la Escuela de Artes y Oficios de Santiago . En 1909 hizo el servicio militar en el Batallón de Ingenieros de Puente Alto, contrayendo matrimonio con Adelina Adriázola, con la cual tuvo dos hijos. En 1911, en los albores de la aviación nacional, mientras cumplía con sus deberes castrenses inició su aprendizaje del pilotaje con los hermanos Félix y César Copetta, rindiendo los exámenes -los primeros de la historia- para ser admitido en la Escuela Militar de Aeronáutica el 17 de marzo de 1913.

Con rango de sargento formó parte de la primera presentación de la Escuela de Aeronáutica - 19 de septiembre de 1913- , obteniendo ese año el Brevet de aviador militar. Se acogió a retiro como sargento, para desempeñarse en empresas aeronáuticas europeas .

La noche del 27 de febrero de 1914, en las canchas del Club Hípico de Santiago, batió el récord mundial de vuelo nocturno, proeza controlada por el Aero Club de París. En compañía de Félix Copetta, viajó a Francia a comprar un avión para realizar exhibiciones, regresando a Chile el 24 de junio. El 23 de agosto de 1914 surcó los cielos de Punta Arenas, escribiendo otra página histórica en los anales de la aviación mundial .

El 15 de enero de 1915 obtuvo el primer lugar en la primera carrera aérea organizada por el Club Aéreo de Chile y la Escuela de Aeronáutica Militar, donde participaron los más importantes aviadores chilenos. Desde julio realizó vuelos a Oruro , Cochabamba, Vucía, La Paz y Vica, en Bolivia; y en Argentina fue el primero en volar en Jujuy, convirtiéndose en piloto personal del presidente Hipólito Irigoyen , y director de la Escuela de Aviación de Villa Lugano, Buenos Aires. En Uruguay vendió a las autoridades el “Punta Arenas”, avión que se convirtió en uno de los primeros en prestar servicio en dicho país.

En 1915, en plena Guerra Europea, Luis Bleriot lo invitó a su fábrica de Francia como piloto de pruebas en la Escuela de Combate de Pau, donde voló cerca de 2 mil aparatos. Junto al capitán Charles Guynimer inventó y perfeccionó el motor Cañón 37 que reemplazó a las ametralladoras en los aviones de combate.

Fue testigo neutral del juicio y fusilamiento de la bailarina y espía Mata Hari en el polígono de Vincennes. Francia lo condecoró con la Medalla de los Héroes Comendador de la Legión de Honor en Tiempos de Guerra, distinción otorgada a combatientes que han entregado su vida por la patria.

Imbatible en el “Looping the Loop” en Francia, en mayo de 1919 venció en el Campeonato Mundial de Velocidad Aérea, España. Alfonso XIII, junto con felicitarlo, lo nombró director de la Escuela de Aviación de España en 1920. Se radicó en Madrid, donde la fábrica “Hispano-Suiza” que construía aeronaves para el Ejército español -en Guadalajara- lo contrató como piloto de pruebas desde 1919 a 1926.

Allí, simpatizó y apoyó públicamente a quienes peleaban contra el general Franco, contexto en que como mensajero del rey; acometió numerosas empresas, como la de cruzar en 1920 por primera vez el Estrecho de Gibraltar, a bordo de un avión Breguet, uniendo Sevilla con Larache en Marruecos en una operación de inteligencia. Por ello, el general Primo de Rivera, Marqués de Estella, lo condecoró con las insignias de Isabel la Católica. C o m o director del aeródromo militar “Los Cuatro Vientos” de Madrid, en 1923 efectuó el primer vuelo del autogiro “La Cierva”, precursor del helicóptero.

Por motivos algo confusos fue condenado a muerte por un tribunal republicano, pena de la que escapó, enrolándose en el ejército nacionalista contra el que poco antes había combatido, oportunidad en que el generalísimo Francisco Franco le entregó el mando de la “Escuadrilla Blanca”, famosa por los combates aéreos contra los “Mosca” maniobrados por experimentados pilotos soviéticos. En 1939 regresó a su patria ingresando como piloto a la Línea Aérea Nacional, donde alcanzó el grado de comandante de escuadrilla (r) de la Fuerza Aérea. Entonces, el Presidente Juan Antonio Ríos lo designó gobernador de Curepto, Cachapoal y Pisagua. Falleció el 8 de junio de 1956 en Santiago.

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Eleodoro Rojas Pincheira: Sobrevolando los cielos de Cauquenes.

Eleodoro Rojas fue un destacado piloto militar, de los pioneros de la aviación chilena. Nació en Cauquenes y como suboficial de Ejército fue encomendado en una misión a España, tal como lo refiere “El Mundo Deportivo” de Barcelona: “Ha visitado nuestra ciudad el notable aviador chileno don Eleodoro Rojas, (…) comisionado por su gobierno para el estudio de la aviación española. El miércoles efectuó un magnífico vuelo sobre nuestra ciudad, aterrizando en forma verdaderamente admirable, cosechando los aplausos de cuantos presenciaron sus proezas. En el vapor ‘Infanta Isabel de Borbón’ embarcó con destino a su país, llevando consigo el aparato que adquirió para la Escuela Chilena” .

Luis Enrique Pérez Lavín: Capitán y piloto.

Enrique Pérez Lavín nació en Valparaíso el 28 de octubre de 1890, realizando sus estudios en el Liceo de Cauquenes, ciudad en la cual creció.

Egresa de la Escuela Militar en 1909, formando parte del primer curso de la Escuela de Aeronáutica y quinto aviador de los que se titularon en 1913. En 1932 alcanzó el grado de coronel, acogiéndose a retiro en 1932. Casado con doña Carmen Baltra Buseta, fue padre de tres hijas Carmen, María de la Luz e Isabel Margarita. Se desempeñó como Gerente de la Compañía de Seguros La Alemana.

Fue el fundador del correo aéreo, además de la primera Compañía de Aviación de Chile.

Arístides Pinto Concha: Artífice de la Escuela de Aviación MilitarNació en Talca el 7 de febrero de 1859, en el hogar conformado por don Joaquín Pinto Benavente y doña Joaquina Concha Antúnez . Realizó sus estudios en los Padres Franceses y en la Facultad de Leyes de la Universidad de Chile, carrera que interrumpió al detonar la Guerra del Pacífico en 1879, para enrolarse en el ejército. Participó también en la guerra civil de 1891, por el bando constitucionalista.

Ascendido a general de brigada en 1910, fue Ministro de Guerra en el primer gabinete del Presidente Ramón Barros Luco, iniciando -hasta su muerte- una eficaz colaboración para el desarrollo de la navegación aérea nacional . En plena época de la aviación heroica en el país, y atento a los progresos de la aviación, en julio de 1909 el Gobierno de Chile le encomendó la tarea de estudiar su implantación en el Ejército. Fue el primer Inspector General de Aeronáutica, desde donde impulsó los trabajos del capitán Manuel Ávalos, que hicieron posible a futuro la formación de la Fuerza Aérea de Chile.

1) El origen de la aviación chilena se encuentra indisolublemente ligada a la tradición francesa, ya que en dicho país –específicamente en la Escuela Bleriot de Etampes – será donde se formen y licencien los primeros “aurigas del aire”, tanto civiles como militares.

2) La práctica de la aviación constituirá, a inicios del siglo XX; un deporte aventura de alto riesgo, tanto económico como de la integridad de quienes lo practicaban, ya que como se explicita es alta la inversión y el esfuerzo financiero desplegado, así como el costo en vidas, dada la precariedad de las máquinas, vgr. el caso de Luis Alberto Acevedo Acevedo, primer mártir de la aviación chilena.

3) Los festivales aéreos en la cercanía de las ciudades constituirán verdaderos acontecimientos mundanos, y circunstancias favorables para recaudar los ingentes recursos que implicaba la adquisición y mantención de las máquinas. Estos también serán el espacio para contagiar el entusiasmo a quienes continuarán con la aventura y consolidarán la actividad.

CONCLUSIONES:

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BIBLIOGRAFÍA:

1 Licenciado en Educación. Profesor de la escuela Jose Manuel Balmaceda y Fernández. Talca

2 Salsilli, Vicente: “Historia de la aviación chilena”. Empresa Editora Nacional Quimantú Limitada. Santiago de Chile, Abril de 1975. P. 14-18

3 Salsilli, Vicente; Historia, p. 14-18 4 Se refiere al Seminario San Pelayo, donde hoy tienen su sede el Colegio Integrado San Pío X y el CFT San Agustín. 5 Diario “La Mañana”, 1964. Citado en “Talca y su muy noble historia”. Pinedo; Zamorano; Ruiz-Tagle; y Zeggers. Universidad de Talca, 1994.

PIES DE PÁGINA:

• Arancibia Clavel, Roberto. “La influencia del Ejército chileno en América Latina 1900-1950”. Imprenta Salesianos S.A. Primera Edición, Santiago de Chile, 2002.

• Archivo diarios “La Mañana” de Talca, “El Mercurio” de Santiago, Archivo Parroquial de Talca.

• Departamento de Historia Militar: “Al Servicio de Chile. Comandantes en Jefe del Ejército. 1813-2002”.

• Pinedo, Javier; Zamorano, Pedro; Ruiz-Tagle, Carlos; Zeggers,Pedro . “Talca y su muy noble historia”, ediciones Universidad de Talca, 1994. Reedición 2000.

• Donoso Vergara, Guillermo. “Guillermo Donoso Vergara en la Historia de Talca”. Coedición Editorial Universidad de Talca y Sociedad Chilena de Historia y Geografía, 2000.

• Estado Mayor del Ejército: “Galería de hombres de armas de Chile”, Impresores Barcelona, Empresa Industrial Gráfica, Tomo II, Santiago, 1987.

• Flores Álvarez, Enrique. “Historia Aeronáutica de Chile”, Santiago de Chile, 1950.

• Martínez Ugarte, Rodolfo: “Historia de la Fuerza Aérea de Chile (1913 – 1963)”, Imprenta de la Fuerza Aérea de Chile, Santiago. Tomo I. 1999.

• Riquelme González, Benito: “Crónicas Talquinas”. Editorial Universidad de Talca, 1988.

• Salsilli, Vicente: “Historia de la aviación chilena”. Empresa Editora Nacional Quimantú Limitada. Santiago de Chile, abril de 1975. P. 14-18.

6 Allí -a los pies de la iglesia del convento La Merced, que se situó en 1 Oriente esquina 3 Sur-, se emplazó la casaquinta de la escritora Stella Corvalán, en la calle Santa Rosa Nº 455, quien solía extasiarse escuchando el tañido metálico y tristón de las campanas que arañaban el aire; dicho sector fue además cuna de la poetisa talquina Aída Moreno Lagos, quien en su niñez contempló las pandillas que se pegaban como racimos de cuncunas en los ejes traseros de los coches tirados por caballos. Dicho barrio también es conocido como Edén o La Merced, siendo don Antonio Bertoni Sanguinetti -nacido en la ciudad de Novara y traído a Talca por el sacerdote Luis Espínola Cobo para construir la Iglesia Matriz- quien le llamó Arca de Noé, debido a que en su periplo había de un “cuantuay”: una cancha de bolos hacia el sur, un reñidero de gallos a mitad de cuadra y la casa de auténtica construcción colonial de “las señoritas Moreno” en Cuatro Sur. Asimismo, la mayoría de las casas adyacentes al Estero Piduco tenían bajada hasta sus orillas, adonde llevaban a beber la caballada de los coches de alquiler prominentes empresarios. La niñez de Luis Acevedo se deslizó en ese bolsico que formaba al sur la calle 1 Poniente, realizando sus primeros pedaleos en una bicicleta -“apadrinado” por el afecto de don Antonio-, deporte que en aquellos años era un pasaporte para expandir el espíritu, al igual que las canchas de fútbol y los velódromos.

7 Riquelme González, Benito: “Crónicas Talquinas”. Editorial Universidad de Talca, 1988.

8 Flores Álvarez, Enrique: “Historia Aeronáutica de Chile”. Santiago de Chile, 1950.

9 Pinedo; Zamorano; Ruiz-Tagle; y Zeggers, Talca y su muy noble historia”. Universidad de Talca, 2000.

10 Flores Álvarez, Enrique: “Historia Aeronáutica de Chile”. Santiago de Chile, 1950.

11 Zona que iba entre Alameda – 4 norte - y sede de la Universidad de Talca.

12 Flores Álvarez, Enrique: “Historia Aeronáutica de Chile”. Santiago de Chile, 1950.

13 Se aduce que fue por límite en la planta de suboficiales en su Regimiento, pero es probable que las reiteradas faltas de disciplinas de vuelo y acumulación de castigos obligaran su marginación.

14 Martínez Ugarte, Rodolfo: “Historia de la Fuerza Aérea de Chile (1913 – 1963)”, Imprenta de la Fuerza Aérea de Chile, Santiago. Tomo I. 1999.

15 El primero realizado en el país altiplánico, lo que le valió ser recibido por el Presidente de la República don Ismael Montes.

16 Fue recibido con especial deferencia, en su calidad de descendiente de Tomás Page, director de la colonización nacional e inspector general de Marina de ese país hasta 1877.

17 Flores Álvarez, Enrique: “Historia Aeronáutica de Chile”. Santiago de Chile, 1950.

18 Flores Álvarez, Enrique. “Historia Aeronáutica de Chile”, Santiago de Chile, 1949

19 Donoso Vergara, Guillermo. “Guillermo Donoso Vergara en la Historia de Talca”. Coedición Editorial Universidad de Talca y Sociedad Chilena de Historia y Geografía, 2000

20 Diario El Mundo Deportivo, Barcelona, España, 5 de Febrero de 1918

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Consumo Suntuario: El Ethos De La Oligarquía Talquina (1850-1900)Luxury Consumption: The Ethos Of Talca City Oligarchy (1850-1900)

Raúl E. Sánchez Andaur1

RESUMEN

PALABRAS CLAVES

ABSTRACT

KEY WORDS

“TALCA, PARÍS Y LONDRES”, resabios de un pasado esplendoroso, de un fue y no ser, de una posibilidad cierta de palpar el desarrollo y no poder”.

La mentalidad colectiva nacional define a los Talquinos como orgullosos, arribistas y sobrestimados, basada en la particular manera de ser del grupo dirigente, la “clase privilegiada” del siglo XIX y primera mitad del XX; aún cuando hoy las condiciones que generaron la idea hayan cambiado manifiestamente.

Trabajos anteriores, parte de una propuesta de investigación sobre la sociedad local; han aportado información respecto a su comportamiento político y económico2, intentando en éste adentrarnos en asuntos más cotidianos, como es establecer la relación que existe en el grupo dirigente con el consumo, especialmente el suntuario; con la pretensión de dar luces sobre los fundamentos de la apreciación, vigente o no, que inicia este artículo.

Mentalidad; clase privilegiada; cotidiano; consumo; suntuario.

“TALCA, PARÍS AND LONDRES”, traces of a magnificent past, of a was and no a be, a certain possibility to sense the development but cannot”.

National collective mentality defines people from Talca as proud, arriviste and overestimated, based on the particular behaving of the leading group, “the privileged class” of XIX century and the first half of XX century; even nowadays when the conditions that generated that idea have clearly changed.

As part of a research proposal about local society, previous articles have provided information about political and economic behavior, this article will concentrate on going into daily issues, as establish the relation between the leading group with consumption, particularly the luxury; with the pretention of giving an insight about foundation of the interpretation, valid or not, which initiate this article.

Mentality; beneficiary people; consumption; quotidian; sumptuary.

El destino que la oligarquía talquina dio a los recursos generados por la explotación agrícola y al préstamo con garantía hipotecaria3, se orientó a la adquisición de bienes, desarrollo de infraestructura productiva y consumo “suntuario”, básico para el sostenimiento de la “buena vida”, condición altamente apreciada por esta sociedad provinciana de la segunda mitad del siglo XIX.

Así, parte importante de estos recursos fueron usados para sostener un modo de vida signado por el boato y la ostentación, disminuyendo la inversión en actividades productivas y por ende retrasando el desarrollo provincial.

El estudio analiza el estilo de vida de la oligarquía de Talca entre 1850 y 1900, considerando sus fiestas y reuniones, paseos y veraneos, asistencia a clubes y teatros, características de sus residencias y hábitos de consumo; elemento que definió a ésta como una de las principales sociedades provincianas del valle central.

La oligarquía, en el período en cuestión, desarrolló una forma de vida en la que la inversión suntuaria, definida como “todo dispendio que va mas allá de lo necesario”4; alcanzó ribetes sin comparación. La ostentación y soberbia generaron una competencia en que la última moda de Europa y los muebles de estilo entrelazaban su importancia con la fastuosidad de la residencia, y la tertulia, con las fiestas de presentación en sociedad de alguna adolescente.

Así en Talca de 1857, “(...) las casas de habitación se convierten en suntuosos palacios, el coche es un mueble necesario, el teatro ha llegado a ser un pasatiempo indispensable y los paseos no son hoy en día un inocente y modesto recreo, sino el campo de la ostentación y por decirlo así, la arena en que se disputa la riqueza, la elegancia y la variedad de los trajes”5.

INTRODUCCIÓN:

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La forma más recurrente de la oligarquía para iniciar, desarrollar y mantener las relaciones sociales y crear lazos de parentesco y/o económicos, era la de ofrecer ostentosas fiestas, utilizando como excusa cualquier acontecimiento. Así, por ejemplo, se lee en la Opinión de Talca, “Mañana la sociedad talquina obsequia un espléndido banquete a nuestro ex - intendente, hoy ministro de guerra, como una prueba de la inmensa gratitud a la que se ha hecho acreedor”. En La Esmeralda, por otro lado se leía, “Espléndidos se nos dice estuvieron los bailes dados la noche del viernes y domingo en la casa del señor Cayetano Concha en celebración de la toma del Huáscar (...) encontrándose (…) en ese paraíso lo que Talca tiene de mas notable y hermoso”6.

Estas actividades se caracterizaron por su exclusividad, lo que se aprecia en la siguiente referencia: “Se anuncia un gran banquete que se hará en honor al intendente de Santiago, Benjamín Vicuña Mackenna, que nos visitará en los próximos días. Ahí asistirá lo mas caracterizado e ilustre de Talca”7.

Mayor prestigio y mejores posibilidades de emparentar o hacer negocios ganaba aquella familia que demostrara elegancia en el ornato de los salones, en el vestuario y exquisitez en el comer y beber: “El salón estaba resplandeciente y hermoso como un Edén. Ardían en él como 500 bujías entre lámparas y velas de esperma. El cielo estaba decorado con lindas cenefas y colgaduras. De trecho en trecho pendían algunas coronas artísticamente elaboradas, candelabros y brillantes arañas franqueaban a la concurrencia, una claridad resplandeciente que reflejaba en las sedas de los asientos y graciosos trajes del sexo delicado”8.

En 1888 la sociedad de Talca recibió a don José Manuel Balmaceda, haciéndole objeto de todo tipo de atenciones y demostración de su capacidad de boato. Sin duda, por lo que señalan las crónicas; fue el baile de mayor renombre en esos años: “Llegó por fin el anhelado momento en que debía comenzar el gran baile que la sociedad talquina, representada por sus mas distinguidas familias, ofrecía al Presidente de la República, con motivo de la reciente

1.- Fiestas y Reuniones:instalación de la Corte de Apelaciones y la próxima inauguración de importantes obras públicas.”9

Respecto a la decoración del salón las crónicas señalan: “¿Cómo alcanzar a describirlos?. El piso se había preparado en la misma forma que el coliseo de la capital cuando se dio en él, el año de 1881, un gran baile en homenaje al general don Manuel Baquedano, es decir, suspendiendo la platea con obra de madera, hasta el nivel del proscenio. Estaba en él extendida una rica alfombra roja y alrededor filas de sofás ofrecían asiento a las señoras.

Desde la altura de la galería y en distintos lugares del recinto, pendían hasta abajo seis anchos y hermosos cortinajes de raso y carmesí, con resaltantes flecaduras de oro que, cubriendo las dos órdenes del palco, daban, junto con las demás ricas colgaduras prendidas en las claras pasamanos no el aspecto de un enorme salón improvisado sino, como antes decíamos de una sala expresamente apropiada para el magnífico baile. En el fondo extremo, es decir, mas allá de este pequeño paraíso se encontraba instalada una espaciosa sala de ambigú con un comedor cuya capacidad daba asiento para 150 a 200 personas.

Penetrando en el recinto del espacioso salón, de vista sufría inmediatamente un golpe de luz de colores de hermosura que fascinaban. Difícil era darse cuenta de los encantos que había allí. La parte de la platea, pareja como un salón mosaico y cubierto con una alfombra de Bruselas color lacre vino, servía de salón de baile. El amueblado era lujoso y parejo”10.

Otra forma de entrelazar sus intereses y desarrollar la amistad eran las tradicionales tertulias. Menos sofisticadas y de menor despliegue, aunque de sobria elegancia y exquisitamente servidas, reunían a parientes y amigos de manera asidua. Allí se aprovechaba para mostrar el talento artístico de los hijos e intercambiar ideas políticas, filosóficas y religiosas, favoreciendo así la consolidación de ideas compartidas por el grupo.

Las estadías estivales en playas y campos, los paseos colectivos, las visitas a la plaza, la Alameda y las calles de la Independencia11 y de Cruz12, constituían para esta oligarquía agraria importantes formas de sociabilidad y una magnífica oportunidad para ostentar. “El bello sexo se presentó en la Alameda

2.- Paseos y Veraneos:

luciendo gracias y dones con que quiso enriquecerlo la naturaleza para que imperase en el corazón del hombre: él es el alma de la sociedad y no hay placer donde falta la belleza. Nuestras hermosas pues, se esmeraron en este día en la elegancia de sus trajes, realzando con los primores del arte los atractivos de sus formas delicadas”13.

Tímidamente, a finales del siglo, las costumbres aristocráticas y la consecuente soberbia, recibían las primeras críticas de los medios: “Allí es donde deben ir a solazarse todo tipo de vecinos, (…) los pobres no pueden ir, aunque quisieran, ni nosotros les aconsejamos que vayan, porque no tienen donde sentarse. La aristocracia ha tomado posesión absoluta de todos los sofás colocados en las avenidas del centro a ellas destinadas y al pobre pueblo lo dejan dando vuelta por los laterales”14.

Como es de suponer, el balneario de la oligarquía talquina era Constitución, estadía que la prensa se encargaba de divulgar, “.En Constitución, de vacaciones, las familias de los Señores Cousiño, Clauder, Donoso, Encina, Vergara”15

La tendencia a utilizar los recursos financieros en actividades especulativas y/o de valía social, desarrollaron entre la oligarquía talquina una fuerte inclinación al juego como forma de entretención y de hacer dinero sin trabajar, costumbre que - según se sabe - se arrastraba de antes de 1850.

En 1868, enfrentados a la necesidad de contar con un lugar de encuentro “para hombres”, donde discutir “cosas de hombres”, se crea el Club Talca, siendo algunos de sus gestores los Señores Estanilao Silva, Carlos Cortés, Camilo Salas Pinochet, Fernando Parot, José Bernardo Mandiola, José Manuel y Baltazar Donoso.

El Club Talca se creó como una institución excluyente y clasista, lo que se deriva tácitamente de sus declaraciones: “El objetivo del Club es hacer llevaderas las largas noches de invierno. En Talca, como en ningún otro pueblo quizás de la República, ya sea por nuestras costumbres, ya sea por nuestro carácter, se hace sentir la

3.- Clubes y Teatros:

necesidad de asociaciones que acerquen a los hombres los unos a los otros y pongan en contacto inmediato las ideas y las personas.

No dudamos que algún pensamiento grande o importante tenga origen en este club, donde se reunirán la mayor y mas escogida parte de los jóvenes talquinos. Ellos conocen las necesidades del pueblo, el cuál en la época presente exige, no tanto inventores de nuevas mejoras, cuanto sostenedores y ejecutores de los que están ya planteados”16.

El Club Talca se transformó así en el centro de la actividad social urbana, donde se practicaban juegos de azar, se gestaban negocios y campañas políticas. No pertenecer a él o ser excluido, se transformó para la oligarquía local en una situación difícil de aceptar, tal como lo grafica Francisco Hederra Concha, “Día por día fue mas penosa la situación de Max, hasta convertirse en intolerable. Pensó hacerse socio de otro club, pero lo contuvo la idea de entrar a un medio social inferior al suyo; el club era el de la aristocracia y además, donde fuera le seguiría la noticia de haber sido separado”17.

Otro espacio de sociabilidad lo constituyó la concurrencia al teatro, sea en la presentación de obras dramáticas y/o zarzuelas.

En 1854 Francisco Navarro construye la primera sala de este tipo de que se tenga noticia en Talca, surgiendo luego la de Jenaro Silva, cuya característica fue la lujosa ambientación, muy del gusto de la concurrencia. “Hemos tenido la ocasión de ver algunas lindas decoraciones hechas por el señor Vasseroti y mas que todo, nos han asombrado los diseños de las muchas y magníficas que preparó: palacios de Venecia, vistas de campo y de mar, pasajes de elegante y numerosa arquería con hermosas pitas allá en la distancia, lujosos salones de recibo. Pero lo que había realmente notable será el telón de boca, tanto por su gran trabajo y costo, como por la feliz alegoría del cuadro de estatuas que lo componen”18.

En 1875 comenzó la construcción del Teatro Municipal, gracias a las gestiones del intendente Urcisinio Opazo Silva. La obra, dado el boato con la que realizó, requirió de elevadas sumas de dinero. “Su construcción se hizo en base a ladrillos, con los planos del teatro de Quillota,

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modificados por el arquitecto Sr. Brown. Sus aposentarías fueron encargadas a Europa y eran muy hermosas, en su centro se colocó una lámpara a gas con 133 luces, que daban una claridad desconocida en esos tiempos”19.

Por el pasaron, hasta fines del siglo, las mejores compañías nacionales y extranjeras que visitaron Chile: Compañía Extranjera de Zarzuela de Isidora Segura de Jarquis, Compañía Lírico Dramática de Antonio Gartan, el prestidigitador de París Faure Nicolay y la excelsa Sara Bernhardt, convirtiendo a esta ciudad en una apreciada plaza, que estuvo dispuesta a pagar, por ver a la diva $ 80 por los palcos de primer orden y $ 16 por las lunetas.

Como se ha señalado, gran parte de los recursos económicos que la oligarquía talquina lograba reunir eran destinados al consumo, muestra inequívoca de estatus en su convencionalidad social. Así, la vivienda, el vestido, la alimentación, las diversiones, intentaron, no siempre con éxito, imitar los moldes europeos, especialmente por los altos costos que ello implicaba y que, por la naturaleza de sus negocios, era dificultoso financiar.

Las residencias fueron uno de los espacios ideales para demostrar su capacidad económico o de endeudamiento, favoreciendo la instalación de prestigiosas casas comerciales, como el Bazar Alemán de J. Luis Demarco, que ofrecía : “ Muebles tapizados de todas clases, peinadores con mármol y espejo, cómodas, baúles, mesas de centro, catres americanos, roperos con espejos, veladores, cornisas para cortinas, escritorios ministros, cuadros al óleo, espejos finos, sillas de junco, molduras de todas clases”20.

Estos artículos eran preferentemente ingresados por el Puerto de Constitución, cuyas estadísticas de importaciones de muebles y artículos de menaje, nos permite cuantificar los niveles de gasto a los que se ha hecho mención.

Aparte de los bienes mencionados, figuran en los registros de la Estadística Comercial de la República, artículos como: botones, carruajes, guitarras, juguetes, mesas de billar,

4.- Hábitos de Consumo:

4.1.- Artículos de Vestuario, Joyería y Tocador:

pianos - que en 1872 constituyeron el 51% de las importaciones- , etc., mientras que el 49% restante correspondió a baldes de madera, canastos, remos, maderas de construcción para vendimia y otros usos. Un dato curioso lo constituye el que en 1872, $ 10.918, de los $ 70.690, o sea el 15% correspondiese a botones.

También es posible determinar una fuerte inversión en menaje de hogar, como cristalería, porcelana, loza, cuchillería, espejos y vidrios, cuyos totales crecen en un 40% entre 1856 y 1874, pasando de $ 31.655 a $ 55. 126.-

En la década de 1870, el aumento de las importaciones respecto a las pasadas es evidente. La variedad, cuantía y calidad del mobiliario que existía en una residencia oligárquica de la época, es posible ejemplificarla mediante el inventario de partición de bienes de la testamentaria de don Andrés Contardo y su esposa doña Mercedes Campos Leal21.

Allí se podrán apreciar mesas de jacarandá cubiertas de mármol, mesas de caoba con espejos, escritorio, comedor, mesa de contar dinero, cómodas, aparadores, sillas, poltronas, sofás, veladores, roperos, alfombras, pisos de tránsito, piano, espejos, marcos de cuadros, jarrones de mármol y loza, fruteras, floreros, catres, pabellones de dormitorio, colgaduras de pabellones, escupideras, lámparas de aceite y gas, candeleros, faroles, baño de asiento, esteras, petates, cuadros de motivos religiosos, fuentes de porcelana, platos de cristal, porcelana y loza, bandejas, azafates, utensilios de mesa de plaqué, soperas de loza china, servicios de te de loza y porcelana, vasos y copas de cristal, dulceras, tarros de cristal para dulces, botellas de cristal, adornos de loza, utensilios de plata chafalonía, etc, cuyo detalle se puede ver en anexos22, cuya estimación mínima sería de $2.056.

La falta de industrias nacionales que proveyeran telas y vestidos de la calidad y gustos demandados por la oligarquía talquina, hizo común que los pudientes recurriesen a importaciones desde Europa, especialmente francesas. Esta práctica, altamente onerosa, les permitía, si embargo, competir con la de Santiago y otros puntos del país.

Francisco Hederra Concha, grafica la situación en los siguientes términos: “Cruzó la ancha calle entre la doble fila de concurrentes, cuyos ojos no perdieron detalles del traje. Las señoras cambiaban en voz baja sus impresiones llamándose la atención mutuamente. El traje de la novia fue la nota alta y la gran curiosidad la toilette de doña Enriqueta y de su hija Inés. De antemano sabían el corte, el género, el valor del traje de la novia; algunas se lo vieron probar y otras menos felices se habían contentado con volverlo de uno a otro lado, examinando minuciosamente el género, los forros, los encajes.

En el primer momento la novia atrajo todas las miradas y luego doña Enriqueta. Había curiosidad en conocer su toilette santiaguina, en establecer una curiosidad con las talquinas, obedeciendo a aquella rivalidad de trajes que palpita en todas las almas femeninas. Muchas rezaban con los labios, pero los ojos y la atención puestas en doña Enriqueta.

¡Cómo tasaron sus joyas y encajes, como palparon el traje, la soberbia de la seda!”23.

La sastrería París, de P.R. Deniaud, por su parte, invitaba a su muy selecta clientela con el siguiente llamado: “Las personas que se dignasen ocuparme, encontrarán la ventaja de tener los mejores y más nuevos artículos, por recibir, que de Francia llegasen a Valparaíso. Los elegantes encontrarán en mi casa la última novedad, nuevamente de París, pudiendo satisfacerlos, sea trabajándolos ahí o vendiéndoles por cortes para que determinen de ellos como fuese de su agrado. También encontrarán un surtido general de ropa hecha como pantalones, paletoes, chalecos, camisas, corbatas, etc., todo de las mejores fábricas de Francia.

De los artículos existentes en mi casa estoy seguro que no los encontrarán en esta plaza, por lo que suplico a las personas que deseen vestirse con elegancia, pase a verlos, pues estoy segura serán contentos con obtener en Talca un establecimiento de esta clase”24.

En cuanto al calzado, los anuncios de Juan Tocúa, de la Talabartería Francesa, rezaban: “ El que suscribe, recién llegado de Valparaíso, tiene el honor de avisar al público que ha establecido su taller de talabartería en la plaza

que está contigua a la puerta de calle del Sr. Don Gracián, cuyo establecimiento se halla surtido de excelentes mercaderías traídas de Francia y más se encontrarán en venta otros varios efectos y las personas que se dignen favorecerme tendré la satisfacción de servirles con toda exactitud desde el 3 del presente25”.

Por su parte La Bota Lacre, señalaba: “El establecimiento será servido por el mismo dueño con la mayor atención y esmero. Cuenta con un buen cortador, de los más acreditados de Santiago, con toda clase de trabajos de lo más elegantes para hombres, señoras y niños, sobre medida y que conoce perfectamente el gusto del país. Los materiales son de primera clase importados del extranjero: nada del país, a excepción de la afamada y excelente suela de Valdivia”26.

La importante proporción del ingreso oligárquico destinado al vestuario y sus complementos, queda de manifiesto en las estadísticas de importaciones que entre 1850 y 1882, arribaron a Talca vía los puertos de Constitución y Valparaíso. En este estudio se han considerado textiles, calzados y confecciones; joyas; perfumería; alimentos, licores y tabacos.En el rubro textil se comprendían además de los géneros para la moda personal, las telas necesarias para el ornato de las residencias: cachemiras, damascos, casimires, cortinas y transparencias, encajes, felpas, sedas, terciopelos, hilos y otros. La estadística comercial para el puerto de Constitución en el período 1850 – 1882 nos señala el ingreso de bienes por $10.887.144, considerando que se carecen de datos para los años 1852, 1854, 1878 y 1880. También señala $ 2.927.046 en confecciones y calzado , con carencia de información para los citados años.

Entre los textiles importados con fines productivos cabe mencionar cáñamos, jarcias, lonas, mechas y sacos, que en total representaban más del 10%.La joyería ocupaba un lugar importante entre los accesorios del vestuario. Un traje, por hermosos y distinguido que fuese, no “lucía” si el complemento era pobre. En todo caso, quién más y mejores joyas luciese, ganaba en prestigio y notoriedad.

Al respecto, El Aviso de Talca, publicaba la

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invitación extendida por Guillermo N. Niddrié: “El que suscribe, ha traído como nunca se ha visto en Talca, juegos de brillantes, en porte de la piedra y finos, sortijas de ídem, prendedores, collares, dormilones, etc. Convido a las respetables familias de Talca, pasen a mi establecimiento para que puedan juzgar de lo que queda dicho”28.

En todo caso, y porque su acceso era altamente selectivo, el rubro joyería tiene una ponderación baja y fluctuante entre la importación total, ya que en un período de 20 años (1856 y 1876) se ingresan bienes por un total de $55.790, de los cuáles $19.422 (34,8%) se hace en 1860, guarismo que por el momento no se puede explicar, aunque suponemos se encuentra vinculado a los excedentes económicos que genera el salitre y que fluyen al valle central por la adquisición de productos de la tierra29.

Suponemos que la oligarquía talquina menos pudiente, complementaba sus atuendos con joyas de fantasía, opinión que se desprende de los altos indicadores de bisutería no detallados, que desplazan a segundo orden a relojes y joyas.

Tanto fino vestido y tanta vanidad transformaba en primera necesidad la importación de perfumes y como existía la convicción de que lo bueno y elegante era europeo, dichos suntuarios eran traídos, principalmente, de Francia e Inglaterra, en volúmenes cada vez más crecientes.La cuantía de importación para el mismo período 1856-1876 asciende a $171.859, mostrando un claro aumento a partir de 1868 cuando el promedio supera los $11.000, llegando en 1874 a la suma de $52.796, 31% del total30.

Los hábitos alimenticios de la oligarquía, como se ha visto al consignar otras de sus prácticas sociales, estuvieron marcados por un alto grado de refinamiento en el comer y beber, y por una gula que servía a las razones de tipo social que generaban fiestas, banquetes y tertulias. La pastelería y los manjares, por ejemplo, competían en cada residencia con lo mejor de licores y cigarrillos importados. Si bien es

cierto, que parte significativa de los alimentos consumidos eran nacionales, incorporar en el menú alguna exquisitez importada era signo de categoría.Según las fuentes consultadas, la importación de alimentos no alcanza cifras significativas respecto del total de la inversión, pero es dable destacar que múltiples productos eran importados directamente , especialmente azúcar molida, café, chocolate, encurtidos, galletas y té, asumiendo, por ende, una absoluta categoría de suntuario.

Cifras manejadas para el período 1850 – 1874 nos señalan un egreso de $5.838.891 en el ítem alimentos, licores y tabacos, en porcentajes de 67,4% para alimentos; 5% para licores y 14,3% para tabacos31.

A pesar de que en Chile se producía suficiente vino y licores para satisfacer la demanda interna, dicha oferta no ocupaba un lugar destacado en las mesas pudientes de la ciudad, siendo los licores importados de mayor consumo el vermouth italiano Fratelli; los vinos italianos Barolo, Barbera, Grignolino y Astre Spumane; los cogñacs Martell, Henressy y Atard Dypry; los champagnes Carte Blanche, Chequot, Moet Blanche y el vodka de Sebastopol.

Finalmente, un gasto suntuario inevitable entre los caballeros, dada la distinción que en definitiva otorgaba, eran los tabacos, siendo los mas demandados Rapé, Habano, Virginia, de Zaña y para Cachimba.

4.2.- Alimentos, Licores y Tabacos:

La ciudad de Talca, por ser punto medio entre Santiago y Concepción; fue tradicionalmente un lugar de descanso de los viajeros, lo que habría permitido a sus principales –la aristocracia provinciana de Villalobos- alternar con personas de los mas variados niveles, favoreciendo el eclecticismo social, propiciador de conductas imitativas.

La oligarquía de Talca se definió socialmente por el consumo suntuario, ya que esta acción les permitía demostrar la cuantía de los recursos de que disponía y/o el nivel de respaldo con que contaban a la hora de comprometerse en endeudamiento.

Este estilo de vida le lleva a ser mirada con desprecio por sus similares y la naciente burguesía de Santiago y Valparaíso, quienes observan que la única manera que tiene esta clase “provinciana” es ser vista por su gasto desmesurado e improductivo, motejándola de orgullosa, arribista y sobrestimada.

Aún a costo de sobrestimar su papel, queda meridianamente claro que su actuar – acorde a un tiempo y condiciones socioeconómicas particulares – dio a la ciudad un nombre, - el mentado “Talca, París y Londres- que para bien o para mal, quedó impreso en la menta

CONCLUSIONES:

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• Archivo Histórico Nacional. Fondo Judicial Talca Legajo 836 (1866)

• Diarios de Talca : El Emisario (1857); La opinión ( 1863, 1864, 1860, 1875); La Esmeralda (1879); El Alfa (1845); El Eco (1857, 1858); La Actualidad (1894); El Motor (1856); La Verdad (1883); De Avisos (1856)

• Estadística Comercial de la República de Chile (1850-1880).

• Hederra Concha, Francisco (1934). El Tapete Verde. Imprenta Poblete

• Poblete, Rafael (1968). Historia de Talca. Mimeo.

• Sánchez Andaur, Raúl (1993). Crédito Hipotecario y Oligarquía. Cuadernos Académicos del IP. Valle Central.

• Sombart, Werner (1935). Lujo y capitalismo. F.C.E. Santiago.

BIBLIOGRAFÍA:

1 Doctor en Historia de Chile. Académico de la Universidad Autónoma de Chile.

2 Se sugiere ver “Talca: medio siglo de Oligarquía (1850-1900)”, Revista Universum, Universidad de Talca, Chile, 1992.

3 Raúl Sánchez Andaur, Crédito Hipotecario y Oligarquía. Cuadernos Académicos I.P del Maule, Talca, 1993.

4 Werner Sombart, Lujo y Capitalismo. Fondo de Cultura Económica, Santiago, Chile, 1935: 60.

5 Diario El Emisario. Lujo en Talca. 4/10/1857

6 Diario La Opinión de Talca, 1875, y Diario La Esmeralda, 1879

7 Diario La Opinión de Talca, 1860. El subrayado es nuestro.

8 Diario La Opinión de Talca, 28/09/1864.

9 Cesar Cuadrado M. Recortes seleccionados de su propiedad, sin identificación

10 Cesar Cuadrado M. Recortes seleccionados de su propiedad, sin identificación.

PIES DE PÁGINA:

11 1 Oriente entre Alameda y 1 Norte

12 1 Oriente de 1 a 5 Sur

13 Diario El Alfa de Talca, 27/12/1845

14 Diario El Alfa de Talca, 27/12/1845

15 Diario El Eco de Talca, 10/01/1858

16 Diario El Eco de Talca, 22/05/1858

17 Francisco Hederra Concha, El Tapete Verde, Imprenta Poblete, Talca, 1934: 246.

18 Diario La Opinión de Talca, 02/12/1863

19 Rafael Poblete Zúñiga, Historia de Talca. Impresión mimeografiada, 1968.

20 Diario La Actualidad de Talca, 13/05/1894.

21 Benjamín Contardo Campos, solicita la partición a nombre propio y de sus hermanos Fidel, Abelardo, Gloria, Rosa, Andrés, Segundo y Felicinda.La cuantía de los bienes declarados es apreciable, ya que se identifican 11 propiedades urbanas en Talca, tasadas en $ 44.700, además del fundo Flor del Llano, que con instalaciones, herramientas y animales se avalúo en $ 71.000.-

22 Archivo Histórico Nacional de Chile, Judiciales Civil Talca, 1866, legajo 836, fs. 1 - 90.

23 Hederra Concha, El Tapete cit: 61 y 62

24 Diario El Motor de Talca, 09/02/1856

25 Diario El Eco de Talca, 09/08/1857

26 Diario La Verdad de Talca, 09/08/1883

27 Estadística Comercial República de Chile, Puerto de Constitución 1850 - 1880

28 Diario de Avisos, 17/10/1856

29 Estadística Comercial República de Chile, Puerto de Constitución 1856 - 1876

30 Estadística Comercial República de Chile, Puerto de Constitución 1856 - 1876

31 Estadística Comercial República de Chile, Puerto de Constitución 1850-1874

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¿Qué hay detrás de loba capitolina?

RESUMEN

PALABRAS CLAVES

ABSTRACT

KEY WORDS

Estefania Ferrer del Río1

La Loba Capitolina, desde la fundación de la Urbs en el 753aC, ha abarcado una amplia historia en varios ámbitos: mitológica, literaria e iconográficamente. Partiendo de la escultura talquina situada en la plaza Italia, analizaremos aquello cuanto envuelve la figura de la Loba, desde su aparición en la literatura a su particularidad artística representativa. Una breve revisión de un mito inmerso la conciencia histórica de los latinos.

Loba Capitolina, escultura, Talca, mitología, literatura.

The Capitoline Wolf, from the founding of Rome in 753bC, has covered a long history in several areas: mythological, literary and iconographic. Beginning with the sculpture at Plaza Italia in Talca, we’ll discuss terms that surrounds the figure of the Wolf, from its appearance in the literature to their particular artistic representation. A brief review of a myth immersed on historical consciousness of latin people.

Capitoline Wolf, sculpture, Talca, mythology, literature.

La obra escultórica medieval original2 (lám.1) conservada en el museo del Capitolio3 en Roma, nos muestra una loba4 amamantando dos recién nacidos gemelos, Rómulo y Remo (lat. Romulus et Remus). Pero para poder llegar al porqué de esta iconografía mitológica, deberemos remontarnos a la historia de Eneas (lat. Æneas, gr. Αἰνείας).

Eneas era un héroe de la guerra de Troya5 que, tras la finalización de ésta, marchó a través del Mediterráneo hasta el Lacio6, donde estableció su reinado. Tras otra batalla, en esta ocasión por el ataque de Etruria, pueblo de renombre por su considerable potencia, Eneas pereció, pese a ser un combate favorable para los latinos. Le sucedió Ascanio, su hijo, en un principio demasiado joven para ostentar tal cargo, llegó a fundar, a los pies del Monte Albano, la ciudad de nombre Alba Longa, a donde se trasladó la colonia de Lavinio. Ascanio fue sucedido por su hijo Silvio, Silvio por Eneas Silvio, Eneas Silvio por Latino Silvio7, y así sucesivamente hasta que llegamos a la descendencia del rey Proca, quien engendró a Númitor y a Amulio, quien se proclamó rey tras desbancar a su hermano y eliminar toda descendencia masculina posible de éste, llegando a escoger a su sobrina Rea Silvia para vestal8, aunque fue forzada y dio a luz a gemelos, Rómulo y Remo. Al haber sido aniquilada toda la estirpe masculina de Númitor, se decidió aprovechar la riada del Tíber para dejar a los neonatos a merced de un fatal desenlace, pero una loba sedienta que se hallaba en la orilla, al observar a los gemelos, les ofreció sus ubres y les alimentó hasta que el mayoral del ganado del rey les recogió y los llevó hasta éste. Siendo ya mayores, ansiaban fundar una ciudad en el mismo emplazamiento donde fueron recogidos, uniendo así Lavinio y Alba Longa; una vez fundada ésta, Rómulo escogió el Palatino y Remo el Aventino9 como lugares para tomar los augurios, pero el número de augurios que obtuvo cada uno10 supuso una pugna entre hermanos por el poder en el que Rómulo acabó asesinando a Remo, otorgando así su nombre a la ciudad fundada el 753 aC.

No es extraño pensar que éste se convertiría en un tema tanto literario11 como iconográfico recurrente no sólo en la península itálica, sino también en sus provincias o incluso en otros territorios transoceánicos en época contemporánea, pues simboliza el preludio de la fundación de la Urbe, los antecedentes de nuestra historia.

Es el caso del monumento a la Loba Capitolina en Talca (lám. 2), del referido a la Loba Capitolina de Segovia (España)12 (lám. 3) y del de Ai Caduti

per l’Italia ‘A los caídos por Italia’ de Mar del Plata (Argentina)13 (lám. 4) que, además de tener como elemento principal –y central- la luperca nutriendo a unos desamparados Rómulo y Remo, comparten una idéntica procedencia: Italia.

En concreto, nos centraremos en la escultura talquina ubicada en la Plaza Italia (frente a la estación de Ferrocarriles del Estado), donada el año 1940 por Alberto Tartari y Giovanni Delcante a la comunidad italiana como símbolo de la generosidad que los conciudadanos tuvieron con éstos durante su estancia en la ciudad, siendo bendecida en el año 1942 por el obispo Manuel Larraín con motivo de la celebración del bicentenario de la fundación de la ciudad –entonces llamada San Agustín de Talca-, el 12 de mayo de 1742.

En cuanto al grupo escultórico de la luperca amamantando a Rómulo y Remo, similar a la hallada en Mar del Plata, sabemos que fue adquirido en Italia, exactamente en Florencia, cuyo material es de bronce; una copia fiel de la original romana y que fue realizada por el escultor Angiolo Vannetti, profesor y miembro de la Academia de Bellas Artes de Florencia.

Por otra parte, el pedestal es una réplica exacta del templo dedicado al dios Apolo (lám. 5) –hoy en ruinas-, ubicado en el Foro Romano (Roma), y cuya obra correspondió al arquitecto Carlos Veglia. Los capiteles de las columnas, en cambio, fueron elaborados por el escultor José Miguel Cruz, primer director del Museo de Bellas Artes de la ciudad14 y la fundición de las placas en bronce por Carlos Pinto, placas (lám. 6) en las que podemos observar los escudos de Chile e Italia entrelazados como símbolo de la estrecha amistad que ha habido entre ambos países latinos y en cuya inscripción se puede leer:

A Talca fraterna e ospitale. Questo simbolo della perennitá di Roma Imperiali e latina. La collettivitá italiana memore offre XXI - aprile MCMXL. Alberto Tartari e Giovanni Delcante donaron generosamente.

‘A Talca fraterna y hospitalaria, este símbolo de la perennidad de Roma Imperial y latina, la colectividad Italiana agradecida obsequia, 21 de abril de 1940. Alberto Tartari y Giovanni Delcante donaron generosamente.’

Cabe destacar las figuras del vicecónsul de Italia en Talca, Galileo Colucci Valenzuela, en el favorecimiento de la realización de dicha escultura, ideada ya, en un primer término, por su padre, Eduardo Colucci, quien también ostentó el cargo de Agente Consular de Italia en la ciudad talquina, y de los alcaldes Luis Barros, quien llevó a cabo las gestiones preliminares del monumento, y Gilberto Fuenzalida, durante cuyo mandato fue obsequiado.

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Loba Capitolina. Roma .

A los caídos por Italia.(Mar del Plata)

Ruinas del Templo de Apolo Talca

Loba Capitolina. Talca

Loba Capitolina en Segovia

BIBLIOGRAFÍA:

• Benoit, Rigon (1996): Crónicas talquinas, Universidad de Talca, Talca, p. 162.

• Bernabé Pajares, A. (1979): Fragmentos de épica griega arcaica; editorial Gredos, Madrid.

• Carruba, A. M. (2006): La Lupa Capitolina. Un bronzo medievale (presentazione di Adriano La Regina); De Luca Editori d’Arte, Roma.

• Collier, S.-Sater, W. F. (1999): Historia de Chile (1808-1994); Cambridge University Press, pp. 183 y ss.

• Cruz, N.-Wipple, P. coordinadores (1996): 1932-1952: “Consolidación Democrática, Estatismo y Urbanismo”, en Nueva historia de Chile. Desde los orígenes hasta nuestros días; editorial Zig-zag, Santiago de Chile, p. 431.

• DD. AA. (1994): Talca y su muy noble historia; Universidad de Talca, Talca, p. 405.

• Homero (2006): Ilíada; Editorial Gredos, Madrid.

• Opazo Maturana, G. (1942): Historia de Talca, Santiago.

• Oto, J. I. (2010): Historia de Chile ilustrada; editorial Ercilla, Santiago, tomo 10, pp. 41-79.

• Plutarco (1985). Vidas paralelas, Volumen I: Teseo y Rómulo; Licurgo y Numa; editorial Gredos, Madrid.

• Salazar, G.-Pinto, J. (1999): Historia contemporánea de Chile I. Estado, legitimidad, ciudadanía; Vol. I, LOM Ediciones, Santiago, p. 156 y ss.

• Sedita, G. (2010): Gli intellettuali di Mussolini. La cultura finanziata dal fascismo; editorial Le Lettere, Firenze.

• Livio, Tito (2007): Historia de Roma desde su fundación; editorial Gredos, Madrid.

• Valderrama Gutiérrez, J. (2008): Episodios históricos talquinos, Universidad de Talca, Talca, pp. 232 y 245.

• Villari, L. (1956): La política exterior de Mussolini; editorial AHR, Barcelona.Virgilio (2007): Eneida; editorial Gredos, Madrid.

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1 Licenciada en Filología Clásica por la Universidad de Valencia (España)

2 La escultura de la loba, que se expone actualmente en los Museos Capitolinos, se creía etrusca, pero en 1996, tras una restauración, surgieron dudas sobre su procedencia. Las investigaciones para esclarecer su edad comenzaron en 2009 y se han realizado gracias a avanzadas técnicas como la espectometría de masa, que ha permitido extraer y analizar pequeñas muestras orgánicas, restos de tierra o vegetales, para ser analizados y después comparados. A pesar de que los científicos consideran que nunca se podrá concretar con exactitud su datación, sí que se ha concluido que se trata, con bastante probabilidad, de una copia medieval (s. XI-XII) de una original etrusca. Curiosamente, en el año 1941, en época de Mussolini, se le añadieron las esculturas de Rómulo y Remo amamantando.

3 La sede histórica de los Capitolinos está constituida por el Palacio de los Conservadores y el Palacio Nuevo, edificios situados en la plaza del Capitolio, remodelada según el diseño de Miguel Ángel. La creación del museo pudo ser llevada a cabo en 1471, cuando el Papa Sixto IV donó a la ciudad una importante colección de bronces -provenientes del Laterano- que hizo instalar en el patio del palacio de los Conservadores y en la plaza del Capitolio. Es considerado el museo público más antiguo del mundo.

4 Llamada también Luperca o Loba capitolina, nombrada así por su situación expositiva.

5 Eneas era sobrino de Príamo, el rey de Troya. Se casó con una de las hijas de éste, Creúsa, la cual se le aparece espectral para despreocuparle por su muerte, pues aquél era su destino (como así aparece en la Eneida). Durante la guerra contó con la salvaguarda y protección de los dioses, aunque por orden de su madre, la diosa Afrodita, huyó de la ciudad cuando ésta cayó en manos de los aqueos.

6 “[…] llegó primero a Macedonia, de allí fue empujado a Sicilia [...], de Sicilia se dirigió por mar a las tierras laurentinas” Tit. Liv. I, 1. Allí fue acogido por el rey Latino y sus aborígenes, quien le ofreció la mano de su hija en matrimonio, con lo que su asentamiento se hizo estable y seguro. Fundaron una ciudad llamada Lavinio. El rey Latino, tras una confrontación con Turno, rey de los rútulos, falleció, pero Eneas venció, por lo que se proclamó rey de ambos pueblos a los que denominó latinos.

7 Cabe decir que el sobrenombre de Silvio era común a todos los reyes de Alba restantes: Alba, Atis, Capis, Capeto, Tiberino que fue ahogado en el río Albula (Tíber), Agrippa, Rómulo Silvio que pereció a causa del golpe de un rayo, Aventino y Proca, padre de Númitor y Amulio.

8 Era una sacerdotisa consagrada a la diosa del hogar Vesta. Las vestales debían ser vírgenes, de padre y madre reconocidos, y de gran hermosura. Su mayor responsabilidad era mantener encendido el fuego sagrado de dicha diosa, situado en el Foro Romano por lo que tenían restringidos sus movimientos: estaban liberadas de las obligaciones sociales habituales de casarse y tener hijos, tenían voto de castidad para dedicarse expresamente al estudio y correcta observancia de los rituales estatales que no podían efectuar los colegios sacerdotales masculinos.

9 Son dos de las siete colinas en que se asienta la ciudad eterna: Aventino, Campidoglio, Palatino, Celio, Esquilino, Quirinale y Viminale.

10 Seis buitres Remo y el doble Rómulo.

PIES DE PÁGINA:11 Metamorfosis de Ovidio, XIV 771-850, XV 547-621, XV 547-621; Vidas paralelas de Plutarco, Teseo; entre otros.

12 Se ubica frente al acueducto, una copia de luperca original, y fue un obsequio que Roma entregó a la ciudad en 1974 durante los actos de celebración del bimilenario del acueducto.

13 Fue construida por Vicente Albanese, en 1958. El monumento fue donado por la Asociación de ex-combatientes italianos de Mar del Plata a la Comuna de dicha ciudad. Las tres columnas simbolizan alegóricamente la tierra, el cielo y el mar, culminadas con un capitel gótico que sostiene una imitación de la homónima loba.

14 A principios de 1929 llegó a Talca, procedente de Santiago, y fue nombrado como primer director del Museo en una etapa en la que éste funcionaba en un sector del liceo de Hombres de Talca, llegando a dirigirlo durante 30 años.

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Cambiando De Piel: La Metamorfosis Arquitectónica De Talca

RESUMEN

PALABRAS CLAVES

ABSTRACT

KEY WORDS

Albert Ferrer Orts1

Las ciudades, como quiénes las habitan, cambian de piel a lo largo de los años y se amoldan a los nuevos estilos. El caso de ciudades que, como Talca, sufren las acometidas de los elementos naturales pone de manifiesto la difícil recuperación de las particularidades que, en otro tiempo, las hizo peculiares.

Urbanismo, arquitectura, Talca, historicismo, modernismo.

The cities, like who inhabit them, shed their skin over the years and conform to the new styles. The case of cities such as Talca, experience the rush of natural elements highlights the difficult recovery of the particularity that, in another time, was peculiar.

Urbanism, architecture, Talca, historicism, modernism.

¿Quién conoce alguna ciudad que se precie de serlo que no haya ido cambiando de piel conforme han pasado los siglos? Ninguna, a no ser que su reloj biológico se detuviera en algún momento de la historia y haya sido, sea o pueda ser objeto de recuperación y estudio desde la arqueología. Hago esta pregunta retórica preliminar con la intención de suscitar en el lector la reflexión, al fin y al cabo este trabajo se concibe como un ensayo sobre una ciudad en particular, Talca, acostumbrada muy a su pesar –es decir, a través de sus ciudadanos- a los seísmos y a la (re)construcción que implícitamente conllevan.

Desde luego, podemos decir sin miedo a equivocarnos que quizás no exista ciudad en el planeta que no haya experimentado transformación alguna a lo largo de su periplo vital. Ninguna, como decíamos, salvo aquellas que, por los motivos que fueren, dejaron de serlo en determinado momento. Sin embargo, no es menos verdad que algunas de las urbes que hoy perviven presentan unas credenciales de antigüedad considerables a pesar del paso del tiempo2. Complejos tapices urbanos en los que suelen convivir más o menos armónicamente diferentes trazas con diversas arquitecturas, en definitiva variadas pieles que, ocultas, visibles o, en todo caso, superpuestas, continúan respondiendo a la finalidad para la que fueron creadas: servir a los intereses de sus ciudadanos a través de generaciones.

La experiencia ciudadana, por así decirlo, acompaña el devenir del ser humano desde el Neolítico y ha acabado por configurar su concepción del hábitat como espacio desde el cual se interactúa e influye sobre la naturaleza circundante. No se conoce ciudad que no haya distorsionado el paisaje donde se ubica ni naturaleza específica, si se quiere su particular geografía física, que no se haya ido adaptando al impacto de aquella a lo largo de los años.

La obviedad del discurso no excluye que podamos dialogar sobre los pormenores que se han ido sucediendo sin solución de continuidad desde entonces hasta el momento presente. Lo que parece sencillo se nos muestra como el verdadero talón de Aquiles sobre el que sopesar de dónde venimos y hacia dónde vamos, especialmente cuando gran parte de la población del planeta se concentra en las ciudades porque en ellas encuentra un modelo de supervivencia superior a cualquier otra forma de vida individualizada y, a la vez, o sobre todo, en sociedad.

Claro que el proceso civilizador, consecuencia última del desarrollo de las ciudades y de las experiencias de todo tipo que en ellas se dan, nunca ha sido uniforme como tampoco las sociedades que lo han ido generando. A períodos de gran expansión urbana, por las causas que fuere, les han sucedido etapas de contracción, al esplendor le ha sobrevenido la oscuridad y al desarrollismo la conciencia medioambiental, entre otras muchas variables a las que no somos ajenos porque en algún momento hemos desempeñado nuestro papel en su poliédrico escenario.

La experiencia ciudadana, en este contexto diferenciado según de qué continente se trate, demuestra una serie de pautas comunes que, a medida que se ha extendido la globalización –un proceso que decididamente se inició en el siglo XIX-, participa de los mismos avances y de idénticos problemas y soluciones. Desde esta óptica, el crecimiento inusitado de nuestras urbes durante la pasada centuria conlleva una seria meditación sobre cuáles son sus límites y qué modelos de sostenibilidad (si se quiere, calidad de vida en armonía con el entorno) han de observarse para que no degeneren en enormes contenedores de infelicidad manifiesta en todos y cada uno de los aspectos que podamos imaginar.

La complejidad de la cuestión ha suscitado desde antiguo innumerables cavilaciones en urbanistas, arquitectos, historiadores, geógrafos, filósofos, políticos… hasta llegar, mediante los mass media, es decir los medios de comunicación de masas, a millones de ciudadanos anónimos que han participado, participan y participarán en el apasionante debate al que nos referimos.

Con todo, quisiéramos que esta problemática consustancial a la experiencia ciudadana (una especie de caja de Pandora permanentemente abierta) quedara como marco introductorio a las vicisitudes por las que atraviesan ciudades que, como Talca, se ven abocadas de tanto en tanto a la exigente tarea de resurgir de sus propias cenizas, cual ave fénix, y reinventarse cíclicamente a consecuencia de determinadas catástrofes naturales.

El caso chileno, desde luego, es desgraciadamente rico en este tipo de acontecimientos. Baste recordar que entre 1570, fecha del primer terremoto documentado por los españoles en Concepción, hasta 2010, año del último episodio que afectó principalmente a la VII Región3, han sido numerosísimos los seísmos que han recorrido de norte a sur el país y que, además de cobrarse gran cantidad de víctimas humanas, han obligado a sus

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resignados habitantes a (re)construir infinidad de veces sus maltrechas ciudades.

Este preciso aspecto, el de volver a construir y reconstruir, es el que ahora nos ocupa, pues ante tal disyuntiva es comprensible que el legado arquitectónico y, en menor medida, urbanístico de las ciudades chilenas se haya ido modulando al compás de terremotos, tsunamis y volcanes, principalmente. Una peculiaridad que sobredimensiona el esfuerzo por conservar, en la medida de lo posible, el legado histórico-artístico-cultural que ha ido perviviendo casi milagrosamente en condiciones extremas.

Se comprenderá, pues, la profunda renovación que éstas han venido experimentando y la dificultad añadida de devolver su antiguo lustre, maltrecho por esta sucesión inevitable de calamidades naturales. Un statu quo que sugiere que los distintos actores que participan activamente en la vida pública tomen cartas en el asunto, alentados por la ciudadanía, y den respuesta a las incógnitas que se suscitan ante tal panorama desolador4.

El caso de la ciudad de Talca5, uno más entre otros muchos como se ha referido, gravemente dañada por el seísmo del 27 de febrero de 2010, trae a colación esta tesitura actualizándola en nuestros días, no en balde nos hallamos, sin lugar a dudas, ante un corolario de pérdidas que en muchos casos se nos antojan sino definitivas sí de difícil resolución futura. Y como muestra un botón, puesto que hemos hecho acopio de numerosos edificios que, nacidos desde la década de los treinta del siglo pasado, situados entre las coordenadas del damero que siguen: 1 poniente, 4 norte, 6 sur y 11 oriente, presentan un estado o bien (semi)ruinoso o de preocupante abandono que invitan al pesimismo.

Estas construcciones, diseñadas a la europea en un período en que todavía eran importantes las colonias francesa, inglesa y, por ende, española6, nos retrotrae al optimismo con que todavía sus habitantes se rehacían del suceso sísmico de 1928, en el que perecieron no pocos edificios de la época de la colonización, entre ellos la otrora espléndida catedral, además de otros tan singulares por su prestancia como el propio Palacio Consistorial.

El eclecticismo en su vertiente historicista (neoegipcia, neogótica, neorrenacentista, neomudéjar, neocolonial, neobarroca…) y el modernismo tomaron rezagadamente cuerpo

en la capital del Maule engalanando desde las líneas de fachada hasta los chaflanes entre la alameda y numerosas vías comprendidas, básicamente, dentro de las coordenadas espaciales antedichas. Un revival singular que volvía a poner en órbita el pulso de la ciudad y su voluntad, digamos, cosmopolita a pesar de que su economía se fundamentara en el sector primario. Una arquitectura, la suya, que se irá enriqueciendo con otros estilos más modernos, como el racionalismo, hasta los inicios del siglo XXI7, entre un verdor exuberante y una horizontalidad hasta entonces notable.

Tras el episodio de hace tres años, la ciudad va recuperándose aunque las profundas heridas de sus edificios más relevantes, en tanto en cuanto mostraban una singular diversidad de estilos, son prueba fehaciente de que su reintegración al paisaje urbano –mediante su conservación, restauración y uso- presentan una compleja solución8, especialmente cuando sus inquilinos desconfían de su resistencia ante eventuales temblores y la especulación inmobiliaria apetece de nuevos solares para sus proyectos edilicios en vertical.

Una metamorfosis incipiente que no augura buenos tiempos para la amalgama de estilos que todavía ofrece Talca, pero que es hora de reivindicar porque una ciudad sin pasado visible y palpable, sin señas de identidad reconocibles, difícilmente puede aspirar a enarbolar decididamente la bandera de un progreso sostenible y digerible a la vez. Más bien, puede correr el riesgo de pasar a engrosar la abultada lista de urbes sin personalidad definida que, desgraciadamente, cada vez son más frecuentes a lo largo y ancho del planeta.

“La casa en ruinas llora por la nochesu tenebrosa soledad,

la casa en ruinas grita una blasfemiaque lleva el viento audaz”9.

Arquitectura Barroca – Colonial

Arquitectura Neo Egipcia

Arquitectura Neogótica

Arquitectura Neo Renacentista Arquitectura Racionalista

Arquitectura Neo Barroca

Arquitectura Modernista

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BIBLIOGRAFÍA:

• Cortés, A. (2013). Talca en 1910. Una sociedad provincial en el centenario nacional. CNCA. Talca.

• Gaete Figueroa, M. et. al, editores (2010). Intenciones de ciudad. Arquitectura, cultura y territorio. CNCA, Santiago.

• González Bastías, Jorge (1924). El poema de las tierras muertas. Reedición 2013, Valparaíso.

• Morales Yamal, Alejandro, et. al (2013). Talca Sub Terra. Vestigios arqueológicos urbanos de nuestra ciudad, Talca.

• Opazo Maturana, Gustavo (1942). Historia de Talca. Santiago.

• Sánchez Andaur, Raúl. et. al. (2011). Talca, París y Londres. La presencia de los franceses e ingleses (1875-1928).

PIES DE PÁGINA:

1 Doctor en Historia del Arte. Académico de la Universidad Autónoma de Chile.

2 Casos, por ejemplo, de Jericó (Palestina), Biblos, Sidón, Beirut y Tito (Líbano), Damasco (Siria), Sura, (Irán), Faiyum (Egipto), Plovdiv (Bulgaria), Gaziantep (Turquía), Jerusalem (Israel), Kirkuk y Arbil (Iraq), Balk (Afganistán), Atenas y Tebas (Grecia), Larnaca (Chipre), Cádiz (España) o Karanasi (India), entre otros más.

3 Al respecto, véase la siguiente web: http://www.angelfire.com/nt/terremotos/chilehistoria.html (consultada el 7 de abril de 2013).

4 Intentos como el que recoge la obra de Gaete Figueroa, M.; González Vergara, S. y Peldoza Verdugo, H. (eds.), Intenciones de ciudad. Arquitectura, cultura y territorio, 1, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile, Santiago, 2010, viene a poner de relieve esta praxis.

5 Sobre la historia de la ciudad y sus peculiaridades urbanas y arquitectónicas, también pueden consultarse tres estudios de referencia: Opazo Maturana, G., Historia de Talca, Santiago, 1942, en particular el capítulo XIX, y la obra miscelánea de Zamorano Pérez, P. E. et al., Talca y su muy noble historia, Universidad de Talca, Talca, 1994, y Morales, A., Cabello, A. Mª. y Olmedo, G., Talca sub terra. Vestigios arqueológicos urbanos de nuestra ciudad, Talca, 2013.

6 Los historiadores Raúl Sánchez Andaur y Gonzalo Olmedo Espinoza así lo relatan en su obra Talca, París y Londres. La presencia de los franceses e ingleses (1875-1928), Talca, 2011; a la que seguirá en próximas fechas la correspondiente a la impronta de los españoles. Del dinamismo de la sociedad talquina, también se ha ocupado recientemente Cortez, A., Talca en 1910. Una sociedad Provincial en el Centenario Nacional, CNCA, Talca, 2013.

7 Gaete Figueroa, M.; González Vergara, S. y Peldoza Verdugo, H. (eds.), op. cit.

8 Como se encargan de recordar, por lo que se refiere a los pavimentos urbanos de la ciudad, Morales, A., Cabello, A. Mª. y Olmedo, G., op. cit.

9 Extraído de González Bastías, J., El poema de las tierras pobres, Ediciones Inubicalistas, 1924, reed., Valparaíso, 2013, p. 40 .

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El final del trabajo se incluye la bibliografía, ordenada por apellido de autores, en orden alfabético.

• Libros: Apellido del autor, Nombre del autor. Título del libro. Ciudad de edición, Editorial, Año. Ejemplo: Mellafe Rojas, Rolando y Loyola, Goich. La memoria de América colonial. Santiago, Editorial Universitaria, 1994.

La revista MANSO DE VELASCO es una publicación de frecuencia anual, editada por la carrera de Pedagogía en Historia, Geografía y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Chile, dedicada a las Humanidades, Ciencias Sociales y Patrimonio. Esta revista publica artículos sobre Chile, América y el mundo, resultados de investigaciones originales. También tiene secciones especiales complementarias dedicadas a notas, discursos y reseñas de libros y tesis.

Bibliografía

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Revisión y Decición

La extensión máxima de los artículos, todo incluido, es de 8.000 palabras. Las notas tienen hasta 4.000 palabras y las reseñas 1.500. En este caso debe incluir nombre y filiación institucional del autor de la reseña, y los datos bibliográficos del libro reseñado: autor, título, lugar de edición, editorial, año, número de páginas y número de ISBN. La revista publica preferentemente artículos en español. En casos excepcionales puede publicar también artículos en portugués, inglés o francés.

Dentro del texto, las obras se citan con el apellido del autor, el año de la publicación: el número de página. Ejemplo: (Rice, 2010: 33-34). No se escriben palabras con la totalidad de las letras en mayúscula. Las mayúsculas solo se usan en la letra inicial, al comienzo de una oración o de un nombre propio. Por ejemplo: Alemania, Juan. En notas a pie de página se incluyen aclaraciones un poco más largas. No se usan expresiones como op. cit, idem o ibid. Los textos se envían en Word, letra times cuerpo 12 para el texto y cuerpo 10 para notas al pie. No usamos palabras en negrita ni subrayadas ni con todas las letras en mayúscula. El envío de un artículo para esta revista, implica el compromiso de no someterlo simultáneamente a otra revista, y de no haberlo publicado antes.

Texto

NORMAS PARA LOS COLABORADORES

Conflicto de Interés

Al someter un artículo a MANSO DE VELASCO, el autor tiene el derecho de expresar si tiene conflicto de interés con alguna persona, para que la misma no sea designada evaluadora de su trabajo. La revista se compromete a respetar la confidencialidad de esta información. Sólo se considerarán objeciones fundamentadas a personas, no a instituciones o unidades de investigación.

• Artículos publicados en revistas: Apellido del autor, Nombre del autor. “Título del artículo”. Nombre de la revista volumen, número (ciudad de publicación, año de publicación): números de páginas de comienzo y fin del artículo. Ejemplo: Duhart, Frédéric. “Una sociabilidad etílica popular en el umbral del siglo XXI: beber en las fiestas de Bayona (Francia, 1990-2005)”. Estudios Avanzados 14 (Santiago, 2010): 207-234.

• Capítulos de libros: Apellido del autor, Nombre del autor. “Título del capítulo”. En: Apellido del editor del libro, Nombre del editor del libro. Título del libro en itálica. Ciudad de edición del libro, Editorial, año de edición: número de páginas inicial y final del capítulo. Ejemplo: Blanquez Pérez, Juan. “El vino en los rituales funerarios ibéricos”. En: Celestino Pérez, Sebastián. Arqueología del vino. Los orígenes del vino en Occidente. Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 2009: 217-244.

• Artículos publicados en revistas on line: Apellido del autor, Nombre del autor. “Título del artículo”. Nombre de la revista (Ciudad, año). Número de ISSN. URL (fecha de la consulta). Ejemplo: Aranda, Marcela; Yuri, J. A.; Castro, A.; Solar, M.; Soto, N.; Quinteros, K.; Gaete, J.; Rivas, J. y Chávez, C. “Frutos secos en Chile y Cuyo. Nogales, almendros y castaños (1700-1850)”. Revista de Historia Iberoamericana [en línea] (Madrid, 2009). ISSN 1989-2616. http://revistahistoria.universia.cl/pdfs_revistas/articulo_102_1277853004810.pdf (consultado 24-1-2011).

• Artículos publicados en actas de congresos: Apellido del autor, Nombre del autor. "Título de la ponencia". Actas del Nombra del Congreso. Ciudad, País, fecha del congreso. Lugar, Editorial, Año de publicación: número de páginas inicial y final de la ponencia. Ejemplo: Parras Rosa, Manuel. “La economía oleícola en el período 1986-2005”. Actas del I Congreso de Cultura del Olivo, Jaén, octubre de 2005. Jaén, Instituto de Estudios Giennenses, 2007: 341-363.

• Ponencias presentadas en congresos: Apellido del autor, Nombre del autor. “Título de la ponencia”. Presentada en: Denominación del Congreso. Ciudad, País, fecha del congreso. Ejemplo: Parras Rosa, Manuel. “La economía oleícola en el período 1986-2005”. Ponencia presentada en I Congreso de Cultura del Olivo, Jaén, España, octubre de 2005.

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