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    Mandeville y Smith:elementos de una

    herencia noreconocida

    Esther Pascual Lpez

    I

    C

    uando a mediados del siglo XVIII

    Adam Smith coloca a BernardMandeville entre los sistemas li-cenciosos en su Teora de los SentimientosMorales, no hace sino recoger el juicio que suscontemporneos haban dedicado al autor deLaFbula de las Abejas. El subttulo de la obra,Vicios privados, beneficios pblicos es unamuestra del tono deliberadamente provocador deun texto que granje a su autor la reputacin deabogado del vicio. No obstante, Smith viomucho ms que eso en Mandeville y llega a reco-nocer que su pensamiento bordea la verdad.

    A comienzos del siglo Mandeville habaplanteado una defensa de la sociedad comer-cial basada en que creaba prosperidad mate-rial, y en que cualquier alternativa era inviable.Parta de una concepcin de la naturalezahumana como naturaleza cada, aquejada deun fuerte dficit cognoscitivo y moral quereduca al individuo a un ser movido por suspasiones egostas.

    A partir de un material tan defectuoso, lalabor de la educacin, sea la educacin infantil,

    sea la obra ms amplia de polticos y moralis-tas, consista en propiciar la sustitucin de lossntomas ms evidentes y agresivos de laspasiones por otros ms aceptables, en hacer queel individuo renunciara a las formas ms direc-tas y conflictivas de satisfaccin en aras de otrasmediatas pero ms seguras. Esto se consiguehaciendo jugar una pasin contra otra (el miedoa la muerte en combate se vence con la ayuda dela clera) y fundamentalmente mediante laexcitacin del orgullo frente a cualquier otrapasin. El resultado, que no supone la conquis-ta de las pasiones sino nicamente la transfor-macin de sus sntomas, es la virtud simulada obuenas maneras, los beneficios pblicos.

    El paso de Mandeville a Smith recoge lasvicisitudes de una explicacin del orden socialcomo orden del mercado que surge a partir deindividuos aislados. Los aspectos paradjicosde Mandeville se borran en Smith, y lo que eraimpostura, vicio transformado o virtud simula-da, reaparecer en Smith como virtud real.

    La explicacin de Smith del vnculo social,

    a partir de individuos aislados, descansa sobredos mecanismos: el espectador imparcial yla mano invisible.

    91Ttulo del artculo

    Esther Pascual Lpez.Poltica y Sociedad, 37 (2001), Madrid (pp. 91-96)

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    La metfora de la mano invisible remite ala existencia de un orden providencial quehace confluir la persecucin de los interesesprivados hacia el bien comn. Es un elementocentral en La Riqueza de las Naciones, y endicho tema la deuda de Smith respecto a Man-deville ha sido a menudo acreditada. Pero laexplicacin de la moralizacin del comporta-miento individual a travs de la vigilancia delespectador imparcial, tiene asimismo puntosde contacto con la descripcin de Mandevilledel travestismo de las pasiones que propicia laaparicin de las buenas maneras o virtud mun-dana y hace posible la vida social.

    El espectador recto e imparcial es lametfora visual en la que Smith sintetiza el

    mecanismo que le permite explicar cmo laexpresin de las pasiones del individuo es con-ducida a un trmino tal que pueda ser aceptadapor los otros.

    Mediante la imaginacin el individuo puedeponerse en el lugar del otro y experimentar,aunque de forma atenuada, lo que el otro sien-te en una determinada circunstancia. Evalaas la correccin de las emociones y de lasconductas ajenas considerando su proporcincon la causa u objeto que las suscita. Si al

    ponerse en el lugar del otro experimenta algosemejante aprobar sus emociones y las accio-nes que de ellas deriven. Por el contrario, si sualegra o resentimiento le parecen despropor-cionadas con su causa, no podr simpatizarcon el agente, y desaprobar sus sentimientosy los eventuales comportamientos que de ellosderiven.

    En un segundo momento esta capacidad desimpatizar se refleja sobre el propio individuoque se convierte en espectador de sus propiasacciones y emociones, vindose a travs de losojos de los dems.

    Slo podemos hacer esto [escudriarnuestros propios sentimientos y emociones]intentando observarlos a travs de los ojosde otra gente, o como es probable que otroslos contemplen [...]Tratamos de examinarnuestra conducta tal como concebimos quelo hara cualquier espectador recto e impar-cial (Smith, 1997: 228).

    Este mecanismo por el que cada individuo

    es alternativamente agente y espectador es labase del juicio moral que establece la correc-cin o incorreccin de los sentimientos y el

    mrito o demrito de los comportamientos.Pero adems de esta funcin evaluativa, esteproceso tiene un efecto educador sobre loscomportamientos. El espectador, dice Smith,se esfuerza para identificarse con los senti-mientos de la persona principalmente afectaday sta para atenuar sus emociones hasta ellmite donde pueda acompaarla el espectador(Smith, 1997:74). De este modo los individuosvan moldeando su comportamiento para adap-tarlo a los requerimientos del espectador.

    Este mecanismo guarda una gran similitudcon el que Mandeville utiliza para dar cuentade la vida social. Para Mandeville la conductadel individuo viene determinada por las pasio-nes que naturalmente le constituyen. Dos tipos

    de pasiones se ponen en juego: de un lado lapasin del self-love, el egosmo, que pugnapor la autoconservacin sin consideracinhacia los dems; por otro el self-liking, lapasin de la autoestima, o aficin a s mismo,por la que cada individuo se estima por encimade su valor.

    El individuo no puede evitar perseguir supropio inters self-love y esto le enfrentaa los dems, pero esta persecucin se ve cons-treida por la necesidad de satisfacer la pasin

    de la autoestima, de mantener la buena opininque tenemos de nosotros mismos.A su vez, la necesidad de tener una buena

    opinin de uno mismo slo puede satisfacersede modo reflejo, a travs de la aprobacin denuestra conducta por parte de los otros.

    Mandeville plantea la necesidad de conside-rar esta pasin distinta del egosmo, la pasinde la imagen, del siguiente modo:

    CLEMENES [...] No hay duda de queel amor propio (self-love) fue concedido a

    todos los animales, cuando menos a los msperfectos, para su propia conservacin, perocomo ninguna criatura puede querer lo queno le gusta, es necesario, adems, que cadacual tenga por su propio ser mayor simpatay afeccin (liking) que las que tiene por losdems (Mandeville, 1982: 438).

    Mandeville-Clemenes explica cmo estapasin nos hace dependientes de la aprobacinde los dems:

    CLEMENES [...] Imagino que paraaumentar la preocupacin que sienten lascriaturas por su propia conservacin la natu-

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    raleza les ha dotado de un instinto medianteel cual cada individuo se estima superior asu valor real . Parece que esto va acompaa-do en nosotros, es decir, en los hombres, deuna falta de confianza procedente de la con-

    ciencia, o cuando menos de la suposicin deque nos sobrevaloramos. Es esto lo que noshace tener tanto apego a la aprobacin, lasimpata y el asentimiento de los dems,pues entonces nos corroboran y confirman labuena opinin que tenemos de nosotros.Muchas son las razones por las cuales seme-

    jante aficin a s mismo (self-liking) per-mteme que as la llame no puede verse cla-ramente en todos los animales que poseen elmismo grado de perfeccin (Mandeville,1982: 439).

    Mandeville quiere subrayar el desvalimien-to, tanto material como psicolgico o moral,de nuestra naturaleza, y hace pivotar el apegoa la simpata de los dems en la conciencia deun error, producto de la imaginacin que natu-ralmente nos constituye: falta de confianza,conciencia o suposicin de que nos sobreva-loramos, etc., son expresiones significativasque reflejan un cierto sentido de culpabilidadque no encontramos en Smith.

    El concepto de self-liking aglutina los ras-gos esenciales que Mandeville ha necesitadoconferir a su idea de la naturaleza humana detal modo que fuera un fundamento suficientepara su pensamiento social. Las notas que lodistinguen son las siguientes:

    1. Reflexividad: en el sentido ms literal, deespejo: la sociedad se configura como juegode espejos. Los diversos yoes solipsistas, sinninguna capacidad de concordancia gnoseol-gica o moral, se mueven entre apariencias, ysin nada comn entre ellos acaban reconocin-dose en los espejos que los dems les ofrecen.

    2. Productividad cosificada: la operacin demultitud deself-liking produce un cierto tipo deobjetividad, objetividad siempre heterognea,extraa y alienada frente al individuo, una con-secuencia no querida de la satisfaccin de unapasin individual ya que no hay fines comunesque los individuos se puedan proponer.

    3 . Paradoja, carcter contradictorio: lapasin que se convierte en cemento social es

    esencialmente competitiva; espolea nuestrascapacidades y nos lleva a rivalizar, pero con ellmite de la aprobacin de los otros.

    La naturaleza ha dado al hombre una afi-cin a s mismo, que le hace considerarse msque los dems, como un instinto especial. Adiferencia del mito de Prometeo, en el que seofrecen al hombre las virtudes hermticas, setrata aqu de una suerte de regalo envenenado,o al menos un regalo relativo ya que incluye laconciencia de que se sobrevalora, la concien-cia de un error. Es decir, Mandeville califica deinstinto a un proceso por el que el individuose autoengaa constante y necesariamente yadems le hace consciente del engao. Real-mente es un instinto complejo el que permite aMandeville hundir las caractersticas de lasociedad comercial en la entraa misma de laconstitucin natural del hombre. La sntesis

    del argumento no hace sino confirmar esteaserto: la conciencia del error, la inseguridadrespecto al propio valor, slo se mitiga a travsdel reconocimiento de los otros yoes.

    La aficin a s mismo se configura as demanera bifronte: por un lado, es un rasgo psi-colgico natural del individuo aislado; porotro, su dinmica productiva da cuenta de laobjetividad y de la cohesin social al reclamarel concurso de los otros para su satisfaccin.

    Volvamos a Smith y encontraremos delinea-

    do el mismo mecanismo. Hemos visto elcarcter reflejo del espectador y su efecto edu-cador de los comportamientos. Pues bien, suvirtualidad deriva de la desconfianza respectoa los mritos que nos atribuimos, lo que noshace buscar la confirmacin a travs de laaprobacin de los otros 1.

    La Naturaleza, cuando form al ser huma-no para la sociedad, lo dot con un deseo ori-ginal de complacer a sus semejantes y unaversin original a ofenderlos (...) Hizo que su

    aprobacin le fuera sumamente halagadora ygrata por s misma, y su desaprobacin muyhumillante y ofensiva (Smith, 1997: 236).

    Nuestra incertidumbre acerca de nues-tros propios mritos, y nuestra aspiracin apensar bien de los mismos, deben natural-mente volvernos deseosos de conocer la opi-nin de otras personas al respecto, y estarms orgullosos de lo normal cuando estaopinin es positiva y ms abochornados delo normal cuando esa opinin es negativa...(Smith, 1997: 248).

    Cuando Smith seala que el gran secretode la educacin estriba en dirigir la vanidad

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    hacia los objetos apropiados (Smith, 1997:458) no est lejos del tan denostado juicio deMandeville que hace de las virtudes moralesla prole poltica que la adulacin engendra enel orgullo (Mandeville, 1982: 28).

    Pero, mantiene Smith, esto no es todo; juntoal deseo de complacer a sus semejantes, lanaturaleza dot tambin al ser humano con undeseo de ser lo que debera ser aprobado, o deser lo que el mismo aprueba en otros sereshumanos. Junto al deseo de aprobacin, de ala-banza, aparece as el deseo de ser loable.Smith critica a Mandeville el que no distingaentre esos dos deseos, el deseo de aprobaciny el deseo de convertirse en merecedor de esaaprobacin; el segundo es amor a la virtud, el

    primero, amor a la gloria, una pasin menosnoble pero tambin meritoria.Cuando Mandeville explica el funciona-

    miento y los efectos de la aficin a s mismoefectivamente seala cmo la misma pasin esla responsable de efectos a los que correspon-den diversos grados de mrito o demrito; esHoracio, el interlocutor de Mandeville en la

    Investigacin sobre el origen del Honorel queresume sus puntos de vista:

    Todos nacemos con una pasin evidente-mente distinta del egosmo [self-love]; quecuando es moderada y est bien regulada,excita en nosotros el amor a las alabanzas y eldeseo del aplauso y la buena opinin de losotros, y nos impulsa a buenas acciones. Peroque la misma pasin, cuando es excesiva omal dirigida, cualquiera que sea lo que laexcite, es ofensiva para los dems, nos haceodiosos, y se la llama orgullo [pride].Como no existe palabra o expresin que abar-que todos los distintos efectos de la mismacausa, esta pasin, t has inventado una, afi-

    cin a s mismo [Self-liking], por la cualentiendes la pasin en general, en toda suextensin, tanto si produce acciones dignasde alabanza y aplauso, como si por su causasomos culpados, y nos atraemos la malavoluntad de otros (Mandeville, 1732: 6-7).

    La satisfaccin de esta pasin est ligada aun verdadero modelaje de la conducta del indi-viduo ya que no hay deberes hacia los demso hacia nosotros mismos que Cicern puedahaber descrito, ni hay ejemplos de benevolen-

    cia, de humanidad o de otras virtudes sociales,insinuados tal vez por lord Shaftesbury, que unhombre de buen sentido y juicio no pueda

    aprender a poner en prctica basndose en lavanagloria cuando sta es suficientementefuerte para sojuzgar y dominar todas las demspasiones que puedan desbaratar o frustrar supropsito (Mandeville, 1982: 388).

    El deseo de mantener una buena opinin deuno mismo slo puede satisfacerse a travs dela aprobacin de los otros, y esto lleva a losindividuos a intentar conformar su conducta deacuerdo con lo que es aceptable o meritorio.Mandeville utiliza este mecanismo especularpara dar cuenta de la aparicin de las buenasmaneras, de la virtud mundana; y es la nicaopcin cuando la facultad de la razn comoproponedora de fines ha sido desterrada.

    Pero no otra cosa est detrs de los plantea-

    mientos de Smith, desde el momento en que suconfiguracin del espectador imparcial tieneigualmente un carcter especular asentado enla imaginacin. La distincin que plantea entreel amor a las alabanzas y el deseo de ser loablesupone una apelacin a lo meritorio en sque queda desdibujada, una vez que se hahecho de la aprobacin el producto de lo que laimaginacin de los individuos va registrandoal situarse como espectador de sus propioscomportamientos y de los de los otros.

    II

    M andeville y Smith elaboran unaexplicacin de los mecanismospsicolgicos por los que el com-

    portamiento de los individuos es moralizadoen una sociedad de mercado. La persecucindel propio inters acaba traducindose en pros-peridad pblica; pero ese resultado, la creacinde riqueza a travs del mayor empleo de manode obra, necesita de una garanta exterior: laprovidencia divina, en la terminologa deMandeville, el gran arquitecto o la manoinvisible en la de Smith.

    La metfora de la mano invisible del merca-do aparece una sola vez en La Riqueza de las

    Naciones, respecto a los diversos empleos queun individuo puede hacer de su capital, lo cualha de dejarse a su libre decisin:

    Cuando [un individuo] prefiere la activi-dad econmica de su pas a la extranjera,

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    nicamente considera su seguridad, y cuandodirige la primera de tal forma que su productorepresente el mayor posible, slo piensa en laganancia propia; pero en este como en otrosmuchos casos, es conducido por una mano

    invisible a promover un fin que no entraba ensus intenciones (Smith, 1958: 402).

    En la Teora de los Sentimientos MoralesSmith haba mostrado cmo la vanidad de losricos es el medio por el que los pobres encuen-tran empleo, uno de los temas favoritos deMandeville 2:

    Ellos [los ricos] consumen apenas msque los pobres, y a pesar de su natural egos-mo y avaricia, aunque slo buscan su propiaconveniencia, aunque el nico fin que se pro-ponen es la satisfaccin de sus propios vanose insaciables deseos, dividen con los pobresel fruto de todas sus propiedades. Una manoinvisible les conduce a realizar casi la mismadistribucin de las cosas necesarias para lavida que habra tenido lugar si la tierra hubie-se sido dividida en porciones iguales entretodos sus habitantes, y as sin pretenderlo, sinsaberlo, promueven el inters de la sociedady aportan medios para la multiplicacin de laespecie (Smith, 1997: 333).

    Es un argumento a favor del no intervencio-nismo que Mandeville ya haba elaborado res-pecto a las diversas ocupaciones u oficios:

    CLEMENES En la mezcla de todas lasnaciones, los diferentes grados de hombresdeberan estar ms o menos proporcionadosal conjunto con el fin de que ste resultaraarmnico. Y como esta proporcin armnicaes el resultado y la consecuencia natural delas diferencias existentes en los valores que

    poseen los hombres y en las vicisitudes queles sobrevienen, nunca se alcanza y se con-serva mejor que cuando nadie se proponealterarla. Por eso podemos advertir hasta qupunto la sabidura miope o acaso la buenaintencin nos roba la felicidad que fluiraespontneamente de la naturaleza de todagran sociedad, si nadie se dedicara a desviaro obstruir la corriente (Mandeville, 1982:607-608).

    Mandeville haba ofrecido una ilustracin

    del funcionamiento del orden providencial alexplicar cmo el comportamiento del msdepravado de los individuos daba lugar al flo-

    recimiento de diversos oficios y al empleo demano de obra, y conclua: el vulgo miope, enla cadena de causas no suele ver ms all deleslabn inmediato; pero los que pueden ensan-char su visin y entregarse al placer de echaruna mirada a la perspectiva de los aconteci-mientos concatenados, podrn ver en cienlugares cmo el bien emerge y pulula del malcon tanta naturalidad como los polluelos de loshuevos (Mandeville, 1982: 56).

    La armona de los intereses privados es unatema que en Smith pierde el carcter paradji-co con el que se presentaba en la elaboracinde Mandeville. La mencin de las largascadenas de causas se hace necesaria para sal-var la distancia entre los vicios privados y los

    beneficios pblicos que de aquellos derivan.La providencia divina opera bajo esa forma, atravs de la composicin de las consecuenciasno intencionadas de las acciones individuales.Para Mandeville el vicio privado, sea en suversin ms amplia, que engloba prcticamen-te todo comportamiento humano, sea en suacepcin ms restringida, centrndose en ellujo, no deja de ser tal aunque produzca bene-ficios pblicos. En Smith por el contrario asis-timos a una moralizacin del egosmo:

    Las grandes metas del propio inters,cuya prdida o adquisicin modifica bastan-te el rango de la persona, son los objetivosde la pasin apropiadamente denominadaambicin, una pasin que cuando se mantie-ne dentro de las fronteras de la prudencia yla justicia es siempre admirada en el mundo(Smith, 1997: 315).

    La benevolencia puede ser quiz elnico principio activo de la Deidad [...] Noes fcil concebir desde que otro mvil puede

    actuar un ser independiente y plenamenteperfecto, que no necesita nada externo ycuya felicidad es completa en s mismo.Pero sea lo que fuere el caso de la Deidad,una criatura tan imperfecta como el hombre,el mantenimiento de cuya existencia requie-re tantas cosas externas a l, tiene que actuarmuchas veces a partir de numerosas otrasmotivaciones. La condicin de la naturalezahumana sera particularmente hostil si losafectos que por la naturaleza misma de nues-tro ser deben determinar frecuentementenuestro comportamiento no pudiesen ser vir-

    tuosos en ninguna ocasin, ni merecer esti-ma ni encomio por parte de nadie (Smith,1997: 531).

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    Es la conclusin de la crtica de Smith aHutcheson, al sistema que hace consistir la vir-tud en la benevolencia, y que niega que elamor propio pueda ser en algn caso la moti-vacin de un acto virtuoso.

    EnLa Riqueza de las Naciones la necesidadque los hombres muestran del concurso de sussemejantes para vivir se ve satisfecha apelan-do a la consideracin de sus propios intereses:

    ... el hombre reclama en la mayor partede las circunstancias la ayuda de sus seme-

    jantes y en vano puede esperarla slo de subenevolencia. La conseguir con mayorseguridad interesando en su favor el egos-mo de los otros y hacindoles ver que esventajoso para ellos hacer lo que les pide(...) No es la benevolencia del carnicero, delcervecero o del panadero la que nos procurael alimento, sino la consideracin de su pro-pio inters (Smith, 1958: 17).

    La sociabilidad del hombre, nos dice Man-deville, proviene solamente de dos cosas, asaber, la multiplicidad de sus deseos y la cons-tante oposicin con que tropieza para satisfa-cerlos (SNS, 1982: 230).

    Donde un hombre tiene todo lo que deseay nada que le irrite o inquiete, no hay cosaque pueda agregarse a su felicidad; y es impo-sible mencionar un oficio, arte, ciencia digni-dad o empleo que, en semejante estado debeatitud, no resultara superfluo. Si seguimosesta lnea de pensamiento veremos fcilmen-te que ninguna sociedad puede haber surgidode las virtudes amables y de las cualidadesapreciables del hombre, sino, por el contrario,que todas ellas deben haberse originado ensus necesidades, sus imperfecciones y susvariados apetitos (SNS, 1982: 231).

    La necesidad de autoconservacin frente auna naturaleza hostil y avara con sus dones esla base de la sociabilidad y lo que hace a los

    individuos seres disciplinados capaces deencontrar su propia finalidad trabajando paraotros (SNS, 1982: 232).

    El orden social se configura, tanto para Man-deville como para Smith como un orden espon-tneo, producto de las consecuencias no inten-cionales de los comportamientos individuales.Ms lo que en Mandeville aparece como parad-

    jico en Smith se muestra como el producto natu-ral del inters propio moralizado y la virtudsimulada, lo que era impostura, ser virtud real.

    NOTAS

    1 Existe un matiz, no obstante, que separa a ambosautores. Para Smith existe un deseo original de compla-cer a nuestros semejantes; para Mandeville el deseo oinstinto original es el de sobrevalorarse, que, acompaa-do de la conciencia del autoengao, lleva a buscar laaprobacin de los otros.

    2 Esta emulacin, y esta continua competencia porsobrepujarse la una a la otra [se refiere a la competenciaentre mujeres de distintas capas sociales] [...], o por lomenos sus consecuencias, es lo que procura trabajo a lospobres, aade estmulo a la industria e incita al artesanoa buscar nuevos adelantos y cambios (Mandeville,1982: 81).

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    o los Vicios Privados hacen la Prosperidad Pblica,Mxico, FCE.

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    torial Sequitur.SMITH, Adam (1997): La Teora de los SentimientosMorales, Madrid, Alianza Editorial.

    SMITH, Adam (1958):Investigacin sobre la naturaleza ycausas de la riqueza de las naciones, Mxico, FCE.

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