malintzin
TRANSCRIPT
Malintzin de Luis Santillán
1
MALINTZIN
DE LUIS SANTILLÁN
“L A NACIÓN QUE PIERDE CONCIENCIA DE SU PASADO
TAMBIÉN VA PERDIENDO GRADUALMENTE LA CONCIENCIA DE SÍ MISMA”
MILAN KUNDERA
A LA NIÑA QUE NO PUEDO DETENER CON PALABRAS
•••••••
SONIDO DE MAR
IX-CUAT- Tenemos que regresar.
MALINALLI- Espera un momento.
IX-CUAT- Vamos a ser castigadas.
MALINALLI- ¡Es maravilloso!
IX-CUAT- ¿Qué es lo maravilloso?
MALINALLI- El mar.
IX-CUAT- En verdad eres extraña, Malinalli.
MALINALLI- ¿Nunca te has preguntado qué habrá más allá?
IX-CUAT- Tengo muchas otras cosas en qué pensar.
MALINALLI- Aún recuerdo cuándo fue la primera vez que lo vi, y eso que era muy
chiquita.
IX-CUAT- Me lo has contado no sé cuántas veces.
Malintzin de Luis Santillán
2
MALINALLI- Si pudiera te lo contaría muchas más.
IX-CUAT- No hoy. No quiero ser castigada otra vez por tu culpa.
MALINALLI- Hace mucho que no nos castigan, Ix-cuat.
IX-CUAT- La última vez que lo hicieron…
MALINALLI- Quedó atrás.
IX-CUAT- Ya escarmenté. Nada bueno saco por hacerte caso.
MALINALLI- Pronto serás llevada a la Casa de las Doncellas y no volveremos aquí.
IX-CUAT- ¿Te puedo contar algo y prometes no decirle a nadie?
MALINALLI- Lo prometo.
IX-CUAT- Tengo miedo.
MALINALLI- ¿Miedo?
IX-CUAT- Sí.
MALINALLI- Creí que te sentías honrada de haber sido elegida.
IX-CUAT- Sí, pero… desde ese día no he podido dormir bien. Creo que hubiera
preferido ser elegida como esposa.
MALINALLI-¡Eres la elegida de Chaac!
IX-CUAT- Como esposa viviría.
MALINALLI- Fuiste elegida para los dioses.
IX-CUAT- ¡Voy a ser sacrificada!
MALINALLI- Vas a servir para…
IX-CUAT- ¿Nunca has pensado en si todo lo que nos han dicho es falso?
MALINALLI- Los dioses no pueden ser falsos.
IX-CUAT- ¿Si estuviera en ti ocuparías mi lugar?
Malintzin de Luis Santillán
3
MALINALLI- Sin dudarlo, Ix-cuat.
IX-CUAT- Di lo que en verdad crees.
MALINALLI- Sería un honor ser elegida.
IX-CUAT- Yo lo que quiero es seguir viva.
MALINALLI- ¿De qué te serviría la vida alejada de los dioses?
IX-CUAT- Creo que no hay dioses, creo que estamos solas.
MALINALLI- Tan sólo tienes miedo de morir.
IX-CUAT- Yo no quiero ser sacri…
MALINALLI- Que nadie te escuche.
IX-CUAT- Todo estaba muy bien antes.
MALINALLI- Podemos escapar.
IX-CUAT- ¿Como la última vez?
MALINALLI- Podemos escapar de verdad, irnos muy lejos.
IX-CUAT- No quiero escapar, lo que quiero es una vida. Una vida.
MALINALLI- Tendrá algo mejor.
IX-CUAT- ¿Qué no escuchas, Malinalli? Voy a morir.
MALINALLI- Serás recibida por los dioses.
IX-CUAT- Observa muy bien cuando esté con el gran balam y verás que nada va a
suceder.
MALINALLI- Te recibirán…
IX-CUAT- Nadie. Nada. No hay dioses. Lo único que me recibirá es el vacío.
MALINALLI- Será mejor que regresemos.
IX-CUAT- ¿Ya no quieres mirar el mar?
Malintzin de Luis Santillán
4
MALINALLI- Ya no. Es tarde.
IX-CUAT- ¿Tienes alguna palabra para mí? Para despedirme.
MALINALLI- No soy buena para hablar.
IX-CUAT- Tampoco para mentir.
MALINALLI- Si tú dudas de los dioses, ¿cómo podré seguir creyendo en ellos?
IX-CUAT- No lo hagas, Malinalli. No creas en ningún dios.
•••••••
Va en medio de los sacerdotes. Es hermosa.
Hoy más que nunca.
El cabello lo lleva suelto, adornado con flores blancas, moradas, azules, rosas.
El olor de su cuerpo es tan dulce como el de todas las flores. Viste con su huipil
de algodón, calza huaraches entrelazados con piedras de jade y oro.
Avanza hacia el borde del cenote, ahí cesan los tambores.
Es el sonido de los caracoles lo que cubre el silencio de la gente.
Ix-cuat es rodeada por cuatro sacerdotes, ellos llevan la efigie de Chac-Mool.
Dos chilams la descalzan, le quitan el huipil.
Van pintando todo su cuerpo con pintura turquesa.
Ix-cuat canta una oración.
Le atan los brazos y las piernas; la balancean sobre el cenote.
La dejan caer.
Sé que gritó en la caída. No pude oírla, el retumbar de los sonidos era muy fuerte,
pero gritó. Lo sé porque cada vez que cierro los ojos, la veo. Lo que ya no puedo
Malintzin de Luis Santillán
5
decirle, lo que ya no puedo contarle… es que tuvo razón. Sólo hubo vacío, sin un
sólo dios.
•••••••
LLUVIA Y VIENTO
MALINALLI- Hágame caso.
HIUHTONAL-
MALINALLI- Deje de ser tan terca, si sigue bajo la lluvia enfermará y dirán que no sirvo
para cuidar ancianas. Estaré en problemas si no nos vamos.
HIUHTONAL- Déjame sola, Malinalli.
MALINALLI- Sabe que me preocupa, no puedo dejarla aquí. ¿Cómo le hago entender
que ya no está en edad para mojarse?
HIUHTONAL- Estoy en edad de hacer lo que me venga en gana y si lo que quiero es
mojarme hasta los huesos, lo haré.
MALINALLI- Ya estoy empapada, también usted.
HIUHTONAL- No vamos a morir por eso.
MALINALLI- Pero si van a reprenderme.
HIUHTONAL- Te preocupas por muy pocas cosas.
MALINALLI- ¿Muy pocas cosas? Muy claro lo dijeron; en cuanto comience a llover la
traes de regreso, no permitas que se moje. ¿Sabe lo qué vendrá para mí?
HIUHTONAL- Lo sé.
MALINALLI- No. Si lo supiera no se pondría tan terca.
HIUHTONAL- Sé mucho más de ti que tú misma.
MALINALLI- ¿Cómo no?
Malintzin de Luis Santillán
6
HIUHTONAL- Yo te vi llegar, sé de dónde vienes, pero sobre todo, sé a dónde iras.
MALINALLI- Habla como los balam, pero usted no es interprete de ningún dios y
mucho menos sabe profecías.
HIUHTONAL- Leo los presagios. El tuyo me hace desear la muerte.
MALINALLI- Por ese tipo de cosas luego no quieren hablar con usted.
HIUHTONAL- Escúchame, Malinalli.
MALINALLI- Por lo menos vamos bajo ese árbol.
HIUHTONAL- ¡Que no! Los presagios anuncian que el tiempo está cerca.
MALINALLI- Si regreso sin usted van a reprenderme, sea buena y acompáñeme.
HIUHTONAL- ¿Te preocupas por mí o por ti?
MALINALLI- Por ambas.
HIUHTONAL- Entonces quédate conmigo. Un día te dirán Malintzin.
MALINALLI- Estaré con usted, pero no se burle; nadie podrá decirme así. Aún cuando
me casen con un señor respetable no alcanzare tanto honor; por si no lo recuerda, soy
esclava y nunca mereceré tal distinción.
HIUHTONAL- Malintzin; así te nombraran.
MALINALLI- La lluvia le está haciendo daño.
HIUHTONAL- Nunca me has creído, pero desde la primera vez que te conocí lo supe.
MALINALLI- Si me hace caso, prometo hacer lo que pida.
HIUHTONAL- Cada uno tiene una labor en la tierra, así lo han dispuesto los dioses. Mi
labor es advertirte.
Malintzin de Luis Santillán
7
MALINALLI- Estoy comenzando a enojarme. La lluvia no se va a quitar pronto, así que
vamonos. Si no la cuido bien, no van a proponerme como esposa y usted será la culpable
de lo que me pase.
HIUHTONAL- ¿No quieres saber de dónde vienes?
MALINALLI- Quiero que me lo diga si nos resguardamos de la lluvia.
HIUHTONAL- En tu voz está la destrucción.
MALINALLI- Mi destrucción está en usted. Es muy terca.
HIUHTONAL- Eres débil y aún así harás temblar la tierra.
MALINALLI- La que va a temblar soy yo si usted no me hace caso.
HIUHTONAL- Pero no es tu responsabilidad, así está previsto. Volverás a Tenochtitlan.
MALINALLI- Nunca he estado ahí.
HIUHTONAL- Provienes de Tenochtitlan.
MALINALLI- No es verdad.
HIUHTONAL- Eras muy pequeña cuando te trajeron.
CHALCHIUXOCHITL- Te lo había advertido, Malinalli. Si yo tenía que venir por
Hiuhtonal serías reprendida, y parece que no te importo.
MALINALLI- Es ella la que no quiere moverse de aquí.
CHALCHIUXOCHITL- Basta de justificaciones; cada vez que se te encarga algo
demuestras que no estas preparada para ser una buena esposa.
MALINALLI- Hice todo lo posible para que regresáramos, pero es muy obstinada.
CHALCHIUXOCHITL- Ande, Hiuhtonal, venga. Tiene que cambiarse.
HIUHTONAL- Yo no quiero moverme de aquí.
CHALCHIUXOCHITL- Se va a mover, ya. Y no proteste.
Malintzin de Luis Santillán
8
HIUHTONAL- Está bien. Está bien.
MALINALLI- ¿Por qué? ¿Por qué a mí no me hizo caso?
HIUHTONAL- Porque te estoy ayudando a que cumplas los presagios. Recuerda lo que
te digo, Malinalli, volverás a Tenochtitlan como gran señora, como Malintzin.
CHALCHIUXOCHITL- Ya Hiuhtonal, deje de decir sandeces. ¿Qué tienes en la cabeza,
niña? No se te puede encargar nada.
MALINALLI- Hice lo que pude.
CHALCHIUXOCHITL- Demuestras que puedes hacer muy poco. ¿Cómo pretendes que
alguien te elija si no te esfuerzas? Pon atención, Malinalli. Tu comportamiento deja
mucho que desear; no te compliques más las cosas.
MALINALLI- Traté de que se quitara de la lluvia, pero esta anciana es más terca que...
CHALCHIUXOCHITL- Siempre tienes una palabra a la mano para pretextar tu
desanimo. Eso no te permitirá llegar lejos.
MALINALLI- No quiero llegar a ningún lado.
HIUHTONAL- Aunque no quieras tu voz te llevará muy lejos.
•••••••
NOCHE DE LUNA LLENA
MALINALLI DUERME AGITADA . DESPIERTA VIOLENTAMENTE.
MALINALLI- ¡Ix-cuat!
SE LEVANTA Y CON PRISA TOMA ALGUNAS DE SUS PERTENENCIAS;
ENCUENTRA UNA ESTATUILLA DE LA DIOSA IX-CHEL,
LA MIRA MUY ATENTA , VA A ORAR PEROA SIENTE INUTIL SU ACCIÓN Y AVIENTA LA IMAGEN .
PONE SUS PERTENENCIAS EN UNA TELA PARA HACER UN BULTO. SE VA.
Malintzin de Luis Santillán
9
•••••••
CHALCHIUXOCHITL- ¿Dónde has estado todo este tiempo?
MALINALLI- …
CHALCHIUXOCHITL- ¿Te hice una pregunta?
MALINALLI- A los dioses no les importa nuestros actos, porqué habría de importarnos a
nosotros.
CHALCHIUXOCHITL- Eres demasiado insolente.
MALINALLI- Necesito de algo para creer.
CHALCHIUXOCHITL- Necesitas cumplir tus obligaciones.
MALINALLI- Ix-cuat lo hizo y murió en vano.
CHALCHIUXOCHITL- Tuvo una muerte digna.
MALINALLI- Murió por nada.
CHALCHIUXOCHITL- Deja de andar mancillar su sacrificio.
MALINALLI- Debo callar entonces.
CHALCHIUXOCHITL- Debes obedecer.
MALINALLI- ¿Como lo hizo Ix-cuat?
CHALCHIUXOCHITL- ¿Qué es lo que te hace actuar así, Malinalli?
MALINALLI- La falsedad de todo. Vi su cuerpo flotando. Ocurrió lo que ella había
dicho, nada. Su muerte fue en vano. No existen los dioses.
CHALCHIUXOCHITL- Que nadie escuche lo que estás diciendo. Principalmente tú
deberías estar agradecida con los dioses dadores de vida. Tus palabras delante de quien
pronuncias tus palabras
MALINALLI- ¿Por qué tengo que cuidar tanto mis palabras?
Malintzin de Luis Santillán
10
CHALCHIUXOCHITL- Porque pueden costarte la vida.
MALINALLI- Ix-cuat hasta el último momento obedeció y no hubo diferencia.
CHALCHIUXOCHITL- ¿Qué pretendes, insolente?
MALINALLI- Callar la voz de mi cabeza. Sentir que en verdad hay algo superior.
CHALCHIUXOCHITL- Siempre te has distinguido de entre las demás, no arruines lo
que tienes.
MALINALLI- Deseo renunciar a todo. Volver a nombrar las cosas, inventarlas para mí.
CHALCHIUXOCHITL- Eso lo podrás hacer cuando el sol no vuelva a salir, mientras
respondes a reglas “superiores” a ti.
MALINALLI- Un día seré superior y…
CHALCHIUXOCHITL- Despierta, niña. A lo más que puedes aspirar es tener un esposo
que sea benévolo contigo.
MALINALLI- Deseo más que eso.
CHALCHIUXOCHITL- Con tu comportamiento, nada lograras. Por no obedecer no
pudiste presenciar el nombramiento de los nuevos nacom, podrías haber sido elegida para
servir a alguno de ellos.
MALINALLI- Cómo si eso importara.
CHALCHIUXOCHITL- Sabes que es el grado más alto que puede alcanzar un capitán de
guerra, es todo un honor ser nombrado nacom y eso es muy importante.
MALINALLI- Para mí no lo es.
CHALCHIUXOCHITL- Complicas mucho las cosas, Malinalli. Dude en elegirte a ti
porque quise creer que ibas a cambiar de actitud, pero no lo harás. Nada te hará cambiar y
ya no puedo seguir encubriendo lo testaruda que eres.
Malintzin de Luis Santillán
11
MALINALLI- Castígame, ya no me interesa.
CHALCHIUXOCHITL- Necesitas más que un simple castigo. Me dolerá mucho lo que
haré y voy a extrañarte. Te he llegado a querer como una hija e imagine que harías algo
que te trascendería; me equivoque. Guardar tus cosas y reúnete con las otras que están a
la salida.
MALINALLI- ¿Qué voy hacer?
CHALCHIUXOCHITL- Dejar de ser mi problema. Veinte de ustedes serán regaladas.
MALINALLI- ¿A quién?
CHALCHIUXOCHITL- Sólo obedece.
MALINALLI- ¿A quién?
CHALCHIUXOCHITL- ¡Odedece!
MALINALLI- ¡A quién!
CHALCHIUXOCHITL- A los extranjeros que han llegado.
•••••••
UN BARCO MECIDO POR LAS OLAS
DENTRO EL MIEDO Y LA INCERTIDUMBRE
TLEXOCHITL- Los dioses nos abandonaron, ¿qué mal habremos hecho para provocar
esto?
MALINALLI- ¡Ya cállate!
ITZPAPALOTL- Vamos a morir, vamos a morir.
MALINALLI- Eso es lo que menos debería preocuparte.
TLEXOCHITL- Nada puede ser peor que morir olvidada por los dioses.
Malintzin de Luis Santillán
12
MALINALLI- ¿Has observado cómo miran nuestros pechos? ¿Los has oído bramar
cuando pasamos delante de ellos? ¿Acaso no te das cuenta de cómo nos codician?
TLEXOCHITL- Ninguno ha querido tocarnos.
MALINALLI- Después de que recibamos su “bautizo” no creo que las cosas sigan igual.
ITZPAPALOTL- ¿Cómo puedes saber eso?
MALINALLI- Porque en lugar de pasármela llorando como ustedes, escucho y observo
con mucha atención a su balam.
TLEXOCHITL- Arrojémonos al mar.
MALINALLI- Hagan lo que quieran, pero déjenme dormir.
TLEXOCHITL- Si tan segura estás de lo que nos pasará, ¿cómo puedes estar tan
tranquila?
ITZPAPALOTL- De seguro has planeado algo y no quieres incluirnos.
MALINALLI- Lo único que he planeado es dormir esta noche.
TLEXOCHITL- ¿Qué es lo que sabes, Malinalli?
MALINALLI- Lo mismo que tú.
TLEXOCHITL- ¿Qué?
MALINALLI- Que los dioses nos abandonaron.
ITZPAPALOTL- ¿Qué será de nosotras? ¿Qué podremos hacer?
MALINALLI- Dormir. Lo que podemos hacer es dormir.
TLEXOCHITL- Algo en ti no está bien. Siempre has sido aguerrida, por qué ahora te
muestras tan indiferente.
MALINALLI- Porque haga lo que haga, nada, absolutamente nada, impedirá que esas
bestias me devoren. ¿Para qué lloro? ¿Para qué imploro la benevolencia de algún dios
Malintzin de Luis Santillán
13
indiferente? ¿Para qué pasarme la noche en vela como ustedes? Somos nada. ¡Nada!
Carne regalada al extraño y no más. Si a nadie le importa lo que nos pase, por qué habría
de importarme a mí.
ITZPAPALOTL- No lo voy a permitir. Me defenderé.
MALINALLI- En caso de que logres defenderte, ¿qué harás después?
ITZPAPALOTL- Regresar con los nuestros.
MALINALLI- Con los mismos que te regalaron.
TLEXOCHITL- ¿Tú qué vas hacer?
MALINALLI- Ya te dije: Dormir.
TLEXOCHITL- Mañana o pasado, cuando nos saquen de aquí y nos regresen a tierra.
MALINALLI- Nada.
TLEXOCHITL- Nosotras te damos una oportunidad; mañana nos arrojaremos al mar.
ITZPAPALOTL- ¿Quieres que nos arrojemos al mar?
TLEXOCHITL- Cualquier cosa será mejor que vivir sin nuestros dioses.
MALINALLI- Hemos vivido hasta este momento sin dios alguno.
ITZPAPALOTL- Te equivocas.
TLEXOCHITL- Hablas sin saber lo que dices.
MALINALLI- Quizá tienes razón, quizá lo que necesito es otra lengua.
TLEXOCHITL- Búrlate, Malinalli, búrlate.
MALINALLI- Sólo quiero dormir.
ITZPAPALOTL- Si Malinalli no se arroja al mar, tampoco lo haré yo.
TLEXOCHITL- ¡Cobarde!
ITZPAPALOTL- No sé, no importa. No quiero morir.
Malintzin de Luis Santillán
14
TLEXOCHITL- Fuimos educadas para servir a grandes señores, no para terminar así,
Itzpapalotl.
ITZPAPALOTL- Los dioses han cambiado nuestro curso.
TLEXOCHITL- Tiene que haber un error.
ITZPAPALOTL- Haré lo que Malinalli haga.
TLEXOCHITL- A ella ya nada le importa.
ITZPAPALOTL- Tú no sabes, Tlexochitl.
TLEXOCHITL- La has oído. Mírala, mírala. Duerme tan tranquila.
ITZPAPALOTL- Yo quiero sentir esa tranquilidad.
TLEXOCHITL- Mañana me arrojaré al mar, contigo o con quien quiera seguirme.
TLEXOCHITL SE ALEJA.
ITZPAPALOTL NO SABE SI SEGUIRLA O ACOSTARSE AL LADO DE MALINALLI ,
TERMINA ACOSTÁNDOSE AL FONDO.
MIENTRAS EL SILENCIO VA LLENANDO EL ESPACIO, SE PERCIBE EL LLANTO MUDO DE
MALINALLI .
•••••••
Está frente al sacerdote. Es hermosa.
Aunque hoy su semblante sea duro.
El cabello lo lleva trenzado, sin adornos, sin una sola flor.
El olor de su cuerpo no se puede percibir, todo lo cubre la indignación. Viste
completamente de blanco, cubierta de la cabeza a los pies. Ve con desprecio la
inmensa cruz.
Avanza hacia el altar entre el humo de los incensarios.
Malintzin de Luis Santillán
15
El silencio de la gente incrementa la ausencia de los caracoles.
Ella es hincada por cuatro soldados, ellos hacen un gesto frente a la cruz.
No acaba de comprender la existencia de los nuevos dioses.
La voz del sacerdote hace que su cuerpo se estremezca.
Ella repite las oraciones.
Siente como sus dioses la van dejando a merced de los nuevos.
El agua cae sobre ella.
Sé que grité de dolor. No podía oírme, ni distinguir mi grito de entre los demás
porque los bramidos de esas bestias fueron muy fuertes, pero sé que grité. Lo sé
porque cada vez que cierro los ojos, lo recuerdo. Igual que recuerdo el dolor de mis
pechos, de mis piernas, de mi sexo; igual al dolor de las otras. A la mañana
siguiente ninguna podía verse a los ojos, la noche devorado su honra, sólo la mía
sobrevivió porque pude colocarla en un lugar distante de mi cuerpo.
•••••••
ITZPAPALOTL-¿Cómo es que sabes su lengua?
MALINALLI- No lo sé. En un momento me di cuenta de que les entendía, de que podía
hablar con ellos.
ITZPAPALOTL- ¿Vienen por nosotras?
MALINALLI- No, son embajadores del huey Tlatoani Moctecuhzoma.
ITZPAPALOTL- ¿Cómo sé que no me estás mintiendo?
MALINALLI- ¿También tú? ¿Por qué habría de mentir? Sólo repito lo que me dicen.
Malintzin de Luis Santillán
16
ITZPAPALOTL- Bueno, como yo no los entiendo, pues no sé qué digan.
MALINALLI- ¿Alguna vez has estado en Tenochtitlan?
ITZPAPALOTL- ¿Por qué juntas tus cosas?
MALINALLI- Por… nada.
ITZPAPALOTL- ¿Por qué?
MALINALLI- Quiero recoger. Quiero tenerlas listas por si nos vamos de aquí.
ITZPAPALOTL- Será mejor que haga lo mismo.
MALINALLI- No.
ITZPAPALOTL- ¿No? Si nos vamos, no perderé tiempo en reunirlas. ¿Crees que nos
iremos por lo que dijeron los embajadores?
MALINALLI- No iremos a ningún lugar hasta pasado mañana.
ITZPAPALOTL- ¿Qué ocultas, Malinalli?
MALINALLI- ¿Ocultar? No tengo nada que ocultar.
ITZPAPALOTL- Yo te cuento todo.
MALINALLI- También yo.
ITZPAPALOTL- ¿Es algo que dijeron los embajadores?
MALINALLI- No. Ellos sólo querían saber cosas y el nacom pidió audiencia con
Moctecuhzomatzin.
ITZPAPALOTL- ¿Cuál nacom?
MALINALLI- Ninguno, y…
ITZPAPALOTL- ¿Qué nacom pidió audiencia? ¡Malinalli!
MALINALLI- Tengo que irme.
ITZPAPALOTL- ¿Qué pasa? Dime qué pasa, de qué nacom hablas.
Malintzin de Luis Santillán
17
MALINALLI- El que pidió la audiencia es al que llaman Cortes.
ITZPAPALOTL- ¿Cortes? ¿El que los gobierna?
MALINALLI- El mismo.
ITZPAPALOTL- Él no es un nacom, no puede ser un nacom.
MALINALLI- Así me dirijo a él, así me refiero a él.
ITZPAPALOTL- ¿Hablaste con él? No lo entendemos, ¿cómo… ? ¿Hablaste con él?
MALINALLI- No voy a decir nada más. No puedo decirte más.
ITZPAPALOTL- Cuando nos reunamos para hacer la comida quiero que me cuentes
todo.
MALINALLI- No volveré a cocinar, no volveré hacer ninguna de esas labores.
ITZPAPALOTL- Te van a reprender si no lo haces.
MALINALLI- A partir de ahora, haré otra cosa.
IZTAPAPALOTL- ¿Qué harás?
MAINALLI- Ser la lengua del nacom Cortes.
ITZPAPALOTL- ¿Ser qué?
MALINALLI- Su lengua.
ITZPAPALOTL- ¿Qué significa ser la lengua? ¿Por qué le dices nacom si nadie lo eligió
como tal?
MALINALLI- Yo lo elegí.
ITZPAPALOTL- Tú no eres quién para elegir un nacom.
MALINALLI- Yo lo he nombrado nacom.
ITZPAPALOTL- Ten cuidado con lo que dices, Malinalli.
Malintzin de Luis Santillán
18
MALINALLI- ¿Sabes cuántas veces he escuchado eso, Itzpapalotl? Demasiadas. Ya no
voy a cuidar mis palabras, ya no tengo porque quedarme callada.
ITZPAPALOTL- Recuerda tu lugar en la tierra.
MALINALLI- Ese lugar lo elijo yo.
IZTAPAPALOTL- No puedes contravenir a los dioses.
MALINALLI- Nuestros diose son falsos.
IZTAPAPALOTL- No es verdad. No vuelvas a decir eso.
MALINALLI- En todos estos días el único dios que he sentido cerca es el de ellos.
IZTAPAPALOTL- Eres un traidora.
ITZPAPALOTL SE AVALANZA PARA GOLEPEAR A MALINALLI , ELLA SE DEFIENDEN; PELEAN
UN POCO. MALINALLI SOMETE A ITZPAPALOTL.
MALINALLI- Las cosas no tienen que ser así.
IZTAPAPALOTL-
MALINALLI- Si tú me rechazas me quedo sin nada.
IZTAPAPALOTL-
MALINALLI- Yo no provoque nada de esto.
IZTAPAPALOTL- Mejor hubiera sido morir en el mar.
MALINALLI- Pero hemos sobrevivido y habría que procurar seguir así.
IZTAPAPALOTL- Sin tu lengua, sin tus dioses, tú has muerto, Malinalli.
MALINALLI- No digas tonterías.
IZTAPAPALOTL- Y los muertos que no encuentras descanso son capaces de hacer las
más grandes atrocidades.
MALINALLI- No digas...
Malintzin de Luis Santillán
19
IZTAPAPALOTL- Lo único que encontraras en mí y en mi pueblo será desprecio.
•••••••
AGUA/SANGRE
UNA NOCHE MÁS OSCURA Y PODEROSA QUE EL OLVIDO
MUJER DE CHOLOLLAN- Te traje aquí para decirte algo.
MALINALLI- Habla, mujer, pero date prisa, no puedo estar mucho tiempo sola.
MUJER DE CHOLOLLAN- Sígueme y te salvarás. Podrás casarte con mi hijo que es un
gran señor.
MALINALLI- ¿De qué he de salvarme?
MUJER DE CHOLOLLAN- Habrán de morir los extranjeros. Todos.
MALINALLI- Eso no es posible.
MUJER DE CHOLOLLAN- Los dioses lo harán posible.
MALINALLI- ¿Por qué me dices esto?
MUJER DE CHOLOLLAN- Eres una esclava de ellos, no mereces morir.
Morir. ¿Quién merece morir? ¿Quién puede decidir sobre la vida y muerte de otros?
Yo. En mí esta ese poder y si ellos mueren yo no alcanzaré lo que anhelo, por eso
busco al nacom, por eso debo advertirle de la conspiración. Llego a él, eso le
extraña, suelo respetar el momento en que está con sus capitanes. Ahora, sin ser
llamada, le busco. Sé que le parece extraña mi urgencia, pero no me recibe. Insisto
y sólo hasta que oye la palabra traición me hace caso.
Malintzin de Luis Santillán
20
Cortés los reúne en el patio del templo de Quetzalcoatl. La gente de mayor
importancia acude sin reservas. No pueden levantar sospechas de lo que traman.
Dos trampas en preparación. Mucha sangre para derramar.
MALINALLI-¿Es verdad lo que dices, mujer?
MUJER DE CHOLOLLAN- No bromeo. Sígueme.
MALINALLI- Espera. Déjame ir por mis cosas.
MUJER DE CHOLOLLAN- ¿Qué importan tus cosas?
MALINALLI- Para mí son valiosas.
MUJER DE CHOLOLLAN- Las recuperarás después. Ahora ven conmigo para que
conozcas a mi hijo. Te hará señora.
¿Señora? Deseo más que eso. Quedarme aquí no cambiara mucho mi destino. El
nacom no cree del todo en mis palabras. Se ha puesto nervioso y consulta con sus
capitanes. Previene a algunos soldados, no más. Debo convencerlo, no debe
subestimar a esta gente, por eso le cuento todo lo que he callado desde que llegamos
a Chollolan.
Cuando todos están dentro, manda cerrar todas las puertas. Demasiado tarde se
dan cuenta. Se miran unos a otros. ¿Quién los traicionó? El sonido de un
arcabuz. Es la señal y así empieza todo. Ya los matan. Ya los acuchillan.
Malintzin de Luis Santillán
21
Detenlos. Basta. Es suficiente. No es necesario matar a todos. Nadie me oye. Tomo
al nacom de un hombro, voltea hacia mí y veo su sonrisa. Siento escalofríos.
Detenlos, señor. Conspiraban. Han entendido, no volverán a hacerlo. La traición se
castiga con la muerte. Entonces mátame a mí. No soy tan estúpido para hacer eso.
La sangre corre por las escalinatas y yo caigo hincada, sin poder detener lo que he
desatado.
MALINALLI- No tardaré, mujer.
MUJER DE CHOLOLLAN- Es demasiado arriesgado dejarte ir después de lo que te dije.
MALINALLI- ¿Desconfías de mí?
MUJER DE CHOLOLLAN- No.
MALINALLI- Si te hago caso y voy contigo, sospecharán. Será muy extraño que no
regrese. Saben que salí. Déjame regresar, que vean que estoy con ellos y en la primera
oportunidad vuelvo contigo.
MUJER DE CHOLOLLAN- Quizá tengas razón.
MALINALLI- Confía en mí. Espérame aquí o indícame dónde puedo encontrarte.
MUJER DE CHOLOLLAN- Espera.
MALINALLI- ¿Hay algo más que deba saber?
MUJER DE CHOLOLLAN- Sólo mírame a los ojos y di que regresarás.
MALINALLI- No tengo porqué mentirte.
Saquean la ciudad. Prenden fuego a las casas y a los templos. El fuego después
de la batalla. No. Esto no es una batalla. Es asesinato. El templo de
Malintzin de Luis Santillán
22
Huitzilopochtli está ardiendo. Los sacerdotes se arrojan desde la cima del
templo. Mucha gente es apresada. Los llevan al sacrificio de Tlaxcala.
Eso no es necesario. Una demostración de fuerza bastaba. Nacom, por favor, por tu
dios, detén la matanza. No me hace caso. Se aparta de mi y de forma demencial se
une a sus soldados para destruir la ciudad. El nacom dice que su dios es bondadoso,
habla de piedad. Todo es mentira porque si ese dios realmente existe, ha de
ahogarse con tanta sangre. ¿Qué he hecho? ¿Qué hice? ¿Qué soy?
MUJER DE CHOLOLLAN- Eres muy bonita.
MALINALLI- Gracias, mujer, pero déjame ir.
MUJER DE CHOLOLLAN- Dime tu verdadero nombre.
MALINALLI- Malinalli.
MUJER DE CHOLOLLAN- Ve, Malinalli y no temas. Pronto serás libre.
MALINALLI- Te lo voy a agradecer, mujer.
MUJER DE CHOLOLLAN- Mi hijo estará muy contento contigo.
MALINALLI- Me esforzaré para que así sea, pero ahora déjame partir.
MUJER DE CHOLOLLAN- Confío en ti.
MALINALLI- Te prometo que volveré a verte.
Cumplí mi promesa. Volví a verla. Cuando fui a su encuentro acarició mi mejilla y
me llamo Malintzin, no pude evitar sonrojarme; poco duró eso. La expresión de esa
Malintzin de Luis Santillán
23
mujer al ver que tras de mí llegaban cinco soldados fue la primera señal de mi error.
Pero aún no ocurría lo peor.
•••••••
MALINALLI BAÑADA POR LA LUNA
Que pequeña es la gran Tenochtitlan cuando se mira montada en una gran bestia de
guerra, ¿está es la tierra que se proclama dueña de todo? ¿Por qué entonces tiembla
está noche? Quizá por la misma razón que yo. Al llegar la noche somos tan
insignificantes. Casi todos duermen, la recepción le ha embriagado todos los
sentidos, nunca vi tanto esplendor, tanto derroche, tanto miedo. Es el momento para
escapar, refugiarme en algún lugar y luego huir tan lejos como sea posible. Si tan
sólo hubiera una voz que me diera consejo. La soledad no habla. La soledad es
cruel, enmudece por placer. Que grande es la oscuridad, que pequeño el espacio
para huir. Sé que esta noche podría cambiar mi historia, buscar nuevos pasos.
¿Realmente podré escapar?
MALINALLI CAMINA CON SIGILO . SED DETIENE A LA EXPECTAIVA AL ESCUCHAR PASOS DE
SOLDADOS.
SE HINCA.
¿Quién podrá escuchar mi voz está noche?
COMO RESPUESTA UN SILENCIO INQUEBRANTABLE.
•••••••
EN EL OMBLIGO DEL MUNDO
Malintzin de Luis Santillán
24
Nunca nadie podría haber imaginado este momento. Una esclava mirando
directamente el rostro del ce manahuac Tlatoani. Lo sorprendente, lo increíble, lo
monstruoso es que es verdad. No es pesadilla ni sueño. Es real. Estoy de pie,
mirando directamente a los ojos de Moctecuhzomatzin. Siento pena. Deseo no
mirar. No hablar. Escucho las voces, las entiendo; soy la única. El huey Tlatoani,
aquel de la voz para nombrar, no oculta su indignación. Me vuelvo altiva, no por
voluntad, sino porque intento mantener un equilibrio cada vez más huidizo. Olvido
que soy esclava para dejar que mi voz escape de mí. Veo cómo los guerreros
sujetan con fuerza las armas, cómo los soldados tensan los músculos.
Moctecuhzoma y el señor Malinche se miran, incapaces de intercambiar palabra,
sólo esas miradas que no necesitan intérprete. Discuten, discuten a través de mí. Mi
voz le ordena a Moctecuhzoma mudarse al palacio de Axayacatl. Mi persona no
puede ser apresada, traduzco al señor Malinche tratando de tener el mismo timbre
tan imponente del huey Tlatoani. Los breves silencios son demasiado pesados. Los
capitanes murmuran. El nerviosismo es palpable. La dignidad del ce manahuac
vuelve a su esplendor como si no hubieran existido todos esos días en los que
permitió las ofensas de los extranjeros. Escucho la voz del nacom, escucho el
español, el maya y miro incrédula los ojos claros del nacom. Creo no haber oído
bien lo que ha dicho, pero su gesto me hace saber que debo decirle eso a
Moctecuhzoma. Tras mis palabras, un rumor de indignación recorre todo el espacio.
Silencio. Silencio y el movimiento de los guerreros águila, de los guerreros ocelote.
Un solo gesto del ce manahuac y moriremos. El nacom se atreve demasiado al
ordenar eso. Como respuesta los ojos de Moctecuhzoma brillan como obsidiana. El
Malintzin de Luis Santillán
25
señor Malinche repite la orden; no puedo más, no quiero volver a pronunciar tal
ofensa. Estoy aquí, entre dos lenguas y el peso del mundo me hunde. Deseando no
ser yo despego los labios y pronuncio con gran dolor cada palabra: Considérate mi
prisionero. Alguien debería reír. Alguien de mejores palabras debería decir lo falso
de todo esto. Pero nadie ríe. Soy yo quien toma prisionero al ce manahuac huey
Tlatoani Moctecuhzomatzin, al más grande de todos los señores. Nadie expresa lo
que está atrapado en sus corazones. Siento vergüenza. El tecpan entero debería
derrumbarse de vergüenza. Desde este momento considérate mi prisionero. Quiero
morder mi lengua y verla caer. Los soldados se mueven, avanzan hacia el Tlatoani,
los guerreros esperan la señal. Basta una palabra para que toda Tenochtitlan muera
defendiendo a su huey Tlatoani, sin embargo… sin embargo, lo que sucede
sorprende a todos. Moctecuhzoma los frena. Ellos por lealtad obedecen deseando
cegar su vista para no ver como encadenan al más poderoso de la tierra. Muerdo las
lágrimas. ¿A quien debo dirigir mi lealtad? ¿Al señor que todo lo nombra? ¿Al ser
que me elevó a la altura de la representación de un Dios? Sólo el sonido de las
cadenas. Ya entiendo. Soy esclava.
•••••••
DOS NIÑAS ENTRE LA HIERBA, CERCA DEL CANAL. AMBAS TIENEN FRÍO.
LLUVIA LIGERA .
-Tengo mucho sueño y ya me aburrí.
-Debemos esperar, en cualquier momento podremos verla.
-Es sólo una historia para espantarnos.
-No. No es sólo una historia. Yo ya la vi.
Malintzin de Luis Santillán
26
-Mientes.
-Vamos a esperar un rato para ver quién es la que miente.
-Lo que veré será cualquier mujer sacando agua del río.
-No es cualquier mujer, es la mujer ciuacoatl.
-Si la haz visto, dime cómo es.
-Ella es… pronto la veras por ti misma.
-Dime cómo es.
-Es como cualquier mujer, sólo que está no es de carne y hueso. La reconoceremos por
sus palabras. Algunos ya la han visto, dicen que pasea por estos canales gritando: ¿A
dónde he de llevar a mis pobres hijos? ¿A dónde he de llevarlos?
-Eso es lo que has oído.
-Esta noche nosotras la oiremos.
-Pero dime cómo hemos de reconocerla.
-La veremos.
-Nunca la has visto. Ya me voy.
-Espera. Si la vemos podremos ir con el señor Moctecuhzoma.
-Nunca pasará eso. Nunca permitirían que nosotras estemos ante el huey Tlatoani.
-Él está recibiendo a todo aquel que observa un presagio. ¡Mira!
-¿Dónde?
-Por allá.
-¿Ella es la ciuacoatl?
-Pronto lo sabremos.
UNA FILA DE MUJERES MUY DESPACIO AVANZAN POR EL CANAL;
Malintzin de Luis Santillán
27
SU ROPA, POR LA LLUVIA ESTA PEGADA A SU CUERPO.
A cada paso intento desprenderme de todo. Renunciar a todo. Olvidar. Si por mí
fuera dejaría de andar. Me quedaría aquí en espera del sol y quizá, con suerte, de la
muerte. No puedo detenerme, me obligan a seguir andando. Soy demasiado valiosa;
el nacom nunca les perdonaría perderme. Ya no quiero seguir; no sé desde cuando
dejé de hacer mi voluntad y me convertí en una extensión del señor Malinche.
Incluso algunos han comenzado a llamarme Malinche a mí. Quizá no estén tan
equivocados. Ya no sé si soy yo la que le pertenezco o él a mí. Quizá nos hemos
vuelto uno. No lo sé. No hay forma de saberlo, aún así sigo caminando. Voy con
ellos, correré su suerte aún cuando su dios no me proteja. Creo que sus soldados son
más poderosos que su propio dios. No hago ruido, sólo se oye el rumor provocado
por los pasos, entre ellos los míos, pero son débiles, no son capaces de despertar a
los mexicas y así nada impide nuestra huida. Huimos como ladrones cuando en
realidad somos asesinos. Quiero que todo acabe, que todo termine y saber si me
equivoqué, saber si al morir alcanzaré ese paraíso del que hablan o sólo seré
recibida por la nada. Una cosa son las palabras de mi mente y otras las acciones de
mi cuerpo. La fina lluvia que nos cubre no tiene la fuerza para lavarme, tampoco
para detenerme.
¡Mexicas! ¡Los enemigos cruzan los canales! ¡Se escapan por los puentes!
Malintzin de Luis Santillán
28
Cruzo el canal de Mixcoatechialtitlan y veo a esa mujer que saca agua, la veo gritar.
En un instante la guerra vuelve a llegar a mí. Silban las flechas, las barcas se
deslizan llenas de guerreros. El silencio de la noche es roto por un grito y así el
sonido de la lluvia es callado por mil gritos de dolor, de rabia, de guerra. Y por
alguna razón permito que el grupo de soldados que van a mi lado se interpongan
entre las jabalinas y mi cuerpo. Tengo miedo de morir.
-Es sólo una mujer que viene por agua.
-Esperemos un poco más.
-Nadie más va a pasar por aquí.
-No seas tan impaciente.
Por la lluvia los caballos resbalan. Resbalan tlaxcaltecas, totonacas, españoles.
En el canal se quedan las petacas, las armas, el oro robado, los cadáveres. La
lluvia ya no sólo es de agua, sino de flechas, jabalinas, piedras e insultos.
Intentan huir. Pisotean a los muertos. Nadie atiende a los heridos. El amanecer
no está lejos.
Los dioses dadores de vida me ignoran. No cae en mí la venganza. Uno tras otro los
soldados caen y nada detiene mis pasos. Han muerto siete hombres para que yo siga
viva. Siete hombres quedan en el canal con tal de que mi cuerpo no sea atravesado
por una flecha. Saben que si yo muero no podrán volver. La noche se incendia por
las teas encendidas y puedo ver el odio que les provoco. Cuando uno de los
Malintzin de Luis Santillán
29
guerreros descubre mi silueta, con mayor arrojo se lanza hacia mí y otro soldado
muere. Ocho. Nunca creí que con mi voz nombraría la muerte de los que me
rodean. Y así, nombrando la muerte, yo no muero.
-¡Es ella!
-Es cualquier mujer.
-Ve su rostro, sólo la ciuacoatl podría sentir tanto dolor.
-Quieres convencerme de cosas que no son.
-Mírala bien. ¿La escuchas? ¿la escuchas?
-Tienes razón.
-¿Quién es la mentirosa? ¿Quién… ? ¿Qué tienes? ¿Qué pasó?
-Tienes razón.
-Te dije que la veríamos.
-¿No te das cuenta?
-Estaremos ante el huey Tlatoani, repetiremos cada una de las palabras de la ciuacoatl y
seremos recompensadas.
-¿No te das cuenta?
-¿De que tengo que darme cuenta?
-Los presagios son ciertos.
-Es lo que yo te decía.
-Los presagios son ciertos. Quetzacoatl va a regresar y moriremos.
Malintzin de Luis Santillán
30
¡Mueran! ¡Acabemos con todos! Tenochtitlan nunca será conquistada. Es la
noche de la venganza. Hay que coronarla con la muerte de Malinche.
Sigo viva y no acabará esto. ¿Dónde están los dioses? ¿Por qué no me tocan con su
furia? ¿Por qué no me atraviesan con su ira? ¿Es verdad que el dios del señor
Malinche es más fuerte que todos los dioses de Tenochtitlan? Ni un rasguño, ni un
sólo golpe he recibido, y contrario a todo, no me siento alegre ni afortunada. Me
llaman. Me nombran y tenerme entre ellos les da esperanza. Esta noche dejaré de
pensar y haré mi labor de esclava. Estoy al lado del nacom y no puedo decirle a
nadie lo que siento en la noche en que Hernán Cortes llora su derrota.
-No le diremos a nadie lo que hemos visto.
-Es nuestra oportunidad para ver al huey Tlatoani.
-No. Nos vamos a callar y nunca le diremos a nadie lo que hemos visto.
-No cualquiera ve a la ciuacoatl.
-Nos quedaremos calladas.
-¿Por qué? Esta es una gran oportunidad.
-Yo no he visto nada. Yo no he escuchado nada. Que sea otra la que termine con
Tenochtitlan.
•••••••
ESTRUENDO Y SILENCIO
DANZA DE FUEGO Y AGUA
Malintzin de Luis Santillán
31
Los perros van por delante. Preceden a los demás animales. La saliva les
escurre; manchan la tierra. Husmean por todos lados. Atrapan los olores, los
reconocidos, los nuevos. Las orejas paradas, alertas a cualquier sonido. Perros
hambrientos. Perros feroces. Perros sanguinarios. Perros de guerra. Detrás,
todos los demás.
Tengo miedo.
Altivos. Orgullosos los caballos avanzan. Su huella quiebra la tierra. Hacen
sonar el metal que los cubre. Braman. Sudan. Tintinean los cascabeles que
llevan en sus riendas. Caballos entrenados. Animales monstruosos. Animales
extraños. Caballos de guerra.
Tengo miedo. Tiembla la tierra al paso de las columnas. Mis pies son pequeños, mis
pasos ligeros, poco tienen que ver con la marcha de los soldados. Van a la
destrucción y yo les nombro las cosas. Yo convierto lo intangible en perecedero. Yo
soy la voz.
Los estandartes en lo alto. Cotas de malla. Cascos de hierro. Espadas de metal.
Sed de sangre y oro. Cierra España. Santiago apóstol. Va´spaña. Gloria eterna
en nombre de dios.
Malintzin de Luis Santillán
32
¿Puedo mentir? ¿Cambiar el orden de las palabras? ¿Cambiar el orden de las
estrellas? Quiero volverme muda. Huitzilopochtli convierte en piedra mi lengua.
Quetzalcoatl ahógame con un puñado de mariposas. Tezcatlipoca incendia mi boca.
¿Dónde están? ¿Dónde se esconden?
Ha comenzado el cerco. Demasiados días sitiando la Ciudad. ¿Cuánto tiempo
habrá de durar? ¿Cuánto puede soportar un pueblo antes de caer? Cortan el agua
de Chapultepec. Sólo les queda esperar a que su dios Tlaloc les de lluvia. Sólo
queda esperar la benevolencia de los dioses. En la guerra los dioses se
mantienen distantes. Cierran las calzadas. Nadie podrá salir. Todo está
permitido. Los matan de hambre y sed.
Tengo miedo. No soy yo la que duerme entre muertos, pero son los muertos los que
habitan mis sueños. Nunca desee que las cosas se dieran así. Confié en el encuentro.
Mentí a unos y a otros. Me mentí a mí y ahora no logro distinguir entre las
pesadillas y los horrores que invente. El resplandor del fuego me hace saber que ya
no habrá noches de paz para Tenochtitlan. ¿Qué será de mí? ¿Qué será de todos
nosotros? ¿Por qué los dioses no hacen algo? Son dioses falsos que huyen cuando
más se les requiere. Los dioses por los que sangraron no son dignos. Los dioses
creadores de vida, los dioses de lo cerca y lo lejos no existen. Lo único palpable, lo
único real es la muerte. Y la mentira de mis palabras.
Malintzin de Luis Santillán
33
Nadie ayuda a los de Tenochtitlan. Los cañones hacen estragos. El metal y la
pólvora los van exterminando. Todos van cayendo. Los de Taxco. Los de
Mixqui. Los de Tlahuac. Los de Iztapalapa. Los de Coyoacan. Los otros luchan,
resisten. Hombres. Mujeres. Niños. El enemigo avanza. Los soldados asesinan.
Los soldados violan. Toda barbarie es recompensada. ¿Dónde queda el honor de
la batalla?
Veo cómo queman los templos. No hay ira divina sobre la tierra, sólo el festejo de
los que me alimentan. Queman el palacio de Moctecuhzoma y el nacom celebra con
mi cuerpo; agradece en voz baja lo afortunado que es al tenerme. Siempre quise ser
más que una esclava, pero no a este precio, no con este engaño. Tanta destrucción
hará enmudecer mi recuerdo. ¿Me equivoque? No soy yo la que los abandonó.
Ellos dicen no cuando Cortés ofrece la paz. No se entregarán. Morirán peleando.
Al alba, los soldados atacan. Matan a mujeres y niños desarmados que salen a
buscar raíces. Los bergantines persiguen a las canoas. Llueve. Relampaguea.
Truena el cielo. Aquella tarde hubo más agua que otras veces. El cielo, por más
intentos que haga, no puede lavar la sangre que el hombre derrama.
El hedor es un perfume que nace con cada palabra que pronuncio. Soy cobarde. No
pertenezco a ningún sitio, formo parte de nada. Desprecié a mis dioses y el nuevo
dios se burla de mí. Creí por temor. Falso. Creí porque era la única manera de
Malintzin de Luis Santillán
34
cambiar mi destino. Mi destino a cambio de mis dioses. Y obtuve esto, lo que ellos
llaman el infierno.
Se hace el silencio.
La tormenta ahoga mis ojos.
Cesan los gritos de los que defienden la ciudad. Callan los tambores. Callan los
atabales.
Puedo escuchar el palpitar de los lamentos. El eco de mi corazón.
Tenochtitlan ha caído. La ciudad huele a muerte, a rabia, a furia.
¿Dónde quedó el olor de las flores?
Miles de muertos.
Sólo soy una. Y estoy sola.
Miles de muertos.
Quiero construir un refugio.
Malintzin de Luis Santillán
35
La guerra destruyó todo.
Algo para mantenerme en pie.
Poco queda en pie. Fuego, cadáveres, humillación. El decorado de la guerra.
Para entender y olvidar.
Hay que olvidar porque esto no se puede contar. Quizá por eso tanta lluvia.
Lluvia y relámpagos.
Dejemos descansar a los muertos.
Quiero descansar.
Que el silencio lo cubra todo. Que el silencio lo borre todo. Sólo silencio.
Pero por más denso, por más profundo, por más eterno que sea el silencio, el eco de
mi voz perdura.
•••••••
Malintzin de Luis Santillán
36
Malinalli no puede descansar. El nacom está herido y no logran calmar su dolor.
Temen que muera. Tan cerca que está la victoria. Debe hacer algo. Va por
hierbas, no debe dejarlo morir. Aún cuando dude de todo no puede evitar
aprehenderse de él. Por eso hace el ungüento, por eso lo aplica con cuidado, por
eso pide que no muera. Sabe que podría permanecer indiferente, festejar las
heridas como lo hicieron en Tlatelolco, sin embargo, lo cura. Esta noche lo ve
sólo como hombre, sin atavíos, sin distancia entre ellos. Lo ve sólo como
Hernán, como el hombre español que se preocupa por ella. Descansa Cortes,
ganarás la guerra porque esta noche no vas a morir, le dice muy suave al oído.
¿Qué más daño puede hacer? Una vez más, confía en ella, una vez más, todos
confían en ella.
•••••••
CASCADA DE MARIPOSAS
¿De qué me sirve la voz? ¿De qué sirve tener las palabras a mi disposición? Hablo
en nombre de otros, oigo en nombre de los mismos, pero en realidad soy muda y
sorda. Puedo nombrar cada cosa, cada animal, cada elemento del todo, más no soy
capaz de nombrarme a mí.
Cuando el estruendo de la guerra termine, cuando los murmullos de la noche no
estén bordados con el llanto de los caídos, cuando llegue el momento en que pueda
hablar con mi verdadera voz, mis verdaderas palabras, ¿habrá alguien que quiera
escucharme?
Malintzin de Luis Santillán
37
Nadie me recordará. Por más que grite, nadie conservará una de mis palabras. Nadie
perpetuara la tesitura de mi voz. Al final, si es que esto tiene un final, me habré
disuelto como el más estridente de los sonidos.
¿De qué sirve la voz? ¿las palabras? ¿De qué me sirve si no tengo a quien hablarle?
Por más que grito, por más que destrozo mi garganta por las noches, sólo acude el
silencio. Ya no quiero hablar. ¿Qué dios me coloco aquí? ¿Qué dios se burla de mí?
Quiero que alguien escuche el miedo de mi corazón, que alguien arrulle los susurros
que suelto cuando estoy sola. Sólo quiero que alguien, quien sea, escuche lo
pequeña que soy.
•••••••
EL SONIDO CONSTANTE DE GOTAS DE AGUA
UNA PEQUEÑA FLAMA QUE CRECE Y CRECE
PELAXILLA- ¿Qué se siente ser parte de la victoria?... Imagino que estás feliz; lo
lograste. Lograste lo que los tlaxcaltecas y totonacas no hubieran hecho solos. ¿Qué se
siente ser la mujer que destruyó nuestra ciudad?... Yo puedo decirte a qué sabe la derrota.
Aunque por tus ojos creo que no amarga tanto. ¿Por qué no sonríes? Hazlo. Puedes
hacerlo. Conmigo de nada sirve tu gesto. Nunca te creí. Dudo que alguien lo haya hecho.
Fuiste capaz de engañarlos a ellos, no a nosotros. Ellos sólo son capaces de ver la carne y
el oro. Nosotros, lo que está dentro.
MALINALLI- Soy parte de ustedes.
PELAXILLA- No te veo en los canales reconociendo cadáveres.
MALINALLI- Tampoco lo haces tú.
PELAXILLA- Los míos están dentro de mí.
Malintzin de Luis Santillán
38
MALINALLI- En ese caso yo no tengo ninguno que reconocer.
PELAXILLA- ¿En verdad te es tan indiferente la caída de Tenochtitlan?
MALINALLI- ¿Mujer, sabes cuáles fueron las primeras cosas que dijeron?
PELAXILLA- No me interesa.
MALINALLI- Que nuestros dioses eran falsos.
PELAXILLA- No quiero escucharte. Estoy obligada a permanecer a tu lado, pero no a
mostrar interés en tus palabras.
MALINALLI- Nunca imagine el poder que tendrían mis palabras. De saberlo habría
permanecido muda.
PELAXILLA- Te convertiste en su lengua, nadie te obligo.
MALINALLI- Era su esclava. Sólo obedecí.
PELAXILLA- Obedecer era interpretar las palabras. Lo que tú hiciste fue decir guerra en
su lengua, explicarles nuestras costumbres, pero sobretodo, mostrarles nuestros temores y
a eso nadie te obligo.
MALINALLI- Podrías haber sido tú.
PELAXILLA- Nunca.
MALINALLI- Hay elecciones que no son nuestras.
PELAXILLA- Hubiera muerto antes. Cualquier cosa es preferible a la traición.
Cualquiera. Yo tendría el valor para sacrificarme. Jamás les habría servido para propagar
sus mentiras. Ten por seguro que nunca estaría de su parte. Estar de su lado es traición; y
eso jamás lo permitiría. Nunca. Bajo ningún motivo. Me habría matado antes de servirles.
MALINALLI- Sin embargo, estás aquí, conmigo, viva, para poder decir que hubieras
muerto antes de permitir que esto pasara.
Malintzin de Luis Santillán
39
PELAXILLA- No fue mi elec… Tú y tus palabras deberían ser arrojadas al mar.
MALINALLI- Eso habría sido demasiado sencillo.
PELAXILLA- Tenochtitlan estaría de pie.
MALINALLI- También sus templos, ¿verdad?
PELAXILLA- No sé que pretendes decir.
MALINALLI- Dijeron que nuestros dioses eran falsos. Al ver como quemaban los
templos, al ver como mataban a la gente, llegue a creer que tenían razón, pero me
equivoque.
PELAXILLA- Nuestros dioses nos abandonaron.
MALINALLI- Con esas palabras ellos llegaron hasta aquí. Fuimos nosotros quienes
abandonamos a los dioses, sentimos miedo y los culpamos a ellos Nuestros actos,
nuestras palabras nos hicieron indignos de ellos. Nuestros nombres serán olvidados
porque nosotros olvidamos quienes éramos.
PELAXILLA- Tu nombre permanecerá, siempre habrá alguien que te maldiga.
MALINALLI- Nunca pretendí destruir nada.
PELAXILLA- Te escupo a la cara. Puedes mandar que me azoten y volveré a escupirte,
Malinche.
MALINALLI- No soy Malinche. No soy Malinalli. No soy Malintzin. Soy nada. Quizá lo
único que soy es una voz, palabras y nada más.
PELAXILLA- Deberías morir.
MALINALLI- Morí hace mucho y ningún dios me enseño el camino hacia la paz.
•••••••
TORMENTA
Malintzin de Luis Santillán
40
Padre nuestro que estás en los cielos.
El cielo se oscurece para no mirar, pero no hay forma de ignorar el lamento de los
caídos.
Santificado sea tu nombre.
En nombre de un dios matan mujeres y niños. Dicen que así debe ser la guerra.
Vénganos tu reino.
Ante mis ojos la destrucción.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Los vencedores violan a las mujeres, después dejan que los perros las maten.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Les rompen el cráneo a los niños y se alimentan con el llanto de las madres.
Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
Ellos tienen un dios bondadoso que les permite la masacre y la rapiña.
No nos dejes caer en tentación.
Sin honor todo esta perdonado de antemano.
Y líbranos de todo mal.
Pero nunca encontraré a alguien que me perdone.
Amen.
•••••••
UN GRUPO DE NIÑAS MIRA EL ANDAR DE MALINALLI
Las últimas gotas de la tormenta caen.
Demasiado silencio.
Por pena los muertos no hacen ruido.
Malintzin de Luis Santillán
41
Veo mis ojos en los charcos.
De agua.
De sangre.
Demasiado silencio.
Las palabras no pesan.
Lo que duele es la ausencia de palabras.
Huele a muerte. Los templos sólo son escombros. El resplandor de Tenochtitlan se
ha eclipsado.
¿De qué color es nuestro espíritu?
¿De qué material estamos hechas?
Caminé por estas calzadas y me maravillé. No logro reconocer las piedras. No logro
reconocer mis pies ni mis pasos.
No la mires, finge que no la ves.
No la oigo, no entiendo su lengua.
No fui yo. No fui yo. No decidí esto. Nada de esto. Las ruinas no son producto de
mi voz, los cadáveres no los fabricaron mis palabras.
¿Tú puedes creerle?
Quizá no miente. Quizá dice la verdad.
Veo lágrimas en sus ojos.
Escucho el llanto de su corazón.
Todo acabó y nada es diferente. Nada.
•••••••
Malintzin de Luis Santillán
42
MALINALLI CAMINA ENTRE LOS CADAVERES DESPOJADOS DE MUJERES. SE ACERCA A
UNA QUE TIENE LA MANO CERRADA, LE ABRE LA MANO Y LO QUE TOMA ES UNA
ESTATUILLA DE LA DIOSA IX-CHEL. LIMPIA LA SANGRE DE LA ESTATUILLA Y LA
COLOCA FRENTE A ELLA. SE HINCA ANTE LA ESTATUILLA , AL HACER ESO, SOBRE SU
CUERPO SE PROYECTA LA SOMBRA DE UNA ENORME CRUZ.
DE FONDO ALGUN REZO CRISTIANO Y LA MARCHA DE LOS SOLDADOS.
-Esta obra fue escrita en el periodo de la beca del FONCA, Jóvenes Creadores 2006-2007
y en la taller de Dramaturgia a cargo de David Olguín en la Fundación Mexicana para las
Letras.-
-La obra obtuvo mención Honorífica en el PREMIO NACIONAL DE DRAMATURGIA
MANUEL HERRERA 2008-